CAMBIO DE PARADIGMA: estilo de vida “en teresiano”
“…determiné a hacer eso poquito que era en mí …
y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios,
que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo” C 1:2
Agradezco muy de corazón la oportunidad de compartir en este congreso de familia Carmelitana en el cual estamos celebrando el aporte de Santa Teresa de Jesús al mundo y el ser parte de esta vivificadora herencia espiritual para el mundo. ¿Qué mundo? ¿Cuál herencia espiritual?
El tema que nos ocupa esta mañana es el de cambio de paradigma, término que se inspira en el aporte del filósofo de la ciencia Thomas Samuel Kuhn1, quien introduce el concepto de la influencia de los factores sociológicos y psicológicos al desarrollo de la ciencia y del paradigma, intuiciones que vienen siendo aplicadas a la evolución de la teología y a la cosmovisión religiosa del mundo con creciente éxito.
Probablemente el uso más común de PARADIGMA, implique el concepto de cosmovisión2 pues en ciencias sociales, el término se usa para describir el conjunto de EXPERIENCIAS, CREENCIAS y VALORES que afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa percepción, esa percepción abarca una visión integral de universo y la forma por la cual es entendido el ser humano y por supuesto las realidades cercanas al conocimiento.
Los investigadores sociales han adoptado la frase de Kuhn "cambio de paradigma" para remarcar un cambio en la forma en que una determinada sociedad organiza e interpreta la realidad.
Un "paradigma dominante" se refiere a los valores o sistemas de pensamiento en una sociedad estable, en un momento determinado. Los paradigmas dominantes son compartidos por el trasfondo cultural de la comunidad y por el contexto histórico del momento3.
1 Kuhn, Thomas Samuel en su obra; The Structure of Scientific Revolutions, 2nd Ed., Univ. of Chicago Press, Chicago & Londres, 1970. 2 Cosmovisión, en el sentido del concepto alemán Weltanschauung, visión del mundo, creado por el filósofo Wilhelm Dilthey (1914). 3 Cf. es.wikipedia.org. Paradigma
Un paradigma puede guardar su vigencia durante siglos, en tanto que la actividad humana se desarrolle bajo ese modo de entender el mundo. Pero llega el momento en que poco a poco se empiezan a acumular ideas, descubrimientos, hechos, procesos, nuevas formas de interpretar las experiencias que llevan a ese paradigma a una gran crisis. Morris Berman, por ejemplo, en los dos primeros capítulos de “El reencantamiento del mundo” describe cómo surgieron las ideas y los procesos sociales que pusieron en crisis al paradigma imperante durante la Edad Media y dieron origen al mundo moderno, cuya fase final parecería que estamos viviendo en estos momentos. Berman llega a la conclusión de que ya es tan difícil mantener a fines del siglo XX el paradigma científico moderno, como lo fue sostener el paradigma religioso premoderno de la Cristiandad en el siglo XVII. Berman describe la manifestación de esa crisis diciendo que “el último brote súbito de depresión y psicosis o “melancolía”, como se llamaba a estos estados mentales entonces, ocurrió en los siglos XVI y XVII, período en el cual se hizo muy difícil mantener la noción de la salvación y de la implicación del auténtico cristianismo en los asuntos humanos. La situación finalmente se estabilizó merced a la emergencia de un nuevo marco referencial mental que fue el capitalismo, y la nueva definición de la realidad, basada en la modalidad científica de experimentación, cuantificación y destreza técnica”.
Simón Pedro Arnold4 nos ofrece su análisis al respecto al confirmar que las Iglesias y, más generalmente, las religiones, atraviesan por una crisis, en muchos aspectos, mortal. Las manifestaciones religiosas más fanáticas y más premodernas abundan. Las formas más irracionales y retrógradas de comportamiento religioso restauradoras del paradigma de la cristiandad parecen tener, hoy, un asombroso éxito en muchos lugares del planeta. Sin embargo, no duda en afirmar que este éxito está ligado, precisamente, a la fuerte carga de angustia que produce una coyuntura de cambio de época. Se trata del reflejo sin futuro de una desesperada búsqueda de seguridades.
En efecto, no hay que confundir éxito de moda efímera, y sentido a largo plazo. Ya es imposible, hoy, ocultar la profunda inadecuación del discurso y del universo simbólico religiosos en contexto de postmodernidad.
Muchos son los autores, en estos tiempos, tanto creyentes como agnósticos, que auguran la pronta obsolescencia de los sistemas religiosos, bajo sus formas tradicionales, y el surgimiento progresivo de una nueva era espiritual de carácter místico5.
4 Cf. ARNOLD Simón Pedro osb, ¿Adónde vamos? Una teología de la vida consagrada par un tiempo de crisis y de esperanza. Ed. Paulinas 2012. Lima Perú. 5 Ver entre muchos otros M. Gauchet, W. Jäger y R. Lenaers.
En esta etapa evolutiva, las religiones que ofrezcan una verdadera y convincente propuesta mística, más allá de las camisas de fuerza de las normas morales, de las cosmovisiones míticas y del dogmatismo doctrinal premoderno, tendrán alguna esperanza de encontrar acogida en estos nuevos tiempos en dolores de parto.
En el contexto cristiano, y más particularmente, en el mundo de las familias carismáticas: religiosos, religiosas, laicos, esta toma de conciencia recién está aflorando, a pesar de lo ya antiguo de muchas de las preguntas hechas al pensamiento religioso desde el Renacimiento. Es urgente, por lo tanto, atender, por fin, esto que se suele llamar los “nuevos paradigmas”.
Nos toca reelaborar todo el discurso creyente, nuestras teologías, antropologías y estilos. Abandonando, de una vez, las tentaciones reaccionarias recalcitrantes que intentan afirmar la vigencia de los antiguos modelos, se nos pide abordar, con lucidez, modestia y valentía, estos desafíos. De esta opción dependen, no solamente la pertinencia histórica futura de nuestra fe, sino, simplemente, nuestra supervivencia como propuesta de sentido.6
Un cambio de paradigma implica un profundo cambio de la mentalidad epocal, de los conceptos y los valores que forman una visión particular de la realidad en una época determinada.
La literatura que hoy existe sobre los nuevos paradigmas, plantea con diversos énfasis, la presencia de una enorme CRISIS DE LAS FUENTES mismas de nuestra vida individual, social, económica, espiritual, cultural y moral.
Diría que estamos ante una de esas típicas crisis que anuncian un cambio de paradigma que se expresa como cambio de época o de era. Lo característico de este cambio respecto de los anteriores es su velocidad. La velocidad de cambio de nuestra época es mucho más rápida que las anteriores, en virtud de los “soportes” que la generan. El drama se está dando, a nivel social, entre el mundo rápido que está naciendo, y el mundo lento, generalmente abarcante de las regiones más pobres del planeta. Esto va de la mano con el final de la era del combustible orgánico, la decadencia del patriarcado y los cambios en las formas de conocimiento y de conciencia.
Hemos reflexionado en estos días la importancia del contexto histórico en la comprensión del génesis de un Carisma como el de Teresa de Jesús y su aporte liberador en el tiempo cronológico de su origen y que luego trasciende el espacio temporal de su nacimiento en un presente de liberación a la humanidad, que de ello se encargará la Ruah divina, sabiduría de Dios Madre-‐Padre, dinamizadora de vida.
La pertinencia liberadora del Carisma Teresiano para el hoy, la actualidad eficaz del mismo. es sin duda que Teresa de Jesús fue una mujer de su tiempo y que dio, no solo una repuesta, pues
6 ARNORL, Simón Pedro. Tú sígueme. Ed. Págs:
todos de algún modo lo hicieron, sino que dio una respuesta desde su experiencia de Dios que le abrió todos los sentidos de su ser haciendo en ella una primera y nueva percepción sobre sí y el mundo, percepción que se convirtió en un nuevo actuar. La reforma teresiana expresa de manera singular una novedosa propuesta eclesial que impacta en el modo de concebir a Dios, al ser humano, a la mujer, a la iglesia, la salvación, las relaciones humanas, el progreso científico y la espiritualidad transformante de realidades concretas desde el conocimiento de sí y la reconfiguración personal y relacional. Por eso podemos contemplar a Teresa como Revolucionaria y gestadora de un paradigma que ilumina el cielo de la propuesta del Reino del Padre para su humanidad.
Desafíos y bendiciones para la vida religiosa y familias espirituales laicales
Patt Farrell en su mensaje inaugural de la Asamblea de las líderes religiosas de Estados Unidos nos invita a descubrir en estos tiempos de cambio que Dios, desde el futuro, nos está llamando. Que se nos está alistando para una fresca irrupción del Reino de Dios. Y que los caminos para responder se encuentran dentro de nuestro propio ADN espiritual y en ello no adentramos en este kairós.
Teresa nos enseña a cómo navegar estos tiempos recios (V33,5) …Y dije que de eso no temiesen; que harto mal sería para mi alma, si en ella hubiese cosa que fuese de suerte que yo temiese la Inquisición; que si pensase había para qué, yo me la iría a buscar; y que si era levantado, que el Señor me libraría y quedaría con ganancia.
El Camino, camino de perfección en el amor a Jesús humanado y el apasionamiento por la condición humana en las hermanas y en los seres humanos diversos le da la mirada de futuro, logra descubrir en las diferencias lo nuevo que llevan dentro germinando una alternativa.
¿Por qué tocamos el tema de paradigmas?
El desafío cultural es quizá el más acuciante para la Iglesia y para quienes hemos recibido un Carisma para el servicio de la iglesia y del mundo, llámese grupo laical o Vida religiosa consagrada, porque en la base de nuestra comprensión de la realidad está una cultura concreta, una manera de ver el mundo y la vida, que configura un estilo de vida y de opciones. Hay diversas maneras de ver y estar en la realidad y por lo tanto diversos modos de participar como misión, del don carismático recibido. Cambio de época y gestación de un nuevo paradigma en América Latina y el Caribe El documento de Aparecida expresa que los pueblos de América Latina y de el Caribe vivimos hoy una realidad marcada por grandes cambios que afectan profundamente nuestras vidas (DA 33). La novedad de estos cambios, a diferencia de los ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, con diferencias y matices, afectan al mundo entero. Habitualmente se
los caracteriza como el fenómeno de la globalización (DA 34). En este nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja (DA 36) y leída fragmentariamente, desde la economía, psicología, religión... Es frecuente que algunos quieran mirar la realidad unilateralmente desde la información económica, otros desde la información política o científica, otros desde el entretenimiento y el espectáculo. Sin embargo, ninguno de estos criterios parciales logra proponernos un significado coherente para todo lo que existe. Cuando las personas perciben esta fragmentación y limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas. La realidad social resulta demasiado grande para una conciencia que, teniendo en cuenta su falta de saber e información, fácilmente se cree insignificante, sin injerencia alguna en los acontecimientos, aun cuando sume su voz a otras voces que buscan ayudarse recíprocamente.
Esta es la razón por la cual muchos estudiosos de nuestra época han sostenido que la realidad ha traído aparejada una crisis de sentido. Ellos no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe y nos sucede en la experiencia, y que los creyentes llamamos el sentido religioso. Habitualmente, este sentido se pone a nuestra disposición a través de nuestras tradiciones culturales que representan la hipótesis de realidad con la que cada ser humano pueda mirar el mundo en que vive (DA37). Es esta pérdida de sentido que nos hace introducirnos en la evolución histórica de donde emerge un nuevo paradigma.
La realidad social que describimos en su dinámica actual con la palabra globalización, impacta, por tanto, antes que cualquier otra dimensión, nuestra cultura y el modo como nos insertamos y apropiamos de ella. La variedad y riqueza de las culturas latinoamericanas, desde aquellas más originarias hasta aquellas que, con el paso de la historia y el mestizaje de sus pueblos, se han ido sedimentando en las naciones, las familias, los grupos sociales, las instituciones educativas y la convivencia cívica, constituye un dato bastante evidente para nosotros y que valoramos como una singular riqueza. Lo que hoy día está en juego no es esa diversidad, que los medios de información tienen la capacidad de individualizar y registrar. Lo que se echa de menos es más bien la posibilidad de que esta diversidad pueda converger en una síntesis, que envolviendo la variedad de sentidos, sea capaz de proyectarla en un destino histórico común (DA 43)
Vivimos un cambio de época cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios… (DA 44)
Cambio de paradigma
El nuevo paradigma desafía a los humanos a buscar nuevas razones para probar que poseemos algún tipo de capacidad para fundar nuevos comportamientos éticos y una praxis liberadora con pretensiones de distinguir los grandes problemas de la humanidad que la están destruyendo de los caminos de humanización: la libertad de la tiranía, la falsedad de la verdad, lo justo de lo injusto o si estamos condenados a la lógica posmoderna del pensamiento débil y
de la fragmentación relativista. En el nuevo paradigma las explicaciones ya no se pueden basar en la lógica de la causalidad lineal, sino en la lógica circular multidimensional. La convicción es que la complejidad anulará la intolerancia y toda afirmación perentoria…7
Las categorías que elegí para compartir el tema transitan de una visión totalizadora y por lo tanto dualista o polar a la parcialidad que nos ofrece el fragmento y de la que partimos para construir una nueva realidad, así llega la nueva propuesta, el nuevo paradigma desde el cual se actúa y se comparte la vida cotidiana.
La gestación de un nuevo paradigma
Nada en la creación es estático, y todo en ella hay que mantenerlo en movimiento; el crecimiento requiere cambio pues en el cambio adquiere todo su potencial; la noción de crecimiento/progreso no es lineal; en todo este movimiento, los seres humanos no reducen su presencia a un rol pasivo, dejando el activo sólo a Dios; acoger y discernir los movimientos del Espíritu es lo que activa y guía las fuerza del cambio en el mundo; los cambios no son fruto del azar o del determinismo, el crecimiento implica complejidad y la dificultad de contemplar el hoy en sus diversas aristas, lo envuelven siempre en un cierto misterio o incomprensibilidad. Los cambios son generalmente confusos y enredados; ya que los cambios implican resistencias, es mejor fluir con la corriente. Los nuevos paradigmas requieren de nosotros una gran conversión de mente y de corazón.
La propuesta de Jesús fue contracultural, pero al fin y al cabo una propuesta cultural, en la personas de Jesús comenzó un nuevo paradigma que le da continuidad y novedad radical a la historia. Del proceso de encarnación y del Reinado de Dios, podemos aprender que del dialogo de las polaridades surge LA NOVEDAD EVANGÉLICA: la utopía y lo germinal, la profecía y la sabiduría, la eficacia y la gratuidad, lo personal y lo comunitario, la mística y la ascética… diría González Buelta que son dos alas del Espíritu, en un diálogo constante para crear un vuelo nuevo8
Hemos visto como la iglesia como institución ha domesticado esta alternativa y ha tratado de acomodar el paradigma de Jesús y el Reino a sus estructuras, muchas veces de privilegios, poder y dominio. La propuesta paradigmática de Jesús tiene como hitos la resurrección, la cruz y la encarnación, misterios que están todos inmersos en la realidad humana y su potencialidad de liberación, luz y plenitud, diría José María Arnaiz, hay que comenzar por engancharse con la nada de la muerte, hacer el duelo y luego soltar lo que es seguro y familiar… para caminar9. Como diría Teresa tan alta vida espero, que muero porque no muero.
El surgimiento de un nuevo paradigma es un cambio sustancial en el pensar, sentir, y proceder, impactando en todas las áreas de la vida. Como decíamos estamos abandonando el modo lineal 7 Pérez Aguirre Luis sj, Ciencias teológicas y concepto de paradigma, en http:www.geocites/teologialatina 8 B. GONZALEZ BUELTA, Tiempo de crecer. Polaridades evangélicas. Santander, Sal Terrae. 2009, p. 25 9 Ibid, ARNAIZ, p. 24
y causal de conocer que ha caracterizado a la época moderna y comenzamos a pensar en términos de interdependencia y circularidad, que nos permite superar e incorporar las diferencias y acercar e integrar las distancias.
Encontrar los brotes de vida nueva… un nuevo paradigma que nos saca de la tensión o la lucha entre los distinto y nos mete en una andadura integradora y fecunda que es fruto de de una nueva concepción o creación10
No lo dudemos, con o sin nosotros nacerá un nuevo paradigma y el Espíritu suscitará nueva vida en los huesos secos de los viejos modelos que no nos dan vida. Ahí estarán presentes los que saben visualizar lo que otros no ven, o decir lo que otros no aciertan a nombrar. Una espiritualidad de los ojos abiertos, de las entrañas compasivas, de los brazos inclusivos y de los pies dispuestos a dirigirse a los límites de las pobrezas humanas y estructurales.
En esta postmodernidad aún vivimos una concepción dualista del ser humano, las dicotomías, las polarizaciones y los reduccionismos inhumanos que llevamos dentro provocan una baja tonalidad y falta de una clara definición de nuestras vidas y compromisos. En lo personal se manifiesta en un fuerte subjetivismo, relativismo y afectivización; en lo social se traduce en una experiencia fría y formal de la democracia y de un a-‐politicismo que busca y no logra dar con las necesarias transformaciones; en lo económico la deshumanización crasa por el capitalismo liberal regulado por el mercado.
Algunas de las bipolaridades que vivimos como sociedad y que se convierten en ambigüedades que nos motivan a hacer caminos hacia un nuevo paradigma
− Uniformidad-‐multidiversidad − Globalidad-‐localidad − Novedad-‐tradición − Racionalidad tecno científica-‐emotividad subjetiva − Colectividad-‐individualidad − Fortaleza-‐vulnerabilidad − Religión-‐religiosidad
Nuevos horizontes paradigmáticos
1. Entre lo humano y lo cristiano, ser creyente 2. Entre relaciones patriarcales o kiriarcales: Relaciones incluyentes de género 3. Entre la oración y el compromiso, mujeres y hombres místicos profetas 4. Entre la fe y la justicia: misericordia y compasión 5. Entre la persona y la comunidad: solidaridad misionera 6. Entre lo fundamentalista o relativista: personas arraigadas en la fe
10 ARNAIZ José María, Alternativas de humanización, más allá de la dualidad. Ed PPC. Madrid. 2012. Pág.17
7. Entre Carisma e institución: personas testigos de un Carisma en la historia 8. Entre los indispensable y lo superfluo: lo sencillo
Nuevos horizontes paradigmáticos
1. Entre lo humano y lo cristiano, SER CREYENTE La experiencia más desgarradora es el dualismo entre lo humano y lo espiritual. Jesús y Teresa nos enseñan que el terreno fértil de la vida en el espíritu no es otra cosa que la condición humana a la que se unió radicalmente Jesús abajándose de su condición divina para hacerse en todo igual a nosotros y en ello también encontrar su contento porque tanto amó el Padre al mundo que le entregó a su hijo unigénito para que todo el que crea en él no muera sino que viva (Jn 3,16) De lo humano Teresa señala el cuerpo como expresión de esa condición humana “Nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo; querernos hacer ángeles estando en la tierra es desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario, ya que algunas veces el alma salga de sí, o ande muchas tan llena de Dios, que no haya menester cosa criada para recogerla. Esto no es tan ordinario que en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía. Y habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque veces vendrán que lo uno ni lo otro no se pueda” (Vida 22:10). Teresa también nos muestra que ser CREYENTE es un proceso Es también necesario comenzar con seguridad de que, si no nos dejamos vencer, saldremos con la empresa; esto sin ninguna duda, que por poca ganancia que saquen, saldrán muy ricos. No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente. Esto queda ya dicho, y querríalo decir muchas veces, porque acobarda mucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor por experiencia, aunque le conocen por fe. Mas es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino, y cómo casi les hace toda la costa (C 23,5)
Un itinerario que empieza en la superficialidad, pasa por el conocimiento de sí mismo, de las entrañas de la condición humana, del discernimiento existencial de la escucha y del crecimiento en el amor hasta llegar a la unión siempre transformante en el amado que es a la vez experiencia transformante de las realidades del mundo. Proceso descrito en la totalidad de sus obras y de manera más sistemática en Moradas y su Camino de perfección. Proceso que nos recuerda el proceso de fe en Marta la amiga de Jesús, descrito en el evangelio de Juan que va desde la fe de los judíos hasta la profesión personal de que Jesús es el Hijo de Dios que había de venir al mundo, Sí Señor, yo creo… (Jn 11,27) Igual que Marta, Teresa se convierte en la discípula por excelencia, piedra angular, como Pedro del movimiento más revolucionario por el amor que recobra vidas muertas, como Lázaro.
“En Cristo he puesto mi confianza… En Él estriba mi firmeza, mi seguridad, la prueba de mi verdad”
No hay dicotomía posible, la encarnación nos muestra en ambos sentidos que lo humano se diviniza pero también lo divino se humaniza confundiéndose en una sola realidad TRASNFORMANTE. Porque, si no nos queremos hacer bobos y cegar el entendimiento, no hay que dudar; que esto no es representación de la imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué le ir a buscar en otra parte más lejos; sino que, pues sabemos que mientras no consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros el buen Jesús, que nos lleguemos a Él. Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje. (C 34,8)
El profundo sentido de comunión eclesial vivido por Teresa, se fundamenta en la obediencia a Jesús de quien escucha el sueño de la reforma como espacio de encuentro de amistad personal, intracomunitario y comprometido, voz que fue interiorizada, discernida y confirmada por la providencia en las fundaciones de los conventos reformados y que se proyectan como una foco profético de amor, silencio, servicio, pobreza y obediencia radical, y que denuncian las falsas motivaciones del seguimiento pero también los modelos reduccionistas de la cristiandad tanto de las imágenes de Dios como del ser humano. Igual que Marta, será piedra angular en el entramado de la vivencia espiritual que trasciende los muros de la iglesia institucional.
El susurro de Teresa en su muerte, al fin muero hija de la iglesia, es también un canto a la libertad de espíritu, encontrada en el seguimiento de Jesús como mujer.
2. Entre relaciones patriarcales o kiriarcales: Relaciones incluyentes de género
El encuentro entre lo masculino y femenino desde lo inclusivo y recíproco nos llenará de vida nueva y abrirá caminos de plenitud. Revitalización de la iglesia en sus diversos carismas y ministerios, y de la humanidad, transformando o superando estructuras kiriarcales (dominación-‐sumisión), patriarcales, y toda práctica discriminatoria en la sociedad y en la iglesia. Así como la tierra gime con dolores de parto, la nueva humanidad sólo se hará posible bajo las premisas de igualdad, complementariedad y RECIPROCIDAD, hasta llegar a relaciones sanas, maduras, respetuosas de lo diferente y capaces de poner en común esa diferencia al servicio del proyecto de Dios. La categoría de género acentúa el aspecto relacional de manera diferenciada pero incluyente. Aunque muchos son los avances del papel de la mujer en ámbito social, en un proceso que ya no puede parar, todavía es necesario recorrer el itinerario de las moradas hasta liberar el
potencial de una nueva relacionalidad donde una tarea pendiente es alimentar ambas identidades, la de la mujer liberada y del varón sin estructuras machistas o patriarcales. “…hay muchas más que hombres a quien el Señor hace estas mercedes, y esto oí al santo Fray Pedro de Alcántara (y también lo he visto yo), que decía aprovechaban mucho más en este camino que hombres, y daba de ello excelentes razones, que no hay para qué las decir aquí, todas en favor de las mujeres” (V 40:8) Así Jesús y Teresa iluminan este itinerario desde su praxis personal, la de Jesús que rompe toda estructura de marginación invitando a la mujer y a los varones, transformar las estructuras de dominación enderezando a la mujer encorvada por el peso estructural de la cultura, y haciendo a las mujeres discípulas pues junto a ellas proclamaba la buena noticia del Reino (Lc 8, 1-‐3), y ellas son las que serán las primeras testigos y misioneras de la Resurrección. Todas ellas, sanadas por el amor que iguala, son las amigas de Jesús. Por eso la categoría de encuentro de Teresa con Jesús es precisamente la amistad, el amor y el desposorio espiritual, de ello ha de emanar la reconstrucción de sus relaciones amplísimas e inclusivísimas de Teresa. Hemos de aceptar que no sólo se trata de la invisibilidad del aporte de la mujer y de la vida religiosa femenina por cuestiones de lenguaje o cultura androcéntrica, sino del largo proceso de sometimiento estructural y cultural de la cual no sólo somos víctimas sino muchas veces sostenedoras y promotoras del mismo. Son muchos los desafíos al interno de la vida femenina y los que provienen del exterior, que son un llamado y una propuesta de paradigmática. Pertenecemos a una de las instituciones que históricamente se ha entendido como jerárquica y este es el primer elemento de discernimiento y praxis profética que será parte de nuestra identidad como hombres y mujeres herederos de un carisma teresiano que nos muestra la mirada valiosa de Teresa sobre sí misma en su condición de mujer y el cobijo que muestra a sus hermanas para introducirlas en una nueva antropología de valoración y valentía.
“…hijas, habéis visto la gran empresa que pretendemos ganar. ¿Qué tales habremos de ser para que en los ojos de Dios y del mundo no nos tengan por muy atrevidas? Está claro que hemos menester trabajar mucho, y ayuda mucho tener altos pensamientos para que nos esforcemos a que lo sean las obras”. (C 4:1)
En términos más amplios, la mujer laica y la vida religiosa femenina ha tenido un lugar imprescindible en los procesos de evangelización de nuestro pueblo, siempre abierta a colocarse en los lugares de frontera, cercana a sus necesidades y luchas; su rostro y presencia manifiestan el otro rostro de la iglesia que hace creíble al Dios de Jesús por sus actitudes de misericordia, inclusión y justicia.
Nos hemos de acompañar mujeres con mujeres, varones con mujeres y varones con varones en este proceso de mutuo amor profundo y experiencia de plenitud que encontraremos no sólo en el reconocimiento de nuestra mutua valía sino en el impulso de las potencialidades ocultas.
Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga por experiencia.
3. Entre la oración y el compromiso, mujeres y hombres místicos profetas. Escuchar a Dios
dónde la vida clama. A los cristianos nos achata la desintegración de oración y actividad cuando no dejamos que fluya la corriente sanadora del amor de Dios para encontrarlo en todo y en ello encontrar la fuerza y energía de la entrega gozosa, dejando a un lado el eterno cansancio de nuestro activismo desenfrenado, para encontrarnos revitalizadas en el acontecer cotidiano pero también en el acontecer histórico. Para quienes hemos recibido como don un Carisma en las diferentes vocaciones, y este carisma teresiano en el que Dios se regalará en la experiencia de encuentro personal y comunitario para encontrarlo vivo y actuante. Yo te daré libro vivo. (V 26,5) La escucha de Dios en el silencio del alma nos prepara para escuchar a Dios vivo que podamos escucharle donde la vida clama, en medio de los dolores de nuestro pueblo y también en medio de sus gozos y esperanzas. La persona creyente no puede permanecer al margen de la realidad que nos envuelve y de la realidad concreta; la económica y la política, la social y la cultural la religiosa y la espiritual. No es ingenua y sabe que ese mundo en el que ora y con el que oras es injusto, consumista, secularizado, competitivo, agresivo pero también que tiene una fuerza renovadora por la presencia del Espíritu. Así se nutre el culto y la vida mutuamente. La crisis nos ha ayudado a tomar conciencia de la presencia del Espíritu en los nuevos escenarios y en los sujetos emergentes de nuestra realidad, reforzando la convicción de la presencia de Jesucristo en las personas empobrecidas y excluidas, y la certeza de que, a través de ellas, podemos escuchar y hacer la voluntad del Padre. Esto nos compromete consecuentemente con ellas y ellos para recrear la vida, en fidelidad al Reino, hasta el martirio.
4. Entre la fe y la justicia: misericordia y compasión, replantearnos nuestra misión desde nuestra identidad frente a los nuevos sujetos y escenarios emergentes
Nuestro continente es un continente de contrastes, de él brota la vida y en él está amenazada en muchas de sus expresiones: física, ética, emocional, cósmica… así lo gritan los problemas de la migración, la trata de personas, el círculo del narcotráfico y la impunidad-‐corrupción que atraviesan los países de Latinoamérica y el Caribe. La relación con Jesús y el proyecto del Padre que él encarna y del cual es un apasionado, integra perfectamente fe y justicia a través del verbo: amar con compasión y misericordia una expresión perfectamente mística profética. La iglesia Latinoamericana fiel al espíritu del Vaticano II desde la conferencia de Medellín, nos inspira para optar por una fe que se realiza en la justicia. Porque el amor y la fe deben ponerse más en actos que en las palabras y no hay nada más teresiano que eso. La solidaridad con los pobres y las personas constructoras de la paz es un “centro fundamental” y un foco luminoso y dador de vida para nuestra vida y misión. Ponernos del lado de las víctimas para sanar sus heridas, constituirá un imperativo ético del ser cristiano y a la vez un nuevo modo de restaurar el cosmos y la tierra que han sido depredados por nuestro atroz consumismo.
Los rostros sufrientes de los pobres, son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Vida Consagrada y de nuestros compromisos cristianos. Todo lo que tenga que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo (cf. DA 393). De ahí que la contemplación de Jesucristo y el encuentro con El en los pobres es dimensión constitutiva de nuestra fe y nuestra consagración (cf. DA 257)11
Entre estos nuevos escenarios y sujetos emergentes, señalamos: Los escenarios que nos retan a salir de nuestra indiferencia
− La exclusión social. − La depredación y las catástrofes naturales. − La trata de personas. − La corrupción y la impunidad, − El círculo del narcotráfico. − La injusticia y la inequidad. − Las migraciones. Los escenarios que nos invitan a acompañar los proceso de parto a una nueva dignidad de hijos de Dios. − La sensibilidad por el desarrollo humano y sustentable. − Los movimientos sociales y juveniles. − La cultura digital y las redes sociales. − La voz de las mujeres y de las nuevas generaciones. − La participación democrática. − La religiosidad popular.
11 Cf. Plan global de la CLAR, 2012-‐2015
− El cambio epocal y la secularización.
“Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regalándose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí casi haciéndome fuerza para que la tenga... Sea por siempre bendito, que tanto me ha sufrido. Amén” (Vida 4,10-‐11).
“y se regalarán y despertarán a más amar a quien hace tantas misericordias” (M 1:3)
La generación de este nuevo modo de estar en el mundo y de hacer el mundo nos pide disposición para la conversión personal necesaria para amigarnos con los pobres y marginados gozosamente desde nuestra condición de pobres. Teresa nos indique el camino de la humildad y la auténtica pobreza evangélica que pasa por poner todos los bienes al servicio del Reino e implica una vida profundamente simple.
5. Entre la persona y la comunidad: solidaridad misionera La iglesia y la sociedad han puesto de relieve la necesidad y la importancia de la comunidad. No es la institución, sino las relaciones de amor, las que determinan la vida comunitaria. El creciente fenómeno de individuación ha puesto relieve las limitaciones de las personas y la fecundidad y fuerza de la comunidad. Relacionarse, comunicarse y crear vínculos es vivir. Como cristianos no caminamos en la andadura con Jesús, las y los discípulos han de ser compañeros/os y caminar juntos; hasta el calvario, ya que es allí donde nace la verdadera comunidad pascual. Este proceso ha de integrar personas comunitarias y comunidades personalizadoras, unidas en lo esencial que en nuestro caso es además del evangelio una manera de vivirlo que es el Carisma que nos congrega y nos posibilita abrirnos a la riqueza de la complementariedad y reciprocidad en la misión compartida por Jesús a través del Espíritu Santo. La comunidad religiosa o cristiana no existe para sí misma; tiene una misión en el mundo, la misión le d asentido, estilo, dinamismo y calidad; la saca del intimismo y, a su vez, le ayuda a evitar el individualismo. Dar vida a una comunidad precisa meter el mundo en casa para que las personas cristianas y religiosas vivamos plenamente nuestras aspiraciones de santificación, pues es en el mudo está lo que más quiere Dios, sus hijos e hijas, y ellos deben ser el centro de la preocupación, análisis y transformación de la comunidad y de sus integrantes. La apatía, como olvido del sufrimiento ajeno, como ausencia de compasión e incapacidad para la misericordia, es la forma de terminar con la verdadera comunidad cristiana, familiar y religiosa. Esta interacción nos colocará en el fluir de la vida y nos despertará a redescubrir el evangelio hecho vida en hacernos hermanos todos. El sustrato teresiano está hecho de amistad,
comunicación, diálogo, alegría, servicio; es el microclima que permite que la vida se mantenga y se multiplique, desde él se puede hacer misión.
6. Entre lo fundamentalista o relativista: personas arraigadas en la fe En los años posteriores al Concilio se manifiesta con mayor contundencia una crisis del Cristianismo que venía fraguándose desde el comienzo de la época moderna en la cual se va desmoronando el sistema de mediaciones: creencias, prácticas, pertenencia a la institucionalidad. Se manifiesta y se vive en la creciente secularización como emancipación del influjo de la religión de áreas cada vez más amplias de la vida social y cultural y de aspectos más íntimos de la vida personal como la pregunta por el sentido, la búsqueda de la felicidad y la gestión de la vida individual como una cultura de ausencia de Dios que sitúa a los creyentes en estado de verdadera intemperie cultural, la crisis religiosa se ha convertido en una crisis de Dios y de fe.12 Es preciso que ahondemos en la experiencia de fe que tenemos. Es posible que nos consideremos creyentes porque admitimos, sin apenas preguntarnos por qué, todas las verdades que Dios, nuestro Señor, nos ha revelado y que la Santa Madre Iglesia nos enseña, pero que nuestra fe se reduzca a “creer lo que no vimos” a aceptar lo que no entendemos, sin que esa aceptación haya dado lugar a ninguna experiencia personal ni haya transformado más que superficialmente nuestra vida. El modo de experienciar al Dios de Teresa, la relación personal con él que se traduce en la recreación de su compromiso con la historia, génesis de la Reforma y que da pie en su momento a un nuevo paradigma. Para ello no basta el conocer sobre la experiencia sobrecogedora de Teresa.
Tal vez haya grupos de cristianos fundamentalistas de algunas formas de creer que son la manifestación inconsciente de la debilidad y la inseguridad de la propia fe.
Si la misión místico-‐profética de la Iglesia tiene que ver con la encarnación de la experiencia de Dios, no es de asombrarse que la crisis de fe, es decir de la experiencia de Dios, desemboque a su vez en una crisis ética, la enfermedad de los comportamientos morales y sociales que brotan de esta experiencia espiritual.
Volver a encarnar nuestra vocación profética y mística implica retornar por el camino de Galilea y poner de nuevo nuestros pasos en los pasos de los discípulos de Jesús. Nos urge reaprender, desde allí, el sentido profundamente ético de nuestro compromiso. Redescubrir la experiencia del seguimiento supone, en primer lugar, buscar nuevamente los caminos olvidados del propio Jesús.
12 VV AA. Fijos los ojos en Jesús en los umbrales de la fe. Ed. PPC, Madrid, 2012. Pág 8-‐12
7. Entre Carisma e institución: personas testigos de un Carisma en la historia El Carisma como Don del Espíritu es la fuente de las familias religiosas que lo han recibido como gracia también, camino de santificación y santificación para el mundo. Este se ha de verter en proyectos concretos. El Carisma se hace cultura; la cultura paradigma, y el paradigma precisa de la institución13 Las instituciones a veces se corrompen, y eso ocurre, sobre todo, cuando les falta carisma y personas con carisma que las animen. La bipolaridad nos ha llevado a veces a contraponer de modo dicotómico y simplista la institución y el Carisma. El paso luminoso que estamos invitados/as a dar pide la necesidad de institucionalizar el carisma y de mantener la vitalidad y la fuerza que cobra un carisma bien encarnado en una institución. La persona testigo y animadora de un carisma tiene tres tareas en toda organización:
− Acoger, recibir, dar la bienvenida. Hacer sentir al extraño huésped y como en casa ya desde la impronta del Carisma que vive en el corazón de quien anima. Juntar e integrar con fluidez estructura y organización con carisma y espíritu.
− Animar, contagiar entusiasmo, transmitir proyecto, señalar las vitalidades del grupo y multiplicarlas.
− Acompañar, estar al lado de, transmitir confianza y ayudar a superar dificultades. 8. Entre los indispensable y lo superfluo: lo sencillo
Caminar hacia un nuevo modelo de vida, es encaminarse hacia lo sencillo, hacia lo esencial que a su vez es lo que más implica y complica nuestra vida. Esta condición de vida puede ser es indispensable en el momento de llevar a cabo una verdadera alternativa en la iglesia y en la sociedad materializada y consumista. Una forma de vida sencilla es el mejor servicio que se puede hacer a la sociedad, una sencillez que supone aprender y enseñar a vivir con lo suficiente y esto es una forma de ser contracultural y al mismo tiempo paradigmático. Teresa nos enseña que la matriz de la reforma es la pobreza, y la humildad el camino de la vida espiritual que te lleva a la pobreza evangélica donde encuentra su riqueza y libertad.
Por último terminaré señalando unos espacios creadores de ese nuevo paradigma:
Los espacios creadores
a. Un horizonte inspirador. Nuestra mirada puesta en el Jesús, su Reino encarnado en una realidad y cultura concreta. Para la vida religiosa Latinoamericana y caribeña mirando hacia este objetivo
Qué:
Promover y acompañar comunidades nuevas de Vida Religiosa: 13 Cf. J.M. ARNAIZ, Un carisma hecho cultura. Buenos Aires, Ed. Claretiana, 2010, pp 5-‐20
− Centradas en la Palabra y el Espíritu − Cimentadas en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo. − Abiertas a los escenarios prioritarios y a los sujetos emergentes de América Latina y el
Caribe. Cómo:
Por medio de procesos de humanización, de actitudes de escucha y diálogo, y de dinámicas de comunión eclesial.
Para qué:
Para el reencanto de la fe y la vocación, el compromiso con la Nueva Evangelización, la realización de la iglesia de los pobres y la llegada del Reino.
b. El espacio interior, personal y hondamente espiritual
Este es el mundo de las raíces, de la fuente, del brotar de una vida carismática, del surgir de la integración y la revitalización. Las semillas se ponen ahí donde Teresa vivió su proceso espiritual y profundamente humano. En espacio interior comienza lo original, lo pequeño. Es aquí donde nacen las polarizaciones pero también las concentraciones y recreaciones, ahí se originan los desgarros y ahí tiene que comenzar todo de nuevo.
c. El espacio estético, poético y creativo La espiritualidad se alimenta y expresa de mejor manera en lo simbólico y esto tiene que ver con la creatividad y la belleza. Dios, en el comienzo crea, y lo que hace surgir es bello y hermoso, y tiene toda la fuerza vital y poética. Así el surgimiento de un modelo nuevo implica adentrarnos en un nuevo lenguaje que es vehículo apropiado para la comprensión y la creatividad que enamora, desdobla emociones, centros vitales y proyectivos.
d. El espacio ético, del bien y de la transparencia No hay espacio más revitalizador que lo ético, el introducirnos en el mundo de la coherencia y de la búsqueda del bien porque brota del corazón la consonancia con la bondad del otro y de la otra.
e. El espacio intercomunicativo y de redes El espacio más profético místico es la comunicación y la conformación de redes que vitaliza la escuela del compartir, de la solidaridad
f. El espacio narrativo Aprender a compartir narrativamente la vida, la teología, la experiencia de Dios, el compromiso con el hermano y la hermana, constituye una fuente de vitalidad que nos devuelve a la esencialidad de nuestro ser.
g. El espacio ecológico Retornar al sueño primigenio de Dios, reconsiderarnos como parte del santuario de Dios al cual nos reintegramos con sencillez y reverencia.
Sea Teresa de Jesús la gran reformadora la que inspire nuestros caminos de ser gestadores de un cielo nuevo y una tierra nueva que historifiquen los sueños de Dios como nuestros propios sueños para que como Teresa, todo el Carmelo y las familias que se inspiran en el carisma teresiano seamos todas de Jesús y Jesús sea todo nuestro.
Juana Ángeles Zárate Celedón csc 30 de mayo del 2013.
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