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Dirección General:
Alicia Díaz Rojas
Dirección de Redacción: Alicia Aguilar Becerril
Dirección de diseño:
Miguel Ángel Montoya Ca-
sasola
Dirección de publicidad: Brenda Edith Lima Dimas
En Portada: “Wake of herself” de Agnes Cecile
Directorio
Redactores:
Guadalupe Montserrat Echeverri Tenorio,
Brenda Edith Lima Dimas, Miguel Ángel
Montoya Casasola, Alicia Díaz Rojas y
Alicia Aguilar Becerril.
Colaboradores:
Jorge Triviño Rincón, de Manizales, Co-
lombia.
Fernando Palacios, de Toluca, México.
León Mazy, de Toluca, México.
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5. Editorial
6. Hoy siento mi cuerpo hablar
-Por Alicia Aguilar Becerril
8. Fotografía de Fernando Palacios (1)
9. La palabra y el poeta
- “Génesis” de Erma Cárdenas
- “Ecos de angustia” de Amparo Dávila
10. Los arquetipos románticos de la mujer en Cuentos Malévolos de Clemente Palma
- Por Alicia Díaz Rojas
14. Inventario
16. Al son del poeta
- La dama del poncho rojo
18. La figura materna en El anillo de Elena Garro
- Por Brenda Edith Lima Dimas
25. Fotografía de Fernando Palacios (2)
26. Juan 1:1
- “Amor incondicional” por Jorge Triviño Rincón
- “Ansío el relato de tu sueño” por León Mazy
29. Emma Bovary, la contradicción de dos tendencias hitóricas
- Por Miguel Ángel Montoya Casasola
32. El extranjero
- “Relatos de lo indecible: Clarice Lispector” por Alicia Díaz Rojas
37. Fotografía de Fernando Palacios (3)
38. Mejorando el concepto de una misma
- Por Guadalupe Montserrat Echeverri Tenorio
40. Conversando de…
- Tierra de Hombres
41. Ecos del cine
42. Estudios literarios: El narrador
Índice
5
Editorial
C ómo se define el concepto mujer,
de acuerdo con la RAE es la “f.
persona del sexo femenino; f. que
ha llegado a la pubertad o a la
edad adulta; f. casada, con relación al marido”.
La misma RAE da acepciones de acuerdo con
formas culturales, por ejemplo: “mujer de le-
tras” la que cultiva la literatura o las ciencias
humanas; “mujer de su casa” la que con diligen-
cia se ocupa de los quehaceres domésticos y
cuida su hacienda y familia; “mujer fatal” aque-
lla cuyo poder de atracción amorosa acarrea un
fin desgraciado a sí misma o a quienes atrae;
“mujer mundana” prostituta; “mujer pobre” la
de cortos talentos y poca habilidad, en oposi-
ción a “mucha mujer” la que es admirable por la
rectitud de carácter, por la integridad moral o
por sus habilidades.
A pesar de estas etiquetas que encasillan
a la mujer ninguna logra definir una estructura
tan compleja y tan completa. Aún no existe una
correlación entre su esencia y el conjunto de
palabras vacías que tratan de definir a una mujer
desde una perspectiva masculina. Por qué a pe-
sar de ser seres perfectos son tan vulnerables en
un mundo diseñado por el poder de los hom-
bres, una violencia interminable a su alrededor,
palabras que hieren y causan dolor, tener que
remar contra la corriente para poder existir en
este mundo masculino. Pasos gigantes aún se
tienen que dar para lograr un trato igual a todos,
sin insultos ni miradas que traspasan la ropa que
parecen destrozar el alma.
Alicia Aguilar
“Gala desnuda de espalda”
Salvador Dalí
6
Hoy siento mi cuerpo hablar
“Un jardín cercado es mi hermana,
mi novia, huerto cerrado
y manantial bien guardado”.
Cantar de los cantares
Durante años la mujer se ha observado como un elemento de contemplación divina y
masculina, ese cuerpo lleno de formas, de texturas, de olores y sensaciones se atesoraba, pertenecía a lo
oculto, a lo siniestro y lo desconocido. Con la religión cristiana se ocultó con mayor interés, el cuerpo de la
mujer se asoció con el pecado y la desobediencia, lo malo, lo prohibido, lo perverso y lo temible; por lo
tanto había que impedirle hacer uso de su inteligencia, poder y seducción. Porque fue culpa de una mujer
la caída de Adán.
El hombre era el único que podía conocer el cuerpo de una mujer y convertirlo en templo o inspiración de
creación “tu cuello es como la torre de David, / tus dos pechos, cervatillos coquetones, / mellizos de gace-
la. […] Tu ombligo es un cántaro, / tu vientre es como una pila de trigo, / tu talle se parece a la palmera; /
tus pechos, a los racimos” (1), así le canta el hombre a su amada en el Cantar de los cantares, pero ella
desconoce su cuerpo y sólo se reconfigura a través de la visión del amado. Hasta hace pocos años la mujer
se atrevió a explorar y conocer su cuerpo. Con los primeros movimientos feministas la mujer pudo darse
cuenta del valor y poder que ostentaba, de la autonomía de su cuerpo, de la perfección de sus formas y so-
bre todo pudo reconocerse a sí misma. Múltiples mujeres se han reconocido como dueñas de su ser y ha-
cen suyo un discurso tan masculino, y desde la pluma se reafirman como tal.
Desde su voz se reafirma como un ser que siente placer, dolor, coraje, deseo, amor, odio, frustración; ella
ambiciona y también seduce. Se hace dueña de sus emociones “el deseo de su cuerpo y de sus labios, de su
sonrisa y del color de sus ojos, de su piel dulce y tersa, de su pecho duro y cubierto levemente de ve-
llo” (2), es capaz de reconocer ese impulso de atracción por el hombre deseado. El deseo se convierte en
7
Cuando la mujer se acepta como ser deseado y deseante comienza a cuestionar formas estableci-
das que han modelado su naturaleza sumisa, dulce y pasiva; la maternidad, el amor ya no son constantes
en su ideario femenino, la culpa deja de ser un imperativo en sus actitudes; la agresión y la competitivi-
dad forman iniciativas de exigencia personal, que aún son consideradas como obscenas y condenables,
“me volví infiel mucho antes de tocar a Carlos Vives […]. Nunca quise así a Andrés, nunca pasé las ho-
ras tratando de recordar el exacto tamaño de sus manos ni deseando con todo el cuerpo siquiera verlo
aparecer […]. Nunca hice con tanta libertad todo lo que quise hacer como en esos días” (4), como la infi-
delidad.
La recreación de sentimientos culposos durante mucho tiempo le impidió a la mujer ser un ser
completo, la culpa se convierte entonces en una de la “armas más poderosas de control social sobre las
mujeres y ninguna de nosotras puede ser absolutamente inmune a ella” (5), por ello la sociedad impide
que la mujer sea absolutamente consciente del poder de su cuerpo y aun así somos seres incesantes, ínte-
gros, que transgredimos constantemente el statu quo con el único fin de ser libres en nosotras mismas.
Alicia Aguilar Becerril
“Soy esta mujer definida por una
imposible dialéctica que lenta-
mente teje la trama de su propia
locura”
Liliana Mizrahi
BIBLIOGRAFÍA
(1) Anónimo. (1995). “Cantar de los cantares” en La Biblia latinoamericana. España. Editorial
Verbo Divino.
(2)Muñiz-Huberman, Angelina. (1992). “Yocasta confiesa” en Narrativa relativa. Antología per-
sonal. México. Lecturas mexicanas.
(3)Coria, José Felipe. (2009). “La fragilidad del deseo” en Escenarios del deseo. Reflexiones des-
de el cine, la literatura, el psicoanálisis y la filosofía. México. UNAM.
(4)Mastretta, Ángeles. (2012). Arráncame la vida. México. Editorial Planeta Mexicana.
(5) Mizrahi, Liliana. (2003). “Nuestros cuerpos, otra forma de lucidez” en Las mujeres y la culpa.
Herederas de una moral inquisidora. Buenos Aires. Grupo Editor Latinoamericano.
8
“S/T”
Fernando Palacios
Toluca, Estado de México
9
Ecos de angustia
Encendamos el fuego, que el invierno ha llegado y tengo frío;
frío inmaterial de soledades; soledad profunda y muda.
Ya el viento azota la ventana, con su eterno gemir desesperado.
Y ¿No es acaso el viento, el eco de mi angustia?
¿No es la angustia, el eco de mí misma?
Las noches del invierno son muy frías; ¡la lamentación
del viento tortura el alma!
¡Qué importa si viví en la primavera, si ahora es invierno
y languidezco!
La hoguera se consume lentamente; ¡la soledad aumenta
con los instantes!
Amparo Dávila
La palabra y el poeta
Génesis
Hice
soles
agua
nubes
fuego
lava.
Tierra
bosques
peces
águilas.
Y, cuando aprendí
a crear, mujer,
te di un alma.
Erma Cárdenas
10
Emma Hamilton retratada por George Rommey
Los arquetipos románticos de la mujer en Cuentos Malévolos de
Clemente Palma
Clemente Palma, escritor peruano, publica en 1904 una compilación de relatos con el título de Cuen-
tos Malévolos, cuyos temas centrales van desde historias bíblicas, mitológicas, hasta la maldad, la perver-
sión, el amor trágico y drogas, entre otros. Cuando se publica esta antología el modernismo era el movi-
miento prevalente y con más auge en Perú, sin embargo estos relatos aún conservan la estética decadentista
y romántica que Palma había desarrollado en obras anteriores. La antología está conformada por 13 cuen-
tos, de los cuales destacan: Una Historia Vulgar, Los ojos de Lina, El Hijo Pródigo y La Granja Blanca.
Un tema que destaca en Cuentos Malévolos es el desarrollo del arquetipo romántico de la mujer. Lina,
Cordelia, la novicia, Luty; personajes femeninos principales de los relatos de Cuentos Malévolos parecie-
ran formar una sola y única imagen femenina por sus semejanzas entre sí, la mujer oscilando siempre entre
lo divino y lo profano, entre lo puro y lo carnal, siempre con una belleza extraordinaria pero con elementos
que transmiten la más profunda tristeza.
En la literatura romántica la figura femenina tiene varias características predominantes que se podrían ver
de la siguiente manera: “La mujer espiritualizada (musa mística), la mujer pura objeto de amor (musa ro-
mántica) y la mujer perniciosa (mujer fatal)” (1). La mujer fatal y las musas generalmente se presentaban
como figuras opuestas, una representaba el lado puro, divino y se mostraba como aquella mujer etérea, vir-
tuosa, inocente; mientras que la mujer fatal se presenta como la mujer tentadora, sensual, maligna o perver-
sa.
11
La mujer que presenta Clemente Palma paradójicamente conjuga a la musa con la mujer fatal, la mujer
era a la vez fuente de virtud, bondad e inspiraba el arte más sublime, así como a la vez estaba asociada al
deseo carnal, a la muerte, a la maldad:
… Lina es morena y pálida: sus cabellos undosos se rizaban en la nuca con tan adorable encanto, que jamás
belleza de mujer alguna me sedujo tanto como el dorso del cuello de Lina, al sumergirse en la sedosa negru-
ra de sus cabellos. Los labios de Lina, casi siempre entreabiertos, por cierta tirantez infantil del labio supe-
rior, eran tan rojos que parecían acostumbrados a comer fresas, a beber sangre o a depositar la de los inten-
sos rubores. (2)
La belleza en el romanticismo estaba íntimamente ligada con la cercanía a la muerte, puesto que prolife-
raban enfermedades como la malaria o la tifoidea, se adquiere la idea de que la mujer parece más hermo-
sa cuando está cercana a morir, por lo que busca verse lo más pálida que pueda, esbelta al extremo, oje-
rosa, frágil, débil, etc.
La anemia, esa enfermedad romántica, acudió en auxilio de mis deseos y de mi trabajo sordo. Luty se mue-
re; sus nervios, enfermos y espoleados por mí, contribuyen eficazmente a estrangular, en una red de emo-
ciones vivísimas y de extravagancias increíbles, esa vida que yo deseo aniquilar. (4)
La mujer fatal también posee características que la relacionan con el deseo, la incitación o lo carnal; en
Cordelia el narrador destaca constantemente el rojo de sus labios, el brillo de sus ojos; de Lina se hace
énfasis en el poder de su mirada, en lo terrible de sus ojos que provoca temor y deseo a la vez: “Lina te-
nía los ojos más extrañamente endiablados del mundo” (2).
Pero lo que caracteriza a Palma es quizá esa dualidad y contraste en una misma mujer, que siempre está
“Resurrección de la hija de Jairo” de Ilía Repin
12
“La flor marchita” de Manuel Ocaranza
“La condesa de Vilches” de Federico de
Madrazo
oscilando entre la divinidad y lo diabólico, la vida y la muerte,
etc.:
Era Cordelia alta, esbelta y pálida, sus cabellos abundantes, de
un rubio de espigas secas, formaban contraste con el rojo en-
cendido de sus labios y el brillo febril de sus ojos pardos. No
sé qué había de extraño en la admirable belleza de Cordelia,
que me ponía pensativo y triste. En la catedral de la ciudad
había un cuadro, La resurrección de la hija de Jairo, de un
pintor flamenco; la protagonista era una niña de cabellos des-
coloridos cuyo rostro era muy semejante al de Cordelia, así
como la expresión de asombro al despertar del pesado sueño
de la muerte: se veía que en aquellos ojos no se había borrado
la huella de los misterios sondeados en las tinieblas de la tum-
ba... Siempre que estaba con Cordelia recordaba tenazmente el
cuadro de la doncella vuelta a la vida. (3)
Lo que busca es unificar en una sola mujer el deseo carnal que de
cierta manera “incita al hombre a pecar”, lo exaspera, lo vuelve
loco, etc., con la mujer musa que es fuente de inspiración y se ase-
meja a la divinidad; considerando que una mujer es completa y
plena cunado habitan en ella estos dos lados contrastantes uno con
el otro, y sólo de esa manera se alcanza la realización. Todo esto
lleva a reafirmar la construcción de los arquetipos románticos fe-
meninos en los personajes de los relatos de Cuentos Malévolos.
Alicia Díaz Rojas
Bibliografía
(1). Sánchez, Raquel. Imágenes de la mujer en el romanticismo de Es-
pronceda (Sancho Saldaña). Universidad Complutense de Madrid,
2009.
(2). Palma, Clemente. “Los ojos de Lina” en Cuentos Malévolos.
(3). Palma, Clemente “La Granja Blanca” en Cuentos Malévolos.
(4). Palma, Clemente “Idealismos” en Cuentos Malévolos.
13
“Madame Rinsky– Korsakov” de Franz Xaver Winterhalter
14
Inventario
Entre las más grandes pasiones del escri-
tor argentino Julio Cortázar se encon-
traban el jazz y el boxeo, su gusto por
éste último era tan grande que cuando
trabajó como comentarista de este depor-
te fue despedido debido a que su emo-
ción era tal en los combates, que sus pa-
labras eran inentendibles a través de la
radio.
Immanuel Kant, quien es considerado como
uno de los más grandes filósofos alemanes es
conocido por su personalidad tranquila y austera
al extremo. Kant nunca contrajo matrimonio y
evitó la confrontación política aunque sus opi-
niones religiosas llegaron a causar controversia
dentro del Imperio, así mismo se dice que su
puntualidad y rutina era tan rigurosa que sus ve-
cinos y gente que lo conocía ajustaban sus relo-
jes según su itinerario. Así mismo, nunca salió
de su pueblo natal Könisberg a pesar de sus múl-
tiples invitaciones para impartir clase en univer-
sidades de gran importancia en Alemania, no
obstante esto no impidió que llegara a conocer a
detalle las calles y ubicación de lugares impor-
tantes de ciudades como Londres a través de ma-
pas los cuales se dice, memorizó a la perfección.
“El boxeo que levanta las muchedumbres es siempre el del boxeador pegador, del tipo que va para adelante y a pura
fuerza consigue ganar. A mí eso siempre me interesó muy poco, y lo que me fascinó siempre, fue ver a uno de esos
boxeadores enfrentado con un maestro que, simplemente con un juego negativo de esquives y de habilidad, conse-
guía ponerlo en condiciones de inferioridad”. Julio Cortázar.
15
Durante la Guerra Civil Española,
diversos escritores, artistas plásticos
e intelectuales viajaron desde distin-
tos países para defender la Repúbli-
ca del golpe fascista, entre ellos en-
contramos a George Orwell, el pe-
riodista y novelista británico autor
de La rebelión en la granja y 1984.
Orwell se unió a la milicia del Parti-
do Obrero de Unificación Marxista
(POUM), partido de oposición al
stalinismo, y sirvió como soldado
raso y oficial en Cataluña y Aragón,
sin embargo tuvo que huir en 1937 tras la ilegalización del POUM. Sus memorias de guerra que-
daron plasmadas en su obra Homenaje a Cataluña.
Juana Ramírez de Asbaje a muy temprana edad mos-
tró rasgos de una gran inteligencia aprendiendo el latín
cuando niña y a los ocho años escribió su primer obra
lírica. Se dice que su gusto por la lectura inició gracias
a la influencia de su abuelo y a su vasta biblioteca, de
la cual leyó a los clásicos griegos y romanos. Su apeti-
to intelectual era tan grande en una sociedad muy ce-
rrada hacia las mujeres que cuando joven, pidió a su
madre que la enviase a la universidad disfrazada de
hombre. Así mismo, se unió a la Orden de las Carmeli-
tas Descalzas para evitar el matrimonio y poder conti-
nuar con sus estudios. En su vida dejó una obra litera-
ria bastante extensa y de gran riqueza.
16
Al son del poeta La dama del poncho rojo
No soy un Ave Fénix, sino una mujer
con una fuerza brutal que logró salir de los infiernos.
Chavela Vargas
Isabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela
Vargas, una de las voces más representativas de Mé-
xico, a pesar de haber nacido en Costa Rica (1919)
adquiere la nacionalidad mexicana y acoge su pueblo
para cantarle y exaltarle; siempre humilde, cercana a
su gente, con una gran bravía, picardía y emoción
aborda el escenario, consiguiendo el respeto y la ad-
miración de su gente.
Comienza formalmente su carrera de cantante a los
30 años, de la mano de José Alfredo Jiménez quien la
apoya y le brinda un espacio entre la música ranchera
-folklórica. En los primeros años no encuentra tanto
reconocimiento y comienza a tocar con músicos inde-
pendientes; poco a poco debido en parte a sus presen-
taciones en Acapulco (que en ese entonces era un si-
tio importante de turismo internacional) y a su actua-
ción en la boda de Elizabeth Taylor comienza a ha-
La llorona
No sé qué tienen las flores, llorona,
las flores del campo santo.
No sé qué tienen las flores, llorona,
las flores del campo santo.
Que cuando las mueve el viento, llorona,
parece que están llorando.
Que cuando las mueve el viento, llorona,
parece que están llorando.
Hay de mí, llorona, llorona, tú eres mi xulca.
Hay de mí, llorona, llorona, tú eres mi xulca.
Me quitarán de quererte llorona,
pero de olvidarte nunca.
Me quitarán de quererte llorona,
pero de olvidarte nunca.
A un Santo Cristo de fierro llorona,
mis penas le conté yo.
A un Santo Cristo de fierro llorona,
mis penas le conté yo.
Cuales no serían mis penas llorona,
que el Santo Cristo lloró.
Cuales no serían mis penas llorona,
que el Santo Cristo lloró.
17
cerse conocida en los círculos artísticos y entabla una
fuerte amistad con Diego Rivera y Frida Kahlo, con
quienes vivió un periodo, y también se relaciona con
escritores como Juan Rulfo, Pablo Neruda, Gabriel
García Márquez y el pintor Picasso, entre otros.
Mientras que en el mundo musical se relaciona cerca-
namente con Agustín Lara, Cuco Sánchez, Eugenia
León, Lila Downs, etc.
El cine fue otra de sus pasiones, llegó a actuar en al-
gunas películas y varias de sus canciones fueron te-
mas de diversos filmes, tuvo gran amistad con el di-
rector Pedro Almodóvar quien dice haberle tenido
mucho cariño.
Llegó así a convertirse en un ícono de la música me-
xicana, ganando el respeto y la admiración tanto de la
gente como de sus colegas, ganando también un gran
número de premios entre los que destacan: un
“Grammy Latino”, una “Medalla de oro de la Univer-
sidad complutense de Madrid”, y “Ciudadana distin-
guida de la Ciudad de México”; y un buen número de
homenajes en su honor, por ser la portavoz de la mu-
jer y un ícono en la música mexicana. Entre sus can-
ciones más conocidas destacan: “La llorona”, “Piensa
en mí” y “Noches de Ahuatepec”.
Alicia Díaz Rojas
Hay de mí, llorona, llorona, que un campo lirio.
Hay de mí, llorona, llorona, que un campo lirio.
El que no sabe de amores, llorona,
no sabe lo que es martirio.
El que no sabe de amores, llorona,
no sabe lo que es martirio.
Dos besos llevo en el alma, llorona,
que no se apartan de mí.
Dos besos llevo en el alma, llorona,
que no se apartan de mí.
El último de mi madre, y el primero que te di.
El último de mi madre, y el primero que te di.
Hay de mí, llorona, llorona, llévame al río.
Hay de mí, llorona, llorona, llévame al río.
Tápame con tu reboso llorona,
porque me muero de frío.
Tápame con tu reboso llorona,
porque me muero de frío.
18
La figura materna en El anillo de Elena Garro.
A la salud de aquellos pseudocoloquios que justifican nuestro actuar…
E l anillo, cuento que pertenece a la antología de cuentos de La Semana de Colores (1964)
escrita por Elena Garro.
El anillo presenta a Camila, un personaje que está en función de su calidad de madre:
“Quién sabe que estarán haciendo mis muchachos”, me iba yo diciendo (5), narra Camila.
Ella salía de su casa a trabajar, no se sabe en qué trabajaba, el objetivo de su trabajo era llevar alimento a
sus hijos:
“Me encontré a mis muchachos sentados alrededor del comal.
— ¡Anden hijos! ¿Cómo pasaron el día?
—Aguardando su vuelta — me contestaron. Y vi que en todo el día no habían probado bocado.
Encienden la lumbre, vamos a cenar.
Los muchachos encendieron la lumbre y yo saqué el cilantro y el queso.” (5).
Según Gilbert Durand, la madre se relaciona con el primer alimento y los valores nutricionales… (3), la
mujer alimenta a través de su organismo al ser que está gestando, una vez fuera de su útero ella le sigue
suministrando los alimentos, posteriormente, lo ideal es que el hijo sea autónomo y se responsabilice de su
sobrevivencia buscando sus alimentos e interactuando en los distintos ámbitos sociales.
El vínculo entre la madre y el hijo se da en tres dimensiones: el hijo desarrolla su anatomía en el organis-
mo de su progenitora: mater; la madre instruye en lo ético y moral al ser humano que concibe: magistra;
la mujer consume de la Madre-Tierra las sustancias y energías para nutrir a su hijo, por lo que se torna:
Madre-Tierra; por lo tanto la madre sostiene y desarrolla la vida que engendra. Mircea Eliade sostiene so-
bre la organización familiar que el padre no engendra al hijo sino la naturaleza y aquél sólo puede adoptar-
los por vía de su apellido (3); con el padre como con el hermano, los unirá como único factor en común la
fecundad de la madre.
19
Lo anterior explica porque el hijo desde su
edad infantil encuentra una mayor identifi-
cación con la madre, razón por la cual, por
lo general, la madre impone sus deseos al
hijo como una extensión de ella misma;
dicha actitud se observa en Camila cuando
encuentra el anillo, una alianza, “Se lo da-
ré a Severina, mi hijita mayor” (5), se dice
a sí misma, pero el anillo no es para Seve-
rina como tal, Severina es elegida por Ca-
mila para que sea representante del
“gustito” del que su familia ha sido benefi-
ciada, al llegar a su casa muestra a sus
Por otro lado, Camila manifiesta un sentimiento de inferioridad:
«Ser pobre, señor, es irse quebrando como cualquier ladrillo pisado. Así somos los pobres, ni quien nos mi-
re y todos nos pasan por encima […] “¡Mírate Camila, bien fregada!... » (5). Roger Bartra en la Jaula de la
Melancolía define este sentimiento como propio de un héroe agachado, arquetipo en la cultura mexicana,
Bartra se apoya en la explicación de Samuel Ramos de la contradicción a la que se encuentra el mexicano, la
desproporción entre lo que quiere hacer y lo que puede hacer, la que lo lleva inevitablemente al fracaso, por
tal motivo el mexicano desconfía de sí mismo y lo asalta y carcome el sentimiento de inferioridad.
El héroe agachado es un arquetipo sociocultural que se caracteriza por su primitivismo: lo mexicano es inferior
al objetivo que se propone alcanzar, y ese objetivo es Europa, por ello se disfraza y enmascara en un inocente
primitivo, se asume como un infante social; Camila arguye en su calidad de pobre a su ignorancia: “Yo soy
ignorante, señor, nunca fui a la escuela…” (5) Bartra describe a este héroe mexicano como al campesino, indí-
gena obligado a ser proletariado antes de tiempo; de donde proviene su inferioridad, del alma primitiva del
mexicano, es decir, de la tragedia en que se expulsó al primitivo de su Edad de oro, engendrando a sí a un hé-
roe trágico escindido que cumple diferentes funciones : representa las virtudes aborígenes heridas que nunca
se vuelve a ver, al mismo tiempo, representa el chivo expiatorio de las culpas, representa a los campesinos sin
tierra, a los trabajadores sin trabajo, a los intelectuales sin ideas, a los políticos sin vergüenza … (1).
hijos el anillo, no lo dirige inmediatamente a Severina sino que: “— ¡Qué gustosos andaríamos con un peda-
cito de oro!—dije yo preparando la sorpresa—…” (5). Camila se expresa en primera persona del plural, es
decir, el anillo pertenece a todo el grupo familiar no sólo a un individuo, después señala: “— Qué suerte la
de la joven que puede señalar con su dedo para lucir un anillo — dije. (5), es así que el dedo que señalaría no
sería el de una joven, sería el dedo de una familia, y Camila coloca el anillo de su “hijita” mayor, Camila
impone uno de sus deseos en su hija.
“Mujer desnuda leyendo” Julius Rolshoven
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Camila fue despojada de sus tierras: “Ya entonces éramos pobres, pero desde ese día sin mis tierras y sin
mi hijo mayor y sin mi hijo mayor, hemos quedado verdaderamente en la desdicha” (5), por lo que se ve
obligada a desplazarse a Cuernavaca a trabajar, de tal forma que se encuentra inmersa en la contradicción
de lo que quiere hacer y lo que puede hacer, alimentando así un sentimiento de inferioridad.
Camila busca disfrazar un sentimiento de inferioridad de ella y su familia con el anillo que encontró, sin
embargo, Adrián Cadena cuestiona la posesión del anillo en la mano de Severina, cuando en la entrada de
“El Capricho” interroga a la hermana de Severina, Aurelia: — ¿Oye, niña de qué está hecha tu hermanita
Severina?/ —¿Oye, niña, ¿para quién está hecha tu hermanita Severina?/—¿Oye, niña, ¿y esa mano en la
que lleva el anillo a quién se la regaló?—El lector podría responder a Adrián que Severina está hecha y
comprometida a su familia porque así lo dispuso su madre, Camila, al momento de colocarle la alianza a
Severina, Camila toma la mano de su hija para su familia, la impone como representante de “un gustito”,
que puede aminorar el sentimiento de inferioridad de la familia de Camila y Severina, al ser ésta la exten-
sión de su madre.
Elena Garro utiliza como recurso narrativo en el cuento el monólogo. Helena Beristáin define el monólo-
go como una forma de afirmación para dar animación al razonamiento, tradicionalmente se considera co-
mo una figura de sentencia o de pensamiento frente al público cuyo ánimo tiene la intención de mover en
el sentido de interés del orador, es un discurso imitado, expresa Beristáin, porque ofrece la ilusión de
mostrar los hechos pues el personaje dice textualmente,
sin que medien términos subordinantes, un discurso pro-
pio, sí el personaje habla o piensa para sí mismo, con en-
tera desinhibición y autenticidad revelando sus sentimien-
tos más íntimos y sus opiniones y dudas más secretas. (2)
Camila declara la forma en que comete el asesinato de
Adrián Cadena frente al comisario; por lo que se justifica,
en casi todo el cuento el discurso es de Camila, su monó-
logo permite al lector percibir y conocer los pensamientos
y sentimientos de este personaje, en los párrafos largos
define conceptos, por ejemplo, “mujer casada”: mi esposo
como es debido cuando uno es mal casada, bebe, y cuando
yo me ausento se dedica a golpear a mis muchachos. (5);
“Mal”: se presenta en cualquier tiempo y toma cualquier
forma, pero nunca pensé que tomará la figura de un anillo.
(5)
“Niña leyendo”
Isabel Guerra
21
Retomando la idea de Camila como
la transfiguración de lo primitivo, lo
salvaje y una transposición de ras-
gos campesinos, al ser expulsada de
la Edad de Oro es una Eva agachada
con un Edén subvertido, heredera de
una cosmovisión folklórica, hija de
la “madre terrible” de Gilbert Du-
rand: “modelo inconsciente de todas
las brujas, viejas, terribles y tuertas,
hadas malignas que pueblan el fol-
klore y la acografía (…) viejos de-
crépitos y amenazadoras, simples
coquetas pasadas de modas y ridícu-
las, pero también brujas que (…)
preparan guisos. (1)
Al observar Camila que a Severina le habían quitado el anillo y el cambio de ánimo de ésta, culpa a
Adrián Cadena, quien le exige la devolución del “gustito”, éste se niega y Camila resuelve su problema
de la sequedad de Severina (5) por medio de Fulgencia, la bruja del pueblo como tal. Fulgencia es la
personificación de la “madre terrible”, ella trata de curar el mal que Severina tiene, le saca el animal por
su boca durante la noche antes de que cante el primer gallo, tres veces, para que, según ella, las crías
que estaban amarradas al corazón de la hija de Camila no lleguen a vivir, esta mujer atribuye el mal a la
desposesión del anillo y le pide a Camila que lo recupere antes de tres meses, antes de que las crías
crezcan en Severina. A los tres meses el feto en el organismo de la madre ya tiene una forma caracterís-
ticamente humana. Camila busca a Adrián Cadena y le exige el anillo, éste se niega y evade el asunto,
Camila promete a Adrián Cadena: “—Yo te voy a hacer el mal a ti y a toda tu familia—”(5) amenaza
que le había hecho a su tía Leonor; después Adrián le anuncia su casamiento con su prima Inés; el día
de la boda Severina escucha las campanas que anuncian el casamiento, en ese momento Fulgencia le
sacaba por segunda vez el mal, pero para entonces esta “madre terrible” le dice a Camila que su hija no
tiene cura, Camila se dirige a donde Adrián, discute con él y lo mata.
“Mujer dormida”
Carmen Barrionuevo
22
Hasta esta parte del texto se puede señalar que el cuento cumple las características de la literatura fantás-
tica donde el acaecer no es susceptible de verificación y el existir, en lo que concierne a los personajes
pertenece al dominio de la creencia o al mundo de la imaginación, el lector se integra con el mundo de
los personajes.
Sin embargo, el terminar la declaración de Camila, el narrador otorga la voz narrativa a los demás perso-
najes y el lector escucha a Inés, Severina y a Adrián Cadena, donde se confirma una relación amorosa
entre Severina y Adrián Cadena, de allí que éste cuestiona la alianza en el dedo de Severina, es sabido que
una alianza sólo se coloca cuando hay un compromiso matrimonial, también se comprende las palabras de
Adrián cuando expresa: “— Las plantas se secan por mucho sol y falta de riego. Y las muchachas por
estar hechas para alguien y quedarse sin nadie …” (5), dentro de esta sentencia Adrián supone a Severina
como una mujer hecha para él, pero se secará porque él la supone comprometida con alguien más y para
entonces se encuentra casado con su prima.
Inés termina por aclarar y confirmar la situación, Fulgencia no estaba quitando ningún mal a Severina,
esta “madre terrible” le practicaba un aborto: “—Mucho lloró la noche en que Fulgencia te sacó a su ni-
ño. Después, de sentimiento quiso casarse conmigo. Era huérfano y yo su prima…” (5) Por lo que Camila
cumple su promesa, hace el mal a Adrián y a toda su familia, no a su tía Leonor y a su prima Inés, sino a
su mujer, Severina, y mata a su hijo, al ser
huérfano Adrián Cadena, Severina y el niño
eran toda su familia. La camisa del asesinado
confirma aún más la relación entre él y Severi-
na al encontrar un cosido de una alianza con
las letras “Adrián y Severina gloriosos”, en
este sentido se unen los testimonios de los per-
sonajes que interactúan en el cuento, según
Barnet la novela testimonial está en función de
contribuir o articular la memoria colectiva, el
nosotros y no el “yo”, hay una suma de pers-
pectivas individuales. (4) En consecuencia el
texto deja de ser fantástico y el final lo define
como un texto sujeto a las causas y efectos de
leyes lógicas, la declaración se delinea en lo
fantástico pero el cuento no.
“I´ve moved”
Hsin– Yao Tseng
23
Al inicio de la presente exposición se señala que Camila está en función de madre, la madre gesta vida en el
sentido biológico y social, también la nutre. La madre se transforma en una extensión de la Madre-Tierra, la
hazaña de la mujer una vez convertida en madre es la conservación de la vida humana. Sin embargo, Cami-
la en sus características intrínsecas se define como una Eva expulsada de su Edén subvertido, es una mal
casada, se define a sí misma. También se señala que los hijos son una extensión de la madre y que ésta cae
en la hybris, el error del héroe, de imponerse a sus hijos.
Camila impone su “gustito”, el anillo, que ha encontrado a Severina para que lo luzca, la somete a sus nor-
mas; también alimenta a sus hijos, tarea de toda madre, lo curioso es que sus “muchachos” pueden llegar a
responder a los golpes del padre. “Mi esposo se dedica a golpear a mis muchachos. (…) Con mis hijos ya
no se mete, están grandes, señor, (…) pero podrían devolverle el golpe.” (5), es decir, en el sentido anatómi-
co sus hijos son unos jóvenes, edad en la que el cuerpo está en su máxima vitalidad, por lo que tienen la ca-
pacidad de realizar esfuerzos, si bien para defenderse de un golpe también para trabajar para alimentarse.
“Mujer”
Hsin– Yao Tseng
Pero, Camila sigue alimentando a sus
“muchachos”: “Me encontré a mis muchachos
sentados alrededor del comal (…) Y vi que en
todo el día no habían probado bocado (…) Los
muchachos encendieron la lumbre y yo saque el
cilantro y el queso” (5). De lo anterior se dedu-
ce que Camila tiene hijos que reaccionan por
instinto y están determinados por el sustento de
su madre, Camila no sólo impone sus deseos
también controla el desarrollo intelectual de los
mismos, no los instruye en la sobrevivencia, no
cumple con la función magistral, así la justicia
y el respeto les será con mayor facilidad veda-
do.
Gabino, esposo de Camila y padre de los
“muchachos”, Aurelia y Severina, durante el
desarrollo de la trama se describe como un per-
sonaje estático, por lo que relata Camila actúa
sólo para golpear a sus hijos, cuando observa el
mal de Severina se arrincona y no vuelve a be-
ber (5), después de que su esposa termina de
declarar su delito sólo asienta la cabeza (5), en
este sentido la imagen paterna delega la protec-
ción y sustento a la figura materna, Camila.
24
Sin embargo, Camila no conserva la vida que crea, aun cuando concibe vida no se asocia con la tierra fér-
til; atrae la tierra que cubre el organismo sin vitalidad: “Mira a tus hijos. ¿Qué van a durar? ¡Nada! Antes
de que lo sepan estarán aquí sentados, si es que no están muertos como mi difuntito asesinado, con la cabe-
za ardida por la pobreza, y los años colgándoles como piedras, contando los días en que no pasaron ham-
bre”(5); Camila les asume a sus hijos poco tiempo de vida, a Severina , su “Hijita” le asesina a su hijo antes
de que llegue a nacer, le quita la vida a Adrián Cadena, pone en riesgo la vida de Severina, por supuesto.
Camila suprime la vida por el complejo de inferioridad que la abraza, por lo tanto en su función materna se
asocia en la Muerte.
Brenda Edith Lima Dimas
BIBLIOGRAFÍA.
(1) Bartra, Roger. La Jaula de la Melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano. México: DElbolsi-
llo, 2005.
(2) Beristáin, Helena. Diccionario de Retórica y Poética. México: Porrúa, 2006.
(3) Fenech Servín de la Mora, Ana Judith. "La figura materna en Pedro Páramo” en Proemio 7. Sonora:
Unison, 2009, 17-32.
(4) Galván, Delia V, La ficcionalidad recurrente de Elena Garro 1979-1983. México: CELL. Universidad
Autónoma de Querétaro, 1988, 39-49.
“Mujer”
Hsin– Yao Tseng
25
“S/T”
Fernando Palacios
Toluca, Estado de México
26
Juan 1:1 AMOR INCONDICIONAL
U na mujer de pequeña talla, de
mirar ardiente y de blanco mate
en sus mejillas viajaba hacia
Santa Fe de Bogotá, ya que sa-
bía que su comarca era demasiado pequeña
para llevar a cabo sus planes de libertad y que
allí tenía algunos amigos patriotas que podían
ayudarle para la realización de sus elevados
ideales libertarios.
A escondidas de sus padres Joaquín y Ma-
riana, había salido sin dar aviso a persona al-
guna para no ser delatada.
En Bogotá vivía la señora Andrea Ricaurte
de Lozano que le había brindado ayuda.
La ciudad estaba conmocionada con la presencia de veedores de la corona española que vigilaban
para que continuara el plan de colonización implantado desde mucho tiempo antes y les proveía de plan-
tas, oro y sobre todo de sumisión por parte de sus colonizados; sin embargo había brotes de inconformi-
dad entre ellos, los que debían ser acallados al precio que fuese necesario y para ello mandarían a los
más sangrientos españoles, entre ellos a quien llamarían: El Pacificador; a Juan Sámano.
Policarpa se dio a la labor de seducir a varios soldados cercanos al sangriento español, quien se
mostró preocupado por el comportamiento de la revolucionaria.
Decidió entonces esconderse por un largo período de tiempo hasta que fuera olvidada por quienes le
buscaban con afán. Tornando de nuevo a sus labores.
Un día en que promovía la revolución contra el yugo español, conoció a Sabaraín, un hombre espa-
ñol que quedó prendado con el carácter, el arrojo y la inteligencia que ella detentaba.
—Quiero ir hacia el llano, donde la causa libertaria es bastante fuerte y donde puedo ser útil.
“Policarpa Salavarrieta” de José María Espinosa
27
—No vayas, yo sé que eres una mujer decidida y que es
bastante difícil influir en tu pensamiento pero yo te amo y
no soporto que estés lejos de mí.
Yo desertaré de las filas españolas y me haré aliado
tuyo si prometes que no irás al llano.
Sé que allá te espera el padre Mariño para que refuer-
ce sus filas, pero quiero que te cases conmigo. No me di-
gas aún que sí. Yo te espero todo el tiempo que quieras.
Piénsalo.
La heroína comprimió sus manos contra su pecho, sin
embargo no le dio respuesta alguna dejando pendiente el
momento preciso para darle el sí aprobatorio.
Aprovechando la noche penumbrosa, el oficial Savaraín ensilló su caballo, dispuesto a desertar cum-
pliendo palabra dada a La Pola, pero fue descubierto por uno de sus allegados que conocía el amor que
profesaba por la bella. De inmediato le hicieron bajar del caballo y le revisaron la chaqueta militar, encon-
trando la correspondencia que tenía de ella; prueba suficiente para promover su búsqueda y enjuiciarla.
Mientras tanto la heroína, buscó de nuevo a su antigua amiga Andrea, quien solícita le brindó asilo,
ya que conocía la calidad humana de la heroína y el recio carácter que poseía.
El sargento Iglesias en estado de embriaguez, y que había sido informado del lugar en el que ella se
escondía prorrumpió violentamente en el lugar apresándola, tiempo después fue llevada ante la presencia
del virrey Juan Sámano, quien mostrando las misivas que le había enviado a Sabaraín, le indagó:
— ¿Conoces estas cartas?
—Las conozco.
— ¿Son tuyas?
—Yo las escribí y las firmé.
— ¿Cuánto tiempo hace que sirves a los ladrones, asesinos, insurrectos?
—Desde el día en que los libres levantaron el grito de insurrección contra sus tiranos.
Juan de Sámano
28
— ¡Miserable!... ¿Sabes lo que dices?
—Sí, sé que debo servir a mi Patria.
— ¿Eres, pues, Policarpa Salavarrieta?
—La misma y además, soy Portaestandarte del gran regimiento de la independencia.
—Sargento Iglesias: Envíela al calabozo más sucio y con los más peligrosos maleantes, pero hágalo ya.
—De inmediato.
Sin embargo la prisión no representó para ella nada más que el compromiso ineludible por la libertad de
su nación, ya que desde allí podía comprender con mayor claridad qué se siente cuando se encuentra priva-
do de tan precioso tesoro.
Era el 14 de noviembre de 1817 cuando el pelotón de fusilamiento le llevaba al patíbulo, pero antes la
heroína pronunció las premonitorias palabras:
—Muero gustosa, y mi sangre será vengada bien pronto por los libertadores de la Patria.
Ella subió; en ese instante sonaron las balas que habían de darle fin a su vida, al mismo tiempo que se
ejecutaba a su querido amante.
Jorge Eliécer Triviño Rincón
Ansío el relato de tus sueños
Ansío el relato de tus sueños,
niña que vi durante este accidente,
ansío oler el opaco rojo en la superficie de tu pelo.
Bella lucecita, mi amparo,
estoy y te recuerdo escribiendo un encargo
limpio como tu presencia que apapacha mis mañanas.
Tengo justo aquí dentro tu mirada constelada,
es de hambre, de planeta, cual en todo, cual en nada.
Ahora me veo dormido, con ciego orgullo, ciego con orgullo vivo,
mas intentas despertarme y siento poner trabas al nuevo día, al cielo vivo,
ondulantes mentiras aún no me quito, pero tu lucecita te veo, te sigo, te amo, te afirmo.
León Mazy
S/T Iván Alifán
29
Emma Bovary, la contradicción de dos tendencias históricas
L a literatura, al igual que la filosofía, las
artes plásticas, etc., no es sino la mani-
festación del ser sociohistórico de la
época de la cual es producto. Por tanto,
por más ficcional o absurda que pueda llegar a ser la
obra literaria, ésta es siempre un reflejo de las an-
gustias, los miedos, las esperanzas y las pasiones de
los hombres que se enfrentan a una realidad concre-
ta. De manera que una obra nos puede ayudar a com-
prender las tendencias y el curso que toma o tomó
una determinada sociedad, y a su vez, sólo pensando
la obra como producto de un momento en el cual el
escritor fue el representante y la voz de una sociedad
conformada por hombres y mujeres con problemas y
anhelos reales, ésta puede ser comprendida en su
complejidad.
En este ensayo busco exponer las contradicciones
ideológicas sobre la vida, sus vicios y sus virtudes
expuestas en la ética del ascetismo burgués en la
Francia rural durante el Imperio de Napoleón III a
través de la magnífica obra de Gustave Flaubert
Madame Bovary.
Madame Bovary fue publicada por entregas a lo
largo de un año, del primero de octubre de 1856
al quince de diciembre de 1857, durante la llama-
da Edad de Oro de la Microbiología representada
por el científico Louis Pasteur.
Esta pieza literaria es considerada como una de
las más grandes expresiones del realismo francés
ya que “trata de algo que, en la superficie, hace
que nos familiaricemos a la vez con los proble-
mas, estructuras y complejos de la época corres-
pondiente” como afirmaría Werner Jung sobre las
obras realistas logradas.
La época en que se escribe la novela es posterior
a la última lucha revolucionaria de la burguesía
democrática en 1848 la cual terminó con la mo-
narquía restaurada en Francia y dio paso al naci-
miento de la Segunda República, no obstante, el
Segundo Imperio se levantaría en 1952, con el
Golpe de Estado de Napoleón III, sobre las ceni-
zas de las ilusiones pequeñoburguesas de la libre
competencia y el ahorro. El Imperio no represen-
taba entonces ya a la aristocracia parasitaria, ni al
pequeño burgués dueño de algún taller, como
tampoco al profesionista que buscaba hacerse de
una propiedad por medio de su esfuerzo; esta era
ya le época de la gran burguesía que se alzaba
con aires de grandeza en contra de sus antiguos y
sobrios ideales republicanos.
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Sin embargo, a pesar de los retrocesos en los aspectos
filosóficos y políticos de la burguesía, la época del
Imperio representó también una expansión de las cien-
cias biológicas (muy de la mano con la racionaliza-
ción de la industria) y de la medicina al ser compren-
dido el fundamento bacteriano de las enfermedades.
En este sentido, es importante recordar la obra de Max
Weber La ética protestante y el espíritu del capitalis-
mo, en la cual muestra que la burguesía en su etapa de
ascenso político, económico y social, basó su estructu-
ra ideológica en el ascetismo espiritual del protestan-
tismo como forma de comprender su rol dentro de la
sociedad. Para el burgués previo a las revoluciones de
1789 y 1848 el trabajo duro, la higiene, el ahorro, la
sobriedad, etc. se presentaban como los valores más
altos en contraste del barroco despilfarro aristocrático;
no obstante, el triunfo político del capitalismo conso-
lidó la economía de las grandes empresas. La burgue-
sía del Segundo Imperio reaccionó incluso contra sus
propios ideales republicanos retomando costumbres
del feudalismo expresadas por medio del romanticis-
mo. En Madame Bovary vamos a encontrar esta con-
tradicción entre la cosmovisión del mundo pequeño
burgués que se mantiene dentro de los anhelos del as-
cetismo del capitalismo del siglo anterior y la realidad
social del sistema capitalista de la gran empresa y la
reacción romántica.
En la novela, la figura de Emma encontrará represen-
tadas las tendencias contradictorias de su tiempo las
cuales al chocar generan un sentimiento profundo de
desesperación por la incapacidad de satisfacer sus pa-
siones en sus condiciones realmente existentes. Para
ella, su marido, no era sino la encarnación del patetis-
mo pequeñoburgués que soñaba con una vida de tra-
bajo duro y suaves recompensas sociales basadas
en el reconocimiento al mérito, pero ella, como
representante de su tiempo, inmersa en la literatura
romántica no podía dejar de imaginarse a sí misma
en esas aventuras llenas de pasión a través de luga-
res exóticos que representaba la realidad de la gran
burguesía que colonizaba el mundo no Europeo.
Para ella la vida tenía que ser vivencia, amor inten-
so, viajes, bailes en grandes salones, tabaco de tie-
rras lejanas, pero se encontraba atrapada en la pro-
vincia. París era el ideal pero su realidad era la de
Tostes y a su vez, París era la realidad de la socie-
dad burguesa y Tostes no era más que un reducto
fantasioso de sueños del pasado. Lo que en provin-
cia era virtud, en la capital era grosera ingenuidad;
mientras lo que era pecado en el pueblo, en la gran
ciudad era símbolo de virilidad y astucia.
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Esta contradicción, vivida en carne propia, llevó a Emma a sentirse insatisfecha con su propia vida y
este sentimiento fue diagnosticado por su esposo y sus colegas como histeria (muy a tono con la cien-
cia de su época). Para Charles, desde un análisis foucaultiano, se debía mantener una higiene al interior
de la familia que la aleje de enfermedades como la histeria y la perversión. De esta forma, el papel de
Emma como mujer es silenciado por él, que como hombre realiza un discurso de saber sobre ella. Em-
ma y sus deseos reales son acallados por la moral disfrazada de ciencia de su esposo y es llevada a una
zona aún más rural y provinciana que en la que vivían para ser curada. Empero, antes de mejorar y pa-
liar las contradicciones sociales en Emma, este cambio de residencia va a exasperarlas.
Ya en el pequeño Yonville, Emma busca su propia aventura a través de una relación extramarital la
cual le brindaba una forma de vivir aquello que le había sido negado, pero como su realidad no se
comporta conforme a su estructura ideológica, su vida será conducida por la fatalidad.
Sin duda esta novela alcanzó a ser un clásico de la literatura universal porque supo captar como pocas
las contradicciones sociales y expresarlas de un modo sutil y refinado. La lucha entre dos cosmovisio-
nes, de dos formas económico sociales, una vigorosa y triunfante y una que muere lentamente son re-
presentadas como un conflicto ético-moral en el personaje de Emma y logró así plasmar la tendencia
Europea de por lo menos las siguientes dos décadas (Dado que con el nacimiento del imperialismo
termina la época del capitalismo de libre competencia y se reconfigura la ideología del gran capital).
Así la ciencia, la economía y sus consecuencias morales van forjando la personalidad de los personajes
llevándolos por caminos complejos llenos de contenido.
Miguel Ángel Montoya Casasola
Bibliografía
Jung, Werner (2015) “Georg Lukács y el realismo. Revi-
sión de un paradigma” en Revista Herramienta Nº 25, Bue-
nos Aires.
Weber, Max (2006) La ética protestante y el espíritu del
capitalismo. Fondo de Cultura Económica, México.
“The reader”
Jean-Honore Fragonard
32
El extranjero
Clarice Lispector
33
Relatos de lo indecible
Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje.
Clarice Lispector
Clarice Lispector, una de las escritoras brasileñas más destacadas, nace en
Ucrania en 1920, proveniente de familia judía, que para escapar de la crisis que se vivía
en su país, deciden emigrar a Brasil en 1922. Desde muy pequeña mostró interés por las
letras, comienza escribiendo cuentos para la sección infantil del diario de Pernambuco, sin
embargo estos no fueron aceptados, por carecer de historia y describir tan sólo sensacio-
nes, característica que años después le daría el estilo a su obra.
Estudió Leyes en Río de Janeiro y siendo estudiante se casó con el diplomático Maury
Gurgel Valente, razón por la cual viajaba frecuentemente acompañando a su esposo, esta-
bleciéndose por temporadas en Inglaterra, París, Suiza y Estados Unidos, entre otros, re-
gresando por periodos cortos a Brasil; siempre nostálgica de su país decide en 1959 sepa-
rarse de su esposo, con quien tiene dos hijos Paulo y Pedro, para establecerse de manera
definitiva en Brasil y retomar la escritura y el periodismo.
Escribió principalmente narrativa: cuento, novela y relatos para niños; influenciada de
joven por Monteiro Lobato y más tarde por Jorge Amado y Fiódor Dostoyevski entre
otros. Su obra se centra en presentar el interior de los personajes, la conciencia y la vida
interna, poniendo en segundo plano los hechos en sí o las acciones, y destacando las sen-
saciones y el conflicto interno. Los temas como la soledad, la melancolía, el autodescu-
brimiento y el amor son frecuentes en su obra; sus personajes son casi en su totalidad fe-
meninos, y las imágenes presentadas recrean la cotidianidad del ama de casa, la estudian-
te, la madre; otorgando una profundidad que va más allá de lo que se podría ver a simple
vista, sin llegar a hacer ningún juicio de tipo psicoanalítico o de alguna otra índole, dejan-
do la interpretación al lector y mostrando sólo lo que interesa, las sensaciones.
Alicia Díaz Rojas
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Felicidad Clandestina
Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un
busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos chatas. Como si no fuese suficien-
te, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo
que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una
librería.
No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez
de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima
siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.
Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".
Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda
ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonable-
mente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad.
En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía
pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.
Hasta que le llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como al pasar, me
informó que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.
Era un libro gordo, válgame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para
dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente
pasaba por la casa de ella me lo prestaría.
Hasta el día siguiente, de alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía,
flotaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.
Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo,
sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en la mía, me dijo que le había presta-
do el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui des-
pacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya ca-
minaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife.
Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes
serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, y no me caí una sola vez.
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Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era
sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el
corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su
poder, que volviese al día siguiente. Poco me imaginaba yo que más tarde, en el curso de la
vida, el drama del "día siguiente" iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como
aquélla.
Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces
ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta
esta mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que era propensa a las ojeras, sentía cómo las oje-
ras se ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.
Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humilde-
mente, su negativa, apareció la madre. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de
esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos. Hubo una confusión silen-
ciosa, entrecortado de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extra-
ño el hecho de no entender. Hasta que, madre buena, entendió a fin. Se volvió hacia la hija y
con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera
querías leerlo!
Y lo peor para la mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horroriza-
do descubrimiento de la hija que tenía. Nos espiaba en silencio: la potencia de perversidad de
su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de
Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a
prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras.
¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: "el tiempo que quie-
ras" es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.
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¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la
mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre. Me fui
caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándo-
lo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho
caliente, el corazón pensativo.
Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir des-
pués el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví
a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aun yendo a comer pan con
mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por
unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la fe-
licidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presin-
tiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una
reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin
tocarlo, en un éxtasis purísimo.
Ya no era una niña con un libro: era una mujer con su amante.
Clarice Lispector
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“S/T”
Fernando Palacios
Toluca, Estado de México
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Mejorando el concepto de una misma
Me llena de alegría el hecho de ser mujer, aunque es verdad que en otro tiempo no le
daba demasiada importancia. A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de contem-
plar personalmente o a través de diversos medios, situaciones en las cuales se minimiza, humilla o vio-
lenta a las mujeres, ya sea física o psicológicamente, y es así que a raíz de ello surge el nacimiento del
feminismo, mediante el cual e indicándolo de manera generalizada, se pretende impulsar a la mujer hacia
una igualdad con el hombre, asimismo implementa el reconocimiento de ser mujer apreciando su origina-
lidad.
Ahora bien, con la finalidad de erradicar dichos abusos, resulta sumamente importante comenzar con el
amor y respeto propio, es por ello que hablaremos de la aceptación de una misma; es necesario que cada
una, ya sea soltera, casada, en un noviazgo o comprometida, comience a mejorar el concepto de sí mis-
ma, ya que frecuentemente, sea consciente o inconscientemente, se llegan a albergar conceptos distorsio-
nados de nuestra propia persona.
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La aceptación de una misma en su totalidad, es un deber el cual en muchas ocasiones es complicado
ya que no nace con nosotras, y es por ello que a lo largo de la vida resulta todo un proceso, a veces
lleno de dificultades. ¿Me acepto con mis cualidades y virtudes pero también con mis limitaciones y
errores? ¿He aceptado mi entorno familiar? ¿A mis padres? ¿A mis hijos? ¿Mi físico? ¿Mi aventura
personal? ¿Mi matrimonio? ¿Mi soltería? En verdad ¿me acepto a mí misma?
Es preciso indicar, que el hecho de aceptar las limitaciones presentes o pasadas, no quiere decir de
modo alguno que se debe conformar con ellas o llegar a un estancamiento pensando que estarán allí
siempre. Sin embargo, es primordial tener un concepto positivo y realista de una misma, sin inferiori-
dad (auto-depreciación) ni superioridad; asimismo existe otro obstáculo del sano concepto personal,
que es el mantener vivos en la memoria los fracasos pasados manteniendo así el complejo de la culpa-
bilidad y al mismo tiempo de inseguridad.
Para mejorar el concepto de sí misma, es necesario establecer una nueva identidad, primeramente en
la forma de pensar, para después manifestarlo externamente; si hay una identificación con un bajo au-
to-concepto, se continuará viendo en el mismo nivel, una identidad propia y plena implica la libertad
del complejo de inferioridad, o bien de superioridad, de los recuerdos, culpas o angustias de fracasos
anteriores. El punto ideal de una identidad sana, es posible que sea difícil de localizar, no obstante al
trabajar en ello se irá alcanzando una nueva clase de vida, un éxito genuino en lo personal.
En segundo lugar, establecer metas definidas, mejor aún si es posible todos los días, estando totalmen-
te concentrada y enfocada en esas metas, accionando las mismas a efecto de evitar fracasos e insatis-
facciones. En consecuencia, la aceptación y el concepto que se tenga de una misma, quedará influido
tanto por el pensar como por el actuar.
Guadalupe Montserrat Echeverri Tenorio
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Tierra de hombres (north country)
Siempre se ha pensado que hay trabajos en los que una mujer no puede desempeñarse, y cuando
lo logra y de forma extraordinaria los hombres buscan demostrar que no es un lugar para ellas a través de
la violencia, porque está en una Tierra de hombres.
La película North Country, que en español se tradujo como Tierra de hombres, del director Niki Caro re-
presenta la vida de una mujer en una mina de hierro. En ese lugar ella no sólo encontrará ese metal sino el
simbolismo de su vida. El rechazo del padre por ser madre soltera es otro de los tópicos que marcan el
rumbo de su vida, Josey Aimes (Charlize Theron) es madre de dos niños a los que tiene que sostener y
busca trabajo en la única fuente del lugar que es una mina de hierro, la violencia marca la vida de las mu-
jeres que trabajan ahí. La película es un ejemplo cruel y real de lo que viven muchas mujeres que tienen
que trabajar en lugares dominados por hombres.
Sin embargo, esta situación no derrumba a Josey, sino se convierte en su inspiración para enfrentar al
dueño de la mina en la corte para exigir equidad y respeto en el trato por parte de los hombres que labo-
ran en la mina, las otras mujeres no quieren denunciar por miedo a perder su trabajo y su único ingreso.
Con todo, hay un triunfo importante para estas mujeres al denunciar y derrumbar un mundo diseñado para
hombres. Aún falta mucho por hacer para lograr un trato de libertad y respeto, pero es importante recono-
cer nuestras diferencias y aceptar un trato equitativo entre ambos géneros.
Alicia Aguilar
Conversando de...
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Ecos del cine
"Cuando la fortuna te sonríe al llevar a cabo algo tan
violento y terrible como una venganza, es una prueba
irrefutable no sólo de que Dios existe, sino de que es-
tás cumpliendo su voluntad."
Beatrix Kiddo, Kill Bill
“- En todo lo que miro te veo a ti, Mallory.
- Lo se cariño, yo también siento esa locura.
- La fealdad parece hermosa cuando estás tú.
Aunque esté aquí dentro te visito todas las no-
ches.”
Mickey Knox a Mallory Knox, Natural Born
Killers
“En tu vida conocerás muchos tontos. Si te hacen
daño, recuerda que es porque son estúpidos. No res-
pondas a su crueldad. No hay nada peor que la
amargura y la venganza. Muestra tu dignidad y tu
integridad.”
La abuela a su nieta Marjane Satrapi, Persepolís
"El mundo se derrumba y nosotros nos
enamoramos."
Ilsa a Rick, Casablanca
42
Estudios literarios El narrador
El narrador es parte esencial del texto, es
según Genette (1) el sujeto enunciante que
al contar la historia construye el discurso y
es de carácter ficcional, pero muchas veces
esta figura se confunde con el propio autor,
por lo que primeramente tendremos que de-
jar al autor real al margen del relato y de la
historia, el autor es quien le da vida al na-
rrador, más el narrador es quien realiza el
acto narrativo.
El narrador tiene que posicionarse necesa-
riamente en algún sitio al momento de con-
tar la historia, “existen dos maneras en que
se presenta la historia: en una sola o si se
engloba en otra (u otras) dentro de ella.
Cuando el narrador pertenece a una historia
sin dependientes, es decir, cuando no inclu-
ye otras, puede ser:” (2)
Heterodiegético: no participa en la historia.
Ejemplo: el narrador en la novela
“Madame Bovary” de Gustave Flaubert.
Homodiegético: Interviene en lo relatado;
por tanto es un personaje. Ejemplo: el
narrador de la novela “Abdul Bashur so-
ñador de navío” de Álvaro Mutis.
Autodiegético: es aquel que cuenta su pro-
pia historia, siendo el protagonista de la
misma. Ejemplo: el narrador en el cuen-
to “La granja blanca” de Clemente Pal-
ma.
En los casos en que se trata de una historia que
incluye otras o que se circunscribe dentro
de alguna, el narrador puede ser: (2)
Narrador extradiegético: corresponde al re-
lato principal, es decir, al que enmarca
otras diégesis.
Narrador intradiegético: pertenece a una
historia incluida en otra.
Existe una clasificación más de acuerdo a la
información que posee el narrador acerca de lo
que enunciará:
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Narrador omnisciente: sabe más que los personajes, sabe lo que piensan y sienten, posee
el conocimiento de lo que ha pasado antes de lo narrado y lo que pasará después.
Narrador equisciente: sabe lo mismo que los personajes, no tiene la posibilidad de saber
lo que otros piensan ni predecir lo que pasará.
Narrador deficiente: sabe menos que los personajes, así que se entera de los hechos a me-
dida que ocurren, desconoce la conciencia de cualquier personaje.
Bibliografía:
(1) Genette, Gerard. Figuras III. Editorial siglo XXI, México, 2008.
(2) Quintana Tejera, Luis. Literatura 1. Editorial publicaciones cultural, primera edición,
México, 2006, pag. 8-9.
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La Letra Errante se edita en la Ciudad de Toluca, México.
Mayo de 2015.
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