8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
1/102
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985
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8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
2/102
cuadernos
de arquitectura
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DE ESTUD
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DE POSGRADO
FAC
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LTAD DE
ARQUI
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ECTU
RA ,
UNAM
Editor: Paul
Gendrop
Co
nsejo editorial:
Jess Aguirre
Crdenas
Albert o
Amador
Sellerier
George F. Andrews
Al
fredo
Barrera Rubio
Marvin
Cohoda
s
Bearriz de la Fuente
H . Stanley Loten
Horst
Hartung
Miguel Len
Portilla
Jaime
Lit v
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King
Karl Herbert Mayer
Mar
y E. Miller
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co
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Redaccin y d iseo grfico:
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Moncayo, Gerard
o
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Antonio Siller y
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Mdicos N
23
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z
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Mrida
y
Guana
juat
o, y en
la Ca
sa
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la
Cultura de
Aguasca
lientes.
Precio del e
jemplar: 600
pesos
M.N.
Ejemplar
arrasado: 600 pesos
M.N
.
Precio en el extranjero: 1000 pesos
4.00 U S. dollars.
Co n
porte pagado
por va de superficie:
850.00 pesos
M.N. en
la Repblica
Not as:
L
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artculos debern ser redactados en es
pa
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acompaados de
un breve resumen
en
ingls, o bien
en
ingls
con
resumen
en
espaol.
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Arquitectura
Prehispnica,
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n
parcial
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os
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que
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No se devolvern originales.
nmero 6-noviembre
985
ARQUITECTURA MAYA 3
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EDITOR
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English .
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Frano;;ais
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EL
ARTE
PREHISPNICO
MESOAMERICANO:
UN PUNTO
DE VISTA
DISIDEN
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Jaime
Litvak King . .
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CEDRAL, UN EXTRAO
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MAYA EN COZUMEL
Daniel Schvelzon. . . . . . . . . . . . .
UN
BASAMENTO
ESCALONADO DE
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EN QUINTANA ROO
Ra
l Arana, Mara Eugenia
Romero
y Juan Antonio Siller . . . . . . .
C HACMULTN, UNA
CIUDAD MAYA
DEL
PUUC
Antonio Benavides .
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ONES SOBRE EL TEMA DE
LAS
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Paul Gendrop
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EN LA
ARQUITECTURA
DE LA
REGION
DE R10 BEC:
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tcnica)
Paul Gendrop
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SENTACIONES ARQUITECTNICAS
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Pincemin y Mauricio Rosas .
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PRXIMOS NME
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ARQUITECTURA DEL
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EN LA ARQUITECTURA MEXICANA
ARQUITECTURA DEL
OCCIDENTE
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NORTE
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8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
3/102
T REASl 'RES OF Al'\
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Dos exposiciones fuera de serie estn viajando
en
varias ciudades de Estados Unidos desde
es
te verano:
1) Maya: treasu
res
or an ancient
civili
zation ,
organizada por el Albuquerque Museum de
New Mexico bajo la direccin de Charles
Gallenkamp, y
2)
Ce
note of sacrifice: Maya treasures: from
the sacred
we ll
at Chichn
ltz ,
organizado
por
el
Peabody Museum de Harvard University
bajo la direccin de Clemency C. Coggins.
Entre
otro
s muchos objetos, la primera exhi
be
delicadas vasijas provenientes de las recien
t
es
excavaciones en Tikal mientras que la otra
pone - al
fin
- al alcance de cierto pblico
aquel material dragado por Edward Thompson
en
el
cenote sagrado de Chichn a principios de
este siglo y llevado luego a los Estados Unidos.
Despus de- infructuosas demandas por parte
del gobierno mexicano, este autntico tesoro
permaneci en bodegas del Peabody Museum,
y no est siendo exhibido sino hasta ahora.
Arriba: Portada del catlogo de una de las
ex
posiciones mencionadas (vasija proveniente de
la tumba 1,
es
tructura 5D-88, Tikal, Petn,
Guatemala. Museo Nacional de Arqueologa y
Etnologa, Guatemala). Abajo: Mscara com
puesta de tres piezas de oro repujado, prove
niente del cenote sagrado de Chichn ltz. Pea
body Museum.
Fe de errata del nmero 5 de Cuadernos
En la pgina 28, segundo rengln, debera decir
costado orien te en vez de costado ponien
te .
UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTNOMA DE MXICO
RECTOR
Dr. J orge Carpizo
SECRETARIO GENERAL
Dr. Jos Narro Robles
SECRETARIO GENERAL
ADMINISTRATIYO
lng. Jos Manuel Covarrubias
SECRETARIO
DE
LA RECTORIA
Act. Carlos Barros Horcasitas
ABOGADO GENERAL
Lic. Eduardo Andrade Snchez
DIRECTOR DE LA FACULTAD
DE ARQUITECTURA
Arq. Ernesto Velasco Len
JEFE DE LA DIVISIN
DE ESTUDIOS
DE
POSGRAOO
Mtro. Xavier Corts Rocha
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
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en este nmero:
autores:
IS
SN
01855113
ARQUITECTURA MAYA
j litvak k. d. schvelzon r. arana m. e romero
j a. siller a. benavides p. gendrop m. cohodas
a garca g. s. pincemin m rosas
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
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Portada
: Detalle de
la
gigantescas fauces ser
pentinas de la
por tada
pri ncip
al
del edificio
en
Hor
miguero, Campeche . Foto
Juan
Anto
nio Siller.
Contraportada:
Dibujo de reconsti
t
ucin
de las mismas
segn
Paul Gendrop .
Nota: Salvo indicacin expresa, las ilustra
cion
es
de cada artculo son de los respect ivos
autores de stos.
EDITORI L
Dada la sobreabundancia de material sobre arquitectura maya
que
desbord
los lmites fsicos del nmero 5 de estos Cuadernos- nos vemos precisados a
dedicar el presente nmero 6 al mismo tema, con el fin de honrar las colabora
ciones que
se
haban venido acumulando.
Empezamos por un ensayo de Jaime Litvak en que el autor hace hincapi en
la poca confiabil idad del historiador del arte cuando recurre a piezas de du
dosa autenticidad
o
simplemente de procedencia desconocida- para sobre s
tas basar un anlisis que lo habr de conducir a conclusiones irremediablemente
invlidas. De la misma manera que en ocasiones
el
arquelogo altera los hechos
cuando lleva la restauracin mucho ms all de las evidencias arrojadas por la
excavacin,
el hi
storiador de arte a menudo
se
vale de documentos de discutible
validez para elaborar sus propias investigaciones.
Despus de dos breves notas de Daniel Schvelzon, Raul Arana, Mar a Euge
nia Romero y Juan Antonio Siller sobre edificios de Quintana Roo (la Crcel
de El Cedral en la isla de Cozumel, y un basamento de tipo Petn a proximidad
de los linderos con Belice), sigue un artculo de Antonio Benavides sobre los re
sultados de los trabajos recientemente efectuados en Chacmultn bajo
su
direc
cin. La documentacin a este respecto viene, despus de muchas dcadas, a ac
tualizar nuestros conocimientos sobre una de las ciudades ms interesantes de la
parte sureste del Puuc.
Viene a continuacin un ensayo de Paul Gendrop en que
el
autor somete a
una total reconsideracin a a luz de la nueva y abundante documentacin que
se
ha venido sumando en estos ltimos aos- los juicios emitidos por l en
publicaciones anteriores. Por una parte, basndose en trabajos recientes de Ra
mn Carrasco, se analizan aquellas portadas zoomorfas integrales de las
re
giones Ro
Bec
y Chenes, que son complementadas a nivel de la plataforma de
acceso por una mandbula inferior abatida contra
el
piso. Y por otra parte, ma
nejando los numerosos mascarones de perfil del rea Ro Bec a manera de in
dicadores estilsticos , se propone una nueva secuencia evolutiva para dicho es-
tilo regional. Y la ficha tcnica de las pginas centrales presenta un anlisis
descriptivo actualizado sobre aquellos mismos temas.
Sigue una monografa de Marvin Cohodas sobre arqui tectura pblica en
las tierras bajas mayas .
Se
trata de aquella arquitectura que, usualmente descu
bierta y al nivel de una plaza u otro elemento bajo, consiste esencialmente en
grandes espacios abiertos organizados en torno a determinadas formas tales co
mo la pirmide axial, el arco monumental, la cancha de juego de pelota, la
estructura de planta circular y la calzada.
Relacionado tambin con los espacios abiertos, pero con un novedoso enfo
que hacia las posibilidades escnicas de aqullos, es el ensayo de Armando
Garca G., que abre las puertas a otro gnero de aproximacin a la arquitec tura
mesoamericana.
Y despus de un primer intento de clasificacin de los elementos arqui t
ec
tni
cos presentes en los cdices mayas, Sophia Pincemin y Mauricio Rosas cierran
este nmero con una semblanza sobre una de las ms destacadas investigadoras
del mundo maya, recin fallecida: Tatiana Proskouriakoff.
El editor
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Devoted to Maya
architecture as
well
as the preceding
one this
issue starts
with
an
article criticizing
the way
many
art
historians
too
often base
their
own judge-
ment on
pieces of
dubious origin. Then
after two brief
note
s
on structures from
Quintana Roo, a new synthesis
is
presented concerning Chacmultn, in the
southeast end of the Puuc region. Then comes an updated analysis of the
Central Yucatn zoomorphic portals (or dragon-mouth facades ), follo
wed by a new attempt of evolution sequence
of
the Ro
Bec
architectural sty
le
based on an aesthetic approach of its profile mask panels.
Finally, after two monographs devoted to the great open spaces
in
the archi
tecture of the Maya lowlands (one dealing with
public
architecture, while the
second brings our attention on the scenic potential on sorne of those spaces),
the last article presents a preliminary version of a catalog of representations of
architecture in the Maya codices, followed by an obituary note on one
of
the
greatest scholars in Maya studies
of
th
is
century: Tatiana Proskouriakoff.
The editor
Egalement consacr a 'architecture maya de meme que le numro prcdent, ce
numro commence par une critique sur la facon dont bien des historiens
d'art
ont trop souvent recours
a
des pieces de provenance douteuse pour effectuer
leurs analyses. Et apres deux breves notes sur des difices du Quintana Roo,
une nouvelle synthese est prsente sur
le
site de Chacmultn, dans la partie
Sud-Est de la rgion Puuc. Vient ensuite une mise
a
our
sur le theme des
por-
tails zoomorphes (ou entres en forme de gueule bante) et des masques de
profil de la rgion Ro Bec.
Finalement, apres deux monographies consacres aux grands espaces ouverts
dans
les
basses terres mayas (la premiere consacre a l'architecture publique
a caractere crmoniel ou civique, la seconde aux possibilits scniques de cer
tains ensembles), le numro se termine sur un catalogue prliminaire de repr
sentations architectura
le
s dans les codices mayas, suivi d'une note ncrologique
la mmoire de l' une des plus distingues mayologues de
ce
siecle: Tatiana
Proskouriakoff.
L'diteur
2
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7/102
Enfrente: Detalle de mascarones de ngulo en
la esquina suroeste del templete superior del
edificio XX
de
Chicann Campeche.
Arriba:
Panel esculpido en relieve. Procedencia desco
nocida. Coleccin particular. Fotos Juan An
tonio Siller y Stuart Rome.
EL ESTUDIO DEL ARTE MESOAMERICANO:
UN PUNTO DE VISTA DISIDENTE
aime Litvak King2
The paper points to sorne
of
the problerns that rnake the interpretations of the
art historian difficult to use for archaeology.
Arnongst thern
re
the use of unprovenienced objects therefore casting doubt
on the authenticity
of
the data base used the superirnposition of western cultu-
ral stereotypes on concepts that rnay well not be approachable
in
that way nd
general lack
of
precision
of
the data used.
Sorne possible solutions for the future are also suggested.
En un trabajo de hace ya muchos
aos Clyde Kluckhohn3 reclam a
los arquelogos la manera en que
vean el fenmeno mesoamericano.
Una buena parte de los problemas
que vea el autor citado han sido
corregidos y la explicacin arqueol
gica de lo que ocurri en la poca
prehispnica ha mejorado. Cumple
que hoy que sin pretender compara
cin con Kluckhohn alguien diga a
los amigos historiadores del arte que
la parte que a ellos les toca de la expli
cacin de la historia de la cultura
prehispnica tk.1e serias dificultades
para contribuir al todo multidiscipli
nario en que estamos interesados.
Empiezo admitiendo que no todos
los historiadores del arte cometen los
pecados que sealo y que conozco es-
fuerzos loables para que esa discipli
na contribuya slidamente para e
n-
tender el Mxico antiguo. Debo sin
embargo afirmar tambin que el
grueso del trabajo en la historia del
arte tiene graves problemas en esa ta
rea y debo comentarlos. Esta publica
cin por su circulacin y por su pres
tigio me da un foro que quiero apro
vechar. Pido disculpas de antemano.
Empezar haciendo en forma su-
cinta algunas aseveraciones y luego
discutir. La primera es que muchos
de los objetos que
el
mesoamericanis
ta estudia como arte dada su proce
dencia defectuosa y autenticidad du
dosa no slo son intiles sino pe
ligrosos si queremos obtener de ellos
datos genuinos sobre la vida prehis
pnica y los mecanismos sociables
que la determinaron. La segunda es
que el estudio del arte mesoamericano
presenta preguntas bsicas tericas y
metodolgicas que no
se
han contes
tado y que hasta que eso ocurra me
jor
debemos buscar en otro lado las
bases de nuestras interpretaciones
sobre historia de la cultura. La terce
ra
es
la expresin de una profunda
duda sobre
la
validez del arte para
reflejar la vida cuando menos lo que
los historiadores del arte llaman as.
Finalmente comentar sobre algunas
estrategias posibles que permitiran
que los materiales del historiador del
arte pudieran ser usados y en qu cir
cunstancias. Tratar de reunir esas
observaciones porque los defectos
que apuntan son interactuantes y re
sulta en un cuadro general defectuoso
y un producto inaceptable para la in
terpretacin mesoamericanista.
3
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Escribo estre trabajo como arque
logo en
el
sentido de la definicin que
Braidwood
4
di a esa palabra como
el estudio de las cosas que el hombre
hizo y fabric, para que se entienda
toda su forma de vida . Como tal
veo nuestro campo profesional como
importan te en el estudio del pasado
del hombre. Otras disciplinas, como
la hi
storia, la etnohistoria y la histo
ria del arte, entre otras usando auxi
liar
es
como la epigrafa y la icono
grafa, tambin tratan del asunto con
sus propios mtodos, ms bien que
con las armas estadsticas y ambienta
le
s de la arqueologa. Todos se
complementan porque la vida huma
na en otro tiempo, como hoy, debe
verse desd.e muchos ngulos para in
tentar entenderse.
Los que pertenecemos a la cultura
occidental de fines del siglo XX esta
mos seguramente ms informados
sobre nosotros mismos que ningn
otro grupo en la hi storia. Los peridi
cos, las revistas y los libros nos infor
man, a veces nos inundan, sobre to
dos
los
asuntos. Discutimos y toma
mo
s partido. Probamos los modelos
que nos ofrecen y los validamos o los
desechamos. Nuestros polticos son
electos
o depuestos, nuestros
cientficos ganan
el
Premio Nobel o
pierden su ctedra, nuestros admi
nistradores y economistas nos llevan
a la prosperidad o al desastre en fun
cin
de
qu tan bien estn representa
dos sus objetos de estudio en los mo
delos de realidad que construyen. En
ese
sentido el arte, visto como espejo
de
la vida, constituye una de las
tautologas de nuestra poca. Las
repre
se
ntaciones pictricas de cmo
somos, cmo vivimos y cmo adora
mos estn constantemente con no
sotros en diarios
y
revistas, en cine y
televisin, en museos e iglesias. Gra
cias a Polaroid y a Kodak, hasta en
nuestra cartera. La cantidad y va
ried ad de las situaciones que
muestran
se
combinan para darnos
una excelente idea de lo que somos, o
cuando menos de cmo nos vemos a
no sotros mismos. Las artes visuales
de
hoy: la fotografa de aficionados y
el periodismo grfico, junto con otras
artes de nuestro tiempo, como la m
sica pop, la ropa de moda y la litera
tura corriente constituyen los espejos
en que vemos nuestro reflejo para
buscar qu somos, qu - Dios nos
guarde- podemos llegar a ser y muy
importantemente, qu queremos ser.
Sirven porque
se
pueden comprobar,
cuando
se
producen especficamente
para ese propsito o porque, como en
la mayora de los casos, son retratos
involuntarios de la experiencia de la
vida. Los aceptamos como tales o los
rechazamos. Logran o no su objetivo
dentro de la misma cultura que los
produjo. Puesto que sabemos lo que
somos
y
lo que
es
nuestra vida, tam
bin sabemos si los supuestos espejos
proyectan una imagen correcta.
Pero, qu hay de otras si
tuaciones? Qu pasa con otros tiem
pos, otros lugares y otras gentes? An
tes de aceptar como adecuados los es-
pejos para nuestra sociedad, los so
metemos de hecho a prueba.
Si
lo que
ensean, dentro de lo que sabemos en
nuestra cultura,
es
correcto, los acep
tamos incluso para los aspectos que
no conocemos demasiado bien. Si lo
que muestran
es
patentemente falso,
de nuevo en nuestra cultura, no nos
gustan cuando explican lo no sabido.
La clave
es
que conocemos nuestra
cultura y por lo tanto somos buenos
jueces. Pero somos igualmente capa
ces
de juzgar sobre culturas de las que
sabemos menos? Para ello tenemos la
ciencia y la
investigacin. La
geografa ensea sobre el mundo en
que vivimos, la qumica los elementos
y sus propiedades; otros campos de
estudio enfocan otros objetos. Todos
coinciden en el mismo principio: no
saben nada hasta que han examinado
los problemas que enfrentan en for
ma tan exhaustiva como les es posible
y
primero que nada,
se
aseguran que
lo que estn viendo
es
en realidad lo
que quieren ver. Es por eso que para
estudiar la naturaleza llamamos a las
ciencias naturales. Para estudiar el
pasado buscamos las disciplinas apro
piadas.
Hay sin embargo, un obstculo te
nemos estereotipos para las ciencias y
con ellos daamos nuestros conceptos
y nuestra capacidad de obtener
re
s-
puestas de ellas. Cuando pensamos en
el
pasado,
de
Mesoamrica o de cual
quier otro lado, lo vemos como histo
ria. La arqueologa queda como una
historia, sui generis para machos,
que tratan de Jos perodos que necesi
tan verse en ollas, ir a lugares inc
modos y vivir al rayo del sol. Ese mi s-
mo estereotipo
ve
la historia del arte
como una forma afeminada de hacer
arqueologa. La historia misma
es
conceptuada como libresca y bastante
aburrida, con muchas fechas, y un
poco desdeosa de cualquier ciencia
que no tenga que ver con listas de go
bernantes.
Estas actividades, independiente
mente de estereotipos, tienen intere
ses comunes tan conocidos que no
tienen que discutirse aqu. Pero tam
bin tienen diferecias importantes:
sus objetos inmediatos de
es
tudio no
son los mismo
s.
La arqueologa trata
de los restos de toda la cultura mate
rial. La historia
ve
documentos. La
etnohistoria tradiciones populares .
La historia del arte trata de una parte
del conjunto que
ve
la arqueologa y
que consiste en objetos especficos.
Tambin los examinan en forma
distinta. Aunque la mayor parte de
las humanidades ven sus materiales
como hechos de piezas individuales,
que requieren examen meticuloso e
interpretacin exhaustiva por s mis
mas, la arqueologa, puesto que gene
ralmente trabaja con grandes cantida
des de fragmentos,
se
preocupa por
los medios cuantitativos y estadsticas
y no ha desarrollado tcnicas podero
sas para
el
estudio de cada objeto.
Las disciplinas que
es
tudian el pa
sado son distintas tambin en la for
ma en que obtienen sus materiales .
Aunque haya a veces hallazgos for
tuitos, el historiador busca en reposi
tor ios de documentacin la informa
cin sobre los asuntos que trata. Lo
que encuentra est referido a archivos
y expedientes porque ellos constitu
yen pistas de su contexto original y
por lo tanto, de su validez. El arque
logo explora en superficie o excava un
sitio para obtener una muestra vlida
que represente todo
el
contenido de
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
9/102
ese lugar. Da referencias a la capa al
edificio o al entierro porque esos da-
tos son relevantes a la localizacin en
el tiempo escala social y otros clasifi-
cadores significativos en su interpre-
tacin. Los etnohistoriadores aun-
que comparten el inters por la docu-
mentacin registran sus datos sobre
to
do
de informantes aceptables y la
presentan con otra informacin que
realza su contenido: la fecha de la
grabacin la edad del informante las
caractersticas de la ceremonia y otros
detalles que son referencias puesto
que muestran la cultura prstina o la
posibilidad de insumas extracultura-
les.
Los historiadores del arte por su
parte obtienen sus materia
le
s desde
l
dominio pb
li
co desde el resultado
de la actividad del arquelogo o en
colecciones privadas.
Para
ellos l
hallazgo occidental
es
la norma
cuando menos
para
el estudio de la
antigedad. Sus referencias son la
ex istencia misma del objeto la docu-
mentacin de su llegada a la coleccin
o el registro arqueolgico. Lo que
es-
toy tratando de decir es que cada dis-
ciplina que estudia el pasado tiene
normas de calidad para su trabajo y
que el uso de materiales o datos de
una de ellas
por
las otras supone to-
mar en cuenta los estandares del cam-
po de origen. En el caso del material
de pocas arqueolgicas es im-
portantsima la proveniencia. De
ah la primera dificultad para aceptar
las conclusiones de la historia del arte
cuando habla de los mismos asuntos
que la arqueologa
El historiador del arte mesoameri-
cano como
el
que investiga
el
de
otros lados enfrenta una opcin.
Puede tomar en cuenta slo las piezas
que
se
han obtenido con una prove-
niencia aceptable debidamente docu-
mentadas al sitio y situacin tempo-
ral lo que no significa que su
arqueologa sea perfecta pero
si
que
su estilo aparente no es bastante.
Puede tambin decidir que todas las
piezas que su instinto acepta son utili-
zables .
Si
escoge
el
primer caminos se im-
pone lmites. Las reglas del juego
le
impiden ver objetos que no vengan de
excavaciones arqueolgicas o que no
hayan sido reportadas con algn de-
talle por los que las encontraron. No
puede ver colecciones atractivas por-
que no definen proveniencia a pesar
de que las piezas concuerden con su
idea de cmo debe ser el arte de la cul-
tura que estudia. Le impide tomar en
cuenta objetos que en muchas oca-
siones son perfectamente buenos y
al no poderlos estudiar pierden datos
valiosos. Puede tambin
por
otra
parte olvidarse de ese lmite. El exa-
minar material sin procedencia acep-
table no slo aumenta la cantidad de
objetos en los que basa sus conclu-
siones sino que muchas veces esas
piezas son para l las mejores de to-
das.
El
segundo camino
es
el que
ge
-
neralmente toma. No voy a meterme
con los aspectos ticos del colec-
cionismo actividad con la que estoy
en profundo desacuerdo con la des-
truccin de importantes fuentes de in-
formacin que causa con el desperdi -
cio econmico al destruir todo un si-
tio para obtener unos cuentos objetos
o an con la estupidez implcita en el
coleccionar y atesorar las bacinicas de
l
os
antiguos. Lo que si intentar pro-
bar
es
que la informacin que viene
de esas fuentes mismas que
el
histo-
riador del arte utiliza muchas veces
sin objeciones est fatalmente da-
ada.
Al usar piezas con proveniencia de-
fectuosa el historiador del arte cons-
truye sus conclusiones en una pro-
porcin muy importante sobre obje-
tos que en lugar de ayudarlo a llegar a
juicios correctos
le
estorban. An sin
tomar en cuenta las dificultades teri-
cas y metod olgicas que implica
el
uso de esos materiales
la
mala cali-
dad de los datos de proveniencia de su
objeto aunque ste no fuere falso
hace que no llegue nunca a tener la
precisin necesaria para localizarlo
adecuadamente en el tiempo y en
el
espacio. Puesto que estos parmetros
son precisamente los ms importantes
para
el
arquelogo no es difcil
comprender por qu ambas discipli-
nas encuentran difcil la comunica-
cin. Este problema se agrega a los
que ya tienen
por
definicin el tra-
bajo del historiador del arte y en
consecuencia sus anlisis y resulta-
dos sobre la historia de la cultura su
campo comn con la arqueologa
quedan en interesantes intentos de
adivinacin. Pero desde luego resul-
ta que muchas de las piezas que usa
son falsas. No hay manera de negar
que puesto que
l
coleccionismo
prohija una demanda de objetos de
arte fuera de las que provee
el
trabajo
del arquelogo tarde o temprano
habr
una
oferta de ellos. Si el exca-
vador clandestino no consigue en-
contrar las piezas que piden sus clien-
tes no estar en el negocio mucho
tiempo. Se convertir en falsificador
o conseguir su mercanca de uno.
El argumento de que las piezas en
colecciones viejas o pblicas son ms
respetables puesto que no fue el
lucro el que las llev a ese sitio es
irrelevante. Muchos museos exhiben
orgullosamente piezas que si bien
fueron
donadas a ellos fueron
compradas por los donadores y que
por lo tanto deberan ser inmediata-
mente sospechosas. La falsificacin
misma no es un invento moderno.
En
Mesoamrica hay evidencia de que
exista desde
el
Siglo XVP . La llegada
del tur
is
mo y
el
ascenso de la
intelli-
gentsi
local en la dcada de los
treinta la convirti en eficiente
artesana nacional. Hoy pueblos en-
teros y numerosos traficantes viven
de ella. Se sabe que una buena pro-
porcin del contenido de colecciones
privadas o pblicas es falso. Muchos
de los objetos que
se
exhiben con or-
gullo en ellas no son Azteca III sino
Luis Echeverra V. Esto desde luego
debera ser suficiente para hacer que
los investigadores serios pensaran dos
veces
c e r c d ~
usar objetos de prove-
niencia dudosa para sus estudios . Si
hay cantidades significativas de falsi-
ficaciones en las colecciones hay una
buena probabilidad de que el histo-
riador del arte no est estudiando el
Zeitgeist del perodo que trabaja sino
la idiosincrasia del falsificador o la
mercadotecnia del traficante en anti-
gedades falsas.
Este efecto es sumamente peligroso.
5
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
10/102
El arte del falsi ficador producir uno
de dos tipos de objetos. Ambos da
an seriamente la base de datos de un
estudio y por lo tanto, sus conclu
sion
es: el
primero
se
ajusta a los
es
te
reotipos de moda de cmo debe
se
r
una pieza prehi spnica y preserva los
lugares comunes de forma y decora
cin para un perodo dado. Con
l
se
borra la variacin normal en una cul
tura, producto de pre
fe
rencias perso
nales, y de diferencias menores en
tiempo, espacio y grupo social o tni
co. El otro atiende a la demanda de
cosas raras y estorba al introducir lo
que de hecho son necedades a nuestro
concepto de la cultura estudiada.
Cuando los objetos falsificados son
citados en trabajos profe
si
onales, el
autor sin querer los convierte en res
petabl
es
y se usan en
bona fides
por
otros estudiosos. Con
el
tiempo
queda autenti ficados y daan an
ms
el
esfuerzo para saber cmo era
el mundo ant
ig
uo. La repeticin de
estos errores en los datos ha dado ma
la fama a la historia del arte.
Sea como haya sido, la vida me so
americana no puede estar bien repre
sentada en falsificaciones modernas
y
por desgracia, mucho
de
lo que
se
ha dicho sobre e
ll
a est basado en este
tipo de objetos. Gracias a esto lo que
se sabe acerca de culturas enteras, co
mo la maya y la olmeca, tiene defec
t
os
irremediables. Lo que conocemos
de l Occidente de Mxico, casi nada,
est contaminado peligrosamente por
la falsificacin. Los arquelogos mis
mos, en teora los endurecidos cnicos
del
es
tudio del pasado, se han tragado
datos falsos y los han perpetuado.
Coe6 por ejemplo, ha intentado plan
tear, como
si
fuera irrecusable, la
ex
istencia de un culto a un jaguar hu
mano, que desaparece mi steriosa
me nte despus, como la nica expli
cacin posible para las caractersticas
de piezas que
se
supone hizo esa cul
tura . En otro trabajo
7
, el mismo
autor presenta una cosmogona que
conocemos para parte del rea maya,
como general para toda la cultura.
Hellmuth8, nos intenta convencer de
la aceptacin total de algunas formas
teotihuacanas en una parte nuclear
6
del rea maya. Todo eso, de ser cier
to, deba haber sido probado con
hallazgos arqueolgicamente bien do
cumentados y no es as.
Queda todava por probar
si
los ol
mecas fueron o no adoradores de un
nio jaguar;
si
los mayas llegaron a
aceptar los trpodes cilndricos teo
tihuacanos tan completamente o si
el
Popo Vuh fue la Biblia general maya
o slo una tradicin local a la que hay
que seguir viendo con cuidado por la
presencia de elementos
es
paoles y
cristianos en su contenido como lo
afirma Acua9.
Si
son ciertas las ase
veraciones de sus proponentes, no lo
probarn mostrando como evidencia
objetos sin demostrar que fueron pro
ducidos en
el tiempo y en el lugar ade
cuados.
El historiador del arte, en su prisa
por creer en objets d art, no ha sido
lo suficientemente crtico y muchas
veces los ha aceptado, as como las
conclusiones que
se
derivan de ellos,
sin hacerse las preguntas necesarias
sobre su autenticidad. Por culpa de
ellos, los datos que puedan aparecer
en
el
futuro pueden dejar de recibir la
atencin que merecen. La imagen re
sultante de Mesoamrica est distor
sionada. En ese sentido
el
historiador
del arte transmi te una imagen falsa.
El problema es que la historia del arte
examina
su
objeto de estudio a travs
de una lente con fallas estructurales.
La disciplina misma
es
producto del
renacimiento y
ve
el
pasado, no de un
modo objetivo, sino en forma romn
tica. No como algo que debe ser exa
minado calculadamente sino como
una coleccin de recuerdos queridos y
por lo tanto embellecidos. No en
cuadros framente enfocados sino en
tintes vaporosos donde se pierde
el
detalle. El efecto general no es de in
formacin sino de nostalgia.
Los esterotipos terminan siendo
parte normal del trabajo: A priori y
en todos los casos, los romanos son
orgullosos, los griegos son sabios, los
salvajes son nobles, ios templos son
solemnes, los palacios son magnficos
y la escultura es imponente. El
estereotipo llega al estudio y determi
na
el
resultado y esto, en la investiga-
cin,
es
lo ms cerca que
se
puede
lle
gar del pecado mortal. El defecto que
implican las suposiciones no proba
das
se
ahonda en proporcin directa a
la diferencia en tiempo en tre nosotros
y la cultura estudiada y de la falta de
informacin slida acerca de ella.
Nuestro espejo no
es
un artefacto en
que la imagen cambia con lo que
refleja sino un escenario fijo que trata
de pasar por lo que debe haber sido
una escena siempre cambiante. Es la
inmobilidad tratando de hacerse pa
sar por
el
movimiento. No slo
es
una
imagen del kaleidoscopio en lugar de
otra, diferente,
si
no la ausencia de lo
ms importante: que no
se
trata de
imgenes sino del cambio mismo.
Al examinar otras culturas, donde
nuestros marcos culturales debieran
ser, por definicin, sospechosos de
invalidez,
el
defecto
se
vuelve peligro
y ste
se
torna en catstrofe. Si an en
nuestra cultura, que conocemos bien,
nuestras concepciones del mundo
cambian con tal rapidez que nos cues
ta trabajo mantenernos al tanto, los
otros productos humanos, igualmen
te
complejos
requie ren
para
comprenderlos de mejores puntos de
partida que nuestros tiernos e inexac
tos pensamientos sobre cmo eran.
La advertencia que hizo Kublerw un
historiador del arte preocupado, de
bi haber sido escuchado cuando dijo
que
el
uso de modelos de una cultura
y de una poca para explicar otras de
be ser criticado. La historia del arte,
al cometer ese error constantemente,
no da una imagen adecuada.
Uno de los problemas ms comune
nes est en el campo de la interpreta
cin iconogrfica. Cuando vemos
ar
te representacional vemos figuras que
son similares o cercanas a otras que
reconocemos. Eso, desde luego, no
significa que son lo mismo o que las
ideas que suponen son las mismas.
Cristo, en pinturas tempranas, es
representado en formas muy pareci
das a Apolo y a nad
ie
se
le
ocurrira
ig
ualar ambos conceptos. El Cristo
pintado por un artista de Europa Oc
cidental en el siglo XX
es
una deidad
muy diferente de la que inspir a los
artistas bizantinos en el siglo X. Iden-
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
11/102
tificar la figura no es bastante si se
quiere mostrar cmo era la vida y
el
pensamiento en determinada poca; y
suponer que era igual a otra que
creemos conocer va a hacer ms ine-
xacta
la
interpretacin. Esta falla es
importante puesto que al cometerla
se
imponen las ideas de un tiempo y
de una cultura sobre otra que es de
nuevo por definicin diferente. Una
parte considerable de la investigacin
deba haberse dedicado a encontrar
esas diferencias. El reconocer seme-
janzas donde lo operativo eran las di-
ferencias no ayuda a entender mejor
el pasado.
La investigacin en este caso no
toma en cuenta la diferencia entre lo
que sabemos y lo que queremos de
s
cubrir lo que filtra la informacin a
travs de nuestros propios estereot
i
pos produciendo una imagen distor-
cionada de la cultura que se observa.
El
uso de los conceptos de la cultura
occidental es especialmente daino.
Las dems culturas a travs de ellos
se
convierten en un callejn sin salida
de la evolucin cultural
en vez
de op-
ciones distintas o en un escaln en el
camino a nosotros en lugar de la for-
ma en que la humanidad enfrent un
reto distinto . Un excelente ejemplo de
esto es la concepcin que dur
mucho tiempo de los mayas como un
pueblo de filsofos que especulaban
con el tiempo. El descifre de sus ins-
cripciones los mostr ms bien como
polticos aduladores de sus jefecillo
s.
La historia del arte como disciplina
que ayuda a conocer el pasado debe
consecuentemente prepararnos para
enfrentar la diversidad del fenmeno
humano en el presente. El uso de este-
reotipos que la ocultan no ayuda
mucho.
La
pregunta fundamental
es
si
el
arte en s mi smo es un buen espejo
de la vida y de ah si la
hi
storia del ar-
te mesoamericano puede dar una
buena idea de cmo era
la
vida en un
pasado extrao y en una cultura ajena
a nosotros .
La
respuesta si es que
hay una es que eso no es necesa-
riamente cierto.
Qu es el arte? Existe una cons-
tante humana universal que puede ser
definida como arte? Han tenido to-
das las culturas esa categora en su
cultura sin importar
el
tiempo en que
existieron
el
lugar donde estuvieron
o la etapa de desarrollo en que se
hallaban? Qu tan bien representa el
arte a todos y a cada uno de los aspec-
tos de la vida? Reconoca cada cul-
tura una definicin de arte en su for-
ma de ver la realidad? sas son las
preguntas que deberan ser contesta-
das cuando se estudia
el
papel del arte
en la cultura. No todas las culturas re-
conocen que una porcin de los arte-
factos que produce caben en una clase
que puede ser definida como arte.
Es
ms slo unas cua ntas tienen esa
categora taxonmica y
por
eso
nuestra cultura la define para ellas.
La mayor parte de las cosas que se
clasifican como objetos de arte no
seran reconocidos como tales por sus
fabricantes o sus usuarios. Es la cul-
tura occidental en un momento da-
do la que lo hace usando patrones
propios y por lo tanto altera la infor-
macin que esos objetos pueden dar
sobre el medio que los hizo y los us.
Hay una constante universal lla-
mada arte? La actividad humana al
principio de su desarrollo no tena
los recursos para ella . Trataba sola-
mente de sobrevivir. Los artefactos
eran herramientas de usos mltiples
que servan para hacer y para matar
no objetos de arte. Cuando la super-
vivencia del grupo estuvo asegurada
una de las causas fueron herramientas
eficientes que porque estaban bien
hechas y hacan bien su trabajo
fueron imitadas y copiadas
muchas
veces sin la habilidad necesaria. Has
ta ese momento los que hay son arte-
factos que pueden ser vistos como di-
seo industrial y no objetos de arte .
Su forma
se
refiere al material de que
estn hechas a las necesidades que
cubren y a su calidad de manufactu-
ra aun
las
que se ven hoy como arte.
Las puntas solutrenses o los arpones
magdalenienses eran excelentes herra-
mientas. Es irrelevante su calidad
artstica.
El hombre desde luego no luch
por sobrevivir slo con herramientas.
Ese hecho marca una diferencia i
m-
portante en la definicin de objetos
tiles e intiles. El diseo industrial
no es arts tico en su funcin primaria
y por lo tanto una botella de refres-
co
un
transportador de tierra o una
computadora no son arte excepto pa-
ra
una lite rebuscada.
Afortunadamente
el
hombre anti-
guo no tena que quedar bien con los
crticos de arte.
La
naturaleza era
grande y poderosa y para sobrevivir
tena que dominarla. Esto no
se
haca
slo con hachas de mano. La religin
la forma precicntfica de comprender
el universo y la magia la alta
tecnologa del primitivo formaba
parte de su vida tanto como las
piedras y los huesos. En ese sentido
los artefactos religiosos deben ve r
se
como herramientas. Podran casi ser
descritas como mquinas de hacer mi-
lagros. Gracias a ellas la naturaleza
poda ser desviada de su curso nor-
ma l. Los animales se dejaran cazar y
el
fu ego poda ser domado. Lascaux y
Altamira fueron
m
quinas bien dise -
adas que funcionaron bien. Si no lo
hubieran sido no estaramos aqu.
Pe
-
ro fueron arte?
La organizacin social es un ele-
mento normal de la cultura. Cuando
la unidad social excede a la familia
nuclear cuando lo que sabe cada in-
dividuo del grupo sobre los mecanis-
mos para el uso de recursos ya no es
bastante cuando la comunidad es
ya
demasiado grande para estar consti-
tuida por iguales si alguna vez lo es -
tuvo surge
la
necesidad de smbolos
de sta tus y de medios impersonales de
comunicacin. Para ese momento
desde luego la humanidad haba ga-
nado la batalla por la supervivencia y
lo que Childe1
1
llamaba el excedente
social haba crecido hasta convertirse
en una de las constantes de la vida hu-
mana.
Es
en ese momento en
el
que puede
comenzar
el
arte. El producto puede
ser tambin una herramienta pero su
manufactura
toma en cuenta
caractersticas que no son inmediata-
mente aplicables a su funcin prima-
ria. Es difcil mostrar que un jefe es
poderoso o sabio solamente en una
herramienta aunque muchas veces
7
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
12/102
ese objeto no
se
hace c
on
ese propsi
to. Es en este momento cuando
se ha
cen cosas para alardear del poder pa
ra hacer proslitos para dar un men
saje que no es el inmediatamente apa
re
nte. Arte. Slo unas cuantas cultu
ras muy recientes en el reg
is
tro de la
humanidad llegaron a esa etapa. El
concepto de arte reconocido como
tal bajo cualquier nombre
por
ellos
mismos slo puede aplicarse a los
objetos de
una
cult
ura
que ha alcan
zado ese nivel. Esas culturas hicieron
arte pero qu es taban produciendo
cuando lo hacan? Eran tan simples
que slo conceban un tipo de necesi
dad
y
por lo tanto una sola clase de
sat
is
factores? No haba una diversi
dad inte
rna
que requiriera la produc
cin de diversos tipos de arte al mis
mo tiempo? No
ha
ba una estratifi
cacin social - que define la presen
cia del arte- que requiriera sealado
r
es
de status? No estaban consti
tuidos esos grupos por mosicos tni
cos o religiosos? En esas circunstan
cias basta definir algo como arte?
Esas preguntas son relevantes es
pecialmente para el
ar
te mesoameri
cano porque la historia del arte
atiende a ver la categora que estudia
como unvoca. No toma en cuenta
que por ejemplo hay estatuaria tc
nicamente perfecta coetnea de figu
rillas mal hechas y no explica
por
qu. Tampoco anuncia que toda esa
impresionante y severa piedra estuvo
cubierta de color
es
charros y que con
ellos no era tan severa . No conozco
una tipologa para el arte mesoameri
cano donde los grupos de lite o folk
consuman dos distintos productos.
En ese caso el arte no es un espejo si-
no varios y
el
primer paso del histo
riador
es
estar seguro de dnde perte
nece cada objeto porque cada ima
ge
n puede ser bastante diferente de
las otras. Hasta que no
se
haga pode
mos estar hablando del Ve tans-
chaung del grupo social equivocado.
Ms an. En las culturas donde la
capilaridad social
es
restringida don
de las
l
it
es es
tn
al
iadas
por
paren
tesco con tradiciones comunes que
comparten durante un perodo de
muchos siglos las diferencias entre la
8
cultura de la gente comn y corriente
y la de ellos pueden ser muy grandes.
A esto hay que agregar las dificulta
des que en Mesoamrica supona el
transporte de cualquier cosa que no
fuera
para
el uso de la capa superior
de la sociedad.
La
historia del arte
mesoamericano no toma en cuenta
esos elementos. El modelo que produ
ce adems del esterotipo occidental
es el de arte de lite y
por
lo tanto no
produce
una
explicacin de toda la
sociedad sino solamente en una for
ma muy distorsionada de la vida de
la nobleza.
La
historia del arte tambin tiene
que
enf
rentarse a preguntas acerca de
cmo est representada la vida en la
cultura material. La arqueologa
cuando menos desde Childe
ha
con
fesado que
trata
de conducta social
normal conducta comn y corriente
llevada a cabo
por
gente comn y
corriente y por eso se preocupa tanto
del material fragmentario y usa la
estadstica como su herramienta pri
maria. Fue gente comn y corriente la
que hizo y us las cosas que
el
arquelogo estudia. Es slo en ese
sentido que la arqueologa
es un
buen
relator del pasado. Representa el ar
te el producto de conducta
normal?
El arte
es
produc to precisamente de
lo que son formas de pensamiento y
conducta extranormales.
Cuando
el
arte aborda la vida lo hace idealizn
dola o cuando menos colocndola
en situaciones que no son la
norma
.
Una de las definiciones de la seculari
zacin del mundo moderno como
et
apa
histrica pero no de otras es la
representacin artstica de la vida
diaria. Hoy con la fotografa instan
tnea tenemos testigos de nuestra vi
da para casi cada momento. Sin em
bargo cuntos cuadros muestran a
la nobleza o a la burguesa sin posar?
Cuntos
li
bros de horas muestran a
los campesinos en situaciones que no
sean el descanso el trabajo la fiesta
o la oracin? Seguramente hay otras
cosas y sas no son representadas.
Mis amigos historiadores del arte
me han preguntado muchas veces
sobre asuntos principalmente sobre
identificaci.. cultural o cronologa
que me hacen sospecha r que su cono
cimiento de arqueologa elemental es
dbil. No hablo del producto de la in
vestigacin llamado la arqueologa
mesoamericana. Saben sus fases
nombres de tipos sitios y edificios
mejor que los arquelogos que los ex
cavaron. Pero la arqueologa es la
ciencia de descubrir de tcnicas para
obtener y manejar informacin de
mtodos y de problemas tericos y
esa ciencia no la conocen. Deberan
saber bastante ms sobre lo que es
despus de todo
una
disciplina he r
mana de la de ellos. Deberan haber
trabajado en una excavacin y apren
dido a clasificar t
ie
stos.
Hasta
que lo
hagan tendrn que creer lo que diga el
arquelogo ab s
olutamente
sin
crtica. Ese error nunca
es
cometido
por el arquelogo. Examinamos los
materiales y los reportes de sitio. A la
luz de ellos estamos o no de acuerdo
con las conclusiones de nuestro cole
ga. El historiador del arte por su for
maci
n
y sus inclinaciones no est
equipado para hacer ese
mi
smo anli
sis.
Para
empezar el historiador del ar
te debera hacer algo con sus concep
tos y la validez de ellos. No se puede
hacer como
Humpty
Dumpty que
los trminos signifiquen lo que uno
quiera. Deben
se
r definidos y proba
dos antes de aplicarlos con confianza.
No
se
puede
si se
quiere abarcar
una
cultura usar la subjetividad de la
crtica de arte como mtodo de traba
jo.
La
his
tor
ia del arte como ciencia
debera tambin buscar un enfoque
ms inductivo que el que usa hoy. De
be aprender a construir conclusiones
desde los datos y no slo deducirlas
desde princtpiOs generales. Esto
implica un cambio bastante profundo
en sus mtodos que sera beneficioso
para tod os. Puesto que sus materiales
no son tan fcilmente cuantificabl
es
como los del arquelogo pueden de
sarrollarse otras formas de examen
que pueden incluso ayudar a la
arqueologa. El uso de conteos de
presencia y ausencia que ya
se
usa en
su disciplina y en la historia de la cul
tura es posible .
La es
tadstica de
muestras pequeas ya
es
un hecho. La
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
13/102
formaci
n
de bases sistemticas de
datos es vita l en su trabajo. El uso de
tcnicas decentes de recuperacin de
informacin est obligado.
Si
quieren
ver los datos relevantes de su material
tienen que usar y entender la compu
tadora, les guste o no .
Lo principal es que
el
historiador
del ar
te
se d cuen ta de que los datos
son datos, que la proveniencia es pro
veniencia, que
el
tiempo es tiempo y
de que ninguno de ellos es negociable.
Necesita una metodologa slida y la
falta de ella pone en peligro el que su
campo profesional llegue a se r algo
ms que un hobby . Debe reforzar su
capaci
dad
para contribuir al conoci
miento del pasado. Puede se r, en con
sec uencia, que
otra
bella aventura de
saparezca y d paso a otra aburrida
ciencia. Vale la pena.
Mxico, D.
F.,
agosto de
1985
NOTAS
El presente articulo fue presentado, con
l
titulo de Mesoamerican Art as a Mirror
for Life: An Objective Approach , en una
reunin sobre El arte prehispnico como
reflejo de la vida, en Sa n Ant onio Medica
Center, San Antonio Texas, en
1982
. Ha
si-
do cambi
ado
en partes importantes para es
ta presentacin.
2
El autor
es
investigador del Instituto de In
vestigaciones Antropolgicas de la Uni ver
sidad Naciona l Autnoma de Mxico.
3 Kluckhohn, Clyde, " The Conceptual Struc
ture of Midd le American Studies", en
The
Maya and Their Neighbors
New York,
1940, pp. 41
-5
1.
4
Braidwood, Robert T.,
rc
heologisls and
whal they do Franklin Watts, New York,
1960 , pp. 13-30.
5 Peterson, Frederick, "Falsificaciones ar
queolgicas en el estado de Guerrero
,
Tia-
roa
ni
111-IV Sociedad de Alumnos de la
Escuela Nacional de Antropologa e Histo
ria, Mxico, 1952. pp .
15
-19 .
6 Coe, Michael, 1965, The Jaguar's Children,
Geographical Society, N
cw
York .
7 Coe, Michael, 1973, The Maya Scribe and
his world, Grolier, New York.
8 Hellmuth, Nicholas ,
rt
oj
the Teo-
tihuacan Empire: Province
oj
Escuintla
Guatemala.
Acua, Ren, 1982,
Nuevo
s problemas
del Popo
Vuh , Estudios de Cultura Ma-
y
a Centro de Estudios Maya
s
Universidad
Nacional Autnoma de Mxico, Mxico,
pp. 241 -sigs .
to
Kublcr, George La evidencia intrnseca y
la analoga etnolgica en el estudio de las
re
li
giones mesoamericanas , en
Religin en
Mesoamrica
XII
Mesa Redonda
So
ciedad Mexicana de Antropologa, Mxico,
197 1
t Childe, Vere Gordon, 1945 , Progress
and
A rchaeology Watts &. Co., London .
12 Un interesante intento, especialmente t
il
para su posible aplicacin en histor ia del ar
te, est en Schmidt, Paul:
Uaxactn exti
n-
cin de una cultura
Instituto de Investiga
ciones Antropolgicas, Universidad Na
cion
al
Autnoma de Mxico, Mxico,
19
84.
Adjunto: Panel labrado: Cuenca del Usuma
cinta? Coleccin particular, Mxico, D.F .
9
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
14/102
3
1
l
El
Cedral, Cozumel, Quintana Roo. Vista
actual de la fachada del Templo la ( La Cr-
cel ), con la puerta colocada a principios de
siglo
para
usar el edificio como crcel. 2
El
mismo templo visto de costado, con el gran r-
bol que lo cubre. Atrs puede verse la iglesia
construida recientemente . 3. Vista posterior del
Templo
la
. Fotos Daniel Schvelzon.
Derecha:
El
arco de
El
Cedral, segn Miguel ngel Fer-
nndez.
Doctor en Arquitectura, UNAM. Director
de Investigacin de la Facultad de Arquitec-
tura
y
Urbanismo de la Universidad de
Bu
enos Aire
s
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
15/102
Daniel Schvelzon*
Desde principios de este siglo, uno
de los edificios mayas de Cozumel
que llam la atencin de los mayistas
fue el conocido tradicionalmente co
mo La Crcel o Edificio la del
gran conjunto de ruinas de El Cedral.
Esto fue debido a sus caractersticas
constructivas, que lo emparentan ms
con la arquitectura clsica del Yuca
t
n que con las obras tardas de la is la
de Cozumel. Esto hizo que lo visitra
mos y procediramos a un estudio
ms detallado que los existentes hasta
ese momento
Las ruinas del El cedral forman un
grupo dispermo a unos kilmetros de
la costa, poco estudiado por cierto,
sobre el cual se enclav durante
nuestro
siglo el pueblo de igual
nombre, polo de desarrollo en la isla,
hasta que en los ltimos aos fue
desplazado por San Gervasio por ser
el puerto que lo una al continente . La
agricultura, que caracteriz al lugar,
qued relegada, y los habitantes bus
caron trabajo en la nueva ciudad.
Hoy slo hay grupos de cabaas, una
gran plaza, la iglesia y algunas otras
obras menores dispersas entre los edi
ficios prehispnicos. Justamente
el
edificio maya en cu stin, sin dudas
un templo, fue aprovechado para uti
lizarlo como crcel del pueblo, segn
supimos, desde 1935 hasta hace pocos
aos. Esto llev a realizarle algunas
obras modernas, como la colocacin
de puertas con su marco y otros
LA
CA
RCEL DE EL CEDRAL:
UN
EXTRAO EDIFICIO MAYA EN
COZ
U
MEL
This article deals with Structure l at the site
of
El Cedral
in
Cozumellsland,
Quintana Roo, Mexico), a sma/1 vaulted structure local/y known as the
Crcel for having been used as the public jail of the nearby village.
arreglos menores.
El conjunto de las ruinas tiene un
patrn disperso, con diver
si
dad tipo
lgica en su conformacin, ya que
hay templos aislados en grupos, pla
taformas con construcciones diversas
y grupos de viviendas entre otros gru
pos, formando un caso peculiar en los
patrones de asentamientos de la isla.
En la actualidad, llega hasta el lu
gar un camino asfaltado, aunque slo
son visibles las construcciones
la
y
lla,
esta ltima totalmente destruida.
En las casas cercanas se pueden ver
restos de columnas cilndricas y otros
sillares de piedra provenientes de los
antiguos edificios cercanos.
La estructura
la
(La Crcel)
El sitio haba sido estudiado y re
corrido por muchos viajeros de la
isla, pero fue William Holmes (1896-
97 quien observ con ms deteni
miento este peculiar edificio, al que
compar con los templos mayas del
Yucatn. Muchos aos ms tarde, el
empedernido explorador yucateco,
Miguel Angel Fernndez (1947), lo
describi con mayor detalle, lo midio
y nos dej observaciones importan
tes, ya que hoy esos detalles no exis
ten. Los errores que suelen encontrar
se en sus dibujos, son plenamente jus
tificables, ya que los edificios estaban
cubiertos
por
la vegetacin y tuvo
muy poco tiempo para trabajar en
ellos. Fernndez los ubic cronolgi
camente como pertenecientes al
perodo Clsico
por el
sistema cons
tructivo , cosa que hoy podemos afir
mar como cierta,
si es
que aceptamos
su hechura en los finales del Clsico,
tomando como extremos fechas entre
el
800
y el
1200
d.C. Vale la pena
aclarar que en el sitio hay restos de
una
ocupacin que se remonta en
el
tiempo hasta
el
Formativo tardo.
El
edificio la se encuentra elevado
sobre una plataforma baja, de apro
ximadamente 1 metro sobre
el
nivel
de la plaza y de la cual sala hasta ha
ce pocos aos, un sacb que lo una a
la Estructura 4, ya destruidos ambos.
Actualmente, la plataforma fue re
cortada por
el
frente para construirle
un muro y una escalera . La platafor
ma fue continuada en partes ya no in
dentificables hacia el sur, para cons
truir all la nueva iglesia, la que qued
a escasos metros del edificio prehis
pnico. Por los otros dos lados, este
basamento est rodeado de grandes
piedras irregulares, amontonadas all
al ser construida la plaza del pueblo
2.
El templo en
s
mismo est suma
mente destruido por fuera, ya que su
revestimiento de sillar
es
ta
ll
ados fue
retirado desde hace mucho tiempo
para las obras modernas, dejando na
da ms que algunas de las hiladas in
feriores. Mide actualmente en sus di
mensiones mximas, 4.83 por 6.03
metros y su altura mxima exterior es
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
16/102
de
3 00
metros. Una puerta colocada
hacia el oeste sirve de acceso y dos pe-
queos huecos permiten la ventila-
cin .del interior formado por dos
cm
ara
s paralelas abovedadas.
El sistema constructivo es lo ms
llamativo ya que desentona con
la
s
c
on
s
tru
cciones
ms
tardas en la zo-
na;
mur
os exteriores formados
por
grandes piedr as escuadradas por la
parte exterior y en forma de espiga en
el interior de tal forma que entran
perfect
am
ente en la mezcla de cal
ar
e
na
y piedra chica con
que
se las
une formando la mampcstera
cent
ra l
Tambin las bvedas estn
realizadas con grandes piedras salien-
tes todo ello rasgos tpicos de l Clsi-
co Tardo.
En la en
trada
le
fue
colocada una
puerta
moderna
con su marco y para
12
reforzarla se construyero n dos pila-
res de ma mposter
a
de
cemento
que
modifican
bastante
la fachada .
Un
enorme rbol cubre
gra
n
parte
del
edificio y sus races penetran hacia el
interior a tal grado
qu
e fo
rman
una
masa slida con el edificio. El estado
general es de deterio
ro
el
que
es
aumentado por los visitantes que al
entrar siguen desgastan
do
el piso inte-
rior amenazando ya con el desplome
de algunos muros. De no tomarse me-
didas de proteccin en pocos aos se
vendr abajo gran
parte
de la cons-
truccin . En la actualidad nada
queda
de lo que fueron sus fachadas
aunque
segn Fernndez stas tu-
vieron
una
cornisa de tres partes en el
remate superior y una moldura de
at
adura
en el medio de la
altura
del
edificio. Ya nada
queda
de ello.
7
4
6
Pero
el
verdadero
problema
se pre-
senta ahora cuando el edificio necesi-
ta una restauracin urgente ya que
las grietas produci
da
s por las races
en
el interior
han
despegado las pare-
des y la bveda de la cmara
po
ste-
rior amenazando con su colapso in-
mediato. Qu
habra
que
hacer con
el maravilloso rbol que cubre la
construccin? cmo
podra
re
s-
taurarse el edificio sin tener que re-
construirlo totalmente con piedras ce-
mentadas aparentando el ncl
\
o
y a que la reconstruccin sera
una
aberracin tota l- sin transformarlo
en una montaa de cemento? y para
mayor problema qu hay que hacer
con la mo numental iglesia? Alguien
tendra
que
responder urgentemente
para
lograr
salvar
esta verdadera
ruina
tan
poco
com
n en Cozumcl.
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8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
17/102
Los arcos de El Cedral
Durante nuestro recorrido por El
Cedral
tratam
os infructuosamente de
encon
trar
restos de alguno de los ar
cos conocidos desde el siglo pasado.
La existencia de po r lo menos dos ar
cos de los tpicos yucatecos como los
de Kabh o Uxmal) haba sido repor
tada
por William Holmes, quien en
contr
una
plataforma de gran
tama
o al sur del poblado formado por
posiblemente cuatro construcciones
alrededor de un patio. Dos de ellas
eran arcos formados por dos muros
exentos de piedra con sus bvedas su
periores, est
ucado
s y con restos de
pintura. El mayor estaba en buen es
tado y Holmes realiz un dibujo de
l, mie
nt ras
que
el menor estaba ya
muy deteriorado. El conjunto haba
sido recientemente saq ueado por los
hab itantes del sitio. Observ que
el
mayor
estaba
al noroeste del grupo,
mientras que el otro estaba al otro
ex tremo y conectado con uno de los
edificios. La altura al intrads del
principal era de unos 3 metros
3
.
No hubo noticias al respecto por
ot ros muchos aos, hasta que Miguel
Angel
Fernndez
volvi a trabajar en
la z
ona,
encontrando uno de los ar
cos, al parecer el mayor de ellos, del
que levant
una
planta
y
un dibujo
del sector mejor conservado. Por
desgracia, no realiz mayores obser
vaciones,
aunque
debi ser de los lti
mos que lleg a verlo de pie. Posible
mente, el menor ya haba cado al
suelo. Los pilares, segn el dibujo,
medan unos 3
por
1.50 metros y la al
t
ura
coincide con la tomada
por
Hol
mes.
No hay restos de
moldura
s en el
dibujo
4
Co n los aos se realizaron los tra
bajos de las universidades de
Harvard
y Pennsylvania5 que excavaron en esa
misma plataforma, pero ya no pu
dieron descubrir restos de ninguno de
los dos arcos. Es decir, que la prdida
del arco se produjo entre 1948 y 1972.
4. Detalle de la bveda interior, mostrando las
largas races que la perforan. 5. Planta general
esquemtica. 6. Reconstitucin hipott ica de la,
8
NOTAS
l.
La bibliografa ms importante es:
William Holmes, Archaeiogica/
Studies mong The Ancient Cities
oj Mxico Chicago, Field Mu
seum, 2 vals, 189617;
Miguel ngel Fernndez, Expio
raciones arqueolgicas en la isla de
Cozumel , Anales del INAH , vol
1, 4a. poca, pp. 107-120, Mxico;
1947 ;
Jeremy Sabloff y William Rathje ,
Changing pre-columbian commer
cial systems; the 1972-193 seasons
l Cozumel
Mxico
Peabody Mu
seum, Cambridge, 1975;
David Freidel y Jeremy Sabloff
fachada. 7. Planta del Templo
la
. 8. Estado de
destruccin de la Estructura
li .
Fotos y croqu is
Daniel Schvelzon. 9. Dibujo del arco princi
pal de El Cedral tal como lo vi William Hol
mes en 1895 .
10.
El mismo arco, tal como lo di
buj en 1946 , con mayor detalle, Miguel ngel
Fernndez.
10
Cozumel: late Maya Settlement
patterns Academic Press , New
York, 1984. Nuestro trabajo fue
reali
zado
en agosto de 1984, resul
tado del cual ya se
ha
publicado en
esta revista otro trabajo sobre las
ruinas de El Caracol.
2. El nico plano existente del
si
tio ,
muy esquemtico por cierto, fue
realizado y publicado
por
Freidel y
Sab lo ff en la obra citada.
} Holmes, op. cit. vol 1 fig. 19.
4. Fernndez, op. cit.
5. Sabloff y Rathje, op. cit. y Freidel
y
Sabloff,
op. cit.
que tambin
incluyen u
na
larga bibliografa.
6. Freidel y Sabloff, o p. c it., fig. 171.
3
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
18/102
a
10
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1
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8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
19/102
UN
BASAMENTO ESCAL ONADO
DE TIPO
PETN
EN QUINTANA ROO
El
si tio de Juan Saraba corresponde
a una ser
ie
de sitios arqueolgicos
ubicados sobre la margen del Ro
Hondo ,
el
cual sirve de lmite entre
Mxico y Relice . Se loca
li
za aproxi
madamente a 20 km . de la Baha de
Chetumal , y sus coordenadas son
18
20 lat itud norte y 88 29 longitud .
Se puede llegar
por
medio de la carr
e
tera que comunica Chetumal y Escr
cega,
tomando
la desviacin a la
poblacin de Juan Sarabia.
El sitio est asent
ado
sobre u
na
su
perficie rocosa, aprovechando una se
rie de desniveles
na
tural
es
a partir de
la margen del ro . Los desniveles
fueron utilizados para la ubicacin de
l Croquis general de localizacin del sitio de
Juan Sarabia, en el mu
ni
cip
io
de Chetumal,
Quintana Roo. 2. Plano de conjunto del mis
mo, segn Juan Arana. Dibujos Juan Antonio
Si ll
er. 3. Planta general
y
alzado de la est ructu
ra 1, que cor responde a un basamento cr ca lo
nado con caractersticas formales de tipo Pe
tn, segn Juan Antonio Siller. 4.-a. Detalle de
la moldura en delantal de la pirmide E-VII
sub de Uaxatn poca); b. ngulo del
te mplo 5D-23 de Tikal. En e
ll
os se pueden
apreciar los tres elementos bsicos: zcalo,
entrecalle y moldura en
de
lant al. Segn Pa ul
Gendrop (vase
Cuadernos de
rqu
itectura
Mesoamericana
N2 2:48). Arriba: Vista ge
neral del Ro
Hond
o. Foto Juan Antonio
Si
ll
er.
Nota:
El
sitio fue localizado duran te los t ra
bajos de pro speccin arqueolgica del pro
yecto
yudas
a
la
navegacin prehispnica
que realiz el Departamento de Arqueologa
Subacutica del lNAH en la costa de
Quintana-Roo durante los me ses de agosto y
septiembre,
ba
jo la di
recci
n de la
ar
que lo
ga Pilar Luna, siendo los responsabl
es
del
tr
aba
jo de campo los arquelogos Ral Ara
na y Mara Eu
ge
nia Romero.
Ral Arana, Mara Eugenia Romero
Juan Antonio Siller
A Petn-type structure in southern Quintana Roo not far from Be {Zf _ s pre
sented in this brief note as a resu/t of a recent reconnaissance in the area.
terrazas, plataformas y basamentos
asociados, todos ellos con
una
gran
cantidad de restos de cermica y
l tica. La vegetacin dificulta el reco
nocimiento en superficie de las estruc
turas, las que se agrupan siguiendo la
margen del ro aprovechando las
terrazas superiores entre las cotas de 3
a 10m. sobre el actual
ni
vel del ro. El
c
onjunto
principal tiene u
na
exten
sin aproximada de 500 m. de largo
en direccin este-oeste,
por
300m . de
ancho en direccin norte
-s
ur. Sobre
esta gran terraza
ni
velada
se
ubican
dos estructuras mayores que, junto
con otros dos montculos pequeos,
forman una plaza abierta hacia
el
norte .
De las estructuras sealadas, la n
mero 1
es
dond
e se pueden apreciar
con ms claridad los elementos ar
quitectnicos, ya que las dems se en
cue
ntran
como montculos. Tomando
como base la estructura
1 se
localiza
otra
de mayores dimensiones hacia
el
poniente a unos 50 m. de distancia, la
cual tiene uno s 20m . de dimetro por
8 m . de altura, y en la que se pueden
observar algunos restos de muros
dentro de los derrumbes y excava
ciones de saq
ue
o. Hacia
el
sur tene
mos dos estructuras ms pequeas de
aproximadamente 8 m. de dimetro
que, junto con las dos anteriores, de
limitan una gran plaza.
A parti r de este conj unto hay un cam
bio de nivel que
baja
hacia
el
ro en
donde encontramos restos de montc
u
los y plataformas de tierra de tamao
variable pero en general de poca altu
ra y de forma irregular , presentndo
se como montculos circ
ul
ares y rec
tangulare s. La estructura 1 tiene una
dimensin de 12.60 m. de ancho por
9.10 m. de largo y una altura de 5.50
m. aproximadamente, con una escali
nata al frente que sobresale del basa
mento en 2.50 m. y de la cual nica
mente se conservan huellas del
arran
que . La orienta
ci
n
es
de 20
con
res
pecto al norte magntico.
El basamento est compuesto
por
un zcalo o rodapi en talud de apro-
ximadamente 70
cm.,
una entrecalle o
faja rehundida inclinad a de 60 cm. y
una moldura en delantal de 1.65 m.
en el primer cuerpo. El segundo cuer
po tiene un zcalo de 20 cm.,
una
entrecalle de 45 cm. y una mo ldura
superior en delantal de 1.83 m. Las
esquinas s
on
redondas y remetidas de
los pafios de los ta ludes en ambos cos
tados, manteniendo la continuidad de
las molduras de los otros elementos.
El ncleo de la estructura es de piedra
con arcilla. El trabajo de mampos
tera del recubrimiento exterior es
muy el
aborado
y est hecho con silla
res de piedra con una proporcin ho
rizonta l y sig uiendo las hiladas en
el
mismo sentido, con una mezcla de cal
y arena de
juntas
regulares rajuelea
das. En la parte superior se en
cuentran restos de los arranques de
muros de un posible templo, muy
destrui
do
por los pozos de saqueo.
La
forma que presenta esta estruc
tura es muy similar a las que en
contramos en la regin del Petn,
principalmente en Tikal (por ejemplo
en la estructura 5D-23 en la que tene
mos los mismos elementos formales y
constructivos de zcalos, entrecalles y
molduras en delantal, as com o en la
estructura E-
V
sub de
U
axactn,
mucho ms antigua, en la que es tos
15
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
20/102
5
6
-
.
elementos estn presentes pero en una
forma ms simple: fig. 4 .
Nos parece impor
ta
nte destacar la
pr
esencia de una estructura con ele
mentos formales de tipo Petn en esta
rea, ya que es uno de los sit ios
est
il
s
ti
camente ms al n
or
te del Petn
registrado
ha
sta
ahora
y en un
lu
gar
fronterizo entre las reas R o Bec y la
costa del Caribe en las que tenemos
9
caractersticas arq
ui
tectnicas muy
di
ferentes. Creemos que la ubicacin
10 de este sitio g
uarda
una relacin m
uy
directa con el Ro Hondo, que sirvi
como medio de comunicacin entre
los lugares de tie
rra
aden
tro
en la re
gin del Petn y la costa del Caribe,
at ravesando la Baha de Chetumal.
Apuntamos en esta breve nota n i-
camente algunos aspectos arquitect
nicos generales del sitio, con
si
deran
do que es necesario pro fu ndizar ms
en el estudio arqueolgico de este lu
gar y su relacin con otros a lo largo
del Ro Hondo .
gradecimientos
Agradecemos la colaboracin de
los miembros del Departamento de
Arqueologa Subacutica: arquelo
gos Santiago Analco, Susana Gurrola
11
y
Juan
Riqu,
por
su participacin en
el proyecto y po r la informac in pro
porcionada
para
la integracin de este
trabajo .
Mxico,
D.F.
octubre de
1985
Asp
ec
tos de la estruc
tura
l . S. Vista general del
costado sur. 6. Acercamiento del mismo. Ob
srvese la moldura en delantal,
y el
sistema
constructivo de los paos exteriores a base de
sillares de piedra. 7. Detalle de las entreca
ll es
a
di stinto
ni
ve l. 8. Vista general de las molduras
del costado sur. 9. Perfil sur del basamento en
que pueden apreciarse los elementos bsicos
mencionados.
10
. de la esquina noreste.
11. Detalle de la esquina noroeste, en la que se
ob
se
rva la esquina redondeada remetida con
respecto al pao de la moldura adyacente. 12.
Detalle de la esquina suroeste. Ntese el zcalo
o rodapi en talud. Fotos Juan Antonio S
ill
er
Bud Brinkley.
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
21/102
CHACMULTN: UNA CIUDAD
MAYA
DEL
PUUC
Antonio Benavides C.*
Recent archaeological work has been carried on at Chacmultn Yucatn to-
ward the southeastern limits
oj
the Puuc region. Exploration and restauration
work did not include only the known groups
oj
Chacmultn proper Cabalpak y
Xethpol ut located and explored groups not previous/y recorded such s the
ones at Xkubenb and San Daro.
Durante los ltimos aos se
han
reali-
zado recorridos, registros de estructu-
ras y restauraciones arquitectnicas
en Chacmultn, Yucatn, zona loca-
lizada a 10 kilmetros al sur de Te-
kax .
Como primer paso
se
evalu el es-
tado de deterioro de los diversos edi-
ficios que conservaban arquitectura
en pie, as como las posibilidades de
registrar edificios prehispnicos has
ta
entonces no reportados o evidencias
de plataformas, muros y habitaciones
ubicados en los alrededores de los edi-
ficios monumentales.
Posteriormente se contrat una bri-
gada de albailes y ayudantes que
fueron asignados a los casos ms ur-
gentes de las secciones arquitectni-
cas prximas a derrumbarse. Se enco-
mendaron y supervisaron tambin di-
versos apuntalamientos y chapeas
que se consideraron pertinentes.
En
1981
se trabaj de abril a agos-
to, mientras que durante 1982la tem-
porada
de campo fue de abril a di-
ciembre. En ambos aos los recursos
econmicos fueron proporcionados
por el
Patronato
para la Conserva-
cin, Mantenimiento y Vigilancia de
las Zonas Arqueolgicas de la
Pennsula de Yucatn PROZAPY,
A.C. ). Durante los primeros meses de
ambas temporadas se aprovech
el
fi-
nal de la poca de secas
para
recorrer
y registrar evidencias arqueolgicas
en
lo:;
alrededores de Chacmultn.
Fue as como se localizaron, por
ejemplo, edificios hasta entonces des-
conocidos como los del Grupo Xku-
benb. De manera similar,
se
halla-
ron y registraron numerosas platafor-
mas con chultunes y restos de casas
habitacin a dos kilmetros al noreste
del corazn del asentamiento prehis-
pnico, en un sector denominado San
Dara.
Como resumen de las labores de
restauracin arquitectnica debemos
anotar que en el Grupo Chacmultn
se
trabaj
en los edificios 1, 2, 3, 6,
10, 15, 16 y 17 consolidndose 17 b-
vedas, dos escalinatas y diversos mu-
ros de otras construcciones. En
el
Grupo Cabalpak
se
atendieron
Jos
problemas de los edificios 5, 8 y 9,
restaurndose
12
cuartos aboveda-
dos,
una
escalinata y varios
muro
s
ms. Por
otra
parte, en el Grupo
Xethpol se labor en los edificios 4,
7, 20 y 21 , proporcionando estabili-
dad y solidez a 17 aposentos techados
con arco falso, a dos escalinatas y di-
versos muros de varios otros cuartos.
As, en total se consolidaron 15 edi-
ficios en los que hay 46 cuartos abo-
vedados, cinco escalinatas y muchos
sectores de muros de diversas estruc-
turas. Tambin se readaptaron tres
chultunes uno en
cada
gran
grupo
ar-
quitectnico)
para
volver a captar y
almacenar agua de lluvia. Cabe ano-
tar
que las pinturas murales del
Cuar
-
to
10
del Edificio 3 fueron protegidas
mediante la eliminacin de las filtra-
ciones de agua.
Arriba: Detalle de una choza estilizada en el
friso del edificio 1 de Chacmultn. Foto Paul
Gendrop.
Maestra en Ciencias Antropolgicas de la
Escuela Nacional de Antropologa e His toria
especialidad: Arqueologa). Investigador
del Centro Regional del Sureste del INAH.
17
8/12/2019 Cuaderno de arquitectura mesoamericana
22/102
o
D
l
, ICI
O
VISITAILl
GRUPO
A C M U ~ T U
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1
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J
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.... ::- ...
-
_:
_ _ _ _: _::.::: ,
l
Cro quis de los principales grupos arquitect
nicos de Chacmultn. 2. Reconstrucciones de
los
ed
ificios 7,
5
y 1 de Chacmultn
a, b,
y
e)
para mostrar el desarrollo
de
los
es
tilos ar
quitectnicos Puu c Temprano, Junquillo y
Mosico (550
al 1000
d.C. aproximadamente).
Chacmultn
a travs
del tiempo
La z
ona
arqueolgica que nos ocu
pa es conocida en el campo de la
arqueologa maya desde finales del
siglo pasado, cuando fue visitada por
l
explorador austriaco Teoberto Ma
ler. Pocos aos despus el cnsul nor
teamericano Edward Thompson lleg
tamb
i
n a las ruinas . A l debemos
una importante publicacin (1904)
que contiene abundante informacin
de Chacmultn y de otros sitios de la
regin como Kom, Dzul y Kiuic,
adems de su importante monografa
18
.... __
_
___________
-
-------.
-----
.....
sobre Xkichmook (1898).
Varias dcadas despus, en la pri
mera mitad del siglo XX diversos in
vestigadores, en su mayora mexic