¿Por qué debemos estudiar la lección todos
los días?
“en una sociedad cada vez más llena de competencias, o sea, cosasque luchan para llamar nuestra atención, muchas veces Dios es
dejado en segundo plano, cuandomucho, es buscado de manera
superficial.”
“Bien sabe Satanás que todos aquellos a quienes pueda inducir a descuidar la oración y el estudio de
las Sagradas Escrituras serán vencidos por sus ataques. De aquí
que invente cuanta estratagema le es posible para tener las mentes
distraídas”.
¿Por qué debemos estudiar la lección
todos los días?
Crea el hábito de la comunión con Dios
Uno de los grandes desafíos en el siglo 21 es crear hábitos saludables. De
acuerdo con el Seminario de Enriquecimiento Espiritual
(SEE) demandacerca de 40 días formar un
hábito y 180 días consolidarlo. Por eso, si
usted no estudia la lección todos los días el perjuicio es
la falta de hábito en labúsqueda diaria del Señor
Jesús.
“Al permitir que nuestra comunión
con Dios se interrumpa,
perdemos nuestra defensa”
(El ministerio de curación, p. 408).
Propone aplicaciones de los temas estudiados
Durante el día usted podrá aplicar o
relacionar lo que aprendió por la mañana con las
actividades diariasde la vida.
Posibilita el crecimiento en la fe
“Es imposible calcular los buenos resultados
de una hora, o aun media hora, cada día,
dedicadas de una manera gozosa y
sociable a la Palabra de Dios […]”
(Consejos sobre la obra de la Escuela
Sabática, p. 46).
Promueve el estudio diario de la Biblia
“trayendo a la memoria la fe no fi ngida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido;
que desde la niñez has sabidolas Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es
en Cristo Jesús” (2ª Timoteo 1:5; 3:14, 15).
“La obra de la escuela sabática es
importante, y todos los que están interesados en la verdad deberían
tratar de hacerla prosperar”.
Tal énfasis reside en el hecho de que “El
tiempo que se dedique al estudio de la Palabra de Dios y a la oración
producirá una cosecha del ciento por uno” (Exaltad a Jesús, p.
105).
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