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Patrimonio
El Centro Cultural Recoleta recibe,a la XIII Bienal Internacionalde Arquitectura de Buenos Aires.
El CCR un edificio unido a la historia de nuestra ciudad recibe en octubre
a la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, que desde
hace 26 años reúne a arquitectos de nuestro país y de todo el mundo.
El edificio y sus transformacionesa través del tiempo
por el arq. Carlos Sánchez Saravia
El barrio de la Recoleta
Juan de Garay tras fundar Buenos Aires en 1580, reparte las tierras
entre los 65 pobladores que lo acompañaban. Sólo 6 de las 65 parcelas
estaban ubicadas en lo que hoy llamamos Recoleta.
La actual zona central del barrio fue otorgada a Rodrigo Ortiz de
Zárate, quien instaló una chacra a la que llamó "Los Ombúes", debido a
la gran cantidad de árboles de esa especie que había en sus tierras.
Tras la muerte de Rodrigo Ortiz de Zárate, Juan, su hijo mayor, here-
dó las tierras. Según los datos de la época, Juan Ortiz de Garay vendió
la chacra al capitán francés Beaumont a cambio de un traje completo
de hombre, dado que consideraba que ese lugar no tenía ningún valor.
En 1608, el capitán decidió vender esas tierras por una tenaza, una
peluca y un abrigo común.
Hubo varios cambios de propietarios, hasta que, a comienzos del
siglo XVIII, un matrimonio donó un lote a los frailes Recoletos descalzos
de la Congregación Franciscana. El nombre del barrio proviene, justa-
mente, del convento y la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar que los
Recoletos comenzaron a construir en 1706 e inauguraron en 1732.
Preservando el Patrimonio
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Recoleta 1867
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Reseña histórica de los edificios y el predio del Centro Cultural Recoleta
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El Centro Cultural Recoleta ocupa una de las construccio-
nes más antiguas de Buenos Aires. En su arquitectura en-
contramos muestras de conservación, refuncionalización y
diseño contemporáneo. Fundada en tiempos coloniales, for-
mó parte de un extenso solar cuya unidad original se modi-
ficó por el desarrollo de diversos establecimientos.
El comitente Juan de Narbona inició las obras con una
pequeña capilla, cuatro celdas monásticas y un obrador. En
1716 doña Gregoria Herrero de Hurtado dona estos terre-
nos, o Chacra de los Ombúes, a la Orden de la Santa Reco-
lección de la estrecha observancia del Señor San
Francisco.El franciscano Andrés Blanqui, activo en nuestro
país entre 1717 y 1740, diseña la fachada de la Iglesia y
parte del claustro.
Luego de 15 años de construcción, la inauguración de la
Iglesia y el Convento se realiza el 12 de Octubre de 1732,
día de la Virgen del Pilar. Esta advocación fue elegida por
Narbona, que era oriundo de Zaragoza y devoto de la Pilari-
ca. Hasta comenzado el siglo XIX, la vida en el monasterio
franciscano se desarrolló sin interrupciones. En 1815 el pa-
dre Francisco de Paula Castañeda habilitó, en este claustro,
una Academia de Dibujo a la que asistieron 18 alumnos.
Tiempo después, la entidad fue trasladada al Consulado de
Buenos Aires.
En 1822 el Decreto de Reforma Eclesiástica del Gober-
nador de Buenos Aires, General Martín Rodríguez y su mi-
nistro Bernardino Rivadavia, determina la exclaustración del
Convento. Durante ese año se inaugura, sobre la antigua
huerta de los Recoletos, el primer cementerio público cató-
lico de la ciudad de Buenos Aires.
Expropiado el edificio del convento, el complejo fue utili-
zado como escuela de agricultura, jardín botánico, prisión
y cuartel. Durante el segundo mandato del Gobernador Juan
José Viamonte se funda, en un sector del ex - convento, el
Asilo de Mendigos (1833).
A partir de 1880, el ingeniero Juan A. Buschiazzo realiza
una refuncionalización total del edificio convirtiendo al ho-
gar de ancianos en una obra modelo de los paradigmas
higienistas del siglo XIX. Este predio y sus alrededores fue-
ron objeto privilegiado del plan de reformas urbanas de Tor-
cuato de Alvear, el primer intendente de Buenos Aires.
En 1948 este edificio fue declarado monumento histórico
nacional a fin de promover su conservación. Hasta 1978 en
sus instalaciones permaneció el asilo de ancianos Hogar
Viamonte.
1880 circa fachada asilo por Buschiazzo.
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Un icono de la cultura porteñaen continua transformación.
Este antiguo convento, convertido durante la década de 1980 en espacio de exhibi-
ción y experimentación artística, ha sido escenario de una buena porción de los más
importantes episodios culturales de Buenos Aires durante las últimas décadas. Como
parte de los festejos del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Buenos
Aires la municipalidad dispone en 1979 la transferencia de este edificio a la Secretaría
de Cultura. Ese mismo año se designa a los arquitectos Jacques Bedel, Luis F. Benedit
y Clorindo Testa para remodelar la construcción destinada a convertirse en un comple-
jo museológico. En diciembre de 1980 es inaugurado bajo el nombre de Centro Cultural
Ciudad de Buenos Aires. Denominación que fue modificada en 1990 por la actual, Cen-
tro Cultural Recoleta.
Durante la década del 90, se inaugura, tras la antigua fachada de Azcuénaga y Pue-
yrredón, el Buenos Aires Design Center. El diseño de esta construcción, en su mayor
parte subterránea, fue liderada por Clorindo Testa junto a los arquitectos Giselle Graci y
Juan Genoud.
En medio de una intensa actividad cultural, la construcción y restauración del com-
plejo fue desplegándose en diversas etapas que se extienden hasta la actualidad.
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Los arquitectos y artistas plásticos Jacques Bedel,
Clorindo Testa y Luis Benedit en uno de los pasillos
del asilo de ancianos antes de comenzar las obras a
fines de los 80 y abajo en los festejos del 30
aniversario en diciembre del año pasado.
Dibujos de
Clorindo Testa
La remodelación de 1980, proyectada por los arquitectos
Testa, Bedel y Benedit, se realizó a partir del concepto
de unir mediante una calle, un gran eje central (Calle de
los Tilos) edificios dispersos de diferente época.
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A principios del siglo XXI comienza a desarrollarse un
plan maestro para el Centro Cultural, para lo cual se con-
voca al arquitecto Clorindo Testa. El objetivo era actuali-
zar tecnológicamente el Centro, adaptarlo a los nuevos
requerimientos y normativas de uso, accesibilidad y ter-
minar la inconclusa obra de los '80. Ese plan no se ter-
mina y sufre demoras, entre ellas el cierre del auditorio a
partir del año 2006. Finalmente en diciembre del año
2010, a través de un convenio con la Universidad Mai-
mónides, la ayuda de la Asociación Amigos del Centro
Cultural, el propio Centro y el Ministerio de Cultura, el
Aleph reabre nuevamente sus puertas al público.
Esta reapertura se hace con un nuevo escenario de
estructura metálica y madera sobreelevado, la correc-
ción de la pendiente para facilitar la visualización de
escena, la construcción de rampas para la accesibili-
dad de personas con capacidades disminuidas, la in-
tervención de toda la cubierta de tejas y desagües plu-
viales, el alfombrado completo de planta baja y alta, la
colocación de 150 butacas en platea, los artefactos de
iluminación de diseño contemporáneo y luminarias de
bajo consumo, la pintura completa de muros y carpinte-
rías, la reparación y recambio de todas las carpinterías
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El Auditorio El Aleph en el Centro Cultural Recoleta fue
edificado como capilla del antiguo Asilo de Mendigos y
posterior Hogar de Ancianos Gobernador Viamonte.
Su arquitectura y estilo neogótico es proyecto del arquitecto
Juan Antonio Buschiazzo; de planta tradicional con una nave
principal y dos laterales que culminaban en el altar con su
respectivo ábside. Exteriormente se visualizan los típicos
contrafuertes de la arquitectura gótica con pináculos y una
cubierta a dos aguas de tejas. La cubierta del ábside es de
tejas de zinc con cupertinas torneadas en el mismo material.
El patio de la fuente y el del aljibe son parte de las obras de la actual etapa, a la derecha un detalle del mural obra del maestro Parisi que se
encontraba en el abside de la capilla y que esta en este momento restaurando y poniéndose en valor. Francisco Paolo Parisi, autor de las pinturas
murales de la Catedral Metropolitana (1890) y otras iglesias; utilizó en todas sus obras la técnica del encausto, consistente en mezclar los colores
con cera fundida. Este pintor italiano, realizó estudios artísticos en la Academia de San Lucas, Roma. En 1889 llega a Buenos Aires, donde funda
una Academia de Pintura.
deterioradas del volumen de escalera, el tendido de toda la instala-
ción eléctrica nueva con sus tableros, principal y seccionales, y la
instalación de un sistema de señalización y evacuación del recinto en
caso de emergencia.
Pero esto sólo es el principio, aún resta la rehabilitación de todos
los sanitarios y vestuarios del auditorio, la conexión del aire acondi-
cionado, la colocación de un sistema de parrilla flexible y liviano en el
escenario y la restauración de los vitrales, entre otros. En fotografías
datadas a fines de los '70, antes de realizar la obra de remodelación,
se visualiza un mural ubicado en el cielorraso del ábside e inscripcio-
nes en dorado en el arco anterior al mismo (foto de 1978). Este mural
es obra del maestro Parisi, y es objetivo de la actual dirección general
restaurarlo y ponerlo en valor, recuperando de esta forma no sólo una
obra de arte representativa de la escuela muralista en Argentina, sino
recuperar la espacialidad original de la capilla en el sector del ábside
con su bóveda de fondo. De esta manera se concretará en los próxi-
mos meses la recuperación de un edificio histórico construido a fines
del siglo XIX, refuncionalizado en los años '80 del siglo XX, y nueva-
mente intervenido en las primeras décadas del siglo XXI, para lograr
con ello un ámbito adecuado, propicio para desarrollar múltiples acti-
vidades culturales de excelencia con un avance tecnológico acorde
al momento presente pero sin desentenderse del mensaje original
que el propio espacio contenía en un principio. Bettina Kropf Arqui-
tecta, Master en Restauración de Monumentos. Asesora de la obra
del Aleph desde agosto 2010 a la fecha y de las obras del Centro
Cultural Recoleta a partir del 2011.
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La Arquitecturase reúne en Buenos Aires.
Una deuda pendiente Por el arquitecto Luis Grossman
La XIII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires que se realizará del 8 al 30 de octubre
en el Centro Cultural Recoleta ya forma parte del Patrimonio Cultural de nuestra ciudad.
Me resulta muy difícil reseñar aquí las múltiples contribuciones
que hizo Jorge Glusberg para los arquitectos argentinos. Y por
otra parte, para aquellos que lo requieran, hay hoy recursos de
fácil acceso para acceder a los registros que detallan lugares y
fechas de las numerosas acciones de Jorge en beneficio de la
cultura en general y de los arquitectos en particular.
Ya desde la misma creación del Centro de Arte y Comunica-
ción (CAYC), puede advertirse que en la propia denominación de
la entidad había un sesgo profético. No existía Internet y el hecho
de ligar a las artes con la comunicación implicaba una visión pros-
pectiva muy aguda. Más tarde, y como resultado de una de esas
inspiraciones fruto de la sapiencia y la intuición, Glusberg impul-
saría una idea que resultó providencial y cuyos ecos se reviven
en el mes de octubre de este año: la Bienal Internacional de Ar-
quitectura.
Y lo dicho al comienzo vuelve a limitarme ahora, porque debe-
ría enumerar los nombres de aquellas figuras de relieve interna-
cional que vinieron a la Reina del Plata para mostrar sus realiza-
ciones y exponer sus ideas. Es una tarea difícil porque uno puede
olvidar alguna mención importante, ya que no fueron sólo arqui-
tectos los convocados por nuestro amigo sino también pensado-
res de muy alto nivel y críticos famosos en todo el mundo.
En resumen, un hombre amante de las bellas artes y de la bue-
na lectura, empresario en su vida doméstica, se aboca a la dura y
compleja tarea de organizar, conducir y llevar al mayor de los
sucesos a una Bienal que pondría en la escena planetaria a la
arquitectura nacional.
Ese hombre se llama Jorge Glusberg, y con él tenemos, los
colegas de la arquitectura y los críticos y periodistas del sector,
una gran deuda todavía pendiente.
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(Arriba) La entrada al Auditorio Buenos Aires donde, entre el 1 y el 14 de octubre,
se desarrollaran conferencias magistrales con mas de 50 arquitectos, nacionales e
internacionales. (Izquierda) Las salas de exposición del CCR en donde en el marco
de la Bienal habrá seis muestras nacionales y alrededor de veinte internacionales
de arquitectura, urbanismo, diseño y arte y gran cantidad de muestras individuales
de arquitectos nacionales e internacionales.
Jorge Glusberg
y su hijo Matias.
Durante la presentación de
la Bienal de Arquitectura, sus
organizadores (de izq. A der.)
Arq. Carlos Dibar, Matias
Glusberg (CAYC) arqs.
Enrique Cordeyro, Juan
Carlos Fervenza, Miguel
Jurado, Roberto Converti,
Enrique Pichon Riviere,
Carlos Salaberry (director),
Tomas Seeber y Claudio
Massetti (director del CCR).
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Bienal I
Bienales de Buenos Aires, 1985-2011Por arq. Marta García Falcó
La distancia que separa a Buenos Aires de los centros de reflexión hace pensar que transformarla en sede de una bienal de arquitectura en la
que se encuentren no solo figuras de la región sino también de Europa, Japón, la India y los Estados Unidos, sería poco menos que impensable.
Pero se ha venido produciendo en forma ininterrumpida desde hace 26 años.
El encuentro de 1989 repitió el esquema: coloquio internacional en apretada agenda, con conferencias
que se extendían más de lo previsto por el interés de un público mayormente joven, que renovaba su
entusiasmo por poder acercarse a las figuras cuyas obras se estudiaban a partir de las publicaciones
pero que, aquí, contestaban sus preguntas y acercaban conceptos de sus experiencias, en forma coloquial.
También existía la posibilidad de encontrarse y dialogar con ellos fuera de las salas de conferencia.
Comenzaron a hacerse habituales en las Bienales las presencias de César Pelli (infaltable) y Rafael Viñoly
(que en momentos del proyecto del Forum de Tokyo reunió audiencias numerosísimas en muy amenas
conferencias que debieron agregarse a la programación prevista). También Richard Meier, en el zenith de
su celebridad, tras sus casa blancas y proyectando el Centro Paul Getty, llegó a la Bienal. Además,
Richard Rogers, Peter Cook (Gran Bretaña), Renzo Piano, Mario Bellini, Gae Aulenti y Paolo Portoghesi
(Italia), Jean Nouvel, Henri Ciriani, (Francia), Joseph Paul Kleihues (Alemania), Hans Hollein (Austria),
Charles Moore, Charles Gwathmey, Helmut Jahn, Robert Stern y Stanley Tigerman (EE.UU). Todos ellos
estuvieron cuando los medios especializados en arquitectura a nivel mundial multiplicaban las imágenes
de sus obras y proyectos más recientes, para satisfacer las necesidades de conocimiento e información
de un mercado en el que la Argentina participaba desde muy lejos.
Paralelamente, se realizaban los encuentros de los críticos de arquitectura, en el contexto del CICA (Comité
Internacional de Críticos de Arquitectura), que propiciaba el debate entre los actores locales y figuras
como Bruno Zevi, Francesco Dal Co, Louise Merelles, Kenneth Frampton, Joseph Rykwert, Sergio Teperman
y Vicente Wiessenbach, editor de la revista brasileña Projeto.
En 1987 se cumplió con la segunda edición de la ya muy esperada Bienal que, en cinco días, abría
nuevamente el debate arquitectónico internacional en la Argentina. Algunos de los participantes extranjeros
volvieron a Buenos aires, como lo harían en encuentros subsiguientes. Entre ellos, se contaban Kisho
Kurokawa, Oriol Bohigas, Helge Bofinger y Vicente Wissenbach. En cambio, se acercaban por primera
vez al público argentino, los holandeses Aldo van Eyck (que debió dar una conferencia adicional a la
prevista) y Herman Hertzbeger, ambos muy críticos del posmodernismo, ya casi desaparecido de los
proyectos, el español Félix Candela, uno de los mayores innovadores en las estructuras de hormigón
liviano a partir de la década del '50 que, con sus 77 años en ese momento logró una ovación con el
público de pie después de referirse a "cómo construir estructuras para albergar gente". También estuvieron
Rafael de la Hoz (España), durante varios años presidente de la UIA; Eolo Maia (Brasil), José Reigadas
(México) y Juan Torres Higueras (Perú, presidente de la Federación Panamericana de Arquitectos). Fue
durante esta bienal que el jurado internacional eligió a Clorindo Testa como el Arquitecto de América. Por
supuesto, no faltaron las exposiciones y premios.
Mayo de 1985, organizada por el CAyC (Centro de Arte y Comunicación), se desarrolló la Iª Bienal
Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, con una importante repercusión entre profesionales y
estudiantes y una vigencia que se mantuvo con cada edición posterior.
En aquella oportunidad con la co-organización de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA,
se había previsto una inscripción de alrededor de 500 asistentes, pero la concurrencia superó los 3000.
En ese primer encuentro se cumplió la idea básica de la convocatoria: analizar críticamente el concepto
de Identidad y región, desde nuestra óptica de latinoamericanos, y poder confrontarlo con los colegas de
países centrales. En 1985 participaron del coloquio internacional entre otros invitados internacionales, los
arquitectos Helge Bofinger y Gottfried Böhm (Alemania), Oriol Bohigas (España), Mario Botta y Franco
Purini (Italia), Henri Ciriani y Jean Nouvel (Francia), Richard England (Malta), Hans Hollein y Wilhelm
Holzbauer (Austria), Kiyonori Kikutake y Kisho Kurokawa (Japón) y Georgi Stoilov (Bulgaria, presidente de
la Unión Internacional de Arquitectos UIA). En el Seminario latinoamericano participaron Juvenal Baracco
(Perú), Cristian Boza y Pedro Murtinho (Chile), Laureano Forero y Rogelio Salmona (Colombia), Joaquim
Guedes, Severiano Porto y Vicente Wissenbach (Brasil), Ricardo Legorreta y Abrahan Zabludovsky (México).
Entre las exposiciones de obras, que siempre acompañaron la realización de las bienales de Buenos
Aires, se pudieron ver más de 1200 paneles en el Centro Cultural Recoleta, además de otras muestras
temáticas en galerías de arte y en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Centro Cultural Gral. San
Martín. También los premios se otorgaron desde aquella primera edición. Se distinguió a estudios de
arquitectura argentinos y latinoamericanos y a las jóvenes generaciones, por obra construida.
Bienal II
Bienal III
161
El infaltable Cesar Pelli (presente
en todas las bienales), en la
tercera Bienal en el año 1989.
Memorial de Campo Grande,
arq. Eolo Maia (Brasil)
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Bienales de Buenos Aires, 1985-2011
Los noventa
Bienal IV
Bienal V
Bienal VI
Bienal VII
El nuevo milenio
Bienal VIII
Bienal IX y X
Entre el 30 de septiembre y el 5 de octubre de 1991, cuarenta conferencias, varias exposiciones y tres foros (Arquitectura Educacional,
de la Crítica y Ecopolis) mostraron la fuerte presencia de la arquitectura como parte de la cultura cotidiana. La concurrencia a las
conferencias magistrales, realizadas en el Centro Cultural Gral. San Martín, superó las 1600 personas, y sólo algo menor fue la
asistencia a las charlas en el Teatro Cervantes. A los premios a obra construida se sumaron concursos (ocho en este caso, auspiciados
por otras tantas empresas para proyectar con sus productos) que contaron con un jurado internacional de 17 personalidades.
Entre los que llegaban por primera vez figuran la iraquí Zaha Hadid, la estrella del deconstructivismo egresada de la Architectural
Association de Londres Charles Corea (India), que impuso su sutil modo de llevar adelante su pensamiento y su obra en vivienda
social en su país; Wilhelm Kuecker (Alemania); James Wines, (EE.UU) con sus propuestas ecológicas, y Juri Platonov, (presidente
de la asociación de arquitectos de la URSS). Entre los ya habituales se contaban Rogers, Botta, Kikutake, Candela, de la Hoz, Emili
Donato (España) Carlos Bratke, Eolo Maia y Luiz Paulo Conde, los tres de Brasil, y el argentino Emilio Ambasz. Por supuesto, Pelli y
Viñoly no faltaron.
Establecida con su fecha entre septiembre y octubre, la Bienal volvió a Buenos Aires en 1993, nuevamente con sus conferencias
(esta vez en el Teatro Coliseo) y las muestras en el CAyC, el MNBA y el Centro Cultural Recoleta. Este encuentro consolidó
definitivamente un fenómeno que parecía inédito hasta el momento: la enorme e indudable convocatoria que tiene el diseño.
Ya para 1995 se realizaban los premios y concursos (estos muy esperados por los jóvenes profesionales locales). Entre ellos estaban Los
cafés de Buenos Aires, Una casa en la montaña, Centro de exposiciones flotante y Circuito peatonal Recoleta. Las muestras de obras
reunieron más de 2000 paneles, y 70 invitados brindaron sus conferencias magistrales y participaron de mesas redondas. Nuevos
visitantes como los británicos Nicholas Grimshaw y Michael Wilford, el japonés Toyo Ito o el austríaco Wolf Prix, titular del estudio Coop
Himmelblau. Despertaron expectativas y comentarios por mucho tiempo, así como Thom Mayne (creador de Morphosis), Enrique Norten
(EE.UU) y Massimiliano Fuksas (Italia). Las obras y proyectos, aunque fuesen conocidos, se veían de otro modo mostrados y explicados
por su autor, con el agregado de anécdotas y rápidas acotaciones que resultan imposibles en una publicación.
Hasta la siguiente bienal pasaron tres años: no fue sino en noviembre de 1998 que se dio la nueva convocatoria, en la que el
siempre apretado programa dividió foros y talleres durante las mañanas y conferencias magistrales por la tarde. Para esta edición,
se sumaron a las figuras internacionales que repitieron su visita, los hermanos Leon y Rob Krier (Luxemburgo), el filósofo Jean
Baudrillard (Francia), sostén intelectual del deconstructivismo; Jan Hoogstad (Holanda), Daniel Libeskind (Alemania), Jaime Lerner
(intendente de Curitiba, Brasil), el legendario Frei Otto (Alemania) y Eric Owen Moss (EE.UU), además de la presidente de la UIA,
Sara Topelson (México). Arquitectura educacional, Arquitectura digital, Arquitectura y revistas (coordinado por Andreas Papadakis,
editor de la legendaria Architectural Design), Crítica y Diseño industrial fueron los temas de los foros.
Con novedades, yotra vez tras tres años, se realizó la Bienal en 2001, que había alcanzado en ese momento el segundo lugar en
trascendencia en el nivel mundial, después de la de Venecia, por su continuidad, calidad de los invitados y cantidad de asistentes
a sus muestras y conferencias. Si bien el foro de los críticos estaba presente en encuentros anteriores, en esta edición se incorporó
a la crítica como un elementos decididamente importante: Marc Augé y Gianni Vattimo se sumaron a Jean Baudrillard como pensadores
fundamentales. Baudrillard. En esta edición el ámbito de conferencias y muestras de concursos fue el Auditorio del Buenos Aires
Design Recoleta, con su capacidad de 2000 espectadores varias noches colmada. Los planteos teóricos, complejos pero atractivos,
incluyeron la mesa redonda de jóvenes profesionales alemanes y el diálogo entre los arquitectos internacionales y los jóvenes
argentinos, todo dentro de la noción de cambio y sus implicancias en la arquitectura, tema motor de esta bienal. Entre las intervenciones
más comentadas figuró la de Jordi Garcés con su Museo Picasso en Barcelona; la solidez del discurso de Peter Cook, a casi 30
años de Archigram, y las admirables resoluciones paisajísticas de las viviendas de Cristian Boza en la costa chilena.
Tras el gran despliegue de 2001, el país post-crisis impidió la regular edición del encuentro en 2003, que se reemplazó por coloquios
y reuniones internacionales, para llegar a 2005 nuevamente con una realización a tono con la tradición de la Bienal. Ese año, la sede
en el Centro Cultural Borges mostró un gran movimiento de profesionales de la arquitectura, invitados y asistentes, estudiantes y
disertantes, todos interesados en observar las obras y conceptos que atrajo la Xª Bienal. Las grandes figuras internacionales presentes
incluyeron Mario Botta, Hans Hollein, Adrien Feinsilber, Eric Owen Moss, Kiyonori Kikutake, los españoles Jaume Bach y Joseph Maria
Botey; los chilenos Cristian Boza y Enrique Browne; el legendario Peter Cook, creador de Archigram; el infaltable maltés Richard
England, muy poético en su exhibición (dijo, por ejemplo, "usen los ojos que sienten y las manos que ven"), Laureano Forero de
Colombia; Wilhelm Kucker y Sauerbruch-Hutton, de Alemania; Fabio de Magalhaes, Isay Weinfeld y Arthur de Mattos Casas, de Brasil;
Michel Rojkind de México, el argentino-israelí Daniel Azerrad, y Michael Wilford, quien fuera socio de James Sitlring y ya había asistido
al bienal en dos oportunidades. En las conferencias magistrales, muchos, como el noriego Einar Jarmund o el brasileño Ruy Ohtake,
eligieron presentaciones abiertas en cuanto al contexto (paisajes, fragmentos de cine y pinturas para situar su arquitectura), mientras
que otros, como Oriol Bohigas, manifestaron que la imagen no es todo. El arquitecto fue puramente verbal. Entre todos los oradores, los
que se llevaron los silencios más respetuosos y la sala más repleta -aunque vale aclarar que nunca bajó del 80 por ciento de ocupación-
fueron César Pelli (con la humildad habitual, apabulló al auditorio con una secuencia de realizaciones notables por sus dimensiones y
cualidades formales) y la mesa de maestros integrada por Clorindo Testa, Justo Solsona y Mario Roberto Alvarez. Esta Bienal fue, en
todo sentido, un gran despliegue de imágenes: maquetas, paneles y fotos. Entre las muestras más recorridas se contó la exposición en
backlight, anticipo del conjunto de relatos de arquitectos argentinos organizado por la Sociedad Central de Arquitectos que iría un mes
después a la Bienal de San Pablo.
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En septiembre de 2007 comenzaba puntualmente la XIª edición, en el Centro Cultural Borges, y reunió a Paulo Mendes da
Rocha, ganador del Premio Pritzker de Arquitectura 2006; Cesar Pelli, Rodolfo Machado, también asentado en el país del
Norte, decano del Departamento de Diseño y Planificación de la Universidad de Harvard, y jóvenes que se destacan en el
mundo, como el chileno Alejandro Aravena, premiado en la Bienal de Venecia en 1991 y elegido, en 2004, por Architectural
Record como uno de los diez arquitectos con mayor proyección mundial. A estas figuras se sumaron el peruano Bernardo Fort
Brescia (Arquitectónica), Kleihues, Ram Karni, Solano Benítez favorito entre lso más jóvenes-, Franco Purini y Laura Thermes,
de Italia, Dan Hanganu de Canadá, y los argentinos Ignacio Dahl Rocha (residente en Suiza) y Clorindo Testa, compartiendo
el espacio con Justo Solsona y Antonio Antonini. Para Testa, la Bienal es una buena forma de entrar en contacto con temas,
debates y tendencias de otros lugares del mundo.
En la XIIª edición, en 2009, el tradicional encuentro reunió aproximadamente 2000 personas en el centro Cultural recoleta,
que participaron de las charlas de los habitauels conferencistas estrella, como César Pelli, Paulo Mendes da Rocha, Bernardo
Fort Brescia y Mathias Klotz. Entre los convocados más interesantes figuró el Estudio Snohetta, de Noruega, representado por
Craig Dykers. Además de haber ganado el Premio Mies van der Rohe 2009, el estudio alcanzó fama con su proyecto para la
Opera de Oslo. También convocó seguidores otro noruego, Einar Jarmund, con una manera de construir muy en sintonía con
el finlandés Aalvar Alto. Otros conferencistas destacados fueron Trevor Body, de Canadá, activo dentro del ambiente de la
crítica; Enrique Reinach, del estudio paulista Reinach Mendonca Arquitectos, con obras medianas, pero de impecable factura;
Julio Quaresma, arquitecto portugués con obra pública en Africa, el catalán Josep María Botey; Angelo Bucci Byeong Joon
Kang, de Corea, el argentino Pablo Katz y Rudy Ricciotti desde Francia; Bernardo Gómez Pimienta y Javier Sánchez desde
México. El Centro Cultural Recoleta también hospedó importantes muestras nacionales e internacionales, como Producción
Social del Hábitat: El Derecho a la Arquitectura, de Colombia, Barcos de Ladrillos de Uruguay, El Véneto construido por los
Jóvenes Arquitectos de Italia, Arquitectura Joven Francesa, Proyectos Suizos premiados con la Distinción de Arquitectura de
Romandia Suiza Francesa de Suiza, Vivir Adentro, de México, Arquitectura Rusa Contemporánea, entre las principales.
Debe destacarse que, desde la primera edición en 1985, fueron infaltables conferencistas y expositores de sus obras los más
destacados arquitectos argentinos: Mario Roberto Alvarez, Clorindo Testa, Justo Solsona, Alberto Varas, Miguel Angel Roca,
Jorge Lestard, Jorge Aslan, Berardo Dujovne, entre otras figuras.
En expansión, sumando invitados, panelistas, exposiciones y asistentes, promoviendo el intercambio entre estudiantes y
profesionales de diversas nacionalidades, porteños y del interior, mostrando un panorama variado de la arquitectura mundial,
la Bienal de BA llega a su XIIIª edición, y es un reflejo cierto de los últimos veinticinco años de la cultura arquitectónica mundial.
Años recientes
Bienal XI
Bienal XII
Ahora, de nuevo, arquitectos, teóricos y críticos llegarán a Buenos Aires para hablarnos de sus
obras y escuchar a los colegas locales hablar de las suyas. He dicho alguna vez que la Bienal
es un lugar de encuentros y de intercambios humanos -como la arquitectura-, pues nada supera
ni ha de superar la comunicación directa, a pesar de las redes informáticas y los bancos de
datos. ¿Qué ha de esperarse de la Bienal en el futuro? Que el lugar de encuentros y de
intercambios sea cada vez más amplio y más certero. Porque, en rigor, la Bienal ya no pertenece
a sus organizadores -que, por cierto, no son eternos- sino a la Argentina por medio de Buenos
Aires, y a la arquitectura y el urbanismo mediante sus creadores y pensadores.
Jorge Glusberg (de una nota publicada en el diario La Nación,
con motivo de la BA/98 11 de noviembre del 1998).
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