Somos Lo Que Olvidamos Ser
Por : Omar Santana Rodriguez
Somos todo y a la vez nada, somos la historia y a la vez el olvido, somos amantes
de la vida pero al tiempo la repugnancia de la existencia, somos la perfección de
lo deforme, somos lo que la sociedad prostituye y todos compramos; y en estos
avatares de la dualidad y la dicotomía se nos olvidó vivir, se nos olvidó respirar,
olvidamos hasta el mismo olvido y como el olvido nos ha olvidado, hemos olvidado
quienes somos; ¿Dónde del sentir humano?
Por consiguiente La vida es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido a ese sufrimiento;
afirma Víctor Frankl en su libro “el hombre en busca de sentido”, que tal vez
interpretemos como equivoco su pensar, al sublevar el ideal que todo es felicidad,
servicio y amor, que solo es válido el sufrimiento en el contexto del holocausto que
padeció Frankl, sin embargo cuando nuestras almas se ofertan en el mercado de
la confusión y se ciñen al modelo de lo exclusivo, se empieza a sufrir;
contemplamos como la existencia misma se liga a paradigmas que nos excluyen
de los vínculos sociales y naturales, reducimos vivir en la medida de la percepción
de la vista, de lo que aparentamos. No obstante todo se somete al miedo aferrado
como neonato al alma, el miedo que se alimenta del respirar diario de las ideas
perversas, como ya lo mencionaría Mario Benedetti en su poema Ausencia de
Dios “Ahora que miedo inútil, qué vergüenza, no tener oración para morder, no
tener fe para clavar las uñas, no tener nada más que la noche, saber que Dios se
muere, se resbala, que Dios retrocede con los brazos cerrados, con los labios
cerrados, con la niebla, como un campanario atrozmente en ruinas que desandará
siglos de ceniza.”
Se nos olvidó vivir, somos modelos de apatía desfilando en la desleal
competencia, con los rostros endurecidos de porcelana donde nunca se describen
las sonrisas, somos dueños de la indiferencia y aun así no la compartimos,
cuantas veces he caminado por la acera he visto como los muerto vivientes
caminan con naturalidad, uno que otro vende la falacia de su humanidad, a veces
pienso que también soy muerto viviente cuando mi alma se desborda de la
indiferencia y presiento que el amor son los idilios de la poesía clásica que ha
muerto, se ha llevado consigo la indignación sin embargo como lo menciona
Frankl “el amor es la meta última y más alta, a la que puede aspirar el hombre.
En si el arte de vivir es sobrevivir a los arquetipos que nos oferta la sociedad,
manteniendo álgida la indignación por lo que vivir significa trascender más allá de
lo superficial, olvidándonos de que somos cuerpo y vanidad, sino por el contrario
somos lo que nuestra mente contiene de la realidad sentida ya que la medida de
toda realidad es lo que la mente puede imaginar, de manera que atenta contra la
razón como lo cita Frankl “hay cosas que deben haceros perder la razón o
entonces es que no tenéis ninguna razón que perder”
Ante tal crítica nos preguntamos ¿Cuál es factor de cambio?; a lo cual
evocaríamos concibiendo que la educación: pues se posibilita como marco de
resignificación, que sería la panacea de existencia plena y humana. Sin embargo
es la educación que poseemos el rotulo de la desmedida realidad que poseemos
porque hemos sido educados en una sociedad de hostilidades, donde el profesor
no hace su trabajo en la responsabilidad del amor por su acto transformador y él
cual pierde vigencia pues lo mediático es ahora el epicentro de lo que somos
hacemos y pensamos. Como lo describía una caricatura de Checho el Des-hecho
“¡el planteamiento filosófico de hoy en día es, prendo la TV y luego existo!”
A modo de conclusión cito algunas palabras del Diario de Ana Frank quien viviese
el sufrimiento del holocausto Nazi: “No veo la miseria que hay, sino la belleza que
aún queda” y esta ininteligible dinámica vivir, en la dualidad de nuestras alma y en
el regocijo de ser lo que no somos; solo queda optar por lo que subyace en el
alma de todo hombre y mujer “la esperanza”.