UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO
PLANTEL DEL VALLE
Estudios Sociales e Históricos
Profesora: Dra. María García García
Formalidad y realidad en el proceso de conquista militar y
espiritual de Mesoamérica.
Por: Morales Reza Francisco
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Introducción
Éste es un breve acercamiento a la discrepancia entre lo jurídico-formal y
los acontecimientos reales de la conquista, militar y espiritual de Mesoamérica; El
consecuente dominio, casi exterminio y evangelización de los indios, y la disputa
entre dos modelos clericales. Pretendo mostrar que en las disputas que se
desarrollaron entre los conquistadores, los indios fueron objeto pero no parte de
éstas. En los textos leídos he procurado seguir las líneas que se refieren a las
personas que habitaban esta parte del mundo. Así como al fundamento; ético,
jurídico, filosófico y teológico que autoridades y teóricos les reconocían,
contrastándolos conel trato que recibieron por parte de los conquistadores.
El interés principal es la nueva España y territorios adyacentes que han
venido a ser México, hago un preámbulo con lo ocurrido antes de la llegada de los
conquistadores, por considerarlo necesario para comprender algunos aspectos de
la conquista. Hago referencia a lo que ocurría en España, cuando está
directamente vinculado a con la Nueva España.
Los procesos a que he aludido no son sucesivos uno de otro, la conquista
no estaba concluida cuando inició la evangelización, la interacción entre españoles
e indios -que es parte del desarrollo de la región- tampoco esperó a que
concluyeran los otros procesos, sucedieron con un amplio porcentaje de
paralelismo.
Antecedentes
Europa llevaba largo tiempo envuelta en guerras religiosas, había padecido
epidemias devastadoras, la degradación de sus tierras de cultivo y la apertura de
nuevos campos de siembra a costa de los bosques. En la península Ibérica el
reino de Castilla llevaba mucho tiempo enfrascado en la guerra contra los moros,
desde el siglo IX este reino y otros como león y Navarra también cristianos,
combatían al Islam. Para el siglo XIII los moros por el avance de los cristianos se
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concentraban en Granada, al sur de la península Ibérica. En 1501 nació Isabel la
católica, fue hija de Juan II de castilla y su segunda esposa Isabel de Portugal. En
1554 Enrique IV medio hermano de Isabel por el lado paterno, heredó el trono,
éste se casó con Blanca de Navarra, como no procrearon descendencia Enrique
se casó con Juana de Portugal, con quien procreó a Juana que sería apodada la
Beltraneja, con quien Isabel disputaría el trono a la muerte de Enrique en 1574,
Isabel ya casada con Fernando de Aragón se declaró reina de castilla, esto desató
una guerra de sucesión con los partidarios de la Beltraneja y con Portugal cuyo rey
Alfonso V estaba casado con ésta. La guerra duró hasta 1479 cuando Isabel y
Alfonso acordaron la paz. Este mismo año Fernando fue coronado rey de Aragón.
Isabel y Fernando continuaron la guerra contra los árabes que serían
vencidos en enero de 1492.Isabel decide apoyar el proyecto que Colón le había
presentado con anterioridad; viajar a las indias cruzando el océano. Esto era
atractivo porque en la paz acordada con Portugal se estableció que este reino
tenía los derechos sobre el Atlántico hasta cien leguas de Cabo Verde y las islas
azores, y ya exploraba las costas occidentales de África para llegar a las indias, a
sus codiciadas riquezas. Adicionalmente la caída de Constantinopla, a manos de
los turcos, hacía imposible cruzar el Mediterráneo. El proyecto era una aventura
extremadamente arriesgada, pero también era la única forma en que Castilla y sus
aliados pudieran buscar las riquezas que tanto necesitaban.
La empresa era de Castilla, el hecho de que Isabel estuviera casada con
Fernando no había unido los reinos en uno solo. Así que la empresa, se hacía
bajo la legislación castellana expedida por Alfonso X el sabio, con base en la cual
habían sido ocupadas las islas Canarias y las Baleares. La primera de las
llamadas siete partidas establece la propiedad de la iglesia católica sobre todas
las cosas y la potestad del Papa de donarlas. La tercera habla de la justicia como
medio para que los hombres vivan en paz. Con base en estas disposiciones se
inició lo que sería el descubrimiento conquista y dominación de lo que llamaban
Nuevo mundo o indias.
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El 3 de agosto de 1492 Colón partió esperando llegar a las indias y el doce
de octubre llegó a islas de lo que hoy llamamos América, él no preveía la
posibilidad de que existiera un continente entre Europa y Asia. Desde 1492 hasta
1506 año de su muerte Colón realizó cuatro viajes entre Europa y el Caribe,
exploró este mar conociendo las islas más importantes y una parte de la actual
Centroamérica, estableció comunicación con los habitantes de las islas. Al regreso
de su primer viaje presentó ante los reyes algunos indios, oro, perlas y aves
exóticas, que despertaron la admiración de la corte pero también la ambición de
presentes y ausentes.
Entre el primer viaje de colón y la campaña de Hernán Cortés transcurrieron
aproximadamente 26 años, un cuarto de siglo rico en acontecimientos que serían
importantes en la vida de lo que hoy es México. Los hechos más relevantes
ocurrieron en La Española (hoy santo domingo), algunas ciudades de la península
y Cuba.
Colón regresó de su primer viaje el 31 de marzo de 1493, llevando consigo
algunos indios, y algunas riquezas, apegándose a la primera partida de Alfonso X
Isabel y Fernando se apresuraron a solicitar al papa la donación de las tierras
descubiertas y por descubrir. El 3 de mayo del mismo año el Papa Alejandro VI
emitió la Bula Intercaetera en la que nombraba señores de las nuevas tierras a los
reyes de Castilla, y les otorgaba absoluta autoridad sobre ellas. Asimismo el Papa
ordenó la evangelización de las personas que habitaran los nuevos territorios. Al
día siguiente emitió una segunda Bula Intercaetera, para armonizar los derechos
de Castilla con los que ya tenía Portugal
En atención a la tercera partida Alfonsina, el 29 de mayo de 1493 los reyes
ordenan a Colón tratar a los indios amorosamente. El proceso de expansión
castellana tenía la bendición del papa y se hacía con apego a la legislación de
castilla.
Al parecer los reyes no tenían duda acerca de la humanidad de los indios, y
se preocupaban por su bienestar espiritual y material, ordenaban que fuesen
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tratados bien. Sin embargo. En los viajes de Colón y de otros marinos llegaron a
las islas del caribe personas habidas de poder y riqueza, su objetivo era encontrar
oro en la mayor cantidad posible a cualquier costa y de cualquier forma, estos no
conocían las partidas alfonsinas, ni las ordenes de los reyes o no les importaban.
La realidad que los indios padecieron en las islas del caribe, distaba mucho
de las ordenes de los reyes, los indios eran obligados a trabajar hasta morir o eran
asesinados con cualquier pretexto por ejemplo, probar si una espada tenía filo,
otros muchos fueron vendidos como esclavos en la península, el propio colón lo
hacía.
Dos conceptos acerca de los indios
Desde los primeros encuentros entre navegantes e indios, tomaron forma
entre los primeros dos posturas antagónicas: considerar a los segundos como
seres apenas un poco más que bestias, o como hombres con capacidades plenas
y derechos iguales a los de los ibéricos.
Aun en este caso prevalece la idea de superioridad y la voluntad de
dominio, ¿por qué los extranjeros habrían de tener iguales derechos que los indios
en tierras de éstos?
Estas posiciones se enfrentaron en diversos momentos dando origen a
discusiones formales llevadas a cabo ante autoridades eclesiales y monárquicas,
de donde surgieron leyes o disposiciones que reconocían los derechos de los
indios y los protegían, sin embargo tales ordenamientos no se cumplían, esto
ocurrió a lo largo de todo el periodo de conquista y dominación.
Leyes de Burgos
En noviembre de 1511 en La Española (hoy Santo Domingo) el dominico
Antonio de Montesinos pronunció un sermón donde denunció y recriminó a los
conquistadores el trato que daban a los indios. De este sermón se derivó una
discusión más profunda que se libró en Burgos, de la que resultaron las llamadas
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Leyes de Burgos en las que por primera vez fue expuesta la teoría de que los
indios eran seres humanos y debían tener derechos iguales a los de los
españoles.
En estas juntas hubo básicamente dos posturas, la de los dominicos que
defendían a los indios como hombres con derechos plenos y la opuesta, que
defendía los intereses de los encomenderos y colonos, ésta les negaba a los
indios cualquier derecho, y concedía a los otros el derecho de dominar por
cualquier método a los indios, con el fin de obtener el mayor beneficio económico
posible, asimismo defendía la conversión forzada, entre los defensores de
encomenderos y colonos algunos proponían dar mejor trato a los indios.
Las leyes de Burgos, fueron favorables para los indios en ellas se les
reconoce como seres libres, se reitera que deben ser cristianizados, si bien deben
trabajar, ha de ser de acuerdo con sus capacidades físicas, deben tener tiempo de
descanso y diversión, se reconoce su derecho a la propiedad y deben recibir pago
justo por su trabajo.
Sin embargo la encomienda establecida en 1503 continuó vigente,
aparentemente estas leyes representaron avances importantes en la situación de
los indios. Sin embargo dejaban intacto el despojo y la dominación de que estos
fueron objeto, es un contrasentido decir que eran libres pero que estaban
obligados a trabajar, si bien se establecía el pago del trabajo realizado, no se
pagaba el producto de ese trabajo, es decir, los encomenderos debían pagar por
la extracción del oro, pero no por el oro, que originariamente era propiedad de los
indios. Además las aparentes mejoras lo fueron en el papel, en lo formal, pero no
en lo real donde los indios siguieron padeciendo la esclavitud.
Las Leyes de Burgos fueron ampliadas en 1513 con las Leyes de Valladolid
en las cuales se legislaba con más detalle el trabajo y derechos de las mujeres
indias y los niños indios.
El derecho de ocupación
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De las juntas de Burgos resultó otro tema, el derecho que Castilla tenía
sobre las tierras descubiertas y sus habitantes, en principio se habló del trabajo de
los indios y el trato que se les daba, que quedó aparentemente resuelto. Pero se
abrió la cuestión de bajo qué principios podría ser justo: ocupar los nuevos
territorios, hacer la guerra a los indios, despojarlos de las tierras que ocupaban y
dominarlos e imponerles una religión.
Las partidas de Alfonso X señalaban las causas por las que se puede
adquirir un reino, de las cuales se consideraron aplicables las siguientes: Por
ocupación, los descubridores ocuparon las nuevas tierras en nombre de la reina;
Por donación papal o imperial, en la Bula Intercaetera el Papa Alejandro VI donó a
Castilla las tierras descubiertas con la condición de evangelizar a sus habitantes y
que no haya tiranía; Por anuencia de las personas, si los habitantes de las nuevas
tierras lo aceptaban entonces serán súbditos de la reina.
A pesar de que estos principios fueron cuestionados en las mismas juntas,
las Leyes de Burgos consideraron justa y legitima la ocupación de las tierras
descubiertas. Se consideró que hacía falta la anuencia de los indios para ser
vasallos de los reyes, para resolver este detalle Palacios Rubios1 redacto un
requerimiento, mediante el cual se notificaba a los indios la existencia de dios, del
papa y de la reina, se les preguntaba si aceptaban la autoridad de ésta y si
accedían a ser cristianizados, o bien serían atacados y dominados por la fuerza.
Poco podrían objetar los indios quienes ni siquiera comprendían el idioma en que
se les hablaba y menos aún comprendían lo que se les requería. Sin embargo es
de rescatar la importancia que se dio al aspecto legal y formal de la conquista de
América por parte de Castilla.
Las discrepancias entre las posturas antagónicas no quedaron resueltas,
esta disputa continuaría especialmente en el ámbito académico.
La conquista militar de México Tenochtitlan
1 Juan López de Palacios Rubios jurista, catedrático de la universidad de Salamanca, consejero de los reyes católicos, y ministro del consejo de Indias.
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Bajo los principios y Leyes de Burgos en 1519 parte de Cuba la expedición
de Hernán Cortés, desembarca en lo que hoy es Veracruz donde funda la villa de
la Veracruz y establece un ayuntamiento. Está iniciando la conquista, al establecer
el ayuntamiento deja de depender del gobernador de Cuba y su campaña
depende directamente de lo ordenado por el emperador, para estas fechas Carlos
V, que ha sucedido a Fernando el católico muerto en 1516.
La de Cortés es una campaña sistemática, planificada, que aprovecha las
circunstancias favorables que encuentra y libra adecuadamente los contratiempos
que enfrenta como,la expedición contra él de Narváez.Quizá la mayor dificultad es
la comunicación, Cortés busca comunicarse con los indios, busca comprenderlos y
obtener información más que oro. Lo primero que busca es un traductor, para lo
cual encuentra a Gerónimo de Aguilar que se une a su expedición, éste conocía el
idioma maya, los primeros indios con los que se encuentran eran mayas, en estos
encuentros el traductor es de vital importancia, en uno de tales encuentros le
regalan a Malinalli, según los indios, o Doña Marina según los españoles, quien es
mejor conocida como la malinche. Ella era de origen náhuatl, había sido vendida
como esclava a los mayas y conocía los dos idiomas, en breve aprendió el
castellano y fue insustituible en los encuentros de Cortés con los demás indios.
De sus encuentros con diversos grupos de indios Cortés obtiene
información acerca de la existencia de un gran reino, Tenochtitlan, de su
gobernante Moctezuma y del dominio tiránico que ese reino ejerce sobre los
demás señoríos. Cortés va construyendo una larga serie de alianzas con los indios
sometidos por los aztecas especialmente los tlaxcaltecas. Así cuando llega a
Tenochtitlan el pequeño número de soldados que lo acompañaban está
respaldado por un enorme ejercito de indios, la virtud de Cortés fue la de reunir en
una causa común a indios de diferentes señoríos, algunos enemigos entre sí, pero
todos aliados al conquistador.
La guerra comienza cuando pedro de Alvarado encabeza la matanza del
templo mayor, Cortés había salido para combatir la expedición de Narváez, en su
ausencia los españoles atacan y exterminan a los aztecas que realizaban una
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festividad religiosa, en la cual hubo sacrificios humanos y actos que los españoles
no toleraron. Cortés regresa y se refugia con sus hombres ante los ataques indios
sale huyendo hacia Tlaxcala donde se reorganiza y planea la guerra contra
Tenochtitlan.
Construye embarcaciones con las cuales y la ayuda de sus aliados indios
sitia la ciudad, que es vencida en 1521, es una campaña aparentemente breve
sólo dos años, sin embargo la caída de Tenochtitlan no significó la derrota total del
imperio azteca, sino una nueva etapa en el proceso de conquista y dominación.
En este punto inicia en México un trato diferente hacia los indios vencidos,
que poco a poco se extendería a todos, al principio los aliados particularmente los
tlaxcaltecas serían tratados con muchas consideraciones, a sus nobles se les
daba trato preferencial, tenían acceso a privilegios y cargos iguales a los de los
españoles. Sin embargo los vencidos eran esclavizados o exterminados, los
esclavos tenían una vida muy breve de modo que la esclavitud era otra forma de
exterminio.
Durante el asedio a la ciudad los sitiadores se apoderaron de oro, plata,
piedras preciosas y mujeres, que fueron retenidas. Todo esto no era nuevo en
estas tierras, los aztecas tenían por costumbre las mismas acciones en contra de
los pueblos que habían sometido.
Más elementos de la disputa teológica filosófica y jurídica.
Mientras esto ocurría en lo que hoy es México, en la corte de castilla se
discutía acerca de las nuevas tierras y de los indios, principalmente se discutía el
derecho de Castilla a ocupar las nuevas tierras, así como la justeza de la guerra y
conquista, de la forma en que los indios debían ser tratados y de si tenían
capacidad para ser cristianos y para gobernarse a sí mismos, se cuestionaba el
método de la encomienda y los repartos de indios.
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En 1520 Bartolomé de las casas intentó la conquista y evangelización
pacifica de la costa de Paría en la actual Venezuela, este intento fracasó
rotundamente, casi todos los colonos murieron a manos de los indios de aquella
región.
En España el emperador Carlos V recibía constantemente denuncias de
maltrato a los indios en diversas regiones del nuevo mundo, así como denuncias
de misioneros y colonos muertos por los indios. Ante tales denuncias, y en
consecuencia, daba órdenes en el sentido de las leyes de Burgos-Valladolid, con
el espíritu que habían manifestado los reyes católicos, por ejemplo
En las instrucciones de Carlos V a Cortés de 26 de junio de 1523
y en provisión de Granada de 1526 se autoriza la esclavitud de los
indios rebeldes, belicosos y antropófagos; los abusos que denunciaron
el obispo Zumárraga y el contador Rodrigo de Albornoz movieron al
emperador a ordenar en 1528 que se revisaran los casos de esclavitud
y que se anularan los injustos; poco después, en 2 de agosto de 1530,
Carlos V prohíbe radicalmente el cautiverio, pero a instancias de los
indianos accede en 1534 a que subsista el cautiverio de aquellos que
en justicia hayan de sufrir esta pena; las Leyes Nuevas de 1542 se
acercan a la prohibición absoluta y la Recopilación de las Leyes de
Indias de 1680 la prohíben por completo, excepto con los caribes, los
indios chilenos y los de las Islas de Mindanao. (Gallegos p. 144)
Esto justificaría la esclavitud impuesta a los aztecas, aunque no la que
posteriormente padecieron de manera generalizada los demás indios.
En Salamanca en la década de 1530 Francisco de Vitoria2 discutía las leyes
de Burgos-Valladolid y cuestionaba, para refutar los títulos que justificaban la
guerra y ocupación de las tierras descubiertas, en su Relectio de indis escrita en
2 Francisco de Vitoria 1483-1546, teólogo dominico, catedrático en la universidad de Salamanca desde 1523 hasta su muerte, es uno de los personajes más importantes de la llamada escuela de Salamanca, fue un estudioso del aristotelismo y del tomismo.
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1538. Es él quien argumenta que en materia dudosa debe consultarse a los sabios
y las acciones que se emprendan deben ser conforme a lo decretado por ellos,
señala que en lo relativo al nuevo mundo y a los indios no ha habido tal consulta.
Según vitoria los asuntos de los indios deben resolverse a la luz de las leyes
divinas materia en la que los juristas no están suficientemente capacitados. Por lo
cual debe consultarse a los sabios en tales leyes, –en la época las personas más
cultas generalmente eran frailes–. Con esta argumentación establece que el tema
es de la competencia de la iglesia, lo cual acrecienta enormemente el poder del
papa –aunque este no era el objetivo ni es motivo de esta disputa- Los asuntos de
orden civil eran competencia eclesial.
Vitoria argumenta profusamente que los indios eran propietarios legítimos
de las tierras que ocupaban a la llegada de los españoles, de lo que se desprende
que fueron injustamente despojados de ellas. Es contrario a la opinión de que el
emperador tenga potestad sobre todo el mundo, consecuentemente sobre las
tierras de los indios, por lo que fue injusto despojarlos, así como deponer a sus
gobernantes e imponerles a otros. El papa tiene potestad mundial en materia
religiosa pero no en materia civil, y la propiedad de las tierras pertenece a este
orden, por lo que el papa no tenía derecho a conceder a ningún imperio potestad
alguna sobre las tierras de los indios.
No obstante lo señalado, Vitoria considera que la guerra habría sido justa; si
los indios hubieran impedido la predicación del cristianismo, perseguido o
agraviado de cualquier modo a los conversos, si con la guerra se librara de la
injusticia a otros semejantes. Bajo estos supuestos también es lícito deponer
gobernantes, para designar a otros, así como apropiarse de los territorios de los
indios, y aun someterlos al dominio español para buscar y preservar la paz y la
justicia entre ellos mismos.
Finalmente Vitoria define los títulos por los cuales es legitima la intervención
española en este continente, sin embargo, plantear estos principios no valida los
excesos cometidos por los conquistadores. Al contrario significa para ellos
obligaciones y restricciones complejas, principalmente la cristianización.
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Esto se discutía con particular intensidad en la universidad de salamanca
donde Vitoria ejercía el magisterio, en contraposición los conquistadores
encomenderos y en general colonos seguían argumentando que los indios
carecían de inteligencia, si bien no siempre se cuestionaba la humanidad de los
indios sí se les consideraba de escaso entendimiento muy cercanos a los
animales.
Así pensaban e informaban al monarca personajes cómo el dominico
Tomás Ortiz, que acusaba a los indios de antropofagia, sodomía, ir desnudos, ser
bestiales, y señala puntualmente que no son capaces de ser cristianos. En general
los argumentos contra los indios son repetitivos, poco argumentados e insisten en
atribuirles las características que la legislación considera suficientes para
someterlos a la esclavitud. No obstante frecuentemente quienes los acusan
recomiendan tratarlos con suavidad.
Juntas de Valladolid o disputa Sepúlveda las casas
Ante el cumulo de denuncias y quejas recibidas en ambos sentidos, en
1550 Carlos V convoca a un grupo de teólogos y juristas para que revisen los
temas motivo de discusión.
El consejo convocó a Juan Ginés de Sepúlveda y a Bartolomé de las Casas
a que defendieran sus posturas y expusieran sus argumentos.
Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) Sigue a Tomas de Aquino y a
Aristóteles en las condiciones teóricas y prácticas por las cuales una nación o
reino, puede emprender justamente la guerra contra otra nación; la propia defensa
del territorio y/o sus habitantes, recuperar lo que injustamente le hubiera sido
arrebatado, liberar de la injusticia a otros semejantes. Agrega la superioridad
cultural y técnica de los españoles, la incapacidad de los indios para defenderse y
gobernarse con justicia, la idolatría y los sacrificios humanos practicados por los
indios. Considera un deber de los españoles corregir tal estado de cosas.
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Defiende la universalidad de la autoridad papal aún en los asuntos civiles,
autoridad que según él, el mismo Cristo otorgó a Pedro y por extensión a sus
sucesores.
Considera a los indios como bárbaros especialmente por la idolatría,
apoyándose en Aristóteles declara que los indios están destinados a la
servidumbre, que por naturaleza deben estar sujetos al dominio de alguien que les
sea superior, y nadie mejor que los españoles para esa tarea, principalmente en lo
que se refiere a la evangelización.
La guerra emprendida por los castellanos es justa porque retribuye a los
indios más beneficio que perjuicio, por el acceso a la civilización, por su
cristianización lo que permitiría la salvación de sus almas, según Ginés en esta
guerra los indios resultan más beneficiados que los propios conquistadores. No
obstante declarar la justeza de la guerra contra los indios, no deja de considerar
reprobables los excesos y crímenes que en lo individual hayan cometido los
conquistadores, especialmente con los indios que de buen grado y pacíficamente
se adherían al catolicismo y aceptaban la autoridad de los reyes. Sin embargo
cuando dice “conviene añadir a la doctrina a las amonestaciones las amenazas y
el terror” (Apología p. 343) pareciera justificar todos los excesos cometidos,
seguramente muchos encomenderos lo tomaron así.
Si bien proclama necesario someter primero a los indios para poder
predicarles la religión cristiana, no considera correcto forzarlos a ser cristianos,
porque este debe ser un acto libre de la voluntad individual. Aunque si la
predicación va acompañada de amenazas y terror, la voluntad difícilmente será
libre.
En tanto que la guerra contra los indios fue justa, es justo despojarlos de
sus tierras y bienes y que estos pasen a poder del vencedor, más aún porque los
españoles estaban cumpliendo la ley divina. Por estas mismas razones es justo
someter a los indios a ser siervos de los vencedores. Debía existir diferencia entre
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los que resistieron la conquista y los que se sometieron voluntariamente, estos
últimos debían ser tratados indulgentemente.
Bartolomé de las Casas refutó la autoridad del Papa sobre las tierras de los
indios, declaró injustas las guerras y condenó todo sometimiento y por supuesto el
maltrato a los indios.
Por su parte Las Casas considera que no se cumplen las condiciones de la
guerra justa, dado que los indios: no han despojado a los españoles ni han
cometido injusticia alguna contra ellos; han tenido reinos estables y funcionales
hasta la llegada de los españoles; es posible evangelizarlos sin el uso de la
violencia. Agrega que la conversión mediante el sometimiento es contraria a lo
prescrito por la biblia y por los padres de la iglesia.
Inicia estableciendo las diferentes clases de bárbaros que existen, señala a
quienes se refiere Aristóteles cuando habla de los que por naturaleza deben ser
ciervos, paralelamente argumenta que los indios no son este tipo de bárbaros, a
pesar de algunas de sus costumbres, ni deben por tanto considerarse que estén
destinados a la servidumbre, refuta rotundamente a Aristóteles en lo que se refiere
a que los bárbaros puedan ser forzados a vivir humana y políticamente, le niega
autoridad moral por no haber conocido la verdad es decir por no haber conocido a
Cristo. Considera que los indios pertenecen a un tipo de bárbaros que son
capaces de gobernarse y por lo tanto sus reinos son legítimos y deben ser
respetados. Señala los valores cristianos bajo los cuales deben actuar los
españoles en relación con los indios.
Descalifica la justeza de la guerra por los supuestos beneficios que en este
caso los indios pudieran haber recibido. Dado que tienen el derecho de
gobernarse a sí mismos y deben respetarse sus leyes y reinos por ser legítimos.
Señala como bárbaros a todos los infieles por no conocer o profesar la fe
cristiana, está de acuerdo en la evangelización de los indios siempre que se haga
sin violencia, con respeto a su condición de seres humanos. Pide que se les trate
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como a hermanos por ser también hijos de Dios. Reprocha a Sepúlveda haberse
dejado guiar por testimonios de personas no confiables.
Las Casas había recibido críticas por no seguir el pensamiento de
Aristóteles, lo que hace es señalar que quienes le reclaman no han hecho una
lectura correcta de los textos aristotélicos, y los hace responsables de arrastrar a
Sepúlveda con mentiras a la defensa de una causa injusta.
No fue lo que hoy llamaríamos debate, ninguno de los ponentes estuvo
presente durante la exposición de su adversario, sin embargo Ginés que conoció
el resumen de la exposición de las Casas, escribió en respuesta a las objeciones
hechas por éste a su exposición, Las casas también por escrito dio respuesta al
texto de Ginés.
La junta no emitió un juicio de valor respecto de la discusión, no declaró
vencedor a ninguno de los ponentes, las opiniones se dividieron en favor de uno y
otro ponentes. Sin embargo la conquista no se detuvo ni las cosas cambiaron, los
indios siguieron siendo dominados y explotados hasta casi el exterminio.
Ginés profesor en la universidad de Salamanca no conocía de manera
directa la situación que se vivía en las tierras descubiertas, conocía únicamente
referencias de encomenderos y otros personajes que a decir de las Casas lo
influenciaban negativamente contra los indios.
Por su parte las Casas tenía amplio conocimiento personal de varias
regiones del nuevo mundo, donde había conocido indios de diversas costumbres y
diferentes niveles de organización social, así como de sus capacidades e
inteligencia. En todas partes había presenciado los abusos de que eran objeto.
Proceso de secularización
Cuando la expansión castellana se dirigió hacia las nuevas tierras, los reyes
encargaron a los frailes la evangelización y conversión al catolicismo de los indios,
esto ignorando al clero secular. Casi inmediatamente inició otra disputa relativa al
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Nuevo Mundo, ésta entre dos modelos de iglesia, o dos formas de la vida
religiosa, la de los regulares o frailes, que debían obediencia a su provincial, al
superior de su orden, al rey y al Papa. Y los seculares o sacerdotes, que debían
obediencia al obispo al rey y al Papa. Los primeros no eran propiamente ministros
de culto, es decir no podían administrar los sacramentos, pero el papa les
concedió una licencia especial, los segundos debían por derecho canónico
administrar los sacramentos y regir la vida sobre todo espiritual de las personas.
Los frailes adquirieron en general gran autoridad moral entre los indios,
pero no entre los dominadores quienes habían recibido duros ataques de aquellos
por el trato que daban a los indios y su escasa caridad cristiana. Estos estaban
más a favor de los sacerdotes seculares. Durante los siglos XVI y XVII con
algunos casos excepcionales los regulares dominaron las parroquias y pueblos de
indios, incluso los primeros obispos de América pertenecían a las órdenes
regulares, por ejemplo el franciscano Juan de Zumárraga en nueva España,
Bartolomé de las Casas en Chiapas. Esto favoreció en parte un proceso paulatino
y sutil de sujeción de los frailes al arzobispado.
Las órdenes que llegaron a Nueva España, muy pronto constituyeron
provincias independientes de las que existían en Castilla, podían regularse a sí
mismas, de esta forma consiguieron autonomía ejecutiva en diversos asuntos que
influyeron en la vida religiosa y civil de la Nueva España, por ejemplo recaudaban
las rentas en los pueblos de indios pero no estaban obligados a entregarlas a la
corona o al Papa. Por ejemplo en 1546 tomaron acuerdos en los que condenaban
la guerra contra los indios, reconocieron el derecho a la propiedad de los indios, y
que los reyes están obligados a sufragar la evangelización. Acuerdos como estos
los confrontaban con los encomenderos y colonos que buscaban riqueza y tenían
poco interés en la evangelización.
A finales del siglo XVII en la población de la nueva España se hicieron
notables cambios importantes, la población india había sido diezmada por las
guerras, por los excesivos abusos de que eran objeto a pesar de los esfuerzos de
sus defensores principalmente frailes. Aunque en el fin de siglo la población se
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recuperaba, crecía más en términos porcentuales la población hispana
principalmente la criolla y principalmente la población mestiza, estas eran más
favorables al clero secular. La secularización significó el cambio en la proporción
entre doctrinas3 y curatos4 en esta etapa “ninguna doctrina del arzobispado fue
secularizada, cambios en su organización y la desaparición de otras ocasionaron
que de 222 que había hacia 1673 disminuyeron a 166 hacia 1740,
aproximadamente.” (Aguirre 489) en contraste ocurrió el aumento de curatos que
pasaron de 74 en 1670 a casi 100 en 1740. Los regulares conservaban aún casi
dos tercios de las parroquias.
El proceso de secularización no era algo simple, desplazar a los frailes de
sus doctrinas significaba conflictos por lo que se hizo mediante procesos más o
menos negociados, o un tanto simulados, por ejemplo en Querétaro donde los
franciscanos tenían a su cargo la doctrina local y la atención sacramental de los
indios, los seculares a través de vecinos no indios, solicitaron se les concediera el
curato que se ocuparía de atender a los habitantes no indios de la ciudad. En 1705
lograron la administración de los españoles. Lo que observamos en este caso es
que aunque los frailes no perdieron la doctrina establecida, los seculares lograron
un curato en el mismo territorio, este procedimiento no fue único ni exclusivo de la
ciudad de Querétaro, la subdivisión de doctrinas ocurrió en diversos lugares.
Tras esta disputa aparentemente religiosa había razones mundanas,
económicas para ser precisos, los regulares no pagaban el diezmo y la alta
jerarquía secular requería recursos para el sostenimiento de su estructura y el
creciente número de sus agremiados, para lo cual eran necesarias las rentas que
se podían obtener en los curatos. En general las rentas de las doctrinas eran
mayores que las de los curatos, pero se quedaban en las ordenes que
administraban tales doctrinas, por ello el interés de secularizar las doctrinas, es
decir de sustituir a los frailes por curas.
3 Doctrinas son las parroquias administradas por frailes
4 Curatos son las parroquias administradas por curas seculares.
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Las siguientes comparaciones ejemplifican lo dicho:
Promedio anual de ingresos parroquiales en el arzobispado de México hacia 1704 (Aguirre p. 492)
Curatos 1132 pesos
Doctrinas agustinas 1000 pesos
Doctrinas dominicas 1418 pesos
Fuentes: AGN Bienes Nacionales
Promedio anual de ingresos parroquiales en el arzobispado de México hacia 1744 (Aguirre p. 493)
Curatos 1294 pesos
Doctrinas franciscanas 2229 pesos
Doctrinas agustinas 1675 pesos
Doctrinas dominicas 1492 pesos
Esto explica el interés por desplazar a los regulares, el arzobispado y la
corona podrían recibir más recursos con los cuales atender sus necesidades,
como dar ocupación a los sacerdotes y crear otros cargos, es decir estaban en
disputa recursos y fuentes de trabajo, preferentemente bien pagados. El número
de clérigos seculares aumentaba constantemente lo que significaba mayores
necesidades de ocupación, que el arzobispado debía resolver o al menos paliar,
para ello las doctrinas eran un recurso importante.
Los sacerdotes recibían nombramientos temporales, solían deambular de
una diócesis a otra en busca de ocupación. El idioma era un problema importante,
las lenguas indígenas no habían desaparecido, y pocos curas las conocían, por lo
que éstos tenían alguna ventaja para encontrar ocupación, pero ello no
necesariamente significaba mejores ingresos o cargos.
En la primera mitad del siglo XVII la corona aumentó y consolidó su
presencia en las doctrinas mediante la intervención de los llamados jueces de
doctrinas que limitaron la autonomía de las ordenes en el manejo de recursos,
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estos jueces recaudaban impuestos para la corona, impuestos que los doctrineros
habían manejado independientemente.
El proceso de secularización es bastante largo, inició en el siglo XVI y en lo
formal o legal se logró con la cedula real del 4 de octubre de 1749 expedida por
Fernando VI, que ordenaba la separación de los regulares de las doctrinas. Los
principales argumentos fueron en el terreno religioso: la relajación de los votos
monacales de los frailes, que conforme al derecho canónico los curas debían
administrar los sacramentos y regir la vida religiosa de los católicos. En otra
vertiente la corona quería tener el control civil de los indios y de los impuestos que
estos debían pagar, para ello enviaba corregidores. Otra razón fue la
independencia con que se conducían respecto tanto del arzobispo como del rey y
la riqueza de que disponían.
Esta cedula fue consecuencia de un arduo proceso de negociación
emprendido por los arzobispos de México y Lima que desembocaron en las juntas
de Madrid en noviembre de 1748, en estas juntas participaron los arzobispos así
como consejeros del rey, que tenían muy escaso o ningún conocimiento de la
realidad en Nueva España y el resto de virreinatos e intendencias. En estas juntas
no hubo presencia de frailes o quien expusiera sus intereses, mucho menos de
indios quienes sería directamente afectados por tal cedula.
“al contrastar los argumentos vertidos en las juntas de Madrid y
la cédula de 1749 con los cambios ocurridos en el arzobispado de
México durante la primera mitad del siglo XVIII queda claro que las
medidas decretadas por Fernando VI sobre las doctrinas indianas
tuvieron de fondo, principalmente, razones políticas, más que una
necesidad real de reforma del clero regular, en primer lugar, porque el
concepto del clero regular manejado en las juntas y en la cédula hacia
tabla rasa de las diferencias regionales americanas, generalizando
«excesos» en la administración parroquial de que no hay evidencias
claras en el arzobispado” (Aguirre p. 504)
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El proceso formal de secularización tiene antecedentes por ejemplo, en
diciembre de 1583 aparece la primera cedula de secularización, en ella se decía
que correspondía a los sacerdotes la administración de los sacramentos y en
consecuencia ordenaba la entrega de las doctrinas. Los regulares se opusieron
rotundamente a este mandato y lograron derogar tal cedula. Sin embargo los
intentos secularizadores continuaron, durante el siglo XVII algunas doctrinas
fueron secularizadas, aunque no fue algo generalizado, evidencia la pugna
existente entre dos modelos de catolicismo.
Las ordenes regulares habían construido solida influencia entre la población
india, así como tejido fuertes lazos de influencia con diversos personajes e
instituciones de los virreinatos, por lo cual no era cosa fácil en lo social, en lo
político y económico retirarlos de las doctrinas. Por lo anterior el rey confío la
ejecución de la secularización al arzobispo y al virrey, asimismo prohibió que las
instituciones de la corona ayudaran a los regulares.
Entre 1749 y 1755 ocurrió la secularización de las doctrinas principalmente
las vacantes, este proceso fue exitoso pero no por ello libre de reacciones por
parte de los frailes. Hacia finales del siglo XVIII el rey moderó su postura y ordeno
que la secularización se restringiera a las doctrinas que quedaran vacantes.
En nueva España reaccionó el ayuntamiento que en junio de 1753
manifestó preocupación por la separación de los regulares de las doctrinas, se
decía que tal separación causaba graves daños en lo espiritual y lo material a la
población que los frailes atendían. Los indios también protestaron así como otros
sectores de la población, el ayuntamiento hacía notar que los frailes tenían la
capacidad de mantener en paz a los indios y que la labor misional no estaba
concluida, por supuesto también contaba el orden administrativo que los frailes
habían alcanzado.
El ayuntamiento señala las deficiencias que ocurren en los lugares donde
ha ocurrido la secularización, por ejemplo el desconocimiento de la lengua india
por parte de los curas, el mayor costo de su manutención, que no se desplazan
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con facilidad a los lugares donde hacen falta sus servicios, a diferencia de los
frailes que sí lo hacían, el desconocimiento de los lugares y personas de los
nuevos ocupantes de las doctrinas. Aluden que los curas son insuficiente y no
administran oportunamente y en cantidad suficiente los sacramentos, que por ese
descuido los indios regresan a sus anteriores cultos, y muchos mueren en pecado.
Conclusión
Estamos ante una muestra de los efectos reales de la cercanía –más bien
unidad– entre lo civil y lo religioso. Los reyes católicos que buscaron la anuencia
del papa y actuaron bajo la autoridad papal, asumiendo como tarea fundamental la
evangelización de los indios. El emperador Carlos V que buscó hacer lo justo y
para ello pidió el concejo y guía eclesiales, no es que el emperador esté sólo
buscando legitimar o justificar las acciones realizadas, es una preocupación real;
autentica sobre la justeza o no de las acciones que están en proceso de ejecución
en los territorios de ultramar. Asimismo estamos ante las creencias auténticas de
quienes escribieron y participaron en estas discusiones, más allá de que estemos
de acuerdo o no, creamos o no lo que escribieron, lo importante es tener presente
que ellos creyeron fervientemente lo que escribieron, esto para tener alguna idea –
aunque sea lejana– de la importancia y alcances reales de estas disputas.
Dominando la escena está la realidad, impasible, inexorable, indiferente a
toda teoría. Capaz de ignorar bulas, cedulas, leyes, consejos y todo aquello que
pretenda contravenir lo que interesa a quienes ejecutan las acciones. Lo que
interesa a los actores cotidianos de la realidad, son las cosas inmediatamente
relacionadas con la existencia, lo mundano, lo temporal, lo placentero, en este
caso particular, la riqueza material obtenida en la mayor cantidad posible, en el
menor tiempo posible. Por supuesto, sin importar los medios.
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Fuentes
Aguirre, Rodolfo. La administración la secularización de doctrinas en el arzobispado de México: realidades indianas y razones políticas, 1700-1749. IISUE-UNAM. Hispania Sacra, vol. LX,no.122, julio-diciembre 2008, p. 487-505, ISSN: 0018-215-X. En: http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/viewFile/65/64 el: 29 de abril de 2014.
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Gallegos Rocafull, José Manuel. El pensamiento mexicano en los siglos XVI Y XVII. México, UNAM, 1974. 380 P.
Monje Santillana, Juan Cruz. Las leyes de Burgos de 1512, precedente del derecho internacional y del reconocimiento de los derechos humanos. En: http://dspace.ubu.es:8080/trabajosacademicos/bitstream/10259.1/85/1/Monje_Santillana.pdf El: 25 de abril de 2014
Saldaña Solís, Marcela. Representación del ayuntamiento de La Ciudad de México en contra de la secularización de doctrinas, 1753 Marcela Saldaña Solís Facultad de Filosofía y Letras posgrado en historia, UNAM. EN: http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/novohispana/pdf/novo46/559.pdf El: 09 de abril de 2014
Todorov, Tzavetan. La conquista de América: el problema del otro. México, Siglo XXI, 1987. 277 p.
VERACRUZ, Fray Alonso de la. Sobre el dominio de los indios y la guerra justa, Edición, introducción y notas por Roberto Heredia, México, UNAM, FFyL, 2004, pp. 265-306. ISBN 970-32-1862-8).
(VITORIA, Francisco de. Relectio de Indis o libertad de los Indios, edición crítica bilingüe por L. Pereña y J.M. Pérez Prendes, introd. Por Vicente Beltrán de Heredia, Madrid, CSIC, 1967 (Corpus hispanorum de pace : 5), pp. 76-99.)