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EE. UU. HISTORIA Recuerdan a hispano que se solidarizó con japoneses en campo de concentración EFEUSA Los Ángeles19 febrero 2017 A 75 años de que se instaurarán en EE. UU. campos de concentración para personas de origen japonés, el nombre de un hispano sale a relucir por el gesto solidario que tuvo de internase voluntariamente en uno de esos centros. Nacido y crecido en Los Ángeles, Ralph Lazo decidió ingresar de manera voluntaria y en apoyo a amigos que fueron encarcelados en un campo de concentración de California, creado tras la orden ejecutiva firmada por el presidente Franklin D. Roosevelt, el 19 de febrero de 1942. "Cuando muy pocas personas apoyaron a los japoneses estadounidenses, Ralph hizo un acto muy valiente, renunciando a su libertad y se quedó al lado de sus amigos, por eso debemos recordar su aporte siempre", dijo hoy a Efe Kathy Masaoka, vocera del grupo pro japonés Nikkei for Civil Right Redress (NCRR). Lazo creció en Bunker Hill, uno de los barrios de Los Ángeles con mayor diversidad cultural en las décadas de 1930 y 1940, y en la que la población blanca convivía con latinos, japoneses, vascos, judíos, filipinos, coreanos y afroamericanos.

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EE. UU. HISTORIA

Recuerdan a hispano que se solidarizó con japoneses en campo de concentraciónEFEUSA Los Ángeles19 febrero 2017

A 75 años de que se instaurarán en EE. UU. campos de concentración para personas de origen japonés, el nombre de un hispano sale a relucir por el gesto solidario que tuvo de internase voluntariamente en uno de esos centros.

Nacido y crecido en Los Ángeles, Ralph Lazo decidió ingresar de manera voluntaria y en apoyo a amigos que fueron encarcelados en un campo de concentración de California, creado tras la orden ejecutiva firmada por el presidente Franklin D. Roosevelt, el 19 de febrero de 1942.

"Cuando muy pocas personas apoyaron a los japoneses estadounidenses, Ralph hizo un acto muy valiente, renunciando a su libertad y se quedó al lado de sus amigos, por eso debemos recordar su aporte siempre", dijo hoy a Efe Kathy Masaoka, vocera del grupo pro japonés Nikkei for Civil Right Redress (NCRR).

Lazo creció en Bunker Hill, uno de los barrios de Los Ángeles con mayor diversidad cultural en las décadas de 1930 y 1940, y en la que la población blanca convivía con latinos, japoneses, vascos, judíos, filipinos, coreanos y afroamericanos.

Tras el decreto de Roosevelt, firmado un día como hoy hace 75 años, el país se vio sacudido por una orden que derivó en el encarcelamiento de más 122.000 estadounidenses de origen japonés, algunos de ellos latino-japoneses, bajo el argumento de que representaban un peligro para EE. UU., que en esos años enfrentaba a Japón en la Segunda Guerra Mundial.

A sus 16 años, Lazo vio cómo, Yoshindo Shibuya, uno de sus mejores amigos de la escuela secundaria Belmont, fue detenido y llevado al campo de concentración de Manzanar, al norte de California. Tras recibir

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una carta de su compañero en la que le contaba sus penurias, el hispano decidió internarse en el campo de concentración para hacerle compañía.

Masaoka, quién junto a la organización NCRR, ha impulsado la divulgación del acto heroico del hispano, señaló que Lazo es considerado por la comunidad como un "buen amigo" que jamás será olvidado.

El hispano, de ascendencia mexicana e irlandesa, fue un alumno destacado de la secundaria de Manzanar y tras su graduación fue reclutado por el ejército estadounidense.

Al cumplir su periodo militar estudio en la Universidad California Los Ángeles (UCLA) donde se convirtió en profesor y continúo con el activismo comunitario, impulsando a los latinos a participar en los procesos electorales.

En 1988, cuatro años de fallecer, Lazo participó en una campaña para que el Gobierno estadounidense reconociera la injusticia que se cometió contra los estadounidenses de origen japonés y pidiera perdón a esta comunidad.

El caso de este hispano tiene un lugar reservado en el Museo Nacional Japonés Americano de Los Ángeles, en donde se expone la transcripción de una entrevista que dio, y en la que a la pregunta de porque fue al campo de concentración, solo se limitó a decir: "Ninguno de nosotros debió haber ido".

"La lección de solidaridad que nos dejó Lazo, no la podemos olvidar, en estos tiempos que debemos unirnos y apoyarnos como una sola comunidad", destacó Masaoka.

https://www.efe.com/efe/usa/destacada/recuerdan-a-hispano-que-se-solidarizo-con-japoneses-en-campo-de-concentracion/50000097-3184287

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Se conmemora la valentía de un adolescenteAbril 07, 1998|Cecilia RasmussenEn una protesta única, poderosa y ahora olvidada de una de las peores injusticias sociales de Estados Unidos, Ralph lazo, un adolescente latino, se unió a sus amigos japoneses americanos de Bunker Hill cuando fueron internados durante la segunda guerra mundial.

Cuando sus amigos y sus familiares fueron ordenados a Manzanar, un campo de concentración en el desierto, Lazo los siguió. Él era el único que no era japonés en Manzanar.

Mientras crecía, la intolerancia antijaponesa era un elemento básico de la política racial divisiva de California, como lo había sido durante muchas décadas. En los primeros días tensos de la segunda guerra mundial, este prejuicio de larga duración se convirtió rápidamente a un tono histérico.

*

La Legión Americana, la Oficina Agrícola de California, los sindicatos y todos los principales periódicos de California comenzaron rápidamente a exigir el internamiento no sólo de los inmigrantes japoneses residentes, sino también de los estadounidenses de ascendencia japonesa. "Arréenlos, empáquenlos y denles la habitación interior en el yermo. No tengamos paciencia con el enemigo ni con nadie cuyas venas lleven su sangre ", escribió el columnista sindicado Henry McLemore del San Francisco Examiner.

El popular columnista Westbrook Pegler aceptó. "Al infierno con el habeas corpus", escribió.

El 19 de febrero de 1942, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó una orden ejecutiva que aprobaba la internación de 120.000 japoneses americanos en la costa oeste, alegando que amenazaban la seguridad nacional.

Entre el pequeño grupo de estadounidenses no japoneses dispuestos a resistir semejantes tonterías oficiales figuraba Lazo, quien vivía en el barrio de Temple Street en Bunker Hill, el cual en aquellos días era un crisol de japoneses, vascos, judíos, latinos, filipinos, coreanos y Afroamericanos.

Su padre--John Houston Lazo, un pintor de casa y muralista-era viudo, a menudo ausente, apoyándole a él y a su hermana, Virginia. Ralph Lazo comió con frecuencia en las casas de sus amigos nisei, jugó Baloncesto en un equipo filipino de la iglesia de la comunidad y se inscribió en la noche en una clase de la lengua japonesa en la escuela secundaria, Central Junior High School.

"Era un verdadero buscavidas, quien siempre hacía reír a todos", dijo su amigo de la escuela secundaria Yoshindo Shibuya, que ahora es un dentista en San Diego.

Lazo también fue un idealista que compartió el dolor y la confusión de sus amigos nisei cuando fueron sacados de Belmont High y obligados a entrar en los campamentos de internación. Les ayudó en la triste tarea de vender apresuradamente sus pertenencias personales.

Poco después, Lazo resolvió acompañar a sus amigos al campo de internamiento de Manzanar.

La internación "era inmoral. Estaba mal, y no podía aceptarlo ", dijo Lazo después.

Cuando Lazo, que entonces tenía 16 años, le dijo a su padre de su decisión, se lo dijo de un modo intencionalmente vago, permitiendo que su padre creyera que él iba a un tipo campamento para Boy Scouts.

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Días después, cuando los titulares de un periódico local rugieron: "mexicano-americano pasa por japonés", su padre supo la verdad. Pero no hizo ningún esfuerzo para traer a su hijo a casa. Y a pesar de la noticia, las autoridades del campo de internamiento le permitieron quedarse.

Rodeada por torres de alambre de púas y ametralladoras, Manzanar estaba ubicada en una tierra estéril, polvorienta, a 200 millas al noreste de los Ángeles en el Valle Owens y--durante cuatro veranos duros y cuatro inviernos amargos--fue el hogar de 10.000 japoneses-americanos y un mexicano-americano.

*Nadie de ascendencia japonesa estaba exento de internación. Jóvenes y viejos, enfermos y bien, hasta 101 huérfanos y niños adoptivos, algunos de tan sólo 6 meses, fueron encarcelados. Lazo era el único que podía salir, pero no lo hizo. Se quedó e hizo más amigos, que se mantendrían firmemente fieles al país que los encarceló.

Consiguió un trabajo entregando correo por $12 al mes. Más tarde, fue el director de recreación recibiendo $16 al mes.

Lazo, que tenía una figura ligera, fue porrista para el equipo de fútbol del campamento, que jugó todos sus juegos en casa porque el equipo estaba prohibido de salir de Manzanar. Fue elegido presidente de su clase de preparatoria, aunque académicamente ocupó el último lugar entre los 150 estudiantes.

Cuando todo le parecía sombrío a Lazo, Toyo Miyatake, quien después se convertiría en un famoso fotógrafo, sacaba su cámara de contrabando y le señalaba al niño la belleza que les rodeaba.

Su origen latino fue reconocido oficialmente sólo cuando Lazo fue reclutado en agosto de 1944. En ese momento, un comunicado de prensa del Departamento del Interior de Estados Unidos, la autoridad de reubicación de la guerra anunció: "el único evacuado no japonés de América, Ralph Lazo... de los Ángeles dejará el centro de la reubicación de Manzanar pronto para unirse al ejército de los Estados Unidos".

Lazo sirvió en el Pacífico Sur, ayudando a liberar las Filipinas, donde se ganó una estrella de bronce por su heroísmo en combate.

Después de la guerra, se graduó de la UCLA y más tarde obtuvo una maestría en Sociología de la Universidad Estatal de Northridge. Enseñó en varias escuelas de los Ángeles y trabajó con miembros de pandillas antes de convertirse en consejero en el Valley College, de donde se retiró en 1987.

Hasta su muerte en 1992, Lazo mantuvo comunicación estrecha con la comunidad japonesa americana. Él fue uno de los 10 contribuidores que dieron $1.000 o más al fondo usado inicialmente para preparar la demanda colectiva contra el gobierno de Estados Unidos que finalmente ganó la remuneración financiera para los que fueron internados.

Su único remordimiento: "que Manzanar existió."

Hace cuatro años, la clase de Manzanar High School de 1944 dedicó su reunión al flaco chico Chicano de Bunker Hill, registrando este sentimiento:

"Cuando 140 millones estadounidenses nos dieron la espalda y nos excluyeron en campos de prisioneros remotos y desolados, la separación fue absoluta-casi. La presencia de Ralph Lazo entre nosotros dijo: No, no todo el mundo.

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Copyright 2018 Los Angeles Times (Traducción: Claudia Bautista-Nicholas)