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DOS DE PASO | POESÍA
© Daylíns Rufín Pardo, 2016.
© HEBEL Ediciones
Colección Micro-Bio| Poesía
Poñén, Concepción, Chile, 2016.
Prólogo: Gleidys Martínez, 2016.
www.issuu.com/hebel.ediciones
www.benditapoesia.webs.com
Fotografía de portada: © Alejandro Ramírez Anderson, 2015.
Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que
denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este
sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en
ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para
hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en
permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".
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Confieso que leí varias veces este
poemario para hacer el prólogo. Buscaba entre
sus versos poder atisbar las palabras que serían las
mías para presentarlo. ¡Silencio! Dijeron mis
palabras. Aquellas que nos preguntamos por el
lenguaje del silencio sabemos que detrás de un
poema hay cosas más o menos dichas, otras más
o menos interpretadas, y muchas más sentidas.
No todo lo que se siente se puede escribir.
Dos de paso nos acerca al fascinante
mundo de las emociones, nos invita precisamente
a sentir sin paradigmas y sin miedos. Cada
palabra se postra perfectamente, bien colocada
y adornada sin ningún realce, como si pareciera
que debía estar allí. Cada palabra conspira con
la sensualidad que no nos permitimos buscar en
nosotros mismos y la vamos dejando a lo fortuito y
a veces a lo incansablemente repetitivo o
aprendido.
Es así que si hay algo que quisiera hacer
después de estos poemas, así, de escapada, sin
decir nada a nadie, sería regresar a la dulce
fuente del mar, como una niña que confía en la
magia de lo inesperado. El mar que muchas
veces no vemos, pero que tiene una gran
presencia en nuestras vidas, que nos rodea con
sus personajillos y que siempre nos espera como
un lugar donde podemos ser.
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En la poesía de Daylíns se puede rastrear el
mar así como la certeza de la presencia de una
diosa interior: allí tiramos nuestros deseos, nuestras
esperanzas, despeñamos nuestro cuerpo para
apreciarlo, lo hacemos testigo de nuestros más
profundos secretos, confiamos en él, y en él
esperamos. No es fortuito que muchas diosas se
representen simbólicamente en su relación con el
agua como principio de vida, fertilidad y de
unión. Cosas tan necesarias hoy, cuando parece
cumplirse que “todo lo sólido se desvanece en el
aire”.
No son descabellados esos jugueteos
infantiles de sus versos, saltan aquí y allá con
frases alegóricas: “zarpo de algún recuerdo”,
“una concha da luz a una cigarra”, “días casi
náufragos”, “la piel del vientre de la playa”, “cal
de la alegría” y otras tantas, nos invitan acaso a
mirar la vida de otro modo, parece que todo lo
que nos rodea convive con nosotros y nos hace
guiños indicando que nos acompañan. Es por eso
que leer sus versos es re-ver, ponerse unas gafas
del encuentro, amar la soledad y desterrarla. Si
otra cosa pudiera hacer ahora, es releer sus
versos, volverlos a buscar para notar si algo nuevo
me dicen, si perdí el canto de una rima, la pista
de una estrofa, la verdad de una palabra que no
se resume en ella misma, sino que con nosotros,
danza.
Gleidys Martínez
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I. COMIENZO
Zarpo de algún recuerdo,
-barca blanquísima sobre un lago de difusas
nieblas-
y desde allí nos veo
de costados
al alba
empañando el cristal sin color
este cielo
como de nieve
lamida por los mares,
fundiéndonos en luz
con aquel beso…
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II. ARRIBO
Hay días casi náufragos
en que amanece pronto el aroma de las algas
y el canto son dos sílabas del mar,
una que muere antes de hacerse aguda
en la saliva de las espumas
otra que se retracta como una lengua enorme
carraspeando
profunda
en la garganta de los azules graves.
En esos días
a esa hora del monótono ritmo,
del cielo rosa tenue,
se despierta el deseo
de humedecer mis pies junto a los tuyos
en un círculo
leve
de las aguas
y que una misma onda transparente
recorra el puente que hacen tus dedos
y los míos
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como un dedo invisible que juega a señalarnos
un tesoro,
que nos dibuja una isla
un precipicio
un atajo por donde se llega
a otro lugar
definitivamente.
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III. DESCENSO
Fue preciso soltarlo todo
y aguantar todo el aire
una pausa de vida
para escuchar
tan solo
el corazón y sus redobles:
suspiros escondidos de la carne.
Fue necesario abrir los ojos y acercar los labios,
buscar los ojos tuyos como única palabra
aprender de las lenguas un dialecto silente
traspasarnos las sílabas barrocas
-yo
en los tuyos
después,
tú,
primero
en los míos-
como quien deposita
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una carta en secreto
o esconde de los vientos
el último pétalo del Mundo,
como quien regurgita
una espora de Luz.
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IV. DESCUBRIMIENTOS
Una concha da a luz a la cigarra
-sin dolor,
sin espasmos-
sin más entrega de la arena
que un levísimo roce de sus granos dormidos.
Nada hiere la piel del vientre de la playa.
Un cangrejo se va como en puntillas
para no despertarla
hacia las aguas.
Sus tijeras de puntas hacia el cielo,
no rasgarán la seda de su bata.
El águila
celosa
frunce el ceño,
la vela en su dormir,
sobrevuela frenética su cama.
Y nosotros
despiertos trasnochados
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huéspedes que madrugan
al borde de su alcoba
reencontramos
las uvas de la magia
dulces de sal y sombras
en un doblés de duna,
en su quietud violácea.
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VI. INTRUSOS
El caracol despliega su alfombra
húmeda de luna
por el hueco de las ardillas;
un cortejo de hormigas avanza
por sus bordes de luz
atravesando la guarida del conejo.
Hay una rama en sombras a quien le está
creciendo un nido.
En ese espacio tibio,
hace muy poco,
desplegaba su piel una serpiente.
Dos abejas derraman su polen
en el recinto pardo
que poco antes guardó una mariposa.
Un camaleón irrumpe con su lengua
en la grieta que arropa las frágiles arañas
irrumpe
y no le basta.
El topo gris se esconde a alguna parte,
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huye de los escombros de su hueco
que el cervatillo destrozó al galope.
El ave madre lanza un grito
que lo atraviesa todo
rojo como su pecho
y el crepúsculo,
justo cuando encendemos
de fuego azul los dedos
justo cuando abrazamos
esta casa de lianas
y sus cuerpos.
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VII. BÚSQUEDAS
No sé cómo le hacen
los fragmentos
para encontrarnos.
Nos salen al encuentro entre pasos felices
con sus trazos de crayola
-ya no sabría decir si inocentes
o rudimentarios.
No sé cómo lo hacen
para colgarnos un grafitti inmenso
en la pared recién pintada con cal
de la alegría,
para dejarnos una marca de advertencia
-un corazón, una espiral, un nombre-
sobre la piedra pedestal que hoy escogimos
para mirar el horizonte
no sé cómo le hacen
en qué milisegundos
alfiletean la corteza de aquel árbol desnudo
donde hemos de volver
para abrazarnos.
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IX. HORIZONTE
Se esconde el sol detrás de tus espaldas
pero antes juega a ser
luciérnaga sobre tu hombro
y halo que estalla sobre tu cabeza
y otra mano dispar entre tu pelo.
Entonces veo claramente
tu perfil
no es la sombra
del horizonte
es todo el sol:
su forma,
su presagio.
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XI. PRIMERA TORMENTA
Como del mar
sin más
como del mar se vuelve
cegadora y sin sesgo,
violentamente grácil.
Puede que sin querer nos remodele
la geografía agreste de la costa
puede que no dé sal
sino corales
tal vez
las hendiduras suaves de la arena
son estrías del vientre de la playa
tal vez
no más
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XII. CERTEZAS
Te dije que era un mapa
y no creíste
que los caracolitos fueran capaces
de trazar destinos
de conocer las coordenadas de los sueños
ahora sólo
la noche sin luna podrá revelarte esa suerte
de líneas transparentes
sigilosas
que se cruzan
absurdamente
ante tu pies:
trazo pétreo de lo que fue mensaje tibio
y húmedo,
fósil de luz vidente
que no supiste ver.
Ahora tan sólo quedan
el desamparo del silencio que quiso
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XIII. PRIMAVERA
Gracia
que no termina
en el viaje
sin fin
pupila adentro
ese al que se llega con los labios cerrados
y las manos abiertas
vacía
y dispuesta
toda cuenca vacía,
dispuesta
toda
yo
a la gracia que se implora
en silencio extasiado,
al vibrante temblor
tímido,
enternecido,
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XIV. SIN ALBA
“Presiento que tras la noche,
vendrá la noche más larga…”
Luis Eduardo Aute
Que alguien detenga el amanecer.
Que sujeten los lienzos del cielo
y se escuchen bien alto
desde todos los puntos del planeta
aplausos a la Luna
para que vuelva al escenario
haciendo ondear
su manto magia y noche.
Que no llegue la Prisa
a transformarlo todo
en otro día más del mundo.
¡No la dejen!
Les pido
estropear este acto de la Luz:
hay un hombre pariendo mi mañana.
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XV. VERANO
Así yace
en mis manos
por esa libertad
que escoge
lo aprisione
lo envuelva
le bese despacio la sal
así yace
y se inquieta
y se agita
como pez de la tierra
pretendiendo salvarse
de los recuerdos ancestrales
de los segundos antes
del ahogo
así yace
expectante
sobreviviente
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XVI. SOBREVIVENCIAS
Desandarte las curvas
las estaciones del recuerdo
los atajos del corazón
y tu calzada irregular del pecho
Ir y venir por ellas
recolectando piedras y esqueletos
desapartando las mitades de naranjas secas
degustando por fin
la almendra azul
ir y venir
por ti
contigo
indefinidamente
del temblor al asombro
y viceversa.
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XVII. DIAS DE OTOÑO
Como quien llega a un río que ya escuchó
arrullar,
como quien canta.
Como quien llega a una cabaña donde la
estufa aguarda,
como quien cuece.
Como quien pierde todo sin saberlo,
hasta que lo halla.
Como quien supo,
como quien se aprende,
como quien tiene todo,
y como quien lo pierde…
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XVIII. SEGUNDA TORMENTA
Ojalá no los hubiese visto nunca
como dos promesas del milagro por nacer
o un par de luciérnagas vírgenes
pender tímidamente su Luz
entre los pinos.
Ojalá no me hubiesen alcanzado
sus destellos almendra,
sus retoños de nuez
inquebrantables,
la solidez de su semilla,
ese verdor tan fresco de sus tallos.
Ojalá nunca hubiese sucedido
porque entonces no habría bajado yo
los ojos míos
desesperadamente
en busca de raíces.
No habría bajado yo, no habría caído
en la caverna dulce
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que se esconde en su boca
anclándome
sin vela a su horizonte
Y hoy, tal vez, existiese
un barco más
otra isla
a nuestro nombre.
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XIX. TERCERA VIGILIA
El shofar no me trajo la Paz.
El profeta lo había predicho hacía tiempo,
sería el silbo
apacible de la flauta
quien haría caer los muros,
sería el susurro,
sibilante,
quien diera a Luz
ese comienzo
de toda la Armonía.
No la trajo el embiste profundo, largo y grave
ni el lamento del cuerno,
sino tu leve
inmenso
roce.
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XX. INVIERNO
De ti se parte al mundo
de no sabemos dónde.
En ti todo se queda,
todo muere
y se incuba,
todo se vuelve Todo.
A ti todo regresa.
En ti
volvemos.
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XXI. LA ROSA DE LOS VIENTOS
Me quieres,
¡sí!, me quieres…
Te quiero…
-Sí, me quieres
Y quiero,
y sé que quieres…
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XXII. CARTA DE VIAJE
Cabálguense despacio
azul
la espuma
los vaivenes
la sal
los maderos que queman
proa
popa
el pez que se desliza de costado
el chillido que aleja
a las gaviotas
la vista que se pierde
con la espuma
el encallar abrupto
dos
tres horas
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XXIII. BOTELLA AL MAR
¡Alerta!, queremos advertirles:
La vida se parece más al mar
que a la montaña pétrea.
Lo inasible por siempre
alcanzará lo inalcanzable.
El miedo a navegar y su castigo
no es nada más falso rumor de puertos.
Las estacas existen, sobre todo
para clavársenos en el alma,
por eso todo muelle solo tributa
a ese horizonte propio de su orilla.
Las sábanas jamás
podrán servir de fuertes velas.
La bitácora de un viaje entre sus ondas
será repetitivo y predecible
si es que le falta el mar,
su sal y azules.
Navegantes, ¡No teman…!
no hay milagro más bello
que ver nacer el sol
exacto, incólume
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detrás de un horizonte de ondas inexactas.
El vacío y su sal está poblado por las estrellas
vívidas.
Dios habita en la espuma del océano.
No hay nada que perder,
Todo se gana.
Sólo algo más advierto:
Si andas en tierra firme, no lo leas.
Este mensaje es solo para náufragos…
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XXIII. PENÚLTIMA VIGILIA
Avistamos la una
la otra estrella
y esa que cayó en ti
y me encendió el pecho
Se nos volvió de vida
ahogarnos en las luces
de la Noche…
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XXV. DOS DE PASO
Sin camino preciso,
permisible.
sin calles concurridas,
solidarias
sin horizonte en línea
mas ondeante.
Tan solo por la alfombra indeleble del mar
por la promesa del vaivén
por el amor a riesgo
que sí,
nos hará salvos
es preciso jugarnos
como única carta
el dos de paso…
F I N
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Daylíns Rufín Pardo (La Habana, 1975). Profesora
del Seminario Evangélico de Teología (SET) de
Matanzas, y del Instituto Superior Ecuménico de
Ciencias de la Religión (ISECRE) en la Habana.
Licenciada en Teología. Magíster en Ciencias
Bíblicas (con énfasis en Hebreo Bíblico y Antiguo
Testamento) y doctoranda en Filosofía por la
Universidad de la Habana, Cuba.