EL BECERRO DE ORO
Joaquín Lorenzo Luaces
Advertencia (*)
Dos palabras acerca del gazzaniguismo (1) con que he salpicado mi obra.
A. tomar la pluma para escribir esta comedia, de ninguna manera he temido
ensangrentar las heridas que han causado entre nosotros los bandos teatrales.
Sé positivamente que la mayor parte de las señoritas concurrentes a la tertulia (2) de
nuestro Gran Teatro y que han demostrado, con demasiada fuerza tal vez, el
entusiasmo que en ellas despertaba la señora Gazzaniga, (4) fueron a ello impulsadas
por la exasperación que les causaban los epítetos poco galantes con que algunas
personas las designaban en los círculos de su intimidad, y aun en las reuniones
públicas, y por algunos artículos demasiado acerbos del periódico teatral El Entreacto,
órgano de los apasionados señores Frezzolini y Gassier. (5) Mi comedia, pues, no será
un cáustico doloroso, sino un suave calmante y ¡ojalá que lo comprendan así todos los
que la leyeren!
Se me objetará quizás, y con razón, que para el mejor éxito, debí dotar a mi joven
“gazzaniguista” (6) de un bello carácter moral, para que resultando su único defecto,
causara más impresión. Pero lo he hecho de propósito. He temido que algunas
señoritas pudieran creerse retratadas en Belén; si, ennegreciendo los tintes de mi
figura, no hubiera procurado hacerla distinta de las bellas entusiastas, cuyo extremado
ardor trataba de corregir. ¿Será ésta suficiente disculpa para los hombres de letras?
Lo dudo, pero al menos será una galantería que tal vez aprecien las bellas que la
inspiraron.
Con estas observaciones, ligeras pero necesarias, espero tranquilo el fallo de la
opinión pública, única sanción de las obras literarias.— Habana y Abril 3 de 1859.
EL AUTOR
Nota: En el discurso de la comedia, Belén habla de sus tablitas: debemos advertir en
aclaración de esto, que las más entusiastas admiradoras de la señora Gazzaniga, se
dejaron arrebatar hasta el extremo de llevar a la tertulia del teatro dos pequeñas tablas
de madera con las que aplaudían, para no lastimarse las delicadas manos. El “lazo a la
Gazzaniga” es también histórico.
Comedia en cinco actos y en verso
PERSONAJES
DOÑA LUCIANA
BELÉN
NARCISO
BALTASAR
DON LIBORIO
El teatro representa la sala de Doña Luciana; a la izquierda, una puerta que
da a la calle; otra a la derecha que mira al zaguán. Dos puertas en el fondo,
una que da al interior, otra al comedor y por consecuencia a la calle.
La acción empieza a las ocho de la mañana y concluye al oscurecer.
ACTO PRIMERO
ESCENA I
Doña Luciana
DOÑA LUCIANA
¡Jesús! ¡Jesús! No hay aguante
para tanto traqueteo.
Lo estoy viendo y no lo creo...
¡Yo sin quitrín ni volante!,
¿Qué papel hace en La Habana
una mujer sin carruaje
aunque venga su linaje
de los Viejos de Susana?
¡Qué mercader no me veja
a mí! ¡Baldón estupendo!
¡Que en línea recta desciendo
De la reina Beltraneja! (7)
Abollarán sus almetes (8)
mis abuelas en Orán... (9)
¡Pues! Y mis nietos serán
vendedores de billetes.
¿Qué importa que entrara An -Túnez,
mi octavo abuelo, en Baeza, (10)
y cortara la cabeza
de un revés al rey de Túnez,
si con torpes procederes
a mí, nieta de Mudarra, (11)
me pueden echar la garra
unos tristes mercaderes?
¿No me ha dicho Benalcárcel
con juramentos furiosos:
Señora, pues los tramposos
van a dormir a la cárcel?
¿Por qué fue, vamos a ver,
tan tremenda tiranía?
Sólo porque le debía
once meses de alquiler.
Si yo pudiera sus vinos
convertir en rejalgar (12)
aprendiera a respetar
el muy tal, mis pergaminos.
(Pausa.)
¡Si al menos mi pretendiente,
el insigne Baltasar,
acabara de acabar
de explicarme claramente!
Mas parece que el Demonio
lo hace... Se queda frío
cada vez que el labio mío
le recuerda el matrimonio.
Su sangre es sangre de perro,
mas me puede remediar,
que oro tiene en que ocultar
su vellón, ese becerro.
(Otra pausa)
¡Pobre muchacho! Pretende
a su riqueza agregar
las mías. Quiere comprar,
y sin pensarlo, se vende.
Bien es verdad que mi genio,
mis circunstancias, mi todo...
¡Con qué soberano modo
le suelo hablar de mi ingenio!
Mi ingenio... ¡Sí! ¡A del humo!
(Sic.)
Mi ingenio está en mi cabeza:
mis tretas son mi riqueza
y en dos minutos la sumo.
¿Quieres atrapar la dote
casándote con la vieja?
¡Veremos de tal pareja
quién paga al fin el escote!
Que si el dorado vellón
pretendes llevar tu ofrenda
¡Aquí tienes quien te entienda,
falsísimo camaleón!
ESCENA II
Dicha y Belén
Belén sale muy regocijada llevando en la cabeza, como adorno, un pequeño lazo
encarnado.
BELÉN
¡Ya por fin lo concluí!
(Batiendo las palmas.)
No en vano me di tal prisa:
Ya tengo yo mi divisa.
¿Estoy muy bonita así?
DOÑA LUCIANA
¡Oh! Si atiendes a mi fallo
podrás tal vez enfadarte.
¿Qué significa adornarte
con esa cresta de gallo?
¡Ah! ¡Vaya que las muchachas
tienen unas invenciones!
Si siguen estas visiones
se espantan las cucarachas.
BELÉN
¡Jesús, mamá! ¡Nunca usté
ha de hacerme un cumplimiento!
Las modas no las invento
yo; las sigo y...
DOÑA LUCIANA
¿Cómo fue?
¿Es moda esa extravagancia?
¿Vino de Holguín? ¡Por supuesto!
Que no ha venido, te apuesto,
como las demás de Francia.
BELÉN
(Id.)
Un lazo, digo,
lazo en honor de Marieta.
¡Lazo que hasta en la retreta
ya conoce gazzanigo!
DOÑA LUCIANA
Yo confieso...
BELÉN
(Id.)
¡Lazo ilustre
que ha de pasar a la historia
con una aureola de gloria
que dará a La Habana lustre!
Un lazo...
DOÑA LUCIANA
Ya no lo dudo.
BELÉN
(Id.)
¡Un lazo que vivirá
mil años y que será
trono, altar, columna, escudo!...
Un lazo...
DOÑA LUCIANA
¡Sí! ¡Por supuesto!
BELÉN
(Id.)
Que ha de recorrer el mundo
en alas...
DOÑA LUCIANA
(Impaciente.)
¡Yo no me confundo!
BELÉN
Del destino —¡manifiesto!
DOÑA LUCIANA
Yo... yo...
BELÉN
(Con rapidez y en el colmo de la exaltación.)
¡Lazo de partido,
a cuya vista el contrario
y miserable adversario
ha de caer confundido!
Y cuyo rojo color,
emblema del entusiasmo,
ha de llenarle de pasmo,
de confusión y terror.
¡Lazo que aunque mudo, inerte,
besará la boca mía
cuando sienta en la agonía
los temblores de la muerte!
(Se deja caer desfallecida en una silla, como sofocada por el calor
con que ha dicho los últimos versos.)
DOÑA LUCIANA
(Asustada.)
¿Qué tienes Belén?
BELÉN
¡Yo, nada!
Que hablando así me fatigo...
Entusiasmo gazzanigo...
viendo a Marieta inspirada...
DOÑA LUCIANA
Mas, ¿quién ofende a la artista
sublime?
BELÉN
(Con fuerza.)
¡Usted!
DOÑA LUCIANA
¡¿Yo?!
BELÉN
(Trágicamente.)
¡Señora!
¿Se habrá vuelto usted ahora
frezzolina (13) o gassierista? (14)
DOÑA LUCIANA
¡Qué disparate!
BELÉN
Y entonces,
¿por qué con desembarazo
habla usted así de un lazo
que ha de vivir en los bronces?’
DOÑA LUCIANA
Yo ignoraba que era emblema
gazzanigo... pero luego...
BELÉN
Mama, mamá, sólo un ciego...
DOÑA LUCIANA
Dispénsame: ten más flema.
BELÉN
¿Y le parece tan feo
ahora?
(Señala el lazo.)
DOÑA LUCIANA
¡Qué disparate!
BELÉN
¡Pues. no costó mal combate
conseguir este trofeo!
DOÑA LUCIANA
Al principio yo creí...
mas luego me arrebató
el tal lazo: siempre yo
mis errores corregí.
BELÉN
¡Me alegro!
DOÑA LUCIANA
¡Qué bella estás
con tan hermosa divisa!
BELÉN
Ya me va costando risa...
DOÑA LUCIANA
¡Uno igualito me harás!
BELÉN
(Con ironía.)
¡Por supuesto! Cosa usté
(con desdén)
Si quiere el lazo punzó.
DOÑA LUCIANA
¡Me lo harás!, ¿verdad?
BELÉN
¡Yo, no!
DOÑA LUCIANA’
Pero, hijita, sabes que...
BELÉN
(Con insolencia.)
Encárguelo a Baltasar,
ese mozalbete loco
que debe dentro de poco
ir con usted al altar.
DOÑA LUCIANA
(Con desabrimiento.)
¡No tienes que ver con eso!
BELÉN
Pues dígame: el vejestorio,
¿ese feroz don Liborio
qué pretende?
DOÑA LUCIANA
Te confieso
que no lo sé: Nos visita,
su casa no vale un chico (15)
pero dicen que es muy rico...
BELÉN
De imposibles, Santa Rita
es abogada, mas creo
que sin faltarle al decoro,
puede partir con el oro
su advocación y su empleo.
DOÑA LUCIANA
¿Por qué lo dices?
BELÉN
¿Por qué?
Porque basta que un cualquiera
sea rico; aunque sea una fiera,
para que le guste a usté.
DOÑA LUCIANA
Y a todo el mundo, querida,
que el brillo de los doblones (16)
da talento, distinciones
y hasta cuna esclarecida.
¿A hacerte la niña vienes
con razonar infecundo?
¡El dinero es Rey del Mundo!
¡Tanto vales, cuanto tienes!
BELÉN
¿De modo que, según eso,
conseguirá desbancar
al hermoso Baltasar,
ese mico pata tieso?
DOÑA LUCIANA
¿De qué infieres, hija mía,
tan extraño proceder
en mí? (Pausa.)
¡Responde mujer!
BELÉN
Dejemos la hipocresía...
DOÑA LUCIANA
No...
BELÉN
¿Es más rico don Liborio
que Baltasar?
DOÑA LUCIANA
Cosa es llana.
BELÉN
Pues que en el combate gana
el paja-larga (17) es notorio.
DOÑA LUCIANA’
¿En qué combate?
BELÉN
¡Jesús!
No disimule tan bien.
DOÑA LUCIANA
¡Si no hablas pronto, Belén,
me va a dar un patatús!
¿Qué quieres decir?
BELÉN
Mamá,
que don Liborio pretende
que usted... que usted...
¿no me entiende?
(Con escatima.)
Apuesto a que me...
DOÑA LUCIANA
¡No; por Dios!
BELÉN
(Con resolución.)
¡Pues bien! Sospecho
que el viejo quiere borrar
la imagen de Baltasar
de ese pecho.
(Señalando al de su madre.)
DOÑA LUCIANA
¿De este pecho?
¿Qué dices? (¡Oh luz!).
BELÉN
¡Lo dicho!
DOÑA LUCIANA
¡Y yo no lo sospechaba!
(¡La modestia!...) Pero acaba:
¿algo viste, lindo bicho?
(Acariciándola.)
BELÉN
Lo suficiente, a fe mía.
Las miradas...
DOÑA LUCIANA
Engañosas
señales.
BELÉN
Y sus gotosas
contorsiones, su alegría
al ver a usted.
DOÑA LUCIANA
Te aseguro...
¡Ni por aquí me pasó!
(Se señala la frente.)
Aunque anoche se turbó
al saludarme.
BELÉN
Le juro
que el viejo está enamorado.
DOÑA LUCIANA
No me parece tan mal
don Liborio.
BELÉN
Su rival
me parece derrotado.
DOÑA LUCIANA
Tal vez.
BELÉN
Deje que celebre
el chasco.
DOÑA LUCIANA
(Riendo.)
Tienes dispensa.
BELÉN
(Riendo.)
¡Sí, donde menos se piensa,
mi mamá, salta la liebre!
DOÑA LUCIANA
¿Hay gente en el corredor?
(Mirando.)
BELÉN
Entra alguno.
DOÑA LUCIANA
Es Baltasar.
BELÉN
Me retiro,
(Vase.)
BALTASAR
(Dentro.)
¿Puedo entrar?
DOÑA LUCIANA
¡Adelante! Sí, señor.
ESCENA III
Doña Luciana y Baltasar
BALTASAR
¡Felices, astro del cielo!
¿Cómo va, mi dulce amiga?
DOÑA LUCIANA
¡Muy bien! ¡Gracias! ¿Dónde fuiste
tan de mañana? No irías,
por supuesto, a ver la viuda,
nuestra coqueta vecina.
BALTASAR
¡Qué disparate No ignoras
que tú sola me cautivas.
DOÑA LUCIANA
Desde que dejé la cama.
fui a buscarte.
BALTASAR
(Con zalamería.)
¡Tojosita!
¿Y no me encontraste?
DOÑA LUCIANA
Es claro,
si saliste.
BALTASAR
¿Y qué querías?
DOÑA LUCIANA
Poca cosa: Quiero flores
para esta noche: Precisa
que llevemos ramilletes.
BALTASAR
Entiendo: la Gazzaniga...
DOÑA LUCIANA
Por supuesto.
BALTASAR
¡Bien! No temas.
Tendrás flores... ¿Quién podría
resistir?... ¡Venga esa mano!
DOÑA LUCIANA
(Se la da.)
¡Toma! ¡Qué dulce fatiga!
(Hasta que tengamos flores
disimulemos.) ¡Ah!, mira...
BALTASAR
¿Quieres matarme, gachona? (18)
(La besa.)
DOÑA LUCIANA
¡Ay, Baltasar de mi vida!
Baltasar le besa las manos repetidas veces: ella lo deja hacer con gazmoña coquetería.
ESCENA IV
Dichos y Narciso
Durante la última parte de la anterior escena, habrá entrado Narciso, y a pesar
de haber hecho ruido con los pies, tosiendo y hasta moviendo las sillas, no
ha logrado hacerse sentir; hasta que al fin, viendo que los interlocutores se
separan, se adelanta a ellos.
NARCISO
(Saludando.)
Con permiso de...
DOÑA LUCIANA
(Id.)
¡Narciso,
Dios le dé muy buenos días!
NARCISO
¿Cómo vamos?
BALTASAR
Bien: ¡Mil gracias!
DOÑA LUCIANA
¿Cómo tan de mañanita
por acá?
NARCISO
Yo... a preguntarles
si estaban ya decididas
a asistir al beneficio...
DOÑA LUCIANA
¿De Marieta Gazzaniga?
Por supuesto.
BALTASAR
¿Quién lo duda?
DOÑA LUCIANA
Si esta noche va a ser día,
quiero decir, va a ser noche
en que ni a moscas ni hormigas
les van a dejar espacio
en Villanueva. (19)
BALTASAR
Las cintas,
los pájaros, las coronas,
los regalos, poesías,
etcétera... ¡Oh Dios! ¡Qué noche!
¡Qué palmadas!
NARCISO
Yo...
BALTASAR
¡Qué vivas!
¡Va a ser una Babilonia!
DOÑA LUCIANA
¡Un favor!
NARCISO
¡Una anarquía!
Y yo...
ESCENA V
Dichos y Belén
BELÉN
(Le da la mano.)
¡Narciso!
NARCISO
(Id.)
¡Felices!
(A ella.)
(¡Qué divina estás!)
BELÉN
(Aparte a su madre.)
(Mamita,
ahí está don Anastasio
el de La Flor de la Antilla,
que en el Comedor espera
sentado)
DOÑA LUCIANA
¡Jesús, María!
BELÉN
¿Qué le digo?
DOÑA LUCIANA
Nada, aguarda.
Atiende aquí a las visitas.
Tengo que hablarles preciso:
(Aparte a Baltasar.)
(Baltasar, cuida a la niña.)
Disimulen, caballeros,
vuelvo pronto: ¡Hasta la vista!
(Saluda a los caballeros. Le contestan; vase.)
ESCENA VI
Belén, Narciso y Baltasar
BALTASAR
Me han dicho que cuide a ustedes
mas juzgo descortesía
estorbarles: Tengo un genio
como malva: En todo brilla
la bondad de mi carácter.
¿A qué una mala partida?
Tengo una moral tan dócil
que se acorta, que se estira,
que se pliega... Voy al cuarto.
¡Arrullarse, palomitas!
ESCENA VII
Belén y Narciso
NARCISO
¡Qué charla tan sempiterna!
¡Y con su gesto y su tono
tiene siempre, como el mono,
apagada la linterna!
BELÉN
¡Pero se fue!
NARCISO
¡Dios lo lleve
con bien!
BELÉN
¡Sí! Para que estés
sin mover manos ni pies
como una estatua de nieve.
¡Qué escándalo! ¡Qué insolencia!
¿Así me pruebas tu amor?
¿Qué más hicieres, traidor,
de mi madre en la presencia?
NARCISO
(Con reconvención.)
¡Belén! ¡Belén!
BELÉN
(Colérica.)
¡No me nombres!
NARCISO
¿Por qué tan irreflexiva
tomas tú la iniciativa
que pertenece a los hombres?
Si quieres que yo te quiera
pon un velo a tus ardores:
Para conceder favores.
que te los pidan, espera.
Reflexiona...
BELÉN
(Con desprecio.)
(¡Si es un bestia!)
NARCISO
Reflexiona, bien querido,
que siempre el amor ha sido
hermano de la modestia.
BELÉN
¡Muy bien! ¡Qué, sentimental!
¿Ése es modo de tratarme?
¿Conque sólo quieres darme
una lección de Moral?
NARCISO
Si yo te quisiera menos
¿qué me importara, Belén,
que de ti juzgasen bien
los perversos y los buenos?
Pero pretendo...
BELÉN
¡Sí, sí!
NARCISO
Ser tu marido, mi diosa,,
y no quiero que mi esposa
haga las cosas... así.
De fáciles aventuras,
estoy cansado. ¿Qué quieres?
¿Por qué amargan las mujeres
del santo amor las dulzuras?
Miro tus labios... me agito...
Tan frescos, tan encarnados...
¿Y podrán ser profanados
por este labio marchito?
No quiero verte, inocente,
aunque afectes despreciarme,
como tantas que, al mirarme,
tienen que bajar la frente.
BELÉN
(Cambiando de tono con maestría.)
¡Es justo! ¡Gracias te doy!
Agradezco tu respeto:
De un amante tan discreto
más que satisfecha estoy.
Cual te buscaba, te hallé
nada exijo, bien querido,
pues que tan bien me ha salido
la treta que te jugué.
Queriendo saber si mucho
me querías o si poco,
te hablé con aquel descoco
que estaba pidiendo un chucho.
De tu respeto se infiere
que es tu pasión verdadera
porque siempre se venera
a la dama que se quiere.
NARCISO
¡Bien, que te pague el cielo
el contento que me das!
(Con fuego.)
¡Qué hermosa, qué hermosa estás!
BELÉN
(¡Ya se va fundiendo el hielo!)
NARCISO
¡Qué ojuelos tienes, qué boca!
¡Nunca tan bella te vi!
El que no te adora a ti,
el alma tiene de roca.
(Belén se sonríe.)
¡Qué hechicera dentadura!
¡Qué hoyuelos se te han formado!
¡Belén, Belén; es pecado
no adorarte con locura!
BELÉN
(Baja la vista con gazmoñería.)
(¿Qué tal?)
NARCISO
(Con arrebato.)
¡No bajes la frente!
¡Mírame, Belén!
BELÉN
Yo... no...
NARCISO
¡Ten piedad!
BELÉN
Narciso, yo...
NARCISO
¡Mírame!
BELÉN
(Con apuro)
¡No!
NARCISO
¡Sé Clemente!
BELÉN
Tengo miedo.
NARCISO
¿A quién?
BELÉN
¡A ti!
NARCISO
(Tomándole una mano que ella entrega sin mucha resistencia)
¡Mírame!
BELÉN
(Fingiendo turbación.)
¡Ah!
NARCISO
(Queriendo abrazarla.)
¡Cielo hermoso!
BELÉN
(Ocultando la cara en la mano que tiene libre y parodiando las
palabras que Narciso le ha dicho hace poco.)
Yo... no quiero... que mi esposo...
haga... las cosas... así.
NARCISO
(Con dolor.)
¡Ah, cruel; ah, cruel! Me arrebata
tu vista... Pierde su imperio
(Con fuego.)
la razón...
BELÉN
(Mirando con el rabo del ojo.)
(¡Esto va serio!)
(Continúa resistiendo con timidez.)
NARCISO
¡Cómo te vengas, ingrata!
(Con abatimiento Belén alza la cabeza lentamente: . mira a Narciso y le sonríe
con languidez: su amante transportado, la estrecha contra su corazón.)
Belén, Belén... ¡Yo te adoro!
BELÉN
¡Jesús! ¡Qué calor! Narciso...
NARCISO
¡Mi gloria!
BELÉN
¡Mi paraíso!
NARCISO
¡Esto se compra con oro!
(Desprendiéndose con violencia de los brazos de Belén y con exaltación
entusiasta: sepárase aún más de su amante y la contempla con apasionada ternura.)
BELÉN
(¡El hombre es el animal
más raro... Si digo yo!
¡Vino el Diablo y se llevó
las lecciones de Moral!
Sexo fuerte, sexo vano,
¡contemple aquí tu arrogancia
en qué para la jactancia
de ese amante puritano!)
NARCISO
(Volviendo a ésta.)
¡Belén!
BELÉN
(Con ternura.)
¡Mis ojos!
NARCISO
Ahora...
ESCENA VIII
Dichos y Baltasar
BALTASAR
(Desde el fondo.)
Tortolitos, hablen bajo...
¡Voy a entrar!
NARCISO
(¡Te aplaste un gajo!)
¡Adelante!
BALTASAR
La señora
le manda a decir que vaya.
(A Belén.)
Belencita, al aposento,
sin tardar.
BELÉN
En el momento.
(Como despidiéndose.)
Narcisito...
NARCISO
Bien. (¡Mal haya!)
¡Adiós, amor! Yo también
me retiro, Baltasar,
¡adiós!
(Le da La mano.)
BALTASAR
¡Adiós!
(Lo mismo.)
NARCISO
(A Belén.)
¡Un altar
aquí tienes, mi Belén!
Danse las manos y se retiran por distinta puerta.
ESCENA IX
Baltasar
BALTASAR
¡Jesús!, mi rendida oveja
hecho me tiene un jumento
y reposar no me deja
el más pequeño momento,
con sus chocheces de vieja.
(De mal humor.)
Con calor tan abrasante
las calles correr a pie
buscando flores... ¡Pues qué!
¿Me han de pagar la volante
ni Belencita ni usté?
(Pausa.)
Mas no vale discurrir.
No aliviarán mis dolores
el sentir, ni el desentir...
(Con resolución.)
¡Vamos, pues, a buscar flores!
¡Al freír será el reír!
(Amenazando con la mano el interior. Sale precipitado.)
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO SEGUNDO
ESCENA I
Doña Luciana, Belén
BELÉN
Son las once y todavía
No ha venido Baltasar.
DOÑA LUCIANA
Ya poco puede tardar.
BELÉN
Y con flores, ¡qué alegría!
DOÑA LUCIANA
Habrá azotado las calles
por traernos las mejores
y agotará los primores
de los montes y los valles.
BELÉN
(Mirando por la ventana del zaguán.)
¡Ya viene!
DOÑA LUCIANA
(Regocijada.)
Con las...
BELÉN
(Con despecho.)
Con nada.
DOÑA LUCIANA
¿Es posible?
BELÉN
¿¡Y viene así!?
DOÑA LUCIAMA
(Furiosa.).
Si se ha burlado de mí,
le doy... una bofetada.
ESCENA II
Dichos y Baltasar
Baltasar entra precipitado por el fondo con visibles muestras de cansancio.
BALTASAR
(Deja sombrero y bastón en una silla.)
¡Santo Dios! ¡Estoy molido!
DOÑA LUCIANA
(Con reconvención.)
¡Buenos días!
BALTASAR
(Saludando.)
¡Buenos días!
BELÉN
(Colérica.)
¡Cómo ha venido, responda,
sin flores!
BALTASAR
(Alzando las manos al cielo.)
¡Virgen bendita!
DOÑA LUCIANA
Y esta noche...
BELÉN
El beneficio...
DOÑA LUCIAMA
De Marieta...
BELÉN
Gazzaniga...
DOÑA LUCIANA
¡Después de tantas promesas!
BELÉN
¡Después de tantas mentiras!
DOÑA LUCIANA
¡Trapalón!
BELÉN
¡Farramallero!
DOÑA LUCIANA
¡Aponte, (20) Nerón!
BELÉN
¡Atila!
¡Herodes!
DOÑA LUCIANA
¡Turco!
BELÉN
¡Pirata!
BALTASAR
¡Si de mal agradecidas
están llenos los infiernos,
pues rómpase usted la crisma
por servir a tales gentes,
pase angustias y fatigas
para que luego le entonen
semejante letanía!
¡Si está visto! ¡El que más hace
menos merece! Mas digan,
generación de vampiros,
¿no me ven en la agonía?
DOÑA LUCIANA
(Con ironía.)
¡Sí!, no hay duda: ¡Cómo corre
la sangre por la camisa!
BALTASAR
¿Sólo con sangre se ganan
los triunfos y las albricias?
BELÉN
¡Qué me importa que usted muera!
BALTASAR
¡Bueno es eso!
BELÉN
Ni que viva,
si al cabo no tengo flores
que echar a mi Gazzaniga.
BALTASAR
¿Quién dice que no las tiene,
mi señora Belencita?
BELÉN
¿Qué dice usted?
DOÑA LUCIANA
¿¡Es posible?!
¿Tenemos flores?
BELÉN
¡Oh, dicha!
DOÑA LUCIANA
¿Y por qué no hablabas?
BALTASAR
¿Cómo
era posible, querida,
si ustedes alborotaban
como cuatro mil gallinas?
Hay flores... Pero, ¡ay!, me cuestan
dos... tres años... de la vida.
BELÉN
¿Cómo así?
DOÑA LUCIANA
Cuéntanos eso.
BALTASAR
Cuando ustedes lo permitan.
BELÉN
(Con malicia.)
¡Ay, Baltasar de mis ojos!
Si no fuera por mamita...
DOÑA LUCIANA
(A Belén que quiere insistir.)
¡Basta ya! ¡Digo que basta!
(A Baltasar.)
¡Hable usted!
BALTASAR
¡Pues callen!
BELÉN
¡Diga!
BALTASAR
No hay en La Habana una rosa,
una flor, ni una ramita;
que ha sido vendido todo
para esta noche.
BELÉN
(Palmoteando)
¡Qué risa!
¡Así lloverán coronas
sobre la inspirada artista!
BALTASAR
Juzgué al principio lo mismo,
mas, como tengo malicia,
después he reflexionado
que es una mala partida
de los contrarios perversos
devorados por la envidia.
Para evitar que Marieta
entre flores quede viva
sepultada, han despojado
todas las jardinerías
de La Habana y Extramuros. (21)
DOÑA LUCIANA
¡Infamia!
BALTASAR
Y hasta las quintas
del Cerro.
BELÉN
¡Horror!
BALTASAR
Y las casas
particulares.
DOÑA LUCIANA
¡Purísima
Concepción!
BELÉN
¿Y usted qué hizo
viendo la atroz injusticia
de esa jugarreta infame,
de ese complot homicida?
DOÑA LUCIANA
¿Qué hiciste, atleta robusto?
BELÉN
¿Qué hiciste, gazzaniguista?
BALTASAR
(Ganemos, pues nada cuesta,
indulgencias, con mentiras,
y lo que hizo un malojero,
hagamos hazaña mía.)
BELÉN
(Impaciente.)
¡Hable!
BALTASAR
Volé como un rayo
a un establo... al de la esquina,
y alquilando un potro oscuro,
yo mismo le eché la silla
y... ¡Arre, caballo! ¡A las puertas,
vientre a tierra! ¡A toda brida!
Allí a roso y velloso (22)
con admirable energía
recogí las flores todas
que alcanzaba con la vista.
Luego en las más de las casas
entré como de visita
comprando, o pidiendo flores
según eran las familias.
Así llené dos canastas
y poniéndolas encima
del caballo, de un galope
volví para acá, molidas
las... las espaldas etcétera
para recibir, por gracias,
descargas de artillería.’
DOÑA LUCIANA
¡Digno muchacho!
BELÉN
(Con zalamería
Dispensa,
Baltasarito, ¡mi vida!
(Le toma una mano que acaricia coquetamente.)
DOÑA LUCIANA
(Separándolos.)
Vamos, Belén; no tan calvo
que se le vean...
BELÉN
(Haciendo una reverencia.)
Mamita,
dispense usted.
DOÑA LUCIANA
¿Y tú mismo
trajiste las canasticas?
BALTASAR
¿Canasticas? ¡Sí! ¡Canastas
de seis pesetas sencillas!
DOÑA LUCIANA
¿Por qué no alquilaste un negro?
BALTASAR
Señora, porque temía
que las flores me robase
algún audaz gassierista.
DOÑA LUCIANA
¡Héroe invicto!
BELÉN
Usted merece
el “lazo a la Gazzaniga”
(Se quita el que tiene en la cabeza y quiere colocarlo en la de Baltasar,
que se resiste. Doña Luciana da evidentes señales de impaciencia.)
BALTASAR
¡Gracias! No...
BELÉN
¡Qué disparate!
Reciba usted la divisa
que ha adoptado ya el partido
por contraseña.
DOÑA LUCIANA
(Con desabrimiento.)
Niñita,
tengo que hablar un minuto
con Baltasar.
BELÉN
(Con insolencia.)
¿Qué decía?
DOÑA LUCIANA
¡Que te marches para dentro!
BELÉN
¡Baltasar, muy buenos días!
(Salúdale con coquetería y vase.)
ESCENA III
Doña Luciana y Baltasar
BALTASAR
(Fingiendo entusiasmo.)
Por fin nos hallamos solos,
mi venerable querida.
DOÑA LUCIANA
¿Qué es eso de... venerable?
BALTASAR
Me equivoqué, chata mía,
me equivoqué...
DOÑA LUCIANA
Pues procure
no equivocarse.
BALTASAR
Tus iras modera. Quise decirte
que tus ojos... que tu vista...
por supuesto... ya se sabe...
mi corazón... ya adivinas...
el rubor... ¿Dónde compraste
tan hermosa muselina?
(Señalando el traje.)
DOÑA LUCIANA
.¿Es eso todo?
BALTASAR
(¡Qué cosa
podré decir! ¡Santa Rita!
¿A una vieja, tan revieja,
tan revieja y tan harpía?)
DOÑA LUCIANA
Vamos, responde...
BALTASAR
Lucero,
permite que entre las mías...
(Queriendo tomarle una mano.)
DOÑA LUCIANA
(Dando un paso atrás.)
¿Cómo? ¿Cómo?.
BALTASAR
(Insistiendo.)
Esta manita...
(Va a tomarla.)
DOÑA LUCIANA
Digo, aspeta... piano, piano...
que el rubor de mis mejillas...
BALTASAR
Rubor de cincuenta eneros
es rubor de mentiritas.
Vamos, mi bien...
DOÑA LUCIANA
¡No transijo!
Soy casta por hidalguía...
BALTASAR
¡Hum!
DOÑA LUCIANA
Por costumbre...
BALTASAR
(¡Alabado!)
DOÑA LUCIANA
Por temperamento...
BALTASAR
(¡Viva!)
DOÑA LUCIANA
Y por cálculo...
BALTASAR
(¡Bien hecho!)
DOÑA LUCIANA
Cesa, pues, en tu atrevida
pretensión.
BALTASAR
Vamos, trigueña,
no seas tan... repulsiva.
Nunca tan dura te he visto
ni de noche ni de día.
DOÑA LUCIANA
(Con fuerza.)
¡He dicho. que no!
BALTASAR
(Después de una gran pausa.)
Señora,
ya sé a qué atenerme. ¡Indigna!
Tener en mí lo que tiene
y venderme a las intrigas
de ese rival miserable
con más pies que veinte millas.
DOÑA LUCIANA
¿Qué dices?
BALTASAR
¡Sí! No me engañas.
Don Liborio...
DOÑA LUCIANA
(¡Cómo adivina
el maldito!)
BALTASAR
Don Liborio,
esa horqueta de cocina,
me ha robado tu cariño.
DOÑA LUCIANA
(Riendo.)
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!
BALTASAR
(¡Vieja fierecita!
¡Se burla de mí!)
DOÑA LUCIANA
Muchacho,
hablemos claro. Confías
mucho en ti, cuando presumes
que a pesar de mi pericia
puedes engañarme...
(A Baltasar que quiere interrumpirla.)
Espera,
y escucha lo que te digo
sin pestañear.
BALTASAR
(Con mal gesto.)
¡Bueno, bueno!
Empiece usted, asesina.
DOÑA LUCIANA
(Con mucha intención.)
¡Baltasar, tú no me quieres!
Tú, solamente codicias
mis alquileres, mis censos, (23)
mis acciones y mis quintas.
No a mí, sino mis riquezas
pretendes.
BALTASAR
(¡Cómo adivina
la malvada!) ¿Y es posible
pienses tal villanía
de mí?
DOÑA LUCIANA
(Con aplomo.)
¡Yo, sí!
BALTASAR
(Con indignación cómica.)
¡Tus riquezas!
¡Tus riquezas! ¿Qué valdrían
sin el amor entusiasta
que mi pecho tiraniza?
¡Tus riquezas! ¿Bastan ellas
a rendir un alma altiva?
¿Pueden ellas obligarme
a que bese tus rodillas?
¡Tus riquezas! ¿Me hacen falta?
¿No sabes que mi familia,
aunque me esté mal en decirlo,
es lo mejor de la Isla?
¿No sabes que en sólo un año
gasto yo más amarillas
que las que gastan en veinte
los Aldamas (24) y...
¡Tus riquezas! ¿Cuándo he hablado
de las mías?
DOÑA LUCIANA
¡Siempre! Y mira,
yo creo en Dios, pero en tus bienes
nequaquara. (25)
BALTASAR
(Con forzada sonrisa a lo alto.)
(¡Malo!) Prosiga...
DOÑA LUCIANA
Que me hablas de mis riquezas
y estupendas maravillas
como yo pudiera hablarte
del millón que tengo en China.
BALTASAR
(Como antes.)
(¡Peor!) ¡Adelante!
DOÑA LUCIANA
En suma
que con esas gallerías,
baladronadas y enredos
sólo quiere tu falsía
engolosinarme.
BALTASAR
(Como antes.)
(¡Pésimo!)
¿No hay más? ¿No hay más? ¡Vamos, siga!
No tema usted.
DOÑA LUCIANA
Y por último
que tus negros, que tus fincas
son...
BALTASAR
(Con audacia.)
¿Qué son? No se detenga...
¿Qué son? ¿Qué son, Lucianita?
DOÑA LUCIANA
(Trágicamente.)
¡Ilusiones engañosas!
(Cambiando de tono.)
O hablando en prosa, ¡mentiras!
BALTASAR
(Riendo.)
¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!
DOÑA LUCIANA
(¡Cómo se ríe!)
BALTASAR
(Como si hablase consigo.)
¡Pobre señora, delira!
DOÑA LUCIANA
(¡La verdad está pintada
en su cara enrojecida!)
BALTASAR
(Como si no tuviese interlocutor.)
¿Conque es mentira el dinero
que tengo en La Positiva?
¿Son mentira las acciones
del Fomento de Nuevitas?
DOÑA LUCIANA
(¡Es imposible que mienta!)
BALTASAR
¿Conque también es mentira
la estancia de Arroyo Apolo
y mi cafetal de Alquízar
y mi ingenio de Cienfuegos
y mi potrero de Guisa?
DOÑA LUCIANA
(¡Qué hermoso está!; ¡qué arrogante!,
¡qué elocuente!... ¡Si esa lista
embellece al mismo Diablo!)
BALTASAR
(Como antes.)
¡Mentira! ¿No son nadita
mi vega en la Vueltabajo,
mi hacienda en la Vueltarriba,
y el producto de mis tierras,
de mis censos y mis minas?
DOÑA LUCIANA
(¡Imposible! Don Liborio
no tiene tanto...)
BALTASAR
¿Y mi tía
será mentira?
DOÑA LUCIANA
(Sin poderse contener.)
Perdóname,
Baltasar, hijo...
BALTASAR
(Sin atenderla.)
Y la finca,
y el testamento, y el pleito
y el tesoro.’
DOÑA LUCIANA
Escucha, mira..
BALTASAR
(Como antes.)
Y las prendas, y las barras...
DOÑA LUCIANA
(Entusiasmada.)
¡No más, no más! ¡Alma mía,
ven a mis brazos! ¡Perdona
a tu amante arrepentida!
BALTASAR
(Como antes.)
¡Pobre señora! ¡Está loca!
¡Pobre señora! ¡Delira!
DOÑA LUCIANA
(Impaciente.)
Vamos, Baltasar, soy tuya
como siempre... ¿Qué querías?
BALTASAR
(Con reconvención.)
¡Ingrata!
DOÑA LUCIANA
(Abriendo los brazos.)
¡Mi bien!
BALTASAR
(Abrazándola.)
¡Mi cielo!
DOÑA LUCIANA
¡Mi estrella!
BALTASAR
¡Mi sensitiva!
(Se abrazan otra vez.)
(¡Se clavó la tintorera!
Tal la pone la avaricia
que en hablándole de oro
la noche la juzga día.)
(Permanecen abrazados un rato hasta que Baltasar, cansado
de la posición, levanta la cabeza.)
¡Basta ya, mi bien!
DOÑA LUCIANA
¡Dios mío!
¿Estoy muerta o estoy viva?
ESCENA IV
Dichos y Belén
Belén entra con mucha precipitación e incomodada.
BELÉN
¡La buscan a usted, mamá!
DOÑA LUCIANA
(Aparte a Belén.)
¿Quién?
BELÉN
(Aparte a Doña Luciana.)
El de siempre, el traidor,
el idiota, el cobrador
del Comercio.
DOÑA LUCIANA
¡Voy allá!
Quédate tú!
BELÉN
¡No! Yo voy
a formar mi ramillete.
DOÑA LUCIANA
(A Baltasar. Con humildad y saludando.)
¿Me permite?
BALTASAR
¡Sí, sí!, ¡vete!
DOÑA LUCIANA
Ahorita de vuelta estoy.
(Vase por la puerta del comedor, Belén por la del interior.)
ESCENA V
Baltasar (solo)
Se pasea con satisfacción.
BALTASAR
¡Vamos bien! Todo me augura
una completa victoria.
¡El coburgar (26) está en uno,
entremos pues en la noria!
Pero esta unión discordante
va a armar una batahola;
¡ya se ve! Si es un suicidio
o le faltará una jota.
¿Un suicidio? ¡Patarata! (27)
Este mundo es una bola,
y no todos han nacido
para ceñirse coronas.
¡Soy modesto! No pretendo
que hablen de mí las historias:
¡nada, nada!, me conformo
con poder llenar la bolsa.
Dirán que me sacrifico
a una vieja cincuentona
y que más valiera irse
a morir a California. (28)
Mas, ¿qué me importa, si al cabo
tendré tragos, tendré botas
y tendré para mi mesa
champinonco (29) y borgoña! (30)
(Pausa.)
Hoy hace ya una semana
que estoy aquí a la bartola
cuando iban a lanzarme
del Hotel de la Corona.
(Otra pausa.)
La vieja está persuadida
que es mi riqueza notoria
y que puedo echar un puente
hasta Regla, con mis onzas...
¡Cómo piensas con mi oro
recrearte, cotorrona!
¡Pobre señora! ¡Delira!
Pobre señora, está chocha.
Es verdad que cuando sepa
que yo soy un... pesca moscas
me va a gritar que merezco
que me cuelguen de una horca.
¿Si le dará un, accidente?
¡Ojalá se vuelva loca!
Si un hijo me da, la pongo
en una jaula, en Mazorra.
(Otra pausa.)
Entre tanto tengo casa,
tengo lavado de ropa
y me sirven los criados
todos, a pedir de boca...
¿Ésta vieja es una ganga!
Trabaje la gente tosca...
¡Esta vida me conviene!
¡Esta vida me remoza!
(Mirando.)
Pero vienen... ¡Es el viejo!
Mi rival... ¡Santa Petrona!
¡Le voy a dar una entrada
que no va a sentir la gota!
(Paséase haciendo el distraído.)
Liborio entra haciendo gratones saludos: vendrá vestido con magnífica
ropa y costosas prendas, pero con aire torpe y encogido.)
ESCENA VI
Dicho y Don Liborio
BALTASAR
(¡Qué facha!)’
DON LIBORIO
¡A los pies de usted!
BALTASAR
(¿A quién saluda este bruto?
¡Oh! Parece este dios Pluto (31)
mamarracho de pared.)
DON LIBORIO
¿No me ha oído? ¡Dios le guarde,
señorito!
BALTASAR
(Cantando.)
“Está mi tía...”
DON LIBORIO
(Amordazado.)
Digo, ¡buen día!
BALTASAR
(Remedándolo.)
¡Buen día!
DON LIBORIO
Más vale nunca que tarde.
BALTASAR
Al revés me la vestiste.
DON LIBORIO
¿Qué decía? No le entiendo..
BALTASAR
Advierto usted que no vendo
para jumentos, alpiste.
DON LIBORIO
¿Y quién le viene a comprar?
Digo, ¡pues, vaya un merengue!
BALTASAR
Si viene a buscar jelengue
aquí lo puede encontrar.
DON LIBORIO
Yo no vengo a buscar nada...
digo, yo, sí... Yo... yo busco
a la señora.
BALTASAR
¡Qué chusco!
DON LIBORIO
Vaya, pues, ¿está ocupada?
BALTASAR
(Cantando.)
“Yo tengo un novio pollero,
mamita, si usted lo viera...”
DON LIBORIO
(Furioso.)
¿Se burla?
BALTASAR
¿Busca quimera,
sota de bastos?
DON LIBORIQ
Don cero,
¿siendo no más que un retazo
quiere ser pieza y burlarse?
Pues no podrá libertarse
de recibir un trancazo.
BALTASAR
(Con flema insultante.)’
¿Qué dice usted, don Liborio?
DON LIBORIO
¡Quiero ver a la señora!
BALTASAR
No puede ser.
DON LIBORIO
(En ademán de tomar una silla.)
Bien, ahora...
pero después...
BALTASAR
Vejestorio,
¡ni ahora ni nunca!
DON LIBORIO
¿Qué dice?
BALTASAR
Don Liborio, que me apesta
y está mi mano dispuesta
a herir si me contradice.
DON LIBORIO
¡Vaya!, pues... ¿Usted, canijo,
amenazarme?... ¡Re... Dios!
¡Es precise que los dos
nos zurremos, lagartijo!
BALTASAR
Yo no quiero que visite
la casa, y si no se va
o vuelve...
DON LIBORIO
Ta; rarará.
BALTASAR
Lo convierto en un confite.
DON LIBORIO
Y usted quién es, digo, para...
BALTASAR
¡Yo me llamo pica-pica!
Y mire que si replica
le desbarato la cara.
DON LIBORIO
(Con flema.)
¡Tengo yo la cara dura!
BALTASAR
Pues yo se la ablandaré.
DON LIBORIO
Quiere. ¿Don Mequetrefe? ¿Usté?
¿Con semejante figura?
BALTASAR
¡Salga usted!
DON LIBORIO
¡Sí! Por supuesto...
BALTASAR
¡Salga o le rompo la jeta!
DON LIBORIO.
¡Don Guindo!
BALTASAR
¡Doña Paleta!
DON LIBORIO
¡Don Marica!
BALTASAR
¡Deje el puesto!
DON LIBORIO
¡Pues haga usted que lo deje!
BALTASAR
(Toma el bastón.)
¡Pues vas a verlo: canalla!
(Amenazándolo.)
¡Fuera, fuera!
DON LIBORIO
(Impasible.)
¡Faramalla!
BALTASAR
¡Si lo mato, no se queje!
(Se lanza sobre él que lo recibe con ánimo: se apalean con furia, haciendo
un ruido escandaloso al que acuden despavoridas Doña Luciana y Belén.)
ESCENA VII
Dichos, Doña Luciana y Belén
DOÑA LUCIANA
¡Qué tumulto!
BELÉN
¡Qué alharaca!
DOÑA LUCIANA
¿Qué es eso?
BALTASAR
¡Perro!
DON LIBORIO
Milano...
DOÑA LUCIANA
¡Baltasar!
(Corriendo a él.)
BELÉN
¡Por San Urbano!
DOÑA LUCIANA
¡Don Liborio!
(Corriendo a él.)
BALTASAR
¡Toma!
DON LIBORIO
¡Daca!
En los movimientos de la lucha llegan a la mesa del reloj que el
Liborio derriba de un trancazo.
BELÉN
¡Jesucristo!
DOÑA LUCIANA
¡Mi reloj!
(Corriendo a él.)
DON LIBORIO
¡Niñas, dispensen ustés!
BALTASAR
¡Ah!, ¡maldito aragonés!
BELÉN
¿Qué haremos?
DOÑA LUCIANA
¡Cuidado!
BELÉN
Yo...
DOÑA LUCIANA
¡Grita, mujer!
BELÉN
(Quiere gritar y el temor se lo impide.)
¡A... se... sesinos!
DON LIBORIO
¡Aguilucho!
BALTASAR
¡Dromedario!
BELÉN
¡Que llamen al comisario!
DOÑA LUCIANA
¡Que llamen a los vecinos!
BELÉN
¡Llamen al bodeguero!
DOÑA LUCIANA
(Dirigiéndose al comedor.)
Corro
a la puerta.
BELÉN
(Deteniéndola.)
¡A la ventana!
DON LIBORIO
¿Qué tal sientes la macana?
DOÑA LUCIANA
(En la ventana de la calle.)
¡Socorro!
BALTASAR
¡Sapo!
BELÉN
¡Socorro!
En medio de este desorden cae el telón.
FIN DEL ACTO SEGUNDO
ACTO TERCERO
ESCENA I
Doña Luciana y Belén
AI levantarse el telón aparecerá Doña Luciana sentada en una silla, que
habrá en el centro del escenario, cerca de una mesita redonda: su actitud
será meditabunda, con un codo apoyado en la mesa y la mano en la mejilla.
A la voz de Belén, que entra, levanta la cabeza.
BELÉN
(Presentando una carta.)
¡Mamá, mamá
DOÑA LUCIANA
(Con mal humor.)
¿Qué me quieres?
¿No gozaré de sosiego
nunca? ¡Alguna impertinencia!
BELÉN
Hace poco le trajeron
de La Bomba esta cartica.
DOÑA LUCIANA
(Levantándose.)
¡Jesús, Jesús! Ni un momento
me dejan los mercaderes
descansar. Aquí el almuerzo
(señala al pecho)
lo siento ya.
BELÉN
Mas veamos
lo que nos dice el Francesco
Doña Luciana abre la carta, se pone los quevedos, (32) lee: Conforme
va adelantando en la lectura da inequívocas muestras de despecho y de cólera.
DOÑA LUCIANA
¡Miserables!
(Estruja la carta.)
BELÉN
(Impaciente.)
¿Mas qué es ello?
Quiero saber...
DOÑA LUCIANA
¡Pues escucha,
te quedarais como el hielo!
BELÉN
(¡Difíciles!)
DOÑA LUCIANA
¡Esta tarde
me llevan al cementerio!
¡Si esta escena desmerita
la escena del apaleo!
(Lee.)
Señora: Sentimos mucho tener que decirle que nos vemos en la dolorosa
necesidad de tomar una resolución enérgica y decisiva, visto lo poco que
se consigue con admitir los plazos que nos da sin cesar y que nunca cumple.
¿Que te parece?
BELÉN
Hasta ahora
no he visto nada de nuevo.
DOÑA LUCIANA
(Lee.)
La garantía del matrimonio de usted con don Baltasar Mendieta, ha quedado,
como todas las de usted, reducido a agua de borrajas. Este hombre, por no
darle un calificativo más duro, pero también más propio...
BELÉN
¡Hola! ¡Eh!
DOÑA LUCIANA
Belén, espera...
vas a quedarte...
BELÉN
Ya atiendo..
DOÑA LUCIANA
(Lee.)
...pero también más propio, ha tenido la audacia de presentarse en nuestra
casa, pidiendo géneros al fiado y presentando la misma garantía; es decir,
que promete pagarnos con los bienes cuya administración espera le conceda
usted después de su matrimonio. Hemos rechazado su villana pro posición,
y al manifestarlo a usted le hacemos presente de nuevo que invocaremos la
intervención de los tribunales, para el cobro de nuestros créditos.
Sigue la firma y la fecha.
BELÉN
(Riendo.)
¡JajajáI
DOÑA LUCIANA
(Colérica.)
Belén, ¿y eso
te causa risa?’
BELÉN
Señora,
¿quién no ha de ver aquí el dedo
de Dios?
DOÑA LUCIANA
¿De Dios, desgraciada?
BELÉN
O del Diablo, que el infierno
es chusco a veces.
DOÑA LUCIANA
¡ ¡Infames!
¡A mí!
BELÉN
Sosiéguese.
DOÑA LUCIAMA
¡Ah, perro!
BELÉN
¡Viene gente! ¡Es don Liborio!
(Recordando.)
DOÑA LUCIANA
¡Mi vengador! Yo te ofrezco
que me he de vengar.
BELÉN
Que llega...
DOÑA LUCIANA
Lo he de ver...
BELÉN
¡Por Dios, silencio!
ESCENA II
Dichos y Don Liborio
DON LIBORIO
(Desde el fondo.)
(¡Que nunca he de hallarla sola!)
DOÑA LUCIANA
(¡No me parece tan viejo!)
BELÉN
(¡Qué nariz! ¡Qué sobrecejo!
Parece un jugo con gola.)
DON LIBORIO
Señoras, Dios guarde a ustés.
DOÑA LUCIANA
¡Felices!
DON LIBORIO
¿Y la salú?
DOÑA LUCIANA
Muy bien: ¿y usted?
DON LIBORIO
Yo, hu, hu, hu,
(tosiendo)
con esta hinchazón de pies...
BELÉN
(¡Vaya un novio de mi flor!)
DOÑA LUCIANA
Me alegro que Dios le traiga...
DON LIBORIO
¡Vaya! Me alegro que haiga...
una salú... tan mejor.
(Momento de silencio.)
Seré franco: me encocora (33)
hallar aquí a la muchacha.
No verla sola me empacha,
mi señora y servidora.
DOÑA LUCIANA
(Su servidora, ¿qué tal?)
BELÉN
(Con desabrimiento.).
¡Gracias por la cortesía!
DON LIBORIO
Si, señorita, decía
que yo soy...
BELÉN
(¡Un animal!)
DON LIBORIO
Un hombre...
(No sé mover
la lengua.)
DOÑA LUCIANA
Sí, ya comprendo...
DON LIBORIO
¿Qué comprende usted?
DOÑA LUCIANA
Entiendo...
(¿Qué diré?)
DON LIBORIO’
¡Qué va a entender
cuando yo no he dicho nada!
DOÑA LUCIANA
Con todo...
DON LIBORIO
Señora mía.
DOÑA LUCIANA
La voz de la simpatía...
BELÉN
(¡Cómo estoy de avergonzada!
¡Qué grosero!)
DON LIBORIO
(A Belén.)
Lechuguina,
salga.
BELÉN
(Con altivez.)
¿Cómo? No imagina...
DON LIBORIO
(A Doña Luciana.)
Mande a Belén que trajine
allá dentro... en la cocina,
BELÉN
(Encarándose.)
¿Dónde?
DOÑA LUCIANA
(Interviniendo. Aparte a Belén.)
(¡Por Dios!)
BELÉN
(Aparte a su madre.)
(¡Si me pica...!)
DON LIBORIO
Señora, traigo el objeto.
de hablar con usté en secreto,
despida, pues, a la chica.
DOÑA LUC[ANA
Al instante irá.
BELÉN
¡¿Yo ir
a la cocina?!
DON LIBORIO
(A Belén.)
¡Y aprecisal
(A Doña Luciana.)
Mire usted, que le interesa
lo que tengo que decir.
¿La despide?
DOÑA LUCIANA
¡Sí, señor!
Hija, pon en la sartén...
(no te incomodes, Belén.)
Ya sabes... y di a Melchor...
BELÉN
Antes que mi piel de rosa
manchada de tizne vea...
DOÑA LUCIANA
(Aparte a Belén.)
(Disimula: es porque crea
que eres tú muy hacendosa.)
DON LIBORIO
(Impaciente.)
¡Conque vamos!
DOÑA LUCIANA
¡Niña, ve!
BELÉN
(De mala gana.)
Voy corriendo.
DOÑA LUCIANA
(Aparte a Belén.)
(Yo te ofrezco...)
BELÉN
(Aparte a Doña Luciana)
(¡Ah, mama! Lo compadezco
Si se casa con usté.)
DOÑA LUCIANA
(Aparte a Belén.)
(Pero repara en su aseo...
y después su posición...)
BELÉN
¡No conseguirá el millón
que no me parezca feo!
(Vase.)
ESCENA IIl
Doña Luciana, Don Liborio
DON LIBORIO
¿Ahora que solos estamos
podré hablarle sin testigos?
DOÑA LUCIANA
Se supone.
DON LIBORIO
¡Pues y bueno!
Yo soy un hombre sencillo,
pues, noble, franco y ecetra...
¡Y más honrado que Cristo!
DOÑA LUCIANA.
(¡Él te perdone!)
DON LIBORIO
Algo brusco;
pero, ¡señora, muy rico!,
pues no tengo con guijarros
empedrados los bolsillos.
Ahora bien: yo me he propuesto,
casarme, vivir tranquilo
y que gocen mis doblones
mi mujer, pues, y mis hijos.’
DOÑA LUCIANA
Me parece bien pensado.
DON LIBORIO
Supongo que me ha entendido.
DOÑA LUCIANA
No mucho.
DON LIBORIO
¿Conque no sabe
que pretendo ser marido,
y que sólo para ello
su aprobación necesito?
DOÑA LUCIANA
Eso es más claro, con todo...
que avance más es preciso
y me diga lo que piensa
y cuándo...
DON LIBORIO
¡Por San Patricio!
No se haga la chiquitilla;
le sientan mal los remilgos;
que hace mucho tiempo, ¡vaya!,
que ha mudado los colmillos.
Usted sabe con qué objeto,
con qué placer; la visito...
DOÑA LUCIANA
Puede la amistad...
DON LIBORIO
¡Canario!
¡Qué amistad ni qué membrillo!
El amor es el que abrasa
mi corazón y es preciso,
pues, que me diga si puedo
esperar...
DOÑA LUCIANA
¿Tan pronto?
DON LIBORIO
Digo,
más tarde, ¿por qué?
DOÑA LUCIANA
(Con acento de timidez.)
Liborio,
afloje usted un poquito.
DON LIBORIO
Diga pronto.
DOÑA LUCIANA
La vergüenza...
DON LIBORIO
¡Qué vergüenza, ni qué niño
muerto! ¡Responda!
DOÑA LUCIANA
(Fingiendo turbación.)
Pues, bueno
lo acepto.
DON LIBORIO
(Causa prodigios
el oro.)
DOÑA LUCIANA
(Cúbrese el rostro con las manos.)
No me desprecie
si tan pronto... no he podido
vencer...
DON LIBORIO
¿Y por qué suspira?
¿Se arrepiente de lo dicho?
DOÑA LUCIANA
(Con fuego.)
Yo... ¡nunca!
DON LIBORIO
Y digo, ¿la moza
abrazará el compromiso?
DOÑA LUCIANA
¿Ella? ¡Pues no! Si es tan dócil...
¡Me quiere tanto! Ahora mismo
hablaba de usted.
DON LIBORIO
¿Es cierto?
Dígame, pues, lo que ha sido.
DOÑA LUCIANA
Yo he adivinado hace días,
don Liborio, sus designios.
De ellos hablé con la niña.
DON LIBORIO
¿Y qué respondió?
DOÑA LUCIANA
Me dijo:
¿No vaya usted a ser tonta
si toma un dichoso giro
el negocio, y se presenta
como pretendiente, el digno
don Liborio, acepte al punto,
sin vacilar, el partido.”
DON LIBORIO
¿Eso, dijo? ¡Si es un ángel!
Y a usted, señora, pues, digo
a usted, que así me recibe,
la he de querer... ¡como un hijo!
DOÑA LUCIANA
(Sorprendida.)
¿A quién?
DON LIBORIO
(Con naturalidad.)
A usted.
DON LIBORIO
(Confundida.)
¡Santo cielo!
Y... ¿a Belén?
DON LIBORIO
(Como antes.)
¡Como marido!
DOÑA LUCIANA
(Como antes.)
¡A mí quererme... quererme
como un hijo!
DON LIBORIO
(Como antes.)
¡Es positivo!
DOÑA LUCIANA
¿Como un hijo?
DON LIBORIO
¿Y cómo quiere
que la quiera?...
DOÑA LUCIANA
¡Como un hijo!
DON LIBORIO
Queriendo a Belén...
DOÑA LUCIANA
¿Conque era
Belén?
DON LIBORIO
¡Sí!
DOÑA LUCIANA
¡Jesús bendito!
Sosténgame usted, me muero!
Me ha dado un escalofrío...
El sincope... los sudores.
¡Que me desmayo! ¡Asesino!
(Finge caer desmayada en brazos de Don Liborio que, espantado,
hace grandes esfuerzos por sostener la mole que le abruma.)
DON LIBORIO
Digo, ¡señora! ¡Mal rayo!
¡Cómo pesa el enemigo!
Si entra gente... ¿Se habrá muerto?
¡Tengo los brazos partidos!
¡No chista! Estoy por echarla
al suelo... Señora... Grito
y no responde... Se cae...
¡Socorro, socorro! Digo,
¡socorro! ¡Nadie!... ¡Socorro!
¡Don Baltasar! ¡Don Narciso!
¡Doña Belén!... ¡Don Demonio
que te cargue, voto a Cristo!
ESCENA IV
Dichos y Belén
BELÉN
(Apresurada.)
¿Qué es eso?
DON LIBORIO
Por Dios, acuda
pronto... su madre...
BELÉN
¿Qué ha sido?
DON LIBORIO
¿Qué diablo sé yo? El sin-copas,
los calambres... Así dijo.
Acuda usted, que no puedo..
BELÉN
¡Que siempre, viejo maldito,
ha de armar usted...!
DON LIBORIO
¡Ayúdeme!
BELÉN
(Colérica.)
¡Apártese!
(Recibe con trabajo a su madre de brazos de Don Liborio; al hacerlo
cae Doña Luciana que permanece de rodillas, apoyando la cabeza
en el seno de Belén que estará inclinada hacia ella: Don Liborio, al
verse libre toma el sombrero y saluda.)
DON LIBORIO
¡Adiós, palmito!
BELÉN
(Con furor.)
¿Se marcha usted y nos deja
así?
DON LIBORIO
¿Qué he de hacer?
BELÉN
(Con desdén colérico.)
¡Indigno!
¡Usted no tiene la culpa!
DON LIBORIO
(Con naturalidad.)
¡Por supuesto!... En dos saltitos
vuelvo... llame al boticario.
¿Quiere un medico?... ¡Al servicio!
(Saluda y vase; volviendo la cabeza hasta que desaparece.)
ESCENA V
Doña Luciana y Belén
En el instante en que desaparece Don Liborio, Doña Luciana levanta la cabeza.
DOÑA LUCIANA
¿Ya se ha marchado esa fiera?
BELÉN
Sí, señora: ¿qué le ha hecho?
DOÑA LUCIANA
(Levántase.)
¡Y se va tan satisfecho!
¡Es un tigre, una pantera!
BELÉN
¿En eso vino a parar
su declaración? ¡Jumento!
DOÑA LUCIANA
¿Perder este casamiento?
¡Primero me han de enterrar!.
Yo no quiero que ese perro
el corazón me desgarre:
si no puedo yo, que agarre
mi Belén este becerro.
¡Estoy decidida!
BELÉN
Vamos,
explíquese usted.
DOÑA LUCIANA
Belén,
por un extraño vaivén
sin el viejo nos quedamos.
BELÉN
¿Cómo así?
DOÑA LUCIANA
Digo; si tú
no le das tu mano blanca.
BELÉN
(Con explosión.)
¡Primero me quedo manca,
que se la dé Belcebú!
DOÑA LUCIANA
Pues mira: He reflexionado
que sin querer, se ha colado
la fortuna por la puerta. **
¡Ah! ¡Salva a tu madre, salva
tu casa!
BELÉN
(Con mohín.)
¡Vaya al demonio!
DOÑA LUCIANA
Acepta ese matrimonio:
la ocasión la pintan calva.
¡Sí, sí, Belén, es preciso
hacer una de “arda Troya”!
y que se vaya a... Saboya
tu remilgado Narciso.
Que por Dios me maravilla
que siendo tú una real hembra
no le das, pues que las siembras,
calabazas de Castilla.
El que da en la extravagancia
horrible de estacionarse,
no lo hacen, hija, casarse
los doce Pares de Francia.
Además, el Nicodemus,
aunque el vestido lo abona,
no me parece persona
muy abundante en “oremus”. (34)
Conque ya ves, es notorio,
imprescindible, preciso,
que dejes a tu Narciso
y cojas a don Liborio.
BELÉN
(Con flema.)
¿Ha acabado usted, mamá?
DOÑA LUCIANA
Sí, Belén.
BELÉN
(Con atrevimiento.)
Pues bien: ahora,
me toca a mí, mi señora,
responderle... ¡y allá va!
Mi pecho no se edifica
por el achacoso mérito
del pretendiente pretérito
a que usted me sacrifica.
Así pues, no me divorcio,
que es muy galán, mi galán
y le corta Melogán
cuando no le corta. Porzio.
Ya esta dicho: ya me dijo,
no tengamos otro susto.
El novio será a mi gusto,
que quien se casa soy yo.
DOÑA LUCIANA
Yo haré que mi autoridad
rinda tu rebelde pecho:
no en vano me da el derecho...
BELÉN
(Con fisga.)
¿Qué?
DOÑA LUCIANA
¡La Patria-Potestad!
BELÉN
Ya Narciso, antes de ahora
supo hacerme conocer
que no tiene la mujer
Patria-Potestad, señora.
DOÑA LUCIANA
El tal Narciso es un censo
que yo no puedo sufrir.
BELÉN
Y que se puede suplir
el irracional disenso.
Y el disenso irracional,
estoy muy bien informada,
lo suple de una plumada,
mamitica, el general...
DOÑA LUCIANA
Pues, bueno: hablemos, mujer
mano a mano y sin quimera
puesto que tan bachillera
te tiene tu bachiller.
BELÉN
Hablemos, pues.
DOÑA LUCIANA
En conciencia
es preciso consideres
que han de saber las mujeres,
más que todas, una ciencia.
BELÉN
¿Cuál ciencia?
DOÑA LUCIANA
(Con misterio.)
¡La de pescar!
BELÉN
(Con malicia.)
¿La de pescar?
DOÑA LUCIANA
(Gravemente.)
Si, señora.
Porque el hombre se avizora
y es difícil de atrapar.
BELÉN
Pero es una ciencia tan...
Déjese de trampiantojos!
El anzuelo está en mis ojos,
y en mi boca el curricán.
DOÑA LUCIANA
Sí; mas consiste el talento
en hacerlo de manera
que entre el novio en la tronera
del séptimo sacramento.
BELÉN
(Con más atención.)
Siga usted.
DOÑA LUCIANA
La perfección
suprema está en la riqueza,
que no existe fortaleza
que se resista a un millón.
¡Sí! Las onzas dan decoro
al amante más estulto,
porque todos rinden culto,
Belén, al “becerro de oro”. (35)
Desde el tiempo de Moisés
tentaba al pueblo escogido,
y hoy el mundo está rendido,
arrastrándose. a sus pies.
BELÉN
¿Sabe usted que sus sermones
me van pareciendo buenos?
DOÑA LUCIANA
¡Lo demás son berenjenas!
El todo está en los, doblones.
BELÉN
Y que da por medicina
un italiano doctor
que la llama del amor
ha de arder en la cocina.
¡Pero, ay! ¡Es tan langaruto, (36)
tan animal! Sin modestia,
que por mujer una bestia
debe tener ese bruto.
DOÑA LUCIANA
Mientras más imperfecciones
tenga el marido, más pronto
se ha de escoger: si es tonto
tú te pondrás los calzones.
BELÉN
Por de contado.
DOÑA LUCIANA
Además,
Si has de vestir a la moda,
hoy más conviene esta boda
sobre todas las demás.
Que aunque yo me sobrepujo
a mí misma por vestirte
¡no puedo a la mano irte
para sufrir ese lujo!
Te codician cual tesoro
un novio rico, otro pobre,
el uno te ofrece cobre,
el otro te ofrece oro.
Con cuál arreglarte debes
es excusada pregunta:
con uno mueres consunta
antes del octavo jueves:
con el otro...
BELÉN
Tengo encima
de reales un consultorio.
¡Jesús, mamá! ¡Don Liborio
confieso que me da grima!
DOÑA LUCIANA
Y con el otro macao
tendrás con libros y mapas
ayer, sardinas y papas,
hoy tasajo y bacalao.
BELÉN
Voy a ser una enfermera
si con el viejo me caso.
DOÑA LUCIANA
Y el mancebo piel de raso
te nombrará cocinera.
BELÉN
Y Liborio es un salvaje
de acciones tan estupendas...
DOÑA LUCIANA
Pero saqueará las tiendas
para que adornes el traje.
BELÉN
(En actitud de reflexionar.)
Dudosa estoy...
DOÑA LUCIANA
¡Qué capricho!
(Pausa. Viéndola pensativa.)
¡A tu discreción lo dejo!
BELÉN
(Después de un momento de vacilación.)
¡Yo me caso con el viejo!
DOÑA LUCIANA
(Regocijada.)
¿Lo prometes?
BELÉN
(Decidida.)
¡Ya está dicho!
ESCENA VI
Dichos y Don Liborio
DON LIBORIO
¡Hola! ¿Pasó el accidente?
DOÑA LUCIANA
¡Sí, señor! ***
DON LIBORIO
(Regocijado a Doña Luciana.)
¡Dice que merezco el sí!
DOÑA LUCIANA
¡Dice que gracias!
DON LIBORIO
(Aparte a Doña Luciana.)
¿Consiente?
DOÑA LUCIANA
Si, señor: avance usté
y dígale algún requiebro.
DON LIBORIO
¿Conque acepta? Lo celebro.
(A Doña Luciana.)
Voy a hablarle, ¡apartesé!
¡Ahora verá enamorar!
(A Belén.)
Pues, y digo, Belencita,
¡siempre tan guapa! Bonita
como el dios de algún lugar.
Digo, también emperchada...
Mejor de a tiempo que un potro:
es mejor, que deje el otro,
que una borrega manchada.
(Belén se ríe.)
¿Usted se ríe? ¡Me alegro!
Bien en su boca parece
la risa. Pues, y agradece...
(Interrumpiéndose.)
¡Rediós! ¡Qué pelo tan negro!
DOÑA LUCIANA
Belén agradece mucho
sus obsequios.
DON LIBORIO
(Con satisfacción.)
¡Qué me peta! (37)
Pues que aquí la mano meta
(señala al pecho)
ese gentil avechucho,
verá que mi alma destroza
un fuego... y lo dice un hombre
que es más mayor, por mi nombre
que el pilar de Zaragoza.
BELÉN
(Irónicamente.)
¡Ay, Jesús!
DON LIBORIO
Estrafalario
tal vez parezca mi ardor,
que francamente el amor
no estudié con diccionario.
Pero, en fin, y digo pues
algo vale mi pasión,
(a Belén)
pues tengo más de un millón
que tirarle a usted a los pies.
DOÑA LUCIANA
¡Qué sublime!
BELÉN
(Con remilgo.)
¡Muchas gracias!
DON LIBORIO
No se imagine que alargo,
que me convierta en un pargo
si exagero.
DOÑA LUCIANA
Yo... (de acacias
me merezco una corona.)
BELÉN
Yo, señor, reconocida...
DON LIBORIO
¡No hable usted así, mi vida,
con esa cara tan mona!
Si yo quisiera con gala
mostrarme, digo, a ustés solas,
con mis onzas españolas
podría alfombrar esta sala.
DOÑA LUCIANA
Deje tal conversación.
DON LIBORIO
Sí, pues, pero ustés comprenden... ****
DOÑA LUCIANA
No se rinde al interés
su corazón de diamante...
DON LIBORIO
¡Pues explicáranse ustés! *****
Si es peso mi capital
para ti, mi fiel lucero,
mis rentas y mi dinero
regalaré al hospital.
DOÑA LUCIANA
(Despavorida.)
¡No, señor! ¡Qué disparate!
No es esto querer decir...
DON LIBORIO
Van ustés a conseguir...
BELÉN
(¡Éste ha sido un jaque-mate!)
DON LIBORIO
Pero en fin, ¿la moza quiere,
o no quiere mis pedazos?
¿Mis apretados abrazos
a los de todos prefiere?
DOÑA LUCIANA
(Confidencialmente:)
Hago tal vez, don Liborio,
mal, muy mal...
DON LIBORIO
Mas, ¿qué la empacha?
DOÑA LUCIANA
Yo creo que a la muchacha
no le disgusta el canario.
Ayer tarde me decía
poniéndose colorada:
“¡Yo quisiera estar casada!”
BELÉN
(¡Qué mentir, Virgen María!)
DOÑA LUCIANA
Luego añadió: ¡Qué diversos
son en todos procederes,
esos tristes bachilleres
componedores de versos
al respetable señor
don Liborio de Agriogesto!”
Diga usted mismo si esto
es amor o no es amor.
DON LIBORIO
Bueno, escuchen: generoso
quiero ser en el instante;
pues, para probar de amante
lo que puedo ser de esposo.
(A Belén.)
Quiero yo, lindos ojitos,
porque empieces a adorarme
dotarte, antes de casarme,
con catorce mil duritos.
DORA LUCIANA
¡Es un noble proceder!...
BELÉN
(Qué poca delicadeza!)
DON LIBORIO
Conque, morenilla, empieza
a llamarte mi mujer.
Ahora voy para Arrillaga
para luego retirarme,
a mi casa a perfumarme.
¡Yo a nadie le voy en zaga!
BELÉN
(¡Si Jesús no lo remedia
va a rebuznar!)
DON LIBORIO
¡Volveré!
Esta noche las veré
salir para. la comedia.
BELÉN
¿Va usted?
DOÑA LUCIANA
¡Pues, no!
DON LIBORIO
¡Cuchufleta!
Como dos y dos son cuatro,
que yo prefiero al teatro
mi cachito de retreta.
BELÉN
(¡Y ha de ser este hotentote (38)
mi esposo! ¡Cielos tiranos)
DON LIBORIO
(Saludando.)
¡Señoras, beso las manos!
DOÑA LUCIANA
¡Adiós!
BELÉN
(¡Lo que cuesta un dote!)
Vase Don Liborio.
ESCENA VII
Doña Luciana y Belén
DOÑA LUCIANA
Ahora, volando a escoger
los trajes para esta noche.
Las Godínez en su coche
nos vendrán a recoger.
BELÉN
Voy.
DONA LUCIANA
(Confidencialmente.)
Y mira que deseo
que el viejo...
BELÉN
(Id.)
DOÑA LUCIANA
¡Discreción!
BELÉN
(Al irse.)
¡¿Si conseguirá el millón
que no me parezca feo?!
ESCENA VIII
Dichos y Narciso
Al retirarse Belén encuentra a Narciso que entra, hace una exclamación y vuelve
a escena: momento de turbación que se explica por la situación respectiva de las
personas.
BELÉN
¡Ah!
NARCISO
¡Buenas tardes!
DOÑA LUCIANA
(¡Que siempre
se aparezca el Don Quijote!)
NARCISO
¡Buenas tardes!
BELÉN
(Aparte a Doña Luciana.)
(Ahora mismo
lo despacho.)
NARCISO
(Incómodo.)
¡¿No responden?!
BELÉN
(Aparte a su madre.)
(Vaya usté a lo de los trajes...
voy a darle el pasaporte.)
Vase Doña Luciana sin saludar.
ESCENA IX
Belén y Narciso
Narciso se acerca con precipitación a Belén que afecta un dolor lleno de abandono.
NARCISO
¿Qué indica el aire tan serio
de tu madre?
BELÉN
(Sollozando.)
¡Ay, Dios! ¡Mi llanto!...
¡Y yo... que te amaba tanto!
NARCISO
Habla; explica este misterio.
BELÉN
Pues bien; mi bien, es preciso
que acaben nuestros amores.
Esto me causa... sudores...
pero ¿qué quieres, Narciso?
NARCISO
¿Qué dices, Belén, chanceas?
BELÉN
Hablo de veras.
NARCISO
(Con insistencia.)
Dijiste...
BELÉN
¡Dije una cosa, muy triste!
Que te dejo...
(Al ver que Narciso impaciente ha dado un golpe con el pie, en el suelo.)
¿Ya pateas?
NARCISO
¿Y así, con cara tan dura
me dices esa ruindad?
BELÉN
Que es una bestialidad
a veces se me figura.
Pero pues está por medio
la voz del Cielo, me rindo.
Eres un novio muy lindo...
mas te dejo... ¡no hay remedio!
Siempre tuve un corazón
de tímida tojosita
y siempre escuché contrita
la voz de la religión.
NARCISO
(Con sarcasmo.)
¿Conque el Cielo. se ha metido
en mis amores también?
Pues ese Cielo, Belén,
me parece entrometido.
BELÉN
No blasfe...
NARCISO
Mi exclamación
es al que engendra tu intriga
y no al Cielo que castiga
el prójimo y la traición.
BELÉN
Tú pensarás lo que quieras
pero el Cielo solamente
pudo arrancar de mi frente
el amor y sus quimeras.
Sólo el Cielo...
NARCISO
(Encolerizándose.)
¡Sella el labio!,
porque es tu lengua un puñal.
Me da el amor de un rival
la explicación del agravio.
Mas, ¿quién es?
BELÉN
(Con hipócrita sencillez.)
Tú no lo has visto
sino en imagen.
NARCISO
(Insistiendo.)
¿Quién es?
BELÉN
¿Por qué tienes interés
en saberlo?
NARCISO
(Como antes.)
¿Quién es?
BELÉN
¡Cristo!
NARCISO
¡Fementida, no blasfemes!
Halaga a tu nuevo amante,
pero hazme ver un instante
que a Dios o que al Diablo temes.
BELÉN
¿Mi amante? ¡Calla! De espinas
coronas mi corazón...
¡Si al romper tan grata unión
me meto en las Ursulinas!
Te lo digo sin lisonja
al separarnos los dos...
NARCISO
¡Qué mal servirás a Dios
con el tocado de monja!
BELÉN
Sé muy bien que allá, Narciso,
pensando en ti, gemiré...
Pero el Cielo habló... ¡Lo haré!
¡Compadéceme; es preciso!
NARCISO
Son ésas, necias historias
con que me quieres burlar.
BELÉN
¿No has oído, nunca, hablar
de las mesas giratorias?
NARCISO
¡Belén, Belén, ni por ésas!
No me juzgues tan menguado
que hace tiempo que ha pasado
el imperio de las mesas.
¿Ni a qué viene?...
BELÉN
Yo asistí,
vida mía, por mi mal
a un círculo espiritual.
La mesa habló; . y... ¡te perdí!
El Espíritu evocado
me ordenó, ¡duro tormento!,
que encerrase en un convento
mi porvenir y pasado...
NARCISO
¡Oh, Espíritu parlanchín
y cismático, además!
BELÉN
Dime, dime, exigirás
¿que te quiera, serafín?
¿Ves? El Espíritu habló...
Obedezcamos: tú mismo...
NARCISO
¡Qué bien sirve el magnetismo
a tu infamia!
BELÉN
Mira yo...
NARCISO
No imagines que me engañas
con la tal mesa parlante
que no ciegan a tu amante
tus magnéticas patrañas.
BELÉN
Al cielo causas agravios.
NARCISO
¡Miserable!
BELÉN
(Con resolución y cambiando de tono.)
Aunque me aflijo,
lo que el espíritu dijo
lo ratifican mis labios.
NARCISO
Belén, ¿estás decidida?
¿conque rompemos?
BELÉN
(Con decisión.)
¡Rompemos!
¡En la gloria nos veremos!
Allí feliz...
NARCISO
(Furioso.)
¡Fementida!
¡Qué tarde te conocí!
BELÉN
Para romper nunca es tarde!
NARCISO
(Id.)
¡Traidora!
BELÉN
(Con calma.)
¡Inicuo!
NARCISO
¡Cobarde!
¡Tú no eras digna de mí!
El que merezca tu amor
se lleva gentil regalo:
si tú no lo quieres... ¡malo!
y si lo quieres... ¡peor!
BELÉN
Ya me parece que dura
demasiado la contienda.
NARCISO
¡Cómo te amaba! ¡Una venda
tuve en los ojos, perjura!
BELÉN
Tu amistad o tu rencor
no atraviesan este seno.
Si no te incomodas... ¡bueno!
si te incomodas... ¡mejor!
NARCISO
Al fin, estás sin careta
engañadora, Belén.
¡Qué bien haces, oh, qué bien
el papel de la coqueta!
BELÉN
¡El papel! ¡Qué extravagancia!
¡Si eso es en mí natural!
En mí encuentra su rival
la más coqueta de Francia.
(Haciendo una burlesca cortesía.)
Por el caballero andante
no me cambio...
NARCISO
(Interrumpiéndola.)
¡Vil veleta!
BELÉN
(Como antes.)
¡Que más vale una coqueta,
don Narciso, que un pedante!
NARCISO
Dices bien, coqueta liviana.
(Marchándose.)
¡No quiero saber de ti!
BELÉN
(Con burla.)
¿Qué es eso? ¿Te. vas así,
sin decirme: hasta mañana?!
NARCISO
(Volviendo.)
No quiero saber...
BELÉN
(Con zumba.)
En vano.
¿Quieres marcharte enemigo?
¿Por qué reñirás conmigo?
Sin rencor... ¡Venga esa mano!
(Extiende la suya.)
NARCISO
(Sin tomarla.)
Ese airecito me irrita.
Sepa usted, Belén, que yo.
BELÉN
(Con mohín.)
¿Me da usted la mano, o no?
NARCISO
(Saludando.)
¡A la orden, señorita!
(Se dirige después a la puerta sin volver la cabeza. Belén se ríe, pero al
ver que su amante atraviesa el umbral, se oprime el pecho con las manos.)
BELÉN
(Con verdadero sentimiento.)
Se va. ¡No hay duda, se va!
¡Yo soy una miserable!
¡Avaricia detestable!
(Después de vacilar un momento.)
¡Narciso!
NARCISO.
(Casi fuera.)
¿¡Qué!?
BELÉN
(Con explosión.)
¡Ven acá!
Narciso vuelve: antes de reunirse con Belén deberá caer el telón.
FIN DEL ACTO TERCERO
ACTO CUARTO
ESCENA I
Belén
BELÉN
¡Pues no ha sido malo el brete!
Tengo los cabellos canos.
No me alcanzaban las manos
para tanto ramillete.
¡Veintinueve! ¡Jesucristo!
Voy a llamar la atención:
mi entusiasta adoración
no se verá ni se ha visto.
¡Y gracias a Baltasar,
que aunque groseras y bastas
nos trajo las dos canastas
casi, casi al rebosar!
En ellas reina el punzó
y les hice la lazada
con una cinta encarnada
y un lacito comme il faut. (39)
(Con satisfacción.)
Ya me parece que miro
a la tertulia animarse
y a Julianita atufarse
al verme dar un suspiro.
Y a su novio..., el de los lentes,
mirarme como un pazguato
y echarme de rato en rato
los quevedos insolentes.
¡Oh! Yo quiero ser la luna
de esta noche estrepitosa:
¡Sí! Yo quiero estar hermosa,
más hermosa que ninguna.
Yo quiero que al verme allí,
diga en coro la tertulia
que estoy más linda que Julia
que Adelaida y... que Bibí.
Bibí, Bibí sobre todo,
que levanta una tormenta
cada vez que se presenta
con su airecito y su modo.
La griega... Norma... me empacha
que le den tan lindos nombres...
¿Qué le encontrarán los hombres
de bonita a esa muchacha?
Quiero humillarla: ¡lo juro!
Humillada la he de ver
y no pararé hasta ser,
la novia de su futuro
Y luego que. ya sin tasa
me dé pruebas de su fe,
echarlo de un puntapié
de mi pecho y de mi casa.
¡Lo dicho, dicho: me obligo
a enloquecer a la gente
al punto que me presente
con mi lazo gazzanigo!
ESCENA II
Dicha, Doña Luciana
DOÑA LUCIANA
Dime, Belén, ¿no ha venido
todavía Baltasar?
BELÉN
¡No, señora!
DOÑA LUCIANA
Tarda mucho,
demasiado, ¿qué será?
BELÉN
¿Y usted lo siente?
DOÑA LUCIANA
Preciso.
No podré vencer mi afán
hasta echarle una rociada
como se merece el tal.
¡Enristrarse, a garrotazos
como si fuera un solar
mi sala!
BELÉN
Fue grosería
imponderable.
DOÑA LUCIANA
¡Además,
fiándose en mi dinero
ir a La Bomba a industriar!
¡Si merece más viruelas
curadas en hospital!
Mas dejemos ese mozo
y dime, niña; tú ya
habrás mandado a Narciso...
BELÉN
¿A dónde?
DOÑA LUCIANA
(Con intención.)
¡Al Calabazal! (40)
BELÉN
Si usted supiese...
DOÑA LUCIANA
¿Qué dices?
¿Titubeas?
BELÉN
¡Ay, mamá;
he sido una torpe!
DOÑA LUCIANA
¿¡Cómo!?
BELÉN
No he sabido aprovechar
una ocasión que hace rato...
DOÑA LUCIANA
¡Jesús, mujer! Tú me harás
perder la paciencia.
BELÉN
Al verle
que se marchaba...
DOÑA LUCIANA
(Con desdén.)
¡Va!, ¡va!
BELÉN
Y sin volver la cabeza
iba la puerta a pasar,
al mirarle tan airoso,
tan arrogante y galán;
me dio un vuelco la cabeza
y sin tener voluntad,
le he llamado, y no sé cómo,
nos volvimos a enredar.
Yo después me he arrepentido...
DOÑA LUCIANA
¡Conque con el Satanás!
Mira, Belén, es preciso
algún pretexto buscar
que comprometida al cabo
con el don Liborio estás.
BELÉN
Sosiéguese usted, que tengo
entre las manos un plan...
Usted sabe que Narciso
que a veces es Fierabrás; (41)
me echa algunas indirectas...
DOÑA LUCIANA
Sobre los bandos...
BELÉN
¡Andar!
DOÑA LUCIANA
¿Y bien?
BELÉN
¡En cuanto me hable
de moderación y tal,
me pongo como una fiera
y sin decirle: ¡Agua va!,
a que aprenda a ser galante
lo mando...
(Imitando a su madre.)
¡AI Calabazal!
DOÑA LUCIANA
(Riendo.)
¡Muy bien dicho! Eres la joya
de la casa.
BELÉN
¡Usted verá!
ESCENA III
Dichos y Baltasar
Baltasar entrará, con una corona de flores artificiales en la mano.
BALTASAR.
(Saludando.)
¡Buenas!...
DOÑA LUCIANA
(Furiosa y saliendo a su encuentro.)
¡Lo estaba esperando!
BALTASAR
(Le presenta la corona.)
¡Lucianita, para usted!,
BELÉN
(Tomándola.)
¡Qué linda está!
DOÑA LUCIANA
(¡Me desarma!
¡Lo botaremos, después!)
(Con seriedad.)
¡Mil gracias!
BALTASAR
(Con galantería.)
¡Va! (¡Todavía
está mojado el papel!)
BELÉN
¿Es de La Magnolia?
BALTASAR
¡Cierto!
Es una corona, es
una corona, corona
que... (debo y pagaré.)
BELÉN.
(Nunca el tonto de Narciso
hace las cosas tan bien.
Si el peor de los pesares
es ser pobre, y no poder...)
BALTASAR
He querido que esta noche
en que tanto gozaré,
pueda usted lanzar sui ofrenda
de la Marieta a los pies.
El foro (42) será montaña
de flores, digno escabel (43)
como jamás ha pisado
ni en sus sueños la Gassier.
BELÉN
Yo sólo flores del monte
puedo a la artista ofrecer.
Mas, ¿qué importa si ella sabe
lo que la quiere Belén?
(A Baltasar.)
Y mire, cuando hay dos damas en una casa...
en una casa...
(Viendo que se hace el distraído.)
¿Oye usted?
a las dos se les obsequia
o a ninguna.
BALTASAR
(Como quien responde a otra cosa.)
¡Sí!, ¡eso es!
BELÉN
Tiene el mocito la cara
más dura que la pared.
BALTASAR
(Irónicamente.)
A ofrecer a usted coronas
Narciso vendrá tal vez
y quién sabe si le mande
un vestido de moiré, (44)
pues conoce la modista
que le corta y cose a usted.
BELÉN
(¡Que pretenda este coburgo (45)
tan descarado, ofender
a aquel muchacho que vale
y revale más que él!)
BALTASAR
¿No me responde?
BELÉN
(Amortazada.)
Usted sabe
que sé defenderme bien,
no busque, pues, batallitas
o le pesará.
BALTASAR
(Provocativamente.)
¿Por qué?
BELÉN
¿Por qué? Porque soy más clara
que el agua...
DOÑA LUCIANA
(Interviniendo.)
Vamos, Belén.
BELÉN
Y al vino le digo vino
y rastrero bicho a usted.
BALTASAR
(Disimulando.)
Viene gente...
DOÑA LUCIANA
¡Sí! ¿Quién es?
ESCENA IV
Dichos y Narciso
NARCISO
(Saludando.)
¡Señora! ¡Belén!
LAS DOS
(Con mal gesto.)
Felices.
BALTASAR
¡Para servirte!
(Se dan las manos.)
DOÑA LUCIANA
(Enseñando la corona.)
¿Y usted
nada trae?
NARCISO
Este bouquet
(ofreciendo uno pequeño, pero elegante)
para Belén.
BELÉN
(Desdeñosa.)
¿Qué me dices?
DOÑA LUCIANA
(Con insultante sonrisa.)
¿Nada más?
NARCISO
(Con desabrimiento.)
Doña Luciana,
el que no debe favores
a la suerte, sólo flores
puede ofrecer.
BALTASAR
(Interviniendo.)
Cosa es llana.
NARCISO
Señora, yo soy muy pobre.
DOÑA LUCIANA
¡Eso a los ojos me salta!
NARCISO
Así la bolsa me falta
aunque la gana me sobre.
DOÑA LUCIANA
Hoy que entusiasta La Habana
a Violeta (46) va a escuchar
se debe, Narciso, echar
la casa por la ventana.
NARCISO
Pasan, sin necios antojos
a sus destinos insanos
una palmada mis manos
y una lágrima mis ojos.
BELÉN
¡Pues con eso comeremos!
Cuando no hay quien no pretenda
dar a Marieta (47) en ofrenda...
NARCISO
Y di, los que no podemos
¿qué hemos de hacerle?
BELÉN
(Con entusiasmo.)
Juntarse todos, y a escote
comprar aunque fuese un pote
de pomada, que ofrecerle.
DOÑA LUCIANA
¡Muy bien dicho!
BALTASAR
(Con aire confidencial.)
Sé de cierto
que le van a presentar
un terno (48) que ha de costar
diez mil duros,
BELÉN
Y un cubierto
de oro y perlas.
BALTASAR
(Como antes.)
También
un traje le han regalado
de no sé qué, que ha tasado
no sé en cuánto, no sé quién.
DOÑA LUCIANA
El brazalete...
BALTASAR
El anillo...
BELÉN
Los candados... (49)
DOÑA LUCIANA
Los gemelos... (50)
BALTASAR
Los botones...
NARCISO
(Cubriéndose los oídos.)
¡Santos Cielos!
BELÉN
(Gritando más.)
El ahogador... (51)
DOÑA LUCIANA
(Id.)
El cintillo...
BALTASAR
¡Le han ofrecido Un tintero
que vale medio millón
BELÉN
¡Y un soberbio cinturón
que vale... un millón entero!
BALTASAR
Y entre gritos y clamores
al foso (52) descenderá...
NARCISO
(Irónicamente.)
¿Una lluvia de maná?
BALTASAR
(Con fuego.)
¡Una cascada de flores!
BELÉN
Yo quisiera imaginar
una cosa nunca vista
para obsequiar a la artista
BALTASAR
Una idea singular
se me ocurre.
BELÉN
¿Cuál?
BALTASAR
(Meditando.)
Discurro...
DOÑA LUCIANA
Hable usted..
BELÉN
¡Acabe, hermano!
NARCISO
(Dios te tenga de su mano
que te va a tirar el burro.)
BALTASAR
Hoy que La Habana celebra
a su artista, como vemos,
en la cazuela (53) debemos
poner una gran culebra...
BELÉN
(Espantada.)
Una...
DOÑA LUCIANA
(Id.)
(¿Culebra?)
NARCISO
¿No dije?
¡Que se oigan especies tales!
BALTASAR
(Rectificando.)
¡De fuegos artificiales!
BELÉN
(Con reconvención.)
¡Baltasar!
NARCISO
Eres un dije,
más que un dije.
BALTASAR
¡Gracias!
NARCISO.
Un...
BALTASAR
Será bello, o no lo entiendo
saludarla al ronco estruendo
de: ¡Pun!, ¡prurrumpún!, ¡pin!, ¡pun!
DOÑA LUCIANA
Ésas son brutalidades.
BALTASAR
Señora...
DOÑA LUCIANA
Y animaladas.
BELÉN
¡Propone usted cencerradas! (54)
BALTASAR
Lucianita, no te ofendas ******
que pronto la Gazzaniga
ha de marcharse, y no es justo
que tengamos un disgusto.
NARCISO
¡Hola! ¿Se va? Dios la siga.
Ya para el fúnebre adiós
mis tristes ojos dispongo.
DOÑA LUCIANA
¡Ay! ¡Yo también! ¡Ay!
BALTASAR
(Extendiendo las manos con solemnidad.)
¡Propongo!
NARCISO
¡Para, caballo! Van dos,
y a las tres..
BALTASAR
Cuando se vaya
a acompañarla saldremos
y a bordo la dejaremos
de vapor.
DOÑA LUCIANA
¡Muy bien!
NARCISO
(Mal haya
¡este imbécil tiritúa!
¡Su hablar solo me asesina!)
BALTASAR
Al general de Marina
pediremos la falúa.
Nos pasearemos en coche
porque el pueblo se atropelle
y bajaremos al muelle
cuando descienda la noche.
Y para más oblación,
al resplandor de las hachas,
irán veintidós muchachas
remando en la embarcación.
Hablaré a mis amistades,
y acudirán en bandadas...
DOÑA LUCIANA
¡Estas son animaladas!
BALTASAR
¡Señora!
DOÑA LUCIANA
¡Y brutalidades!
BELÉN
Nos bastará en la función
de esta noche, echar el resto.
NARCISO
(Solemnemente.)
¿Y tú estarás, por supuesto,
con mucha moderación?
BELÉN
(Con desabrimiento.)
¡Como siempre!
NARCISO
Si te irritas...
BELÉN
¡En esto soy inflexible!
Yo romperé, si es posible
esta noche, mis tablitas. (55)
NARCISO
Quisiera hablarte, Belén,
a solas si permitirnos
(a Doña Luciana)
quiere usted.
DOÑA LUCIANA
(De mal gesto.)
¡Es que a vestirnos
íbamos ya! ¡Niña, ven!
NARCISO
(Insistiendo.)
Permite usted.
BELÉN
Sí, mamá,
vaya usted a echarse el traje.
Yo iré luego...
(Le hace una señal de inteligencia.)
DOÑA LUCIANA
(¡Qué salvaje
es don Narciso!) Pues ya
que lo quieres, despejemos.
BALTASAR
Hasta luego: marcho ahora
un rato al cuarto.
BELÉN
¿Qué hora?
NARCISO
(Consultando el reloj.)
¡Las cinco!
BELÉN
¡Tiempo tenemos!
Saluda Baltasar y vase.
ESCENA V
Belén y Narciso
Narciso toma entre las suyas una mano de Belén y le habla con ternura expresiva.
NARCISO
No me digas que te hostigo
y escucha por un instante
si no la voz del amante
los consejos del amigo.
No te incomodes, Belén,
pues por mi honor te aseguro
que si escuchas algo duro
te lo digo por tu bien.
Dejando el amor aparte,
hablemos: vamos a ver,
¿qué interés puedo tener,
Belén, en mortificarte?
No con sarcasmos sangrientos
rechaces mis expresiones,
y si puedes, con razones
contesta a mis argumentos.
Óyeme en calma; no ladres,
por Cristo, y en conclusión
no cambies la. discusión
en disputas de comadres.
BELÉN
Como en mis ratos perdidos,
contigo entraré en peleas
como el objeto no sea
el teatro y sus partidos.
Aunque llenes una-resma
impasible me verás
y nada conseguirás
con sermones de cuaresma.
Diga el mundo lo que diga
diga lo que quiera usté,
he vivido y moriré
como siempre, “Gazzaniga”.
Deja pues, esa alharaca
y sabe, porque te asombres
que no soy, como los hombres
cambiadora de casaca.
Los que eran ayer con fe
partidarios de Marieta,
hoy ya, como la veleta
aplauden a la Gassier.
NARCISO
¿Y por qué será delito
aplaudir las dos, oh fiera?
BELÉN
Porque es cambiar la bandera,
ser cabeza de chorlito.
NARCISO
¡¿Pero, si una y otra artista
me agradan, cuerpo. de Dios?!
BELÉN
Se ha de ser una de dos,
“gazzanigo” o “gassierista”.
NARCISO
Conque, Belén, ¿es decir
que, aunque la entrada pagamos,
tú no quieres que tengamos
la libertad de aplaudir?
BELÉN
Si libertad ha de haber,
¿por qué con cuentos de viejas
de que me guste te quejas
esa sublime mujer?
Si me arrastra una impulsión,
¿por qué la voz de la intriga
ha de impedirme que siga
la voz de mi corazón?
NARCISO
Nadie pretende en verdad
arrancarte la conciencia.
¿Qué puede en la inteligencia
la voz de la voluntad?
¿Éstas u otras impresiones
quién veda que experimentes?
Belencita, no violentes,
como siempre las cuestiones.
BELÉN
Si tenemos el derecho
de sentir y de gozar
¿por qué nos han de lanzar
los insultos del despecho?
¿Por qué los “inteligentes”,
soi-disant (56) han de insultarnos
y donde quiera arrojarnos
reproches impertinentes?
¿Por ese bando grosero
ni más turbio ni más claro
ha de llamar con descaro
la tertulia “gallinero”?
¿Por qué las inmundas ratas
de ese bando que se esconde
ha de llamarnos, responde,
las “Safos” y las “Traviatas”? (57)
¿Por qué?...
NARCISO
Sosiega, Belén..
BELÉN
¿Eres tú de esos hombrones?
NARCISO
Esos infames baldones
has de mirar con desdén.
¡No! Jamás la boca mía
imitará tales seres,
que insultar a las mujeres
siempre ha sido villanía.
Muy lejos, de mí, muy lejos
el desprecio y el rencor,
que curan más el error
que el insulto, los consejos.
Nunca producen las llamas
del furor, frutas ni flores...
¡Y ni aun por verlas mejores
podré insultar a las damas!
BELÉN
Pues entonces, ¿qué .pretendes.
con tan grave conferencia?
NARCISO
Invocando la conciencia
dime, Belén, ¿no me entiendes?
BELÉN
No, por Dios...
NARCISO
Pues bien: escucha
y ¡ojalá pueda mi boca
mover tu pecho de roca!
BELÉN
(¡Ahora principia la lucha!)
NARCISO
Quisiera que al presentarte
al mundo, mi dulce objeto,
te miraran con respeto
los hombres, al saludarte.
Admira, lo ha merecido,
a la Gazzaniga, es justo:
mas, ¿por qué harás de tu gusto
una cuestión de partido?
Y más que todo: ¿por qué
has de mostrar tu entusiasmo
siendo la sorpresa y pasmo
del público que te ve?
¿Por qué las recias palmadas
y ese estruendo tumultuoso
que hacen de tu bando hermoso
legiones de espirituadas?
BELÉN
Si el derecho nos concedes:..
NARCISO
De la escena, del artista
ya el pueblo aparta la vista
para fijarla en ustedes.
BELÉN
Así habla el necio arrogante
por deprimir a María.
NARCISO
Yo lo mismo te diría
de otra cualquiera cantante.
BELÉN
Yo aplaudiré con violencia.
a la artista sin rival.
NARCISO
A las damas sienta mal
ponerse en mucha evidencia.
BELÉN
Pues yo te he visto también
fuera de ti.
NARCISO
No te asombres.
Lo que está bien a los hombres
a las damas no está bien.
BELÉN
¿Qué harán ellas, que haré yo,
si aplauden mozos y ancianos?
NARCISO
Rómpase el hombre las manos,
(con fuerza)
¡pero las mujeres no!
BELÉN
¿Y por qué, vamos a ver
nos estará prohibido?
NARCISO
Porque jamás ha aplaudido,
en La Habana, la mujer.
BELÉN
Narciso... mis ojos lo vieron,
las mujeres aprendieron
a aplaudir... en La Traviata. *******
Si aplaude toda extranjera
¿por qué se me niega a mí?
NARCISO
Belencita, porque aquí
se vive de otra manera.
Y no les causa rubor,
perdona si te hablo en plata,
que sean Safo y La Traviata
las piezas de más favor.
BELÉN
¡Es porque en ellas la artista
ha llegado a la excelencia!
NARCISO
Pero es, Belén, coincidencia
que sin querer me contrista.
BELÉN
Quien no bebe la pasión
en ellas, ni se conmueve,
el alma tiene de nieve
y de estopa el corazón,
NARCISO
Aunque con razones vanas
tú las defiendas también,
sus heroínas, Belén,
no pasan de cortesanas.
BELÉN
¿Quién habrá que no se aflija
con Safo? Su muerte ya...
NARCISO
(Con fuerza.)
Pero nadie la querrá
ni por madre, ni por hija.
BELÉN
Óperas más inmorales,
hemos visto, y han pasado...
NARCISO
Porque ninguna ha causado
en ustedes, bandos tales.
BELÉN
En fin, ya sé lo que quieres:
pero en vano te fatigas
que siempre en las “gazzanigas”
hallarás... ¡unas- mujeres!
Sabemos que se critica
nuestro entusiasmo, Narciso
por eso mismo, preciso
estoy como pica pica.
Con tanto y tanto sermón
has llegado a exasperarme
hasta el punto de obligarme
a formar un batallón.
¿Qué importa que las demás
nos burlen? ¡Las despreciamos!
y al insulto contestamos
aplaudiendo más y más.
¡Yo no temo la algazara!
NARCISO
(Con dolor.)
¡Me tienes estupefacto!
BELÉN
Nunca sacó El Entreacto
los colores a mi cara.
¡Soy “gazzaniga”! Ya ves
que tus discursos son vanos:
¡si se me gastan las manos
aplaudiré con los pies!
Y si alguna mentecata
oyéndome se fatiga,
poco me importa que diga
que soy “Safo” o soy “Traviata”.
Y pues que tanto me incitas
lo diré sin embarazo:
Soy “gazzaniga” de “lazo”.
(Gritando.)
¡Sí! ¡De lazo y de tablitas!
Y si algún tonto desea
reducirme, logrará...
NARCISO
¡Jesús! ¡Belén! ¡Basta ya!
¡Pareces una Medea!
BELÉN
(Con desabrimiento.)
Que te parezca o que no,
lo que dices no me importa,
conque razones acorta
que ya estoy cansada...
NARCISO
(Con despecho.)
¡¿Y yo?!
BELÉN
¿Qué sé yo?
NARCISO
Belén, medita
en mis consejos, ¡por Dios!
BELÉN
He pensado que los dos
romperemos la pajita. (58)
NARCISO
¡Cómo! ¿Será esta cuestión
a separarnos bastante?
BELÉN
¡Sí! ¡Yo quiero que mi amante
tenga mi misma opinión!
NARCISO
Que mida yo mi cabeza
por la tuya, no es preciso.
BELÉN
Ser antípodas, Narciso,
me parece una torpeza.
NARCISO
¡Vamos! No te formalices
y puesto que nos amamos...
BELÉN
Amigo, si nos casamos
vamos a ser infelices.
NARCISO
Ese extraño frenesí
criticarán tus amigos.
BELÉN
(Con fuerza.)
¡Serás de los “gazzanigos”
o te apartarás de mí!
NARCISO
¿Hablas de veras, Belén?
¡Empiezas a incomodarme!
BELÉN
Pues, Narciso, a amortazarme (59)
ya yo he empezado también.
NARCISO
¡Mira que yo nunca miento!
Belén, yo no soy un traste:
conmigo una vez jugaste...
¡pero dos... no lo consiento!
BELÉN
Bien arrepentida estoy
de haberte impedido el ir.
NARCISO
(Con solemnidad.)
¡Mira que voy a salir
y no vuelvo, si me voy!
Reflexiona...
BELÉN
Ya está hecho,
caballero.
NARCISO
Piensa un poco.
BELÉN
No hay por qué.
NARCISO
(Con rabia.)
¡Qué descoco!
¡Qué insolencia!
BELÉN
(Con flema.).
¡Qué despecho!
NARCISO
¿Conque lo dicho?
BELÉN
¡Lo dicho!
Si mi pecho no se inflama...
NARCISO
Pero esto, Belén, se llama
perderse por un capricho.
BELÉN
Aun perdiéramos los dos...
(Enlazando las manos como en señal de hacer las paces.)
NARCISO
¡Di cómo, y todo lo olvido!
BELÉN
(Dando un paso atrás.)
¿Abrazarás mi partido?
NARCISO
(Colérico.)
¡No, señora!
BELÉN
¡Pues, adiós!
(Saluda y vase.)
ESCENA VI
Narciso (solo)
NARCISO
¿Es posible, Dios eterno,
es posible infamia tal?
¡Voy en busca de un dogal
y no paro hasta el infierno!
¡A mí tan villana injuria!
Con trabajo me contuve...
¡Así a los dientes me sube
el torozón de la furia!
¡Qué ademanes tan airados!
¿Es ésta media mujer
o un entero Lucifer
con malakof (60) y candados?
Siento en el pecho una brasa...
El alma tengo confusa...
¡Es capaz... esta Medusa
de pegar fuego a la casa!
(Pausa.)
¡Que me vuelva cucaracha,
o hipopótamo o jaguar
si hecha una loca de atar
no está la pobre muchacha!
¡Oh tiempos! Así se pierde
la dignidad. El ejemplo
hace una Lonja del Templo
de Belén... ¡un Diablo-Verde!
¡Así, sin temer los fallos
de la opinión, que es tan fuerte,
el teatro se convierte
en una valla de gallos!
(Con ironía amarga.)
¡Las costumbres hacen leyes!
(Con fuego.)
¡Pero.. sepa el extranjero,
que antes, el pueblo habanero
era “un senado de reyes”!
¡Caigan las plagas mayores
sobre tan necios partidos
que ésos tienen convertidos
en muebles de bastidores!
¡Qué han hecho! ¡Dios nos asista!
¡Qué, contra toda esperanza,
pese más, en la balanza,
que el fiel amante, la artista!
¿Quién dirá que forman siete
sumados el tres y el cuatro
si una cuestión de teatro
es cuestión de gabinete?
(Otra pausa.)
¿Mas quién sabe si el desdoro
que hoy en Belén he advertido,
no es la fiebre del partido
sino la fiebre del oro?
¡Oh, fiebre, fiebre maldita!
no hay duda: ¡no es un yerro!
¡Le rinde culto al “becerro”
cual su madre, la niñita!
(Desesperado.)
Voy a un desierto, con Dios.
A vivir eternamente.
¡Adiós, mundo impertinente!
¡Adiós, sociedad, adiós!
(Vase precipitado.)
Cae el telón.
FIN DEL ACTO CUARTO
ACTO QUINTO
ESCENA I
Baltasar (con traje de teatro)
BALTASAR
Desde el lance de los palos
Con aquel viejo maldito,
a solas mi Lucianita
atraparme no ha podido.
Ahora está por allá dentro
poniéndose los lacitos
con Belén, ella que cumple
este invierno, medio siglo.
Le he jugado la cabeza
como aquel gallito giro...
Oh, yo temo un tète-à-tète (61)
con semejante vestiglo. (62)
¡Me suele echar unos ojos!
Que está enojada imagino:
pero yo la desenfado
en sonándole el bolsillo.
Pero, ¡diablos!, se me ocurre
que mi chaleco, aunque limpio
no despide de los monis (63)
el halagüeño sonido.
¡Por eso la temo tanto!
Que es un toro enfurecido,
en sus prontos, mi señora,
la del cabello postizo.
Del primer arranque puede
ese ponzoñoso bicho,
mandarme a vivir, cual antes,
a costa de los amigos.
¡Mala vida! Porque al cabo
se cansa el más compasivo
de prestar, y que en la vida
le devuelvan un piquito.
¡Si no fuera tan pobrete
ese lelo de Narciso
le pidiera... ¡disparate!,
¡si él no tiene cuatro chicos!
Tiene cara don Liborio
de no escuchar los pedidos;
que si no le pediría
siquiera... ¡Pero es un chino!
Los usureros.... ¿quién presta
a Baltasar?... Es preciso
una hipoteca, dos firmas,
tres retratos... ¡Jesusito!
¡Baltasar! No es oro todo
lo que brilla, y con tu brillo
ha de llegar un momento
en que te mires perdido
y si matarte quisieras...
¡Entonces, para el suicidio
no has de encontrar dos pesetas
para comprar el cuchillo!
ESCENA II
Dichos y Narciso
Narciso entra con precipitación, como buscando a alguno, y todavía agitado.
NARCISO
¡No está por aquí Libo...!
¿Don Liborio? ¡Di!
BALTASAR
¿A la gente
saludas así?
(¡Insolente!)
NARCISO
¿Está don Liborio?
BALTASAR
¡No!
Pero escúchame: ¿estás ciego?
¿No ves la sala? ********
NARCISO
¿Y está allá dentro?
BALTASAR
¡Qué va!
NARCISO
¡Pues entonces, hasta luego!
(Quiere marcharse.)
BALTASAR
(Conteniéndole.)
¿Dónde tan furioso vas?
¿Qué es eso, dime; estás loco?
NARCISO
Baltasar, me falta poco.
¡Adiós!
BALTASAR
¿Y no me dirás?
NARCISO
¿Y qué quieres que te diga
si, clavándome un puñal,
hoy me pone por rival
Belén, a la Gazzaniga?
BALTASAR
¡Pues no es nada lo del ojo!
NARCISO
Me ha dicho...
BALTASAR
Vamos a...
NARCISO
Que si su amante he de ser,
he de ser del bando rojo.
Estoy por tomar un jarro...
BALTASAR
¿De cerveza?
NARCISO
¡De morfina!
BALTASAR
¿Conque por fin, esa fuina (64)
ha descompuesto el cotarro? (65)
NARCISO
Cuidado, que has de hablar bien
si de ella quieres hablar,
pues nadie puede insultar
n mi presencia a Belén.
BALTASAR
Pues hombre.
NARCISO
¡Te lo repito!
BALTASAR
No has de permitirme...
NARCISO
¡No!
Lo que de ella diga yo,
a nadie se lo permito.
BALTASAR
¡Está bueno! Pero dime,
¿cómo ha sido la pendencia?
¿Hablaste con imprudencia
de Marieta, la sublime?
Porque eso, un crimen sería
horripilante, de suerte
que ni en su lecho de muerte
Belén, te perdonaría.
NARCISO
¡Yo insultar a la Marieta!
Tan sólo., le di consejos...
BALTASAR
¿Por qué robas a los viejos
el uso de la palmeta? (66)
¿Por qué componer pretendes
al mundo, casa de orates,
si al corregir disparates
la mitad del mundo ofendes?
NARCISO
¡Ofender! Nunca he pensado..
BALTASAR
¿Corregir el mundo? ¡Error!
Quien se mete a redentor
¿no sale crucificado?
Ha de ser tu misión sola
saber vivir, y con maña
gozar y beber champaña
y dejar rodar la bola.
Deja que me dé sus fueros
el mundo y de su locura,
¿eres, dime, padre cura,
pedagogo o misionero?
¿Que ml entusiasmo imaginas
por la Marieta si grito?
Pues ella me importa un pito
y las Legranges y Binas. (67)
¡Que me emplumen si comprendo
del arte divino, jota!
¿Pero a que nadie alborota
Mas que yo, que no lo entiendo?
NARCISO
Y que sin deber te metas...
BALTASAR
Cuando está de bote en bote
lleno el teatro, el garrote
sé romper en las lunetas.
Así espantan a la gente
mis gritos extraordinarios
(riéndose)
y... ¡hasta los mismos contrarios
me juzgan inteligente!
NARCISO
Nunca podré sostener
una mentira: ¡jamás!
BALTASAR
¡Pues la niña perderás!
NARCISO
¡Cumpliré con mi deber!
ESCENA III
Dichos y Doña Luciana (en traje de teatro)
DOÑA LUCIANA
(A Narciso.)
¿Todavía por aquí?
NARCISO
Iba ya a salir, señora.
DOÑA LUCIANA
(Con desdén.)
¡Sí! Me parece que es hora.
BALTASAR
(La vieja me busca a mí.)
NARCISO
Señora, si usted me veda...
DOÑA LUCIANA
(Como quien responde a un saludo.)
¡Que la pase usted muy bien!
NARCISO
¡Buenas tardes!
(Vase con despecho.)
BALTASAR
(Queriendo seguirle.)
Yo también
te acompaño.
DOÑA LUCIANA
(Con imperio.)
¡Usted se queda!
ESCENA IV
Doña Luciana y Baltasar
DOÑA LUCIANA
Escúcheme usted atento,
mi señor don Baltasar.
Tenemos mucho que hablar.
BALTASAR
(Fingiendo dignidad.)
Diga usted.
DOÑA LUCIANA
En el momento.
¡Escuchará... claridades!
BALTASAR
Pero esta solemne entrada
anuncia ya, mi adorada,
ruptura de hostilidades.
Y antes de todo: ¿por qué
de tal modo me maltrata
y con dureza me trata
tan secamente de usté?
¿No ve usted que me sofoca
una etiqueta tan fría,
cuando el “tú”, paloma mía,
se me sale de la boca?
Permíteme...
DOÑA LUCIANA
¡No, señor!
¿Quién es usted para tanto?
BALTASAR
¿Quién soy yo, mi dulce encanto?
Soy... tu humilde servidor.
DOÑA LUCIANA
Acabar de una vez quiero
esta unión que me desdora,
que yo soy una señora
y no es usted caballero.
BALTASAR
(Con audacia.)
¿Qué dice usted, Lucianita?
DOÑA LUCIANA
Lo que dije: ¿no lo oyó?
BALTASAR
Señora, escúcheme, yo...
(¡No valió la coronita!)
DOÑA LUCIANA
No espere que yo consienta
su desvergüenza sin tasa,
que usted deshonra la casa
en cuyas sillas se sienta.
BALTASAR
Lo dices sin que un suspiro...
DOÑA LUCIANA
(Señalando la puerta.)
Salga, salga en el momento,
que infecciona con su aliento
la atmósfera que respiro.
BALTASAR
Pero...
DOÑA LUCIANA
¡Saque la maleta,
y a la calle, sin chistar
BALTASAR
¿Mas que puede motivar
despedida tan completa?
DOÑA LUCIANA
Me engañó como a una china...
mas sepa que ya...
(Titubeando.)
BALTASAR
(Con aplomo.)
¡Bien! ¿Qué?
DOÑA LUCIANA
¡Aprecio yo, más que a usté
los negros de mi cocina!
Husmeando como un lebrel,
siempre estaba, hombre fatal,
quejándose de lo mal
que se hallaba en el hotel,
Yo inexperta...
BALTASAR
(¡Una guasasa
te caiga en los ojos!)
DOÑA LUCIANA
Fui
tan boba que le ofrecí
habitación en mi casa.
¡Y paga mis beneficios
de manera tan extraña,
perversa, vil alimaña,
con menos barbas que vicios!
¿Que molote tras molote,
mis bruñidos muebles tala
y hace de mi sala, sala
para asaltos de garrote?
BALTASAR
Si yo...
DOÑA LUCXANA
(Con ironía amenazante.)
Mire usted...
BALTASAR
(¡Zambomba
parece su voz!)
(Con impertinencia.)
¡Y bien!
DOÑA LUCIANA
(Fijándole la vista con pertinacia y con aire burlón y desdeñoso.)
¡Mire usted que yo también
voy a comprar a La Bomba!
BALTASAR
(Desconcertado.)
¡Jesucristo!
(Da un paso atrás.)
DOÑA LUCIANA
(Como antes.)
Amigo, y sé
las dignas proposiciones
con que a falta de doblones...
BALTASAR
¡Señora, a los pies de usté!
(Queriendo marcharse.)
DOÑA LUCIANA
Y sepa que desde ahora...
BALTASAR
(Como antes.)
¡Soy de usted!
DOÑA LUCIANA
Espere un poco...
BALTASAR
(Como antes.)
A la orden....
DOÑA LUCIANA
El sofoco...
BALTASAR
(Lo mismo.)
¡A los pies de usted, señora!
(Saluda y vase. Doña Luciana se ríe a carcajadas.)
ESCENA V
Doña Luciana y Belén (en traje de teatro)
DOÑA LUCIANA
¡Va echando chispas el toro,
que apenas toca la tierra,
con un par de banderillas
clavadas en las paletas!
BELÉN
(Entrando.)
¿Qué ha dicho usted a ese hombre
que salió como una flecha
y por poquito se rompe
la crisma contra la puerta?
DOÑA LUCIANA
Belén, ya va despachado
y le he puesto las orejas...
BELÉN
¡Mamá, si usted es más brava
que el viento y que la candela!
DOÑA LUCIANA
¿Y tú? Mas dime, Narciso,
¿no volverá?
BELÉN
¡Bueno fuera!
¡Si le dejé en esta sala
bufando como una hiena!
DOÑA LUCIANA
¿Tu estás firme?
BELÉN
¡Como un roble!
DOÑA LUCIANA
¿Sin qui tollis...? (68)
BELÉN
¡Sí!
DOÑA LUCIANA
¿De veras?
BELÉN
¡De guayacán que es más duro!
DOÑA LUCIANA
¡Mereces una diadema!
BELÉN
De esmeraldas, por supuesto.
DOÑA LUCIANA
¡De esmeraldas y de perlas!
BELÉN
(Oyendo ruido en el zaguán.)
Escucha...
DOÑA LUCIANA
Alguno se acerca...
BELÉN
¿Será Baltasar que vuelve?
DOÑA LUCIANA
¿Volver Baltasar? ¡Quisiera!
BELÉN
(Mirando.)
¡Es el viejo! ¡No se vaya!
DOÑA LUCIANA
¡No, que no! ¡Que te diviertas!
(Con acento zumbón y saludándola, al irse, con la mano.)
ESCENA VI
Belén y Don Liborio
DON LIBORIO
¡Domino vobisco!
BELÉN
¡Ecun
espiritu tuo! (69)
DON LIBORIO
¡Rediós!
¡Qué bella está usted, princesa,
a pesar del malakof!
BELÉN
¿Le parezco bien?
DON LIBORIO
¡No digo!
¡Más que bella, ni mejor!
BELÉN
¡Mil gracias por la lisonja!
DON LIBORIO
¡Qué lisonja, ni qué col!
¡Yo siempre, pues, digo... digo...
lo que digo... sí, señor!
BELÉN
Es usted galante.
DON LIBORIO
¡Al diablo!
Qué voy a ser... yo no soy
ni galante ni elegante...
Yo soy un hombre... ¡Pues no!
BELÉN
¡Ya lo creo!
DON LIBORIO
Pero diga,
¿Usted me tiene afición
es mentira de su madre,
a quien ciega el resplandor
de las onzas? ¡Porque tienta
al más pintado un millón!
BELÉN
(¿Es éste el hombre a quien debo
sacrificarme? ¡Qué horror!)
No sé si debo, tan pronto
mostrar mi casta emoción...
DON LIBORIO
¡Pues diga, es delito acaso,
por vida del que rabió!,
que se digan que se quieren
dos... por supuesto... dos... dos.
BELÉN
Yo temo: el hombre desprecia
lo que pronto consiguió
¡y usted es hombre!
DON LIBORIO
(Con sencillez cómica.)
¿Soy hombre?
BELÉN
(Sorprendida.)
¡Sí!
DON LIBORIO
Pues entonces, mejor.
Supongo que usted no quiere
para marido, un león.
BELÉN
Se tiñe mi frente pálida
con los tintes del rubor...
DON LIBORIO
¡Que vaya el rubor al diablo
o allá a tierras de León!
¡Pues es chuscada! No temas...
¡Soy yo un lobo, voto a bríos!
Dime, por Dios, que me adoras,
dímelo... dilo, pichón.
BELÉN
¿Y si luego usted me olvida,
si desatiendo mi voz
y a buscar la muerte en Léucades (70)
me obliga, nuevo Faón? (71)
DON LIBORIO
(¡Lléveme el Diablo si entiendo!
¡Eso es gringo y no español!)
Mire usted, luz de mi vida,
si nos queremos los dos:
¡primero que la abandone
que me engulla un tiburón!
BELÉN
Pues bien... ¡Qué infamia! ¡Te adoro!
Y que disculpe tu amor,
el que liviana descubra
mi casta y tierna afición...
(Baja la vista.)
DON LIBORIO
¡Santo Cristo! ¡El de mi tierra!
¡Ella lo ha dicho! ¡Pues no!
¡Si alguien se opone, le mato!
¡Ah! Cuando escucho su voz
soy capaz de merendarme
sin esfuerzo un batallón.
BELÉN
¿Quién, ¡Santa Virgen de Regla!,
imaginara que yo
así, tan pronto, rindiera
mi rebelde corazón?
DON LIBORIO
¿Me amas? ¡Bien! Dame la mano...
BELÉN
(Fingiendo modestia.)
¡Si todos son unos! ¡No!...
DON LIBORIO
La quiero comer a. besos...
a besos...
BELÉN
(Como antes.)
¡Qué tal! ¡Horror!
DON LIBORIO
Vaya, prenda, va... no sea
tan ingrata... afloje...
BELÉN
(Como vencida.)
Yo...
¡en fin me rindo a su ruego!
(Le da la mano.)
¡Qué débil, qué débil soy!
(Cúbrese la cara con el pañuelo que tiene en la mano libre.)
DON LIBORIO
¡Qué piel tan suave! ¡Es de raso!
¡Me muero, de... pues... de amor ¡
(Le besa la mano con arrebato cómico y se arrodilla.)
BELÉN
(¡Recibe tan vii ofrenda
el “becerro del Toisón”!)
ESCENA VII
Dichos y Narciso (ya sosegado)
NARCISO
(Batiendo las palmas.)
¡Bravo, muy bien! ¿Ése era
el Espíritu que habló?
¡Que pronto que me heredó!
BELÉN
(¡Debo estar como la cera!)
(Separando su mano de la de Don Liborio.)
NARCISO
Que Adonis tan... Por mi fe
que es de las gracias emporio.
En fin, señor don Liborio,
¡vamos, levántese usté!
DON LIBORIO
(Se levanta.)
¡Mándeme usted!
NARCISO
(Juntando las manos.)
¡Jesucristo!
¡Qué ridícula es la dama
que pone en venta su fama!
DON LIBORIO
Mayores cosas se han visto,
pues ya dice el mundo entero:
“¡Todo lo vence el amor!”
NARCISO
Pudiera decir mejor,:
“¡Todo lo puede el dinero!”
BELÉN
(Incomodándose.)
Yo no puedo permitir
que nos insulte a los dos.
NARCISO
(A Belén.)
Tranquilícese, por Dios,
que lo que voy a decir
merece calma, por cierto,
y yo en usted la quisiera
porque serena me oyera
sin respirar.
DON LIBORIO
¡Como un muerto!
BELÉN
¡Hable usted!
NARCISO
Y por lo mismo
a pesar de sus traiciones
no le haré reconvenciones
que estremezcan al abismo.
Espera usté, en su locura
que, perdiendo la razón,
le dé tan dura lección
que ya peque por lo dura;
que, sin usar de misterios
y echando por el atajo
hoy le diga escarabajo
y otros dos mil improperios;
que me ponga a desbarrar,
deplorando los engaños
de quien en tan verdes años
se decide a coburgar...
Pero no seré tan necio;
tranquilízate, querida,
que yo no insulto, en mi vida,
a la mujer que desprecio.
En mi más cruel arrebato
si desprecio al que me vende
no imagino que me ofende.
BELÉN
(Con sarcasmo.)
¿Y si lo aprecias?
NARCISO
(Con resolución)
¡Lo mato!
BELÉN
(Con flema.)
Nada conmueven mi pecho
esos insultos feroces,
que bien pintan esas voces
la fuerza de tu despecho.
Esas frases son mi arrullo,
y les doy muy alto precio
por mirar que ese desprecio
es el disfraz de tu orgullo.
Y que sientes, es notorio
que, en amante compromiso
yo te abandone, Narciso,
por el digno don Liborio.
Nadie atacará mi fama
por este cambio, a mi ver,
porque el galán ha de ser
como le guste a la dama.
Don Liborio saluda cómicamente y se señala a sí mismo.
NARCISO
(Animándose.)
Desde Cuba hasta Galicia
sabrán, al ver tal pareja,
que cuando tu amor me deja
se ha vendido a la avaricia.
Pero, ¡por vida. de Caco!, (72)
sabrás en tus altiveces,
Belencita, que a las veces
la avaricia rompe el saco.
BELÉN
(Fríamente).
En fin, a mi desposorio
te convido desde hoy;
que calabazas te doy
y me caso con Liborio.
NARCISO
¿Con él? ¡Qué necia esperanza!
Y permitirlo debiera
porque entonces, sí que fuera
más cumplida mi venganza.
Mas no quiero se desangre
tu corazón...
BELÉN
(Con desprecio.).
Un pulgar...
NARCISO
Vas, Belén, a derramar...
BELÉN
¿Qué? ¡Di!
NARCISO
¡Lágrimas de sangre!
BELÉN
(Con atrevimiento.)
¡Buena soy yo!
NARCISO
¡Qué espantoso
chasco tendrás que sufrir
cuando te quiera decir
lo que vale..
(con ironía señalando a Don Liborio)
ese coloso!
BELÉN
(A Don Liborio.)
¿Y usted sufre acá, callado
que delante de su novia la insulten?
DON LIBORIO
Pues si me agobia
un lance tan... ¡tan pesado!
Y, entre parientes, princesa,
no me dejó usted no tal,
que habrá, por medio, un rival
que mi pasión contrapesa.
(A Narciso.)
Y puesto que ya es preciso
que se deshaga el enredo;
dígame usted, y sin miedo,
¡si lo hice bien, don Narciso!
BELÉN
(Sorprendida.)
¿Qué es eso?
NARCISO
(A Don Liborio..)
¡Perfectamente!
DON LIBORIO
Pues me alegro, por San Vito,
porque entonces, señorito,
he ganado el contingente.
(Haciendo señal de recibir dinero.)
BELÉN
¿Qué son esas jerigonzas?
NARCISO
Lo sabrás: calma tu afán.
(A Don Liborio.)
El trato es trato; aquí están
bien contadas, treinta onzas.
(Le da una bolsa.)
BELÉN
(Yo estoy soñando.)
DON LIBORIO
(Sonando el dinero.)
¡Matraca
que suene mejor!.
NARCISO
(Extendiendo la mano.)
Y lego,
o dicho mejor, entrego
reloj, sombrero y casaca.
DON LIBORIO
¡Muchas gracias!.
(Saca el reloj, mira la hora, se lo pone al oído y da señales cómicas
de satisfacción: por último lo guarda después de haberlo besado.)
BELÉN
Mas, ¿qué es esto?
(A Narciso.)
¡Usted me insulta!
(Gritando.)
¡Mamá!
NARCISO
Yo...
DON LIBORIO
(A Narciso.)
¿Qué hago?
BELÉN
(Gritando como antes.)
¡Venga acá!
NARCISO
¡Oiga usted!
BELÉN
¡Hombre funesto!
NARCISO
(Con amarga ironía.)
¡Se arruinó Don Juan Tenorio!
¡Corónelo usted... de sándalo!
BELÉN
¡Aquí va a haber un escándalo!
NARCISO
¡Retírese usted, Liborio!
Vase Don Liborio.
ESCENA VIII
Dichos y Doña Luciana
BELÉN
(Fuera de sí.)
¡Darme tan vil cencerrada!
¡Tiene usted alma de gato!
¡He de buscar un mulato
que le dé una puñalada!
DOÑA LUCIANA
(Entrando despavorida.)
¿Qué es esto? ¿Qué gritería
hay aquí? ¡Qué ha sucedido!
BELÉN
¡Mamá, todo se ha perdido!
DOÑA LUCIANA
Don Liborio...
BELÉN
Es una harpía.
DOÑA LUCIANA
(Asustada.)
¡Qué! ¿Retracta su promesa?
BELÉN
¡Su promesa!
(Ríe irónicamente.)
Se ha marchado.
DOÑA LUCIANA
¡Explícate!
BELÉN
Le han pagado...
No sé más...
DOÑA LUCIANA
¡Santa Teresa!
BELÉN
¡Me va a matar el rubor!
DOÑA LUCIANA
¡Qué rubor, ni morrocollo!
(A Narciso.)
¡O usted descubre el embrollo
o doy parte al celador!
NARCISO
Pues lo quieren, hablaré
mas conmigo no se ensañen
y por Cristo, no me arañen,
ni Belencita ni usté.
DOÑA LUCIANA
(Impaciente.)
¡Hable usted, cangrejo moro!
NARCISO
(A Belén.)
Soy mágico, señorita;
al golpe de mi varita
quedó el “becerro” sin oro!
BELÉN
¡En ira el pecho se abrasa!
DOÑA LUCIANA
(Amenazando.)
Pero hable usted o...
NARCISO
¡Muy bien!
Es el novio de Belén...
(Mucha atención en las damas.)
¡El portero de mi casa!
Estupor.
DOÑA LUCIANA
¡Jesucristo!
BELÉN
¡Santo Dios!
NARCISO
(A Belén.)
Temiendo que el interés
te cegase, un entremés
representamos los dos..
DOÑA LUCIANA
Insultar a una mujer...
BELÉN
Toda mi sangre se irrita...
NARCISO
(A Doña Luciana.)
¡El alma de Belencita
así pude conocer!
DOÑA LUCIANA
Este lance extraordinario...
NARCISO
Tal vez no olviden jamás
cuando sepan...
DOÑA LUCIANA
¡¿Aún hay más?!
NARCISO
Que yo soy el millonario.
Mas siempre he querido yo
que me amen por mis acciones
y nunca por los doblones
que mi padre me legó.
BELÉN
(¡Qué vergüenza!)
DOÑA LUCIANA
(Aparte a Belén.)
(¡Y que te quedes
sin tan hermoso marido!)
NARCISO
(Que lo ha oído.)
¡Lo tiene... re... merecido!
¡Yo acabé! ¡A los pies de ustedes!
(Saluda y vase.)
ESCENA IX
Doña Luciana y Belén
BELÉN
(Colérica.)
¡Usted la culpa ha tenido
de que reciba esta afrenta!
DOÑA LUCIANA
¡Era, Belén, por mi cuenta
tan malo para marido!
Y mira, reconvenciones
también mereces, Belén,
que te inclinabas, y bien,
al viejo de los millones.
Si fueras tú más tratable,
más sumisa .y obediente;
de la derrota presente
fuera yo la responsable.
Mas, hija, puesto que nada
haces, como no te cuadre...
BELÉN
¿Y no responde la madre
de la hija mal criada?
DOÑA LUCIANA
(Cambiando de tono como para consolarla.)
Borrarán tu mal humor
las escenas de esta noche:
Ya pronto llegará el coche.
¡Recupera tu valor!
BELÉN
Iré; pero la función
escucharé con mesura,
aunque acusen tal cordura
mis amigas, de traición.
(Con dolor y poniéndose el pañuelo en los ojos.)
Narciso...
DOÑA LUCIANA
(Con desabrimiento.)
Si nada esperas
de él, no juzgo preciso...
BELÉN
(Separando el pañuelo del rostro para que se vea que ha llorado en efecto, y con
profunda convicción.)
¡Quiero que sepa Narciso
que me corrijo de veras!
¡Maldiga el Celeste Coro
la joven que, estando en flor,
rinde cultos, sin rubor,
como .yo al “becerro de oro”!
Dura ha sido la lección,
pero gracias a ese hombre
no volveré, por mi nombre,
a vender ml corazón.
¡Porque al través del dinero
que el novio pueda tener,
me parece que he de ver
la chaqueta de un portero!
DOÑA LUCIANA
(Cruzando los brazos.)
¡Lindas quedamos las dos!
BELÉN
¡Me doy por muy bien servida!
DOÑA LUCIANA
Pero esto ha sido, querida...
BELÉN
(Con solemnidad.)
¡Una advertencia de Dios!
Belén levanta las manos al cielo; Doña Luciana baja la cabeza. Cae rápidamente el
telón.
NOTAS
* Todas las notas a pie de página numeradas corresponden a la edición que, del teatro de
Joaquín Lorenzo Luaces, realizara en 1964 la Editora del Consejo Nacional de Cultura
en su Biblioteca Básica de Autores Cubanos, y de la cual sólo hemos tomado las que
consideramos imprescindibles. Las notas correspondientes a la presente edición se
identifican por medio de asteriscos. (Nota de la Edición de Letras Cubanas de 1985)
** Parece faltar el primer verso de la cuarteta. (N. del E.)
*** Parece faltar parte del segundo verso de la cuarteta. (N. del E.)
**** Parecen faltar los dos versos finales de la cuarteta. (N. del E.)
***** Parece faltar el tercer verso de la cuarteta. (N. del E.)
****** Aquí se rompe la rima consonante (ades). (N. del E.)
******* Parece faltar el primer verso de la cuarteta. (N. del E.)
******** Parecen faltar palabras en este verso. (N. del E.)
(1) Gazzaniguismo: el autor alude al entusiasmo desmedido por la cantante operática
Marietta Gazzaniga, que visitó Cuba en varias ocasiones a mediados del siglo XIX.
(2) Tertulia: piso alto en los teatros de España y América que era ocupado por mujeres
desde el siglo XVII al siglo XIX.
(3) Gran Teatro: referencia al teatro Tacón de La Habana. Se levantaba en los terrenos
que actualmente ocupa el edificio del teatro García Lorca (Paseo de Martí, y calles de
San Rafael, San José y Consulado). Se inauguró en 1838 y estaba considerado uno de
los primeros teatros de las Américas.
(4) La señora Gazzaniga: Marietta Gazzaniga Malaspina (1820 - 1884). Célebre
cantante italiana. Una de las intérpretes más admirables de las óperas de Bellini,
Donizetti y Verdi. Visitó varias veces la isla de Cuba.
(5) El periódico teatral El Entreacto: con El Regañón y El Crepúsculo, las publicaciones
más difundidas de la época sobre asuntos. teatrales. Se vendía a las puertas de los
teatros en las noches de representaciones.
(6) Gazzaniguista: entusiasta de la cantante Gazzaniga.
(7) La reina Beltraneja: Juana, llamada la Beltraneja (1462 - 1530). Princesa castellana,
sobrina de Isabel la Católica.
(8) Almete: pieza de la armadura antigua que cubría la cabeza.
(9) Orán: ciudad al norte del continente africano, próxima a España, que la arrebató a
los moros en 1509.
(10) Baeza: ciudad de Andalucía.
(11) Mudarra: personaje de la leyenda española de “Los siete infantes de Lara”, hijo de
un cristiano y una mora.
(12) Refalgar: combinación muy venenosa de arsénico y azufre.
(13) Frezzolina: admiradora de la cantante operática Erminia Frezzolini, contemporánea
de la Gazzaniga.
(14) Gassierista: admiradora de la cantante Josefina Cruz de Gassier, que vino a Cuba
con la compañía de óperas de Max Maretzek, en 1858.
(15) Chico: moneda de poco valor.
(16) Doblón: moneda antigua de oro.
(17) El paja-larga: persona alta y delgada.
(18) Gachona: que tiene gracia y agrado.
(19) Villanueva: teatro habanero de la época, que se levantaba en los terrenos que
actualmente ocupa el edificio La Tabacalera. Se inauguró, con el nombre de Circo
Habanero, en 1846.
(20) Aponte: José Antonio de Aponte, negro libre habanero que en 1812 organizó una
conspiración para libertar a los negros de Cuba. Después de su ejecución por el
gobierno español, su nombre pasó a ser sinónimo de maldad y ferocidad entre la
población blanca de la Isla.
(21) Extramuros: se llamaba así a la parte de la ciudad de La Habana que se extendía
fuera de los límites de la muralla..Ésta se levantaba a lo largo de la actual calle de
Monserrate hasta el mar.
(22) A roso y velloso: sin excepción alguna.
(23) Censo: hipoteca.
(24) Aldama: familia habanera poseedora de grandes riquezas.
(25) Nequaquara: expresión cubana basada en la .expresión latina: nequaquam (de
ningún modo).
(26) Coburgar: casarse por interés o por dinero.
(27) Patarata: cosa ridícula y despreciable.
(28) En aquella época los norteamericanos luchaban fieramente contra los indios de esta
región para incorporarla a los Estados Unidos.
(29) Champinonco: nombre popular del vino champaña.
(30) Borgoña: vino procedente de la comarca francesa del mismo nombre.
(31) Pluto: dios de las riquezas en la mitología griega.
(32) Quevedos: lentes de forma circular con armadura a propósito para que se sujete en
la nariz.
(33) Encocorar: molestar.
(34) Aquí se hace referencia a la posible falta de dinero del novio de Belén, Narciso.
(35) El becerro de oro: ídolo fabricado por los hebreos durante la ausencia de Moisés en
el desierto. (Biblia. Libro segundo. “Éxodo”, cap. 32.)
(36) Langaruto: demasiado largo respecto de su ancho o de su grueso.
(37) Petar: agradar, complacer.
(38) Hotentote: miembro de la tribu que habita al sur del África, cerca del Cabo de
Buena Esperanza.
(39) Comme il faut: (francés): como debe ser.
(40) Calabazal o Calabazar: pueblo de la provincia de La Habana. Aquí se alude a la
expresión “dar calabazas”, no corresponder a las pretensiones amorosas,
(41)Fierabrás: gigante mahometano de extraordinaria fuerza de quien hablan los libros
de caballería.
(42) Foro: fondo del escenario.
(43) Escabel: tarima pequeña para que descansen los pies del que se sienta.
(44) Moiré: tela que hace aguas.
(45) Coburgo: persona que se casa por interés.
(46) Violeta: Violeta VaIéry, protagonista de La Traviata, una de las creaciones de la
cantante Gazzaniga.
(47) Marieta: Marietta Gazzaniga...
(48) Terno: juego de joyas compuesto de aretes, collar y alfiler
(49) Candados: aretes, pendientes.
(50) Gemelos: anteojos.
(51) Ahogador: collar. que antiguamente usaban las mujeres.
(52) Foso: espacio del teatro, frente al escenario, donde toca la orquesta.
(53) Cazuela: piso alto de los teatros de la época.
(54) Cencerrada: ruido. que hacen varias personas con cencerros en son de burla en la
noche de boda de viudos o gente; de mucha edad.
(55) Mis tablitas: ver la nota de Luaces en la p. 6.
(56) Soi-disant: (francés): los que se dicen.
(57) “Safos” y “Traviatas”: Safo y La Traviata, eran dos creaciones de la Gazzaniga.
(58) Romper la pajita: separarse.
(59) Amortazarse: incomodarse, molestarse, enfadarse.
(60) Malakof: miriñaque: armazón con varillaje de acero de la cintura a los pies que
usaban las mujeres de la época.
(61) Tète-a-tète: (francés): encuentro.
(62) Vestiglo: monstruo fantástico, horrible.
(63) Monis: (inglés españolizado): dinero, monedas.
(64) Fuina: mujer de mal genio.
(65) Descomponer el cotarro: provocar una pendencia.
(66) Palmeta: instrumento usado por los maestros de escuela para castigar a los
muchachos.
(67) Legrange y Binas: dos famosas cantantes de ópera de la época.
(68) Qui tollis: (expresión latina): que quitas.
(69) Domino vobisco, ecum espíritu tuo: (frase latina en pronunciación española:
Dominus Vobiscum et cum spiritu tuo): El Señor sea con vosotros y con tu espíritu.
(70) Léucades: isla griega en el Mar Jonio.
(71) Faón: joven barquero de Mitilene dotado de una belleza prodigiosa, de quien se
enamoró, según una leyenda, la poetisa Safo. Ésta, no habiendo podido vencer el
corazón indiferente del joven, se arrojó desesperada desde el promontorio de la isla de
Léucades en el Mar Jonio.
(72) Caco: gigante de la mitología célebre por sus robos.