27a JUAN ELVIRA 27b La naturaleza dialéctica de las técnicas de montaje: del collage a la copia
Nueva York es dadá
La aparición de las prácticas de montaje puede entenderse como
una respuesta de las vanguardias artísticas a la nueva realidad
cultural y material de comienzos del siglo veinte. La experiencia
de la Primera Guerra Mundial, que cambió radicalmente la
concepción que el hombre tenía de sí mismo, la tecnología integrada
en la vida cotidiana, y las rápidas transformaciones del medio
urbano, reconfiguraron la nueva ciudad, la metrópolis. Esta nueva
dinámica urbana produjo tanta angustia y alienación como
fascinación en ciertos artistas. Todo Nueva York es dadá, escribió
Man Ray. La vanguardia que se nutrió de esta fascinación, y en
particular Dadá, rechazó la convención artística y su continuidad
disciplinaria, que otros movimientos como el futurismo o el cubismo,
inevitablemente conservaron. Mediante la práctica del montaje,
el autor se liberaba de su papel de artista, prefiriendo reconocerse
como ingeniero o constructor. Es el arte mismo lo que se cuestionaba.
En la metrópolis, donde la vida y el arte desdibujan sus límites,
todos somos artistas.
Las cosas, de toda naturaleza y características, se desprendían
de su contexto para ser relacionadas entre sí, formando un
conjunto dotado de nuevas cualidades dialécticas. El contenido
de estos ensamblajes era el absurdo, la pura provocación o la
propaganda política.
Los objetos y los hechos, la realidad como ready-made, en esta
movilidad, manifestaban su posibilidad de cambio, para obtener
nuevos significados a partir de infinitas permutaciones. Por tanto,
tales prácticas artísticas constituían en sí mismas una metáfora
de la condición metropolitana en que se originaron.
En general, todas las técnicas de montaje, del collage a la
cinematografía, exploran la capacidad dialéctica de sus componentes.
No importa tanto la forma de lo seleccionado como la relación que
despliegan (la forma variable de la selección misma).
Los dadaístas agrupaban objetos de todo tipo, como fotografías,
recortes de periódico, y cualquier clase de material encontrado,
enfrentando estos elementos en busca de nuevas cohesiones.
La oposición, la colisión, estaban siempre presentes en el montaje:
“En el caso específico del fotomontaje, su contraste de estructura y
dimensión, lo áspero contra lo suave, fotografía aérea contra primer
plano, perspectiva contra superficie plana; la máxima flexibilidad
técnica y la dialéctica formal más lúcida son igualmente posibles”1.
El fotomontaje, entendido así, viene a ser cine inanimado.
Es muy significativo que en un primer momento, en los collages
se añadían pequeños fragmentos al cuadro previamente pintado.
Finalmente, los mismos dibujos de los artistas eran recortados
y pegados en collages fotográficos. La creación directa del artista
(la que conservaba plena autoría) debía ser separada de su propio
contexto, desplazada hacia el estatus de object-trouvé.
Al mismo tiempo, el nuevo diseño gráfico otorgó a la tipografía
una libertad desconocida. La heterografía ponía en juego una nueva
danza tipográfica, una nueva combinatoria de letras y palabras.
De la misma manera, los poemas orto-fonéticos también usaban
la tipografía como parte del poema mismo, empleando una suerte
de técnica de montaje. La combinación de distintas cualidades
fonéticas y de articulación del lenguaje formaban parte del nuevo
poema, cuya cohesión se aseguraba por la duración de la interpretación
misma. La pronunciación, el baile independiente de los órganos
del habla, son fundamentales en esta poética del sinsentido.
El lenguaje se convertía de esta manera en objeto de
experimentación. Se dice que Kurt Schwitters y Hans Arp compartían
una lengua propia, un dialecto esquizofrénico y sofisticado del
alemán. A partir de este lenguaje desconocido, emergerían nuevas
experiencias, ideas y formas3. En este tiempo, también Marcel
Duchamp incluyó en sus ready-mades y montajes muchos juegos
de palabras, combinando el francés y el inglés, investigando el
espacio entre lenguajes en lugar de crear uno absolutamente nuevo.
Estos experimentos lingüísticos se volverían más tarde pura
criptografía, a medida que sus implicaciones y estructura interna
se volvían más y más oscuros. Por su parte André Bretón investigó
la relación directa entre la frase poética y el motivo visual en sus
poemas-objeto. La combinación de collage y ensamblaje, y la inserción
de fragmentos de poemas descubrían nuevas correspondencias
visuales y verbales. (Hay que destacar, no obstante, que las concepción
del montaje de los surrealistas y los dadaístas eran bien diferentes:
donde los dadaístas buscaban disyunción y dislocación, los
surrealistas la continuidad formal y la metamorfosis).
Viktor Shklovsky
Este carácter dialéctico y perceptivo del montaje está muy presente
en la teoría formalista rusa, y, en particular, en la obra de Viktor
Shklovsky.
La teoría del método formal perseguía la especificidad del arte
mismo mediante la redacción de una teoría general estética. Las
primeras ideas formalistas se referían en concreto a la poesía, y,
La naturaleza dialéctica de las técnicas de montaje: del collage a la copiaJuan Elvira
1: Juan Elvira, fotomontaje: Sota-Ginzburg-Johnson.2: Raoul Hausmann, Holzkopf (Cabeza de madera), 19183: André Breton, Poeme-object, 1941, objetos sobre papel de dibujo.
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a medida que se desarrolló esta teoría, a la lingüística en general.
Los formalistas proponían una poética liberada de toda subjetividad
filosófica y de la teoría estética simbolista, para la que el lenguaje
era un mero instrumento al servicio de su significado. Según
Shklovsky, los poetas no crean imágenes, sino que disponen de ellas
y las ordenan de un modo concreto. Los poetas recuerdan imágenes
para construir relaciones poéticas con ellas. Un cambio en la poesía,
por lo tanto, no implica un cambio de imágenes, que son secundarias
y no dominantes.
Esta bipolaridad del lenguaje estaba naturalmente influida por
la semántica de Saussure. En la base de su teoría reside la
naturaleza relativa del signo. De la misma manera que la relación
particular (sincrónica) entre significado y significante conforma
el signo, la obra de arte resulta de la combinación inestable de
objetos-hechos al alcance del artista. La transformación del signo-
obra artística sólo es posible mediante la modificación de esas
relaciones. Los elementos que componen el signo son siempre los
mismos, pero no su dialéctica, que es mutable y arbitraria.
Una capacidad básica de la poesía reside en la generación de
significados colaterales, en la irrupción de asociaciones verbales.
También hay dialéctica entre el significado de la palabra y la
estructura poética misma. El dispositivo estructural de la obra
literaria puede por tanto arrastrar consigo el desarrollo de tal obra,
condicionándolo y atravesándolo como un código genético.
Según la teoría formalista, en el lenguaje poético todo propósito
práctico debe pasar a un segundo plano. Este rechazo de una poética
instrumentalizada explica el interés de esta teoría por la poesía
futurista y dadaísta, en las que el verdadero motivo poético se
encontraba en el ritmo, la estructura y la articulación verbal.
Jakubinsky, otro teórico formalista, afirmaba que el ritmo,
la aliteración, etc. Eran solamente manifestaciones obvias o casos
particulares de las leyes básicas de la eufonía4. Del mismo modo,
Eisenstein también reconocía que el encadenado cinematográfico
es un caso particular de la colisión que tiene lugar en todo montaje:
“Recuerda que la física demuestra el infinito número de combinaciones
capaz de ser generado por el impacto de las esferas”5. Idea
de conflicto que está en la base de la práctica del montaje. Para
Shklovsky, la imagen poética es aquella capaz de provocar un
impacto. Esta cualidad es inherente a la obra de arte, que emplea
mecanismos que intensifican y fuerzan su interpretación como
tal obra de arte. La percepción artística es aquella en la que
experimentamos la forma, captada de manera automática.
De este modo la forma es contenido y función.
Los objetos son percibidos por sus características primarias.
En este proceso, el objeto llega a desaparecer, y se sustituye por
un símbolo. Esta es la ley básica del esfuerzo perceptivo6. En prosa,
la palabra es a menudo percibido de manera fragmentaria, anticipada
y sustituida por fórmulas inconscientes. Esta estructura mínima es
instantáneamente reconstruida por la memoria.
Cada hecho poético contiene una adivinanza. Este acertijo
define su objeto en términos que le son en apariencia innaturales
o inapropiados durante su enunciación. Shklovsky afirma que
el propósito de la obra de arte –su compromiso– es recuperar
la aprehensión integral del objeto, más allá de su superficie;
es ver el objeto en su totalidad en vez de reconocerlo. La obra
de arte amplifica la duración de la percepción, la hace más
laboriosa. Este desplazamiento de la percepción convierte el objeto
percibido en algo extraño, que ha perdido toda familiaridad, para
recuperar después una identidad amplificada. Esta capacidad de
defamiliarizar de la experiencia artística es uno de las cualidades
de las técnicas de montaje, que a menudo destruyen con violencia
el automatismo de la percepción.
Dziga Vertov
La producción cinematográfica soviética de este período también
investigó la idea de cine como lenguaje, su desarrollo estructural
y semántico. Una experimentación que, llevada al límite, revela
la conexión de los que la practicaban con la lingüística moderna
y la crítica formalista.
La obra de Dziga Vertov investigó en profundidad las posibilidades
de la defamiliarización en el montaje cinematográfico. Mientras
que Vertov desarrolló un lenguaje formal profundamente concreto,
Einsenstein elaboró una teoría de la razón cinematográfica, en la que
la forma era un instrumento del contenido de la obra7. En su lugar,
Vertov subvirtió el cine antes de que cualquier teoría fílmica se
hubiera instituido. El núcleo del cine de Vertov es la materialidad
del objeto y el desvelamiento de la técnica artística a través de todos
los parámetros que tienen lugar en ella. Cualquier reflexión acerca
del montaje sería inseparable de un pensamiento dialéctico global,
aplicado durante toda su realización. “Todos los que aman un arte
persiguen la esencia de su técnica para mostrar lo que el ojo no ve,
para mostrar la verdad, la posibilidad de ver sin fronteras ni
distancias, el microscopio y el telescopio del tiempo, [...] la visión
espontánea del tele-ojo”8. El dinamismo de la metrópolis, su tiempo
28a JUAN ELVIRA 28b La naturaleza dialéctica de las técnicas de montaje: del collage a la copia
4/5: Dziga Vertov, El hombre de la cámara, fotogramas
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múltiple y simultáneo, solamente puede ser aprehendido y expuesto
por el ojo-cámara. Vertov persigue la activación de la conciencia
mediante ciertas técnicas de defamiliarización o extrañamiento.
Presenta en sus obras la edición y proyección cinematográficas,
subvirtiendo con ello precisamente los aspectos más poderosos
e hipnóticos de la experiencia cinematográfica. Los lleva a una
posición crítica donde se muestran el proceso de montaje y
la identidad concreta del cine. El repertorio de recursos usados
en obras como El hombre de la cámara (1929) es interminable:
el uso de la cámara lenta y rápida, la suspensión del movimiento,
la superposición de distintas técnicas (animación, montaje dentro
del montaje), se realizan en el marco de un compromiso ético y político.
Moisej Ginzburg
En la arquitectura realizada contemporáneamente, es posible también
detectar la influencia de estas prácticas. La producción teórica del
constructivismo (Vertov puede ser considerado un constructivista)
y algunas de sus construcciones comparten algunos presupuestos
de la crítica formalista.
A medida que se desarrollaban nuevas técnicas, la construcción
se convertía en un factor decisivo de definición de la forma
arquitectónica. El detalle constructivo se convertía en el validador de
la nueva arquitectura. Forma y construcción no debían enmascararse.
De nuevo, la experimentación se centraba en el desvelamiento del
artefacto arquitectónico, en la autenticación de la forma, la arquitectura
mostrando sus técnicas constructivas. El objetivo del arquitecto
debía ser, por tanto, seleccionar y aplicar con propiedad los elementos
constituyentes de la obra, de la misma manera que los poetas
relacionaban un inventario de imágenes-palabras, sin necesidad
de inventarlas. Se descubría la ilusión de la forma falsificada.
De este modo, la primera arquitectura funcionalista resolvía el
problema de la forma mediante operaciones de combinación y relación.
Ginzburg escribe en Ritmo y Arquitectura: “[...] el objetivo de la
arquitectura contemporánea es encontrar [sus] elementos formales
y sus principios combinatorios, en los que la pulsación del presente
será visible”9. Como regla general de organización, el programa
se resolvía en elementos funcionales óptimos, que entonces se
relacionaban de manera lógica. La cohesión resultante se obtenía
a través de estos vínculos entre componentes.
Para Ginzburg, la nueva arquitectura era aquella en contacto
con el progreso científico y técnico, con la mecanización, con la
ingeniería y los procedimientos constructivos industrializados10.
El propio Ginzburg aplicaba al proceso de proyecto algunas
técnicas propias del diseño industrial, introduciendo la dinámica
y la expresión del movimiento en sus edificios, idea que desarrolló
en La máquina: influencia de la dinámica y la estática de la máquina en el
arte contemporáneo. Esta dinámica maquinista también se experimentó
en las circulaciones internas de los edificios. La circulación generaba
ciertas secuencias espaciales, que desplegaban una percepción espacio
temporal cercana a la de las técnicas de montaje cinematográfico
(de manera análoga a la promenade architecturale de Le Corbusier).
La introducción de artefactos mecánicos móviles también tendría
como consecuencia la distorsión de la percepción combinada
del espacio y el tiempo.
En el proyecto de Ginzburg del Teatro Sverdlovsk (1931) es
posible encontrar la combinación de diversas técnicas de montaje.
En este caso, oposición y conflicto se dan no sólo entre la ciudad
y el edificio, sino también entre los elementos que lo componen.
La forma ovoidal que contiene el patio de butacas, es el centro
compositivo del edificio, y al mismo tiempo este elemento
le es completamente ajeno e independiente. Esta búsqueda
del extrañamiento o defamiliarización seguro que se hacía más
efectiva en la reflexión del ovoide en el muro cortina adyacente.
Una forma pregnante y poderosa, dispuesta para la libre asociación.
Otro elemento rompe la estabilidad compositiva, el pequeño auditorio
junto al foyer, que lacónicamente altera la simetría de la planta.
Por otra parte, la organización general supera criterios estrictamente
funcionales: la escena del teatro queda integrada en un bloque que
absorbe también muchos otros usos, modificando de esta manera
la forma habitual de esta pieza.
Queda claro que el grado de oposición y resistencia ofrecido
por una obra de estas características no es el mismo que el
de las propuestas dadaístas más radicales. Se compartían ciertas
ideas, pero aplicadas en niveles diferentes de producción material.
La negación nihilista y auto-destructiva de los dadaístas no
era posible en la arquitectura, que es inevitablemente propositiva,
constructiva. La crítica dadá del progreso tecnológico no fue
propagada a la arquitectura, que integró la tecnología con
entusiasmo. A pesar de que la obra de arquitectura pueda entrar
en conflicto, resistir su propio contexto en su sentido más general,
lo hace siempre de modo dialéctico, mediante la recombinación
de códigos existentes.
Por otra parte, las primeras vanguardias fueron muy críticas
con la idea de la autonomía del arte. El arte y la vida debían fundirse,
29a JUAN ELVIRA 29b La naturaleza dialéctica de las técnicas de montaje: del collage a la copia
6
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6: Moisej Ginzburg, unidad de habitación7: Moisej Ginzburg, Teatro Sverdlovsk, sección longitudinal, 1931
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30a JUAN ELVIRA 30b La naturaleza dialéctica de las técnicas de montaje: del collage a la copia
el aspecto institucional del arte debía ser rechazado. En este sentido,
quizá fuera únicamente la arquitectura constructivista la que logró
transferir la práctica arquitectónica hacia una suerte de práctica vital
con nuevos potenciales11.
Conglomerado semántico
Hoy la arquitectura es autónoma, en el sentido de que es un objeto
carente de autor en gran medida; pero no lo es desde el punto
de vista institucional. La arquitectura está más que nunca vinculada
con los procesos económicos, subordinándose a sus fluctuaciones.
En el mejor de los casos, la práctica crítica de la arquitectura se
encuentra en sutiles subversiones tácticas efectuadas desde dentro
de tales procesos. Por estas razones, las técnicas de montaje ya
no pueden ser tan efectivas como lo fueron. Cualquier coexistencia
puede darse, el contraste y el conflicto no son perceptibles como
operaciones intencionadas.
A pesar de todo, ciertos mecanismos de montaje sobreviven en
la práctica arquitectónica contemporánea como válidos generadores
de forma.
En el caso de Rem Koolhaas, la obra de OMA suele incorporar
una síntesis de estándares del período heroico del movimiento
moderno sobre los que se ha insistido una y otra vez en la historia
de la arquitectura moderna. En proyectos como la Villa dall’Ava de
París (1985-1991) son reconocibles algunos emblemas corbuserianos
y miesianos. Del mismo modo, la casa en Burdeos (1994-1998) es
una reinterpretación de la versión corbuseriana de la villa palladiana:
un pabellón isótropo con una fenêtre en longueur sometida a ciertas
leyes perceptivas. También es posible rastrear el interés de Koolhaas
por la obra de Mies van der Rohe. Desde proyectos experimentales
como la vídeo parada de Groningen (Holanda, 1991) hasta la
fidedigna reproducción curvada del Pabellón de Alemania, instalado
en la Triennale de Milán en 1985, mientras se construía la réplica
del original en Barcelona.
Síntesis y collage incorporado a las decisiones de proyecto,
del que resulta un conglomerado semántico que hace que el edificio
bascule entre la militancia racionalista y el puro ejercicio de ironía
y distanciamiento de la disciplina arquitectónica; entre la convicción
de la validez del repertorio moderno y la indiferencia por una
arquitectura “bella”.
Decisiones programáticas en apariencia provocativas, la
organización extrañada o de-familiarizada, se originan a partir
de respuestas radicales a las necesidades del cliente. Siguiendo la
misma lógica, la estructura se plantea como la materialización de las
hipótesis iniciales del proyecto, como estructura de acontecimientos
variables12. Esta estructura involucra todo el proyecto, la coherencia
de la combinación se consigue mediante esta tensión que compromete
el edificio entero. Otras veces la desfamiliarización se consigue
mediante el uso de los materiales contradictorio a su propia
naturaleza, mediante la reinterpretación de las técnicas constructivas.
También la presencia de ciertos elementos extraños al proyecto son
los que producen este efecto, como la puerta de búnker convertida en
ventana en la casa de Burdeos, ó la puerta acorazada de caja fuerte
de la taquilla del Teatro Second Stage de Nueva York (1999). Invención
en el uso y la organización mas que en la forma misma, en la
recombinación de los estándares modernos.
Otra propuesta de OMA, la Ópera de Cardiff (1994), repite tales
estrategias, mostrando la influencia sobre su autor de las ideas
y las formas constructivistas. Koolhaas reproduce literalmente la
sección del teatro Sverdlovsk de Ginzburg: el pabellón de acceso
y foyer, el espacio ovoide, y la compacta caja híbrida del escenario.
De nuevo puede encontrarse un juego de contraste entre los
distintos componentes del proyecto. En este caso, el elemento
de sección ovoide queda comprimido entre el estándar del pabellón
miesiano y de la caja neominimalista. Mies y Ginzburg enlazados
en continuidad, Ginzburg y la caja brutalmente yuxtapuestos.
La secuencia espacial de Sverdlovsk ata todos estos elementos.
Una organización extraña y sagaz, una forma pregnante que
colisiona consigo misma y, quizá, con la ciudad.
Notas
1. RAUL HAUSMANN: “Definition of photomontage”.
2. VIKTOR SHKLOVSKY citado en “The theory of the formalist method”, de BORIS
EICHENBAUM, de Russian Formalist Criticism: Four Essays, Lee T. Lemon yMarion J. Reis (University of Nebraska Press, 1965), p. 109.
3. HANS RICHTER: Dada, art and anti-art, Thames and Hudson (Londres, 1978), p. 76.
4. Op. cit. p. 111.
5. SERGEI EINSENSTEIN: “Montage and Conflict”, en Film Forum, (Nueva York,1978), p. 76.
6. “Los objetos se atrapan espacialmente, en un abrir y cerrar de ojos”. Esta frase de Shklovsky abre la cuestión del automatismo de la percepción en la arquitectura, de la percepción espacial distraída y automática.
7. Una actitud en continuidad con la tradición de la disciplina artística, seguidaen numerosos movimientos de las primeras vanguardias.
8. DZIGA VERTOV citado en ANNETE MICHELSON: “The man with the moviecamera: from magician to epistemologist”, en The essential cinema, Sitney ed.(Nueva York, 1988), p. 103. Véase también Kino-eye. The writings of Dziga Vertov,editado por Annete Michelson, University of California Press, 1984.
9. S. O. CHAN-MAGOMEDOV: Moisej Ginzburg, Franco Angeli Editore, (Milán,1972) p. 31.
10. En este sentido, algunos edificios del primer funcionalismo Holandésejemplifican estas ideas. La fábrica Van Nelle (1925-1931), de J.A. Brinkman y L.C. van der Vlugt es un enérgico montaje de diferentes personajes,animados de manera inaudita y a veces no arquitectónica. Se perseguíantambién el contraste y la oposición con la ciudad existente. Para nombrar y significar los distintos pabellones, se hacía uso de la tipografía, que anotabael edificio en su totalidad. En términos de Eisenstein, “en esta fábrica puedenencontrarse momentos de conexión y momentos de conflicto”. Situado en Rotterdam, este edificio ejemplificaba la nueva metrópolis emergente:jerarquía contrastada y mezclada, movilidad, el hombre y la máquina.
11. PETER BÜRGER: Theory of Avant Garde, (University of Minnesota Press, 1984) p. 49.
12. CECIL BALMOND: “Tecnología: ¿Un agujero negro?, revista Quaderns nº 199,Colegio de Arquitectos de Cataluña, Barcelona, 1993.
Juan Elvira es arquitecto, máster por la Universidad de Columbia de Nueva York y profesor de Proyectos de la Escuela de Arquitectura deMadrid. Es redactor de la revista Arquitectura y colaborador de la revistaFisuras. Su artículo “Índice Táctico” fue publicado en BAU 019.
OMA, Teatro de la Ópera de Cardiff, Gales, Gran Bretaña, maqueta de concurso, 1994.
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