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Del evangelio según san Mateo (24 ,37-44).
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en
tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las
mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban
llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos
hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo,
a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá
vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón,
estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor
Llega hasta nosotros un aviso exigente: “Estad preparados porque, a la hora que menos penséis viene
el Hijo del Hombre”. La llegada del Señor no es algo que temer, sino algo que desear, porque es un
amor impaciente el que viene a nuestro encuentro, y ese es precisamente el momento de gracia que
vivimos.
Porque solo cuando alguien se sabe querido y acogido comienza a dar lo mejor de sí mismo y puede
empezar humilde y calladamente esa tarea de preparación a la venida del Señor, a la que nos convocan
las imágenes de Isaías: “De las espadas forjarán arados; de las lanzas podaderas”.
Lo que se espera de nosotros es que nos decidamos con más vigor a emprender la tarea del amor, que
comprende todos los demás mandamientos y resume todos los posibles preparativos.
Dolores Aleixandre, RSCJ. Evangelio Diario 2016 en la Compañía de Jesús. Ediciones Mensajero.
Oh, oh, oh adoramus te Domine (bis).
Taizé
Sé mi luz, enciende mi noche,
Sé mi luz, enciende mi noche,
Sé mi luz, enciende mi noche,
mi noche, sé mi luz.
Ain Karem
Adora y confía
“La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis
intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza
de Dios” [EE.EE 46].
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Dile a quien sufre en su soledad:
no debes temer,
pues el Señor, tu Dios poderoso,
cuando invoques su nombre,
Él te salvará.
Él vendrá y te salvará.
Él vendrá y te salvará.
Dile al cansado que
Él pronto volverá.
Él vendrá y te salvará.
Él vendrá y te salvará,
Alza tus ojos hoy,
Él te levantará,
él vendrá y te salvará.
Dile a quien tiene herido el corazón:
no pierdas la fe,
pues el Señor, tu Dios, con su gran amor,
cuando invoques su nombre,
Él te salvará.
“El tiempo de Adviento, que hoy de nuevo comenzamos,
nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza
que no decepciona porque está fundada en la Palabra de
Dios. ¡Una esperanza que no decepciona sencillamente
porque el Señor no decepciona jamás! Él es fiel, Él no
decepciona. ¡Pensemos y sintamos esta belleza!”
Papa Francisco
ADORA Y CONFÍA
No te inquietes por las dificultades
de la vida, por sus altibajos, por
sus decepciones, por su porvenir
más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes
y dificultades el sacrificio de tu
alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su
providencia.
Poco importa que te consideres
un frustrado si Dios te considera
plenamente realizado, a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en
ese Dios que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque
jamás lo veas. Piensa que estás en
sus manos, tanto más
fuertemente cogido, cuanto más
decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en
paz.
Que nada te altere. Que nada sea
capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos
morales. Haz que brote, y
conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa, reflejo de la que
el Señor continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca,
antes que nada, como fuente de
energía y criterio de verdad, todo
aquello que te llene de la paz de
Dios.
Recuerda: cuanto te deprima e
inquiete es falso. Te lo aseguro en
el nombre de las leyes de la vida y
de las promesas de Dios. Por eso,
cuando te sienta apesadumbrado,
triste, adora y confía.
P. Teilhard de Chardin, SJ