La globalización y el consumismo han convertido la información en una simple
mercancía, la cual actualmente se compra y se vende a conveniencia de los grandes
grupos económicos.
Es evidente que lo importante no es la calidad de la información o la transmisión de mensajes fundamentados en intenciones éticamente
correctas para buscar el beneficio de los individuos.
Hoy lo verdaderamente trascendente es comercializar la mayor cantidad de
información para la búsqueda de grandes sumas de dinero, pues “quien tiene la
información, tiene el poder”. De allí que ésta sea considerada uno de los negocios más
rentables del presente y del futuro.
El periodismo va perdiendo poco a poco su esencia. La investigación y
profundización de los hechos están siendo sustituidas por grandes mares de
información fugaz y vacua que responde a la nueva estructura de pensamiento de la
sociedad de la información.
La información se incrementa en tanto se vuelve más gratuita. Ahora es patrocinada por la publicidad. Siendo así, este es un asunto más
de propaganda que de información, la cual sólo beneficia a los grandes medios de
comunicación debido a su carácter netamente comercial.
“La información no debe pertenecer a nadie y no debería ser pesada en pesos o dólares.
Atribuirles dueño es un error de concepción. Si seguimos pensando en términos económicos la
historia seguirá repitiéndose una vez más”. Antonio Montesinos.
En la publicidad se elaboran discursos comerciales transmitidos por los medios de comunicación que imponen a la sociedad
tendencias, modas, estilos de vida e ideologías, limitando la libertad de los individuos y
condicionando su pensamiento.
Los medios de comunicación saturan y bombardean a la sociedad con una gran
cantidad de publicidad, cuya consecuencia es la contaminación absoluta del universo de la
información, el cual se encuentra en la actualidad, cargado de falsedades e intenciones ocultas para engañar a los sujetos e incentivar el
consumismo en éstos.