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“Yo soy la puerta. El que por mí entre será salvo;
entrará y saldrá, y hallará verdes pastos”
Juan 6,48.
Juan.
El apóstol Juan, ya anciano y en Éfeso, madurado por casi setenta años de ministerio activo, fortalecido por
visiones extrasensoriales y emotivas meditaciones tras su reciente encarcelamiento en la Isla de Patmos, se sintió ya preparado para escribir sobre algunas cosas de Jesús de Nazaret que durante largo tiempo había
guardado en su corazón. En aquellos días el Espíritu Santo le inspiró para que pusiera por escrito muchas de las enseñanzas y de los preciosos dichos del Maestro, que como dadores de vida y para todos
aquellos que los leyeran supieran que desde entonces “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que por creer,
tendrán vida en su nombre” (Juan 20,31).
Equivocaron la entrada y día a día se perdieron por torcidos vericuetos. Ciegos eran sus deseos y en sus ansias no encontraron la respuesta.
Los hombres se afanaban en el campo y en el campo nada hallaban, y las praderas
apenas sustentaban el ganado
Pero una mañana aquella voz resonó en los espacios, pareciendo que sus vidas no
estaban perdidas del todo.
Atrás quedó el aire ensombrecido, la luz lívida y las nubes húmedas de lágrimas.
Atrás el cielo oscuro de sus frustrados anhelos.
Atrás el desierto estéril de sus vanas ilusiones.
Atrás las tempestades del alma y las flores marchitas de la desolación.
Atrás la languidez de la antorcha y la calma de lo triste.
Atrás el desvelo y el fracaso.
Atrás el vacío de la nada.
Porque Jesús de Nazaret, les dijo: “Yo soy la puerta. El que por mí entre
será salvo; entrará y saldrá, y hallará verdes pastos”.
Verdes pastos.Verdes pastos.
““Yo soy la puerta. El que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, Yo soy la puerta. El que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará verdes pastos”. y hallará verdes pastos”.
Equivocaron la entrada y día a día se perdieron por torcidos Equivocaron la entrada y día a día se perdieron por torcidos vericuetos. Ciegos eran sus deseos y en sus ansias no vericuetos. Ciegos eran sus deseos y en sus ansias no
encontraron la respuesta. encontraron la respuesta. Los hombres se afanaban en el Los hombres se afanaban en el campo y en el campo nada hallaban, y las praderas apenas campo y en el campo nada hallaban, y las praderas apenas
sustentaban el ganado. Pero una sustentaban el ganado. Pero una mañana aquella voz resonó en los espacios, pareciendo mañana aquella voz resonó en los espacios, pareciendo
que sus vidas no estaban perdidas del todo. que sus vidas no estaban perdidas del todo. Atrás quedó el aire ensombrecido, la luz lívida y Atrás quedó el aire ensombrecido, la luz lívida y
la nubes húmedas de lágrimas. la nubes húmedas de lágrimas. Atrás el cielo oscuro de Atrás el cielo oscuro de
sus frustrados anhelos. Atrás el sus frustrados anhelos. Atrás el desierto estéril de sus vanas ilusiones.desierto estéril de sus vanas ilusiones.
Atrás las tempestades del alma y las flores marchitas de la Atrás las tempestades del alma y las flores marchitas de la desolación. desolación. Atrás la languidez de la antorcha y la calma Atrás la languidez de la antorcha y la calma de lo triste. Atrás el desvelo y el fracaso. de lo triste. Atrás el desvelo y el fracaso. Atrás el vacío de la nada. Atrás el vacío de la nada.
Porque Porque Jesús de Nazaret, les dijo: Jesús de Nazaret, les dijo:
“Yo soy la puerta. El que por mí entre será salvo; “Yo soy la puerta. El que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará verdes pastos”entrará y saldrá, y hallará verdes pastos”
Texto : Pedro Martínez Borrego.
Imágenes: Internet. Tema musical: Francis Lai -
Promenade.