La aparición de la ciudad virtuosa

El martes 5 de julio, se llevó a cabo la última presentación de los contractualistas, llevada a cabo por Jean Jacques Rousseau. La asamblea tuvo varios puntos a destacar, tales como la no presencia de Locke y Hobbes, los distintos escenarios al aire libre utilizados para exponer su pensamiento y su ataque (por medio de la palabra y de ejemplos concretos) hacia los otros contractualistas.

En el primer caso, la ausencia de los otros contractualistas se llevó todos los comentarios en el inicio de la asamblea por parte de Martín, Victoria

y Florencia, además de la sorpresa de Rousseau. Lo más extraño fue la falta de Locke, con quien Jean Jacques había llegado a un acuerdo durante la presentación de aquel; una vez finalizado el recorrido y arribamos al lugar final, el expositor nos observó con dudas y sin comprender cómo era posible que su compañero no estuviera presente.

Además, Locke de este modo aceptó de manera sumisa la dominación del señor Hobbes, quien por cierto también brilló por su ausencia. Su

presencia era requerida para observar y supervisar de cerca las palabras de sus súbditos (denominación utilizada por él mismo), a los cuales brindó demasiada libertad, la cual acabó con la destrucción de su contrato; sin el Leviatán presente para controlar, fue sencillo separarse

del contrato social impuesto.

Dejando de lado estas ausencias, el señor Rousseau brindó una gran

Segunda locación a la cual nos dirigió el último

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todos.

asamblea. Nos llevó a recorrer distintos lugares de Ciudad Universitaria al aire libre, lo cual nos permitió entrar en contacto con la naturaleza, transportándonos por unos minutos a nuestros orígenes y generando, así, un atmosfera de cambio y revolución en nosotros. Se notó que estaba muy seguro en sus palabras: defendió su postura contra la de los otros contractualistas y dio ejemplos concretos que justificaban cada una de sus palabras. Algo que destacó en su presentación fue la mención reiterada de sucesos ocurridas en el pasado, con la cual se otorgó un tinte histórico a la exposición y posibilitó, al mismo tiempo, contar con un marco de referencia sobre

aquellas personas que serán juzgadas el 12 de julio.

La cuota de intolerancia la aportó, como suele suceder, Thomas Hobbes. Volteó los bancos del aula 328 y escribió mensajes amenazantes, tanto en el pizarrón como en los propios carteles de sus competidores. Su descontento habría sido más útil de haberse dicho caballero presentado en la asamblea para discutir cara a cara con Rousseau.

No hay muchas críticas novedosas para realizar a la presentación. El usual error, presente en todos los contractualistas, fue no quitar sus ojos de las hojas. Comprendemos que es complicado memorizar palabras exactas, pero nunca se pidió un discurso perfecto sino convincente y que

demuestre la seguridad y firmeza que un príncipe debe tener. En este caso, estuvo peculiarmente marcado dado que no siguieron las buenas acciones de Locke, quien miró a su público e interactuó con él. De todas formas, no puede decirse que sea un error muy grave.

Por otra parte, la exposición fue desorganizada. Continuamente debían decirse entre ellos que debían hacer; no fue dinámico el discurso sino que cada cual se tomaba su tiempo en buscar su hoja, sacarla del bolsillo,

Segunda locación a la cual nos dirigió el último

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todos.

desdoblarla y luego, interminables segundos después, leerla con un tono monótono.

Al fin y al cabo, estas contrariedades no impidieron que la exposición en su

totalidad fuera impactante, sobre todo por la belleza de los paisajes en los que fue realizada y la familiaridad con que se trató al público. Esta vez, Rousseau, usando flores coloridas en

las ropas y el cabello, nos recordó qué tan repentinamente puede ocurrir una revolución y, si el soberano se descuida, cómo el Estado puede cambiar de manos.

Contractualistas IV, ¿cómo fueron las presentaciones?

Una vez terminadas las tres presentaciones, es posible realizar una comparación entre las tres. En primer lugar, las asambleas de Hobbes y Rousseau se diferenciaron completamente; mientas que en la de Hobbes reinaba el miedo y el temor, en la de Rousseau había esperanza y aires de cambio y revolución. Hobbes utiliza el engaño y el temor para lograr que los contractualistas entren a la asamblea, en cambio Rousseau, deja en claro su postura de revolucionario desde el inicio.

Thomas Hobbes intimidó con su discurso de terror y miedo y desde un comienzo se declaró nuestro soberano y representante, por medio de un contrato irrevocable por el cual renunciamos a nuestros derechos y se los otorgamos, junto con el poder absoluto, al soberano. Rousseau, en cambio, utilizó términos más cordiales y un espacio natural para hablar de un mundo libre donde el miedo y el terror no existen y los principios fundamentales del Estado son la libertad, la bondad, y la igualdad de los ciudadanos; este Estado se convierte en un instrumento para la sociedad y, por medio de pactos, se sostiene que se logrará la unión común. Parece haber un contraste muy marcado entre la libertad de Jean Jacques y el contrato de Thomas.

Pero falta mencionar al padre del liberalismo clásico. Locke también realizó su exposición y en ella expresó su desacuerdo con lo establecido por el contrato de Hobbes, en lo cual coincide con Rousseau. A diferencia del primer expositor, que vino vestido puramente de negro y no permitió ningún intercambio de opiniones, apareció vestido formalmente y con colores claros y realizó un debate tranquilo en el

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cual pidió la solidaridad de todos, especialmente la de Rousseau. De esta forma, se muestran los puntos en común que entre estos dos hay.

Ambos consideran que el contrato es revocable, negociable y dirigido hacia hombres libres, uno de los puntos de mayor diferencia con Hobbes. Además, tanto Rousseau como Locke cometieron el error de asistir a la presentación de Hobbes, por lo cual ambos quedaron marcados con la L, pero lograron redimirse y escapar de ese cruel legado.

A pesar de esto, durante la muestra de Locke se procuró enfatizar en la propiedad privada (cuya importancia se demostró al ocupar los bancos con mochilas, lo cuales no fueron quebrantados), mientras que en la de Rousseau reinó la bondad de la naturaleza y la importancia de la revolución.

El único punto en común que tuvieron y, posiblemente, tendrán las tres exposiciones es su intento ferviente de lograr que nosotros elijamos su contrato para gobernar el Estado, pero sólo habrá un ganador.

Fotos de la exposición de Rousseau

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Rousseau exponiendo en el aula 328.

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Tercera locación de la presentación con mucha naturaleza y barro. Charla en el puente con

unos mates.

Carteles preparados por Rousseau.

#Machiateaconseja

1) Es importante establecer organización, a la hora convencer o dominar una sociedad puesto que con esto se brinda más confianza al pueblo y permite que se sienta seguro; de esta manera, el príncipe no deberá desconfiar de sus súbditos por temor a revueltas generadas por la inestabilidad.

“Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.”

-El príncipe, 1513.

2) Este consejo es dirigido a todos los contractualistas. Para tener armonía en un Estado, el soberano debe ser comprensivo con la gente

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Mensajes intimidatorios dejados por Hobbes.

que lo rodea pues así logrará mantener a la mayoría de su lado gracias a comprender la situación de aquellos a quienes gobierna y poder establecer soluciones para ellos.

“Para entender la naturaleza de la gente, uno debe ser un príncipe y para entender la naturaleza del príncipe, uno debe ser la gente.”

-El príncipe, 1513.

Un príncipe debe ser prudente, no terco.uego del paseo realizado por Rousseau junto con Maquiavelo, Victoria y Florencia, llegamos al aula 328 para encontrarnos con

un horrible panorama. A los gritos de “¡Hay guerra! ¡Hay guerra!”, corrimos en dirección a nuestra sala sólo para encontrarnos con un desorden que nos dejó pasmados.

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Resultó ser, como descubrimos más tarde, que Thomas Hobbes cambió su papel de soberano por el de vándalo. Así, destruyó y volteó los bancos del aula, graffiteó y arruinó los carteles de los demás competidores y realizó amenazas para todos aquellos que, durante las dos últimas

exposiciones, habían osado rebelarse contra él. Su contrato se considera irrevocable, después de todo… Al menos,

así lo ve él.

Pero la realidad se aleja a pasos agigantados de lo que Hobbes puede observar a su alrededor. Rousseau rompió, con nosotros de testigos, el contrato que lo unía a Hobbes, y Locke hizo lo propio al remarcar cómo aquel, a pesar de su absolutismo, aceptó sus pautas y no violó la propiedad privada de sus súbditos. Por lo tanto, el aparentemente

irrompible contrato quedó en el olvido, tal vez por el poco control realizado por Leviatán o por el poco miedo que sus intervenciones generaron. Después de todo, la crueldad no es la única cualidad que un soberano necesita para gobernar, pero parece ser que es la única de la que dispone Thomas.

A fin de cuentas, y después de su errada ausencia en la charla con

Rousseau, Hobbes pareció entrar en desesperación y su terquedad (y podría decirse que hasta su propio miedo a perder)

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Cartel de Rousseau corrompido por Hobbes.

Intento desesperado de asustar a sus competidores y al pueblo.

provocó lo que se vio en el aula. Pero esto, con Locke desaparecido y un Rousseau únicamente molesto por el desorden, no ayudó a que el mencionado solucionara sus problemas de poder ni a que lograra imponerse sobre los demás competidores.

Entrevista a RousseauEntrevista realizada en el marco de la presentación de Rousseau el 5 de julio.

Maquiavelo: Buenos días. Estamos acá en la última entrevista de la campaña para ver a quién elegimos. Estamos con Rousseau y le vamos a hacer unas preguntas. ¿Cómo creen que les fue?

Rousseau: La idea general se vio trucada principalmente por la falta de acompañamiento civil que tuvimos que afrontar. Las adversidades climáticas no ayudaron tampoco. Sí, hubo varios traspiés.

M: ¿Qué creen de Hobbes y Locke que no vinieron?

R: La más alta traición, no tengo ninguna duda: se han confundido. Hobbes, por un lado, no teniendo en cuenta su rol absoluto en esta cuestión. Y Locke desconociendo un pacto social, un pacto civil que podría haber arribado, al menos, a la garantía de sus bases teóricas

M: ¿Y con el acuerdo de Hobbes?

R: ¿El acuerdo de Hobbes, perdón?

M: El contrato que habían firmado, el Leviatán.

R: El pacto del Leviatán es lo que es, hay bastos ejemplos en la historia para mencionar la poca calidad representativa que tiene y los problemas estructurales de su teoría y bueno, somos víctimas una vez más de esta historia universal que se repite.

M: ¿Y lo rompiste?

R: Sí, está roto. Al menos, Rousseau lo rompió

M: Bueno, está bien. Muchas gracias.

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Última ediciónAsí, llegamos al final de las presentaciones y, con ellas, de la revista. Estas pasadas semanas estuvieron repletas de imágenes, excursiones, discursos de lo más variado e incluso peleas. Los competidores dieron

lo mejor de sí y lograron convencernos de sus ideales durante sus exposiciones, la dificultad se presentó a la hora de sostener su poderío durante las presentaciones de sus rivales.

Hobbes representó el papel de intolerante y terco, el cual por medio de la violencia intentó hacer su camino hacia la victoria. Locke brilló por su ausencia, a pesar de la gran exposición que nos ofreció. Rousseau destacó durante su presentación, pero cometió errores en el tiempo que transcurrió antes de que llegara su turno.

Todo esto fue documentado por la revista, en twitter y en el blog de Nicolás Maquiavelo. Su servidor advirtió que no sería benévolo y, en efecto, no lo fue. Esto resultó ser así, debido a que como el encargado de elegir un contrato social para el Estado, no creí correcto tomarlo a la ligera. Desde ya, puedo asegurar que esta tarea se tomó con gran seriedad e interés, y un gran esfuerzo fue dedicado a realizarla. Jamás dejé de observarlos. Pero, junto con la última presentación, entregamos la última sección de #machiateaconseja, las últimas entrevistas y la última edición de la revista.

El día 12 de julio, yo, Maquiavelo, me presentaré en el aula 328 para decidir y anunciar quién fue el ganador de este concurso. Agradezco los esfuerzos dedicados a las presentaciones y la ayuda con las entrevistas por parte de todos los participantes y los espectadores.

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