CAPÍTULO I
CONSECUENCIAS DEL ABANDONO DEL PROCESO
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN: FORMAS ESPECIALES DE
CONCLUSIÓN DEL PROCESO
Por lo general un proceso judicial concluye con la
expediente de la sentencia, por medio de la cual se
resuelve en forma definitiva el conflicto de intereses
o la incertidumbre jurídica, amparándose o denegándose
la pretensión materia de discusión, sin embargo,
existen algunos casos en los que el proceso concluye
de una forma diferente. El Código adjetivo agrupa a
estos supuestos en un titulo específico denominado
formas especiales de conclusión del proceso, uno de
los cuales es el abandono, además de la conciliación,
el allanamiento, el reconocimiento, la transacción y
el desestimiento.
Cabe indicar que las formas especiales de culminación
de un proceso sin sentencia obedecen a determinadas
circunstancias que tienen una naturaleza eventual
siendo susceptibles de producirse o no, ya que
consisten en hechos que repercuten directamente en el
proceso y lo extinguen, así como en determinados actos
procesales de las partes que originan la finalización
del proceso sin que recaiga la sentencia
correspondiente o que condicionan el contenido del
fallo.
II. APROXIMACIONES A UNA DEFINICIÓN DE ABANDONO
Ensayando una definición de abandono podemos afirmar
que es el instituto procesal según el cual, dejando
incólume la pretensión, se pone fin al proceso sin
efectuarse declaración sobre el fondo del asunto en
cuestión, debido a la paralización del impulso
procesal por inactividad de las partes durante un
plazo determinado. Esta inactividad implica
negligencia de las partes o simplemente la voluntad
tácita de aquellas de no continuar con el proceso.
El abandono supone los factores combinados del tiempo
y la inactividad procesal; el primero consiste en un
lapso concreto establecido por ley, y el segundo
implica la inacción simultánea de ambas partes, la
misma que no es atribuible a causas insuperables o
ajenas a ellas. Esta institución busca impedir la
duración indefinida del proceso y una mayor celeridad
en cuanto a su tramitación, agilizando de ese modo la
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Administración de justicia, ya que el riesgo de la
extinción del proceso a causa de la inactividad
constituye un estímulo que incide directamente sobre
el impulso procesal. En ese sentido, resulta claro que
la finalidad del abandono es favorecer el desarrollo
dinámico y eficiente de la actividad jurisdiccional,
lo cual está bastante lejos de la mera intención de
sancionar la pasividad de las partes por medio de la
terminación del proceso.
No podemos soslayar que el abandono también es
denominado caducidad o perención de la sentencia.
III. CONFIGURACIÓN DEL ABANDONO
Para que el abandono se configure el proceso tiene que
haber comenzado, lo cual sucede con la interposición
de la demanda, hecho que se considera para el cómputo
inicial del plazo señalado. Asimismo, debe haber una
situación de inactividad procesal absoluta de las
partes, expresada en la ausencia de actos de impulso
procesal que son aquellos que ponen en movimiento y
hacen evolucionar el proceso permitiendo su desarrollo
y asegurando que avance siguiendo su curso regular
hasta culminar con la expedición del fallo definitivo.
Esta inacción debe permanecer invariable hasta el
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vencimiento del plazo previsto para declarar el
abandono, además, debe ser injustificada, vale decir,
la paralización del proceso debe ser voluntaria,
intencional y premeditada. Cabe señalar que el
abandono solo tiene lugar en primera instancia, ya que
en segunda instancia generalmente es la judicatura la
encargada de realizar los actos de impulso procesal,
prescindiendo de las partes en este aspecto.
El plazo que la ley establece para la configuración
del abandono es de cuatro meses. Este lapso comienza a
contarse a partir del día siguiente a aquel en que
tuvo lugar el ultimo acto de impulso procesal, siendo
irrelevante si se trata de día hábil o no. Asimismo,
no se computa el tiempo de paralización del proceso
autorizada por el juez u ocasionada por causas de
fuerza mayor, así como el tiempo en que no produjo el
acto de impulso procesal que corresponde realizar el
juez, auxiliares jurisdiccionales, fiscal, autoridad o
funcionario requerido por la judicatura para ello.
Con respecto al modo de operación efectiva de esta
figura jurídica, nuestro ordenamiento procesal
consagra el abandono de pleno derecho matizado con la
declaración judicial. En principio se prescribe que el
abandono opera por el solo transcurso del plazo a
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partir de la última actuación procesal de impulso o
desde que se notificó la última resolución, sin
embargo, nuestro ordenamiento procesal civil también
establece que cuando el proceso permanece durante
cuatro meses en primera instancia sin que se efectúe
acto de impulso procesal, el juez declarará su
abandono de oficio, a solicitud de parte o de tercero
legitimado. Esta declaración judicial tiene solo
efectos declarativos y no constitutivos, pese a lo
cual resulta importante ya que, si bien no es
necesaria para la materialización del abandono como
figura jurídica, le otorga plena eficacia e impide la
convalidación, cosa que no sucede con el solo
vencimiento del plazo.
Finalmente, el plazo para constituir el abandono puede
ser interrumpido únicamente mediante actos de impulso
procesal, categoría en la que no se consideran
aquellos actos irrelevantes, los que no tienen el
propósito de activar el proceso (pedido de copias,
designación de nuevo domicilio, etc.) o los que se
llevan a cabo durante el trámite incidental dado que
se realizan independientemente del proceso principal.
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IV. SUPUESTOS EN LOS QUE SE PRODUCE EL ABANDONO
No todas las situaciones de inactividad de las partes
acarrean el estado de abandono del proceso, ya que
nuestro ordenamiento procesal ha previsto algunos
supuestos en los que habiendo dicha inacción, es
justificada y no provoca el abandono del proceso o
este no procede:
a) No hay abandono cuando ambas partes han acordado la
paralización temporal del proceso y dicho acuerdo
suspensivo cuenta con al aprobación expresa del
juez mediante resolución. Esta interrupción de las
actividades procesales no es indefinida ya que debe
ser por un periodo determinado, lo más breve
posible, fijado por las partes pero autorizado por
el juez, el mismo que no entra en el cómputo del
plazo para declarar el abandono.
b) Convalidación del abandono: Esta figura procesal
también es denominada purga, saneamiento,
subsanación, rehabilitación o redención del
abandono, y consiste en la realización por parte de
quien resulta beneficiado con el abandono de un
acto de impulso procesal, luego de transcurrido el
plazo de cuatro meses. La convalidación hace
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ineficaz y extingue los efectos del abandono
configurado con la terminación del plazo como si el
mismo no hubiese transcurrido, en consecuencia, los
actos procesales efectuados luego de su vencimiento
son perfectamente válidos, y empieza a correr un
nuevo plazo a partir del día siguiente de realizado
el último acto de impulso procesal o de notificada
la última resolución al respecto. Mediante la
convalidación, el favorecido con el abandono
expresa tácitamente su voluntad de no oponer sus
efectos y de proseguir con el desarrollo del
proceso. Asimismo, la convalidación opera
plenamente hasta antes de emitirse la resolución
judicial que declara el abandono cuyos efectos
surten a partir de este hecho, en tal caso queda la
posibilidad de impugnar la referida resolución
declarativa.
c) El abandono no opera cuando la paralización del
proceso se debe a causas de fuerza mayor que
resultan insuperables para las partes utilizando
los medios procesales que están a su alcance. Esto
implica que las partes quedan impedidas de activar
el desarrollo del proceso debido a la producción de
eventos ajenos a su voluntad que hacen imposible la
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realización de actos de impulso procesal. Dichas
contingencias que provocan la suspensión del
proceso deben ser lo suficientemente poderosas para
hacer imposible que las partes las reviertan
utilizando los mecanismos procesales de que
disponen, los cuales devienen en ineficaces para
dicho fin. Esta circunstancia justifica la
inactividad procesal, cuya duración no se cuenta
dentro del plazo de cuatro meses para declarar el
abandono.
d) Es improcedente el abandono en instancia ulterior a
la primera que es la única en la que procede
conforme lo dispone nuestro ordenamiento procesal,
por lo que la expedición de la sentencia en primera
instancia cierra la posibilidad de plantear el
abandono. Además, en segunda instancia la
judicatura asume protagonismo en la realización de
los actos de impulso procesal, mientras que las
partes tienen un rol pasivo al respecto.
e) No hay abandono en los procesos que se encuentran
en la fase de ejecución de sentencia, la misma que
adquirió firmeza y la calidad de cosa juzgada, con
lo cual el proceso ha culminado del modo “normal”,
por lo que no cabe ninguna hipótesis, especial de
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conclusión del mismo, como es el caso del abandono,
el cual queda excluido de plano.
f) El abandono no procede en los procesos no
contenciosos porque dada la ausencia de una litis
y, por ende, de partes procesales contendientes, es
imposible que “ambas partes” dejen de realizar
actos de impulso procesal, además en la
jurisdicción voluntaria la judicatura asume un rol
de dirección y desarrollo procesal frente al
solicitante, quien no está obligado a realizar
actos de impulso procesal. El abandono solo se
configura cuando tiene lugar un conflicto o
controversia, que no es el caso de los procesos no
contenciosos.
g) El abandono es improcedente en los procesos en los
que se discuten pretensiones imprescriptibles.
Existen derechos fundamentales que por su
naturaleza son imprescriptibles ya que sobre ellos
descansa la organización social así como la
existencia del Estado de derecho como sistema de
paz con justicia, los mismos que pueden ser materia
de un litigio judicial, por lo que, de darse el
caso, no cabe el abandono.
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h) No hay abandono en los procesos que se encuentran
expeditos para dictar sentencia. Esto tiene una
excepción: Cabe el abandono cuando la causa está
lista para sentenciar, pero antes de ello debe
llevarse a cabo un acto procesal a cargo de una de
las partes, el plazo de cuatro meses empieza a
correr desde que se notifica la resolución que
dispuso la realización de la mencionada actuación.
i) Tampoco hay abandono en los procesos que se
encuentran pendientes de una resolución y la demora
en dictarla es imputable al juez, o cuando la
continuación del trámite procesal depende de una
actividad que la ley le impone a los auxiliares
jurisdiccionales, al Ministerio Público o a otra
autoridad o funcionario público que deba cumplir un
acto procesal requerido por el juez.
V. ¿QUÉ SUCEDE CON LAS MEDIDAS CAUTELARES?
Uno de los aspectos más importantes del abandono está
referido a sus efectos sobre las medidas cautelares
que se hayan podido interponer en el curso del
proceso, especialmente en cuanto al desarrollo de su
trámite que, como se sabe, se efectúa en cuaderno
aparte del expediente principal.
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Si bien es cierto que el proceso cautelar es autónomo,
dicha autonomía es en cuanto a su tramitación en
cuaderno aparte, pero no significa de ninguna manera
que se trate de un proceso independiente y desligado
del proceso principal, por ser conexo con este.
El proceso cautelar es de naturaleza accesoria, no
tiene vida propia, no existe medida cautelar, así se
haya interpuesto dentro o fuera del proceso, que no
guarde relación con el proceso principal.
En ese sentido, teniendo en cuenta que lo accesorio
corre la suerte de lo principal y no lo contrario, una
vez que la resolución que declara el abandono queda
firme, consentida y ejecutoriada, las medidas
cautelares planteadas quedan sin efecto, se dejan de
tramitar y se archiva el expediente respectivo. En
otras palabras, fenecido el proceso principal merced
al abandono, se extinguen también las medidas
cautelares.
Ahora bien, ¿Qué ocurre si en el proceso principal no
se ha realizado ningún acto de impulso procesal
durante más de cuatro meses, mientras que el proceso
cautelar es constantemente dinamizado por las partes?
Si bien las medidas cautelares sirven para asegurar el
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cumplimiento del fallo definitivo en el proceso
principal, de ninguna manera se enerva su naturaleza
accesoria. Consecuentemente, la ausencia de actos de
impulso procesal durante más de cuatro meses en el
trámite del principal siempre configura el abandono y
acarrea la extinción del proceso cautelar, no obstante
los avances que se hayan realizado en su tramitación.
Reiteramos que el abandono se sustenta exclusivamente
en lo acontecido en el proceso principal, cuyo
desarrollo no se ve afectado por lo que suceda en la
substanciación del cautelar debido a que este último
le está subordinado y le es accesorio.
VI. OTROS EFECTOS DEL ABANDONO
El efecto o la consecuencia natural del abandono es la
finalización del proceso, sin embargo, la pretensión
se mantiene intacta. Esto trae consigo una limitación
para el demandante quien no podrá iniciar otro proceso
sobre la base de la misma pretensión durante el plazo
de un año, el mismo que se cuenta desde que se
notifica la resolución (auto) que declara el abandono
del proceso. A su vez, elimina los efectos de los
actos procesales realizados y acarrea su ineficacia,
con lo que todo aquello concerniente al proceso
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fenecido queda restituido al estado anterior a la
interposición de la demanda.
Por otro lado, una segunda declaración de abandono de
un proceso que se plantea entre las mismas partes y en
ejercicio de la misma pretensión, además de la
conclusión del proceso, trae como consecuencia la
extinción definitiva del derecho que se pretende, así
como la cancelación de los títulos del demandante de
darse el caso. Vemos entonces que la reiteración del
abandono de un proceso que trata sobre un mismo asunto
termina afectando la cuestión de fondo del proceso.
Asimismo, el abandono deja sin efecto la interrupción
del plazo de prescripción extintiva que se produce por
causa de la interposición de la demanda. Con el
abandono, el referido término prescriptorio seguirá su
curso normal como si la interrupción no se hubiera
producido nunca, esto quiere decir que el tiempo
transcurrido antes del inicio del proceso no se pierde
y se computa para efectos del cómputo del plazo en
cuestión.
Con respecto a los medios probatorios presentados en
el proceso fenecido por aplicación del abandono, su
validez resulta inmutable, pudiendo ser presentados en
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otro proceso diferente, lo cual incluye al nuevo
proceso que después de un año el demandante puede
incoar esgrimiendo la misma pretensión de aquel
declarado en abandono. Aquí se tiene presente que las
pruebas obtenidas válidamente en un proceso regular
tienen plena eficacia en otro.
VII. OBSERVACIÓN A TENER EN CUENTA
Si bien el abandono es útil para impedir que los
procesos se prolonguen ad eternum, además de prevenir
la negligencia de las partes, por su naturaleza y
características también puede resultar un arma muy
efectiva para aquella parte procesal que tenga interés
en que el proceso concluya sin que se efectúe una
declaración sobre el fondo del asunto. Lo señalado se
puede explicar mejor si traemos a colación al supuesto
que se menciona en el segundo párrafo del artículo 348
del Código Procesal Civil y que involucra al
“beneficiado con el abandono”, y acto seguido nos
preguntamos: “¿A quién beneficia el abandono?”, como
respuesta, entre otras, caben dos hipótesis:
- Al demandante que, conforme al desarrollo del
proceso, sabe que van a declarar infundada la
demanda y que tendrá que pagar costos y costas y/o
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que, dado el caso, la reconvención del demandado
será declarada fundada.
- Al demandado que, también conforme al desarrollo
del proceso, sabe que van a declarar fundada la
demanda interpuesta (y/o, según sea el caso, se
declarará infundada su reconvención) y que, en
consecuencia, se verá obligado a cumplir con la
pretensión y a pagar costos y costas.
Esto lo decimos porque la norma deja en manos de quien
resulte “beneficiado” con el abandono la facultad de
realizar un acto de impulso procesal que permita la
convalidación del abandono y, por ende, la prosecución
del proceso, sin embargo, no se ha previsto la
posibilidad de que dicho beneficiario se encuadre
dentro de los casos indicados y que, siendo así, no
llevará a cabo dicha actuación con el ánimo deliberado
de extinguir el proceso. En este supuesto, el abandono
y la culminación del proceso perjudican a quien a lo
largo del mismo ha podido demostrar que su derecho se
encuentra debidamente sustentado. Igual situación
puede ocurrir cuando hay actuación pendiente de
realizar para luego dictar sentencia y esta depende de
una de las partes contendientes (artículo 350, inciso
4 del Código Procesal Civil), lo cual no es otra cosa
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que un acto de impulso procesal exclusivamente a cargo
de una de ellas.
Creemos que para evitar injusticias, se debe regular
que la realización de los actos de impulso procesal
señalados en ambos supuestos debe estar a cargo de
cualquiera de las partes, y que tratándose de actos
procesales que únicamente pueden ser realizados por
una de ellas, se establezcan mecanismos coercitivos
para evitar omisiones maliciosas que conviertan al
abandono en instrumento para desnaturalizar el
desarrollo normal de los proceso.
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo esta referido a los
aspectos esenciales sobre el abandono del proceso.
El motivo central de efectuar este trabajo
es el interés por conocer y profundizar todo lo referido al
abandono del proceso.
El abandono consiste en poner fin al
proceso sin realizarse declaración sobre el fondo del
asunto en cuestión, debido a la paralización del impulso
procesal por inactividad de las partes durante un plazo
determinado.
Este trabajo contiene: formas especiales
de conclusión del proceso, aproximaciones a una definición
de abandono, configuración del abandono, supuestos en los
que se produce el abandono, ¿qué sucede con las medidas
cautelares?, otros efectos del abandono y observación a
tener en cuenta.
La presente investigación ha sido
efectuada con el mayor empeño posible y esperamos seguir
superándonos en futuras investigación de mayor envergadura
con la finalidad de elevar nuestro nivel académico.
CONCLUSIONES
PRIMERA: El abandono consiste en poner fin al proceso
sin efectuarse declaración sobre el fondo
del asunto en cuestión, debido a la
paralización del impulso procesal por
inactividad de las partes durante un plazo
determinado.
SEGUNDA: El abandono se configura siempre y cuando el
proceso ha comenzado, lo cual sucede con la
interposición de la demanda, hecho que se
considera para el cómputo inicial del plazo
señalado. Asimismo, debe haber una situación
de inactividad procesal absoluta de las
partes, expresada en la ausencia de actos de
impulso procesal.
TERCERA: El plazo para constituir el abandono puede
ser interrumpido solamente mediante actos de
impulso procesal, categoría en la que no se
consideran aquellos actos irrelevantes, los
que no tienen el propósito de activar el
proceso (pedido de copias, designación de
nuevo domicilio, etc.) o los que se llevan a
cabo durante el trámite incidental dado que
se realizan independientemente del proceso
principal.
CUARTA: No hay abandono cuando ambas partes han
acordado la paralización temporal del
proceso y dicho acuerdo suspensivo cuenta
con la aprobación expresa del juez mediante
resolución.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
CONSECUENCIAS DEL ABANDONO DEL PROCESO
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN: FORMAS ESPECIALES DE
CONCLUSIÓN DEL PROCESO............................ 1
II. APROXIMACIONES A UNA DEFINICIÓN DE ABANDONO....... 2
III. CONFIGURACIÓN DEL ABANDONO........................ 3
IV. SUPUESTOS EN LOS QUE SE PRODUCE EL ABANDONO....... 6
V. ¿QUÉ SUCEDE CON LAS MEDIDAS CAUTELARES?........... 10
VI. OTROS EFECTOS DEL ABANDONO........................ 12
VII. OBSERVACIÓN A TENER EN CUENTA..................... 14
CONCLUSIONES
DÍAZ LÓPEZ-ALIAGA, José David
Consecuencias del abandono del proceso
Revista Actualidad Jurídica, Tomo 124, Marzo 2004
Pág. 96-100
Con afecto y aprecio a nuestros padres que nos alientan para la culminación de la Carrera Profesional de Derecho.