IGLESIA DE SAN FRANCISCO DE QUITO
La Iglesia de San Francisco es un edificio católico que se yergue en medio del centro
histórico de la ciudad de Quito, frente a la plaza del mismo nombre. El imponente edificio
ostenta el privilegio de ser el conjunto arquitectónico de mayor dimensión dentro de los
centros históricos de toda América, y por ello es conocido como "el Escorial del Nuevo
Mundo". San Francisco es, además, una joya de la arquitectura continental por su
amalgama de diferentes estilos armoniosamente combinados a lo largo de sus más de 150
años de construcción.
ESTILO ARQUITECTONICO
Los planos originales del templo fueron sometidos a diversos cambios a lo largo de los casi
150 años que demoró su construcción. Muchas veces estos cambios fueron "violentos y
equivocados" a causa de los daños causados por terremotos y la evolución del arte y la
cultura hasta alcanzar finalmente la forma casi ecléctica con la que la conocemos hoy en
día; es por ello que San Francisco es uno de los monumentos de mayor importancia dentro
de la arquitectura americana.
La fachada del templo refleja la presencia temprana, y por primera vez en América del Sur,
de elementos manieristas, lo que lo convirtió en un punto de referencia de este estilo en el
continente. La severidad renacentista y el manierismo exteriores contrastan con la
decoración interna de la iglesia, en la que se mezclan el mudéjar y el barroco bañados por
pan de oro para dar un esplendor inusual,
En sus tres naves, San Francisco devela artesonados moriscos con lazos mudéjares, retablos
profusamente decorados y columnas de diversos estilos. En el coro, la decoración mudéjar,
original de finales del siglo XVI, se conserva íntegra porque la nave central se vio abajo
con un terremoto y fue reemplazado por un artesonado barroco en 1770.
El complejo se completa con el convento, en el que destaca la belleza arquitectónica del
claustro principal, dispuesto alrededor del inmenso patio, en dos galerías superpuestas.
PIEZAS DE ARTE
En el altar mayor de San Francisco, dominado por un gran retablo barroco y cubierto de
pan de oro, destacan las esculturas de la "Virgen de Quito" de Legarda y del "Jesús del
Gran Poder" del Padre Carlos; ambos destacados miembros de la escuela quiteña de arte.
La movilidad que tiene la escultura de la Virgen de Quito, cuya modelo habría sido una
inquieta niña sobrina del escultor, genera tal atractivo visual que sus réplicas se han
convertido en obsequio emblemático del cabildo quiteño a sus huéspedes extranjeros.
El Jesús del Gran Poder es el ícono principal de una de las dos mayores procesiones
religiosas de Viernes Santo en Ecuador, que congrega a estratos populares, en un acto de
cucuruchos y penitentes, al más puro estilo medieval, que evocan a la española Sevilla.
Las dos naves laterales de la iglesia están llenas de esculturas de santos colocados en
retablos cubiertos de pan de oro, ante quienes cientos de fieles se arrodillan todos los días
para implorar "intercesiones" milagrosas.3 San Francisco es, además, una enorme
pinacoteca en la que se exhiben docenas de pinturas de famosos pintores quiteños y
europeos; pero su principal atractivo radica en las obras pertenecientes a la escuela quiteña
de arte, estilo que nació en los patios de este convento, y cuya fama trascendió las fronteras
y hoy se encuentra en importantes museos de todo el mundo.
La construcción de la iglesia y convento de San Francisco inició alrededor del año 1550, 16
años después de que los conquistadores europeos fundaran la ciudad española de Quito, y
se terminó hacia 1680. Aunque el edificio fue oficialmente inaugurado en el año 1705.
Con el apoyo de la congregación franciscana europea, los clérigos belgas fray Jodoco Ricke
y fray Pedro Gosseal, quienes llegaron a la ciudad dos años después de su fundación,
lograron adquirir unos terrenos al costado oeste de la plaza principal; el mismo lugar donde
un día se había levantado el palacio de Atahualpa, el último gobernante Inca; además de la
gran plaza de intercambio de productos o tianguis y los asientos militares de los jefes de las
tropas imperiales: Calicuchima y Quisquís. Es decir, el lugar tenía un enorme significado
histórico y estratégico para el pueblo indígena que los franciscanos deseaban evangelizar.
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