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1er Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima
Juan Carlos Reyes G. (ed.)
D.R. © 2005
Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura
LA TUMBA DE LAS FUENTES, COLIMA Notas sobre los contextos funerarios de las elites
hacia el fin de la fase Comala.
Mtra. Ma. Ángeles Olay Barrientos Arqlgo. Andrés Saúl Alcántara Salinas
Centro INAH, Colima
Es lugar común para los estudiosos de los pueblos antiguos
del occidente mesoamericano el asumir que la región fuera
considerada durante décadas como un área marginal. No
obstante esta condición, su presencia se manifestaba de
manera recurrente en museos públicos y colecciones
privadas a cuyos ámbitos habrían arribado de manera
consistente -por medio de legiones completas se
saqueadores- bellos objetos fabricados principalmente en
barro. Si el occidente era un área pobre y marginal ¿qué era
entonces lo que se saqueaba? Si bien es cierto que la
atención primera sobre las creaciones de la cultura de los
antiguos pueblos de la región fue un fruto de la especulación
de saqueadores y coleccionistas, la necesidad de dar
respuestas a las preguntas básicas relativas a quienes
fueron y cuando vivieron los creadores de semejantes
objetos atrajo la atención de múltiples estudiosos. Es
comprensible que el interés primero se centrara en explicar
2
1). Al respecto son notables los trabajos de Hasso Von Winning como el citado Anecdotical sculpture of ancient México, Ethnic Arts
Councíl of Los Angeles,
1972. Al respecto puede consultarse la magnífica compilación realizada por
Phil Weigand y Eduardo Williams para el Colegio de Michoacán, la cual no solo
integra una traducción del texto anterior sino también 13 artículos más: Arte
prehispánico del Occidente de México, México, El
Colegio de Michoacán,
Secretaría de Cultura de Jalisco, 1996.
2). Ignacio Bernal, El Mundo Olmeca, México, Ed. Porrúa,
1968, p.192.
3). Pedro Armillas, Cronología y periodificación en la historia de América precolombina, México,
Sociedad de Alumnos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia,
1957.
el fenómeno cultural que representaba la tradición de
tumbas de tiro. Dado que el acervo conjuntado por
coleccionistas públicos y privados se habría realizado
eludiendo el registro de contextos, las primeras
interpretaciones partieron del estudio formal de las piezas
con herramientas propias de la historia del arte. Este camino
aporto obras interesantes y propositivas,(1) aunque se llegó
a un punto en el cual el avance se hizo lento en virtud de la
carencia de datos relativos a las procedencias y
asociaciones de las piezas estudiadas.
A la par, las investigaciones arqueológicas en el
Occidente mesoamericano comenzaron a plantear asuntos
que tenían que ver con un esfuerzo por sentar las
herramientas que permitieran interpretaciones destinadas a
explicar el desarrollo social y evolutivo de los pueblos que
habitaron la región. Al respecto habría que resaltar el hecho
de que la región presenta una problemática distinta con
relación a otros espacios mesoamericanos. Ignacio Bernal
señalaba que este color cultural distinto tendría que ver con
la ausencia del fenómeno olmeca.(2) Si bien esta
observación puede ser considerada como válida, las
investigaciones realizadas hasta ahora en algunos puntos
del extenso territorio Occidental indican la pertinencia de
plantear hipótesis explicativas que tendrían que ver más con
demografía, capacidad productiva y organización social.
Se ha discutido en otros espacios el hecho de que el
esquema de desarrollo cultural para Mesoamérica propuesto
por Pedro Armillas(3) se basó en las dos grandes
revoluciones señaladas por Vere Gordon Childe: la agrícola
y la urbana de tal suerte que Mesoamérica habría cruzado
un período preagrícola, otro agrícola y finalmente, otro
3
4). William Sanders y Barbara Price, Mesoamerica. The evolution of a civilization, Nueva York,
Random House, 1968.
5). Weigand, Phil y
Christopher S. Beekman,”Teuchitlán: surgimiento de una sociedad
parecida al Estado”, Richard F. Townsend (ed.), El antiguo Occidente de
México. Arte y arqueología de un pasado desconocido,
México, The Art Institute of
Chicago, Gobierno del estado de Colima, Secretaría de Cultura
Gobierno de Colima, 2002, pp. 39-55.
dominado por las grandes urbes. Para otros autores el
evento que habría determinado cada estadio de desarrollo
estribó en la estructura económica social que predominó en
cada uno de ellos así, para William Sanders y Bárbara
Price(4) los cuatro niveles predominantes serían las bandas,
las tribus, los señoríos y los estados teocráticos. Estos
esquemas lineales aplicados al área nuclear
mesoamericana, nos dejan en claro que el tiempo de las
"grandes urbes" y el de los "estados teocráticos" fue sin
.duda el de Teotihuacán. A partir justamente de estos rasgos
definitorios del fenómeno urbano y su correspondiente
complejidad cultural fue que el Occidente se definió a través
de rasgos negativos. Subsanar el prejuicio contra las
características culturales desarrolladas en el occidente a
través del largo período que va de Formativo Inferior al
Clásico ha requerido sin embargo, el incremento de
investigaciones enfocadas, precisamente, a develar los
eventos que marcaron la originalidad del devenir histórico de
los diversos pueblos que habitaron sus amplios territorios,
No deja de ser importante señalar que no todos los
investigadores que trabajan en el Occidente se han adscrito
al señalamiento que condena al Occidente a la simplicidad
cultural de sus pueblos a lo largo del Formativo y el Clásico
pues, consideran algunos, la existencia del fenómeno
urbano sí se hizo presente a lo largo del Clásico en la
región. El personaje más conocido en esta línea es Phil
Weigand, su planteamiento parte del hecho de que
considera que en la zona localizada en los alrededores del
Volcán de Tequila se pudo haber desarrollado una
organización social parecida al Estado(5), la cual permitió la
emergencia del fenómeno urbano a partir del sustento
4
6). Phil Weigand, "Evidence
for Complex Societies during the Western Mesoamerican Period", The Archaelogy of
West and Northwest Mesoamerica, M.S. Foster y
P.e. Weigand (eds.),
Boulder, Westview Press, 1985, pp.47-93.
7). Linda Manzanilla (ed.), Unidades habitacionales mesoamericanas y sus áreas de actividad, México,
UNAM/Instituto de Investigaciones Antropológicas, (serie
antropológica 76), 1986.
económico que significó el cultivo de chinampas en las
partes bajas del lago Magadalena, en el noroeste de
Jalisco.(6) Además, esta cultura – la llamada tradición
Teuchitlán- fue capaz de desarrollar conceptos notables en
cuanto al manejo del espacio al crear un patrón de
asentamiento basado en patios circulares rodeando un
montículo central. Por si fuera poco, Weigand se encuentra
convencido de que la disparidad en el tamaños de
monumentos y de su disposición simple o aglomerada en los
asentamientos es la clara expresión, en esa región, de la
existencia de una jerarquización de poblados en los cuales
el rango más complejo definía al centro rector por sobre el
resto de los asentamientos medianos, pequeños y
dispersos. El espacio, reflexiona Weigand, no hace sino
reflejar el grado de organización social y con ello, la
complejidad económica y política lograda por esta particular
tradición cultural, misma que alcanzó su mayor esplendor
entre el 200 y el 700 de nuestra era. Bordar sobre este
planteamiento ha requerido que la arqueología realizada en
el Occidente abandone de manera paulatina el asidero
recurrente que ha significado el construir la mera secuencia
cultural a partir del establecimiento exhaustivo de tipologías
cerámicas para proceder a estudios de área el cual
documente el o los patrones de asentamiento
predominantes en las diversas regiones que componen el
gran y heterogéneo territorio occidental.
En el conocido texto editado por Linda Manzanilla
hacia 1986,(7) la autora llevó a cabo una recopilación de
trabajos efectuados en diversas regiones mesoamericanas
realizados acorde a la metodología característica del patrón
de asentamiento. En este rubro Manzanilla distinguió dos
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grandes apartados: los estudios efectuados a partir de la
recuperación de los contextos asociados (las áreas de
actividad) y los encaminados a documentar las formas
mediante las cuales se expresa la unidad residencial.
Posteriormente describe cuatro categorías de análisis: el
área de actividad, la unidad habitacional (también designado
como conjunto doméstico), la forma de organización de
estas unidades -a través de la definición del espacio físico o
de su elemento aglutinador (como el parentesco y/o el
oficio)-, finalmente el cuarto observaría al sitio como una
"comunidad".
Una vez definidos estos parámetros Manzanilla
expresa la necesidad de que el registro arqueológico
permita llevar a cabo una clara separación entre las
actividades domésticas destinadas al autoconsumo, de las
actividades especializadas destinadas a satisfacer la
demanda de la comunidad o ciertos sectores sociales. Estas
actividades suelen ser llevadas a cabo por especialistas de
tiempo completo lo cual indica, entonces, la existencia de
instituciones -el templo, el palacio, el mercado- que permiten
su existencia.
Si bien esta metodología no ha podido llevarse a cabo
con todo rigor en Colima, el crecimiento demográfico de la
zona conurbada Colima-Villa de Álvarez ha concitado el
desarrollo de una floreciente arqueología de rescate
mediante la cual se ha podido subsanar de manera
coyuntural la falta de presupuesto pero que a cambio ha
condicionado las variables de investigación a la dinámica del
crecimiento inmobiliario en la región. El presente trabajo
deriva de una intervención de esta índole realizada en los
que fueron terrenos del rancho El Cortijo -en el cual se
6
8). Isabel Kelly, "Ceramic
Sequences in Colima: Capacha an Early Phase", Anthropological Papers of
the University of Arízona Press, Tucson, 1980, p.8.
construiría la unidad habitacional Las Fuentes (ver gráfico 1
y 2)- donde se encontró una tumba con su bóveda
construida a partir de cantos rodados asociada a un peculiar
conjunto residencial. Los materiales a los cuales se encontró
asociada la tumba presentan una clara filiación a la fase
Comala pero con algunos elementos de la fase Colima.
Al respecto debe señalarse el hecho de que, a
diferencia de otras regiones de Occidente, hasta ahora en
Colima no se ha reportado el hallazgo de tumbas de tiro
asociadas a unidades residenciales o a algún otro elemento
constructivo contemporáneo al momento de su utilización.
De manera escueta Isabel Kelly menciona el hecho de es
hasta la fase Colima cuando se aprecia en superficie
evidencias de una planificación que delimita plazas
cuadrangulares o rectangulares a partir de montículos
bajos.(8) En todo caso el contexto del cual hablaremos
muestra peculiaridades dignas de atención: en principio la
tumba no es una típica tumba de tiro toda vez que no se
encuentra labrada en el tepetate. Al no existir dureza en el
subsuelo la tumba carece de tiro aún cuando presenta una
bóveda ovalada a la cual se accede desde su parte superior,
misma que fue sellada con metates. La tumba se encontró
asociada a los restos de una casa sobre de la cual se
presenta un desarrollo de ampliaciones y adosamientos
varios. Fue a partir de la exploración de este conjunto
residencial que paulatinamente fuimos recuperando los
datos sobre los cuales discutiremos posteriormente. Debe
señalarse que la intervención se realizó después de que el
área fuera alterada por maquinaria al ser nivelada la
superficie del terreno para proceder a los trabajos de
urbanización. Estos trabajos rebajaron de manera
7
homogénea la superficie natural en al menos ochenta
centímetros, según datos que fueron reportados por los
arquitectos encargados de la obra. Es claro que esta acción
motivó que no fuera posible recuperar en su totalidad todo el
conjunto arquitectónico.
El espacio que pasaremos a describir trata de una
fracción de lo que muy probablemente fue una plataforma
habitacional de grandes dimensiones, la parte trabajada
durante el proceso de excavación correspondió a su esquina
noreste misma que presentó ampliaciones y adosamientos
en lo que fue el edificio original, consistente en una
ampliación clara hacia el norte y al menos tres
adosamientos de muros que se asociaron a dicha
ampliación. La superficie que ocupan ambas secciones es
de 13 metros norte sur y de 17 metros este oeste. El muro
más largo es el de la ampliación norte en donde
documentamos una extensión de hasta 15 metros y en el
cual sin embargo no alcanzamos a encontrar las esquinas,
dato que nos sugiere que de menos podría contar con el
doble de extensión (ver gráficos 3, 9, 24 Y 25).
Las condiciones en las que aparecen los muros de
ambas plataformas nos hablan de que el edificio tuvo una
gran importancia para las personas que los habitaron, ya
que la fachada en ambos casos contó con la presencia de
un recubrimiento o enjarre, el cual cubrió las rocas que
formaban el muro. Esta práctica no suele ser común en la
zona como se ha podido observar en otros sitios con
presencia de arquitectura. Pudo observarse que tanto en
piso como en muro los enjarres elaborados con un Iodo muy
compactado y con un ligero pulimento en la superficie
lograron un enlucido casi perfecto, en las orillas del los
8
muros dicho piso remató en media caña, técnica utilizada
para colocar en paredes el mismo recubrimiento utilizado en
piso, convirtiendo al cuarto en una habitación hasta cierto
punto lujosa y confortable. El fino acabado de este conjunto
resalta si se compara con otras evidencias obtenidas al
interior de otros rescates arqueológicos efectuados en la
zona conurbada de Colima y Villa de Álvarez, mismas que
no han pasado de un par de muros que formaban parte de
algunas plataformas habitacionales y que no alcanzaban
grandes dimensiones y mucho menos mostraban acabados
finos en la edificación de las estructuras. Es por ello que
durante la liberación de la plataforma percibimos que nos
encontrábamos frente a los restos de lo que fue un centro
rector o administrativo.
La plataforma presentó dos grandes momentos
constructivos los cuales, a su vez, mostraron sucesivas
adaptaciones al edificio. Los mismos se detallan a
continuación:
Primera Etapa Constructiva.- La misma fue detectada
hacia la esquina noreste de la unidad habitacional marcada
como Plataforma 1 (ver gráfico 4), consistente en un cuarto
ubicado en la parte superior de la estructura el cual mostró
un acceso en su costado este, justo en la esquina norte. En
la elaboración de los muros y la escalinata se utilizó
mampostería; las rocas utilizadas -cantos rodados en su
mayor parte- tuvieron dimensiones regulares las cuales
fueron de los 20 a los 30 centímetros de diámetro. Su
manejo trató de utilizar la cara más plana como vista a la
vez, el alineado de las rocas contó con un aglutinante
consistente en una argamasa de Iodo muy compactado.
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También se observó la utilización de sillares de adobe los
cuales fueron utilizados como escalones y en algunos muros
de la habitación. Su empleo se encontró también en la parte
sureste de la excavación a través de un derrumbe de sillares
de adobe, lo cual nos siguiere la probable existencia de un
muro de gran altura en esta sección del edificio. Al costado
oeste del muro norte, se identificó un muro adosado, el cual
correspondió a una ampliación del edificio, muy
seguramente motivada por la construcción de nuestra
singular tumba la cual, como ya se dijo, se observó como
contemporánea a las tumbas de tiro pero con un sistema
constructivo diferente.
El paramento norte de esta etapa, contó con una
extensión de 12.80 metros y mostró un acabado de
superficie en la cara de vista elaborado a partir de Iodo
vertido en la pared, pulido en húmedo y finalmente
quemado, dándole con ello una mayor resistencia y
durabilidad al elemento. La técnica utilizada es parecida al
utilizado en el enjarre de las viviendas solo que la capa de
espesor del aplanado del edificio es muy delgada
comparándola con el enjarre tradicional ya que este último
llega a tener hasta 4 centímetros de espesor en tanto el que
se utilizó en estos muros tuvo un promedio de 0.5
centímetros. Ajeno a esta primera etapa constructiva se
encontró un adosamiento en la esquina noreste marcado
como adosamiento 1, el cual corre en dirección sur / norte
con una dimensión de 1.30 metros y un ancho de 1.10
metros, el mismo se encontró aislado y sin continuidad.
El costado este se encontró conformado por la
presencia de una escalinata adosada al muro este del
edificio la cual contó con dos escalones, tuvo unas
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dimensiones de 2 metros de largo, una huella de escalón de
0.35 metros y una altura por escalón de 0.24 metros; la
algarada midió de 0.60 metros norte sur y de 0.80 este
oeste, con una inclinación de 5°.
El denominado cuarto 1 se Iocalizó en la parte
superior de la Plataforma 1 al cual se accedía por su parte
norte, contó con un escalón hecho con sillares de adobe
delimitando la entrada con unas dimensiones de 6.10 metros
de largo y 0.20 metros de alto. Los muros que conformaron
el cuarto presentan dos sistemas constructivos, uno de
mampostería y otro con sillares de adobe. El primero se
observa hacia el costado oeste cuyo muro realizado en su
mayoría con cantos rodados -incluyendo alguna piedra
careada en su esquina noroeste- tuvo unas dimensiones de
3.70 metros de largo y una altura de 0.30 metros. En
contraparte el muro este del cuarto esta fabricado a partir de
sillares de adobe, contando con una extensión de 2.10
metros de largo, 0.40 metros de ancho y una altura de 0.20
metros. El cuarto además tuvo un piso de Iodo con una capa
de acabado final o enlucido, el mismo no se encontró
presente en toda la habitación debido a que al centro mostró
la huella de un saqueo el cual midió unos 2 metros de
diámetro.
El adosamiento 2 corresponde al que se encuentra
en la parte noroeste del muro norte de la Plataforma 1 (ver
gráfico 5), conformado por lo que fue una esquina de otro
evento constructivo. El sector del costado oeste del
adosamiento mostró una extensión de 2 metros siendo el
que hace contacto con el muro de la primera etapa
constructiva. Presentó una orientación que difiere con el
resto del edificio -300° azimutales- desde el contacto con el
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muro de plataforma. Su costado norte, el cual se encontró
incompleto, tuvo una extensión de 2 metros y una
orientación de 288° azimutales a partir de la esquina oeste
en donde el ancho del muro fue de 0.80 metros.
Durante el proceso de excavación de la Unidad 1
(área en la cual se exploró a la plataforma 1), se venían
desarrollando sondeos en el área a partir de pozos
colocados en transectos que corrían norte / sur y este /
oeste. A partir de la exploración del Pozo 2 se detectó muy
en superficie un alineamiento que corría suroeste-noreste, el
cual se encontraba muy superficial e imposibilitaba la
continuación de la excavación por lo que se decidió
registrarlo y retirarlo a fin de poder continuar con el sondeo.
La continuidad de la exploración nos permitió establecer
contacto con el costado suroeste de lo que se marcaría
como Entierro 1 de esta Unidad, la cual correspondía a un
conjunto de rocas con un cierto orden en su deposición.
Como se verá más adelante, el mismo fue el indicio primero
de la Tumba 1 (ver gráfico 6). El alineamiento que se retiró
fue el que conoceríamos posteriormente como Adosamiento
2.
Segunda Etapa Constructiva.- A partir de la exploración se
pudo documentar la ampliación de la estructura hacia el
norte, con la cual la plataforma original se extendió 6.50
metros más en promedio, esto hasta el paño de vista del
nuevo muro norte. Esta nueva etapa mostró apenas una
fracción del costado norte, ya que no se pudo continuar con
el seguimiento de este paramento por falta de tiempo. La
liberación permitió presentar el muro este en toda su
totalidad, adosado con el muro norte de la primera etapa
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constructiva (ver gráfico 7). Estos muros se encontraron
constituidos por cantos rodados -con diámetros promedio de
0.50 metros-, a los cuales se les buscó la cara más plana
para ser utilizada como vista de muro; estas rocas se
encontraron aglutinadas con una argamasa de Iodo muy
compactada.
El paramento norte 2 presentó una extensión de 12
metros y un ancho máximo de 1 metro, conformado por
líneas paralelas de rocas (doble muro) lo que le otorgaba
una mayor estabilidad a la estructura arquitectónica. La cara
norte del muro se encontró recubierta con una argamasa de
Iodo quemado, muy semejante a la descrita en la primera
etapa constructiva, contó con una altura de 0.80 metros en
su parte más alta.
El paramento este 1 se encontró constituido por un
alineamiento de 6.40 metros de largo y un ancho de 0.60
metros en promedio. Estuvo conformado por una doble línea
de rocas (doble muro). La altura de este paramento es en su
parte más alta fue de 0.40 metros.
El adosamiento 3 se ubicó hacia el costado oeste del
Paramento norte 2 de la Segunda Etapa constructiva.
Estuvo constituido por dos alineamientos elaborados con
cantos rodados cuyas esquinas al encontrarse conformaron
una escuadra en cuyo costado este estuvo adosado
directamente el paramento 2. El muro este tuvo una
extensión de 1.20 metros y un ancho de 0.20 metros. El
alineamiento norte de este adosamiento 3 tuvo una
extensión de 7.80 metros y un ancho promedio de 0.20
metros. La separación existente entre uno y otro paramento
fue de 1.30 metros hacia el norte. Es prudente resaltar que
el relleno utilizado para cubrir el espacio entre este
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adosamiento y el muro norte de la segunda etapa se
encontró constituido por sedimentos y piedras pequeñas,
además de un alindamiento de bloques de adobe el cual
tuvo la característica de constituirse en uno de los muros de
adobe más anchos que hasta ahora se hayan presentado en
una excavación arqueológica en Colima pues su longitud fue
de 4 metros y su ancho de 0.50 metros, su altura total no fue
posible obtenerla a causa de la premura del rescate. Este
paramento de adobe se encontró en asociación directa con
la parte oeste del muro norte 2 de la segunda etapa
constructiva, dando la impresión de que se tratara de un
muro de la plataforma.
El adosamiento 4 se localizó al norte del costado
este del paramento norte 2 de la segunda etapa
constructiva. Este adosamiento estuvo constituido por un
alineamiento de adobes los cuales, al encontrarse en malas
condiciones de conservación, impidió recuperar las
dimensiones originales de los sillares. La forma de escuadra
de este elemento nos permitió documentar dos costados: el
ubicado al norte tuvo una longitud de 5.40 metros y el este
de tan solo 1.40 metros. Este último hacia contacto hacia el
sur con un elemento que se denominó como adosamiento 5
cuyo ancho promedio fue de 0.50 metros (ver gráfico 8). El
adosamiento 5 consistió en una extensión ubicada hacia el
este del paramento norte 2 de la segunda etapa constructiva
de unos 3.50 metros. No se localizó alguna continuidad pero
nos hizo sospechar que la plataforma era aun más amplia
en sus últimas etapas de ocupación. El adosamiento
presentó las mismas características y de dimensiones en lo
ancho del citado Paramento 2 (ver gráfico 8).
Una vez descrita la unidad arquitectónica que se
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encontró asociada a la tumba 1, procederemos a describir lo
que fue marcado como entierro 1 de la unidad 1, el cual
estuvo conformado por un inusual contexto consistente en
una suerte cista funeraria construida toda a base de cantos
rodados los cuales a pesar de estar perfectamente
cuatrapeados, no tuvieron ningún tipo de argamasa que
funcionase como consolidante. Este elemento se encontró
localizado en el extremo oeste del paramento norte de la
Plataforma 1 de la primera etapa constructiva del edificio,
justo a los 0.90 metros del desplante de lo que fue marcado
como el Adosamiento 1 de esta plataforma. De acuerdo a la
posición que guarda la ubicación de la tumba y la esquina
que conforma el Adosamiento 1, se llega a inferir que este
adosamiento fue realizado con la intención de cubrir o sellar
el elemento funerario, de tal suerte que el adosamiento
cumplía no solo como una mejora al edificio, si no que
además tenía la intención de fungir como un pequeño altar
que señalara el lugar donde se encontraba enterrado el
personaje que contenía la cista.
La tumba presentó una orientación de sur a norte, con
una desviación de 100ª azimutales, esto si tomamos el
punto medio de los costados sur y norte respectivamente.
Su planta es ovoidal alargada con un largo total de 2.50
metros, un ancho máximo de 1.50 metros y una altura de
1.35 metros la cual va desde la parte más alta de lo que
corresponde a la tapa, hasta su parte más profunda. El
punto más alto de la tumba se ubicó a los 452.57 metros
sobre el nivel medio del mar (ver gráfico 9). La estructura
arquitectónica o el sistema constructivo de este elemento, se
encontró dividido en dos partes: la tapa o cierre de Ia tumba
y los muros que conforman las paredes.
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En lo que respecta a las paredes, se puede
mencionar que estas no mostraron un patrón regular en la
estructura que conforma la tumba, pues sus costados
tuvieron características diferentes en su alineación vertical
(ver gráficos 21 y 22); el sur y el este se encontraron
remetidos con respecto al paño superior de la pared en 0.15
centímetros en promedio, en tanto la pared norte tuvo un
ligero talud de escasos 80° y el costado oeste se observó
totalmente a paño. Las hiladas que conformaron las paredes
tuvieron entre cuatro a cinco hiladas de piedra; todas las
rocas utilizadas para la construcción de los muros se
encontraron unidas entre sí, fue gracias a su colocación -la
cual evitó el menor juego posible entre una piedra y otra- y
sobre todo, gracias a su peso y solidez, que la tumba se
mantuvo sin necesidad de un consolidante. El promedio del
grosor de las paredes fue de 0.30 centímetros.
La tapa o cierre de la tumba estuvo conformada en su
gran mayoría, por rocas de grandes dimensiones las cuales
formaban un pequeño arco a lo ancho de la estructura de la
tumba donde cada una se recargaba en las paredes
permitiendo que uno de sus costados sobresaliera del paño
interno de los muros sin llegar a tocar a su contraparte,
conformando ambas una buena base donde se fijaba una
tercera roca. Esta última era recargada a las primeras y con
el peso que contaba, le permitía fijarse muy solidamente a la
estructura, constituyendo propiamente el cierre de la tapa,
ya que era la última piedra colocada a la cista (ver gráfico
13).
En la parte norte de la tapa, se localizaron dos
metates completos, los cuales se mostraron descansando la
cara funcional hacia abajo y formando la parte superior de la
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tapa. Al de forma rectangular y de paredes altas, con
evidencias de haber sido matado ritualmente, se le
denominó como elemento 1. El segundo tuvo una forma oval
y la cara interior cóncava marcándosele como elemento 2
(ver gráficos 14, 15). Estos metates fueron los últimos
colocados al momento de realizar el cierre de la bóveda,
constituyendo propiamente la entrada de la tumba y el nivel
1 de la excavación arqueológica. Una vez registrada la tapa
de la cista se procedió al retiro de la misma. Al descubierto
quedó un espacio vació entre lo que era la tapa y el nivel
superior de los contextos funerarios, el cual tuvo un espesor
promedio de 0.90 metros a partir de la parte superior de la
tapa y el sedimento de primer contacto, el cual estuvo
conformado por material de azolve.
Al ser retirada la capa de azolve que presentaba el
entierro -identificado el nivel 2- descubrimos la presencia de
una vasija monocroma pulida roja, la parte superior de un
cráneo, y muy pegado hacia su costado oeste, la presencia
de una roca la cual fue retirada para proceder a la
exploración del nivel 3 de excavación (ver gráfico 16), el cual
estuvo constituido por varios elementos que conformaron
propiamente el nivel de enterramiento mismo que consistió
en un personaje - individuo 1- que, al parecer por los huesos
de la cadera, corresponde al sexo masculino, adulto y en
posición decúbito ventral extendido, con una orientación de
183ª azimutales de cabeza a pies, dicho individuo tuvo 1.53
metros de altura (ver gráficos 17 y 18). Existieron a la vez
algunas vértebras a los costados de este cuerpo, muy
seguramente como producto de movimientos de animales
antes de azolvarse; el estado de conservación de los huesos
fue muy bueno.
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El marcado como individuo 2 -el acompañante-, se
encontró en la parte sureste de la cista junto a la pierna
derecha del Individuo 1. Su estado de conservación no fue
muy bueno. Al parecer se trata de un individuo depositado
en posición sedente con una orientación de 310° azimutales,
del cual fue posible identificar las extremidades inferiores y
la cabeza, lo que dio la pauta de la posición. Además de
estos personajes fueron localizados otros restos. El marcado
como cráneo 1 se localizó al extremo más oeste de la pierna
izquierda de Individuo 1 (ver gráfico 19); la parte que
correspondió a los orificios oculares y tabique nasal, se
encontraron viendo hacia el fondo de la cista. Al momento
de ser levantado mostró la evidencia de contar con dos
vértebras cervicales, lo que nos hace suponer .que se trató
de un cráneo de decapitado mismo que cumplió una función
de ofrenda al personaje principal. Su orientación fue de 184°
azimutales. El cráneo 2 se localizó al extremo sureste del
cráneo 1 (ver gráfico 19), al igual que este último, la parte
que correspondió a cuencas oculares y nasales, se
mostraron clavadas hacia el fondo de la cista. En este
cráneo sin embargo no fue posible poder identificar
vértebras cervicales, aunque no se descartó la posibilidad
de que formara parte de un sacrificio ritual. Este cráneo se
localizó prácticamente completo y en buen estado de
conservación. Este elemento tuvo una orientación de 45°
azimutales, lo que contrastó con el cráneo 1, pues se podría,
pensar que se colocaron orientados en sentidos contrarios.
El último elemento asociado de este nivel, fue una
máscara elaborada en barro la cual debió cubrir el rostro del
Individuo 1. La parte de vista de la pieza, se registró
observando el fondo de la tumba; el estrado de
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conservación de la misma sin embargo fue muy malo, ya
que la máscara estuvo fabricada en un barro muy
deleznable. La orientación que presentó este elemento fue
de 355° azimutales.
Por debajo del nivel de los cráneos 1 y 2, se
identificaron los restos de un tercer cráneo que fue
depositado con el rostro boca abajo, así como la colocación
de dos fémures orientados sureste noroeste, encontrándose
unidos por medio de la cabeza del fémur en la parte sur;
estos elementos no presentan posición anatómica entre si,
pero si una clara disposición ritual (ver gráficos 20 y 21).
Como se puede apreciar a partir de la descripción
realizada el contexto explorado en Las Fuentes presenta
varios elementos dignos de análisis. En principio resalta el
hecho de que la tumba no es propiamente una tumba de tiro
toda vez que no es un recinto con tiro y bóveda excavados
en el tepetate (ver gráficos 24 y 25). En todo caso el
elemento que comparten es la idea de la bóveda como una
matriz construida al interior del subsuelo protegiendo los
restos mortales de algunos individuos a los cuales se les
ofrece algún tipo de ofrenda y cuyo recinto es sellado con
metates. Al respecto debe señalarse que el lugar en el cual
se construyó la bóveda con cantos rodados es un área de
gran deposición arcillosa producto de arrastres pluviales
provenientes de las partes altas del valle de Colima. Las
Fuentes se ubica entre la margen derecha del arroyo Los
Trastes y la margen izquierda del arroyo Pereyra al suroeste
de la actual ciudad de Colima. Es claro que el tepetate en el
área se encuentra bajo una gruesa capa arcillosa
complicando de manera obvia la factibilidad de construir
tumbas al puro estilo de tiro y bóveda. Es posible que este
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haya sido el factor que impulsó la construcción de la tumba
con cantos rodados reproduciendo, de manera formal, el
recinto funerario.
Con relación al bagaje mortuorio resalta el hecho de
que a pesar de que la tumba indica una importante inversión
de trabajo humano, las ofrendas asociadas son francamente
escuetas: una máscara funeraria y un cántaro (matado). A
este respecto debe señalarse que ello no indica, desde
luego, que estos elementos hayan sido los únicos
ofrendados, debe señalarse al respecto que el registro
arqueológico en Colima no ha documentado materiales de
madera, textiles o cestería en virtud de que sus
características climáticas impiden su conservación en lapsos
prolongados de tiempo. En todo caso los escasos objetos
ofrendados y recuperados por nosotros no indican que el
personaje depositado no haya contado con un mayor
número de objetos en el momento de su entierro. En suma,
de acuerdo al contexto formal el individuo depositado parece
haber sido un personaje relevante al interior de su
comunidad, misma que le ofreció un espacio de reposo de
acuerdo a los parámetros culturales existentes sorteando la
dificultad material que significó la profundidad del te petate y
su vulnerabilidad ante los escurrimientos de agua.
Con relación al contexto arquitectónico al cual se
encontró asociada la tumba, la puntual descripción realizada
indica que la misma se encontró directamente relacionada
con lo que denominamos como primera etapa constructiva.
Acaso este dato sea de suma importancia para ir
configurando un corpus de datos que permita construir una
hipótesis con relación a la existencia de linajes
predominantes al interior de las comunidades sobre las
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9). López Mestas, Lorenza y
Jorge Ramos, “La excavación de la tumba de Huitzilapa”, Richard F. Townsend (ed.), El antiguo Occidente de México. Arte y arqueología de un pasado
desconocido, México, The
Art Institute of Chicago, Gobierno del estado de
Colima, Secretaría de Cultura Gobierno de Colima, 2002, pp. 57-73.
10). Linda Manzanilla (ed.), Unidades habitacionales mesoamericanas…., op.cit
pp. 464-465.
cuales recaían los cargos administrativos relacionados con
su devenir económico. En el caso del norte de Jalisco,
Lorenza López y Jorge Ramos (9) enfatizan que un
parámetro indicativo de jerarquización social en términos de
elementos constructivos fue la presencia de unidades
residenciales con planta arquitectónica en forma de cruz. La
elección de uno de estos conjuntos en el plan de excavación
permitió el hallazgo de la excepcional tumba de Huitzilapa.
En el caso particular de Colima hemos de llamar la atención
con respecto a la ausencia de proyectos de área que
permitan llevar a cabo una selección analítica de lugares
con posibilidades de ofrecer este tipo de información.
Un último elemento a discutir es la paulatina
complejidad que se observa en el desarrollo del complejo
arquitectónico explorado. Es muy probable que la plataforma
1 (un espacio relevante ya para la etapa en la cual se edifica
la tumba), haya ganado de manera paulatina mayor
complejidad en sus espacios como producto de la
importancia de sus ocupantes los cuales, parece, llevaron a
cabo prácticas tendientes a la cohesión y dirección social de
las comunidades de su ámbito de influencia. Finalmente
quisiéramos remarcar que Manzanilla (10) en sus
comentarios a diversos trabajos sobre áreas residenciales
en regiones varias de Mesoamérica, por un lado encuentra
unidades habitacionales relativamente aisladas de
conglomerados sociales complejos y, por el otro, la
existencia de unidades complejas como el sistema de "grupo
corporativo", mismo que se expresa en conjuntos de varios
cuartos. En este ámbito las implicaciones de este nuevo tipo
de residencia no solo inciden sobre la coparticipación en el
trabajo o en el oficio, sino sobre las diferencias sociales que
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11). Kent Flannery y Joyce Marcus, The cloud people,
New York, Academic Press, 1983.
son patentes en el seno de la sociedad urbana. En este
tenor, trae a colación la aseveración de Kent Flannery(11)
respecto a que la aparición del palacio es, en el registro
arqueológico, el marcador de la formación del Estado, toda
vez que esta construcción, sede del gobernante del
asentamiento y su familia, además de fungir como lugar de
recepción o gestión de los asuntos de gobierno, se localiza
en pocos lugares lo cual indicaría, por cierto, la existencia de
ámbitos de influencia o territorios.
Es claro que nuestro interés no es plantear un tema
tan complejo como la "formación del Estado", no obstante
creemos que en la medida en que se pueda ir
documentando elementos que permitan ir configurando
transformaciones en la organización social de las
sociedades prehispánicas del valle de Colima, se podrá
construir modelos explicativos que den cuenta del desarrollo
de sus comunidades, particularmente hacia el fin de la
poderosa tradición de las tumbas de tiro cuando en el valle
se sucede un notable crecimiento demográfico y su suceden
una serie de tensiones sociales las cuales se erigen en el
disparador de novedosas formas de organización social que
se observarán algunos siglos más tarde.