Zygmunt Bauman - 2001 - Comunidad. en Busca de Seguridad en Un Mundo Hostil

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bauman

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  • COMUNIDAD

    En busca de segurdaden un mundo hostil

    por

    ZVCMUNT BAUMAN

    traduccion]ess ALBORJ':S

    SIGLO)l(I

  • SIGLO

    )]INDICE

    EspanaMxicoArgentina

    OBERTURA., o BIENVENIDOS A LA COi\1UNIDAD ELUSIVI\ ...... ".. vn

    J. LAAGONA DETNTALO ..]5

    333. TIEMPOS DE DESVJNCULACrN, O LA GRAN

    TRANSFORMACIN, VERSIN SEGUNDA .

    4. LA SECESIN DE LOS TRIUNfADORES 45

    2. REARRAJGAR LO DESARRAIGADO .Tojos los dcrechos reservados. Prohibida la rcproduccintotal o parcial de esta obra por cualquier proccdimicnto(ya sea grfico, electrnico, ptico, qumico, mecnico,fotocopia, etc.) y cl almaccnarnicnto o rransmisin de suscontenidos co soportes magnticos. sonoros, visuules o decualquicr otro tipo sin perrniso expreso dei editor.

    cultura LibrePrimcra cdicin, marzo de 2003Segunda edicin, septiembre de 2006 S](jLO XXI DF ]':SI'I\NA 1':nITORES, S. A.

    Mcnndez PiJal, 3 bis. 28036 Madridwww.sigloxxicditorcs.com

    5. DOS FUENTES DE COMUNITARJSMO 53

    6. DEREC! 10 AL RECONOClMIENTO,DERECHO A LA REDISTRIBUCIN 69

    7. DE LA rCUALDAD AL MULTlCUL:rURALISMO. 85

    8. EL GUETO COMO REfERENCIA 107

    9. ~MLTlPLES CULTURAS,UNA SOLA HUMANIDAD? 121

    Zygmunt BaumanTtulo original: Community Seeking Safei)' in an lnsccurc WlorldPrimera edicin en ingls, Polity Press, 2001DEH.EU lOS RESERVADOS COl\'/'ORl\fE A T.I\ LEY

    Impreso y hecho en EspanaPrinted and made in SpainDisefio de la cuhierta: Simon PatesISBN (lO), 84-32J-1272-XISBN (U), 978-84-323-1272-4Depsito legal: M- 39.000-2006Fotocomposicin c imprcsin: ~rCA, s. A.Parque Industrial Las Monjas28850 Torrejn de Ardoz (Madrid)

    EpLOGO .

    NOTAS .

    NDICE ,\NALT1CO ..

    141

    149

    155

    111

  • OBERTURA, o BlENVENIDOS A LA COMUNlDADELUSIVA

    Las palabras tiencn significados, pcro algunas palabras producenadcms una scnsacin. La palabra comunidad cs una de eUas.Producc una bucna scnsacin: sea cual sca el significado de co-munidad, est bico tener una com unidad, estar co comu-nidad. Si alguicn se descarra, muchas veces explicaremos 5Ureprobable conducta afirmando que anda (ao malas compafias.Si alguien se siente fatal, sufre mucho y no se le permite de nin-guna maneta Ilcvar una vida digna, acusaramos sin dudarlo a lasocicdad. a la forma co que est organizada, a la forma co que fun-ciona. La cornpafia o la sociedad pucdcn ser malas; no lacomuni-dado Tenemos cl sentimiento de que la comunidad cs siempre algobueno.

    Los significados y sentimientos que comunican las palabras noson, por supuesto, independientes unos de otros. La sensacinque transmite comunidad es buena por los significados que trans-mite cl propio trmino: todos ellos prometen placeres, y con hartafrecuencia los tipos de placeres que a uno le gustara experimen-tar, pera que parece echar de menos.

    Para cmpezar. la comunidad es un lugar clido, un lugaracogedor y confortable. Es como un tcjado bajo el que cohijarsecuando llueve mucho, como una fogata ante la que calentar nues-tras manos en un dia helado. Ah afuera, en la calle, acecha todotipo de peligros: tenemos que estar alerta cu ando salimos, vigilarcon quin hablamos y quin nos habla, estar en guardia en todomomento. Aqu dentro, en comunidad, podemos rclajarnos: nos

    v

  • )J\.HJ;\JUMI)

    sentimos seguros, no hay pc1igros emboscados cri rincones oscu-ros (y qu duda cabe de que aqui dentro no hay ningn rincnque sea oscuro). En una comunidad todos nos entendemosbien, podemos confiar cn 10 que oirnos, estamos seguros la mayorparte deI tiempo y rarsima vez sufrimos pcrplejidadcs a sobre-saltos. Nunca somos extraios los unos para los otros. Podemosdiscutir, pera son discusiones amables; se trata sim piemente deque todos intentamos mciorar todavia ms y hacer nuestra convi-vencia an ms agradable de lo que 10 haba sido hasta ahoru y,aunque nos gue el mismo deseo de mejorar nuestra vida en co-mn, puede que no esternos de acucrdo en cul es la rnejor formade hacerlo. Pero nunca nos desearemos mala suerte y podemos es-tar seguros de que rodos los que nos rodean nos desean lo mejor.

    Para continuar: en una comunidad podemos contar con labucna voluntad mutua. Si tropezamos y cacrnos. otros nos ayuda-rn a volvernos a levantar. Nadie se burlar de nosotros, nadieridiculizar nuestra torpeza ni se alegrar de nuestra desgracia. Sidamos un mal paso nos queda el recurso de conesarlo, explicarloy pedir disculpas, arrepentirnos si es necesario; la gente nos escu-char con simpata y nos perdonar, as que nadie nos guardarrencor eternamente. Y siempre habr alguien que estrcche nues-tra mano entre las suyas en un momento de tristeza. Cuando noslIeguen maIos tiernpos y de verdad tengamos necesidades, la genteno nos pedir garantas antes de dccidirsc a avalarnos para sacar-nos de! atolladero; no nos preguntar cmo y cundo podremosdevolver la ayuda, sino qu necesitamos. Y raro sera que dijeranque no cs su obligacin, ni se van a negar a socorremos porque nohay contrato alguno que obligue a hacerlo, o porque no se hayaledo adccuadamcnte la letra pequena dei contrato. Nuestro de-ber, pura y Ilanamcnte, es e! de ayudarnos de forma mutua, asi quenuestro derecho, pura y llanamente, es esperar recibir el auxilioque necesiternos.

    Es fcil, pucs, entender por qu la palabra comunidad trans-mite tan buena sensacin. 2Quin no deseara vivir entre perso-

    VI

    OBFI\TIII{A, () Im:NV1:r--.'11)()S A LA CO!v!UN]])!\D L1JISIVA

    nas amables y de buena voluntad en las que poder confiar y concuyas palabras y hechos pucde contarse?1 Para nosotros en par-ticular, que vivimos en tiempos despiadados, en tiempos de riva-lidad y competencia sin tregua, cuando la gente que nos rodeaparece ocultarnos todas sus cartas y pocas personas parcccn te-ner prisa alguna por ayudarnos, cuando cn contcstacin a nues-tros gritos de auxilio escuchamos exhortaciones a cuidar denosotros mismos, cuando slo los bancos que codician hipotecarnuestras posesiones nos son r-ien y cstn dispuestos a decirnossi (e incluso esto, slo cn sus departamentos comercales, noen sus oficinas principalcs), la paI abra cumunidad ticnc un dulcesonido.IEvoca todo lo que echamos de menos y lo que nos faltapara tener seguridad, aplomo y confianza.

    En suma, la comunidad representa el tipo de mundo ai que,por desgracia, no podemos acceder, pero que deseamos con todasnucstras fuerzas habitar y dei que esperamos volver a tomar pose-sin. Raymond Williams, c1 minucioso analista de nuestra condi-cin comn, observo custicarncnte que lo notable de la comuni-dad es que es algo que siemprc ha sido. Podramos afiadir: oque siempre existir en el futuro. Comunidad es hoy otro nombrepara referirse aI paraso perdido aI que deseamos con todas nucs-tras fuerzas volver, por lo que buscamos febrilmente los caminosque puedan llevarnos alli.

    Un paraso perdido o un paraso que todavia se tiene la espc-ranza de encontrar; de uno u otro modo, no cabe duda alguna deque es un paraso que no habitamos, ni elparaso que conocemos atravs de nuestra propia experiencia. Quiz sea un paraso precisa-mente porcsas razones. La imaginacin, a diferencia de las durasrealidades de la vida, es un lugar de expansin de la libertad sintrabas. Podemos dar rienda suelta impunemente a nuestra ima-ginacn, y de hecho lo hacemos, pues no tenemos muchas oportu-nidades de someter a la prueba de la vida lo que hemos imaginado.

    No se trata slo de que la dura rcalidad, la rcalidad recono-cdamente no cornunal o incluso explcitamente hostil a la co-

    Vil

  • Ol,vlllNll)AD

    munidad difiera de aquella imaginada comunidad de! sentimien-to clido. Esa diferencia, como mucho, no hace sino cspolearnuestra imaginacin y convierte la cornunidad imaginada cn algotodava ms seductor. De esta diferencia se nutre y a partir de ellaflorece la comunidad imaginada (postulada, objeto de nuestrossuerios). Pero lo que pone en cuestin esta imagen sin mcula esotra diferencia, la que hay entre la comunidad de nuestros suefiosy la comunidad realmente existente: una colectividad que pre-tende ser la comunidad encarnada, el suefio curnplido y que (ennomhre de todas las bondades que se suponc que ofrece la co-munidad) exige lealtad incondicional y trata todo 10 que no esta la altura de sta como un acto de traicin imperdonable. Lacomunidad realmente existente, de encontrarnos en su poder,nos exige obcdicncia cstricta a cambio de los servicios que nosofrece o que promete ofrecernos. ~Quieres seguridad? Dame tulibertad, o ai menos buena parte de eUa. (Quieres confianza? Noconfes en nadie fuera de nuestra comunidad. (Quieres entendi-miento mutuo? No hables a extrafios ni utilices idiomas extranje-ros. ~Quieres esta acogedora sensacin hogarefia? Pon alarmas entu puerta y cmaras de circuito cerrado de televisin en tu calle.(Quieres seguridad? No dejes entrar a cxtrafios y abstente deactuar de forma extrafa y de tener extrafios pensamientos. (Quie-res calidez? No te acerques a la ventana y no abras nunca una. Ladesvcntaja es que si sigucs este consejo y manticnes selladas lasventarias, e1 airc de dentro pronto se viciar y terminar hacin-dose opresivo.

    EI privilegio de estar en comunidad tiene un precio, y slo csinofensivo, incluso invisible, en tanto que la comunidad siga siendoun suefio, EI precio se paga en la moneda de la libertad, denomi-nada de formas diversas como autonomia, dcrccho a la autoafir-macin o derecho a ser uno mismo, Elija uno 10 que elija, algo segana y algo se pierde. Perder la comunidad significa perder la segu-ridad; ganar comunidad, si es que se gana, pranto significa perderlibertado La seguridad y la lihertad son dos valores igualmente pre-

    VIII

    OI-IEH.T1JJV\, () HlLNVI:Nl])O:-; A LA COl'vllJNlIHD IJ.USiVi\

    ciosos y codiciados que podran estar mcjor o peor equilibrados,pero que difcilmente se reconciliarn de forma plena y sin fricein.En cualquier caso, todavia no se ha inventado ninguna reccta infali-ble para semejante reconciliacin. EI problema es que la frmula apartir de la cual se construyen las comunidades realmente existen-tes slo hace ms paralizantc y difcil de corregir la conrradiccinexistente entre seguridad y libertado

    Dados los ingratos atributos que lastra la libertad sin scguri-dad, asi como la seguridad sin libertad, parece que nunca dcjarc-mos de seriar con una comunidad, pero que jams encontraremostampoco en ninguna comuniJaJ autoproclamada los placeres delos que disfrutamos en sucfios. Es mprobable que se resuclva al-guna vez Ia disputa entre seguriJad y libcrtad, como la disputa en-tre comunidaJ e individualidad, y es muy prohahle, por tanto,que perdure durante mucho ticmpo: no encontrar la solucinacertada y sentimos frustrados por la que se ha ensayado no nosmover a abandonar la bsqueda, sino a seguir intentndolo.Sicndo humanos, no podemos ni cumplir nuestra espcranza, nidejar de esperar.

    Es poco lo que podemos hacer para escapar de este dilema:slo podemos ncgarlo asumiendo cl ricsgo. Sin embargo, una delas cosas buenas que podemos hacer cs evaluar las oportunidadesy los peligros que ofrecen las soluciones propucstas y ensayadas.Provistos de esc conocimiento. podemos ai menos evitar la repeti-cin de errores pasados; podemos evitar tambin aventuramosdemasiado lejos en los caminos que ya de anternano se sabe queson callejoncs sin salida. Es una evaluacin de este tipo -que re-C01102CO como provisional y ni mucho menos completa-la quehc intentado en este libra.

    No podemos ser humanos sin seguridad y lihertad; pera nopodemos tener ambas a la.vez, y ambas en cantidades que consi-deremos plenamente satisfactorias. sa no es razo para Jejar deintentaria (ui de todos modos dejariamos de haccrlo aunque lofueral, pero es un recordatorio de que nunca deberamos creer

    IX

  • (:( lr>ll lNlIlAIl

    que cualquiera de las sucesivas soluciones provsona!cs que en-centremos no requicre un escrutinio posterior o no se beneficiarade otra corrcccin. Pucdc que lo rnejor sea enemigo de lo bueno,pero sin duda alguna lo pcrfcc-to cs un cncmigo mortal deambos.

    Marzo de 2000

    1. LA AGONA DE TNTALO

    Segn la mitologia griega, Tntalo, hijo de Zeus y de Plurn, esta-ba en excelentes relaciones con los dioses, que con frecueocia lcinvitaban a beber y comer en su cornpafia en los banquetes olm-picos. Su vida era, segn los cstndares dei comn de los mortales,despreocupada, alegre y de todo punto feliz... hasta que comctiun crimen que los dioses no perdonaran (~imperdonable?).Encuanto a la naturalcza de ese crirncn, los diversos narradores de lahistoria difieren. Algunos dicen que abus de la confianza divina altraicionar a los dioses y desvelar a sus iguales, los humanos, los mis-terias que se supona que deban mantcnerse en secreto para losmortales. Otros diccn que fue 10 bastante arrogante como paracreerse ms sabia que los dioscs y se dccidi a poner a prueba lacapacidad de observacin divina. Otros acusan a Tntalo dei robodei nctar y la amhrosa que las criaturas mortales no estaban des-tinadas a probar. Los actos imputados a Tntaloeran, como pode-mos ver, diversos, pero las razones por las que fue declarado cri-minal fueron muy semejantes en cstos tres casos: era culpable deadquirir/comunicar conocimientos que ni l oi otros mortalcscomo l debian tener. O, lo que es ms relevante: no se haba con-formado con ser partcipe de la divina beatitud, y cn su altanera yarrogancia desc apropiarse de lo que slo se poda disfrutarcomoun dono

    EI castigo fue rpido; tambin fue tan cruel como slo los dio-scs ofendidos y vengativos pueden hacerlo, Dada la naturaleza desu crimcn, fuc una leccin prctica: T entalo fue sumergdo hastacl cuello en un ro, pero cuando bajaba la cabeza para aplacar su

  • C\ llvl\1NII)i\l)

    sed, el agua descendia. Sobre su cabcza colgaba un delicioso raci-mo de frutas, pero cuando extenda una mano deseando saciar suhambre, un repentino golpe de vicnto se llevaba las apetitosas go-los inas (de ah que cuando las cosas ticndan a dcsvancccrse en elmomento en que parece que por fin parecen estar a nuestro alcan-ce nos quejemos de padecer el suplcio de Tnralo por su frus-trante cercania).

    Los mitos no relatan historias para divertir. Estn pensadospara cnscfiar, para reiterar incesantemente su mensaje: un tipo derncnsaje que los oyentes s610 puedcn olvidar o descuidar bajo suresponsabilidad. EI mensaje dei mito de Tntalo es que uno puedeser feliz, o al menos inconsciente y despreocupadamente feliz,solo mientras conserve la inoccncia: micntras uno disfrutc su feli-cidad en tanto que se mantienc ignorante de las cosas que lc hacenfeliz YDo intenta jugucrcar COD cllas, y no digamos tomarias cnsus propas manos. Y que si uno intenta tornar las cosas en suspropias manos, jams rcsucitar la fdicidad de la que slo podadisrutar en estado de inoccncia. EI objetivo siempre quedar fuerade nuestro alcance.

    Otros pueblos distintos a los gricgos tarnbin han lIegado acreer en la verdad eterna y en la perpetua pcrtincncia de este men-saje recurricndo a su propia expcricncia; los griegos no fueron losnicos en incluir esta leccin entre las historias que narraban paraensefiar y que cscuchaban para aprender. Un mcnsajc muy similarse deriva de la historia de Adn y Eva, cuyo castigo por comer deirbol dei Conocimiento fue la exp ulsin dei Paraso: y eI Parasoera tal porque podan vivir all sin prcocupaciones: no tenan quehacer las cleccioncs de las que dependia su felicidad (o tambin sunfelicidad). EI Dios judio poda ser a veces no menos cruel y vcn-gativo cn 5U clera que los habitantes dei Olimpo, y la pena queide para castigar la ofensa de Adn y Eva no fue menos dolorosaque la sucrtc de Tantalo; slo fuc, por expresarlo as, ms sofisti-cada y exigia ms capaciclad interpretativa: (jnnars cl pan con elsudar de tu frente. Mientras anunciaba ese veredicto, un Dias

    2

    LA A(;()N;\ DI': 'I'/lNT;,\I'{)

    airado situ

  • COMtJNIDAI)

    laboriosamente construido, o ganado en una lucha: ese entendi-miento est ah, ya hccho y listo para usar, de tal modo que nosentendemos mutuamente sin palabras y nunca necesitamos

    preg~n~ar con aprensin: ~Qu quieres decir?. El tipo de en-tendimiento sobre e! que se basa la cornunidad precede a todoslos acuerdos y desacuerdos. Semejante entendimiento no es unalnea de meta, sino el punto de partida de toda convivencia(Togetherness). Es un sentimiento recproco, vinculante, Iaautntica voluntad de quienes cstn unidos entre s; y gracias aun entendimiento tal, y slo a un entendimiento tal, la gente sernantiene esencialmenre unida a pesar de todos los factores deseparacir cuando est cn comunidad.

    Muchos anos Jespus de que Tnnes scrialara el entendi-rnenro comuns que se produce de forma natural como la carac-t~rstica que distingue la comunidad de ese otro mundo de amargasdisputas, competcncia a muerte, chaJaneo y torna y daca, GoranRosenherg, el perspicaz analista sueco, acufi el concepto de crcu-lo clido (en un ensayo publicado en La Nouuelle Lettre Interna-tiona!e en 2000) para captar el mismo tipo de inmcrsion ingenua enla convivencia, que quiz fuera en tiempos algo comn a la condi-cin humana, pera que ho y es algo a lo que, cada vez ms, slo sepuede acce?~r ~n su~nos. Las lcaltades humanas, que se ofrecen y

    .esperan recibir sm mas dentro de! crculo clido, [... ] no se derivande la lgica social externa, ni de ningn anlisis econmico de costey beneficio. Esto es exactamente lo que hace clido el crculo:no hay cspaco para e! frio clculo y para cl aprendizaje de priorida-des que cualquier sociedad existente, glidamente y sin humor, pre-senta como conforme a la razn. Y es precisamente por esta porlo que gente atenda suefia con ese crculo mgico y dcseara cortarese otro mundo fro a su imagen y semejanza. Dentro dcl crculoc~l~do no estaran obligados a dernostrar nada e, hicieran lo quehicieran, podran esperar simpatia y ayuda.

    AI ser tan obvio y natural, el entendimiento compartidoque constituye la comunidad (o e! crculo clido) se sustrae a la

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    LA AC()1'\A DE Tlt\"j'AL

  • (;()r>,.HJ\lIJ)i\])

    No se trata de que la comunidad real, que como tal no ha sidoproducida artificialmente o meramente imaginada, tenga mu-chas oportunidades de caer cn csa contradiccin. Robcrt Redficld 2estada de acuerdo con Tnnies cn que en una autntica comuni-dad no hay motivacin alguna para Ia reflexin, Ia critica o Ia ex-perimcntacin; pcro. se apresuraria a explicar, eso cs as porquela eomunidad es fiel a su naturaleza (o a su modelo ideal) slo en lamedida en que sea distintiva respccto a otros grupos humanos(es evidente donde empicza y donde acaba Ia comunidad), pe-quena (tan pequena como para que todos sus miembros estn aIa vista unos de orros) y aurosuficiente (de tal modo que, segnsubraya Redfield, provea todas las actividades y ncccsidades deIas pcrsonas que incluya, o ms de lo que necesitan. La pequenacomunidad cuida de sus miernbros desde la cuna hasta Ia turnba).

    La seleeein de atributos que lleva a cabo Rcdficld no csen absoluto arbitraria. Distintiva quiere dccir: la divisin entrenosotros y ellos cs tan exhaustiva como disyuntiva, no que-dan casos intcrmedios, est c1arsimo quin es de los nucs-tros y quin no, no hay desordcn ni motivo para la confusin; nohay ambigedad cognitiva ni conductuaI. Pequena significa: lacomunicacin entre sus micrnbros es omniabarcante y densa, ylas sefialcs que esporadicamente 11egan de fuera se presen-tan asi a una luz desfavorable debido a su rareza, superficialidady negligencia comparativas. Y autosuficicntc significa: el aisla-rniento de ellos es punto menos que completo, las ocasionespara romperia son escasas y alejadas en el tiempo. Estas tres ca-ractersticas combinan sus fuerzas para proteger eficazmente alos miembros de la comunidad de los desafios a sus usos habi-tuales. En tanto que todos y cada uno de esos rasgos rrinitariosse mantengan intactos, es cn efecto sumamente improbable quese d Ia motivacin para la reflexin, Ia crtica y Ia expcrirnen-tacin,

    En tanto que ... efcctivamentc, la unidad original (primi-tiva) de la pequena comunidad de Redfield depende de que se

    (,

    bloquccn los canales de comunicaein con eI resto dcl mundo ha-bitado. La unidad de comunidad, como dira Redfield, o la na-ruralidad dei cntendimicnto comunal, como preferiria denomi-nada Tnnics, estn constituidas ambas de la misma rnateria: dehomogeneidad, de mismidad (Samencss).

    La mismidad se ve en peligro cn elmomento cn que sus condi-ciones empiezan a desmoronarse: cuando elequilbrio entre la co-municacin interna y externa, que cn riernpos se inclinabadrsricamcntc hacia el interior, se va igualando, difuminndose asla distincin entre el nosotros y cl ellos. La mismidad se eva-pora una vez que la cornunicacin entre sus miembras y el mundoexterno se hace ms intensa y ms importante que los intercam-bios mutuos entre sus miembros.

    Precisamente, scmejante ruptura de los muros prorecrorcs dela comunidad se hizo inevitab]c con la aparicin de los mcdiosmecnicos de transporte; portadores de informacin alternativa(o de gente cuya misma ajcnidad era informacin distinta de y encontraste con cI conocimiento disponible internamente) podanahora, cn principio, viajar tan rpidamcntc o ms rapidamenteque los mcnsajes oralcs que se originaban y circulaban dentro deipermetro de la moviliclad humana natural. La distancia, cntiempos la ms Iormidable de Ias dcfcnsas comunales, perdigran parte de su importancia. La aparicin de Ia informtica fue,sin embargo, lo que asest cl golpe moral a la naruralidad deientendimiento cornunal: la emancipacin dcl [lujo de informacinrcspccto aI transporte de los cuerpos. Una vez que Ia informa-cin pudo viajar con independencia de sus portadores, y a unavelocidad muy superior a la de los ms avanzados medias de trans-porte (como en el tipo de sociedad en la que todos vivimos hoy endia). ya no podia trazarse, y mucho menos sostenersc, la fronrcraentre cl interior y cI exterior.

    A partir de entonccs, toda homogeneidad tena que ser esco-gida a mano entre una enmaraiada masa de varicded mediante laseleccin, la separacin y Ia exclusin: toda unidad rcquiere ser

    7

  • C:O,\lt1NiDAD

    hccha; la concordia producida de forma artificial es la nicaforma de nnidad disponiblc, EI entenJimiento comn solo pucdeser un logro, que se a1canza (si cs que se alcanza) ai final de unprolongado y tortuoso rrabajo de discusin ~ persuasin en ~n.aagotadora cornpctcncia con un nmero indefinido de potcnciali-dades distintas, todas las cu ales rivalizan por la atencin y todaslas cuales prometeu una mejor (ms correcta, ms eficaz o msplacentera) distribucin de las tareas de la vida y mejores solu-ciones a los problemas de esta. Y en el caso de que se alcance, elacuerdo comn nunca estar libre de la memoria de rales luchaspasadas y de las clcccioncs que se hicicron en su curso. Por fi:me-mente que se mantenga, por tanto, ningn acucrdo parecera tannatural ni tan obvio como el de las comunidades de Tnnieso Redfield, por mucho que sus portavoces y promotores 10 pre-scntcn como tal. Nunca ser inmune a la rcflcxin, crtica y dis-cusin ulteriores: en cualquier caso, puede alcanzar el estatus decontrato continuado, un acuerdo para ponerse de acucrdo quencccsita renovacin peridica, sin que ninguna de esas renovaeio-ncs conl1eve la garanta de la siguiente.

    La comunidad dc1 cntendimiento comn, incluso aunque sealcance, seguir por tanto sicndo frgil y vulnerable, siempre nc-ccsirada de vigilancia, fortificacn y defcnsa. La gente que sucfiacon una comunidad con la esperanza de encontrar la seguridad alargo plazo que tan dolorosamente echan de menos cn sus afanescotidianos, y de liberarsc de la gravosa carga de eleccioncs si~mpre nuevas y siemprc arriesgadas, quedar amargamen~edes~lusionada. La tranquilidad de nimo. si la encuentra, sera dei ttpohasta nuevo aviso. En vez de una isla de enrendimicnro natu-ral de lIn crculo clidos en el que puedan bajar la guarJia ydeja'r de pelear, la comunidad realn1ente existente se sentir com?una fortaleza aseJiada, continuamente bombardeada por enenu-gos externos (rnuchas vcccs invisiblesl, mientras que, una y otravez, es desgarrada por la discordia interna; quiencs busquen ~Icalor comunal, el sentimiento de hogar y la tranquilidad cornuru-

    LA i\(;(lNIA DE TNTAUl

    tarias tendrn que pasar la mayor parte de su tiernpo en murallas ybaluartes.

    Parece una observacin corriente hasta el punto de ser trivial:una vez dcshecha, una comunidad no puede volver a recompo-nerse, a diferencia del fnix, con su capaciJad mgica de elevarsesobre sus cenizas. Si surge, no ser en la forma que se preserva enla memoria (o, cxpresndolo de modo ms preciso, en la formaque conjura una imaginacin cspolcada cotidianamente por la in-seguriJad perpetua), la nica apariencia que la hace tan Jeseablc] /como una inmcjorable solucin de conjunto a todas las preocupa-ciones tcrrenales. Todo esta parece bastante obvio, pera la lgicay los suerios humanos raras veces recorren los mismos caminos, sies que lo hacen alguna vez. Y existen buenas razoncs, corno vere-mos ms adelante, para que sus caminos nunca converjan durantedemasiado tiernpo,

    Como ha observado recientemente Eric Hobsbawm,

  • C:()r-.tI.lNIDAD

    razn son ardicnternentc deseadas. La paradoja, sin embargo,cs que para ofrcccr siquiera sca una cantidad mdica de segu-ridad y para poder asi curar o calmar de algn modo c] dolor, laidentidad tienc que negar su origen; tienc que negar que cs unmero succd.ineo: ticne que conjurar un fantasma de la mismacomunidad que ha venido a sustituir. La identidad brota cri clccmentcrio de las comunidades, pera florcce gracias a la pro-mesa de la rcsurreccin de los muertos.

    Una vida dedicada a la bsqueda de la idcntidad est lIenade ruido y de Iuriu. tdcntiilail significa destacar: ser diferente ynico cn virrud de csa diferencia, por 10 que la bsqucda de laidcntidad no pucdc sino dividir y separar. Y, sin embargo, la vul-nerabilidad de las identidades individuales y la preeariedad de laconst ruccin de identidades cn solitario mucvcn a los C011S-tructores de identidades a buscar perehas de las que poder col-gar conjuntamente los temores y ansiedades que experimentande forma individual y, una vez hecho esta, a ejccutar los ritos deexorcismo en compaiia de otros indivduos parecidarnente teme-rosos y ansiosos. El que tales comunidades pcrcha propor-cionen o no lo que se espera de ellas -seguridad colectiva frentea incertidumbres que se afrontan de forma individual- cs dis-eutibIe; peru no cabe duda de que marchar hombro con hombroa lo largo de una o dos calles, levantar una barricada en compu-fia de otros o cl roce en trincheras abarrotadas puedc propor-cionar un momentneo alivio de la soledad. Con resultados bue-nos o malas, o sin ningn resultado en absoluto, aI menos se haheeho algo; uno pucdc extracr cierta tranquilidad deI hccho debaberse negado a ofreeer un blanco fijo y de baber levantado lasmanos contra los golpes. Poco puedc extrafiar, pues, que, comoadvierte Jonathan Fricdman, en nuestro mundo en rpido pro-ceso de globalizacin 10 que no est ocurriendo cs que las Ironteras estn desapareciendo. Antes bien, pareceu levantarse encada nueva esquina de cada barrio en decadencia de nuestromundo".

    lO

    LA N;()[\A 1)1: T/\\J[';\IJ)

    A pesar de las pretensiones de los guardias de fronteras, loslimites que p rotcgcn no han sido rrazados para confinar y de-fender el caracter distintivo de identidades ya existentes. Comoexplico el gran antroplogo norucgo Frcdcrick l3arth, 10 cierto es10 contrario: las identidades comunalcs ostensiblemenre com-partidas son los efcctos secundados o subproductos de un trazadode fronteras inacabable, y por esa rnisrna razon tanto ms febril yferoz. Slo cuando se c1avan los postes divisorios y se apuntan loscaiiones a los intrusos, se forjan los mitos de la antigedad de lastrontcras y se encubren cuidadosamente, mediante las historiasde gnesis, los recientes orgenes cultura1cs y polticos de la iden-tidad. Esta estratagema intenta negar el hecho de que (por citar aStuart Hall) algo que la idca de idcntidad no denota es un ncleoestablc dcl yo que se dcsplicga inrnutablc de principio a fin a tra-vs de todas las vicisitudcs de la historia 7.

    Los buscadores contemporneos de la comunidad estn con-denados a compartir la suerte de Tntalo; estn abocados a quesu propsito los rehya, y es su propio esfuerzo por a1canzarlo,fcrvicntc y fantico, lo que hace que s te retroceda. La esperanzade descanso y tranquilidad que hacc tan scductora la comunidad desus sucrios se desvanecer cada vez que dec1aren o se les diga quehan hallado el bogar comuna! que buscabao. A las agonias deTntalo se afiadirn las de Ssifo, que aurncntaran su intensidadagnica. La comunidad realmente existente ser distinta a lade sus suefios: ms bicn su opucsto; intensificar sus temores einseguridad en vez de anularlos o enterrarlos. Exigir una vigi-lancia de vcinticuatro horas y reafilar diariamente las espadas;luchar, da tras da, por mantencr a los extranjeros fuera de suspuertas y espiar y dar caza a los renegados entre las propias filas.Y para ariadir un toque final de ironia. slo mediante toda csabelicosidad, vigilia y blandir de espadas se puede evitar que sedesvanezca y proteger de la evaporacin el scnrimicnto de estaren una comundad, de ser una comunidad. Da tras dfa hay quebuscar en el frente la tranquilidad de! hogar.

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  • O)IVllJNIDAD

    Es como si la espada clavada al este deI Edn todavia siguieraalli, arncnazadora. Puedc que ganes c] pan con el sudor de tufrente ... pero no habr sudor que reabra la puerta cerrada de lainoccncia comunal, la mismiJad y tranquilidad primitivas.

    Y no es probable que vayamos a dejar de Ilamar a esa puertacon la esperanza de abriria a la fuerza. No rnientras seamos comosomos ahora y mientras que cl mundo que habitamos sea como csahora.

    Inspirndose cn un cuadro de Paul Klee, Walter Benjaminofreca la siguicnte descripein del ngel de la histeria:

    Su faz est vuelta a] pesado. Lo que a nosotros nos parece una cadenade acontccimientos. l lo ve como una nica catstrofe que amontonaincesantemcntc ruina sobre ruina, arrojndosela ante los pies. I qucrrfadctenersc. despertar a los mucrtos y recomponer lo despedazado. Pcrodesde el Paraso sopla una tempestad que atrapa sus alas y que cs tanfuerte que ya no Ie eleja cerrarias. Esta tempcstad Ie arrastra constante-mente hacia el futuro, ai que da la espalda, mientras que el montn derunas que ticnc ante l crece hasta el cielo".

    EI ngcl de la historia avanza dando la espalda ai futuro, por loque sus ajas estn fijos cn eI pasado. Avanza porque desde quedej cl Paraso no pucde detenerse; no ha visto nada lo suficiente-mente agradable como para desear detenerse y admirarlo pausa-damente. Lo que le mantiene en movimiento es el disgusto y larepulsin por lo que vc: los horrores demasiado evidentes deipasado, no la atraccin dei futuro que no pucdc ver con claridadni apreciar con plenitud. Walter Benjamin da a entender que eIprogreso no cs una persecucin de los pjaros dei cielo, sino unanecesidad frentica de huir de los cadveres espareidos por loscampos de batalla dei pasado.

    Si es correcta la lectura de Benjamin dei significado dei pro-grcso, y yo creo que lo es, entonces -co lo que respecta a la [elici-dad humana- la historia no cs oi una lnea rccta ni un proceso

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    acumulativo, como querra hacernos creer la afamada versinprogresista de la hisroria. Sicndo la repulsin, no la atraccin, laprincipal fuerza motriz de la historia, cl cambio se produce por-que los humanos se ven mortificados e irritados por lo que pcrciben como doloroso y desagradable en 5U condicin, porque nodcscan que pcrsistan esas condiciones y porque buscan el modode mitigar o remediar su sufrimicnto. EIlibrarnos de lo que demomento nos mortifica ms nos produce alivio, pera ese respiroes, por lo general, efmero, puesto que la condicin nucva y me-jorada rpidamente desvela sus propios aspectos displacenreros,previamente invisibles e imprevistos, y producc nucvos motivosde prcocupacin. Adernas,nunca llueve a gusto de todos y la gen-te que huyc raras vcccs cs unnime aI seleccionar las realidadesque requicren atencin y reforma. Unos conremplarn con entu-siasmo y otros con aprensin cada paso que se aleja dei presente.EI progrcso es un destacado miembro de la familia de conceptosacaloradamente debatidos. EI balance dei pasado, la evaluacindeI presente y la apreciacin de los futuros estn erizados de con-flictos y cargados de ambivalencia.

    l Jay buenos motivos para concebir el curso de la historiacomo pendular, incluso aunque en otros aspectospueda descri-birse como lineal: sucede que la libertad y la seguridad, ambasigualmente acuciantes e indispensahlcs, son difcilmente reconci-liablcs sin fricciones, y la mayora de las veces. fricciones conside-rablcs. -Ambas cualidadcs son, simultnearnente, complementariasc incompatibles; la probabilidad de que entren en conflicto siem-pre ha sido y sicmprc ser tan alta como la ncccsidad de que sereconcilien. Aunque se han intentado mltiples formas de convi-vencia humana en el curso de Ia historia, ninguna ha logrado en-contrar una solucin impecable a esta tarca, que equivale a unaautntica cuadratura dcl crculo.

    Promover la seguridad sicmpre exige el sacrifcio de la li-bcrtad, en tanto que Ia libcrtad slo pucde ampliarse a expensasde la scguridad. Pcro seguridad sin libertad equivale a esclavitud

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  • O)J"'lIJNII)Al)

    (y, adcms, sin una inyeccin de libcrtad, a fin de cuentas demues-tra ser un tipo de seguridad sumamente inseguro); rnicntras que lalibertad sin seguridad equivale a estar abandonado y perdido (y, afin de cuentas, sin una inyeccin de seguridad, Jemuestra ser untipo de libertad sumamente esclava). Esta circunstancia ha procu-rado a los filsofos una jaqucca sin cura conocida. Tambin de-termina que convivir sca tan conflictivo, puesto que la seguridadsacrificada cn aras de la libertad tiende a ser la seguridad de otragente; y la libertad sacrificada cn aras de la seguridad tiende a ser[tarnbin] la libertad de otra gente.

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    2. REARRAIGAR LO DESARRAIGADO

    Pico dclla Mirandola puso por escrito cI texto de un discurso que niDios, e1 orador, ni Adn, alque iba dirigido, se tomaron la molestia deregistrar. Ms o menos era como sigue: EI resto de Iascriaturas tienenuna naturaleza definida que Yo he prescrito para ellas. T puedesdeterminar tus propios limites conforme a tu propia voluntad [. .. J.Como un artfice Iibrc y soberano, puedes configurar tu propia formaa partir de tu propia sustancia. El mensaje de ese discurso no regis-trado era una noticia en extremo estimulante para los hombres de sus-tancia, aunquc no 10 era tanto para el resto, que no tcnia suficientesustancia para configurar su propia forma libremente y conformea su propia voluntad. El afio era e1 de 1486; cl lugar, una Italia queenviaba sus barcos a los rincones ms alejados del mundo para que losarmadores, sus cortesanos y pasajcros (aunque no los marineros nilos estibadores) pudieran enriquecerse de afio cn afio y sentirse a susanchas en L Individualidad moderna conforme alcanon eclesistico:el Dias de la Bblia dictaba una sentencia de existencia sin trabas nidetcrminaciones como retribucin y castigo. EI Dias del Renacimientoque hablaba a travs de Pico deUa Mirandola describia esa sentenciacomo recompensa y como un acto de gracia. Si el texto bblico era unaverdad a medias, su correccin renaccnrisra no era mejor.

    En su estudio de la nueva poca de desigualdades, Jean-PaulFitoussi y Pierre Rosanvallon ponderan la ambivalencia deI indi-vidualismo moderno:

    Es, ai mismo tiempo, no vector de emancipacin de los indivduos, quepotencia su autonomia y los convierte en sujetos de dcrcchos, y un factor

  • Ol,'>lUNIJ)Al)

    de crccienre inseguridad, que hace a todos rcsponsables del futuro v losobliga a Jar a Sll vida un sentido que ya no est prefigurado por ~adaexterno '.

    Fitoussi y Rosanvallon no han sido los primcros en observar clrostro jnico de la individualizacin que se habra de convcrtir enpatente de la modcrnidad (ai menos de la europea), pero si expre-saron con ms agudeza que la mayora de los autores c1 conflictointerior que conllevaba. Como todas las derns novcdacles agru-padas bajo la rubrica de proccso de civilizacin, la individuali-zacin rue, en lo que rcspccta a los valores humanos, un proccsode ntercambio. Los artculos que se intercambiaron en su cursofucron la seguridad y la libertad: la libcrtad se ofreca a cambio deseguridad, si bien no rue ncccsariamente evidente que era esta loque ocurra; no lo fuc desde el principio ni, eon toda certeza, paraPico della Mirandola y para otros que contemplaban y hablabandesde torres de observacin parccidamente elevadas, hasta las queno podan llegar los gemidos, excesivamcntc audibles, que proce-dan de ah abajo, del suclo. Dados sus nuevos recursos, y portanto su distendida confianza co s mismos, a los altos y poderososlcs pareca que la libertad era la mcjor garantia de seguridad ima-ginable; ni qu dccir tiene que la receta infaliblc para tener a lavez libertad y seguridad era cortar y desligar las escasas atadurasan vigentes. La libcrtad no parece demasiado arriesgada mien-tras las cosas sigucncon docilidad e1 rumbo que uno desea que si-gano Despus de todo, la libcrtad es la capacidad de lograr quelas cosas se hagan conforme a los propios deseos, sin que nadieeste en condiciones de oponerse aI resultado, y mucho menosdeshacerlo.

    EI concubinato de libertad y seguridad parece diferente, sinembargo, cuando las cosas se observan desde la perspectiva de losmuchos que comparten las tribulaciones de los hebreos esclaviza-dos en Egipto, a quienes d Faran les orden que siguieran fabri-cando ladrillos mientras les negaba la paja que nccesitaban para

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    RI':ARI{;\[GAR LO DESARRAIGADO

    producirlos; hornbrcs y mujeres que ven que los derechos de losque, segn se les ha asegurado, son portadores y beneficiarios sonintilcs cuando se trata de llegar a fin de mcs. La individualizaeinpodia ser prdiga y generosamente indiscriminada al arrojar cldon de la libertad personal en cada mano que se tendia, peroeI paquete de libertad cum seguridad (o, ms exactamcntc, seguri-dad a travs de la libertad) no se ofreeia de forma generalizada.

    Sl~) cstaba a.disposicin de unos pocos clientes selectos. La opor-tunidad de disfrutar de la libertad sin pagar el duro y prohibitivoprecio de la inseguridad (o al menos sin acreedores que cxigicran

    p~go instantneo) era privilegio de unos pocos; pero estas pocosdieron el tono a la idca de emancipacin durante los siglos vcnide-ros. El tono slo empez a cambiar percepriblemente despus deque un perodo de aburguesamiento genuino o putativo delproletariado se detuviera, primero, e invirtiera, despus, al tiempoque despegaba el proceso, gradual pero incesante, de proletari-zacin de la burguesa, como sugicrc Richard Rorty.

    Esto no quiere decir que los pocos privilegiados que podan dis-frutar de forma simultnea de libertad personal y seguridad existen-cial (un lujo que se negaba al resto) no tuvieran motivos de descon-tento. La larga serie de cstudios de casos clnicos de Sigmund Freudpucden lee~se como cabicrs dedolanccs de los ricos y poderosos que,tras conquistar el mundo exterior, perciban como tanto ms mali-ciosos e insoportablcs dentro de sus hogares (y co particular dentrode sus dormitarias) los retenes correosos, tenaces y renuentes alcambio de esc mundo exterior. Das Unbcbagcn in der Kultur lEImolestar en la cultural resume sus quejas: para disfrutar dei dobledon de la libertad social y la scguridad personal, uno debe jugar e1jucgo de la sociabilidad conforme a regias tales que niegan un esca-pe libre a los dcseos y pasiones, En la poltica vital (como hubieradicho Sigmund Freud. si la terminologia de Anthony Giddenshubicra estado disponible en la poca) de sus pacientes, el conflicropico de libertad y seguridad emerge sobre todo, quiz exclusi-vamente, como represin sexual. AI presentar las constriccioncs

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  • impucstas por la sociedad al deseo sexual como cl ltimo baluartede la falta de libertad, elFreud de DaI Unbehagen se explayaba so-bre su incvitabilidad. Sin embargo, una vez seialada e identificada,Icilmcntc podan reconvertirse en un aspecto ms del provectoinacabado de la modcmidad. Las forrificaciones defensivas de lavida civilizada, ostcnsiblcmentc necesarias, se haban convertidorapidamente en eI prximo objetivo estratgico de las guerras deernancipacin cn marcha; en otro obstculo que eliminar cn el ca-mino dei progreso imparable hacia la Iibertad.

    Muy poco antes de redactar Das Unbebagcn, Frcud envi a laprensa otra gran sntesis: Dia 7ttkunft einer Tl!usion rEI porvenirde una ilusin '. Ambos libros, co conjunto, sefialaron un grancambio cn los intcrcses de Freud. Como l rnismo admitio. des-pus de un gran rodeo psicoteraputico, provisto de los cono-cimientos acumulados en el curso de la pretica psicoanaltica,volvi a los prohlemas culturalcs que lc hahian fascinado desdehacia mucho tiernpo. A diferencia de Das Unbehagen, que era unesfuerzo sostenido por articular la colisin entre la libertad y laseguridad tal como scdimentaban en las ncurosis de los pacientesde psicoterapia, Die Zukunft arroja sus redes mucho ms lejos.Ms exactamente, intent dcsarro11ar una tesis en apoyo de lainevitahilidad de las constricciones soei ales a la libcrtad humanabasada en el anlisis objetivo de las tribulaciones de todos aque-110s que jams visitaran las clnicas psicoanalticas. Frcud no tenaninguna expericncia clnica con los tipos de personas que, talcomo expona su tesis, hacaninevitables las constricciones, peraera propio de la naturalcza de la tesis, tal como se dcsarrollaba enDie Zuleunft, que tal experiencia no fuera necesaria. EI centro deiintcrs de Frcud estaba en lo que Talcott Parsons denominadadespus los prerrequisitos Funcionales dei sistema, de modoque Freud podia dejar a un lado, como de hccho dej, las notas delas scsiones psicoanalticas y recurrir directamente a la antigua yvenerable tradicin posthobbesiana de la opinin ilustrada, o,mejor dicho, del folclore intelectual, unnime en su conviccin de

    IR

    RI':,\I\R;\ICAR LO n[SARRAICADO

    que rnientras que algunos especmenes selectos de la humanidadpodan llegar a dominar eI arte dcl autocontrol, todos los dcms, yeso quiere decir la abrumadora mayoria, requeran la cocrcinpara mantenerse vivos y para dejar vivir ai resto.

    Die Lukunft parte de la misma hiptcsis que unos pocos mesesdespus serviria como punto de partida a Das lInbebagcn: Todacivilizacin debe construirse sobre la coercin y la renuncia aIinstinto. No obstante, Freud distingue cuidadosamente entrelas privaciones que afectan a todos y cada uno y las privacioncs queno afectan a todos y cada uno, sino slo a grupos, clases o inclusoa individuos aislados. A la primera categoria asigna el tipo desufrimicntos que con posterioridad expondra ms dctalladamcntcen Das Unhehagen: tribulaciones recogiJas durante las scsionespsicoanalticas con la se1ecta clientela vicnesa, cuyas causas, noobstante, se suponan independientes de la c1ase y por tanto uni-versalmente compartidas. Las amargas privaciones deI segundotipo (las no universales, sino vinculadas a la clase), que muchasveces causaban un violento resentimiento, se derivan deI hecho deque en una cultura dada la satisfacein de una parte de sus miem-bros depende de la represin de otra parte, quiza mayor. Sin lasprivaciones del primer tipo, a Freudle pareca que la civilizacinera lgcamente incoherente y por tanto inconccbiblc. Pero tam-poco parecia albergar la esperanza de que una cultura lograradesenvolverse sin rccurrir a la coercin dei segundo tipo, y eso esporque, en la opinin que Freud comparta con los discriadorcs ygestores dcl ordcn moderno,

    las masas son perezosas e ignorantes, no admiten gustosas la renunciaal instinto, siendo (inlnlcs cuantos argumentos se aduzcnn para con-vencerlas de lo inevitable de tal renuncia, y los individuas se apoyan unosa otros cri la tolerancia de su desenfreno. L..1 En resumcn, cl hccho deque s610 mediante cierta coercin pucdan ser mantenidas las institucio-ncs culturales es imputable a dos circunstancias ampliamente difundidasentre los hombrcs: la falta de amor aI trabajo y la ineficcia de los argu-mentos contra las pasiones.

    I~

  • COJ',\lJNllJ!\lJ

    En efecto, como dicen los franceses, dcux poids, deux messu-rcs: en el caso de las mas as, naturalmente perezosas y sordas a lavoz de la razn, impedir que den rienda librc a sus proclividadesnaturales cs una bendicin indudable. Sicndo las masas comoson, el tpico de la poca moderna que se repite en Die Zukunlt,no contempla negociacin alguna de la porcin de libertad queticncn asignada. La rebelin de las masas no es en absoluto semc-jante a las neurosis individuales sufridas cn solcdad por los clien-tes sexualmente reprimidos de las clnicas psicoanalticas. No esun asunto de la psicoterapia, sino de la ley y dei orden; no es asun-to de psicoanalistas, sino de polidas.

    La organizacin moderna -capitalista- de la cohabitacinhumana era jnica: una de sus caras era emancipadora, la otracoercitiva, y cada una de ellas estaba vuelta hacia un segmentodistinto, de la sociedad. Para los compafieros de Pico della Miran-doia, la civilizacion era la trompcra que llamaba a convertirsc enlo que uno dcsca ser, y trazar lmites a esa libcrtad de autoatir-macin quiz era una obligacin inevitable, pera desgraciada, delordcn civilizado, un precio que merecia la pena pagar. Para lasmasas perezosas y gobernadas por las pasioncs, la civilizacinsignificaba, en primor lugar y ante todo, un disciplinamiento delas rnorbosas predilecciones que se supona que albergaban y que,de desatarse, dinamitaran la cohabitacin ordenada. Para los dossegmentos de la socicdad moderna, la autoafirmacin ofrecida yla disciplina requerida se mezclaban en proporciones claramentedistintas.

    Para expresarlo sin ambagcs: la ernancipacin de algunos exi-ga la rcprcsin de otros. Y eso es exactamente lo que ocurri: enla histeria, tal afirmacin se cumpli bajo cl nornbre, un tantoeufemstico, de Revolucin industrial. Las mas as fueron arran-cadas de su rgida rutina antigua (la red de interacciones comuna-les gobernada por eI hbito) para ser introducidas a la fuerza enuna rgida rutina nueva (Ia de la fbrica gobernada por e! trabajoregulado), donde su represin podia servir mejor a la causa de la

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    RI':AI{I{AI(;AR !Jl ])ESAI\RAI(;AI)()

    emancipacin de sus represares. Las antiguas rutinas no eran ti-les para este propsito: eran excesivamente autnomas, se reganpor su propia lgica tcita y no negociable, y eran demasiado re-sistentes a la manipulacin y aI cambio porque demasiadas cuer-das de la intcraccin humana estaban entretejidas cn todos y cadauno de los actos, de modo que para tensar una era preciso dcspla-zar o romper muchas otras. La cuestin no era tanto cmo des-pertar la avidez por el trabajo cu los perezosos (nadie tena quecnscnar a la futura mano de obra fabril que la vida significabauna condena a trabajos forzados), sino corno hacerles proclives atrabajar en un entorno rcpresivo enteramente nucvo y desce-nocido.

    .Para adaptarlos a su nueva indurnentaria, era preciso con-verti r en una rnasa a los futuros tmbajadorcs: dcspojarlcs desus antiguos hbitos apoyados por la comunidad. La guerra de-clarada a la comunidad se lanz en nombre de la liberacin de!individuo respecto a la illercia de la rnasa.j Pero la finalidad ge-nuina, aunque no manifiesta, de esa guerra era en extremo opues-ta a su objetivo declarado: desmontar los poderes comunitarioscrcadores de pautas y roles, de tal modo que las unidades humanas despojadas de su individualidad pudieran condensarse en lamasa trabajadora. La pereza innata de las masas no era msque una (mala) excusa. Como sostuvc cn Work, Consumcrismand New Poor (I998), la tica dei trabajo de la primera edadindustrial era un intento desesperado por reconstituir en cl en-torno frio e impersonal de la fbrica, mediante el mando, la vigiolanda y el rgimen punitivo, el mismo gusto por el rrabajo eficazque los trabajadores y artesanos desplegaban de forma naturalen la densa red de intercambios comunalcs.

    EI siglo XIX, e! sigla de las grandes dislocaciones, dei desliga-miento, la desinregracin y eI desarraigo (as como de los deses-perados intentos de religamiento, reintcgracin y rearraigo) esta-ba tocando a su fin cuando Thorstein Veblen habl a favor deiinstinto dei trabajo eficaz (instinct 01 ioorlzmansbip) que est

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  • CtlMIJNIDAIJ

    presente cn todos los hombrcs- y que se afirma en circunstan-cias muy adversas para buscar la reparacin dcl dano cornctido '.EI instinto dei trabajo eficaz fue el nombre que Veblen e!igipara cl natural gusto por cl trabajo eficaz y el disgusto por eI es-fuerzo ftil, que en su opinin era comn a todos los humanos.Lcjos de ser naturalmente pcrczosos y renuentes a trabajar, comosubrayaba Freud, aI unsono con una larga cadcna de modernoscrticos y grurioncs, la gente tcnia, mucho antes de que cmpczarantodas las reprobaciones y crticas,

    un sentido del mrito de la utilidad o eficiencia y deI demrito de loftil, dcl despilfarro o de la incapacidad l. ..1. EI instinto del trabajoeficaz se cxprcsa no solo cn la insistcncia en una utilidad sustancial,sino rambin en eI sentido permanente de la ociosidad y de la imposibi-lidad esttica de lo que cs a todas luccs ftil.

    Si todos nos enorgullecemos deI trabajo hien hecho, tambintenemos todos, como sugiere Veblen. una repulsin innata haciael trabajo rutinario. cl esfucrzo intil y las prisas sin sentido. Lomismo podia decirse de las masas, acusadas desde la aparicinde la industria (capitalista) moderna de! pecado mortal de la pe-reza. Si Vehlen est cn lo cicrto y Ia rcnuencia a trabajar viola losinstintos humanos, entonces cs que ha tcnido que hacerse algo, yse ha tcnido que hacer de forma resuelta y decidida, para que laconducta realmente existente de las masas d credibilidad ala acusacin de indolcncia. Esc algo ticne que ser cl lenro peraincesante desmantelamiento/desmoronamiento de la comunidad,aquella enmarariada rcd de interaccioncs humanas que aportabanal trabajo un significado, transformando el mero csfucrzo en untrabajo dotado de sentido, en una accin con un propsito, aquellared que constitua la diferencia, como diria Veblen, entre las ha-zaiias (vinculadas a los conceptos de dignidad, valor u honor)y la rutina (que no est vinculada a ninguna de esas cosas y quepor tanto se percibe como estril).

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    Segn Max Weber, el acto fundacional dei capitalismo mo-derno fue la separacin entre la produccin y cl hogar, 10 que sig-nific, simultaneamente, la scparacin de los proJuctores de lasfuentes de Sll media de vida, como afiadira Polanyi, invocando lapcrccpcin de Karl Marx. Ese doblc acto liber a las accionesdirigidas a la obtencin de beneficio, as como a ganarse la vida,de la red de lazos cmocionalcs, familiares y de vecindaJ, pcro deigual modo vaci tales uccioncs de todos los significados que con-llcvalian previamente. Utilizando la terminologia de Vehlen, loque antes era una hazana se convirti en rutina, Los traba-jadores y artesanos de antafio ya no tenan claro qu podia sig-nificar e! trabajo bien hecho, por lo que ya no se vinculabandignidad, valor u honor algunos a haccrlo bicn. AI seguir larutina sin alma dei tallcr de la fbrica, observados no por los suyoso por los vccinos, sino vigilados exclusivamente por el capataz,que alberga constantemente sospechas y prevencin, aI ejecutarmovimientos dictados por las mquinas sin ninguna oportunidadde admirar cl producto dei propio empeno, y no digamos juzgarsu calidad, cualquier esfuerzo se convertia en ftil, y un esfucr-zo ftil era lo que siempre y e11 todo momento han aborrecido yaquello de 10 que se resienten los humanos debido a su instintode trabajo eficaz. De hecho, era a esa repugnancia demasiadohumana por la futilidad y lo carente de sentido a la que se dirigiala acusacin de indolencia planteada contra los hombres, mujeresy ninas arrancados de su entorno domstico y sornctidos a unritmo que oi haban fijado ni cntendian. Los cfcctos que provocabael nuevo entorno social anrinatural eran achacados a la supuestanaturaleza de los obreros de Ia fbrica. Los gestores de la in-dustria capitalista y los predicadores morales que se apresurarona prestarles su ayuda mediante la tica del trabajo que cstablc-cicron y prcdicaron deseaban forzar o inspirar a los obreros fa-briles a ejecutar tareas ftiles con la misma dedicacin yaban-dono de s con la que acostumbraban a desempenar su trabaiobien hecho.

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  • O),\lUNIDAD

    Para el ernpresario, la scparacin entre la produccin y el ho-gar era una autntica emancipacin. Sus manos quedaban desata-das, el ciclo era el nico limite cuya amhicin no se aventuraba atraspasar. AI seguir 10 que la razon lc deca que era la mejor va ha-cia una mayor riqueza, quienes hadan que las cosas ocurrieran,dcsbordantes y l1enos de confianza cn si mismos, ya no tenan quetener en cuenta las antiguas ideas de Jeber comunal, descartadasahora como tradicin trasnochada (si no como supersticin igno-rante). Sin embargo, la dcsvinculacin entre los medias de vida ycl hogar, la otra cara de la primera separacin, no se haba conce-bido como emancipacin, oi se pereibi como tal, como desliga-miento de las manos y como liberacin dei individuo. Se concibiy se percibi como un acto de desposcsin, como desarraigo y ex-pulsin de un hogar dcfendib1c. Era preciso desvincular primeroa hombres y mujeres de la red de los lazos comunales que limita-ban sus movirnientos, para poder redesplegarlos ms tarde euandofueran obreros fabriles. Pero su destino era elde ser redesplegados,y la Iibcrtad de indeterminacin no fue sino una breve fase transi-toria entre dos jaulas de hierro igualmente rgidas.

    El capitalismo moderno, como expresaron memorablementeMarx y Engels, fundi todos los slidos; las comunidades quese automantenan y autorreproducan ocupaban uno de los pri-meros lugares en la lista de elementos destinados a la Iicuefaccin.Pera ese trabajo de fundicin no era un fin cn si mismo: los sli-dos se licuaban de tal modo que pudieran forjarse otros nuevos,ms consistentes que los que se haban fundido. Si para los pocosescogidos el advenimiento de! orden moderno signific la apertu-ra de un horizonte vertiginosamente vasto para la autoafirmacinindividual, para la gran mayora augur que fueran reasignados deun entorno rgido y cstrecho a otro. Una vez que los lazos cornu-nales que los mantenan en su lugar quedaron cortados, csa mayo-ria tena que ser sometida a una rutina enterarnentc distinta, pa-tentemente disefada, apoyada por la nuda coercin. y que tenaescaso sentido cn cuanto a dignidad, valor u honor.

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    REi\I\!{/\IC/\R LO DESARRAIC;ADO

    Era ingenuo, por decir 10 mnimo, esperar que los deshereda-dos abrazaran la rutina disefiada e impuesta con la misma placidezcon la que acostumbraban a seguir los ritmos de la vida cornunal.Un rgimen disciplinador severo y estrictamente supervisadotenia que llenar cI vaco que se habia abierto, donde una vez elconsenso y el entcndimiento natural haban gobernado cl cursode la vida humana. Asi es como John Stuart Mill " resumia el esta-do de tinimo que predominaba en la poca (y que llamentabaprofundamente):

    La suerte de los pobres, en tojo cuanto les afecra colectivarnenre, debc-ria ser regulada para cllos, no por ellos L..]' Es cl dcbcr de las clases su-periores pensar por e110s y tomar sobre si la rcsponsabilidad de su suertc[...] [para que] pucdan rcsignarsc [...J a una autntica despreocupacin ydescansar a la sombra de sus protectorcs [".]. Los ricos dcberfan estar inloco parcntis para los pobres, guindolos y contcnindolos como a ninas.

    Ms de un siglo dcspus, considerando retrospectivamente lasprirncras dcadas deI nuevo mundo feliz de Ia modcrnidad capita-lista, e! historiador J ohn Poster 5 captaba la eseneia de la grantransformacin aI scrialar que

    la pnoridad ms acuciantc era ligar la mano de obra emergente a la nuevaclase de patronos y hacerlo durante un perodo en e1lJ.UC las antiguas dis-ciplinas autoimpuestas de la sociedad de campesinos y artesanos (a la vezy simultaneamente) se esraban desintegrando y seguan siendo peligrosa-mente poderosas.

    Observando con irona y esccpticismo el frenes con eI que re-formadores y revolucionarios desmanteIaban la organizacin so-cial existente, Alexis de Tocqueville sugeria que ai declarar unaguerra de desgaste contra los retrgrados y el provincianismode la sociedad de campesinos y artesanos, la clase empresarial enauge estaba alanceando muertos; en efecto, la comunidad local secncontraha en avanzado estado de descornposicin mucho antes

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  • CO~lUNlj)I\j)

    de que de vcrdad tuviera lugar la construccin del nucvo ordenoPuecle que as fucran las cosas, pero Iuera cual fuera el estado dedesintcgracin cn el que cstuviera, la comunidad local sigui per-eibindose como peligrosamente poderosa durante los largosanos que nev adiestrar a los campesinos y artesanos de ayer cn lanueva disciplina fabril. Ese scntimicnto rcforzaba el fervor y lainventiva con que los propictarios y gestores de la industria lu-eharon para regular la conducta de su mano de obra y para sofo-car todas las rnanifcstaciones de espontaneidad y librc voluntad.

    En cfccto, corno opinabajohn Stuart Mill, las clascs superio-res se pusieron in/oco porcntis de los pobres e indolentes, a quie-ncs, scgn crcan. no se les podia confiar cl precioso (y por tantoamenazado si se dcjaba cn malas manos) juguctc de la libertado EIdebcr de los padres cs guiar y contcncr, pera primero tienen quevigilar y supervisar para poder tomarse en seria esc dchcr y de-sempeiiarlo de forma responsablc.

    Se ha dicho que los nifios, COIllO los peces, dcbcn ser vistospcro no odos. As, durante la mayor parte de su historia la moder-nidad hizo su trabajo bajo los auspcios del poder panptico,imponiendo la disciplina mediante una vigilancia continua. Elprincipio esencial dei panptico cs la crccncia de los presos deque estn bajo obscrvacicin permanente y que ninguna dcsviacindela rutina, por minscula y trivial que sea, ser pasada por alto.Para que csa crccncia se mantenga viva, los vigilantes tienen quepasar la mayor parte de su tiempo en sus pucstos de observacin,del mismo modo que los padres no pucdcn dcjar durante muchotiempo eI hogar por temor a las travesuras de sus hijos. EI modelopanptico de! poder ata a los subordinados ai lugar cn e! que pue-den ser vigilados e instantncarncntc castigados por cualquierquebrantamiento de la rutina. Pera tambin ata a sus vigilantes aIlugar desde el que rienen que llevar a cabo su viglancia y justocastigo.

    La era de la gran transormacin fue, para expresarlo en pocaspalabras, una era de vinculacin (engagement). Los gobernados

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    dependan de los gobernantes, pcro los gobernantes no depen-dfan menos de los gobernados. Para bien o para mal, ambas partescstaban ligadas la una a la otra y no podandeshacer fcilmentcesc matrirnonio, por gravoso y repulsivo que fuera para ellas. Eldivorcio no era una opcin realista para ninguna de las partes.Cuando en un momento de inspiracin Henry Ford torno su de-cisin histrica de doblar cl salario a sus rrabajadorcs. lo quebuscaba era un doble vnculo que los atara a sus fbricas con ma-yor fucrza y seguridad que la mera nccesidad de ganarsc la vida,que podan cubrir igualmente otros patronos. EI poder y la rique-za de Ford no eran ni ms extensos ni ms slidos que sus inrnen-sas fbricas, sus pesadas mquinas y su ingente mano de obra; nopodia pcrmitirse perder ninguna de ellas. Pas algn ticmpo antesde que ambas partes aprendieran esa verdad a travs de muchosensayos y muchos ms errares. Pcro una vez aprendida, la inco-rnodidad y el elevado y crecicnte costc del poder panptico (y,mscn general, de la dominacin a travs de la vinculacin) se hicie-ron evidentes.

    Un matrimonio en el que ambas partes saben que estarn ata-das la una a la otra durante un largo futuro y que ninguna de ellases libre de dcshacer es, necesariamente, un lugar Je conflicro per-petuo. Las probabilidades de que ambas partes opinen de igualforma sobre todos los asuntos que puedan surgir en un futuro im-prcdecible son tan cscasas como la probabilidad de que una deellas ceda en todos los asuntos a la voluntad de la otra sin intentarnunca mejorar su posicin. Por tanto, habr numerosas confron-raciones. batallas declaradas e incursiones guerrilleras. Sin embar-go, las acciones blicas slo llevarn ai desgaste definitivo de unao de ambas partes en casos extremos: la conciencia de que tal des-gaste puede producirse y la preferencia por evitarlo ser con todaprobabilidad suficiente para cortar la cadena cismognica justoantes de que ocurra lo irreparable (

  • (:()l'vIlJ:--.JIIMI)

    habr largos perodos de tregua, y entre ellas rondas de regateo ynegociacin. Y se producirn reiterados intentos de lograr uncompromiso sobre la base de un conjunto compartido de normasaceprables para todos.

    Dos tendencias acornpariaron ai capitalismo moderno durantetoda su historia, si bien su fucrza y relcvancia relativas variaron alo largo de! tempo. Ya hemos scrialado una de ellas: e! esfuerzosostcnido por sustituir Li cntendirniento natural de la comu-ndad extinta, e! ritmo campesino regulado por la natura1eza y larutina regulada por la tradicion dcl artcsano, por una rutina artifi-cialmente discriada c impucsta y controlada de forma coercitiva.La segunda tendencia ue un intento mucho menos sostendo(y tardiamente ernprendido) de resucitar o crcar ab nibilo un scn-timiento de comunidad, esta vez dentro dcl marco de la nucvaestructura de poder.

    La primera inclinacin culmin a comicnzos dcl sigla xx cnla lnea de montaje y en cl estudio de los mtodos y ticrnpos y laorganizacion cientfica de! rrabajo de Frederick Taylor, que seorientaba a desvincular el rendimiento produetivo de los motivosy sentimientos de los productores. Era preciso sornctcr a stos aIritmo impersonal de la mquina, que cstableceria la cadencia deimovimicnto y determinaria cualquier operacin; no haba quedcjar espacio alguno, ni era necesario reservarlo, a la discrccin yeleccin personales. Era preciso rcducir a un mnimo el papel dela iniciativa, la dedicacin y la cooperacin, incluso de las habi-lidades vvas de los operarios (que era preferible transferir a lamquina). La optimizacin y rutinizacin dei proceso de produc-cin, la irnpersonalidad de la re!acn obrero/mquina, la elimi-nacin de todas las dimensiones de! rol productivo ajenas a lastareas cstablccidas y la homogeneidad resultante de las accionesde los trabajadores se combinaron en el contrapunto exacto delentorno comunal cn cl que se inscriba e! trabajo preindustrial. Eltallcr fabril habria de convertirse en e! equivalente mecanizado dela burocracia que, conforme ai modelo ideal bosquejado por Max

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    RFARRAICAR LO DESARRAICADO

    Weber, apuntaba a la total irrelcvancia de los lazos yeompromisossociales que se contraan y mantenan fuera deI taller y de las horasde taller. Los resultados de! trabajo no tenan que quedar afecta-dos por factores ran oscilantes y poco dignos de confianza comoel instinto de trabajo eficaz con su apetito de honor, valor y dig-nidad y, sobre todo, su aversin a la futilidad.

    La segunda tendencia se desarroll de forma paralela a laprirnera, y partio en un principio de las aldcas modelo de unpunado de filantropos que asociaron c] xito industrial ai factordel bienesrar de los obrcros. En vez de confiar nicamente enlos pulverizadores poderes coercitivos de la mquina, apostaronpor los cstndarcs morales de los rrabajadores. su picdad religio-sa, la plcnitud de su vida familiar y su confianza cn cl jde patrono.Las aldeas modelo construdas cu torno a las fbricas cst abanequipadas con vivicndas decentes, as como con iglesias, cscuclasprimarias, hospitales y dotaciones soei ales bsicas, todas ellas pre-discfiadas por los propietarios de la fbrica junto con el resto deicomplejo de produccin. La apuesta consista co recrear la co-munidad centrada en torno ai lugar de trabajo y, a la inversa, con-vertir el empleo en la fbrica en cl empeno de toda una vida.

    Los filntropos, considerados por sus contemporneos comosocialistas utpicos y por esa razon aplaudidos por algunoscorno pioneros de la reforma moral, rnicntras que otros los con-templaban con sospccha y los sometan al ostracismo por subver-sivos, confiaban en embotar e! filo despersonalizador y deshuma-nizador de la era maquinista que se abra paso y preservar algo dela antigua relacin paternal, benigna y benevolente entre maestroy aprendiz y cl cspritu comunitario en el duro clima de compe-tencia y bsqueda de beneficios. Los filntropos con motivacintica nunca pasaron de ser un fenmeno marginal respeeto al mo-virnicnto princpal de! desarrollo capitalista. Pronto se puso demanifiesto que nadaban contra corriente: la sentencia de muertedictada contra la comundad era irrevocable, y las probabilidadesen contra de que resucitara de entre los muertos abrumadoras.

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  • Hizo falta un sigla ms o menos para que la segunda tendenciavolviera a resurgir, esta vez como esfuerzo por salvar la periclitanteeficiencia deI trabajo fabril en la victoriosa industria capitalista, yasin rivales, y no, como un siglo antes, para detener el apisonamien-to de la tradicin comunal por elavance del orden capitalista.

    En los anos treinta se fund en la sociologa industrial la es-cuela de relaciones humanas tras los experimentos de EltonMayo cn las empresas Hawthorne. EI descubrimiento de Mayo fueque ninguno de los aspectos fsicos del entorno de trabajo, ni SI-quieta los incentivos materiales a los que se atribua la mximarelevaneia en la estratgia de Frcdcrick Taylor inluan en el incre-mento de la productvidad ni suprimanlos conflictos tanto comolos factores espirtuales: una atmosfera amable y hogareria en ellugar de trabajo, la atencin prestada por los gestores y capatacesa los cambiantes estados de animo de los trabajadores y cl cuidadocon el que se explcaba a los cmplcados la importancia de sus con-tribuciones a los efectos globales de la produccin. Pcdramos de-cir que la importancia olvidada y descuidada de la comunidadpara la accin con sentido y el instinto de trabajo eficaz por eltrabajo bien hecho se redescubran as como recursos todavia noexplorados en el esfuerzo perpetuo por mejorar la rclacin entrecostc y resultados.

    Lo que garantz un xito casi instantneo a las propuestas deMayo fue su sugerencia de que los incentivos y los aumentos sala-riales, as como la pejiguera (y costosa) supervisin minuto a mi-nuto no eran, despus de todo, tan importantes ... mientras lospatronos lograran evocar entre sus empleados el sentirniento deque todos estamos en el mismo barco cem el fin de promoverla lealtad a la empresa e impresionar1os con la importancia deirendimicnto individual para el esfuerzo conjunto; en suma, si res-petaban las ansias de dignidad, valor y honor de los trabajadoresy su resentimiento innato frente a la rutina intil y sin sentido. Lasbuenas noticias eran que la satisfaccin eo el trabajo y una atms-fera acogedora podan hacer ms que la imposcin estricta de las

    la

    RLA){HAJCAJI LO I)I:SAI{!{AI(;AJ)()

    normas y Ia vigilancia ubicua para promover la cficicncia en el tra-bajo y para contener la amenaza del conflicto industrial recurren-te, a! mismo tiernpo que tenan ms sentido econmico en tr-minos cstrictamcntc financicros que los mtodos disciplinarias alos que sustituan.

    La afamada fbrica fordista intent sintetizar ambas ten-dencias, combinando as lo mejor de cada mundo, sacrificandotan poco como fuera posible del potencial de la organizacincientfica o la convivencia de corte comunal. En la terminologiade Tnnics, se oricnraba a rcforjar la Kimcillc cn Wcsscnw!lc) anaturalizar las pautas racionales de conducta obviamente arti-ficialcs y discriadas de forma abstracta. Durante cerca de mcdiosiglo, y en particular durante las tres dcadas gloriosas de pactosocial que acompaaron a la reconstruccin de postguerra, lafbrica fordista sirvi de modelo de uu ideal que imitaron con xitodiverso todas las dems empresas capitalistas.

    Ambas tcndcncias, la una estricta y explcitamente anticomunal, y la otra, que flirteaba y juguetcaba con la idea dei nucvoavatar de la comunidad, representaron dos formas de gesto al-ternativas. Pero no estaba en tela de juicio la suposicion de que losprocesos sociales cn general y cl trabajo productivo en particularrequeran ser gcstionados en vez de Iibrados a su propio impulso.Como tampoco la creencia en que e] deber de guiar y contenerera un componente obligatorio de la posicin de los patronos inloco parentis, Durante la mayor parte de su histori, la moderni-dad fuc una poca de ingeniera social en la que no se podiaconfiar en la emergencia y reproduccin espontnea dcl ordcn:una vez desaparecidas para siempre las instituciones autorregene-radoras de la socicdad moderna, el nico orden concebible era elque se diseaba utilizando cl poder de la razn y se mantcna me-diante eI control y la gesrin cotidianas.

    II

  • 3. TIEMPOS DE DESVINCULACl)N, O LA GRANTRANSFORMACIN, VERSle)N SEGUNDA

    Desde el comienzo de la poca moderna, la gestin no fue asuntode c1cccin, sino de necesidad. Pcro como observo Karl Marx, eldirector de una orquesta sinfnica no tienc ninguna necesidad deser propietario de los violinos y las trompetas. Uno podra darfcilmentc la vuelta a esa obscrvacin y sefialar que los propieta-rios de los instrumentos orquestales tarnpoco ticnen necesidadalguna de haccrse cargo de las complejas tareas de la direccin.De hccho, se sabe de muy pocos directores que hayan intentadoadquirir los instrumentos de sus orqucstas; pero los propietariosde orqucstas y salas de concicrtos han estado muy dispuestos porlo general a contratar a 5US directores co vez de hacer dias mismosel trabajo. Tan pronto como pudieron permitrselo, los empresa-rios capitalistas encargaron las tareas de gestin a empleadoscontratados.

    Justo antes dei inicio de la Segunda Guerra Mundial, JamesBurnham formul de forma articulada lo que ya era un lugar co-mn cuando proclam que la revoluein gerencial ya se habaproducido y que estaba a punto de culminar en la victoria de losgestores. Pucde que los beneficios, sugera Burnham, siguieranafluyendo igual que antes a los bolsillos de los propietarios, perola gestin cotidiana de los asuntos se haha convertido co prerro-gativa de los gestores, y nadie osara interferir oi dcseara hacerIonunca ms. Puede que algunos de estos gestores poseyeran accio-ncs de las compafiias que adrninistraban: puede que algunos fue-ran, desde elpunro de vista legal, cmpleados puros y simples, pera

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  • (:O!>Ui!\'IDAD

    csto era irrelevante para la distribucin dei poder. EI poder con-siste cn la toma de dccisioncs y est en manos de quicncs las toman.Por tanto, e] poder pcrtcncca a los gestores.

    Despus de ms de medio siglo. la managcrial reuoiution deBurnham se lee como el resumen dela larga experiencia de lasluchas modernas por el poder y de las estrategias que se dcsplc-garon en su transcurso. La escncia dei poder moderno no estribacn los ttulos legales de propiedad, y las luchas modernas por clpoder tampoco consisten en la rcbatifia por lograr ms posesio-nes. EI poder moderno trata, cn primer lugar y ante todo, sobre elderecho a gestionar personas, a ordenar, a establcccr las normasde conducta y a imponer la obcdicncia a las normas. La unin per-sonal original entre la propiedad y la gestin fue una coincidcnciahistrica, como pusieron de rnanificsto los acontccimientos poste-riores. Aquella unin inicial encubra ms que revelaba la verdaddel poder moderno. Burnham riridi un tributo indirecto a lapasin por la construcein y cl mantenimiento deI orden comofuerza impulsora de la sociedad moderna; y al trato dirccto conla gente, a la actividad de imponer pautas, vigilar, controlar y di-rigir sus acciones como el mtodo eminente de disefio, construc-cin y mantcnimicnto del ordeno Ylo hizo sustituyendo eI mo-delo de modcmidad capitalista impulsada por la bsqueda delbeneficio por e! de! capitalismo moderno impulsado por c! ansiade sustituir la tradicin sostenida cornunalmcntc por una rutinacon struida/diseiada.

    Es el caso que las formas sociales son ms visibles (y cs ms pro-bable que se obscrvcn y reconozcan como lo que siempre fueron)cuando cmcrgen del caparazn cn el que se han gestado; cuando al-canzan la madurez e independencia. El momento de maduracin,sin embargo, muchas vcccs no es sino eI comienzo de su decaJenciay muerte. No fue una excepcin la historia de la gran vinculacinde la moderna aventura de ingcniera social y gestin.

    Transcurrieron unas pocas dcadas, vividas a la sombra de ladestruccin de la guerra y la reconstruccin de la postgucrra, y se

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    evidencio que haba llegado el momento de que los gestores sedesprendieran de los incmodos y cngorrosos debercs gerencialcsque previamente haban descargado sobre sus hombres los pro-pictarios titulares dei capital. Los gestores se dispusieron a tra-bajar cn seria para repetir c1 acto de escamoteo de los propieta-rios de! capital. Dcspus de la era de la gran vinculacin, habanllegado los tiempos de la gran desvinculacin. Las pocas dealta veIocidad y acclcracin, de rcduccin de los trminos decompromiso, de Ilcxibilidad, reduccin de em pico y extcr-nalizacin, Los tiempos en los que se permaneceria juntos slohasta nuevo aviso, micnrras dure la satisaccin (que nuncadura mucho).

    Desregulacin es la palabra de moda y c1 principio estratgicoelogiado y aplicado activamcnte por cualquiera que tenga poder.l lay demanda de desregulacin porque los poderosos no deseanser regulados: tener limitada Sll libertad de clcccin y consrre-iiida su libertad de movimientos; pero tambin (quiz en primerlugar) porque ya no ticnen interes en regular a otros. El controlary mantener cl orden se ha convertido cn una patata caliente de laque estn ms que dispuestos a dcsprendersc quienes son lo bas-tante Iuertes como para liberarse de lastre tan embarazoso y arro-jarlo con presteza en manos de sus inferiores errquicos, dema-siado dbilcs como para rechazar cl regalo envenenado.

    En nuestros dias, la dominacin no se basa fundamentalmenteeo la vinculacin y compromiso, cn la capacidad de los gober-nantes de observar de cerca los movimientos de los gobcrnados yde imponerles la obedieneia. Ha adquirido un fundamento nuevo,mucho menos problemtico y menos costoso en la medida cn quercquiere un menor mantenimiento: la incertidumbre de los goberna-dos respccto a qu maniobra harn a continuacin sus gobernantes,si cs que hacen alguna. Como ha scfialado repetidas veces PicrrcBourdieu, eI estado de permanente prccaritc -inseguridad dei nvelsocial, incertidumbre respecto al futuro de los medias de vida yabrumador sentimiento de no controlar cl presente>>---se combina

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  • COMLTNIDAD

    con una incapacidad de hacer planes y actuar conforme a cllos.Cuando la amenaza dei cambio unilateral de las normas o dei fin dela situacin actual por parte de quienes deciden e1 contexto en elque han de desenvolverse las tareas de la vida pende perpetuamentesobre las cabezas de quicnes tienen que desempenarias, son mni-mas, prcticamente inexistentes, las oportunidades de resistcncia alas maniobras de los que ostcntan eI poder, y co particular la resis-

    tenc~a continuada, organizada y solidaria. Quienes ostentan el poderno uenen nada que temer, por lo que sienten escasa necesidad delas costosas e inmanejables fbricas de obediencia de estilopanptico. Entre la incertidumbre y la inseguridad, la disciplina(o, ms bien, el sometimiento a la condicin de que no hay alter-nativa~ se autoimpulsa y se autorrcproduce y no requiere ni capa-taccs 111 sargentos para supervisar sus efectivos, constantementerepuestos.

    El desmantclamicnro dei panptico augura un gran saltoadelanre en el camino de una mayor libertad para cl individuo.Sin embargo, se experimenta, por decir lo mnimo, como una

    c~mbinacinde ventajas e inconvenientes, o corno algo cuyas ven-tajas estn excesivamcntc bien disimuladas para poder disfrutarde ellas.

    El rgimen panptico, prcticamente universal durante la erade la gran vinculacin, era cruel y denigrante: hada que inclusoprcticas productivas enreramente racionales se sintieran como unesfuerzo ftil y privaba ai trabajo de su capacidad para conferirhonor, valor y Jignidad. Tena, sin embargo, ciertas ventajaspara las vctimas: les aportaba beneficios que apenas se percibanen la poca y cuya desaparicin ha puesto ahora de relieve.

    La permanencia que se le prevea haca de la vinculacin mu-tua un marco digno de confianza eo el que quienes se encontrabansometidos a la organizacin panptica tambin podan inscribirsus esperanzas y suefios de un futuro mejor; la solidez de la vincu-lacin rnutua hacia que rnereciera la pena luchar por rnejorar lascondiciones. Como todas las partes estaban inrnovilizadas de

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    TIEMI'OS DE DFSVINUILt\< :I(lN, o LA GRi\N TI{ANSI'( lj{MI\( :1(')[\;, VERSIN SI':(;lJNIlA

    forma similar, tena sentido que am bas intentaran un acomodoaceptable en vez de arriesgarse a la confrontacin y a la guerra(incluso en Auschwitz, donde el siniestro potencial dei panpticomostr toda su horripilante malignidad, los prisioncros que -adiferencia de sus cornpaficros judos o gitanos- esperaban per-manecer en cl campo y trabajar durante mucho tiempo en lugarde ser enviados a la muerte en cualquier momento, lograron con-quistar mcjoras en sus condiciones gracias a la resistencia soli-daria). Indudablemente, la rutina impuesta por las fbricas dedisciplina se reciba con intenso disgusto y rcsentimiento. Pera,como nos recuerda Richard Sennctt,

    intensas negociacioncs sobre estos horrios preocupaban tanto aI sin-dicato United Auto Workers como a la direccin de General MotorsL.. ], EI ticrnpo rutinario se haba convertido en una arena en la cuallostrabajadores podia hacer valer sus reivindicaciones, un mbito para laadquisicion de poder [...[. La rutina pucdc degradar, pero tambicn pue-de proteger; puede dcscomponcr el trabajo, pero rambin componcruna vida I.

    En las nuevas condiciones, una vez que los poderes estable-cidos han perdido el inters en la supervisin y control de la rutinay prcfieren fiarse de la endmica falta de autoconfianza de lossubordinados, las limitaciones que restringen la lihertad de stosno se han hecho sensiblemente ms laxas; la dominacin desdearriba, como sefiala Scnnett, se ha hecho amorfa sin perdernada de su vigor 2 Para empeorar las cosas, las fuerzas responsa-bles deI dano siguen presionando tanto como antes, quiz ms,pera adernas se han hecho invisibles y es prcticamente imposibleserialarlas para enfrentarse a eBas y combatirias. La lucha desespe-rada por mitigar los danos tiene que 11evarse a cabo a os curas ytiende a estar descentrada. yendo de un objetivo accidental a otro;todos y cada uno de los intentos yerran de lejos eI tiro; e inclusoaunque acierten, pocas mejoras reales cabe esperar de cllo. Las

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  • uerzas aurnticamcntc rcsponsables de los danos pueden confiaren que, por furiosas que sean las rcspucstas que provoque el sufr-micnto que causan, talcs respuestas sern desviadas a otros obje-tos y apenas limitarn su propia libertad de actuacin.

    Hace media sigla, los estudiantcs de cicncius socialcs se ini-ciaban cn cl Iuncionamicnro de la psique humana a travs de losexperimentos de la psicologia conductista: se enviaba a ratas ham-brientas a recorrer pasillos bifurcados cn busca de un bola decomida que se situaba siempre en eI mismo compartimento dellaberinto, de maneta que podia medirse adecuadamentc cl ticmpoque empleaban en aprender cl cumino corrccto, siempre el mismoy nico entre diversas ruras errneas. Slo unos pocos plantearoncntonccs objccioncs a la sugerencia conducrista de que lo que eraaplicable a las ratas lo era igualmente a los humanos, y esas objc-cioncs fucron cscasas y aisladas no porque la similirud entre ratasy humanos que se apuntaba fuera evidente o se creycra universal-mente en ella, sino porque el entorno del Iaboratorio conductistaera sorprendentemente similar a la condicin humana tal comose visualizaba cn aquclla poca: los muros slidos, duros, impene-trables e inamovibles de un laberinro en eI que slo unos pocoscaminos eran correctos y muchos otros llcvaban ai extravio; reglasinmutablcs que dctcrrninaban de una vez por todas la asignacinde la recompensa que espcraba cn el lejano final de la bsqucda:el aprendizaje (Ia memorizacin y la habituacin) de las capacida-des para distinguir cules eran las elecciones acertadas y cules laserrneas como esencia dei arte de la vida. El tormento inventadopara las ratas dellaberinto parecia una fiel rplica de laboratoriode la condicin cotidiana de los seres humanos cn cl mundo. Silos paraIelismos conductistas han perdido hoy gran parte de su ca-pacidad persuasiva y estn prcticamcnte olvidados no es porquelas insinuacioncs de parentesco espiritual con Ias ratas se hayanconsiderado tardamcntc ofensivas para el trmino humano de laeomparacin, sino porque la visin de un laberinto slido, talladol'll f

  • CO.\1lIN [jM!)

    cvapotan mucho antes de que cI trabajo se haya acahado; cuali-ficaciones que cn tiempos se buscaban febnl.mente,. de las. quehaba la mxima demanda, caducan y se considcran invendiblcsmucho antes de que su fecha de caducidad prevista haya expira-do; y las rutinas laborales se transforman l:e arrib~ abajo antes. deque se hayan aprendido, La bola de comida ai final dei carnmoimaginario cambia de lugar o se pudre antes de qu.e incluso lasms inteligentes de las ratas hambrientas hayan podido aprenderlos caminos que conducen a ella... . .

    EI marco social dei trabajo y e! media de VIda no es, sm em-bargo, lo nico que se est desmoronando. Todo lo que [c rodeparece encontrarse cn un torbellino. Citando otra vez a ~ennett l,ellugar en cI que se desarrolla o se espera desarrollar la VIdaente-ra crccc de repente al toque de la varita mgica de un promotorinmobiliario, florecc y empicza a declinar a1 cabo de una genera-cin. En semcjantc lugar (y cada vez ms gente lIega a conoc~rrales lugares y su amarga atmosfera por propia .exp~riencia) nadiese convierte en un tesrigo de por vida de la historia de otra per-sona, Puede que, fsicamente, ellugar est abarrotado, y sin em-bargo horrorce y repela a quiencs residcn en l por 5U oquedadmoral. No se trata slo de que los lugares aparezcan de la nada, cnun lugar deshabitado en e! recuerdo humano, y de que antes deque se haya pagado totalmente la hipoteca empiecc su decadcnca, pasando de lo hospitalario a lo repelente y obhg~ndo a susdesdichados habitantes a emharcarse otra vez en la busqueda deuna casa. Se trata ms bien de que nada cn ese lugar sigue siendolo rnismo durante mucho tiempo, y nada permanece lo bastantecomo para adaptarsc plenamente a ello, para familiarizarse ~onello y para convertirlo en e1 envoltorio acogedor, :eguro y c~ntortahle que las identidades hambrientas de comunidad y sedlentasde hogar han buscado y esperado encontrar, Se han acabado lasantiguas y amables tiendas de ultramarinos de la esquma; sl.hanlogrado resistir la competeneia del supermercado, sus pr~pletarios, sus gestores, las caras aI otro lado del mostrador carnbian con

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    TIL\1POS DE DESVJNCl!I.i\U(lN, () I.A GRAN TI\i\t\'SHlIU"lACJ()!\" VFRSH)N sn;IJNDA

    demasiada frecuencia para que cualquiera de ellas albergue la per-manencia que ya no se encuentra en la calle. Se ha acabado laamable filial de! banco lacaio de la empresa de construecin local,sustituida por voces annimas e impersonales (que cada vez conms frecuencia son electrnicarnentc sintetizadas) aI otro lado dela Inca te!efnica o por los iconos de una pgina web, de fcilmanejo para el usuario pero annimos, sin rastro e infinitamenteremotos, Se ha acabado eI arnable cartero que Ilamaha a la puertases dias a la semana y se diriga a los habitantes por sus nombres.Lo que quedan 50n los grandes alrnacenes y las franquicias esta-blecidas en calles comcrciales, que se espera que sobrevivan de unafusin amistosa o de una ()PA hostil a otra pcro que, entretanto,cambian Sll personal a un ritmo que reduce a cero las posibilidadesde encontrar dos veccs ai mismo vendedor.

    Y no es que dentro dcl hogar familiar las cosas parezcan msslidas que en la calle. Como observ cidamente Yvonne Roberts,embarcarse en un matrimonio en el sigla XXI parece tan prudentecomo hacerse a la mar en una balsa de pape! secao te (Observer,13 de febrero de 2000), Las probabilidades de que la familia so-breviva a uno de sus rniembros se hacen ms cscasas cada ano:la esperanza de vida del cuerpo mortal individual parece una eter-nidad en comparacin. Un nino mcdio tiene varias conjuntos deabuelos y varios hogares familiares entre los que elegir, todosellos de alqui ler temporal, como los apartamentos de vacacio-nes en los lugares de moda de veraneo junto aI mar, Ninguno deellos se siente como el autntico y nico hogar.

    En resurnen: se ha acabado la mayora de los puntos de rc-fereneia constantes y slidamente establecidos que sugcran unentorno social ms duradero, ms seguro y ms digno de confian-za que e! tiempo que duraba una vida individual, Se ha acabadola certeza de que volveremos a vernos, de que estaremos vin-donos repetidamente y durante un largo tiernpo futuro, y de que,por tanto, puede suponerse que la soeiedad ticne una larga me-moria y que lo que hoy nos hagamos mutuamente nos confortar

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  • o atormentar en cl futuro; de que lo que nos hagamos recproca-mente tenJr una irnportancia algo ms que episdica, puesto quelas consecuencias de nuestras acciones nos acornpanarn muchoticmpo clespus de que nuestras accioncs, eu apariencia, hayanfinalizado, sobreviviendo en la mente 'l en los hcchos de tcstigosque no van a desaparecer.

    Todos estos supuestos 'l otros similares constituan, por exprcsarlo asi, c] fundamento epistemolgico de la expericncia de lacomunulad; uno rcndra la tcntacin de dccir una comunidadcsu-cchamcrue entrctejida, si esta frase tan rnanida no fuese unpleonasmo; ningn agregado de seres humanos se experimentacomo cornunidad si no est estrecharnentc entretejido a par-tir de las biografias compartidas a lo largo de una larga historia yde UDa expectativa todavia ms larga de intcraccin [recucntc eintensa. Es esta cxpcriencia la que hoy se echa de menos, 'l Sllausencia se describe como dccadcncia, mucrte o eclipse dela comunidad. Como 'la observara Maurice R. Stein en 1960, loslazos eomunitarios se haccn cada vez ms prescindibles [...1. Laslcaltades pcrsonales diminuyen su alcance a travs del sucesivodcbilirarnicnto de los lazos nacionales, los lazos regionalcs, los[azos comunirarios, los lazos con el vecindario, los lazos familiares'l, finalmente, los Jazas con una imagcn cohcrente de la propiaidentidad 4.

    EI tipo de incertidumbre, de escuras premoniciones y temoresrespecto al futuro que acosan a hombrcs 'l mujercs en c] entornosocial fluido, en perpetuo cambio, en el que las regias dei juegocambian a mitad de la partida sin previa aviso o sin una pauta legi-ble, no une a los que sufren: los separa y los asla. Los sufrimicnrosque causa a los indivduos no se suman, no se acumulan o conden-san co algn tipo de causa cornn que podra perscguirse conrnayor eficacia sumando fuerzas y actuando al unsono. La deca-dencia de la comunidad, en este sentido, se perpcta a si misma:una vez que se inicia, hay cada vez menos estmulos para contencrla dcsintcgracin de los lazos humanos 'l buscar formas de religar

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    10 que se ha desgajado. La misria de los indivduos que se cn-Irenr an a todo csto co soliturio puedc ser dolorosa y repelente,pera los comprornisos firmes y vinculantes para actuar conjunta-mente parecen augurar ms pcrjuicio que beneficio. Pucd que sedescubra que las balsas estaban hechas de papel sccantc cuandoya se haya perdido la oportunidad de salvacin.

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  • 4. LA SECESIC)N DE LOS TRIUNfADORES

    El ttulo de este captulo procede dcl libro de Robert Rcicl: ThcWork oi Nations: se refiere aI nuevo dcsligamicnto, indifcrencia,dcsvinculacin y extraterritorialidad mental y moral de aquellosa los que no lcs importa que se lcs deje solos, en elsupuesto de quelos dems, que piensan de forma diferente, no les exijan que seocupcn de cllos y, sobre todo, no los exijan una participacn co losbeneficios de 5U vida, regida por cl hgalo ustcd mismo, RichardRorry sugiere que, tras capitalizar de forma individual las ha-taUas colectivas y soliJarias de sus padres, los hijos de la gcncracinque atravcs la Gran Depresin se insralaron en suburbios acomo-dados y dccidicron retirar los pu-ntes levadizos tras ellos I, Enefecro, los hijos de los militantes obntvicron la promocin personaIgraeias a Ias garantias comunitarias frente a Iadesgracia individualque sus padres hahan organizado. Sin embargo, no les gusta quese les recuerde cmo Ilegaron a ser autosuficicntes; no ven qu ra-zn hay para que otros no puedan l1egar a ser como ellos rnicntrasque actcn como ellos actan ahora. Reformulan su propio dis-gusto rcspecto a la dcpendencia que ya no necesitan en una con-dena moral universal de la dependencia que los menos afortunadosncccsitan como el aire que respiran y de Iaque no pueden prescin-dir. Y as, como afirma Rorty,

    bajo las prcsidcncias de