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EL COMUNISMO LIBERTARIO EN EL MOVIMIENTO ANARQUISTA.

Historia de una tendencia.1ª Parte 1868-1950

Este texto pretende derramar luz sobre la teoría revolucionaria aportada por el movimiento anarquista desde su creación a partir de la Alianza por la Democracia Socialista, en 1868, hasta el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, momento en que la corriente libertario sufrió un profundo corte generacional. Este texto será completado por otro estudio de la época de la posguerra de la segunda guerra mundial hasta nuestros días.

Como dice el subtítulo, se trata de una historia de la tendencia comunista libertaria o anarco-comunista, poniendo énfasis en las propuestas concretas tanto teóricas como prácticas de las diferentes organizaciones del movimiento libertario a lo largo de su historia. Intentando analizar aciertos y errores, trataremos de llegar a unas conclusiones básicas que le dan forma a la tendencia en nuestros días.

Anarquistas: partido o anti-partido?

En la historia del anarquismo como movimiento político rara vez se ha utilizado la palabra Partido para designar a una organización libertaria. Esto se debe a la mala fama que empezó a tener el parlamentarismo en los medios obreros a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El parlamentarismo se entiende como la forma de gobierno basada en el juego democrático de los partidos políticos que se disputan un parlamento y, mediante ello, el control de las instituciones del estado. De esta forma los partidos controlan los mecanismos del poder estatal, y desde allí, a las personas y los pueblos, los voten o no.

Está poco difundido que, en su militancia activa Pierre Joseph Proudhon, probó suerte como diputado. Proudhon era bien conocido en el París de finales de la década de 1840 por su labor periodística. En 1848 se presentó por la Asamblea Constituyente de la Segunda República. Después de un primer intento fallido en abril, fue elegido en las elecciones de junio de ese año. Sin embargo, su estancia en la Asamblea Nacional francesa duró apenas tres meses, ya que nada más ser elegido tomó parte por los obreros en la insurrección de junio, aunque con una cierta actitud conciliadora. A pesar de ello, su presencia en el parlamento sirvió para que por primera vez se sintieran discursos contra la propiedad privada e insultos contra el presidente Luis Napoleón Bonaparte (después conocido como Napoleón III), lo que le llevó a prisión [1]. Ni el parlamento ni la cárcel lograron aplacar su espíritu rebelde y continuó escribiendo valiosas obras hasta su muerte.

Los parlamentos burgueses nunca han sido prioridad en el accionar político de los anarquistas. Después de la desagradable experiencia vivida por Proudhon y otros, participar en las instituciones del estado fue visto cada vez más con peores ojos. Una cuestión importante constituye la constatación de no poder cambiar nada desde esta institución, dada la impotencia de ser siempre la minoría de la minoría. Más tarde se desarrollaría un desagrado visceral hacia el parlamentarismo que, a pesar de tener causas totalmente justificadas, iba más allá de lo racional. Por ejemplo, para la época de Kropotkin, ya era habitual considerar que quienes participaban en el parlamento era más que probable que fueran sobornados de una manera u otra por el enemigo de clase.

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Quien se dedicaba a la política partidaria lo hacía a menudo para enriquecerse personalmente. No ha cambiado demasiado el concepto en el siglo XXI.

El anti-parlamentarismo incluso traspasó fronteras ideológicas y también fue compartido por algunos grupos marxistas. Durante la primera etapa de los partidos comunistas en Europa (1919-1923) gran parte de los cuales era furibundamente anti-parlamentaria. Tanto era así que tuvo que tomar cartas en el asunto el propio Lenin para disciplinar a tanta organización díscola que se negaba a aceptar que participar en la política de los parlamentos. En el comunismo entonces predominaban las corrientes revolucionarias, contra los que Lenin escribió su obra El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo [2].

Los bolcheviques comenzaron su lucha victoriosa contra la república parlamentaria (burguesa de hecho) y contra los mencheviques con suma prudencia y no la prepararon, ni mucho menos, tan sencillamente como hoy piensan muchos en Europa y América. En el principio del período mencionado no fuimos incitar a derribar el gobierno, sino que explicamos la imposibilidad de hacerlo sin modificar previamente la composición y el estado de espíritu de los Soviets. No declaramos el boicot al parlamento burgués, en la Asamblea Constituyente, sino que dijimos, a partir de la Conferencia de nuestro Partido, celebrada en abril de 1917, dijimos oficialmente, en nombre del Partido, que una república burguesa, con una Asamblea Constituyente, era preferible a la misma república sin Constituyente, pero que la república “obrera y campesina” soviética es mejor que cualquier república democrático-burguesa, parlamentaria. Sin esta preparación prudente, minuciosa, circunspecta y prolongada, no hubiéramos podido conseguir ni consolidar la victoria en octubre de 1917. [3]

De todos modos el parlamentarismo es una cosa y los partidos otra. Cuando Marx y Engels fundan la Liga Comunista no piensan nunca a presentarse a ninguna elección. Se trata de una organización política de militantes. A este tipo de organizaciones se las conoce por partido de cuadros, organización de militantes u organización de cuadros. Los anarquistas prefieren decirle organización de militantes y los marxistas partido u organización de cuadros. La idea básica es que se trata de una organización que tiene militantes con una experiencia política basada en unas líneas programáticas. La función de estos militantes -o cuadros- es la de influir en un cuerpo social más grande que el de su propia organización. Es decir, que el programa de su organización sea asumido también por una organización de masas. Un cuadro, además, no necesitaría estar conectado directamente con su organización, ya que gran parte de su militancia la hará tomando decisiones de forma autónoma pero insertado en las organizaciones de masas, siempre en línea con su programa.

Y todo esto por qué? Pues porque tanto el parlamentarismo como las organizaciones de militantes o los partidos de cuadros son formas de encarar la cuestión del poder. El poder está en manos de una clase social, que se ha denominado históricamente burguesía. Y la clase explotada, supeditada a la otra, la clase obrera, es quien trabaja para ella. Esta clase, si quiere algún día librarse de la explotación deberá organizarse para arrebatarle el poder a la otra. Es por ello por lo que algunas corrientes políticas apuestan por hacerlo mediante una acumulación de poder institucional -parlamentario- y otros mediante la conquista rápida (ya menudo violenta) del poder, revolucionario.

Este poder, aunque se tome de forma abstracta, tiene manifestaciones muy concretas. La más poderosa es el Estado, que no es más que una serie de instituciones que le sirven de herramientas a quien ostenta el poder para poder mantener mejor. El Estado defiende unos intereses de clase muy claros, aunque en algunas ocasiones, por pura

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estrategia, decida que no es mala idea de vez en cuando echar una mano a la clase explotada. Y en contra de este poder y de ese Estado, se alzan los grupos revolucionarios que se organizan como mejor saben y pueden.

En 1897 hubo un debate dentro del movimiento libertario italiano, sobre si apoyar al partido socialista, que impulsaba por aquellas elecciones una especie de “candidaturas protesta” entre dos figuras del anarquismo. Por un lado Saverio Merlino defendía participar, sin esperar nada. Por otra Errico Malatesta le respondió con una serie de textos que pusieron una base teórica del antiparlamentarismo actual del movimiento libertario. [4]

Yo creo que nosotros, combatiendo a ultranza, como lo hemos hecho, el parlamentarismo, nos hemos pegado los dedos: porque hemos contribuido a crear esta horrible indiferencia de la población, no sólo por el sistema parlamentario, sino también por las libertades constitucionales, de forma que el gobierno ha podido violarlas impunemente sin que un solo grito de protesta se haya alzado de los hijos de aquellos que dieron su vida para conquistarlas.

Lo que es contrario a nuestros principios es el parlamentarismo, en todas sus formas y gradaciones. Consideramos que la lucha electoral y parlamentaria educa al parlamentarismo y acaba por transformar en parlamentaristas a quienes la practican. […] Para nosotros, en cambio, la abstención está estrechamente ligada con las finalidades de nuestro partido. Cuando llegue la revolución nos negaremos a reconocer los nuevos gobiernos que traten de implantarse, no queremos darle a nadie ningún mandato legislativo; por lo tanto, tenemos la necesidad de que el pueblo tenga repugnancia a las elecciones, se niegue a delegar en otros la organización del nuevo estado de cosas, y que, más bien, se encuentre en la necesidad de actuar por sí mismo. […] Debemos hacer que los obreros se habitúen desde ahora a regular por sí mismos sus propios asuntos y no sigan con su tendencia a delegar en otros.

Aunque no sea muy conocido, en el bando antiautoritario también han existido organizaciones de militantes (se intuye que Malatesta se consideraba parte de una). Es la intención de este artículo dar a conocer intentos previos de grupos y organizaciones libertarias históricas que han defendido esta forma de funcionamiento y otras que aunque no son exactamente así (algunas federaciones anarquistas, organizaciones libertarias sociales), son compatibles. Así pues, en este artículo cuando hablamos del “partido de los anarquistas”, lo hacemos siguiendo como entendía Malatesta, que es más o menos lo que entiende la Gran Enciclopedia Catalana (GEC) , que dice así:

“Agrupación de personas dedicadas a la política que participan en la vida pública de una sociedad.” [5]

Es decir, un grupo de militantes que piensan de forma similar y que se organizan para conseguir los mismos objetivos.

Creemos que existen también “partidos anti-partido”. En este caso se trata de organizaciones formales o informales de individuos que se oponen a los partidos

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políticos y siguen una línea política determinada y se organizan para que tenga éxito. Es decir, que forman un partido opuesto a los partidos políticos existentes. Hay corrientes anarquistas que conforman partidos anti-partido muy bien organizados. En este caso entra en juego una influencia cultural muy importante, ya que los que forman parte de estas corrientes tienen una afinidad natural práctica y teórica, que hace que se expresen de forma similar y que tengan una conciencia de pertenecer al mismo grupo humano , aunque sean de organizaciones diferentes.

Así pues en la gran mayoría de textos en que los anarquistas utilizan el término partido, lo hacen refiriéndose a un “partido que se presenta a las elecciones”. Es decir, un partido que apuesta por el parlamentarismo como medio para ejercer su propuesta política. Kropotkin, Malatesta, Volin o Berkman, entre otros, mencionan el partido entendido como forma de agrupación política de anarquistas. Intentaremos, pues, diferenciar entre un partido que se presenta a las elecciones (y/o busca conquistar el poder gubernamental), una organización anarquista de síntesis y una organización de militantes.

La Alianza por la Democracia Socialista

La primera organización anarquista reconocida como tal fue la Alianza por la Democracia Socialista creada por Mijail Bakunin y un grupo de simpatizantes de varios países en 1869. Su organización se basaba en dos programas, uno público y otro interno, secreto, en línea con las clásicas sociedades revolucionarias secretas que habían predominado en la primera mitad del siglo XIX. Podríamos considerar esta Alianza como una organización de cuadros. La Alianza tuvo unos 70 militantes por toda Europa. Además hay existieron otros grupos vinculados a la Alianza que implicaba a algunos centenares de militantes repartidos por diversas organizaciones nacionales bien estructuradas (en España, Francia, Italia, el Jura, etc.). La intención de este movimiento político era influir en el cuerpo social en el que se desarrollaba: la Asociación Internacional de los Trabajadores, la Internacional. La Alianza actuaría como corriente interna de la AIT.

Esta Sociedad tiene por objeto el triunfo del Principio de la Revolución en el mundo, por consecuencia la disolución radical de todas las organizaciones e instituciones religiosas, políticas, económicas y sociales actualmente existentes, y principalmente la reconstitución de la sociedad Europea, y enseguida mundial, sobre las bases de la Libertad, la Razón, la Justicia y el Trabajo.

Tal obra no podría ser de corta duración. La asociación se constituye entonces por un tiempo indefinido y no cesará de existir más que el día en que el triunfo de su principio en el mundo entero sea su razón de ser. [6]

Fragmentos del Catecismo Revolucionario de 1866.Precedente de la Alianza

La Alianza lograría imponer su visión sobre la organización del movimiento obrero de la época en varios países, justo en los que tenía mejor organización. Su traducción práctica

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más clara sería la Comuna de París de 1871 en la que participarían varios “aliancistas”. Además estos intentarían extender el incendio revolucionario por toda Francia mediante las comunes de Marsella o Lyon, hacia donde se dirigió el propio Bakunin. Los revolucionarios bakuninistas fueron participantes de primera fila en las grandes revueltas europeas de la época (las comunes en Francia, la revolución cantonal en España y las revueltas de Florencia, Bolonia o Nápoles en Italia).

Yendo a lo concreto. Recordemos la misión española de Fanelli [7], que en 1869 hizo una gira de propaganda a petición de Bakunin y fundó dos núcleos de la Internacional y de la Alianza en Madrid y en Barcelona, lo que puso las bases de ambas organizaciones en España. Anselmo Lorenzo, Tomás González Morago y Francisco Mora harían lo mismo en Lisboa en 1872. Estos militantes actúan con una misión en la cabeza, que es la de fundar nuevos núcleos para su organización. Así pues contactan con gente propensa a unirse, se les explica el programa, y después de un debate si los han conseguido convencer saldrá adelante el núcleo. Es algo parecido a las posteriores campañas de propaganda de los sindicalistas, pueblo a pueblo, aldea a aldea, fábrica en fábrica. Sólo que la Alianza es una organización política y la Internacional es social y sindical. En algunos casos requería que el militante estuviera meses en el mismo lugar, de tal manera que pudiera traspasar los conocimientos necesarios para que todo funcionara correctamente. Y recordemos también que Fanelli era un diputado del parlamento italiano. La particularidad radica en que no obedecía a su cargo político parlamentario sino que estaba sujeto al programa de la Alianza. De hecho ya era parlamentario cuando conoció a Bakunin, y éste decidió aprovechar el cargo del otro para los fines de la Alianza y de la Internacional. Toda una lección de pragmatismo.

Esta organización excluye cualquier idea de dictadura y poder dirigente tutelar. Pero por la misma realización de esta alianza revolucionaria y por el triunfo de la revolución contra la reacción, es necesario que en medio de la anarquía popular que constituirá la vida misma y toda la energía de la revolución, la unidad del pensamiento y de la acción revolucionaria encuentre un órgano . Este órgano debe ser la asociación secreta y universal de los Hermanos Internacionales .

Punto 9º de los estatutos secretos de la Alianza,escritos por Mijail Bakunin [8]

Sin embargo, tras la muerte de Bakunin, la división de la Internacional y el duro enfrentamiento entre marxistas y bakuninistas y la feroz represión de las revoluciones fallidas, se produjo una dispersión que dañará la claridad de miras de antes. Comenzarán 20 años de auge de un anarquismo insurreccional cargado de individualismo y de desconfianza hacia todo tipo de organizaciones, tiempo que aprovecharía el marxismo para imponerse a todos los demás socialismos.

Del Congreso de Londres en el Congreso de Amsterdam

A pesar de su gran influencia en el periodo 1870-1874, las ideas libertarias pierden empuje a finales de la década. Sin embargo, el impulso constructivo se trasladó a nuevos lugares como América del Sur, América del Norte y el norte de África, donde se irían fundando nuevas sociedades obreras cargadas de influencias libertarias. Pero en Europa comenzará a predominar un anarquismo impulsivo dispuesto a volver golpe por golpe todas las ofensas que el poder estatal le estaba profesando al recién organizado movimiento obrero.

El Congreso de Londres de 1881 [9] sería la confirmación oficial de esta tendencia que hasta entonces había tenido una primera manifestación práctica en la llamada Internacional Negra, que era el intento de continuar con la AIT, desaparecida tras el

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Congreso de Verviers en 1877. En Londres fracasaron los intentos de construir una nueva Internacional libertaria y triunfaron las tesis de la propaganda por el hecho y de la dinamita.

En este congreso Piotr Kropotkin propuso combinar las organizaciones de masas con grupos pequeños clandestinos dispuestos a la acción revolucionaria violenta. Incluso esta idea fue rechazada ya que entonces prevalecía la idea anti-organizacionista del anarquismo. Curiosamente las circunstancias político-sociales harían que en aquellos años destacaran sociedades obreras de masas de carácter libertario en España y en Estados Unidos y se crearan las bases para la creación de los sindicatos a una escala mucho mayor que hasta entonces. Volviendo a Kropotkin, este pensaba que:

Yo no veo otro campo de actuación para todos aquellos que no pueden incorporarse a grupos secretos que la de agruparse bajo las banderas de la Internacional huelguista. Es sólo en esta donde se podrán agrupar las fuerzas obreras, la masa. No veo por otra parte ningún inconveniente en ello. La huelga no es ya una guerra de brazos cruzados. El gobierno se encarga continuamente de transformarla en motín. Esto por un lado. Por otra parte, los grupos secretos encargarían de organizar la conspiración obrera: hacer saltar una fábrica, ‘tranquilizar’ a un patrón o un capataz, etc. etc. lo reemplazaría con ventaja la propaganda de los congresos. [10]

Se podría hablar en descargo de esta deriva hacia la acción por la acción si hiciéramos un vistazo un poco más amplia a otras corrientes revolucionarias de la época. En aquellos años, y hasta los años 20 y 30 del siglo XX, otras organizaciones políticas nacionalistas, republicanas, socialistas o populistas defendieron las tácticas de la propaganda por el hecho. Por ejemplo, fue abundantemente practicada por los nacionalistas irlandeses de la corriente “termina”, por los populistas y socialistas revolucionarios rusos, por los nacionalistas serbios (que sirvieron de excusa para desencadenar la I Guerra Mundial) o por los republicanos portugueses.

Pero este camino del movimiento libertario haría que no pocos militantes que previamente habían destacado en su implantación y organización, abandonaran el movimiento. Uno de ellos fue Andrea Costa, que participó con Errico Malatesta, Cafiero o Ceccarelli en la insurrección del Benevento, Italia, en 1877; levantamiento al más puro estilo vanguardista y Garibaldi [11]. Costa fundaría el Partido Socialista Anarquista Revolucionario y fue el primer diputado socialista italiano electo en 1892. Su partido daría origen al Partido Socialista Italiano. El partido era puramente parlamentario porque en su opinión se habían cerrado todas las otras vías alternativas de cambiar el estado de las cosas en Italia. Todavía no se conocía el sindicalismo revolucionario.

La trayectoria de Costa es un ejemplo de la de otros militantes que no estaban en la línea de la mayoría de su movimiento. Cuando se funda la II Internacional, en 1889, en el seno de diversos partidos socialdemócratas europeos existe una corriente libertaria. La Internacional tenía diversas corrientes socialistas, siendo la marxista la que acabaría ganando la partida, asimilando o expulsando a las otras. Los anarquistas serían uno de estas corrientes expulsadas por el sectarismo marxista en 1896.

La militancia libertaria, insertada en el ambiente obrero de la época, poco a poco va entrando en las sociedades obreras. Al cerrarse la puerta de la organización política, prueba con los sindicatos. En aquellos años los sindicatos comenzaban a ser tolerados por las autoridades. Esto provocaba una llegada de obreros concienciados que iban adquiriendo conciencia de clase y un primer contacto con las ideas libertarias. Entre la década de 1896 y 1906 tiene lugar la creación del sindicalismo revolucionario, que será en varios países la forma de socialismo mayoritaria durante años. Su apogeo coincidió

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con el progresivo descrédito de la práctica de la propaganda por el hecho, que se había llevado por delante a varios reyes y ministros, pero que no provocó la tan esperada insurrección. Con la puesta en práctica de las tácticas sindicalistas revolucionarias (la huelga general, el sabotaje, el boicot y el label), el movimiento anarquista cambió de rumbo.

En el Congreso de Amsterdam de 1907 se constató este cambio. Aparecieron nuevos defensores de la teoría del sindicalismo revolucionario, Pierre Monatte, Amedeo Dunois, Rudolf Rocker o Christian Cornelissen que pudieron contrastar sus prácticas e ideas con la élite del movimiento anarquista de la época: Errico Malatesta, Emma Goldman, Luigi Fabbri… Sin embargo, a efectos prácticos el congreso sirvió de poco ya que se aprobaron cuatro declaraciones de tendencia contrapuesta, queriendo contentar a todos. Era la tradición, porque la mayoría no marginara a la minoría, pero a nuestro entender, hizo un flaco favor a la acción política posterior de los anarquistas en tanto en movimiento [12].

Ahora bien, prosiguen, su lugar como anarquistas está en la unión obrera, y sólo en ella. La unión obrera no es solamente una organización de lucha, es ella el germen viviente de la sociedad futura, y esta será el que el sindicato nos haya hecho. El error, es quedarse entre iniciados, pensando siempre los mismos problemas de doctrina, dando vueltas sin fin en el mismo círculo de pensamiento. Por ningún pretexto, hay que separarse del pueblo, ya que por muy retrasado, por muy limitado que sea, es él, y no el ideólogo, el motor indispensable de toda revolución. Tienen ustedes entonces, como los socialdemócratas, intereses distintos de los del proletariado de hacer valer intereses de partido, de secta o de camarilla? A acudir al proletariado a ustedes, o ustedes ir hacia él para vivir de su vida, ganar su confianza y incitar, por la palabra y el ejemplo, a la resistencia, a la rebeldía, a la revolución? […] la revolución social sólo puede ser obra de la masa. Pero toda revolución viene necesariamente acompañada de actos, que por su carácter -de alguna manera técnico-, no pueden ser más que el hecho de un pequeño número, de la fracción más atrevida y más instruida del proletariado en movimiento. En cada barrio, cada ciudad, cada región, nuestros grupos formarían, en período revolucionario, tantas pequeñas organizaciones de combate, destinadas a la realización de las medidas especiales y delicadas por las que, la mayoría de las veces, la gran masa es inhábil .

Amedeo Dunois [13]

El marxismo como corriente política organizada superó al anarquismo en las décadas de 1880 y 1890. Para cuando éste empezó a tener una nueva orientación -hacia el sindicalismo revolucionario- los partidos socialdemócratas y/o el reformismo obrero (las Trade uniones en el mundo anglosajón, la American Federation of Labor en Estados Unidos, etc.) ya habían tomado el liderazgo del movimiento obrero (en Alemania, Estados Unidos, Rusia, Italia, Francia…). El sindicalismo revolucionario fue considerado como un gran avance, y durante algunos años logró desafiar al marxismo, pero más tarde apenas pudo resistir el poderoso prestigio de la Revolución rusa. Al fin y al cabo el mundo se mueve mediante victorias y al sindicalismo le faltaba una visión más global, política, de la que posteriormente hablaremos.

El PLM y Ricardo Flores Magón

Otro ejemplo histórico de interés es el del Partido Liberal Mexicano (PLM). Se trata de una organización política mexicana creada en 1901 y fundada por

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oponerse a la dictadura de Porfirio Díaz. El partido se crea combinando un órgano de propaganda, el periódico Regeneración, con grupos locales que se llamaban círculos liberales. En el partido confluyeron militantes liberales, republicanos, libertarios y socialistas. En 1906 publicaron un manifiesto y un programa [14], que más tarde sería la base de la propia Constitución mexicana y sería un modelo para numerosos planes y programas de una década después.

A pesar de la composición heterogénea del partido, hacia 1906-07 tomaría el control de la organización la vertiente libertario, encabezado por los hermanos Flores Magón, Librado Rivera, Práxedis G. Guerrero, entre otros. Este grupo de libertarios controló la Junta Revolucionaria del PLM que era el organismo que dirigía la orientación política y militar del movimiento. La Junta fue responsable de la insurrección de 1908, y de llevar a cabo durante 1910 a 1911 las operaciones insurreccionales de las milicias que terminaron iniciando lo que sería la Revolución mexicana.

La fuerza del PLM no eran los anarquistas sino su programa que ofrecía un profundo cambio social en México. Fue el programa lo que atraería a muchas personas ya otras organizaciones al terreno revolucionario. El PLM habría podido conseguir esta victoria moral que necesitaba el anarquismo a escala global. Sin embargo, hay que comprender que las ideologías son herramientas para la liberación. Y que cuando una no es capaz de conseguirlo le tocará el turno a otra. El PLM cometió algunos importantes errores estratégicos en el campo militar y político, que le privaron de la victoria, y ponerla en manos de Francisco I. Madero que tomó el poder. La guerra civil que inició la insurrección duraría toda la década. En 1911, el PLM lanzaría un nuevo manifiesto llamando a la acción revolucionaria:

La expropiación debe ser llevada a cabo a sangre y fuego durante este grandioso movimiento, como lo han hecho y lo están haciendo nuestros hermanos los habitantes de Morelos, sur de Puebla, Michoacán, Guerrero, Veracruz, norte de Tamaulipas, Durango, sonora, Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo y regiones de otros estados, según ha tenido que confesar la misma prensa burguesa de México, que los proletarios han tomado posesión de la tierra sin esperar a que un Gobierno paternal se dignara hacerlos felices, conscientes de que no hay que esperar nada bueno de los gobiernos y que “La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”. [15]

En la Revolución mexicana tenemos un ejemplo de esta falta de visión que se le atribuye al sindicalismo revolucionario. En Ciudad de México nació en 1912 una central sindical, los referentes eran la CGT francesa, la CNT española y los IWW de América del Norte. Rápidamente consiguió asentarse entre los obreros de la capital y algunas ciudades industriales y colonias mineras, y ninguno en 1913 ya alcanzaba convocar 30.000 obreros en sus manifestaciones. Pero cuando la guerra civil mexicana llegó a las puertas de la capital fueron incapaces de distinguir entre aliados y enemigos. De esta manera, en 1915, los sindicalistas se pusieron a las órdenes del gobierno reclutando unos 7.000 trabajadores en los llamados “batallones rojos” para ir a combatir directamente al ejército de Emiliano Zapata, que veían como una banda de campesinos desfasados y religiosos. Entonces la influencia del PLM en la revolución se había evaporado, ya que Ricardo Flores Magón se encontraba preso en Kansas, Estados Unidos, y faltó una visión más amplia de miras para actuar adecuadamente en ese momento.

La Revolución rusa: Nabat y la Makhnovtchina

A la revolución más importante del siglo XX también hubo una importante participación anarquista. Sin embargo, tal como

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menciona Volin [16], al estallar la revolución de Febrero de 1917, el movimiento anarquista estaba totalmente desorganizado. Mientras los marxistas bolcheviques tenían ya en febrero o marzo de ese año 8.000 militantes organizados, los anarquistas apenas tenían algunos grupos dispersos en las ciudades más importantes. La prensa anarquista tardó varios meses en aparecer mientras que los bolcheviques ya tenían decenas de periódicos.

Pero lo más importante, una vez más, es la capacidad de hacer política, de luchar por el espacio público, la polis. Así pues, cuando Lenin puso los pies en Rusia, comenzó a orientar a su partido hacia la toma del poder. Por ello, viendo el ambiente que se respiraba en la calle, trazó un programa revolucionario que copiaba en buena medida el lenguaje de los anarquistas. Y gracias a ello se atrajo a los sectores más avanzados del proletariado urbano, que podrían haber sido la base social de un movimiento libertario en Rusia.

Los anarquistas aún así apenas reaccionarían y no participaron como movimiento organizado los congresos de Soviets (consejos obreros) que se realizaron en Rusia en junio y en octubre de 1917. Tuvieron que ser algunos militantes individuales quienes mantuvieran llama anarquista medio de grandes organizaciones de masas dominadas por otros movimientos. La acción de los libertarios en ese año se centró en fortalecer la Guardia Roja, crear sindicatos, y en la cuestión cultural y vivencial del anarquismo. Por ello, hubo trasvase de militantes libertarios hacia el partido de los bolcheviques, que estaban participando en los organismos de contrapoder o poder dual, que eran los soviets.

Es preciso decidirse a pronunciar la última palabra dictada por la lógica misma de las cosas: no se necesita un poder. En vez de un poder, son las organizaciones unificadas de los trabajadores, obreros y campesinos las que anzuelo de dirigir la vida social. Apoyadas por las organizaciones revolucionarias de soldados, estas organizaciones no deben ayudar a nadie a conquistar el poder, sino tomar posesión directamente de la tierra y de otros elementos e instrumentos de trabajo, para el establecimiento de un orden económico y social nuevo. [17]

El movimiento anarquista comenzó a hacer su aparición en la primavera de 1918, pero entonces ya era demasiado tarde. Los bolcheviques una vez conquistado el poder, se habían asentado y no permitieron ya ninguna competencia por su izquierda. Barrieron los anarquistas de los soviets y fueron dominante o marginando los sindicatos libertarios y los comités de fábrica con presencia libertaria organizada. La acción libertaria posterior se reduce a valientes insurrecciones puntuales.

Hemos adquirido el hábito de culpar del fracaso del movimiento anarquista en Rusia entre 1917-1919, a la represión estatal del Partido Bolchevique. Lo cual es un grave error. La represión Bolchevique dificultó la expansión del movimiento anarquista durante la revolución, pero fue sólo uno de los obstáculos. Más bien, fue la inefectividad interna del propio movimiento anarquista una de las principales causas de este fracaso, una inefectividad emanada de la vaguedad y de la indecisión que caracterizaron sus principales posiciones políticas respecto a organización y tàctiques. [18]

Pero en Ucrania, entre 1918 y 1922, un movimiento anarquista logró dominar la situación y en plena guerra civil saber cómo maniobrar en medio de todos los obstáculos posibles. Durante aquellos años de guerra civil el movimiento makhnovista (dicho así por su líder, Nestor Makhno) tuvo un territorio liberado donde se implantó el comunismo libertario y los soviets fueron realmente ‘libres’, y donde vivieron millones de personas.

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En este caso la orientación política de los anarquistas era diferente de la de sus camaradas de Rusia. Mientras que en Rusia predominaban las organizaciones de síntesis, en Ucrania los grupos anarquistas eran anarco-comunistas, es decir, comunistas libertarios kropotkinianos revolucionarios. Tenían las ideas bastante claras, y una vez vividos los golpes represivos en Rusia, intentaron mantener una línea capaz de conseguir la victoria en su territorio. De todos modos, los enemigos a los que se enfrentaron eran demasiado fuertes, y eventualmente serían derrotados.

Lo que nos muestra la revolución en Ucrania es la potencialidad de un movimiento político libertario bien organizado, mediante la estrecha relación entre una organización anarquista (en este caso de síntesis), Nabat [19], los soviets locales y el ejército insurreccional makhnovista [20]. Esta alianza política, social y militar constituyó el corazón de la nueva sociedad comunista libertaria.

Los años rojos

La Revolución rusa supuso un cambio en la mentalidad de buena parte del movimiento obrero. La victoria era posible, Rusia lo demostraba. Y su ejemplo prendió en el movimiento obrero organizado de numerosos países. A partir de 1918 estallaron revoluciones, revueltas, insurrecciones, motines y huelgas en medio mundo que pusieron el capitalismo contra las cuerdas. No se recordaba algo similar desde las revoluciones de 1848 y en este caso el movimiento revolucionario de aquellos las superó con creces.

Al igual que en la Revolución rusa el anarquismo internacional llegó a aquel acontecimiento histórico desarmado política y teóricamente con algunas excepciones. En cada lugar el anarquismo tuvo que espabilarse como mejor pudo. A veces actuando heroicamente, en otros de forma torpe. No es casualidad que una parte de la militancia libertaria de aquellos años terminara engrosando las filas de los partidos comunistas en Brasil, México, Checoslovaquia, Hungría, Francia, China, etc.

Uno de los eventos destacados del momento en que los anarquistas fueron protagonistas fue la insurrección de Río de Janeiro de 1918. La huelga fue la culminación de un proceso de guerra social en la ciudad. Los obreros, organizados en sus sindicatos, pusieron contra las cuerdas a las autoridades de la ciudad, que entonces era la capital de la República. Su movimiento revolucionario fracasó, pero durante meses tuvo en jaque a los capitalistas y el estado brasileño [21]. Podemos ver un paralelismo con la toma del poder de los bolcheviques en Petrogrado, capital de Rusia, un año antes. La insurrección anarquista buscaba derribar el estado combinando la huelga general con una insurrección en la que participaban incluso los soldados de los batallones de la ciudad. Sin embargo, algunos soldados aliados de los obreros, en realidad eran infiltrados del ejército, que hicieron fracasar el factor sorpresa y fe al traste con la insurgencia.

En Alemania, los libertarios eran poco numerosos, pero aún así lograron destacar y impulsaron brillantes ejemplos como el del Soviet de Baviera de 1919 [22] (encabezado durante un tiempo por Gustav Landauer, Red Marut, Silvio Gessell, Erich Mülhsan, Ernst Toller…). El movimiento de los consejos obreros fue una potente obra de construcción de un verdadero poder popular. Le faltó un impulso mayor de sustitución del estado para las nuevas estructuras sociales. Este era el papel que debían jugar los anarquistas (en realidad cualquier otro movimiento revolucionario también).Digamos que si los anarquistas tuvieron cierto impacto en Baviera, fue porque estaban organizados en una federación de grupos anarquistas llamada la Liga Socialista [23], presente en toda Alemania pero que en Munich tenía cierta fuerza.

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También en Italia tuvieron una postura clara en el verano de 1920, momento en el que se había fundado la Unione Anarchica Italiana [24]. Su intención era combinar una huelga general con la creación de organismos de contrapoder obrero, que serían los consejos como el Consejo de Turín, de septiembre de 1920. La huelga fue más allá terminando en expropiación masiva de los activos del capitalismo, es decir, que se ocuparon las fábricas [25]. Los anarquistas tuvieron una postura valiente y consecuente proponiendo prácticamente la toma del poder mediante la asociación de las organizaciones obreras y revolucionarias. Sin embargo, no fueron seguidos por los socialistas que dejaron morir la huelga. El precio que pagaron fue terrible, ya que dos años después el fascismo tomó el poder apoyado por los capitalistas que habían sido expropiados.

La Unione se dotó de un programa, redactado por Malatesta [26], que en el congreso de fundación propuso la necesidad de armarse, de crear un frente único revolucionario, de instaurar en el campo y en la ciudad una nueva manera de funcionar y de pasar de las huelgas en las ocupaciones. Del mismo modo se expresaba Luigi Fabbri que veía que el anarquismo tenía que ser un motor de la revolución:

La función del anarquismo no es tanto la de profetizar un porvenir de libertad como la de prepararlo. Si todo el anarquismo consiste en la visión lejana de una sociedad sin Estado, o bien a afirmar los derechos individuales, o en una cuestión puramente espiritual, abstracta de la realidad vivida y concerniente sólo a las conciencias particulares, no habría ninguna necesidad de un movimiento político y social anarquista. Si el anarquismo fuera simplemente una ética individual, para cultivar en sí mismo, adaptándose al mismo tiempo en la vida material a actos y movimientos en contradicción con ella, podríamos decir anarquistas y pertenecer al mismo tiempo a los más diversos partidos; y podrían ser llamados anarquistas muchos que, sin embargo fue en sí mismos espiritualmente e intelectualmente emancipados, son y permanecen en el terreno práctico como enemigos nuestros.

Pero el anarquismo es otra cosa. No es un medio para encerrarse en la torre de marfil, sino una manifestación del pueblo, proletaria y revolucionaria, una activa participación en el movimiento de emancipación humana con criterio y finalidad igualitaria y libertaria al mismo tiempo. La parte más importante de su programa no consiste solamente en el sueño, que sin embargo deseamos que se realice, de una sociedad sin patrones y sin gobiernos, sino sobre todo en la concepción, libertaria de la revolución, en la revolución contra el estado y no por medio del estado, en la idea de que la libertad no sólo es el calor vital que animará el nuevo mundo futuro, sino también y sobre todo hoy, un arma de combate contra el viejo mundo. En este sentido el anarquismo es una verdadera y propia teoría de la revolución. [27]

En aquella época el anarquismo italiano estaba muy influido por la táctica del sindicalismo revolucionario. Pero esta táctica no garantizaba tener una visión política capaz de derrotar el capitalismo y el estado. La huelga general por sí misma no garantizaba el derrumbe de las instituciones. Servía para crear estructuras de contra poder, los comités de huelga, que gestionaban la vida en los barrios y pueblos en que se desarrollaba la huelga. Así tenemos numerosos ejemplos de ciudades que fueron gobernadas por comités de huelga en periodos de conflicto social agudo. A diferencia de Río de Janeiro, por ejemplo, en Buenos Aires no tuvo la misma determinación de derrotar insurreccionalmente las fuerzas del estado [28]. Ni tampoco en Seattle, Calgary, Edmonton, Winnipeg, Limerick, Saint Denis (barriada de París), Barcelona y otros lugares que vivieron importantes huelgas que no llegaron a buen puerto.

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Las huelgas se quedan a menudo en el aspecto económico movilizando un enorme contingente obrero, pero incapaces de avanzar más allá hasta que son derrotadas por la vía militar (las huelgas revolucionarias). Podemos ver que los anarquistas eran capaces de conseguir paralizar un país, pero no arrastrarlo hacia una revolución social que entonces estaba bien vista por una gran parte de la sociedad. Faltaba un método, una teoría de la revolución. Faltaba la capacidad de combinar huelgas con insurrecciones y que el país entero sigue la senda revolucionaria como había ocurrido en Rusia y se había intentado en Brasil.

Digamos que los marxistas tampoco tuvieron muy claro el asunto visto su papel en las revoluciones alemana y húngara. En el primer caso, no fueron capaces de superar la socialdemocracia que dominaba entre la clase obrera impidiendo una revolución más profunda. Y en el segundo su papel una vez en el gobierno del país dejó mucho que desear, dado su nulo apoyo a la agricultura, o su empeño en entrar en guerras expansionistas contra todos sus países vecinos.

La Plataforma

Habría que decir que hemos presentado previamente 3 organizaciones de síntesis (Nabat en Ucrania, la Liga Socialista alemana y la Unión Anarquista Italiana) que jugaron un papel muy destacado en un proceso revolucionario. Las 3 tuvieron un papel positivo y combinaron hábilmente una organización política con un movimiento de masas (en Ucrania el makhnovismo, en Alemania los consejos obreros y en Italia la USI y los consejos de fábrica). Pero de alguna manera su organización carecía de coherencia interna. No era lo mismo un grupo que otro, ni una sección que otra. Por eso a nivel de localidad la intensidad de la revolución variaba enormemente. Las organizaciones de síntesis del momento agrupaban a comunistas libertarios con anarcosindicalistas, con otros libertarios de tipo individualista o insurreccional. El resultado eran decisiones poco vinculantes y ciertas vacilaciones a la hora de actuar unitariamente. De todos modos la participación de las 3 organizaciones mencionadas en sus procesos revolucionarios fue encomiable.

1926 un grupo Dielo Truda, de exiliados rusos en París (Nestor Makhno, Piotr Arshinov, Ida Mett, entre otros), tras un proceso de análisis de la revolución rusa, señalaron los errores cometidos por su movimiento y se propusieron idear una metodología para superarlos en futuras revoluciones. Su reflexiones fueron recogidas en la Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas [29].

El documento también propone una forma organizativa para la militancia libertaria que se basaba en una unión de anarquistas sobre la base de un programa, es decir, una unión de anarquistas que conciben el anarquismo de forma similar, buscando una unidad teórica y táctica como paso previo a la acción revolucionaria y la necesidad de una disciplina interna. Este documento sería duramente atacado por los anarquistas de la época. Sobre todo destacan las críticas de Malatesta, Volin y Sebastián Faure que creen que el modelo de organización propuesto es autoritario, y que entraría en contradicción con los principios del anarquismo ya que daría pie a una vanguardia. Como contra-propuesta se lanzará la idea del “anarquismo de síntesis”, que ya se venía poniendo en práctica en las organizaciones libertarias desde el siglo XIX, donde caben dentro de las mismas diferentes tendencias anarco-comunistas, anarcosindicalistas o anarco-individualistas, como hemos dicho antes.

En todos los países, el movimiento anarquista está representado por organizaciones locales, con teorías y prácticas contradictorias, sin tener perspectivas de futuro ni una constancia en la militancia, y que suelen desaparecer sin dejar casi ninguna huella. Tal estado del anarquismo revolucionario, tomado como un todo, sólo puede ser calificado de

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“desorganización crónica”. Como la fiebre amarilla, esta enfermedad de la desorganización se introdujo en el organismo del movimiento anarquista y nos sacude desde hace decenios. [30]

A pesar del revuelo generado por el documento, y por el debate posterior en el movimiento libertario internacional, la posición partidaria de la Plataforma conseguiría tener influencia sólo en Francia y Bulgaria, donde se desarrollaba un potente movimiento libertario que tuvo serias opciones de victoria, y que como nos ha pasado siempre, se enfrentó a enemigos muy superiores y salió derrotado. La Plataforma fue reivindicada por grupos franceses e italianos en los años 50 y 60, hasta terminar como una de las principales corrientes organizativas libertarias de nuestros días.

Los anarco-comunistas de los años 20 y 30

En Argentina, así como en otros países, la Revolución rusa produjo un formidable impacto. El movimiento anarquista tuvo turbulentos debates que a menudo provocaron escisiones y expulsiones. Ya hemos dicho que en varios países los partidos comunistas salieron de grupos de anarquistas fascinados por Rusia. En Argentina el movimiento obrero de carácter más radical se había fracturado en 1915 durante su IX Congreso, cuando la central sindical revolucionaria, la FORA, se dividió en dos ramas, una mayoritaria de carácter sindicalista revolucionario y la otra minoritaria de carácter explícitamente anarquista.

Para complicar más las cosas dentro de la FORA anarquista, la que defendía la declaración del V Congreso (es decir, una organización gremial de finalidad comunista anárquica), hubo una ruptura entre quienes apoyaban a la Revolución rusa y quienes la criticaban por autoritaria. Los primeros fueron denominados “anarco-bolcheviques”. Tenemos que reconocer que en aquellos años la información no circulaba con rapidez y que al principio se tomaba a la Revolución rusa como liberadora. Al menos hasta Kronstadt una mayoría del movimiento libertario internacional simpatizaba con los bolcheviques, inconscientes de lo que acontecía realmente.

La FORA del V congreso defendía un movimiento obrero libertario, era una organización política-sindical. Es decir, que su objetivo era organizar a los trabajadores e irlos acercando a su fin, el comunismo anárquico. Pero en los períodos en los que se hablaba de confluencia de diferentes corrientes del movimiento obrero, este mismo fin la hacía caer en el sectarismo.

Tras la dura represión de la Semana Trágica de Buenos Aires, y otras masacres del movimiento obrero, (como las de la Patagonia) en 1922 se funda la Unión Sindical Argentina, a partir de la FORA sindicalista y del sector anarco-bolchevique. Los grupos anarco-bolcheviques se organizaron ese mismo año efímeramente en el Alianza Libertaria Argentina. Pero el movimiento libertario está dividido y más preocupado de luchar contra las otras tendencias que desarrollar conflictos con el estado y el capitalismo. Estas luchas internas hacen que el movimiento obrero se vaya alejando del anarquismo, acercándose progresivamente al socialismo ya posturas menos ideologizadas.

En los años 30, hay un nuevo proceso de unidad entre anarquistas, que da origen a la Federación anarco-comunista argentina, la FACA, que es una federación de síntesis anarquista a pesar del nombre. Sin embargo de este proceso saldrá un grupo realmente de tendencia anarco-comunista que fundará el periódico Espartaco, que más tarde tendrá un grupo con el mismo nombre, la Alianza Obrera Spartacus. Fue uno de los pocos grupos del sur de América en difundir la Plataforma. La Alianza defendía el paso de sindicatos gremiales a sindicatos de industria, como había hecho la CNT española en 1919. También defiende la unidad por la base del movimiento obrero

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aunque hubiera marxistas en esta unidad. La Alianza tuvo su momento de apogeo en las huelgas de 1936. Pero después del estallido de la Guerra Civil española todo el movimiento volcará su actividad en el apoyo solidario con la CNT. La derrota de la República y la falta de referentes libertarios en el extranjero hará que el movimiento no sepa sobreponerse y que termine superado por los comunistas y más tarde también por los partidarios del populismo de Perón.

En Francia la Plataforma tuvo cierto impacto. Desde 1920 existía una organización específica, la Unión Anarquista (UA) donde cabían todos los anarquistas. En 1926 se transformó en la Unión Anarquista Comunista (UAC). Pero las discusiones derivadas por la aparición de la Plataforma hicieron que los partidarios de la síntesis abandonaran la organización. La UAC, por tanto, queda a partir de 1927 como una organización mayoritariamente plataformista.

Pero con el auge de los Frentes Populares en Europa en los años 30 hay también un nuevo impulso hacia la unificación de los libertarios. Entre 1930 y 1934, en dos tandas, hay procesos de unificación que irán evolucionando hasta formar la Federación Anarquista Francesa, aunque sin disolverse la UAC. Pero al mismo tiempo que se da este proceso también habrá un grupo de plataformistas que abandonan la nueva organización. Este grupo formará la Federación Comunista Libertaria. Es decir, que hay una tendencia a juntar todos los libertarios en una organización, pero cada vez que esto ocurre, los anarco-comunistas dan cuenta de que necesitan su propia.

La guerra mundial hará que el movimiento pase a la clandestinidad, jugando un papel discreto, a menudo supeditados a otras fuerzas políticas. En 1945 se funda la Federación Anarquista, como única organización libertaria en Francia. Desgraciadamente el anarquismo en Francia no jugará un papel relevante hasta las revueltas de mayo de 1968.

En Italia, se podría decir que la UAI, fundada en 1920, era una organización de síntesis, pero no olvidemos que esta federación había surgido de la Unione Anarco-Comunista Italiana, por lo que Malatesta había escrito un programa en 1919 [31] . Si se funda la UAI como organización de síntesis es por la insistencia de Malatesta, que quiere organizaciones más abiertas. En la práctica la UAI simplemente añadía anarcosindicalistas los comunistas libertarios ya previamente organizados, como había hecho Nabat en Ucrania. A efectos prácticos la UAI funcionaría de forma muy coordinada, teniendo una influencia importante en las ocupaciones de fábricas operando los comités de fábrica y los sindicatos. De todos modos a la UAI había varias formas de entender la organización anarquista, por ejemplo Armando Borghi, secretario general de la USI y militante de la UAI, llegará incluso a proponer la fusión de ambas organizaciones, a imitación del modelo de la FORA.

Pero después del período de ascenso al poder de Mussolini, toda la lucha política y práctica se vuelca hacia el antifascismo. Hasta la II Guerra Mundial, no se podrá realizar una tarea política alejada de esta línea. Y precisamente se empezará a realizar durante la guerra civil italiana a partir de 1943 (la guerra entre partisanos y fascistas que fue paralela a la guerra entre los Aliados y los nazis en suelo italiano). Los anarquistas organizan no pocas unidades milicianas (a unos 15.000 partisanos de entre 200.000 en total). En aquellos años se crea la Federación Comunista Anarquista Italiana, que se convertía más adelante en la FAI. En las zonas liberadas anarquistas también pudieron implantar brevemente su modelo social.

En los años de la post-guerra una buena parte de los anarquistas del norte de Italia buscaban un contacto con las organizaciones de masas. Se produjo una escisión, dando pie a la Federación Comunista Libertaria de la Alta Italia, que tendría también una rama juvenil. Esta organización atrajo a algunos comunistas. También se fundarían en

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otras regiones organizaciones de tipo anarco-comunista. Todos estos grupos confluirían en 1951 en los Grupos Anarquistas de Acción Proletaria (GAAP).

En Italia el enorme peso del movimiento comunista hacía imposible que una acción autónoma tuviera posibilidades de éxito. Los comunistas supieron capitalizar la lucha de liberación nacional italiano, apareciendo como el movimiento político que dirigía la guerra contra el fascismo. Por eso ganaron un prestigio enorme que ningún otro movimiento pudo desafiar. A pesar de su potencialidad y de su influencia en las huelgas del biennio rosso (1919-20) los anarquistas fueron desarticulados por el fascismo en 1921-24, aunque lograron reaparecer con la cabeza bien alta en el período 1943-45.

Mala suerte tuvieron los libertarios búlgaros. Fueron aniquilados en el golpe militar de 1923, en el que murieron 30.000 personas. Y una vez más anulados por otro golpe de estado fascista en 1934. Y más tarde aplastados por la ocupación nazi de Bulgaria en 1941. Y las tres veces lograron sobreponerse al desastre y organizar un movimiento popular envidiable, con guerrillas incluso. La Federación Anarquista Comunista de Bulgaria [32], fue el único movimiento libertario importante de la época que se rigió por la Plataforma. Supo navegar a contracorriente, y organizar grandes organizaciones populares que rivalizaban con las comunistas (que estaban financiadas por la Unión Soviética). Sin embargo, tras la ocupación del país por el Ejército Rojo en 1944, los comunistas se hicieron con el control del país. Sin embargo los anarquistas aguantarían hasta 1948.

Es sobre todo todo necesario para los partidarios del anarquismo comunismo estar organizados en una organización ideológica anarquista comunista. Las tareas de estas organizaciones son: desarrollar, realizar y extender las ideas anarquistas comunistas;estudiar las cuestiones vitales de hoy que afecten a las vidas diarias de las masas trabajadoras y los problemas de la reconstrucción social; la lucha multifacética para la defensa de nuestro ideal social y la causa de la clase trabajadora; participar en la creación de grupos obreros al nivel de producción, profesión, intercambio y consumo, cultura y educación y todas las otras organizaciones que puedan ser útiles en la preparación de la reconstrucción social; preparación y organización de estos eventos; el uso de todos los medios para lograr la revolución social. Las organizaciones anarquistas comunistas son absolutamente indispensables para la total realización del comunismo libertario tanto antes de la revolución como después. [33]

El caso español

España siempre se quedó descolgada de los debates anarquistas internacionales. El movimiento obrero ibérico (incluyendo Portugal) se había orientado hacia el anarcosindicalismo y su fuerza en lugar de ser sobrepasada por la socialdemocracia o el comunismo incluso aumentó siendo hegemónica en varias zonas. Esta fuerza con que contaban hizo que no prestaran mucha atención a los anarquistas extranjeros, que en los años 30, ya podían ser considerados representantes de un movimiento en declive.

Las necesidades organizativas del movimiento dieron lugar a la creación de una organización específica, la Federación Anarquista Ibérica (FAI), a partir de diversos grupos y otras federaciones de grupos libertarios. También se fundó en una base de

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organización de síntesis anarquista, mezclando grupos con intenciones culturales con otros más dedicados al anarcosindicalismo o al comunismo libertario.

En cambio sí hubo grupos federados en la FAI con una visión más política. Por ejemplo el grupo de Los Solidarios, luego llamado Nosotros era un grupo con una orientación política y militar, que no dudaba en combinar ambos conceptos en cuanto tocara. Formaban parte del mismo (Buenaventura Durruti, Juan García Oliver, Francisco Ascaso, Gregorio Jover, Ricardo Sanz, etc). Su influencia fue grande, aunque no acabara de arrastrar a toda la FAI. Otro de estos grupos era el grupo Nervio, que en Barcelona sí logró arrastrar a otros grupos, y que de ahí salió la corriente colaboracionista de la guerra civil española. Otro grupo a destacar sería el grupo Renacer, el germen de Los Amigos de Durruti.

De las insurrecciones populares de 1932 y 1933, de ámbito local o comarcal, la mayoría se producían por la represión de la Guardia Civil y por la desesperada situación social en que se encontraba el campesinado y la clase obrera. El grupo Nosotros sirvió como instigador y coordinador de varios de estos levantamientos, que aunque fueron mejor preparados que otros intentos, tuvieron muchos errores de concepción. Sin embargo, su experiencia se trasladó a los comités de defensa que constituyeron los sindicatos durante los años 30. Gracias a estos comités el movimiento libertario comenzó a tener una rama militar que posteriormente sería capaz de derrotar al ejército en varias ciudades españolas.

Todos estos grupos estaban opuestos a otra tendencia libertaria, los trentistas. Los trentistas eran firmantes del Manifiesto de los Treinta , que defendía que para llevar a cabo una revolución social triunfante era necesaria la consolidación de la organización obrera (la CNT) y la consolidación también de un régimen republicano en el que poder operar con tranquilidad. Se trataba de militantes obreros que habían dirigido la CNT durante los años 20. Estaban, de alguna manera, de acuerdo con una especie de período de transición que pudiera fortalecer las organizaciones revolucionarias. Los más destacados partidarios de esta línea fueron Joan Peiró, Juan López, Domingo Torres o Ángel Pestaña.

Somos revolucionarios, sí, pero no cultivadores del mito de la revolución. Queremos que el Capitalismo y el Estado, sea rojo, blanco o negro, desaparezca, pero no para suplantar la otra, sino porque hecha la revolución económica para la clase obrera pueda esta impedir la reinstauración de todo poder, fuera cual fuera su color. Queremos una revolución nacida de un profundo sentir del pueblo, como la que hoy se está forjando, y no una revolución que se nos ofrece, que pretenden llevar varios individuos, que si a ella llegaran, se llamen como quieran, fatalmente se convertirían en dictadores al día siguiente de su triunfo. [34]

La corriente se organizaría mediante la Federación Sindicalista Libertaria, opuesta a la FAI. Sin embargo, a pesar de tener cierta influencia en la organización confederal no lograron ser seguidos, y quedaron en una pequeña minoría. Pestaña, por su parte pensando que había llegado el turno de los partidos políticos formó el Partido Sindicalista [35], que estaba concebido para ser el partido de la CNT. Era una plataforma electoral que tenía la intención de conectar el movimiento obrero (a la CNT) con la pequeña burguesía y los profesionales liberales. Hubo muchos intentos de “partido de la CNT”. Por ejemplo el PCE o el POUM intentaron serlo, arrastrando a algunos militantes. Pero en la mayoría de los casos los militantes confederales (de la CNT) se decantaban por apoyar a los partidos republicanos. Se podría decir que era una contradicción estar de un lado defendiendo ideas anarquistas, pero cuando llegaban las elecciones, votar a los republicanos y no apoyar partidos aparentemente más propios.

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En la Revolución asturiana de 1934 se desarrollaron diversas estrategias. Por un lado la de la huelga general revolucionaria, por el otro la insurgencia. Pero fueron los socialistas los que dirigieron en todo momento la insurrección, y los que a pesar de ser superados por las bases pudieron capitalizar el movimiento. A pesar de todo los anarquistas sacaron valiosas lecciones prácticas de Asturias que adaptaron a sus tácticas militares.

Cuando llegó el levantamiento militar del ejército español y el estado republicano se hundió el movimiento obrero consiguió salvar la situación. Pero cuando tenía el poder en la mano, renunció a él, pactando con los partidos de la clase media (republicanos, nacionalistas y socialistas). Del movimiento anarquista se fue formando una tendencia nueva hasta entonces que surgía de los militantes de los barrios, de los comités de fábrica, de los sindicatos, de las milicias, que apoyaba la revolución y que hablaba de la supresión del estado mediante la toma del poder por parte de la clase obrera. Esta corriente cristalizó en la Agrupación de los Amigos de Durruti [36], en marzo de 1937. Y tendría un papel protagonista en los sucesos de mayo de ese mismo año [37].

Por supuesto hay mucho que contar del tema, pero por espacio no podemos dedicarnos hacerlo. Nos quedamos pues con tres momentos:

· El de los trentistas que vieron claro que había que consolidar sus organizaciones antes de intentar cualquier movimiento insurreccional y que habían puesto en el imaginario colectivo del anarquismo ibérico de los años 20 el concepto de la “autogestión”, que como se vio durante la revolución española alcanzó cotas espectaculares

· El del grupo Nosotros que supo organizar militarmente el movimiento libertario, cuyas raíces se encuentran también en los años 20 en medio de la guerra de la calle entre la patronal y los sindicalistas

· Y finalmente el de los Amigos de Durruti, la mayor aportación de los cuales fue la de poner sobre el tapete una teoría revolucionaria pero que llegó desgraciadamente demasiado tarde.

Para que un movimiento revolucionario pueda tener opciones algún día, debe ser capaz de conjugar estas 3 vertientes, la socio-económica, la militar-insurreccional y la política. En España los defensores de cada una de estas tres vertientes acabaron enfrentándose en lugar de complementar sus prácticas. Por eso la FAI a la hora de la verdad fue una organización política inoperante y dejó en manos de la CNT toda la responsabilidad en el campo político. La CNT asumió el doble papel de “partido-sindicato”.

Las revoluciones sin una teoría no siguen adelante. “Los Amigos de Durruti” hemos trazado nuestro pensamiento que puede ser objeto de los retoques propios de las grandes conmociones sociales, pero que radica en dos puntos esenciales que no pueden eludir: un programa y fusiles. [38]

El anarquismo fuera del área europea

Durante las décadas de los años 20 y 30 del siglo XX, en el período de entreguerras, se desarrollaron movimientos poco conocidos de clara influencia libertaria. En aquellos años llega el anarcosindicalismo a nuevos territorios como Perú, Ecuador o Bolivia. Pero también tienen lugar varias tentativas revolucionarias en Paraguay y en Corea.

En Paraguay, el movimiento anarquista a pesar de ser pequeño hizo un intento de insurrección en 1931 que fracasó [39]. Los insurrectos buscaban la instauración de una “república comunera” bajo control sindical, algo parecido a la “socialización” del estado, y organizar la economía mediante la socialización o la nacionalización de los medios de

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producción. Su inspiración venía de la Comuna de París. Vemos un caso muy similar al de las insurrecciones de Brasil de 1918. Al igual que las insurrecciones españolas de ese momento, es muy probable que sobrevalorar sus propias fuerzas. No todo es tener programa.

Otra de las grandes metas del anarquismo, del mismo modo que las revoluciones mexicana, ucraniana o española, es la revolución de Corea del 1929-1932 [40]. Se trata de una lucha de liberación nacional que elige el anarquismo como forma de lograr su libertad. A menudo se le confunde con los movimientos nacionalistas, pero visto su pensamiento y su obra teórica y práctica nos encontramos ante un movimiento claramente anarquista. Y como tal se reivindicaban.

Aquellos años de lucha anti-colonial contra el imperialismo japonés habían hecho del movimiento libertario una potencia política y militar a tener en cuenta. Su organización política de hecho era una organización de masas con muchos miles de militantes, cosa rara para una federación anarquista (con la excepción histórica de la época de la Rusia y la España revolucionarias, que tuvieron federaciones de decenas de miles de afiliados). Se trataba de la Federación Anarquista Comunista de Corea y se basaba en las ideas revolucionarias de Bakunin. A finales de 1929 la federación decide destinar sus recursos a crear una zona liberada en el norte de Corea y el sur de Manchuria (norte de China). Se trata de la Comuna Autónoma de Shinmin, donde vivieron dos millones de personas. Su sociedad declinó cuando los estalinistas asesinato sus militantes clave. Y también porque a finales de 1931 los japoneses atacando Manchuria con el objetivo de anexionarse a su imperio, y pasó por encima de la sociedad liberada. Se trata de un bello ejemplo de la potencialidad estratégica de una organización libertaria, con mala suerte una vez más.

En China y Japón a pesar de contar con grandes grupos anarquistas el movimiento no pudo desarrollarse con fluidez. En Japón la represión fue feroz e hizo que el movimiento anarquista permanecido siempre a la defensiva. Además el movimiento cayó en un purismo ideológico que fue separando del movimiento obrero. En China el movimiento no tuvo capacidad de organizarse a nivel nacional y aunque había ganado mucha fuerza a base de influenciar un movimiento de multitudes, el Movimiento Cuatro de Mayo, la perdió precisamente por no tener una política revolucionaria. Sus esfuerzos fueron poco a poco capitalizados por los comunistas que a lo largo de la década se atraerían a los anarquistas más válidos.

Conclusiones

El movimiento anarquista internacional vivió su apogeo entre 1910 y 1940. Durante estos años jugó un papel determinante en las revoluciones mexicana, rusa (y ucraniana), coreana y española. Además participó o instigar muchas revueltas e insurrecciones que no lograron prevalecer (Brasil en 1918, Alemania en 1918 hasta 1919, Shanghai en 1919, Paraguay en 1931, Asturias en 1934 …) e innumerables movimientos huelguísticos (Semana Trágica de Barcelona de 1909, Semana Roja italiana en 1914, Semana Trágica de Buenos Aires en 1919, Italia en 1919 hasta 1920, Patagonia en 1921…).

Antes de este periodo, el movimiento anarquista había participado también en otra larga lista de levantamientos contra la autoridad y el capitalismo (París 1871, Revolución cantonalista 1873, Florencia y Bolonia 1874, Benevento 1877, Chicago 1886, Jerez de la Frontera 1892, Macedonia y Tracia 1903, Rusia 1905…) que lo preparó para la etapa siguiente. Aunque nunca olvidaron la experimentación formando también parte del movimiento cooperativista y mutualista o creando comunes libertarias, colonias o escuelas libres.

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El sindicalismo revolucionario se descubrió como una gran idea a principios del siglo XX y fue impulsada con entusiasmo por los anarquistas. Su dinamismo y sus tácticas consiguieron poner contra las cuerdas a los capitalistas. Sin embargo pronto llegó a su máxima extensión. Si era una vía para llegar a la revolución, como sería esta? Se podía organizar a los trabajadores, pero no se les daba un objetivo claro, un método para ir hasta el final. Una vez en plena huelga general, el comité no optaba por tomar el poder, sino que se quedaba a veces en reivindicaciones economicistas. Eran más amplios de miras cuando las huelgas participaban otros grupos revolucionarios, normalmente socialistas, que entendían la cuestión de la toma del poder como esencial.

La acción sindical servía, y se ha demostrado así, como proceso de organización de la clase obrera, de cohesión y de creación de un poder popular. Los obreros empezaban a conseguir victorias gracias al hecho de estar organizados y entraban en contacto con la concepción socialista de la gestión de los medios de producción. El sindicalismo es el proceso de preparación para la autogestión.

De todas las revueltas y construcciones de sociedades nuevas antes mencionadas podemos extraer algunas enseñanzas útiles. Por un lado que las insurrecciones deben estar bien preparadas y desatar en el momento justo. Por ejemplo, la insurrección del Benevento (sur de Italia) en 1877 recuerda a la de los barbudos cubanos del Granma en 1956. Los primeros eran 30 voluntariosos revolucionarios a caballo, y los segundos 18 guerrilleros subidos en un bote rumbo a Cuba. Pero los segundos escogieron un momento en que el movimiento popular estaba en expansión, a la ofensiva, y los primeros justo un momento de calma social en el territorio de operaciones.

Las insurrecciones anarquistas de 1932 y 1933 en España resultaron experiencias fallidas, poco preparadas y mal dirigidas y fueron disueltas por la Guardia Civil. Y en cambio la huelga asturiana de 1934 se convirtió en un hito histórico internacional en la que tuvo que intervenir un ejército en pie de guerra durante dos semanas para derrotarla. La práctica insurreccional debe estudiar el momento, contar con los aliados necesarios y tener unos objetivos claros. Como hemos visto, los bolcheviques ganaron en Petrogrado y los obreros libertarios brasileños fracasaron en Río de Janeiro en una insurrección que realmente no estuvo mal planteada a priori (los errores fueron otros) y que tuvo posibilidades de salir triunfante.

Un movimiento revolucionario debe tener en cuenta la correlación de fuerzas existente en cada momento antes de realizar actos insurreccionales. Debe ser capaz de dilucidar si esta insurrección le colocará en un escenario más propicio para sus intereses o la represión posterior del hundirá. Debe ser capaz de elegir correctamente el momento de desatar la ofensiva. Debe ser capaz de escoger los aliados adecuados para una posible larga lucha. Son cuestiones con las que los movimientos insurreccionales se encuentran, ya menudo no se plantean previamente con claridad.

La constatación de que los comunistas han sabido ganar allí donde los anarquistas han fracasado ha hecho que durante décadas los espíritus rebeldes se acercaran a los primeros aceptando acríticamente su método revolucionario. Durante mucho tiempo la humanidad ha sido buscado caminos hacia la liberación y ninguno de ellos ha demostrado ser sencillo. Y a veces los atajos esconden peligros, como el que reveló la estrategia de la conquista del estado como forma de liberación. A pesar de los errores ajenos es claro que hay que conseguir victorias. El leninismo logró, y el anarquismo se quedó a las puertas, a veces porque intentó competir con gigantes, pero muchas otras veces por errores propios.

En Rusia las cosas cambiaron radicalmente. Al tomar el control del estado mediante la insurrección, los bolcheviques crearon una nueva tendencia. Pronto hegemonizar el movimiento obrero, mediante sus partidos comunistas, que despreciaban el sindicalismo

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como método revolucionario. La Revolución rusa supuso el triunfo de la insurrección y de la guerra como medio para llegar al socialismo. Lamentablemente una vez en el poder, el “gobierno proletario”, se convirtió en un fin en sí mismo, en un sustituto de la clase. La etapa de transición al socialismo alargaba indefinidamente produciendo monstruosas desviaciones.

Pero realmente estas tácticas ya las habían probadas previamente los anarquistas; Bakunin varias veces, Malatesta otros más y después de 1917 se probaron varias veces más. Podríamos escribir auténticos catecismos o manuales de la insurrección y la revuelta, pero debemos reconocer que desde el anarquismo no se escribió una “teoría de la revolución”. Ricardo Flores Magón pesar encender la mecha de la Revolución mexicana no sistematizar su pensamiento revolucionario en una obra coherente y fácil de imitar. Los anarquistas europeos seguían rigurosamente la consigna del sindicalismo revolucionario (y del anarcosindicalismo) que nunca teorizó sobre la revolución social. Y el fracaso de las insurrecciones y revoluciones en las que participaron anarquistas en los años 10 y 20 hizo que se llegara a los años 30 con pocas ideas concretas de cómo encarar un proceso revolucionario.

Un intento de solución de este problema fue la Plataforma del grupo Dielo Truda. Aportó mucha claridad, pero apenas pudo ponerse en práctica en una Bulgaria aprisionada entre dos poderosos ejércitos (los nazis y los estalinistas) – destino idéntico al del anarquismo italiano, del coreano o incluso el español. No haber llegado más lejos en 1917-1921 abrió el camino de esta situación reaccionaria de 1936-45.

La otra gran hito teórica fue la conclusión a la que llegaron Los Amigos de Durruti durante el año 1937. Van destapar la falta de una teoría revolucionaria en el anarquismo e intentaron generar un programa que la supliera. Desgraciadamente llegaron demasiado tarde y fueron ignorados y vilipendiados por la historia. La revolución española ya se había perdido.

Concluyeron que la organización política del anarquismo debe ser capaz de compaginar una idea económica, es decir, de autogestión, con unas posiciones políticas, es decir, de disputa del poder a la burguesía. Y para disputarle la dirección del país a la burguesía, era necesario disponer de un programa y de un “ejército de la clase obrera”. Este fue el legado de Los Amigos de Durruti. Y también de la Plataforma, y de otros grupos anarquistas que fueron llegando a las mismas conclusiones.

Después de tener un planteamiento adecuado a priori, se puede hablar de escoger los momentos adecuados. Parece que la historia de los movimientos de liberación nacional -ya sea contra los fascismos nacionales (Italia 1924 a 1943, España 1936-1975, Chile 1973 hasta 1988) o ya sea contra los estados imperialistas coloniales (en Macedonia, China, Corea, Argelia, etcétera) – está tan llena de ejemplos de revoluciones sociales como la lucha del movimiento obrero.

Hay que tener en cuenta siempre que el anarquismo es una herramienta para lograr la liberación colectiva. Hay que aprovechar todas las contradicciones del sistema para prevalecer. Esperamos que en las próximas oportunidades históricas puedan algún día poner en práctica todos estos valiosos enseñanzas.

@BlackSpartak

Texto Extraído de: Embat.info

[1]  https://en.wikipedia.org/.[2] http://www.marxists.org/.

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[3] El “izquierdismo” enfermedad infantil del comunismo, pág. 7 Lenin, 1920[4] Elecciones y anarquismo. Debate entre Errico Malatesta y Saverio Merlino. Http://www.enxarxa.com/biblioteca/.[5] Partido.  Http://www.enciclopedia.cat/. [6]  http://www.comunismolibertario.org/. [7] Una biografía de Giuseppe Fanelli:  http://puertoreal.cnt.es/es/bilbiografias-anarquistes. ..[8] El programa entero se puede encontrar en el archivo de Bakunin, en castellano: http://miguelbakunin.wordpress.com/.[9] Un resumen del Congreso:  http://revistas.ucm.es/.[10] Fragmento de la intervención de Kropotkin.[11] http://www.alasbarricadas.org/.[12] Para leer las actas:  http://www.antorcha.net/.[13] Fragmento de la ponencia de Amedeo Dunois en el Congreso de Amsterdam. Http://www.antorcha.net/. [14] https://es.wikipedia.org/wiki/.[15]  https://es.wikisource.org/.[16] La Revolución Desconocida, Volin. El libro, en castellano, en pdf:  http://www.fondation-besnard.org/.[17] Editorial del diario Golos Truda, 25 de octubre de 1917.[18] Respuesta a los confusionistas en el anarquismo, 1927. P. Arshinov: www.nestormakhno.info/….[19] https://es.wikipedia.org/.[20] http://www.nestormakhno.info/.[21]  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/.[22]  https://es.wikipedia.org/wiki/.[23]  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/.[24] http://ita.anarchopedia.org/unione_anarchica_italiana[25]  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/. ..[26] http://www.federazioneanarchica.org/.[27] Revolución no es dictadura. La gestión directa de las bases en  el socialismo. Luigi Fabbri, 1920[28]  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/.[29] http://www.anarkismo.net/article/5952[30] Introducción a la Plataforma, Piotr Arshinov, París 1926.[31] http://ita.anarchopedia.org/unione_comunista_anarchica_italiana[32] http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/11391[33] Fragmento de la Plataforma de la Federación Anarquista Comunista de  Bulgaria, 1945.[34] Fragmento del Manifiesto de los Treinta, Barcelona, agosto de 1931[35]  http://www.portaloaca.com/historia/biografias/. ..[36]  http://www.portaloaca.com/historia/.[37] http://ca.wikipedia.org/wiki/Fets_de_maig_del_1937[38] Fragmento del manifiesto que se puede leer en El Amigo del Pueblo,  nº5. 20 de julio de 1937[39] La Comuna de Encarnación,  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/.[40]  http://columnalibertaria.blogspot.com.ar/.


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