Enrique Bellagio
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Liderazgo, Estrategia y Poder
Unidad 1
Presentación
Objetivos general
La asignatura tiene como objetivo brindar los conocimientos básicos del marco teórico-
conceptual y favorecer el desarrollo de habilidades específicas para el proceso de toma de
decisiones en la gestión de políticas públicas en contexto de estabilidad o de crisis; a efectos
de elevar la capacidad profesional y la calidad del accionar de los futuros dirigentes o
gerentes del ámbito público dando lugar a nuevas fórmulas de acción basadas en el consenso
social y/o promovidas por la sociedad civil.
Las temáticas a abordar en este Curso están vinculadas estrechamente al desarrollo de las
variables y complejidad intervinientes en la gestión de las políticas públicas en los niveles
decisorios del nivel local o regional, considerando que el desarrollo regional y local depende
cada día más de un conjunto de activos intangibles, donde la cualificación y formación de
recursos humanos en la gestión de las iniciativas locales, planificación del desarrollo regional
y local y análisis territorial se han convertido en una necesidad para competir globalmente.
Objetivos particulares
Que los participantes puedan desarrollar pensamiento complejo para la comprensión
multidisciplinaria de contextos y elaboración de diagnósticos específicos; organizando el
potencial del desarrollo local y regional, identificando, sistematizando, evaluando y
acompañando proyectos individuales y colectivos tanto en el ámbito social como en el
productivo.
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Promover una reflexión sobre los aspectos éticos de la gestión de política públicas en el
marco de políticas participativas con una base respetuosa de las diferencias.
Promover una actitud crítica y a la vez creativa alrededor del diseño e implementación
de políticas públicas locales y regionales, con el fin de crear un clima de intercambio
que contribuya al éxito de los proyectos de desarrollo de cada territorio.
Establecer relaciones entre conceptos y teorías desde un enfoque multidisciplinario.
Buscar, seleccionar, analizar y jerarquizar insumos de información para el proceso de
toma de decisiones.
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Introducción
Piense que...
El desarrollo de contenidos del curso está basado en el marco teórico conceptual de diferentes
disciplinas, pero fundamentalmente se desarrolla sobre la aplicación práctica de los conceptos
y conocimientos de las diferentes teorías, y de que manera, la comprensión de las mismas
pueden mejorar nuestro accionar y proceso de toma de decisiones cotidiano.
Básicamente nuestras vidas de manera consciente o inconsciente se ven afectadas por algunas
variables básicas de interrelación en la denominada comunidad organizada. Diariamente
afectamos la vida de otras personas o sus decisiones afectan la nuestra. Inicialmente
simplificaremos el abordaje de las variables sin por ello desconocer la teoría de la complejidad
elaborada por Edgard Morin, a la que abordaremos oportunamente.
Esencialmente navegaremos entre dos aguas en el mismo tiempo y espacio:
la del deber ser de la teoría y la ética de la responsabilidad individual y colectiva; y
la de la realidad cotidiana, con su lógica de supervivencia, su esperanza de proyecto y sus miserias
pasadas o presentes.
Por supuesto que este tipo de enfoque debe responder a la cultura social predominante del colectivo
social en análisis y por ende referiremos el análisis de comportamientos colectivos a la realidad en
la cuál estamos inmersos.
No por lo expuesto anteriormente desarrollaremos un análisis filosófico sino por el contrario abordaremos estas
cuestiones desde el enfoque del comportamiento y procesos de las personas en las organizaciones públicas,
aunque como veremos más adelante estos análisis son absolutamente válidos para el sector privado y también
para el denominado tercer sector de nuestras sociedades.
La asignatura intentará contribuir a la comprensión de la interrelación y ponderación de las variables
intervinientes en la realidad cotidiana que nos afecta, analizando el comportamiento pasado y tendiendo a
modificar nuestro comportamiento futuro inmersos en la actividad de las políticas públicas, sabiendo por ello que
nuestro proceso de toma de decisiones afectará al conjunto social en todos los segmentos y sectores sociales;
según sea el alcance de las políticas a implementar.
En definitiva nuestro objetivo más allá de los objetivos académicos a alcanzar, aspira a presentar de una manera
cruda los comportamientos individuales y colectivos de los problemas políticos y sociales. Si creyéramos desde
una visión ingenua que el hombre es ante todas las cosas una voluntad de dignidad, seguramente viviríamos un
mundo mejor, más equitativo y justo.
No podemos de manera alguna plantear ser dignamente un hombre o no ser nada.
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Esta es una visión del deber ser, absolutamente respetable, pero no es real, los hombres y mujeres
contemporáneos son diferentes, los movilizan diferentes ideales, afectos e intereses. Desconocer la realidad o
pretender desconocerla es imitar la postura del avestruz, que al ocultar su cabeza bajo tierra cree que han
pasado todos los peligros. Debemos analizar el comportamiento humano desde cada integridad psicológica y
espiritual, tanto desde lo individual como desde lo colectivo. Entendiendo y aceptando que vivir en democracia
no es el superficial derecho a votar y ser elegido desde el deber ser, sino que además implica el derecho
fundamental de vivir en paz con su propia conciencia, con su familia, con sus bienes y su destino, aceptando
todos y cada uno de los derechos y deberes que el sistema de convivencia impone.
Los nuevos desafíos de la política serán menos económicos que sociales y sus respuestas estarán
más vinculadas con los cambios en las actitudes y las costumbres que con la asignación del gasto
público. Ello implica necesariamente la construcción de una nueva agenda política de nuestro
tiempo. Los efectos de la globalización, su revolución científica, tecnológica, financiera y cultural,
significarán temas centrales de la nueva agenda política, así como el medio ambiente, la ingeniería
genética del fenómeno humano, la pobreza, las etnias religiosas y el terrorismo, y el nuevo orden
económico del comercio internacional; serán seguramente los temas de las agendas políticas y
públicas del siglo que acaba de comenzar.
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Tema 1: La construcción de la Agenda Política
Para desarrollar el concepto de Agenda, es necesario inicialmente abordar el principio de organización.
Este trata de explicitar:
Como las variables se relacionan unas con otras.
Como son las relaciones de dependencia mutua, de interacción.
Para comprender el principio de organización, siguiendo a Alberto Levy, es necesario explicitar la interacción
entre la gente, entre los productos, entre las funciones y entre los procesos, fundamentalmente dentro de cada
organización. Los resultados de cualquier organización dependen de cómo esta organizada la interacción de
estas cuatro dimensiones.
Pero este simple análisis teórico deberá ser reforzado desde otras perspectivas para poder
aproximarnos a la realidad. En el principio de sinergia, el modo en que se relacionan las
variables intervinientes hacenque unas potencien a las otras, que sé retroalimenten y
articulen para lograr resultados estratégicos. Al hablar de sinergia nos vemos obligados a
separarnos del razonamiento elemental de la linealidad, de las simples relaciones causa –
efecto, para así poder comprender el principio de complejidad.
Las organizaciones públicas son un fenómeno mucho más complejo de lo que en general se
supone.
Esta complejidad está dada por:
la enorme cantidad de variables de todo tipo intervinientes, muchas de ellas difícilmente reconocibles;
por los valores o valoración de estas variables y
por la interacción entre ellas.
Por las dependencias mutuas, a veces lejanas en el tiempo. La mayoría de los problemas de hoy son
consecuencia de las excelentes soluciones del pasado. La política y la implementación de políticas públicas
nos enfrentan con dilemas de difícil solución. El dilema entre la rutina y la ruptura. Seguir haciendo exactamente
el mismo modelo, el mismo producto, los mismos procesos o la ruptura, romper e innovar.
Este dilema nos lleva inevitablemente a la paradoja entre la eficiencia –hacer correctamente las cosas– y la
efectividad –hacer las cosas correctas-.
La eficiencia requiere de rutina implica transitar los ejes de la productividad y competitividad;
la efectividad requiere innovación, cambio y ruptura transitando el eje del posicionamiento.
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En términos generales los dilemas son de difícil solución por los costos que implican y con las
paradojas debemos convivir cotidianamente; por lo que no hay libro, ni experiencia, ni receta, ni
consultor, ni fórmula, ni político, ni gerente que tenga una respuesta exacta para cada una de ellas.
Los dilemas y las paradojas de la gestión nos llevan invariablemente al principio de la innovación, entendiendo la
misma como proliferada e integral y no como tarea de laboratorio de investigación. La innovación requiere tener
la actitud de superar lo que ya se tiene, aunque esté funcionando bien, basándonos en el concepto de
destrucción creadora en función de una visión que supere las expectativas individuales y colectivas, y evite
hacernos obsoletos a nosotros mismos.
Necesariamente el principio de innovación va de la mano con el principio de la oportunidad.
Siempre la pregunta clave será, Cuando?
Y la respuesta es: siempre antes.
De no ser así siempre habrá excusas, la resistencia al cambio siempre va a creer que aún no llegó el momento
oportuno, y esto implicará reaccionar ante los cambios inevitables en lugar de manejarlos.
Las oportunidades se presentan como ventanas estratégicas que se abren de repente, pero que se cierran cada
vez más rápido. Una de las características de nuestra época es que ese tiempo es cada vez menor.
Finalmente en la construcción de la Nueva Agenda Política intervendrán necesariamente tres principios
fundamentales a la hora de construir consensos y poder político.
Estos son:
el principio de utopía,
el principio de visión y
el principio de mística.
Para tener impulso de mediano y largo plazo debemos instalar el principio de futuro o utopía de un futuro
mejor, que permitirá comprender las decisiones de hoy que impactaránen el futuro. Es preciso comprender que
todas las dificultades y todos los problemas que tengamos en el futuro serán la consecuencia de las decisiones
exitosas que estamos tomando hoy. Que hoy es el mañana que ayer no hemos tenido en cuenta.
Para lograr lo anteriormente expuesto tenemos que creer profundamente en el principio de visión, que
consiste en generar una visión comprendida, compartida y comprometida; unimpulso emocional que indique
hacia donde estamos yendo y lograr que todos o la gran mayoría quiera llegar a ese lugar.
Porque todos ganan llegando a la meta propuesta enrolándose tras un sueño común, detrás de una idea que
aglutina y moviliza.
Para hacer realidad el principio anterior debemos basarnos en el principio de mística o como maximizar la
participación y la comunicación, detrás de una utopía de sentido y destino común. Este principio consiste en
generar el sentimiento de pertenencia, la voluntad de vencer, el sentimiento de comunidad. Estos elementos
conforman la base esencial de la competitividad, basada en una cultura común, orientada hacia objetivos
comunes hacia un sentido de destino común; eso es místico.
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Finalmente para desarrollar completamente una agenda política o pública debemos referirnos
a otros tres principios fundamentales para obtener los resultados deseados.
Ellos son:
el principio de comunicación,
el principio de participación y
el principio de trabajo en equipo
Uno de los mayores problemas que enfrentan las organizaciones públicas o privadas de envergadura
es el de la comunicación interna.
Cada vez que desee involucrar a alguien en cualquier proceso, cualquier actividad debo comunicarle que deseo
que participe, que lo quiero escuchar y verlo en acción. El axioma enséñame y olvidaré; muéstrame y recordaré;
involúcrame y aprenderé es el que nos permite identificar el principio de comunicación.
A partir de entender la importancia de la comunicación, llegaremos a decidir promover la participación de los
recursos humanos de la organización tanto internos como externos a la misma. Se trata de escuchar y hacer
escuchar a todos para que se sientan involucrados, partícipes necesarios de la visión, planificación, estrategia y
logros compartidos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, alineando los incentivos en ambas direcciones.
Este es el principio de participación.
Finalmente el principio directamente vinculado al liderazgo que corresponde al principio de trabajo en equipo,
difícil de lograr por las complejas condiciones intervinientes, tales comoconfianza, objetivos e intereses
comunes, significados compartidos, desempeño por el control compartido, complementación, polivalencia, etc.
El trabajo en equipo como toda unión estratégica responde a la química y visión compartida de los integrantes de
esa alianza.
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Tema 2: Los diferentes campos de acción entre el decisor político y el gerente público A
Más allá de los componentes teóricos conceptuales básicos a tener en cuenta para la construcción de la Agenda
Política o Pública, existen diferentes etapas de construcción y ámbitos de ejecución de la misma que van
delineando sus contenidos y campos de acción entre los niveles políticos y gerenciales de la organización para su
consecución.
Tiempo y Confianza en la Decisión
Temario Liderazgo Político Gerenciamiento Público
Políticas
1. Agenda
Pensando y aprendiendo
INNOVACiÓN
Provee la direccionalidad a través
de la visión y las imágenes que
proyecta
PLANEAMIENTO
Control de los recursos físicos,
humanos y financieros.
Estrategias
2. Movilización
de RRHH para una actividad
predeterminada
ALINEAMIENTO
con la propuesta a través del
mensaje o discurso
ORGANIZACIÓN OPERATIVA
definición de las estructuras,
sistemas y procesos
Tácticas
3. Interacción
para la Implementación
MOTIVACIÓN PARA EL CAMBIO
Inspiración y mística para el
cambio
MONITOREO
control, evaluación de impacto,
análisis de resultado, balance
periódico
Acción
en marco de estabilidad
Tal como se ve en el gráfico anterior la construcción de la Agenda tiene cuatro etapas claramente definidas en
su construcción.
Las mismas son:
la primera es la etapa Política donde se debe definir la visión;
la segunda etapa es la de Estrategia donde definiremos el sistema, el que, como y cuando de la
totalidad de los recursos disponibles para los fines a alcanzar;
la tercera es la de Táctica donde definiremos de que manera obtendremos lo resultados esperados y
finalmente la etapa de Acción donde nos abocaremos a los subsistemas de monitoreo y control de las
acciones y desvíos para su evaluación y eventual corrección.
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Más allá de las etapas, a su vez se hallan definidos los diferentes campos de acción entre la responsabilidad
política y gerencial de la organización para llevarla a cabo; por ende en cada una de las etapas deberá
definirse las actividades desagregadas para cada uno de los ámbitos anteriormente mencionados.
Todo esto deberá estar absolutamente enmarcado por la definición de principios rectores de la
construcción de la Agenda enunciados precedentemente más las especificidades de la organización
y su mercado.
Pero a estas etapas se le adicionan algunas cuestiones complementarias no menores que tienen que
ver con el marco de realidad fáctica. Estas variables son el tiempo y la confianza.
En la Construcción de la Agenda Política interactúan un sinnúmero de variables. Por supuesto que al formato
teórico que damos como guía, hay que completarlo con los contenidos temáticos y específicos de la Organización
o parte de la misma que nos toque conducir.
Si vemos con detalle básicamente la construcción de la Agenda responde a tres vertientes organizativas.
La primera corresponde a los principios ordenadores de la misma. (ver La Construcc de la
Agenda Política)
La segunda a las etapas que ordenan la secuencia del proceso de toma de Decisiones.
(ver Los diferentes campos de acción entre el decisor político y el gerente público) Estos
aspectos de definición de la Agenda contemplarán no solo el corto
plazo además deberán trazarse los lineamientos de mediano y largo plazo.
Finalmente debemos complejizar aún más nuestro esquema inicial al agregarle el manejo
de los tiempos técnicos, administrativos y políticos. (ver Los tiempos....)
Agenda Identificación de acontecimientos
Políticos
Identificación de tareas Técnicas
Obs
Local Prov Nac Inter Rest Pol
Rest Adm
Rest Tec
Local Prov Nac Inter Rest Pol
Rest Adm
Rest Tec
Politica
Nivel 1 Corto
Mediano
Largo
Estrategia
Nivel 2 Corto
Mediano
Largo
Táctica
Nivel 3 Corto
Mediano
Largo
Acciones
Nivel 4 Corto
Mediano
Largo
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Confianza y Tiempo
Cuando el político a cargo de la organización accede a la conducción de la misma por razones electivas o
por nombramiento en el cargo, se encuentra en el punto inicial de su gestión, es en ese momento cuando
se encuentra con el máximo de tiempo disponible para gestionar pero con el umbral mínimo de
confianza de la estructura burocrática que lo acompañará durante la misma.
Como contrapartida al final de su mandato se encontrará sin tiempo disponible para gestionar y contará
con el máximo posible de la confianza que haya sabido construir durante su gestión.
Durante el promedio de su mandato a su vez se encontrará con suficiente tiempo para en gestionar y
con una base de confianza suficiente la estructura burocrática para acompañarloen propuestas
transformadoras de la realidad.
En esta simplificación de los procesos de la realidad solo resta decir que aparecen otras variables a tener en
cuenta que tienen que ver con el contexto y con el poder, cuestiones que detallaremos más adelante.
Las variables contexto, tiempo y poder también deberán ser tenidas en cuenta a la hora de construir
la Agenda.
Del contexto podemos decir que es una variable dinámica y exógena a la organización pero de una
relevancia significativa dado que incidirá directamente sobre nuestro accionar.
El manejo y comprensión de los tiempos no es una variable menor porque como veremos los tiempos
técnicos, administrativos y políticos se guían por lógicas diferentes del campo del conocimiento.
De los factores de Poder, que detallaremos en la última unidad, deberemos tener un acabado diagnóstico
de quienes lo ejercen, cuando como y porqué; tanto dentro como fuera de la organización.
Administración del tiempo (descargar en el Campus)
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Tema 3: Los tiempos técnicos, administrativos y políticos
Los Tiempos Técnicos se guían por los paradigmas y las restricciones de las Ciencias.
Para dar un simple ejemplo en la ingeniería civil el proceso de fragüe del hormigón para lograr
su máximo nivel de dureza, alcanza a los 28 días, esto no podrá ser modificado por ninguna
decisión administrativa o política en contrario. Saber escuchar acerca de las restricciones
técnicas hará que podamos incorporar a la agenda estas cuestiones de interés de la
organización sin cometer errores por desconocimiento de alguna ciencia en particular.
Los Tiempos Administrativos se guían por el marco jurídico administrativo vigente del Estado en cada
uno de los diferentes niveles jurisdiccionales, afectando de esta manera no solo a la Organización sino a
su entorno (administración y administrados).
Como ejemplo podemos citar la ley marco de regulación de las cuestiones entre Estado
administrador y ciudadanos administrados que es la Ley de Procedimientos Administrativos (N
°19549 y sus modificatorios), donde se establecen las formas y tiempos de interacción entre
los mencionados. El tiempo de vista de un expediente se halla perfectamente definido en
dicha norma y esto afecta de manera particular tanto a la Organización Pública como a los
ciudadanos administrados.
En términos generales toda la estructura jurídica multijurisdiccional regula los tiempos
administrativos; los que deberán ser tenidos en cuenta a la hora de la construcción de la
Agenda.
Finalmente los Tiempos Políticos. Según el historiador francés Fernand Braudel la historia se construye a
partir del acontecimiento o hecho significativo para la historia dado que produce transformaciones
importantes en el contexto. Según el mismo autor la suma de acontecimientos de un período dado
constituye una coyuntura y la suma de coyunturas constituye la denominada estructura histórica.
Analógicamente a la definición de Braudele para analizar la historia, si consideramos a la política como la
ciencia de ciencias podemos decir que la política se construye a partir de los acontecimientos creados o
no por la política.
Por lo tanto el político guía su accionar en base a los acontecimientos de la coyuntura que le toca
vivir y administrar. Estos elementos endógenos o exógenos a la Organización deberán ser tenidos
en cuenta a la hora de construir y ejecutar la Agenda Política.
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Tema 3: Los tiempos técnicos, administrativos y políticos - 2
El manejo correcto de los diferentes tiempos técnicos, administrativos y políticos harán factible las realizaciones
previstas en la agenda, de lo contrario las excelentes soluciones que propongamos hoy serán los problemas de
mañana.
Por supuesto que todo lo expuesto hasta este momento es válido en contexto de estabilidad,
ante un contexto de crisis o caos las lógicas de funcionamiento, la dinámica del contexto y el
proceso de toma de decisiones se ve profundamente alterado por diferentes circunstancias lo
que define otras estrategias y actualización o modificación permanente de la agenda.
Ante una secuencia estable o contexto de estabilidad se podrá incidir tanto en el corto como en el mediano y
largo plazo, ante un contexto de urgencia solo se podrá actuar sobre las variables de la coyuntura y en un
contexto de emergencia solo se trata de sobrevivir.
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Tema 4: El concepto de crisis
Introducción
“La Lección del Águila”
El águila es el ave que vive más tiempo, llegando a alcanzar 70 años.
Sin embargo, para llegar a esa edad, a los 40 años tiene que tomar una seria y difícil decisión. A los
40 años el águila se encuentra en una fase decisiva y delicada de su vida:
Las uñas se han puesto largas y flexibles, y con eso no logra más agarrar a los animales de
los cuales se alimenta.
El pico alargado y puntiagudo se ha puesto curvo, lo que le complica el cazar y alimentarse.
Sus alas están envejecidas y pesadas porque las plumas están más gruesas y se hace cada
vez más difícil volar.
En ese momento de la vida, el águila tiene nada más que dos alternativas: morir o enfrentar un
doloroso proceso de renovación, que va a durar 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y alojarse en un nido cerca de una
pared, donde no necesite volar.
Luego de encontrar ese lugar, el águila comienza a batir con el pico contra la pared hasta lograr
arrancarlo. Después que lo arranca, espera que nazca un nuevo pico, lo que tarda algunas
semanas. Sólo con el nuevo pico es que el ave va a poder después arrancar sus garras.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, el águila comienza a arrancarse las viejas plumas.
Recién después de cinco meses, cuando ese proceso está terminado, sale para el famoso vuelo de
renovación y para vivir entonces 30 años más.
Este hecho real nos enseña algo interesante y que puede ser usado por todos nosotros. Al fin y al
cabo, en nuestra vida, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un
proceso de renovación. Para seguir volando en un vuelo de victoria, debemos desprendernos de
recuerdos, costumbres y otras tradiciones que nos hayan causado dolor y problemas. Y debemos,
todavía, tener el coraje para cambiar. Solamente libres del peso del pasado podremos disfrutar del
resultado valioso que una renovación siempre trae.
Esta lección que nos presenta las Ciencias naturales, tiene absoluta vigencia y analogía con la magnitud de la
crisis y decisión de las reformas que enfrenta la República Argentina sin distinción de poderes, procesos de
Reforma del Estado en sus diferentes niveles jurisdiccionales; cambios de paradigmas en la dirigencia política,
empresarial y social; modernización de las instituciones públicas y privadas y de la sociedad en su conjunto
independientemente de sus segmentaciones posibles.
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Tema 4: El concepto de crisis - 2
4.1 ¿Crisis o Caos?
El problema que se nos plantea es, con la realidad de hoy y del mañana, sin perder de vista el ayer; pero la
incógnita es: El sistema político, institucional, económico y social está en
crisis?, o el sistema político, institucional, económico y social está en estado caótico?
Para intentar dar una respuesta a estos interrogantes, tendremos que discurrir sobre estos paradigmas, porque
su insuficiente valoración nos puede llevar a evaluar equivocadamente si es que:
“Hay desórdenes funcionales con soluciones conocidas o hay desórdenes estructurales con soluciones por crear o
inventar. Estamos en un proceso reformista o en un proceso revolucionario?”
¿Nos encontramos ante una dinámica de urgencia del Proceso de Reforma en la crisis o ante
una dinámica de emergencia en el caos de un Proceso Revolucionario, desconociendo la
profundidad y magnitud de los cambios estructurales en marcha con la oportunidad de gestar
una nueva Argentina?
Veamos en el siguiente cuadro los carriles por los cuales han transitado los diferentes procesos de Reforma en
Argentina.
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Tema 4: El concepto de crisis - 3
Del cuadro surge claramente que la Argentina ha transitado por simples procesos de Reforma sin considerar la
complejidad de las principales variables intervinientes para lograr las transformaciones esperadas o deseadas.
Esto no quiere decir que no hayan existido ciertos logros, pero los mismos corresponden al campo
del pensamiento simple o lineal en el cuál a una pequeña causa corresponde un pequeño efecto, o
en el mejor de los casos a una gran causa un gran efecto.
La noción de crisis se ha expandido en el siglo XX, hacia todos los horizontes de la conciencia contemporánea,
pero esta noción al generalizarse ha sufrido una suerte de variación de su concepto original.
En su origen KRISIS, significa decisión, es el momento decisivo, en la evolución de un proceso incierto, que
permite el diagnóstico. Hoy el concepto de crisis significa indecisión. Es el momento en el que, junto con una
perturbación, surgen las incertidumbres.
En este sentido para comprender el significado actual de crisis se debe ir más allá de la idea de perturbación, de
ruptura de equilibrios. Si al concepto de sistema, es decir al conjunto organizado por la interrelación de sus
constituyentes, le incorporamos el concepto de antagonismos complementarios nos aproximamos a la definición
de Lupasco que dice:
“que a fin de que un sistema pueda formarse y existir, es necesario que los constituyentes de todo
el conjunto, por su naturaleza o por las leyes que los rigen, sean capaces de, acercarse al mismo
tiempo que de excluirse, de atraerse a la vez de repelerse, de asociarse y disociarse, de integrarse
y desintegrarse.”
Así toda interrelación necesita y actualiza a la vez un principio de complementariedad y necesita y virtualiza un
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principio de antagonismo.
De esta manera nos aproximamos aún más a la complejidad teórica del concepto de crisis planteado por Edgard
Morín:
“Cuanto más rica sea la complejidad, más viva, más móvil e inestable se vuelve la relación
antagonismo/complementariedad, que acarrea en su seno a la vez el fenómeno de crisis, el cuál,
desorganizador del hecho de transformación de las diferencias en oposiciones, de las
complementariedades en antagonismos, puede suscitar reorganizaciones evolutivas”
Sobre la crisis mucho se ha escrito y es popularmente utilizada como sinónimo de desorden y su concepción más
usada en los ámbitos académicos es la que dice que:
“Es un momento de peligro y oportunidad de los sistemas, ya que se ha modificado el orden interno
y han caído las defensas. Peligro de regresión a una etapa anterior u oportunidad de pasar a una
etapa más compleja de organización”.
Lo importante de este modo de leer la crisis es que mientras la mera administración o el pesimismo
de la inteligencia se dirigen hacia el peligro del problema, el liderazgo u optimismo de la voluntad
se orienta hacia la oportunidad del cambio que la crisis posibilita, parafraseando a Gramsci.
Cuando decimos que la crisis tiene dos componentes, que son: el peligro y la oportunidad, estamos diciendo que
el componente oportunidad, siempre va a estar presente, sin olvidar que como decía Freud: “La crisis es a la
vez un revelador y un operador ”.
Ver video en el Campus
La crisis revela lo que estaba oculto, latente, virtual en el seno del individuo, de la sociedad: los antagonismos
fundamentales, las rupturas subterráneas, el encarrilamiento oculto de las nuevas realidades; y al mismo
tiempo la crisis ilumina la parte sumergida de la organización individual o social, sobre sus capacidades de
supervivencia y transformación.
La crisis también pone en marcha el estado naciente de todo lo que puede aportar cambio, transformación o
evolución. Es final y principio. Desde la teoría de la evolución, toda evolución nace siempre de acontecimientos,
accidentes, de perturbaciones, que originan una desviación, que se convierte en tendencia, la que entra en
antagonismo en el seno del sistema, provoca desorganizaciones/reorganizaciones más o menos dramáticas o
profundas. La evolución puede ser concebida como un rosario de desorganizaciones y reorganizaciones casi
críticas.
Así como el pasaje del infante al adolescente, del adolescente al adulto o del adulto a la edad madura significan
etapas de crisis evolutivas en las personas, las sociedades al igual que estas tienen crisis evolutivas. Aquí
deseamos volver al concepto enunciado precedentemente: la crisis
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nos plantea el peligro de regresión a una etapa anterior u oportunidad de pasar a una etapa más
compleja de organización.
Los individuos para lograr el salto cualitativo del proceso evolutivo deben definir un nuevo modelo de vida a
desarrollar y transformarlo en tendencia, deben reformarse al igual que el águila para emprender el nuevo
camino. A la sociedad Argentina le está ocurriendo algo similar; deberá elaborar su modelo de país y de
sociedad que desea desarrollar para dar este salto cualitativo como alternativa de oportunidad ante la crisis,
caso contrario la alternativa por oposición y peligro del dilema que enfrenta será la de una regresión a una etapa
anterior aunque no de iguales características porque el grado de deterioro de su organización será mayor.
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Tema 4: El concepto de crisis - 4
Hasta aquí hemos tratado de identificar el primer componente de la crisis actual que afecta a la
Argentina. La Argentina sufre de una crisis evolutiva, en términos políticos, institucionales, económicos y
sociales que afectan de maneras diversas a su forma de organización y desarrollo. Estará en cada uno de
nosotros evaluar si estamos con la actitud de conjunto de enfrentarla con el pesimismo de la inteligencia o con
el optimismo de la voluntad de cambio, afrontar el peligro o aceptar el desafío de la oportunidad.
El concepto oriental de crisis es recuperado por el análisis organizacional y para entenderlo en su complejidad es
necesario seguir a Lapassade (1979), cuando afirma:
“La crisis es uno de los analizadores más importantes de las organizaciones y sociedades, hace
surgir la verdad de lo que está oculto; todo es decir, individuo, grupo, acontecimiento, situación, el
escándalo mismo. Las crisis son las situaciones que mejor revelan las verdades ocultas de los
individuos, de las organizaciones y las sociedades, permiten entender relaciones y vínculos,
estructuras, modos de pensar y de hacer; que previamente al desencadenamiento de la crisis, no
eran percibidos ni entendidos.
También emergen posibilidades de repensar las estrategias y estructuras organizacionales o
sociales, cuya mera consideración era imposible de ser encarada con anterioridad a la situación de
crisis. Es decir que la crisis transparenta tanto las situaciones existentes como las oportunidades
disponibles que precedentemente estaban veladas y, por lo tanto, no podían ser objetos de
consideración.”
“La única verdad es la realidad” (J. D. Perón)
Acá nos encontramos ante “la verdad desnuda”: la crisis permite ver en el mismo instante: la estructura, la
coyuntura y el acontecimiento; la realidad desnuda o sea la verdad desnuda.
Para poder entender la realidad, uno de los caminos probables es seguir al historiador Fernand Braudel y su
trilogía sobre la estructura, la coyuntura y el acontecimiento, para leer los pasados, pero fundamentalmente
para leer y entender la construcción de la realidad de hoy.
Para Eliseo Verón la base de la acción política es la “creación del acontecimiento”, preocupación principal de los
analistas políticos, o como a partir de la estructura abstracta del supuesto, conseguir lo propuesto.
En este sentido con las concepciones de Braudel y Verón podemos afirmar que así como
podemos leer la historia como la suma de acontecimientos, cuyo resultado genera la
coyuntura y la suma de estas determina la estructura histórica; la propuesta a desarrollar en
este proceso hacia adelante requerirá de la sagacidad y liderazgo de la oportunidad capaz de
generar los acontecimientos que generen una nueva coyuntura que sostenida en el tiempo
provoquen una nueva estructura histórica de una Argentina soberana, más justa y en
desarrollo.
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Seguramente podríamos analizar la secuencia de acontecimientos que han generado coyunturas especiales en la
Argentina de los últimos años, pero para ejemplificar a donde queremos llegar con el razonamiento tan solo
bastará con pasar revista a algunos de ellos, los más significativos de los últimos años.
Cabría preguntarnos si la crisis financiera del 2001 ha configurado una coyuntura y seguramente a
partir de analizar la abrupta caída del PBI, la baja de la actividad económica productiva, el
megacanje, la fuga constante de capitales durante el último semestre del 2001 y finalmente la
salida del corralito y corralón, nos permiten afirmar que estos acontecimientos han configurado una
coyuntura de crisis muy particular de la economía del último año. O por el contrario la fuga
constante de capitales a lo largo de los años subsiguientes conforma un problema estructural de la
economía Argentina.-
Asimismo con referencia a la renuncia del ex-presidente electo Dr. Fernando De La Rua, el pasaje de cinco
presidentes designados en una semana y la constitución de un gobierno de transición presidido por Dr. Eduardo
Duhalde durante el 2002 configuran la suma de acontecimientos institucionales tales que conforman una
coyuntura de crisis institucional reciente en Argentina.
Así sucesivamente podríamos analizar cada uno de los vectores o componentes sociales sobre el período
analizado para concluir que esta crisis coyuntural configura una crisis accidental (como hito
histórico), acaecida recientemente para así tener identificado el segundo componente de la crisis
actual en Argentina.
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Tema 4: El concepto de crisis - 5
El concepto de crisis accidental debe ser interpretado como hito de consecuencias inmediatas en la vida
cotidiana, en la memoria individual y colectiva y en la subjetividad de las personas, estos cambios se enmarcan
en un contexto de aceleración de la historia; pudiendo ejemplificarse el concepto a través de acontecimientos
tales como la caída del Muro de Berlín o de las Torres Gemelas de Nueva York
Finalmente trataremos de incorporar el tercer componente de la crisis que enfrenta la Argentina; este está ligado
a un análisis del continuo de la historia Argentina aunque fragmentado en los aspectos vectoriales o sectoriales
del mismo análisis. Recorriendo el camino inverso en materia económica, la agobiante deuda externa con
relación al PBI, el desarrollo de las cuasi monedas, el análisis de series históricas del PBI, del ingreso per cápita
con relación al PBI, los índices de crecimiento/decrecimiento de la actividad económica, de la actividad
industrial, de los procesos inflacionarios, cuasinflacionarios e hiperinflacionarios, los ciclos de
enriquecimiento/empobrecimiento de nuestra economía a lo largo de nuestra historia; permiten afirmar
que nuestra economía tiene problemas estructurales de desarrollo de difícil resolución.
En este mismo sentido, la vigencia de un proceso democrático interrumpido permanentemente por los gobiernos
de facto y las dictaduras, la reciente institucionalización en términos históricos del voto universal y secreto, los
intentos de institucionalización del sistema federal de 1853 en adelante, y el período previo de organización
nacional, develan que la Argentina acumula procesos sin soluciones perdurables de estabilidad político
institucional desde sus orígenes por lo que también podemos afirmar que la Argentina de hoy padece de serios y
complejos problemas estructurales de carácter político institucional.
De esta manera también podríamos analizar otros vectores o sectores sociales para arribar a igual
conclusión, así intentamos abordar el tercer componente de la crisis que afecta a la Argentina de
hoy. Nuestro país sufre también de una crisis de carácter estructural.
En Síntesis
En síntesis podemos afirmar que la crisis actual que enfrenta la Argentina tiene tres
componentes claramente identificados: el primero de carácter evolutivo, el segundo de
carácter accidental y finalmente el tercero de carácter estructural. El peligro y la oportunidad
que enfrentamos tienen definitivamente una complejidad hasta ahora no abordada bajo estos
conceptos en forma integral.
Crisis
Tipos Componentes de la Historia
Características del Contexto
El Manejo de los Tiempos
Evolutivas La Estructura La Urgencia Tiempos Técnicos
Accidentales La Coyuntura La Emergencia Tiempos Administrativos
Estructurales El Acontecimiento La Secuencia Estable Tiempos Políticos
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Detectar Diferentes Tipos de Acontecimientos
Premisa básica: Pensar ≠ Computar
Previsible vs Inesperado
Plano teórico Plano empírico
Acontecimiento
Previsible + o -
Lógica: Sistémica, Racional, Deductiva
Bases de análisis: Datos cuantificables, Estadísticas, Teoría de los
grandes números, Campana de Gauss, etc.
Proceso de pensamiento: Docilidad matemática, Racionalidad,
Predictibilidad. Detecta, en el mejor de los casos, tendencias o
acontecimientos previsibles de baja intensidad o impacto
No previsible + o -
Lógica: Empirismo escéptico, Estudios de aleatoriedad, Análisis del
riesgo, incertidumbre y complejidad.
Bases de análisis: Observación fáctica, Información incompleta,
Instinto inductivo, Desestimar las interpretaciones teóricas o
narrativas
Proceso de pensamiento: Complejidad - Morin, Fractalidad -
Mandelbrot, Histórico como antecedente del futuro incierto - Braudel,
Cisne negro - Taleb
Los mil días del pavo y el cocinero
Cisne negro: acontecimiento o suceso trascendental +o- pero de
ocurrencia altamente improbable
1. Rareza: es una rareza porque está fuera de las espectativas
normales
2. Impacto: tiene una capacidad de impacto capaz de generar
tremendas consecuencias asimétricas
3. Predictibilidad retrospectiva: Una vez sucedido se hace
explicable y predecible por el pensamiento racional
El militar contemporáneo deberá lidiar con el futuro incierto, para ello
deberá transformarse en un profesional del empirismo escéptico,
auténticos intelectuales que se ocupen de la aleatoriedad del conflicto,
con profundos estudios sobre el análisis del riesgo y de la
incertidumbre.
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¿Crisis o Caos?
Sobre el caos, el conocimiento no es tan “popular” ya que su uso está relacionado con catástrofe antes que con
desorden o con cambio de estructuras. Pero para poder aproximarnos a una reflexión breve, tenemos que
abandonar nuestra primera e infantil concepción que surge de la antigua teoría griega de la creación, donde el
caos es el oscuro y silencioso abismo de donde procede la existencia de todas las cosas, y que va a dar
surgimiento al orden del Cosmos creado por Dios.
Para esta reflexión vamos a hacer una breve síntesis de la nueva teoría del caos desde una visión
interdisciplinaria. Vamos a tratar de interpretar al caos desde el estudio de sistemas complejos, de la dinámica
no lineal, de la termodinámica irreversible, de la meteorología, de la epidemiología, etc.
Esta no-linealidad es la que va a marcar la diferencia, ya que en los sistemas lineales las magnitudes causa y
efecto se corresponden en proporcionalidad, y causas pequeñas van a dar efectos pequeños y causas grandes
van a dar efectos grandes. A diferencia de las funciones lineales, en las no lineales es donde hay una
inconsistencia entre causa y efecto, ya que pequeñas causas pueden dar efectos grandes.
Es la dinámica compleja de los sistemas complejos lo que hace la diferencia a la dinámica lineal de
los sistemas mecánicos o simples.
Existen tres enfoques básicos de la teoría del caos:
El primer enfoque: considera el caos como precursor y socio del orden y no como su opuesto. Es el de “las
estructuras disipativas” que surgen en los sistemas fuera del equilibrio, cuando la producción de entropía es
alta. Su figura central es Ilya Prigogine Premio Nobel de física en 1977.
El segundo enfoque destaca el orden oculto que existe dentro de los sistemas caóticos, porque se puede
demostrar que contienen una estructura profundamente codificada: “los atractores extraños”. Teniendo como su
referente a Benoit Mandelbrot y su geometría fractal. En pedagogía lo llaman: los procesos inferenciales
sintéticos de pensamiento.
Y un tercer grupoque adhiere a que en el caos se expresan tanto las “estructuras disipativas” como los
“atractores extraños” que permiten la “autoorganización”. El desorden ordenado.
O sea que en el desorden ordenado de los sistemas caóticos o tercer territorio, está la valoración
real de los sistemas no lineales, que permiten ver que la presencia de mucha información y
bastante orden interno como para producir dichos efectos y desde donde pueden surgir las
organizaciones no lineales de pequeña o gran magnitud.
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Algo similar es hoy poder pensar al sistema político económico y social argentino como un sistema complejo con
una dinámica caótica en estado revolucionario. La gran duda al respecto es la validación de esta premisa o si
sencillamente nos encontramos ante un nuevo ciclo histórico en el que inexorablemente se profundizarán las
relaciones antagonismo/complementariedad, que acarrea en su seno a la vez el fenómeno de crisis de las
variables antes analizadas.
Para cualquiera de los escenarios planteados el proceso de toma de decisiones tanto desde la actitud
delpesimismo de la inteligencia, de la mera administración del peligro del problema; como desde la voluntad del
optimismo y del liderazgo orientado hacia la oportunidad del problema, deberá contemplar el manejo de los
tiempos para cada una de las variables de análisis e intervención desde la óptica de la emergencia, la urgencia y
la secuencia estable.
En este sentido y para graficar estos conceptos haremos una analogía con la náutica.
Cuando a la corriente marina le suceden vientos encontrados con su dirección, a mayor intensidad
de viento, mayor será la ola y por ende más difícil, más lento y con mayor técnica será necesario
navegar este mar embravecido. Así se navega en la urgencia.
Navegar por una secuencia estable es como navegar en una corriente marina, su direccionalidad
más allá de esporádicas tormentas, es previsible y puede estimarse su lugar de partida, tiempo de
travesía, lugar y fecha aproximada de arribo a aguas tranquilas de un puerto. Esto fue lo realizado
por la expedición Atlantis de Barragan y el resto de su tripulación con origen en Mar del Plata.
En síntesis
Finalmente la emergencia es como navegar en las tormentas marinas, si bien se requiere de
ciertas técnicas, solo se trata de sobrevivir. Estos conceptos solo agregan mayor nivel de
complejidad al dilema planteado originalmente pero resultan imprescindibles a la hora de
darle un anclaje con la realidad a enfrentar.
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4.2 Extraño momento!
El momento histórico que vivimos en este inicial siglo, nos encuentra ante un espectáculo gigantesco de
acontecimientos mundiales, regionales y locales, de una magnitud, profundidad y velocidad nunca
imaginados.
Estas transformaciones constituyen una situación excepcional muy difícil de explicar y de entender por nosotros:
los habitantes de este tiempo. Este conjunto de grandes modificaciones políticas, económico-sociales y
tecnológicas están delineando el proceso civilizatorio del siglo XXI.
Según AlvinTofler,
“partimos del supuesto de que somos la generación final de una vieja civilización y la primera generación de otra
nueva, y de que gran parte de nuestra confusión, angustia y desorientación personales tiene su origen directo
en el conflicto que - dentro de nosotros y en el seno de nuestras instituciones políticas – existe entre la
civilización moribunda de la segunda ola y la civilización naciente de la tercera ola, que pugnan por ocupar su
puesto.”
Las circunstancias desconocidas por las que atravesamos se caracterizan por presentar fenómenos sociales e
individuales “como concretamente son: históricos, complejos, fragmentados, conflictivos,
dependientes, ambiguos e inciertos.” Que no responden alas clasificaciones, leyes y paradigmas a los que
estábamos acostumbrados. Se corren fronteras, se agotan las teorías, las técnicas encandilan, se abrazan los
enemigos, se corrompen los vínculos y se remata la historia. Ocurren acontecimientos nunca imaginados como
los del 11 de septiembre de 2001 en EEUU.
El filosofo alemán Peter Sloterdijk, dice en su trabajo “El ataque al centro simbólico del mundo” lo siguiente:
“Los islamitas militantes que han llevado a cabo la destrucción del World Trade Center y dañaron
gravemente el edificio del Pentágono, han definido con éxito triunfal, una nueva zona de combate:
la “guerra” en el hemisferio derecho de los norteamericanos y europeos”.
O sea, que nuestros cerebros están fuertemente afectados tanto por la realidad cotidiana, como por los eventos,
accidentes o catástrofes que nos tocan vivir.
Los problemas sociales aumentan en el mundo, y en nuestra aldea; a consecuencia de dichos
cambios, los modelos económicos y políticos se agotan, pero también por los modelos conceptuales
prácticos que insisten en interpretaciones y respuestas simples y no pertinentes; aún cuando se
han generado fuertes transformaciones en este campo.
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4.3 Barreras, Fronteras y Obstáculos
Necesitamos entender los cambios históricos mundiales y locales, ocuparnos de los problemas de relevancia
principal y desarrollar teorías complejas para comprender problemas complejos como el desafío actual
de la humanidad, pero especialmente para la Argentina actual. La barrera más importante es el modo como los
pensamos, el diagnóstico y el tratamiento que proponemos.
Tres obstáculos se pueden visualizar para la comprensión del extraño momento en el que vivimos:
1. los que están alrededor de la lógica, de los paradigmas, de las razones.
2. los del campo sensitivo, de los afectos, del sentido vital.
3. los relacionados con el hombre, con los fines, con las identidades.
La lógica, que desde Aristóteles conocemos, se ha basado siempre en tres principios y dos modus operandi:
Existe un cuarto principio que es el principio de razón suficiente.
Este principio fue enunciado por Leibnitz en el sentido de que todo lo que existe tiene su razón de ser.
Y sus modos de argumentación para la ocurrencia de los fenómenos han sido:
la deducción que va de “lo general a lo particular”, de la ley a los hechos y
la inducción, un recorrido “de lo particular a lo general”, de los hechos a las leyes.
De estas dos posiciones, se han producido diferentes “campos de saberes y de práctica”, con diferentes
resultados.
Si seguimos sosteniendo estos, los principios y modos de la lógica aristotélica, y que fuera estructurada por
Galileo y Descartes difícilmente podríamos entender los nuevos problemas deltercer milenio. La mayoría de las
críticas refieren a la insuficiencia del sistema racionalista para dar una respuesta integral a la comprensión de la
realidad actual.
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Una tercera forma de argumentación poco conocida y no enseñada es la propuesta por Charles Sander Peirce,
fundador del pragmatismo que es: la abducción.
“La abducción, como se ve, es el proceso de conectar modelos preexistentes con configuraciones de hechos y, de
ese modo, acotar enormemente ‘los espacios de búsqueda’. Es la única operación lógica que introduce alguna
idea nueva, ya que la deducción desarrolla meramente las consecuencias de una idea ya establecida como
verdadera y valida para una cierta esfera de fenómenos (es decir, de los que ya se sabe que ‘son casos de la
teoría’) y la inducción sólo se limita a comprobar, si una aplicación puede o no ser evidencia a favor o en contra
de sus teorías”.
Una de las respuestas más elaborada para superar el racionalismo cartesiano ha sido el “Pensamiento Complejo”,
sistematizado por Edgar Morin. Donde la complejidad es “un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto)
de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al
mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones,
retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad
se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la
incertidumbre... De allí la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el
desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar
ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar”.
Esta aceptación de “la incertidumbre” como un estado natural que solo marca “el vació que existe entre la
información que poseo y la que necesito para la toma de decisiones”, hace que los “principios de verdad” van a
ser puestos en duda según los contextos.
El pensamiento galileano, ya fue duramente criticado en 1725 por Giambattista Vico, quien escribió un tratado de
cinco tomos, conocido como “Ciencia Nueva”. En este trabajo “anticartesiano”, Vico va a criticar al
racionalismo por:
1. El modo lineal y secuencial como escribe la historia;
2. La forma con que comunica los acontecimientos y
3. La negación que hace de “lo imaginario”
Uno de los factores más importantes para analizar las “nuevas realidades” son los automatismos mentales o los
seguidismos metodológicos de otros contextos que nos obligan a entrar en una verdadera encrucijada
deductivista e inductivista en el estudio de la realidad.
García Canclini sobre esto dice:
“Llamamos deductivistas a quienes definen a las culturas populares desde lo general a lo particular,
según los rasgos que les habrían sido impuestos: por los modos de producción, el imperialismo, la
clase dominante, los aparatos ideológicos del Estado o los medios masivos. Los inductivistas, a la
inversa, son los que encaran el estudio de lo popular a partir de ciertas propiedades que suponen
intrínsecas de las clases subalternas, de su genio, de una creatividad que los otros sectores habrían
perdido o un poder de impugnación que sería la base de su resistencia.”
Tenemos que ver por qué estas posiciones teórico metodológicas obstruyen el conocimiento sobre el desarrollo y evolución de las culturas populares. Es casi una denuncia a la simplificación de la realidad realizada por el modo
“binario” de entender la misma.
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4.3 Barreras, Fronteras y Obstáculos - 2
En síntesis
Seguramente por lo anteriormente descrito, las alternativas de solución a los problemas que
hoy se nos plantean deberán necesariamente contemplar la complejidad anticartesiana,
evitando las meras simplificaciones en los diagnósticos y propuestas con profunda
comprensión del contexto nacional e internacional, desarrollando los mecanismos de
consensos que permitan definir un proyecto de clara identidad nacional e inserción
internacional, pero fundamentalmente cambiando nuestra forma de pensar y de actuar, con la
actitud del esfuerzo sistemático, la voluntad del optimismo y esperanza colectiva y del
liderazgo político orientado hacia la oportunidad de la solución de nuestros problemas en la
permanente búsqueda de las pequeñas causas capaces de generar grandes efectos.
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Tema 5: Decisión Política
Para analizar el proceso de toma de decisiones en la política, mínimamente habrá que repasar desde la psicología
y la medicina el proceso que sucede en todo individuo y su cerebro a tal efecto. Para ello recurrimos a la obra
“Aspectos cognitivos del cerebro y los ordenadores " de José Molina, Madrid, España (2002/2003
http://www.molwick.com); en el marco de la teoría general de la evolución condicionada de la vida. (TGECV)
En esta obra y repasando rápidamente algunos conceptos veremos la complejidad de variables intervinientes en
el proceso de toma de decisiones de todo ser humano.
Básicamente para conocer este proceso habría que analizar las características de la inteligencia general,
relacional y condicional; y de la memoria, instantánea, especializada, visual –emocional, automática o dirigida y
su comprensión de la información. La identidad conceptual del individuo, su soporte fisiológico. Los
preconceptos. Las respuestas automáticas o inconscientes, las respuestas seguras de memoria y lógica, la
creatividad, la información genética, los caracteres hereditarios, la capacidad de cálculo, su entrenamiento, etc.
A todos estos elementos intervinientes en el proceso de toma de decisiones de todo individuo debemos agregarle
los componentes particulares y volutivos de cada uno de ellos, el origen de sus ideas, pensamientos o
sentimientos, su forma de argumentación o reflexión lógica en el cerebro, su sistema personal de equilibrio, sus
alteraciones emocionales, etc.
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5.1 La Voluntad y el Proceso de Decisiones
Etapas
Definición
Un diccionario define la voluntad como " Potencia del alma en cuya virtud tendemos en
sentido positivo o negativo hacia los objetos propuestos por el conocimiento intelectual" o
"Libre albedrío o determinación."
Existen otras acepciones del término voluntad, pero son las anteriores las que nos interesan por poner de
manifiesto su carácter esencial, el ser una cualidad que, en definitiva, supone la expresión o ejercicio de la
libertad interna de todo ser vivo.
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Recordemos que para la TGECV la característica esencial de la Vida es la Libertad. En los procesos de decisión o
de formación de la voluntad influyen elementos internos y externos al individuo. Los presentes comentarios se
refieren a los factores internos al proceso de toma de decisiones, sin que se pretenda un estudio pormenorizado
en ningún momento.
En realidad, se trata de extender la argumentación sobre el funcionamiento de la inteligencia y la memoria a los
procesos de creación de la voluntad con el objetivo de lograr una mejor
caracterización de nuestra propia naturaleza.
En primer lugar, examinaremos las etapas del proceso de decisiones en un sentido amplio.
Después realizaremos algunas puntualizaciones sobre la complejidad del sistema de decisiones, que nos
permitirán abordar con mayor facilidad el espinoso tema del sujeto activo de la voluntad.
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5.2 Origen de las ideas, pensamientos o sentimientos
En muchas ocasiones, por no decir todas o casi todas, desconocemos el origen de nuestras ideas o nuestros
propios pensamientos. ¡No digamos ya! de nuestros sentimientos.
Independientemente de lo comentado sobre los pensamientos en segundo plano, es como si existiera un sistema
de recogida de ideas y aquella con más votos o presentada con mayor intensidad es la que selecciona el cerebro
para estudiar y desarrollar.
Supongamos que una célula siente la conveniencia o necesidad de disponer de más agua, el
cuerpo se la facilitará con los mecanismos adecuados; pero, cuando sean muchas las que
pidan agua, empezará a escasear y un deseo de beber agua irá apareciendo poco a poco. Este
deseo se hará consciente en un determinado momento, dependiendo de otras prioridades que
pueda tener el consciente. ¡Para nosotros, todo este proceso ha permanecido oculto!
Con todo, el tema es más complicado que lo que parece a simple vista; por ejemplo, los fumadores pueden
sentir deseos de fumar en lugar de beber agua ante la misma sensación inicial.
En el mundo de las ideas, nos ocurre lo mismo, de repente nos encontramos que hemos iniciado una serie de
reflexiones sobre un tema, pero no sabemos exactamente cuándo y porqué. Si lo pensamos detenidamente, con
suerte, podremos llegar a adivinarlo.
Algo similar, pero no igual, acaece en el terreno más resbaladizo de los sentimientos, las risas y las lágrimas
aparecen normalmente sin un control directo por nuestra parte. Podemos intentar o alcanzar que se produzcan,
pero de forma indirecta, provocando ciertos sentimientos.
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5.3 Argumentación o reflexión lógica interna
Una segunda etapa será la evaluación del objeto que requiere una decisión. Se producirá una combinación de
procesos lógicos y de utilización de la memoria.
Según hemos comentado en los apartados anteriores, el método de verificación de la información
será uno de los utilizados en los procesos cerebrales; la funcionalidad de las redes neuronales
permite una gran flexibilidad en la aplicación de las diferentes variantes de este método.
Normalmente, estarán involucradas miles de millones de neuronas en la ejecución de estas
funciones del cerebro.
Aunque estamos separando esta etapa de la de decisión propiamente dicha, por motivos de exposición, nada
impide que se produzcan simultáneamente en determinados casos. Un aspecto muy posible es que nuestro
cerebro no para nunca, al menos cuando estamos conscientes. Aparenta tener una cola de ideas pendientes
para, cuando acaba de tratar una, seleccionar otra inmediatamente con el criterio de urgencia o cualquier otro.
También hemos de recordar, el trabajo que realiza el cerebro cuando estamos dormidos y su importancia.
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5.4 Decisión y representación política
Parece que no existe un centro exclusivo de toma de decisiones en el cerebro. De hecho, existen actos
denominados reflejos que se ejecutan por todo nuestro cuerpo. Además, la biología moderna nos enseña como
los diferentes órganos y células del cuerpo emiten señales y se comunican entre sí.
Si existiese un centro de decisión, se podría decir que ahí se encontraba la vida y que el resto sería una especie
de máquina más o menos complicada y nada más. Por supuesto, nos tendríamos que preguntar cuántas células
hay en ese centro y en cuál de ellas se encuentra el poder de decisión. Es más, ¿qué parte de esa hipotética
célula sería realmente la que decide en última instancia?
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Una característica interesante de las decisiones que tomamos es su grado de confianza, en otras palabras, lo
convencidos que estamos del acierto y estabilidad de una decisión concreta.
En ocasiones estamos plenamente convencidos, mientas que en otras no estamos seguros del todo y en otras
tomamos decisiones con un alto grado de inseguridad.
Este efecto se puede observar con claridad en aquellas decisiones que se toman de forma recurrente. Parece
razonable que las decisiones tomadas con total seguridad se mantengan en el tiempo; sin embargo, no es así.
En ocasiones se cambia de opinión, incluso en el corto plazo, a pesar de la confianza inicial en la estabilidad de
la decisión adoptada.
Nuestra voluntad puede cambiar a pesar de no haber ninguna alteración de la información utilizada y de emplear
la misma lógica. En cierto modo, se trata de un ligero nivel de esquizofrenia presente en todos nosotros.
Un modelo del proceso de decisiones que pueda explicar e integrar las posibilidades señaladas en los párrafos
anteriores sería algo parecido al sistema político de un país. En situaciones normales nos podemos encontrar
con:
Decisiones automáticas; multitud de pequeñas decisiones se toman de forma inconsciente. En nuestro
ejemplo se trataría de todas aquellas decisiones que no siguen un trámite parlamentario ni son tratadas
por el Gobierno, por no tener entidad suficiente.
Actos reflejos y semi -reflejos. En situaciones de peligro o de urgencia se toman decisiones inmediatas,
la evaluación se realiza con posterioridad y, en su caso, se cambian o ajustan las pautas de
comportamiento futuro. Es fácil observar el paralelismo con el funcionamiento de un estado moderno,
aunque el peligro o la urgencia sean un tanto ficticios.
Consulta inmediata global; es algo así como si todas y cada una de nuestras células emitieran su voto
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sobre un tema particular. A priori, es uno de los mejores sistemas pues supone una democracia directa
sin ningún tipo de filtro. Sería el equivalente a un referéndum. Requiere un gran poder de transmisión de
la información para poder realizarse, sobre todo si hablamos de billones de células y se efectúa a
menudo.
Representación. Mayoría simple. Mayorías reforzadas. Se supone que la naturaleza
ha resuelto o intenta resolver razonablemente el problema del respeto a las minorías. Orgánica -
territorial - funcional.
Otros problemas, aun dentro de situaciones normales, se pueden resolver con estos tipos de
representación. No sólo se trata de respetar a las minorías sino de reconocer su especial relevancia en
temas concretos.
Otros canales que recojan situaciones específicas. El equivalente en un sistema político podría ser
los denominados poderes fácticos. No obstante, algunos comportamientos parece que no siguen las
pautas indicadas; el modelo necesita integrar más elementos que ayuden a explicar algunas decisiones
que, de algún modo, expresan alteraciones importantes del carácter de una persona. Nos referimos a
sistemas forzados por causas como:
Enfermedades,
Drogas,
Otros procesos químicos internos.
Desgraciadamente, aunque no podía ser de otra forma, en los sistemas políticos convencionales también se
encuentran este tipo de ejemplos.
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5.4 Decisión y representación política - 2
En definitiva el proceso de toma de decisiones de los políticos en términos científicos, químicos, biológicos y
psicológicos es similares al resto de los mortales con sus particularidades individuales.
Entonces: dónde radica la diferencia en su proceso de toma de decisiones?
Tal como vimos anteriormente en dichos procesos la diferencia radica en los siguientes aspectos:
Su voluntad, su lógica interna, su inteligencia general, relacional y condicional, su memoria, y su
comprensión de la información.
Su identidad conceptual como individuo, sus preconceptos, su capacidad de cálculo, su entrenamiento,
etc.
Agregando a esto sus elementos particulares volitivos, intereses, el origen de sus ideas, pensamientos o
sentimientos, su forma de argumentación o reflexión lógica en el cerebro, su sistema personal de
equilibrio, sus alteraciones emocionales, etc.
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Tema 6: Decisión de Estado, de Gobierno, de Partido
Las decisiones políticas tienen diferentes alcances y complejidades.
Las decisiones de Estado afectan generalmente a todo el conjunto político, social y económico en el
largo plazo y su dificultad radica en la necesaria construcción de consensos y controles para lograrlo. Solo
son factibles de implementar y sostener en el tiempo cuando se toman en un marco de estabilidad
política, institucional, económica y social.
Las decisiones de Gobierno pueden tener el mismo alcance que las anteriores, pero su impacto será
fundamentalmente de coyuntura y tendrán generalmente más que ver que con la capacidad de
construcción de poder y articulación de intereses del gobierno de turno que con la construcción de
consensos.
Las decisiones de Partidopodrán ser de corto, mediano o largo alcance pero se hallarán condicionadas
exclusivamente por cuestiones electorales o de construcción de espacios de poder. En definitiva
responderán exclusivamente a intereses sectoriales.
Como hemos visto la dificultad, complejidad y variantes de las decisiones políticas nos llevan de inmediato a
analizar las cuestiones de la responsabilidad, representatividad política y sus dilemas.
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6.1 Representación Política
En la introducción de “Elementos de la teoría política” de Giovanni Sartori, se define que, etimológicamente
hablando, representar quiere decir: presentar de nuevo y, por extensión, hacer presente algo o alguien que no
está presente.
A partir de aquí la teoría de la representación se desarrolla en tres direcciones opuestas, según si se asocia:
a. con la idea de mandato o de delegación;
b. con la idea de representatividad, es decir, de semejanza o similitud;
c. con la idea de responsabilidad.
El primer significado se deriva del derecho privado y caracteriza a la doctrina más estrictamente jurídica de la
representación, mientras que el segundo significado se deriva de un enfoque sociológico según el cual la
representación es esencialmente un hecho existencial de semejanza, que transciende toda <elección>
voluntaria y por consiguiente a la propia conciencia.
En el significado jurídicohablamos con frecuencia del representante como de un <delegado> o de un
mandatario que sigue instrucciones.
En el significado sociológico,por el contrario, decimos que alguien es <representativo de > para decir
que éste personifica algunas características esenciales del grupo, de la clase o de la profesión de la cual
proviene o pertenece.
En cuanto al tercer significado que nos lleva a entender el gobierno representativo como un <gobierno
responsable> constituirá el objeto principal de nuestro análisis.
Aunque en este nivel estamos interesados sólo en la representación política, ésta permanece siempre vinculada
a la representación sociológica (o existencial), por un lado, y a la representación jurídica, por otro.
El vínculo entre representación política y representación sociológica es particularmente evidente cuando
hablamos de sobre-representación o de infra-representación.
Por ejemplo, no tendría mucho sentido denunciar el hecho de que los trabajadores con
frecuencia están infra-representados si no se atribuye importancia a la representatividad (es
decir, al criterio de la semejanza).
No obstante, la distinción entre representación política y representación existencial debe
mantenerse firmemente. De otro modo cualquier sistema político podría reivindicar el ser
representativo desde el momento en que un grupo dirigente es siempre <representativo de >
secciones o estratos de la sociedad.
El vínculo entre representación política y representación jurídica es particularmente evidente en la doctrina
europea alemana, francesa e italiana, que es casi unánime al afirmar que la representación política no es una
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verdadera representación; y ello precisamente porque dicha doctrina adopta la unidad de medida de la
representación privada. En efecto, si no se postula una heterogeneidad entre representación política y
representación jurídica privada, es casi inevitable llegar a la conclusión de que ningún sistema político tiene
derecho para declararse como un auténtico sistema representativo. Por otro lado, la distinción entre
representación política y jurídica no puede traducirse en una ausencia de relación recíproca, aunque sólo sea
porque la representación política está formalizada jurídicamente en las estructuras institucionales de la
democracia y constituye una parte integrante del constitucionalismo.
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6.2 Problemas actuales
Escala y ámbito de la representación
Cuando los sistemas representativos fueron introducidos en Inglaterra y en Occidente, los electorados así como
los gobiernos eran bastantes poca cosa. Con el paso del tiempo el electorado ha aumentado de algunas
centenas a decenas de miles de electores para cada representante. Paralelamente el gobierno pequeño, con los
simples problemas y las modestas atribuciones del pasado, se ha convertido en un gobierno grande con
complejos problemas e innumerables funciones.
Ambos desarrollos convergen en el hecho de que la relación representativa está sometida a
crecientes tensiones, y por lo tanto también lo está el hilo que vincula a los representantes con sus
presumibles o presuntos representantes.
Como escribía Bruno Leoni:
“cuanto más numerosas son las personas que se trata de representar, y cuanto más es el ámbito con relación al
cual se trata de representarlas, en menor medida la palabra representación mantiene un significado que pueda
concretarse en la voluntad efectiva de personas reales que no sea la voluntad de las mismas personas
designadas como representantes”.
Es bien cierto que la representación política ha sido siempre una relación de semejantes-a-uno; pero los números
han pasado a ser tan elevados como para preguntarse si en una escala de cincuenta mil a uno tiene todavía
sentido afirmar que cada uno está representando. La respuesta depende del ámbito y del objetivo del gobierno
representativo.
Mientras que la representación se siga considerando sobre todo como un dispositivo protector que condiciona y
delimita el poder arbitrario de los gobernantes, la respuesta sigue siendo, seguramente, sí: la relación de
representación mantiene su significado. Pero cuanto mayor resulta ser el ámbito y el número de las materias en
las que un representante toma decisiones que superan en mucho la propia comprensión de los representantes,
más difícil es huir de la sensación de que estamos frente a una cadena cuyo eslabón inicial, el representado, se
ha convertido en una cantidad infinitesimal.
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¿Quién está representado?
Decíamos antes: cuanto más numeroso se hace el electorado, más perdemos de vista quién está
representado. Esta parece ser una conclusión inevitable si el titular de la relación representativa
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sigue siendo el <individuo>. Incluso si esta conclusión no siempre es aceptada, ayuda a explicar la
insatisfacción frente a la denominada base individualista o atomista de la teoría y de la práctica de
la representación. La crítica a la <representación individualista> no es necesariamente una
exhumación nostálgica del medioevo y de la representación corporativa.
Pero el hecho sigue siendo que hasta ahora esta postura no ha producido, en concreto,
nuevas instituciones o técnicas de representación no individual.
Sin abandonar el punto de partida del individuo que vota, el problema puede volverse a plantear a
la luz de la intención representativa que su comportamiento electoral pretende transmitir. Puede
mantenerse que el acto de votar expresa:
a. lo que el elector ha de decir (o piensa); o bien
b. lo que el elector es (existencialmente); o bien
c. lo que el elector quiere.
En la primera interpretación la representación <representa opiniones>;
en la segunda interpretación representa una apariencia de clase o de oficio: y
en la interpretación voluntarista un individuo puede ser representado incluso si es
inarticulado o silencioso.
La primera interpretación es la tradicional, y vacila bajo los golpes conjuntos de los números
electorales y del gobierno grande. Nos guste o no, de este modo nos vemos inducidos a
replegarnos sobre las otras dos interpretaciones. En ambas el elector particular es, por decirlo así,
menos individuo. Porque si votamos identificándonos con una clase o grupo, el hecho de que
votemos particularmente, uno a uno, no significa que votemos como individuos. Y la teoría
voluntarista decapita todo problema, desde el momento que se puede atribuir a una voluntad
silenciosa o inarticulada de cualquier contenido y relevancia que sus intérpretes deseen tener.
La verdad es que las dos últimas interpretaciones no tratan ya de responder a la pregunta:
¿quién está representado? Estas responden, más bien, a la pregunta: ¿qué es lo que se
representa? Lo que no es lo mismo.
El gráfico es una aproximación a la caracterización psicológica de los representados y se utiliza normalmente
para la construcción de un determinado discurso o mensaje a diferentes segmentos electorales definidos por
estas carac
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¿Qué es lo que se representa?
Desde el momento en que todos los sistemas representativos adoptan un criterio territorial de reparto del
electorado, de ello se desprende que lo que se representa son, de hecho, las localidades, las áreas geográficas.
Reformulemos entonces el interrogante, que se convierte en:
¿Qué es lo que se representa a través de una canalización territorial?
La respuesta es materia de debate (o de investigación), salvo por una constatación indiscutible: que la
representación territorial no satisface, e incluso obstaculiza, la constitución de una representación funcional o
técnica.
El problema de lo que se representa puede abordarse desde otro punto de vista: si la representación es más una
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cuestión de preferencias ideales o de intereses materiales, más que de valores o de apetitos. La lógica de la
representación territorial es que el hombre debe ser visto como ciudadano (no como homo economicus), lo que
sobreentiende, entre otras cosas, que se desearía desanimar al elector de votar en función de sus intereses y
apetitos materiales.
Por cuanto el diseño de las circunscripciones geográficas se presta también a las manipulaciones (el denominado
gerrymandering), estos abusos son poca cosa con respecto al potencial de manipulación que permite una
distribución del electorado basada en clasificaciones profesionales, o incluso en criterios dejados de vez en
cuando al arbitrio de sus inventores.
Por consiguiente, no se trata de sí en las sociedades libres la idea de un parlamento funcional (o de
expertos) ha llevado únicamente a fórmulas de coexistencia con los parlamentos políticos
tradicionales.
Así la República de Weimar creó un parlamento económico colateral (el Reichswirtschaftsrat): e instancias
análogas han sido expresadas por los consejos económicos consultivos establecidos en los años cincuenta, por
ejemplo, en Italia y en Francia (pero no, lo que es significativo, en la Alemania de Bonn). El intento fracasó
sustancialmente en Italia, mientras que ha obtenido un éxito relativo en Francia y en otras pequeñas
democracias. La conjunción entre parlamentos técnicos y parlamentos políticos es por lo general un problema de
difícil solución.
Existen, <grosso modo>, tres posibilidades:
que el parlamento técnico tenga la última palabra,
que los dos parlamentos estén equiparados, o bien
que el parlamento técnico sea un cuerpo consultivo marginal.
- En la primera hipótesis es fácil prever la desautorización del parlamento político;
- en la segunda hipótesises previsible un conflicto sistemático y la parálisis de ambos parlamentos, mientras
que
- en la tercera hipótesisel cuerpo consultivo será consultado sólo cuando el parlamento político tenga ganas de
hacerlo (y por lo tanto quizá nunca).
¿Qué es lo que está representando en o por un parlamento político?
¿Intereses locales y de comunidad, afiliaciones de clase, intereses especiales y sectoriales, ideales, apetitos
personales?
Dentro de los límites permitidos por la escala de la representación todas estas cosas son, o pueden ser,
representadas en diversas proporciones y combinaciones. Todas las voces que son bastante fuertes para
hacerse oír encuentran de algún modo acceso en un cuerpo representativo.
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6.3 El cómo de la representación
Sea cual fuere el quién o el qué de la representación, queda el problema del cómo. Obviamente el cómo de la
representación se refleja a su vez sobre el qué, y también sobre el quién de la representación.
Hablando en términos muy generales, el cómo consiste en el modo en que un sistema representativo está
construido y hecho funcionar. Precisamente quién y qué cosa resulte favorecida por un determinado sistema
representativo puede resultar oscuro; pero está claro que si sabemos cómo construir un sistema representativo
basado en elecciones libres, un sistema así permite siempre más libertad y más receptividad que cualquier otro
sistema político que conozcamos.
En un sentido más especifico el cómo de la representación se entiende como un <estilo> de representación.
En este sentido el cómo de la representación depende de las <orientaciones de rol> del representante: por
ejemplo, si los representantes se comportan como delegados, o bien como fiduciarios, si un representante es
más un hombre de partido, un servidor de su circunscripción o un mentor que se siente investido por la misión
de iluminar al país.
Desde otro punto de vista el cómo de la representación se vincula al sistema electoral y al sistema partidista.
La relación entre los sistemas electorales y los sistemas representativos ya ha sido mencionada, y constituye un
problema que se debate ya desde hace tiempo. Un problema más reciente es el de cuál es la incidencia de la
mediación partidista sobre los procesos representativos. Porque en la medida en que crece la democracia de
masas y se afirman los partidos de masas, también el cómo de la representación depende del sistema partidista
como estructura que lleva y canaliza los procesos representativos.
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6.4 Representación partidista
Al ser tan elevadas las cifras electorales, los partidos son un modo para reducirlas a un formato manejable. Los
ciudadanos son representados en las democracias modernas, mediante los partidos y por los partidos. Lo que
parece inevitable.
Sin embargo, se puede llegar a un punto tal que la <función de representar el interés nacional, que
una vez fue atribuida al soberano y después pasó al parlamento, la realiza ahora el partido. El
partido para decirlo en palabras de Herman Finer es verdaderamente un rey>. Ahora bien, una
cosa es el partido como <filtro> de la representación política, y otra cosa es el partido como
<rey>, como dominus efectivo de la representación.
Los modelos teóricos y análisis constitucionalistas planteados por este desarrollo son verdaderamente espinosos,
y esta es quizá una de las razones por las que incluso las constituciones más recientes dejan a los partidos en
una relativa penumbra constitucional (son excepciones la constitución brasileña, la de Bonn y la constitución
francesa de 1958).
Una visión realista de los procesos representativos se plantea, por consiguiente, frente a un proceso con dos
fases, o incluso cortado en dos:
una relación entre los electores y su partido, y una
relación entre el partido y sus representantes.
De ello puede desprenderse que el nombramiento partidista es decir, la cooptación del partido aparato se
convierte en la elección efectiva; los electores escogen al partido, pero los electos son elegidos, en realidad, por
el partido.
Naturalmente los partidos, los sistemas de partidos y los países son muy distintos los unos de los otros, y por lo
tanto toda generalización ha de tomarse con cautela.
No obstante, es plausible que en los partidos de masa rígida y capilarmente organizados el
representante actúe como portavoz de su partido más que de cualquier otra voz (incluyendo aquí la
de sus electores) y que los vínculos de partido sean más fuertes que cualquier otro vínculo
(incluyendo aquí los vínculos de extracción social). Así, según Duverger, al representante moderno
se le confía un <doble mandato>, uno de sus electores y uno del partido, y es el mandato del
partido el que prevalece, esencialmente, sobre el mandato electoral.
Es cierto que la representación ha perdido cualquier inmediatez y que ya no puede ser entendida como una
relación directa entre electores y elegidos. El proceso representativo incluye tres términos: los representados, el
partido y los representantes. Y el perno intermedio parece tan decisivo como para levantar la sospecha de que
incluso la representación sociológica acaba teniendo en el partido su verdadero alter ego.
Se proyecta así la eventualidad de que el personal parlamentario acabe por <parecerse> bastante más al
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personal partidista al de los políticos profesionales más que a la sociedad que debería haber reflejado. Si así
fuera quien está representando sería sobre todo el partido aparato. Faltan todavía investigaciones exhaustivas
sobre este punto: y los datos de los que disponemos sugieren que la duplicación parlamentaria de los políticos
profesionales de partido constituye sólo una tendencia de lenta progresión.
A pesar de que este caso no es infrecuente, mientras el curso de los acontecimientos apunta en una dirección y
gran parte de la teoría y de la praxis consiguiente apuntan en una dirección distinta. La escala de la
representación es de uno por diez mil: el ámbito de la representación escapa en gran parte al alcance del
hombre común, y los partidos han sustituido en gran medida al electorado en la decisión de lo que debería ser
representado y de qué modo.
Todos estos desarrollos parecen indicar que el problema sigue siendo más de responsabilidad,
de mejorar las prestaciones del <gobernar en grande> en términos de responsabilidad
funcional sin poner en peligro lo esencial de la responsabilidad dependiente. Sin embargo, la
literatura sigue atribuyendo un gran peso a la representación sociológica; y la representación
proporcional sigue siendo ampliamente considerada como el sistema electoral que mejor
favorece los fines de los sistemas representativos.
Lo que equivale a decir que el grueso de la literatura siente el problema de la representatividad (similitud)
bastante más que aquel de la responsabilidad. Lo que tiene, a la luz de las consideraciones anteriores, un sabor
anacrónico.
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6.5 Representación y elecciones
El interrogante es si las elecciones son una condición necesaria para la representación política. Digo condición
necesaria porque nadie o casi nadie mantiene que la elección sea una condición suficiente. Una vez planteado
esto, comencemos por esta pregunta:
¿Puede haber representación sin elecciones?
Con frecuencia se responde que sí. Hemos visto antes una primera razón para mantener que la elección no es
una condición necesaria para la representación. Pero sobre esto volveremos después.
La noción de <representación virtual> teorizada por Burke proporciona una segunda defensa de la tesis de la
representación sin elección. Volveremos también sobre ésta. Por el momento basta con despejar el terreno de
malos y por lo tanto de argumentos no pertinentes.
Si hacemos referencia, por ejemplo, a la representación existencial o sociológica, es decir, a la pura y simple
existencia de una semejanza, entonces está claro que este tipo de representación no requiere una elección. Si la
representación se define simplemente como un ídem sentiré, un estado de <coincidencia de opinión>, cualquier
método de selección (o incluso ningún método) puede funcionar bien. En este caso lo que importa no es el
procedimiento que puede garantizar mejor la coincidencia de opiniones (y de comportamientos) entre
representante y representados, sino que exista esta coincidencia. No obstante, la representación política se
preocupa precisamente del modo de asegurarla.
Prescindiendo de la representación existencial, existen casos en los cuales un representante es
nombrado en lugar de ser elegido: por ejemplo, el caso de un embajador. Pero este ejemplo
es todavía menos pertinente, desde el momento en que el caso del embajador puede incluirse
dentro de la representación privada. El hecho es que hay otros modos al margen del método
de la selección para controlar a un embajador como representante del propio gobierno. Por el
contrario, un miembro del parlamento no puede ser revocado a discreción y el único control al
cuál no puede escapar es el electoral. En esencia, cuanto más se separa la representación
política de la representación privada, menos mantiene la primera las garantías que ofrece la
segunda, con excepción de la disuasión de la ausencia de reelección.
Esta es la razón por la cual el método de creación del representante adquiere una importancia
decisiva y se convierte en la típica preocupación de la teoría de la representación política. No
puede existir representación (salvo la existencial) si a los representantes no se les ofrece el
modo de expresarse y protegerse; de otro modo los representados estarían a merced de sus
denominados o presuntos representantes. Y desde el momento en que la representación
política está únicamente protegida, en definitiva, por una salvaguardia electoral, en este caso
no puede existir representación sin elección.
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6.6 Elecciones sin representación
Si no podemos tener representación (política) sin elecciones, lo contrario no es cierto: podemos muy bien tener
elecciones sin representación. A lo largo de toda la historia encontramos cargos electivos sin ninguna implicación
representativa, es decir, sin que el elegido represente a sus propios electores. Para recordar el caso más citado,
el Sumo Pontífice es elegido por el colegio de cardenales, pero ello no significa que los represente. No los
representa de hecho, y ello porque la Iglesia visible es un organismo teocrático que se concibe como tal.
Lo que llama la atención sobre el hecho de que la representación descansa, en última instancia, en un think so
(por decirlo en palabras de Friedrich), es decir, sobre el hecho de que únicamente en términos de <ideas> una
persona puede ser <hecho presente> por otra persona. Con la única excepción del caso marginal de la
representación existencial inconsciente, no puede existir representación mientras que el representante no sienta
la expectativa de aquellos a los que representa, y no la sienta como una expectativa vinculante.
Por lo tanto, no sólo la representación es una <idea>, sino que es también, necesariamente, un
<deber>. Por consiguiente si la elección no asume explícitamente un significado y una intención
representativa el procedimiento electoral tomado por sí mismo puede muy bien poner en el cargo a
un jefe absoluto. Pero esto no demuestra que las elecciones no sean un medio necesario; prueba
únicamente que no son, por sí mismas, un medio suficiente.
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6.7 Representación electiva
Las elecciones son una cosa, y la representación otra. Sin embargo, la moderna representación política es
<representación electiva>, desde el momento en que es esta asociación la que convierte a la representación, al
mismo tiempo, en política y moderna. El medio (elecciones) no puede sustituir al animus (la intención
representativa): pero el ánimo sólo no basta. La representación no electiva la representación <virtual> de la
que hablaba Burke requiere el apoyo y las garantías de una representación hecha <actual> por el instrumento
electoral.
Y esta era también en último termino, la tesis de Burke.
La representación virtual, escribía Burke en 1792 en una carta a sir Hércules Langrishe
“es aquella en la que se da una comunión de intereses y una simpatía en los sentimientos y en los deseos, entre
aquellos que actúan en nombre de cualquier acepción del pueblo, y el pueblo en el nombre de quien actúan, a
pesar de que los fiduciarios no hayan sido elegidos de hecho por aquél...”
Esta representación es en muchos casos, mejor que la efectiva. Posee gran parte de sus ventajas y elimina
muchos de sus inconvenientes. Sin embargo, mantenía: este tipo de representación virtual no puede tener una
existencia larga y segura si no posee como sustrato la representación efectiva. El diputado debe tener una cierta
relación en el electorado. De este modo Burke no perdía de vista los límites que marcan la validez de una
representación que se presume. No contraponía la representación virtual a la electiva. Para Burke la
<presunción> de representatividad presupone, sin embargo, siempre una relación <efectiva> entre el diputado
y el electorado: la representación virtual no sustituye, pero integra y completa a la representación electiva.
Seamos claros: la conclusión a la que llegó, que la representación no puede no tener un fundamento
electivo, vale únicamente para la representación política (no para la representación privada y
todavía menos para la representación existencial) en orden a la exigencia de asegurar la
<capacidad de respuesta> del representante.
La teoría electoral de la representación es, en efecto, la teoría de la representación responsable: su
problema no es el de satisfacer el requisito de la semejanza, sino de asegurar la obligación de
responder. Sin elecciones se puede tener representatividad: pero es verdaderamente difícil
sostener que sin elecciones se tenga capacidad de respuesta, responsabilidad.
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6.8 Determinación de los sistemas representativos
Características
Recorriendo la literatura nos encontramos con las siguientes caracterizaciones y condiciones de los sistemas
representativos:
1. El pueblo elige libre y periódicamente un cuerpo de representantes: la teoría electoral de la
representación.
2. Los gobernantes responden de forma responsable frente a los gobernantes: la teoría de la representación
como responsabilidad.
3. Los gobernantes son agentes o delegados que siguen instrucciones: la teoría de la representación como
mandato.
4. El pueblo está en sintonía con el Estado: la teoría de la representación como ídem sentiré.
5. El pueblo consiente a las decisiones de sus gobernantes: la teoría consensual de la representación.
6. El pueblo participa de modo significativo en la formación de las decisiones políticas fundamentales: la
teoría participativa de la representación.
7. Los gobernantes constituyen una muestra representativa de los gobernados: la teoría de la representación
como semejanza, como espejo.
A la luz de cuanto se ha dicho con anterioridad, 1 y 2 son dos condiciones unidas. El recurso a las elecciones no
basta para calificar un sistema representativo; pero también él <rendir cuentas> sigue siendo un precepto vacío
sin el recurso a las cuentas electorales.
La condición 3 se vincula con la representación medieval, y no puede ni mantenerse ni practicarse fuera del
ámbito privado.
Por otro lado, las condiciones 4, 5 y 6,tomadas en sí mismas, son demasiado vagas. Es simplemente
demasiado fácil presumir el consenso de un ídem sentiré; y la participación se plantea como alternativa más que
como forma de completar la representación (cuando no enmascara la bien distinta realidad de una manipulación
orquestada e impuesta desde lo alto). En efecto, las tres últimas caracterizaciones indican cosas que con toda
probabilidad encontraremos dentro de los sistemas representativos, pero no son condiciones constitutivas de los
sistemas representativos.
En cuanto a la condición 7, la representatividad es un requisito suplementario, no un requisito necesario.
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Tema 7: Responsabilidad y representatividad
Comencemos por la representatividad. En relación a ésta la tesis es que nos sentimos representados por quien
<pertenece> a nuestra misma matriz de <extracción> porque presumimos que aquella persona nos
<personifica> Y el problema de la representación se plantea desde esta perspectiva así: encontrar una persona
que nos sustituya personificándonos (etimológicamente que posea su máscara).
Ahora bien, es cierto que la representación ha nacido, históricamente; precisamente del seno de una
pertenencia. Los miembros de las corporaciones medievales se sentían representados no porque
eligiesen a sus mandatarios, sino porque mandatarios y mandados <se pertenecían>. Como ha
señalado con precisión Gosnell, el latín impersonare se usaba en las corporaciones en el sentido en
el que nosotros decimos representar.
“Es decir, poseer las características de alguien o de algo ha sido siempre, parece, una connotación
de la palabra representación”.
Y cuando se vuelve hoy a requerir una representación ordenada y expresada según criterios profesionales o de
intereses, el fundamento de esta instancia está ciertamente en el principio de la pertenencia.
Por lo tanto, es totalmente verosímil que una persona se sienta mejor representada cuando el representante es
un alter ego, alguien <como él>, alguien que actúa como él actuaría porque es (existencial o profesionalmente)
igual a él. El hecho es que se puede muy bien plantear la hipótesis de un parlamento que sea un perfecto espejo
de similitudes de extracción y que sin embargo, no reciba de hecho las demandas de la sociedad que refleja. Y
esto se explica porque el responder responsablemente tiene al menos en política prioridad sobre la semejanza.
No obstante la tesis del <parlamento espejo> puede replantearse manteniendo que si la representatividad no es,
por sí misma, una condición suficiente, sigue siendo una condición necesaria. La dificultad estriba en que
mientras que una sintonía se instituye fácilmente en una relación unívoca, de uno a uno, esto no sucede en una
relación de muchos con uno (sobre todo cuando los muchos son, en concreto, decenas si no centenas de miles).
En el ámbito de la representación política llegamos, por tanto a un dilema: sacrificar la
responsabilidad a la representatividad o bien sacrificar la representatividad a la responsabilidad.
Pero esta conclusión requiere un análisis más atento de la noción de responsabilidad.
La idea de responsabilidad tiene dos caras:
a. la responsabilidad personal hacia alguien, es decir la obligación del representante de <responder> al
titular de la relación;
b. la responsabilidad funcional, o técnica de alcanzar un nivel adecuado de prestación en términos de
capacidad y eficiencia.
La primera es una responsabilidad dependiente; la segunda es una responsabilidad independiente.
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En el primer sentido el representante hace las veces de otro;
en el segundo sentido se pretende del representante una “conducta responsable”, lo que equivale a
decir que su comportamiento se confía, en último término, a la propia conciencia y competencia.
Traduciendo esta distinción en términos políticos, de ello se desprende que la expresión <gobierno responsable>
acumula dos expectativas distintas:
a. que un gobierno sea receptivo, o sensible (responsive), debiendo responder por lo que hace;
b. que un gobierno se comporte responsablemente actuando con eficiencia y competencia. Podemos llamar al
primero gobierno receptivo, y al segundo gobierno eficiente. La diferencia no es pequeña.
En nuestros asuntos privados inclinarse por la responsabilidad personal o bien por la responsabilidad funcional no
cambia mucho las cosas, puesto que en todo caso el representante tiene una sola tarea: perseguir el interés
exclusivo del dominus de la relación, es decir, del representado, sea cual fuere la suerte de los demás intereses.
Pero cuando llegamos a la representación política adquiere preeminencia otra tarea: perseguir el interés del
todo, sea cual fuere la suerte de los intereses particulares. Precisamente por esto la distinción entre la
responsabilidad dependiente y la responsabilidad independiente se convierte, en política, en una distinción
crucial, en orden a la cual cambia muchísimo que un sistema representativo se base en una o en la otra.
Es sobre la base del propio margen de independencia, es decir de responsabilidad funcional, por lo que un
gobierno tiene derecho a subordinar los intereses sectoriales en la búsqueda de los intereses colectivos. Por el
contrario, en el momento en que la responsabilidad funcional cede el paso a la responsabilidad dependiente, es
asimismo probable que el interés general se sacrifique a los intereses parciales, con frecuencia contingentes,
contradictorios, e incluso <malentendidos>.
No es paradójico afirmar, por lo tanto, que un gobierno responsable puede ser también un gobierno altamente
irresponsable. Cuanto más receptivo se convierte un gobierno, tanto menos se encuentra en condiciones de
actuar responsablemente. Por lo tanto, se llega a un punto en el cual la elección entre representatividad
sensibilidad, por un lado y responsabilidad eficiencia por otro, no puede eludirse. No podemos pretender que un
gobierno ceda y al mismo tiempo resista a las demandas de los gobernados. Para decirlo mejor, no podemos
conseguir simultáneamente más receptividad y más responsabilidad independiente.
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7.1 Tipos de sistemas representativos
De todo lo anterior, se desprende que los sistemas representativos pertenecen <grosso modo> a dos tipos
distintos; cuyos orígenes se sitúan, respectivamente en Inglaterra y en Francia.
El tipo inglés de sistema representativo está basado en un método electoral uninominal que atribuye un limitado
margen de elección al elector y favorece un sistema bipartidista; mientras que el tipo francés está basado sobre
un método electoral proporcional que permite al elector un amplio margen de elección y facilita los sistemas
multipartidistas. El tipo inglés sacrifica la representatividad del parlamento a la exigencia de un gobierno
eficiente, mientras que el tipo francés sacrifica la eficiencia del gobierno a la representatividad del parlamento.
Si el vocabulario de la política se pusiese al día, el tipo inglés de sistema representativo debería llamarse
<sistema de gabinete>, y el término <sistema parlamentario> correspondería al tipo francés. Sea cual fuere la
terminología, en el gobierno representativo coexisten dos almas, dos exigencias: gobernar y representar. El
sistema inglés (y americano) maximiza el requisito de gobernar, mientras que el sistema de tipo francés
maximiza la instancia de un parlamento que refleje.
Más concretamente, en los países con circunscripciones uninominales se vota para crear un gobierno estable y
responsable, y sólo de modo subordinado un parlamento representativo. En los países con un sistema
proporcional se vota para crear un parlamento representativo, y sólo de modo subordinado un gobierno.
De este modo, puesto que las elecciones proporcionales tienden a producir en el parlamento mayorías <libres>
(no mayorías <impuestas>) resultarán gobiernos no sólo cambiables, sino también con una responsabilidad
poco potenciada. Podría decirse que en los sistemas mayoritarios la representación es menos fiel, pero llega más
arriba, hasta el gobierno; mientras que en los sistemas proporcionales la representación es más fiel, pero tiene
una proyección más corta, llega sólo hasta la asamblea.
Por lo tanto, de este modo se pone en evidencia aquella representación que es
<representatividad>, dejando por el contrario en la sombra la representación que es
<responsabilidad>. El discurso, pues debe proseguir así: en los sistemas mayoritarios los escaños
no corresponden a los votos, pero la imperfección en la representatividad está compensada por
todo lo que se gana en claridad e inmediatez de responsabilidad: en la legislatura la
responsabilidad es del partido de gobierno.
Por el contrario, en los sistemas proporcionales a tantos votos les corresponden <grosso modo> otros tantos
escaños en el parlamento, pero la división de la asamblea acaba por atenuar, si no por hacer totalmente
anónima, la responsabilidad de gobierno, o mejor dicho, de los gobiernos. Los gobiernos cambian, las
coaliciones gubernativas son distintas; y la cortina de humo producida por la alquimia parlamentaria hace difícil
la identificación de la responsabilidad.
Una vez sopesados los pro y los contras no sabría señalar un claro vencedor.
Cuando afirmamos que la proporcionalidad expresa una representación <más verdadera>, lo que afirmamos de
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hecho es que la proporcionalidad produce una <representatividad> más verdadera. Incluso así, y en todos los
casos, una porción del electorado está abocada a sentirse no representado o por lo general a sentirse mal
representada.
En el sistema inglés son las minorías las que votarían, si tuviesen probabilidades de éxito, por un tercer partido.
En los sistemas proporcionales es el electorado el que se siente traicionado por las combinaciones
parlamentarias, y siente la impotencia de su voto en la designación del gobierno.
Bien entendido, podemos pensar en soluciones intermedias, más equilibradas, aptas para conciliar un gobierno
eficiente y una representación representativa. No obstante, desde el punto de vista de la ingeniería
constitucional no podemos construir estructuras representativas que maximicen al mismo tiempo la función de
funcionar y la función de reflejar. En un cierto punto debemos elegir y la alternativa realista se sitúa entre la
responsabilidad independiente y la responsabilidad dependiente en mayor medida que entre la democracia
gobernada y gobernante o entre el autogobierno verdadero y el ficticio.
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7.1 Tipos de sistemas representativos - 2
En Síntesis En conclusión un sistema representativo no puede existir sin elecciones periódicas capaces de
hacer responsables a los gobernantes frente a los gobernados. Sin embargo, de este modo se
institucionaliza únicamente la receptividad, es decir, una responsabilidad dependiente. Y esta
responsabilidad dependiente no debe ser tomada demasiado al pie de la letra; ésta postula
únicamente una <capacidad de respuesta>, una sensibilidad receptiva, provista de
dispositivos de salvaguardia.
Por lo tanto, un sistema político se califica como representativo en el momento en que unas prácticas electorales
honestas aseguren un grado razonable de respuesta de los gobernantes frente a los gobernados. Esto no implica
necesariamente la universalidad del sufragio, pero postula que ningún sistema representativo puede estar
basado únicamente sobre la <representación virtual>.
Por el contrario, un sistema político no se califica como representativo si un solo jefe (sea monarca o dictador)
reivindica en exclusiva la representación de la totalidad. Si la función representativa no se confía a un cuerpo
colectivo que sea vastamente numeroso para y libre de expresar diversidad de puntos de vista y de intereses,
podemos siempre decir que aquel sistema político está guiado por un jefe representativo, pero no es lícito
calificarlo como sistema de representación política.
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Tema 8: Algunos aspectos de la crisis de representación política
A menudo se afirma que la representación experimenta actualmente una crisis en los países occidentales. A lo
largo de décadas parecía fundarse en una relación de confianza, fuerte y estable, entre los electores y los
partidos políticos; la gran mayoría de los electores se identificaba con algún partido político y le era fiel por largo
tiempo.
Hoy un número creciente de electores vota de manera diferente en cada elección y las encuestas de opinión
revelan que aquéllos que se niegan a identificarse con algún partido político existente también aumentan. Por
otra parte, las diferencias entre los partidos parecían ser efecto y reflejo de las divisiones sociales. En cambio,
hoy se tiene la impresión de que los partidos imponen a la sociedad divisiones de carácter artificial o sectorial.
Cada partido proponía a los electores un programa que, de llegar al poder, se encargaría de ejecutar. En el
presente, la estrategia electoral de los candidatos y de los partidos políticos se basa en la construcción de
imágenes bastante vagas en las cuales la personalidad de los líderes ocupa un lugar predominante, más que la
promesa de medidas determinadas. Finalmente, la preferencia de los ciudadanos respecto de metas políticas
precisas parecen cada vez más expresarse de manera directa, sea a través de las encuestas de opinión, sea a
través de movimientos sociales u organizaciones que tratan de alcanzar algún objetivo preciso, pero que no
buscan gobernar.
La distancia entre el gobierno y la sociedad, entre representantes y representados, parece agrandarse. La
elección de los representantes no parece ser ya el medio por el cual los representados escogen la política que
desearían se aplique.
El gobierno representativo moderno ha sido instaurado siguiendo las huellas de las revoluciones inglesa,
norteamericana y francesa, en ausencia de partidos políticos organizados. La mayor parte de los creadores del
gobierno representativo, incluyendo ingleses y norteamericanos, habían inclusive considerado las divisiones
entre partidos o “fracciones” como una amenaza para el sistema que pretendían establecer.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, en cambio, la existencia de partidos políticos encuadra el sufragio de
los electores y aparece como un elemento esencial de la democracia representativa. Por otra parte, los
programas políticos no habían jugado sino un papel mínimo en la práctica original del gobierno representativo,
siendo prácticamente desconocida la noción misma de programa a fines del siglo XVIII y comienzos de XIX. Los
partidos de masa, en cambio, hicieron de los programas un instrumento central del combate electoral.
Por consiguiente, la existencia de partidos de masas y de programas políticos transformaron el
propio lazo representativo. Los partidos, en principio, aproximaron los representantes a los
representados. Los candidatos fueron a partir de entonces elegidos por el partido, es decir por una
organización donde los militantes tenían algo que decir. La masa del pueblo podía así, en cierta
medida, participar en la elección de quienes competirían por el sufragio.
Del otro lado, una vez elegidos, los representantes permanecían en estrecho contacto con la organización que los
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había hecho elegir; permanecían de hecho en una situación de dependencia respecto del partido. Esto les
permitía a los militantes, es decir a los ciudadanos comunes, conservar una influencia sobre los gobernantes
más allá de los períodos electorales.
Por otra parte, al presentar a los electores los programas que iban a poner en práctica, los partidos parecían
proporcionar a los ciudadanos la posibilidad de determinar la política efectivamente seguida.
De esta forma, hacia fin del siglo XIX, algunos analistas interpretaron el nuevo papel de los partidos y de los
programas como signo de una crisis de representación. El modelo de gobierno representativo fue entonces
identificado con aquello que se llamó “parlamentarismo o parlamentarismo liberal” del cual Inglaterra había
constituido, precisamente hacia 1870, el ejemplo más cabal.
A comienzos del siglo XX, las reflexiones sobre la “crisis del parlamentarismo” se han multiplicado.
Progresivamente, empero, se advirtió que si bien los partidos de masa habían implicado el fin del
parlamentarismo, ello no quería decir que hubiese desaparecido el gobierno representativo. Se percibió que en
realidad se había organizado una nueva práctica del gobierno representativo, tan viable como la primera, a
partir del rol de los partidos de masa y de los programas políticos.
Esta nueva práctica no ha sido conceptualizada por los analistas de manera tan clara y unánimemente aceptada
como lo había sido antes el parlamentarismo. No obstante, la toma de conciencia de un fenómeno a la vez
relativamente estable y dotado de coherencia interna, marca el hecho de que resultan acunados términos
nuevos para designar la nueva práctica del gobierno representativo.
Los estudiosos anglosajones hablan de “gobierno de partidos” (party government) y los alemanes de
“Parteiendemokratie”. Cada uno de estos términos intentaba reunir bajo un rasgo único los caracteres por los
cuales la forma del gobierno representativo engendrada por los partidos de masas difería del parlamentarismo.
Muchas conclusiones se sacaron entonces. La mayor parte de los análisis coincidieron en que esta nueva forma
de representación difería radicalmente de aquella del parlamentarismo. Se creyó, asimismo, que la modalidad
del lazo representativo vigente en el parlamentarismo había sido definitivamente superada y suplantada: el
papel de los partidos de masa y de los programas de partido parecía tener una relación esencial con la extensión
de derecho al sufragio, y como ésta no parecía que fuese a ser cuestionada en el futuro, se concluía que el lazo
representativo había sido modificado irreversiblemente.
La nueva modalidad del gobierno representativo fue, en general, comprendida como un progreso de la
“democracia”, si bien hubo algunas mentes que deploran la declinación del parlamentarismo. Tal comprensión
no derivaba simplemente de la extensión del cuerpo electoral, sino de la nueva modalidad del lazo
representativo. La “democracia de partidos” parecía generar una mayor identidad entre gobernantes y
gobernados y dar un papel más importante a los gobernados en la conducción del gobierno.
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