UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN
Enrique Guzmán y Valle
LA CANTUTA
“Alma máter del magisterio nacional”
MONOGRAFÍA
FACLUTAD: CC.SS Y Humanidades.
ESPECIALIDAD: Historia
PROFESOR: Oscar Agrada Espinoza.
TEMA: Estoicismo, eudemonismo y sensualismo ético.
INTEGRANTES:
Huayanay Zegarra, Abigail
Galindo Grandez, Yesenia
Jara Cruz, Kelinwin Yochi
CICLO: VIII
2013
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Dedicamos nuestro trabajo a Dios por
darnos el don de la sabiduría y
nuestros padres apoyarnos y estar
siempre pendientes de nosotros.
Y a nosotros mismos por superar cada
día los obstáculos que nos pone la
vida.
ÍNDICE
INTRODUCCION……………………………………………………………………….
1. CAPITULO I: ESTOICISMO ÉTICO……………………………………………...
1.1. Zenón de Citio.……………………………………………………………………
1.2. Crisipo de Soli.……………………………………………………………………
1.3. Filosofía estoica.…………………………………………………………………
1.4. Teoría estoica del conocimiento………………………………………………
1.5. La Moral Estoica…………………………………………………………………..
2. CAPITULO II: EUDEMONISMO
ÉTICO……………………………………………
3. CAPITULO III: SENSUALISMO
ÉTICO…………………………………………….
3.1. Concepto de sensualismo………………………………………………………
3.2. Principales representantes del sensualismo…………………………………
3.3. Ética del sensualismo……………………………………………………………
CONCLUSIÓN…………………………………………………………….……………
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………….
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INTRODUCCION
La presente monografía realizada por estudiantes del VIII ciclo de Ciencias
Sociales - Historia, da a conocer lo importante e interesante del Estoicismo,
Eudemonismo y Sensualismo ético.
En las siguientes páginas trataremos cada uno de los temas mencionados,
detalladamente, veremos sus definiciones, sus principales representantes y
entre otros subtemas.
Finalmente reafirmamos nuestro compromiso en ser cada día mejores seres
humano y por ende lograre ser profesionales de éxito.
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Capítulo I: ESTOICISMO ÉTICO
Corriente filosófica del período helenístico cuyo nombre proviene del lugar, un
pórtico o stoa, en que estaba situada la escuela de su fundador, Zenón.
La ética estoica se funda en su determinismo cósmico ya que, para los
estoicos, la ley que rige el universo es el mismo fuego inteligente o logos
(razón) divino. Ante el determinismo cósmico, la actitud del sabio solamente
puede ser la de aceptar el destino, ya que todo está regido por la providencia
del logos.
Ya que la física es el fundamento de la ética, la máxima moral de los estoicos
se resume con la sentencia: «vive de acuerdo con la naturaleza» o, lo que es lo
mismo, siguiendo el logos divino. El acatamiento de esta ley separa a los
estoicos de las concepciones hedonistas, como las defendidas por sus
coetáneos los epicúreos, y crea las bases de una ética del deber entendida a la
manera intelectualista, ya que el seguimiento de este deber sólo es posible por
parte del sabio, que es quien conoce el logos.
Mediante la aceptación del destino, puede alcanzarse la tranquilidad de ánimo
propia del sabio. La intranquilidad proviene de las pasiones que hacen errar a
la razón, al desear que las cosas sean de un modo opuesto a los designios de
la providencia-destino.
Contra las pasiones proponen la apatía, ausencia de pasiones o
imperturbabilidad, que permite alcanzar la alegría serena y la eudaimonía o
felicidad.
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La virtud, que consiste en la eliminación de todas las pasiones y en de la
aceptación del orden de la naturaleza, debe mantenerse incluso a costa de la
propia vida. Por ello, los sabios estoicos aconsejaban (y varios practicaron tal
consejo) el suicidio antes que verse forzados a actuar en contra del deber. A
pesar de esta ética de la resignación, los estoicos participaron en política y
defendieron tesis opuestas a la tradición.
Al sustentar que la naturaleza es el fundamento de todas las leyes, afirmaron
que por su physis todos los hombres deben estar regidos por la misma ley, con
lo que propugnaron la abolición de la esclavitud.
Suelen distinguirse tres etapas en la evolución del estoicismo:
Estoicismo antiguo (siglos III–II a. C.):
• Zenón de Citio
• Cleantes
• Crisipo
Estoicismo medio (siglos II–I a. C.):
• Panecio (180–110 a. C.)
• Posidonio (155–51 a. C.)
Estoicismo nuevo o romano (siglos I d. C.-III d. C.):
• Séneca
• Musonio Rufo
• Epicteto
• Marco Aurelio
Sus representantes más característicos en la época imperial romana fueron
Séneca y Marco Aurelio.
Zenón de Citio.
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El término estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó, en el año
301 a. C., a dar sus lecciones en la Stóa poikilé (en griego Στοα, stoa, ‘pórtico’),
que era el Pórtico pintado del ágora de Atenas. Pronto atrajo a numerosos
seguidores quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y expandirían su
filosofía. El estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del mundo griego
en ser fundada, y continuó existiendo hasta que en el año 529 d. C. el
emperador Justiniano clausuró la Escuela de Atenas. La escuela cínica tuvo
una clara influencia en la Stoa, esto es evidente desde los inicios de esta, pues
las fuentes declaran que su fundador, Zenón de Citio, estudió directamente con
un cínico; Crates. Estoicos tardíos, como Epicteto, identificaban al cínico
Diógenes de Sínope como dechado de hombre sabio.
El corpus doctrinal del estoicismo se basó en las escrituras de Zenón, hoy en
día perdidas; no obstante, se sabe que escribió numerosas obras entre cuyos
títulos destacaban: De la vida conforme a la naturaleza; De los universales;
Argumentos dialécticos y De las pasiones. Cuando Zenón muere en el 261 a.
C. se hacen cargo de la escuela Cleantes y Crisipo. A decir de Laercio, a este
último se le debe que el estoicismo perdurase: «Sin Crisipo no habría habido la
Stóa». En efecto, Crisipo, que dirigirá la Stóa desde el 232 a. C. hasta su
muerte, acaecida en el 208 a. C., fijó el canon del estoicismo, perfeccionó las
investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de Zenón.
Desgraciadamente de su obra sólo han sobrevivido algunos escasos
fragmentos y unas pocas referencias hechas por otros autores, resultando
complicado discernir qué partes del ideario se deben a Zenón, a Crisipo y a
Cleantes. En general, apenas si se han conservado algunos fragmentos de los
textos estoicos más antiguos.
Crisipo de Soli.
Con la muerte de Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo,
llamada Estoicismo antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por
el establecimiento formal de la doctrina. Tras Crisipo, dirigieron la escuela
Diógenes de Babiloniay Antípater de Tarso, comenzando la época denominada
estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del estoicismo por todo
el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del mundo helenístico y las
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redes comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus principales figuras
fueron Panecio de Rodas (185–109 a. C.) y, sobre todo, Posidonio de Apamea.
Quizá el hecho más destacado de este período fue la introducción del
estoicismo entre las élites romanas. La sociedad aristocrática romana de los
siglos II y I a. C. valoraba en mucho los tiempos de «nuestros padres»,
refiriéndose a los siglos anteriores en que la relevancia económica y militar de
Roma todavía era escasa. Se idealizaba y exaltaba la sencillez y la sobriedad
de la vida de aquellos tiempos y, como en todo el mundo griego, se miraba con
desconfianza los lujos y las costumbres modernas, más sofisticadas, que se
habían ido introduciendo conforme la República Romana ganaba preeminencia.
La doctrina estoica, muy favorable a esos puntos de vista, fue introducida con
éxito, y ganó adeptos tan conocidos como Catón el Viejo, Escipión el Africano y
Catón el Joven; la notable fama de estos favoreció aún más al estoicismo, que
pronto fue la escuela filosófica más admirada por los romanos.
Los estoicos antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del
conocimiento y de la ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las
cosas) y la ética (ciencia de la conducta). Todas ellas se refieren a aspectos de
una misma realidad: el universo en su conjunto y el conocimiento sobre él. Este
puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura
organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante,
siendo la faceta más importante la ética.
De los escritos del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que
unos pocos textos fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte
de Catón el Joven y la resolución de las guerras civiles que condujeron al
establecimiento del Imperio romano, surge la última etapa del estoicismo, el
llamado Estoicismo nuevo o Estoicismo romano. Los filósofos de esta etapa
han llegado a ser mucho más famosos y conocidos que los estoicos antiguos (y
sus obras se conservan en mayor número), y materializaron la implantación del
estoicismo como la principal doctrina de las élites romanas. El estoicismo
romano destaca por su vertiente eminentemente práctica, donde las
consideraciones lógicas, metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a
un segundo plano para desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela.
Los principales exponentes de esta etapa, y posiblemente los estoicos más
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famosos, fueron Lucio Anneo Séneca (4 a. C.–65 d. C.), uno de los escritores
romanos más conocidos y quizá el estoico mejor conocido, Epicteto (50–130 d.
C.), nacido esclavo, y el emperador Marco Aurelio (121–180 d. C.). La obra de
Séneca, Marco y Epicteto permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a
los principales aspectos del estoicismo, si bien no introdujeron ningún elemento
esencialmente original en la doctrina.
Tras la muerte de Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en
decadencia. Las sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asuelan
el Imperio romano durante el siglo III tienen como consecuencia una
revalorización de la espiritualidad que el estoicismo no puede afrontar,
surgiendo el neoplatonismo, que, a partir del 250 d. C., desplazará al
estoicismo como principal doctrina de las élites. El giro cultural de esta época
provoca que el plan de vida estoico pase a ser negativamente considerado; en
esta época, esencialmente, el estoicismo ganará su fama de envarado y rígido.
Igualmente, el auge del cristianismo afecta negativamente a todas las escuelas
filosóficas helenísticas, al ser rechazadas muchas de sus enseñanzas por
contrarias a la doctrina cristiana. Para el año 300, la única de estas capaz de
objetar algo al cristianismo es el neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia
definitivamente al movimiento helenista en general, que formalmente concluye
en el 529, cuando Justiniano cierra las escuelas filosóficas de Atenas (el Liceo,
la Academia, la Stoa).
No obstante, el estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas
posteriores, desde los primeros padres de la Iglesia hasta Descartes y Kant.
Como se ha dicho, los primeros padres de la Iglesia admiraron la ética del
estoicismo, que consideraban especialmente cercana a la suya propia; su
calma, su serenidad, así como su posición frente a las adversidades hicieron
que algunos cristianos comoTertuliano trataran a estoicos como Séneca en los
términos de «saepe noster» («a menudo, uno de los nuestros»), mientras que
San Jerónimo lo incluyó en su catálogo de santos. Incluso se difundió la
leyenda de que Séneca había sido bautizado antes de morir por San Pablo,
con quien además habría mantenido correspondencia, y que Marco Aurelio
habría igualmente mantenido correspondencia con elPapa y algunos cristianos
romanos. Durante el Renacimiento, el estoicismo ganó difusión entre las
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corrientes humanistas y universitarias: la primera obra de Calvino fue una
edición de De clementia deSéneca, y las referencias al estoicismo nuevo son
constantes en Erasmo, Juan Luis Vives y Michel de Montaigne. En esta época
se revalorizó la actitud vital estoica; en la actualidad, se utiliza cotidianamente
el término «estoicismo» para referirse a la actitud de tomarse las adversidades
de la vida con fortaleza y aceptación.
Filosofía estoica
Los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan
sólo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa, y
dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud (tal es
la idea de la imperturbabilidad o ataraxia). Asumiendo una concepción
materialista de la naturaleza, siguieron a Heráclito en la creencia de que la
sustancia primera se halla en el fuego y en la veneración del logos, que
identificaban con la energía, la ley, la razón y la providencia encontradas en la
naturaleza. La razón de los hombres se consideraba también parte integrante
del logos divino e inmortal. La doctrina estoica que consideraba esencial cada
persona como miembro de una familia universal ayudó a romper barreras
regionales, sociales y raciales, y preparar el camino para la propagación de una
religión universal. La doctrina estoica de la ley natural, que convierte la
naturaleza humana en norma para evaluar las leyes e instituciones sociales,
tuvo mucha influencia en Roma y en las legislaciones posteriores de Occidente.
Además tuvo importancia en corrientes y filósofos posteriores como Descartes
y Kant.
En el campo de la lógica desarrollaron la lógica inductiva. Dividieron la lógica
en Retórica (ciencia del recto decir) y Dialéctica.
En el campo de la física retornaron a la filosofía de Heráclito: todo está
sometido al cambio, al movimiento. La física, según el estoicismo, es el estudio
de la naturaleza tanto del mundo físico en su totalidad como de cada uno de los
seres que lo componen, incluidos los seres divinos, humanos y animales.
Fundamentalmente especulativa, y en clara deuda con el pensamiento de
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Parménides de Elea (unidad del ser) y Heráclito, la física estoica concibe la
naturaleza como un fuego artístico en camino de crear.
El universo es un todo armonioso y causalmente relacionado (es decir, todo
está relacionado por una serie de causas), que se rige por un principio activo,
el Logos cósmico y universal del que el hombre también participa. Este logos
cósmico, que es siempre el mismo es llamado también Pneuma (‘soplo’, Spiritu
en latín), aliento ígneo, ley natural, naturaleza (physis), necesidad y moira
(‘destino’, Fatum en latín), nombres todos ellos que hacen referencia a un
poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y que no es
simplemente un poder físico: el pneuma o logos universal es una entidad
fundamentalmente racional: es Dios (panteísmo), un alma del mundo o mente
(razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie puede sustraerse.
Inmanente al mundo, el logos es corpóreo, penetra y actúa sobre la materia
(hylé): principio pasivo, inerte y eterno que, en virtud del pneuma o logos,
produce todo ser y acontecer. Todo en la naturaleza es mezcla de estos dos
principios corpóreos (materialismo).
Aunque la naturaleza (physis) es plenamente racional, no rige de la misma
forma a todos los seres:
• Los hombres nacen con un alma5 como si fuera una «tabla rasa» pero
cuando adquieren cierta madurez pueden, mediante el uso de una «fantasía»
aceptar o rechazar las impresiones que los «iconos» que desprenden las cosas
fijan en el alma como conceptos. Cuando el hombre maduro ejerce una
«fantasía cataléptica» es capaz de comprender la verdad de los conceptos, a
partir de dichas impresiones y elaborar a partir de los mismos juicios
verdaderos y razonamientos verdaderos.
• En los animales irracionales mediante un alma sensible que percibe pero
no conoce.
• Mediante un alma vegetal en las plantas.
• Mediante el movimiento local de los átomos regidos por el fatum o
destino.6
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La teología estoica es panteísta: no hay un Dios fuera de la naturaleza o del
mundo; es el mismo mundo en su totalidad el que es divino, lo que justifica que
la creencia en los dioses, pese a su heterogeneidad, sea universal.
La concepción de un cosmos dotado de un principio rector inteligente
desemboca en una visión determinista del mundo donde nada azaroso puede
acaecer: todo está gobernado por una ley racional que es inmanente (como su
logos) y necesaria; el destino no es más que la estricta cadena de los
acontecimientos (causas) ligados entre sí: «Los sucesos anteriores son causa
de aquellos que les siguen, y en esta manera todas las cosas van ligadas unas
a las otras, y así no sucede cosa alguna en el mundo que no sea enteramente
consecuencia de aquélla y ligada a la misma como a su causa».
El azar no existe; es el simple desconocimiento causal de los acontecimientos.
Si nuestra mente pudiera captar la total trabazón (conexión) de las causas
podría entender el pasado, conocer el presente y predecir el futuro. Este
mundo es el mejor de todos los posibles y nuestra existencia contribuye a este
proyecto universal, por lo que, como veremos, no hay que temer al destino,
sino aceptarlo.
El logos que todo lo anima está presente en todas las cosas como lógoi
spermatikoi, ‘razones seminales’ de todo lo que acontecerá. Como el mundo es
eterno y el logos es siempre el mismo inevitablemente habrán de repetirse
todos los acontecimientos (eterno retorno) una y otra vez. El mundo se
desenvuelve en grandes ciclos cósmicos (aión, ‘año cósmico’), de duración
determinada, al final de los cuales todo volverá a comenzar de nuevo, incluso
nosotros mismos. Cada ciclo acaba con una conflagración universal o
consumación por el fuego de donde brotarán de nuevo los elementos (aire,
agua y tierra) que componen todos los cuerpos, comenzando así un nuevo
ciclo.
Teoría estoica del conocimiento
Los escépticos, muy influyentes a partir del siglo II a. C. trataban de
independizar al hombre del mundo mediante la abstención de juicio. Dudaban
de la posibilidad de conocimiento sensible, mediante el pensamiento discursivo
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y de los resultados de combinar ambos. El relativismo de Protágoras es la base
de la duda escéptica respecto a los sentidos. No pueden ser una reproducción
inmediata de las cosas si la percepción varía de individuo en individuo y entre
distintas situaciones del mismo individuo o del objeto. Estas contingencias no
se pueden evitar, así que no hay posibilidad de conocimiento sensible. Por otra
parte, las opiniones vienen condicionadas por la costumbre. Ante la
contradicción de opiniones no se puede distinguir la veraz. El método de
deducción silogística de Aristóteles depende de las premisas. Estas premisas
ni se pueden admitir sin demostración ni pueden ser simplemente hipotéticas.
Por tanto, el camino del conocimiento de lo general a lo particular mediante el
silogismo es imposible, pues el punto de partida es incierto. De modo que lo
mejor desde el punto de vista escéptico es abstenerse de juzgar, pues no se
puede decir nada más allá del parecer.
Frente a ellos, los estoicos, filósofos preocupados esencialmente por
problemas éticos, sostienen que se llega a la virtud por el saber. Por tanto,
deben buscar el conocimiento pese a todas las objeciones, y para ello deben
encontrar un criterio de verdad certero. Consideran que la percepción deja la
impresión de lo externo en el alma, que al nacer sería como una tabla de cera
en la que lo exterior imprime sus signos. Las representaciones generales se
deben al enlace entre impresiones o a su permanencia. No hay pues ni ideas
platónicas ni una energía externa que produzca conceptos. A partir de esta
base, el argumento principal de los estoicos para afirmar la existencia de un
criterio de verdad es que las impresiones son iguales para todos los individuos.
Consideran que el consenso de los hombres sobre las representaciones se
puede tomar como punto de partida para la demostración. Sin embargo, en el
último estoicismo hay cambios respecto a este punto. Para Cicerón no se trata
del consenso entre los individuos, sino de representaciones innatas, presentes
desde el nacimiento en cada uno. Según Cicerón, el hombre nace con unos
principios morales, la creencia en Dios y otros.
Respecto a las percepciones, los estoicos consideran que el criterio del
conocimiento verdadero es la evidencia de la percepción. Las percepciones
son verdaderas, el error cuando hay contradicciones está en la opinión, no en
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las percepciones, que son veraces al mostrar algo en unas determinadas
circunstancias.
La Moral Estoica
Al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y
formar parte el hombre del logos universal, la libertad no puede consistir más
que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba
fundamentalmente en vivir conforme a la naturaleza. Para ello el hombre debe
conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad.
El bien y la virtud consisten, por lo tanto, en vivir de acuerdo con la razón,
evitando las pasiones (pathos), que no son sino desviaciones de nuestra propia
naturaleza racional. La pasión es lo contrario que la razón, es algo que sucede
y que no se puede controlar, por lo tanto debe evitarse. Las reacciones, como
el dolor, el placer o el temor, pueden y deben dominarse a través del
autocontrol ejercitado por la razón, la impasibilidad (apátheia, de la cual deriva
apatía) y la imperturbabilidad (ataraxia). Estas surgirán de la comprensión de
que no hay bien ni mal en sí, ya que todo lo que ocurre es parte de un proyecto
cósmico. Solo los ignorantes desconocen el logos universal y se dejan arrastrar
por sus pasiones.
El sabio ideal es aquel que vive conforme a la razón, está libre de pasiones y
se considera ciudadano del mundo. El cosmopolitismo, que defiende la
igualdad y solidaridad de los hombres.
CAPÍTULO II: EUDENOMISMO ÉTICO
La ética no es ajena al debate entre los diversos filósofos a lo largo de la
historia. Más aún tratar sobre el comportamiento humano y las normas que lo
rigen, una teoría que trata de hablar sobre el bien es el eudemonismo, esta es
la postura filosófica que sostiene que el bien es la felicidad. El término
eudemonismo proviene de la palabra griega eudemonía que significa felicidad.
Una de las características principales es el concebir la felicidad no como medio
para un objetivo mayor sino como finalidad máxima a que aspira toda persona
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(o, más claro aún, los eudemonistas sostienen que todo ser humano busca ser
feliz); de ahí que el eudemonismo es considerado una postura principalmente
teleológica (Doctrina filosófica que estudia las causas finales de las cosas).
Asimismo, al dar algún fin a las acciones morales, el eudemonismo también es
denominado Ética de bienes y fines; y esta ética es considerada por Kant
productora de una moral heterónoma, aquella conformada por normas que
obedecen a intereses o deseos.
Por su parte, los eudemonistas griegos consideraban que aquella felicidad es
una característica propia del sabio, por lo que sostenían que solo el sabio era
feliz; de ahí que el eudemonismo de los griegos es considerado una postura
intelectualista.
Se considera que el eudemonismo fue propuesto por el ateniense Sócrates en
el V a.n.e. este filosofo sostuvo que el hombre sabio, y por ende virtuoso y feliz,
el aquel que había alcanzado el conocimiento de sí mismo y con ello logrado
auto-dominarse. A decir de Sócrates, las personas tienden naturalmente a
hacer el bien; por consiguiente, cuando realizan acciones malas, lo hacen
precisamente porque no han logrado conocerse a sí mismos y, por lo tanto, han
caído en la ignorancia.
Platón discípulo de Sócrates, lleva las tesis de su maestro hasta un idealismo
extremo al considerar que el bien (al que tendían las personas naturalmente,
como lo decía Sócrates) es en realidad una suprema esencia, pues –a decir de
Platón- no solo las personas sino todos los entes lo toman como máximo
modelo. El bien conforma el conjunto de esencias que la historia de la filosofía
denomina “Mundo de las ideas”, aprehensible con el alma (o razón), en tanto
que el cuerpo es el origen del mal y de la ignorancia. Por lo tanto, mientras el
sabio cultiva su razón aprehendiendo el bien y las demás esencias, el que
cultiva su cuerpo mientras los placeres sensibles se orienta hacia el mal.
Aristóteles, discípulo de Platón, va continuar sosteniendo que el bien es de
naturaleza racional y por ello deseable por sí mismo. Sin embargo, Aristóteles
considera que no existe tal “Mundo ideal” concebido por Platón. Esta posición
obliga a Aristóteles a sostener que no basta con la simple comprensión del
bien, sino que es fundamental mostrar que se es sabio mediante prácticas
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mesuradas que reflejen el control de la razón sobre las pasiones. Entonces, se
es virtuoso si se practican virtudes éticas: acciones medias (o de justo medio)
que evitan excesos y defectos. Por ejemplo, es sabia la persona que practica la
valentía, virtud Ética que evita la temeridad y la cobardía.
A partir del siglo IV a.n.e. las condiciones económicas y sociales que existían
en Grecia obligaban a sus mayores intelectuales a reflexionar sobre la
posibilidad de alcanzar la felicidad en un mundo donde ya había perdido el
esplendor clásico de los siglos anteriores. Así, surgen posturas eudemonistas
como el hedonismo propuesto por Epicuro de Samos, quién considera que la
felicidad se alcanza por el placer. Pero no cualquier acción que denominemos
placentera lo es realmente, pues –a decir de este filósofo- existen falsos
placeres que conducen en realidad a displaceres o estados de sufrimiento en el
alma; ya que, por ejemplo, un gozo (como el caso de la fama) produce malestar
(al terminarse la fama produce tristeza) que es un estado nada agradable.
Entonces, Epicuro sostiene que debemos distinguir estos placeres de los
verdaderos placeres, aquellos que perduran y que logran un estado de
tranquilidad del alma (ataraxia). Por ejemplo, la sabiduría es un verdadero
placer porque permite, entre otras cosas, eliminar dos de los principales males
que –según Epicuro- angustian al hombre: el temor a la muerte (no hay porque
temer pues es un estado de insensibilidad) y a los dioses (no hay porque temer
pues ellos no se interesan por nosotros). Es así que la sabiduría nos permite
llegar a la ataraxia, medio para alcanzar la felicidad.
A finales del siglo IV y principios del III a.n.e., el estoicismo, corriente fundada
por Zenón de Citio, postuló que la felicidad se alcanza en tanto vivamos de
acuerdo al orden racional que existe en el mundo. Y como el sabio es aquel
que conoce el orden del cosmos, es el único virtuoso y feliz en tanto viva
aceptando ese orden. De esa forma logrará un estado de tranquilidad del alma
y de apatía (indiferencia ante el dolor y el placer), medios para alcanzar la
felicidad. En cambio, la infelicidad es consecuencia de la ignorancia del orden
del mundo, estado que se muestra con el temor a la enfermedad o a la muerte,
o con alguna constante angustia debido a algún problema. Por todo ello, a la
Ética estoica se le denomina ética de la resignación: aceptar y renunciar
porque todo ya está establecido.
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Hemos visto que uno de los rasgos del eudemonismo de los griegos es su
intelectualismo, es decir, el considerar que solo el sabio puede ser feliz. Sin
embargo, en el siglo XVII también ha habido posiciones similares como la del
holandés Baruch Spinoza, quien consideró que la verdadera felicidad se
alcanza con la comprensión racional de que Dios se manifiesta en todos los
entes, y esto permite que nos acerquemos a ellos por nuestros deseos. De ahí
su sentencia: “No deseamos las cosas por son buenas, sino que son buenas
porque las deseamos”.
Pero este intelectualismo se deja de lado con el eudemonismo intelectualista
propuesto en el siglo XIX por los ingleses Jeremías Bentham y John Stuart Mill.
Esta corriente (por medio de Bentham, el fundador del utilitarismo) propone el
denominado principio de máxima felicidad: una acción es buena en tanto
proporcione placer al mayor número de personas. Asimismo, esta corriente
sostiene que utilidad es lo mismo a placer, pues una cosa es útil en tanto
proporcione provecho o placer, y evita la pérdida o el dolor. Es así que, a decir
de estos filósofos, el bien se alcanza en tanto se proporcione placer o, lo que
es lo mismo para Bentham y Mill, felicidad, a la mayoría de personas que
conforman un grupo humano. Por ejemplo, una medida gubernamental es
considerada buena si brinda felicidad (bienestar o placer) al mayor número de
ciudadanos.
CAPITULO III: SENSUALISMO ÉTICO
3.1. Concepto de sensualismo
Etimológicamente sensualismo significa toda aquella concepción que, de
alguna manera, hipervalora o le da mucho valor a la actividad de los sentidos,
la dinámica sensorial.
El termino sensualismo (sensualisme) es de origen francés y se llama así a
aquella doctrina filosófica según la cual todos los fenómenos psíquicos
superiores tienen su origen último en el placer de los sentidos como fuente
única del conocimiento humano. Desde el punto de vista gnoseológico, es una
forma de empirismo.
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Pero el empirismo no se limita solamente a la percepción sensible, mientras
que el sensualismo entiende que ésta es la única fuente de conocimiento.
3.2. Principales representantes del sensualismo
Después de Descartes, el pensamiento filosófico en Francia se concentró en
los aspectos sensoriales de la experiencia humana. En concreto, un tema
constante de la corriente francesa era el estudio de la naturaleza humana
basada en las sensaciones y las percepciones. Así, un grupo de filósofos
examinó la mecánica de las sensaciones y, con ello, redujo gradualmente la
actividad mental a los mecanismos sensoriales. La distinción entre mente y
cuerpo que tan bien delimito Descartes quedó oscurecida.
3.2.1. Thomas Hobbes
Nació el 5 de abril de 1588 en Westport cerca de Malmesbury, Wiltshire,
Inglaterra y falleció el 4 de diciembre de 1679 fue un filósofo inglés cuya obra
Leviatán (1642) influyó de manera importante en el desarrollo de la filosofía
política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político.
Leviatán es un manual sobre la naturaleza humana y sobre cómo se organiza
la sociedad. Partiendo de la definición de hombre y de sus características
explica la aparición del derecho y de los distintos tipos de gobierno que son
necesarios para la convivencia en sociedad. El origen del Estado es el pacto
que realizan todos los seres humanos entre sí, mediante el cual se subordinan
desde ese momento a un gobernante, quien a su vez procura el bien de todos
los súbditos y de sí mismo. De ese modo se conforma la organización social.
Aunque también contribuyó en una amplia gama de campos como historia,
geometría, teología, ética, filosofía general y ciencia política.
Hobbes no conocía más que los cuerpos, por que solo estos son sustancias, y
el mismo hombre no era para el más que un cuerpo inteligente y animado,
susceptible de sensaciones y de afecciones. Por lo mismo, el bien y el mal no
tenían mas base que la sensación agradable o desagradable. Pero lo
agradable y desagradable dependen de las personas a quien afectan, varían
según los individuos, las edades, los estados, las circunstancias, etc.
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Uno de los discípulos de Hobbes ha resumido toda su doctrina ética en las
siguientes proposiciones:
A. El derecho esta fundado en la fuerza.
B. La justicia depende de la ley positiva (igual ley igual justicia).
C. La sagrada escritura misma no hace ley en un país sino por la voluntad
del magistrado que la proclama y la aplica.
D. Aun cuando la ley del estado sea opuesta a la ley divina se la debe
obediencia.
Para Hobbes no hay, por tanto, más ética que la política. El mira al hombre
como lobo del hombre (homo homini lupus) a reconocer la necesidad del
más absoluto despotismo (autoridad absoluta no limitada por las leyes ni
por ningún control constitucional) para que los lobos no se desgarren.
3.2.2. Julien Offroy de La Mettrie
Nació en 25 de diciembre de 1709 y falleció 11 de noviembre de 1751, fue un
médico y filósofo francés, uno de los primeros escritores materialistas de la
Ilustración.
Después de estudiar teología en las escuelas jansenistas durante algunos
años, súbitamente decidió adoptar la profesión de la medicina. En 1733 fue a
Leiden para cursar estudios bajo la tutela de Boerhaave, y en 1742 regresó a
París, donde obtuvo el empleo de cirujano militar.
Durante una fiebre hizo observaciones sobre sí mismo, sobre la acción del
pulso acelerado en el pensamiento, lo que le llevó a concluir que los
fenómenos físicos eran los mismos cambios orgánicos en el cerebro y en el
sistema nervioso. Esta conclusión la trabajó en uno de sus primeros escritos
filosóficos, la “Historia natural del alma” (1745). Tal impacto tuvo su publicación
que La Mettrie tuvo que refugiarse en Leiden, donde desarrolló sus teorías con
gran originalidad y de la manera más completa y atrevida, en “El Hombre
Máquina” y “El Hombre Planta”, tratados consistentemente materialistas.
La ética fue trabajada en el “Discurso sobre la felicidad” y “El arte de Gozar o
La escuela de la Voluptuosidad”, donde propone que el final de la vida se
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encuentra en los placeres de los sentidos, y que la virtud puede reducirse a
amor propio. El ateísmo es la única manera de asegurar la felicidad del mundo,
que ha sido hecha imposible por las guerras de los teólogos, bajo la excusa de
un "alma" inexistente. Cuando la muerte llega, la “la farce est jouée” (la farsa se
acaba), así que tomemos el placer mientras podamos. Tan fuerte fue la
reacción y su pensamiento que éste se vio obligado a salir de los países bajos,
para radicarse en Berlín, donde Federico el Grande no sólo le permitió
continuar su práctica médica, sino que lo tituló lector de la corte. Allí La Mettrie
escribió su libro principal “Discurso sobre la felicidad” (1748), que le valió el
rechazo de los líderes de la ilustración como Voltaire, Diderot, y D'Holbach.
3.2.3. Etienne Bonnot de Condillac
Es la primera figura notable en la corriente del sensualismo, nació el 30 de
septiembre de 1714 en Grenoble, Francia y fallecio el 3 de agosto de 1780,
Lailly-en-Val, Francia.
Fue educado en un seminario jesuita de París. Poco después de ordenarse
como sacerdote católico, se abrió camino en los salones literarios y filósofos de
París y perdió el interés en su carrera eclesiástica. Sus primeras publicaciones
ejemplifican su aprecio por las ideas filosóficas de sus antecesores, en especial
de Descartes y el inglés John Locke. Pero su obra más famosa fue “El Traite
des sensations” (tratado de las sensaciones, 1754), se distancio radicalmente
de sus predecesores y dio una interpretación de la actividad psicológica basada
solo en la experiencia sensorial.
Condillac comenzó por negar la noción de Descartes de que la mente nace con
ciertas ideas innatas. Por el contrario, afirmaba que toda la complejidad de la
mente puede ser derivada de una sola capacidad sensorial. Para ilustrar su
argumento, Condillac propuso la analogía de la estatua, dotada como los seres
humanos de una organización interna y una mente, pero vacía de cualquier
idea. La estatua posee solo el sentido del olfato y advierte la diferencia entre
dolor y placer. Entonces, Condillac trato de demostrar que está relativamente
simple estatua muestra actividades psicológicas complejas conforme adquiere
otras capacidades sensoriales. Con apena su primer sentido, aprende a
concentrar la atención por el apremiante estimulo de la información olfativa.
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Cuando desarrolla otro sentido la estatua se siente capaz de juzgar, porque
puede comparar los datos de dos modos de sentir. La memoria es una
sensación pasada recuperada por el estímulo de una situación actual, y la
imaginación es una memoria perfeccionada o una nueva combinación de
sensaciones pasadas. Las conductas de acercamiento y evitación son el
recuerdo activo de sensaciones placenteras o desagradables y la voluntad es
el deseo basado en una tendencia exagerada a acercarse a un objeto
asequible. Los aspectos de la personalidad, como el concepto del Yo, se
desenvuelven gradualmente con la acumulación de experiencias de memoria y
deseos. Así, Condillac definió las funciones psicológicas a partir de una solo
sentido al que añadió los otros cuatro. La mente queda reducida al oficio de
receptor de la experiencia sensorial y depósito de los recuerdos y se encuentra
privada de iniciativa.
La simplicidad del esquema de Condillac resulto atractiva, y aun causo algún
furor en los círculos intelectuales franceses. Además, Condillac introdujo la
noción de materialismo al pensamiento psicológico moderno. Si el contenido de
la mente se reduce a sus bases sensoriales, no es preciso ir muy lejos para
equipar mente y sentido. Así, el propio concepto de mente se vuelve superfluo
o innecesario.
3.2.4. Helvecio o Helvetius
Materialista francés del siglo XVIII. Obras fundamentales: "Del espíritu" (1758)
y "Del hombre" (1773). La filosofía de Helvecio se basa en el sensualismo de
Locke, del que excluyó los elementos idealistas. Según Helvecio, la materia,
que tiene existencia objetiva, llega a ser conocida mediante las sensaciones.
Consideraba como otro instrumento de la cognición, la memoria, definida por él
como "sensación prolongada, si bien debilitada".
Tratando de manera simplista el pensar, Helvecio entendía por pensamiento
tan solo la combinación de sensaciones. Realzaba la importancia del medio
social en la educación del carácter del hombre y en ello se basaba para
demostrar la necesidad de cambiar las relaciones feudales por las capitalistas.
No obstante, según Helvecio la función determinante en el desarrollo social es
desempeñada por la conciencia humana y la pasión.
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3.2.5. Charles Bonnet
Nació en Ginebra, la ciudad de francófona más prominente de Suiza, el 13 de
marzo de 1720 y falleció el 20 de mayo de 1793.
Fue un biólogo y filósofo, uno de los principales exponentes de la idea de
“Scala naturae” (escala natural) y fue autor de importantes descubrimientos
biológicos como la partenogénesis (forma de reproducción basada en el
desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas, se da con cierta
frecuencia en platelmintos, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles).
Fue de los primeros científicos en hablar de evolución haciendo referencia a la
cadena de vida desde los átomos a los seres humanos. Sugirió que las plantas
tienen sensaciones y por ende inteligencia. Su interpretación del mundo se
concentró en la unidad de los seres vivos basada en la mediación de agentes
mecánicos.
Amplio los ideas de Condillac al examinando los mecanismos de los procesos
sensoriales. Para continuar la analogía de la estatua, Bonnet le otorgo un
sistema nervioso que se hiciera cargo de las sensaciones. Afirmaba que el
sistema de fibras nerviosas explicaría no solo los procesos sensoriales, sino
también las funciones psicológicas de la atención, de la memoria y el
reconocimiento. Con ello, Bonnet fue uno de los primeros eruditos que hablo de
una energía nerviosa concreta con la que ciertas fibras neuronales realizaban
determinadas funciones. Veía los procesos mentales superiores en términos de
asociaciones de sensaciones y recuerdos en el contexto de, digamos, un
tiempo, un lugar i un significado común; por ejemplo; el dato sensorial “A”
podría vincularse al dato “B” si se dieran simultáneamente. Así, Bonnet
expandió la postura de Condillac al establecer una base mas razonable para el
materialismo psicológico en el sistema nervioso, a la vez disminuyo la
necesidad de un agente mental especial.
3.2.6. Pierre Cabanis
La última figura del sensualismo francés, al igual que Helvecio modifico las
posturas extremas de Condillac, Bonnet y La Mettrie. Fue un distinguido
médico y conoció a los grandes pensadores que se reunían en los salones
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literarios de Paris. Aceptaba las explicaciones materialista de las sensaciones
mecánicas, pero con todo se mostraba en contra del reduccionismo extremo de
sus predecesores. Sus ideas equiparaban en las operaciones mentales con la
entrada de datos de los sentidos, lo que lógicamente llegaba a descartar la
mente por innecesaria.
Las opiniones de Cabanis preservan la necesidad del concepto de mente,
incluso si se describe en términos de cerebro físico. Más aun distinguía niveles
de conciencia, que incluían los procesos consientes y semiconscientes. De
acuerdo a Cabanis, las sensaciones no existen como formas puras, sino que
son parte de un sistema mediado por el ego central, el yo, que las integra y
solo entonces podemos conocerlos.
Las adiciones de Cabanis a la psicología de Condillac rescataron la mente pero
la ataron a la fisiología del cerebro. Cabanis leal al materialismo francés,
incorporo los procesos mentales al mundo material, mediante su relación con el
sistema nervioso.
Para resumir, aunque las principales figuras del sensualismo francés sostenían
posiciones diferentes, limitaron los procesos psicológicos a nivel de la entrada
de datos de los sentidos. Al destacar las funciones cruciales de la experiencia
sensorial, restaron importancia a la necesidad del constructo inicial central de la
mente. Así, tendieron a una parte de la psicología cartesiana y descuidaron el
sujeto definido por el propio Descartes, la mente.
3.3. Ética del sensualismo
Etimológicamente sensualismo significa toda aquella concepción que, de
alguna manera, hipervalora o le da mucho valor la actividad de los sentidos, la
dinámica sensorial. Esta hipervaloración puede tener lugar en el orden del
conocimiento o en el de la moralidad, por lo que se distingue entre un
sensualismo gnoseológico y un sensualismo ético. No raras veces uno conduce
al otro.
El sensualismo gnoseológico reduce los fenómenos psíquicos a la sensación,
sin admitir una diferencia cualitativa entre psiquismo inferior y superior,
defendiendo el papel esencialmente pasivo del sujeto cognoscente (ser
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pensante que realiza el acto del conocimiento) en el fenómeno psíquico. Este
sensualismo gnoseológico también es designado corrientemente con el término
“sensismo”. Las características esenciales del sensualismo, que lo distinguen
de otras teorías gnoseológicas, son:
A. La reducción de todo acto cognoscitivo a la sensación, de forma que
todo conocimiento o es sensación pura o combinación de sensaciones.
B. Como consecuencia, los .fenómenos psíquicos de conocimiento
superior, es decir, el conocimiento intelectual, queda reducido a mera
modificación accidental de sensaciones originarias, sin que haya entre
éstas y aquél más que una diferencia de grado, pero no de cualidad.
C. El sujeto del conocimiento desempeña una misión estrictamente pasiva
en el acto de conocer, característica que distingue al sensualismo de
otras doctrinas gnoseológicas con él emparentadas, tales como el
empirismo. Efectivamente, el empirismo suscribe las dos primeras
características señaladas, pero no ésta, ya que para él hay en el sujeto
una espontaneidad, limitada pero real, que concede al sujeto una cierta
actividad en el fenómeno cognoscitivo; tal es el caso de la reflexión
admitida por los empiristas.
Históricamente, el sensualismo ha sido defendido en la filosofía griega por
Protágoras, el epicureísmo y el estoicismo. No obstante, los más
destacados representantes corresponden a las Edades Moderna, aquí
tenemos a Hobbes, Gassendi y Condillac; a la edad Contemporánea, aquí
tenemos Feuerbach, Avenarius, Mach y Willy. Dentro de todos ellos pueden
considerarse como los representantes más típicos de un sensualismo puro
a Hobbes y a Condillac.
El sensualismo ético mantiene que el fin último del hombre radica en el
placer de los sentidos.
Aunque esta teoría filosófica puede ser designada con la expresión de
sensualismo ético, hoy en día es más corriente usar el término hedonismo,
que procede del griego hedoné, placer. El defensor más caracterizado de
este sensualismo. Fue el griego Aristipo de Cirene, para quien la felicidad
consiste en la suma de todos los placeres, entendiendo por, tales los
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placeres sensibles y presentes, ya que el hombre no debe preocuparse por
el futuro, dado su carácter incierto e imprevisible.
La ética sensualista de los antiguos filósofos, abrazaba cuatro artículos
fundamentales:
a) Aceptar todo placer que no esta mezclado de ningún padecimiento.
b) Desechar todo dolor que no este mezclado de ningún placer.
c) Aceptar entre los trabajos, el menor, o aquel que deba resultar un placer
más grande.
d) Desechar el placer cuando es menor que otro del que pueda resultar un
padecimiento mas grande.
Toda esta teoría viene a reducirse a conservar la prudencia en los goces, y
por lo mismo, cualquiera advierte que en todo esto falta la esencia misma
de la ética.
Esto no obstante, es la ética que ha tenido y conserva mayor numero de
prosélitos (personas convertida a una religión), y la que ha tomado mas
nombre, como teoría del amor propio, del placer, de la felicidad, de la
utilidad, del interés bien entendido; todas ellas no son mas que
renovaciones del antiguo epicureísmo.
El sistema de Epicuro era en extremo sencillo; desechaba lo pasado y lo
futuro de la vida, aplicándose solo a lo presente, a la realidad actual.
En general, puede decirse que del error gnoseológico del sensismo o
sensualismo gnoseológico, no es difícil pasar a la desviación o vicio moral
que es el sensualismo ético.
Si las ideas no son mas que sensaciones, como el sensualismo sostiene, si
el pensamiento no es mas que la misma sensación transformada, la ética
no puede tener otro fundamento que la misma sensación, no puede ser mas
que la filosofía del placer. El placer, dice el sensualismo, nos es natural y
propio, y por lo mismo constituye el bien. El dolor nos es antinatural y por lo
mismo constituye el mal. La ética debe enseñarnos a buscar el placer y a
huir del dolor.
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CONCLUSIÓN
Eudemonismo: la ética no es ajena al debate entre los diversos filósofos a lo
largo de la historia. Más aún tratar sobre el comportamiento humano y las
normas que lo rigen, una teoría que trata de hablar sobre el bien es el
eudemonismo, esta es la postura filosófica que sostiene que el bien es la
felicidad. El término eudemonismo proviene de la palabra griega eudemonía
que significa felicidad. Una de las características principales es el concebir la
felicidad no como medio para un objetivo mayor sino como finalidad máxima a
que aspira toda persona (o, más claro aún, los eudemonistas sostienen que
todo ser humano busca ser feliz); de ahí que el eudemonismo es considerado
una postura principalmente teleológica (Doctrina filosófica que estudia las
causas finales de las cosas). Asimismo, al dar algún fin a las acciones morales,
el eudemonismo también es denominado Ética de bienes y fines; y esta ética
es considerada por Kant productora de una moral heterónoma, aquella
conformada por normas que obedecen a intereses o deseos.
Sensualismo ético: El termino sensualismo (sensualisme) es de origen francés
y se llama así a aquella doctrina filosófica según la cual todos los fenómenos
psíquicos superiores tienen su origen último en el placer de los sentidos
como fuente única del conocimiento humano.
Sus principales representantes son: Thomas Hobbes, para el no hay, más ética
que la política; Julien Offroy de La Mettrie, la ética fue trabajada en el “Discurso
sobre la felicidad” y “El arte de Gozar o La escuela de la Voluptuosidad”, donde
propone que el final de la vida se encuentra en los placeres de los sentidos y
que la virtud puede reducirse a amor propio, Etienne Bonnot de Condillac, es la
primera figura notable en la corriente del sensualismo; Helvecio o Helvetius,
tratando de manera simplista el pensar, el entendía por pensamiento tan solo la
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combinación de sensaciones; Charles Bonnet, afirmaba que el sistema de
fibras nerviosas explicaría no solo los procesos sensoriales, sino también las
funciones psicológicas de la atención, de la memoria y el reconocimiento;
Pierre Cabanis, las sensaciones no existen como formas puras, sino que son
parte de un sistema mediado por el ego central, el yo, que las integra y solo
entonces podemos conocerlos. El sensualismo ético mantiene que el fin
último del hombre radica en el placer de los sentidos.
BIBLIOGRAFÍA
Brennan, James F. (1999). Historia y sistema de la Psicología, Mexico: Prentice
Hall.
Dynnik M. (1968). Historia de la filosofía. México: Editorial Grijalbo S.A.
Ferrater Mora, J. (1984). Diccionario de Filosofía (Estoicismo, Cataléptico).
Barcelona: Alianza Editorial.
Instituto de Ciencias y Humanidades (2012). Filosofía: una perspectiva crítica.
Lima: Lumbreras Editores
Nicomedes, Martin Mateo (1862). El espiritualismo. Madrid: Establecimiento
tipográfico de M. de P. Mellado
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