Eder Noriega
La razón fundamental por la que escribí
este legado histórico de mi t ío Mono Pepa,
fue porque entendí en él, que la musa
inspiradora t iene unos límites y un universo
jamás explorado por hombre alguno, y me
siento con el derecho a contarlo porque lo
sentí en el sólido mundo de mis dedos
imaginarios y quiero que todo el mundo, aún
los científ icos del cerebro, lo sepan y
descubran la tecla armónica que mueve los
sueños, metas e ideales que impulsa las
emociones y sentimientos de todo ser
humano desde la óptica de la locura
inteligente, precisamente de aquel que
caminó las calles de La Paz con mucha pepa .
Estoy completamente seguro que si lo
descubres y lo aplicas en tu propia vida, no
solo tendrás la mejor herramienta para
inspirarte como poeta, compositor, escritor,
cantante, escultor o cualquiera sea tu oficio,
también entenderás que hay que ser loco con
juicio en esta tierra para sobrevivir .
i
1
CAPÍTULO 1
El nacimiento
Los mismos dioses de aquellas tierras
que cobraron vida en su mente y que
inspiraron el folclor imaginario desde la
cumbre costera más alta del mundo,
quedaron tan impresionados por su toque
musical que lo premiaron como el único
rey de la «Dinastía de los Olivas». Así se
cumplió el destino predicho siglos atrás
declarado por un grupo de indígenas y
campesinos que habitaron la Serranía del
Perijá. La profecía declaraba: «Un rey
pobre ayudó a la mujer y la mujer dio a
luz al rey de los Olivas».
¿Qué fue lo que tocó para merecer tan
loable galardón? Un extraordinario
acordeón «Veinte Letras» sin lengüetas
EDER NORIEGA
2
metálicas, sin correas y con un botón
automático de aire que se hunde
exclusivamente para silenciar la cordura
egoísta que fermenta los buenos ideales y
a la vez, expandir el sueño de un mundo
tan real y fantástico que hace la vida más
agradable y l levadera. Un acordeón que se
transforma en algo más simple que una
roca cuando sus pitos se desafinan o
sobresale al rojo vivo como la cresta de un
gallo cuando traspasa las fronteras
insospechadas de lo que comúnmente
conocemos como música vallenata.
Algunos prefieren acordeones ADG, a
otros les gusta el FBE y cambian el ADG
por un EAD; cada quien elige los registros
que más le convengan, pero el que le tocó
al rey de la Dinastía de los Olivas supera
en gran manera a todos estos y a todas las
marcas creadas sobre la faz de la tierra. Lo
increíble del caso es que nadie lo vio,
nadie supo su color ni su textura, ni la
forma de su fuelle. Por lo tanto, si les
dijera que él colgó ese ingenioso aparato
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
3
del suelo y que siempre lo escuché con
mis propios oídos pero nunca lo vi, no
estaría mintiendo. De lo que sí estoy
seguro es que sus teclas fueron redondas
porque él un día me lo contó; además tuve
la fortuna de ver cómo Carlos Noriega,
hermano de mi padre, le arregló en varias
ocasiones los pitos desafinados; incluso,
aún llevo como constancia una pequeña
cicatriz en mi cabeza que no es muy
grande pero siempre se nota cuando me
cortan el cabello. La historia de una marca
como esta no la tiene cualquier persona
pero tampoco se debe subestimar la forma
de obtenerla. En mi caso fue por simple
atrevimiento, así de sencillo. Un día
cometí la estupidez de meterme en su
casa infectada, hedionda a ratón y
cucaracha; quería averiguar qué era lo que
escondía con tanto recelo en un rincón y
me sorprendió con un garrotazo en la
cabeza que por poco me quita la locura de
mi juicio.
En resumen, ese instrumento musical
EDER NORIEGA
4
fue enemigo con lo común, primero
porque cada botón en sí mismo
conformaba un acorde completo de tres
notas diferentes y segundo porque no era
de cuatro o cinco letras como los que se
venden comercialmente sino de veinte. El
solo hecho de que cada botón
constituyera una trinidad armónica
perfecta, quizá por eso mi tío lo llamó
Veinte Letras. Nos reímos y burlamos por
la forma como lo ejecutó en las calles de
mi pueblo, sobre todo por su porte
principesco de pecho de gallo con
estómago de mico, sumado a su
pintoresca indumentaria y su estrafalaria
herradura de caballo. Nos admiramos por
su talento, su juicio, su pistola Miti Hueso,
su flecha de rombo dentado, pero mucho
más con sus conversaciones
trascendentales, en especial cuando se
colocaba el dedo índice en su frente y lo
repetía vez tras vez:
«Pa´se loco hay que tené mucho juicio» .
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
5
Era la cálida llanura de dos reyes: Juan
Maya y Manuel María Araujo Oñate.
Gracias a la Bula Papal que confería
privilegios a la Corona española para
repartir t ierras, estas dos personas se
convirtieron en grandes terratenientes,
amos y únicos dueños de los títulos reales
de largas y anchas extensiones de tierra
que ha recibido tres nombres: «Espíritu
Santo, Robles y La Paz». El gobernador del
Espíritu Santo o más bien el Pacificador de
Chimilas y Tupes fue Salvador Félix Arias
Pereira, Capitán de Milicias Disciplinadas
del Valle de Upar. El origen del nombre
«Robles» fue en honor al paladín de la
democracia Luis Antonio Robles Suárez,
conocido como el «Negro Robles» y La Paz
es el legendario nombre que surgió de un
acuerdo de paz entre indígenas orejones
«Tupes» y colonos españoles.
El trono principal de estos reyes no era
un espléndido palacio con pisos
relucientes de mármol estatutario y de
EDER NORIEGA
6
hermosas doncellas, corceles de paso fino
y largas mesas colmadas con manteles de
seda, copas de oro y manjares exquisitos;
era una pequeña montaña que en algunas
épocas del año florecía de amaril lo por sus
árboles de cañaguate y puy; situado frente
a la Serranía del Perijá y su nombre «El
Cerrito». Por su lado pasa el misterioso río
de los mil pozos, «el Mocho» de donde
surgía una serpiente extraña con cresta de
gallo que cantaba como los gallos y le
decían «La Doroy».
El suelo era fértil en gran manera, la
vegetación espesa, f luía la leche como el
agua y la base principal de la economía
fue la ganadería, la pesca, la cría de aves
de corral y la explotación artesanal de
piedras calizas. Un día, los dos reyes
llamaron con voz fuerte a los habitantes
que existían en aquel tiempo y negociaron
con ellos sus terrenos; a muchos les
vendieron, a otros les donaron y a sus
familiares se las escrituraron para que lo
poblaran de generación en generación. El
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
7
prehistórico y cavernoso valle se convirtió
en un fragante aroma de pan que brotó
desde sus mismas entrañas. Pequeños
volcanes expulsaron barro mojado y el
barro se transformó en cúpulas que
echaban candela por la boca. Cuando la
materia orgánica se enfrió, los habitantes
se acercaron con curiosidad a fin de
amistarse con esos supuestos monstruos y
los usaron para fabricar almojábanas en
forma circular .
La noche en que hicieron este tipo de
pan, tembló la tierra. Los hornos se
rajaron pero se llenaron de esperanza
porque los cubrió la luz de una luna
radiante que inspiraba el fascinante vuelo
de insectos luminosos; en aquel instante
nació un bebé pelando las nalgas. Gitana,
la partera que atendió el caso no salía de
su asombro y pensó que era un fenómeno
de dos cabezas. Se veía vigoroso, blanco,
con cabellos rubios que parecían hilos de
oro. Sin embargo hubo algo que cautivó
poderosamente la atención de Gitana y de
EDER NORIEGA
8
sus padres; el bebé comenzó a agitar
fuertemente sus brazos de un lado para
otro, luego emergió de las profundidades
del río Mocho la serpiente Doroy
emitiendo un extraño sonido que resonó
por los confines de la provincia. Dionisio
siempre había escuchado estos rumores
pero esta vez lo tomó por sorpresa y le
preguntó a Juana. «¿Escuchaste ese
sonido? ¿Pero…un gallo cantando a esta
hora?». «No es un gallo», respondió ella.
«La Doroy…La Doroy ha cantado».
Gitana lo tomó en sus brazos, lo
levantó y predijo:
«Rey serás y tu corona vendrá desde la
copa de un árbol. El juicio de la locura
será tu collar. La luna bril lará en todo su
esplendor y al final tu nombre se
perpetuará de generación en generación».
—Gitana, ¿por qué dices todo esto? Estás
más loca que todo ese trapero que traes
encima. Y tus arrugas no creo que te lo
indiquen.
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
9
—No Dionisio. Sólo míralo. Es hermoso.
—¿Con qué te pagaremos? No tengo como
recompensarte. No quiero imaginarme lo
que me hubiera pasado pariendo este hijo
sin tu ayuda.
—Yo lo sé Juana, pero no te preocupes.
¿Qué ves en mis canas? Ya estoy vieja,
creo en Dios y me gusta servirle a la
gente.
—Lo sé. Si fueras una bruja no te hubiera
llamado.
—Juana deja de expresarte así.
—Dionisio ella me conoce muy bien. Ella
sabe cómo soy yo.
—Si Dionisio. Ya me la conozco.
—Yo por ahí tengo unas tinajas nueva. Te
puedo pagar con una de ellas.
—Muchas gracias. Me sirve porque la
tengo se me partió y le puse más barro
pero nada. Se me filtra.
EDER NORIEGA
10
—Dionisio, ¿cómo le vamos a llamar a
nuestro hijo?
—No se Juana. ¿Juanito?
—No te burles.
—En serio Juana. Podemos llamarlo
Juanito. ¿Tú qué crees?
—Pónganle Mono como su pelo.
—Ya se. Se llamará Joaquín.
—Excelente decisión Dionisio y tu Juana
no te debes oponer como siempre.
Joaquín significa edificación.
—Dejemos así. Dionisio, ven a mi lado.
Quiero el mismo beso que me diste la
primera vez que me conquistaste.
El comportamiento de Juana no es que
fuera tan amoroso. Qué lo demostraba en
su momento de parto o cuando necesitaba
satisfacerse sexualmente con Dionisio, eso
era diferente, porque del resto, era muy
prepotente con cierto nerviosismo que
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
11
terminaba asfixiándolo, fumando tabaco
con la candela dentro de la boca. También
sobresalía en ella el optimismo pueblerino
y la inquietud por las novedades que cada
día llegaban al caserío. Su belleza
española de tez blanca desencantaba
cuando sonreía. El vicio a l tabaco le puso
la dentadura amaril la con siluetas pardas
que parecían mapas cartográficos. Ella
nunca hizo caso al consejo de su marido
de dejar ese estúpido hábito que con el
tiempo le ocasionó problemas
respiratorios que pusieron fin a su
existencia. Dionisio era más calmado y
adicto a su oficio de ladrillero en los
hornos artesanales de Pedro Modesto.
Vivía con la ropa sucia de barro y el pelo
mono por el polvo. En sus ratos libres o de
ausencia de las cantaletas de su mujer, se
desahogaba moldeando tinajas y figuras
artesanales de barro cocido. Con este
trabajo también obtenía algo de ganancia
que le servía para completar el sustento
diario que no alcanzaba a ganar en la
EDER NORIEGA
12
fábrica de ladrillos.
Era el año 1928 cuando nació ese
increíble niño de linaje español, hermano
de Dionisio Enrique. A los tres años de
edad le sobrevino una meningitis por
muchos días dejando su vida afectada por
una demencia extraña e insólita. De ahí en
adelante el niño creció un poco celoso,
muy observador, con ideas raras sobre
personas blancas. A diferencia de su
hermano que a veces se le daba por atacar
a la gente a piedra, era malo y muy
hiperactivo, él prefería ayudar a su padre
Dionisio en la fábrica de ladril los . El
primer regalo que recibió fue algo muy
bonito y sencillo. Dionisio lloró en silencio
cuando lo fabricó porque él deseaba algo
mejor para su hijo, pero era muy pobre, no
tenía dinero suficiente para comprarle
algo lujoso como un carro de madera o un
palo con cabeza de caballo en cuero fino,
de esos que usaban los hijos de los pocos
ganaderos ricos que habían en esa época.
«Tal vez le guste» dijo Dionisio
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
13
contemplando aquella flauta de barro con
figura de palomita. Era como especie de
una tortolita pintada en hermosos colores
pero lo que hacía especial ese instrumento
era el bello sonido que producía cuando
se soplaba con o sin agua. Esto despertó
la envidia de su hermano quien sin piedad
le dijo «¡La música no es para ti! ¡Estás
loco!, si vas a ser músico, vas a tener que
sacar la tórtola del río». Luego se la
estrelló contra una piedra, recogió los
escombros y los lanzó al r ío Mocho. Sin
embargo aquellos pequeños escombros
fulguraron como estrell itas de un cielo
azul enamorado y traspasaron el umbral
de sus raras fantasías, transportándolo a
una aventura congelada fuera de serie.
Entonces, aquellos años infantiles
fueron como una era de hielo que congeló
su inocente cordura y dio vida a una
locura, sueños e imaginaciones de
personas en forma de cristal
sobre una montaña blanca.
EDER NORIEGA
14
Esto me lo contó mi abuela una vez y
jamás se me olvidó. Yo le pregunté qué
significaba eso y ella me respondió «¿Ves
lo que se ve de aquí? Es la Sierra Nevada.
A eso me refiero». «¿Qué hay allá?» le
pregunté. Ella me sentó en sus piernas y
respondió «hijo, allá en la nevada hay un
castil lo de cristal donde viven unos
músicos. Allá nace la música». «¿En serio
abuela?». «Si hijo, cuando seas grande lo
descubrirás». «¿Pero quién te dijo lo de
los músicos?» le pregunté mirándola a los
ojos. Ella exhibió una sonrisa y contestó:
«Él».
Lo que me inculcó mi abuela no sé si
era verdad o era puro cuento; de lo que sí
estoy seguro es que la rara fantasía de
esos músicos de la cumbre de la Sierra
Nevada de Santa Marta surgieron en la
mente de aquel niño que por cierto
también fue mi tío. Según él, eran cinco
dioses poseedores y guardianes de la voz,
la caja, la guacharaca, la guitarra y el
acordeón.
15
CAPÍTULO 2
La serpiente Doroy
El mítico encanto de la serpiente que
cantaba como los gallos hacía su aparición
en un legendario pozo del río Mocho
llamado «El Laurel» ubicado en un área
geográfica muy oscura cuando caía la
noche. Durante esas horas , que por lo
regular cobraba vida la música de los
insectos con sus propias leyes armónicas,
la poca gente que existía solo podía
reconocerse con la voz, con señales
hechas por golpes de la mano o si tenían
encendido mechones con petróleo,
entonces se alumbraban las caras entre sí .
Esta área, donde las casas eran de barro
con techos de palma, fue llamada «La
EDER NORIEGA
16
Humará» porque la gente cocinaba mucho
con leña y espantaban los zancudos con
boñiga de vaca y asno. Significa esto que
si Dionisio y Juana escucharon su canto es
porque no vivían tan lejos de la rivera de
aquel lugar.
La señora María Hipólita Castil la «La
Pola», vecina de ellos , también la escuchó,
momentos después en que comenzó a
criar a su nieto de siete meses José Elías
Márquez, conocido como «Chalía». Era casi
de noche cuando eso sucedió. Ella recién
llegó cansada del campo y cuando abrió el
portón de su casa, el misterioso canto le
llamó la atención y dejó caer el bulto de
leña que traía en la cabeza; el ruido
estrepitoso espantó a los pájaros que
anidaban en los árboles cercanos. De
inmediato se vio con Juana y se
sorprendió aún más cuando ella le explicó
que aquel sonido era de una serpiente
grande con cresta roja igual a la de los
gallos. «¿Cómo es que sabes eso y nunca
me habías dicho algo?» le preguntó. «Yo
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
17
lo sé porque hace mucho tiempo atrás mis
padres me contaron que una mujer con
siete meses de embarazo la escuchó y el
niño le salió cantante». La Pola quedó
retraída por un momento y luego le
preguntó:
—¿Entonces será cierto lo que me dijiste
acerca de la partera?
—No lo sé, Pola. Ese asunto siempre me
ha mantenido confundida. Ella dijo que mi
hijo sería un rey y su corona vendría de la
copa de un árbol.
—¡Eso es! Tu hijo Joaquín será un cantante
famoso.
—Pola, no me hagas reír con tus
comentarios. Él no será más que un pobre
ladril lero como su padre. Y cantante de
dónde, si ni siquiera sabe chiflar .
En los siguientes días La Pola, Juana y
el resto de las mujeres al enterarse que la
serpiente había vuelto a cantar, se
armaron de valor y dijeron: «Ahora si
EDER NORIEGA
18
vamos a saber en verdad cómo es que es
el cuento de la Doroy. La señora Pola ya
dijo que la escuchó cerca de su patio,
entonces debe estar escondida en la cueva
que se encuentra debajo de la ceiba».
—¿Quién quiere tener un hijo cantor? –
preguntó La Pola.
—¡Yooo! —respondieron todas levantando
sus manos.
La romería de la Doroy se convirtió
prácticamente en un precepto legítimo
entre las mujeres de La Humará, dándose
por hecho que la serpiente habitaba en las
profundidades de una cueva, contiguo al
patio de la casa de La Pola. De ahora en
adelante visitarían el sit io con mayor
frecuencia y aquella que escuchara el
canto debía declararlo de inmediato. Por
tanto, lo primero que hicieron fue coger
aquel lugar como un balneario público sin
caer en cuenta que los hombres
husmearían secretamente sus encantos,
hasta el día en que una de ellas escuchó
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
19
un cuchicheo secreto entre unos
matorrales y dijo a las autoridades que los
hombres las veían cuando se bañaban. El
primer mandatario inmediatamente emitió
un decreto que fue anunciado con
redoblantes por un emisario en cada
esquina del pequeño caserío. La norma era
clara y de estricto cumplimiento. Afirmaba
que los hombres debían bañarse en horas
de la madrugada del Pozo de la Pola hacia
abajo y las mujeres del Pozo de la Pola
hacia arriba. Unos metros más al norte, las
mujeres lo convirtieron en un lavadero, lo
llenaron de tablas sobre las piedras y de
bateas alargadas donde restregaban la
ropa, la fregaban con tusa de mazorca y la
golpeaban con piedras, sin embargo, todo
fue inútil porque la Doroy nunca apareció.
*****
EDER NORIEGA
20
La señora Pola aprendió a ganarse la
vida fabricando tinajas de barro y vasijas
para cocinar observando con mucho
esmero a Dionisio, pero sus mayores
fuentes de ingresos provenían de una
herramienta novedosa capaz de dejar la
ropa bien arreglada. Se trataba de una
plancha de hierro que se calentaba con
brasas bien ardientes y que de hecho le
sirvió a Juana en varias ocasiones hasta el
día en que Dionisio le compró una, pero
de nada la sirvió porque ese mismo día en
horas de la noche la plancha desapareció
del fogón del patio. De inmediato fue a
poner las quejas en casa del alcalde y le
dijo que alguien se había metido al patio a
robarle la plancha. El asunto le pareció tan
serio que durmió preocupado. Era la
primera vez que alguien denunciaba un
robo de tan gigantes proporciones y lo
primero que hizo en la nueva mañana fue
publicar otro decreto. Como de
costumbre, salió el emisario con su
redoblante anunciando la siguiente orden:
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
21
Sin excepción, de ahora en adelante,
los dinteles de las puertas de cada casa
de La Humará debe iluminarse hasta media
noche con lámparas o mechones con
petróleo a fin de evitar robos
en horas nocturnas.
Dionisio y Juana cumplieron con el
decreto y esperaron en casa de La Pola
por varias horas escuchando sus aventuras
de leñadora por los lados de «El Chorro” ,
otro lugar al norte del río Mocho donde
cae una hermosa cascada de aguas
salutíferas ricas en sales minerales.
Cuando todo el mundo se acostó y la
última luz se apagó, tembló la tierra y un
rayo del cielo cayó en el río y del río se
elevó un torbellino enfurecido que se
transformó en un acordeón intermitente,
entre blanco y transparente y así como
apareció también se esfumó
desintegrándose en partículas de ladril lo
que se unían formando figuras de
instrumentos de tortura. De repente…de
EDER NORIEGA
22
repente Juana se despertó de aquel sueño
golpeando el aire y muda, tomó una
manta gruesa española que conservaba de
su padrino Manuel María y salió al patio, a
pies descalzo en plena oscuridad , con el
convencimiento de que algo malo le iba a
suceder a su hijo Joaquín. Encendió el
fogón de tres piedras que se encontraba
en la cocina de barro y se puso a fumar
tabaco. Su cabeza parecía un reciente
cadáver envuelto en hojas de plátano,
preocupada por el peso de aquel sueño
que le hacía sacar una sonrisa amarga y
pobre de espíritu. Nadie creería que
detrás de aquel rostro de linaje español
estuviese escondida la que pariera a un
rey musical.
El desvelo fue largo y la noche lenta,
con el tiempo suficiente para reflexionar
del futuro que le deparaba a su nuevo
hijo. Juana se fue de ahí preocupada, con
una antorcha y una tinaja hacia el pozo de
Laurel a recoger agua. Era casi ya de
madrugada y las otras mujeres pronto
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
23
llegarían a llenar sus vasijas y lavar la ropa
de sus familias, así que esta vez no quería
ser vista por nadie ni hablar el asunto del
sueño ni siquiera con Dionisio.
El paisaje era espeso en vegetación con
el suelo húmedo, tenía rastros de cal
porque del otro lado fabricaban enormes
ladril los y explotaban la piedra caliza de
forma artesanal. Cruzó una leve llovizna
con algo de viento frío que la obligó a
meterse debajo de un laurel. El
firmamento tronó dejando un sabor
amargo pero ese sabor se tornó en dulce
cuando unos rayos luminosos atravesaron
las nubes negras y aquel lugar quedó
entre claro y oscuro.
—Ki ki r i ki.
—¿Qué? No lo puedo creer. La serpiente
Doroy —dijo Juana con la respiración
entrecortada y se tiró al suelo detrás de
un matorral. Asomó la cabeza varias veces,
con ojos desorbitantes pero siempre con
la intención de mirarla. Esperó en silencio
EDER NORIEGA
24
quince minutos con un tabaco en la boca ,
después la escuchó otra vez y la vio surgir
del fondo del río. Era ella, la tan famosa
serpiente con cresta de gallo que tenía
intrigada a la población. A los pocos
segundos la Doroy se hundió sin dejar el
menor rastro. En el transcurso de los
siguientes ocho años algunas mujeres
siguieron escuchando el canto de la Doroy
pero con menos frecuencia, sin embargo
seguían pariendo hijos con talentos
excepcionales, entre ellos acordeoneros,
guacharaqueros, cajeros, cantantes finos
como los canarios, elocuentes
compositores y poetas, todos ellos, unidos
con los grandes músicos de toda la
provincia de la costa norte de Colombia,
en conjunto, no lograron superar la
sublime imaginación de aquel que nació
pelando las nalgas.
En definitiva, aquellas tierras se
trasformaron en un fragante semil lero de
paz, creció y se modernizó con la venida
de ciertos aparatos ultra modernos que
LA LEYENDA DEL MONO PEPA
25
acaparó la atención de todo el mundo.
Algunos murieron achicharrados por su
mal manejo. La actividad comercial
prosperó, se construyeron nuevas casas de
de concreto alrededor de un cementerio
que comenzó a mejorarse con el Teniente
Mindiola y varios años después con el
Maestro Gómez. La Humará cambió de
nombre y el caserío se convirtió en un
pequeño pueblo.
—Ya está hecho —dijo el rey Manuel
María.
Recommended