Fundamentos
Ante un panorama de incremento de la violencia contra las mujeres en la provincia de Córdoba, que se
plasma en el aumento de la cantidad de denuncias y de casos de femicidios, resulta necesario un avance en
materia de prevención y erradicación. Si bien se han elaborado herramientas tales como la ley nacional
26.485 y la ley provincial 9.283, la realidad demuestra que no son suficientes, día a día las cifras trágicas
aumentan: en Argentina muere una mujer cada 30 horas por violencia de género; sólo en el año 2013, 405
hijos e hijas perdieron a su mamá por este flagelo; en Córdoba, en el año 2014 hubo 21 víctimas de
femicidio, varias de ellas incluso contaban con orden de restricción y botón antipánico. Cabe destacar que
estos informes son elaborados por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, dado que los organismos
oficiales no llevan estadísticas, elemento éste que complica la posibilidad de contar con Políticas Públicas
efectivas en la materia. Por eso es parte de éste proyecto crear el Observatorio Provincial de la Violencia
contra las Mujeres que registre las estadísticas como insumo de futuras políticas públicas.
Este contexto muestra una situación de vulneración de los derechos humanos de las mujeres en nuestra
sociedad y por ésto mismo resulta urgente e imprescindible la puesta en marcha de políticas activas
tendientes a su protección.
Esta situación salta a los ojos con sólo ver las cifras de denuncias, es decir las demandas explícitas. Pero
debemos saber que existe además una demanda oculta, que no se visibiliza debido a profundas razones
sociales y culturales. En el caso de las mujeres de sectores populares, a veces no denuncian a sus agresores
por depender económicamente del mismo y no tener a dónde ir. En el caso de las mujeres de sectores
medios, en ocasiones no denuncian o no demandan atención para evitar hacer pública su situación.
Hacen falta más refugios y atención integral
En toda la provincia de Córdoba no hay refugios para mujeres víctimas de violencia -y sus hijos-. Según la
recomendación de la ONU debiera existir un refugio cada 10.000 habitantes. Ésto quiere decir que en
nuestra provincia, que tiene 3.308.876 habitantes1, deberían implementarse políticas destinadas a alcanzar
un objetivo de 330 refugios.
Trascribimos la opinión de los expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en su Manual
de legislación sobre la violencia contra la mujer [1] recomiendan “establecer al menos el siguiente nivel
mínimo de disponibilidad de los servicios de apoyo para las demandantes/supervivientes:
* “Una casa de acogida o refugio por cada 10.000 habitantes donde se facilite alojamiento seguro de
emergencia, asesoramiento cualificado y asistencia para la búsqueda de alojamiento a largo plazo;
1 Según datos del INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.
* “Un centro de defensa y asesoramiento de la mujer por cada 50.000 mujeres que facilite apoyo proactivo
e intervención de crisis para las demandantes/supervivientes, incluido asesoramiento y apoyo jurídicos,
apoyo a largo plazo para las demandantes/supervivientes y servicios especializados para grupos específicos,
como inmigrantes supervivientes de violencia, supervivientes de la trata o que hayan sufrido acoso sexual
laboral, en su caso;
* “Un centro de crisis para casos de violación por cada 200.000 mujeres”
Es esta recomendación, junto con el conocimiento de la situación arriba mencionada, en la que las mujeres
se ven forzadas a continuar la convivencia con su agresor por no tener lugar al que recurrir ni sustento
económico para desempeñarse por sus propios medios, la que nos lleva a plantear la necesidad de la
creación urgente de Casas Refugio acorde a la cantidad de población de nuestra provincia.
Esta propuesta de incrementar sustantivamente la cantidad de Casas Refugio es un punto distintivo de
nuestro proyecto. Aparte de los obstáculos de la burocracia policial y judicial, el mero hecho de que la mujer
víctima de violencia no cuente con un lugar seguro en donde refugiarse a menudo la desalienta incluso de
hacer la denuncia.
Visto desde las obligaciones del Estado, el hecho de no dar una salida alternativa a esta necesidad tan
básica de refugio de las mujeres significa objetivamente empujarlas a volver bajo el mismo techo que el
golpeador y así no poder romper su circuito de violencia. Lo que hace falta es abrir unidades convivenciales
de refugio suficientes y no discursos de “buenas intenciones” que no resuelven nada, o campañas y medidas
que, al poner el acento de la resolución de la problemática compleja y social de la violencia de género en el
eslabón más débil de la cadena que es la mujer víctima, no hacen más que profundizar el problema.
Emergencia y más presupuesto
La violencia contra las mujeres y su cara más atroz: el femicidio son problemas políticos, sociales, de
derechos humanos y de salud pública. Es una expresión, la más brutal, de las relaciones desiguales de poder
existentes entre hombres y mujeres en esta sociedad capitalista y patriarcal.
Por otra parte, en general la actitud del sistema judicial y policial es de un alto nivel de inacción y/o
complicidad de hecho. Basta mencionar los supuestos protocolos de búsqueda que aplican al momento de
recibir una denuncia por la desaparición de una mujer, que demoran 48horas en salir a buscarla, perdiendo
las horas más valiosas. O también en los fallos judiciales funcionales a los violentos y femicidas y violatorios
de los derechos de las mujeres: sólo por mencionar un ejemplo el caso de la mujer prendida fuego por su
pareja que falleció luego a causa de las heridas y cuyo agresor fue condenado a 4 años y 8 meses de prisión
por homicidio culposo (es decir que no quiso matarla).
Por eso el Estado y sus organismos deben implementar políticas públicas concretas que garanticen en forma
efectiva la prevención y la asistencia integral a las mujeres que padecen violencia. Ésto hace necesario que
se declare la emergencia en violencia de género.
Esta emergencia ya ha sido aprobada, por ejemplo, en las ciudades de La Plata y Rosario, así como en las
provincias de Buenos Aires y de Salta, aunque sin la amplitud ni el presupuesto que hacen falta.
Si bien existe un avance normativo importante para la protección integral de las mujeres, tal como la Ley
26.485 aprobada por el Congreso Nacional en 2009, el hecho de que la mayor parte de sus artículos no
estén reglamentados y que se le asigne un presupuesto insignificante que representa un 0,002% del
presupuesto total convierte a la Ley en letra muerta y deja a las mujeres desprotegidas. Es por ésto que la
emergencia debe incluir un sustancial aumento presupuestario para abordar la temática.
Resulta fundamental trabajar en la prevención y asistencia, así como en políticas educativas y culturales de
mediano plazo que apunten a revertir estereotipos y patrones de machismo y discriminación hacia la mujer.
Por eso en este proyecto incluimos las campañas públicas y en el sistema educativo. Asimismo, es preciso
poner en marcha programas que apunten a la reinserción laboral y habitacional para ayudar a las mujeres
víctimas de violencia a rehacer sus vidas garantizando su independencia económica.
Para que se cumplan las leyes, participación social
Como vemos hay legislación Nacional y Provincial al respecto. Pero la sola existencia de normativa
específica sobre violencia de género no asegura el objetivo declamado de prevención y de atención integral
a las mujeres víctimas. Por eso, junto al mayor presupuesto, la apertura de nuevos refugios y las demás
medidas, como clave para efectivizar este proyecto proponemos la participación de las organizaciones
sociales de género y de familiares de víctimas de femicidios en el control de su aplicación.
Por todo lo expuesto, solicitamos el tratamiento y la aprobación de esta Ley.