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LAS CUENCAS LACUSTRES DEL ALTIPLANO CENTRAL 1 Teresa Rojas Rabiela La sola evocación de los lagos de la Cuenca de México y las múltiples y variadas representaciones de ellos, realizadas por artistas del pincel o de la cámara fotográfica, nos trasladan a un paisaje de espejos de agua y de volcanes, luminoso, de intensa hermosura y que materialmente hierve de vida silvestre, de aves y tules, de algas, peces y ajolotes. Los poblados y ciudades se dibujan apenas en el horizonte acuático y los seres humanos parecen meros incidentes en la inmensidad lacustre. Chinampas, canales, árboles, acueductos, embarcaderos, puentes, calzadas y albarradas se entretejen con las aldeas, villas y ciudades de las riberas o el interior de los lagos y pantanos. Todo luce en armonía... Esta sección del lago de Texcoco constituye uno de los escasos vestigios de la Cuenca de México, que en su momento fue la región lacustre más extensa del altiplano Central. Esta cuenca admirable, que ya sólo existe en la memoria y en sus deteriorados restos en algunos rincones del sur, era la más extensa de entre varias regiones lacustres de origen volcánico que existieron en el México central, producto de la intensa actividad tectónica del Terciario y del Pleistoceno. En la cadena de grandes volcanes conocida como Eje Neovolcánico destacan el Popocatpetl y el Iztaccíhuatl, el Citlaltépetl y el Xinantécatl, los cuales se entremezclan con pequeños conos cineríticos (chimeneas de antiguos volcanes en forma de cono), afloraciones de escoria (lava porosa), xalapazcos y axalapazcos, fumarolas y manantiales sulfurosos de agua caliente, y conforman los complejos paisajes de cuencas endorreicas (sin salida al mar) de la Mesa Central de México. Durante su extensión máxima (en el Pleistoceno), un enorme 1 Rojas Rabiela, Teresa. Las cuencas lacustres del Altiplano Central. Arqueología Mexicana, Editorial Raíces, México, volumen XII, número 68, julio-agosto 2004, pp. 20- 27. Teresa Rojas Rabiela. Etnóloga con especialidad en etnohistoria, Doctora en ciencias sociales; investigadora del CIESAS y miembro del SNI. Especialista en el estudio de la agricultura, la organización del trabajo y la tecnología mesoamericanos del siglo XVI, así como en las chinampas y los sistemas hidráulicos de la Cuenca de México. 1

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LAS CUENCAS LACUSTRES DEL ALTIPLANO CENTRAL1

Teresa Rojas Rabiela

La sola evocación de los lagos de la Cuenca de México y las múltiples y variadas representaciones de ellos, realizadas por artistas del pincel o de la cámara fotográfica, nos trasladan a un paisaje de espejos de agua y de volcanes, luminoso, de intensa hermosura y que materialmente hierve de vida silvestre, de aves y tules, de algas, peces y ajolotes. Los poblados y ciudades se dibujan apenas en el horizonte acuático y los seres humanos parecen meros incidentes en la inmensidad lacustre. Chinampas, canales, árboles, acueductos, embarcaderos, puentes, calzadas y albarradas se entretejen con las aldeas, villas y ciudades de las riberas o el interior de los lagos y pantanos. Todo luce en armonía...

Esta sección del lago de Texcoco constituye uno de los escasos vestigios de la Cuenca de México, que en su momento fue la región lacustre más extensa del altiplano Central.

Esta cuenca admirable, que ya sólo existe en la memoria y en sus deteriorados restos en algunos rincones del sur, era la más extensa de entre varias regiones lacustres de origen volcánico que existieron en el México central, producto de la intensa actividad tectónica del Terciario y del Pleistoceno. En la cadena de grandes volcanes conocida como Eje Neovolcánico destacan el Popocatpetl y el Iztaccíhuatl, el Citlaltépetl y el Xinantécatl, los cuales se entremezclan con pequeños conos cineríticos (chimeneas de antiguos volcanes en forma de cono), afloraciones de escoria (lava porosa), xalapazcos y axalapazcos, fumarolas y manantiales sulfurosos de agua caliente, y conforman los complejos paisajes de cuencas endorreicas (sin salida al mar) de la Mesa Central de México. Durante su extensión máxima (en el Pleistoceno), un enorme lago cubrió la Cuenca de México y, al occidente, otro vaso de grandes dimensiones se extendió por las depresiones de Chapala, Magdalena y Zacoalco-Sayula, Zirahuén y Cuitzeo. Más tarde, los espejos de agua se separaron y se formaron las cuencas endorreicas de Zacoalco-Jalisco, Pátzcuaro, Magdalena, Zacapu, Zirahuén y Cuitzeo.

La abundancia de vida silvestre, la fertilidad de los suelos y la facilidad de trabajar las laderas montañosas de las cuencas lacustres actuaron como poderosos imanes que atrajeron a poblaciones humanas desde los orígenes mismos de la ocupación del continente. Fue precisamente en ese tipo de ambientes donde tuvo lugar un hecho extraordinario: la aparición de un modo de vida sedentario previo a la práctica de la agricultura, fenómeno generalmente asociado con la vida sedentaria (la llamada por V.G. Childe, la “revolución neolítica”). …

La Cuenca de México en el Posclásico

Mucho más tarde, en el periodo previo a la invasión española, las cuencas lacustres de origen volcánico albergaron a dos de las grandes civilizaciones del Posclásico mesoamericano: la mexica y la purépecha. Fue precisamente en el curso de ese periodo cuando la Cuenca de México tendría el aspecto 1 Rojas Rabiela, Teresa. Las cuencas lacustres del Altiplano Central. Arqueología Mexicana, Editorial Raíces, México, volumen XII, número 68, julio-agosto 2004, pp. 20-27. Teresa Rojas Rabiela. Etnóloga con especialidad en etnohistoria, Doctora en ciencias sociales; investigadora del CIESAS y miembro del SNI. Especialista en el estudio de la agricultura, la organización del trabajo y la tecnología mesoamericanos del siglo XVI, así como en las chinampas y los sistemas hidráulicos de la Cuenca de México.

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que guarda la memoria, según la cual los tenochcas fundaron Tenochtitlan en medio del lago... Pero, como mucho se ha reiterado, la Cuenca de México no era un valle ni el lago era un solo lago. Se trataba más bien de un sistema compuesto por cinco subcuencas con espejos de agua someros y fondos relativamente planos, con secciones pantanosas y con lagunetas, que ocupaba entre 800 y 1,000 km 2 de superficie. Esos cinco lagos adquirieron los nombres de las poblaciones vecinas más importantes, cuya orilla se encontraba a una altura promedio de 2 240 msnm. El conjunto, de alturas ligeramente diferentes, funcionaba como un sistema de vasos comunicantes que confluía en el de Texcoco, el central y más bajo de todos. Se encontraba artificialmente subdividido en dos por medio de un albarradón (dique) que fue construido bajo la dirección del gran tlatoani acolhua Nezahualcóyotl. El vaso del oriente, que se conoció como de Texcoco, tenía sus aguas despejadas, era salobre y sus bordes presentaban fuertes variaciones estacionales. El lago de México ocupaba la parte occidental y era menos salino porque fue aislado con la edificación del dique antes mencionado y de otros más pequeños a su alrededor, así como porque recibía agua dulce de los manantiales del sur y de los ríos del poniente.

Lo anterior hizo posible que sus pobladores construyeran chinampas agrícolas tanto en la propia ciudad de Tenochtitlan como en sus inmediaciones. En el sur se encontraban los dos lagos de agua dulce más importantes (Chalco al oriente y Xochimilco al occidente), subdivididos también mediante la calzada-dique de Cuitláhuac; se encontraban hasta tres metros más arriba que el de Texcoco. Las aguas de estos lagos eran especialmente ricas en vida silvestre debido a que se alimentaban de muchos y caudalosos manantiales y de ríos originados en los glaciares de la Sierra Nevada. Una capa de vegetación flotante, siempre verde, que cubría la superficie de los lagos, disminuía los efectos de la insolación y brindaba el material necesario, junto con otras especies acuáticas del fondo, para construir y manejar las chinampas, las célebres parcelas o “jardines en los pantanos” (que, por cierto, no flotaban). Al norte de la Cuenca de México estaban los lagos de Xaltocan y Zumpango; situados un poco más arriba que el de Texcoco, se nutrían con agua de varios ríos perennes –como el Cuautitlán, canalizado artificialmente hacia 1435–, de ríos temporales y de algunos manantiales, como el de Ozumbilla, en Xaltocan. Este último formaba una ciénaga donde sus habitantes también construyeron chinampas.

Transformaciones humanas de la Cuenca de México

La breve descripción anterior sirve para apuntar algunas de las modificaciones más importantes a las que el medio natural de la Cuenca de México fue sometido. Distintos autores mostraron la complejidad de las transformaciones artificiales que los ecosistemas experimentaron en el Posclásico, en especial durante los siglos XIV, XV y XVI. Así, una inmensa y compleja red hidráulica, con obras de ingeniería como calzadas-dique, albarradones, acueductos, acequias, canales, puertos, ríos canalizados y presas, hizo posible tanto el poblamiento lacustre propiamente dicho –aldeas, pueblos y ciudades en penínsulas e islas– como la navegación y la práctica de la agricultura chinampera, mediante el control de los niveles del agua en los canales para evitar las inundaciones y la sequía en el sistema lacustre en general. La región meridional de Chalco-Xochimilco, por ejemplo, vivió una profunda transformación en esos siglos, cuando sus pantanos y lagunas se convirtieron en una inmensa chinampería, que con sus canales o apantles circundantes formaban conjuntos de extraordinaria regularidad, agrupados en bloques rectangulares delimitados por una red de canales mayores de servicio (acalotes) que, si bien a desigual distancia unos de otros, se encontraban alineados paralelamente y corrían de orilla a orilla de los vasos, con una orientación regular de sur-suroeste a norte-noreste. La extensión de este patrón, sin contar las islas, se ha calculado en 120 km2, de los cuales 9,000 hectáreas eran parcelas chinamperas.

Alrededor de los poblados lacustres y ribereños, de las obras hidráulicas y de las chinampas, se encontraban llanuras ribereñas, montañas y volcanes plenos de grandes masas boscosas y con gran riqueza en vida silvestre; ríos y manantiales que afloraban en las laderas, muchos de ellos captados y canalizados para utilizarlos en las terrazas y laderas agrícolas; poblados serranos; sembradíos de magueyes y yacimientos de minerales (cal) y de otros materiales valiosos.

Entre los asentamientos de la época se encontraban los de tipo urbano. Así, había grandes ciudades, como Tenochtitlan (con cerca de 12 km2 de superficie y entre 150,000 y 200,000 habitantes) y Texcoco (4 km2 y 20,000 a 30,000 habitantes), y otras cinco urbes con una población de 15,000 personas cada una. Había 40 centros menores con 4,000 a 5,000 habitantes cada uno. El resto de la población vivía en aldeas rurales distribuidas en tierra firme y laderas montañosas, así como en islotes artificiales en la

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chinampería. Se calcula que la densidad demográfica total de la Cuenca de México bien pudo alcanzar un millón de habitantes o más a principios del siglo XVI.

Economía y usos de la cuenca lacustre

La economía de la cuenca se basaba en una combinación de autoabasto, comercio y tributación de materias primas y productos elaborados de toda índole, provenientes de regiones situadas tanto al interior de la Cuenca como fuera de ella. El transporte y la comunicación se beneficiaron con la red de canales artificiales y de lagunas, que imprimió dinamismo al sistema económico y especialmente al intercambio.

Como ya se mencionó, gran parte de las extensiones lacustres fueron transformadas de manera radical mediante obras hidráulicas y por la construcción de suelo artificial para uso habitacional o agrícola. La agricultura que se practicó en este tipo de terrenos fue una de las más intensivas de Mesoamérica y de todo el mundo antiguo americano. Gracias al uso de almácigos de lodo proveniente de los canales, de trasplantes, fertilización y otras técnicas especiales, en las chinampas se sembraba en forma continua una gran variedad de plantas: maíz, jitomate, tomate, calabaza, chile, frijol, chía, amaranto (huautli), diversos quelites y hierbas comestibles (huauhzontli, quiltonil, íztac quílitl o romerito, etc.), chayote, chilacayote, flores de ornato (cempoalxóchitl), hierbas medicinales y de olor como el epazote (epazotl) (Rojas Rabiela, 1993).

En las laderas de las montañas y conos volcánicos circundantes se construyeron terrazas, bancales (terrazas con poco declive) y sistemas hidráulicos para riego y abasto doméstico, que recogían y conducían el agua de los manantiales y de los ríos perennes y temporales. La práctica de diversos tipos de agricultura de temporal y de riego proporcionó otra parte de la producción necesaria para alimentar a la población de la Cuenca. Pero no menos importante desde el punto de vista alimenticio fue la “cosecha del agua”, es decir, la recolección de flora, fauna y minerales, que abundaban en las zonas lacustres en pleno estado de eutroficación (con alto contenido de nutrientes) y en las montañosas: peces, aves, ajolotes, ranas (cueyatl), acociles, moscos, tecuítlatl (alga espirulina), atepocates (peces pequeños), insectos, ahuauhtli, sal, algas, tules, venados, conejos, etc. (Rojas Rabiela, 1998).

Por supuesto, el sistema lacustre de la Cuenca de México no estaba exento de problemas, prueba de lo cual es la existencia misma de obras de control hidráulico, sin las cuales parte de los diversos asentamientos lacustres y de la gran mayoría de las chinampas no podían sobrevivir. El abasto de agua potable para la creciente población, el destino de los desechos y la contaminación del agua fueron algunos de los problemas que seguramente aquejaron a la población metropolitana. El paisaje paradisíaco, por bello que fuera visualmente, no era tal...

Ejercicio 1Consignas:A partir del texto “Las cuencas lacustres del altiplano central”:1) Realizar un punteado con las principales características geográficas y recursos naturales de la cuenca de México.2) Explicar las características principales de la utilización de los recursos por parte de los grupos humanos asentados en la cuenca lacustre.3) A partir de las imágenes señalar las similitudes entre las imágenes 1 y 2 y entre las imágenes 3 a 6 y el video La Ciudad de México https://vimeo.com/1403889054) Para finalizar resumir, con tus propias palabras, en un párrafo ¿Cuáles te parece son las principales transformaciones que se dieron en ese espacio a través del tiempo y cómo la actividad humana influyó para que se dieran esos cambios?Sitios de referencia:http://www.arqueomex.com/S2N3nLAGOS68.htmlhttp://www.mexicomaxico.org/Tenoch/Tenoch5.htmFecha de entrega: 9 de abril. Enviar archivo Word a [email protected] inicio del documento debe consignarse nombre y apellido del estudiante y mencionar Ejercicio 1El archivo de Word debe nombrarse del siguiente modo: Ejercicio1_ApellidoNombre (del alumnx)

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Imagen 1: Simulación de la cuenca lacustre del Altiplano Central, siglo XIV, por Tomás Filsinger

Imagen 2: Simulación 3D Valle de México, 1976

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Imagen 3: Mapa de Tenochtitlán, publicado en 1524, realizado por un acompañante de Hernán Cortés

Imagen 4: Grabado Mapa de la Ciudad de México de Juan Gómez de Trasmonte en 1628

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Imagen 5: Vista aérea de la Ciudad de México en 1930, mostrando la Plaza de la Constitución, Zócalo

Imagen 6: Foto aérea de la Ciudad de México, 1968

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