FACULTAD DE DERECHO
ENSAYO
La sobre-criminalización en las reformas penales y políticas de
Estado para disminuir la criminalidad
AUTOR:
NÚÑEZ CHÁVEZ, Elmer Jesús
CATEDRÁTICO:
VILLALVA VILLA, Enos
AULA/ CICLO:
305 - IV
Lima, noviembre del 2013
La sobre-criminalización en las reformas penales y políticas
de Estado para disminuir la criminalidad
Jesús Núñez Chávez
Introducción
El siguiente ensayo es el resultado de un proceso de investigación
exhaustiva, objetiva y crítica respecto a la neo-criminalización y sobre-
criminalización en el Perú. Soy un estudiante de Derecho de la Universidad
Privada César Vallejo, sede Lima - Norte. Desde múltiples miradas, este trabajo de
investigación trata de proponer enfoques diferentes sobre las Políticas Criminales
adoptadas por el Estado. Con lo cual, espero contribuir en el debate académico
sobre la realidad Penal en nuestro país
Es relevante la inseguridad en el Perú. No somos ajenos, a las noticias que
informan los medios de comunicación social, sobre las escalofriantes conductas
delictivas cometidas todos los días. Vivimos en incertidumbre y zozobra permanente,
ante la inactividad, ineficiencia e ineficacia del Estado. Para combatir la
delincuencia, el crimen organizado y otros flagelos que azotan la tranquilidad y
seguridad ciudadana.
Es evidente, la delincuencia ha crecido y va en aumento. Es más, ahora
mismo estamos enfrentando una ola criminal que ha puesto en jaque a las
autoridades y que la policía se niega a aceptar. Los peruanos y peruanas clamamos
a nuestras autoridades, sobre todo al gobierno central y poder judicial, sanciones
muy drásticas y ejemplares a los sujetos que cometen delitos. A efectos de intimidar
y aminorar el ánimo de realizar conductas antisociales de sujetos que han hecho o
piensan hacer una modalidad de vida dentro del mundo delictivo.
Ante esta ola creciente de la delincuencia en general, me propuesto investigar,
analizar y dilucidar los presupuestos que contribuyen a la comisión de delitos. El
problema delincuencial que vive el pueblo peruano, tal vez pasa por la poca
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educación que recibimos. ¿Son las cárceles el problema?, o ¿Acaso está en la
educación la solución?, Algunos aducen que habría que fortalecer el sistema
incrementando las penas, como se ha hecho en la ley 30077 y 30076, incluyendo la
pena de muerte. ¿Están en lo correcto?, o ¿será la falta de políticas de prevención
de delitos? ¿Es correcto incrementar las penas y crear más delitos como el
infanticidio?
El gobierno debe enfocar políticas criminales de reforma, siendo
primigeniamente educacional y no jurídico. No coincido con quienes atribuyen la
causa de la inseguridad a la Policía Nacional o a la prevención, pues creo que la
causa radica en ambas: debemos tener policías bien pagados, bien entrenados,
honorables y honestos, además, con cárceles más decentes, de manera que se
pueda lidiar con los sujetos que no pueden ser controlados.
Por ello, creo que la clave está en la prevención y educación de calidad. En
el Perú es muy claro, el crimen está ligado a la pobreza, a la desesperanza y a la
falta de oportunidades, y por qué no decirlo a la falta de una educación digna.
Convirtiéndose en el punto neurálgico para hacer frente a cualquier amenaza
antisocial. Y no con políticas legislativas torpes y poco razonables en incrementar o
endurecer las penas.
En líneas del presente ensayo ampliaré lo importantísimo que puede ser una
educación de calidad y una efectiva prevención delictiva. Asi como también
políticas criminales razonables, a efectos de contrarrestar las conductas delictivas.
En efecto, he destacado cinco razones: la criminalidad política, las políticas
criminales preventivas, la educación abre oportunidades y contribuye al desarrollo,
las cárceles y su papel de resocialización, y finalmente líneas políticas que preocupa
al Estado para disminuir la criminalidad.
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Sobre-criminalización y neo-criminalización en el derecho penal peruano
Empiezo por preguntarme ¿El incremento de la penas y crear nuevos delitos,
disminuye la comisión delictiva? Lamento decirles que no, y ¿por qué será? ¿Quién
o quiénes son los responsables de que no se logre lo propuesto? ¿Acaso son los
jueces? O ¿Tal vez los mismos Legisladores o el gobierno en general? O ¿será la
sociedad porque no está acostumbrada a respetar?
En este orden de interrogantes, puedo encontrar muchos factores que impiden
disminuir la delincuencia. Respondiendo a la primera pregunta la historia nos ha
demostrado que el incremento desmesurado de las penas no ayuda a combatir el
crimen. No obstante, hay que reconocer que en algunos aspectos si ha favorecido
inmensamente a la sociedad. Siguiendo con la temática el por qué no ayuda a
disminuir la delincuencia, una respuesta lógica y razonada será, tal vez, que los
problemas culturales y sociales no se solucionan con leyes. Sino por el contrario con
otros mecanismos efectivos que ataquen directamente a las bases del problema.
Si pensamos que la responsabilidad es solo de los Legisladores, por emitir
normas que luego sufren el fenómeno efecto rebote, debido a que no se ha hecho un
estudio técnico. Tal vez, sea cierto, sin embargo, hay otros responsables también,
que señalaré más adelante. Es verdad, la torpeza legislativa en materia penal y
preventiva, el pobrísimo conocimiento del Derecho Penal en toda su amplitud y peor
aún de los altos indicadores de corrupción en todas las agencias operadoras del
Derecho peruano, impiden alcanzar los objetivos. Si aludimos a los jueces su labor
es muy pobre y dejada. Muchos de ellos se defienden y argumentan, la carga
procesal impide hacer efectivo el Ordenamiento, claro, en cierto modo sí, pero es
muy débil su respuesta. La autocrítica judicial les permitiría ver los cuellos de botella,
los corruptos y sátrapas, no entiendo por qué no se largan y están haciendo tanto
daño a esta digna institución.
Entonces, a quién responsabilizamos de lo ineficaz que resultan las reformas
penales, en disminuir los flagelos delictivos de índole muy perniciosa para la salud
del país. Los Gobiernos ofrecen el oro y el moro en sus discursos de cada 28 de
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julio, prometiendo acabar con la delincuencia, la pobreza, el analfabetismo y la
desigualdad. Sin embargo, y como siempre queda en papeles, los cuales son los
únicos que pueden soportar palabreríos baratos y demagógicos. Que no hacen, sino
endurecer y envenenar el alma de los grupos desfavorecidos. En consecuencia, la
única forma de hacerse notar, ni siquiera eso, ganarse la vida, es acudiendo y
embarcándose por senderos que les acabaría hasta sus vidas.
. Asimismo, el poco interés del Estado en plantear políticas de desarrollo e
inclusión en los lugares de mayor peligrosidad, esto es los desfavorecidos. Claro, es
más fácil encerrar a jóvenes y adolescentes en un centro penitenciario y olvidarse de
su recuperación, a que se les ayude o apoye e incluso curar de sus males
psicológicos y sociales que son determinantes para cometer delitos.
Ahora bien, está demás indicarles, es lógico que personas que cometen
conductas que vulneran al Derecho y por ende a la sociedad sean sancionadas o
castigadas. El extremo del castigo es la pena, pues la ciencia del Derecho sostiene
que el fin es reparar el daño ocasionado. Me pregunto ¿será cierto eso?
¿Encerrando a una persona se podrá resarcir el daño de la víctima? Nuestros
fiscales contestarán que sí, la sociedad también. Sin embargo, no es cierto o tal vez
sí. Razonemos un poco. Ah, pero con ello no estoy justificando y mucho menos
defendiendo a los delincuentes, peor aún creer que no deben ser sancionados o
castigados. Estoy de acuerdo y comparto con algunos magistrados cuando sostienen
que hay sujetos no deben salir de la cárcel por el resto de sus vidas. Entre ellos los
terroristas, narcotraficantes (macro), violadores de niños, etc. Pero mi enfoque y
propuesta es buscar nuevos mecanismos preventivos diferentes.
En líneas arriba he sostenido mi crítica a las malas políticas de reforma de la
ley penal de manera general. Sin embargo, voy a referirme a las leyes 30077 y
30076, estas entraron en vigencia en agosto último. La primera es del crimen
organizado y la segunda de la inseguridad ciudadana respectivamente.
Como es de conocimiento, toda reforma penal es para agravar las penas o
crear delitos. En la ley 30077 no se ha hecho sino complicar la labor del Poder
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Judicial. La definición de crimen organizado se presta para muchas interpretaciones
erróneas. Claro está, los abogados penalistas tendrán mucha tarea, que finamente
generarán y obligarán a los jueces a emitir sentencias irracionales.
Con la nueva ley toda conducta antijurídica que se realice por más de tres
personas será calificada de crimen organizado y serán juzgados en la Sala Penal
Nacional independientemente del lugar donde se haya cometido el delito. Me parece
absurdo, con esto lo único que se logrará es incrementar la carga procesal en Lima,
lo cual les servirá a nuestros Magistrados Superiores para escudarse y no hacer
efectivo el Ordenamiento. Peor aún, algunos sujetos saldrán en libertad por exceso
de carcelería, que no es otra cosa que alcanzar la impunidad.
Asimismo, en esta ley se ha incorporado el delito de “feminicidio”, quizás la
intención es buena ya que se busca proteger más a la mujer peruana. Son
asombrosos los asesinatos cometidos por sujetos contra su pareja, para sancionarlo
está el tipo penal de parricidio. A pesar de ello se creó otro delito, lo cual afirma la
neo criminalización.
El titular del Poder Judicial Enrique Mendoza, señaló que si bien la Ley 30077
o Ley Contra El Crimen Organizado, tiene el objetivo de disminuir la delincuencia en
nuestro país, sin embargo necesita reajustes, a efectos de evitar la carga procesal en
la Sala Nacional. Asimismo manifestó que dicha institución no cuenta con el
presupuesto ni la infraestructura adecuada para hacer frente y solucionar esta
cantidad de casos. En consecuencia, se produciría un embotellamiento de procesos,
lo cual les sería imposible solucionar. No le falta razón al titular del Poder Judicial, ya
que ahora todos los casos graves o leves que sean cometidos por grupos
organizados lo verá dicha Sala. Anteriormente se solucionaban solo casos de mayor
gravedad y peligrosidad.
No obstante, el presidente del Poder Judicial,
Aplaudió la Ley 30076 o Ley de Seguridad Ciudadana, que modifica diversos artículos
del Código Penal, Código Procesal Penal, Código de Ejecución Penal y del Código de
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los Niños y Adolescentes con la finalidad de combatir la inseguridad ciudadana. Entre
otros puntos, según esta ley, los robos al paso de celulares, carteras y bienes de
montos menores a un sueldo mínimo (S/.750) serán sancionados hasta con seis años
de prisión La Ley de Seguridad Ciudadana reajusta la aplicación de las penas por parte
de los jueces, con atenuantes y agravantes, como la reincidencia. Todo ello permite
una aplicación rápida de la justicia. Se trata de una herramienta que permite al juez
aplicar una justicia más equitativa. Antes, un juez de un lugar aplicaba 15 años de pena
y por el mismo hecho se daban 8 años en otro lugar. Esa daba una sensación de
asimetría”, concluyó (21 de agosto del 2013). El comercio, p. 23.
Concluyo sosteniendo, así como hay aciertos en la modificación de las leyes,
también pecan de ingenuos los legisladores al creer que es la manera correcta de
enfrentar y disminuir la delincuencia. Cabe señalar, en gran parte la responsabilidad
lo tenemos los mismos peruanos, no sabemos respetar, o mejor no respetamos a
nadie. Entonces, el problema es cultural, el proceso de cambio es largo por eso hay
que empezar a trabajar enfáticamente con programas educativos y preventivos
desde ahora.
Políticas criminales preventivas
Para poder llevar a cabo la prevención, hay que definir el concepto de ésta: es
imaginar con anterioridad un hecho criminal y preparar los medios necesarios para
impedirlo, de manera que no se produzca el daño o peligro. En la prevención se
emplean otros términos a manera de sinónimos como: control, intimidación y
predicción. La política criminológica puede ser entendida como la puesta en práctica
del conjunto de medidas preventivas y de acción pos-delictiva, ha de comprender
todo lo que esté a disposición para tratar y reducir la criminalidad.
En los países del mundo entero; las estadísticas de la criminalidad han
aumentado en forma rápida, fuerte y degenerada, la criminalidad se ha convertido en
un fenómeno normal que cada vez más personas adoptan y evolucionan.
Doctrina autorizada en materia preventiva señala:
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Hay dos factores que contribuyen principalmente a esta situación. En primer lugar, el
Estado no se dio cuenta a tiempo de las limitaciones de la justicia penal tradicional como
la policía, los tribunales, las cárceles, etc. para responder a ella; en segundo lugar, se
presta un apoyo mínimo a la Política Criminológica y a la Criminología que tienen por
objeto conocer las causas y reducir la cantidad de víctimas y de criminales (Wesel, 1956,
p. 64).
Como es de conocimiento común, todas las sociedades, han utilizado el
castigo como medio para disuadir a las personas de realizar conductas contrarias al
buen vivir o a Derecho. De tal manera que exista un orden, respeto y paz social. Es
así como se desarrolló el Derecho Penal, tipificando delitos, con castigos y penas,
con la esperanza de acabar con el problema. Sin embargo, la historia ha confirmado
el fracaso total de la pena como medio único para prevenir conductas criminales. Por
eso, ha surgido la idea de prevención como un elemento fundamental para impedir
su realización y evitar llegar a la aplicación de la pena.
De lo dicho en líneas anteriores, en materia de prevención es fundamental el
rol que desempeña el Estado y las instituciones ejecutivas del poder punitivo. La
globalización y el avance científico son factores que permiten y contribuyen al
incremento desmesurado de los delitos y de las distintas formas de criminalidad.
Para ello, el Estado debe replantear su política en materia de seguridad pública y
prevención delictiva. Por otro lado, el rol de los fiscales y Policía Nacional es
esencial, ya que son los primeros en conocer la comisión delictiva, a través de las
denuncias recibidas en sus instituciones.
Es importante señalar, los medios que conducen a reducir el fenómeno
antisocial son necesariamente aquéllos que puedan oponerse a los factores
criminógenos que la ocasionan o favorecen. Siendo la criminalidad, en parte, un
producto de la miseria, de la ignorancia y de la enfermedad mental y social. La falta
de oportunidades, la mala educación, la ausencia del Estado en las zonas más
vulnerables del país, falta de programas sociales que contribuyan al desarrollo
integral, y sobre todo la inactividad de los gobiernos en capturar a los que han
delinquido y reeducarlo brindándoles apoyo y trabajo.
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También, los medios hábiles para limitar en lo humanamente posible, son
aquéllos que combaten esos factores. El Estado, por medio de sus instituciones y
servidores públicos, debe dar ayuda a reducir los factores criminógenos. Se ha de
entender lo anterior como prevención social del delito, para lo cual, Hurtado define
prevención del delito como la que:
Engloba las estrategias y medidas encaminadas a reducir el riesgo de que se produzcan
delitos y sus posibles efectos perjudiciales para las personas y la sociedad, incluido el
temor a la delincuencia, y a intervenir para influir en sus múltiples causas (2007, p. 303).
Finalmente, de manera enfática sostengo, para evitar o impedir la
configuración de conductas que reúnen los presupuestos calificativos de delito. Pasa
por la eficiencia y eficacia del Estado en ejecutar proyectos, mecanismos y políticas
que disminuyan el apetito delictivo. Fortaleciendo todas las instituciones estatales y
privadas encargadas de la seguridad pública y nacional. Comprometiendo a nuestra
policía nacional a trabajar por el cuidado y seguridad del pueblo, para ello se les
debe asignar un sueldo justo con incentivos por el buen desempeño que
realicen a favor de la comunidad. Además, Involucrar a la población desde el
diagnóstico hasta la implementación de programas de prevención, desarrollando
redes participativas de manera integral.
La educación abre oportunidades y contribuye al desarrollo
Empiezo por conceptuar este derecho muy importante y universal, además
debe ser de acceso para todos y todas; la educación: puedo decir que es el proceso
por el cual, el ser humano, aprende diversas materias inherentes a él. Por medio de
la educación, es que sabemos cómo actuar y comportarnos dentro de la sociedad.
Es un proceso de sociabilización del hombre, para poder insertarse de manera
efectiva en ella. Sin la educación, nuestro comportamiento, no sería muy lejano a un
animal salvaje.
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La educación constituye un factor esencial para la construcción de una
sociedad más segura, toda vez que busca no sólo instruir personas sino formar
mejores ciudadanos, más responsables e informados. La educación nos es
impartida, desde la infancia. Ya en la lactancia, el niño comienza a crear vínculos
sociales, con quienes lo rodean. El ser humano, está constantemente, en un proceso
de educación. El hombre es una verdadera esponja, el cual va reteniendo
información, con todo aquello con que interactúa.
El conocimiento general de este derecho es que en la antigüedad muy pocos
sabían leer y escribir. Pero con el avance del progreso humano la educación ha ido
mejorando. Sin embargo, el origen, evolución y perfeccionamiento no es materia de
mi investigación. Por ello, mi enfoque educativo alcanza cómo el acceso a este
derecho contribuye a disminuir los altos índices delincuenciales y por qué no decirlo
alcanzar una sociedad digna acorde a la naturaleza humana.
Ahora bien, me atrevo a suscribir que la a educación, junto con la intervención
estatal en la inclusión social, es una de las claves para terminar con la violencia en
las calles. Pero además, es la herramienta más importante para lograr mejorar la
calidad de vida de todos, ya que permite la libertad de elección al ser la escuela
órgano base que brinda los instrumentos para que los individuos puedan
desenvolverse.
No se puede dejar de señalar que la educación es un derecho universal,
garantizado no solamente por la constitución nacional, sino también por la
declaración de los derechos humanos de la ONU. La educación permite formar
individuos de carácter crítico, que cuestionen las ideas de una época e intenten
alcanzar algo mejor, que busquen superarlas o adhieran a ellas pero con convicción,
siempre sabiendo de qué se trata y cuáles son sus consecuencias. De esa manera
una sociedad, a través de la crítica constructiva, logra avanzar y volverse más justa
asegurando el bienestar integral.
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Es curioso que esta investigación me haga recordar mis pasos por Colombia,
exactamente en campañas presidenciales del año 2005. Entre los debates y
propuestas recuerdo una frase que nunca voy a olvidar, que además dio resultados
(cuando fue alcalde de Bogotá) del entonces candidato presidencial Antanas
Mockus, aseguraba que combatir el crimen con educación y ética es más
tardado y costoso que las armas, pero es la solución definitiva.
No obstante, y es pertinente señalar, la educación se ha transformado en una
forma de discriminación más. Se ha convertido en otro mecanismo para estirar la
brecha entre ricos y pobres, condenando a la casi imposibilidad de ascenso social y
progreso a los desfavorecidos. Desde ya esto repercute directamente en la
generación de la delincuencia al no brindar las herramientas esenciales para la
correcta integración al mercado laboral, pero más importante aún, al evitar generar
conciencia crítica de una sociedad como la actual. De esa manera, los productos
finales de las escuelas chocan de frente contra una realidad que no están
preparados para enfrentar y buscan en la delincuencia alternativas que no ven en las
conformaciones sociales tradicionales. Por ello, creo que es el punto neurálgico
materia de revertir, a efectos de lograr que todos sin excepción alguna, además es
tarea del Estado educar a su pueblo.
Cabe señalar, la opinión de un jurista muy conocido en el ámbito penal. El
Doctor Zaffaroni (1995), considera que, “la educación es la columna del edificio de
una sociedad. Ella determina el desarrollo y progreso de un país, por ende de la
sociedad” (p. 56). En resumidas palabras sin educación al alcance de todos, el
cambio social se hace cada vez más difícil. Es el Estado quien debe tomar cartas en
el asunto y garantizar la aplicación de planes profundos que tengan como fin evitar
que la educación se convierta un privilegio de pocos.
Asimismo, es tarea del Estado quien debe solucionar los problemas
educativos de contenidos y la situación de los docentes, no empresas privadas a las
que se le otorgue el derecho de dictaminar cuales son las orientaciones a seguir en
materia educativa. Son nuestros políticos quienes tienen que ponerse frente al
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problema y plantearse que sin educación y nutrición igualitaria para todos, un país no
puede salir adelante. Pero también, el resto de nosotros debe saber que nos
corresponde iniciar este cambio reclamando al Estado recuperar el terreno perdido.
Como argumento final, sostengo que la educación es un poderoso
instrumento para formar valores de responsabilidad, respeto, solidaridad y
legalidad en niños y jóvenes. Además es la variable que más influye en el nivel de
ingresos de las personas, ya que permite escapar del círculo vicioso de la pobreza y
transitar hacia una vida más libre, digna y plena. Por lo tanto, se convierte en un
arma letal para prevenir la formación de grupos juveniles delincuenciales. Por eso, el
Estado tiene el deber de alfabetizar a todos los peruanos y peruanas
.
La cárcel y su papel de resocialización
Históricamente, los Centros Penitenciarios tienen al igual que muchas otras
cosas en la vida, un origen religioso, por su similitud con penitencia, se pretende que
el individuo purgue y elimine sus males. Por otro, lado, pena, es una acción impuesta
para corregir, avergonzar. Sin embargo, en un modelo actual, “en apariencia”, el
sistema de readaptación social o reinserción pretende curar al individuo sujeto a una
pena, por lo que el establecimiento debe cumplir con características que den lugar a
la misma. “La pena tiene varios objetivos dentro de los cuales supone que con sus
características logrará la prevención del delito y la rehabilitación del sujeto criminal”
Villavicencio (2007, p. 114).
Ahora bien, con respecto a la ineficacia de la cárcel, sin temor a equivocarme,
sostengo, si bien es cierto, se cree que el encierro de los sujetos que han delinquido,
es el remedio, la cura o la readaptación a la sociedad. Me asombro, a la vez, me
indigno al darme cuenta que este tipo de políticas criminales no funciona. Sin
embargo, la torpeza del Estado, el poco conocimiento del legislador en su conjunto
en materia de prevención determinan el cauce continuo del error o ¿será tal vez que
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no quieren solucionar estos problemas perniciosos para nuestro país? La respuesta,
aún sigo buscando.
Considero también que la pena es intimidatoria, dolorosa, ejemplar, legal,
correctiva, y justa. Esto es lo que la pena pretende. Sin embargo, al igual que
muchas otras leyes, política e instrumentos se quedan alejados y en total hipocresía.
Es lamentable la ceguera de nuestros legisladores, consideran incrementar o
endurecer las penas con la finalidad de evitar la comisión delictiva. Señores está
comprobado y la historia nos ha dado la razón, no es inteligente, por no decir que es
una torpeza legislativa procurar intimidar a la ciudadanía con penas duras. Por el
contrario surge, lo que en doctrina se llama el efecto rebote. Entonces solucionar y
curar las enfermedades delictivas no pasa por penar a una persona. La política
criminal debe replantear sus teorías acorde a un mundo globalizado y a una sociedad
con necesidades no atendidas.
Los centros de readaptación social están sobrepoblados y no cumplen con su
función curativa, al contrario, sirven solo como centros de “represión” Social sin más
fines. En el ámbito penitenciario es frecuente observar las carencias de la cárcel, la
suciedad, las enfermedades, la prostitución, corrupción, promiscuidad homosexual y
heterosexual, los escapes, la dominación por parte de los internos, las extorsiones
desde adentro, entre muchas otras conductas. La pena supone una curación, pero
como muchas otras cosas más sus intenciones exceden de sus reales alcances.
Además, es preocupante que muchas personas están en espera de una
sentencia porque no tienen un defensor particular. Como no tienen un abogado que
esté vigilando constantemente el expediente, insistiendo con el actuario, el
notificador, que le agilicen esas etapas, deben esperar mucho tiempo. Es peor aún,
cuando los señalados deben defenderse a través de un abogado de oficio, quien está
lleno de trabajo y no tiene tiempo de atender tantos asuntos. Me pregunto:
– ¿Entonces las cárceles están llenas de gente pobre?
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Lamentablemente tengo que decir sí. Es contraproducente que no reciban su
sentencia, porque implica un alto costo para la sociedad y entran a la escuela del
delito, sobre todo los primodelincuentes (quienes incurren por primera vez en un
delito). Estas personas (algunas) cometieron un error y están arrepentidos. Es el
reflejo que la ley y la justicia favorecen a los ricos. Tal vez me equivoco, la
corrupción hace que los desamparados y pobres pasen muchos años en la cárcel.
Así pues, enviar a la cárcel una persona no responde a lo que normalmente
llamamos como castigo debido a que no hay intencionalidad expresa de reducir la
probabilidad futura de transgresión a la ley. Es importante señalar en nuestro país
por lo menos, la cárcel – reeducación es inexistente hoy en día. ¿Quién pretenderá
que se apliquen realmente programas de reeducación concretos en nuestras
instituciones penitenciarias? El simple hecho de fijar por adelantado un determinado
periodo de permanecer en la cárcel prueba que la voluntad de reeducación es
inexistente en el ánimo de quien emite la sentencia.
Con respecto a la cárcel Martín (2012) señala:
A la cárcel van las personas que han cometido una fechoría. Allí pasan un tiempo y
cundo salen se reincorporan a la sociedad a una vida normal. Esto es lo que en
principio todos creemos. Sin embargo, no es exacto, parece que la cárcel no ayuda –
o mejor, ayuda poco- a preparar a los presos para reincorporarse a la vida en
sociedad; más bien al contrario. Ocasiona daños irreparables a los sujetos que han
delinquido (p. 56)
Es tiempo de que vayamos pensando en otras formas de castigo para quienes
infrinjan la normatividad. Que no sea simplemente el aislamiento prolongado; pero
mientras llegamos a métodos más civilizados vayan estos pocos renglones como un
llamado para que las cárceles dejen de ser exclusivamente sarcófagos de seres
vivientes que se pudren ante la indiferencia de políticos, religiosos, filósofos y de la
sociedad en general. Exceptuando a algunos amigos y familiares cercanos que más
por compasión, complejo de culpa y caridad cristiana que por conciencia social
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frecuentan las cárceles en un intento desesperado por aliviar de alguna manera el
proceso de degradación que paulatinamente ocasiona la cárcel.
En síntesis, la pena, así como el tratamiento penitenciario tienen como
objetivo la reeducación, rehabilitación y reincorporación del interno a la sociedad. Lo
anterior debería ser el resultado de la pena, pero desgraciadamente no ha existido
una pena y un tratamiento que reduzca el hecho criminal; se ha visto que la pena y el
tratamiento penitenciario son ineficaces. Por otro lado, la prevención debe ser
considerada como herramienta básica para la reducción de la criminalidad, la
violencia y la inseguridad. Entonces las cárceles no cumplen con su papel de
reeducar al individuo, sino por el contrario envenenan más su alma.
Líneas políticas que preocupa al Estado para disminuir la criminalidad
a) Tráfico ilícito de drogas y lavado de activos
Es indignante, que los gobiernos se jacten de implantar políticas de lucha
frontal contra el tráfico ilícito de drogas. Peor aún, contra el lavado de activos. Es
curioso que no haya ninguna sentencia ejemplar de lavado de activos. Me pregunto
¿Será tal vez porque este delito está impregnado en las más altas esferas del poder
político? No necesito razonar mucho, menos conocer la dogmática jurídica para
darme cuenta del compadrazgo y favoritismo que se deja mostrar en el poder
político. Claro está, la protección del gobierno al ex presidente Alejandro Toledo, de
aplicarse la norma estaría en la cárcel. Ya que la no justificación de la obtención de
su dinero se presume que estaría cometiendo el delito de activos.
No obstante, luego de hacer mi crítica, por cierto, quiero plantear algunas
alternativas de solución para prevenir y aniquilar este flagelo tan inicuo para la
sociedad peruana. La experiencia de los últimos años muestra que el Estado
Peruano no ha priorizado la lucha contra las drogas. Ello se expresa en el incremento
sostenido de cultivos ilegales de coca desde el año 2000. No ha habido una
implementación integral de la estrategia antidroga. Por lo tanto, se han ampliado los
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efectos negativos del tráfico ilícito de drogas en nuestra población: marginación y
exclusión, corrupción institucionalizada y violencia relacionada a los remanentes de
la subversión.
Sin embargo, ha habido una experiencia alentadora focalizada principalmente
en la Región San Martín donde se ha logrado reducir en forma sostenida la presencia
de cultivos ilegales de coca y se ha incorporado a los ex cocaleros a la economía
lícita principalmente mediante la producción de cacao, café y palma aceitera.
El narcotráfico invierte ingentes recursos en la promoción de su negocio ilícito.
Es decir, en la compra de la materia prima de la hoja de coca; en la provisión de los
insumos químicos que son desviados para la elaboración de drogas; en el
financiamiento de la comercialización, transporte y exportación de drogas; en la
protección de toda la cadena de producción de drogas y en la red de corrupción que
corroe las instituciones del Estado y de la sociedad, entre otros. Por ello, la lucha
contra el tráfico ilícito de drogas requiere de recursos adecuados que financien las
acciones para combatirla.
Asimismo, el Estado debe implementar estrategias antidrogas de manera
integral involucrando la intervención activa y complementaria de todas las
instituciones del Estado Peruano en sus tres niveles de gobierno: nacional, regional y
local. Esta Estrategia plantea objetivos, actividades, programas y metas que
aseguran una acción eficaz en el combate de las drogas. Del mismo modo, el Estado
Peruano debe asignar los recursos presupuestales necesarios para lograr lo
esperado.
Mi propuesta, contempla acciones de sensibilización y comunicación dirigidas
a la población general respecto a los riesgos y consecuencias del tráfico ilícito y
consumo de drogas. Se debe promover campañas para dar a conocer lo pernicioso
que resultan estas actividades ilícitas.
Como peruano me preocupa que diariamente adolescentes y jóvenes entre
los 12 y 25 años de edad ingresen a este mundo de la drogadicción, pandillaje,
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crimen organizado y otras modalidades de organizaciones criminales. Del mismo
modo es alarmante ver en los noticieros el mismo cuadro delictivo todos los días:
asesinatos, violaciones, robos, ultrajes, secuestros al paso, nuevas figuras nefastas y
protagonistas de asesinatos de alto grado.
En consecuencia, el Estado está en la obligación, es su tarea, implantar
proyectos de producción alternativa en los lugares donde se produce la hoja de coca.
Además, nuestras autoridades deben actuar imparcialmente en los delitos de lavado
de activos, independientemente de quien esté involucrado. Asimismo, realizar
campañas a nivel nacional de prevención del tráfico ilícito de drogas, involucrando a
los locadores su participación activa en la lucha frontal contra este flagelo.
b) inseguridad ciudadana
La inseguridad ciudadana, es el flagelo delictivo debido al que la población
peruana busca una solución inmediata al creciente riesgo que abunda en nuestras
calles al transitar por ellas.
La inseguridad ciudadana se define como:
El temor a posibles agresiones, asaltos, secuestros, violaciones, de los cuales
podemos ser víctimas. Hoy en día, es una de las principales características de todas
las sociedades modernas, y es que vivimos en un mundo en el que la extensión de la
violencia se ha desbordado en un clima generalizado de criminalidad. A continuación,
presentamos la vertiginosa transición de la delincuencia en el país y las causas que
originan esta incertidumbre en la sociedad (Peña, 2008, p. 264).
Entre las causas de inseguridad que se detectan, está el desempleo que vive
una gran cantidad de personas; las personas que atentan contra los bienes y la
integridad física de los ciudadanos lo hacen, frecuentemente, por no tener un empleo
estable que les garantice ingresos suficientes para mantener a su familia.
También, considero a la pobreza como otra causa que puede generar
agresividad y que causa, además, altos índices de delincuencia que, generalmente,
se ubican en las zonas marginales d la ciudad.
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La falta de educación es otra causa. La escasa (y, muchas veces, inexistente)
educación de los ciudadanos genera delincuencia, agresividad y, por supuesto,
inseguridad en aquellas personas que se mantienen al margen, pero que son los que
sufren las consecuencias de esta situación.
Asimismo, la cultura tan pobre de nuestra población genera altos índices
delictivos y de agresividad contra las personas. Puede afirmarse que, cuanta menos
educación y cultura tengan las personas, más propensas a la delincuencia y al
crimen serán.
Creo que como está la situación actual en la sociedad, no se puede confiar y
que es por esa razón que se pretende caer en el fácil recurso de crear leyes
coyunturales como si esa fuese la solución total del problema.
No, desde hace mucho existe una incomprensible tradición de incrementar el
Código Penal que, como vemos, no conduce a nada. Es más, da la sensación de que
la ley no sirve y que, por ende, el Derecho Penal peruano tampoco.
Hay un tema de educación que se menciona siempre como si se tratase de
una lección no aprendida y lo que es peor no parece impartido. Es en el corazón de
la familia, donde desde un principio se debería impartir una educación integral y un
compromiso social con la sociedad, bajo reglas de comportamiento, entendimiento y
colaboración para los mismos intereses y protección de los interesados.
En conclusión, la inseguridad ciudadana puede ser superada si el Estado crea
un sistema educativo que disminuya las cifras de deserción escolar que inciden en la
criminalidad, y que, además, ofrezca oportunidades laborales a todos los sectores de
la sociedad.
c) lucha frontal contra la corrupción
Este tema es un refrito, lo han abordado muchos escritores, críticos de
gobierno, políticos e incluso el mismo gobierno. Sin embargo, poco o nada se hace al
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respecto. Por ello, considero que el Estado debe focalizar políticas eficientes y
eficaces contra los funcionarios corruptos. Debo aludir y felicitar al congreso por la
reciente aprobación de la ley de la muerte civil contra los corruptos. Es una muestra
de intención por hacer algo sano en beneficio del pueblo peruano.
La corrupción sigue siendo uno de los problemas más sentidos por la sociedad
peruana desde hace varios años ha causado nocividad social y política, que
perjudica a todas y todos, pero en particular a quienes menos recursos tienen pues
limita el goce pleno de los derechos fundamentales de la población.
La corrupción en general, es perjudicial para todas las sociedades, sin
embargo, cuando la gran corrupción es insuficientemente sancionada genera un
clima de impunidad que trae como consecuencia una permisividad social frente a la
misma. Se alimenta la micro corrupción y el irrespeto por las leyes pues estas son
percibidas como un castigo para quienes no tienen "conexiones" con el poder político
o económico, debilitando aún más nuestro frágil sistema político y socavando la
democracia.
El gobierno del Presidente Ollanta Humala tenía entre sus principales
banderas políticas una lucha frontal contra la corrupción, es más, su mensaje de
campaña "honestidad para hacer la diferencia" marcaba distancia de la otra
candidatura que tenía en sus filas representantes - incluso algunos de ellos con
procesos en curso por delitos de corrupción- y con credenciales democráticas poco
sólidas.
Para las elecciones de 2011, la mayor parte de estas expresiones decidió
respaldar la candidatura de Ollanta Humala, entre otras razones por los catastróficos
resultados cosechados el año 2006, incluso en el metalenguaje de los grupos de
izquierda, hay quienes consideran que existe una izquierda tradicional y otra
moderna. Sin embargo, hasta hoy los resultados obtenidos contra la corrupción no
son los esperados.
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Quiero concluir este ensayo, sin dejar de invitar a todos los peruanos a
conectarse y proponer nuevas estrategias de lucha contra la corrupción. Además, la
cooperación de todos sería determinante para acabar con todos aquellos sujetos que
piensan que formar parte del gobierno es para llenarse los bolsillos de plata. Sino por
el contrario debe primar los intereses del pueblo peruano.
Referencias bibliográficas
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Hurtado, J. (2005). Manual de derecho penal: parte general. 3ª edición, Lima: Grijley.
Martin, M. (2012). Introducción a la teoría jurídica del delito. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
Peña- Cabrera, R. (2010). Derecho penal: parte especial. Lima: Idemsa.
Villavicencio, F. (2006). Derecho penal: parte general. Lima: Editora jurídica grijley.
Wezel, H. (1956). Derecho penal: parte general. Madrid: Pearson
Zaffaronni. R. (1995). Tratado del derecho penal: parte general. Argentina: Ediar.
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