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Para la Oración

Dos oraciones clásicas para después de la comunión son estas. En ellas contemplamos de manera especial la entrega de Jesús por nosotros y estimula-mos nuestros sentimientos al amor del que se nos ha dado como alimento para nuestra vida

AAAA lma de Cristo , santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame; y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos.

Ante Jesús crucificado

M írame, oh mi amado y buen Jesús, postrado ante tu divina presencia.

Te ruego con el mayor fervor, que imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de mis pecados y propósito de jamas ofenderte; mientras que yo con toda la compasión de que soy capaz, voy considerando tus cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Ti el santo Profeta David: “Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos”

Jaén. Febrero 2007

La Cena del Señor

Parroquia de La Asunción de Martos.

Diócesis de Jaén www.asunciondemartos.es

Tema XIX

Catequesis Parroquial

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12 El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: “¿Dónde quieres que va-yamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pas-cua?” 13 Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: “Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle 14 y allí donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" 15 El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparati-vos para nosotros.” 16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciu-dad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pas-cua. 17 Y al atardecer, llega él con los Doce. 18 Y mientras comían recostados, Jesús dijo: “Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.” 19 Ellos empezaron a entriste-cerse y a decirle uno tras otro: “¿Acaso soy yo?” 20 El les dijo: “Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. 21 Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!” 22 Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: “Tomad, este es mi cuerpo.” 23 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. 24 Y les dijo: “Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. 25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.”

Lectura Bíblica

Mc14,12-25

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SÍNTESIS

En la Última Cena Jesús lavó los pies de sus discípulos como gesto de servicio; y después tomó el pan y lo repartió diciendo: “Tomad y comed , esto es mi Cuerpo”. Luego tomó el cáliz con el vino y dijo: “Tomad y bebed, esta es mi sangre”. Así anticipó su entrega en la cruz.

En la Misa el sacerdote hace las mismas acciones y dice las mismas palabras que Jesús en la Última Cena y así se hace presente entre nosotros el misterio pascual del Señor: su muerte y resurrec-ción que nos salvan.

La Eucaristía es el sacramento en el que Cristo nos da su Cuerpo y su sangre bajo las apariencias de pan y de vino. En la Eucaristía hay que considerar tres cosas:

♦Que se ofrece Jesucristo como lo hizo en la Cruz

♦Que en la comunión recibimos realmente a Cristo vivo y entero bajo las apariencias de pan y vino

♦Que en el pan y el vino consa-grado s está Jesús entero y vivo mientras permanecen las espe-cies de pan y vino.

En el sagrario se guardan con todo respeto las sagradas formas para poder llevar la comunión a los enfermos y para que podamos ir a rezar allí, considerando que en la Eucaristía se nos está entregan-do el Señor.

ACTIVIDADES

LEER Lee Éxodo 12,1-14 y haz un esque-ma de cómo celebraban los israelitas la Pascua. Destaca qué celebraban en ella y qué tiene eso que ver con la Eucaristía Lee el texto de san Justino en la pág. 5 y haz un esquema de cómo cele-braban los primeros cristianos la Euca-ristía. REFLEXIONA La Iglesia nos recuerda que tenemos que participar en la Eucaristía cada do-mingo. ¿Por qué crees tú que tanta gen-te deja de cumplir este deber? Es para ti este momento el más importante de la semana? Hay quienes dicen: “Yo para ir sin gana y estar mal allí prefiero no ir a Misa? ¿No te parece que sería más co-rrecto decir: “Debo poner esfuerzo y participar intensamente en la Misa? Cuando asistes los domingos a Misa ¿eres puntual y participas intensamente con tu atención tus respuestas en voz alta y tu oración? ¿Qué te estorba para eso? ¿Cómo poner remedio a lo que te estorba? Valoras la lectura de la Palabra de Dios? ¿Escuchas? ¿Entiendes? ¿Son alimento para tu vida cristiana esas lec-turas? ¿Comulgas con frecuencia? ¿Qué te impide hacerlo? ¿Te preparas de verdad para recibir al Señor? ¿Das gracias después de comulgar? ¿Hablas con el Señor o apenas atiendes a lo que has hecho? ¿Qué consecuencias debe tener la comunión en nuestra vida?

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Santo Tomás de Aquino compuso este himno para la fiesta del Corpus Christi. Se sigue cantando en latín cuando exponemos el Santísimo Sacramento y cuando da-mos la bendición con él. La traducción castellana es muy cuidada y nos ayuda a com-prender el misterio de la Eucaristía

Pange, lingua, gloriosi Corporis mysterium, Sanguinisque preciosi, Quem in mundi pretium Fructus ventris gencrosi Rex effudit gentium. Nobis datus, nobis natus Ex intacta Virgine, Et in mundo conversatus, Sparso verbi semine, Sui moras incolatus Miro clausit ordine. In supremae nocte cenae Recumbens cu fratribus, Observata lege plene Cibis in legalibus, Cibum turbae duodenae Se dat suis manibus. Verburn caro, panem verum Verbo carnem efficit, Fitque sanguis Cliristi merum, Et si sensus deficit, Ad firmandum cor sincerum Sola fides sufficit. Tantum ergo Sacraméntum Venerémur cérnui; Et antíquum documéntum Novo cedat rítui, Prxstet fides suppleméntum Sénsuum deféctui. Genitóri, Genitóque Laus et jubilátio, Salus, honor, virtus quoque Sint et benedíctio: Procedénti ab utróque Compar sit laudátio. Amen.

Que la lengua humana cante este misterio: la preciosa sangre y el precioso cuerpo. Quien nació de Virgen, Rey del universo, por salvar al mundo dio su sangre en precio, Se entregó a nosotros, se nos dio naciendo de una casta Virgen; y, acabado el tiempo, tras haber sembrado la Palabra al pueblo, coronó su obra con prodigio excelso. Fue en la última cena -ágape fraterno— tras comer la Pascua según mandamiento, con sus propias manos repartió su cuerpo, lo entregó a los doce para su alimento. La Palabra es carne y hace carne y cuerpo con palabra suya lo que fue pan nuestro. Hace sangre el vino, y aunque no entender-nos, basta fe si existe corazón sincero. ¡Adorad postrados este Sacramento. Cesa el Viejo Rito. Se estable el Nuevo. Dudan los sentidos y el entendimiento: que la fe lo supla con asentimiento. Himnos de alabanza, bendición y obsequio; por igual la gloria y el Poder y el reino al Eterno Padre con el Hijo Eterno y al Divino Espíritu que procede de Ellos.

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La Última Cena de Jesús LA PASCUA Y LOS ÁZIMOS Todos los años en la primera luna llena de primavera, los judíos cele-bran el memorial de su salida de Egip-to. Son dos fiestas: la Pascua que dura sólo un día y los ázimos que duran una semana entera. La Palabra Pascua significa paso . Dios pasó por Egipto liberando a su pueblo y los israelitas pasaron de la esclavitud a la libertad. Antes del atardecer del día anterior a la Pascua, el padre de familia recorre la casa para que no quede en ella ni una migaja de pan fermentado. Cuando llega el atardecer se sacrifica un cordero, con su sangre se marcan el dintel y las jambas de la puerta, y lue-go se reúnen los necesarios para consu-mirlo. No se podrá dejar nada para el día siguiente. El cordero se come asado con ensaladas y salsas propias de la fiesta. Durante la cena se hacen oracio-nes y se cantan himnos religiosos. Des-pués de cenar se permanece largo rato con canto y con conversación festiva. Durante siete días no se puede comer pan con levadura, sino sólo pan ácimo porque con estas fiestas se expresa el agradecimiento a Dios por la liberación y el deseo de comenzar todo de nuevo, una vida nueva. El relato de la institución de la Pascua lo tenemos en Éxo 12,1-20. JESÚS CELEBRÓ LA PASCUA La noche antes de padecer Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la Pascua,. Esta sería su última cena en el mundo. En esa Cena Jesús realizó un doble signo: lavó los pies a los discípulos y se les entregó como

alimento, bajo las apariencias de pan y de vino. De esta manera Jesús anticipaba lo que haría al día siguiente en la Cruz: se entregaba totalmente en servicio nuestro, para limpiarnos de todo pecado y para ser nuestra fuerza en el camino de la vida. LA NUEVA PASCUA Jesús murió en la cruz du-rante la Pascua. La Pascua desde entonces celebra el Paso de Dios hombre por este mundo. Jesús ha pasado de este mundo al Padre, ha pasado por la muerte y el dolor. Resucitando ha pasado de la muerte a la vida. Para nosotros la Pascua no es ya el recuerdo de la salida de Egipto, sino la celebración de la Muerte y Resurrección de Jesús. En la noche de la Resu-rrección, durante la gran Vigilia Pascual, la Iglesia canta con gozo

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estas palabras que indican el paso de la Pascua en figura, la de Egipto, a la Pascua verdadera, la de Cristo:

Estas son las fiestas de Pascua en las que se in-mola el verdadero Cor-dero, cuya sangre con-sagra las puertas de los fieles. Y son los verdaderos Ázi-mos porque con la Muerte y resu-rrección de Jesús ha empezado una vida nueva para los que creen en Él. Dice san Pablo Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.

EUCARISTÍA Eucaristía significa acción de gracias. También se la llama Misa. En la Eucaristía damos gracias a Dios por-que nos ha salvado por medio de Jesu-cristo. En la Eucaristía Jesús se hace presente entre nosotros bajo las aparien-cias de pan y de vino; por eso llamamos también Eucaristía al pan y al vino con-sagrados, convertidos ya en el cuerpo y la sangre del Señor. PARTIR EL PAN Al principio se le dio este nom-bre a la cena del Señor. En Act 20,7-12 se nos cuenta como celebraban la Euca-ristía los primeros cristianos: Ya de no-che se reunían en un salón amplio de una casa particular. Lo iluminaban con muchas lámparas o velas en señal de fiesta y para poder verse. El que presi-día, después de haber hecho las lecturas de la Palabra de Dios, hablaba larga-mente. Luego llevaban el pan y el vino, lo consagraban y tras partirlo, comulga-ban . Después hacían una cena de fiesta y continuaban la conversación. Es decir, en lo esencial ya se hacía lo que ahora hacemos en la Eucaristía. Otra descripción muy antigua de la Eucaristía nos la ofrece San Justino en el texto que añadimos.

La Eucaristía

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LITURGIA DE LA EUCARISTÍA En esta parte recordamos y hacemos presente la muerte y resurrección de Jesús, repitiendo lo que hizo en la últi-ma Cena y participando de su cuerpo y de su sangre. Ritos previos Esta parte comienza con la profe-sión de fe o credo que sirve de enlace con la primera parte. A continuación se hace la oración llamada de los fieles porque en ella sólo participan los bauti-zados. Ofertorio Se recogen las ofrendas de los fieles y se llevan al altar junto con el pan y el vino en la procesión de ofrendas. El sacerdote las presenta, se lava las ma-nos para indicar que pasa de lo profano a lo sagrado y reza una oración que antes se decía en voz baja, por lo que se llamaba secreta Oración eucarística En esta parte el sacerdote hace el memorial de la Última Ceba y repite las palabras de la entrega de Jesús. El Se-ñor se hace presente en el sacramento bajo las apariencias de pan y vino. Al concluir esta oración todos dicen AMÉN, haciendo propio lo dicho por el que preside. ♦ Las partes de esta oración son: ♦ Invocaciones iniciales ♦ prefacio ♦ santo ♦ anáfora (Antes se llamaba canon

porque era invariable. ) ♦ introducción ♦ consagración ♦ recuerdo de vivos y difun-tos

♦ Conclusión

♦ AMÉN Comunión Después de la oración eucarísti-ca recibimos el cuerpo y la sangre del Señor como alimento para nues-tra vida . Hacemos las siguientes cosas: ♦ Padre nuestro ♦ Oración de la paz ♦ La paz ♦ Fracción del pan con el Cordero de Dios ♦ Comunión ♦ Acción de gracias DESPEDIDA Antes de irnos se hace una breve despedida que consta de: ♦ Oración ♦ Avisos y recomendaciones

♦Bendición, que a veces va pre-cedida de una oración sobre el pueblo o de una fórmula de ben-dición más larga.

♦ Saludo final o envío

AVISOS No se debe comulgar sin confesar antes cuando se ha cometido un pecado grave. Prepárate bien antes de co-mulgar, pensando serenamente lo grande que es lo que vas a hacer y activando tu amor a Jesús a quien vas a recibir. Sólo se comulga una vez al día a no ser que se asista a dos misas. Más de dos veces al día no se debe comulgar nunca. Después de comulgar habla con el Señor dándole gracias y pidiéndole su ayuda

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ENTRADA La entrada en la Misa nos pre-para para el gran misterio que vamos a celebrar. Recibimos al sacerdote que preside en nombre y figura de Cristo a la Iglesia y pedimos perdón al señor para par-ticipar con pureza en la celebra-ción. Las partes del rito de entrada son ♦ Salida del sacerdote ♦ y canto de entrada. ♦ La señal de la cruz ♦ El saludo ♦ el acto penitencial ♦ el gloria ♦ La oración inicial

LITURGIA DE LA PALABRA Se leen varias lecturas de la Palabra de Dios En las lecturas es Dios mismo quien nos habla, mostrándonos su amor, invitándonos a perseverar en la fe y en las buenas obras y llamándo-nos a la conversión. El orden de esta parte es: ♦Lectura del AT o de Act en Pascua ♦Salmo Responsorial ♦Lectura de las Epístolas del NT

(los días corrientes sólo se hace una lectura y el salmo correspondiente)

♦Aclamación al Evangelio ♦Homilía del sacerdote

La celebración de la Misa

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Nadie puede participar del alimento que llamamos Eucaristía si no tiene por verdadero lo que enseñamos, si no ha sido purificado con el baño de la remi-sión de los pecados y de la regeneración, si no vive conforme a la tradición de Cristo. Porque nosotros no tomamos este alimento como un pan ordinario o una bebida corriente. Sino que así como por la Palabra de Dios Jesucristo nuestro Salvador se encarnó tomando carne y sangre para salvarnos, así el alimento consagrado por la palabra de su oración y destino a nutrir nuestra carne y nuestra sangre para transformarnos, es, lo sabemos bien, la carne y la sangre de Jesús encarnado. Los apóstoles, en las memorias que nos dejaron escritas, y que llamamos los Evangelios, nos transmitieron así la recomendación que Jesús les hizo: Tomó el pan, dio gracias y dijo: Haced esto en memoria mía; éste es mi cuer-po. De la misma manera tomó la copa, dio gracias y dijo: Esta es mi sangre. Y se los dio a ellos solos. (...) Desde entonces no dejamos de repetir la memoria de estas cosas. Los que poseen bienes ayudan a los que no los tienen, y todos permanecemos unidos. Por todo lo que comemos, bendecimos al Creador del universo por medio de su Hijo Jesucristo y por medio del Espíritu Santo. «El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los Escritos de los Profetas. Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y éstas terminadas, como ya dijimos, se ofre-ce pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama diciendo Amén. Ahora viene la distribución y participación, que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, según su libre determinación, dan lo que bien les parece, y lo recogido se entrega al presidente, y él socorre de ello a huérfanos y viudas, a los que padecen enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hallan en necesidad. Y celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el día primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día tam-bién en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó entre los muertos; pues es de saber que le crucificaron el día de Saturno y, al siguiente al día de Saturno, que es el día del sol, aparecido a sus apóstoles y discípulos, nos enseñó estas mismas doctrinas que nosotros os exponemos para vuestro examen»

(Apología I, 65-66).

San Justino nació en Palestina hacia el año 100. A los treinta años se convirtió al cristianismo. Leal y de espíritu muy amplio, supo admirar siempre toda verdad, aun reco-nocida como parcial. Residió en Éfeso y puso dos veces escuela en Roma. Nos han quedado de él dos defensas del cristianismo: sus Apologías y un Diálogo con el judío Trifón. Su valentía ante los perseguidores de la Iglesia le valió ser decapitado en Roma en 165. En este trozo nos habla de cómo celebraban la Eucaristía los primeros cristia-nos

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Dios nos ha dado: el sacrificio de su Hijo. Y con él le ofrecemos también todo lo nuestro, nuestra vida, nuestros trabajos, penas y alegrías. Como el pan y el vino se transfor-man en el Señor en la consagración, así también todo lo nuestro queda unido al sacrificio del Señor. Somos la gota de agua que se echa en el cáliz y deja de ser agua al unirse con el vino. En la Misa quedamos ínti-mamente unidos al Señor y nos ofrece-mos al Padre con Cristo por el Espíritu Santo. Por todo eso, la Eucaristía es el mo-mento mejor para rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. COMUNIÓN Comunión significa comunicación o común unión. La Misa no sólo nos une con Cristo, sino que nos une entre no-sotros. La comida en común significa nues-tra profunda unidad y hace que este-mos más unidos entre nosotros. Esta es la razón por la que el que está en pecado grave no puede comul-gar, porque no está unido de verdad a la comunidad.

MEMORIAL DE SU MUERTE Y RESURRECCIÓN En la Ultima Ce-na Jesús anticipó su muer-te y resurrección, entre-gando, bajo las apariencias de pan y vino, su cuerpo y

su sangre a sus discípulos. Ahora Jesús continúa su entrega, su muerte y su resurrección, entre-gándose a nosotros en la Eucaristía. Por eso dice san Pablo: Cada vez que coméis este pan y be-béis esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. (1Co 11,26). En toda Misa se hace presente el sacrificio de Cristo: la muerte y resu-rrección del Señor. HOSTIA La palabra hostia significa cosa que se ofrece en sacrificio. Luego pasó a significar el pan que se consa-gra en la eucaristía. Nosotros lleva-mos pan y vino y Jesús los hace su cuerpo y su sangre para alimentarnos y salvarnos. Esa es la ofrenda de la Iglesia a Dios, el cuerpo y la sangre de Jesús. La hostia consagrada ya no es pan, es el Señor. El vino consagrado ya no es vino, es el Señor. Por eso guarda-mos con todo respeto en el sagrario las hostias consagradas, o sagradas formas; por eso encendemos una lamparilla junto al sagrario cuando contiene las sagradas formas; por eso también hincamos la rodilla al pasar delante del sagrario y rezamos ante él: porque allí está el Señor. SACRIFICIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA En la Eucaristía ofrecemos a Dios lo mejor que tenemos, lo mejor que

Examínese, pues, cada uno a sí mismo, antes de comer el pan y beber la copa. Pues quien co-me y bebe sin apreciar el Cuerpo del Señor , come y bebe su propia condenación. (1Co 11,28-29)

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Tampoco pueden comulgar en nuestras celebraciones los que no son católicos, ni nosotros debemos comulgar en las celebraciones de los no católicos: Sería simular con men-tira una unidad que realmente no tenemos. SACERDOTE Sacerdote es el encargado de hacer los sacrificios en honor de Dios, el intermediario entre Dios y el hombre. Los cristianos tenemos un único sacerdote que es Cristo. Sólo él pue-de ser intermediario entre Dios y los hombres. Sólo él es lo suficiente-mente santo para poderse acercar al Padre en nombre nuestro, Cristo además ha querido que toda la Iglesia sea con él sacerdote. La Iglesia es la continuación de Je-sús, el Cuerpo de Jesús en el mundo. Por eso todo cristiano participa del sacerdocio de Cristo. Somos un pue-blo sacerdotal que unimos a Dios con la humanidad. Cristo ha querido, por otra parte,

que algunos hombres lo hagan a él presente entre los cristianos con la tarea de enseñar la fe, administrar los sacramentos y dirigir la comunidad cristiana: son los presbíteros y los obispos. Ellos cumplen en el pueblo cristiano lo que dijo Jesús: Haced esto en conmemoración mía.

EL PAN Y EL PEZ

Los primeros cristia-nos utilizaron el símbolo del pan y el pez para significar la Eucaristía, ya que recordaba la multiplicación de los panes y los peces con la que Jesús alimentó a la multitud. Así es-te símbolo venía a decir: nuestro pan es Cristo. El pez es uno de los símbolos más antiguos de Cristo porque pez en griego se dice ������(Ikhthys) y con esas letras como iniciales se forma la frase: ��������� �������� ������ ������ �������

(Iesus Khristós Theou Huios Soter) que significa: Jesús Cristo, Hijo de Dios Salvador


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