Como quien crea una obra de arte o construye una casa que solo ha vislumbrado en sueños, así cada quien divisa su futuro y camina hacia él; sorteando obstáculos y dificultades lucha por alcanzarlo, aunque éste (el futuro) parezca alejarse y, en algunos momentos hasta se oculte y se confunda en la bruma de la incertidumbre y la desesperanza.Pero nuestro futuro, debemos convencernos, lo vamos armando como

un monstruoso rompecabezas en el que cada quien es responsable del lugar en el que coloca la pieza siguiente, aciertos y desaciertos pugnan por ocupar lugares de privilegio, luchamos contra fantasmas, y entonces es nuestra entera responsabilidad el saber distinguirlos entre la muchedumbre de seres y acontecimientos que están esperando el nuevo día para sorprendernos y echar por tierra nuestras expectativas.Y así como cada quien crea su pequeño y cercano futuro, La suma de

todas aquellas decisiones son la que conforman el futuro de los pueblos, las naciones y la humanidad entera. Nadie, por minúsculo que sea, escapa al hecho de ser actor en esta intrincada maraña que Llamamos el “mañana”.Es cierto que habrá quienes desempeñen los papeles protagónicos,

pero la responsabilidad del éxito de esa obra magna que estamos representando y que es La vida, depende de todos sin excepción.Por esto, pienso, que debemos ser muy cautos y juiciosos cuando se

trate de tomar una decisión pequeña o trascendente, pues ésta, aun siendo aparentemente inofensiva, es un eslabón de la inmensa cadena que crecerá fuerte e irrompible o de lo contrario ese futuro al que pretendemos acceder, y que por negligencia o simple comodidad construimos sobre arenas movedizas, sin ninguna duda nos arrastrará en el pozo sin fondo del error, en el que Las buenas intenciones no serán suficientes para poder acceder al promisorio futuro que todos deseamos.EL futuro lo estamos construyendo cada día, mañana puede ser

demasiado tarde.FUENTE: Editorial Revista CASSINELLI MI CASA. Pag. 3, N° 155, Año XIII.