POLITICAS DE GESTIÓN Y CALIDAD AMBIENTAL CORPORATIVA, EN UN MARCO DE DESARROLLO SOSTENIBLE
Gilberto Andrés Zárate Martínez
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Económicas
Bogotá, Colombia
2016
POLITICAS DE GESTIÓN Y CALIDAD AMBIENTAL CORPORATIVA, EN UN MARCO DE DESARROLLO SOSTENIBLE
Trabajo presentado como requisito parcial para optar al título de:
Magister en Administración de empresas
Director (a):
Luz Alexandra Montoya R. (PhD)
Línea de Investigación:
Gestión de las organizaciones
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Económicas
Bogotá, Colombia
2016
Dedicatoria.
A mis padres, a mi hijo, mi familia cercana, a
todos quienes de alguna manera me apoyaron para
la realización de este trabajo, con su motivación o
con su tiempo.
Contenido IX
Resumen
La preocupación por los efectos del estilo de vida sobre el medio ambiente no es
un fenómeno nuevo. Desde hace ya unos 60 años se han venido discutiendo y
acordando diferentes compromisos sobre este tema por parte de los gobiernos
alrededor del mundo. El objetivo que finalmente se ha trazado como consenso,
luego de estos años es el de lograr el desarrollo sostenible, aunque tal objetivo en
su propio contenido y definición tenga muchas contradicciones de forma y de
fondo.
Las empresas, desde su rol como participantes de esta dinámica han
implementado también sistemas de gestión y de calidad ambiental, que les
permite demostrar su aporte hacia el alcance del desarrollo sostenible, dando
lugar a conceptos como la responsabilidad ambiental empresarial, la serie normas
ISO 14000, el ecoetiquetado ecológico, el ecodiseño, etc. Tales conceptos han
tenido un alto grado de implementación por parte de las empresas, dando lugar a
que un número cada vez más mayor de ellas implemente alguna de las
metodologías mencionadas y reporte públicamente sus aportes a través de
diferentes herramientas. En este documento se hace una revisión del concepto
del desarrollo sostenible y su relación y viabilidad con el modelo económico
actual, así como de las diferentes normas y modelos de gestión que han surgido
como resultado de la preocupación colectiva por la situación medio ambiental
actual. Si bien, se ha incrementado considerablemente el número de empresas
que ponen en práctica y reportan iniciativas ambientales, la evidencia muestra
que el efecto positivo sobre el medio ambiente de tales iniciativas no es
proporcional a su implementación, ni en la magnitud ni en la rapidez. Por lo tanto,
y como conclusión de este documento, es claro que se requiere que los modelos
y técnicas de gestión ambiental generen cambios visibles y medibles, que
permitan mitigar los efectos nocivos sobre el planeta. Es necesario también,
romper el paradigma del crecimiento ilimitado, sobre el que se fundamenta el
modelo económico pues este no es compatible con la limitada disponibilidad de
recursos que ofrece el planeta. Si esto no ocurre, continuaremos presenciando
cambios irreversibles en los ecosistemas de los que somos parte, que terminarán
por afectarnos a nosotros mismos y en el largo plazo podrían poner en riesgo
nuestra supervivencia.
Palabras Claves
Desarrollo sostenible, gestión ambiental, normas ISO 14000, sostenibilidad,
responsabilidad ambiental, reporte ambiental.
Abstract
Concern about the effects of our actions and our lifestyle on the environment is not
a new phenomenon. For about 60 years, this has been discussed and various
commitments about this topic have been established by governments around the
world. After these years, the goal that finally has been set by global consensus, is
to achieve sustainable development, although such objective in its own definition
have many contradictions in form and content.
Companies, in their role of participants in these dynamics have implemented
management systems and environmental quality policies, which allow them to
demonstrate their contribution toward achieving sustainable development, leading
the developing of some concepts like corporate environmental responsibility, the
ISO 14000 series standards, ecological eco-labeling, eco design, etc.
Such concepts have had a high degree of implementation by corporations, leading
to an increasingly larger number of them implementing some of the methods
mentioned and publicly report their contributions through different tools. This paper
reviews the concept of sustainable development and its relationship and viability
with the current economic model, as well as the different standards and
management models that have emerged as a result of collective concern about
the current environmental situation. While it has considerably increased the
number of companies that implement and report environmental initiatives,
evidence shows that the positive effect of such initiatives on the environment is not
proportional to its implementation, about its magnitude or speed. Therefore, and
as conclusion of this document, it is evident that it´s required that the models and
environmental management techniques generate visible and measurable
changes, to mitigate the adverse effects on the planet. It is also necessary to
break the unlimited growth paradigm on which economic model is based, because
this is not compatible with the limited resources availability offered by the planet. If
not, we will continue witnessing irreversible changes in ecosystems we are part,
which will eventually affect ourselves and in the long term could threat our own
survival.
Key Words
Sustainable development, environmental management, ISO 14000, sustainability,
corporate environmental responsibility, environmental reporting.
TABLA DE CONTENIDO
Resumen………………………………………………………………………………………… IX
Lista de Gráficos ............................................................................................................... 0
Lista de tablas ................................................................................................................... 1
INTRODUCCIÓN………………......................................................................................2
CAPÍTULO 1. MODELO ECONÓMICO, SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO SOSTENIBLE….........................................................................................................7 1.1 EL MODELO ECONÓMICO Y SU PAPEL FRENTE AL MEDIO AMBIENTE ... 9 1.2 SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO SOSTENIBLE: ORIGEN Y EVOLUCIÓN
DEL CONCEPTO .......................................................................................... 12
CAPÍTULO 2. RESPONSABILIDAD AMBIENTAL CORPORATIVA: LOS SISTEMAS DE GESTIÓN DE CALIDAD Y DE GESTIÓN AMBIENTAL ........................................... 19 2.1 LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA Y SU APORTE PARA EL
DESARROLLO SOSTENIBLE O SOSTENIBILIDAD ..................................... 21 2.2 LOS SISTEMAS DE GESTIÓN MEDIO AMBIENTAL Y SUS BENEFICIOS
PARA LA ORGANIZACIÓN Y EL MEDIO AMBIENTE .................................. 23 2.3 LAS NORMAS ISO: LA INTEGRACIÓN DE LOS SISTEMAS DE CALIDAD AL
MEDIO AMBIENTE ....................................................................................... 25 2.4 EL MECANISMO DE DESARROLLO LIMPIO: APORTE DE UN MECANISMO
FLEXIBLE PARA LA REDUCCIÓN DE GASES DE EFECTO
INVERNADERO…………………………………………………………………....30
2.5 MECANISMOS DE GESTIÓN AMBIENTAL DE PRODUCTO: EL ANÁLISIS DEL CICLO DE VIDA Y EL ECOETIQUETADO ............................................ 33
2.5.1EL ANÁLISIS DEL CICLO DE VIDA ACV .............................………….…….33
2.5.2 EL ECOETIQUETADO ECOLÓGICO: UN ENFOQUE DE ELECCIÓN
AMBIENTAL DEL CONSUMIDOR…………………………………………….…35
CAPÍTULO 3. INICIATIVAS Y GUÍAS DE REPORTE Y DESEMPEÑO AMBIENTAL COMO EVIDENCIA DE BUENAS PRÁCTICAS. EJEMPLOS ................................. 37 3.1 EL GRI (GLOBAL REPORTING INITIATIVE)…………...……………………...38 3.2 GEN(GLOBAL ECOLABELLING NETWORK)…………...………………….….40 3.3 (CERES) COALITION FOR ENVIRONMENTALLY RESPONSIBLE ECONOMIES………………………………………………………………………………..403.4 IISD(INTERNATIONAL INSTITUTE FOR SUSTAINABLE DEVELOPMENT)41
3.5 DJSI (DOW JONES SUSTAINABILITY INDEX ………………………..………41
3.6 ENVIRONMENTAL PERFORMANCE INDEX EPI……………………..………42
3.7 CASOS Y EJEMPLOS…………………………………………………………….43
3.7.1 PROGRAMA PILAS CON EL AMBIENTE……………………………………..43
3.7.2 PROGRAMA DE SUSTENTABILIDAD P&G…………………………………..44
CONCLUSIONES………………………………………………………………………………..45
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………….….52
Contenido 0
Lista de Gráficos
Pág.
Gráfico 1: Número de empresas certificadas a nivel mundial ISO 14001, 1999-
2012…........................................................................................................28
Gráfico 2: Incremento de emisión de gases de efecto invernadero en el mundo, en
millones de toneladas de CO2. 1999-
2012.………………………………………………………………………..........28
Gráfico 3: Emisiones de Carbón por año en millones de toneladas.1750-2015. Fuente:
Global, Regional, and National Fossil-Fuel CO2 Emissions. Carbon Dioxide
Information Analysis Center, Oak Ridge National Laboratory, U.S. Department
of Energy……………..……………………………………………………………..29
Gráfico 4: Cambios en la huella ecológica de los 5 países con mayor huella ecológica,
comparado con el cambio porcentual en certificaciones ISO 14001 en estos
mismos países en el período 2005-
2012.………………………………………………………..……………...........32
Gráfico 5: Gráfico 5. Emisiones de Co2 en millones de toneladas, en países del Anexo B
del protocolo de Kioto (países industrializados),en el período 1990-2009.
……………………………………………………………………..……………..41
Gráfico 6: Gráfico 6. Emisiones de Co2 en millones de toneladas en países no incluidos en
el Anexo B del protocolo de Kioto (países en desarrollo),en el período1990-
2009. ……………………………………………………………..33
Gráfico 7: Países con mayor participación en la huella ecológica global en el año 2014.
,…..…………………………………………………………….………….46
Gráfico 8: Participación en certificaciones ISO 14001, en los países con mayor huella
ecológica, año
2014…………………………..……………………………………….………….46.
Gráfico 9: Registro de temperatura anómala global expresada en °C, 1984-
2016……..…………………………………………………………….………….49
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Lista de tablas
Pág.
Tabla 1. Cumbres y tratados celebrados sobre medio ambiente y desarrollo sostenible
(1956-2016) .................................................................................................................. 13
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INTRODUCCIÓN
El medio ambiente global manifiesta, cada vez más, un mayor deterioro debido al uso
indiscriminado de los recursos naturales y a la insuficiente atención, en general, que se da
a la solución de los efectos negativos que esto produce sobre los seres vivos, incluidas las
poblaciones humanas.
Aunque en las últimas décadas, se puede señalar que se ha ido incrementando el nivel de
conciencia por parte de los distintos sectores de la población sobre los efectos que tiene
nuestro modo de vida en el ambiente, es claro que tal nivel de conciencia no es y tal vez no
será suficiente para lograr mitigar nuestra huella en el planeta. Prueba de esto son las
proyecciones y predicciones sobre la materia por parte de diferentes organismos
multilaterales.
Se estima que entre 75 y 250 millones de personas de toda África pueden enfrentarse a la
escasez de agua para 2020; las cosechas disminuirán en un 30% en Asia Central y
Meridional; y la agricultura que depende de la lluvia puede disminuir en un 50% en algunos
países africanos para el 2020 (UNDP, 2009). Si las temperaturas suben dos grados
Celsius en el África subsahariana, se calcula que 600 millones de personas más de la
región pueden pasar hambre, sufrir nuevas epidemias de enfermedades transmitidas por
mosquitos y pérdidas agrícolas adicionales de hasta US$26 mil millones para el año 2060
(United Nations Development Programme Energy and Environment, 2009).
Alrededor de 200 millones de personas de los países en desarrollo están severamente
afectadas por la desertificación. Cada año, cerca de 20 millones de hectáreas de bosques
tropicales son gravemente afectados o completamente arrasados. El daño a los bosques,
derivado de la polución ambiental conlleva a pérdidas económicas de alrededor de 84 mil
millones de euros, equivalente al PIB de Hungría (Elliot, 1999).
El 90% de los cambios producidos por el calentamiento global ya son permanentes. Más
de seis millones de toneladas de desechos, en su mayoría plásticos, acaban en las aguas
de los mares cada año (World Watch Institute, 2013).
En los últimos 45 años, el tamaño de la economía mundial prácticamente se ha
quintuplicado. Se ha triplicado el consumo de granos, carne vacuna y agua, mientras que
el consumo de papel se ha multiplicado por seis (Naciones Unidas, Consejo económico y
social, 1997)
Actualmente sólo el 1% de los desechos sólidos son reciclados. Cada año seis millones de
hectáreas de tierra productiva se convierten en desierto estéril (WCED 1987).
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A nivel global, las emisiones de CO2 aumentaron 36% entre 1992 y 2008, pasando de
22.000 millones de toneladas a más de 30.000 millones de toneladas (PNUMA 2011).
Si pudiéramos almacenar todo el CO2 que se ha emitido en la atmósfera desde el año
1750 (1.118 gigatoneladas), se requeriría un contenedor de 8,85 Km de altura y un
diámetro de 14,9 Km. (Esposito, 2013).
Aunque los efectos físicos sobre el medio ambiente son los más visibles, no podemos
ignorar los problemas de tipo económico y social que se derivan de este fenómeno y que
se han convertido a la vez en causa y consecuencia del deterioro ambiental. Tal es el caso
del aumento de los niveles de pobreza, especialmente en los países menos desarrollados,
donde la sobrepoblación, la reducción de las superficies cultivables y la consecuente
escasez de alimentos han llevado a agravar y hacer más alarmantes los niveles de miseria,
desnutrición y reducción del ingreso per cápita.
La necesidad de explotación de sus recursos naturales, especialmente mediante la
extracción de minerales se ha convertido en una fuente casi exclusiva de ingresos para sus
economías. Como consecuencia de esta dependencia, estos países sufren con mayor
intensidad el impacto de fenómenos como las sequias, inundaciones, esterilidad de los
suelos y reducción o contaminación de las fuentes de agua (Sunkel, 1999)
Las consecuencias en el presente y en el futuro son claras, y estas se ven reflejadas en la
calidad de vida a todo nivel pasando por la capacidad de acceso a los recursos naturales,
el desmejoramiento de las condiciones de vida de algunas poblaciones y el menor acceso
a fuentes de agua potable.
En Colombia, el caso no es muy diferente, ya que desde 1990, se ha reducido el área
cubierta de bosques en 59.000 km2, (Banco Mundial, 2106), las emisiones de CO2 se han
incrementado en un 48%, las emisiones de gases de efecto invernadero en un 19% (World
Resources Institute, 2014). En cuanto a la demanda de recursos naturales, actualmente, el
país cuenta con una biocapacidad de 3,9 hectáreas globales (gha) per cápita, mientras la
huella ecológica es de 1,9 (gha) per cápita, que, aunque deja aun una reserva, es
preocupante, teniendo en cuenta que, en los últimos 50 años, se ha perdido un 67% de la
biocapacidad (Global Footprint Network, 2016)
Si bien, estas cifras reflejan un panorama desalentador con respecto al futuro que nos
espera como habitantes del planeta y mucho más desalentador si pensamos en el futuro
para las generaciones venideras, el deterioro ambiental no ha sido un aspecto ajeno de
preocupación gubernamental e institucional.
En los gobiernos e instituciones multilaterales ha aumentado la conciencia de que es
imposible separar las cuestiones de desarrollo económico de las del medio ambiente
(WCED, 1987).
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Como consecuencia de este mayor nivel de conciencia han surgido múltiples acuerdos,
conferencias, protocolos y tratados que además de generar alerta, tratan de buscar formas
de que nuestros métodos actuales de producir y consumir reduzcan el consumo intensivo
de recursos naturales y la generación de desechos contaminantes.
Desde la década del 50 se empiezan a crear las primeras organizaciones que se
preocupan por los aspectos ambientales del planeta, y durante los años subsiguientes,
especialmente durante la década del 70 se inicia una serie de acontecimientos que dieron
lugar tanto a la creación de instituciones de carácter mundial como a la publicación de
informes que dan cuenta de la grave situación ambiental y las posibles consecuencias de
no tomar acción en este sentido.
Uno de los resultados más relevantes que surgió de estas instituciones y de las diferentes
cumbres y tratados internacionales fue el concepto de desarrollo sostenible, que se ha
convertido en el eje central alrededor del cual se han desarrollado las políticas, teorías,
actuaciones y discusiones sobre el medio ambiente.
Sin embargo, a pesar del gran desarrollo que ha tenido este tema, y pese al aumento de
departamentos, de técnicos y de publicaciones relacionadas, no se ha conseguido hasta el
momento, enderezar la situación global: la extracción de recursos y la emisión de residuos
per cápita sigue aumentando a escala planetaria (Naredo 2001, p. 11).
Desde la perspectiva de la empresa, se han dado pasos importantes hacia el mejoramiento
del desempeño ambiental y el desarrollo de productos más “amigables” con el ambiente,
dando surgimiento a distintas modalidades de validación de estas prácticas. Aunque en
algunos casos la razón de este actuar está motivada por la mejoría en la estructura de
costos y por la posibilidad de usar las variables ambientales como herramienta
promocional y de marketing.
Siguiendo esta misma filosofía, muchas organizaciones se esfuerzan por obtener
certificaciones que destaquen la aplicación y certificación de políticas de calidad total.
Redefinen los procesos en mayor o menor medida, hacen esfuerzos importantes para
comunicar e implementar los parámetros necesarios para lograr ajustarse a una norma.
La premisa fundamental es ofrecer al cliente tanto interno como externo productos cada
vez mejores en el sentido que satisfagan sus necesidades completamente. Siempre se
está en constante perfeccionamiento para que la satisfacción del cliente sea creadora de
una mejor percepción de calidad del bien o servicio. Esta percepción de calidad se
convierte en el vehículo por el cual se logra que la fidelidad del consumidor.
Sin embargo, este enfoque de calidad se aplica hasta el punto donde el cliente final o
cliente externo consume el producto y se siente satisfecho. De allí en adelante dentro de
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las políticas de calidad no se considera la etapa en la que el producto se convierte en
desecho.
En esta etapa, aunque se han cumplido los parámetros de calidad, en cuanto a
presentación, tipo de envase, color, textura y todas aquellas características que satisfacen
al consumidor final, no implica que a su vez se estén utilizando materias primas o recursos
que sean amigables con el medio ambiente y que estén dentro de los parámetros del
desarrollo sostenible.
Esto se convierte en una paradoja pues aquellos productos que se convierten en
satisfactores de necesidades, no siempre satisfacen la necesidad cada vez más
apremiante de cambiar la forma como se está interactuando con el ambiente y el anhelo de
vivir en un mundo cada vez más orientado a la restauración y conservación del equilibrio
entre hombre y naturaleza.
Es necesario, por lo tanto, tomar acciones correctivas que cambien la forma de producir lo
que consumimos y la forma de manejar el ciclo del producto de tal forma que sea cíclico y
no lineal, es decir que el ciclo no termine en el momento de consumo, sino que después de
ser consumido, reinicie su ciclo de producción como materia prima o que su degradación
tenga un mínimo impacto ambiental.
Aunque las organizaciones desde su actuar como proveedoras de productos y servicios
son responsables de la mayoría de causas de la problemática ambiental, sus políticas en
este sentido se limitan a cumplir los requisitos necesarios para certificarse en alguna
familia de normas existentes, como la ISO 14000 que les permita a las organizaciones un
título de responsabilidad ambiental (Epstein, 2009)
La norma ISO 14000 es un conjunto de documentos de gestión ambiental que una vez
implantados ayuda a las organizaciones a tratar sistemáticamente asuntos ambientales,
con el fin de mejorar el comportamiento ambiental y las oportunidades de beneficio
económico (Quijano, 2009).
Sin embargo, es importante tener en cuenta que las normas estipuladas por ISO 14000 no
fijan metas ambientales para la prevención de la contaminación, ni tampoco se involucran
en el desempeño ambiental a nivel mundial, simplemente establecen herramientas y
sistemas enfocados a los procesos de producción al interior de una empresa u
organización.
Como los requisitos son mayoritariamente documentales, no implica necesariamente la
aplicación de políticas de desarrollo sostenible, entendido como el desarrollo que cubre las
necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de
cubrir sus propias necesidades (WECD, 1987).
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En este sentido, por medio de otras herramientas, se ha logrado avanzar, aunque tal vez
no lo suficiente en la modificación de la forma de producir lo que consumimos y la forma de
manejar el ciclo del producto de tal forma que sea cíclico y no lineal, es decir que el ciclo
no termine en el momento de consumo, sino que después de ser consumido, reinicie su
ciclo de producción como materia prima o que su degradación tenga un mínimo impacto
ambiental.
Algunas de las maneras como la empresa se ha acercado a este ideal es por medio de la
aplicación de algunos conceptos como el eco etiquetado, la gestión ambiental, la
responsabilidad social ambiental y la ecoeficiencia.
Otros conceptos más avanzados en cuanto a su alcance ambiental se refieren, se han ido
incorporando, como es el caso de “De la Cuna a la Tumba” que permite (Romero, 2003)
estimar los impactos ambientales producidos a lo largo de toda la cadena productiva,
incluyendo aquellos que no se consideran en los análisis más tradicionales como la
extracción de las materias primas, el transporte de los materiales, el vertido del producto
residual, etc. (Chambers & McCullog, 1995).
En los apartes de este documento se plantea que la situación actual del medio ambiente
en nuestro planeta nos debe conducir a plantearnos soluciones o maneras diferentes de
manejo de los recursos naturales, más cuando su disponibilidad es limitada.
Se considera que para que estos cambios puedan emerger, es necesario promover
cambios al interior del principal sistema consumidor de recursos naturales: el sistema
económico. En acuerdo con algunos autores se establece que la variable consumo es uno
de los elementos determinantes de la actual interacción económica y su uso intensivo de
los recursos de la naturaleza.
Además se revisa como el concepto de desarrollo sostenible ha tenido cada vez más
aceptación en el panorama internacional y ha sido adoptado como pilar dentro de las
políticas gubernamentales de los países en favor del medio ambiente, sin embargo, su
propia definición contiene algunas divergencias que se ponen de manifiesto.
Se destaca como el papel de las organizaciones es fundamental para el logro no sólo de
los objetivos planteados alrededor del desarrollo sostenible sino de la mitigación de los
efectos nocivos en el medio ambiente.
Por lo que el análisis plasmado en este documento está orientado a estudiar cual ha sido el
resultado, desde la perspectiva ambiental que se ha logrado a través de la implementación
de diferentes sistemas de gestión, y políticas de calidad ambiental.
Lo anterior porque se considera aquí, que el verdadero aporte estas metodologías para el
medio ambiente debe ser evaluado desde los cambios a su favor y en las mejorías que se
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obtienen por su aplicación. Con un alcance más amplio que el de documentar la
implementación y seguimiento de un sistema administrativo. (González, 2009).
El objetivo de este trabajo es analizar, a través de la metodología analítica deductiva,
acerca de la forma como las empresas, bajo el marco del desarrollo sostenible y la
responsabilidad social empresarial, están actuando frente a la necesidad de ofrecer
productos más amigables con el medio ambiente, y como la aplicación de normas
existentes en materia ambiental como el grupo de normas ISO 14000 y otras metodologías
como el ACV, el ecoetiquetado ecológico, y las guías de reporte han contribuido realmente
a trazar el camino hacia una verdadera responsabilidad social ambiental y trazar el camino
al tan anhelado desarrollo sostenible.
Asimismo, se determina cual ha sido el impacto en términos ambientales de la creciente
implementación por parte de las organizaciones de tales metodologías a través de los
cambios observados en los niveles de contaminación, reducción de la temperatura global y
otros aspectos que deberían verse reflejados, sino proporcionalmente, por lo menos de
manera gradual.
1. MODELO ECONOMICO, SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO SOSTENIBLE
Siempre que se hace referencia a la creciente degradación del medio ambiente en nuestro
planeta y la necesidad de cambio en este sentido, se ha discutido sobre el papel y la
responsabilidad de las empresas desde su actuar como proveedores de productos y
servicios, relacionándose este papel con su consecuente influencia negativa en planeta
(Dummett, 2008) Generalmente se atribuye a las empresas la emisión de gases
contaminantes a la atmosfera, el vertimiento de compuestos tóxicos en las fuentes de
agua, la contaminación del suelo y la generación de desechos altamente peligrosos para la
salud humana.
Sin embargo, el efecto que la humanidad como especie genera en el ambiente está
también relacionado con nuestro actuar como consumidores, pues a través de nuestro
estilo de vida, contribuimos con gran parte de los problemas que afectan el ambiente, y
que en algún momento van a terminar por afectarnos directa o indirectamente
(Bifani,1999).
Esta responsabilidad compartida entre productores y consumidores está dada por el efecto
que tiene uno de los ejes centrales del sistema económico actual, el consumo. Esta
variable es la que permite que el ciclo económico este en permanente movimiento, de tal
forma que siempre exista disponibilidad para consumir por parte de los compradores y una
consecuente disponibilidad de oferta por parte de las empresas.
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Es precisamente a través del consumo que los seres humanos satisfacemos nuestras
necesidades, sin embargo, la manufactura, consumo, uso y disposición de los productos
que demandamos se ha convertido en la fuente de los mayores problemas ambientales
que enfrenta hoy el planeta (Heiskanen, 1999; Fishbein, 2000; McEachern, 1999).
Con respecto al consumo, y respondiendo a la necesidad de crear mayor conciencia desde
la perspectiva gubernamental, surgió por parte del programa 21 de las Naciones Unidas el
capítulo 4, dedicado a estudiar la evolución de las modalidades y las formas como debería
transformarse esta variable de la economía. Como lo indica en el informe de 1997 de la
Comisión sobre el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, en el capítulo 4 “se hace
referencia a diversas cuestiones fundamentales de la formulación de normas en materia de
medio ambiente y desarrollo, como las relativas a los productos, los nuevos conceptos de
crecimiento económico y la prosperidad, el aprovechamiento eficiente de los recursos
naturales y la reducción de las emisiones y los desechos” (Naciones Unidas, 1997, p.6).
Esta sección de las Naciones Unidas, tuvo pleno reconocimiento en la conferencia sobre el
medio ambiente y desarrollo que se celebró en 1992, y ha tenido eco en otras conferencias
de la organización como consecuencia de la preocupación y la necesidad de cambio desde
la perspectiva del productor y el consumidor. Como se advierte en una de estas
conferencias, la causa principal de la degradación incesante del medio ambiente mundial
radica en las insostenibles pautas de consumo y producción, particularmente en los países
industrializados (Cuarta conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 1995).
Algunos de los objetivos más importantes que se plantean en el capítulo 4 en el informe de
la comisión (1997), relacionados con el consumo responsable y que se consideran de vital
importancia son:
“Promover modalidades de consumo y producción que reduzcan la presión sobre el medio
ambiente y satisfagan las necesidades básicas de la comunidad; lograr que se comprenda
mejor la función que cabe al consumo y la manera de originar modalidades de consumo
más sostenibles” (p.6).
Aunque es cierto que este tipo de declaraciones son importantes para crear conciencia
sobre la necesidad de mejorar la forma como satisfacemos nuestras necesidades, y han
permitido mejorar en alguna medida la presión sobre el medio ambiente, también resulta
ser un poco contradictorio. Esto, teniendo en cuenta que los principios que rigen la
economía actualmente, así como sus indicadores de desempeño no están y es casi
utópico pensar que podrían estar alineados con esta perspectiva de concientización. Más
aun teniendo en cuenta que a diferencia de lo que ocurre con el actual modelo económico
y como lo señala Boada (2007) “los recursos naturales no responden a la curva de oferta y
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demanda, es decir que su disponibilidad no es directamente proporcional a su demanda y
por el contrario podría decirse que es inversamente proporcional” (p.30).
Se está pues, manteniendo un modelo que va en sentido contrario a la capacidad del
planeta para proveer los recursos que lo puedan alimentar y que requiere de un
crecimiento constante de sus indicadores, basado en el aumento necesario de la población
y el consumo.
La forma en la que logremos modificar los patrones actuales de producción y consumo,
marcará una real diferencia hacia la conciliación entre el medio ambiente y la economía, y
llevará a mejorar y prolongar nuestra existencia como especie. El éxito en esta labor
dependerá de la profundidad y velocidad con la que se puedan lograr tales cambios, (Max
Neef, Elizalde, Hopenhayn, 2010) aunque el carácter irreversible de algunos efectos ya
visibles en el planeta reduzca la disponibilidad de tiempo para que las intenciones se
conviertan en efectos y mejoras en este sentido.
1.1. EL MODELO ECONOMICO Y SU PAPEL FRENTE AL MEDIO AMBIENTE
Como se ha mencionado, el objetivo fundamental del sistema económico es el crecimiento,
el cual depende de la dinámica del consumo y como consecuencia del aumento de la
producción de bienes y prestación de servicios, y que a su vez depende del crecimiento
poblacional. Como la premisa es el crecimiento constante, se torna muy difícil poder
sostener un nivel productivo en el que la capacidad del planeta no se vea excedida por la
demanda de recursos (Meadows, 1972; Goodland, 1997; Naredo 2001; Esquivel, 2006;
Boada, 2007)
Esta situación está infundada entre otros factores por la forma como se mide el
desempeño de las economías nacionales. Variables como el producto interno bruto PIB, el
producto nacional bruto PNB y la búsqueda de resultados constantemente crecientes son
el objetivo a alcanzar año tras año por los entes económicos de todos los países
(Antequera & Rios, 2005).
Aunque los componentes de cálculo de estos indicadores incluyen la inversión y el gasto
público, es imposible lograr un desempeño aceptable si no hay un aumento en el consumo
y en las exportaciones (incremento de la producción) (Boulding, 1966; Barios, 2008; Peter
2010).
Es la búsqueda de la maximización de estas variables y la forma para lograrlo, lo que hace
que el modelo económico clásico sea insostenible desde el punto de vista ambiental.
Como lo plantea (Víctor, 2010), el crecimiento económico medido a través del producto
interno bruto generalmente está asociado al incremento en el uso de la energía y
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materiales, y la generación de desechos. Sin embargo, dentro de las variables de cálculo
para el análisis económico no está incluido el costo del uso de los recursos naturales ni el
impacto de los desechos, no se les ha asignado ningún valor y generalmente son
ignorados dentro del modelo al ser considerados como externalidades.
Este distanciamiento entre el modelo económico clásico y la innegable realidad del límite
que tienen los recursos naturales, ha generado por mucho tiempo, tal vez desde el mismo
origen de la ciencia económica, una tranquilidad irreal por parte los actores económicos
frente al medio ambiente.
Tal como lo indica Naredo en su artículo de 2001, fueron los franceses en el siglo XIX
quienes instauraron el carrusel de la producción, el consumo, el crecimiento y demás
piezas constitutivas de la idea usual de sistema económico. Al proponer la noción de
producción (y su deseable crecimiento) como centro de esta disciplina, se desterró la idea
anterior que concebía la actividad mercantil como una especie de suma cero (…) la
economía se afianzo como disciplina asumiendo el crecimiento de las riquezas generadas
por la madre tierra [ minerales, animales y plantas] (p.2)
Otra de las dinámicas sobre las que se sustenta el modelo económico actual es la
producción, fundamentada en la dinámica de la oferta y la demanda, en donde, ante un
aumento de la demanda de un producto, su oferta crecerá de manera proporcional. Al
trasladar este mismo razonamiento, a la etapa de obtención de materias primas no resulta
factible su aplicación, pues ante un aumento de la demanda de recursos, el planeta
claramente no tiene la capacidad de aumentar la oferta de manera perpetua (Víctor,
2010; Peters & Hertwick, 2006).
Desde la perspectiva de los costos de producción, el costo ambiental, por ejemplo, de la
extracción de recursos no es tenido en cuenta. Su precio se basa en el nivel de
disponibilidad del recurso en cierto momento en el tiempo, pero no se contabiliza lo que le
costará a la sociedad recuperar un recurso o revertir el efecto negativo sobre un
ecosistema (Epstein, 1996, 2000, 2004; Boada, 2007; Dummett, 2008).
Por otro lado, el concepto de desarrollo como se adopta actualmente, lleva a los países
menos desarrollados a tratar de lograr el nivel de desarrollo de los países más ricos, y
considerarlo un objetivo alcanzable (Max Neef, Elizalde & Hopenhayn 2010).
Este mismo razonamiento, ha moldeado a los países en su condición de ricos y pobres,
convirtiendo a los primeros en grandes consumidores y contaminadores y a los segundos
en grandes explotadores y exportadores de recursos naturales, con la consecuente
destrucción del ecosistema vía degradación y sobreexplotación (Costanza &. Mageau,
1999).
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Sin embargo, esta dinámica del desarrollo como un objetivo alcanzable, sumado a la
necesidad creciente de ingresos y la falta de una estructura productiva especializada por
parte de los países menos desarrollados, hacen perder de vista los efectos y
consecuencias que se derivan de este actuar (Cooper et. als. 1999). Además de
profundizar la brecha entre países en cuanto a nivel desarrollo y distribución de la riqueza,
se profundiza y acelera el agotamiento y degradación de los recursos naturales
(Soubbotina, 2004).
Aun, si se considerara un improbable e hipotético escenario con todos los países con un
equitativo nivel de desarrollo y de poder adquisitivo, es nuevamente el límite de recursos
que ofrece la tierra, lo que no permitiría tal escenario, dado que, como lo señalan diversos
autores, si todos los países tuviesen el mismo nivel de consumo de las economías
modernas e industrializadas, se necesitarían cuatro planetas Tierra para satisfacer estas
demandas de recursos (Wackernagel, 1996).
Teniendo en cuenta los factores anteriormente expuestos, resulta indiscutible que la
naturaleza es la base natural sobre la que se levanta es sistema capitalista actual, es su
fuente principal y su mayor insumo. Metodológicamente ya no es posible excluir a los
recursos naturales en el estudio del comportamiento y dirección del capitalismo
contemporáneo (Barios, 2008).
Dierckxsens (2008) señala, como se ha llegado a una crisis ecológica y financiera [del
modelo económico actual] ya que la producción natural no puede acompañar más la
reproducción del capital con su economía de derroche. Los recursos no son suficientes
para prolongar el actual estilo de vida de Occidente. Hoy, “el 20 por ciento de la población
mundial, concentrada en el Norte, consume el 80 por ciento del os recursos naturales, y
con el consumo de esa minoría el globo está amenazado” (p.24).
Gracias a la creciente preocupación frente a esta realidad, en los últimos años, han
aparecido múltiples disciplinas alrededor de la problemática ambiental, que tratan de
buscar alternativas y soluciones que permitan evitar la destrucción de nuestro planeta.
Aunque la aparición de estas disciplinas refleja la reacción de la sociedad frente a los
problemas ambientales, tal vez no sea suficiente, si el modelo económico convencional
permanece ajeno e inerme frente a las consecuencias visibles de su funcionamiento actual
(Bermejo, 2005).
Así como lo manifiesta Naredo (2001), las tres décadas transcurridas desde que se planteó
la incompatibilidad de las tendencias actuales con la salud del medio ambiente planetario,
parecen suficientes para pensar si los planteamientos y los medios utilizados apuntan de
verdad a cambiar dichas tendencias o, por el contrario, están ayudando a apuntalarlas.
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Barios (2008) resalta cómo ha evolucionado la especie humana y su comportamiento
frente a:
´´la historia del pensamiento humano ha caracterizado al hombre de diferentes formas
según su perfil. De acuerdo a su esencia política: zoon politicon. Atendiendo los procesos
de reproducción y distribución: homus economicus. Actualmente, comandado por la
valorización capitalista y la destrucción del ecosistema: homus devastus’’ (p.263).
La forma de funcionamiento del sistema económico actual y su concepción como un
sistema cerrado llevara a que una vez que se agoten los recursos naturales y se alcance el
límite de su capacidad, el modelo económico capitalista colapse irreversiblemente,
llevando muy probablemente a un nuevo orden mundial y a una nueva dinámica
económica muy diferente a la que conocemos hoy en día. El tiempo en el que esto ocurra o
la posibilidad de evitarlo va a depender de nuestra reacción real y contundente como
sociedad (Linz, Riechmann, & Sempere 2007) que posibilite cambios profundos en la
manera cómo hacemos uso de la naturaleza como fuente principal de nuestro sistema
económico actual.
1.2 SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO SOSTENIBLE: ORIGEN Y EVOLUCION DEL
CONCEPTO
Luego de más de cuatro décadas desde la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el
Medio Humano realizada en 1972, y luego, en 1980, en el informe Brundtland, se dio inicio
a la incorporación en al ámbito académico, corporativo y político el concepto de
sostenibilidad y desarrollo sostenible (Esquivel, 2006).
A través de tiempo se ha hecho uso del término de manera indiscriminada, muchas veces
equivocada y en ocasiones empleada como herramienta de marketing empresarial e
imagen corporativa.
El hecho de su aparición en el debate internacional demuestra que la preocupación acerca
del daño que hemos provocado como sociedad en el medio ambiente ha venido creciendo
(Naredo, 1996), tal es así que es común ver como como, a través de diferentes medios se
usan estos términos como slogan en empaques de productos, en misiones corporativas, en
políticas de calidad, en programas gubernamentales y hasta en campañas políticas. Sin
embargo, esto no necesariamente significa que detrás del uso del concepto, exista un
programa estructurado que realmente contribuya a la sostenibilidad o al desarrollo
sostenible, resulta difícil determinar cuál es el alcance real de estos compromisos y hasta
donde se queda en intenciones.
Boiral (2005) muestra cómo, usando la definición amplia de desarrollo sostenible, se ha
desvirtuado su esencia y finalidad
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“El desarrollo sostenible aparece entonces como una especie de ideal colectivo a futuro al
cual suscriben por principio y de manera voluntaria las empresas sin que por lo tanto se
comprometan a realizar cambios precisos y significativos” (p.170).
Asimismo, Naredo (1996) manifiesta como “el termino desarrollo sostenible está sirviendo
para mantener la fe en el crecimiento y haciendo las veces de burladero para escapar a la
problemática ecológica y a las connotaciones éticas que tal crecimiento conlleva” (p.51).
Aunque gracias a la preocupación gubernamental y corporativa se han suscitado cambios
a favor de la reducción de desechos y residuos contaminantes, la proliferación del uso del
desarrollo sostenible, también provoca una tranquilidad excesiva del actuar como
integrantes de la dinámica económica mundial desde diferentes perspectivas (Antequera &
Rios, 2005).
Tranquilidad como consumidores, que ante el uso del término por parte de las empresas
hacen pensar en un daño reducido o casi nulo al ecosistema. Para los accionistas, el
hecho de estar en la “onda” sostenible, no solo permite incluir mejoras en los procesos que
reducen los costos de producción sino también mejorar la imagen corporativa (así estos
cambios resulten poco significativos en términos ambientales).
El origen del concepto de desarrollo sostenible surge como una preocupación común en la
comunidad internacional sobre la degradación del medio ambiente (Esquivel, 2006), y bien
vale la pena revisar cuáles son sus raíces. Algunos de los eventos que enmarcaron su
origen, evolución, y posterior incorporación en el debate político internacional se resumen a
continuación:
Tabla No. 1 Acuerdos y cumbres mundiales celebrados sobre medio ambiente y desarrollo
sostenible (1956-2016).
Año
Institución Actuación
1956- UICN
(Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza)
Fue una de las primeras organizaciones ambientales, inicialmente constituida por 18 gobiernos, actualmente cuenta con 89 estados y 1311 miembros en total.
1968 Club de Roma Este grupo se conformó como una organización multidisciplinaria sin ánimo de lucro con el fin de contribuir al bienestar y al desarrollo económico.
1971- Founex, Suiza UN Seminario de las UN sobre medio ambiente y desarrollo donde se empieza a tratar el desarrollo y el cuidado del medio ambiente.
1972- Estocolmo, Suecia
UN Conferencia la las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Humano,
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con la presencia de 113 países, donde se declaró la necesidad de crear un secretariado de las UN para las cuestiones ambientales.
1972 MIT Publicación del Informe del Club de Roma, Los límites del crecimiento, en el que se llama la atención sobre la afectación del ecosistema del planeta gracias a los sistemas de producción y el modelo de crecimiento imperantes.
1973 PNUMA Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, luego de las recomendaciones en la conferencia en Estocolmo se creó este programa, que buscaba promover esfuerzos tendientes a la conservación del medio ambiente.
1980 PNUMA y WWF Publicación de la EMC (Estrategia Mundial para la Conservación), por parte de la UICN en conjunto con el PNUMA y WWF (World Wildlife Fund), en esta estrategia se establecieron tres objetivos para la conservación que fueron la base para la subsecuente concepción del desarrollo sostenible.
1984 CMMAD Comisión Mundial para el Medio Ambiente y Desarrollo) se crea esta comisión, conformada por un grupo independiente de 22 países. Este grupo se encargaría de diseñar las estrategias de largo plazo para la conservación del medio ambiente.
1987 CMMAD Nuestro Futuro Común. En este año se presenta este informe que surgió de la bajo la dirección de Gro Harlem Brundtland, gracias a lo cual es conocido también como el informe Brundtland. El objetivo de este informe es hacer un llamado de emergencia sobre la situación ambiental y la necesidad de revertir las tendencias de ese momento. Fue en este informe que se definió formalmente el concepto de desarrollo sostenible que dio origen a múltiples discusiones sobre la conservación de los recursos naturales en la política internacional.
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1988 Centro para Nuestro Futuro Común
Este centro se estableció con el fin de difundir el mensaje del informe Brundtland y las ideas del desarrollo sostenible.
1992 Cumbre de la Tierra
Rio de Janeiro Cumbre de la Tierra.- Se lleva a cabo una de las conferencias más grandes sobre el medio ambiente, cuyo objetivo fue establecer las acciones concretas hacia el desarrollo sostenible en el futuro. Como resultado se formularon dos declaraciones, la Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y Desarrollo y la Agenda 21, en cuyos contenidos se establecen las responsabilidades de las naciones y las estrategias que estas deberán adoptar para alcanzar el desarrollo sostenible.
1997 Protocolo de Kioto Es un compromiso firmado por 39 países industrializados para controlar las emisiones de CO2 Metano, y otros gases de efecto invernadero, en un 5% por debajo de las emisiones de 1990 en un período de 4 años desde 2008 hasta 2012.
2000 Objetivos del milenio
Se establecen los objetivos del milenio en un acuerdo de 189 países pertenecientes a las Naciones Unidas. Estos objetivos están orientados a disminuir la pobreza, el hambre y las enfermedades. En este sentido se establecieron 8 objetivos y 21 metas concretas.
2002 Johannesburgo Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible Rio+10
Se trató el tema de la Responsabilidad Social Corporativa y se establecieron metas en campos como la pesca, la agricultura y la perdida de la diversidad, además en temas como la pobreza y la desigualdad y la justicia social, premisas que quedaron consignadas en la declaración de Johannesburgo.
2009 Acuerdo de Copenhage
Se reconoció la necesidad de mejorar las acciones para reducir el calentamiento global, estableciendo metas específicas hacia ese objetivo.
2011 Protocolo de Montreal
Aunque entro en vigor desde 1989, orientado hacia la disminución de Fluorocarbonos CFC, para detener el daño que se estaba evidenciando
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en la capa de ozono, en este año el número de países comprometidos con esta causa sumo un total de 195.
2012 De Rio a Rio 20+ Luego de 20 años de celebrarse la por primera vez la Cumbre de la Tierra, se retoma esta cumbre para revisar los avances logrados y sobretodo, renovar el compromiso de los diferentes países para lograr el desarrollo sostenible. Posterior a esta cumbre se presentó el Informe Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 5(GEO 5), de acuerdo con Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, “El informe subraya las razones por las cuales los líderes del mundo deben mostrar un liderazgo decisivo en Río y en el futuro. Pone de manifiesto el estado, las tendencias y la trayectoria del planeta y su población, y muestra más de 100 iniciativas, proyectos y políticas de diversas partes del globo que son pioneras en la creación de un cambio ambiental positivo”.
2015 COP 21 Paris Se lleva a cabo el Foro para la Innovación Sostenible, en cooperación con el PNUMA, este COP (Cooperación de las Partes) busca revisar los avances en cuanto al cambio climático, se realiza desde 1995. El objetivo de la edición 21 es lograr un acuerdo universal para mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C.
2016 Hawaii Congreso Mundial de la Naturaleza
Se celebrará en esta ciudad el Congreso Mundial de la Naturaleza, cuyo tema central es Planeta en la encrucijada, y es un claro indicador del sentido de urgencia de lograr que los numerosos acuerdos y compromisos adquiridos anteriormente se aceleren en su implementación y se logren las metas necesarias para evitar o por lo menos desacelerar el ritmo de destrucción de los recursos naturales.
Fuente: Elaboración propia del autor.
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Este gran número de iniciativas y compromisos en favor del medio ambiente, deja en claro
que en los últimos 40 años ha tomado un alto grado de importancia la concientización y las
acciones encaminadas al cuidado de nuestro ecosistema. Gracias a las diferentes
organizaciones, acuerdos, informes y cumbres que se han realizado alrededor de este
tema, se ha logrado un compromiso cada vez mayor por parte de gobiernos y
organizaciones de un número de países que se ha crecido a través de los años.
Específicamente, en cuanto al termino desarrollo sostenible, las primeras manifestaciones
hacia el concepto se originaron en la década de los setenta, fue en esta década que el
concepto de ecodesarrollo definido por un consultor de la ONU (Ignacy Sachs o según
otros autores, el autor fue Maurice Strong) como aquel desarrollo que pretendía “ la
reconciliación del aumento de la producción que tan perentoriamente reclamaban los
países del tercer mundo, con el respeto a los ecosistemas, necesario para mantener la
habitabilidad de la Tierra”(Naredo 1996, p.22).
Aunque se presentaron antecedentes relacionados con la problemática ambiental en
décadas anteriores, fue con el informe Bruntland, publicado en 1987 que se planteó la
paradoja del contrasentido que había entre el medio ambiente y el modelo económico
central. Como una forma de solución a esta paradoja y como una propuesta de
armonización en la relación entre hombre y naturaleza, (Alea, 2005) se plantea el
desarrollo sostenible y se construye su definición.
En el informe Brundtland se define el desarrollo sostenible como aquel que “satisface las
necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de
satisfacer sus propias necesidades” WECD, 1987.
A su vez, se basa en dos conceptos básicos:
-El concepto de “necesidades”, en particular las necesidades esenciales de los más pobres
a los cuales se les debe dar prioridad.
-La idea de limitaciones impuestas por el estado de la tecnología y la organización social
sobre la capacidad del medio ambiente para satisfacer las necesidades presentes y
futuras.
Si bien, esta definición es la base de cómo lograr un mejor cuidado de los recursos, se
orienta hacia la sostenibilidad de las necesidades de la especie humana, sin hacer
referencia al cuidado y mantenimiento de stock actual de recursos, ni de la forma como se
deberían limitar o modificar las actividades humanas, que permitan llegar a un sistema de
vida realmente sostenible en el futuro (Latorre & Ramos 2002)
El logro del desarrollo en cualquier ámbito requiere generar transformaciones o cambios
cualitativos a través del tiempo y que tales cambios se reflejen en mejoras. Para el logro
del desarrollo sostenible, sería indispensable entonces generar los cambios cualitativos
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necesarios en el sistema económico para poder mantener un equilibrio adecuado con el
medio ambiente de tal forma que se pueda soportar en él sin provocar su destrucción.
Sin embargo, aunque se pudieran lograr estos cambios en el sistema económico, existe
una variable atada a la valoración de su desempeño, el crecimiento, del cual depende
también su funcionamiento y continuidad (Soubbotina, 2004). Este crecimiento, como ya lo
hemos señalado en párrafos anteriores, está directamente ligado al crecimiento
poblacional que a su vez impulsa el crecimiento del consumo, la producción, y
consecuentemente incrementa los niveles de contaminación y desechos. Bajo este
razonamiento, no solo es contradictorio sino irreal (García, 2005) considerar que el modelo
económico actual, pueda ser sostenible y que permita salvaguardar los recursos para la
subsistencia de las generaciones futuras.
Además, es importante recordar que en tal modelo no se tiene en cuenta a la naturaleza
como un componente sino más bien como una externalidad, que no tiene en cuenta las
restricciones en la disponibilidad de los recursos de la naturaleza y la irreversibilidad
(Naredo, 2001) en cuanto a su uso o deterioro. Es paradójico, dadas estas circunstancias,
que se pueda hablar, discutir y más aún, lograr un “desarrollo sostenible”, que permita la
armonización entre el sistema económico y la naturaleza cuando los ejes sobre los cuales
se soporta están completamente alejados de su principal y único soporte: los recursos
naturales.
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2. RESPONSABILIDAD AMBIENTAL CORPORATIVA: LOS SISTEMAS DE
GESTIÓN DE LA CALIDAD Y DE GESTION AMBIENTAL
Las organizaciones, como parte fundamental de la estructura del sistema económico
actual, tienen una gran influencia y una gran responsabilidad en cuanto al uso de los
recursos naturales y el agravamiento o mejoramiento de la problemática ambiental
(Klassen & Mclaughlin, 1996)
Su papel como generadoras de bienes de capital, de consumo o de servicios, las convierte
en el eslabón más importante para el logro de los objetivos de las economías nacionales
de crecimiento y desarrollo en los países en las que operan. De la misma manera, les
corresponde un papel principal en cuanto a la generación de acciones necesarias para
evitar o disminuir el impacto sobre el medio ambiente, ya sea que estas acciones emanen
de la propia voluntad de sus dirigentes o por la obligatoriedad de cumplimiento de las
normas gubernamentales (García 2005).
Ninguno de los acuerdos globales suscritos por las diferentes naciones, tendría el efecto
esperado, si este mismo compromiso no es transferido y asumido por las empresas, siendo
estas las principales usuarias y transformadoras a través de los procesos de producción de
los recursos naturales en productos para el consumo (Tukker & Jansen, 2006).
Frente a este escenario, la posición de las organizaciones frente a su responsabilidad
social ha tomado nuevas dimensiones y ha incorporado los principios de cuidado del medio
ambiente, esto no solo es útil para el adecuado manejo de los recursos naturales. También
es un medio de mejoramiento de las relaciones con sus clientes y una manera de mejorar
su reputación y crear valor a través de sus acciones y logros ambientales.
Como lo señala (Gardetti, 2004) la estructura de valor empresarial pone de manifiesto la
naturaleza y la magnitud de las oportunidades asociadas con la responsabilidad ambiental
y el desarrollo sostenible y relaciona a las mismas con la creación de valor de la empresa.
Además de crear valor, los esfuerzos ambientales generan otros beneficios para la
organización. Tales beneficios se traducen en una mayor eficiencia en el uso de las
materias primas y energía, así como la optimización de los procesos que no solo mejoran
la estructura de costos de producción, sino que además añaden atributos de calidad
ambiental que actualmente son valorados por el consumidor (Dummett, 2008)
Para acceder a estos beneficios, y lograr alcanzar los objetivos para el cuidado del medio
ambiente, han surgido diferentes metodologías y sistemas que, al implementarse
adecuadamente, contribuyen con un desempeño ambiental consistente o por lo menos
más consciente de la responsabilidad ambiental.
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Los sistemas de gestión ambiental, SGA, por ejemplo, d eben su origen a la respuesta
frente a la necesidad de adaptar e integrar cada parte de la organización hacia la
implementación de las diferentes metodologías de reducción del impacto ambiental (Vries,
Bayramoglu, & Wiele, 2012). Por medio del SGA, se establecen las metas y objetivos en
cuanto al uso óptimo de los recursos y la reducción de la generación de residuos.
En cuanto a las metodologías que se han venido implementando para alinear los esfuerzos
de la empresa hacia la gestión ambiental y hacia la producción con calidad ambiental, se
pueden destacar el análisis del ciclo de vida del producto, las normas ISO, especialmente
la serie 14000, la gestión de calidad ambiental QEM por sus siglas en inglés y el
ecoetiquetado.
Asimismo, se han desarrollado instrumentos de identificación y medición del impacto
ambiental como los análisis de materiales y energía, al análisis de uso de sustancias, la
evaluación del desempeño ambiental y evaluación del riesgo ambiental.
Con el fin de recopilar la información sobre estos esfuerzos y especialmente, poder
comunicar los logros de las organizaciones en cuanto al desempeño ambiental, se han
constituido iniciativas globales y locales de reporte, como el GRI (Global Reporting
Initiative, el reporte de la WBCSD (World Business Council for Sustainable Development) y
el CECODES (Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo Sostenible) en el caso
colombiano. Este tipo de iniciativas permite que los consumidores puedan estar enterados
sobre cómo las organizaciones fabrican los productos que consumen y en qué medida se
avanza hacia el mejoramiento de la problemática ambiental. Además, ejerce cierta presión
sobre aquellas empresas que no han hecho suficientes esfuerzos en el tema ambiental,
convirtiéndose en una variable de competitividad que está por encima de la calidad de los
productos y es un componente adicional que influye en la trayectoria y reputación de la
organización.
El compromiso de las organizaciones a través de estas iniciativas y metodologías es
fundamental para lograr los objetivos propuestos en materia ambiental por parte de los
organismos multilaterales y gubernamentales. Sin embargo, aún no es muy claro el
alcance real de estos compromisos y en qué medida contribuyen en el largo plazo a mitigar
los efectos de sus operaciones en el medio ambiente.
La magnitud del impacto y la velocidad con que este se genere, tal vez no sea suficiente
pues no necesariamente un mayor número de empresas certificadas o con un SGA
redundará en una menor huella ecológica y menores niveles de contaminación.
Ante una demanda cada vez mayor de productos por parte de una población creciente, los
SGA tendrán que mejorar en su estructura y ejecución para que sean lo suficientemente
útiles en la optimización en el uso de los recursos y en la reducción de la contaminación.
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Aunque puede ser insuficiente para detener la degradación del planeta, o para alcanzar los
objetivos del desarrollo sostenible, permitirá por lo menos prolongar la existencia de los
ecosistemas de la tierra y el tiempo hasta el total agotamiento de los recursos naturales.
2.1 LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA Y SU APORTE PARA EL
DESARROLLO SOSTENIBLE O SOSTENIBILIDAD
Cada una de nuestras acciones como habitantes del planeta y como consumidores de los
productos obtenidos a partir de los recursos naturales, va a generar un impacto o deterioro
en el estado de tales recursos.
De la misma manera, las acciones y las actividades propias de las empresas generan
impactos directos sobre el medio ambiente que afectaran inevitablemente a quienes son y
serán sus propios cliente o usuarios.
Como ha sido evidente, sobre todo en las últimas décadas, el efecto negativo que ha
tenido esta interacción económica entre quienes producen y consumen bienes y servicios,
se ha puesto de manifiesto la responsabilidad que recae sobre las organizaciones en
cuanto a su aporte hacia el cuidado del medio ambiente y su contribución para lograr en un
entorno de crisis ambiental una sociedad mejor (García, 2007)
En este escenario, la responsabilidad social ha ampliado su alcance, en el que no se trata
solo de retribuir a la sociedad más allá de sus obligaciones con los accionistas en un
sentido económico, legal y ético, sino también ambiental, de tal forma que se protejan los
ecosistemas en los que se cimenta la sociedad y de los que depende su continuidad en el
futuro (Schrione & Torkan, 2012)
La responsabilidad social corporativa con sentido ambiental, surge más como una
exigencia por parte de la sociedad a través de sus diferentes organismos que como
voluntad o iniciativa propia de las organizaciones. Es la forma de demostrar un buen
comportamiento frente a los grupos de interés que se relacionan con la organización.
(García, 2013).
Por lo tanto, la responsabilidad social corporativa se adaptó a los cambios y nuevas
exigencias que presentan a través del tiempo, tal como los señala Kakabadse et. al “la
responsabilidad social corporativa tiene como característica que es parte de una
perspectiva de largo plazo de ganancia económica que puede no ser financieramente
medible, pero que puede proveer un activo valioso para la rentabilidad futura”, (2005, pág.
283).
Ese activo valioso que es intangible y que no se puede medir de manera cuantitativa, es la
reputación, la imagen de la organización, que le da una ventaja competitiva, más allá de
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los valores tangibles y medibles como los recursos financieros o el valor de sus acciones
en el mercado (Alvarado & Schlesinger, 2008).
La RSC, no puede permanecer estática en el tiempo, por lo que se ha convertido en un
proceso que constantemente monitorea el ambiente externo, no es una misión fija en
relación a grupos específicos con una prioridad predeterminada que permanece inerme
(L´Fatang, 1995).
Precisamente, gracias a este monitoreo constante, es que las organizaciones se han
“puesto a tono” con los temas ambientales con una mayor intensidad luego de la
proliferación y alta difusión en las ultimas décadas de la necesidad de alcanzar un
desarrollo sostenible como objetivo de la humanidad (Del Brío,González & Cimadevilla
,2001).
Siendo este un tema de alta relevancia social, de alta difusión mediática y que tiene toda la
atención de los gobiernos de la mayoría de países del mundo y entidades como las
Naciones Unidas, se convierte casi en una obligación alinearse con este tipo de tendencias
convertirse en patrocinadores de estas propuestas (Vázquez & Polo, 2007).
La incorporación del desarrollo sostenible en los principios de la responsabilidad social
corporativa, ha sido adoptada por un número creciente de empresas, que en sus informes
o reportes dedican apartes para mostrar su compromiso con el medio ambiente (Jáuregui,
2009).
Más allá del origen de las motivaciones, esta situación se da porque como acertadamente
lo expone Fernández de Gatta Sanchez, “las empresas no pueden desdeñar por más
tiempo su responsabilidad en la nueva dirección que supone un desarrollo económico
sostenible” (2004, p.29)
Para seguir esta nueva dirección, se han desarrollado varios instrumentos que buscan al
menos teóricamente, lograr armonizar las funciones propias de la organización con el
medio ambiente.
Algunas de estas iniciativas como el Global Compact, lanzado en 2001 y suscrito por 200
países, sugieren que las empresas se adhieran a este compromiso (Fuertes, Lara &
Kosacoff, 2006), que contiene nueve principios de RSC, incluido el de sostenibilidad. En la
misma vía, el libro verde, iniciativa de los países europeos, busca que las empresas
realicen esfuerzos para generar bienestar para la sociedad, voluntariamente, más allá del
cumplimiento de las regulaciones legales, especialmente en cuanto a seguridad y
condiciones laborales (Fernández, 2004). También, plantea la necesidad de incorporar
medidas de gestión ambiental.
Otras iniciativas como las directrices de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico), el código de buen gobierno para el desarrollo sostenible y el GRI,
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hacen parte de las múltiples propuestas para la orientación de las organizaciones hacia
una versión más completa de RSC que lleve a la incorporación de los principios de
desarrollo sostenible y así contribuir con la disminución del impacto sobre el medio
ambiente (Jáuregui, 2009).
Estas iniciativas sin embargo son superficiales en cuanto al nivel de exigencias y de
indicadores que demandan, pues generalmente las empresas se pueden adherirse a estas
solo con la declaración y redacción de mandatos, políticas y principios. No es muy claro
cuál es el avance hacia el reto que representa la disminución del impacto de las
organizaciones en el cuidado de los recursos y como ayuda a las organizaciones como lo
afirma (Dixon, 2003) a “enfrentar probablemente el más complejo reto que los negocios
han enfrentado, que consiste en organizarse de manera armónica con los sistemas
naturales y sociales, y asegurar prosperidad a corto y a largo plazo” (p.7).
Tampoco es muy claro cómo estas metodologías contribuyen con el alcance de los
objetivos del desarrollo sostenible, que deberían ser los que orienten y a través de los
cuales se midan los esfuerzos de las compañías en el cuidado ambiental.
Sería importante, por lo tanto, lograr la plena conexión metodológica entre el desarrollo
sostenible y la RSC, para lograr un mayor alcance y mejorar el desempeño en la
sostenibilidad por parte de las organizaciones, buscando mecanismos que mejoren tal
desempeño y que logren el impacto social positivo que se traduzca en bienestar para los
stakeholders sin comprometer la calidad y disponibilidad de los recursos naturales en el
futuro, en concordancia con los acuerdos mundiales celebrados sobre este tema.
2.2. LOS SISTEMAS DE GESTION MEDIO AMBIENTAL Y SUS BENEFICIOS PARA LA
ORGANIZACIÓN Y EL MEDIO AMBIENTE
Para que las empresas puedan llegar a ser sostenibles, se requiere de un compromiso
integral por parte de sus dirigentes o gerentes de tal manera que se pueda establecer una
directriz clara e incorporar este tema de la misión corporativa.
Los sistemas de gestión ambiental SGA son el mecanismo más comúnmente utilizado por
las compañías para articular los esfuerzos y direccionar los recursos necesarios para lograr
los objetivos propuestos en materia ambiental.
Gracias a su gran difusión y obligatoriedad en algunos casos, cada vez son más las
compañías que buscan establecer un SGA, pues se han convertido en el lenguaje común a
la hora de demostrar la importancia que tiene el medio ambiente para las empresas
(D’Souza, 2004) y es un primer paso necesario, si es que se quieren percibir los beneficios
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derivados y obtener el correspondiente reconocimiento que impacte positivamente en la
reputación de la compañía.
De esta manera, se puede configurar una estrategia de responsabilidad ambiental que
tenga un alcance en todos los niveles de la empresa, especialmente en aquellas áreas que
se concentra el mayor nivel de impacto ambiental.
Sin embargo, esto no significa que las demás áreas no deban participar de esta estrategia,
por el contrario, deben estar completamente involucradas para que puedan aportar y
participar en las acciones y compromisos que asume la organización, y por supuesto,
mostrar resultados y cambios frente a estos compromisos, en las actividades del día a día.
De acuerdo con Ludevid (2004) es importante además tener en cuenta a los actores
externos de la organización como los clientes, proveedores, gobierno y sociedad, de tal
manera que se puedan identificar los factores de riesgo ambiental, a que grupo de interés
afectan, como afectan a la organización y como se pueden mitigar o eliminar.
Precisamente, la función principal de un SGA consiste en identificar los efectos propios
sobre el medio ambiente que resultan de las actividades de la empresa, cuidando
especialmente que estos efectos se mantengan por lo menos en el límite legal establecido,
(Cascio, 1996) de tal forma que se puedan establecer objetivos y prioridades ambientales.
Además, permite establecer las herramientas de implementación y control que logren un
comportamiento responsable con el medio ambiente y con capacidad de adaptación frente
a los cambios en las necesidades o de las condiciones establecidas.
En cuanto a las herramientas de implementación de un SGA, las más comunes son la
norma ISO 14000 y el reglamento EMAS, siendo ambos de carácter voluntario, pero en
cuanto al nivel de exigencias y requisitos EMAS requiere de mayores esfuerzos.
Como lo aclaran varios autores, el hecho de adoptar alguna de estas metodologías no
implica el cumplimiento de las leyes ambientales (Walss, 2001), sin embargo, si garantiza
algunos beneficios para la organización como el acceso a mercado y el hecho de disminuir
el riesgo de pérdida de negocios con otras compañías (D’Souza, 2004). Mejora, además, la
percepción frente a los consumidores sobre el comportamiento ambiental de las
compañías.
Los beneficios de un SGA se identifican claramente pensando desde la perspectiva de las
compañías, sin embargo, surge el interrogante si el mismo beneficio es percibido por parte
de los consumidores, la sociedad y el medio ambiente.
Si analizamos el funcionamiento de los SGA y sus lineamientos, parece ser más un
instrumento de reporte y gestión documental (Gómez, 2004), que se ha convertido en un
requisito transaccional para el comercio internacional y en una “evidencia” de buen
comportamiento.
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Dadas las apremiantes y urgentes necesidades, referentes al cuidado de los recursos y la
disminución de la contaminación, los SGA son un buen primer paso,(Turk, 2009) pero su
alcance no es el requerido para el alcance de los objetivos del desarrollo sostenible (King
et al.,2005) más aún si se tiene en cuenta, como lo revisaremos más adelante, que no hay
una relación directa entre el crecimiento en el número de empresas que reportan iniciativas
de cumplimiento a través de la implementación de un SGA y la reducción en los niveles de
contaminación y degradación ambiental.
Para lograr su objetivo, y aportar realmente al desarrollo sostenible, los SGA deberían
orientarse hacia cambios más profundos en la forma de producir y generar rentabilidad,
pues bajo el esquema actual no se vislumbra un panorama tranquilizador.
2.3 LAS NORMAS ISO: LA INTEGRACION DE LOS SISTEMAS DE CALIDAD AL MEDIO
AMBIENTE
Como parte de los instrumentos de medición de la gestión corporativa, las normas ISO se
establecieron como una manera estandarizada de medir y controlar la calidad de los
productos que ofrece una compañía, por medio de la calificación de diferentes atributos y
la forma como estos son percibidos por los clientes o consumidores (Quijano, 2009)
A través de estas normas se busca el uso de un lenguaje común que pudiera ser utilizado
en cualquier entorno y en cualquier sector económico o actividad empresarial (González,
2009).
Así como han cambiado, a través del tiempo, las exigencias de los mercados y de los
clientes, ha cambiado también el concepto de calidad, pasando de la preocupación por la
minimización de errores y costos relacionados con el producto al aseguramiento total de la
calidad o calidad total que finalmente derivó en la creación de la serie ISO 9000 de
sistemas de calidad (Molina-Azorin et al., 2008). Esta serie de normas busca atender los
requerimientos necesarios para mantener a la empresa en un nivel altamente competitivo y
con un alto nivel de satisfacción de los clientes.
Por tal razón, la implementación de estas normas se convirtió en un requisito indispensable
para el mantenimiento de las relaciones comerciales entre empresas a nivel mundial. De
allí que en el caso de la norma ISO 9001, luego de su publicación en 1986 alcanzó a 2012
más de un millón de empresas certificadas.
Como la calidad como atributo dejo de ser suficiente para lograr ser competitivo y suplir los
intereses de los consumidores, empezó a ser necesario suplir también los intereses de
otros grupos alrededor de la organización como los gobiernos, la sociedad, los entes
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regulatorios. Estos nuevos grupos de interés han empezado a generar presión y a
manifestar su preocupación por la afectación del medio ambiente (Petros & Enquist, 2007).
Gracias a la realización de las cumbres y tratados ambientales, se hizo evidente la
responsabilidad de las organizaciones en la degradación ambiental y por lo tanto
emergieron varias ideas y formas de asumir tal responsabilidad.
Es de esta manera que se crea la norma ISO 14000 orientada a dar solución a los efectos
ambientales de la empresa (Christmann and Taylor, 2001). De hecho, su creación coincide
con la celebración de la cumbre de Rio de Janeiro en 1992, cuando un comité de ISO
llamado SAGE (Strategic Advisory Group for the Environment) creado un año antes, en
1991, fue invitado por las Naciones Unidas con el fin de hacer recomendaciones
pertinentes para el medio ambiente.
En 1996, fue publicada la norma y rápidamente cumplió su objetivo de convertirse en la
norma universal para la implementación de un modelo de gestión ambiental, pues gracias
al respaldo de UN, las empresas iniciaron una rápida instauración de este modelo.
Los enfoques de ISO 14000 giran en torno a dos perspectivas: una relacionada con la
certificación del sistema de gestión medio ambiental SGMA, y la otra relacionada con la
calidad ambiental de los productos que se certifican a través de un sello ambiental
(Quijano, 2009).
En su estructura la norma ISO 14000 requiere que se establezca previamente un SGMA,
que promueva el planear, hacer, verificar actuar, con relación a las acciones ambientales y
que sea útil para el cumplimiento de las regulaciones y el cuidado ambiental (Potoski &
Prakash, 2013).
Aunque la base y el objetivo de las normas ISO 14000 es el logro de la disminución de la
contaminación por parte de las organizaciones, el verdadero aporte en este sentido está
limitado por los propios objetivos de la empresa, pues es ella misma la que traza un
objetivo ambiental, sin que necesariamente este objetivo tenga un aporte significativo
desde el punto de vista ambiental.
Tal como lo señala González (2008) “una compañía que ha logrado la certificación ISO
14000 puede decir que tiene un sistema administrativo ambiental documentado, que está
por completo implementado y consistentemente seguido…no implica que manufactura
productos que son ambientalmente más adecuados que los de sus competidores (p.522)
Otro de los principios importantes de la norma es la universalidad, es decir, la posibilidad
de ser aplicada en cualquier parte del mundo y por organizaciones de cualquier tamaño. El
mismo nivel de universalidad, no es aplicable en cuanto a su alineación con las
necesidades que se plantean en las cumbres mundiales y que se manifiestan físicamente
con un creciente nivel de evidencia y de diferentes proporciones según el contexto local.
Página 27 de 73
En ese contexto, es complejo poder estimar que tanto ha aportado y aportará para
solucionar la problemática medioambiental, es además incierto, si tenemos en cuenta que
la velocidad con la que se provoca el deterioro ambiental no es proporcional al nivel y
magnitud de los cambios que puede generar este tipo de normas como ISO 14000.
Es necesario incorporar la responsabilidad de la empresa y “estandarizar” un modelo de
respuesta hacia la problemática ambiental y el hecho de su desarrollo es un paso
importante como parte de los esfuerzos para mejorar el desempeño ambiental de las
organizaciones. La integración de los principios de calidad (ISO 9000), aplicados a la
gestión ambiental bajo la creación de las normas ISO 14000, no parecen producir los
resultados esperados, en primer lugar, porque el contexto local es variado y no estándar en
segundo lugar porque la norma no se ajusta a los reales intereses de sus stakeholders
como es la intención de su implementación.
Más bien, trata de tranquilizar sus preocupaciones y exigencias mediante la gestión
documental y la producción de reportes, lo que produce una falsa sensación de que se
está avanzando en el camino correcto. Sin embargo, las manifestaciones propias del
medio ambiente y sus consecuencias muestran otra realidad, que no va a cambiar si por
encima de la implementación de un modelo no se generan los cambios necesarios de una
manera profunda, desde el modelo económico mismo y desde la forma de intercambio
entre las organizaciones y sus stakeholders.
Un análisis de las cifras en cuanto al nivel de emisiones contaminantes en los últimos años
a nivel mundial, muestra como estos niveles han aumentado en un alto porcentaje en los
últimos 20 años, (Gráfico 2) periodo en el cual (1996- 2014) se han certificado 321. 448
empresas con la norma ISO 14001. (Gráfico 1).
Aunque no necesariamente se esperaría que hubiera una relación directamente
proporcional entre número de certificaciones y la reducción en el nivel de emisiones
contaminantes, es claro que, a nivel general, la magnitud de los cambios en las
organizaciones carece de la contundencia necesaria frente a la actual situación del medio
ambiente en cuanto a niveles de contaminación se refiere. (Gráfico 2)(Gráfico 3).
Página 28 de 73
Gráfico 1. Número de empresas certificadas a nivel mundial ISO 14001, 1999-2012.
Tomado de ISO Survey 2014.
Grafico 2. Incremento de emisión de gases de efecto invernadero en el mundo, en millones
de toneladas de CO2. 1999-2012. Fuente: World Resources Institute.
13994 36464
64996
111163
154572
222974
251548
284654
0
50000
100000
150000
200000
250000
300000
19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
20
05
20
06
20
07
20
08
20
09
20
10
20
11
20
12
No
Em
pre
sas
Ce
rtif
icad
as
Empresas certificadas ISO 14001 a nivel mundial
ISO 14001
34684,03 36911,41
40620,52 42432,09
46049,41
0
5000
10000
15000
20000
25000
30000
35000
40000
45000
50000
Mt
CO
2
Emisión de gases contaminantes a nivel mundial
GHG
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Gráfico 3. Emisiones de Carbón por año en millones de toneladas.1750-2015. Fuente:
Global, Regional, and National Fossil-Fuel CO2 Emissions. Carbon Dioxide Information
Analysis Center, Oak Ridge National Laboratory, U.S. Department of Energy.
Esta realidad vista a través de los datos, nos lleva preguntarnos si la norma ISO 14001
como modelo de gestión ambiental realmente va más allá, como quisiéramos pensar de
una herramienta de marketing para la nueva ola de “consumidores verdes” que buscan
productos ambientalmente responsables y que permite a las empresas certificadas,
contaminar mientras usan el manto de cuidadores del medio ambiente (Potoski & Prakash,
2013).
Otra pregunta que surge, a partir del consenso de varios autores, es que tanto aporta para
el ambiente la implementación de la norma ISO 14000, y en qué medida se integra a las
organizaciones como un mecanismo de gestión de la imagen, de la “tranquilización” de los
agentes externos a la organización y de elemento validador para el comercio internacional
en los actuales mercados globales (Cañón-De-Francia & Garcés-Ayerbe, 2009).
Ante este interrogante, las cifras nos dan una imagen del grado de aporte de la
implementación de estas normas en los indicadores ambientales. (Gráfico 4).
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Gráfico 4. Cambios en la huella ecológica de los 5 países con mayor huella ecológica,
comparado con el cambio porcentual en certificaciones ISO 14001 en estos mismos países
en el período 2005-2012. Fuente: ISO Survey 2014, Global Footprint Network
2.4 EL MECANISMO DE DESARROLLO LIMPIO: APORTE DE UN MECANISMO
FLEXIBLE PARA LA REDUCCIÓN DE GASES DE EFECTO INVERNADERO
Otro de los mecanismos creados con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero GEI y consecuentemente, reducir los peligrosos efectos de calentamiento
global surgió durante el Protocolo de Kioto, en 1997. Este protocolo fue firmado por 39
países industrializados, comprometiéndose a reducir sus emisiones un 5% por debajo de
las emisiones de 1990, para un período de 4 años entre 2008 y 2012. (Watch, 2010).
Dentro de varios tipos de mecanismos flexibles se crea el llamado Mecanismo de
Desarrollo limpio MDL, que buscaba reducir el costo del cumplimiento de tales
compromisos y facilitar a los países industrializados el alcance de las metas de reducción
de emisiones en cualquier país en vías de desarrollo que no tuviera restricción de
emisiones en el Protocolo de Kyoto. Adicionalmente los países firmantes, a través de este
-50%
0%
50%
100%
150%
200%
3%
42%
2% 17%
27%
-11%
84%
199%
134% 140%
175%
20%
Cam
bio
po
rce
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al 2
00
5 -
20
12
Cambios en la huella ecológica Vs. certificación ISO 14001, principales 5 países
Crecimiento HE % 2005-2012 Crecimiento ISO 14001 % 2005-2012
Página 31 de 73
mecanismo pueden reportar ésta reducción de emisiones dentro de sus metas, aunque
realmente no fuera ejecutada dentro de su territorio. (Quesada 2009).
EL MDL se basa en la realización de proyectos conjuntos en cooperación con países no
desarrollados. Tales proyectos giran en torno a la generación de energía limpia, energía
renovable, reingeniería de procesos, forestación y reforestación. A cambio de la inversión
en tales proyectos, las empresas obtienen derechos de emisión que son computables
dentro las metas de emisiones establecidas por cada país, lo que les permite mostrar un
cumplimiento a pesar de que sus emisiones contaminantes puedan, incluso, aumentar.
(Campos, 2008).
El MDL, generó entonces un mercado de compra y venta de derechos de emisión, llegando
en 6 años, desde 2004 a 2010 a un total de 2000 proyectos registrados y un total de 356
millones de reducciones de emisiones certificadas que correspondería a 356 millones de
toneladas de emisiones de Co2 evitadas o transferidas a sumideros ubicados en aquellas
zonas del planeta con el potencial de absorber éstas emisiones. (Watch 2010).
Aunque este mecanismo, se podría considerar como beneficioso a través de la inversión
en proyectos sostenibles en países subdesarrollados, encaminados a la conservación de
las reservas forestales, los ecosistemas. Que además promueven la generación de energía
limpia, y representan un beneficio económico vía proyectos de inversión, realmente le
surgen algunas limitaciones y contradicciones.
Si bien, para las empresas de los países inversores es posible demostrar el cumplimiento
de las metas y de los compromisos establecidos en el Protocolo de Kioto, mecanismos
como el MDL incentivaron la comercialización del derecho a contaminar, en una dinámica
en la que no era muy claro si realmente, el exceso de emisiones de Co2 que se
comercializa puede ser asumido por la capacidad de los bosques de otros países.
Como lo señala Leff (2005) “la apuesta del MDL es incrementar la captura de los
excedentes de gases de efecto invernadero por las capacidades de fotosíntesis y
biosíntesis de los bosques, los suelos y los océanos, elevando los umbrales y niveles del
equilibrio ecológico del planeta” (p. 196).
Como se trata de una transferencia de compromisos y responsabilidades, el estímulo hacía
un mayor esfuerzo por parte de los países industrializados en pro de la reducción de la
huella ecológica y la reducción de emisiones se ve disminuido. Por el contrario, se estimula
el aplazamiento de acciones más profundas que permitan que éstos países,(cuya
participación en el total de las emisiones globales de Co2 es la más alta) puedan reducir
sus efectos en el medio ambiente y contribuir de una manera más decidida en la
construcción de un modelo sostenible de desarrollo.
Página 32 de 73
Los datos nos muestran que el objetivo trazado por el protocolo de Kioto de reducir las
emisiones en un 5% respecto a las emisiones registradas en 1990, se cumple para 2009,
en los países firmantes pertenecientes al Anexo B, gracias a los mecanismos flexibles
como MDL y tal vez a un mayor compromiso frente a los acuerdos (Gráfico 5). En los
países no incluidos en el anexo B del Protocolo (países en vías de desarrollo, ocurre el
efecto contrario, con un crecimiento sostenido de las emisiones durante el mismo período.
(Gráfico 6).
En suma, si se combinaran los datos, el efecto positivo visto en el gráfico 5 quedaría
anulado por el efecto contrario en el gráfico 6, lo que resulta en un efecto positivo
prácticamente nulo en favor de la reducción de emisiones.
Gráfico 5. Emisiones de Co2 en millones de toneladas, en países del Anexo B del
protocolo de Kioto (países industrializados),en el período 1990-2009. Fuente: CDIAC
(Carbon Dioxide Information Analysis Center).
3984
3895 3859
3792 3763
3791 3815
3841 3864
3802
3855 3901 3892
3976 4023
4075 4069 4065 4020
3742
3500
3600
3700
3800
3900
4000
4100
Emisiones de Co2 en millones de toneladas en países Protocolo de Kioto
Anexo B(Industrializados)
Emisiones de CO2 por Combustibles Fósiles
Página 33 de 73
Gráfico 6. Emisiones de Co2 en millones de toneladas en países no incluidos en el Anexo
B del protocolo de Kioto (países en desarrollo),en el período 1990-2009. Fuente: CDIAC
(Carbon Dioxide Information Analysis Center).
El MDL, por lo tanto no genera un gran aporte en su objetivo de reducir los efectos de los
GEI, pues estos se siguen generando en una creciente magnitud, lo que provoca que el
fenómeno del calentamiento global se siga agravando. (Leff,2005)
2.5 MECANISMOS DE GESTION AMBIENTAL DEL PRODUCTO: EL ANALISIS DEL
CICLO DE VIDA Y EL ECOETIQUETADO
2.5.1 El análisis del ciclo de vida ACV
Una de las herramientas que componen las normas ISO 14000 que evalúan ya no el SGA
en sí mismo sino el impacto de un producto en todas sus fases de elaboración sobre el
medio ambiente es el análisis de ciclo de vida ACV. Su aparición se dio casi a la par de las
normas ISO 14000, cuando en 1992 se publica la primera guía para la gestión del ciclo de
vida escrita por algunas organizaciones dedicadas a la investigación científica relacionada
2111 2299
2263
2339
2469
2570
2657
2737
2698
2718
2821
2936
3013 3347
3683
3926
4188
4381
4622
4865
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
Emisiones de Co2 en millones de toneladas en países Protocolo de Kioto No Anexo B( en desarrollo)
Emisiones de CO2 por Combustibles Fósiles
Página 34 de 73
con el ambiente y el manejo de las materias primas y los desechos como el FRMB (Fuels
And Raw Materials Bureau) y la SETAC (Society of Environmental Toxicology and
Chemistry) (Gómez, 2001).
El ACV, está definido en la norma ISO 14040 como “la compilación y evaluación de las
entradas y salidas y los posteriores impactos ambientales de un producto a través de su
ciclo de vida”. Esto incluye todas las fases del producto, desde la extracción de las
materias primas hasta que es descartado, lo que también se conoce como gestión de
producto de la cuna a la tumba.
Esta gestión de producto o de sistema de producto, implica que la organización establece
un objetivo a alcanzar, con el fin de hacer un análisis de la información requerida y el
mecanismo de recolección.
Asimismo, es necesario hacer un inventario de todos los requerimientos de materias
primas, emisiones contaminantes, desechos sólidos, y contaminación del agua, en cada
una de las etapas de vida del producto: producción, empaque, transporte, consumo y
disposición final (ISO 14040, International Standard, 1997).
Luego de este inventario, se hace un análisis de impacto ambiental que tienen los
elementos identificados en la fase de inventario. Por último, se lleva a cabo una fase de
interpretación de toda la información obtenida en las fases anteriores, con el fin de facilitar
la toma de decisiones.
El uso de esta metodología, es útil para la gestión ambiental y sus resultados, pues tiene
en cuenta muchos aspectos puntuales que pueden llevar al desarrollo de productos con
mejor desempeño ambiental y podrían impulsar la investigación para el desarrollo de
mejores técnicas de producción con materiales más inocuos para los ecosistemas del
planeta.
Como beneficio agregado, el ACV mejora la eficiencia en el uso de las materias primas y
energía, esto se refleja en una reducción en el costo de los productos para las compañías,
adicionalmente, el ACV facilita la comparación de alternativas en el rediseño de un
producto para que sea más eficiente ambientalmente. Como elemento de marketing, el
ACV permite la comunicación a los consumidores acerca de la responsabilidad ambiental
de los productos, con una base científica (Curran, 2016)
En cuanto a su nivel de complejidad e inversión de tiempo y recursos, el ACV no es
sencillo en su implementación, razón por la que ha resultado más enfocado como la base
obtener una eco-etiqueta para facilitar la comparación con otros productos y muchos ACV
solo se han practicado hasta la fase de inventario y aplicados en su mayoría al sector de
envases (50% aproximadamente) (Sáenz y Zúfia, 1996).
Página 35 de 73
Aunque el ACV, es una metodología que debería ofrecer un conjunto de resultados
efectivos para tomar decisiones a la organizaciones, el hecho de que el nivel de desechos
y de emisiones sea calculado sin tener en cuenta el contexto del lugar donde se producen,
puede presentar una limitación ya que esto “ impide que mediante el ACV se puedan
evaluar los efectos ambientales del producto, empaque o servicio, y no puede predecir los
impactos y riesgos ambientales futuros o si se han excedido los umbrales” ( Mc Dougall, et
al. 2008, p.87).
Es vital entonces que su futuro desarrollo, tenga en cuenta la forma ay el contexto en el
que se produce la afectación al medio ambiente en cada una de las etapas del producto y
como establecer indicadores que promuevan la mejora continua.
Como parte del análisis de ese contexto, es importante conocer como es usado el producto
por parte de los consumidores y como integrar su participación para que puedan ser parte
activa del ciclo de vida, no solo para la elección de un producto eco responsable sino para
la disposición final de estos, como ocurre en Colombia con las baterías, en donde se
requiere que el consumidor tome la decisión consciente de llevar estos desechos a un
lugar dispuesto para tal fin.
Para que el ACV, alcance su objetivo de gestionar todos los procesos del producto de la
cuna a la tumba, además de implementar prácticas de producción limpia y control de
emisiones que estén cada vez más cerca de 0, en la etapa de disposición final se pueden
tomar dos caminos.
El primero, fomentar un cambio de actitud de los consumidores para que efectúen un
consumo responsable, participando en el reciclaje o reuso de los residuos, y un segundo
camino es el desarrollo de materiales compatibles con la dinámica y los procesos de
propios de descomposición que aporta la naturaleza. Cualquiera de estos caminos
aportaría importantes avances, sobretodo en un escenario ambiental que no admite una
mayor extracción de recursos, acumulación de residuos o emisiones contaminantes.
Lograr productos con cero impacto ambiental, es un ideal difícil de lograr, pero el uso de
herramientas como el ACV, aportan elementos que se pueden potencializar y que ofrecen
avances en ese sentido. Sera necesario integrar otras herramientas que se conforme un
sistema más robusto y produzca los cambios acertados en nuestra forma de producir y
consumir que evite la degradación ambiental.
2.5.2 El ecoetiquetado: un enfoque de elección ambiental del consumidor
Como elemento de comunicación de los atributos de un producto hacia el consumidor y
como identificador de una marca, la etiqueta representa una conexión eficaz entre lo que
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ofrece el producto para el consumidor y lo que este busca en un determinado producto. Es
un elemento que ayuda a tomar decisiones de compra en el momento adecuado.
Ante la mayor concientización de los problemas ambientales por parte de diferentes
sectores de la sociedad, (Maneiro & Burguillo ,2007) de la que hacen parte los
consumidores, se han implementado mecanismos que permiten a las compañías,
comunicar sus esfuerzos en materia ambiental.
El eco etiquetado es uno de estos mecanismos, que se deriva de las normas ISO 14000,
específicamente las normas ISO 14020, 14021, 14024 y 14025, ofrecen lineamiento para
la implementación y puesta en marcha del eco etiquetado.
De acuerdo con la GEN (Global Ecolabelling Network, 2004) una eco etiqueta, es una
etiqueta que identifica el conjunto de preferencias ambientales de un producto, dentro de
una categoría de productos, basado en el análisis de su ciclo de vida y está relacionada
específicamente con la provisión de información a los consumidores acerca de la calidad
ambiental de un producto.
El desarrollo de esquemas de eco etiquetado, tiene dos fuentes, las fuentes
gubernamentales y las no gubernamentales, siendo las primeras las de más temprana
aparición hacia finales de la década de los setenta, cuando se desarrolló la etiqueta Blue
Angel en Alemania (Fruntes, 2014).
Hasta 2013, alrededor de 32.000 productos de 20.000 compañías y 50 países alrededor
del mundo habían sido certificados a través de programas de eco etiquetado. Estos datos
demuestran el alto nivel de implementación de este mecanismo por parte de las
compañías. Vale la pena resaltar, que en la mayoría de los casos este alto nivel se observa
en países desarrollados, con una baja participación de los países en vías de desarrollo
(GEN Annual Report, 2014).
Otro dato que llama la atención, es el caso de China, que paradójicamente tiene el mayor
número de productos registrados con el sello ambiental chino (197.000 productos) y al
mismo tiempo es el país más contaminado del mundo y aunque es cierto que el volumen
de productos producidos en este país puede ser el más alto del mundo, lo cierto es que en
este caso la realidad sobrepasa a los datos.
Esta tendencia de crecimiento en el número de productos con eco etiquetas responde a
una tendencia también creciente del consumo verde, de aquel gripo de consumidores que
buscan productos menos nocivos para el ambiente, y que están dispuestos a pagar un
mayor precio por este tipo de cualidad en un producto.
Tal vez esto explique cómo, con un nivel de ingresos comparativamente más bajo en los
países en vías de desarrollo, la disposición a pagar un mayor precio por un producto eco
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etiquetado no sea la misma que en los países desarrollados y por lo tanto no exista un
interés más decidido en las compañías de estas regiones a buscar una eco etiqueta.
El interés del consumidor y su preocupación por las consecuencias de su consumo,
determinan de igual manera la necesidad en las empresas productoras de implementar y
comunica las mejoras en beneficio del medio ambiente, pues el costo de estas se busca
que sea retribuido por una mayor disposición a pagar por parte de los clientes (Bickard,
Ruth 2012)
De esta manera, el eco etiquetado es una forma de llegar a un nuevo segmento del
mercado, el segmento que se orienta hacia el consumo responsable.
Como una forma de ayuda para la toma de decisiones de compra ambientalmente
responsable, el eco etiquetado es un instrumento que facilita la diferenciación y elección de
productos. Esta posibilidad da la certeza a los consumidores que están haciendo lo
correcto simplemente a través de sus decisiones como consumidores (Scales, 2014).
Desde la óptica del ciclo de vida del producto, la simple decisión en el momento de compra
no garantiza un ciclo ambientalmente amigable, pues la responsabilidad en cuanto al
manejo del producto recae sobre el consumidor, es decir que el producto no puede ser
ambientalmente responsable en sí mismo, o por lo menos no en todas las etapas del ciclo
de vida.
Para un mayor desarrollo del ecoetiquetado es necesario mejorar la conciencia ambiental
de los consumidores, para que la preocupación por el daño sobre el medio ambiente no
provenga exclusivamente de un segmento con mentalidad verde, sino de la mayoría. Esto
impulsaría a las compañías hacia un diseño y elaboración de productos con superior
desempeño ambiental. Como veremos más adelante, ya existen algunas prácticas de
producción con cero desperdicios, solo se necesita que no sean solo algunas, sino que se
convierta en una práctica común.
3. INICIATIVAS Y GUIAS DE REPORTE Y DESEMPEÑO AMBIENTAL COMO
EVIDENCIA DE BUENAS PRATICAS. EJEMPLOS
Como se ha señalado en los capítulos anteriores, la presión social, gubernamental y
mediática en las últimas décadas ha provocado una creciente necesidad por parte de las
compañías de mejorar su desempeño y disminuir su impacto ambiental.
Para poder llevar a cabo esa tarea, se han desarrollado varias formas prácticas, que ya
hemos revisado en párrafos anteriores como estándares, normas y modelos que dan
lineamientos precisos y facilitan a las compañías la implementación para el alcance de los
resultados esperados en materia ambiental.
Página 38 de 73
Todos esos esfuerzos y logros en esta materia serian en vano o tal vez ni siquiera serian
implementados si las compañías no obtuvieran un beneficio a cambio.
En algunos casos el beneficio puede estar representado en una mejor imagen frente a los
stakeholders, en la entrada a nuevos mercados, en disminución de costos, en lograr una
ventaja competitiva o en el desarrollo de un nuevo segmento de consumidores (Dummett,
2008).
Los reportes ambientales y las iniciativas de comunicación del desempeño ambiental son
los instrumentos mediante los cuales, las compañías pueden dar a conocer todos sus
logros e implementaciones en favor del medio ambiente.
De acuerdo con algunos estudios recientes (Jose, Lee, 2007) aquellas compañías con un
alto grado de afectación hacia el medio ambiente como la industria automotriz (100% de
reporte), de servicios públicos (86%), y de petróleo y gas (85%), son las más orientadas a
reportar la información de desempeño ambiental.
Esto demuestra que la prioridad para las compañías pertenecientes a los sectores más
contaminantes es alta en relación a sus reportes ambientales, pues se quiere prevenir al
máximo la pérdida de credibilidad y donde el nivel de observancia por parte de los agentes
externos a estas compañías también es alto.
Así como se han creado modelos estándar para la implementación y aplicación de
iniciativas de mejoramiento del desempeño ambiental, también se ha creado diferentes
formas de reporte, que buscan unificar la forma como se entrega la información de una
manera más uniforma pues la mayoría de las compañías presentaba esta información en
su propio formato (Alonso, Llach, Marimon, 2014).
3.1 El GRI (Global Reporting Initiative).
El GRI Global Reporting Initiative, es una de las principales iniciativas de reporte ambiental
corporativo, fue creada en 1997 en Boston, con la participación de organizaciones sin
ánimo de lucro y la CERES (Coalition for Environmentally Responsible Economies).
El GRI tiene algunos socios estratégicos que refuerzan su importancia como plataforma de
reporte corporativo, algunos de ellos son la OECD, Global Compact, UNEP e ISO.
La estructura actual en el GRI exige el reporte de la información económica de la empresa,
relacionada con su desempeño financiero, y presencia en el mercado. En el aspecto
ambiental, exige que se informe acerca de los materiales, energía y nivel de emisiones,
transporte y todos aquellos aspectos en los que se puede ver afectado el medio ambiente
(Alonso-Almeida, Llach, & Marimon, 2013).
Página 39 de 73
En cuanto a los factores sociales, se deben reportar las acciones orientadas a las prácticas
laborales justas, derechos humanos e igualdad.
Desde su creación, las guías del GRI, han evolucionado, adicionando paulatinamente
nuevos indicadores para ser incluidos en los reportes corporativos. Mientras en la versión
de 2006, se incluían 30 indicadores de desempeño, para 2011 en versión G3.1 se
incorporaron 10 nuevos indicadores, y para la versión G4 la guía contiene 9 indicadores en
la categoría de desempeño económico, 34 en la categoría ambiental y 13 en la categoría
prácticas laborales y trabajo digno para un total de 56 indicadores (GRI, 2011)
Hasta el año 2014, 5259 empresas reportaron sus informes de sostenibilidad usando GRI
como guía, donde el 12% pertenecen al sector de servicios financieros, el 7% al sector
energético, el 6% al sector de alimentos y bebidas, seguido por el sector químico y minero
con el 4%.
Si tenemos en cuenta la región geográfica, la mayoría de empresas provienen de Europa
(1947), seguido por Asia (1425), Latino América (710) y Norteamérica (664). Por países,
Estados Unidos (537), Japón (375), Suráfrica (313) y Brasil (257) encabezan el listado con
mayor número de compañías, se destaca el octavo lugar que ocupa Colombia en este
listado con 181 empresas (GRI, 2011)
Estas cifras refuerzan la idea de que la implementación de los reportes de gestión
ambiental, están directamente ligados a una motivación de prevención de riesgo, pues
precisamente aquellos sectores más propensos al escrutinio público y regulatorio son los
que se destacan en cuanto a su participación dentro del total.
Adicionalmente, el hecho de que, en regiones como Europa, y Norteamérica, exista un
mayor interés por publicar estos reportes ambientales, está ligado no solo a una mayor
concentración sino a las regulaciones ambientales más estrictas en los países de estas
regiones, mientras que en el caso de África y Latinoamérica el caso es opuesto con
menores regulaciones y también menor número de reportes.
Es de esperar que en los próximos años aumente el número de organizaciones que usen
esta plataforma para comunicar sus avances en materia ambiental.
Aunque este crecimiento seguramente seguirá siendo impulsado por las necesidades de
las organizaciones frente a las presiones regulatorias, sociales o económicas, y aunque el
aporte al medio ambiente no está muy claro, este tipo de iniciativas proveen buenos
indicadores para poder medir y certificar el tamaño del impacto que tienen las operaciones
de la empresa en el medio ambiente.
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3.2 GEN Global Ecolabelling Network
La GEN, es una organización sin ánimo de lucro, fundada en 1994 para mejorar, promover
y desarrollar el eco etiquetado de productos y servicios (GEN).
Esta es otra iniciativa de reporte más específica, pues reúne a todas las organizaciones
que han certificado sus productos bajo la norma ISO 14024.
Todos los miembros de la GEN desarrollan estándares de liderazgo ambiental, estos
miembros son los mismos que en sus respectivos países lideran la implementación del eco
etiquetado.
En el año 2003, se empezó a desarrollar una guía para mejorar la eficiencia, costo y para
facilitar la implementación del proceso de eco etiquetado, esta nueva guía llamada
GENICES (GEN Internationally Coordinated Ecolabelling System) trata de unificar criterios
de evaluación en cuanto al grupo de requerimientos para un grupo específico de
productos.
Aunque esta iniciativa de reporte cuenta con bajo número de miembros, solo 57 países, el
número de productos certificados es de alrededor de 300.000 de acuerdo con el reporte
anual de 2014.
Esta tendencia se explica por el mayor número de productos existentes en comparación
con el número de empresas fabricantes. Por otro lado, como ya lo habíamos mencionado,
valdría la pena analizar más a profundidad el número de productos que aparecen
reportados en China, donde se concentra más de la mitad de productos con sello
ambiental (197.200), (GEN report, 2014) y poder entender si esta cifra corresponde a una
mayor concentración de la producción mundial en este país o a otro tipo de fenómeno.
3.3 CERES (Coalition for Environmetally Reponsible Economies)
Este grupo es una coalición de varias empresas e inversionistas y grupos de interés, que
busca acelerar y expandir la adopción de prácticas sostenibles y soluciones para construir
una economía global más sana. Fue fundada en 1989, como respuesta al derrame de
petróleo del Exxon Valdez, en ese mismo año.
Actualmente cuenta con más de 130 organizaciones miembro, que incluye grupos
ambientales y sociales sin ánimo de lucro, y trabaja con alrededor de 70 compañías de 20
diferentes sectores como el automotriz, energía, servicios financieros y tecnología.
En junio de 2011, fue lanzado un proyecto basado en los objetivos de la agenda de Rio
20+, llamado GISR (Global Inititative for Sustainability Ratings), este proyecto, busca
acelerar la contribución de las empresas y otras organizaciones para el desarrollo
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sostenible. GISR no califica a las compañías, sino que basado en otros rankings w índices
mide la excelencia en el desempeño ambiental.
El origen de esta coalición es de tipo reactivo como respuesta a un evento catastrófico
ambiental, sin embargo, sus actividades están orientadas a mostrar a las compañías más
grandes de Estados Unidos como organizaciones preocupadas y unidas por un mismo
objetivo: el logro de una economía global sostenible, lo cual es un objetivo ambicioso que
requiere de transformaciones profundas y sostenidas en el futuro.
3.4 IISD (International Institute for Sustainable Development)
El IISD es una institución de investigación en temas ambientales y desarrollo sostenible y
su origen se dio como respuesta al informe Bruntland, publicado en 1987 y bajo la
recomendación de la Fuerza Nacional de Tareas sobre Economía y ambiente, que es una
institución creada por el gobierno canadiense para enfrentar los retos que se planteaban
en el informe.
En este sitio web, no se enfocan en reportar los logros alcanzados por las compañías, se
reportan los acuerdos, compromisos y avances en los diferentes temas ambientales como
deforestación, clima, manejo de químicos, desarrollo sostenible y contaminación del agua.
Sin embargo, uno de sus desarrollos para el sector privado es una guía publicada en
2002, llamada negocios y desarrollo sostenible, que explica las estrategias y herramientas
que las compañías pueden usar para transformar sus aspiraciones ambientales en
soluciones (IISD).
3.5 DJSI (Dow Jones Sustainability Index)
El DJSI es una forma de calificación del desempeño ambiental para las empresas, y es el
primer método de comparación de sostenibilidad, fue lanzado en 1999 y se encarga de
monitorear s el desempeño de las acciones de las compañías líderes a nivel mundial en
términos de los criterios económicos, ambientales y sociales. El índice sirve como estándar
de comparación para inversionistas que integran las consideraciones ambientales dentro
de sus portafolios de inversión y provee una efectiva plataforma de compromiso para las
compañías que quieran adoptar buenas prácticas ambientales (Ziegler, Oberndorfer,
2013).
El DJSI se compone de varios tipos de índices, uno principal, conocido como DJSI World,
otro por regiones DJSI Regions y otros índices locales específicos de algunos países.
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Para la construcción de estos índices se invita, en el caso del DJSI World a las 2500
empresas más grandes de acuerdo con el índice global S&P, que participan en una
evaluación de sostenibilidad corporativa. De allí se selecciona el 10% mejor para cada
industria de acuerdo al puntaje obtenido en la evaluación.
En el caso de los índices regionales o por países se aplica la misma metodología, pero con
un objetivo porcentual diferente, como en el caso del índice por regiones, donde se roma el
20% de las compañías con más alto desempeño para construir el índice.
Esta información se remite a ROBECOSAM, aliado de S&P DJ Índices anualmente para
determinar la permanencia de las empresas dentro del índice. Para el ingreso al Universo
de referencia las compañías deben completar una evaluación de sostenibilidad corporativa
o se califica a través de la información pública disponible. El índice se revisa anualmente
en el mes de septiembre y se actualiza trimestralmente.
Este índice constituye una guía y un parámetro adicional para tomar decisiones de
inversión adicionando la variable ambiental con un puntaje de calificación de al
comportamiento de cada compañía. Algunos autores ponen en duda su utilidad para las
compañías y el mercado accionario. Para el medio ambiente este tipo de mediciones logra
un efecto de presión hacia la responsabilidad ambiental de las organizaciones y plantea un
escenario de competencia entre las compañías para destacarse por sus esfuerzos.
3.6 Environmental Performance Index EPI
El EPI mide el desempeño de los países en materia ambiental y manejo de los recursos
naturales, publicando un ranking anual que se construye de acuerdo al puntaje obtenido
por cada país, medido a través de 20 indicadores. Estos indicadores se componen de 9
categorías que responden al planteamiento de dos objetivos principales: salud ambiental,
que mide el nivel de protección de la salud humana del daño ambiental y la vitalidad del
ecosistema, que mide la protección del ecosistema y manejo de los recursos naturales.
Este índice muestra cifras interesantes en cuanto a la gestión ambiental de los países, en
los aspectos importantes para el cuidado ambiental como el manejo del agua, la calidad
del aire, recursos pesqueros, agricultura, biodiversidad y recursos forestales. Constituye
una buena fuente de información para los gobiernos y ciudadanos de estos países, para
llevar a cabo las acciones necesarias en variables con pobre desempeño y ayuda a
visualizar la situación y la calidad de la gestión ambiental.
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3.7 CASOS Y EJEMPLOS
Son numerosos y variados los mecanismos de implementación y difusión de las prácticas
ambientales y las declaraciones en favor del cuidado del medio ambiente. En el campo
practico, destacamos los siguientes casos, que evidencian un alto nivel de compromiso por
parte de los sectores y grupos de interés alrededor de las organizaciones.
3.7.1 Programa Pilas con el ambiente.
Este programa es un buen ejemplo de como una iniciativa gubernamental de tipo
regulatorio deriva en una práctica ambiental que protege los ecosistemas y que permite
cerrar el ciclo de consumo de manera responsable.
El programa está constituido mediante una alianza entre la ANDI (Asociación Nacional de
Industriales), y los principales importadores, productores y distribuidores de pilas en
Colombia.
A partir de la expedición de la resolución 1297 de 2012 del Ministerio del Medio Ambiente,
se establece la obligación por parte de los productores y distribuidores de pilas que se
comercializan en el país de desarrollar sistemas de recolección y gestión ambiental de
residuos. Se manifiesta, además, el alto impacto de estos productos y la necesidad de
controlar su disposición final.
En el decreto se destaca como “en promedio al año se generan 11.000 toneladas de
residuos de pilas en el país, de los cuales 8.000 toneladas corresponden a pilas de zinc y
carbón, 2.000 toneladas a pilas alcalinas y el resto lo componen los residuos de pilas
secundarias y de botón” (Ministerio del Medio Ambiente, 2010).
Actualmente, este programa cuenta con 2.000 puntos de recolección a nivel nacional, que
están ubicados en diferentes puntos de alta afluencia de público como centros
comerciales, colegios, edificios empresariales y otros.
Este programa, aunque cuenta con un gran apoyo e iniciativa del sector empresarial,
requiere, como componente importante de la decisión y participación activa del
consumidor, pues finalmente es quien debe llevar las pilas a los puntos de recolección. Por
tal razón, es importante que además de generar compromisos de obligatorio cumplimiento,
el gobierno debe impulsar iniciativas de educación ambiental para concientizar a los
actuales y futuros consumidores sobre su participación y responsabilidad especialmente en
la etapa de post consumo, que se pueden aplicar principalmente en productos con
contenido de sustancias tóxicas para el ambiente, y que se podrían aplicar a otros tipos de
productos generadores de contaminación.
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3.7.2 Programa de sustentabilidad de P&G
Una de las principales compañías productoras de todo tipo de artículos para el consumo es
P&G. Según sus propias cifras, cerca del 70% de la población global consume alguno de
sus productos, por lo que su importancia es representativa en el mercado, y, por lo tanto,
sus aportes a la sostenibilidad cobijan a gran parte de la población del planeta.
Una de sus iniciativas ambientales es el reporte de las acciones en diferentes campos del
cuidado ambiental, a través de su página web. Estas acciones se centran principalmente
en dos áreas, la mejora de procesos y la mejora de productos.
En relación a las mejoras de procesos se mencionan los logros en cuanto a la reducción en
el consumo de energía, disminución en el uso de los recursos naturales y materias primas
e incluso la construcción de plantas con cero residuos de producción, evitando enviarlos al
basurero. Tal reducción se ha logrado gracias al uso alternativo de los residuos y rediseño
de los procesos en tres plantas de producción en Latinoamérica.
Esto ha permitido reducir el consumo de energía en un 21% en los últimos 5 años, un 23%
de reducción en el uso del agua y los residuos en un 88% (P&G).
En cuanto a la mejora en los productos, se mencionan los logros en cuanto al menor
porcentaje de uso de algunos materiales para la fabricación, lo que reduce su peso y
genera un volumen menor de residuos.
Otro de los alcances destacados es la incorporación de materiales reciclados o renovables
en los envases de los productos, lo que implica una menor cantidad de materiales como el
plástico y permite la reutilización para nuevos productos.
Por último, se menciona cómo, gracias al rediseño de procesos de empaque y del producto
mismo se disminuye el uso de materiales de empaque y de fabricación.
En esta iniciativa de origen privado y voluntario, la mayoría de los aportes ambientales se
concentra en el ahorro de materiales de fabricación y empaque, lo que redundará en
menores costos para la compañía, y adicionalmente aporta a la reducción de la
contaminación. Si bien se usan menos materiales, sería importante poder generar métodos
para cerrar el ciclo de vida del producto, ya sea a través del reúso de la totalidad de los
envases y la fabricación de estos con materiales 100% biodegradables o con la inclusión
del consumidor a través de mecanismos que lo motiven a disponer adecuadamente los
residuos en la etapa de post consumo.
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4. CONCLUSIONES
La sociedad moderna ha logrado mejorar la eficiencia en la forma de producir, incluyendo
la eficiencia ambiental, pero produce una cantidad continuamente creciente de productos
(Rubik, Frankl, 2005).
El desarrollo sostenible como concepto, sujeto a su correcta implementación debería ser la
solución para los problemas de la degradación ambiental producida por el funcionamiento
del sistema económico actual.
En este documento se ha planteado como resulta contradictorio, que, bajo la dinámica de
desarrollo, que se fundamenta en el crecimiento económico continuo se pueda lograr un
uso sostenible de los recursos, pues, aunque se ha mejorado en cuanto al uso más
eficiente de los mismos, su demanda continuamente en crecimiento sobrepasa la eficiencia
que se ha logrado (Boada, 2007)
Esto es más notorio en los países más pobres donde la mayoría de la población se ve
obligada a darle un inadecuado manejo y explotación de los recursos naturales de los que
depende su supervivencia en el futuro (Costanza et. al, 1999).
También se ha mostrado aquí, como a pesar de su existencia, las principales
convenciones, cumbres y declaraciones mundiales sobre el medio ambiente, y a pesar de
que se observa un nivel muy alto de compromiso, no solo en cuanto al número de países y
organismos comprometidos sino también a la magnitud de tales compromisos, no se ha
logrado obtener el retorno suficiente en cuanto a resultados alentadores en materia
ambiental.
Por el contario, algunas mediciones de impacto ambiental de la humanidad como la huella
ecológica, nos hacen ver que, en realidad, lejos de mejorar, se ha acentuado el daño
ambiental y la escasez en la disponibilidad de los recursos.
La huella ecológica, que es la medida del impacto humano en la capacidad sostenible del
planeta, (Global Footprint Network) actualmente se sitúa en promedio en alrededor 3
hectáreas por habitante. En los países más pobres, esta misma medida llega solo a 1
hectárea por habitante.
Paradójicamente, más que una mejor estrategia ambiental, este resultado solo es
consecuencia del bajo poder adquisitivo y por lo tanto de menor capacidad de consumo de
esta población, sobre todo si se tiene en cuenta que en el 20% de la población con más
recursos la huella ecológica es de alrededor de 7 hectáreas (Molinaro, 2012)
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Asimismo, los países con mayor huella ecológica en suma, tienen la misma magnitud de
huella ecológica que el resto de países del mundo. (Gráfico 7)
Gráfico 7. Países con mayor participación en la huella ecológica global en el año 2014.
Fuente: Global Footprint Network
Ante esta realidad, resulta paradójico que sean precisamente estos países los que con
mayor intensidad, han implementado mecanismos y normas a favor del medio ambiente,
como la norma ISO 14000. (Gráfico 8).
Gráfico 8. Participación en certificaciones ISO 14001, en los países con mayor huella
ecológica, año 2014. Fuente ISO survey 2014.
19%
14%
7% 3% 4%
53%
Paises con mayor paticipacion en la huella ecologica global año 2014
China
Estados Unidos
India
Brazil
Rusia
Rest of the world
36%
2% 2%
1%
1%
58%
% Participación en certificaciones ISO 14001 de los países con mayor participación en la huella ecologica global en
2014.
China
Estados Unidos
India
Brazil
Rusia
Rest of the world
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En este aspecto los organismos multilaterales juegan un papel importante para llamar la
atención sobre esta situación y generar escenarios y compromisos más adaptados a las
necesidades inmediatas que requiere el planeta. Pues, aunque se han unificado
conceptos, se han definido objetivos y se han establecido estrategias, no se han llegado a
implementar con la rigurosidad necesaria.
La responsabilidad social corporativa, es una de estas estrategias que más por necesidad
que por iniciativa, ha tenido que transformarse en cuanto a sus campos de acción, pues los
intereses de los grupos de interés alrededor de la organización cambiaron, y la dimensión
ecológica empezó a cobrar gran importancia (Epstein, 2009; Dummett, 2009; Esquivel,
2006)
La reacción de las organizaciones frente a estos cambios, resultó en la implementación de
los sistemas de gestión medio ambiental como parte de las acciones representativas de la
responsabilidad social corporativa.
Cuando se habla de los sistemas de gestión ambiental, en este documento se estableció
que representan la intención de las organizaciones de mejorar en sus actividades y
procesos para el mejoramiento del impacto ambiental, especialmente con el fin de mejorar
su imagen y permitirse el ingreso a los mercados internacionales. Gracias a su rápida
adopción por parte de un creciente número de compañías, se han desarrollado a partir de
los SGA instrumentos para la evaluación de los procesos y de los productos,
certificaciones y modelos para la estandarización de procesos e implementación de
mejoras ambientales como la norma ISO 14000 (D'souza, 2004).
Como parte del análisis realizado en capítulos anteriores, y que se planteó como uno de
los objetivos de este trabajo, a través de una metodología analítica deductiva se ha
evidenciado que la aplicación de las normas ISO no ha resultado en beneficios tangibles
para reducir los efectos en cuanto a nivel de emisiones contaminantes y la afectación del
clima y otras variables ambientales como la huella ecológica. Más bien se destaca, cómo
tales indicadores tienden a mostrar un resultado negativo frente a un crecimiento en el
número de empresas que implementan tales normas.
Sin embargo, la justificación para la implementación de estas normas se deriva, del
surgimiento de un nuevo segmento de “consumidores verdes” que buscan productos
amigables con el planeta y que responden a estas propuestas de las compañías con su
disposición a pagar un mayor precio por este tipo de productos (Scales, 2014)
De la misma manera, cono se ha señalado, son variados los mecanismos de reporte de las
acciones ambientales de las organizaciones, en donde otras entidades han desarrollado
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guías y modelos de comunicación hacia los consumidores y grupos de interés para la
organización.
Aunque son esfuerzos que podrían mejorar la situación ambiental actual, la mayoría de
estas iniciativas se concentran en la gestión documental y tienden a agudizar el problema
medioambiental, pues son soluciones guiadas por el crecimiento ilimitado y la dominancia
de la esfera financiera (Gómez, 2006).
Un segundo efecto que provoca este tipo de acciones, es el efecto tranquilizador tanto de
los consumidores que creen que están realizando un consumo ecológicamente
responsable, como de las organizaciones que se sienten satisfechas con la obtención de
un sello ecológico o de una certificación ambiental. Satisfacción que además resulta
recompensada por los beneficios propios a través de tales instrumentos.
Este efecto hace que las exigencias de los consumidores y sus expectativas frente al
desempeño ecológico de los productos permanezcan estáticas y que las empresas no
estén dispuestas o al menos obligadas a mejorar de manera más acelerada y contundente
sus procesos de producción y la conformación de sus productos hacia los objetivos del
desarrollo sostenible.
Esta situación, es la que ha provocado a su vez la desconexión entre las propuestas y
objetivos que se proponen en las cumbres y tratados ambientales, y los esquemas de
gestión medio ambiental
Tales propuestas persiguen objetivos muy ambiciosos, que no tienen el mismo nivel de
respuesta en las organizaciones, pues con los esquemas y discursos implementados
actualmente está resuelta la preocupación de los principales grupos de interés.
En este escrito, se destacan algunos casos exitosos de gestión de productos
ambientalmente amigables que representan estrategias novedosas y amplias en cuanto a
su resultado ecológico y menor daño ambiental. Este tipo de prácticas deberían ser
replicadas en un mayor número de productos y procesos, para que pasen de ser casos
aislados a prácticas comunes, que generen un mayor beneficio para la menor utilización de
los recursos naturales y menor contaminación de los ecosistemas.
Como las consecuencias y los efectos actuales sobre el medio ambiente, son cada vez
más evidentes e irreversibles, (Naredo, 2001) todas las acciones que se realicen en favor
de mitigar o eliminar estos efectos, deberían tener el mismo grado de contundencia
compromiso y velocidad de implementación.
Desafortunadamente, la mayoría de las acciones que se han llevado a cabo no mejoran las
cifras de cambio climático, calidad del aire, contaminación de las fuentes de agua,
destrucción de los ecosistemas, deforestación y huella ecológica.
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En la última cumbre sobre cambio climático, en parís, donde se llevó a cabo el Foro para la
Innovación Sostenible, se generaron compromisos firmados por casi todos los países del
mundo para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados.
Este es un compromiso altamente ambicioso y ha generado gran expectativa, más cuando
su lema es prometedor en cuanto a la posibilidad de salvar el planeta a tiempo.
Sin embargo, nuevamente la realidad supera las expectativas, ya que, aunque se
mantuvieran las promesas sobre reducción de emisiones durante todo el siglo, el impacto
de tales medidas estaría alejado del objetivo de 2°C y según las predicciones estaría
alrededor de 0,013°C, lo cual sería insignificante para mitigar las consecuencias del
cambio climático. (Lomborg, 2015)
Adicionalmente según las últimas mediciones de temperatura, en 2015 se presentó la
temperatura más alta desde que se tiene registro, 0,9°C por encima del promedio del siglo
veinte, además las 17 temperaturas más altas registradas en el mismo periodo se han
presentado en los últimos 18 años. (NOAA, 2015)
Grafico 9. Registro de temperatura anómala global expresada en °C, 1984-2016. Fuente:
NOAA, 2016.
Aunque se planteen estrategias prometedoras para disminuir el impacto ambiental y se
establezcan metas ambiciosas, se requiere de cambios en la estructura del sistema
económico actual, pues bajo la dinámica de crecimiento ilimitado de la población, del
consumo y del supuesto de disponibilidad ilimitada de recursos, ninguna estrategia
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resultaría efectiva (Max Neef, Elizalde y Hopenhayn 2010), pues son evidentes las
limitaciones no solo conceptuales sino físicas de esta lógica.
Lo más alarmante, es que en este sentido no se han hecho ni las reflexiones necesarias, ni
mucho menos los cambios necesarios para avanzar en esa dirección y no parece haber
ninguna intención de que esto ocurra.
Por tal razón es necesario que se plantee la búsqueda de resultados más ambiciosos y
tangibles, en el caso de la implementación de normas ambientales, como la ISO 14000 de
tal forma que el incremento de su implementación repercuta en un mejoramiento de los
indicadores de afectación del medio ambiente y que no se quede sólo en un documento
necesario para eliminar barreras comerciales.
La implementación de tales normas debe estar encaminada a la búsqueda de alternativas
de producción innovadoras que resulten en un impacto ambiental nulo o reducido, y que
puedan ser el verdadero reflejo de la gestión ambiental de la organización.
Para que la premisa anterior sea posible, los organismos multilaterales y los gobiernos
deben a su vez plantearse metas y compromisos más ambiciosos (aún más de los que ya
se han planteado en las últimas cumbres sobre el medio ambiente) no sólo en la magnitud
de las variables ambientales, sino en la búsqueda de alternativas en la forma como el
sistema económico debe transformarse para adaptarse al hecho de que los recursos
naturales no tienen disponibilidad ilimitada.
En tal sentido, algunas medidas como la conservación más estricta de las fuentes de
recursos e incluso estrategias de control poblacional, por lo menos de manera transitoria,
podrían permitirle al planeta algún grado de recuperación.
Uno los aspectos clave para el éxito de las iniciativas ambientales, son los cambios
culturales y sociales que se puedan implementar alrededor de nuestras prácticas de
consumo como seres humanos, que como lo señala Marina, la economía actual ha llevado
a “obligarles a que se sientan frustrados, fomentar la envidia hacia el vecino, inducir una
torpe emulación inacabable, para ofrecer después una salida fácil a su decepción:
comprar” (2007, p.19).
Es importante entonces replantear las dinámicas de producción y consumo, y orientarlas
hacia productos de mayor tiempo de uso y durabilidad, lo que aumentaría su vida útil y
disminuiría la generación de desechos.
Pues como lo señala Esquivel “la sostenibilidad ambiental requiere…que se produzca una
discontinuidad: de una sociedad para la cual la condición normal de salud ha sido el
crecimiento de la producción y del consumo material se ha de pasar a una sociedad capaz
de desarrollarse disminuyéndolos” (2006, p.103)
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En este sentido, sería importante replantear y tal vez eliminar algunas prácticas de
consumo cuyo sostenimiento va en detrimento irreversible de los ecosistemas, como lo es,
por ejemplo, la explotación de metales preciosos como el oro, que en el caso de nuestro
país es responsable de la destrucción y contaminación cada vez mayor de las fuentes de
agua.
Aunque se ha centrado la discusión alrededor de la responsabilidad empresarial frente al
cuidado del medio ambiente, las acciones también deben provenir desde nuestras
acciones individuales en las actividades del día, con la forma como usamos los recursos,
como agua y energía (Northcott, 2007) y en la forma como gestionamos nuestras acciones
para el adecuado manejo de los residuos que producimos en nuestros hogares.
La manera como funciona el sistema económico actual y su concepción como un sistema
cerrado, llevara a que si no se actúa para producir las transformaciones de fondo que se
requieren con urgencia se agoten los recursos naturales y se alcance el límite de su
capacidad. Lo que provocaría que el modelo actual colapse irreversiblemente, llevando
muy probablemente a un nuevo orden mundial y a la ausencia de una dinámica económica
tal como la vivimos hoy en día (Lovelock, 2006).
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