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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para

fans.

Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las

que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna

editorial u otros ajenos.

Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los staffs

tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de vuestro

agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que ya

están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este libro

comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.

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Índice

Staff

Sinopsis

Capí tulo 1

Capí tulo 2

Capí tulo 3

Capí tulo 4

Capí tulo 5

Capí tulo 6

Capí tulo 7: Aidan

Capí tulo 8

Capí tulo 9: Aidan

Capí tulo 10

Capí tulo 11: Aidan

Capí tulo 12: Aidan

Capí tulo 13

Capí tulo 14

Capí tulo 15: Aidan

Capí tulo 16

Capí tulo 17: Aidan

Capí tulo 18

Capí tulo 19

Capí tulo 20

Capí tulo 21: Aidan

Capí tulo 22

Capí tulo 23

Capí tulo 24: Aidan

Capí tulo 25

Capí tulo 26: Aidan

Capí tulo 27

Capí tulo 28: Aidan

Capí tulo 29

Doomed (Ancient Legends, #2)

Sobre La Autora

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Staff

Moderadora de Traducción: Ale Rose

Traducción:Ale Rose CrissViz Jess16

Katiliz94

Nanami27 Pily

Princesa de La Luna

Moderadora de Corrección: Pily

Corrección:Ale Rose AriannysG Garazi

Katiliz94

Pily Vicsibet Viqijb

Revisión Ale Rose Katiliz94 Pily

Diseño Francatemartu

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Sinopsis En un mundo de lazos de amor, rituales, magia negra, enemigos antiguos e

inmortales, nada es lo que parece y nadie es de fiar.

Amber, de diecisiete años, entra en el mundo paranormal por casualidad

cuando su hermano, Dallas, le consigue un trabajo de verano en Escocia. Él ha

visto algo en el bosque que piensa podrían hacerlos ricos. Pero en lugar de

encontrar riquezas, Amber sin saberlo entra en una carrera y paranormal —y

de inmediato gana el primer premio— un premio por el que muchos matarían.

Pronto descubre que su nuevo jefe, Aidan, no la emplea por sus asombrosas

habilidades domésticas, y él no es quien dice ser.

Cuando las fuerzas oscuras lentamente conspiran contra Amber, su ingenuidad

y amor por Aidan le catapultan a una desastrosa serie de acontecimientos

sobrenaturales. Con cada criatura inmortal cazándola, ¿en quién podrá confiar

su vida?

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Prólogo Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por Ale Rose

e dice que la gente puede sentir su muerte inminente. Tal vez escuchen

la canción de la muerte en el viento. O la tierra deja de girar durante un

segundo, en luto por los que aún están por morir. No vi ninguno de esos

signos cuando arrastré mi cuerpo cansado al Otro Mundo, esperando a que los

alados guardianes demoníacos me recojan y me dejen caer de nuevo en el

umbral del mundo de los vivos.

Había un objeto brillante, haciéndome señas desde debajo de un arbusto,

que me atrajo a la trampa del asesino.

Cuando me agaché y empujé mi brazo en la espesura, sentí en mi piel un

dolor agudo y dientes cortaron hasta mis huesos. Me atraganté con mi aliento,

mi grito apenas encontró su manera de salir en mi garganta. El pánico creció

dentro de mí, seguido por una sensación de temor. Estaba atrapada. Incluso si

los inmortales me escucharon, no podían ayudarme.

Cegada por el miedo, saqué y pateé a la gruñona criatura que estaba

mirando fuera de la tierra, toda su piel, huesos y pelo eran de color rojo. Era una

mujer, sin duda, pero la forma en que atravesó mi piel y mis músculos, sorbiendo

mi sangre, no se parecían a ningún ser humano.

En algún lugar detrás de mí, alas revolotearon.

—Trae los demonios de fuego, Octavio. Convierte esa cosa en tostadas

quemadas —gritó alguien.

A pesar de mi pánico, sonreí al reconocer la voz de Cass en mi cabeza.

El fuego nos envolvió, bañando la penumbra en un resplandor de fuego. La

criatura chilló, pero no soltó mi brazo dolorido. Si ni siquiera los ángeles y

demonios de Cass podrían asustarla, nada lo haría.

Mi visión se volvió borrosa, mis fuerzas disminuyeron. Podía sentir mi sangre

saliendo de mí en un largo y constante flujo, hasta que pensé que estaba

flotando. Desde el borde de mi conciencia, me di cuenta que un negro demonio

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alado había aparecido a mi lado. Una llama espesa quemó mi piel. Grité de

dolor, grité hasta herir mis oídos. Mis ojos se pusieron en blanco. La criatura siseó,

pero continuó sorbiendo.

Algo acarició mis mejillas, su luz era tenue. Mi respiración se profundizó y mi

corazón se ralentizó en mi pecho. Vagué en la conciencia hasta que me di

cuenta de que el dolor punzante remitía, así que me dejé caer en el olvido,

deseosa de escapar.

Pero deduzco que no me estoy dando a entender, así que voy a empezar

desde el principio. Así es como entré en el mortal y paranormal mundo de Aidan.

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Capítulo 1 Traducido por Ale Rose

Corregido por Garazi

l taxi se detuvo en seco. Me tambaleé hacia delante en el asiento trasero

y dejé caer el teléfono.

Lo había estado buscando a tientas con la esperanza de

comunicarme con mi hermano.

—Pensé que sólo Londres tenía fama de malos conductores —murmuré.

—Tienes que salir ahora —dijo el conductor.

—Lo siento, ¿qué? —Miré por la ventana a los árboles densos en ambos lados

de la carretera abandonada, luego al conductor. Sin duda, éste no era el lugar

donde yo le había pedido que me llevara.

—Dije que necesitas salir ahora, muchacha.

Metí mi celular nuevo en el desorden de mi bolso y miré con ojos

entrecerrados al hombre en el espejo retrovisor.

—Te pago para que me lleves todo el camino hasta allí. —Señalé el sinuoso

camino rural.

El conductor se encogió de hombros.

—Tengo miedo, no puedo, muchacha. Está demasiado oscuro ahora y no

quiero estar aquí a esta hora del día.

Me encogí ante su acento escocés. No entendí la mitad de lo que dijo.

—No son más que las siete.

Él se encogió de hombros.

—Está todo oscuro.

E

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—¿Cuál es el problema? ¿Los taxistas se convierten en calabazas, una vez

que van a la oscuridad? Debiste decírmelo en el aeropuerto.

El conductor desvió la mirada.

—Me pagas por conducir, no por responder preguntas.

Agarrando el bolso abrí la puerta. No tenía sentido discutir con él porque

parecía una causa perdida. Un viento frío me alborotó el pelo y me puso la piel

de gallina. ¿Por qué no se me había ocurrido llevar un abrigo en lugar de dejarlo

en la maleta con todo lo demás?

—Oh, por el amor de Dios. —Llamé a la ventanilla del conductor y esperé a

que la bajara.

—¿Me ayudarás con el equipaje o qué? —Él sólo me devolvió la mirada y se

encogió de hombros—. ¿Entonces, sí o no? —Se dio la vuelta, sus ojos

escaneando el bosque que nos rodeaba, como si esperara que alguien con un

hacha saltara en cualquier momento.

—No puedo creer esto —murmuré, abriendo el maletero del coche y

sacando la maleta, grande y fea que mi hermano Dallas me dio como regalo

de graduación. La carcasa de plástico grueso ya era pesada como el infierno.

Con la ropa y los libros, apenas podía levantarla. La lancé hacia arriba y la dejé

caer al suelo con un ruido sordo, casi golpeando mis botas. Éste no era mi día.

Cerrando la puerta, cogí la maleta cuando el conductor bajó la ventanilla.

—¿Me pagarás ahora?

—No sé qué tipo de taxista estafador eres, pero tu empresa es una mierda. —

Abrí mi bolso y saqué mi billetera.

—Serían treinta —dijo, sin inmutarse.

—Dijiste que me costaría veinte.

Negó con la cabeza.

—Son treinta.

Frunciendo el ceño, saqué tres billetes. No tenía sentido discutir. Cuanto antes

me fuera, mejor. Ya era tarde, ¿y qué tipo de primera impresión daría?

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—No obtendrás ninguna propina de mí —le dije, entregándole el dinero.

—Buena suerte, muchacha. La necesitarás.

—¿Cómo de lejos está?

—Diez minutos máximo —dijo con una sonrisa simpática. Por desgracia, su

preocupación no extendía no dejarme en el medio de la nada, sin mapa, GPS,

brújula, o el teléfono de trabajo.

Vi al taxi girar y acelerar en la dirección que vinimos. Arrastré la maleta

pesada detrás de mí por la estrecha calle. Estaba oscureciendo. A ambos lados,

grandes árboles filtraban la luz emitida por la luna creciente. No había casas por

lo que podía ver. Ni farolas. ¿Por qué demonios accedí a llegar de noche? ¿Qué

persona en su sano juicio concertó un trabajo de verano para encontrar este

lugar en la noche de todos modos?

Suspirando, apreté el paso, con el sonido de de las ruedas de maleta

haciendo eco a través del extraño silencio de la noche. Varias veces me tropecé

con piedras y casi me caigo, pero seguí caminando hasta la colina. El viento se

hacía más frío por momentos. Cambié de brazos. De ninguna manera iba a

regresar al aeropuerto. Este trabajo era mi única oportunidad de ahorrar

suficiente dinero para la universidad. Sin eso, cambiaría mis clases de marketing

por lecciones por la forma de preparar la hamburguesa perfecta en un

McDonalds.

Diez minutos más tarde, me encontré con lo que parecía una puerta. Miré a

través de los barrotes de hierro que se extendían en la oscuridad y fruncí el ceño.

¿Podría ser esta la mansión McAllister? Eso esperaba porque mis dedos estaban

entumecidos por el frío y mis brazos estaban ardiendo. ¿Cuánto tiempo más

podría llevar esta cosa pesada que Dallas llamaba una maleta?

A ciegas, me moví de una barra de hierro a otra, empujando para encontrar

una entrada. Al tercer intento oí un chasquido y la puerta se abrió. Cogí mi

maleta y me abrí paso rápidamente. En el momento justo, la puerta se cerró

detrás de mí. Alguien probablemente estaba mirando detrás de una pantalla del

sistema de seguridad, riéndose hasta mearse los pantalones por la forma en que

arrastraba mi equipaje como un elefante muerto. Levanté la barbilla, enderecé

mis hombros e hice una caminata por el sendero irregular con mis tacones

golpeando ruidosamente sobre los adoquines.

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Los árboles eran más escasos, el camino más ancho. Detectando la

presencia de alguien, me detuve, congelada en el lugar. Mi corazón dio un

vuelco. Me volví, dispuesta a gritar tan fuerte como mis pulmones me

permitieran.

—Debes ser Amber —dijo una chica.

Exhalé.

—Me asustaste. No te escuché. ¿De dónde vienes?

La chica dio un paso más y levantó mi maleta de un tirón, como si no pesara

nada.

—Del bosque —dijo—. Démonos prisa. Te está esperando.

Me quedé boquiabierta con admiración. La forma en que se alejaba con mi

maleta bajo su brazo, debería estar en la portada de una revista de pesas. Si

caminar en el bosque le daba a uno fuerza, entonces debería probarlo. Caminar

hasta caerme... a partir de mañana. O tal vez el día siguiente, o el día después

de ese. A decir verdad, no iría a caminar al bosque en absoluto. Caminaría en

cualquier lugar, como una cuestión de hecho. ¿A quién estaba engañando?

Estaba condenada a brazos y piernas regordetas.

Caminamos por el sendero empedrado hasta llegar a una enorme mansión

sombría que se establecía contra el lienzo negro de la noche.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? —preguntó la chica, abriendo una puerta.

—Con un espléndido servicio de taxi. No tengo ninguna queja en absoluto.

—Negué—. El taxista no quiso venir a cualquier lugar cerca de la casa.

—Sí, la gente tiene miedo de su propia sombra. Deberías haber llamado.

Alguien te habría recogido.

—Lo hice, pero nadie respondió. —La seguí con mis manos acariciando las

paredes para encontrar mi camino en la oscuridad. Mi pie atrapó algo grueso y

suave, tal vez una manta, y me caí hacia adelante, mordiéndome la lengua

para retener un grito asustado. ¿Por qué no encendía alguien las luces?

—Cuida tus pasos —dijo la chica.

—Está bien. Voy a usar mi radar de murciélago —murmuré.

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La chica hizo un ruido que sonó como una risa. Finalmente, las luces se

encendieron y entrecerré los ojos contra el brillo repentino. Parpadeé varias

veces antes de mirar en su dirección: era de la misma edad, que yo alta, rubia y

de una extraordinaria belleza, con una perfecta y pálida piel y sus ojos de azul

océano brillaban un poco demasiado. Jeans ajustados destacaban bien sus

torneadas piernas y cintura estrecha. Un delgado top revelaba brazos y hombros

fuertes. Vestida con esa escasa ropa y yo que me he muerto de frío en el bosque.

Me aparté de ella, centrando mi atención en el diseño interior. Estábamos de

pie en una gran sala con un suelo de baldosas y una gruesa alfombra escarlata

y con escasos muebles. Parecía como cualquier sala de recepción médica

menos por el escritorio, esperando a las oportunidades y a las enfermeras

vestidas de blanco.

—Soy Clare. Debes ser Amber —dijo la chica, sonriendo. Su voz era tan suave

como la seda, joven pero no demasiado aguda. El tono era elegante. El tono

habitual de niña rica, reflexioné, el tipo de chica que todo el mundo admiraba y

envidiaba.

—Encantada de conocerte, Clare —dije, doblando los labios en una sonrisa.

Clare se volvió para cerrar la puerta de caoba y estiró el cuello.

—Aidan podría tardar un poco. Te voy a mostrar tu habitación.

Fruncí el ceño.

—¿Aidan?

Clare enarcó una ceja.

—Aidan McAllister. Se muere por conocerte.

—Ah. Mi nuevo jefe. Por supuesto. ¿Es tu padre?

Clare me lanzó una mirada de incredulidad. ¿Qué estaba esperando? ¿Se

suponía que tenía que decir algo? No estaba haciendo una buena primera

impresión aquí, ¿cierto? Debería haber investigado a mi nuevo jefe por Internet,

o seguirlo en Twitter para saber cómo le gustaba que le plancharan sus sábanas

y lo que solía comer en el desayuno. Después de todo, este sería mi trabajo

durante los próximos dos meses. Pero había estado demasiado ocupada

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extrañando a mi ex, mientras que dejaba que Dallas llenara mi formulario de

solicitud.

—Aidan es un amigo —dijo Clare al fin—. Vamos.

Un amigo podría significar cualquier cosa, pero no insistí en el tema. Habría

tiempo para eso más tarde. Subimos por las amplias escaleras a la primera

planta. Clare abrió una puerta y me dejó entrar. Encendió la luz y dio un paso a

un lado.

—Bienvenida a tu nuevo hogar.

Me detuve, escaneando mi nuevo dormitorio. Era espacioso, exactamente

lo contrario de mi antigua pequeña habitación en Londres. Gruesas cortinas de

color ciruela cubrían la mitad de la pared opuesta. A mi derecha había una

enorme cama con dosel, con numerosos cojines del mismo color que las cortinas.

La cama era tan grande que nunca encajaría en mi antigua habitación. Si éste

era el estándar escocés, tenía la sensación de que me acostumbraría en un

santiamén.

—¿Creo que te gusta? —dijo Clare, su voz delatando diversión.

Me aclaré la garganta. ¿Me gustaba? ¿Estaba bromeando? Era

impresionante.

—Es preciosa. Gracias.

Clare sonrió como si acabara de felicitarla por su sentido de la moda.

—Voy a dejar que desempaques, y luego harán subir tu cena en media hora.

Por supuesto, puedes comer en el comedor, pero supongo que estás cansada y

puedes querer algo de privacidad antes de tu primer día de trabajo.

—Sí, eso sería genial. Gracias.

—Excelente. El mando a distancia del televisor está en la mesa de noche. El

cuarto de baño está ahí. —Clare señaló una puerta en el otro lado de la

habitación—. Si necesitas algo, estoy en la biblioteca, que está en la planta baja,

la segunda puerta a la derecha. Puedes echarle un vistazo a la casa si lo deseas,

pero la segunda planta se encuentra fuera de los límites.

Una vez que Clare cerró la puerta detrás de ella, me acerqué a la cama y

tiré de la pesada colcha a un lado. Las mantas de debajo eran de un blanco

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perfecto. Abrí la maleta y tiré mi ropa al azar en el armario junto a la ventana,

dejando mis libros y diversos objetos en la maleta. La pulcritud no era mi punto

fuerte, pero lo que mi nuevo jefe no supiera que no podía hacerle daño.

De toda la competencia, lo divertido era que fuera la afortunada de

conseguir un trabajo tan bien remunerado. Lo que sea que Dallas hubiera escrito

en esa solicitud, sólo podía esperar que no hubiera pretendido que era una diosa

doméstica. Eso podría significar el final de mi trabajo, y realmente necesitaba el

dinero.

Entré en el cuarto de baño y busqué el interruptor de la luz. La bombilla

parpadeó a la vida al encenderse, revelando paredes cubiertas de azulejos

blancos con diminutas flores de color azul oscuro. Me miré en el espejo sobre el

lavabo e hice una mueca a mi cabello castaño claro que carecía de un buen

corte, a mis mejillas regordetas y a mis grandes ojos color avellana. Muchos me

decían que era bonita, pero yo sabía que nunca tendría ese algo extra que haría

a un chico enamorarse de mí. Cameron no pensaba eso, o al menos eso decía

antes de aclarar que quería un descanso.

Detuve mis pensamientos oscuros. Empujé mi basura mental en la parte

trasera de mi mente, suspiré y abrí un armario. Un cepillo de dientes, gel de

ducha, jabón de lavanda y crema hidratante ocupaban el estante superior. En

otro armario encontré toallas blancas y un albornoz. Me quité los pantalones, el

jersey rojo y la ropa interior, y salté bajo la ducha. El agua caliente relajó los

músculos doloridos y se llevó los signos invisibles de un largo día. Envuelta en una

toalla, me dirigí a la habitación, y me hundí en el aroma limpio de sábanas recién

lavadas, para conciliar el sueño tan pronto como mi cabeza golpeó la

almohada.

Un golpe seco me despertó en medio de la noche. Desorientada, miré a mi

alrededor a la suave luz emitida por la lámpara que había olvidado apagar. Mi

cabeza se sentía aturdida mientras echaba una mirada a mi teléfono en la

mesilla de noche. Eran poco antes de las tres. Todo parecía tranquilo, y sin

embargo no podía quitarme de encima la sensación de que algo o alguien

estaba en la habitación, observándome. Por un momento pensé que había visto

unos ojos azules que me miraban desde la puerta. Me di la vuelta, el corazón

saltó en mi garganta. No había nadie allí. No hay marcos de cuadros en la pared

para ocultar cualquier mirilla. Temblando, me acerqué a la ventana y miré a

través de las cortinas. La luna se escondía detrás de gruesas nubes de lluvia. La

habitación estaba notablemente más fría.

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Volví a mi cama, tirando de las sábanas alrededor de mi tembloroso cuerpo,

cuando oí un ruido fuera de la puerta de mi dormitorio. Era una casa vieja, y la

lluvia y el viento hacían crujir la madera, las siluetas de los muebles simulaban la

amenaza de un peligro inminente, así que no había de qué preocuparse.

Conteniendo el aliento, oí más ruidos. La casa estaba en silencio. Mis huesos

se sentían tiesos y cansados, pero todos los signos de somnolencia se habían ido.

Me metí en mi bata, vacilando frente a la puerta. ¿Debía realmente salir de la

reconfortante seguridad de mi habitación y correr el riesgo de despertar a mi

nuevo jefe?

Me podía despedir por perturbar su sueño.

Oh, mierda.

Si no comprobaba me transformaría en una obsesiva loca por el resto de la

noche. Me acerqué a la puerta y la abrí de un tirón, encogiéndome ante el

sonido chirriante de las bisagras viejas. La luz de la lámpara proyectaba sombras

oscuras en la gruesa alfombra que cubre el suelo de madera. Mentalmente

preparándome para enfrentar lo que se alzaba en las sombras, entré al frío

pasillo.

La sala estaba vacía.

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Capítulo 2

Traducción CrissViz

Corregido por katiliz94

abía sido una noche larga de revolverme y girarme. Por la mañana me

estiré bajo las sabanas, disfrutando del calor del cuarto, cuando me di

cuenta de que ya eran casi después de las nueve. Se suponía que

comenzaba mi primer día de trabajo, no para dormir. Diablos. Confía en mí para

perder un trabajo a causa de alguna esencia de lavanda en las almohadas.

Tiré las sabanas a un lado y hurgué en el armario para encontrar un par

de vaqueros y una playera blanca. Tomé una, toda arrugada. Oliendo las axilas,

hice gestos. ¿Por qué olía como si hubiera terminado un doble turno en

McDonald’s? Con un brazo alcancé la playera mientras me lavaba los dientes

con la otra mano, entonces paré para dar otro olfateo y fruncir el ceño

nuevamente. Esta vez no olía mucho mejor, pero no tenía más tiempo que

perder. Me puse en marcha y bajé las escaleras hacia la cocina.

El sol vertía brillantes rayos a través de las dobles ventanas acristaladas. Miré

hacia la derecha y hacia la izquierda e inhalé, dándome cuenta que no había

nadie. Perfecto. Si no había nadie esperando, entonces nadie sabría que

llegaba tarde. Quienquiera que viviese aquí seguía durmiendo, o ya se había

ido. Resoplé. ¡Si, como no! La mansión estaba situada en el medio de las

montañas —¿Dónde podrían ir? El bosque se extendía por millas detrás de la

casa. Había solo dos opciones: quizás McAllister trabajaba desde casa, lo cual

no era probable. Con esos árboles tan altos y probablemente sin conexión a

internet. O conducía a la ciudad más cercana, Inverness, la cual estaba a dos

horas de distancia. Solté una risita ahogada, sintiéndome iluminada, porque todo

repentinamente tenía sentido. El nombre sonaba familiar, como si de alguna

manera lo conociera sin haberlo visto. Imaginaba que McAllister debía ser un

escritor medio famoso —viejo, temeroso de tener compañía, prefiriendo la

soledad— porque nadie elegiría vivir en este lugar abandonado.

Abrí algunos gabinetes en la cocina. Las ollas y sartenes de acero brillaban

con la luz de la mañana. Los utensilios de cocina en nuestra familia nunca

lucieron así de relucientes. Hurgué dentro de los cajones asombrándome de lo

H

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inmaculado del lugar. ¿Por qué tomé este trabajo? Por mucho que me costase

reconocerlo, no sabía nada de trabajo doméstico. Dallas dijo que sería dinero

fácil así que podría ahorrar suficiente para pagar mis gastos, la tarjeta anual para

transporte público y comprar mis libros en mi primer año de universidad. El crédito

para estudiantes cubría las colegiaturas pero conseguir un trabajo de medio

tiempo era algo inevitable si quería comer. El dinero ganado en este trabajo de

verano se suponía que me ayudaría a sobrevivir hasta que encontrase uno que

no chocase con mis clases.

Preparar el desayuno, cocinar la cena, conservar la casa arreglada y lavar

alguna ropa. ¿Qué tan difícil podía ser? Pero mirando alrededor, me daba

cuenta que no se veía como cualquier casa. Estaba demasiado organizado y

limpio, como si alguien acabase de terminar el trabajo del día. Por lo que se veía,

McAllister probablemente esperaba de mí limpiar como si tuviera cinco amas de

llaves. Con la mayor parte de los trabajos temporales de verano tomados, ahora

era demasiado tarde para cambiar de opinión, pero hice una nota mental de

no creer en mi hermano nunca más.

Sin jefe alrededor, sin trabajo. Me encogí de hombros y fui a hacerme una

taza de té, después me senté cerca de la ventana. Por un buen rato solo me

senté allí, mirando el bosque detrás de la casa, admirando el verde oscuro del

follaje extendiéndose tan lejos como podía ver. Sentí que el bosque me llamaba,

urgiéndome a tomar una agradable y larga caminata para extender las piernas

y respirar el aire puro, que nunca respiraría en Londres. Suspiré con placer. Que

grande y hermosa casa. Está bien, de acuerdo con la experiencia de mi noche

pasada, era un poco espeluznante, pero esto era Escocia después de todo.

Simplemente no compras una casa allí sin uno o dos fantasmas residentes.

Además, había estado imaginando cosas porque la noche pasada cuando

finalmente me armé de valor para abrir la puerta, la habitación estaba vacía. El

punto era, con nadie alrededor, podía pretender que no era solo una empleada.

Tomé otro sorbo de mi té de hierbas cuando escuché una voz detrás de mí.

—¿Es precioso, verdad?

Sorprendida, brinqué, tirando algo del contenido de la taza en el suelo.

Lentamente, me giré para ver a la mujer con cara desaliñada. Era bajita, casi

tan bajita como yo, con cabello gris tieso atado en la nuca, ojos azules y una

sonrisa acogedora. Me gustó inmediatamente.

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—Estaba tomando un minuto para admirar la vista —dije, poniendo mi

sudada palma sobre mi corazón acelerado.

Los ojos de la mujer se entrecerraron al sonreír ampliamente.

—No te preocupes, querida. Tomate tu tiempo. Recuerdo mi primer día aquí.

Hice lo mismo que tú. No pude resistir la vista. —Puso su gran canasta sobre el

mostrador en la cocina y se sentó en la cercana mesa del comedor— Voy a

decirte que se va haciendo más difícil el día al cargar esas cosas. Tú debes ser

Amber. Gracias a Dios, Aidan contrató a un ama de llaves. Yo soy Greta.

Asentí.

—Mucho gusto.

Greta se paró sobre sus gordas y cortas piernas y comenzó a rebuscar en su

canasta.

—He comprado algunos huevos y tocino para hacer un buen desayuno. No

hay casi nada que comer en esta casa. Aidan está siempre fuera, nunca come

en casa. La mayor parte del tiempo, tengo que tirar lo que cocino. —Abrió una

de las alacenas y sacó una sartén grande, la puso en la estufa y saco un tazón

para mezclar los huevos.

—¿Necesita ayuda? —pregunté, parándome.

—No, siéntate, querida. Debes estar cansada por el largo viaje. —Greta puso

muchas rebanadas de jamón en la sartén y se giró hacia mí—. ¿De dónde dijiste

que eras?

—Londres.

—Ah, —Greta asintió—. Es un lugar grande y lejano. He estado allí algunas

veces. Sacudió la cabeza—. No me gustó ni un poco.

—Puedo ver porque.

—¿Aidan te dijo que estarías aquí durante el verano? —Greta me dio una

mirada interrogativa. Cuando asentí, rio fuertemente—. Pensé que me quedaría

por unos pocos meses, pero he terminado cuidando de esta casa desde los

últimos cinco años hasta ahora. —Puso un plato frente a mí y fue a mover la

sartén.

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—Gracias —dije, un poco tímida. El aroma de los huevos y el tocino hicieron

que mi estómago sonara. Los disfruté. El tocino estaba crujiente pero no seco.

Los huevos estaban suaves. Mi usual desayuno del McDonald’s nunca había

sabido así de bueno. ¿Cómo diablos iba a preparar algo así de delicioso para

McAllister? Casi me atraganté con la comida al pensarlo. ¡Diablos! Dallas dijo

que McAllister sería fácil de complacer con unas rebanadas de pan, mantequilla

y jamón. Confía en mi hermano para echar a perder mis futuros trabajos por

causa de una mala referencia.

—¿Cómo está el tocino, querida? —pregunto Greta desde el fregadero.

Forcé la boca en una sonrisa.

—Todo está genial, gracias. Solo me estaba dando cuenta de que necesito

hacerle una llamada a mi hermano. —Y matarlo.

Greta secó la sartén y la guardó. La cocina se veía tan limpia como antes.

Hice una nota mental para recordar lavar los platos y no dejarlos remojar en

agua con jabón toda la noche, como era mi forma habitual de hacerlo.

—¿Tienes familia? Qué encantador —dijo Greta.

—Solo un hermano. Dallas. Se mudó a Inverness hace unas semanas. —

Terminé el desayuno, dejé el plato en el fregadero y busqué a mi alrededor por

jabón líquido para los platos.

—Déjalo, querida. Tenemos lavavajillas —Greta abrió una puerta de la

alacena para mostrar una gran lavavajillas con olor a limones.

Puse mi plato en una charola vacía.

—Si me disculpas. Debería empezar con el trabajo de casa.

—Por supuesto, sería mejor que me apresurara también. —Greta tomó su

canasta y se fue directa al recibidor—. Una última cosa. Solo un consejo, aléjate

de los amigos de Aidan — dijo la anciana casi murmurando—. La mayor parte

del tiempo, solo están él, su hermano y la chica rubia. Pero he visto a otros

merodeando fuera de las puertas, mirándome cuando paso —Hizo un gesto

desdeñoso con la mano—. Sigo diciéndote que son extraños.

La miré, completamente asustada. El anuncio del trabajo, no mencionaba

visitantes. ¿Para cuantas personas se suponía que cocinaría?

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—¿De cuanta gente estamos hablando?

—Ah, el trabajo de la casa —dijo Greta, ignorando mi pregunta—. Deberías

comenzar con la lavandería. Solo Dios sabe que hace Aidan con sus camisas.

Siempre están tan sucias del bosque. Si necesitas cualquier cosa, sabes dónde

encontrarme. —Con un movimiento de mano, caminó por el angosto camino

pavimentado detrás de la casa.

La miré fijamente por un rato. ¿De qué iba todo esto? No había visto a nadie

la noche anterior, pero ahora recordaba el ruido que me despertó. ¿Podrían

haber estado otras personas en la casa y Clare no me lo había dicho? Comencé

a pensar en eso, solo era una empleada. Nadie tenía porque decirme nada.

Encogiéndome de hombros, fui en busca del cuarto de lavandería.

Diez minutos después, lo encontré en el sótano a un lado de una puerta que

decía NO ENTRAR. La pila de ropa en el suelo a un lado de la lavadora era tan

alta que casi llegaba al techo. Pateé la pila de ropa y me agaché para tomar

una camisa blanca, mis labios hicieron un gesto de disgusto por la gran mancha

de café en el frente. O McAllister rodaba en el lodo o disfrutaba de hacer mi vida

un infierno porque estaba segura que no tenía idea de cómo quitar la suciedad

de su ropa.

El teléfono vibró en mi bolsillo, sorprendiéndome. Extraño tener recepción en

el sótano, pero no en el cuarto. Una sonrisa cruzó por mis labios. Miré de cerca el

identificador de llamadas. Dallas iba vestido con un pañal —lo llamaba estilo

cupido— en la última fiesta de Halloween después de beber demasiado.

—Hey hermanita, ¿cómo te va en la vida?

—Debería estar enfadada contigo por enviarme a este lugar abandonado

del mundo. ¿Tienes idea de en lo que me has metido? No puedo cocinar o lavar

o hacer algo en torno a la casa y lo sabes.

—Estarás bien. No eres tan mala en casa —Dallas hizo una pausa—.

Pensándolo bien, si lo eres. Pero ese no es el punto. No te preocupes, solo

escucha.

Suspiré. Por supuesto que él no podía mostrar algún tipo de compasión. A mi

hermano no podría importarle menos mi trabajo porque a él no le gustaba

ningún tipo de trabajo, de tiempo parcial o permanente, él nunca había estado

en uno por más de tres semanas.

22

—¿Qué es lo que quieres Dallas?

—No puedo hablarlo por teléfono. Vamos a reunirnos y te diré todo.

—Es mi primer día. No puedo irme.

Dallas resopló.

—No esperaba otra cosa de ti. Estaré allí en media hora.

—Pero… —No podía tener visitas en este momento. ¿Tenía permitido tener

visitas?

Dallas me cortó.

—Y guárdame algo de tu glorioso almuerzo para tu jefe, ¿vale? Estoy muerto

de hambre.

—No, no puedes darte una vuelta solo así dije, pero mi hermano me había

colgado.

No necesitaba preocuparme. McAllister estaba fuera, así que nunca lo

sabría. Mis pensamientos regresaron a la extraña llamada de Dallas, empecé a

clasificar la pila de ropa, poniendo la blanca en la lavadora automática.

¿Qué quería Dallas? Nunca hacia visitas a menos que necesitara un favor.

Conseguirme un trabajo, fue la mayor sorpresa, como si realmente se

preocupara por ayudarme después que mi familia se diera cuenta de que mis

oportunidades de permitirme la universidad eran escasas. Incluso me ayudó a

mentir a mamá y papá acerca del asunto del trabajo. Pero mi hermano nunca

hacia nada a menos que tuviera algo que ganar. Encendí la lavadora y regresé

a la cocina a preparar el almuerzo en caso de que llegara McAllister. El repentino

ruido de pisadas me sacó de mis pensamientos. Giré a tiempo para ver la cara

sonriente de mi hermano en la entrada.

—Dijiste en media hora —lo regañé.

Se dejó caer en una silla y arrojó los pies con las botas encima de la mesa, el

lodo seco de la lluvia cayó sobre la superficie limpia.

—Estaba por los alrededores.

—Por supuesto que sí —murmuré por lo bajo. A pesar de mi molestia, estaba

contenta de verlo. Estar sola me estaba haciendo un poco sentimental.

23

—No está mal —señaló el mueble de la blanca cocina con el mostrador en

mármol negro.

—¿Qué quieres Dallas?

Me miró desde sus espesas pestañas negras, su bronceada piel

resplandeciente.

—¿Qué te hace pensar que quiero algo? Quizás, solo estoy aquí para ver

cómo está mi pequeña hermana, ya sabes, asegurarme de que está bien y todo.

—No me digas eso. Eres solo unos pocos meses más mayor —negué con la

cabeza—. Solo dilo.

—Está bien. —Tomó aire y bajó las piernas—. Hay algo que necesito que

hagas por mí. —Rodé los ojos. Allá vamos—. No escucha. No es solo por mí —

continuó Dallas—. Es la respuesta a todos nuestros problemas. Podrás ir a la

universidad sin preocuparte por el dinero y podremos ayudar a mamá y papá a

pagar la hipoteca de la casa y papá no tendría que trabajar en ese horrible

supermercado porque es demasiado viejo para encontrar un trabajo en

mercadotecnia.

—No robaré un banco.

—Yo tampoco —Dallas se acercó a unas pulgadas, mirando hacia la

derecha y hacia la izquierda al tiempo que empezaba a murmurar—. En mi

nuevo trabajo como un agente ecologista…

—¿Eres un qué? —Estallé en una carcajada. No podía hablar en serio. Hasta

hace un año, Dallas pensaba que reciclar significaba donar botellas de plástico

a la gente que no podía comprar una propia.

—Estás siendo increíblemente grosera. Tuve mucha competencia para

conseguir ese trabajo. —Me miró fijamente—. ¿Ahora me permitirás terminar o

no?

Me puse la mano en la boca, suprimiendo la carcajada.

—Adelante.

Me lanzó una mirada irritada antes de continuar.

24

—Estaba caminando cerca del bosque, revisando por daño en los árboles,

cuando me topé con una cabaña. Estaba cerrada así que miré por la ventana

y entonces vi algo reflejando la luz.

Haciendo una pausa, me miró, con los ojos muy abiertos, como si solo

necesitara encender el interruptor del foco de luz sobre mi cabeza para

entender de lo qué estaba hablando.

—¿Y? Continúa —dije impacientemente.

—El suelo estaba cubierto de tierra, pero… —tomó un profundo y hondo

respiro— …las piedras eran suficientemente grandes para verlas. Diamantes,

rubíes y parecían cientos de ellos, tan grandes como la palma de tu mano. Te lo

digo, seremos ricos muy pronto.

25

Capítulo 3 Traducido por Katiliz94

Corregido por vicsibet

rucé los brazos sobre mi pecho, mi mente no queriendo creer la sórdida

proposición de mi hermano.

—Entonces, ¿estás diciéndome que quieres que irrumpamos en una

casa y robemos?

—¡No! No estás entendiendo —Dallas sacudió la cabeza con vehemencia—

. No dije que era una casa. Es una cabaña escondida en el bosque. Quien quiera

que esté manteniendo sus cosas ahí es probablemente un poco sombreado.

Después de todo, cualquier persona normal sin nada que esconder simplemente

bloquearía todo por seguridad, ¿no?

—Sí. Quieres que robe a un ladrón local Que sorprendente forma de morir —

Me giré para enfrentarlo con una sonrisa. No podía estar hablando en serio—.

Dime que estás bromeando.

—Nadie va a morir, porque nadie sabrá que fuimos nosotros —Sus ojos

castaños brillaban mientras me miraba. Podía sentir las capas de dudas

desprendiéndose con lentitud. Me apretó la mano—. Vamos, hermana.

—Lo que estás pidiéndome es una locura. Nunca imaginé que sería una

ladrona de joyas cuando creciera.

Suspiré.

—Está bien. Pensaré en ello. Así que, ¿qué ocurre si este robo se convierte en

un desastre? Te juro que no voy a ser atrapada ni muerta en una de esas horribles

sudaderas durante veinte años.

—Pensé que el naranja era tu color.

—¡Dallas! —Le pegué en el hombro.

—Vamos. ¿Crees que permitiría que eso le ocurriera a mi hermanita? Sabes

que te traeré de regreso.

C

26

Riendo, él me agarró en un abrazo.

—Podemos hablar de esto todo el día, pero no hay mucho tiempo, Amber.

Quien sabe cuánto mantendrán oculto el escondite —Me lanzó esa sonrisa con

hoyuelos que siempre me hacía ceder.

—¿Cuál es el plan entonces? Estoy segura de que tienes algún ridículo plan

ya preparado —Lo miré intensamente. Si las joyas existían, Dallas no haría algo

tan estúpido como robar, incluso a pesar de que el robo de algunos ladrones no

fuese apartado al salvar la vida de alguien. Mamá estará orgullosa de él. No.

—Apuesta —Dallas se alejó unas pocas pulgadas, poniendo su brazo en torno

a mis hombros mientras susurraba—. Viernes por la noche. Espera a que todos

estén dormidos, después exprime y encuéntrame en la carretera. Asegúrate de

vestir de negro y desenterraré el resto.

—Ni siquiera sabes cómo poner un bloqueo —Sentí la risa burbujeando otra

vez. Probablemente solo la histeria ante la perspectiva del robo. Cameron había

roto conmigo porque no era tan elegante como sus amigos del instituto privado.

Le mortificaba ser visto conmigo, particularmente después de que gané un poco

de peso cuando mis amigas estaban perdiendo el suyo de los embarazos. Pronto

podría añadir la deshonestidad a la larga lista de rasgos característicos que le

impedían llegar al siguiente nivel en nuestras citas.

—Lo buscaré en Wikipedia. ¿Ahora tenemos un trato? —Dallas extendió la

mano. La agarré, sacudiendo la cabeza. Como era habitual, él estaba diciendo

todo, o eso esperaba.

—¿Wikipedia? Que tranquilizante. ¿Por qué estas esperando hasta el viernes?

—pregunté—. ¿No estás preocupado por si las piedras no se irán por entonces?

—Piensa en ello. Todos están fuera, de fiesta, en un viernes.

Su razonamiento no tenía sentido, pero no iba a argumentar. Cualquier cosa

podía ocurrir en cinco días.

Sabía que él cambiaria de opinión.

—Solo hazme un favor y no consigas el equipo de eBay —dije.

Él guiñó un ojo.

—Sabes que no puedo resistir una ganga.

27

***

Después de que Dallas se fuera, renuncié a preparar la comida y fui a

terminar las tareas de ama de casa, ahuecando las almohadas en el sofá y

regando las flores, después miré alrededor. ¿Qué hace un ama de casa en una

casa brillante? ¿Notaría mi jefe si no pulo el ya brillante suelo? Mayormente no,

lo cual era bueno porque pulir no era mi pasatiempo favorito. Agarré el plumero

y lo agité por el mobiliario, después colgué las ropas en la línea para secarse.

Aburrida, mire mi reloj. La cena no sería servida antes de las seis, así que tenía

unas pocas horas para inspeccionar el jardín trasero.

Cuando caminé en torno a los arbustos y árboles, inhalé el dulce olor de la

madreselva que se extendía por los ladrillos marrones de la pared hasta el marco

de las ventanas en la segunda planta. Las cortinas estaban corridas, el cristal

brillaba casi negro en el brillante sol. Puse la gruesa chaqueta sobre mis hombros,

para defenderme del frío viento y cambié la atención al estrecho camino

conduciendo al bosque. Los pálidos adoquines, fregados durante años por la

pesada lluvia, parecían limpios y pulidos. En la distancia era una pequeña cerca

obscurecida por cortados rosales, ya marchitos. ¿Para qué era la cerca?

McAllister obviamente no estaba interesado en los intrusos. Resoplé. Como si

alguien encontraría su camino hasta esta parte del país sin lo más último en

satélites y un buen perro de caza. Cayó la tarde cuando regresé a la cocina

para cocinar. El congelador estaba lleno a rebosar. Preparé un sofrito de

verduras con pasta, una de las pocas cosas que sabía cómo cocinar e hice una

nota mental de buscar unas pocas recetas en Internet. Eso es, si McAllister tenía

una conexión a Internet.

A las seis el cielo se había convertido en una oscura sombra gris, pero mi

nuevo jefe ya había llegado. Me senté en la mesa de la cocina, con las manos

jugando con el dobladillo de mi camiseta, insegura de que hacer. Tomé un largo

trago de agua hasta apaciguar la seca cavidad de mi boca. No había estado

tan nerviosa desde mi primera cita con Cameron.

No era para mí para nada.

28

Con el tiempo escuché el leve sonido de la puerta de la entrada. Salté de mi

asiento conteniendo la respiración. ¿Debería encontrarle en el vestíbulo, o

esperar? No tenía ni idea. ¿Qué hacían las personas en las películas? Sequé mis

manos húmedas en los vaqueros y abrí la puerta de la cocina, chocando contra

un alto chico de pelo negro. Él extendió la mano para estabilizarme.

—¿Estás bien?

Miré a sus pálidos ojos azules enmarcados por pestañas negras. Él era

maravilloso, alto y amplio con altos pómulos, en vaqueros rasgados y una

camiseta blanca que se parecía a una de las apiladas en el sótano. El

pensamiento de la lavandería me devolvió a la realidad. Había sido empleada

para limpiar la ropa, no para mirar a algún chico, sin importar como de caliente

era.

Aclarándome la garganta, me alejé y sonreí.

—Usted debe ser el hijo del Señor McAllister —Mi afirmación sonaba más

como una pregunta.

El chico elevó una ceja, divertido.

—En realidad, soy Aidan, tu empleador. Debes ser Amber.

—Sí —Asentí, con los ojos amplios. ¿Cómo podía él ser mi empleador cuando

no era mucho mayor que yo?

—Heredé el lugar —aclaró Aidan como si leyera mis pensamientos.

Otro niño rico como Cameron. Nunca sería lo suficientemente buena para él.

El dolor me golpeó en algún lugar en la boca de mi estómago. Lo ignoré porque

necesitaba este trabajo.

—Lamento oír eso.

—Él frunció el ceño.

—¿Cómo?

—Sus padres, quiero decir… —Me detuve, dándome cuenta de que no

estaba teniendo mucho sentido. Su intensa mirada azul me puso nerviosa, pero

era una ama de casa profesional y no desarrollaría un flechazo por mi nuevo

29

empleador. Al menos porque Clare y él podían estar relacionados, así que eso

era solo la única opción que quedaba. Estaban saliendo.

—¿Es esa la cena? —Moviéndose con lentitud hacia adelante, miró dentro

de la amplia olla, después olfateó. Las esquinas de su boca se curvaron hacia

abajo. Si no le gustaba lo que veía no lo comentó—. Normalmente como en mi

estudio. A menos que tenga invitados, en cuyo caso es en la biblioteca.

Asentí, recordando la amplia mesa de caoba que olvidé limpiar.

—Se lo traeré. ¿Va al instituto? ¿O a la universidad? —Las palabras

serpentearon fuera de mi boca antes de que pudiese detenerlas. ¿Había incluso

una universidad en Inverness? Entonces, no era asunto mío. Aparentemente,

Aidan pensó lo mismo porque no se molestó en responder mi pregunta.

Se centró en mí durante un largo segundo, mirando a través de esos ojos que

parecían ver justo a través de mí.

—No sé si Clare te dijo que no se permite a los empleados en la segunda

planta.

Asentí y saco un plato de la alacena. Con los dedos temblando lo lleno con

sofrito, dejando caer algo en el suelo de baldosas y se lo extiendo a él. En la

brillante China los fideos parecían gusanos gigantes nadando en un pegajoso

barro marrón.

—Gracias —Él tomó el plato y olió, después se giró hacia la puerta, con el

pálido rostro sonrojado.

Me apresuré a abrirle la puerta.

—¿Puedo llevarle una bebida?

—Cogeré una más tarde, gracias —dijo él sobre su hombro.

—Bueno, entonces, tengo la esperanza de que le gustará —dije detrás de él

cuando algo se me ocurrió. En las películas las sirvientas siempre llevaban los

platos en bandejas. ¿Por qué no pensé eso? Me hundí en la silla y me cubrí la

cara ardiendo con las palmas susurrando:

—Estúpida, estúpida, estúpida. —Probablemente Aidan ya se arrepentía de

emplearme. Nunca me había sentido tan mortificada en toda mi vida. Ahí

estaba yo, conociendo al chico más caliente y le cociné mi pastoso sofrito. Ni

30

siquiera era China; se suponía que solo una de esas revistas de recetas milagrosas

de veinte minutos de mujeres para ahorrar tiempo e impresionar en cualquier

cita, incluyendo a la prospectiva suegra. Bueno, no pareció impresionar a Aidan.

Solo podía esperar que no se inclinara sobre el asiento del inodoro, vaciando los

últimos restos de una gloriosa pero ligera comida, la cual compró en algún lujoso

restaurante.

—¿Estás bien?

Levanté la cabeza para mirar a Clare permaneciendo de pie en la entrada.

Estaba llevando un corto vestido negro, ajustado en todos los lugares

adecuados, su pelo atado hacia atrás en un estricto moño. Su pálida piel se

combinaba con un pintalabios rojo escarlata que la hacía parecer frágil y

seductora al mismo tiempo. Sus ojos se posaron en el sofrito en el suelo hasta mí

y después de regreso al sofrito, su cara sin traicionar emociones.

—Estoy bien —susurré, enderezándome en mi asiento.

Clare se acercó más y se detuvo al lado de la puerta del jardín trasero, sus

ojos centrados en la oscuridad de más allá.

—Hoy debe haber sido un largo primer día. ¿Cómo lo encontraste?

—Es muy tranquilo aquí —dije.

—Te acostumbrarás —Se giró y olió el aire. Su mirada miró por encima como

si estuviera en un profundo pensamiento—. Esto me recuerda, no esperes

trabajar pasadas las cinco y con certeza no hagas la cena. Aidan come fuera

la mayoría de las noches.

—Claro —El anuncio especificaba el cocinar. Aidan debe haberle dicho

algo. Me sonrojé, mortificada. Era su problema si no le gustaba mi comida.

Entonces no más cocinar para mí.

—Bien. Necesito salir.

Después de que Clare se marchó, me forcé por algo de comida, limpié la

cocina y volví a mi habitación, agradecida por un poco de privacidad. Me

empapé en la bañera, disfrutando del agua caliente, pero tan pronto como mi

cuerpo se relajó, mi mente no paraba de saltar de Cameron a Aidan y de vuelta

a Cameron, la imagen de mi ex rápidamente desapareciendo de mi recuerdo.

31

Salí de la bañera, envolviéndome en una toalla grande y situé la foto de

Cameron en la mesita de noche. Con mi rutina de la tarde terminada, subí entre

las sabanas y apagué las luces. Había estado durmiendo aproximadamente una

hora cuando algo me despertó. Sentándome en la oscuridad, me esforcé por

escuchar. Algo se movió fuera de mi puerta. Entonces escuché la tenue risa y un

ruido sordo, y pies arrastrándose. Quizás Aidan tenía invitados, o él y Clare

estaban tonteando por los alrededores. Hacían una impresionante pareja, tenía

que admitir eso. Envolviendo las sabanas sobre mí, cerré los ojos, pero yací

despierta la mayor parte de la noche, no muy capaz de sacudir la imagen de

los musculosos brazos de Aidan envueltos en torno a una sonriente Clare. Yo

estaba enamorada de Cameron, así que los repentinos celos, absolutamente no

tenían sentido.

32

Capítulo 4 Traducido por CrissViz

Corregido por vicsibet

n los próximos dos días no vi ni escuché a nadie. La casa estaba

demasiado tranquila, me sentía como si viviera sola. Mi nuevo jefe, me

encogí ante la perspectiva de llamar así a alguien de mi edad,

claramente le gustaba mantener su distancia y lo apreciaba. No necesitaba

hablar con él si él no quería. Pero yo quería. Quería que se fijara en mí tanto que

incluso estaba usando maquillaje y me había esforzado más en las tareas

domésticas. No había pensado en Cameron en un día, marcando un nuevo

record. Decir que no tenía nada que ver con Aidan sería una mentira.

—Empiezo a sonar tonta —murmuré para mí al tiempo que inspeccionaba mi

imagen en el espejo por enésima vez. Los jeans ajustados de color azul se veían

muy bien en mí, hacían que mis piernas se vieran mucho más largas. Lástima que

Aidan no estuviera en el bosque para verme irrumpir en la cabaña vestida con

mi mejor atuendo.

El viernes, la casa estaba desierta como era usual. No había voces, puertas

azotándose, ni signos de nadie viviendo aquí en absoluto. Salí por la puerta

trasera, dejando la puerta de la cocina abierta. Nadie se molestaría en cerrarla

de todas formas. Por mucho que le gustara a McAllister su privacidad, no se veía

preocupado acerca de la posibilidad de un robo.

El carro de Dallas estaba estacionado abajo en la calle, esperaba que su

ruidoso mofle no llamara la atención de alguien, pero nuevamente ¿quién

escucharía en el medio de la nada? Me subí al asiento de pasajero, empujando

la mochila negra a un lado.

—Llegas tarde —dijo Dallas

Lo miré.

—Dijiste que esperara hasta que todos durmieran. Eso es exactamente lo que

hice —irritada, hurgué dentro de la mochila—. ¿Qué haces con una brújula?

E

33

Dallas arrancó el auto y aceleró.

—No pude conseguir un par de gafas para visión de noche, así que pensé

que una brújula era la siguiente mejor opción.

—¿No sabes a dónde estamos yendo? —Giré mi cara hacia él, atónita.

—Por supuesto que sé —Dudó por un minuto antes de agregar—. Más o

menos.

—Grandioso. ¿Hay mejor manera de pasar un viernes en la noche que con

mi hermano idiota, practicando senderismo por las heladas montañas de

Escocia, buscando un cobertizo que irrumpir? Te superaste a ti mismo esta vez.

Me miró fijamente.

—Tendrás solo un treinta por ciento si continúas insultándome. Sé el camino.

Sostuve la brújula.

—Seguro.

—Hey, esto es para tu paz mental. ¿Tienes alguna idea que tan oscuro se

vuelve el bosque?

—¿Por qué debería ir allí? —suspiré. Esperando que él cambiara de parecer

y renunciara a su gran plan, me hacia la más idiota de los dos.

—Veinte por ciento —dijo Dallas.

—Hey, ¿por qué no lo hago gratis? No me importaría limpiar baños por el resto

de mi vida —Manejamos en silencio por una hora y media antes que Dallas se

aclarara la garganta y siguiera con la conversación, aun con el ceño fruncido.

—¿Cómo va el trabajo?

Me encogí de hombros

—Está bien. He tenido peores.

Dallas sonrió y se orilló hacia un camino cercano, entonces apagó el auto.

—Definitivamente. Recuerdo cuando te pegabas tatuajes por todas partes

con la esperanza de ser recepcionista en una tienda de tatuajes.

34

—Me veía ridícula —Le sonreí también—. Lástima que se dieron cuenta que

los tatuajes eran falsos.

Apretó mi mano.

—Esta es nuestra oportunidad, Amber. Lo lograremos.

Con un gemido, me abotoné mi abrigo y salí de la calidez del auto. La

pendiente era estrecha, rodeada de altos árboles. La luna iluminaba el cielo,

dándole un ligero brillo a la cara de mi hermano. Un viento helado golpeó mi

pelo contra mi piel. Dallas sacó la brújula de la mochila que colgaba de su

hombro, prendió la linterna y cerró el auto. Lo miré con las cejas arqueadas.

—Vamos —Me hizo señas para que lo siguiera y subiéramos el camino

ventoso.

—¿Estás seguro que esto no es riesgoso? ¿No harás que nos perdamos,

verdad? Lo empujé en la espalda pero no contestó. Solo podía esperar que su

falta de consuelo fuera originada por su profunda concentración más que por

no poder disipar mis temores.

El aire se hacía más frío con cada paso que daba. Dallas caminaba en

silencio pero no podía evitar ver la duda en cada paso incluso ahora. El camino

se iba oscureciendo hasta estar completamente en tinieblas. Las estrellas en el

cielo se veían pálidas, como puntos brillantes demasiado lejos para dar un poco

de luz a través del grueso follaje sobre nuestras cabezas. Además el suelo estaba

helado y lleno de ramas, tropecé más de una vez.

Cuando Dallas paró para consultar su brújula una vez más, mis muslos dolían

y sentía una ampolla formándose en mis pies. Podía escuchar mi propio jadeo y

decidí que era tiempo de entrar a un gimnasio. Dejándome caer en el helado

suelo, recordé que usaba mis jeans favoritos y me levanté de un salto.

—¿Así qué, cómo está funcionando esa brújula? ¿Qué tanto falta para

llegar? —pregunté.

—¿Cuántos años tienes, cinco? No está muy lejos de aquí —Dallas continuó

caminando. Tomé una respiración profunda y lo seguí.

Había algo en el aire. Podía sentir una inquietante vibra al tiempo que el aire

cambiaba. Ramas rotas, un humo leve se acumulaba entre los árboles. Me

detuve en seco, susurrando:

35

—¿Dallas? ¿Oíste eso?

Mi hermano me dio una irritada mirada sobre su hombro.

—¿Ahora qué? No descansaremos.

Un suave silbido hizo eco a la distancia.

—Creo que alguien está siguiéndonos —Miré detrás de mí, notando un rayo

azul de luz a través de la negra noche.

—Tú siempre has sido paranoica —Aceleró sus pasos.

Miré detenidamente hacia el bosque detrás de nosotros pero nada se movía.

Aparte del normal susurro de las hojas, todo se veía desierto. Quizás solo estaba

cansada y enferma de tropezar. Mi mente hiperactiva me estaba jugando

bromas. Después de todo, no habíamos pasado ningún auto en nuestro camino,

así que nadie podía estarnos siguiendo.

Caminé pesadamente hasta que alcanzamos el claro. La luna se asomaba

entre las oscuras nubes que se veían como una enorme boca burlándose de mí.

—Debe estar en algún lugar por aquí —dijo Dallas.

Giré mis ojos.

—¿Estás seguro? Solo hemos estado caminando por unas pocas horas. No

necesito estar en casa hasta mañana por la mañana.

—Deja de actuar como un bebé, Amber —Tiró su mochila al suelo—. Espera

aquí. Tengo que orinar.

Asentí tratando de mantener mi cara.

—Nop. Tú dijiste sin descansos.

—Pero la naturaleza me está llamando. Tomaré la linterna.

—De ningún modo —Negué y le arrebaté la linterna de sus manos—. Solo

asegúrate que nada vaya a morderte. No se sabe que se pueda encontrar uno

en la oscuridad.

Él sonrió son suficiencia y me dio un golpe en la nuca como usualmente lo

hacía cuando éramos niños.

36

Brillando con la luz de la linterna sobre él, lo vi desaparecer entre los

matorrales. Me senté en el suelo húmedo, el húmedo césped empapó mis jeans

rápidamente. Esto iba a costarme una fortuna. Considerando mi atuendo

nuevamente, entonces pensé, ¡al diablo! Teníamos muchísimo removedor de

manchas guardado en el closet como para limpiar una tienda entera. Además,

mis pies me estaban matando. Busqué a mí alrededor en la oscuridad, contando

los segundos.

En el horizonte, a mi derecha, una luz azul brilló entre los árboles, otra vez.

¿Qué diablos? Un estremecimiento pasó sobre mí. Tenía que haber una

explicación lógica. Quizás era una ciénaga de gas, pero eso no tenía sentido.

Estábamos en el bosque, en el medio de la nada. No había ciénagas en lo que

se podía ver.

Me levanté y grité:

—¡Hey!, ¿terminaste? Apúrate —Cuando mi hermano no respondió, salté

sobre mis pies y caminé en dirección hacia donde había desaparecido apenas

hace unos minutos—. ¿Dallas? Realmente me estoy asustando. Acabo de ver

esa extraña luz. Alguien quizás nos esté siguiendo.

Aguantando la respiración, traté de escuchar algunos pasos acercándose.

No se escuchaba nada. La luz azul destelló nuevamente a la distancia.

—¿Dallas? —Mi voz cortaba el silencio de la noche, casi tan alto como los

latidos de mi corazón—. Vamos. Esto no es gracioso. Si estás jugando a hacerme

una broma, te juro que voy a matarte.

¡Mierda! ¿Dónde estaba? ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo? Mi

corazón latía fuerte como un tambor. Frotaba mis sudadas manos en mis jeans.

Buscaba a mi alrededor, insegura de que debía hacer. ¿Debería empezar a

buscarlo o solo esperar? Reclinada sobre el tronco grueso del árbol, esperé unos

minutos más, llamando a mi hermano por su nombre. No tenía respuesta. Mi

mente empezó a acelerarse, impaciente por llegar a una posible explicación.

Quizás se perdió. Me parecía más del tipo, que me estaba jugando una

broma. Él había hecho muchas cosas estúpidas en el pasado, pero irse

caminando y dejarme sola en medio de la noche, no era el tipo de cosas que

hacía. Nunca debí haber dejado que me arrastrara hasta aquí con él.

Considerando mis opciones. O caminar de regreso al auto y esperar por él o subir

a través del bosque y encontrarlo. Un gemido escapó de mi garganta al

37

imaginar a mi hermano gritando mi nombre en medio del llanto, un torrente de

sangre saliendo de una horrible herida.

¿Y qué si no estaba perdido? Quizás alguien nos había seguido, lo encontró

y lo había herido. Volver al auto, no era opción. No podía dejar morir a mi único

hermano.

Decidida, puse la mochila sobre mi hombro y me apresuré por el sendero,

llamándolo por su nombre una y otra vez. Otro destello azul lanzó un suave brillo

en una oscura choza escondida atrás de los árboles, a menos de cincuenta

metros. ¿Podría ser esa la cabaña? Quizás Dallas la había encontrado y estaba

adentro, terminando a lo que había venido. Cambié el curso de mi caminata,

yendo a través de los árboles, usando mis manos para apartar las ramas a un

lado. Y entonces me encontré viendo la deteriorada cabaña. Rebusqué dentro

de la mochila, saqué una linterna y la encendí.

Desde afuera, la cabaña de madera no se veía más grande que un cobertizo

de jardín. Una puerta estaba sostenida por viejas bisagras, de tal manera que

parecía como si un simple golpe podría ser suficiente para hacer caer la pared

entera al suelo. No había picaporte, solo una barra de metal para abrir y sin

candado. Dallas había dicho que la cabaña estaba cerrada; ¿quizás alguien

había estado aquí irrumpiendo antes que nosotros?

—¿Dallas? ¿Estás aquí? —murmuré incluso sabiendo que no estaba cerca.

Antes de que pudiera cambiar de parecer, tiré de la puerta abierta,

encogiéndome ante el chirrido de las abrazaderas oxidadas, después encendí

la luz. El cuarto se veía bastante grande: el piso de madera estaba

sorprendentemente limpio para ser una cabaña. Debajo de la ventana sucia,

por la que Dallas debió haber visto las piedras, había un hueco enorme lleno de

lo que parecía ser lodo. En la esquina más lejana había un podio. Me moví

lentamente para levantar un pergamino.

La luz tenue de la linterna iluminó las letras doradas que decían:

Dos más uno pero menos de siete elegidos en rojo para viajar.

Un ojo de tigre para ver, incrementado por diez para alcanzar el más allá.

Verde como las hojas de la mañana en verano aplastadas en el azul

aterciopelado del cielo para la abundancia.

38

Humo blanco para quienes quizás no regresen de su eterno viaje.

La lista se desplegaba y cada punto que seguía era más extraño que el otro.

Todo esto eran tonterías para mí, así que puse el pergamino de regreso en el

podio y regresé al hoyo. El lodo era negro. Si Dallas se había perdido, nunca me

perdonaría por haber encontrado la cabaña y no tomar las piedras preciosas. A

pesar de mi buen juicio, me arrodillé, enrollé mis mangas hacia arriba y metí mis

brazos en el lodo. Estaban dentro hasta los codos cuando toqué el fondo. No se

sentía muy diferente al barro que se usa para tratamientos faciales y que

normalmente pongo sobre mi cara, solo un poco más caliente y suave al tacto.

Continúe, ¿quien sabe que estaba oculto allí abajo, esperando por morderme?

Así que, cuanto más pronto terminara, más rápido podría irme de ese lugar.

Tomando una respiración profunda, palmeé el fondo, lista para sacar mis manos

si algo no se sentía normal.

Una fuerte ráfaga de viento agitó la puerta, sobresaltándome. Me encogí,

parando por un breve momento. Cuando nada se movió, continué mi

búsqueda. Finalmente mis dedos rozaron algo duro y saqué una piedra blanca

del tamaño de una nuez. Los latidos de mi corazón se aceleraron al dejarlo caer

dentro de la mochila y fui a pescar algunas más.

El viento afuera soplaba más fuerte, haciendo vibrar los vidrios de las

ventanas. Me levanté, mis brazos me dolían por el esfuerzo de escarbar sobre el

grueso lodo y sacar una piedra tras otra. No sabía cuántas tenía, probablemente

una docena o más, todas ellas del mismo tamaño que la primera. Más grandes

que cualquier piedra que haya visto, y valdrían millones si no son falsas. Dallas

estaría muy orgulloso de mí.

El ruido de una rama rompiéndose, me hizo brincar de sorpresa. Quizás mi

hermano había encontrado el camino a la cabaña, o era un animal buscando

comida. Cerré mi mochila y la colgué sobre mi hombro, entonces me apresuré a

salir por la puerta. Algo sonó a la distancia. ¿Cadenas? Pero no tenía sentido.

¿Quién estaría con cadenas en el bosque?

—¿Dallas? —murmuré.

Se escucharon pisadas de alguien arrastrando los pies atrás, por los árboles a

mi derecha. Giré rápidamente mi cabeza en esa dirección. Algo o alguien

estaban allí y por la falta de respuesta, no era mi hermano.

39

El olor a tierra mojada y a la tormenta que se aproximaba, se percibía en el

aire. El temor se apoderó de mí al darme cuenta de la situación. Quizás,

quienquiera que nos estaba siguiendo había matado a Dallas y estaba

regresando por mí. Estaba sola en el medio de la nada. Nadie podría oír mis

gritos. Mi corazón sonaba como un tambor en mis oídos, sofocando los sonidos

comunes del bosque. Mi respiración se hacía más superficial y difícil al inclinarme

sobre la pared de la cabaña, mis piernas temblando apenas sosteniéndome, mis

ojos buscaban algo alrededor. Temía que mi irregular respiración me traicionara,

descubriendo mi presencia. Cuando los segundos pasaban y nada se movió,

solté el aire sintiéndome tonta. En los bosques vivían todo tipo de criaturas,

ratones, zorros y otros por el estilo. Probablemente ellos me encontraban tan

escalofriante como yo a ellos. Mi imaginación se había desenfrenado

nuevamente. Frecuentemente pasaba eso últimamente.

Solo necesito estar en el lado seguro, conté hasta tres y salí corriendo bajando

el sendero. Cuando llegué al claro me detuve, jadeando, mis costados

quemaban por el esfuerzo. Me incliné descansando sobre un árbol, las palmas

de mis manos presionando sobre mis muslos, para recuperar la respiración. Algo

caminaba entre los arbustos. Tenía mi mirada fija sobre la gruesa pared de

arbustos mientras me enderezaba, lista para correr nuevamente.

Una sombra salió de la oscuridad, su largo y negro abrigo ondulaba en la fría

brisa.

—Deja caer la mochila —demandó una voz masculina. Era casi un murmullo,

pero había algo en su tono que no me dejaba duda que siempre se hacía lo que

decía. Dudé, congelada. Mi mente me gritaba que corriera, pero mis piernas no

podían moverse. El hombre dio un paso más al frente y levantó una mano

enguantada. Algo delgado como una larga cuerda paso rozándome, dejando

un trazo de llamas en el pasto. El aire olía a madera quemada—. Dije que la

dejaras caer. O no vivirás para ver el día de mañana.

Lo miré, con los ojos bien abiertos. ¿Debería renunciar a la mochila? ¿Cuál

era el punto si él iba a matarme de todas formas? Lo que sea que pasara, no

renunciaría sin dar pelea. A pesar de que mis manos temblaban, mi mente

estaba sorpresivamente en calma. Tomé una respiración. La linterna cayó al

suelo cuando salí corriendo por el sendero, las ramas se rompían bajo mis pasos.

No pensé, no disminuí la velocidad para ver si el hombre venía detrás de mí, solo

corrí hasta alcanzar el auto y me dejé caer sobre mis rodillas a unos centímetros,

temblando, mi corazón latiendo rápidamente.

40

La puerta se abrió y Dallas salió.

—¿Dónde has estado? He estado esperando por años.

—Súbete al auto. ¡Vamos, vamos, arranca! —Apenas podía hablar. Mis

pulmones tragaban el aire frío, silbando.

—No nos iremos hasta que tengamos las piedras preciosas —dijo Dallas.

Lo tomé por los hombros y lo sacudí.

—¡Escucha, idiota! Alguien armado está siguiéndome. O te mueves ahora o

manejo sin ti —Por un momento él solo me miró, después de un rato abrió su boca

para hablar. Lo corté—. Súbete, Dallas. No me hagas enojar. De todas tus

estúpidas ideas que hayas tenido, esta fue la peor.

El murmuró algo que sonó como un “no lo creo”, entonces abrió la puerta del

pasajero para mí, se metió dentro y encendió el auto. Yo miraba por la ventana

tratando de ver por la oscuridad que se quedaba detrás de mí, solo entonces

me di cuenta del total impacto de lo que acababa de pasar. Mi corazón se

aceleró de nuevo. Solo esperaba que mi perseguidor no haya visto mi cara

dentro de la cabaña.

Dallas encendió la luz de la cabina. Me giré hacia él. ¿Por qué no estaba

manejando?

—Estas sudada y te ves como si hubieras visto un fantasma. Dime que pasó

—dijo—. No iré a ningún lado hasta que me digas —Podía ver sus cejas unidas en

una sola línea como un gesto de terquedad.

—Tú y tus estúpidas ideas —grité—. Solo tú puedes perderte yendo al baño.

Me miró con furia.

—Tú tenías la linterna y no encontré el camino de regreso con todos esos

árboles. Cuando regresé te habías ido.

—Grité tu nombre. No contestabas —Tomé una respiración profunda y bajé

mi voz.

—No te escuché. ¿Qué fue lo que paso? —preguntó Dallas otra vez.

Metí las manos bajo mis muslos para que dejaran de temblar.

41

—Encontré la cabaña.

Me miró de manera incrédula.

—¿Tú…qué? ¿Encontraste las piedras preciosas?

—Sí.

—¡Viva! —Dallas gritó, luego paró cuando vio la expresión de mi cara—.

¿Qué?

—Te dije que alguien me seguía. Puedo terminar muerta en cualquier minuto

si no arrancas el auto pronto.

—¿Qué? ¿Te vieron?

Humedeciendo mis labios, negué con la cabeza.

—No lo creo. Estaba demasiado oscuro, pero tenía la linterna prendida

dentro de la cabaña. Él pudo haberse asomado por la ventana. Me siguió hasta

el claro, donde desapareciste —Lo miré molesta—. Me pidió que tirara la

mochila.

—¿Cómo saliste de allí? —preguntó.

—Salí volando de allí —Deje salir un gran suspiro.

Las líneas alrededor de la boca de Dallas se suavizaron un poco.

—No te siguió hasta el auto, así que no hay nada de qué preocuparse. A

menos que tenga un arma. Nadie corre más rápido que una bala, ni siquiera un

leopardo como tú —Lo miré irritada. ¿Cómo podía estar bromeando cuando

acababa de escapar de una muerte segura? Dallas apretó mi mano para

tranquilizarme y continúo diciendo―: Escucha, lo siento. No te pediré que hagas

nada similar a esto nunca más —Sonrió—. Piensa en eso, no tendremos que

hacerlo nunca más, porque somos ricos. Estaremos bebiendo cócteles tropicales

en una playa de arena blanca en México, muy pronto. Te conseguiré una

margarita gigante con una de esas extravagantes sombrillas.

Rodé mis ojos. Acabo de agregar robo de joyas a mi expediente y casi muero

en manos de algún mafioso, y todo en lo que podía pensar mi hermano era en

extravagantes sombrillas y cócteles tropicales en la playa. No estaba

convencida de que el mafioso no fuera capaz de identificarme, pero la

42

confianza de Dallas, me había contagiado. Se sentía bien tener a alguien más a

cargo ahora.

—¿Qué es lo que harás con las piedras?

—Tengo que revisarlas y ponerlas a la venta. Quizás nos lleve algo de tiempo

hasta que todo esté resuelto. ¿Estarás bien?

Asentí.

—Bien —dijo—. Solo mantente tranquila. Nadie te conoce.

Manejamos en silencio. El regreso a la mansión se me hizo mucho más corto.

Antes de darme cuenta, Dallas detuvo el auto y se giró hacia mí sonriendo.

—Estaremos viviendo la dulce vida muy pronto. Solo espera a verlo.

—Si tú lo dices —Abrí la puerta del auto y salí, mi piel se puso de gallina

inmediatamente al contacto con el viento helado—. ¿Me llamaras?

Dallas resopló.

—¿Piensas que te dejaré fuera? Poco probable. La próxima vez, señorita, te

recogeré en una limusina, para llevarte a tu mansión.

—Solo sé cuidadoso —dije al tiempo que el auto aceleraba hacia la calle.

Con un suspiro, me giré y me dirigí hacia la entrada, apresurándome hacia el

camino que llevaba a la parte trasera de la casa.

Las luces estaban apagadas. Las ventanas en el segundo piso brillaban

oscuras con la tenue luz de la luna. Todo se sentía tan irreal, mi antigua vida en

Londres, mi nuevo trabajo de verano, la persecución a través del bosque.

¿Fueron estas últimas horas, reales o un producto de mi imaginación? No

importaba, porque estaba a salvo ahora. Con un movimiento de mi mano, abrí

la puerta de la cocina y entré; cuando las luces se encendieron, alguien dijo:

—¿Estabas afuera?

43

Capítulo 5 Traducido por katiliz94

Corregido por Viqijb

rinqué hacia atrás ante el sonido de la voz de Aidan, casi salí corriendo

por la puerta. Mi corazón se saltó un latido mientras le miraba. Sus mejillas

estaban sonrojadas, su pelo estaba desordenado. Algo ardía en su

mirada, un nervio crispado justo debajo de su ojo derecho.

—Me asustaste hasta la muerte. Lo siento, estoy llegando demasiado tarde.

¿Te desperté? —Traté de mantener la voz calmada, pero fallé.

—No necesitas disculparte. Aquí no hay toque de queda. —Limpió una

mancha de barro de mi cara—. ¿Qué ocurrió? ¿Te metiste en una pelea? —

Mirándome a través de los ojos de un azul pálido que parecían arder, señaló a

mis manos.

—¿Eh? Sí, deberías ver al otro chico. —Me había evitado durante cinco días.

¿Por qué en el mundo estaba despierto ahora, o hablándome cuando estaba

toda sudada y parecía una mierda? Sonreí y me encogí de hombros como si los

arañazos sangrientos fuesen nada por lo qué preocuparse.

—¿En serio? —Arqueó una ceja—. ¿Cómo llegaste a casa? ¿Te trajo él

después de que le golpearas?

Podía sentir que el chico no iba a dejarlo pasar, y un jefe disgustado nunca

es un buen jefe.

Suspirando, cerré la puerta detrás de mi mientras ponía el cerebro en

movimiento, implorándole venir con una buena excusa.

—Está bien, si puedes saberlo, estaba observando las estrellas. —Me encogí

interiormente. ¿Era eso lo mejor con lo que podía salir?

—¿A las tres de la mañana? —Los labios de Aidan son curvados en una sonrisa

sarcástica.

B

44

—Porque ese es el mejor momento para ver las estrellas.

Desafortunadamente, estaba un poco oscuro y tropecé. —Reí un poco

demasiado alto, esperando que no sonase tan forzado para él como sonaba en

mis oídos—. Soy muy torpe, siempre cayéndome sobre la nariz. —Hice una

mueca ante mi elección de palabras. Ahora él pensaría que era la peor ama de

casa en el mundo y demasiado estúpida para caminar en dos piernas.

—Soy un fanático de mirar el cielo lleno de estrellas brillantes. —Su mirada se

estrechó—. Me encanta observarlas brillar como diamantes.

Diamantes. Pensé de nuevo en toda la culpa de ayudar a Dallas a robar las

piedras preciosas. Tragué, con el calor recorriendo mi rostro.

—No es demasiado tarde —dijo Aidan, lentamente.

Le miré. ¿No era demasiado tarde para qué?

—Imagino que eso es un no. —La mandíbula de Aidan se marcó mientras se

alejaba, diciendo sobre su hombro—. Deberías limpiarte esos cortes antes de que

cojas una infección. Hay un kit de primeros auxilios en lo alto del armario de tu

habitación.

Esperé hasta que se fue antes de caminar hacia mi habitación. Las heridas

tendrían que curarse sin Bandas Auxiliares porque no podría ser molestada por

hurgar a través del baño ante estas limpias horas.

Consideré tomar una ducha, exhausta pero demasiado agitada para caer

dormida. Por el tiempo en el que el sol se elevó a través de las nubes, todavía

estaba revolviéndome y girándome. Con un suspiro, arrojé las sabanas a un lado

y me levanté, desistiendo ante cualquier oportunidad de encontrar el sueño,

incluso a pesar de que mis ojos se sentían hinchados y secos por la falta de sueño.

Era sábado, mi primer día libre. Después de una ducha rápida, busqué a

través de mi aún empaquetada maleta por algo usable, quizás una camisa que

no oliese a Mcdonalds. En todo el frenesí de la semana, había olvidado lavar mi

ropa. Después de deslizarme en un top negro de mangas largas que enfatizaba

mi estrecha cintura y un par de ajustados vaqueros azules, paseé por la cocina

por una taza de té y un bol de cereales.

La cesta de la fruta estaba llena de manzanas y plátanos frescos. Tres

pequeños bols de arándanos maduros ocupaban la parte superior del estante

de la nevera. Los otros estantes estaban repletos de verduras y productos

45

lácteos. Quien quiera que fuese a comprar no reducía en gastos los centavos.

Particularmente desde que nadie excepto yo parecía alguna vez consumir algo.

Enjuagué algunos arándanos bajo el grifo de agua fría y los aliñé por encima

de mis cereales, después de asentar el desayuno, mis pensamientos volvieron a

los eventos de la noche anterior. Alguien había dado caza. Alguien había estado

escondiéndose en torno a la cabaña mientras yo estaba dentro. Con suerte,

Dallas estaba en lo correcto y no teníamos porqué preocuparnos, porque estaba

segura de que no podría lidiar con una de las lecturas de mi madre si aterrizaba

en la cárcel.

Terminé de comer, vacié el bol y la taza, y me dirigí fuera a la puerta trasera

con la esperanza de encontrar a alguien. Un frio viento de Octubre agitó las

hojas; el suelo todavía estaba húmedo con el rocío de la noche anterior. Aparte

de dos ardillas, no ví a nadie, pero los fuertes ruidos de metal se apresuraron sobre

el garaje en el otro lado de la casa.

Cuando me acerqué más, vi la larga forma de un hombre inclinado sobre un

cortacésped, con el martillo en mano.

Golpeé un trozo de metal para anunciar mi presencia.

—Hola, soy Amber.

El anciano se giró, exponiendo un par de remarcables mejillas sonrojadas y

una amistosa sonrisa.

—Bueno, hola. Soy Harry, el jardinero. Conociste a mi esposa Greta el otro día.

—Extendió una sucia mano y sacudió la mía con entusiasmo.

—Sí, lo hice. Ella me hizo el desayuno.

—Esa es mi Greta, siempre cocinando. Ese es el por qué me veo así. —Se

palmeó el redondo vientre—. Antes de casarme con ella en realidad tenía una

cintura.

Sonreí.

—Greta dijo que eras de Londres.

—Eso es cierto. —Cambié de tema, incomoda de hablar sobre mí. —No

suenas muy escocés.

46

Harry pasó la grasienta mano sobre un paño manchado.

—Soy del sur. Cornwall.

—Hermoso lugar —dije.

—No tan hermoso como Escocia. Aidan me dejó una nota sobre que

pudieses querer ir a hacer algo de compras hoy.

Él levantó la ceja cómo para preguntar por la seguridad de la idea de

conducir hasta la ciudad. Podía entender por qué. Eran dos horas de distancia.

—Me pidió que te hiciese compañía.

—¿Lo hizo? Es muy amable de su parte. —No podía recordar pedírselo, pero

me sentí agradecida por la oportunidad, particularmente desde que no había

hecho planes para el fin del semana.

El dinero era escaso, pero, ¿qué diablos? Todavía tenía la beca de

estudiantes, y Aidan me pagaría pronto.

—Puedo llevarte ahora. Las tiendas están abiertas hasta las seis, pero estoy

cansado de juguetear con esta vieja cosa. —Señaló el cortacésped.

—Me encantaría eso.

Corrí hacia la casa para coger el bolso y el abrigo. Cuando giré, Harry se fue.

Le esperé hasta que apareció unos pocos minutos después con la chaqueta en

torno a sus amplios hombros y un par de llaves colgando en una mano.

—Ese es el coche. —Señaló una camioneta blanca, el único vehículo en la

carretera. Se sofocó todo el camino hacia la camioneta y abrió la puerta del

pasajero para dejarme entrar. Salté en el amplio asiento del pasajero y me ajusté

el cinturón de seguridad. Harry ajusto su gran cuerpo detrás del volante y

encendió el motor. El coche rugió a la vida. Salió a la carretera antes de que

retomase nuestra conversación—. Greta siempre dice que un poco de ejercicio

me hará bien. Pero yo digo que todo esto de caminar no ayuda si no cortas la

carne.

No quería señalar que no estábamos caminando sino conduciendo.

—No podrías pagarme por tomar carne. Solo inténtalo y observaras mis

porciones.

47

Harry rió, con la mirada fija en la carretera.

—Es un corto camino hasta Inverness. Las calles suelen estar vacías después

de las diez en punto pero antes de las diez es un infierno.

—¿Sueles conducir a la ciudad? —Inquirí.

Harry bufó.

—Con bastante frecuencia. Estoy ocupándome de dos casas desde que

Aidan está difícilmente en casa, siempre ocupado con su trabajo. Cada día, hay

algo para que arregle. Las casas viejas no son tan diferentes a los ancianos,

constantemente necesitan un doctor. —Se rió. Cuando me uní, continuó—: La

semana pasada fue mi reumatismo, esta semana es mi espina dorsal y la

siguiente semana podría ser el entierro.

Le miré, horrorizada.

—No diga eso.

—Estoy diciéndote, mi querida madre era tan saludable como un caballo. Un

día, se sentía mal y no querría salir de la cama. Un derrame cerebral, dijo el

doctor. Pasó una semana en el hospital antes de que cerrase los ojos y nunca

despertase de nuevo.

—Lo siento mucho. —Me incliné para apretar su mano descansando en el

volante.

—Bueno, esa es la vida. Disfrútala mientras eres joven. Nunca sabes lo que

puedes perder si te encierras en ti misma, como Aidan.

Así que a Aidan le gustaba quedarse en casa. Que gracioso, no le había visto

en toda la semana.

—¿Qué… —Dudé al decir su nombre—… hace Aidan?

Harry negó.

—Algo con comprar y vender, creo.

Condujimos durante casi dos horas con Harry hablando la mayor parte del

tiempo. Finalmente, detuvo el coche en un estacionamiento en medio de

Inverness y apagó el motor.

48

—¿Ves la esquina de allá? Esa es la Calle Principal con todas las tiendas de

moda. Estaré en el bar. —Señaló un edificio verde con una señal en el exterior

advirtiendo de una pinta por una libra y noche de karaoke.

—Gracias. —Me sentí avergonzada por gastar el tiempo del anciano, sobre

todo porque en realidad no necesitaba nada de las tiendas—.¿Seguro que no

le importa?

—Me estás haciendo un favor, querida. —Harry guiñó un ojo y golpeó mi

hombro ligeramente—. Greta nunca dejaría que me perdiese un perfecto

sábado por la mañana sentado en el bar, a menos que se me ocurriese una

buena excusa para tener una pinta de cerveza en este momento del día.

—Estaré de regreso en una hora, entonces.

—No hay necesidad de apresurarse. Tómate tu tiempo —dijo Harry.

—Gracias. —Di un paso en el asfalto gris, abrumada por algo que no podía

identificar. Tragué con fuerza, intentando calmar mi acelerado corazón ante la

perspectiva de añadir mi creciente paranoia a mis preocupaciones de dinero—

. Estaré de regreso en dos horas —dije después de que Harry cruzase la calle,

dirigiéndose al bar al otro lado de la carretera.

***

Cuando volví, cargada con innumerables bolsas de compra, Harry me saludó

desde el otro lado de la calle a través de una multitud de personas. Esperé hasta

que llegó a mí y desbloqueó el coche.

—¿Sabías que encontrarías todo lo que venías a buscar? —Agarró las bolsas

y los arrojó en el asiento trasero.

—Ojala no lo hiciese. —Levanté un embrague, ignorando el sentimiento de

culpa en la boca de mi estómago—. Conseguí esto a la mitad del precio. Las

ventas aquí son buenas.

—Mucho. —Harry asintió con aprecio y cerró el coche—. Las chicas siempre

encuentran algo. Debes estar hambrienta. ¿Qué dices de comer? Invito.

49

Mi estómago gruñó en respuesta.

—Suena bien. Gracias.

Desde fuera, el bar parecía desierto. En el interior, la mayoría de los asientos

estaban ocupados. Un estante alto con varias botellas de vino y de cerveza

alineados en la pared detrás de la barra. Las paredes estaban cubiertas de

espejos y carteles de advertencia de varias bebidas. Harry me guió hasta una

mesa vacía cerca de la cocina y me entregó el menú.

—Este lugar tiene la mejor carne y el puré en la ciudad. Casi tan bueno como

los de mi Greta.

Alguien gritó.

—¿Ya de vuelta, Harry? ¿O la cena la encontraste fuera? —El acento Escocés

del hombre era demasiado fuerte, apenas entendí una palabra, pero sonreí.

Harry señaló una mesa al otro lado de la habitación, después se volvió hacia mí.

Una pelirroja de unos cuarenta años se acercó, las manos apretadas contra

sus amplias caderas mientras me miraba con curiosidad.

—¿Quién es la chica bonita, Harry? ¿Qué estás ocultando a tu querida?

—Es sólo una niña. —Harry se puso rojo brillante—. Sólo tienes que conseguir

una pinta y el agua para la chica, y la mejor de tu carne y puré de patatas.

Él me disparó una mirada interrogativa. Cuando asentí, la mujer escribió en

una gruesa libreta y se giró para irse a gritar sobre su hombro:

—Regresaré.

—Se está bien aquí —le dije, observando a la pelirroja mientras tomaba un

par de ordenes de una pareja a unas pocas mesas más allá.

—No te preocupes por ella. La mayor parte del tiempo, no quiere decir lo que

está balbuceando. —Harry señaló un oscurecido escenario por un grupo de

visitantes—. El sábado por la noche, encontrarás un montón de jóvenes y

talentosos músicos locales actuando aquí. No sé mucho de música, pero Greta

dice que son buenos. —Siguió charlando hasta que la comida llegó, servida por

una chica pecosa. La chica dejó los platos y se fue con demasiada rapidez, con

los ojos fijos en sus manos y una tímida sonrisa en los labios.

50

Harry engulló y yo seguí su ejemplo. El trozo de carne era tan grande que

apenas podía comer la mitad, pero era el mejor que jamás he tenido.

Terminando el agua empujé el plato a un lado cuando mi mirada cayó en una

mujer pálida apoyada contra el bar. Tenía el largo pelo castaño atado en la

parte posterior de la nuca. La piel, brillando pálida como el alabastro,

permanecía en contraste con su largo vestido negro. Calculé, con todo el

maquillaje dándole ese aspecto blanco-como-los-muertos que sólo podía ser

una actriz o una artista musical. Los adornos de sus mangas largas se agitaron

cuando se volvió y levantó una mano con las uñas pintadas hasta su plano

pecho, estiró el cuello hacia un lado en un ángulo antinatural.

—¿Quién es esa? —Interrumpí el monólogo de Harry.

Él levantó la mirada de su plato y miró en la dirección en la que señalé.

—Ese es el pastor. Un buen hombre.

Negué con la cabeza.

—No, la mujer a su lado. La única en el vestido negro.

Harry entrecerró los ojos.

—No veo una mujer con un vestido negro.

—Por ahí. —Señalé con impaciencia a la mujer de pie junto al pastor—. Cerca

de la esquina.

—Ese es el pastor, querida. —Hizo un gesto a la pelirroja para que se

aproximara con la factura.

Frunciendo el ceño, cogí el abrigo y lo apreté. Cuando miré hacia atrás hacia

el bar, la mujer de negro se fue.

—¿Lista para dirigirte a casa? Va a llover pronto —dijo Harry, tan pronto como

estuvimos fuera. Una fuerte ráfaga de viento sopló mi pelo en la cara. Varias

chicas vestidas con faldas cortas y blusas reveladoras pasaron por delante,

agarrándose los brazos las unas de las otras para mantenerse cálidas.

—Claro. —Empujé a la excéntrica mujer fuera de mi mente mientras inhalaba,

recordando que no había dado las gracias a Harry por su hospitalidad—. Gracias

por la comida —dije—. Tenías razón sobre la carne. Era fantástica, la mejor que

he tenido en mucho tiempo.

51

Asintiendo, Harry desbloqueó el coche y abrió la puerta del pasajero. Puso en

marcha el coche y retomó su charla, pero yo no podía concentrarme. Asentí

unas pocas de veces en lo que pensaba que eran los lugares adecuados

mientras mi estómago comenzaba a rebelarse. Una pequeña punzada, como

una descarga eléctrica, se disparó a través de mí. Quizá la carne no había sido

tan grande después de todo, o mi estómago no estaba acostumbrado a tanta

comida.

Conducimos fuera del centro de la ciudad. Harry se detuvo en un semáforo.

A través del parabrisas, vi a una anciana vestida con un vestido abotonado

pasado de moda empujar un cochecito a través la calle. El largo material gris

apenas se balanceaba en el viento mientras ella caminaba arduamente hacia

adelante, parándose justo delante de nosotros. La luz cambió a verde. Harry

aceleró. Iba a matarlos. Jadeando, agarré su brazo tirando tan fuerte como

pude.

—¡No! ¡Para!

Harry ni siquiera se inmutó mientras conducía a través de ellos. Hizo una señal

y se detuvo en la línea del autobús.

—¿Qué pasa? ¿Olvidaste algo?

Por un momento sólo le miré fijamente, con la boca abierta, después giré

sobre el asiento para mirar a la travesía. La mujer con el cochecito no estaba allí.

—¿Dónde desapareció?

—¿Quién?

Me volví hacia él de nuevo.

—¿No les viste? —No podía ser. Ella había estado de pie justo en frente del

coche. El lado izquierdo de mi cabeza empezó a palpitar como si alguien

estuviera martillando en mi cerebro.

Harry me miró fijamente.

—¿Ver a quién?

Lanzando una última mirada por encima del hombro, sacudí la cabeza

murmurando:

52

—Nadie.

—¿Estás bien? —preguntó Harry. Los surcos en su frente profundizándose.

Asentí, deseando que pudiese volver a casa lo más rápido posible.

Menos de dos horas después, el coche se detuvo delante de la casa, y salió,

agarrando las bolsas y se lo agradecí a Harry.

—Si necesitas algo, sólo llama. Se puede estar solo aquí —dijo antes de poner

la camioneta en marcha y exceder el límite de velocidad.

—Lo haré. —Caminé por la parte trasera de la cocina. Eran casi las tres p.m.

pero la casa estaba en silencio. Cogí una botella de agua y un vaso vacío, y

volví a mi habitación, hundiéndome en mis suaves sábanas tan pronto como me

quité las botas y el abrigo.

La mujer con el coche había estado allí, lo sabía. Podía haber muchas

explicaciones de por qué Harry no la vio. Tal vez la vista le fallaba. Tal vez algo

obstruía su visión y la mujer saltó a un lado a tiempo, ilesa. Pero, ¿cómo

desaparecen tan rápidamente?

Me senté y me serví un vaso de agua, vaciándolo de un solo trago, y luego

presioné el cristal frío contra mi febril sien, con la esperanza de que no hubiese

cogido un resfriado en mi primer día fuera. Cerré los ojos y me dormí, la imagen

de la mujer de negro aún permaneciendo en el fondo de mi mente. Cuando

desperté, la oscuridad había descendido. Mis articulaciones se sentían rígidas,

como si hubiera dormido en la misma posición durante mucho tiempo, pero mi

dolorido estomago ya se sentía un poco mejor. Gruñendo, me moví y empujé las

mantas a un lado. El mareo se apoderó de mí, haciéndome querer permanecer

en la cama. Me aferré a la mesilla de noche hasta que pasó, después me levanté

sobre los tambaleantes pies.

En algún lugar un reloj sonó siete veces. Había dormido durante cuatro horas.

La falta de sueño de la noche anterior debió de haberme alcanzado. Me puse

una camisa negra con cuello en V y me dirigí a la cocina cuando escuché las

risas viniendo de la biblioteca. Deteniéndome a media zancada, contuve la

respiración para escuchar.

Una mujer rió. ¿Era Clare?

—Parece que puedes volver a intentar ganar el premio en quinientos años.

No puedo creer que dejaras que esa hermosa cosita te venciese.

53

—Ella no lo hizo —dijo Aidan. Podía oír la irritación en su voz—. Estaba

demasiado ocupado para notar su desliz dentro y que lo arrebatase bajo las

narices de todos.

54

Capítulo 6 Traducido por Princesa de la Luna

Corregido Por Ale Rose

na puerta se abrió, sorprendiéndome. Me volví para subir de nuevo las

escaleras. A medio camino, me detuve, reconsiderándolo. Podría

hacerlo antes de que alguien me viera, pero las escaleras chirriaron,

traicionando mi presencia. Además, no me importaba un poco de compañía,

sobre todo porque apenas conocía a alguien y realmente necesitaba la

presencia de otro ser humano antes de volverme completamente loca.

Suspirando, giré, mirando directamente a los ojos de un color azul pálido. Por

un momento pensé que era Aidan McAllister, de pie, delante de mí, hasta que

me di cuenta de que el chico era de la misma edad, pero un poco más

voluminoso. Él sonrió y me tendió una mano con dedos pálidos y largos, me miró

de arriba a abajo, con los ojos deteniéndose en mi garganta demasiado tiempo.

—Soy Kieran. —Incluso su voz sonaba como la de Aidan.

Le estreché la mano, una sensación fría se filtró en mí.

—Soy Amber.

—Aidan no dijo que eras… —Hizo un gesto con la mano y se echó a

reír— …deliciosa.

Una palabra pasó por mi mente, Clare. ¿Por qué presumiría Aidan sobre una

hamburguesa cuando tenía un filete en su plato? Curvé mis labios en una sonrisa

forzada.

—Gracias. —¿Qué importaba si Aidan me encontraba atractiva de todos

modos? Cameron sólo se estaba tomando un descanso.

—¿Te gustaría unírtenos en la biblioteca? —Estando un poco demasiado

cerca para mi comodidad, Kieran me agarró la mano y me guió hacia las otras

voces sin esperar mi respuesta. No soltó mi mano cuando entramos por la puerta

de roble de gran tamaño. Todos los ojos se volvieron a mí, cuando Kieran dijo:

U

55

—He encontrado a esta encantadora criatura subiendo a la habitación sin

siquiera dar las buenas noches. Mi querido hermano se la ha estado guardando

toda para él. Recuerda lo que madre siempre decía, es bueno compartir.

¿Rivalidad entre hermanos? No tenía ni idea de qué hacer con eso, pero ser

el centro de atención me hizo sentir torpe. Decidí ignorar el comentario de Kieran

mientras miraba a mi alrededor. Había estado dentro de la biblioteca para

limpiar, pero no había inspeccionado la habitación demasiado cerca porque

mis pensamientos habían estado preocupados sobre el plan de Dallas.

Mirándola por primera vez, me di cuenta de que la habitación era amplia, con

escasos pero grandes muebles. Cortinas de brocado de color como las hojas en

otoño cubrían el gran ventanal. Tres sofás de cuero estaba colocados en el

centro; estanterías de caoba cubrían las paredes hasta el techo. Aidan se

sentaba en el sillón a la derecha, vestido de negro de pies a cabeza, con sus

ojos de color azul pálido mirándome como si yo fuera una especie de monstruo.

Detrás de él, un suave fuego ardía en la chimenea, la leña crepitaba a través

del silencio desconcertante.

Clare se levantó del suelo frente a la chimenea, con la piel enrojecida por el

calor, y señaló un sofá enfrente a Aidan, invitándome a sentarme.

—Amber, qué fabuloso que te nos hayas unido. Veo que has conocido al

hermano de Aidan, Kieran. —Su vestido plateado envolvía su cuerpo atlético

como una vaina. Su cabello brillante olía a rosas y algo más que nunca había

olido antes, misterioso y diferente. Clare estaba siempre tan bien vestida. Usando

mis pantalones vaqueros y mi top de costumbre, me sentía como la mendiga de

pie junto a la hermosa princesa.

Me senté en el sofá. Kieran se sentó a mi lado, su muslo rozando el mío, y pasó

el brazo alrededor de mis hombros. Aidan frunció el ceño, pero no dijo nada. Es

probable que no le gustara que su hermano tratara así a los empleados. A pesar

de que él tenía razón y me prometí a mantener todas mis relaciones

estrictamente en lo profesional, ya que necesitaba una buena carta de

recomendación, no pude evitar sentirme halagada. No era normal que un chico

guapo me prestase atención.

Sonriendo, Clare se acercó a un armario y sacó una botella con algo rojo.

Parecía vino, olía a ello. Seguramente, ella sabía que no tenía 18 por el momento.

Me lanzó una mirada inquisitiva. Cuando asentí, Clare vertió el líquido en cuatro

copas de cristal, y luego me dio una.

56

—Gracias —murmuré. No había aperitivos o bebidas en la mesa, ni platos

vacíos o cuencos. Los niños ricos en esta casa no eran nada como los

adolescentes que conocía. El ambiente me recordaba a una fiesta en que había

estado debatiendo en entrar durante horas y tan pronto como entré, alguien de

repente decidió romper el barril de cerveza. Me di cuenta de que no debería

estar aquí, bebiendo lo que estuviera en mi vaso con mi empleador, en una casa

que limpiaba para ganarme la vida. ¿En qué estaba pensando?

Con dedos temblorosos, levanté el vaso a mi boca mientras Kieran se acercó

más, olfateando el aire.

—Esta cosa es buena.

—Cállate —dijo Aidan. Fue un susurro, pero el más mínimo asomo de

amenaza se hizo eco en su voz. Kieran rió.

—Por favor, que alguien le enseñe a apreciar las cosas buenas de la vida.

La puerta se abrió de golpe y entró otro chico. Era alto, de largo pelo oscuro

enmarcando sus fuertes pómulos y cayendo en su cuello, su piel dorada lucía

libre de cualquier mancha. Parecía una estatua: frío, suave, e intocable. Su

mirada marrón se fijó en mí y se quedó allí. Curvé mis labios en una sonrisa ante

la perspectiva de conocer a otro niño rico, recordándome que no era más que

el ama de llaves. Era sólo cuestión de tiempo hasta que ellos me hicieran sentir

así.

—Blake, qué fabuloso que te nos uniste. —Clare, repitiendo las mismas

palabras que había usado antes, parecía inmutarse por su ceño fruncido—.

Conoce a Amber. Ella… —Clare dudó— …acaba de llegar. Exhalé, agradecida

de que Clare no se había referido a mí como a la criada. A pesar de que esa era

la descripción del trabajo, no decírselo importaba. Clare se volvió hacia mí—.

Éste es Blake, un buen amigo.

Blake me miró de arriba abajo, y me di cuenta que su mirada no estaba con

animosidad, sólo curiosidad fría como mirarías a un experimento de laboratorio.

Me hundí más en el sofá, deseando poder hacerme invisible. Primero Aidan no

podía dejar de mirarme, y ahora Blake. ¿Tenía un lunar creciendo en la punta de

mi nariz y no me había dado cuenta?

Blake cruzó los brazos sobre su pecho y levantó una ceja hacia Aidan quien

negó con la cabeza y miró lejos. El repentino silencio parecía opresivo. Me removí

57

en el asiento, insegura de qué hacer para romper el hielo. Me sentí como una

intrusa que había interrumpido una importante conversación y todo el mundo

era demasiado educado para pedirme que me vaya.

Finalmente Clare se aclaró la garganta y dijo:

—Escuché que tuviste una mala caída anoche. ¿Cómo estás?

Cuatro pares de ojos se volvieron a mí, sus rostros sin emoción. Probablemente

estaban tan agradecidos como yo por la oportunidad de romper el silencio. Por

supuesto que hubiera sido más agradable si el tema de la conversación no me

involucraba.

—Estoy bien, gracias por preguntar —le dije.

Clare negó.

—No debes estar fuera en la noche. No es seguro. Aidan, deberías haberla

avisado de los peligros. —Le dirigió una dura mirada.

—Fue un paseo —le dije. ¿Qué podría ser peligroso en medio de la nada?

Aidan levantó una ceja.

—¿Después de la medianoche?

¿Por qué tanto interés? Seguramente teníamos problemas más urgentes que

discutir. Como el calentamiento global, o el aumento de los huracanes en todo

el mundo. Bueno, había estado vestida toda de negro y no podía culparlo por

pensar que estaba robando a los vecinos, si es que teníamos. O ¿por qué más él

lo haría sonar como una acusación? Levanté la barbilla de un tirón.

—No podía dormir.

—La próxima vez que no puedas dormir, llámame —dijo Kieran. Me estremecí

ante lo mucho que se veía y sonaba como Aidan.

Aidan frunció el ceño.

—Por favor, ignora a mi querido hermano. Está un poco confuso en estos

días. —Mi corazón se agitó en mi pecho. Fue lo más largo que había sido capaz

de mirar a Aidan sin parecer estúpida. Me sentía como una colegiala con su

primer amor, pero no podía estar enamorada, porque estaba Cameron y no

habíamos terminado. La voz de Clare me sacó de mis pensamientos.

58

—¿Perdón?

—¿Encontraste algo interesante? —preguntó Clare.

El calor abrasó mis mejillas. Qué pregunta más extraña, como si sospechara

algo. No podría ser.

—En realidad no. Sólo necesitaba un poco de aire fresco.

Aidan se burló y se levantó de su silla, cerrando un libro sobre una mesa de

café cercana.

—Bueno, entonces, todo está resuelto, ¿no es así?

—¿Tal vez no estás de humor para tener compañía esta noche? —preguntó

Blake.

—Todavía tenemos que hablar de negocios —dijo Aidan—, y Amber

probablemente quiera relajarse después de una larga semana de trabajo.

¿Semana de trabajo? ¿Eh? Parpadeé. De acuerdo. Había estado

trabajando. Más o menos. También había estado disfrutando los últimos rayos de

sol en el jardín, pero eso era parte de mis tareas del hogar para comprobar que

el exterior de la casa permanecía en perfecto estado, o al menos eso me dije.

Aidan seguía mirándome. Me di cuenta de esto era mi sugerencia para salir. Mi

pierna rozó contra Kieran cuando me puse de pie, poniendo mi vaso lleno junto

a los otros intactos.

—Debería irme. Gracias por la invitación.

Kieran se puso en pie y ofreció su brazo, con un brillo divertido en sus ojos

claros. Aidan cruzó la habitación en dos zancadas y colocó una mano en la

parte baja de mi espalda, rozando apenas el material.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —dijo Aidan. Asentí con la cabeza.

—Eso es tan parecido a Aidan. Muriendo por hincarle el diente a mis citas —

dijo Kieran— Es broma, hermano.

Ofrecí a Kieran una sonrisa tentativa, decidiendo que no lo tomaría en serio,

mientras Aidan me guiaba fuera de la biblioteca a través de la cocina y salimos

por la puerta de atrás al jardín.

59

Estaba tan oscuro que apenas podía distinguir sus rasgos. La luna, en cuarto

creciente en el cielo oscuro, se movió detrás de las nubes, arrojando sombras

brillantes a través de su piel. Sus ojos brillaban mientras me sentaba en un banco

y se sentaba a mi lado. Me estremecí, pero no de frío. Mi latido del corazón se

aceleró. ¿Qué podría él tener que decir para necesitar tiempo en privado? Tal

vez estaba a punto de despedirme.

Se humedeció los labios y se quedó mirando el césped mientras hablaba,

—Anoche estábamos preocupados por ti.

—¿Por qué? —Giré hacia él, sorprendida. Desde luego, era difícil de creer. En

un momento, parecía irritado por mi presencia, me evita a toda costa. El

siguiente, parecía preocupado por mi bienestar. ¿Por qué se preocupan de

todos modos?

Aidan se encogió de hombros.

—Estás acostumbrada a la vida de la ciudad y puedes pasar por alto la

posibilidad de una amenaza. Hay peligro en todas partes, no sólo en las calles

de Londres.

—Estoy al tanto de eso. Gracias por tu preocupación. —Sabía que sonaba

quisquillosa, pero no pude evitarlo. Por un momento, había pensado que le

importaba porque le gustaba. Él era mi jefe. Apenas nos conocíamos entre sí, y

salía con Clare. Me hubiera gustado estar enojada por su impresionante novia,

pero en mi disgusto me di cuenta de que ella era hermosa.

—No hay problema —dijo Aidan—. Somos una gran familia aquí, y quiero que

te consideres parte de ella. Debe ser difícil estar lejos de todo el mundo, ya sabes,

aquí sola, sin nadie alrededor. Si hay algo que pueda hacer, sólo dilo.

Cuando él sonrió, un hoyuelo tomó forma en su mejilla derecha. Mi corazón

se estremeció. Los hombres como él deberían venir con una advertencia: sal a

tu propio riesgo. Le sonreí a mis pensamientos, entonces me sentí culpable al

instante. Cameron y yo en realidad no terminamos realmente. Él sólo necesitaba

espacio por unos pocos meses para resolver sus planes para el futuro. No estaba

bien sentarse aquí con un hombre magnífico, participando en todo tipo de

malos pensamientos.

—Realmente aprecio tu preocupación. —Me alejé de él. Fue sólo unos pocos

centímetros, pero observé desaparecer su sonrisa.

60

—¿Te gustaría volver a entrar? —preguntó Aidan.

—Por supuesto. Sé que tienes asuntos importantes que discutir. —Obligué a

poner un poco de alegría en mi voz, pero acababa de lograr sonar indiferente.

Sin decir una palabra, Aidan me llevó a la cocina y abrió la puerta.

Cuando llegamos a la sala, se detuvo. Casi choqué con él. Me tocó el

hombro y aspiró como si fuera a hablar, pero se detuvo. Clare salió de la

biblioteca, sosteniendo dos vasos de vino en sus manos.

—Allí estás. Te he estado buscando. —Su mirada curiosa vagó de Aidan a mí.

—Estábamos afuera —dijo Aidan.

—Ah. Blake está esperando. —Clare enarcó las cejas y se volvió hacia mí.

Aidan vaciló, luego se alejó—.Vamos, vamos a terminar nuestro vino —dijo

Clare—. Me alegro por la empresa. Cuando Aidan habla de negocios siempre

me duerme.

Parecía habitual para ella ser agradable. Si le resultaba extraño que su novio

acababa de pasar tiempo a solas conmigo, no lo demostró. Nos retiramos a la

sala de estar. Se puso las gafas, encendió una lámpara en la pared y prendió

varias velas en una mesa cercana. Hundiéndose en los cojines del sofá, dio unas

palmaditas en el espacio al lado de ella.

—Supongo que has oído teorías sobre lo que está pasando por el bosque —

comenzó Clare—. Las personas afirman haber visto extrañas luces.

—¿Te refieres a los ovnis y los extraterrestres? —le interrumpí, sonriendo. Allí

estaba, el tema del bosque de nuevo. No podía quitarme de encima la

sensación que ellos me mantienen algo escondido.

—No. —Clare negó, jugando con el dobladillo de la manga—. Más historias

como de leyendas y esas cosas sobrenaturales. De todos modos, la gente ha ido

desapareciendo por un tiempo. Sobre todo los visitantes, porque la gente local

sabe que tiene que mantenerse alejada de la noche.

Sabía que algo estaba pasando. La extraña luz azul, los sonidos extraños, el

hombre siguiéndome, su amenaza. La gente iba de senderismo todo el tiempo y

no pasaba nada. Confiaba en mi hermano para encontrar un bosque que viene

61

con una señal de peligro mortal. Supresión de un estremecimiento, forcé mi

atención de vuelta a la conversación.

—Lo tendré en cuenta, gracias.

—No es sólo eso —dijo Clare—. Otras cosas han sucedido, las personas

regresan y de repente ven cosas.

Desde luego tenía mi atención.

—No lo entiendo. ¿Qué cosas?

Clare se acercó más y bajó la voz a un susurro.

—Fantasmas, almas, o lo que sea que quieras llamarlos.

Asentí, un escalofrío corrió por mi espalda. Al igual que la mujer con la silla de

paseo cruzando la calle. Harry nunca la vio, pero yo sabía que estaba allí. Todo

encajaba en su sitio. De vuelta en Londres me habría reído por tal superstición,

pero estaba en Escocia, la tierra del misterio. Aquí nada parecía imposible.

—¿Hubo algo extraño que sucedió en el bosque? —Clare me miró fijamente,

sus largos dedos con las uñas pintadas de negro se cerraron alrededor de mi

muñeca—. Porque podemos ayudarte. Puedes confiar en mí. No es demasiado

tarde.

¿No había dicho Aidan algo parecido la noche anterior? Pensé en la azul, luz

intermitente, y luego el hombre, demasiado oscuro para ver, su profunda voz

demasiado baja para distinguir. No había ocurrido nada, pero podría ser posible.

Negué.

—No.

Clare me miró, dudosa, pero no insistió, de lo cual estaba agradecida. No

quería seguir mintiendo.

—¿Qué te parece tu nuevo trabajo? —preguntó Clare.

—Es diferente, pero me gusta —dije. Otra mentira. Clare sonrió.

—Me acuerdo de tu aplicación. Fuiste la elección de Aidan de inmediato.

¿Te quedarás en Escocia después del verano?

62

Mi pulso se aceleró. Él me quiso de inmediato cuando yo ni siquiera tenía

ninguna experiencia. Lo que Dallas puso en esa aplicación me ayudó a vencer

a la competencia. O a Aidan le gustaba, aunque sólo en un nivel subconsciente.

De alguna manera, quería gustarle.

—Voy a volver a Londres, pienso. Mi novio tiene planes para mudarnos a vivir

juntos una vez que empiece la universidad.

—¿El qué está en la imagen en tu cómoda?

—Ese sería Cameron. —Entrecerré mis ojos. ¿Estaba espiando?

Riendo, Clare levantó las manos.

—No es lo que piensas. Olí humo y tuve que investigar. No quería que la casa

se quemará, ¿verdad? De todos modos, llamé a Harry y dijo que era el sistema

de calefacción. Tú sabes, estas casas antiguas.

—Está bien. —Sonreí, dándome cuenta de que estaba exagerando de

nuevo.

Clare quitó un pelo perdido imaginario de su cara.

—Así que, ¿es serio lo que hay entre Cameron y tú?

—Creo que sí. —Me sonrojé, preguntándome porqué Clare parecía tan

interesada en mi vida privada. Pero entonces, me acordé de que estaba en

Escocia. Si tuviera que vivir en una casa en medio de las montañas, donde nada

hubiera ocurrido, probablemente estaría persiguiendo cualquier chisme que

pudiera tener en mis manos.

—Qué suerte —suspiró Clare—. Eso te hace una de nosotras.

—Pensé que tú y Aidan… —Mi voz se apagó, avergonzada.

—¿Qué? —Clare se rió, sus ojos brillaban con algo que no podía entender—.

Aidan es como de la familia para mí.

—¿No están saliendo? —Me sentí estúpida por preguntarlo y aún más por

sentirme aliviada. Con la hermosa Clare fuera de la competencia, un peso

repentino se levantó de mi pecho. No es que tenga una oportunidad con Aidan.

Además, no quería estar con nadie porque aún amaba a Cameron.

63

—No creo que Aidan piense jamás en mí como material de citas. Ni siquiera

después de Rebecca —duda—. Kieran y yo, ah, no importa. Probablemente

estás aburrida ya.

—¿Quién es Rebecca?

Clare se puso de pie, derramando su vino. Ella cogió el vaso en el aire antes

de que el líquido rojo pudiera derramarse sobre la alfombra.

—Hay algo arriba que quiero mostrarte—dijo. Vacilé cuando me ayudó a

ponerme de pie—. Vamos. Será nuestro pequeño secreto. Aidan nunca lo sabrá.

¿Ella quería que yo rompiera la regla de los límites?

—No quiero perder mi trabajo —le susurré.

Clare guiñó un ojo.

—No pasará, te lo prometo.

Oh, qué diablos. Desde mi llegada, me moría de ganas de saber lo que Aidan

mantenía escondido allí. Me aseguró que Aidan nunca lo sabría, y yo confiaba

en ella. ¿Era ingenua? Podría ser. Pero necesitaba un amigo.

Nos colamos en el segundo piso y pasamos por delante de varias

habitaciones, luego nos detuvimos en frente de una. Clare empujó una enorme

puerta de caoba, y entró primero.

Dudé en la puerta. Preguntas sobre Rebecca quemaban en mi lengua, a

pesar de que no me atreví a preguntar. ¿Por qué involucrarme en algo que no

me concierne?

—Esto solía ser la habitación de Rebecca. —Clare encendió un interruptor y

me indicó que la siguiera.

La gran sala olía a polvo, como si nadie hubiera estado en meses. A la

izquierda estaba una enorme cama, tallada con dosel. Una amplia entrada a

un armario cubría toda la pared de la derecha.

Clare se acercó y abrió la puerta. Sus dedos tocaron los vestidos de seda y

terciopelo, vestidos en un sinnúmero de colores.

—Pensé que te gustaría ver estos. Gracias a Dios que estás aquí. No tengo a

nadie alrededor para hablar de cosas de chicas. Son hermosos, ¿no es así?

64

Asentí, mi mirada moviéndose sobre la ropa cuando me di cuenta de un caro

vestido de noche de seda en rojo borgoña. Un escalofrío se apoderó de mí.

—¿Estas prendas son de Rebecca? ¿Puedo?

—Por supuesto. —Clare se hizo a un lado, mirándome.

Me incliné hacia delante para inspeccionar el vestido más cerca. Era de mi

tamaño, pero hecho para alguien más alto. No había nada especial en él, y sin

embargo, me llamó. Me sentí obligada a tocarlo, probarlo, a sentir la exquisita

suavidad de la seda fresca en mi piel desnuda. Levanté mis dedos, luego

retrocedí.

—¿Por qué no lo tocas? —susurró Clare.

—No. —Tragué saliva y me alejé. Aidan aún conservaba la ropa de Rebecca.

Un recuerdo era incluso peor que una novia real. Su amor debe de haber sido

verdadero ya que todavía albergaba la esperanza que ella iba a volver un día.

Clare me empujó suavemente.

—Sentí lo mismo cuando lo vi por primera vez. No te preocupes, no voy a

decírselo a nadie si te lo pones.

Miré el vestido de nuevo. El mareo se apoderó de mí. Algo me empujó hacia

adelante, como una mano invisible, me instaba a darle una oportunidad. Con

dedos temblorosos, toqué el vestido. La sacudida repentina de la electricidad

me tomó por sorpresa, y me tropecé hacia atrás, pero mi mano se mantuvo

apretada alrededor del material. Mis párpados revoloteaban. Gemí cuando mi

vista se nubló. Sentí el frío aliento de Clare en mi cuello, susurrando en mi oído:

—Amber, ¿estás bien?

Una punzada de dolor se apoderó de mi cuerpo. Abrí los ojos como platos.

Clare se había ido. Algo helado, suave como el aleteo de una mariposa, acarició

mi cuello. Me volví para escanear mi entorno, notando una chica vestida con el

mismo vestido rojo en la cama, su cuerpo pálido tendido sobre sábanas carmesí,

su largo pelo rojo dispersado a su alrededor como un halo. Parecía muy serena,

muy tranquila. Conteniendo el aliento, me acerqué con cuidado de no

despertarla, cuando mi mirada se posó en la herida abierta en el cuello de la

chica. La mitad parecía haber sido arrancada, pero la herida no presentaba

señales de sangre.

65

Mi respiración se quedó en mi garganta. Di un paso hacia atrás, gimiendo.

—Ella está muerta. —Mi voz sonó baja, asustada. Solté el vestido. La chica

desapareció, la luz artificial de las bombillas sustituyó a la semioscuridad.

—Sí. —Clare me tocó el hombro, haciéndome saltar—. ¿Estás bien? Estás

blanca como un fantasma. Tal vez no te gusta la moda después de todo.

—Necesito descansar si no te importa. El vino me ha dado un poco de

mareo. —No fue el vino, lo supe. Había sentido lo mismo después de ver a la

mujer cruzando la calle con su cochecito. Los bosques hacían a la gente ver

cosas extrañas, Clare me había dicho. ¿Era cierto? ¿Podría haber una conexión?

Te acompañaré —dijo Clare.

—No hace falta. —Negué. Aferrándome a la puerta del armario por apoyo,

evité tocar el vestido rojo de nuevo—. Voy a encontrar mi camino. Gracias sin

embargo. —La mirada de Clare quemaba en mi espalda mientras salía

corriendo. Varias veces me encontraba en el camino a la primera planta, pero

me las arreglé para evitar una caída. Tan pronto llegué a mi habitación, me dejé

caer en la cama y cerré los ojos, las náuseas se estaban formando dentro de mí.

Salté y corrí hacia el cuarto de baño, llegando a la taza del baño, justo a tiempo

para vomitar el contenido de mi estómago.

66

Capítulo 7 Aidan

Traducido por katiliz94

Corregido por Viqijb

aseé de arriba a debajo de la alfombra, hirviendo por dentro, pensé que

no podría permitir a los otros ver cuanto el paseo de Amber por los

bosque me había exasperado. Si ella no hubiese estado ahí, habría

ganado el premio en su lugar. Ahora tenía que desentrañar una forma de

salvarla de los peligros que su nueva habilidad le traerían sobre el ganador.

Kieran colgó las piernas sobre el sofá y sonrió.

—Amber se ha ido. Al infierno con el vino. Escapa de algo un poco más

refrescante.

—No con una mortal alrededor —dije, irritado. No podía arriesgarme a que

Amber supiera lo que somos; no antes de que ella pudiese reconocer el vínculo

que compartíamos y se enamorase de mí.

—¿No deberías haberte preocupado más por tus empleados, Aidan? —dijo

Kieran con un guiño—. Amber es un dulce pequeñito, y demasiado mortal.

Dejarla caminar por los bosques por la noche con la mitad de Lore ahí fuera,

cazando… —Sacudió la cabeza en fingida preocupación—… sólo vamos a

decir que los beneficios de trabajo que ofreces absorben.

Giro, con la mandíbula apretada. ¿Por qué mi hermano no podía

simplemente callarse por un rato?

—Hermano, te juro que uno de estos días voy a…

Clare irrumpió a través de la puerta, interrumpiendo mis palabras de

prometida tortura y asesinato.

P

67

—Está llevándose el premio.

—Vaya, solo rompiste el supuesto a una amplia abertura, Sherlock Holmes. —

Levanté una ceja—. ¿Y cómo lo averiguaste, aparte de que estuve

diciéndotelo?

Clare rodó los ojos.

—Eres demasiado sangriento, arrogante e irritante. Frénalo un poco. —Se

inclinó—. Sin embargo todavía estoy un poco confusa. ¿Por qué no la detuviste

de entrar al cobertizo?

—Porque no la noté ya que estaba ocupado encadenando a las Sombras y

lo demás, no a un árbol sangrante. —Tomé un profundo respiro para controlar la

ira elevándose dentro de mí—. Al momento que terminé, era demasiado tarde.

—Amber es débil. —Clare dudó—. Antes no me importaba, pero ahora que

ella está llevando el premio será un problema. ¿Qué vas a hacer con ella? ¿De

cualquier manera, cómo averiguó el acertijo?

Una buena pregunta. Nadie jamás hizo una. Debería haber matado a la

mortal justo ahí en el claro. Podría haberme ahorrado un montón de problemas.

Pero al mirar la suave curva de su cuello, albergaba otras ideas. El destino la eligió

como mi compañera. Si ella moría, yo elegiría morir con ella. Al igual que yo, ella

nunca podría amar a otro.

—Digo que la matemos —dijo Blake.

Kieran le miró.

—Tú y tu constante necesidad por la matanza. No somos barbaros.

Clare se bajo al lado de él y se encogió de hombros.

—Estoy sorprendida de que conozcas tan gran palabra.

—Sé más de una. —Kieran la tiró más cerca—. Y estoy más que feliz de

mostrártelo.

—Oye, céntrate —espeté—. Esto es importante. —Tres pares de ojos

encontraron mi mirada, ágilmente esperando cada palabra que salía de mi

boca. Siempre me dejan tomar las decisiones. Me cansé de eso hace mucho

tiempo—. Olvidaste la regla de la Carrera Interracial: una vez que un

68

contendiente se lleva el premio, no puede ser separado de él. Tampoco se lo

darán en doce horas, o llevaran la habilidad durante los siguientes quinientos

años. Simplemente vamos a tener esperanza por la sumisa Amber y que haga lo

que le digamos que haga, de lo contrario podría conseguir amenazarnos a

todos.

—Deberías haberla visto en el piso de arriba. —Clare sacudió la cabeza—. No

es bastante fuerte. Nunca sobreviviría al viaje. Habría sido drenada antes de que

siquiera entrase al otro mundo.

—Debería ser dejada caer en la mochila —dije—. No fue su elección.

—¿Qué estás insinuando? Sabes que no sobrevivirá por sí misma —dijo Clare.

—Recuérdamelo después. —Salí de la biblioteca, dejando la casa a través

de la cocina así que los otros no se darían cuenta de la agitación dentro de mí.

Desde la muerte de Rebecca apenas había tocado a una mortal, permitido sólo

matarlas. Tener a Amber alrededor era más de lo que podía soportar. Como mi

compañera, la llamada de su sangre era demasiado. Luché una batalla

constante por no alimentarme de ella.

¿Por qué tuvo que estar en el bosque esa noche? ¿Cómo se topó con las

joyas cuando ninguna mortal conocía sobre la Carrera Interracial? Debería

haber sido un tipo suertudo o, en el caso de Amber, no tan suertudo. Así que

tenía algunas preguntas cuando supe que no podía sólo irrumpir en su

habitación y forzar a salir sus respuestas. No cuando ella ya se había enamorado

de mí. Mi humor se deterioró ante el prospecto de exponerla con la mitad del

mundo sobrenatural cazándonos.

El aire olía a hojas de otoño y a inminente lluvia. Bajé sobre el banco, mirando

el vacio espacio que Amber había ocupado hacia menos de una hora.

Graciosamente el Destino siempre me jugaría bromas. Pensé que después de la

traición de Rebecca, nunca confiaría en una chica de nuevo. Varios miles de

años después. Visualicé a Amber en una multitud en Londres durante un

asignamiento de trabajo, y supe que era la única —mi compañera vinculada

que me fue dada por el Destino. Con la carrera sobrenatural a punto de

comenzar y mis enemigos siguiéndome los pasos, no podía arriesgarme a sacar

la atención de ella, así que no saldría con un plan para lanzarla como cebo

hasta Escocia, donde estaría a salvo mientras consiguiésemos conocernos el uno

al otro. Ella necesitaba el dinero, y yo podía hacerlo como una ama de llaves

69

porque estaba harto de Greta rumiando por la mansión, fingiendo limpiar

mientras dormía por los alrededores. Así que me aseguré de que el hermano de

Amber averiguase sobre el trabajo. Debería haber tardado el vuelo de Amber

de Londres hasta después de la carrera, pero simplemente no podía permitir

estar alejado de ella ahora que sabía quién era.

Además, esta carrera era especial. De acuerdo con la profecía esta con el

tiempo conduciría a una guerra destruyendo el mundo. Tenía que tenerla a mi

lado para entonces. Nuestro vínculo se haría cargo de sus sentimientos y

atracción por mí por el tiempo que fuera, hasta que solucionara el desastre en

el que el mundo paranormal estaba.

El Destino esperaba que la protegiera, ¿pero cómo podía protegerla del más

peligroso depredador, de mi mismo? Con su dulce sangre haciéndome señas

más que la de cualquier otro mortal, solo era cuestión de tiempo hasta que

cambiase para matarla, a menos que me matase a mí mismo. Pero entonces

alguien más iría tras ella para conseguir el premio. Ella se volvería una mera

mortal en un estimulante precio por la noche. Gemí interiormente, sólo entonces

noté a Clare permaneciendo detrás de mí.

—Sé lo que está pasando. —Se sentó a mi lado así que no pude fingir que no

existía.

—¿De qué estás hablando?

—Por supuesto que no lo admitirías. —El más leve rastro de molestia cruzó sus

perfectas cejas arqueadas. En mis tempranos años, había pensado, tenía la

esperanza, de que ella sería la única, pero mis sentidos nunca se agudizaban

cuando estaba alrededor de ella.

—¿Qué quieres Clare? Hoy estás despertando al infierno fuera de mí, y eso

no es algo bueno.

Ella inhaló ruidosamente.

—No es lo que quiero, sino lo que tú quieres. He notado la mirada en tus ojos.

La ves cuando no está presente. Es doloroso de observar.

—Entonces no mires.

—Quiero ayudarte —dijo Clare.

70

—¿Por qué? —Me giré para enfrentarla.

Ella situó las frías palmas en mis mejillas. Una solitaria lágrima plateada brilló

en su ojo cuando susurró:

—Porque quiero verte feliz. Es algo que yo nunca seré.

—Tu compañero está en algún lugar ahí fuera —dije.

Clare sacudió la cabeza.

—No está porque murió hace mucho tiempo, y nada lo salvó. —Sonrió,

vehementemente—. Asumo que tienes un plan.

—Todavía estoy considerando mis opciones.

—No tienes mucho tiempo. Otras personas están interesadas en el libro. Lo

sabes, ellos no dudarán en usarla.

Odiaba cuando ella tenía razón. Bajé la cabeza, inhalando el aire fresco al

sacudir la inconfundible esencia de Amber.

—Sé eso. Me haré con un plan pronto.

—Hay alguien que puede ayudarnos. —Algo en su tono me hizo levantar la

mirada. Deslizó un dedo a mis labios y bajó la voz—. Si conduces a Amber al

umbral de la muerte, él puede ayudarla a encontrar el camino de regreso.

Mi ira estalló. El umbral significaba con certeza la muerte. Nadie había

regresado de ese lugar.

—¿Quién dijo que alguna vez permitiría a Amber hacer eso?

—No tienes elección. O lo intenta contigo observando su cuerpo, o muere.

Clare se encogió de hombros, tomando mi silencio como algún tipo de

acuerdo.

—Entonces arreglaré un encuentro.

—¿Qué es él?

—Mejor que no lo sepas. Podrías no estar de acuerdo con un encuentro. —

Sonrió, sus dientes blancos brillando en la oscuridad. Era impresionantemente

hermosa, y aún no sentía nada.

71

—Gracias —dije.

La imagen de Amber destelló ante mis ojos. La dulce Amber deslizándose en

su espantosa toalla PJs que cubría cada pulgada de su delicada piel. Clare

levantó los pies y dio unos pocos pasos hacia la casa antes de que se girase, su

bajo susurro llevándose a través del extraño silencio de la noche.

—Hay algo que deberías saber.

La ilusión de Amber desapareció. Suspirando, me giré.

—¿El qué?

—No sabe que eres su compañero. Parece que tienes competencia. Su

nombre es Cameron. Es un nombre precioso, ¿verdad?

¿Cameron? Ya odiaba las entrañas del chico.

72

Capítulo 8

Traducido por Ale Rose

Corregido por katiliz94

abía que todavía estaba dormida cuando abrí los ojos en mi sueño,

mirando la cara rígida de Aidan en la colina. Su mirada estaba fija en

algo a la distancia, su pelo oscuro balanceándose por la fría brisa de

Escocia que ponía mi piel de gallina. Se frotó la cara con los dedos y volteó a

enfrentarme, sus ojos brillando tan vívidos como las estrellas en el oscuro

horizonte.

El húmedo aire cargaba el tenue olor a moho de las hojas caídas. Una

profunda melancolía era palpable en el aire. Un susurro escapó de los labios de

Aidan. Dejé de respirar, esperando comprender el significado de sus palabras.

Su voz se hizo más fuerte, distorsionada, cortando el silencio como un cuchillo,

mientras él fruncía ceño, tratando de explicar algo que no entendía. Sus ojos,

oscuros y brillantes a la luz de la luna se encontraron con los míos. Sentí algo

perforar en mi corazón. Conocimiento y dolor. Arrepentimiento y esperanza.

Amor y algo mucho más profundo. Como una cuerda, envuelta alrededor de

mí, de él, de nosotros. Entonces una idea me golpea: Aidan va a matarme.

Mis miembros se convirtieron en gelatina cuando él sonrió, hermoso y

terrorífico a la vez. Mis ojos siguieron la perfecta forma de sus dientes hasta sus

colmillos, y caí en la oscuridad.

***

Cuando desperté, una brillante luz se filtraba en las cortinas, Me moví e hice

una mueca por mi cabeza tambaleante, náuseas construyéndose dentro de mi

estómago. Algo me pasó en el bosque, y tenía la sensación de que no iba a

desaparecer. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. La luz del techo

bañaba la habitación en un brillo deslumbrante que lastimaba mis ojos. Al

S

73

encender el grifo de agua fría, lancé mis manos en el chorro de agua y

humedecí mi cara. Una gota corría por mi febril sien, enfriando mi piel.

Me senté hasta que mi acelerado corazón se calmó, pensado en el extraño

sueño. Mi subconsciente me enviaba una señal clara. Aidan no era un peligro en

sí, sino que era la innegable atracción hacia él lo que amenazaba mi relación

con Cameron. Empecé a recordar los buenos rasgos de Cameron. Guapo. Sí.

Divertido. Sí. Sincero. Dudé. Cameron era sincero. Tal vez no me podía decir las

cosas de inmediato, como que sus padres estaban de visita cuando yo quería

desesperadamente reunirme con ellos después de un año de noviazgo. Pero

mejor una fobia al compromiso que un hombre que mantiene la ropa de su ex.

Con un gruñido, me levanté del suelo y fui a prepararme una taza de té en

la cocina, y luego regresé a mi cama, bebiendo el líquido caliente. Me

acurruqué debajo de las sábanas y me quedé dormida, llevando la foto de

Cameron a mi pecho.

Dormí a ratos el domingo por la tarde, voces resonando en mis oídos.

Fragmentos de diálogos e imágenes pasaron por mi mente: Aidan diciendo que

nunca había confiado en Rebecca, Cameron despatarrado sobre su espalda,

su cuello mostrando una herida abierta, y luego a la mujer del bar sosteniendo

las piedras preciosas en sus manos, riendo mientras las pulverizaba a polvo.

Es demasiado tarde, querida. Estás tan bien como una muerta. Como yo.

La voz de la mujer seguía resonando en mi cabeza cuando finalmente

desperté. Dándome cuenta que no había comido en todo el día, tomé un baño

rápido y me puse unos vaqueros y un top apretado, prestando atención en

maquillarme. No era como si realmente hiciese un esfuerzo, ¿no? Simplemente

no quería verme tan mal como me sentía. Aidan no se daría cuenta de mis

esfuerzos de todos modos. Me dirigí a la cocina para calentar una comida

preparada.

Un fuerte viento sacudió los cristales, el enervante sonido apagado por el

silencio de la casa. Me comí la lasaña, masticando lentamente cada bocado,

luego lavé y sequé el plato. La puerta principal se abrió y se cerró. Puse el plato

y los cubiertos lejos, y me detuve para escuchar. Pasos pasaron por la puerta de

la cocina antes de salir por las escaleras. Pensé que las personas no estaban

interesadas en encontrarse conmigo esta noche.

74

Me retiré a mi habitación y encendí la televisión cuando oí el leve golpe en

la puerta. Me levanté y dije:

—Entre.

La puerta se abrió y Aidan se asomó, la vacilación visible en sus ojos. Su

cabello despeinado sobresalía, dando la impresión de que acaba de salir de la

cama. Pero sus ojos brillaban con conocimiento mientras me miraba.

—Hey.

¿Aidan en mi cuarto? Apagué la televisión, mi corazón golpeando en mi

pecho mientras brinqué y me detuve a medio paso, sin saber qué hacer.

—Hey.

Se humedeció los labios. Sus dedos agarraron el pomo de la puerta, los

nudillos volviéndose blancos, como si estuviese yéndosele la vida.

—¿Tienes algún plan para esta noche? —Su voz era indiferente, impasible. Mi

primera impresión fue errónea. No estaba nervioso, probablemente me

necesitaba para planchar su camisa o prepararle un bocadillo. Cuando el jefe

te llama, nunca es una buena señal.

Me encogí de hombros.

—No. No tengo planes.

Su mirada cayó en el marco de la foto en la mesilla de noche, y por un

segundo un ceño fruncido pasó por sus perfectas facciones.

—Vamos a salir. Pensé que podrías querer unírtenos.

—Ah. —Dudé. No ví venir eso, pero era sin duda mucho mejor que una

solicitud para limpiar los baños. El corazón me dio un vuelco cuando el

conocimiento me golpeó. ¿Una invitación a salir con él?— ¿Como una cita?

Aidan se quedó mirándome. ¿Por qué no estaba respondiendo a la

pregunta? Pensé que no quería herir mis sentimientos. Él sólo estaba siendo

amable, nada más. No hay cita, no hay necesidad de sentirse culpable.

Además, a Cameron no le gustaría que pasara mis noches atrapadas en los

confines de mi habitación, viendo la televisión y mirando las paredes.

75

—¿Vienes? —Aidan arqueó su ceja, una vacilante sonrisa tocando sus labios.

Mi pulso empezó a acelerarse de nuevo. Derritiéndome.

Asentí.

—Me encantaría. Gracias.

Una sonrisa con hoyuelos iluminó su rostro.

—Te dejaré prepararte, entonces. Tómate tu tiempo.

Lo vi cerrar la puerta y me volví hacia el armario, tratando de frenar mi

corazón acelerado. No era una cita, sólo una noche con un amigo. Solo amigos.

No hay nada de malo en ser amiga de un chico caliente. No era mi tipo de todos

modos, demasiado frío, demasiado confiado, demasiado perfecto. Cameron

era confiado también, pero más de la manera “mírame”, y ¿quién podría

culparlo? Su educación era de primera categoría. Todo el mundo sabía que iba

a ser un gran triunfador un día. Por el contrario, Aidan parecía que no le

importaba lo que los demás pensaban de él. Entre la elección, me gustaría

escoger…

No vayas allí. Sacudí la cabeza y me puse un par de jeans ajustados y un

apretado top negro, luego volví a aplicar mi maquillaje, prestando atención a

mí mejor rasgo: Mis ojos marrones. Finalmente, lancé una última mirada en el

espejo, luego agarré el bolso, me puse en un par de tacones altos y corrí

escaleras abajo.

Los otros estaban esperando en el pasillo, Kieran susurrando algo a una

multitud sonriente. Pero en el momento en que la mirada de Aidan cayó sobre

mí, no vi a nadie más.

—Te ves fantástica —tomó mi abrigo. Mientras me deslizaba en él, el olor de

su perfume masculino golpeó mis fosas nasales. Asentí con la cabeza, incapaz

de formar un pensamiento claro, cuando Clare dijo:

—¿Listo, todo el mundo? ¡Vamos!

El momento se rompió y Aidan se apartó de mí, sosteniendo la puerta para

todo el mundo. Mantuve los ojos en el suelo mientras caminaba. Dos camionetas

plateadas estaban estacionadas en la calzada. Aidan tiró a su hermano un par

de claves.

76

—Llevarás a Blake y a Clare. Amber va conmigo.

—No juegas limpio, hermanazo —dijo Kieran. Clare tiró de su brazo, sonriendo.

Aidan susurró en mi oreja:

—Es un lunático. Créeme, no quieres estar en su coche cuando él conduce.

Kieran gritó sobre su hombro:

—He visto abuelitas conducir más rápido que tú.

Sonreí y salté al asiento del pasajero, mirando alrededor. Este coche eran

grande más que todos nosotros y, sin embargo, él decidió sólo llevarme. No tenía

ni idea de qué hacer con eso.

—No le hagas caso —dijo Aidan mientras comenzaba a poner en marcha el

motor y salió del estacionamiento.

El coche de Kieran nos alcanzó y salió a toda velocidad. De repente, el

espacio estrecho parecía demasiado pequeño. Dejé caer mis manos sudorosas

en el asiento de cuero marrón, agarrando el material por la comodidad, luego,

me centré en el impresionante tablero con iluminación del fondo. El interior del

coche parecía algo sacado de una revista. Incluso olía a nuevo. ¿Cómo podía

permitirse todo esto? ¿Tenía aún edad suficiente para conducir?

Aidan me dio una sonrisa.

—¿Estás bien? —Cuando asentí él volvió de vuelta al camino y miró hacia el

cielo.

Este era el momento que había soñado, estar a solas con Aidan, y mi mente

se puso en blanco. ¿Hablo sobre el clima? No, demasiado soso. Acerca de

Escocia, las noticias, la política, nada. Fragmentos de un artículo apareció en mi

cabeza: pregunta sobre eso. Hazle saber que tienen cosas en común, pero no

hagas que se sienta como si estuviera siendo interrogado para ser juzgado. Tomé

unas cuantas respiraciones lentas para poner mi cerebro en marcha y estabilicé

mi voz. Nunca tener que hacer una pequeña charla me había parecido una

tarea tan difícil.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?

77

—¿Te refieres en Escocia? —No me dio la oportunidad de responder—. Nací

en Skye y me mudé aquí hace mucho tiempo. —Algo en la distancia, luces de

fondo brillaron dos veces y Aidan aceleró.

—¿Tus padres se mudaron aquí por la soledad?

Él rió.

—Es tranquilo comparado con Londres, ¿verdad? Vivimos allí por un tiempo,

pero no es un lugar agradable.

—¿Cuántos años tienes? —Mordí mi labio y mirándolo por la esquina de mi

ojo. Era una pregunta personal. ¿Tal vez demasiado personal?

—Más mayor que tú —dijo Aidan, evitando una respuesta clara, como de

costumbre.

Gruesas gotas repiqueteaban contra el parabrisas. Aidan activó el limpia

parabrisas. Traté de leer su expresión. Parecía relajado, sus manos cruzadas

despreocupadamente alrededor del volante, sin traicionar nada. Demasiado

frío, demasiado confiado, deseaba poder estar a gusto así.

—Hora de hablar de ti —dijo Aidan—. ¿Algo que lamentas desde que te

mudaste aquí?

Me encogí de hombros.

—No realmente. Creo que me acostumbré al silencio.

—Si te dieran la oportunidad de estar aquí o regresar, ¿qué erigirías?

Qué pregunta más extraña. Me humedecí los labios. Su expresión

permaneció impasible, fija en la calle.

—No lo sé —dije finalmente. No extrañaba el tráfico de Londres, pero también

me sentía mal por no extrañar a Cameron—. Supongo que regresaría. —Era una

mentira. Lo supe en el momento en que mi boca pronunció las palabras.

Aidan soltó un bufido, el más mínimo indicio de molestia cruzó su cara, y luego

su sonrisa volvió.

—Puedes cambiar de opinión en el momento en que finalice tu trabajo.

78

—Tal vez. —Mi pulso se aceleró de nuevo. ¿Él quería que me quedase? No te

hagas ilusiones. Eso no quería decir nada, me recordé—. ¿Harry dijo que trabajas

en Inverness?

—Sí. Soy un profesional independiente.

Un profesional independiente puede hacer miles de cosas. Esperé un relato

de sus obligaciones de trabajo, pero nunca llegó. ¿Debería preguntar o eso

sonaría como una inquisición? Ah, escúpelo.

—¿Qué es lo que haces exactamente?

—La gente me paga para hacer cosas por ellos —dijo Aidan—. Leí en tu

aplicación que estás a punto empezar la universidad. ¿Es marketing lo tuyo?

El repentino cambio de tema no dejó de registrarse en mí. Sea lo que sea que

su trabajo implicaba, es obvio, que no quería compartirlo conmigo. ¿Era

consciente de sí mismo?

—Creo que sí. Se suponía que debía empezar una posición no remunerada

en una agencia para averiguarlo, pero el dinero era escaso, así que tuve que

conseguir un trabajo en su lugar. —Salimos del bosque, el traqueteo rítmico del

motor del coche apenas audible. Me relajé un poco mientras me centraba en

la línea central blanca de la carretera.

—¿Y tus padres? ¿No pueden ayudarte? —preguntó Aidan.

Negué.

—Tienen sus propias preocupaciones. No quisiera molestarlos con las míos.

Me lanzó una mirada divertida.

—¿Saben que estás aquí?

—Por supuesto que sí. Sólo tengo diecisiete años. —Sonreí—. Piensan que

estoy internada en Inverness.

—¿En el olvidado por Dios Inverness? —Se rió y me encontré riendo con él—.

Esa es una buena. Apuesto a que todas las empresas en Londres estarían

impresionadas.

—Son almas dulces. Me siento mal por mentirles, y más aún sabiendo que

confían en mí implícitamente —dije.

79

El coche tomó una curva cerrada, la grava crujiendo bajo los neumáticos.

—Llegamos. —Aidan bajó y abrió la puerta del pasajero, luego extendió la

mano. Cuando nuestros dedos se encontraron, una descarga eléctrica recorrió

mi espalda y mi aliento se atascó en la garganta. Me tiró un poco más cerca,

cerniéndose sobre mí, su mirada persistente en mis labios antes de cerrar la

puerta y entrelazó los dedos con los míos. Mi corazón martilleaba en mi pecho.

¿Qué estaba haciendo? Miré hacia él, pero se volvió hacia un lado,

imperturbable ante mi mirada interrogante.

Los adoquines brillaban ante la tenue luz de la luna, el aire olía a humedad.

A lo lejos, oí el oleaje estrellarse contra la orilla. Aidan se aclaró la garganta y

señaló una casa al otro lado del estacionamiento, más allá del todoterreno de

Kieran y otros dos coches.

—Quiero mostrarte mi lugar favorito en el mundo.

—¿Dónde estamos? —Sonaba sin aliento e inestable. Su presencia me

mareaba, la suave caricia de su mano haciendo estragos en mi cabeza.

Me apretó la mano.

—Solo espera y verás.

La casa era pequeña, con hiedra marchita trepando por las paredes

encaladas. Una tenue luz se filtraba por las ventanas opacas, las sombras en el

interior aparecían borrosas. Aidan abrió la puerta y me guió a través de un

estrecho pasillo en un gran espacio abierto. Del suelo al techo los paneles de

cristal cubrían toda la longitud de la pared, ofreciendo una vista impresionante

del mar embravecido. En el lado opuesto noté a Kieran, Clare y Blake junto con

una chica pelirroja y dos chicos sentados en sofás blancos en torno a una gran

chimenea con grandes llamas ardiendo en varios troncos de madera. Kieran y

Clare se levantaron y caminaron hacia nosotros, los otros permanecieron

sentados.

Aidan hizo una mueca y se inclinó para susurrar al oído de Clare. Contuve el

aliento y me acerqué. Captando cada palabra.

—¿Que está haciendo Belcebú aquí?

80

—Escuché eso —dijo la pelirroja. Iba vestida con un llamativo top verde y unos

holgados vaqueros que parecía que habían pasado por la lavadora

demasiadas veces—. Uno más de esos y voy a patear tu culo.

Kieran rió.

—¿Qué vas a hacer, cariño? ¿Enviar algunas mariposas a hacerle cosquillas

hasta la muerte?

La chica frunció el ceño. Kieran pasó el brazo alrededor de mi cintura y me

guió hasta un sofá. Le di a Aidan una mirada inquisitiva, pero salió con Clare en

su brazo. Miré a mí alrededor. La gran sala estaba limpia y ordenada, casi sin

muebles y sin comida ni bebida, ni siquiera un bar o música de fondo. Si esto

había sido alguna vez una fiesta, alguien había hecho un gran trabajo en la

eliminación de cualquier rastro.

—Ya Conoces a Blake. Ahora conoce a la fabulosa Cassandra, Devon… —

Kieran señaló a un hombre con recortado pelo oscuro y ojos negros

espeluznantes—… Y éste es Connor.

Aparté la vista de la falsa sonrisa de Blake cuando Connor se levantó para

darme la mano. Él era por lo menos una cabeza más alto que yo, con el pelo

negro teñido en las puntas de un rubio oscuro en los extremos.

—Así que tú eres la afortunada. —Sus labios se estiraron en una amplia sonrisa,

sus ojos casi negros brillaban.

—Está hablando acerca de tu trabajo —dijo Kieran—. Le ganaste.

—¿Yo? —Parpadeé, sintiendo la culpa sobre mí. ¿Quién habría pensado que

la situación del empleo era tan mala en Escocia? Me sentí mal por mentir en mi

formulario de solicitud cuando otros necesitan el dinero de igual manera. Ni

siquiera estaba en toda la rutina de limpieza.

—Muévete, Cass —dijo Kieran mientras nos metía entre Cassandra y Devon,

y luego me tiró en su regazo, acurrucándome entre los muslos fuertes. Fruncí el

ceño hacia él y traté de apartarme. Él envolvió su brazo alrededor de mí y se rió.

Ya podía ver, podían parecer iguales, pero Aidan y Kieran no tenía nada en

común. Uno era demasiado reservado para su propio bien, y el otro el peor

bromista que jamás había visto.

81

Suspiré y traté de apartar la atención de su aliento caliente en mi cuello

cuando Aidan apareció en la puerta y le indicó a Kieran que saliera. Blake se

sentó en el sofá, lo más lejos posible de mí. Cassandra se excusó y salió corriendo

tras ellos. Era de mi estatura, sus ropas extrañas destacaban sus curvas. A medida

que pasaba, juro que dos cuernos pequeños se asomaban por debajo de su

largo cabello ondulado.

82

Capítulo 9 Aidan

Traducido por Princesa de la Luna Corregido por Garazi

ué es, un pequeño malentendido entre amigos?

¿Verdad, Aidan? —preguntó Kieran, riendo.

—¿Qué?

Dejé mi mirada de la puerta principal como en sintonía con la conversación

a pesar de que no estaba interesado en tonterías esta noche. Amber estaba a

salvo con Blake. Puede que no le gustara, pero no se atrevería a desobedecer

mis órdenes.

—Nos encadenó a un árbol. Trató de engañarnos.

Devon se apoyó contra la pared de la casa.

La luna proyectaba una luz de plata en su rostro. Se veía y comportaba como

un mortal. Sólo un ojo avivaz se daría cuenta de que Connor y él no tenían

sombra porque eran Sombras, cadáveres de seres humanos de los que su reina

se alimenta.

Solté un bufido. La competición de nuevo. Dios, eran malos perdedores.

—¿Por qué estás tan sorprendido? El libro ya no es tuyo.

—Lo sería si tu amada Rebeca no nos lo hubiera robado.

Connor dio un paso amenazador hacia delante y levantó un brazo cuando

Cass le puso una mano en el pecho para detenerlo. Apenas llegó al hombro de

la Sombra, pero se retiró, no obstante, como si su advertencia tácita importara.

—¿Q

83

No era cualquier vampiro, sino un cazador de recompensas establecido y un

miembro de la corte, un Lord.

Ese cargo no importaba mucho durante la carrera interracial, pero al menos

no se atrevería a atacarme abiertamente. No aquí, no ahora. Podía sentir sus

armas, dagas y los gustos, sin importar que tratara de ocultarlos de la vista.

Apestaban a sangre de vampiro. ¿Cuál era la idea de Clare, con nuestros peores

enemigos en la reunión? No ayudaría, más probable es que tratarían de

encontrar una manera de jodernos más y disponer de los cadáveres sin que el

tribunal estuviera conociéndolo. Por lo menos, Amber estaba segura porque las

Sombras no mataban seres humanos. O al menos eso decían las leyendas.

—Recuérdame de nuevo por qué Belcebú está aquí —dijo Kieran a Clare—.

¿Está surgiendo un soplo de aire fresco? Sé cómo de sofocante y húmedo puede

ser el infierno.

Cass le miró.

—Llámame así de nuevo y verás lo que puedo hacer con una horca.

Kieran sonrió.

—Te ves bien cuando estás enfadada. Ahora di la línea de la horca otra vez

con un poco más de empuje.

—Pensé que ella podría ayudar —dijo Clare.

—Debería haberte dejado en casa. —Negué. Mi hermano era una bala

perdida, siempre empeorando las cosas, abriendo su boca, y la dulce Clare no

se daría cuenta de alguien con ulteriores motivos, si su vida dependiera de ello.

—¿Y perderme toda la diversión? —Kieran miró a Connor y Devon—. Es un

hecho, Rebecca te robó el libro. Pero ¿cómo se puede culpar a Aidan por su

traición? Ella no era su amada; tuvo suerte y buenos cerebros para convertirnos.

No podría haber elegido un mejor grupo. Joven, atractivo, inteligente, y yo sólo

estoy mencionando un par de mis cualidades.

Clare le dio un codazo.

—Deja de antagonizarles. Esto es serio.

—Soy serio. Mira…

84

—Bueno, ya basta —interrumpí a mi hermano.

Si no detenía su charla interminable pronto, seguiríamos estando aquí al

amanecer. Por el rabillo de mi ojo, me asomé a ver a Devon y Connor, que ni

siquiera pretendían no estar escuchando nuestra conversación.

—Cass, ¿qué quieres?

—Puedo ayudar. A cambio de un favor, por supuesto —dijo Cass.

Kieran sonrió.

—¿Qué podríamos posiblemente ofrecerte que tu papi no pueda obtener de

todos modos?

Cass entrecerró los ojos hasta que fueron pequeñas hendiduras, con la

mirada ardiente.

—¿Por qué no te conviertes en un murciélago y vuelas lejos?

—Quiere un puesto en el Consejo de Lores —dijo Clare.

Kieran rió.

—Ese fuego te ha frito el cerebro.

—¿Para qué necesitaría una princesa eso? —le pregunté.

Kieran no llamaba a Belcebú Cassandra por nada. Su padre era el propio

Príncipe Oscuro. Por qué Cass caminaba por la Tierra, mezclándose con la gente

y los seres humanos iba más allá de mí.

—No tengo adónde ir sino hacia arriba. Las llamas no le hacen justicia a mi

piel, por no hablar de que causan estragos en mi pelo. Ya sabes cómo odio las

puntas abiertas y secas. —Cass levantó la barbilla desafiante—. Tú me haces el

trabajo, y a cambio te ofrezco unos cazadores de alma y guardianes

demoníacos.

Fruncí el ceño. Vaya montón de mierda. Ella tenía que tener un motivo

ulterior. ¿Pero cuál?

—No me fío de los demonios.

85

—No tienes que confiar en ellos. Clare confía en mí. Los guardianes

demoníacos harán lo que he pedido —dijo Cass.

Kieran resopló.

—Eso es muy tranquilizador.

Clare sonrió hacia mí.

—Suena como un trato para mí.

Todo el grupo se volvió hacia mí, esperando mi respuesta. Como de

costumbre. Gemí interiormente. Había traído a Amber porque pensé que podría

mantenerla alejada de cualquier caos hasta que me diera cuenta de cómo

enseñarle a controlar el premio. El tiro en desove de Lucifer, un montón de

demonios y las Sombras insufribles y bedlam estarían llamando a mi puerta en

cuestión de segundos. Esto paraba mi plan de cortejarla mientras buscaba una

manera de salvarla de la Corte de los Lores de la suerte que ella misma, sin

saberlo, se había buscado.

—Necesitamos el libro. Sin él, no podemos realizar un determinado ritual —

dijo Devon—. Queremos ir atrás.

Le lancé una mirada sarcástica.

—¡No me digas! ¿Y me importa por qué? Así que no se puede iniciar un

incendio con un movimiento de tu mano. Gran cosa. Consigue un encendedor.

Por lo general, yo no era alguien que menospreciara a otro con más

habilidades, pero el tipo realmente me irritaba. Jugaba a amigo un momento, y

me apuñalaba por la espalda al siguiente. Yo no era estúpido.

—Entiendo tu… —Devon dudó— protección. Necesita nuestra ayuda si ella

desea aprender a controlar el premio.

—De ninguna manera. —Negué.

—Te estás poniendo pesado —dijo Connor—. Os recuerdo que va contra las

reglas Lore matar a seres humanos.

Me encogí de hombros, pero no porque no me importaba. Nunca podría

dejar saber cuánto Amber significa para mí.

86

—Soy lo suficientemente fuerte como para llevarla de vuelta desde el otro

mundo.

—Sólo si la conviertes en... —Connor escupió en el suelo—. Eso va contra las

reglas de los Lores también.

—Las reglas están hechas para romperse —dijo Kieran.

—Tenemos una propuesta para hacer —dijo Devon—. Si trabajas con

nosotros para encontrar y devolver el libro, vamos a dejar que tú y tu clan entréis

en el cementerio de los muertos para llevar a cabo el ritual.

Kieran olfateó.

—Hablar sobre el poder oculto de la persuasión. No sabía que tenía una

sombra esa habilidad. Estás amenazando con destruir todas las creencias que

he tenido acerca de tu naturaleza.

Sonrió.

—Tienes suerte de que sea un tonto para un reto y un gran fan de la magia.

Así que, que empiece el juego.

El cementerio de los muertos, el lugar por el que Rebecca habría matado

para visitar. Consideré sus palabras un minuto. Con la ayuda del libro por fin

entendería lo que quería desde mi transformación. Si había un lugar donde el

ritual podría funcionar, entonces era en territorio Shadow, entre las almas

atrapadas de la muerte. Y yo quería el ritual. Era mi única oportunidad de vivir sin

sangre, para ver el amanecer y el atardecer, y sentir su calor en mi piel desnuda.

—¿Qué piensas? —preguntó Devon.

A juzgar por su sonrisa autocomplaciente, no era una pregunta.

Clare agachó la cabeza. No necesitaba preguntar a Kieran, porque mi

hermano estaba asintiendo entusiasmado, probablemente haciendo señas a

mis espaldas. Sin embargo, no podía sacudirme de encima la sensación de que

las Sombras estaban guardándome algo.

Cass se interpuso entre nosotros como si percibiera la batalla dentro de mí.

—Voy a hacer que todo el mundo juegue seguro y justo. Si rompes tu palabra,

te juro que te mando en medio del infierno.

87

—¿Quieres decir que tu papi lo hará? —Kieran sonrió.

—Callaos —susurré, aun considerando mis opciones.

No necesitaría sangre nunca más, o rehuir del sol de nuevo, lo que significa

que podría proteger a Amber día y noche. Podría aprender a controlar su nueva

habilidad mientras yo cuidaba de ella. Era una oferta demasiado buena para

ser verdad.

—Está bien, voy a mantener mi parte del acuerdo si mantienes el tuyo. Cass,

confío en que no tomes partido.

—Te doy mi palabra —dijo Cass.

Kieran resopló. Ella se volvió hacia él, dos llamas diminutas ardiendo en sus

ojos verdes. Bajó la voz algunos tonos. El olor a azufre flotaba más allá de mí.

—¿Quieres decir algo, idiota?

Sonaba como si varias voces hablaran a la vez, en capas, en tono y

connotación. No otra vez. Suspiré y levanté la mano para frotarme la frente.

—Lo he tenido con vosotros dos. Estamos tratando de sellar un acuerdo aquí.

El fuego en los ojos de Cass desapareció, pero no retrocedió. Respiré,

preparándome mentalmente para lo que estaba a punto de decir.

—Por mucho que me duela trabajar con las Sombras, tenemos un trato.

—Sabia decisión —dijo Connor.

Kieran me dio unas palmaditas en la espalda.

—Felicidades, hermano. Sólo has vendido tu alma al diablo. Espera. No tienes

alma.

—Voy a enviar a los cazadores de almas para averiguar el paradero del libro

—dijo Cass, ignorándolo.

—Nos mantendremos en contacto. —Devon y Connor se alejaron, mirando

por encima del hombro a unos, como si no se atrevieran a darnos la espalda.

—Sabes que estoy contigo, no importa lo que pase. Podemos tener nuestras

diferencias, pero eres mi hermano y te quiero —dijo Kieran.

88

Cass se echó a reír y sacudió el pelo hacia atrás, dejando al descubierto un

cuello delgado de color blanco lechoso.

—Y pensaba que no tenías corazón. Bueno, técnicamente no lo tienes

porque estás muerto. Aún así, fue un momento efusivo. Si tuviera una cámara

para capturar la magia. Pero, de nuevo, no lo mostrará en la película.

—¿Cuál es tu posición deseada con el consejo de Lores? —le pregunté.

Cass sonrió a Clare, y me maravillé de lo poco que se veía como un medio

ángel caído sino más como una niña en una tienda de dulces. Si no supiera quién

era su padre, hubiera creído que era una adolescente normal con mucha

determinación y sin sentido de la moda.

—Hazme embajadora —dijo Cass.

Kieran estalló en un ataque de risa.

—Voy a hacer mi mejor esfuerzo.

Agarré su mano extendida y la sacudí, el calor emitido por la palma abrasaba

mi piel.

Clare acompañó a Cass a su coche mientras Kieran y yo regresábamos a la

casa. Mi mirada se posó en Amber, sentada junto a Blake. Nuestros ojos se

encontraron, y ella sonrió con esa sonrisa perezosa que me hacía tener un nudo

en el estómago.

—¿Está todo bien? —preguntó Amber.

—Genial —dijo Kieran—. No hay necesidad de preocuparte por tu bonita

cabeza. Estábamos tratando de averiguar cómo salvar a una damisela en

apuros de las fuerzas del mal que quieren destruirla.

Ella se rió, ignorando cuánta verdad se escondía en las palabras de Kieran.

—¿Hay esperanza para ella?

Kieran le guiñó un ojo.

—Creo que sí. Estamos haciendo nuestra misión personal para salvarla

mediante la contratación de algunos grandes, malos demonios, Sombras

escandalosas, vampiros, e incluso Belcebú.

89

—Has estado muy ocupado entonces —dijo.

—No le hagas caso.

Puse mis manos en su cintura, reprimiendo las ganas de bajar mis labios a los

de ella y nunca dejarla ir. Ella parecía no creer una palabra de eso, pero si Kieran

no era más cuidadoso podría empezar a hacerlo.

—Todo está genial. Tuvimos algunos asuntos que discutir.

Por el rabillo de mi ojo, vi a Blake quedar en silencio. Saqué a Amber hacia

los grandes paneles de vidrio y envolví mis brazos alrededor de ella cuando le

susurré al oído:

—Esto es lo que quería mostrarte. ¿Te gusta la vista?

Podía oír su latido acelerarse. Lo que Clare dijo acerca de un novio, luego

Amber ni siquiera recordaba el nombre del pobre hombre.

—Es precioso —dijo.

Igual que tú. Me mordí el labio, dibujé una gota de sangre, el olor

embriagador. No me había alimentado en dos días.

Si mi plan funcionaba, pronto ya no lo necesitaría.

Nos miramos en la oscuridad del agua chocando contra las rocas de abajo.

Nada que no hubiera visto antes, pero de pie aquí con ella, me sentí

emocionado, más que la primera vez que vi la espectacular muestra de la fuerza

de la madre naturaleza justo debajo de mis pies. Aspiré su aroma y la tiré de

espaldas al sofá, recordando que ella era mortal después de todo.

—¿Cenaste esta noche?

Amber se ruborizó.

—Lo hice. Pero no me importa estar contigo si quieres tomar un bocado.

Sonreí. Una mordedura sonaba bien. No me importaba una de esas, pero no

para alimentarme.

—No tengo hambre.

Kieran me lanzó una mirada divertida.

90

—Yo sí.

—No vas a conseguir nada.

Clare le dio un codazo en las costillas.

—Vamos. Hundiremos los dientes en algo en el camino a casa.

—Hey, Amber. Si alguna vez te cansas de él —me señaló a mí—, ya sabes

dónde encontrarme.

Amber evitaba mi mirada. Podía sentir su nerviosismo mientras los otros se

iban. Ella no estaba cómoda a mi alrededor. Todavía no. Para ganar su

confianza, tenía que moverme lentamente, dando un paso a la vez.

—¿Cansada?

Ella asintió con la cabeza.

—Un poco.

Agarrando su mano, la puse de pie. A pesar de que la conexión le atraería a

mí, quería que empezara a amarme por lo que yo tenía dentro, no sólo porque

estábamos destinados a pasar la eternidad juntos.

—Deberíamos irnos. Trabajas mañana. Nadie hace verduras sofritas como tú.

—Cierto. Por supuesto, jefe.

Amber se encogió de hombros en su abrigo. Pensé que cogí el más mínimo

indicio de arrepentimiento en sus ojos.

Cerré la puerta, más para aparentar que por necesidad, y encendí el motor.

Parecía inquieta ahora, con las manos entrelazadas sobre su regazo, con los

dedos entrelazados.

—Eres un conductor experimentado —dijo Amber.

Podía sentir la pregunta en su declaración. Ella no pudo evitar su curiosidad

en la bahía. Tal vez habían subestimado su naturaleza inquisitiva. A pesar de que

había muerto a los dieciocho años, mi existencia peligrosa como un vampiro me

había ayudado a madurar más allá de esa edad.

—Mi familia y yo compartimos un amor por los coches —le dije.

91

Otra mentira dicha por necesidad. Antes de que pudiera reanudar su

interrogatorio, me centré en el vínculo invisible entre nosotros, vacié la cabeza

de cualquier pensamiento, y entonces mi mente invadió la de ella, poco a poco

adormeciéndola a la dulce tentación del sueño. Era el único poder que tenía

sobre ella.

Amber respiró y se relajó en su asiento. Encendí la radio y la vi a cerrar los ojos,

mi mente vagando de nuevo en la conversación con las Sombras. Cass se

aseguraría de que mantenían su palabra. Simplemente tenía que hacerlo. Como

cazador de recompensas, la mitad del consejo de Lores me lo debía. Tal vez

podría llamarlas deudas, así nosotros ganaríamos algo de tiempo.

En el momento en que la camioneta se detuvo en el camino de entrada, la

respiración superficial de Amber me dijo que estaba dormida. Salí, abrí la puerta

del pasajero y la levanté en brazos, maravillado de lo luminosa que parecía;

entonces la llevé arriba, tan silencioso como mis capacidades me permitían. Ella

sólo se agitó una vez, y abrió los ojos, cuando la puse en la cama.

La luz de la luna proyectaba perezosas sombras suaves en la pálida piel de

Amber. Se estiró en mis brazos como un gato delante de una chimenea, pero

podía oír el corazón acelerado, golpeando contra su pecho. Muy lentamente

bajé mis labios rozando los suyos y, a continuación, presioné un poco más fuerte.

Su boca se abrió debajo de mi gentil presión y envolvió sus brazos alrededor de

mi cuello. El calor se precipitó a través de mi cuerpo, la sensación nueva y

aterradora al mismo tiempo. Mi pulgar rozó su cuello, donde la sangre

bombeaba más fuerte, llamándome. Mis labios siguieron el rastro, apenas

rozando su piel. Su pulso latía contra mis labios. El hambre se agitó en mi interior.

Tenía que salir de aquí, y rápido, antes de que no pudiera controlar mi necesidad

de alimentarme.

Me tomó toda mi fuerza para separar los labios frente de ella. Amber protestó,

pero podía ver el pánico en sus ojos, con la súbita comprensión de lo que acaba

de pasar.

—Duerme bien —le susurré.

Mi voz sonaba ronca. En dos zancadas estaba fuera de la puerta, corriendo

para alejarme de ella antes de perder todos los razonamientos y clavar mis

colmillos en su delicada piel.

92

Capítulo 10

Traducido por Ale Rose y Princesa de la Luna

Corregido por vicsibet

e senté con una sacudida y miré a Aidan cerrar la puerta detrás de él.

La última cosa que recuerdo es estar sentada en su carro y una

sensación de paz me llenó, y luego Aidan se recostó sobre mí en la

cama, nuestros labios juntándose en el mejor beso de mi vida.

Salté y froté mis ojos para deshacerme de esa desconcertante niebla. Mi

teléfono vibró en mi bolsillo. Hurgando entre pañuelos, varios artículos de

maquillaje y no sé qué más, lo recuperé y apreté el botón verde para activar la

pantalla. Un mensaje apareció, y mi corazón dio un vuelco, pero no de placer.

La culpa surgió dentro de mí cuando empecé a leer.

Hola, bb. Te extrañó tanto. ¿Q dics de una agradable cena? Solo tú & yo.

Gimiendo, caí de nuevo en la cama. Cameron había dicho que necesitaba

unos meses para pensar. ¿Por qué me mandó un texto hoy de todos los días, a

solo cuatro semanas de nuestra ruptura? No era justo, no ahora cuando no tenía

idea de lo que estaba pasando entre Aidan y yo.

Froté mi frente, sin saber qué hacer, cuando recordé que las ropas de

Rebecca seguían colgando en el closet. Nada iba a pasar entre nosotros porque

a Aidan todavía le importa su ex. Para enviarle un mensaje de regreso a

Cameron, necesitaba ir al cuarto de lavandería. Eran más de la cuatro de la

mañana, Cameron envió el mensaje después de la medianoche. Por mucho que

odiara mantenerlo esperando no podría bajar al sótano ahora. Podría

congelarme los pies. Además, Aidan podría estar alrededor. Sentí el indicio del

rubor subir a mis mejillas, y toqué mis labios hinchados con mi dedos, su caricia

sigue vívida, mortificando mi mente.

¿Debería decírselo a Cameron? Tal vez no sea del tipo celoso, pero no podía

correr el riesgo que él cambiara de opinión sobre nosotros otra vez. Después de

tomar una rápida ducha, me puse un par de pijamas de franela y me acurruqué

bajo las sábanas. Ignorando la repentina sensación de ser vigilada, me

M

93

concentré en mis planes y el futuro con Cameron, una cena que será una

romántica declaración de amor, Cameron se ha dado cuenta que lo que

compartimos fue algo especial, mudándonos juntos y finalmente conocer a sus

padres. Las imágenes que conjuré en mi mente parecían brumosas y forzadas,

irreales, haciéndome sentir como una pequeña chica creyendo en su favorito

cuento de hadas porque no podía abandonar al chico que no correspondía su

amor. Mientras Cameron era cortés, educado y pretencioso, Aidan me hacía

sentir viva. ¿Quién era la mejor opción? Oh, rayos. Suspirando, empecé a contar

en mi cabeza hasta que caí dormida, preguntándome por qué nunca había

notado cómo de flacucho se veía Cameron comparado con mi nuevo jefe.

***

Eran pasadas las diez cuando me desperté. Dormí demasiado de nuevo, la

segunda vez en los seis días de trabajo. Salí de un salto de la cama, vistiéndome

con una mano y cepillándome mis dientes con la otra. Bajando las escaleras, el

usual silencio me dio la bienvenida. Exhalé, aliviada de que nadie estaba cerca.

Solo espero que Aidan no haya instalado una especie de cámara espía para ver

todos mis movimientos. Recordando las palabras de Dallas en el bosque, sonreí.

Paranoia. Sí. Y tonta por besar a mi jefe en una semana de estar trabajando.

Demasiado para mantener separado mi trabajo y mi vida privada.

Tarareando para mí, tomé un paño y fui a limpiar, empezando con la sala y

desplazándome de un lugar a otro como un robot. Qué trabajo aburrido, la peor

cosa que he hecho. Tal vez no el peor, pero no era glamoroso tampoco.

En el momento en que un coche aparcó en la calzada una hora más tarde,

había limpiado las lámparas, de ninguna manera sería capaz de alcanzar el

techo y la mayoría de los cuadros en las paredes, realmente, ¿quién desempolva

esto diariamente?, y estaba lista para planchar, lo que era aún peor que la

limpieza.

Cuando pasos ligeros se acercaron, pulí con un poco más de fervor,

aparentemente absorta en mi trabajo. La puerta se abrió. Por el rabillo de mi ojo,

noté pelo rojo flotando alrededor como un halo de gran tamaño. Un leve olor a

humo entró.

94

—Hola. La puerta estaba abierta así que entré.

Me volví para ver a la chica de anoche más de cerca, Cassandra. Subí mi

mirada desde los jeans sueltos y el verde cárdigan para ver lo que sea que ella

estuviera usando como falsos cuernos sobre su cabeza, pero Cass lucía un

sombrero de color turquesa que colgaba muy bajo, cubriendo toda la frente y

en parte ocultando sus espectaculares ojos verdes. ¿No llevaba las mismas cosas

la noche anterior? O no se molestó en cambiarse de ropa, o le gustaba comprar

sus cosas a granel. O ella no había ido a la cama todavía.

—No te importa, ¿verdad? —Cass se dejó caer en el sofá y se quitó el

sombrerete de sus ojos.

Feliz por cualquier distracción de mis tareas terribles, colgué el paño.

—Perdón por verme como un accidente. No esperaba compañía —Me

abaniqué aire—. No creerás lo caliente que se pone aquí después de una hora

de limpieza.

Cass sonrió.

—Oh, Dios mío. Definitivamente te entiendo. De vuelta a casa, es tan caliente

que uno puede freír un huevo en la acera. Y la limpieza no es lo mío, tampoco.

—¿Puedo traerte algo? —pregunté.

—No, estoy bien. —Cass escaneó la sala, sus fosas nasales dilatadas,

olfateando el aire.

—Un lugar lujoso, ¿no es así? Pero un poco oscuro y lúgubre como una vieja

tumba gigante. Prefiero colores más brillantes para levantar el estado de ánimo.

Ya sabes, amarillo o rojo.

—¿No has estado aquí antes?

Cass frunció el ceño, dudando.

—Sí, pero no en esta habitación.

La miré por un momento. No era una buena mentirosa, pero me daba cuenta

cuando otros decían mentiras. ¿Por qué mentiría Cass sobre tal tontería, a menos

que Aidan y ella fueran novios y trataba de mantenerlo en secreto? Una

95

punzada de celos me golpeó con toda su fuerza, tomándome por sorpresa.

Inhalando profundamente, curvé mis labios en una sonrisa.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti?

—Hay un pequeño inconveniente que me gustaría hablar contigo —Cass se

quitó el sombrero y lo puso a su lado—. No tengo ni idea de cómo empezar. Hice

yo misma esta fabulosa lista… —Buscó en su bolsillo un papel arrugado que

parecía que lo había usado más de una vez—, pero es inútil.

—Sólo escúpelo, lo que sea.

—Está bien —Cass inhaló y exhaló un par de veces—. Puede ser un poco difícil

de creer al principio, cosa que puedo entender totalmente, pero una vez que lo

sabes, verás que te estoy ofreciendo una explicación perfectamente bien de lo

que está pasando.

¿Por qué tengo la sensación de que lo que Cass lancé involucrará a Aidan?

Y probablemente no algo bueno.

—Dilo, Cass. No necesito más rodeos.

—Has ganado un importante premio y ahora la mitad de la corte Interracial

viene a ti —Cass dejó escapar un gran suspiro—. Ya, lo dije. ¡Bien por mí!

—¿El qué? —¿No mantenerme lejos de Aidan? ¿Aidan no sale con alguien

más? Me eché a reír.

Un ceño fruncido pasó por el rostro de Cass. Dos diminutos puntos rojos

brillaban en sus ojos.

—¿Qué es tan gracioso? Si yo fuera tú, estaría muerta de miedo, chica.

Rompí en un ataque de risa.

—Es sólo que pensé que ibas a… —Sacudiendo mi cabeza, limpié las lágrimas

de mis ojos—. Lo siento. Por favor, sigue adelante.

Cass me miró con atención. Cuando me quedé seria, Cass reanudó la

conversación.

—Un pajarito me dijo hace unos días que estabas en el bosque, haciendo

algo muy malo.

96

Las joyas. Ella lo sabía. Por supuesto, tenían que pertenecer a alguien. Gemí.

Dallas había mentido a lo grande.

Cass chasqueó los dedos.

—Hey, concéntrate. Entraste en una carrera, y desde que Aidan encadenó

a todos a un árbol, ellos no tenían ninguna posibilidad de detenerte. No tengo

idea de cómo has descubierto el enigma, pero te llevaste el primer premio.

Enhorabuena. Acabas de ganar unas vacaciones en un lugar grande y relajante

llamado la tumba.

—¿Quién hizo qué? —Sacudí la cabeza para aclarar mi mente y calmar mi

corazón acelerado. Está bien, tómalo con calma. No tenía nada que temer. La

loca conversación de Cass no demostraba nada—. Te equivocas. ¿Por qué

piensas que era yo? —Si fuera a la cárcel por el estúpido plan de Dallas, me

gustaría darle una patada justo donde más le dolía.

—Sabía que estabas cerca del cobertizo. Hubo un testigo presencial.

—Dijiste que era de noche. ¿Cómo puede esta persona identificarme? —

Traté de mantener mi compostura, pero elevé la voz. Dallas era mejor como

repudiado.

Cass sonrió cuando me miró, sus ojos verdes brillaban.

—Él te vio de cerca cuando exigió las joyas, pero tú huiste con tu mochila.

Vestías todo de negro, cubierta de barro, y el pelo recogido en una cola de

caballo.

—Puedo explicarlo —le susurré.

—Lo dudo, amiga —resopló Cass muy de poca dama—. Ahora estás

apegada con esta capacidad por medio milenio.

¿Eh?

—¿Estás diciendo que me he ganado una habilidad para los próximos 500

años? ¿Hablas en serio? ¿No debería estar muerta para ese entonces?

—Técnicamente sí, supongo —Cass se retorció en su asiento, mordiéndose el

labio—. En realidad, no estamos realmente hablando de una habilidad, más bien

de un regalo. Estoy segura que lo has notado ya, y si no, Aidan hará que lo uses

pronto, así que puedes conseguir el libro.

97

Me eché a reír.

—¿Qué puedo hacer yo? ¿Volar como Superman? ¿Ver el futuro?

Cass agitó la mano.

—No, no es tan grande. Sería genial, sin embargo, ahorrar en tarifas aéreas y

todo. Lo que puedes hacer es ver y comunicarte con los muertos.

—¿Un nigromante, entonces? —Levanté una ceja, divertida.

—Sí, o, en otras palabras, la vieja solterona que habla sola.

La miré fijamente. El rostro de Cass sin traicionar ningún signo de engaño.

Tenía que encontrar una manera de darle las joyas de vuelta sin que nadie me

arrastrara a la corte. Diablos, ni siquiera había querido robar, en primer lugar, por

lo que nadie podía realmente perseguirme. ¿Podrían? De cualquier manera,

Dallas tendría que entender que no iba a cargar la culpa de él. Había sido su

idea. Él tenía la edad suficiente para hacerle frente. Sólo podía esperar que ya

no las hubiera vendido al mejor postor.

—Bueno, vamos a suponer que estaba en el bosque y entré a cierto cobertizo

—Tomé una respiración profunda y rocé una pelusa imaginaria del sofá—.

Entiendo que debe pertenecer a alguien, y estoy muy feliz de devolvérselas.

Estoy incluso dispuesta a pagar un poco de la indemnización de mi magro

salario. Sólo dame unos días para organizar todo y tal vez podríamos comenzar

de nuevo.

Cass se inclinó hacia delante y me apretó la mano, el calor natural filtrándose

en mi piel.

—Lo siento mucho, pero no es tan fácil. Has resuelto el Enigma de la Vista

mediante la recopilación de las joyas requeridas. No sé cómo llegaste a la

respuesta correcta, pero los que entran en la carrera deben de estar contentos

con el enigma que resuelven y cualquier don se les otorga a ellos. No hay política

de cambio o devolución.

¿El Enigma de la Vista? La mujer de la taberna pasó por mi mente, y todas

esas extrañas pesadillas, y el cuerpo lastimado de Rebecca cuando me había

tocado el vestido rojo.

98

—Estás empezando a creerlo. Como siempre digo, si no puedes tomar el calor

te deberías haber quedado fuera de la cocina —Cass rió—. Cocina, ¿lo

entiendes? Eres un ama de casa y todo eso —Se aclaró la garganta,

aparentemente avergonzada—. Lo siento, amiga. No puedo evitarlo. Es como

que estoy poseída o algo así. De todos modos, aún hay más. ¿Alguna vez te

preguntaste por qué no hay nadie aquí durante el día?

Negué, no porque no pregunté, sino porque no quería saber, desde que

estaba aún procesando la noticia de que era la ganadora de la parte superior

de una habilidad que, según Cass, me traería un paso más cercano a una

muerte temprana.

—No te preocupes, te lo diré de todos modos —dijo Cass, como si leyera mi

mente —Tú nuevo jefe es un vampiro, y si no aprendes a manejarlo, despertarás

muerta. Y espero que sea en el infierno, porque es más divertido y el cielo no es

todo eso.

—¿Estás bromeando? —Aidan no podía serlo.

Ayer por la noche seguro que no se sentía como un cadáver cuando me

besó. De hecho, se sentía todo cálido y suave y…

Cass puso los ojos.

—¿Alguna vez come? No. ¿Duerme durante el día y sólo se levanta por la

noche? Sí. ¿Es tan sexy que le venderías tu alma para pasar sólo una noche con

él? Doble sí. ¿Qué otras pruebas se necesitan?

Me senté y me acerqué a la ventana. Cass tenía algunos puntos, pero, en

realidad, ¿un vampiro? ¿Quién cree tal mito? ¿Qué era lo que sugería Cass de

todos modos? ¿Qué agarre mi rosario y camine para ir a la próxima iglesia

pidiendo agua bendita? ¿La línea de la puerta y las viudas con sal? ¿Dormir con

una estaca de madera debajo de la almohada? ¿Colgar bulbos de ajo en la

puerta de mi dormitorio? ¿Por qué estaba siquiera considerando estas opciones?

La chica era ridícula.

—No tienes que creer, lo sabes en lo más profundo. Sólo escucha esa voz y

encontrarás la creencia fácil de soportar —dijo Cass—. O, en otras palabras,

aguanta y basta con ver los hechos porque nada trabajará para mantenerlo

alejado.

99

¿Podría leer mis pensamientos? Mi risa murió en mi garganta ante el silencio

opresor.

Cass cruzó los brazos sobre su pecho, sonriendo.

—Ese beso con Aidan anoche. No estaba mal para empezar, pero yo prefiero

un poco más de empuje.

Di un grito ahogado.

—¿Él te lo dijo? Ese idiota…

—La imagen de los rollos ante mis ojos como en una pantalla de cine porque

no puede dejar de pensar en ello —Se inclinó—. Honestamente, eres buena para

Aidan. He oído que ha sido un gruñón durante el último siglo. Una pequeña

acción puede aflojar la rigidez.

Yo no creía una sola palabra. ¿Cómo se atrevió a darme un beso y decirle,

presumiendo, a la mitad del vecindario? Es decir, si teníamos alguna relación.

—Ha, lo deseas. Conozco su tipo. Está tan tenso que ni siquiera diría a su

propio hermano. Ahora trata —dijo Cass.

—¿Tratar qué? —Parpadeé, incapaz de seguir el ritmo de los cambios de Cass

en el tema.

—¿Quieres saber si puedo leer tu mente? Hazme preguntas, entonces.

Dudé.

—¿Cómo sabes…?

—Vamos, amiga. No tengo todo el día.

—Déjame pensarlo —Respirando, me centré en la primera cadena de

palabras que a mi mente se le ocurrió: Doo-da-di Salchicha con salsa de carne

y migas de manzana.

Cass se burló.

—Doo-da-di salchicha con salsa de manzana y las migas de manzana. ¿En

serio? Era más divertido cuando pensabas que estaba saliendo con tu chico.

—¿Cómo sabes eso?

100

Tenía que haber algún tipo de explicación. Tal vez algunos trucos de circo,

como tirando de una tarjeta de la propia manga.

—Puedo probar el truco de cartas para ti, pero soy torpe la mayoría del

tiempo. Probablemente acabaría con las tarjetas esparcidas por todo el piso —

sonrió Cass.

Me quedé mirándola, cautivada.

—¿Cómo se hace eso?

—¿Qué? Oh, eso.

Cass agitó su mano, su sonrisa satisfecha la hacía parecer como si disfrutara

entreteniendo a su público.

—Es algo que hago. Puede ser un dolor en el trasero cuando estás tratando

de dormir y el vecino de al lado sigue obsesionado con el grifo de agua que

gotea, y si las puertas son de hecho barricadas en la noche.

—Estás bien —le dije, impresionada. Me hubiera gustado leer los

pensamientos de otras personas. Entonces sería única, volvería a Dallas loco

contestando sus preguntas antes de que lo pidiera. Ahora, eso le asustaría.

—¿Puedes escuchar los pensamientos de todas las personas?

—Hay algunas excepciones.

—Así que, ¿eres un vampiro?

Me mordí el labio para reprimir la aparición repentina de la histeria. Hablar de

la existencia de los vampiros era una cosa, ante uno era otra. Sólo podía esperar

que Cass hubiera desayunado abundantemente.

—¿Mi cara pálida no lo dice? —rió Cass—. Sabía que tenía que haber usado

más bronceador. Supongo que podría pasar por un vampiro, pero hay una falla

gigante en su teoría.

—¿Qué es?

Cass puso los ojos mientras señalaba a los grandes ventanales.

—Uh, la luz del día. ¿Cómo podría estar aquí sentada sin gafas de sol y

drapeando en cortinas opacas?

101

—Cierto. He olvidado ese pequeño detalle. Estarías en tu cripta dormida

como mi jefe, o lo que dices.

Si no era un vampiro, ¿qué era entonces?

Cass vaciló.

—No puedo entrar en detalles en este momento. Digamos que estoy aquí

para salvar el culo, y Aidan te está manteniendo en la oscuridad. Pensé que

deberías saber con lo que estás tratando en el caso de que Aidan decida

morder un poco más duro que el novio de siempre.

Cass inclinó la cabeza hacia un lado, con los ojos brillantes de color rojo como

dos linternas chinas.

—Ugh, el llamado de papá. Tengo tablero —Ella besó en el aire mis mejillas y

deambuló por la puerta, agitando como ella le llama por encima del hombro,

—Nos vemos, amiga.

—Espera. Has hablado de algunos tribunales. ¿Quién viene después de mí?

Salí corriendo tras Cass a tiempo para ver su salto a su gran SUV. Me tiro una

sonrisa, se alejó a toda prisa, una nube de humo flotando en el aire.

Por supuesto Cass tenía que desaparecer cuando finalmente estaba

calentando la idea de que tal vez, sólo tal vez....

Yo vivía en una casa habitada por los inmortales. ¿Qué es lo que quieren de

mí? ¿Y qué tan peligrosos eran realmente?

Volviendo a la sala, me dejé caer en el sofá y me quedé mirando al vacío.

No debía estar aflojando el ritmo durante las horas de trabajo, pero no hay

manera de que pudiera centrarme en ir sobre las tareas ahora. ¿Era Aidan

realmente un vampiro? No lo había visto durante el día, no le había visto comer,

pero no se parecía a los compinches de Drácula habituales en la televisión. Por

un lado, no llevaba un manto. No se convierte en un maníaco chupa sangre a

medianoche. Y parecía que viajaba en coche en lugar de hacerlo él mismo a

los lugares. Por supuesto, no había la más mínima posibilidad de que los vampiros

no vayan con el tiempo y se adapten a las comodidades del siglo XXI. ¿Quién

no preferiría dormir en una cama que en el espacio confinado de un ataúd con

102

la migraña que induce el olor de la madera de uñas? Pero ¿qué tan probable

era eso?

Suspiré y me levanté de un salto, deseosa de saber si Aidan tenía un oscuro

secreto. Golpeé las escaleras hasta el segundo piso y abrí bruscamente una

puerta tras otra, saltando la habitación de Rebecca. No era mi punto mirar allí,

porque sabía que no encontraría más que un armario lleno de ropa vieja.

Había otras cinco habitaciones en total, cuatro desnudas de muebles y una

con llave. Poniéndome de rodillas, miré a través del candado. El que estaba allí

se había encerrado por dentro y olvidado la llave. Tirando con todas mis fuerzas,

sacudí la puerta, pero no se movió. Bueno, fue mi respuesta, a continuación. No

se puede bloquear una puerta desde el interior a menos que estés allí. ¿Había

besado a una criatura de la noche? ¿Era el cadáver viviente real? Debería

buscar en Internet e imprimir una guía de cazador de vampiros, así que tenía

todo el derecho a saber los lugares donde darle una patada. Solté un bufido, la

ira se acercó a mí. Esa mañana me pareció que Aidan era una mejora más

egocéntrica, Cameron estaría satisfecho de sí mismo. Vaya, si yo hubiera estado

mal. ¿Por qué podría no sólo conocer a un chico normal para un cambio?

Preferiblemente uno que no ama a su coche más que a mí, o uno que no

necesitaba sus cinco litros al día en forma de infusiones de sangre. ¿Era mucho

pedir?

Después de regresar a mi habitación, saqué mi teléfono y salí de la casa por

la puerta trasera de la cocina, con la esperanza de encontrar recepción. No

había nadie, así que salí por las puertas unos pasos hacia abajo a la calle hasta

que un bar apareció en el indicador de recepción. Temblando, presioné dos

para marcado rápido.

El número de Dallas con la esperanza de que todavía estaba en Inverness y

se podía levantar. Su costumbre, estúpido James Bond 007 era la voz que me

saludó, me informó que estaba en una misión secreta con una chica caliente.

Puse los ojos y le dejé un mensaje pidiendo que devuelva la llamada,

entonces consideré brevemente llamar a Cameron cuando me acordé de todos

los estragos de que no le había enviado un mensaje de vuelta todavía. Podía

esperar un poco más de tiempo porque había asuntos más urgentes en mi

cabeza, al igual que considerar la posibilidad de empacar mis maletas y

largarme fuera de allí. Cualquier persona en su sano juicio saldría por la puerta

más cercana, pero no era mi estilo. Nunca había respaldado una buena

103

confrontación. Después de que Aidan me engañara con besos, sentí que tenía

todo el derecho a darle un pedazo de mi mente.

La espesura de mi derecha crujió. Lo ignoré hasta que oí el sonido de unos

pasos que se acercaban.

Alguien puso una amplia mano sobre mi boca. Giré bruscamente, mirando

directamente al tono negro de los ojos de Connor.

—Ni una palabra —susurró.

El pánico se apoderó de mí. Él pareció perderse de que estábamos en el

medio de la nada. ¿Quién iba a escuchar mis gritos? Y entonces todo el absurdo

de la situación me vino. Esta persona había estado escondida en los arbustos a

pesar de que, como amigo de Aidan, podría haber sólo tocado el timbre y abrir.

Yo gemí bajo su fuerte agarre. ¿Podría este día ponerse más extraño?

—Veo que Aidan se está volviendo descuidado. Debería haberte advertido

de no salir de la casa —Connor me empujó hacia delante, pero no aflojó su

agarre—. Tú vienes conmigo.

Mi mirada escudriñó la zona, teniendo en el asfalto resbaladizo por el rocío.

Cualesquiera que fueran sus intenciones, había un sentimiento de que Aidan era

el inofensivo de los dos. Dio un paso adelante y se detuvo, sacudiendo mi

cabeza.

—¿Qué?

El canto de la voz de Connor traicionó mi irritación. Hice un sonido de arcadas

que apenas encontró forma de salir de mi garganta, pero fue suficiente para

que Connor aflojase su apretón sobre mi boca.

—¿Mejor ahora? Muévete, entonces.

Cerré los ojos, rogando por ayuda, a pesar de que no conocía a nadie que

viniera a rescatarme. Por el rabillo de mi ojo, vi el movimiento. Una fuerte ráfaga

de viento dispersó una pila de hojas caídas. Alguien me susurró al oído, y por un

momento pensé que era Connor, hasta que me di cuenta de que no reconocía

la voz, ni entendía las palabras. Sin pensarlo, abrí la boca tan fuerte como pude

mientras pisaba fuerte el pie de Connor. Él gritó, tirando de su mano, y luego

cayendo como si alguien lo golpeara en la cabeza. Mirando hacia mí, se puso

de pie y dio un paso cuando salió volando hacia atrás, un gemido escapó de su

104

garganta. Con un gruñido, se desplomó contra un árbol. Su cuerpo se sacudió

un par de veces, como si algo o alguien lo mantuviera golpeándolo. Miré, con

los ojos muy abiertos, incapaz de mover las piernas. ¿Qué estaba pasando con

el chico?

Algo me susurró al oído para alejarme de allí antes de que Connor

despertara. Salí corriendo hasta la calle a través de las puertas hacia la casa. No

me atreví a parar hasta que llegué a la puerta principal, cerrándola detrás de

mí, luego fui bloqueando la puerta de atrás, pero sabía instintivamente que

Connor no me seguiría. Me imaginé que él no había estado acechando fuera

de la puerta, ya que era más divertido rompiendo y secuestrándome desde el

interior de la casa. Aidan le había llamado amigo, pero eso es un término relativo.

Su definición de la amistad probablemente difería mucho de la mía. Sentí que

había algún tipo de temor que mantenía a Connor entre la propiedad de Aidan.

Temblando, me serví un vaso de agua, derramando la mitad de ella cuando

regresé a la seguridad de mi habitación, todavía meditando.

Pasé el día empacando mis cosas y revisando mi teléfono en el cuarto de

lavado en el que tuve recepción, saltando a cada sonido. Dallas no llamó.

Decirle a mis padres o a Cameron sobre la situación, estaba fuera de discusión.

¿Quién me iba a creer? Además, no estaba interesada en poner en riesgo sus

vidas.

En los primeros signos de oscuridad, agarré el rosario que mi madre me dio y

me dirigí hacia la cocina para esperar a Aidan. La cruz era pequeña, apenas

más grande que la uña, pero aumentó mi confianza, inculcando un sentido falso

de seguridad en mí. Me serví un vaso de agua, le hablé al Señor.

La oración y la cruz sumergida en él. Era lo más cerca que estaría del agua

bendita, pero pensé que era una oración, con o sin un vicario para decirla.

La puerta de la sala se abrió y se cerró, y los pasos de Aidan se oyeron por las

escaleras. Furia se levantó dentro de mí a su pretensión vergonzosa. Se podría

alegar que llegó a casa del trabajo.

Sabía que se había encerrado en esa habitación, durmiendo en su ataúd, o

lo que sea.

Debería haberle dejado. Si él era un vampiro, la muerte venía con la

descripción del trabajo, pero Connor podría estar todavía por ahí, acechando

en las sombras. Por alguna razón inexplicable, completamente irracional, yo

105

confiaba en Aidan más de lo que confiaba en Connor. Si quería matarme, podría

haberlo hecho en vez de dedicarse a besuquearme sin sentido. No dejaría que

un chico caliente con un talento para tirar de las niñas juegue en contra de mi

vida.

Tomando una respiración profunda, abrí la puerta y pisando fuerte después

de él, los dedos se apretaron alrededor del vaso de agua.

106

Capítulo 11 Aidan

Traducido por Jess16

Corregido por Ale Rose

ude sentir el mal humor de Amber en cuanto abrí los ojos. Su nerviosismo

habitual se había ido, sustituido por la rabia enloquecedora, y no tenía

la menor idea de lo que estaba mal con ella. Me estiré y me levanté de

mi cama con dosel, pateando las sábanas de seda escarlata a un lado. La

preferencia por un lujoso estilo de vida era lo único que Rebecca y yo teníamos

en común. Solamente deseé haberlo sabido antes de caer en el engaño, pero

entonces, no estaría aquí con mi verdadero amor, listo para empezar una nueva

vida lejos de la corte Lore y de la amenaza que representa mi mundo para un

mortal.

La audiencia era esta noche, en el corazón de Londres. Usaría mi capacidad

para teletransportarme allí. Aunque esto me debilitara, tenía que ir y volver lo

más pronto posible porque no podía confiar en la seguridad de Amber en manos

de Clare y Kieran. Eran vampiros fuertes, pero también descuidados: Clare era

demasiado confiada de cada persona que cruzaba su camino, y Kieran siempre

subestimaba a los demás.

Me di una ducha rápida y me vestí en mis habituales pantalones vaqueros

rasgados y camisa negra, luego me transporté al camino de entrada, ricé mi

pelo casi seco y entré por la puerta principal. Era una rutina que realizaba en las

raras ocasiones en que tenía mortales alrededor, excluyendo la parte de la

belleza. Eso había comenzado sólo después de la llegada de Amber.

Amber estaba en la cocina. Olas calientes de cólera emanaba de ella

mientras su corazón latía en su pecho, bombeando de esa deliciosa sangre que

me llamaba como ninguna otra. Subí las escaleras hasta mi estudio cuando la

puerta se abrió y apareció Amber, sus mejillas enrojecidas como si se hubiera

apresurado para alcanzarme.

P

107

—¿Tienes uno de esos días cuándo todo succiona1 excepto la aspiradora? —

Sonreí y levante una ceja, reprimiendo el impulso de cogerla en mis brazos. Sus

latidos se aceleraban, golpeando contra sus costillas. Se humedeció los labios.

Me quedé mirando su boca, preguntándome si me pegaría si yo la besaba.

—Me mentiste. —Amber se acercó más y puso un dedo en mi pecho, sus ojos

muy abiertos cuando no retrocedí. Ardía furia en su mirada—. No tengo idea de

qué juego estás jugando, pero me marcho. Puedes buscar a alguien más para

limpiar tu casa.

—Wow, cálmate. —Llegué a ella. Se tambaleó hacia delante y derramó el

vaso de agua sobre mi cabeza, luego saltó de nuevo, asombrada. Miré a mi

camisa empapada, sofocando una risa—. No me digas que estaba en extrema

necesidad de una ducha. Pudiste aconsejarme en comprar un nuevo

desodorante.

—Aléjate de mí —susurró Amber. Mi sonrisa murió en mis labios.

—¿Qué está mal contigo?

—¡Sabes lo que está mal! —gritó.

No quería señalarle que yo no era precisamente un lector de mentes, así que,

a menos que fuera más específica, no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

—¡Deja de fingir! —gritó Amber, avanzando poco a poco.

Tomé una respiración profunda, de repente empecé a notar el olor que

persistía en su piel. Un gruñido escapó de mi garganta.

—¿Cómo llegaron a mi propiedad? —La agarré y la senté en la parte superior

de mi escritorio de caoba, obligándola a mirarme—. Escucha, quiero que me

digas la verdad. ¿Tú los invitaste a entrar?

—¿A quién? ¿Tus espeluznantes amiguitos? Diablos, no. —La voz de Amber

sonó sarcástica, pero no había solamente ira en su mirada. Los signos reveladores

estaban allí. Estaba empezando a confiar en mí, no importaba lo duro que

tratara de fingir lo contrario. Pero no era suficiente todavía.

1 Juego de palabras, en el original “sucks”, aparte de succionar significa también apesta.

108

—¡Te dije que te quedaras fuera de peligro! —rugí—. ¿Tienes alguna idea de

lo que podría haberte sucedido? No puedo cuidar de ti cuando estoy… —me

detuve antes de decir demasiado— …cuando me voy.

—¿Quieres decir cuando duermes? —resopló Amber—. ¿Sorprendido de que

sepa qué eres? Lo sé todo, y no me voy a quedar en esta casa por más tiempo.

Me froté la barbilla, sus palabras resonaban en mi mente. ¿Cómo lo

descubrió? ¿Tenía miedo de mí ahora? Maldita las Sombras por tratar de arruinar

mis posibilidades.

—Sabes que nunca te haría daño —dije en voz baja, centrándome en su

cabeza mientras trataba de atrapar fragmentos de pensamientos, pero lo que

parecía fácil para mí con otros mortales no parecía funcionar en ella. Podría

influir en sus emociones, pero no podía leerla. Me sentí mal por usar un truco tan

barato en ella, y sin embargo, no tenía otra opción.

Despejando mi mente, encontré su mirada, listo para guiarla sobre terreno

tranquilo de nuevo para que pudiéramos hablar, cuando noté la herida apenas

visible, extendiéndose sobre su mejilla izquierda, cerca del nacimiento del pelo.

Quien sea que le hizo daño estaba mejor como muerto. Lanzando los libros sobre

la mesa al suelo, la tomé y nos teletransporté a través de las paredes forzadas en

hierro al único lugar seguro que sabía: mi recámara. Muy suavemente, me senté

en un sofá y la puse en mi regazo. Ella protestó a medias, con los ojos llenos de

curiosidad mientras examinaba la habitación, deteniéndose un poco

demasiado tiempo en la cama desaliñada.

—¿Cómo...? —comenzó a decir Amber.

—Dime la verdad. Voy a hacer que ellos paguen aunque sea lo último que

haga. —Señalé a su mejilla, tratando de evitar que mi mente se distrajera en la

cama y lo incómodo que me hacía sentir, ya que apenas nos conocíamos.

Amber se estremeció a pesar de que no toqué la herida.

—Salí de la casa para llamar a mi hermano cuando uno de los chicos que me

presentaste la otra noche trató de secuestrarme. —Su voz sonaba tranquila y

serena, considerando sus palabras con cuidado. Estaba ocultando la verdad a

medias.

—Espera un segundo, después llegaremos a la parte del secuestro. —Levanté

mis cejas—. ¿Por qué no llamaste a tu hermano de la línea fija en el pasillo?

109

Seguramente Clare te dijo que lo usaras cada vez que quisiera ya que no hay

recepción en otro lugar.

Ella apartó la mirada, sonrojándose.

—Me olvidé.

A pesar de la gravedad de la situación, sonreí. Era una mala mentirosa, pero

linda.

—Bueno, vamos a suponer que se te olvidó, que no creo, por cierto, ¿te

olvidas también que te dije que no salieras de la casa?

—Tú dijiste que no podía caminar dentro del bosque, no quedarme dentro.

—Sus ojos se estrecharon, desafiándome.

Aspiré lentamente. No tenía sentido discutir con ella. Sólo me aseguraría de

que ella nunca saliera de casa sin mí.

—A partir de ahora te quedas en el interior, a menos que esté contigo.

—No puedes decirme qué hacer. ¿Quién crees que eres?

Se veía tan débil en su molestia, eso me hizo sentir muy frágil.

Acurruqué su cabeza en mi hombro y le susurré:

—Tú no vas a ninguna parte. Si tengo que dejarte encadenada para

mantenerte a mi lado, entonces que así sea.

—¿Por qué haces esto? ¿Por el premio? Sé que lo querías para ti mismo.

Así que las Sombras le dijeron sobre el premio también. No es ninguna

sorpresa. Puse un dedo bajo su barbilla y levante sus labios a los míos.

—¿No lo ves? Tú eres el premio. Tu don es sólo el bono. —Rocé mis labios

contra los suyos suavemente, pasando mis dedos por su pelo mientras tiré de ella

más cerca por un momento antes de soltarla bruscamente. Ella me miró a través

de los ojos entornados rodeados de largas pestañas.

—¿Qué pasa? —preguntó Amber, su voz destilaba decepción.

—No quieres esto como yo lo hago —le susurré.

110

—¿Qué? —Sonrió, con esa sonrisa perezosa que hacía que mi corazón dejara

de latir, rompiendo la cáscara frágil de mi control—. Puedo asegurarte que lo

hago.

Negué con la cabeza.

—Un día vas a entender sobre lo que estoy hablando. —Tuve que mantener

mi cita con Layla, y encontrar una manera de deshacerse esa maldición que ella

llamaba un premio.

Amber sonrió.

—No vas a tener otra oportunidad.

—No puedes irte incluso si quisieras.

—Atrévete. —Ví la determinación en sus ojos. Ella era una perdedora dolorida

tanto como una mala mentirosa. Alguien tenía que ceder antes de que hiciera

algo imprudente sólo para probar su punto.

—Está bien, tú ganas. Te creo. —Tracé mi dedo por su mandíbula, teniendo

una lluvia de ideas para que Layla conceda mi deseo. Tomarla por sorpresa era

mi mejor opción.

—Así que, cuando ibas a decirme que eres un... —vaciló Amber, claramente

incómodo con la palabra.

—¿Un vampiro?

Ella se estremeció. Gruñí bajo en mi garganta.

—Sí, eso —susurró.

—¿Tal vez después de nuestra boda?

Amber rió.

—¿Qué te hace pensar que me casaría contigo?

—¿Qué te hace pensar que tendrías otra opción?

—No me meto con chicos malos —dijo.

111

Ella acertó en eso, no siempre había sido un chico malo, simplemente desde

que Rebecca decidió hacerme su juguete personal. Era mi talón de Aquiles, así

que cambie de tema.

—¿Cómo te enteraste de lo que soy? ¿Las Sombras?

—¿El qué? —Su mirada confundida sólo reforzó mi convicción de que alguien

más debe de haber le dicho. ¿Pero quién?

—Te lo diré más tarde. Ahora, ¿a quién más le has hablado?

Levantó la barbilla obstinadamente.

—No descubro mis fuentes.

—Sabes que lo averiguaré pronto o más tarde de todos modos. —De hecho,

haría de eso mi prioridad de averiguar después de mi regreso a la corte de Lore.

—¿Tienes alguna idea de cómo van mis padres a reaccionar una vez que se

den cuenta de que mi novio es un...?

La miré fijamente. ¿Acababa de decir la palabra con n? Ella se retorció,

probablemente comprendiendo la misma cosa. La negación y la otra pelea

eran inminentes. Tenía que darle espacio para pensar, así que la levanté y la

puse a mi lado.

—Hay negocios que tengo que cuidar primero. Esta conversación no ha

terminado, sin embargo.

Me miró con recelo.

—¿Irás a la ciudad? Bueno. Puedes llevarme al aeropuerto entonces. —No

era una pregunta, era una demanda. Nadie se ha atrevido a demandar algo—

. Debería de haber llamado a un taxi en el momento que me enteré de todo

esto.

—Sí, bueno, no lo hiciste. No te hubiera dejado ir de todos modos. —Sonreí—.

No he cambiado de opinión, Amber. Quédate aquí. Clare se asegurará de que no

estás tratando de escapar.

Ella se burló, pero no discutió. Caminé la corta distancia al armario y saqué

un cinturón de cuero y la funda que até alrededor de mi tobillo, ocultándolos

debajo de mis vaqueros y un abrigo hasta la longitud de la cadera. La funda

112

sostuvo la única arma que me mantendría a salvo dentro de la corte de Lore: un

látigo de fuego. Los súcubos de Layla le temían como el infierno. Ahora, Layla

era otra cosa y más difícil de controlar, pero contaba con su debilidad por mí,

siempre y cuando no se enterara de cuánto significaba Amber para mí. En dos

zancadas volví al sofá y planté un beso sobre los labios de Amber.

—Haz lo que digo. No hagas que te persiga, porque soy muy bueno en eso y

no tendrías ninguna oportunidad.

Sus ojos brillaron con aquella determinación que seguía diciéndome que

había encontrado a mi pareja.

—No puedes retenerme aquí.

—Me atreveré y te encerraré. —La besé otra vez y estuve de pie, vacilando.

Una sensación de miedo me golpeó. Estaba cometiendo un gran error, y sin

embargo sabía que no tenía elección. Lanzando una última mirada por encima

del hombro, corrí hacia la puerta, teletransportándome a Londres tan pronto

como estaba fuera de la vista de Amber.

***

Desde el exterior, la propiedad se parecía a cualquier otra en el este de

Londres: un gran edificio rodeado de cientos de hectáreas de cemento sucio y

una valla alta. Latas de cerveza vacías y envoltorios cubrían el delgado

pavimento en el frente de la puerta. Varias chicas vestidas con faldas ajustadas,

tops y botas estaban en las inmediaciones, sus grasientos cabellos rizados por el

viento frío. Una se acercó a mí en cuanto aparecí en las sombras de un muro de

hormigón. Si le resultaba extraño que me materialice de la nada, no mostró su

sorpresa.

—¿Tienes un cigarrillo? —preguntó la chica. Estaba en sus veinte años, tal vez

menos. Su voz sonaba baja e impasible. Retrocedí por el olor acre del sudor

persistente en su piel y ropa, y me alejé cuando se cepillaba el largo cabello de

los ojos. En su muñeca brillaba un tatuaje: una serpiente negra, con la boca

abierta, torcida y enrollada como un ser vivo que viven debajo de la piel.

113

—Vete, súcubo —gruñí lo suficientemente bajo para que ella lo oyera, pero

no lo suficientemente fuerte como para levantar sospechas de los demás.

Ella se encogió de hombros y me dio la espalda, caminando hacia el otro

extremo de la pared con pasos cortos y balanceando exagerada sus caderas

huesudas. Me arrodillé, moliendo un puño en el suelo, y saltado sobre la alta valla

sin esfuerzo. Al igual que los súcubos de afuera, el propósito de la valla era

detener a los mortales de traspasarla. Los inmortales sabían que no debían

irrumpir sin previo aviso.

Corrí por el suelo oscuro hacia el alto edificio gris con vidrios rotos y ventanas

barricadas, dudé en el umbral mientras recogía mis pensamientos. Una vez

dentro, no había vuelta atrás. Pero incluso si quisiera, no podría cambiar de

opinión ahora. Layla me esperaba. Dar marcha atrás sólo enfurecería a la

semidiosa. Como la recepcionista de un doctor, ella tenía una lista apretada y

esperaba que sus visitantes cumplieran con sus citas.

Las puertas de bronce se abrieron y entré, mi mandíbula endureciéndose,

cada músculo se tensó en caso que tuviera que luchar. La sala olía a polvo y los

años de decadencia. Las antorchas daban la impresión de cientos de sombras

en movimiento a través de las paredes y las almas, simplemente invisibles a los

ojos de cualquier persona aparte de los que tienen sangre de demonio. Saqué

mi látigo de fuego y bajé las escaleras que parecían extenderse para siempre,

siguiendo las subterráneas paredes desnudas en el reino de Layla.

114

Capítulo 12 Aidan

Traducido por Nanami27

Corregido SOS por Ariannys

ncluso después de siglos de trabajo para la corte Lore, aún no estaba

acostumbrado al abrumador olor de las almas malditas que Layla mantenía

a su alrededor, torturándolas como a ella le parece, nunca mostrando

bondad. Layla creía que los inmortales que la rodeaban observaban todos sus

movimientos, esperando una señal de debilidad que pudieran utilizar en su

beneficio. Pensé que simplemente le gustaba ser temida. También era su manera

de mostrar al mundo inmortal reinado por su madre, definido por la buena

voluntad y la bondad, había terminado.

El olor a carne quemada y heridas hediondas se intensificó cuanto más me

movía. Por último, la empinada escalera se niveló y abrí la puerta a un mundo

diferente. El vasto espacio parecía una enorme cueva con altas columnas

alcanzando un límite máximo para el desplazamiento de almas torturadas.

Inmortales reunidos en grupos para observar la horripilante pantalla de

extremidades desmembradas, espeluznantes gritos y bocas abiertas, huecos de

siglos de estar atrapados entre la vida y la muerte, privados de alimento. Para

muchos miembros de la corte Lore, las imágenes ante sus ojos no eran más que

la rutina y probablemente menos memorable que una película de terror con

buenos efectos especiales.

Acelerando mi paso, no podía dejar de mirar a una madre llorando

sosteniendo su muerto en sus brazos sangrantes mientras una entidad negra sin

forma, perforó clavos en su cuerpo maltrecho. Azoté mi látigo en la entidad, una

herida ardiente formándose donde golpeé la carne. Gritó y se escabulló. Apreté

el agarre en el látigo y se volvió hacia la derecha en un espacio más pequeño,

luego a través de otra caverna hasta que llegó a la sala del trono.

I

115

El techo y las paredes aquí estaban desnudas de las almas atrapadas, pero

el ambiente me asustó de la misma forma. Cera suave goteaba de pesados

candelabros, el pesado olor a incienso impregnaba en el aire, ahogándome. Y

luego estaban las serpientes, cobras, pitones, cobrizas y qué no más,

descansando en varios divanes. Desde que conocí a Layla odiaba las serpientes,

casi tanto como odiaba a los semidioses.

Bajé la mirada y caí de rodillas, la cara presionada contra el suelo de marfil

frío. La respiración de Layla me hacía cosquillas en el cuello mucho antes de que

sus súcubos me rodearan, acariciando mi piel con dedos largos y suaves. Eran

hermosas y listas para hacer todo lo que querían los inmortales, pero mientras

que algunos visitantes se creían en el placentero cielo, sabía defenderme de sus

avances para mi propia seguridad. Con satisfacción trajeron la peste en el

corazón de los que tocaban, dibujándolos en un mundo entre el sueño y la

realidad, hasta que sus víctimas se convertían en meros cadáveres de sus

anteriores yo. Y los resultados más espectaculares se mostraban en los techos de

Layla. La mayoría de los que sabían qué le pasaba a la amante de un súcubo

pensaban que podían escapar de ese destino. Sólo un último toque y sería lo

último. Por lo general, no fue sino hasta que la realización llegó demasiado tarde.

Agarrando el látigo hasta que mis nudillos se agrietaron, me mordí el labio y

me obligué a soportar su toque. En otras circunstancias sentirían el aguijón de mi

látigo, pero no hoy, no hasta que tambaleé a Layla en mi favor. Lenguas lamían

mi piel mientras un súcubo susurró en mi oído promesas de placer. Escuchando

los suspiros y gemidos de los demonios bajos me hicieron sentir sucio e indigno de

Amber, pero controlé la ira que crecía en mi interior. ¿Cuándo Layla se cansaría

de este espectáculo humillante? Podría tomar minutos, horas, incluso días. Sólo

podía esperar a que ella estuviera en extrema necesidad de conversar, porque

yo no tenía días de sobra.

—Puedes subir y acercarte —dijo Layla eventualmente.

Con el más leve gruñido de irritación, me puse de pie y me acerqué a su trono

de oro. Ella estaba de espaldas a mí, el pelo largo y negro tirado sobre un hombro

para revelar sus gloriosos tatuajes de serpientes vivientes. Las serpientes bajo su

piel de alabastro se deslizaban, lenguas señalando, bocas abriéndose y

cerrándose. Layla pasó una mano manicurada sobre su muslo delgado y tiró de

su enorme vestido fluyendo a unos pocos centímetros arriba hasta que se montó

justo debajo de las caderas, revelando carne que no quería ver. Y entonces se

dio la vuelta.

116

Ojos verdes de gato se encontraron conmigo, astucia emanando de ella.

Una hoja delgada de tejido negro apenas cubría sus pechos, pero no estaba

tentado. Sabía muy bien lo que era: una deidad súcubo de alto rango con una

fuerte necesidad de sangre y tortura.

Me incliné, más para ocultar mi molestia que para dar mi respeto, y me incliné

a sus desnudos pies y las uñas de ellos pintadas. Las serpientes se deslizaron por

su pierna hacia mí. Me acerqué, mirando su rostro con cuidado, acogiendo

cambios bruscos de estado de ánimo.

—¿Qué? ¿Ningún regalo hoy, querido? —su voz delataba un borde afilado.

Las serpientes silbaban.

Maldita sea. En todo el caos de los últimos días, me había olvidado de lo

mucho que le gustaba un regalo. Miré a una cobra que se acercaba, listo para

patear la cosa si se acercaba.

—Lo siento por eso. Estoy aquí para verle con un asunto urgente.

Una arruga se formó entre sus finas cejas mientras acariciaba la cabeza de

la serpiente. —Más vale que sea una emergencia. He matado a otros por mucho

menos.

Dudé, teniendo en cuenta mis palabras. Pensé que podría ser más fácil

balancearlo a mi favor si creía que sus reglas se rompieron.

—Le concierne.

Layla llevó su verde mirada a mí, irritada.

—He tenido mi parte de malas noticias para el día, pero procede.

Sin soltar el látigo, me puse a verter el vino de la jarra a sus pies en una copa

delicada y se la entregué, un gesto que siempre la complacía. Como de

costumbre, ella me sonrió. Me arrodillé a sus pies otra vez, consciente de que

tenía que empezar mi promesa pronto antes de que perdiera el interés.

—No pude ganar el premio en su carrera —dije.

Se encogió de hombros.

117

—Sabes que no puedo concederte la Vista a menos que te lo hayas ganado.

Espera otros quinientos años y después vuelve a intentarlo. Tal vez tu hermano te

pueda enseñar a aflojar un poco mientras tanto.

Apreté los dientes a su insinuación.

—Mi hermano es imprudente. Y usted sabe que no puedo esperar quinientos

años.

—Siglos de alimentarte de la sangre de animal te ha hecho aburrido. Mata a

algunas vírgenes y trata de disfrutar de una verdadera bebida. Confía en mí, el

tiempo pasará volando. —Su sonrisa satisfecha me irritó. Tenía que conseguir un

agarre antes de que lo perdiera.

—No me estoy quejando de sus reglas, —Me obligué a agarrar su mano, mis

dedos cerrándose alrededor de los suyos, antes de que los liberara rápidamente,

la tentación se apoderó de mí. Amber era la única. Nunca habría nadie más.

Una serpiente se deslizó por mi brazo, sobre mi hombro. Apreté los dientes,

centrando mis pensamientos a mi plan, mientras dije—: Estoy preocupado por lo

que va a suceder cuando los demás averigüen que le permitió a un mortal a

ganar la carrera.

Apartó su pelo hacia atrás con impaciencia.

—No me importa lo que piensen los demás. Esta es mi carrera y la manejaré

a la manera que crea conveniente, al igual que mi madre antes que yo. Ya ves,

no soy en lo más mínimo parcial, querido. Mientras se sigan las reglas, el premio

es bien merecido.

Sabía que romper ese muro indiferente de un siglo de antigüedad podía

resultar no una difícil si no imposible tarea, pero no estaba dispuesto a renunciar

por el momento.

—¿Pero las reglas no dicen que ningún mortal podrá jamás ser dañado, Su

Alteza?

—El mortal está vivo y bien, ¿verdad? —espetó Layla—. Si fueran

verdaderamente mis reglas, ella también podría ser asesinada a golpes por mí.

Respiré, aliviado de que Layla no pudiera cambiar la herencia de su madre,

no importa lo duro que trataba de igualarla en fuerza. —Una vez que todo el

mundo se entere de que un mortal se está llevando el premio, ella será

118

perseguida y obligada a utilizarlo en su beneficio. Las Sombras ya han intentado

secuestrarla. Insto a despojarla de sus poderes antes de que algo le suceda.

Usted sabe que es sólo una cuestión de tiempo.

Los ojos de Layla brillaron con repentino interés.

—¿Por qué te preocupas tanto?

—No lo hago —Traté de mantener la calma. Layla estaba celosa del amor

verdadero. Si admitía que tenía sentimientos por Amber, Layla rompería las reglas

y nos ejecutaría—. Me preocupo por usted, por el destino que podría ocurrirle si

se rompieran las reglas. Por favor, reconsidérelo. —Agarré su mano de nuevo—.

Usted ha sido un poco gobernativa. Desde que se hizo cargo, el tribunal ha

estado prosperando. No queremos perderle. —Era una mentira gorda y grande.

A pocos realmente le importaría si ella desapareciera y nunca volvía.

El rostro de Layla se suavizó. Ella me creyó, absorbiendo cada palabra

engañosa. Apelando a que su ego podría hacerle cambiar de idea.

Continué:

—Despojé a los mortales de sus poderes y celebre otra carrera, Su Alteza. Para

demostrar mi honestidad y lealtad, le prometo que no voy a participar. El mortal

no sabe cómo utilizar el regalo todavía. Ella ni siquiera se dará cuenta de que se

ha ido, así que no hay peligro de la exposición.

Un súcubo pasó flotando, los pies apenas llegaban al suelo bajo corriente,

capas transparentes de gasa mientras susurraba al oído de Layla. La diosa

levantó las cejas. Con un movimiento de su mano, envió el súcubo caer contra

la pared, luego me sonrió dulcemente.

—El mortal mantiene el premio. Esta reunión ha terminado. —Me dio la

espalda, como si dejara de existir. Para ella, era un mero inconveniente estar a

sus pies como un esclavo adorador.

—Hay algo más que debo discutir con usted, Su Alteza. Por favor —dije antes

que se olvidara de mí. Layla giró, con las cejas fruncidas.

—Aquí vas de nuevo, matando el estado de ánimo —suspiró—. Que sea

rápido, entonces.

119

—La última vez que empleó mis servicios, le traje el anillo del Faraón

Tutankamón que deseaba. Además de mi salario, me prometió un favor. Tomaré

esa oferta. Esto es lo que quiero: tomar el premio del mortal de vuelta. —La miré

con ojos implorantes. Layla no podía retroceder a su palabra. Todavía

necesitaba mis servicios.

—¿Yo dije eso? —Se encogió de hombros—. No puedo recordar, pero la

respuesta es no.

Furia palpitaba entre mis ojos.

—He arriesgado todo para encontrarle ese anillo perdido. Perdí cargas de

dinero y tiempo, y apenas escapé de la muerte en el caliente sol egipcio. —

Parpadeé para suprimir mi rabia—. ¿Cómo puede decir que no se acuerda?

—Y te pagué muy generosamente. No niego que eres mi mejor cazador de

recompensas —guiñó un ojo—. Porque eso eres.

—Puede que no sea por mucho tiempo.

Apartó la mirada por un momento, entendiendo la indirecta, probablemente

teniendo en cuenta lo que estaría perdiendo en el futuro. Finalmente dijo:

—Todo mi reino está a tu disposición, pero no te puedo conceder este deseo

en particular.

Sabía instintivamente que era lo mejor que conseguiría de ella hoy, lo mejor

que alguien podría alguna vez.

—Gracias por su consideración. Voy a pasar a mi siguiente deseo entonces.

Un asiento en el tribunal de Cassandra, hija del Señor de las Tinieblas.

—¿Qué obtienes si el ángel del caos entra en la corte? —Layla parecía

divertida, pero no aversiva a la idea. No todo estaba perdido.

—Ella es una amiga. Le estoy haciendo un favor, y no al revés. Sospecho que

quiere aprender de un verdadero maestro como usted —le dije.

—Muy bien. Ella puede tener un asiento. —Layla se volvió, dirigiéndose hacia

la puerta.

Me arrastré tras ella, permaneciendo unos metros atrás.

120

—No cualquier asiento. Prométeme que la va a hacer su nueva embajadora.

—No es que su palabra valiera un comino.

—Tú le das a la palabra "muerto" un nuevo significado. Tienes suerte de que

me gusten las bellezas. Embajadora, entonces. No va a durar un par de semanas,

—Layla irrumpió por la puerta, dispuesta a torturar a la siguiente alma o lo que

fuera que tomaba deseo en estos días.

Saqué mi látigo de fuego antes de que los súcubos se acercaran e hice mi

camino fuera. Ahora iba a necesitar una buena limpieza antes de que pudiera

volver a Amber. Visitar Layla no había valido la pena el esfuerzo, pero al menos

lo intenté. Es hora de pasar al plan B.

Cadenas envueltas alrededor de mis tobillos y muñecas, tan pronto como salí

de la sala del trono. El látigo de fuego cayó al suelo mientras luchaba por

liberarme de las ataduras invisibles que me mantenían pegado al punto.

Invocando mis fuerzas, rompí de un lado a otro las cadenas y agarré el látigo,

pero las ataduras retornaron a su lugar, perjudicando mis movimientos.

Maldita ella y sus pequeños juegos. No tenía tiempo para esto.

—¿Alguna razón en particular por la cual no estás dejándome ir? —grité,

tirando duro en las cadenas—. Teniendo un poco de ansiedad por la separación,

¿no?

Layla apareció a mi lado, con una sonrisa maliciosa extendiéndose a través

de sus labios.

—¿De verdad creíste que no la olería en ti? Oh, la estupidez de los hombres

nunca deja de sorprenderme.

Gimiendo, tiré de la cadena, a pesar de que sabía que no tenía ninguna

posibilidad a menos que Layla decidiera liberarme.

—Soy un miembro del consejo de Lore. Estás rompiendo las reglas —susurré,

la ira ahogándome.

—Y, ¿no estás rompiendo las reglas al salir con un mortal? Vamos, no te

enfades. Seguramente sabías que no te saldrías con la tuya. —Layla se rió y llamó

a un grupo cercano de súcubos para llevarme. Incontables manos me

levantaron como si yo no pesara nada y me llevaron a la oscuridad completa

donde me dejaron caer sobre el suelo desnudo. Caí sobre mi espalda, dolor

121

ondulándose a través de mi cuerpo inmortal mientras las cadenas se tensaban,

cortando en mi piel como cientos de hojas de afeitar. Abrí boca, luego la cerré

de nuevo porque no le daría a Layla la satisfacción de oírme llorar para pedir

ayuda. No me importaba lo que me pasaba. Pero si algo le sucedía a Amber

mataría a todos, Layla, las Sombras, los miembros del tribunal Lore. Uno por uno,

arrancaría sus gargantas y los dejaría desangrarse hasta la muerte.

122

Capítulo 13

Traducido por Princesa de la Luna y Nanami27

Corregido por vicsibet

e asomé por la puerta justo a tiempo para ver a Aidan desaparecer en

el fino aire. Ahora sabía a ciencia cierta que él no era como algunos

de mis anteriores novios. Mis mejillas ardían. Le había dejado que me

besara de nuevo.

Seducida por el niño rico, sólo para ser empujada lejos cuando tuvo suficiente

de mí. Aparentemente cuidar los negocios en el medio de la noche era más

importante que averiguar si la atracción entre nosotros era real. Acercarse a él

fue un gran error, especialmente después de lo que me dijo Cass.

¿Cómo pensé que esto resultaría? ¿Ese Drácula y yo viviríamos en su grande

y vieja mansión felizmente para siempre? Me había estado engañando todo este

tiempo.

Aidan dijo que nunca me haría daño. Quizás no lo haría a propósito, pero los

vampiros beben sangre.

Tarde o temprano, él querría un bocadillo a medianoche. Bueno, nadie se

enredaría con mis glóbulos rojos. Incluso si pudiera contener su hambre, otros me

estaban buscando porque resolví el enigma y recogí ese estúpido premio.

Necesitaba recuperarme rápido de este mundo de fantasía y volver a mi vieja

vida dejando Scotland en este instante.

Donde quiera que fuera Dallas, los problemas lo seguían, y ahora eso empezó

a contagiarme. Sólo yo podía estar enredada en un lío como este con un

verdadero vampiro. Me froté mi cuello, mi cabeza estaba palpitando a punto

de estallar en cualquier minuto. Era el momento de salir de aquí, y rápido, antes

de que Aidan volviera y me detuviera. Simplemente porque me sentía

locamente atraída por sus rizos oscuros y claros ojos azules no le hacían un

material digno de confianza. Debería estar escondida lejos de aquí donde nadie

nunca me encontraría, ni incluso Aidan con sus habilidades de rastreo

sofisticadas de las que presumía.

M

123

Suspiré y apresuré mis pasos hacia las escaleras, lista para llamar a un taxi y

hacer una carrera para el aeropuerto cuando Kieran me detuvo en la mitad del

camino, su mano apretando mi codo.

—Vete —Luché para liberar mi brazo cuando Kieran me dejó con un

encogimiento de hombros.

—¿Tarde para una cita?

Por un momento me quedé mirándole como lucía. La piel de gallina cubría

mis brazos. ¿Él era también un vampiro? Mi mirada estaba estudiando su pálida

y blanquecina complexión, recordé su tacto frío el día que nos encontramos y

las palabras de Cass volvieron a atormentarme. Un vampiro es sexy como el

infierno. Debo haber estado ciega para no darme cuenta de que alguien tan

perfecto no podía ser humano. Quizás me debería haber colgado un collar de

ajo en el cuello antes de andar entre ellos. Bueno, eso era un mito estúpido, pero

me estaba agarrando a un clavo ardiendo.

¿Acaso el hermano de Aidan pensó que podía detenerme? Mirando la

puerta, apreté mi mandíbula. Si era necesario, le golpearía donde contaba.

Vampiro o no, se iría abajo como los demás.

Kieran trazó sus dedos en mi brazo, sus labios se curvaron en una sonrisa

satisfecha.

—Estás temblando. ¿Te gustaría un jersey, o tal vez podría subir la

temperatura?

—La temperatura en la casa está muy bien, gracias —¿Qué pensaría Aidan?

Golpeé su mano—. Sólo necesito un poco de aire fresco para ordenar las cosas.

Mi corazón está latiendo a un millón de millas por hora.

Kieran se río.

—Tiendo a tener ese efecto sobre las chicas.

—Lo deseas —Llamó Clare desde la biblioteca.

Necesitaba oír la voz de alguien normal antes de que me volviera loca.

Quizás Cameron sabría cómo sacarme de esta ridícula situación. Señale al

teléfono fijo.

—¿Puedo usar el teléfono?

124

Los ojos de Kieran se estrecharon.

—¿Así que puedes llamar a la policía y decirles que estas siendo retenida

como prisionera? Lo siento, eso no va a suceder.

—Eres increíble.

—Bueno, las chicas me lo dicen. Debería advertirte, que tengo cientos de

años de experiencia.

¿Era real? Me volví hacia él, sacudiendo mi cabeza con incredulidad.

—¿Cómo pudiste haber vivido tanto tiempo? Debes estar aburrido.

—Soy bastante bueno en esquivar las multitudes enojadas con tridentes. Y el

aburrimiento es soportable. Fue peor antes de que la televisión fuera inventada.

—Estoy fuera de aquí —dije, tirando mi brazo fuera de su mano de hierro.

—No, no lo estás. Te ataré, o te esposaré a tu cama.

Me burlé. Como sí pudiera.

—Suena tentador, pero prefiero hacer mi llamada.

—No —Negó con su cabeza, todavía divertido, irritándome como el infierno.

Le sonreí, esperando que cayera en mí engaño.

—La policía se reiría a carcajadas si les dijera que estaba siendo secuestrada

por un grupo de vampiros. Simplemente déjame contestar una llamada de un

amigo, de lo contrario él podría involucrar a las autoridades.

Kieran se mantuvo firme.

—No, y no te atrevas a salir por esa puerta porque lo sabré. Si es una

persecución lo que quieres, una persecución tendrás —Él le guiñó un ojo—. No

estoy de humor para cazar esta noche, pero Clare sí. Tú no la querrías a ella en

tu talón porque es una bestia.

Retrocedí unos pasos. No me iba a intimidar. Quizás podría hacer una carrera

pasando de él.

—No creo que Aidan agradecería que me hables así.

125

Levantando su mano, acarició mi mejilla.

—Él no necesita saberlo.

Ahora estaba perdiendo completamente sus “tornillos” o ¿por qué sino iba a

mantener el coqueteo? ¿Por qué no podía Cameron darme tanta atención? Si

solamente él supiera, seguramente habría llegado a sus sentidos. Sabría que

cometió un gran error dejándome, y pasaría el resto de su vida haciéndolo

porque nosotros nos pertenecíamos, dos personas normales viviendo una vida

normal sin demonios, vampiros o Sombras.

En dos largas zancadas llegué a la puerta cuando Kieran envolvió su brazo

alrededor de mi cintura, tirándome de espaldas.

—Él es mi hermano y voy hacer lo que sea necesario para mantenerte a salvo.

—¿Mantenerme a salvo? ¡Ja! ¿No quieres arrancar mi garganta y beber mi

sangre, maldito? ¡Si, sé todo sobre ustedes!

Kieran rodó sus ojos.

—Oh, por favor, si ese fuera el caso, ya estarías muerta.

Una mano fría tocó mi hombro, haciéndome saltar.

—No comemos de la fuente —dijo Clare —. Estás segura con nosotros. Te lo

prometo.

¿Era una promesa de una persona muerta obligatoria? Había confiado en

Clare más que en ninguno de ellos. Nunca debería haber unido el vino y la

conversación de chicas. Apreté mis puños mientras la miraba.

—Clare, ¿cómo pudiste no decirme lo que eras?

Clare intercambió una mirada con Kieran, entonces encontró mi mirada.

—¿Me habrías creído? —Ella tenía razón en eso—. Vampira o no, somos

amigas.

Solté un bufido.

—Seguro, siempre que no vengas demasiado cerca de mi aorta.

126

—¿Qué se suponía que ella hiciera? —preguntó Kieran—. ¿Invitarte a hablar

en la cena? Verías la manera en que ella hunde sus colmillos en tu carne. Puede

parecer dulce, pero sus modales en la mesa son horrendos. Francamente, me

da vergüenza cenar con ella, especialmente con huéspedes alrededor.

—Eres un idiota —Clare le dio un codazo en las costillas—. No creas una

palabra de lo que dice.

No podía superar el hecho de que Clare no me había dado el beneficio de

la duda. Todavía quería estar fuera de aquí, pero la discusión no era mi plan. Era

hora de cambiar mi enfoque.

—¿Por qué me estas reteniendo contra mi voluntad? Si quieres que confíe en

ti, deberías confiar primero en mí.

—No confío porque estas intentando escapar —Clare me pasó el teléfono—

. Nada de policía, o indicios a nadie. Rompe tu palabra y te encerraré en tu

habitación.

—No voy a llamar a la policía, lo juro —dije—, solamente necesito hablar con

Cameron —Y colarme en unos pocos mensajes ocultos. Cameron era un tipo

inteligente. Él leería entre las líneas.

—¿Tú ex? —Kieran elevó sus cejas.

Clare se encogió de hombros.

—Seguro. Sólo recuerda que nosotros no somos los chicos malos aquí.

Esperé hasta que Clare y Kieran desaparecieran en la biblioteca, luego

marqué el número de Cameron.

Golpeé mis dedos sobre el lado de la mesa, esperé a que alguien lo

recogiera. Nunca se iba a la cama antes de medianoche, siempre salía con sus

amigos, bebiendo y discutiendo por la noche. Había pensado en él en se

momento como un terrible inteligente. Mirando hacia atrás ahora, era un

aburrido, pretencioso creído. Pero amaba a Cameron, ¿o no? No era su culpa

que él supiera demasiado. Seguramente no tenía la intención de quedar como

un snob.

Sonó durante mucho tiempo antes de que una voz dormida de una chica

contestara, mi corazón se cayó en mi pecho. Eso no significaba nada. Podía ser

127

sólo una amiga. La chica dijo algo, su voz llena de impaciencia como si no

pudiera esperar para volver a lo que había estado haciendo antes de que mi

llamada la interrumpiera. ¿Qué había estado haciendo? Abrí mi boca para

hablar, pero mi lengua se atascó en la parte posterior de mi garganta. Apreté

el auricular contra mi oreja, escuchando el ruido de fondo. Los pies desnudos

daban contra las baldosas del suelo, luego la voz baja de Cameron susurró en el

otro extremo de la línea.

—¿Quién es? —Siguió una risita y la línea se cortó.

Me quedé congelada en el lugar, el teléfono todavía seguía aferrado a mi

oreja, sorprendida que al descubrir la traición de Cameron no me doliera. Mi

corazón estaba bien, mi pulso también era normal. Fue mi ego el que no pudo

hacer frente al golpe. A pesar de que una risa no tenía que significar nada, me

sentí aliviada por que las cosas terminaran de esta manera.

Alguien pasó un brazo sobre mis hombros y me llevó hacia la biblioteca. Eché

un vistazo a la hermosa Clare, a sus profundos ojos azules y el pelo brillante. Nadie

podría engañarla. Serían estúpidos por hacerlo.

Clare resopló.

—No tienes ni idea —Ella abrió la pesada puerta y se hizo a un lado para

dejarme pasar—. Lo siento, no pude evitar escuchar. Mejor averiguar más

temprano que tarde. Algo mejor podría estar acechando a la vuelta ya.

Asentí. Al entrar en la biblioteca, me encontré con la dura mirada de Blake.

¿Por qué no me di cuenta de las señales antes? Sus oscuros ojos con un brillo de

oro gritaban vampiro. Su piel tiraba demasiado sobre los pómulos prominentes.

Mi mirada escaneó sus muebles. Desee tener el privilegio de la incredulidad

como la primera vez que me reuní con ellos. La idea de uno de ellos lanzándose

por mi garganta y chupándome sedientamente me aterrorizó.

—¿Qué? ¿No hay ballestas? ¿No hay estacas para perforar mi corazón? ¿No

hay espadas para decapitarme?

Kieran sacudió la cabeza, sonriendo.

—Pensé que habías venido preparada.

Le devolví la sonrisa.

128

—¿Por quién me tomas? ¿Una cazadora de vampiros? Sólo soy una chica

corriente que gana premios y se quedó atascada en tu extraño mundo. Por

suerte, ¿Huh?

—Aférrate a ese premio —dijo Blake, sorprendiéndome—. Si las cosas no salen

como esperamos, puedes hablar con Aidan del otro lado. Puede ser la única

manera de llegar a él, una vez que esté muerto.

—Ni siquiera digas una cosa así —dijo Clare, golpeando su brazo. ¿De qué

estaba hablando? Abrí mi boca para preguntar cuando Clare susurró—:

Ignóralo. Nosotros confiamos con la llamada. Ahora es su turno para confiar en

nosotros. Pareces cansada. ¿Por qué no descansas hasta que vuelva Aidan?

Clare estaba en lo correcto. Si ellos querían matarme, lo habrían hecho ya.

Nunca me habían dado una razón para dudar de ellos. Sentí miedo lentamente

hundiéndose mientras me recostaba y cerraba mis ojos, lista para olvidar el

mundo, incluso sólo por unos minutos. Cuando mis ojos se abrieron, los demás se

sentaban reunidos, susurrando de espaldas a mí. Me senté, limpiándome el

mareo.

—¿Que está pasando?

—Aidan debería haber estado aquí ahora —La tensión en la voz de Clare era

palpable cuando empujó un plato con un sándwich de jamón y queso en la

mesa de café. Miré el sándwich, pero no lo toqué. La repentina sensación de

miedo se sentó en la boca del estómago como una roca.

—Tal vez él llegué tarde —Blake me lanzó una mirada sombría.

Kieran negó.

—El día que Aidan llegué tarde es el día que el infierno se congela.

Generalmente, es más puntual que un reloj —La serenidad en su cara me hizo

preguntar qué Aidan no me había dicho.

—¿A dónde fue? —Ellos dudaron, mirandose el uno al otro, probablemente

preguntándose si me lo decían o no.

Eventualmente Clare habló.

—Está en el tribunal Lore para ver si puede encontrar la manera de quitarte

el premio. Está intentado salvar tu vida.

129

—Ahora podríamos necesitar salvarle la vida —murmuró Blake.

Cualquiera que sea ese tribunal Lore, no sonaba como un lugar agradable.

Aidan era un gran tipo, él podía cuidarse a sí mismo, o eso es lo que yo pensaba.

Los demás no parecían sorprendidos. Mi pulso se aceleró hasta que apenas pude

respirar. Fue mi primer ataque de pánico en años.

Clare puso un vaso de agua a mis labios, sonriendo, pero no llegó a sus ojos.

—Bebe esto. Aidan nos va a matar si dejamos que tengas un ataque al

corazón.

Escuchando su conversación, bebí el líquido frío hasta que la bilis se quedó

en mi garganta.

—Voy por él —dijo Kieran—. Sabes que Layla es capaz de todo. Si ella

descubre lo de Amber… —Clare le interrumpió, sacudiendo la cabeza con

vehemencia.

—No lo hará porque no es tan fuerte como su madre.

¿Quién era Layla? Miré a uno y al otro, esperando que alguien me incluyera

en la conversación. Cuando me mantuvieron ignorada, me hundí en los cojines,

pensando que debía también esconderme en la esquina, tocando los

accesorios para muebles.

—¿Tienes pruebas? —preguntó Kieran—. Aidan siempre dice que todos la

subestiman.

—Me voy —dijo Clare. Kieran negó con su cabeza. Ella continuó—: ¡No! Es mi

culpa que esté atrapado en la corte Lore. Debería haberme quedado atrás para

ver a Amber y la casa en vez de ir a cazar durante la carrera —Esa fatídica noche

otra vez. Yo gemí, preguntándome cuando había estado oyendo de Dallas. Si

sólo llamara podía persuadirle de devolver las piedras preciosas. Tal vez eso sería

cambiar las cosas.

—La vuelta de Layla podría empeorar las cosas —dijo Kieran—. Quizás lo dejó

ir. Si él no vuelve mañana nosotros tomaremos medidas.

—¿Estás dispuesta a esperar y arriesgar la vida de tu hermano? ¿Por qué? —

gritó Blake, sorprendiéndome.

130

—Los poderes de Layla no incluyen la capacidad de matar al instante —dijo

Kieran.

—Tal vez no era Layla. Las Sombras quieren mal a Amber —Clare fue a cerrar

las gruesas cortinas, dejando a oscuras el amanecer—. Esperaré por Cass. Quizás

ella pueda ayudar.

Kieran resopló pero permaneció en silencio.

—¿Hay algo que pueda hacer? —pregunté—. Haré lo que sea necesario

para encontrar a Aidan —Apenas le conocía, pero de alguna manera sentía una

conexión. Era casi como si pudiera sentir la confusión en sus pensamientos y sentí

el dolor que siguió ondeando a través de él, ¿cómo las cadenas cortando su

carne? Me puse tensa, la mirada fija en la pared desnuda. Había algo en el

borde de mi conciencia, pero no podía comprenderlo. Con un suspiró, lo obligué

a la parte posterior de mi mente. Paranoica. Aidan estaba bien y volvería pronto.

—Ir a la cama y descansar un poco. Has pasado por mucho en un día —dijo

Kieran.

Blake asintió, con gravedad.

—Kieran está de acuerdo. Mañana, encontraremos una manera de arreglar

este lío gigante que has causado.

Había algo más en el aire, una especie de duda y anticipación. Y entonces

caí en la cuenta. Los vampiros querían que saliera para que pudieran hablar de

todo lo que escondían de mí. Sonreí y me dieron las buenas noches, y luego se

dirigieron a la puerta. Conteniendo mi aliento, apreté mi espalda contra la

pared, escuchando a escondidas.

—Layla lo matará por despecho —dijo Kieran.

—No lo hará —dijo Clare.

—Ella mató a otros por menos —dijo Kieran—. Sabes que no parece

competitiva. ¿Por qué querría mantenerlo vivo ahora que ha encontrado a su

compañera? Y no me digas que estoy imaginando cosas, porque he visto la

manera en que él la mira.

Clare hizo un ruido que sonó como un suspiro exagerado.

—Hablaré con la reina Deidre. Quizás sabría una manera de traerlo aquí.

131

—Maldita manera —dijo Kieran—. Esa chica sombra es una vil mentirosa y

manipuladora. Definitivamente querrá algo a cambio.

—Cass sabría qué hacer —dijo Clare.

—Está esperando jugar ahora —dijo Blake—. El sol está subiendo pronto.

Quité la espalda de la pared y volví de puntillas a mi habitación, evitando el

crujido de las tablas del suelo, luego cerré la puerta detrás de mí. Todavía

vestida, caí en mi cama y obligué a mi mente a pensar el modo mientras miraba

la luna desaparecer fuera.

Me estremecí cuando un grito atravesó mi mente. ¿Me estaba volviendo

loca, desarrollando la esquizofrenia? Alguien susurró mi nombre. Volviendo,

examiné la habitación. No había nadie allí. Kieran le dijo a Aidan que había

encontrado a su compañera. ¿Podría haber querido decir yo? Sonaba tan

brutal, y a la vez tan bien. De hecho lo era, si no me hubiera rendido al estúpido

plan de Dallas y robado las piedras preciosas, Aidan no estaría atrapado en

algún lugar en un calabozo, luchando contra las cadenas que no podrían matar

a un vampiro pero si destrozar su voluntad de luchar contra un destino peor que

la muerte.

Espera, ¿Cómo sé eso? Me senté con una sacudida de imágenes inundando

mi mente: Aidan encadenado a una pared, la sangre rezumando desde

profundos cortes atravesando su torso y piernas mientras formas cubiertas en

largos vestidos pinchaban sus heridas. La habitación olía a algo que hacia batir

mi estómago.

En el momento en que levantó su cabeza con un destello de reconocimiento

en sus ojos, supe que podía sentir mi presencia.

Estiré mi brazo para ayudarle, pero no importaba lo lejos que lo extendía no

lo podía alcanzar. La ilusión desapareció. De repente un cansancio repentino se

apoderó de mí, y se fue sabiendo que encontraría una manera de salvarlo de

esas cosas, incluso si significaba el sacrificio de mi propia vida. Fue todo culpa

mía, y no lo dejaría morir.

El sol estaba alto en el horizonte cuando salté fuera de la cama exhausta,

tambaleándose mi cabeza. Había sobrevivido la noche con un grupo de

vampiros en la casa. Otra noche o dos, y podría ponerles en la lista de mis

amigos.

132

Después de tomar una ducha y cambiar mi ropa, me encogí de hombros en

mi abrigo y dejé la casa a través de la puerta trasera. Clare había dicho algo

sobre esperar por Cass. ¿Podía un vampiro hacer eso? No tenía ni idea ni

intención de averiguarlo. Corrí hacia la puerta y paré delante mirando más allá

de la calle vacía y en los matorrales de los alrededores y árboles. ¿Estaban las

Sombras todavía escondidas aquí?

—Hey, chicos. Estoy aquí para hablar —Mantuve mi voz firme, ocultando mis

temblorosas manos detrás de mi espalda. Con los altos árboles a mí alrededor,

me sentía tan insignificante como la vegetación, pero sabía que no lo era.

Estaba llevando el premio que todo el mundo quería, y ahora lo comerciaría.

La calle se quedó quieta. Si las Sombras estaban alrededor, probablemente

estaban esperando que dejara la propiedad de Aidan. O se dieron por vencidos

después que el secuestro fracasó.

—Vamos, no puedes culparme por hacer una carrera por él. Al menos podrías

escuchar mi proposición. Podría hacerte volar —Sonriendo, me asomé por la

calle sinuosa. Nada se movía—. Bien, entonces. Se lo daré a alguien más.

Me senté en el suelo frío, el viento helado del mediodía se arrastraba por mis

huesos. Un resfriado no beneficiaría a mi plan de rescate. Con las Sombras no

apareciendo, no habría ningún plan, me recordé yo misma.

De pie de nuevo, me levanté de un salto y abajo para calmar la sensación

de frío en los dedos entumecidos.

—Vamos, chicos —murmuré. Una última mirada a la puerta cerrada y regresé

a casa, reacia a renunciar en mi búsqueda. Entré en la sala y abrí una libreta de

direcciones con tapa de cuero. A pesar de que a Aidan no le gustaban las

Sombras, él podría haber anotado su número de teléfono. Era algo que la gente

hacía, o eso pensaba. No me gustaba la tía de mi madre, sin embargo, todavía

enviaba una tarjeta de Navidad cada año. No es que la señora se molestara

con una respuesta.

Aparté el número de Greta y Harry, estaban las líneas telefónicas de

emergencia habituales, que se imprimían en el diario. Nada más. Fruncí el ceño

y moví el libro sobre la mesa. ¿Cómo estas personas se comunican entre sí? ¿Vía

palomas mensajeras? Me esforcé por escuchar cualquier sonido de graznido,

sintiéndome estúpida por considerar siquiera esa opción.

133

Un coche se detuvo en la grava en la calzada. Antes de que tuviera tiempo

para mirar, la puerta se abrió y Cass entró, vestida con sus típicos pantalones de

gran tamaño, lo que parecía un vestido de color naranja llegando hasta las

rodillas en la parte superior de los pantalones vaqueros y una chaqueta de estilo

militar que no sería tan mala si no estuviera quemada en varios lugares. Me

quedé boquiabierta de asombro. El traje de Cass era tan horrible que podría

fácilmente pasar como arte.

Cass sonrió.

—¿Eso crees? Gracias, amiga. —Por un minuto no registré que Cass estaba

leyendo mi mente. ¿Cómo olvidar ese pequeño detalle?—. Entonces, ¿qué estás

cocinando? —Cass se dirigió a la sala de estar y cayó en el sofá,

acomodándose—. Un rumor me dice que tu novio se ha ido.

Me senté en una silla de cuero, frente a ella.

—Fue a algún tipo de corte y nunca regresó. Clare debería estar aquí. Ella

dijo que te esperaría.

Cass se enderezó y echó la cabeza hacia un lado como para escuchar.

—No, está durmiendo como una piedra —Se dejó caer de nuevo—. ¿Estás

segura de que no estás solo corriendo por las colinas? Conoces la excusa

habitual, ir a comprar leche, cigarrillos, o lo que sea, y sin molestarse en volver.

—¿Qué?

—Oh, Dios —dijo Cass—. Veo que toqué un punto débil. No quería

demasiado. ¿Quién es Cameron?

Hice una mueca.

—Alguien que nunca quiero volver a ver.

—Estaba jugando contigo, amiga. ¿Quieres que envíe algunos demonios

para seguir a Aidan abajo?

—No es necesario. No me preguntes cómo, pero creo que sé dónde está —

Ignoré el comentario demonio. Nada me sorprendía más. Además, ningún mortal

que conocía podía leer los pensamientos y llevaba dos cuernos en la cabeza—.

En la casa de la playa, me encontré con dos Sombras.

134

—Connor y Devon —dijo Cass—. Estás jugando con fuego, amiga.

La miré fijamente. La chica era extraña, no había duda, pero también tenía

algo agradable. ¿Podría mantener mi mente dispersa así otros no averiguarían

cuál era mi plan?

Cass aplaudió con entusiasmo.

—Pruébame, pruébame, pruébame.

Oh, mierda. No tenía nada que perder.

—Quiero conocerlos.

—Guao, Aidan se fue, como cinco minutos, ¿y el tipo de al lado ya está

asomando alrededor de la esquina? Traviesa —Ella sacudió su dedo, riendo. Un

instante después, la sonrisa desapareció y parecía avergonzada—. Lo siento. No

es mi estilo ser grosera y todo. No puedo evitarlo. Es mí… —Ella negó con la

cabeza—. Hay algo, no importa.

—Tengo un plan, pero Clare y compañía no deben saber —susurré.

—Quieres que mantenga esto en secreto de los demás —Se inclinó más

cerca, los ojos brillantes, sus mejillas volviéndose en un tono rosado—. Esa es una

buena. Caos puro. Incluso mejor que el chocolate. Me gustas.

Parecía que estaba haciendo un pacto con el mismo diablo. ¿Era bueno o

malo?

—Sin duda bueno —Cass guiñó un ojo—. Podría ser tu intermediario. Aidan

me está enganchando con este genial trabajo temporal de embajadora. Sí, voy

a ser una diplomática —Sus ojos se iluminaron de nuevo—. ¿Quién lo hubiera

imaginado, no? Te voy a hacer mi primera misión.

—Prométeme que no le dirás a nadie —le dije.

Cass levantó el brazo derecho a su pecho.

—Te prometo que guardaré el secreto mientras mi disperso cerebro pueda

mantenerlo. Después de eso, es puro caos.

Sentí que era todo lo que conseguiría.

—Voy a llegar a un pacto con ellos para ayudar a salvar Aidan.

135

—Realmente te gusta. Perseguir a Layla con la ayuda de las Sombras —Cass

literalmente brillaba—. Eso va a ser un importante drama. Espero que Aidan me

consiga mi posición de embajadora para que pueda ver todo.

—Vamos a hacer esto ahora. ¿Sabes cómo ponerte en contacto con ellos?

—No quería sonar impaciente, pero algo me dijo que Cass podía charlar durante

horas.

Metiendo las piernas debajo de ella, Cass frunció los labios y se enderezó.

Cerró los ojos y comenzó a balancearse hacia atrás y adelante, murmurando

algo que sonó como un conjuro. La miré fijamente. Es evidente que los niños ricos

tenían otras formas de ponerse en contacto que las palomas.

—Eres demasiado crédula, amiga. Tienes que conocer a mi padre. A él le

encantarías —Sacó un teléfono de plata del bolso de marca de gran tamaño,

con la mirada fija en mí mientras hablaba—: Hey chicos, soy yo, escuchad… —

se detuvo y golpeó sus uñas masticadas en el muslo—, ¿todo el plan? La chica

de Aidan quiere hablar contigo. Acércate antes de que cambie de idea. Me lo

debes. Cheerio.

—¿Qué te dijeron? ¿Vienen? —Simplemente tenían que hacerlo. La vida de

Aidan dependía de ello.

Cass asintió.

—Estarán aquí en un instante. ¿Quieres que negocie? Soy bastante buena en

ello. Siempre obtengo la mejor oferta, o eso dice papá.

Negué.

—Es una oferta tentadora, pero tengo que hacerlo yo misma.

Cass se encogió de hombros y se levantó.

—Lo tengo. Sólo un consejo, ya que ahora somos compinches y todo,

permanece dentro de las puertas. Ese regalo tuyo es bastante práctico. Algunas

personas matarían por él, literalmente. Así que trata de mantenerte en medio del

fuego, ¿de acuerdo?

—Tenías razón sobre el asunto de los vampiros —dije.

—¿No me creíste? —Cass sacudió la cabeza, riendo—. ¿Ves alas de ángel en

mi espalda? Estoy lejos de ser perfecta, tal vez muy deficiente, pero no miento.

136

—Gracias por contarme. Si no fuera por ti, todavía estaría en la oscuridad.

—Nosotras las chicas tenemos que permanecer juntas —dijo Cass.

Bueno, tenía que preguntas, ahora o nunca.

—Tú no eres una de ellos. ¿Qué eres?

Cass señaló el suelo.

—¿Conoces al gran tipo de la planta baja que ama robar las almas de gente

traviesa? Bueno, ese es mi papá.

¿Su padre era el diablo? Parpadeé. ¿Por qué no? Estaba dispuesta a asumir

sobre los vampiros, así que, ¿por qué no creer en el viejo Lucifer, también?

—Esto es muy raro. Hablar acerca de cómo todo está envuelto en el mundo

de tu nuevo chico.

—El shock se acabará pronto.

Acompañé a Cass a la puerta y le di un breve abrazo, murmurando un

gracias.

—No hay problema, pero me la debes —susurró Cass. Saludó con la mano,

saltó a su enorme y negra camioneta y salió disparada.

137

Capítulo 14

Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por Garazi

terrorizada, me apoyé en la puerta a esperar. Una fuerte ráfaga de

viento me sopló el pelo en la cara. Podría llover en cualquier momento.

Me hubiera gustado haber traído un paraguas porque cualesquiera

que fueran las Sombras, quería ver claramente, no estar medio ciega mirando a

través de una cortina de agua.

Cass se fue hace sólo unos minutos, pero ya se sentían como horas. Me sequé

las manos húmedas en el abrigo y miré alrededor, sin escuchar ningún sonido.

¿Estaban las Sombras cerca? ¿Cuánto tiempo haría falta antes de llegar?

La alta figura de Devon apareció de la nada a centímetros de mi cara y me

hizo saltar. Me puse en guardia con mis puños. Un grito quedó atrapado en la

garganta.

—Amber.

Extendió la mano como para estrechar la mía a través de las barras de

grueso metal. Lo consideré, insegura de si darle la mano a través de las barras y

tocarle. Entonces decidí no hacerlo en el caso que tuviera una especie de poder

mágico bajo la manga. Devon se retiró. Si le molestó no lo mostró.

—Entiendo tu vacilación. Probablemente has escuchado cosas más que

malas de nuestra especie.

Levanté la barbilla, el recuerdo del secuestro fallido todavía vivo en mi

mente.

—No he escuchado mucho de ti. Mi opinión se basa en un encuentro

anterior.

Los ojos de Devon bloquearon los míos, el negro de su iris brillando

extrañamente.

A

138

—Me parece bien. Debo disculparme por mi hermano. Está demasiado

caliente para su propio bien. Actuó sin consentimiento de nuestra reina. Ha

recibido su castigo ya.

Había algo extraño en Devon que no pude identificar. Era demasiado

encantador, demasiado perfecto, y no creía una palabra de lo que dijo. Puse

mis labios en una sonrisa falsa, con la esperanza de que pareciera bastante

auténtica.

—Tengo una propuesta para hacer. ¿Quieres mi regalo? Estoy dispuesta a

compartirlo contigo si haces algo por mí a cambio.

No dudó con la respuesta.

—Si está en mi poder conceder tu deseo, lo haré.

No abrir y cerrar, ningún movimiento repentino, nada. Estaba claramente

espeluznante. Y probablemente mintiendo. Me estremecí interiormente, mientras

me obligué a cumplir con esa mirada negro líquido.

—Aidan ha desaparecido. Tenemos la sospecha de que Layla lo encerró. Sé

que puedes ayudar a liberarlo.

Un trueno rugió en el cielo, me hace estremecer. Las nubes oscuras se

reunieron en la distancia.

La cara de Devon permaneció inexpresiva.

—Con un jefe así, se debe considerar un cambio de carrera. Solía ser su

mascota favorita. ¿Qué le hizo enfadar?

—No importa. —Aporté un tono duro en mi voz—. ¿Vas a ayudar o tengo que

llevar mi proposición a otra persona?

Crucé los dedos en los bolsillos, orando para que él tomara el asunto. La

verdad era que no tenía ni idea de con quién más ponerme en contacto. Las

Sombras eran mi única opción.

—Lo haremos.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Devon, desapareciendo con la misma

rapidez.

—Él va a estar libre esta noche, pero tendrás que venir con nosotros.

139

Negué.

—De ninguna manera. No voy a ninguna parte contigo. Prefiero ser

alcanzada por un rayo. Basta con echar el regalo de mi mente. Pon tu mano en

mi frente y sólo sácalo hacia fuera.

—Cuándo.

Me estremecí ante la idea. Devon vaciló.

—No es así de simple.

No me gustaba el sonido de eso. ¿Iban a llevarme a algún laboratorio y

tienen un científico loco ya para mí, convertirme en un Frankenstein de hoy en

día? Un escalofrío me recorrió la espina dorsal.

Oh, Dallas, se lo pierde como siempre. Si muriera, silenciosamente prometí

regresar y afectar a mi hermano por el resto de su vida. Agarré las barras de

metal cuando me acerqué más

—Entonces, ¿cómo funciona?

Devon negó.

—Es complicado, pero te puedo asegurar que no te perjudicará. ¿Por qué

no abres la puerta y sales para que podamos hablar cara a cara?

¿Qué estúpida pensaba él que era?

—La confianza se gana.

Él arqueó las cejas.

—Esto va en ambos sentidos, hermana.

Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a llegar de nuevo, empapando mi

ropa. Devon se estremeció como si el agua le hiciera daño. Empujé mi pelo

mojado de la cara y grité por encima del aullido del viento.

—¿Estás bien aquí con la lluvia?

Él sonrió.

—¿Crees que me voy a derretir?

140

—Sólo pensé que porque eres una sombra, es posible que la luz del sol y.... -

—Moví mi mano—, no te ves cómodo. No importa. Tomas el regalo y me dejas

vivir.

Él asintió con la cabeza.

—¿Me lo prometes?

—Te doy mi palabra.

¿Cómo fue la pena?

—Una cosa más. ¿Va a doler? No soy tan buena en tratar con el dolor.

—Te aseguro que no hay dolor involucrado.

Extendió ambas manos, esperando a que yo las cogiera. No lo hice. Él

entrecerró los ojos y echó hacia atrás los brazos.

—¿Así que estás dispuesta a renunciar a tu propia vida para guardar a

Aidan?

—Es todo culpa mía. Haría cualquier cosa para ponerlo bien —le dije.

—Pero casi no lo conoces.

Él abrió la boca para decir algo, pero la cerró de nuevo.

—¿Qué? —le pregunté, irritada.

Me miró fijamente.

—Sabes que es un vampiro, ¿verdad?

¿Es que nadie más que yo echaba de menos ese pequeño detalle? La lluvia

cayó sobre mí cuando la verdad me llegó con pequeñas patadas, me había

enamorado de un vampiro de verdad, como los de los mitos y leyendas. Era una

locura, pero es verdad. Pude finalmente entender cómo una persona puede

renunciar a todo por otra persona, aunque no podía imaginarme haciendo esto

por Cameron. Entonces me llamó la atención, Aidan y yo compartimos una

conexión más profunda que cualquier cosa que haya sentido alguna vez con

alguno de mis ex. Esperemos que se él sintiera de la misma manera. Lástima que

nunca podría averiguarlo.

141

—Tu donación ayudará a toda nuestra civilización.

Puse los ojos.

—Lo entiendo. Tú estás ayudando a tu raza, incluso si eso significa matarme.

—La última oportunidad de volver atrás. ¿Estás segura del valor de Aidan?

No volverás a ver a tu familia.

¿Por qué no me aseguraba que no iba a morir, literalmente? Vacilé cuando

el aguacero se intensificó.

Aidan era todo para mí. Me gustaría hacer el último sacrificio y renunciar a

mi vida anterior. Mirando fijamente los ojos de Devon dije—: Vale la pena.

Devon asintió.

—Para mostrar nuestro agradecimiento ya veremos de poner cuidado de tu

familia financieramente.

Bueno, al menos mis padres y Dallas no tendrían que preocuparse por el

dinero otra vez.

—Ideal. Pero tendrás que mostrar pruebas de que has mantenido tu palabra

antes guardando la mía.

La mano en el bolsillo, sacó un teléfono de plata pequeño y lo puso en el

suelo húmedo, entonces empujó hacia mí, con cuidado de no tocar los barrotes

de hierro.

—Enciéndelo. En el momento en que me oigas hablar, abandona las

instalaciones de Aidan. —Señaló a la calle detrás de él—. De lo contrario está

muerto.

Cuando asentí, Devon dio la vuelta y desapareció entre los árboles. Cogí el

teléfono y lo puse en el bolsillo. Mi viejo teléfono vibró. Miré el identificador de

llamadas desconocidas, decidí que puede ser que así responda.

—He estado tratando de comunicarme contigo mucho tiempo. Usa esa

cosa más a menudo —dijo Dallas.

No parecía su habitual manera de hablar.

142

—Te dije que no tengo ninguna recepción. —Aspiré, molesta de la lluvia

sobre mí—. Eres un idiota. ¿Tienes alguna idea de lo que estoy haciendo debido

a tu plan estúpido?

—Escucha, tengo una mala noticia y una mala noticia. Tú escoges.

Sin embargo, más preocupaciones. ¿Podría mi vida ir peor?

—Dime.

—Los diamantes no valen nada.

Hizo una pausa. Cuando no respondí, él dijo:

—¿Sigues ahí?

Mi corazón se agitó en mi pecho. Si no tenían ningún valor, quizás Dallas no

los vendió todavía.

—Sí, sigo aquí. ¿Todavía los tienes?

Dudó.

—Sí, esa es la otra mala noticia. No los podía vender, ni siquiera en eBay. No

es el trato real.

—¿Me estás diciendo que los diamantes son falsos como el circonio cúbico?

—No sólo los diamantes, las otras piedras preciosas también. Qué pérdida de

tiempo, ¿eh? —Él se rió—. Pero hay más, hermana. Hay pequeños símbolos

grabados en cada piedra. Sólo se pueden ver bajo rayos ultravioleta. Bastante

extraño, ¿eh? Así que yo los hice inspeccionar por un amigo mío que dirige un

laboratorio.

Gimiendo, pateé una pila cercana de las hojas.

—¿Un laboratorio? Oh, Dallas, por favor no nos mezclamos en drogas.

—No seas tonta. Un laboratorio de ciencias, obviamente. Ahora, escucha

esto.

Aguanté la respiración y me senté.

Él era de entrar y mostrar lo grande del drama. Todos los ojos puestos en

Dallas.

143

—Sólo dilo —dije con impaciencia.

—Al parecer, son minerales desconocidos. En otras palabras, no es de este

mundo. ¡Guau! ¿Es la naturaleza o qué? ¿Puedes siquiera comenzar a imaginar?

Dejé escapar un suspiro.

—Lo creas o no, habrá alguna manera en que pueda.

—Ahora tengo una buena noticia. Iba a deshacerme de ellos cuando me

encontré a alguien que está interesado. Mi amigo viene el día de hoy para

recogerlos y llevarlos a un investigador de lo paranormal. Dice que tal vez tiene

algo que ver con el mundo de los vampiros y hombres lobo. Él ha emparejado

de los símbolos con alguna leyenda que se encontró en un libro viejo. Dice que

hay una carrera cada quinientos años o algo así. Lo que es un montón de mierda,

¿no?

¿Lobo? ¿Eran reales también? Nerviosa, me asomé a los arbustos cercanos,

envolviendo el abrigo empapado apretado a mi alrededor como si me pudiera

proteger.

—No —le grité—. No te atrevas a darle las piedras. Tráelas de vuelta. Tráelos

de vuelta ahora mismo.

—¿Para qué?

—Yo sé quién es el dueño, y ella es muy aficionada a sus piedras. ¿Me

escuchas? Es muy sentimental. Así que tráelos de vuelta.

—De ninguna manera. ¿Y si traza su desaparición de nuevo a nosotros?

Sonreí.

—Un poco tarde para eso. Hazme un favor y haz lo que te digo. Puede que

no esté aquí cuando llegues, por lo que les envuelve en algo y los dejas en la

cocina. Y Dallas, no obtengas tu libertad a costa mío, o te juro que te mato.

—¿Qué tal si....?

—No pasaría. Esto es serio —le grité, interrumpiéndolo.

—Está bien. —Dallas hizo una respiración profunda—. Puedes contar

conmigo.

144

Sí. He escuchado eso antes.

—Hey, antes de salir, sólo quiero que sepas que no importa lo loco que estoy

por ti, yo siempre te amaré.

—¿Incluso cuando me matas?

Él se rió, tomándose nada de esto en serio.

—Yo también te quiero, hermanita.

—Quieres decir que el mundo es para mí. Ojalá pudiera darte un gran

abrazo. —Traté de ocultar el temblor en mi voz—. Ten cuidado, Dallas.

—¿Estás llorando? No te pongas sentimental. Estaré ahí tan pronto como

pueda.

Después de colgar, me apresuré a entrar. Dallas llegaría pronto con las

piedras. Clare dijo que devolverlos no cambiaría nada, pero al menos tendría

esperanza. Era un juego de esperar ahora. Aidan estaría seguro pronto, y luego

le daría las piedras preciosas a él. Me cambié de ropa y tiré los pantalones

mojados en la secadora, y luego caí en el sofá y me quedé mirando la pared,

incapaz de librarme de la sensación de que no he tenido la mejor oferta. De

hecho, me preguntaba si me dieron una buena oferta en absoluto.

145

Capítulo 15 Aidan

Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por AriannysG

arias veces, me desperté para encontrar nuevos súcubos, sondeando

mis cortes y heridas. El dolor era demasiado intenso me agarré a mi

conciencia como un náufrago a la esperanza de que el rescate estaba

cerca. Pero sabía que mi rescate no podía venir por un tiempo. ¿Cuánto tiempo

tenía antes de que el veneno de los súcubos recorriera por mi cuerpo,

moldeando mi voluntad a la suya hasta que anhelaba lo que tenían que

ofrecer? No tuve ni idea y no quiero saber tampoco.

¿Dónde estaba Kieran cuando lo necesitaba? Las esquinas de mi boca

rajada ya que traté de llamarlo, aunque sabía que las palabras eran inútiles. Mis

poderes se debilitan y cualquier vínculo telepático entre nosotros se pierde en las

profundidades de la magia de Layla con infusión y mazmorras de todos modos.

Algo se movió delante de mis ojos. Enfoqué mi mirada cuando las cadenas

cortaron más profundo en mi carne. Una punzada de dolor recorrió mi cuerpo y

dejé escapar un grito, odiándome por la autosatisfacción nutritiva de Layla. El

parpadeo de una chica apareció, una pequeña figura con enormes ojos

marrones, nunca la confundiría, ni siquiera en la muerte.

Amber avanzó más cerca, casi tocándome. Los súcubos cambiaron, pero no

la vieron. Estaba soñando, ¿imaginando mi pareja? Apreté los dientes,

reprimiendo otro grito. No hay que preocuparse de ella.

Amber se puso delante de mí, un conjunto de profundas arrugas entre sus

cejas, vestidos que fluyen de los súcubos rozando sus vaqueros. Abrí la boca para

hablar en una advertencia. No vengas más cerca. No dejes que te toquen.

"Amber." Mi voz era apenas un susurro, pero si ella me viera, sentiría el peligro.

Los súcubos entre dientes, empujando sus uñas en mi carne. Una nueva ola

de oscuridad se apoderó de mí, y con una última mirada a la que quería, me

V

146

dejo llevar, ansiosamente caigo en el olvido que me regaló unos cuantos

momentos misericordiosos de paz.

***

Levanté la cabeza, esperando que la venganza volviera con toda su fuerza.

Cuando no, abrí los ojos con recelo. ¿Layla se había cansado de mí? No hay

oportunidad en el infierno. ¿Vino con un nuevo plan de forzarme a la sumisión?

Esa era la explicación más probable.

A través de mi mirada confusa noté por primera vez a los súcubos encogidos

cerca de la pared de enfrente. El reflejo de la luz de una antorcha destacó el

miedo en sus rostros pálidos. ¿Qué les asusta? La cadena en mi cuello con un

corte profundo cuando incliné la cabeza hacia un lado, rechiné los dientes por

el dolor cegador, y miré a la cara de Devon.

—No te muevas. —Los dos ojos oscuros de Devon parecían aspirar la luz de

acristalamiento terminado. Las cadenas se aflojaron un poco, pero no lo

suficiente para soltarme. Devon negó.

Dos Sombras aparecieron junto a él, una chica esbelta y un hombre alto y

rubio. Volví la cabeza, no por respeto sino para no perturbar su concentración,

para que pudieran continuar sus cosas de vudú, o lo que estaban haciendo.

Las Sombras reunidas aquí era lo último que me esperaba. Me moría de

ganas de saber por qué mis enemigos de toda mi vida estaban ayudándome,

pero me gustaría guardar mis preguntas para después. Alguien les había pedido

ayuda, y yo tenía una fuerte sensación de que no era mi querido hermano. Gemí

ante la idea de Kieran asaltando la Corte de Lore en este mismo momento,

cayendo en la trampa de Layla mientras Amber me salvó la vida. Las cadenas

se soltaron y el dolor disminuía a un nivel soportable.

—Sácalo ahora. No puedo mantenerlos en su lugar —susurró Devon.

—No voy a tocar un vampiro —gritó la chica con acento escocés, como si

yo llevara alguna enfermedad contagiosa—. Sobre todo uno sangriento. Eso es

repugnante.

147

Mientras hacía sus bromas continuó, obligué a mi cuerpo a que se pusiera en

movimiento, desplazándose a través del laberinto de cadenas ahora flotando a

pocos centímetros de distancia de mis heridas. Varias veces me acercaba

demasiado, el repentino dolor me dejó al borde de la inconsciencia. Mis piernas

cedieron debajo de mí, y me retiraron momentos antes de que bajara la

concentración de Devon, afloja y aprieta las cadenas en el aire, la celebración

de algo que no estaba realmente allí.

Me puse de pie y me volví hacia mis enemigos.

—Gracias.

Devon frunció el ceño.

—No me des las gracias, da gracias a Amber.

Miré detrás de él cuando se volvió para irse. ¿Qué tipo de acuerdo había

hecho con ellos? ¿Acaso siquiera sabía en lo que se estaba metiendo?

—Vámonos de aquí —dijo el rubio.

Los súcubos todavía silbaron, no se movieron. No tenía ni idea de cómo las

Sombras mantienen a los esclavos de Layla complacientes, pero parecía

funcionar. Con una mirada cautelosa, seguí a Devon fuera de la mazmorra a

través de catacumbas estrechas con antorchas en las paredes, preguntándome

cómo la Sombra conocía el camino tan bien. El aire viciado olía a tierra y a la

decadencia de la carne quemada y los fluidos corporales. Si las Sombras se

molestaron, no lo demostraron. La cabeza me dolía mucho. Me tragué la bilis en

mi garganta, y seguí caminando.

Una fresca brisa acariciaba mi piel. Devon aceleró el paso hasta llegar a una

apertura y salió en la noche. Me di cuenta de que estábamos fuera de Londres,

rodeado de árboles y césped. La chica recuperó un teléfono de plata de su

bolsillo y lo sostuvo a mi oído.

—Dile que hemos mantenido nuestra parte de la negociación y que estás

bien.

Al segundo timbrazo, respondió la voz temblorosa de Amber.

—¿Aidan?

148

—Sí, estoy bien. Me rescataron. Estoy yendo a casa. —Apenas tuve tiempo

para inhalar antes de que la chica me arrebatara el teléfono.

—Nuestra obra se ha hecho —dijo Devon, pero no se fue—. Tienes suerte de

que no estamos aquí para matarte.

La chica golpeó su bota en el suelo mientras me miraba, odio brotando de

sus naturales ojos negros. El teléfono en sus manos vibró. Una breve inclinación

de cabeza hacia Devon y las Sombras corrieron hacia la noche sin decir nada

más.

Me di la vuelta para inspeccionar mi entorno. A mi derecha, vías férreas se

extendían hacia el bosque, a la izquierda eran edificios de hormigón rodeados

de vallas altas. Los perros ladraban a lo lejos. No tenía ni idea de dónde estaba,

pero no había duda de que había más posibilidades de sobrevivir aquí que con

Layla en la mazmorra.

Una mirada hacia el cielo negro me dijo que era antes de la medianoche.

Tenía que encontrar una manera de advertir a Kieran del Pacto de Amber con

las Sombras, si no fuera demasiado tarde. Ignorando el dolor en mis muslos, me

dirigí a los edificios. Parecían depósitos cerrados por la noche, pero si se reunían

en un lugar, tenía que haber un teléfono. Los perros se lanzaron contra la cerca,

enloquecidos por el olor de la sangre. Vacilé un momento, luego subí la valla lo

más rápido que pude y salté hacia el otro lado, aterrizando en mis pies. Los perros

atravesaron mi carne, desgarrando los músculos y tendones de mis piernas.

Saqué mis colmillos, me giré y les gruñí, dispuesto a luchar por mi vida.

149

Capítulo 16 Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por katiliz94

lare y los demás se reunieron en la biblioteca, trazando el rescate de

Aidan, pasando por las posibilidades una y otra vez como si tuvieran todo

el tiempo del mundo. Me excusé y escapé antes de que nadie notase mi

nerviosismo. Un error, y todo podría estar perdido. Devon hizo eco de la

advertencia dentro de mi mente. Estará muerto. Negué con la cabeza,

sacudiendo el pensamiento, al mismo tiempo. No, Aidan no moriría. No si yo

jugaba con las normas de las Sombras.

La primera vez que el teléfono vibró en la lavadora, contuve la respiración.

¿Podrían tenerlo hecho ya? El teléfono vibró por segunda vez y apreté el botón

de respuesta. Levantándola lentamente a mi oído, susurré:

—¿Aidan?

No era una pregunta, era la esperanza que venía de alguna parte dentro de

mi corazón, la parte que nadie más que él podría llenar.

—Sí, estoy bien. Me destrozaron. Voy a casa, —dijo Aidan.

Quería preguntarle qué pasó, cuándo estaría de vuelta. Cientos de

pensamientos se agolpaban en mi mente, el alivio inundándome como una

ducha de lluvia de agua tibia en verano, agradable pero dejándome con el

anhelo de más. Pero en esos momentos, mi garganta estaba seca, incapaz de

formar una palabra. Y a continuación, la línea se cortó.

Habían cumplido con su parte del trato, y ahora era el momento de cumplir

la mía. Me había pasado el día entero meditando sobre mis opciones. Huir de la

casa lo más rápido que podía, rezando que los vampiros no me cogieran, o fingir

tener cosas que hacer fuera y esperar que ellos estuvieran demasiado ocupados

como para cuestionar mi palabra.

Abotonándome el abrigo, me desplace hasta las escaleras del sótano. La

puerta de la biblioteca se cerró como si intentasen impedir el espionaje. Suspiré

C

150

con alivio y aceleré el ritmo antes de que alguien cambiase de opinión y después

de todo decidiese prestarme atención. Llegué al teléfono del vestíbulo cuando

la puerta de la biblioteca se abrió de nuevo y Kieran se asomó.

—¿Necesitas algo, Amber?

Por supuesto, alguien tenía que detectarme. Confiaba en mi suerte de

mierda. Mi corazón dio un vuelco. Si él no regresaba dentro de poco, las Sombras

podrían matar a Aidan después de todo. Consideré a Kieran. Haría cualquier

cosa para conseguirlo.

Me desharía de él, incluso golpeándolo con un jarrón en la cabeza.

—No, sigue puliendo tus colmillos o lo que sea que hagáis allí.

—Chistes de vampiro. Bonito. No lo vi venir.

Vaciló en el umbral.

Oh, vamos. No tenía tiempo para sus tonterías.

—Escucha, sé que soy muy buena compañía, pero necesito coger un

sándwich y luego llamar a mis padres. ¿No deberías estar trabajando en un plan

para rescatar a Aidan, de todos modos?

Asintió.

—Ya sabes dónde estoy si me necesitas.

Esperé hasta que cerró la puerta, y luego eché a correr por la puerta

principal, porque era la manera más rápida de llegar a la puerta. Tan pronto

como salí una ráfaga de viento me sopló el pelo en la cara, lo azotó contra mi

piel. El aire olía a humedad. La noche era completamente negra, la luna se

ocultaba detrás de un velo de pesadas nubes. Mi mente estaba en alerta

máxima, mis oídos atentos para escuchar cualquier sonido que pudiera romper

el profundo silencio. La casa permaneció tan silenciosa como la noche.

Por un momento, consideré tirar el teléfono para ver por donde salir, pero no

me atreví en caso de que alguien viera la luz. Lanzando una última mirada por

encima del hombro, me precipité hacia la puerta.

Varias veces me tropecé cuando los tacones de mis botas se hundieron en

la grava. En el momento que pasé por la puerta supe que las Sombras estaban

151

esperando aunque no se manifestaron hasta que entré varios metros por la

carretera.

Una joven, alta, de pelo largo y oscuro, entró en el camino y me agarró del

brazo como para guiarme hacia las luces a lo lejos. No perdí esa mirada fugaz

de lado que me dijo que la chica tenía miedo de lo que podría ocurrir si su

misión fallaba. Lo que fuera que las Sombras querían con alguien que podía ver

fantasmas, probablemente iba más allá de los intereses de un mortal en el más

allá.

Tan pronto como llegamos a la SUV negra, alguien abrió la puerta, y luego

iluminó una linterna en mi cara. Entrecerré los ojos contra el brillo deslumbrante

murmurando:

—Sí, estás secuestrando a la persona deseada.

Salté en el asiento trasero. La chica se sentó a mi lado, sonriendo aliviada de

que yo quisiera cooperar. ¿Tenía otra opción? Hice una mueca y di la vuelta, mi

corazón latiendo en mi pecho mientras el coche salió disparado. Las cejas del

conductor de pelo rizado y grueso eclipsando negros ojos —me miró a través del

espejo retrovisor. ¿Debía guardar silencio y atender por mi propio bien? No, ese

no era mi estilo. Además, si querían matarme lo habrían hecho ya.

—Hola. Es probable que no me conozcas. Soy Amber, en carne y hueso. La

orgullosa ganadora del codiciado premio y una gran bolsa de joyas de valor.

Veo que he ganado un viaje gratis al Mundo de las Sombras. —Me detuve, el

corazón tamborileándome en los oídos—. Teniendo en cuenta mi valor, espero

que me des complaciente un hotel de cinco estrellas.

—Felicidades por ganar el regalo. Eres la más lista de todo el mundo, —dijo la

chica.

Sonreí.

—Aplausos no, por favor. Pero me alegro de ver que no eres mala perdedora.

—Es muy amable de tu parte compartir, —dijo la chica.

Sonaba como si se creyera cada palabra. ¿Hablaba en serio?

—Como si tuviera elección. Pero sí, voy a jugar bien.

152

La carrera se juega cada quinientos años. Evidentemente, yo nací en el siglo

equivocado.

—Entonces, ¿qué pasó con la limusina, el caviar y el vino? Desea viajar con

estilo cuando gane un viaje. Estas vacaciones ya soplan.

—Cállate, —dijo el conductor.

La chica me lanzó una mirada de disculpa. ¿Quién hizo al idiota pensar que

lo era? Nadie me decía que me callara.

—Así que, chicos, ¿queréis que lo intente y convoque a un espíritu, o algo así?

Moví las manos temblorosas en el aire.

—¿A quién voy a evocar? ¿Elvis? ¿Marilyn Monroe? Vosotros sabéis el

nombre.

—No, —dijo el conductor.

¿Un gato asustadizo? Sonreí.

—Si hay algún espíritu de la luz que desee comunicarse, por favor date a

conocer. —Nadie respondió. Me toqué la frente—. Espera. Puedo sentir una

presencia. Sí, es fuerte. Algo con P. —Miré el conductor—. Alguien teniendo una

tía con el nombre de Petunia o Prudencia.

—Angel, hazla callar ahora, o de lo contrario será..., —el conductor silbó

hacia la muchacha.

—Hazlo y voy a convocar a Bruce Lee, —le dije.

—Hemos de tener tranquilidad para un cambio, —dijo el conductor.

—Mira lo que has hecho. —Le espeté—. Rompiste mi concentración y ahora

el vínculo se ha cortado. Ahora tu tía nunca sabrá que estás bien.

La muchacha se inclinó hacia mí susurrando:

—Yo soy Angel, por cierto. Mi madre tenía un muy extraño sentido del humor.

Whow, ¿me mandaron a alguien llamado Angel que me ayude a sentir

cómodo? Angel, como una alado blanca ¿es una felicitación del más allá?

Ahora tenía miedo.

153

—Este no es el lugar para esto, —continuó Angel.

—Tienes razón. Nos falta el ambiente adecuado. Acabo de rodar por las

ventanas por lo que tenemos el efecto del viento. Tal vez uno de vosotros tiene

un encendedor que podría sustituir a las velas. Y comenzaré a llamar a nuestros

amigos. —Levanté una mano—. Esperad. Los espíritus están hablando de nuevo.

¿Necesito qué?

Angel ladeó la cabeza y susurró:

—¿Te están hablando ahora?

Cerré los ojos y sacudí la cabeza.

—Shhh. Están pidiendo con mucha claridad artículos específicos.

Empecé a balancearme hacia adelante y hacia atrás, casi sin poder reprimir

la risa.

—Espíritus lo sentimos, continuad. ¿Este ritual no se puede realizar sin qué?

¿Joyería espantosa? Es una solución fácil. El conductor lleva puesto el anillo más

horrible que he visto en mi vida. Muy asiático, un reúne rap gangsta. ¿Y qué más?

Habladme, espíritus. —Me sacudí con fuerza—. Se necesita que el intermediario

lleve una bufanda brillante, grandes pendientes de aro y ropa gitana. Bueno,

está bien entonces. Pronto estaré en contacto. Gracias por uniros a nosotros e id

en paz. —Abrí los ojos y miré a Angel—. Quieren una bola de cristal, también.

El conductor negó con la cabeza.

—De todas las personas, ¿cómo acabaste tú con el premio?

Me eché hacia atrás y sonreí a la chica impresionada, orgullosa de mi

rendimiento. Puede que no valiese la pena para un Oscar, pero un día me daría

un plazo para su dinero.

—Hablar con los muertos drena a una chica. ¿Alguien tiene un bocadillo?

—¿Es lo mismo hablar con los muertos que salir con ellos? —Preguntó el

conductor, con sarcasmo.

Un golpe bajo de un pequeño hombre sarcástico. Sólo tuvo que remachar el

clavo de que Aidan había muerto. Me encogí de hombros y le devolví la mirada.

154

—Aidan está más reducido de la muerte que lo que tú lo estarás en vida. —

Apretó más la boca. Angel se rió.

Condujimos en silencio por un tiempo, antes de que yo preguntase:

—¿Adónde vamos? —La mirada del conductor se endureció. Angel dio a mi

mano un apretón tranquilizador. Hubiera sido más reconfortante saber a dónde

nos dirigimos.

La luna se había elevado a una gran media luna en el cielo. Apoyé la cabeza

contra la ventana y me asomé para ver los árboles que pasaban. Parecía que

viajábamos al norte a lo largo de la costa. Cada pocos minutos, pasábamos por

una casa o dos, apenas más grandes a una casa de campo con paredes

encaladas. Después de un tiempo, todo lo que pude ver era la vegetación

extendiéndose hasta lo infinito.

El coche dio un brusco giro a la derecha en terrenos sin pavimentar, a

continuación, se detuvo frente a unas puertas altas. El conductor señaló con las

luces y las puertas se abrieron para dejarnos pasar. La calle se enrolló varias

veces antes de que el conductor se detuviese y apagase el motor. Al abrir la

puerta, Angel me indicó que la siguiera.

El viento revolvió las hojas caídas en el suelo. Las luces traseras lanzaron un

suave resplandor en las alturas de los muros de piedra que parecían fundirse con

la montaña de detrás. Angel parecía conocer los alrededores a su manera

cuando pasó la mano por la pared degradada como buscando un perno o

captura que podría abrir una puerta.

Suspiré, irritada.

—Sabes, cuando pienso en premios me imagino tumbada en la playa, no

yendo de excursión por el bosque en la noche. Eso es cosa de Clare. —Angel rió,

pero no respondió.

Me froté las manos para combatir el frío que se arrastra lentamente por mis

huesos. Mirar en las impenetrables sombras de los árboles y matorrales me ponía

incómoda. Lo que fuera que fuese este lugar, no parecía que alguien

encontraría aquí. O a mi cuerpo. Dispuestos a seguir, aparté los ojos de la pared

y me centré en Angel. Ella era unos centímetros más alta que yo, y vestida con

vaqueros ajustados y una chaqueta fina. Su pelo negro azabache estaba atado

en una cola de caballo, sus rasgos estaban escondidos en la oscuridad.

155

El sonido de un tornillo oxidado raspando el metal resonaba en algún lugar

dentro. Un momento después, una abertura apareció en la piedra.

—Asegúrate de tomarte tu tiempo, —dijo Angel mientras señalaba que la

siguiera dentro de la montaña.

Una voz masculina resopló detrás de la puerta.

Miré a la cara oculta, tratando de distinguir sus rasgos.

—Sabe que podría evocar a tu tío Jack o al abuelo Henry.

El guardia volvió a resoplar.

—Está bien, entonces. Tú te lo pierdes.

Me encogí de hombros. Si pudiera comprometerlos en una pequeña

conversación, podría ser capaz de convencerlos de que me dejasen ir. Pero

estas personas no tenían sentido del humor en absoluto.

—¿Alguien quiere una buena historia de fantasmas?

—Vamos. Hay que ponerse en marcha, —susurró Angel, tirando de mi manga.

La abertura estrecha se estiró en un túnel que llevaba al interior de la

montaña. Angel me guió adelante, me advirtió antes de cada turno. Susurros y

cantos bajos resonaban en los pasillos. Cuando mis ojos se acostumbraron, pude

distinguir los detalles: un techo bajo, lo que parecían bombillas en las paredes

que nadie se molestó en encender, y otros pasajes estrechos que la nuestra

cruzaba. Al darme cuenta de que estábamos en un laberinto, creado para

hacer imposible el escapar, me estremecí. Aunque me las arreglara para

deshacerme de Angel, nunca encontraría mi camino.

Dimos unas cuantas vueltas hasta que llegamos a un pasillo con varias

puertas. Angel abrió una y me mostró una habitación iluminada con velas.

—Las velas son agradables. Podríamos tener una sesión de espiritismo, aquí y

ahora, —dije, mi corazón latiendo a un millón de millas por hora.

—Puedo llamar a algunos amigos para una gran fiesta.

—Sinceramente, todo esto de hablar de las personas fallecidas me está

asustando, —dijo Angel.

156

La miré.

—Me secuestraste a causa de esta capacidad.

—No yo. Los ancianos.

Angel me miró con curiosidad. Tuve el presentimiento de que ella quería

hacer algo, pero no se atrevió. Tal vez su amistad no era una mala idea, porque

estoy segura de que podría hacerme con una aliada.

—¿Qué estoy haciendo aquí?, —pregunté.

—Los ancianos van a utilizarle como un medio.

—¿Qué?

Me reí.

—No soy un Whoopi Goldberg. Estaba jugando en el coche cuando en

realidad no tengo ni idea de cómo funciona este regalo. Nunca pensé en mí

misma como la persona que condujese a una loca sesión de espiritismo para

comunicarse con los espíritus en un cuarto oscuro, con velas encendidas y todo.

¿Cómo podría explicarle que yo ni siquiera creía en fantasmas hasta que vi a

la señora con el cochecito cruzar la calle? La idea de hablar con los muertos me

asustaba a lo grande. ¿Y si me poseían y empezaba a hacer cosas santas? Vi El

exorcista en más de una ocasión. La cabeza giratoria, una voz espeluznante, y

el vómito verde no eran lo mío. Aidan no encontraría eso particularmente

atractivo.

—Puedes estar aquí antes de la reunión de mañana por la mañana, —dijo

Angel.

¿Una reunión, o levantar a algunos zombis? Un sentimiento de inquietud se

instaló en la boca del estómago. Reí, tratando de esconder mi temor.

—¡Oh, qué bien! Molletes y café, espero.

Angel me lanzó una mirada de disculpa y señaló la estrecha cama cerca de

una pequeña ventana.

—Esto es la hospedería. Probablemente obtendrás una habitación mejor, una

vez que los ancianos encuentren que seas digna de ella.

157

Me estremecí.

—No sé lo que mi buen regalo va a ser cuando me vuelva a encontrar en un

gran cubo de hielo por la mañana.

Angel sonrió.

—Tenemos cinceles.

—¿Hay alguna posibilidad de conseguir una complementaria taza caliente

de té, café, o chocolate caliente? —Rodé los ojos—.Déjame adivinar, una vez

que me lo merezca. Que timo.

—Hay una jarra de agua en la mesa. Te veré por la mañana.

Angel se fue, cerrando detrás de ella.

Un olor a humedad flotaba en el aire. Recorrí la habitación. Estaba seguro de

que no era el Four Seasons. Diablos, ni siquiera era un albergue juvenil. No había

menta en las almohadas. No había flores para arreglar el lugar. Ni fantasía en el

fondo de las pantallas para darle una sensación hogareña. Y lo peor de todo es

que era muy pequeña, por no hablar de la congelación.

—¿No podría brotar el calor? —Murmuré mientras envolvía el abrigo

apretado a mi alrededor.

¿Y dónde estaba el cuarto de baño? Incluso las celdas contaban con

servicios higiénicos. ¿Hospedería? Más materiales como la celda de un

manicomio. Las únicas cosas que faltaban eran las barras de metal de la

ventana. Esperaba estar en la cama para inspeccionar la ventana. Era

demasiado pequeña para pasar por ella, pero podía ver el bosque

extendiéndose en la distancia. Debíamos de haber entrado en la montaña.

Incluso si tuviera una linterna dudaba que encontrara una forma de salir de este

lugar, entre otras cosas porque mi sentido de la orientación era malísimo. De

vuelta en Londres, que todavía estoy en el tren equivocado la mitad de las

veces, incluso con un mapa.

A pesar del frío, me encogí de hombros en mi abrigo y me saqué las botas, y

luego me metí debajo de las mantas, lista para actuar en contra de mi mejor

juicio y dormir un poco. La imagen de Aidan se presentó ante mis ojos. Parecía

preocupado, pero seguro. Eso sin duda hacía que mi situación actual valiera la

pena. Ansiosa por dormir, cerré los ojos, pero no podía dejar de rodar durante

158

mucho tiempo, dando vueltas mientras seguía haciéndome la misma pregunta:

¿Cómo podría encontrarme Aidan aquí?

***

Una luz tenue se filtró a través de la ventana de barro. El sol estaba alto en el

horizonte, pero los rayos de la mañana eran casi tan fríos como el viento. La

manta pesada se sentía como el hierro frío, apretaba el aire de mis pulmones. Si

no me conociera mejor, juraría que estaba en la Antártida y que los pingüinos y

osos polares se asomarían por la puerta en cualquier momento. Los recuerdos de

mi gigante sala de lujo, hojas de lavanda y la colcha caliente me golpeó con

toda su fuerza. Hable acerca de pasar de la riqueza a la pobreza. Está bien,

técnicamente eran las riquezas de Aidan, pero aún así me hubiera gustado que

estuviera aquí para acurrucarse y mantenerme caliente.

Pero no lo estaba. Tomando una respiración profunda, pateé las sábanas a

un lado.

Una estrecha franja de luz cayó sobre mi abrigo negro, que había envuelto

en el respaldo de una silla después de mi llegada. Me apreté en él, lo abotoné

hacia arriba por la parte delantera, y probé la puerta. Estaba abierta. La chica

de la noche anterior —Angel— vestida con vaqueros ajustados y una gruesa

chaqueta crema, el pelo negro peinado hacia atrás en una cola de caballo, se

apoyaba contra la pared. En cuanto me vio, sonrió.

—¿Dormiste bien?

En el deslumbrante brillo, me di cuenta de que parecía apenas mayor de

quince años.

Asentí con la cabeza y examiné el pasillo a ambos lados. Mi ánimo se redujo.

El aire olía a rancio. Los pasajes parecían todos iguales: de piedra gris, suave por

todas partes con bombillas desnudas colgando desde el techo. Nada

destacaba. Incluso si Aidan lograba encontrar este lugar, nunca iba a encontrar

su salida, una vez que entrase.

Angel siguió mi mirada.

159

—Si yo fuera tú, no intentaría correr. No llegarías lejos.

Sonaba factual, como si no fuera la primera vez que daba este consejo.

Levanté las cejas.

—¿En serio? ¿Por qué es eso?

—Está fuertemente custodiado el perímetro.

Una vacilación cruzó en el rostro de Angel. Guardó claramente algo para sí

misma.

—No solo hay Sombras vigilando este lugar, ¿verdad?

Angel sacudió la cabeza, evitando mi mirada.

—Tienes parte de razón. Vamos. Te conseguiremos el desayuno antes de la

reunión.

Asentí, sintiendo que no me diría más, incluso si yo insistía.

Pasamos por varios pasillos de piedra hasta llegar a un espacio abierto, con

paredes encaladas, mesas y sillas, y enormes arreglos florales en fila a lo largo de

una pared. Varias Sombras dejaron su charla y nos miró, ceño fruncido, los platos

delante de ellos ahora olvidados. Mi estómago batido en el aroma de las

tostadas y café recién hecho.

—Nos ha salvado la mejor vista de la casa. ¿Por qué no te sientas?

Angel señaló una mesa cerca de una ventana de gran altura con un paisaje

espectacular de los bosques abajo.

—Creo que nos traeré el desayuno.

Estábamos a cientos de pies sobre la tierra, pero ¿cómo puede alguien

construir un lugar como este en una montaña? Me senté y examiné la

habitación. Hiedra crecía fuera en las paredes de arenisca agrietadas. Varios

pilares de mármol oscuro apoyados en el techo alto. Una pintura al fresco que

representaba un reloj de sol colgaba de una de las paredes junto a las gárgolas

de piedra cubiertas de símbolos antiguos, cuadros de batallas y dragones. Me di

cuenta de que había sido secuestrada por una civilización que se había

mantenido en secreto durante miles de años. Mi destino estaba sellado. ¿Dónde

160

estaba Aidan cuando más lo necesitaba? Probablemente consiguiendo un

buen sueño de día en su cómoda mazmorra de vampiro.

Angel regresó con una bandeja de desayuno con cruasanes, mantequilla y

crema, y luego desapareció otra vez para coger el café.

—Espero que sea lo que por lo general tomas, —dijo en cuanto se sentó,

empujando un plato en la mesa.

—¿Es esto seguro para comer? ¿No hay veneno en la jalea?

Tomé un sorbo de mi café, mirando el croissant cuidadosamente.

—¿Te gustaría cambiar de bandejas?

Angel empujó el plato hacia mí. Negué con la cabeza.

—No, gracias. Lo siento, pero mis nervios están de punta.

Angel tomó un bocado de su panecillo y señaló a la montaña abajo.

—Hermoso, ¿no es así? ¿Tienes algo como lo de aquí?

¿Estaba bromeando?

—Me quedé inmóvil durante toda la noche. La espalda me está matando.

Quiero ir a casa, y me da miedo la muerte. Pero supongo que la vista hace que

valga la pena.

—Eres graciosa, —dijo Angel.

Sonriendo, tomé otro sorbo de mi café.

—Realmente no estaba bromeando, pero sí, es agradable. Es muy diferente

a cualquier cosa que he visto nunca.

—Vivir con la misma gente pierde su atractivo después de un tiempo. —Su

voz tembló—. Es extraño.

Nos quedamos en silencio cuando un hombre alto, de ojos negros se acercó

para encender un fuego en el interior de la chimenea de mármol.

Las llamas comenzaron a saltar con avidez sobre el cristal que las rodeaban,

abriendo paso en los registros. Volví a la conversación.

161

—No pareces feliz.

Angel se echó a reír.

—¿Qué? ¿Qué te hace pensar eso? No tenía a nadie antes de venir aquí y

estoy dando gracias por todo.

Se inclinó hacia delante y miró por encima del hombro, bajando la voz.

—Sé que no eres como ellos. Eres mortal.

—¿Cuál es su problema?

Angel sacudió la cabeza, sus enormes ojos marrones llenos de algo que no

pude identificar.

—No puedo decirle nada a nadie. Pero entiendo el miedo que debes estar

pasando porque yo estuve en una situación similar hace unos años.

—¿También eres mortal? —Le susurré, de repente me di cuenta de la vena

azul en su cuello, y las pecas en la nariz. No tenía la misma piel libre de

imperfecciones que los demás. No había error: Era un ser humano.

Angel asintió.

—Sí, como tú, menos la capacidad de fantasía.

—Debes de haber sido condenado por, no sé, robar la tienda de dulces local.

¿Qué hiciste en veinte años de vida?

—Me eligieron para vivir entre ellos. No se me dio una alternativa porque mi

—Angel dudó— amigo vive aquí.

Por lo tanto, la chica se enganchó con una Sombra. Eso era incluso más

monstruoso que salir con un vampiro.

—Tal vez podríamos salir de este antro juntas, —le dije.

A pesar de que infundí un alegre tono en mi voz, esperaba que tomara mi

sugerencia en serio.

—Has puesto los ojos en una ciudad que sólo un puñado de seres humanos

ha visto en miles de años. No iras a ninguna parte. —Angel se inclinó hacia

delante y susurró—: Me gustaría poder ayudarte, pero no puedo dejarte escapar.

162

Apuró el último sorbo de café y apuntó a mi croissant virgen.

—Debes comer. Puede llevar un tiempo antes de que alguien piense en la

alimentación de nuevo.

—Incluso los prisioneros reciben pan y agua.

—No aquí. Estas personas casi nunca comen. En pocos días, habrán olvidado

que eres mortal. Estás atrapada aquí con ellos para siempre.

Me di cuenta de que era mucho, pero la posibilidad de no ver a Dallas, mis

padres o a Aidan de nuevo, no era atractiva.

—Hice todo esto por alguien que realmente importa. Aidan es su nombre.

Sentí que me sonrojaba sólo con decir su nombre.

—Sé todo acerca de él. Devon me puso al corriente antes de que te

recogiese. Aidan tiene que pensar que eres una heroína.

Sonreí.

—O una idiota.

—¿Cuánto tiempo has estado con los vampiros?

—¿Qué? —aspiré—. No es así. No, en absoluto. No fui un día en busca de uno,

como algunas grupees. Aidan sólo dio un poco de vino a la vida. Y yo tenía que

arruinarlo todo, tomando las joyas y consiguiendo este premio estúpido. Metí la

pata a lo grande.

Los ojos de Angel brillaron con diversión.

—¿Fue amor a primera mordida?

Tenía la sensación de que tendría bromas para rato.

—No muerde. Antes de preguntar, tampoco duerme en un ataúd. Y sí, puede

ser un dolor en el cuello. No pretendo hacerlo.

Angel se echó a reír.

—Eres muy buena. Me gustas. No he estado en torno a un verdadero mortal

en años. No te lo pierdas.

163

—Gracias.

Asentí con la cabeza, un poco incómoda. ¿Cuánto tiempo llevaba la chica

viviendo en cautiverio?

—No me dijiste eso antes.

—¿Es malvado de mi parte sentirme feliz de que estés aquí? No quiero estar

sola.

Le di a la mano de Angel un apretón.

—No, no lo es. Y una vez que llegue el rescate te llevaremos con nosotros.

Angel bajó la mirada, pero no pudo ocultar el ceño cruzando sus rasgos.

—No, no lo harás. Moriría si alguna vez me voy. Prefiero quedarme aquí

porque las Sombras no son lo que todos las hacen ser. Son amables y generosas

y nuestra reina es… —Se interrumpió. La miré durante un momento, en busca de

señales que la traicionasen, de que estaba mintiendo. No encontré ninguna.

Terminamos el desayuno en silencio, y luego se levantó para ir a lo que Angel

llamó el encuentro mientras que un tipo alto empezó a limpiar la mesa. El corazón

me latía con fuerza en el pecho mientras pasamos por otro espacio abierto con

personas encapuchadas, encogidas en el desnudo suelo, murmurando los

extraños cánticos que había escuchado la noche anterior.

—Asegúrate de que te inclinas al entrar, y no levantes la mirada a menos que

los ancianos digan que sí.

Angel continuó su charla nerviosa cuando me agarró de un abrazo y llamó a

una puerta. Tomando un profundo respiro, abrió la puerta y se hizo a un lado

para dejarme pasar.

164

Capítulo 17 Aidan

Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por Ale Rose

l perro alfa clavó sus colmillos en mi carne, rasgando mi ropa y piel como

cuchillos. Caí del dolor y me hice levantar desde mi posición encogida,

luego pateé al perro agresivo, sabiendo que si el alfa huye, perturbaría

a los demás. En circunstancias normales, no sería rival para mí, pero los perros

estaban enloquecidos por el olor de la sangre y mi fuerza se debilitaba hasta el

punto en el que me llevaría semanas recuperarme. Ésta era una pelea que no

quería pelear.

Los gruñidos continuaron cuando pateé al alfa de nuevo, esta vez en el

intestino, haciendo que el perro gimiera y volara contra la pared. Los otros

ladraron, pero se mantuvieron a distancia, sin saber si atacar o no. Gruñí y me

eché a correr hacia los almacenes, los músculos de mis piernas ardían. Con los

perros persiguiéndome, llegué al primer almacén, rompí la cerradura, luego entré

y cerré la puerta tras de mí. Por un momento me sentí tan débil que consideré

alimentarme de los perros, pero la sangre de animales me pone enfermo durante

días. No estaba tan desesperado por el momento.

Tarimas de madera, cajas y cajones polvorientos cubrían las paredes. Las

pantallas de computadoras zumbaban en la oficina a mi derecha. En unos

pocos pasos, llegué al otro lado y le di una patada a la puerta cerrada. Una

pantalla de un computador pasado de moda cubría la mitad del pequeño

escritorio. Enterrado bajo las facturas y órdenes encontré un teléfono y marqué

el número del teléfono fijo de la mansión. Sonó varias veces antes de que Clare

respondiera.

—¿Dónde está Amber? —rugí.

—¿Aidan? —Clare parecía sorprendida—. Pensé que estabas...

E

165

La corté.

—¡Pásame a Amber ahora!

—Por supuesto. Está arriba. Espera un segundo. —Clare colgó el auricular.

Los perros afuera se calmaron, probablemente se olvidaron de mí. Sabía que

tenía que salir a tiempo para encontrar un lugar donde dormir por el día desde

que estaba demasiado débil para teletransportarme, pero aún faltaban unas

pocas horas hasta el amanecer. En primer lugar, me tenía que asegurar que mi

compañera estaba segura, vigilada por los dos inmortales en quien confiaba, y

luego me pondría a pensar en mi propio bienestar.

Oí la estática en la línea. Un momento después, Clare regresó.

—Aidan, ¿sigues ahí? —Sonaba agitada, asustada incluso. Supe al instante

que Amber se había ido.

—¿Dónde está? —Apreté la mandíbula, rechinando los dientes.

—No tengo la menor idea. Ella estaba arriba hace media hora. Yo... —La voz

de Clare disminuyó.

—Te dije que la vigilaras. —La ira creció dentro de mí. Por un momento vi el

cuerpo herido de Amber vagando sin rumbo en la penumbra del otro mundo,

en busca de lo que todos queríamos. Una vez allí, ella nunca iba a encontrar su

camino de regreso. La sangre corría por mis venas, el deseo de romper algo

creció más fuerte que mi autocontrol.

Resonaron voces apagadas en el fondo antes de que Kieran digiera:

—¿Dónde estás?

Mi cabeza palpitaba con una furia que amenazaba con ahogarme. Tuve

que apaciguarla por la seguridad de mi compañera. Parpadeé, empujando mi

enojo a un lado. Las Sombras no actuarían con precipitación. Amber necesitaba

preparación y formación antes de que pudiera hacer pleno uso de su nueva

habilidad. Deduje que todavía tenía por lo menos algunos días. Pero desde que

me veía obligado a dormir durante el día, el tiempo no era ahora mi amigo.

Sosteniendo el teléfono entre el hombro y la oreja, hojeé los papeles hasta

que encontré una factura con una dirección. La comparé con las otras facturas

para asegurarme de que tenía el lugar correcto.

166

—Está bien, quédate allí —dijo Kieran antes de desconectar la línea.

Colgué el teléfono y bajé mi frente sobre la mesa, dejando que mis temores

se apoderan de mí por un momento. ¿Cuál sería el peor de los casos? Que las

Sombras se llevaran a Amber a su lugar maldito, así nunca la encontraría. Pero

Rebecca había encontrado una manera de entrar, y si ella pudo hacerlo,

entonces lo haría yo.

Si las Sombras no habían roto nuestro acuerdo, tenía que mantener mi

palabra en dirigir a Amber en el umbral de la muerte, dejarla encontrar el maldito

libro y luego regresar con los ancianos. Mi compañera valía la pena más que el

ritual que una vez quería desesperadamente, pero ahora me proponía encontrar

a Amber y matar a una Sombra después de otra. La guerra había estado

ocurriendo durante mucho tiempo, ya era hora de ganarla.

Menos de diez minutos después, los perros ladraban nuevo. La puerta se abrió

y la voz de Kieran gritó:

—Hey, hermano, ¿estás aquí?

—No puedo creer que las plagas dejaron mi bolso favorito en pedazos —

dijo Clare.

Obligué a mi dolorido cuerpo a moverse, me enderecé y me levanté.

—¿Era el rojo con lentejuelas de fantasía? —le pregunté. Clare asintió con la

cabeza mientras caminaba. Sonreí—. Hurra a eso porque nunca me gustó la

cosa.

Clare me dio una palmada en la espalda.

—Te ves horrible.

—Lo siento por el retraso. Este lugar ni siquiera aparece en los mapas de

Google. —Kieran me lanzó una sonrisa torcida—. Deberías haberme hablado de

los pobres cachorros que hay. Podría haber traído algunos huesos. —Su mirada

vagó sobre mi ropa rallada con sangre seca, vacilando. Mantuvo sus

pensamientos para sí mismo, aunque su expresión delataba su culpabilidad.

Eché un vistazo al enorme desgarrón en los pantalones vaqueros de mi

hermano, apelmazado de sangre que cubría su tobillo.

—Cachorros, mi trasero.

167

—Está bien, me superaron, pero sólo por unos segundos —dijo Kieran.

—¿Por unos segundos? —rió Clare—. Estabas luchando contra ellos como un

luchador de sumo. No sabía quién quería más el cinturón de campeonato, tú o

eso.

—No estaba luchando, Clare. Me sorprendió. Atacó mi tobillo de la nada y

perdí el balance.

—O eso, o que ustedes dos se estaban besando. Te juro que vi un montón de

lengua. —Ella asintió, la culpabilidad brillando en sus ojos. Su burla era sólo un

medio para animarme.

—Pude haber aplastado fácilmente al pobre perrito, dejándolo en pedazos

si quería —dijo Kieran—. Sin embargo, no soy así. Sabes que tengo un toque

especial con los animales.

Clare guiñó un ojo.

—Claro que sí.

Kieran se volvió hacia mí.

—El punto es, que el pequeño cachorro me mordió el tobillo antes que

fuésemos amigos. Tal vez me lo merezco por estropearla en grande. Lo siento,

hermano.

—Los dos lo sentimos —dijo Clare, agarrando mis manos.

—Hablaremos de esto más tarde —dije—. Teniendo en cuenta lo mucho que

siempre has querido una mascota, me alegro que hayas disfrutado, hermano.

Kieran rió.

—Te ves como si hubieras tenido tu parte justa, también. ¿Tuviste diversión

con los súcubos?

—Guárdate los chiste para la casa. —Clare le dio un codazo en las costillas,

mirándome—. Estaba muy preocupada por ti.

Kieran colocó un brazo sobre mi hombro y lo apretó.

—¿Listo para el paseo de tu vida?

168

Sin previo aviso, se teletransportó. Un instante después, estábamos en mi

biblioteca. Kieran me soltó y cayó en el sofá, cruzando sus largas piernas, con

una sonrisa en los labios.

—¿Qué es tan gracioso? —La cabeza me daba vueltas, la bilis se elevaba a

mi garganta. El teletransporte no era mi medio de transporte favorito de todos

modos, pero debilitado por la falta de sangre aborrecía sus efectos secundarios,

incluso más porque hizo estragos en mi cuerpo.

—Nunca te he visto tan mal por una chica, eso es todo —dijo Kieran—. Es

divertidísimo verte hacer el ridículo.

—No estoy mal —vociferé—. No, ¿verdad?

—Vaya, tómalo con calma, hermano. —Sonrió Kieran— ¿Cuánto puede un

mortal soportarlo de todos modos? Tal vez ella ha tenido suficiente de todo las

cosas de vampiros. No la culpo.

Clare asintió.

—Tal vez ella está con su familia. Seamos realistas. Bebemos sangre. Dormimos

durante el día. Estamos muertos. Y lo peor de todo, somos disfuncionales.

—Por no hablar que casi fue secuestrada por una Sombra —dijo Kieran—.

Apuesto a que se asustó y fue directamente hacia la frontera.

—Ella no sabe que es peligroso ir por ahí con ese gran don que tiene —dijo

Clare.

Ellos no veían a Amber como yo lo hacía. Ella no acaba de desaparecer.

Negué con la cabeza.

—No, no lo entienden. Estoy seguro de que las Sombras la tienen porque ellos

lo dejaron entrever.

Clare se irguió, interesada.

—Empieza por el principio. ¿Cómo escapaste de Layla?

Recordé mi escapada con la ayuda de las Sombras.

—Devon tenía una mirada de suficiencia en su rostro cuando me dijo que

tenía que dar las gracias a Amber por salir de la cárcel. Ella hizo algún tipo de

acuerdo a sus espaldas.

169

—¿Crees que Amber hizo un trato con ellos? Eso es imposible. —Kieran me

lanzó una mirada incrédula.

—Lo siento de veras —dijo Clare—. Estábamos trabajando muy duro en un

plan para rescatarte, porque sé que no estoy interesada en estar de luto y

vestirme de negro. Simplemente no me conviene. Pero te juro que voy a arreglar

esto. Voy a llamar a Cass. —Se acercó a la puerta luego se volvió—. ¿Obtuviste

su posición embajadora? —A mi asentimiento ella se fue. Por lo menos algunos

de nosotros obtuvo lo que quería. Solté un bufido y pasé una mano por la cara.

—Clare tiene razón. No queríamos dejar que Amber se escapara —dijo

Kieran—. Estábamos tan concentrados en ti. Si te ocurriera algo, no sé lo que

haría.

—Lo sé. —Mi voz traicionó mi irritación. No estaba dirigida hacia mi hermano,

sino hacia mí mismo. Debería haber encerrado a Amber en su habitación

cuando tuve la oportunidad.

Kieran no pareció oírme.

—Estaba loco por el dolor, hombre. No podía pensar con claridad. No podría

imaginar vivir el próximo milenio sin ti. ¿Quién me mantendría? ¿Quién me diría

que parara de conducir como un loco?

Sonreí mientras Kieran se levantó del sofá y me agarró en un breve y torpe

abrazo.

—Tienes un buen corazón, aunque no lata —le dije—. Está bien, puedes

dejarme ir.

Kieran se rió y me empujó hacia la puerta.

—Ve a tomar una ducha. Te ves como una mierda y hueles aún peor.

¿Cómo podría darme el lujo de tomar un baño de agua caliente cuando no

sabía lo que le pasó a Amber? Ella podría tener frío o estar herida, mis enemigos

de toda la vida saborean el dolor que pueden infligirme al hacerle daño a ella.

—Si se lastimó tu pareja, lo sabrías. Te enterarías —dijo Kieran— .Ve a tomar

una ducha, o podría terminar vertiendo un cubo de agua sobre tu cabeza.

Kieran tenía razón. Con un suspiro, me retiré a la intimidad de mi cuarto de

baño y me quité la ropa rasgada. A la luz brillante las heridas parecían peor de

170

lo que pensaba. Curarían en pocos días, pero no sucedería si no me alimentaba.

Como una coincidencia, una repentina punzada del hambre se apoderó de mí,

pero decidí que mis necesidades inmediatas tendrían que esperar, por lo menos

hasta que estuviera limpio.

En la corriente de agua caliente, me froté la sangre seca hasta que ésta salía

en un hilo delgado de riachuelos de color rosa, luego me sequé con una toalla

y saqué una bolsa de sangre donada en la nevera escondida en el

compartimiento de mi armario. La sangre no sabía a nada, pero calmaba mi

hambre física. La necesidad de beber desde la fuente persistía sin embargo.

Rompí la bolsa para abrirla y bebí, el olor me abrumaba. Lo odiaba porque

se impregnaba en mi piel. Era casi imposible de lavar. En mis primeros días como

vampiro, había tratado de convencerme que su constante presencia no era más

que un perturbador efecto secundario de la inmortalidad. En esos días, hubiera

querido amarlo, atiborrarme en ello con Rebecca a mi lado. El poder de la

sangre, y ser fuerte compensaba todo lo que había ido mal en la vida. O al

menos eso me decía, hasta que maté a Rebecca. Fue una cuestión de

supervivencia. Si no la mataba, ella habría matado a Blake. No podía dejar que

un inocente muriera, así que compartí mi sangre con él, convirtiéndolo en un

vampiro.

Terminé la última gota de sangre y tiré la bolsa en los troncos que ardían en

la chimenea. Al pensar en los eventos que sucedieron hace mucho tiempo, sentí

un alivio peculiar, preguntándome qué poco significaban para mí ahora.

—Los recuerdos no se pueden poner a descansar —murmuré.

—Pero sí puedes aprender a perdonarte a ti mismo —dijo Kieran desde la

puerta—. Tómate un descanso. Prometo que los demonios en tu cabeza estarán

aún ahí, esperando por ti, mañana por la noche. Cass está en la planta baja.

Me metí en un par limpio de pantalones vaqueros y una camiseta, y seguí a

mi hermano.

—Ella es tan rápida como la propagación de un incendio forestal. Tengo que

darle crédito por eso.

—Sí …—Kieran sonrió—… un poco demasiado rápido. Es como si siempre está

donde hay problemas.

Asentí con la cabeza, dándome cuenta de que mi hermano tenía razón.

171

***

Cass y Clare estaban sentadas en el sofá susurrando, tan lejos de Blake como

era posible. Cuando de pronto Kieran y yo entramos por la puerta abierta, se

detuvieron. Cass se volvió para mirarme, sus verdes ojos brillaban extrañamente,

con su boca abierta succionando el aire.

—¿Qué está haciendo? —Kieran me susurró al oído.

Cass resopló.

—Déjame adivinar, las mujeres son una nueva especie para ti, fascinantes

pero te asustan al mismo tiempo. —Me tocó el brazo—. No puedo creer lo que

Layla hizo. Es una bastarda.

Asentí con la cabeza.

—Gracias, Cass.

—Déjame tomar mi kit portable de maquillaje dandi —dijo Cass—. Te verás

bien en un segundo. Sólo pregúntaselo a Clare. Ella ha tenido uno de mis famosos

cambios de imagen.

—Sus manos expertas trabajan como magia —dijo Clare—. Es increíble lo que

puede hacer.

¿Estaban tomándome del pelo? ¿Hablando de cosméticos cuando no

teníamos ni idea de lo que le sucedió a Amber? Respiré hondo y miré a los

aperitivos en la mesa.

—No, Cass.

—¿Estás seguro? Puedo cambiar ese tono pálido que tienes. Ya sabes, darle

un poco de color. Hacerte ver como si estás… —Cass agitó su mano en el aire,

tratando de encontrar la palabra correcta— …vivo.

—No —dije—. Punto. Bien, no quiero ser un aguafiestas, pero ¿podemos

ponernos a…?

—Tú te lo pierdes. —Cass se encogió de hombros y se aplicó otra capa de

lápiz labial rojo brillante.

—No tenemos tiempo para esto —dijo Blake.

172

Me di la vuelta y le lancé una sonrisa de agradecimiento. Blake era extraño,

siempre al acecho en las esquinas, silencioso como una tumba, pero que en

realidad parecía sano comparado conmigo y otros compañeros.

Cass guardó el lápiz labial y chasqueó sus labios.

—Está bien, vamos al grano. Están perdiendo mi tiempo precioso.

La miré fijamente, estupefacto. ¿Estábamos perdiendo su tiempo? Imagínate.

—No tengo idea de por qué ella está siempre aquí. Ni siquiera tiene ningún

poder —susurró Kieran.

—Los tendré al cumplir dieciocho años —dijo Cass—. Además, tengo el poder

de patearte el trasero, y eso es todo lo que necesito.

Tomé el vaso de agua de la mesa para dárselo a Cass, evitando que ella no

saltara y desafiara a mi hermano a luchar. La chica era medio ángel caído, no

era culpa suya que no podía controlar su temperamento. Pero mi hermano no

tenía absolutamente ninguna excusa.

—Si no se callan los sacaré a patadas a los dos. No tengo tiempo para esto.

La vida de Amber depende de nosotros y todo lo que hacen es … —Sacudí la

cabeza con exasperación—… ustedes deben salir juntos, parecen tener mucho

en común.

Cass resopló.

—No, gracias. Prefiero unirme a un convento.

Clare se rió. Kieran le lanzó una mirada irritada, y se calló.

Me apresuré a cambiar de tema antes de empezar otra pelea.

—Cass, ¿sabes dónde podría estar ella?

—Bueno, esto los molestará2. —Cass dejó escapar una risita—. No pretendo

hacerlo. ¿Por qué crees que yo sabía lo que pasó a tu novia?

—De acuerdo con Aidan se supone que debemos trabajar juntos, entonces

no hagas más chistes de vampiro —dijo Kieran—. ¿Entiendes?

2 Molestar en inglés es bite que también significa morder, de allí el comentario de Kieran.

173

Cass entrecerró los ojos.

—¿Crees que eres el regalo de Dios para las mujeres? Pero ¿sabes qué? Me

estoy enojando. Mira, puedo hacer chistes del infierno también. Así que no te

pongas quisquilloso porque no es personal. En definitiva, toma un calmante.

Me froté las sienes, mirándolos. Tenían que parar eventualmente. Solo tenía

que esperar.

—Por supuesto que te sientes cómoda haciendo bromas acerca de tu

especie —dijo Kieran—. Tú y tu raza de demonios son el epítome de la risa. Basta

con mirar la forma en que vistes.

Los ojos de Cass brillaron, su mandíbula apretada gritaba asesinato. Levanté

la mano para detener la confrontación.

—Cass, escucha, te pregunté si sabías algo, porque por lo general sabes lo

que está pasando, eso es todo.

Cass se aclaró la garganta, sus ojos se movían de adelante y atrás como si

estuviera dirigiendo un argumento interno. Kieran resopló. Finalmente, Cass sonrió

y dijo:

—Está bien, se los diré, pero ellos me deben un gran favor.

—¿De quién está hablando? —murmuró Kieran.

—Tengo tu posición de embajadora —dije, haciendo caso omiso de la

pregunta de mi hermano—. Como la nueva embajadora estás obligada a

decirme todo de todos modos. Si rompes las reglas del juego, te arriesgas a una

nueva guerra y puedes despedirte de tu posición antes de haber comenzado tu

nuevo trabajo.

Cass dio unos golpecitos con el dedo en la barbilla, pensando.

—Eso tiene sentido.

Aspiré, obligándome a permanecer paciente y razonable cuando Cass quitó

su envoltura con su falta de urgencia. Si seguía posponiendo decirnos lo que

sabía, podría tener que sacudirla para meterle algo de sentido.

—Cass, ¿qué sabes? —dijo Clare como si percibiera mi molestia.

174

—No mucho. —Humedeciendo los labios, Cass pasó una mano por las

arrugas de sus pantalones vaqueros de gran tamaño—. Ayer por la mañana, fui

a visitar a Clare, y me encontré con Amber. Ella dijo que tenía un plan para salvar

a Aidan. No quiso decirme qué era, sólo que se trataba de las Sombras.

Cass me miró, sus ojos verdes inocentes abiertos, con falsa honestidad. Sabía

que estaba mintiendo, pero la dejé continuar.

—Intenté convencerla en llegar a un acuerdo con las Sombras, pero no quiso

escuchar. No tenía idea que ella actuaría así de rápido, de lo contrario te habría

dejado una nota.

—¿Cómo pensaba Amber encontrarse con las Sombras? —preguntó Kieran—

. No es que ellos pueden entrar aquí, con las barras de oro infundido que Aidan

puso alrededor de la propiedad.

Cass sacudió la cabeza.

—No tengo ni idea, amigo. Quizás Amber consiguió su número de teléfono.

He oído que Devon lo da como si fuera panecillos calientes.

—Esa es una información muy útil, Cass. —Asentí con la cabeza,

aparentemente impresionado, listo para dejarle creer que su mentira funcionó

en mí—. ¿Puedes ayudarnos entrar en su fortaleza?

Negó con la cabeza.

—Eso no es parte de mis responsabilidades de trabajo, amigo.

—¿Te recuerdo que es tu responsabilidad asegurarte de que ningún mortal

entre al reino inmortal, voluntaria o involuntariamente, aunque sea difícil? —

Levanté las cejas significativamente.

Cass gimió.

—Este trabajo es algo difícil, ¿no es así?

—No estás hecho para ello, lo sabía. Envía el aviso, cariño. Nadie se lo tomará

en tu contra —dijo Kieran. La estaba provocando, contando con su naturaleza

de medio ángel caído que no permitiría pasar un desafío. La miré, esperando su

reacción.

175

Cass alzó la barbilla desafiante, un brillo peligroso parpadeó en sus ojos como

una sirena.

—Era broma, imbécil. Ningún trabajo es demasiado difícil para mí. No puedo

ayudarles a entrar en la fortaleza debido a que algunos de ellos son mis amigos

y nunca los traicionaría. No quiere decir que no conozca a alguien que pueda

ayudar.

Me hubiera gustado señalar la doble moral en eso. En su lugar, le dije:

—Ella te enseñó, hermano.

—¿No ves que uno aprende de nuestra pequeña Cass? —Temblaron los

labios de Kieran. Apenas pudo ocultar su diversión. Si no se callaba, Cass vería a

través de su pretensión.

—Hay un chico que trabaja para mí, Thráin. Es el mejor demonio cambia

formas, que haya habido. Los podrá meter en la fortaleza —dijo Cass, con

orgullo.

—¿Podemos confiar en él? —preguntó Clare.

—No se atreverá a disgustarme. —Cass le disparó a Kieran una mirada

disgustada—. A diferencia de algunas otras personas que aquí no saben lo que

es mejor para ellos.

Respiré. Aquí vamos de nuevo. Ella era incluso peor que mi hermano.

—Cass, ¿qué tan rápido puedes contactarte con él?

—¿Eh?

—El desplazador de la forma —dije— Lo necesitamos aquí lo antes posible.

—Cierto. Thráin. —Cayó en ese estado extraño de nuevo, como si oyera algo

que nosotros no. Sus ojos parpadearon un par de veces antes de que su mirada

se enfocara—. Papá está enojado conmigo por hacer este trabajo —murmuró—

. Te lo dije que era una mala idea, Pinky.

—¿Quién es Pinky? ¿Está bien? —murmuró Kieran—. A alguien se le olvidó de

tomar sus medicamentos en la mañana.

176

—No creo en la medicina —dijo Cass—. Soy 100% natural. Nada de siliconas,

hormonas sintéticas o esteroides, ni sabores artificiales, colorantes o

conservantes.

Kieran rió.

—Qué mal, porque te beneficiarías de tener que escuchar esas voces.

Cass se levantó y empujó a un lado la mesa. Su vaso medio lleno se estrelló

contra el suelo, el agua se filtró en la alfombra.

—Eso es todo, amigo. ¡He tenido suficiente! Te patearé el culo la próxima

semana.

—¡Veo que estás alucinando otra vez! —gritó Kieran—. ¡Que alguien llame a

la farmacia!

Antes de que pudiera agarrarla, Cass estiró su brazo y empezó a murmurar.

Sus ojos verdes cambiaron a rojo, brillando como una linterna. Las bombillas

parpadearon, el suelo bajo nuestros pies tembló. Miré con horror cuando Cass

gruñó, cientos de voces resonando al mismo tiempo. Kieran palideció,

congelado en el lugar mientras murmuraba:

—Sabía que tenía que haber dejado dormir a los demonios.

La pintura de las paredes se descascaró, cayendo al suelo en grandes trozos,

cuando algo chilló fuera de la ventana. El techo se agrietó, las diminutas fisuras

cada vez haciéndose más grande. Cass dio un paso más cerca, las chispas

volaron como un trueno en sus manos extendidas, golpeando a Kieran en el

pecho. Él se tambaleó hacia atrás, con los ojos abiertos por la sorpresa. Algo se

movió debajo de su camisa blanca, apretándola y tirando del material hasta

que se rompió. Los botones se rasgaron y cayeron.

El ruido se detuvo abruptamente. Cass salió corriendo, con la cara roja de

enfado, cerrando la puerta de golpe.

Mi hermano se dejó caer en el sofá, riendo fuerte con lágrimas en los ojos.

Eché la cabeza para verle mejor.

En su regazo estaba sentado un lindo cachorro labrador negro, arañando su

collar rosa con piedras incrustadas.

177

***

El demonio, Thráin, llegó al día siguiente, poco después del anochecer. Lo

podía oler desde una milla: incienso y fuego mezclado con el dulce aroma de la

sangre. A pesar de que nunca he podido quitarme de encima esa punzante

sensación de hambre que llegó cuando yo cogí el olor de la sangre, me revolvió

el estómago.

Respirando hondo, abrí la puerta antes de que el demonio llegara por el

camino en un brillante SUV negro con vidrios polarizados.

Thráin salió, con una gran sonrisa en los labios.

—Amigo, ¿qué te ha pasado? ¿Alguien te golpeó en la cara?

Parecía ser la versión masculina de Cass: alto, de pelo desgreñado, vestido

con pantalones vaqueros gastados y una camisa arrugada.

—Sí, estaba en una pelea de almohadas gigantes. Vamos, entra.

Le di la mano y me hice a un lado para dejarlo pasar.

—Claro, ¿fueron difíciles esas almohadas?

Hice una mueca. No sólo se viste como Cass, también tenía su extraño sentido

del humor. Debe ser una cosa del infierno. Tan pronto como entramos en la

biblioteca, la mirada de Clare se fijó en Thráin, y casi tropezó sobre sí misma para

darle la bienvenida.

—Hola, soy...

—Una idiota —dijo Kieran, rodando los ojos.

Thráin sonrió y estrechó la mano de Clare.

—Bueno, hola, señorita idiota.

Ella señaló a Kieran.

—Él es el idiota. Soy Clare.

—Está bien, suficiente —dije—. Una vez hechas las presentaciones

comencemos.

178

—¿Cass dijo que necesitaban mi ayuda? —Thráin se dejó caer en el sofá y

cruzó el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda. Clare se sentó junto a él,

cautivada por encontrar tan atractivo su actitud de chico malo, ajena al hedor

de los rituales y ofrendas que emanan de él.

Kieran se sentó a mi lado y se inclinó para susurrarme al oído:

—No lo entiendo. ¿Qué ve Clare en un tipo que parece no saber cómo

comportarse, es narcisista, egocéntrico, y en extrema necesidad de un

afeitado?

Levanté una ceja.

—Te das cuenta de que te estás describiendo a ti mismo, ¿no?

—Siente esta cara, sin rastro de barba. Sólo los hombres de las cavernas no

se afeitan. Lo admito, podría tener uno o dos de esos rasgos, pero es diferente.

Sonreí.

—Eres un diamante en bruto, hermano.

Negó con la cabeza.

—Mira a Clare. Sé lo que quiere con un tipo como él: ardiente, pasión

volcánica. Es una solución fácil. Yo puedo entrar en erupción en cualquier

momento que quiera.

Me eché a reír. No acaba de decir eso.

—Puff, demasiada información. Esa es una imagen que no es necesario que

queme en mi mente durante los próximos cien años.

Me volví a Thráin que no parecía importarle la embobación de Clare.

—Gracias por venir. Cass probablemente te dijo que necesitamos que nos

metas en territorio Sombra.

Kieran resopló y miró al frente, enojado de que no era el centro de atención

para variar. Blake se escondía en un rincón, tranquilo como de costumbre.

Thráin asintió.

179

—Has fijado un buen objetivo, amigo. Eso es casi tan difícil como entrar en el

infierno sin que Lucifer se dé cuenta.

—Lo sabemos. Si no, no estarías aquí —dijo Kieran. Con su ego herido, no

parecía planear en disminuir su hostilidad pronto.

Le di un codazo en las costillas y volví mi atención de nuevo en Thráin.

—¿Puedes hacerlo?

Thráin rió y guiñó un ojo a Clare.

—Vamos.

—Debemos tener un plan, en caso de que no seas digno de confianza —

dijo Kieran.

Thráin se encogió de hombros y se recostó. Ni bengalas por el temperamento,

ni lucha, no era el comportamiento usual de un demonio. Sentí la tentación de ir

solo al rescate de Amber, pero mi hermano tenía un punto. No podíamos irrumpir

allí porque no tendríamos ninguna oportunidad contra cientos de Sombras.

—Tú te quedas fuera. Voy a entrar con él —dijo Blake—. Sé cómo hacerle

frente a un demonio.

Negué con la cabeza.

—No sucederá, Blake. Salvar a Amber es mi responsabilidad.

—Confía en tus mejores amigos —dijo Clare—. Hemos lidiado con las Sombras

antes. No nos harán daño. Como dijo Blake, espera afuera, por si algo sale mal,

pero no te acerques demasiado.

Clare era ingenua en creer que las Sombras la consideraban como una

especie de amiga. Siempre pensó que si era lo suficientemente amable, a todo

el mundo debía gustarle. Incluso después de su conversión, todavía no lo

entendía, con sólo ser llamada una vampira, la mitad del mundo paranormal la

mira con desconfianza, y la otra mitad la mataría en un segundo si no fuera por

unas cuantas reglas Lore que impedían a los inmortales atacarse unos a otros.

—Amber es mi responsabilidad —repetí en voz baja.

—Tu olor es demasiado fuerte. Ellos te descubrirán en un santiamén porque

están probablemente esperando que vayas a su rescate. Mírela de esta

180

manera… —Clare se detuvo hasta que le eché un vistazo— ...si algo te sucede,

ella no podrá defenderse contra ellos.

Thráin carraspeó para llamar nuestra atención.

—No trato de interrumpir su conmovedora muestra de preocupación por los

otros, pero soy un hombre ocupado. O nos vamos ahora, o me voy.

—Vamos —dijo Blake—. No hay necesidad de esperar. Podemos discutir los

detalles en el camino.

—Bien. Síganme. —Thráin se dirigió a la puerta, hablando por encima del

hombro—: y traten de mantenerse detrás.

Kieran rió.

—¿Has oído hablar del NASCAR? Yo lo inventé.

Lo miré, pero él sólo se encogió de hombros y se levantó de un salto, las llaves

del coche colgando de sus dedos. Di la palabra —conducir— y Kieran estaba

listo para arrancar el motor.

***

Fuimos en coche hasta la costa de Escocia, en dirección al norte, pasando

por una larga franja de árboles a ambos lados de la carretera. El aire olía a lluvia

y sal. La luna se ocultaba tras las nubes pesadas en el cielo de tono negro.

—Estamos en medio de la nada. No es de extrañar que nunca los hubiéramos

encontramos —murmuré.

—Estamos desacelerando —dijo Clare desde el asiento trasero—. Aquí debe

ser.

—¿Dónde? —preguntó Kieran.

Clare señaló a la oscuridad que se extendía a nuestra derecha.

—Las montañas.

181

Las luces de freno en frente a nosotros se iluminaron cuando Thráin sacó su

camioneta del un camino y se detuvo.

—No digas nada para molestarlo. De hecho, no hagas nada para arruinar

esto —le dije a mi hermano—. Vamos.

—Vamos. —Kieran estacionó la camioneta detrás de la de Thráin—. Dame un

poco de crédito.

—¿Darte un poco de crédito? Si hubieras protegido a Amber de la manera

que debería hacerlo no estaríamos aquí.

—Déjalo, Aidan. No estás ayudando. Ahora, vámonos —dijo Clare. Salí tras

ella, demorándome cerca del vehículo.

—Estamos cerca. Puedo oler un rastro débil de su olor —susurró Blake.

Kieran resopló.

—Eso lo hace uno de nosotros. Todo lo que huelo es mierda de perro.

Las hojas susurraban. La alta hierba se balanceaba con el viento.

—¿Sabes que esto es lo más loco que hemos hecho? —dijo Clare, con los ojos

abiertos.

—Puede que para ti lo sea —le dije—. Mi trabajo como un cazador de

recompensas generalmente implica más que una caminata por las tierras altas

escocesas.

—Exactamente —dijo Kieran—. Al igual que Aidan, yo vivo para este tipo de

cosas. Si quieres aventura, yo soy el hombre para ti.

—Sólo espero que Thráin no nos joda y nos eche a los lobos como comida —

murmuró Blake.

Asentí con la cabeza.

—Yo también. No puedo creer que estamos poniendo nuestras vidas en las

manos de Cass al elegirlo.

—Ella dice que es el mejor cambiador de formas que haya habido —dijo

Kieran—. Sí, claro.

182

—No lo hemos visto cambiar de forma, así que dejen de juzgar un libro por su

cubierta. —El pelo rubio de Clare se agitó por el viento, flotando a su alrededor

como un halo, cuando se volvió para mirar a Thráin.

Kieran resopló.

—¿El mejor? Me parece bastante difícil de creer. El tipo ni siquiera puede

cortar una barba, nunca ha visto un cepillo, ni ha oído hablar de una plancha,

y...

Clare le interrumpió:

—Un chico malo clásico, es muy sexy.

—Yo lo llamo descuidado —dijo Kieran—. No me digas que no puede

permitirse un par de jeans que no han sido pasados por una trituradora de papel.

¿Por qué se está tardando de todos modos?

Incliné la cabeza para ver mejor.

—Está a tientas en la guantera del vehículo.

—Espero que esté en busca de un mapa y no un arma —dijo Blake, apoyado

contra un árbol.

Me volví hacia él. Blake debía de estar nervioso. Eso fue todo lo que ha

hablado en semanas.

—No tienes que unirte a la misión. No te culparé.

Blake señaló en el auto de Thráin, haciendo caso omiso de mi declaración.

—Ahí viene.

Miramos en silencio mientras Thráin se nos unía a la fiesta, sus ojos brillaban a

la luz de la luna.

—Es por allí —dijo, señalando a la espesura del bosque en la montaña detrás

de nosotros—. Necesitamos llegar a los árboles antes de que las nubes

desaparezcan de nuevo.

—Un paseo a medianoche… qué romántico —dijo Kieran.

183

Seguí a los demás por el camino, reflexionando sobre lo que el demonio habló

sobre el plan: encontrar una manera de entrar, salvar a la señorita, encontrar

una salida. Tal vez evitar un guardia o dos en el proceso. No suena mucho como

un plan para mí, pero no era de los que iba a argumentar, siempre y cuando no

saliéramos sin Amber.

—Deberóa haberme puesto mis botas —murmuró Clare.

—No te rompas un tacón —dijo Kieran.

Thráin rió.

—Los stilettos son sexis. Sólo dime y yo te llevaré.

—Gracias —dijo Clare—. Por fin, un tipo con gusto.

—¿Desde cuándo los vaqueros andrajosos son de buen gusto? —Kieran le dio

un codazo a Thráin—. ¿Sabes que estoy saliendo con ella, no?

—Kieran, te dije que no quiero problemas, ¿recuerdas? Ni siquiera estás

saliendo con ella. —Gimiendo, negué con la cabeza. Apuesto a que tenía una

mejor oportunidad de rescatar a Amber con la ayuda de mi iPod.

—Es mejor que mantengamos el silencio de aquí en adelante. Estamos en

una misión, no un programa de citas —dijo Blake.

Irritado por sus bromas sin fin, asentí con la cabeza, aunque estaba varios

metros detrás de ellos y no podían verme mientras corríamos por el camino

sinuoso. Los árboles parecían todos iguales, pero podía sentir que nos acercamos

porque el aire había empezado a oler con el hedor de las Sombras.

Unos minutos más tarde, nos detuvimos. Thráin cayó de rodillas y frotó el suelo

entre sus los dedos.

—No estamos muy lejos del camino principal. La puerta es hacia el este.

—Sigue al norte hasta llegar a la cerca —le susurré.

Thráin me lanzó una mirada curiosa sobre su hombro, antes de continuar de

nuevo. Nos movíamos a una velocidad rápida a través de los árboles, casi

invisible a los ojos humanos, pero no indetectables a las Sombras. Podía ver la

cerca en la distancia, elevándose contra la noche oscura. Rebecca había

entrado una vez sin las habilidades demoníacas, pero Rebecca era una

184

excelente manipuladora. Podía convencer a un mortal de regalar su vida por

ella. Los guerreros inmortales habían abierto las puertas y le habían dejaron

entrar, desprevenidos del baño de sangre que había dejado atrás. Ese truco no

podría emplearse de nuevo, es por ello que necesitábamos un cambia formas

para pretende ser uno de ellos y asegurase de que el camino estaba despejado.

La fortaleza estaba protegida por una valla de seis metros, con un alambre

de púas a unos cincuenta metros de distancia. Un signo advertía que estaba

cargado eléctricamente. Me concentré en las puertas y en los dos guardias que

patrullaban por el otro lado, vestidos de negro y ajenos a lo que estaba pasando.

Su fuerte olor terroso invadió las ventanas de mi nariz. Supe al instante que sus

poderes estaban limitados por su bajo rango en la jerarquía de las Sombras.

A juzgar por la posición, el tamaño y la capacidad, podría fácilmente acabar

con ellos si tuviera que hacerlo, pero no lo haría. No antes de que Amber

estuviera a salvo.

Thráin se detuvo y señaló a la cerca, susurrando a Clare y Blake:

—Voy a distraer a los guardias. Ustedes salten. —Le dio un codazo a Kieran—

. ¿Inventaste el baloncesto también? ¿O solamente el NASCAR?

—Debes ver mi tiro al saltar. —Kieran sonrió—. Sé que te sentirías más seguro

a mi alrededor, pero Aidan me quiere aquí. Afirma que soy problemas.

—Es una pena. —Thráin se encogió de hombros—. Me hubiera gustado una

carrera.

—Será otra vez —dije en voz baja mientras miraba a Clare y Blake

desaparecer a través de la espesura. Thráin se dirigió a la puerta. Kieran y yo nos

quedamos en el suelo, preparados para esperar.

185

Capítulo 18

Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por AriannysG

isparándole a Ángel una sonrisa tímida, entré por la puerta abierta. Para

mi sorpresa, me di cuenta de que me encontraba en un próspero jardín

con terrazas en lugar de una habitación. Brillantes rayos brillaban a través

del techo de cristal, fijándome por las hojas caídas de varios colores.

Atónita, miré a mi alrededor. ¿Cómo podría haber muchas plantas floreciendo

en medio de una montaña en la congelada de Escocia? Ni siquiera sabía que

Escocia tenía esta cantidad de flores.

—Es mágico —dijo el guardia, volviéndose hacia mí. Reconocí a Devon.

—¿Te refieres a la magia en el sentido literal?

Él se encogió de hombros, sonriendo. Como de costumbre, me mantuvieron

en la oscuridad. Mi temperamento estalló.

—Pensé que tomarías el don de mi cabeza y luego me dejarías ir —le espeté.

Devon se encogió.

—No funciona de esa manera. Eres parte del paquete.

¿De dónde sacó la impresión de que estaba interesada en unirme a su

pequeño club?

—No mencionaste que tenía una membrecía de por vida en Sombralandia.

Se encogió de hombros.

—No preguntaste. Vamos a ponerlo de esta manera… —Me agarró del codo

y me guió por el camino empedrado—. Te hice un favor. El bando donde estabas

era un poco sombrío.

Dejé escapar un bufido. ¿Una Sombra llamando a los vampiros sombríos?

D

186

Devon continuó:

—Aidan no es ni remotamente humano. Estabas coqueteando con el peligro.

Te rescaté, y apenas en el último segundo.

Me eché a reír.

—Entonces, vamos a ver si lo entiendo. Tú mataste al dragón, saltaste sobre

el foso, subiste la torre del castillo del malvado rey, salvaste a la princesa, y te

marchaste con ella a la puesta de sol, también conocido como Sombralandia.

Porque, eres mi caballero de brillante armadura

Su rostro permaneció inexpresivo mientras asentía.

—Sólo cambia el castillo por la sombría mansión McAllister. Aidan no te quiere

porque aún está enamorado de Rebecca. Él haría cualquier cosa para

levantarla de entre los muertos. ¿O por qué crees que participó en la carrera?

Eso sin duda explica por qué Aidan quería desesperadamente el premio. Pero

por lo general, hay dos lados en una historia. Negué con la cabeza, dispuesta a

no dejar a Devon dar vueltas en mi mente. O tal vez yo no podía manejar la

verdad.

—Sus planes no son de tu incumbencia.

—¿Qué es lo que ves en él de todos modos?

—Él no sale de la tapa del inodoro —sonreí amargamente, dándome cuenta

de que no tenía ni idea de quién era Aidan realmente.

—¿Tu vida significa algo para ti?

—Por supuesto que sí. —Le lancé una mirada de reojo, preguntándome hacia

dónde nuestra conversación se dirigía.

—¿Entonces por qué rayos salías con uno de los hermanos McAllister? Estarías

muerta antes de Navidad.

—Estás siendo melodramático. Debe ser parte del encanto de la Sombra,

todo oscuro y sombrío.

Frunció el ceño, Devon se detuvo a media zancada.

187

—¿Estás tratando de ser graciosa? ¿Piensas que a tu hermano y tus padres

les hubiera parecido una broma llevar flores a tu tumba todos los días?

El pensamiento hizo que mi corazón dejara de latir, el temor instalándose en

la boca de mi estómago como una pesada piedra.

—¿Conoces a mi familia?

—Sí, y apuesta a que Aidan también ha estado viéndolos. Puede parecer un

tipo agradable, dulce y encantador y todo eso, pero detrás de su fachada

calculada esconde un asesino experto. Te persiguió en el bosque. Sólo te

escapaste porque otros inmortales estaban alrededor y él no se arriesgaría a

exponerse.

Evitando su mirada, miré con atención los arbustos cercanos con sus

pequeñas flores blancas. No podía sacar de mi mente el pensamiento de mis

padres llorando en mi tumba.

—Puse a mis padres en mis contactos de emergencia. Sabes, ni siquiera

quería este trabajo. —Tomé una respiración profunda. ¿Era esta la misión de

Aidan todo el tiempo, matarme? Tenía mucho sentido, pero mi corazón no

estaba dispuesto a aceptarlo. Una tontería llamada esperanza se mantuvo

aferrada a mí. Me aparté de los árboles con sus copas de hojas. Mi mirada se

conectó con la Devon mientras trataba de leer su expresión—. ¿Por qué te

importa?

Devon inhaló y escudriñó la zona de detrás de mí, con sus ojos negros

brillando.

—La primera noche que nos conocimos sabía que tenía que salvarte. No

podía soportar la idea de Aidan rasgándote la garganta. Eso tomó todo lo que

tenía sólo para alejarme.

—¿Por qué? —Negué con la cabeza—. Lo siento, pero no necesito un

rescate. Quizás pon toda esa energía en una buena causa, como salvar a las

ballenas, o la selva tropical. Oigo que los árboles están siendo talados a un ritmo

alarmante.

—Él ha matado antes y lo hará de nuevo —dijo Devon—. ¿No tienes la piel

de gallina sabiendo que estabas durmiendo con Vlad el Empalador?

—¿Eh?

188

—Míralo cuando tengas la oportunidad. El punto es, Aidan y Rebecca

mataron a cientos en sus cazas por sed de sangre. —Devon tomó mi mano, cada

vez acercándose hasta que nos quedamos a escasos centímetros el uno del otro.

Mi respiración se atascó en mi garganta mientras miraba a sus ojos negros—. Las

Sombras luchan para mantener a los humanos a salvo de monstruos al acecho.

Sé que nuestra imagen se vio empañada cuando Connor intentó secuestrarte.

Pero quiero que sepas que mi hermano sólo tenía las mejores intenciones en

mente. Él estaba desesperado ya que no sabía cuánto tiempo nos quedaba. —

Su tono era sincero. A pesar de que se quedó en silencio, sentía como si su voz

seguía hablándome en el fondo de mi mente, susurrando palabras no dichas en

mis oídos.

—¿Quiénes son ustedes?

—Nosotros somos los buenos —murmuró Devon. Su mirada se volvió suave

cuando apartó un mechón de pelo fuera de mi vista—. Espero que con el tiempo

llegues a ver eso. Alejándote de Aidan sería bueno para ti. Además, no puede

ser divertido acurrucarse a un cubo de hielo todas las noches —vaciló—. ¿O

debo decir, cadáver?

Sonreí con cautela.

—Razón de más para invertir en ropa de dormir de franela.

Sonriendo, Devon se apartó.

—Voy a terminar con esta nota. Aidan ha matado a sus amantes en el

pasado y no voy a dejarlo que repita la historia.

—¿Por qué?

Él se encogió de hombros, evitando mi mirada.

—Porque me gustas. —Por un momento, no estaba segura de haberle oído

bien. Abrí mi boca para preguntar de qué manera le gustaba, pero Devon tomó

mi mano y me llevó bajo las ramas bajas de un árbol en el camino estrecho. Mi

mano se sentía extraña en la suya mientras cruzamos el espacio abierto. Giramos

a la derecha hasta llegar a una abertura en la pared y abrió paso hacia un

corredor. Él no me soltó hasta que nos detuvimos frente a una enorme puerta de

metal pulido.

189

Devon abrió su boca para decir algo cuando levanté una mano para

detenerlo. Ya había oído suficiente. Ahora, necesitaba tiempo para dar sentido

a sus palabras.

—Aidan es tu enemigo jurado —le dije—. Por lo que es difícil para mí confiar

en ti.

—¿Confías más en él? Eso es preocupante. —La puerta se abrió. Devon me

dejó pasar, tomando un paso atrás. Tomé el estrecho paso pedregoso con

antorchas iluminando en ambos lados de un largo pasillo, maravillándome de lo

mucho que se parecía a los otros que habíamos pasado. Caminamos en silencio

mientras que los golpes sordos de las botas resonaban en las paredes.

Mi mente daba vueltas. Había muchas preguntas que quería hacer. ¿Aidan

no dijo nada? ¿Sabía él de mi trato con las Sombras? Pero me mantuve en

silencio, rezando. Devon obtendría el don y también mantendría la boca

cerrada porque yo no podía hacer frente a más oprobio y control mental, hasta

que llegamos a un gran salón con un altar de mármol creado en el centro. Una

fuerte, brisa fría barrió mi pelo por mi cara. Mi corazón empezó a correr,

golpeando contra mis costillas. A juzgar por la distancia que habíamos dejado

detrás de nosotros, no podríamos estar en cualquier lugar cerca del espacio

abierto, con sus árboles floridos. El olor aquí era diferente también, menos florido,

más parecido a tierra y humedad, tal y como una montaña olería en el frío

verano escocés. Mirando alrededor, busqué la puerta a la libertad. Si tan sólo

pudiera ver, podría ser capaz de distraer a mis captores y hacer una carrera

hacia el bosque.

—Estás temblando. Aquí. —Devon se quitó la chaqueta y la puso sobre mis

hombros. Pronuncié un agradecimiento, cuidando de no mostrar mi entusiasmo

por estar tan cerca de una salida. Su actitud complaciente era parte de su plan

para influirme a favor de las Sombras. Por otra parte, ¿Por qué él querría

engañarme cuando yo estaba cooperando? Estaba siendo paranoica de

nuevo. Dijo que yo le gustaba. Me pregunté si sus palabras significaban más de

lo que aparentaban. Cogí una respiración profunda y centré mi atención en lo

que nos rodeaba.

Devon me llevó más allá del altar hacia una abertura en la pared, como un

agujero gigante. Detrás de él se extendió la oscuridad. La tenue luz de las

antorchas apenas echaba suficiente luz para iluminar el camino mientras

caminábamos, entrando aun así en otro corredor en este laberinto. Un escalofrío

190

me recorrió la espina dorsal. Aunque sabía que no era por el frío, apreté la

chaqueta de Devon a mí alrededor.

—¿Estás bien? —susurró Devon, agarrando mi mano de nuevo.

Asentí con la cabeza, pero sin apártame. Entramos en un espacio más

abierto. Desde la esquina de mi ojo, creí ver formas inmóviles apoyadas contra

las paredes, examinando todos nuestros movimientos, esperando en silencio

como si ellos, también, estuvieran tallados de mármol como el altar que

pasamos. ¿Habían más, o solo tenían que mantener la guardia? De cualquier

manera, había muchos de ellos, incluso si encontraba una salida, ¿hasta qué

punto iba a llegar antes de que alguien me viera y diera la alarma?

En el otro extremo del espacio, un estrado de escaleras conducían a una

plataforma superior con una puerta. Devon apretó su palma contra un triángulo

tallado. La luz brilló donde su piel tocó la madera y las bisagras se movieron con

un fuerte gemido. Entramos en una cámara de roca, y la puerta se cerró detrás

de nosotros.

Conteniendo mi aliento, miré a mi alrededor. Más antorchas iluminaban la

gran habitación. Alfombras orientales, con el color de las hojas de otoño, cubrían

las paredes de piedra. Gruesos troncos ardían en la enorme chimenea a mi

derecha. Me volví hacia la chica y el hombre sentado en el trono de ébano

superpuesto con terciopelo rojo cuando Devon susurró a mi oído:

—Estás a punto de conocer a nuestra reina, Deidre. Mantén tu cabeza

inclinada.

Haciendo lo que me ordenó, alcancé a ver la piel de marfil y el cabello de

plata que se derramaba sobre su vestido, rodeando su delicada figura.

—Quiero una mejor visión de la chica —dijo Deidre, su voz débil como el

sonido de una campanilla.

—Ve —susurró Devon mientras me empujaba suavemente hacia delante,

reforzándome cuando tropecé.

Deidre tendió la mano y susurró:

—Acércate.

191

Miré hacia arriba, mi mirada desplazándose al hombre barbudo sentado en

el trono, pálido e inmóvil. Cuando él ni siquiera parpadeó, me dirigí a la chica,

tenía el cabello largo plateado hasta la cadera, piel lisa y de físico delicado.

Parecía casi más de doce años, pero algo brillaba en sus ojos negros, viejo

conocimiento, orgullo y algo más que no pude identificar.

Deidre contuvo el aliento, luego levantó una mano, haciendo un gesto para

acercarme.

—¿Esta es Amber?

—Sí, Deidre. Ella fue elegida por el vampiro —dijo Devon, con la cabeza

inclinada.

—Todavía no puedo ver su cara —dijo Deidre. Podía escuchar la impaciencia

en su voz, así que me acerqué, mis botas haciendo un chasquido enervante en

el suelo de mármol brillante, hasta que quedé a unos pocos centímetros de ella.

—¿Elegida para qué? —le pregunté, sospechosamente, mientras trataba de

alejar la imagen de la chica en El Exorcista, una película que Dallas me hizo ver

un par de veces. Atmósfera misteriosa. Listo. Chica pálida vestida con un vestido

flotante. Listo. Extraña charla. Listo. Contuve mi respiración, esperando la voz

demoníaca maldiciendo al inicio.

—No puedo decirte. Revelar este secreto en particular sería de agrado para

el vampiro, o su agonía, sin embargo él puede verlo. —Deidre pasó sus dedos

por mi brazo, rozando apenas la chaqueta de cuero de Devon—. ¿Has venido

a ofrecer ayuda en esta hora oscura? —Su voz autoritaria contrastaba con la

rigidez de su vestido con volantes y la sonrisa amistosa.

—Sí, Deidre. Amber acordó un pacto: su habilidad por la vida del vampiro —

dijo Devon. Sacudí mi cabeza. ¿Un acuerdo verbal te vinculaba legalmente?

Nunca había oído hablar de uno que se respaldara en la corte. Un buen

abogado seguramente podría sacarme de este mal negocio en un santiamén.

La mirada de Deidre nunca se apartó de mí. Tenía los mismos ojos negros

como el carbón igual que Devon y las otras Sombras, como si fueran hermanos.

Sus labios eran del color de los pétalos de una rosa congelada, apenas

moviéndose mientras susurraba:

—Deja que hable por sí misma, guerrero.

192

—Devon tiene razón, teníamos un acuerdo. —Me di cuenta de la espada

enfundada a lo largo de la cadera derecha de Deidre. En serio, ¿una espada?

¿Podría ser ella más psicópata?

Deidre puso una mano en mi hombro y lo apretó. Una sensación helada se

filtró sobre el material grueso de la ropa. Me imaginé golpeando su mano, pero

me abstuve de seguir mi instinto.

—Te vi en mis sueños hace cientos de años —susurró Deidre—. Tu destino es

tan hermoso y sin embargo tan trágico a la vez. Pero primero nos reunirás con lo

que es nuestro. —¿Ha dicho cientos de años? A menos que mis padres mintieran

acerca de mi edad, sólo tenía diecisiete años. Deidre sonrió fríamente y continuó

su monólogo—: Eres una rareza entre los mortales y los inmortales, pura y

llamativa. Creo que hemos comprometido tu lealtad. No traiciones nuestra

confianza o vas a morir y el vampiro contigo. —Hizo una pausa, mirando más allá

de mí a Devon. Un silbido gutural escapó de la garganta de Deidre—. Él cree

que comparten un vínculo.

—Sólo los tontos creen en vínculos —susurró Devon—. El vampiro hizo que se

adaptara a su propósito.

Le lancé a Devon una mirada irritada porque ya tenía lo suficiente de todo lo

que estaba sucediendo. Eran enemigos de Aidan y yo no confiaba en ellos.

Pueden parecer más humanos que un vampiro, pero entre el chupasangre y la

chica Exorcista y su pandilla de ojos negros, preferiría tener el chupasangre en

cualquier momento.

—¿Sabías que él tiene la habilidad de influir en tu mente? —preguntó

Deidre—. Se alimentará de ti noche tras noche, chupando tu sangre y

destruyendo tu voluntad de vivir.

—Es una broma. —Aidan dejó de lado ese pequeño detalle. En este

momento particular, no parecía tan misterioso, apuesto y eternamente

fascinante. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal. ¿Cambié a Cameron, el

fiestero y mujeriego por un tipo con un hambre incontrolable a la sangre

humana? Mi gusto por los hombres era despreciable. ¿Que venía después? ¿Un

hombre lobo? ¿Un zombi?

Deidre regresó a su trono, la gasa del vestido se arrastraba sus pies mientras

ella se volvía.

193

—Estás aquí, lo que me muestra que estás lista para pedir ayuda, al igual que

nuestra Ángel lo hizo una vez. —Se detuvo de nuevo, el repentino silencio

agitaba una tormenta de emociones diferentes en mí. La chica Exorcista estaba

mintiendo. Aidan no podía meterse en mi mente, o nunca bebería de mí. Y, sin

embargo, él quería algo, algo que todos parecían querer. No podía confiar en

nadie, ni en Aidan, en las Sombras, y, ciertamente, ni en Dallas quien me metió

en este problema en primer lugar. A partir de ahora, sólo confiaría en mí misma.

—Necesito respuestas. —Mi voz tembló—. Ángel me dijo que nunca podría

volver a casa.

El repentino silencio opresor impregnaba el aire. Podía cortar la tensión con

un cuchillo. Este era el momento que había estado esperando. Tal vez Ángel y

Devon no sabían de qué estaban hablando. Deidre podría dejar que regresara

a casa en unos pocos meses. Debería haber sido más específica ofreciendo mi

habilidad por dos años, tres máximo, y luego exigir que me llevaran a casa.

—Tú eres parte de nuestro mundo actual, Amber —dijo finalmente Deidre.

Mi corazón se hundió en mi pecho.

—No.

Ella inclinó su cabeza lentamente, su voz seguía siendo suave.

—Es un pequeño precio a pagar por una segunda oportunidad en la vida.

Negué con la cabeza.

—Ha habido un malentendido. No sabía que pasaría el resto de mi vida aquí.

Quiero ir a casa.

—Para estar con Aidan. —Suspiró Deidre y pasó una mano por su vestido—

. Tienes que luchar si no quieres ser prisionera del vampiro para el resto de tu

vida.

—Yo no soy su prisionera. —No lo era. ¿Verdad?

—¿Qué sabes sobre los vampiros? Nada más que unas cuantas cositas, Aidan

te engañó. Eres una ingenua, y él lo sabe. Usará eso para su ventaja.

Deidre estaba(need).

—¿Cómo puedes decir eso?

194

—¿Te gusta ser mordida y herida hasta que el dolor te hace desear estar

muerta?

—Todo esto es demasiado complicado para mí —le dije.

—Caíste en su encanto al igual que muchas otras antes que tú. Pero el destino

te ha traído aquí, en tu tiempo de angustia. Somos los faros de luz en la oscuridad.

Piensa en este mundo como un faro, y piensa en ti como un barco perdido en la

tormenta. Somos tu refugio, proporcionando orientación y seguridad. Como una

mortal, esto puede tomarte un tiempo para acostumbrarte, pero Ángel estará a

tu lado para enseñarte nuestros caminos. Con el tiempo, la influencia de Aidan

en tu mente se debilitará.

Me tragué el repentino nudo en mi garganta. Sabía que tenía que ponerme

del lado de Aidan, pero algo en las palabras de Deidre sonaron verdadaderas.

Desde que entré en la casa de Aidan me sentí diferente. Las relaciones pasadas

fueron olvidadas de mi mente. Nunca creí en el control mental, pero también

nunca creí en la inmortalidad, poderes mágicos y en ver la muerte. Las palabras

de la chica Exorcista estaban empezando a tener sentido. Aidan había

guardado secretos de mí.

—¿Voy a tener mi vida de antes?

Deidre negó con la cabeza.

—No puedo deshacer el hechizo de mente que el vampiro echó en ti.

Mientras él viva, no encontrarás la paz. La única manera de proteger tu mente

de él es mantener la distancia. ¿Hay algo que podamos hacer para que te

sientas más cómoda?

Una botella de Prozac sería perfecto. La buena y vieja Valium haría el trabajo,

también. Tal vez una celda acolchada para locos por enamorarse de alguien

que se emborrachara por la noche con solo sorber glóbulos rojos. Sonreí con

amargura.

—Estoy bien. Gracias.

—He aquí una pequeña muestra de mi agradecimiento. —Deidre se levantó

de su trono y me alcanzó en pocos pasos lentos, sacando de la vaina de su

espada una caja rectangular envuelta en encaje. Miré, dudando. El único regalo

que quería era la libertad. Así que es mejor que sea un mapa de este lugar, una

llave de la puerta del calabozo, o un par de zapatos de tacón de color rojo que

195

al usuarlos diría: "No hay lugar como el hogar." Cualquier otra cosa eran sólo

cosas sin valor.

—Toma —susurró Deidre.

Abrí la caja y saqué un gran colgante de piedra de luna con forma de

mariposa colgando de un collar de plata.

—Se llama Mariposa de la Esperanza. La mariposa simboliza una nueva vida.

La piedra te protegerá. —Deidre lo ató alrededor de mi cuello y dio un paso atrás

para admirarlo.

—Es hermoso. Gracias. —Puse mi mano alrededor del metal liso. Se sentía

como fuego contra mi piel, confortándome. Me preguntaba lo que realmente

era.

—Guía a Amber de vuelta y asegúrate de que reciba una habitación digna

de una reina —dijo Deidre—. Y no hagas veles su mente. Será capaz de

encontrar el camino de regreso a mi despacho. —Después de caminar horas a

través de este laberinto, dudé incluso que un sistema GPS pudiera ayudarme,

pero sonrió en respuesta, no obstante.

—Eso es algo inaudito. El vampiro… —comenzó Devon.

—No voy a rechazar a un alma en necesidad —dijo Deidre, bruscamente.

Devon hizo una reverencia y se marchó.

***

—No fue tan malo, ¿verdad? —preguntó Devon, tan pronto como estuvimos

fuera en la zona abierta de nuevo.

—No peor que el momento cuando mi apéndice estalló —le dije.

Devon se volvió hacia mí, sonriendo.

—Eres graciosa. He escuchado todo acerca de tu maravillosa sesión.

—Los chismes viajan rápido aquí. Deberías conseguir un televisor.

La mirada de Devon sostuvo la mía. Por un momento, pareció querer decir

algo, pero decidió no hacerlo.

196

—Apuesto a que Ángel me está esperando —le dije.

Él asintió con la cabeza, y caminamos en silencio a los cuartos alimenticios

donde el almuerzo estaba servido. Ángel saltó de su asiento y corrió tan pronto

cuando nos vio entrar. Devon se despidió y desapareció.

—Te tomaste horas. ¿Estás bien? ¿Qué dijo ella? Ella es hermosa, ¿no es así? —

Ángel agarró mi mano y me llevó a nuestra mesa de comedor. Comenzó a

acumular filetes, patatas y verduras en dos platos, y luego me dio uno.

»Tienes que decirme todo, pero espera hasta que esté más tranquilo. —Ángel

asintió con la cabeza hacia las caras curiosas mirándonos.

Comimos en silencio junto a la ventana con vista al bosque. Ángel terminó

primero y se levantó para traernos café y postre. Ella insistió en que me comiera

todo.

—Confía en mí, lo necesitarás. La gente de aquí no duerme mucho. Sólo te

puedes mantener si te compensas con la comida y la cafeína. —Le disparé una

mirada incrédula, pero no parecía estar bromeando.

—¿Ella pasa todo su tiempo en esa mazmorra oscura? —le susurré para que

los demás no nos oyeran.

—¿Te refieres a Deidre? —Ángel sacudió la cabeza—. Sale de vez en cuando

para cumplir sus deberes.

—Parece muy joven, pero la forma en que habla…

—Es extraña, ¿no? —Ángel me cortó—. No tengo idea de qué edad tiene en

realidad, pero la leyenda es que las Parcas la hicieron reina. Ella cuidó mucho

de mí cuando llegué aquí. Hizo todo más fácil de comprender y aceptar.

Terminamos nuestro postre y nos fuimos, pasamos por una puerta estrecha,

hasta que llegamos a un pasillo con varias puertas. Ángel abrió una y entró,

haciendo un gesto que la siguiera.

—Aquí es donde vivo. —Se quitó su chaqueta y la tiró al azar sobre el respaldo

de una silla, luego fue y vertió agua en dos vasos de una botella de su tocador,

y me entregó uno—. El agua es buena para la piel. Todos aquí son tan hermosos.

Tomaré lo poco que pueda para ser así.

197

Me senté en la silla y miré alrededor. ¿Qué debería decir? ¿Era bonita y

especial? Recordé aquella fatídica noche cuando conocí a Clare. Me sentí de

la misma manera. Con todos los perfectos inmortales a su alrededor, no es de

extrañar que la confianza de Ángel para sí era inexistente. Decidí cambiar el

tema.

—Deberías ser diseñadora de interiores con tu gusto fantástico.

No era una mentira. La habitación era amplia y luminosa, con paredes

blancas y una alfombra roja cubría el suelo de mármol. Una gran estantería de

vidrio estaba colocada sobre la chimenea. En la pared opuesta había una cama

con dosel y habían varios arboles con florecillas anaranjadas en maceteras.

Parecía chic, minimalista y caro, sacado de una revista.

—Gracias. —Ángel sonrió y bebió un sorbo de agua mientras señalaba a una

silla. Tomé asiento y puse mi agua sobre la mesa de cristal—. Ahora, dime lo que

dijo Deidre. ¿Van a entrenarte?

—Parece que tu deseo fue concedido —le dije—. Tengo una sentencia de

por vida en Sombralandia, o como se llame este lugar.

—¿En serio? —Ángel me dio un abrazo apretado durante un largo momento

antes de soltarme—. Deseo que la pases bien aquí

—Supongo que una de nosotras está emocionada con la idea.

Ángel sacudió la cabeza.

—No, te encantará aquí. Te prometo que te ayudaré a acostumbrarte.

Recordé mi encuentro con Deidre. Ángel siguió haciendo preguntas,

obligándome a repetir con precisión la conversación un par de veces.

—Deseo que alguien me diga qué esperar —dije.

—Se habría echado a perder el elemento sorpresa. Si no fuera por ese

vampiro, tu destino sería diferente.

—¿En serio? ¿Y cuál es mi destino? —No quería oír ningún chisme, no antes

de hablar con Aidan y relatara su versión de la historia, pero no me pude resistir.

Ángel se acercó más y bajó la voz.

198

—Escuché a Devon y a algunos otros hablando después de que llegaras.

Dijeron que si el vampiro te encuentra te matará.

—¿Así que, mi destino es morir? —Sonreí a pesar que el miedo me ahogaba.

Ángel asintió, con los ojos abiertos—. Increíble.

Ella no me estaba diciendo nada que no le había oído hablar a Devon, pero,

viniendo de una chica con la que estaba poco a poco ganando confianza, las

palabras parecían tener más peso. ¿Por qué Aidan querría asesinarme cuando

yo le salvé la vida? Pudo haberme matado un montón de veces en la casa. Por

otra parte, tal vez sólo me mantuvo viva porque él aprendería a cómo usar mi

don para llegar a su preciada Rebecca, después que robé el premio delante de

sus narices. Un pensamiento me golpeó. ¿Quería utilizar mi cuerpo, como

cuando Patrick Swayze saltó en el cuerpo de Whoopi Goldberg en la película

Ghost? Ningún chico me convertiría en un zombi mientras Rebecca poseía mi

cuerpo. Salté ante la llamada en la puerta.

—Su nueva habitación está lista —dijo una chica.

—Ella está en shock —dijo Ángel—. ¿Puedes volver más tarde?

La chica hizo una reverencia y se marchó. En el fondo de mi mente me

pregunté por qué alguien se inclinaba delante de una mortal de quince años de

edad, pero el pensamiento se evaporó con la misma rapidez. Imágenes de un

sueño inundaron mi memoria. Esa fatídica noche cuando robé las piedras

preciosas, soñé que Aidan quería matarme. ¿Podría ser que el don que me había

advertido? ¿Como una premonición, o mejor aún, una profecía? No, una

profecía implicaría una muerte inminente y definitiva. Inhalé y exhalé, mi corazón

latía con rapidez. Hablando de un trabajo de mierda. La paga ni siquiera era lo

suficientemente buena como para justificar la posibilidad de la muerte.

—Hey, estás a salvo aquí —dijo Ángel frotándome el hombro—. Nos

encargaremos de ti.

Negué con la cabeza. No, no estaba a salvo. Él vendría a buscarme porque

tenía lo que quería. Y de alguna manera todo se conecta a su ex muerta. O ¿Por

qué más él iba a seguir manteniendo la ropa de Rebecca y necesitase a alguien

con la habilidad de comunicarse con los muertos, a menos que planeara

encontrar y levantar a su novia zombi?

199

Capítulo 19

Traducido por katiliz94 y Ale Rose

Corregido Garazi

asé el día con Angel. Devon apareció un poco después para revisarnos,

dudando un poco demasiado en la entrada, como si no fuese a permitir

dejarnos solas, pero tenía asuntos más importantes que atender. Estaba

claro que las Sombras estaban esperando algo, pero nadie me diría algo más.

Mi nueva habitación era increíble: de gran tamaño similar a la de Angel, pero

decorada en los colores de las tardías hojas de verano, verdes oscuras y

marrones rojizas.

Una grande y gigantesca cama ajustada para una princesa: revisado.

Baño con un Jacuzzi: revisado.

Mágico tragaluz en el techo: revisado.

Chimenea de madera diseñada en antiguas rocas reflejando el estilo

intemporal de amor: revisado.

La habitación era algo sacado del Estilo de vida de los Ricos y Famosos. Me

di la vuelta con lentitud mientras tomaba nota de todos los detalles, casi

esperando que Roben Leach apareciera gritando: «Deseos de champan y

sueños de caviar.»

Me rendí en mi plan de escapar porque la ventana no podría abrirse.

Además, estábamos a miles de metros sobre el suelo.

Después de cenar, permanecí en mi dormitorio con un libro prestado,

fingiendo cansancio. Tanto como disfrutaba la compañía de Angel, sentía una

fuerte necesidad por algo de soledad. Ángel no pareció feliz, pero cedió. Fui a

la cama pronto con una extraña sensación en la boca del estómago.

En medio de la noche, abrí los ojos, empapada en sudor. Todos los rastros del

sueño se fueron, al instante supe que algo estaba mal. Un fuerte viento sacudió

P

200

los árboles, chocando contra la ventana de doble acristalamiento. En algún

lugar al exterior, una puerta se cerró. Si permanecía en la cama, terminaría

dando vueltas y revolviéndome durante horas, así que aparté las sábanas a un

lado y pisé en el suelo de madera.

El fuego en la chimenea había muerto, pero los troncos aún brillaban en tonos

naranjas en la oscuridad, difundiendo su último calor. Caminé hacia la silla

próxima a la ventana y me vestí los vaqueros y la camiseta, el frio material

poniéndome la carne de gallina.

El suelo se quejó bajo mi peso mientras caminaba hasta la puerta. Durante

un momento, simplemente permanecí ahí de pie con una oreja presionada

contra la madera para escuchar los sonidos, mi corazón latiendo con fuerza en

mi pecho. Una voz en la parte trasera de mi mente me decía que tenía que

averiguar lo que estaba ocurriendo. Quizás era solo la rutina de los guardias o

amigos yéndose después de una noche tardía. ¿Debería aventurarme? ¿El que

estuviese satisfaciendo mi curiosidad valía la pena que me congelase, sufriera

de hipotermia, o un desagradable resfriado? Temblé. Las cómodas mantas me

llamaban, pero algo no se sentía demasiado bien así que, naturalmente, tenía

que investigar. Mi corazón latía con más fuerza. Solo una pequeña mirada, y

después volvería al calor de mi cama.

Giré la manija en silencio y entré en el pasillo.

—Aquí no hay nada —me susurré, mirando de izquierda a derecha.

Varias luces estaban encendidas, proyectando sombras parpadeantes en las

paredes. Susurros hacían eco desde la esquina. Alguien dijo mi nombre. ¿Eran

personas hablando de mí? No era una cotilla, pero podrían estar mencionando

a Aidan, y eso no me lo podía perder.

Conteniendo la respiración, me acerqué lentamente hacia las voces,

cuando me di cuenta de que eran más de dos personas susurrando. Una era una

mujer y obviamente estaba emocionada; el hombre apenas decía más de dos

palabras. Una palma se presionó contra mi boca. Girándome, grité, pero el

sonido permaneció atrapado en mi garganta.

La voz de Blake susurró:

—La encontré. —Los latidos de mi corazón se aceleraron. Aidan estaba aquí.

De alguna manera habían entrado, y ahora iban a matarme. Me retorcí y

201

golpeé, lista para gritar si el agarre de Blake se aflojaba, pero no me soltó. Me

llevó entorno a la esquina donde Clare se abrazaba al brazo de un chico.

—¿Es ella? —preguntó el chico—. Pensé que quería escapar. Deberíamos

haber traído las esposas y una mordaza.

Clare frunció el ceño.

—¿Qué pasa contigo, Blake? Esta es una misión de rescate, no un secuestro.

Blake se encogió de hombros y se puso a un lado. Por un momento, me

sorprendió encontrarme libre para moverme. Abrí la boca para gritar, después

la cerré cuando Clare me dio un apretado abrazo susurrando en mi oído:

—¿Las chicas tenemos que permanecer juntas, verdad?

No parecía que albergase ningún pensamiento asesino. El otro chico se giró

y reconocí a Devon. ¿Ahora ayudaba a los vampiros?

Mi palpitante corazón se calmó un poco. Sea lo que sea lo que estuviese

ocurriendo, Devon parecía estar liderando toda la operación. Pero, ¿podía

confiar en él? Le golpeé el brazo.

—Me pusiste de nervios, chico Sombra. Decirme que estoy loca por salir con

un vampiro, y aquí estás con unos chupasangres. —Dejé salir un bufido—. Los

chicos y sus dobles personalidades. ¿Cuánto tiempo has estado saliendo con

Clare, hipócrita? —Devon le disparó a Clare una mirada cuestionante.

—Estoy tan contenta de que estés bien —dijo Clare—. Salgamos de aquí.

—No. —Permanecí en mi lugar—. Aidan quiere matarme.

Clare envolvió los brazos a mi alrededor, empujándome hacia adelante.

—Eso no tiene sentido, tonta. Ahora, quédate quieta. Si nos notan, todos

estaremos muertos.

Me giré hacia Devon. Él sí se preocupaba por mi bienestar. Fuera del grupo,

era el único al que estaba dispuesta a creer.

—Pensé que dijiste que Aidan era el único malo y las Sombras los únicos

buenos.

Devon sonrió, su rostro vacilando como una mala recepción de televisión.

202

—No podrías pagarme un millón de dólares para vivir aquí en Locolandia.

Deidre está chiflada.

Seguramente a las Sombras les gustaba cambiar de aliados. Mi instinto me

decía que confiase en ellos, pero entonces de nuevo estaba el mismo

presentimiento que me avisó de aceptar el trabajo de ama de llaves, y esa había

sido una mala decisión.

—¿Lista? —preguntó Clare. Cuando asentí, ella hizo señas a los otros para

moverse. Devon me lanzo una perezosa sonrisa. Algo se movió bajo su piel

levemente bronceada, estirándose y temblando durante unos pocos instantes.

Desapareció tan rápido como comenzó, pero no podía parar de mirarle

mientras nos llevaba por los corredores, deteniéndose a olfatear el aire en cada

momento. Con el tiempo, señaló que nos detuviésemos y permaneciéramos

quietos.

Respirando hondo, giró una esquina con Blake tras del él.

—¿Saldrás? —preguntó una voz masculina, seguida por un gruñido y un ruido

sordo de una persona cayéndose al suelo.

Esto estaba poniéndose más extraño por el momento, cada vez más en todo

el camino. O Devon era un traidor, o tenía una misión que cumplir. Había estado

predicando el mantenimiento de la paz de Sombralandia, y menos de un día

después le golpeó la cabeza alguien. ¿Por qué discutió conmigo cuando

claramente estaba ayudando a los vampiros a sacarme?

—¿Qué estamos haciendo? —le susurré a Clare mientras la cabeza de Devon

aparecía en la esquina.

Clare simplemente se encogió de hombros y me empujó hacia adelante,

mirando detrás de ella como si estuviera segura de que nadie nos estaba

siguiendo.

La puerta estaba abierta; una fuerte ráfaga de viento golpeó contra mi piel

mientras salí de ella. No podía evitar sino recordar a Mel Gibson en Braveheart

gritando «LIBERTAD» a todo pulmón.

—Necesitamos ser rápidos —dijo Blake, dándole un codazo a Devon—. Eres

un fanático de las carreras, así que muéstranos lo que tienes. —En un fluido

203

movimiento, Blake me colocó sobre su hombro como si no pesase nada,

quitándome el aliento.

Los árboles se confundían en una continua línea de oscuridad mientras

corríamos, ramas golpeando y arañando mis brazos. Colgada de cabeza, me

agarre a la cintura de Blake luchando contra las náuseas elevándose dentro de

mi estómago. Varias veces pensé que escuché voces diciendo mi nombre, pero

cuando contuve el aliento para escuchar, todo lo que podía escuchar era el

aullido del viento.

Unos pocos minutos después, Blake se detuvo y me puso al lado de Clare.

Miré a mi alrededor, mareada del agitado viaje, murmurando:

—Espero que consigas una multa por velocidad. —El bosque se extendía

entorno a nosotros. No parecía diferente de los bosques que había visitado en

mi infancia cuando acampaba con mis padres. Si no fuese por el mal tiempo y

los terroríficos vampiros, podría haber estado en Cornwall.

La cara de Devon parpadeó de nuevo como una bombilla encendiéndose

y apagándose, alcanzándonos unos pocos segundos después. Se detuvo y

jadeé.

No era Devon el que estaba de pie ante mí, sino un chico alto de mi edad,

vestido con ropas andrajosas y de brillantes ojos rojos. Parecía un pariente de

Cass. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida para caer en su treta? Grité a todo

pulmón, esperando que despertara el bosque y más allá. Mis piernas se giraron,

listas para dirigirse al mugriento pantano, pero Blake volvió a poner las manos

sobre mi boca, presionándome contra su pecho hasta que sacó todo el aire de

mis pulmones. Asfixiándome o no, no me rendiría fácilmente. Golpeé e intenté

morder, con los brazos a los lados para agarrar una rama que pudiese usar como

arma. Clare se acercó y sostuvo mis piernas, susurrando algo que no podía

entender.

—Parece que la chica no quería ser salvada —dijo el pariente de Cass.

—Dale un respiro. Ha estado aquí durante casi dos días. Quién sabe con qué

tipo de cosas le han llenado la cabeza. —Clare hizo una mueca y ajustó su

agarre, hablando con lentitud como si fuese una niña—. Amber, este es Thrain.

Es un amigo. Confía en mí y te lo explicaré más tarde. —Tomó un profundo

respiro—. Llévala al coche. Nos ocuparemos de cualquier perseguidor.

204

Sentí los músculos de Blake tensarse cuando volví a ser cargada, corriendo

por el sinuoso camino. Tomamos una aguda inclinación hacia los árboles, y

continuamos corriendo hasta que el camino desapareció. Blake se detuvo y miró

alrededor antes de bajarme. Jadeante, le miré. Nuestras miradas se encontraron.

Algo se iluminó en sus ojos.

El golpe, demasiado rápido para verlo, me tomó por sorpresa y me envió

volando contra un grueso tronco de árbol. Saboreando la sangre, me levanté

con la cabeza palpitanme y con los brazos levantados para protegerme la cara.

¿Qué diablos? Esto no era el tranquilo rescate que había imaginado. Visualicé

un caballo blanco y un caballero de brillante armadura asegurándome que

todo estaría bien. Entonces la revelación me impactó, Blake no era el valiente

caballero del rey, sino el verdugo del rey. Para ser más precisa, el ejecutor de

Aidan. Había sido enviado para matarme, justo aquí, justo ahora. La profecía de

mi sueño estaba en lo cierto. ¿cómo podía Clare haberme dejado a este

destino?

Blake se acercó cuando alguien se movió detrás de él. La respiración se

contuvo en mi garganta mientras Aidan arrojaba a mi asaltante al suelo

gritando:

—¡Debería matarte por esto!

Una brisa meció los arbustos cercanos. Oscuras formas sin rostro, finas como

velos, salieron de ningún lugar, sus bocas susurrando palabras que no podía

escuchar.

Blake se levantó sobre las rodillas, con la cabeza inclinada.

—Estoy haciéndote un favor, Aidan. Estás mejor sin ella.

Aidan le empujó contra un árbol con fuerza sobrenatural, la corteza volando

apedazos.

—Es mi compañera. Tienes suerte de que te deba una por salvarme la vida.

Jamás vuelvas a acercarte a ella, u olvidaré que éramos amigos. Ahora por

diablos, lárgate de aquí.

Blake desapareció sin mirar atrás. Aidan se arrodillo a mi lado.

—¿Estás bien?

205

Las formas se acercaron más. Me quedé boquiabierta ante ellas, intentando

distinguir sus rasgos.

—Creo que veo personas muertas —susurré.

—Sí —dijo Aidan, sonriendo—. Más bromas sobre vampiros. Entonces, estás

bien. Una vez que esto termine tú y mi hermano seréis muy buenos amigos. —

Envolvió su brazo entorno a mí, presionándome contra su duro pecho. Contra mi

mejor juicio, me tendí sobre él, extrañamente cómoda. Noté que estaba

temblando cuando me llevó al coche, las oscuras formas siguiéndonos a unos

pocos pasos por detrás. No debería confiar en Aidan, no debería confiar en

nadie, pero se sentía tan bien el estar cerca de él de nuevo.

—¿Qué ocurrió? Acabas de marcharte —preguntó Kieran mientras

llegábamos al vehículo y Aidan nos situó en el asiento trasero, acercándome

más.

—Solo conduce. —Su voz se volvió más lenta y ronca, su cálido aliento

golpeando mi mejilla.

—¿Qué hay de los otros? —Kieran se inclinó hacia adelante y buscó el pulso

en mi cuello.

Aparté su mano.

—¿Qué estás haciendo?

—Solo comprobando que estás viva y respirando —dijo Kieran—. Tal vez

deberíamos discutir las formas de mantenerte así porque en este momento me

siento como si quisiese estrangularte. Me metiste en muchos problemas con mi

hermano.

—No tenía intención de escapar. —Tenía derecho a estar enojado.

—No, no. Lo entiendo. Tenías que hacerlo. —Los ojos de Kieran se

estrecharon—. Lo creas o no, soy un tonto para el romance. Dos desgraciados

amantes que no encajan en el mundo del otro. Del tipo de Romeo y Julieta, solo

que con colmillos.

Aidan tomó un largo respiro.

—Dije que condujeras. Encontrarán la forma de volver.

206

—Sí, padre —dijo Kieran. Encendió el motor y aceleró en la carretera. Quería

señalar que prefería esperar que Clare estuviese a salvo, pero entonces decidí

callarme. Aidan sabía lo que estaba haciendo.

Los neumáticos se sacudieron, la grava crujió bajo las ruedas, hasta que

llegamos a la carretera principal. El bajo zumbido del motor me hizo quedar

somnolienta. Acurrucada en el pecho de Aidan, me dormí y solo desperté

cuando Kieran salió del camino y dijo:

—Está bien, niños, estamos en casa. Guarden las pistolas, cuchillos y flechas.

—Es una reina del drama. —Aidan me ayudó a salir y me alzó en la corta

distancia hasta la casa.

—Noqueaste a uno de los nuestros —murmuró Kieran—. Eres un iluso si crees

que no habrá consecuencias.

Aidan simplemente se encogió de hombros y abrió la puerta. En la luminosa

luz del pasillo noté los profundos surcos en la frente de Aidan. Cuando me vio

mirándole, curvó los labios en una sonrisa. No me perdí su mueca de dolor

cuando Kieran le golpeó el hombro para captar su atención. Él no podía

mentirme. Podía sentir que estaba herido.

—Imagino que lo que ocurrió ahí no fue muy bonito —dijo Kieran.

—Hablaremos más tarde. —La mandíbula de Aidan se tensó—. Bloquea las

puertas. Y para Blake, ya no es bienvenido aquí. —Apreté su mano, sintiendo

culpa por cómo se complicaron las cosas. Si no hubiese hecho el pacto con las

Sombras, Aidan y Blake todavía podrían ser amigos. Pero también se me ocurrió

que Aidan también podría estar muerto.

Kieran resopló.

—He estado diciéndote durante años que Blake está perdido.

—Olvídate de Blake —dije, dándome cuenta de que todavía estaba viva a

pesar de lo que las Sombras habían dicho.

¿En quién podía confiar? La línea entre amigos y enemigos estaba

desplazándose de atrás hacia adelante. Todo lo que quería era mi antigua vida.

Tenía la sensación de que era el momento de intentar de negociar con Aidan—

207

. Tienes problemas más importantes. La chica Exorcista me quiere para salvar la

raza de las Sombras. No me dejarán ir sin una pelea.

—Amber tiene razón —dijo Kieran—. Además, ¿qué de bien tiene bloquear

una puerta contra un ejercito de Sombras si deciden rodear la propiedad y

esperar hasta que nuestro suministro de sangre se agote?

—Lo sé, pero… —Aidan dudó y me lanzó una mirada extraña, como si

estuviese considerando continuar— ...podemos teletransportarnos, ellos no.

Kieran asintió y desapareció de la cocina. Aidan me llevó a la biblioteca. Tan

pronto como la puerta se cerró, bajó sus labios hasta los míos, acercándome

hasta que apenas podía respirar. Cerrando los ojos, saboreé la suave sensación

de su boca mientras sus dedos trazaban mi brazo. Terminó el beso con

demasiada rapidez y dio un paso atrás.

—Mírame. —Su voz apenas era más que un susurro. Abrí los ojos para

encontrar su ardiente mirada. Se humedeció los labios—. No actúes como una

heroína porque esto no es un juego. Podrían haberte matado.

—Dudo mucho eso. Eres el único con una X en la espalda —dije—. En

realidad, me adoraban e incluso querían que fuese parte de su familia.

—Esa es una familia loca en necesidades de medicamentos psiquiátricos

todo el tiempo. Puedes imaginarte el retrato de familia con todos esos grandes

ojos oscuros mirándote. —Volvió a acercarme, acunándome contra su amplio

pecho—. No creas sus mentiras, Amber. Estamos hablando de personas que me

han odiado durante siglos. Te prometerían el mundo si les ayudaba a ganarse tu

confianza.

Sus manos se apretaron en puños, su rostro se enrojeció. Podía ver cuánto se

esforzaba por mantener su temperamento bajo control. Las Sombras habían

estado nada más que serviciales. Algo se agitó dentro de mí, una profunda voz

hacía eco en la parte trasera de mi mente, pidiéndome escuchar. La

comprensión me golpeó con tal fuerza que tropecé hacia atrás, mirándole.

—Estás haciendo tus juegos mentales de nuevo.

—¿Qué? —La expresión de Aidan se oscureció—. ¿De qué estás hablando?

Escondiendo mis manos temblorosas detrás de mi espalda, sacudí mi cabeza.

Tenía que mantenerme tranquila por mi seguridad. Aidan no sabía que las

208

Sombras me habían contado su habilidad secreta. Hice una mueca con la

imagen de Aidan sosteniendo a la hermosa Rebecca en sus brazos, riéndose de

la confianza de los mortalales y cómo de fácil era enamorándose de él. Había

sido una idiota al bajar la guardia. Si no fuera por su capacidad de influir mi

mente, no me habría enamorado de él tanto en tan poco tiempo. Si alguna vez

él se enterara, mi humillación sería completa.

—Dime lo que está mal. —Me tocó la mejilla. Puse su mano a un lado,

disgustada conmigo misma. No pertenezco a este lugar, y mientras más pronto

salga de su mundo, mejor.

—No tengas complejo de héroe. —Crucé los brazos sobre mi pecho y lo miré,

incapaz de mantener que mi voz temblara ante su confusión falsa—. No te debo

nada, Aidan. De hecho, me la debes por salvarte el culo.

Él frunció el ceño.

—Estoy muy agradecido, pero debiste dejar que los otros manejaran la

situación.

—Ja. Si lo hiciera estarías muerto. —Sentí los primeros brotes de ira. Por

supuesto que él actuaría del chico bueno. Tenía su papel asignado en gran

detalle: conseguir que confiara en él, y luego me apuñala por la espalda. O

mejor dicho, apuñalarme en el cuello—. Tienes razón, no debería haber

arriesgado mi vida por ti, porque que no te lo mereces.

Enojo cruzó su rostro.

—Sólo escúchate. Dejaste que te manipularan. Caíste bajo, lo que sea que

ellos te dijeron fue una mentira. —Me miró cuando la puerta se abrió y Clare

entró, ajena a la tensión en la sala. Se dejó caer en el sofá. Con la mirada todavía

fija en mí, Aidan le dijo a Clare—: Te has tomado mucho tiempo.

Clare dejó escapar un suspiro exagerado.

—Gracias por no abandonarme en el basurero. Pero está bien, Thrain me dio

un aventón. —Ella me lanzó una sonrisa y un guiño—. Tengo su número de

teléfono.

—Bien por ti. Parece que tienes más suerte que el resto de nosotros —dijo

Aidan con el ceño fruncido.

209

Clare se rió.

—No seas un mal perdedor. Estoy segura de que te hubiera dado su número,

si él fuese de ese bando.

Aidan soltó un bufido, una débil sonrisa apareció en sus labios.

—Créeme, no tienes nada de qué preocuparte. Los demonios no puntúan

alto en mi lista de citas.

—No vengas corriendo hacia mí cuando te rompa el corazón —dijo Kieran

desde el pasillo.

Clare habló con adoración sobre cómo el chico llamado Thrain engañó a los

guardias introduciéndoles un pensamiento de que él era uno de ellos. Tardó

varios minutos antes de detenerse y examinar la habitación.

—¿Dónde está Blake?

No capté la expresión de Aidan, pero escuché su gruñido. Los ojos de Clare

se abrieron como si entendiera, y me pregunté si los vampiros tenían una especie

de código secreto para comunicarse entre sí. Seguramente, si lo descubría, me

gustaría ser capaz de comprender el plan de Aidan. O sólo se lo podría

preguntar, pero me imaginé que la posibilidad de decirme la verdad era casi

nula. Aun así, podría por lo menos tratar.

Aidan debió haber visto el cambio en mi expresión, porque levantó las cejas.

Mi mirada vagó sobre los cortes y contusiones en su frente y su barbilla, ahora

casi estaban desvanecidos. No habían estado allí en el día de su desaparición.

Por alguna razón, él había tratado de librarme de mi don y arriesgó su vida.

Podría ser un truco, pero también podría significar que, al menos, buscó una

manera de evitar matarme. ¿Cuál era la importancia de este don de todos

modos? No era como si pudiera darle cualquier uso adecuado. Era tan inútil que

dudaba que pudiera hacer algo más que llamar al espíritu de Elvis para sacudir

sus caderas. ¿Cómo podría ayudar a un inmortal? Tenía que averiguarlo. No

dejaría que me mantuvieran en la oscuridad por más tiempo.

—¿Puedo hablar contigo? —Me levanté de un salto del sofá y caminé hacia

la puerta sin esperar a su respuesta, asumiendo que me seguiría. Me alcanzó

mientras entraba en la cocina. Cuando me di la vuelta él estaba demasiado

cerca, su aliento rozó mis labios mientras miraba hacia mí.

210

Me aclaré la garganta, incapaz de encontrarme con su mirada azul.

—Vamos a otro lugar. Este no es el lugar para decirte lo que tengo que decir.

—Espera un segundo. —Desapareció en el pasillo y volvió con una manta que

cubrió mis hombros—. Vamos a dar un paseo, pero no demasiado lejos. —Abrió

la puerta y salió al viento frío de la noche—. ¿Ves el camino de allí? Rodea la

casa, y conduce directamente al bosque.

Cabeceando, lo dejé tomar mi mano. No le dije que había visto el camino

antes, en mis paseos durante las horas de trabajo. Apretó el paso, lanzando

miradas por encima del hombro de vez en cuando, como si se asegurase de que

nadie nos seguía. La luna se ocultaba tras las nubes impenetrables, ello hacía

que estuviera muy oscuro. Apenas podía ver mi mano delante de mis ojos. La

casa desapareció en la distancia, ocultada por los árboles frondosos, cuando

Aidan tomó una curva y se detuvo frente a un amplio tronco muerto.

—A los inmortales les encantan los bosques —dijo mientras se sentaba en el

tronco y me llevó en su regazo—. Son muy místicos y trágicos, ¿no te parece?

Apreté los labios mientras trataba de luchar contra la sensación incómoda

en mi estómago. Sí, bastante trágicos, y un gran lugar para perseguir a todas las

víctimas potenciales. ¿Quién los escucharía gritar cuando sus gargantas están

siendo rasgadas en medio de la nada?

—No sé, Aidan. No soy inmortal.

Presionando mi mano contra su muslo, me aparté, pero él me cubrió con sus

brazos dejando en claro que no me dejaría ir. Suspiré y miré hacia la oscuridad,

preparando mentalmente mis palabras.

Él habló primero.

—Aún no confías en mí, Amber. ¿Qué he hecho para no merecerme una

oportunidad?

—Mi madre siempre me aconsejó en nunca confiar en una persona muerta.

—Dudé, teniendo en cuenta si era prudente tener esta conversación sobre

nosotros, o simplemente preguntarle mi propósito en su juego—. Tienes modales

y hábitos extraños, y yo… —mi voz se quebró— …no sé lo que quieres de mí.

211

Pasó una mano por mi barriga, apretando suavemente como si quisiera aliviar

mis nervios. No hubo nada reconfortante en su toque.

—Sé que es difícil de creer lo que soy, pero pensaste desde el principio que

había algo mal en mí. Si no hubieras entrado en el bosque esa noche para, eh…

—se aclaró la garganta— mirar las estrellas, las cosas serían diferentes. Podríamos

llegar a conocernos sin…

—No hay nosotros, Aidan. —Me volví hacia él, sorprendida al descubrir que

podía ver claramente a pesar de la oscuridad que nos rodeaba. Sus ojos

brillaban con algo que no podía definir. Enojo. Frustración. Mi corazón empezó a

palpitar rápido. Parecía creer mi mentira. Tal vez le importaba, después de todo.

Gemí interiormente. Suéltalo. Dilo. Ni siquiera vayas por allí. Me obligué a mirar

hacia otro lado cuando dije en voz baja—: ¿Qué quieres de mí?

—No tengas miedo de mí porque yo…

Quiero usar tu cuerpo para mi hermosa novia zombi Rebecca.

—¿Por qué? —Mi corazón latía más deprisa. Lo diría, por fin lo sabría.

Él sacó algo de su bolsillo y lo colocó en mi palma. Puse mi mirada en el objeto

de mi mano. En la oscuridad, se sentía como una moneda que colgaba de una

cadena.

—¿Qué es? —Fuera lo que fuese, no lo usaría. Él era el enemigo. Todos ellos

lo eran.

—Es un amuleto de la suerte. Me lo dio mi madre justo antes de mi… —

vaciló—, antes de que fuera convertido en esto. Me salvó de una muerte segura.

Quiero que lo tengas ahora. —Lo miré con recelo. ¿Qué estaba tratando de

decir? ¿Por qué me daba algo tan valioso?

»Por favor, sólo acéptalo. Significa mucho para mí —dijo Aidan. Con un suave

gemido, besó la piel mi nuca, sus dedos trazaron lentos círculos sobre mi piel. No

podía dejar de cerrar los ojos y disfrutar de la sensación del hormigueo. Cameron

nunca había sido tan cariñoso, pero mi ex no necesitó engañarme para confiar

en él—. No podemos devolver lo que hay dentro de ti, pero podemos usarlo para

mejor.

—¿Qué? —La sensación de calor se convirtió en hielo. Esperé por su

respuesta, de repente olvidando sus besos.

212

Suspiró y se detuvo, su tono se volvió serio.

—Hay algo que tienes que recuperar para mí. Para nosotros. Confía en mí, si

pudiera hacerlo yo mismo lo haría. Pero tú tienes el don ahora. Y si no hacemos

esto pronto, otros vendrán por ti. No puedo protegerte durante el día.

—Sólo di lo que quieras, Aidan. —Contuve la respiración, mi corazón

acelerándose de nuevo. Una vez que lo supiera, tal vez podría negociar con él

para volver a mi vieja vida

—Hay un libro, un manuscrito oscuro que una vez perteneció a las Sombras.

Quien me convirtió, Rebecca, me lo robó hace mucho tiempo. Antes que

desapareciera ella lo escondió, y ningún inmortal ha sido capaz de encontrarlo.

—Sus dedos continuaron trazando círculos en mi cuello.

—Entonces, Rebecca te traicionó. ¿Qué pasó? ¿Después de un revolcón te

mordió? ¿O fue todo un gran malentendido, un mordisco de amor que salió mal?

—Solté un bufido, incapaz de contener mis celos—. ¿Qué tiene ese libro de

bueno de todos modos?

—Rebecca me convirtió, y a Kieran y Clara también —dijo Aidan—. Convertí

a Blake cuando ella lo dejó seco, lista para disponer de su cuerpo muerto. No

podía dejar que matara a uno de mis amigos. Es por eso que él piensa que

necesita para protegerme. Es un libro de encantamientos y conjuros, el más

poderoso en el mundo paranormal.

Esa fue una historia conmovedora. Convertir a tu amigo en un vampiro

porque la novia estaba a punto de matarlo. Me moví en su regazo, sin saber qué

decir. Al final me decidí a volver a terreno seguro.

—Dijiste que Rebecca lo robó. Tengo entendido que no pasó un minuto en la

cárcel, ya que podría ser difícil de hacerlo con una garganta rasgada.

—¿Cómo te enteraste de la herida? Nunca dije eso.

Me encogí de hombros.

—Al verla en su habitación, tumbada en la cama. Confía en mí, ella no era

un bonito espectáculo.

—¿Qué más viste ? —Algo en la voz de Aidan me hizo levantar la mirada.

—¿Hay algo que debería haber visto?

213

Negó con la cabeza.

—No. De todos modos, ella escondió el libro antes de morir. Se dice que sólo

alguien que tiene tu habilidad “La Vista” puede encontrarlo.

Estaba ocultando algo. Podía sentirlo. Todo el asunto parecía sospechoso

para mí. Qué conveniente para Rebecca a morir antes de que alguien viera el

manuscrito.

—Pero si nadie lo encuentra, ¿cómo se sabe a ciencia cierta que este libro

aún existe?

—Créeme, no es sólo una leyenda. Otros lo han anhelado. Inmortales como

yo, pero mucho más dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo. —Puso un

dedo bajo mi barbilla y me levantó la cabeza hasta que nuestros labios casi se

tocaban—. Con las reglas Lore o no, la mayoría no dudaría en matar por ello.

Contuve mi respiración, cautivada por el momento, esperando a que su

boca baje en la mía. Cuando no lo hizo, dije:

—Libros de encantamientos, ¿no?

—No sé mucho, pero por lo que me han dicho que es más que un libro de

hechizos simple. Sabe las respuestas a todo tipo de preguntas. La leyenda dice

que hace mucho tiempo que fue escrito por Blye, un poderoso Sombra que

buscaban el conocimiento. Una noche, una semi-diosa apareció en sus sueños.

Se ofreció a compartir toda su sabiduría con él si prometía ser suyo para siempre.

Blye sabía que no podía negarle. Nadie niega una semi-diosa. La amó por la

noche. Durante el día, trabajó en el libro. Veintiún días después, el manuscrito

estuvo completo, pero él se encontró con un destino horrible.

Mi interés se despertó.

—¿Qué le ha pasó?

Aidan enterró su cara en mi pelo, riendo entre dientes.

—No quieres saberlo.

—Está bien. No tienes que decírmelo. Sólo le convocaré y le preguntaré yo

misma. —Sonreí, disfrutando de su cálido aliento en mi piel—. Estoy segura de

que tengo una buena imagen de lo que sucedió.

214

—No tienes ni idea —dijo Aidan—. El libro dice que es uno de los manuscritos

más poderosos el mundo. Es único, valioso y de mayor beneficio para el que lo

posee. Es también la razón del por qué Layla organiza una carrera cada

quinientos años. Le encanta ver el baño de sangre.

Consideré sus palabras por un momento. Dallas se había equivocado con las

piedras preciosas. No tiene valor para los mortales, pero matarían por ellas en el

mundo paranormal. Como si el engaño de Cameron sobre mí no fue bastante

malo. Confía en Dallas para encontrar nuevas maneras de hacer mi vida apeste

aún más.

—¿Qué quieres del libro?

Aidan se apartó. Podía sentir una cierta seriedad en su voz.

—Hay un ritual que puede quitar la sed de sangre y el peligro de quemarse

en el sol. Layla no dejará tu premio de inmediato para que otros continúen

persiguiéndonos, pero con la ayuda de ese ritual podré protegerte todo en

tiempo.

Lo miré cuando tomé una decisión.

—Voy a usar el don para encontrar el libro. A cambio, quiero que me

prometas que me dejarás volver a mi antigua vida. No quiero un guardaespaldas

de 24/7.

La reacción que recibí de él no era lo que esperaba. Humedeciendo sus

labios, miró hacia otro lado y luego a mí.

—No es tan simple, Amber. —Sacudió la cabeza con vehemencia—. Para

encontrar el libro tendré que lllevarte a las puertas de la muerte. Una vez allí, es

posible que no sea capaz de encontrar el camino de vuelta a menos que… —

Su expresión se ensombreció, sus ojos azules brillando extrañamente brillante—

…te hayas convertido en uno de nosotros.

—¿Quieres que me convierta en un vampiro? —Aspiré, estupefacta. No

podía estar hablando en serio. Nada de esto podría ser real. Todavía estaba

esperando el momento en despertarme de una pesadilla, luego reiría de ello en

la mesa de desayuno de mis padres.

Se retorció debajo de mí, como si la sola idea fuera incómoda.

215

—Se trata de una opción que tienes que hacer por ti misma. Te informaré

sobre todos los pros y los contras. Te prometo que estaré contigo en cada paso

del camino. Tómate tu tiempo y piensa en ello sin presión de mi parte. La

inmortalidad no es una decisión de tomar a la ligera.

—¿En serio? Y yo que pensaba que no tenías un corazón. Me conmueve que

estés tan preocupado por mi bienestar. —Aspiré para calmar mi corazón

acelerado, imágenes de la eterna juventud destellando en mi mente. Y entonces

me acordé de una escena de una película mostrando sedientos vampiros

femeninos desgarrando a un chico a pedazos, sangre chorreando por sus

barbillas. Era una mala película de clase B, pero ¿cómo iba a saber que la vida

de Aidan no era de esa manera? ¿Por qué si no iba a tener una habitación en

el sótano, cerrado y marcado como privado, a menos que tuviera un alijo de

cuerpos ahí abajo? Sabía desde el principio que era un vampiro, y sabía que los

vampiros beben sangre, sin embargo, no lo había tomado en serio. Había sido

estúpida en no sumar dos más dos, y admitir que Aidan necesitaba sangre para

sobrevivir. Tal vez vestía en forma contemporánea, pero en el fondo dudaba que

él también había cambiado su suministro de sangre por un Bloody Mary .

—¿Debo darte las gracias por haberme dado la opción de unirme a tus

legiones de muertos vivientes? Hollywood haría una película con esto. —Le lancé

una mirada sospechosa y tiré un poco hacia atrás, lista para lanzarme de nuevo

hacia la casa si él como mucho levanta un dedo. Aidan podía decir lo que

quería, pero no confiaría en él lo más mínimo—. Lo siento, tu comida no es para

mí. Nada es mejor que un filete y una vieja taza de té pasada de moda.

Estrechó sus cejas.

—¿Puedes tomar esto en serio por un momento?

—Claro, siempre y cuando me prometas presentarme a todos tus amigos.

¿Hay algún otro ser mitológico o criatura legendaria del mundo sobrenatural que

debo saber? ¿Cualquier zombi u hombres lobo que debo conocer? ¿Es tu amigo

de la infancia una momia? ¿Fue tu primer beso con un demonio?

—Deja de actuar como Kieran. —Me miró con las cejas levantadas por un

segundo y luego dijo—: Te estoy ofreciendo la inmortalidad, pero quiero que

mantengas la cabeza clara.

Resoplé. ¿Realmente estaba pensando que saltaría a la oportunidad de

convertirme en un monstruo enloquecido por el olor de la sangre?

216

—Estás equivocado. Yo…

Me interrumpió.

—No luches contra ello. — Con la velocidad de un rayo, agarró mi muñeca y

hundió sus colmillos en la carne blanda. No fue doloroso, sólo un pequeño

pinchazo que parecía surrealista. Por un momento, mi cuerpo negó lo que me

estaba haciendo. Mi mente, buscaba la manera de protegerse de la ataque

inesperado. Lo empujé para liberarme cuando una sensación de paz se apoderó

de mí. Su agarre se apretó. Cerré mis ojos y me dejé adormecer, arrullada por

parte de una promesa tácita de paz y alegría.

217

Capítulo 20

Traducido SOS por katiliz94

Corregido por Ale Rose

mber? Despierta.

Gimiendo, abrí los ojos y miré la cara consternada

de Aidan inclinándose hacia mí.

Los bosques aún estaban sombríos, pero la luna se veía a través de las

pesadas nubes, proyectando un leve brillo en los arboles a mi derecha. Mis

sentidos parecían intensificados, podía ver tan lejos hasta la casa, escuchar el

leve crujido de las hojas, y oler la dulce y ligera esencia de la piel de Aidan. ¿Fue

por el mordisco del Príncipe de la Oscuridad o el don que me hacía percibir todas

las cosas?

Aparté la muñeca. Aidan recuperó un pañuelo de su bolsillo trasero y aplico

presión en las dos perforaciones.

—Maldita sea me mordiste —dije, mi voz ronca—. Tienes suerte de que no

llame al control de animales.

—Era la única forma para que abrieras los ojos.

—Saca un truco como este de nuevo, Aidan, y te patearé donde duela.

—En verdad lo siento.

Le di un codazo en el brazo.

—Podrías haberme convertido en Drácula.

Aidan sonrió.

—No así. Tengo un excelente autocontrol.

—Eso dijo la araña a la mosca. —Aparté su mano—. Permanece lejos de mí.

¿Por qué me mordiste?

—¿A

218

—Quería mostrarte que no soy un monstruo. No inflijo dolor o arranco

gargantas.

Sonreí.

—Cierto. —Falló al mencionar que usaba el control de mentes para sedar a

sus víctimas que no pudiesen luchar contra él. Imágenes fluyeron por mi mente.

Durante un tiempo, solo me senté ahí, intentando darle sentido a lo que veía.

Aidan mirando con ojos amplios a la hermosa pelirroja vestida en una bata de

brocado cubierta de sangre, situada en medio de cuerpos y rasgados miembros

destrozados por el suelo. La misma chica inclinándose hacia Aidan, lamiendo la

horrenda herida de su garganta.

Sacudiendo la cabeza, alejé las disturbiantes imágenes y miré a Aidan.

—¿Empezaste a salir con una asesina en serie? En serio, Aidan ¿estabas

borracho?

—Nunca desestimes el beso de un vampiro. —Sus ojos brillaron mientras

deslizaba un pulgar sobre sus labios—. Tú, aparte de todas las personas, deberías

entender eso.

Mis mejillas ardieron. Nuestro increíble beso debilita-rodillas aún consumía mis

pensamientos cada segundo del día.

—Fuiste seducido por Rebecca, lo entiendo. Era hermosa.

Aidan sacudió la cabeza.

—La hermosura solo era en el exterior. Debajo del esplendor de Rebeca se

escondía un monstruo rabioso, psicótico y sangriento. Disfrutaba matar.

Me mordí la lengua.

—Era la chica de la que tu madre te advertía.

—Supongo. —Aidan asintió y elevó mi barbilla para besarme la frente—. Pero

no puede comparase contigo.

Sabía que debía estar mintiendo, pero no pude evitar sonreír.

—Gracias. Es agradable saber que soy tu tipo.

—¿Eres B positivo?

219

Reí.

—¿Solo tienes citas con mortales o vampiras?

—Sí. Zombis, hombres lobos y momias son del tipo que apestan a carne

muerta. Por no mencionar que no se bañan para nada más que una vez que

comienzan a perder el pelo y los miembros. —Comenzó a frotar mi espalda.

—¿Por qué estaba vestida como Cenicienta para un baile?

—Era el año 1499 —dijo Aidan—. El año en que mi vida dio un giro completo.

Mire boquiabierta. ¿Lo decía en serio? Aquello lo hacía de…

—Te ves bien para un hombre de quinientos años y que debería estar muerto.

Quiero decir, podrías haber hecho autostop de camino a Columbia en su épico

viaje a América y ayudar a resolver los crímenes de Sherlock Holmes. Viviste para

ver la gran plaga atacar a millones. —Y mi padre estaba enfadado con que

Cameron fuese unos pocos años mayor. Se habría desplomado ante el

conocimiento de la edad de Aidan. ¿Cómo era no sentir el solo en tu cara por

años?

Aidan rió.

—Gracias por recordármelo.

—Continua —dije, sonriendo.

—Antes de conocer a Rebeca, llevaba una vida normal con mis padres y mi

hermano. Por la noche nos sentábamos en entorno a una fogata y

escuchábamos historias sobre vampiros deambulando las calles de Londres,

alimentándose de pobres y vagabundos. No creía ni una palabra. —Apreté su

mano para transmitir mi simpatía.

—Hasta que conociste al engendro de Drácula.

—Sí. Rebeca era peligrosa, encantadora y misteriosa.

Una punzada de celos me golpeó en la boca del estómago. Levanté las

cejas.

—¿Sexy?

220

Aidan se sacudió lentamente de atrás a adelante, con la mirada centrada

en la distancia mientras evocaba los recuerdos.

—Sí, eso también. Aunque algo se veía extraño en ella, pero no podía situarlo.

Nunca pensé que fuese una asesina, no hasta una catastrófica noche cuando

decidió que yo era digno de su sangre. Nunca me fue dada una opción.

—Supongo que no había un grupo de ayuda para novatos. ¿Por qué lo hizo

en primer lugar?

Se encogió de hombros, con la mirada perdida en el bosque a nuestro

alrededor, como si estuviese reviviendo los detalles de su anterior vida.

—Quizás estaba aburrida y quería compañía, o un esclavo personal. Solo

tenía dieciocho años y era fácil de manipular. Nunca reveló su propósito. Ahí otro

motivo por el que quería mostrarte el tipo de vampiro que soy. —Su mirada

conectó con la mía—. Tú y yo… estamos destinados a estar juntos.

Rodé los ojos.

—De nuevo el vínculo. Todos siguen mencionándolo. ¿Qué significa? —Mi

corazón bombeó con fuerza mientras mi voz se iba apagando. Algo me decía

que estábamos destinados a estar juntos y eso me asustaba mucho.

Aidan habló lentamente.

—Cuando dos personas están destinadas la una a la otra, son llamadas

compañeros. Una fuerte conexión psíquica les vincula juntos. Eso es lo que tú y

yo tenemos. Algunos de nosotros nunca encontramos ese extraño y hermoso

amor de toda la vida. Blake, Kieran y Clare han estado buscándolo durante años.

Yo he encontrado el mío y nunca lo dejare ir. —Cogió mi rostro en sus manos,

nuestras miradas conectándose en la oscuridad—. ¿No puedes verlo, Amber?

Perderte sería como una estocada en mi corazón. Podemos hacer que esto

funcione. No soy una persona terrible. Estar juntos no será tan malo como piensas.

Solo no te rindas por nosotros.

El colgante de piedra lunar ardió contra mi piel. Sacudí la cabeza, dudando.

Sus palabras tocaron mi corazón porque sonaban verdaderas. Quería creerle,

pero no podía.

—Enamorarte de un vampiro te arruinó la vida —susurré—. No quiero que

arruine la mía. —Eso era cosas de pesadillas, leyendas y películas de horror, y muy

221

malditamente extraño. Sabía que debería alejarme tanto como pudiese, pero

no podía. Me sentía desgarrada por dentro, insegura de qué hacer—. Me

importas más de lo que nunca sabrás. —Busqué sus ojos, intentando hacerle ver

la confusión en mi interior—. Estoy intentando entenderlo como puedo, pero

todo esto es demasiado para asimilar. —Me levanté de su regazo y me dejé caer

cerca de un árbol, sorprendida al encontrar que aún distinguía sus rasgos en la

oscuridad.

—Hay algo más que deberías saber —susurró Aidan—. Me destrozaría si tengo

que convertirte porque el recuerdo de Rebeca aún permanece en mi mente

como si todo ocurrió ayer. Algunos días despierto confundido, incapaz de

distinguir entre el pasado y el presente.

Aún era un chupasangre. Demasiado para un eterno y exclusivo amor.

—Ella se ha ido. ¿Quieres traerla? ¿Es ese el porqué de que aún guardas su

ropa? —Le miré mientras más punzadas de celos me inundaban. El colgante

alrededor de mi cuello se sentía como metal caliente, pesado y desagradable.

Aidan abrió la boca. Levanté una mano para detenerle—. No, no respondas eso.

No es asunto mío. No quiero ese regalo que me ofreciste, Aidan. Matar a toda la

ciudad no es realmente lo mío. Quiero decir, ¿cómo me perdonaría?

—No serías así. —Podía escuchar la duda en su voz. Entonces, él no tenía ni

idea de en qué me podría convertir.

Levanté la mirada hasta el follaje de árboles que filtraba el suave brillo

proveniente de la luz de la luna.

—Bien. Estoy debajo la luna llena con un vampiro, hablando sobre su esposa

zombi. Imagino que podría ser peor. Podrías ser un fantasma convirtiéndote en

un hombre lobo justo ahora.

—Los hombres lobo no son reales.

—Sí. —Resoplé—. Eso es algo bueno. Después de las criaturas que conocí en

el pasado mes, no estaría sorprendida de encontrarme sacudiendo las manos

de un troll en este momento.

—Tu sentido del humor es una de las cosas que más me gustan de ti. Pero

vamos a regresar al meollo de la cuestión. Como compañeros, podemos sentir

las emociones del otro. Sé que estas celosa de Rebeca a pesar de que no tienes

en absoluto motivos para estarlo.

222

Salté desde donde me encontraba sentada, con las mejillas ardiendo.

—No estoy…

Aidan me cortó.

—Podemos aprender cómo vivir una vida completamente normal, pero

todavía hay una posibilidad de que no seas capaz de controlar la locura de

sangre. No quiero que me odies por convertirte en una repugnante criatura de

la noche. Ese es el motivo por el que no puedo parar de pensar en Rebeca. No

es amor obsesivo sino odio. Una vez que tengamos el libro en nuestra posesión,

las cosas serán diferentes.

Deslicé la mano por el colgante de piedra lunar mientras más imágenes de

vampiros fluían por mi mente. Tanto como quería asegurarle de que no le veía

como un monstruo, no podía. Él había estado en el peor lugar en el peor

momento, seducido por el encanto de Rebeca. ¿Cómo podría culparle por eso?

Pero eso no le convertía en menos monstruo.

—Esto no va a funcionar para mí. Solo te daré tu pequeño libro antiguo y

regresare a mi vida normal —dije.

Él sacudió la cabeza.

—Si solo funcionara de esa manera.

Gruñí.

—Por favor, no digas más. Creo que sé todo lo que hay que saber sobre

vampiros.

Aidan se puso de pie desde el tronco del árbol y se acercó, deteniéndose

solo a unos pocos centímetros de mí.

—¿De verdad? Pero ni siquiera has hecho la pregunta obvia.

Tal vez no quería saber las respuestas. Ah, sí, qué diablos. Podría también

pasar por eso. Miré a su oscura forma.

—¿Engulles un litro de sangre fría cada noche? ¿O la prefieres caliente como

el café? ¿Tal vez rocías un poco de anticoagulante en lugar de crema?

—No tengo ni idea de lo que estás hablando —dijo Aidan, secamente.

223

Tomé un profundo respiro, convocando al coraje para preguntarle que lo que

sentía aquí era un tema clave.

—¿Te alimentas de la esencia de vida los humanos?

Aidan se avergonzó.

—Alimentarse directamente de la fuente es del tipo medieval, ¿no crees?

Solo bebo sangre donada, a pesar de que no sabe igual que la auténtica

sangre. Me llevó un largo tiempo acostumbrarme a usarla.

El colgante ardió, abrasando mi piel. Podía sentir la ira burbujeando dentro

de mí. Él era un monstruo, sin importar cuando él lo negaba. ¿Cómo podía

incluso presentarlo ante mis padres? Mis emociones seguían cambiado de la

confianza a la desconfianza, del comprendimiento a la ira, como si hubiesen dos

personas diferentes en mi interior, luchando por tomar el control de mis

sentimientos y acciones. Intenté sonar tranquila, como si no me importase, pero

lo hacía.

—Entonces, ¿robas bancos de sangre locales?

Aidan dudo.

—Vamos a decir que tenemos conexiones.

—No puedo imaginar estar en una dieta de liquida, y créeme, he intentado

plenamente planes para perder peso.

—La mañana se pondrá pronto. Necesitamos regresar a la casa antes de que

los primeros rayos de luz aparezcan. —Me alcanzó en dos pequeñas zancadas y

extendió la palma. La agarré y le permití impulsarme para levantarme.

Su mirada me hizo sentirme incómoda.

—Entonces vamos.

—No te has puesto el colgante de mi madre —dijo Aidan, sacándolo de mi

bolsillo. Su aliento golpeó mis mejillas mientras tocaba mi garganta, sacando el

colgante de Deidre. Una voz gritó dentro de mi cabeza. Aidan se tambaleó

hacia atrás. Levanté las manos para cubrirme las orejas contra el ensordecedor

chillido.

Aidan se aproximó con lentitud, su cara pareciendo una máscara de furia.

224

—Quítate eso. —Le miré boquiabierta, con los ojos abiertos. Dio otro paso

hacia adelante hasta que quedó de pie a unas meras pulgadas de distancia,

alzándose sobre mí—. Amber, esa cosa está impregnada con magia. Para lo que

sea, no está haciéndote ningún favor. Quítatelo ahora.

Con temblorosos dedos me desabroché el colgante. El metal ardió y se

retorció como una serpiente en mis manos mientras lo dejaba caer al suelo. Mi

mente se aclaró como si una pesada nube que acababa de levantarse. Inhalé

para calmar a mi acelerado corazón.

Aidan puso el collar de su madre entorno a mi cuello y situó un beso en mi

frente.

—Es solo un colgante —dijo Aidan, a pesar de sentir mis dudas—. Nunca te

influenciaría para tomar ventaja.

Le dejé sostener mi mano en el camino de regreso. Caminando por el camino

hasta la casa, algo hizo clic. Mi enojo había desaparecido, y la curiosidad había

tomado su lugar.

—¿Duermes durante el día? —pregunté, reanudando nuestra conversación.

Eso ya lo sabía, pero necesitaba escucharlo de él. Solo para aclarar los hechos.

—Desafortunadamente, sí. Ojala fuse solo un mito.

Reí.

—Imagino que Bram Stoker tenía razón.

—Encontrar el libro me devolverá mi vida. No he visto el sol ponerse en cientos

de años. —Señaló al oscuro horizonte—. Es la primera cosa que quiero hacer

contigo a mi lado. Tendremos una juventud eterna y…

—Piel perfecta. —Reí.

—Sí, todo eso. Sin más sangre, ni más temor de la luz solar.

Su charla de un futuro juntos me hacía sentir extraña, insegura, así que decidí

cambiar de tema.

—¿Si te quedas fuera arderías en cenizas? —La idea me asustaba tanto como

me fascinaba.

Él sonrió.

225

—No lo sé— pero he escuchado que el dolor es insoportable, así que no me

gustaría averiguarlo.

La casa estaba tan silenciosa como una tumba. Entramos a la cocina por la

puerta trasera y subimos las escaleras juntas. En frente de mi cuarto, Aidan se

detuvo y presionó los labios contra los míos susurrando:

—Prométeme que no huiras.

Asentí y envolví los brazos entorno a su cuello, odiándome por ceder con

tanta facilidad. Deseaba que él preguntase si podría pasar más tiempo

conmigo. Solo unos pocos minutos. Después del engaño de Cameron

necesitaba sentirme amada de nuevo. Aidan retrocedió.

—Duerme bien. —Sonrió, después se giró sobre sus talones. Conteniendo el

aliento en caso de que él cambiase de idea, esperé hasta que desapareció en

las escaleras antes de volver a mi habitación, lista para conseguir dormir un poco.

***

El día pareció demasiado largo. No pude comer ni dormir porque mis

pensamientos seguían circulando entorno a mi encuentro con Aidan. Había

dicho que estábamos destinados a estar juntos. Había leído suficientes revistas

para saber que ningún chico jamás haría tan gran declaración, a menos que

siguiese una agenda escondida. Aidan mentiría para conseguir mi cooperación.

Estaba arriesgándome a cooperar, pero solo si él prometía ayudarme a volver

indemne de donde se suponía que tenía que viajar. Tanto como me fascinaba

la idea de la juventud eterna, no me convertiría en la Princesa de la Oscuridad.

Mis padres nunca superarían ese golpe.

Desde detrás de las cortinas de mi ventana en la primera planta, observé a

Harry Timble examinar los matorrales alrededor de la casa, un gato negro

maullando entorno a sus tobillos.

—¿Es este tu trabajo, gatito? —dijo mientras sacaba la ardilla muerta desde

detrás de un matorral—. Como un buen chico. ¿Los matas a todos, verdad,

querido?

226

El anciano me recordaba a mi padre quien había trabajado con tanta

esfuerzo para darnos a Dallas y a mí la mejor educación posible. Extrañaba

mucho a mis padres. Así que, juré centrarme en el control de los daños y salir de

esta situación tan pronto como fuera posible. No más Aidan. No más desear que

pudiésemos estar juntos. Vivíamos en mundos diferentes. Nunca funcionaría.

Me retiré a la cocina para tomar otra taza de café y miré al jardín, mis dedos

jugando con el colgante de Aidan. La casa estaba vacía y en silencio. Durante

el desliz de un segundo estuve tentada a invitar a Harry a una taza de té, pero

entonces decidí lo contrario. Una cosa era obvia, el anciano no sabía lo que

estaba ocurriendo en la casa de Aidan. Con tantas preguntas aún sin responder,

no confiaba en mi curiosidad. No podía comenzar a jugar y arriesgarme a

despertar la sospecha del anciano.

Esperé hasta que Harry se dirigió a los contenedores de basura en el garaje,

el gato maullando a sus pies, y después dejó la casa, siguiendo el camino hasta

el lugar donde Aidan me había mostrado una parte de su antigua vida solo

hacia unas pocas horas. Pero no caminaría tan lejos hasta el tronco del árbol.

Arriesgarme a ser raptada por las Sombras estaba fuera de cuestión si quería mi

antigua vida de regreso.

Apretando la rebeca con más fuerza a mí alrededor, me senté en el húmedo

suelo. A pesar de que el sol brillaba sobre la cubierta de ramas rotas sobre mi

cabeza, el helado viento del norte me hacía temblar.

En plena luz del día, el bosque parecía divino. Las hojas secas esparcidas por

el suelo daban la impresión de una alfombra peluda. El rocío de la mañana

brillaba sobre la hierba. Me senté durante un rato, inhalando la clara esencia del

próximo otoño y ordenando mis pensamientos hasta que un plan emergiese.

Amaba a Aidan, pero una relación estaba fuera de cuestión. Las Sombras

habían estado en lo cierto. Era una mortal y no pertenecía al mundo de Aidan.

Incluso si él quería protegerme, Aidan tenía problemas escritos por todo él. Mis

padres importaban de lejos más que un mortal romance. Mi muerte o

desaparición les rompería el corazón.

Para evitarles el dolor, me daría por vencida con el amor de mi vida.

Harry no estaba en algún lugar para ser visto mientras seguía el camino de

regreso a casa. ¿Aidan esperaría que reanudase mi trabajo como ama de

227

llaves? Probablemente no. Aún necesitaba el dinero, pero mi carencia de fondos

era la última cosa en mi mente.

Me acurruqué en el sofá en el salón y esperé. El viejo reloj en la pared sonó,

ese inquietante sonido cortando como una cuchilla de afeitar el silencio de la

habitación vacía. Dormí una siesta durante la tarde, despertando varias veces

solo para volver a dormir, soñando la mayor parte de veces con Aidan.

Cuando la oscuridad finalmente descendió, me levante del sofá y encendí

las luces, ahuyentando las ominosas sombras emitidas por el pesado mobiliario.

En la cocina, encontré algunos antiguos sándwiches. El queso sabía horrible, pero

de cualquier manera lo comí, después abrí el grifo de agua fría y llené un vaso

de agua para enjuagarme la boca. Después de una rápida ducha, me cambié

a mis favoritos vaqueros y a una camiseta. Los vaqueros olían a tierra del bosque.

Como era habitual había olvidado lavar la ropa, pero al menos la camiseta

estaba limpia. Me peiné el pelo húmedo, dejándolo secar naturalmente, me lavé

los dientes, apliqueé maquillaje y me examine en el espejo del baño.

Las sombras oscuras bajo mis ojos eran obvias. El pintalabios rojo no hacia

ningún favor a mi extravagante piel, pero Aidan no notaría nada de eso porque

no le dejaría verme de cerca. A partir de ahora, mantendría la distancia. Por no

hablar más de vínculos de amor y un futuro juntos. Mi obsesión con él tenía que

parar porque tenía un trabajo que hacer, lo cual era recuperar el libro para que

pudiese salir de aquí.

Volví al salón y me senté. Aidan no me dijo donde solía dormir, pero

imaginaba que era en algún lugar de la casa; tal vez incluso en su propio

dormitorio o en alguna de las otras habitaciones del piso de arriba. Pensé en

Harry y Greta, y por primera vez se me ocurrió que Aidan se sentía seguro aquí y

que podría encontrar este siglo más placentero porque las personas eran menos

supersticiosas. Ya que nadie parecía preguntar sus rutinas y hábitos, le hacia el

fingir ser más fácil de lo normal.

El tiempo pasaba con lentitud. Con el tiempo, escuche el primer sonido de

pasos aproximándose. Me senté, rígida, de repente nerviosa como una

adolescente en mi primera cita. ¿Cómo se vería Aidan? ¿Me encontraría guapa

esta noche? De cualquier manera no importaba porque no tenía interés en

acercarme a él.

La puerta se abrió y la oscura forma de un chico entró.

228

Levanté la mirada. Mi sonrisa se heló en mis labios.

—¿Qué estás haciendo aquí?

229

Capítulo 21 Aiden

Traducido por Jess16

Corregido por Ale Rose

lí al visitante mucho antes de que me despertara, mi corazón latía

demasiado rápido, el dulce olor a sangre me llamaba más que cualquier

otro porque era tan similar al de mi compañera. Me levanté con un

gemido y llegué a los suministros de alimentos en unos pocos pasos, devoré el

contenido de una bolsa en un gran trago. Desde la llegada de Amber, la sed

de sangre se hizo más fuerte y mordiéndola no había ayudado a aliviarlo ni un

poco.

Mis verdaderos poderes cosquilleaban debajo de mi piel, ordenándome

a beber de lo bueno para alcanzar su máximo potencial. Pero para adoptar

plenamente mi verdadera naturaleza de vampiro me arriesgaría a convertirme

en lo que era Rebecca. Había bebido la sangre de una fuente antes y después

esperé unas semanas hasta que la necesidad adictiva de ello desapareciera.

Pero esta vez era diferente. Esta era la maldición de tener una

compañera mortal, su sangre siempre parecería más dulce, más tentadora que

la de cualquier otro mortal.

Por desgracia lo mismo se aplicaba a su familia. Matar al hermano de Amber

estaba fuera de la cuestión, sin embargo. ¿Cómo podría convencer a los suegros

que yo era el más adecuado para su hija cuando, en lugar de centrarme en una

pequeña charla, todo lo que podía pensar era en cómo no matarlos? Sólo podía

imaginar lo que diría a los futuros suegros: “Hola, es un placer comerlos, quiero

decir, conocerlos.” Tenía que encontrar el libro, y rápido, antes de convertir a

Amber y la mitad de su familia con o sin su consentimiento.

Kieran me esperaba fuera de mi habitación, apoyado en la barandilla, con

una sonrisa inquietante en sus labios.

O

230

—Fi! Fa! Fo! Fum! Huelo la sangre de un inglés. Esté vivo, o muerto, voy a moler

sus huesos para hacer mi pan.

Al pasar, le susurré:

—Cállate.

—Tienes razón. Las letras no encajan. Voy a cambiar el final: Estando vivo, o

estando muerto, de su cabeza su sangre drenaré.

Golpeé su hombro. Kieran levantó sus manos, su sonrisa se amplió.

—¿Qué? —Olfateó el aire y gimió—. ¿Estás dando una cena del Día

Colmillogracia sin mí otra vez? Alguien está desastroso.

¿Ya sabes sobre la mejor invención de este siglo? Se llama servilleta de papel.

¿Has oído hablar de ello?

Kieran no iba a dejarlo. No hasta que se aburriera. Suspiré y decidí acabar de

una vez.

—Está bien, dilo.

—No tengo idea de lo que estás hablando. —Kieran levantó sus cejas en

fingida confusión.

—Que soy un idiota para ponerme así por esto debido a una chica.

Kieran rió, sus ojos brillaban de autosatisfacción.

—Estas yendo por el camino equivocado, hermano. Las chicas se tropiezan

con ellas mismas para conseguir el tipo malo. La manera en cómo estás

procediendo no te ayudará un millón de años. Si la muerdes y la conviertes, la

corte de Lore te matará, pero ella tendrá su chico malo. Si no la muerdes,

terminarás en arruinar todas esas camisetas para el resto de tu existencia.

Bajé la mirada a las manchas, y suspiré. Había sido demasiado frenético una

vez más, a pesar de que sabía que beber sangre congelada nunca calmaba mi

sed.

—Mierda. Probable esté sobre la alfombra también. ¿Dónde está Clare? Ella

hace milagros cuando se trata de eliminar las manchas más difíciles.

—Una gran manera de impresionar a tu futuro cuñado, por cierto —

continuó Kieran—. Parece que tomaste un baño de sangre. Lo único que falta

231

es el hacha. ¿Querría Dallas dejar que su hermana pequeña saliera con un

asesino enloquecido que corta cuerpos en el sótano? Es necesario cambiar esa

camiseta pronto. Y ah, de nada. Solamente te salvé de hacer una completa y

absoluta tontería, pero no lo menciones.

Curvé mis labios en una risa falsa.

—Gracias. Es tan bueno saber que eres mi respaldo.

Kieran me miró con frialdad.

—Una afición puede ayudarte a aliviar toda esa hambre. ¿Alguna vez has

pensado en arreglar los coches, hacer carpintería, o tal vez un proyecto para

decorar la casa?

—Te estás divirtiendo a lo grande de todo esto, ¿no es así?

Kieran se encogió de hombros.

—No hay nada de ver en la televisión. Espero que no la conviertas. Si lo haces

es una sentencia de muerte segura, y no voy a sentarme y verlo.

Sonreí.

—Hazme un favor y consigue que el hermano de Amber salga de la casa

antes de que tenga sus manchas de sangre en mi camisa, también.

Kieran cruzó los brazos sobre el pecho, sonriendo.

—Sí, matándolo no podría ayudarte a ganar cualquier punto con ella.

Entonces, ¿qué pasa con el mal humor? ¿Te encuentras bien?

—En realidad no. —Me quedé mirando el piso y las partículas de polvo que

brillaban en la luz artificial.

—Dudo que alguna vez lo estés, hermano, y eso es porque ella te tiene

envuelto alrededor de su dedo meñique. —Kieran me guiñó un ojo, su risa resonó

en la sala mientras se dirigía a la sala. Volví a mi habitación para cambiarme. Yo

sería el que tendría la última palabra cuando Kieran encontrara a su compañera,

pero hasta entonces supuse que seguiría siendo el hazmerreír.

Clare no se encontraba en la biblioteca. Caí en el sofá y esperé a mi hermano

que me diera el visto bueno. Media hora más tarde, Kieran no había regresado

de la sala de estar, y el aroma del hermano de Amber todavía impregnaba el

232

aire. ¿Cómo podría hablar con Amber, hacer que me quisiera y estuviera de

acuerdo con su conversión si las cosas iban mal, si Kieran no se daba prisa un

poco?

Una vena palpitaba en mi sien derecha, me levanté y di unos pasos tentativos

por el pasillo. Voces se escuchaban, el olor parecía cien veces más fuerte aquí.

Entonces oí la risa de Kieran y me di cuenta de que para mi estúpido hermano

probablemente estaba teniendo el mejor momento de su vida a mi costa. Luché

contra la repentina punzada de hambre, apreté mis manos y entré en la sala de

estar.

***

Amber estaba sentada junto a Kieran, riéndose de algo que dijo. Mi mirada

fue atraída por el chico de pelo rubio oscuro a su derecha. Dallas, el hermano

de Amber, parecía la versión morena de ella, pero sus latidos eran menos

frenéticos. El pobre probablemente no tenía idea de que estaba hablando con

una máquina de matar que podría romperle el cuello en un instante.

Kieran notó mi entrada primero y saltó, poniéndose entre Dallas y yo. Por

primera vez en muchos años, mi hermano no tenía un comentario gracioso en la

manga. Mi espalda estaba lisa del sudor mientras forzaba el aire en mis

pulmones. Empujé a Kieran con más fuerza de la intencionada y tendí la

mano. Amber me miró, sorprendida, como si ella no esperara que me uniera a

la fiesta. Bueno, por lo que recordaba era todavía mi casa. Si ella no se sentía

cómoda conmigo presentándome su familia, no debería haberlos llamado para

visitarla.

Amber me señaló.

—Dallas, él es mi jefe, Aidan McAllister. Aidan, este es mi hermano Dallas.

Dallas parecía ajeno a la tensión en la sala cuando me estrechó la mano con

vigor antinatural.

—Eres el tipo que logró convertir a nuestra Amber en una diosa doméstica.

Mamá y papá nunca lo creerán.

Fruncí el ceño. Así que, Dallas todavía pensaba que Amber era el ama de

llaves. ¿No le había dicho a su hermano que estábamos a punto de empezar a

salir? Le lancé una mirada irritada.

233

—No sé nada sobre la parte de la diosa del hogar. Seamos realistas. Amber

no es Kim Woodburn y Aggie MacKenzie, eso es seguro.

Ella frunció el ceño.

—Si quieres un menú de cinco estrellas que no vas a comer de todos modos

porque comes fuera casi todas las noches, ¿por qué no contratas a un cocinero?

—Siento problema en el paraíso. —La sonrisa de Kieran estaba de vuelta en

su lugar cuando le dijo a Dallas—: Vamos. ¿Te muestro la casa mientras ellos

arreglan su disputa de amantes? Podría tomar un tiempo.

—¿Dijiste disputa de amantes? —Dallas levantó las cejas. Kieran lo arrastró

hacia la puerta.

—¿Qué te pasa? ¿Te despertaste del lado equivocado del ataúd? —

Amber colocó las manos en sus caderas, su mirada lanzando dagas—. Tu

hermano no podía mantener su boca cerrada Le diré a Dallas cuando esté bien

y lista. No tenía derecho a decirlo. Y en cuanto a ti…

Me reí, interrumpiéndola.

—Invitar a tu hermano no era la idea más brillante, sobre todo cuando estás

decidida en mantenernos en secreto. —Agarré sus hombros, listo para sacudir

aquella arrogancia de ella. Clare tenía razón, Cameron aún no estaba olvidado,

¿o por qué además no haría ella nuestras citas oficiales?

Amber empujó mis manos a un lado.

—No lo invité. Él vino de visita porque, con todo el drama, me olvidé de

contestar a su último mensaje y él estaba preocupado. —Sabía que estaba

mintiendo por su acelerado corazón. Pero la dejé continuar—. ¿De verdad crees

que pondría la vida de mi hermano en riesgo por presentárselo a un grupo de

vampiros en busca de su próxima cena?

¿Un grupo de vampiros? ¿Era eso todo lo que yo era para ella? Me encogí,

haciendo caso omiso de mí rabia.

—Está bien. No es que quiera conocer a los suegros a corto plazo. Todos

sabemos que sólo te contraté porque eres sexi.

Poniéndose de pie, se acercó un poco más, apenas llegaba a mi barbilla

mientras miraba hacia mí.

234

—¿Ya que sigues mencionando mis habilidades de limpieza y cocina, hay

algo que tratas de decirme?

Hasta ahora había sido el que perseguía. Kieran tenía razón, iba por el

camino equivocado. Era hora de jugar frío.

—Vamos a ponerlo de esta manera… —Tomé una respiración profunda,

teniendo en cuenta mis palabras— …saldremos juntos, pero prefiero no conocer

a tu familia.

Su boca se abrió, su expresión se endureció. Parecía que se esforzaba en

contenerse para no golpearme. Soné como mi hermano, pero tanto como

quería abrazarla y admitir mi mentira, no podía. A juzgar de su historial amoroso,

ella no se enamoró de tipos buenos.

—¿Por qué querría yo a un tipo con más de quinientos años con equipaje

emocional?

Solté un bufido.

—Como si fueras de ejemplo para hablar.

—No pasé cientos de años con Cameron —dijo Amber.

—Tú no puedes avanzar con tu vida. Es la misma cosa.

Ella me miró airadamente.

—¿Por qué no sales a la ciudad y buscas algunos cuellos frescos para morder?

Me aseguraré de tener al camarero preparando tu Blood Light con el ajo.

—¿Mi qué?

—Bud Light. ¿Una cerveza? —Agitó su mano en mi cara—. Ah, no importa.

Supongo que a tu edad, mantenerse al día con los jóvenes es una tarea difícil.

No veo el punto en estar aquí mucho más tiempo. Vamos a conseguir el maldito

libro para que pueda seguir en mi camino.

—Por supuesto. Lo que más te convenga, nena. —Hice una mueca por su

expresión de dolor, que desapareció inmediatamente detrás de una máscara

fría.

235

—No soy tu nena. Nunca lo seré. —Manteniendo su cabeza alta, se dejo caer

en el sofá y se alejó de mí—. Estoy tan cansada de jugar a las casitas contigo. No

me digas otra palabra hasta que averigües como conseguir el libro.

Miré su perfil por un momento. Todo el maquillaje en su rostro no podía ocultar

los signos de agotamiento. Sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos brillaban con

humedad. Claramente, su ego estaba dañado. Sólo podría esperar que la

táctica de Kieran no fuera contraproducente. Sentándome a su lado, pasé un

brazo sobre sus hombros y la atrajé más cerca. Ella se puso rígida, pero no se

apartó.

—¿Tienes algún plan mañana por la noche? —le susurré al oído.

Amber respiró fuerte, sus latidos se aceleraron de nuevo.

—¿Qué? No estoy tan segura de que un ama de llaves debe ser vista con un

chico de tu talla.

Levanté una ceja.

—Pensé que te marcharías.

—Lo pensé. Pero tú no me dejarías salir, si mal lo recuerdo. Así que,

técnicamente, todavía estoy siendo retenida.

Ocultando mi sonrisa, le dije:

—Conseguiremos el libro mañana por la noche… si no tienes ningún otro plan.

Ella se volvió hacia mí, con el ceño fruncido.

—En realidad, sí. Grandes. Me lavaré el cabello. Pero haré una excepción

porque cuanto antes me deshaga de ti, mejor.

Sabía que no quería decirlo, pero las palabras picaron no obstante. La

puerta se abrió y Cassandra entró. Su mirada se movió entre Amber y yo, luego

a mi mano en el muslo de Amber.

—Consigan una habitación, chicos.

—No lo creo —dijo Amber—. No puedes pagarme para conseguir una

habitación con él, porque es grosero, agresivo, egoísta, irrespetuoso y

desagradable. ¿Debo continuar?

236

Cass sacudió la cabeza.

—No. Entendimos el mensaje, alto y claro. El porqué te lo dije, amigo, y así

evitabas el dolor de cabeza. La última cosa que quieres son descendientes

desagradables.

—Eso no es ni siquiera una opción.

Amber suspiró. Cass se acercó más, como era habitual no era capaz de

mantener la boca cerrada.

—Te daré algunos buenos consejos. Aidan es el mejor de los vampiros que he

conocido. Pero nunca dejes entrar a un vampiro a tu corazón, niña tonta. —Me

echó un vistazo, ensanchando las fosas de la nariz, sus ojos brillaban como si

disfrutara de cada momento de caos que ella creó.

—Vete, Cass —le dije, irritado, deseando poder lanzar su trasero a la puerta.

—Quiero estar un millón de millas de distancia de este idiota. —Amber se

sentó y empujó mi mano a un lado—. Pero por ahora, la habitación de al lado

tendrá que servir. Estaré con Clare mientras estoy allí.

Cass vio a Amber alejarse, luego se volvió hacia mí, con los ojos brillando de

nuevo.

—¿Qué está sucediendo?

La mitad del tiempo no entendía una palabra de lo que ella decía, y la otra

mitad de lo que entendía me hacía enojarme.

—Métete en tus asuntos, Cass —dije, tomando nota de otro de sus extraños

atuendos: un colorido vestido holgado que parecía que fue hecho de un mantel,

y botas de combate.

Pero Cass no parecía saber cuándo retroceder.

—Amber te está ignorando, ¿eh? Nada que una pequeño striptis no pueda

resolver.

—¿Estás sugiriendo que me quite la ropa? —Le lancé una mirada divertida, a

la espera de que empezara a reír. Su rostro permaneció serio.

237

—Obviamente, desnudarse no es el truco. —Cass puso los ojos en blanco—.

Que sea sutil, ya sabes... —Hizo un gesto con la mano— ...Un pecho desnudo por

aquí, unas piernas desnudas por allá. Ya sabes el procedimiento. —Me reí.

—¿Cómo propones que muestre mis piernas a no ser que corriera por todas

partes de la casa desnudo y corra el riesgo de encarcelarme por exhibicionismo

delante de mis empleados?

—Piensa un poco, amigo. No puedo hacer todo el trabajo por ti. —Dio unos

golpecitos con los dedos sobre los labios pintados—. ¿Qué hay sobre una falda

escocesa? Podrías salirte con la tuya ya que estamos en Escocia. He oído que las

chicas se vuelven locas por los chicos en faldas.

—¿Por qué estás aquí, Cass? —le pregunté, no era capaz de quitarme de

encima la imagen aterradora de cientos de piernas peludas en faldas cortas y

vestidos. Me estremecí, centrándome en cómo de amplios parecían los ojos de

Cass de repente. Estaba a punto de mentirme. Primero Amber, ahora ella. ¿Qué

es lo que hacía para que las personas no pudieran decirme la verdad?

Cass pasó una mano por su pelo rojizo para ganar un poco más segundos.

—Estaba preocupada por Amber. Tenía que comprobar que ustedes chicos

la habían rescatado a salvo.

Entrecerré mis ojos.

—¿Desde cuándo te importa?

—Hey, no seas así. Me agrada mucho. Somos dos amigas que comparten

secretos, como hermanas —dijo Cass.

—Pensé que era con Thrain que hacías eso.

Su voz se elevó.

—No. Estaba demasiado ocupado. —Me miró, toda inocente con los ojos

abiertos—. Nunca me diste las gracias. Sin mi ayuda no tendrías a Amber de

regreso. Aunque ella no parece demasiado feliz por eso.

—¿Si te doy las gracias me dejarás en paz?

Ella levantó las palmas de sus manos, con sus ojos brillantes.

—No puedo prometerte nada, amigo.

238

Me eché a reír. Deshacerse de ella era más difícil que entrar en una base

militar.

—Gracias, Cass. Realmente aprecio todo lo que hiciste por nosotros. Deberías

negociar tus cuernos por alas de ángel.

Ella soltó un bufido.

—Y tú que pensabas que no podías confiar en mí.

La puerta se abrió de nuevo.

—Hablaremos más tarde. No creas que lo voy a olvidar —le susurré.

Cass se encogió de hombros, pero podía ver el alivio en su cara mientras se

levantaba y agarraba a Amber en un abrazo. La mirada de Cass se fijó en Dallas

que estaba de pie en la puerta, con las manos en los bolsillos, sin saber qué

hacer.

—¿Quién es el bombón? —susurró Cass—. Este tío está bueno.

—Mas bien como un chico que en el fondo es de mal gusto. —Amber indicó

a Dallas que diera un paso más cerca—. Éste es mi hermano, Dallas. Dallas, ella

es Cass.

Dallas se aclaró la garganta, sus ojos brillando casi como los de Cass, pero

Cass habló primero.

—Estoy furiosa que nunca me hablaste de él. Qué desperdicio.

—¿Estás de camino a una fiesta de Halloween? —Dallas sonrió y señaló a sus

pequeños cuernos asomando por debajo de su pelo.

—Oh, estos pequeñines. —Cass se rió y le agarró del brazo, tirando de él al

sofá—. Estoy de camino a un evento de caridad a cargo de la Fundación

Demonios en Peligro. Se trata de salvar el Demonio de Tasmania. Si no actuamos,

van a extinguirse.

—Suena como una buena causa —dijo Dallas, aparentemente

impresionado.

Apartando la mirada, me froté el cuello. Lo que Cass estaba haciendo en mi

casa, probablemente no me ayudaría un poco con Amber. Clare entró, y me

eché hacia atrás, molestándome por las tonterías que pasé por need mi plan

239

una vez más. No estaba interesado en una reunión con las Sombras, no después

del truco que me hicieron. Pero para obtener la seguridad de mi compañera de

su inminente viaje, tenía que necesitar toda la ayuda que pudiera conseguir.

Cabeceando, me uní a la mezcla de risas que parecía girar en torno a una

Cass enojada, mirando a Dallas y a Kieran, el centro de atención, como de

costumbre, contando una historia que todos parecían disfrutar. Todo el mundo,

aparte de Amber, que me lanzó una mirada. Respiré y me centré en nuestro

vínculo de sentir su corriente emocional. Estaba furiosa, pero no por mi culpa.

No le gustaba la forma en que Cass y Dallas se miraban entre sí. No podía menos

que sentirme un poquitín satisfecho. Al menos ella no estaba teniendo un buen

momento tampoco.

Sin prestar atención a los demás, hice señas a Kieran que me siguiera. Mi

hermano hizo una mueca cuando los otros gritaron, y me siguió al exterior.

—No estás ayudando a tu caso si actuas de manera indiferente —dijo Kieran,

cerrando la puerta tras de sí.

—Te das cuenta de que tenemos problemas más urgentes que entretener a

las damas.

Kieran suspiró y se apoyó contra la pared pronunciando:

—El salmón. Need

—Lo que sea. —Negué con la cabeza. La mayoría de las veces, no tenía ni

idea de por qué me ponía al día con él—. Llama a Devon y dile que el viaje de

Amber está programado para mañana por la noche. Si todavía están dentro,

debe conseguir los preparativos para ir.

La mandíbula de Kieran cayó.

—¡Es una broma! ¿Por qué crees que van a jugar limpio esta vez?

—No tengo otra opción. Solo hazlo.

Kieran me miró durante un minuto, luego se encogió de hombros y sacó su

teléfono. Volví a la sala de estar. Si todo seguía según lo previsto, el libro sería

encontrado rápido, y finalmente podría centrarme en ganar el amor de Amber.

Si no es así, chasqueé la lengua. Caer no era una opción.

240

Amber no se levantó de su asiento, pero me di cuenta de su mirada

interrogativa, con el corazón acelerado de nuevo. Me senté al lado de Dallas,

frente a ella, haciendo caso omiso de la devastadora llamada de la sangre

prohibida. Por el rabillo de mi ojo, me di cuenta que Amber se inclinó hacia

adelante, con un ceño colocado entre su frente, como si trató de escuchar

disimuladamente la conversación.

—Kieran me puso al corriente de tu pequeño noviazgo —dijo Dallas—. Oye,

hermanita, ¿es una buena idea mezclar los negocios con el placer? Podrías

perder tu trabajo.

—O tu vida —murmuró Amber en voz baja.

—¿Qué? —preguntó Dallas.

Amber sonrió, dulcemente.

—Dije que podría causar conflictos.

—Compartimos una parte justa para resolver —dije. Odié como de ocasional

sonó. Por un momento, Dallas pareció incómodo.

—Sabes lo del ex en Londres, ¿no? —Cuando asentí, dijo—: Pareces un buen

tipo. No rompas su corazón como Cameron o voy a tener que patearte el culo.

El mortal amenazándome, si su amor fraternal no fuera tan conmovedor, sería

francamente hilarante. Luchando para poner una cara seria, asentí. Un minuto

más tarde, Kieran apareció y me dio la señal de pulgares arriba. Suspiré, aliviado

de que al menos una parte del plan se estaba desarrollando según lo

planeado. Me puse de pie y tomé la mano de Amber.

—¿Me permites un momento? —Cuatro pares de ojos se fijaron en nosotros.

Se humedeció los labios.

—Sí, claro. —Le ayudé a levantarse, nuestros dedos apenas tocándose. Una

descarga eléctrica recorrió mi espalda cuando apreté mi agarre y la llevé a la

cocina, y luego cerré la puerta.

»¿Qué quieres? —susurró Amber.

En la oscuridad, la apreté contra la pared y puse mi boca sobre la de ella.

Rodeó mi cuello con sus brazos. Algo se agitó en mi interior, el hambre que pensé

241

que tenía bajo control. No podía tocarla, no sin engullir otro galón de sangre

donada. No hasta que me eligiera y al vínculo que compartimos.

Quité sus brazos de mi cuello, presioné un último beso en sus labios y la solté,

entonces encendí la luz. Amber parpadeó contra el brillo repentino. Sus labios

brillaban de humedad, su pelo estaba desordenado y la ropa desaliñada.

Probablemente no me veía mucho mejor.

—Tenemos que hablar sobre mañana —murmuré.

—¿Está hecho entonces? —Inclinó la cabeza y suspiró. Su corazón latía más

rápido y tenía la boca apretada. Estaba asustada. Deseé poder asegurarle que

todo iba a salir como estaba previsto, pero no quería mentirle. Su expresión se

suavizó, y por primera vez vi algo en ella. Por mucho que lo combatía, reconoció

nuestro vínculo. Asentí con la cabeza. La punta rosada de su lengua se movió

sobre su labio superior—. ¿Cuándo?

Puse un beso su frente y la atrajé hacia mi regazo mientras estaba sentado

en una silla, enterrando la cara en la suave melena de su pelo.

—Antes de medianoche.

Asintió.

—Tengo miedo —susurré tan bajo que no me escucharía.

—¿Qué? —preguntó Amber.

Negué con la cabeza.

—Te pedí que pensaras en mi oferta. ¿Has tomado una decisión? —Me forcé

a encontrar su mirada fija.

Por un breve momento, la confusión cruzó su cara, entonces comprendió el

significado de mis palabras y su expresión se ensombreció.

—Lo pensé. La respuesta es no.

—Sólo estoy tratando de salvar tu vida, Amber. Piensa en ello. Con la

inmortalidad, también consigues una eternidad de diversas habilidades.

—¿Al igual que la eterna juventud, el control mental, y viajar a la velocidad

de la luz? —Resopló.

242

—Entre otras. No puedo entrar en detalles porque todavía no eres una de

nosotros, pero con mi sangre también tendrás acceso a mis recuerdos y

conocimientos. Somos fuertes, no somos esclavos de nuestra necesidad de

sangre. Las Sombras nos han superado en número por siglos, y sin embargo no

pueden ganar la batalla.

—Belleza e inteligencia. ¿Qué más puede pedir una chica? —Ella negó con

la cabeza—. No me mires con esos ojos tristes y conmovedores. No va a cambiar

nada. No necesito tu protección. Puedo cuidar de mí misma sin convertirme en

lo que eres. Las únicas cosas que deben chupar la sangre son las sanguijuelas,

pulgas, mosquitos, arañas y garrapatas.

—Tus bromas no dejan de sorprenderme —le dije, secamente. Claramente

pasaba demasiado tiempo con Cass y Kieran. ¿O de dónde más pudo haber

aprendido a pasar de un insulto a otro?

—Dijiste que te gustaba mi sentido del humor. Bromas aparte, Aidan, no estoy

tratando de darte un mal rato, pero quiero ser capaz de descansar en la playa

y disfrutar de un vaso de agua sin estallar en llamas. Por favor, comprende. Es

cosa de chicas.

El temor de que ella haría de esta su opción era una cosa, oyendo por

completo las palabras eran otra. Pasé mis dedos por mi cabello, teniendo

cuidado de la mirada calculadora que Amber me disparó.

—Me parece bien. Pero si las cosas no van bien y...

Amber me cortó.

—Entonces deja que me muera.

La miré con la boca abierta. La sensación de victoria que pude sentir de ella

me dijo que veía la situación como una especie de triunfo sobre mí.

Independientemente del tipo de batalla que luchaba contra mí, lentamente me

sacaba de mis casillas.

—No, no lo entiendes.

—Por supuesto que sí. —Cruzó los brazos sobre el pecho y levantó la barbilla

desafiante.

243

—Por favor. Sabes que no te cambiaria sin tu consentimiento. —Era una

mentira. A pesar de que la posibilidad de que ella me odiara fuera alta,

mantener a Amber viva valía la pena arriesgarme a su ira.

Sacudiendo la cabeza, se puso de pie.

—Nunca cambiaré de opinión. Entonces tendremos que conseguir ese libro

y me das mi vieja vida de antes. ¿Entiendes? —Dándome una última mirada por

encima del hombro, ella salió. Unos momentos más tarde,

oí la puerta de la sala abrirse y cerrarse.

Apagué las luces y abrí la puerta de trasera para dejar entrar el aire helado

de Escocia. No me sorprendió la reacción de Amber a mi proposición.

Teniendo en cuenta las mismas circunstancias y las opciones, probablemente

tomaría la misma manera. Ella era una mortal y no tenía motivos para confiar en

mí ya que no había hecho nada para ganar su confianza. Si fuera cualquier otra,

no habría dudado en esperar a la próxima carrera, incluso si eso significaba

esperar alguien más va después de la mortal. Pero esto era diferente, no podía

correr el riesgo que las Sombras utilizasen los poderes de Amber y dejarla morir

en el proceso.

Maldije en voz baja y me apoyé contra la pared. Una fuerte brisa agitó las

cortinas. Mi una vez cuerpo mortal hubiera temblado, pero no sentía el frío. Y

pronto Amber tampoco lo haría, tanto como si quisiese como o si no.

244

Capítulo 22

Traducido por Princesa de La Luna

Corregido por katiliz94

ómo se atrevía Aidan a intentar engañarme para ceder a su

sórdida proposición? Me podría pagar un millón de dólares, pero

eso no cambiaría ni una maldita cosa porque ninguna cantidad de

dinero podría hacer que me entregara a él.

Me imaginé a mí misma en el Café, Reunión Anónima De Vampiros, hablando

a un grupo de recién convertidos a los miembros simpatizantes, asintiendo con

la cabeza.

—Echo de menos mi antigua vida. Echo de menos el café y el té. Claro, me

encanta la sangre, pero eso no puede sustituir a mi café con leche. Me quedo

con la taza de café.

El patrocinador sonreiría y diría:

—Esos sentimientos intensos desaparecen después de unos pocos años.

Cincuenta más o menos. Bueno, novatos, vamos a dar a Amber una cálida

bienvenida.

Horrorizada y echando humo en el interior, salí de mis pensamientos y apreté

los labios en una sonrisa en sintonía con la charla trivial. A diferencia de Kieran,

que se mantuvo lanzándome miradas interrogativas, nadie pareció darse cuenta

de mi agitación. Y eso era bueno, porque no quería preocupar a Dallas.

Mirando a mi hermano, tomé un profundo suspiro y me uní a las risas. Sus

mejillas estaban rojas, sus ojos brillantes, mientras se colgaba en cada palabra

de Cass.

¡Genial! Como si no tuviera suficientes problemas. Ahora él se había

enamorado del demonio y añadía más a la pila.

—¿Estás bien? —dijo Kieran.

¿C

245

Con Aidan y Clare fuera para hacerse cargo de lo que llamaban "Negocio

importante," él parecía haber asumido el papel de velar por mí.

Aparté la vista, sin hacerle caso. Por lo que sabía, podía estar de acuerdo

con Aidan en ese ridículo plan de convertirme en uno de ellos. Francamente, no

tenía ni idea de por qué Aidan se mantenía presionando en un acuerdo. A pesar

de sus palabras, no creía que sería una tarea tan difícil conseguir el libro, usar el

don para encontrar el lugar, conseguirlo y hacerlo. No era exactamente la

ciencia de cohetes. Sin necesidad de renunciar a mi vida por ello.

—¿Crees que Amber es una mala ama de llaves? Deberías verme —dijo Cass,

sonriendo.

Parpadeé al oír mi nombre.

—¿Qué?

—Le estaba diciendo a Cass que me sorprendí al consegurte este trabajo. —

Dallas guiñó un ojo—. Debes de haberte levantado con la pierna izquierda al salir

de la habitación ya que incluso te las arreglas para quemar las tostadas.

—Por suerte para ella, Aidan no come pan tostado —dijo Kieran.

Dallas rió, ajeno al doble sentido de la broma de Kieran. Si no tenía la

oportunidad de pasar un tiempo a solas con mi hermano pronto, podría terminar

por olvidar mis buenos modales. No hice caso de la mirada de Kieran cuando

me dirigí a mi hermano en la voz más despreocupada que pude reunir.

—Creo que viniste a hablar de mamá y papá.

La confusión cruzó sus rasgos. Abrí los ojos, esperando que él captase la pista.

No lo hizo.

—¿Eh?

—Su aniversario de boda, tonto —le pedí.

No habría aniversario en los próximos seis meses, pero dudaba que Dallas lo

supiera. Como esperaba, su expresión se volvió de la confusión a la culpa. Me

puse la mano sobre la boca con fingida sorpresa, esperando que no fuese a

sobreactuar con mi representación teatral.

—¡No! No me digas que te olvidaste de nuevo.

246

Dallas miró a Cass. Sus mejillas sonrosadas se pusieron rojo brillante.

—No es demasiado tarde, ¿verdad?

Los ojos de Cass brillaron cuando olfateó el aire.

—Problemas aproximándose.

—Será mejor que no. Ya sabes cómo puede enfadarse mamá. —Levanté a

Dallas y le hice señas de que me siguiera, no fuera que la demonia leyera mi

mente.

—Oye, ¿crees que podrías compartirlo conmigo? —preguntó Dallas tan

pronto como llegamos a la sala.

—¿Qué?

Se encogió de hombros.

—Ya sabes, lo que sea que comprastes. Voy a pagar por completo la mitad.

Me eché a reír. Era tan ingenuo, como un niño sobremocionado. ¿Quién iba

a creer que obtuvo el premio al robar un montón de piedras preciosas falsas?

¿Maduraría alguna vez?

—Muy bien. Mamá y papá no tienen por qué saberlo.

Dallas dejó escapar un gran suspiro.

—Me diste miedo por un segundo. Mamá me hubiera pateado el trasero. Lo

hizo el año pasado. Literalmente.

—Sí, lo recuerdo. —Dallas había sido el único invitado en aparecer al

aniversario sin una pista de lo que trataba la fiesta. En un ataque de ira, mi madre

lo llamó cabeza hueca, que no podría encontrar su cerebro, incluso si ello

trataba de llamar a la puerta. Nunca me reí tanto.

—Gracias, eres un salvavidas. Te debo una grande. —Se dio la vuelta para

regresar a la sala de estar cuando le agarré del brazo.

—Hay algo más que tengo que hablar contigo. Vamos. —Haciendo caso

omiso de las cejas levantadas, tiré de él por las escaleras hasta mi habitación. En

cuanto cerré la puerta detrás de nosotros, me volví hacia él—. Las trajiste,

¿verdad?

247

Su rostro se iluminó por un momento.

—Si te refieres a las piedras, están en mi mochila en la cocina debajo de la

mesa. —Una arruga apareció en su frente—. Me dijiste que las dejase allí. —Asentí

con la cabeza. Él exhaló, aliviado—. ¿Para qué las quieres de todos modos? Son

inútiles.

Dárselas a su dueña psicópata. Pero no podía decírselo a Dallas. No cuando

la propietaria no era humana.

—Las devolveré.

—¿La conoces?

—Más o menos. En realidad, no. —Me apresuré a añadir—. Pero tengo amigos

que sí. No vas a creer lo sentimental que es esa señora en particular. Han estado

en su familia durante generaciones. Al igual que tu amigo investigador, ella está

en las leyendas.

—Mi amigo descifró algunas de las inscripciones. Dijo que hay una carrera

paranormal cada cien años, y quien encuentre las piedras preciosas recibe

algún tipo de don, o tal vez es una maldición. No podíamos darnos cuenta sobre

qué era.

Sin duda una maldición. Me enervé.

—Escucha, si tuviera habilidades sobrenaturales ya las habría utilizado sobre

ti. Ya sabes, volverme invisible y bajarte los pantalones en frente a Cass y todos

los demás.

—No lo harías.

—Recuerdo a cierta persona que me dejó sola en el bosque.

—Nunca vas a dejarlo, ¿verdad? —dijo Dallas.

Sonreí.

—Nunca.

—Así que la dueña quiere vincular esta bolsa de piedras con todas las cosas

que asustan en la noche. Incluso si se termina la decodificación de las

inscripciones, no es como si jamás conocieras un vampiro, hombre lobo, o lo que

sea. Quiero decir ¿cuáles son las posibilidades?

248

Me aclaré la garganta.

—Te sorprenderías.

—¿Quién se preocupa por estas cosas de todos modos? Son un montón de

tonterías, si me preguntas.

Le palmeé el brazo, ansiosa por dejar el tema.

—Real o no, vamos a darle a esta mujer sus piedras, ¿de acuerdo?

—¿Quién es ella, una vieja, dulce dama? —preguntó Dallas. Gemí. ¿Alguna

vez detendría su interrogatorio?

—Es más vieja de lo que oigo. No estoy segura sobre la parte dulce.

—Haz lo que quieras, entonces. —Dallas parecía estar finalmente perdiendo

el interés, su mirada seguía vagando hacia la puerta, como si no pudiera

escapar lo suficientemente rápido. Entrecerré los ojos, dándome cuenta de que

no debería haberle preguntado que me siguiera.

—¿Llegas tarde a una cita? —Mi risa sonó falsa.

—No, en absoluto. Estoy aquí para ponerme al día en la vida de mi

hermana. —Su mirada recorrió los muebles y cama sin hacer, y luego de nuevo

a la puerta. Me imaginé que tenía la atención dividida para los próximos veinte

segundos.

Me dejé caer en la cama y me volví para mirarlo.

—Dejé el trabajo.

—¿Qué? Pensé que era el único puente de trabajo en la familia. Quiero decir,

¿no se supone que eres la responsable mientras yo soy el temerario? —Se rió entre

dientes—. Ya no, ¿eh? ¿Qué le dirás a mamá y papá cuando vuelvas a Londres?

—Bueno, gracias por preguntar por qué lo dejé.

Hice un puchero. ¿Por qué no había pensado en la reacción de mi madre?

No podría decir que me habían despedido porque nadie fue despedido de un

puesto de trabajo. Que he renunciado no era una de las opciones, había oído a

mis padres dando una conferencia a Dallas una y otra vez.

Dallas rió.

249

—No tengo que preguntar porque lo sé. Tratas de cocinar como si fueras un

cohete de ciencia, y lavar la ropa tampoco es tu fuerte. No es gran cosa, pero

sin hogar tendrás que vivir con mamá y papá por un tiempo. No puedo esperar

a escuchar tu excusa.

—Diré que la empresa fue a la quiebra. —Asentí para mí misma. Esa era sin

duda una buena excusa.

Dallas parecía demasiado impresionado.

—No está mal. Papá podría creerlo, pero mamá... —Sacudió la cabeza y

aspiró una bocanada de aire—. Probablemente querría enviar a los pobres

hombres una cesta de frutas y una tarjeta de saludo. —Tenía razón en eso. El

rostro de Dallas se iluminó como siempre lo hacía cuando pensaba que había

llegado a un plan astuto—. Podrías decir que tu jefe fue secuestrado.

Me di una palmada en la frente.

—Tienes que estar bromeando.

Se sentó junto a mí y me agarró de los hombros.

—No, escucha. Es brillante. Sólo di que tu jefe desapareció y la policía tiene

que mantenerlo en secreto hasta que terminen la investigación. Ella no meterá

la nariz durante meses, y para entonces tendrás otro trabajo y ella lo habrá

olvidado todo.

De todas sus ideas estúpidas, no era tan mala. Podría considerarla. Dallas me

miró expectante, esperando que la alabanza empezara a fluir. Asentí con la

cabeza para complacerlo.

—Podría funcionar. Voy a pensar en ello.

Dallas se acercó a la cómoda y cogió la foto de Cameron.

—¿Podría él tener algo que ver con renunciar a tu trabajo?

—Eso no es justo —le dije.

—¿Es justo mostrar su imagen cuando estás saliendo con el jefe?

—Aidan y yo realmente no estamos saliendo. Además, he tenido la intención

de terminar. —Ni siquiera era una mentira.

250

Dallas puso la imagen a su lugar.

—¿Qué pasó? Creí que los dos tomarían un descanso y luego, tratarían de

resolverlo.

Hice una mueca.

—Así lo era. Hasta que lo llamé a las tres de la mañana y una chica contestó

el teléfono.

Dallas dejó escapar un suspiro.

—Qué idiota. Le pondré algo de sentido la próxima vez que lo vea.

—Si yo no te pongo sentido a ti primero —le dije. Se echó a reír, y me encontré

riendo con él, olvidando mis preocupaciones por un momento.

—¿Podemos volver ahora? Creo que voy a conseguiré un número de

teléfono esta noche —dijo Dallas, sonriendo—. Hay algo acerca de la pelirroja.

No hay duda de que tenía en mente a Cass. De todas las mujeres en el

mundo mi hermano tenía que sentirse atraído a la demonio. Era una mala

combinación, como el aceite y el agua. Si Dallas estropeaba esta relación, el

padre de ella estaría en su camino, golpeándolo con rayos, chupando su alma

en el infierno y lanzándolo a una mazmorra de fuego. Salir con Cass no iba a

suceder en este curso de la vida.

—Estaba pensando que Cass y yo podríamos ver una película en la noche

del viernes en mi tablet. ¿Alguna sugerencia? —continuó Dallas.

Golpeé un dedo contra mis labios, pensando.

—Arrástrame al Infierno, Demon Hunter, Storm The Gates Of Hell, Súcubo, Blue

Demon. Haz tu elección.

—Ah, ya entiendo. Le gusta las películas de terror. ¿Crees que se pondría los

cuernos de Halloween en nuestra primera cita?

Me burlé.

—Tengo la sospecha de que lo haría. —Tenía que alejarlo y rápido antes de

que sucedieran cosas malas, como crear de bebés.

251

Le habían dado un nuevo significado a la expresión "bebé demonio." Me

levanté y le di un comprensivo apretón en el hombro.

—Lamento tener que decirte esto, pero Cass no está disponible.

—¿Ella está qué? —Dallas parecía confundido.

Puse los ojos hacia adentro.

—Está saliendo con alguien —le dije—. Además, la chica tiene problemas.

Tal vez ni siquiera era una mentira, me consolé. A juzgar por los pocos libros

que había leído sobre demonios, Cass probablemente salía con un nuevo tipo

cada fin de semana. Por supuesto, los libros eran ficción, pero, al parecer, basar

el trabajo en la investigación, estaba de moda en la literatura.

Los hombros de Dallas cayeron. Su expresión delataba decepción. Por un

momento, me consideré reír por todo como una broma, pero tenía que seguir

siendo fuerte a pesar de que odiaba ver sus esperanzas aplastadas. De ninguna

manera iba a permitir que mi hermano se dejase atrapar por este mundo loco.

Era demasiado tarde para mí, pero no para él.

—¿Estás segura?

La esperanza brilló en él, y luego se apagó como una vela que se apaga tan

pronto como asentí con la cabeza. No era propio de él enamorarse de alguien

a esta velocidad. Tal vez había algo en la demonio, una especie de cosa

demoníaca que atraía a chicos hacía sí.

Le di un fuerte abrazo y decidí cambiar de tema antes de que empezase a

hacer preguntas.

—Gracias por traer las piedras. Te llamaré antes de regresar a Lóndres.

Levantó la barbilla en una muesca y se volvió hacia la puerta.

—Sí, hazlo. —Bajamos las escaleras en silencio. Dallas vaciló cuando llegamos

a la sala en la planta baja—. Debo despedirme.

No si Cass mantenía su magia extraña sobre él. Puse la más compasiva

expresión.

—Les diré adiós por ti.

252

Él no discutió, simplemente me besó la mejilla y murmuró algo acerca de

llamar y se fue por la puerta trasera, desapareciendo tan rápido como había

aparecido hace apenas una hora. Lo vi desaparecer en la oscuridad. Durante

un tiempo me quedé en medio de la cocina, frotándome los brazos a través de

la fina tela de la camisa como el soplo de una brisa fría, agitando las cortinas.

Siempre me sentía mal por mentir a Dallas, pero la idea de que había hecho lo

correcto, me consoló. No tenía sentido arrastrarlo a este loco mundo. Cuanto

más pronto me sacase a mí misma, mejor. Después de volver a la sala de estar y

ver la decepción de la cara de Cass cuando mencioné la marcha de Dallas, me

di cuenta de que a lo mejor a la demonio le gustaba él más de lo que yo

imaginaba.

253

Capítulo 23

Traducido por Princesa de la Luna

Corregido por vicsibet

ass se excusó y se marchó poco después de Dallas, y vi mi oportunidad

de salir también. Después de recuperar la mochila de la cocina, volví a

mi habitación y cerré la puerta, luego me acurruqué en mi cama, todavía

vestida. Agarré la foto de Cameron sobre mi pecho, tratando de recordar los

momentos felices que habíamos compartido, pero no pude recordar nada. La

chica contestando a mi llamada, la voz de Cameron y la risa aún persistía en mi

mente. Mis ojos se humedecieron. No me sentía herida, sólo un poco traicionada

y lamentable. Cameron no podía permanecer fiel durante unas pocas semanas,

y Aidan quería que fuera un libro viejo. ¿Por qué siempre atraigo a los chiflados?

El suave golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Sabía que era

Aidan antes de preguntar quién era. Por un momento, pensé en fingir que no lo

oía, pero no era el momento. Tendría que enfrentarlo mañana de todos modos,

cuando agarremos el libro. Me enderecé en la cama, inhalé para mantener el

equilibrio de mi acelerado corazón cuando sus pasos se fueron por el pasillo.

Todo lo que tenía que decir, probablemente cambió de opinión. Me dejé

caer de nuevo en la cama, incapaz de sacudir mi decepción repentina. ¿Qué

había esperado? El tipo no estaba interesado en cualquier tipo de compromiso,

lo que lo hacía peligroso para el corazón y la cordura. Y mi debilidad por él no

ayudaba a mi caso tampoco. Debo tener cuidado, en vez de correr en busca

de su proximidad, pero por alguna razón necesitaba estar cerca de él. ¿Qué

creía que pasaría una vez que él tuviese el libro? Él me lo enviaría de inmediato.

Razón de más para no involucrarse, porque iba a terminar en lágrimas y

seguramente no las suyas.

La madera crujió junto a la ventana, sorprendiéndome. Volví la cabeza

bruscamente y grité, el sonido murió en mi garganta.

—Un poco nerviosa, ¿no es así?

C

254

Una chica alta, vestida con algo que parecía un enorme, y negro camisón

con aberturas en ambos lados de las caderas y en las piernas, se echó a reír.

Anillos innumerables y pulseras adornaban sus dedos y muñecas.

Me puse en mis pies, lista para cerrar la puerta, pero me detuve cuando mi

curiosidad pudo más que yo.

—¿Quién eres tú?

—Bueno, ya sabemos quién eres tú, eres la mujerzuela que robó al novio.

La chica estaba de espaldas y se dirigió a la ventana, la suave luz de la

lámpara capturaba su cabello negro y lanzaba sombras sobre su piel de

porcelana. Sus ojos felinos parecían seguir todos mis movimientos, pero sus

características no traicionaron emociones. No había necesidad de ello de todos

modos, porque sus ojos lo decían todo. Tenía el aire superior de alguien que sabía

que podría tener competencia, pero desde luego no en esta habitación.

—¿Aidan ha mantenido mi existencia en un gran secreto? —dijo—. Por la

mirada en tus ojos, puedo decir que sí. Ahora estoy ofendida.

Ella dio un paso hacia adelante, sus piernas largas y delgadas se

interconectaban entre las divisiones en su camisón. Por un segundo, me pareció

ver una serpiente delgada envuelta alrededor de su tobillo. Pero la ilusión

desapareció.

—Soy Layla. Podrías llamarme su… —Se interrumpió, dejando el resto a la

imaginación. Mirando el generoso escote que amenazaba con derramarse de

la fina tela de su vestido, definitivamente podía ver por qué cualquier hombre se

enamoraría de ella, pero el nombre me sonaba en algún lugar en la parte

posterior de mi mente. Layla. Aidan casi había sido asesinado por alguien

llamado Layla. ¿Era la misma persona?

Apreté los puños, mi temperamento quemando. Sabía que tenía que tener

miedo, Layla era lo suficientemente fuerte como para encarcelar a un vampiro,

pero, por alguna razón, sentía que podía hacer frente a ella.

—¿Qué quieres de mí?

—Sé cómo te sientes, pequeña mortal —Layla dio otro paso hacia adelante—

. Mírate, toda perdida y triste en este mundo que no sabía que existía.

255

Un paso más, y llegó al borde de la cama.

—Dale por vencida con él, y yo te haré volver a tu vida anterior —Cogió la

foto de Cameron y asintió con la cabeza—. Él es muy caliente. ¡Qué lástima que

no lo tienes colgado de tu brazo!

—Rompimos. Necesitaba su espacio. —le dije secamente.

—No te quiere —Sus ojos parpadearon con diversión—. Yo puedo cambiar

eso. ¿Cuándo quieres tenerlo de vuelta?

—No quiero trampas. —Sacudí mi cabeza, dándome cuenta de que no tenía

idea de lo que había visto en Cameron.

—Prometo que nunca te engañaría otra vez —dijo Layla—. Te amaría con

una pasión que nunca supo que existía. Seguramente has tenido suficiente de

este mundo sobrenatural. Puedo hacer que te olvides de los últimos días, que

nunca sucedieron. Sólo tienes que ir de nuevo a la persona que amas. Está

esperando en este mismo momento. Decir las palabras y nunca sabrás de la

tristeza y la desesperación en tu vida.

Entrecerré los ojos.

—¿Por qué siquiera me lo pides? ¿No puedes hacer que todos tus problemas

desaparezcan?

Ella suspiró.

—Si sólo fuera así de simple. Este tipo de magia tiene que tener tu bendición

para funcionar.

Si Cameron no me quería por quien era, ¿por qué molestarse? No quería una

poción de amor o magia que lo arreglara, en el fondo todo será una ilusión.

Cameron sólo me amaría porque tendría una gran maldición. Pero estaba

entusiasmada con la promesa de que mi vieja vida de vuelta, la que quería

desde mi llegada aquí. Aidan no era mío, para empezar. Dejándolo atrás no

debería resultar una tarea difícil. Así que, ¿por qué dudaba?

La sonrisa falsa de Layla desapareció.

—Debes estar deseando la oportunidad. Puedo hacer que este chico te

quiera. Puedo hacer a los dos felices más allá de tus sueños más salvajes. Te

puedo dar los empleos de prestigio que has estado esperando toda tu vida.

256

Nunca tendrás que limpiar la casa de alguien otra vez. Imagínate lo orgullosos

que estarían tus padres.

La miré con calma. ¿Por qué le duele lo de Aidan? La pregunta que ardía en

mi lengua. No debería importar, pero no pude evitarlo.

—¿Qué pasa con Aidan si me voy?

Mis palabras parecieron coger a Layla por sorpresa. Ella parpadeó un par de

veces, y luego se humedeció los labios.

—Bueno, eso depende de él, por supuesto. Voy a dejar la decisión en sus

manos. La deslealtad generalmente resulta severas sanciones.

Él había intentado salvarme de lo que había traído sobre mí cuando resolví el

enigma. ¿Cuándo exactamente Aidan había sido desleal a Layla? Me pasé una

mano por mis pantalones mientras pensaba en formular un plan.

—Sólo soy una humilde empleada que tropezó en este lío por accidente. Te

aseguro que no tengo vínculos con nadie en este mundo sobrenatural.

—Él te eligió… —Layla me miró de arriba abajo—, y la razón está más allá de

mí. Yo podría haberle dado todo lo que quisiera, pero decidió seguir esta especie

de unión. No es la opción más sabia, si me lo preguntas.

Mi corazón dio un vuelco. No era sobre el libro. Aidan realmente creía en el

vínculo y me quería más que a esta impresionante chica con su preciosa piel y

boca sensual. En algún lugar dentro de mi mente una voz gritó que huyera y

dejara a los vampiros que resolvieran este lío ya que estaban mejor equipados

para hacer frente a lo que Layla era, pero nunca había sido del tipo cobarde.

Puse mis manos sobre mis caderas y di un paso hacia delante, mirando hacia

Layla.

—Puede ser la más bonita, pero a él no le gustan las perras.

La mirada de Layla se estrechó.

—¿Cómo me has llamado?

Varias serpientes silbantes se arrastraron desde debajo de su vestido,

deslizándose alrededor de sus piernas.

257

Tal vez cruzar sus límites no había sido una buena idea. Tragando saliva, me

alejé lentamente hacia la puerta. Las serpientes se deslizaron por el suelo como

una especie de perro guardián. Nunca temí a los reptiles, pero tampoco nunca

estuve tan cerca de ellos antes.

Hablo acerca de esqueletos en el propio armario need. Aidan seguro sabía

elegir sus novias. En primer lugar una asesina enloquecida, y luego una Medusa

psicótica. Esta chica era tan peligrosa y obsesiva como Glenn Close en

Atracción Fatal, incluso la prueba estaba en sus locos ojos saltones. Si ella me

miraba con más fuerza que antes, pronto me habría convertido en piedra.

—Voy a pensar en tu propuesta y te la haré saber —le dije, paralizada por el

miedo.

Mi corazón martilleaba en mi pecho, mis manos estaban resbaladizas por el

sudor.

—Gracias por venir. Por favor toma tus piedras antes de venir. Están en esa

mochila por ahí. —Señalé a la bolsa de Dallas, luego extendí una mano

temblorosa, en secreto rezando para que no la estrechase, y curvé mi boca en

una sonrisa.

Haciendo caso omiso de la mano extendida, Layla se burló.

—Pronto se pulverizan en polvo. Ahora, ¿quién dijo que mi oferta sigue en

pie? Fue sólo un gesto de buena voluntad y no suelo hacer algo de buena

voluntad.

Las serpientes se deslizaron más hasta que se quedaron a pocos centímetros

de mis pies. Apreté mi boca. Un grito quedó atrapado en mi garganta cuando

levanté la cabeza en una muesca need. Riachuelos de sudor resbalaban por mi

espina dorsal. ¿Atacaría las mascotas de Layla? Le di una patada a mi cerebro

en marcha, tratando de llegar a planificar un engaño para salir de esta situación.

—¿Quieres a Aidan? No lo sé —Me encogí en mi mentira—. Voy a hacerlo

más fácil para ti y lo dejaré para que puedas tenerlo.

—Como si alguna vez necesitara tu cooperación. —Layla se burló,

levantando la mano. La luz de la lámpara se reflejó en sus anillos—. Una vez me

deshaga de ti, él será mío de todos modos. Los chicos necesitan diversión.

Tendría su diversión, ya que estará ansioso por volver a mí.

258

Sofoqué una risa nerviosa. Mi engaño no estaba funcionando. Esto en cuanto

a mi plan de interpretar a la chica fuerte que no necesita a un hombre para

protegerla. Tiempo para el plan B: en correr y dejar que los inmortales luchasen

mi batalla.

Corrí hacia la puerta, pero las serpientes se movieron más rápido, tomando

mi tobillo como enormes puños. Con un golpe duro, caí hacia delante y me

golpeé la cabeza contra la pared, el impacto sacó el aire de mis pulmones. Me

volví a tiempo para ver a Layla elevarse sobre mí, una sonrisa maliciosa en sus

labios.

Mi tobillo latía cuando levanté mi pierna y di una patada, golpeando a Layla

en algún lugar debajo de la rodilla. Podía sentir la vibración marchando por mi

cuerpo, pero Layla ni siquiera se movió.

Por un momento, pareció aturdida, y luego la molestia cruzó su rostro y sus

mejillas se volvieron de un feo color rojizo.

—No acabas de hacerlo.

Impulsándome con los codos, me puse de pie cuando sentí un fuerte dolor

en el muslo superior. Miré a la gran cabeza de una serpiente hundiendo sus

dientes en mi piel, dos riachuelos de sangre en espiral corrieron por mi pierna y

grité tan fuerte como mis pulmones me lo permitían.

259

Capítulo 24 Aiden

Traducido por Jess16

Corregido por Ale Rose

ass había prometido asegurarse que las Sombras jugaran justo. Pero ella

era un demonio y no eran exactamente material de confianza. Me quité

la camisa y la tiré en el sofá en mi habitación, y luego me dejé caer al

lado de ella, absorto en mis pensamientos.

Sabía que Amber me escuchaba desde su habitación. Que ella decidiera

ignorarme me molestaba en gran manera. ¿Qué había hecho para provocar su

desconfianza? Otros encontraban a su compañero, se enamoraban y vivian

felices para siempre. ¿Por qué no podríamos hacer lo mismo Amber y yo? ¿Era

demasiado para pedir?

Tal vez me estaba rindiendo con demasiada rapidez. Si la chica quería ser

perseguida, entonces que así sea. Suspirando, me levanté de un salto y saqué

una camisa limpia del armario cuando una visión apareció ante mis ojos.

Parpadeé y miré alrededor, confundido. Mi vista estaba borrosa otra vez, el

vínculo con Amber enviaba un mensaje que no entendía. Quizás Amber estaba

pensando en mí, inconscientemente enviando esas vibraciones, atrayéndome a

ella de nueva. Era un terreno nuevo para mí. Los lazos de amor verdadero no

eran exactamente una ocurrencia común en el mundo paranormal. En

consecuencia, no se sabía mucho acerca de ellos.

Los pocos que encontraron a sus compañeros no compartían su experiencia

por miedo a exponer sus debilidades.

Me encogí de hombros, teniendo en cuenta mi siguiente paso, cuando el

grito de Amber atravesó el aire. En dos zancadas, llegué a la puerta y corrí por

las escaleras a su habitación. Por el rabillo de mi ojo, me di cuenta de mi hermano

C

260

siguiéndome por detrás, preguntando algo que no entendí. Ignorándole, no me

detuve hasta que llegué a la habitación de Amber y abrí la puerta.

Amber estaba tirada en el suelo, inmóvil, varias serpientes deslizándose

alrededor de su cuerpo. Dejé escapar un rugido ensordecedor y me dejé caer a

su lado, sólo entonces me di cuenta de la alta chica apoyada en la pared. Layla.

No hay necesidad de preguntar qué había hecho. Su sonrisa de satisfacción lo

decía todo. Algo se rompió dentro de mí y toda razón desapareció.

—Voy a matarte. —En un solo movimiento fluido ataqué la garganta de Layla,

listo para rasgarla en pedazos. Ella se hizo a un lado, con los ojos brillando como

si disfrutara de un encuentro juguetón con un amante.

—Oh, Aidan, deberías verte. Te ves como un toro furioso. Si solo tuviera una

capa roja. ¡Ole! ¡Ole! —Layla se rió como un niño.

Me preparé para saltar de nuevo, apenas consciente de mi hermano que

venía detrás de mí, agarrándome por mis hombros y tirándome hacia atrás.

Pateé, solté otro rugido y luché contra el férreo control de Kieran.

—¡No! Te va a matar también. —La voz de Kieran parecía llegar de más lejos,

flotando en algún lugar en el borde de mi percepción, pero yo no quería

controlar mi ira. Layla había ido demasiado lejos al atacar a mi compañera.

El destino gritó en mi oído que me diera prisa o Amber moriría. Me volví y le di

una patada a Kieran en el estómago, y luego giré para enfrentar al súcubo. Las

serpientes se deslizaban por el suelo con la boca abierta, la lengua bifurcada

moviéndose dentro y fuera. No temía a sus mascotas, era el toque de Layla lo

que podía ser fatal porque podría hacerme perder mi voluntad. En la fuerza física

y habilidades, no tendría ninguna oportunidad contra mí, siempre que no la

dejara acercarse demasiado.

—Es bueno verte, Harry Houdini. Vaya, eres todo un escapista —dijo Layla

—Habría dicho adiós pero, sabes, estaba un poco ocupado. —Retrocedí y

me planté delante de Amber. Podría teletransportar a Amber a otro lugar, pero

esto no impediría a Layla perseguirla.

—Dejaré que escapen por esta vez. — Layla pasó un dedo por su muslo—.

Lindos pectorales. No tengo idea de cómo encuentras el tiempo para verte tan

delicioso con una agenda de trabajo tan ocupada. Apuesto a que las chicas en

la playa se volverían locas cuando te frotas aceite de bebé por todas partes de

261

ese pecho esculpido tuyo. —Se echó a reír, el estridente, antinatural sonido

irritaba mis oídos—. Oh espera, eso no puede suceder. Por lo de ser un vampiro

y todo. Debes apestar nadar en el océano de noche con sólo la aburrida

compañía de la vieja luna. Por otra parte, te gustan las cosas aburridas. —Señaló

a Amber. Me encogí.

—No lo hagas —susurró Kieran, sintiendo mi furia—. No vale la pena.

Layla continuó:

—¿Cómo va a saber ella lo que necesitas? No es más que una

chica estúpida. Yo soy una inmortal semidiosa. Cualquier hombre mataría sólo

por echarme un vistazo.

Mi temperamento estalló de nuevo. La sangre corrió por mis venas, listo para

convertirme en el maníaco enloquecido que fui una vez con Rebecca, si no me

controlaba.

—¿Quieres decir hasta que te canses de mí como de todos los demás, y luego

me conviertas en tu esclavo personal, capturado y torturado por toda la

eternidad? —Me reí y me arrodillé junto a Amber—. Gracias, pero paso.

Poco a poco, moví mi mano a la funda confinada en mi pantorrilla. Mis dedos

apretaron el látigo de fuego cuando Layla dijo:

—No importa. Dada la oportunidad, ellos lo harían de nuevo.

—¿Es esta una declaración basada en la experiencia, o en tú propia egoísta

y estrecha mente? —Saqué el látigo y di un latigazo. El fuego ardió donde golpeó

la piel de Layla.

Por un momento, los ojos de Layla se abrieron, la sorpresa se reflejó en su

rostro. Cuando las llamas quemaron el pecho y se expandieron en la gran tela

de su vestido, ella gritó.

—Te gusta duro, Aidan. Puedo hacerlo duro. Dudo mucho que tu pequeña

muñeca de porcelana podría manejar la mitad de lo que yo puedo. —Las

serpientes sisearon enfadadas, pero no atacaron. Layla sofocó las llamas con su

mano y dio un paso atrás. Su voz sonó baja y amenazante, apenas audible—.

Acabas de atacar a un miembro de la corte de Lore. Por esto serás castigado

con la muerte.

262

Solté un bufido. ¿Estaba realmente jugando la carta inocente aquí?

—Has intentado matar a una mortal. Sólo lo hice por mi propio bien.

—¿Tratar? —Se echó a reír—. ¿Quién dice que tu pareja no va a morir?

—Yo. —Quería matarla, pero no tenía tiempo para una pelea. Salvar la vida

de Amber era mi prioridad. Así, enviando a Layla una amenaza tendría que ser

por el momento. La miré—. En serio, Layla, ¿qué pensaría tu madre? Enamorarte

de vampiro es indigno de ti. Y acechándolo día y noche, enviando a tus

mascotas para matar la competencia, quien es sólo que una mortal inocente

que ni siquiera es parte de tu corte. ¿Sabes que tu víctima aún no tiene

dieciocho? Tu madre no estaría contenta.

Lo último que recuerdo era ella quien todavía tiene todo el poder.

El rostro de Layla se convirtió en una horrible máscara.

—Di una palabra y sufrirás mi ira, y así todos tus compinches, como tu patético

hermano y la cobarde de Clare.

—Guao, ¿la bruja me acaba de llamar compinche? —murmuró Kieran. Le di

un codazo en las costillas, rezando mi hermano no replicara un argumento para

un cambio.

—Está en tu mejor interés de permanecer lejos de nosotros —dije. Layla

amaba vengarse. Dudaba que mi amenaza la mantuviera lejos de Amber, pero

permanecería lejos por el momento. Tal vez ella me daría tiempo suficiente para

conseguir el libro que protegería a mi compañera de día como de noche y

entonces me desharía de la semidiosa de una vez por todas.

—Espera un segundo —dijo Kieran—. ¿Me acabas de llamar compinche?

¿Cómo Robin lo fue con Batman? ¿Y el Burro con Shrek, o Sam con Frodo? ¿No

ése es precioso?

Que Kieran cerrara su boca era obviamente mucho pedir. Le lancé una

mirada irritada.

—Volvamos al tema que nos concierne. Vete, Layla, o te juro que voy a

hablar con tu madre.

Layla resopló y se trasladó a la ventana, las serpientes deslizándose con ella.

263

—Nunca te hará feliz. Yo lo haría porque soy una diosa. —Me lanzó una

mirada por encima del hombro con la cabeza inclinada, dejando al descubierto

un cuello delgado y brillante, su pelo negro, espeso como una cortina.

Nada tentador. No como mi Amber. Negué con la cabeza.

—Encuentra a otra persona. No me interesa.

Su expresión se ensombreció.

—Me aseguraré de llevar flores a su tumba. —Lanzándome otra sonrisa

amenazante, Layla se disipó en el aire y desapareció ante mis ojos. Aún no había

terminado.

—La arrogancia es lo mío, no lo tuyo —dijo Kieran, golpeando mi hombro—.

¿Y quién decide practicar en Layla de todas las personas? ¿Estás loco? Ahora, la

bruja regresará, idiota.

—La próxima vez voy a estar preparado.

Kieran pasó una mano por su abdomen.

—Pateaste a tu propia carne y sangre. No voy a ser capaz de comer durante

una semana.

Solté un bufido.

—Lo dudo mucho.

—Está bien, quizás por unas horas —dijo Kieran—. La venganza es una perra.

Sin hacerle caso, volví mi atención a Amber. Una capa de sudor cubría su

frente. Sus ojos estaban cerrados, su boca estaba ligeramente abierta, su

respiración era superficial e irregulares. ¿Podría oírme? Rasgué su blusa y los

pantalones vaqueros, examinando su piel por heridas. Había varios hematomas

pequeños en sus brazos y dos pequeñas perforaciones del tamaño de una

picadura de avispa en el muslo izquierdo, donde una de las serpientes de Layla

debía haberla mordido. Podía oler la sangre que se había apelmazado.

—Está viva —dijo Kieran.

—Sí, pero su ritmo cardíaco es débil.

Kieran dejó escapar un suspiro antes de encontrarse con mi mirada.

264

—Tenemos que llevarla a un hospital. En caso de que no lo hayas notado no

hay antídoto. No estamos equipados para curarla aquí.

Miré hacia él.

—¿Y qué es exactamente lo que dices? ¿Teletransportarla lo más rápido que

podamos? ¿Que fue mordida por una serpiente mascota de una semidiosa que

está obsesionada con un vampiro? Nos van a echar al manicomio.

—Sí —dijo Kieran, asintiendo con la cabeza.

—Nunca averiguarían qué especie le mordió. —Empujé a Kieran a un lado y

coloqué los brazos por debajo de las rodillas y el cuello de Amber, cogiéndola

en brazos junto con sus ropas desgarradas.

Ella se movió, pero no abrió los ojos—. Rayos, dudo que descubrieran su

problema. —De pie en mi sitio, le miré, preparándome para una batalla si era

necesario, pero Kieran no discutió. Mi hermano se hizo a un lado y me dejó pasar.

Un destello de comprensión mezclado con otra cosa se reflejó en su mirada.

—Solamente no la transformes —murmuró Kieran.

—Voy a hacer lo que considere correcto.

Él levantó las manos.

—No puedo dejarte solo, pero buscaré a Clare. Dos contra uno. —Se rió entre

dientes, continuó—: Y no te olvides de las conexiones que Clare tiene. Puede

llamar a un ejército si quiere. Llegarían en un instante.

No había conexión más fuerte que Clare tuviera que un vampiro.

—Interfiere y ya no más tendré un hermano —murmuré.

—¿Qué, sin compinche? ¿Vas a matar a tú propio hermano?

Negué con la cabeza.

—No, te acuso y te saco a patadas. Has estado viviendo aquí sin pagar el

alquiler mucho tiempo de todos modos.

—Está bien. No voy a detenerte —dijo Kieran—-. Siempre dices que tomo

malas decisiones. Espero que ustedes dos lo resuelvan y vivan felices para

siempre. —Se dio la vuelta y se alejó. ¿Cómo podía ser una mala elección amar

265

a Amber? Kieran nunca entendería hasta que encontrara a su propia

compañera.

El pasillo estaba vacío mientras llevaba a Amber a mi dormitorio en el

segundo piso y di una patada a la puerta con mi pierna. La tendí en la cama y

rompí mi camisa en tiras anchas que me envolví a pocos centímetros por debajo

y por encima de las perforaciones, luego, saqué una daga de mi escritorio. Las

picaduras, de un color verde desagradable, se habían hinchado hasta el

tamaño de un huevo pequeño. Con la punta de la daga hice una pequeña

incisión en el centro.

El veneno brotó, mojando el restante de mi camisa. Amber abrió los ojos y

torció la pierna como si quisiera alejarse, su mirada confusa mirándome. Un

gemido de dolor escapó de sus labios, perlas de sudor cubrían su frente. Fui un

ingenuo por visitar la corte de Lore y confiar en que Layla entendería por qué un

mortal no debería cargar con el don. Ahora Amber sufría por mí.

Apreté mi mandíbula y aumenté la presión en la pierna, obligando al veneno

a salir. Cuando la inflamación se desinfló, presioné mis labios contra su piel. El

dulce sabor de su sangre, mezclada con el veneno amargo, se extendió en mi

boca, haciéndome débil por un momento. Me obligué a sacar sangre y escupirla

hasta que el sabor de la toxina se disipó, y luego vendé la herida con tiras de mi

camisa y encendí los leños en la chimenea. Una llama fuerte lamió la madera

seca con avidez, calentando el ambiente.

Amber apenas se movió cuando coloqué las sábanas sobre su cuerpo pálido

y arrojé la camisa empapada en el fuego. El veneno crepitaba en el calor. Me

teletransporte a la cocina por un vaso de agua y una aspirina, entonces me quité

mis vaqueros y me acurruqué a su lado, tirando de ella hacia el hueco de mi

brazo. Había hecho todo lo posible para limpiar su sangre, ahora sólo podía

esperar que se recomponiera.

El olor de su sangre quedó en el aire, por lo que me dio hambre. Amber se

movió y suspiró, abriendo y cerrando las manos en un sueño intranquilo. Apreté

los dientes contra la tentación que surgía en mi cuerpo. ¿Por qué había pensado

que yacer junto a ella, con su atrayente sangre, sería una tarea fácil? Mis dedos

acariciaron su piel febril, enviando descargas eléctricas en mí. Gemí y volví la

cabeza hacia un lado, tratando de ignorar el dolor en mi estómago. Allí estaba

ella, luchando contra la muerte, y en todo en lo que podía pensar era en su

266

sangre. Coloqué mi pierna sobre el borde de la cama, preguntándome si poner

un poco de espacio nos podría ayudar.

—Eres un regalo para la vista —susurró Amber, revolviéndose a mi lado. Me

volví y me encontré mirando a sus ojos color avellana todavía confusos de la

conmoción. Besando su frente, me rendí de alejarme unos pocos minutos de su

aroma tentador. Incluso si quisiera, no podía dejarla sola cuando ella tan

claramente me necesitaba.

Amber se sentó aturdida y examinó el suelo.

—¿Dónde está mi ropa? ¿Cómo he llegado hasta aquí, a tú habitación de

todos los lugares?

—Tenía que encontrar la mordedura de la serpiente.

Ella arqueó una ceja.

—¿Qué pasó con tu ropa? ¿Te picaron también?

—Eres muy graciosa. —Le entregué dos aspirinas y el vaso de agua.

Su brazo se movió a mi pecho, manteniéndome en el lugar.

—Estoy bien. —Sonaba sin aliento. A pesar de la gravedad de la situación,

me encontré sonriendo.

—Eres la peor mentirosa. Sólo tómatelas —le dije, ayudándola a levantarse.

—Sí, enfermera. —Hizo una mueca, pero se tragó las pastillas, no obstante.

—¿Por qué no duermes un poco?

Ella pestañeó.

—¿Órdenes del médico?

—Sí. Incluso te escribí la cura. Mucho reposo, besos, abrazos y mimos. Te

llevaré el desayuno en la cama, justo antes del amanecer. —Puse un suave beso

en su frente.

Ella se echó a reír.

—Espero que tú cocina sea mejor que la mía.

267

—Te gustan los cereales, ¿verdad?

—Gracias. Me has salvado la vida —susurró

Su mano encontró la mía, y nuestros dedos se entrelazaron. Un golpe de

energía me recorrió. Mi hambre se agitó más fuerte que antes. Me mordí el labio

hasta que sacó sangre, pero el dolor no hacía nada para sofocar el deseo

repentino en mis venas.

—Duerme un poco —le dije a través de los dientes apretados.

Amber negó con la cabeza y se levantó sobre sus codos, colocó un beso en

mi mejilla. Mi corazón dio un vuelco. Contrólate. No significaba nada, porque la

chica aún estaba delirante del veneno.

Envolvió su brazo alrededor de mi cuello. Nuestros ojos se encontraron.

—Layla dijo que me elegiste sobre ella. ¿Por qué?

Layla y su gran boca. Suspiré, los dedos crispándose al presionar sus labios

con los míos. No esta noche. No cuando apenas podía controlar el hambre

dentro de mí.

—No fue una decisión difícil.

—Pero ¿por qué yo cuando podrías tener a cualquier otra? —Se humedeció

los labios, confundida. Su pregunta me tomó por sorpresa. ¿Realmente no

entiende que éramos marionetas de nuestro destino? El vínculo, un hilo de plata

minúsculo entrelazando nuestras vidas, nos había elegido. Nada menos que con

Amber lo haría.

Miré el fuego moribundo, las paredes con paneles y cubiertas de brocado,

incapaz de llegar a una respuesta que no la asustara y hacerla correr una milla.

Porque el destino te ha elegido para mí. Porque no puedo vivir sin ti. Porque

pertenecemos para toda la eternidad. Kieran colapsaría en un ataque de risa.

Había cientos de razones, pero no podía compartirlas con ella por el momento.

Las chicas se sentían atraídas por los chicos malos, no demasiado en chicos

sensibles que pintan las uñas de su novia y recuerdan llevar bombones de

chocolate en el Día de San Valentín. Así que, ¿cuál era la respuesta correcta?

¿Qué es lo que quería oír?

268

—¿Porque te gusto más que ninguna otra? —sugiere Amber. Sus cejas se

juntan, su mirada refleja desconfianza e incredulidad. Su latido del corazón

rápido sonaba como un tambor en mis oídos. Mi cuerpo se agitó, quema con un

hambre que no había sentido desde el día que me convertí

—Me encanta una chica que me hace reír —le susurré.

—¿Y lo hice mucho cuando trabajé para ti? —Movió sus labios.

Traté de ocultar una sonrisa.

—Sólo cuando cocinaste esa pasta vegetal terrible.

—Se llama sofrito. —Se golpeó la frente. —Oh, Dios mío. No comes alimentos.

Apuesto a que te divertiste mucho.

—Kieran no pudo dejar de reír por un día.

—No has respondido a mi pregunta. —Me miró como si pudiera ver en mí. Por

primera vez temía que el vínculo podría facultar a hacer precisamente eso—.

Hay algo que no me quieres decir —continuó Amber, alejándose de mí.

—No sé de qué estás hablando —murmuré.

Amber se quedó mirándome con el ceño fruncido.

—Puedo sentirlo. Sí, gracias a ti tengo esta cosa de vibración psíquica

pasando. Así que ahora, no sólo puedo hablar con los muertos, también puedo

captar tus emociones y ver cuando no estás presente. Y pensé que sólo estaría

cuidando tu casa y cobrar mi sueldo. Hablando sobre beneficios añadidos.

Gemí interiormente. Por fin sintió el lazo, pero pude ver que ella era inexperta

para utilizarlo. A esta velocidad todavía estaríamos sintiéndonos entre sí en dos

años. Sentir era bueno, venía con el territorio de las citas, pero no sé si mis

camisas estaban destinadas a mancharse de sangre regulares y ser el hazmerreir

de los demás.

—Podría darte una propina o dos. —Me reí de lo sórdido que sonaba. Kieran

obviamente era una mala influencia.

—La próxima vez que escribas un anuncio para un puesto, debes

preguntármelo —dijo Amber.

Levanté una ceja.

269

—¿Por qué?

—Debido a que el último fue totalmente engañoso. —Se sentó en posición

de loto. Traté de no mirar sus piernas desnudas, entonadas en todos los lugares

correctos—. Debería ser así: vampiro soltero, más fuerte que cualquier ser

humano sobre la Tierra, de más de 500 años pero todavía caes muerta con sus

magníficos ojos azules y pelo oscuro, busca a trabajadora interina de verano

para limpiar su casa, aguantar al molesto de su hermano, arriesgando la vida al

vivir en una mansión espeluznante, y ayudar a conseguir un libro antiguo.

Abrí la boca para protestar cuando ella levantó una mano para detenerme,

y luego continuó:

—Debe ser tranquila durante el día mientras él duermes y estar dispuesta a

aceptar que su mejor amiga es una bomba rubia. Beneficios añadidos: el don

de hablar con personas muertas, alucinantes besos, paseos en el bosque más

rápido más rápidos que bala, conocer amigos demonio del infierno, y por último

pero no menos importante, una conexión psíquica con el jefe.

Amber respiró hondo y se dio unos golpecitos con el dedo en sus labios de

color rosa.

—Debes estar dispuesta a comunicarte con una reina infantil espeluznante,

no asustarte con facilidad y mantén la calma cuando una legión de gente de

Sombras te persigan. Soportar ataques de vampiros, de la cara de Medusa,

sobrevivir a mordeduras de serpientes venenosas, estar dispuesta a renunciar a

tu café cuando te conviertas en un vampiro por solicitud del jefe, y…

—Para —le dije, riendo.

—Sólo trato de mantenerlo real. —Me dio un codazo en las costillas—. Olvida

el anuncio. No sé lo que estás escondiendo, pero voy a averiguarlo yo misma. O

voy a preguntarle a Cass. Ella va a leer tu mente como nadie.

—¡Ni se te ocurra! —Le di la vuelta sobre su espalda, pensando en su

adolorido muslo.

—¿Por qué no? Quiero saberlo todo.

Me eché a reír.

—Pues claro que sí.

270

—Oh, ¿dónde está Cass? Vamos a llamarla. Ahora sal de encima. —

Clavando el dedo en el pecho, pretendía alejarme, pero su intento fue uno débil.

¿Qué estaba haciendo? Debería irme, dejar que ella rogase, jugar duro

como mi hermano sugirió. Pero no pude.

—Es como que estamos destinados a estar juntos —le susurré al oído, mis

dedos rozando su mejilla. En algún lugar dentro de mi cerebro, pude oír la voz

molesta de mi hermano, débil pero aún podía escucharla. ¿Qué diablos?

Ya era demasiado tarde. Bajé mi boca a su cuello, donde su pulso se sentía

más fuerte, mis dientes rozando su piel. Amber contuvo el aliento, pero no me

alejó.

Mi hambre se hizo más fuerte, nublando mi mente, consumiendo mi cuerpo.

No podía pensar con claridad, sólo me dejé caer en las necesidades oscuras

que había ignorado durante quinientos años. Por un momento dudé, mis labios

saboreando su piel, luego abrí la boca. Mis colmillos tocaron su piel.

El repentino golpe en la puerta me sacó de ese momento. Me senté,

sorprendido.

—Vete, Kieran —le grité.

—No te detengas —susurró Amber, apoyada en su codo, tan linda con el

pelo revuelto y su mirada inocente.

—No tienes idea de lo que estás solicitando. —Apreté los ojos, enojado

conmigo mismo por lo que acababa de estar a punto de hacer. ¿Cómo pude

dejar perder el control de esa manera?

La habitación parecía girar cuando una punzada de hambre tras otra se

apoderó de mí. Tensé la mandíbula y quité a Amber de mi pecho. El llamado de

su sangre me torturaba, pero me lo merecía. Me merecía toda tortura que me

pasa por ser tan descuidado.

—Sé que los chicos hacen la relación casual todo el tiempo, y quiero que

sepas que estoy bien con ello sí lo es —dijo Amber.

—¿Qué quieres decir con “casual”? —La aparté cuando mi temperamento

estalló.

271

Amber se encogió de hombros y tiró de las mantas sobre su cuerpo. Su rostro

era frío, cualquier rastro de amor se había ido. En algún lugar en el fondo de mi

mente escuché la voz de Kieran decir: «te lo dije.» Maldito sea él. Maldita sea

ella. Maldito sea ese vínculo de sangre. No sólo estaba atrapado con una mortal,

sino con una mortal con una fobia al compromiso, y estaba cansado de eso. El

destino probablemente estaba viendo en este momento, riendose a voz alta a

mi costa.

Sin mirar a Amber, salté de la cama, me coloqué una camisa limpia y salí de

la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.

272

Capítulo 25

Traducido SOS por katiliz94

Corregido por AriannysG

e apoyé en mi codo y miré a Aidan salir de la habitación como una

bomba que acaba de apagarse. Está bien, no hice la declaración más

romántica del mundo, pero después de la experiencia con Cameron,

¿quién podría culparme al pensar que todos los chicos eran idiotas? Ahí estaba

yo, básicamente ofreciéndole salir sin ataduras, y él actuaba como si acabara

de engañarlo y robado su más preciada posesión. Nuestro beso debilita-rodillas

aún permanecía en mi mente. Confía en mí para arruinarlo por mi gran boca y

conseguir que el chico más agradable que jamás había conocido huyera a las

colinas.

Envolviendo la colcha a mí alrededor me mantuve caliente de la fría Escocia,

salté de la cama y fui en busca de mi ropa. Mi par de pantalones estaban

desgarrados en pedazos. La camiseta que había llevado la noche anterior no se

veía mucho mejor. Me contoneé hacia lo que quedaba de ellas y me dirigí a la

privacidad de mi dormitorio. Cerrando la puerta detrás de mí, encendí las

luces. El corazón me dio un vuelco en el pecho mientras me arrodillaba en el

suelo para mirar debajo de la cama y debajo de las sabanas. Las terroríficas

serpientes se fueron. Dando un profundo respiro, me relajé un poco.

¿Qué le ocurrió a Layla? No podía recordar nada entre el repentino dolor

punzante en mi muslo y después el despertar en los brazos de Aidan. Los brazos

de Aidan , sonaba tan correcto, el lugar en el que debería estar en lugar de en

mí ya muy vacía habitación, completamente sola con resentimiento y nadie

para calmarme.

Rebusqué en la mesilla de noche hasta que encontré un paquete de

aspirinas y tragué otra píldora con el viejo vaso de agua que había llevado al

piso de arriba la noche anterior, después me quité la ropa para tomar una rápida

ducha. El agua enfrió aún más mi febril piel. Con un dedo temblando, rocé el

moretón en mi muslo, justo sobra la rodilla, donde la serpiente había hincado sus

M

273

dientes, temblé, una repentina ola de terror inundándome. El recuerdo de Aidan

sacando el veneno era ligero, pero bastante para recordar que no había

levantado una lucha. Lo había encontrado demasiado fácil para confiar en él

con mi vida.

Después de frotarme el cuerpo con una toalla húmeda, di a mis dientes un

rápido lavado y me metí en mi pijama de franela, luego me acurruqué bajo las

mantas, meditando.

¿Debería ir tras él y clarificar que en realidad no estaba interesada en nada

normal? Suspiré y apagué las luces. Cameron siempre había sido el que huía y

yo la que hacía la persecución, intentando atraerlo y rectificar lo que sea que

hubiera hecho mal. Al final, de alguna manera él terminaba engañándome. Lo

que había visto en él ahora se fue, pero había aprendido la lección. Ningún

chico jamás me haría tropezar para complacerlo. Imaginé que Aidan era un niño

grande. Su ego podía lidiar con un poco de rechazo. Y si no, no quería ir ahí.

Simplemente él tenía que ser diferente y como yo, ahora estaba en el camino

de que me había enamorado de él.

***

Vivir con vampiros estaba echando a perder mi gran rutina, convirtiéndome

lentamente en una criatura de la noche, rehuyendo el día. Dormía la mayor

parte del día, sólo despertándome dos veces para comer y llamar a mis padres

para decirles que me encontraba bien. Por la tarde, me encontré lo bastante

refrescada como para tomar una ducha caliente e ir alrededor de la casa,

esperando el gran evento. Esta noche recuperaríamos el libro, sea lo que sea lo

que podría involucrar, pero eso no era lo que me preocupaba. ¿Cómo

reaccionaría Aidan viéndome después de la noche anterior? ¿Aún estaba

enfermo?

El viento aullaba al exterior, sonando las persianas. Agarré una suave bebida

de la cocina y me acomodé en el sofá del salón con varios cojines detrás de la

espalda. Justo después de unos pocos días, me di cuenta de que me sentía en

casa y que no podía imaginarme viviendo en algún otro lugar. Casi podía fingir

que la mansión era mía, olvidar que hace unos días era una mera empleada. No

obstante, no una muy buena, pero había intentado mi mejor esfuerzo, de alguna

274

forma. Trabajar para un vampiro no había sido una tarea fácil, con todas las

cosas extrañas ocurriendo y Aidan probablemente siendo capaz de oler el polvo

que pasaba por alto en ocasiones. Incluso Dalla no había fallado al conseguir

pruebas de Aidan. Pero tenía la esperanza de que Aidan considerara todas esas

cosas en mi referencia, porque con mi historial de empleada sería suertuda al

aterrizar en alguna posición de mierda. Por un momento, me arrepentí de dejar

el trabajo, la cabeza estaba causándome más daño que bien estos días, pero

pedirle que me aceptara estaba fuera de la pregunta. Él había ridiculizado mis

hábitos de limpieza en frente de los demás.

Probablemente ya estaba buscando un reemplazo.

Un auto se detuvo en la entrada, la grava crujió bajo los neumáticos. Puso a

un lado las cortinas, pero los visitantes ya se habían apartado de mi línea de

visión. Un segundo después, la puerta de la entrada se abrió y escuché la charla

de Cass, asegurando a algunos que eran bienvenidos. Suspiré y me dejé caer en

el sofá. Demasiado para ver a Aidan antes de que comenzáramos la misión.

Cass miró dentro y encendió las luces, mirando alrededor de la habitación.

—Vaya, Amber, necesitamos evacuar, como, ahora. Hay un huracán en

medio de nosotros. —Se rió entre dientes—. Pensé que mi casa estaba mal.

Miré a la pila de revistas de Clare amontonando suciedad en las esquinas de

los cristales medio vacíos que no me había molestado en recoger después de la

visita de Dallas. Por un momento, me sentí culpable. Entonces de nuevo, fui

consciente de que mi mala consciencia no estaba justificada. A pesar de que,

básicamente, aún vivía aquí, libre de cargos, ya no era la empleada de Aidan.

Observé a mí alrededor. Ni siquiera se veía así de mal, sólo unas pocas cosas

tiradas por aquí y por allá, lo cual ayudaba a dar a la casa un toque casero. En

serio, ¿dónde estaba el encanto en apilar las cosas que venderías a alguien que

ahora vivía aquí? Me encogí de hombros y miré a Cass, sólo entonces notando

a Devon y Angel de pie en la entrada, dudando de si entrar. Con un golpe de

mano, les señalé que entraran y agarré a Angel en un fuerte abrazo.

—Siento haberte dejado atrás —susurré en su oído para que Devon no

pudiera escucharlo. Cass elevó una ceja, pero no comentó.

Ángel se sonrojó y sentó en el sofá con una sonrisa tímida.

275

—Estoy contenta de que estés bien. —¿Por qué no lo estaría? Y entonces se

me ocurrió. La chica creía que esa espeluznante niña reina la malacostumbraba

y no cuestionaba las acciones de las Sombras. Ángel continuó—: Me pidieron

venir para que no te sintieras sola entre estas personas.

Sin duda, por “personas” se refería a los vampiros. Me encogí interiormente,

mordiéndome la lengua tanto que no haría un mordaz remarque. A diferencia

de las Sombras, los vampiros no me habían amenazado y raptado. Podía ver una

relación desarrollándose entre Ángel y yo, pero no cuando su único propósito al

estar alrededor de mí era ganar mi confianza en caso de que las Sombras

pudiesen conseguir el control de los vampiros para usarme para sus propios

requisitos. Me avergoncé. Bueno, apartarse de la manada de Aidan no iba a

ocurrir.

La sonrisa de Devon parecía falsa. Sus sobrenaturales ojos negros

traicionaban el reproche, a pesar de que mantenía un resentimiento porque yo

escapé. Metí las manos en los bolsillos de mis pantalones vaqueros y desvié la

mirada, menos para que me hablase.

Cass se acercó más y susurró:

—Alguien está irritado esta noche. ¿Qué te mordió el culo? —Sus ojos verdes

crecieron con risa mientras se inclinaba hacia adelante, mirando más de

cerca—. Segunda idea, la respuesta está justo ahí, en tu cuello.

Elevando la mano hasta mi garganta, me sonrojé, el calor expandiéndose

por mi piel a la velocidad del rayo.

—Fui atacada la noche anterior.

Cass guiñó un ojo.

—Deberías haberme llamado. Podría haberte mostrado una o dos cosas

sobre pelear con ese tipo de asalto. —El familiar pinchazo de celos tomó agarre

de mí. De ninguna manera dejaría a Cass en cualquier lugar cerca de Aidan.

Cass rodó los ojos—. Consigue un agarre, amigo. Sólo estaba bromeando.

Además, tu chico no es mi tipo. Ahora, tu hermano sólo es… —Golpeó un dedo

contra sus labios— … sabroso.

Fruncí el ceño. La idea de mi hermano siendo seducido por la hija de Lucifer

me hace asquear.

276

—No está disponible. —Antes de que Cass pudiera leer más sobre mis ideas,

brinco y me dirijo fuera de la puerta con una falsa sonrisa, diciendo sobre el

hombro—: Bebidas, ¿alguien más?

Desde el resquicio del ojo veo a Cass murmurarse algo a sí misma:

—Te dije que te callaras un rato, ¿verdad? Ahora ella cree que soy una

mujerzuela.

¡Por el amor de Dios! La chicas era rara, hablando consigo misma y todo.

Sacudo la cabeza y camino por el corredor hacia la cocina, teniendo la

esperanza de que hubieran quedado bastantes vasos en el armario. Si era

necesario, podría servir latas de Coca Cola Light y pajitas, asegurándome de

que los vasos estaban rotos por el reciente terremoto.

Entre varios platos y tapers, encontré vasos altos apilados en el fregadero,

pero decidí no lavarlos. Primero, tendría que secar y pulir, lo cual es incluso peor

que cocinar ya que implica algún tipo de altísimo entendimiento de ropas y la

cantidad adecuada de presión que aún no poseo. Y segundo, la última vez que

lo había intentado acabé en un cuarto de emergencia con un gran pedazo de

cristal incrustado en el dedo. A Dallas no le importó llevarme al hospital, pero

dudo que una manada de vampiros fuera muy sociable.

Viendo desde la ventana, podía distinguir los últimos rayos de luz en el

horizonte. La oscuridad casi había descendido sobre el bosque, las pesadas

nubes soportando la promesa de otra noche lluviosa. Suspiré y agarré las tres

latas de Coca Cola Light, sorprendiéndome cuando mis amigos vampiros

finalmente harían su gran entrada en el momento que Angel se asomara a

dentro, con una tímida sonrisa jugando en sus labios.

—¿Puedo ayudar?

—Si estás para lavar platos. —Señalé los platos sucios—. Nah, sólo cogeré

algunas Coca Colas Light.

—No deberías haberte ido… —dijo Angel, agarrándome la mano.

Dude.

—Pero pensé que todos estaban sedientos.

—No es así. Pero eres graciosa. Te he echado de menos.

277

—Deidre te pidió acompañar a Devon y jugar la carta de amistad para

cambiar mi opinión. —Me arrepentí de decir las palabras en el momento que

abrí la boca. No era culpa de Angel que Deidre supiera cómo manipular a las

personas.

Angel hizo una mueca y dejó caer mi mano.

—Vamos a decir que las cosas no han sido igual sin ti.

—¿Recuerdas el colgante que Deidre me dio? —No esperé su respuesta—.

Estaba infundada con algún tipo de magia oscura que influenciaba mi mente.

No puedes culparme por no confiar en ti cuando eres una de ellos.

Ella sacudió la cabeza, los ojos abiertos con sinceridad.

—Yo nunca…

Por un instante, casi creí su mirada seria. Entonces levanté un dedo,

interrumpiéndola.

—Escucha, lo siento, pero tenía que hacer lo que estaba bien para mí. —Di a

su mano un apretón y me giré hacia la puerta, teniendo la esperanza de que me

seguiría—. Ahora no es el momento de discutir. ¿Podemos hablar después de

que consigamos el libro?

Angel asintió. Volvimos al salón en silencio, encontrando la mirada

cuestionante de Devon. Cuando Angel se encogió de hombros, frunció el ceño

y se alejó. Bueno, no iba a sentirme culpable por estropear sus planes. Ni cuando

sus planes se involucraban con mi vida.

Mis palmas se humedecieron cuando situé las latas en una mesa de café. El

corazón se me comenzó a acelerar en el pecho. Le sentí un momento antes de

que la puerta fuese abierta y Aidan entrara con Clare y Kieran siguiéndole los

pasos por detrás.

Aidan hizo un ruido despectivo mientras su mirada pasaba por encima de

Devon y después se movió hacia mí, mirada estrechada, fosas nasales

ensanchándose. Todavía estaba enfermo, el ego sacudido y todo eso, pero lindo

con un botón en la camiseta blanca y pantalones con los que desaliñaba la

fregona en su cabeza. Incapaz de contener una risita, imaginé deslizar mi mano

por su pelo, plantándole un delicado beso en los labios y…

278

Cass resopló en algún lado a mi derecha.

—Consigan una habitación y denme un respiro, ¿vale? —Me senté,

avergonzada. Aidan me lanzó una mirada entretenida, y gemí interiormente.

¿Por qué Cass no cerraría simplemente la boca?

—¿Cómo conseguiste pasar las puertas? —preguntó Kieran,

sospechosamente.

—Eso sería cosa mía. Ya ves, tus estándares mágicos no tienen oportunidad

contra este pequeño número. —Cass recuperó su teléfono de alta tecnología y

lo ondeó frente a la cara de Kieran.

—¿Papa aparecerá con un nuevo invento? —dijo Kieran.

Cass elevó la barbilla desafiantemente.

—A decir verdad, sí. ¿Por qué? ¿Estás celoso?

—Veo que Amber les ha ofrecido refrigerios —dijo Aidan, señalando a las

latas sin abrir. Su mirada va de las latas al vaso sucio en el armario y después a

mí, las esquinas de su boca crispándose.

Lo miré.

—Dimití. ¿Recuerdas? —Seguramente, ¿podía levantar sus uñas con

manicura y limpiar su propia casa?

—He estado esperando hablar contigo, Aidan —dijo Clare—. Vamos a

contratar una nueva ama de llaves la próxima semana.

—Sí, vamos a hacer eso —dijo Kieran—. Y esta vez, hermano, sin fecha para

ayuda.

Aidan levantó las cejas significativamente.

—Ambos saben que tengo cosas más grandes en mente que discutir sobre la

futura ayuda. Como el libro.

—O Amber. —Sonrió Cass.

El latido de mi corazón se aceleró. ¿Cómo escuchó Cass sus pensamientos?

¿Estaba él pensando en mí de la forma que yo estaba pensando en él?

279

—Después de la dificultad que nos pusiste, no me preocupo por las pequeñas

conversaciones con las Sombras, así que vamos a seguir —dijo Kieran.

Cass saltó del sofá.

—Hurra.

—Deberíamos hablar del plan una vez más porque no podemos permitirnos

arruinarlo —dijo Devon, mirando a Kieran.

—¿Sabes qué va a arruinarse? —dijo Kieran—. Esos grandes ojos negros tuyos.

Debe ser algún problema de endogamia grande en medio de las Sombras.

Clare agarró su brazo para silenciarlo.

—Vamos a repasar el plan por última vez, sólo para contentar a todos.

—No hay necesidad —dijo Aidan—. Lo hemos discutido un millón de veces.

Todos deberían saber su parte.

Devon me señaló.

—¿Incluyendo a Amber?

—Vamos —dijo Aidan. Podía escuchar un margen en su voz.

—Entonces, ¿vas a seguir manteniéndola en la oscuridad? —Devon me lanzó

una mirada incrédula—. ¿Qué ves en este tipo? —Ignorando su remarque, me

pongo en pie, señalando a Aidan que estaba lista para marcharme cuando ellos

lo estuvieran. Tan pronto como consiguiéramos el libro, no quería los detalles

porque, después de que Aidan me salvó la vida la noche anterior, confiaba en

que él supiese lo que estaba haciendo.

—Pero tu vida cuelga de una línea —dijo Ángel.

Lo mismo y lo mismo.

—¿También la tuya, verdad? Eres tan mortal como yo. He estado puesto al

día en todos los peligros. Ahora, ¿podemos ponernos manos a la obra con esto?

Mi familia está esperando.

—Papá podría estar llamando en cualquier momento —dijo Cass,

asintiendo—. No quiero que mi nueva posición como embajadora desentone

con mis deberes del infierno.

280

—¿Qué es eso con lo que ayudas a papá? —preguntó Kieran, apenas capaz

de contener la risa.

—¿Ayudas al grandullón a crear más enjambres de ratas y langostas, a

destruir unos pobres ganados de granja, enviar una plaga o dos, ofrecer

contratos para robar almas de personas, quizás comenzar unas pocas guerras?

Dos llamas se prenden en los ojos de Cass.

—Vete al infierno, imbécil.

—Estuve ahí, terminé eso, cosas calientes. Pero regresé a la vida. —Rió

Kieran—. Y cuando digo caliente, estoy hablando de la temperatura, no de la

apariencia.

Las mejillas de Cass se volvieron rojas, las manos apretujándose y aflojándose

sobre su regazo. Dios, ella tenía un mal carácter. Si ni siquiera podía controlarse

con Kieran, no iba a ir a ningún sitio cercano con Dallas.

—Preferiría ser caliente que un cubo de hielo —dijo ella—. Mejor aún, ¿por

qué no das un vistazo y te mostraré lo que mi nuevo teléfono puede hacer?

Kieran levantó las manos en fingida defensa.

—¿Tenías que inventar un teléfono para hacer el trabajo por ti porque no

tienes habilidades sobrenaturales?

—Te dije que las conseguiré cuando tenga dieciocho —contestó Cass con

brusquedad.

—Vamos. —Aidan mantuvo la puerta abierta, murmurando en voz baja—:

¿Soy el único cuerdo aquí?

Me apresuré tras él, ansiosa por conseguir un momento solos, pero los otros

también siguieron de cerca detrás de los coches aparcados al exterior. Aidan

recuperó las llaves de su bolsillo y arrojó el manojo a Kieran quien las atrapó en

medio del aire. Me di cuenta que dejarlo solo en el coche estaba fuera de

cuestión. Suspirando, salté al borde del asiento trasero mientras Kieran encendía

el motor. Asomándome por el cristal tintado, observé a Aidan poner a Devon a

un lado, hablando vehementemente. Estiré el cuello para escuchar, pero Kieran

encendió la radio como si me detuviera de escuchar a escondidas.

Golpeé el hombro de Kieran.

281

—¿Qué es lo que no quieres que sepa?

—Ay. —Kieran se frotó el hombro, sonriendo.

—No renuncies hoy a tu trabajo. Eres el peor actor. —Rodé los ojos y lancé

otra mirada a Aidan. Cientos de preguntas se aceleraron por mi mente. ¿Dónde

íbamos? ¿Por qué Clare no estaba montando con nosotros? ¿Qué pasaría y por

qué necesitábamos a las Sombras? Tomé un profundo respiro y retrocedí las

ideas en mi mente, pero cuando más lo intentaba, más surgían. Con el tiempo,

Aidan se metió en el asiento delantero y Kieran se puso en marcha, siguiendo al

SUV de Cass.

Conducía como un maníaco, demasiado cerca, a metros del pedal de gas

como si no pudiese esperar a llegar a su destino lo bastante rápido. Mis manos

apretujaron el ajustado cuero, aferrando la estimada vida. Sus reflejos podían ser

sobrenaturales, pero yo no confiaba en ellos ni un poco.

Desde mi asiento, veo a los hermanos intercambiar miradas significativas unas

pocas veces. Está bien, si no van a hablar, yo tampoco. De cualquier manera,

¿quién necesita conversación? Recostándome, cierro los ojos y permito a mi

mente divagar mis anteriores momentos con Aidan. Me había ignorado como si

nada entre nosotros ocurriese la noche anterior, así que no había duda de que

él no veía un futuro. Mientras su silencio me hace subirme por las paredes y

sentirme insegura, también pone a las cosas en perspectiva. Tenía un truco para

fobias comprometedoras. No, tacha eso. Las revistas de mujeres que leía tenían

razón. Los chicos ya no quieren relaciones. Mamá me diría de tragarlo y seguir

buscando, pero ella había estado casada durante los últimos treinta años y con

el mismo hombre, un fenómeno que probablemente disminuiría a lo

permanente.

Media hora después, Kieran pisó el freno bruscamente, y me tambaleé hacia

adelante entre los asientos delanteros, golpeándome la cabeza en el proceso.

Dos pares de ojos giraron para mirarme, como si fuese algún tipo de bicho raro.

Dalla se habría destellado de risa. Sin duda podría lidiar con alguien riéndose en

mi cara. Pero Aida y Kieran sólo me miraban boquiabiertos, sin duda listos para

reírse a carcajadas detrás de mi espalda.

Me erguí y levanté la barbilla, evitando sus miradas, con las cara ardiendo.

Cuando abrí la puerta del coche y salí, mi pie se atrapó en una rama caída y caí

hacia adelante. Hablando de mantener con gracia al chico que amaba. Aidan

envolvió el brazo entorno a mi cintura, capturándome en la caída. Murmuré un:

gracias y aparté la mano de su agarre. No respondió, pero su palma permaneció

282

en la parte baja de mi espalda un poco más, mientras me miraba en la

oscuridad.

—Estaremos caminando el resto del día. —La voz de Devon me sorprendió,

rompiendo el mágico momento, y salté hacia atrás.

—¿Estás bien para caminar? —susurró Aidan.

El frio viento me puso el pelo en la cara, helándome hasta los huesos.

Comprobé mi pierna. El muslo se sentía dolorido, los dedos de mis pies ya estaban

congelados en las botas de cuero, pero prefería que estuvieran adoloridos a que

él me llevara y arriesgarme a destacar como un dolorido dedo entre los ricos y

atléticos chicos, así que asentí. Frunciendo el ceño, Aidan se alejó.

—¿Tienes una linterna? —preguntó Cass.

Kieran asintió.

—¿No puedes ver en la oscuridad? ¿Qué tipo de inmortal eres?

—¿Por qué querría ver en la noche? Ese el momento en el que las personas

duermen. —Cass sacó el teléfono y comenzó a golpearlo. Un momento después,

una legión de luciérnagas apareció sobre nuestras cabezas, iluminando como

una linterna apagándose. La luz apenas penetraba en los gruesos arbustos, pero

al menos un lanzaba un poco de luz en nuestro camino, advirtiéndome de

impedir el peligro en forma de rocas, ramas caídas y lo que no era de esperar.

—¿Un montón de insectos? En serio, ¿eso es todo con lo que vienes? —dijo

Kieran.

Aidan frunció el ceño.

—Vamos, chicos. Cállense un rato. Amber tiene una tarea que terminar.

Nuestra cháchara exactamente no está ayudando a aligerar sus nervios.

Le lancé una mirada agradecida. Cuanto más estábamos aquí, más me sentía

que quería ir a casa. Ni idea de cuántas de estas personas podían quedarse aquí

en medio de ningún lugar, vestidos en ropas convenientes para una tarde de

barbacoa californiana, y continuaban hablando mientras yo me congelaba el

trasero en mi abrigo de verano, vaqueros y botas.

Cass apareció al lado de Aidan y señaló un punto en el sinuoso camino

estirándose a través de los árboles.

283

—Espera, ¿estamos yendo ahí? —Cuando él asintió, ella gruñó—. Tienes que

estar bromeando. Si hubiese sabido que mis deberes de trabajo involucraban el

escalar el Monte Everest, habría reconsiderándolas opciones de mi carrera.

—Esto es escasamente el Monte Everest —dijo Kieran.

Cass lo miró, sus ojos ardiendo con brillo en la semi oscuridad.

—¿Qué, también has estado ahí, imbécil? No te encuentro como el tipo de

amante del aire libre. Más como conseguir las medallas de Boy Scout de ver el

Discovery Channel.

—Y tú a mí como una chica a la que querría arrojar al volcán más cercano

—dijo Kieran—. Ya sabes, sería como darte un ascensor de regreso a casa, a las

profundidades del infierno.

—Aquí vamos de nuevo. —Aidan arrojó los brazos sobre los hombros de Cass,

empujándola hacia adelante—. Dijiste que tenías prisa. Vamos a terminar con

esto, ¿de acuerdo? Preferiblemente sin los dos matándoos el uno al otro.

Cass resopló, pero comenzó a andar detrás de Devon quien lideraba el

camino. Sonriendo, Clare dio a Ángel un codazo.

—No te preocupes. Pelean así todo el rato. Creo que es amor.

—¡Clare! —gritó Cass, encolerizada—. No saldría con este chico si mi vida

dependiera de eso.

Kieran comenzó a hablar cuando Aidan lo tiró de la manga.

—Ninguna otra palabra.

Caminamos en silencio durante un rato, pasando aún más árboles. No me

preocupé en levantar la vista del camino en caso de que pareciera extenderse

hasta el infinito, demoliendo mis espíritus. Las luciérnagas sobre nuestras cabezas,

iluminando el camino. Extendí la mano para tocarlas, entonces decidí contra eso

porque no confiaba en los animales demoniacos.

—La pregunta es ¿cuándo los demonios atacaran a los vampiros con un

perno de fuego y cuando los vampiros morderán a los demonios? —dijo Devon,

retomando la conversación—. Es solo cuestión de tiempo hasta que alguien este

seriamente herido. Salir con ellos es una combinación letal, Amber. Por mi vida,

no puedo entender por qué aún estas viva.

284

—Cómo puedes ver, está perfectamente bien y feliz —dijo Aidan. Era

agradable verlo levantarse por mí. Envolviendo el abrigo con fuerza a mí

alrededor, miró al denso bosque rodeándonos. El camino no parecía ser el que

habíamos tomado hace sólo unas pocas noches; primero, era más estrecho,

obstaculizado por matorrales y ramas bajas colgando. Entonces de nuevo, había

estado centrándome en mis pies, atendiendo a las piedras sueltas y a las ramitas

caídas, definitivamente no prestando mucha atención al escenario.

—¿Quieres que te lleve? —susurró Kieran en mi oído, su cálido aliento

sonrojándome la piel.

Sonaba mucho más como Aidan así, por un momento, dejé de respirar, mi

mente completamente aturdida, hasta que Aidan grito:

—Caminará.

¿Quién diablos pensaba que era, diciéndome qué hacer? Consideré

aceptar la oferta de Kieran, sólo para molestar a Aidan, pero luego lo dejé pasar.

Tenía razón, mejor conseguir el libro sin más retrasos y drama.

—En otro momento —susurró Kieran.

—Hermano, te juro que la próxima vez que Cass pruebe sus habilidades en ti,

seré el primero en ayudarla —siseó Aidan, enfadado.

¿Estaba celoso? Irradie ante comprensión de que no quería verme con

alguien más. A pesar de su frío comportamiento, se preocupaba por mí. Apresuré

mi paz y, en un audaz y descerebrado momento, situé una mano

afeccionadamente en la parte baja de su espalda, recordando un artículo sobre

como los chicos eran como niños cuando querían ser amados y abrazados. Me

sentí estúpida, pero si le ayudaba a abrirse más, podía arrojar unas pocas

perspicaces manifestaciones de afecto. Un momento después mi bota conectó

con una piedra y choqué contra él, maldiciendo en voz baja.

El aire olía a madera húmeda y a tierra. Las ramitas crujían bajo nuestros pies

mientras nos movíamos hacia adelante a una rápida velocidad. Mis piernas

estaban comenzando a doler; la respiración se llegó en esforzados montones.

Estaba al borde de preguntar si ya estábamos ahí, cuando Kieran se giró hacia

Ángel, señalando afligido hacia adelante.

285

—El líder de la manada… —Kieran señaló a Aidan—, no me permitirá ir a

algún lado cerca de Amber porque es el alfa, territorial y todo eso. Así que te

extiendo la oferta.

—Sobre mi cadáver —dijo Devon.

Kieran rio.

—Dos machos alfa. ¿Hay espacio para un tercero?

—Los pies están matándome —Se lamentó Ángel—. Si no estuviese

malditamente asustada de los vampiros te pondría en la oferta.

—Mejor no —dijo Clare—. Tiene malas noticias.

A pesar del frío, los pantalones vaqueros se me pegaban a la piel húmeda y

mis muslos estaban en fuego. El camino continuaba en pendiente. Aunque

Aidan liberó el camino para mí, el fluctuante viento hacía difícil el evitar las ramas

golpeando. Sin nadie hablando, mi jadeante respiración hizo eco en mis oídos.

Cuando más me centraba en silenciar la respiración, más se convertía en un

silbante sonido que se atrapaba en algún lugar en mi pecho.

Enfadada, me pregunté si Aidan podía escucharme con sus poderes

sobrenaturales. Probablemente. Si él preguntaba, sólo fingiría estar sufriendo de

asma.

De alguna manera, me las arreglé para llegar a lo que parecía nuestro

destino sin más vergonzosos tropiezos de mis pies. Un pájaro sollozó mientras

orbitaba sobre el horizonte, bajando sobre nuestras cabezas, después

elevándose en las profundidades del bosque. Por alguna indefinida razón, envió

escalofríos por mi espina dorsal.

—¿Ese es un pájaro normal, verdad? —susurré a Aidan. Él sacudió la cabeza

y dio a mi mano un tranquilizador apretón. Giré lentamente mientras miraba al

ennegrecido campo a más de tres árboles a un lado. ¿Por qué nos habíamos

detenido en medio de ningún lugar? ¿Tal vez los inmortales también necesitaban

un descanso? El suelo, mojado y frío, pero aún invitando, me hacía señas. Sin

duda a nadie le importaría que me sentase durante un rato hasta que los otros

averiguaran lo que estaban haciendo aquí.

Una luz se iluminó a mi derecha, inundando el claro en un deslumbrante brillo.

Me protegí los ojos, preparada para quejarme, cuando vi la alta valla de

286

alambre de púas a unos centímetros de distancia. Unos pocos pasos y habría

corrido hacia ahí. Devon estaba quieto con lo que parecía un panel de control

hasta que escuche un chasquido y una puerta abierta.

—¡De prisa! Sólo tenemos cinco segundos —dijo Devon—. Entonces el

mecanismo se bloqueara durante unas horas.

—Estás bromeando. —Aún más caminata. Con un suspiro, levanté las

inactivas puertas y caminé adelante antes de que la puerta se cerrara.

—Síganme —dijo Devon.

Cass miró a sus vaqueros demasiado grandes cubiertos en barro y bufó.

—Voy a enviarte el recibo de limpieza, amigo.

—Si quemas eso… —Kieran señaló sus ropas, sonriendo—, te compraré algo

que no esté hecho de arpillera.

La modera era el orgullo y diversión de Cass. Definitivamente él había

cruzado la línea con eso. Observé con miedo mientras la cara de Cass se volvía

rojo brillante. Pero en lugar del brillo poco natural en sus ojos, solo sonrió y dijo:

—Al menos no necesito llevar pantalones ajustados para distraer de una

carencia de masa encefálica.

—Vamos —murmuró Aidan mientras me agarraba de la mano y me

empujaba tras él. Si no se matan el uno al otro pronto, lo haré yo.

La disputa continúo detrás de mí, pero me desconecté. Aidan estaba

sosteniendo mi mano, su pulgar dibujando círculos en mi piel en el momento que

cruzábamos un campo abierto, pasando varios focos, y llegamos a una

pendiente. Aidan se detuvo y murmuró en voz baja:

—Mierda.

—¿Qué? —Seguí su línea de visión hasta la cima donde la luz no llegaba, pero

todo lo que veía eran formas extrañas sobresaliendo contra el sondeo de la

noche.

Él entrelazo los dedos con los míos y se apresuró adelante, arrastrándome tras

él, olvidando que mis piernas no podían dar las mismas largas zancadas. Me

apresuré a tranquilizarme para que él no me creyera completamente fuera de

287

forma. Y luego llegué a lo alto, viendo lo que él había sabido que estaba ahí

todo el tiempo, y mi estómago se retorció en nerviosos nudos.

288

Capítulo 26 Aiden

Traducido por Princesa de La Luna

Corregido por katiliz94

l cementerio de los muertos —no podía creer que estaba finalmente de

pie delante de él. Rebecca había intentado localizarlo para realizar el

ritual, pero incluso después de pisar el territorio de las Sombras y de la

búsqueda durante horas, matando a varias Sombras en el camino, no había sido

capaz de encontrarlo. Ella había afirmado que los bosques eran una especie de

laberinto en el que los pasajes cambiaban con la luna. Nunca dude de sus

palabras porque Rebeca nunca admitiría el fracaso voluntariamente. Nuestro

viaje hasta ahora había parecido sencillo, pero no tenía ninguna duda de que

Devon tenía algún as en la manga que garantizaría que nunca encontraríamos

el camino de vuelta si decidiéramos volver más tarde.

Fila tras fila de altas estatuas y lápidas se extendían en la distancia tan lejos

como mi aguzada vista de vampiro me dejaba ver. La luz de luna suave brillaba

sobre nosotros. Una gran nube de niebla reunida alrededor de nuestros pies,

rondando a centímetros sobre el suelo. El viento aullaba, esparciendo las hojas.

—Ahora, eso es un buen toque, —dijo Cass—. Da a miedo todo un nuevo

significado. ¿Quién trajo la máquina de niebla?

—¿Huh? —dijo Kieran.

—No hablo contigo, amigo. Tú estás siempre en la niebla.

—No creo que haya nada más espeluznante que este lugar, —susurró Angel.

Devon le dio un codazo y señaló a Kieran y a mí.

—Simplemente miraba detrás de ti.

E

289

La Sombra irritaba al infierno fuera de mí, pero sin él, nunca lo conseguiríamos.

Así que me tragué mi ira, por el momento. La guerra entre nuestras razas estaba

lejos de haber concluido, pero una pelea tendría que esperar.

—Muestra un poco de respeto, —dijo Amber—. Si te vas a confesar a mi

chico, me volveré y me iré. ¿Entiendes?

Devon apretó la mandíbula, pero se mantuvo en silencio. Desafiando mi

mejor opinión, envolví el brazo alrededor de la cintura de Amber y la atraje más

cerca. El ritmo de su corazón hizo eco en mis oídos, corriendo como si acabase

de correr los toros a través de las calles de Pamplona. Le lancé una mirada

lateral y sonrió de modo tranquilizador, como si hubiera hecho de un cementerio

un lugar menos grotesco para visitar en la mitad de la noche. Si las leyendas

eran ciertas, ni siquiera echaríamos un vistazo a los horrores reales que las

Sombras mantienen en la corte Lore.

—Quédate con Kieran mientras reviso las cosas, —susurré.

Kieran envolvió con sus brazos a Amber y a Clare.

—Vete, hermano. Voy a mantener a salvo a las mujeres de las garras de los

hombres Sombra.

—¿Qué hay sobre mí? —dijo Cass, picada.

Kieran reía.

—Te invitaría pero sabes el dicho, cuatro son una multitud.

—Hola, idiota, el dicho es tres son una multitud. —Cass apartó a Amber y a

Clare—. Tú te quedas conmigo. No sólo él esta desafiado, todo lo que tiene es

una par de colmillos de miedo y ninguna idea de qué tipo de fuego está en este

horno.

—Te calmaré rápido, —dijo Kieran.

Ella dio un paso amenazador hacia adelante.

—Nunca podrías apagar esta llama.

—¿Alguien te dijo alguna vez que aspiras a relaciones públicas? Desde que

eres una embajadora, te pareces a mí. Mucho. Lo sabes, ¿verdad? Pero quizás

290

eres una embajadora que ronca porque te duermes en el trabajo. Voy a hablar

personalmente con Layla sobre tu inhabilidad para hacer tu trabajo.

Cass resopló.

—Sí, si vives para contarlo.

—Ella me gusta, —Kieran cantó.

—Ella quiere a Aidan y mira lo que paso cuando vino para quejarse. —Dijo

Cass—. He tenido suficiente de ti. Nunca volveré a tu casa. Clare tendrá que

reunirse conmigo en otro lugar de ahora en adelante.

Abrí la boca para hablar cuando Kieran me cortó.

—Es gracioso, cada vez que me vuelvo estas sentada en mi sofá. Estas

definitivamente cruzando la línea de talker Ville.

Cass se quedó sin aliento.

—¿Crees que te estoy acosando? —Las luciérnagas parpadeaban sobre sus

cabezas, chillando, un sonido indefinido, como la de miles de avispas, llenando

el aire. Me asomé, esperando a las luciérnagas convertirse en un dragón o algo

así. Si Kieran la mantenía enrollada, era solo cuestión de tiempo hasta que Cass

hablase bruscamente.

—¿Lo crees? Lo sé. Me gustas. Me quieres, —dijo Kieran. Le lancé una mirada

de advertencia, pero simplemente se encogió de hombros, sonriendo.

—Como una bala en mi cabeza, —dijo Cass. Clare se rio en algún lugar en

las sombras.

—Suficiente, vosotros dos. —Volví mi atención a Devon—. Voy a entrar.

Devon negó con la cabeza.

—No sin mí.

Mis labios temblaron.

—¿No confías en que le eche un vistazo rápido? —Yo era su enemigo. Por

supuesto que no confiaría en mí.

Devon resopló.

291

—Tan lejos como pude tirarte.

—Sabes que yo no conseguiría ir lejos sin tu ayuda. Solo quería asegurarme

de que no tengas trucos bajo las mangas.

—Bien entonces. Iremos todos juntos porque no me fio de tu hermano loco

alrededor de mi Angel, —dijo Devon.

Kieran se volvió y la miró.

—Así es que ese es tu nombre. Sé que había una razón por la que tenías ese

hermoso pelo y esos ojos magníficos. —Besó su mano—. Alguien llama al cielo

porque un ángel sólo cae desde el cielo.

—Eso está más allá de todo —gimió Cass—. Cada chico usa esa línea.

Encuentra algo original, ¿vale?

—¿Cuándo consigues un psiquiatra? —dijo Kieran.

Me incliné hacia Amber para susurrarle al oído.

—Así que, ¿vas a esperar aquí?

—¿Qué? —apartó los ojos de la estatua de bronce –de una forma horrorosa

de una mujer y el oso atrapado en un abrazo– y se volvió hacia mí—. Oh, no. De

ninguna manera. No voy a quedarme aquí. —Bajó la voz—. ¿Qué se supone que

es esto?

—Parte chamanismo, parte… —me encogí de hombros—. ¿Vudú? ¿Quién

sabe?

—Magia, —dijo Devon, de manera práctica—. No practicamos Vudú. Hace

mucho tiempo, las almas de los animales sagrados entraron en los cuerpos de

nuestros antecesores para concederles la vida eterna. Como pago, nuestro

pueblo envió a sus sombras al otro mundo para velar por los cachorros de los

animales.

Era la explicación más larga que había recibido sobre esta tierra sagrada que

había estado investigando durante años. De acuerdo a los rumores que

circulaban de la Corte Lore, una Sombra podría morir por encontrar su estatua

en el cementerio de la muerte y perforar un puñal a través del corazón del

animal. Esperé por Devon para revelar más, pero él se volvió alejándose, bajando

por el estrecho camino a una entrada baja en la colina.

292

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —pregunté a Amber—. Esta es tu

última oportunidad de volver atrás.

Ella resopló.

—De ninguna manera. Estamos en esto juntos, Aidan. Quiero que tengas una

vida sin necesidad de sangre. Además, incluso si cambio de opinión no te dejaría

ir allí para decirles que estoy echándome para atrás. Te matarían en el acto.

Las Sombras habían intentado matarme durante siglos, y no tuvieron éxito.

Respiré profundamente para reprimir mi alegría repentina. El miedo de Amber se

quedó en ella como si lo llevase como un perfume. Por primera vez parecía

preocupada por mí. En el calor de las palabras de la última noche, entendí que

el vínculo no era trabajo, después de todo ella quería volver a su vieja vida. La

rabia me había llevado a la locura, había maldecido al destino para darme uno

mortal. Pero pude sentir algo sobre la actitud de Amber que había cambiado.

Su mirada era más suave y en las últimas horas había levantado su mano varias

veces como si fuera a tocarme. Y ahora su necesidad por protegerme se había

reavivado. Finalmente estaba empezando a ver progresos. Con suerte, no era

demasiado tarde.

En algún lugar detrás de mí, Kieran dijo:

—¿Cuánto te paga papá para joder otras almas?

Sacudí la cabeza y me puse junto a Amber. No tenía ni idea de por qué Kieran

mantuvo relajado a Cass. La chica estaba más allá de lo normal, pero no podía

ser sólo mutua antipatía lo que condujera a mi hermano a ser un insoportable.

Por lo que yo sabía, Cass no había hecho nada para ganarse nuestro ridículo.

Hice una nota mental para hablar a Kieran sobre eso una vez que mis problemas

con Amber estuvieran resueltos.

La pesada puerta de caoba estaba abierta. Mientras caminaba por ella,

sentí al cruzar la invisible barrera del umbral vibrar, me detuve por un segundo, y

entonces me rendí. Magia. Sin Devon abriendo el camino, dudaba que hubiera

podido ser capaz de pasar. Era una magia similar a la que protegía mi casa

contra los intrusos inmortales. Esa que Cass puso sin mi explícita invitación, me

mostró que era algo más, o más fuerte que cualquier cosa del mundo

paranormal sacada de la nada.

293

El espacio apestaba a Sombras, vestidas con túnicas negras, mirando desde

la oscuridad de innumerables esquinas. Un enorme altar, rodeado de

innumerables velas blancas, fue creado en el medio de la tenue e iluminada sala

cueva.

—Mira eso, —dijo Cass—. Ahora es así como enamoras a una chica. —Me

guiñó un ojo—. ¿Estás cogiendo notas?

—Las velas están sobrevaloradas, —dijo Kieran—. Al igual que el romance.

—No has encontrado a la chica adecuada, —dijo Clare—. Vendrá.

—Y entonces ella hará un recorrido por las colinas. —Cass se rio de su propia

broma. Apreté la mano de Amber. El resplandor de las sombras nos rozaba por

enciam, su descontento era palpable en el aire húmedo. Lentamente, giré la

cabeza hacia la derecha, listo para enfrentarme a otra abominación.

Rebeca lo creó hace mucho tiempo: sentada en un alto trono estaba Deidre,

la reina de las Sombras, una antigua alma viviendo en el cuerpo atormentado y

dolorido de una niña moribunda, atrapada entre la vida y la muerte para

siempre.

Las Sombras querían el maldito libro para poder buscar un ritual para liberar

a Deidre de su necesidad de alimentarse de la fuerza vital de su propio pueblo.

Deidre fue una de las razones por la que yo había encontrado tan fácil matar a

Rebecca cuando atacó a Blake. Tuvo suficiente pasión por su tortura.

—Vosotros —Deidre apuntó con un dedo a Clare, Cass y Kieran—, moveos

de allí a la pared.

Kieran y Clare hicieron lo indicado, pero Cass se mantuvo firme.

Mi mandíbula se ajustó mientras me encontré con la mirada negra de Deidre.

Me incliné para ocultar mi expresión de horror. Un vistazo a ese cuerpo

moribundo fue suficiente para enviar escalofríos por mi espina dorsal. Deidre no

dañaría a Amber porque quería el libro más que yo. Pero podía estar

equivocado. Después de subestimar a Layla, no confiaría en nadie más que en

mí mismo. Esperé por Deidre para hablar, pero de hecho fue Cass quien se hizo

cargo de la situación.

—Soy la nueva embajadora de Lore, para salvar al mortal del daño

sobrenatural. No te atrevas a usar trucos conmigo, Dee. Soy mucho más fuerte

294

que todos vosotros juntos. —Sus ojos rojos brillaron mientras miraba a Dreide,

luego caminó hacia el altar y cogió una vela encendida. La derritió entre sus

dedos, la cera goteaba encima del suelo pedregoso. Con un exagerado suspiro,

colocó lo que dejó a su espalda y miró de una cara a otra—. Sólo una palabra

para asesorar, chicos vivir en un cementerio está más allá de lo macabro.

Deberíais buscar una vivienda apropiada.

Cass obviamente disfrutaba el drama un poco más, pero siempre y cuando

ayudase a sacar a Amber de allí viva, yo haría cualquier cosa por ayudarla.

Apreté la mano alrededor de la cintura de mi compañera. Su corazón se aceleró

cuando su cuerpo —abultado en todo su lado derecho— se inclinó hacia mí. Por

el rabillo de mi ojo, vi a Dreide subir de su asiento y caminar hacia el altar,

moviendo a Amber hacia un paso adelante. Solté su cintura, pero siguió detrás.

—Y tú deberías buscar buenos modales porque tus manos demoniacas han

dejado un rastro sobre la cera que has tocado. Cada uno de ellos ha sido

bendecido por nuestros sacerdotes, —dijo Dreide.

—Oye, soy medio ángel caído y medio serafín. Hay una diferencia, significa

que soy realmente sagrada.

Cass cruzó los brazos sobre su pecho, sonriendo.

—Lanza la vela que has contaminado, —dijo Deidre.

—Voy a buscar un bote de basura, entonces —Cass se encogió de hombros,

pero no se movió.

—Angel, dispón de esta vela inmediatamente. Y después vete. —Deidre

espero hasta que Ángel salió fuera, luego agarró la mano de Amber,

llevándosela—. Veo que has vuelto. ¿Realmente quieres recuperar el libro para

nosotros? —Amber me lanzó una mirada insegura y asintió con la cabeza.

—Bien. —Dreide apuntó a las altas paredes cavernosas donde la suave luz de

las velas no alcanzaba a las Sombras—. Esta sala es especial. Una vez ella —

vaciló y frunció el ceño como si tuviera que obligarse a hablar de la palabra—

la vampiro te lleve hasta el umbral de la muerte, donde su cuerpo físico y astral

se encuentran, este lugar te ayudará a entrar en el otro mundo. Tú, entonces,

serás traída por los demonios del infierno donde el libro supuestamente está.

Cuando hayas hecho tu obra profunda, nuestros conjuros te ayudaran a volver

al plano físico. ¿Entiendes que podrías morir en el proceso?

295

Me di cuenta de que Amber parpadeó y puso una mano tranquilizadora

sobre su pequeña espalda mientras la rabia se levantó dentro de mí. Ella no

moriría. Preferiría romper las reglas de Lore y convertirla en lo que yo era teniendo

el destino lejos de mí.

—Sí, —dijo Amber. Sonreí con orgullo por lo valiente que sonaba.

—Basta, no vamos a ser dramáticos aquí. Nadie está muerto. —Dijo Cass—.

Ahora, sin más preámbulos, vamos a esta genial fiesta. Tuviste suficiente tiempo

para charlar cuando la secuestraste. Además, no estoy pagando por hora. —Se

volvió hacia mí, con el ceño fruncido—. Aidan, ¿cómo estoy siendo pagado en

realidad?

—Hay algo más, —dijo Amber—. Quiero algo a cambio. Puedes tener el libro,

pero tienes que realizar el hechizo de Aidan. Prométemelo.

Deidre inclinó la cabeza.

—Muy bien. Te doy mi palabra.

Amber caminó hacia mí, entonces tomó un respiro profundo. Agarrando su

mano, la ayudé en el altar, de rodillas junto a ella. En algún lugar detrás de

nosotros innumerables voces, ocultas por la oscuridad, comenzaron a cantar.

Amber parecía pequeña y frágil entre las innumerables velas que apenas

parpadeaban. Se estremeció, los ojos muy abiertos por el miedo. Recordé que

no tenía su consentimiento.

—¿Qué diablos estoy haciendo aquí? —susurró—. Pensé que tus chicos iban

a mostrarme como entrar en trance y hablar con Rebeca para preguntar dónde

estaba el libro. Y que el trance podría matarme.

Negué con la cabeza.

—Es un poco más complicado que eso.

—Así que seguí diciéndolo. —Su voz tembló.

Cogí su mano.

—Escucha, nena, intenta mantener tanta calma y tranquilidad como

puedas.

—¿Estoy siendo sacrificada en una ceremonia extraña? —rio nerviosamente.

296

¿Cómo podría pensar en eso?

—No, por supuesto que no. Tendré que beber un poco de… —vaciló,

reconsiderando mis palabras—… prometo que no voy a dejar que te suceda

nada. Tendré mi vida resuelta para que podamos estar juntos. Una vez que esto

se acabe, nunca tendré que alimentarme otra vez.

—Nunca te prometí una vida juntos porque quiero volver a mi antigua vida,

—dijo Amber.

Hice una mueca.

—Hablaremos sobre eso más tarde. Hay una cuestión más que discutir.

—¿No se lo has dicho? —gritó Cass—. ¡Eres el peor novio del mundo!

Maldito demonio. Intenté mantener la compostura e ignorar la mirada

eufórica de Cass, tentando al caos de cada ambiente que ella pudiera

conseguir.

—Tendré que morderte ahora para frenar el ritmo de tu corazón hasta casi

morir para que puedas cruzar.

—¿Qué clase de plan de mierda es eso? Deberías habérmelo dicho, —susurró

Amber.

—Todavía puedes volver atrás.

Puso sus ojos en blanco.

—No. Lo haré, pero sólo porque no falto a mi palabra. Pero mejor que no me

tientes. ¿Entiendes?

Negué con la cabeza.

—Los demás no dejaran que eso suceda.

—Vamos a terminar con esto y hecho. —Me golpeó el brazo, luego se

recostó, sus ojos abultados en sus cuencas, el corazón bombeando con miedo—

. ¡Cuando vuelva vas a coger un trozo de mi mente!

—Me lo merezco. —Me acerqué más y le susurré a su oído—, si las cosas van

mal, por favor déjame convertirte en lo que soy.

297

Me miró durante un segundo, sus ojos tan profundos como los oscuros pozos

con las llamas brillantes de las velas reflejándose en ellos, y luego negó con la

cabeza. No. Respirando fuerte, abrí la boca para hablar, suplicaría si era

necesario, pero se dio la vuelta.

—Por favor, sólo confía en mí, —le susurré. El canto a nuestro alrededor se hizo

más fuerte. Deidre elevó el brazo y me señaló para empezar. Había llegado el

momento. Puse un suave beso en el cuello de Amber y llevé mi lengua sobre el

lugar donde su sangre bombeaba más ardua, luego esperé. Ella se estremeció

bajo mi roce, su corazón martilleando en su pecho. Entrelazando mis dedos con

los suyos, me atreví a tomar una profunda respiración y su aroma dejó invadida

mis fosas nasales. Olía a lavanda y miel, de las cálidas noches de verano y cielo

lluvioso, de la casa que siempre quiso construir y atesorar.

El hambre se agitó dentro de mí, creciendo en intensidad hasta que apenas

pude contener mi naturaleza de vampiro. Mis colmillos unidos con su piel,

atravesando la frágil barrera, y su sangre, más dulce que ningún néctar, inundo

mi boca, robándome la última gota de control.

—No la matará. —La voz de mi hermano se hizo eco en algún lugar detrás

de mí, pero apenas podía distinguir las palabras. No estaba bien beber de mi

pareja y disfrutar demasiado de ello, pero Amber era diferente –de alguna

manera ella era mía como ninguna otra lo había sido antes. No podía frenar.

Amber gimió y se agitó debajo de mí. Su suave mano se movió a la nuca de

mi cuello. ¿Contenerme en el lugar? ¿Para empujarme fuera? No tenía idea

porqué su mano se detuvo allí. Pude sentir su corazón acelerado, bombeando

más fuerte para compensar la pérdida de sangre. El color estaba drenando

lentamente desde sus mejillas mientras se debilitaba. No fue suficiente; no había

alcanzado el lumbral todavía. Y entonces su pulso se ralentizo a un mero susurro,

apenas audible en mis oídos, y su mano se soltó.

—Eso es suficiente. —Deidre puso su mano como un niño en mi brazo para

detenerme. Volví sobre ella, gruñendo como un animal enloquecido atrapado

en una jaula. Por un momento, mi lado humano se apagó y casi salté, listo para

destrozar a pedazos a quien demoraba entre mi presa y yo. Unas manos fuertes

agarraron mis hombros y me apartaron, sosteniéndome hasta que la

comprensión se hizo presente y mi lado humano volvió.

Cass me miró.

298

—Ese mordisco de amor fue más que sólo un mordisco. Diste un paso

demasiado lejos, amigo. ¿Y crees que estoy loco?

—¿Qué pasa contigo? Podrías haberla asesinado, —susurró Kieran en mi

oído. ¿Estaba hablando de Deidre o Amber? Amber. Con un suspiro, volví la cara

a mi pareja, tirada en el altar, pálida como la muerte. Luché contra el puño de

hierro de mi hermano, escuchando el pulso de Amber, pero no podía oírlo.

—Sacarlo de aquí hasta que se calme, —dijo Dreide, molesta.

—Sí, oíste a Queenie, échalo, —dijo Cass.

Negué con la cabeza. No quería irme. No antes de que alguien me asegurase

que mi pareja estaba bien.

Cogí una respiración profunda para no perder el equilibrio y aclarar mi mente.

—Estoy bien. —Di otra mirada de Amber sin movimiento, tan pequeña e

indefensa entre las velas. Por su bien, sería fuerte. Pero sólo estar aquí y no hacer

nada me hacía sentir mal.

—¿Éstas seguro? —preguntó Kieran, escéptico.

Asentí con la cabeza.

—Démonos prisa entonces. No tenemos mucho tiempo. —Devon se arrodilló

en la cabeza de Amber y puso las palmas en sus sienes. Los encantamientos

comenzaron de nuevo, poco más que un murmullo suave en comparación con

el vozarrón de Devon—. Amber, ¿puedes oírme? —Ella no respondió, pero el

meñique de su mano izquierda tembló.

—¿Puede oírnos? —Pregunté. Simplemente tenía que hacerlo, de lo

contrario…

—Tranquilo, —susurró Devon—. Déjala concentrarse.

Deidre entró en el medio del círculo y levantó los brazos.

—Esta noche, esta inteligente alma entrará en el reino del más allá, y nosotros

estamos aquí para guiarla.

El coro de voces se levantó cerca de la pared.

—Señores oscuros, sirvamos a esta congregación a través de nuestra reina.

299

Deidre inclinó la cabeza, su voz resonando desde las paredes.

—Amber, escucha la voz que no sirve al poder, sino al mismo poder. Me

comprometo a que actuaré como un puente entre tú y las almas que te asistirán

en tú viaje en esta sombría hora siempre que tú compromiso siga siendo la

búsqueda del libro.

El fuerte viento de fuera sacudió la puerta en sus bisagras; las velas

comenzaron a parpadear, pero no se apagaron.

En algún lugar en la distancia el vidrio se rompió y los pájaros graznaron. Los

murmullos de las Sombras llenaron el aire, enviando escalofríos por mi espina

dorsal.

—Amber, ¿puedes sentir el poder que está presente guiándote? —preguntó

Devon. Vi los ojos de mi pareja moverse por debajo de los párpados cerrados.

Un peso pesado se instaló en algún lugar en la boca de mi estómago mientras

Devon susurraba—, su viaje está a punto de comenzar.

300

Capítulo 27

Traducido SOS por katiliz94

Corregido por Pily

medida que la presión despegaba por mi febril cuello, descendí con

profundidad en las más bajas fracciones de mi conciencia, rodeada

por la oscuridad a pesar de que mis ojos estaban abiertos, mirando un

punto en la distancia.

Algo me golpeó la cabeza con fuerza, y tropecé hacia adelante, casi

cayendo al suelo. Escaneé el área. No había nadie alrededor. Entonces, ¿Quién

me había golpeado? ¿A dónde habían desaparecido los demás? ¿Por qué

Aidan me abandonó, dejándome aquí para defenderme por mi misma?

El frio aire apestaba a suciedad y sangre. Dando un paso lento a tiempo, me

moví alrededor, ciega en la oscuridad. Después de un rato, pude sentir una

presencia anónima caminando conmigo, respirando aire frio en mi cara. Temblé,

pero no por el frio. Una repentina bajada en la temperatura normalmente no

significa otra cosa que —fantasmas. Imaginaba que ahora tendría un encuentro

con Elvis. Detrás de mí, murmullos a lo bajo estallaron. Manos invisibles se

arrastraron por mis brazos y hombros como si quisieran que les escuchara. Me

detuve a medio paso y me enfoqué en las suaves voces para discernir lo que

tenían que decir.

—Amber, ¿puedes sentir el poder que está presente para guiarte? —Silencio.

Entonces—, su viaje acaba de comenzar.

Alguien estaba hablándome, ¿pero quién? Mis huesos se sentían pesados,

mis músculos dolían. Me tumbé en el suelo desnudo y apoyé las manos bajo la

cabeza, cerrando los ojos para descansar un poco.

***

A

301

Cuando me desperté, mi cuerpo ya no dolía, pero la oscuridad aún

permanecía. Mis miembros se sentían helados y entumecidos bajo las finas capas

de ropa. Se suponía que tengo que hacer algo, pero no podía recordar mi

propósito. ¿Estaba muriendo? Deidre había dicho que podría. Aidan también

me advirtió. ¿Era esta congelante sensación como se sentía la muerte? ¿Dónde

estaban la luz y las personas a las que querías supuestamente saludándote? No

podía ver a personas o el túnel; de hecho, estaba tan oscuro que ni siquiera

podía ver mi mano frente a mis ojos.

Tropezando, juré que encontraría una forma de atormentar a Aidan por esto.

Resoplé, enfadada. ¿Había el otro mundo tenido un instituto fantasmal donde

pudiese entender Ghost Tricks 101?3 Me registraría en un latido de corazón. Sin

una oportunidad de que Aidan jamás dormiría de nuevo. Llevaría una toga

blanca flotando, agitaría los brazos, haría un sonido metálico con algunas

cadenas y me lamentaría con toda mi fuerza. Quizás cantaría sin parar en su

oreja, como Whoopi Goldberg hizo en Ghost. Ahora, eso le volvería loco. Ya que

nunca me escuchó cantar estaría en un auténtico trato porque yo básicamente

era el tono sordo y no podría golpear una nota aunque mi vida dependiese de

ello.

Mis pies se deslizarían al suelo, comenzaría a flotar en un espacio abierto.

Sorprendida, miré arriba a las incontables estrellas brillando sobre una lona

negra, y me pregunté de donde podrían venir. Sentí todo el universo apagarse

frente a mí. Sí, sin duda era un fantasma, volando y demás. Las puertas de Aidan

definitivamente no me impedirían salir. Dejándome ir, no podía sentir mi cuerpo.

Mi mente cayó en la perpetuidad, derivando en el mejor sentido de libertad y

tranquilidad que jamás haya sentido.

Alas aletearon a mi alrededor cuando oscuras formas sin sombras se

concentraron, murmurando palabras de sabiduría en mis oídos. Sabía que se

habían reunido para ayudarme, para guiarme al lugar correcto. El libro. Aidan lo

quería. Y entonces recordé el propósito de mi visita.

Los seres alados apenas tocaban mi piel mientras me levantaban y me

llevaban hacia delante en sus fuertes brazos. Su olor —neumáticos quemaos y

3 Ghost Tricks 101:Nombre de juego para consolas.

302

sulfuro— me hizo retorcer el estómago, pero no me importó en tanto me

condujesen a donde se suponía que iría.

Volamos a través de bosques y montañas, valles y ríos. Un sol poniéndose

apareció en el horizonte.

Levanté la mirada a las largas y mortales zarpas envueltas en mis brazos y

piernas, sosteniéndome en mi lugar. Me di cuenta de que las formas informes

parecían altos humanos musculosos, de piel negra como carbón, con alas

blancas y ojos oscuros como hoyos sin fondo. Dejando salir un chillido, señalaron

abajo y me bajaron al suelo cerca de un agujero rodeado de huesos.

Me puse de pie y sacudí las manos sobre mis sucios vaqueros.

—¿El libro está aquí?

La más alta de las criaturas se cernió sobre mí, con las alas batiéndose

mientras asentía y dejaba salir un sonido gutural. Era tan hermoso con rasgos

perfectos, y siniestramente inhumano, como un ángel oscuro. Apenas pude

apartar los ojos de él cuando la esencia de las llantas quemadas en un ardiente

día de verano flotó de nuevo, más fuerte que antes. Si eran ángeles, entonces

seguramente no del cielo.

Conteniendo la respiración, me incliné hasta el borde y miré dentro,

mi mente comenzando a trabajar con lentitud.

¿Cómo se suponía que bajaría ahí?

Lancé una mirada a la criatura sobre mi hombro y pregunté:

—¿Tienes una cuerda, una barra de energía o algo? —sin respuesta. Me

aclaré la garganta—. Bueno, ¿entonces puedo pedir que alguno de ustedes sea

un ángel y ayude a subir a una chica?

La criatura dejó salir un sonido que pareció una risita ahogada, después se

levantó sobre el cielo, alas blancas aleteando con cuidado, y desapareció con

los otros. Me di cuenta de que se suponía que tenía que escalar cuando apenas

podía caminar sin tropezarme con mis propios pies. Si caía y me rompía una

pierna, nadie jamás lo sabría. Quien quiera que viniese con ese particular plan

de recuperar el libro, succionaba mucho tiempo. Tal vez yo también les habría

cazado.

303

Murmullos hicieron eco en la distancia. Un frio temblor bajó por mi espina.

—¿Hola? ¿Hay alguien? —Giré, conteniendo el aliento mientras escuchaba

unos pocos sonidos más.

—¡Amber! Sé que puedes escucharme.

¿Era Devon? No sonaba como una voz dentro de mi cabeza, más como

alguien gritando a través de un altavoz en un juego de futbol. Miré detrás de los

cercanos matorrales. Nadie estaba ahí, pero ¿Dónde más podría estar

escondiéndose? ¿Quizás la voz estaba llegándome desde el interior del hoyo?

Me atreví a mirar en la pendiente negra cuando su voz me impactó,

haciéndome encoger de dolor.

—Mira a tu alrededor y dinos dónde estás.

Escaneé el área. El abundante bosque se extendía en la distancia. Aparte de

árboles y matorrales, y aún más árboles, no había nada más cerca.

—Oh mierda, mi GPS no puede conseguir cobertura aquí abajo. Realmente

voy a tener que cambiar de proveedor. Pero déjame sacar el mapa y encontrar

la gigantesca, fluorescente y brillante carretera que señala debajo de la que

estoy. —Me detuve por efecto—. ¿Cómo diablos podría saber dónde estoy,

Devon? Todo lo que puedo decirte es que estoy al exterior.

—Debes ver algo.

Si, una cita futura con un buen psicólogo y una prescripción de

antidepresivos.

Dallas tenía un punto en que algo estaba mal con mi cabeza. Las señales

estaban ahí: escuchar voces extrañas, ver seres fantasmales, hablarme a mí

misma. Suspiré y abrí la boca para hablar, la histeria casi golpeando mi garganta.

—Hay un hoyo.

Escuché un jadeo, después Aida dijo:

—Es ahí. Bien hecho, bebe. Tendrás que meterte ahora.

Resoplando, miré sobre el borde.

—¿Y cómo se supone que tengo que hacer eso? Lo última vez que revisé no

podía volar.

304

—¿Puedes escalarlo? ¿O saltarlo? —preguntó Aidan.

Había temido lo que vendría.

—Por supuesto que puedo, porque soy Spiderman.

—Recuerda que ya nada puede hacerte daño porque no estás en el mundo

físico. Estamos de pie sobre tu cuerpo en el altar. En este momento tu alma está

haciendo todo el trabajo —dijo. No sonaba convencido.

Solté un bufido.

—Así que ya estoy muerta. Que reconfortante. ¿Estás seguro que no puedo

hacerme daño?

—Se positiva —dijo Devon. ¿Entonces por qué la duda en su voz?

Mi pulso acelerándose, lancé una pierna sobre el umbral y ésta colgó

mientras miraba dentro.

Donde estuviera el fondo, parecía ser un camino largo hacia abajo.

—¿Dijiste que nada podía herirme? Entonces, ¿ahora soy un espíritu? —

balbuceé—. Bueno, en ese caso me gustaría flotar de camino abajo.

—¡Amber, no! —dijo Aidan.

—¡Ah, qué diablos! —Tomando un profundo respiro, cerré los ojos y salté. Me

sentí caer en movimiento lento, rodando en círculos y cayendo más profundo, el

aire frio filtrando en mi piel. Abrí los ojos, vi una visión de Aidan sonriendo a

pulgadas de mí.

—Conseguiremos el libro y tendremos una vida juntos. Lo prometo —dijo

Aidan.

Su cara se transformó en la de Kieran que sostenía una cámara.

—¿Puedo tomar una foto para que así pueda mostrarle a Santa Claus lo que

quiero por Navidad?

Ángel apareció, su ondulado largo pelo negro hacia que su cara pareciera

un ángel oscuro mientras sonreía.

—Si me caso con Kieran seremos cuñadas, y nunca estaré sola de nuevo.

305

—No, tu eres mi BFF4 —dijo la imagen de Clare.

Devon se aclaró la voz en la distancia.

—Concéntrate, Amber. Casi estás ahí.

Golpeé el suelo con un alto ruido sordo, el impacto sacando el aire de mis

pulmones. Un afilado dolor ondeó por mi hombro. ¿Devon no dijo algo que

pudiese herirme?

—¿Estás dentro? —preguntó Aidan.

Me limpié las manos en mi nuevo abrigo, molesta.

—Aun puedo sentir las piernas, gracias por preguntar. Mi espalda ni siquiera

se ha hecho mucho daño. Solo como si acabase de ser golpeada por un tren.

—Bien, ¿ahora qué ves? —De nuevo la voz de Devon.

¿Me prestaban algo de atención? Por un momento me planteé ignorarlos,

solo así podría enfurruñarme un poco, pero imaginé que cuando más pronto

saliese de aquí, más rápido podría perseguirlos. Cuando trepé, una mano

sosteniéndose en la pared, vi un cable de neón y tiré de el. Una oxidada bombilla

de luz parpadeó al otro lado de la pared. Noté que estaba de pie en una larga

y estrecha habitación con la única entrada sobre mi cabeza.

El lugar era un sucio desastre con colchones desnudos cubriendo el largo

extremo y telarañas colgando del bajo techo.

—Estoy en una habitación sin ventanas. Hay una cocina en una esquina y un

colchón al lado izquierdo.

—Describe la habitación. ¿A qué huele? ¿Hay algo más que la cocina?

La voz de Devon estaba goteando con anticipación.

—Esta polvorienta. —Eso era una sutileza—. Ya que no tengo trabajo tal vez

deberían contratarme como ama de casa.

Aidan resopló.

4 BFF: Best Friend Forever (Mejor Amiga Para Siempre)

306

—Seriedad, Amber, ¿realmente ayudaría?

—Una broma más de servicio de limpieza y me voy de aquí. ¿Entendido?

Caminé alrededor, fijándome en cada detalle.

—Lo siento, bebe. Escucha, el libro está ahí. Necesitas encontrarlo —dijo

Aidan.

Con dedos temblorosos, cogí una toalla sucia del desnudo suelo y la lancé a

la cama cuando noté la piel del animal.

—Oh, Dios, esto es tan desagradable. Veo piel desprendida en pedazos,

como si una bestia arañase las garras sobre ella. —El latido de mi corazón se

aceleró. Fuera lo que fuera este lugar, quería salir. Ahora.

—Sigue buscando —dijo Devon.

Me quedé sin aliento y me aparté para revisar el suelo.

—Es fácil de decir para ti. No estás mirando cosas muertas. —No había nada

más. Ni armarios, ni trampillas—. No creo que esté aquí.

—Busca con más ahínco. El libro probablemente está escondido.

—No estoy ciega —Murmuré en voz baja mientras echaba un vistazo a las

paredes. De cualquier forma, ¿cómo era de grande esto? ¿A qué se parecía? A

Las Sombras ni siquiera les había importado darme una descripción, o incluso

mejor, mostrarme una imagen. Si pretendía buscar con demasiada fuerza con el

tiempo se darían cuenta de que no estaba aquí.

Caminé por la habitación varias veces, girando por el grueso polvo.

—No hay nada más, solo las paredes vacías y suciedad por todos lados. Si no

me doy una ducha pronto juro que…

—Mira en el suelo —dijo Devon.

—Bucear justo ahí. O, ¿por qué no? Siempre he querido morir de asma. —Me

encogí en el suelo y moví las manos sobre los años de suciedad y nada más—.

Nada.

—¿Ya has mirado debajo de la cama? —preguntó Aidan.

307

Mi corazón se saltó un latido.

—Tienes que estar bromeando. ¿Qué pasa si hay un monstruo acechando

debajo?

—Bebe, ¿Cuántos años tienes, cinco? —dijo Aidan.

—Sí, verdad. No debería creer en monstruos, pero entonces de nuevo

tampoco debería creer en vampiros.

La camisa en mi espalda estaba mojada con sudor; mi pulso comenzó a

sonar como un tambor en mis oídos. Estirando los brazos, me agarré al colchón y

lo levanté. Estaba pegado al suelo, como si alguien lo clavase en el lugar, y

mucho más pesado de lo que esperaba. Con un gruñido, di un paso adelante,

curvando los codos para levantarlo. La luz apenas llegó debajo. Cuando me

alejé, lista para dejarlo caer, vi un bulto empujado al otro lado.

—¿Nada? ¿Tal vez hay algún tipo de cámara acorazada o corredor? —dijo

Devon.

—Por favor no permitas que sea algo muerto o de olor nauseabundo.

Mi estómago re revolvió cuando empujé el colchón a un lado. Después de

varios intentos de tirar y empujar, mis brazos dolían. Me limpié el sudor de la frente

y lo intenté de nuevo. El material se rasgó. Lo pateé hasta que se deslizó,

revelando lo que yacía debajo.

—¿Amber, puedes oírme? —preguntó Devon.

Le escuché, pero no respondí. No había punto en elevar sus esperanzas y

después destrozarlas si no encontraba lo que querían.

Era un bulto hecho de piel y pelaje que olía como la del animal que no

hubiera muerto hacía mucho tiempo. Hincando el pie en él, tiré la sabana a un

lado y dejé salir un chillido.

—Lo tengo.

Silencio. ¿Siquiera me escucharon?

—¿De verdad? —dijo Aidan, con el tiempo.

El libro era grueso y de tapa dura en cuero palideciendo con letras y símbolos

labrados sobre la cubierta. Me acerqué más y contuve el aliento cuando lo dejé

308

caer al suelo al tocarlo. Las páginas eran viejas y amarillentas, desgastadas en

las esquinas donde los dedos habían rozado el papel. No podía parar de mirarlo,

el olor de polvo y magia haciéndome marear.

—Está justo aquí. Estoy sosteniéndolo en mis manos.

Me sentía orgullosa. Ahí estaba yo, la inadvertida Amber, encontrando lo que

un puñado de inmortales no habían sido capaces de conseguir. Había sido

demasiado fácil, ¿pero a quien le importaba? Lo tenía, y ahora regresaría a

casa.

Eventualmente, cerré el libro y lo deslicé en mis brazos. Era más pesado de lo

que esperaba, pero no imposible de llevar. Si podía levantar al monstruo de

maleta de Dallas por una colina, sería capaz de transportar un libro de tamaño

pesado.

Aidan sonaba demasiado complacido.

—Muévete bebe. Ahora regresa aquí.

Verdad. Ahora llegaba la parte difícil. ¿Dónde estaba el camino de salida?

Tropecé, poniéndome justo debajo de la entrada en el techo, y miré arriba.

Quienes quieran que hubiesen escondido el libro también habían llevado una

cuerda con ellos, o podían trepar por las paredes como Spiderman.

—Chicos, no tengo ni idea de cómo salir.

Intenté fundar ánimo en mi tono cuando imágenes de mí, atrapada en ese

lugar, destellaron en mi mente. No iba a terminar como un esqueleto, con las

uñas arañando las paredes desnudas mientras intentaba subir de camino afuera

sin utilidad.

—Tiene que haber algún tipo de túnel —dijo Devon—. Sigue buscando.

Frunciendo el ceño, revisé el suelo por enésima vez.

—¿Qué crees que estoy haciendo? ¿Recoger flores?

Ni trampillas, ni aberturas escondidas, nada. Siempre odiaba jugar a

esconder y buscar. El fetiche de Dallas por esconder mis cosas y observarme

maldecir en mi búsqueda de ello mientras se reía como un idiota, siempre me

ponía como una lunática sacudiendo. Me hundí junto al colchón y presioné la

309

espalda contra la pared, tomando un profundo respiro tras otro. Literalmente

eché un vistazo por este extraño lugar. ¿Dónde más podía mirar?

—¿Lo has encontrado? —preguntó Devon—. Necesitas darte prisa. El libro es

muy importante.

Por no mencionar mi bienestar. Rodé los ojos.

—Por supuesto. Estoy justo de pie en frente de la salida. Solo tomando unas

pocas fotos, ya sabes, para recordarme mí tiempo en el otro mundo.

Tal vez podía convocar a algunas almas fallecidas y enviarles a ir tras Devon

& Compañía, justo ahora, porque aparte de ver unos pocos muertos y lo que les

ocurría, el premio no me había traído nada más que malestares.

—Si solo pudieses apresurarte con las imágenes entonces, realmente lo

apreciaríamos —dijo Devon. No solo estaba molesto como el infierno, también

era estúpido.

Apoyándome contra la cama, sentí mi mano hundirse justo ahí. Me giré para

examinar el amplio corte al pie del colchón, inadvertida de la tenue luz. El

material parecía estirarse sobre una larga cuerda tan amplio como dos dedos.

Lo saqué y miré a los ganchos de metal corriendo cada pocas pulgadas. ¿Se

suponía que llevaba a algún lugar?

—Hey, ¿alguien sabe algo sobre escalar rocas? ¿Con ganchos y esas cosas?

Silencio, entonces Aidan dijo:

—Oh, Dios. ¿Hay alguna otra manera de que puedas salir de ahí?

—Solo me haré crecer un par de alas. —Me mordí la lengua con fuerza,

conteniendo otro remarque. Sin necesidad de sacarlo hacia él solo porque

tuviese el punto en eso. Aun no veía mi lado acrobático, el que había puesto

para usar por primera vez en mi vida—. Lo entiendo. También eres despistado. —

Asentí—. No importa, me las arreglaré sola.

Oscilando la cuerda sobre mi hombro para que los ganchos colgasen y

retumbasen, apoyé las manos sobre las paredes hasta que encontré las

diminutas abolladuras en la piedra que eran demasiado pequeñas para ver a

simple vista. Bajo los dedos, sentí los aros de metal dentro de las abolladuras,

delicados al tacto. Até la cuerda alrededor de mi cintura, asegurándola con un

310

nudo, después la envolví unas pocas veces alrededor del libro para mantenerlo

asegurado contra mi espalda, y miré arriba.

—¿Ahora qué? —Examiné un gancho mientras consideraba mis opciones.

Obviamente querían decir que se sujetaban alrededor del anillo, pero ¿cómo

iba a subir ahí para atar eso?—. Maldición.

—¿Estás bien? ¿Ocurrió algo? —Resonó la voz de Aidan, sacándome de mis

pensamientos. Solo podía tener la esperanza de que no fuera a interrumpir mi

concentración mientras yo colgaba de una cuerda en medio del aire.

—Todo de maravilla, gracias. Ahora si solo pudieses mantenerte callado por

un momento. Gracias —dije.

Después de una última mirada a la cuerda atada a mi cintura, miré el gancho

en la primera abolladura y lo retorcí hasta que lo conecté con el aro. De pie

sobre los dedos de los pies, até el siguiente a medio pie más alto, tomé el agarre

e intenté subirme. Gruñendo por el esfuerzo, me di cuenta de que no iba a

funcionar a menos que me crecieran un par de bíceps de constructores.

—¿Qué ocurrió con las buenas escaleras? —susurré.

Con un suspiro me levanté por otro intento, empujando la punta de mi bota

en la primera abolladura para hacer más palanca mientras subía. Alcancé el

segundo enganche y estiré el brazo tan lejos como pude para agarrar la tercera

abolladura sobre mi cabeza, ciegamente inquieta con la captura hasta que lo

conecté con el aro. Desde donde colgaba, imaginé que había al menos diez o

quince de esos. Después de solo dos, mi cuerpo ya estaba sacudiéndose por el

demasiado esfuerzo.

Enmarcando la barbilla, tomé un profundo respiro y forcé a mis cansados

muslos al movimiento, empujando contra la pared para quitar el estrés de mis

hombros. No iba a quitarlo —no al menos porque no tenía idea de cómo bajar

de nuevo, y colgar en medio del aire no era una opción. En el momento que

llegue al último gancho y me elevé a través de la entrada en el techo, mi espalda

estaba resbaladiza de sudor y el corazón me martilleaba en el pecho,

probablemente publicitando un inminente ataque al corazón. Gateé unos

pocos metros para que no pudiese caer dentro y me estiré en la hierba para

esperar que mis temblorosos miembros dejasen de sacudirse.

311

La luna permanecía en alto sobre el horizonte. Solo era un círculo redondo,

pero daba la suficiente iluminación para ver tan lejos el bosque en la distancia.

Alzando los codos, escaneé la semioscuridad a mi alrededor. Así que, ¿había

encontrado y recuperado el libro, pero dónde estaban los negros y alados chicos

que me llevarían de regreso?

No imaginaron que me llevaría mucho tiempo y aún estaban en el descanso

del café, o se suponía que tenía que encontrar el camino a casa.

—Hey, ¿puede oírme alguien? —Me encogí al hablar en el fino aire.

—¿Saliste? —Aidan sonaba nervioso, dubitativo.

—Sip, pero hay un problema —dije—. Mi taxi no está aquí.

—¿Eh?

¿Tenía que deletrearlo todo?

—No tengo ni idea de cómo ir a casa. Sé que debería haber dejado un rastro

de migas de pan o algo, pero no me empaquetaste el desayuno

—¿Los demonios de Cass no están ahí? —preguntó Devon—. Eso es malo.

No lo dijo. Rodé a un lado y estaba a punto de estirar los músculos de los

brazos.

—Entonces, ya que eres el fabuloso organizador de eventos, ¿cómo se

supone que voy a llegar a casa ahora? ¿Consigo un coche de reemplazo, o

esperas que esta turista camine todo el camino de regreso a casa?

—No te preocupes, te sacaremos —dijo Devon.

—Mejor date prisa si quieres el libro, de otra manera no puedo garantizar que

no olvidaré llevarlo conmigo.

Sabía que era mezquino, pero pensarías que después de que hice todo el

trabajo duro por ellos, las Sombras podían al menos asegurar que mi salida iba

según lo planeado.

Tal vez las criaturas se detuvieron cerca, pasando el tiempo hasta que fueran

llamadas.

312

Levantando mi adolorido cuerpo del suelo, comencé en la dirección de los

cercanos matorrales, imaginando que no me aventuraría demasiado lejos en

caso de que aparecieran. La esencia de los pinos colgaba pesadamente en el

aire. ¿Eran los pinos de Escocia? No tenía ni idea, pero habían fluido por el agua,

colinas y bosques, y el aire aquí era demasiado seco, y el sol solo había estado

posado cuando llegué. Imaginaba que este lugar tenía que estar en algún sitio

en los Estados Unidos, un lugar con unas pocas horas de diferencia y donde

crecían las coníferas.

La luz de la luna reflejaba algo brillante detrás de los matorrales. Me incliné

para tener una vista más cercana cuando mi manga quedó atrapada en un

matorral, una ramita afilada rasguñando la piel en la parte trasera de mi mano.

Grité ante el repentino dolor y me aparté, desgarrando un agujero en mi abrigo

favorito. Entonces me di cuenta de que este era mi abrigo espiritual. Mi autentico

abrigo estaba en mi cuerpo real custodiado por Aidan, Cass y Kieran. Dejé salir

un suspiro de alivio, sofocando el incómodo sentimiento dentro de la boca de

mi estómago.

—¿Estás bien? —preguntó Aidan.

—Estoy bien —dije a través de los dientes apretados. La naturaleza en verdad

no era mi amiga.

El rasguño escocía como miles de agujas que perforaban mi piel. Algo

caliente y pegajoso se derramó por mis dedos. Miré con temor al fino, casi negro

riachuelo goteando en el suelo. Sangre. Genial. Ahora tengo que ponerme

puntos cuando llegue a casa. Mientras otros traían fotos y llaveros de los viajes,

mi suvenir sería una monstruosa costra.

Sacudí la manga derecha sobre la herida y me arrodillé, empujando la otra

mano a través del matorral para alcanzar el brillante objeto, ignorando la voz

interior en mi cabeza que seguía preguntando si realmente quería apretar la

mano, pierna o alguna otra parte de mi cuerpo ahí. Diablos, sí. Tenía que saber

que era la cosa brillante. La costra no sería por nada. Mis dedos conectaron con

algo liso y frio, del tamaño de mi palma. Enterrando las uñas en el suelo, arañé

los bordes afilados hasta que el objeto salió, después tiré de él.

El suelo se sacudió bajo mis pies. Retrocedí de un salto, la manga izquierda

quedó atrapada en el mismo matorral de antes. La tierra volvió a temblar, esta

vez con más fuerza. Un terremoto debajo de los matorrales en el mismo momento

313

que recuperé algún tipo de espejo del tamaño de la palma de una mano.

¿Cuáles eran esas posibilidades? Con cuidado, apreté la mano herida bajo el

matorral para liberar la manga cuando fui consciente de que la ramita que me

había raspado no era una ramita después de todo sino un prominente clavo de

gran tamaño.

Un fuerte silbido estalló un momento antes de que una mano apareciera

desde debajo del suelo, desenterrando su camino fuera de la tierra, y agarrara

el soporte de mi mano herida, tirando hacia abajo en la tierra. Algo excavó en

mi piel; el dolor se deslizó por mis brazos, casi deslumbrándome. Abrí la boca y

dejé salir un sorprendido grito mientras tiraba mi mano lejos del agarre de hierro,

pero la cosa seguía succionando y sorbiendo, sonidos burbujeantes haciendo

eco en el escalofriante silencio de la noche.

El corazón me martilleó en el pecho cuando grite:

—¡Por favor, que alguien me ayude! —Sentí mi fuerza declinarse. Mi visión se

emborronó. Estaba paralizada con miedo. Las voces llegaron desde la distancia,

pero no podía distinguir las palabras.

En el mismo punto, una de las aladas criaturas negras apareció a mi lado y

prendió mis ropas, quemándome la piel. Intenté respirar, pero el dolor me hizo

ahogar los jadeos.

Y entonces me desmayé.

314

Capítulo 28 Aidan

Traducido por Pily

Corregido por katiliz94

lgo había ocurrido, o ¿por qué otra razón no podría Amber responder

a nuestras llamadas? Anduve por la habitación de arriba abajo, mi ira

competía con la necesidad de rugir y golpear los muros. No me

gustaba en absoluto perder el control, pero nunca antes había estado en una

situación en la que me sentía tan impotente. Por enésima vez deseé no haberla

dejado en el bosque, obligarla a darme las piedras preciosas a pesar de que el

uso de la fuerza estaba contra las reglas. Mejor algunas reglas rotas y hacer frente

a la furia de Layla que escuchar el grito de mi compañera mortal en busca de

ayuda y no ser capaz de ayudar.

Kieran me apretó el hombro y murmuró algo que sonó como:

—Ella va a estar bien.

No eran más que palabras vacías.

Apenas dos horas habían pasado desde que bebí la sangre de Amber , pero

su sabor aún persistía en mi lengua, haciéndome señas. Estar separado de ella

me dolió. Literalmente. Mi cuerpo ansiaba su olor, su tacto. Sabía que estaba

loco, pero no me importaba porque la rabia dentro de mí me hacía sentir más

vivo de lo que la esperanza nunca lo haría.

—Amber, ¿puedes oírme? —Devon repetía las palabras una y otra vez.

¿Cuánto más idiota podía ser? Obviamente, si Amber le hubiera oído le habría

respondido.

—¡Sácala de ahí. Ahora! —Grité—. O te juro que no vas a vivir para ver otro

día. Esa era una amenaza que tenía la intención de cumplir. Matar a las malditas

Sombras una por una. Si no fuera por su libro, Amber todavía estaría conmigo, a

A

315

salvo en mis brazos. Me di cuenta de que podía vivir como antes, atrapado por

mi necesidad de sangre y oscuridad, pero no podría vivir sin mi compañera.

—Envía a los demonios, el ejército de tu padre o lo que sea, —escuché que

susurró Kieran—. No puedo garantizar que no se volverá contra todos si Amber

no se despierta pronto.

—¿Qué crees que he estado haciendo durante la última media hora,

imbécil? —Gritó Cass.

Todos sonaban preocupados, aunque probablemente más por el libro que

de Amber. Tenía que hacer algo, cualquier cosa, antes de quebrarme.

—Voy tras ella.

Rozando el cuello de mi camisa en donde se pegaba a mi cuello, volví la

cabeza hacia un lado y le indiqué a Kieran que estaba más cerca.

—Tu turno, hermano.

Cass puso los ojos.

—No seas tonto. Sabes que necesitas el premio al viaje astral. Incluso si dejaras

tu cuerpo sin matarlo, te ciernes sobre esta sala, ya sea muriendo o atrapado

para siempre como un fantasma.

—Ella tiene razón —dijo Kieran—. Además, dudo que pudieras beber lo

suficiente de su sangre antes de que tus instintos de vampiro te pateen y te

conviertas en un psicópata furioso. No es que estés muy lejos de ser uno ahora

mismo.

Mi naturaleza vampiro respondería si he perdido demasiada sangre, lo que

me obliga a sobrevivir al atacar a cualquiera que esté cerca, pero ¿no tengo

otra opción?

—Solo hazlo. Lo puedo controlar.

Miré a la cara dura de Kieran, su expresión traicionaba que yo no le influiría

en el corto plazo. Me di la vuelta y lancé a Clare una mirada suplicante. Hasta

ahora había estado en silencio, esperando y observando cerca de una pared.

—¿Y tú, Clare? ¿Lo harás? —Ella era mi última oportunidad—. Por favor —

añadí.

316

Clare vaciló, los ojos como dardos entre Kieran y yo, y luego sacudió la

cabeza.

—Lo siento. No hay manera de que pueda viajar sin el premio. ¿Qué pasó

con Amber, ella querría que siguieras aquí.

Se habían vuelto contra mí. Dejando escapar un rugido, me puse de pie y le

di patadas a las velas, cera caliente se derramó sobre el suelo sucio. El destino

me había jugado una broma, el envío de una compañera mortal y luego

llevársela cuando me enamoré de ella. No era justo.

—Los guardianes demoníacos están cerca —dijo Cass—. Puedo oírlos

buscándola. Van a llegar a ella en un instante. —Se quedó sin aliento mientras

señalaba el cuerpo de Amber.

—¿Qué? ¿Qué oyes? —Me volví y me arrodillé junto a mi compañera inmóvil,

los dedos clavándose en sus frágiles hombros. Se estaba volviendo una pálida

sombra azul delante de mis ojos, su piel estaba fría como el hielo bajo mis

caricias—. Cass, ¿qué pasa? ¿Qué está pasando?

El tiempo parecía haberse detenido. Finalmente Cass respondió, los ojos

llenos de algo que no pude colocar.

—Tiene los dientes hundidos en ella. Carga a la criatura, entonces. Haz algo,

idiota. —Estaba hablando con sus demonios, mirándome cuando dijo—: Tengo

un centenar de los mejores hombres de papá volando sobre esto y veinte más

saltando sobre ella, arañando su piel y metiendo sus ojos. Parece que tu ex no se

va sin luchar.

¿Qué estaba diciendo?

—¿Mi ex?

—Rebecca —susurró Cass, cerrando los ojos—. Coge a los demonios de

fuego, Octavio. Apaga esa cosa, a la tostada no quemada. —Hizo una pausa—

. Sé que son peligrosos, pero no tenemos otra opción. Suelta los botones. Hazlo.

Ahora.

—Cass, ¿seguro es Amber? —preguntó Kieran.

Ella echó la cabeza hacia atrás.

317

—Wow, disminuye la velocidad de las llamas, hombre. Vas a chamuscarte las

cejas. Tenemos lo suficiente para asar malvaviscos, no hagas un furioso incendio

forestal.

—¿El bosque está en llamas? ¿Estás loco? Vas a matar a Amber —grité.

—¿No conoces la marca comercial Smokey el oso? ¿No? Bueno, déjame

decirte. Smokey dice, sólo tú puedes prevenir los incendios forestales. —Cass

sonrió amargamente—. Tienen a Amber.

—¿Está quemada? —pregunté.

—Sí, y mordida. Secada por succión.

—¿Pero está viva? —Mientras que Amber estuviera respirando todavía podía

cambiar las cosas. Miré a Cass, lista para darme la respuesta, cuando me di

cuenta de sus labios entreabiertos y las mejillas sonrojadas. Drama.

Caos. Estragos. Los demonios se alimentan de ellos, y a juzgar por el éxtasis en

el rostro de Cass había mucho alrededor.

—Están trayendo a Amber de vuelta —dijo—. Las Sombras reanudaron sus

encantamientos.

Deidre se agitó por primera vez desde la partida de Amber, alisando una

mano por su largo pelo, el movimiento repentino me sorprendió.

Sentí el tirón, la advertencia del vínculo como un sonido de campana de que

algo estaba pasando. Amber se sentó con un suspiro, su corazón acelerando, y

luego frenando de nuevo. Sus ojos se volvieron en sus órbitas antes de caer

nuevamente en mis brazos abiertos. Mi mirada se movió sobre el libro atado a la

cintura y la manga desgarrada, deteniéndose en la sangre seca en su brazo

asolado. Aunque poco, atrajo una gran cantidad de sangre. Siempre y cuando

su corazón todavía venciera, viviría, pero necesitaba una infusión ahora.

—Está de vuelta. —Devon se acercó un poco más y se quedó con hambre

en el libro.

Gruñí en su dirección en caso de que él cometiera el error de llegar a ella,

pero sabía que la Sombra no se atrevería con Cass alrededor. No me sorprendió

encontrar que las Sombras no daban nada de cuidados a Amber.

318

Probablemente la hubieran dejado morir una vez que recuperó el libro,

porque para ellos, había sido sólo un medio para conseguir lo que querían. Pero

¿por qué tienen que ser tan contundentes al respecto?

Recogí a Amber en mis brazos, la apreté contra mi cuerpo y me dirigí a la

puerta.

—El libro es nuestro —dijo Devon, buscando la daga atada a la cintura.

Kieran se interpuso entre nosotros, una sonrisa arrogante en sus labios mientras

se desató de la cintura de Amber.

—Lo tendrás cuando cumplas tu parte del trato y realices el ritual.

Devon sacó la daga. Cass presionó una mano contra su pecho, las fosas

nasales dilatadas, como de costumbre.

—Wow, compañero, nos dimos un apretón de manos, ¿verdad? Hicimos un

trato y me aseguraré de que cumplieses con las reglas.

—El ritual se lleva a cabo ahora, de lo contrario el acuerdo está terminado

—dijo Deidre.

—No. —Negué con la cabeza—. Me llevo a Amber a casa. Es mi

responsabilidad asegurarme de que se recupera sin daño.

—No se recuperará —susurró Deidre.

Ella estaba tratando de conseguir lo que querían y por eso había hilado una

mentira tras otra. Bajé la mirada, haciendo caso omiso de la necesidad de lanzar

a Deidre al lado de la habitación.

—Cállate —dijo Kieran—. Vamos a llegar a un hospital y estará bien.

Deidre se encogió de hombros.

—Puedes esperar todo lo que quieras, pero la chica va a morir. El ritual será

realizado ahora o nunca. Tu llamada.

Kieran me llevó aparte y dijo:

—Creo que lo dice en serio. Si no lo haces ahora, es posible que nunca tengas

otra oportunidad. Después de todo fue a través de Amber, ella no querría que

no lo cumplieras.

319

Dudé. Por supuesto Kieran tenía razón. Amber querría que terminara lo que

habíamos empezado.

Además, si el ritual funcionaba no tendría que preocuparme por no ser capaz

de protegerla durante la luz del día.

—Ambos os quedáis aquí y yo la teletransportaré a su casa —dijo Clare.

Ella era la menos imprudente de todos nosotros, más rápida que Kieran, pero

también más débil. ¿Era una opción mejor que mi hermano? Clare puso una

mano en mi hombro.

—No necesito lo que vinimos a buscar. Tu compañera siguen viva, el mío no.

Kieran le plantó un beso en la mejilla, pero su mirada delataba duda. No tenía

dudas de que mi hermano volvería a la mansión si se lo pedía. No sería justo para

él robarle esta oportunidad. Kieran había luchado para encontrar este libro con

tanta fuerza. Se había ganado su derecho a obtener la recompensa.

—Muy bien, Clare.

—Llegaremos tan rápido como podamos.

Empujé un mechón de pelo de la cara de Amber antes de que Clare la

tomara de mis brazos y desapareciera en la noche.

—Eso fue conmovedor —dijo Cass—. Mejor que cualquier telenovela. Me

gustaría que alguien traiga palomitas de maíz. —Sus ojos parpadearon brillantes.

Giró, ajena a las Sombras fulgores—. Entonces, Dee Dee, ¿dónde está la

verdadera fiesta?

Deidre nos hizo señas de seguirla hasta el cementerio. Pasamos junto a las

altas estatuas de bronce hasta que llegamos a una pequeña capilla, abierta en

la esquina izquierda. En el interior, un círculo de velas blancas se movía entre las

sombras contra la valla blanca de un metro de altura.

Cass asintió, aparentemente impresionado.

—Muy acogedor. Pongo un poco de esto para mi patio trasero, o una Fiesta

de Halloween.

—El libro —dijo Devon, arrancándolo de la mano de Kieran.

320

—Acuéstate allí. —Deidre señaló el centro de un círculo, luego comenzó a

cantar, balanceándose hacia adelante y hacia atrás cuando las sombras se

reunieron a su alrededor. Devon accionó el libro abierto y lo sostuvo en frente de

ella, y empezó a leer en voz melodiosa, infantil, las palabras extranjeras que fluían

de la lengua como si no hubiera hecho otra cosa durante el último mes.

Pensé que cuanto antes hiciera esto y terminara, más rápido podía volver a

casa con Amber.

Siguiendo el ejemplo de Kieran, estaba tirado en el suelo frío, temblando,

pero no de frío. Algo estaba pasando, podía oler la tensión en el aire. Kieran me

lanzó una mirada inquisitiva, luego cerró los ojos, esperando como yo. Un

sentimiento de anticipación se apoderó de mí, mi piel se estremeció. La voz de

Deidre se hizo más débil, como si viniera a través de un túnel.

¿Cuánto tiempo pasó? No tenía ni idea, pero podía sentirme relajado,

dejándome ir. ¿No era eso lo que Deidre me estaba diciendo en ese extraño

idioma? Alguien me agarró del hombro y le dio un tirón.

—Hey, ¿acaba de pasar? —dijo Cass.

Entreabrí los ojos y la miré. Ella todavía se veía igual con el pelo muy rizado,

todo rojo y ojos verdes brillantes. Kieran se agitó a mi lado, pálido como un

fantasma, pero por lo demás nada parecía diferente. Me senté y me froté la

frente.

—¿Funcionó?

Deidre se encogió de hombros.

—He realizado la ceremonia por tres razones. Una, para demostrar mi gratitud

por ayudarnos a encontrar el libro. Dos, por respeto a vuestra amiga que pasará

esta noche. Y tres, por honor, porque siempre cumplo mi palabra. Si el ritual no

funciona, no es mi culpa.

—¿Qué, no hay política de devoluciones? Esto es una mierda. —Cass me

agarró del brazo y tiró de mí hacia arriba—. Vamos, amigo. Mi jornada laboral

comienza en cuatro horas y necesito mi sueño reparador.

—Papá ha de ser un poco mezquino últimamente, ¿eh? —preguntó Kieran

con una sonrisa—. ¿Qué es lo que haces ahora? ¿Obtener la firma en la línea

321

punteada de los ricos y famosos antes de saltar a su muerte? ¿Robar algunas

tumbas?

Le di un codazo en las costillas.

—Vamos.

Pude sentir pulsar el lado izquierdo de mi cabeza con la perspectiva de una

nueva confrontación entre mi hermano y Cass.

—Trabajo en los servicios al cliente y estoy muy orgullosa de ello. —Cass

levantó la barbilla, desafiante. Le lancé una mirada suplicante. Ella no me prestó

atención mientras continuaba—: Ahora, ¿qué es lo que haces, idiota? Es decir,

aparte de vivir a costa del dinero de tu hermano.

Kieran resopló.

—No soy un vividor, estoy aprendiendo el oficio de ser un cazador de

recompensas. Hay una gran diferencia.

—¿Quieres decir que Aidan ha estado dándote orientación laboral para los

vampiros los últimos 500 años o más? —Cass rió—. ¿Qué eres, un adolescente, o

simplemente un aprendiz lento?

Devon insistió en que volviéramos por donde habíamos venido. Me

desconecté, corriendo por el camino porque no podía escapar lo

suficientemente rápido. Amber estaba esperándome. ¿El ritual había

funcionado? Es mejor que lo haya hecho, de lo contrario me gustaría volver, y

no sería una visita social de té y galletas. Apenas me di cuenta cuando llegamos

al coche y Devon desapareció de nuevo.

—Amber es una luchadora, amigo. Si alguien puede salir a través de esto es

ella. Pasaré después de mi turno para ver cómo esta. —Cass me dio unas

palmaditas en el hombro. Por el rabillo del ojo vi algo por debajo de su camisa

de gran tamaño, escondido debajo de su axila.

—¿Te vas a quedar con eso? —Las comisuras de mis labios temblaron, señalé

al antiguo libro que acababa de ser robado a las Sombras.

Ella sonrió.

—Digamos que soy el máximo partido digno de confianza de este grupo.

322

—Gracias —dije, sintiéndolo.

Con un movimiento de mano, se metió en su coche y salió a toda velocidad.

—¿Crees eso también? —pregunté a mi hermano.

—¿Qué? ¿Que es digna de confianza? —Kieran se encogió de hombros y

abrió la puerta del coche—. Prefiero ver el libro en el infierno que en las manos

de mis enemigos.

—Deja el coche aquí. Vamos a llegar más tarde —dije.

Kieran levantó las cejas.

—¿Ya estás bien para teletransportarte? ¿Y las heridas?

Me encogí de hombros y me imaginé la mansión. Un segundo más tarde, me

materialicé en la calzada, la mirada vaga, los cortes infligidos por los súcubos

desgarrándome de nuevo.

Había empezado a llover, gotas gruesas percutían contra los adoquines.

Kieran apareció a mi lado, dirigiéndome a la puerta cuando le agarré del brazo,

reteniéndolo.

—¿Qué pasa? —preguntó Kieran.

—No lo sé. —Algo estaba mal. Podía sentirlo en el aire, olerlo. Mi pareja

liquidada en una cama, tiritando, llamándome por mi nombre. La visión se

rompió—. Quédate aquí mientras voy y reviso.

—¿Qué? De ninguna manera.

—Digo… —Me pasé la mano por la cara. No tenía tiempo para una discusión.

Kieran tenía edad suficiente para saber lo que estaba haciendo. Si quería ir, lo

haría de todos modos. Pasé junto a él murmurando—: Lo que sea.

Todas las luces estaban apagadas cuando entré por la puerta, cuidando de

no hacer crujir el piso.

—Voy a ver arriba —murmuró Kieran. Asentí con la cabeza y me dirigí a la

sala, luego tiré de la puerta. Mi respiración se detuvo en algún lugar de mi

garganta cuando miré delante de mis ojos.

323

Clare atada a una silla con las mismas cadenas que había utilizado para atar

a los demás en el árbol durante esa fatídica noche de la carrera. Y entonces

Amber, inmóvil en el sofá, pálida en la oscuridad, su pulso apenas más fuerte que

el aleteo de una mariposa. Con un grito corrí hacia ella cuando algo me

atravesó el pecho, a menos de una pulgada de mi corazón. Me caí hacia

adelante, golpeando el suelo con un ruido sordo, mareos pasando sobre mí.

Traté de levantarme, pero mis piernas cedieron bajo mis pies, la mirada en busca

de Amber.

Blake apareció en mi campo de visión, sangre goteaba de la lanza en la

mano mientras la sostenía sobre mi garganta, haciendo sonar las cadenas.

Amber estaba muriendo, su corazón estaba desapareciendo lentamente. Mi

pecho se sentía como si estuviera a través del fuego, la sangre rezumaba

demasiado rápido. Tenía que ganar tiempo porque una vez que se unieran las

cadenas no tenía forma de liberarme. Miré hacia la puerta, esperando que mi

hermano no cayese en la misma trampa.

—¿Cómo conseguiste hacerte con esto? —pregunté.

—Olvidas que solía vivir aquí —dijo Blake—. Sé lo que se oculta en el sótano.

Maldita sea, debería haber pensado en encontrar otro escondite para las

cadenas, pero no me había imaginado que vería a Blake de nuevo tan pronto.

—¿Por qué estás haciendo esto? Te deje vivir en el bosque. —Traté de

sentarme. Mi visión confusa.

Después de siglos de beber sangre congelada, la que había tomado de

Amber me había hecho temporalmente débil porque mi cuerpo no estaba

acostumbrado a ello. Necesitaba más sangre, y tiempo para sanar.

Clare se sacudió en sus cadenas, un grito escapó de su boca amordazada.

¿Dónde diablos estaba Kieran?

—No vas a morir. No toqué tu corazón a propósito —dijo Blake.

—¿Entonces por qué todo esto? Te das cuenta de que nunca te perdonaré.

Apenas podía sentir mi dolor físico. Mi pecho se contrajo, la rabia creciente

dentro de mis venas, me hizo rugir. Amber no estaba respirando.

324

El destino me estaba diciendo que me diera prisa, o la perdería para siempre.

Recopilando mis fuerzas, me encontré de rodillas, sólo para caer hacia delante

segundos después. Mi cuerpo estaba perdiendo sangre, mientras al mismo

tiempo anhelaba resucitar lo que había perdido de poder durante los últimos

siglos.

Blake se encogió de hombros.

—Desde que Amber entró en tu vida, ha sido nada más que una molestia.

Resolvió el enigma y robó las joyas que estaban destinadas a asegurar el premio

que era nuestro. Ningún mortal alguna vez me ha robado. Así que, ya ves, te

estoy haciendo un favor.

En un movimiento fluido, me agarró de las manos para atarlas en la parte

posterior cuando la puerta se abrió de golpe. Por el rabillo del ojo, vi a Kieran

arrojar al suelo a Blake. Una mesa de café se rompió en pedazos bajo su peso. El

puño de Kieran conectado con los ojos de Blake. Otro golpe envió a Blake contra

la pared. Blake se levantó y se pasó una mano sobre la boca. Gruñidos y gruñidos

resonaron en la sala mientras daban vueltas entre sí, batallando.

Dándome la vuelta, me arrastré hasta mi compañera. Había que salvar a

Amber, incluso si eso significaba convertirla. Puse mi mano en su pecho y traté

de levantarla, pero las piernas se sacudieron debajo de mí. No había latido del

corazón. El dolor me recorrió, amenazando con despedazarme.

Amber no podía morir. Ella no iba a morir, o yo moriría con ella.

Alguien entró por la puerta, con un tridente en la mano. Un segundo más

tarde, Blake lanzó un grito y la ventana estaba rota mientras saltaba en la noche.

—Todos sabemos lo que eres, vil criatura de la oscuridad. Ahora no vuelvas a

volverte en contra de esta bendita casa y los niños que viven aquí —dijo Harry,

moviendo el tridente con Greta detrás de él.

—Por favor, ayudadla.

Mi voz era poco más que un susurro ahogado por la culpa que sentía. Debería

haber regresado a casa con ella en lugar de enviar a Clare.

Kieran hizo señas al jardinero y a su mujer, y luego apareció a mi lado y

levantó a Amber en sus brazos. Respirando hondo, bajó su boca a su cuello.

Nunca había convertido a nadie. ¿Podría hacerlo? ¿Sabría cómo?

325

—Confía en mí —murmuró Kieran, su voz gruesa y pesada con… ¿hambre?

—No. No la mates.

Se me cayó al suelo, el cansancio pesando sobre mí mientras sentía la vida

de mi compañera menguarse. Y ahora mi hermano estaba firmando su propia

sentencia de muerte por ir contra las reglas de Lore.

Clare luchó contra sus cadenas, el traqueteo pasó por mi mente como las

uñas en una pizarra. La oscuridad descendió a mí alrededor, pero pude ver a mi

compañera en la distancia, sonriendo, señalando que me diera prisa. Amber

estaba dejando este mundo, y yo también.

326

Capítulo 29

Traducido por Pily

Corregido por katiliz94

a habitación era cálida y acogedora, y el chico durmiendo a mi lado

olía a sándalo e incienso. Me moví, pero mantuve los ojos cerrados,

disfrutando de su olor. Lo reconocería entre miles, pero por suerte nunca

tendría que hacerlo porque nunca lo dejaría ir de nuevo. Empujando hacia

arriba en el codo, le planté un beso en la mejilla cuando se despertó con una

sonrisa perezosa jugando en sus labios. Me miró, soñoliento.

—Levántate y brilla. Pensé que nunca te despertarías. —Me devolvió la

sonrisa, un torrente de amor pasó sobre mí—. Una chica tiene necesidades, ya

sabes.

Aidan gruñó y se pasó una mano por la cara, y luego la deslizó través de su

pelo ya despeinado. Tragué saliva, incapaz de quitarle la mirada de encima.

¿Cómo hacía siempre para lograr parecer tan atractivo?

—¿Qué hora es? —preguntó.

Lancé una mirada al reloj de la mesilla de noche.

—Casi las nueve.

La luz se filtraba a través de un agujero en las cortinas, brillando en el suelo

de madera del baño.

Así que estábamos en el segundo piso, y éstas eran las cortinas que había

visto desde el jardín tantas veces. Alguien había olvidado de tirar de ellas. ¿Por

qué no se estaba quemando Aidan?

Saltando, llegué a las cortinas en menos de un segundo, maravillada por mi

velocidad. Todo mi cuerpo se sentía vivo, ansioso por moverse y hacer cosas.

Como caminar y trepar. Wow, Clare y su obsesión por los ejercicios estaban

definitivamente dando frutos en mí. Aidan salió detrás de mí y envolvió su fuerte

L

327

brazo alrededor de mi cintura, acercándome. Con un movimiento de su

muñeca, abrió las cortinas.

El sol estaba alto en el escocés horizonte gris. Me volví hacia él, notando el

vendaje alrededor de su pecho y las emociones ahogadas al ver el sol por

primera vez en cientos de años.

Asombro. Sorpresa. Felicidad. Y entonces me acordé del libro y de los seres

alados. Después de recuperarlo, lo traje de vuelta del otro mundo. Pero lo que

pasó después era un gran agujero negro en mi memoria.

—¿El ritual?

Trazando un dedo por mi clavícula, él asintió con la cabeza y me dio un beso

en los labios.

—Te quiero. Siempre vamos a estar juntos.

—Yo también te quiero. —Me puse de puntillas y me acerque más—. Pensé

que nunca me lo dirías.

—¿Entonces no estás enfadada? No teníamos otra opción.

Fruncí el ceño.

—¿Eh?

—No lo puedes recordar —preguntó Aidan. Parecía nervioso, inquieto como

un niño de cinco años.

—Sólo puedo decir esto, Aidan, lo juro por Dios —pinchándolo con un dedo

en el pecho, lo envié tropezando hacia atrás. Fruncí el ceño, vacilando. Algo no

estaba bien.

No podía tener…

No podía ser…

—No.

Sacudí la cabeza mientras me agarraba al significado de lo que acaba de

suceder. Pero ¿por qué no era una psicópata furiosa, golpeando los muebles en

busca de unos mortales y una gota de sangre?

328

Aidan levantó las manos simulando una defensa.

—Fue Kieran, no yo. No pude detenerlo porque casi me muero. Le rogué, pero

no quiso escucharme.

No creo una palabra de lo que dijo. Y continuó:

—Pero mira el lado bueno. Sucedió después del ritual, por lo que aún puedes

conseguir tus uñas sin chupar y secar la ciudad.

¿Qué pensarían mamá, papá y Dallas? Ahora no sólo estaba trayendo a

casa a los familiares de Drácula, básicamente era una de ellos. ¿Cómo podría

explicar por qué no estaba comiendo en la cena de Navidad? Mamá estaría

tan molesta.

—Voy a patearte el trasero. —Pateé la puerta con Aidan pisándome los

talones.

—Te ayudaré —dijo Aidan, riendo—. Blake casi me mató porque mi querido

hermano tenía que cuidar primero de su pelo antes de saltar en mi ayuda.

Fin... por ahora

329

Domed (Ancient Legends #2)

Entra en un mundo paranormal

de magia oscura, rituales, vínculos

amorosos y leyendas…

El ángel caído, Cassandra, no se

suponía que se enamoraría de

Dallas. Solo debería haber sido un

poco de diversión que no pudo

resistir. El vínculo que comparten

podría salvarla de su maldición antes

de que esté vinculada para siempre

con el Infierno. El problema es que es

hija de Lucifer y Dallas es mortal, y los

mortales no sobreviven en el mundo

de Cass. Cuando cosas extrañas

comienzan a ocurrir en el Infierno,

Cass sabe que debe proteger a

Dallas a todo coste porque de

donde Cass viene, perder al alma

gemela es un destino peor que la

muerte…

¿Podrá el amor caótico de Cassandra encontrar una forma de influenciar

en su familia inmortal a tiempo con un vengativo asesino destruyendo los

estragos en el Infierno en su búsqueda por conseguir la única cosa que la mitad

del mundo paranormal desea?

Doomed (primera edición titulada Beelzebub Girl) es el segundo libro en la

serie Ancient Legends de Jayde Scott.

330

Sobre La Autora:

Jayde Scott

Jayde Scott es una estudiante graduada en

psicología y una escritora bastante notable al crear la

Serie Ancient Legends. Vive en Londres con su familia

y es gran admiradora de hornear pasteles de

chocolate y escuchar música indie.

331

Traducido, Corregido y Diseñado en:

http://eyesofangels.foroactivo.com/


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