Encuentros de Francisco de Asís
Proceso de conversión
1. Consigo mismo,2. Con los pobres,3. Con el Leproso,4. Con Cristo, 5. Con el Evangelio,6. Con los hermanos
Encuentros de Francisco de Asís
De mi se ha escrito mucho, pero no
siempre ajustado a la realidad. El afán de hacer ver mi vida
dentro del marco de lo “maravilloso” ha contribuido a que aparezca un tanto irreal; por eso me
propongo contarles a ustedes de primera mano y así puedan conocer lo que me
parece que sucedió.
Les voy a contar como empezó mi proceso de conversión, o
como escribí en mi Testamento:
El Señor me dio de esta manera a mí, hermano
Francisco, el comenzar a hacer penitencia…”
Ahora bien, no existe en las fuentes hagiográficas un único
episodio que narre éste mi primer encuentro, conmigo
mismo, con mi yo más profundo
Encuentro consigo mismo
Por ello mi pregunta: «Señor, ¿qué quieres que
haga?» brotaba de mis labios
muchas veces más, a la manera de un eco que se hacía oración insistente.
Encuentro consigo mismo
A la luz de los diversos pasaje nos permite verificar que el
proceso de liberación interior de Francisco se efectuó de una manera progresiva y a través de un profundo encuentro con lo que el texto llama “el hombre interior”, que en este caso va
más allá de la interioridad subjetiva de los propios
intereses, del propio mundo o de la propia vida, y se refiere a
una realidad que toca la esencia misma del hombre, es
decir, que va a la raíz misma de su ser.
Encuentro consigo mismo
Encuentro consigo mismo
Buscar un refugio en el secreto de la soledad
conlleva como consecuencia un
encuentro consigo mismo y una búsqueda de Dios en la oración.
Mi segundo momento está caracterizado cuando salí de
mi mismo y la apertura al mundo de los otros, en
particular de los pobres. También aquí inicié un
proceso que comienza con el rechazo de ellos, pasó por una actitud paternalista y
culminó en la identificación con los pobres.
Encuentro con el pobre
Como consecuencia, me propuse en mi corazón no negar nada en
adelante a quien me
pidiera algo por amor de
tan gran Señor.
Encuentro con el pobre
El cambio que realicé fue
muy gratificante,
pues el mundo social se
traslada del ambiente
burgués de mis amigos y compañeros
de fiestas al de los pobres de mi
ciudad
Encuentro con los pobres
El encuentro con el leproso es uno de los episodios más hermosos de
mi vida
Encuentro con el leproso
Fue tal la incidencia que tuvo en mi
vocación, que se constituyó en un
factor determinante en la respuesta al
llamado del Señor y me dio un matiz específico en mi
espiritualidad.
Encuentro con el leproso
Otro encuentro que quedó marcado en mi
corazón fue el encuentro con el crucificado en la iglesia de San Damián.
Encuentro con el crucificado
Cuando caminaba cerca de la iglesia de San Damián, me fue dicho en el espíritu,
que entrara a orar en ella. Luego que entré
me puse a orar fervorosamente ante
una imagen del Crucificado, que
piadosa y benignamente me
habló así:
Encuentro con el crucificado
Encuentro con el crucificado
“Francisco, ¿no ves que mi casa se
derrumba? Anda, pues, y repárala”.
Después de este encuentro quedé iluminado con tal gozo y claridad,
que sentí realmente en mi alma que
había sido Cristo crucificado el que me había hablado.
Encuentro con el crucificado
Es un encuentro que marca un cambio
efectivo de Francisco, aunque todavía transitorio,
en cuanto lo indujo a reconstruir iglesias.
Encuentro con el crucificado
Encuentro con el Evangelio
Cada uno de los encuentros que les he
comentado han marcado
profundamente mi proceso, y el que
continúa es uno de ellos. “Encuentro con
el Evangelio”.
Habiendo escuchado un día en la celebración de la misa lo que dice Cristo a sus discípulos cuando los envía a predicar, es decir, que no lleven para el camino ni oro ni plata, ni alforja o zurrón, ni pan ni bastón, y que no usen calzado ni dos túnicas, y como comprendiera esto más claro por la explicación del sacerdote, dije transportado de indecible júbilo:
Encuentro con el Evangelio
“Esto es lo que ansío cumplir con todas mis
fuerzas”.
Encuentro con el Evangelio
Esta era la pregunta que constantemente me rondaba ¿Señor, qué
quieres que haga?, sólo después de escuchar la
palabra de Dios, encontré una respuesta clara.
Encuentro con el Evangelio
La inmediatez de mi respuesta, el cambio
súbito de vestido y mi dedicación inmediata a la predicación era un indicio
de que mi corazón se encontraba abierto y
disponible a la Palabra de Dios.
Encuentro con el Evangelio
A mí, francisco, “El mismo Altísimo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio”
Encuentro con el Evangelio
En todo el recorrido de mi caminar y en mi
proceso de conversión, se me
fueron uniendo hermanos.
“El Señor me dió Hermanos…”
Encuentro con los hermanos
Cuando llegó el primer compañero, Bernardo, Yo le di gracias a Dios y me alegré profundamente, pues no tenía todavía ningún compañero.
Encuentro con los hermanos
Encuentro con los hermanos
a
Mis hermanos se llaman menores precisamente para que no aspiren a hacerse
mayores. La vocación les enseña a estar en el llano y a seguir las huellas
de la humildad de Cristo para tener al fin lugar más elevado que otros en el
premio de los santos.
(2Cel 148)
Yo, el hermano Francisco, vuestro menor siervo, os ruego y os conjuro, en la caridad que es
Dios y con la voluntad de besaros los pies, que recibáis con
humildad y caridad éstas y las demás palabras de nuestro Señor Jesucristo, y que las pongáis por obra y las observéis. Y a todos
aquellos y aquellas que las reciban benignamente, las
entiendan y envíen copia de las mismas a otros, y si en ellas
perseveran hasta el fin, bendígalos el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. (2Cta F)
FIN