Download pdf - Conflict o

Transcript
Page 1: Conflict o

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

CONFLICTO ESMERALDIFERO EN EL OCCIDENTE DE BOYACA

ADOLFO MIGUEL POLO SOLANO

PEDRO FELIPE RESTREPO ESCOBAR

EDGAR YESID MAYORGA MANCERA

SANTA FE DE BOGOTA, AGOSTO DE 1996

Page 2: Conflict o

2

INTRODUCCION

En sucesivos enfrentamientos, alternados con pacificaciones transitorias, la región esmeraldífera

del Occidente de Boyacá, ha padecido desde la década de los 70 una violencia motivada

principalmente por el control de la explotación de las minas de Muzo, Quípama, Coscuez y Peñas

Blancas, como resultado de la cual se conformaron y fortalecieron dos grupos antagónicos cada

vez mejor definidos.

En estos enfrentamientos pueden distinguirse tres grandes fases que son comúnmente conocidas

en la región como las “Guerras de las Esmeraldas”. La primera, entre los años 1970 y 1973, fue

definida con la captura del “Ganso” Ariza y su grupo; luego de una precaria paz, se presentó la

segunda fase, entre los años 1976 y 1977, que concluyó con la firma de un acuerdo formal de

paz, avalado por las autoridades eclesiásticas, civiles y militares, así como por los líderes

regionales; y la tercera, caracterizada por haber sido la más cruenta y prolongada y por haber

contado con nuevos actores ajenos a la región, tales como la guerrilla y el narcotráfico, y ocurrió

entre los años 1984 y 1990.

A mediados de 1990, existían dos bloques de fuerzas relativamente equilibradas, ambos

organizados con precisos rangos de jerarquía y liderazgo, y ejercían dominio y control absoluto

sobre territorios determinados: el uno sobre la mina de Coscuez y los municipios de Pauna,

Maripí, Briceño y Tununguá; el otro sobre las minas de Muzo-Quípama y Peñas Blancas y los

municipios de Otanche, San Pablo de Borbur, Muzo y Quípama. Además ambos bandos poseían

grandes recursos económicos, sofisticados equipos de comunicación y armamento, vehículos

terrestres y aéreos, y disponían de un pie de fuerza permanente de no menos de 300 hombres-

arma cada uno, con entrenamiento y la posibilidad de reclutamiento inmediato de varios

centenares más, así como comandos de acción en Chiquinquirá y Bogotá, de ágil desplazamiento

a cualquier parte del País, encargados de actos depredadores y ataques contra colaboracionistas

y simpatizantes del grupo contrario. Tal equilibrio relativo de fuerzas impedía un triunfo definitivo y

contundente del uno sobre el otro.

Page 3: Conflict o

3

La última confrontación repercutió en todos los estamentos y estratos sociales, políticos y

económicos de la región; afectó el transporte, el comercio, la agricultura, la ganadería y, por

supuesto la minería, llegando incluso a interrumpir la comunicación y el tránsito entre áreas de la

provincia.

Ante la imposibilidad de la anulación física del adversario, se llegó a la alternativa de una guerra

cada vez más degradada, difícil y costosa o la búsqueda de unas negociaciones para la paz.

Entonces, surgió por parte de los más connotados dirigentes de ambos grupos, un acuerdo para

el cese de las hostilidades y la reconciliación mutua.

Este acuerdo se halla actualmente en vigencia y está supervisado por un comité denominado de

“pacificación, normalización, verificación y desarrollo” del cual hacen parte el Obispo de

Chiquinquirá, el Gobernador del Departamento, los comandantes de Ejército y Policía de Boyacá,

los empresarios mineros (Tecminas, Esmeracol y Coesminas) y los más importantes líderes y

dirigentes de la provincia.

Tuvo origen así una iniciativa civil para poner en marcha el proceso de pacificación regional. La

importancia y transcendencia de ésta, abarca toda la vida social de la región y ha permitido que

los dos grandes bloques en que se había dividido y enfrentado la comunidad, volvieran a reunirse

bajo un solo propósito y lograran crear un proyecto de unificación social y económica. Este

proceso tiene la especial característica de ser integral, en el sentido de englobar no sólo las

instituciones policíacas, sociales, gubernamentales y económicas, sino también a los actores

privados, quienes, mediante un acto voluntario, han decidido crear un nuevo orden social.

El estado de violencia sostenido durante más de 20 años, tanto como sus antecedentes próximos

y remotos han causado una serie de alteraciones y condicionamientos que afectan el fenómeno

político y caracterizan muy específicamente la sociedad.

Page 4: Conflict o

4

Entre los hechos más notables a este respecto pueden considerarse los siguientes: alteración de

las condiciones socioeconómicas, tales como el urbanismo, los patrones de asentamiento

poblacional, la dinámica del mercado, las relaciones laborales y la productividad agropecuaria;

alteración de la ideología jurídica, con el consiguiente dislocamiento y desfiguración de las

distintas entidades del aparato estatal (ejército, policía, administración, judicatura, etc.) y

degradación de los principios éticos manifestada en una descomposición social referida

principalmente al afán de enriquecimiento, la venganza de sangre y la insolidaridad, así como la

formación de núcleos controlados por los grupos y actores en conflicto, los cuales acaparan y

acumulan poder real.

Como consecuencia de lo anterior, actuación esporádica pero con intereses concretos, de otras

fuerzas en conflicto, tales como guerrilleros, narcotraficantes, auto defensas y grupos de justicia

privada, pero también precariedad del Estado, ausente y difuso en varias manifestaciones

gubernamentales, y reducido a micropolíticas espasmódicas, muchas veces contradictorias entre

sí, (por ejemplo, la lucha contra el paramilitarismo, pero a la vez la incentivación de las llamadas

“cooperativas de seguridad”), dentro de un juego alternativo irregular de “represión-reformas”.

Unido a estos fenómenos se suma la ausencia del papel ideológico y organizacional de los

partidos políticos, con desplazamiento a una debilitada burocracia local y una menguada actividad

electoral periódica. Todo ello con arraigo clientelista parcializado hacia los grupos y líderes en

conflicto.

Ante esta perspectiva, el centro de análisis está en la observación del fenómeno político en el

sentido del postulado aristotélico, según el cual, “el verdadero principio de todas las cosas es el

hecho y si el hecho mismo fuese conocido con suficiente claridad no había nunca necesidad de

remontarse a su causa”1. Es la reflexión sobre lo político como posición o instancia, como curso

de acción u omisión y como impacto, originado en los actores estatales o sociales.

1 Briceño J., Manuel. “Aristóteles, Etica a Nicómaco”, Libro Y, capítulo 2º Politeia. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 68.

Page 5: Conflict o

5

Lo que da sentido pleno al análisis, es la investigación del complejo proceso de la puesta en

marcha de una conjunción de decisiones que inciden en la solución real o presunta del problema

social que ellas generan.

Asumiendo esta proyección teórica debemos inferir un modelo de análisis, incluso contrastando

los modelos disponibles sobre la violencia, que explique con suficiente claridad los hechos de una

manera integral a fin de conseguir aquello que Monseñor Guzmán Campos denomina “la total

dimensión interpretativa del fenómeno”2 que, no obstante su dificultad, nos permita ordenar unas

hipótesis comprobables de acuerdo con ellos y conforme a una metodología adecuada a su

naturaleza.

2 Guzmán Campos, Germán. La Violencia en Colombia, Tomo I, Bogotá, Printer Colombiana S.A., 1988, p. 23.

Page 6: Conflict o

6

1. LAS HIPOTESIS

Con base en los anteriores hechos, el análisis se desarrollará con base en la siguiente hipótesis:

El actual proceso de pacificación de la región del occidente de Boyacá es un intento de

ordenamiento social a partir de una iniciativa civil, consistente en la sustitución de la dominación

por la fuerza, por la dirigencia basada en el consenso, para buscar objetivos sociales concretos,

relacionados principalmente con el desarrollo socioeconómico y el mejoramiento de la calidad de

vida, y con la posibilidad de la integración con el Estado.

En términos del modelo político propuesto, se trata de un proceso que tiene origen en el eje de la

militancia. Es una iniciativa de la sociedad civil, posible porque en un momento dado, ésta logró

alcanzar un nivel de conciencia tal que llevó a sus líderes a buscar una nueva forma de

participación. En un principio, es un esfuerzo privado. Pero, indudablemente, la proyección de

este esfuerzo estará relacionada en alto grado con la capacidad del proceso para abrir “espacio

público”, esto es, para integrarse con el Estado. La capacidad de inversión, la tecnología, el

proyecto cultural, que pueda aportar el Estado serán definitivos en el resultado. La respuesta que

el desplazamiento de la militancia en el sentido social de la misma tenga en cuenta a sus

objetivos sociales, dependerá grandemente del proyecto político, que corresponde plantear al

Estado, además, por supuesto, de lo que alcance a crear la sociedad misma respecto a proyecto

político.

En otras palabras, y explicando más ampliamente esta hipótesis, se basa en que el ordenamiento

social ha sido imposible por causa de la dominación violenta acompañada de una actividad

política partidista sin contenido y propósito social, y se intenta crear ahora una dirección de

consenso y una acción política de transformación social que sirva como principio de

estructuración de las relaciones sociedad Civil-Estado y de sistematización de las relaciones

sociales.

Esta hipótesis puede desagregarse en otras más precisas:

Page 7: Conflict o

7

Las comunidades de la región no se han integrado plenamente al desarrollo de la sociedad

moderna, es decir, no han entrado a estructurar la racionalidad moderna, las relaciones

capitalistas, el urbanismo, la extensión de los servicios públicos, la monetización de la economía,

etc. Por el contrario, el modernismo les ha llegado desde fuera en forma abrupta, traumática, con

una vertiginosidad que ha creado un grave problema de adaptación, lo cual ha impedido la

consolidación de un proyecto definido de desarrollo y ha hecho casi imposible la adopción de

planes y programas de desarrollo.

Las comunidades de la región tampoco poseen el grado de evolución de una ideología, no han

logrado unificar un lenguaje para expresar sus aspiraciones y su concepción del mundo, viven

cerradas en un medio hostil y un territorio limitante, por lo cual, tienen una idea desfigurada y

dislocada de las entidades del aparato estatal, así como de los principios éticos, tales como la

justicia, la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, etc. La relación económica ha sido

factor de creación de grupos, principalmente en torno a la explotación de las esmeraldas, que se

han visto forzados a irrumpir en la sociedad moderna y, de una manera rudimentaria son principio

de una conciencia de clase. Esta característica de la conformación de grupos y núcleos ha sido

propicia a la atracción de otras fuerzas como la guerrilla, las autodefensas, el narcotráfico y

grupos de justicia privada.

Dada la precariedad del Estado, la fragmentación del poder, la ausencia de organización

partidista y la debilidad de la cohesión social, puede pensarse en un proceso de transición que

está en gestación sobre la base de una “resurrección de la sociedad civil” que, a través de sus

fuerzas contestatarias, su juego amplio de aspiraciones e intereses, su natural habilidad para la

negociación, genere por sí misma y a partir de sí misma, el proceso de liberación y de

socialización indispensables para alcanzar una estructuración democráticamente.

Las comunidades de la región se han mantenido en una fase “pre-política”, caracterizada por una

militancia partidista sin contenido político que no les ha permitido desarrollar una conciencia

política. El bipartidismo, particularmente la militancia en el partido conservador, tradicionalmente

Page 8: Conflict o

8

mayoritario, ha sido un factor de aglutinación en torno a caudillos, intereses parciales, y solo

excepcionalmente, un principio de estructuración de las relaciones Sociedad Civil-Estado y de

sistematización de las relaciones sociales dentro de una identidad propia. Allí no han asumido

los partidos plenamente formas de estructuración de la nación, lo que se supone es su misión

primordial.

2. LA ZONA ESMERALDIFERA

La provincia de Occidente de Boyacá está situada en el flanco occidental de la cordillera oriental

de los Andes colombianos, limitada al norte por el Departamento de Santander, al sur por el de

Cundinamarca, al occidente por los de Caldas y Antioquia y al oriente por los municipios de

Ráquira, Tinjacá, Sutamarchán y Santa Sofía del Departamento de Boyacá. Comprende 16

municipios en un área aproximada de 3.500 kilómetros cuadrados.

Se divide en tres zonas: Occidental, Central y Oriental. La zona central corresponde a la cuenca

del río Minero y comprende los municipios de Briceño, Buenavista, Coper, La Victoria, Maripí,

Muzo, Otanche, Pauna, Quípama, San Pablo de Borbur y Tununguá. Esta área es el objeto

territorial del presente estudio. Es conocida comúnmente como la Zona Esmeraldífera de

Boyacá. (Véanse mapas adjuntos).

2.1. LOS ABORIGENES.

A la llegada de los españoles, en el siglo XVI, estaban dispuestos tres grandes grupos étnico-

culturales en el territorio colombiano, identificados especialmente por ser familias lingüísticas más

o menos definidas, sin que pueda predicarse de ellos una pureza racial, ni que fueran poseedores

de una cultura “neta” o exclusiva de cada uno.

Page 9: Conflict o

9

El principal era el grupo o familia CHIBCHA, cuyo origen básico se ha aceptado por norte-

asiático, de la rama mongoloide, llegado en la ola migratoria proveniente del norte por Centro

América, aunque también, con vestigios de origen oriental, de la ola migratoria paleo-americana3.

El segundo grupo étnico-cultural era el Caribe o Calima, voz que significa “compañero”; cuyo foco

de origen se considera entre el Xingú y el Alto Tapajoz, emparentados con los Tupíes Brasílidas4

que se instalaron en las Guyanas, pasaron al Caribe y por varias rutas a Colombia, siguiendo

dirección norte-sur; bien pudieron entrar por el Golfo de Venezuela, por el río Yuca (nombre

caribe del Magdalena) o por las montañas orientales hasta abrirse espacio en el territorio a base

de conquistas. A este grupo pertenecían los Muzos, que se establecieron al oeste de los Guanes

en una zona comprendida entre los ríos Magdalena al oeste, Sogamoso al norte y Suárez al este;

y los Colimas, aposentados al occidente del imperio muisca y al sur de los Muzos, de quienes

dice el cronista Simón “eran de la misma nación, costumbres, ferocidad y lengua”5 -éstos son los

primeros pobladores de la provincia de Occidente de Boyacá6-.

Finalmente, la tercera etnia importante de los aborígenes colombianos es la Arawack, cuya fuente

se considera situada en la región limítrofe de Colombia, Venezuela y el Brasil y cuya presencia es

como un “Cemento Racial” que se encuentra por toda América7. Sus descendientes hoy día son

los indios Guajiros que mantienen su cultura prácticamente intacta.

3 De la familia Chibcha eran miembros, en virtud a las similitudes culturales, antropológicas y principalmente lingüísticas, las siguientes agrupaciones tribales encontradas por los hispanos y algunas todavía existentes: los Muiscas, Moscas o Chibchas, del altiplano; los Laches ubicados en los alrededores del Nevado del Cocuy; los Guanes, ubicados al norte de los anteriores; los Tunebos habitantes de la región limitada por los ríos Sarare y Arauca, por el oriente y la Cordillera del Cocuy por el occidente y desde la Sierra Nevada de Santa Marta; los Chimilas, los Araucos y Arhuacos (que no deben confundirse con los Arawack), también de la Sierra Nevada de Santa Marta; los Paeces del Cauca; los Cunas del Golfo de Urabá; los Guambianos que ocupan una extensa zona desde el Magdalena hasta la Cordillera Occidental; los Andaquíes, en el Valle de San Agustín; los Pastos en Nariño y los Quillancingas, al este de los anteriores. 4 López de Mesa, Luis. Disertación sociológica. Bogotá, El Gráfico, 1939, p. 225. 5 Hernández Rodríguez, Guillermo. De los Chibchas a la Colonia y a la República. Bogotá, Colculltura, 1975. p. 91. 6 Otras tribus pertenecientes en el siglo XVI al grupo Caribe eran... Los Panches, en las vertientes de la Cordillera Oriental y Central, entre el Río Negro y el Guarino por el norte y el Coello y el Fusagasugá por el sur; los Pijaos al sur del actual Departamento de Caldas y hasta el del Tolima; los Quimbayas, que vivieron en el actual Departamento de Antioquia; los Chocoes, entre la Cordillera Occidental y el Pacífico, y los Motilones, en la Sierra de Perijá, y en la Hoya del Catatumbo, en el Opón y el Carare. Estas transcripciones, como la del Nº 4, son tomadas de García, Julio César, Los primitivos p. 182 y de Ocampo López, Javier, Historia del Pueblo Boyacense, p. 322 ss. 7 López de Mesa, Luis. Disertación Sociológica. p. 221.

Page 10: Conflict o

10

Además de estos tres grandes grupos etno-lingüísticos, existían y hacen parte de la realidad

poblacional colombiana, muchas tribus no clasificadas o de difícil ubicación, entre las que se

encuentran las variedades amazónicas y de la Orinoquia.

Para el efecto del estudio de la provincia de Occidente de Boyacá, entonces, tenemos que los

pobladores aborígenes básicos fueron los Muzos y los Colimas, pertenecientes al grupo Karib o

Caribe. Hemos considerado conveniente presentar este esquema general, para ubicar éstos

dentro de las corrientes genéticas tanto americanas como colombianas.

Respecto a su grado de desarrollo, estos grupos se sitúan en una cultura pre-clásica inferior, con

una estructura política de comunidad tribal. Esto significa que no habían alcanzado un nivel de

“cacicazgo” como sí lo lograron los Muiscas, los Quimbayas y otras.

Los Muzos estaban organizados en clanes de carácter cognaticio exogámico, los cuales se

agrupaban en fratrias con un tipo matrilineal en sus relaciones sociales y con formas exogámicas

en sus costumbres matrimoniales. Acostumbraban el Amaño o período de prueba y tenían como

norma social la fidelidad en el matrimonio. Siguiendo la tradición legendaria de Fura y Tena, el

agravio de honor a los maridos se purgaba con el suicidio del burlado8.

Los clanes de carácter cognaticio-exogámico tenían nombre común para sus miembros. “Nunca

estuvieron poblados y juntos en forma de pueblos sino por sus parcialidades que son parentales o

barrios” cada una con apellido diferente, y “ningún indio natural de un pueblo se casa con una

india del mismo o pueblo, porque lo tienen por gran crimen, sino los indios de un pueblo se

casan con una india de otro pueblo o apellido”9.

Los Muzos fueron un pueblo muy guerrero y belicoso con sus vecinos, especialmente con los

Colima contra los cuales organizaban partidas de asalto, y con los Muiscas a quienes atacaban y

8 Langebaeck, Carl Henrik. Mercados, poblamiento e integración étnica entre los Muiscas, Bogotá, Banco de la República, Dpto. Editorial, 1987. pp 108, 109.

Page 11: Conflict o

11

arrebataban tierras de frontera; entre ellas, los montes sagrados de Fura y Tena que, en tiempos

remotos, pertenecieron a éstos.

Acompañaban la guerra con cantos y bailes rituales y se embriagaban para el efecto con chicha;

es de gran importancia destacar que no tenían poblados, ni dioses ni ritos religiosos organizados,

ni sucesión de caciques a través de familias, ni nobleza, sino que el poder surgía a la hora de la

guerra, para cuyo evento simplemente designaban a sus jefes, seleccionándolos de entre los más

valientes, quienes los organizaban para la batalla o la partida de ataque con armas envenenadas.

Estos jefes eran ocasionales y no se reconocía vasallaje, ni se les pagaba tributo.

El principal cultivo de los Muzos fue el maíz, el cual complementaban con otros de “tierra

caliente”, como la papaya y la yuca. Desde tiempo inmemorial se reconoce su aprecio por la

explotación de las esmeraldas que utilizaban fundamentalmente para su comercio y su adorno

personal.

Llamaban “guarichos” a los indios que no salían a luchar con sus compañeros, a quienes

consideraban como hombres inútiles dejándolos para el cuidado de sus mujeres y casas.

Tuvieron muchas tácticas guerreras y acostumbraban la antropofagia ritual en la guerra. Los

prisioneros en los combates eran convertidos en esclavos, a quienes llamaban “tapazcaes”,

principalmente guerreros chibchas10.

2.2. LOS CONQUISTADORES.

Los Muzos fueron conquistados por las huestes de Luis Lancheros, que formaban parte del

ejército expedicionario de “La Nueva Granada” que comandaba Gonzalo Jiménez de Quesada y,

en expediciones posteriores, por los conquistadores Melchor Valdés, Diego Martínez y el capitán

Pedro de Ursua. El acto culminante de la conquista fue la fundación en 1559, por parte del

9 Rivadeneira Ch., Luis Mario. Derecho de Minas de Colombiano. Bogotá. Edit. Pirámide, 1981, p. 182.

Page 12: Conflict o

12

Maestre de Campo Francisco Murillo, de la población de Trinidad de los Muzos que es la

actualmente existente.

Los Muzos ofrecieron bravía y sistemática resistencia hasta que fueron vencidos. Su mezcla con

los conquistadores se presume fue escasa y por ello, en su inmensa mayoría, fueron

exterminados por la guerra, el hambre, las enfermedades y el destierro que tuvieron que sufrir11.

2.3. LOS COLONOS.

El Visitador Real Martín de Urdaneta propuso un plan para desarrollar el país de los Muzos y

Colimas basado en la necesidad de comunicarlo con Santafé mediante una vía de salida al

Magdalena y el fomento de la ganadería y algunos productos nativos agrícolas. Pero la provincia,

por sus peculiares características geográficas y morfológicas se mantuvo relativamente aislada,

salvo en lo referente a la exploración y explotación económica de las esmeraldas que, desde

cuando fueron incorporadas al mito de “El Dorado” en el siglo XVI, además de convertirse en una

de las fuentes de conflicto más constantes de la historia de Colombia, ha sido el enclave del resto

del país y aun del mundo12.

La mayoría de los clanes de los indios Muzos, como se dijo atrás, fueron exterminados en la

conquista, pero los sobrevivientes fueron “repartidos” con base en esta organización de clanes,

según relato de los mismos jefes indios interrogados por la audiencia de Santafé de Bogotá, de la

siguiente manera:

“Preguntados por el décimo capítulo respondieron por las dichas lenguas que después que

cristianos entraron en esta tierra que se repartieron los indios por sus apellidos a sus

encomenderos”13.

10 Gómez, Laureano. Obras Selectas. Primera Parte. Bogotá: Cámara de Representantes, Fondo de Publicaciones, 1981. p. 155 11 Ibid - p. 10 a 15 y p. 20. 12 Ibid. p. 20. 13 Gómez, Laureano. Obras completas, Tomo IV. Vol. I Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 206.

Page 13: Conflict o

13

Siguiendo los apellidos se hicieron muchos repartimientos, por ejemplo los de Quípama y de

Paime. Los primeros que estaban encomendados a Alfonso Pabón, se distinguían con el apellido

”Quípama” y así fueron bautizados. Los de la segunda encomienda tenían apellido “Paime” y con

esta denominación fueron adjudicados14.

De lo anterior resulta que los repartos de indígenas no se hicieron al azar, sino por pueblos con

alusión a su jefe y a todos los que eran sujetos. “Los repartimientos tienen pues como base los

dos elementos, el jefe y su tierra, lo que equivale a basarse en el grupo indígena de organización

gentilicia, tomando al clan para las encomiendas menores y a la tribu para los grandes

repartimientos15.

De esta manera los Muzos fueron incorporados a la organización española que se superpuso al

sistema gentilicio indígena.

2.4. LOS POBLADORES.

La región de Occidente de Boyacá, por la localización de su territorio en zona de difícil acceso

topográfico y su clima, no ha facilitado el asentamiento humano, por lo que la mayor parte de la

población se instaló en la planicie alta de Chiquinquirá y los pueblos vecinos, así como en la parte

más elevada de la vertiente occidental de la cordillera. Las pocas haciendas y el régimen

económico allí insertado fueron de muy bajo impacto en la cuenca del río Minero. Unicamente

Muzo, establecido como Parroquia desde la época colonial; pudo mostrar algún tipo de evolución

socioeconómica. Descontadas las cabeceras de los municipios de Pauna, Coper, Buenavista,

Briceño y Maripí y sus inmediaciones, el resto del territorio estuvo durante mucho inhabilitado e

inexplorado; “una selva, en su mayor parte apenas semipoblada por gentes indígenas y en

lamentable estado de atraso, sometiéndose a las incomodidades de tales lugares”16.

14 Ibid. p. 207. 15 Guerrero Barón, Javier. La Economía esmeraldífera y la violencia: la micro historia institucional y contra institucional. Tunja, U.P.T.C. 1984 p. 228 -229. 16 Ibid. p. 228 - 225.

Page 14: Conflict o

14

Aunque desde los tiempos de la colonia se hicieron esfuerzos para vincular la región al río

Magdalena, para lo cual se hicieron trayectos de banqueo y a mediados del siglo XVIII se pensó

en crear una gobernación en la zona de Muzo para facilitar la colonización y construir la vía al río,

ello no fructificó. Solamente hasta el año de 1927 se pudo precisar el trazado de la vía, gracias a

la expedición del ingeniero e inspector general del territorio Vásquez, Félix María Díaz Galindo, y,

únicamente en 1986 se pudo terminar, uniendo a Otanche y Puerto Boyacá.

El territorio Vásquez fue el nombre dado a la inmensa extensión de la tierra situada al occidente

del río Minero hasta el río Magdalena. Fue cedido por el Congreso de Colombia al Departamento

de Boyacá, por medio de las Leyes 18 de 1882 y 68 de 1898, en una extensión de 100.000

hectáreas, precisamente para que sirviera para la construcción de dicho camino al Magdalena y

el fomento de nuevas poblaciones aledañas al mismo. La demarcación definitiva de los límites

del territorio Vásquez solamente vino a hacerse en 1954, aunque desde 1892 el Ministerio de

Hacienda , por Resolución del 4 de abril, ordenó practicar su medición y en 1920 ratificó esa

orden, por Resolución Nº 305, determinando que tal cesión obligaba al Estado y prohibiendo

hacer adjudicaciones de baldíos a la región que debería de cruzar el “Camino de Occidente” que,

como se dijo, vino a trazarse siete años mas tarde17.

Este territorio Vásquez corresponde a lo que hoy son los municipios de Puerto Boyacá, Otanche,

San Pablo de Borbur y parte baja de Quípama. El gobierno de Boyacá, también desde el

principio tomó cartas en el asunto de la construcción de una vía que diera salida al territorio

Vásquez por el Río Magdalena. Con un auxilio de $50 mil pesos de las rentas nacionales

otorgado por la Ley 49 de 1881, el Gobierno Departamental adelantó dos trazados, uno buscando

la Salina de Pizarra y el otro, la Salina de Chaquipay. Ambos pasaron por Pauna y se dividieron

antes de atravesar el río Minero. Hasta la fundación de Otanche, en la década de los sesenta,

uno de ellos subsistía cubierto por la selva.

17 Ibid. p. 232 - 233 - 234 - 235.

Page 15: Conflict o

15

De otra parte la Asamblea de Boyacá, por Ordenanza 41 de 1912, dispuso la construcción del

ferrocarril. La Ley Octava de dicho año aprobó esa Ordenanza y reconoció a Boyacá el derecho

al pago de la subvención decretada por la Ley 61 de 1986 y, de paso, volvió a ratificar el deseo

de la construcción de la carretera al Magdalena, autorizando al Departamento “para construir una

carretera que lo una al Magdalena, Carare u otro afluente”. En últimas, carreteras y ferrocarril

terminaron favoreciendo al Departamento de Santander, porque para la época y dada la situación

geopolítica de Boyacá era lógico que los intereses políticos y económicos de la región se

orientaran hacia los Santanderes, por ser éstos las ruta principal de la exportación cafetera, vía

Venezuela, así como ser ellos mismos importantes productores del grano18.

Por esta razón el Occidente de Boyacá no reportó beneficios en su anhelo de llegar al Magdalena

con una vía sobre su propio territorio.

Tenemos entonces que la frontera agrícola se cerraba sobre una pequeña extensión,

caracterizada por un sistema de producción y autoconsumo y, en algunos casos, de producción

lucrativa en cultivos como la caña de azúcar de la que se extractaba la miel y la panela con

destino a la región de Chiquinquirá, extensión que fue abriéndose poco a poco, a medida que

algunos osados colonos fueron fundando fincas de explotación más o menos grandes. No puede

hablarse de que existieran grandes haciendas de tipo colonial latifundistas, como grandes

unidades económicas y sociales autónomas basadas en el cultivo en gran escala y la ganadería y

complementadas por pequeñas industrias subsidiarias, con estructura social propia del tipo de las

que existieron en el altiplano Cundiboyacense o en el Valle del Cauca. Sin embargo hubo

esfuerzos importantes como el caso de Felipe Mendieta, quien fundó una finca importante en la

margen derecha de la Quebrada Nacuamas, y de Jesús González, quien fundó la finca “La

Granada”,, en la parte alta de esta misma Quebrada. Casi todos los dueños de tierras en la

región habían hecho compra al señor Aurelio Avipi, quien las obtuvo por cesión del Rey de

España del 28 de febrero de 164419.

18 Ibid. p. 235. 19 Rivadeneira Ch., Luis Mario. Derecho de Minas Colombiano. p. 293 - 294.

Page 16: Conflict o

16

Entre las explotaciones más notables por su extensión y organización se cuenta la llamada

“Hacienda” fundada por el general Dimas Atuesta en el siglo XIX en las inmediaciones de Santa

Bárbara, en el hoy territorio de San Pablo de Borbur, en las cercanías de la mina de Coscuez; y la

“Hacienda de Borbur”, acaso la única que verdad merecía este nombre, por su organización

social y económica, fundada en el lugar en que se inició el caserío de Borbur por un padre

Salesiano de nombre Pablo Valette, quien ejercía como cura párroco de Pauna y compró los

terrenos al doctor Francisco de J. Fernández, hecho que facilitó al Obispo de Tunja nombrar a

dicho sacerdote como cura párroco con asiento en la mencionada hacienda. Con el padre

Valette vio el señor Julián Medina Martínez, su cantor, a quien nombró mayordomo de la

hacienda y luego corregidor del caserío, cargo que conservó en forma permanente desde 1916

hasta 1930.20

En síntesis, la región de Occidente de Boyacá se dividió hasta mediados del siglo XX, en una

gran zona baldía, sobre la que se creó el territorio Vásquez y en otra zona que, pese a tener las

minas de esmeraldas, no alcanzó a superar el nivel de una vida precaria basada en la pequeña y

acaso la mediana explotación agropecuaria.

Por esta razón, la densidad poblacional fue siempre mayor en esta segunda zona, principalmente

en Muzo. A lo largo del presente siglo empezó a crecer la inmigración proveniente de las tierras

vecinas de la región de Rionegro en Cundinamarca y de Jesús María y la Belleza en Santander.

Se destacaron olas migratorias. La primera en los años 30 y la segunda, a finales del año 46 y

durante la década de los 50.

La migración de los años 30 se estableció en la zona más desarrollada, es decir Muzo, Coper,

Maripí y Pauna, principalmente en estos últimos, que reciben población de Carmen de Carupa,

Simijaca, San Cayetano en Cundinamarca y de Chiquinquirá, Saboyá y Caldas en Boyacá. Muzo

recibe gentes de Paime, San Cayetano, Topaipí, Caparrapí, Vergara, La Palma y Yacopí,

principalmente. En los años 50 la migración proviene de la misma región y del Departamento de

Santander, pero se extiende ya hacia San Pablo de Borbur y Otanche. La existencia del complejo

20 Ibid. p. 183.

Page 17: Conflict o

17

proceso de población se refleja en la tasa de crecimiento anual de la región de la cuenca del río

Minero, durante estas etapas, que registran los siguientes guarismos: 1938 a 1951, el 0.83%;

1951 a 1964, el 3.11%. Tasas de crecimiento anual.21

Durante los años 50 y la primera mitad de los 60, se dio el fenómeno de la colonización del

territorio Vásquez. La reforma agraria adjudicó terrenos baldíos a cientos de familias que se

instalaron en la zona. Se fundaron los municipios de San Pablo de Borbur y Otanche en la zona

central y de Puerto Boyacá en la zona occidental sobre el río Magdalena, se avanzó la carretera

Pauna-San Pablo de Borbur-Otanche, que más tarde en la década de los 80 llegaría a unirse con

Puerto Boyacá.

Sin embargo, al auge demográfico, registrado como consecuencia de las olas migratorias inter-

regionales antes citadas siguió un decaimiento en los años 70 y 80. La tasa de crecimiento anual

para el período de 1964 a 1973 fue de tan solo 0.46% ; y la del período de 1973 a 1985 solo

subió al 1.06%.22

El redescubrimiento de las minas de Peñas Blancas en 1960 y la explotación intensiva de las de

Muzo-Quípama y Coscuez, constituye un caso atípico de desequilibrio demográfico, en el que se

presenta una tasa fluctuante relativamente alta, con un promedio de 7.8% anual, tanto a nivel

urbano como rural. (para Muzo, Quípama, Otanche y San Pablo de Borbur).

En tanto que la mayor densidad poblacional se ha concentrado en Muzo y Quípama, otros

municipios, durante los últimos 30 años han presentado tasas negativas de crecimiento. Así, San

Pablo de Borbur sufre un gran impacto por el conflicto de las minas de Coscuez, y los municipios

de Briceño, Coper, Pauna, Maripí y Otanche presentan situaciones críticas de crecimiento

negativos, comprendidas en una tasa de -2.47% a -0.61%23.

21 Uribe Alarcón, María Victoria. Limpiar la Tierra, Guerra y Poder entre Esmeralderos. Bogotá, CINEP, 1992. p. 93. 22 Decreto 1986 de 1947 - Ley 145 de 1959 - Decreto 293 de 1964. 23 Rivadeneira Ch., Luis Mario. Op. cit., p. 298.

Page 18: Conflict o

18

En la actualidad los once municipios del río Minero, en una extensión de 2.056 Km.2 albergan una

población total de 75,376 habitantes, distribuidos en 9,906 urbanos y 65,470 rurales24.

3. EL ESTADO Y LAS ESMERALDAS

El principal factor determinante del conflicto social, en la zona de la cuenca del río Minero, ha

sido el interés por el control de la explotación de las minas de esmeraldas de Muzo-Quípama,

Coscuez y Peñas Blancas; se justifica por tanto, dar un repaso histórico al tratamiento y

explotación de las gemas, a la relación entre el Estado y los particulares al respecto, antes de

entrar de lleno al análisis del conflicto propiamente tal.

3.1. EN LA ETAPA PREHISPANICA.

Los habitantes prehispánicos de los hoy Departamentos Cundinamarca y Boyacá, tenían las

esmeraldas en gran estima y las utilizaban con fines suntuarios, como ofrenda ritual o ajuar

funerario y para fines de trueque comercial25.

Los indios Muzos centraban su principal actividad económica en la explotación de las

esmeraldas. Por su carácter belicoso y bravío se habían apoderado de las minas y ejercían

sobre ellas un absoluto y excluyente dominio; las apreciaban y las usaban también como adorno

personal y como medio de comercio con los pueblos vecinos26. El sitio de Muzo posee los

mejores yacimientos del mundo y sus piedras, especialmente las llamadas “gotas de aceite” que

reflejan a tras luz un tono verde oscuro como si fueran un pomo de cristal en cuyo interior hubiera

una sustancia espesa y negra, son las más famosas por su belleza y valor.

24 DANE, Bogotá, Censo 1985. Departamento Administrativo de Planeación, Plan Regional de Rehabilitación para el Departamento de Boyacá, 1986 - 1990. PNR. Bogotá, Presidencia de la República. 25 Guillén Martínez, Fernando. El poder político en Colombia. Bogotá, Punta de Lanza, 1979 p. 478. 26 Manual de Historia de Colombia. Tomo III, Bogotá, Ed. Colcultura, p . 357.

Page 19: Conflict o

19

3.2. EN LA CONQUISTA Y LA COLONIA.

En 1539 empezó la serie de sucesivas invasiones al país de los Muzos; primero el capitán Juan

Lancheros, enviado por Hernán Pérez de Quesada. Habían de seguirlo, con expediciones cada

vez más frecuentes y violentas, Diego de Martínez, Melchor de Valdés, Pedro de Urzua, Luis de

Lancheros, Francisco Murillo, etc., hasta dominar violentamente a los aguerridos aborígenes de la

zona y, como unos funestos predecesores de los guaqueros y planeros, adueñarse de sus

embrujadoras esmeraldas27.

El tratamiento jurídico que dio la corona española a las minas de esmeraldas fue el del monopolio

del monarca, de acuerdo con el antiguo principio de la reserva del “dominio eminente del

subsuelo” por parte del rey, que solamente le permitía ceder el “dominio útil” de las

explotaciones mineras, consagrado a través de sucesivas leyes como “el fuero viejo de Castilla”,

dictado en 1228; “las 7 partidas”, atribuidas a Don Alfonso Décimo el Sabio, dictadas en 1263; “el

ordenamiento de Alcalá” de 1340 y, “el ordenamiento de Birbiescas” que data de 1347; normas

que constituyen, en su conjunto, el antecedente remoto de la razón por la cual el derecho minero

en nuestro medio pertenece al ámbito del derecho público.

Las capitulaciones entre el rey y los conquistadores reprodujeron este principio. Así, las suscritas

por el monarca con Hernán Cortes y con Diego de Nicueza. Lo mismo hicieron la cédulas reales,

en especial la del 5 de febrero de 1584 que estableció el pago de los “Quintos” o quinta parte “de

lo que cogiere o sacare neto que nuestra voluntad es hacer merced de las otras cuatro partes en

consideración de los costos y los gastos que hicieren”.

Las ordenanzas de Felipe II conocidas como ordenanzas antiguas y del nuevo cuaderno y

también como “nueva recopilación de Castilla” de 1567, que buscaron poner en orden y corregir

los errores de la legislación anterior y reincorporaron al patrimonio real todas las minas y

permitieron su explotación a cambio de unas “regalías” a la corona, pueden considerarse el

Page 20: Conflict o

20

primer “estatuto minero” coherente que, incluso, incorpora un procedimiento para la explotación

minera.

Finalmente el principio del monopolio real se mantiene hasta las ordenanzas de la nueva España

que data de la época en que se realizó la llamada “novísima recopilación”, concluida en 1884,

cuyo Artículo Primero lo confirma expresamente: “las minas son propias de mi real corona...”28.

En síntesis, durante el estado colonial, incluyendo el período virreinal, rigió el principio “Regalías”

de la corona basado en el monopolio real de las minas: el subsuelo pertenecía a la corona y los

particulares recibían las minas para explotarlas a cambio de una “regalía” consistente en el

“quinto” del producto y se obligaban a “lavarlas”, so pena de perderlas, revirtiendo así al monarca

que podía volverlas a adjudicar. En la zona de Muzo se estableció una Caja Real para tasar y

recaudar esa regalía. En 1567 se fundó la primera sociedad para la explotación de las

esmeraldas en las denominadas minas de Itoco, bajo la dirección del capitán Benito de Poveda,

con un éxito considerable por la obtención de unas piedras “...limpias, verdes, finas y brillantes...”.

Don Fernando de Tovar y Alvarado regaló a la reina doña Mariana de Austria en 1650 un collar

de 25 gemas puras, pesado en 25 quilates y tasado por los orfebres reales en 10 mil pesos de

plata. En este año las minas fueron incorporadas a la Real Corona Española, pero solo en 1764

se explotaron del Virreinato, con mineros traídos de Lima y México por el Virrey Pedro Mesia de la

Cerda, bajo la orientación del mineralogista don Joseph Antonio de Villegas y Avendaño29.

Durante el siglo XVI, la población de Muzo se convirtió en un importante centro regional; la

corona llegó a considerar la creación de una Gobernación; pero el rápido crecimiento de

Chiquinquirá, situada en el altiplano, en un valle ubérrimo, mejor favorecida para la producción

agropecuaria, de más fácil acceso y prontamente definida como epicentro religioso y político, le

restaron importancia y la relegaron a la condición de simple parroquia perdida de una región

agreste y lejana.

27 Guillén M., Fernando. Op. cit., p. 462. 28 Caballero E., Enrique. Historia económica de Colombia. Bogotá, Tercer Mundo. p. 189 - 190.

Page 21: Conflict o

21

3.3. EN LA REPUBLICA GRANADINA Y FEDERAL.

A lo largo de la vida republicana, el tratamiento de las minas de esmeralda tampoco ha sido

definido ni ha variado respecto del anterior. La explotación ha sido hecha por el estado en forma

directa o delegada y por los particulares mediante contratos de diversa modalidad y, en todo

caso, ha prevalecido una explotación informal paralela, simplemente de hecho; aunque son varias

las estrategias adoptadas, la República, desde el comienzo, retomó el principio esencial del

derecho español.

Las sucesivas leyes siguientes así lo consagraron: La Ley 4a. de 1823, la Ley 13 de 1825, el

Decreto del Libertador del 24 de octubre de 1829 y la ley 9a. de junio de 1847.

A mediados del Siglo XIX, el concepto federativo y liberal le dio un viraje radical a estos principios

jurídicos que habían regido tres siglos. Fue así como las Constituciones de 1853 y 1858

trasladaron el derecho sobre las minas nacionales a los particulares y la de 1863, yendo más

lejos en el camino de la liberalidad, dejó a los estados soberanos la decisión sobre el régimen

jurídico del subsuelo minero. “A mediados del siglo XIX, dice Liévano Aguirre, se sintió en la

República el impacto de las ideas individualistas, tan de moda entonces, y se comenzó a pensar

que los intereses públicos se servían mejor si se trasladaba al dominio privado la totalidad del

patrimonio nacional, incluyendo el subsuelo minero”. Y agrega Liévano: “la Ley de 1853 fue, en

todo caso, el indicio de la existencia en el país de un clima ideológico, contrario a que el Estado

ejerciera la tutela del patrimonio nacional y ese clima encontró su coyuntura propia para

expresarse cuando se impusieron a partir de 1858 las doctrinas federalistas”.30

Las minas de esmeraldas también cayeron en la red de los intereses privados subyacentes tras la

supuesta defensa de las regiones y provincias, al disponer la Ley 31 de 1870 la libertad de

explotación de aquellas que fueran propiedad de la nación, con excepción de las que se hallaren

poseídas en dicha fecha por la República, así como la abolición del monopolio que se había

establecido a favor de la nación en 1847.

29 Guillén M., Fernando. Op. cit., p. 462.

Page 22: Conflict o

22

Igualmente, esta Ley autorizó al Ejecutivo para fijar los linderos de las minas poseídas por la

República. Así, por Decreto 14 de diciembre 1871 se fijaron los límites generales de las minas de

Muzo y Coscuez, dándoles unidad.

No obstante, la unión que tuvo que rectificar esta política individualista y privatizadora mediante el

Código Fiscal de 1873, Ley 186 de junio 13, puesta en vigencia a partir del 8 de octubre de ese

año, retomando el antiguo principio y declarando la reserva y propiedad de las minas en cabeza

de la nación. Específicamente sobre las minas de esmeraldas señaló en su Artículo 1189 que:

“Las minas de esmeraldas que en adelante se descubran y las descubiertas que no se hallan

poseídas por la República, podrán ser explotadas libremente”, manteniendo así el principio de su

libre explotación por los particulares, pero conservando el dominio público.

De lo anterior se puede inferir que, desde los albores de la Gran Colombia, en la primera

República, la Nueva Granada, y durante las Repúblicas Federalistas, la Confederación Granadina

y los Estados Unidos de Colombia, esto es entre 1830 y 1863, fase de transición y consolidación

republicana, la explotación de las minas esmeraldífera de Muzo, Quípama y Coscuez se hizo a

título de la República y por particulares a ella vinculados.

En el año de 1792 se clausuraron las minas y se abrió por el gobierno Virreinal una licitación a la

que no concurrió postor alguno. Solo en 1824 se arrendaron a los señores Mariano Rivera y José

Ignacio París. En 1849 se dieron en arriendo a los señores Juan de Francisco y Patricio Wilson.

De 1861 a 1863 las trabajó directamente la República de la Confederación Granadina. De 1864 a

1875 la tuvo en arriendo al señor Gustavo Lehman, y de 1875 a 1886 el señor Juan Sordo, quien

cedió su derecho a la Compañía de Minas de Esmeraldas, la cual a su vez los cedió al señor

Antonio Samper.

3.4. EN LA REPUBLICA DE COLOMBIA.

30 Bejarano Avila, Jesús Antonio. “La economía colombiana entre 1922 y 1929”. Nueva historia de Colombia. Tomo V, Bogotá, Ed. Planeta, 1989. p. 59 - 61.

Page 23: Conflict o

23

La Constitución de 1886 volvió al régimen unitario y, en materia de derecho minero devolvió

plenamente a la Nación la propiedad de las minas... “ de oro, de plata, de platino y de piedras

preciosas que existan en el territorio Nacional..” según quedó consagrado en su Artículo 202, y la

Ley 38 de 1887, conocida como el antiguo Código de Minas. La Ley 53 de 1887 completó la

materia estableciendo unas prórrogas y concesiones a los interesados privados sobre minas que

vino a complementar el Decreto 278 de 1895.

En todo caso, en lo tocante a las minas de esmeraldas del Occidente de Boyacá, éstas fueron

objeto de administración directa por la Nación desde 1886 hasta 1896. Desde este año, hasta

1900 fueron adjudicadas en arrendamiento al señor Alejandro Mancini, quien lo cedió a la firma

The English Sindicate Ltda.

De ahí, en adelante, lo ocurrido con las minas de esmeraldas de Muzo es una parábola de

indecisión en la política del Estado y fuente de manejos controvertidos y censurados. De 1900 y

1902 se arrendaron al señor Lorenzo Cuéllar. En 1902 el Estado tomó la administración de las

minas. De 1904 a 1908 se adjudicó el arrendamiento al señor Laureano García Ortiz. De 1908 a

1917 se arrendaron a la Colombian Emerald Company31.

De esta época datan unos celebres debates promovidos en la Cámara de Representantes por el

doctor Laureano Gómez, conocidos como los “fraudes de Muzo”, a propósito de los contratos del

llamado Sindicato de Muzo y la citada Colombian Emerald Company32.

En 1917, el Estado retomó el control de las minas y las administró directamente bajo la dirección

del doctor Rafael Agudelo, hasta 1920.

El 13 y el 15 de septiembre de 1921, el representante Laureano Gómez volvió a la carga contra el

mal manejo de las esmeraldas, en un vehemente debate contra el Ministro de Hacienda por la

31 Ibid. p. 69.

Page 24: Conflict o

24

vena de estas gemas a una casa joyera francesa, en el que enlaza este asunto con los

anteriormente tratados.33

Desde 1925 empezaron a presentarse graves problemas entre los administradores de las minas y

los dueños de tierras aledañas y, en 1927, se suspendieron los trabajos de explotación por causa

de estos conflictos que terminaron por alterar el orden público y por presunta falta de mercado

para las esmeraldas. Hasta 1933 las minas estuvieron cerradas. De 1933 a 1939, volvieron a ser

explotadas directamente por el Estado.

En 1940, el Ministerio de Minas recibió las minas para control y vigilancia, y adelantó unos

estudios tendientes a contratar con el Banco de la República los trabajos de explotación, talla y

venta de las piedras.

Con base en dichos estudios, el Artículo 38 de la Ley 35 de 1944, en búsqueda de alguna

solución, autorizó al gobierno nacional para contratar con el Banco de la República la explotación

de las minas. El contrato se elevó a escritura pública en 1946 y desde entonces, hasta 1968, el

banco tuvo a su cargo la explotación de las minas de Muzo y Coscuez.

3.5. LA ETAPA DE LA EXPLOTACION POR EL BANCO.

El período de la explotación de las minas por el Banco de la República, iniciado el 19 de abril de

1947 y clausurado a mediados de 1968, corresponde a una explotación ajustado a unos criterios

y métodos técnicos y acorde con un planeamiento de la producción, dentro de la rígida

normatividad y organización interna. Es también la época que vio pasar sucesivamente el

avivamiento de la violencia política partidista, el gobierno militar y los primeros gérmenes de las

“guerras de los esmeralderos “ que adelante trataremos. Pero es también la época en que se

registra el cambio socioeconómico más importante sufrido por la región.

32 Pécaut, Daniel. Orden y Violencia: Colombia 1930-1954. Vol. I Bogotá, Siglo XXI editores, Fondo Editorial CEREC, 1987. p. 1.

Page 25: Conflict o

25

Esta organización permitió consolidar el monopolio estatal y normalizar la producción tratando de

neutralizar los conflictos locales que la alteraban. Sobre un cálculo de producción clandestina,

que nunca dejó de existir, no inferior al 15% de la producción total, se consideró relativamente

controlada la producción de los frentes de Muzo y Coscuez, para el período comprendido entre

1947 y 1959, generando una efectiva institucionalización por primera vez. Sin embargo, además

del redescubrimieto de la mina de Peñas Blancas en 1960, que produjo un desbordamiento

migratorio hacia la región, varios factores vinieron a desestabilizar esta situación y acabaron por

crear una crisis en la explotación que, a la postre, concluyó una desastrosa quiebra34.

Tres son los principales factores que actuaron al respecto, según apreciación del profesor

Guerrero Barón el primero, la excesiva tolerancia a veces deliberada, -enfatizada sin duda por el

régimen de permisos, a particulares para la creación de fuentes de explotación creados por la Ley

145 de 1959- hacia algunas formas de actividad clandestina y a la ausencia de mecanismos a

mediano y largo plazo, para el control de la actividad ilícita. Debido a esa falla, por ejemplo, se

descubrió hacia 1960 la explotación de Peñas Blancas que, aunque consta en documentos de

1898, se había abandonado y no fue asumida por el Banco por no hacer parte del contrato

suscrito por éste con la nación. La segunda, las tensiones internas, el clientelismo y la corrupción

administrativa que condujeron a una burocratización creciente y al desmoronamiento institucional.

Y la tercera, es la ruptura del orden campesino, de tendencia agropecuaria, y la creación de un

mercado interno con el surgimiento de la esmeralda como una mercancía “nueva”35.

Estos tres factores “quitaron” el monopolio y el control real de la producción al Banco y generaron

un proceso contra-institucional, caracterizado por una producción paralela, concomitante y cada

vez menos clandestina, pero en todo caso ilegal, de esmeraldas. Ese fenómeno, aunque no se

puede probar, sí se puede detectar en casos como el de la comparación de las cifras de las

exportaciones legalmente registradas en Colombia con el monto de las esmeraldas importadas de

Colombia por Alemania Occidental, Estados Unidos y Francia en 1968, época para la cual el

33 Ibid. p. 13. 34 Urdaneta Arbeláez, Roberto. “El materialismo contra la dignidad del hombre”. p. 286. en Guzmán Campos, Germán. Op. cit., p. 24. 35 Pécaut, Daniel. Op. cit., p. 22.

Page 26: Conflict o

26

Banco entregó las minas. Se registraron para entonces en total 574.919 dólares, mientras que

estos países recibieron en realidad 2.795.556 de dólares. Esto nos enseña la existencia de “otra”

economía paralela 5 veces más grande36.

Uno de los fenómenos más significativos fue el de la declaración de la solicitud del mercado de

esmeraldas originada en la Ley 145 de 1959, complementada por el Decreto 293 de 1964, que

crearon un régimen punitivo y represivo que fue, sin duda una de las causas de la contra-

institucionalización de la economía esmeraldífera, ya que los mismos habitantes de la región y los

que a ella llegaron atraídos por esta actividad, que no se vincularon al Banco en forma directa o

mediante el sistema de “permisos” especiales autorizados por la susodicha Ley, desbordaron y

rompieron el orden social y económico tradicional, para encontrarse con una muralla legal que,

naturalmente, alteró su percepción, relación y sometimiento al orden jurídico y ético y a la

institucionalización normativa. Aunque este régimen de ilegalidad fue desmontado mediante un

célebre fallo del Consejo de Estado de mediados de los años 60, ya el efecto de una ruptura

social radical estaba causado37.

Al liquidar el contrato con el Banco de la República de la nación, en el año de 1968, se totalizaron

28.000 millones de pesos en pérdidas que ésta se obligó a pagar a áquel, según se hizo constar

en el acta de entrega de las minas por parte del Banco a la Empresa Colombiana de Minas -

ECOMINAS-, entidad de reciente creación que recibió a nombre de la nación38.

3.6. EN LA ACTUALIDAD.

Por Decreto 912 de junio 8 de 1968, el Gobierno Nacional creó la Empresa Colombiana de

Esmeraldas, cuya razón social cambió por Empresa Colombiana de Minas -Ecominas-, mediante

decreto 3161 de diciembre del mismo año de 1968, para que sucediera al Banco de la República

en el manejo de la administración de las minas. El fracaso de esta empresa fue aun peor. El 29

de octubre de 1973 cerró las minas luego de tres años de actividades, comprendidos entre

36 Guzmán Campos, Germán. Op. cit., p. 26. 37 Rivadeneira Ch., Luis Mario. Op. cit., p. 298.

Page 27: Conflict o

27

octubre de 1970 y junio de 1973, con un saldo de solo 34 millones de pesos por ventas,

abrumada por un escándalo de corrupción, despilfarro e ineficiencia, acusada de “malos manejos,

fraudes y toda suerte de vicios, además de la pérdida de 100 millones de pesos gastados en la

explotación”39 y en medio del vendaval de la lucha por la hegemonía regional, para entonces ya

en plena aceleración, entre los nuevos actores informales y los nuevos poderes contra y para-

institucionales que, por esas mismas fechas, protagonizaron la primera guerra de las esmeraldas,

o bien, la primera fase de la guerra por cuyo destino último se cuestiona este estudio. Fue

ocupada entonces la zona por las fuerzas armadas que desalojaron a más de veinte mil

guaqueros.

Desde entonces se produjo un cambio radical en la política de la explotación esmeraldífera.

Desde ese año de 1973 Ecominas publicó en los periódicos los primeros avisos, invitando a los

particulares interesados, a participar en una licitación publica para la explotación de las minas.

Tras un proceso de debates críticos, de estos estudios, propuestas y de conversaciones entre el

Gobierno Nacional y los grupos de particulares interesados, se llegó finalmente a una negociación

y adjudicación de las minas. La operación de la de Muzo se adjudicó en principio, el 2 de

diciembre de 1976, a la firma “Sociedad Minera Boyacense Ltda.”, que después de una serie de

vicisitudes suscribió el respectivo contrato de operación el 21 de marzo de 1977. Esta sociedad

llegó luego de varias reformas y transformaciones en su capital, estructura y composición social a

constituir la hoy operante sociedad denominada Tecminas, que tiene a su cargo el contrato de

explotación de las minas de Muzo-Quípama. La operación de la mina de Coscuez, a su vez, se

contrató con la Sociedad Esmeraldas y Minas de Colombia S.A. -Esmeracol S.A.- adjudicada el

23 de mayo de 1977. Aunque reiteradamente se anunció una negociación similar con respecto a

la mina de Peñas Blancas, ésta no llegó a realizarse jamás.40

Estos contratos de operación suscritos por los particulares con el Estado, representado por

Ecominas, posteriormente llamada Esmeracol y recientemente bautizada como Mineralco, tiene

38 Ibid. p. 183. 39 Ibid. p. 183

Page 28: Conflict o

28

ya un significado muy diferente a lo que había sido el régimen anterior. Ante todo, el Estado se

desprende en ellos del liderazgo en el manejo y control de la explotación y comercialización de

las minas. Por ende el carácter de explotación y comercialización “ilícito” que tuvieron las

esmeraldas desaparece. El Estado abre nuevos espacios sociales y económicos y propicia así

un verdadero clima de democratización de la economía esmeraldífera, pero también, en la

práctica, abandona el problema de la explotación informal y “de hecho” en manos de los mismos

particulares contratistas, lo que ha sido fuente y alimento de conflictos. Implica este nuevo

sistema, de otra parte, la captación de impuestos y regalías por parte del Gobierno, abriendo

éstas la posibilidad de una irrigación, así al comienzo sea mínima, hacia el Departamento de

Boyacá y los municipios de la región. Desde 1974 los municipios en los cuales se adelantaban

explotaciones mineras, al tenor del decreto 1244 del mismo, empezaron a tener derecho al valor

equivalente al 15% del valor bruto de la producción. La primera liquidación se hizo el 25 de julio

de 1977, de conformidad con el contrato que Ecominas celebrara con las nuevas sociedades

mineras privadas, el cual beneficia a los municipios de la zona de influencia de las minas, es

decir, a los de la cuenca del río Minero.

El nuevo sistema se basa en un tipo de contrato entre el Estado y los particulares sobre zonas

“aportadas” a la empresa Ecominas. El “aporte” fue una de las formas establecidas por la Ley 20

de 1969 y el llamado Estatuto Minero (Decretos 1275 de 1970 y 2182 de 1972) que vino a

reemplazar el principio del “permiso”, para llevar a cabo la exploración técnica, la explotación

económica y el beneficio de las minas de propiedad nacional. Las minas de esmeraldas

quedaron sometidas al régimen del aporte en virtud del Artículo 30 del Decreto 2182 de 1972. De

acuerdo con éste, el Ministerio de Minas y Petróleos (hoy Minas y Energía) otorgó a título de

aporte a la Empresa Colombiana de Minas -Ecominas- los yacimientos de esmeraldas, y esa, a

su vez, quedó facultada para contratar con los particulares la administración y manejo de la

exploración y explotación de las minas, con ciertas limitaciones y condiciones conformes con los

programas y presupuestos elaborados por Ecominas. El propósito de esta modalidad, desde

luego, es obtener una exploración y explotación mas técnica, eficiente y con mayor rendimiento

económico.

40 Ibid. p. 300.

Page 29: Conflict o

29

Es, por tanto, el principio de racionalización, modernización y optimización que actualmente ilustra

el modelo de actividad privada sobre las reservas del Estado. Es interesante, asimismo, ver en

este proceso una temprana “privatización” en la explotación minera como nueva expresión de la

política pública.

La Ley 141 de junio 28 de 1994, introdujo un nuevo régimen sobre regalías, conforme al cual las

esmeraldas están gravadas con un 4% que se recauda a través de la Alcaldía del Municipio

productor (Artículo 17). Los Municipios percibirán, entonces, un ingreso adicional por este

concepto . Lo interesante sobre el régimen de contratación vigentes a la promulgación de esta

Ley, se renovarán a partir de la etapa de explotación por un término de 25 años, en el área de

Muzo-Quípama y Coscuez (Artículo 17, Parágrafo 1º).

Finalmente, cabe notar que este proceso se surte dentro del marco del régimen constitucional

consagrado en la Nueva Carta de 1991, que retomó el antiguo principio del dominio eminente del

Estado sobre el subsuelo, al declararlo propietario del mismo (Artículo 332), consagrando al

tiempo la libertad de la actividad económica y la iniciativa privada, dentro de los límites del bien

común (Artículo 333).

4. LA GUERRA DE LAS ESMERALDAS

Para tener una mejor perspectiva del conflicto entre los comúnmente llamados “esmeralderos”,

conviene hacer una referencia a los antecedentes próximos y remotos que, de alguna manera,

influyeron en la conformación de grupos y en las tendencias y sesgos de sus luchas así como en

el escenario social en que han tenido lugar.

Los antecedentes remotos pueden ubicarse en el contexto de la “violencia” política, desde la

eufemísticamente llamada VIOLENCIA TEMPRANA, de los años 30, hasta la ocurrida a finales

de los 40 y primeros años 50. Los antecedentes próximos se refieren a los sucesos del años 60,

Page 30: Conflict o

30

en plena vigencia del régimen del FRENTE NACIONAL, cuando se desbordó una gran ola

migratoria hacia la zona, principalmente a causa del redescubrimiento de la mina de Peñas

Blancas y la aparición del célebre Efraín González, prototipo del líder regional, mezcla de caudillo

político con bandolero social.

4.1. LA VIOLENCIA POLITICA.

Las tesis que buscan las causas de la violencia que se originó a partir del enfrentamiento de los

partidos políticos liberal y conservador en 1930, pueden resumirse en dos grandes grupos: el

primero que señala las causas del fenómeno como puramente políticas: la persecución con

ánimo de venganza y con el propósito de acaparar el poder local y regional, por parte del

triunfante partido liberal, lo que sería origen a su vez, de una posterior retaliación del partido

conservador cuando recuperó el poder en el 46. El segundo, que afirma que, si bien es cierto la

violencia se originó en los conflictos entre los partidos por el control político, está conectada con

otra clase de fenómenos tales como rivalidades entre pueblos, lucha por tenencia de las tierras,

apropiación de excedentes, conflictos agrarios, industriales, obreros, a los que Pécaut añade, el

avance de la colonización (caso interesante para el occidente boyacense) y la incapacidad del

Estado para dotarse de los medios de ejercer su autoridad sobre grandes partes del territorio41.

Al primer grupo pertenece Monseñor Guzmán Campos y algunos comentaristas de la época por

él citados, como Roberto Urdaneta Arbeláez y Rafael Azula Barrera, el primero incluso como

Ministro de Gobierno de Olaya Herrrera42. Al segundo corresponden estudios como los de

Guillén Martínez, Daniel Pécaut, atrás aludido, y Paul Oquist, para quien, efectivamente, “el

período entre los años 1930 y 1932 se caracterizó por el intento del liberalismo para intimidar a

los miembros del partido conservador derrotado, y a la resistencia violenta de éstos para aceptar

el afianzamiento de la hegemonía liberal ...” pero, añade “el conflicto estuvo acompañado también

por el abandono forzoso de los cultivos y la venta obligada de la tierra a precios irrisorios”.43

También pertenece a este grupo Pierre Gilhodes, para quien si bien es difícil encontrar causas

coyunturales a la violencia, ésta se desarrolla en el medio urbano, en la época de mayor

41 Pécaut, Daniel. Op. cit., p. 22. 42 Guzmán Campos, Germán. Op. cit., p. 26.

Page 31: Conflict o

31

crecimiento industrial y se ubica en “el problema de las relaciones entre la violencia y las

realidades políticas por una parte, y las realidades socioeconómicas por la otra “44. Sin embargo,

esta polarización no ha sido la única posibilidad de interpretación. También han surgido otras,

como la de que el origen del conflicto estaría en el enfrentamiento de los partidos sí, pero debido

a sus ideologías, posición ante lo social e incluso variables sentimentales y electivas, es decir, a

enfrentamientos partidistas pero con contenido. Tal es el caso de la sugerencia esbozada en el

diagnóstico elaborado por el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR) en el año de 1985,

refiriéndose explícitamente al conflicto de los años 3045 o el caso del Padre Camilo Torres

Restrepo para quien la violencia está metida en la esencia de las variables características de la

sociedad rural colombiana, principalmente en el sectarismo político, la falta de conciencia de

clase, el respeto de la propiedad privada, y el partido político “es instrumento para la satisfacción

de algunas necesidades de la mayoría de los colombianos” de manera que, “la violencia fue

desatada como un instrumento del sectarismo no entre los dirigentes, sino en la masa de los

campesinos sentimentalmente divididos en los partidos tradicionales”46.

4.2. EL CONFLICTO EN EL OCCIDENTE DE BOYACA (1930-1 953).

En el Departamento de Boyacá, y en especial en la región del occidente, fue agudo el conflicto

iniciado en 1930 que habría de prolongarse hasta la primera mitad de los años cincuenta, el inicio

del gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla.

Posiblemente en otras regiones del país el conflicto partidista se vio enmarcado y aun

determinado por el contexto de la lucha social económica; también pudo estar influido por

aspectos ideológicos y doctrinarios, pero en la provincia boyacense, en un principio, la lucha

partidista fue una medida de fuerza, en lo que podríamos llamar un crudo realismo político, para

43 Oquist, Paul. Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá, Instituto de Estudios Colombianos, 1978. p. 14. 44 Gilhodes, Pierre. “La violencia en Colombia, Bandolerismo y guerra social”. Once ensayos sobre la violencia. Bogotá, Fondo editorial CEREC, 1985. p. 201. 45 Ministerio de Gobierno, Dirección Nacional de Planeación. Plan Nacional de Rehabilitación, Plan social para la paz. Bogotá, 1985. p. 11. 46 Torres Restrepo, Camilo. “La violencia y los cambios socio-culturales en las áreas rurales colombianas”. Once ensayos sobre la violencia. p. 110 - 111.

Page 32: Conflict o

32

conquistar las posiciones burocráticas locales y regionales, y para “hacer” las elecciones, sin

contenido social, ideológico y doctrinario. Era una simple militancia partidista sin proyecto político

social. Por esto, en esta determinada localización geográfica y para esta primera fase del

conflicto, hallamos razón a los teóricos del primer grupo antes descrito como intérpretes de la

causalidad de la violencia, yendo incluso un poco más profundo, acudimos a la teoría de Karl

Schimitt para quien lo político es un “decisionismo” cuya esencia es la relación amigo-enemigo y

la autoridad y el poder emanan de la lucha.47

Posteriormente, cuando termina el gobierno de Rojas Pinilla, dentro del Frente Nacional y su

consiguiente alternación de los partidos en el poder desaparece el sectarismo hirsuto, el esquema

de interpretación de la violencia sí empieza a cambiar, pues la lucha comienza a tener un

contenido referido al control de la explotación de las minas de esmeraldas y a la ruptura del orden

económico campesino, de que se trató en el capítulo sobre tratamiento y explotación de las

esmeraldas y ese contenido va creciendo y adquiriendo importancia a medida que el conflicto se

hace más profundo, hasta desembocar como se verá adelante al evaluar el proceso de paz, en

un abierto y claro esquema de contenido político-social.

Los tratadistas Avila Rodríguez y Torres Cortés, en un estudio sobre la llamada “Concertación

Nacional” del gobierno Olaya Herrera en occidente de Boyacá, explican el modo como se ejecutó

el proceso, básicamente sobre tres operaciones: primera , el desmonte del poder político

conservador en las Alcaldías y el cuerpo de guardias departamentales y municipales; segunda ,

una campaña periodística de desprestigio -acaso el único vislumbre de actitud ideológica-; y

tercera , la violencia electoral.48

Se montó así un ataque frontal sobre la columna alcaldes-guardias (o policías locales) que

constituían la médula del manejo del poder local, y complementariamente, se enfiló contra los

jueces municipales que representaban la otra espina del poder, para terminar centrando el ataque

de fondo a las elecciones, donde se conformaban los Concejos Municipales que nombraban a

47 Schmit, Carl. Political Romanticism. Boston M.I.T. Press, 1988, p. 12.

Page 33: Conflict o

33

guardias y jueces, abarcando así la totalidad de la estructura tripartita del poder. Se empezó con

el nombramiento de un Gobernador liberal que en un año creó la homogeneización casi total de

los Alcaldes. De 101 nombró 88 liberales. Al tiempo, sustituyó el cuerpo de guardianes

departamentales hasta entonces de filiación exclusivamente conservadora, por copartidarios

suyos, respaldado por un informe del nuevo comandante del cuerpo que señalaba a los

miembros del mismo como una banda de ineptos, inmorales, corruptos e ignorantes. Contra los

jueces no fue tan fácil poner en marcha el desmonte, entre ellos se mantuvo una alta cuota

conservadora, pero se les señalaba en los círculos oficiales del gobierno como corruptos y al

poder judicial se le tachaba de ser refugio de toda clase de delincuentes.

La campaña de prensa en periódicos de Chiquinquirá y Tunja, se montó sobre la base de

presentar al liberalismo como nueva fuerza legítima del poder, como “justo”, “renovador” y “

bendición para el pueblo” mientras que al partido conservador se le presentaba como la quinta

esencia de la maldad y la corrupción, en una actitud radical e intransigente.

Con motivo de la lucha electoral, se desató la “guerra” mediante una violencia personalizada en

todo el esplendor de su crudeza. Con motivo de la discusión en el Congreso de la República de

un Proyecto de Ley para investir al Presidente de facultades para conjurar la “anómala situación”

de Santander y Norte de Santander, el jefe del partido conservador, Laureano Gómez, expuso las

siguientes tesis que resumían el panorama de esa violencia personalizada y explicaba la forma

como se hacía:

� La situación de intranquilidad pública no era exclusiva de los dos Santanderes, sino

también de Boyacá, en especial de su región occidental;

� Esa situación no era un caso de “bandolerismo”, como lo pretendía sostener el gobierno y

los congresistas liberales;

� Tampoco era una consecuencia del contrabando;

� En ella no se movilizaba ningún problema social ni económico;

48 Avila, José y Torres, Carlos. “La violencia en el occidente de Boyacá durante el gobierno de la concentración nacional”. Revista del 2º Simposio Nacional sobre la violencia en Colombia. Bogotá, ICFES, Guadalupe Ltda. p. 49 ss.

Page 34: Conflict o

34

� Tampoco era obra de pasión ni venganzas personales49.

Respecto del caso de Boyacá denunciaba el senador Gómez 57 asesinatos impunes de

reconocidos miembros de su partido, en su mayoría connotados dirigentes de la provincia de

occidente, encabezados por el diputado a la Asamblea Arcadio Supelano Medina, muerto en

Chiquinquirá por “una simple muestra de la intolerancia del liberalismo que impide por todos los

medios el ejercicio al adversario de legítimos derechos y lo niega también para el análisis de sus

sistemas y de sus hombres”50 y seguido por otros homicidios en Chiquinquirá (Cándido Castro,

Tomás Pedreros, Moisés Pinilla). La muerte de Jesús Castellanos, “con caracteres de sevicia,

crueldad, premeditación, y alevosía...” acaecida el 23 de abril de 1931 y otros sucedidos en

Saboyá, como el del juez municipal Vicente María Pineda y otros, en Buenavista, Coper, Caldas,

Maripí, Briceño, Pauna, etc. y como común denominador los crímenes “cometidos a ciencia y

paciencia de las autoridades” que no solo lo cohonestaban sino, en muchos casos, los

premiaban con puestos públicos51.

Como primera consecuencia, en las siguientes elecciones (1933-1935), vendría la abstención del

partido conservador “por falta de garantías”, fenómeno sobre el que haremos algunas reflexiones

adelante, y desde entonces hasta 1946, la provincia fue objeto de una política de liberalización

partidista por parte de los gobiernos nacional y departamental, en la que se radicalizó la lucha

“amigo-enemigo” entre liberales y conservadores, en un fondo de agudizada violencia signada por

los sentimientos de rencor y venganza de sangre52.

El 5 de mayo de 1946, el partido conservador obtuvo el triunfo en las elecciones presidenciales

con el doctor Mariano Ospina Pérez, ingeniero antioqueño, representante del sector moderado

del partido, con visión empresarial y modernista, sobre un partido liberal dividido en un ala,

también moderada, podría decirse ortodoxa, del candidato Gabriel Turbay, y otra ala rampante,

radical, socializante, del doctor Jorge Eliécer Gaitán.

49 Gómez, Laureano. Obras Completas. Tomo IV, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 63. 50 Ibid. p. 64. 51 Ibid. p. 66. 52 Ibid. p. 64.

Page 35: Conflict o

35

Solo hasta 1947 había de iniciarse la pacificación de occidente, a raíz del nombramiento en

Boyacá de gobernadores conservadores, en particular del doctor José María Villarreal “que

fomentaría el progreso de la región” y a quien se cobró gran estimación “por el gran prestigio de

que gozaba dicho gobernador por haber sido el verdadero salvador de la democracia cristiana”53.

En 1947 “Miguel Castañeda y Eutimio Espitia, reunieron gentes y se tomaron la plaza de Otanche

por cuenta del partido conservador, en vista de las cruentas persecuciones de las que habíamos

sido objeto por parte de empleados y civiles durante los quince años de dominación liberal”54.

Desde entonces empezaría el cambio que se ve reflejado en las estadísticas electorales, hacia la

conservatización de la provincia.

Así como durante las administraciones conservadoras de las décadas diez y veinte se había

consolidado la hegemonía del partido conservador y se había desalojado a los liberales de los

focos del poder político local, regional y nacional, ahora tras dieciseis años de liberalización del

país, el partido de gobierno era mayoritario y, probablemente como en 1930, los adversarios

habían sido reducidos a una sumisión forzosa naturalmente incubadora de resentimientos y

rencores. Por eso resultó bien difícil para los jefes liberales, especialmente los regionales,

aceptar el nuevo gobierno conservador. De hecho era un triunfo parcial respecto del poder

político institucionalizado, difícil de afianzar, porque se limitaba al ejecutivo, en tanto que el

Congreso, las Asambleas Departamentales, los Concejos Municipales, el Consejo de Estado y la

rama judicial estaban en manos de la mayoría liberal. Zozobra, expectación, amenazas y toda

suerte de resentimientos apilados a lo largo de los años de la “república liberal”, pesaban sobre el

ambiente. Ospina Pérez acogiendo el ofrecimiento de un entendimiento nacional que hiciera

López Pumarejo en 1945, propuso la “Unión Nacional” como fórmula de gobierno distribuido

equitativamente entre conservadores y liberales.

Efectivamente los contactos y relaciones de Ospina al más alto nivel directivo, hizo posible la

colaboración de sectores liberales durante los primeros meses de su gobierno, tanto en el

53 Buitrago, Silvano. Reseña histórico biográfica y política del territorio Vásquez, Tunja, sin editorial, 1967. p. 91. 54 Ibid. p. 113.

Page 36: Conflict o

36

gabinete ministerial como en las Gobernaciones y Alcaldías (no en Boyacá), pero esto no bastó

para contrarrestar la división interna de los dos partidos. En efecto, el jefe natural del partido

conservador, Laureano Gómez, propendía por el establecimiento de una hegemonía, sin

concesiones, que permitiera desmontar todo vestigio del régimen liberal. Alzate Avendaño y

Valencia, tampoco veían favorablemente el acercamiento y menos la participación con los

liberales. De otra parte el oficialismo liberal dirigido por el doctor Gabriel Turbay y particularmente

el del ex-presidente Santos, prefería hacer tratos con Ospina Pérez que con Gaitán “el negro”, a

quien veían como un peligroso e inconveniente agitador izquierdizante. Pero la falta de fuerza a

la Unión Nacional le vino de la provincia, donde se había sentido en cabeza propia la

liberalización y desde donde se pedía un vuelco absoluto en la estructura del poder local. En ese

momento afloraba una vez más la que Guillén Martínez considera una constante del siglo XV y

denomina “las contradicciones características de la estructura de lealtades”55. La clase alta

tradicional, la élite socioeconómica no tenía inconveniente para unirse, ellos eran de antiguo la

“unión nacional”; la contradicción estaba en la clase baja y media. Ellos no podían unirse. A este

agréguese el malestar propio del proceso de transformación económica y social de la

industrialización y a la modernización que dejaba atrás, pero como fondo de sustentación, a la

hacienda tradicional. El problema del poder económico, entonces, se transfería al problema del

poder político y éste se reflejaba en la acción de los partidos. En este caldo de cultivo ocurriría el

aciago episodio del 9 de abril de 1948.

Después vendría la que Guzmán Campos llamaría “primera ola de violencia”, cuya cresta golpeó

sitios concretos: el norte del Huila, el Tolima, los Llanos, los Santanderes y el norte y occidente de

Boyacá. Puede ubicarse entre 1949 y 1953. Llega al clímax con ocasión de las elecciones

presidenciales de 1949 en las que, con abstención del liberalismo es elegido presidente de la

República Laureano Gómez, quien -manes del destino político colombiano- no podría gobernar

sino un año, siendo reemplazado por Roberto Urdaneta Arbeláez y antes de concluir su período

vendría el golpe militar del General Gustavo Rojas Pinilla.

55 Guillén Martínez, Fernando. El poder político en Colombia. p. 462.

Page 37: Conflict o

37

Las características de esta fase de violencia, cuyo “morbo abarca todo el país que ve despavorido

la comisión progresiva de delitos no solamente atroces sino inimaginables”, fueron consecuencia,

a juicio de Monseñor Guzmán Campos, de una “equivocada estrategia política” que enfrentó

ferozmente los partidos tradicionales al prospectar la campaña de 1949 sobre tres factores:

� Estabilización del grupo conservador en el poder, con exclusión violenta del contendor

liberal;

� Utilización de la policía en una campaña de persecución innegablemente pensada y

planeada desde altas esferas del gobierno; y

� Declaración de la resistencia civil por el partido liberal perseguido, lo que pronto se tradujo

en acción de grupos armados56.

Fue, a nuestro criterio, una desafortunada y miope concurrencia de retaliación por parte de

algunos jefes conservadores regionales que, ante la confusión y gravedad de la situación,

especialmente a raíz del 9 de abril de 1948, presionaron una radicalización de la hegemonía

conservadora y aportaron los medios, los recursos y los hombres para forzarla; y un mal

disimulado rencor de algunos jefes liberales “hasta ayer tan valerosos, exigentes e

insatisfechos”57 que no perdieron ocasión para arrastrar el campesinado a una lucha alimentada

con consignas revolucionarias y una discutible inminencia de una “guerra” que supuestamente

exigía una urgente autodefensa, sin estar suficientemente preparados para afrontar las

consecuencias.

Todo esto tiene para Boyacá una connotación muy especial, específicamente en los resultados

electorales a que se hizo referencia anteriormente. Patricia Pinzón de Lewin nos señala como

“comúnmente Boyacá se tiene como una región de arraigo conservador”. Nos señala igualmente

como Boyacá fue “centro de coacción política y fraudes electorales” y que se observa “la marcada

frecuencia de localidades con votaciones del ciento por ciento al partido mayoritario, lo que

demuestra simplemente que no se permitió votar a los electores del otro partido”.

56 Guzmán Campos, Germán. Op. cit., p. 43. 57 Lozano y Lozano, Juan. citado por Germán Guzmán Campos, Ibid., p. 43.

Page 38: Conflict o

38

Muchas son las localidades de Boyacá donde se ve la influencia ejercida por el partido en el

poder a nivel nacional. Municipios no tradicionales variaron su filiación favoreciendo al partido en

el poder: Liberales en los años del gobierno liberal y conservadores en los años del gobierno

conservador”58, lo cual supone la subordinación de la política provincial a la nacional por causa de

la homogeneización con el gobierno de partido. Esto, ni más ni menos, fue lo ocurrido en el

occidente de Boyacá y fue la expresión de esa mecánica de manejo de instrumentos por la élite y

de reglas pragmáticas del juego que se hizo a fondo “sin un crecimiento concomitante en

organización y disciplina de partido”, que tradujo en la violencia y ruptura de la democracia.

En resumen, el ascenso al poder de Ospina Pérez se vio para los conservadores de la provincia

boyacense como la oportunidad de su reivindicación política, social y territorial. Los liberales

“habían prometido no perder el dominio sobre la plaza”59. Los conservadores no estaban

dispuestos a “perder la autoridad ganada con tanto sacrificio...”60. Se desató una bronca lucha

por el predominio local. Los guarismos electorales fueron cambiando. Los alcaldes volvieron a

ser conservadores. Monseñor Guzmán Campos nos señala la “tónica” de la lucha. “Tal vez en

ningún medio ha arraigado tan hondo la terquedad política y tal vez en ninguno se actué tan en

función del vaivén partidista...”61. Sostiene el mismo que en la región de Muzo el conflicto se

agudizó por la vecindad de Toapipí, Cundinamarca, pueblo de veredas “gemelas” de partido

contrario, y por la afluencia de personal foráneo a las minas de esmeraldas, contratado por el

Banco de la República, que las manejaba entonces, en regiones liberales de otros

departamentos, especialmente para formar; una guardia que, a su vez, se enfrentaba a la policía

conservadora62.

4.3. EL GOBIERNO MILITAR (1953-1957).

58 Pinzón de Lewin, Patricia. Pueblos, regiones y partidos. Bogotá, Fondo Editorial CEREC, Edición Uniandes, Universidad de los Andes, 1989. p. 47. 59 Sánchez, Alfonso Hilarión. Balas de la ley. Bogotá, Ed. Santafé, 1963, p. 197. 60 Ibid. p. 200. 61 Guzmán Campos, Germán. Op. cit., p. 81.

Page 39: Conflict o

39

En el panorama regional del occidente de Boyacá no puede hablarse de un cambio notable en las

circunstancias socioeconómicas durante el período de la dictadura de 1953 a 1957, ni dentro del

lapso de la junta de gobierno militar que la sucedió.

El ejército fortalecido y unido, frente al país dividido por la pugna política violenta, tomó el poder y

dada la situación de guerra de ciertas zonas, se vio obligado a militarizar las alcaldías. Fue el

caso de Muzo y Pauna.

El país vivió un impulso en las obras públicas del que recibió un importante aporte la provincia de

occidente, pues de esa época data la terminación de la construcción de la carretera de

Chiquinquirá-Otanche, de que se trató en capítulo anterior. El territorio Vásquez recibió, por

primera vez, atención por el gobierno. Este, por medio de Decreto Ejecutivo Nacional reconoció

plenamente los derechos del Departamento de Boyacá sobre los baldíos del territorio y llevó a

cabo su delimitación y demarcación. Recibió gran impulso en construcción y dotación de

escuelas. Se tuvieron las primeras “brigadas de salud” y se respiró un aire de pacificación y

normalización63. Estos beneficios habrían de traducirse en un reconocimiento posterior al

General Rojas reflejado en la aceptación electoral de la Alianza Nacional Popular (ANAPO) a

mediados de los sesenta y durante los setenta. De esa época y gracias a la pacificación

propiciada por el gobierno militar, data la ola de colonización a la que se hizo referencia en

capítulo anterior.

Es importante, por último, destacar cómo es en esta época cuando la explotación esmeraldífera

logra su más alto grado de organización y tecnificación, con la administración del Banco de la

República, tema que se explicó en el capítulo anterior.

4.4. EL FRENTE NACIONAL: UN REPLANTEAMIENTO POLITIC O.

62 Ibid. p. 81. 63 Buitrago, Silvano. Op. cit., p. 12.

Page 40: Conflict o

40

El acuerdo bipartidista, gestado en la etapa final del gobierno militar y consagrado como norma

constitucional mediante plebiscito realizado en 1957, fue diseñado con los objetivos inmediatos

de poner fin a la violencia y de sustituir el gobierno militar por uno civil, recuperando así para las

clases dominantes el control político que voluntariamente habían puesto en manos de las Fuerzas

Armadas.

En virtud de este pacto, las dos colectividades políticas tradicionales acordaron alternar en la

Presidencia de la República por cuatro turnos presidenciales y se comprometieron, también, a

compartir por igual los cargos burocráticos, “siempre bajo el supuesto de que la pugna

interpartidista conocida como el período de “La violencia en Colombia”, se desvanecería en caso

de que uno y otro partido reconocieran el derecho de su rival a compartir el botín burocrático64.

Si bien es cierto que el Frente Nacional contribuyó con éxito a disminuir el enfrentamiento armado

característico de los años 50 al desaparecer la razón misma de ese enfrentamiento con el

acuerdo entre los dirigentes de los partidos, también es cierto que, en la medida en que la

violencia no fue solamente expresión de una lucha entre partidos sino también expresión y

gestación de una profunda crisis social, muchos de los problemas sociales y económicos que le

dieron origen quedaron sin solución con el pacto bipartidista. Es decir que, aunque el Frente

Nacional fue relativamente exitoso como respuesta política e institucional al eliminar el sectarismo

excluyente característico del sistema bipartidista que lo había llevado a la crisis conocida como

“La violencia”, no generó a su vez respuestas adecuadas a los aspectos sociales y económicos

de esas mismas crisis. En su lugar generó mecanismos para frenar, cooptar y reprimir las

movilizaciones masivas y las demandas de los trabajadores, excluyendo a las clases populares

cuya presión se percibía como obstáculo para el acelerado desarrollo capitalista que las clases

dominantes habían fijado como su meta común. Esta falta de respuestas adecuadas, sumada al

carácter excluyente que asumió el sistema político a partir del Frente Nacional, llevarían al

régimen a una nueva crisis, esta vez más prolongada y quizás más profunda.

64 Naranjo, Gilberto. “Movimiento Guerrillero y Tregua”, en Serie Controversia. Nº 128, Bogotá, CINEP. 1985. p. 37.

Page 41: Conflict o

41

Los problemas socioeconómicos que venían sin solución desde los años 30, agudizados por las

nuevas contradicciones generadas por el avance del capitalismo, se encontraron frente a un

régimen que, lejos de canalizar efectivamente estas presiones y responder a ellas en forma

adecuada, las ignoraba o reprimía violentamente. Esta absoluta carencia de capacidad para

responder a las demandas de una población creciente y en continuo proceso de cambio, solo

puede ser entendida si se examinan cuidadosamente las características del régimen que emergió

en 1958.

Numerosos autores han coincidido en afirmar que el tipo de régimen surgido en Colombia a partir

del Frente Nacional puede calificarse como una democracia “restringida”, “limitada” o

“controlada”65. En efecto, aunque las características formales de la democracia liberal

representativa se conservaron a partir de 1958, la coalición bipartidista estableció por norma

constitucional un monopolio excluyente sobre el poder político, reemplazó la competencia por la

cooperación entre los dos partidos y la lucha por el control del aparato burocrático por la

repartición institucionalizada del poder. A este monopolio bipartidista excluyente se sumaron a

otros rasgos como el estado de sitio permanente, la autonomía de las Fuerzas Militares en el

manejo del orden público interno y la hipercentralización de las decisiones estatales en la rama

ejecutiva66, para acabar de conformar este régimen de “democracia restringida”.

Sin embargo, el monopolio de los dos partidos tradicionales no se implantaría sin grandes costos

para ellos mismos y para el régimen al cual sustentan. Al eliminar la competencia entre las dos

colectividades y verificarse, a los ojos de las clases subalternas, la unificación de las élites de los

partidos Liberal y Conservador -antes enemigos, ahora identificados como pertenecientes a una

65 En esto coinciden , utilizando diferentes calificativos pero refiriéndose siempre al carácter “cerrado” del régimen, varios autores. Entre ellos: Bagley, “Colombia: National Front...”; Leal Buitrago, “La Crisis del Régimen...”; Chernick, Marc W. “The Peace Process in Colombia: Democratic Opening in the Bipartisan Sistem?”, (Borrador), Uniandes, 1985; Santamaría, Ricardo y Silva, Gabriel. Proceso Político en Colombia: Del Frente Nacional a la Apertura Democrática. Bogotá: CEREC, 1984, Eduardo Pizarro sostiene este mismo argumento en dos de sus trabajos más recientes “La Guerrilla Revolucionaria en Colombia”, en Sánchez, Gonzalo y Peñaranda, Ricardo (Compiladores). Pasado y Presente de la violencia en Colombia. Bogotá: CEREC, 1986; y el “Proyecto Reformista de Belisario Betancur (notas sobre la coyuntura política nacional)”, (Borrador), 1986. 66 Pizarro, Eduardo. Ver los dos trabajos citados anteriormente. Entre estos rasgos, el que más sobresale es, sin duda, la aplicación continua del estado de sitio. Ciertamente, durante todo el período del Frente Nacional el ejército

Page 42: Conflict o

42

misma clase dominante-, se perdió la base de su arraigo en las clases populares: “La

racionalidad sectaria de la tradicional ideología de pertenencia a cada partido67. Como

contrapartida a esta unificación política de las clases dominantes -expresada en el arreglo

constitucional-, se generó un lento proceso de “despolitización bipartidista” al irse diluyendo

progresivamente la mística por los partidos y la vieja identidad copartidaria. Este efecto,

constituye según Leal, la “columna vertebral” de la crisis de legitimidad por la cual atraviesa el

régimen68.

El paulatino proceso de despolitización bipartidista o pérdida de la ideología de pertenencia a una

de las dos colectividades tradicionales, fue a la vez reforzado por el desarrollo del capitalismo que

“en su función integradora, destructora de particularismos a través del inicio de un mercado

interno y de una mayor articulación entre las clases, comenzaba a reemplazar con creces el papel

jugado hasta entonces por el bipartidismo (como factor de aglutinación social), lo que de esta

manera facilitó la disminución de su importancia69.

Resulta muy significativo el que el Departamento de Boyacá, desde el comienzo, entró en

contradicción con el Frente Nacional. La respuesta mayoritaria al texto que se votó en plebiscito

nacional según convocatoria del Decreto Legislativo Nº 247 de 1957 emanado de la Junta Militar

de Gobierno que había reemplazado al General Rojas Pinilla tras su abandono de la presidencia

el 10 de mayo de ese año, fue negativa; y de igual forma la región en estudio votó “NO” a la idea

de implantar un nuevo régimen basado en la coparticipación. Es asimismo de importancia

resaltar la gran participación de votantes. La última elección presidencial atrajo a las urnas en

1949 a 10.076 electores en la región y a 150.192 en el Departamento de Boyacá; en el plebiscito

de 1957 sufragaron 18.845 en la zona y 275.305 en el Departamento. Empezaba la participación

femenina en las elecciones, y desde entonces, se registró un aumento en el número global de

del poder político se desarrolló aplicando el artículo 121 de la Constitución Nacional. A este respecto ver: Gallón, Gustavo. 15 años de estado de sitio en Colombia. Bogotá: Editorial América Latina, 1980. 67 Leal Buitrago, Francisco. “La Crisis del Régimen Bipartidista ” Estado y política en Colombia. Bogotá, Siglo XXI, 1984. p. 145. 68 La explicación más completa de las causas y los efectos de este proceso de despolitización bipartidista se encuentra en Leal, “La Crisis del Régimen Bipartidista”, en Estado y Política... 69 Ibid. p. 146.

Page 43: Conflict o

43

votantes, respecto de la etapa anterior. Para el período del Frente Nacional la votación en

elecciones presidenciales se distribuyó de la siguiente forma:

ELECCIONES PRESIDENCIALES

AÑO VOTANTES REGION VOTANTES DPTO.

1958 17.458 200.511

1962 14.692 151.560

1966 8.839 148.280

1970 12.999 199.481

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil.

Un factor explicativo del aumento global, respecto a la etapa anterior a la dictadura es el aumento

poblacional causado por la colonización de las tierras bajas de Muzo, esto es, Quípama y La

Victoria, la región de Tununguá en Briceño y el territorio Vásquez; en San Pablo de Borbur y

Otanche, además, desde luego, de la participación femenina.

Sin embargo, no ocurre ahora lo que en la década de los treinta y los cuarenta. La población

electoral no se “inclina” hacia determinado partido. No es cuestión de registrar electoralmente la

lealtad al partido, sino de solidarizarse con el partido; lo que cuenta es participar como partido en

la elección. La legitimidad del gobierno ya no proviene de la fuerza que tenga en las urnas, por

el contrario, de la participación de los dos partidos, depende la legitimidad del sistema.

En la provincia en estudio, las mayorías conservadoras son claras y contundentes en las

sucesivas elecciones para miembros del Congreso. En 1958 para Senadores; en 1960 para

Representantes a la Cámara; en 1962 para Senadores; en 1964 para Representantes. En este

año empieza a perfilarse, con muy buena acogida el nuevo movimiento definido como

conservador por necesidad del pacto constitucional del Frente Nacional, de la Alianza Nacional

Popular -Anapo- fundado y dirigido por el general Gustavo Rojas Pinilla. Empieza con una

Page 44: Conflict o

44

notable votación para la Asamblea Departamental de Boyacá. En 1966, ya la Anapo se disputa

electoralmente la región con el partido conservador para el Senado y, con una disminución

sensible para la Cámara en las elecciones de 1968, vuelve a mostrarse fuerte en la de Senadores

en el año de 1970 y de Diputados del a 1972. Durante toda esta fase, la participación para el

Congreso por el partido liberal es muy estable, alrededor de los 2.000 - 2.500 votos. El

partidismo de participación electoral ha cumplido su misión de equilibrar el sistema. La

persecución interpartidista ha concluido.

Page 45: Conflict o

45

5. LA GESTION DEL CONFLICTO SOCIAL

En 1960 llega a la zona limítrofe de Santander y occidente de Boyacá Efraín González. Venía del

Quindío, donde había protagonizado algunos hechos violentos. Nacido el 20 de octubre de 1933

en la Villa de Jesús María, Departamento de Santander, Carlos Efraín, según su partido de

bautizo, fue “el viejito” o “Juanito” o “el compadre Juan” o “el siete colores” según el grado de

confianza o de imaginación de quienes lo trataron70.

No es el objetivo de este trabajo ni es el lugar apropiado para ensayar la etopeya ni el perfil

psicológico de González; la imagen que recuerda el país es la del “bandolero” responsable de

más de 118 muertes: 21 miembros de las fuerzas militares, 5 autoridades civiles y 92 ciudadanos

rasos, quien había iniciado sus actividades delictivas en Caldas y tuvo su principal centro de

operaciones en el sur de Santander y el occidente de Boyacá71. Esta imagen ha desdibujado la

otra, la del tipo bajito y delgado de mirada penetrante y una extraña apostura72, de cuya

personalidad “emanaba una fuerza tremenda; no precisamente por la arrogancia física indudable,

sino por un algo que al hablar, al moverse, e inclusive al estarse quieto, creaba a su alrededor

una especie de campo magnético”73. La imagen de un hombre desconcertante que dio pie a un

mito en torno a la admiración de muchos, la obediencia de algunos y el trágico amor de varias

mujeres, cuya muerte el 9 de junio de 1965, en un oscuro barrio del sur de Bogotá, se volvió más

importante por el patético despliegue de fantasía y habilidad de los cronistas que por el

impresionante despliegue militar del ejército colombiano, digno de una batalla campal, frente al

coraje de un hombre solo.74

70 Alba, J. Tito. Vida, confesión y muerte de Efraín González. Bogotá, Tipografía Bermúdez, 2a Edición, 1971. p. 18. 71 Ibid. p. 84 a 90. 72 Entrevista de los autores con Angel María Vargas, Bogotá, julio de 1992. 73 Alba, J. Tito. Op. cit., p. 77. 74 Ibid. p. 151 y ss. Entrevista con Angel M. Vargas.

Page 46: Conflict o

46

Efraín González se presenta inicialmente como “vengador” de las afrentas padecidas por los

conservadores. Por eso, sus primeras acciones están enfiladas contra los jefes liberales de

Chiquinquirá (Pedro Alejandro y Joseso Cortés) y de Santander (Carlos Bernal). Recibe el apoyo

de los conservadores de la región. Al tiempo es el “castigador” de los conservadores

“desteñidos”, a quienes aplica sanciones que van desde la simple amonestación hasta la muerte.

Su primera impresión es la del luchador y reivindicador del honor político de los conservadores.

Adicionalmente se convierte en el “pacificador” de la región; es el encargado de ponerle orden al

caos naciente por el interés despertado en las minas de Peñas Blancas, descubiertas en 196075.

Ningún individuo o grupo escapa a su control. A su condición de luchador político se añade la de

árbitro social. De esta manera se gana el respeto, el aprecio y la protección de los primeros

“esmeralderos” favorecidos por la fortuna; entre ellos, Parmenio Molina, Isauro Murcia y su

hermano Olmedo, Pablo Emilio Orjuela y su hermano Lalay, y otros menores. A esta altura de su

marcha, su carisma personal hace el resto, lo engrandece y lo llena de gloria, las historias sobre

su habilidad y su intrepidez, su heroísmo y su magnetismo lo mitifican en vida y lo convierten en

un personaje distante con misteriosa aura de prestigio.

Su lucha se hace compleja. Su perfil inicial, de político conservador ortodoxo, toma un sesgo al

involucrarse con algunos jefes del entonces nacimiento movimiento de la Alianza Nacional

Popular -Anapo-, fundado por el General Gustavo Rojas Pinilla y su prestigio se nubla con actos

sombríos como el despiadado asesinato de “la Mona”, la hermosa mujer que lo había seguido

desde el Quindío, acusada de infiel y la masacre de campesinos indefensos en un bus de línea

de la flota Reina para asegurarse la muerte de un hombre a quien juzgaba su enemigo; o la orden

implacable de fusilar a Virgilio Salinas, su presunto amigo, para “no correr el riesgo de que

mañana cometa alguna barbaridad que a todos nos perjudique”76. Finalmente colma la medida el

secuestro del hijo y el nieto de un conocido ganadero de la región de nombre Martín Vargas, no

motivado por razones políticas, sino por un curioso ánimo de lucro que explicó al doctor Benjamín

Burgos, quien actuó obligadamente como intermediario entre Efraín y la familia Vargas, de la

siguiente manera: “dinero yo no quiero ni lo necesito. Si lo exijo no es para mí, sino para ayudar

75 Cfr. El capítulo sobre explotación y tratamiento de las esmeraldas. 76 Alba, J. Tito. Op. cit., p .98.

Page 47: Conflict o

47

a la gente pobre... con esta plata compraré armas, claro, pero también compraré drogas para

aliviar sus dolencias, alimentos para los chiquitos...”77. Pero lo cierto es que a la postre ese

secuestro no le produjo dinero.

Luego de estos actos depredatorios y tras varios escapes espectaculares de los cercos del

ejército, la prolongada y cada vez más cruenta persecución lo debilita. Es grande el apoyo que

obtiene de la región de occidente. Se salva milagrosamente de una emboscada que le tiende el

ejército en el sitio de la Palmera en Santander donde, gravemente herido, logra burlar el ataque y,

tras un fatigoso rodeo por Moniquirá en Boyacá logra llegar a Muzo donde es atendido y protegido

por sus amigos. No había acabado de reponerse de esa caída, cuando en un viaje de incógnito a

Bogotá, ya la delación, ya el trabajo de inteligencia del ejército lo conducen al fatal desenlace.

Con su muerte “desaparece la magia” como bien lo afirma un personaje de la región.

Efraín González aparece entonces en una penumbra entre vengador justiciero, defensor de

humildes, brazo armado de una nueva élite regional y esforzado campeón de una raza orgullosa

de su reciedumbre. Al decir de E. Hobsbaum, encarnaría “una forma más bien primitiva de

protesta social organizada, acaso la más primitiva que conocemos... lo ven así los pobres que,

por lo mismo protegen al bandolero, le consideran su defensor, le idealizan y le convierten en un

mito”. Es el perfil del “bandolero social” que reproduce las formas primitivas de rebeldía.78

La riqueza de la mina de Peñas Blancas atrajo pronto miles de personas de todo el país, entre

quienes llegaron “mineros de tradición, aventureros, jugadores profesionales, comerciantes,

vendedores de bebidas y comestibles que cobraban precios astronómicos por sus artículos e

individuos de baja estofa que medraban en el nuevo paraíso de las esmeraldas”79. Estos nuevos

pobladores introdujeron las armas y con ellas la desconfianza y el temor entre los vecinos de la

región, lo que obligó a muchos a emigrar en los nuevos y desacostumbrados acontecimientos.

Para la gente vernácula esta “invasión” de personas, de usos y de mentalidades, significó una

77 Ibid. p. 75. Entrevista con Angel M. Vargas. 78 Hobsbaum, Eric. Rebeldes primitivos. Barcelona. Ed. Ariel, 1958. p. 27. 79 Martín, Félix María. La guerra de las esmeraldas. Bogotá, Ed. Baal, 1972, p. 297.

Page 48: Conflict o

48

verdadera desmoralización80. Este ejército de esperanzados en la rápida fortuna y de

aventureros de la exótica vida en el socavón visto como umbral de oro mundo mejor, fue el

germen del desequilibrio entre las fuerzas de producción de la región, así como la causa de las

transformaciones socioeconómicas, de desadaptación y desintegración de la comunidad al

desarrollo de la economía moderna, vertiginosamente introducida por ellos y de la alteración

ideológica que llevó a la desviación de los valores éticos y los principios jurídicos. Igualmente,

entre estos nuevos pobladores habrían de surgir los líderes de también nuevos grupos,

verdaderos núcleos de fuerza que inducirían la lucha por el poder local, buscando caminos

distintos a los de los partidos políticos tradicionales y la simple contienda electoral y que, al

centrar sus actividades sobre la explotación esmeraldífera, atraerían por fuerza de gravitación

social, a toda la sociedad. El conflicto pasaría en adelante, de la lucha polarizada entre partidos

a la lucha centrada sobre el control de la riqueza proveniente de la mina en sus fases de

exploración, explotación, comercialización y utilidades, y la política partidista empezaría a

adaptarse, cuando no a subordinarse, a este nuevo prospecto.

En esta época ocurre un cambio trascendental. Hasta ahora las políticas nacionales y las

estrategias de base histórica, habían tenido consecuencias directas para el comportamiento

político-defensivo regional y permitían incluso atender la región en función de ellas, pero ahora

comenzaba un proceso distinto, abiertamente contrario, consistente en el surgimiento de una élite

regional de acción y comportamiento autónomos, con intereses y objetivos sociales y económicos

locales precisos. Definitivamente, principiaba una nueva fase caracterizada por los rangos de

poder situacional en la que el poder organizacional y sistemático del gobierno, el Estado y la

sociedad se alejaban y en su distancia, solamente se percibirían a través de acciones represivas,

gestiones precarias y omisiones permanentes.

En esta fase empiezan a surgir los primeros líderes regionalistas, al interior de los grupos que

venían conformándose, todos ellos aceptados y prohijados por Efraín González. Todos los

grupos de esmeralderos tienen así un tronco común en la amistad y el juego de admiraciones y

lealtades por Efraín. El perfil de este nuevo liderazgo tiene connotaciones muy especiales. Se

80 Buitrago, Silvano.Op. cit., p. 100.

Page 49: Conflict o

49

identifican con “su” grupo, el de los amigos que los vieron “empezar”; generalmente provienen de

origen humilde, poseen un carisma que aglutina otros a su alrededor, destacan por su habilidad

para los negocios, por su beligerancia, por su destreza, su intrepidez y habilidad en el manejo de

las armas, por su valor y hasta por su apostura personal y, desde luego, por su capacidad de

jefatura que se pone a prueba en la defensa y solidaridad con los “suyos” y por la frialdad,

arrogancia y crueldad con los “enemigos” y por cierto aire de majestuosa generosidad. Allí está a

semilla del “patronazgo” que con los años llegaría a desarrollarse hasta producir el tipo de líder de

la guerra de los años ochenta y que, como se verá, es el gestor, controlador y conductor del

proceso de paz. Allí se perfilaron y emergieron los “patrones”, como se les llama, o “duros” o

“propios”, y allí los “jefes militares” que, por su talento natural condujeron las acciones guerreras y

fueron el brazo derecho de los patrones, hasta formar entre todos ellos una determinada

simbiosis que produjo a la postre, y sobre ella prácticamente descansa, el proceso de paz, el

“líder cívico” que cumple funciones políticas y de control social y es enlace entre patrones y jefes

políticos tradicionales, y cuya tarea ha sido la de manejar la política de militancia partidista y el

proyecto socio-político en la medida en que ha venido desarrollándose. Pero, esto es materia del

análisis final del trabajo. Lo importante es destacar que, dentro de estas formas y a comienzos

de los años sesenta, empezaron a surgir los primeros líderes en torno a sus respectivos grupos.

Así, para los tolimenses llegados a la región, los hermanos Virgilio y Alberto Avila y los hermanos

Espitia; para los guayatunos (de Guayatá, Boyacá) los hermanos Gutiérrez; para los de Otanche y

Borbur, Gustavo Espitia célebre por su apodo de “el mosco”, hijo de un viejo jefe regional

conservador; para los de Albania y Florián (Santander), los hermanos Flórez y, desde luego, en

principio, el mismo Efraín González y luego sus hermanos que le sobrevivieron, de nombres

Valentín, Absalón y José, y los hermanos Ariza, parientes de éstos, entre los que se contaba

Humberto, “el Ganso”, quien después jugaría un papel muy importante y, para la fecha de la

muerte de Efraín, estaba preso en la cárcel de la Picota en Bogotá. Otros grupos notables fueron

el de Francisco Vargas, conocido como “Pacho Vargas”, oriundo de Aquitania en el Departamento

de Boyacá y radicado en Otanche desde los primeros años sesenta; el de los Molina, Parmenio y

Modesto, tíos y protectores del entonces joven Gilberto Molían, originarios de la región

cundinamarquesa de Rionegro y establecidos en el poblado de Quípama a la sazón

pertenecientes al municipio de Muzo; grupo éste muy allegado al de los hermanos Isauro y

Page 50: Conflict o

50

Olmedo Murcia. Estos dos grupos, a su vez, eran muy unidos y acataban al de los hermanos

Pablo Emilio y Lalay Orjuela de anterior conformación y de prestigio regional más antiguo.

Estaban también el grupo de los hermanos Benito y Pedro Méndez con su hermano medio

Alonso Mora; el de los hermanos Quintero, José, Víctor, Marcos y Manuel, procedentes de la

zona de Chivor en el oriente de Boyacá vinculados de atrás a la actividad esmeraldífera.

Alrededor de estos grupos que podemos tener por principales, existían otros menores y

descollaban algunos personajes individualmente como comerciantes de esmeraldas. Era el caso

de Mario Morera en Muzo, Luis Enrique Forero en San Martín, Inspección de Policía de San

Pablo de Borbur, los hermanos Rincón también en Muzo, los hermanos Rodríguez en el caserío

de Santa Bárbara, municipio de San Pablo de Borbur, junto con los hermanos Miguel y Pablo

Castellanos, oriundos del mismo lugar quienes eran conocidos como comerciantes de ganado,

madera y productos agrícolas como les ocurría a casi todos los que eran oriundos de la región, tal

era el caso de Domingo Salinas, en el sitio de Calcetero cercano a San Martín y Santa Bárbara,

de Alvaro Sánchez, quien se hizo muy amigo de los Molina y los Murcia, y de Julio Silva, afamado

por su afición a los gallos finos de pelea. Todos ellos, con excepción del último de los

nombrados, caracterizados por una militancia practicante en el partido conservador81.

Durante los cinco años subsiguientes a la muerte de Efraín González, entre 1965 y 1970, estos

grupos, unos más que otros, fueron consolidándose social y económicamente y algunos de sus

líderes alcanzaron significativo prestigio regional. Era la época de consolidación del Frente

Nacional. En la región se votaba por los candidatos del partido conservador, con una tendencia

hacia el grupo Ospino-Alzatista, llamado así por haber sido liderado en sus comienzos a nivel

nacional por los dirigentes Mariano Ospina Pérez y Gilberto Alzate Avendaño, con una ideología

de orientación “Social-Cristiana”82, separatista respecto al conservatismo ortodoxo de Laureano

81 Todos estos datos fueron recopilados por los autores en charlas y entrevistas con varios testigos residentes en la zona en los años sesenta y setenta y con algunos de los nombrados, a lo largo de los años de 1990, 1991, 1992 y 1993. Se ocultan los nombres de los que voluntariamente así lo quisieron, pero pueden citarse, entre otros, Luis Murcia Chaparro, Pablo Elías Delgadillo, Gilberto Rodríguez, Edgar González (q.e.p.d.), Myriam Castro Vda. de Castellanos, Gabriel Parra, Ignacio Obando, Gilberto Barrera, Martín González Rojas, Gilberto Ortiz, Orlando López y, en general todos los miembros del Comité de Normalización, Verificación y Desarrollo del Occidente de Boyacá. 82 Bautista Olaya, Darío. El Personaje y los hechos. Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p. 314.

Page 51: Conflict o

51

Gómez, y a nivel departamental, por el Senador Luis Torres Quintero. La provincia votó

mayoritariamente la presidencia del conservador Guillermo León Valencia en 1962 y la del liberal

Carlos Lleras Restrepo en 1966, en cumplimiento del pacto político del Frente Nacional, pero,

asimismo, empezó a manifestar su inclinación por los candidatos de la Anapo en esa segunda

mitad de la década de los sesenta83. Era entonces el fenómeno que hemos detectado como de

solidaridad partidista, en donde ya no importaba tanto la lucha partido contra partido, sino que

estaba en juego el proyecto político “frentenacionalista” que vinculaba otro tipo de lealtades.

Este, sin duda, permitió que se desviara la atención de lo nacional a lo regional en los términos

atrás expuestos.

5.1. ORIGENES DE LA GUERRA.

Para la época de la muerte de Efraín González, su paisano y pariente Humberto Ariza, mejor

conocido como “el Ganso”, estaba preso en Bogotá. Algunos de los jefes de los grupos citados,

ante la entrega por el Banco de la República de la administración de las minas de Coscuez y

Muzo a Ecominas84, resolvieron unirse para defender sus intereses frente a la nueva

administración. La verdad es que todos ellos habían hecho alguna fortuna con las esmeraldas,

pero sin ser parte de la institución minera, es decir, sin estar vinculados al banco. Eran, en el

contexto de la organización institucional unos insurgentes, contra-institucionales y, en el caso de

la explotación de la mina de Peñas Blancas, eran marginales o para -institucionales y, por causa

de la legislación vigente, eran ilegales. La nueva administración de Ecominas no dio y planteó

solución alguna al caso y, por el contrario, como se dejó visto en el capítulo anterior, su gestión

fue un fracaso, por lo que tuvo que cerrarse la explotación oficial de las minas.

Los jefes de los grupos ya unidos se consolidaron y pronto fueron conscientes de tener un gran

poder económico que los situó ante la perspectiva de crear un monopolio en el comercio de

esmeraldas lo que, a su vez, los llevó a la conclusión de que necesitaban ejercer una autoridad

efectiva en la región que no existía desde la muerte de Efraín. Fue entonces cuando pensaron

83 Registraduría Nacional del Estado Civil, Bogotá. Datos Estadísticos. 84 Cfr. Capítulo sobre tratamiento y explotación de las esmeraldas.

Page 52: Conflict o

52

en reemplazarlo por alguien que, representado de alguna manera su prestigio, ejerciera

efectivamente esa autoridad cuya ausencia era ostensible. De esa manera Isauro Murcia,

“Pacho” Vargas, Alvaro Sánchez, Parmenio Molina, Virgilio Avila, principalmente, decidieron que

la persona indicada para ejercer esa representación era “el Ganso” Ariza, porque ellos solos no

estaban en capacidad de controlar la situación que, poco a poco, se empezaba a tornar violenta

y, de otra parte, también se daban cuenta que el ejército y la policía tampoco ofrecían garantía de

asegurar ese control. Entonces, ellos planearon “la fuga” de Ariza interceptando el vehículo

oficial en el cual sería transportado por las calles de Bogotá desde la cárcel hasta el despacho del

juez para la práctica de una diligencia “decretada” por éste, a quien se consideraba un funcionario

“blando, sensible al dinero”. Ciertamente lo hicieron y condujeron a Ariza hasta la zona minera

para que “entrara a desempeñar sus nuevas funciones”85.

A partir de entonces empezó a consolidarse un nuevo grupo resultante de la alianza entre líderes

plenamente identificados, defendidos por la prestigiosa tutela de “el Ganzo” Ariza al que la gente

empezó a llamar “la pesada”, que constituyó el primer monopolio de las esmeraldas en el sector

privado, abriéndole a sus miembros la posibilidad de acumular rápidas fortunas. Al auge de su

comercio ayudaron las relaciones de éstos, adquiridas desde los primeros años sesenta, con los

comerciantes de esmeraldas de mayor nivel que conocían el mercado y disponían de las

conexiones necesarias en el exterior del país.

El surgimiento de “la pesada” respaldada en principio por el prestigio de Efraín González en

cabeza del “Ganso” Ariza, como un monopolio del comercio de esmeraldas y, por ende, como

una fuerza económica poderosa y excluyente empezó a causar malestar. El camino de la mina

de Peñas Blancas al poblado de Borbur era áspero, abrupto y solitario. En el sitio llamado “Paso

de los Micos”, escarpado y peligroso, empezaron a cometerse asaltos; en uno de tantos, cayó un

hermano de Gustavo Espitia “el Mosco”, personaje de gran ascendencia y aprecio en la región.

Las murmuraciones empezaron a responsabilizar de éste a otros crímenes, atracos y asesinatos,

que vinieron luego, a los integrantes de “la pesada”, a quienes se acusaba de facilitar de esa

manera la adquisición de piedras valiosas y de evadir su pago. Aquí empieza el conflicto entre

85 Martín, Félix María. Op. Cit., p. 493.

Page 53: Conflict o

53

esmeralderos, y entre ellos exclusivamente sin consideración a otro tipo de motivaciones, menos

de tipo político partidista. Antes de 1970 ya la suerte de algunos de los líderes del grupo había

sido determinada por la muerte violenta. Emilio Orjuela, acusado de ser el delator de Efraín

González, fue asesinado en Bogotá por un individuo de truculento historial llamado “El Mono”

Galindo quien, a su vez, habría de caer muerto a manos del ejército unos días después en las

cercanías de Muzo, con la presunta autoría intelectual de los hermanos Pablo y Segundo Rincón

y de Mario Moreras, competidores suyos de las esmeraldas. Los hermanos Rincón fueron

asesinados en Chiquinquirá y Moreras en Bogotá, pocos días después y, el mismo día de la

muerte de éste, pistoleros emboscados mataron otras doce personas de su grupo en la zona

minera. Alvaro Sánchez, hombre aprestigiado por su valor y entereza que no forjó un grupo, pero

fue muy cercano a Isauro Murcia moriría también por arma de fuego en Bogotá en 1971. “El

Mosco” Espitia, acaso muy sentido por la suerte de su hermano y por el giro que tomaban los

acontecimientos se retiró de la región y se tiene constancia de que aun vive en el Departamento

del Meta86.

5.2. LA PRIMERA GUERRA DE LAS ESMERALDAS (1970-1973 ).

La forma en que se constituyó “la pesada”, su rápida acumulación de dinero, su exclusividad,

pronto dio gran poder a sus miembros que, para 1970, eran precisamente Isauro Murcia, Olmedo

Murcia, Virgilio Avila, “Pacho” Vargas, Alvaro Sánchez, Benito Méndez y Parmenio Molina.

Posiblemente solo se dedicaron a fortalecerse, a negociar en grande y actuar

independientemente, pero esa misma actitud los fue alejando del resto de la gente y les dio una

imagen de excluyentes, ambiciosos, prepotentes, arrogantes y displicentes con los demás que

poco a poco, con su voluntad o sin ella, los fue convirtiendo en un grupo homogéneo y cerrado.

Humberto Ariza, por su parte, era el hombre que simbolizaba ese poder que ellos ostentaban,

era, a los ojos de la gente, su representante armado, era el jefe de seguridad del grupo, era su

comandante militar. Prófugo de la justicia y presunto heredero del prestigio de Efraín González,

era temido y acatado en la región.

86 Datos recopilados por los autores en entrevistas varias a testigos, Ibid. cita 69.

Page 54: Conflict o

54

Empezaron entonces a reclutarse jóvenes recién llegados y aun jóvenes de la provincia, para

formar un grupo de base, un pie de fuerza que empezó a conocerse con el remoquete de “los

pájaros”. Inicialmente prestaban el servicio de guardaespaldas de los nuevos líderes o patrones.

Se les empezó a llamar lugartenientes de uno u otro personaje lo cual, a su vez, les daba cierto

prestigio entre sus iguales. Se capacitaron en el uso de las armas de fuego, en el conocimiento

de la región y fueron desarrollando una estructura de jerarquías y lealtades que permitía detectar

su posición y rango dentro del grupo, según su cercanía a los patrones o en particular a uno de

ellos. Estos nuevos reclutas eran los encargados de ejecutar las órdenes de aquéllos y, en

especial, cumplían funciones de seguridad. Las autoridades regulares, incapaces de controlar la

situación o simplemente neutralizadas por el temor o las dádivas, optaron por “dejar hacer y dejar

pasar” y terminaron doblegados ante la voluntad de los nuevos amos. Se quebró así la autoridad

del Estado y se excluyeron los principios de legalidad, justicia y ética. El monopolio de la fuerza

pasó por completo a manos privadas y, bajo presiones y amenazas, comenzó a regir la “ley del

silencio” y la más abierta impunidad.

“El Ganso” considerándose a sí mismo lo suficientemente fuerte y poderoso y aprovechando su

ascendencia entre las gentes de la región, se declaró contrario a los procedimientos y usos de “la

pesada”; los denunció como autores de muchos de los crímenes cometidos, protestó no haber

participado en ellos y aun haberse opuesto. Los líderes lo desmintieron públicamente y, por el

contrario, lo acusaron de ser el autor de atracos, robos, asesinatos, especialmente de uno

recientemente perpetrado contra las oficinas de la Caja Agraria de Otanche el cual, por cierto,

obligó a los directivos al cierre de la misma. Empezó entonces una confrontación abierta de “el

Ganso” contra “la pesada” y los hechos violentos se precipitaron. Estos señalaban su condición

de prófugo y delincuente común y se aliaron con la fuerza pública, policía y ejército, en su contra.

“El Ganso”, a su vez, se volvió hacia la gente oriunda de la región, predicaba un discurso

“regionalista”, contra los elementos foráneos a quienes responsabilizaba de haber venido a

sembrar discordia. Pedía a los nativos recordar cómo Efraín González había sido el defensor de

la provincia que ahora, unos advenedizos, usufructuando su prestigio tomaban como base para

montar un aparato de explotación, persecución e intimidación contra ellos. La guerra fue breve.

Page 55: Conflict o

55

Prontamente se armaron con pistolas de reacción; apareció la “Browning”, empezaron a utilizar

como medio de transporte el campero “Nissan”, con colores de identificación según el grupo y la

indumentaria evolucionó hacia una mezcla del tipo “western” de las películas norteamericanas y

“charro” de las mejicanas. Atrás quedó la indumentaria campesina de alpargatas, pantalón de

dril, camisa blanca y sombrero de jipa quebrado al frente. Acaso con las botas, las chaquetas

americanas, los “jeans”, el sombrero alón, lo único que sobrevivió fue el “poncho” de tela para

secarse el sudor y el carriel terciado para llevar la pistola y el dinero.

Al grupo de “el Ganso” se sumaron las familias Barrera García, López Walteros, Salinas,

Castellanos, Sánchez, González Téllez, entre otras representantes de la región, quienes

aceptaron su concepto y pronto dominaron todo el territorio desde Chiquinquirá, por Pauna y

Borbur hasta Otanche, contando con el respaldo de la gente de Maripí, Briceño, Buenavista y

Coper. Los líderes de “la pesada” tuvieron en tanto que radicarse en Bogotá, contando con algún

acceso a Muzo, y desde la capital armar y dirigir su gente infiltrada en la región. Para esos, las

únicas salidas eran la vía Otanche-Puerto Boyacá todavía sin carretera, a través de las selvas del

Magdalena Medio y la Serranía de los Quinchas, o las trochas de Muzo y Otanche hacia Yacopí

en Cundinamarca.

La guerra tuvo su principal centro de acción en Otanche, desde donde, bajo el mando del Alcalde

Alvaro Bustos, se organizaron grupos de muchachos que hostigaban a los secuaces de “el

Ganso” convirtiéndose en los representantes de la autoridad legítima y la ley, frente al prófugo, el

asaltante, que ya no el bandolero social. Sus aliados eran tachados de ser simples cómplices y

renegados. Entre tanto, desde Bogotá, Murcia, Vargas y Molina, actuaban ante las altas esferas

de la policía, el ejército y el gobierno para buscar la forma de que las autoridades se hicieran

cargo de la situación y lanzaran contra “el Ganso” y su cuadrilla todo el peso y rigor de la ley, la

justicia y la autoridad legítima. He aquí un punto de suma importancia. Los jefes de “la pesada”

proyectaban la imagen de ser comerciantes honrados, personas de bien que servían a la región y

trabajaban limpiamente, mientras que Ariza y su gente aparecieran como delincuentes comunes

que intimidaban y expoliaban la gente de la región.

Page 56: Conflict o

56

Ariza instala su cuartel general en derredor del yacimiento de Coscuez. Allí se hace fuerte y se

enriquece al amparo de la quebrada que lleva la carga de la mina e institucionaliza la guaquería,

ejerciendo sobre ella un estricto control en cuanto a las personas que la practican, así como

sobre el comercio. El asalto a una patrulla mixta, compuesto por agentes del F2 de la policía

nacional y algunos civiles en 1971 propicia la participación decidida de la policía contra los

hombres del “Ganso” lo que, como reacción, aumenta la beligerancia y contundencia de los

ataques por parte de éstos en sitios públicos y residencias privadas. Un operativo de la policía

logra capturar a Ariza a finales de 1971, pese a lo cual, la guerra se prolonga todavía año y medio

aproximadamente. Bustos, el Alcalde de Otanche, se ve obligado a abandonar la región; el

gobierno departamental lo traslada a la Alcaldía de Guicán, lejos del escenario de los

acontecimientos. Con Ariza caen Absalón González (hermano de Efraín) y Virgilio Delgado.

Poco a poco la policía iría capturando a los amigos de éstos que representan alguna importancia

en la contienda, o dándoles de baja. Así “la pesada” ganaba la guerra y retornaba la calma a la

región, pero como consecuencia de las audaces acciones de sus enemigos, habían caído Virgilio

Avila en un espectacular abaleo en la calle catorce de Bogotá, desde entonces estigmatizada con

el mote de “la calle de los esmeralderos”, Olmedo Murcia y Parmenio Molina, en sus propias

casas de residencia, en golpes no menos cruentos y sonados.

La principal consecuencia de esta primera confrontación, o primera fase de la confrontación, fue

la devastación de la región y la emigración de grandes cantidades de gente. Si entre 1951 y 1964

la tasa de crecimiento anual, según estimativo del PNR, había sido del 3.11% de 1964 a 1973,

descendió al 0.46%87, y datos oficiales señalan entre 1970 y 1973, la suma de 670 muertos

violentamente y un número un poco mayor de heridos88.

5.3. LA PRIMERA PAZ (1973-1976).

87 Presidencia de la República y PNR Departamento de Boyacá. Plan Regional de Rehabilitación: Estrategias y Realizaciones. 1986 - 1990. Bogotá, mayo de 1990. p.30. 88 Guerrero Barón, J. La Economía Esmeraldífera y la Violencia: La micro-historia institucional y contra institucional. Tunja U.P.T.C., sin fecha. p . 246.

Page 57: Conflict o

57

Encarcelados Ariza y sus principales lugartenientes, muertos los otros, retornó la calma a la

región, al amparo de la cual se despertó nuevamente una “fiebre verde” que atrajo a la región

miles de personas de todo el país, otra vez en busca de fortuna rápida y otra vez con sus

secuelas de conflictos. Desde 1973 a 1976, como se vio en el capítulo anterior, las minas de

Muzo y Coscuez estuvieron cerradas para la explotación oficial, pero la guaquería continuó a gran

escala y la mina de Peñas Blancas siguió produciendo a mayor ritmo. Se amasaron grandes

capitales y comenzó naturalmente a surgir, sin control alguno, un nuevo grupo de hombres

adinerados y poderosos. Los ya curtidos, como Isauro Murcia y Francisco “Pacho” Vargas, se

afianzaron el primero en Muzo y el segundo en Coscuez y Peñas Blancas, y junto al primero, fue

conformándose otro grupo integrado principalmente por Benito Méndez, Julio Silva, Víctor

Carranza, Darío Pachón y Gilberto Molina. Para contrarrestar el inmenso flujo de gentes de todo

el país y para tratar de poner algún orden y pensando en prevenir desastres similares a lo

ocurrido en los tres años anteriores el ejército elaboró el denominado “Plan Esmeralda”, cuya

dirección se encomendó a los generales Valencia Tovar y Matallana Bermúdez, en ejecución del

cual, en un vasto operativo a mediados del año 1976 militarizaron la zona esmeraldífera y con el

apoyo táctico de la policía nacional lograron ejercer un control sobre las grandes masas de

guaquero y aventureros llegados a la región y mantener a ese nivel un principio de orden.

Lamentablemente cumplidos estos objetivos puntuales cesó la militarización y la situación quedó

a cargo de la policía nacional, sin los elementos y el personal suficientes para un vasto operativo

táctico y estratégico como el que se realizara inicialmente, de manera que para el segundo

semestre de 1976 la región, si bien había sido “limpiada” de la presencia de muchos pobladores

ocasionales, estaba desprotegida y sin la garantía de control suficiente89.

A mediados de 1975 ocurre en Otanche el homicidio de dos hermanos de “Pacho” Vargas, de

cuya autoría se sindica a Daniel Bustos Ortega, apodado “El Chamizo”, sobrino del ex-alcalde

Alvaro Bustos, por entonces ausente de la región pero quien había tenido significativa importancia

en la primera guerra, como se vio atrás. Este incidente “volteó” a Vargas en contra de sus

antiguos socios y amigos de “la pesada” y, por ende, lo colocó frente a los nuevos amigos de

éstos lo cual lo llevó a buscar el apoyo de los hermanos de Ariza y de otras personas que

89 Ibid., p. 246.

Page 58: Conflict o

58

recientemente se habían hecho o se estaban haciendo a la sazón fuertes en Coscuez. Tuvo

origen así la segundo fase de la guerra.

5.4. LA SEGUNDA GUERRA DE LAS ESMERALDAS (1976-1977 ).

Se trata de una etapa de apenas un año de duración caracterizada por un enfrentamiento

sumamente violento y cruel, más refinado, con mejor armamento, con mayor conciencia de su

papel y con acciones impresionantes por su osadía, su audacia y, cabe decirlo, su valentía. En

este enfrentamiento terminaron de aniquilarse familias enteras que, en el primero, habían tendido

algunas bajas. Fue el caso de la familia Chacón Núñez de Otanche, cuyo padre Luis había sido

asesinado en 1971; en esta ocasión perecieron Alberto, personero de Otanche, asesinado en un

bus de línea intermunicipal en el trayecto entre Otanche y San Pablo de Borbur y sus hermanos

Luis y José; fue igualmente el caso de la familia Castro, cuya madre Lucía y su hijo William

habían parecido en la primera guerra, ella asesinada también en un bus de línea intermunicipal

(el primer caso de esa modalidad), el padre, Guillermo, había sido muerto en riña antes de 1970

y, en esta ocasión murieron los dos hijos sobrevivientes.

A Francisco Vargas se unieron entonces los hermanos Gilberto y Germán Barrera García, los

hermanos Laureano y Pedro María López Walteros, los hermanos Florindo, Omar y Mariano

Salinas y los hermanos Triana Vanegas, estos últimos antiguos militantes y colaboradores de “la

pesada”.

Entre los hechos relievantes de esta confrontación están los asesinatos de Pedro María López en

cercanías de Otanche y de su hijo Vicente en Bogotá y un espectacular asalto en la Quebrada la

Miocá, entre Santa Bárbara y Coscuez, del que resultaron 10 muertos, actos todos imputables a

“el Chamizo” quien cobró gran celebridad por su estilo audaz e histriónico.

El papel de las autoridades y de la policías y, en general, el rol del Estado, en todos estos

acontecimientos fue casi nulo. Se limitaban a levantar cadáveres y abrir investigaciones

exhaustivas y producían algunas capturas de elementos sospechosos de participar en

Page 59: Conflict o

59

determinados atentados. La Caja Agraria cerró sus oficinas de Otanche, Muzo y Pauna por

razones de seguridad; el ICA suspendió todas sus labores de asesoría técnica; en forma lenta y

negligente avanzaba la carretera de Otanche-Puerto Boyacá, a cargo del Batallón de Ingenieros

Baraya del Ejército Nacional encargado, al tiempo, de combatir el frente de las FARC operante en

el Magdalena Medio.

5.5. LA SEGUNDA PAZ (1978-1984)

Esta época coincidió con la primera apertura a licitación y la primera adjudicación por el Estado

de las minas de esmeraldas a los particulares. Esto facilitó la conversación entre los líderes,

quienes, por primera vez, en gesto de buena voluntad decidieron hacer una paz concertada. No

pasó de ser un acto solamente y protocolario de firma de un documento ante el Gobernador de

Boyacá y el Arzobispo de Tunja en esta ciudad, pero que no generó ningún tipo de acción

concomitante o posterior, como sí ocurrió en la paz actual; es decir, ese acto no generó un

proceso de paz y acercó al Estado a la región o a sus líderes.

El hecho importante en esta fase fue la consolidación del monopolio en la explotación y

comercialización de las esmeraldas por el grupo de los adjudicatarios de las minas de Muzo y

Coscuez, conformándose así una élite de esmeralderos, frente a la cual se fue conformando y

haciendo fuerte otro gran contingente humano integrado por los guaqueros instalados de tiempo

atrás, desde la primera guerra, en inmediaciones de Coscuez, específicamente en el área que se

empezó a conocer como “La Culebrera” y en las minas de Peñas Blancas, donde pese a las

promesas y aseveraciones del gobierno, nunca se llegó a oficializar, como tampoco se ha hecho

hasta la presente, relación alguna.

Esta etapa puede tenerse como provechosa para la región. A la luz de la paz, volvió a reactivarse

la economía agropecuaria y el comercio, pero también llegaron, otra vez, muchísimas personas

con la ilusión de la riqueza esmeraldina, especialmente a la zona de la Quebrada de “Las ánimas”

en Muzo, donde muchas personas se instalaron y aun hoy subsisten con sus familias, en la

esperanza de obtener las gemas de la carga o “tambre” sobrante de la mina.

Page 60: Conflict o

60

De esta época también datan algunos acercamientos entre las diversas comunidades de la

provincia, especialmente a través de justas deportivas y, dato bien significativo, a través de la

política partidista. Bien puede notarse cómo en las elecciones del Congreso de 1978 y de 1982,

hay cierta homogeneidad y se consolida esa tendencia que hemos denominado partidismo en

busca de identidad; la identidad de región se perfila con bastante objetividad; ello es más notable

en las elecciones presidenciales, en cuyos votos se nota la tradicional predilección por los

candidatos conservadores.

Sin embargo, es importante destacar que, en la zona de Coscuez, la más informal y espontánea

en su contextura y formación, fueron destacándose algunos personajes, tales como los hermanos

Murcia Chaparro, Carlos A. “el Garbanzo”, Luis A. “el Pequinés”, oriundos de Pauna, y éste último

llamado a jugar papel estelar en la fase actual, José Ruperto Córdoba Bareño A. “el Colmillo”,

Irenarco Escárraga Leal, A. ”el Chito”, Darío Campos, acaso uno de los pocos que solamente han

sido conocidos por su nombre de pila Martín González Rojas A. “Capotera” y otros mejor

conocidos por sus apodos, como “el Policía”, “el Flaco”, “el Guango”, Horacio Rodríguez “el

Macho”, etc. Fue así conformándose una plana mayor de nuevos hombres, herederos de la

antigua estirpe de “el Ganso”, hábiles para la pelea, ambiciosos, audaces, en torno a quienes se

fue conformando un grupo grande que sería la base del pie de fuerza de la tercera guerra entre

esmeralderos a quienes les favorecía desde esos días la buena fortuna dispensada por la

Quebrada de Coscuez. Todos ellos, a su vez, desde un comienzo hicieron buena relación con

“Pacho Vargas”, lo cual tuvo connotación posterior. El “Ganso” Ariza salió de la cárcel de la

Picota, donde había sobrevivido a varios atentados el sábado 19 de diciembre de 1981 sin haber

sido condenado por delito alguno. “El chamizo” fue capturado en Bogotá en 1978 en

espectacular balacera contra agentes del F2 de la policía; en 1981 se fugó de la Penitenciaría El

Barne de Tunja, donde también había sobrevivido a un atentado. Ariza regresó de inmediato a la

región. Bustos Ortega se retiró a los Llanos del Meta y solo volvería a finales de los ochenta.

5.6. LA TERCERA GUERRA DE LAS ESMERALDAS Y NUEVOS A CTORES (1984-1990).

Page 61: Conflict o

61

La característica de esta última fase es la existencia de dos grupos, consolidados a lo largo de las

dos guerras anteriores y de sus etapas intermedias. Cada uno de ellos tiene su propia versión

descriptiva de las causas y desarrollo del evento.

Varios sucesos pueden ser tenidos con antecedentes o pretextos de la guerra. Un atentado

contra “Pacho” Vargas, quien luego murió asesinado, algunos disturbios protagonizados en

Pauna por Horacio Rodríguez A., “el Macho”, que motivaron la protesta de Pablo Buitrago,

connotado dirigente tradicional y Diputado a la Asamblea Departamental, creando un

distanciamiento entre “pauneros”, los del centro representados por éste y su sobrino Pablo Elías

Delgadillo, quien llegaría a ser personaje fundamental en la guerra y en el proceso de paz, y

pauneros de la Culebrera, representados por áquel. Otro suceso es el distanciamiento entre

antiguos socios y amigos en San Pablo de Borbur: los hermanos Barrera se enfrentan con los

López Gualteros. Cosa similar ocurrió por causa de los turnos en la explotación de la mina entre

amigos y socios antiguos de Santa Bárbara, Benjamin Castellanos resulta enemistados con José

Ruperto Córdoba Bareño, quien gozaba de buena reputación entre los Culebreros de Coscuez y

era mejor conocido por su alias de “el Colmillo”.

Así las cosas, a mediados de 1984 el joven esmeraldero Arsenio Acero, proveniente del Valle del

Cauca, que gozaba de gran estimación y era amigo personal de “el Colmillo”, muere asesinado

precisamente en “el paso de los micos”, sitio funesto como se vio. Los de Coscuez acusaron del

homicidio a Orlando, Carlos y Wilson López, parientes entre sí y sobrinos del Concejal de Borbur,

Laureano López Gualteros y como autores intelectuales a los hermanos Obando, encabezados

por Ignacio. En represalia, a los dos meses fue asesinado en Bogotá Laureano López. Esto

desencadenó la guerra que había de durar seis años.

De inmediato y con facilidad se conformaron los dos bloques. De una parte, el grupo de

Coscuez, “los Culebreros”, integrados por los citados atrás, más algunos personajes que fueron

cobrando importancia como Horacio Triana, Diosdé González y Luis Romero de Maripí que,

aunque no se vieron complicados en las acciones de guerra sí gozaban de prestigio y

ascendencia. De la otra, los de Santa Bárbara y Borbur, integrado por los hermanos López

Page 62: Conflict o

62

Gualteros sobrevivientes, encabezados por Torcuato y su sobrino Orlando y hermanos, los

Castellanos de Santa Bárbara, Miguel y Benjamín, los Bustos de Otanche (aunque Alvaro está

ausente), ellos se unen a los de Muzo antes nombrados. De manera que al frente de los grupos

quedan, “Pacho” Vargas y los hermanos Murcia Chaparro, con “el Colmillo” como jefe militar del

lado del grupo de los de Coscuez y los de Muzo, especialmente Gilberto Molina al frente de los de

Borbur, con Torcuato López y con el tiempo llegaría a ser jefe cívico Pablo Elías Delgadillo.

Fue una guerra larga y cruenta. Murieron cabecillas de ambos grupos y entre las muertes más

sentidas estuvieron las del Diputado Pablo Buitrago y el Representante a la Cámara Edgar

Pulido, que, si bien no participó de la guerra, era hombre de prestigio y simpatía entre los

coscuezanos. Para esta época se divide la región políticamente, entre los dos grupos. Los de

Coscuez apoyan al Senador Napoleón Peralta y los de Muzo-Borbur, al Senador Guillermo Torres

Barrera; este último, incluso, fue víctima de un atentado y falleció posteriormente por causas

naturales. Estas tendencias se reflejan en las elecciones de los años 86 y 90, y coinciden con la

distribución territorial de los grupos enfrentados. En efecto, los coscuezanos dominan la parte

baja de Coscuez, Maripí, Pauna, Coper, Buenavista, Briceño y llegan a los confines de

Chiquinquirá por la parte alta y de la Victoria por la baja; los de Borbur, dominan Muzo, Otanche,

Borbur y la parte alta de Coscuez. (Ver mapa Nº 5).

En la última fase de esta guerra cayeron en sendos atentados “el Colmillo”, y el “el Garbanzo”, de

una parte y se produjo el asesinato a Gilberto Molina, con intervención de Gonzalo Rodríguez

Gacha, en las condiciones que veremos a continuación, ya que, en esta fase del conflicto,

también intervinieron dos nuevos actores: los narcotraficantes y los guerrilleros.

Como se ha dicho, esta guerra llegó a su final por agotamiento de los grupos y por haber

alcanzado un relativo equilibrio en sus fuerzas que hacía prácticamente imposible la eliminación o

la derrota del adversario. En estas condiciones pudo llegarse al acercamiento de los líderes y el

pacto de paz, de que tratamos en el capítulo siguiente.

5.6.1. PARTICIPACION DEL NARCOTRAFICO.

Page 63: Conflict o

63

Al parecer, desde los primeros años sesenta inició una amistad entre Gonzalo Rodríguez Gacha

y Gilberto Molina, con ocasión de una supuesta incursión de áquel a la zona90. Posteriormente

hubo entre ellos y los demás esmeralderos relaciones cordiales. Se les veía en las ferias,

especialmente caballísticas, debido a la afición tanto de Rodríguez Gacha, como de Molina y

algunos amigos de éste como el también conocido empresario minero Víctor Carranza, pero

parece ser que empezaron a surgir problemas a mediados de los ochenta que, pueden resumirse

en tres puntos críticos de fricción:

1. Rodríguez Gacha necesitaba, para facilitar su actividad de tráfico de estupefacientes, tener

una salida directa al Magdalena Medio, crear un cordón territorial entre el occidente de

Cundinamarca, que era su área de operación (Pacho, Paime, etc.) y a ese propósito se le

presentaba el obstáculo de la zona esmeraldífera del occidente de Boyacá. Al principio

quiso por las buenas ganarse la entrada a la región e incluso, llegó a hacer una oferta de

compra de acciones en las empresas mineras. Esta pretensión le fue denegada

rotundamente por los empresarios y socios y, particularmente, al parecer, por el propio

Gilberto Molina.

2. Parece haber existido un “enredo” de dineros, por causa de una deuda de los mineros con

Rodríguez Gacha. Este la cobró y hubo alguna demora en la gestión de pago.

3. Entre Rodríguez Gacha y Molina había cierta rivalidad política; éste era activista

conservador convencido. Cuando vino el secuestro del entonces candidato a la Alcaldía

de Bogotá Andrés Pastrana Arango, al parecer, Molina reclamó a Rodríguez por su

presunta participación y esto los distanció definitivamente, abriendo paso a un

enfrentamiento que terminó trágicamente con la masacre en una finca de Sasaima, el 27

de febrero de 1989, donde resultó muerto Molina.

90 Cortés, Fernando. Rodríguez Gacha, el mejicano. Bogotá, Intermedio editores, 1993. p. 31 y ss.

Page 64: Conflict o

64

En el lapso de esa lucha, Rodríguez Gacha inteligentemente resuelve aprovechar el

enfrentamiento existente en la región y tercia a favor del grupo de Coscuez “la Culebrera”, los

dota con armamento, equipo de comunicaciones y, lo que resulta más importante, con salidas

territoriales expeditas a través de la zona de Rionegro en Cundinamarca. Otra táctica que usa es

la de infiltrar a Muzo, reclutando personas del negocio del narcotráfico, cosa que logra, gracias a

que existe cierto resentimiento entre los muceños, específicamente porque Molina fue el líder de

la creación del Municipio de Quípama, con la consecuente repartición de la mina de Muzo, como

en el caso de Ariel Camacho alias “el Negro”, quien jugó papel decisivo en la última fase de la

guerra y murió a comienzos del noventa en la cárcel de la ladera en Medellín en un atentado.

Rodríguez Gacha, igualmente, facilitó el adiestramiento de jóvenes de la región, en las escuelas

que, para el efecto, tenía en Puerto Boyacá y otros sitios del Magdalena Medio.

La muerte de Rodríguez Gacha vino a facilitar, desde luego, el pacto de paz, pero no se descarta

que algunos allegados y simpatizantes del grupo de Borbur, colaboraran con las autoridades,

especialmente con la D.E.A., en la búsqueda de áquel91.

5.6.2. PARTICIPACION DE LA GUERRILLA.

La operación de las FARC en la zona esmeraldífera ha sido siempre marginal, toda vez que su

centro de acción estuvo inicialmente establecido en la zona suroeste de Santander y en la zona

del Magdalena medio, específicamente en Puerto Boyacá, al otro lado de la Serranía de las

Quinchas y, por ende, aislada de la región de la cuenca del río Minero (ver mapa del Territorio

Vásquez). Y posteriormente se estableció en las regiones de Yacopí, Caparrapí, Topaipí, La

Palma y San Cayetano en Cundinamarca92.

Es presumible que, dentro de la secuencia de la última guerra de las esmeraldas, haya existido

un contacto o un acuerdo entre los del grupo de Coscuez y el IV frente de las FARC debido al

control del territorio de la zona limítrofe entre occidente de Boyacá y Santander por el sector de

91 Datos recopilados por los autores en entrevistas con líderes y testigos de la región. Ibid citas 69 y 74. 92 Uribe Alarcón, María Victoria. Op. cit., p. 84, 85.

Page 65: Conflict o

65

Briceño, Tununguá, y Pauna, en busca de algún apoyo logístico. De hecho se sabe de

incursiones de la guerrilla sobre Pauna, hasta la quebrada “la Chatana” y hasta el mismo río

Minero. Ello posiblemente obligó a los de Borbur, a montar un grupo de autodefensa con apoyo

de los campesinos del área por ellos controlada de Otanche en las veredas de Betania y

Buenavista y se rumora que, incluso, para fortalecer ese frente de autodefensa, se les dotó de

armamento y entrenamiento técnico en alguna escuela de formación. Estarían de bulto dos

contradicciones: Si los de Borbur y sus aliados (Molina), estaban en guerra con el Mejicano, es

de suponer que no tenían acceso a estas escuelas; lo tendrían los de Coscuez, pero si éstos

estaban en arreglos con la guerrilla, mal podrían ser aliados del Mejicano. De suerte que esas

contradicciones seguramente tuvieron que resolverse pronto y, sin duda, los de Coscuez

prefirieron al Mejicano, por ser mejor aliado y más seguro protector.

Lo cierto es que la guerrilla no ha penetrado jamás territorios de Otanche, Borbur, Quípama ni

Muzo y menos a raíz del acuerdo de paz93.

6. HACIA LA PAZ

El proceso de paz que empezó a gestarse en el año de 1989 y se puso en marcha en 1990, en el

Occidente de Boyacá, puede entenderse como una respuesta social a un vacío político. Por esto,

puede explicarse dentro del esquema de una política pública, como fenómeno de actores frente a

actores y de actores frente a estructuras. Su evaluación debe hacerse partiendo de lo que fue la

formulación de la política, con base en la relación de los problemas que a ella condujeron y los de

los fundamentales aspectos de la identificación y decisión de alternativas específicas, del diseño

y decisión de estrategias y la ejecución de las mismas. Todo ello dentro de una posición objetiva

y neutral, tanto en lo relativo al análisis de sus consecuencias como a la selección u opción de la

alternativa óptima.

6.1. ANTECEDENTES.

Page 66: Conflict o

66

Tras alcanzar cerca de los 2.000 muertes violentas94, varios atentados en tres años y de contar

entre ellos a algunos de los más respetados y apreciados hombres de la región, la situación llega

al extremo de un equilibrio prácticamente irrompible pero por ello mismo insoportable95. Tras la

muerte violenta de Miguel Castellanos, (22 de octubre de 1987), de Carlos Murcia Chaparro (14

de diciembre de 1988), de Gilberto Molina (27 de febrero de 1989) y de otros personajes

relacionados más o menos directamente con aspectos del conflicto entre los que se cuenta a

Gonzalo Rodríguez Gacha (16 de diciembre de 1989), los líderes de la región, pertenecientes a

cada uno de los dos grupos en conflicto, ellos mismos y sus familias amenazados en su vida,

entendieron llegado el momento de cerrar la puerta definitivamente a la irracionalidad y

expresaron su voluntad inequívoca de querer la paz. De ahí adelante faltaba solo darle una

racionalidad instrumental a ese deseo.

En este orden de ideas, existía un nivel de violencia tolerable dependiente de la percepción de

éxito de una las partes en conflicto, en el marco de una violencia selectiva contra las élites locales

y regionales. De ello se desprendía una voluntad privada de generación de mayor violencia. Al

contrario, la violencia se hacía intolerable ante un equilibrio o empate. En este caso, las partes

en conflicto decidieron preservar ese equilibrio mediante la suscripción de un pacto, determinando

que mientras ellas existan, habrá guerra o pacto, según “estrategias privadas” de supervivencia.

En definitiva, es éste un mecanismo de perpetuación, y aun, de fortalecimiento de las élites.

Al ambiente de precariedad política y de escepticismo general, a la imposibilidad física de una

derrota contundente del adversario, a la insostenibilidad de las depredación y segura decadencias

moral de la lucha, se añadían otros ingredientes amenazadores que exigían la atención de los

actores del conflicto. En efecto, el IX frente de la FARC actuante en las estribaciones de la

vertiente oriental del Magdalena Medio amenazaba con proyectarse sobre el territorio de la zona

93 Datos recopilados por los autores en entrevistas con líderes y testigos de la región. Ibid. citas 69, 74 y 79. 94 Policía Nacional, Estadísticas, 1985-1994. Diario El Tiempo, julio 22 de 1990. p. 18. 95 Murcia Chaparro, Luis. Alias “El pequinés” afirma haber sufrido cinco atentados; Víctor Carranza, uno; Pablo Elías Delgadillo, varios, en especial, uno en compañía de su esposa e hijos. Confirmados con versiones testimoniales y con base en publicación de “El Tiempo”, julio 22 de 1990, p. 1B.

Page 67: Conflict o

67

esmeraldífera ante el aparente descuido que implicaba la concentración de la lucha entre grupos

locales y, al parecer, amagaba con plantear una organización en la región limítrofe de Santander

y Boyacá, para buscar alguna forma de paz, ante la presunta incapacidad de los líderes locales

para lograrla. El conocimiento y evaluación de esta alternativa pudo ser uno de los estímulos

reales para precipitar el acercamiento del acuerdo entre los grupos regionales96. Siendo la

explotación y el control de las minas de esmeraldas la actividad central de la economía provincial

y uno de los ingredientes sustanciales del conflicto, era obvio que su productividad influyera

definitivamente en las consideraciones sobre la paz y la guerra. La dificultad natural que ésta

planteaba para la exploración, explotación y, sobre todo, para la distribución y el mercado en

general de las gemas fue otro importante elemento que motivó la terminación de la pugna. En

efecto, la baja productividad y la merma en la comercialización de las esmeraldas se puede

apreciar en los datos sobre exportaciones: para 1988, alcanzaron los 93 millones de dólares y

para 1989, 108 millones. El acuerdo de paz permitió una pronta recuperación del mercado,

elevando el monto a 117 millones de dólares en 1990, 148 en 1991 y 187 en 199297.

En síntesis los principales acontecimientos que, además de crear las condiciones viables de

hecho para la paz, hicieron viable su realización, fueron las siguientes:

1. La degradación creciente de la lucha, manifiesta en el aumento de la cantidad y la calidad

de los muertos y en la amenaza irreversible de pérdida de la vida los líderes y sus familias.

2. La precariedad del Estado, como ausencia o inadecuado tratamiento del caso.

3. La falta de comunicación, a su vez, de las entidades políticas institucionales y

organizacionales.

4. La imposibilidad de una victoria y dominación por uno de los grupos.

96 Versión de González Rojas, Martín. Alias “Capotera” en “El Tiempo”, julio 22 de 1990, p. 4B 97 The Colombian Post. Octubre 21-28 de 1993, p. 1B.

Page 68: Conflict o

68

5. La intervención inminente de la guerrilla.

6. La considerable dificultad para la exploración de los yacimientos esmeraldíferos, su baja

productividad y su conflictiva distribución en el comercio.

En el contexto de esta situación se llegó a la primera conversación entre los dirigentes Pablo

Elías Delgadillo y Luis Murcia Chaparro el día 6 de junio de 1990, por radioteléfono y con ella al

primer paso certero hacia el pacto de no agresión. No se vieron personalmente, pero ese mismo

día sendas comisiones de delegados se reunieron en un sitio de la quebrada la Miocá, línea

divisoria de los territorios de ambos bandos y el 12 de julio, en la mina de Quípama, firmaron el

acuerdo preliminar de paz...

6.2. DE LA DOMINACION VIOLENTA AL PACTO DE NO AGRES ION.

Bajo la orientación del Obispo de la Diócesis de Chiquinquirá, Monseñor Alvaro Raúl Jarro Tobos,

quien a petición de los líderes de ambos sectores, asumió prontamente la coordinación de los

contactos para la firma de pacto de paz, se llegó a la primera reunión en la fecha citada, en la

que se suscribió un acuerdo básico sobre los siguientes puntos:98

1. Cese inminente al fuego (sic), que comprometa a las partes en conflicto. “Cualquier

ruptura de este pacto por una de ellas (las partes) acarreará la intervención inmediata de

las fuerzas armadas y menoscabará el buen desarrollo del proceso”.

2. Erradicación total de los grupos de autodefensa que operan actualmente en Maripí,

Coscuez y Betania.

Es consecuencia necesaria del anterior; el cese del fuego debía seguir la desmovilización y

desactivación de los “frentes” de combate activos.

98 Diario “El Tiempo”, julio 22 de 1990, p. 4B. Diario “El Espectador”, 2 de junio de 1991, p. 1C. Confirmación de testimonios orales.

Page 69: Conflict o

69

3. Designación por el Estado “a una de sus instituciones” para que “ejerza la función como

veedora del proceso” (sic).

Como en muchas de las manifestaciones posteriores, se aprecia un interés por vincular al

Estado, en alguna de sus instancias, al control del proceso. Era la respuesta obvia y

paradójica al abandono y a la ausencia estatal: ante la falta de Estado, más Estado. Se

complementa esta idea con la propuesta de solicitar al Ministerio de Defensa Nacional su

colaboración para crear un mecanismo de carnetización “del personal que va a habitar las

áreas mineras”.

4. Erradicación del narcotráfico: En las primeras propuestas para la reconciliación y el

acuerdo de paz, se insistía en que los únicos actores legitimados en causa, los únicos

realmente interesados eran los dos grupos enfrentados en la zona esmeraldífera.

En un documento preparatorio se dice que, para los efectos del acuerdo de paz, “se

entiende que las partes en conflicto son los dos grupos del área de influencia de Coscuez,

por lo tanto, es a ellos a quienes les corresponde pactar”.

La misma consideración motiva la inclusión desde el inicio del acuerdo de la exclusión del

narcotráfico en la región en cuanto a su cultivo, procesamiento y comercialización, y,

consecuentemente, en cuanto a la vinculación de personas extrañas a la región y ajenas al

proceso de paz. Textualmente, la propuesta decía: “Como quiera que este es un conflicto

entre grupos de esmeralderos de la región, deseamos que los cultivos de coca y su tráfico

sean abolidos para bien de la comunidad, evitando así la injerencia de personas y dineros

que hacen más compleja nuestra problemática”.

5. Generación de condiciones para que los habitantes de la región tengan acceso y

participación en la explotación de los recursos esmeraldíferos en la zona de Coscuez,

propiciando así la creación de fuentes de empleo.

Page 70: Conflict o

70

Este aspecto del acuerdo inicial reviste gran trascendencia y, sin duda, ha sido unos los

factores esenciales del proceso de paz. Se trata de reconocer que, en la base real y

motivacional del conflicto, existe un problema social y económico y que una de las

condiciones necesarias al compromiso de no agresión es, precisamente, establecer una

vía a la participación en el proceso de producción de esmeraldas, específicamente en el

filón de Coscuez, el más rico y atractivo y foco de la lucha armada.

Entraña igualmente este postulado otro aspecto de fundamental importancia: la

vinculación de las empresas mineras. En el texto inicial de la propuesta, se lee “Que la

empresa ESMERACOL S.A., operadora de las minas de Coscuez, maneje con criterio

propio lo referente a la explotación y que en un acto de justicia dé participación a los

habitantes de la región, creando la posibilidad de generar empleo”. Es un interesantísimo

acápite del acuerdo y conlleva, además, una valoración ética de un gran efecto práctico.

Adelante veremos cómo el manejo de este aspecto ha sido decisivo en el proyecto de

construcción de una paz real. Este es, en orden de eliminación real del conflicto, el punto

básico y el reconocimiento tangible de que, en el fondo de la guerra, siempre existió el

interés del dominio sobre el yacimiento minero de Coscuez. De esta manera, la base

motivacional social, atrás aludida, es un pretexto para lograr justificar un dominio

económico, lo cual es importante en el desarrollo posterior del proceso.

6. Creación de las condiciones y garantías necesarias para el retorno de quienes se vieron

obligados “por causa de la violencia” a abandonar sus propiedades.

Está de bulto, desde la perspectiva de la creación de una paz duradera, la propiciación del

reintegro y la raigambre de los antiguos tenedores de la tierra, como auténticos garantes

del renacer de la productividad agropecuaria que, desde la época de las sucesivas

colonizaciones y poblamientos de la provincia habían demostrado el real poder de

generación de riqueza estable.

Page 71: Conflict o

71

7. Invitación a participar del proceso de paz, a “las autoridades civiles, eclesiásticas y

militares”, con reconocimiento del Obispo de Chiquinquirá de su papel moderador y

orientador, pidiendo su respaldo porque se espera de ella que “crearán un ambiente de

seriedad y responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones que vamos a adquirir”.

Al documento contentivo del acuerdo regional, se le agregó un punto sobre apoyo a la

justicia ordinaria y a las labores de instrucción criminal99.

Se aprecia en esta estipulación final, el claro deseo de reivindicar el Estado de derecho,

expresado en la simple inclusión de los conceptos de responsabilidad y obligatoriedad en el

pacto, frente a las instituciones estatales y sociales más características de la organización de tal

Estado. E igualmente, es el propósito de recuperar junto con el orden institucional los principios

éticos subyacentes en toda normatividad social que, como lo dice la misma palabra usada por los

compromisarios, requiere ante todo de “seriedad”.

Estos siete puntos que pueden considerarse la base del advenimiento de la paz a la provincia,

son indiscutiblemente un verdadero sistema intuitivo de convivencia, de reinserción y de

integración social. Sacados a limpio, palabras más, palabras menos, fueron la constitución

política del nuevo orden social y su proclamación y sostenimiento honrado y permanente han sido

clave de su vigencia social.

Durante el primer año de ejecutoria del compromiso, todas las reuniones ocurridas entre los

líderes habrían de versar sobre estos temas. El desarme, la vinculación de las instituciones

estatales, la erradicación de toda actividad delictiva y, en especial, de todo nexo con el

narcotráfico, el manejo de la explotación minera esmeraldífera, el retorno de los habitantes de la

región, y el interés por crear el ambiente ético y jurídico para adecuar y fortalecer el proyecto de

paz.

Durante el segundo semestre de 1990, se hicieron reuniones de integración, dentro de esta

tónica, en el poblados de Muzo, San Pablo de Borbur, Maripí y Quípama, en las cuales es

99 Documento confidencial suscrito por Pablo Elías Delgadillo, remitido al senador Germán Pinilla, junio 1990.

Page 72: Conflict o

72

destacable la temática sobre materia agropecuaria, vial, de salud y salubridad, educativa y

cultural, bienestar y seguridad social y en especial el interés por la vinculación al proceso de paz,

además de los aspectos socioeconómicos, los jurídicos, éticos y políticos y el deseo de la

vinculación del Estado, la Iglesia, las Fuerza Armadas institucionales, para concluir señalando el

punto fundamental del ejercicio legal de la actividad minera, y la recuperación del estado de

derecho a este respecto. En la reunión de Quípama del 8 de septiembre de 1990, sobre este

particular se hace la siguiente declaración expresa: “se hace necesario que el gobierno, por

intermedio del Ministerio de Minas, dé en concesión aquellas zonas inexploradas e inexplotadas,

no comprometidas; a fin de generar más empleo y producir más riqueza para bien de la región y

de Colombia”. Todo ello enmarcado en la necesidad de ir “creando las condiciones para iniciar

un desarrollo auténtico”100.

En el segundo trimestre de 1991 se inició la sistematización del trabajo y de los planteamientos

ideológicos y programáticos en que debería basarse el proceso de paz. Datan de esa época una

serie de documentos de invitación a entidades del gobierno nacional para que se vinculen al

proceso, incluso una carta abierta a la opinión pública nacional, y la iniciativa de la creación

formal de un comité o consejo de paz, nombre que ya, de hecho, se daba a quienes de manera

de espontánea se habían comprometido desde el comienzo con el proceso de paz y ejercían un

liderazgo en las actividades propias del mismo.

Dos reuniones fundamentales tuvieron lugar en el mes de mayo de 1991, que deben ser

consideradas puntos obligados de referencia y de partida de la estrategia básica del proceso. La

primera en el área urbana de Otanche el día 24 de mayo de 1991, en la que se hicieron

presentes la casi totalidad de los Senadores de la Comisión V del Senado de la República, el

Ministro de Educación, funcionarios de Planeación Nacional, el PNR, INDERENA, ICEL, Caja

Agraria, y el Gerente de Mineralco, además de los Alcaldes y curas párrocos de la provincia, el

Obispo de Chiquinquirá, el Gobernador de Boyacá, Concejales, Diputados y Líderes Regionales;

y la segunda el 28 de mayo de 1991 en las instalaciones de la administración de la mina de

Coscuez, cuyo objetivo era evaluar el proceso de paz y que contó con la presencia del Obispo, el

100 Discurso pronunciado por Pablo Elías Delgadillo en Quípama el 8 de septiembre de 1990, p. 1a y 3a.

Page 73: Conflict o

73

Gobernador, los dirigentes mineros, autoridades militares, periodistas y la totalidad de los líderes

regionales, representantes de los antiguos grupos enfrentados y las distintas áreas de la

provincia.

6.3. DISEÑO DE UNA ACCION DE TRANSFORMACION SOCIAL.

Como un aporte efectivo y concreto, de aquellas dos grandes reuniones surgieron los

lineamientos de una estrategia, no sólo de consolidación del proceso de pacificación y

reconciliación del Occidente de Boyacá, sino referida al desarrollo socioeconómico de la

provincia. Esa línea estratégica quedó plasmada en un documento propuesto en el Foro de

Coscuez por el dirigente Pablo Elías Delgadillo y debatido en dicha reunión, sobre el cual se

adoptó la estrategia en tres puntos básicos:

1. Crear una organización que tenga como fin elaborar un plan general de desarrollo en

materia económica, social y cultural;

2. Establecer una escuela de formación y capacitación de líderes comunitarios, para que

sean responsables de la ejecución de dicho plan;

3. Crear una organización de control interno, encargada de la coordinación de los distintos

aspectos del plan de la consecución y utilización en los recursos necesarios para su

funcionamiento y ejecución101.

Tal como puede inferirse de la lectura del documento contentivo de la propuesta, la estrategia se

basa en la creación de una estructura organizacional, idónea que estudie, sistematice, coordine y

dé vida a un plan integral que sirva como base para la puesta en marcha de la gestión del

desarrollo. A la vez, se propone dejar en manos de la comunidad la responsabilidad de dirigir,

101 Documento resumen de la propuesta presentada por Pablo Elías Delgadillo, sobre estrategia del proceso de paz, al foro celebrado en Coscuez el 28 de mayo de 1991.

Page 74: Conflict o

74

evaluar y coordinar las tareas propias de la ejecución del plan; finalmente, crear una organización

de control interno que evalúe y sirva de enlace entre la comunidad, el gobierno, los dirigentes

regionales y, a la par que coordine las personas y aspectos del plan de desarrollo en sí, también

supervise y colabore con las otras tareas propias del proceso de pacificación, especialmente la

relativa al objetivo del desarme y cese de la violencia.

Esta iniciativa nos parece de la mayor importancia en la idea esencial de concebir como una sola

acción, una sola inteligencia y una sola voluntad, en cuanto al proceso de paz se refiere; la tarea

de la pacificación y reconciliación materiales, con el logro de metas de progreso y desarrollo, y de

participación real y afectiva de la comunidad como actora y beneficiaria de este proceso.

Es tal vez en este planteamiento donde mejor se puede apreciar que, en la intención de los

dirigentes, ha existido la idea de crear una verdadera participación del Estado, es decir, una

acción integral vinculatoria de la sociedad civil, el Estado, los estamentos gubernamentales,

militares, eclesiásticos, económicos, políticos y cívicos, dentro de un equilibrio de fuerzas y

responsabilidades y con miras a una gestión de transformación social. En la tradición ibérica, a la

inversa de la tradición anglosajona primero hubo Estado y luego sociedad, por lo cual es válido

pensar que invocar a éste para construir sobre él un proyecto social es viable.

De esta decisión resultaron prontamente algunas definiciones concretas, entre las que vale pena

comentar las siguientes:

El comité conocido en la provincia como “comité de paz”, nació a la vida jurídica el 12 de agosto

de 1992, mediante resolución No. 197 de la gobernación de Boyacá bajo el nombre de “Comité

de Normalización, Verificación y Desarrollo del Occidente de Boyacá, con la presidencia y

representación legal del Obispo de Chiquinquirá y un consejo directivo conformado, además de

este, por el gobernador de Boyacá, el Comandante de la Primera Brigada del Ejército, el

Comandante del Departamento de Policía de Boyacá, el Delegado para este departamento del

PNR, dos representantes de las empresas mineras (Tecminas, Coesminas y Esmeracol), y un

cuerpo de delegados del provincia compuesto por dos de Coscuez, uno de Maripí, Buenavista y

Page 75: Conflict o

75

Coper, uno de Muzo, uno de Quípama y la Victoria, uno por San Martín, Santa Bárbara,

corregimientos de Borbur, y Otanche y uno por Briceño y Tununguá. Este comité se ha venido

reuniendo desde entonces, aunque ya lo hacia de hecho y se ha convertido en el coordinador y

monitor general de todo el proceso.

El gobierno de Boyacá se ha vinculado efectivamente al proceso a través de la creación, desde

1991 de un plan provincial de desarrollo, que vino a plasmarse dentro del plan trienal de

desarrollo de Boyacá elevado a Ordenanza del Departamento en el mes de mayo de 1995.

El PNR destino dineros para los sectores de acueducto, electrificación, construcción de vías,

centros de salud, escuelas, extensión y manejo de microcuencas, y otros durante los años 91, 92

y 93, aportando dineros por un valor cercano a los Mil trescientos cincuenta millones de pesos102.

La Ley 141 del 28 de junio de 1994, mejoro ostensiblemente el régimen de participación de los

municipios en las regalías por explotación esmeraldífera. El artículo 17 establece que las regalías

correspondientes a la explotación de esmeraldas serán del 4% y se recaudaran a través de las

alcaldías de los municipios productores. El Parágrafo lo. de este articulo establece un canon

superficiario para la etapa de explotación, equivalente, para los yacimientos de Muzo y Coscuez,

a 20 salarios mínimos mensuales, hectárea-año, durante los próximos 25 años, término al que

quedarán renovados los respectivos contratos vigentes a la promulgación de esta ley.

El artículo 43, literal b) establece la distribución del producto de la explotación de la reserva

esmeraldera de Muzo, Quípama y Coscuez, en los siguientes términos:

DEPARTAMENTO DE BOYACA 15.0 %

MUNICIPIOS PRODUCTORES: MUZO, QUIPAMA

OTANCHE Y SAN PABLO DE BORBUR 10.0 %

MUNICIPIOS DE CHIQUINQUIRA, SABOYA, SAN

MIGUEL DE SEMA, PAUNA Y BRICEÑO 3.0 %

Page 76: Conflict o

76

COPER, MARIPI, TUNUNGUA Y LA VICTORIA 2.0 %

MINERALCO (Estudios e Investigaciones) 18.0 %

Señala el Artículo 15 de esta Ley, el destino obligatorio de estos recursos: el 100% será

destinado para inversión en proyectos de desarrollo municipal contenidos en el respectivo plan de

desarrollo, con prioridad de saneamiento ambiental y servicios de salud, educación,

electrificación, agua potable, alcantarillado y demás servicios básicos esenciales y que, mientras

se alcanzan las coberturas mínimas, de acuerdo a los indicadores respectivos, se deberá invertir

en dichas prioridades, el equivalente al 80% de los recursos.

Es notable el interés de los dirigentes dela provincia por crear nexos de amistad e integración con

la provincia vecina, de similar composición étnica y social, de Rionegro en Cundinamarca. Varias

fueron las reuniones efectuadas para este propósito, en Quípama, en Tudela, en Pacho, en Muzo

y aun, en la diócesis de Zipaquirá por invitación del Obispo de ésta. En estas reuniones la

temática, además de la reiterada integración para generar condiciones recíprocas de desarrollo

social y económico, se centro en casos de violencia que, para los dirigentes y líderes de ambas

regiones, eran importantes de detectar, evaluar y corregir.

6.4. HACIA LA CONSOLIDACION DEL PROYECTO DE PAZ.

Con base en el esquema planteado por la estrategia del proceso y su metodología de trabajo,

coordinación e integración, podemos intentar una evaluación de sus efectos en los puntos

neurálgicos del discurrir social. Por considerarlos suficientemente ilustrativos y contentivos de un

amplio panorama de la realidad social nos referiremos a los siguientes cinco aspectos: violencia,

orden público, dominio territorial en la provincia; relaciones entre empresarios mineros y

comunidad; los campesinos ante el nuevo orden social; proyección de la educación y cultura; y,

proyección política y actividad electoral.

102 Datos suministrados por la Oficina del PNR Regional Boyacá.

Page 77: Conflict o

77

6.5. CRIMINALIDAD, ORDEN PUBLICO Y DOMINIO TERRITOR IAL.

Aunque exista un proceso racional, concertado, con pretensiones de política pública integral,

reflexivamente encaminado a la pacificación de la provincia, existe por otra parte, un banco de

datos suministrado por la Policía Nacional, en el que consta la estadística de muertes violentas,

lesiones personales, delitos contra el patrimonio, que permiten hacer tabla raza y pensar la

criminalidad o la delincuencia como un fenómeno social común, en cuyo fondo subyace un

problema de agresividad antisocial.103

Entre el 1º de enero de 1985 y el 30 de junio de 1994 se contabilizaron 717 muertes violentas (sin

tener en cuenta homicidios culposos) y 1.716 lesiones personales. Se supone que este cuadro

no correspondería a una región que “está en paz”. Los últimos cuatro años de junio de 1990 a

junio de 1994 se supone han sido de pacificación y reconciliación, sin embargo la estadística nos

ofrece un reflejo imputable a la diferencia entre la época crítica de la guerra y el comienzo de la

paz. En 1989 ocurrieron 461 homicidios y 156 lesiones contra tan solo 294 homicidios en el 90,

204 en 1991, 288 en el 92, 113 en la primera mitad del 93 y 224 entre junio 93 y junio 94, con lo

que ya se observa una diferencia cuantitativa notable entre las dos épocas. En la guerra había

casi un ciento por ciento más de homicidios. No obstante, subsiste un alto índice de criminalidad.

¿Por qué sigue habiendo violencia en el Occidente d e Boyacá?

En el Foro de Evaluación del 28 de mayo de 1991, y en reuniones sucesivas se plantearon

claramente las tesis que pueden responder a esta pregunta. En primer término existe una gran

impunidad. Decía un dirigente, el señor Gabriel Parra, Alcalde de Otanche “hago un llamado a la

justicia para que no nos abandone y actúe eficazmente para trabajar en contra de la impunidad,

en colaboración de la misma gente”.104 El dirigente Miguel Velandia decía “hago un llamado para

que todos trabajemos unidos y así los casos de violencia que se sucedan puedan ser

103 Policía Nacional, Estadística 1985 - 1994. 104 Acta de la Sesión de la 28-05-91. p. 2.

����������� ��

Page 78: Conflict o

78

denunciados sin temor a la represalia”.105 Concluía el entonces representante a la Cámara

Silvano Rodríguez: “Ciertamente hay problemas con la justicia. La impunidad es un hecho y

mientras impere la ley del silencio el delincuente seguirá actuando amparado en esa situación.

Mientras no se presenten pruebas el juez no podrá proferir ningún acto condenatorio. Mientras

que haya gente que no ve, ni oye nada, el juez no podrá dictar ninguna sentencia

condenatoria...”.106.

En segundo término, no se ha podido implantar un control sobre armamento y desarme de los

particulares. Aunque se dictó desde el 29 de octubre de 1987 el Decreto 2045 sobre porte ilegal

de armas en la región, no se había logrado en la práctica y aun no se ha logrado un resultado

efectivo. El Comandante de la Primera Brigada en reunión celebrada en Chiquinquirá el día 4 de

septiembre de 1991 señalaba “la permanencia en el entrenamiento de personal por parte de

algunos grupos, para mantener y consolidar un pie de fuerza que puede ser un peligro para la

comunidad y un desafío para las fuerzas del ejército y la policía, lo cual se ve agravado por el

reclutamiento de personal por parte de algunos líderes...” “... la aplicación de la justicia privada,

frente a delincuentes comunes o a rivales en asuntos comerciales, familiares o personales,

conduciendo así necesariamente hacia la impunidad...”.107. Con anterioridad, en el foro de

evaluación del 28 de mayo de 1991 se había puesto sobre el tapete el mismo tema del desarme

con la conclusión de que no se había logrado un resultado definitivo sobre el particular.108.

En tercer término puede hablarse de un fenómeno de orden sociológico y antropológico referido a

los factores disposicionales de las gentes de la región que, según el concepto de Von Hentigm

“imprimen una dirección a la conducta humana determinándola o contribuyendo a

determinarla”109. Implicaría ello un estudio de la influencia del mundo circundante que nos

remitiría a un análisis ajeno al presente estudio, sobre la historia de la región, su etnia, su raza,

105 Ibid. p. 2. 106 Ibid. p. 2. 107 Hopenhayn, Martín. “Conflicto y violencia: Pantalla sobre un horizonte difuso”. Construir la Paz. Bogotá. Presidencia de la República. Consejería Presidencia para la reconciliación, normalización y rehabilitación. Ed. Presencia Ltd. 1990 p. 52, 53. 108 Acta sesión del 28-05-91. Foro Evaluación Proceso de Paz. 109 Von Hentig, Hans. El Delito. Vol III. Componentes disposicionales en el engranaje del delito. Madrid. De. Espasa-Calpe, S.A. 1972, p. 15.

Page 79: Conflict o

79

composición social, actividades y usos laborales y económicos, según edad, sexo, ubicación

social, etc.

En cuarto término, faltaría anotar el tema de la presencia, cercana o lejana, como una amenaza

de perturbación de la zona, de la guerrilla. Aunque las relaciones de guerrilla y Estado hacen

parte de un contexto nacional y más heterogéneo, la región no deja de hacer un enfoque

constante sobre las reales perspectivas de la acción guerrilla dentro de ella. En sesión del 14-06-

91, se señala la existencia de elementos subversivos en la región, “cuyo objeto es crear un clima

de anormalidad y alteración del orden público, lo cual es contradictorio con el empeño sincero de

pacificación que tienen los miembros del comité”110.

Como alternativas para conjurar esta situación se han planteado, por parte de algunas

autoridades, en síntesis, las siguientes :

El restablecimiento del principio de autoridad, el cual solo puede provenir de dos fuentes: Una, la

drástica militarización de la región, para lo cual se contaría “con el apoyo de los Batallones Bolívar

y Sucre, la compañía especial de soldados profesionales, el escuadrón blindado Silva Plazas y el

refuerzo de una unidad del cuerpo élite de la Policía Nacional”, acompañada con la toma de

medidas extremas como decomiso masivo de armas, retenes permanentes, restricción del

transito, censo poblacional, control de bebidas, control sobre explotación minera y toque de

queda en áreas concretas. La otra, adquirir un compromiso social y serio, por parte de los líderes

mineros, cívicos y sociales para ejercer un control sobre su respectivo personal, es decir, poner

en manos de la sociedad civil las tareas del control del orden público.111

Esta disyuntiva planteaba un plazo breve o periodo de prueba para demostrar, por parte de los

líderes, si eran o no capaces de entender y reaccionar ante la situación de manera positiva,

máxime cuando por esos días, el 8 de octubre de 1991, cesaba la vigencia del antedicho decreto

2045 sobre porte ilegal de armas en la región. En la práctica, los líderes se concientizaron mejor,

110 Acta de la sesión de 14-06-91. Chiquinquirá. p. 7. 111 Acta de la sesión 04-09-91 p. 3.

Page 80: Conflict o

80

hubo un mayor control y disciplinas sobre los miembros de los antiguos grupos en conflicto,

cesaron “reclutamientos y la violencia quedo enmarcada en un contexto puramente social”.

La crisis del proceso de paz de esos días se supero entonces con la recuperación del manejo,

concertada desde luego, de la situación por la parte civil, por los líderes regionales, y por las

autoridades civiles, especialmente los alcaldes, quienes “deben dedicarse a su trabajo y vivir

menos pendientes del rebusque, deben ejercer el mando y control que les corresponde y no vivir

atenidos”. Se sugirió, entonces, la creación de una asociación de municipios, la cual, valga la

alusión, y a esta configurada y empezando a actuar112.

Respecto de los puntos antes tratados como causas eventuales de la criminalidad, en las

distintas y sucesivas reuniones del comité de paz, en resumen se acordó darles el siguiente

tratamiento:

Primero, como ya se dijo, se tomó la decisión de dejar el asunto del manejo de la guerrilla, al

gobierno y a las fuerzas armadas; es decir, ese aspecto se relegó al ámbito de la política de

“orden publico estatal y, por ende, a ella quedo relegado el tratamiento del espacio territorial. No

en vano dijo también el comandante entonces que”... ha habido colaboración de la población y

gracias a ella, se han podido controlar áreas definitivas contra la subversión”. No en vano, desde

esos días se coloco un aviso frente al puente de la carretera Chiquinquirá-Otanche sobre el río

Minero que dice: “Aquí empieza la zona antisubversiva” de Colombia. Fue una consigna y un

hecho113.

Segundo, respecto al desarme, el comité acepto en un todo y estuvo de acuerdo en que el

manejo de las armas era asunto estatal y que, aunque el porte de armas fuera una costumbre

local, acaso derivada de la necesidad de seguridad, era, según palabras del dirigente Pablo Elías

Delgadillo, “para rescatar el Estado de Derecho y asegurar la presencia de la autoridad”,

112 Ibid. p. 8. 113 Ibid. p. 4.

Page 81: Conflict o

81

necesario “recoger esas armas y así mejorar las relaciones entre la población civil y los

militares”114.

Tercero, respecto a la acción de las autoridades legitimas y, por ende, a la lucha contra la

impunidad, la “ley del silencio” y la “justicia privada”, el comité desde esa memorable sesión de la

disyuntiva, entendía que además de los factores culturales implícitos, el asunto era cuestión de

organización y de control por parte de los líderes, pero que obviamente en medio de la “mucha

prevención” y la desconfianza (que era y es lo que sin duda origina la tenencia de

“guardaespaldas”), se requería de mucha “comprensión entre los líderes”, pero, principalmente

habría que elevar la eficiencia y moralidad de “instituciones como la Policía Técnica Judicial, el

DAS, y los mismos jueces que poco investigan y sueltan fácilmente a los sindicados de delitos

graves” llego incluso a denunciarse, en el ambiente de sinceridad que caracterizo aquella sesión

del 4 de septiembre de 1991, que “unos de los problemas graves es la conducta de la policía que

prácticamente se acostumbro a vivir de la gente de la región, a tener un “sobresueldo” por cuenta

nuestra, por lo que deben manejarse prudentemente las relaciones entre la policía y la población

civil”115.

Finalmente, para ahondar en la ilustración de este tema hacemos referencia a un oficio fechado

en Tunja el 13 de mayo de 1993. El Secretario de Gobierno de Boyacá daba respuesta a la

doctora Teresa Sánchez de Díaz, Jefe de Orden Publico y Convivencia Ciudadana del Ministerio

de Gobierno, a unas inquietudes planteadas por esa funcionaria sobre la situación de orden

publico en la provincia del Occidente del departamento, en la que hacia las siguientes

precisiones: Los últimos acontecimientos de violencia, ocurridos a pesar de la existencia de este

proceso de paz, apare entonces como acontecimientos aislados, identificables fuera del proceso

de paz, protagonizados por individuos ajenos a la dirigencia o al control provinciales. Pueden

catalogarse como acontecimientos de delincuencia común que obedecen a retaliaciones

privadas, problemas veredales y no son actuaciones de grupos organizados, y posiblemente

pueden imputarse de alguna manera a cierta predisposición belicosa de las gentes de la región,

114 Ibid. p. 7. 115 Ibid. p. 8.

Page 82: Conflict o

82

pero que en todo caso no pueden ser considerados una interrupción del proceso de paz

referido116.

Esta diferenciación resulta de gran interés para este ensayo de explicación de la violencia en la

región. Como ya se dijo anteriormente, existen serias causas culturales que generan un

ambiente disposicional para la agresión y la violencia, pero lo interesante es saber que esta ya no

está organizada y canalizada de unos dirigentes hacia otros, o que es el producto de un

antagonismo entre sectores definidos.

Las causas de las distintas violencias se podrían fácilmente sintetizar en cuatro o cinco tipos:

riñas imprevistas y agresiones personales por efecto del alcohol, pleitos amorosos, discusiones

de dinero o negocios o simplemente porque están armados. Aquí es donde mayormente juega el

impacto disposicional.

También pueden surgir por antiguos “ajustes de cuentas”, venganzas personales o de sangre o

por el pleito continuado entre familias visto en el capitulo anterior, como ocurre entre los Velandia

y los Santana por ejemplo (denunciado en la reunión del 14-06-91) y, finalmente por delincuencia

llana: el robo, el atraco, etc. Con estos elementos pueden trabajarse la inteligencia del proceso

de paz en el juego de sus variables típicas y la naturaleza de la guerra propiamente dicha.

7. EMPRESARIOS Y DESARROLLO

El proceso de paz es también un proceso reincersión social. Es, en síntesis, propiciar las formula

para encontrar un desarrollo integral con equidad. La parte correspondiente a la capacidad

integradora dentro de la estrategia nacional había correspondido en principio, al Plan Nacional de

Rehabilitación. Esto fue concebido como un modelo institucional para el cambio político y social

en Colombia desde el año de 1986.

116 Oficio de la Secretaría de Gobierno de Boyacá dirigido a la doctora María Teresa Sánchez de Díaz, Jefe de Orden Público y convivencia ciudadana del Ministerio de Gobierno, de 13 de mayo de 1993, p. 2 y 3.

Page 83: Conflict o

83

Esta fue, la alternativa que, desde un comienzo, tomaron los orientadores y líderes del proceso

de paz del occidente boyacense. Ya hemos descrito los primeros aportes del PNR en la región,

sus primeras inversiones y su vinculación efectiva al proceso. En la actualidad esa presencia

corresponde al nuevo esquema de trabajo institucional, signado por la cofinanciación, en la que el

PNR juega apenas un papel como fondo de aportes, en igual de circunstancias con otros fondos

similares.

Ciertamente el gobierno de Boyacá ha captado este aspecto y ha tomado alguna iniciativa

institucional y por medio de la Secretaria de Planeación ha diseñado un proyecto de desarrollo

provincial para el Occidente de Boyacá, el cual, como se dijo hace parte del Plan de Desarrollo

General trienal de Boyacá 95-98, y está imbricado en el plan de inversiones correspondientes, y

está orientado a cubrir las necesidades básicas más concretas en las áreas de vías, educación y

cultura, producción y comercialización agropecuaria y de pequeña industria, manejo del medio

ambiente, salud y vivienda, é incluye también un interesante aspecto sobre el tratamiento a la

destinación de las regalías por la explotación de las esmeraldas117.

Con base en este nuevo enfoque, es incuestionable la vinculación de los empresarios mineros al

proceso de paz. Ellos han entendido que pueden generar desarrollo regional y que su

participación directa, además de constituir un cambio en las relaciones sociales de la provincia,

es decisivas, en la superación del conflicto y la eliminación definitiva de la violencia. La conducta

de los empresarios mineros en este aspecto ha empezado a generar una pauta esencial que

puede ser la clave de la estabilidad y permanencia del proceso de paz y convertirse en factor

definitivo de modificación y remoción de los obstáculos del desarrollo socioeconómico,

convirtiéndose en la que Guerrero Barón denomina “una contradinámica cultural”118.

117 Secretaría de Planeación, Gobernación de Boyacá. “Proyecto de Desarrollo Provincial. Provincia de Occidente”. Resumen Ejecutivo. Tunja, sin publicar, 1994. 118 Guerrero B., Javier. “Sobre las condiciones para la construcción de la paz en el occidente de Boyacá”. Tunja, U.P.T.C. Borrador de Trabajo 1994.

Page 84: Conflict o

84

A este respecto hemos podido establecer, que, a 31 de diciembre de 1994 la empresa

Esmeracol S.A., que opera en Coscuez, tenia vinculados entre obreros, representantes de los

socios, personal auxiliar y directivos un total de 1.750 personas, y tenia oficializados, es decir, de

acuerdo con las directivas de la empresa, todos los cortes existentes en la zona, con participación

equitativa y proporcionada de todos los grupos representativos de los municipios que estuvieron

en conflicto. A tal punto ha llegado esta política de concertaron y de participación, que uno de

sus directivos, afirma sin vacilación que ésta ha sido la clave del mantenimiento de la paz en la

región119.

Si bien de otra parte en la región de Muzo-Quípama existe unas considerable población que ha

vivido del “guaqueo” en las quebradas y que en la actualidad afronta serios problemas de

pobreza, hacinamiento, y organización social, los empresarios del sector, en especial de la firma

Tecminas, se han comprometido y están adelantando una labor de organización de comités y

microempresas, que creen condiciones de trabajo y de vida mas aceptables, empeño en el cual

también ha co-participado el gobierno de Boyacá120.

7.1. LOS CAMPESINOS Y EL NUEVO ORDEN.

Se estima que actualmente la población rural de los once municipios de la cuenca del río Minero

es el del orden de 65.470 habitantes que son el 86.85% de un total de 75.376121. Como ose

aprecia, la población campesina o ha decrecido en favor de la urbana de manera excesiva, ni con

el mismo ritmo del resto del país.

El impacto mas significativo del conflicto sobre el campesinado, ha sido el denominado fenómeno

de “ruptura del orden campesino” a que se hizo referencia en el capitulo de tratamiento de las

esmeraldas frente al Estado, consistente en la pérdida del equilibrio relativo que siempre había

existido entre a productividad agropecuaria y la explotación esmeraldífera, que ocurrió en los

años 60, en una denominada actividad contrainstitucional frente a la actividad institucional del

119 Entrevista de los autores con Pablo Elías Delgadillo. Bogotá, junio 1994. 120 Entrevista de los autores con Pedro Alfonso Molina, Bogotá, junio 1994.

Page 85: Conflict o

85

Banco de la República y auspiciada por el auge de la “guaquería” y la explotación de la mina de

Peñas Blancas. Esta ruptura se profundizo en la década de los 70 y 80 con el agravamiento del

conflicto y los sucesivos enfrentamientos que, además de incrementar la guaquería y el comercio

esmeraldífero, acentuaron la carencia de vías de comunicación, propiciaron la emigración y

enrolaron a muchos jóvenes como militantes de grupos armados, encarecieron la escasa mano

de obra, desestimularon la asistencia y el crédito y, en ultimas, volvieron agropecuaria no

rentable.

No obstante estos fenómenos, el campesinado de la región sigue conversando un perfil definido

que le da una identidad, un ser diferente no contaminado por el conflicto. Aparece entonces,

como un actor pasivo de este, que ha sufrido sus embates, ha padecido sus rigores y ha

soportado resignadamente las consecuencias del estancamiento del desarrollo rural, pero que

sigue existiendo, no solo en su proporción cuantitativa como se ha visto, sino también en su

condición esencial cualitativa. Con la paz, el campesino ha vuelto el mercado, a vuelto a la

Iglesia, sus hijos van al colegio, en algún grado participa de la vida municipal en la cultura y la

economía. En este sentido, así como el campesino puro no fue hacedor activo del conflicto,

tampoco lo es de la paz. También esta le llega y, en cierta forma, lo condiciona y lo determina.

En breves palabras, si bien es cierto que el sector de la población minera proviene en gran

medida de la población campesina joven, el grueso del campesinado permanece y puede

afirmarse que, en su medio está en condiciones y capacidad de actuar de acuerdo con las

posibilidades que genere la situación dominante.

7.2. EDUCACION Y CULTURA.

Desde el primer periodo de a puesta en marcha del proceso, ya se tocaba el tema con precisión y

claridad. Decía Pablo Elías Delgadillo en alocución el 8 de septiembre de 1990, “En cuanto al

sector educativo, se hace necesario aumentar la calidad y la cobertura de la educación básica

para lograr una elevación del nivel cultural, para cualificar el factor humano. Para ello es preciso

121 Presidencia de la República. Plan Nacional de Rehabilitación Departamento de Boyacá.

Page 86: Conflict o

86

crear y dotar unas doscientas plazas en los diferentes municipios, como comienzo de un plan

educativo de largo alcance”122.

El Comité por su parte, ha gestionado y sigue haciéndolo ante el Ministerio de Educación

Nacional y ante la gobernación de Boyacá, la creación y dotación, así como el equipamiento de

las plazas educativas obteniendo algunos resultados significativos en Borbur, Otanche y

Quípama.

Una parte muy importante de este materia es el grado de evolución cultural de la juventud y su

posición ante el conflicto vivido y ante el nuevo orden social proyectado. Sobre el particular es

muy interesante una mesa redonda celebrada en el Colegio Ignacio del Oyola de Otanche, el día

4 de mayo de 1994 en al cual se pudieron captar “ondas” muy ilustrativas sobre la forma como la

educación ha sentido el conflicto y el proceso de paz. Podemos resumirlas en los siguientes

puntos:

1. Se vive en la región un ambiente de “descompagino social”, causado principalmente por la

emigración de las familias, por al muerte de uno o varios de sus miembros, por la vida

“desarreglada” de la gente que gira en torno a las minas de esmeraldas donde lo

importante es la ganancia rápida y el enriquecimiento momentáneo que lleva a un cierre de

toda expectativa, y por la inmigración de gentes aventureras provenientes de otros

sectores del país.123

2. Existe ansiedad en los muchachos, hay expectativas, especialmente se ha logrado un

cambio en el trabajo con los niños. Hace quince años los alumnos andaban en pandillas y

hasta llegaban armados al colegio124.

122 Texto escrito del discurso pronunciado por Pablo Elías Delgadillo en Quípama, el 8 de septiembre de 1990. p. 3. 123 La población flotante se ha estimado para el ultimo año en aproximadamente 30.000. Dato aportado por Guerrero B., Javier, en el estudio “Sobre las condiciones para la construcción de la paz...” p. 6. 124 Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá ICBA. Documento contentivo de desgravación de mesa redonda celebrada con los profesores del Colegio San Ignacio de Loyola, de Otanche, el 4 de mayo/94. p. 3. Se omiten los nombres de los exponentes y comentaristas a petición de la entidad organizadora del evento.

Page 87: Conflict o

87

3. Las jóvenes mujeres están imbuidas por el medio. “Por lo general, es una mujer

supremamente superficial que vive el momento y si ya le queda una cantidad de peladitos

eso no se mide nunca, si quedo con riquezas, sino quedó, eso no se mide con anticipación,

sino se vive el momento, con muchas joyas, con mucho lujo y ya es el momento que se

vive”. Es una mujer “madurada biche” que aspira a ser mantenida por uno u otro hombre,

lo antes posible y con el mayor numero de lujos posible. “Es muy rara la que tenga

aspiraciones a profesionalizarse, a ser una mujer diferente, equilibrada, intelectual,

cultural”. El hombre participa de esa cultura, pero es la mujer la que busca el goce “lo mas

pronto posible y de cualquier manera”, pero las decisiones las apoyan en el hombre que

les proporciona el dinero y el apoyo125.

4. El ejemplo de los líderes es definitivo. Los niños y los adolescentes los imitan, pero existe

una visión negativa del líder, es un “antilíder”, que busca sus propios propósitos sin importa

los medios para conseguirlo, y arrastrando la mayor cantidad posible de secuaces y

seguidores, sin importar su vida. “Son líderes negativos porque no han tenido mucho

preparación y son los que mandan, entonces los muchachos ven en ellos, el ejemplo de

que yo también puedo llegar a ser una persona que manda”126.

5. Existe una gran ausencia del gobierno y del municipio, respecto del sector educativo y del

maestro.

6. El proceso de paz por lo general ha sido ausente del sector educativo. Así como el

conflicto no lo hizo éste, tampoco propició la paz, y sin embargo si el Magisterio puso una

buena cantidad de muertos.

7. El problema se reduce a que existe una falta de visión mas amplia del mundo y de

mayores posibilidades para los estudiantes, posibilidades de estudiar carreras superiores y

125 Ibid. p. 8. 126 Ibid. p. 14.

Page 88: Conflict o

88

que al terminar tengan también posibilidad de trabajo para que consigan una vida mas

digna127.

127 Ibid. p. 3.

Page 89: Conflict o

89

8. DISCURSO POLITICO Y PARTICIPACION ELECTORAL

Se vio en el anterior capitulo como siempre existió una relación directa y estrecha entre el

conflicto armado y la participación electoral partidista y grupista. Entonces el discurso político

estaba limitado a los términos del impacto social de la violencia y a la necesidad, próxima o

remota, de una paz presumiblemente a cosa de la dominación del adversario que, según desde el

bando que se viera era el agresor y era el desprovisto de la legitimidad. Con el cambio en la

apreciación de fondo, y con la sustitución del recurso de la fuerza por el factor de la

concentración, también cambio el discurso político y se abrieron sus fronteras.

Pese a que ya no existe violencia ni conflicto armado entre los dos bandos antagónicos, en

materia de participación electoral, subsiste la división territorial que antes operaba y esa

polarización influye, hacia uno u otro lado, en los municipios también del área pero que no

ejercieron gran liderazgo en la época del conflicto, como son Coper, Buenavista y Briceño para no

hablar sino de los conservadores, toda vez que la votación de la Victoria y Tununguá no es de

mayor relevancia numérica.

El discurso político, a su vez se ha radicalizado entorno al proceso de paz. Prácticamente carece

de legitimación política toda argumentación. Ambos grupos o tendencias hablan presumidas de

una supuestamente mayor participación y aporte al proceso de paz, no hay en ese orden una

clara diferencia y, por ende, en ese contenido no hay propiamente una victoria electoral.

El tema “elecciones” nunca ha sido tratado ni siquiera aludido, en reunión alguna del Comité de

Normalización, Verificación y Desarrollo. Parecería un tema “tabú”. Acaso tenga que ver en ello

reminiscencias a viejos é inconfesables momentos de violencias partidista que hayan podido

marcar a la sociedad de la provincia. Mutuamente pugnan por demostrarse la máxima tolerancia

y respeto, y para nada quieren mezclar la tendencia partidista o grupista en los debates

electorales. Puede ser grande su prestigio en una zona determinada, en uno o varios municipios,

pero tiene la conciencia de que la cara legitima demostrable es la representación de sus fuerzas

Page 90: Conflict o

90

en la gobernación, la alcaldía y los cuerpos colegiados nacionales y departamentales o

municipales y allí, existe una lucha no violenta, por la conquista el afianzamiento y consolidación

del poder.

CONCLUSIONES

Es entonces, el proceso de pacificación del Occidente de Boyacá un proyecto político generado

por la sociedad civil y basado en la ética y participación es igualmente, un experimento sobre el

protagonismo de los líderes de grupos frente a las autoridades institucionalizadas del Estado, a

los dirigentes políticos, a los empresarios mineros, a los representantes de la Iglesia Católica y,

en general, a todos que juegan algún papel en la orientación y acción de la comunidad.

Hemos buscado en este estudio determinar como ha sido, en la secuencia de los últimos cuatro

años y en relación con los antecedentes próximos y remotos, el comportamiento de la militancia

partidista, grupista y sectorial, de una parte y de la otra, el estado del proyecto político social.

Del conocimiento de la realidad social y política del occidente boyacense, podemos inferir como

primera conclusión la precariedad de ese nivel de convivencia.

Sin embargo como desarrollo vivo de esa realidad puede captarse un nuevo nivel de convivencia

realizable cuyos objetivos generales están dados; que existe como proyecto y sobre el cual,

indiscutiblemente, hay una dinámica y se esta haciendo un trabajo fructífero. Esa viabilidad está

dada por el contenido social de la acción política iniciada y sostenida por la iniciativa civil.

Los principales aspectos en los que se ha desarrollado ese proyecto son los siguientes:

a) Se está empezando a hacer un esfuerzo para modernizar las comunidades de la región.

La estrategia básica del proceso de paz se basa pues en la vinculación efectiva y real de

estas comunidades a un proyecto de desarrollo social y económico.

Page 91: Conflict o

91

b) Se utiliza un nuevo vocabulario alrededor de los conceptos de pacificación, consenso,

ordenación, normalización, etc., y como consecuencia se busca nuevos conceptos sobre

valores éticos y jurídicos que permitan sustituir la falta de ideología por una identidad que

exprese las aspiraciones sociales y la concepción de lo social.

c) Como quiera que uno de los factores decisivos en la confrontación fue la creación de

grupos de interés, entonces la respuesta al proceso de paz sin lugar a dudas será frente a

la relación económica, específicamente centrada en la explotación y comercialización de

las esmeraldas.

d) Para llenar el vacío o ausencia del Estado en el desarrollo económico, político y social se

tendrá como base para dicho propósito la intervención de la sociedad civil y la iniciativa

privada. En este sentido se ha fortalecido el liderazgo y en ello se esperanza la fuerza y la

dinámica del proyecto.

e) El Partido Conservador, aunque con algunos sesgos grupistas, ha sido tradicionalmente

mayoritario en la región y ha participado en las distintas etapas históricas de las

características sociopolíticas prevalecientes, calificándose a este respecto y en relación

con el proceso de paz como gestor de un paso en la acción puramente electoral a la acción

de contenido y colaborando así en el proceso de transformación social. La acción del

partido liberal ha sido muy reducida y en los últimos tiempos puede hablarse de ausencia

total de otros partidos de izquierda Alianza Democrática M19, la ANAPO o la UP.

En síntesis la conclusión principal del estudio es que la precariedad o solidez del proyecto de paz

depende, en principio de la capacidad y decisión de una élite que incide económica, social y

políticamente en la región y le marca un patrón cultural, así como de la medida en que se integren

efectivamente al mismo Estado, la Iglesia Católica y la empresa privada; pero, en definitiva y en el

largo plazo, depende de que se pongan en marcha procesos de formación de líderes locales y de

Page 92: Conflict o

92

creación de una cultura propia, auténtica, constituyendo la oportunidad de la sociedad civil para

convertirse en el gran protagonista del proceso.

Ahora bien existiendo vocación y voluntad de paz se podrá crear en esta medida un plan de

integración entre el gobierno, los empresarios mineros, los líderes regionales, el ejército y la

policía, los fiscales y los jueces y todos que representan efectiva de acción social, todo esto

dentro de la estrategia del proyecto; crear instancia de responsabilidad política sobre esta región

con la formación de una segmentación oficial que tenga una equivalencia a la Consejería por las

pacificación es todas una tarea. El movimiento guerrillero excluido de este proyecto regional de

paz como consecuencia de su falta de influencia política en la zona de conflicto, tendrá en el

futuro un espacio siempre y cuando no se desarrollen con prontitud las transformaciones

profundas socioeconómicas que conlleve a la materialización real y efectiva del proceso de paz.

Page 93: Conflict o

93

BIBLIOGRAFIA

ALBA, J. Tito. Vida, confesión y muerte de Efrain González. Bogotá, Tipografía Bermúdez,

segunda edición, 1971.

AVILA, José y TORRES, Carlos. “La violencia en el Occidente de Boyacá durante el gobierno de

la concentración nacional”. Revista sobre el segundo simposio nacional sobre la violencia en

Colombia. Bogotá, Icfes, De. Guadalupe Ltda. 1986.

BAGLEY, Bruce M. “Colombia: National Front and Economic Police and Economic Develpment

in Latin America. Hoover Press Publication 306, 1984.

BAUTISTA OLAYA, Dario. El personaje y los hechos. Bogotá, Fondo Cultural cafetero, 1984.

BEJARANO, Jesús Antonio. “La economía colombiana entre 1922 y 1929”. Nueva Historia de

Colombia. Tomo 5, Bogotá. De. Planeta 1989.

BENITEZ, J.J. Materia Reservada. Barcelona. De. Planeta 1993.

BRICEÑO, Manuel, “Aristóteles, Etica a Nicómaco”, Libro 1, capt. 2, Politeia. Bogotá, Instituto

Caro y Cuervo, 1989.

BUITRAGO GARCIA, Silvano. Reseña histórico biográfica y política del territorio Vásquez

(Boyacá). Tunja, sin editorial, 1967.

CABALLERO ESCOBAR, Enrique. Historia económica de Colombia. Bogotá. De. Tercer Mundo,

1976.

Page 94: Conflict o

94

GILHODES, Pierrre. “La cuestión agraria en Colombia (1900-1946)” Nueva Historia de Colombia.

Tomo 3, Bogotá De. Planeta 1989.

GILHODES, Pierre. “La violencia en Colombia, Bandolerismo y guerra social”. Once ensayos

sobre la violencia, Bogotá, Fondo Editorial CEREC, 1985.

GOMEZ, Laureano. Obras completas. Tomo IV. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989.

GOMEZ, Laureano. Obras selectas. Primera parte. Bogotá, Cámara de Representantes de

Colombia, Fondo de publicaciones, 1981.

GUERRERO BARON, Javier. La economía esmeraldifera y la violencia: La micro-historia

institucional y contra-institucional. Tunja, U.P.T.C., 1984.

GUERRERO BARON, Javier. “Sobre las condiciones para la construcción de la paz en el

occidente de Boyacá”. Borrador de trabajo. Tunja U.P.T.C., 1994.

GOBERNACION DE BOYACA. Secretaria de Planeación. Proyecto de desarrollo provincial.

Provincia de Occidente. Resumen Ejecutivo. Tunja, 1994. Sin publicar.

GUILLEN M. Fernando. El poder político en Colombia. Bogotá, De. Punta de Lanza, 1979.

GUZMAN C. GERMÁN. LA VIOLENCIA EN COLOMBIA. TOMO 1. BOGOTÁ. DE. PRINTER, 1988.

HERNANDEZ R. GUILLERMO. DE LOS CHIBCHAS A LA COLONIA Y A LA REPÚBLICA,

BOGOTÁ,COLCUTURA, 1975.

HILARION, ALFONSO. BALAS DE LA LEY. BOGOTÁ. DE. BOGOTÁ, 1963.

HOBSBAUM, ERIC. REBELDES PRIMITIVOS. BARCELONA, DE. ARIEL, 1958.

Page 95: Conflict o

95

HOPENHAYN, MARTIN. “ CONFLICTO Y VIOLENCIA : PANTALLA SOBRE UN HORIZONTE DIFUSO”.

CONSTRUIR LA PAZ. BOGOTÁ, PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, CONSEJERIA PRESIDENCIA PARA LA

RECONCILIACIÓN, NORMALIZACIÓN Y REHABILITACIÓN. DE. PRESENCIA LTDA. 1990.

INSTITUTO DE CULTURA Y BELLAS ARTES DE BOYACA- ICBA. DOCUMENTO CONTENTIVO DE

DESGRABACION DE MESA REDONDA CELEBRADA CON LOS PROFESORES DEL COLEGIO SAN IGNACIO DE

LOYOLA DE OTANCHE, EL 4 DE MAYO DE 1994.

LANGEBAECK, CARL ENRIK. MERCADOS POBLAMIENTO E INTEGRACIÓN ÉTNICA ENTRE LOS MUISCAS.

BOGOTÁ, BANCO DE LA REPÚBLICA, DEPARTAMENTO EDITORIAL, 1987.

LEAL BUITRAGO, FRANCISCO. “EL GOBIERNO DE BELISARIO BETANCUR EN LA COYUNTURA POLÍTICA”,

EN VARIOS AUTORES COLOMBIA EN LAS URNAS: QUE PASO EN 1986?. BOGOTÁ, CARLOS VALENCIA

EDITORES, 1987.

LIEVANO AGUIRRE, INDALECIO. “ESTUDIO PONENCIA SOBRE LA HISTORIA Y EL DESARROLLO DE LA

MINERÍA COLOMBIANA”. ANALES DEL CONGRESO . BOGOTÁ, 1964.

LOPEZ DE MESA, LUIS. DISERTACIÓN SOCIOLÓGICA. BOGOTÁ, DE. EL GRÁFICO, 1939.

MARIN, FÉLIX MARIA LA GUERRA DE LAS ESMERALDAS. BOGOTÁ, DE. BAAL, 1972.

NARANJO, GILBERTO, “MOVIMIENTO GUERRILLERO Y TREGUA”, EN LA SERIE CONTROVERSIA NO. 128.

BOGOTÁ, CINEP, 1985.

OCAMPO LOPEZ, JAVIER. HISTORIA DEL PUEBLO BOYACENSE. TUNJA, INSTITUTO DE CULTURA Y BELLAS

ARTES - ICBA-. 1984.

Page 96: Conflict o

96

OQUIST, PAUL, VIOLENCIA, CONFLICTO Y P OLITICA EN COLOMBIA. BOGOTÁ, INSTITUTO DE ESTUDIOS

COLOMBIANOS, 1978.

PECAUT, DANIEL. ORDEN Y VIOLENCIA: COLOMBIA 1930-1954. VOL. 1 BOGOTÁ, SIGLO XXI EDITORES,

FONDO EDITORIAL CEREC, 1987.

PECAUT, DANIEL. “ LA CRISIS DE LO POLÍTICO Y EL JUEGO DE LOS MICROPODERES”. COYUNTURA

POLÍTICA. AÑO 2 NO. 7 BOGOTÁ, SEPTIEMBRE DE 1994.

PINZON DE LEWIN, PATRICIA. PUEBLOS, REGIONES Y PARTIDOS. FONDO EDITORIAL CERC, EDICIONES

UNIANDES. UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, 1989.

PIZARRO LEONGOMEZ, EDUARDO. “LA GUERRILLA REVOLUCIONARIA EN COLOMBIA”, EN SANCHEZ,

GONZALO Y PEÑARANDA RICARDO (COMPILADORES). PASADO Y PRESENTE DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA,

BOGOTÁ, CEREC, 1986.

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. SECRETARIA DE INTEGRACIÓN POPULAR. PLAN REGIONAL DE

REHABILITACION: ESTRATEGIAS Y REALIZACIONES, 1986 - 1990. BOGOTÁ. MAYO DE 1990.

POLICIA NACIONAL. DEPARTAMENTO DE BOYACA. ESTADÍSTICAS CRIMINOLOGICAS. 1985 - 1995.

RIVADENIERA, LUIS MARIO. DERECHO DE MINAS COLOMBIANO. BOGOTÁ, DE. PIRÁMIDE, 1981.

SANCHEZ. GONZALO. ENSAYOS DE HISTORIA SOCIAL Y POLÍTICA DEL SIGLO XX. BOGOTÁ, EL ANCORA

EDITORES, 1984.

SANTAMARIA, RICARDO Y SILVA, GABRIEL. PROCESO POLÍTICO EN COLOMBIA: DEL FRENTE NACIONAL A

LA APERTURA DEMOCRÁTICA. BOGOTÁ, CEREC, 1984.

SCHMITT, KARL. POLITICAL ROMANTICISM. BOSTON. M.I.T. PRESS, 1988.

Page 97: Conflict o

97

THE COLOMBIAN POST. BOGOTÁ, OCTUBRE 21 - 28 DE 1993

TORRES RESTREPO, CAMILO. “ LA VIOLENCIA Y LOS CAMBIOS SOCIO-CULTURALES EN LAS ÁREAS

RURAL COLOMBIANAS”. ONCE ENSAYOS SOBRE LA VIOLENCIA. BOGOTÁ, FONDO EDITORIAL CEREC, 1985.

TOVAR Z, BERNARDO. “LA ECONOMÍA COLOMBIA,(1886-1922)”. NUEVA HISTORIA DE COLOMBIA.

TOMO V. BOGOTÁ, DE. PLANETA, 1989.

URIBE ALARCON, MARIA VICTORIA. LIMPIAR LA TIERRA, GUERRA Y PODER ENTRE LOS ESMERALDEROS.

BOGOTÁ, CINEP, 1992.

VON HENTIG, HANS. “COMPONENTES DISPOSCIONALES EN EL ENGRANAJE DEL DELITO”. EL DELITO. VOL

3. MADRID. DE. ESPASA - CALPE. 1972.

Page 98: Conflict o

98

C I T A S

1. Manuel Briceño J. “Aristóteles, Etica a Nicómaco”, Libro Y, capítulo 2do. Politeia. Bogotá,

Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 68.

2.Germán Guzmán Campos. La Violencia en Colombia, Tomo I, Bogotá, Printer Colombiana S.A.,

1988, p. 23.

3. De la familia Chibcha eran miembros, en virtud a las similitudes culturales, antropólogicas y

principalmente lingüísticas, las siguientes agrupaciones tribales encontradas por los hispanos y

algunas todavía existentes: los Muiscas, Moscas o Chibchas, del altiplano; los Laches ubicados

en los alrededores del nevado del Cocuy; los Guanes, ubicados al norte de los anteriores; los

Tunebos habitantes de la región limitada por los ríos Sarare y Arauca, por el oriente y la Cordillera

del Cocuy por el occidente y desde la Sierra Nevada de Santa Marta; los Chimila, los Araucos y

Arhuacos (que no deben confundirse con los Arawack), también de la Sierra Nevada de Santa

Marta; los Paeces del Cauca; los Cunas del golfo de Uraba; los Guambianos que ocupan una

extensa zona desde el Magdalena hasta la cordillera occidental; los Andaquies, en el valle de San

Agustín; los Pastos en Nariño y los Quillancingas, al este de los anteriores.

4. Luis López de Mesa, Disertación sociológica. Bogotá, De. El Gráfico, 1939, p. 225.

5. Guillermo Hernández Rodríguez. De los Chibchas a la Colonia y a la República. Bogotá,

Colculltura, 1975. p. 91.

6. Otras tribus pertenecientes en el siglo XVI al grupo Caribe eran... Los Panches, en las

vertientes de la cordillera Orinal y Central, entre el río Negro y el Guarino por el norte y el Coello y

el Fusagasugá por el sur; los Pijaos al sur del actual departamento de Caldas y hasta el del

Tolima; los Quimbayas, que vivieron en el actual departamento de Antioquia; los Chocoes, entre

la cordillera Occidental y el Pacifico, y los Motilones, en la Sierra de Perija, y en la Hoya del

Catatumbo, en el Opón y el Carare. Estas transcripciones, como la del No. 4, son tomadas de

Page 99: Conflict o

99

Julio Cesar García, Los primitivos p. 182 y de Javier Ocampo López, Historia del Pueblo

Boyacense, p. 322 ss.

7. Luis López de Mesa. Disertación Sociológica. p. 221.

8. Carl Henrik Langebaeck. Mercados, poblamiento e integración étnica ente los muiscas, Bogotá,

Banco de la República, Dpto. Editorial, 1987. pp 108, 109.

9. Luis Mario Rivadeneira Ch. Derecho de Minas de Colombiano. Bogotá. Edit. Pirámide, 1981, p.

182.

10. Laureano Gómez, Obras Selectas. Primera Parte. Bogotá: Cámara de Representantes, Fondo

de Publicaciones, 1981. p. 155

11. Ibid - p. 10 - 15. Ibid p. 20.

12. Ibid. p. 20.

13. Laureano Gómez, Obras completas, Tomo IV. Vol. 1o. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989,

p. 206.

14. Ibid. p. 207.

15. Javier Guerrero Barón, La Economía esmeraldifera y la violencia: la micro historia institucional

y contra institucional. Tunja, U.P.T.C. 1984 p. 228 -229.

16. Ibid. p. 228 - 225.

17. Ibid. p. 232 - 233 - 234 - 235.

Page 100: Conflict o

100

18. Ibid. p. 235.

19. Luis Mario Rivadeneira Ch. Derecho de Minas Colombiano. p. 293 - 294.

20. Ibid. p. 183.

21. María Victoria Uribe Alarcón, Limpiar la Tierra, Guerra y Poder entre Esmeralderos. Bogotá,

CINEP, 1992. p. 93.

22. Decreto 1986 de 1947 - Ley 145 de 1959 - Decreto 293 de 1964.

23. Luis Mario Rivadeneira Ch. Derecho de ..., p. 298.

24. DANE, Bogotá, Censo 1985. Departamento Administrativo de Planeación, Plan Regional de

Rehabilitación para el Departamento de Boyacá, 1986 - 1990. PNR. Bogotá, Presidencia de la

República.

25. Fernando Guillen Martínez. El poder político en Colombia. Bogotá, De. Punta de Lanza, 1979

p. 478.

26. Manual de Historia de Colombia. Tomo 3o. Bogotá, Ed.Colcultura, p . 357.

27. Fernando Guillen M.El poder político en Colombia, p. 462.

28. Enrique Caballero E. Historia económica de Colombia. Bogotá, De. Tercer Mundo. p. 189 -

190.

29. Fernando Guillen M. El poder político... p. 462.

Page 101: Conflict o

101

30. Jesús Antonio Bejarano Avila. “La economía colombiana entre 1922 y 1929”. Nueva historia

de Colombia. Tomo 5o. Bogotá, De. Planeta, 1989. p. 59 - 61.

31. Ibid. p. 69.

32. Daniel Pécaut. Orden y Violencia: Colombia 1930-1954. Vol. 1o. Bogotá, Siglo XXI editores,

Fondo editorial CEREC, 1987. p . 1.

33. Ibid. p. 13.

34. Roberto Urdaneta Arbelaez. “El materialismo contra la dignidad del hombre”. p. 286. Germán

Guzmán Campos. La Violencia en Colombia, Bogotá, De. Printer Colombiana 1988. p. 24.

35. Daniel Pécaut. Orden y Violencia en Colombia. p. 22.

36. Germán Guzmán Campos. La Violencia en Colombia, p. 26.

37. Luis Mario Rivadeneira Ch. Derecho de ... p. 298.

38. Ibid. p. 183.

39. Ibid. p. 183

40. Ibid.. p. 300.

41. Daniel Pécaut. Orden y Violencia en Colombia, p. 22.

42. Germám Guzmán Campos, La violencia en Colombia. p. 26.

Page 102: Conflict o

102

43. Paul Oquist. Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá, Instituto de Estudios

Colombianos, 1978. p. 14.

44. Pierre Gilhodes, “La violencia en Colombia, Bandolerismo y guerra social”. Once ensayos

sobre la violencia. Bogotá, Fondo editorial CEREC, 1985. P. 201.

45. Ministerio de Gobierno, Dirección Nacional de Planeación. Plan Nacional de Rehabilitación,

Plan social para la paz. Bogotá, 1985. p. 11.

46. Camilo Torres Restrepo. “La violencia y los cambios socio-culturales en las áreas rurales

colombianas”. Once ensayos sobre la violencia. p. 110 - 111.

47. Carl Schmit. Political Romanticism. Boston M.I.T. Press, 1988, p. 12.

48. José Avila, Carlos Torres. “La violencia en el occidente de Boyacá durante el gobierno de a

concentración nacional”. Revista del 2o. Simposio Nacional sobre la violencia en Colombia.

Bogotá, ICFES, De. Guadalupe Ltda. p. 49 ss.

49. Laureano Gómez C. Obras Completas. Tomo IV, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 63.

50. Ibid. p. 64.

51. Ibid. p. 66.

52. Ibid. p. 64.

53. Silvano Buitrago. Reseña histórico biográfica y política del territorio Vasquez, Tunja, sin

editorial, 1967. p. 91.

54.Ibid. p. 113.

Page 103: Conflict o

103

55. Fernando Guillen Martínez. El poder político en Colombia. p. 462.

56.Germán Guzmán Campos. La violencia en Colombia, p. 43.

57. Juan Lozano y Lozano, citado por Germán Guzmán Campos, Ibid. p. 43.

58. Patricia Pinzón de Lewin. Pueblos, regiones y partidos. Bogotá, Fondo Editorial CEREC,

Edición Uniandes, Universidad de los Andes, 1989. p. 47.

59. Alfonso Hilarion| Sánchez. Balas de la ley. Bogotá, De. Santafe, 1963, p. 197.

60. Ibid. p. 200.

61. Germán Guzmán Campos. La Violencia en Colombia. p. 81.

62. Ibid. p. 81. y Alfonso Hilarion S. Balas de Ley. p. 201.

63. Silvano Buitrago. Reseña... p. 12.

64. Gilberto Naranjo. “Movimiento Guerrillero y Tregua”, en Serie Controversia. No. 128, Bogotá,

CINEP. 1985. p. 37.

65. En esto coinciden , utilizando diferentes calificativos pero refieriéndose siempre al carácter

“cerrado” del régimen, varios autores. Entre ellos: Bagley, “Colombia: National Front...”; Leal

Buitrago, “La Crisis del Régimen...”; Chernick, Marc W. “The Peace Process in Colombia:

Democratic Opening in the Bipartisan Sistem?”, (Borrador), Uniandes, 1985; Santamaria, Ricardo

y Silva Grabriel. Proceso Politico en Colombia: Del Frente Nacional a la Apertura Democrática.

Bogotá: CEREC, 1984, Eduardo Pizarro sostiene este mismo argumento en dos e sus trabajos

más recientes ” La Guerrilla Revolucionaria en Colombia”, en Sánchez, Gonzalo y Peñaranda,

Page 104: Conflict o

104

Ricardo (Compiladores). Pasado y Presente de la violencia en Colombia. Bogotá: CEREC, 1986;

y el “Proyecto Reformista de Belisario Betancur (notas sobre la coyuntura política nacional)”,

(Borrador), 1986.

66. Eduardo Pizarro. Ver los dos trabajos citados anteriormente. Entre estos rasgos,el que más

sobresale es, si duda, la aplicación continua del estado de sitio. Ciertamente, durante todo el

periodo del Frente Nacional el ejército del poder político se desarrollo aplicando el articulo 121 de

la Constitución Nacional. A este respecto ver: Gallón, Gustavo. 15 años de estado de sitio en

Colombia. Bogotá: Editorial América Latina, 1980.

67. Francisco Leal Buitrago, “La Crisis del Régimen Bipartidista ” Estado y política en Colombia.

Bogotá, Siglo XXI, 1984. p. 145.

68. La explicación más completa de las causas y los efectos de este proceso de despolitizacion

bipartidista se encuentra en Leal, “La Crisis del Régimen Bipartidista”, en Estado y Politica...

69. Ibid. p. 146.

70. J. Tito Alba. Vida, confesión y muerte de Efrain González. Bogotá, Tipografía Bermúdez, 2a.

Edición, 1971. p. 18.

71. Ibid. p. 84 a90.

72. Entrevista de los autores con Angel María Vargas, Bogotá, julio de 1992.

73. J. Titio Alba. Vida, confesión y muerte de Efrain González. p. 77.

74. Ibid. p. 151 y ss. Entrevista con Ángel M. Vargas.

75. Cfr. El capitulo sobre explotación y tratamiento de las esmeraldas.

Page 105: Conflict o

105

76. Tito Alba. Vida, confesión, etc. p .98.

77. Ibid. p. 75. Entrevista con Angel M. Vargas.

78. Eric Hobsbaum. Rebeldes primitivos. Barcelona. De. Ariel, 1958. p. 27.

79. Félix María Martín. La guerra de las esmeraldas. Bogotá, De. Baal, 1972, p. 297.

80. Silvano Buitrago. Reseña historico-biografia, etc. p. 100.

81. Todos estos datos fueron recopilados por los autores en charlas y entrevistas con varios

testigos residentes en la zona en los años sesenta y setenta y con algunos de los nombrados, a

lo largo de los años de 1990, 1991, 1992, 1993. Se ocultan los nombres de los que

voluntariamente así lo quisieron, pero pueden citarse, entre otros, Luis Murcia Chaparro, Pablo

Elias Delgadillo, Gilberto Rodríguez, Edgar González (QEPD), Myriam Castro Vdda. de

Castellanos, Gabriel Parra, Ignacio Obando, Gilberto Barrera, Martin González Rojas, Gilberto

Ortiz, Orlando López y, en general todos los miembros del Comité de Normalización, Verificación

y Desarrollo del Occidente de Boyacá.

82. Dario Bautista Olaya. El Personaje y los hechos. Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1984, p.

314.

83. Registraduria Nacional del Estado Civil, Bogotá. Datos Estadísticos.

84. Cfr. Capitulo sobre tratamiento y explotación de las esmeraldas.

85. Félix Marin. La Guerra de las esmeraldas. p. 493.

86. Datos recopilados por los autores en entrevistas varias a testigos, Ibid. cita 69.

Page 106: Conflict o

106

87. Presidencia de la República y P.N.R. Departamento de Boyacá. Plan Regional de

Rehabilitación: Estrategias y Realizaciones. 1986 - 1990. Bogotá, mayo de 1990. p.30.

88. J. Guerrero Barón. La Economía Esmeraldifera y la Violencia: La micro-historia institucional y

contra institucional. Tunja U.P.T.C., sin fecha. p . 246.

89. Ibid. p. 246.

90. Fernando Cortés. Rodríguez Gacha, el mejicano. Bogotá, Intermedio editores, 1993. p. 31 y

ss.

91. Datos recopilados por los autores en entrevistas con líderes y testigos de la región. Ibid citas

69 y 74.

92. María Victoria Uribe Alarcon. Limpiar la tierra. Bogotá, CINEP, 1992. p. 84, 85.

93. Datos recopilados por los autores en entrevistas con líderes y testigos de la región. Ibid. citas

69, 74 y 79.

94. Policía Nacional, Estadísticas, 1985-1994. Diario El Tiempo, julio 22 de 1990. p. 18.

95. Luis Murcia Chaparro. A. “El pequinés “ afirma haber sufrido cinco atentados; Víctor

Carranza, uno; Pablo Elias Delgadillo varios, en especial, uno en compañía de su esposa e hijos.

Confirmados con versiones testimoniales y con base en publicación de “El Tiempo”, julio 22 de

1990, p. 1B.

96. Versión de Martín González Rojas, A. ”Capotera” en “El Tiempo”, julio 22 de 1990, p. 4B

97. The Colombian Post. Octubre 21-28 de 1993, p. 1B.

Page 107: Conflict o

107

98. Diario “El Tiempo”, julio 22 de 1990, p. 4B. Diario “El Espectador”, 2 de junio de 1991, p. 1C.

Confirmación de testimonios orales.

99. Documento confidencial suscrito por Pablo Elias Delgadillo, remitido al senador Germán

Pinilla, junio 1990.

100. Discurso pronunciado por Pablo Elias Delgadillo en Quípama el 8 de septiembre de 1990, p.

1a. y 3a.

101. Documento resumen de la propuesta presentado por Pablo Elias Delgadillo, sobre estrategia

del proceso de paz, al foro celebrado en Coscuez el 28 de mayo de 1991.

102. Datos suministrados por la oficina del P.N.R. regional Boyacá.

103. Policía Nacional, estadística 1985 - 1994.

104. Acta de la sesión de la 28-05-91. p. 2

105. Ibid. p. 2.

106. Ibid. p. 2

107. Hopenhayn, Martín. “Conflicto y violencia: Pantalla sobre un horizonte difuso”. Construir la

Paz. Bogotá. Presidencia de la República. Consejeria presidencia para la reconciliación,

normalización y rehabilitación. Ed. Presencia Ltd. 1990 p. 52, 53.

108. Acta sesión del 28-05-91. Foro evaluación proceso de paz.

Page 108: Conflict o

108

109. Von Hentig, Hans. El Delito. Vol 3. Componentes disposicionales en el engranaje del delito.

Madrid. De. Espasa-Calpe, S.A. 1972, p. 15.

110. Acta de la sesión de 14-06-91. Chiquinquirá. p. 7.

111. Acta de la sesión 04-09-91 p., 3.

112. Ibid. p. 8.

113. Ibid. p. 4.

114. Ibid.. p. 7.

115. Ibid. p. 8

116. Oficio de la Secretaria de Gobierno de Boyacá dirigido a la doctora María Teresa Sánchez

de Díaz, Jefe de Orden Publico y convivencia ciudadana del Ministerio de Gobierno, de 13 de

mayo de 1993. p. 2 y 3.

117. Secretaria de Planeación. Gobernación de Boyacá. “Proyecto de Desarrollo Provincial.

Provincia de Occidente”. Resumen Ejecutivo. Tunja, sin publicar, 1994.

118. Guerrero B., Javier. “Sobre las condiciones para la construcción de la paz en el occidente de

Boyacá”. Tunja, U.P.T.C. Borrador de Trabajo 1994.

119. Entrevista de los autores con Pablo Elias Delgadillo. Bogotá, junio 1994.

120. Entrevista de los au tores con Pedro Alfonso Molina, Bogotá junio 1994.

121. Presidencia de la República. Plan Nacional de Rehabilitación Departamento de Boyacá.

Page 109: Conflict o

109

122. Texto escrito del discurso pronunciado por Pablo Elias Delgadillo en Quípama, el 8 de

septiembre de 1990. p. 3.

123. La población flotante se ha estimado para el ultimo año en aproximadamente 30.000. Dato

aportado por Guerrero B. .Javier, en el estudio “Sobre las condiciones para la construcción de la

paz...” p. 6.

124. Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá ICBA. Documento contentivo de desgravacion

de mesa redonda celebrada con los profesores del Colegio San Ignacio de Loyola, de Otanche, el

4 de mayo/94. p. 3. Se omiten los nombres de los exponentes y comentaristas a petición de la

entidad organizadora del evento.

125. Ibid. p. 8.

126. Ibid. p. 14.

127. Ibid. p. 3.