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  • EL COMERCIO DOMINGO 11 de mayo del 2008 a29

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    Inversin en salud en Talara El ministro de Salud, Hernn Garrido Lecca, coloc la primera piedra de la ampliacin del centro de salud de la provincia de Talara.

    Inversin en salud en Talara El ministro de Salud, Hernn Garrido Lecca, coloc la primera piedra de la ampliacin del

    La neumona ataca Cajamarca En lo que va del ao, siete nios murieron por neumona y 72 mil fueron atendidos por infecciones respiratorias en Cajamarca.

    Es el juego macabro de la rique-za y su reflejo. Wilberder Vegas es secretario de la Asociacin de Mineros Artesanales de San Se-bastin (una de las comunidades del distrito de Suyo, provincia de Ayabaca) y cuenta que los mine-ros artesanales y pobres de Aya-baca andaban en burros flacos que siempre miran para abajo; luego seala a uno que va por el camino de trocha y dice que desde hace poco la vida de ese hombre es distinta: ahora maneja una moto. Eso puede sonar a riqueza.

    Ese minero en esa moto ir a su casa despus de la faena y all el subdesarrollo seguir siendo una tara que se cuelga entre el es-caso nivel de alfabetizacin y una cultura econmica rudimentaria y casi nula, si se tiene en cuenta que no le quedan muchas op-ciones para sobrevivir salvo la de extraer un poco de oro y ven-derlo; es ms rentable que seguir criando cabras: el queso de cabra no cotiza en la bolsa. Eso ya no es riqueza sino un reflejo. O una sombra.

    DIAGNSTICO: FIEBRE ALTACuenta Wilberder que su aso-ciacin tiene seis aos de creada y que los 180 comuneros de San Sebastin buscan vetas de oro en las 17 mil hectreas de la comu-nidad. Para todos hay oro aqu, dice antes de bajar de la camioneta, caminar hacia un borde del cami-no, subir una loma y encontrar un socavn de diez metros de profun-didad y a un tipo recostado al lado que mira con recelo a los extraos.

    El tipo se llama Leo Hidalgo y est descansando mientras se

    despeja el humo que dej la des-carga de dinamita bajo tierra. En un par de horas volver a descen-der sin casco ni guantes ni botas que resulta siendo lo mnimo indispensable al socavn sin escaleras ni andamios. Aqu to-do gira alrededor de una cuerda.

    Por la noche, Leo dormir en el campamento que no es un campamento sino tres estacas que sostienen un techo de pls-tico que cubre un colchn. Leo no sabe si descansar el fin de se-mana en su casa o si cobrar tam-bin el domingo, ya se ver. De repente se queda el fin de sema-na, mejor es ganar tiempo. Hay que aprovechar la fiebre del oro.

    ANLISIS: CUADRO CRNICOReconocer que hay problema ha si-do un buen comienzo, despus de todo. Y el problema de Pablo Bjar como director regional de Energa y Minas de Piura es un cuadro es-tadstico que seala que de las 810 concesiones mineras que existen en esta regin, ms de 600 fueron

    otorgadas en los ltimos cinco aos. Lo peor es que solo en tres de ellas se practica una minera formal. Otra vez, la fiebre.

    Es que la gente no entiende bien lo que es la minera, resu-me Bjar, que en algn momen-to de su vida fue tambin mine-ro. No entienden, entonces hay

    que ir y explicarles y desenredar crisis que se inician cuando el concesionario quiere empezar a operar y es expulsado por los miembros de la comunidad don-de se ubica el denuncio minero porque, de alguna manera, les corresponde. Entonces los co-muneros dejan de interesarse

    por las cabras y se meten a los so-cavones a buscar oro con lo que hay a la mano.

    Por un vaco legal, la Direc-cin Regional de Energa y Mi-nas no est facultada para san-cionar a los comuneros ni para clausurar esas pequeas minas informales y artesanales, an sa-

    biendo que emplean mercurio y cianuro sin ningn control. En-tonces hay que ir a buscarlos y a convencerlos de los beneficios de la formalizacin.

    Pero eso es reciente, antes no se poda entrar a esas zonas por-que era peligroso. Eran zonas dominadas por los comuneros, explica Bjar. Adems hay una es-pecie de mafia en la que ya no par-ticipan los comuneros, que por lo artesanal de su trabajo solo explo-tan el 10% del oro de una veta, si-no empresarios que compran to-do lo que no ha podido ser apro-vechado para someterlo a proce-sos ms elaborados y extraer ms oro y venderlo en el pas o enviar-lo a Ecuador. Ese empresario es el que gana; el pequeo minero artesanal e informal siempre se-guir siendo un pequeo minero artesanal e informal.

    Este no es un problema de falta de trabajo, ni un tema eco-nmico, es un problema social, reconoce Bjar. En realidad son 810 problemas sociales, de los

    cuales solo tres han sido parcial-mente resueltos. Bjar calcula que para finales de este ao ya habr siete u ocho resueltos. A pesar de los esfuerzos, an que-darn ms de 800 por resolver.

    TRATAMIENTO: FORMALIZACINDespus de recorrer una hora en un camino de trocha desde la ca-rretera (muy cerca de la frontera con Ecuador) el sector Servilleta aparece como una pequea aldea minera enclavada al pie de un ce-rro. En realidad son un grupo de comuneros que se columpian el da entero en sus timbaletes tra-tando de moler la piedra y extraer el oro con ayuda del mercurio y de sus pies. Aqu no hay mujeres, no hay familia. Los mineros tra-bajan un promedio de 15 das y descansan cuatro.

    En Servilleta operan desde ha-ce seis aos dos asociaciones, ex-plica Jos Edilberto Farfn, pre-sidente de una de ellas, la Asocia-cin Porfirio Daz Nestares.

    Desde hace unos meses lo ha-cen de manera formal porque sus 170 trabajadores estn ya registra-dos en las oficinas del Gobierno Regional de Piura; tienen repre-sentacin para comprar legalmen-te explosivos y mercurio (dos de las herramientas principales en este trabajo); han llegado a un acuerdo con el titular de la concesin; en de-terminado momento pueden lle-gar a formar una empresa y llevar a una planta procesadora las seis toneladas de piedra que en prome-dio extraen semanalmente. Pron-to podran presentar un estudio de impacto ambiental.

    Pero lo formal no quita lo artesanal. Estos mineros mane-jan mercurio y otros productos

    qumicos sin botas, sin casco y sin guantes. Dejar de lado los c-digos de seguridad es parte de la vida artesanal. Farfn dice que s, que estn esperando tener dine-ro para comprar equipos de se-guridad, que esa inversin se ha-r pronto, en algn momento.

    Servilleta es una de las tres concesiones mineras que opera formalmente. Es, adems, una especie de proyecto a replicar en las cientos de pequeas mineras sin ley que ocupan, segn clcu-los de las autoridades, cerca del 20% del territorio de Piura.

    Pero en casi todas las dems concesiones la imagen se repite: unos hombres columpindose en timbaletes y otros metidos en socavones de hasta 50 metros de profundidad que solo salen a la superficie para almorzar o para dormir en campamentos impro-visados, siempre con el riesgo de ser atacados por la macanche, una culebra de la zona que sale a cazar en mayo, cuando terminan las lluvias.

    La fiebre del oro que aturde Ayabaca

    Informe MINERA INFORMAL SIN CONTROL

    La provincia piurana de Ayabaca es el centro de operaciones de miles de mineros informales y artesanales que explotan a su manera el oro que yace bajo la superficie

    Por vacos legales, no se puede sancionar a los mineros ni para clausurar minas informales

    RICARDO LEN ALMENARA

    TODO DEPENDE DE UNA CUERDA. En busca del oro, los mineros informales descienden varios metros de altura, sin ayuda de escaleras o andamios. Su vida pende de una cuerda. Ellos trabajan desprovistos de botas y guantes.

    FOTOS: MIGUEL

    ESCASA PRODUCCIN. El oro de Ayabaca es adquirido por empresa-rios que lo someten a procesos ms elaborados o lo venden al Ecuador.

    CON DINAMITA. Los socavones informales son abiertos a punta de dinamita, la que utilizan sin mayor control y cuidado.

    FORNEOS. Muchos de los mineros son forneos. Provienen de ciuda-des de la costa y llegan a Ayabaca atrados por el oro.

    DESCUIDO. Los mineros informales manejan productos peligrosos y txicos, como el mercurio y cianuro, sin ningn tipo de proteccin.

    De las 810 concesiones mine-ras existentes en Piura, 226 se ubican en la provincia de Aya-baca, especialmente en las comunidades de los distritos de Las Lomas y Suyo. Segn explica Jaime Solano, gerente municipal de Las Lomas, se ha intentado controlar la prolifera-cin de mineras informales en la zona, pero es una situacin que se escapa de las manos.

    Ni siquiera una ordenanza municipal publicada en el 2007 y que prohiba toda actividad minera artesanal ha sido sufi-ciente, porque genera reaccio-nes airadas en los mineros. Ade-ms, hay una forma sencilla de sacarle la vuelta a esta ordenan-za: el minero que es expulsado de Las Lomas se muda a Suyo, donde la ordenanza no tiene nin-gn efecto, y ah contina desa-rrollando su actividad.

    Por otro lado, por vacos legales, las autoridades de la Direccin Regional de Energa y Minas no estn facultadas para clausurar minas infor-males ni plantas de beneficio minero. La nica solucin es promover campaas de sen-sibilizacin lentas y largas; la otra alternativa es denunciar-las penalmente por daos ambientales, pero esas denun-cias se pierden en el universo burocrtico judicial y, mientras tanto, se sigue explotando el oro con el permiso de los pobladores de estos distritos .

    Entonces, si estas pobla-ciones dejaron definitiva-mente la agricultura porque buscan un desarrollo, pero ese desarrollo se presenta en su forma ms informal y riesgosa, y teniendo en cuenta que las leyes para controlarlo son insuficientes, este problema no tiene cmo ser resuelto en el mediano plazo.

    Vacos legales dificultan el control

    Las provincias que registran la mayor presencia de conce-siones mineras son Ayabaca (226 concesiones), Piura (151), Sechura (104) y Paita (100).

    De las 810 concesiones ac-tuales, 560 corresponden a minerales metlicos y 250 a no metlicos.

    Se estima que el espacio te-rritorial de la actividad minera en Piura abarca 730.792 hec-treas.

    SEPA MS

    Los mineros manejan mercurio y otros productos qumicos sin botas, sin caso y sin guantes