Este documento es mi tesina de Maestría en Estudios Hispánicos sobre el carácter precursor de la novela No todas las suecas son rubias de Manuel Abreu Adorno respecto a los movimientos literarios McOndo y Crack. Sin embargo, la tesina abarca casi la totalidad de la obra de Manuel Abreu Adorno. Este texto fue un requisito de graduación y se hizo un poco a la carrera, contra el tiempo, lo cual explica sus múltiples defectos. Sin embargo, a pesar de los mismos, creo que sirve como una aproximación a la obra de Manuel Abreu Adorno, y más aún considerando los pocos estudios que existen sobre su obra literaria. Esta, pues, es mi humilde aportación al reconocimiento de uno de los mejores escritores que ha dado Puerto Rico; un escritor oculto, secreto, casi inconseguible, que se adelantó unos cuantos años a la literatura hispanoamericana actual. Espero que para algo este texto pueda ser de utilidad.
Att
Neftalí Omar Núñez
25 de agosto de 2010
2
ELEMENTOS DE LAS GENERACIONES LITERARIAS MCONDO Y CRACK
EN LA NOVELA NO TODAS LAS SUECAS SON RUBIAS
DE MANUEL ABREU ADORNO
TESINA
SOMETIDA EN MAYO DE 2010
AL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS
DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PUERTO RICO
COMO REQUISITO PARCIAL PARA EL GRADO
DE MAESTRO EN ARTES CON ESPECIALIDAD
EN ESTUDIOS HISPÁNICOS
POR
NEFTALÍ OMAR NÚÑEZ SANTIAGO
3
Como es típico, lo más interesante, novedoso y original no está en la primera línea
del mercado y aún menos entre el oficialismo literario. -Alberto Fuguet & Sergio Gómez, Presentación del país McOndo
4
Contenido
Introducción………………………………………………………………………........5 I. La Generación McOndo y la Generación Crack……………………………………11
II. Obra literaria de Manuel Abreu Adorno...................................................................25
III. No todas las suecas son rubias como novela precursora de las generaciones literarias de Mcondo y Crack…………………………………………………………………………………..41 Conclusión………………………………………………………………….………….57 Bibliografía…………………………………………………………….……………....59
5
Introducción
En la presente investigación se examina el carácter precursor de la novela No
todas las suecas son rubias, de Manuel Abreu Adorno. Es nuestro propósito mostrar en
qué consiste el carácter precursor de esta obra con respecto a las narraciones realizadas
por los escritores de las generaciones literarias McOndo y Crack. Dichas generaciones
literarias nacieron en la década del noventa del pasado siglo y continúan activas en la
actualidad, por lo que, si como pensamos, dicha novela es en esencia una novela McOndo
y Crack, Manuel Abreu Adorno deberá señalarse como precursor en Puerto Rico de
dichas generaciones literarias.
El trasfondo del problema que nos ocupa comenzó el 19 de febrero de 2006,
cuando el escritor chileno Roberto Ampuero publicó en el diario La Tercera de Santiago
de Chile el artículo La deslumbrante literatura de Puerto Rico. En su artículo, Ampuero
menciona a Manuel Abreu Adorno como “el precursor latinoamericano secreto del
McOndismo” debido a que, a su juicio, se anticipó unos 15 años a la literatura que hacen
los narradores de dicha generación literaria con su libro de cuentos Llegaron los hippies
(1978). Roberto Ampuero menciona, además, que Manuel Abreu Adorno consolida dicho
quiebre en la literatura latinoamericana con su novela No todas las suecas son rubias,
escrita en 1983 pero publicada póstumamente en 1991. La apreciación de Roberto
Ampuero sobre Manuel Abreu Adorno es avalada por Carmen Dolores Hernández. Dicha
crítica literaria escribe en su artículo Manuel Abreu Adorno, de Vega Baja a McOndo,
pasando por París, publicado el 16 de abril de 2006 en la sección Letras de la Revista
Domingo del periódico El Nuevo Día, que a pesar de los 22 años (en ese entonces)
transcurridos de la muerte de Manuel Abreu Adorno, sus textos se leen como si fuesen
6
actuales. Además, menciona que Roberto Ampuero y Roberto Bolaño son considerados a
su vez precursores de la Generación McOndo, lo que emparenta a Manuel Abreu Adorno
con estos escritores. Sin embargo, para los escritores de la Generación Crack, Roberto
Bolaño es considerado un precursor para el tipo de literatura que ellos hacen y promulgan.
Esto hace pensar, e incita a investigar, si la obra narrativa de Manuel Abreu Adorno, en
especial su única novela publicada, tiene elementos que la emparenten con las obras de la
Generación Crack y la convierten, a su vez, en precursora.
Tomando en consideración las apreciaciones críticas de Roberto Ampuero y
Carmen Dolores Hernández, nos proponemos probar en la siguiente investigación que
Manuel Abreu Adorno se adelanta, en su novela No todas las suecas son rubias, a las
generaciones literarias de McOndo y Crack, tanto por la ideología intrínseca de dichas
generaciones literarias como mediante el uso de elementos que caracterizarán a las
mismas. Lo que buscaremos en la investigación son los elementos que caracterizan a las
narraciones de la Generación McOndo y de la Generación Crack en la novela No todas
las suecas son rubias de Manuel Abreu Adorno.
La metodología que utilizaremos es una revisión bibliográfica. Revisaremos lo
que han dicho los escritores de las generaciones literarias de McOndo y Crack en sus
manifiestos y otros escritos, además de lo que han dicho algunos críticos literarios sobre
estas generaciones literarias y la obra de Manuel Abreu Adorno. Luego buscaremos los
elementos o características distintivas de las narrativas de McOndo y Crack en la novela
No todas las suecas son rubias para adentrarnos en el carácter precursor de la obra con
respecto a dichas generaciones literarias.
7
Para entender de qué estamos hablando cuando nos referimos a la Generación
Mcondo y a la Generación del Crack, veamos qué tipo de literatura promueven y
practican ambas generaciones literarias.
En el prólogo del libro McOndo Alberto Fuguet y Sergio Gómez (1996) escriben
lo que desde entonces ha sido considerado el manifiesto de la Generación McOndo. En
dicho prólogo, Fuguet y Gómez hablan de una nueva literatura latinoamericana que se
opone al realismo mágico. Dicha literatura es básicamente urbana, con influencia de la
cultura popular y mediática, de corte más bien realista y hasta de “realismo sucio”, y no
trata temas de la identidad latinoamericana sino de identidades personales, el “¿quién
soy?” en vez del “¿quiénes somos?” Su literatura no pretende representar ningún país y,
en ocasiones, como arguyen, ninguna ideología. Quieren hacer una literatura universal,
acorde con la realidad post-industrial y globalizadora actual, que no se coarte en temas ni
escenarios, pero que a su vez no deje de ser intrínsicamente latinoamericana en la medida
en que el que escribe es latinoamericano. Por su parte, los personajes de sus narraciones
son varios, incluyendo protagonistas de clase alta o burgueses. Es una literatura
fuertemente influida por la literatura estadounidense beatnik, de la transgresión y de
realismo sucio. De este tipo de literatura, los escritores de McOndo sacan las temáticas y
asuntos del protagonista que quiere ser escritor y lucha por ello, las historias cotidianas
de personajes cotidianos, el mundo de las drogas, el tema sexual tratado sin inhibiciones,
el tema del viaje y de la ciudad, los personajes marginados o “perdedores”, los personajes
decadentes de clase alta, y una visión de mundo escéptica más allá de las utopías, acorde
con la ideología postmoderna. Todo esto tratado, como los beatniks y escritores de la
8
transgresión y del realismo sucio, con cierta crudeza en el estilo y el lenguaje
(Birkenmaier 2004).
Por su parte, en el Manifiesto Crack (2000) de los escritores mexicanos Jorge
Volpi, Ignacio Padilla y otros, se aboga por una vuelta a la novela total, compleja, con
multiplicidad de voces, experimental, en donde el lector sea uno activo y no uno pasivo.
Buscan a su vez experimentar con el lenguaje, pero uno más literario, pues piensan que la
jerga y la ideología del rock y de otros elementos mediáticos ya están agotados. No les
interesa tampoco el tema de la identidad nacional o latinoamericana y tampoco la estética
del realismo mágico, que consideran ya agotada. Para ellos nada les es ajeno, por lo que
sus novelas pueden estar ambientadas en cualquier país y época y sus personajes no ser
necesariamente latinoamericanos. Arguyen que si un escritor estadounidense o europeo
puede escribir novelas ambientadas en cualquier época y lugar y sobre todo tipo de temas,
sin ser cuestionado por ello, por qué entonces se cuestiona el que un escritor
latinoamericano escriba novelas que no son necesariamente latinoamericanas en cuanto a
temática o ambientación. Por su parte, experimentan con subgéneros literarios como la
novela policial, el thriller, la ciencia ficción y el género fantástico, entre otros.
Estos manifiestos son importantes e imprescindibles para entender tanto la
Generación McOndo como la Generación Crack, pero utilizaremos otras fuentes. Con
respecto a la obra de Manuel Abreu Adorno, no hay mucha crítica literaria y menos aún
sobre su novela No todas las suecas son rubias. Sin embargo existe cierta crítica literaria
sobre su obra cuentística y poética, mayormente en relación con los escritores de la
Generación del Setenta en la literatura puertorriqueña, a la cual pertenece según
clasificaciones cronológico-generacionales. Son Roberto Ampuero y Carmen Dolores
9
Hernández quienes lo ubican como un precursor de la literatura reciente. Igualmente
Mario Cancel (2007), en su libro Literatura y narrativa puertorriqueña: la escritura
entre siglos, menciona la actualidad de la obra de Manuel Abreu Adorno debido a la
influencia que tuvo en su obra la literatura beatnik y de realismo sucio, literatura que,
según Cancel, está hoy otra vez en boga.
Así pues, en la presente investigación trataremos sobre cómo se insertan los
elementos de ambas generaciones literarias, los de Mcondo y los de Crack, en la novela
de Manuel Abreu Adorno No todas las suecas son rubias. Para tratar esto y probar
nuestra tesis, hemos dividido la investigación en tres (3) capítulos. El primer capítulo, La
Generación McOndo y la Generación Crack, consiste de una vista panorámica de las
generaciones literarias McOndo y Crack, con sus características principales y autores más
destacados. El segundo capítulo se titula Obra literaria de Manuel Abreu Adorno. En
dicho capítulo trataremos someramente la obra literaria de Manuel Abreu Adorno,
enfatizando en su obra narrativa, pero sin obviar su obra poética. Por su parte, el tercer y
último capítulo, titulado No todas las suecas son rubias como novela precursora de las
generaciones literarias de Mcondo y Crack, consiste de un análisis de la novela No todas
las suecas son rubias a la luz de las características distintivas de las obras narrativas de
las generaciones literarias McOndo y Crack, para ver por qué la misma puede ser
considerada precursora de dichos movimientos literarios.
A través de los tres capítulos que componen nuestra investigación esperamos
llegar a las siguientes conclusiones:
La primera conclusión es que No todas las suecas son rubias es una novela
McOndo en la medida en que comparte con estas narraciones el tema urbano, el elemento
10
de la cultura popular y mediática, está ambientada en un mundo globalizado, su personaje
principal es escritor y no representa ni busca representar “lo puertorriqueño” ni lo
“hispanoamericano”, es una historia universal y su estilo no evade la crudeza, cierto
tremendismo.
La segunda conclusión a la que esperamos llegar es que No todas las suecas son
rubias es una novela Crack en la medida en que está ambientada fuera de Latinoamérica,
en este caso París y Suecia, con alusiones a Bilbao, Tesalónica, Italia, Alemania,
Argentina, Bolivia, Chile y Puerto Rico, entre otros países y ciudades. Además, porque
los personajes de la novela, a su vez, son de diversas nacionalidades, no sólo
latinoamericanos, sino europeos y africanos, y debido a que es una novela con
multiplicidad de voces, es experimental, y su lenguaje es más literario que las novelas
McOndo.
11
I. La Generación McOndo y la Generación Crack
En el siguiente capítulo analizaremos las generaciones literarias McOndo y Crack y
veremos sus características principales, su ideología fundamentada en las teorías
postmodernas y sus autores más destacados.
La Generación McOndo y la Generación Crack son grupos literarios
hispanoamericanos nacidos en la década de los noventa del pasado siglo y, aunque tienen
sus divergencias, tienen elementos en común. Entre estos podemos mencionar su repudio
al realismo mágico y al tema canónico de la identidad hispanoamericana. Básicamente,
como dice Ignacio Padilla (2004), lo que buscaban era una nueva forma de leer y escribir
en América Latina, debido a que la literatura anterior, la del Boom y el Postboom, ya no
respondía a la realidad actual ni a las visiones de mundo ni maneras de concebir la
literatura de los escritores que componían tanto McOndo como Crack. Ambos grupos
literarios responden a las teorías posmodernas, como se desprende de sus manifiestos,
prólogos considerados por la crítica como manifiestos y otros escritos en donde han
hablado de sus posturas literarias. Según Alfonso de Toro (1997), postmodernidad es:
un fenómeno histórico-cultural que aparece después de la “modernidad” (ésta va desde ca. 1859 a 1960)…: de Baudelaire a la nueva novela y nouveau roman), es decir, en el último tercio de nuestro siglo. Entendemos la postmodernidad no sólo como consecuencia de la modernidad, como “habitualización”, una continuación de ésta, sino como una actividad de “recodificación iluminada, integrativa y pluralista” que retoma y reconsidera un amplio paradigma, en especial de la cultura occidental –pero no sólamente de ésta- con la finalidad de repensar la tradición cultural y de esta forma finalmente abrir un nuevo paradigma, donde se termina con los metadiscursos totalizantes y excluyentes y se aboga por la “paralogía”, por el disenso y la cultura del debate (12).
12
Este fenómeno histórico-cultural que menciona de Toro viene como consecuencia
de la caída de los metarrelatos o proyectos por realizar de la modernidad que menciona
el filósofo francés François Lyotard (2005), los cuales “legitimizaban las instituciones
y las prácticas sociales y políticas, las legislaciones, las éticas y las maneras de pensar”
(29). Entre estos metarrelatos podemos mencionar el proyecto del capitalismo y de la
ciencia del progreso y la consecución de la verdad absoluta; y el proyecto del socialismo
de justicia social y la implantación de la dictadura del proletariado. Añadiríamos nosotros
el proyecto de la contracultura de la búsqueda del placer y una nueva espiritualidad a
través de los sentidos (sexo libre, drogas, música y religiones y prácticas religiosas
orientales y nativo-americanas) en una comunión armoniosa y pacífica, fuera de la moral
tradicional. La caída de los metarrelatos de la modernidad da pie, entonces, a lo híbrido, a
lo otro dejado de lado por la modernidad. Así, se horizontaliza y democratiza la cultura,
poniendo en un mismo plano la “alta cultura” y “la baja cultura” (o ideología débil) y
cambia, además, el concepto de identidad, ligado en la modernidad a la nación de origen
de los individuos. La identidad, pues, es vista en la postmodernidad como no esencialista
ni monolítica, sino como una construcción en donde la identidad está compuesta no sólo
por el lugar de origen sino por el género, la orientación sexual, la raza, los intereses, la
profesión, etc. (Santos Febres 2005) y la cual, como una máscara, es intercambiable
(Cancel 2007). Todo esto enmarcado en un mundo postindustrial y globalizado que se
empequeñeció gracias a la tecnología y a los medios masivos de comunicación que crean,
junto con las culturas autóctonas o nacionales, una cultura global que comparten
individuos de diversas nacionalidades en distintos puntos del planeta (Lipovetsky 2006).
Esta caída de los metarrelatos de la modernidad lejos de causar angustia, para muchos
13
intelectuales y artistas es una posibilidad de libertad, de tomar vías alternas tanto para ser
como para crear. Como dice Irma Rivera Nieves (1995):
La identidad ha invertido su sentido y, al desencializarse, ha comenzado a apoyar movimientos centrífugos: la ética del caminante, las identidades móviles, la apertura al viaje, las máscaras, la identidad como fabricación, las estéticas de la existencia, las tecnologías del yo; todas formas de identidad desatadas de exigencias de autenticidad (148).
Todo esto abre el espacio para crear fuera de “las corrientes centrales”, como menciona
Eduardo Lalo (2008), y de apropiarse de discursos, formas y estilos de variada índole y
procedencias para la elaboración de obras artísticas que, anteriormente, no eran bien
vistas por la oficialidad. Esto, precisamente, es lo que hacen la Generación McOndo y la
Generación Crack. Pasemos, pues, a ver ambos grupos por separado.
McOndo (una nueva literatura hispanoamericana) es una antología de cuentos
editada por los autores chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez, la cual se publicó en
1996. La misma contiene cuentos de autores hispanoamericanos nacidos a partir de 1959.
Entre los escritores que publicaron en la antología, podemos mencionar a Rodrigo Fresán,
Martín Rejtman, Santiago Gamboa, Edmundo Paz Soldán, Jaime Bayly, Juan Forn y el
español Ray Loriga. La antología respondió, según los editores narran en el prólogo, a
que en Estados Unidos, donde los dos estudiaban, criticaron sus obras literarias porque
pudieron ser escritas por cualquier escritor del primer mundo. Los profesores
universitarios y los editores esperaban de ellos, escritores hispanoamericanos, obras de
realismo mágico. Ellos, sin embargo, hacían obras literarias llanamente, sin limitarse por
cuestiones regionalistas, nacionalistas o culturales. Las influencias literarias de ellos eran
más bien estadounidenses: J.D. Salinger, los escritores beatniks como Jack Kerouac y
William Burroughs, autores de realismo sucio como Charles Bukowski, Raymond Carver
14
y Barry Gifford, y autores de la transgresión como Bret Easton Ellis y el canadiense
Douglas Coupland; además de la influencia de escritores hispanoamericanos como el
primer Vargas Llosa (el de La ciudad y los perros y Los cachorros), Juan Carlos Onetti y
Manuel Puig, entre otros, que no son de realismo mágico.
En el prólogo del libro McOndo Alberto Fuguet y Sergio Gómez (1996) escriben
lo que desde entonces ha sido considerado el manifiesto de la Generación McOndo. En
dicho prólogo, Fuguet y Gómez hablan de una nueva literatura latinoamericana que se
opone al realismo mágico; de ahí el nombre McOndo, parodia y burla, si se quiere, al
Macondo arquetípico del realismo mágico. El realismo mágico, para ellos, creó una falsa
percepción sobre lo que es Latinoamérica, pues la presentaban como un mundo exótico y
rural. Para los editores de McOndo, en cambio, América Latina es un sub-continente
urbano en donde conviven lo típico de cada país junto con los elementos propios de la
globalización: los McDonald’s, MTV Latino, la música pop y rock tanto en inglés como
en español, los programas televisivos y el cine, etc. Son estos elementos los que para
ellos nos han hermanado, más que los intentos de unificación de organizaciones
panamericanas como la OEA y el MERCOSUR, ya que a pesar de que Hispanoamérica
está compuesta por distintos países, vemos los mismos programas de televisión, las
mismas películas, escuchamos la misma música, leemos los mismos libros y visitamos
los mismos fast-foods y cadenas de tiendas internacionales. Para ellos, América Latina es
una aldea global conectada por Internet y cable T.V. en donde conviven los elementos
tradicionales y autóctonos (lo nacional de cada país) junto con la cultura híbrida y
bastarda, como Fuguet y Gómez la llaman, de lo popular-mediático y globalizante. Así,
no hacen ninguna distinción entre la alta cultura y la baja cultura, sino que tienen una
15
visión horizontal de la cultura, en donde ambas conviven, se alimentan mutuamente y son
consumidas sin ninguna distinción. Dicen Fuguet y Gómez en su prólogo:
Los más ortodoxos creen que lo latinoamericano es lo indígena, lo folklórico, lo izquierdista. Nuestros creadores culturales sería gente que usa poncho y ojotas. Mercedes Sosa sería latinoamericana, pero Pimpinela, no. ¿Y lo bastardo, lo híbrido? Para nosotros, el Chapulín Colorado, Ricky Martin, Selena, Julio Iglesias y las telenovelas (o culebrones) son tan latinoamerican[a]s como el candombe o el vallenato. Hispanoamérica está lleno de material exótico para seguir bailando al son de El cóndor pasa o Ellas bailan solas[,] de Sting. Temerle a la cultura bastarda es negar nuestro propio mestizaje. Latinoamérica es el teatro Colón de Buenos Aires y Macchu Pichu, Siempre en Domingo y Magneto, Soda Stereo y Verónica Castro, Lucho Gatica, Gardel y Cantinflas, el Festival de Viña y el Festival de Cine de La Habana, es Puig y Cortázar, Onetti y Corín Tellado, la revista Vuelta y los tabloides sensacionalistas.
Luego añaden, de manera irónica:
Latinoamérica es, irremediablemente, MTV latina, aquel alucinante consenso, ese flujo que coloniza nuestra conciencia a través del cable, y que se está convirtiendo en el mejor ejemplo del sueño bolivariano cumplido, más concreto y eficaz a la hora de hablar de unión que cientos de tratados o foros internacionales. De paso, digamos que McOndo es MTV latina, pero en papel y letras de molde.
Sus narraciones, por lo tanto, no temen incluir elementos propios de la cultura de masas y
estos elementos, a su vez, son importantes para los personajes y el mundo de sus
narraciones, y muestran la realidad actual hispanoamericana, más urbana que rural, y la
importancia de los medios masivos de comunicación en nuestra educación sentimental.
Las narraciones de autores McOndo, por lo tanto, son urbanas e híbridas, pues hacen
referencia a los elementos de la cultura de masas junto con lo tradicional o considerado
alta cultura.
McOndo no trata temas de la identidad latinoamericana sino de identidades
personales, el “¿quién soy?” en vez del “¿quiénes somos?” y se centra en realidades
individuales y privadas. Los personajes de sus narraciones no pretenden representar
ningún tipo ni comunidad. Una historia con un personaje homosexual, por usar un
16
ejemplo, no pretende representar a la comunidad homosexual, sino simplemente la
historia particular de ese personaje que como añadido resulta ser homosexual. Los
narradores “McOndianos”, pues, no hacen frescos sociales ni sagas colectivas. Sus
historias se basan en las vidas de individuos, y esas historias son universales porque les
podrían suceder a cualquier ser humano en cualquier parte del mundo. Todo esto tiene
como base el mundo globalizado que vivimos y la ideología y práctica privatizadora
actual, en donde se acentúa lo individual sobre lo colectivo. Sin embargo, a pesar de
escribir historias universales, estos autores escriben en español y sus obras son
intrínsecamente latinoamericanas, como mencionan Fuguet y Gómez, pues tienen esa
visión (prisma) y esa forma de situarse en el mundo.
Como mencionamos anteriormente, su literatura es una fuertemente influida por la
literatura estadounidense beatnik, del realismo sucio y de la transgresión, y tienen, por
tanto, temáticas y asuntos similares, como el protagonista que quiere ser escritor y lucha
por ello, las historias cotidianas de personajes cotidianos, el mundo de las drogas, el tema
sexual tratado sin inhibiciones, el tema del viaje, de la ciudad, los personajes marginados
o “perdedores”, los personajes decadentes de clase alta, y una visión de mundo escéptica
que se sitúa más allá de muchas utopías (Birkenmaier 2004).
La literatura que hacen los escritores de McOndo tiene sus antecedentes en grupos
literarios que se formaron en Colombia y México en los años 60’s, como los Nadaístas y
los escritores de La Onda. Ambos grupos literarios crearon una literatura fuertemente
influida por los movimientos contraculturales de los años 60’s, como los beatniks y los
hippies, así como por las influencias de la música rock y el mundo de las drogas. José
Miguel Oviedo (2004), refiriéndose a los escritores de La Onda, menciona:
17
Asumieron el espíritu de rebeldía juvenil que incluía el uso de drogas, la libertad sexual, la adoración sin remordimientos de los productos de la cultura de consumo (música rock, arte pop, el lenguaje del cine y la televisión). Sus modelos literarios fueron los beatniks, sobre todo Jack Kerouac. Su nombre viene de que se identificaban con lo que estaba de moda entre los jóvenes, perseguían lo efímero, lo novedoso, los símbolos que se podían usar y desechar. Su literatura era irreverente, cuestionadota, humorística y paródica. Eran producto de la urbe moderna y querían absorber todos los códigos culturales y contraculturales a su alcance (380).
Sin embargo, hay una diferencia cualitativa entre McOndo y estos grupos de los años
60’s. Como menciona Lipovestsky (2006), muchos elementos de las contraculturas, como
la cultura del placer, el goce y el sexo libre han sido absorbidos por el mainstream y han
perdido su carga transgresora y rebelde. Sin contar que los elementos de la cultura de
consumo que menciona Oviedo ya no son considerados desechables en la medida en que
se han convertido en parte de la cultura, digamos oficial (la de todos los días), y son parte
consustancial del diario vivir. Además de que el metarrelato de las contraculturas beatnik,
hippie y del mundo del rock, como el viaje, el uso de drogas y del sexo como vías del
ensanchamiento de las percepciones y de un camino espiritual alterno, ha caído, y lo que
queda de ello es mero performance, ya que ha sido absorbido y canibalizado por el
mainstream, pero descontextualizado. Así, pues, las narraciones McOndo que presentan
estas convergencias en estilo y motivos con las narraciones de los Nadaístas y los
escritores de La Onda, y sus fuentes beatniks, no son naive o ingenuas, sino que
presentan el desencanto por la toma de conciencia del fracaso del proyecto o metarrelato
de la contracultura y presentan, a su vez, el vacío que dejó el proyecto de la modernidad.
Presentan, así, la vida de un personaje, en ocasiones un outsider, que ve, vive y critica,
pero que no predica ni propone, porque sólo cuenta su historia o no tiene una utopía que
ofrecer. En este sentido, las narraciones de McOndo no son comprometidas, puesto que
18
su interés está en la obra de arte, en contar historias, y no en hacer sagas colectivas que
contengan crítica social y propongan algún proyecto político.
El representante más conocido de la Generación McOndo es Alberto Fuguet
(Chile, 1964), autor del libro de cuentos Sobredosis (1990) y de las novelas Mala Onda
(1991), Tinta Roja (1996), Por Favor, rebobinar (1998) y Las películas de mi vida
(2003), entre otras obras de diversa índole. Los personajes de sus obras narrativas son por
lo general pertenecientes a las clases alta o media alta chilena y se ambientan en Santiago
de Chile o en los Estados Unidos, país donde Fuguet se crió. Sus obras están plagadas de
alusiones a los medios masivos de comunicación, como en Mala Onda, que está plagada
de alusiones a canciones y cantantes de rock de los años 70’s y 80’s, año en que está
ambientada la novela. Cobran igualmente importancia el cine, como en Las películas de
mi vida, en donde el recuento de las películas más significativas en la vida del
protagonista son un detonante y un pretexto para que éste cuente la historia de su vida, ya
que cine y vida se confunden, pues son importantes en la educación sentimental del
personaje. Por otra parte, la literatura en ocasiones cobra importancia. Esto lo podemos
ver en Mala Onda, donde el protagonista, el joven Matías Vicuña, lee The Catcher in the
Rye, de J.D. Salinger, y decide vivir como un tipo de Holden Caufield chileno, sin contar
que la novela de Fuguet puede leerse como un tipo de The Catcher in the Rye
latinoamericana, pero más decadente, por el uso de drogas, la familia del protagonista que
se cae en pedazos, y la indiferencia que muestra hacia la situación política de Chile
durante la dictadura de Pinochet. El tema de la literatura se ve además en la novela Tinta
Roja, que cuenta la historia de un joven periodista, aspirante a escritor además, que hace
su práctica para graduarse de periodista en la sección policial de un periódico
19
sensacionalita chileno. En la novela se presenta un recorrido por la ciudad y la búsqueda
de noticias para contarlas, exagerándolas, para que vendan. Es el tema del periodista-
escritor y de la búsqueda de una literatura dura, que refleje la vida aún en sus facetas más
sórdidas.
Ya vista la Generación McOndo, pasemos ahora a la Generación Crack.
Crack es un movimiento literario nacido en México. En 1996 cinco autores
publicaron El Manifiesto Crack a raíz de una serie de novelas publicadas por ellos en ese
mismo año: Memoria de los días, de Pedro Ángel Palou, Las Rémoras, de Eloy Urroz, La
conspiración idiota, de Ricardo Chávez Castañeda, Si volviesen sus majestades, de
Ignacio Padilla y El temperamento melancólico, de Jorge Volpi. De dicho manifiesto se
desprende su proyecto literario, en el cual proponen una vuelta a la novela experimental
del Boom en donde el lector, por su parte, sea activo en la creación de la obra. Para los
miembros de Crack, la novela del Postboom se volvió simplista; una literatura que, como
menciona Eloy Urroz, ya no corría riesgos y cuyo deseo de renovación había
languidecido. Para ellos, se volvió una literatura de dudosa calidad que más que riesgos
buscaba vender más. Por otra parte, como menciona Ignacio Padilla, consideran que la
estética del realismo mágico está gastada, e igualmente el discurso patriotero y las
novelas que utilizan el argot de las bandas y el discurso rockero. Por esta razón su
nombre, Crack. Hicieron un quiebre con mucha de la literatura del Postboom para volver
a la novela del Boom y Postboom que asumía riesgos. Por eso tomaron ascendencia. En
el manifiesto, los autores mencionan autores y novelas que van desde autores como Dante,
Rebelais, Cervantes y Sterne, así como Faulkner y Borges, y obras de autores como
Onetti (La vida breve), Juan Rulfo (Pedro Páramo), Julio Cortázar (Rayuela), Gabriel
20
García Márquez (Cien años de soledad), Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz),
Salvador Elizondo (Farabeuf) y Fernando del Paso (José Trigo), entre otros. Lo que
proponen los autores de Crack, pues, son novelas experimentales, barrocas y polifónicas,
e intentar hacer novelas totales. Como menciona Ricardo Chávez Castañeda, hacer
“novelas mundo” que propongan un mundo íntegro, cerrado y preciso, en donde se
intente comprender las realidades seleccionadas desde todas las perspectivas. Estas
novelas, por su parte, experimentan con el lenguaje, uno que no tiene que ver con el
lenguaje estandarizado de la televisión, como menciona Palou, y menos aún con el
lenguaje rockero y callejero, como menciona Padilla, sino uno barroco que juega con la
sintaxis y el léxico. Crack, pues, se apropia de las estructuras de la novela del Boom y, si
se quiere, del modernismo o vanguardismo europeo, pero no le interesa la ideología
detrás de esos movimientos, estilos y estructuras, sin contar que apuestan por la hibridez
y las mezclan con lo que ha dejado de atender el canon, como la narrativa policial, el
thriller, la narrativa fantástica y la de ciencia ficción.
Se podría decir que los escritores del Crack miran la novela del Boom y se
apropian de sus formas, pero su actitud hacia la literatura es más afín a la de autores
anteriores al Boom, como Borges, Bioy Casares, Marco Denevi, Antonio di Benedetto,
Felisberto Hernández y el Cortázar anterior a El libro de Manuel (el no político o
comprometido). Estos autores jugaban con el género fantástico y el género policial, no
eran referenciales ni se interesaban por los temas que se canonizaron (y fosilizaron) en la
literatura hispanoamericana, como el tema de la identidad hispanoamericana. En el
manifiesto, Ignacio Padilla afirma que los escritores del Crack escriben desde un mundo
situado más allá del fin de las ideologías, de la caída del Muro de Berlín, por lo que sus
21
novelas no aspiran a profetizar ni simbolizar nada. El Crack, pues, no hace literatura
comprometida, sino que se interesa por confeccionar una literatura universal, artefactos
literarios lúdicos que requieran la participación activa del lector. Su arte es más bien un
artefacto, independiente de la realidad o el mundo real y actual (en ese sentido McOndo
es referencial). Tampoco creen en el proyecto o ideología detrás de la novela total
(describir o presentar la realidad en su totalidad, realidad que por su parte pretende ser
referencial), la idea de eternizarse con una obra, la idea del hombre de letras y menos aún
la idea de una cultura de tipo vertical, por lo que pueden trabajar igualmente con el
thriller y la novela policial y fantástica, tal como lo hicieron Borges, Bioy Casares y
Denevi. Eso sí, no creen en la jerga juvenil tipo rock, pop o tropical que se usó en la
novela a partir de los 60’s, pues la consideran gastada, por lo que optan por un lenguaje
más literario. Se diría que llevan al campo de la novela lo que Borges hizo en el cuento.
Son, así, lúdicos, pero de un ludismo más intelectual, libresco en ocasiones.
Los autores de Crack escriben obras universales que pueden ocurrir en cualquier
parte del mundo. Obras, como dice Mayra Santos Febres (2005) sobre la generación
McOndo y Crack, que a veces ni se piensan latinoamericanas. En este sentido, el
proyecto literario de Crack es cónsono con lo expuesto por Jorge Luis Borges en su
ensayo El escritor argentino y la tradición, en donde cuestiona la idea de la identidad
argentina como esencia y la tradición de literatura nacionalista y comprometida en la
Argentina. Dice Borges en su ensayo:
[…] nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y no podemos concretarnos a los argentino para ser argentinos: porque o ser argentino es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es una mera afectación, una máscara. Creo que si nos abandonamos a ese sueño
22
voluntario que se llama creación artística, seremos argentinos y seremos, también, buenos o tolerables escritores (en: de Toro 1997, 39-40).
En este sentido, cónsonos con Borges, los autores de Crack se olvidan del tema de la
identidad hispanoamericana, ya canonizado, y se sienten hispanoamericanos, pero a su
vez ciudadanos del mundo, seres humanos ante todo, por lo que sus novelas pueden estar
ambientadas en cualquier país y época y sus personajes no ser necesariamente
latinoamericanos.
La novela más paradigmática de Crack es En busca de Klingsor, novela escrita
por Jorge Volpi y ganadora del premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en
1999. La misma está ambientada en la Alemania invadida por los aliados inmediatamente
después de la derrota Nazi, y los personajes principales son un militar estadounidense, un
científico alemán y una espía rusa. En dicha novela no hay mexicanos ni
latinoamericanos y el tema que trata la novela no tiene nada que ver con la región ni con
la identidad hispanoamericana, sino que es una obra sobre la relación entre la ciencia y el
mal, sobre la traición y la ambigüedad de la realidad, contada en forma de novela
histórica y novela de suspenso a través de un lenguaje funcional y literario, ya que el
narrador de la novela es el científico alemán Gustav Links, cuya lengua materna es el
alemán.
Por otra parte, creemos que el autor que aúna ambas concepciones literarias, la de
McOndo y la de Crack, el cual es considerado un maestro para ambos grupos, es el
chileno Roberto Bolaño (1953-2003). Donde mejor se ve la mezcla de ambas
concepciones de la literatura es en su novela Los detectives salvajes (1998). Dicha novela
cuenta la historia de Arturo Belano y Ulises Lima, dos poetas realvisceralistas
23
(vanguardia o neo-vanguardia creada por ellos) que andan tras la pista de Cesárea
Tinajero, poeta mexicana desaparecida luego de la Revolución Mexicana. La novela
transcurre durante 1975 y 1996, y aúna tanto a McOndo como a Crack. Los elementos
McOndianos que posee son jóvenes rebeldes, la ciudad, referencias al cine, la música y
otros elementos de la cultura pop, referencias a la literatura y personajes que son
escritores. El lenguaje es directo y desinhibido. Sin embargo, la novela comparte
elementos que son más bien característicos de la Generación Crack. La novela de Bolaño
está ambientada no sólo en México, sino en Nicaragua, Francia, España, Austria, Israel,
África y Estados Unidos. Es, además, una novela polifónica en cuya segunda parte, “Los
detectives salvajes (1976-1996)”, sobre cuarenta personajes narran en primera persona
sus testimonios, mezclando las historias de sus vidas y sus peripecias con Arturo Belano
y Ulises Lima, protagonistas de la novela. Es, así, una novela que requiere un lector
activo, tanto por su final ambiguo y abierto como por la polifonía, por las diversas voces
que ofrecen aspectos de la vida de Belano y Lima que parecen ser contradictorios. Es,
además, una novela total, que intenta explorar desde diversos ángulos los temas tratados.
Todos estos elementos emparentan la novela de Bolaño con la Generación Crack.
Además, como en las obras McOndo y Crack, Los detectives salvajes muestra el
desencanto por los proyectos tanto de la modernidad como de la contracultura y el
comunismo, la idea del escritor maldito que posee un conocimiento intuitivo y superior
sobre la realidad que no poseen los que no son poetas, y la idea del joven rebelde tipo
beatnik. No trabaja el tema de la identidad hispanoamericana, que ya siente dada y que
no teme perder, por lo que no la problematiza, además de mezclar elementos de la que se
considera baja cultura con los de la alta cultura.
24
Para concluir, vemos que tanto la Generación McOndo como la Generación Crack
responden a la postmodernidad y presentan el desencanto por la caída de los metarrelatos
de la modernidad y las contraculturas, con la diferencia de que McOndo lo hace de
manera realista o referencial y Crack lo hace mayormente de manera más experimental y
menos referencial, más artística, equiparando obra y artefacto.
25
II. Obra literaria de Manuel Abreu Adorno
En el siguiente capítulo estudiaremos la obra publicada de Manuel Abreu Adorno,
deteniéndonos particularmente en su libro de cuentos y tocando de manera somera su
poemario y su novela No todas las suecas son rubias.
El corpus literario de Manuel Abreu Adorno, escritor puertorriqueño que nació en
San Juan el 21 de abril de 1955 y murió en París el 25 de octubre de 1984, consiste del
libro de cuentos Llegaron los hippies (1978) y de la novela No todas las suecas son
rubias (1991) y el poemario Sonido de lo innombrable (1992), estos últimos publicados
póstumamente por la editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Cronológicamente,
Manuel Abreu Adorno pertenece a la Generación del 70 en la literatura puertorriqueña,
pero como menciona Mario Cancel (2007) en Literatura y narrativa puertorriqueña: la
escritura entre siglos, es un autor de transición entre la generación del 70 y las
generaciones posteriores. El carácter transicional de su obra se debe a su discurso alterno,
en el que sobresalen el cuestionamiento sobre varios proyectos de la modernidad, la
influencia de autores norteamericanos de la Generación Beatnik y del realismo sucio, el
minimalismo propio de la lírica callejera de los “Poetas de Nueva York” y los “Black
Mountain” y su aproximación lúdica hacia los medios masivos de comunicación y la
cultura pop, todo lo cual lo acerca a buena parte de la literatura postmoderna. Menciona
Mario Cancel, además, que estas influencias de la literatura estadounidense están en boga
hoy día, lo que ayuda a darle un aire de actualidad a la obra de Abreu Adorno. Sin
embargo, el elemento más importante que separa a Manuel Abreu Adorno de los
escritores del 70 y lo acerca más a los escritores del 80 y 90 es su actitud hacia el tema de
26
la identidad, de la cual parte su actitud hacia la literatura. José Luis Vega (1998), en su
ensayo “Manuel Abreu Adorno (1955-1984): Otro modo de ser puertorriqueño”,
menciona que las preocupaciones cardinales de Manuel Abreu Adorno, mediante las
cuales puede entenderse su proyecto literario, son “[…] el propósito de definir su
identidad puertorriqueña más allá de parámetros insularistas; la decisión de resolver, a
favor de la escritura, la tensión entre el compromiso político y el estético; y el deseo de
vivir lo más literariamente posible” (95). Esta actitud de Abreu Adorno hacia la literatura
se ve reflejada en su obra y le abrió una gama de posibilidades que, con sus excepciones
(como el caso de J. I. de Diego Padró y Gustavo Agrait), no eran comunes en nuestra
literatura, debido a que la literatura puertorriqueña hasta la generación del 70 se enfrascó
en el tema de la identidad nacional (contestar a la pregunta de qué es ser puertorriqueño)
y en la literatura de compromiso social. Los pocos críticos que se han interesado por la
obra de Abreu Adorno, notaron ese cambio de actitud. Así, José Luis González escribe en
la contraportada de Llegaron los hippies:
Otra cosa no menos importante me complace en estos cuentos de Manuel Abreu Adorno: la amplitud y la libertad que rigen lo que yo llamaría la gama de sus preocupaciones. Mucho se ha hablado sobre la urgencia de nuestra descolonización. Por lo que a la literatura se refiere, veo uno de los mejores recursos de emancipación en esa apertura a todo un mundo vivencial, que lejos de debilitar la expresión de lo particularmente nuestro, lo enriquece y profundiza al insertarlo en una común y universal experiencia humana. Como menciona Jacques Gilard (en: Vega, 1998) referente a los cuentos de Abreu
Adorno: “Estos doce cuentos de Manuel Abreu Adorno constituyen un interesante aporte
a la literatura puertorriqueña y confirman que ésta ha roto con el cerco de su
insularidad… que el mundo ha penetrado en Puerto Rico y que Puerto Rico está en todo
27
el mundo” (96). Este quiebre que menciona Gilard lo continuará Manuel Abreu Adorno
en su novela No todas las suecas son rubias y se ve, además, en buena parte de su poesía.
Pasemos ahora una vista a las obras publicadas de Manuel Abreu Adorno,
deteniéndonos principalmente en su libro de cuentos Llegaron los hippies y tocando de
manera más somera su poemario Sonido de lo innombrable y su novela No todas las
suecas son rubias, debido a que ésta última será objeto de estudio más profundo en el
tercer y último capítulo.
Llegaron los hippies consiste de doce cuentos. Son narraciones de un amplio
espectro, ambientadas en Puerto Rico, Nueva York, España y Alemania y pobladas de
personajes tan diversos como hippies, disc jockeys de salsa, mujeres infieles de clase alta,
jugadores de tenis, reinas de belleza, profesores de literatura alemana, estudiantes de
actuación y cine, prostitutas y agentes federales encubiertos, croupiers de mediana edad,
estudiantes de literatura, músicos, adolescentes con hormonas alborotadas y niños que
juegan a ser vaqueros. Los cuentos de la colección hacen referencia a una amplia gama de
personajes de la cultura de masas, como actores, actrices, directores de cine, cantantes de
salsa y rock, atletas, escritores y personajes del cine, y películas y libros. Se podría decir
que la visión de mundo que se desprende del conjunto de cuentos es un mundo visto
como aldea global, en donde la cultura de masas (o la cultura pop), principalmente, pero
sin obviar la “alta cultura”, nos hermanan. Juan Martínez Capó (1979) menciona que los
temas de los cuentos de Abreu Adorno son “las brechas que se abren entre el ser humano
en el mundo de hoy: brechas dentro de su mismo ser, entre él y sus congéneres; entre su
pueblo y otros pueblos”, y los temas de la incomunicación y la disparidad entre vida y
arte (3-4). Podemos añadir, además, el tema de la identidad como construcción o máscara
28
y la importancia de los medios masivos de comunicación en la educación sentimental de
los individuos.
Los personajes de Llegaron los hippies son en su mayoría perdedores y seres
desplazados e incomunicados. En el cuento que da título a la colección, el protagonista
asiste a un festival tipo Woodstock celebrado en Vega Baja para disfrutar una experiencia
hippie, de sexo, drogas y rock and roll, con jóvenes y adolescentes que predican el sexo
libre y el famoso “paz y amor”. El protagonista termina pasando un mal momento: casi se
ahoga en la playa luego de un mal viaje con LSD y se queda solo y con miedo luego de
ver episodios de violencia y decadencia. Por otra parte, el protagonista de “Sentirse,
hallarse, ser”, es un hombre de 56 años que se ha visto desplazado por la vida, divorciado,
sin hijos y con muchas libras demás. Es un hombre que se ha negado a madurar y se pasa
la vida con sus amigos jugando dominó, bebiendo y fumando, mientras recuerda su
infancia y sus sueños incumplidos. No completó la escuela superior por tener que irse a
trabajar, no pudo hacer el equipo de la escuela porque sufrió una lesión en una pierna que
nunca sanó bien y todavía le molesta, y se encuentra sin ser médico, como quería, y sin
medallas ni trofeos, pero sí con deudas y una vida en decadencia y soledad. En “La casa
siempre gana” nos encontramos con un croupier que sufre el desplazamiento por parte de
los más jóvenes, ya que lleva veinticinco años en el negocio. Se siente dejado de lado
tanto por sus compañeros de trabajo como por los manejadores del negocio de los casinos,
y añora los tiempos pasados en los cuales era consultado por sus superiores y los
negocios se hacían con menos violencia. Igualmente vemos a personajes perdedores y
desplazados en “Para complacernos” y “La última carrera”. En el primero, un disc jockey
de una emisora radial de salsa es despedido de su trabajo luego de negarse a tocar las
29
canciones que habían pagado payola y poner la música que a él le gusta y que considera
de mayor calidad. En el segundo, nos encontramos con dos personajes principales, una
dama de alta sociedad y un hombre de clase media. La mujer se despide de su amante, un
joven jugador de tenis, debido a que su esposo se enteró de su engaño y no quiere perder
la vida de lujo que lleva; y el hombre de clase media baja malgasta su dinero en apostar a
los caballos en vez de ahorrarlos para arreglar su automóvil medio dañado y para la
operación en un ojo que necesita su hija. Ambos, la dama de alta sociedad y el hombre de
clase media baja, apuestan por el mismo caballo y pierden, mientras que el caballo
ganador, irónicamente, lleva por nombre Moral Chance.
La incomunicación es otro tema central en el libro. Donde mejor se puede ver este
tema es en el cuento “Lo que se dijeron él y ella por veinticinco dólares”, en el cual un
estadounidense, agente encubierto de la CIA, le paga a una prostituta puertorriqueña para
tener sexo. Durante el acto, el agente se confiesa y le cuenta a la prostituta la historia de
su vida y el tipo de trabajo que hace, de infiltrarse en grupos terroristas o de izquierdas,
además de su inconformidad y la soledad que siente al estar lejos de su familia. La
prostituta, a su vez, le cuenta parte de su vida y su deseo de viajar a Suramérica, además
de decirle lo bueno y lo decente que es él por lo bien que la está tratando. Lo irónico es
que el hombre la trata de burra y de perra en inglés, idioma que ella no entiende. Así, a
pesar de que los dos están unidos por medio del acto sexual, no hay ni unidad ni
conversación real, sino dos seres en soledad monologando. La incomunicación, por otra
parte, se ve en que los cuentos del libro están llenos de conversaciones que no son tales,
sino monólogos de personajes que le hablan a un otro que nunca les contesta. El croupier
de “La casa siempre gana” tiene como interlocutor a Charlie, el bartender de una barra
30
que frecuenta, pero Charlie nunca habla. Igualmente, el disc jockey del cuento “Para
complacernos” le está hablando a su esposa, pero nunca tenemos sus respuestas, como
igualmente nunca tenemos las respuestas de Ignacio, el personaje con quien habla el
protagonista de “Viajes misteriosos”. Otra manera de presentar la incomunicación, pero
esta vez como incomprensión entre dos grupos de la sociedad, es en el cuento “Llegaron
los hippies”. Los habitantes de Vega Baja, en donde se celebra el festival tipo Woodstock,
se esconden ante la llegada de los jóvenes hippies, cerrando las iglesias y sus negocios e
impidiéndoles a sus hijos asistir al evento. Nunca se produce un encuentro entre la
“cultura contestataria ya globalizada” de los jóvenes hippies, como menciona Carmen
Dolores Hernández (2006), y la provinciana de los vegabajeños.
Otro tema que trata el libro Llegaron los hippies es el culto a la cultura popular y
mediática y su influencia e impacto en la vida de las personas. Mario Cancel (2007)
menciona que, al contrario de la generación del 70, en Manuel Abreu Adorno se ve “una
ausencia dura contra el lenguaje mediático” y lo que observa en él es una “apropiación
lúdica de ese mundo, acorde con buena parte de la literatura postmoderna” (8). La
importancia de ese mundo se ve en las múltiples referencias a personajes del cine, la
televisión, la música y el deporte que se presentan en los cuentos y en la importancia que
les dan los personajes a esas personalidades. Así, por ejemplo, los jóvenes del cuento
“Llegaron los hippies” tienen como dioses a figuras del rock como Jimmy Hendrix y
Janis Joplin, y cargan con afiches de Marilyn Monroe y Che Guevara. Lo que quieren es
transplantar el Woodstock y la contracultura hippie estadounidense a Puerto Rico y vivir
acorde con ese estilo de vida. Por otra parte, el disk jockey de “Para complacernos” tiene
como dioses a los cantantes de salsa, de tal manera que su forma de hablar está llena de la
31
jerga salsera, se arriesgó a perder su trabajo con tal de poner sólo la salsa que él
consideraba de calidad (la “salsa gorda”, la de los clásicos del género), y conversar sobre
el mundo de la salsa y sus exponentes es parte del cortejo previo al acto sexual con su
esposa. Podemos mencionar, además, al protagonista de “Sentirse, hallarse, ser”, quien
utiliza un lenguaje plagado de referencias al mundo deportivo y tiene por dioses o ídolos
a deportistas famosos. En los deportes se alcanza la gloria siendo el mejor o estando entre
los mejores, y ganando campeonatos. El protagonista del cuento, como ya mencionamos
anteriormente, es un derrotado y su sueño es “ser el nuevo campeón coronado, ser la
nueva marca que se establece” (23) y ser tan único y especial como una base robada por
Jackie Robinson, el canasto anotado que gana el partido o el último cuadrangular de
Hank Aaron.
Pero donde mejor se ve el culto a los personajes de la cultura pop y la importancia
de los medios masivos de comunicación es en los cuentos “La verdad sobre Farrah
Fawcett Majors” y “Jesse James y Billy the Kid”. En el primero se ve el cambio del
logocentrismo al iconocentrismo que es característico del mundo postmoderno (Cancel
2007). En el cuento, un adolescente de catorce años se masturba ante la foto de Farrah
Fawcett que aparece en una revista. Farrah Fawcett, símbolo sexual de los años setentas,
representa el objeto del deseo del adolescente, pero es un objeto de deseo inalcanzable, al
cual el adolescente sólo puede poseer en su imaginación, por lo que la única forma de
descargar ese deseo, que es erótico, es mediante la solitaria acción de la masturbación. La
voz narrativa del cuento, al final menciona el hecho de que “ella nunca lo sabrá”. La
posesión de ella sólo fue en el plano de la imaginación, no en la vida real. En el culto del
joven hacia la imagen de Farrah Fawcett, el símbolo sexual de la cultura pop de su
32
tiempo, la liturgia que le ofreció fue masturbarse. Los íconos “sagrados” de la cultura pop
representan éxito y placer, según se desprende de los cuentos de Abreu Adorno, sin
embargo estos dioses y sus estilos de vida son inalcanzables para los personajes que los
adoran, y todo se queda en el deseo insatisfecho, en una posesión virtual, onanística, que
ocasiona decepción. Por otra parte, en el cuento “Jesse James y Billy the Kid”, dos
hermanos juegan a ser los famosos vaqueros del western americano, y planean un robo a
un tren. Sin embargo, su madre los llama a comer y uno de los niños, el que hace el papel
de Billy the Kid, decide que cuando regresen intercambiarán papeles y él será entonces
Jesse James. En este cuento, se puede ver el impacto de los medios masivos de
comunicación. Los niños toman como modelos a los personajes de sus series favoritas y
construyen su identidad, que es intercambiable, a base de los personajes de televisión a
los cuales admiran.
En el libro de cuentos de Abreu Adorno también podemos ver el tema de la vida y
el arte, o la “disparidad entre vida y arte” que menciona Martínez Capó. Si en el libro
varios personajes ven la vida matizada por los elementos y personajes de la cultura de
masas, hay otros que la ven a través del prisma de la literatura y del gran arte. Dice el
protagonista de “Viajes misteriosos”:
ya sé que me dirás que son cosas mías, que es esa romántica visión que tengo de los hechos reales, que tiendo a literaturizarlos deformándolos, que tan sólo pasan las cosas así nada más y que luego yo les doy ese orden y significado arbitrarios, que no objetivo lo subjetivo o es al contrario y entonces claro tú no has leído a gramsci, pero… a qué viene eso ahora. créeme ignacio, aunque tan sólo sea esta vez porque tú sabes que estas cosas hay que recrearlas contándolas (75).
El protagonista del cuento hace alusiones, además, a poetas españoles como Lorca y
Alexandre; hace alusión a Hemingway y a pintores como Joan Miró y Salvador Dalí y al
cine de Antonioni y Kubrick. Lo que se desprende de este cuento es la importancia del
33
arte, sobre todo de la narración, ya que narrando sucesos que nos ocurren los recreamos,
y tal vez los entendemos mejor. Sin embargo, este narrar deforma los hechos, pues los
convierte en literatura o ficción. Se problematiza la realidad, y la misma se presenta vacía
de un significado en sí mismo, por lo que todo significado que le demos a los hechos es
construcción, una novela o película personal que construimos en nuestro interior. Por otra
parte, vemos la importancia de la literatura en el cuento “Actualidad de Goethe”, en
donde se presenta la importancia de la literatura en la creación de las identidades de un
pueblo. Sin embargo, también se contrasta esa idea y se presenta cómo ningún autor
puede encarnar el alma de un pueblo y cómo de un mismo autor y de una misma obra
pueden sustentarse visiones de mundo distintas. Así, dice el narrador del cuento: “Goethe
había servido a todos y también para mal” (96), al recordar cómo un poema de Goethe,
“Heil Führer”, había sido publicado en una revista nazi en los tiempos de Hitler para
validar el régimen.
Debemos mencionar que en el libro de cuentos de Abreu Adorno la cultura
mediática es absorbida y no hay una crítica unidimensional hacia los personajes que
viven su vida influenciados por ella. El ejercicio de Abreu Adorno, al parecer, es poner
en un mismo plano, horizontalizándolos, tanto la considerada cultura baja como la alta
cultura. Esto lo hace mezclando en un mismo cuento las referencias tomadas de
elementos de la cultura mediática y de la alta cultura, así como de los finales
problemáticos que sufren los personajes que representan ambas culturas. Así, por ejemplo,
los dos protagonistas de “Reina del Mar”. Ambos representan el mundo de “la baja
cultura”. En el cuento, ambos personajes dejan a sus familias esperando por el día
familiar que les prometieron y se van al recibimiento de la nueva Miss Mundo, pero
34
terminan teniendo un accidente en el camino y no pueden verla. Igualmente, termina
teniendo un mal día el profesor de literatura de una universidad francesa y famoso
intelectual de izquierdas, protagonista del cuento “Actualidad de Goethe”. Este personaje
que representa la “alta cultura”, luego de desmitificar el mito de Goethe y Schiller como
representantes del alma alemana en un congreso de literatura, termina tiroteado por un
grupo terrorista en el aeropuerto de Frankfurt. Así mismo, el aspirante a actor y director
de “Para hacer una película” termina aislado y lleno de angustia existencial en su
apartamento en Nueva York luego que todos sus amigos se van a sus países de origen.
Igualmente termina con un mal día el estudiante puertorriqueño de “Viajes misteriosos”,
quien cuenta cómo mataron a un hijo de padres españoles que conoció en Cataluña luego
de llevarlo a una manifestación en contra de la nueva democracia española.
Esto nos lleva, además, al tema de la caída de los metarrelatos tanto de la
modernidad como de las contraculturas. Por una parte se presenta, a través de los
personajes que siguen a los héroes del deporte y del cine, cómo el metarrelato del
progreso capitalista cayó, debido a que ninguno vive en la opulencia y los que viven una
vida de riqueza, como la dama de clase alta de “La última carrera”, viven una vida
superficial. Dicha caída sustenta también las muertes ocasionadas no por el régimen de
Franco, sino por la democracia española en la protesta de los izquierdistas catalanes, en el
cuento “Viajes misteriosos”. El metarrelato del socialismo se cuestiona, ya que el
personaje de “Actualidad de Goethe”, un intelectual de izquierdas puertorriqueño, fue
considerado persona non-grata por ejercer su criterio y cuestionar a la Unión Soviética en
la invasión de Checoslovaquia, lo que lo enemistó con la izquierda puertorriqueña y
cubana, a pesar de firmar el documento de la campaña internacional a favor de la
35
excarcelación de los presos políticos puertorriqueños y mostrarse a favor de la
revolución cubana en el famoso caso Padilla. Para colmo, este personaje es tiroteado en el
aeropuerto por un grupo terrorista alemán de ideología socialista. El metarrelato de las
contraculturas, por su parte, se cuestiona sobre todo en el cuento “Llegaron los hippies”,
debido a la contradicción entre el discurso de paz y amor de los hippies y sus actuaciones.
En el festival, más que paz y amor lo que hubo fue violaciones, peleas y muerte,
desenfreno sexual y abuso de drogas. El desencanto se subraya, además, en el final del
protagonista del cuento, quien termina con miedo, soledad y casi perdiendo la vida por un
mal viaje con LSD, lo que desmitifica el discurso de unidad y espiritualidad de la
contracultura y enfatiza el fracaso de su proyecto, ya que esos jóvenes lo que buscan es
satisfacer sus necesidades primarias y viven obsesionados con el placer. Más que
ideología, lo que hay en esos jóvenes es pose y gesto, ya que mezclan en un ejercicio
kitsch a personalidades tan disímiles como Che Guevara y Marilyn Monroe.
Por último, en la colección de cuentos de Abreu Adorno la identidad es vista de
manera distinta a la presentada por los escritores puertorriqueños de la Generación del 70
y sus predecesores, y a la de la misma literatura hispanoamericana canónica. Si, como
menciona José Luis Vega (1983), en los escritores de la Generación del Setenta la
identidad puertorriqueña se ampliaba al incluir lo caribeño en su totalidad, incluyendo lo
no hispánico, en Manuel Abreu Adorno lo puertorriqueño se universaliza, ya que vemos
personajes puertorriqueños en España y Alemania, y para colmo desmitificando la idea
de identidades esenciales en congresos internacionales. Como autor hispanoamericano,
Manuel Abreu Adorno no quiere contestar a la pregunta de qué es ser hispanoamericano,
elemento fundacional de la literatura hispanoamericana, como mencionan Mayra Santos
36
Febres (2005), Ángel Rama (1985) y Julio Cortázar (1985). Al contrario, como menciona
Rivera de Álvarez (1983), los cuentos de Abreu Adorno pueden ocurrir en cualquier parte,
aun los que están ambientados en Puerto Rico, debido a que “las sustancias de la
problemática que plantean los mismos resultan ser tan universales como puertorriqueñas
en el mundo de hoy” (898). Por último, la identidad en los cuentos de Abreu Adorno es
presentada acorde a la visión postmoderna de la identidad, la cual es vista como no-
esencial, como una máscara o construcción (Cancel 2007). Esto lo vemos en el cuento
“Jesse James y Billy the Kid”, en el cual Billy the Kid y Jesse James, los protagonistas
del cuento, al final son dos niños que juegan a los vaqueros. La identidad, así, es un
performance, una máscara que es intercambiable, ya que al final los niños deciden
intercambiar los papeles.
Los cuentos de Abreu Adorno están narrados con alegría y desenfado (González
1978) e incorporan lenguajes propios de los medios masivos de comunicación, como la
jerga hippie, la salsera y la deportiva, y la del lenguaje estandarizado de la televisión.
Utiliza tanto un lenguaje coloquial del habla puertorriqueña, sobre todo el de clase media,
como un lenguaje más literario en donde lo coloquial se da por el ritmo, como es
característico de las generaciones del 90 tanto en Puerto Rico y en el resto de
Hispanoamérica (Santos Febres 2005). Utiliza estructuras de los medios masivos de
comunicación, como en “Jesse James y Billy the Kid”, que presenta un diálogo sin
intervención de un narrador; y técnicas, además, como el contrapunto, el monólogo
interior o fluir de conciencia, la enumeración caótica y, en algunos cuentos, no utiliza las
mayúsculas y omite los signos de puntuación. Todas estas técnicas son características de
37
la literatura del setenta en Puerto Rico, que estaba muy influenciada por el Boom y el
Postboom latinoamericano (Barradas 1983; Rivera de Álvarez 1983; Vega 1983).
Ya visto el libro de cuentos Llegaron los hippies, veamos la colección antológica
de poemas titulada Sonido de lo innombrable. El mismo se compone de dos partes, el
poemario propiamente dicho, titulado “Sonido de lo innombrable”, y de “…y otros
poemas”, la cual se subdivide a su vez en tres partes: “Poemas anteriores a Sonido de lo
innombrable”, “Poemas contemporáneos con Sonido de lo innombrable” y “Poemas
fechados con posterioridad a Sonido de lo innombrable (1980 y 1981)”. “Sonido de lo
innombrable”, primera parte del libro, consiste de poemas afines a la vanguardia,
cargados de muchas metáforas e imágenes aparentemente inconexas y de técnicas como
espaciamientos textuales, diseminación de la palabra en la página y figuraciones
ideogramáticas (Mitre 1992). Los poemas de esta sección, según Carmen Dolores
Hernández (2006), son “poemas intensos en los que, a través de intrincadas claves,
afloran -en una operación que recuerda al Lorca de Poeta en Nueva York- las
intimaciones angustiosas de la muerte” (7). Así, los poemas de “Sonido de lo
innombrable” tratan el tema de la muerte, del tiempo ido, de la soledad y otras angustias
existenciales, además de tratar temas metaliterarios. Esta sección del poemario consta
además de poemas-homenajes a poetas como César Vallejo, Paul Celan, José Lezama
Lima y Apollinaire, en los cuales el estilo de estos “modelos” permea los textos
dedicados a ellos.
La segunda parte de la antología, “…y otros poemas” está compuesta, como
hemos dicho, por tres partes. La primera, “Poemas anteriores a Sonido de lo
innombrable”, consiste de versos afines a los de la generación neovanguardista
38
hispanoamericana de los años 70: “la del discurso prosario, la del tono coloquial, la de
las reversiones humorísticas, la de la angustiada irreverencia, la del discurso versátil,
fracturado, la que se abre a la palabra callejera y por la cultura popular, sobre todo la
mediática” (Yurkievich 1991, 8). Los poemas de esta sección son los que parecen más
frescos, por su clara influencia de la poesía beatnik, del realismo sucio y la tradición de
los poetas del grupo “Black Mountain”. Son poemas minimalistas, cortos y directos, con
referencias a personajes de la cultura de masas y del mundo de la política y la literatura.
Tocan temas como el desencanto con las ideologías o metarrelatos de la contracultura y el
socialismo y la nostalgia por el tiempo ido. Donde mejor podemos observar este
desencanto es en el poema “El Naufragio”, el cual transcribimos a continuación:
EL NAUFRAGIO
Sentirse el único sobreviviente del naufragio del barco: Década del sesenta O como las arrugas nacientes en el rostro de Mick Jagger O como un afiche del Che abandonado en un closet (68).
En dicho poema podemos ver cierta nostalgia por el tiempo transcurrido, como el
envejecimiento de la ideología de la contracultura del rock, representada en la figura de
Mick Jagger -el famoso vocalista de los Rolling Stones-, y el envejecimiento de la
ideología comunista representada en la figura de Ernesto Che Guevara. En el poema se ve,
entonces, que tanto el proyecto de la contracultura de placer y rebeldía como el de justicia
39
social del comunismo fracasaron, por lo que la voz narrativa se encuentra a la deriva, sin
ninguna utopía de la cual agarrarse. En esta sección de la antología se ve, además, el tema
de la importancia de la cultura de masas y cómo sus representantes o personajes sirven de
referente y de modelos a seguir, aunque al final son modelos imposibles:
A B.K.
Es recurrente esa música de Barbieri. Otra vez esa carcajada luctuosa. NO ESCUCHES TAPATE LOS OIDOS Tú no eres Marie Schneider y Yo no soy Marlon Brando (73).
En el poema, que hace alusión a la película The last tango in Paris, se ve cómo el cine se
convierte en referencia para la vida y, a su vez, se presenta el deseo incumplido de vivir
la vida como la presentan en el cine y de ser como los personajes de las películas.
Los otros poemas de la segunda parte, divididos en “Poemas contemporáneos con
Sonido de lo innombrable” y “Poemas fechados con posterioridad a Sonido de lo
innombrable (1980 y 1981)”, se asemejan en estilo a los de “Sonido de lo innombrable”.
Los contemporáneos con Sonido… tratan los mismos temas que Sonido de lo
innombrable, aunque de manera menos experimental: metaliteratura, el tiempo, la muerte.
Mientras, los poemas fechados con posterioridad a Sonido… ofrecen, como menciona
40
Eduardo Mitre (1992), “una escritura aligerada de la densidad metafórica que distingue a
sus anteriores poemas” (12) y tratan sobre todo el tema del amor y el erotismo.
La novela No todas las suecas son rubias, la cual veremos con mayor
detenimiento en el capítulo siguiente, fue publicada póstumamente en 1991 y trata temas
que Abreu Adorno ya había trabajado en Llegaron los hippies y en Sonido de lo
innombrable, tales como la identidad, la importancia de los medios masivos de
comunicación, así como de la alta cultura (literatura, pintura, música, cine) en la
educación sentimental y en la elaboración de la identidad y la visión de mundo de los
individuos, el final de ciertos metarrelatos de la modernidad, el mundo como aldea global,
además de temas de índole existencial como la incomunicación, las brechas entre lo que
se es y lo que se quiere ser y el cuestionamiento de la realidad. No todas las suecas son
rubias trata de la relación amorosa entre un puertorriqueño y una sueca, está ambientada
en París y en Malmö, y, según Mario Cancel (2007), sirve de pretexto para establecer “un
tipo de discusión nueva sobre el otro a la vez que estimula una revisión del yo más allá de
la identidad o la igualdad consigo mismo al uso” (8). Para esto, Abreu Adorno utiliza
varios puntos de vista y diversas técnicas narrativas que exploran las realidades
seleccionadas desde varias perspectivas, lo cual termina mostrando una realidad ambigua,
polifónica y plurisignificativa, y requiriendo un lector activo que, a través de las
versiones de los personajes, llegue a sus propias conclusiones.
41
III. No todas las suecas son rubias como novela precursora de las generaciones literarias de Mcondo y Crack
En el siguiente capítulo analizaremos la novela No todas las suecas son rubias a
la luz de las características distintivas de las obras narrativas de las generaciones literarias
McOndo y Crack, para ver cómo anticipa dichos movimientos literarios.
No todas las suecas son rubias narra la relación amorosa entre Alberto y Christina
Larsoon, un puertorriqueño y una sueca, respectivamente. Como comenta Saúl
Yurkievich en el prólogo de la novela, “historia el nacimiento, apogeo y decadencia de un
amor (su vida, pasión y muerte) ejercido a fondo” (10). La historia transcurre entre París
y Malmö, con evocaciones de ciudades de Puerto Rico, España, Alemania, Italia y Grecia.
Alberto, de 30 años, periodista y aspirante a novelista, recién divorciado de una griega
luego que ésta le fuese infiel con un marroquí, casi alcohólico, con sobrepeso, algo calvo
y quien ha residido en París durante unos 6 años, conoce a Christina en un café en París.
Christina, por su parte, es una joven sueca de 22 años, recién graduada de la universidad,
que va a París con su amiga Maritta para vivir un tiempo en esa famosa ciudad. Christina
es políglota, pintora, pianista y maestra, y una mujer muy hermosa.
Alberto y Christina comienzan una relación amorosa. Viven juntos, al principio en
París, pero luego Christina tiene que regresar a Malmö y la relación transcurre entre las
dos ciudades; unos meses Alberto viviendo en Suecia con Christina y unos meses
Christina viviendo en Francia con Alberto. Entre los dos, entonces, comienzan los
problemas debido a las personalidades disparejas de ambos, lo cual da cabida para que
Alberto se cuestione si dichas diferencias son culturales. Alberto tiene una idea
preconcebida de cómo son las suecas -producto de la imagen que han hecho de ellas los
42
medios masivos de comunicación- y se enamora del mito de las mujeres suecas: mujeres
bellas, libidinosas y liberadas sexualmente. Sin embargo, al confrontarse con la realidad,
se da cuenta que Christina no tiene nada que ver con el mito, con la concepción de las
suecas que conocía a través de revistas, películas pornográficas y el cine de Hollywood.
Se encuentra, en cambio, con una mujer programática, pragmática y poco espontánea,
una mujer a la cual no puede dominar sexualmente porque guarda su independencia hasta
en la sexualidad.
La relación entre Alberto y Christina dura aproximadamente un año. Christina
deja a Alberto luego de que él por fin se enamora de ella como persona y no como mito.
Ocurre cuando ambos están en sus respectivos países de residencia: Alberto en Francia y
Christina en Suecia. Christina deja de escribirle a Alberto y éste la llama por teléfono.
Christina le dice que se enamoró de un pintor que se está quedando ciego y que su
relación terminó. Alberto termina como comenzó la novela, despechado amorosamente,
bebiendo y engordando, luego de que con Christina rebajó y controló su consumo de
alcohol. Mientras escribe el reportaje sobre los refugiados políticos en Suecia y el
monólogo que leemos, en el mismo café donde conoció a Christina, entran dos
extranjeras y se infiere que Alberto abordará a una de ellas e intentará comenzar una
nueva relación.
La historia de amor entre Alberto y Christina se contrapuntea con la historia de los
tres refugiados políticos sudamericanos, un argentino, un boliviano y un chileno, que
Alberto conoce en Suecia. Alberto les realiza una entrevista para un futuro artículo sobre
los refugiados políticos latinoamericanos en Suecia. En esa entrevista se presentan los
problemas de adaptación que sufren los refugiados políticos latinoamericanos en Suecia
43
por no conocer el idioma, debido a las diferencias culturales entre nórdicos y latinos, y a
causa del clima y la comida, entre otros factores. Se sienten desarraigados, analfabetos,
incomunicados, sabiendo poco de Suecia y, por la distancia, olvidados e ignorantes de sus
países de origen. En este sentido, la novela de Abreu Adorno gira en torno al tema del
otro, de la otredad, y “narra la atracción y el rechazo” que provocan (Yurkievich 1991,
10). El otro, en la obra, es tanto Christina para Alberto como Alberto para Christina, al
igual que los suecos para los refugiados políticos latinoamericanos en Suecia como los
refugiados políticos latinoamericanos para los suecos. Esto va más allá de las diferencias
culturales, pues éstas, que existen y son obvias, se utilizan para representar un problema o
dinámica humana que existe en cada relación con cualquier ser humano.
Pasemos ahora a ver lo que convierte, a nuestro entender, No todas las suecas
son rubias en una novela precursora de McOndo y de Crack.
No todas las suecas son rubias comparte elementos tanto McOndo como Crack.
Un elemento Crack en la novela es la ambientación, la cual no ocurre en ningún país
hispanoamericano. Aunque si bien es cierto que este no es un requisito fundamental,
debido a que hay novelas Crack ambientadas en Hispanoamérica, Crack, al contrario de
McOndo, se ha caracterizado por crear narraciones en donde tanto los personajes como
las ambientaciones no son hispanoamericanas. No todas las suecas son rubias está
ambientada en París, Francia, y en Malmö, Suecia, con evocaciones de ciudades europeas,
hispanoamericanas y estadounidenses como Tesalónica, Barcelona, Lund, Copenhague,
Bremen, Florencia, Perugia, Nueva York, San Juan, y con evocaciones de países como
Senegal, Argentina, Bolivia y Chile. Los personajes que pueblan la obra son de estas
nacionalidades y también de otras, como la nacionalidad japonesa, debido a que Christina,
44
en un viaje en tren de Suecia a Italia conoce a Hayato Yato, un joven japonés que viaja
por Europa en Interail. Sin embargo, el elemento McOndo radica en que el personaje
principal es hispanoamericano (puertorriqueño), por lo que el prisma desde el cual se
mira principalmente el mundo novelesco es hispanoamericano.
La obra, por otra parte, es McOndo en la medida en que el mundo novelesco es
referencial y en que es un mundo globalizado, una aldea global. Si bien es cierto que en
el tiempo novelesco, de principios de la década de los ochentas, no han ocurrido las
revoluciones informático-tecnológicas como la Internet y el cable TV (o al menos su
generalización), ni ha ocurrido la caída del comunismo, por lo que el mundo todavía está
dividido en los bloques comunistas y democráticos, ya se ve el mundo actual,
posmoderno y globalizado. Esto se ve en la gama de personajes de diversas
nacionalidades y partes del mundo que hay en la novela y en los encuentros que ocurren
entre ellos. Un puertorriqueño en Malmö, una ciudad pequeña según los parámetros de
las grandes ciudades del mundo, se puede encontrar con una colonia de exiliados
hispanoamericanos, hacer amistad con un grupo de ellos y realizarles una entrevista en
una cadena de restaurantes estadounidenses como es McDonald’s. Las fronteras, pues, se
borran y un puertorriqueño puede vivir completamente adaptado en un país europeo y
encontrarse con que sus relaciones sentimentales más importantes han sido con mujeres
de Grecia, Alemania, España y Suecia. Igualmente, una sueca casi provinciana puede
viajar por Europa como si fuese una extensión de su país y mantener relaciones
sentimentales con franceses, italianos, daneses, africanos y hasta con un puertorriqueño.
Esta globalización se ve, además, en el consumo de la moda, la música, el cine, los
programas televisivos y hasta de los alimentos. En la obra se habla de los jóvenes
45
franceses vestidos a la moda punk inglesa y de los jóvenes suecos adoptando modas y
maneras sacadas de la cultura pop estadounidense, de tal manera que hablan inglés entre
ellos. En Malmö, además, Alberto y Christina ven la serie televisiva estadounidense
Dallas y en París y en Malmö comen en las cadenas norteamericanas de restaurantes
Burger King y McDonald’s. De hecho, es en este último restaurante donde ocurre el
coloquio entre Alberto y los exiliados políticos hispanoamericanos en Suecia, lo cual nos
lleva a la caída de varios de los metarrelatos de la modernidad, sobre todo el concerniente
al socialismo y las luchas revolucionarias, elementos que tanto McOndo y Crack
comparten.
En el “Coloquio en el McDonald’s de Gustav Adolfs Torg o los hombres que
llegaron tarde”, Alberto realiza una entrevista a Marcelo, Fernando y Jaime, tres
refugiados políticos sudamericanos en Suecia. Estos, que lucharon en revoluciones con
personalidades tales como Che Guevara, terminaron en una ciudad europea, vencidos,
enajenados tanto del país que los acogió, por no conocer su idioma ni poder adaptarse a
su idiosincrasia, como a sus países de origen, dado que la lejanía los enajena de sus
realidades y problemáticas reales. Terminaron en un limbo, contando sus historias en una
cadena de restaurantes arquetípica del capitalismo proveniente del mayor representante
de dicha ideología, como lo es Estados Unidos. El hecho de que la entrevista se realice en
un McDonald’s es irónico y acentúa el triunfo del capitalismo sobre el comunismo. En
cambio, Alberto, que al parecer simpatiza con las ideas de izquierda, pero sin creer en su
radicalismo, vive adaptado a un entorno ajeno a su país de origen, Puerto Rico, y se pasea
como ciudadano del mundo por Francia, España, Grecia, Alemania, Estados Unidos y
Suecia, y mantiene relaciones de igual a igual con personas de dichas procedencias. En
46
este capítulo, además, como menciona José Luis Vega (1998), se afirma “la autonomía
relativa del arte frente a la política” (98) debido a que tanto Marcelo como Fernando son
artistas, el primero pintor y el segundo poeta, y dejaron de lado su arte para involucrarse
en las revoluciones, lo cual los llevó al desarraigo en que se encuentran en Suecia. Ahora,
en el exilio, han retomado el arte:
Alberto: Es interesante que tanto tú como Fernando, en este exilio sueco, a los cincuentitantos años, un poco desencantados de la política, opten por la respuesta artística, la alternativa estética.
Fernando: Somos los hombres que llegaron tarde (105).
Con esta afirmación de Fernando se presenta la caída, además, de la idea del escritor
comprometido que tanto ha pululado en Hispanoamérica.
MacOndo, como hemos dicho en capítulos anteriores, no cuenta sagas colectivas,
sino historias individuales, y Crack ni siquiera se pone a pensar si la historia que cuentan
es hispanoamericana. Esto de alguna manera ocurre en la novela. La historia es universal
porque las nacionalidades de los personajes son intercambiables por la de personajes de
procedencias no latinoamericanas. Si el tema principal de la obra es el otro y cómo la
concepción del otro, de su identidad, se construye a través de los medios masivos de
comunicación así como de los artefactos de la alta cultura (la literatura, el teatro, el cine-
arte, la pintura, entre otros), da igual que el personaje principal de la novela sea
puertorriqueño como que sea italiano, japonés, estadounidense o de cualquier otra
nacionalidad. De hecho, la segunda parte de la novela, “Min lilla svenska flicka”, que
consiste en el monólogo de Christina sobre su vida y las parejas y amantes que ha tenido
hasta conocer a Alberto, trata el tema del otro visto a través de las relaciones que ha
sostenido ella con esas parejas y amantes tanto de su misma nacionalidad como de
47
distintas nacionalidades (sueco, africano, italiano y francés), sin contar el tema del otro
visto a través de la relación con su familia. Igualmente, los refugiados políticos
latinoamericanos son intercambiables por refugiados políticos africanos o de Europa
Oriental, por mencionar un ejemplo; el argumento de atracción y repulsión ocasionadas
por el otro, que menciona Yurkievich (10), se sostendría de la misma manera. Por otra
parte, en la obra se cuestiona la idea de las identidades fijas y esencialistas, elemento que
la emparentan con McOndo y Crack.
Alberto y Christina no representan lo que conocemos por puertorriqueño y sueco,
y sus diferencias, más que culturales son presentadas como producto de caracteres
distintos. En la obra, Alberto dice en relación a esto lo siguiente:
No sé por qué razón discutimos sobre las diferencias culturales entre nosotros. Yo sostenía que la cultura era un asunto personal, individual, y que cada persona tenía subjetivadas características de lo que podría llamarse “cultura nacional”. Lo esencial era la relación subjetiva con esa cultura nacional, que nunca se daba de manera idéntica en dos personas. Yo no estaba seguro de si existían diferencias culturales entre nosotros, pero estaba convencido que a nivel personal sí las había (28).
La relación con la cultura es, pues, subjetiva y no se da igual entre dos personas de la
misma nacionalidad. Por lo tanto, no hay que buscar la manera de ser de las personas ni
las motivaciones de sus actos en la cultura a la cual pertenecen, pues eso implica que
todas las personas de un mismo país o de un grupo étnico o cultural son iguales. Lo que
nos hace quienes somos es, pues, nuestra historia de vida. En toda la novela Alberto
intenta entender a Christina a través del mito de las suecas, el cual intenta constatar.
Alberto tenía una idea preconcebida de las mujeres suecas, producto de la literatura, del
cine y hasta de la pornografía. Imaginaba que las suecas eran mujeres desinhibidas,
espontáneas y liberadas sexualmente, y se encuentra con una mujer muy práctica,
48
pragmática, poco espontánea, introvertida en muchos aspectos, que sólo quería tener sexo
antes de dormir. Por otra parte, se encontró con una mujer muy talentosa, inteligente y
amante de la cultura, puntos de contacto que compartía con él. Christina, pues, es un
individuo. Tanto en el monólogo de Christina, “Min lilla svenska flicka”, como en “A
Day in The Life”, narrado en tercera persona por un narrador omnisciente, podemos ver
las motivaciones de los actos de Christina. Su historia no difiere de la que pudiera
ocurrirle a cualquier joven en cualquier parte del mundo. Una joven mujer criada en un
hogar de clase media marcado por la enfermedad de su hermano, la cual dispara un
problema psicológico de depresión severa en su madre y hace que ella, la hija mayor,
tenga que ocuparse del hogar. De esto resulta que desarrolle un resentimiento contra su
familia y busque refugio en los hombres; sin embargo, sus dos primeras relaciones
sentimentales terminaron en la infidelidad de sus compañeros, lo que la hace ser
precavida y desconfiada en sus futuras relaciones. Sus motivaciones, como podemos ver,
son sicológicas, sociológicas y hasta biológicas. Ella es un ser humano, un individuo que
incidental y accidentalmente nació y se crió en Suecia, como Alberto es un ser humano
que incidental y accidentalmente nació y se crió en Puerto Rico. Alberto no representa lo
puertorriqueño, entendido de la manera en que es presentado por buena parte de la
literatura del patio y por el cine de Hollywood. Alberto no es un puertorriqueño
colonizado y dócil y menos un pandillero bailarín sacado de la película West side story.
Tampoco es el intelectual puertorriqueño exiliado con su crisis existencial producto de la
situación política puertorriqueña, como Eddy, el protagonista de Figuraciones en el mes
de marzo, de Emilio Díaz Valcárcel. Por el contrario, es un puertorriqueño universal,
descolonizado y nada insularista, que dialoga en igualdad de condiciones con la cultura
49
europea, estadounidense e hispanoamericana. Se atreve, como menciona José Luis Vega
(1998), hasta a criticar la segunda ciudad más importante de Suecia por considerarla
provinciana y aburrida en comparación con París.
No todas las suecas son rubias posee muchos de los motivos que poseen las
novelas McOndo. En el primer capítulo mencionamos que McOndo sigue una tradición
de novelas beatnik, del realismo sucio y de la transgresión. Estos motivos son el mundo
urbano, el viaje, el personaje escritor o que quiere serlo, las referencias artísticas a la
literatura, el cine, las artes plásticas, y las referencias al mundo pop. Todos estos motivos
están en la novela, que se halla ambientada en un entorno urbano, entre la ciudad
cosmopolita de París y la segunda ciudad más importante de Suecia, Malmö. Los
personajes cuentan sus pericias vitales, las cuales ocurrieron en varias urbes europeas,
estadounidenses e hispanoamericanas. El elemento del viaje y del personaje transeúnte es
capital en la obra. El viaje, sea a través de la ciudad o entre ciudades, es lo que ocasiona
los encuentros y es, por tanto, una vía de conocimiento y reconocimiento. Es a través del
viaje que ocurre el encuentro con la otredad. Así, Alberto puede conocer a Christina en
un café en París y conocer, a su vez, a los exiliados políticos hispanoamericanos en
Malmö. Estos encuentros son los que hacen a Alberto reconocerse en tanto
puertorriqueño universal y los que hacen a los personajes conocer distintas culturas y
conocer distintos artistas y modalidades del arte. Para Christina, conocer a Alberto
significó “descubrir el mundo del Caribe y el resto de América Latina” (124), conocer la
pintura de Wilfredo Lam, la música de Arsenio Rodríguez y el sabor de la guayaba, por
citar algunos ejemplos. En el capítulo “A Day in The Life” es donde mejor vemos el
motivo del viaje. En dicho capítulo, un narrador omnisciente nos presenta la travesía de
50
Alberto y Christina a través de París. Un itinerario que comienza en su apartamento, pasa
por la biblioteca del Beaubourg y continúa por varias calles de París, por el Sena, con
paradas en Burger King, un café y un supermercado, para terminar en el apartamento
donde comenzó la travesía con la pareja cenando, viendo televisión y manteniendo
relaciones sexuales. Durante la travesía, como si de un carnaval se tratase, se nos presenta
la variedad de personajes que habitan la babélica ciudad, además de los encuentros y
desencuentros entre Alberto y Christina a nivel personal y el conocimiento adquirido
tanto por Christina (la pintura de Wilfredo Lam, la música de Arsenio Rodríguez y el
sabor de la guayaba), como por Alberto (información sobre el cineasta polaco Andrezj
Wajda para un artículo periodístico).
Otro motivo que podemos mencionar es el del personaje escritor y la relación
vida-literatura. Alberto quiere ser novelista, pero se le hace difícil escribir. Se podría
decir que satisface su deseo de escribir con su labor periodística como corresponsal para
un periódico de San Juan y con su diario, que es la narración (“Escrituras de Café-I” y
“Escrituras de Café II”) que leemos en la novela. En consonancia con los personajes y
hasta autores de escritores beatniks, del realismo sucio y de la transgresión que influyen
en las obras McOndo, vida y literatura se con-funden, y el personaje lo que desea es
transcribir su vida al papel, ficcionalizarla. En la obra, vemos cómo el protagonista
escribe en su diario:
Seguía dramatizando en exceso, representando teatralmente, literariamente mi existencia. Mi vida, mi anecdotario, mis vivencias, mis experiencias, mis circunstancias, mi data biográfica, era siempre transformada, elaborada dentro de su posibilidad novelesca. Por eso jamás había escrito esa novela, porque la vivía; mi vida toda era una caótica antología de innumerables relatos, de infinitos textos, con argumentos, personajes y lenguajes correspondientes (24).
51
En otra entrada de su diario, volverá afirmar su ars poética:
…y sólo sabía que en su día, toda la experiencia con ella me daría un caudaloso material preliterario que podría usar en mi novela (43).
Así, vemos que Alberto pretende utilizar su vida como la fuente principal para crear sus
ficciones. Y podríamos argüir, además, que toda su relación con Christina es un tipo de
investigación para escribir su novela. No olvidemos que Alberto es un periodista cultural
que realiza investigaciones para escribir sus artículos. Esto lo demuestra el tipo de
reportajes que realiza en la obra: artículos sobre el camarógrafo Néstor Almendros y el
escritor argentino Julio Cortázar, así como un reportaje sobre los exiliados
latinoamericanos en Suecia. Para su novela, en vez de ir a una biblioteca para buscar
información, la buscará en la vida. Como un periodista del Nuevo Periodismo o del
Periodismo Gonzo, buscará un tema en donde él no será un simple observador, sino un
ente activo que participará desde adentro, para luego escribir lo que vio y sintió. Esta
actitud, al parecer, no sólo la comparte Alberto, sino también su creador, Manuel Abreu
Adorno. Según Saúl Yurkievich (1991), No todas las suecas son rubias es una novela
pseudo-autobiográfica, basada en la relación de Abreu Adorno con una joven sueca y sus
estadías con ella en Malmö. Como muchas de las novelas beatnik, del realismo sucio y de
la transgresión, Alberto sería un alter-ego del autor y su novela una ficcionalización de
una etapa de su vida. Este procedimiento no es ajeno en la literatura hispanoamericana
anterior a McOndo. Lo podemos ver, por ejemplo, en obras de Mario Vargas Llosa (La
tía Julia y el escribidor) y Alfredo Bryce Echenique, pero lo cierto es que varios
escritores asociados a McOndo vienen usando este procedimiento con insistencia, como
Roberto Bolaño, quien utiliza como alter-ego al personaje Arturo Belano en varias de sus
52
narraciones, y lo vemos en varias novelas de Alberto Fuguet, en donde la biografía del
protagonista y del autor corren sendas paralelas, aunque no idénticas.
La relación vida-literatura también se ramifica en la relación vida-arte y en la
identificación con personalidades del mundo de la cultura pop. En toda la novela hay
múltiples referencias a escritores, obras literarias, películas, series televisivas, cantantes,
pintores y escultores; también a personalidades del mundo político y deportivo. Estas
referencias sirven para mostrar los intereses, posturas y afinidades de los personajes y
para mostrar cómo a su vez estos nos hermanan y crean puntos de contacto. Además de
que sirven para mostrar cómo la alta cultura y la baja cultura construyen las
personalidades, al crear unos referentes de cómo son las personas de X o Y país,
nacionalidad o estrato económico. Por esta razón Alberto se confunde con la personalidad
de Christina, tan diversa a la de las suecas presentadas en la literatura, el cine, las revistas
y las películas pornográficas; y por esta razón, además, cuando la conoce teme que ella lo
vea como el mito del latin lover o del revolucionario latinoamericano tipo Che Guevara
que se tenía en Europa todavía por eso años.
Los motivos que comparte No todas las suecas son rubias con los de las novelas
McOndo difieren, sin embargo, en la manera en que son tratados. El estilo y la estructura
novelesca acercan más esta obra a las novelas Crack. En la novela de Abreu Adorno el
lenguaje es más literario, entendido como que lo coloquial se da por el ritmo, tomando en
cuenta que es una novela escrita mayormente en primera persona. Tenemos que
considerar, respecto a esto, que el monólogo de Christina está escrito en español, lengua
que ella no domina, por lo que el texto que leemos sería una traducción del sueco al
español. En la obra, pues, no hay jerga tipo rock o salsa, y el habla dialectal o los giros
53
dialectales escasean, con la excepción del coloquio entre los exiliados políticos
latinoamericanos, en donde los personajes hablan de acuerdo a los dialectos de sus países
de origen. Aunque la obra no tiene un lenguaje “sucio” o crudo, como por lo general lo
tienen las novelas McOndo, ciertamente, como comenta Saúl Yurkievich al comparar la
novela de Abreu Adorno con Rayuela, de Julio Cortázar, lo sexual es tratado con
“minuciosa crudeza” (12), como es característico en las novelas McOndo. Por otra parte,
la estructura de la novela, cónsona con lo postulado por Crack, es experimental y
polifónica, además de ser una “novela mundo”, o sea que intenta comprender el tema que
trata desde todas las perspectivas.
La obra está dividida en cinco partes. La primera, “Escrituras de Café-I”, es un
diario-monólogo cuyo narrador es Alberto. La segunda parte, “Min Lilla Svenska Flicka”,
es un monólogo cuya voz narrativa es Christina. La tercera parte, “Coloquio en el
McDonald’s de Gustav Adolfs Torg o Los Hombres que Llegaron Tarde”, es una
entrevista en forma de diálogo dirigida por Alberto, sin intervención de ningún narrador,
entre Jaime, Marcelo y Fernando, los refugiados políticos latinoamericanos. La cuarta
parte, “A Day in The Life”, es una narración en tercera persona omnisciente sobre un día
en la vida de Alberto y Christina. Por último, la obra termina con “Escrituras de Café-II”,
diario- monólogo de Alberto, que comienza y termina la novela. Sin embargo, esta parte
se diferencia de la primera en que alterna en cada entrada del diario un artículo narrado
en forma neutra y profesional sobre los refugiados políticos latinoamericanos en Suecia
con el monólogo sobre su vida. Esta variedad de narradores y puntos de vista es lo que
hace que la novela sea polifónica. Domingo Sánchez - Mesa Martínez (1999), hablando
54
del concepto de polifonía de Mijaíl Bajtín y cómo el mismo se ve en las novelas de
Dostoievski, dice:
Dostoievski logra así profundizar en los puntos de vista ajenos, haciendo que sus personajes, más que objetos de la palabra del autor, se nos ofrezcan como sujetos de sus propios discursos, como una pluralidad de conciencias autónomas con sus correspondientes concepciones del mundo, cuyos caracteres y destinos, lejos de diluirse en la unitaria conciencia del autor, forman parte del entramado de voces y posiciones ideológicas en una especie de contrapunto musical, del cual deriva la metáfora bajtiniana de la polifonía narrativa (211-212).
Dejándonos llevar por lo que afirma Domingo Sánchez, No todas las suecas son rubias
es una novela polifónica debido a que Manuel Abreu Adorno deja hablar a sus personajes,
permite que cada uno cuente su historia y presente así su visión de mundo. Vistas en su
totalidad, estas presentan, sin agotarla, una realidad mucho más amplia y compleja. Con
excepción del coloquio entre los exiliados políticos sudamericanos, cada narrador abre
una perspectiva distinta de la relación entre Alberto y Christina. Manuel Abreu Adorno
deja que cada protagonista cuente su historia a través de su monólogo, para luego
presentarlos juntos, en un día de su vida en común, a través de un narrador omnisciente,
quien narra el itinerario que tienen los protagonistas y se adentra en sus conciencias para
mostrarnos sus pensamientos. Sin embargo, este narrador omnisciente no toma posición.
Narra, muestra y describe, pero no emite juicios ni ofrece conclusiones. Nos toca a
nosotros, los lectores, llegar a nuestras propias conclusiones a partir del material provisto
en dicho capítulo y de los monólogos de cada uno de los miembros de la pareja
protagonista. Igualmente, en el coloquio entre Alberto y los exiliados políticos
latinoamericanos, Abreu Adorno deja hablar a los personajes. No hay ni siquiera una voz
narrativa. Este capítulo sirve de contrapunto a la relación amorosa entre Alberto y
Christina y nos lleva a concluir que más que una historia de amor, el tema central de la
55
novela es la otredad y cómo la realidad, al igual que los seres humanos, lejos de ser
monolítica o unidimensional, es múltiple y heterogénea.
El autor de la novela trabaja a través de los contrastes. Los monólogos de Alberto
se contrastan con el monólogo de Christina, y ambos monólogos, a su vez, son
contrastados con la narración en tercera persona del capítulo “A Day in The Life” sobre
un día en la vida de la pareja. Por su parte, el coloquio de los exiliados es contrastado con
el artículo de estilo neutro y objetivo que escribe Alberto sobre los exiliados políticos
latinoamericanos, el cual aparece intermitentemente en cada entrada de su diario. Este
artículo nos da más luz sobre la problemática que presenta, ya que toma en consideración
otros elementos de información objetiva, tales como estadísticas y el contexto histórico;
además de información subjetiva, como la provista por Jaime, Marcelo y Fernando en la
entrevista. Dicho artículo vendría siendo una interpretación que hace Alberto de la
situación de los exiliados políticos latinoamericanos en Suecia, tomando en consideración
las diversas fuentes para escribir el mismo. Este ejercicio que realiza Alberto es el que
nosotros, como lectores, hacemos al leer la novela. Escuchamos lo que Alberto, Christina
y el narrador omnisciente nos muestran, dos puntos de vista subjetivos y uno que se
supone sea objetivo, y con esa información llegamos a nuestras propias conclusiones, lo
cual es decir que escribimos nuestra propia novela. Es en este sentido que podemos decir
que No todas las suecas son rubias, una novela que no llega a las 200 páginas, es una
“novela mundo”, debido a que intenta comprender desde todas las perspectivas las
realidades seleccionadas, pero sin agotarlas, ya que como muy bien menciona Saúl
Yurkievich, la novela de Abreu Adorno trata “de asumir la móvil, simultánea y
56
heterogénea complejidad de lo real” (10), realidad que a través del texto es presentada
como plurívoca y pluricéntrica.
Vistas estas características en su totalidad, podemos decir que No todas las suecas
son rubias es una novela McOndo y una novela Crack, pero escrita a principios de los
años 80, una década antes de que surgieran dichos movimientos literarios.
57
Conclusión
Durante la siguiente investigación hemos visto cómo la novela No todas las
suecas son rubias, de Manuel Abreu Adorno, aúna elementos de los movimientos
hispanoamericanos McOndo y Crack, lo que nos permite concluir que dicha novela es
precursora de ambos movimientos literarios. A través de lo hallado durante la
investigación, podemos concluir que No todas las suecas son rubias es una novela
McOndo en la medida en que su historia es universal, el mundo novelesco es una aldea
global, los personajes no son representativos de su países de origen (Alberto no
representa lo puertorriqueño ni lo hispanoamericano, ni Christina lo sueco), posee los
motivos del tema urbano, el viaje y el personaje escritor, concede notable importancia en
la obra a la literatura, la cultura popular y a los medios masivos de comunicación, y trata
sin inhibiciones la sexualidad. Por otra parte, es una novela Crack en la medida en que, al
igual que en las novelas McOndo, es una historia universal, está ambientada fuera de
Hispanoamérica, muestra la diversidad de procedencias de los personajes que habitan la
novela, el lenguaje literario y funcional se aleja de los modismos, la jerga del rock, la
música tropical y el lenguaje estandarizado de la televisión, y es una novela polifónica y
experimental, es decir, una “novela mundo” que requiere la participación de un lector
activo. Igualmente, comparte con McOndo y Crack la visión posmoderna de la caída de
los metarrelatos de la modernidad del socialismo, de las identidades esencialistas y de la
jerarquización de la cultura en alta y baja.
Que la novela de Abreu Adorno comparta elementos de ambos movimientos
literarios la acerca a la obra de Roberto Bolaño. Este escritor chileno también aúna en sus
58
narraciones, sobre todo en su novela ganadora del premio Rómulo Gallegos, Los
detectives salvajes, elementos de McOndo y de Crack. El caso de Manuel Abreu Adorno
es el mismo. En su obra narrativa, tanto en su libro de cuentos Llegaron los hippies como
en su novela No todas las suecas son rubias, mezcla ambos elementos, pero en
narraciones escritas entre finales de los años setentas y principio de los años ochentas, lo
que lo convierte en un precursor en Puerto Rico e Hispanoamérica de McOndo y de
Crack. Por esta razón creemos que su obra, que los lectores y la crítica literaria del país
han pasado por alto, merece mayor reconocimiento. Al estudiar su obra narrativa y
poética, nos podemos dar cuenta de que la misma está a la par con la de cualquier gran
escritor hispanoamericano, sobre todo con la de los escritores de McOndo y de Crack, los
cuales han sido traducidos y estudiados por la crítica especializada internacional, no sólo
por la iberoamericana, y leídos por un gran espectro de personas alrededor del mundo.
Así, como dice el epígrafe con que comenzamos la investigación, “lo más interesante,
novedoso y original no está en la primera línea del mercado y aún menos entre el
oficialismo literario”. Por lo tanto, es hora de descubrir y redescubrir a Manuel Abreu
Adorno, de dejar de ignorarlo y comenzar a leerlo. Al hacerlo, nos adentraremos en una
obra descolonizada que desde lo puertorriqueño se abre y dialoga en igualdad de
condiciones con el resto del mundo.
59
Bibliografía
Obras de Manuel Abreu Adorno Llegaron los hippies. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1978. No todas las suecas son rubias. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1991. Sonido de lo innombrable. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1992. Bibliografía sobre Manuel Abreu Adorno Ampuero, Roberto . “La deslumbrante literatura de Puerto Rico”. La Tercera, Santiago de Chile, 19 de febrero de 2006. Recuperado de www.ciudadseva.com/obra/2006/02/19feb06c.htm el 25 de octubre de 2007. Barradas, Efraín (Ed.) Apalabramiento. Diez cuentistas puertorriqueños de hoy. Hanover,
N.H.: Ediciones del Norte, 1983 ―Barradas, Efraín. Palabras apalabradas: Prólogo para una antología de cuentistas puertorriqueños de hoy. Págs. xiii-xxxi.
Cancel, Mario R. Literatura y narrativa puertorriqueña: la escritura entre siglos. San
Juan: Editorial Pasadizo, 2007. Dolores Hernández, Carmen. “Manuel Abreu Adorno, de Vega Baja a McOndo, pasando
por París”. Letras, El Nuevo Día, San Juan, 16 de abril de 2006, págs. 6-7. Martínez Capó, Juan. “Libros de Puerto Rico. Manuel Abreu Adorno, Llegaron los
hippies y otros cuentos”. El Mundo, San Juan, 25 de febrero de 1979, p. 10-B. Mitre, Eduardo. Prólogo. En: Sonido de lo innombrable, págs. 9-13. San Juan: Instituto
de Cultura Puertorriqueña, 1992. Rivera de Álvarez, Josefina. Literatura puertorriqueña. Su proceso en el tiempo. Madrid:
Ediciones Partenón, S.A., 1983.
60
Rodríguez Correa, Awilda (Ed.). Juan Martínez Capó: Reseñas (1967-1987). Cuento, novela, otras publicaciones y revistas. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2009.
Vega, José Luis. Techo a dos aguas. Río Piedras: Editorial Plaza Mayor, 1998. ―Manuel Abreu Adorno (1955-1984): Otro modo de ser puertorriqueño. Págs.
95-99. _____________ (Ed.). Reunión de espejos. San Juan: Editorial Cultural, 1983.
―Vega, José Luis. El rostro en el espejo: hacia el cuento puertorriqueño actual. Págs. 17-30.
Yurkievich, Saúl. Prólogo. La vida perdurable. En: No todas las suecas son rubias, págs.
7-12. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1991. Bibliografía sobre narrativa McOndo y Crack Alberto Fuguet & Sergio Gómez. Presentación del País McOndo. En: McOndo (una
antología de nueva literatura hispanoamericana). Barcelona: Grijalbo-Mondadori, 1996. Recuperado de www.marcosymarcos.com/macondo.htm el 25 de octubre de 2007.
Carreño Bolívar, Rubí. “De niños de septiembre a pasajeros en tránsito: memorias del
2000 en Electorat y Fuguet. (Las Películas de mi Vida, de Alberto Fuguet) (La Burla del Tiempo, de Mauricio Electorat) (Ensayo Crítico)”. Taller de Letras, 37 (2005): 103-118. Recuperado de Literature Resource Center el 18 de febrero de 2008.
Carvajal, Brent. “The padxaging of contemporary Latin American Literature: “La
Generación del Crack and McOndo”. Confluencia: Revista Hispánica de Cultura y Literatura, 20, i2 (2005): 122-132. Recuperado de Literature Resource Center el 27 de octubre de 2007.
Contemporary Authors Online. José Edmundo Paz-Soldán in Contemporary authors
Online. (A profile of the author’s life and works). Thomson Gale, 2007. Recuperado de Literature Resource Center el 25 de octubre de 2007.
-------------------------------. Jorge Volpi in Contemporary authors Online. (A profile of the
author’s life and works). Thomson Gale, 2007. Recuperado de Literature Resource Center el 25 de octubre de 2007.
61
-------------------------------. Alberto Fuguet in Contemporary authors Online. (A profile of the author’s life and works). Thomson Gale, 2005. Recuperado de Literature Resource Center el 25 de octubre de 2007.
Santos-Febres, Mayra. Sobre piel y papel. San Juan: Ediciones Callejón, 2005. ― “¿A manera de un pequeño manifiesto? O reflexiones a partir del reposo de los héroes”. Págs. 217-223. ― “Leyendo lo posmoderno”. Págs. 168-173. ― “MC Condo o la muerte del realismo mágico”. Págs. 224-231. Padilla, Ignacio. “Mc Condo y El Crack: dos experiencias grupales”, 2004.
Recuperado de www.nerwritingpartnership.org.uk/fp/aspen/public/getFile.asp? el 25 de octubre de 2007.
Volpi, Jorge & Miguel Ángel Palou & Ignacio Padilla et al. “Manifiesto Crack”. En: Lateral. Revista de Cultura. N. 70, octubre de 2000. Recuperado de www.lateral-ed.es/tema/070manifiestocrack.htm el 25 de octubre de 2007.
Obras de consulta general
Bolaño, Roberto. Los detectives salvajes. Barcelona: Anagrama, 1998.
Birkenmaier, Anke. El realismo sucio en América Latina. Reflexiones a partir de Pedro Juan Gutiérrez. Miradas, revista del audiovisual, número 6, 2004 Cuba. Recuperado de: www.pedrojuangutierrez.com/Ensayos_ensayos_Anke%20Birkenmaier.htm el 20 de junio de 2007.
De Toro, Alfonso (Ed.). Postmodernidad y Postcolonialidad. Breves reflexiones sobre
Latinoamérica. Frankfurt am Main: Vervuert; Madrid: Iberoamericana, 1997. ―De Toro, Alfonso. Fundamentos epistemológicos de la condición
contemporánea: postmodernidad, postcolonialidad en diálogo con Latinoamérica. Págs. 11-41.
Fuguet, Alberto. Mala Onda (Edición especial décimo aniversario). Chile: Punto de
Lectura, 2001. Lalo, Eduardo. Los países invisibles. San Juan: Editorial Tal Cual, 2008.
62
Lyotard, Jean-François. La postmodernidad (explicada a los niños). Barcelona: Editorial Gedisa, S.A, 2005.
Oviedo, José Miguel. Historia de la literatura hispanoamericana 4: de Borges al
presente. Madrid: Alianza Editorial, 2004. Rivera Nieves, Irma & Gil, Carlos (Eds). Polifonía Salvaje. Ensayos de cultura y política
en la postmodernidad. San Juan: Editorial Postdata; Universidad de Puerto Rico, 1995.
―Rivera Nieves, Irma. Nacionalismo y postmodernidad: la nostalgia de Dios en tiempos de penuria. Págs. 147-167.
― _________________. La postmodernidad, un chance de libertad. Págs. 419-465.
Roffé, Reina (Ed.). Espejo de escritores. Entrevistas con Borges, Cortázar, Fuentes,
Goytisolo, Onetti, Puig, Rama, Rulfo, Sánchez, Vargas Llosa. Hanover: Ediciones del Norte, 1985.
―Sosnowski, Saúl & Cortázar, Julio. Julio Cortázar. Modelos para desarmar. Págs. 40- 62. ―Szichman, Mario & Rama, Ángel. Ángel Rama. Más allá de la ciudad letrada. Págs. 196-221.
Sánchez-Mesa-Martínez, Domingo. Literatura y cultura de la responsabilidad. El
pensamiento dialógico de Miajíl Bajtín. Granada: Editorial Comares, 1999. Volpi, Jorge. En busca de Klingsor. Barcelona: Seix Barral, 1999.