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  • 5. SPENCERISMO

    Decir que las teoras de Herbert Spencer y de Charles Darwin eran un producto inevitable de una fase determinada de la historia de Occidente no equivale a negar la contribucin de los avances cientficos acumulativos al perfeccionamiento del evolucionismo biolgico y sociocultural. Las mismas fuerzas que hicieron que la atencin de Spencer y de Darwin se sintiera atrada por los temas del progreso, la raza, la lucha, fueron tambin las responsables del aumento que experimentaron la autoridad y el prestigio de la ciencia. El individualismo del laissez-faire guardaba una relacin directa y positiva con el desarrollo de la ciencia. El liberalismo econmico y poltico, en s mismo producto del avance tecnolgico y cientfico, ejerci un efecto inmensamente estimulante sobre todas las formas del estudio cientfico. Los adelantos tecnolgicos que resultaban de esos estudios eran esenciales para el mantenimiento del capitalismo. Aunque los dogmas teolgicos seguan siendo tiles para el control y la disciplina de las masas, una au-tntica cornucopia de milagros tecnolgicos oblig a las autoridades teolgicas a mantenerse a la defensiva. Hasta que, por fin, en 1859, Darwin dio la explicacin materialista del origen de las especies y destruy la autoridad de los telogos en el dominio de las ciencias de la vida.

    Cmo se explica que Darwin tuviera xito all donde Jean Baptiste Lamarck haba fracasado? Parece improbable

  • que la nica razn fuera la fase ms avanzada del capitalismo en la que Darwip tuvo la suerte de escribir. No debemos olvidar el hecho de que en el intervalo entre Lamarck y Darwin, bajo el estmulo de los continuos avances cientficos, de un modo callado se haba ido fortaleciendo considerablemente una visin laica del mundo. Aunque en parte la contrarrevolucin poltica la oblig a pasar a la clan-destinidad, escondida aguardaba la primera oportunidad posible para salir a la luz y continuar la tarea que Galileo haba comenzado. La aficin de J. C. Nott y de G. R. Gliddon a despellejar clrigos es un indicio de lo lejos que esa tendencia haba sido capaz de llegar en las ms adversas condiciones. Adems de esta erosin general de la autoridad teolgica, consecuencia del progreso cientfico, un enfrentamiento concreto entre la teologa y la ciencia en una cuestin de mayor importancia para la teora de la evolucin biolgica haba contribuido a despejarle el camino a Darwin. Esa cuestin era la de la edad de la Tierra. Y fue aqu donde estuvo la principal ventaja de Darwin sobre Lamarck. Porque Lamarck haba tenido que luchar contra los telogos no slo en la cuestin de la evolucin orgnica, sino tambin en la cuestin de la evolucin geolgica. Conviene, pues, que nos demoremos un momento para tratar de este nuevo conocimiento de la historia de la Tierra.

    I. LA GEOLOGIA MUESTRA EL CAMINO

  • Durante la mayor parte del siglo xviii la incipiente

    disciplina geolgica languideci bajo la tutela de la autoridad de la Biblia. Excepto por las modificaciones que habla introducido el diluvio, se consideraba que la Tierra haba preservado la forma que recibi al comienzo de los tiempos. Una gran parte del esfuerzo de los estudiosos se consagr a probar que el Gnesis y los estratos de la Tierra contaban una misma historia. Los depsitos alpinos con restos de vida marina se celebraban como confirmacin de la presencia en otros tiempos de aguas lo bastante profundas como para sumergir las ms altas cumbres. Los fsiles de animales extintos no planteaban problema: simplemente probaban que no todas las criaturas antediluvianas haban conseguido refugiarse en el arca de No.

    Cuando la historia de la Tierra empez a ser estudiada desde

    un punto de vista geolgico, se supuso simplemente que el diluvio universal tenia que haber producido cambios ingentes y que habra sido un agente primario en la formacin de la superficie actual del globo. Su existencia daba prueba de que Dios regia el mundo adems de haberlo creado [GILLISPIE, 1951, p. 42].

    Entre los gelogos, Theory of the Earth (1788), de James

    Hutton, el fundador de la llamada escuela vulcanista, represent la primera refutacin consecuente de este punto de vista. Las teoras de Hutton rechazaban la explicacin que de los estratos de la Tierra daba la escuela neptunista. Esta

  • ltima estaba representada en Gran Bretaa por Robert Jameson, a su vez discpulo del fundador del neptunismo, Gottlieb Werner, profesor de mineraloga en Friburgo de Sajonia. Inspirndose en la narracin bblica, Werner y Jameson sostenan que todas las rocas de la Tierra se haban precipitado de una solucin marina en varios estadios bien definidos que correspondan a los estadios de la creacin y que desde entonces haban ocupado su lugar fijo en los correspondientes estratos geolgicos. Hutton, por su parte, eludi por completo el tema de la creacin e intent interpretar los rasgos geomorfolgicos en funcin de los efectos acumulativos de los procesos naturales fsico-qumicos, tales como el calor, la presin y las varias formas de accin de la intemperie. En lo tocante a la edad de la Tierra, las implicaciones de esta interpretacin de Hutton resultaban herticas, ya que lo que hasta entonces se habla atribuido a la accin de cataclismos instantneos pasaba a presentarse como el efecto paciente de fuerzas relativamente pequeas que actuaban a lo largo de dilatados perodos de tiempo.

    II. PRECEDENTES EN EL SIGLO XVIII

    Es interesante sealar que las ideas de Hutton tuvieron

    un precedente en el siglo xviii en una serie de hiptesis ms osadas, aunque geolgicamente menos documentadas.

  • Georges Buffon, inspirndose en Gottfried Leibniz, haba realizado incluso una serie de experimentos con bolas de hierro calientes en un intento de fechar el origen de la Tierra. Partiendo de la suposicin de que originariamente la Tierra haba sido una masa fundida, Buffon trat de calcular el tiempo que habra necesitado para enfriarse hasta su temperatura actual. En Epocas de la naturaleza lleg a la conclusin de que haban transcurrido como mnimo setenta y cinco mil aos, pero por respeto a la narracin bblica se abstuvo deliberadamente de dar las fechas mximas, Immanuel Kant propuso una hiptesis ms audaz. En su Historia natural universal y teora de los cielos postulaba un universo infinito en el que transcurren millones y miles de millones de siglos durante los cuales se crean siempre nuevos mundos y sistemas de mundos (KANT, citado en HABER, 1959, p. 153). Hubo an muchos ms tanteos de tipo parecido, especialmente entre los filsofos como d'Holbach y Diderot, hasta el extremo de que Haber ve en los neptunistas discpulos de Werner una reaccin contra las tendencias antimosaicas de mediados del xviii. Pero para el tiempo en que Lamarck escribi su Hidrogeologa (1802) ya no se sostena ninguna alternativa seria frente a la cronologa corta. La hiptesis de Lamarck de que la Tierra tena varios miles de millones de aos de existencia fue recibida todava con ms desprecio que su idea de que los hombres descen-dan de los peces. El propio Lamarck consideraba que el principal obstculo que se opona a la aceptacin de su idea de una evolucin orgnica era la resistencia con que

  • tropezaba la cronologa larga. Y ello le haca desesperar de llegar a convencer a sus contemporneos de los errores del empirismo de Werner con su adhesin servil a la narracin mosaica:

    Estas consideraciones, ya lo s, no se han expuesto nunca en ningn otro lugar que en mi Hidrogeologa, y al no haber obtenido el serio examen que creo que merecen, incluso a las ms ilustradas personas por fuerza tienen que parecerles extraordinarias.

    Efectivamente, el hombre que juzga la magnitud de la duracin slo en relacin consigo mismo y no con la naturaleza, indudablemente no encontrar nunca en la realidad las lentas mutaciones que acabo de exponer y, en consecuencia, creer necesario rechazar sin ms examen mi opinin sobre estos grandes temas [LAMARCK, citado en HABER, 1959, p. 179],

    Los defensores de la cronologa bblica siguieron conservando su ascendiente durante las dos primeras dcadas del siglo xix. Al acumularse las pruebas de la existencia no de un diluvio, sino de docenas de ellos, Georges Cuvier (1811) y William Buckland (1823) recurrieron a la doctrina del catastrofismo, con su serie de destrucciones milagrosas y de creaciones, a fin de salvar la historia bblica. Slo a partir de 1820, la exigencia de los vulcanistas de una ampliacin de la cronologa comenz a ser considerada respetable por los gelogos, Pero incluso entonces la geologa continu mantenindose en una postura extremadamente conservadora ante la versin

  • mosaica del origen del hombre: Las principales posiciones de la historia natural

    providendalista seguan estando seguras [...] Nadie negaba la importancia del diluvio ni sus ntimas conexiones con la historia de la especie humana. Nadie habla impugnado la fecha redente de la creacin del hombre. De la mutabilidad de otras especies se hablaba rara vez o nunca, y el creador segua siendo el responsable inmediato de la aparicin de nuevas formas de vida Casi todo el mundo aceptaba implcitamente [...] la distincin, entre las causas del orden, de las presentes y otras primitivas ms poderosas que stas [GILLISPIE, 1951, pgina 96].

    III. LA CONTRIBUCION DE CHARLES LYELL

    La crisis, sacada a la luz con la publicacin de los

    Principies of geology, de Charles Lyell, no se produjo hasta 1830. Basando la suya en la obra de Hutton, Lyell insisti en que los procesos observables en el presente bastaban para explicar todos los fenmenos geomorfolgicos. Fue este actualismo sin reservas de Lyell, con la consiguiente ampliacin de la cronologa, lo que movi a Darwin a abandonar su postura moderada de respeto a la autoridad de las Escrituras y a convertirse en un cientfico resueltamente independiente.

  • El libro de Lyell acompa a Darwin en su viaje del Beagle. l le dio esa libertad con el tiempo que a Lamarck le haba sido negada. Como escribe Haber (1959, p, 268), poca duda puede haber de que fueron los Principies of geology, de Lyell, los que liberaron a la mente de Darwin de los gri-lletes de la cronologa bblica. El mismo Darwin confesaba:

    A m me parece siempre como si mis libros salieran por mitad del cerebro de Lyell y como si yo no lo reconociera nunca suficientemente. Ni s cmo podra hacerlo sin muchas palabras, porque siempre he pensado que el gran mrito de los Principies es que le hacen cambiar a uno toda su actitud mental [ibidem].

    A pesar de lo avanzado de sus ideas geolgicas, Lyell sigui siendo extremadamente conservador en todo lo referente a la evolucin biolgica, hasta el punto de dedicar un captulo entero de los Principies of geology a una crtica de la teora lamarckista de la bioevolucin, captulo que, como veremos, haba de tener profunda influencia en Herbert Spencer. Las ideas de Lamarck las rechazaba sin reservas. Al tratar del origen de las formas vivas adoptaba la misma posicin que su actualismo haba destruido en geologa. La distribucin de las formas vivas en el tiempo y en el espacio la explicaba postulando una serie de creaciones continuas que introducan nuevas especies para reemplazar a las que continuamente se iban extinguiendo. Segn Lyell, cada nueva especie estaba preadaptada por el Creador para sobrevivir en el conjunto de condiciones ambientales propias de un determinado momento en una determinada

  • regin del mundo. Cuando un cambio en el ambiente destrua esas condiciones, la especie en cuestin se ex-tingua.

    Sin embargo, y no obstante su recurso a las creaciones especiales, las teoras biolgicas de Lyell reflejan en algo ms que la mera cronologa larga las principales tendencias que iban a confluir en Spencer y Darwin. Entre los cambios que producen la extincin, Lyell subray la primordial im-portancia de las modificaciones de la comunidad bitica. Dicho de otro modo, la primera causa de la extincin de unas especies era la introduccin de otras. Las especies nuevas y las antiguas entablaban un combate por la supervivencia. En realidad fue esta firme creencia en la omnipresencia de la lucha por la vida la que le impidi a Lyell aceptar el evolucionismo de Lamarck, porque no poda entender cmo existiendo especies ms aptas, las menos aptas podan sobrevivir durante un tiempo lo bastante largo como para reunir las modificaciones que precisamente tenan que posibilitar su supervivencia.

    As Lyell, como Spencer y como Darwin, estaba esforzndose por lograr una sntesis de los temas de la lucha y del progreso. Y como Spencer y Darwin, tambin su modelo de la lucha se inspiraba principalmente en la con-dicin humana. Hay aqu un actualismo (sociocultural) del que Lyell no se percat: su ejemplo preferido de cmo la lucha por la existencia llevaba a la extincin de los tipos menos favorecidos no era otro que el conflicto entre los europeos y los salvajes:

  • Es ocioso discutir en abstracto sobre la posibilidad de la

    conversin de una especie en otra cuando hay causas conocidas, mucho ms activas en su naturaleza, que siempre tienen que intervenir e impedir que se consumen realmente esas conversiones. Una plida imagen de la condena a una segura extincin de una especie menos dotada para luchar con una condicin nueva en una regin en la que ya habitaba previamente y donde tiene que competir con una especie ms vigorosa, es la que ofrece la erradica-cin de algunas tribus salvajes por el avance' de las colonias de alguna nacin civilizada. En este ejemplo la lucha es slo entre dos razas diferentes [...] Sin embargo, pocos acontecimientos futuros son tan seguros como el rpido exterminio de los indios de Norteamrica y de los salvajes de Nueva Holanda en el curso de unos pocos siglos, tras lo que estas tribus no se recordarn ms que en la poesa y en la tradicin [LYELL, 1850, pgina 678].

    IV. LA INFLUENCIA DE LYELL SOBRE SPENCER

    Una de las pruebas ms claras de la inevitabilidad de las sntesis evolucionistas de Darwin y de Spencer la da la gran importancia que en los aos formativos de los dos tuvo el libro de Lyell. Como en su autobiografa escribi Spencer (1926, p. 359), fue la lectura de Lyell la que le convenci de que las especies evolucionaban y la que le puso en camino hacia el descubrimiento de que la evolucin era la gran ley

  • de la naturaleza. Aunque antes ya haba pensado alguna vez que la raza humana se haba desarrollado a partir de alguna raza inferior fue la lectura de aquel captulo en que Lyell criticaba a Lamarck la que le convenci de que Lamarck tena razn. Y ya la creencia de Spencer en la evolucin nunca ms volvi a vacilar, por mucho que en los aos siguientes se me ridiculizara por mantenerla (ibidem).

    As fue cmo la refutacin por Lyell del evolucionismo lamarckista tuvo el efecto opuesto, confirmando a Darwin y a Spencer en su evolucionismo. Dndole vueltas precisamente a esta cuestin de por qu los argumentos de Lyell tuvieron el efecto opuesto al que pretendan, Spencer menciona su aversin a lo sobrenatural en cualquiera de sus formas (ibidem). Probablemente hay que suponer adems que el xito del intento de Lyell de explicar la historia de la Tierra sin recurrir a milagros persuadira a Dar-win y a Spencer de la inminencia de un triunfo similar en biologa.

    Mas en la refutacin de Lamarck por Lyell haba algo ms a lo que Spencer no alude, pero que hace que nuestra atencin se dirija otra vez a las principales tendencias ideolgicas que confluyeron en las sntesis del progreso y la lucha en el evolucionismo biocultural. Al rechazar a Lamarck, Lyell rechazaba la expresin ltima de la fe del siglo xviii en la perfectibilidad del gnero humano. Segn Lamarck, la naturaleza estaba obligada por leyes inmutables a producir siempre criaturas cada vez ms perfectas. Como dice Lyell:

  • [...] las especulaciones de Lamarck no conocen limites

    definidos; da rienda suelta a la conjetura y se imagina que la forma externa, la estructura interna, las facultades instintivas y hasta la razn misma pueden haberse desarrollado gradualmente a partir de alguno de los estados de existencia ms simples; que todos los animales, que el hombre mismo y los seres irracionales pueden haber tenido un origen comn; que todos pueden ser parte de un esquema continuo y progresivo de desarrollo desde lo ms imperfecto a lo ms complejo, y, por fin, pospone su creencia en la elevada genealoga de sus especies y, como si fuera en compensacin, mira hacia adelante, hada la futura perfectibilidad del hombre en sus atributos fsicos, intelectuales y morales [LYELL, 1830, citado en GREENE, 1959, p. 251].

    Lo que aqu le pareca ms absurdo a Lyell iba a

    constituir el tema central de la obra de Spencer: la demostracin de que el universo exhiba un esquema continuo y progresivo de desarrollo* que abarcaba todos los fenmenos inorgnicos, orgnicos y superorgnicos.

    IV. LA CONTRIBUCION DE MALTHUS

    Hay que sealar que en Lyell el rechazo de Lamarck era

    congruente con su aceptacin de las teoras pesimistas del mayor de todos los enemigos de las doctrinas del progreso,

  • Thomas Malthus. Malthus era el responsable de la introduccin del concepto de la lucha por la existencia, concepto clave en las teoras de Lyell, Spencer, Darwin y Alfred Wallace. Pero dentro de este grupo slo Lyell aceptaba las conclusiones negativas de Malthus en lo rela-tivo a la perfectibilidad del hombre, a saber: que una porcin considerable de la humanidad estaba para siempre condenada a la miseria por el desequilibrio existente entre la capacidad de reproduccin y la capacidad de produccin.

    El papel de Malthus en el desarrollo de las sntesis de Darwin y de Spencer puede muy bien haber sido ms importante que el de Lyell. De hecho es la actitud negativa que Malthus haba adoptado respecto al progreso y a la perfectibilidad la que explica por qu Darwin y Spencer reaccionaron con tanta fuerza contra el antievolucionismo de Lyell. Cada uno a su manera, Darwin y Spencer se esforzaron por probar que una parte de la teora de Malthus era exacta y la otra errnea. Aunque lo habitual es presentar la contribucin de Malthus a la teora darwinista slo en su aspecto positivo y olvidar enteramente su contribucin a la de Spencer, en realidad en ambos casos la reaccin contra Malthus fue decisiva. Veamos primero la relacin entre Malthus y Darwin.

    Hoy es sobradamente conocido que Darwin atribuy el descubrimiento del principio de la seleccin natural a su lectura de An essay on the principie of population, de Malthus (1798). Yo llegu a la conclusin de que la seleccin

  • era el principio del cambio estudiando las producciones do-mesticadas, y entonces, leyendo a Malthus, vi de una vez cmo poda aplicar ese principio (1903, i, p. 118). La lectura a que se refiere la sita Darwin en octubre de 1838. Ahora bien, el Essay, de Malthus, estaba concebido categricamente como una refutacin de la fe de la Ilustracin en el progreso. Aunque hoy se ve en l, y con justicia, la carta fundacional de la ciencia de la demografa, para Malthus su perfeccin en este aspecto era secundaria. Su intencin principal era otra. En el prefacio a la edicin ampliada de 1803 escriba: Mi objetivo era aplicar el Essay a la verdad de aquellas especulaciones sobre la perfectibilidad del hombre y de la sociedad en las que en aquel momento se concentraba una parte considerable de la atencin pblica (MALTHUS, 1803, p. iii). Al aludir directamente al Esquema de un cuadro histrico del progreso del espritu humano, del marqus de Condorcet, Malthus confesaba la influencia de la Revolucin francesa en su propia desilusin con la doctrina de la perfectibilidad. Condorcet, escribiendo sobre la perfectibilidad mientras estaba en prisin, es un singular ejemplo de la adhesin de un hombre a principios que la experiencia de cada da estaba contradiciendo con resultados tan fatales para l (ibidem, p, 354). Malthus expresaba sus propios sentimientos ante la Revolucin francesa con trminos muy fuertes:

    El ver al espritu humano, en una de las naciones ms

    ilustradas del mundo, envilecido por la fermentacin de pasiones

  • repulsivas, por el temor, la crueldad, la maldad, la venganza, la locura, que habran deshonrado a las naciones ms salvajes en las edades ms brbaras debe haber representado un choque tremendo para sus ideas del progreso necesario e inevitable del espritu humano, un choque tal que slo la ms firme conviccin de la verdad de sus principios contra todas las apariencias poda resistirlo [ibidem].

    Se recordar que el esquema histrico de Condorcet

    conclua con unas especulaciones en torno a la posibilidad de que los avances culturales pudieran con el tiempo dar por resultado un cambio en la naturaleza fsica del hombre. Malthus ridiculiz esta idea basndose en la naturaleza fija de las especies. Admita que era verdad que una crianza adecuada poda cambiar a las plantas, los animales y los hombres en una medida no precisable, pero le pareca un despropsito suponer que esos cambios fueran poten-cialmente ilimitados. Es posible criar ovejas para obtenerlas con las patas cortas y la cabeza pequea, pero la cabeza y las patas de esa oveja nunca serian tan pequeas como la cabeza y las patas de una rata (ibidem, pgina 361), Irnicamente, las teoras de Darwin iban a hacer de esa hipottica oveja el menor de los portentos evolutivos.

    Al leer a Malthus y al descubrir gracias a l el principio de la seleccin natural, Darwin no poda dejar de darse cuenta de que una vez ms, como en el caso de Lyell, estaba atribuyendo parte de su teora a un hombre con quien estaba en profundo desacuerdo. Pero el fuerte atractivo de las ideas de Darwin resida precisamente en su capacidad de unir lo

  • que hasta entonces se haban considerado como opuestos. Al aplicar la lucha por la existencia a la explicacin del origen de las especies, las posiciones antagnicas representadas por Condorcet y por Malthus se podan armonizar. Y an eran ms las posturas irreconciliables de todo tipo que se podan reconciliar. Siguiendo a Darwin, uno poda ser un racista y creer en los lmites hereditarios de una raza o de una especie y a la vez ser ecologista y saber con seguridad que no haba lmites para la perfectibilidad de ninguna de las especies, incluido el hombre. Donde Malthus no poda ver ms que perpetua miseria como resultado de la lucha por la supervivencia, Darwin poda ver perpetuo progreso. Donde Lyell vea extincin, Darwin vea creacin. Por otro lado, mientras Condorcet atribua el progreso a la accin de un medio favorable, Darwin lo atribua a una lucha incesante. Y mientras Lamarck explicaba el progreso como la acumulacin de un apacible esfuerzo por mejorar, Darwin lo vea como el producto de la naturaleza, con las garras y las fauces ensangrentadas.

    V. LA CONTRIBUCION DE DARWIN

    No olvidemos que, apoyndose en Lyell, Lamarck y en

    una legin de otros estudiosos, Darwin elabor una defensa cientfica de la evolucin de las especies que por su detalle, por su rigor y por su alcance no tena precedentes. Origin of

  • species se atena a normas de prueba y de lgica que antes de 1859 rara vez haban sido alcanzadas y nunca superadas. Mas esos rasgos slo explicaran el xito del libro dentro de un reducido crculo capaz de apreciar las excelencias de una proeza monogrfica. En cambio, por s mismos no explican la pasin con la que lderes de la comunidad cientfica tan prestigiosos como sir Joseph Hooker, Thomas Huxley y Charles Lyell salieron en defensa de Darwin, ni el entusiasmo con el que lo acogieron legiones enteras de cientficos e intelectuales ms jvenes. Origin of species era mucho ms que un tratado cientfico; era un gran libro pre-cisamente por los temas tan diversos que en l se unan y se expresaban. Haca patente y aceptable lo que muchas gentes, desde los cientficos hasta los polticos, haban sentido oscuramente que era verdad, aunque sin ser capaces de exponerlo en palabras.

    Quisiera comentar aqu la afirmacin de la historiadora Gertrude Himmelfarb (1959, p. 373) de que Darwin resultaba particularmente adecuado para esa tarea porque no estaba contaminado por ninguna ideologa. Se puede aceptar sin ms que Darwin no estuviera contaminado, pero no que no tuviera ninguna ideologa. Al atribuir a la inspiracin de Malthus su gran idea, difcilmente podra no ser consciente de las implicaciones de ms largo alcance de su lucha por la vida. El libro de Darwin contena un mensaje filosfico ms bien preciso, a saber: la reafirmacin de la existencia de leyes de la naturaleza, la inevitabilidad del progreso y la justicia del sistema de la lucha sin la que no se puede

  • alcanzar el progreso. Segn Darwin, las leyes de la naturaleza son a la vez beneficiosas y bellas. Aunque no podamos controlar la naturaleza, tampoco tenemos nada que temer de ella:

    Todo lo que podemos hacer es recordar constantemente que

    cada ser orgnico est esforzndose por multiplicarse en razn geomtrica; que en algn perodo de su vida, en alguna estacin del ao, en cada generacin o a intervalos, todos han de luchar por su vida y sufrir gran destruccin. Cuando pensamos en esta lucha, podemos consolarnos a nosotros mismos con la firme creencia de que la guerra de la naturaleza no es incesante, que no inspira temor, que la muerte es por lo general rpida y que el fuerte, el sano, el afortunado sobrevive y se multiplica [DARWIN, 1958. p. 86].

    En el penltimo prrafo de Origin of species, Darwin

    vuelve sobre el mismo tema, implicando que su teora corroboraba la doctrina de la perfectibilidad y se opona al pesimismo de Malthus y de Lyell:

    Como todas las formas de vida existentes descienden

    linealmente de aquellas que vivieron mucho antes de la poca cmbrica, podemos estar seguros de que la sucesin ordinaria por generacin no se ha interrumpido ni una sola vez y que ningn cataclismo ha desolado al mundo entero. De aqu que podamos mirar con cierta confianza a un futuro seguro de larga duracin. Y como la seleccin natural no acta ms que por y para el bien de cada ser, todas las dotes corpreas y mentales tienden a travs del

  • progreso hacia su perfeccin. En las ltimas lneas del libro, la pesadilla de Malthus se

    transforma en el sueo de gloria de la Divina comedia y Darwin evoca la imagen de una espesa ribera repleta con combinaciones de plantas y animales maravillosamente complejas, todas producto de la misma ley natural El libro termina con un crescendo de exaltacin cuyo eco se iba a escuchar en todo lo que quedaba del siglo:

    As, de la guerra de la naturaleza, del hambre y de la muerte

    resulta directamente el ms excelso objeto que nosotros somos capaces de concebir, a saber: la produccin de los animales superiores. Hay grandeza en esta visin de la vida, con sus varios poderes originalmente infundidos por el Creador a unas pocas formas o a una sola, y de un comienzo tan simple mientras este planeta ha seguido dando vueltas sujeto a la ley inmutable de la gravedad, han evolucionado y estn evolucionando infinitas for-mas admirables y bellas [ibidem, p. 449].

    Puede sostenerse, desde luego, que lo nico que a

    Darwin le interesaba en su libro era la evolucin orgnica, y que su idea de la perfeccin a travs de la lucha no guardaba relacin con ninguna teora de la evolucin sociocultural. Pero en el primer esquema de la teora de la seleccin natural que Darwin escribi en 1842 y no public, ya se mostraba convencido de que la teora inclua a todos los mamferos sin excepcin. Como Gertrude Himmelfarb reconoce (1959, p. 290), si en Origin of species Darwin no abord el tema de la

  • evolucin humana fue porque pensaba que ello impedira que su libro fuera juzgado imparcial y desapasionadamente.

    Doce aos haban de transcurrir entre Origin of species y la publicacin de Descent of man, el libro en el que Darwin se plantea especficamente la cuestin de la relacin entre la seleccin natural y la evolucin humana. Pero para 1871 ya se le haba anticipado la versin spenceriana de la supervivencia del ms fuerte con su aplicacin de la teora biolgica a la evolucin sociocultural.

    VI. EL RACISMO DE DARWIN

    Fu Darwin un determinista racial? Situaba l las

    diferencias raciales en el marco de la supervivencia del ms fuerte? Sera sorprendente de ven dad que Darwin hubiera sido prcticamente el nico entre sus contemporneos capaz de no rendirse a la biologizacin de la historia. Pero la cuestin se plantea (cf. HIMMELFARB, 1959, p. 298) porque, en Descent of man, Darwin se manifest contrario a la acreditada opinin, que se remontaba a Blumenbach y a Buffon, de que los rasgos del tipo del color de la piel o la forma del cabello fueran tiles para la supervivencia. En consecuencia, negaba explcitamente que esos rasgos raciales pudieran haberse establecido primariamente por seleccin natural. El principio que l propona para explicar

  • las diferencias raciales humanas no era la seleccin natural, sino la seleccin sexual:

    Por mi parte, mi propia conclusin es que de todas las causas

    que han producido las diferencias de apariencia externa entre las razas del hombre y hasta cierto plinto entre el hombre y los animales inferiores, la seleccin sexual ha sido, con mucho, la ms eficaz [DARWIN, 1871, ii, p. 367].

    Hay que dejar en claro, sin embargo, que Darwin no

    conceba la seleccin sexual como si fuera opuesta a la seleccin natural, del mismo modo que tampoco crea que la seleccin natural excluyera la posibilidad de la evolucin por el uso y desuso lamarckista. Al introducir el principio de la seleccin sexual, Darwin esperaba explicar aquellos rasgos de los organismos que no parecan ser tiles en la lucha por la supervivencia. Las astas del venado y las plumas del pavo real son los dos ejemplos clsicos que esco-gi en el nivel subhumano. Mientras no desequilibraran la balanza desfavorablemente para la supervivencia, rasgos como esos podan desarrollarse por diversas vas si conferan determinadas ventajas para el apareamiento. En el hombre, los rasgos equivalentes, en opinin de Darwin, eran aquellos aspectos de las diferencias raciales color de la piel, forma del cabello, color de los ojos, forma y tamao de la nariz y de los labios que durante largo tiempo se haba supuesto generalmente que deban guardar conexin con algo vital para el funcionamiento del organismo humano en las diferentes regiones del mundo. El objetivo expreso de

  • Descent of man, apoyado en una digresin que ocupa varios captulos sobre ejemplos tomados de los organismos inferiores, era probar que la seleccin sexual explicaba las diferencias raciales externas entre los hombres mejor que la seleccin natural. Esta era una posicin perfectamente respetable y hoy da son bastantes los antroplogos fsicos y los bilogos que continan defendindola. Mas Darwin no dud ni por un momento que entre las razas haba tambin importantes diferencias internas y que stas se establecan por seleccin natural. Al sealar que ni una sola de las diferencias externas entre las razas del hombre son de valor directo para l, y que, en consecuencia, no pueden adquirirse por seleccin natural, hace excepcin expresa de todos aquellos rasgos raciales que son significativos en la cuestin de los diferentes ritmos de progreso hacia la civilizacin: Las facultades intelectuales y morales, o sociales, deben indudablemente exceptuarse de esta observacin; pero las diferencias en esas facultades no pueden haber tenido ninguna influencia, o en todo caso slo una muy pequea, en los caracteres externos (DARWIN, 1871, ii, p. 239).

    VII. LA VERSION DARWINISTA DEL

    PROGRESO A TRAVES DE LA LUCHA

    La ideologa del progreso a travs de la lucha, que

  • Darwin aceptaba, trasparece con la mayor claridad incluso cuando recurre al principio de la seleccin sexual. La forma ms eficaz de la seleccin sexual era la lucha entre los machos por la posibilidad de aparearse con las hembras ms deseables. Y no se piense que la otra forma de lucha, la lucha por la supervivencia, pase a segundo trmino ante la lucha sexual. Resulta imposible leer Descent of man sin sentirse sorprendido por la defensa casi total que hace de la lucha por la supervivencia como el medio de comprender la evolucin sociocultural. Se trata adems de una lucha por la supervivencia que ms que entre el hombre y la naturaleza se entabla entre el hombre y el hombre, de acuerdo con el paradigma ms directamente spenceriano. Aunque con frecuencia Darwin matiza el alcance de esa lucha, como, por ejemplo, cuando habla del papel del altruismo, vuelve siempre a lo mismo, a la supervivencia, que es su objetivo oculto:

    No debe olvidarse que, aunque un alto nivel de moralidad no

    d ninguna ventaja o nada ms que una muy ligera a cada hombre individual y a su prole sobre los otros hombres de la misma tribu, sin embargo, un avance en el nivel de la moralidad y un aumento del nmero de hombres dotados de ella, con toda certeza da a la tribu que los tiene una ventaja inmensa sobre las otras. No puede caber duda de que una tribu que incluya muchos miembros que por poseer en alto grado el espritu de patriotismo, la fidelidad, la obediencia, el valor y la simpata estn siempre dispuestos a ayu-darse unos a otros y a sacrificarse ellos mismos por el bien comn, quedar victoriosa sobre la mayora de las otras tribus, y esto sera

  • seleccin natural [ibidem, pp. 159-60]. Idntica matizacin se aprecia en el pasaje en el que

    Darwin afirma rotundamente que hay tactores distintos de la seleccin natural que dan cuenta de la parte ms excelsa de la naturaleza humana.

    [...] por importante que haya sido y siga siendo la lucha por la

    existencia, sin embargo, en lo concerniente a la ms excelsa parte de la naturaleza humana hay otros factores ms importantes. Porque, directa o indirectamente, las cualidades morales avanzan mucho ms por efecto del hbito, por la fuerza del razonamiento, por la instruccin, por la religin, etc,, que por la seleccin natural; si bien es a este ltimo factor al que con seguridad pueden atribuirse los instintos sociales que constituyen la base del des-arrollo del sentido moral [DARWIN, 1871, II, p. 386].

    La oscura referencia de Darwin a los hbitos, los poderes

    del razonamiento, la instruccin y la religin como opuestos a la seleccin natural quiz sea una expresin de su indecisin ante una defensa demasiado patente de la lucha tanto en el interior de una sociedad como entre sociedades distintas. En cualquier caso, no anula el punto principal de la primera mitad de ese mismo prrafo, en el que aboga por el mantenimiento de una abierta competencia:

    El hombre, como cualquier otro animal, sin duda ha avanzado

    hasta su elevada condicin actual a travs de una lucha por la existencia, consecuencia de su rpida multiplicacin; y si ha de

  • avanzar todava ms, tendr que seguir sujeto a una dura lucha. De otro modo, pronto se hundira en la indolencia y los hombres mejor dotados no tendran ms xito en la batalla de la vida que los menos dotados. De aqu que nuestro ritmo natural de crecimiento, aunque lleva a muchos y obvios males, no deba ser por ningn medio apreciablemente disminuido. Debera haber una competencia abierta para todos los hombres; y las leyes y las costumbres no deberan impedir que los ms aptos tuvieran el mayor xito y criaran la prole ms numerosa [ibidem, pp. 385-86].

    Hay que sealar tambin que Darwin distingua la

    evolucin de las cualidades morales y la de las que l llamaba cualidades mentales. Es a estas ltimas a las que el hombre debe principalmente [...] su posicin eminente en el mundo. Y es en la lucha por la supervivencia en donde la facultad de la inteligencia se perfecciona en los individuos, se hace hereditaria y pasa a las generaciones sucesivas:

    Todo lo que sabemos sobre los salvajes, o todo lo que podemos

    deducir de sus tradiciones y de los viejos monumentos, cuya historia han olvidado por entero los que hoy viven junto a ellos, demuestra que desde los tiempos ms remotos las tribus triunfan-tes han suplantado a las otras. Reliquias de civilizaciones extintas y olvidadas se han des abierto por todas las regiones civilizadas de la Tierra, en las salvajes llanuras de Amrica y en las islas perdidas del ocano Pacfico. Hoy, las naciones civilizadas suplantan por doquier a las naciones brbaras, excepto all donde el clima opone una barrera mortal, y obtienen el triunfo sobre todo, aunque no exclusivamente, por sus artes, que son producto de su intelecto. En

  • consecuencia, es sumamente probable que en la humanidad las facultades intelectuales se hayan perfeccionado gradualmente a travs de la seleccin natural [ibidem, p, 154].

    Como todos sus contemporneos, Darwin fue

    completamente incapaz de separar los cambios en el repertorio de la conducta aprendida de un grupo de los cambios hereditarios. La idea de que los salvajes contemporneos pudieran ser tan inteligentes como los civilizados le resultaba lisa y llanamente inconcebible. Tomando el ejemplo de un arma recientemente inventada, admite que la mera imitacin poda inducir a otros a aceptarla. Pero cada innovacin tcnica contribuye tambin necesariamente a la perfeccin del intelecto:

    La prctica habitual de cualquier arte nuevo debe de forma

    parecida perfeccionar ligeramente la inteligencia. Si la nueva invencin fuera importante, la tribu aumentara en nmero, se extendera y suplantara a otras tribus. En una tribu que de esta manera llegara a ser ms numerosa, siempre habra una mayor probabilidad de que nacieran miembros superiores y con ms inventiva. Si cada hombre dejara hijos que heredaran su superioridad mental, las posibilidades de que nacieran miembros an ms ingeni- sos seran algo mejores, y en una tribu pequea, decisivamente mejores. Incluso si no dejaran hijos, la tribu seguira incluyendo a sus consanguneos. Y los agricultores han descubierto que preservando y cruzando animales de la misma sangre de uno que al ser sacrificado result bueno, han obtenido los caracteres deseados [ibidem, p. 155].

  • Sera ocioso esperar un acuerdo lgico de todas las

    afirmaciones antagnicas que se hacen en Descent of man. La posicin de Darwin quedaba desesperadamente envuelta en la confusin imperante de los rasgos heredados con los aprendidos. Lo que con seguridad puede decirse es que era un determinista racial, que crea que la supervivencia del apto y la eliminacin del inepto produca el progreso biolgico y cultural y que mostraba una profunda adhesin ideolgica al laissez-faire. El juicio que Ashley Montagu hace de la posicin de Darwin en Descent of man parece preferible al de Gertrude Himmelfarb:

    Los pocos pasajes en que Darwin menciona el altruismo y la

    cooperacin proceden exclusivamente de The descent of man, y aun en las mil pginas de ese libro se pierden virtualmente entre las numerosas afirmaciones que resultan estar directa e inequvocamente en contradiccin con ellos. Darwin quera conservar el pastel de la seleccin natural, que l haba cocinado, y a la vez comrselo. El sabor se lo daba principalmente la lucha por la existencia pero aqu y all estaba salpicado con una pizca de cooperacin. Mas era demasiado poco para dejar otra cosa que una fugaz sensacin en las papilas gustativas intelectuales de aquellos que concentraban su atencin en comerse la parte ms sustanciosa del pastel. Pues, de hecho, Darwin estaba por la lucha por la supervivencia [MONTAGU, 1952, p. 46].

  • VIII. EL ERRONEO NOMBRE DEL DARWINISMO SOCIAL

    Uno de los obstculos que se oponen a la exacta

    comprensin de la relacin existente entre Darwin y las ciencias sociales es que la doctrina del progreso a travs de la lucha lleva el nombre de darwinismo social. Esa frase expresa y refuerza la idea errnea de que despus de 1859 los cientficos sociales, encabezados por Herbert Spencer, aplicaron los conceptos desarrollados por Darwin a la interpretacin de la naturaleza y el funcionamiento de la sociedad (MONTAGU, 1952, pp, 22-23). Lo que aqu hay que dejar en claro es el hecho de que los principios de Darwin eran una aplicacin a la biologa de conceptos de las ciencias sociales. Fue el anlisis y el estudio del progreso y la evolucin sociocultural por tericos sociales, tales como Monboddo, Turgot, Condorcet, Millar, Ferguson, Helvetius y dHolbach, el que facilit el marco dentro del que se desarroll el estudio de la evolucin biolgica por Geoffrey Saint Hillaire, Erasmus Darwin (abuelo de Charles) y Lamarck, Basndonos en la autoridad del propio Darwin podemos aceptar que la idea de la seleccin natural le fue inspirada por el anlisis de Malthus de la lucha por la supervivencia. Con palabras de Darwin: Esta es la doctrina de Malthus aplicada a todo el reino animal y vegetal (DARWIN, 1958, p. 29).

  • Si todava quedara alguna duda sobre la importancia de la deuda (cf. GREEN, 1959, p. 258), podra aducirse tambin el testimonio de Alfred Wallace, autor con Darwin de la memoria presentada a los miembros de la Sociedad Linneana en 1858, en la que se anunci por primera vez el descubrimiento de la seleccin natural. Fue Wallace quien, sin saberlo, forz a Darwin a publicar Origin of species, al enviarle un manuscrito en el que esbozaba la misma teora en cuya elaboracin llevaba Darwin unos veinte aos trabajando. La teora de Wallace se pareca tanto a la de Darwin que ste exclam: Hasta sus trminos aparecen como ttulos de mis captulos! (citado en HIMMELFARB, 1959, p. 200). Lo que ya es menos sabido es que el paralelismo entre Wallace y Darwin, que constituye un curioso ejemplo del principio de la simultaneidad en la invencin (vase p. 283), se extenda hasta incluir la lectura de Malthus. En 1859, mientras convaleca de una enfermedad en la isla de Teznate, cerca de Nueva Guinea, Wallace empez a pensar en los mecanismos de freno del aumento de poblacin descritos por Malthus en su Ensayo sobre la poblacin:

    Entonces sbitamente comprend que este proceso

    autorregulado tena necesariamente que mejorar la raza, porque en cada generacin inevitablemente el inferior ser muerto y el superior sobrevivir, esto es, el ms apto sobrevivir [...] Cuanto ms pensaba sobre ello ms me convenca de que por fin haba encontrado la tan largamente buscada ley de la naturaleza que resolva el problema del origen de las especies [WALLACE, 1905, pp. 362-63].

  • IX. LA PRIORIDAD DE SPENCER

    La denominacin darwinismo social no slo es un

    obstculo para nuestra comprensin del marco funcional en el que hay que buscar la inspiracin de Darwin, sino que adems distorsiona el orden real de precedencia entre las contribuciones especficas de Spencer y de Darwin a la teora de la evolucin. En 1842, o sea, en el mismo ao en que Darwin complet su primer esbozo de la teora de la seleccin natural, que no public, Spencer empez a publicar una serie de ensayos con el ttulo de The proper sphere of govemment. El primer libro de Spencer, Social statics (1850) reuna esos ensayos e inclua ya la mayora de las ideas que errneamente se supone que haba tomado de Darwin. Hacia 1850, Spencer estaba ya consagrado haca tiempo a la obra de su vida: describir las leyes universales del desarrollo. Por otra parte, mientras Darwin haba tratado la cuestin de la perfectibilidad humana como una extrapolacin de su tema principal, Spencer se propuso deliberadamente resolver ese problema.

    Spencer se esforz conscientemente por probar que la naturaleza humana, como todo lo dems en el universo, era un producto de la evolucin. La cuestin de la mutabilidad de la naturaleza humana no es evidentemente ms que una manera distinta de plantear la cuestin de la

  • especiacin. Al defender la mutabilidad de la naturaleza humana, Spencer estaba, de hecho, defendiendo la evolucin biolgica. En su Social statics insista no slo en que la naturaleza humana es modificable, sino en que ha sufrido y continuar sufriendo cambios drsticos de conformidad con una ley universal de desarrollo.

    La naturaleza, en su infinita complejidad, est accediendo siempre a nuevos desarrollos. Cada resultado sucesivo se convierte en el progenitor de una influencia adicional, destinada en cierto grado a modificar todos los resultados futuros [...] Cuando volvemos las hojas de la historia primeval de la Tierra, cuando desciframos los jeroglficos en que estn registrados los acontecimientos del pasado desconocido, encontramos el mismo cambio, que nunca cesa, que perpetuamente recomienza. Lo vemos por igual en lo orgnico y en lo inorgnico, en las descomposiciones y recombinaciones de la materia y en las formas en constante variacin de la vida animal y vegetal Con una atmsfera cambiante y una temperatura decreciente, la tierra y el mar perpetuamente producen nuevas razas de insectos, plantas y animales. Todas las cosas cambian [...]

    Sera verdaderamente extrao Que en medio de esta mutacin universal slo el hombre fuera constante, inmutable. Mas no lo es. Tambin l obedece a la ley de la infinita variacin. Sus circunstancias estn cambiando constantemente y l est constantemente adaptndose a ellas [SPENCER 1883, pp. 45-46; original, 18501.

  • La imperfeccin, dice en la misma obra, es inadecuacin a las condiciones de existencia (ibidem, p. 79). El hombre logra un grado ms alto de aptitud a travs del proceso de adaptacin. Esos cambios definen el progreso, y la creencia en la perfectibilidad humana se reduce simplemente a la creencia de que, en virtud de ese proceso, con el tiempo el hombre se adecuar completamente a su modo de vida (ibidem, p. 78).

    En consecuencia, el progreso no es un accidente, es una necesidad. La civilizacin, en lugar de ser un artefacto, es parte de la naturaleza; todo de la misma clase que el des-arrollo de un embrin o el de una flor. Las modificaciones que la humanidad ha sufrido y todava est sufriendo son resultado de una ley que subyace a toda creacin orgnica. Y siempre que la raza humana siga existiendo y la constitucin de las cosas sea la misma, esas modificaciones terminarn en la perfeccin [...] Con la misma seguridad deben desaparecer las cosas que llamamos mal e inmoralidad; con la misma seguridad debe el hombre llegar a ser perfecto [ibidem, p. 80],

    En Social statics aparece la expresin lucha por la existencia (ibidem, pgina 252), pero en un contexto que no guarda relacin con la explicacin del progreso humano. Sin embargo, Spencer trata por extenso la necesidad de un estado salvaje de la naturaleza humana como preludio al estado de la civilizacin, y lo hace en un lenguaje que es enteramente el de la lucha por la existencia.

  • Evidentemente, el hombre aborigen debe tener una constitucin adaptada al trabajo que ha de realizar, unida a una capacidad latente de convertirse en el hombre completo cuando las condiciones de existencia se lo permitan. A fin de que pueda prepa-rar la tierra para sus futuros habitantes, descendientes suyos, debe poseer un carcter que le capacite para limpiarla de razas que puedan poner en peligro su vida y de razas que ocupen el espacio que la humanidad necesita. Por eso debe sentir el deseo de matar Debe, adems, estar desprovisto de simpata o no tener ms que rudimentos de ella, porque de otra manera estara incapacitado para su oficio destructor. En otras palabras, debe ser lo que llamamos un salvaje, y la aptitud para la vida social la debe adquirir tan pronto como la conquista de la tierra haga la vida social posible (ibidem, pp. 448-49].

    X. IDEAS POLITICAS DE SPENCER

    Tanto en las obras ms tempranas de Spencer como en

    las ms maduras, la discusin de la evolucin, la lucha y la perfectibilidad se encuadra en el marco de unas ideas polticas explcitamente reconocidas. Su abierta defensa del liberalismo econmico y su condena del cooperativismo, el socialismo y el comunismo, es un ejemplo ms de la imposibilidad de separar el desarrollo de las teoras de la cultura de su contexto sociocultural. Para apreciar debidamente la contribucin de Spencer debemos ver en l al portavoz cientfico ms efectivo del primitivo capitalismo

  • industrial, exactamente igual que para apreciar debidamente la contribucin de Marx debemos ver en l al portavoz cientfico ms efectivo del socialismo revolucionario. Aunque en ambos casos debemos guardarnos de permitir que los respectivos compromisos polticos de esos hombres interfieran con nuestro reconocimiento y con la utilizacin por nuestra parte de los aspectos cientficamente vlidos de su pensamiento. La politizacin de la teora tanto por Spencer como por Marx no necesita ser la nuestra, por mucho que para ellos dos la pol-tica y la ciencia social fueran inseparables.

    Social statics est consagrado abiertamente a la defensa de la propiedad privada y de la libre empresa, con advertencias de los desastres bioculturales que caern sobre la humanidad si se permite que el gobierno intervenga en favor de los pobres. Son extremadamente pocas las reas de la vida en las que Spencer estaba dispuesto a conceder al Estado legtima autoridad. As se opona a que las escuelas, las bibliotecas y los hospitales fueran pblicos y gratuitos, rechazaba las medidas de sanidad pblica, la dispensa es-tatal de los ttulos de mdicos y enfermeras, la vacuna antivarilica obligatoria, las leyes de los pobres y cualquier clase de sistemas de beneficencia pblica. Condenaba todas esas manifestaciones de intervencin estatal por estar en contra de las leyes de la naturaleza y predeca que serviran para aumentar los sufrimientos de los dbiles y de los necesitados. La insistencia en que el socialismo y el comunismo se oponan a la ley natural no era,

  • desde luego, original de Spencer. Exista una acreditada tradicin, que se remontaba a Adam Smith, segn la cual el papel del gobierno deba restringirse virtualmente a la proteccin de la propiedad privada, la vigilancia de los contratos y la defensa del Estado. Bajo el liderazgo de Thomas Malthus, Edward West, David Ricardo y James Mill, las doctrinas dominantes incluan un pronstico preciso sobre la cuestin de la pobreza y del sufrimiento humano. La ley de hierro de los salarios, la ley de los beneficios decrecientes y las leyes malthusianas del crecimiento de la poblacin formaban la base de un credo pesimista, una ciencia lgubre, cuyos rasgos distintivos, bien conocidos, los resume as el economista Joseph Schumpeter (1954, pgina 570):

    [...] presin de la poblacin, sensible ya, aunque ha de esperarse

    que crezca; respuesta decreciente de la naturaleza al esfuerzo humano por aumentar las existencias de alimentos; de aqu, disminucin de los beneficios netos de la industria, salarios reales ms o menos constantes y rentas de la tierra constantemente crecientes, en trminos relativos y absolutos.

    XI. RESPUESTA DE SPENCER A LA

    CIENCIA LUGUBRE

    Pero la perspectiva de Spencer, como acabamos de ver,

  • era cualquier cosa menos lgubre. Confiando la vida social a las leyes de la naturaleza, Spencer pensaba que con el tiempo quedara eliminado el sufrimiento humano. En 1852 contrapuso directamente sus propias ideas sobre la perfectibilidad del hombre a las ideas de Malthus. Como fruto de esa confrontacin, en el ensayo titulado A theory of population, Spencer (1852a) lleg bsicamente a una solucin del mismo tipo de la que Darwin haba alcanzado en 1838 (pero se iba a guardar para s hasta 1858) y de la que Wallace no alcanzara hasta 1855. Dicho de otro modo, Malthus fue la base no de dos, sino de tres descubrimientos independientes de la idea de la evolucin progresiva como resultado de la lucha por la supervivencia. Cierto que A theory of population contena un buen nmero de observaciones sumamente originales sobre los factores determinantes del aumento de poblacin y adems slo se ocupaba de la evolucin sociocultural y humana. Pero la cuestin que nos estamos planteando es precisamente la de las fuentes del darwinismo social en la medida en que se aplic a la sociedad humana.

    Para escapar al dilema malthusiano, Spencer recurri a la idea de que la inteligencia y la fertilidad estaban en relacin inversa. Resulta caracterstico que interpretara esa relacin en trminos fisiolgicos y no en trminos socioculturales. Las clulas de la mente y las clulas del sexo compiten por los mismos materiales. El exceso de fertilidad estimula una mayor actividad mental porque cuanta ms gente hay, ms ingenio se necesita para mantenerse en vida.

  • Los individuos y las razas menos inteligentes mueren y el nivel de inteligencia se eleva gradualmente. Pero este aumento de inteligencia slo se logra a costa de intensificar la competencia entre las clulas de la mente y las clulas del sexo, y, en consecuencia, se produce una progresiva disminucin de la fertilidad.

    De este modo, al final, la presin de la poblacin y los males que la acompaan desaparecern enteramente (1852a, p. 500). Aunque esto va contra Malthus y es mucho ms optimista que la formulacin de Darwin, su clmax utpico se reserva para un futuro indefinidamente remoto hacia el que la humanidad avanza lenta y constantemente. Hasta alcanzarlo, las exigencias de la lucha por la vida producen el progreso a travs de la disminucin de los ineptos y la preservacin de los aptos, exactamente lo mismo que Darwin iba a decir seis aos despus. Segn Spencer:

    Aquellos a quienes esa creciente dificultad de ganarse la vida que conlleva el exceso de fertilidad no estimula a mejoras en la produccin esto es, a una mayor actividad mental van directamente a su extincin y, en ltimo trmino, sern suplantados por aquellos otros a los que la misma presin s que estimula [...] Y as verdaderamente y sin ms explicacin se ver que la muerte prematura bajo todas sus formas y cualquiera que sea su causa no puede dejar de actuar en la misma direccin. Porque como los que desaparecen prematuramente en la mayor parte de los casos suelen ser aquellos en quienes el poder de autoconservacin es menor de aqu se sigue inevitablemente que los que

  • quedan en vida y continan la raza son los que tienen ms capacidad de autoconservacin son los selectos de su generacin. As que, tanto si los peligros que acechan a la existencia son del tipo de los que producen e exceso de fertilidad, como si son de cualquier otra clase, es evidente que el incesante ejercicio de las facultades necesarias para enfrentarse a ellos, y la muerte de todos los hombres que fracasan en ese enfrentamiento, aseguran un constante progreso hada un grado ms alto de habilidad, inteligencia y autorregulacin, una mejor coordinacin de las acciones, una vida ms completa (1852a, pp. 459-60).

    En todo lo esencial, este pasaje constituye una exposicin del principio de la supervivencia del ms apto. En el mismo ao de 1852, Spencer public un artculo titulado The development hypothesis, en el que atacaba el creacionismo especial y expona una visin lamarckista de la transformacin de las especies. Absurdamente, Spencer no aplic el principio de la supervivencia del ms apto al origen de las especies. Como explica en su autobiografa (1926, i, p. 90), si no relacion las dos ideas fue por creer que la herencia de las modificaciones funcionalmente producidas basta para explicar los hechos. Al ver que eran la causa suficiente en muchos tipos de cambio de los organismos, conclu que eran causa suficiente para todos los cambios de todos los tipos. Cuando se public Origin of species, Spencer acept que la seleccin natural era una de las causas ms importantes del cambio biolgico evolucionista. Al principio lamarckista del uso y desuso sigui dndole la

  • mayor importancia, pero hay que recordar que tambin Darwin pensaba que la herencia de las caractersticas adquiridas era un principio evolucionista vlido. As que, aunque Spencer no pusiera en relacin el concepto del progreso a travs de la lucha con la especiacin, es evidente que los componentes esenciales de lo que se llama darwinismo social los elabor independientemente, sin inspirarse en Darwin.

    XII. SPENCER Y EL EVOLUCIONISMO

    Otro hecho del que es preciso tomar nota es que fue

    Spencer y no Darwin el que populariz el trmino evolucin, usndolo por primera vez en un artculo titulado The ultmate law of physiology (1857a). Tampoco fue Darwin quien introdujo la expresin supervivencia de los ms aptos, sino Spencer (en sus Principies of biology, 1866, p. 444; original, 1864), como el propio Darwin reconoci en la quinta edicin de Origin of species cuando, al cambiar el titulo del captulo sobre la seleccin natural, que pas a llamarse Seleccin natural o la supervivencia de los ms aptos, dio esta explicacin:

    He llamado a este principio por el que toda ligera variacin si

    es til se conserva, el principio de la seleccin natural, para resaltar su relacin con el poder de seleccin del hombre. Pero la expresin

  • de la supervivencia de los ms aptos, que Herbert Spencer usa frecuentemente, es ms precisa y muchas veces resulta igualmente adecuada [DARWIN, 1958, p. 54].

    An hay ms. Como Roben Cameiro (1967) ha sealado,

    desde 1852 Spencer fue amigo de Thomas Huxley, el ms eficaz de los defensores de Darwin, cuyo formidable estilo polmico le vali el sobrenombre de el bulldog de Darwin. En su autobiografa, Spencer describe las vivas discusiones en el curso de las cuales trataba de convencer a Huxley de la verdad del desarrollo progresivo. Y, finalmente, hay que hablar de la alta estimacin en que el propio Darwin tena a Spencer llamndole una docena de veces superior a m e insistiendo en que se ha de ver en l al ms grande de los filsofos vivos de Inglaterra; quiz tan grande como cualquiera de los que le han precedido (DARWIN, citado en CARNEIRO, p. IX). Tomando en consideracin todos estos factores parece evidente no slo que la palabra spencerismo es adecuada para dar nombre a las teoras bioculturales que han terminado por conocerse como darwinismo social, sino incluso que la expresin spencerismo biolgico resultara una denominacin apropiada para aquel perodo de la historia de las teoras biolgicas en el que las ideas de Darwin ganaron ascendiente.

    XIII. LA DUDOSA DISTINCION DE

  • SPENCER

    No me habra detenido en este punto si todo se redujera

    a una cuestin de mayor o menor conveniencia de una u otra denominacin. Mas la cuestin merece ms seria consideracin a la vista del papel subordinado que habi-tualmente se atribuye hoy a las ciencias sociales siempre que se habla de la influencia que unas disciplinas han tenido sobre otras. Por eso realmente no carece de importancia demostrar con claridad que en el siglo Xix la tendencia a la biologizacin no tena nada que ver con el mayor prestigio de las ciencias biolgicas, (De hecho, perfectamente podra haber ocurrido a la inversa.) No puede decirse que una disciplina imitara a la otra, sino ms bien que ambas disciplinas dieron respuestas paralelas a necesidades ideo-lgicas similares. La biologizacin de la teora sociocultural fue un producto de la necesidad de contrarrestar el ecologismo polticamente subversivo del siglo xviii. La conversin de la teora biolgica al evolucionismo fue una consecuencia del inters de los cientficos sociales por el progreso y por la perfectibilidad, mientras que el concepto de la seleccin natural naci del inters por las guerras y los conflictos raciales, nacionales y de clase. Desde el punto de vista de la historia de las teoras de la cultura, es sobre Spencer y no sobre Darwin sobre quien recae la mayor parte de la responsabilidad de haber mutilado la potencia explicativa de la teora evolucionista cultural por haberla

  • mezclado con el determinismo racial. Lo cual no quiere decir que Spencer merezca el olvido en que ha cado. Como hemos de ver en el captulo siguiente, su contribucin al desarrollo de la teora y el mtodo antropolgico es sin duda equivalente, si no superior, a las contribuciones de Edward Burnett Tylor y Lewis Henry Morgan, figuras que hoy gozan de mayor reputacin. Por otra parte, como enseguida veremos, ni Tylor ni Morgan estn tampoco libres de los peores efectos del determinismo racial. Realmente, entre 1850 y 1900 ninguna de las principales figuras de las ciencias sociales escap a la influencia del racismo evolucionista. Dentro de la antropologa, esta servidumbre no iba a romperse hasta el comienzo del movimiento boasiano. En las disciplinas adyacentes, la lucha por llegar a una definicin correcta de la relacin entre los componentes hereditarios y los componentes aprendidos de los repertorios sociocultura-les dista mucho de haber alcanzado xito.

    XIV. LA FALACIA DEL SPENCERISMO

    El error fundamental de Spencer fue que sobreestim

    drsticamente la importancia de los factores hereditarios como elementos causales en la explicacin de las diversidades de conducta observables en las poblaciones del homo sapiens. En sus Principies of sociology (1876), Spencer divide las causas de los que l llama fenmenos

  • superorgnicos en factores originalmente extrnsecos y factores originalmente intrnsecos. Estos ltimos consisten en los rasgos fsicos, emocionales e intelectuales caractersticos de los miembros individuales de un grupo dado. Tomados en conjunto, esos rasgos intrnsecos definen lo que Spencer llama con frecuencia la naturaleza de las unidades sociales, esto es, la disposicin hereditaria de los individuos en el grupo. Los factores intrnsecos actan junto con los factores extrnsecos, condiciones orgnicas e inorgnicas, y producen la evolucin sociocultural. A cada estadio de la evolucin sociocultural corresponde as una versin adecuada de la naturaleza humana, y a la inversa: el uno no puede cambiar sin afectar a la otra.

    Inevitablemente, con las formas de organizacin social y de

    accin social van las ideas y los sentimientos apropiados. Para ser estables, las formas de una comunidad deben ser congruentes con la naturaleza de sus miembros. Si un cambio fundamental de circunstancias produce un cambio en la estructura de la comunidad o en las naturalezas de sus miembros, las naturalezas de sus miembros o la estructura de la comunidad deben sufrir de inmediato el cambio correspondiente (SPENCER, 1896, II, p. 593; original, 1876].

    Este concepto de la naturaleza humana combina y

    confunde dos aspectos radicalmente diferentes de la conducta humana, a saber: por un lado, las respuestas, las tendencias y las capacidades de refuerzo biolgicamente transmitidas, y por otro, las respuestas, las tendencias y las

  • capacidades de refuerzo socialmente transmitidas. La cuestin del determinismo social depende del alcance de la relacin entre los componentes hereditarios y los componentes socialmente transmitidos de la conducta humana. Spencer, Darwin y todos los otros cientficos importantes contemporneos suyos interesados en el estudio de la conducta humana llegaron a la conclusin, co-rrecta, de que la evolucin biolgica y la evolucin cultural estaban ntimamente relacionadas. Es decir, todo el peso de la opinin antropolgica moderna suscribe la idea de Spencer de que en la transicin del hominoide al homnido tienen lugar cambios biolgicos y socioculturales que se refuerzan mutuamente. Los rasgos distintivos del homnido, tales como la postura erecta, el aumento de la capacidad craneana y la capacidad de aprender elaborados sistemas de smbolos, se desarrollan indudablemente en asociacin mutua con una creciente dependencia de los repertorios de respuestas culturales aprendidas como base del xito reproductivo. Pero todo el peso de la opinin antropolgica moderna ha llegado adems a una conclusin que ni Spencer ni sus contemporneos aceptaban, a saber: que la propia relacin entre el repertorio hereditario y el aprendido ha sufrido una evolucin a lo largo de la cual la modificacin de las formas culturales se ha hecho cada vez menos dependiente de cambios genticos concomitantes.

    XV. EL RACISMO EN UNA PERSPECTIVA

  • MODERNA

    Para evitar toda posible confusin respecto a la

    significacin del determinismo racial de Spencer conviene que hagamos un inciso y expongamos cul es la formulacin del problema raza-cultura aceptada como paradigmtica despus de Boas. Hoy se acepta como verdadero y como vlido para todas las poblaciones conocidas del homo sapiens, que, en el estadio de desarrollo biolgico y cultural en que se encuentran actualmente, un grupo cualquiera puede adquirir el repertorio aprendido de otro grupo diferente sin que sea necesaria ni una sola innovacin gentica. Mas an, es opinin general entre los antroplogos modernos en el problema de la relacin entre la raza y la cultura, que el ritmo y la direccin del cambio cultural en los diversos grupos intraespecficos de homo sapiens no estn en la actualidad afectados de modo apreciable por las diversas caractersticas genticas. Las nuevas evidencias arqueolgicas y paleontolgicas, que Spencer no pudo conocer, indican que el hombre ha evolucionado pasando por tres grados australopitecos, homo erectus y homo sapiens. Es muy posible que, al pasar de un grado a otro, la capacidad del hombre para aprender, para simbolizar, para crear cultura, resultara reforzada y ampliada de conformidad con el principio de la seleccin natural. Mas la cronologa total de este proceso abarca por lo menos un milln setecientos cincuenta mil aos. El tipo de diferencias

  • en la naturaleza humana que Spencer tena en la mente cuando estableca un contraste entre los salvajes y los ingleses puede tener sentido para comparar una poblacin contempornea de homo sapiens con un grupo de australopitecos o de sinntropos. Pero las caractersticas de la naturaleza humana que han hecho posible el logro de las dudosas bendiciones de la civilizacin industrial son indudablemente patrimonio comn de la especie homo sapiens en su totalidad desde hace al menos cincuenta mil aos. En este punto hay que rehabilitar a Helvtius y a Monboddo, aunque sea a costa de desacreditar a Darwin y a Spencer. Si todos los dems factores se mantienen constantes y la raza no, procesos similiares de enculturacin tienen como resultado repertorios socioculturales similares. De hecho, no puede dudarse que si se pudiera tener un control perfecto de todo el proceso de enculturacin, una sola generacin bastara para dotar a cualquier nmero de grupos diferentes de homo sapiens de repertorios esencialmente similares, cualquiera que fuese la filogenia racial de cada uno de esos grupos. As, si en el momento de su nacimiento se pudiera sustituir un grupo de nios ingleses por otro de nios hotentotes, el comportamiento cultural medio de stos no diferira en forma apreciable del de un grupo de control salvo en rasgos explicables por las variaciones individuales de los procesos de enculturacin. Aqu es imposible aducir las pruebas que corroboran esta afirmacin y hemos de contentarnos con decir que son abrumadoras. Individuos y grupos sociales de todas las

  • razas del homo sapiens han demostrado innumerables veces su receptividad a las influencias aculturadoras en todos y cada uno de los aspectos de la conducta sociocultural. Los indios americanos criados en Brasil no muestran la menor resistencia hereditaria al aprendizaje del ritmo de las danzas africanas; los ingleses educados en China llegan a hablar chino impecablemente; los negros americanos que estudian en el conservatorio escriben sinfonas de tradicin clsica europea; los japoneses no tienen ni la ms mnima incapacidad hereditaria para adquirir los conocimientos electrnicos occidentales; los judos que han crecido en Alemania tienen preferencias gastronmicas alemanas, mientras que los que se han criado en el Yemen adquieren gustos yemenitas; bajo la influencia de los misioneros occidentales, los pueblos de los Mares del Sur han aprendido a ajustar su vida sexual a estrictos cdigos protestantes, y en cualquier lugar, los hijos de personas analfabetas, en el marco de las condiciones enculturadoras adecuadas, pueden adquirir en el transcurso de una vida las enseanzas y el saber que han acumulado centenares de generaciones de hombres de todas las razas del mundo. Aunque no es posible probar que todas las grandes divisiones del homo sapiens tengan igual capacidad para el aprendizaje de todos los diversos tipos de respuestas, s que est fuera de toda duda que la parte, con mucho, mayor y principal del repertorio de respuestas de cualquier poblacin humana puede ser aprendida por cualquier otra poblacin humana. Y, en todo caso, si hay diferencias medias en la capacidad de

  • aprendizaje, puede demostrarse que son insuficientes para explicar los contrastes culturales y subculturales que ocupan la atencin de las ciencias sociales.

    Nadie que est familiarizado con la etnografa moderna puede

    dudar del papel preponderante del condicionamiento enculturador en el establecimiento de las variedades de comportamiento. Nunca se ha establecido una conexin plausible entre genes humanos especficos y rasgos culturales tambin especficos, tales como matrimonio de primos cruzados, filiacin bilateral, poliandria, monarqua divina, monotesmo, precio de la novia, propiedad privada de la tierra, o millares de rasgos mayores o menores de la conducta humana de difusin no universal. Por otro lado, la inadecuacin de las explicaciones racistas de las diferencias y las semejanzas socioculturales resulta an ms patente por el contraste con los xitos cada vez mayores que alcanzan las explicaciones estrictamente culturales o culturales y ecolgicas de esos fenmenos. Porque, fuera de un reducido nmero de incapacidades hereditarias, patolgicas, no existe ni un solo ejemplo de diferencias medias hereditarias en la capacidad de aprendizaje para el que no sea fcil disponer de hiptesis contrarias que lo expliquen por las diferencias en las experiencias del proceso de condicionamiento. Este es sin duda el caso en la correlacin que se ha querido establecer entre los niveles alcanzados en los llamados tests de inteligencia y las distintas razas. Una y otra vez se ha demostrado que esos niveles corresponden con prontitud al nmero de aos de escolarizacin, la calidad de la enseanza, el entrenamiento para la situacin del test, el medio familiar, nuclear y extenso, y una gran abundancia de otros parmetros

  • condicionantes no genticos (KLINEBERG, 1935, 1951, 1963; COMAS, 1961; I. C. BROWN, 1960; DREGER y MILLER, 1960).

    XVI. LOS USOS DEL SPENCERISMO

    La atraccin peculiar del spencerismo resida en que,

    combinando el pesimismo de Malthus respecto del presente inmediato con el optimismo de Helvtius respecto del futuro distante, salvaguardaba la caridad cristiana. La naturaleza humana era modificable, mas no inmediatamente. Las instituciones eran modificables, mas no inmediatamente. La evolucin debe seguir su camino. La supervivencia de los ms aptos modificar la naturaleza y las instituciones humanas; no la una sin las otras. Poco habla, si es que haba algo, que pudiera hacerse para acelerar el proceso; lo mejor que se poda esperar era que los reformadores bien intencionados, pero estpidos, no pusieran obstculos en el camino de la naturaleza. Con palabras del propio Spencer:

    Ningn cambio adecuado de carcter puede producirse en un ao, ni en una generacin, ni en un siglo. Todo lo que la enseanza puede hacer, todo lo que tai vez pueda hacerse con una mayor difusin de los principios de la sociologa, es refrenar la accin retrgrada [DUNCAN, 1908, ii, p. 77].

    Una de las criticas que con ms frecuencia se hacen a

    Spencer y a sus contemporneos es que, creyndose

  • representantes de la avanzada de la civilizacin, se consideraban a s mismos el modelo respecto del cual juzgaban a los otros pueblos. Sin embargo, en el caso de Spencer esta crtica es contraria a los hechos. De la existencia de diferencias en la naturaleza humana para l se segua que cada grupo tena que ser juzgado en sus propios trminos y tratado de la manera adecuada a su propio estado de desarrollo. Lo que era bueno para los hombres civilizados no tenia por qu ser bueno para los nativos. En otras palabras, Spencer defenda una versin inicial del relativismo cultural, una perspectiva que suele considerarse que no existi hasta la crtica posboasiana antievolucionista y que hoy se acepta sin la menor duda como la nica adecuada para el investigador de campo. En Principies of sociology, Spencer escribi:

    Aunque ha llegado a convertirse en un lugar comn que las

    mismas instituciones con las que prospera una raza no responden igual cuando se trasplantan a otra, el reconocimiento de esta verdad sigue siendo, pese a todo, insuficiente. Hombres que han perdido su fe en las constituciones sobre el papel siguen, a pesar de ello, defendindolas para las razas inferiores, pues no a otra cosa equivale su creencia de que las formas sociales civilizadas pueden imponerse beneficiosamente a los pueblos incivilizados, las disposiciones que a nosotros nos parecen defectuosas han de ser defectuosas para ellos, y las instituciones domsticas, industriales o polticas que les beneficien tienen que parecerse a las que nosotros encontramos beneficiosas. Siendo asi que aceptar como verdadero que el tipo de una sociedad viene determinado por la naturaleza de

  • sus unidades, nos obliga a concluir que un rgimen, intrnsecamente de los ms bajos, puede, a pesar de todo, ser el mejor posible en las condiciones primitivas (SPENCER, 1896, i, pp. 232-33).

    Puesto que otras gentes son tan diferentes a nosotros,

    hemos de evitar el imponerles nuestras normas de conducta. Nuestras ideas ticas no pueden tener sentido para ellos. Los modernos relativistas culturales, y en especial aquellos que entre nosotros se preocupan por la preservacin de la integridad cultural de las sociedades llamadas tribales, encontrarn premonitorios estos argumentos de Spencer:

    Y puesto que la preservacin de la sociedad tiene prioridad sobre la preservacin de los individuos, por cuanto es una condicin para sta, al considerar los fenmenos sociales debemos interpretar lo bueno y lo malo en el sentido que tenan primitivamente, no en el que han adquirido luego. Y as debemos considerar relativamente bueno lo que estimula la supervivencia de una sociedad, por grande que pueda ser el sufrimiento que ocasiona a sus miembros [ibidem, p. 233].

    XVII. SPENCERISMO E IMPERIALISMO

    No es necesario que insistamos especialmente en lo til

    que una posicin como sta poda resultar para un imperio

  • en el que no se pona el sol. Presagiada ya en la poltica colonial, resultaba una perfecta racionalizacin del statu quo de la conquista. Los misioneros, los mercaderes, los industriales y los administradores, cada uno a su manera, usaban las supuestas caractersticas especiales bioculturales de las razas inferiores para justificar el trato inferior que les daban. Algunos de los estereotipos clsicos con los que est familiarizado cualquiera que conozca por experiencia la realidad de un sistema colonial suenan as: los nativos son perezosos, no responden como los hombres civilizados a la oferta de salarios, hay que ensearles las ventajas de las formas civilizadas de trabajo por medios distintos de los que resultan apropiados para los hombres civilizados. Deben ser obligados a trabajar limitando para ello la tierra propiedad comn de su tribu, imponindoles capitaciones y contratos obligatorios. A diferencia de los hombres civilizados, las razas inferiores sufren males morales y espirituales cuando se les educa por encima del nivel de enseanza primaria y, en consecuencia, es mejor que, salvo en trabajos manuales, no reciban enseanzas ms avanzadas. Como son ms infantiles que los europeos, para los nativos resulta peligroso el tener libre acceso a las bebidas alcohlicas. Son gentes que si se les da la oportunidad prefieren andar a pie a trasladarse por algn medio de transporte; les gusta ms dormir sobre el suelo fro que en un lecho abrigado; trabajan bajo la lluvia sin sentir la humedad y bajo el sol sin sentir calor; llevan cargas sobre sus cabezas sin fatigarse. La vida no les resulta a estos pueblos tan preciosa como a los

  • europeos; cuando se mueren, los hijos no sufren un dolor tan profundo, y cuando se hieren ellos mismos no les hace tanto dao como a los hombres civilizados:

    Segn Lichtenstein los bosqumanos no parecen sentir en lo

    ms mnimo ni siquiera los cambios ms acusados de la temperatura de la atmsfera, Gardiner dice que los zulus son perfectas salamandras que remueven con los pies las brasas de sus fuegos e introducen las manos en el hirviente contenido de sus vasijas. Los abipones, a su vez, soportan extremadamente bien las inclemencias del cielo. Y lo mismo ocurre con los sentimientos causados por las heridas corporales. Muchos viajeros han expresado su sorpresa ante la serenidad con la que los hombres de tipo inferior se someten a operaciones graves. Evidentemente, los sufrimientos que experimentan son muy inferiores a los que padecen los hombres de tipo superior [SPENCER, 1896, i, p. 51].

    No hay duda de que parte de la responsabilidad en la

    propagacin de estos estereotipos sobre las poblaciones preindustriales recae sobre Spencer. Pero de aqu no hay que concluir que l fuera incapaz de percibir los motivos ocultos del uso del racismo evolucionista por personas directamente envueltas en el imperialismo de finales del siglo xix. Por lo que a l haca, pensaba que con el progreso de las sociedades de tipo industrial haba de aparecer una nueva clase de naturaleza humana adaptada a la competencia industrial ms que a la competencia militar. La persistencia de las sociedades militares era la verdadera responsable de la corrupcin del contacto europeo con las razas inferiores y la

  • que haba llevado a la explotacin de pueblos indefensos en el nombre de una falsa civilizacin. La imagen de Spencer como un Victoriano farisaico que daba por sentada la benevolencia del reparto colonial europeo, aunque generalmente aceptada no da la medida de su verdadera talla. Con lo que verdaderamente simpatizaba era con las sociedades industriales parificas; a pesar de su oposicin a la beneficencia gubernamental, se consideraba a s mismo como un verdadero amigo de los pobres; aborreca las guerras y la preparacin para ellas en las naciones europeas, y le repugnaba la crueldad y la hipocresa de que daban muestras los europeos en su sangrienta bsqueda de mano de obra y materias primas baratas. Vale la pena citar, pese a su extensin, este comentario suyo a unos incidentes en la rebatia africana de finales del siglo XIX para que se vea claro que no es justo despachar sumariamente a Spencer como un simple propagandista del imperialismo capitalista:

    Mientras estas lneas estaban en la imprenta, se ha vuelto a

    demostrar una vez ms de qu puede ser capaz el hombre social, incluso el de una raza adelantada. Para justificar la destruccin de dos ciudades africanas de Batanga se nos informa de que su rey deseaba que se estableciera una factora comercial, y la promesa de que se establecera una subfactora le decepcion. Por eso subi a bordo de una goleta inglesa y se llev al piloto, Mr. Grovier, negndose a liberarlo cuando se le pidi que lo hiciera y amenazando con acortarle la cabeza a este hombre; extrao modo, si fuera cierto, de conseguir el establecimiento de una factora comercial. Mr. Grovier se escap algo despus sin haber sido

  • maltratado durante su detencin. El comodoro Richard ancl con el Boadicea y con dos caones en la costa ante Kribbys Town, residencia del rey Jack, y orden al rey que acudiera a bordo y se explicara, garantizando su seguridad y amenazndole con graves consecuencias en caso de que se negara. Pero el rey no se fi de sus promesas y no fue. Sin preguntar a los nativos si tenan alguna razn para haber capturado a Mr. Grovier, distinta de la muy inverosmil que les atribuan nuestros hombres, el comodoro Richard les dio unas horas de plazo y luego procedi a despejar la playa a caonazos, quem la ciudad, de trescientas casas, arras los cultivos de los indgenas y destruy sus canoas. Por fin, no comentndose con haber quemado la ciudad del rey Jack, fue ms al sur y quem la ciudad del rey Long-Long, Todos estos hechos los publica el Times del 10 de septiembre de 1880, En un artculo sobre ellos, este rgano de la respetabilidad britnica lamenta el que a la mentalidad infantil de los salvajes el castigo ha debido parecerle totalmente desproporcionado a la ofensa, implicando con ello que a la mentalidad adulta de los civilizados no puede parecerle desproporcionado. Ms todava: este influyente diario de la clase gobernante, que sostiene que si no existieran los dogmas teolgicos establecidos no habra distincin entre lo verdadero y lo falso ni entre lo bueno y lo malo, comenta que de no ser por la triste sombra que sobre l arroja la prdida de las vidas [de dos de nuestros hombres, evidentemente] todo el episodio resultara ms bien humorstico. Y qu duda cabe de que despus de que la mente infantil del salvaje ha aceptado la buena nueva que le ensean los misioneros de la religin del amor, hay mucho humor, aunque sea quiz del ms negro, al mostrarle la prctica de esa religin quemndole la casa. Usar el lenguaje de las explosiones

  • del can para hacer comentarios sobre la virtud cristiana, y todo ello apropiadamente acompaado por una sonrisa mefistoflica. Posiblemente, lo que al rey le impuls a negarse a subir a bordo de un barco ingls fue la creencia general de su pueblo de que el diablo es blanco [SPENCER. 1896, ii, pp. 239-40].

    XVIII. EL SPENCERISMO Y LA DOCTRINA

    DE LA UNIDAD PSIQUICA

    Uno de los aspectos peor entendidos del racismo de

    finales del siglo XIX es el de la relacin entre la doctrina de la unidad psquica y la creencia en la existencia de tipos raciales inferiores. La unidad psquica era la idea, extremadamente comn entre los monogenistas, de que la mente humana es en todas partes esencialmente similar. En la versin de Adolf Bastan, se recurra libremente a la unidad psquica para explicar todas las semejanzas culturales dondequiera que se presentaran. Como Bastan defenda una versin especialmente exagerada del idealismo cultural, el hecho de que una idea fuera potencialmente comn a toda la humanidad le pareca una explicacin suficiente de su presencia en uno o ms lugares. Tambin cuando se da particular importancia a la evolucin paralela se acepta implcitamente alguna forma de unidad psquica, puesto que si los diversos pueblos del mundo pasan a travs de secuencias similares, hay que suponer que

  • todos empezaron con un potencial psicolgico esencialmente similar. Mas esta suposicin no tiene relacin necesaria con el concepto posboasiano de la igualdad racial. De hecho, las ideas decimonnicas sobre la unidad psquica tienen muy poco en comn con las ideas del siglo xviii o del siglo xx sobre la relacin entre la raza, la lengua y la cultura.

    XIX. LEWIS HENRY MORGAN, RACISTA

    De la confusin dominante en tomo a esta cuestin da un

    buen ejemplo el famoso pasaje de Lewis Henry Morgan en Ancien society, en el que describe la uniformidad de la experiencia humana:

    Se puede observar finalmente que la experiencia de la

    humanidad ha discurrido por canales prcticamente uniformes; que en condiciones similares las necesidades humanas han sido bsicamente las mismas, y que las operaciones del principio mental han sido uniformes, en virtud de la igualdad especfica del cerebro en todas las razas de la humanidad [MORGAN, 1963, p. 7].

    Sobre la base de este pasaje y de otros parecidos, Eleanor

    Leacock ha tratado de separar a Morgan del racismo dominante en su tiempo. Escribe Leacock (1963, p. ix):

    Morgan estaba claramente en desacuerdo con la idea de que las

  • desigualdades en el desarrollo tecnolgico entre los diversos pueblos se deban a diferencias innatas de habilidad. Quiz porque estaba familiarizado con los indios americanos y los respetaba, Morgan estaba Lejos de aceptar la supremaca de los blancos. La poltica-colonial de la poca se apoyaba en las declaraciones de desigualdad racial y en la proclamacin de la superioridad de los europeos noroccidentales. Morgan, como Waitz antes que l, mantena la unidad de las razas humanas.

    Pero la misma Leacock se ve obligada a observar en la pgina siguiente: A la luz de las ideas de Morgan resulta sorprendente ver cmo en algunas ocasiones se refiere a la "inferior inteligencia de varios pueblos (ibidem, pgina X). Mas ni stos ni ninguno de los otros numerosos pasajes en los libros de Morgan que afirman la innata variabilidad mental y fsica de los diferentes grupos humanos deberan causar sorpresa, pues Morgan era un determinista racial tan complejo como Spencer. Crea firmemente que la raza y la cultura eran interdependientes y que haba rasgos culturales concretos, como las terminologas del parentesco y las costumbres vestimentaras, que se llevan en la sangre.

    Hay algunas costumbres de un carcter tan acusadamente personal que se las puede considerar en un grado preeminente como costumbres de la sangre. Cuando aparecen en reas extensas y se mantienen persistentemente de generacin en generacin, parece como si tuvieran cierta significacin para la cuestin de la probable conexin gentica de los pueblos que las practican. Hay tres distintos usos o costumbres de este carcter que aparentemente se transmiten con la sangre; me he tomado el trabajo de seguir su pista y he encontrado que son prcticamente universales en la familia ganowania. Pueden tener cierto valor como pruebas

  • corroboradoras de la unidad de origen de esas naciones. Tales son, en primer lugar, la costumbre de saludar por el parentesco; en segundo lugar, el uso de pantalones, y en tercero, la costumbre de dormir por las noches desnudos, cada persona envuelta en una brazada separada [MORGAN, 1870, pgina 274].

    No obstante su respeto por los valores de la barbarie,

    Morgan no consider a los indios americanos iguales a los europeos. En su League of the iroquois seala que a los indios les faltaba una pasin esencial, a saber: el deseo de beneficios econmicos:

    Esta gran pasin del hombre civilizado, en su uso y su abuso, su bendicin y su maldicin, nunca excit a la mente del Indio. Esa fue indudablemente la gran razn de que persistiera en el estado de cazador, porque el deseo de ganancia es una de las primeras manifestaciones de la mente progresiva y una de las pasiones ms fuertes de las que el espritu es susceptible. El rotura las selvas, construye las ciudades, engendra a los comerciantes y, en una palabra, ha civilizado a nuestra raza [1851, p. 139].

    Las ideas de Morgan en lo referente a los efectos de la mezcla de razas sobre el temperamento y la conducta son las normales en su tiempo, paralelas en todos los aspectos a las ideas de Spencer:

    El Indio y el europeo son en sus condiciones fisiolgicas polos

    opuestos. En el primero hay muy poca pasin animal, mientras que en el segundo es superabundante. Un indio de pura sangre tiene muy poca pasin animal, que en el mestizo ya sufre un considerable

  • aumento, y en la segunda generacin, con un cruzamiento de tres cuartas partes de sangre, llega a ser excesiva y tiende a convertirse en licenciosidad indiscriminada. Si esto es efectivamente verdad, se trata de un poderoso elemento adverso al que ser muy difcil dominar y vencer definitivamente. En su estado nativo, el indio es incapaz de la pasin del amor, que es enteramente desconocida entre ellos, con la sola excepcin de los indios pueblo, y aun sta limitada. Este hecho est suficientemente probado por el predominio universal de la costumbre de disponer el matrimonio de las mujeres sin que ellas se preocupen en su arreglo y hasta sin su conocimiento [MORGAN, 1870, p. 207n].

    Como una larga serie de indianfilos, encabezada por

    Bartolom de las Casas, el aprecio que Morgan sinti por los indios americanos, a los que defendi durante toda su vida, iba acoplado a vehementes juicios contra los negros (cf. HARRIS, 1964b). En la dcada de 1850, nos cuenta el historiador Carl Resek (1960, p. 63), Morgan se afili a la causa del abolicionismo con la esperanza de que, sin la proteccin de la esclavitud, la raza negra desaparecera:

    Durante los debates del Congreso sobre el compromiso

    de 1850, Morgan expres un sentimiento de negrofobia bastante comn, basado en parte en la creencia de que el negro era una especie separada. Inst a Seward a que limitase la expansin de la esclavitud, porque es tiempo de poner algn lmite a la reproduccin de esta raza negra entre nosotros. En el norte est limitada por los golpes de los blancos. La poblacione negra no tiene entre nosotros

  • vitalidad independiente. En el sur, mientras los negros sean una propiedad, no puede fijarse un lmite a su reproduccin. Es una raza de inteligencia demasiado corta para ser apta para propagarse, y me satisface por entero la reflexin de que en todo el norte los sentimientos que despierta esta raza son de hostilidad. No sentimos respeto por ellos.

    Entonces, qu sentido habra que atribuir a las palabras la igualdad especfica del cerebro en todas las razas de la humanidad? Tan slo el de que en sus ltimos aos, como seala Resek, Morgan rechaz la idea de la polignesis y se convirti en un monogenista firme


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