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8/11/2019 Wittgenstein a propsito de regals y lenguaje privado - Saul Kripke
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WITTGENSTEIN A PROPSITO DE REGLAS
Y LENGUAJE PRIVADO
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SAUL A. KRIPKE
WITTGENSTEIN
A PROPSITO DE REGLASY LENGUAJE PRIVADO
UNA EXPOSICIN ELEMENTAL
Traduccin deJORGE RODRGUEZ MARQUEZE
8/11/2019 Wittgenstein a propsito de regals y lenguaje privado - Saul Kripke
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Ttulo original:
Wittgensein on Rules and Prvate Languagepublicada la primera edicin originalmente (1982) en ingls por
Blackwell Publishing Ltd., Oxford
Diseo de cubierta:'Carlos Lasarte Gonzlez
Esta edicin es publicada conforme al acuerdo suscrito
con Blackwell Publishing Ltd., Oxford, y traducida de la versin ingls original
por Editorial Tecnos. La responsabilidad sobre la fidelidad de la traduccin descansa
nicamente sobre dicha editorial y no sobre Blackwell Publishing Ltd.
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra
est protegido por la Ley que establece penas de prisin y/
o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones
por daos y peijuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren,
distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte,
una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin,
interpretacin o ejecucin artstica, fijada en cualquier tipo
de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la
preceptiva autorizacin.
Sal A. Kripke, 1982
EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2006
Juan Ignacio Lea de Tena, 15 - 28027 Madrid
Maquetacin: Grupo Anaya
ISBN: 84-309-4434-6
Depsito Legal: M. 28853-2006
Printed in Spain. Impreso en Espaa por Fernndez Ciudad, S. L.
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A mis padres
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INDICE
Pr e f a c io .......................................................................................................................... Pg, 11
1. INTRODUCCI N...................................................................................................... 15
2. LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA ............................................................ 21
3. LA SOLUCIN Y EL ARGUM ENTO DEL LENGUAJE PRIVA DO.... 69
POST SCRIPTUM:WITTGENSTEIN Y LAS OTRAS M EN TES.......................
125
n d ic e a n a l t i c o..................................................................................................................... 155
[9]
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PREFACIO
La parte principal de este trabajo ha sido presentada en forma de
.conferencias, series de' conferencias o seminarios en lugares diver-sos. Constituye, como digo, una exposicin elemental de lo que
a mi entender es el hilo principal del trabajo de la ltima etapa de
Wittgenstein sobre la filosofa del lenguaje y la filosofa de la ma-
temtica, e incluye mi interpretacin del argumento del lenguaje
privado que, en mi opinin, ha de explicarse principalmente en
trminos del problema de seguir una regla. Un
post scriptumpre-
senta otro problema que Wittgenstein vio en la concepcin del len-
guaje privado, el cual lleva a un debate de algunos aspectos de sus
ideas sobre el problema de las otras mentes. Dado que hago hincapi
en la fuerte conexin, dentro de la ltima filosofa de Wittgenstein,
entre la filosofa de la psicologa y la filosofa de la matemtica, te-
na pensado aadir un segundopost scriptumsobre la filosofa dela matemtica. El tiempo no lo ha permitido, as que de momento
han de bastar las observaciones bsicas sobre la filosofa de la ma-
temtica que aparecen en el texto principal.
El trabajo presente no es, sino escasamente, un comentario so-
bre la ltima filosofa de Wittgenstein, ni tan siquiera sobre lasInvestigaciones filosficas.Muchos temas bien conocidos y signifi-cativos por ejemplo, la idea de los parecidos de familia, el
concepto de certeza apenas se mencionan. Y lo que es ms
importante, hay profusin de cuestiones de la propia filosofa de la
mente, como las ideas de Wittgenstein sobre la intencin, la memo-
ria, el soar y cosas por el estilo, que casi ni se rozan. Mi esperanza
es que muchas de ellas se tomen pasablemente claras a partir de la
comprensin de la idea de Wittgenstein acerca del tema central.Muchas de las ideas de Wittgenstein sobre la naturaleza de las
sensaciones y el lenguaje de sensacin o slo se rozan o se omiten
[ii]
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por completo; y segn se subraya en el texto, he adoptado la poltica deliberada de evitar el debate de aquellas secciones de las
Investigacionesque siguen a 243 a las que de ordinario se llama
el argumento del lenguaje privado. Creo que muchas de estas
secciones por ejemplo, 258 y siguientes cobran mucha mayor claridad cuando se leen a la luz del argumento principal del
trabajo presente; aunque probablemente queden residuos de algunos de los rompecabezas exegticos en algunas de estas secciones
(por ejemplo, 265). El inters de estas secciones es real, pero, en
mi opinin, su importancia no debe destacarse en exceso, ya que
representan casos especiales de un argumento ms> general. Por locomn he expuesto este trabajo ante filsofos sofisticados, pero
espero que pueda usarse para clases de introduccin a Wittgens-
tein, en conjuncin con otro material. En las clases, sera de gran
ayuda que el instructor expusiera la paradoja al grupo y viera qu
soluciones se proponen. Me refiero primariamente aqu a respues
tas a la paradoja de que seguimos la regla como lo hacemos sinrazn o justificacin, y no a las teoras filosficas (disposiciones,
estados cualitativos, etc,) debatidas ms tarde en el mismo captulo, Es importante que el estudiante perciba el problema intuitivamente, Recomiendo que los lectores que se propongan estudiar el
presente trabajo por su cuenta se concentren inicialmente en esto
mismo. Tambin recomiendo que el estudiante (re)lea lasInvestigacionesa la luz de la estructuracin del argumento propuesta en
este trabajo, Semejante procedimiento es aqu de especial importancia, ya que en gran medida mi mtodo consiste en presentar el
argumento segn me impresion a m, segn me present un problema a m, en lugar de concentrarme en la exgesis de pasajes
especficos,Desde que me top por primera vez con el argumento del len
guaje privado y, en general, con el ltimo Wittgenstein, y desde
que di en pensar en ello de la forma aqu expuesta (1962-1963), el
trabajo de Wittgenstein sobre las reglas ha pasado a ocupar una
posicin ms central en los debates acerca de la obra de su ltima
etapa. (Siempre se haba debatido en alguna medida). Una parte de
este debate, en especial el que se produjo despus de mi conferencia en Londres, Ontario, puede presumirse que se ha visto influidapor la exposicin presente, pero otra parte, tanto publicada como no
publicada, puede presumirse que es independiente. No he tratado
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PREFACIO 13
ele citar material similar existente en la bibliografa, en parte por
gue, de haberlo intentado, tendra la certeza de haber hecho de me
nos a alguno de los trabajos publicados y, ms an, a alguno de los
0.0 publicados. He llegado a aceptar, por razones mencionadas ms
abajo en el texto y en notas al pie, que la publicacin no resulta,
todava, superflua.
Merece resaltarse que no pretendo en este escrito hablar por m
mismo ni tampoco decir nada, salvo en digresiones ocasionales y
menores, acerca de mis propias ideas sobre las cuestiones sustanti
vas. El propsito primariolde este trabajo es la presentacin de un
problema y un argumento,no su evaluacin crtica, Primariamente,se me puede leer, salvo en muy pocas digresiones obvias, casi como
.0 un abogado que presentara un argumento filosfico de primer
orden segn le impresion a l. Si esta obra tiene una tesis principal
propia, es la de que el problema y el argumento escpticos de Witt
genstein son importantes, merecedores de consideracin seria,
Personas diversas, entre las que hay que incluir por lo menos aRogers Albritton, G. E. M, Anscombe, Irvng Block, Michael
Pummett, Margaret Gilbert, Barbara Humphries, Thomas Nagel,
Robert Nozick, Michael Slote y Barry Stroud, han influido en este
ensayo. Adems de mi aportacin a la Wittgenstein ConferencedeLondres, Ontario, 1976, present varias versiones de este mate
rial, a modo deHowison Lectures, en la Universidad de California, Berkeley, 1977; y, a modo de una serie de conferencias, en un
coloquio especial celebrado en Banff, Alberta, 1977; tambin, en
una Wittgenstein Conference que tuvo lugar en Trinity College,Cambridge, Inglaterra, 1978. Asimismo fueron presentadas ver
siones en seminarios de la Universidad de Prnceton; el primero
de ellos tuvo lugar en el cuatrimestre de primavera de 1964-1965.
Slo en estos seminarios de Prnceton me dio tiempo a incluir el
material delpost scriptum,por lo que ste se ha beneficiado menos que el resto del debate y de la reaccin suscitada en otras
personas. Sin duda, el debate de mi argumento en estas conferen
cias y seminarios ha tenido su influencia en m. Me gustara dar
las gracias especialmente a Steven Paiten y Ron Yoshida por sus
transcripciones, estupendamente preparadas, de la versin deBanff, y a Irving Block, tanto por su ayuda en calidad de editor
del volumen en el que apareci una versin anterior de este traba
jo, como por invitarme a hacer ms publica esta exposicin en la
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Conferencia de Londres. Transcripciones Samizdatde la versin
dada en la Conferencia de Londres han circulado libremente en
Oxford y en otros sitios.Una versin anterior de esta obra apareci en I. Block (ed.),
Perspectives on the Philosophy of Wittgenstein (Basil Blackwell,Oxford, 19 81, xii + 322 pp,). Mi trabaj o con miras a esa versin fue
posible gracias, en parte, a una Guggenheim Fellowship, a una Vi-
siting Fellowship en All Souls College, Oxford, a un sabtico concedido por la Universidad de Princeton, y a la National Science
Foundation (EEUU). Mi trabajo orientado a la presente versin am
pliada fue posible gracias, en parte, a una beca del American Councilof Leamed Societies, a un sabtico concedido por la Universidad de
Princeton, y a una Oscar Ewing Research Grant en la Universidad
de Indiana.
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1
INTRODUCCIN
El clebre argumento de Wittgenstein contra el lenguaje privado se ha debatido tantas veces que cabe perfectamente poner
en cuestin la utilidad de una nueva exposicin. El grueso de la
exposicin que sigue se le ocurri al presente autor hace algn
tiempo, en el ao acadmico 1962-1963. En aquel momento estaaproximacin a las ideas de Wittgenstein impresion al presente
autor con la fuerza de una revelacin: lo que previamente me
haba parecido que era un argumento en cierta manera dudoso a
favor de una conclusin fundamentalmente inverosmil basada
en premisas cuestionables y controvertidas se me apareca ahora
como un argumento poderoso, a pesar de que las conclusionesparecan ms radicales todava que antes, y en un sentido, ms
inverosmiles. Pens en aquel momento que haba visto el argumento de Wittgenstein desde un ngulo y nfasis muy diferentes
a la aproximacin que dominaba en las exposiciones estndar.
Con los aos, llegu a tener dudas. En primer lugar, a veces lle
gu a no estar seguro de que pudiera formular la esquiva posicin de Wittgenstein como un argumento claro. En segundo, la
naturaleza esquiva del tema haca posible interpretar alguna de
la bibliografa estndar como quiz, a la postre, viendo el argumento de la misma forma. Lo que es ms importante, conversaciones mantenidas a lo largo de los aos mostraban que, de ma
nera creciente, otros iban viendo el argumento con los nfasis
que yo prefera. De todos modos, las exposiciones recientes de
intrpretes muy capaces difieren lo suficiente de la que sigue
[15]
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como para hacerme creer que una nueva pueda resultar todava
de utilidad1.Una concepcin comn del argumento del lenguaje privado
de lasInvestigaciones filosficasasume que comienza en la sec-cin 243, y que contina en las secciones que siguen inmediata-mente12. Esta concepcin entiende que el argumento se ocupa pri-mariamente de un problema acerca del lenguaje de sensacin.El debate ulterior del argumento dentro de esta tradicin, tanto a
favor como en contra, pone el nfasis en cuestiones como la de si
el argumento invoca una forma del principio de verificacin, si la
forma en cuestin est justificada, si se aplica correctamente allenguaje de sensacin, si el argumento descansa sobre un escep-
ticismo exagerado acerca de la memoria, y as sucesivamente.
Algunos pasajes cruciales en el debate que sigue a 243 por
ejemplo, las tan clebres secciones 258 y 265 han resulta-do notoriamente oscuros para los comentaristas, y se ha pensado
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1 Repasando algunos de los ms distinguidos comentarios sobre Wittgenstein delos ltimos diez o quince aos, encuentro algunos que tratan todava el debate de lasreglas de forma superficial, prcticamente lo omiten, como si fuese un tema menor.
Otros, que debaten en detalle tanto las ideas de Wittgenstein sobre la filosofa de la
matemtica como sus ideas sobre las sensaciones, tratan el debate de las reglas como si
fuese importante para las ideas de Wittgenstein sobre la matemtica y la necesidad l-gica pero como algo separado del argumento del lenguaje privado. Puesto que Witt-
genstein tiene ms de unmodo de argir a favor de una conclusin dada, e incluso msde un modo de presentar un nico argumento, no me es preciso necesariamente, para
defender la exgesis presente, argir que estos otros comentarios estn equivocados. En
realidad, puede que proporcionen exposiciones importantes e iluminadoras de facetas
de lasInvestigaciones y su argumento no enfatizadas u omitidas en este ensayo. No obstante, en nfasis, difieren sin duda considerablemente de la presente exposicin.
2 A menos que se especifique otra cosa (explcita o contextualmente), las referen-cias lo son a lasInvestigaciones filosficas. Las pequeas unidades numeradas de las
Investigacionesson denominadas secciones (o pargrafos). Las referencias a pgi-nas slo se utilizan si no es posible la referencia a una seccin, como en la segunda
parte de lasInvestigaciones. Todo a lo largo del texto cito la traduccin inglesa impresa
estndar (a cargo de G. E. M. Anscombe) y no intento ponerla en duda salvo en muy pocasocasiones. LasInvestigaciones filosficas ([.Philosophical Investigations] x + 232 pp.,
texto alemn e ingls en paralelo) han pasado por diversas ediciones desde su primera
publicacin en 1953, pero la numeracin de pargrafos y pginas sigue siendo la mis-ma. Los editores son Basil Blackwell, Oxford, y Macmillan, Nueva York [Existe edicin bilinge en alemn y espaol, a cargo de Alfonso Garca Surez y Ulises Moulines,
publicada en 1988 por el Instituto de Investigaciones Filosficas de la UNAM en Mxi-co y por la Editorial Crtica en Barcelona].
Este ensayo no proporciona una exgesis detallada del texto de Wittgenstein sinoque ms bien desarrolla los argumentos a su propia manera. Recomiendo que el lector
relea lasInvestigacionesa la luz de la exgesis presente y vea si sta iluminare! texto.
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INTRODUCCIN 17
que su interpretacin cabal proporcionara la llave para el argu-mento del lenguaje privado.
En mi opinin, el argumento del lenguaje privado real ha
de encontrarse en las secciones queprecedena 243. En efecto,
en 202 se enuncia ya la conclusin explcitamente'. De ah
que no sea posible obedecer una regla privadamente; en caso
contrario, creer que se estaba obedeciendo una regla sera lo
mismo que obedecerla. No creo que Wittgenstein pensase que
estaba aqu anticipandoun argumento que iba a dar con mayor
detalle ms tarde. Porel contrario, las consideraciones cruciales
estn todas contenidas en el debate que lleva a la conclusinenunciada en 202. Las secciones que siguen a 243 estn di-
seadas para que se lean a la luz de la discusin precedente;
siendo como son difciles en cualquier caso, la probabilidad de
comprenderlas es mucho menor si se leen aisladas. El argu-mento del lenguaje privado en cuanto aplicado a las sensacio
nes es slo un caso especial de consideraciones mucho ms ge-nerales acerca del lenguaje argumentadas previamente; las
sensaciones juegan un papel crucial como un (aparentemente)
convincente contraejemplo a las consideraciones previamente
enunciadas. As pues, Wittgenstein cubre de nuevo el terreno en
este caso especial, movilizando nuevas consideraciones espec-
ficas apropiadas al mismo. Debe tenerse en cuenta que lasInvestigaciones filosficasno es una obra filosfica sistemtica don-de las conclusiones, una vez establecidas incuestionablemente,
no necesiten ser reargumentadas. LasInvestigaciones estn es-critas, ms bien, como una dialctica perpetua, donde las pre-ocupaciones persistentes, expresadas por la voz del interlocutor
imaginario, no se acallan nunca definitivamente. Puesto que la
obra no se presenta en la forma de un argumento deductivo con
tesis definitivas a manera de conclusiones, se cubre el mismo
terreno repetidamente, desde el punto de vista de diversos casos
especiales y desde diferentes ngulos, con la esperanza de que el
proceso entero ayudar al lector a ver los problemas correcta-mente.
La estructura bsica del acercamiento de Wittgenstein puedepresentarse brevemente como sigue: se introduce un cierto pro-
blema o, en terminologa humeana, una paradoja escptica
concerniente a la nocin de regla. A continuacin, se'presenta lo
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que Hume habra llamado una solucin escptica- del problema. Hay dos reas en las que resulta ms probable que sea ignorada la fuerza tanto de la paradoja como de su solucin, y con
respecto a las que el acercamiento bsico de Wittgenstein resulta
ms probable que parezca increble. Una de esas reas es la nocin de regla matemtica, como la regla para la adicin. La otra
es nuestro habla acerca de nuestra propia experiencia interna,
acerca de sensaciones y dems estados internos. Al tratar ambos
casos, debemos tener en cuenta las consideraciones bsicas acerca de las reglas y el lenguaje. Aunque Wittgenstein ha debatido
ya estas consideraciones bsicas con considerable generalidad,la estructura de la obra de Wittgenstein es tal que los casos espe
ciales de la matemtica y la psicologa no se debaten simplemente citando un resultado general ya establecido, sino cubriendo estos casos especiales en detalle a la luz del tratamiento
previo del caso general. Con este debate, se espera que tanto la
matemtica como la mente se puedan ver de modo correcto:
puesto que las tentaciones de verlas errneamente provienen de
la desatencin de las mismas consideraciones bsicas acerca delas reglas y el lenguaje, puede esperarse que los problemas que
surjan sean anlogos en los dos casos. En mi opinin, Wittgenstein no vea sus intereses duales por la filosofa de la mente y
por la filosofa de la matemtica como intereses por dos materias separadas, en el mejor de los casos muy laxamente relacionadas, a la manera en que alguien podra interesarse a la vez por
la msica y la economa. Wittgenstein piensa que las dos materias envuelven las mismas consideraciones bsicas. Por esta razn, llama a su investigacin de los fundamentos de la matemtica anloga a nuestra investigacin de la psicologa (p. 232).
No es un accidente que esencialmente el mismo material bsicosobre las reglas sea incluido tanto en lasInvestigaciones filos
ficas como en las Observaciones sobre los fundamentos de lamatemtica3, en ambos casos como base de los debates de las
3 Remarks on the Foundations ofMathematics, Basil Blackwell, Oxford, 1956,+ 204 pp. [Existe versin espaola a cargo de Isidoro Reguera, Alianza Editorial, Madrid, 1987], En la primera edicin de esta obra los editores aseveran (p. vi) que parece
que Wittgenstein originariamente haba pretendido incluir algo del material sobre la matemtica en lasInvestigaciones filosficas.
La tercera edicin (1978) incluye ms material que las ediciones anteriores y reorganiza algunas de las secciones y divisiones de ediciones anteriores. Cuando escrib el
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INTRODUCCIN 19
filosofas de la mente y de la matemtica, respectivamente, quevan a continuacin.
En lo que sigue, intento principalmente presentar el argumento
de Wittgenstein o, ms exactamente, el conjunto de problemas y
argumentos que yo personalmente he extrado de la lectura de Wittgenstein. Salvo pocas excepciones, no pretendo presentar ideas
mas propias; ni pretendo refrendar o criticar el acercamiento de
Wittgenstein, En algunos casos, he encontrado que no es nada fcil
obtener un enunciado,preciso de los problemas y conclusiones.
Aunque se tenga una fuerte sensacin de que hay un problema, es
difcil dar un enunciado riguroso del mismo. Me inclino a pensarque el estilo filosfico de la ltima etapa de Wittgenstein, y la difi
cultad que encontr (vase su Prefacio) para aglutinar su pensamiento dentro de un trabajo convencional, presentado con argumentos y
conclusiones organizados, no es simplemente una preferencia estilstica y literaria, acompaada de unapredileccin por un cierto
grado de oscuridad4, sino que proviene en parte de la naturaleza de
su materia5.Sospecho por razones que resultarn claras ms tarde que
intentar presentar de modo preciso el argumento de Wittgenstein
es, en alguna medida, falsificarlo. Probablemente muchas de mis
formulaciones y remodelaciones del argumento estn hechas de un
modo que no aprobara el propio Wittgenstein6. Por eso el presente
trabajo no debiera ser considerado como una exposicin ni del argumento de Wittgenstein ni del de Kripke, sino del argumento
de Wittgenstein segn impresion a Kripke, segn constituy un
problema para este ltimo.Como he dicho, pienso que el argumento del lenguaje privado
bsicoprecedea la seccin 243, aunque las secciones que siguen a
la 243 son sin duda de importancia fundamental tambin. Propongodebatir inicialmente el problema del lenguaje privado sin men
cionarpara nadaestas ltimas secciones. Puesto que a menudo se
presente trabajo, utilic la primera edicin. Donde las referencias difieren, se da entrecorchetes la referencia equivalente de la tercera edicin.
4 Personalmente, sin embargo, estimo que no puede negarse aqu el papel de lasconsideraciones estilsticas. Es claro que las consideraciones puramente estilsticas y
literarias significaron mucho para Wittgenstein. Su propia preferencia estilstica contribuye obviamente a la dificultad de su obra, tanto como a su belleza.
5 Vase el debate de este punto, ms abajo, en las pginas 82-83.6 Vase de nuevo el mism o debate en las pginas 82-83.
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piensa que estas secciones son el argumento del lenguaje privado, puede que les parezca a algunos que semejante proceder es
una presentacin de Hamlet sin el prncipe. Aun si es as, hay muchos otros caracteres interesantes en la obra7.
20 WITTGENSTEIN A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
7 Al repasar lo que he escrito ms abajo, me asalta la preocupacin de que el lecpueda perder el hilo principal del argumento de Wittgenstein en el tratamiento por extenso de puntos ms sutiles, En particular, el tratamiento de la teora disposicional que
hago ms abajo adquiri tanta extensin porque he odo recomendarla, ms de una vez,como respuesta a la paradoja escptica. Ese debate puede que contenga, en compara
cin con el grueso del resto de este ensayo, algo ms de argumentacin de Kripke en
apoyo de Wittgenstein y no una exposicin del propio argumento de Wittgenstein.
(Vanse las notas 19 y 24 para algunasde las conexiones, El argumento est, sin embargo, inspirado en el texto original de Wittgenstein, Probablemente la parte con menorinspiracin directa en el texto de Wittgenstein sea el argumento de que nuestras disposiciones, igual que nuestra actuacin real, no son potencialmente infinitas, Incluso esto,sin embargo, tiene obviamente su origen en el nfasis paralelo de Wittgenstein sobre el
hecho de que slo pensamos explcitamente en un nmero finito de casos de cualquier
regla), El tratamiento que hago ms abajo (pp. 51-53) de la simplicidad es un ejemplo de una objecin que, hasta donde yo s, Wittgenstein mismo nunca considera. Creo que
mi respuesta es claramente apropiada, asumiendo que haya entendido apropiadamente
el resto de la posicin de Wittgenstein. Recomiendo al lector que se concentre, en una
primera lectura, en la comprensin de la fuerza intuitiva del problema escptico de Wittgenstein y que considere secundarios vericuetos como stos.
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2
LA PARADOJA WTTTGENSTEINIANA
Wittgenstein dice n 201: nuestra paradoja era sta: ningn
curso de accin poda estar determinado por una regla, porque todo
curso de accin puede hacerse concordar con la regla. Voy a intentar
desarrollar a mi manera, en esta seccin del presente ensayo, la pa-radoja en cuestin. La paradoja es quiz el problema central de
lasInvestigaciones filosficas. Incluso quien ponga en disputa las
conclusiones que Wittgenstein obtiene a partir de este problema en lotocante al lenguaje privado y a las filosofas de la mente, de la
matemtica y de la lgica podra muy bien considerar que el proble-ma es en s mismo una contribucin importante a la filosofa. Puede
considerarse como una forma nueva de escepticismo filosfico.Siguiendo el proceder de Wittgenstein, desarrollar inicialmente
el problema con relacin a un ejemplo matemtico, aunque el pro-blema escptico relevante se aplica a todos los usos con significado
del lenguaje. Yo, como casi todos los hispanohablantes, utilizo la
palabra ms y el smbolo + para denotar una funcin matem-tica bien conocida, la adicin. La funcin est definida para todos
los pares de enteros positivos. Yo capto la regla de adicin me-
diante mi representacin simblica externa y mi representacin
mental interna. Hay un punto que es crucial para mi captacin de
esta regla. Aunque yo personalmente slo he calculado una canti-dad finita de sumas en el pasado, la regla determina mi respuesta
para una cantidad indefinida de sumas nuevas que nunca previa-mente he tomado en consideracin. ste es todo el cometido de la
nocin de que al aprender a sumar capto una regla: mis intenciones
pasadas con respecto a la adicin determinan una nica respuestapara una cantidad indefinida de casos nuevos en el futuro,
[21]
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Supongamos, por ejemplo, que 68 + 57 es un clculo que no
he realizado nunca hasta ahora. No hay duda de que existe un ejemplo como ste, puesto que he realizado slo una cantidad finita de
clculos en el pasado (y esto, aun si tomamos en cuenta los clculos
que he realizado en silencio, para mis adentros; no digamos ya si se
consideran slo los realizados mediante conducta pblicamente observable). De hecho, esa misma finitud garantiza la existencia de
un ejemplo que excede, en sus dos argumentos, a todos los clculos
previos. Asumir, en lo que sigue, que 68 +57 sirve tambin a
este propsito.Realizo el clculo y obtengo, por supuesto, la respuesta 125.
Tengo la confianza, quiz tras la revisin de mi operacin, de que
125 es la respuesta correcta. Es correcta tanto en el sentido aritmtico de que 125 es la suma de 68 y 57, como en el sentido meta-
lingstico de que ms, segn me propuse utilizar esa palabra en
el pasado, denotaba una funcin que, cuando se aplica a los nme
ros que llamo 68 y 57, arroja el valor 125.Ahora supongamos que me encuentro con un escptico extrava
gante. Tal escptico pone en cuestin mi certeza acerca de mi respuesta, en su sentido que acabo de llamar metalingstico. Sugiere que, quiz, segn utilic el trmino ms en el pasado, larespuesta que hace un momento me propuse dar a 68 + 57 debie
ra haber sido 5! Por supuesto, la sugerencia del escptico es obviamente disparatada. Mi respuesta inicial a la misma podra consistir en recomendar a mi contendiente que vuelva a la escuela y
aprenda a sumar. Pero dejmosle que contine: despus de todo,
seala, si tengo ahora tanta confianza en que, segn utilic el trmino ms, mi intencin fue la de denotar 125 con 68 + 57, ello
no puede ser por razn de haberme dado a m mismo explcitamente instrucciones al efecto de que 125 es el resultado de realizar la
suma en este caso particular. Por hiptesis, no hice tal cosa. Pero,
naturalmente, la idea es que, en este nuevo caso, debo aplicar exactamente la misma funcin o regla que tantas veces apliqu en el
pasado. Ms, cmo saber cul era esta funcin? En el pasado me
di a m mismo slo un nmero finito de ejemplos instanciadores de
esta funcin. Todos ellos, hemos supuesto, envolvan nmeros mspequeos que 57. Por tanto, en el pasado tal vez utilic ms y
+ para denotar una funcin que llamar cus y simbolizar
mediante 0. Se define as:
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LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 23
x %y = x+y,six ,^ < 57= 5, en otro caso.
Cmo saber que sta no es la funcin que previamente quise
decir* mediante +?
El escptico sostiene (o finge sostener) que estoy ahora malin-
terpretando mi propio uso previo. Mediante ms, seala, siemprequise decircus*8; lo que ocurre es que, ahora, sometido al influjo
* N. delT.: Utilizo sistemticamente querer decir como traduccin del verbo to
mean. Querer decir debe entenderse, por tanto, obviamente, en el sentido de signifi
car; es decir, como expresin sinnima con el verbo significan). No ha de entenderse
en el sentido de tener el deseo o el plan de decir; esto es, no ha de entenderse como si
nnima de tener deseo de decir o tener el plan de decir (planear decir) o cosas
por el estilo. Simplificara la tarea de traduccin el contar en castellano (como sucede
en ingls) con un uso legtimo, no forzado, del verbo significan) para indicar que al
guien utiliza o utiliz, etc., una palabra o expresin con un cierto significado. Simplifi
cara las cosas porque hara formalmente transparente la relacin entre la accin de
significar y su objeto, el significado. Del mismo modo que deseamos deseos y pensa
mos pensamientos, sera til poder deck que significamossignificados. Pero lo cierto es
que la accin de utilizar las palabras de un lenguaje con un cierto significado o atribu
yndolas un cierto significado no se expresa en castellano recurriendo al verbo signi
fican), sino al verbo querer deck. No decimos que yo signifiqu tal y cual con mis
palabras, o que lo significaste t, ni tampoco preguntamos qu signific ella con sus
palabras. Lo que decimos es que yo quise decir tal y cual con mis palabras o que lo
quisiste decir t, y lo que preguntamos es qu quiso deck ella con sus palabras.
Por otra parte, el lector encontrar en el texto usos un tanto forzados de querer
deck con el sentido de denotan) o referirse a; pero ellos no son responsabilidad del
traductor, sino del propio Kripke en su uso del verbo to mean,tal y como l advierteen su nota inicial de este captulo, la nota 8, a la que remito.
8 Quiz deba hacer una observacin con relacin a expresiones tales como
diante ms' quise deck cus (o ms), Mediante verde5quise decir verde, etc. No
conozco ninguna convencin satisfactoria aceptada para indicar el objeto del verbo
querer decir {mean).Hay dos problemas. Primero, si se dice Mediante la mujer que descubri el radio5quise decir la mujer que descubri el radio, el objeto puede
interpretarse de dos maneras. Puede estar por una mujer (Marie Curie), en cuyo caso la
asercin es verdadera slo si quise deck se utiliza queriendo decir me refer a (que es
un uso legtimo); o puede utilizarse para denotar el significadode la expresin entrecomillada, que no es una mujer, en cuyo caso la asercin es verdadera cuando quise de
cir)) se usa en su sentido normal y corriente. Segundo, segn queda ilustrado por me
refer a, verde, cus, etc,, que nos han aparecido ms arriba como objetos de
quise decir)), es necesario utilizar de un modo forzado diversas expresiones en posi
cin de objeto, en contra de la gramtica normal. (Las dificultades de Frege concernien
tes a la insaturacin estn relacionadas con esto). Ante ambos problemas, uno se ve
tentado a poner el objeto entre comillas, igual que el sujeto. Pero tal proceder entra en
conflicto con la convencin de la lgica filosfica segn la cual un entrecomillado de
nota la expresin entrecomillada. Hay algunas marcas de significado, como las pro
puestas por ejemplo por David Kaplan, que podran resultar de utilidad aqu. Si no se
tiene reparo en ignorar la primera dificultad y se usa siempre quiere decir queriendo
deck denota (para la mayora de los propsitos del presente escrito, semejante lectura
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t t a j.v j j u ' io a j l a i^/-v n v u r u o u u unfUivjrJLAd Y U U A JI i'K iV AJ U
de un arrebato de locura, o de una dosis de LSD, he acabado pormalinterpretar mi propio uso previo.
Por ridicula y fantstica que sea, la hiptesis del escptico no eslgicamente imposible. Para comprobarlo, afumamos la hiptesisde sentido comn de que mediante + reabrantequise decir adicin. Entonces seraposible, aunque sorprendente, que bajo el influjo de un colocn momentneo, malinterpretra todos mis usospasados del signo ms como si simbolizaran la funcin cs, y que,en contra de mis intenciones lingsticas previas, procediese a ha
cer el clculo de que 68 ms 57 son 5. (Habra cometido un error,
no en matemticas, sino en la suposicin de que haba actuado enconcordancia con mis intenciones lingsticas previas). Lo que elescptico est proponiendo es que he cometido un error de este tipoprecisamente, slo que con el ms y el cus invertidos.
Ahora bien, si el escptico propone su hiptesis sinceramente,es que est loco. Una hiptesis tan extravagante como la de propo
ner que siempre quise decir cus es absolutamente descabellada.De que es descabellada, no hay duda y, sin duda, es falsa. Pero si esfalsa, debe haber algn hecho acerca de mi uso pasado que puedacitarse para refutarla. Pues, aunque la hiptesis sea descabellada,no parece que sea aprioriimposible.
Naturalmente, esta extravagante hiptesis, y las referencias alLSD o a un arrebato de locura, son en cierto sentido meramente un
servira al menos tan bien como lo hara una lectura intensional; a menudo, hablo como si lo que se quiere decir mediante ms fuese unafuncin numrica), entonces el segundo problema podra llevamos a nominalizar los objetos (ms denota la funcin ms, verde denota el verdor, etc). Baraj la posibilidad de utilizar cursivas (ms1
quiere decir ms; quiere decir1puede que quiera decir denota), pero decid quenormalmente (excepto cuando las cursivas sean apropiadas por otra razn, en especial
cuando se introduce por vez primera un neologismo como cus) escribir el objeto dequerer decir al modo de un objeto normal y corriente. La convencin que he adoptado resulta forzada en el lenguaje escrito, pero suena de modo bastante razonable en ellenguaje hablado.
Dado que las distinciones de uso y mencin son importantes para el argumento se
gn yo lo formulo, procuro acordarme de utilizar comillas cuando se est mencionandouna expresin. Sin embargo, tambin las utilizo para otros cometidos, cuando el espa
ol escrito normal, no filosfico, permite recurrir a ellas (por ejemplo, en el caso de marcas de significado1, del prrafo precedente; o de cuasi-entrecomillado, en laoracin que sigue a sta). Los lectores a quienes resulte familiar el cuasi-entrecomilla
do de Quine se darn cuenta de que en algunos casos utilizo el entrecomillado ordina
rio cuando la puridad lgica requerira usar el cuasi-entrecomillado o algn dispositivosimilar. No me he preocupado de ser cuidadoso acerca de esta cuestin, porque confoen que, en la prctica, los lectores no se confundirn.
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LA PARADOJA W1TTCHJN STEJ.NI ANA
recurso dramtico. El punto bsico es ste: de ordinario, supongo
que, al calcular 68 + 57 del modo como lo hago, no estoy simple-
mente dando un salto injustificado al vaco. Sigo indicaciones que
me di a m mismo anteriormente y que determinan unvocamente
que en este nuevo caso debo decir 125. Cules son estas indica-ciones? Por hiptesis, nunca me dije a m mismo explcitamente
que debo decir 125 en este preciso caso. Tampoco puedo alegar
que simplemente debo hacer lo mismo que siempre hice, si lo
que esto significa es calcular de acuerdo con la regla que se exhibe
en mis ejemplos previos. Esa regla podra muy bien haber sido la
regla de cuadicin (la funcin cus) tanto como la de adicin. La
idea de que, de hecho, lo que quise decir es cuadicin, que en un
sbito arrebato cambi mi uso previo, sirve para dramatizar el pro-
blema/
En la discusin que sigue, el reto lanzado por el escptico adop-
ta dos formas. En primer lugar, el escptico pone en duda que haya
hechoalguno que consista en que yo quise decir ms, en vez de
cus, que d respuesta a su reto escptico. En segundo lugar, pone
en duda que yo posea razn alguna para tener tanta confianza en
que ahora debo responder 125, en vez de 5. Las dos formas del
reto estn relacionadas. Tengo confianza en que debo responder
125 porque tengo confianza en que 'esta respuesta concuerda
tambin con lo que quise decir.No se disputan ni la exactitud de miclculo ni la de mi memoria. Por tanto, debe admitirse que si quise
decir ms, entonces, a menos que desee cambiar mi uso, estoy jus-
tificado (en realidad, compelido) al responder 125, pero no 5.
La respuesta al escptico debe satisfacer dos condiciones. Primera,
debe explicar cul es el hecho (acerca de mi estado mental) que
constituye mi querer decir ms, y no cus. Pero, adems, hay una
condicin que cualquier supuesto candidato a ser ese hecho debesatisfacer. Debe, en algn sentido, mostrar cmo es que estoy justi-
ficado al dar la respuesta 125 a 68 + 57. Las indicaciones
mencionadas en el prrafo anterior, que determinan lo que debo
hacer en cada caso, deben de alguna manera estar contenidas en
cualquier candidato a ser el hecho constitutivo de lo que quise de-
cir. De no ser as, queda sin contestar la afirmacin del escptico de
que mi presente respuesta es arbitraria. Cmo opera exactamente
esta condicin es algo que resultar mucho ms claro luego, des-
pus de discutir la paradoja de Wittgenstein en un nivel intuitivo,
25
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cuando consideremos diversas teoras filosficas que tratan de ave-riguar en qu podra consistir el hecho de que quise decir ms. Ha-br muchas objeciones especficas a estas teoras. Pero lo que es
comn a todas ellas es que son incapaces de proporcionar un candi-dato a hecho constitutivo de lo que quise decir que muestre que slo
125, y no 5, es la respuesta que debo dar.Es preciso dejar claras las reglas bsicas de nuestra formulacin
del problema. Para que el escptico pueda siquiera conversar con-migo, hemos de tener un lenguaje comn. Por tanto, estoy supo-niendo que el escptico, provisionalmente, no est poniendo en
duda mi usopresentede la palabra ms. l admite que, de acuer-do con mi usopresente, 68 + 57 denota 125. No slo est de
acuerdo conmigo en esto, adems, el lenguaje en el que mantiene
todo su debate conmigo es el mo, segn lo uso en el momento presente.l se limita a poner en duda que mi uso presente concuerde
con mi uso pasado, que yo est en el momento presente actuando
conforme a mis intenciones lingsticasprevias.El problema no es
Cmo s que 68 ms 57 es 125?, a esto se debe responder dando
un clculo aritmtico, sino Cmo s que 68 ms 57, segn el
significado que dia ms en elpasado, debe denotar 125?. Si la
palabra ms, segn la utilic en el pasado, denotaba la funcin
cus, no la funcin ms (cuadicin en vez de adicin), entonces
mi intencinpasada era tal que, al preguntrseme cul es el valor
de 68 ms 57, debiera haber respondido 5.Planteo el problema de este modo para evitar cuestiones que lle-
van a confusin acerca de si la discusin est teniendo lugar a la
vez dentro y fuera del lenguaje en algn sentido ilegtimo9.
Cmo podemos usar la palabra ms (y variantes suyas, como
cus) mientras nos estamos preguntando por su significado? Por
tanto, supongo que el escptico asume que l y yo concordamos ennuestros usospresentesde la palabra ms: ambos la usamos para
denotar adicin. l no duda ni niega (inicialmente, al menos) que la
adicin sea una funcin genuina, definida para todos los pares de
nmeros enteros, y no niega tampoco que podamos hablar de ella.
Lo que l se pregunta es por qu creo ahora que mediante ms en
elpasadoquise decir adicin en vez de cuadicin. Si quise decir lo
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9 Creo que tom la frase a la vez dentro y fuera del lenguaje de una conversacicon Rogers Albritto,
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LA PARADOJA W1TTGENSTEINIANA 27
primero, entonces para concordar con mi uso previo debo respon-
der 125 cuando .se me pide que d el resultado de calcular 68
ms 57. Si quise decir lo segundo, debo responder 5.
La exposicin presente tiende a diferir de las formulaciones ori-
ginales de Wittgenstein debido a que en ella se pone un poco ms
de cuidado en hacer explcita una distincin entre uso y mencin, y
entre cuestiones acerca del uso pasado y presente. Con respecto al
ejemplo que ahora nos ocupa, Wittgenstein podra simplemente
preguntar: Cmo s que debo responder 125 a la pregunta por
68 + 57? o Cmo s que 68 + 57 da como resultado 125?.
He comprobado que, cuando el problema se formula as, algunosoyentes lo toman como si fuese un problema escptico acerca de la
aritmtica: Cmo s que 68 + 57 es 125?. (Por qu no respon-der a esta pregunta con una prueba matemtica?). No debe suponer-
se, en este estadio al menos, que se est planteando el escepticismo
acerca de la aritmtica. Podemos asumir, si se quiere, que 68 + 57
es 125. Incluso si la pregunta se reformula metalingsticamenteas: Cmo s que ms, segn yo uso la palabra, denota una fun-
cin que, cuando se aplica a 68 y 57, arroja el valor 125?, es posi-
ble responder: Sin duda s que ms denota la funcin ms y, por
consiguiente, que 68 ms 57 denota 68 ms 57. Ahora bien, s s
aritmtica, s que 68 ms 57 es 125. Por tanto s que 68 + 57
denota 125!. Y, con toda seguridad, el mero hecho de usar el len-guaje me impide poner en duda coherentemente que ms, segn
yo lo uso ahora, denota ms! Tal vez no pueda (en este estadio, al
menos) poner esto en duda acerca de mi usopresente.Pero puedodudar de que mi usopasadode ms denotase ms. Las conside-raciones anteriores (acerca de un arrebato de locura y del LSD)
deberan dejar esto absolutamente claro.
Repitamos el problema. El escptico duda de que haya instruc-
cin alguna que yo me diera a m mismo en el pasado que me com-
pela a (o que justifique) responder 125 en lugar de 5. Plantea
el reto en trminos de una hiptesis escptica acerca de un cambio
en mi uso. Quiz cuando us el trmino ms en elpasado siem-pre quise decir cus: por hiptesis, nunca me di a m mismo indica-
cin explcita alguna que sea incompatible con dicha suposicin.Por supuesto, en ltimo trmino, si el escptico est en lo cierto,
careceran de sentido los conceptos de querer decir una de las fun-
ciones en lugar de la otra y de tener intencin de aplicar una en lu-
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gar de la otra. Pues el escptico mantiene que ningn hecho acerca
de mi historia pasada (nada que estuviera alguna vez en mi mente o
en mi conducta externa) establece que quise decir ms en vez de
cus (ni, claro est, tampoco ningn hecho establece que quise
decir cus!). Pero si esto es correcto, es patente que no puede haberhecho alguno con respecto a cul es la funcin que quise decir; y si
no puede haber hecho alguno con respecto a cul es la funcin particular que quise decir en elpasado, tampoco puede haberlo en el
presente.Ahora bien, antes de segar la hierba bajo nuestros propios
pies, empezamos hablando como si la nocin de que en el momen
to presente queremos decir una cierta funcin mediante ms noestuviera cuestionada y fuese incuestionable. Slo cuestionaremos
los usospasados. En otro caso, seremos incapaces deformular
nuestro problema.Otra regla de juego importante es que no hay ninguna limitacin
(en particular, no hay ninguna limitacin conductista) con respecto a
los hechos que es posible citar para responder al escptico. La evidencia no tiene por qu quedar confinada a la que est disponible
para un observador externo, capaz de observar mi conducta manifiesta pero no mi estado mental interno. Sera interesante si ocurriese
que nada propio de mi conducta externa pudiera mostrar que quise
decir ms o cus, pero s pudiera mostrarlo algo propio de mi estado
interno. Aunque el problema aqu es ms radical. A menudo se ha
considerado que la filosofa de la mente de Wittgenstein es conductista, pero en la medida en que Wittgenstein pueda (o no) ser hostil a
lo interno, dicha hostilidad no ha de asumirse como una premisa,
sino que se ha de obtener como conclusin de un argumento. Por eso,
sea lo que sea aquello en lo que consiste mirar dentro de mi mente,
el escptico asevera que aun si fuese Dios quien mirara, ni siquiera l
podra determinar que quise decir adicin mediante mp.Este rasgo de Wittgenstein contrasta, por ejemplo, con el debate
de Quine en tomo a la indeterminacin de la traduccin10. Hay
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10 Vase W. V Quine, Word and Object(MIT> The Technology Press, Cambridge, Msachusetts, 1960, xi+294 pp.) [Palabra y objeto, Labor, Barcelona, 1968; y Herder, 2001],
especialmente el captulo 2, Translation and Meaning (pp. 26-79). Vase tambin Onto-
logical Relativity and Other Essays(Columbia University Press, Nueva York y Londres,1969, viii+165 pp.) [La relatividad ontolgicay otivs ensayaos,Madrid, Tecnos, 1974], es
pecialmente los primeros tres captulos (pp. 1-90); y vase tambin On the Reasons for the
Indeterminacy of Translation, The Journal ofPhilosophy, vol. 67 (1970), pp. 178-83.Retomo la discusin de las ideas de Quine ms adelante; vanse pp. 69-71.
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LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 29
muchos puntos de contacto entre las discusiones de Quine y de
Wittgenstein. Sin embargo, Quine asume con mucho gusto que slo
la evidencia conductual va a admitirse en su discusin. Wittgens-
tein, por el contrario, emprende una extensa investigacin intros-pectiva11, y los resultados de la investigacin, como veremos, cons-tituyen un rasgo crucial de su argumento. Adems, en l, el modo
de presentarse la duda escptica no es conductista. Se presenta des-de dentro. Quine presenta el problema del significado en trmi-nos de un lingista que, trata de adivinar lo que otrapersona quiere
decir con sus palabras partir de su conducta. En cambio, el reto de
Wittgenstein puede serme presentado como una cuestin acerca dem mismo: Hubo algn hecho pasado acerca de ro (lo que quise
decir mediante ms)** que imponga lo que debo hacer ahora?Pero volvamos con el escptico. ste arguye que, cuando res-
pond 125 al problema de 68 + 57, mi respuesta fue un injusti-ficado salto al vaco; mi historia mental pasada es igualmente com-
patible con la hiptesis de que quise decir cus y, por tanto, deberahaber respondido 5. Podemos poner el problema del modo si-
guiente: cuando se me pregunt por 68 + 57 contest 125 sin
dudar y automticamente; pero parecera que, si nunca antes realic
explcitamente este clculo, podra igualmente haber contestado
5. No hay nada que justifique una inclinacin bruta a responder
de un modo en lugar del otro.Muchos lectores, debo suponer, llevarn ya bastante tiempo im-pacientes por protestar que nuestro problema surge slo debido a
que el modelo de la instruccin que me di a m mismo con respecto
a la adicin es un modelo ridculo. Es claro que lo que hice no
fue meramente darme a m mismo algn nmero finito de ejemplos
a partir de los cuales se suponga que he de extrapolar la tabla com-pleta (Sea + la funcin distanciada por los ejemplos siguien-
11 El trmino introspectivo lo utilizo descargado de doctrina filosfica. Porpuesto, Wittgenstein, en particular, encontrara objetable una gran parte del bagaje que
lo ha acompaado. Lo que quiero decir, simplemente, es que Wittgenstein hace uso, en
su discusin, de nuestros propios recuerdos y del conocimiento que tenemos de nuestras
experiencias internas.* N. del. T.: He corregido una errata del original con respecto a la colocacin de
comillas. He sustituido ...lo que quise decir mediante ms... (...whatImeant byplus...) por ...lo que quise decir mediante ms... (...what I meant by plus..,). La
errata consiste en que las comillas se adosan a quise decir cuando debieran adosarse
a ms.
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tes:...). Hay, sin duda, una cantidad infinita de funciones que son
compatibles con eso.Ms bien lo que hice fue aprender e interio-rizar instrucciones para usar una reglaque determina cmo se
debe continuar la adicin. Qu regla era sta? Bueno, digamos
que, tomada en su forma ms primitiva, puede describirse as: su-pongamos que queremos sumarxey.Provemonos de un gran ar-senal de canicas. Contemos, primero,xcanicas y hagamos con ellas
un montn. Contemos, luego,y canicas y hagamos con ellas otro
montn. Imitemos los dos montones y contemos el nmero de ca-nicas que hay en el nuevo montn as formado. El resultado es x +y.Este conjunto de indicaciones, puedo suponer, me lo di explcita-mente a m mismo en algn momento del pasado. Est grabado en
mi mente como lo estara en una pizarra. Es incompatible con la
hiptesis de que quise decir cus. Es este conjunto de indicaciones,
no la lista finita de adiciones particulares que realic en el pasado,
el que justifica y determina mi respuesta presente. Esta considera-
cin queda reforzada, despus de todo, cuando pensamos en lo querealmente hagocuando sumo 68 y 57. No doy automticamente la
respuesta 125, ni consulto ninguna inexistente instruccin pasa-da al efecto de que debo responder 125 en este caso. Ms bien,
procedo de acuerdo con un algoritmopara la adicin que aprendpreviamente. El algoritmo es ms sofisticado y ms aplicable prc-
ticamente que el primitivo que acabamos de describir, pero no hay
entre ellos diferencia de principio.A pesar de la plausibilidad inicial de esta objecin, la respuesta
del escptico es perfectamente obvia. Cierto, si contar, segn us
la palabra en el pasado, se refera al acto de contar (y si mis otras
palabras utilizadas en el pasado se interpretan correctamente en la
forma estndar), entonces ms debe haber designado adicin.
Ahora bien, la palabra contar, igual que ms, la apliqu slo a
una cantidad finita de usos pasados. Con lo cual, el escptico puede
cuestionar mi interpretacin presente de mi uso pasado de con-tar, tal y como hizo con ms. En particular, puede sostener que
con contar anteriormente quise decir cuontar, donde cuontar
un montn es contarlo en el sentido ordinario, a no ser que el mon-
tn se haya formado como la unin de dos montones uno de loscuales tenga 57 o ms unidades, en cuyo caso la respuesta que au-
tomticamente debe darse es 5. Es claro que, si en el pasado
contar signific cuontar, y si sigo la regla para ms que tan
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LA PARADOJA WJTTGENSTEINIANA 31
triunfalmente se le cit al escptico, debo admitir que 68-1-57
debe arrojar la respuesta 5. He supuesto aqu que, previamente,
contar no se aplic nunca a montones formados mediante la
unin de dos submontones uno de los cuales tenga 57 o ms ele
mentos, pero si este lmite superior particular no sirve, servir otro.
Pues se trata de un punto absolutamente general: si ms se expli
ca en trminos de contar, una interpretacin no estndar de la
segunda palabra traer aparejada una interpretacin no estndar de
la primera12.
Por supuesto, es; intil protestar diciendo que lo que yo me pro
puse fue que el resultado de contar un montn sea independiente desu composicin en trminos de submontones. Por mucho que yo
me haya dicho esto a m mismo del modo ms explcito posible, el
escptico replicar sonriente que estoy de nuevo malinterpretando
mi uso pasado, que en realidad independiente anteriormente sig
nific cuindependiente,donde cuindependiente significa ...
Estoy exponiendo aqu, naturalmente, las bien conocidas observaciones de Wittgenstein acerca de una regla para interpretar una
regla. Resulta tentador responder al escptico apelando, desde una
regla, a otra regla ms bsica. Pero el paso escptico puede repe
tirse igualmente en el nivel ms bsico. Al final, el proceso debe
12 Esta misma objecin echa por tierra una sugerencia relacionada: se podra in
tir en que la funcin cus queda descartada como interpretacin de + porque no satisface algunas de las leyes que acepto para + (por ejemplo, no es asociativa; podra
mos haberla definido de modo que ni siquiera fuese conmutativa). Podra incluso
sealarse que, con respecto a los nmeros naturales, la adicin es la nica funcin que
satisface ciertas leyes aceptadas por m las ecuaciones recursivas para +: Vx (x + 0 = x)
y Vx Vy (x+y*= (x +jy)) , donde la tilde o trazo indica sucesor*; de estas ecuacionesse dice a veces que son una definicin de la adicin. El problema estriba en que los
otros signos utilizados en estas leyes (los cuantificadores universales, el signo de igual
dad) se han aplicado slo en un nmero finito de casos, y se les puede dar interpretaciones no estndar que se ajustarn a interpretaciones no estndar de +. As, por ejem
plo, Vx podra significar para todo x < h, donde hes algn lmite superior para loscasos en los que se ha aplicado hasta ahora la instanciacin universal; y lo mismo vale
para la igualdad.
De cualquier manera, la objecin peca un tanto de exceso de sofisticacin. Muchos
de nosotros, que no somos matemticos, usamos perfectamente bien el signo + sin
tener conocimiento de ninguna ley explcitamente formulada del tipo citado. Y, sin em
bargo, no cabe duda de que usamos + con su significado determinado usual, Qu
justificacin tenemos para aplicar la funcin del modo como lo hacemos?
* N. del. T,: Kripke utiliza los parntesis ( ) para simbolizar el cuantificadoruniversal. Yo, en cambio, he utilizado el smbolo V, He procedido as para evitar
acumulacin engaosa de parntesis con funciones distintas dentro de la frmula en
que ocurren.
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detenerse las justificaciones tienen un final en alguna parte
y lo que me queda es una regla que est enteramente sin reducir a
ninguna otra. Cmo puedo justificar mi aplicacin presente de di-cha regla cuando un escptico podra fcilmente interpretarla de
modo que arroje uno cualquiera de entre un nmero indefinido deresultados distintos? Parece que mi aplicacin de la regla es un in-
justificado palo de ciego. Aplico la regla a ciegas.Normalmente, cuando consideramos una regla matemtica como
la de adicin, nos vemos a nosotros mismos como siendo guiados
en nuestra aplicacin de la misma a cada nuevo caso. sta es preci-
samente la diferencia entre alguien que calcula valores nuevos deuna funcin y alguien que propone nmeros de modo aleatorio.
Dadas mis intenciones pasadas con respecto al smbolo +, una y
slo una respuesta se dicta como la apropiada a la pregunta por
68 + 57. Por otro lado, aunque un evaluador de inteligencia pue-da suponer que slo hay una continuacin posible de la secuencia
2, 4, 6, 8,...., los matemtica y filosficamente sofisticados saben
que hay un nmero indefinido de reglas (incluso reglas enunciadas
en trminos de funciones matemticas tan convencionales como los
polinomios ordinarios) compatibles con cualquier segmento inicial
finito como ste. Por eso, si el evaluador me insta a responder, tras
2, 4, 6, 8,..., con elnico nmero siguiente apropiado, la respuesta
apropiada es que no existe tal nmero nico, ni hay tampoco una
nica secuencia infinita (determinada por reglas) que sea continua-cin de la dada. El problema, entonces, puede ponerse as: yo mis-mo, cuando me di las indicaciones a seguir en el futuro con respec-to a +, difera realmente en algo del evaluador de inteligencia?Cierto, puede que yo no me limite a estipular que + va a ser una
funcin distanciada por un nmero finito de clculos. Puede que,
adems, me d a m mismo indicaciones para el clculo ulterior de+ enunciadas en trminos de otras funciones y reglas. A su vez,
puede que me d a m mismo indicaciones para el clculo ulterior
de estas funciones y reglas, y as sucesivamente. Al final, sin em-bargo, el proceso debe detenerse ante funciones y reglas ltimas
que yo he estipulado para m mediante slo un nmerofinito de
ejemplos, justo como ocurra en la prueba de inteligencia. Si es as,acaso no es tan arbitrario mi procedimiento como el de la persona
que adivina la continuacin de la prueba de inteligencia? En qu
sentido mi procedimiento real de clculo, que sigue un algoritmo
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LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 33
que arroja el resultado 125, est ms justificado por mis instruc
ciones pasadas de lo que lo estara un procedimiento alternativo
que diera como resultado 5? No estoy simplemente siguiendo
un impulso injustificable?13
Por supuesto, estos problemas se aplican a todo el lenguaje y no
quedan confinados al mbito de los ejemplos matemticos, pero el
modo ms terso de sacarlos a la luz es recurrir a los ejemplos mate
mticos. Pienso que he aprendido el trmino mesa de tal modo
que se aplicar a una cantidad indefinida de objetos futuros. Por eso
puedo aplicar el trinino a una situacin nueva, por ejemplo cuando
visito la Torre Eiffel por vez primera y veo una mesa que est en subase. Puedo responder a un escptico que suponga que en el pasa
do con mesa quise decir meslla>donde una meslla es todo
13 Supongo que, a estas alturas, pocos lectores tendrn la tentacin de apelar a
determinacin de continuar del mismo modo que antes. En realidad, si lo menciono
en este momento es primariamente para eliminar una manera posible de malentender el
argumento escptico, no para rebatir una posible rplica al mismo. Algunos seguidores
de Wittgenstein quiz, ocasionalmente, el propio Wittgenstein han pensado que su
idea envuelve un rechazo de la identidad absoluta (como opuesta a algn tipo de
identidad relativa). No veo que esto sea as, con independencia de si son o no correc
tas por otras razones las doctrinas de la identidad relativa. Ya puede ser la identidad
tan absoluta como nos plazca, que slo se da entre cada cosa y dicha cosa misma. As
pues, la funcin ms es idntica consigo misma, y la funcin cus es idntica consigo
misma. Nada de esto me dir si en el pasado me refer a la funcin ms o a la funcin
cus, y por consiguiente tampoco me dir cul de ellas usar a fin de aplicar la mismafuncin ahora.
Wittgenstein insiste ( 215-216) en que la ley de identidad (todo es idntico con
sigo mismo) no proporciona una salida a su problema. Debe estar suficientemente
claro que esto es as (con independencia de si la mxima deba o no rechazarse por
intil). Wittgenstein escribe a veces ( 225-227) como si el modo en que responde
mos en un caso nuevo determinara lo que llamamos lo mismo, como si el significado
de mismo variase de un caso a otro. Sea cual sea la impresin que esto produzca, no
tiene por qu estar relacionado con doctrinas de identidad relativa y absoluta. La idea
(que slo puede comprenderse por completo despus de la seccin tercera del presente
trabajo) puede ponerse as: si alguien que calculase + como lo hacemos nosotros para
el caso de argumentos pequeos diera respuestas extravagantes, del estilo de cus,
para el caso de argumentos mayores e insistiera en que estaba continuando del mismo
modo que antes, no aceptaramos su afirmacin de que estaba continuando del mis
mo modo que en el caso de los argumentos pequeos. Lo que llamamos la respuesta
correcta determina lo que llamamos continuar del mismo modo. Nada de esto en
s mismo implica que la identidad sea relativa en los sentidos en que se ha usado
identidad relativa en otros trabajos publicados sobre el tema.
Para ser justo con Peter Geach, el defensor ms destacado de la relatividad de la
identidad, debo mencionar (no vaya a ser que el lector asuma que estaba pensando en
l) que l noest entre aquellos a quienes he odo exponer la doctrina de Wittgensteincomo si fuese dependiente de una negacin de la identidad absoluta.
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aquello que sea una mesa no encontrada en la base de la Torre
Eiffel, o una silla encontrada all? Pens explcitamente en la
Torre Eiffel cuando por vez primera capt el concepto de una
mesa, cuando me di a m mismo indicaciones con respecto a qu es
lo que quera decir con mesa? Y aun si efectivamente pens en laTorre, acaso no es posible reinterpretar de un modo compatible
con la hiptesis del escptico cualesquiera indicaciones dadas por
m a m mismo que la mencionen? Lo ms importante para el argumento del lenguaje privado es que este punto se aplica tambin,
por supuesto, a predicados de sensaciones, de impresiones visuales,
y de cosas por el estilo: Cmo sque al ir desarrollando la serie+2 debo escribir 20.004, 20.006 y no 20.004, 20.008? . (La
pregunta: Cmo s que este color es rojo? es similar). (Observaciones sobre los fundamentos de la matemtica,I, 3). Este pasa
je ilustra de forma asombrosa una tesis central del presente ensayo:
que Wittgenstein considera que los problemas fundamentales de la
filosofa de la matemtica y del argumento del lenguaje privado
el problema del lenguaje de sensacin son idnticos en la raz,
y provienen de su paradoja. El 3 es, en su totalidad, una enunciacin sucinta y herniosa de la paradoja de Wittgenstein. En realidad,
toda la seccin inicial de la parte I de Observaciones sobre los fundamentos de la matemticaes un desarrollo del problema con espe
cial referencia a la matemtica y a la inferencia lgica. Se ha supuesto que todo lo que me es preciso hacer para determinar mi uso
de la palabra verde es tener una imagen, una muestra de verde
que traigo a mi mente siempre que aplico la palabra en el futuro.
Cuando utilizo esto para justificar mi aplicacin de verde a un
nuevo objeto, no debera resultar obvio el problema escptico para
cualquier lector de Goodman? 14Tal vez con verde en el pasado
quise decir verdul15,y la imagen de color, que realmente fue verdul,tuvo como propsito llevarme a aplicar la palabra verde siempre
a objetos verdules. Si el objeto azul que tengo ahora ante m es
34 WITTGENSTEIN A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
14 Vase Nelson Goodman, Fac; Fiction, and Forecast(3.a ed., Bobbs-Merrill, In-
dianapolis, 1973, xiv +131 pp.) [Hecho, ficcin y pronstico,Sntesis, Madrid, 2004],
especialmente cap. III, 4, pp. 72-81.15 La definicin exacta de verdul no es importante. Lo mejor es suponer que los
objetos pasados eran verdules si y slo si eran (entonces) verdes, mientras que los objetos presentes son verdules si y slo si son (ahora) azules. Estrictamente hablando, sta
no es la idea original de Goodman, pero probablemente es la ms conveniente para los
propsitos presentes. A veces tambin Goodman escribe de esta manera.
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LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 35
verdul, entonces cae bajo la extensin de verde, segn lo que
quise decir con este trmino en el pasado. De nada sirve suponer
que en el pasado estipul que verde se iba a aplicar a todas y solas aquellas cosas que fuesen del mismo color que la muestra. El
escptico puede reinterpretar mismo color como mismo esmo-lor16,donde las cosas tienen el mismo esmolor si....
Volvamos al ejemplo de ms y cus. Acabamos de resumirlo en trminos de la base que tengo para mi respuesta particular
presente: qu es lo que me indica que debo decir 125 y no 5?
Por supuesto, el problema puede plantearse de modo equivalente en
trminos de la indagacin escptica con respecto a mi propsitopresente: no hay nada en mi historia mental que establezca si quise
decir ms o cus. As formulado, puede parecer que el problema es
epistemolgico cmo puede nadie saber cul de estas dos cosas
quise decir? Sin embargo, dado que todo en mi historia mental es
compatible tanto con la conclusin de que quise decir ms como
con la de que quise decir cus, es claro que el reto escptico no es
realmente de tipo epistemolgico. Su fin es mostrar que nada en mi
historia mental de mi conducta pasada ni siquiera lo que de ella
conocera un Dios omnisciente podra establecer si quise decir
ms o cus. Pero entonces parece seguirse que no hubo ningn he-choacerca de m que constituyese mi haber querido decir ms en
lugar de cus. Cmo podra haberlo, si nada en mi historia mental
interna o en mi conducta externa servir de respuesta al escptico
que suponga que de hecho quise decir cus? Si no hubo tal cosa
como mi querer decir ms en lugar de cus en el pasado, tampoco
puede haberla en el presente. Cuando inicialmente presentamos la
paradoja, no tuvimos ms remedio que utilizar el lenguaje, y dimos
por descontado los significados presentes. Ahora vemos, tal como
esperbamos, que esta concesin provisional era en realidad ficticia. No puede haber hecho alguno respecto a lo que quiero decir
con ms, o con cualquier otra palabra, en ningn momento. Al
final, hay que dar un puntapi a la escalera.sta es, por tanto, la paradoja escptica. Cuando respondo de
una forma en vez de otra a un problema como el de 68+ 57, no
puedo tener justificacin a favor de una respuesta en vez de otra.
16 Esmolor aparece, con una grafa ligeramente distinta, en Joseph Ullian, Moon Grue and Grue, The Philosophical Review, vol. 70 (1961), pp. 386-389.
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Puesto que el escptico que supone que quise decir cus no puede
ser contestado, no hay ningn hecho acerca de m que distinga entre
mi querer decir ms y mi querer decir cus. En realidad, no hay
ningn hecho acerca de m que distinga entre mi querer decir con
ms una funcin definida (que determina mis respuestas en ca-sos nuevos) y mi no querer decir nada en absoluto.
A veces, al meditar sobre la situacin, he tenido algo as como
una sensacin inquietante. An ahora, mientras escribo, tengo la
confianza de que hay algo en mi mente el significado que asocio
con el signo ms que me instruye sobre lo que debo hacer en
todos los casos futuros. Yo nopredigolo que har vase la discu-sin que sigue inmediatamente , sino que me instruyo a m mis-mo sobre lo que debo hacer para estar conforme con el significado.
(Si fuese a hacer ahora una prediccin sobre mi conducta futura,
sta tendra contenido sustantivo slo porque preguntar si mi con-ducta estar o no conforme con mis intenciones tiene ya sentido en
trminos de las instrucciones que me doy a m mismo). Pero cuan-do me concentro en lo que est ahora en mi mente, qu instruccio-nes pueden encontrarse all? Cmo se puede decir que yo est ac-tuando sobre la base de estas instrucciones cuando acte en el
futuro? La cantidad infinita de casos de la mesa no estn en mi
mente prestos a ser consultados por mi yo futuro. Afirmar que hay
una regla general en mi mente que me dice cmo sumar en el futu-ro es slo desplazar el problema a otras reglas que tambin parecen
darse slo en trminos de una cantidad finita de casos. Qu puede
haber en mi mente que sea aquello de lo que yo haga uso cuando
acte en el futuro? Parece que la idea entera de significado se des-vanece en el aire.
Podemos escapar a estas increbles conclusiones? Permtaseme
discutir, primero, una respuesta que ms de una vez he odo al con-versar sobre este tema. Segn dicha respuesta, la falacia que aqueja
al argumento de que no hay ningn hcho acerca de m que consti-tuya mi querer decir ms reside en la asuncin de que tal hecho
debe consistir en un estado mental ocurrente. En efecto, el argu-mento escptico muestra que la totalidad de mi historia mental pa-
sada ocurrente podra haber sido la misma con independencia de siquise decir ms o cus; pero todo lo que esto revela es que el hecho
de que quise decir ms (en vez de cus) ha de analizarse disposicio-
nalmente,en lugar de en trminos de estados mentales ocurrentes.
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LA PARADOJA WITTOENSTBINIANA 37
Los anlisis disposicionales han gozado de influencia desde la aparicin deEl concepto ele lo mental de Ryle. El propio trabajo ele
Wittgenstein en su etapa posterior es, naturalmente, una de las
fuentes de inspiracin de tales anlisis, y puede que haya quien
piense que Wittgenstein mismo desea sugerir una solucin disposi-
cional a su paradoja.El anlisis disposicional que he odo proponer es simple: querer
decir adicin con ms es tener la disposicin a responder, ante la
pregunta por cualquier suma x+y,indicando la suma dexey(en
particular, a responder 125 cuando se es interrogado sobre
68+ 57). Y qurer decir cus es tener la disposicin a responder,ante la pregunta acerca de cualesquiera argumentos, indicando la
cuumade los dos (en particular, a responder 5 cuando se es interrogado sobre 68+ 57). Es verdad que mis pensamientos y respuestas reales del pasado no sirven para distinguir entre la hiptesis
del ms y la del cus. Pero, incluso en el pasado, haba hechos dis
posicionales acerca de m que s sirvieron para establecer dicha distincin. Afirmar que de hecho quise decir ms en el pasado es afirmar de acuerdo con lo que, sin duda, ocurri! que si se me
hubiese preguntado por 68 + 57, habrarespondido 125. Por
hiptesis, no fui de hecho preguntado, pero a pesar de ello la disposicin estaba presente.
En buena medida, esta rplica debe inmediatamente parecer que
est mal dirigida, que yerra el blanco. Pues el escptico cre un
halo de perplejidad en tomo a mijustificacin para responder
125 en vez de 5al problema de adicin que se me propuso. l
piensa que mi respuesta no es mejor que un palo de ciego. Proporciona algn avance la rplica sugerida? Cmojustifica ella mi
eleccin de 125? Lo que dice es esto: 125 es la respuesta que
t tienes disposicin a dar, y (quiz aada la rplica) sa habra sido
tambin tu respuesta en el pasado. Muy bien, yo s que 125 es
la respuesta que tengo disposicin a dar (estoy efectivamente dndola!), y quiz sirve de ayuda que se me diga como una cuestin
de hecho bruto que habra dado la misma respuesta en el pasado.De qu modo indica nada de esto que ahora oen el pasado
125 fue una respuestajustificada en trminos de instruccionesque me di a m mismo, en vez de una mera respuesta injustificada
y arbitraria, cual salida de una caja de sorpresas? Se supone que
debo justificar mi creencia presente de que quise decir adicin, no
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cuadicin, y que por tanto debo responder 125, en trminos de
una hiptesis acerca de mis disposicionespasadas? (Investigo y
llevo registro de la fisiologa pasada de mi cerebro?) Por qu estoy
tan seguro de que es correcta una hiptesis particular de este tipo,
cuando todos mis pensamientos pasados pueden construirse biende modo que lo que quise decir fue ms, bien de modo que lo que
quise decir fue cus? O si no, hay que entender que la hiptesis se
refiere slo a mis disposicionespresentes, en cuyo caso dara as larespuesta correcta por definicin?
Nada hay ms contrario a nuestra idea ordinaria o a la de Witt-
genstein que la suposicin de que cualquier cosa que vaya aparecerme correcta es correcta ( 258). Por el contrario, eso slo
significa que aqu no podemos hablar de correcto (ibid.). Todo
candidato a ser lo que constituye el estado de mi querer decir una
funcin en lugar de otra mediante un signo de funcin debe ser tal
que, sea lo que sea lo que yo de hecho haga (o tenga disposicin a
hacer), haya una nica cosa que yo debierahacer. Acaso no es la
concepcin disposicional simplemente una igualacin de la actuacin con la correccin? Si se asume el determinismo, aun cuando
yo no me proponga denotar ninguna funcin nmero-terica enparticular mediante el signo *, resulta que es verdad para * lo
mismo que es verdad para +, o lo es en la misma medida, a saber,
que para cualesquiera dos argumentos,m
yn,
hay una respuestap
unvocamente determinada que yo dara17. (Yo escojo una al azar,
como diramos normalmente, pero, causalmente, la respuesta est
determinada). La diferencia entre el caso de * y el caso de la
funcin + es que en este ltimo, pero no en aqul, a mi respuesta
unvocamente determinada cabe propiamente llamarla correcta o
equivocada18.
3 8 WITTGENSTEIN A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
17 Veremos en lo que inmediatamente sigue que, para argumentos my narbitrariamente grandes, esta asercin no es realmente verdadera ni siquiera para +. Por eso espor lo que digo que la asercin es verdadera para + y para el signo carente de significado * en la misma medida.
18 Yo podra haber introducido * sin querer decir nada en particular, aun cuandola respuesta que arbitrariamente elija param* nest, debido a alguna peculiaridad demi estructura cerebral, unvocamente determinada independientemente del tiempo y de
otras circunstancias que concurren cuando se me hace la pregunta. Podra ocurrir, adems, que yo resolviera conscientemente, una vez que he elegido una respuesta particular para m* n,mantenerla para cualquier otro caso particular, si se repite la pregunta,y que sin embargo yo piense, de todas maneras, que * no significa ninguna funcinen particular. Lo que no dir es que mi respuesta particular es correcta o equivoca
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LA PARADOJA WITTOENSTEINIANA 39
As pues, parece realmente que cualquier concepcin disposi-
cional malentiende el problema escptico encontrar un hecho
pasado quejustifiquemi respuesta presente. El candidato que propone para ser un hecho que determina lo que yo quiero decir no
satisface la condicin bsica que debe cumplir todo tal candidato,
resaltada anteriormente en la p. 25, a saber, que debe decirme loque debo hacer en cada nuevo caso. Al final, casi todas las objecio
nes a la concepcin disposicional se reducen a sta. Con todo, dado
que el disposicionalista ofrece un candidato para ser el hecho en
que podra consistir lo que yo quiero decir que goza de popularidad,
vale la pena examinar con ms detalle algunos problemas a que suidea se enfrenta.
Segn dije, probablemente algunos hayan ledo a Wittgenstein
mismo como si favoreciera un anlisis disposicional. Yo creo que,
por el contrario, aunque las ideas de Wittgenstein poseen elementos
disposicionales, cualquier anlisis de ese tipo es inconsistente con
la concepcin de Wittgenstein19.
da en trminos del significadoque asign a *, algo que s dir para +, puesto queno hay tal significado.
19 Russell, en The Analysis ofMind(George Alien and Unwin, Londres, en Muhead Library o f Philosophy, 310 pp.) [Anlisis del espirita, Paids, Buenos Aires,
1949], realiza ya un anlisis disposicional de ciertos conceptos mentales: vase, espe
cialmente, la Conferencia III, Desire and Feeling, pp. 58-76, (El objeto de un deseo,
por ejemplo, es ms o menos definido como aquello que, cuando se obtiene, causar elcese de la actividad del sujeto suscitada por el deseo). El libro est explcitamente in
fluido por el conductismo watsoniano (vanse el prefacio y el primer captulo). Me in
clino a conjeturar que el desarrollo filosfico de Wittgenstein estuvo considerablemente
influido por este trabajo, tanto en los aspectos en que el autor simpatiza con las ideas
conductistas y disposicionales como en los que se opone a ellas. A mi entender, en 21
ss. de Philosophical Remarks (Basil Blackwell, Oxford, 1975, 357 pp., traducido porR. Hargreaves y R. White) [Observaciones filosficas, UNAM, Mxico, 1997], Witt
genstein expresa su rechazo de la teora de Russell del deseo, segn sta es enunciada
en la Conferencia III de The Analysis ofMind.La discusin de la teora de Russell jug,
me parece, un papel importante en el desarrollo de Wittgenstein: el problema de la re
lacin de un deseo, o de una expectativa, etc., con su objeto (la intencionalidad) es
una de las formas importantes que adopta el problema de Wittgenstein acerca del signi
ficado y de las reglas en lasInvestigaciones. Es claro que el escptico, al proponer susinterpretaciones extravagantes acerca de lo que quise decir previamente, puede obtener
resultados extravagantes con respecto a lo que (en el presente) satisface, o no satisface,
mis deseos o expectativas pasadas, o lo que constituye obediencia a una orden que di.
La teora de Russell es paralela a la teora disposicional del significado que presento enel texto debido a que da una explicacin disposicional causal del deseo. As como la
teora disposicional mantiene que el valor que yo me propuse que tuviera + para dos
argumentos particulares, my t , es, por definicin, la respuesta que yo dara si se mepreguntara por m+ /?, as tambin caracteriza Russell lo que yo dese como aquello
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En primer lugar, debemos enunciar el anlisis disposicional simple. l suministra un criterio que me dir cul es la funcin nmero
terica cp que quiero decir mediante un smbolo de funcin binaria
/, a saber: el referente (p de / es aquella nica funcin binaria
cp tal que yo tengo la disposicin a responder p si se me preguntaacerca de /(m ,), donde pes un numeral que denota a 9 (m, n)
y m y n son numerales que denotan a nmeros particulares
my n.Lo que se pretende con el criterio es que podamos, a partir
de mi disposicin, leer cul es la funcin que quiero decir mediante un cierto smbolo de funcin. Los casos de adicin y cuadi-
cin tratados antes seran simplemente casos especiales de dichoesquema de definicin20.
La teora disposicional trata de evitar el problema de la finitud
de mi actuacin pasada real por apelacin a una disposicin. Pero,
en su apelacin, pasa por alto un hecho obvio: no solones finita mi
actuacin real, sino que tambin lo es la totalidad de mis disposi
40 WITTGENSTEIN A PROPSITO DE REGLAS Y LENGUAJE PRIVADO
que, si lo obtuviera, aquietara mi actividad de bsqueda. Creo que incluso en las Investigaciones, igual que en las Observacionesfilosficas(que provienen de una poca
ms temprana), Wittgenstein contina rechazando la teora disposicional de Russell
porque sta hace que la relacin entre mi deseo y su objeto sea una relacin externa (Ofi 21), aunque en lasInvestigaciones, a diferencia de las Observaciones filosficas,
Wittgenstein ya no basa su idea en la teora de la figura del Tractatus.La idea de Wittgenstein de que la relacin entre el deseo (expectativa, etc.) y su objeto debe ser inter
na, no externa, es paralela a conclusiones correspondientes que yo saco con respecto al significado, ms abajo en el texto (la relacin del siguificado y la intencin con la
accin futura es. normativa, no descriptiva, ms abajo pp. 50-51). Las secciones 429-465 discuten el problema fundamental de lasInvestigacionesen forma de intencionalidad. Me inclino a considerar que 440 y 460 se refieren oblicuamente a la teora,
de Russell y la rechazan.Las observaciones que hace Wittgenstein sbrelas mquinas (vanse, ms abajo,
pp. 47-48 y la nota 24) expresan tambin un rechazo explcito de las concepciones dis
posicional y causal del significado y de seguir una regla.20 En realidad, es perfectamente obvio que una definicin tan cruda como stasulta inaplicable a funciones que yo pueda definir pero no pueda calcular medianteningn algoritmo. Si se acepta la tesis de Church, tales funciones abundan (vase elcomentario sobre las mquinas de Turing, ms abajo, en la nota 24). Sin embargo, Wittgenstein mismo no considera estas funciones cuando desarrolla su paradoja. Para smbolos que denotan tales funciones tiene sentido hacerse la pregunta Cul es la funcinque quiero decir mediante el smbolo?; pero lo que no tiene sentido es la paradoja wittgensteiniana usual (cualquier respuesta, no slo la que doy, concuerda con la regla),puesto que puede que yo no d respuesta alguna en caso de que no posea ningn procedimiento para calcular los valores de la funcin. Ni tiene sentido tampoco una explicacin disposicional de lo que quiero decir. Este no es el lugar de acometer tales asuntos: para Wittgenstein, es posible que esto est en conexin con sus relaciones con elfinitismo y el intuicionismo.
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LA PARADOJA WITTGENSTEINIANA 41
ciones. No es verdad, por ejemplo, que si se me pregunta acerca de
la suma de dos nmeros cualesquiera, no importa lo grandes que
sean, yo vaya a dar por respuesta su suma real, pues algunos pares
de nmeros son simplemente demasiado grandes para que mi men
te o mi cerebro los capte. Cuando se me proponen tales sumas,
puede que me encoja de hombros por falta de comprensin. Puede
incluso que, si los nmeros en cuestin son lo bastante grandes, me
muera de viejo antes de que mi interlocutor acabe de hacer su pre
gunta. Redefnase la cuadicin de modo que sea una funcin que
concuerda con la adicin para todos los pares de nmeros lo bastan
te pequeos como para que yo tenga una disposicin a sumarlos, yque diverja de la adicin de ah en adelante (que de ah en adelante
su valor sea, digamos, 5). Entonces, as como el escptico propuso
previamente la hiptesis de que yo quise decir cuadicin en el sen
tido antiguo, propone ahora la hiptesis de que quise decir cuadi
cin en el sentido nuevo. La explicacin disposicional ser incapaz
de refutarlo. Igual que antes, hay una cantidad infinita de candida-
tas que el escptico puede proponer para desempear el papel de la
cuadicin.
He odo sugerir que la dificultad surge solamente cuando se ma
neja una nocin de disposicin demasiado cruda: ceteris paribus,
sin duda que responder con la suma de dos nmeros cualesquiera
cuando se me pregunte. Y son las nociones de disposiciones con
condicin ceteris paribusincorporada, y no las nociones crudas y
literales, las que se usan de manera estndar en la filosofa y en la
ciencia. Tal vez, pero cmo debemos detallar la clusula ceterisparibus? Quiz de un modo parecido a ste: si mi cerebro contuviera una cantidad de materia extra suficiente para captar nmeros lo
bastante grandes, y si estuviera dotado de capacidad suficiente para
realizar una adicin as de grande, y si mi vida (en estado saludable) se prolongara lo bastante, entonces dado un problema de adi
cin concerniente a dos nmeros grandes, my n, yo respondera
con su suma, y no con el re