Winds of New Zel And

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  • Editorial Compostela S.A. Edita: Editorial Compostela S.A. c/ Preguntoiro, 29 15704 Santiago de Compostela A Corua (Espaa)

    Editor: Juan Jos Varela Tembra Diseo de portada: El Correo Gallego Primera edicin: Junio 2013 Ebooks El Correo Gallego: www.elcorreogallego.es/ebooks Contacto: [email protected] Copyright Derechos Reservados. Queda rigurosamente prohibida, sin autorizacin escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcial o total mediante cual-quier medio de esta obra.

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra

    ISBN: 978-84-8064-232-3

  • Winds of New Zeland

    Prlogo

    Note from the editor

    Katherine Mansfield y el territorio oculto de la prosa Jos Miguel Alonso Girldez

    Development of gothic fiction within the dominion of New Zealand: film novels ngel Jos Bugallo Lpez

    Tcnicas impresionistas al servicio de la expresin del Spleen simbolista en algunos cuentos de Katherine Mansfield Aldo Daparte Jorge

    Anuncios televisivos made in Spain para estudiantes neozelandeses Nieves Doval Fernndez

    El bildungsroman actual en la literatura neozelandesa: La pregunta de las diez de la noche de Kate de Goldi Pablo Manuel Garca Valverde

    The history of the New Zealand English Arburim Iseni

    Maui y la diosa de la muerte. Reflexin acerca de las posibilidades didcticas de un relato maor Isabel Jerez Martnez y Eduardo Encabo Fernndez

    Winds of New Zeland

    Table of contents

    Juan Jos Varela Tembra

  • 4Winds of New Zeland

    Lenguas en contacto en Nueva Zelanda: situacin y perspectivas de futuro para la lengua maor Alexandra Mart

    Viajeros europeos por Nueva Zelanda y el Pacfico sur Pablo Prez Mndez

    Nueva Zelanda. Una propuesta curricular para Ciencias Sociales Manuel Pousa Castelo

    Comparativa entre los principales modelos para el desarrollo elico aplicados en Europa, Amrica y la Regin del Pacfico: el caso particular de Nueva Zelanda Rosa Mara Regueiro Ferreira

    La didctica del paisaje de Nueva Zelanda a travs de google earth Diego Sobrino Lpez

    Introduction to New Zealand English Juan Jos Varela Tembra

    Nueva Zelanda y la regin Asia-Pacfico en la enseanza de la historia contempornea: ESO y Ba-chillerato Luis Velasco Martnez

    Dictionaries of New Zealand English Brikena Xhaferi

    Contributors

  • 5Winds of New Zeland

  • Winds of New Zeland

    Prlogo

    Voces, sonidos, y ecos de Nueva Zelanda han ido llegando hasta nosotros, ao a ao, fieles a su cita con la primavera continental europea, desde tan lejanas tierras. Ahora es el turno de los vientos. Y el frescor que aportan las ricas contribuciones que se en-cierran en ellos te servirn, sin duda, amigo lector o lectora, como al menos me han servido a m, para congratularte con la fuerza de una cultura -caracterizada por la fusin, el mestizaje y la hibridacin armnica- que no por ser ms desconocida que otras realidades multiculturales resulta menos significativa e importante en el amplio espacio antropolgico de nuestro mundo.

    Agradezco, en primer lugar, el inmerecido honor que me hace el Dr. Juan Jos Varela Tembra al confiar en mi persona para prologar esta nueva entrega de una coleccin que, al amparo del Seminario de Estudios Neozelandeses, viene ocupando un espacio singular y relevante en el mbito de los Estudios Neozelandeses desde la aparicin de su primer volumen (Voices from New Zealand) editado en 2008.

    En segundo lugar, quiero trasmitir mi felicitacin ms elocuente tanto a los compo-nentes de este Seminario como a su ferviente y constante dinamizador (recientemen-te honrado de forma muy merecida con la mxima calificacin en la brillante defensa de su tesis doctoral en la Universidad de Murcia). El Profesor Varela Tembra, de quien me siento orgulloso de haberle tenido como alumno en otros tiempos, siempre destacando entre los mejores, corona as -con los laureles del buen hacer- su brillante trayectoria acadmica.

    En tercer lugar, agradecer a los lectores que ahora tienen este libro en sus manos -Winds of New Zealand- la magnfica eleccin que han hecho en la seguridad de que

  • Prlogo8

    Winds of New Zeland

    los trabajos que conforman sus contenidos son de una exquisita aportacin para to-das aquellas personas interesadas por acercarse a un cultura (o por ampliar su cono-cimiento sobre ella) que, desde su variada riqueza, no puede dejar indiferente a nadie que posea inquietudes a favor de la construccin de las competencias socioculturales e interculturales.

    En 2008 escuchamos las voces (Voices from New Zealand) que nos llegaban desde un Nueva Zelanda cada vez ms cercana al dilogo intercultural entre pueblos orien-tales y occidentales. En 2009 prestamos nuestra atencin a la diversidad sinfnica de sonidos (Sounds of New Zealand) que se abran paso a travs del espacio infinito del acercamiento entre culturas y personas de unos y otros continentes. En 2011, Juan Jos Varela Tembra al frente del timn del Seminario de Estudios Neozelandeses, nos regalaba el placer de disfrutar con otra magnfica obra de esta serie (Echoes from New Zealand) cuyos contenidos hacan reverberar en sus personas lectoras esencias inagotables de las variadas experiencias y sabidura que quedan de manifiesto en el rico repositorio neozelands. Hoy, en 2013, nos llega la fuerza de los vientos (Winds of New Zealand). Solo cabe dejarnos invadir por su podero y vitalidad. Son vientos de cultura, de conocimiento, del vigor que se deriva de todo encuentro entre civiliza-ciones.

    Las aportaciones que se integran en este nuevo volumen, el cuarto de la serie, in-cluyen 15 trabajos que van desgranando variadas facetas del prisma de la cultura neozelandesa desde miradas diferentes y, a la vez, complementarias. Cabe destacar, como ya suceda en volmenes anteriores de esta serie, el peso que cobra la mirada literaria que va dejando su impronta a lo largo de seis aportaciones donde la figura de Katherine Mansfield emerge, como no puede ser de otro modo, con todo el peso de su protagonismo en el cultivo de la narrativa durante el trnsito del siglo XIX al XX. Desde un ngulo histrico y socio-cultural, tres de los trabajos del volumen ofrecen al lector o lectora la oportunidad de adentrarse en aspectos de la huella neozelande-sa en el siglo XX, las peculiaridades de este pas en el proceso de construccin de su nacionalidad, y aspectos legislativos que conciernen a sus ciudadanos ante el hecho de la libertad condicional.

  • Prlogo 9

    Winds of New Zeland

    Tambin la dimensin lingstica goza de una visible presencia dentro del conjunto de las aportaciones del elenco de autoras y autores que dejan su huella en este volu-men. As, tres de los trabajos del libro versan, respectivamente, sobre el tema de la educacin lingstica en el marco del contexto multicultural de Nueva Zelanda, los rasgos distintivos del estndar del ingls que se habla y escribe en el pas, y cmo las variedades del ingls neozelands figuran representadas en los diccionarios al uso. Por ltimo, el libro se completa con dos trabajos que ayudan a comprender los efectos de la inmigracin britnica en las islas del pueblo maor, por un lado, y la aportaciones didcticas que para los estudiantes neozelandeses que estudian espaol como lengua extranjera tiene el corpus de los anuncios publicitarios de la televisin espaola, por otro.

    Permtaseme unas ltimas palabras dedicadas a felicitar efusivamente al Doctor Va-rela Tembra por su concienzuda labor al frente de la edicin de este volumen, as como a todos los autores y autores que con sus trabajos han contribuido a hacer de esta publicacin un hito memorable en el devenir de la promocin de los estudios neozelandeses.

    Jos Manuel Vez Jeremas Catedrtico de Universidad

    Universidad de Santiago de Compostela

  • Winds of New Zeland

    Note from the editorWelcome to the fourth issue of the Spanish Journal of New Zealand Studies (Winds of New Zealand). As editor, I have sometimes considered that this volume was never going to see the light but, after much suffering, time and effort it was made possible.

    To me, this fourth volume constitutes a lighthouse in the immense ocean to light New Zealand; to light the enormous knowledge shared by colleagues, and to shine con-nections and exchanges through that deep sea. If we take a look at the Index and see ourselves reflected back to a certain extent, the objectives have been achieved.

    The first three issues of this journal saw highly interesting papers from contributors about interesting topics on the New Zealand Studies field. I show respect to those who contributed to it. This issue gathers a number of relevant and important con-cerns in the world of New Zealand studies, allowing us to bring together enthusiastic researchers not only from Spain but from other European countries working not only in the field of English Language and Culture but in several other fields such as Edu-cation, Sociology, History, Economy, Foreign Language Teaching or Social Studies; portraying all the knowledge and variety which New Zealand proffers to the world.

    It was very difficult to choose just fifteen from among the many submissions received. To those chosen, thank you for your contribution, insightful, and often keen answers. To those who also took the time to answer the questions this time around, I am saving your contributions for future issues, and I thank you for your submissions as well.

    We are grateful to the persons and institutions that provided financial and techni-cal assistance for its accomplishment. Finally, my gratitude goes to Doctor Nicholas Birns from The New School University for all his care and support.

    Juan Jos Varela Tembra, Editor

  • Winds of New Zeland

    Katherine Mansfield y el territorio oculto de la

    prosa 1

    La figura literaria de Katherine Mansfield, a pesar de haber suscitado una multitud de trabajos de investigacin y una pasin sin lmites, tanto en lectores como en cr-ticos, sigue, un siglo despus, envuelta en un fascinante halo de misterio. Leemos a Katherine Mansfield, seguimos leyendo y releyendo sus historias cortas, y siempre sentimos una extraa sensacin cuando llegamos a su final. A veces, una cierta per-plejidad. Ella dese ser transparente como el cristal2, reneg de todo artificio que blo-queara la fluidez natural de la narracin, desnud la prosa de lo que ella misma tam-bin consideraba una forma decimonnica de ver la realidad. Reinvent, sin duda, la manera de contar las cosas.

    Por supuesto, los estudios sobre Katherine Mansfield son hoy inabarcables. Segu-ramente ni ella misma hubiera imaginado este aluvin crtico, esta pasin por com-prenderla, aunque, desde luego, era muy consciente de su diferencia. Los moder-nistas eran muy conscientes de eso. Y, no pocos, lo buscaban con ahnco. Siempre que se aplica la etiqueta de modernista a Mansfield uno se siente algo incmodo. En realidad, uno se siente incmodo con cualquier etiqueta que intente asignarle: tal es

    1 People have never explored the lovely medium of prose. It is a hidden country still (Mansfield, Letters II, 1987:343).2 Cit, por Guillermo de Torre (1938), en la introduccin a la traduccin de At the Bay, realizada por Leonor Acevedo y publicada por la editorial Losada (Buenos Aires): Seor escriba en su Diario- hazme pareja al cristal para que tu luz brille a travs de mi (8).

    Jos Miguel Alonso Girldez Universidade da Corua

  • Captulo 114

    Winds of New Zeland

    su elusiva naturaleza. Pero lo importante es que, a pesar de sus mltiples relaciones con el Modernismo, con los Woolf, con Lawrence, ella siempre es distinta. Diferente. Ese fue uno de los propsitos del Modernismo, claro est, romper las vnculos con la narracin tradicional, por decirlo de una manera superficial, y comenzar a narrar, en cierto modo, ms desde la mente de los personajes que desde la supuesta omniscien-cia de un narrador. Ms desde el interior que desde el exterior. La mente es clave, y de ah la relevancia de uno de los inventos modernistas, si as queremos considerarlo, el llamado stream of consciousness (monlogo interior o corriente de pensamiento). Por eso, Katherine Mansfield y Virginia Woolf aparecen tratadas tantas veces de ma-nera conjunta, porque comparten esa herramienta clave en su literatura: la mente. Pero, tambin, otras muchas cosas. Para empezar, en ellas late la reivindicacin de la literatura de mano femenina, y nadie podra negar que lo femenino resulta, en am-bas, absolutamente fundamental. En el Modernismo, como ha dicho acertadamente Kaplan, las mujeres son fundamentales. Virginia Woolf era una admiradora ferviente de Mansfield3.

    Consideraba que nadie haba escrito nunca as, y, si tenemos en cuenta el afn rom-pedor que animaba a los modernistas, y a los vanguardistas coetneos en general, no hay duda alguna de que Mansfield es una perfecta representante de un nuevo tiempo, de una nueva estrategia literaria (incluso teniendo en cuenta su defensa del legado de Chjov en la narrativa breve, y las indudables influencias de Oscar Wilde). Y sin dejar de lado sus muchos vnculos con los romnticos. Hoy, Mansfield encuentra acomodo en muchos de los planteamientos crticos ms novedosos, desde los derivados de los estudios de gnero hasta el Ecocriticismo, pero sigue resultando en muchas cosas una autora escurridiza, cuyo arte nunca queda del todo a descubierto, y ello a pesar de su afn de transparencia.

    Ms all de la preeminencia de los personajes femeninos, es la estrategia narrativa lo que realmente resulta misterioso y a la vez decisivo en Katherine Mansfield. La des-truccin de la narrativa tradicional se produce por un proceso de simplificacin, por

    3 I was jealous of her writing. The only writing I have ever been jealous of, escribi Virginia Woolf en sus diarios, quizs de una manera un tanto exagerada, refirindose a Katherine Mansfield, con ocasin de la muerte de sta. (Diaries, vol. 2, p. 227). Ver Obras citadas.

  • Captulo 1 15

    Winds of New Zeland

    paradjico que parezca. Mansfield desmonta un andamiaje narratolgico que consi-dera redundante, artificial, innecesario. Es capaz de escribir ms all de las mscaras. Para ella, la vida ha de contarse directamente desde la mente de los personajes, lo que va a obligar, diramos que de una manera muy bajtiniana, a asistir a diferentes pers-pectivas de la misma secuencia en pocas pginas. La vida y la narracin se acercan extraordinariamente entre s en Mansfield, ms que en la mayora de los autores de la poca; ms incluso que en Joyce, otro de los grandes expertos a la hora de capturar los llamados momentos de vida. Que los personajes se vean obligados a despojarse de sus mscaras, tan necesarias a veces para seguir viviendo, o que decidan mante-nerlas en ciertas situaciones, es sin duda una de las caractersticas profundas de la estrategia literaria de Katherine Mansfield. Basta una pequea secuencia vital, cier-tas escenas de la vida cotidiana, sin aparente masa, sin trama, vacas de eventos noti-ciables, para que Mansfield ponga en juego su poderosa y sutil maquinaria. Ya en las llamadas historias neozelandesas, muy tempranas en su produccin (y nos referimos sobre todo a Prelude y At the Bay), la plasmacin de un fragmento narrativo concreto implica la completa desaparicin del sujeto narrador y la conversin de la escena en una situacin dramatizada, como ha sealado adecuadamente J. F. Kobler4:

    [t]he magic lies in Mansfields being able to move prose fiction closer to the dramatic form, in which characters can speak for themselves. One of the endu-ring fictions of the theater was transformed before our very eyes by Mansfield and many other twentieth-century writers into a now-enduring technique of literature. (15)

    La visualizacin de la escena es paulatina, y como tambin subraya Kobler, no pode-mos saber quines participan en ella de buenas a primeras, sino que poco a poco todo se va revelando. Es posible que ni ellos mismos lo sepan, pues no pueden predecir a veces quin va a entrar o a salir, quin llega o quin se va. Es importante sealar que los personajes no saben ms que nosotros. Pero, en conjunto, la verdad es que nadie sabe nada. Lo cual nos lleva directamente hacia una cierta indeterminacin, caracte-rstica no banal que juzgamos muy necesaria para entender a Katherine Mansfield. Por supuesto, los personajes intentan forzar ciertas situaciones, y cabra esperar que

    4 Ver Obras citadas.

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    Winds of New Zeland

    Mansfield estuviera interesada en mostrarnos ciertas actitudes para as demostrar lo que implcitamente desea. Lo que ocurre es muchas veces la reaccin de los interlo-cutores, en una escena concreta, no es la esperable, o los personajes adoptan situa-ciones contradictorias, y se comportan con una libertad que casi hace desaparecer al autor, por no decir que lo niega abiertamente. La libertad, como dice un personaje de Mansfield en At the Bay, es, despus de todo, lo ms importante.

    Estas reflexiones, o parecidas, recogidas ya en otros muchos trabajos crticos sobre la autora, pueden resumirse quizs en una sola: Mansfield presenta a menudo una narracin con mltiples identidades, mltiples yoes (multiple selves), como seala, y celebra, entre otros, el mencionado Kobler:

    If Mansfield did not blindly accept the old-fashioned idea of a central self that needed discovering but did lean toward belief in the possibility of multiple sel-ves, so much the better at least for a fiction that tries to let every character present herself or himself directly through word and action but without tur-ning those characters loose on the stage. (16)

    Y, en esa misma lnea, se expresa Sydney Janet Kaplan5: Mansfields aesthetics are grounded in a precocious recognition of the self as many selves (169)

    Qu vemos entonces, personajes o pensamientos? A qu clase de representacin vital asistimos? La tcnica del monlogo interior, desarrollada ampliamente por Joy-ce, pero quizs atribuible, en su versin puramente modernista, a Virginia Woolf, narra desde el pensamiento, desde su caos, o desde su coherencia, que tiene a menu-do apariencia catica. Apenas conocemos los resortes que suscitan una determinada sucesin de pensamientos, de ah que adquiera un aspecto incoherente, recurrente a veces, obsesivo las ms. La narracin, al construirse sobre el lecho de esa sintaxis, adquiere por supuesto ese mismo aspecto. Pero Katherine Mansfield parece haber depurado hasta el extremo esa construccin basada en la mente de los personajes, porque gracias a ella logra mover la accin, sin pretender peripecia alguna (la peri-pecia, vena a decir ella, le dejaba fra), demostrando que de las actitudes y del desa-5 Ver Obras citadas

  • Captulo 1 17

    Winds of New Zeland

    rrollo de los roles (como si se tratara de los papeles en el teatro) se generar todo los dems. Por eso la importancia de las mscaras.

    La mscara, que no es ajena a la propia Mansfield, cuyo rostro hiertico pareca ele-varse hacia un cierto misticismo, ideal para ocultar los muchos sufrimientos y vaive-nes de la vida, sirve fundamentalmente para adaptarse a los moldes relacionales de la sociedad. Es la cada de las mscaras lo que nos permite contemplar el intrincado la-berinto de pensamientos por fluyen sobre la piel el texto, pero en Mansfield las ms-caras tambin sirven para crear roles fijos, esperables, establecidos por la sociedad, que permiten superar ciertas circunstancias mediante el disimulo y la ocultacin, que permiten sobrevivir y no ser devorados. Y seguramente por eso los personajes infantiles son tan importantes (y tan abundantes) en la obra de Katherine Mansfield. Con ellos asistimos a la creacin de los roles de adultos, asistimos a la formacin de lo que podramos llamar personalidades de conveniencia, pero, al tiempo, podemos ob-servar la ms rica, diversa y maravillosamente catica exposicin de personalidades mltiples y a menudo mucho ms transparentes que en los adultos. Con frecuencia se ha dicho que Mansfield siente una predileccin especial por la mente infantil como vehculo ideal para los propsitos de la narracin, y ella misma, en no pocas ocasio-nes (basta con leer algunas de sus opiniones recogidas en Journal, o en Letters), se identifica con esa mirada. No hay duda de que hay una cierta nostalgia de los das infantiles de Nueva Zelanda, al menos en historias como At the Bay. Mansfield afir-ma en ocasiones que no pretende recuperar esos personajes (ella misma, entre ellos, cuando era nia, porque los elementos autobiogrficos abundan), ni tampoco tiene inters en las cosas que suceden en el momento vital que narra. Creo que es el placer de la tcnica narrativa lo que de verdad motiva a Mansfield. La consciencia de saber que estaba haciendo algo nuevo, estilsticamente. Pero tambin algo nuevo a la hora de contar la realidad. Y, desde luego, se adivina en ella ese placer de alejarse de los fo-cos negativos del presente para estudiar momentos concretos situados en escenarios distantes, que le resultaban amables o clidos. Alguien dijo, tal vez ella misma, que, cuando escribi At the Bay tena en mente el rumor del mar. Ese rumor, quizs, era lo ms autntico que quedaba de los das de la infancia.

    Gerardo Rodrguez Salas, que ve a Katherine Mansfield como una modernista re-

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    Winds of New Zeland

    negada, profundamente posmodernista, y ello a pesar de su entorno generacional, enfatiza la importancia de los roles infantiles y femeninos en contraposicin con el discurso fuertemente paternalista (y diramos que At the Bay es un buen ejemplo de eso). Y Laura Torres Ziga, para ms claridad, reseando la obra del propio Rodr-guez Salas, apunta:

    Rodrguez Salas nos muestra cmo en su diario y sus relatos Mansfield pone de manifiesto una concepcin posmodernista del sujeto, concibindolo como una superposicin de mscaras que ocultan un vaco existencial que, si bien puede llegar a ser desolador, tambin puede desvelar su positiva capacidad subver-siva al efectuar el desmantelamiento o desdogmatizacin de la artificialidad del sistema (69).

    La capacidad irnica de Mansfield y su actitud crtica parecen evidentes muchas ve-ces, pero no siempre. Hay una consciencia esttica que no busca una contrapartida crtica en todas las ocasiones, sino que parece complacerse en el mero juego narrativo, en el desmantelamiento no solo del lenguaje patriarcal, como dice Salas, o, al menos, en desvelar sus estrategias de dominacin, sino ms bien en el desmantelamiento de la narracin convencional y su sustitucin por el dialogismo o la polifona, por la construccin de las personalidades mltiples en un mismo tiempo y lugar (habitual-mente), lo que resulta radicalmente novedoso en aquel tiempo, y lo que contribuye, desde luego, a reconstruir el expresin autntica (no enmascarada) de las mujeres.

    Como se ve, la mayor o menor capacidad de comunicacin y lo que el lenguaje pue-de llegar a revelar (y tambin el silencio) figuran entre los aspectos centrales de las estrategias narrativas de Katherine Mansfield. El aderezo lrico de algunos pasajes, el decadentismo buscado, la conexin mgica y onrica, mtica a veces, el parentesco que Rodrguez Salas encuentra con cuentos tradicionales, etc., semejan todos ellos elementos que acompaan e incluso disimulan los verdaderos objetivos de la narra-cin. Resulta complejo saber hacia dnde se dirige Mansfield en ocasiones. Sin em-bargo, la conexin entre las grandes verdades y el paisaje, entre la libertad y el tero vegetal de la isla en que naci, se hace palpable en relatos como At the Bay, un relato de los llamados neozelandeses, al que, al haber sido uno de los objetos preferentes

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    Winds of New Zeland

    de estudio para la elaboracin de este artculo, parece obligado dedicar unos prrafos concretos.

    Como se sabe, At the Bay sigue a Prelude, una narracin breve muy celebrada. En ella, incluso ms que en otros relatos, la accin es prcticamente inexistente. Katherine Mansfield consigue poner en marcha su estrategia literaria a travs de ese polipers-pectivismo originado por el discurso que nace de la mente de los diferentes perso-najes, aunque, en realidad, casi nada sucede, salvo unas escenas de playa, unas con-versaciones entre nios y adultos, y poco ms. Y, sin embargo, tenemos la sensacin de encontrarnos ante una narracin profunda, cargada de un sentimiento universal y no exenta de dureza. Mansfield consigue transmitir la dicotoma entre un paisaje bello y nostlgico, el de su infancia, no domesticado, en el que todo parece autntico y decisivo para la vida, y el microcosmos familiar de los Burnell, donde las cosas se hallan en permanente friccin, donde, desde el territorio de los pensamientos, se desata un torrente de sensibilidades y perspectivas que apenas duran unas horas, frente a la quietud e inmutabilidad del paisaje: lo efmero de la vida queda retratado con amargura, pero tambin en el contexto domstico afloran grandes asuntos, casi siempre elegantemente sugeridos, o dejados caer como se deja caer una piedra en un estanque. Entre ellos, la defensa de la libertad por encima de todo, o la posibilidad de no morir nunca, formulada inocentemente por Kezia (que representa a la autora6) a su abuela.

    La presencia casi obsesiva del aislamiento y el yo en Katherine Mansfield se torna aqu aislamiento mltiple, con un despliegue de identidades y personalidades que, sin duda, muestra la capacidad de la autora para mostrar la construccin psicolgica de los vnculos humanos. Y, como muy bien seala Pamela Dunbar7, los vnculos fa-miliares. At the Bay es, en nuestra opinin, un profundo estudio de la inestabilidad subterrnea de las relaciones humanas frente a la inmutabilidad del contexto, la be-lleza de ese locus amoenus que remite a la infancia y, por supuesto, al estado primi-genio de la tierra, al habitculo virginal, al tero vegetal. Es, tambin, una historia de

    6 Dunbar, 138.7 Ver Obras citadas.

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    Winds of New Zeland

    corrupcin8 y de contaminacin, originada en la mente de los seres humanos. Es una historia sobre la prdida de la felicidad y la inocencia, pues Pamela Dunbar reconoce que ya no se trata de nios idealizados a la manera romntica, y que incluso Kezia, a pesar de lo dicho, en cierto modo participa de ese adis a la inocencia9. Pero, sobre todo, sobrecoge la naturalidad del texto, la elegancia sutil, y el contraste brutal que late en ese discurso doble, al que tambin alude Dunbar, el contraste entre el alma humana, el miedo, la soledad, la incomprensin, el vaco, y el tono lrico, decadente a veces, que Mansfield aplica a la descripcin de la baha y su entorno.

    El hecho de que At the Bay, como Prelude, formen parte del la finalmente trunca-da experiencia de Mansfield para publicar una novela (The Aloe), permite ver a los personajes con cierta reiteracin, con cierto detenimiento, al tiempo que los datos autobiogrficos arrecian. Estamos en el mismo corazn de los intereses literarios de Mansfield, de eso no hay ninguna duda. Asistimos aqu a una de sus manifestaciones ms intensas. La propia presencia del rbol, el loe, un rbol que florece una vez cada cien aos, llega a estremecer. Es el smbolo en la casa de los Burnells de ese engar-ce entre la naturaleza y la vida humana, smbolo de tantas cosas, especialmente las cuestiones referidas a la esterilidad y la fertilidad, tan importantes para Mansfield, tan relacionadas con su propia vida, como Dunbar tambin seala:

    The aloe is perhaps the most striking example of how Mansfield uses a Ro-mantic Nature-symbol to signify the solitary human consciousness and its link

    8 Sobre este aspecto, merece la pena citar el trabajo de Jonathan Guilford, segn el cual este rela-to de Mansfield interroga y subvierte la visin del entorno urbano desarrollada por Baudelaire, y se acerca a las premisas de la corrupcin de la naturaleza. Esta cita es elocuente por s misma: If this is indeed the joy of being gripped by that web of numberless interconnecting relationships, as Baudelaire put it, then Mansfield portrays it in a way that is something of a conundrum for the literature that conflates this ideal with the urbanisation of the Western world: for her, these con-nections find articulation in rhythms, in vibrations, in cycles; that is, in nature. Throughout the story, it is people in their solitude that misunderstand and try to break these connections, be it a mother that cannot love her children, or a stern husband with no sense of humour, or an unloved girl consumed by shame. Stanley Trout, the one figure that leaves the rural idyll every day to go to work, is the most despised figure of fun in the story: it is only when he leaves that we hear a chorus of people proclaiming that he is Gone!, allowing everyone to empty out of their homes and move to the bay. As soon as Stanley disappears, people are drawn to and fro with the tides. He is that corrupting element of the urban in the rural; if there is anyone that might be at home in the giant cities, it is him. Ver Obras citadas.9 Dunbar, 141.

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    Winds of New Zeland

    with non-human powers and qualities. () [I]t reflects the resentfulness even revulsion- with which Linda bears her lumps of children, and the cruelty with which she neglects them; the way she hides or represses crucially determining aspects of her earlier life; her unyielding resistance to the force of circumstan-ce (145)10

    Lo maravilloso de At the Bay, sin embargo, reside en la magnfica capacidad de la autora para transmitir sensaciones y estados de nimo mediante la utilizacin de recursos estilsticos muy sutiles y muy novedosos. Katherine Mansfield compone con extraordinario equilibrio y economa de recursos un texto en el que laten, se dira que con violencia, diversas pulsiones humanas. Y, sin embargo, esta imagen de la ba-ha, lugar fundacional, mphalos, origen del mundo y de la vida, no se descompone. Puede que desde la mente humana el lugar se mezcle con el dolor y la corrupcin de los sentimientos y los deseos, pero Mansfield deja an un resquicio para la inmuta-bilidad de la tierra, para la salvacin. Es curioso cmo la bsqueda y la defensa de la felicidad (o su imposibilidad) se dibuja como gran tema en At the Bay. Kristy Martin, en un estudio que en nuestra opinin merece ser subrayado, analiza estos aspectos inherentes a la felicidad, citando cierta similitud con el tratamiento de Dickens, y buscando, desde luego, los muchos vnculos conocidos entre Mansfield y la visin de la naturaleza en D. H. Lawrence, a pesar, claro est, de las diferencias:

    Lawrence studied Mansfields style, since Dickens uses techniques in his novella that are echoed in Mansfields fiction. The speaking kettle prefigures the way in which things and animals talk in Mansfields short stories for instance, in At the Bay (1922), Florrie the cat comments disparagingly on the old sheep-dog, and the sea is given a voice: Ah- Aah! Sounded the sleepy sea. Moreover, Dickens Fairy Tale of Home resonates with many of Mansfields stories which, as Pamela Dunbar has noted, are frequently reminiscent of fairy tales. (88)11

    10 Ver Obras citadas.11 La similitud y cercana entre D.H. Lawrence y Mansfield es grande, como decimos, sobre todo en lo que toca al tema de la bsqueda de la felicidad. Pero Lawrence vio una conexin entre Dickens y Mansfield, particularmente en At the Bay. Ver Obras Citadas

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    Winds of New Zeland

    Como conclusin, cabe sealar que Katherine Mansfield despliega en At the Bay, quizs con ms pureza y precisin que en otros relatos, el carcter especialsimo, casi secreto, de su prosa. En efecto, ese hidden country, al que ella alude, y al que aludamos nosotros al comienzo de este artculo, mantiene su particular esttica de principio a fin, y, sobre todo, sin revelar las claves con las que se cifra tan curiosa lite-ratura. Modernista, s, pero diferente. At the Bay supone un alarde extraordinario de cmo la tcnica literaria puede estar al servicio de los grandes conceptos mansfielda-nos. Pocas veces, creemos, puede darse esta simbiosis entre texto e idea. El lector se enfrenta a una gozosa extraeza: cmo la vida, en varios niveles, se proyecta a travs de una tcnica de escritura sorprendente, tan misteriosa como inquietante.

    A modo de coda

    Adems del original, hemos manejado en este breve estudio dos interesantes tra-ducciones de la afamada pieza de la autora neozelandesa. Una, la ms moderna, es la realizada por Francesc Parcerisas para la Editorial Alba. La otra, es la traduccin mtica de Leonor Acevedo, la madre de Jorge Luis Borges, publicada en 1943 por la Editorial Losada de Buenos Aires. El ejemplar que encontramos, por casualidad, en una librera de lance, supuso tal emocin que se dira que fue el verdadero motor para iniciar un acercamiento al complejo universo de Katherine Mansfield. Hay, por supuesto, una larga historia detrs de las traducciones de Mansfield: porque tradu-cir una prosa de esta naturaleza implica, tambin, demasiadas cosas. Y demasiadas dificultades. Ms all de los secretos que puedan anidar las versiones de Leonor Ace-vedo, y en particular sta de At the Bay (En la baha), que citamos, ms all de lo que pudo significar para el modernismo borgiano, o de lo que Borges pudo significar para la propia traduccin, que tal vez no fue poco, cabe afirmar que la prosa en castellano (con sus argentinismos, claro) fluye con elegancia y logra trasladarnos con eficacia el raro y delicado sabor del texto de Mansfield. Queden las traducciones, sin embargo, para mejor ocasin.

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    Winds of New Zeland

    Obras citadas

    Dunbar, P. Radical Mansfield. Double Discourse in Katherine Mansfields Short Sto-ries. Houndmills and London: MacMillan Press, 1997.

    Gilford, J. Mansfields At the Bay and the Corruption of Nature. En . Acceso 27 de diciembre de 2012.

    Kaplan, Sydney Janet. Katherine Mansfield and the Origins of Modernist Fiction. Ithaca: Cornell University Press, 1991.

    Kobler, J. F. Katherine Mansfield. A Study of the Short Fiction. Boston: Twayne Publishers, 1990.

    Kristy, M. D. H. Lawrence, Katherine Mansfield and Happiness. En Katherine Mansfield Studies, Volume 2 (2010): 8799.

    Mansfield, K. En la baha. Traduccin de Leonor Acevedo. Buenos Aires: Editorial Losada, 1943.

    ___. The Collected Letters of Katherine Mansfield. Vol II. Vincent OSullivan and Margaret Scott eds. Oxford: Clarendon Press, 1987

    ___. The Collected Stories of Katherine Mansfield. Stephen Arkin ed. Ware: Word-sworth Editions, 2006.

    ___. Selected Stories. Angela Smith ed. Oxford: Oxford Worlds Classics, 2008.

    ___. En la baha. Traduccin de Francesc Parcerisas. Barcelona: Alba Editorial, 2011.

    Rodrguez Salas, G. Katherine Mansfield: El posmodernismo incipiente de una mo-dernista renegada. Madrid: Verbum, 2009.

    Torres Ziga, L. Resea: Katherine Mansfield: El posmodernismo incipiente de una modernista renegada. Rodrguez Salas. En Odisea, n 10, 209. 195-197.

    Woolf, V. The Diary of Virginia Woolf, 1920-1924, vol. 2. Anne Olivier Bell, ed. San Diego y New York: Harvest Books, 1978.

  • Winds of New Zeland

    Development of gothic fiction within the dominion

    of New Zealand: film novels

    Introduction

    Gothic fiction, sometimes referred to as Gothic horror, is a genre of literature that combines elements of both horror and romance. The effect of Gothic fiction feeds on a pleasing sort of terror, an extension of Romantic literary pleasures that were rela-tively new at the time of the first considered Gothic novel by the English author Ho-race Walpole, with his 1764 novel The Castle of Otranto. Further contributions to the Gothic genre were provided in the work of the Romantic poets. Prominent examples include Coleridges The Rime of the Ancient Mariner and Christabel and Keats La Belle Dame sans Merci (1819) and Isabella, or the Pot of Basil (1820) which feature mysteriously fey ladies.

    The effect of Gothic fiction feeds on a pleasing sort of terror, an extension of Roman-tic literary pleasures that were relatively new at the time of Walpoles novel. Melodra-ma and parody, being self-parody a part of it were other long-standing features of the Gothic initiated by Walpole.

    New Zealanders are haunted by anything, including the bush, distance, and a sense of relative existence overshadowed by larger cultures. Other kiwis argue that New Zealand has matured as a culture to the extent that these elements of colonial life

    ngel Jos Bugallo LpezInstituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas

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    no longer provoke anxiety. Within New Zealand, the Gothic mode is concentrated in Pakeha literature and film, rather than in Maori creative work published in English. That is what it is aimed to slightly cover in this article.

    Gothic Literature

    Gothic literature is intimately associated with the Gothic Revival architecture of the same era. In a way similar to the Gothic revivalists rejection of the clarity and ratio-nalism of the neoclassical style of the Enlightened Establishment, the literary Gothic embodies an appreciation of the joys of extreme emotion, the thrills of fearfulness and awe inherent in the sublime, and a quest for atmosphere.

    The ruins of Gothic buildings gave rise to multiple linked emotions by representing the inevitable decay and collapse of human creationsthus the urge to add fake ruins as eye catchers in English landscape parks. English Gothic writers often associated medieval buildings with what they saw as a dark and terrifying period, characterized by harsh laws enforced by torture, and with mysterious, fantastic, and superstitious rituals. In literature such Anti-Catholicism had a European dimension featuring Ro-man Catholic excesses such as the Inquisition.

    Prominent features of Gothic fiction include terror, both psychological and physical, mystery, the supernatural, ghosts, haunted houses and Gothic architecture, castles, darkness, death, decay, doubles, madness, transgression, excess, secrets, and here-ditary curses.

    The stock characters of Gothic fiction include tyrants, villains, bandits, maniacs, Byronic heroes, persecuted maidens, femmes fatales, monks, nuns, madwomen, ma-gicians, vampires, werewolves, monsters, demons, dragons, angels, fallen angels, re-venants, ghosts, perambulating skeletons, the Wandering Jew and the Devil himself.

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    Winds of New Zeland

    Archetypes in the Gothic Novel

    Similarities exist between different books of every genre, but perhaps that similarity is most closely connected in Gothic Fiction. Each character in almost every book of the genre can be classified into one archetype or another. The Gothic hero becomes a sort of archetype as we find that there is a pattern to their characterization. There is always a protagonist, usually isolated either voluntarily or involuntarily. Then there is the villain, who is the epitome of evil, either by his own fall from grace, or by some implicit malevolence. The Wanderer, found in many Gothic tales, is the epitome of isolation as he wanders the earth in perpetual exile, usually a form of divine punish-ment.

    The Setting in Gothic novels

    One could argue that the setting of the Gothic Novel is a character in itself. The plot is usually set in a castle, an abbey, a monastery, or some other, usually religious edi-fice, and it is acknowledged that this building has secrets of its own. It is this gloomy and frightening scenery, which sets the scene for what the audience should expect. Without a dark and imposing backdrop, the Gothic Novel would not exist. The set-ting is greatly influential in Gothic novels. It not only evokes the atmosphere of ho-rror and dread, but also portrays the deterioration of its world. The decaying, ruined scenery implies that at one time there was a thriving world. At one time the abbey, castle, or landscape was something treasured and appreciated. Now, all that lasts is the decaying shell of a once thriving dwelling. Thus, without the decrepit backdrop to initiate the events, the Gothic Novel would not exist.

    The Romantics

    Percy Bysshe Shelleys first published work was the Gothic novel Zastrozzi (1810), about an outlaw obsessed with revenge against his father and half-brother. Shelley published a second Gothic novel in 1811, St. Irvyne; or, The Rosicrucian, about an alchemist who seeks to impart the secret of immortality.

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    The poetry, romantic adventures and character of Lord Byron, characterised by his spurned lover Lady Caroline Lamb as mad, bad and dangerous to know were another inspiration for the Gothic, providing the archetype of the Byronic hero. Byron was also the host of the celebrated ghost-story competition involving himself, Percy Bys-she Shelley, Mary Shelley, and John William Polidori at the Villa Diodati on the banks of Lake Geneva in the summer of 1816. This occasion was productive of both Mary Shelleys Frankenstein (1818) and Polidoris The Vampyre (1819). This latter story revives Lambs Byronic Lord Ruthven, but this time as a vampire. The Vampyre has been accounted by cultural critic Christopher Frayling as one of the most influential works of fiction ever written and spawned a craze for vampire fiction and theatre which has not ceased to this day. Mary Shelleys novel, though clearly influenced by the Gothic tradition, is often considered the first science fiction novel, despite the omission in the novel of any scientific explanation of the monsters animation and the focus instead on the moral issues and consequences of such a creation.

    Legacy of the Gothic genre

    Notable English twentieth century writers in the Gothic tradition include Algernon Blackwood, William Hope Hodgson, M. R. James, Hugh Walpole, and Marjorie Bowen. In America magazines such as Weird Tales reprinted classic Gothic horror tales from the previous century, by such authors as Poe, Arthur Conan Doyle, and Edward Bulwer-Lytton and printed new stories by modern authors featuring both traditional and new horrors. The most significant of these was H. P. Lovecraft who also wrote an excellent conspectus of the Gothic and supernatural horror tradition in his Supernatural Horror in Literature (1936) as well as developing a Mythos that would influence Gothic and contemporary horror well into the 21st century.

    New Zealand (Kiwi) Gothic

    New Zealand produces Heavenly Creatures, The Piano, and Scarfies. Has the Kiwi psyche gone over to the Dark Side? Commentators on New Zealand culture have dis-cussed themes such as violence within families, alienation, abandonment, horror,

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    and the mixture of fear and temptation associated with imagined stereotypes of Mao-ri in early New Zealand. In 1952, Bill Pearson characterised Pakeha New Zealanders as fretful sleepers, living anxious, twilight, and unfulfilled lives, haunted by their own conventionality.

    New Zealand Gothic literature stems from the Gothic revival of the late 18th cen-tury, a period when hundreds of fantastical novels and melodramas were produced. Typically these works were set amid haunted castles, graveyards, ruined abbeys, and wild, craggy landscapes, often featuring young heroines who fight off threats to their virginity and rightful inheritance.

    But with Mary Shelleys Frankenstein (1818), the Gothic novel began to explore the idea of a divided consciousness, and it is this tradition of psychological horror that most influences Kiwi Gothic. Dr Frankenstein and the monster that he creates can be seen as two facets of the same personality, as it is widely believed by the critic, who also suggests that early Gothic literature influenced some foundational thinkers in psychology and psychoanalysis. In fact Freud picked up some of his key ideas from Gothic narratives, together with other literary classics such as Hamlet and Oedipus Rex.

    So what makes a story Gothic? It can be argued that the Gothic mode is not necessa-rily defined by content, such as the presence of bats, ghosts, haunted castles, and so on. Instead, it is clear the underlying phenomenological structures of the narrative and the psychology of the characters. By that it is meant that the Gothic mode deals with a particular configuration of split space and time. For example, the stains of past generations frequently infiltrate the present action of the story. It can be also seen that Gothic settings have a vertical dimension, whether that is a basement or attic in a house, steep hills or cliffs in landscape, or, more loosely, class divisions in the social setting.

    Gothic is thus an adaptable genre and when discussing Kiwi Gothic, it is necessary to ask whether New Zealanders are haunted by anything. Answers may include the

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    bush, distance, and a sense of relative existence overshadowed by larger cultures. Other possibilities deal with the idea that New Zealand has matured as a culture to the extent that these elements of colonial life no longer provoke anxiety.

    Within New Zealand, the Gothic mode is concentrated in Pakeha literature and film, rather than in Maori creative work published in English. Maori cosmology, by con-trast, does not seem to split the spirit world from the material world in such a binaris-tic manner. In a novel such as Witi Ihimaeras The Matriarch, for example, the world of light is called up through twelve orders of darkness. Likewise, death in novels such as Ihimaeras Tangi or Patricia Graces Potiki does not terrify, but rather it galvanizes a community or family into political action.

    New Zealand literature has not produced any well-known examples of one of the most popular Gothic forms, the vampire story. The monsters depicted in New Zea-land works tend to be interior: they are experiences of intense psychological states, often with sexual undertones within isolated nuclear families, as it ca be seen in Vin-cent Wards Vigil and Jane Campions The Piano as clear examples.

    Also typical of Kiwi Gothic, these films depict an intruder who disrupts a family or community, often exposing underlying stresses. In R. H. Morriesons Taranaki Gothic novel The Scarecrow, for example, the necrophiliac murderer who invades the small provincial town of Klynham darkly enacts the more innocent sexual fanta-sies of the adolescent male protagonist, Ned Poindexter.

    A similar dynamic occurs in the Sarkies brothers film Scarfies. Named after the om-nipresent item of clothing worn by University of Otago students, the film depicts the moral disintegration of a group of students following the discovery, and harvesting, of a cannabis crop in the basement of their flat. The students lock the angry owner of the dope in the basement, and his intrusive force manifests the students own jea-lousies and self-interests. Scarfies also continues a trend toward urban settings in Kiwi Gothic movies which often reveal the nature of the city.

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    The class consciousness of Christchurch is fundamental to Peter Jacksons Heavenly Creatures as well. Scarfies evokes Dunedins Calvinist heritage when the students are placed in the position of having gained a material reward, the cannabis crop, which they have not worked for. And even The Irrefutable Truth about Demons, a horror film about the paranoid obsessions of an anthropology lecturer, conveys something of the self-analytical quality of the Wellington intelligentsia. Because Kiwi Gothic focuses on representation, not on actually study real-life Goths, who dress in black with heavy black eye make-up, enjoy the droning bass of Gothic rock, and dwell on the aesthetics of death.

    References

    Brown, Marshall (2005). The Gothic Text. Stanford, CA: Stanford UP.

    Clery, E.J. (1995). The Rise of Supernatural Fiction. Cambridge: Cambridge Uni-versity Press.

    Gamer, Michael, (2006), Romanticism and the Gothic. Genre, Reception and Canon Formation. Cambridge: Cambridge University Press.

    Kilgour, Maggie, (1995). The Rise of the Gothic Novel. London: Routledge.

    Punter, David, (2004), The Gothic, London: Wiley-Blackwell.

    Skarda, Patricia L., and Jaffe, Norma Crow (1981) Evil Image: Two Centuries of Gothic Short Fiction and Poetry. New York: Meridian.

    Sullivan, Jack, ed. (1986). The Penguin Encyclopaedia of Horror and the Superna-tural.

    Wisker, Gina (2005). Horror Fiction: An Introduction. Continuum: New York.

    Wright, Angela (2007). Gothic Fiction. Basingstoke: Palgrave.

  • Winds of New Zeland

    Tcnicas impresionistas al servicio de la expresin

    del Spleen simbolista en algunos cuentos de Katherine Mansfield

    La narradora neozelandesa Katherine Mansfield ha sido considerada por la crtica una consumada maestra del relato por su capacidad de observacin, la minuciosidad en las descripciones, la hbil penetracin psicolgica en el retrato de los personajes y la original crtica de las convenciones sociales desde variados puntos de vista. No obstante, la sutil y personalsima expresin del tedio vital o angustia existencial de raigambre simbolista (el spleen baudeleriano) por medio de tcnicas impresionistas es uno de los temas ms sugestivos para el anlisis de algunos de los cuentos ms representativos de la autora, disponibles tanto en una de las mejores bibliotecas digi-tales sobre el gnero (www.ciudadseva.com/bibcuent.htm) como en ediciones divul-gativas a travs de las cuales ha llegado al lector hispano. Estas seguramente tienen su origen en el progresivo y merecido prestigio que K. Mansfield ha ido ganando a la sombra de autores contemporneos de la dimensin de un Oscar Wilde o una Virgina Woolf.

    En el arte, como en la vida cotidiana, se hallan emociones que el impresionismo, ltimo gran movimiento de orientacin realista12 fue capaz de plasmar mediante el

    Aldo Daparte JorgeIES 1 de Marzo (Baiona)

    12 El postimpresionismo es el perodo de la profunda ligazn entre la creacin artstica y la repro-duccin de lo aparente, que imper durante largo tiempo (Feist, 2006: 12).

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    Winds of New Zeland

    pincel o la pluma, fundamentalmente. Con este colofn a un prolongado perodo his-trico, se estaban gestando, de paso, las condiciones necesarias para el nacimiento de las artes del siglo XX. La autntica ruptura entre sensibilidad, tcnica y esttica tradi-cionales y modernas no se produjo, al menos en el terreno del arte pictrico, en pleno impresionismo sino en el perodo conocido como postimpresionismo. En la literatura que nos ocupa, en correspondencia, Katherine Mansfield representara, segn la tesis de Rodrguez Salas (2009), la fase epignica del mismo movimiento.

    El encuentro entre decadentismo y simbolismo en el proceso de formacin de la auto-ra neozelandesa13 la lleva a desarrollar una atencin profunda a los elementos senso-riales como recurso tcnico idneo para expresar la angustia vital en sus mundos de ficcin, un sentimiento aparentemente inexplicable, surgido, a veces, bruscamente tras una expresin de euforia de los personajes tambin sorprendente. Se percibe una compleja red de correspondencias entre las ricas percepciones sensoriales transmi-tidas por medio de la proliferacin de elementos cromticos y musicales, de la emo-cin del paisaje, del detallismo o de la atencin a objetos insignificantes cargados de evocaciones como herencia del simbolismo en el arte decadentista, complementados con una escritura que adopta tcnicas impresionistas al servicio de la reproduccin subjetiva de las sensaciones producidas por la realidad en el autor: tcnicas descripti-vas dinmicas, en las que alternan enunciados de expresin amplia y lenta con frases breves y densas, cambios de perspectiva o tendencia a la difuminacin destinada a incentivar la participacin activa de un lector que debe ejercitar su sensibilidad como recreador de la obra.

    Tomemos como ejemplo dos relatos. En la baha comienza con una descripcin difuminada de la baha de Crescent, de perfiles desdibujados a causa de la neblina. El narrador no es objetivo, describe de un modo selectivo y sentimental, atendiendo incluso a lo que est oculto a la vista por la bruma como anticipo y metfora de las que van a ser, en adelante, las dos historias paralelas de este y otros relatos: un juego de relaciones entre el texto verdadero que subyace en el cuento y el que se percibe de inmediato en una primera lectura superficial. En La seorita Brill, el primer esce-nario es pblico y trata de transmitir el bullicio caracterstico de un paseo dominical 13 Mazzocchi, 1996: 17-21.

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    Winds of New Zeland

    repleto de viandantes por medio de pinceladas descriptivas y sensaciones auditivas dispersas desde el foco del personaje protagonista, autntico meollo de la trama14. Este momento de expansin es un ritual reiterado aparentemente satisfactorio hasta que otra perspectiva interrumpe por sorpresa la de la seorita Brill, que nos haba-mos imaginado como una chica alegre y optimista: la realidad desagradable se super-pone a la ficcin teatral representada hasta el momento en el escenario cuando una pareja joven expresa su repugnancia ante la figura de una vieja desagradable. Ya en casa, la seorita, esta vez sin haberse permitido el placer, tambin habitual, del pastel del miel, se difracta de nuevo para or (eso cree) un ligero sollozo, se sobreentiende que emitido por la anciana.

    Por una parte, la naturaleza es el espejo donde se reflejan las emociones; por otra, los objetos cotidianos adquieren la condicin de smbolos que, gracias a la animacin o personificacin, funcionan como vas de comunicacin entre la angustia latente en el alma del personaje y las emociones exteriorizadas. El exotismo de la realidad cotidia-na y aparentemente banal, la afinidad de una prosa sensitiva con la poesa esteticista del prerrafaelismo o la lrica sutilidad de Fiesta en el jardn, donde el patetismo queda diluido en la evanescencia del relato (Bravo-Villasante, 1980), convierten los cuentos de Mansfield en ejemplo acabado de poesa en prosa con toques impresionis-tas y puntillistas (Rodrguez Salas, 2009: 636).

    Un segundo ingrediente del relato, la fina irona que Carmen Bravo-Villasante (1980) considera humor idealizador, se orienta a la crtica de una sociedad conven-cionalista y respetable en apariencia. Frente a la obsesin modernista por la esencia, Mansfield, en sus relatos, prefiere optar por la sublimacin posmodernista (Rodr-guez Salas, 2009: 626-627), donde el fundamento del sujeto escindido (preocupacin central del movimiento decadentista) solo llega a intuirse. Es decir, el interrogante final de cada historia no recibe respuesta, como conviene a un mundo nuevo en el que los valores esenciales de antao se han diluido. El final abierto de Fiesta en el jardn incita al lector a plantearse si Laura ser capaz de apartarse de la nefasta in-

    14 Un ambiente similar al que Claude Monet reproduce, en este caso, con recursos propios de la pintura, en un cuadro como Le parc de Monceau (El parque de Monceau), 1878, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

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    fluencia de su clase social para desarrollar plenamente su individualidad. Las hijas del coronel son tambin ejemplos de frustracin de los deseos personales a causa de las imposiciones del contexto familiar y social. En un segundo nivel de significacin del relato, el silencio provocado por la imposibilidad de verbalizar la esencia de su propia existencia (Torres Ziga, 2009: 196) transmite mltiples significados exen-tos de juicio moral. El lector se convierte, pues, como se afirmaba antes, en instancia especialmente activa en la descodificacin del mensaje artstico cifrado por medio de la reproduccin de visiones subjetivas de la realidad que rechazan toda concepcin unvoca y esencialista del mundo.

    El arte de sugerir un ambiente mediante una seleccin de pinceladas, en lugar de desarrollar una trama compleja, es una tcnica impresionista de raigambre simbo-lista, orientacin esttica con precursores de la talla de Grard de Nerval y Charles Baudelaire. La palabra es un medio para divulgar informacin y, a la vez, un canal de comunicacin con lo que no se puede expresar en la medida en que todo lo que existe en el mundo son correspondencias (en el sentido simbolista del trmino)15. La palabra potica es, segn Mallarm, el nico medio para aprehender el misterio del mundo, que se hace sensible por medio del smbolo (Provencio, 2002: 12-13). El sm-bolo se opone a la representacin, la sugestin a la designacin. De ah, que autores imbuidos por las corrientes decadentistas, como Katherine Mansfield, consideren un recurso esencial para su propsito artstico el uso simblico de objetos y situaciones (Caneda, 2001: 7).

    La emergencia del individualismo, la introspeccin y la concepcin posmodernista del sujeto conllevan una visin del individuo que describe con acierto Laura Torres Ziga (2009: 195) en su resea sobre la tesis de Rodrguez Salas:

    una superposicin de mscaras que ocultan un vaco existencial que, si bien puede llegar a ser desolador, tambin puede desvelar su positiva capacidad subversiva al efectuar el desmantelamiento o desdogmatizacin de la artifi-cialidad del sistema.

    15 Es el concepto al que dedica Baudelaire su conocido poema titulado precisamente Correspon-dencias: pasa, a travs del bosque de smbolos, el hombre, / al cual stos observan con familiar mirada (Baudelaire, 2011: 32).

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    Esta desolacin no es un mal individual y social exclusivamente contemporneo, sino que puede considerarse, bajo distintos diagnsticos y denominaciones -taedium vi-tae, melancola, neurastenia, nostalgia, ennui, chagrin o, por supuesto, spleen- (Ber-ti, 2008), un factor constitutivo de la condicin humana, por tanto, atractivo para el creador literario.

    La puesta en cuestin de la identidad del individuo, especialmente obvia en perso-najes femeninos de los cuentos de Mansfield que se desdoblan -la seorita Brill- o se dejan anular como individuos -las hijas del difunto coronel- y el final abierto de rela-tos como Una fiesta en el jardn son opciones tcnicas que acusan una concepcin de la vida marcada por la prdida de referencia a un punto fijo y estable, incluyendo la identidad personal (Lpez Castelln, 1999: 59). Antes, Baudelaire experiment el mismo sentimiento humano radical que haba de desembocar en el existencialismo, un miedo difuso de viejas resonancias religiosas y filosficas, que podra definirse como el vrtigo ante el abismo (Lpez Castelln, 1999: 59). La atraccin irresistible por el mal se manifiesta explcitamente en algn relato de Mansfield: Beryl sinti que aquella fra mujer -la seora Kember- la estaba envenenado, pero anhelaba or sus palabras (En la baha, p. 28). Pero, a diferencia del poeta francs, para quien solo puede huirse del tedio cotidiano (spleen) en busca de lo nuevo por medio de la zambullida en ese abismo16, Katherine Mansfield parece albergar cierta esperanza en que la desolacin provocada por el vaco existencial en el individuo haga reaccionar a este contra las imposturas de un sistema social viciado.

    En la autora neozelandesa, hay un inconfundible discurso subversivo contra la losa familiar e institucional que pesa sobre el individuo, especialmente si es mujer, dis-frazada bajo el poder dogmtico del lenguaje (Torres Ziga, 2009: 196), un ins-trumento al servicio de la aniquilacin del poder discursivo femenino. El silencio, en un segundo nivel de significacin del relato, va a ser, pues, un reclamo para el lector sensible dispuesto a percibir su potencialidad sugestiva en el mbito ideolgico, me-

    16 La ltima estrofa del poema que cierra Las flores del mal, titulado El viaje, es la expresin po-tica de esta idea: Derrama tu veneno y que l nos reconforte! / Deseamos, tanto puede la lumbre que nos quema, / caer en el abismo, Cielo, Infierno qu importa? / Al fondo de lo ignoto, para encontrar lo nuevo (Baudelaire, 2011: 224). Segn Provencio (2002: 12), para Baudelaire la salva-cin no parece ser ya ms que una sublimacin -una flor- del pecado -del mal-.

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    diante la irona dramtica. La exclusin del lenguaje se utiliza como arma subversiva en contra del orden establecido porque se considera, segn Rodrguez Salas (2009: 628),

    capaz de transmitir una multiplicidad de significados exentos de cualquier jui-cio moral, frente al hasto patriarcal, representado en los relatos por la opinin de la madre de Laura en The Garden-Party, o por Beryl y toda la comunidad en The Dolls House.

    As pues, uno de los rasgos ms destacados de la escritura de Mansfield es el modo de aliar el discurso subversivo con el lrico (Caneda, 2001: 8), de modo que el mensaje de denuncia que subyace debe ser descodificado por un lector activo y consciente de la eficacia de los recursos de estilo impresionista que se despliegan en esta prosa posmodernista.

    Se deca antes que Baudelaire propuso la sublimacin (flores) del mal en abstracto por medio de la exploracin del abismo. Katherine Mansfield intenta, igualmente, la sublimacin del mal, en su caso social e individual, por medio de la puesta en cuestin de un convencional y estereotipado gnero humano a travs de un recurso tcnico que permite construir sus mundos de ficcin: la mirada desautomatizante con relacin a la esfera realista (Dez, 2009: 3). El aludido lector activo ha de ser, en consecuencia, quien convierta estos cuentos de pincelada impresionista en el gnero moderno que, en su da, inaugur Poe y en el que se encuadran tambin autores de la talla de Henry James, James Joyce y Antn Chejov. Segn la tesis de Piglia (2000), la segunda de las dos historias que se desarrollan en el cuento clsico irrumpe inespe-radamente en la primera, a diferencia de lo que ocurre en el relato inaugurado por los autores citados, donde prevalece lo no dicho y sobreentendido (Dez, 2009: 4). Esta tcnica constructiva suscita en el lector la impresin de que hechos esenciales para contextualizar y entender la historia superficial ya han tenido lugar, por lo que esta se convierte en mero eco fragmentario de aquellos que slo permite intuir la esencia del sujeto escindido (Rodrguez Salas, 2009: 626).

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    Pongamos el ejemplo de Chejov, autor que influy notablemente en Katherine Mans-field. La doble historia que se relata en uno de sus cuentos ms conocidos, La dama del perrito, parece quedar en evidencia no muy explcita en unas palabras del narra-dor que, acaso, reproducen tambin el pensamiento del donjun Gurov:

    La actitud de Ana Sergeyevna -la seora del perrito- en todo lo sucedido te-na algo de peculiar, de muy grave, como si hubiera sido su cada; as pareca, y resultaba extrao, inapropiado.

    La alusin al circunloquio descriptivo con que se designa a la desconocida y solitaria dama en la localidad de veraneo refuerza el halo de misterio que rodea al personaje desde la perspectiva de quienes la rodean y del propio lector. Se intuye una experien-cia vital subyacente del personaje, de la que se irn desvelando retazos dispersos a lo largo del este fragmento truncado de vida comprendido entre un comienzo sin ante-cedentes y un final abierto.

    Esta tcnica del silencio o del sobreentendido se complementa, tanto en Chejov como en Mansfield, con otra que consiste en traer al primer plano del relato, en momentos de aparente quietud de los personajes, elementos de la naturaleza que, ms que re-flejar ese estado de nimo aparentemente reposado, parecen exteriorizar angustias ocultas, latentes, quizs las que provoca esa historia subyacente no explicitada en la narracin. As, tras el primer encuentro amoroso en el hotel, Ana y Gurov dan un paseo en coche desde Yalta a Oreanda, donde se detienen a contemplar el mar desde un banco. En ese ambiente de placidez estival, slo resalta el cavernoso y montono ruido de las olas hablando de paz, de ese sueo eterno que a todos nos espera. Perci-bimos ese arrullo de las olas por medio de las palabras del narrador que, no obstante, adoptan el foco de los personajes que proyectan en l anhelos soterrados no exentos de angustia (obsrvese la adjetivacin que sugiere profundidad, oscuridad e inmuta-bilidad: cavernoso, montono). Es un mar personificado que da voz a un deseo de redencin, de olvidar cuanto tenan por qu avergonzarse en el pasado, pero que pretenden conseguir siguiendo un camino precedido de los inquietantes augurios proyectados en la naturaleza.

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    El escamoteo de la informacin sobre el desenlace de la historia se suma a la ausencia de juicios emitidos por parte del autor sobre los hechos narrados y se agrava con un final abierto en el que alternan el optimismo de los personajes con la angustia que les provocan las dificultades a que se ve sometida su relacin. Este juego con el lector es, al fin, una tcnica al servicio de la transmisin de un mensaje vital:

    el mayor poder de Chejov reside en darnos la impresin, mientras leemos, de que all est al fin la verdad sobre la constante mezcla de infelicidad banal y alegra trgica que impregna la vida humana (Bloom, 2010: 13).

    La presencia de objetos cotidianos o elementos de la naturaleza cargados de simbo-lismo se utiliza hbilmente en los relatos de Mansfield al servicio de la expresin de paradojas vitales como las que enuncia Harold Bloom refirindose a los cuentos de Chejov: el mar de la baha de Crescent, el clavo del que penda la jaula del canario, el peral del jardn de Berta Young, la estatuilla de Buda, el sol y los gorriones que observa u oye Constantia, una de las hijas del coronel, son la punta del iceberg de frustraciones ocultas en la historia implcita de cada relato.

    Los objetos inanimados pueden provocar evocaciones de sentimientos inconcretos en el personaje que el lector debe interpretar en un imaginativo ejercicio de creati-vidad. El insignificante clavo en la pared de El canario evoca a la protagonista vi-vencias arraigadas, en las que el pjaro, como la estrella del atardecer, permiten que afloren sentimientos melanclicos en el personaje que los contempla: el animalito suscita una expansin sentimental que los propios humanos (los muchachos pen-sionistas en casa de la protagonista) no estaran -segn ella- interesados en atender. El ltimo prrafo del cuento trasciende lo anecdtico y se vuelca en la expresin del spleen, algo triste en la vida que no se sabe explicar, quiz compartido, provocado por experiencias banales como un recuerdo aparentemente trivial.

    La frustracin femenina intuida en el cuento anterior es ms patente, si bien no se ex-presa abiertamente, en el relato Las hijas del difunto coronel, donde los objetos se convierten en smbolos cargados de connotaciones y mensajes: la imagen de un Buda en la repisa de la chimenea parece decirle a Constantia que es guardin de un secreto;

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    el sol, como el mar de En la baha, personificado, recorriendo objetos y recuerdos (p. 113); los gorriones en su interior, ante cuyo piar da rienda suelta a sentimientos de desasosiego no racionalizados ni verbalizados. Al fin y al cabo, las vivencias reales del personaje eran algo que pareca haber ocurrido en una especie de tnel (p. 115). Slo se senta autntica en presencia de elementos o fenmenos naturales como la luz de la luna, el mar o una tormenta.

    Para Berta Young, en Felicidad, las personas y objetos que la rodean tienen la mera consideracin de un paisaje, del que tan slo sobresale la figura de la seorita Perla Fulton, figura necesaria en el relato para que la protagonista pueda hacerle confiden-cias. Con ella comparte el valor simblico que atribuye a un elemento relevante del mundo natural, el peral del jardn: es la representacin de la tentacin (el rbol del Paraso). Gracias a esta afinidad, ambas se apartan del estereotipado y frvolo paisaje humano formado por una burguesa acomodada con preocupaciones insustanciales. Esta alma gemela ser, paradjicamente, quien despierte bruscamente la angustia que borra una inexplicable alegra desbordada de la protagonista, al percibir Berta, en la despedida, indicios de una relacin oculta entre su marido y la seorita Fulton. La indiferencia hiertica del peral ante el grito desesperado de la protagonista es un mensaje inequvoco sobre la permanencia inalterable de la condicin humana.

    El papel de la naturaleza como espejo del alma humana tiene una importancia des-tacada en uno de los relatos ms importantes de Katherine Mansfield, el titulado En la baha. Ya desde el principio del cuento, la presencia animada de este elemento es reiterativa (Pareca como si el mar hubiera subido pacficamente durante la noche, p. 7; Ah, aaah, susurraba el adormecido ocano!, p. 8). Dirase que fuerzas impo-nentes se mecen en el interior de los personajes durante la noche, de manera que las fronteras entre ensoacin y realidad fuesen lmites difusos: cualquiera que se des-pertase es posible que hubiese podido atisbar un gran pez coleteando junto a la ven-tana y volviendo a desaparecer... (p. 8). La proliferacin de expresiones dubitativas de la voz narrativa (pareca, tal vez, hubiera podido atisbar, pgs. 7-8), junto con las imgenes onricas y las sugestiones de realidades ocultas por medio de preguntas retricas (el posible avance nocturno del mar hasta dnde?, p. 8; el rumor de algo ms provocado por los arroyuelos y las gotas salpicando los matojos qu era?, p.

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    8) envuelven el inicio de la historia en una nebulosa de misterio y fuerzas ocultas que van a permanecer latentes a lo largo del relato. La naturaleza, a pesar de su aparente quietud, encierra pequeos misterios a los que se alude con la inconcrecin sealada para crear un escenario de desasosiego donde se desarrolle la representacin del dra-ma humano. En la VIII secuencia del cuento, tras la revelacin de que Linda, quien se ha quedado sola en el bungal porque los dems se han ido a la playa, no quiere a sus hijos, los bosques marinos adoptan, repentinamente, una tonalidad inquietante que puede ser anuncio de amenazas en la vida de los personajes: estaban cambiando de color y cobraban un azul fro como el resplandor de la luna (p. 33).

    El mar, en este caso, es un espejo que refleja las pasiones humanas sublimadas por la prosa potica de Mansfield. El encuentro final de Beryl con el seductor Harry Kem-ber en el jardn es un momento de especial tensin dramtica que las aguas acusan (reson con eco ms profundo y agitado, p. 60). Una vez que la mujer logra libe-rarse del tentador que la sujeta, recapacitando tras el arranque previo de pasin que la haba arrastrado hasta el seor Kember, la naturaleza responde como el coro de la tragedia y enmarca todo el friso de miserias humanas desplegado en la historia (infe-licidad, hipocresa, dramas personales, crueldades) en un momentneo despertar de una pesadilla Esta mencin dota de estructura circular a un relato que comienza con el paisaje de perfiles difusos propio de los sueos. La tensin se resuelve en el regreso al mediocre e hipcrita remanso de la calma superficial. Una vez que pasa la nube y el mar vuelve al arrullo cotidiano, se puede concluir irnicamente que todo estaba en calma (p. 60).

    En conclusin, Katherine Mansfield supo sacar sus mejores frutos del romanticismo ingls, el realismo ruso y el simbolismo francs, movimientos de los que era una pro-funda conocedora, para expresar la conciencia desgarrada del hombre moderno, par-ticularmente de la mujer, protagonista preferida de sus relatos. Fue suficientemente sensible como para desplazar el centro de atencin propiamente realista del objeto al sujeto, incluso proyectando simblicamente en aquel las pasiones y traumas ocultos de este. La angustia provocada por la limitacin que al sujeto le imponen tanto el dogmatismo de los roles patriarcales o rebeldes, como la imposibilidad de comunica-cin a travs de un dilogo entre los personajes que oculta un monlogo opresivo

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    (Rodrguez Salas, 2009: 637), se cifra, al final, en esa pregunta sin respuesta (Ro-drguez Salas, 2009: 627) de sus cuentos que empuja al lector al abismo de la inde-terminacin con el anhelo de escapar para siempre del spleen que genera el anclaje en lo habitual y sabido (Lpez Castelln, 1999: 60), como Baudelaire. Ahora bien, yendo un paso ms all que ahonda en el mensaje tico: la implicacin del lector en el proceso de desvelamiento del engao y el artificio puede ser un primer paso en el proyecto de desalienacin humana.

    BIBLIOGRAFA

    BAUDELAIRE, Charles (2011), Las flores del mal, traduccin de Antonio Martnez Sarrin, Madrid, Alianza Editorial.

    BLOOM, Harold (2010), Cmo leer y por qu, traduccin de Marcelo Cohen, http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=harold%20bloom%20c%C3%B3mo%20leer%20y%20por%20qu%C3%A9%20pdf

    BRAVO-VILLASANTE, Carmen (1980), Katherine Mansfield, otra vez, ABC, 01/07/1980.

    CANEDA, Teresa, ed. (2001), Katherine Mansfield, As fillas do defunto coronel, Vigo, Xerais.

    CHEJOV, Antn (2012), La seora del perrito, http://www.ciudadseva.com/tex-tos/cuentos/rus/chejov/senyora.htm

    DEZ, Hernn Alberto (2009), Katherine Mansfield: La historia de un hombre ca-sado, http://www.ucm.es/especulo/numero42/kamansf.htlm

    FEIST, Peter H. (2006), El Impresionismo: arte conocido o por conocer?, en Ing-ho F. Walther, ed., La pintura del Impresionismo, Colonia, Taschen, pp. 9-14.

    LPEZ CASTELLN, Enrique (1999), Simbolismo y bohemia: la Francia de Baude-laire, Madrid, Akal.

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    Winds of New Zeland

    MANSFIELD, Katherine (1984), El Garden Party y otros cuentos, traduccin de Francesc Parcerisas, Barcelona, Seix Barral.

    _____ (2012), Cuentos, http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/mansfi/km.htm

    MAZZOCCHI, Juliana Adela (1996), Lidentit femminile tra stereotipo e innovazio-ne nella narrativa di Katherine Mansfield, http://www.burioni.it/forum/ridi/juli/tesi.htm

    PIGLIA, Ricardo (2000), Formas breves, Barcelona, Anagrama.

    PROVENCIO, Pedro, ed. (2002), Poemas esenciales del Simbolismo, Barcelona, Oc-taedro.

    RODRGUEZ OTERO, Begoa, ed. (2006), Virginia Woolf, D. H. Lawrence, Kathe-rine Mansfield, De espellos, trens e outros velenos, Vigo, Ir Indo Edicins.

    RODRGUEZ SALAS, Gerardo (2009), La marginalidad como opcin en Katherine Mansfield: postmodernismo, feminismo y relato corto, http://www.digibug.ugr.es/bitstream/10481/4584/4/07-CONCLUSIONES.pdf

    TORRES ZIGA, Laura (2009), Resea: Catherine Mansfield: el posmodernismo incipiente de una modernista renegada. Gerardo Rodrguez Salas, Odisea, 10, pp. 195-197; disponible en http://www.ual.es/odisea/Odisea10_Torres.pdf

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    Anuncios televisivos made in Spain para estudiantes

    neozelandeses

    El siguiente artculo es una explotacin en el aula de la publicidad en formato tele-visivo por reunir los recursos lingsticos de los dems medios de comunicacin de masas: lo visual y lo auditivo. En primer lugar, se har una introduccin en la que se resaltarn algunas de las conclusiones en cuanto al porqu debemos utilizar anuncios en las clases de idiomas; en segundo lugar, se familiarizar al alumno con el lxico especfico del mundo publicitario (marca, anunciante, logo, eslogan.,.) y, como parte central, a travs de seis spots publicitarios se trabajarn contenidos gramaticales, lxicos y socioculturales tanto de algunos productos made in Spain (Cruzcampo, Co-lacao, Turrn el almendro) como de algunas empresas del mbito laboral espaol (Iberia, Corte ingls, Gas natural).

    Los anuncios son un elemento visual motivador que puede despertar la imaginacin y la motivacin para hablar. Al mostrar valores culturales diversos se convierten en un nexo de unin entre la lengua y la cultura y permiten tanto desarrollar habilida-des comunicativas como ampliar el conocimiento de la sociedad de la lengua meta. Adems de ser un texto autntico que ofrece una lengua real, los anuncios pueden ser muy tiles en la clase de ELE porque permiten trabajar contenidos culturales, funcio-nales, gramaticales y lxicos.

    La publicidad muestra aspectos socioculturales bsicos que diferencian a los pases

    Nieves Doval Fernndez Cursos internacionales Universidad de Santiago de Compostela

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    y sus respectivas culturas. Por ejemplo, muestra aspectos de la vida cotidiana rela-cionados con la alimentacin (horarios, alimentos ms consumidos, bebidas), las actividades de ocio, las relaciones personales, etc.

    Las principales ventajas de usar anuncios publicitarios en clase segn Raquel Pinilla Gmez (1998: 349-355) son las siguientes:

    Sirven para motivar al estudiante y despertar su inters, ya que presentan informacin til para l tanto desde el punto de vista lingstico como desde el punto de vista de su conocimiento del mundo.

    Le sirven para conocer la cultura de la lengua que estudian, es una manera amena de introducir nuevos contenidos.

    Sirven como material didctico autntico, ya que forman una unidad cerrada de la que se pueden aprovechar los aspecto que ms nos interesan en un mo-mento dado.

    Permiten la introduccin de diferentes registros de forma natural.

    Otra caracterstica importante de los anuncios publicitarios en cine o televisin es que imagen y palabra, tal y como indica Antonio Ferraz Martnez (1995:22-25) no slo dan vida a mensajes que el receptor descodifica en un mismo acto comunicativo sino que adems establecen entre ellos variadas relaciones y ejercen diversas funcio-nes:

    funcin de intriga (para llamar la atencin del receptor se elaboran textos truncados).

    funcin identificadora (el texto nos da el nombre de la marca del producto).

    funcin focalizadora o de anclaje (el texto precisa el significado de unas im-genes polismicas).

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    funcin complementaria (el texto aporta significados denotativos y connotati-vos que no estn presentes en la imagen).

    funcin de transgresin del cdigo esperado (el texto aparece en otra lengua).

    Tambin los anuncios de alimentos, bebidas, de espectculos deportivos, musicales o teatrales, de supermercados, de viajes y transportes, de telefona e Internet, etc-tera, son un reflejo de los saberes y los comportamientos socioculturales caracters-ticos de nuestra sociedad. Este tipo de anuncios muestran la vida cotidiana, modos y condiciones de vida, usos y costumbres, tipos de relaciones personales, formas de ocio, hbitos de consumo, formas y gustos alimentarios, comportamientos sociales y frmulas de cortesa

    Muestran en definitiva una identidad colectiva, unas convenciones sociales y un esti-lo de vida cuyo conocimiento es esencial para conseguir una comunicacin eficaz. La eficacia de una tcnica glotodidctica (estudio sobre la enseanza de lenguas extran-jeras) basada en imgenes jams se agota. Puede ser utilizada para enriquecer el vo-cabulario, como punto de partida para iniciar una conversacin y, en algunos casos, para fijar estructuras gramaticales, sin mencionar que la publicidad refleja la cultura del pas de la L2 que se estudia.

    Los anuncios publicitarios, especialmente aquellos en soporte audiovisual, se presen-tan como una herramienta muy adecuada para llevar al aula de E/LE ciertos casos de cultura en la lengua contextualizados. Los anuncios son muestras breves de comuni-cacin -de unos 30 segundos-, son unidades lingsticas y culturales cerradas.

    Los spots publicitarios pueden ser de distinta naturaleza discursiva, siendo los narra-tivos y los argumentativos los que van a resultar ms rentables para el trabajo de la cultura espaola. La argumentacin es la base de la publicidad ya que el publicista a travs de un lenguaje persuasivo, a la vez que demostrativo, intenta calar en la con-ciencia del receptor para que adquiera el producto. Pero muchas veces esa argumen-tacin est camuflada en la trama de una historia, en la narracin de unos hechos

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    y en el dilogo de unos personajes que, en definitiva, magnifican el producto que se anuncia. En el caso de llevar al aula muestras de cultura en la lengua, sern los anun-cios narrativos los que facilitarn la tarea del profesor de E/LE, ya que asentarn los hechos lingsticos en situaciones concretas, ante interlocutores determinados y en un registro de lengua definido.

    La tarea del docente se limitar a desentraar las actuaciones lingsticas en funcin de ese contexto preciso y a hacer reflexionar sobre los casos de cultura en la lengua que en l aparecen. De igual modo, a partir de la actuacin comunicativa reflejada en ese anuncio, el docente podr trascender a nuevos contextos en los que se marque el contraste cultural a travs del empleo de otras estructuras o usos lingsticos distin-tos.

    ANUNCIO N1: CERVEZA CRUZCAMPO

    http://www.youtube.com/watch?v=rOPSyF_UiJ4

    En primer lugar, se sondea a nuestros estudiantes sobre el consumo de la cerveza, se les pregunta qu marcas de cervezas espaolas conocen, y se introduce el logotipo y alguna publicidad de cruzcampo en formato impreso. Se trata de una empresa cer-vecera cuya sede se encuentra en Sevilla y que pertenece al grupo Heineken (http://es.wikipedia.org/wiki/Cruzcampo). Despus, se procede al visionado del anuncio un par de veces, tras lo cual los estudiantes tendrn que contestar a las siguientes cues-tiones:

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    1.1. Qu es lo primero que se ve? 1.2. Qu animales hay en el anuncio y qu hacen? 1.3. Qu les pasa a los pobres animalitos? 1.4. Cul es el eslogan de esta publicidad?

    Una vez visionado el anuncio, se les pasa la transcripcin de la cancin banda sono-ra del anuncio del grupo espaol El sueo de Morfeo. (Soy solo una pieza de esta sociedad, cumplo con normas que el instinto me hace cuestionar, y luego miro a los dems y empiezo a ver la luz brillar, quiero cambiar, es hora ya de despertar, quiero vivir, quiero sentir, saborear cada segundo, compartirlo y ser feliz, hay tantas cosas que aprender, tanto nuevo por llegar, la vida siempre suma y sigue, lo que tienes lo que das, creme, voy a vivir (El sueo de Morfeo, Voy a vivir).

    ANUNCIO N2: COLA CAO

    http://www.youtube.com/watch?v=Elx1vI0n0Mo

    Cola Cao es una marca y producto de la compaa Nutrexpa, consistente en una mez-cla de cacao en polvo soluble y harina de trigo cola-malteada. Fue lanzado al mercado en Espaa en 1945. El producto sirve para cambiar el sabor de la leche para que sepa a chocolate.

    Se les pregunta a los alumnos si lo conocen, o lo han visto en algn supermercado o cafetera, y cules son los equivalentes en otros pases (Nesquik). Al mismo tiempo,

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    se les interroga sobre algunos famosos deportistas espaoles, seguro que nombran al tenista Rafa Nadal (http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Nadal). Pues bien, en me-dio de este contexto, se procede a la visualizacin del anuncio. En primer lugar, sin sonido, despus ya con el audio.

    2.1. Dnde transcurren las primeras imgenes? Quin es el protagonista? 2.2. Qu utensilio deportivo del tenis aparece en el anuncio? 2.3. Tenis que narrar la historia del anuncio. 2.4. Quin es la voz en off?

    Una vez visionado el anuncio mudo y con sonido, se trabaja la transcripcin del mis-mo con un ejercicio de rellenar huecos y se les propone que creen el campo semntico del juego.

    Creo que la primera vez que jug un partido fue jugando conmigo, y luego con su raqueta, le he visto derrotar a todas las paredes de casa. Cada maana competa con su hermana para ser el campen del cola cao, pero lo que l no sabe es que cada vez que gana un partido yo gano mucho ms. He ayudado a mi hijo a ser feliz y esto para una madre s que es ganar. Cola Cao alimenta su futuro.

    ANUNCIO N3: TURRN EL ALMENDRO

    http://www.youtube.com/watch?v=8wMVFMDIT40

    Este anuncio nos servir para presentar algunos productos navideos tpicos de la tradicin espaola (turrones - http://es.wikipedia.org/wiki/Turr%C3%B3n -, polvo-

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    rones, etc.) y para servir como tema intercultural de las diferentes costumbres navi-deas (abeto, regalos, etc.).

    Se proceder a la visualizacin de uno de los mticos anuncios de esta delicatessen que ha llegado a todos los hogares espaoles y que se recuerda con nostalgia, porque recrea la vuelta a casa por Navidad.

    3.1. Qu es lo primero que vemos? Describe la casa del anuncio. 3.2. Qu est haciendo la madre? 3.3. Quin aparece por Navidad?

    Vuelve a casa vuelve, vuelve a tu hogar, la fuerza del cario te espera en Navidad, vuelve a casa vuelve por Navidad. El almendro vuelve a casa por Navidad.

    ANUNCIO N4: IBERIA

    http://www.youtube.com/watch?v=9S7SQ7GpkU8

    Este anuncio nos servir para trabajar un aerolnea espaola (http://es.wikipedia.org/wiki/Iberia_%28aerol%C3%ADnea%29) y tambin las costumbres espaolas de la Navidad y los Reyes Magos. Tambin hablarn de las compaas areas que ope-ran en su pas y de cul o cules suelen ser usuarios.

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    Una vez que lo visualizan, debern responder a las siguientes preguntas.

    4.1. Dnde estn y quines son los protagonistas? 4.2. A quines ven? Quines creen que son y por qu? 4.3. Qu les dice la azafata a los hombres? 4.4. Sabes el nombre de los tres reyes magos? 4.5. Cul es el eslogan?

    Por ltimo, debern escenificarlo, para que queden asentadas las estructuras grama-ticales.

    Son ellos, has visto?

    Qu fuerte!

    Estn disfrazados!

    Me voy al bao.

    Y yo tambin. Vete a ver qu estn haciendo.

    Estn leyendo cartas.

    Azafata: Esto es de unas pasajeras que estn ah atrs, que dicen que este ao han sido muy buenas.

    Melchor?

    Esta Navidad el mejor regalo eres t

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    ANUNCIO N5: EL CORTE INGLS

    http://www.youtube.com/watch?v=CMoUJaSKRno

    En este caso hablaremos de estos macro-almacenes espaoles (http://es.wikipedia.org/wiki/El_Corte_Ingl%C3%A9s), haremos una visita virtual por su pgina web para comprar electrodomsticos, ropa, calzado, etc. (www.elcorteingles.es). Se tocar el tema de la vuelta al cole de los nios.

    5.1. A quin va dirigido este anuncio? 5.2. Qu aficiones tienen los nios del anuncio?

    Ellos cambian sin que te des cuenta, cada curso cambian sus gustos, sus aficiones, cambian sus juegos, sus ilusiones y de grupo de amigos, y tambin su moda, no paran de crecer, como nuestras ventajas, vuelta al cole en el Corte ingls, porque tus hijos crecen, nuestras ventajas tambin.

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    ANUNCIO N6: GAS NATURAL

    http://www.youtube.com/watch?v=Cz2_w2ucmuU&feature=related

    En este caso le toca el turno a una empresa de electricidad (http://es.wikipedia.org/wiki/Gas_Natural_Fenosa).

    6.1. En dnde est el chico del anuncio? 6.2. Por qu el anuncio anima a cambiarse de compaa de gas? 6.3. Cunto cuesta el consumo mensual?

    El agua caliente se ha ido, ya no me puedo aclarar y ahora por cuatro duros me cam-bio a gas natural. Agua caliente sin interrupciones desde 14,50 euros al mes por tu consumo. Llama ya y cmbiate a Gas Natural.

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    Winds of New Zeland

    BIBLIOGRAFA

    AA. VV., (2003): Publicidad que funciona: Eficacia 02. Premio espaol a la eficacia en la comunicacin comercial: el libro de los casos, Madrid, Grupo Consultores, ESIC Editorial.

    Ferraz Martnez, A. (1995): El lenguaje de la publicidad, Madrid, Arco/Libros.

    Lindstromberg S., (ed.) (2001): 110 Actividades para la clase de idiomas, Madrid, Cambridge University Press.

    Pinilla Gmez, R., (1998): El sentido literal de los modismos en la publicidad y su explotacin en la clase de espaol como lengua extranjera E/LE, en Lengua y cultu-ra en la enseanza del espaol a extranjeros. Actas del VII Congreso Internacional de ASELE, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 349-355.

    Romero Gualda, M. V., (1996): El espaol de la publicidad en las clases de Con-versacin, en Tendencias actuales en la enseanza del espaol como lengua ex-tranjera. Actas del V Congreso Internacional de ASELE, Mlaga, 261-267.

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