Niños alérgicos alimentarios en Chile:
Malnutrición ignorada
El 8% de los menores de seis años en el país tienen esta enfermedad, que compromete su sistema digestivo y respiratorio. Para ellos, es esencial seguir un tratamiento de alto costo, además de otros cuidados para poder recibir los nutrientes necesarios. Sin embargo, la falta de medidas públicas para ayudarlos y el desconocimiento social sobre la patología, hacen que estos niños no tengan un futuro saludable.
Por 200711300S043
Fuente: Octubre4.com
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E n las afueras de Santiago, alejado de la contaminación capitalina y rodeado
de amplios campos verdes, vive Ignacio
de dos años, quien no conoce lo que es
disfrutar un dulce. Más bien le aterran.
Y es que, desde que tenía un mes de
edad fue diagnosticado como alérgico
alimentario, pero antes de saberlo pasó
por distintas manifestaciones de la
patología: cólicos, llantos incontrolables,
diarreas y urticaria. Ésa era la única
manera de poder alertar a sus padres de
lo que le estaba ocurriendo. Su madre,
Constanza Macrobio relata que fue difícil
enterarse, porque cuando tenía que
amamantarlo, Ignacio rechazaba el
pecho. “Gritaba casi como si hubiera
comido vidrio, yo no entendía por qué
hacía eso, hasta que después de visitar
muchos pediatras y especialistas, supe de
la enfermedad”.
A partir de entonces, para Constanza
el criar se volvió un reto. Ella cuenta que
su hijo es alérgico a más de un alimento.
“Además de la leche, él no puede comer
huevo, trigo, soya, maní, apio, zanahoria,
manzana ni colorantes. Recién al año
pudo comenzar a ingerir comida sólida,
pero aún no se acostumbra, y todo lo
que le parezca desconocido lo vomita”,
dice con congoja.
Esta historia no es un caso aislado, la
Organización Mundial de la Salud (OMS)
en un informe en 2006, afirma que este
mal afecta al 4% de los adultos, y entre el
6% y el 8%, de los niños y lactantes
alrededor del mundo. Asimismo,
expertos en el área afirman que Chile se
encuentra dentro de estas cifras
internacionales, las cuales han crecido
progresivamente en los últimos 15 años.
La gran diferencia entre los porcentajes
nacionales y de los otros países, es que
aquí esta enfermedad es subestimada
por la gente que desconoce del tema, y a
nivel estatal, no existen las políticas
públicas indicadas para otorgar una
mejor calidad de vida a los niños que
nacen con la patología.
Más que un “sarpullido”
L as alergias alimentarias, según la
OMS, son reacciones a los alimentos debido
a una respuesta del sistema inmunológico
provocada por las proteínas contenidas en
ellos. Esto no es algo permanente, y en los
niños, se puede manifestar hasta los seis
años.
La entidad internacional expresa
que los síntomas de la enfermedad van
desde un ligero malestar hasta reacciones
potencialmente mortales, que necesitan
intervención médica inmediata. Puede ser
de carácter cutáneo (urticaria),
gastrointestinal (dolor, nauseas, vómitos,
diarrea y cólicos), respiratorio (asma o
prurito y edema de la cavidad nasal y la
garganta) o cardiovascular (dolor torácico,
arritmias cardiacas o hipotensión, que puede
llegar a causar pérdida de conciencia).
Estas demostraciones alérgicas en el
niño, pueden ocurrir entre pocos minutos y
una hora después de haber ingerido el
alimento. Y la gravedad que éste ocasione,
depende de la cantidad de alérgeno que
haya ingerido, como también de la
sensibilidad del paciente, la cual es posible
que dure días o semanas.
La Academia Americana de Alergia,
Asma e Inmunología (AAAAI) expone que
esta patología es peligrosa porque “puede
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ingerir algún producto alérgeno. Ello, debido
a que el componente digerido provoca una
reacción llamada anafilaxia, es decir, una
respuesta sistemática en todo el cuerpo, y
que es potencialmente mortal.
Según la AAAAI, las primeras señales
de esta respuesta son rubor, irritación roja
con picazón, falta de aire, estornudos
severos, calambres estomacales, vómitos y
diarreas. En los casos más graves, puede
ocurrir un descenso de la presión arterial que
haga perder el conocimiento y entrar en
shock al menor. Asimismo, la academia
afirma que en Estados Unidos mueren
aproximadamente cien personas al año por
anafilaxia a causa de alimentos.
Una de las miembros fundadoras de
la Institución “Creciendo con Alergias
Alimentarias”, Patricia Carmelo, declara que
para combatir un episodio así de grave en los
niños, las madres deben andar siempre con
una inyección anti‐reactiva. Cuando el
pequeño se pone rojo y se hincha, puede
morir en quince minutos. Por eso hay que
andar con un tratamiento llamado epinefrina
inyectable o antihistamínicos”.
Estudios realizados por la OMS
alrededor del mundo han identificado más de 70
alimentos causantes de alergias alimentarias,
siendo los más frecuentes dentro de la población
afectada, los denominados “Grandes Ocho”.
Estos son los cereales que contienen gluten, los
pescados, mariscos, la soya, el huevo, la leche, el
maní y los frutos secos. Tanto el organismo de
las Naciones Unidas, como especialistas en el
tema, mencionan que la única manera de que
los niños superen este problema es no consumir
los alimentos que le causan alergias. Además,
esta eliminación se debe mantener por mucho
tiempo, incluso por años, hasta que el pediatra
decida después de una serie de exámenes, si es
posible la reincorporación de dichos
ingredientes.
Dentro de este proceso por el que
tiene que pasar el menor, la AAAAI
recomienda que los padres mantengan
un diario de las raciones que ingiere.
Éste, consiste en un registro detallado
que enumera los alimentos comidos, la
fecha, hora y cualquier síntoma que
ocurra después.
Dicho sistema de registro lo
conoce muy bien Constanza Macrobio.
Hace ya tres años que lo lleva haciendo
con sus hijos, Ignacio (2) y Camila (10
meses). “Con Camila cada cinco o siete días
voy probando un alimento y anotando en el
cuaderno sus reacciones. Eso es lo normal.
Pero con Ignacio, que es muy alérgico, tengo
que ir viendo cada quince días si tolera un
ingrediente nuevo a su dieta”, cuenta
Constanza.
Sin este meticuloso proceso de
anotación, ella aclara que sería mucho más
difícil llevar a cabo el tratamiento de sus
hijos, ya que con tan sólo un olvido de la
dieta especial que pueden seguir, significaría
un enorme retroceso en el tratamiento.
Incluso, podrían volver a tener alergia a un
alimento ya superado.
Otra acción importante que sugiere la
Academia Americana de Alergia, Asma e
Inmunología, es siempre preguntar por los
ingredientes de los alimentos, para así evitar
El llanto incontrolable y el sarpullido en diferentes partes del cuerpo son unos de los primeros indicios de la enfermedad.
Fuente: Kold.com /Babyhealth,.com /Babysafetyconcerns.com
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comer un alérgeno "oculto" en las comidas
fuera de casa. Aunque a veces esto parezca
muy obvio. La institución explica que esta
acción es importante, ya que hay que dar a
conocer la seriedad de la alergia a cualquier
lugar donde se vaya. Esto, debido a que hay
gente mal informada, tanto en restaurantes
como entre amigos cercanos, que pueden
pensar que basta con "sacar" el ingrediente
del plato que servirán, para no provocar la
patología.
A su vez, la AAAAI agrega que el leer
las etiquetas de los alimentos es
fundamental, además de que los padres
estén familiarizados con los nombres
técnicos o científicos de los alimentos. “Para
las personas con alergia alimentarias es
importante leer cuidadosamente las
etiquetas. En Estados Unidos y muchos otros
países, se han adoptado regulaciones para
que las etiquetas de los productos aseguren
que los alérgenos estén mencionados en un
lenguaje común (como leche en vez de
‘caseína’)”, detalla en un informe la
academia. Sin embargo, el organismo hace la
salvedad de que no en todos lados se sigue
esta norma, por lo que hay que aprenderse
los nombres otorgados a ciertos
componentes, como por ejemplo lo es el
“gluten” para el trigo o la “lactoglobulina”
para la leche.
Limpieza enfermiza
L os antecedentes que existen
sobre gente alérgica a los alimentos se
remontan a principios del siglo XX en Europa,
y desde los años 40, que esta patología es
reconocida como tal por los médicos.
La gastroenteróloga infantil del Instituto
de Nutrición y Tecnología de Alimentos
(INTA) de la Universidad de Chile, y
p re s i den t a de l a So c i e dad
Latinoamericana de Gastroenterología,
Hepatología y Nutrición Pediátrica, Sylvia
Cruchet, explica que tanto en Chile como
en el resto del mundo esta enfermedad
se debe a los altos estándares higiénicos
y de calidad de vida que tenemos.
“Las alergias alimentarias tienen
que ver con un fenómeno denominado
la ‘Teoría de la Higiene’. Dicha hipótesis,
afirma que mientras más nos hemos
Duchas cortas Al parecer, el aspirar a un cuerpo 99,9% libre de gérmenes, no es lo más recomendable según la teor‐ía del epidemiólogo de la Escuela de Higiene y Medicina de Lon‐dres, David Strachan. El autor de la hipótesis de la higiene, propuesta en 1989, plan‐tea que el aumento de las enfer‐
medades alérgicas, como el asma o las alimentarias, en realidad están relacionadas con ciertos factores. La mínima exposición a los gérmenes, la limitada cercanía con los animales y los altos estándares de limpieza en la población mundial hacen que el sistema inmunológico del ser humano no se adapte apropiada‐mente, y al contrario, reaccione de forma exagerada a estímulos ambientales que deberían ser normales. Con el tiempo, otros científicos han comprobado el plantea‐miento de Strachan. Uno de los ejemplos más conocidos que la respaldan es la prevalencia de alergias en las poblaciones de la Alemania del Este y del Occidente antes y después de la unifica‐ción. En un principio, en el lado oriental existían más niños creciendo en granjas y en familias más grandes que en el lado occidental, además de tener índices mucho menores de alergias y asma. Sin embargo, después de unificarse en 1989, ocurrió que en la ex Alemania comunista aumentaron los índices de ambas enferme‐dades como los que tenía Alemania Occidental. Un estudio más reciente, publicado en mayo de 2004 por el Bri‐tish Medical Journal, descubrió que la exposición a microbios a temprana edad disminuye el riesgo en niños de desarrollar en‐fermedades alérgicas a futuro. Es por ello, que existen expertos que recomiendan que al momento de ducharse, no sea por mu‐cho tiempo, con agua templada y, a ser posible, con productos que no contengan jabón, ya que éste destruye el manto ácido protector de la piel.
Fuente: 64.76.64.42/kolores/default
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limpiado del ambiente, el aparato
digestivo (que estaba muy preparado
para defendernos de todas las
infecciones), ha ido perdiendo la
capacidad de estar alerta”, detalla la
gastroenteróloga infantil.
Asimismo, Cruchet detalla que al
estar desorientada esta destreza del
organismo, el tubo digestivo en vez de
aprovechar ciertos nutrientes, no los
reconoce y los ataca. “Un ejemplo que es
frecuente en los niños, es la reacción a la
proteína de la leche de vaca, y que no
hay que confundir con la intolerancia a la
lactosa. Mientras una significa la
reacción del sistema inmune a las
proteínas presentes, la otra es causada
por la incapacidad del cuerpo para
descomponer la lactosa, que es el azúcar
de la leche”, explica.
Dentro de las alergias alimentarias,
la doctora del INTA hace la salvedad que
para manifestarlas, también se debe
tener antecedentes genéticos que
generen una predisposición a ellas.
Por otro lado, la miembro de
"Creciendo con Alergias Alimentarias",
Patricia Carmelo, explica que también el
aumento de esta patología en el mundo
es debido a un patrón de alimentación
diferente en la población. “En la
actualidad, la gente posee una gama de
productos de otras culturas que antes no
llegaban, lo que significa un cambio en la
forma de comer. Por ejemplo, los frutos
exóticos como el kiwi, son un alérgeno
dentro de la sociedad europea. Mientras
que eso en América del Sur, es poco
probable”, dice.
Otro antecedente que agrega la
fundadora del grupo de padres con hijos
alérgicos alimentarios, es que esta
enfermedad surge en los países del
primer mundo, los cuales poseen un
excelente sistema de salud que abarca a
gran parte de su ciudadanía, y eso
conlleva a que estén inmunizados a
ciertas enfermedades y den paso a otras.
Según un informe de la Sociedad
Española de Alergología e Inmunología
Clínica (SEAIC) publicado en 2005, las
alergias a los alimentos en España
afectan entre un 2 y 6 por ciento de la
población. En el estudio, se identificó
que esta patología es la quinta
enfermedad (en orden de frecuencia) en
ser diagnosticada por los especialistas
españoles. Y dentro de esta categoría, las
más diagnosticadas son la alergia a la
leche de vaca (33,8% del total de las
consultas), luego frutas (33%), frutos
secos (26%), mariscos (22%) y huevo
(16%).
Uno de los alergólogo de la SEAIC,
Pedro Ojeda, en una entrevista publicada
en el portal de información sanitaria de
AstraZeneca el 30 de junio de este año,
manifestó que este tipo de patología
suele afectar principalmente a la
población infantil, en especial a los
lactantes y los de primera infancia.
Asimismo, aclara que si bien la alergia a
la proteína de la leche de vaca es la
primera reacción que aparece en los
menores, suele superarse en los
primeros años de vida. Mientras que sólo
el 15% de este grupo, lo seguirán siendo
después de los cinco o seis años.
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En el caso de América del Sur,
Patricia Carmelo asevera que Chile posee
el número más alto de alergias
alimentarias, basándose en los estudios
y publicaciones a los que ha tenido
acceso (porque cabe recordar que no
hay números oficiales a nivel público
sobre esto). Diagnóstico nacional
L a ausencia de estadísticas o estudios públicos sobre las alergias a los
alimentos es una realidad actualmente
en Chile. Si bien, existen publicaciones
privadas de médicos de las clínicas Las
Condes y Alemana, como también de la
revista de nutrición Scielo, que afirman
que los índices de niños con esta
enfermedad están entre el 5 y el 8 por
ciento, no hay una visión general del
problema.
La gastroenteróloga de la Clínica
Alemana, Gloria Ríos, asevera que desde
hace 15 años que se ha visto un
considerable incremento de esta
patología, la cual ha sido de manera
progresiva. La profesional detalla que, en
base a congresos y estudios realizados
por especialistas nacionales, existen
cinco alérgenos que se repiten en el
historial de los niños. “Los alimentos que
frecuentemente dan alergias aquí son: la
leche de vaca, soya, huevo, maní y
colorantes. En cambio, en otros países se
incluye el trigo como alergizante
frecuente, situación que no se ha
observado tanto en nuestro medio”.
Sobre esta particularidad, la
fundadora de “Creciendo con Alergias
Alimentarias”, Patricia Carmelo, recalca
que todo responde al patrón de dieta de
cada país o cultura. “En Chile la alergia a
la leche de vaca es una de las más
comunes porque se consume en grandes
cantidades dentro de la dieta diaria. En
cambio, en Japón el alérgeno que ocupa
el primer lugar es la soya, ya que ésta la
utilizan mucho en su alimentación”,
detalla.
Dentro del grupo de alimentos
que encabezan la lista de alergias
predominantes en el país, Carmelo
afirma que la leche de vaca, el huevo y la
soya, son los que se ganan los primeros
lugares. Por su parte, la doctora Ríos
cuenta que el tratamiento para estos
menores tiene que ser lo más temprano
posible, para que así no generen más de
una alergia. Y en el caso de que sean
lactantes, la madre también debe seguir
una dieta especial. “Lo ideal es que se
mantenga la lactancia materna hasta los
12 ó 18 meses de edad, estando la
madre también con un régimen
específico en el que no consuma
alimentos que puedan desencadenar la
alergia, ya que éstos se transmiten a
través de la leche que ella le da al
infante”, relata la especialista.
Algunas cifras de la región 3% de los niños en Argentina, Brasil y Uruguay tienen alergias alimentarias.
En Perú y Paraguay, dos de cada diez niños poseen esta patología. México estima que entre el 5 y 7 por ciento de la población infantil tiene esta enfermedad.
Fuente: Suspirosvitales.blogspot.com
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Llevar a cabo este proceso es
complejo, según cuenta Ríos, debido a
que es un tratamiento prolongado que
puede durar uno o más años. Además, la
dieta debe ser muy estricta, ya que con
sólo ingerir un poco del alérgeno se
retrocede en el tratamiento y vuelven a
aparecer los síntomas.
Y quien conoce bien lo que
significa seguir al pie de la letra las
indicaciones médicas, es Constanza
Macrobio. Ella al enterarse en 2007 de
que su hijo Ignacio era alérgico
alimentario, tuvo que atenerse a ciertas
comidas para poder tratar de darle
pecho. “Tuve que hacer una dieta
especial en la que comí por cuatro meses
solamente arroz, pollo, aceite sin soya,
lechuga, agua y sal. Pero después la dejé,
porque llegas a un límite en que la salud
de uno está tan mal, que hay que
detenerse”.
Al año, ella quedó embaraza de
Camila, y como sabía que existía una
probabilidad genética de que fuera
alérgica alimentaria como Ignacio,
decidió cuidarse. “Durante el embarazo
evitaba los lácteos, pero no sirvió de
mucho porque al momento que ella
nació y la amamanté, tuvo cólicos.
Lloraba cinco horas diarias sin parar,
aunque yo me preocupara de comer lo
indicado. Y lo peor, es que uno se vuelve
un poco psicópata con esto, porque no
me atrevía a ingerir nada”, relata la
madre.
Al recordar estos episodios,
Constanza Macrobio no lo puede creer.
Ella misma asevera estar sorprendida
por todo lo que pasó en esa época. “Por
casi un mes y medio comí agua y arroz, y
a veces, un pedazo de pan. En tres
meses, bajé 24 kilos, hasta que decidí
ponerle fin a eso y hacerle el examen de
colonoscopía a Camila (ya que es el más
exacto) para saber si era alérgica
alimentaria”, dice.
Cuando dichos resultados
estuvieron en las manos de Constanza,
ella relata que inmediatamente decidió
dejar de amamantar a su hija. Los
esfuerzos habían sido en vano. “La
prueba mostró que no sólo tenía la
patología, también estaba con el
intestino roto y poseía hemorragias”,
recuerda.
Otro caso similar es el de Doris
Carrillo, quien siguió este año un régimen
para que su hijo Agustín pudiera tomar
pecho sin sufrir más cólicos y reflujos,
causados por la alergia que tiene a la
proteína de la leche de vaca.“Él es muy
alérgico, por lo que realicé una dieta
recetada por su doctor para ver si podía
seguir dándole leche, pero no tuve buenos
Fuente: Constanza Macrobio.
Constanza Macrobio junto a su hijo hace un año.
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resultados. En tres meses bajé 10 kilos, y
además mi hijo no evolucionó para
mejor. El pediatra me dijo que su
intestino no daba más”, cuenta.
Actualmente, Agustín tiene 10
meses y es alérgico a la leche, pollo,
soya, trigo, avena, plátano, huevo; según
los testeos que se le han podido realizar
hasta ahora, expresa Doris. Sin embargo,
ella manifiesta que no fue fácil tener
conocimiento de todo esto. Antes de
enterarse de lo que le ocurría a su hijo,
tuvo que pasar por la consulta de tres
pediatras y cuatro gastroenterólogos en
Santiago. Todos ellos de distintos centros
médicos.
“Desde que nació tuvo
problemas, pero en un principio cuando
lo llevé para ver que le sucedía, fue
diagnosticado con cólicos de lactante y
después con reflujo. Sin embargo, nunca
evolucionó bien y a los seis meses
comenzó con constipación crónica y con
deposiciones con sangre. Ahí recién se
habló de la posibilidad de que tuviera
alergia alimentaria”, detalla Doris.
Tortuosa odisea
M ás que una coincidencia, es una realidad que los padres de niños
alérgicos a los alimentos antes de saber
qué les sucede, tengan que emprender
una búsqueda de especialistas que
puedan dar con el diagnóstico correcto
de los síntomas que aquejan a sus hijos.
Patricia Carmelo, de “Creciendo
con Alergias Alimentarias”, dice que esto
les ha ocurrido a varias familias que
conforman la fundación, y todo porque
en más de un hospital o centro médico
no diagnostican correctamente. “El 80%
de nuestros miembros han tenido una
mala experiencia con la evaluación
médica, sin contar el número de
consultas a las que han concurrido y
t o d a s d e d i s t i n t a s á r e a s :
gastroenterólogos, inmunólogos,
pediatras y nutricionista, entre otros”,
cuenta.
A su vez, Carmelo expresa que las
personas que viven en regiones son las
que peor lo pasan, debido a que no
todos los médicos están especializados,
obligándolos en ciertos casos a viajar a
Santiago.
La gastroenteróloga de la Clínica
Alemana, Isabel Miquel, coincide en que
aún falta un mayor conocimiento de los
médicos pediatras sobre esta patología,
además de centros especializados sobre
el tema. Sin embargo, eso no quiere de‐
Patricia Carmelo relata que todo partió como una reunión de amigos que necesitaban conversar sobre los problemas de sus hijos.
Fuente: Patricia Carmelo.
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cir que en Chile no existan lugares donde
se analice la enfermedad. “En algunas de
las clínicas privadas de Santiago (la
Alemana, Las Condes y La Santa María)
se estudia la patología en forma
conjunta con gastroenterólogos e
inmunólogos infantiles. Mientras que a
nivel público, sólo contamos con el
Centro de Alergias del Hospital José
Joaquín Aguirre”, detalla la especialista.
Por otra parte, la doctora Gloria
Ríos de la Clínica Alemana, enfatiza en
que en Santiago se cuenta con buenos
especialistas que conocen de la
enfermedad y sus tratamientos. En
cambio, sobre la calidad de información
que manejan los médicos en regiones, la
desconoce. “Las alergias alimentarias se
han tratado en diversos congresos
de gastroenterólogos. Asimismo,
se han presentado varios trabajos
en seminarios de pediatría para
dar a conocer el tema. Más allá de
eso no sé”, comenta la
profesional.
Sobre este mismo tema, la
experta del Instituto de Nutrición y
Tecnología de los Alimentos (INTA)
Sylvia Cruchet, declara que hay
pocos doctores en región debido a
una centralización de los
especialistas en la capital. “En
regiones existen buenos médicos,
sin embargo, faltan muchos por
especializarse. Es importante que
un gastroenterólogo infantil
también tenga conocimientos de
nutrición, como lo que ocurre en
el INTA”.
La doctora explica que solamente
en dicho centro existen profesionales
con ambos estudios. En cambio, en otros
lugares hay que acudir a distintos
especialistas, como por ejemplo a un
inmunólogo y a un pediatra, para así
poder tener un tratamiento integral.
Lo que la doctora Cruchet cuenta,
Lorena Quiñones lo ha vivido. Ella llegó
hace seis meses desde Santiago a vivir a
Temuco junto a su hija Antonella de 10
meses, quien es alérgica alimentaria
desde el momento en que nació. Y antes
de que se instalara en el sur, ambas ya
habían pasado por más de tres consultas
médicas. En un comienzo Lorena no
entendía qué le ocurría a su niña.
Repentinamente comenzó a llenarse de
Padres unidos La agrupación “Creciendo con Alergias Alimentarias” partió como una reunión, en marzo de 2008, de cin‐co parejas con un patrón en común: tener hijos alérgicos alimentarios.
Todo comenzó como una forma de sentarse a con‐versar sobre los problemas que les afectaban. Un año después, la fundación posee 426 familias inscritas, además de un grupo en Facebook, el cual tiene 874 miembros. El fin de la institución, además de orientar a los padres sobre esta enfermedad, es entregar la in‐formación adecuada sobre los tratamientos que se deben seguir. Asimismo, el organismo desde hace un tiempo que se encuentra en conversaciones con distintas enti‐dades del Estado, para así encontrar una ayuda que facilite a las familias el vivir con esta patología.
Fuente: Fundación Creciendo con Alergias Alimentarias.
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granos en todo el cuerpo, por lo que
acudió a un pediatra, el cual en un
principio no supo diagnosticar la causa, y
le dijo que ese sarpullido era causado
por el detergente que ocupaba.
“Ahí empecé a fijarme en todos los
detalles: que el jabón de lavar fuera
hipoalergénico y que la ropa sólo fuera
de algodón. Probé con distintas marcas,
seguí todas las indicaciones médicas,
pero ella seguía con granitos y no sabía la
razón”, cuenta la madre. Después de
pasar por un segundo pediatra, fue
derivada a un dermatólogo, el cual le
recetó jarabes para la alergia. “Me
cambiaron en tres oportunidades el tipo
de remedio porque no había una
mejoría, pero además de eso, el doctor
no hizo nada más. Ninguno de los tres
me informaron que existían las alergias
alimentarias, y tampoco nunca lo pensé
porque ella sólo tomaba pecho en ese
momento”.
Pasó el tiempo y Antonella siguió
visitando consultas pediátricas y de
dermatólogos que no pensaron en la
posibilidad de que fuera una alergia a los
alimentos. Según su madre, primero
porque no habían antecedentes
familiares de dicha patología, y en
segundo, porque hay una falta de
información de los especialistas en Chile.
“Si hubiera sabido antes lo que tenía,
habría podido realizar una dieta especial
para amamantarla. Yo le generé la
alergia a la leche de vaca porque
tomaba productos que provenían de
ella. Ambas sufrimos mucho con el
tema, por una parte por sus síntomas,
y por otro, por todas las cremas
dérmicas (que contenían corticoides)
y jarabes que había que darle. Sin
mencionar los gastos que
significaron”, detalla.
El resultado de estos aconteci‐ Lorena Quiñones y Antonella en su casa del sur.
Fuente: Lorena Quiñones.
Herencia alérgica Cuando ambos padres sufren de cualquier tipo de alergia, la probabilidad de que su hijo también lo sea, es cuatro veces mayor que el de un niño con padres que no padecen nada.
Fuente: 200711300S043
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mientos hizo que Lorena Quiñones ya no
crea totalmente en los diagnósticos
médicos. Algo similar a lo que le sucedió
a Constanza Macrobio. Ella manifiesta
que no se puede confiar en un centro
médico en específico, ya que existe una
falta de especialización en el tema. Por
eso mismo, afirma que lleva a sus hijos a
distintos médicos y todos de diferentes
recintos en Santiago.
“Me paseé por pediatras y
gastroenterólogos, hasta que llegué a
una inmunóloga que me supo guiar
sobre las alergias alimentarias. Pero
antes de eso, me topé con diagnósticos
que pasaban a ser ridículos. Una
especialista llegó a decirme que hasta los
tres años tendría que alimentar a Ignacio
a pura leche. Lo encontré absurdo,
ningún niño puede pasar tanto tiempo
nutriéndose solamente de eso”,
comenta la madre. Esta experiencia hace
que hoy, la mencionada progenitora,
opine sobre el estado de especialización
en el tema. “Hay algunos médicos que
no entienden nada cuando le mencionas
alergias alimentarias. Y si saben, igual es
poco”, asevera.
Más allá de lo físico
E n el momento en que las
madres son notificadas sobre la
patología que posee su hijo, no sólo es
algo que tendrá que sobrellevar el
menor. También es una carga para ellas
al momento de asimilar los cuidados y
responsabilidades que conlleva la
enfermedad.
Doris Carrillo cuenta que
después de saber que Agustín (de 10
meses) era alérgico alimentario,
descubrió que estaba sumida en la
ignorancia sobre el tema. Ella dice que si
hubiera sabido antes lo que significaba
que, tanto ella como su marido, tuvieran
rinitis y asma, habría hecho algo para
tomar las precauciones debidas. Esto
porque, como le dijo su doctor, dichas
patologías tienen harta incidencia en
que su hijo llegara a manifestar algún
tipo de alergia.
“Vivir la afección de Agustín ha
sido terrible, muy doloroso y
psicológicamente devastador para mí,
porque desde que nació he visto como
sufre de cólicos, vómitos y siempre
estando al límite de su peso. Me hubiera
gustado saber, desde un principio, cómo
actuar correctamente para ayudarlo”,
confiesa la madre.
Sin embargo, Doris es consciente
que no todo es su culpa. Ella expresa que
además de existir un problema de
difusión sobre la enfermedad en el país,
también hay deficiencias en los
diagnósticos médicos. “En una
oportunidad un pediatra me dijo que yo
era exagerada frente a lo que le ocurría a
mi hijo, todo porque era madre
primeriza y porque Agustín era mañoso.
Además, me decía que yo hacía todo
esto para obtener licencias médicas. Fue
Doris Carrillo y su hijo Agustín de 10 meses.
Fuente: Doris Carrillo.
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algo frustrante que las personas que se
suponen que son especialistas me digan
esto, porque sino con quién busco
ayuda”, manifiesta.
Un estudio cualitativo realizado en
2008 por seis psicólogos de la
Universidad de Ciencias de la Informática
(UCINF), sobre cómo las familias
afrontan la alergia alimentaria de sus
niños (analizado desde la perspectiva de
la madre), demostró que después de
saber el diagnóstico médico, se produce
una incongruencia cognitiva, afectiva y
conductual; en el que el pensamiento
catastrófico de ellas prevalece a través
del tiempo, a pesar de que la
enfermedad se vaya superando.
Además, la investigación revela que el
estrés de las progenitoras causado por
afrontar la patología, persiste debido al
miedo latente de que su hijo vuelva a
enfermar. Transformándose esto, en un
constante vaivén entre la angustia y la
tranquilidad.
Una de las autoras, la psicóloga
María Graciela Aguilar, manifiesta que
existen muchos pensamientos
catastróficos entre las madres
estudiadas, ya que las alergias
alimentarias en sí son una patología sin
pronóstico claro aún. “Al no existir
mucha investigación sobre el tema, no
hay una señal de que se vaya a mejorar
con un tratamiento específico. Eso a su
vez, genera mucha angustia, ansiedad y
sobreprotección”.
Esta actitud desarrollada por las
madres, según expone Aguilar, produce
a largo plazo en los menores falta de
seguridad, baja autoestima y confianza
en sí
mismos. Por otra parte, en el estudio
realizado, los psicólogos afirman que una
enfermedad como lo es la alergia
alimentaria, es un suceso estresante que
puede causar una crisis familiar. En los
casos más grave, los especialistas
mencionan que este tipo de sucesos
pueden desestabilizar el funcionamiento
del clan, provocando tensión, angustia y
depresión. Además, muchas veces estas
reacciones son negadas por los
miembros de la familia, afectándolos
notoriamente en su salud física y mental,
si no se trata.
Dentro de este ambiente
generado por la patología, la psicóloga
Aguilar declara que la madre termina por
excluir a sus familiares cercanos debido a
la situación personal que le toca
sobrellevar. “Ella se excluye por cuenta
propia del clan para enfrentar sola la
enfermedad del niño, y a su vez, aparta
también al padre. Esto sucede por dos
factores: primero el sentimiento de
culpa, y segundo, por la omnipotencia
que siente”, explica la profesional.
Las alergias alimentarias también afectan a los padres. La falta de conocimiento y apoyo de sus cercanos puede provocarles tensión, angustia y depresión.
Fuente: Problemasycrisis.com.ar
13
que uno de los deberes básicos que debe
cumplir, como es alimentar a su hijo en
los primeros años de vida, no lo puede
hacer de forma normal. Al contrario, esta
acción provoca que se enferme y que
genere ciertas sensaciones de pesar. “La
progenitora piensa que trajo al mundo a
un niño enfermo que vino a sufrir”. A
esto, agrega la psicóloga, se suma el
segundo factor que afecta a la madre: la
superioridad que siente por sobre los
demás miembros del núcleo familiar
para cuidar al menor. “Al sentirse
omnipresente, ella no genera redes de
apoyo, en cambio hace todo de forma
aislada: busca información sobre la
enfermedad y lleva a sus hijos a los
controles. Y por otro lado, a su pareja,
de vez en cuando lo incluye, pero en su
vida emocional no. Ella siempre es la que
está llevando el control del asunto”,
expresa.
Respecto al apoyo familiar, tanto
Lorena Quiñones como Doris Carrillo
coinciden en que sí existe, pero la gente
no comprende mucho sobre el tema
porque no está informada. Carrillo
declara que a pesar de que sus parientes
la apoyan en esto, ellos no entienden
mucho del tema, ya que piensan que la
enfermedad es sólo un sarpullido y no un
asunto complicado en que su hijo puede
morir de un shock anafiláctico. “No
toman mucha conciencia cuando uno les
dice que Agustín puede comer ciertas
cosas, en cambio, dicen que es una
exageración”, cuenta.
Distinto fue para Constanza
Macrobio, quien desde un principio
tomó la decisión de alejarse de su grupo
familiar debido a las distintas opiniones
que expresaban sin entender mucho del
tema. “En un comienzo tuve que
mandarlos a todos lejos, porque no
entendían que Ignacio era alérgico a
muchas cosas. Tuve que prohibirles que
le dieran de comer cualquier cosa, y al
final, eso hace que te terminan tachando
de loca porque un alimento tan sano
como el apio, una lo considera un riesgo.
Es algo agotador”, manifiesta la madre.
Esta experiencia la reafirma
Patricia Carmelo de “Creciendo con
Alergias Alimentarias”, quien ha
escuchado más de un testimonio de las
distintas parejas miembros de la
institución. “Las familias se sienten
incomprendidas porque sus parientes
casi no creen que ciertos componentes
dañen al niño, en consecuencia no hay
mucha ayuda, y por eso, los padres
terminan alejándose de sus seres
queridos”. Carmelo añade que existen
historias en que las madres sienten una
carencia de apoyo por parte de su
pareja, por lo que deciden alejarse, y en
algunos casos, ellas toman la
determinación de irse a vivir a otras
ciudades con sus hijos, lejos de ellos.
Por su parte, Constanza Macrobio no ha
vivido algo como lo contado por la
fundadora de la organización , pero sí
conoce experiencias similares ya que ella
ha participado en el foro de la institución
dando consejos.
“La mayoría de las mamás que
escribe en la página web tienen
problemas con su pareja porque no las
14
apoyan, y las catalogan de locas. Es un
tema fuerte, porque si no hay nadie que
te pueda ayudar, ni tus parientes y
menos tu marido, al final terminas
desahogándote en un lugar público como
lo es una conversación en Internet”, dice.
Constanza agradece que dichos
testimonios no sean su historia, sin
embargo, ella confiesa que al tener un
hijo alérgico alimentario significa estar
en todo momento pendiente de él hasta
que supere la enfermedad. Y manifiesta
que hasta que no ocurra eso, hay que
decirle adiós a los planes que se tenían.
En su caso, ella egresó de la universidad,
pero aún está tratando de terminar la
tesis para obtener su título de psicóloga.
Es así, como estos testimonios,
hacen surgir un trasfondo que va más
allá de los síntomas de la patología. Las
oportunidades y condiciones en que
deben vivir los menores en Chile, es algo
que genera debate entre especialistas,
padres y políticos; ya que actualmente
no hay ninguna medida o política pública
que los tome en cuenta.
Necesidades mayores
E l hijo de Constanza
Macrobio, Ignacio (2 años), posee un
grado muy alto de alergia a la proteína
de la leche de vaca. Tanto es así, que lo
único que puede tomar es una fórmula
proveniente de Inglaterra, la cuál no se
comercializa en Chile. Su madre cuenta,
que antes de encontrar la manera de
pode r t r a e r d i c h a f ó rmu l a
hipoalargénicas al país, su hijo estuvo
toda una semana tomando otra leche
especial, la cual le produjo diarrea por
una semana hasta que llegó a la marca
indicada.
Mientras que Ignacio tuvo la
suerte de que sus padres poseen la
situación económica apta para poder
acceder al único tratamiento que lo
mejorará, existen otros menores de
estratos socioeconómicos más bajos que
no pueden acceder a lo mismo. Para
ellos, la única manera de alimentarse es
ingiriendo agua de arroz. Esta situación
los lleva a una malnutrición que se
reflejará en su crecimiento a futuro, y
todo porque en Chile tanto a nivel
estatal como privado, no existe ninguna
opción que los considere.
Si bien, hace 15 años que se
conoce la existencia de esta patología,
no hay programa o política pública
alguna que entregue o subvencione estas
leches especiales, a diferencia de otros
Fuente: 200711300S043
15
países que poseen el mismo índice de
niños alérgicos alimentarios, y que sí
otorgan ayuda.
Actualmente, esta afección no es
un índice preocupante en comparación a
otras enfermedades en Chile, pero sí
está la posibilidad que en 10 ó 15 años
más se puedan ver las repercusiones
psicológicas y de malnutrición infantil.
Daño oculto
D esde que Lorena Quiñones llegó a vivir este año con su hija
Antonella (10 meses) a Temuco, el
obtener las leches hipoalergénicas ha
sido más complicado que cuando estaba
en Santiago. “Muchas veces me las
consigo por muestras médicas que me
envía la pediatra desde la capital, ya que
acá la fórmula está sólo en una farmacia,
y no siempre la tienen”, cuenta.
La madre, quien se gasta
mensualmente $120.000, agradece que
su hija se encuentre en el primer nivel de
intolerancia a la proteína de vaca, y que
de a poco estén desapareciendo sus
problemas de sarpullido y estitiquez.
A pesar de que Antonella esté
paulatinamente superando la alergia
alimentaria, su progenitora es enfática al
opinar sobre este problema que afecta a
cierto porcentaje de la población
nacional. “El Gobierno tiene que dar un
tipo de ayuda. Debería otorgar las leches
especiales y crear una ley que entregue
las fórmulas, porque es algo más que
necesario. No es un lujo, es un problema
de vida que afecta a los niños”.
La gastroenteróloga infantil del
Instituto de Nutrición y Tecnología de los
Alimentos (INTA), Sylvia Cruchet, quien
atiende a diario a menores de familias
que no poseen los ingresos para costear
lo s t ra tamientos de l eches
hipoalergénicas, explica que las
consecuencias de esto, es la
malnutrición que sufren por no comer
como deben. “El mayor riesgo de no
poder acceder a la medicación correcta
es la desnutrición. A esto se le denomina
malnutrición, que no significa
necesariamente estar bajo de peso, sino
que implica no recibir nutrientes como
ca l c i o y z i n c , a demás de
micronutrientes”.
Cruchet advierte que este déficit
se manifiesta en los huesos, dientes,
pelo, piel y en el desarrollo visual del
menor.
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) define el término
malnutrición como las “carencias,
excesos o desequilibrios en la ingesta de
energía, proteínas y/o otros nutrientes”.
Es decir, tanto la desnutrición como la
sobrealimentación, se encuentran
La doctora Sylvia Cruchet hace más de 20 años que trabaja en el INTA.
Fuente: 200711300S043
16
contemplados en este concepto.
Asimismo, la OMS precisa que la
desnutrición “es el resultado de una
ingesta de alimentos que es, de forma
continuada, insuficiente para satisfacer
las necesidades de energía alimentaria,
de una absorción deficiente y/o de un
uso biológico deficiente de los nutrientes
consumidos. Habitualmente, genera una
pérdida de peso corporal”.
Por otra parte, la gastroenteróloga
Isabel Miquel de la Clínica Alemana,
expone que en general la desnutrición se
ve reflejada en un bajo peso y talla, pero
a su vez, ésta repercute en un mal
desarrollo psicomotor. “Para los niños
que presentan estas características, es
fundamental que usen las fórmulas
hipoalergénicas, ya que es la única
manera en que pueden superar la alergia
alimentaria”.
Sin embargo, los infantes que no
son diagnosticados a tiempo o no tienen
la posibilidad de acceder a un correcto
tratamiento, pueden terminar con
consecuencias más graves que sólo una
malnutrición, como relata Patricia
Carmelo, de “Creciendo con Alergias
Alimentarias”. Ella cuenta que si bien no
hay datos oficiales sobre mortalidad
infantil causada por las alergias
alimentarias, sí existen doctores que
conocen casos de menores que han
llegado con el intestino destruido a
Urgencias.
Estos médicos le relataron a la
fundadora, que el estado crítico de los
infantes, se debe al incorrecto
tratamiento que recibieron para su
patología, o bien, porque los padres no
sabían que sus hijos tenían esta
enfermedad. “Los médicos que
colaboran con nosotros nos han contado
que llegan niños con su tubo digestivo
destrozado y, en los hospitales, ocultan
la verdadera razón del colapso con otros
nombres como ‘síndrome intestinal’ o
‘baja de defensas’”, confidencia
Carmelo.
Gracias a la información que
circula en las páginas de la fundación de
padres con hijos alérgicos alimentarios,
Constanza Macrobio afirma estar
consciente de los distintos problemas
que atraviesan las familias al no tener las
herramientas necesarias. Ella opina que
el Ministerio de Salud (Minsal), como
mínimo, debería preocuparse de los
niños desnutridos que llegan a los
centros de atención pública, ya que no
tienen que comer. “Deberían saber qué
está pasando. Una amiga que es doctora
y que trabaja en el Hospital Exequiel
González, me ha contado que hay
menores que llegan mal porque lo único
que pueden comer es agua de arroz y se
El tiempo entre que se diagnostique y se trate la enfermedad del menor, es esencial para evitar una malnutrición o daños en su intestino.
Fuente: Octubre4.com
17
les termina cayendo el pelo. Y claro,
mientras sean atendidos en el centro
médico, les dan lo necesario, pero
vuelven a su casa y empeoran”, dice
Macrobio.
Por ello lo ideal, según la madre,
sería que el Estado diera más opciones y
tipos de leches para tratar a los infantes
con alergia alimentaria, ya que no todos
tienen una situación económica para
costear la mejoría de sus hijos.
Presión ciudadana
D esde principios del 2008 la institución “Creciendo con Alergias
Alimentarias”, ha estado en busca de
apoyo estatal para garantizar la calidad
de vida que se merecen los niños con
esta enfermedad. Patricia Carmelo relata
que lo primero que hicieron fue
mandarle cartas a la Presidenta de la
República, Michelle Bachelet. Sin
embargo, jamás recibieron una
respuesta.
Tiempo después decidieron acudir
al Ministerio de Salud, hasta que en
noviembre de ese año lograron reunirse
con el recién asumido titular de la
cartera, Álvaro Erazo. La miembro
fundadora de la organización, dice que
en esa oportunidad le plantearon al
ministro los puntos más complicados
sobre el convivir con la enfermedad.
“Uno de los aspectos que más nos
aproblema, es que las leches
hipoalargénicas utilizadas en Chile para
los tratamientos, no reciben cobertura
médica. Esto porque técnicamente no
es tán reconoc idas como un
medicamento, sino como un suplemento
nutricional el cual no posee ningún tipo
de droga al cual se le tenga que dar un
código farmacéutico”, detalla Carmelo. Y
agrega, que esta situación genera mucha
frustración en los padres, porque no hay
cobertura a nivel público, ni a nivel
privado por parte de las isapres.
El segundo punto tocado en dicha
reunión con el ministro Erazo, cuenta la
fundadora, fue que las fórmulas
especiales para los casos severos no se
producen en el país, y en cambio, las
familias deben importarlas de manera
individual. “El problema de hacerlo
particularmente, es que hemos tenido
inconvenientes con la Aduana. Retienen
las leches, a veces hasta por dos
semanas a causa de los papeleos y
trámites que se deben seguir. Lo que no
es bueno, porque un menor no puede
estar sin su tratamiento”.
La última inquietud planteada
aquel día, fue que en el país no existe
una ley que exija a las empresas
etiquetar los alérgenos más comunes en
los alimentos que elaboran y distribuyen
en Chile, expresa la miembro de
"Creciendo con Alergias Alimentarias”.
Después de casi un año de tener
esta conversación con Erazo, Patricia
Carmelo revela que el Minsal tenía un
atisbo de información sobre lo que
significa vivir con la patología. Sin
embargo, el organismo esperó hasta que
un grupo de personas fuera oficialmente
a presentar sus problemas, para ver las
posibles medidas.
“En otros países el Gobierno se
18
preocupa de este tipo de situaciones, no
hay que llegar a la instancia de tener que
hacer presión para ser tomados en
cuenta”, sostiene.
En un reportaje publicado en la
página web de la Biblioteca del Congreso
Nacional de Chile (BCN) el 24 de julio de
2006, el director de participación
ciudadana de la Generalitat de Catalunya
( la inst i tuc ión que organiza
políticamente el autogobierno de
Cataluña, España) y cientista político
Joaquim Brugué, manifiesta que el estar
en un mundo globalizado como el de
hoy, hace que los problemas sean
demasiado complejos y abrumadores
como para resolverlos de manera
individual.
Por ello, las políticas públicas serían
una oportunidad, afirma el académico, ya
que éstas sirven para unir a la gente en pro
de resolver las trabas que les presenta la
sociedad para ser felices.
En el libro, “Nuevo Manual de
Ciencia Política”, su autora, Barbara
Nelson, define el concepto de política
pública como "una secuencia
intencionada de acción, seguida por un
actor o un conjunto de actores, a la hora
de tratar con un asunto que los afecta. Y
éstas, serían desarrolladas por cuerpos
gubernamenta les o por sus
funcionarios".
La economista, ex profesora de la
Escuela de Gobierno de la Universidad
Adolfo Ibáñez y actual investigadora del
Centro de Políticas Públicas de la
Facultad de Gobierno de la Universidad
del Desarrollo, Catalina Mertz, expresa
que dicha acción ciudadana necesaria
para impulsar temas minoritarios como
las alergias alimentarias, se encuentran
aún “en pañales”, es decir, no existe una
conciencia de unión entre la gente para
hacer llegar sus inquietudes al Estado.
“Por eso, cuando son temas emergentes
como éste, cuesta que sean tomados en
consideración en la agenda pública ya
que falta una coordinación intersectorial
entre el Gobierno y la gente”, dice.
Asimismo, la académica detalla
que dentro de los aspectos que dificulta
la implementación de estas políticas, es
el tipo de parlamentarios que se
encuentran en el Congreso, los cuales
pueden ser maduros o no. “En la
comisión de Salud hay congresistas
inmaduros, y por eso, no hay una
información estadística sobre el tema,
como tampoco hay suficiente
investigación pública”, enfatiza Mertz.
Catalina Mertz opina que la falta de conciencia sobre este tema por parte del Estado, afectará la vida futura de los niños alérgicos alimentarios.
Fuente: Udd.cl
19
Un atisbo
C uando la organización
“Creciendo con Alergias Alimentarias” se
percató que las inquietudes planteadas
al ministro Álvaro Erazo, eran más
complicadas de llevar a cabo de lo que
imaginaban, Patricia Carmelo cuenta que
decidieron ver si al menos podían lograr
paulatinamente algún avance. Ella relata,
que en el Ministerio de Salud, les
aconsejaron buscar algún parlamentario
que los representara con el proyecto de
ley sobre el etiquetado de alimentos
alérgenos. Fue así, como emprendieron
una búsqueda por los distintos partidos
políticos para saber si algún diputado de
la comisión de Salud los apoyaría con su
causa.
“Nadie nos había querido recibir,
hasta que la diputada Karla Rubilar de
Renovación Nacional (RN), nos escuchó.
En un principio le planteamos la idea de
que existiera un proyecto en el que las
a l e r g i a s a l imen ta r i a s f ue r an
contempladas por el Plan Auge, además
del etiquetado de alimentos. Sin
embargo, nos manifestó que eso era una
pérdida de tiempo y energía porque
primero habría que delimitar y describir
la enfermedad, por lo que no muchas
personas serían contempladas en ella”,
detalla la fundadora.
En esa oportunidad, recuerda la
miembro de “Creciendo con Alergias
Alimentarias”, la parlamentaria les dijo
que no podría ayudarlos porque estaba
involucrada con otras iniciativas. Pero
que aún así, tendrían todo su apoyo, y les
aconsejó que no se comprometieran con
ningún partido político para logar lo que
deseaban, ya que este tipo de tema no se
puede politizar. “Finalmente nos
reunimos con el diputado del Partido
Radical Social Demócrata (PRSD),
Alberto Robles, a quien le contamos
sobre nuestras tres inquietudes como
institución. A lo que nos aconsejó que la
subvención de las leches hipoalargénicas
era imposible por una cosa de costo,
pero que sí estaba dispuesto a
representarnos en el Congreso con la
iniciativa sobre la rotulación de
alimentos alérgenos”, dice Carmelo.
Es así, como el 9 de junio de 2009,
se cumplió lo que hace más de un año
había perseguido la organización de
padres: el proyecto de ley que establece la
obligatoriedad de rotulación de sustancias
alérgicas en productos alimenticios, llegó a
la Cámara de Diputados. Desde ese día, la
moción entró a la primera etapa de
trámite constitucional, y hasta la fecha
sigue ahí mismo, ya que antes de poder
llegar a la primera etapa de trámite
constitucional, y hasta la fecha sigue ahí
mismo, ya que antes de poder llegar a la
instancia de discusión, existían otras
prioridades en la comisión de Salud.
Uno de sus miembros, el diputado
Guido Girardi Briere del Partido Por la
Democracia (PPD), quien declara que esta
iniciativa se ha postergado varias veces
por todos los problemas de crisis
hospitalarias, pero que aún así sigue en
consideración. “Hace poco tocamos el
tema de las licencias, la donación universal
de órganos, y en seguida, viene el proyec‐
20
to de etiquetado”.
El parlamentario PPD, quien además
de participar en la política es cirujano
infantil, afirma que las alergias
alimentarias son un tema que posee
mucha literatura que exagera el problema.
“Creo que hay un exceso de temor sobre
este tema. Por supuesto que siempre hay
hemorragias digestivas y una serie de
cosas que a uno lo ponen en alerta, pero
son extremadamente pocos”.
El diputado cree que más allá del
peligro que pueden causar ciertos
ingredientes, lo que realmente es
alarmante, son la comida chatarra, la sal
y el azúcar en exceso que están
consumiendo los menores. “Son
productos que van dirigidos a los niños y
debe haber un etiquetado correcto que
hable de los nutrientes y sus calorías”,
manifiesta Guido Girardi.
Por otra parte, frente a los tres
principales problemas definidos por la
fundación “Creciendo con Alergias
Alimentarias”, el diputado dice que es un
tema complicado para implementar.
“Existen soluciones, pero hay que
trabajarlas y hacer estudios. En este
minuto, ni siquiera logramos que los
medicamentos de uso común sean
entregados en el consultorio, entonces
pensar en entregar las fórmulas
especiales a través del Auge o los
hospitales, está más lejos todavía”,
expresa.
Girardi sostiene que la entrega
de leches a las familias de niños con ese
tipo de alergia, sólo se podrá lograr
cuando exista una buena salud pública.
La cual tenga una red asistencial óptima,
que sea capaz de sostener el gasto de los
medicamentos y el de los alimentos
especiales. Asimismo, declara que una
forma de empezar a avanzar en este
tema, es que al momento de entrar a
discutir sobre el proyecto de rotulación,
se podría conversar la opción de que las
fórmulas especiales se cataloguen como
medicamentos. Y así, crear otra iniciativa
en torno a esta problemática infantil,
para presentarla en la Cámara Baja.
Uno de los autores del proyecto de
ley, el diputado del Partido Socialista
(PS), Fulvio Rossi, enfatiza que esta pro‐
Proyecto de Rotulación de Sustancias Alérgicas
Autores: Enrique Accorsi (PPD) René Alinco (PPD) Carlos Jarpa (PRSD) Alberto Robles (PRSD) Fulvio Rossi (PS) Roberto Sepúlveda (RN)
Artículos de la propuesta
1‐ Será obligatorio indicar los ocho principales alérgenos en los envases de productos e l a b o r a d o s y / o comercializados en Chile.
2‐ La leyenda deberá ser legible, comprensible, clara, simple y precisa sobre los alérgenos presentes.
3‐ Si el alimento no contiene ninguno
de los “ocho grandes”, el envase
del producto tendrá que decir si
éste fue elaborado en una línea
de producción de otros
alimentos que sí contienen
dichas sustancias.
21
puesta es muy importante porque con
ella se busca informar a la gente de la
composición de los alimentos, y en
especial, de aquellos productos que
contienen sustancias con efectos
dañinos para la salud.
Sin embargo, al preguntarle sobre
qué otras opciones se abrirán para los
niños alérgicos alimentarios a futuro,
Rossi describe una serie de planes a nivel
educacional que van dirigidos hacia la
prevención de la obesidad infantil. “Hay
que educar a los menores en los colegios
respecto a estos temas. Creo que es muy
importante transformar las escuelas en
centros saludables, y triplicar las horas
de ejercicios físicos. Además, hay que
instalar kioscos que vendan comida sana,
y ojalá, hacer una alianza entre el
Ministerio de Salud y de Educación para
que certifique todo esto y lo hagan
obligatorio en los establecimientos
subvencionados por el Estado”.
Al reiterarle cuál es la prioridad
que existe dentro de la comisión de
Salud con respecto a las alergias
a l imentar ias en menores, e l
parlamentario PS dice que este proyecto
es mucho más que algo nutricional. Es
dar la oportunidad de una buena
selección de los alimentos y tener una
oferta adecuada para las escuelas. “Lo
importante es educar a los niños
respecto a lo que significa una dieta
adecuada, el ejercicio para el gasto
calórico y las consecuencias de la
obesidad”, enfatiza.
Con respecto a la investigación
previa para presentar esta iniciativa a la
comisión, Rossi cuenta que se llevó a
cabo una evaluación de literatura y
estudios internacionales en conjunto con
el Minsal.
En la División de Políticas Públicas
Saludables y Promoción del Minsal, la
encargada de las modificaciones del
proyecto de ley de etiquetado, Ginella
Delpero, menciona que para la definición
de sus artículos se formó un comité en el
que se pidieron distintas opiniones para
ver cómo se rotularían los productos, y así,
poder definir los alimentos alérgenos en el
artículo 107 del reglamento sanitario.
La funcionaria relata que dicha
iniciativa se basa en investigaciones
extranjeras, específicamente de las
alergias en Europa y Estados Unidos. No
así, de Chile, ya que no hay indagación
alguna sobre el tema. “Para la
modificación del artículo 107, busqué
información de otros países para ver las
etiquetas que poseen, como Canadá,
Nueva Zelanda, Japón e Italia. En general,
todos indicaban los alérgenos con letra
Fuente: Terra.cl
El diputado Rossi cree que más allá de velar por un grupo de niños en específico, se debe educar a la población infantil sobre lo que comen.
22
mayúscula ennegrecida, sino después de
la lista de ingredientes, advierten con la
frase ‘Precaución para los alérgicos’ y
poster iormente menc ionan los
contenidos”, describe.
Delpero explica que el proyecto no
se parece al de otras naciones, esto
porque acá sólo se pondrá en letra negra,
y no mayúscula. Asimismo, cuando el
alimento pudiera contaminarse en la línea
de producción de la empresa, se deberá
poner “Contiene o puede contener trazas
de…”, agrega. A su vez, expresa que las
políticas públicas del Ministerio de Salud
en general son copias de experiencias
exitosas de otros países, acompañadas de
sugerencias de expertos chilenos.
L a e n c a r g a d a d e l a s
modificaciones del artículo 107
manifiesta que el criterio utilizado para
implementar el proyecto de rotulación,
fue que dicho tema no estaba
reglamentado y es algo necesario para el
país. “Ese es el enfoque puntual, pero
además siempre llegaban correos
electrónicos sobre propuestas para los
niños con alergias alimentarias. Entonces
era una situación que se tenía presente,
que estaba penando hace tiempo al
Ministerio de Salud”, declara.
Por otra parte, la empleada
pública expresa que la problemática de
las leches hipoalergénicas, es un tema
que verá más adelante el departamento
de Alimentos y Nutrición, en conjunto,
con el de Reglamento Sanitario.
Programa Alimentario del Ministerio de Salud
El 2009 se destinó un presupuesto de 90 millones de dólares para combatir la malnutrición.
Para la población infantil existe el Programa Nacio‐nal de Alimentación Complementaria (PNAC).
PNAC: Existe desde 1952, con la entrega de leche gratuita.
Actualmente consiste en la distribución de alimen‐tos a niños y embarazadas que estén vulnerables y en riesgo de desnutrición, independiente de su si‐tuación previsional.
Dado los cambios epidemiológicos de Chile, su nue‐vo objetivo es contribuir a la reducción de la obesi‐dad.
Los beneficiarios son menores de 6 años, embaraza‐das, nodrizas e infantes con fenilquetonuria.
Población beneficiada: 1.100.000
Productos que se distribuyen: Leche “Purita” fortifi‐cada, “Purita Cereal”, “Mi Sopita”, fórmulas para prematuros y para fenilquetonuricos (leche libre de Fenillalanina).
Se distribuyen 17 mil toneladas de productos a nivel nacional.
Para poder acceder a este sistema, se debe cumplir con los controles de salud que establece el ministe‐rio para los diferentes estratos socioeconómicos.
Esta etiqueta, de un producto elaborado en Italia, cumple con las recomendaciones ideales mencionadas por la Unión Europea: se destacan los ingredientes alérgenos, existe una tabla nutricional y se detalla por completo los componentes del alimento en un tamaño de letra legible.
Fuente: Minsal.
23
Por el momento, afirma Ginella
Delpero, los programas de ayuda de la
cartera de Salud están enfocados para
complementar una alimentación normal
a las familias con hijos menores de 6
años y que poseen bajos ingresos.
Para la diputada de la comisión de
Salud, Karla Rubilar, la iniciativa del
etiquetado es algo interesante, pero que
no soluciona la problemática que tienen
hoy los papás de niños con alergias
alimentarias. “La solución que ellos
necesitan es tener una política pública
que les permita no quedar en la quiebra
cuando, por desgracia, tengan un niño
con esta enfermedad”, argumenta.
La parlamentaria RN manifiesta
que la respuesta a estos problemas sería
que las leches estuvieran contempladas
como un medicamento para que al
menos los seguros lo cubran. Y eso,
sostiene ella, le correspondería al Minsal
a través de un decreto. A su vez, cree
que la cartera debería ser capaz de
proveer algún mecanismo para estas
famil ias, ya sea, un seguro
complementario o catastrófico.
“Yo no creo que el ministerio no
tenga la capacidad para hacer algo así.
Además, el Programa Complementario
de Alimentación para Menores dice que
todos los niños van a tener la leche que
necesitan, y claramente para los que
tienen alergias alimentarias, esto no se
está cumpliendo”, sentencia Rubilar.
Otro tema que también critica la
diputada, es que existe un impuesto a las
leches especiales, lo que hace que éstas
sean más caras. Ella dice que no existe
una conciencia tributaria por parte del
Estado, como tampoco un incentivo para
las importadoras a que introduzcan más
marcas y así los precios sean más bajos.
Karla Rubilar confiesa que en más
de una oportunidad estuvo en contacto
con el Ministerio de Salud para ver las
posibles soluciones a esta patología.
Pero en cambio, cuenta que no recibió
ninguna respuesta más allá de la
iniciativa del rotulado, porque para ellos
no es una prioridad. Ella prevé que
mientras no sea un tema que presione a
La Moneda, los padres de niños alérgicos
alimentarios van a seguir siendo
postergados y tendrán que arreglárselas
como puedan. Y añade, que eso se
refleja en la celeridad con que se
aprobará el proyecto de ley de
etiquetado.
La diputada RN expresa que ya se
ha discutido en dos oportunidades dicha
propuesta. Sin embargo, para este año
no estará aprobada porque el Congreso
Fuente: Eldiezdeungranmes.blogspot.com
La diputada RN es testigo del poco interés que existe en el Minsal y en la comisión de Salud para crear iniciativas en ayuda de los alérgicos alimentarios.
24
se encuentra en el periodo
extraordinario, donde se ven las
prioridades del Poder Ejecutivo. Además,
detalla que a estos factores hay que
sumarle el que este es un año de
elecciones, y los parlamentarios, se
encuentran ocupados con las campañas.
Por eso, sentencia que recién para el
próximo año la iniciativa de rotulación
de alimentos llegaría a ser presentada
en la Cámara de Diputados.
Actitud de Estado
L a docente de Políticas Públicas y economista, Catalina Mertz, explica
que en general las acciones
gubernamentales emprendidas en Chile
se encuentran muy bien evaluadas en
cuanto a calidad en Latinoamérica. Pero
esa misma valoración, establece que
estamos bastante atrás de los países
desarrollados, dice.
La causa de esto, según Mertz, es
porque existe una gran diferencia entre
las políticas económicas del país, y las de
otros ámbitos. Para ella, las
pertenecientes a Salud han sido exitosas
en aumentar la esperanza de vida y en
disminuir la mortalidad infantil, es decir,
en superar los primeros umbrales que
distinguen a un país más desarrollado.
“Pero uno observa una tendencia en la
que no hay una prevención en temas
emergentes. En Chile se están
generando grupos de niños malnutridos
por no tener subsidios focalizados en ese
tipo de temas”, expone.
La docente cree que la clave
para superar esto y ver mejores
resultados más adelantes, es trabajar en
En este tipo de gráfico, mientras más arriba y a la derecha se encuentre el país, mejor es la calidad de las iniciativas públicas emprendidas por el Estado.
Calidad de las políticas públicas en Latinoamérica
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temas transversales. En otros términos,
ver asuntos pequeños en cada localidad
del país y que no se encuentran
cubiertos por el sistema público
actualmente.
El cientista político de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), Juan Carlos Gómez, explica
que esta deficiencia presente en las
políticas públicas nacionales es porque
después de 1989, los gobiernos de
Patricio Alwyin y Eduardo Frei Ruiz‐Tagle,
se centraron en mejorar las condiciones
del sistema público y la atención de los
usuarios. “Desde 1990 al 2000, lo que se
hizo fue corregir todos los defectos que
habían quedado después del gobierno
militar de Augusto Pinochet. Eso centró
la preocupación en el desarrollo de
determinadas enfermedades. Luego, en
los mandatos de Ricardo Lagos y
Michelle Bachelet, se puso énfasis en
crear una red de atención a las
enfermedades catastróficas. Eso se
tradujo en el Auge”, expone.
Gómez observa que
estos hechos son el resultado de las
características de las políticas públicas en
Chile: una reacción a lo que aparece. “No
se realizan acciones gubernamentales
preventivas para enfrentar o dar
soluciones a aquellas enfermedades
minoritarias, como son las alergias
alimentarias. Siempre ha sido igual en
todos los gobiernos”, sentencia.
Por su parte, el cientista político
de la Universidad Gabriela Mistral,
Rodrigo Hollmann, es más duro en sus
opiniones al momento de analizar el
trasfondo de los proyectos y servicios de
Salud implementados por el Estado. Él
sostiene que no se les puede catalogar
como políticas públicas, sino como
iniciativas puntales que se dedican a
resolver problemas, y por ello, las
clasifica como reactivas. “Un ejemplo
claro es el plan Auge, el cual nació como
una promesa electoral a personas con
fibrosis quística y enfermedades
coronarias. Y no fue por una presión
social, ya que la demanda por ayuda a
esas patologías siempre ha existido, sino
por una de carácter político”, dice el
cientista político.
Hollmann explica que para generar
acciones gubernamentales específicas,
como el de las alergias alimentarias, se
debe tener la capacidad de generar una
masa política como para formar
legislaciones. De lo contrario, es algo
imposible de concretar.
Asimismo, el experto reafirma que
hay muchas iniciativas de Salud
actualmente, como lo es el proyecto de
ley de etiquetado de alérgenos, ya que
no posee un estudio serio que corrobore
y verifique la información que existe en
el país. “Para emprender una legislación
proactiva hay que examinar la situación
más de una vez y de ahí sacar la
rentabilidad social por más mínima que
sea, en especial, si es de un segmento
tan sensible como el de niños menores
de 6 años. Acá en Chile ni siquiera
existen estadísticas oficiales que den
información sobre el tema”, declara.
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El cientista político manifiesta
que todo pasa por el papel que juegan
los políticos, quienes se mueven por
intereses electorales para mantenerse
en el poder, no así, enterarse de asuntos
como este tipo de enfermedades o de
velar por la salud. “Ellos apoyan las
soluciones a los problemas más
‘populares’, y como las alergias
alimentarias en niños no es un tema que
tenga relevancia, no van hacer mucho
por apoyarlos”, dice.
Rodrigo Hollmann estima que si
en diez años más en Chile no se hace
nada por esta patología, y el Estado se
queda sólo en la iniciativa de rotulación,
va existir más de lo mismo. “Como
ocurre actualmente con la obesidad:
esperaron a que el país tuviera uno de
los índices más altos del mundo en
gordura infantil, para recién empezar a
tomar decisiones y planificar políticas
públicas contra ella. Lo mismo pasó con
el asunto de los trasplantes, después de
que fuera un asunto mediático, se le
tomó el peso al problema”, opina.
El cientista político de la
Universidad Gabriela Mistral ve muy
difícil que en poco tiempo se les preste
apoyo a los afectados por alergias
alimentarias, ya que para presentar un
proyecto de ley como el del etiquetado,
se necesitó patrocinio de diputados o del
mismo Gobierno, y se demoraron 14
años desde que se conoce la enfermedad
para hacer algo. Además, agrega que
tendrán que pasar 20 años más para que
surjan otros planes de apoyo para esta
Pequeños con problemas de adultos Hace 50 años nadie hubiera imaginado que Chile llegaría a ser uno de los países con más niños obesos.
El diario La Tercera publicó el 3 de agosto de 2008 que el sobrepeso en niños de dos a cinco años, a nivel nacional, llegaba al 23,4%, según cifras entregadas por el Ministerio de Salud (Minsal) y la Junta de Jardines Infantiles. Más alto que Estados Unidos, que posee una taza de 13,8%.
En la década de los 60, esto era algo totalmente contrario. El país poseía uno de los porcentajes más altos de niños desnutridos menores de 6 años (46%), declara la revista chilena de nutrición Scielo.
Como resultado de esto, Chile emprendió una mejoría en las condiciones de salud y nutrición implementando programas escolares de alimentación y entrega de leche en consultorios. Hasta que mediados de los 80, se logró derrotar dichos índices.
Actualmente, según el censo del 2005, la población infantil desnutrida no supera el 0,3%.
Sin embargo, ahora el problema en los niños chilenos, publica el diario La Tercera, son las enfermedades provocadas por el sobrepeso: diabetes tipo 2, hipertensión y colesterol elevado.
Para superarlo, el Minsal se propuso darle prioridad al Programa de Alimentación Saludable y Actividad Física para Prevención de Enfermedades Crónicas en Niños y Adolescentes en conjunto con FONASA.
Esto luego que notaran que los planes emprendidos desde el 2000, para llegar al Bicentenario sin menores gordos, no funcionará. Por el contrario, subió de 16% a 23,4%.
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patología, ya que las urgencias
legislativas las decide el Poder Ejecutivo.
Mundos paralelos
L a institución “Creciendo con Alergias Alimentarias”, mientras se
encuentra a la espera de un avance del
proyecto de ley de rotulación en el
Congreso, ésta continúa en contacto con
el Ministerio de Salud. Para enero del
próximo año, tienen agendada la
siguiente reunión en la que expondrán
sus inquietudes y aspiraciones, siempre
con la esperanza de encontrar un
sistema que los ayuden a alcanzar
estándares de vida parecidos a los que
existen en otras naciones.
Su miembro fundadora, Patricia
Carmelo, cuenta que por ejemplo en
Europa, Estados Unidos, Argentina y
Paraguay poseen sistemas donde
otorgan las leches hipoalargénicas. “En
Alemania, Inglaterra y España cuando te
diagnostican, el Gobierno te da las
fórmulas. Y en EE.UU., existe a nivel
nacional la entrega de un tipo de
alimentación complementaria especial
para los alérgicos alimentarios (como es
el sistema de entrega de leche ‘Purita’
acá en Chile)”, describe.
Carmelo destaca que además de
estas medidas de preocupación en el
país norteamericano, también
instauraron el “Día Nacional de la
Anafilaxia”, algo que la organización de
padres desea impulsar pronto en Chile.
En Estados Unidos cada 6 de
marzo, desde el 2006, se conmemora
esta fecha para generar conciencia en la
población sobre los signos y síntomas
que pueden ser causados por la ingesta
de alimentos que producen reacciones
severas. El problema es de tal gravedad
en dicho país, que según el medio Health
Day News, la Casa Blanca designó este
día para concientizar sobre los 11
millones de estadounidenses que
padecen de alergias alimentarias y los
más de 150 personas que mueren al año
por comer inconscientemente el
producto equivocado.
Por otra parte, Patricia Carmelo
expresa que en Sudamérica, Argentina
es una de las naciones que sin poseer
una legislación para los alérgicos
alimentarios, sí tienen un sistema en que
los menores reciben las fórmulas
especiales. Y agrega, que algo similar
pasa en Paraguay.
En el caso de España, la doctora
especialista en alergología del Hospital
Ramón y Cajal de Madrid, Belén de la
Hoz, declara que existe un sistema
sanitario público prácticamente universal
El cientista político, Rodrigo Hollmann, no cree que en un futuro próximo el Estado lleve a cabo alguna otra iniciativa para ayudar a los menores con alergias alimentarias.
Fuente: Rodrigo Hollman.
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que garantiza la asistencia médica a los
alérgicos alimentarios. “En general, la
atención es gratuita y los medicamentos
en la población laboralmente activa
cuestan un 40% menos. Mientras que
para los que no pueden trabajar, o bien
están retirados, también los remedios
son gratis”, detalla.
Sobre las fórmulas especiales para
la población infantil, la experta
manifiesta que hasta los dos años, éstas
son gratuitas de forma automática al
presentar el informe médico. Después
de esa edad, depende de la comunidad
autónoma (regiones administrativas en
que se divide España) y de la gravedad
de la alergia a la leche.
De la Hoz dice que en esas
situaciones, todo depende de los
inspectores sanitarios encargados de
evaluar si pueden optar a los
tratamientos sin costo alguno.
La especialista en alergología
explica que este sistema de ayuda se
sustenta en la organización del sistema
sanitario que posee España. Además, al
momento de que éste formó parte de la
Unión Europea (UE), se vio obligado a
ampliar la regulación en muchos
aspectos. Asimismo, ella dice que desde
1992 se han realizado estudios sobre la
población alérgica alimentaria. En ese
año, la cifra en la población infantil era
de 3,5%, mientras que el 2005 cuando se
repitió la misma metodología, los índices
alcanzaron el 7%.
Para Belén de la Hoz, la
investigación y seguimiento de esta
patología es algo “absolutamente”
necesario, ya que es una enfermedad
prevalente, y por el momento, sin cura
que acarrea un importante gasto social y
calidad de vida.
Actualmente, ella junto a otros
especialistas y el Hospital de la Paz de
Madrid, se encuentran trabajando en un
proyecto llamado “Europrevall”, el cual
hace cinco años que se está llevando a
cabo con distintos países miembros de la
UE, para ver ciertos temas de las alergias
a los alimentos, como es la calidad de
vida y los costos socioeconómicos.
La doctora adelanta que existe la
intención de extender este estudio a
Iberoamérica para así progresar en los
conocimientos de la patología.
“Queremos que Argentina, Chile,
Ecuador, México, Brasil y Uruguay
participen de este despliegue para
avanzar, sobre todo, en el tratamiento
de esta enfermedad”, adelanta.
El estudio “Europrevall” comenzó
el 2005 a cargo de la doctora Clare Mills
del Institute of Food Research, del Reino
Unido. En él participan 17 países de la
Unión Europea, incluyendo a 30 mil
pacientes (10 mil son de edad
pediátrica). Desde entonces, se han
incorporado otros países como Nueva
Zelanda, Canadá, Australia, Rusia, India y
China.
A su vez, este proyecto, que
consta de siete objetivos, pretende
mejorar la calidad de vida de las
personas con alergia a los alimentos
alrededor del mundo.
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Remedios a las falencias
E l mayor temor que existe
actualmente entre los padres de
“Creciendo con Alergias Alimentarias” es
que el proyecto de ley, que les hizo creer
en que una nueva gama de posibilidades
se estaría abriendo para sus hijos en Chile,
se quede dormido en el Congreso.
Para ellos, su misión no se acaba
con sólo lograr que se apruebe más de una
legislación en ayuda del óptimo desarrollo
de muchos menores de edad, sino que a
futuro, desean educar a las familias sobre
esta enfermedad.
Y es que, a pesar de que el país
posee estimaciones tan altas como las de
otras naciones desarrolladas, hay que
estar conscientes de que no están los
recursos disponibles para resolver
rápidamente las dificultades que conlleva
tener esta afección.
Sin embargo, soluciones tan
simples como las que expresa el
cientista político, Rodrigo Hollmann,
podrían ayudar a transformar a Chile en
un país proactivo. Él afirma que si
existiera una educación alimentaria
formal en colegios, y además, hubiera
talleres para la población en general,
sería ya un gran paso dentro de la
conciencia social sobre este tema.
Por otra parte, la investigadora
del Programa Social del instituto
Libertad y Desarrollo, María Elena
Arzola, explica que además de las
características reactivas de las políticas
públicas en Chile, la prevención que
toma la ciudadanía frente a ciertos
asuntos, aún es poca. Según ella, todo
tiene que ver con las prioridades que
existen en cada país. “La desnutrición ya
no es problema, ahora es la obesidad y
en eso se centran las políticas públicas
de Salud”, analiza.
La gastroenteróloga de la Clínica
Alemana, Gloria Ríos, también se refiera
a este tema. Ella dice que mientras el
Ministerio de Salud dicte las pautas de
atención, éstas serán acogidas por el
sistema privado.
Por eso mismo, la doctora del
INTA, Sylvia Cruchet cree que frente a
esta situación, el Ministerio de Salud
debería promover sobre qué son las
Propósitos de Europrevall 1. Establecer la prevalencia y patrones de
reactividad frente a los principales alimentos alergénicos en niños y adultos.
2. Identificar nuevas y emergentes alergias alimentarias.
3. Estudiar la relación entre factores genéticos y ambientales, y el desarrollo de la enfermedad.
4. Proporcionar una biblioteca de alérgenos alimentarios bien caracterizado.
5. Desarrollar nuevos métodos y herramientas diagnósticas que permitan un manejo efectivo de la patología.
6. Dar información sobre el efecto de la matriz alimentaria y del papel que tiene el procesado de los alimentos.
7. Establecer el impacto socioeconómico y el costo de la alergia a alimentos y su tratamiento.
Fuente: Europrevall.org
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alergias alimentarias. Y sobre todo,
agrega la especialista, debe haber un
proceso de educación a la comunidad
que podría partir, por ejemplo, en los
hospitales públicos.
Una de las autoras del estudio
psicológico de las familias con hijos
alérgicos a los alimentos, Graciela
Aguilar, afirma que el Minsal debe tener
el papel protagónico para dirigir el apoyo
integral a este grupo ciudadano.
La psicóloga manifiesta que de no
ser así, las falencias que presenta la red
asistencial, se verán reflejadas a largo
plazo en madres e hijos con trastornos
emocionales o de personalidad severos.
“Se verán casos desde lo más
simple como un cuadro depresivo hasta
paranoia. En los niños, esto pasará
porque sus papás se centrarán mucho en
buscar información por su cuenta,
además de tratar de conseguir las
fórmulas especiales y los tratamientos
adecuados. Esto hará que ellos queden
muy inestables en su parte emocional”,
revela.
Las alergias alimentarias aún
poseen muchas aristas por resolver
dentro de la sociedad chilena. Y si bien,
tiene su grado de dificultad, la educación
ciudadana es algo que podría estar al
alcance de las medidas públicas, y por fin
salir de la actitud subdesarrollada frente
a un problema de países desarrollados.
El sólo hecho de que hayan lugares
donde conseguir toda la información
necesaria para que las familias puedan
sobrellevar seguros la enfermedad de sus
hijos, harán que se les simplifique la vida.
Constanza Macrobio anhela eso.
Ella ya no quiere pasar más de dos horas
y media leyendo cada producto que echa
en el carro de supermercado, tampoco
desea vivir con el miedo latente de que
cualquier error o descuido pueden poner
en riesgo vital a sus niños. Pero por sobre
todo, aspira a tener las herramientas y
tratamientos necesarios para que Ignacio
y Camila puedan disfrutar, como todos
los de su edad, la dulzura de una golosina
sin recordar el dolor que les provoca las
alergias alimentarias.
Constanza Macrobio confiesa que sólo siente seguridad en su hogar.
Fuente: Constanza Macrobio.
Niños alérgicos alimentarios en Chile:
Malnutrición ignorada
El 8% de los menores de seis años en el país tienen esta enfermedad, que compromete su
sistema digestivo y respiratorio. Para ellos, es esencial seguir un tratamiento de alto costo,
además de otros cuidados para poder recibir los nutrientes necesarios. Sin embargo, la falta
de medidas públicas para ayudarlos y el desconocimiento social sobre la patología, hacen
que estos niños no tengan un futuro saludable.
POR: CARMIÑA GÓMEZ ESCOBAR Tesis presentada a la Facultad de Comunicaciones de la Universidad del Desarrollo
para optar al título profesional de Periodista
PROFESOR GUÍA: Sr. JORGE ACEVEDO ESPINOSA
Diciembre, 2009 SANTIAGO
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