La calma antes de la muerte
Sobre el suicidio del copiloto alemán
Dr Hugo Marietan, 1 de abril de 2015
Hay un aspecto del estudio suicidio que no es muy conocido para aquellos que no son psiquiatras: cómo son los últimos momentos psíquicos de algunos suicidas. El común de la gente piensa que es un momento de gran desesperación y de una tremenda angustia porque se acerca el momento de la muerte. Y sí, en algunos casos puede ser. Pero en otros no. Cuando la idea de muerte ronda por mucho tiempo produce una gran inquietud por una parte, pero por otra se la ve como una solución, una salida posible a la depresión grave. Es estas depresiones el dolor interno es de una profundidad inimaginable por aquel que no ha pasado por estos episodios. Pero a esto se le agrega un factor que multiplica el sufrimiento: la pérdida de la ilusión de futuro. Y sentir vívidamente que él ya no tiene recursos para recuperar esa ilusión. Es la desesperanza. El vacío de sentido de esa vida. Esto anestesia toda vivencia relacionada con los otros, lo hace un ser ultraconcentrado en sí mismo, apartado psíquicamente del entorno, lo hace un egoísta exquisito. Y el trabajo constante con la ideación de muerte lo hace impermeable el miedo a la muerte, la convierte en deseable. Por eso es un ser peligroso para sí y para terceros. Alguien que está dispuesto a matar a otro es peligroso, pero alguien a quien no le importa morir es muchísimo más peligroso.Así el suicida se convence que la salida al oscuro pozo de la depresión es la muerte. Y comienza a planificar distintas maneras de eliminarse. Mientras tanto la angustia sigue, la tristeza intensa atenaza, la separación con los otros se amplía. El pre suicida sopesa las alternativas del suicidio. Su único miedo es que no lo planifique bien y no llegue a concretarlo y, pero a ún que lo concrete a medias. Pero eso su mente se concentra en ese plan, lo calcula, lo sopesa. Es todo un pensamiento de posibilidades y de evitar obstáculos.Hasta que el plan está mentalmente terminado.Y esto es lo novedoso, cuando ya está decidido, una calma nueva comienza a abrirse paso en su cabeza, la angustia cede, la tristeza afloja su opresión. Y cambia su rutina de cuarto oscuro, de irritarse por los ruidos cotidianos, de quejarse, de no comer, de no higienizarse, de estar tirado en la cama.Se levanta. Se ducha. Se coloca su ropa ante el asombro de sus familiares. Pide comer. Se acerca a los suyos, sonríe, pide cosas, hasta puede parecer alegre.He vivido de cerca el caso de un familiar político que pasó por esto. Luego de estar seis meses en una depresión grave con alto riesgo de suicido y atendido por los mejores psiquiatras que su amplia fortuna le permitía, una mañana se levanta de su cama, muy delgado, con la cara ajada por el sufrimiento pasado, y pide comer después de bañarse. Sale con su mejor bata, se sienta a comer, se muestra de buen talante ante los familiares asombrados y alegres que vislumbraban que el azote depresivo comenzaba a ceder. Ordena que esa noche se haga una cena, que se inviten a tales familiares y a tales amigos: la mejor comida, los mejores vinos, su whisky preferido. Esa tarde hace llamar a sus dos hijos, adultos jóvenes. Los lleva a su escritorio. Bromea un poco con ellos, como lao hacía antes. Le dice que tomen nota de lo que les iba a informar. Que presten mucha atención. Le pasa los datos de las claves de la cuenta en Suiza, les habla sobre qué financistas confiar y cuáles no. Cuál es la tendencia de venta de productos para la próxima temporada. Les repite su viejo consejo: nunca viajen juntos en el mismo avión. Si se cae, uno de ustedes puede salvar a la empresa y a la familia. Luego bromea y habla de deportes y les pide que no falten a la cena.Como siempre ha sido un buen anfitrión, se muestra hasta gracioso con sus comensales, no hay diferencia con otras cenas similares. Todos brindan por la recuperación. Nada en él deja
traslucir la verdad. Las personas comunes, los familiares, no pueden captar el mensaje. Ninguno de ellos es psiquiatra.Luego de la cena y que los invitados se retiran, el le dice a la esposa que se vaya a la cama, que él en un rato va a la cama. Pero no, baja hasta la cochera, donde en la gaveta de uno de sus autos tenía un revolver y se pega un tiro en la cabeza. Agonizó tres días y luego murió.Me cuenta la esposa de un suicida que su marido había estado muy deprimido durante meses, cuidado por psiquiatras pero en su casa. Una tarde se levanta de su larga postración. Come. Se cambia el pijama por una ropa deportiva. Se muestra contento. Juega con sus hijos pequeños en el patio de la casa. Habla con su esposa como si nada. Le dice: "Porqué no vas a comprarme esto a este negocio, llevate a los nenes". La mujer se lleva a los nenes. Cuando vuelve lo encuentra muerto, un tiro en la cabeza.Hay un hiato entre el estado depresivo grave y la concreción de la muerte en que el estado de ánimo del depresivo puede cambiar notablemente. Los familiares lo evalúan como una mejoría, pero en realidad, en muchos casos, es solo ver que el depresivo ya no está atormentado por la incertidumbre angustiosa de la depresión, sino que ha tomado como salida el suicidio. En estos casos el suicida no tiene el cuenta a los otros, que va a dejar a su familia, a sus hijos chicos, que los va a sumir en un intenso dolor. No. Solo está pensando en él, en que por fin se va a liberar de ese monstruo que lo engulle. No me extraña, entonces, que al copiloto del avión alemán no le haya interesado la vida de las150 personas que iban a morir con él. Es más, iban a servir para dar su mensaje con más contundencia. Tampoco me parece raro que lo haya planificado todo antes de subir al avión. Desde el momento en que rompió el certificado médico que le impedía volar, hasta que haya trabado la puerta para que el piloto no interfiera en sus planes. Tampoco me lo imagino desorganizado y angustiado en los momentos que iba llevando el avión hacia los Alpes. Al contrario, no hay gritos en la cabina, no hay ruido de objetos que se chocan, no hay lamentos, solo una respiración suave, hasta pausado.
Nota enviada al Informador Público:
El avión que voló más alláCuando el piloto le dijo que tomara el mando, Andreas, para sus adentros, hizo un profundo suspiro: ¡Al fin! y, mientras el piloto se levantaba para salir de la cabina, él, como un cronómetro, comenzó a marcar el tiempo, tantas veces meditado, para ejecutar las acciones rotundas y precisas. Primero, trabar la puerta para que nadie pudiera impedir la ejecución de su plan; era algo suyo, entre el avión y él; no había lugar para un tercero; como aquél estúpido que con un estúpido papel daba la estúpida orden de que no podía volar, y fue el papel, roto y estrujado, el que voló hacía el papelero. Depresión, dijo; antidepresivos, dijo. ¿Qué sabía el imbécil lo que realmente se siente cuando perdés la ilusión de futuro, cuando te quiebran los dos pilares en que se apoya un hombre: la mujer, que de pronto había decidido que él no estaría más junto a ella, y el trabajo, su amado trabajo de volar, porque un sedentario desde su culo acolchonado decide por vos? No. No iba a ser así.Escuchó con claridad los golpes detrás de la puerta; el piloto quería entrar. No se dio cuenta de que ya no era más el conductor, que ahora la nave, dos minutos después de que se fuera, descendía, mansa y obediente, al mandato de sus manos. Abajo y a los lejos podía vislumbrar el piso irregular de los Alpes. Descendió un poco más. Desde sus auriculares alguien le decía algo desde algún aeropuerto remoto, se quitó los auriculares, ya no tenía que rendirle cuentas a nadie. Los golpes en la puerta se hacían más intensos. No querían aceptar el destino que con claridad le marcaba lo inmediato. Cinco minutos. De pronto se le cruzó un recuerdo de su infancia, fue como un relámpago, pero claro y vívido. Después se le cruzó una mujer, no esta
amargada y torturadora, sino otra con sonrisa fresca y diluida ya. Y su primer día con el simulador de vuelo. Bajó aún más la trompa del avión. El idiota con sus golpes no lo dejaba pensar, ni dejar que sus recuerdos planearan en su mente con libertad. Con esa libertad que ahora lo inundaba en todo su ser. Siete minutos.No era un incapaz, sino un piloto magnífico que guiaba su nave hacia los Alpes como ninguno y que sería recordado para siempre, a partir de mañana, por haber logrado aterrizar entre los acotados valles de estas montañas.Dr. Hugo Marietan, psiquiatra
A raíz de un artículo que salió en España diciendo que se trataba de un narcisista (narcisismo maligno pusieron para agravar) les comento que según lo que sé de los narcisistas ellos no se suicidan. La razón es sencilla de entender: ellos se aman, creen tener una personalidad maravillosa. El depresivo cree que su personalidad es espantosa, que no merece vivir. El narciso cree que los demás deben adorarlo, lo mínimo. El depresivo perdió la ilusión de futuro, lo que viene será peor de lo que es hoy. El narcisista cree que el futuro es esplendoroso dado que él existe. El narcisiste muere, de causas naturales, pensando que lel mundo ha tenido la suerte de contar con él. El depresivo muere pensando que por fín el mundo se libera de él. Dr. Hugo Marietan
El psiquiatra Francisco Toledo recibió hace unos días el premio
Doctor Francisco Guirado en Molina de Segura. Este profesor
asociado de Psiquiatría de la facultad de Medicina de la
Universidad de Murcia y psiquiatra titular del Hospital Virgen de la
Arrixaca responde a las preguntas de La Crónica del Pajarito sobre
temas tan actuales y candentes como los motivos que pudieron
llevar al copiloto alemán Andreas Lubitz a estrellar el avión contra
los Alpes franceses, según le acusa la Fiscalía. Además, Toledo
avanza el programa del VI Curso de Psiquiatría en la Vida
Cotidiana, organizado por la Fundación de Estudios Médicos (FEM)
de Molina y la Universidad Internacional del Mar.
¿Qué supone para usted haber recibido el premio Doctor
Francisco Guirado? Siento un profundo agradecimiento a Molina,
a su Ayuntamiento y a su alcalde por haber propuesto mi
candidatura al premio. Yo conocí a Francisco Guirado y a
cualquiera le provoca orgullo este galardón, y más a un molinense,
como me considero yo tras vivir ya más de diez años en Molina. Es
también un reconocimiento a los cursos de psiquiatría en la vida
cotidiana, que este año llegan a su sexta edición y que los dirijo con
mucho cariño.
Estos cursos son ya una auténtica referencia a nivel regional
y nacional.Creo que sí. Lo que hacemos con ellos es luchar contra
el estigma y contra los miedos que hay sobre los enfermos
mentales, e intentar conseguir una mayor integración social. Todos
los años traemos a psiquiatras clínicos de gran trayectoria
profesional y hasta ahora presentamos un balance de más de 50
conferencias y más de 700 alumnos, algo que es un éxito para los
organizadores, la Fundación de Estudios Médicos (FEM) de Molina
y la Universidad Internacional del Mar.
¿Está cerrado ya el programa del VI curso de psiquiatría en
la vida cotidiana? Se va a celebrar del 7 al 10 de julio, una vez
más en Molina de Segura, y este año repite Juan de Dios Molina,
que hablará sobre las habilidades en la entrevista psiquiátrica. El
doctor Antonio Galbis, miembro de la directiva de la Asociación
Española de Psiquiatría, dará una conferencia sobre manías,
supersticiones y obsesiones, y contaremos con un ‘crack’ como el
doctor Celso Arango, uno de los principales investigadores
europeos en salud mental y director científico del Centro de
Investigaciones Biomédicas en Red en Salud Mental (CIBERSAM),
que ahora está trabajando en California y que impartirá la charla
‘El futuro de la salud mental: prevención, prevención y prevención’.
La conferencia estelar será la de Eduard Vieta, que está
considerado el número uno en la investigación del trastorno bipolar
y que nos hablará sobre lo que sabemos y lo que nos falta por saber
de este trastorno. A nivel local, tendremos a Luis Valenciano, que
abordará la psicoterapia del paciente impulsivo; Emilio López, que
hablará sobre esquizofrenia y psicosis tóxicas; al doctor Salmerón
(´Cuando el cerebro confunde la realidad’) y a Mateo Campillo
(‘Enfermedad física y vulnerabilidad psíquica’). También vendrán el
doctor Mesones (‘El suicidio: todo lo que quiso saber y no se atrevió
a preguntar’) y el doctor Pedro Pozo, presidente de la Sociedad
Murciana de Psiquiatría, que hablará sobre el estigma de la
enfermedad social. Pepa González Molina dará la conferencia
‘Abordaje del adolescente con trastornos de conducta’ y yo mismo
hablaré sobre mitos y tópicos de la psiquiatría.
En términos psiquiátricos, ¿qué es la normalidad? Es una
pregunta complicada de responder. Vamos a ver si me explico: para
la psiquiatría la normalidad no es un punto, es un segmento, un
patrón de conducta que se repite y que es aceptado como
razonable. Es un comportamiento o estado de salud razonable que
permite un funcionamiento óptimo.
¿Cuándo un problema de salud mental se convierte en una
enfermedad? No todos los trastornos de conducta inexplicables
tienen que ser un trastorno mental. Hay personas buenas, pero
también hay personas malas que no tienen ningún trastorno
mental. Para que una persona estrelle un avión no tiene que ser un
enfermo mental, tiene que ser una mala persona.
Me está hablando del copiloto Andreas Lubitz, acusado de
estrellar el avión en los Alpes con 150 personas dentro. En
muchos medios de comunicación se dice que tenía depresión
y estaba en tratamiento. ¿Qué ha podido llevar a esa
persona a realizar un acto tan espeluznante? No creo que
tuviera depresión, pues esta enfermedad conlleva una idea de
culpabilidad e incluso de autoagresión, pero nunca hacia fuera,
nunca hacia los demás. Una persona que se suicida se quita de en
medio para no sufrir y para que los demás no sufran. Lo del
copiloto no tiene nada que ver con la depresión ni con
enfermedades mentales. Todo indica que fue premeditado y
responde a una personalidad narcisista de tipo maligno que ha
actuado así ante una frustración no superada. Al parecer, él mismo
dijo que iba a hacer algo por lo que su nombre sería conocido en
todo el mundo y eso es propio de un narcisista maligno, de un
trastorno de personalidad. Estos individuos son conscientes de lo
que hacen en todo momento. Son malas personas.
Entonces, ¿me está dando a entender que no se habría
podido evitar la tragedia tratándose de una persona de este
tipo? La psiquiatría no tiene respuesta para la maldad y este
copiloto era un enfermo de tipo social. Los enfermos mentales son
víctimas y no culpables, y este no es el caso del copiloto del avión
estrellado. Todas las cosas no se pueden prevenir. Por ejemplo, por
muchas campañas que se hagan nunca se acabará totalmente con
los accidentes de tráfico o con la violencia de género. Se puede
reducir, pero en el caso de la maldad no hay respuesta inherente a
esta condición humana.
Pero lo que está publicando es que tenía problemas
mentales de los que estaba siendo tratado y que incluso
intentó ocultar. Y no se para de hablar de que tenía
depresión. Faltan elementos para sacar conclusiones definitivas,
pero todo apunta a que había premeditación y cálculo para estrellar
el avión. Una depresión no puede ser que lleve a alguien a hacer
algo así. Si alguien se suicida por una depresión da mensajes de
dolor y deja una carta de despedida o de arrepentimiento. Este
copiloto tampoco es un psicótico, pues ni deliraba ni tenía
alucinaciones. Yo creo que sabía aparentar que no era malo. Este
tipo de personas se repiten sistemáticamente en la historia de la
humanidad en todos los ámbitos, no les detiene el dolor ajeno y
hacen sufrir a los demás de manera indiferente. Para comprender
necesitamos poner etiquetas, como la depresión, pero este hombre
no tiene esa etiqueta.
¿Eso explicaría esa frialdad del copiloto? Lo digo porque en
la grabación de la caja negra se refleja que su respiración no
se alteró en los ocho minutos se descenso antes del choque
en los Alpes. Mantener la respiración normal en una situación así
es propio de una persona muy fría, y tampoco tiene nada que ver
con creencias políticas o con razones religiosas. Este tipo de
personas muestran una gran frialdad y les importa poco el mundo
de los demás.
Se ha publicado que sufrió hace años ataques de pánico y
ansiedad… Quizá tuviera algún diagnóstico de ansiedad, pero eso
no explicaría nada, no existe ningún nexo con lo ocurrido. Insisto en
que esta persona debía tener un trastorno de personalidad, no era
un enfermo mental, sabía perfectamente lo que hacía y tenía una
intolerancia brutal a la frustración, quizá por los problemas de
visión que le impedían ascender profesionalmente, y seguramente
no toleraba que no era el mejor.
Para las familias de las víctimas el hecho de que el copiloto
estrellara deliberadamente el avión debe ser algo tremendo
de aceptar. Hay personas a las que les da igual en qué
circunstancias se ha producido la muerte de un familiar, pues el
caso es que ha muerto y eso les produce dolor. A otras no les
ocurre lo mismo. Cada uno se defiende del dolor como mejor puede
y algunos necesitan dirigir su pena hacia un objetivo, pero eso no
produce alivio. Sería doloroso e injusto que tras lo que ha ocurrido
con el avión algunos dirigiesen ese odio a pacientes con problemas
psiquiátricos. Eso haría mucho daño, pues el enfermo mental no es
peligroso, es una víctima. El 20 por ciento de la población sufre
depresión al menos una vez en la vida y eso no debe ser un estigma.
Estamos trabajando mucho para evitar ese estigma. Sin embargo,
se puede ser inteligente y ser muy mala persona. Hay personas
malas en política, en el mundo empresarial, en nuestros
compañeros de trabajo…
En la prensa europea no tanto, pero en algunos países los
medios de comunicación han cargado tintas contra el
copiloto y le llaman de todo: kamikaze, asesino, ‘killer’… Que
le llamen como quieran, pero que no le llamen enfermo mental,
porque las personas con enfermedades mentales no se merecen
esto.
Cambiando de asunto, siempre me he preguntado por qué no
existe en la sanidad la figura unificada del terapeuta mental,
en vez de esa separación entre psiquiatras y psicólogos. ¿Se
ha experimentado en algún país? No se debe ni se puede. El
psiquiatra y el psicólogo son absolutamente complementarios.
Algunas personas no necesitan psicoterapia y otras no necesitan un
enfoque biológico de pastillas.
¿Para salir de una depresión es absolutamente necesario
tomar pastillas?Para la depresión, como enfermedad que es, se
necesita un tratamiento farmacológico, igual que para la
hipertensión. No es suficiente con la psicoterapia y no hay ningún
psicólogo que se atreva a decir que es mejor tratar la depresión sin
pastillas. Otra cosa son las conductas de tristeza adaptativas, que
se abordan bien con un enfoque psicoterapéutico. La dificultad está
en saber discernir qué tiene una persona. Está claro que siempre
vienen bien cosas como las terapias de grupo.
Hay medicación, como los ansiolíticos, especialmente las
benzodiacepinas, que al parecer son bastante adictivos. Y
normalmente existe un rechazo en el paciente a estar, como
se suele decir, empastillado. El tabaco también es adictivo. Si lo
que quieres preguntar es si se abusa en la prescripción de
ansiolíticos y antidepresivos, la respuesta es que quizá sea cierto, y
creo que hay situaciones que se podrían solucionar sin pastillas. Sí,
pienso que hay un cierto exceso de uso y abuso de medicación.
Poner un tratamiento farmacológico es fácil, pero en ese momento
hay que pensar también en cómo lo vamos a quitar luego. En el
caso concreto de las benzodiacepinas sí hay un abuso.
¿Quizá el problema arranca de los propios médicos de
familia? En España, los médicos de familia tienen un gran control
para empezar a tratar trastornos psiquiátricos, pues tienen una
gran preparación.
¿Qué opina usted de las terapias alternativas para tratar
problemas de salud mental? Pues que siempre que hay que
valorarlas partiendo de los principios científicos de verificación de
resultados. Si a lo que te refieres es al chamanismo, la gente que
acude a él suele tener un nivel cultural más bien bajo, con todos
mis respetos. Pero bueno, hay gente a la que le ayuda, por ejemplo,
rezar, y no tengo nada contra eso.
Y qué me dice de las técnicas de neurocirugía para tratar
trastornos psíquicos como los obsesivo-compulsivos. Parece
que funciona eso de colocar electrodos en algunas zonas del
cerebro… Hasta ahora la única indicación de la psicocirugía es
para trastornos obsesivo-cumpulsivos (TOC) severos, y para un bajo
porcentaje de pacientes. En estos casos la psicocirugía tiene una
respuesta terapéutica de en torno al 50 por ciento y a veces es la
única opción que queda. En algunos tipos de depresiones muy
graves también se colocan electrodos en el cerebro para producir
una estimulación cerebral eléctrica profunda. Se está avanzando
mucho en este campo y tiene futuro por delante, pero no
confundamos esta neurocirugía con otras cosas como las
lobotomías que se practicaron hace años.
Los psiquiatras afirman que a día de hoy enfermedades
como la esquizofrenia no tienen cura. ¿Qué esperanza les
queda a estos enfermos? ¿Se conseguirá una cura en el
futuro? Ahora mismo la esquizofrenia no tiene cura como tal, pero
sí puede sobrellevarse de una manera adecuada sin que ocasione
molestias, siempre y cuando el paciente siga a rajatabla la
medicación de por vida. La esquizofrenia ha existido siempre y
afecta a un uno por ciento de la población en todo el mundo. En los
últimos veinte años se ha avanzado mucho en los tratamientos.
Debemos de tener en cuenta que el primer tratamiento para esta
enfermedad se descubrió en 1952. En la actualidad existen varios
adelantos que permiten a los pacientes llevar su medicación de una
manera más controlada y mejor; estoy hablando de unas
inyecciones que han sustituido a las clásicas pastillas diarias, y que
se administran cada 15 ó 30 días. Y en el futuro habrá más avances.
Expertos señalan que el copiloto de Germanwings podría padecer una patología mental muy oculta
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2418388/0/expertos-psicologia-psiquiatria/copiloto-germanwings/patologia-mental-oculta/#xtor=AD-15&xts=467263
Según han apuntado diversos expertos en psiquiatría y psicología, esta patología no se habría detectado en las pruebas psicotécnicas a Andreas Lubitz. Esta hipótesis se apunta como una de las posibles causas del comportamiento incomprensible y presumiblemente suicida del copiloto en la tragedia de los Alpes. El presidente de la sección de Psiquiatría del Colegio de Médicos de Cataluña ha señalado que el estrés no sería el desencadenante directo de lo ocurrido. Por otro lado, el decano del Colegio de Psicólogos de Cataluña, Josep Vilajoana, ha indicado que la conducta del copiloto es de difícil predicción.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2418388/0/expertos-psicologia-psiquiatria/copiloto-germanwings/patologia-mental-oculta/#xtor=AD-15&xts=467263
Diversos expertos en psiquiatría y psicología consultados han apuntado que el copiloto alemán del avión de Germanwings siniestrado en los Alpes pudo padecer una patología mental muy oculta que las pruebas psicotécnicas no habrían detectado.
Esta hipótesis se apunta como una de las posibles causas del comportamiento incomprensible y presumiblemente suicida del copiloto, aunque los especialistas indican que sería necesaria una mayor información y más detallada para poder explicar por qué Andreas Lubitz llevó el avión hacia la catástrofe y además ocultó su baja médica por tratamiento psiquiátrico.
El presidente de la sección de Psiquiatría del Colegio de Médicos de Cataluña, Lluís Albaigés, ha indicado que, en su opinión, el estrés no sería el desencadenante directo de la acción del copiloto y que el joven padecería una patología
no detectada. Una pista de esta teoría es el hecho de que en la caja negra del avión se oye hablando al comandante y a su copiloto con normalidad hasta que el primero se va, según explicó este viernes el fiscal de Marsella (Francia) en rueda de prensa. "Habría que conocer la biografía del copiloto, sus comportamientos y maneras de funcionar, sus manías, y también detalles sobre la depresión que, al parecer, padeció para poder establecer un diagnóstico", indica el psiquiatra.
Programas específicos contra el estrés Es posible, ha especulado Albaigés, que las pruebas que se le realizaron al copiloto por parte de la compañía alemana no fueran suficientemente "afinadas" para detectar la supuesta patología que padecía o bien que estuviese tan oculta que fuera difícil detectarla. Por su parte, Guillem Feixas, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona (UB) considera que "la clave" de la conducta de Andreas Lubitz está "en su propia caja negra, en su cabeza". "Desde fuera, nos resulta incomprensible el comportamiento de estrellar un avión, pero quizás el joven tuviera 'sus motivos', aunque no hay ninguna indicación clara de un patrón de trastorno visible", ha señalado. El catedrático de Psicología considera que en profesiones de tanta responsabilidad como la de piloto de avión la formación técnica y los test psicotécnicos cada ciertos meses no son suficientes y que sería deseable que contaran con programas específicos para afrontar el estrés laboral. Cuando las personas expresan, comunican y comparten las preocupaciones, las consecuencias negativas que se pueden derivar de sus actos disminuyen, argumenta el catedrático de la UB. También considera positivo el comportamiento de los tripulantes de otra compañía aérea en la que ha viajado recientemente y que dan la bienvenida a la nave y miran a la cara a los pasajeros, un comportamiento que denota empatía y una clara voluntad de comunicación. Una conducta difícil de predecir El decano del Colegio de Psicólogos de Cataluña, Josep Vilajoana, ha indicado que la conducta del copiloto es de difícil predicción y que esta institución trabaja con el Ministerio de Fomento para "afinar" las pruebas que deben superar las personas que tienen trabajos con una alta responsabilidad, como los conductores de trenes y de aviones. Apuesta por que los pilotos pasen controles incluso poco antes de volar, diseñados para detectar posibles trastornos, aunque recuerda que todas las pruebas "no afinan tanto como para predecir todas las conductas". El trabajo en equipo, precisa, hace disminuir la mala praxis, por lo que cambiar la actual legislación y obligar a que dos personas permanezcan siempre en la cabina de los aviones es una necesaria y buena decisión, a su juicio.
Una persona con depresión no estrella un avión con pasajeros, el caso de Andreas Lubitzhttp://www.psyciencia.com/2015/04/23/andreas-lubitz-una-persona-con-depresion-no-estrella-un-avion-con-pasajeros/?utm_content=buffera5b05&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer
Es muy probable que el psiquiatra que le diagnosticó a
Andreas Lubitz, depresión pudo no darse cuenta (y como
médico reconozco que a mí me podría haber sucedido lo
mismo) de que estaba ante un trastorno antisocial de la
personalidad o psicopatía, un proceso muy difícil de
diagnosticar y una eventualidad ante la que, quienes se
dedican a evaluar y seleccionar a personal laboral para
puestos del que dependan muchas vidas
El estigma de la enfermedad mental
Desde tiempos inmemoriales, la enfermedad mental ha sido
menospreciada, confinada al terreno de lo absurdo y de lo
irracional e investida de un valor negativo que, aun en la
actualidad y en nuestra cultura, estigmatiza a quienes
sufren trastornos psíquicos como si estas patologías fueran
motivo de vergüenza y debieran mantenerse ocultas por
miedo a la burla y al rechazo social. Para empeorar esta
discriminatoria injusticia, persiste la creencia de que los
enfermos mentales son peligrosos cuando la mayoría de
ellos son muchas más veces víctimas de agresiones que
agresores porque su patología les convierte en objetos de
burla que propicia su maltrato.
Empeora esta situación la ligereza con que los noticiarios
sensacionalista tratan a la enfermedad mental,
considerándola como responsable de actuaciones violentas,
un tópico debido a la escasa información que la sociedad
recibe acerca de las enfermedades mentales y al hecho de
que casi toda le llegue a través de los medios de
comunicación.
Viene esto a colación de la tragedia aérea acaecida el 24 del
pasado marzo en los Alpes en la que perdieron la vida 150
personas y la irresponsabilidad con que los medios de
comunicación insinuaron que el siniestro pudo ser
consecuencia de la depresión que presuntamente padecía el
copiloto de la nave, Andreas Lubitz.
Desde mi condición de médico denuncio lo imprudente que
fue la difusión de un hipotético diagnóstico del protagonista
del siniestro ya desde las primeras horas de la colisión y sin
disponer de conocimientos ni datos clínicos contrastados. El
sensacionalismo periodístico especuló, desde el minuto cero,
con que Lubitz sufría una depresión y que ésta fue la
desencadenante de la catástrofe, todo ello sin considerar
que, si bien en la depresión hay una elevada probabilidad de
suicidio, el modus operandi de un deprimido suicida nada
tiene que ver con lo que ocurrió en ese avión ya que, el
depresivo que se quita la vida lo hace siempre para dejar de
sufrir y para que los demás dejen de sufrir por su causa,
siendo prácticamente imposible que acabe con la vida de
otras personas al quitarse la suya, salvo excepciones muy
bien tipificadas como son los casos extremos de suicidio
compartido, en los que el enfermo puede matar a alguien a
quien quiere mucho –para que no sufra más según su propia
percepción– antes de suicidarse.
Lamentablemente, en la catástrofe de los Alpes franceses,
el estigma de la enfermedad mental se cebó una vez más con
quienes sufren una patología psiquiátrica y, en concreto, con
el gran colectivo de los enfermos de depresión (un trastorno
que afecta al 10% de la población española), creando una
alarma innecesaria en los familiares y convivientes de unos
seres humanos que, con toda seguridad, nunca causarían
una catástrofe homicida masiva.
Afortunadamente, conforme ha transcurrido el tiempo y se
han obtenido datos de las cajas negras del accidente, se ha
conocido la opinión de verdaderos expertos en salud mental
y se ha ido restando importancia al hecho de que el copiloto
hubiera sufrido en el pasado una depresión, se han barajado
otras hipótesis diagnósticas especulando con la probabilidad
de que, incluso, Lubitz no contara con la eximente de una
enfermedad mental para atenuar su culpa, supiera en todo
momento lo que hacía y que la única explicación de que
estrellara el avión fuera su maldad.
¿Qué enfermedad mental podía sufrir el copiloto?
Puestos a indagar en hipotéticas causas clínicas que
pudieran justificar una actuación homicida por parte del
copiloto, habría que centrarse en otros diagnósticos ajenos a
la depresión y más propios de individuos con tendencia a
interiorizar un gran resentimiento, sentirse víctimas de una
injusticia que creen haber sufrido en sus vidas. Son
individuos que pueden ser capaces de cometer actos
violentos en busca de protagonismo (que aunque negativo
les confiera notoriedad) y también para conseguir un
equilibrio entre lo que ellos han padecido y el dolor que
originan al perpetrar una masacre. En base a esto cobra
especial sentido una frase que Andreas le dijo a su novia y
que confiere rasgos de narcisismo a su personalidad: «Un
día haré algo que cambiará todo el sistema y entonces todos
conocerán mi nombre y lo recordarán».
Desde mi perspectiva profesional como médico, estimo dos
hipótesis diagnósticas que podrían haber inducido a Lubitz a
ejecutar la masacre de los Alpes. La primera sería
un trastorno antisocial de la personalidad (antes conocida
como psicopatía y que en lenguaje coloquial designa a los
psicópatas) asociado a una personalidad narcisista.
El trastorno antisocial de la personalidad es propio de unos
individuos carentes de compasión y de empatía (capacidad
para ponerse en lugar de los demás y entender su
sufrimiento) así como una marcada tendencia al narcisismo.
Se trata de personas frías, arrogantes, susceptibles de
sentirse heridas en su orgullo, crueles y con una falta tal de
compasión ante el sufrimiento del prójimo (al que cosifican e
ignoran) que podría inducirles a estrellar un avión sin
considerar a sus pasajeros humanos sino sólo como muñecos
o incluso como nada.
Por los datos que se han ido difundiendo, la personalidad de
Andreas Lubitz podría encajar con la de un psicópata frío y
calculador, un sujeto con una personalidad narcisista de
base; un tipo sumamente cruel e incapaz de conceder valor
alguno a las vidas de los demás. El hecho de que su
respiración fuera rítmica en los segundos previos al choque
(según reveló la caja negra), su sangre fría al encerrarse por
dentro impidiendo el acceso a la cabina, su silencio al no
entablar diálogo alguno con tierra, así como que lo tuviera
todo tan bien programado, todo ello indica una frialdad
típica de los psicópatas.
Tal vez la venganza o la frustración pudieron influir en su
actuación (su meta era ser comandante de vuelo pero
padecía un problema visual que le incapacitaba para ser
piloto) sin embargo, ésta no sería nunca la causa sino sólo el
detonante que activara su trastorno de personalidad de
base. Consideremos que si el sueño de una persona es ser
piloto, en un contexto de normalidad se impone adaptarse a
las circunstancias, asumir las propias limitaciones y
contentarse con soluciones alternativas como ser copiloto o
desempeñar cualquier otra profesión. Sin embargo, los
psicópatas tienen un orgullo exacerbado y una tolerancia
cero a la frustración que les impele a reaccionar con
agresividad cuando sus deseos no pueden ser cumplidos.
¿Es siempre la violencia consecuencia de una enfermedad mental?
La respuesta a esta cuestión es un no rotundo. Solo un
ínfimo porcentaje de los actos de violencia son obra de
enfermos mentales quienes, por lo general tienden más a ser
víctimas que agresores de los verdaderos actores de las
conductas violentas que no son mas que unos individuos
quienes, por lo general, actúan con criterios éticos propios
de la maldad y/o sufren las consecuencias de la marginación.
En el caso concreto de la psicopatía, no siempre habría que
contemplarla como una enfermedad mental que ejerza como
atenuante a efectos legales, pues los psicópatas saben
perfectamente lo que hacen, diferencian lo bueno de lo
malo, son incapaces de sentir compasión y sentimientos de
culpa y muestran una total indiferencia ante las normas (que
ocultan hábilmente porque son maestros en el arte de fingir
y de comportarse como empáticos y disciplinados), lo que les
convierte en unos individuos muy peligrosos.
En cuanto a los rasgos narcisistas, destaquemos que
son propios de individuos con una enfermiza necesidad de
ser admirados, unos tipos muy arrogantes, sensibles al
desprecio y al rechazo, a quienes les importa más aparentar
que ser y cuya soberbia y afán de notoriedad van parejos a
la envidia que sienten por el éxito ajeno. El estilo narcisista
predispone a adoptar conductas violentas como respuesta a
una herida en su ego (narcissistic injury), algo también
frecuente en las personalidades psicopáticas. De todo ello se
concluye que cuando psicopatía y narcisismo confluyen en
un mismo individuo, la combinación puede ser explosiva.
¿Estaba mal diagnosticado Andreas Lubitz?
Es muy probable que Andreas estuviera mal diagnosticado y
que el médico que le extendió su baja no detectara un
hipotético trastorno antisocial de personalidad y acabara
recurriendo a ese cajón de sastre que es el diagnostico de
depresión (trastorno del que se abusa al extender partes de
incapacidad laboral) debido a la imagen de hastío,
frustración, sensación de vacío y falso estado depresivo que
muchos psicópatas pueden presentar cuando atraviesan una
mala etapa, situaciones en las que pueden llegar a dar la
imagen de una depresión que no tienen.
Siguiendo con ésta exposición de probabilidades, el psiquiatra que le diagnosticó
depresión al copiloto pudo no darse cuenta (y como médico reconozco que a mí me
podría haber sucedido lo mismo) de que estaba ante un trastorno antisocial de la
personalidad o psicopatía, un proceso muy difícil de diagnosticar y una eventualidad
ante la que, quienes se dedican a evaluar y seleccionar a personal laboral para
puestos del que dependan muchas vidas, deberían decantarse siempre a favor de
elegir a personas cálidas, afectivas y tiernas que se alejen de la frialdad de
espíritu que caracteriza a los psicópatas, unos individuos que están
dotados de un encanto superficial que, aunque les permite engañar y hacer
ver que son afectivos, su subconsciente puede dejar entrever ciertos
rasgos de narcisismo y arrogancia que debería poner en guardia a un experto
acerca de su potencial peligrosidad.
Estigmas que soporta el enfermo mental
El estigma es una especie de etiqueta que se le pone a una persona y de la
que resulta muy difícil desprenderse hasta el extremo se ser identificado
por lo que se le etiqueta y no por lo que se es. Esto sucede por la tendencia de
la sociedad a ser muy cruel a la hora de remarcar ciertas diferencias que dificulten
que una persona pueda ser aceptada. Un ejemplo claro lo encontramos en las
enfermedades mentales, víctimas de un estigma cuyo origen se remonta a
estereotipos y mitos injustos trasmitidos a través de siglos de incomprensión.
Así, quien sufre una esquizofrenia tiende a ser siempre considerado como
un esquizofrénico, cuando nunca a quien padece un cáncer o una
hipertensión se le conoce como el canceroso o el hipertensos en cualquier
ámbito y contexto.
Esto da lugar a una discriminación que condiciona que el propio individuo afectado
se autoestigmatice y asuma los prejuicios que los demás depositan en él, lo que hará
que su integración social se resienta y su posibilidad de llevar una vida normalizada
disminuya, pasando del autoestigma a la autodiscriminación y con ello, a una
elevación de las probabilidades de un fracaso en el tratamiento de su enfermedad.
Soluciones contra el estigma de la enfermedad mental
Habría que educar a la sociedad ya desde las escuelas para que la
enfermedad mental no sea considerada un peligro o un estigma y se
potencie el contacto con las personas que la sufren con menos miedo y más
aceptación ya que, estadísticamente, su peligrosidad siempre es muy improbable.
La sociedad debe estar educada en las enfermedades mentales (y aun más quienes
conviven con quienes las padecen) y la información que se recibe de ellas no debería
provenir casi exclusivamente de los medios de información que casi siempre
relacionan a los enfermos psíquicos con noticias luctuosas.
Se debería potenciar al máximo la integración social y laboral de estos
enfermos, pero hacerlo sin un exceso de protección hacia ellos que enfatice en su
diferencia ya que esto supondría una estigmatización por discriminación positiva o
trato preferencial innecesario.
Es muy positivo buscar modelos de referencia positivos a fin de que la sociedad
reconozca que con una enfermedad mental controlada y aceptada se puede llevar
una vida normal, integrarse en la comunidad, estudiar, trabajar, relacionarse y hasta
conseguir un premio Nobel como el matemático John Forbes Nash (aquejado de
esquizofrenia), ser un excelente compositor como Gustav Mahler (aquejado de
trastorno bipolar) o uno de los mejores bailarines de la historia, como Vaslav Nijinsky
(también esquizofrénico).
Si necesitas ayuda, tanto médica como terapéutica, puedes ponerte en contacto con
nosotros y te ayudaremos de la mejor manera posible.
Dr. Alberto Soler Montagud – Psiquiatria Privada
http://www.gestalt-terapia.es/estigma-de-la-enfermedad-mental/
http://www.lanacion.com.ar/1780670-como-fue-el-ultimo-dialogo-entre-el-piloto-del-
avion-de-germanwings-y-andreas-lubitz
La revista Paris Match accedió al audio de la caja negra del Airbus A 320 de
Germanwings que el copiloto habría estrellado en los Alpes franceses ocasionando
la muerte de 150 personasEste es el diálogo que se escuchó:
10.00 .- El avión despega.
10.10 .- El piloto, comandante Patrick Sonderheimerle, dice al copiloto Andreas Lubitz :
"No tuve tiempo de ir al baño antes de despegar".
Lubitz le contesta: "Andá cuando quieras".
10.27 .- El avión alcanza su altitud de crucero: 38.000 pies (11.500 metros).
El comandante le pide a Lubitz verificar que el avión pueda pasar a modo descenso.
Lubitz obedece. Le repite al comandante por segunda vez : "Podés ir. Podés ir ahora".
10.28 .- Se distinguen ruidos que proceden del asiento. El comandante se quita el
cinturón de seguridad. Se escucha la puerta que se abre. El comandante le dice a
Lubitz : "Vos controlás ahora"
Lubitz responde en un tono casual: "Eso espero".
10.30 .- Lubitz está solo en cabina. Cierra la puerta blindada de la cabina. Ahora es
imposible que pueda abrirse desde el exterior. Luego, se le oye programar
manualmente la velocidad de descenso para acelerarla y pasar de 38000 pies (11 000
metros) a 100 pies (30 metros) en unos minutos.
10.33 .- El descenso comienza : el avión pierde 3000 pies (900 metros) de altitud por
minuto. El control aéreo trata, en varias ocasiones, de contactar con el avión por radio.
Lubitz no contesta.
Se oye al comandante que intenta abrir la puerta de la cabina : " ¡Soy yo! ". Se dan
varios golpes a la puerta, cada vez más fuertes. No hay respuesta por parte de Lubitz.
El comandante grita: "¡Por el amor de Díos, abrí la puerta!".
10.34 .- Suena una primera alarma, sonora y visual : « SINK RATE, PULL UP » (¡caída
importante, enderécese!). No hay ninguna reacción por parte de Lubitz.
A través de la puerta de la cabina, se escuchan gritos de terror de los pasajeros
ubicados en los primeros los asientos.
10.35 .- El comandante pide que le vayan a buscar un hacha que tenía escondida en la
parte trasera del aparato.Suenan golpes más fuertes contra la puerta, seguidos por
ruidos metálicos. Sin dudas, el comandante está intentando abrir la puerta con el hacha.
10.37 .- Se activa una segunda alarma, sonora y visual: "TERRAIN, PULL UP", (¡Tierra,
enderécese!).Ninguna reacción por parte de Lubitz.
El comandante grita: "¡Abrí la maldita puerta !"
10.38 .- Se oye la respiración de Lubitz bajo su mascarilla de oxígeno. Respira
normalmente. El avión está a 13.000 pies (4000 metros).
10.40 .- Se oye un ruido violento que procede del exterior. En ese mismo instante, en el
interior, unos gritos. El avión choca contra una montaña con el ala derecha. No se oye
ningún otro sonido más que el de las alarmas y los gritos de los pasajeros.
10.41 .- El avión choca de frente contra el macizo del Estrop a 5000 pies (1500 metros de altitud) y 800km/h. .
http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/europe/france/11496066/Andreas-
Lubitz-Everything-we-know-about-Germanwings-plane-crash-co-pilot.html
Fatherhood: Speaking to investigators, the girlfriend of Germanwings co-pilot Andreas Lubitz has quashed rumours she was pregnant with his child.Reports she was carrying his child or undergoing a personal crisis of her own were “speculation and rumour”, CNN quoted an unnamed European government official as saying.
Andreas Lubitz conducted Internet research on “cockpit doors” and “suicide”days before crashing a Germanwings plane into the French Alps, German prosecutors revealed on Thursday.• 'Treated for suicidal tendencies'Lubitz, who deliberately crashed the plane into the French Alps, was in therapy for suicidal tendencies before getting his pilot's licence, Germany's state prosecutor has told Press Association.• Black box: The final minutes on board the doomed Germanwings flight have been revealed.A transcript from the black box voice recorder recovered from crash site reveals the pilot screaming at Andreas Lubitz to open the cockpit door.On Thursday the second black box was recovered. The second black box records technical flight data that could provide vital insights into the final moments of Flight 4U9525.• The supposed video of the last moments of the flightFrench investigators revealed a week after the crash that passengers may have made calls from plane as it was going down.They said they had gathered several mobile phones from the debris, but that none had yet been “analysed”.However, two European media insisted they had viewed footage from inside the cabin taken by a passenger at the back of the plane relaying in a “few seconds” scenes of chaos and passengers screaming “My God” in several languages.French magazine Paris Match and German daily Bild said the authenticity of the film is “unquestionable” and that it had been retrieved from the wreckage of last Tuesday’s crash by “a source close to the inquiry”.The killer co-pilotAndreas Lubitz was the boy who grew up dreaming of flying and of one day becoming a pilot.
He went on to fulfil his ambition, but it now appears that it was at the cost of 149 innocent lives after he deliberately crashed the Germanwings Airbus A320 into the side of a mountain in the French Alps.The circumstances leading up to the crash are now the subject of a police investigation."The co-pilot is alone at the controls," said Brice Robin, a prosecutor in Marseilles last week, drawing on information gathered from the black box recorder. "He voluntarily refused to open the door of the cockpit to the pilot and voluntarily began the descent of the plane."Mr Robin said Lubitz had a "deliberate desire to destroy this plane. He ... refused to open the door of the cockpit to the pilot and deliberately began the descent of the plane".German state prosecutors have found evidence that Andreas Lubitz had hidden an unspecified medical condition from his employers."Documents with medical contents were confiscated that point towards an existing illness and corresponding treatment by doctors," said the prosecutors' office in Dusseldorf, where the pilot lived and where the flight from Barcelona was heading, reports Reuters."The fact there are sick notes saying he was unable to work, among other things, that were found torn up, which were recent and even from the day of the crime, support the assumption based on the preliminary examination that the deceased hid his illness from his employer and his professional colleagues," they said.The Uniklinik hospital in Dusseldorf confirmed that it had treated Lubitz in recent weeks but said it was not for depression.
nvestigators are working on the theory that Lubitz was motivated by the fear he could lose his pilot’s licence over his health, according to German press reports.But the focus has moved from issues with Lubitz’s eyesight to his mental health.A source close to the investigation told Bild newspaper that Lubitz had recently visited several different doctors about the same problem.One theory being considered is that he was trying to avoid a psychiatric diagnosis.Lubitz visted the University Hospital Düsseldorf three times between February and March 10 this year.Sources also told the newspaper that Lubitz wanted a break from work – but did not want to take sick leave for fear it could endanger his career.The co-pilot was treated for suicidal tendencies several years ago, and it is believed problems with his eyesight may have been psychosomatic in origin.
What friends and his family have said (or not said) so farA friend of Lubitz said: "His nickname was 'Tomato Andi' - a reference to his past employment as a flight steward," adding that he worked for nearly a year for Lufthansa as a cabin attendant before being accepted for flight training.
It emerged that Lubitz may have been suffering from a loss in eyesight. The New York Times reported that had sought treatment at Dusseldorf University Hospital. Lubitz's father was said to be "devastated, completely shattered” by his son’s act, according to a French official who spoke to him.The parents of Andreas Lubitz have not spoken in public since the crash. They were questioned by French police during their stay in France and German police were due to talk them when they returned to Germany.Bernard Bartolini, the mayor of Prads-Haute-Bléone, a small town near the site of the crash, said Lubitz' father is is carrying on his back the entire weight of the drama. "He is a man whose life has broken down,” he said.Mr Bartolini said he met them when they visited the crash site and attended a memorial ceremony nearby on Thursday along with families of the passengers and crew who died.“He (the father) is a man whose life is in ruins. I felt incredibly sorry for him as he expressed all his emotion, he expressed his emotion because he has lost a loved one, but also because his son is perhaps the (cause) of all this tragedy,” he told BFM news channel.
Early yearsThe young Lubitz grew up in the small town of Montabaur, 20 minutes’ drive from the German city of Koblenz.With his father a successful business executive and his mother a piano teacher his family could well afford the cost of flying lessons at his local club, Luftorts Club Westerwald.Here he first sat in the cockpit of a light aircraft at the age of 14 and after a couple of years of instruction under dual controls was able to fly on his own.Klaus Radker, the club's chairman, said: "It was his dream to fly from an early age and it was a dream he began to fulfil here, so when he went on to gain his commercial licence and fly planes like the Airbus he was very happy and proud."Andreas Lubitz competing in a Lufthansa marathon in 2013 (Wolfgang Nass/BILD)
Mr Radker last saw Lubitz in the autumn of last year, when the Germanwings pilot returned to the club to renew his light aircraft flying licence and take part in the club's barbecue, which he attended with a girlfriend.Nobody at the club noticed anything strange in his demeanour."He seemed normal. Proud of his job after so much training. He seemed happy," said Mr Radker. "I always found him a friendly, if very reserved, person. Open and polite."• The pilots who immolated themselves and their passengers• 'We only hear screams in the last seconds. Death was instant.'Lubitz left Montabaur at the age of 20 in 2007 to begin his commercial pilot's training in the northern German city of Bremen.It was a year into his training that he appears to have suffered the breakdown and took a break, before returning to qualify.
A mother of a schoolmate told the Frankfurter Allgemeine Zeitung that he had told her daughter he had taken a break from his pilot training because he was suffering from depression."Apparently he had a burnout, he was in depression," said the woman, whom the paper did not name.She said her daughter had seen him again just before Christmas and that he had appeared normal. She added he was a "lovely boy". "He had a good family background," she told the paper.By the time of the accident he was still relatively inexperienced, having notched up only 630 hours of flying time, compared to the flight's captain, who had flown for more than 6,000 hours and had worked for Lufthansa for 10 years.The captain was Patrick Sonderheimer, a father to two children, who had joined Germanwings in May 2014. Previously he was a pilot with Lufthansa and Condor, a Lufthansa partner airline.Lufthansa said both pilots were trained at the Lufthansa Flight Training School in Bremen. Carsten Spohr, CEO of Lufthansa, said the two pilots trained in Phoenix, Arizona and that the co-pilot started in 2008 after waiting for eight months.Like many Mr Radker has been left stunned by what happened above the French Alps on Tuesday, and he was anxious that a full and comprehensive investigation takes place before final judgment is passed on his fellow club member."Both the people who died and their friends and family survived deserved that, at the very least," he said. "I find it hard to believe that Andreas, who dreamt of flying and of being a pilot, would deliberately fly his plane into a mountain and kill all those people."If that is true it also means that the results of all the psychological tests he would have had to take to be a pilot were wrong."The 27-year-old's parents’ neighbours in the affluent suburb on the edge of Montabaur all spoke of a polite, if not particularly gregarious, man.Johannes Rossbach, 23, who lives two doors away from Lubitz, said he would regularly see the pilot jogging through the neighbourhood's quiet streets.Mr Rossbach said: "He was very polite. He would always say hello and goodbye. There certainly seemed nothing out of the ordinary about him."He added: "I can't believe someone like that would kill 149 other people. It's something that absolutely needs investigating and proving before we can believe it."
It was Carsten Spohr, chief executive of Germanwings' parent company Lufthansa, in a press conference on Thursday who first said that Lubitz "took a break in his training six years ago. Then he did the tests (technical and psychological) again. And he was deemed 100 per cent fit to fly".• Germanwings Airbus A320 crashed deliberately: latest news• 'We only hear screams in the last seconds. Death was instant'• Links with MH370 and other crashes to be investigatedLubitz was identified as a German citizen and Mr Robin said he was not known to have terrorism links or extremist links. The Marseille prosecutor Mr Robin added his religion was "unknown".
Lubitz also had a flat in Dusseldorf and he was an avid runner who often took part in local races, according to public records.In 2007, Lubitz came 72nd out of 780 participants in a 10-kilometre New Year’s week run in Montabaur, racing alongside his then 54-year-old father, Günter Lubitz, according to results posted by the organisers on its website that year.He also ran the Lufthansa Frankfurt half-marathon in 2013, 2012 and 2011 alongside his father, finishing in times varying from just under 1 hour 49 to 1 hour 37 minutes, according to results published online.On his Facebook profile, he said he was especially interested in the A320 and followed a pilots' chatroom in which they discussed technical aspects and different scenarios. His Facebook page has now been removed.
According to Brice Robin, the French prosecutor, who revealed that the co-pilot crashed the plane intentionally.
We heard the captain ask the co-pilot to take control, then we hear the noise of a seat that goes back and a door open, we can assume he went to relieve himself.
The co-pilot was alone. It is at this moment that the co-pilot manipulates the buttons of the flight monitoring system to action the descent of the plane.The action of this selectioner of altitude can only be deliberate. We hear the captain then speaks via an interphone to speak to the co-pilot, no response of co-pilot, he taps on door, no response of co-pilot, all we can hear is the sound of breathing until impact suggesting the co-pilot was alive until impact.The chief executive of Lufthansa said there were no indications of abnormal behaviour in Lubitz and that there is "no system in the world" that could have predicted and prevented his actions."He was 100 per cent fit to fly. There was no particular thing to note or to watch out for (in him)."He said the psychological tests carried out on their pilots by a specialised German training centre were regarded as among the best in the world."The co-pilot qualified as a pilot in 2008. He first worked as a steward and then became a first officer (pilot) in 2013.""He took a several months break for reasons I do not know. Then he had to do the test again."Peter Ruecker, a friend of Lutbitz from his home air club, LSC Westerwald, said he did not believe he was capable of such a thing" as flying was his "dream"."He did his flight training in the club from an early age. He was a very calm and very precise young man. He took his baccalaureate here in Montabaur," Mr Ruecker told RTL radio."He was a perfectly normal young man. He was very happy with this job. He was satisfied and happy. He had achieved his dream: from an amateur pilot, he become a professional. He had no problems. I don't believe him capable of such a thing."The Lubitzs' half a million euro detached home - a large, grey roof tiled building from where their son would set out for the short journey to the flying club, set on a plateau on one of the hills surrounding hills - was treated as a potential crime scene.
On Thursday afternoon, groups of plain clothes police officers began carrying out a forensic search of the house. They also searched a flat Lubitz rented in Dusseldorf, 84 miles to the north.Armin Pleiss, head teacher of the Mons-Tabor-Gymnasium high school where Lubitz graduated in 2007, said: "I am just as shocked and surprised as you are."Laura, a neighbour whose brother was in the same year as Lubitz at the high school, added:"I didn't know him well, but to me he seemed very private, perhaps a little bit withdrawn. But who would have guessed at something so shocking happening?"
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/04/21/actualidad/1429631819_519431.html
Certezas e incógnitas de la catástrofe de Germanwings y el ‘caso Lubitz’
A las 10.41 del próximo viernes se cumplirá un mes del siniestro del Airbus 320 que debía volar de Barcelona a Düsseldorf. El vuelo 4U 9525 de Germanwings dejó 150 víctimas y un reguero de preguntas que fueron encontrando respuesta en los días siguientes a la tragedia. Las pruebas reunidas por las Fiscalías de Marsella y Düsseldorf dejan pocas dudas sobre la responsabilidad del copilotoAndreas Lubitz. Incapaz de asumir que sus problemas de salud le impedirían renovar su licencia de vuelo, prefirió matarse en uno de sus lugares favoritos para volar, los Alpes, y arrastrar a la muerte a 149 víctimas inocentes.
1. ¿Qué ha quedado demostrado?
2. La Fiscalía de Marsella fue la primera en anunciar lo que entonces
parecía inimaginable. El copiloto “accionó el botón de descenso de
manera voluntaria [...] con la intención de destruir el avión”, dijo
el fiscal francés Brice Robin tan solo dos días después de la tragedia.
La Fiscalía de Düsseldorf informaría más tarde de los resultados de
los registros de las dos viviendas del copiloto suicida. Las autoridades
alemanas confirmaron primero que Lubitz estaba bajo tratamiento y
que el día del siniestro no debería haber volado porque estaba de baja.
Pero, en lugar de obedecer al médico, el copiloto rompió en pedazos
las bajas médicas, que fueron encontradas en su piso de Düsseldorf.
La Fiscalía dio a conocer más tarde que el hombre de 28 años había
estado en tratamiento por sus tendencias suicidas; y que los días
anteriores a la tragedia había buscado en Internet métodos para
suicidarse y para bloquear la puerta de la cabina del avión.
3. 2. ¿Y qué ha dicho Germanwings, la aerolínea para la que Lubitz
trabajaba desde 2013?
4. Lufthansa, la matriz de Germanwings , mantiene que en ningún
momento supo de los problemas de salud del copiloto porque su
historial médico es confidencial. Pero los responsables de la empresa
han ido modulando su discurso. El presidente de Lufthansa, Carsten
Spohr, dijo a los dos días de la catástrofe que, según la información de
la que disponían, Lubitz era “100% apto para el vuelo, sin ningún tipo
de peculiaridad o limitación”. Pero, tras una investigación interna, la
aerolínea admitió que el piloto había informado en 2009 a la escuela
en la que hacía prácticas, propiedad de Lufthansa, de “un episodio de
depresión grave”. Lubitz hizo este aviso tras interrumpir su periodo de
formación por sus problemas de salud.
5. 3. ¿Qué dudas quedan por despejar?
6. Básicamente, en quién recae la responsabilidad de que Lubitz se
sentara en la cabina del avión pese a que su condición médica se lo
impedía. La Oficina Federal de Tráfico Aéreo y Lufthansa se han
echado las culpas mutuamente. La primera acusó a la aerolínea de no
haberle informado de los problemas mentales del copiloto, versión que
Lufthansa niega categóricamente. En abril de 2013 entró en vigor una
normativa europea que recoge la obligación de informar a las
autoridades sobre las enfermedades graves —como una depresión—
que padezcan los pilotos o copilotos, pero Lufthansa se defiende
esgrimiendo una disposición del reglamento, que establece algunas
excepciones. La empresa insiste en que en ningún momento ocultó
datos relevantes sobre Lubitz a las autoridades alemanas.
7. 4. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
8. Las aerolíneas alemanas y las de otros países europeos anunciaron
tras la catástrofe que cambiarían las normas para obligar a que en
todo momento hubiera más de una persona en la cabina del piloto. Se
pretende así evitar otro caso Lubitz, en el que el copiloto aprovechó la
salida del piloto para encerrarse en la cabina, impedir la entrada de
nadie más y poner en marcha sus macabros planes.“Por Dios, abre la
maldita puerta”, gritaba el capitán Patrick Sondenheimer mientras
aporreaba la puerta en el momento del descenso, según quedó
grabado en una de las dos cajas negras.
9. 5. ¿Y qué sigue igual?
10. El caso Lubitz ha avivado en Alemania el debate sobre el secreto
médico. Algunos políticos, tanto democristianos como
socialdemócratas, reclamaron un cambio legal para obligar a los
profesionales médicos a informar del estado de salud en personas que
por su profesión —pilotos, conductores de tren o autobuses— tengan
una responsabilidad especial. Frente a estas voces, las asociaciones de
médicos destacan que la confidencialidad es un derecho básico del
paciente y señalan que en la actualidad si un médico considera que
alguien supone un peligro ya está obligado a comunicarlo. El Gobierno
ha dejado claro que no planea cambiar la regulación sobre este
aspecto; también descarta inhabilitar a los pilotos que padezcan una
depresión, ya que considera que este veto aumentaría el riesgo de
ocultar estas enfermedades.
11. 6. ¿Cómo se ha enfrentado Alemania a la catástrofe aérea?
12. La mayor catástrofe sufrida nunca por una aerolínea alemana ha
dejado una profunda huella. El caso fue especialmente duro
paraHaltern am See, una pequeña localidad de la que provenían 16
adolescentes y dos profesoras de un instituto que tenía un programa
de intercambio con un centro de la localidad catalana de Llinars del
Vallès. El impacto de la tragedia en Alemania, de donde procedían 72
de las 150 víctimas, quedó patente el pasado viernes 17 de abril en el
funeral de Estado celebrado en la catedral de Colonia y al que asistió
toda la élite política del país, entre ellos, el presidente federal Joachim
Gauck y la canciller Angela Merkel. "Quizás lo que más nos horroriza
es la falta de sentido de lo ocurrido", dijo Gauck en un discurso
alabado por los medios alemanes por su sensibilidad a la hora de
captar el dolor de sus ciudadanos. El presidente también tuvo
palabras de ánimo para la familia de Lubitz.
13. 7. ¿Y España?
14. La Sagrada Familia de Barcelona acogerá el próximo 27 de abril
el funeral institucional por las 150 víctimas, de las que 50 eran
españolas. A la ceremonia acudirán el rey Felipe VI y la reina Letizia.
Además, el Parlament de Cataluña ofrecerá antes una recepción
privada a los familiares. El ministro del Interior, Jorge Fernández
Díaz, ya intervino en el funeral organizado la semana pasada en
Colonia.
15. 8. ¿Cómo ha reaccionado la familia de Lubitz?
16. No ha trascendido mucha información sobre la familia de Lubitz.
Los padres volaron a los Alpes, el lugar del suceso, cuando su hijo aún
parecía una víctima más, y allí se enteraron de las acusaciones del
fiscal de Marsella. “Estaba hundido, completamente abatido. Me
pareció ver a un hombre que cargaba a sus espaldas todo el drama”,
dijo el alcalde de una aldea de los Alpes, Prads-Haute-Bléone, el 30 de
marzo. Al igual que el resto de los familiares de las víctimas, los
padres de Lubitz fueron invitados al funeral de Estado celebrado en
Colonia, pero rechazaron la invitación.
17. 9. ¿Cómo ha quedado el lugar del siniestro?
18. Tras cuatro semanas de trabajos , la recogida de los restos del
avión en los Alpes franceses concluyó el 20 de abril. Lufthansa
encargó los trabajos a una empresa especializada, que se llevó los
restos por helicóptero y los depositó en un almacén de Seyne-les-
Alpes. Allí estarán hasta que lo decida la Fiscalía. Los costes de la
operación los asumirá un consorcio asegurador liderado por Allianz. Si
a estos costes se le suman los del avión accidentado y las
indemnizaciones a los familiares de las víctimas, el consorcio ha
establecido una primera estimación de 300 millones de dólares (unos
278 millones de euros), cantidad que puede aumentar próximamente.
Todavía están pendientes las labores de limpieza de todas las
sustancias nocivas, como el queroseno, que queden en el lugar del
siniestro.
19. 10. ¿Qué indemnizaciones cobrarán los familiares de las
víctimas?
20. Lufthansa ya ha pagado a la mayoría de las familias (111 de las
150)los 50.000 euros por víctima que anunció a los pocos días de la
tragedia. Pero la factura promete ser mucho mayor. El representante
de 21 afectados alemanes, Elmar Giemulla, estudia la posibilidad de
llevar a Lufthansa a los tribunales en EE UU si no logran cerrar un
acuerdo con la aerolínea en Alemania.
http://a-mi-manera.blogspot.com/
2 1 d e a b r i l d e 2 0 1 5
La psicología no lo arregla todoEn los últimos tiempos, da la sensación de que la Psicología lo arregla todo. Existe una terapia específica para cada situación compleja que nos desasosiega, un manual, una teoría. El obeso, el parado, el estudiante, el divorciado, el que padece estrés, el que tiene miedo a la oscuridad… encontrarán solución a sus males.
Se produce un accidente, una catástrofe y enseguida llega uno o varios equipos de psicólogos para acompañar a las víctimas, no sea que la gente se desespere, tenga un conato de rabia o se altere. Las emociones deben neutralizarse cuanto antes. La sociedad debe ser feliz por decreto.
Quizá lo que necesitas es afecto, alguien que te escuche con empatía, que se te permita ser tú mismo y no una oveja más del rebaño, que te dejen en paz. Quizá te resulte más beneficioso (y más barato) tomarte una cerveza con un amigo, explicarle tu vida y recibir una palmada en la espalda. La pega está en que vivimos en una sociedad tan deshumanizada que no mantenemos lazos estrechos de amistad con nadie, en que nos han impuesto un nivel de rendimiento que excede nuestras posibilidades, en que el ritmo ajetreado que llevamos es incompatible con la cordura.
Qué triste es tener que recurrir a un profesional que nos refuerce emocionalmente porque no hay nadie más en nuestro entorno que esté dispuesto a hacerlo.
http://actualidad.rt.com/ultima_hora/176812-lubitz-doctores-estrellar-avion-germanwings
Andreas Lubitz, el copiloto que estrelló deliberadamente el avión de
Germanwings el pasado 24 de marzo en los Alpes franceses, visitó a
decenas de doctores antes del accidente, informa AP citando al fiscal
Brice Robin. De este modo, la revelación demuestra una vez más que
Lubitz buscaba tratamiento a su enfermedad.
Por otra parte, el fiscal confirmó su reunión a puertas cerradas con los
familiares de las víctimas el próximo 11 de junio en París, Francia. En la
misma, se prevé discutir sobre el curso de la investigación de la tragedia
y los esfuerzos para reducir los retrasos administrativos en la entrega de
los restos de los fallecidos a los familiares.
http://actualidad.rt.com/ultima_hora/177323-copiloto-catastrofe-germanwings-ceguera
Andreas Lubitz, el copiloto del avión A320 de la aerolínea Germanwings
que estrelló al aparato en los Alpes el pasado 24 de marzo cuando cubría
la ruta entre Barcelona y Dusseldorf tenía graves problemas de visión,
según ha denunciado este jueves la Fiscalía francesa.
El copiloto temía incluso padecer ceguera, según ha detallado el fiscal de
Marsella, Brice Robin. De acuerdo con la agenciaAP, Robin ha revelado
que los médicos sospechaban que Lubitz no era apto para volar, pero no
informaron a sus jefes en la compañía alemana.http://actualidad.rt.com/video/177346-copiloto-germanwings-temor-quedarse-ciego
Andreas Lubitz, el copiloto del avión de Germanwings siniestrado en marzo pasado en los Alpes franceses, visitó a 41 médicos en los últimos cinco años antes de estrellar la aeronave en la que viajaban otras 149 personas.
Según la Fiscalía francesa, Lubitz temía estar quedándose ciego y sufría
una gran depresión y presentaba una psicosis acompañada por problemas
de visión.