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8/18/2019 Weffort.+Populismo
1/17
BRASIL:
HOY
por
CELSO TURTADO
.
HELrO
JAGUARIBE
.
FRANCISCO C.
WEFFORT
.
FERNANDO
H.
CARDOSO
FLORESTAN FERNAN-
DTS ANTONIO
CALLADO
.
J.
LEITE
LOPES
OTTO MARIA
CARPEAUX
JEAN-CLAUDE
BERNADET
lroducción de
ROSA
CUSMINSKY DE CENDRERO
CARI,OS AI,BERTO
T]ASTIANES CELIA
BALDATTI
N,
PTI-AR
.
FERNANDO
tna cnncÍa
u,rRÍn
DoI-oRES ¡e
ta
plñe
8/18/2019 Weffort.+Populismo
2/17
III,
I'OI'ULISMO
EN
LA POLÍTICA
BRASILEÑA
FRANCISCO C.
WEFFORT
[,] populismo
es
producto
de
la larga
etapa
de
lr¿r¡rslr¡rmaciones
por que
pasa
la sociedad brasi-
lcña
desde 1930. Como estilo
de
gobierno,
siempre
scnsible a
las
presiones populares,
o
como
política
clc rnasas,
que
buscaba conclucirlas
manipulando
sus
aspiraciones,
el
populismo
sólo
puede
ser com-
de
crisis
de
la
oligarquía
y
del
liberalismo,
siem-
pt'c
muy
afines en
la
historia
brasileña,
y
del
pro-
ccso
cle democratización del Estado
que,
a su
vez,
tiene
que
apoyarse en
algún
tlee3e.auloritarismo,
sca
el
autoriialisrno
insiitucioñll
de-fá-:d¡óládxra-
de
Vargas
(1937-45),
sea
el
autoritarismo
paterna'
lista
o
carisrnático de los lícleres de
masas
de
la
democracia
de
la
posguerra
(
1945-64).
Fue
tambiól
una de las manifestaciones
de
las d*-¡Ucledgs
po'
líticas
de
los cmDos
dorninantes
urbánol?üáñdo
v----__-:--_.-_-11,"_.
rntentaron
sustrturr
a
la ohgarqula
en
las lullcrones
de
dominio
político
de un
país
tradicionalmente
agrario
y
dependiente,
en
una etapa
en
que
pare-
cían
existir
posibilidades
para
un
desarrollo capi
talista nacional. Además,
fue sobre
todo
la expre-
sión
más completa
de la
i¡rupciqn
dc
las clases
¡ro¡>ulares
etr el
lrroceso
del hesñfrdUo:a-6n-6-é"in-
l'r
ír
t.iaTál"solEceñi"slG
ta n"ceít
dád,
s
enti da
por
algunos de los nuevos
grupos
dominantes,
de
incorporación de las
masas
al
juego político.
Plc¡r.lucto
de
un
período
de
crisis
y
solidario
en
srr
propia
forrnación con las
peculiaridades
del
mis-
rrrcr, crl
populismo
fue
un fenómg¡ro
político
que
asrrrrrió
iliuc.ra.
facetas, frecffitraáic-
tolias. Dc
cstc
modo,
es a
veces difícil
para quien
Irayu viviclo, clc un modo
u otro,
los
problemas
po-
ts4l
EL POPULISMO
55
líticos
de esta etapa
histórica, hacer
una
referencia
de conjunto ai
movimiento
populista
que englobe
toda su
diversidad.
Desde
1945 hasta
1964,
son
va-
rios
los 1í9e
€
clgjt'eso qgrEia=FgBryaTlff
res
presi-
dcntes
y
algtños
fobernaclores
dc
estado)
que bus-
can conquistar
la adhesión
popular en
los centros
más urbanizaclos
del
país.
Cada
uno
de ellos
tiene
un'
est
ilo", su.
p.oiÍt
ica
Jersond
ca-s-i,-gic$J¡re
poco
e{p]lgi{g
y
su
iilc'ología
nlqnos
qrplÍcita
atin
y
mu-
cñá5 vcccs
coñTlsa.
Sus
diferenciálen
aftiuros
ca'
sos
sus
contradicciones,
son
de
tal orden
que
es
difícil advertir
en
ellos alguna
significación
funda-
menlal
comirn,
más
aliá del
interés
que
todos
tienen
en
la conquista
clei
voto
popttla-r
y
en
la manipula'
ción
cle
las aspiraciones
populares.
En deterrnina-
dos rnomentos,
estamos
inclusive
tentados
a
perma-
nccer en esta
percepción
fragmentaria
y
a
concebir
el
populismo
más
como
un fenómeno
de
nattr-raleza
personal
que
cle calidad
social
y política. Expliqué'
monos :
los bruscos carnbios
de
olientación
poiíiica
de
lídcres
como Vargas
o
cclrlo
Jinio
Quadros,
por
ejenrplo,
poclrían dar
la
imprcsión
de
que
el
popu-
lisno
fuera nircla
más
una
especie
de
"o1>or:tunismo
cselrcial"
de algunos
líderes,
ttn¿r
desmedida
ambi
ción
cle
podr:r
asociada
a
Llna
c¿rsi
ilimitada
capa-
cidad
cle
nranipulación
de
rnasas.
Esia r¡r¡ción
-que
nos
pal'ece
traducir
1o
esencial
clel
punto
de
vist¿l
r.le algunos
iiberales
de
clase
meciia,
perplejos
ante
los
rumbos
asumidos
por
el
proceso
político
8/18/2019 Weffort.+Populismo
3/17
56 FRANcrsco
c.
wEFFoRT
sr-r
grado
dc verdad.
Muchos hombres de izquierda
-dicho
de
paso que
también
son
hombres
de
clase
llrcclia-
ticnen una visión
semejante. Con
todo,
nos
p¿rrccc
que,
aunque la
manj¡¡rlac:iEr
haya
sido
rura .lc
las
tónicas aét
popüii3ffo-Añ
demasiado
surrrario
y
abstracto
caracterizar
sólo
como
mani-
¡rulación
un
estilo de liderazgo
político
-y,
en cier-
Io scntido,
un
tj@-
que de
ctralquier
modo
se
confunde en mu-dll6s
aspectos
con
la historia del oaís
en
los
últimos
decenios.
El
¡ropulismo
fue,
sin^
duda, manipulación
de
masas,
pero
la
manipulación
nunca fue absoluta.
Si lo
hu-
biese
sido,
estaríamos obligados a aceptar
la
visión
liberal
de las
élites
que,
en
írltima instancia,
ve
en
cl
populismo
una especie
cle aberración
de la
his-
toria
alimentada
por
la emocionabilidad de
las
ma-
sas
y
por
la
falta
de
plincipios
de los
líderes.
En
la
realiclad,
el
populismo
es
algo más
com-
plicado que
la
mera
manipulación
y
su compleji-
dad política
no
hace más
que resaltar
la
comple-
.iidad
de las condiciones históricas en
que se
forma.
I-.11
populismo
fue
un
modo
determinado
y
concreto
cle
manipulación
de
las
clases
populares,
pero
fue
también
un modo de exoresión de sus
insatisfac-
.
ciones.
Fue, al mismo tiémp-ó, uña Iorma
de estruc-
tüÍáóión
del
poder para
los
grupos
dominantes
y
la
principal
forma
de
expresión
política de la
irrup-
ción
popular
en
el
proceso
de
desarrollo
industrial
y
urbano. Fue
uno de los mecanismos
a
través de
los
cuales
los
grupos
dominantes ejercían
su
domi-
nio,
pero
fue
también
una
de
las maneras
a través
dc
las cuales
este dominio se encontraba
poten-
cialmente
amenazado. Este estilo de
sobierno
v
de
c
ffir:hrnieiíid-ffi
it i c o
e
s
e s e
qc
i
q ¡.né
n t e a m blu
o
y, pór
cicrro,
debe
mucho
a
6--iilug=iué¿ááléño-
n¿rl
clc
csos
políticos
divididos
entre
el amor
al
¡rucblo
y
el
amor a
las funciones
de
gobierno.
Pero
cl
populismo
tiene raíces sociales
más
profundas
f
.u.
lu
lccupt:ración de su uAi4ad
como
fu-Lomeno
-so-
I
('rirl
v
p()lrlrco
cs
un
problema propuesto
a
qulen
I cstrrli-c'-*líJ
8/18/2019 Weffort.+Populismo
4/17
58
sectores
industriales
para
sustituir
a
la
oligarquÍa
cn
las lunci
8/18/2019 Weffort.+Populismo
5/17
61
0
FRANCISCO C. WEFFORT
cn cl
scnticlo
cie la
efectivización
de los
principios
libcralcs consagrados
en la
Constitución
de 1891,
pero
defraudaclos
de modo
sistemático
por
las oli-
garc¡uías
cn
el
poder.
Desde
este
punto
de vista, la
levelcirtu-al@
g:tgue$gie
EL
POPULISMO
La desconfianza en relación
con los
"políticos"
fue
siempre una
de las
características del tenen-
tisnto
-designación
comúnmente
aplicada
a los
movimientos dirigidos por
jóvenes
militares
que
se constituyeron
en los líderes más
representativos
de las clases
medias.6 No obstante, durante
su largo
período
de relativo
aislamiento
político,
los tenen
tes
no
se
mostraron
capaces
o
interesados
en-Edns-
Irurr
alranzas elec¡.lvas
con las
masas
DoDulares
ürffinas; ruraiei
y
a;;áccionef téñAiáñÉ6facia
un radicalismo
romántico
que
hacia
una
política
-a
--.."vts-
rcvolucToríaril-eficaz,.
Su estilo de
acción
se
hace
manifiesto en
el
heroico
y
trágico
episodio
de
1922,
cuando
poco
más de una
decena
de
jóvenes
rnilita-
res
se
enfrenta a las
fuerzas
del régimen en una
Iucha
absolutamente
desigual
dentro de la capital
del
país.
Está
también
presente,
en
toda su
gran-
deza,
en
la
marcha de
la Columna
Prestes,
que
después
de
recorrer en
lucha más de
20
000
kilóme-
tros
por
todo el
interior
de
Brasil, fue
obligada,
finalmente,
a
recurrir
al
exilio. Es
la
rebeldía
que
no encontró aírn
posibilidades para
un
camino
po-
lítico
autónomo.
En
la
revolución
de 1930. los
líderes más
imoor-
tantes
del t en
en t
i
s
nt
o, ffilcxcep.'cion
aET,uii*Cait o s
eiAG
que
er; el
jefe
del móvimiento
y
que
in-
gresa
al Partido
Comunista,
se asocian
algunos
clc
sus
antiguos
encmigos
para
prómovCr
-Tá
caícla del
G
Dice
Werneck Sodré
que
los "movimientos
más
serios,
que
encontraban larga
resonancia
en la
opinión
y
amplio
apoyo en
Ia
prensa,
eran de orden
militar: se sucedían los
Ievantamientos de
jóvenes
oficiales, inconformes con
el es-
tado de
cosas
reinante.
No
había,
en
ese momento, otra
válvula
y
de
ahí el
predominio
de los militares en esos
pronunciamientos".
Agrega
a
continuación
que
el
tenentis-
mo "sólo en
su etapa
final
se
compone de fuerzas
partida-
rias tradicionales, escindidas
del
grueso
de aquellas
que
figuraban
en
el
plano
político".
Werneck
Sodré,
Nelson,
História
da
Burguesia
Brasileira,
Ed. Civilizaeáo
Brasileira,
Río de
Janeiro,
1964,
p.281
. Sobre el tenentismo
ver
ram.
bién Santa
Rosa,
Virgínio,
O
sentido
do
tenentismo, Schmidt
Editor,
Río cle
Janeiro,
1932
(?),
y
la trilogía
de
Helio
Silva
sobre 0 Ciclo Vargas,
Ed.
Civilizagáo Brasileira,
Río
de
Janeiro,
1965/66.
E I9t9n_{é_.t*ciáGline¿iñquFs.óiiEnTábáña
ióiscgu-il' garanTíás-pára
-el
sufiagio, hasta enton-
ccs
manipulado fraudulentamente,
y
a moralizar
las
costumbres políticas.
Con todo, las
clases medias
no
demostraban poseer
aquella
"vocación
para
el
poder"
que
les
habría
permitido
transformar
el
mo-
vimiento
de
1930
en el
pllnto
de
partida
de un
nuevo
régimen
coherente
con
sLls
aspiraciones libe-
ral-democráticas.
El
inconformismo
de las
clases medias viene
de
v---:ru-4
lejos
y
sé manifdTé-AtAivé¡sás-máñé¡as,
desde
las
campañas
de
opinión
que
aprovechan las op9{l+fri
dades
electorales hasta
las
insurrecciones
militares
de--fA'ñJWl'
rs26
que
f
ueroíiiñiliá
"lii -á"p
r"-
siones
más
radicales
y
conquistaron simpatías
ge-
nerales
en
la
opinión
pública
urbana.
No
obstante,
lo
que
parece
cierto es
que
la
protesta
de
las
clases
rnedias
jamás
tuvo
condiciones de
real
eficacia
fue-
ra
de
algún
tipo de alianza con algún
grupo
situado
clentro
de
la
propia
oligarquía. Obligados
por
una
situación
de dependencia
social,
en
una estructura
donde
la
gran
propiedad
es
el
patrón
económico
no
co
reron
que expresase
un
pun-
to de
vista
original
contra el sistema vigente.
Sus
rcivi ndicaciones
bási
cas.,
"5:@,
sc formulaban
dentro de Iós
principios
liberales
ya
consagrados
en la
Constitución
de 1891
y
consti-
1uían
parte
de los horizontes
ideológicos de Ia
8/18/2019 Weffort.+Populismo
6/17
62
FRANcrsco
c. wEFFoRT
poder
oligárquico.
Señalaron los
primeros
años
de
gobierno
revolucionario
con su
posición
de lucha
contra
las
instituciones
oligárquicas
remanentes,
pcro
llo cncontraron
condiciones
para
llegar al
con-
trol clcl
poder.
.
r-a
clivi
sa
;"hop-gjg_{gyg$&X_?i ql3e_que
.:l
-fucDls-lq-.bgA":-de-u
n
o- cfc
l o s
j
e f e
s oli
ga
lc
a
s
rfuc
participaba
en
la Alianza Liberal es
muy repre-
scnl-¿rtiv¿r
de
la
actitud
de
este
movimiento en
rela-
c:ión
con las
masas
populares.
El movimiento
re-
v
8/18/2019 Weffort.+Populismo
7/17
64
FRANcrsco
c.
wEFFoRT
ción
de
las
masas
populares
que
será
después
una
de
las
tónicas
de su
gobierno,
que
"si
nuestro
protec-
"itnir-,,
(
se refiere-al
protecclonismo
por
parte d-el
Estaclo)
favorece
a
loi
industriales
en
favor
de
la
riquczí
particular
se
impone-también
el
deber
de
oyrr,lar
ál
proletario
con
medidas
que
e
aseguren
cómocliclaclós
relativas
v
estabilidad
que
lo
amparen
tanto
en
la
enfermedacl
como en
la
vejez";
"lo
poco
que
tenemos
en
materia
de
legislación
social
no
es
aplicado
o
sólo
es aplicado
eñ
mínima
parte
y
de
nió¿"
esporádico".1l
Para
las masas
populares
la
lM;'ff
T:"ill?.1",J:'ffi
;x"l?;,
r.ri
¿".".t
os
de
participación
en
los
asuntos
del
Estado,
y
será
también
uno
de
los
elernentos
centra-
l"t
putu""tttender
el tipo
de-alianza
que
pasarán.a
esta'biecer
con
los
grúpos
dominantes
por medio
de
los
líderes
PoPulistas.
De
este
modó,
ya
en
el
proceso
de. apertura
de
l¿¡
crisis
de
la
oligarquía,
seria
necesario
-prestar
aten-
ción
al
hecho
áe
que
lu
u,$gt1¡til]at
masas
e-n
iiü¿*rqsr¿¡+eJ-""@
dor
cle
una pasrvroatlEó6al?e
[tompoliamiento'
f
m"-.e?"'dñtrái-auilnf
éFaetá-áCttónperdesrán
presentes,
para
cualquiera
de
las
dos facciones
en
ionflicto,
ioriro
p¡gsión
pcrmanente
sobre
el statu
;;;ii;¿';
"iffi;Ñn¿fa¡;¡Té-3é
-
-extiéñdéñ
f
tr¡
f'et-e¡-d;ftiás
las
primeras
décadas
del
siglo,
aunque
no"ttuyutt
conduciáo
a
claras
p,ro-yecciones
de
trans-
io.*J"iott*t
políticas,
parecen
habe-r
sido
suficientes
Dat'a
Drcsentarsc
a
las
minorías
dc¡minantes
como
,rn
ptbbl"-a
real
y, hasta
cierto
punto,
como
una
arlaenaza.
IIS'TADO
Y CLASES
POPULARES
La
cxclusión de
las
clases
populares
en
el
proceso
.,oliti.o
fue
una
de las
características
notorias
del
i.f,-,irn"n
clcrribaclo
en
1930.
La
participación
popular
11
Vargas,
Gelr'rlio,
A
nó¡ta
Potítica
do
Brasil'
Jc¡sé
Olvmpio
Ilrlitorr,
hío
clc Janciro,
1938,
p'
27'
EL
PoPUlrslvro
65
en
el
proceso
electoral
habría
sido
miniina'
si
es
á""
"fJ.tiuumente
exislió
en
algrrna
medicla'
pues
no
liegó
de
ningún
modo
a
caracterizal'
los
procesos
ii.tEmocrático"s"
vigentes
en
la
épo9a'1-':
En* eg-glec'
:,
'31$'"1fi:":l
i;s;ü;ffi
s
-a
.cerca,
d:l
3¿#:,v-:?hav
motivos
para creer
qLle
cI
r¡rvcl
cic
far-ticioación
haya
sido
il;;.;-;;
"l'¡rci
íoclo
anterior'
En
'las
clecciones
8/18/2019 Weffort.+Populismo
8/17
66
ITRANcISC0
c.
wEFFoRT
dominantes.
Con la excepción
de algunas situaciones
especiales, en
particular
en los
últimos años
del
go-
bierno cle Goulart, sería
difícil
decir
que
las masas
populzrres,
o alguno
de
sus
sectores,
hayan
conse-
guido participar
en el
proceso político
con un míni-
rno de autonomía.
De ts6Td-ñ6¿io,
cuando se
habla
de
la irrupcién
política
de las masas
en el
período
posterior
a
1930,
es
preciso
tener
siempre
presente
que
esta
iffgp'
ción
le
encontró condigionada
desde su
inicio.
Esto,
srrñanargd;ño-
6mra'
I
aTá
e n t en de r la s
c
o
n di
ci
o
n
e
s
históricas en
que
se
gesta
el
populismo.
La
promo'
ción
de la
participación
popular
no
se hará nunca
por
los
grupos
dominantes
considerados
en bloque,
los
cuales,
muy
por
el
contrario,
siempre
vieron con
,
malos ojos el ascenso
político
popular.
La
promo-
ción de las m@
nuevas
con-
digi=onel.of
pec$camF-telpolGgs,gf@{eq¡:t¡
__,
\\_.ar'_\_'a,_\.._¿é
¿effi"ti¿d.ffi"ti¿d.
-
-\\--_r'-\-=-=-\.'''---¿é
*+/"_--
Ef'nuevo gobierno, formaclo
en base
a
una
aliairye
una
aliagza
tágilq
-gil_t-ri-grupg9.d9*SligC
-
gledia
sin
,horizontes
;;Hfñi-ñññ- l;-F"
"
;
iái
t
qrs
:-rtieárquico
s
crue
ocunaban en el "antisuo
résimen"
una-Dosición
polrtrcos propros
que
ocupabaq
en
u
"
o.
u
p
ubAq-e -"- -:g¡¡¡ig.Lo-f
qg
i m
dn5una-posicjón
sedirñdáña,-deberá
pasar
poi
un
largo
período
de
irrds-fátrilidad
que
se
prolonga
hasta
1937,
cuando
se establece
la
dictadura.
Son varias
las
crisis resul'
tantes
de las
luchas
entre
los tenentes
y los
jefes
oligarcas,
lu.chas en
que ya
ahora se
oponen
no sólo
los
enemigos de
ayer
sino también
los
amigos.
Las
rnayores
dificultades surgen
en
el sur,
principalmen-
te en el estado
de
Sáo Paulo
-el
estado
de agri-
cultura de exportación
más
desarrollada
y
apoyo
fundamental
del antiguo
sistema
de
poder-
que
en
1932
se-levanta
en una
insurrección
contra
el
lmévo}{imei
rón
iódo,
1Ñ
próblemas
no
surgen
sólo de las oposiciones
con
la oligarquía
dislocada
dc las funcioncs de dominio.
Sectores
de clase
media
raclical sc
agrupan,
bajo
el liderazgo
de Prestes,
en
fir,
PoPULrsMo
67
la
Alianza
NacionalLjbgltg-dQla,
y
los
sectores
dc
¿
c
rc\cR-a
eltconliáiol
éiñresiáq-e¡-el'lnleg¡alismq'
movimiento
de
estilo
fáscista
que
busca
conquistar
la
simpatia
de Vargas.
La
estabilidad
del
nuevo
ré-
gimen
sólo
será
alcanzada
con
la
derrota
de
estos
iios movimientos.
La
insurrección
de
la eNl
en
1935
ttará a
Vargas la
posibilidad
de fortalecerse
p-ersonal'
mente
.omó
Sefe
del
gobierno,
amparado
en
las fuer-
zas interesadas
en combatir
la
"amenaza
comunis-
ta".
Establecida en
1937
la dictadura, al
año siguiente
Vargas liquida
el
movimiento
"integralista"
que,.ya
desilusionádo
de
obtener
participación
en el
gobier-
no,
realiza
la
tentativa
de un
Putsch.
Conviene
llamar
la
atención
sobre
un
dato
de
base
económica
que nos
parece
fundamental
en
el
qro-
ceso
de
estrtrcturacién
del
régimen
que
surgirá
des'
pués
de
la fase
de
inestabilidad.
La
derrota
política
de
las oligarquías
en
1930
no
afectó
de
manera
deci-
siva el
contról
que
ellas
mantenían
sobre
los
secto'
res básicc¡s
de
Ía
economía.
Para
particularizar
el
mismo argumento
:
I
as
-4qgg.t-?g-q
p
f
¡i
d
e3.
sl,*l-?
-
gli
sarquía
¿é Sao
Paulo
én--189--y
-cn
- 9-3-2
pudieron
;;ññot¿;-lás-
ráI¿é"ideT-regimerr
politico
del cual
ella era
el principal
apoyo, mas
no
pudieron
negar
el
hecho
de
que
la exportación
de
café
fuera
y con-
tinuara
siend
8/18/2019 Weffort.+Populismo
9/17
68
FRANCISCO
C.
WEFFTORT
¡Év-+>
8/18/2019 Weffort.+Populismo
10/17
70
FRANcrs@ c. wEFFoRT
tivas
que
despiertan menor resistencia
o
mayor apo-
yo
popular.
Esta tendencia
no
es,
sin
embargo,
mera-
mente
teórica
y
se hizo
efectiva
en
una
medida
socialmentc
significativa
con Vargas
y
con casi to-
dos los
dcmás
jefes
de
Estado
desde
1930 hasta
1964.18
Aparece
así
en la historia brasileña
el
fantasma
popular que
será manipulado
por
Vargas
durante
casi dos
decenios.
A
través
de los mecanismos
de
manipualción,
que
lás funciones
de
gobierno
le
posi-
bilitan
en las condiciones
de
una crisis interna
entre
los
grupos
dominantes,
Vargas encontrará
la ma-
nera
de
responder
a
todo
tipo de
presiones
sin
subordinarse, de mancra exclusiva
y
duradera, a
los
intereses inmediatos de
ninguna de ellas.
De
este
modo, el
nuevo régimen
ya
no es
oligárquico,
no
obstante
que
las oligarquías no
hayan sido
funda-
mentalrnente afectadas
en slls funciones
de hege-
monía
social
y política
a
los niveles
local
y
regional
y
se
encuentren,
de algún
rnodo, representadas
en
el Estado. Se trata sin duda de un
Estado
burgués'
pero
no
nos
parece
adecuado
hablar de
ul-¡a demo-
cracia
burguesa
tal
como es concebida
en
la
tradi-
ción europea. Si fuese
necesario designar de
algún
modo esta forma
particular
de
estructura
política,
diríamos
que
se
trata de un EsJ¡¡lg¡ig¡$qp_¡gmiso
16
El
ejer¡plo
más notable
de esta
tendencia
es sin duda
el cle
la
propia
carrera
política
cle
Vargas. Jefe
de
una oli-
garquía
regional
hasta 1930,
Vargas
gobierna
hasta 1945
según
un esquema
de
fuerzas
en eI
qtie
los
grupos
oligárquicos
aparecen
como aliados
pero
no co,mo factores
determinantes
dc
la orient¿rción
gubernamental.
En
esta
ctapa construyó su
prcstigio personal
junto
a las
rnasas
urbanas.
En su segundo
gobiernc-r
(1950-54)
intenta
realizar
una
política
de
desarrollo
capitalista na.cional
perc¡
cs derrotaclo
frcnte a
las
presiones
cxternas e inlernas.
Rehusando a
renunciar a
sus funciones,
sc
suicicl¿r
v
slr
testamento
es uno de
ios docurnentos
más
n
8/18/2019 Weffort.+Populismo
11/17
72
rrRANcrsco
c.
wEFFoRT
interacción de
factores
ligados al
propio
comporta-
miento
popular.
Sería ingenuo suponer
que,
sola-
Irlente
para
atencier
a
las
necesidacles de
su
juego
interno,
el Estado hubiese
"inventado" una nueva
fuerza social.
Una iroción como ésta no
tiene
ningún
apoyo histórico,
no
obstante puede
parecer
real
cuanclo
el
análisis de
la
irrupción
popuiar
se
realiza
sólo
clcsde
el
punto
de vista
de los
grupos
dor¡rinan-
tes
y
de su
crisis interna.
Por lo tanto, convienc
rctom¿rr,
v
ahora
de manera
más
precisa,
la
idea
ya
mcncior¡acla
de
una
pasividad
de l¿is
clases
popularcs
en el
régimen
populista.
Si,
basados
en
la tradición curopca cle la iucha
de clases,
entendemos como
participación política
activa
sola-
mente aquella
que
implica una conciencia
común
de los
intereses de clase
y
Llna capacidad de autorre-
presentación polític:r,
cabría concluir
que
todas las
clases sociales brasiieñas
fueron
políiicamente pa'
sivas r:n
los decenios
posteriores
a la
revolución
de
1930.
Fue exactamente
la incapacidad
de auto.
rrepresentación
de
los
gi'Llpos riorninantes
y
su
división
interna lo
que posibilitó
la instalación
de un
régimen político
centra-dn en el
poder
per-
sonal clel
presidente.
Es
dudoso
clue sc
pr-reda,
sin mayor examen, apli-
car ¿r
las
relaciones
entrr: las
ciases en Brasil
*como
cn
cualquier
otro
¡raís
depenclieirte
y periférico
de
América
l-atina-
los esquernas inteq¡retativos
pro-
cedentes de la tradición europea clel siglo xrx.
Con''
respecto
a
Brasii, difícilmente se
podría
analizar
la
participación
política
de
las clases sociales
sin
lencr
en clrenta la
gran
lrete
r
8/18/2019 Weffort.+Populismo
12/17
74
FRANCISCO
C.
WEFFORT
IiI, POPULISIVÍO
75
l
unción
pública
-un
presidente,
un
gobernador,
un
diputado,
etc.-,
esto es,
alguien
que,
por
su
posición
cn
el
sistema institucional
del
poder,
tiene la
posi-
bilidad de
"donar",
sea una ley
favorable
a
las
ma-
s¿ls,
sea
un aumento
de salario o, de igual
modo,
una
esperanza
de días
mejores.
Pero,
por
otro
lado, establecida
la
legislación
del
trabajo
tomo derecho,
ciando
un
asala-riado
reivin-
díca
el cumplimiento de
determinado
requisito
le-
gal,
aquella
lelación
originaria de
"donación"
(y
por
lo
tanto
de
depenclencia) desaparece.
Lo que
ahora
pasa
a
contar
es
el ciudadano
que
reivindica
el
cum-
plimiento
de la ley,
que
reivindica
"sus
derechos"
de
hombre
libre
en la
relación
de trabaio.
Podemos
entonces
advertir
que,
en la relación'política, la
"donacirjn"
(y
la
dependencia
que
ella implica) es
apenas
uno
de
los lados
del
problema.
De
hecho,
desde
el
punto
de vista
político,
lo
que
esta
relación
paternalista
entre líder
y
masas
contiene
de esencial
es,
a
pesar
de la
típica asimetría de todo
pater-
nalismo,
el
reconocimiento de
la
ciudadanía
de
las
masas,
el reconocimiento
de su izualdacl fundamen-
tal dentro
del
sistema
insiitucionil.
La mejor
prueba
de
esta
igualdad
es esta rel4ción
de identidad
que
las
masaJesjablecenle¡n
gl
@l
que
se encuentra en las funciones
de Estado.
De este modo, la
manipulación
populista
es una
relación
ambigua,
tanto
desde
el
punto
de vista
fólítico
como
desde
ei
punto
de
vista social.
Desde
el
punto
de
vista
político
es,
por
un Iado, una re-
lació.n,de
Widuos,
entrc el líder
que
"dona"
y
1os
indivicluob
Q^ue
componen
Ia
gran
>-*-i._:..-
masa de-asálariados y, por
otro, es una
relaqión
nismo
regulador
de las
relaciones
entre
ciudadanos,
entre empleadores
y
asalariaclos,
y, por
otro, como
un mecanismo regulador
de las relaciones
entre las-
clases sociales. En el
populismo,
lo característico-
de estas relaciones está en
que
las relaciones
entre
los
individuos de distintas
clases
sociales
tienen
líderes
y
hasta qué
punto
sirvieron pasivamente
de
"masa
de
maniobra" pata
los
grupos
dominantes.
En
este
sentido,
nos
parece
relevante discutir
qué
significación puede
ser atribuida
a
las
iniciativas
del Estado
referentes a
la legislación
laboral. Vargas,
apoyado
en
el control de
las funciones
políticas,
"dona"
a las
masas
urbanas
una
legislación laboral
que
comienza
a formularse
desde
los
primeros
años
del
gobierno
provisional
y que
se
consolida
en
1943.
La limitación
de la
lesislación a
los
sectores urbanos
nó'debe
pasar
inadvJrtiaa.
Son los
scctores
que
po-
seen
mayor
capacidad
de
presión
sobre
el
Estado
y
aquellos que,
desde
antes
de 1930,
poseían
alguna
tradición
de lucha;
son
también
los sectores
dis-
ponibles
para
la manipulación política,
pues
a
pesar
de
que
las reglas
del
juego
electoral
estuviesen
suspendidas
desde
1937, fueron
una
de las
primeras
conquistas
de
la revolución
de
1930
v
continuaron
teniendo
una
existencia
virtual.
Por
otro
lado, la
limitación
de la
legislación
laboral
a las
ciudades
atiende
a
las
masas
urbanas
sin interferir
con
los
intereses
de los
grandes
propietários
cle la
tierra.
El
contenido
social de la manipulación
ejercida
sobre
Ia legislación
laboral va
más
allá del mero
iuego
personal
del
jefe
de Estaclo,
pero
no
obstante
éste se presenta
a las masas como
un
"donador"
y
un
"protector".
Evidentemente,
fue sobré
actos de
esta
naturaleza
que
Vargas
construyó
su
prestigio
como
líder
populista
y
obtuvo la necesaria
confianza
para
hao-lar
en
nombre
de las masas populares,
in.
clusive
sobre
aquellos temas
-tales
como la
política
económica-
respecto
de
los
cuales
ellas habían
permanecido
alejadas
hasta
entonces.
Establecida
la
legislación
laboral,
su reglamentación pasa
a
constituir
una
función
permanente
del Estado. Así.
sc lransfiere
hacia
el
Eslado,
cn
cierta
medida,
el
prestigio
que
las
masas
habían
conferido
a
Vargas.
Esta
transferencia
de
prestigio
contiene uno de los
clcnrentos importantes
de la relación
política popu-
lista
en
general,
tanto en el
período
dictatorial
como
en
la
etapa democrática:
el líder
será siempre
al-
guien que
ya
se encuentra
en el control
de alguna
entre el
Estado como
instit
ét
puñto
de vista
social,
ral
aparece,
por un
lado, como
meca-
8/18/2019 Weffort.+Populismo
13/17
76
FRANCrsco c. wEFFoRT
mayor
importancia que las relaciones
entre
estas
mismas
clases concebidas
como coniuntos social
y
p
8/18/2019 Weffort.+Populismo
14/17
78
FRANcrsco
c. wEFFoRT
corno Brasil
el
proceso
de
masificación
ha resultado
muy
diferente.
Por
un
lado,
significa ascenso
a
las
posibilidades
de
participación
política, participación
que
relresenta
mucho,
no
obstante la
manipula-
ción
populista,
simplemente
porque
su condición
anterior
era de
no
participación.
Por otro lado,
si
el
pasaje
del
campo
a
la
ciudad significa
ascenso
en términos
dg consumo,
este
ascenso
debe ser
apre-
ciado
eii'frrnción
de lab
condiciones
anteriorei
cle
vida. La participación
de las masas
urbanas
en
el
consumo
es,
sin duda,
mayor,
particularmente
en
las
grandes
ciudades, mas
esto
no debe hacer
suponer
ninguna
situación
de abundancia.
Tenemos
aquí
esbozados
tres de
los elementos
básicos para
entender
el sentido
del cornportamien--
to
político
popular
durante
el régimen
populista:
la-
presión
para
tener
acceso a los
empleos
urbanos
que
ejercen
las
masas de
migrantes,
la
presión
en
el
sentido de
ampliación
de las
posibilidades
de
con-
sumo
(realizada
por
las
nuevas
masas urbanas
y
también por
las antiguas)
y
la
presión
que
se orien.
ta
en
el sentido
de la
participación
política
dentro
de
los
cuadros
institucionales.
Se
trata,
siempre,
de
formas
individuales
de
presión,
las cuales se presen.
taban
a
los
populistas
cotrlo
un
problema
a resolver.
Aquí
nos
enfrentamos con otro
límite fundamental
de la manipulación, que
no
habría
sido
posible
si los
intereses
reales
de las
clases
populares
no
hubiesen
sido
atendidos
en
alguna
rnedida.
Sin
esto
no habría
persistido
el
apoyo
que
prestaban
dichas
clases
a
líderes
originarios
de
otras clases
sociales.
En efec-
to,
la manipulación
de las masas
entró
en crisis,
esto
es,
abrió
la
puerta
a una verdadera
movilización
política
popular,
exactamente
cuando la
economía
urbano-industrial
comenzaba
a agotar
su capacidad
de
absorción
de
nuevos
migrantes y
cuando
se
res-
tringían
los
márgenes
de
la
redistribución
económi-
ca.
Es
en esta fase que
1a
temática
de
las
reformas
de estructura
comienza
a hacerse popular.
La
noción
de manipulación
tanto
como la
de
pasi-
vidacl
popular
tienen
que
ser
relativizadas,
concre-
tadas históricamente, para que
podamos
entender
IIL
POPULISMO
79
la
significación
real
del
populismo.
La
imagen, si
no el
concepto,
más
adecuada
para
entender las
rela-
criones
populistas
entre las
masas
urbanas
y
algunos
grupos
representados
en
el Estado es la de una
ulianza
(tdcita)
entre
sectores
de
diferentes
ctases
sociales.
Alianza
en la cual
evidentemente
la
hege-
monía se
encuentra
siempre
con los
intereses vincu-
lados
a las
clases
clominantes,
pero
imposible
de
realizarse
sin
la
atención
de
algunas
aspiraciones
r
básicas
de
las
clases
populares,
entre las
cuales
r
cabría
mencionar
la
reivindicación
del empleo, de
,'mayores
posibilidades
de consumo
y
del
derecho
tde
participación
en
los
asuntos
del Estado.
'
Aspiraciones
mínimas,
por
cierto, mas
decisivas
en la
política
de
masas
en un
país
como
Brasil.
'
EL ESTADO
EN
CRISIS
La
presencia popular
es,
sin duda,
el nuevo
hecho
político
de la etapa
democrática
que
se
inicia
en
1945.
La
persistencia
del mismo
esquema
de
poder
vigente
durante
la
dictadura
y
el
descubrimiento
político-electoral
de
la
presencia
cle
las
masas
po-
pulares
significó
la
frustración
definitiva de los
representantes
liberales de
la
clase
media
que,
desde
antes de
1930,
soñaban con
el
establecimiento
de
una democracia
pluralista
de
estilo clásico.
La
ioven
democracia brasileña
tendrá
como
apoyo
el rnismo
compromiso
social vigente
antes de
1945.
El funda-
mento de
su legitimidad son
las
rnasas
urbanas y
sus
jefes
los
líderes
populistas.
La
amarga
perple-
jidad
de
algunos
grupos
de
clase
media
(en
general
agrupados
en
la
unN
-Uniáo
Democrática
Nacio.
nal)
es
muy expresiva.
En
1950,
una
revista liberal
describe
en los siguientes
términos el acto
electoral
en
que
Vargas
es elegido
presidente:
"El
día
3 de
octubre, en Río de
Janeiro, medio
millón de
misera-
bles,
analfabetos, mendigos
hailbrientos
y
andra-
josos,
espíritus
reprimidos
y
justamente
resentidos,
inviduos
convertidos
por
el
abandono en hombres
necios, malos
y
vengativos,
descendieron
de
los mo.
rros
embaucaclos
por
el
canto
de la dernagogia
voci.
8/18/2019 Weffort.+Populismo
15/17
80
mANcrsco
c.
wEFFoRT
ferado
desde ventanas
y
automóviles,
para
votar a
la
única esperanza
que
les restaba: a aquel
que
se
proclamaba
padre
de los
pobres,
el mesías-charla-
tán..."20
Por
prirnera
vez
en
la
historia
brasileña las
masas
urbanas
aparecen
libreinente en
el
escenario
polí"
tico. Por
cierto,
libertad
relativa
y
sólo
posible
den-
tro
de los
límites
de una estnrctura de poder
cuya
composición
de fuerzas
permanece,
en sus aspectos
fundarnentales,
igual
que
en el
período
anterior.
De
todos
modos,
terminada la dictadura
terrnina
también
el monopolio
ejercido
por
Vargas
sobre
Ia
manipulación
de la opinión
popular,
no obstante
que
continrlLe
siendo, hasta
su
muerte en
1.954, el
gran
jefe
del
populismo
al
cual todos
los
demás líderes
estuvieron de
algun modo vincul¿rdos,
con la
única
excepción
de Jánio
Quadros.
En los
primeros
años
de vida
democrática
reapalece la
figura de
Prestes,
ya
ahora líder
del Particlo
Comunista
y
con
todo el
prestigio
que
le confiere
su
pasado
de
tenentista
revoluc-i.onario.
Pero
el
pc,
que
llegó
a
ser
en esos
años
uno
de
los
grandes particlos
nacionales, fue
declarado
ilegal
ya
en
1947,
con
evidente
pérdida
de influencia
sobre las ma.sas.2l
La
persistencia
del
mismo
esquema
de
poder
se
expresa,
por
ejemplo, en el hccho de
que
el
sistema
de
partidos
-los
cuales además
tienen muy
poca
autonomía
en relación
al Ejecutivo- se basaba en
dos agrupaciones
creadas
por
el
propio
Vargas
ai
término
del rógimen clictatorial,
agrupaciones
que
no
serían más
que
Ia
traducción
del
compromiso
social
en
que
se
apoyaba la
dictadura,
en términos
del
nuevo lenguaje
poiítico. El
psn
(Fartido
Social
2o
Revista
Anhenúi,
núm.
1,
vol.
r,
dic.
de 1950.
21
En
sus dos
años
de
vida
legal
el
Partido Comunista
aparecía
como
la
única
fueua
política
capaz
de disputar
Ia
influencia
populista sobre
las
rnasas
populares, particular-
mente
en las
elecciones
para
funciones legislativas. No obs-
tante,
su capacidad de liderazgo
parecería
no haber sido la
misma
en
las elecciones
e.iecutivas
federales
en las
que
parti-
cipó
en
1945. El
candidato
comunista ol¡tuvo sólo el
9.7
%
de los votos en tanto
que
el candidato apoyado
por
Vargas
alcanz(¡ el 55.4
por
ciento.
Iif,
POPULISMO
Dcmocrático)
debería dar
expresión
a
los sectores
conservadores
vinculados
con
la actividad agtaria
y,
cn
efecto, consigue
mantener
por
muchos años
un
control "de la clientela"
cle
varias
áreas
mrales del
¡raís;
el
prB
(Partido
Trabalhista
Brasileiro) fue
mu-
cho
menos efectivo
en relación
a stls
propias
finali-
dades
cie
movilizaciírn
popular,
habiendo
funcio¡rado
sobre
todo
como máquina personal de su fundador.
El
tercer
gran particio
-la
UDN
(Unjáo
Dernocrática
Nacional)-
se
formará
durante la
campaña
para
el
derrocamiento de la clictadura,
apoyándose
princi-
palmente,
aunque
no exclusivamente,
en
grllpos
urbanos de clase media.
Este
úitimo
partido
man-
tuvo durante casi todo
el
período
democrático
un¿t
línea
política
de oposición al sistema
psD-prB
y
al
po-
pulisnro
en
general
(si
bien
en Ia fase
final
partici
paría
de la
campafla
de
Quadros
a
la
presidencia)
y
se
caracterizaría, rápidamente,
como
un
partido
de derecha.
No
obstante las similitudes
con el
período ante-
rior, ésta
es la
etapa
en
qlte
se
hace rnás
ciaro
el
enfrentamiento
de las
fuerzas sociales
dentro
dei
gran
corxpromiso
que
sir\¡e
de
stlstento
al
Estado
y
es también la etapa en
que
ese
comprorniso
en'
tra en
crisis.
I-os
golpes
de
Estado
se
presentan
desde
los
primeros
años
de clemocraci¡r
como
un
recurso
al
cual la
derecha arnenaza
recurrir
para
reparar su
pérdida
de
importancir.r
electoral
y
para
neutralizar
los
mecanismos
institucionales
que
a-bren
paso
a
la presión popular.
La
oposición
de la
derecha a la asunción de Varga.s
en
1950,
1a
crisis
de 1954
que
terrnina con
su
suiciCio,
las
clificultades
opuestas
a
la
asunción de
Kubitschek
en i955,
la
re-
nuncia
de
Quadros
en
1961,,la
oposición
cívico-mili-
tar
a
la
asunción
de
Goulart crorno
sucesor
de
Qua-
dros, son
algunos
de
los episodios
característicos
de
una
inestabilidad
que
parecía
indicar
el agotamiento
rlel
cuadro poiítico
surgiclo
en
1930.
En
los últimos años
de este
período
democrático,
en
particular
después
de la rc'nuncia
de Jánio
Qua'
dros,
se hace cada
vez
más
intensa
la
presión
p
8/18/2019 Weffort.+Populismo
16/17
82
FRANCrsco
c. wEFFoRT
importantes
cambios
ocumidos a partir
de 1930
(en
particular
en
la década
de 1950),
las
características
generales
de las
estructuras
sociales
v
económicas
permanecían
fundamentalmente
igualeé.
por
un
lado,
el
proceso
de
industrialización,
aurlque
se había
intensificado
desde
1950,
no puede
superar
las
limi
t_aciones
impuestas por
un
sector
exportador
de
pro-
ductos
primarios
y
tendió
a
debilitárse.2s
por
ótrolado,
el
desarrollo
industrial
pasó
a
depender cada
vez
rnás
de
capitales
extranjeros,
sin
que
se
formara
qn
grypo
em_presarial
capaz de
formular
una
polí-
tica
independiente
de
estos intereses.2s
Resulta
aún más
importante
el
surgimiento
de
for-
mas
de
acción
popular
que
van,
en algunos
casos,
mucho
más
allá de
los esquemas
tradicionales.
Las
frecuentes
huelgas
de
trabaiadores, la
creciente
im-
portancia
de
los
grupos
nacionalistas,
la moviliza-
ción
de
la opinión pública
en
torno
a
la
temática
de
las
reforrnas
de
estructura
(en
particular
la
refor-
ma
agraria),
la
extensión
de los
derechos
sociales
a
los
trabajadores
del
campo,
la
movilización
de los
campesinos
para
la orga.nización
sindical
o
para
las
"ligas
campesinas" de Francisco
Juliáo,
son-algunos
de
los
hechos que
anuncian
la
emergencia
¿é
un
ntovimiento
popular
cle
un
nuevo
estilo.
Este,
aun-
que
tuviera
su nacimiento
dentro
de
los
cuadros
institucionales
y
rnantuviera
relaciones
de
clepen-
dencia
con
la
política populista
de
Goulart,
intródu-
cía
problemas
cuyas
soluciones
implicaban
cambios
básicos
en la
composición
de
fuerzas
sociales
en
que
se
apoyaba
el
régimen.
En
realidad,
el desboráa-
miento
de
los
límites
urbanos
de
la
maninulación
de
masas,
con el
comienzo
de
la
movilizaciin
de las
masas
rurales,
significó
que
empezaba
a dislocarse
uno
de
los
elementos
básicos
de
Ia
estructura
d.e
poder
-la
gran
propieclad-,
lo
que
iamás
osara
hacer
el
populisrno
en
ninguno
dé
sui
momentosanteriores.
Es
necesario
tener
en cuenta
que,
aun
en
esa
fase
22
Furtaclo,
Celso,
op.
cít.,
2r
pafie,
cap.
vnr,
3.
23
Cardoso,
F.
H.,
op.
ci¿.,
pp.
84-85.
Iif, T,OPULISA{O
83
f inal
del
período democrático,
el
cuadro
político
gcneral
continuó
siendo
el
del
populismo.
Desde
cl
punto
de vista
de
una
política
de
desarrollo in-
rluitrial nacional,
como
desde el
punto
de vista
del
l)roceso
de
democratización
social
y política, las
re-
lirrmas
de estructura
se
presentaban
como
esencia-
lcs.
Con
todo, ninguno
de
los
grupos dominantes
se
rnostraba
capaz
de ofrecer
los
soportes
indispensa-
bles
a
una
política
de reformas,
aun
cuando
es
posi'
ble admitii
que
alguno
de ellos
pudiese
obtener
provecho
de fal
politica.
Todos
se
volvían
hacia
el
Éstado
y,
más de
una
vez,
las masas
populares
se
perfilaron
como
la
gran
fuerza
social
capaz
9"
plo-
porcionar
bases
a
esa
política
y
al
propio
Estado.
La nueva
situación
introducía,
entre
tanto,
proble-
mas
difíciles.
Mientras
en
los decenios
anteriores
Ia
acción
de
los
gobernantes no
fue
nunca
más
allá
cle optar,
a
través
del
juego
de
los intereses
domi'
nantés,
por
la línea
de menor
resistencia
popular,
en la
nueva situación
cabía
al
Estado
la responsa-
bilidad,
de superar
los intereses
en
juego.
En tanto
que
en el
peiíodo
anterior
el
proceso
político creó,
á
través
dél
populismo combinado
con
la
relativa
impotencia
de
los
grupos dominantes,
la imagen
de
un Estado
soberano,
ahora
se imponía
al
Estado
probar
la
realidacl
de su soberanía
frente
a
esos
grupos d-ominantes.
-
Si se
tiene
en
cuenta
la naturaleza
de
la
partici-
pación
política
popular
que
existía
en
el
país,
se
ádvierten
las
graves limitaciones
que se
presentaban
a
la
política
cle reformas
que
constituía
una de
las
orientaciones
básicas
del
gobierno
de
Goulart.
En
efecto,
la
importancia
política de
las masas
había
clependido
siempre
de
la
existencia
de
una
transac'
ció-n entre
los
grupos
dominantes,
y esta transacción
se
encontraba-ahora
en
crisis'
Si las
masas
sirvie'
ron
como
fuente
de
legitimidad
para
el
Estado,
esto
sólo
fue
posible
mientras
estuvieron contenidas
den'
tro de
un esquema
cle
alialrza
policlasista, lo cual
las
privaba
de
autonomía.
Dé esta
forma,
al
pretender
entrar
por el camino
de
las
reformas
de éstmctura,
Goulart
provocó
la
8/18/2019 Weffort.+Populismo
17/17
64
rrRANcrsco
c. wF.FFoRT
crisis
"del
rfgimen populista',.
A
pesar
de
que
é1,
como
jefe
de
Estado,
condicionaba,
por
acóión
u
omisión,-
el
conjunto
del
movimiento
popular
que
comenzaba
a
formarse,
leios
estaba
de
iener
el
cón-
trol
del proceso
político.
Crecía
en importancia
una
movilización
popular
que,
aunque
dependiese
mu-
chas
veces
de
la
iniciativa
clel
Estacto,
lendía
a
su-
pcrar
los
Iímitcs
institrrcionales
vicentes.
,
AsÍ,.eI gran
conpromiso
social
eñ
que
se
apoyaba
el
régimen
se vio
condenado
por
toáas
hs iuérzas
gue
l-o
componían.
Condenado
por
Ia
derecha y por
las
clases
r-tredias
que
se
aterrorizaban
ante
d
pre-
sron poputar
crcciente;
por
los
grandes
propieta-
rios
asustados
con
el debáte
sobre-la
reforma
agra-
fa,
y
con
la
moviiización
cle
las
masas
rurales;
"por
la.burguesía
industrial
temerosa
también
de lá
pre-
sión popular
y
ya
vinculada,
a través
cle
alsunos
de
sus
sectores
más
irnportantes,
a los
interesei
extran_
jeros.
Y,
a
pesar
de
las
intenciones
cle
alsunos
de
sus
líderes,
se
encontraba
igualmente
cdndenaclo
por
la
fragilidad
del
populismo
que
se
mostraba
incapaz
no
sólo de mantener
el equilibrio
de
toclas
esas
fuerzas
sino
también
de
el'ércer
un
control
efectivo
sobre
el
proceso
de
ascenso
de las
masas.
I
I
IiGUMONÍA
BURGUESA E
INDEPENDENCIA
li('ONóMICA
: RAÍCES ESTRUCTURALES
I)Ii
I,A CRISIS
POLfTICA BRASILEÑA
FT]RNANDO I{.
CARDOSO
ljntre
los
múltiples
caminos
políticos que
en
los
riltimos
decenios
se
presentaron
a los
países que
se
rlio
en
llamar
-y
en ciertos
casos
no sin
ironía*
"cn
vías
de
desarrollo",
el
que podría
ser calificado
cn forma
asaz
superficial
de
modelo latinoamericano
implicó
en un
juego
de
relaciones
de oposición,
con-
llictos y
acomodaciones
a
un
número determinado
cle
agentes
sociales: las
masas urbanas,
el
Estado,
Ios
sectores
exportadores
mercantiles
(agrarios
y
rnineros),
las clases
medias urbanas, los
sectores fi-
nancieros
y
los
grupos
industriales.
La
particulari-
dacl
de
este
juego,
considerada
América
Latina
en
su
conjunto,
se
percibió
corrientemente en términos
cle
Ia
existencia
de
una
polarización
dicotómica
en-
tre
los
sectores
exportadores inercantiles por
una
parte
y
las
masas urbanas
y
los
grupos
industriaii-
zantes
por
otra, correspondiéndole
así al
Estado,
a
las clases
medias
e
incluso a los
sectores
financieros
una
posición
intermedia. Se consideraba
que
esa
posición
intermedia
era
importante
en
la
transición
clel
predominio
de cada uno
de los dos
polos,
si
bien
hasta cierto
punto
sería refleja
puesto que
su
sentido
se iría
redefiniendo
a
medida qlle se collso-
lidara
la
hegemonía
política
de
cada uno de los
componentes
más
importantes
de los
polos
como
agentes históricos. En lenguaje
sociológico vulgar
se
llamaba
sector tradicional de
la
sociedad
a
los
gmpos
exportadores
mercantiles dada
su
base
agrícola-minera
considerada latifundista
o
de
encla-
ve,
y
srl
actividad exporiadora-importadora
orien-
tada
por
los centros hegernónicos
mundiales
que
coloreaban
dicho
sector
con
tintes colonialistas
o
t85l