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Fraternidad Teológica Latinoamericana Y VERSOS ENTRE CRISIS Guatemala

Y V E R S O S

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Fraternidad Teológica Latinoamericana

Y V E R S O S

E N T R E C R I S I S

Repensando la fe

en cuarentena

Guatemala

Fraternidad Teológica Latinoamericana

La FTL surgió en 1970 en la ciudad de Cochabamba,Bolivia, con el compromiso de responder a los gran-des desafíos sociales y políticos que enfrenta el pue-blo de Dios y Latinoamérica y el Caribe, desde unaperspectiva de la misión integral. Desde entonces, laFTL ha hecho significativos aportes  a la reflexiónteológica contextual y colectiva a través de sus diver-sas consultas especializadas, y principalmente, de losCongresos Latinoamericanos de Evangelización(CLADES), hitos para la Iglesia en América Latina y elCaribe.

Otro aspecto característico de la FTL es la diversi-dad y pluralidad de voces provenientes de distintossectores y disciplinas que nutren y fortalecen lasiniciativas de este movimiento.  La participación demujeres, de jóvenes e indígenas, ha sido fundamen-tal para la construcción amplia de conocimientos,aprendizajes, sentires y proyectos de sobresalientepertinencia en nuestras iglesias y comunidades. Engeneral, las y los miembros de la Fraternidad Teoló-gica Latinoamericana están vinculados a múltiplesministerios y de sus propios ajustes contribuyen adilucidar la vida y misión de la Iglesia en AméricaLatina.

Fraternidad Teológica LatinoamericanaCoordinación Núcleo Guatemala

Azucena Rosal

Pamela Liquez

Kevin Moya

José Juan Siliezar

Rafael Sandoval

Miguel Reyes

Fraternidad Teológica LatinoamericanaGuatemala

Fraternidad Teológica Latinoamericana

Y V E R S O S

E N T R E C R I S I S

Repensando la fe

en cuarentena

Guatemala

Miguel Reyes, ed.

Entre Crisis y Versos:Repensando la fe en cuarentena

Miguel Reyes, ed.

Copyright © 2020Fraternidad Teológica Latinoamericana

Núcleo Guatemala

Diagramación y diseño: Miguel Reyes

Ninguna parte de esta publicación puede serreproducida, almacenada o transmitida de manera

alguna ni por ningún medio, sea electrónico,químico, mecánico, óptico, de grabación o de

fotografía, sin el permiso previo del editor.

Todos los derechos reservados 

Contenido  Prólogo: De profetas y poetas......................................10 Miguel Reyes

1. Imprecación................................................................16 Miguel Reyes

2. COVID-19: Visibilizando la desigualdad en los Estados Unidos...............................................19 Yenny Delgado

3. En busca de Shalom..................................................29 Juliany González Nieves

4. Un infierno creado por nosotros...........................35 Joel Aguilar

5. Bienaventuranzas y Ayes........................................43 Brenda García

6. Las mujeres de fe ante el COVID-19......................46 Pamela Líquez

7. El dolor en tránsito...................................................54 Lucas Magnin

8. Pariendo nuevas realidades...................................57 Azucena Rosal

9. Olvido..........................................................................69 Andrea Moraga

10. Una mirada joven y teológica de la realidad...........................................................72 Teresa Son Gonón

11. Mi gente.....................................................................79 Mayra Sontay

12. Lamento y Profecía: Arte desde el confinamiento.................................83 Miguel Reyes

13. Espera........................................................................92 Andrea Moraga

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14. Imágenes de Dios frente a una epidemia inesperada.............................................95 Rafael Eduardo Sandoval

15. Joven que espera a Dios en una sala de Zoom............................................102 Samuel Lagunas

16. Casas cerradas, asustadas, hiperconectadas y productivas...........................107 Jeferson Rodríguez

17. Después de la tormenta........................................115 Miguel Reyes

18. La Última Cena......................................................117 Kevin Moya

19. Esperanza...............................................................124 Nicolás Panotto

20. Esperanza que no avergüenza: Reflexiones a partir de Romanos 5...................126 Miguel Reyes

7

21. Al Final....................................................................136 Brenda García

22. Volver a empezar..................................................139 Nicolás Panotto

Epílogo/Collage...........................................................150

Autores..........................................................................152

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Prólogo: De profeta y poetas  

Vengan escritores y críticosQuienes profetizan con sus plumasY mantengan sus ojos bien abiertosLa oportunidad no vendrá otra vez

Y no hablen demasiado prontoPorque la rueda sigue girando

Bob Dylan 

Una religión que te dice que solo hay que mirar hacia arribaY que en la vida terrenal todo es bajeza y ruindad

Que no debe ser mirado con atenciónEs la mejor garantía para que tropieces a cada paso

Y te rompas los dientes y el almaContra las piedras rotundamente terrenales

Roque Dalton 

Por la opresión de los pobres Por el gemido de los menesterosos

Ahora me levantaré dice JehováPondré en salvo al que por ello suspira

David, hijo de Isaí

Hace ya meses que no realizamos los rituales coti-dianos con total tranquilidad: salir a comprar el pan,platicar con la señora que se coloca en la esquina dela cuadra, caminar juntito, hablar al oído, reír a car-cajadas junto a toda la familia reunida. Hace meses

que un pequeño virus ha trastocado todas las instan-cias de nuestra vida, de nuestras costumbres, denuestra espiritualidad. Para muchas familias deLatinoamérica los domingos en la mañana comenza-ban con el grito de mamá anunciando el desayuno,prepararse para ir la “casa de Dios”, reunirse enfamilia a disfrutar el brunch y luego ocupar su tardeen las diversiones tradicionales: Ir al cine, ver elfútbol, salir a correr o simplemente dormir. Sinembargo, muchas otras familias, también en Lati-noamérica, despertaban los domingos como cadadía: sin un desayuno; se congregaban en la iglesiacon la firme certeza de que al adorar a Dios la pro-visión a su casa iba venir por añadidura, y luegoocupaban toda la tarde planificando la semana para“rebuscarse” y lograr comer al menos dos tiempos aldía. Sí, la pandemia nos ha afectado a todos en nues-tras rutinas pero también ha venido a desnudar lasrealidades de nuestra región y a remarcarlas: ahoranadie asiste a la iglesia, no hay alabanza estridente,nadie se sienta en las butacas del templo a escuchara un predicador, pero desayunar sigue siendo unprivilegio. 

Repensar la fe es un desafío, siempre lo ha sido. EnIsrael, en las épocas alrededor del exilio, muchos

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Prólogo: De profetas y poetas

hombres hicieron serios señalamientos a la espiri-tualidad institucionalizada. Estas consignas girabanalrededor de dos temas principales, por un lado, acu-saban la idolatría en la que había caído el pueblo, ypor otro, denunciaban las relaciones sociales injustasque hacían que algunos pocos abusaran de su podersobre los muchos. La reforma profética, por tanto, nosolo se centraba en una renovación litúrgica a causade los nuevos tiempos que se estaban aproximando,sino que profundizaban su crítica en las diferentesrelaciones de dominación que el pueblo experimen-taba. Tanto la idolatría como la injusticia atentabandirectamente en contra del pacto y del espíritu de serllamados “Pueblo de Dios”. 

Los compiladores del Antiguo Testamento ordena-ron el material profético de tal manera que prosa yverso hicieran una amalgama estética que más tardese adoptaría como Palabra de Dios. Es así que descu-brimos a los grandes poetas de la tradición judíaquienes, en medio de tortuoso curso de la historia,hablaron palabras que condujeron a la nación a nom-brar nuevas posibilidades. Los profetas no se ubicanlejos de la realidad sino sufren y experimentan lasvicisitudes y los cambios económicos, políticos yreligiosos junto a su gente. Siguiendo esta tradición,

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

el presente libro da cuenta de las realidades en lasque están sumidos los pueblos latinoamericanos enel contexto de pandemia que nos está azotando:desde los problemas de desigualdad y racismo alnorte del continente, pasando por la cotidianidadadversa que experimentan las mujeres en Guatema-la, siguiendo con los desafíos económicos en losbarrios de Colombia, entre otras. Además, las refle-xiones y poemas están enraizados en los retos que elCOVID-19 ha traído a la religiosidad popular, a losritos o liturgias semanales y a las imágenes de lodivino.

Como sucedió en Israel, la pandemia ha desnuda-do nuestras propias idolatrías e injusticias. Por tanto,repensar la fe implica la superación de estas condi-ciones y, en su lugar, la plantación de nuevos hori-zontes para la experiencia y vivencia comunitaria dedicha fe. Como bien lo expresó Samuel Escobar: «lapertinencia de la teología evangélica estará en que seforje al calor de la realidad evangélica de Iberoamé-rica, y en fidelidad a la Palabra de Dios». Por tanto,este no es un libro de respuestas fáciles o de recetas,sino uno que interpela la realidad tal y como la esta-mos viviendo y plantea la posibilidad de transitarpor nuevas rutas. Para ello, retomamos la imagina-

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Prólogo: De profetas y poetas

ción profética reflexionando en prosa acerca delfuturo de la vivencia de la fe, abocándonos a las me-táforas para describir lo que no se puede precisar.

Escribir en medio de la cuarentena es una tareatenaz, pues a la aflicción cotidiana se le agrega eldolor de parir un texto. Sin embargo, en la presentepublicación, encontramos a un grupo de jóvenesherederos y herederas de la larga tradición teológicaevangélica latinoamericana que han tomado el retode soñar nuevos mundos y plasmarlos en forma deversos y ensayos. Como núcleo Guatemala de la Fra-ternidad Teológica Latinoamericana nos complaceque escritoras y escritores que radican a lo largo denuestra América puedan con sus colaboracionesaportar a este proyecto. Esperamos que los ensayos ypoemas contenidos en esta publicación ayuden alpueblo de Dios que habita en Abya Yala a pensar co-lectivamente en nuevas formas de encontrarnos yvivir nuestras espiritualidades en esta etapa humanaque recién vamos conociendo.

Miguel Reyes, editor.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Imprecación 

Miguel Reyes, El Salvador

 ¿Hasta cuándo nos olvidarás en este mar de tragedia?La sangre hierve y el llanto ya estorbaEl camino al cielo debe estar lleno de tumbasLa vida es la aceptación de la muerte.

Miro los diarios, cuento los muertos, salgo a la calle, sueño despiertoOigo sirenas, siento mi cuerpo, la sangre fluye, en mis adentros.

¿Hasta cuándo te esconderás de nuestros ojos?La neblina es espesa cuando está tu presenciaDe lejos, siempre de lejos te tengoLa distancia no solo se mide en kilómetros.

 Las lágrimas bañan la tierraEntre dolor y desesperanza brotoal ciento por unoLa mies ahora es mucha¿Quién recogerá este sufrimiento?

(«Silencio que ha llegado ella con sus balas yflores»)*

Solo dime¿Hasta cuándo serás tan frío?

*«El cuarto de al lado», Fito Páez.

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Imprecación

COVID-19: Visibilizando la desigualdad en losEstados Unidos

 Yenny Delgado, Estados Unidos

 

Hace sólo seis meses, la narrativa en los mediosera: “nos enfrentamos a un virus que no discrimina”.Toda la humanidad era susceptible a la infección,independientemente de su género o etnia. Un senti-miento de que estábamos todos por primera vezfrente a un “gran equilibrador”. Las comunidades empobrecidas, así como las afroamericanas, nativasamericanas y migrantes, estaban comenzando a verlos impactos de la muerte cara a cara.

Los reportes, desde el mismo epicentro de la pan-demia, en Nueva York, mostraron la notable dispari-dad. Los internamientos y necesidad de ventiladoreseran mayoritariamente para personas de color,según lo informado por el Centro para el Control yPrevención de Enfermedades. El COVID-19 exacerbóla situación crítica de las poblaciones más vulnera-

bles que sufren los impactos de la política discrimi-natoria del gobierno de Estados Unidos.

Los y las “trabajadores esenciales” eran vistos porel sector económico como los que tenían que sacrifi-carse para que el país continuara “abierto”.  Losconductores de autobuses, los trabajadores de lastiendas de comestibles, los trabajadores agrícolas, losprocesadores de carne y los empleados de comidasrápidas conforman algunas de las personas menosremuneradas en la economía del país. Sin embargo,estaban en primera línea en términos de exposiciónal virus y riesgo. En una sociedad capitalista como lade Estados Unidos, las  mismas personas que sonesenciales trabajan de 12 a 14 horas, viven chequepor cheque y ganan menos de lo que necesitan parapagar el alquiler, la comida, los suministros básicos,etc.

Priorizando la riqueza sobre la salud

Con el número de personas infectadas creciendodiariamente en el país, la tensión entre el personalmédico y la poca infraestructura es alarmante. Lafalta de equipos de protección personal y materiales 

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Covid-19: Visibilizando la desigualdad en los Estados Unidos

médicos necesarios ha puesto en relieve la gravefalta de preparación y, la naturaleza privada de lacobertura de salud hace que menos personas cuen-ten con atención. A diferencia de los otros países enAmérica que tienen cobertura básica de salud públi-ca, la mayoría de las personas en Estados Unidostienen planes privados en los que si dejas de pagar,quedas automáticamente fuera del sistema.

Los y las ciudadanas de este país pagan primasmensuales a aseguradoras privadas para tener aten-ción y cobertura en atención médica. La incapacidaddel gobierno de no proporcionar cobertura básicapública tiene una larga historia de discusiones entreapoyo y rechazo. Entre tanto el libre mercado se be-nefició de los temores al socialismo, populismo yotros programas, mostrando claramente sus intere-ses económicos de mantener este bien básico priva-tizado.

A medida que la pandemia crece en su númerode infectados, los informes del gobierno mostraronuna falta de preparación para enfrentar la pande-mia. Al 09 de agosto, las cifras de fallecidos superó alos 162,000 mil fallecidos por COVID-19, cifras quehacen a Estados Unidos epicentro en el continente,

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

pero este reporte quedó en segundo plano. La preocu-pación real se centra en la caída de la economía, tra-ducida en millones de personas desempleadas, y lasenormes pérdidas económicas de un país que brindaincontables servicios pero que ha quedado paraliza-do con una cuarentena que poco a poco va perdiendorazón dentro del corazón de una nación capitalista.

Bajo el propósito de salvar la economía, se comen-zaron a firmar proyectos de ley para el uso demillones de dólares a modo de "vacuna rápida". Lainyección de dinero a grandes empresas, negocios yuniversidades privadas han sido recibidas nueva-mente con aplausos.

El racismo emerge una vez más

Si bien la mayoría de los países del mundo hanoptado por imponer a sus ciudadanos cuarentenasobligatorias para controlar el virus, pequeños seg-mentos en Estados mayoritariamente blancos creenque las medidas afectan sus libertades y derechos.Alentados por los discursos de Trump de reabrir laeconomía, o que el coronavirus realmente no es tangrave, los manifestantes principalmente blancos,adornados con la parafernalia: “Make America Great

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Covid-19: Visibilizando la desigualdad en los Estados Unidos

Again”, protestaron contra las órdenes que fuerondiseñadas principalmente para garantizar su segu-ridad y la de los demás.  Las protestas fueron unamezcla de simpatizantes del presidente, entusiastasde los derechos de armas, entre otros. En Michigan,los manifestantes armados, violaron las normas dedistanciamiento social para protestar en una clarayuxtaposición de cómo los hombres y mujeres deascendencia europea pueden portar armas y metra-lletas públicamente sin ser arrestados. En contra-dicción con lo que sucede en el país, si un grupo depersonas negras o "marrones", como califican losblancos despectivamente a los inmigrantes, organi-zaran una protesta pacífica para luchar contra elracismo, estos serían agredidos por la policía sinconmiseración.

Algunas personas pueden pensar que es porque elsistema está roto o manipulado.  Sin embargo, elsistema funciona bien para unos pocos privilegiados,mientras que el resto de la sociedad se sacrifica porla economía.  De hecho, los ricos se vuelven másprósperos como resultado de esta pandemia, mien-tras que los pobres se vuelven más pobres.

 

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

La desigualdad en los Estados Unidos no es nueva;de hecho, está arraigada en la fundación del país y alo largo de más de 400 años de historia. Sin embar-go, en momentos de crisis y pandemia, las socieda-des tienen la oportunidad de reorientar y priorizarlos valores, y la revisualización de la desigualdadaquí puede conducir a un cambio real. Para que estoocurra, debemos analizar honestamente no solo larespuesta actual del virus, sino también la estructu-ración de la sociedad. En esta situación ¿qué espe-ranza podemos tener?  El gobierno de Trump hafallado y continuará haciéndolo mientras solo apoyecorporaciones y líderes conservadores.

Respuesta teológica en la era del COVID-19

«¿Quién vive, quién muere, quién cuenta tu historia?»

Este estribillo del musical Hamilton es clave parareflexionar cómo respondemos y consideramos teo-lógicamente el impacto de esta pandemia. Comocristianos, tenemos que trabajar para asegurar quelas muertes por el virus no sean en vano, y nadie mássufra las consecuencias de los sistemas no diseñadospara el beneficio de las personas sino solo para lascorporaciones. Consolar a los que han perdido a al-

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Covid-19: Visibilizando la desigualdad en los Estados Unidos

guien es crítico; pero estamos perdiendo nuestro lla-mado a decir la verdad en tiempos de crisis si eso estodo lo que hacemos.

No hay una respuesta correcta de cómo debemosenfrentar la muerte y la destrucción que nos trae elvirus en curso. Sin embargo, debemos alentar a lascongregaciones y a los líderes a evitar la trampa devolver una vez más a la mentalidad del fin del mun-do como resultado de la pandemia. En esta línea depensamiento, la crisis actual no es resultado del"castigo" de Dios para las personas que no oran losuficiente, no leen la Biblia lo suficiente y no donansuficiente dinero a las iglesias.

Usar la pandemia para provocar miedo y obedien-cia a mensajes vacíos no preparará a la iglesia y a loscreyentes de Cristo para ser la sal de la tierra. Loslideres pastorales y teólogas tenemos el desafío dereflexionar sobre lo que esta pasando en el mundo deuna manera que permita ver nuevas oportunidades ycómo debemos reconstruir las comunidades de fe demanera que no sigamos repitiendo discriminación,intolerancia, marginación. En respuesta a esta situa-ción, el diálogo con las teologías de la liberación sonun acto de profundizar y entender que estamos lla-

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

mados a ser voces proféticas que denuncien las in-justicias, ¿dónde está Dios para los y las empobre-cidas del mundo que parecen ahora abandonados?

Antes de COVID-19 había poca atención a la situa-ción de las personas pobres, sus carencias económi-cas, su restringido acceso a una buena educación ysobre todo acceso a la salud integral no era de alar-ma, más bien parecía responder sólo a malas decisio-nes de un individuo. Pero si buscamos reflexionardesde el contexto, han sido las políticas de gobiernolas que sistemáticamente han abandonado a susciudadanos dejándoles mucho más vulnerables. Estonos recuerda las palabras de Gutiérrez, escritas hace50 años, que nos dicen: «la pobreza material es unacondición escandalosa para la dignidad humana y,por lo tanto, contraria a la voluntad de Dios».

Si creemos en el mensaje de "ama a tu prójimo", nohay forma de tolerar las políticas gubernamentalesque tratan a los seres humanos como objetos dese-chables. Al reconocer esto, ¿cómo podemos defendera un gobierno que no valora la vida de los ciudadanosporque están empobrecidos o porque no son blancos?¿Por qué este acto malvado no es sorprendente? Loscristianos estamos llamados a rechazar la suprema-

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Covid-19: Visibilizando la desigualdad en los Estados Unidos

cía, luchar por la igualdad, ayudar a reducir la pobre-za y sobre todo defender la vida sin distinción alcolor de piel, idioma, cultura. Esto debería ser crucialen nuestras acciones y reflexiones como iglesia.

Este virus COVID-19 es real, también el empobre-cimiento y la desigualdad que millones de personasexperimentan día a día. Si esta situación no nos mo-viliza para servir a quienes lo necesitan, ¿qué máspodemos decir para que la iglesia cumpla su misión?Tal como lo encontramos en Lc 19:40: «Te digo que, siestos estuvieran en silencio, las piedras gritarían».

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

En busca de Shalom 

Juliany González Nieves, Puerto Rico

 Es difícil escribir acerca de shalomCuando la sangre de nuestras hermanas y hermanos negrosclama desde la tierra por justicia;Cuando madres han perdido a sus hijos e hijas a manos de la violenta supremacía blanca;Cuando nuestros países, islas, y barrios se han vueltozonas de desastre creadas por el hombre,Y la única respuesta que obtenemos es aquellos en el poder arrojándonos toallas de papel.

Es difícil escribir sobre lo entero Cuando los cuerpos ya mutilados de nuestras mujeres y niñas caribeñas y latinoamericanasSon destrozados por aquellos que adoran a Mamón;Cuando nuestros bosques son quemados,convirtiendo la casa que nos dio el Creador en cenizas,Por aquellos que se benefician del fuego y sus políticas de extracción.

 Es difícil escribir sobre lo completoCuando todo lo que debería mantenerse unidoParece estar roto. Y, sin embargo, es allí, en medio de los anti-reinosque privan la vida en este mundoQue el que es antes de todas las cosas;El que hizo las paces con su sangre derramada en el madero;Él, la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación,Nos llamaA abandonar la cómoda distancia del balcón para seguirle en los caminos tortuosos de nuestros países. Porque en su cuerpo desgarradollevó el quebrantamiento de este mundo caído,Y en su resurrección inauguró el reino de shalom. En Él ahora somos la comunidad de vida,Una compañía de espec-actoresEnsayando el drama de Dios, el Libertador.Somos aquellos que caminamosamenazados de resurrección. 

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En busca de Shalom

In Search of Shalom 

Juliany González Nieves, Puerto Rico

 It is difficult to write about shalomWhen the blood of our Black brothers and sisterscries out from the ground for justice;When mothers have lost their sons and daughters to the violence of white supremacy; When our countries, islands, and barrios have become man-made disaster zones;And the only response we get is those in power throwing us paper towels.

It is difficult to write about wholeness,When the already mutilated bodies of our Caribbean and Latin Americanwomen and girlsAre shattered by the worshipers of Mammon; When our forests are burnt down to the ground By those who benefit from fire and implement their policies and economics of extraction,Turning to ashes the house Creator provided.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

 It is difficult to write about completenessWhen everything that should be held togetherSeems to be torn. And yet, it is there, in the midst of the life-deprivinganti-kingdoms of this world  that He who is before all things;He who made peace through his blood shed on thelynching tree;He, the image of the invisible God, the firstborn over all creation,Calls usTo leave the comfortable distance of the balcony to follow him on the troubled roads of our countries.Because in his broken body, he carried the brokenness of this fallen world,And in his resurrection, he inaugurated the reign of shalom. In Him, we are now the fellowship of the living, A company of spec-actorsRehearsing the drama of God, the Liberator.We are those who have been threatened with resurrection. 

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In Search of Shalom

 Nota de la autora En este poema/oración le guiño el ojo a teólogos que deben serreconocidos: Samuel Escobar, y su capítulo "Doing Theology onChrist’s Road", en Global Theology in Evangelical Perspective:Exploring the Contextual Nature of Theology and Mission,editado por Jeffrey P. Greenman y Gene L. Green; Jules A. Mar-tínez Olivieri, y su libro Un Testimonio Visible: Cristología,liberación y participación; y Julia Esquivel, y su poema "Nos hanamenazado de Resurrección".

A note from the author In the poem/prayer, I give nods to theologians who should berecognized: James H. Cone, and his book The Cross and theLynching Tree; Samuel Escobar, and his book chapter “DoingTheology on Christ’s Road,” in Global Theology in EvangelicalPerspective: Exploring the Contextual Nature of Theology andMission, edited by Jeffrey P. Greenman and Gene L. Green; JulesA. Martínez Olivieri, and his book A Visible Witness: Christology,Liberation and Participation; and Julia Esquivel, and her poem“They Have Threatened Us With Resurrection.” 

Nota del Editor

Este poema/oración apareció originalmente en Blogos, el blogoficial del Instituto Logos para teología analítica y exegética dela Universidad de St. Andrews. Publicado con permiso de laautora.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Un infierno creado por nosotros 

Joel Aguilar, Guatemala 

Al día de finalizar este ensayo, en Guatemala esta-mos en el día 97 de cuarentena. Muchas cosas aúnparecen inciertas. Sin embargo, una cosa de la queestoy seguro es que, la humanidad se enfrenta atiempos muy extraños y retadores. Algunas personashan dicho que estamos frente a una posible extin-ción, y no estamos ni conscientes de ello.   A pesar de esto, creo que vivimos en tiempos her-mosos. Por primera vez en muchos siglos, tenemos laposibilidad de reimaginarnos como especie y cam-biar de rumbo.   Durante los últimos días, reflexioné profunda-mente en el pasaje de Mt 10:14-39. Al sentirmeinterpelado por este pasaje, no pude hacer más quepensar y leer el texto desde la perspectiva del sufri-miento por la pandemia y a través de los ojos de los

problemas sociales que enfrentamos a nivel glocal.Así que, permítanme hacer un poco de gimnasiabíblica con algunos versículos. Mi reflexión ha sidoinfluenciada profundamente por muchos académi-cos, pastores, y maestros. Sin embargo, he internali-zado y retrabajado estas ideas tan frecuentementeque es difícil citarlos de una forma tradicional.

Así que, vamos al grano.  Este pasaje está en medio de las instrucciones queJesús dio a sus discípulos justo antes de enviarlos ensu primera experiencia de proclama del Reino deDios. Para ese entonces, Jesús ya había sido acusadode sacar demonios y hacer milagros en nombre delBelcebú. Además, los líderes religiosos ya se sentíanun poco incómodos con el liderazgo de Jesús. Conesto en mente, veamos los vv. 28-29, ya que son losque llamaron mi atención al leer el pasaje. Jesús lesdice a sus discípulos: 

«No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matarel alma. Teman más bien al que puede destruir alma ycuerpo en el infierno. ¿No se venden dos gorriones por unamonedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sinque lo permita el Padre;» [Mt 10:28-29].

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Un infierno creado por nosotros

Cuando leí este pasaje, me vinieron algunas pre-guntas e ideas a la mente. Primero, ¿quién puedematar el cuerpo y no el alma? A lo que respondí, ¡elvirus! El virus hizo que de repente nuestras vidascobraran mucha importancia. Tenemos miedo y noqueremos contagiarnos de esta enfermedad, lo cualhace sentido.  Segundo, ¿quién tiene el poder de matar el alma yel cuerpo en el infierno? Por muchos años, pensé quequien podía hacer algo así de atroz era Dios. Pensabaque si no “aceptaba a Jesús” iba a quemarme en lasllamas del infierno por la eternidad. Sin embargo, alhacerme más viejo, me he dado cuenta de que mu-chas cosas son como el infierno en esta vida. Porejemplo, el racismo, la pobreza y la violencia queexperimentan los negros y mestizos en EstadosUnidos y la población indígena en Guatemala. En-tonces, pregunto: ¿será que quienes sufren de formainimaginable irán al infierno después de experimen-tar el infierno en la tierra? Solo pregunto. Lo quequiero decir es que, encuentro difícil de creer queDios haría algo así.

Uno de los elementos que encontré al estudiarestos versículos trata el asunto de «el que puede des-

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

truir el alma y cuerpo en el infierno». Estudios re-cientes que buscan entender la mentalidad judíadetrás del griego del Nuevo Testamento apuntan alhecho de que la distinción entre el cuerpo y el almase debe a una falencia del idioma griego para inte-grar el cuerpo y el alma de la misma forma que lohace la mentalidad judía. Así que, ¿podría ser queeste pasaje se tradujera como «al que puede destruirlo que los hace humanos en el infierno»?

Si esta es una posibilidad, entonces puede ser queDios no es quien está destruyendo a la humanidad. Sino es Dios, ¿quién está detrás de esta destrucción?¿Podría ser que “el que destruye” es la raza humanaen sí misma? ¿Somos acaso nosotros quienes des-truimos nuestros cuerpos y almas bajo un sistemaque trabaja a la perfección dejando en el anonimatoa aquellos que apoyan prácticas racistas, capitalistasy exclusivistas? Si somos nosotros, en cierto sentido¡Dios no tiene nada que ver con lo que experimenta-mos en esta época—Dios no nos está castigando conesto! Nosotros, la humanidad, somos responsablespor la creación de nuestro propio infierno. Nos que-mamos en las llamas de la pobreza, violencia, y de-sesperanza.

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Un infierno creado por nosotros

Esta perspectiva pareciera ser pesimista porque nopermite la intervención sobrenatural de un Dios todopoderoso. De hecho, el cambio de la situación actualestá en nuestras manos. Este grado de responsabili-dad es de suma importancia, puesto que la posibili-dad de cambio y transformación le compete a lahumanidad.  Ahora bien, con esto en mente, entraré en la explo-ración de algunos de los versículos que siguen: 

«No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a tra-er paz, sino espada. Porque he venido a poner en conflicto, alhombre contra su padre, a la hija contra su madre, a lanuera contra su suegra; los enemigos de cada cual serán losde su propia familia» [Mt 10:34-36].

  Cuando formaba parte del grupo de jóvenes de laiglesia, las y los maestros de escuela dominical, dis-tintos pastores, y muchos otros, me enseñaron “elverdadero significado de este pasaje”. Se me enseñoque, para poder “tomar mi cruz” debía de renunciarhasta a aquellos que eran parte de mi familia en arasde predicar el evangelio. Sin embargo, al hacermemás viejo, he llegado a entender este pasaje con másprofundidad. Por favor, aguanten una vez más mi

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

gimnasia bíblica. Si como raza humana hemos crea-do nuestro propio infierno, ¿podría ser que en estosversículos Jesús nos invita a una forma diferente derelacionarnos en medio del infierno que construi-mos? ¿Qué tal si lo que tenemos en estos versículos esuna invitación a rebelarnos al sistema que nos ama-rra al mito de la escasez, y a valernos por nosotrosmismos?

He aquí una parte del sistema. Si bien me enseña-ron una cosa en la iglesia, se me modeló algo total-mente diferente en casa. Aprendí que siempre debíacuidar primero por mi familia de sangre. Si nosotrosestábamos bien, no importaba si el mundo se caía apedazos. En cierta forma, todos eran un posible ene-migo que podía quitarnos lo que podría ser la espe-ranza de algo mejor. Así es como construimos comu-nidad como raza humana. Siempre es nuestro grupocontra el otro. En Guatemala, todavía nos dejamossometer a la historia del mestizo ladino en contra delenemigo indígena. Esto es bastante preocupante ensí, porque significa que la colonización fue totalmen-te exitosa en la racialización de nuestros cuerpospara separarnos en contra de otros y otras.

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Un infierno creado por nosotros

A pesar de esto, creo que Jesús nos propone unaopción distinta en estos versículos. ¿Será posible queme convierto en enemigo de mi familia al romper larivalidad con el otro, al no culpar al otro de los malessociales (indígenas, negros, los pobres, diversidadsexual y otros grupos)? Creo que Jesús nos dice algodistinto entre líneas: la paz del mundo los une através de hacer de otro un chivo expiatorio, a travésde ver al otro u otra como enemigo. Si toman su cruz,les costará la unanimidad que tienen con su propiasangre. Si se rehúsan a la violencia que los separa,eso les traerá violencia a ustedes. Siguiendo estalínea, podría ser que “tomar la cruz” signifique soñarun futuro distinto, hablar en contra de las formas deunión que se centran en el otro u otra como enemi-gos, y que al seguir la vía de la paz sufriremos distin-tos tipos de violencia. Ahora bien, démosle la bien-venida a quienes promueven formas no violentas deprotestar injusticia, exclusión, y violencia. Tal vez,esa es la recompensa en sí misma. 

«Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estospequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguroque no perderá su recompensa» [Mateo 10: 42].

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Bienaventuranzas y Ayes 

Brenda García, El Salvador

 Dichosos ustedes quienes con árida agonía infunden esperanzaDichosos ustedes cuyo amor alcanza los corazones maltrechosDichosos ustedes cuyas manos ayudan sin esperar nada a cambio Dichosos ustedes que con su llanto fertilizan la tierra Dichosos ustedes que re- nacen en las inclemencias Dichosos ustedes que abrazan al enfermo, al caído, al excluido, al marginado Dichosos ustedes que flotan entre las aguasDichosos ustedes que no sucumben ante los poderes de muertede ustedes es el Reino aquí y ahora.Alégrense ustedes, porque en verdad han conocido el evangelio.

PeroAy de ustedes insolidariosAy de ustedes mercaderes de la necesidadAy de ustedes traficantes de la saludAy de ustedes megalómanos del poderAy ustedes idólatras de lo vanoAy de ustedes falsos profetasAy de ustedes sabios de este mundoAy de ustedes genocidasJamás han conocido el amor, la justiciaNi al Dios de la vida.

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Bienaventuranzas y Ayes

Las mujeres de fe ante el COVID-19 

Pamela Líquez, Guatemala 

Transcurre el año 2020 y desde hace un par demeses la vida ya no es la misma. Hemos tenido uncambio abrupto en nuestro contexto, nuestro ritmode vida, de trabajo, de descanso y de convivencia de-bido a un diminuto virus denominado “Coronavirus”o “COVID-19”, el cual se ha convertido en pandemia yha sacudido al mundo entero.

Hemos cambiado nuestra forma de trabajo, derutinas, de ambiente y seguimos intentando rendircomo lo hacíamos antes, o incluso más, porque in-tentamos fusionar el ritmo de vida que llevábamosantes de la pandemia con el ritmo que llevamos aho-ra en confinamiento, con restricciones sociales ylidiando con nuestras emociones que pueden ser unamontaña rusa. Las mujeres de fe también nos hemosenfrentado con llevar nuestros espacios litúrgicos auna pantalla, a un vídeo, en donde no podemos ex-

presar nuestros agradecimientos y peticiones, nopodemos ser parte activa de ellas, ni abrazar anuestras hermanas.

¿Cómo estamos viviendo y enfrentando lapandemia las mujeres?

Para nadie es un secreto que nuestras sociedadesresponden a un sistema patriarcal capitalista, endonde si no produces no eres útil; el cual, por si fuerapoco, carga a las mujeres todo el trabajo doméstico.Intentamos cumplir con las tareas que teníamos an-tes de la pandemia y agregamos más para “atender”la pandemia. La medida más drástica que el gobiernoha tomado hasta el momento ha sido el distancia-miento social y el confinamiento en nuestras casas.Sin embargo, el “Quédate en Casa” no es tan sencillopara muchas mujeres y niñas, ya que a veces implicacompartir el espacio con sus agresores todo el tiempo—según estadísticas, la mayoría de mujeres y niñasvíctimas de violencia de género son agredidas porpersonas de su familia, con quienes conviven bajo elmismo techo—. En este tiempo de cuarentena hanincrementado las violencias contra mujeres y niñas,pero el mismo confinamiento puede llevarlas a nopoder denunciarlas. Otras mujeres (si no es que to-

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Las mujeres de fe ante el COVID-19

das), batallan con la duplicación o triplicación de lasjornadas, porque deben cumplir con los compromi-sos laborales, las tareas del hogar, el cuidado de lafamilia y las tareas escolares de las hijas e hijos, todoesto en el mismo horario y espacio. Otras, batallancon el cúmulo de emociones y estrés que les provocael confinamiento, el miedo y la angustia. Y es que elcambio abrupto de rutinas de por sí genera estrés;escuchar los noticieros genera miedo, angustia y es-trés; intentar trabajar en casa con el ruido de casa (lalicuadora, los perros ladrando, las personas hablan-do, las niñas y los niños jugando) genera estrés; aten-der a las niñas, niños y personas adultas mayoresgenera estrés; estar para otras personas y cargarsecon sus emociones, sus angustias y sin tener tiempoy el conocimiento para atender las propias generatambién estrés. Y es que el sólo hecho de lidiar conuna pandemia ya es una acción que puede cargarnosy estresarnos.

Pero ¿cómo enfrentar entonces esta pandemia?

Actualmente ha circulado mucha información quenos sugiere cómo podemos hacer frente a esta pan-demia. Artículos que nos ayudan a ordenar mejornuestro tiempo, que nos dan técnicas para trabajar

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desde casa, para disminuir el estrés, para ayudarnosa controlar ataques de ansiedad, etc., informaciónmuy útil y valiosa. Sin embargo, poco podemos hacersi no contrarrestamos las problemáticas de raíz, queen este caso es el sistema patriarcal capitalista en elque vivimos.

Sin duda el estrés y la duplicación de jornadas pa-ra las mujeres sería mucho menor si las tareas decasa fueran tomadas como lo que son: responsabili-dad de todas y todos. Es importante que como muje-res rompamos con los roles de género y aprendamosa delegar tareas para involucrar a toda la familia enel que hacer, la limpieza, la ropa, la comida, los cui-dados de las niñas, niños y de las personas adultasmayores, y como hombres es importante que tam-bién rompan esos roles de género y que asuman queel trabajo de casa como responsabilidad de todas ytodos. Esto disminuirá la carga de tareas y puedebrindarnos tiempo y energía para cuidarnos a noso-tras mismas, tomar un respiro, hacer ejercicio, leerun libro, hablar con amigas o hacer una siesta. Tam-bién puede brindarnos tiempos para vivir nuestraespiritualidad de la manera en que nos sintamos máscómodas, meditando, leyendo, dialogando, cantando,orando, escribiendo, etc.

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Las mujeres de fe ante el COVID-19

Debemos combatir el sistema patriarcal capitalistaque no sólo a sobre-explotado a la naturaleza, sinoque también ha explotado los cuerpos y las mentes.Démonos permiso de descansar en medio de esta cri-sis, de apagar el noticiero, de desactivar el wifi, deexpresar nuestras emociones, de llorar, de sentir, depensar en cosas que, aunque no nos lleven a nada,nos hacen bien. No permitamos que el sentimientode culpa por no estar “produciendo” nos invada; lasmujeres también somos personas y necesitamostiempo de pausa, de descanso y de ocio, eso haceparte del autocuidado. Cuidemos nuestra economía yla de otras mujeres, consumamos en lo local, a laspequeñas emprendedoras, a la señora de la tienda, laque tiene su puesto de verduras, la que hace pasteles.Claro, debemos asumir todas las medidas sanitariaspara cuidar nuestra salud y que nuestra economíasea circular a fin de que podamos enfrentar de mejormanera esta crisis.

Las mujeres siempre se han responsabilizado o seles ha delegado la tarea de cuidado, se han volcado alcuidado de otras y otros, pero como lo proponen lasfeministas comunitarias y sanadoras ancestrales deIximulew Guatemala: “sanando tú sano yo, sanandoyo sanas tú”. Es importante que para que las y los

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otros estén bien, nosotras también debemos estarbien, porque somos parte de una red de la vida quedebe estar en equilibrio.

¿Y qué hay de las mujeres de fe?¿Cómo asumimos la crisis?

Las mujeres de fe recordamos que Jesús nos acom-paña y renace en cada acción que promueve la vida,como las redes de mujeres que elevan la voz por lasque no pueden o las que ya no están, las que exigenjusticia, las que ponen alto y denuncian la violencia,las que acompañan en sororidad. Recordamos lacomunidad de fe de Jesús, esa comunidad sin distin-ción de clase social, nivel educativo y género. Lasmujeres de fe pues, estamos invitadas a recordar quetenemos una comunidad de fe, que nuestra fe tras-ciende los muros de los templos. Las mujeres de feestamos redescubriendo la vivencia pura de la fe,acompañándonos unas a otras, orando unas porotras para fortalecer nuestro espíritu. Y es desde ahí,desde esa esperanza que alumbró y llenó de alegría aaquellas mujeres seguidoras de Jesús al llevar elmensaje de resurrección y de esperanza, que las mu-jeres de fe invitamos a las creyentes y seguidoras deJesús, a quienes la han perdido, a compartir el pan

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con quienes no lo tienen, a ser solidarias afrontandola crisis como comunidad, dejando los individualis-mos y rescatando la sororidad con nuestra prójima.

Nota del Editor

Este artículo se escribió originalmente para el boletín “Temas”del Centro Evangélico de Estudio Pastorales de Centroamérica(CEDEPCA). Publicado con permiso de la autora.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

El dolor en tránsito 

Lucas Magnin, Argentina

 

Me azota la borrasca en el pecho,me azota en la cara,me rompe la piel,el alma blanda y tibia.

 Desfilan por mi carnelos escarnecedores, los pálidos,los viciosos, los que complotan,los mercenarios de la envidiay el desconcierto y la penumbra,los hijos de la noche, los ladronesfunestos, cínicos, desentendidos.

Dios se mete esos díasen el fondo de la caverna,como un fósforo, como un rumor,para acompañar la angustia roja,para treparse a mi tapial de uñas,para pavimentar el sendero de nieve,

para hacerque la sangre se vuelva costra,que la costra se vuelva cicatriz,que la cicatriz no se suba al pecho.

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El dolor en tránsito

Pariendo nuevas realidades 

Azucena Rosal, Guatemala 

El inicio del año 2020 marca la humanidad entera,con un antes y un después. La crisis sanitaria de unnuevo coronavirus, que viajó desde Wuhan, China acasi todos los países del globo ha generado no soloenfermedad y muerte sino modificaciones en la for-ma de vivir. Las comunidades cristianas, se han vistoobligadas a adoptar estrategias, que permitan vivir lafe en medio del distanciamiento social, lejos de lostemplos. Estas condiciones extraordinarias, conmi-nan la reflexión si lo que hemos sido hasta ahora,seguirá siendo o quizá se pueda seguir el viaje histó-rico de la iglesia.

De la manera en que las mujeres embarazadas,después de meses de larga espera y momentos de tra-bajo de parto, traen nuevas vidas, podemos tras lapandemia, recrear posibilidades y relaciones entreseres humanos/as y entre los humanos y la natura-leza, en coyuntura con lo que dice la Biblia:

 

«Porque sabemos que toda la creación gime a una y a unaestá con dolores de parto hasta ahora; y no solo ella, sino quetambién nosotros mismos, que tenemos las primicias del Es-píritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mis-mos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuer-po» [Ro 8:22] (TLA).

A Orillas Del Río  En la actual búsqueda de sentidos y utopías quealienten la esperanza, se puede volver la miradahacia textos bíblicos que en los orígenes del cristia-nismo parieron una realidad distinta, en la que seanunciaba la buena nueva no solo para la humani-dad sino también para la naturaleza.    Por varias décadas ya, varios/as estudiosos bíbli-cos han propuesto que mucho del contenido del librode Los Hechos de los Apóstoles, plantea una visiónutópica del cristianismo primitivo. Mediante la elec-ción de lo que se narra y el enfoque de cada perícopa,el evangelista Lucas, en ésta segunda obra de su du-pla, no pretende hacer una bitácora minuciosa sinomostrar a las comunidades del cristianismo origina-rio como la iglesia debiera ser.

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Pariendo nuevas realidades

La hermenéutica feminista no se ha quedado a-trás, develando el largo proceso de construcción deltexto lucano en detrimento de las figuras femeninasque nutrieron la iglesia primitiva y relegándolas apapeles secundarios de la historia. Notoria la seme-janza que entre el siglo tercero y el cuarto la iglesiaadoptó de la identidad del imperio romano, en suorganización, extensión, ritos y fórmulas. En mu-chos sentidos, no fue el cristianismo el que modeló alimperio, sino fue el imperio el que modeló al cristia-nismo después del siglo primero.

Se propone en éste escrito, considerar la siguienteperícopa:  

«Un sábado, fuimos a la orilla del río, en las afueras de laciudad. Pensábamos que por allí se reunían los judíos paraorar. Al llegar, nos sentamos y hablamos con las mujeresque se reunían en el lugar. Una de las que nos escuchaba sellamaba Lidia, una mujer que honraba a Dios. Era de la ciu-dad de Tiatira y vendía telas muy finas de color púrpura. ElSeñor hizo que Lidia pusiera mucha atención a Pablo, ycuando ella y toda su familia fueron bautizados, nos rogó:"ustedes consideran que soy fiel seguidora del Señor, ven-gan a quedarse en mi casa". Y nos convenció (….) En cuantoPablo y Silas salieron de la cárcel, se fueron a la casa de Li-dia. Allí vieron a los miembros de la iglesia y los animaron aseguir confiando en Jesús. Luego, Pablo y Silas se fueron dela ciudad» [Hch 16:13-15, 40] (TLA).

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Esta sección se encuentra, según el texto progra-mático del libro en Hechos 1:8, en la etapa de procla-mación de la buena nueva “hasta” lo último de latierra. Se le valora como un hecho extraordinariopues asienta la conversión al cristianismo en tierraseuropeas. El propósito de éste ensayo es poner a lavista los elementos potentes que permiten relanzarla historia. Entre otros elementos, se tienen:

Una Relación simbiótica con la naturaleza

En diversas épocas, las comunidades de creyentestuvieron como punto de reunión lugares abiertos,lejos de ciudades y construcciones. El Antiguo Testa-mento nos muestra también que la religión de Israelno siempre tuvo su centro en el tabernáculo y el tem-plo, en la ciudad Jerusalén.

El texto citado, nos muestra un grupo de personasque oraba y adoraba a Dios a orillas de un río. ¡Vayasi no la figura del río en toda la escritura tiene unafuerte carga relacionada con el fluir de la Ruah deDios!

El grupo de personas que Pablo y Silas encontra-ron en Filipos no estaba conforme con las formas

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Pariendo nuevas realidades

habituales del judaísmo de la época. Es notorio queno estaban en una sinagoga y que en la apertura dela reunión pública acogieron a dos personajes, hastahora extraños para escuchar lo que tenían que decir.

Exterminio ha sido a través de los siglos el rasgoque ha predominado en la relación humanidad ynaturaleza, la explotación agotadora y la indiferen-cia al deterioro del planeta.  Incluso en la época his-tórica de La Colonia, la iglesia favoreció y apoyó latarea de explotación a humanos y a la naturaleza quedesde las sedes de Europa se llevó hacia los otros con-tinentes.

Las comunidades de creyentes necesitan reflexio-nar, arrepentirse y cambiar por la relación distante,irresponsable y solapadora del colonialismo que has-ta ahora ha predominado para encontrar que, en elnovedoso proyecto de salvación de Dios, la natura-leza está esperando también el momento de ser libe-rados de la corrupción a que se ha sometido. Más alláde ser un punto alternativo de realización litúrgicacomo se lee, la creación de Dios es la casa común quetodos y todas habitamos, es la madre amorosa quenos amamanta y es la herencia para futuras genera-ciones.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Iglesia doméstica

La comunidad de fe que éste texto nos muestra nose ligaba ni a la naturaleza, la orilla de un río ni a lacasa. Es decir, hay flexibilidad en la elección de losambientes celebrativos, lugares que se consideransagrados. Contrasta con la sacralización de edificioslujosos y la demonización de la naturaleza. Este textonos muestra que casa (la de Lidia) y las orillas del río(donde se reunían) son lugares en los que en comu-nión se puede orar, proclamar la buena nueva, cele-brar los sacramentos y dar paso a la koinonía cristia-na.    La comunidad de Jesús el Cristo y el cristianismoen sus orígenes mostró una habilidad tremenda paradesmontar el status quo, cediendo lugar entre susfilas a gentes vaciadas de poder por el sistema kiriar-cal: esclavos y esclavas, extranjeros y extranjeras, lasmujeres en general y los pobres.

La iglesia doméstica acoge modelos no tradiciona-les de familia. Se nos muestra una mujer comercian-te con su familia. Contrasta con la versión tradicio-nal, que se ha llamado el “modelo de Dios”, por perso-nas y grupos fundamentalistas. Esa familia tradicio-

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Pariendo nuevas realidades

nal debe estar compuesta únicamente por una parejaheterosexual y su progenie. En Filipos, la buena nue-va fue acogida por algunas personas y entre ellasfamilias completas que en algo se distanciaban almodelo patriarcal dentro del imperio romano de laépoca, fenómeno que se repite en otras porciones dellibro.

Ética centrada en la justicia, la compasión y el compromiso

El texto propuesto, hace relevante la condición deLidia que “honraba a Dios”.  Esta expresión pudieraúnicamente tener una carga litúrgica e interpretarseque ocupaba parte de su tiempo en reuniones y ritosde la religiosidad judaica del siglo primero. Sin em-bargo, en otras perícopas de la obra lucana, cuandohabla de los prosélitos, hace referencia a su conductay especialmente a la capacidad de mostrar compa-sión con las personas más necesitadas.

La comunidad naciente de Filipos fue testiga delepisodio que se cita en el mismo capítulo, del destinoque Pablo y Silas tuvieron luego de ser encarcelados,por una acusación falsa a raíz de haber liberado de laopresión a una mujer, que cautiva por sus amos era

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obligada con fines económicos. El escándalo social,no fue motivo suficiente para que la comunidad sedespreocupara de Pablo y Silas; con todo al salir de lacárcel les acogen solidariamente; este hecho muestraque tenían una justicia mayor que la ley de la época.

Capacidad de producir para suplir las necesidades propias y de los/as vulnerables de la comunidad de creyentes

No solo esta sección, sino otras de la obra lucana,muestran que en el cristianismo primitivo, en mate-ria económica habían dos rasgos: la habilidad de laspersonas para conseguir recursos a partir de su tra-bajo y la disposición a solidarizarse con los sectoresvulnerables de la comunidad, lo que muchos autoresexpertos han dado por llamar “la utopía del libro deLos Hechos”. A tal grado llegó la solidaridad mostra-da dentro de las comunidades de creyentes que seremarca con grandes letras que entre ellos “no habíanecesitados” y esa característica era testimonio den-tro de las ubicaciones geográficas en que surgían.

Capacidad hospedadora

En más de una ocasión, en el texto citado se co-menta que no había problema en la casa de Lidia 

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para hospedar a los visitantes. Además de ser unrasgo de la cultura de la época, aquí se rebasan losprejuicios de género, clase, etnia y cultura. ¡Cuántoriñe esa capacidad hospedadora con el carácter agriodel cristianismo que predomina en América Latina,indiferente a las realidades que se viven, fundamen-talista, manipulado y servil a las clases políticas! Laiglesia toda puede vivir momentos de conversión sisomos capaces de escuchar la verdad de personasque piensan y viven diferente, que transformadaspor el influjo de la Ruah, como en pentecostés, dantestimonio del dinamismo amoroso que les vincula.

Capacidad de animar la fe

El último verso de la perícopa citada, muestra quedespués del episodio en que Pablo y Silas salen de lacárcel se encuentran nuevamente con la comunidadde creyentes. Debido a la riqueza del idioma originalpuede interpretarse que no solo Pablo y Silas anima-ron la fe de los filipenses, sino también los filipensesanimaron la fe de los visitantes.

En las múltiples tareas que las iglesias cristianas,todas ellas en su diversidad, vale la pena hacer unjuicio de valor y preguntar cuántos de los largos dis-

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cursos efusivos y trillados animan y renuevan la fe, osi más bien la cautivan en patrones de sistemas queno favorecen la expresión de amor y tolerancia entrehumanos y la relación respetuosa con la creación, ydejan caer las conciencias en un marasmo indiferen-te del kairós que nos circunda.

La naturaleza como madre, y la humanidad, nolleva solamente algunos meses sufriendo (en la co-yuntura de pandemia) y pariendo, lleva siglos. Siglostambién lleva la iglesia de haber abandonado la po-tencia del mensaje del evangelio del reinado de Diosy del testimonio de los/as primeros/as creyentes.  En medio de los dolores de parto, que podamosabrir los ojos y visibilizar dentro de las comunidadescristianas en qué medida nos hemos acomodado a laherencia imperial y colonial de veinte siglos de cris-tianismo. Que podamos soñar, pensar, gestar, parir yvivir realidades diferentes.

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Pariendo nuevas realidades

Referencias:

Equipo «Cahiers Evangile», Los Hechos de los apóstoles(Estella: Verbo Divino, 1991).

Estévez López, Elisa; Las mujeres en los orígenes delcristianismo (Estella: Verbo Divino, 2012).

Fitzmyer, Joseph A., Los Hechos De Los Apóstoles, tomo I y II(Salamanca: Sígueme, 2003).

Gómez-Acebo, Isabel, ed., La Mujer En Los Orígenes DelCristianismo (Bilbao: Desclée De Brouwer, 2005).

Gonzáles, Justo, "Hechos", Comentario BíblicoHispanoamericano (Miami: Caribe, 1992).

Mena López, Maricel, Memoria robada: Las mujeres en losorígenes del cristianismo (Bogotá: USTA, 2015)

Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana 22, (1996).

Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana 72,(2012).

Richter Reimer, Ivoni, Vida de las mujeres en la sociedad yen la iglesia (Ecuador: Tierra Nueva, sf.).

Schüssler Fiorenza, Elisabeth, En memoria de ella: Unareconstrucción teológico feminista de los orígenes delcristianismo (Bilbao: Desclee Brouewer, 1989).

Theissen, Gerd, La religión de los primeros cristianos: Unateoría del cristianismo primitivo (Salamanca: Sígueme,2002).

Tunc, Suzanne, También las mujeres seguían a Jesús(Cantabria: Sal Terrae, 1998).

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Olvido 

Andrea Moraga, Guatemala

 

Instinto de seguridad, paz … el predador está guardadoAporte de belleza, el cantar matutino en los cielos no contaminadosEllos los usurpadores o nosotros los ladrones de suelos naturales El coyote caminando a la orilla del puente vacío, elpavo real pavoneándose de libertadConsumismo, de lo que se desea y no se necesitaNudos, plástico, mascarillasllegando hacia lo profundo

 

Protección para el mayordomo,daño para el animal marítimoReflexión de lo dado por el Creador, gestionado en la historia por el humanoEco y logia, la perpetua relación desquebrajada de los seres vivos

Olvidaremos. 

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Olvido

Una mirada joven y teológica de la realidad

 Teresa Son Gonón, Guatemala

 

Ante la actual crisis sanitaria por el despliegue delCovid-19 a nivel mundial, se contemplan variedad defenómenos que afectan grandemente a la humani-dad, entre los que destaca la vivencia de fe. Las medi-das tomadas por las autoridades civiles para conser-var la vida han sido las de apostar por el distancia-miento social, por lo cual, no ha quedado de otra, departe de las diversas religiones, que seguir las indica-ciones. En esto se experimenta una crisis silenciosa opronunciada sutilmente.

Explicando lo anterior, resulta que de pronto lasiglesias quedan vacías, los espacios de encuentros deoración y actividades religiosas son pausadas, por-que ahora lo que importa es la vida —a pesar que,para la fe, lo primordial siempre ha sido la vida—. Enmomentos como estos son cuando, al no tener unapresencia física en los templos, se cuestiona las prác-ticas sostenidas hasta hoy.

Para la gran mayoría de creyentes, aunque preva-lezca una convicción de fe, ha sido un golpe duro. Porello, han surgido cantidad de formas de vivir la fedesde las familias, cada una según lo aprendido porsu doctrina. Sin embargo, a raíz del contexto, se ex-perimenta miedo, incertidumbre, estrés, indiferen-cia, se ha despuntado el racismo, el egoísmo, la po-breza, el hambre, el descuido y el individualismo,hasta tal punto que pareciera que nos diluimos en elsistema de muerte.

Como joven teóloga, al contemplar el día a día ennuestras comunidades, me hago las siguientes pre-guntas: ¿En qué aspecto de la experiencia de fe noshemos estancado para que ahora nos sintamos tanvacíos por no participar físicamente en el templo?¿Cómo, desde la comunidad de fe, hemos abrazadocon miedo la coyuntura y temerosamente repetimosformulas con las cuales creemos que saldremos sal-vos de esta realidad por sentirno preferidos de Dios? Y más aún, si sostenemos que Dios es quien acompa-ña nuestra historia ¿Qué haría Jesús en nuestro lu-gar? ¿Cuáles serían las propuestas para enfrentareste momento?

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Una mirada joven y teológica de la realidad

Sin duda, estamos en deuda para iluminar estefenómeno y el silencio parece agudizarlo. Donde loshabitantes, rodeados de una cultura capitalista, vi-ven acongojados por esta realidad y buscan respues-tas, es fortalecedor recordar al joven nazareno enaquella sinagoga al desenrollar el texto de Isaías y alproclamar la buena nueva. Nos descubre en el textode Lc 4:16-30 a ese Jesús consciente de la realidad,que no le deja indiferente, sino que, comprendiendoel sueño de Dios para su pueblo, invita a descubrir lasformas de hacer posible este querer de Dios en elmomento presente, de la cual no es realizable sin elaporte concreto de cada ser humano.

En el mismo texto se desvela la fuerza y conviccióncon la que Jesús explica lo que supone el aquí y ahorade la acción de Dios en la historia, denunciando laopresión de parte de un sistema que no solo subyuga,sino que mata.  Ahondando en esta actitud de Jesús ytrayéndola al contexto, reta a las Iglesias y a los jóve-nes que, con toda la vibra y con la visión a futuro,empleemos nuestra creatividad para provocar expe-riencias nuevas y profundas, ayudándonos de lanaturaleza, la familia, las amistades y de los mediostecnológicos. De esta manera, podremos lograr co-nectarnos con la experiencia fundante y que esto

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desemboque en una transformación personal y co-munitaria.

Parafraseando al joven nazareno; «Hoy se cum-plen estas palabras proféticas y a ustedes les llegannoticias de ello» [Lc 4:21b], atrevidamente reconoce-ríamos que nos pondría en acción, para buscar lassoluciones a esta problemática que ya no es solo desalud sino sistémica, a nivel civil y religioso. Sí reli-gioso, porque por no tener lo que siempre teníamos,tememos y nos hemos quedado paralizados. Es unllamado a vivir creativamente la fe, a fortalecer elencuentro con la divinidad de manera coherente, yque esto nos lleve nuevamente a experimentar nues-tra esencia, a conectar con nuestra fuente, que esDios mismo y nos ponga en movimiento para quehoy se cumpla el querer de Dios para nosotros, por-que «sin cambios concretos no puede haber transfor-maciones». [1] Como joven soñaría, al igual que Jesús,que aprovecháramos este tiempo para repensarnuestra fe, para reinventarnos, para seguir propo-niendo experiencias que nos hagan pasar, de unamor propio, a un amor y compromiso comunitario.Que estos encuentros con el Dios de la vida nos lle-nen de esperanza, nos encaminen a una lucha justapor una vida digna, y así, aportar vitalmente a lasociedad.

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Una mirada joven y teológica de la realidad

Por tanto, creo indispensable quedarnos con lasprimeras palabras entonadas por el joven nazareno:«El Espíritu de Dios está sobre mí» [Lc 4:18]. Sí, estácon nosotros y nos acompaña para resurgir comocomunidad de fe que transformando las prácticasreligiosas nos lleve a estar despiertos, atentos, crí-ticos, coherentes y actores de nuevas relaciones quedignifiquen nuestras sociedades y hagan presente laacción de Dios en nuestra realidad.

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Citas:

Geraldina Cespedes, Los rostros del fundamentalismo religioso

en América Latina en Tejiendo Redes de Vida y Sabiduría,Material del XXII Jornadas Mujer y Teología, 27.

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Mi Gente 

Mayra Sontay, Guatemala

 

¿Y si el mundo no se está acabando,Y solo se está reiniciando?¿Y si no estamos al borde del precipicio, Y esto es solo un nuevo inicio? Pandemia y cuarentena,Dos palabras que casi nunca usábamos;Una es la causa y la otra el efecto,Pero hoy hacen eco a dondequiera que vamos. Como era de suponer, Ahora nuestras sonrisas no podemos ver.El virus se ha vuelto una pesadilla;Y es obligatorio el uso de mascarilla.

La modalidad ha cambiado,Hoy todo es a distancia;Pero aún recordamos la fragancia,De quienes abrazamos sin haber fotografiado.

Las calles y las avenidas están desoladas, Los valles y los campos, también;Y el dolor en la mirada de mi gente,Es algo que no se puede esconder. Todos hablan de una "nueva normalidad", Y se consuelan con esa esperanza;Pero la tristeza inunda mi ser,Porque puede que solo sea una añoranza.

Y aunque la Biblia nos promete que volveremos a florecer,El hambre en la mirada de mi gente es algo que no se puede esconder; Por ahí dicen que la incertidumbre nos hará enloquecer,Pero creemos que Diosnos permitirá ver el amanecer. 

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Mi gente

Por la fe veremos a Dios acomodar cada pieza,Porque para los cristianos aquí es donde todo empieza;Y mientras estemosen este mundo,En su Palabra confiaremoscada segundo. 

Revisado y editado por Robin Sóla (Guatemala)

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Lamento y profecía: Arte desde el confinamiento 

Miguel Reyes, El Salvador 

La pandemia ha roto nuestros hábitos, nos ha ori-llado a repensar nuevas formas de hacer las cosas, hatocado nuestras fortalezas y nos ha movido de nues-tras zonas de confort. El arte que hacíamos antes dela crisis ahora pareciera carecer de sentido: Las can-ciones de las iglesias parecen no encajar con la rea-lidad que estamos viviendo, las obras teatrales y lasdanzas ahora parecieran necesitar otro tipo de con-tenidos, las pinturas parecieran ya no brillar comoantes. Y nos hacemos preguntas parecidas a las delsalmista: «¿Cómo cantar las canciones del Señor enuna tierra extraña?» [Sal 137:4]. En nuestro caso,¿Cómo cantaremos las mismas canciones en estapandemia?¿ ¿Cómo haremos el mismo arte en esteconfinamiento? ¿Cómo expresamos nuestros senti-mientos en esta dificultad?

No somos la primera generación que experimentaestos dilemas. Ya los escritores bíblicos tuvieron que

atravesar valles de sombra y, a través de su arte, daralgún tipo de respuesta a la situación. Tanto Davidcuando se encontraba rodeado de sus enemigos,como Jeremías cuando veía la ruina de Jerusalén yJesús al estar en la cruz recurren a las palabras paraexpresar el dolor y la aflicción, recurren a los versospara traducir lo indecible. Sin embargo, no soloafrontan el dolor al convertirlo en palabras, sino seproyectan al futuro para imaginar mundos dondeese dolor no esté presente. Es así como estos artistas,poetas y salmistas, resuelven el desafío de la muertey la adversidad, a través del lamento y la profecía.

Lamento: Gritando presentes

El lamento es un género literario que expresaaflicción y, generalmente, se utilizaba en las elegíaso cantos fúnebres.[1] Los lamentos traducen lossentimientos y aflicciones del presente en palabrasaudibles; transparenta el interior del sufriente y loexpone tal cual es, sin filtros ni embellecimientos.Contemporáneamente se ha asociado este génerocon lo que conocemos hoy como “blues”, música quefue utilizada por los afroamericanos como grito delamento, protesta y libertad.[2] De hecho, esta es lafuerza que mueve a los lamentos, que no solamente

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Lamento y profecía: Arte desde el confinamiento

expresa el dolor y la aflicción del artista sino que, através de las palabras, se rebela ante ella y sus cau-sas. Los lamentos se convierten en protestas o ritua-les performativos en contra de las concepcionesteológicas normativas, concepciones que muchasveces avalan el dolor y lo perpetúan.[3] Es por elloque el salmista puede alzar la voz diciendo:

¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás?¿Eternamente?¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? [Sal 13:1]

En estas líneas el poeta no matiza su desespera-ción ni las suaviza a partir de dulces concepciones deDios. El artista expone su carne y su sangre ante larealidad del olvido de Dios, un olvido que está experi-mentando en la cotidianidad y que duele en lo másprofundo del ser. Su protesta es ante las imágenesdel Dios cercano, un Dios que sin embargo no apare-ce en su experiencia diaria, al contrario, permaneceoculto.

¿Qué nos dicen estos lamentos para nuestras tra-gedias cotidianas? Por un lado, en un mundo acos-tumbrado al embellecimiento fotográfico y a losfiltros instantáneos, necesitamos más que nuncaarte que llore por la crudeza de la realidad, arte que

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no esconda sino que exponga, arte que no maticesino enfatice. En un mundo que nos quiere cegar deperfección, necesitamos más arte para abrir másojos. Por otro lado, ante la tragedia, los artistas debe-mos protestar contra las imágenes románticas deDios, aquellas que tratan de minimizar el dolor hu-mano a través de concepciones violentas de sobera-nía y control. Los lamentos atraviesan estos analgé-sicos y nos hacen gritar junto a Jesús: «Dios mío, ¿Porqué nos has abandonado?» [Mt 27:46].

Necesitamos los lamentos para entender la reali-dad. Para comprender la fragilidad del mundo enque nos desenvolvemos. Necesitamos arte que la-mente junto al pueblo para evitar las respuestasfáciles, las imágenes divinas monolíticas y los falsossuperhombres. Pero además, necesitamos muralesde duelo, canciones que lloran y poesía que solloceporque, como Brueggemann bien lo ha expresado, esel grito de Israel que moviliza a Yahveh a la acción[Ex 2:23-25].[4]

Profecía: Imaginando futuros

Los profetas eran poetas que apelaban a las emo-ciones de sus oyentes a partir del uso de figuras lite-

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Lamento y profecía: Arte desde el confinamiento

rarias.[5] Con ellas buscaban que la persona tuvieraconsciencia de su condición y de la realidad que lerodeaba. El profeta, a decir de Brueggemann, deve-laba el fracaso de nuestra autosuficiencia y las ba-rreras y diferentes órdenes jerárquicos que nosafianzan a unos a expensas de otros.[6] Pero, ade-más, proclamaba que este estado de las cosas no eradefinitivo. A diferencia del statu quo, el cual someteal pueblo a un estado de negación y perpetuación delestado actual, el profeta alimenta una conciencia yuna percepción alternativas, energizando a personascon la promesa de otro tiempo hacia el cual la comu-nidad debe moverse.[7] Esta era la intención del pro-feta al describir un “no lugar” (utopía),[8] que inter-pelaba la realidad de los oyentes a través de los si-guientes versos:

Jugará el niño de pecho junto a la cueva de la cobra, y el recién destetado meterá la mano en el nido de la víbora. No harán ningún daño ni estragoen todo mi monte santo, porque rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas [Is 11:6-9].

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Al transmitir esta imagen el profeta esperaba quela comunidad pudiera comprometerse a la construc-ción de este futuro,[9] un futuro que, aunque pare-ciera distante, era alcanzable a través del puentepoético tendido entre lo real y lo imaginable.  ¿Podrá haber arte profético para nuestros tiem-pos? Cuando la desesperación y la angustia se apode-ran de nuestros sentidos, cuando el dolor es tangrande y la incertidumbre nos anonada, cuando elmiedo paraliza y enceguece, necesitamos cancionesque hablen de futuro, poemas que brinden esperan-za, pinturas que al refractar su color en la córneapuedan traducir los cielos nuevos y la tierra nueva.Las danzas, los versos y las imágenes pueden movi-lizar al cuerpo hacia la interiorización de un pode-roso mensaje: El confinamiento no es el estadodefinitivo. Vendrán más bailes, más ritmos, mástemporadas, pues el telón del teatro aún no ha baja-do, como humanidad no estamos viviendo la últimafunción.

A manera de conclusión

Se dice que los artistas primitivos buscaban atra-par a los dioses dentro de las pinturas rupestres. Los

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Lamento y profecía: Arte desde el confinamiento

escritores bíblicos parecen querer atrapar todo sudolor y trauma en los hermosos y sentidos poemasque escribieron mientras ponen todo su esfuerzocreativo para pintar un futuro esperanzador enmedio de la tragedia. Hablar solo de dolor produceangustia, hablar solo de esperanza produce inge-nuidad. Los artistas deben recuperar ambos lengua-jes para elaborar discursos que inviten a asumirnuestra frágil condición a la vez que nos energizan acaminar hacia una nueva realidad. Nuestras litur-gias comunitarias necesitan comenzar a resonar loslamentos para por fin llorar con los que lloran, de lamisma manera como necesitan recuperar su saborprofético para soñar en lugar de solo adormecer. Así,en momentos donde la imaginación profética dePáez se siente tan real: «En tiempos donde nadieescucha a nadie, en tiempos donde todos contra to-dos, en tiempos egoístas y mezquinos, en tiemposdonde siempre estamos solos»,[10] podremos decirjunto a Tolstoi: «Por fortuna existe una salvación: […]el mundo del arte».[11]

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Citas:

[1] J. Daniel Hays, The Message of the Prophets (Grand Rapids:Zondervan, 2010), 175.

[2] Denise Sullivan, Keep On Pushing: Black Power Music fromBlues to Hip-hop (Chicago: Lawrence Hill Books, 2011), 24.

[3] Carleen Mandolio, God in the Dock: Dialogic Tension in thePsalms of Laments (London: Sheffield Academic Press, 2002),197.

[4] Walter Brueggemann, “The Costly Loss of Lament” en ThePsalms: The Life of Faith, Patrick D. Miller, ed. (Minneapolis:Fortress, 1995), 106.

[5] J. Daniel Hays, The Message of the Prophets (Grand Rapids:Zondervan, 2010),45.

[6] Walter Brueggemann, La imaginación profética (Santander:Sal Terrae, 1986), 60.

[7] David Suazo Jiménez, La función profética de la educaciónteológica evangélica en América Latina (Barcelona: Clie, 2012),28.

[8] Tomás Moro, Utopía (Ciudad de México: FCE, 2016).

[9] Rubem Alves, Hijos del mañana, (Salamanca: Sígueme,1976), 138. 

[10] Fito Páez, Al lado del camino.

[11] Lev Tolstói, Correspondencia: 2842-1879, Selma Ancira,trad. (Ciudad de México: Ediciones Era, 2005), 138.

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Lamento y profecía: Arte desde el confinamiento

Espera 

Andrea Moraga, Guatemala

 

Congoja de múltiples realidades Dolor físico, recordatorio de los minutos efímeros La luz esta por acabarse, duermen los justos Complejidades demandantes del tiempotranscurrido Re- consideración al amor fraterno A la ayuda colectiva  D o l o r u m Duelos, lance de honor Contemplación y esfuerzo de raciocinioReparo en la espera por contestación

Reconocimiento de a quién le pertenece el señoríoConfianza en él, inmutable e inalterableEntonces dadnos Señor, tu aliento, tu fuerza

Que tu Espíritu sea derrotero a toda verdadPermaneciendo en esperanza en medio de la angustiaLíbranos de la confianza en el ser individual

Siendo forjados en barro lábilEsperamos... amamos en espina¿Quién podrá entender tu majestuosidad divina?

 

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Espera

Imágenes de Dios frente a una epidemiainesperada

 Rafael Eduardo Sandoval, El Salvador

 

Transcurrían con normalidad los días del mes demarzo del año 2020. Estaba todo bien: tráfico, díaslaborales, peleas políticas, indignación por uno queotro tema del momento, trabajo o no trabajo, miseriao no miseria. Diríamos que todo era “normal” porquetodo transcurría con los estándares establecidos poruna sociedad, por un mundo, por una comunidadglobal. En la lejanía se escuchaba algo sobre una en-fermedad y contagios masivos en Asia y Europa.  Dicen que cuando una persona se encuentra en unrío y comienza a sentir arena fluyendo muy rápidoen el fondo, se tiene que salir inmediatamente por-que se aproxima una crecida en la corriente. Defini-tivamente, nadie pudo sentir, en aquellos meses, esosdetalles que eran evidentes en redes sociales o en losmedios de información más accesibles.

Pronto algunas personas comenzaron a expresarsus miedos, sus preocupaciones. Mucha gente abas-teciéndose, otra gente mirando con cierta ironía oincredulidad las carretas llenas y rebosantes salir delos supermercados. Se venían días extraños, días enlos que la fe, las imágenes distorsionadas de Dios, lasfiguras eclesiales y las afrentas religiosas, iban atener un impulso fuerte.  Los creyentes comenzaron a reproducir oracionesy vestigios de esa fe incrustada en el pasado cuandoreplicaban oraciones tradicionales basadas en for-mas del trabajo pastoral originado en la edad mediao mucho tiempo atrás.   ¿Qué hicieron bien nuestros antepasados para queesas imágenes de Dios perduren encapsuladas por eltiempo? ¿Qué hicieron nuestros padres en la fe (porllamarles de una forma) para que hoy la gente creaen castigos divinos, en calamidades provocadas porDios, por su enojo contra nosotros, en creer que estoes porque se permite el aborto, por tanta infidelidada la familia tradicional, por la “ideología de género?Respuestas que quizás sean fáciles de responder oquizás no tanto. Sin embargo, la respuesta no es tanimportante como las formas o las maneras que tuvie-

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Imágenes de Dios frente a una epidemia inesperada

ron estas formulaciones antiguas para quedar en-quistadas en las formas actuales de interpretar larealidad.  Actualicemos esas preguntas: ¿Qué podemos hacernosotros para destruir, derribar o quebrar esas imá-genes de dios (con minúscula)? ¿Cuál puede y debeser nuestro trabajo pastoral, eclesial o teológico paraapartar esas figuras del imaginario colectivo y ense-ñarle a la gente a creer de otra manera, a creer enotro Dios, a repensar su fe? Definitivamente, sonacciones urgentes y necesarias para que las personaspuedan mirar su vida de otra forma y dejar los gran-des o pequeños ensimismamientos. Esos momentosdonde lo único que vale es que cumpla con mi ora-ción, con mis actos de fe o con mi acaparamiento delo divino.  Ahora bien, el sentimiento que produce estas rea-lidades de fe es tristeza y una turbia melancolía. Por-que las formas que las personas han aprendido sonesas y en ellas depositan sus esperanzas de transcen-dencia. Esperanzas basadas en caminos a medias deencuentro con lo divino.  

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Parece ser que es lo único que han tenido y segura-mente, lo único que tendrán en la vida. Un procesode fe basado en migajas de una teología que muchasveces jala del miedo y de la poca razón para obtenerproductos pastorales. Acciones que las mismas Igle-sias siguen reproduciendo a costa de la buena volun-tad de las personas. Sin embargo, para la gente sonsu único asidero.  Estamos tan acostumbrados a una fe sin razón ysin profundidad que el que la cuestiona, parece serateo o hereje de la tradición. En realidad, lo que suce-de es que no estamos acostumbrados a cuestionar lafe debido a que se nos cae el piso del cual nos hemosparado y aprendido a caminar.  Ese piso está basado en una teología apologética,aferrada a procesos de cero tolerancia con los otros ylo otro. Tenemos miedo a perder la fe y mirar hacia elotro bando con ojos bondadosos. Seguimos creyendoque Jesús fundó nuestra Iglesia y que esa es la verdadmás absoluta, que es el dogma que permite la cerra-zón de cabeza y el encierro en mi grupo, en mis pro-pios actos religiosos, donde lo que importa es que yoy solo yo me salve. 

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Imágenes de Dios frente a una epidemia inesperada

Insisto: las personas sencillas que han mamadoesas formas de fe no tienen culpa; sin embargo, lasfiguras se siguen reproduciendo generación trasgeneración. Son los mismos pastores y “dueños” dela fe los que siguen generando esa pobreza espiritualen los suyos con tal de seguir generando miedo, per-manencia en las bancas, cantos en sus salas.  ¿Qué hacemos? ¿Seguimos esperando helicópteroscon imágenes de vírgenes para que se nos bendigasolo a nosotros o mejor comenzamos a reproducirotro tipo de ser Iglesia? Es que necesitamos con ur-gencia otro tipo de pastoreo basado en la solidaridady el compromiso unos con otros. Muchas veces esosignifica arar en el mar porque el egoísmo religiosoes tenaz.   Proponer un cambio de discurso es la cuestiónfundamental. Quiero proponer que sigamos a Jesúsen su trabajo por la persona y por cambiar la menta-lidad de los que le seguían. En nuestros discursosdebe estar la figura de Jesús, en nuestras metodolo-gías y en nuestras hermenéuticas debe primar elevangelio. Que sean los cuatro libros por los queprincipia el Nuevo Testamento los únicos filtros parainterpretar el resto de la Biblia, la vida y las afrentas

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

de la realidad, eso que ahora llamamos los signos delos tiempos.

Seamos seguidores de Jesús; pero eso significaconfrontar nuestras propias imágenes de Dios. Escreer en Dios y salir al encuentro del otro que estáperdido. Es esconderme en mi habitación para orar,para respirar, para sentirse vivo y luego al día si-guiente encontrarme con la mujer que sufre violen-cia en su hogar o con el anciano olvidado en el asilo ocon el niño que pide atención a sus padres. Mirardentro de las necesidades más escondidas de laemergencia sanitaria que vivimos. Es mirar con ojosde esperanza próxima, es denunciar el pecado es-tructural que seguimos enraizando en nuestrasformas de proceder, es anunciar el reino de Diosinstaurado en los pequeños detalles, es renunciar alo que nos enquista y retrocede en el tiempo.

Buscar otras formas de llegar a la persona incluyecambiar las metodologías, mirar hacia dentro, que elcanto proclame la solidaridad, la vigencia del reinode Dios. Que luego de nuestras experiencias de femás profundas vayamos a mirar la realidad. Asípodemos cambiar nuestras imágenes de Dios, trans-mitir transcendencia y poder sentir en nuestros piesla arena de la crecida.

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Imágenes de Dios frente a una pandemia inesperada

Joven que espera a Dios en una sala de Zoom 

Samuel Lagunas, México

 ¿seráesa ventanala que atraviese el ángelcon su mensaje? no aquéllaherrería blanca cristal de seis milímetros telapara interrumpir el vuelo de los zancudosmás bienésta            puerta invisible            trasunto de carpa en el desierto            haz de luz para calentar la sala            retícula muerte donde se hermanan

todas las separaciones

 ¿en qué momento nos convertimosen una celda con apellidos? no hay amor en la cáscara de la imagennaturaleza muertamitad cuerpo mitad colapso en el vacíodonde no se distinguesi se tratadel presenteo del pasado qué probabilidad hay de que Dios escucha sienta respondalos ruegos si no provienen de un cerrode una torrede una casa puntiagudatambién pararse en una espina cuenta como sitio

qué certeza de no estar fingiendo una liturgiaun rezoun exorcismo frente a las cámaras y los televidentes 

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Joven que espera a Dios en una sala de Zoom

 qué seguridad hay de que Dios atienda el espectáculodel código binario

pero no dejes que la soledad impugne tu sonrisa

mira 

es tu nombre 

apareceen la pantalla como escrito por un dedo divino

¿mene mene tekel uparsin?noDios no podría escribir en una máquinadictarle a siri a alexatener suerte con google

¿podría?

 

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

 el cuarto está solotu nombre permanece brillablanco pureza asedio escozortodo sin sucedertodo por verse

ya aguarda el anfitriónestá listo el acceso a lo invisiblegalope de teclas adentrándose en la oscuridad del mar ¿acaso en ese intersticio entre el plástico y el espejoencontrarás el reino?

 

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Joven que espera a Dios en una sala de Zoom

Casas cerradas, asustadas, hiperconectadas y productivas

 Jeferson Rodríguez, Colombia

  

 «Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargode él, porque decían: Esta loco».

[Mc 3:21]

 

El Virus COVID-19 está cambiando muchas cosasde la cotidianidad, en especial, cómo entendemosnuestra vida en las  casas. La propuesta de la “casa”en  medio de la crisis está poniendo en evidencia unplan mundial de instalar una lógica de esta, aúndespués del virus. Intuyo que esta propuesta de fun-cionamiento de las casas cada vez será más restric-tiva de la libertad de los cuerpos y perjudicará más alos que no tienen muchas posibilidades económicas.

Por ejemplo, en la comunidad que participo enTunja Boyacá, Colombia, la cual está ubicada en unode los barrios más vulnerables de Tunja, del cien porciento de la congregación, solo el 10% puede vivir del

teletrabajo (y ellos han manifestado el incremento desu carga laboral trabajando desde las casas); el otro90% vive del trabajo manual y del día a día. Estilistas,vendedoras de ropa, constructores ahora están confi-nados/as en sus casas y sin un pesos en el bolsillo,ignorando la fecha en que se terminará todo esto.Siguiendo un poco en las estadísticas, de este 90%que vive del trabajo manual, 45% son mujeres quehacen aseo en las casas de personas con salarios másestables que ahora, a pesar de todo el vigor, estánaguantando hambre. Del 100% de nuestra pequeñacomunidad, el 35% por ciento son personas solas, queestán en diminutos cuartos o apartamentos  y notienen suficiente acceso a comida ni a una familiaextendida.

Así las cosas. El modelo de casa que se está impo-niendo en este época es el siguiente, a mi modo dever: Casas cerradas, pero con dos o tres personas,donde nadie entra porque es una amenaza. Casasasustadas, ya que el miedo es la emoción dominante.El miedo pone presidentes, cambia normas cultura-les y hace que las cadenas de la vida esclavicen más.Casas hiper-conectadas digitalmente. No es unsecreto que las medidas de algunos países donde ha

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pasado el virus ha sido el control de la vida y la tem-peratura por parte de una vigilancia digital inhuma-na cada vez más rigurosa de los cuerpos. Esta hiper-conectividad digital no tiene nada que ver con larelacionalidad profunda.

Y por supuesto, casas productivas, ya que la estosmodelos económicos actuales y de producción debecontinuar. Ahora con lo que parece una produccióninmaterial y simbólica que cada vez es más idolátri-ca. El poder simbólico del dinero y de la representa-ción de lo “valioso” cada vez reemplaza lo concreto ylo material. Es decir, el cuerpo humano concretoahora es una amenaza porque está enfermo, y esvulnerable, y se prefiere la distancia en tu cueva pro-ductiva que en este caso es la propia casa. Reitero:casa productiva, pero cerrada, asustada e hiper-conectada. Este modelo que inicialmente se estáempujando con leyes de cuarentena se hará un estilode vida cada vez más fuerte en el futuro. Y cuandoesto se vuelva costumbre pasará lo que los sabiosoccidentales han dicho: “Son las costumbres y no lasleyes aquello por lo cual los pueblos se hacen matar.”

¡Pero esa no es la propuesta de casa de Jesús, dePablo, ni la de los primeros cristianos y cristianas! A

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

pesar de sus imposiciones culturales y deshumani-zantes, la propuesta del evangelio de Jesús nunca sedoblegó a los intereses imperiales de lo que se enten-dió por “casa” en aquel momento. Jesús y sus segui-dores y seguidoras no se “tragaron” el cuento que lapropuesta de casa de su época (oikos) era la propues-ta de Dios para el mundo.

Permítanme colocar tres ejemplos muy breves, quevale la pena seguir profundizando, de cómo los cris-tianos propusieron rupturas con los modelos de estemundo. Uno de estos fue la propuesta monástica dela casa,   que realmente no fue una sola propuesta,pues al menos se distinguen dos grande grupos: Loseremíticos (los solitarios) y los cenobitas (los quevivían en comunidad). Dentro de estos últimos, lacreatividad alternativa de las cosas fue sorprenden-te. ¡Hasta se crearon casas monásticas de matrimo-nios! En todos estos modelos alternativos de vida seprivilegió el trabajo manual, la oración,  el servicio alos más pobres.

Yendo a un ejemplo más bíblico, está el apóstolPablo con su postura crítica al matrimonio de laépoca y su recomendación a que este no es el modeloúnico de vida para todas las personas [1 Co 7:1-2].Esto debió ser un escándalo en su momento. En esta

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Casas cerradas, asustadas, hiperconectadas y productivas

época, Pablo posiblemente está discerniendo cómo elimperio romano tiene una lógica   de imponer elmatrimonio como instrumento para que crezca lapoblación y hayan muchos más esclavos para elservicio.

Pero por supuesto, es Jesús mismo  quien tiene unamirada crítica al “oikos” de su época, donde se exigíaque existiera un “pater-familia” en cada núcleo deproducción imperial, ya que las mujeres no podíanejercer este tipo de privilegios. Jesús rompe con esemodelo piramidal, sale de su casa, se reúne con doceamigos y muchas mujeres y va a predicar el evan-gelio, que en este sentido sería un mensaje nuevo,alternativo, transformador de vivir las vidas y lascasas. María, su mamá y sus hermanos y familiarespiensan que está loco por infringir estas normas dela “casa” impuestas y deciden ir por él. El evangeliode Marcos lo relata así:

«En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se que-daron afuera y enviaron a alguien a llamarlo,  pues habíamucha gente sentada alrededor de él. —Mira, tu madre y tushermanos están afuera y te buscan —le dijeron. — ¿Quiénesson mi madre y mis hermanos? —replicó Jesús. Luego echóuna mirada a los que estaban sentados alrededor de él yañadió: —Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos.Cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mihermana y mi madre» [Mc 3:31-35]. 

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Jesús no se come el cuento que el modelo de casajerárquico, patriarcal y consumista sea el único mo-delo de casa. Cuando llega su mamá a reclamarle sulugar como “pater-familia” en ausencia de la pre-sencia de José, su padrastro, Jesús en medio de unmontón de gente excluida de la sociedad de su épocadice a manera de mandamiento: “El que hace la vo-luntad de Dios es mi hermana, hermano y madre”.Notemos que no menciona al Padre, indicando quesolo debe haber un Padre y este está en los cielos. Losdemás estamos a un mismo nivel, con capacidad deconstruir casas sin obedecer a los lógicas egoístas deeste mundo.

La sabiduría de los dueños del mundo, por estosdías de pandemia, insisten en imponer casasasustadas, hiperconectadas, aisladas y productivas.Sin embargo, desde las buenas noticias del evangeliose nos propone vivir casas tiernas, amorosamenterelacionadas, solidarias y fructíferas. Que seancontextos donde se viva el amor tierno combatiendotodo tipo de violencias, principalmente en contra dela niñez y las mujeres; no necesariamente produc-toras de las demandas de un sistema de explotaciónsino más bien espacios donde se puedan vivir a ple- 

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nitud los dones que Dios nos ha regalo y seamos fruc-tíferos todo el tiempo.

¡Que el miedo y la angustia no hagan que nuestras casas

traicionen el mensaje reconciliador y tierno del

evangelio!

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

Después de la tormenta 

Miguel Reyes, El Salvador Volveremos,y no será tarde, sino exactos,abrazos exactos,palabras exactas,exactamente donde nos quedamos.

A tiempo,sin arrepentimiento,nos volveremos a very nada habrá cambiado,aunque no seamos los mismos,mis manos cabránexactas en tus manos,y tu pecho anidará en mis brazos,y no volveremos atrás.

La Última Cena 

Kevin Moya, Guatemala 

Escribo esto desde la cuarentena y muy probable-mente ustedes me estén leyendo en medio de sucuarentena. Precisamente este tiempo nos ha llevadoa repensar nuevas cosas, desde las cosas cotidianas,hasta cuestiones más filosóficas o existenciales. Meha llamado la atención cómo la pandemia ha modi-ficado las dinámicas eclesiales y demás cosas concer-nientes a la espiritualidad. Noté muchas personascon mucho afán de responder a la necesidad “de laliturgia dominical”: ¿Cómo lo haría? ¿Qué formasería la mejor? etc., y es por ello que a mí me surgie-ron varias interrogantes más. Me pregunto: ¿Esta-mos condicionadas/os a un culto dominical? ¿Nues-tra búsqueda de la divinidad, se relega a una litur-gia? ¿Cómo es la relación con Dios, fuera del cultodominical?

Me temo que para la mayoría de cristianas ycristianos, el culto se ha vuelto un reduccionismo desu relacionamiento con la divinidad y su vida espiri-tual. Hemos hecho de Dios, una serie de fórmulas,horarios, ornamentos y estamentos. No hay Dios sinel sermón del pastor o pastora, ni el acto de comulgarsin las hostias y el vino consagrado, tampoco adora-ción sin los instrumentos y el grupo ejecutándolos;no hay Dios sin templo.

Por ello titulé a la columna: “La última cena". Por-que, ¿para cuantas personas la última vez que estu-vieron en el templo no fue contada como su “últimacena” con Jesús y sus hermanas/os? Ese adiós de sufe, de su esperanza, de su comunidad e incluso detodo un proyecto, después de lo cual sólo vino ungran silencio, desesperanza, desolación, incertidum-bre, frustración o abandono. Poniendo otra figura,ahora son como “ovejas sin pastor”, han quedado enla nada, sin rumbo, sin sentido y sin la voz que lesdiga hacía dónde ir o qué hacer. Sin embargo, quizátambién este fenómeno nos haga la invitación hacianuevos horizontes, hacia nuevos “pastos verdes”.

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La Última Cena

La invitación de la Santa Cena   

La Eucaristía de Jesús con sus discípulas y discí-pulos antes de su crucifixión nunca fue la última nitampoco pretendió serlo, pero sí fue un “antes de”.Jesús, luego de la resurrección, come pescado a laorilla del mar y cena en la casa de una pareja dediscípulos. Esta misma escena en la mesa junto a lamencionada pareja, es reveladora, pues no es hastaque Jesús parte el pan y da gracias, que la pareja lereconoce. ¿Qué provoca dicho reconocimiento? ¡Puesla mesa y el repartimiento del pan! No era un cultooficial, ni el templo y tampoco una sinagoga, era unamesa común en una casa común.  Le daré otra narra-ción a esta escena y la pondré así: Imaginemos queaquella pareja encuentra en el camino a un descono-cido y migrante, y luego de entablar una plática conél se dan cuenta que no tiene dónde dormir y comer,entonces lo invitan a su casa. Allí le convidan comidaen su mesa y cuándo este hombre felizmente come elprimer bocado (como seguro comeríamos en dichasituación), esta pareja se da cuenta que de eso setrataba el mensaje de la cena con su maestro. Lainvitación de la Santa Cena es a que cada “cena” lahagamos “santa”. Por tanto, cada vez que nos reuna-

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

mos alrededor de la mesa recordemos que ese es elespíritu evangélico (que concierne al evangelio deJesús), esa es la esencia cristina: un momento deconvergencia en dónde está Jesús y se da lugar a la«justicia, paz y gozo del espíritu» [Ro 14:17]. Como elmismo Jesús nos dijo: «Cada vez que nos juntemos abeber y comer, hacedlo “en memoria mía”» [1 Co11:24-26].

Esta perspectiva revoluciona la vida cotidiana ynuestra espiritualidad, porque hemos creído que laeucaristía (ese momento sagrado) la realizamos cadatanto en nuestros templos, cuando en realidad seencarna en nuestra sencilla mesa, o sea, en cualquiermomento en que convergemos. Esto también noshace quitar esa división entre lo público (templo,espacios sagrados) y lo privado (casa, familia, traba-jo), pues permite entrar a Dios a cenar con noso-tras/os, involucrando nuestros espacios en lo sagra-do.

En este tiempo de confinamiento y de dinámicasvirtuales podemos experimentar esta nueva cena conDios, Emmanuel (la divinidad con nosotras). Pues siesta emergencia nos hizo a muchos juntarnos denuevo alrededor de la mesa, también nos puede pro-

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La Última Cena

vocar una reubicación de los espacios sagrados y denuestra espiritualidad. A la vez, esta brusca rupturaque nos provocó la emergencia con las formas tradi-cionales de “buscar de Dios” o de “vivir la fe” nospuede resultar en un paso hacia la independencia, laautonomía y la responsabilidad personal. Pues qui-zás nos habíamos hecho codependientes de “formas”y “códigos” y en lugar de crecer, nos envolvíamosmás en una relación tóxica.  Quizás no siempre de-bamos ser ovejas o siempre debamos ser pastores,pero sí debamos ser semillas de mostaza que crecenhasta convertirse en un árbol grande, que da frutos,alberga vida en sí mismo y co-existe con su entorno.

Cosa buena es, que a partir de estas cuarentenas,nuestras cenas cotidianas sean el reconocimiento deJesús en nuestra comunidad. Sea retornada nuestraesperanza sabiendo que no fue nuestra última cena,que no todo está perdido, sino que es momento paraun nuevo relacionamiento con nuestra espirituali-dad, con mi hermana y hermano, con nuestro entor-no y con nuestras formas de “estar” en el mundo.Que en lugar de aislarnos más, nos volvamos máscolectivas y re-dimensionemos todo lo que nos rodea,hacia la vivencia de lo sagrado.

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Entre Crisis y Versos: Repensando la fe en cuarentena

¡Muchas esperanza y vida para todas/os

en este tiempo!

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La Última Cena

Esperanza 

Nicolás Panotto, Argentina

 Esperanza es caminar con expectativaa pesar de los rincones sin salida.Confesando nuestra fragilidady marchando en la incertidumbrea sabiendas de que la fe más real se muestra en la humanidad más sincera.Una sinceridad que nos declara que no veremos más allá de la brumaen la que hoy se esconce el horizontesi no lo hacemos juntos y juntascomo comunidadinterpelados en la sensibilidad del Espírituque nos convoca, nos acariciay nos provoca, en la certeza a veces desconociday otras oculta en nuestra angustia,de que la vida plena escreación divina.

Esperanza que no avergüenza: Reflexiones a partir de Romanos 5

 Miguel Reyes, El Salvador

 

En tiempos de dolor corremos el riesgo de hablarde esperanza como un subterfugio, un escape mo-mentáneo de la realidad con fines anestésicos, unesconder la cabeza en tierra. Hablar de esperanzacuando el mundo se cae a pedazos, cuando resurgenlos autoritarismos y supremacías, cuando las desi-gualdades se manifiestan más que nunca, cuando losídolos religiosos han sido develados por el silenciosoactuar de un virus, hablar de esperanzas así puedeser motivo de vergüenza. ¿Dónde sostenemos estaesperanza cuando todo parece incierto? ¿Cómo man-tenemos una esperanza sin que esta nos ciegue oparalice? ¿Cómo tener una esperanza que no aver-güence?

Pablo escribe en Romanos esta declaratoria paratodos aquellos que han abrazado la fe en el Jesús re-

sucitado: «y esta esperanza no avergüenza; porqueDios derramado su amor en nuestros corazones porel Espíritu Santo que nos fue dado» [Ro 5:5]. ParaPablo existía una esperanza que no era motivo devergüenza, que de ninguna manera podría quedardefraudada a pesar de las condiciones imperantes,una esperanza que no corre el riesgo de la desilu-sión. Rubem Alves definió esta esperanza como:

«la sospecha de que la realidad es mucho más complejaque el realismo quiere que creamos, que las fronteras de loposible no están determinadas por los límites de lo real, yque de una manera milagrosa e inesperada la vida estápreparando el evento creativo que abrirá el camino delibertad y resurrección».[1]

Alves percibía la esperanza como un más allá delo real, una posibilidad de resurrección en el mismoinstante de la muerte. Pareciera entonces ser queen los momentos de sufrimiento, bajo la mediaciónde la esperanza, la barrera entre lo real y lo imagi-nable es mucho más porosa, los cauces que vandesde lo tangible a lo milagroso se vuelven másfluidos.

Sin embargo persiste la pregunta, ¿Cómo estaesperanza puede acompañarnos sin que se vuelva

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Esperanza que no avergüenza: Reflexiones a partir de Ro 5

un analgésico utópico? ¿Cómo no ser paralizadospor esta esperanza? En primer lugar, Pablo habla deuna esperanza que se fundamente en una realidadpasada: «Dios ha derramado su amor en nuestroscorazones». De la misma manera que los profetasveterotestamentarios que volvían su vista a las tra-diciones del Éxodo para encontrar luces de espe-ranza, Pablo vuelve su vista al evento de Jesús,quien a pesar de todas las barreras que dividían alas personas había derramado su amor sin distin-ción (al judío primeramente y también al griego).Pablo da cuenta de cómo este amor puede herma-nar lo que ha sido separado, puede acoger a quiénha sido olvidado, puede unir en una sola comuni-dad aquello que estaba roto. ¿No es esa la fuente denuestra esperanza también? ¿No hemos visto a lolargo de los años cómo el actuar divino ha transfor-mado nuestras cotidianidades? ¿No hemos presen-ciado y disfrutado el poder esperanzador del amor?¿No hemos reconocido el amor divino que se hacolado por las persianas de nuestra existencia y hallenado de luz aquellas sombras que parecían eter-nas? Para Pablo la esperanza estaba fundamentadaen la memoria, porque a veces la memoria consti-tuye nuestro último rezago de esperanza. Es lamemoria la que reviste de ilusión a la esperanza

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a pesar de los días difíciles. Es la memoria, pero nocualquiera, sino aquella que apunta al amor quepermea todo. Como bien lo reconocía Alves, «unoespera el futuro porque ha visto el evento creativotomando lugar en el pasado».[2]

En segundo lugar, la esperanza para Pablo des-cansaba en la realidad presente del cristiano. Elescritor le recuerda a la iglesia de Roma que hansido justificados, es decir —más allá de la ficciónlegal protestante—, que están participando en lamanifestación de la justicia del Reino de Dios. Estoscristianos ahora pueden trabajar por un mundomás humano porque, utilizando la metáfora deAlves, han escuchado la melodía del futuro (espe-ranza) y han decidido danzarla en fe (Ro 5:1).[3]Participar en la justicia del Reino nos proporcionaen el presente el shalom divino (paz con Dios), ynuestra práctica de la justicia es la invitación quehacemos a todos para que participen junto connosotros de este estado de bienestar integral. Porsupuesto, en medio de tanta adversidad, injusticia,opresión y maldad el shalom no puede percibirseen su totalidad, por lo que toda búsqueda de lajusticia que el Reino demanda será una actualiza-ción de esa paz que debe ser disfrutada por todos.

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Es por ello que marchamos, por ello es que compar-timos, por ello nos solidarizamos, porque la espe-ranza está hundida en la vivencia histórica de lacomunidad y en su opción por la justicia del Reino.Esta esperanza entonces no es pasiva ni ciega; sinoactiva, de ojos abiertos y brazos extendidos paraabrazar toda aquella causa que refleje la misióndivina. Ahora bien, si bailamos por la justicia no espor nuestra capacidad rítmica, sino porque nosunimos al evento creativo de aquel que nos ha invi-tado a participar por gracia: Jesucristo [Ro 5:2]. EsJesucristo quién nos interpela: ¿Se mueven en elpresente por la desesperanza, la apatía y el pesimis-mo; o se mueven impulsados por la esperanza demi justicia?

En tercer lugar, la esperanza paulina alza su mi-rada al futuro, a la espera de la gloria de Dios [Ro5:2]. Quizá esta sea la dimensión de la esperanzaque la escatología más ha enfatizado, la que se alzaen el horizonte de la historia atrayéndonos con sufuerza transformadora. Esta esfera, sin embargo,corre el peligro de tornarse en una perspectiva leja-na e irreal, sin el peso del dolor que nos golpea yque pueda causarnos tropiezo con «las piedras queson rotundamente terrenales», como diría Roque

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Dalton.[4] Por ello, sugiero, esta gloria no es la quese limita a su proyección utópica, sino aquella quetambién se va disfrutando paso a paso en el cami-no. Es la gloria de la mesa compartida, del abrazosincero, de la apertura de espacios para todos ytodas, del servicio a los pies del necesitado, es la"gloria" del seguimiento al Jesús manso y humilde.Pablo reconoce que esta espera no avergüenza, queesta espera nunca defraudará, pues es la espera delcaminante que se sabe acompañado por aquellosquienes también han experimentado el amor divi-no y que, a pesar de las adversidades, se encuen-tran en espacios “graciosos” de afecto compartido.La gloria futura es la gloria de la mañana siguiente,del milagro cotidiano, del giro creativo, de la posi-bilidad próxima, una gloria nunca definitiva, perosiempre un paso adelante.

Por último, ¿qué de las tribulaciones? Pablo seña-la que de las tribulaciones obtenemos el cimientofirme y la tierra fértil de donde brota y se constru-ye la esperanza (Ro 5:4). Por ello, Rubem Alvesafirma que «sufrimiento y esperanza deben vivir eluno para el otro. Sufrir sin esperanza produceresentimiento y desesperación. La esperanza sinsufrimiento crea ilusiones, ingenuidad y embria-

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guez».[5] La esperanza, entonces, no es una vía deescape al sufrimiento, sino una categoría de resig-nificación. Es en la esperanza donde el sufrimientopuede encontrar su sentido último, un sentido quecomo hemos descrito, está anclado en la vivenciacomunitaria pasada, presente y futura. Por ello, sisufrimos, sabemos por qué sufrimos, y sabemosque el sufrimiento no es el estado último. El sufri-miento solo es el dolor previo al momento en que elshalom divino es dado a luz. Además, el sufrimien-to evita los triunfalismo vanos, las esperanzas colo-nizadoras y los supremacismos escatológicos. Elsufrimiento reubica nuestra espera, recordándo-nos qué es lo que esperamos y cómo lo esperare-mos. En palabras de Pablo, esta espera es en resis-tencia y con entereza de carácter. Por tanto,aunque es una esperanza en sufrimiento, podemosgloriarnos en ella. Es la esperanza fácil la que aver-güenza, pero nuestra esperanza es de sudor, demarcha y resistencia. Es la esperanza impuesta laque avergüenza, pero nuestra esperanza es detrabajo, de lucha y carácter.

En momentos en que el COVID-19 tiene postra-das a las naciones, es bueno recordar que el amorde Dios ha hecho posible una esperanza que no será

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defraudada. Una esperanza que no es pasiva, sinoque camina por la senda de la justicia a la que senos ha llamado. Una esperanza que se proyectahacia la gloria divina, la cual se manifiesta en nues-tra cotidianidad, es nuestros espacios diarios. Estaesperanza hace de nuestros sufrimientos momen-táneos su fuerza, y además es fuerza en las tribu-laciones pasajeras que nos aquejan. He aquí lafusión de horizontes, he aquí el milagro cotidiano.

¡Que esta esperanza guíe nuestro siguiente paso!

¡Que esta esperanza ilumine nuestro transitar en

amor y justicia!

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Citas:

[1] Rubem Alves, Tomorrow´s Child: Imagination, Creativity andthe Rebirth of Culture (New York: Harper&Row, 1972), 194.[2] Ibíd., 196.[3] Ibíd., 195.

[4] Roque Dalton, “Atalaya” en Poemas Clandestinos (SanSalvador: UCA, 2000), 35.[5] Ibíd., 203.

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Al Final 

Brenda García, El Salvador

 Al finaldespués de la tormentade los lamentosde las lágrimasrecordaremos a los que se fueron sin despedidaa los que lucharon contra la corrientey sucumbieron ante su fuerza.

Nos sentaremos debajo de un árbolacompañados o con la soledad mismameditando, orando, cantandoa la fragilidad, a la sencillez de la vida.

Haremos procesiones solemnessobre las huellas de los descalzos, de los amputadosde los varados entre el infinito cielo y el surco de la tierra.

 

El silencio parirá versospalabras nuevas, miradas limpiasdesvelará amaneceres tibiosrecitará una oda taciturna al pie del crepúsculovelando la esperanza.

Habrá pasado la tormentalos cuerpos anquilosados encontrarán reposouna joven danzara frenética bajo el arcoirislos viajeros seguirán sus caminosnos tomaremos las manos sin temor,sin terror, sin temblor,mientras la desdicha perece fría, callada, sin vida.

 

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Al Final

Volver a empezar 

Nicolás Panotto, Argentina 

En una nota titulada “Ansiedad”, la psicoanalistaMariana Enriquez dice lo siguiente:

«Todas las preguntas me dejan muda. Todos los traumas,todos los miedos,  no sé qué va a pasar con la humanidad,cómo pensar en "humanidad", qué significa eso,  por quétenemos que pensar en la nueva normalidad si la pandemiarecién empieza... Todas estas palabras que escucho, todo esteruido de opiniones y datos y metáforas y recomenda-cionesy vivos de IG y la continuidad de las actividades en formatovirtual, toda esta intensidad, ¿no es acaso pánicopuro?  ¿Qué agujero se intenta tapar? ¿Qué fantasía deextinción?». [1]

El contexto de pandemia nos ha dejado sin pala-bras, sin medidas, cuestionando nuestras utopías,planes y proyecciones. Insistimos con dar respuestaa preguntas que ni siquiera sabemos si están bienformuladas. La realidad nos excede hora tras hora,de la forma más inhumana: con números, curvas,

teorías y formulas que dan cuenta de un fenómenoincontrolable, y que nos alejan de la tranquilidadotorgada por las explicaciones. Y es en este contextodonde me pongo a pensar que, en realidad, estamospoco preparados para lo impredecible. En realidad,nadie se encuentra capacitado/a para un aconte-cimiento que lo supere, que lo confronte con loeventual, ya que ello nos ubica en un lugar de fragili-dad que poco queremos y podemos sobrellevar. Másaún cuando dicha debilidad juega con la propiamuerte.

Sin embargo, me pregunto también si, a pesar deesta inevitable condición existencial, no podríamoscontar con mejores herramientas, tanto cosmovisio-nales como prácticas, para afrontar este tipo desituaciones. Y es allí donde creo que hace siglosvivimos inmersos/as en un conjunto de prerroga-tivas que no nos dejan ver “más allá”, por lo quenuestro lugar seguro se transforma en una trampaque nos impide atender a los movimientos inespera-dos. Aunque nos cueste reconocerlo, somos parte deuna realidad donde la idea de progreso no nos dejareconocernos en un camino de marchas y contra-marchas, lo cual nos confronta con el miedo alfracaso, a la sanción social y nos expone a la sobre-

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carga productiva. Donde no existen los blancos ynegros predicados por doquier, sino grises de distin-tos tonos. Donde el consumo es la frontera ética queabre la puerta para explotar la naturaleza en benefi-cio de nuestras comodidades impuestas. Donde,finalmente, pensamos que la historia tiene un inicioy un final.

Lo mismo nos pasa con la fe y nuestras concepcio-nes de Dios. En este tiempo, nos hemos reencontradocon visiones apocalípticas de la historia, con visionesde un Dios Soberano que debe mantener todo bajocontrol, con una noción de espiritualidad que se fo-caliza en dar todo para atender las contingencias deuna vivencia momentánea, pero que nos saca de unanecesaria mirada genealógica, amplia y, sobre todo,comprometida con un contexto del cual somos tam-bién responsables. En fin: con un Dios que se mues-tra imperturbable, así como la propia historia, ydonde toda contingencia queda bajo el juicio de laanomalía humana.  En una entrevista, el filósofo argentino DaríoSztajnszrajber, [2] remitiendo a Agamben, afirmaque una revolución comienza con una resignifica-ción del tiempo, especialmente sobre ese sentido

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lineal y productivo que la modernidad nos ha here-dado. El ritmo acelerado del tiempo capitalista nosha llevado a un colapso. Y no porque el capitalismosea la causa de todo lo que estamos viviendo, sinoporque ha actuado como una lógica que nos ha ven-dido una falsa noción de control y seguridad, que nosha dejado desnudos/as en la intemperie más cruda.

Es por ello que dentro de todas las posibles lectu-ras que podamos hacer como creyentes, la escatolo-gía es uno de los campos principales a indagar.Contrariamente a todas las versiones apocalípticasque hemos visto circular en este tiempo, la escatolo-gía cristiana no tiene que ver con un trazo sobre lasecuencia cronológica de la vida sino con una formade habitar las nuevas y desconocidas posibilidadesde la (con)vivencia histórica. Jürgen Moltmann, en sufamosa Teología de la esperanza, nos dice que «en laescatología cristiana lo presente y lo futuro, la expe-riencia y la esperanza entran en mutua contradic-ción, de tal manera que aquélla no le proporciona alser humano conformidad y armonía con lo dado,sino que lo introduce en el conflicto entre esperanzay experiencia». [3] La esperanza cristiana, entonces,no tiene que ver con una espera resignada sino con lainscripción de un conflicto frente a nuestras expe-

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riencias y comprensiones de la vida, entre lo que es ylo que deviene. Un conflicto no sólo frente al sentidode resignación, sino también como impostura críticaen relación con las condiciones y contextos que semuestran inevitables. Un conflicto necesario paraque lo dado cobre una nueva forma.

De aquí que las voces que pregonan por la esperan-za «se convierten en movimientos precursores y, porlo mismo, también provisionales. Sus metas pierdensu rigidez utópica, convirtiéndose en metas provisio-nales, penúltimas y, por ello, móviles». [4] Lo utópicodejó de ser patrimonio de miradas críticas. Los mo-dos capitalistas y modernos de vida que imperan ennuestra realidad nos han engañado, diciendo quevivimos en una utopía permanente e inmanente. Larigidez de ideales, teologías, visiones políticas y lec-turas económicas nos ha llevado a tal ceguera que nohemos podido ver el daño que estamos arremetiendocontra nuestra casa común, y frente al shock, noshemos quedado casi impávidos/as, contemplando nosólo el paso mortal del virus sino diversos tipos deexplosiones sociales, que muestran las injusticias,desigualdades y odios a piel abierta.

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Por ello, la utopía que evoca la esperanza gana sufuerza en su condición penúltima, en su provisiona-lidad, en estar un paso más atrás del final que desco-nocemos para posibilitarnos el movimiento frente alo aleatorio, sin mentiras sobre paraísos inexistentes.Por ello la esperanza es siempre una invitación abier-ta sobre nuestras comprensiones, lugares y vivenciascomunitarias, ya que es en la compañía del prójimodonde nuestras seguridades imaginarias y egoísmosse desvanecen.  Una nueva sensibilidad escatológica nos lleva nosólo a una resignificación del tiempo y la historiaque habitamos, sino de nuestro propio lugar en ella yde la imaginación sobre los nuevos escenarios posi-bles. «Los conceptos teológicos no fijan la realidad,sino que son dilatados por la esperanza y anticipan elser futuro», dice Moltmann. [5] La teología tiene quever con la dilatación de los tiempos, no en un sentidocronológico sino en las posibilidades reales de laexistencia. Requerimos de una teología que, comodecía Juan Luis Segundo, nos enseñe a “aprender aaprender”, a entender la apertura y la flexibilidad,no como lugares cómodos sino, por el contrario,como un llamado de Dios mismo, impreso en estahistoria cambiante, para repensarnos constante-

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mente y mantener una actitud solidaria y compro-metida con el prójimo, antes de sostener una posturainflexible y reactiva, que al final nos lleva a la inmo-vilidad y la catástrofe.

Boaventura de Sousa Santos afirma que el virus«es un pedagogo que nos está intentando decir algo.El problema es saber si vamos a escucharlo y enten-der lo que nos está diciendo (...) Si matamos el viruspero seguimos con el mismo modelo de desarrollo, deEstado y de sociedad, van a venir otros». [6] Desde laesperanza cristiana, esto significa comprender quelos quiebres de la historia son espacios de revelación.No porque “Dios está bajo control”, sino más bienporque las dinámicas de la realidad nos abren fisuras—a veces pequeñas y otras profundas, como la queestamos viviendo— donde podemos vislumbrar un“más allá” que nos proyecte críticamente desde elpresente hacia un futuro. La sola posibilidad de lanovedad implica ya un don divino, al cual todos ytodas accedemos. La esperanza tiene que ver con ha-cerse de esa posibilidad y darle presencia.  

El apego a ciertos ideales, prácticas sociales, visio-nes de la realidad, nos ha llevado a una idealizaciónque, a pesar de su supuesta dimensión utópica, en

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realidad representa una falsa promesa que nos alejade un horizonte el cual siempre nos invita a mover-nos y no conformarnos con ciertos lugares que ter-minan siendo dañinos para nuestra propia existen-cia. Como nos invita José Tolentino de Mendonça:«Debemos esforzarnos para pasar del apego narci-sista a la idealización de la vida, a la hospitalidad dea vida tal como se nos presenta, sin mentiras ni ilu-siones; y eso requiere un camino de depuración, sinrenunciar a la complejidad de la propia existencia,pero aceptando que no se puede desvelar completa-mente. La vida es lo que permanece a pesar de todo:la vida velada, minúscula, imprecisa y preciosa comoninguna otra cosa». [7] Por ello, la pregunta es: ¿quéhacemos con esta vida que aún resiste al embate denuestro egoísmo e irresponsabilidad? ¿Cómo proyec-tamos el poder vital que se mantiene a pesar de lasombra de muerte que nos rodea?

Por ello, no nos queda más que caminar. Comoafirma el filósofo Frédéric Gros, «caminando no sehace más que caminar. Pero no tener nada que hacermás que caminar permite recuperar el puro senti-miento de ser, redescubrir la simple alegría de exis-tir, la que constituye la esencia de la infancia». [8]Debemos caminar desde una sensibilidad escatoló-

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gica como acto de esperanza, donde el paso no sólo seencuentra sino que va haciendo al andar. Tal vez loque necesitamos para este “volver a empezar” esaprender a ubicarnos en otros lugares: no corriendotras metas impuestas sino circulando lentamentedesde lo que el deseo nos vaya diciendo y, sobre todo,cuidándonos; no movernos en la rapidez que nos im-pone el sistema sino cultivar el paso lento, disfrutan-do la marcha y no esperando la meta como únicomotivo de éxito.

“Volver a empezar”: bajar un cambio, hacer silen-cio, contemplar este tiempo de incertidumbre, reco-nocer los errores, buscar palabras juntos/as, y seguircaminando en la esperanza de que lo nuevo es siem-pre una señal divina ya impresa en su creación.

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Citas:

[1] Mariana Enriquez, “La ansiedad”, recuperado en https://www.pagina12.com.ar/260465-la-ansiedad.

[2] Darío Sztajnszrajber, "La pandemia", recuperado en https://www.pagina12.com.ar/270909-la-pandemia-va-terminar-pero-el-confinamiento-va-a-continuar.

[3] Jürgen Moltmann, Teología de la esperanza (Salamanca:Sígueme, 1999), 23.[4] Ibíd., 43.[5] Ibíd., 44.

[6] Boaventura de Sousa Santos, "Coronavirus", recuperado enhttps://ethic.es/entrevistas/boaventura-de-sousa-santos-coronavirus/?fbclid=IwAR3nrxUy7ZbsmL89znuBPi7smLdSkVaujWOTbQsuCv_-sFGLfPsvWPpFThk.

[7] José Tolentino de Mendonça, Pequeña teología de la lentitud(Barcelona: Fragmenta Editorial, 2018), 37.

[8] Frédéric Gros, Andar: una filosofía (Buenos Aires: Taurus,2014), 91.

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Epílogo/Collage 

Dirán que paso de moda la locura,Dirán que la gente es mala y no merece.

Mas yo partiré soñando travesuras,Acaso multiplicar panes y peces.

Mas yo en tu misericordia he confiado;Mi corazón se alegrará en tu salvación.

Cantaré a Jehová,Porque me ha hecho bien.

¿Quién dijo que todo está perdido?Yo vengo a ofrecer mi corazón.

¡Yo creo y con eso basta!

Escritores

Yenny Delgado (Estados Unidos)Psicóloga, teóloga, especialista en desarrollo. Tienemás de una década de experiencia trabajando conmovimientos sociales, gobiernos locales e iglesias anivel interreligioso. Es directora de PUBLICA, y Eldergobernante de la Iglesia Presbiteriana. Reside en Wa-shington, DC. Estados Unidos.

Brenda García (El Salvador)Licenciada en teología por la Universidad LuteranaSalvadoreña, actualmente cursando la maestria enteología por la Universidad José Simeón Cañas (UCA).Docente acreditada de programas Claves, coordina-dora de la comunidad de formación y acompaña-miento MujerES.

Jeferson Rodríguez (Colombia)Teólogo y Filósofo. Investigador de la teologíapentecostal en América Latina. Pastor de Asambleasde Dios y Coordinador Nacional de alianzas con elsector interreligioso de World Vision Colombia.

Teresa Son Gonón (Gutemala)Mujer joven maya k'iche', originaria de San Cristó-bal Totonicapán, Guatemala. Egresada de la Licen-ciatura en Teología en la Universidad Rafael Landí-var. Se ayuda de la teología para vivir una vida máshumana y coherente.

Mayra Yolanda Sontay Poroj (Guatemala) Licenciada en Ministerio Cristiano, con énfasis enMinisterio Pastoral Urbano. Administradora ydocente del Seminario Bíblico Pentecostal Centroa-mericano (SEBIPCA) Actualmente estudia una maes-tría en Administración y Liderazgo de la Iglesia im-partida por Lee University.

Pamela Líquez (Guatemala)Estudiante de biblia y teología, y coordinadora delprograma Pastoral de las Mujeres de CEDEPCA.Miembra y anciana gobernante de la Iglesia Evan-gélica San Juan Apóstol, además es parte de la Redcontinental TEPALI. Actualmente está por obtener eltítulo de ingeniería agronómica en recursos natura-les renovables en la Universidad San Carlos de Gua-temala.

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Escritores

Miguel Reyes (El Salvador)Profesor en Estudios Teológicos y Licenciado en Ad-ministración de Empresas, actualmente está termi-nando su Mth en teología en el Seminario TeológicoCentroamericano donde funge como profesor ad-junto. Escribe en theojamming.com.

Juliany González Nieves (Puerto Rico) Evangélica afrocaribeña, nacida y criada en la isla.Tiene una Maestría en Divinidad de la Trinity Evan-gelical Divinity School en Deerfield, IL, y un B.Sc. enBiología de la Universidad de Puerto Rico, Río Pie-dras. Su principal área de interés son las teologíascaribeñas y latinoamericanas en la intersección deraza, etnia y género a través de líneas geográficas ylingüísticas. Puede visitar su sitio web Glocal Theo-logy.

Rafael Sandoval (El Salvador)Teólogo con varios años de experiencia en el campoeducativo y en la pastoral con jóvenes. Es docente dela Facultad de Teología de la Universidad Rafael Lan-dívar y coordinador académico de Formación Cristia-na en el Liceo Javier de Guatemala.

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Joel Aguilar (Guatemala)Ha trabajado en el desarrollo de líderes emergentes anivel de base por más de 10 años. Es profesor de mi-sión urbana, desarrollo comunitario y teología prác-tica. También, es asociado de Street Psalms ResourceCenter en Tacoma, WA. Actualmente es candidato aPhD en teología práctica por la Universidad de Pre-toria en Sudáfrica.

Lucas Magnin (Argentina)Es un inquieto de la fe, la cultura y el arte. Es Másteren Teología, Licenciado en Letras Modernas y Diplo-mado en Ciencias de la Comunicación. Ha publicadodos discos, y varios artículos y libros sobre poesía,literatura y teología, entre los que destacan «Arte yfe», «Un camino de reconciliación» y «Cristianismo ypos-modernidad: La rebelión de los santos».

Azucena Rosal (Guatemala)Es Ministra de la Palabra y los Sacramentos de laIglesia Evangélica Nacional Presbiteriana de Guate-mala. Oficia como pastora en Iglesia PresbiterianaPeniel. Docente titular de la Facultad de CienciasMédicas de la USAC y del Seminario Teológico Refor-mado de Guatemala. Médica y Cirujana, Licenciadaen Teología, Magister en Pediatría.

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Escritores

Andrea Moraga (Guatemala)Licenciada en Periodismo y Artes Audiovisuales,estudiante de M.A Consejería en SETECA y diplomadoen Tanatología en Asociación INTEGRA. Trabaja enconsejería y enseñanzas con mujeres privadas delibertad y con jóvenes mujeres en Iglesia El Camino.

Samuel Lagunas (México)Doctorando en Estudios Latinoamericanos (UNAM).Ha publicado los poemarios «Todavía mañana» y«Godfully». También escribió en colaboración conKeila Ochoa Harris «Profetas menores para los me-nores». Ganador del Concurso de Escritores del SanMiguel Writer’s Conference 2018, del Certamen Gon-zález-Waris 2018, y de los Juegos Florales RamónLópez Velarde en 2017. Actualmente coordina elGrupo Temático de Arte y Fe de la Fraternidad Teo-lógica Latinoamericana.

Nicolás Panotto (Argentina)Teólogo y Doctor en Ciencias Sociales. Director delGrupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religióne Incidencia Pública (GEMRIP) Miembro del ConsejoDirectivo de la Fraternidad Teológica Latinoameri-cana (FTL).

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Kevin Moya (Guatemala)Nawual I'x, de Ixumulew Guatemala. Educador popu-lar e ilustrador. De cuna protestante, bautista. Hatransitado por el mundo académico de la teología yla historia. Colaborador del Grupo de Estudios Mul-tidisciplinarios en Religión e Incidencia Pública(GENRIP) y facilitador en el Centro Evangélico deEstudios Pastorales en Centro América (CEDEPCA).

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Escritores

Los profetas no se ubican lejos de la realidad sinosufren y experimentan las vicisitudes y los cam-bios económicos políticos y religiosos junto a sugente. Siguiendo esta tradición, el presente libroda cuenta de las realidades en las que están sumi-dos los pueblos latinoamericanos en el contextode pandemia que nos está azotando: desde losproblemas de desigualdad y racismo al norte delcontinente, pasando por la cotidianidad adversaque experimentan las mujeres en Guatemala,siguiendo con los desafíos económicos en losbarrios de Colombia. entre otras. Además, lasreflexiones y poemas están enraizados en losretos que el COVID-19 ha traído a la religiosidadpopular, a los ritos o liturgias semanales y a lasimágenes de lo divino. Como sucedió en Israel, lapandemia ha desnudado nuestras propiasidolatrías e injusticias, por tanto, repensar la feimplica la superación de estas condiciones y, ensu lugar, la plantación de nuevos horizontes parala experiencia y vivencia comunitaria de dicha fe.Como bien lo expresó Samuel Escobar: «la perti-nencia de la teología evangélica estará en que seforje al calor de la realidad evangélica de Iberoa-mérica, y en fidelidad a la Palabra de Dios».

Miguel Reyes, ed.