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UNA PEQUEA GOTA DE TINTA CAYENDO COMO ROCO SOBRE UNA IDEA, LA
FECUNDA; Y HACE PENSAR A MILLARES Y QUIZ A MILLONES DE HOMBRES .Annimo
N 19 SEPTIEMBRE 2012
LOS TREINTA JUDAS (continuacin)
Enterada la Asociacin Internacional de
Trabajadores (A.I.T.), que en el seno de
la C.N.T. existan divergencias bien
pronunciadas entre las dos corrientes
que en ella se manifestaban, esper el
momento oportuno para interceder en
dicho pleito, ya que la C.N.T.
pertenece a dicha Internacional.Pestaa en la fecha a que nos
referimos, a ms de Secretario General
de la C.N.T. ostentaba tambin la
representacin directa de la A.I.T. en
Espaa. Era delegado
adjunto de la de la C.N.T.
Seccin de la A.I.T.
Agustn Souchy, Secretario
entonces de la A.I.T.,
estuvo en Espaa para asistir a un
Pleno Internacional que se celebr en
Madrid.
De regreso a Berln, Souchy, se detuvo
en Barcelona y por encargo de la A.I.T.
convoc a una reunin de todos los
militantes activos de la C.N.T., reunin
que para denominarla de alguna forma
la denominaremos de concordia.
El motivo de la reunin no era otro que
el de ver la forma de poner de acuerdo
a todos, para una futura actuacin de
conjunto, ya que segn la A.I.T. los
momentos que viva Espaa as lo
requeran de una manera imperiosa. La
reunin se convoc en el Sindicato de
la Metalrgia.A la hora indicada se encontraba en el
local la casi totalidad de elementos
irresponsables convocados. De los
treintistas slo acudi Peir y otro, y
nadie ms.
Ante la incomparecencia de
los responsables, se tuvo
un cambio de impresiones y
se acord que se volviera de
nuevo a convocar otra reunin. As se
hizo.
Como es fcil comprender, esta reunin
de concordia haba despertado gran
inters entre los militantes activos de
Barcelona.
El da y hora indicada para la reunin,,
el saln de actos del Sindicato
Metalrgico se encontraba
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completamente ocupado de camaradas
que acudan a ver los resultados de la
misma.
Agustn Souchy que era el que por
encargo de la A.I.T. haba convocado lareunin, abri el acto, y con sentidas
frases transmiti el ruego de la A.I.T. a
unos y otros, para que todos pusieran
el mximo inters de su parte para ver
si de aquella reunin sala la
confraternidad de criterios tan
anhelada por todos.
Dijo adems que la A.I.T. vea con
profundo dolor lo que estabaocurriendo en el seno de la C.N.T. y
abrigaba la esperanza de que todo
quedara resuelto definitivamente en
bien de la prxima revolucin social
internacional, la cual se reflejaba cual
faro luminoso en el movimiento
emancipador de Espaa controlado y
orientado por la C.N.T.
A continuacin hablarontodos cuanto quisieron,
cada uno desde su punto de
vista.
Hubo el mximo de respeto y tolerancia
de unos a otros. Se discutieron
principios, tcticas y finalidad de
nuestra Central Sindical. Se discutieron
ideas y en el fondo parecan estar todos
de acuerdo en la finalidad.
Cuando la discusin ya declinaba su
inters, por hacer ya muchas horas que
se discuta, se acord por unanimidad
redactar un manifiesto que sera
sometido a la discusin y aprobacin en
una nueva reunin y caso de ser
aprobado se lanzara a la opinin
pblica firmado por todos, treintistas
y extremistas.
Tal acuerdo representaba de momento,
la solucin del problema planteado, en
espera de que la futura actuacin de
conjunto, lograra borrar los
antagonismos existentes hastaentonces.
Se convino que el manifiesto lo
redactara un camarada que no
perteneciera a ninguna de las dos
tendencias en pugna, ya que
hacindolo as haba la posibilidad de
que el manifiesto no rozara en lo ms
mnimo la susceptibilidad de nadie.
Efectivamente, el encargado deredactar el manifiesto de concordia fue
el camarada Eusebio Carb.
Agustn Souchy, por reclamarlo sus
obligaciones como Secretario de la
A.I.T., tuvo que marchar a Berln que
era donde tena su residencia.. En el
momento de marchar dicho camarada
dijo al Comit Nacional de
la C.N.T., que se marchabasatisfecho ya que por la
forma que se haban
enfocado las cosas era de
esperar, visto el buen deseo de todos,
que la cuestin quedara resuelta
despus de redactado el manifiesto de
concordia.
Mientras se realizaban los ltimos
trmites de redaccin del manifiesto y
de la convocatoria de la reunin, los
elementos del grupo de los treinta se
reunieron por separado, para
determinar la actitud a seguir, en la
reunin de conjunto, que se haba de
celebrar para discutir el manifiesto.
Los acuerdos tomados por los treinta
fueron definitivos e invulnerables.
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Unos das ms tarde la Federacin Local
de Barcelona que haba quedado de
hacerlo, convoc la tan deseada
reunin.
Si las primeras reuniones habandespertado inters entre los militantes
activos de Barcelona, excusamos decir
la ansiedad despertada por la que se
consideraba reunin definitiva.
Lstima, nos decamos nosotros, los
irresponsables, que estas reuniones
no se celebraran en uno de los salones
ms grandes de Barcelona para que
pudiese acudir all todo el pueblo deBarcelona, ese pueblo que palpita y se
preocupa por las cosas ntimas de la
C.N.T.
Entonces se convenceran los
trabajadores de parte de quien est la
razn.
Abierto el acto de la
reunin, la Federacin
Local explic los trabajaosrealizados hasta entonces
por ella y recomend a todos los
reunidos acierto, para ver si de una vez
se llegaba a la solucin del problema
planteado.
El manifiesto de concordia redactado
como ya hemos dicho por el camarada
Carb, fue ledo por ste ante todos los
reunidos.
Deca as:
EL PRESENTE Y EL PORVENIR DE
NUESTRAS LUCHAS
A los trabajadores.- A los hombres
capaces de pensar.- A las conciencias
honradas.- A modo de prembulo.
Las circunstancias porque Espaa
atraviesa y la rapidez con que los
acontecimientos se suceden de unos
meses a esta parte, nos imponen el
deber ineludible de tomar la palabra.
Al propio tiempo que de afirmar una
vez ms nuestros principios de una
manera categrica, sentimos necesidadde poner trmino a un equvoco que
enrarece el ambiente y podra ser
daosos para la Confederacin.
Aquellos que piden siempre las ms
duras sanciones para cuantos se
atreven a fijar la mirada en el maana
de los destinos humanos y se esfuerzan
por romper el statu quo en que se
ahogan las libertades y los derechosindividuales, forman hoy el cuadro
contra nuestros organismos
revolucionarios y contra sus militantes.
Arrastrados por el furioso torbellino de
las pasiones autoritarias y de los odios
de clase, y afanosos de
mermar por el desprestigio
la nica fuerza que en un
prximo maana darefectividad real a las
aspiraciones de los sometidos y de los
hambrientos, conquistando para ellos
la libertad y el pan, los enemigos del
proletariado desatan contra la
Confederacin Nacional del Trabajo un
cicln de vileza y de ignominia.
Y contando con la gran prensa, cuyo
nico ideal consiste en servir a los que
pagan, atribuyen a nuestro por tantos
conceptos glorioso organismo la
responsabilidad de una situacin
engendrada por la ceguera, por la
cobarda y por la impotencia manifiesta
de los que mandan, servidores
incondicionales, hoy como ayer y aqu
como en todas partes, de los que
poseen.
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LAS ESPERANZAS DE AYER
La forma en que son enfocados en el
seno de la C.N.T. los problemas sociales
y polticos, dio firmeza a lasconsideraciones en que se apoyaba el
escepticismo de los trabajadores frente
al Parlamento, y su funcin especfica.
Sin embargo, ocurri en el mes de abril
lo que sucede en todas partes al
registrarse una mutacin poltica como
la que tuvo lugar en nuestro pas. A
pesar de sus prevenciones, de sus
recelos, de su desconfianza basada enla historia de tantos aos, y en la
repeticin de tantos hechos, los
trabajadores concedieron un amplio
crdito de confianza al
rgimen naciente y a las
Cortes que haban de
estructurarlo. Es esta una
verdad que nadie puede
negar, La prueban las elecciones dejunio. En las de 1922, el nmero de
votantes se elev, en Catalua, al 33%
del censo. En las de 1931 se ha elevado
al 98%.
La Confederacin y acaso sea ste el
ms grave de cuantos errores se han
cometido de veinte aos a esta parte-,
no hizo absolutamente nada para evitar
ese fenmeno que desviaba en sentido
negativo la trayectoria del proletariado
espaol, y de manera ms acentuada la
del cataln.
Se haba prometido solemnemente a
los trabajadores, y ellos, siempre
perseguidos, siempre victimados,
siempre uncidos al potro infamante y
torturador de la miseria, necesitaban
creerlo, que el nuevo rgimen
rectificara la conducta bochornosa que
deshonr al antiguo y fue principal
causa de su muerte. Necesitaban creer
que las luchas por la conquista de
mejoras econmicas, morales ypolticas cuyo valor se mide en
nuestros das por el grado en que
permiten articular los factores de orden
vario que han de intervenir en la
transformacin social inevitable-,
podran humanizarse, devenir menos
cruentas.
Estaban cansados, y no hay porqu
negarlo, de que el ms insignificantepleito degenerara en una especie de
pugilato entre canbales. Tienen un
concepto noble y elevado de las
contiendas sociales, y no
podan resignarse a que
por el capricho de una
clase a la que hasta ahora
no se ha reclamado ms
que una parte infinitesimal delpatrimonio que detenta
indebidamente, al amparo de la fuerza,
se les condenara a un continuo tejer y
destejer, as como a escribir con su
propia sangre la fecha de todas las
querellas y de todas las conquistas.
Debido a esas y a otras consideraciones
anlogas, se esperaba de nuevo.
Renaca aquella fe que nuestras
propagandas haban destruido.
EL LENGUAJE DE LOS HECHOS
Pero esa fe fue muy pronto derrotada
por la conducta de los nuevos
gobernantes y por la domesticidad
parlamentaria. La realidad tiene ms
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fuerza que las ilusiones de un
momento.
Ni una sola de las promesas de libertad,
de bienestar, de respeto, ha sido
cumplida. Los trabajadores ahora sontratados ahora ni ms ni menos que
antes. No pueden levantar la frente sin
que se les conteste con la crcel o con
los fusiles de la guardia civil. La
injusticia se ceba en ellos con ferocidad
salvaje. Son vctimas a diario de
atropellos sublevantes, de
parcialidades innobles, de rdenes
draconianas. Sus esperanzas y susrebeldas son ahogadas en sangre por
los que mandan
La saa con que la violencia es ejercida
contra ellos, las persecuciones
sistemticas de que se les hace
objeto, el trato de favor que se
reserva a los grandes
delincuentes, el
amancebamiento repulsivo de laConstitucin en vigor con las prisiones
de Estado y otras vergenzas de
idntico jaez, ponen de relieve el
contenido social que puede tener el
nuevo rgimen, a cuyo advenimiento
es necesario proclamarlo en alta voz -,
contribuyeron ms que nadie los
trabajadores de la Confederacin.
Y la clase obrera, asistiendo a lo de San
Sebastin, a lo de Crdoba, a lo de
Granada., a lo de Mlaga, a lo de
Sevilla, a lo de Barcelona, a esa serie de
tragedias que ponen en auge bajo la
Repblica los procedimientos seguidos
por Martnez anido bajo la monarqua
sin que surja un solo representante del
pueblo con el valor cvico necesario
para romper la camisa de fuerza de la
disciplina de partido esa disciplina
que obliga a hacerse cmplice de todas
las vilezas -, y afirmar que el nuevo
rgimen se deshonra y se suicida si no
hace un alto en el camino, por lo mismoque est condenado a muerte cualquier
sistema que se haya hecho odioso a
quienes pudiendo determinar
anormalidades irreparables en el
aparato econmico, tienen en sus
manos la estabilidad de todas las
situaciones polticas, viendo todo esto,
decimos, los trabajadores se dan
cuenta, esta vez ms clara que nunca,de que el Parlamento es impotente en
absoluto para resolver ninguno de los
problemas relacionados con el porvenir
del pueblo y de que el
rgimen presente es
la equivalencia
matemtica del
rgimen pasado.
LA REALIDAD DE SIEMPRE
Esos elementos que forman la trama de
la brusca mutacin que se ha operado
en el estado anmico de las multitudes,
confirma nuestros asertos de siempre.
La democracia gobernante no es otra
cosa que el instrumento utilizado por el
capitalismo para mantenerse en el
disfrute de sus privilegios econmicos y
para robustecer su dominacin poltica.
Sin esa dominacin aquellas diferencias
sociales, que son absurdas, que niegan
la equidad y que constituyen nuestra
principal justificacin revolucionaria, no
podran subsistir. Esos privilegios
econmicos y esas dominaciones
polticas se determinan
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recprocamente, y es misin especfica
del Estado mantenerlos. De donde
resulta que el Estado,
independientemente del marchamo
que ostente, es el primer enemigo delpueblo. Representa la consagracin
histrica de su esclavitud y su miseria.
Es ahora cuando recobran su valor
aquellas palabras que hemos repetido
tantas veces. Los trabajadores no
deben fiar a ningn partido ni poder
alguno la obra de su manumisin, que
ha de ser la obra magna de su propio
esfuerzo. Es ahora cuando los hechosdan valor definitivo a cuantos
afirmbamos el mismo da que la
Repblica sali de las urnas,, un
rgimen que no adviene
escoltado por el pueblo con las
armas en la mano, bajo el
crepitar estruendoso de la
metralla, est fatalmente
condenado a defraudar las esperanzasdepositadas en l por los trabajadores y
a dejar las cosas tal y como estaban
antes. Por otra parte ya no se trata de
pedir ms libertades, ms pan y ms
derechos, sino de la total reconquista
del patrimonio que se nos usurpa
desde hace siglos al amparo de la
fuerza.
La revolucin francesa del siglo XVIII
derroc el feudalismo aristocrtico,
entronizando a las oligarquas
capitalistas. La rusa cambi por el rojo
el despotismo blanco, dejando en pie
todas las servidumbres y todas las
cadenas. La espaola que se est
gestando ahora, ha de socializar la
tierra y todos los medios de produccin
y de cambio.. Ha de convertir la
igualdad de condiciones en base
inconmovible de la libertad. Ha de
establecer una forma de convivencia
social en la que se realice la plenitud
de todas las soberanas individualesformando concierto en el goce de todos
los derechos y en la armona de todos
los intereses. Ha de sentar las bases,
en una palabra, del Comunismo
Libertario.
Eso decamos ayer y lo repetimos hoy,
porque es la verdad de siempre
LA SITUACIN ACTUAL Y LOS DEBERESQUE NOS IMPONE
El panorama que ofrece Espaa en
estos momentos es
aterrador. El malestar
se traduce en rebeldas
desbordantes. La
falange de los sin
trabajo va creciendo. La miseria vaganando cada da en extensin y en
intensidad.
Las ansias de justicia social se mascan
en el ambiente. Andaluca,
Extremadura, Aragn, Catalua y otros
centros de la vida viva, principales
resortes dinmicos de las fuerzas
proletarias, son hervideros de
inquietudes.
El malestar econmico y el descontento
poltico que caracterizan el actual
momento, seran insuficientes para
determinar la posibilidad de un
movimiento transformador. Pero
cuando a esos factores objetivos se
incorporan, completndolos y
acreciendo su eficiencia, los factores
subjetivos vibran hoy con tanta fuerza
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como los restantes. Los constituyen el
divorcio indubitable, absoluto entre el
pueblo y el rgimen en que, al nacer,
meca sus rosadas esperanzas, por una
parte, y por otra la influencia cada dams acentuada de las propagandas
anarquistas.
Y nosotros, teniendo conciencia plena
de nuestras responsabilidades, hemos
credo que si en tiempo normal es lcito
el cultivo de aquellas pequeas
cuestiones que a veces nos separan, en
momentos difciles, cuando las
circunstancias nos asignan una laborgrandiosa de preparacin y de
ejecucin de los postulados que son la
entraa viva de nuestras
luchas, cuando todos los
enemigos de la
Confederacin forman el
cuadro dispuestos a
destrozarla y a destrozarnos para
apagar una antorcha, destinada tal vezestrechando cada vez ms, sera un
delito no arrojar por la borda sin
titubeos aquellas pequeas cuestiones.
Sera indigno de nosotros no fijar la
mirada, con todo el ardor y con toda la
pasin de que seamos capaces, en los
principios que siempre tuvieron la
virtud de unirnos estrechamente.
CONCLUSION
Un examen detenido del estado de
cosas que han forjado los
acontecimientos de estos ltimos
meses, demuestra que vivimos un
perodo de intensidad revolucionaria
acaso nunca igualado.
El estallido general puede producirse
en cualquier momento, el calor de
determinadas circunstancias, sin que
haya medio de sealarle plazo. Por
consiguiente, a fin de no vernossorprendidos y de estar en condiciones
de aprovechar la primera coyuntura,
tarde ms o tarde menos en
presentarse, es indispensable que
desde ahora articulemos debidamente
nuestras posibilidades de todo orden.
El ordenamiento de las nuevas formas
de convivencia, la reconstruccin que
ha de realizarse inmediatamentedespus del hecho negativo, no pueden
confiarse a la espontaneidad. Es
indispensable preparar el
mayor nmero posible de
los elementos que han de
intervenir en ella.
De acuerdo todos en esos
extremos principales, daremos un
cauce comn a nuestras actividades,robusteciendo todava ms, con
nuestra voluntad y con nuestra pasin
por el ideal, un baluarte indestructible
que resume las aspiraciones de los
esclavos que quieren emanciparse de
todas las tutelas, y aceleraremos el
ritmo de nuestra marcha hacia la
realidad de esa vida libre que ha
soado nuestra mente y que la
Confederacin Nacional del Trabajo
tiene la misin histrica de establecer,
por medio de un movimiento cuyo
poderoso empuje sea capaz de poner
trmino a la existencia del capitalismo y
del Estado.
Viva la C.N.T.!
Viva la Revolucin Social!
Viva el Comunismo Libertario!
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Barcelona. 2 de enero de 1932
Una vez ledo el manifiesto, Pestaa
pidi la palabra y dijo que el manifiesto
estaba muy bien, pero que no vea porparte alguna la utilidad de firmarlo en
conjunto, pero que no vea por parte
alguna la utilidad de firmarlo en
conjunto, ya que lo que proceda era,
que hubiera un amplio respeto mutuo
entre todos, para que cada uno pudiera
cumplir su misin.
Entonces el camarada Carb y otros
camaradas recordaron a Pestaa queen la reunin anterior, ante el
secretario de la A.I.T. y ante ms de 150
militantes de la organizacin de
Barcelona, se haba comprometido a
firmar el manifiesto que acababa de
rechazar, a pesar de que, segn l, lo
encontraba muy bien.
Ante este recordatorio, Pestaa neg
rotundamente que l hubiera adquiridotal compromiso. Haba olvidado, en el
corto espacio de ocho das, que haban
mediado de una a otra reunin, su
compromiso y haba olvidado tambin
que la reunin indicada la haba
presidido el camarada Souchy.
Las palabras pronunciadas por Pestaa
fueron textualmente las siguientes:
Bueno, lo firmar. Y adems de
firmarlo, dar prueba de fidelidad a lo
pactado. Ya veremos si otros saben
hacer lo propio.
Ocho das ms tarde, como queda
dicho, Pestaa, en el mismo local que
haba pronunciado las palabras
anteriores, negaba haber dicho tal cosa
y negaba tambin la eficacia del
manifiesto.
Las palabras de Pestaa, pronunciadas
de una manera fras, heladas como la
muerte, causaron una impresin tan
dolorosa en todos los reunidos que noestbamos en la interioridad de lo que
ya en principio haban acordado por
separado los treintistas, que ya nadie
crey en la necesidad de hablar.
Aquellas palabras contenan todo un
poema. Los treintistas, contra
todos los que de buena fe,
sinceramente crean, se poda llegar a
la concordia. La A.I.T. haba sidoescarnecida de una manera
ignominiosa por parte de los
treintistas que de aquella forma tan
villana destruan toda posibilidad de
una unificacin de esfuerzos dentro de
la C.N.T.
Como ya hemos dicho, el manifiesto
estaba encima de la mesa, y nadie ms
que el camarada que lo habaredactado conoca su contenido.
Cmo, pues, los treintistas, sin
conocer el contenido del manifiesto,,
haban acordado rechazarlo negando
sus firmas?
Los treintistas con aquel gesto
repugnante, haban logrado atraerse
para s toda la antipata y todo el
desprecio de los militantes de
Barcelona que acudieron a las
mencionadas reuniones.
Aquella noche qued virtualmente
hundido para siempre el treintismo.
La formidable reaccin contra el
treintismo operada en el seno de
todos los sindicatos barceloneses, as lo
confirm plenamente ms tarde.
(continuar) R. Sanz