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Superávit comercial en riesgo (Pág. 1).
Próxima Semana: Consumo.
Superávit comercial en riesgo En medio del litigio con los holdouts, los dólares del comercio exterior adquieren mayor relevancia. La
cancelación de sentencias en el CIADI, la compensación a Repsol por YPF y el acuerdo con el Club de París no
sólo resolvieron cuestiones pendientes, sino que eran asumidos como pasos previos para conseguir divisas por
canales financieros. Sin embargo, la decisión del juez de Griesa de denegar un nuevo “stay” deja al país cerca del
default, golpeando así la estrategia oficial para mantener a flote la economía. Si bien todavía hay margen para
una solución al litigio, a corto plazo queda claro que las divisas que oxigenarán la economía vendrán
principalmente por canales comerciales.
Precisamente en este aspecto,
los datos del primer semestre
no invitan al optimismo. El
saldo comercial acumuló un
superávit de USD 3.684
millones, 28% menos que en
igual período del año pasado y
el menor desde el fin de la
Convertibilidad. Las
exportaciones cayeron 10%
anual en el primer semestre,
mientras que las importaciones
se redujeron un 8%. En ambos
casos se sintió más la baja en
cantidades (-9% y -7%) que en
precios (-1% para ambos).
El superávit comercial sigue
recostándose sobre el agro. En
efecto, el balance sectorial acumula un superávit de USD 20.500 millones aproximadamente, a pesar de
Balanza Comercial En USD millones
Nota: Rango corresponde a diferencia entre el valor máximo y mínimo para cada mes. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.
0
500
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Rango 2003-13 Promedio 2003-13 2013 2014
REPORTE SEMANAL 25 de Julio de 2014
Página Web:
www.myfconsultora.com.ar
Economista Jefe:
Matías Carugati
Analistas:
Máximo Pisa
Juan Seita
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M&F Consultora – Reporte Semanal
menores exportaciones, ocasionadas principalmente por problemas con la cosecha de maíz. En tanto, el
comercio en manufacturas continúa siendo deficitario en más de USD 13.400 millones. La recesión y las trabas
comerciales fueron efectivas para reducir las importaciones, aunque la menor demanda externa
(particularmente, brasilera) afectó los despachos al exterior. Por su parte, el balance comercial energético
también es deficitario, en el orden de los USD 3.400 millones, debido a problemas estructurales en la
producción y un consumo interno que, a pesar de la recesión, no se redujo significativamente.
Algunas características del
comercio exterior argentino
aumentan la exposición de la
economía a shocks negativos.
Más del 40% de las
exportaciones se concentra en
apenas 5 destinos: Brasil (21%
en 2013), China (7%), Estados
Unidos (6%), Chile (5%) y
Venezuela (3%). La
concentración es todavía más
notoria a nivel sectorial, como
en la industria automotriz,
donde 5 de cada 10 autos
fabricados se destinan a Brasil.
Esta tendencia a concentrar las
ventas en pocos destinos se
profundizó en los últimos años,
a pesar de que se abrieron nuevos mercados. El corolario es que las exportaciones quedan más vulnerables
frente a shocks específicos (menor demanda, como ocurre hoy con Brasil) o la discrecionalidad de los principales
socios comerciales (como el caso del biodiesel y el mercado europeo, que inicialmente se cerró por el conflicto
con España por YPF).
Por otra parte, a pesar de ser una de las economías con base exportadora más diversificada de la región,
Argentina también ha tendido a concentrar sus ventas en menos productos. Según un trabajo del Fondo
Monetario Internacional (The Diversification Toolkit, disponible en su página web), las exportaciones se
concentraron en las últimas dos décadas, aunque este fue un proceso que afectó a toda América Latina, incluso
con más fuerza. Como resultado, el país pierde dos beneficios asociados a una base exportadora diversificada:
mayor crecimiento (por el desarrollo de nuevos sectores) y menor volatilidad del Producto (se amortiguan los
shocks). Y, lo que es peor en un contexto de restricción externa, tampoco se logra desarrollar una fuente de
divisas más amplia y estable.
A nivel específico, los productos agropecuarios y sus derivados son la base principal de las exportaciones, con la
soja como “estrella”. Casi la mitad de las ventas externas corresponden a los complejos (producción primaria y
derivados) oleaginoso (soja y girasol), cerealero (maíz, trigo y arroz), bovino y frutihortícola. Más aún, el 25% de
las exportaciones argentinas corresponde a soja y sus derivados. Por fuera del sector agropecuario, se destaca el
aporte exportador del complejo automotriz (14%) y petroquímico (8%).
Balanza Comercial Acumulado primer semestre, en USD miles de millones
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.
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7,3
5,86,7
5,1
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Al estar concentradas en productos agropecuarios, las exportaciones se enfrentan a dos tipos de riesgos:
climáticos y de precios internacionales. Este último comienza a sentirse en el caso de la soja. Según estimaciones
propias en base a datos oficiales (Ministerio de Agricultura), en lo que resta del año se exportarían alrededor de
24 millones de toneladas de soja y derivados (aceite, harina y pellets). Puesto en valor a precios actuales, ello
equivale a USD 14.500 millones, aunque el riesgo a la baja de las cotizaciones internacionales (por la expectativa
de una buena cosecha mundial) puede ser muy costoso. Teniendo en cuenta los precios futuros proyectados por
el Departamento de Agricultura de EE. UU., las pérdidas estarían en el rango de USD 1.000-1.500 millones. En
términos comparativos, este monto es similar a lo que debe pagarse a los holdouts según la sentencia del juez
Griesa, mayor a los 2 pagos que debe realizar el Gobierno al Club de París (USD 650 millones en julio y USD 500
millones en mayo próximo), y superior a las reservas que el BCRA compró en los últimos 2 meses.
En definitiva, un superávit en baja y sujeto a riesgos agrava el dilema económico del Gobierno: elegir entre la
estabilidad macroeconómica o favorecer el nivel de actividad. Con las exportaciones fuera de su control directo,
las importaciones se mantienen como la variable de ajuste para alcanzar un determinado nivel de superávit
comercial y así cubrir la necesidad de divisas. Este trade-off se potenciaría aún más si se confirma un descenso
en los precios de los commodities (aunque todavía se mantendrían en niveles históricamente elevados). Sin
embargo, la consecuencia directa del recrudecimiento de las barreras comerciales será una recesión más
profunda, que podría agravarse aún más si el país ingresa definitivamente en default. En esta situación,
pareciera que el Gobierno tiene que elegir entre el menor de dos males.
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