0
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
PRÁCTICAS CULTURALES Y DISCURSOS DE LA MEMORIA. EL TRABAJO CON EL LENGUAJE
(PROMEP No. 103.5/09/4482 PTC-355)
DOCUMENTO FINAL Y
REGISTRO FOTOGRÁFICO
RESPONSABLE
DRA. NORMA ESTHER GARCÍA MEZA N° DE PERSONAL: 15855
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA CULTURA Y LA COMUNICACIÓN
UNIVERSIDAD VERACRUZANA
XALAPA, VER. SEPTIEMBRE DE 2010
1
COLABORADORES
DRA. LETICIA JUANA CUFRÉ MARCHETTO DR. HOMERO ÁVILA LANDA
COLABORADORES INVITADOS
DR. MIGUEL ÁNGEL ESCALANTE CANTÚ
UJAT DR. ÉDGAR GARCÍA VALENCIA
UV
BECARIO
MANUEL CASTILLO MARTÍNEZ
AUXILIAR DE INVESTIGACIÓN
ANNA DENISSE MOLINA CANTELLANO
APOYO FOTOGRÁFICO
CECILIA ARJONA GARCÍA IXCHEL ESCALANTE CASTRO
PEDRO RODRIGO GONZÁLEZ GARCÍA
2
INDICE PRESENTACIÓN 3 PRIMER CAPÍTULO: PRÁCTICAS CULTURALES Y DISCURSOS DE LA MEMORIA 6
I. La memoria como objeto de estudio 7 II. Las lápidas urbanas o la inscripción de señales de la muerte en las aceras 16
a). Memoria y lápidas urbanas b). Una práctica cultural y funeraria en dos ciudades de provincia c). Discursos de la memoria inscritos en las aceras d). Registro fotográfico
SEGUNDO CAPÍTULO: MEMORIA Y LENGUAJE 212
I. La memoria como preocupación artística 213 II. Memoria y literatura: el discurso funerario de Lucas Macías en Al filo del agua 219
a). Resonancias diversas y vínculos dialógicos en el discurso de Lucas Macías b). Memoria e ingenio en el discurso de Lucas Macías c). Los muertos en la memoria o la dimensión ética en el discurso de Lucas Macías
BIBLIOGRAFÍA 235 ANEXOS 241
3
PRESENTACIÓN
El presente proyecto de investigación ha sido realizado teniendo como objetivo general la identificación y el análisis de las visiones
del mundo y los imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en los diversos discursos y prácticas
culturales que acontecen en el cruce de un tiempo y un espacio específicos, y cuya finalidad es contribuir a la construcción de la
memoria; así como su representación artística en algunas obras literarias. Su universo de estudio quedó conformado, en términos
generales, por dos territorios: el espacio social donde acontecen las diversas prácticas culturales y los discursos orientados a la
construcción de la memoria (específicamente las ciudades de Xalapa y Villahermosa) y algunas obras literarias en las que estas
prácticas y discursos han sido recreados mediante el trabajo artístico (específicamente el discurso funerario de Lucas Macías en la
novela Al filo del agua, de Agustín Yáñez). El nexo metodológico entre ambos territorios lo conformó el trabajo con el lenguaje,
entendido como un componente esencial de la realidad social que articula memoria individual y colectiva y que, al transitar por
todas las esferas donde acontece la vida humana, se va saturando de huellas históricas, sociales, políticas y culturales, que
posibilitan la representación de imágenes artísticas de individuos que se nombran a sí mismos, al mundo y al otro en el cruce de un
tiempo y un espacio definidos. Para cumplir con el propósito central se delinearon los siguientes objetivos específicos1:
1. Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en
los diversos discursos y prácticas culturales que acontecen en la dimensión simbólica de la cultura; específicamente, en las
dinámicas cotidianas de los sujetos sociales de dos ciudades capitales de la provincia mexicana: Xalapa, Ver., y
Villahermosa, Tab.
2. Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en
los diversos discursos y prácticas culturales que son representados artísticamente en algunas obras literarias;
específicamente, en el universo ficcional de Al filo del agua, de Agustín Yáñez. 1 Ver el Anexo 1.
4
3. Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en
los diversos discursos y prácticas culturales que son representados artísticamente en algunas obras literarias;
específicamente, en el universo ficcional de La feria, de Juan José Arreola.
4. El presente proyecto tiene como objetivo adicional incorporar, tanto al trabajo de campo como al de análisis de datos, a
estudiantes de las licenciaturas de Sociología, Antropología y Letras, de la Universidad Veracruzana, a fin de que la
experiencia les permita diseñar sus propios objetos de conocimiento para la realización de sus tesis.
5. Los resultados del presente proyecto se integrarán en un documento final que incluye el registro fotográfico y el análisis
de la información obtenida.
De ellos hay que decir que se cumplieron en su totalidad2 salvo en el caso del objetivo cuatro en tanto que no fue posible
incorporar al trabajo de campo a ningún estudiante de las licenciaturas de Sociología y Antropología, tal como estaba programado,
pero en cambio, se integraron: Anna Denisse Molina Cantellano, estudiante de la licenciatura en Administración de negocios
internacionales; Cecilia Arjona García, estudiante de la licenciatura en Biología, Ixchel Escalante Castro, estudiante de la
licenciatura en Lengua y literatura hispánicas, Pedro Rodrigo González García estudiante del bachillerato así como el becario
Manuel Castillo Martínez, también de la Facultad de Letras, quien además de elaborar su proyecto de tesis y presentarlo como
ponencia en un evento académico3, coordinó el trabajo de campo en la ciudad de Xalapa, Ver. El trabajo de campo en la ciudad de
Villahermosa fue realizado por un grupo de estudiantes de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, coordinado por el Dr.
Miguel Ángel Escalante Cantú, especialista en ciencias del lenguaje, quien se incorporó a la tarea como colaborador invitado. El
proyecto ha contado también con la colaboración de la Dra. Leticia Juana Cufré Marchetto, especialista en subjetividad y violencia
simbólica; del Dr. Homero Ávila Landa, especialista en estudios antropológicos sobre los jóvenes y del Dr. Édgar García Valencia,
especialista en cultura simbólica de la Nueva España.
2 Respecto a las metas y actividades específicas ver los Anexos 2 y 3. 3 Me refiero a la XIV Reunión Internacional La Frontera, 2010, celebrada en el mes de marzo en la ciudad de Puebla, Pue., en la que el becario presentó la ponencia: “La escritura y la oralidad. Fronteras comunicativas en La feria de Juan José Arreola”, ver el Anexo 3.
5
El presente documento, con el que se da cumplimiento al objetivo cinco, está dividido en dos capítulos. El primero contiene
todo lo referente a las prácticas culturales y discursos de la memoria y está dividido en dos partes. La primera contiene el marco
teórico y algunas de las principales aportaciones en torno a la memoria como objeto de estudio y en la segunda expongo los
resultados acerca de la construcción de lápidas urbanas, una práctica cultural y funeraria identificada en dos ciudades de provincia y
de cuya existencia se da testimonio mediante un registro fotográfico. Uno de los aspectos metodológicos privilegiados fue hacer
visible nuestro objeto de estudio y por ello, además de emplear las técnicas de investigación más usuales como la observación y la
entrevista, el principal soporte de este proyecto ha sido la fotografía. Una selección del material sobre las lápidas urbanas será parte
de la exposición fotográfica que se realizará en el mes de noviembre dentro de la Semana de la Cultura Funeraria organizada por el
Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación, de la Universidad Veracruzana, así como del encuentro sobre el mismo tema
convocado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco en la ciudad de Villahermosa, Tabasco
El segundo capítulo está dedicado a la memoria como preocupación artística de un grupo de escritores mexicanos, entre los
que se encuentra Agustín Yáñez, quien recrea en su novela Al filo del agua algunos de los asuntos culturales identificados, entre
ellos, las creencias y rituales que en torno a la muerte se realizan en la provincia mexicana, así como las relaciones que los sujetos
sociales establecen con la muerte, la presencia que adquieren los muertos en la memoria y el carácter ético que implica rememorar
su existencia, por ello, me ocupo de identificar el discurso funerario de Lucas Macías. Por último, el documento incluye la
bibliografía citada y los anexos.
6
PRIMER CAPÍTULO
PRÁCTICAS CULTURALES Y DISCURSOS DE LA MEMORIA
7
PRIMER CAPÍTULO: PRÁCTICAS CULTURALES Y DISCURSOS D E LA MEMORIA
He dividido el presente capítulo en dos apartados. En el primero ofrezco el resultado del recorrido general efectuado por las obras
de algunos autores que, en décadas pasadas, se han ocupado de la memoria como objeto de estudio. Tal recorrido forma parte del
marco conceptual del proyecto “Prácticas culturales y discursos de la memoria. El trabajo con el lenguaje” y su elaboración
obedeció a la necesidad intelectual de situarme frente al cúmulo de definiciones y discusiones en torno a la memoria. En el segundo
apartado presento lo correspondiente a una práctica cultural y funeraria identificada en dos ciudades de provincia: la construcción
de lápidas urbanas o la inscripción de señales de la muerte en las aceras.
I. La memoria como objeto de estudio4
“Lo que honramos del pasado
no es el hecho de que ya no exista más, sino el hecho de que alguna vez existió.
Entonces, el mensaje de la historia a la memoria, del historiador al hombre de memoria,
es el de agregar al trabajo de memoria no solamente el duelo por lo que ya no es,
sino la deuda respecto a aquello que fue” Paul Ricoeur
La memoria es uno de esos conceptos cuyo contenido varía según el ángulo o los ángulos epistemológicos desde donde se mire.
Así, encontramos definiciones desde los distintos campos disciplinarios que unas veces colocan todo el soporte de la memoria en el
ejercicio individual, otras en las acciones colectivas, como resultado de los marcos previamente establecidos en la vida social, y
muy pocas en el tránsito complejo que involucra lo individual y lo colectivo como resultado de prácticas culturales e identitarias.
4 El presente apartado fue presentado como ponencia con el título: “Memoria y literatura”, en el Primer Coloquio de Investigación. Jornadas de Cultura y Comunicación, del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación, de la Universidad Veracruzana, en diciembre de 2009, ver el Anexo 3.
8
Uno de los autores que se ha referido a esta problemática con suma claridad es Paul Ricoeur en la polémica sostenida con
Maurice Halbwachs a propósito de la polaridad entre subjetividad y objetividad que marcó el nacimiento de las Ciencias Sociales y
Humanas5. Problemática que, sin duda, se agudizó a la hora en que los países latinoamericanos, que experimentaron dictaduras
militares, comenzaron a interrogarse por la memoria o las memorias de lo sucedido e inició lo que algunos autores denominan: la
batalla de las memorias6 y que abrió nuevamente la discusión en torno a lo subjetivo y lo objetivo, lo individual y lo colectivo, lo
verdaderamente sucedido o lo recordado como real, entre otros asuntos problemáticos en torno a la memoria.
Asociado a la historia, en tanto que contiene hechos del pasado, pero vinculado al presente y al futuro, en tanto construcción
social que orienta prácticas culturales, movimientos sociales y una diversidad de manifestaciones cotidianas asociadas a la
identidad, el concepto de memoria es polémico y en su devenir ha generado diversas y contrastantes definiciones desde los distintos
campos disciplinarios que se han ocupado de su estudio7.
5 “[esta] postura antitética surgió con el nacimiento de las ciencias humanas –desde la lingüística a la psicología, la sociología y la historia. Al adoptar como modelo epistemológico el tipo de objetividad de las ciencias de la naturaleza, estas ciencias establecieron modelos de inteligibilidad para los que los fenómenos sociales son realidades indudables. Más precisamente, al individualismo metodológico, la escuela durkheimiana opone un holismo metodológico en cuyo marco vendrá a inscribirse Maurice Halbwachs […] Precisamente en esta situación altamente polémica, que opone a la tradición antigua de reflexibilidad la más joven de objetividad, se presentan como rivales memoria individual y memoria colectiva […]”, Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Editorial Trotta, Madrid, 2003, pp. 127, que en adelante citaré como La memoria, la historia, el olvido, y la página correspondiente 6 Gilda Waldman, “La ‘cultura de la memoria’: problemas y reflexiones”, en Revista Política y Cultura, núm. 26, otoño 2006, pp. 11-34, que en adelante citaré como “La ‘cultura de la memoria’" y la página correspondiente. 7 Entre muchos otros, destaco los siguientes: Eduardo Galeano, Memorias del fuego III. El siglo del viento, Siglo XXI, México, 1998. Josefina Cuesta Bustillo, “Memoria e historia. Un estado de la cuestión”, en: Josefina Cuesta Bustillo (ed.), Memoria e historia, Madrid, Marcial Pons, 1998. Marc Augé, Las formas del olvido, Gedisa, Barcelona, 1998. Cristóbal Gnecco y María Zambrano, (ed.), Memorias hegemónicas, memorias disidentes. El pasado como política de la historia, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Universidad del Cauca, Bogotá, 2000. Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo XXI editores, España, 2001. Paul Ricoeur, “Definición de la memoria desde un punto de vista filosófico”, en Francoise Barret-Ducrocq, (dir.), ¿Por qué recordar? Granica, Barcelona, 2002, pp. 24-28. Umberto Eco, “Preámbulo”, en Francoise Barret-Ducrocq (dir.), ¿Por Qué Recordar?, pp. 183-186. Barcelona: Granica, 2002. Maya Aguiluz Ibargüen, “Memoria, lugares y cuerpos”, en Athenea Digital, otoño, número 006, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España, 2004, pp. 1-15. Beatriz Sarlo, Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo: una discusión, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2005.
9
Desde la década de los setenta el proceso cultural mediante el cual los sujetos participan colectivamente en la construcción
de la memoria era ya un asunto del que se ocupaban algunos reconocidos intelectuales8. Antes, a finales de los sesenta, Peter Berger
y Thomas Luckmann ya habían realizado contribuciones al respecto con la publicación de La Construcción Social de la Realidad,
obra en la que fijaron su concepción acerca de que la realidad social se construye a través de los procesos de interacción de los
individuos en la vida cotidiana y que, sin duda, será un referente indiscutible para definir la memoria como construcción social9.
Construcción social de la memoria pero también de su contraparte: el olvido y del tiempo en el que ocurren10: un tiempo
histórico en el que los sujetos construimos las diversas significaciones e interpretaciones de lo acontecido intentando responder a las
interrogantes acerca de quiénes somos y quiénes son los otros, buscando develar la violencia, las imposiciones, las negaciones y las
intromisiones que se ejercen desde el poder.
Y es, precisamente, en la década de los noventa cuando se publican textos que privilegian la memoria como objeto de
reflexión y análisis, en el contexto de la llamada crisis de paradigmas. Es en esta década cuando la memoria –como objeto de
8 Me refiero sobre todo a los siguientes textos: Frances A. Yates, El arte de la memoria, trad. Ignacio Gómez de Liaño, Madrid, Taurus, 1974. Jacques Le Goff, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Paidós, Barcelona, 1977. Michel De Certeau, (1975), La escritura de la historia, Universidad Iberoamericana, México, 1993. Michel De Certeau, (1979), La invención de lo cotidiano. El arte de hacer (1ª. ed). Tomo I, México: Universidad Iberoamericana, 1996. Paul Ricoeur, Relato: historia y ficción, trad. Elda Rojas Aldunate, Dosfilos, México, 1994. Paul Ricoeur, (1976), Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, trad. Graciela Monges Nicolau, Siglo XXI/Universidad Iberoamericana, México, 1995. Paul Ricoeur, (1983), Tiempo y narración. Configuraciones del tiempo en el relato histórico, t. I, trad. Agustín Neira, Siglo XXI, México, 1995. Paul Ricoeur, La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, UAM, 1999. Pierre Nora (ed.), Les liux de la mémoire, (3 vol.), París, Gallimard, 1984. Paul Ricoeur, Ideología y Utopía, Gedisa, Barcelona, 1989. Jacques Le Goff, Histoire et mémoire. París, Gallimard, 1988. Jacques Le Goff y Pierre Nora, Hacer la Historia, t. 1, Laia, Barcelona, 1985. Roger Bartra, La jaula de la melancolía, Grijalbo, México, 1987. Yosef Yerushalmi, “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos del olvido, Buenos Aires, Nueva Visión, 1989. 9 Berger, Peter y Lukmann, Thomas, La Construcción Social de la Realidad. Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1968. 10 “Memoria y olvido son construcciones sociales, continuamente elaboradas y reformuladas. Este proceso tiene lugar en el marco de otra construcción social y cultural más amplia: la producción social del tiempo. Sobre el escenario de nuestra particular concepción del tiempo, la memoria y el olvido, el presente y el futuro actúan y se ordenan como simbolizaciones de esa gran obra de la acción colectiva que llamamos historia [...] La memoria es una forma de distinguir y vincular el pasado en relación al presente y al futuro. No se refiere tanto a la cronología de hechos que han quedado fijos en el pasado como a su significado para el presente. La memoria es un acto del presente, pues el pasado no es algo dado de una vez para siempre. Aún más: sólo en parte es algo dado. La otra parte es ficción, imaginación, racionalización. Por eso la verdad de la memoria no radica tanto en la exactitud de los hechos (res factae) como en el relato y la interpretación de ellos (res fictae)”, Lechner, Norbert y Güell, Pedro, “Construcción social de las memorias en la transición chilena”, Centro de Estudios Miguel Enríquez – Archivo Chile, 2005, en: http://www.archivochile.com/Ceme/recup_memoria/cemememo0024.pdf (consultado el 15 de noviembre de 2009).
10
estudio y componente central de problemáticas asociadas a los derechos humanos–, emerge como una constante en los ámbitos
académicos y políticos11.
La preocupación por la memoria es tal que los estudiosos de las Ciencias Sociales y las Humanidades comienzan a ocuparse
de ella desde distintos campos disciplinarios y desde diversas perspectivas teóricas, colocándola en un lugar destacado dentro de los
temas culturales y políticos:
La emergencia de la memoria como preocupación en los más diversos ámbitos geográficos, así como una constante exhortación a ‘recordar’ y un permanente llamado a ejercitar el ‘saber de la memoria’ se han colocado en nuestro horizonte cultural y político como tema de debate central. En contraposición con una modernidad que privilegiaba el desprendimiento del pasado como signo de renovación indispensable para el progreso, o de la cultura de vanguardia del periodo de entreguerras que celebraba la ruptura con el pasado y encomiaba la novedad, e incluso en contraposición con los planteamientos más recientes sobre el ‘fin de la historia’ o ‘la muerte del sujeto’, quizás nunca como ahora el presente había estado tan marcado por la voluntad social de recordar12.
Dando lugar, incluso, al surgimiento de nuevas líneas de investigación en las que se recuperan, –mediante técnicas
cualitativas antes desdeñadas por quienes confiaron siempre en el prestigio de lo cuantitativo para asegurar la objetividad dentro de
sus respectivos campos disciplinarios–, eventos y testimonios cotidianos cargados de la subjetividad propia de la memoria.
[…] la reactivación del debate en torno a las reglas de construcción del discurso histórico (estatuto de verdad, objetividad, neutralidad academicista, etc.) registra la influencia de nuevas líneas de investigación que rescatan los relatos de vida, la experiencia cotidiana y el testimonio (usualmente desechados por la historiografía tradicional) en un entorno que tiende a la apertura interdisciplinaria hacia los métodos de la sociología o la antropología. El interés por la memoria también ha sido particularmente notable en la Sociología, disciplina en la que se ha desarrollado incluso una “sociología de la memoria”
11 Me refiero, sobre todo, a los siguientes: David Middleton y Derek Edwards, (comps.), Memoria Compartida. La Naturaleza Social del Recuerdo y del Olvido, Barcelona: Paidós, 1992. Luis Vargas (ed.), Claves de la memoria, Trotta, Madrid, 1997. Joel Candau, Memoria e identidad, Ediciones sol, Buenos Aires, 1998. Pilar Calveiro, Desapariciones, memorias y desmemorias de los campos de concentración argentinos, Taurus, México, 2001. Bruno Groppo y Patricia Flier, La imposibilidad del olvido. Recorrido de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay, Ediciones al margen, La Plata, Argentina, 2001. Marcelo Brodsky, (coord.), Memoria en construcción. El debate sobre la ESMA, La marca editorial, Buenos Aires, 2005. 12 “La ‘cultura de la memoria’", pp. 11-34.
11
que ha incursionado, entre otros temas, en el estudio de cómo se manifiesta la memoria en diferentes grupos sociales […] y, a últimas fechas, en el marco de recuperación de la textura de la subjetividad13.
Algunos de estos estudios14 incorporan distintas perspectivas de análisis acerca de la cultura en la que está inscrita la
memoria y se caracterizan por identificar las significaciones que ésta tiene como expresión de prácticas culturales, imaginarios15 o
representaciones sociales16.
Otra serie de estudios ha trabajado con la memoria en tanto componente central de movimientos sociales y reivindicaciones
por los derechos humanos teniendo como eje de análisis las aportaciones de Maurice Halbwachs sobre los marcos previamente
establecidos en la vida social que explican la existencia de la memoria colectiva17.
Dentro de las distintas aportaciones que se han hecho respecto a los estudios sobre la memoria sobresale aquella que la
concibe como una memoria compartida que contiene diversas concepciones, creencias e identidades, hecha de pasado pero con
presencia en el presente y proyección hacia el futuro, tal como lo señala Le Goff:
13 Ibid, p. 12. 14 Me refiero, sobre todo, a los trabajos de autores como Gilberto Giménez, Néstor García Canclini, Renato Ortiz y a los estudios sobre la memoria impulsados por Elizabeth Jelin. 15 “[...] los imaginarios sociales son referencias específicas en el vasto sistema simbólico que produce toda colectividad y a través de la cual se percibe, se divide y elabora sus finalidades. De este modo, a través de estos imaginarios sociales, una colectividad designa su identidad elaborando una representación de sí misma; marca la distribución de los papeles y las posiciones sociales, expresa e impone ciertas creencias comunes, fijando especialmente modelos formadores [...] una de las funciones de los imaginarios sociales consiste en la organización y el dominio del tiempo colectivo sobre el plano simbólico. Intervienen activamente en la memoria colectiva para la cual [...] a menudo los acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias a las que ellos mismos dan origen y encuadran [...] Los imaginarios sociales y los símbolos sobre los cuales se apoyan los primeros forman parte de los complejos y compuestos sistemas, a saber, en especial los mitos, las utopías y las ideologías”, B. Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Argentina, Nueva Visión, 1991, pp. 28-30, que en adelante citaré como Los imaginarios sociales y la página correspondiente. 16 Las representaciones sociales son construcciones simbólicas creadas y recreadas en los procesos de interacción social. Según Serge Moscovici, son: “[...] una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos [...] un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran a un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación”, Serge Moscovici, El psicoanálisis, su imagen y su público, Huemul, Buenos Aires, Argentina, 1979, pp. 17-18, que en adelante citaré como El psicoanálisis, su imagen y su público y la página correspondiente. 17 Algunos ejemplos son: Manuel Antonio Garretón, “Memoria y proyecto de país”, en Revista de Ciencia Política, año/vol. XXIII, núm. 002, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile, 2003, pp. 215-230. J. Mendoza, “Las formas del recuerdo. La memoria narrativa”, en Athenea Digital, núm. 6, otoño, 2004. J. Manzi, et. al., “El pasado que nos pesa: la memoria colectiva del 11 de septiembre de 1973”, en Revista de Ciencia Política, año/vol. XXIII, núm. 002, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile, 2003, pp. 177-214. Ver también Joël Candau, “Memorias y amnesias colectivas”, en Antropología de la Memoria, Nueva Visión, Buenos Aires, Argentina, 2002, pp. 56-86.
12
La memoria es un elemento esencial de lo que hoy se estila llamar la «identidad», individual o colectiva, cuya búsqueda es una de las actividades fundamentales de los individuos y de las sociedades de hoy, en la fiebre y en la angustia. La memoria colectiva, sin embargo, no es sólo una conquista: es un instrumento y una mira de poder [...] La memoria, a la que atañe la historia, que a su vez la alimenta, apunta a salvar el pasado sólo para servir al presente y al futuro. Se debe actuar de modo que la memoria colectiva sirva a la liberación, y no a la servidumbre de los hombres18.
Una memoria que se enriquece constantemente a pesar de los intentos por institucionalizarla o por socavarla con los olvidos
intencionados. Porque, según este autor, una de las aspiraciones que manifiestan los poderosos es, precisamente, apoderarse de la
memoria19.
La mayoría de los autores, que en los últimos años se han ocupado de recuperar testimonios diversos acerca de
acontecimientos violentos ocurridos en distintos espacios geográficos, coinciden en resaltar que frente a la memoria siempre se
despliegan discursos del poder que buscan instaurar el olvido. Al respecto, Umberto Eco plantea cómo la memoria sobrevive al
poder y al silencio, que es una de las formas en que se manifiesta el olvido:
[...] la memoria colectiva se las arregla, a veces, para sobrevivir a las censuras del poder y a los silencios de los historiadores. Ocurre que, para restablecer la concordia, para favorecer una nueva alianza, el poder político se calla y pasa en silencio la xenofobia, la memoria de una guerra, de una invasión, de una colonización. Pero la memoria colectiva resiste: la gente murmura, la memoria subsiste por el cotilleo, la sátira, los cotidianos actos de desconfianza20.
Todo ello es posible porque, lejos de ser un territorio ambiguo, indefinido y neutro, la memoria constituye un escenario en el
que se enfrentan múltiples memorias, distintos grupos e intereses diversos:
18 Le Goff, Jacques, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Paidós, Barcelona, España, 1991, pp. 182-183. 19 “Apoderarse de la memoria y del olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas. Los olvidos, los silencios de la historia son reveladores de estos mecanismos de manipulación de la memoria colectiva [...]”, Ibid, p. 134. 20 Eco, Umberto, “Preámbulo“, en ¿Por qué recordar?, Foro Internacional Memoria e Historia, Elie Wiesel, (Coord.), Ediciones Granica, España, 2002, p. 184.
13
[...] una pluralidad de memorias que corresponden a las más amplia diversidad de grupos y actores sociales (sociales, políticos, religiosos, etc). En este sentido, podría afirmarse que –salvo en regímenes dictatoriales– no existiría una sola memoria social en la cual la totalidad de la sociedad pueda reconocerse dándole un sentido único al pasado sino que, más bien, “memorias en conflicto” que se contraponen en el espacio público en torno a cómo procesar y darle sentido a este pasado21.
Porque otorgarle sentido al pasado es una compleja tarea que provoca conflictos. Elizabeth Jelin, otra de las autoras que han
destacado en los estudios sobre la memoria, afirma que lo ocurrido en el pasado implica no sólo reconocer los sentidos que, desde el
presente, se le imprime sino también identificar el papel que desempeñan el silencio y el olvido porque ello implica reconocer que
en tal proceso tiene lugar un determinado tipo de lucha:
Hay una lucha política activa acerca del sentido de lo ocurrido, pero también acerca del sentido de la memoria misma. El espacio de la memoria es entonces un espacio de lucha política, y no pocas veces esta lucha es concebida en términos de la lucha ‘contra el olvido’ recordar para no repetir. Las consignas pueden es este punto ser algo tramposas. La ‘memoria contra el olvido’ o ‘contra el silencio’ esconce lo que en realidad es una oposición entre distintas memorias rivales (cada una de ellas con sus propios olvidos). Es en verdad ‘memoria contra memoria’22.
Ello explica, de algún modo, los estudios particulares que se realizan sobre memorias específicas como aquella que contiene
el cúmulo de conocimientos ancestrales sobre los mitos y el origen del universo, de los dioses y de los seres humanos, de las
relaciones que establecen entre ellos y la naturaleza, que los pueblos mesoamericanos lograron preservar después de la Conquista y
que algunos autores, como Enrique Florescano, nombran memoria antigua:
21 “La ‘cultura de la memoria’", p. 17. 22 Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria, Siglo XXI España editores-Siglo XXI Argentina editores, Madrid, 2002, p. 6, que en adelante citaré como Los trabajos de la memoria y la página correspondiente.
14
Se trata de una memoria deliberadamente instruida para acumular la experiencia humana y transmitirla con precisión a las generaciones posteriores. Para cumplir ese cometido la memoria de los pueblos de Mesoamérica envolvió su mensaje en la sencillez del lenguaje oral, en la belleza del lenguaje corporal, en las luces de la escenografía y el sonido de la música, hasta componer con todo ello un canto y una escritura que invariablemente transmitían el mismo mensaje. El núcleo de este mensaje era la historia del propio pueblo, los valores que lo constituyeron como nación y explicaban sus relaciones con los dioses, el cosmos, la naturaleza y los pueblos vecinos. El mito, los anales históricos, los cantos y la arquitectura de los centros ceremoniales fueron los transmisores de esos valores23.
Estudios sobre memorias específicas que necesariamente analizan los otros sentidos –y los silencios y los olvidos, como
sostiene Elizabeth Jelin– que su contraparte ha otorgado al pasado como es el caso de la denominada memoria popular24, que se
opone, nunca en condiciones de igualdad, a la memoria de las clases dominantes que, en los ámbitos académicos y políticos, es
conocida como memoria oficial:
[…] a partir de las revoluciones burguesas, el Estado ha asumido la formidable tarea de organizar y controlar el conjunto de la memoria social, definiendo selectivamente lo que merece recordarse y lo que debe pensarse acerca del pasado. A este fin se ha encaminado una serie de intervenciones escalonadas a lo largo de la historia, como la unificación de la lengua nacional […] la imposición de un calendario oficial de fiestas cívicas, el monopolio de la investigación histórica, la selección de las figuras ilustres y de los héroes del panteón nacional, la distribución de monumentos y estatuas conmemorativas en el espacio urbano y, en fin, el control de los manuales escolares de historia25.
23 Enrique Florescano, Memoria indígena, Taurus, primera reimpresión, México, 2000, p. 15. Ver también Enrique Florescano, Memoria Mexicana, Taurus, México, 2001, p. 12. 24 Frente a la memoria oficial “las clases populares intentan mantener o liberar su memoria de mil maneras, oponiendo otros relatos, otra épica, otros cantos, otros espacios, otras fiestas, otras efemérides y otros nombres a los impuestos por las clases dominantes o por el poder estatal”, Gilberto Giménez Montiel, Teoría y análisis de la cultura, Tomo Uno, Conaculta-Icocult, Colección intersecciones, México, 2005, p. 109, que en adelante citaré como Teoría y análisis de la cultura y la página correspondiente. 25 Ibid, p. 108.
15
Para terminar este recorrido con el que he querido situar los distintos modos en los que la memoria se ha erigido como
objeto de estudio, me referiré ahora al sentido que adquiere cuando se le concibe dentro de la dimensión simbólica de la cultura26 y
se reconoce el papel protagónico que en ella tiene el lenguaje27. La inscripción de la memoria dentro del amplio y complejo
territorio de lo simbólico28 deja ver una de sus características centrales: que se trata de un continuum en permanente construcción
debido a las diversas significaciones que los sujetos sociales le imprimen a los asuntos que en ella registran mediante el trabajo con
las palabras29. Este es un aspecto relevante si consideramos que, precisamente, la presencia o no de un vínculo entre memoria
individual y memoria colectiva ha sido central en las discusiones teóricas en torno a este concepto. Paul Ricoeur aportó, en distintos
momentos30, una alternativa frente a tal conflicto destacando la significación del lenguaje como mediador entre ambos polos:
26 “[…] es posible identificar un campo específico y relativamente homogéneo asignable a la cultura, si definimos a esta por referencia a los procesos simbólicos de la sociedad. Es lo que llamaremos, con Clifford Geertz y John B. Thompson, la ‘concepción simbólica’ o ‘semiótica’ de la cultura. La cultura tendría que concebirse entonces, al menos en primera instancia, como el conjunto de hechos simbólicos presentes en una sociedad. O, más precisamente, como la organización social del sentido, como pautas de significados ‘históricamente transmitidos y encarnados en formas simbólicas, en virtud de las cuales los individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias, concepciones y creencias’ […]”, Ibid, p. 67. 27 “No consideramos el lenguaje como un sistema de categorías gramaticales abstractas, sino como un lenguaje saturado ideológicamente, como una concepción del mundo, e, incluso, como una opinión concreta que asegura un maximum de comprensión recíproca en todas las esferas de la vida ideológica […] el lenguaje no es un sistema abstracto de formas normativas, sino una opinión plurilingüe concreta acerca del mundo. Todas las palabras tienen el aroma de una profesión, de un género, de una corriente, de un partido, de una cierta obra, de una cierta persona, de una generación, de una edad, de un día, de una hora. Cada palabra tiene el aroma del contexto y de los contextos en que ha vivido intensamente su vida desde el punto de vista social; todas las palabras y las formas están pobladas de intenciones”, M. Bajtín, Teoría y Estética de la novela. Trabajos de Investigación, Trad. Helena Kriúkova y Vicente Cazcarra, Taurus, Madrid, 1989, pp. 88, 89, 110, que en adelante citaré como Teoría y Estética de la novela y la página correspondiente. 28 “[…] ¿qué es lo simbólico? En el sentido extensivo con que aquí lo asumimos, siguiendo a Geertz, lo simbólico es el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte simbólico de significados culturales: no sólo la cadena fónica o la escritura, sino también los modos de comportamiento, las prácticas sociales, los usos y costumbres, el vestido, la alimentación, la vivienda, los objetos y artefactos, la organización del espacio y del tiempo en ciclos festivos, etcétera. En consecuencia, lo simbólico recubre el vasto conjunto de los procesos sociales de significación y comunicación […] La cultura podría definirse, entonces, como el proceso de continua producción, actualización y transformación de modelos simbólicos (en su doble acepción de representación y de orientación para la acción) a través de la práctica individual y colectiva, en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados. De este modo hemos hecho aterrizar nuestra definición abstracta y categorial de la cultura (como dimensión simbólica de la sociedad contrapuesta a la naturaleza y a la “no cultura”), al nivel de lo que William Sewell denomina “mundos concretos y bien delimitados” de saberes, valores, creencias y prácticas, por los que una cultura particular se contrapone a otras […]”, Ibid, pp. 68-75. 29 “En la palabra me doy forma a mí mismo desde el punto de vista del otro, al fin de cuentas desde el punto de vista de mi colectividad. La palabra es el puente construido entre el yo y el otro”, V. N. Voloshinov, El marxismo y la filosofía del lenguaje, traducción de Tatiana Bubnova, Alianza Editorial, Madrid, 1992, p. 121. 30 Me refiero sobre todo al texto ya citado de Paul Ricoeur: La memoria, la historia, el olvido.
16
Pasamos de la memoria individual a la memoria colectiva, tránsito perfectamente legítimo, en la medida en que, gracias al lenguaje, las memorias individuales se superponen con la memoria colectiva. Decir que nos acordamos de algo, es declarar que hemos visto, escuchado, sabido o aprehendido algo, y esta memoria declarativa se expresa en el lenguaje de todos, insertándose así, al mismo tiempo, en la memoria colectiva. A la inversa, la memoria colectiva descansa sobre una ligazón de memorias individuales, lo que se explica por la pertenencia de cada uno a una multitud de colectividades, que son otros tantos ámbitos de identificación colectiva e individual31.
Esta postura resulta sumamente productiva para quienes nos interesamos por la memoria como objeto de estudio, en tanto
que es, precisamente, mediante el lenguaje como los seres humanos nos relacionamos con el otro. El otro, entendido aquí como una
entidad que nos compromete y nos exige responsabilidades32 porque los significados y sentidos de nuestros actos se definen,
precisamente, por el carácter ético33 que implica la relación con ese ser con quien compartimos –o no– nuestra visión del mundo, de
quien recibimos –o no– los ingredientes que van conformando nuestra memoria individual, con quien coincidimos –o no– en un
tiempo y un espacio específicos y con quien realizamos eso que la antropología denomina prácticas culturales y ante quien o con
quien enunciamos discursos34 asociados a la construcción de la memoria, como veremos en el siguiente apartado.
.
II. Las lápidas urbanas o la inscripción de señales de la muerte en las aceras
Trabajar con la memoria como objeto de estudio implica, también, trabajar con todos aquellos “saberes, creencias, patrones de
comportamiento, sentimientos y emociones que son transmitidos y recibidos en la interacción social, en los procesos de
socialización, en las prácticas culturales de un grupo”35, y eso es precisamente lo que ha implicado trabajar con la memoria y las
señales de la muerte en las aceras, como veremos en adelante.
31 Ibid, p. 27. 32 M. Bajtín, Yo también soy (fragmentos sobre el otro), Tatiana Bubnova (selección, traducción, comentarios y prólogo), Taurus, Colecc. La huella del otro, México, 2000, pp. 16-18, que en adelante citaré como Yo también soy y la página correspondiente. 33 Ibid, p. 18. 34 Nelly Richard, “La crítica feminista como modelo de crítica cultural”, en Debate feminista, año 20, vol. 40, México, octubre 2009, p. 76. 35 Los trabajos de la memoria, p. 18.
17
a). Memoria y lápidas urbanas
“Empezamos a ver al lado del camino esas diminutas y siniestras cruces de madera,
que la gente coloca sobre el lugar donde algún hombre tuvo una muerte violenta”
John Reed
La primera que vi –no en el sentido de quien visualiza un objeto de estudio sino en el de quien contempla uno que puede
llegar a serlo– está ubicada en la parte de tierra que ni el cemento de la banqueta ni el asfalto de la calle han logrado cubrir… se veía
antigua y descuidada, como si llevara muchos años de estar ahí, cerca de la entrada de una escuela primaria y cerca, también, del
territorio impreciso donde Xalapa y Tlalnelhuayocan se unen para compartir el cotidiano caos que provocan las terminales de
autobuses y de micros Ruta 2. No sé nada de arquitectura funeraria pero su aspecto me decía, una y otra vez, que varias décadas
habían pasado desde su colocación, que estudiarla podría revelar la ética y la estética de una época pasada y que su presencia
discreta y anónima era parte de la memoria de la ciudad y de sus habitantes… Al regresar de unas vacaciones la encontré fuera de
su sitio, probablemente un auto, cualquier vehículo, la había golpeado dejándola sobrepuesta en la tierra removida… no fue eso lo
que me sorprendió sino el esmero y el cuidado con que había sido colocada nuevamente… En distintas ocasiones me tocó ver cómo
los niños de la escuela vecina pasaban corriendo a su lado sin mirarla, tampoco los padres y los muchos otros peatones que cada
mañana recorren esa acera parecían interesarse en esa construcción mortuoria añeja, descuidada, removida y vuelta a colocar… pero
a mí me contaba historias: la de una muerte antigua, la de alguien que había querido honrar a quien ahí había muerto, la del
conductor distraído que baja apresurado de su carro para intentar dejarla como estaba, la de los que se han acostumbrado tanto a su
presencia que la han integrado al entorno urbano y la de quienes, como yo, nos asomábamos por la ventanilla del autobús para
mirarla en su desolación absoluta…
18
FOTO 1. Lápida urbana localizada en la prolongación de la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
19
FOTO 1.1 Lápida urbana localizada en la prolongación de la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
20
FOTO 1.2 Lápida urbana localizada en la prolongación de la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
21
FOTO 1.3 Lápida urbana localizada en la prolongación de la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
22
Después vendría el descubrimiento de la que está ubicada en la avenida Primero de Mayo, casi enfrente de la populosa Plaza
Museo: se trata de una lápida colocada en el camellón central, en forma de pequeña capilla con un ángel encima de color platino y
un gran florero al que nunca le faltan flores frescas...
FOTO 2. Lápida urbana colocada en el camellón central de la Avenida Primero de Mayo, en la ciudad de Xalapa, Ver.
23
FOTO 2.1 Lápida urbana colocada en el camellón central de la Avenida Primero de Mayo, en la ciudad de Xalapa, Ver.
24
FOTO 2.2 Lápida urbana colocada en el camellón central de la Avenida Primero de Mayo, en la ciudad de Xalapa, Ver.
25
En medio del asombro que esas lápidas me provocaban sobresalía un dato: la conjugación de elementos simbólicos dejaban
ver que su existencia tenía que ver con un ritual… Con esa única certeza comencé a mirar la ciudad con otros ojos, a escudriñar sus
calles y las fui descubriendo al mismo tiempo en que me preguntaba acerca del origen de esta práctica funeraria, del sentido que
tiene para los deudos colocar estas cruces, de las distintas reacciones que provocan en quienes caminamos la ciudad y nos las
encontramos ahí, a unos pasos de nuestro andar…
En octubre de 2008 apareció una nota en un periódico de Tabasco, firmada por Juan Alejandro Jr., quien, entre otros puntos,
mencionaba lo siguiente:
Recuerdos de los seres queridos que perdieron la vida de manera violenta, principalmente en accidentes automovilísticos, son las lápidas urbanas instaladas en las calles, cruceros, banquetas, acotamientos y avenidas de la ciudad […] Aunque las autoridades municipales no tienen un censo de las que existen en Villahermosa, pues la mayoría se coloca sin la autorización oficial, a esos altares urbanos, familiares y amigos de quienes se les adelantaron en el viaje final, acuden año con año para dejar veladoras y flores […] Afirman que esas pequeñas cruces citadinas evitarán que penen las almas de quienes tuvieron una muerte violenta […] La ubicación de cada una de las cruces es motivada por sucesos trágicos que en su gran mayoría son por choques o atropellamientos […] Cabe señalar que en dichos lugares no hay personas enterradas sino solo las cruces imágenes y pequeñas edificaciones, ya que los restos mortales han sido sepultados en un panteón […]36.
Tales afirmaciones resultaron no sólo ilustrativas sino orientadoras y decisivas en tanto que me proporcionaron datos
concretos de esta práctica funeraria: son colocadas como señales de muertes violentas y expresan la preocupación de los deudos por
el descanso del alma de fallecido. Pero la principal aportación fue, sin duda, la manera de nombrarlas. Comencé a referirme a ellas
como lápidas urbanas a pesar de saber que, en sentido estricto, no lo son porque no hay nadie enterrado en el lugar y a pesar de
saber que, según María Moliner, una lápida es una losa con una inscripción en la que se conmemora algo o a alguien,
específicamente, las que se colocan en los sepulcros37. A falta de una denominación correcta, insisto, comencé a llamar así a este
36 Ver el Anexo 5. 37 “Lápida (del lat. ‘lapis, -idis’, piedra) f. *Losa con una *inscripción en que se conmemora algo o a alguien: ‘Una lápida conmemorativa’. Específicamente, las que se colocan en los *sepulcros. Lauda, laude. Epitafio”, María Moliner, Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1991.
26
conjunto de cruces con sus flores, frescas o marchitas, con sus coronas, veladoras, botellas de agua, globos y otros tantos objetos
depositados como ofrendas.
FOTO 3. Lápida urbana localizada por el Mercado de Los Sauces, en la ciudad de Xalapa, Ver.
27
FOTO 4. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
28
FOTO 5. Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
29
FOTO 6. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
30
FOTO 7. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
31
FOTO 8. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
32
FOTO 9. Lápida urbana localizada en la calle Sayago y la Avenida Ávila Camacho, en la ciudad de Xalapa, Ver.
33
FOTO 10. Lápida urbana localizada en la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
34
FOTO 11. Lápida urbana localizada en la Avenida Gregorio Méndez, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
35
Todas las identificadas hasta entonces se erigían ante mis ojos como una suma de elementos simbólicos que, al ser resultado
de una práctica cultural, merecían ser analizadas con mayor detenimiento. Así que, cuando elaboré el proyecto: “Prácticas culturales
y discursos de la memoria. El trabajo con el lenguaje”, decidí que, aunque escasas, las incluiría en un breve apartado sobre el uso
del lenguaje simbólico y que daría testimonio de su existencia mediante un registro fotográfico. Ese era el propósito y ese era el
compromiso académico. La primera revelación, cuando comenzamos el trabajo de campo en el mes de diciembre de 2009, fue que
no eran unas cuantas diseminadas por la ciudad, que no eran anónimas, que quienes las colocan no sólo usan el lenguaje simbólico
sino también el escrito y que su existencia revelaba muchos otros aspectos que no había considerado como el origen rural de esta
práctica y su manifestación en el entorno urbano, la posibilidad de rastrear el origen de clase de los deudos mediante las
inscripciones que algunas contienen, la movilización de creencias e imaginarios en quienes transitamos la ciudad y nos las
encontramos, los complejos vínculos entre lo global y lo local, el papel que desempeñan las aceras como un umbral donde la vida y
la muerte se manifiestan, y, sobre todo, el contenido de denuncia entrelazado a un dolor privado que se hace público, entre otros.
36
FOTO 12. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
37
FOTO 13. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Veracruz, en la ciudad de Xalapa, Ver.
38
FOTO 14. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
39
FOTO 15. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
40
FOTO 16. Lápida urbana localizada en Salida Xalapa-Veracruz, en la ciudad de Xalapa, Ver.
41
FOTO 17. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco Sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
42
FOTO 18. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Coatepec, en la ciudad de Xalapa, Ver.
43
Otro texto orientador, que conocí durante el proceso de la investigación, es el artículo de María Ana Portal en el que se
analiza no sólo la presencia de estas cruces sino todo el conjunto de lo que ella llama: creencias en el asfalto, es decir, altares y
nichos ofrecidos a imágenes religiosas que los sujetos colocan en las calles como una manera de apropiarse del espacio público en
la ciudad de México. Tal artículo me confirmó los datos aportados en la nota periodística referida: el carácter violento de los
decesos señalados por estas marcas urbanas:
Detrás de estas cruces siempre hay un drama personal: una muerte trágica ocurrida en plena calle. Asesinados, atropellados, muertos en accidente automovilístico: es decir, denotan una muerte violenta en la vía pública. Los parientes del difunto colocan estas cruces en el lugar donde ocurrió la tragedia y periódicamente la limpian, la reparan y la adornan. En ella generalmente encontramos impreso el nombre de la persona que falleció, su fecha de nacimiento y el día de su muerte, aunque hay algunas –las menos– anónimas. En algunos casos los altares son simples cruces, mientras que en otros incluyen nichos de concreto con inscripciones en metal y otros adornos más elaborados38.
Las preguntas y las respuestas que nos ofrece la autora acerca del sentido que adquieren estas señales mortuorias para
quienes las colocan, confirmaron que se trata de señales de muertes violentas en las aceras y que responden a la preocupación de los
familiares por el descanso del alma del fallecido:
¿Por qué se coloca ahí la cruz? ¿No es suficiente la tumba en el cementerio? Al parecer no lo es. Algunos entrevistados aluden al hecho de que si no se coloca la cruz en el lugar del deceso, la persona no encuentra la paz. Algunos consideran que hay una suerte de doble tumba: una tumba para el alma –que se ubica en el lugar de la muerte– y otra para el cuerpo, en el cementerio. Se cree que sin esa cruz, el espíritu del difunto se puede perder quedándose en el lugar del accidente. Hay otros que piensan que una parte del alma se quedará en el lugar. Otros aluden a que el difunto tiene que emprender un viaje para encontrar la tranquilidad y descansar en paz en otro lugar. Aparece, entonces, que este tipo de muerte implica un tratamiento especial: a diferencia de los muertos que fallecen de muerte natural, y cuya celebración se hace los días 1 y 2 de noviembre –dependiendo de si son niños o adultos–, a estos muertos se les recibe el 28 de octubre39.
38 María Ana Portal, “Las creencias en el asfalto. La sacralización como una forma de apropiación del espacio público en la ciudad de México”, en Cuadernos de Antropología Social, No. 30, Universidad de Buenos Aíres, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Ciencias Antropológicas, Buenos Aíres, 2009, pp. 66-67. 39 Ibid, pp. 67-68.
44
Efectivamente, estas cruces conmemoran el lugar donde ha ocurrido una muerte violenta. Se trata de una práctica funeraria
antigua: algunos textos, como el que cito a continuación, consignan evidencias de su realización en ciudades españolas40, durante el
siglo XVII:
A diferencia de las imágenes marianas, las cruces no se colocaban tanto en las esquinas o los muros de las casas, sino en el medio de la calle, en plazas o encrucijadas, esto recuerda en cierto modo las cruces rurales, erigidas para marcar límites territoriales y orientar o confortar a los caminantes en los desvíos de caminos. Pero las cruces madrileñas tenían en realidad un origen distinto: por lo general, se colocaron para señalar el lugar preciso donde se había producido una muerte violenta. Las solicitudes de licencia eran explícitas en este punto. En 1624, el pregonero Juan López afirmaba que el año anterior sus compañeros de oficio habían colocado una cruz en la Zapatería de Viejo, al lado de la taberna de lo caro, por un pregonero que había sido asesinado allí mismo. Lo mismo señalaba el representante del gremio de pasamaneros, que en 1629 solicitaba permiso para poner una cruz en la calle del Ave María [...]41
Resulta sorprendente identificar en esta fuente un origen tan remoto, pero más me sorprende saber que se solicitaba permiso
para los ofrecimientos posteriores que sobre dichas construcciones funerarias se realizaban, tal como lo muestra la autora en el
siguiente párrafo:
Especialmente expresiva de la combinación de estos elementos, que hoy resulta tan difícil comprender en conjunto es la solicitud de los guarnicioneros, Antonio de la Cruz y Juan de Casas, que vale la pena transcribir entera; ‘Decimos que nosotros y otros oficiales de nuestro gremio tenemos hecho devoción y voto de poner una cruz en la calle de San Ginés por haber muerto allí a un oficial del dicho nuestro oficio, para hacer memoria que los fieles cristianos rueguen a Dios por su alma. Y porque ha de ser el sábado que viene, que es día de San Roque, 16 de agosto, y para que se lleve con la licencia debida a tan alta cosa y se puedan soltar algunos cohetes y cosas de pólvora y fuego, piden licencia para llevar cohetes y cosas de fiesta y soltarlos en la fiesta’42
40 Otra ciudad donde se ha identificado esta práctica es Sevilla: “Las numerosas cruces sencillas, de madera o pintadas, no respondían a motivos religiosos; unas conmemoraban el escenario de una muerte violenta; otras trataban, con más o menos éxito, de evitar que se arrojaran allí inmundicias [...]”, Antonio Domínguez Ortiz, Historia de Sevilla. La Sevilla del siglo XVII, primera reimpresión, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2006, p. 46. 41 María José del Río Barredo, “Imágenes callejeras y rituales públicos en el Madrid del siglo XVII, en María Cruz de Carlos, Pierre Civil, Felipe Pereda y Cécile Vicent-Cassy, La imagen religiosa en la monarquía hispánica. Usos y espacios, Casa de Velázquez, Madrid, 2008, p. 201. 42 Ibid, pp. 202-203.
45
En la actualidad no existe ninguna normatividad o reglamentación: los deudos llegan al lugar y colocan la cruz sin realizar
ningún trámite; por su parte, las autoridades de tránsito no tienen registro alguno de las que existen en las distintas calles pero
ofrecen, como sucede con algunos peatones cuando las miran, un silencio cargado de respeto porque el levantamiento de la sombra
forma parte también de sus creencias43.
Pero volvamos a los antecedentes remotos: seguramente fue parte de los rituales mortuorios que se impulsaron en la Nueva
España bajo el régimen colonial44 y ello explique su persistencia en el medio rural de nuestro país en los primeros años del siglo
XX45. ¿Cómo pasó del ámbito rural mexicano a los escenarios urbanos? Una posible respuesta es su presencia en el imaginario
colectivo de la población migrante que llegó a las ciudades de provincia en busca de oportunidades y fue, precisamente, en las
calles de estas ciudades donde adquirió nuevas significaciones.
b). Una práctica cultural y funeraria en dos ciudades de provincia
“[…] y sueña que su sueño se repite, irresponsable, eterno,
muerte sin fin de una obstinada muerte” José Gorostiza
En las ciudades donde se sitúa nuestro objeto de estudio, los autos se desplazan veloces, la gente camina con prisa y, en las
fronteras entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo, las lápidas urbanas se erigen como testimonio de una era
caracterizada por la violencia, la velocidad, la indolencia, la indiferencia al otro, a los otros. Entre todas ellas hablan de la muerte
43 Datos de entrevistas realizadas a las autoridades de tránsito municipal, de cada ciudad. 44 Claudio Lomnitz, Idea de la muerte en México, trad. de Mario Zamudio Vega, FCE, México, 2006. 45 “Empezamos a ver al lado del camino esas diminutas y siniestras cruces de madera, que la gente coloca sobre el lugar donde algún hombre tuvo una muerte violenta”, John Reed, México Insurgente, Editorial Txalaparta, Tafalla, 2005, p. 189.
46
ocurrida en ciudades de provincia que, desde hace varias décadas, han enfrentado procesos acelerados de urbanización46 y un
incremento en los índices de migración del campo a la ciudad. Son ciudades de provincia en las que la muerte moviliza el cúmulo
de creencias que sus habitantes conservan en el imaginario colectivo a pesar del ritmo acelerado que la globalización les imprime47.
En torno a la muerte sus habitantes realizan una serie de prácticas culturales o rituales mortuorios más asociados al medio rural que
al urbano, como el de la ceremonia denominada “levantamiento de la sombra” y la colocación de una cruz donde ocurre el deceso:
[...] la ceremonia del levantamiento de la sombra es común a ritos de curación y ritos funerarios. En ambos casos, hace referencia al hecho de que el alma es recogida en formas materiales antes de ser incorporada al cuerpo, en el caso de ceremonias curativas, y al cementerio, en el caso de ritos funerarios. En ambos casos el alma es recogida, en hierbas del viento, como en el caso de las ceremonias curativas, o en flores y la cruz, en el caso de ritos funerarios [...] vegetales y cruz son el símbolo vehículo del levantamiento de la sombra, hecho al realizar la ceremonia de barrer el alma en el lugar en que se perdió, o al levantar la cruz en el lugar en donde fue dejada por el cuerpo48.
46 “Las condiciones de pobreza y hacinamiento, así como el deterioro del medio ambiente que existen en las ciudades del orbe, en particular de América Latina, es apenas la punta del iceberg del problema que enfrentará el mundo en los próximos 30 años con el incremento -de casi el doble- en el número de habitantes que vivirán en las zonas urbanas, advierte el informe Estado de la población mundial 2007. En el documento, que hoy se da a conocer con el lema ‘Desencadenar el potencial del crecimiento urbano’, se afirma que la inevitable urbanización representa una amenaza para el desarrollo sustentable del mundo, principalmente porque la llamada ‘segunda ola’ de la transición demográfica ocurrirá en menos de la mitad del tiempo que ocupó el crecimiento de la población de las ciudades en el siglo XX […] De acuerdo con las previsiones de la agencia de Naciones Unidas, el total de individuos que vive en localidades urbanas pasará de 2 mil 840 millones, en 2000, a 4 mil 900 millones en 2030 […] Menciona que en comparación con otras áreas menos desarrolladas, los habitantes de América Latina y el Caribe experimentaron una transición precoz y rápida, al grado de que 77 por ciento de su territorio se definía como urbano en 2005, y un porcentaje de su población, superior al de Europa, vivía en ciudades de más de 20 mil habitantes […] También descarta que el crecimiento urbano ocurra primordialmente en las megaciudades. Por el contrario, indica, más de la mitad de dicho aumento tendrá lugar en localidades de menos de 500 mil habitantes, lo que favorece la planificación, pero exige mayores recursos económicos, técnicos y humanos. En tanto, para el año 2015 las grandes ciudades no serán más de 10 por ciento del total […]”, La Jornada, 27 de junio de 2007. 47 Néstor García Canclini, La globalización imaginada, Paidós, México, 1999. 48 Enrique Hugo García, “Análisis estructural de los ritos funerarios de San Miguel Aguasuelos, Veracruz, en La palabra y el hombre, no. 65, Universidad Veracruzana, 1987, pp. 17-18.
47
Esta ceremonia está asociada a la creencia religiosa acerca de una entidad específica: la sombra49, presente en las diversas
cosmovisiones de los distintos pueblos que conforman el territorio mexicano y, dependiendo de la concepción específica que se
tenga de esta entidad, la ceremonia referida tendrá determinados componentes:
En el sitio donde muere un adulto se coloca una cruz de cal o de ceniza que representa el lugar donde estuvo en su último momento. Al lado se ponen flores y una veladora [...] A los nueve días se “levanta la sombra”, o sea que, en medio de oraciones, se barre esta cruz con una escoba pequeña y se deposita en una caja que se lleva primero a la iglesia en donde se celebra una misa y posteriormente se le entierra en el panteón, debajo de la cruz que ese día se coloca en la tumba50.
Tal como sucede en la ceremonia captada en la siguiente fotografía: la cruz de cal que en ella vemos está destinada a señalar
el sitio donde murió José, recordado por ese nosotros que condensa a sus seres queridos en el efímero epitafio colocado junto a la
veladora.
49 “La sombra se manifiesta principalmente por su ausencia, o sea que, cuando una persona pierde el alma, la ausencia de la misma se manifiesta como una enfermedad conocida como susto, y de igual manera, una persona al morir pierde el alma, cuya ausencia tiene como efecto o signo sensible un cuerpo muerto. [...]”, Ibidem. 50 Miguel Ángel Rubio y Meztli Martínez, “De sombras, sapos y espíritus. Relatos sobre los Días de Muertos entre los chontales de Tabasco y los pames de Querétaro”, en Patrimonio Cultural y Turismo Cuadernos, No. 16, México, 2006, pp. 170-171.
48
FOTO 19. Cruz de cal localizada en la calle Guineo, Colonia La Manga II, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
49
Para los fines de este estudio, lo más significativo consiste en saber que las lápidas identificadas están construidas teniendo
como sustento una noción particular acerca de la necesidad de levantar la sombra del lugar donde ocurrió la muerte violenta de
algún ser querido, independientemente de las diversas definiciones que existen de tal concepto51.
Más allá del ritual funerario que esto supone, su presencia en las calles las convierte simbólicamente en una especie de
denuncia acerca del evento trágico que de otro modo –es decir, sin el referente del ritual religioso– no sería posible. Los vínculos
construidos en los territorios rurales de México entre muerte violenta y esta particular ceremonia, adquieren significaciones
específicas al instaurarse en los ámbitos urbanos: no sólo revelan los modos de morir y las diversas maneras de relacionarnos con la
muerte sino los sentidos que se le otorgan a la vida, a la memoria, a lo público, a lo privado… a lo que significa habitar los espacios
urbanos.
La construcción de lápidas urbanas es una práctica cultural y funeraria que se realiza en los territorios formados por dos
ciudades que han experimentado, cada una a su propio ritmo, un crecimiento acelerado del entorno urbano. Son ciudades con una
población que, en muchos casos, es originaria de los ámbitos rurales de los estados que migraron a la capital en busca de mejores
condiciones de vida, ello podría explicar que la ceremonia denominada “levantamiento de la sombra” esté presente en el imaginario
colectivo. Los hábitos, las costumbres, las creencias y ciertas prácticas aprendidas en los lugares de origen subsisten en los nuevos
escenarios urbanos52.
51 Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana, en el sitio: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/, consultado el 14 de junio del 2010. 52 La realización del ritual es posible en tanto que: “cuando lo que se transmite puede ser reinterpretado activamente y puesto en relación con los nuevos contextos, por más diversos que sean en relación con los originarios”, Alejandra Obert , “La memoria y sus sombras”, en Elizabeth Jelin, Subjetividad y figuras de la memoria, Siglo XXI, Buenos Aires/Madrid, 2006, p. 74.
50
Se trata de Xalapa53 y Villahermosa54, dos ciudades de provincia que se hicieron grandes a fuerza de tantos carros, de tantas
calles, de tantos puentes peatonales… ciudades que recrean sin miramientos una de las características de la globalización: la
integración de unos y la exclusión de otros a la dinámica global. Son ciudades capitales que no sólo concentran los poderes de
gobierno y las principales instituciones administrativas sino también una infraestructura urbana y una oferta de bienes y servicios
que, de alguna manera, explican el incremento de su población en tanto que constituyen polos de atracción significativos en los
estados de Veracruz y Tabasco.
Según el Censo de Población y Vivienda del año 2005, Xalapa de Enríquez, capital del Estado de Veracruz y cabecera del
municipio del mismo nombre, es considerada una de las ciudades más importantes dentro del estado cuya población se estima en
413 196 habitantes. Asimismo, Villahermosa, capital del Estado de Tabasco y cabecera del municipio del Centro, es la principal
ciudad del estado de Tabasco, en ella residen los poderes políticos y concentra la mayor población urbana: 520 308 habitantes.
53 “[…] al ser la ciudad capital aglutina los poderes gubernamentales y concentra desde hace más de medio siglo la mayor parte de la vida científica y artística de la entidad, debido a la presencia del principal campus de una de las universidades más grandes del país, la Veracruzana. Por tanto, representa un destino para la población estudiantil de todo el estado que se integra a la educación superior, pero también para la rural que se desplaza del campo a la ciudad en busca de mejores opciones de vida. Sin embargo, la escasa planta industrial, la amplia oferta de fuerza de trabajo estudiantil para el sector servicios en empleos temporales o de medio tiempo y el crecimiento acelerado de la población migrante, dejan pocas opciones a los jóvenes de conseguir un puesto medianamente remunerado”, Rosío Córdova Plaza, “Identidades sexuales y prácticas corporales entre trabajadores del sexo en las ciudades de Xalapa y Veracruz”, en Nueva Antropología, No. 69, México, 2008, p. 89. 54 “El impacto de este flujo migratorio extrarregional e intermunicipal hacía los núcleos de población inmersos en la dinámica petrolera, ha provocado desequilibrios en los principales centros urbanos del estado, como Villahermosa y Cárdenas, debido a la insuficiencia de viviendas, agua potable y servicio de transporte urbano y ha acarreado también problemas de diversa índole, como el surgimiento de asentamientos irregulares y el incremento de la delincuencia. Lo anterior ha contribuido también a polarizar las desigualdades sociales existentes, sobre todo en lo que respecta al uso y acceso de los espacios urbanos y de servicios, pues a raíz de dicha inmigración se edificaron grandes zonas residenciales en la mejor geografía de la ciudad que ocuparon, sobre todo, los empleados de Pemex que cuentan con un mayor ingreso económico, mientras que las poblaciones de inmigrantes interestatales o intermunicipales que se vieron en la imperiosa necesidad de abandonar el campo o el pueblo en busca de mejores oportunidades, estimulados sobre todo por la urbanidad y la modernidad de los principales núcleos urbanos logrados a partir de la nueva dinámica del desarrollo petrolizado, ocuparon las zonas periféricas de las ciudades. Esta posición los hizo más vulnerables tanto a las inundaciones registradas en los últimos tiempos como a la imposibilidad de contar con lo más elementales servicios públicos y a las opciones económicas de disfrute de los grandes centros comerciales y franquicias que pueblan la capital de Tabasco, Villahermosa”, Esperanza Tuñón Pablos y Ramfis Ayús Reyes, Jóvenes mexicanos del Siglo XXI. Encuesta Nacional de Juventud 2000 Tabasco, Instituto Mexicano de la Juventud, México, 2003, pp. 17-18.
51
Ambas ciudades son parte de las llamadas zonas metropolitanas de México55 al estar ubicadas en municipios considerados
centrales56. En estas ciudades fueron identificadas un total de 122 lápidas urbanas, 31 corresponden a Villahermosa y 91 a Xalapa,
tal como se advierte en la siguiente tabla57:
Tabla 1. Total de lápidas urbanas por ciudad.
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
55 Se denomina zona metropolitana “[...] al conjunto de dos o más municipios donde se localiza una ciudad de 50 mil o más habitantes, cuya área urbana, funciones y actividades rebasan el límite del municipio que originalmente la contenía, incorporando como parte de sí misma o de su área de influencia directa a municipios vecinos, predominantemente urbanos, con los que mantiene un alto grado de integración socioeconómica; en esta definición se incluye además a aquellos municipios que por sus características particulares son relevantes para la planeación y política urbanas”, Delimitación de las zonas metropolitanas de México 2005, Secretaría de Desarrollo Social, Consejo Nacional de Población, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 2007, p. 21. 56 “Corresponden a los municipios donde se localiza la ciudad principal que da origen a la zona metropolitana, los cuales se identificaron a partir de las siguientes características: 1a. Municipios que comparten una conurbación intermunicipal, definida ésta como la unión física entre dos o más localidades censales de diferentes municipios y cuya población en conjunto asciende a 50 mil o más habitantes. 1b. Municipios con localidades de 50 mil o más habitantes que muestran un alto grado de integración física y funcional con municipios vecinos predominantemente urbanos. 1c. Municipios con ciudades de un millón o más habitantes. 1d. Municipios con ciudades que forman parte de una zona metropolitana transfronteriza, con 250 mil o más habitantes. El umbral mínimo de población de la localidad o conurbación que se considera centro de la zona metropolitana se fijó en 50 mil habitantes, pues se ha comprobado que las ciudades que han alcanzado este volumen presentan una estructura de usos del suelo diferenciada, donde es posible distinguir zonas especializadas en actividades industriales, comerciales y de servicios, que además de satisfacer la demanda de su propia población, proveen de empleo, bienes y servicios a población de otras localidades ubicadas dentro de su área de influencia [...]Asimismo, dicho tamaño coincide con la definición operativa de las ciudades que integran el sistema urbano principal del país [...] Los municipios que reúnen las características anteriores automáticamente se consideraron parte de una zona metropolitana sin condicionar su incorporación a ningún otro criterio adicional”, Ibid, pp. 21-22. 57 Es importante señalar que estos datos corresponden a las lápidas urbanas localizadas mediante el trabajo de campo y es probable que existan más en cada ciudad.
Xalapa
Villahermosa91
31
Total: 122
52
Del total de lápidas localizadas 59 tienen epitafios y 63 no tienen inscripción, es decir, no es posible saber a quiénes fueron
ofrecidas.
Tabla 2. Lápidas urbanas con / sin inscripción en Xalapa.
Xalapa
Con inscripción 43
Sin inscripción
48
Total
91
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa. Tabla 3. Lápidas urbanas con / sin inscripción en Villahermosa.
Villahermosa
Con inscripción
16
Sin inscripción
15
Total
31
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
53
Tabla 4. Total de lápidas urbanas con / sin inscripción por ciudad.
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
A pesar de que no se conocen las causas de los decesos que dieron como resultado las cifras anteriores, es preciso considerar
que la colocación de estas lápidas urbanas responde, como ya hemos visto, al carácter violento de las muertes y es probable que
éstas estén asociadas tanto a atropellamientos como a accidentes de tránsito, sobre todo si consideramos que, según los cálculos de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), éstos se han incrementado en los años recientes convirtiéndose en un problema de
salud pública58. Problema que en el caso de México59 toma características sobrecogedoras en tanto que constituye una de las
principales causas de muerte en la población60.
Considerando lo anterior y la información que nos ofrecen las lápidas con inscripción, resultan reveladores los siguientes
datos sobre el total de lápidas urbanas por ciudad y por ofrecimiento: 58 Leticia Ávila Burgos, Carlo E. Medina Solís, Ricardo Pérez Núñez, Martha Híjar Medina, Belkis Aracena Genao, Elisa Hidalgo Solórzano, Oswaldo Palma Coca, “Prevalencia de accidentes de tránsito no fatales en México: resultados de la ENSANUT 2006”, en Salud Pública en México, año/vol. 50, Suplemento 1, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, México, 2008, p. 39, que en adelante citaré como “Prevalencia de accidentes” y la página correspondiente. 59 La jornada, 14 de agosto de 2010. 60 Esteban Puente, “Accidentes de tráfico: letales y en aumento”, en Salud Pública en México, vol. 47, No. 1, enero-febrero, Instituto nacional de Salud Pública, Cuernavaca, México, 2005, p. 3.
91
43 48
3116 15
Total de lápidas Xalapa lápidas con inscripción lápidas sin inscripción Total de lápidas VH lápidas con inscripción lápidas sin inscripción
54
Tabla 5. Lápidas urbanas con inscripción y ofrecimiento en Xalapa.
Xalapa Lápidas con inscripción por ofrecimiento
Niños 4 Mujeres jóvenes 2 Hombres jóvenes 13 Señoras 6 Señores 18 Total 43 Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa. Tabla 6. Lápidas urbanas con inscripción y ofrecimiento en Villahermosa.
Villahermosa Lápidas con inscripción por ofrecimiento
Niños 1 Mujeres jóvenes 0 Hombres jóvenes 5 Señoras 1 Señores 9 Total 16 Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
55
Del total de lápidas urbanas por ciudad y por ofrecimiento resaltan los datos acerca de aquellas que corresponden a hombres
jóvenes y señores, es decir, a difuntos del sexo masculino que en el caso de Xalapa suman 31 y en el de Villahermosa 14. Estos
datos se vuelven significativos si consideramos que, según especialistas sobre el tema, en la última década los accidentes de tránsito
se han convertido en la primera causa de muerte entre los hombres en edad reproductiva61.
Tabla 7. Total de lápidas urbanas con inscripción y ofrecimiento en Xalapa y Villahermosa.
Xalapa y Villahermosa
Lápidas con inscripción por ofrecimiento
Niños
5
Mujeres jóvenes
2
Hombres jóvenes
18
Señoras
7
Señores
27
Total 59
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
61 “Prevalencia de accidentes” p. 39.
56
Tabla 8 Total de lápidas urbanas en Xalapa por ofrecimiento.
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa. Tabla 9. Total de lápidas urbanas en Villahermosa por ofrecimiento.
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
91
4 2
136
18
Total de lápidas Xalapa lápidas niños lápidas mujeres jóvenes lápidas hombres
jóvenes
lápidas señoras lápidas señores
31
10
5
1
9
Total de lápidas VH lápidas niños lápidas mujeres jóvenes lápidas hombres jóvenes lápidas señoras lápidas señores
57
Tabla 10. Total de lápidas urbanas por ciudad y por ofrecimiento.
Fuente: Datos obtenidos en el trabajo de campo en las ciudades de Xalapa y Villahermosa.
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
58
Las siguientes tablas contienen los nombres de las calles, avenidas, circuitos, bulevares, paseos y sitios específicos de ambas
ciudades donde aparecen estas señales de la muerte en las aceras:
Tabla 11. Concentrado de sitios donde fueron localizadas las lápidas urbanas en Xalapa. Xalapa
Nombre de la colonia o calle Cantidad de lápidas urbanas Calle Luis Reyes Heróles 1 Av. Américas esq. Ferrocarril Interoceánico 1 Calle 5 de Febrero 1 Av.1º de Mayo 1 Calle Cirilo Celis Pastrana Col. Lagunilla 1 Av. 20 de Noviembre 1 Privada de Guillermo Prieto 1 Mercado Los Sauces 1 Calle Rebsamen 1 Calle Clavijero esq. Sayago 1 Av. Orizaba 1 Av. de la República esq. Argos 1 Av. México 1 Av. Xalapa 2 Bulevar Adolfo Ruiz Cortines 9 Av. Mártires 28 de Agosto 4 Salida Xalapa-Coatepec 5 Av. Circuito Presidentes 6 Av. Arco Sur 7 Zona Universitaria 3 Paseo de los Lagos 5 Av. Lázaro Cárdenas 26 Calle Sayago 2 Salida Xalapa-Veracruz 4 Bulevar Xalapa-Banderilla 5
TOTAL 91
59
Tabla 12. Concentrado de sitios donde fueron localizadas las lápidas urbanas en Villahermosa.
Villahermosa
Nombre de la colonia o calle Cantidad de lápidas urbanas Colonia Guayabal 1 Salida Villahermosa-Sabina 1 Calle Ignacio Gutiérrez esq. Abasolo 1 Av. Sanmarcanda 1 Salida Villahermosa-Río viejo 1 Calle Sindicato del Trabajo 1 Calle Guineo/La Manga II 2 Av. Gregorio Méndez 2 Paseo Tabasco 2 Paseo Usumacinta 3 Bulevar Adolfo Ruiz Cortines 7 Periférico Carlos Pellicer 4 Bulevar Industria Nacional Mexicana 5
TOTAL 31
La suma de los datos más sobresalientes en las tablas anteriores da un total de 33 lápidas urbanas localizadas en las dos
arterias con mayor afluencia vehicular de ambas ciudades: la Avenida Lázaro Cárdenas, de Xalapa (con 26) y el Bulevar Adolfo
Ruiz Cortines, de Villahermosa (con 7): vías rápidas y extremadamente peligrosas por donde transitan tanto vehículos citadinos
como foráneos que rebasan, por mucho, la velocidad máxima establecida de los 60 km. por hora. La presencia de las señales
mortuorias diseminadas a lo largo de sus ocho carriles, unas veces en la acera izquierda, otras en la acera derecha y muchas otras en
los camellones centrales, parece confirmar esta información62.
62 Tabasco hoy, 20 julio 2006, ver el Anexo 6. Diario de Xalapa, 30 de enero 2010.
60
FOTO 20. Lápida urbana localizada cerca de la Colonia Guayabal, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
61
FOTO 21. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Banderilla, en la ciudad de Xalapa, Ver.
62
FOTO 22. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
63
FOTO 23. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
64
FOTO 24. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
65
FOTO 25. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Banderilla, en la ciudad de Xalapa, Ver.
66
FOTO 26. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
67
FOTO 27. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
68
FOTO 28. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
69
FOTO 29. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
70
FOTO 30. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
71
FOTO 31. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
72
FOTO 32. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Coatepec, en la ciudad de Xalapa, Ver.
73
c). Discursos de la memoria inscritos en las aceras
“[…] ofrezco a tu dolor un crucifijo…” Jaime Sabines
Son discursos de la memoria inscritos en las aceras. Si vas en un auto a cuarenta, cincuenta o sesenta kilómetros por hora, en
cualquiera de las calles o avenidas de Xalapa o Villahermosa, es casi seguro que no las distingas y menos si vas escribiendo algún
mensaje en el celular, platicando, contestando una llamada o mirando uno de los tantos espectaculares que van apareciendo ante tus
ojos63. Pero si caminas como cualquier peatón por las banquetas de alguna de estas ciudades y pones un poco de atención seguro
que las encontrarás ahí, a dos pasos de tu paso… Parecen anónimas pero no lo son. Se han vuelto parte del paisaje urbano y sólo si
uno se fija con detenimiento puede descubrir que cada una dice algo.
¿Qué significan esas inscripciones en las aceras? ¿Qué leemos los transeúntes en esas lápidas? ¿Qué ocurre con nosotros –
los vivos– cuando nos las encontramos en nuestro andar? ¿Quién o quiénes hablan en ellas? ¿Sólo los deudos? ¿O es que, acaso, por
la voz de los deudos se da voz a los muertos para que su muerte, el día y el lugar de su muerte se sepan? Las lápidas urbanas
contienen voces de denuncia sobre un acontecimiento violento y doloroso, voces que son silenciadas por el zumbar de los autos,
nadie las escucha porque la atención de los automovilistas y choferes está centrada en conducir lo más responsablemente posible y
la de los peatones en lograr cruzar las calles sin que se repita el evento funesto contenido en la existencia de esas pequeñas cruces.
Lo que esas lápidas urbanas cuentan es la historia de un dolor privado e íntimo que se erige como una denuncia pública, un
testimonio de lo que sucede en estas ciudades de provincia. Su existencia cuenta historias diversas: En esta calle un caminante, un
peatón, una persona, fue embestida por un auto, un camión, un tráiler, una pipa, una moto… Esta es una zona de alto riesgo… Aquí
las personas mueren atropelladas… En este sitio, en este crucero, en este bulevar murió mi hijo, mi hermana, mi abuelo, mi amiga,
63 Néstor García Canclini, “La reinvención de lo público en la videocultura urbana”, en Revista de Antropología Social, No. 11, 2002, pp. 138-147, que en adelante citaré como “La reinvención de lo público” y la página correspondiente.
74
mi cuñado, mi madre, mi sobrino, mi padre, mi vecino… Todo eso dicen las lápidas urbanas y también que quien ahí murió tenía
una vida que fue interrumpida… el día tal de tal año: que en paz descanse…
Si en la literatura el umbral, formado por puertas, ventanas, pasillos, escaleras, es el lugar de la crisis y la ruptura vital. En
las calles el umbral está localizado, precisamente, en las aceras: son la frontera entre la vida y la muerte. Las lápidas urbanas están
colocadas en ellas como un recordatorio de lo que ahí ocurre. Son discursos funerarios orientados a una colectividad y,
específicamente, a la singular sensibilidad de esa colectividad que, como los muertos, también están en el umbral de la vida y de la
muerte, experimentando cotidianamente el miedo, o la incertidumbre al menos, de saberse expuestos a los peligros de la calle, de las
calles64.
Las lápidas urbanas no sólo develan procesos subjetivos anclados en ellas en tanto marcas simbólicas y materiales, también
hacen evidentes conflictos cotidianos, relaciones desiguales, luchas de poder, enfrentamientos por los espacios, la valoración
creciente hacia lo efímero como forma de vida y una marcada indiferencia al otro, a los otros. Marcan una ausencia pero también
hacen presente el acontecimiento en sí: el día del deceso, del atropellamiento, del accidente, del asesinato… Su sola presencia no
nos hace saber la causa de la muerte pero sí su carácter: lo que dicen y señalan es que en ese lugar aconteció una muerte violenta.
Lo que narran estas lápidas no sólo es la memoria de un dolor sino también la memoria de tradiciones, valores y rituales mortuorios
inscritos en los imaginarios que se han nutrido de experiencias y saberes rurales expuestos, mediante estas cruces, en un escenario
urbano.
¿Qué papel desempeña el lenguaje en todo esto? Los brevísimos epitafios contienen una síntesis de la biografía del fallecido:
nombre, fecha de nacimiento y fecha de muerte, entre dos fechas está el trayecto de vida que fue interrumpida por alguien… Los
deudos no han querido que el evento trágico quede en el olvido ni en el anonimato porque ambos serían otra forma de muerte. Lo
que logran los epitafios no es sólo la recordación del difunto sino la recordación del siniestro: lo inscriben en la calle, en la memoria
64 “La reinvención de lo público”, pp. 136-137.
75
de la ciudad65, para que no se olvide. Mediante el lenguaje escrito, con el que son elaborados, se revela no sólo la identidad del
difunto y la de los deudos sino también la de un dolor privado que al inscribirse en las calles se vuelve público: un testimonio pero
también una denuncia de lo que en ellas ocurre. Las lápidas urbanas se erigen, así, en discursos de la memoria cuya existencia
transcurre entre lo local y lo global. La presencia de estas inscripciones funerarias señalando el lugar de la muerte, de las muertes,
significan no sólo la existencia de una determinada práctica cultural66 sino la memoria de una época, de la forma de vivir y de morir
en un determinado contexto social, cultural e histórico67.
65 “Así, se asigna a la representación un doble sentido, una doble función: hacer presente una ausencia, pero también exhibir su propia presencia como imagen, y constituir con ello a quien la mira como sujeto mirando [...]”, Roger Chartier, Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marín, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1996, p. 78. 66 Ibid, p. 150. 67 Los trabajos de la memoria, p. 2.
76
FOTO 33. Lápida urbana localizada en la Avenida Xalapa, en la ciudad de Xalapa, Ver.
77
FOTO 34. Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
78
FOTO 35. Lápida urbana localizada en la Avenida México, en la ciudad de Xalapa, Ver.
79
FOTO 36. Lápida urbana localizada en Bulevar Industria Nacional Mexicana, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
80
FOTO 37. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
81
FOTO 38. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Coatepec, en la ciudad de Xalapa, Ver.
82
FOTO 39. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco Sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
83
FOTO 40. Lápida urbana localizada en Paseo de los Lagos, en la ciudad de Xalapa, Ver.
84
FOTO 41. Lápida urbana localizada en Paseo de los Lagos, en la ciudad de Xalapa, Ver.
85
FOTO 42. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
86
. FOTO 43. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco Sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
87
FOTO 44. Lápida urbana localizada en la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
88
FOTO 45. Lápida urbana localizada en la Avenida Gregorio Méndez, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
89
FOTO 46. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
90
FOTO 47. Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
91
FOTO 48. Lápida urbana localizada en la Calle Ignacio Gutiérrez esq. Abasolo, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
92
FOTO 49. Lápida urbana localizada en la Avenida Gregorio Méndez, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
93
FOTO 50. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
94
FOTO 51. Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer Cámara, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
95
FOTO 52. Lápida urbana localizada en la Avenida Orizaba, en la ciudad de Xalapa, Ver.
96
FOTO 53. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
97
FOTO 54. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
98
FOTO 55. Lápida urbana localizada en bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
99
FOTO 56. Lápida urbana localizada en Paseo de los Lagos, en la ciudad de Xalapa, Ver.
100
FOTO 57. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
101
FOTO 58. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
102
FOTO 59. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
103
FOTO 60. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
104
FOTO 61. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
105
FOTO 62. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
106
FOTO 63. Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
107
FOTO 64. Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
108
FOTO 65. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Veracruz, en la ciudad de Xalapa, Ver.
109
FOTO 66. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco Sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
110
FOTO 67. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
111
d). Registro fotográfico
“Para que no me olvides ni siquiera un momento…”
Miguel Gallardo
Para terminar sólo quiero referirme a un aspecto que me parece relevante: se utilizó la fotografía como procedimiento de
indagación porque considero que es el único soporte que mejor recrea lo que sucede cuando nos encontramos con las lápidas
urbanas: un silencio y una mirada de asombro. Para quienes integramos el equipo de trabajo no fue fácil realizar el registro
fotográfico, precisamente, porque detrás de cada lápida urbana existe un dolor ajeno: tomar las fotografías resultó un desafío en más
de una ocasión, ya fuera porque el fallecido era alguien conocido o porque el suceso trágico era reciente o porque la edad, el
nombre o las palabras contenidas en la lápida nos impedían realizarla sin conmovernos o impresionarnos. Elizabeth Jelin tiene
razón cuando afirma que: “La discusión sobre la memoria raras veces puede ser hecha desde afuera, sin comprometer a quien lo
hace, sin incorporar la subjetividad del/la investigador/a, su propia experiencia, sus creencias y emociones”68.
Si bien es cierto que en los manuales sobre fotografía etnográfica el respeto –o las actitudes de respeto frente al objeto
fotografiado– no aparece descrito como uno de los aspectos técnico-metodológicos que la caracterizan69, quiero referirlo aquí como
si lo fuera: los integrantes del equipo conformado para realizar el trabajo de campo partimos hacia las distintas calles y avenidas de
cada ciudad, cámara en mano, con una única certeza: la de saber que en cada lápida encontrada –y fotografiada– está la memoria de
una ausencia, de un dolor privado y que el uso de la cámara debería estar orientado, en todo momento, por nuestro respeto a esa
memoria, a esa ausencia, a ese dolor. Todas las fotografías incluidas en el presente trabajo fueron tomadas bajo esa premisa.
68 Ibid, p. 3. 69 Jordi Roca i Girona, “Fotografía, dibujo y grabaciones audiovisuales”, en Joan J. Pujadas i Muñoz (Coord.), Etnografía, Editorial UOC, Barcelona, 2010, pp. 171-176.
112
Este registro fotográfico fue posible gracias al compromiso, la dedicación y la valentía de los participantes en el trabajo de
campo que, como es de suponer, implicó distintos riesgo: muchas de las lápidas identificadas están colocadas en zonas de alta
peligrosidad. Pero dejar testimonio de su existencia se convirtió en la única manera de romper con la invisibilidad a la que las
somete el intenso tráfico de las calles y avenidas. Hacerlas visibles se volvió con el tiempo en otra manera de honrar a los difuntos,
en un gesto simbólico de consolar a los deudos y, acaso, la única posibilidad de escuchar la denuncia que contienen sea mirarlas.
Las fotografías de las lápidas urbanas que se presentan a continuación están separadas según sus características en los
siguientes siete grupos: 1). las que presentan los datos básicos; 2). las que presentan datos e incorporan algún tipo de figura
(estrellas, cruces, etc.); 3). las que presentan datos e incorporan la leyenda Q.E.P.D. (en cualquier de sus formas); 4). las que
presentan datos e incorporan algún tipo de figura (estrellas, cruces, etc.) y la leyenda Q.E.P.D. (en cualquier de sus formas); 5). las
que no presentan datos e incorporan cualquier otra leyenda; 6). las que si presentan datos e incorporan cualquier otra leyenda; y 7).
las que presentan datos e incorporan algún tipo de figura (estrellas, cruces, etc.) y cualquier otra leyenda.
113
LÁPIDAS URBANAS LOCALIZADAS EN LA CIUDAD DE XALAPA
1). LAS QUE PRESENTAN LOS DATOS BÁSICOS
FOTO 68. Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, a un costado de la Facultad de Arquitectura, en la ciudad de Xalapa, Ver.
114
FOTO 69. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
115
FOTO 70. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
116
FOTO 71. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
117
FOTO 72. Lápida urbana localizada en la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
118
FOTO 73. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
119
FOTO 74. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
120
FOTO 75. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
121
2). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN ALGÚN TIPO DE FIGURA (ESTRELLAS, CRUCES, ETC.) FOTO 76. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
122
FOTO 76.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
123
FOTO 76.2 Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
124
FOTO 77. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito Presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
125
FOTO 78. Lápida urbana localizada en la Avenida 20 de Noviembre, en la pared lateral del Panteón Antiguo Xalapeño, en la ciudad de Xalapa, Ver.
126
FOTO 78.1 Lápida urbana localizada en la Avenida20 de Noviembre, en la pared lateral del Panteón Antiguo Xalapeño, en la ciudad de Xalapa, Ver.
127
FOTO 79. Lápida urbana localizada en la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
128
FOTO 79.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Mártires 28 de Agosto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
129
3). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN LA LEYENDA Q.E.P.D. (EN CUALQUIER DE SUS FORMAS) FOTO 80. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Coatepec, por el Museo del Transporte, en la ciudad de Xalapa, Ver.
130
FOTO 81. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
131
FOTO 81.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
132
FOTO 82. Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
133
FOTO 82.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Circuito presidentes, en la ciudad de Xalapa, Ver.
134
FOTO 83. Lápida urbana localizada en la Privada de Guillermo Prieto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
135
FOTO 83.1 Lápida urbana localizada en la Privada de Guillermo Prieto, en la ciudad de Xalapa, Ver.
136
FOTO 84. Lápida urbana localizada en el Bulevar Xalapa-Banderilla, en la ciudad de Xalapa, Ver.
137
FOTO 84.1 Lápida urbana localizada en el Bulevar Xalapa-Banderilla, en la ciudad de Xalapa, Ver.
138
FOTO 85. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
139
FOTO 85.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
140
FOTO 86. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
141
FOTO 86.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
142
FOTO 87. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
143
FOTO 87.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
144
FOTO 87.2 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
145
FOTO 88. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
146
FOTO 88.1 Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Xalapa, Ver.
147
FOTO 89. Lápida urbana localizada cerca del Mercado de Los Sauces, en la ciudad de Xalapa, Ver.
148
FOTO 89.1 Lápida urbana localizada cerca del Mercado de Los Sauces, en la ciudad de Xalapa, Ver.
149
FOTO 89.2 Lápida urbana localizada cerca del Mercado de Los Sauces, en la ciudad de Xalapa, Ver.
150
FOTO 90. Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
151
FOTO 90.1 Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
152
FOTO 90.2 Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
153
FOTO 90.3 Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
154
FOTO 91. Lápida urbana localizada en la Calle Cirilo Celis Pastrana, en la ciudad de Xalapa, Ver.
155
FOTO 91.1 Lápida urbana localizada en la Calle Cirilo Celis Pastrana, en la ciudad de Xalapa, Ver.
156
FOTO 92. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
157
FOTO 92.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
158
4). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN ALGÚN TIPO DE FIGURA (ESTRELLAS, CRUCES, ETC.) Y LA LEYENDA Q.E.P.D. (EN CUALQUIER DE SUS FORMAS)
FOTO 93. Lápida urbana localizada en la Calle 5 de Febrero a un costado del panteón Antiguo Xalapeño, en la ciudad de Xalapa, Ver.
159
FOTO 93.1 Lápida urbana localizada en la Calle 5 de Febrero a un costado del panteón Antiguo Xalapeño, en la ciudad de Xalapa, Ver.
160
FOTO 94. Lápida urbana localizada en la Avenida Américas casi esquina con calle Ferrocarril Interoceánico, en la ciudad de Xalapa, Ver.
161
FOTO 94.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Américas casi esquina con calle Ferrocarril Interoceánico, en la ciudad de Xalapa, Ver.
162
FOTO 95. Lápida urbana localizada en la Salida Xalapa-Coatepec, en la ciudad de Xalapa, Ver.
163
FOTO 96. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
164
FOTO 96.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Arco sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
165
FOTO 97. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
166
FOTO 97.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
167
FOTO 98. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
168
FOTO 98.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
169
FOTO 99. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
170
FOTO 99.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
171
FOTO 100. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
172
FOTO 101. Lápida urbana localizada en la Avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, Ver.
173
FOTO 102. Lápida urbana localizada en la Calle Sayago casi esquina con la Avenida Manuel Ávila Camacho, en la ciudad de Xalapa, Ver.
174
FOTO 102.1 Lápida urbana localizada en la Calle Sayago casi esquina con la Avenida Manuel Ávila Camacho, en la ciudad de Xalapa, Ver.
175
FOTO 103. Lápida urbana localizada en la Avenida Xalapa, en la ciudad de Xalapa, Ver.
176
FOTO 103.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Xalapa, en la ciudad de Xalapa, Ver.
177
5). LAS QUE NO PRESENTAN DATOS E INCORPORAN CUALQUIER OTRA LEYENDA FOTO 104. Lápida urbana localizada en el Paseo de los Lagos, en la ciudad de Xalapa, Ver.
178
6). LAS QUE SI PRESENTAN DATOS E INCORPORAN CUALQUIER OTRA LEYENDA FOTO 105. Lápida urbana localizada en la Avenida Arco Sur, en la ciudad de Xalapa, Ver.
179
FOTO 106. Lápida urbana localizada en la Calle Jesús Reyes Heroles, frente a la torre Hakim, en la ciudad de Xalapa, Ver.
180
FOTO 106.1 Lápida urbana localizada en la Calle Jesús Reyes Heroles, frente a la torre Hakim, en la ciudad de Xalapa, Ver.
181
7). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN ALGÚN TIPO DE FIGURA (ESTRELLAS, CRUCES, ETC.) Y CUALQUIER OTRA LEYENDA
FOTO 107. Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
182
FOTO 107.1 Lápida urbana localizada en la Zona Universitaria, en la ciudad de Xalapa, Ver.
183
LÁPIDAS URBANAS LOCALIZADAS EN LA CIUDAD DE VILLAHERMOSA
1). LAS QUE PRESENTAN LOS DATOS BÁSICOS FOTO 108. Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
184
FOTO 108.1 Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
185
FOTO 109. Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
186
FOTO 109.1 Lápida urbana localizada en el Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
187
FOTO 110. Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer Cámara, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
188
FOTO 110.1 Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer Cámara, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
189
FOTO 111. Lápida urbana localizada en la Calle Sindicato del Trabajo, en la ciudad de Villahermosa, Tab..
190
FOTO 112. Lápida urbana localizada en Paseo Tabasco frente al Parque la Choca, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
191
FOTO 112.1 Lápida urbana localizada en Paseo Tabasco frente al Parque la Choca, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
192
FOTO 113. Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
193
FOTO 113.1 Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
194
2). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN ALGÚN TIPO DE FIGURA (ESTRELLAS, CRUCES, ETC.)
FOTO 114. Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
195
FOTO 114.1 Lápida urbana localizada en Bulevar Adolfo Ruiz Cortines, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
196
FOTO 115. Lápida urbana localizada en Paseo Tabasco, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
197
3). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN LA LEYENDA Q.E.P.D. (EN CUALQUIER DE SUS FORMAS) FOTO 116. Lápida urbana localizada en el Bulevar Industria Nacional Mexicana, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
198
FOTO 117. Lápida urbana localizada en el Bulevar Ruiz Cotines por la entrada a la Colonia Espejo II, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
199
.4). LAS QUE PRESENTAN DATOS E INCORPORAN ALGÚN TIPO DE FIGURA (ESTRELLAS, CRUCES, ETC.) Y LA LEYENDA Q.E.P.D. (EN CUALQUIER DE SUS FORMAS)
FOTO 118. Lápida urbana localizada en la Avenida Sanmarcanda, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
200
FOTO 118.1 Lápida urbana localizada en la Avenida Sanmarcanda, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
201
FOTO 118.2 Lápida urbana localizada en la Avenida Sanmarcanda, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
202
FOTO 118.3 Lápida urbana localizada en la Avenida Sanmarcanda, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
203
FOTO 118.4 Lápida urbana localizada en la Avenida Sanmarcanda, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
204
5). LAS QUE NO PRESENTAN DATOS E INCORPORAN CUALQUIER OTRA LEYENDA FOTO 119. Lápida urbana localizada cerca de la Deportiva de la Colonia La Manga II (leyenda escrita en el árbol), en la ciudad de Villahermosa, Tab.
205
6). LAS QUE SI PRESENTAN DATOS E INCORPORAN CUALQUIER OTRA LEYENDA FOTO 120. Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
206
FOTO 120.1 Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
207
FOTO 121. Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta frente a la Fuente Maya, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
208
FOTO 121.1 Lápida urbana localizada en Paseo Usumacinta frente a la Fuente Maya, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
209
FOTO 122. Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer Cámara, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
210
FOTO 122.1 Lápida urbana localizada en Periférico Carlos Pellicer Cámara, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
211
FOTO 123. Lápida urbana localizada en la Salida hacia Río viejo, en la ciudad de Villahermosa, Tab.
212
SEGUNDO CAPÍTULO
MEMORIA Y LENGUAJE
213
SEGUNDO CAPÍTULO: MEMORIA Y LENGUAJE
I. La memoria como preocupación artística70
Uno de los discursos que contribuye a enriquecer la memoria y a darle sentido al pasado es, sin duda, el literario. Porque el proceso
cultural que da como resultado la inscripción en la memoria de todos aquellos asuntos significativos para los sujetos sociales, ha
sido una preocupación no sólo de los estudiosos de las Ciencias Sociales y las Humanidades sino también de algunos escritores en
cuyas obras aparece representada mediante el trabajo artístico con el lenguaje.
Dentro de la literatura mexicana del siglo XX, un grupo de escritores formado por Agustín Yáñez (1904-1980), Juan Rulfo
(1917-1986), Juan José Arreola (1918-2001) y Elena Garro (1920-1998) se han ocupado de trabajar artísticamente el ambiente de la
provincia mexicana. En sus obras encontramos recreados conflictos económicos, políticos, religiosos y culturales que caracterizaron
la vida de la provincia mexicana en las primeras décadas del siglo XX: el despojo de tierras, la usura, el abuso de la autoridad, la
guerra cristera, la migración de la población rural a las regiones que comenzaron a experimentar procesos de urbanización
acelerada, la conjunción de diversas religiosidades y sus particulares expresiones en la vida individual y colectiva… Entretejidos a
dichos conflictos es posible identificar visiones del mundo diversas y contrastantes que se van relacionando dialógicamente hasta
lograr conformar la imagen de una memoria, o de múltiples memorias, que registra la vida del campo y la ciudad, la complejidad de
la circunstancia humana de quienes habitan estos ámbitos, la particularidad de sus creencias e identidades, las prácticas individuales
y colectivas con las que han dado respuestas a los excesos del poder y a los agravios cometidos contra los desposeídos, las formas
artísticas y creativas impulsadas por distintos sectores para defender la identidad y el cúmulo de conocimientos empíricos y
científicos heredados o construidos en el transcurso del tiempo; en suma, el testimonio de quiénes hemos sido y quiénes somos los
habitantes de esta gran comarca llamada México.
70 El presente apartado fue presentado como ponencia con el título: “Presencia de la memoria en la narrativa mexicana del siglo XX”, en el Ciclo de Conferencias en la División Académica de Ciencias Sociales y Humanidades de la UJAT, en Septiembre de 2009, ver el Anexo 3.
214
Los integrantes de este grupo de escritores han sido ubicados por la historiografía literaria en diferentes corrientes y
movimientos artísticos71. Agustín Yáñez, Juan Rulfo y Juan José Arreola son ubicados juntos o muy próximos. A Elena Garro la
identifican dentro de una generación específica de narradores aunque, por sus preocupaciones sobre el ambiente rural mexicano de
los primeros años del siglo XX, es ubicada también junto a esta pareja de escritores. Todos comparten un rasgo: sus obras se ubican
dentro de una tradición literaria que ha transformado valores artísticos al incorporar el humor, la ironía y la parodia como elementos
desenmascaradores y desestabilizadores del orden establecido, que ha recuperado la oralidad en el trabajo artístico con el lenguaje,
explorado distintas estrategias narrativas y configurado distintas visiones del mundo mediante diversas formas discursivas.
Otro rasgo que comparten es la preocupación por la memoria y, por ello, al igual que ese tipo singular de historiadores a los
que se refiere Paul Ricoeur en La memoria, la historia, el olvido:
Hay historiadores que han sabido encontrar en los archivos un eco de las voces apagadas, como Arlette Farge en Le Goût de l’archive, Seuil, París, 1989. A diferencia del archivo judicial que ‘presenta un mundo fragmentado’, el archivo de los historiadores escucha el eco de ‘esas quejas irrisorias a propósito de acontecimientos irrisorios, en los que unos discuten por una herramienta robada y otros por el agua sucia que mancha sus vestidos. Signos de un desorden pequeño que dejaron huellas, ya que dieron lugar a informes e interrogatorios, esos hechos íntimos, en los que no se dice casi nada y en los que, sin embargo, tantas cosas terminan por conocerse, son lugar de investigación y de búsqueda’ […] esas huellas son, en el sentido riguroso de los términos, ‘palabras captadas’ […] Sucede, pues, que el historiador no es el que hace hablar a los hombres de otro tiempo sino el que los deja hablar. Entonces, el documento remite a la huella, y la huella, al acontecimiento72.
Al igual que ese tipo singular de historiadores que trabajan con “palabras captadas”, nuestros escritores también fueron a los
archivos en busca de “un eco de las voces apagadas” y, como los historiadores mencionados, no hicieron hablar a los hombres de
71 Ver Martha Elena Munguía Z., Hacia una poética histórica del cuento hispanoamericano, El Colegio de México, Centro de estudios lingüísticos, Tesis Doctoral, México, noviembre de 1998, p.320. Sara Poot, Un giro en espiral. El proyecto literario de Juan José Arreola. Universidad de Guadalajara, 1992, p.13, que en adelante citaré como Un giro en espiral y la página correspondiente. Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, en Historia General de México, El Colegio de México, México, 1986, p.1479. José Luis Martínez y Christopher Domínguez Michael, La literatura mexicana del siglo XX, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1995, pp.199, 213-214 y 216, 218. Norma Esther García Meza, Fiesta y memoria antigua. Voces y visiones del mundo en la obra de Arreola, Tesis Doctoral, Programa de Posgrado en Letras, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, Agosto de 2006, pp. 18-19, que en adelante citaré como Fiesta y memoria antigua y la página correspondiente. 72 La memoria, la historia, el olvido, p. 239.
215
otro tiempo sino que los dejaron hablar para construir con sus voces un entramado discursivo en el que es posible identificar las
huellas del decir, del hacer, del sentir y del creer de los habitantes de los pueblos de México. Las voces y las confrontaciones
discursivas recreadas en Al filo del agua, en Pedro Páramo, en La feria y en Los recuerdos del porvenir permiten reconocer ese
ambiente complejo y diverso cuyas problemáticas están vinculadas tanto al período prehispánico como al período colonial y, de
manera preeminente, a las consecuencias derivadas de dichos procesos, y que en sus creaciones aparecen entrelazadas a las
profundas contradicciones que marcaron las primeras décadas del siglo XX. Fue, sin duda, el acercamiento a las diversas fuentes
documentales de estos períodos, lo que nutrió de conocimientos a nuestros escritores para dar forma artística a su preocupación por
la memoria73.
Por la cantidad de estudios que sobre su vida y obra se han escrito, sabemos que Agustín Yáñez no sólo fue un escritor
fecundo sino también un intelectual dedicado por años a la investigación y a la docencia. Además de la filosofía le interesaban los
temas históricos y a ellos dedicó gran parte de su quehacer. En el prólogo del libro publicado por El Colegio de México para
celebrar los cincuenta años de Al filo del agua, aparecen datos que ilustran lo anterior:
[trabajó] como jefe del Departamento de Bibliotecas y Archivos de la Secretaría de Hacienda, de 1934 a 1953 […] fue gobernador y secretario de Educación; miembro de la Academia de la Lengua y del Colegio Nacional […] apoyó los libros de texto gratuitos, editó libros de diversa temática, promovió cursos y conferencias y, sobre todo, nos dejó el rico y variado legado de sus libros de creación. Fue también don Agustín promotor de instituciones relacionadas con la educación y la cultura, y fundador de las revistas Bandera de provincias (1929-1930) y Campo (1930-1931), que enriquecieron el espacio cultural de la provincia […]74
En efecto, la provincia fue el territorio de sus actividades –muchas de ellas de divulgación y promoción de la cultura–, pero
sobre todo una presencia fundamental en su escritura y en ella la preocupación por la memoria está entretejida a la vida cotidiana de
73 Me he referido a la preocupación artística por la memoria antigua, en Norma Esther García Meza, “Preocupación artística por la memoria antigua”, en Revista electrónica cuatrimestral de estudios literarios Espéculo, No. de volumen: 42, julio-octubre 2009, en http://www.ucm.es/info/especulo/. 74 Yvette Jiménez de Báez, “Prólogo”, en Memoria e interpretación de Al filo del agua, Yvette Jiménez de Báez y Rafael Olea Franco (editores), El Colegio de México, México, 2000, p. 10.
216
los habitantes de ese territorio entrañable y vital. La preocupación por la memoria es la que orienta su trabajo en todos los ámbitos.
Para ilustrar lo anterior escuchemos lo que afirma Ignacio Díaz Ruiz:
A partir de 1939, inicia una nueva etapa vinculada a actividades universitarias y específicamente a la organización de la Biblioteca del Estudiante Universitario, sin duda una de las empresas más valiosas para el fortalecimiento y divulgación de la cultura en el ámbito universitario. Para esta colección realiza varios prólogos y ediciones: Crónicas de la Conquista (1939), El Pensador Mexicano (1949); Doctrina (1941) de Fray Bartolomé de las Casas; Mitos indígenas (1942), Francisco Bramón, Los sirgueros de la Virgen; Joaquín Bolaños, La portentosa vida de la muerte (1944); todos estos estudios e investigaciones confirman la actitud inquisitiva sobre lo mexicano, la búsqueda de definiciones y rasgos para establecer el perfil del ser nacional en la historia de la cultura mexicana. Brillante contribución a las reflexiones artísticas y filosóficas de todos los intelectuales mexicanos de esos años75.
En cuanto a Juan Rulfo, gracias al estudio de Yvette Jiménez de Báez, sabemos que no sólo leyó novelas y textos de historia,
sino fundamentalmente crónicas. Enseguida veremos lo que la especialista destaca de tales lecturas:
[...] Leyó sobre todo novelas [...] libros de historia (sobre todo crónicas y memoriales de la historia americana y local); geografía [...] es José Emilio Pacheco quien logra en 1959 las mejores declaraciones del escritor sobre este punto. En apretada síntesis [...] se integran cuatro tendencias principales de las lecturas que Rulfo reconoce como determinantes en su literatura [...] A estas cuatro tendencias de lecturas habría que añadir su predilección por Las crónicas de los siglos XVI – XVII. Rulfo era un fervoroso lector de crónicas [...] De ellas destaca tres aspectos: a) Que ‘están escritas en un estilo muy sencillo, muy fresco, muy espontáneo’. ‘Se trata de un lenguaje arcaizante en España, pero no para los campesinos de Jalisco’. b) Que producen placer, aparte de enseñar historia, porque, según Rulfo, los cronistas ‘escribieron de una manera muy espontánea, sin saber que los iban a leer nunca. Simplemente hacían la crónica de su obra’. Y c) porque constituyen ‘lo más valioso de nuestra literatura antigua’, y de ellos ‘arranca lo que hoy se llama lo real maravilloso’ [...] dice en su última entrevista: [Las tardes] las dedico a leer, especialmente historia, mucha historia. Y a los cronistas [...]76.
75 Ignacio Díaz Ruiz, “Al filo del agua en la historia personal de Agustín Yáñez”, en Al filo del agua, Arturo Azuela coordinador, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Unesco, (Colección Archivos; 22), edición crítica, México, 1993. p. 277. 76 Yvette Jiménez de Báez, Juan Rulfo, del páramo a la esperanza. Una lectura crítica de su obra, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México, 1990, pp. 23-39-40.
217
En el caso de Juan José Arreola sabemos, por Sara Poot, que trabajó con fuentes originales del siglo XVI, reelaboradas e
inscritas en el entramado discursivo de su novela La feria77. Para ilustrar lo anterior cito un extenso párrafo del estudio realizado por
esta autora:
La novela se apropia de documentos originales del siglo XVI, respecto al problema agrario en México, y se los asigna directamente a Zapotlán [...] Todos estos documentos que aparecen en La feria: denuncias, actas, lamentaciones, quejas y reproches, convergen en uno último, del siglo XVII, que es el que más fielmente se reproduce en la novela [...] La elección de los documentos de los siglos XVI y XVII una vez más muestran con claridad la visión que predomina frente a los hechos, una visión que, entre otras cosas, se apoya en documentos reales para mostrar la injusticia social fortalecida por los siglos [...] Otros fragmentos de documentos que aparecen en La feria provienen de los Juramentos que en los siglos XVI y XVII se le hacen a San José como patrono del pueblo [...] transcribe otro texto que también corresponde al siglo XIX, escrito dos días después del Juramento que sirve como constatación del temblor de 1806. Se trata de la carta del Padre Núñez, que describe minuciosamente el temblor del 25 de marzo de ese mismo año [...] La carta del Padre Núñez y el Juramento de 1806 traen a colación el siglo XIX que se actualiza también en el presente múltiple de la novela [...]78.
Asimismo, por algunos fragmentos de su prosa oral, hoy sabemos que Juan José Arreola siempre anduvo en la insistente
búsqueda de voces y acentos populares portadores de una memoria específica. Un ejemplo ilustrativo es el fragmento que cito a
continuación:
Soy regionalista y amador de la patria en cuanto tierra poseída que finalmente me poseerá. Ya se me cumplió el plazo de López Velarde: la amó tanto que se acostó a morir con ella. He sido un mestizo cultural y un mestizo de sangre: tengo el drama del latinoamericano [...] Como ya me he prostituido con la literatura universal, me cuesta mucho trabajo volver a hallar la inocencia de mi voz natural. Y ahora la busco por los vericuetos de la canción popular, del corrido, de la anécdota, de la interjección, del insulto; en el mercado, en mi propia familia, en el diálogo callejero por Zapotlán el Grande. Nuestra fuerza de afirmación debe venir de nuestro trasfondo indígena, no del gran parche que nos vino a través de España. Somos ya absolutamente propietarios de una lengua; aunque no la hayamos creado, la ejercemos con toda plenitud y manifiesta nuestro espíritu [...]79.
77 Juan José Arreola, La feria, Joaquín Mortiz, México, 2002. Ver Fiesta y memoria antigua, pp. 41-50. 78 Un giro en espiral, pp. 201-208. 79 Juan José Arreola, Y ahora, la mujer... / La palabra educación, Diana/Conaculta, México, 2002, pp. 65-66.Otros ejemplos se encuentran en Juan José Arreola, Inventario, Diana/Conaculta, México, 2002, pp. 43-44-53-54-67-68. Y en Orso Arreola, El último juglar, Memorias de Juan José Arreola, Diana, México, 1998, pp. 212-357-361.
218
Respecto a Elena Garro, tal preocupación está presente en toda su obra, pero principalmente se advierte en: Los recuerdos
del porvenir, “La culpa es de los tlaxcaltecas”, y en la obra de teatro Un hogar sólido. Resultan ilustrativos algunos fragmentos del
estudio realizado por Patricia Rosas Lopátegui, quien señala lo siguiente:
[…] como gran observadora del mundo y de la condición humana, Elena no entiende esta terminología del ‘realismo mágico’ que inventó el mundo académico, ya que desde su perspectiva, ella no ha hecho más que transcribir lo que ha visto y oído desde que era niña: la realidad o la manera de entender el mundo de los pueblos indígenas que siempre ha estado ahí. A la inversa de aquellos intelectuales y escritores que singularizan a los indígenas, aislándolos y viéndolos como seres aparte, Elena universaliza la cosmovisión de los pueblos indios y los trata en calidad de seres iguales […] para ella la realidad mágica de Los recuerdos del porvenir es la representación de la cosmovisión indígena […]80.
La preocupación por la memoria no solamente fue señalada por ellos mismos en diversos ámbitos culturales, a través de
entrevistas o declaraciones, sino que, y esto es lo que me parece sumamente significativo, tomó forma artística en sus obras. Gracias
a ellas el encuentro entre memoria y literatura sigue dando motivos para múltiples reflexiones.
En las novelas todos los personajes recuerdan, es cierto. Pero no todas las novelas tienen inscrita la preocupación por la
memoria. Porque cuando el recuerdo nace en un tiempo y espacio específicos trayendo consigo lo acontecido en otro tiempo y
espacio, toda la carga del acontecer colectivo, esa condensación de creencias, saberes e imaginarios, ese cúmulo del accionar
humano, social, cultural, político, religioso e histórico, entonces estamos frente a la imagen artística de la memoria que el escritor
ha hecho posible forjándola con los únicos elementos de que dispone: el lenguaje y la imaginación. La memoria de los agravios y
los dolores cobran relevancia al revelar las condiciones específicas y las significaciones sociales, políticas, culturales vinculadas a la
presencia, por ejemplo, de caciques y hombres que abusan de su poder, como sucede en Al filo del agua, Pedro Páramo, La feria o
Los recuerdos del porvenir. El olvido está siempre acechando a la memoria y cuando parece que sí, que ya está a punto de
devorarla, de convertirla en improductivo recuerdo, en un simple suspiro que congela los huesos y entume el andar, los escritores la
toman y comienzan a trabajar artísticamente con ella hasta ganarle la batalla al olvido.
80 Patricia Rosas Lopátegui, Testimonios sobre Elena Garro, Ediciones Castillo, México, 2002, pp. 13-15.
219
Ya sea como objeto de estudio o como preocupación artística, la memoria se erige en un territorio compartido tanto por los
estudiosos de las Ciencias Sociales como por los escritores que en el cruce de un tiempo y un espacio decidieron escudriñar en los
archivos, hurgar en los papeles, indagar en los imaginarios y reconocer en las voces escuchadas las huellas de esas prácticas
culturales que los sujetos realizan como si fueran rituales para vencer el olvido. Como parte del proceso cultural que da como
resultado la inscripción en la memoria de actos, eventos, inquietudes, desvelos, temores, creencias, duelos, celebraciones y demás
asuntos que conforman la circunstancia humana, encontramos el trabajo con el lenguaje que permite la identificación de prácticas
culturales y discursos de la memoria, como veremos a continuación.
II. Memoria y literatura: el discurso funerario de Lucas Macías en Al filo del agua81
La práctica cultural de la que me ocupé en el primer capítulo tiene su origen en el ámbito rural mexicano, en el que una serie de
rituales mortuorios conjugan conocimientos ancestrales tanto prehispánicos como aquellos que surgieron en el proceso
evangelizador y que, al paso del tiempo, se han ido transformando. Algunas de estas transformaciones dieron forma a distintos
discursos funerarios, unos cargados de solemnidad, temor y culpa, y otros festivos, irreverentes, audaces y con una clara filiación
popular82. Agustín Yáñez trabajó artísticamente con tales discursos83. Para ilustrar los vínculos entre memoria y literatura he
incorporado a continuación uno de los discursos funerarios que se producen en la novela Al filo del agua84, específicamente el que
formula Lucas Macías, cuya primera enunciación rebosa ese tono popular y festivo que caracteriza su voz:
81 El presente apartado fue publicado como artículo con el título: “El discurso funerario de Lucas Macías en Al filo del agua", en Liminar Revista de Estudios Sociales y Humanísticos, Vol. VII, No. 2, Diciembre de 2009, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Chiapas, México. 82 “Durante el Porfiriato conviven dos visiones de la muerte: una que invita a la risa franca, del gusto popular y de la prensa; otra trágica y oscura, apegada a la moda europea, preferida por artistas, literatos y aristócratas. La primera la representa Posada y la segunda tiene en Julio Ruelas a su máximo exponente”, Mercurio López Casillas, La muerte en el impreso mexicano, editorial RM, México, 2008, p. 119. 83 Lo que al respecto ocurre en Pedro Páramo, en La feria y en Los recuerdos del porvenir, será parte de un análisis posterior. 84 Agustín Yáñez, Al filo del agua, Arturo Azuela coordinador, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Unesco, México, 1993, (Colección Archivos; 22), edición crítica, que en adelante citaré como Al filo del agua y la página correspondiente.
220
–...el señor cura Robles era de los que no creen que los muertos se aparezcan, ni cuando dejan mandas sin pagar o dinero enterrado, menos todavía cuando dejan de llevarlos a la iglesia; pero yo he conocido a tantísima gente que no podía echar mentiras cuando decían que les hablaban los difuntos; niñitos que no los conocieron y daban sus señas completas, hombres que con el susto se ponían malos de fríos, mujeres que se desmayaban; la verdad yo nunca he visto ningún espanto y he vivido en casas donde decían que asustaban; una noche, me acuerdo, viviendo en la casa que fue del difunto Margarito Pérez, ora abuelo de Luis Gonzaga, tuve que ir al corral y vi una sombra blanca que me hacía señas para que fuera; de pronto me temblaron las corvas, no sabía si correr o hablarle: «En nombre de Dios te pido si eres de este mundo o del otro»; ¡qué caray! –dije–, yo no voy a correr, yo voy a salir de dudas, y haciendo de tripas corazón le hablaré, quién quite se trate de un tesoro; que me arrimo, y vuela una gallina que sobre una ropa tendida se picaba debajo de las alas y parecía la cabeza de la sombra, llamándome […]85
La identificación del proceso de construcción de la memoria colectiva, como imagen artística central en Al filo del agua, fue
una de las aportaciones de la investigación que realicé sobre la novela de Agustín Yáñez86. Sostuve, entonces, que tal proceso era
posible gracias a la voz de lo popular y lo colectivo enunciada por Lucas Macías87 y analicé el cúmulo de atributos que lo
caracterizan, pero apenas me detuve en el que lo distingue como poseedor de un discurso funerario basado en la construcción oral
de epitafios. Es por ello que, en el presente apartado, me ocuparé con mayor detenimiento de dicho rasgo por medio del cual otorga
a los muertos el derecho de pertenecer y permanecer en la memoria colectiva88, distinguiéndose así de los otros discursos funerarios
presentes en la novela89.
85 Al filo del agua, p. 89 86 Norma Esther García Meza, Al filo del agua. Voces y memoria, colecc. Manuel Sánchez Mármol, Narrativa y Estudios literarios, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México, 2001, que en adelante citaré como Al filo del agua. Voces y memoria y la página correspondiente. 87 Ibid, pp. 122-148. 88 Ibid, p. 137. 89 En la novela de Yáñez es posible identificar, al menos, otros dos discursos funerarios, el enunciado por Luis Gonzaga y el del narrador. Ver Al filo del agua, pp. 74-142-143.
221
Para el análisis que me propongo realizar es preciso considerar primero que, mediante una serie de atributos y características
expresadas tanto por los personajes como por el narrador90, Lucas Macías se perfila en la novela como un ser profundamente franco
y vivaz, capaz de festejar la vida, de burlarse de imposiciones, de ridiculizar lo autoritario, de reírse de los fingimientos y de
enunciar un discurso funerario carente completamente de dramatismo, desazón o pesar.
Ahora bien, de todas las enunciaciones que se refieren a él, me interesa destacar las expresadas por el narrador, mediante las
cuales logra tres propósitos: a) distinguirlo de los demás viejos del pueblo (“No es el más viejo –abundan longevos en el pueblo–;
pero entre los viejos es el de mejor memoria y más vivo ingenio”)91; b) situarlo en el ámbito de los velorios (“<<Filósofo de
velorio>> suelen llamarlo burlándosele, pues que no falta a ninguno y allí rompe la vena de sus consideraciones y máximas”)92 y c)
ubicarlo recorriendo el cementerio (“Inagotables cómputos de Lucas Macías, que como todos los años va de tumba en tumba, este
dos de noviembre de mil novecientos nueve, día de muy espléndida tarde”)93. La primera declaración hace énfasis en dos de los
atributos de este personaje: su memoria y su ingenio, mismos que serán sumamente significativos cuando su voz enuncie el discurso
funerario. Las otras dos declaraciones permiten ubicar el desplazamiento físico de Lucas Macías por dos espacios específicos: el de
la velación y el del enterramiento, o descanso eterno, de los difuntos.
En la provincia mexicana, el velorio y el cementerio son dos territorios donde la vivencia individual es celebrada como
asunto de la colectividad, donde lo individual posibilita las expresiones colectivas de la fe, la fraternidad, la solidaridad y de todas
90 “No es el más viejo –abundan longevos en el pueblo–; pero entre los viejos es el de mejor memoria y más vivo ingenio. Registro civil y público de personas, familias, cosas y contratos. Algo zahorí, <<no por diablo –como él dice–, sino por viejo>>. Un poco leguleyo y –por igual– médico desinteresadamente. No sabe leer, se perece, sin embargo, porque alguien le lea cuantos libros, revistas y periódicos caen en sus manos y se ingenia en conseguir, empeñoso. Si tuviera recursos, lo primero, tomaría un lector a su servicio, que fuera incansable. Ha ido acuñando así su filosofía o, más bien, destilándola en experiencia y lecturas, para que luego no falte al recordar una fecha, un antecedente, al aconsejar un remedio, un recurso legal o cuando pronostica. <<Filósofo de velorio>> suelen llamarlo burlándosele, pues que no falta a ninguno y allí rompe la vena de sus consideraciones y máximas. Cronista fiel, carece de historia personal; en la vida sólo ha sido espectador y notario de acaecimientos ajenos; de sí no sabe ni la edad, más que por aproximación: seguramente pasa de los ochenta, porque ya se acuerda bien de cuando su padre, que era soldado, fue a la guerra de Tejas y también a la de los Pasteles, donde le cortaron la pata a don Antonio, tan familiar en boca de Lucas Macías [...]”, Ibid, p. 79. 91 Ibidem. 92 Ibidem. 93 Al filo del agua, p. 191.
222
las creencias y representaciones94 que conforman el imaginario compartido95. Son, también, los espacios simbólicos de la igualdad
de circunstancias: nuestro carácter de seres mortales se hace efectivo en ellos. Son parte fundamental de los ritos mortuorios que
entretejen rituales diversos como el rezo, el canto, las alabanzas y expresiones de devoción religiosa; pero también entretejen otras
prácticas como el repaso detallado de las causas de la muerte y las valoraciones sobre la vida del difunto, convirtiéndose así en
eventos de socialización donde el lenguaje tiene un lugar destacado. Animados por el café, el aguardiente, el pulque o cualquiera de
las bebidas propias de la región donde ocurren, en los velorios y en los enterramientos se habla tanto del difunto como de sus
deudos y se discuten asuntos éticos y filosóficos, cotidianos y trascendentales, asociados a la vida y a la muerte. Dando lugar, así, a
la construcción de discursos funerarios eminentemente orales. Uno de estos discursos es recreado artísticamente en la novela de
Yáñez en la figura de Lucas Macías.
a) Resonancias diversas y vínculos dialógicos en el discurso de Lucas Macías
Iniciemos con el siguiente fragmento en el que resaltan dos asuntos: por un lado, el énfasis que el narrador le imprime a lo que
constituye uno de los quehaceres centrales del personaje: hacer el cómputo de los muertos; y, por otro, la manera en la que deja que
se escuche la voz de Lucas para que sea él quien comience a enunciar su discurso funerario: “Lucas Macías gusta repasar por este
tiempo su registro de quienes han muerto y de las desgracias acaecidas en agosto, por lo menos desde los años de cuarenta y ocho y
de cincuenta, que caen dentro de su memoria personal, aunque suele dilatarlos hacia atrás con testimonios ajenos. Dice, por
ejemplo:”96.
Y, efectivamente, una vez dicho esto, una marca textual nos señala que es la voz de Lucas Macías la que comenzamos a
escuchar y con ella una diversidad de resonancias sobre el acontecer humano en distintos tiempos y espacios:
94 El psicoanálisis, su imagen y su público, pp. 17-18. 95 Los imaginarios sociales, pp. 28-30. 96 Al filo del agua, p. 161.
223
– <<Contaba mi padre que la inundación grande que se llevó todo el barrio de las tenerías fue meritamente la noche que hizo luna llena en agosto del veinticinco, mismo año en que dio el sarampión como nunca, y mi padre daba gracias a Dios de que entonces todavía no viniera al mundo porque no hubo familia sin muertito, todos diz que decían que la culpa era del gobernador, el primer gobernador, don Prisciliano Sánchez, que fue de los primeros liberalotes declarados, y en su tiempo vino la masonería, y se hizo guerra a Nuestra Santa Madre; pero no tanto como el treinta y tres, con don Valentín, que quiso robarse los bienes de la iglesia, y allí que se suelta el cólera; nomás en Guadalajara y nomás en agosto murieron más de dos mil cristianos, y hubo días de doscientos y de doscientos cincuenta fallecidos; aquí el pueblo quedó hecho cementerio, de no haber ni quien enterrara a los muertos, pues el cólera no perdonó ni al cura ni a los ministros, que ya para el doce de agosto se habían ido todos al otro mundo: el día que murió el señor cura, que dicen que fue el cuatro de ese mes, murieron treinta y tres gentes, no más de aquí de la localidad, y luego dice que Dios no castiga en esta vida; váyanle haciendo la cuenta de los que murieron ese año en todo el país, si nomás en Guadalajara pasaron de cuatro mil, y aquí en el pueblo no bajaron de quinientos, porque fue de las partes en que pegó más fuerte, yo me acuerdo que ya estaba grande y las gentes se medio morían no más de acordarse de ese año, y más de ese mes de agosto del treinta y tres.>>97.
Antes de analizar qué dice –y cómo lo dice– Lucas Macías, es preciso interrogarnos acerca de una de las declaraciones del
narrador: ¿A qué se refirió cuando dijo que “suele dilatarlos hacia atrás con testimonios ajenos”? Se refiere, sin duda, a una de las
características de la voz de Lucas: la incorporación en su discurso de diversas y contrastantes voces98 por medio de lo cual posibilita
el ingreso de testimonios ajenos sobre hechos pasados. Una de esas voces es la del padre (“Contaba mi padre que”), voz sabia y
afectiva que no sólo es capaz de brindar información sobre tragedias acaecidas en tiempos remotos, sino de agradecer a Dios que el
hijo no hubiera nacido en ese entonces librándose así de experimentarlas (“y mi padre daba gracias a Dios de que entonces todavía
no viniera al mundo porque no hubo familia sin muertito”), voz conocedora y entrañable que mediante la oralidad dio testimonio al
hijo de, al menos, los siguientes sucesos ocurridos en el año 1825: a) una gran inundación y, b) una epidemia de sarampión. Dentro
de la revisión bibliográfica realizada no encontré información sobre ambos sucesos pero es posible que el personaje esté cruzando
97 Ibidem. 98 “La novela es la diversidad social, organizada artísticamente, del lenguaje; y a veces, de lenguas y voces individuales […] a través de ese plurilingüismo social y del plurifonismo individual, que tiene su origen en sí mismo, orquesta la novela todos sus temas, todo su universo semántico-concreto representado y expresado. El discurso del autor y del narrador, los géneros intercalados, los lenguajes de los personajes, no son sino unidades compositivas fundamentales, por medio de las cuales penetra el plurilingüismo en la novela; cada una de esas unidades admite una diversidad de voces sociales y una diversidad de relaciones, así como correlaciones entre ellas (siempre dialogizadas, en una u otra medida) […]”, Teoría y Estética de la Novela, p. 81.
224
datos, deslizándose entre acontecimientos y temporalidades diversas, como suele ocurrir en los relatos orales, y que utilice la
expresión “la noche que hizo luna llena en agosto del veinticinco” para referirse a la aurora boreal que aconteció en 1859, cuya
aparición desató controversias entre liberales y conservadores99 a propósito de las leyes de Reforma100, tal interpretación tiene
sentido si consideramos que inmediatamente después el personaje hace referencia a cómo la gente culpaba al promotor del
federalismo101 y primer gobernador liberal del estado de Jalisco: don Prisciliano Sánchez102, de los extraños acontecimientos. Aún
así, nos queda pendiente el asunto de la inundación referida: ¿Efectivamente ocurrió, en el tiempo en que triunfaron los liberales,
una “inundación grande que se llevó todo el barrio de las tenerías”? Pienso que, si la hubo, debió ser sumamente destructiva como
99 “La aparición de la aurora boreal, en 1859, por ejemplo, fue para los liberales un fenómeno físico, en cambio, los conservadores la interpretaron como un castigo divino, ocasionado por el cierre de conventos ordenado por las leyes de Reforma”, Arturo Camacho Becerra, Álbum del tiempo perdido. Pintura jalisciense del siglo XIX, Zapopan FONCA-El Colegio de Jalisco, México, 1997, p. 82. 100 Al respecto resulta interesante lo expuesto en el siguiente fragmento: “El año del cólera fue como se denominó a 1833, año en que ocurrió la espantosa pandemia; vino acompañada de una serie de avisos como por ejemplo: ‘tal la aurora boreal que en 1833 enrojeció el cielo e hizo a los ingenuos temer el castigo de Dios por las reformas de Don Valentín Gómez Farias, como parecía confirmarlo la epidemia de cólera que las acompañó’”, Bernardo Martínez Ortega, “El cólera en México durante el siglo XIX”, en Revista Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México, No. 25, Enero 1992, pp. 38-39. Ver también lo expuesto por Josefina Zoraida Vázquez: “Tal la aurora boreal que, en 1833, enrojeció el cielo e hizo a los ingenuos temer el castigo de Dios por las reformas de Don Valentín Gómez Farías, como parecía confirmarlo la epidemia de cólera que las acompañó”, Josefina Zoraida Vázquez, “Los primeros tropiezos”, en Historia General de México, Tomo II, México, El Colegio de México, México, 1986, p. 799. 101 “El federalismo [...] significó la consolidación de la independencia mexicana al conferir libertad y autogobierno, no sólo al gobierno colonial de la ciudad de México, sino a las partes más afectadas del país por el coloniaje, las provincias mismas [...] el federalismo determinó las características del sistema presidencial a partir de la constitución de 1824 [...] en México el sistema fue promovido por ayuntamientos y provincias que buscaban implantar el autogobierno y liberarse de un centro político [...] La separación entre la Iglesia y el Estado fue discutida en Jalisco antes que en parte alguna del país [...] El aspecto más conflictivo fue originado por la segunda parte del artículo [...] relativo al Patronato del Estado sobre cuestiones de administración. La jerarquía Eclesiástica de Guadalajara y del resto del país consideraron que la disposición de Jalisco era incompatible con los artículos 3º. y 50, fracción XII, de la Constitución Federal de 1824 (se quería argumentar, en el mejor de los casos, que correspondía a la Federación y no a los estados, la regulación de los gastos para la conservación del culto; pero en el fondo, esta polémica representó el primer enfrentamiento entre el pensamiento liberal y la Iglesia católica del país [...] La polémica concluyó, y los clérigos jaliscienses juraron la Constitución cuando fue expedido el decreto número 124 del Congreso Federal Constituyente, fechado el 2 de diciembre de 1824, suscrito por Valentín Gómez Farías, José Ma. Izazaga y José Rafael Alarid [...]”, Manuel González Oropeza, El federalismo, UNAM, México, 1995, pp. 11-12-59-61. 102 “[...] Prisciliano Sánchez, después de haber guiado todas las actividades del Congreso constituyente del estado, fue electo como primer gobernador del nuevo régimen constitucional el 8 de enero de 1825”, Ibid, p. 64. En las notas explicativas de la edición crítica de Al filo del agua se afirma lo siguiente: “Presciliano Sánchez (1783-1826). Gobernador liberal de Jalisco. Despojó al clero del control de la educación superior en Guadalajara. Creó un nuevo instituto de ciencias. Una de las iniciativas del incipiente liberalismo mexicano fue la fundación de los institutos de ciencias y artes, que desempeñaron el papel de escuelas superiores para las necesidades de sus respectivos estados. Fue un paso trascendental porque con ellos el liberalismo se forjó un instrumento educativo eficaz en la lucha contra la universidad y los seminarios dominados por el clero y los conservadores. Es significativo que de aquellos institutos salieran los grandes representantes de la Reforma”, Al filo del agua, nota 59, p. 247.
225
para desaparecer un barrio completo y si el padre de Lucas registró oralmente el suceso, para después narrárselo al hijo, es porque el
barrio de las tenerías le resultaba significativo, pero de tal acontecimiento no parece haber registro, a no ser que estemos frente a
una alusión metafórica acerca de cómo el triunfo de los liberales se llevó, como si de una gran inundación se tratara, uno de los
barrios que simbolizaban al período colonial. Digo lo anterior porque, según la información obtenida en la revisión documental,
entre los siglos XVIII y XIX la ciudad de Guadalajara estaba dividida por el río San Juan de Dios: al poniente vivía la burguesía
local y al oriente se localizaba la población pobre e indígena, que se dedicaba a abastecer a los españoles103, parte de ese abasto
consistía en las tenerías, cuyos desperdicios contribuían a la insalubridad del mencionado río104, así que no descarto la posibilidad
de que Lucas Macías se esté refiriendo precisamente a la terminación de ese período histórico que se llevó consigo lo más
detestable o despreciable de la colonia simbolizado en las tenerías, espacios de insalubridad, pestilencia y pobreza105.
Pero veamos qué otros rasgos identificamos. El párrafo citado desborda un tono popular que es subrayado con la
incorporación del “diz que”: una manera de hacernos saber que se trata de rumores propagados por la gente común pero también
el primero de varios nexos dialógicos con otro fragmento que también da testimonio del tiempo y el espacio de lo que aquí se
103 “Durante los siglos XVIII y XIX, el río cortaba la ciudad en dos: al poniente había quedado el centro histórico, alrededor del cual vivía la burguesía local formada, en general, por una población criolla, y en sus márgenes se encontraban los barios de Mezquitán y Mexicaltzingo. Y al oriente se confinaba la Guadalajara indígena y pobre: la clase trabajadora que abastecía a los españoles. Durante siglos, el río fue lugar de recreo y paseo de su alta burguesía; pero durante la Colonia y hasta el siglo XIX, la ciudad se vio azotada en varias ocasiones por el cólera, y el río San Juan de Dios era una fuente insalubre que contribuía a la mortalidad de la población [...]”, Jorge E. Aceves, René de la Torre y Patricia Safa, “Fragmentos urbanos de una misma ciudad: Guadalajara”, en Revista Espiral, Estudios sobre estado y Sociedad, Vol. XI, No. 31, septiembre-diciembre de 2004, p.286. 104 “Las tenerías y los talleres situados cerca de sus márgenes seguramente contribuían de manera significativa con la insalubridad que caracterizaba al río en dicho periodo”, Ver Guillermo de la Peña, “Ensayos sobre el sur de Jalisco”, Cuadernos de la Casa Chata, No. 4, Centro de Investigaciones Superiores del INAH, México, 1980, pp. 12-14. 105 Resulta interesante el texto que cito a continuación, no sólo por su contenido sino también por la extensa bibliografía que nos ofrece sobre estos temas: María del Carmen León García, “Espacio, olor y salubridad en Toluca al final del Siglo XVIII”, en Revista Historia Mexicana, El Colegio de México, vol. LII, núm. 1, 2002, pp. 163-199.
226
viene hablando: me refiero a lo expresado por Guillermo Prieto en Memorias de mis tiempos 1828-1840106. Entre ambos fragmentos
es posible identificar, al menos, los siguientes vínculos:
LUCAS MACIAS GUILLERMO PRIETO
“todos diz que decían”
“oía como entrecortados rumores”
“ fue de los primeros liberalotes declarados”
“con algunos eminentes liberales”
“en su tiempo vino la masonería”
“con su cauda de masones”
“se hizo guerra a Nuestra Santa Madre”
“pero eso sí, cada uno con su Virgen de Guadalupe”
“el treinta y tres”
“el año horriblemente memorable”
“con don Valentín”
“de Farías”
“quiso robarse los bienes de la iglesia”
“su plan de regeneración”
“que se suelta el cólera”
“del Cólera Morbo”
106 “Era el año horriblemente memorable del Cólera Morbo [...] Respecto á la cosa pública, que era por entonces lo menos de mi cuidado, oía como entrecortados rumores los nombres de Santa-Anna y de Farías que ocupaban alternativamente el poder, como dos empresarios de compañías teatrales, el uno con su comitiva de soldados baladrones é ignorantes, tahures y agiotistas desaliñados, y el otro con algunos eminentes liberales; pero con su cauda de masones, de patrioteros anárquicos y de gente de acción que era un hormiguero de demonios; pero eso sí, cada uno con su Virgen de Guadalupe y su plan de regeneración entre cuero y carne”, (las negritas son mías y cada fragmento marcado se utiliza en el cuadro para ilustrar las relaciones dialógicas), Guillermo Prieto (2006), Memorias de mis tiempos 1828-1840, Ed. facsímil, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, pp. 88-94. Reproducción digital de la edición de París; México: Vda. De C. Bouret, 1906, en http://www.cervantesvirtual.com (consultada: 10 de julio de 2008).
227
Estamos, así, no solamente frente a la recreación artística de un pasaje memorable, por su carácter testimonial sobre
el siglo XIX107, sino también, (y esto resulta sumamente significativo en la configuración del discurso que nos ocupa),
frente a una enunciación profundamente popular que, en los inicios del siglo XX, dialoga con un texto escrito en el
siglo anterior por un poeta popular como lo fue Guillermo Prieto108 y esa enunciación dialógica109 la realiza un viejo
analfabeta que, no obstante, “se perece [...] porque alguien le lea cuantos libros, revistas y periódicos caen en sus manos y se
ingenia en conseguir”110: Lucas Macías. Se hace evidente así, por un lado, la circulación en el ámbito popular de lo escrito por
Prieto y, por otro, la conjugación tanto de fuentes orales como escritas en la visión del mundo del personaje.
Esta conjugación es, precisamente, la que le permite narrar no sólo acerca de las muertes acontecidas sino también de las
circunstancias históricas, económicas, políticas y sociales en las que éstas ocurrieron, y al hacerlo su voz no revela dramatismo sino
107 “Guillermo Prieto (1818-1897). Nace en la ciudad de México [...] Orador, periodista y maestro, es una de las personalidades más brillantes del movimiento de Reforma, que siempre defendió de palabra y de hecho [...] Su labor como periodista se inicia en el año 1837 y continúa a lo largo de toda su vida. Sus primeros textos aparecen en El Mosaico Mexicano; posteriormente colabora con numerosas publicaciones de toda índole: revistas y periódicos de política, de variedades, de literatura. Sin embargo, sus trabajos más frecuentes fueron escritos para El Monitor Republicano y El Siglo XIX. El 2 de marzo de 1897 murió en Tacubaya. Periodista, político, escritor; hombre, en fin, de actividades múltiples, ‘lleva en su propia historia la del agitado siglo XIX’, según palabras de María del Carmen Millán. Guillermo Prieto es, para la historia de nuestra literatura, un poeta popular, así como un escritor de cuadros costumbristas, de hecho, el primero que se da en México. Simpatizó siempre con los románticos y cultivó las técnicas y los ambientes de esa tendencia. Fundador de la Academia de Letrán, gran parte de su obra literaria está dispersa en los periódicos y las revistas de su época [...]”, David Huerta, Cuentos románticos, UNAM, México, 1973, pp. 97-98. “Fue más que cronista porque sus cuadros literarios, independientemente de su carácter romántico, son expresiones vivas de un pueblo que palpita en medio de pasiones amorosas, de pasiones literarias, de pasiones políticas. Las Memorias de mis tiempos, de Guillermo Prieto [...] son precisamente eso: expresión íntima, naturaleza y esencia de un México que nace y al que Prieto ama y acompaña durante casi un siglo (1818-1897)”, María de Lourdes Franco, Literatura Hispanoamericana, Limusa, México, 1989, p. 163. 108 “Las imágenes de los personajes populares de la ciudad de México son descritas por Prieto en sus poemas y cuentos, reconocidos como parte importante de la obra producida por la segunda generación de románticos [...] Julio Jiménez Rueda lo ubica entre ‘los poetas de inspiración popular, [el que] va a la plazuela, oye hablar al pelado, al lépero, le encanta la china, [y] le subyuga el toque pintoresco, la alusión intencionada, la palabra o el giro vernáculo’”, Leonor Ludlow, “Guillermo Prieto”, Belem Clark y Elisa Guerra, (Coord.), La república de las letras: asomos a la cultura escrita del México decimonónico, UNAM, México, 2005, p. 194. 109 “[...] toda palabra concreta (enunciado), encuentra siempre un objeto hacia el que orientarse, condicionado ya, contestado, evaluado, envuelto en una bruma que lo enmascara; o, por el contrario, inmerso en la luz de las palabras ajenas que se han dicho acerca de él. El objeto está rodeado e impregnado de ideas generales, de puntos de vista, de valoraciones y acentos ajenos. La palabra orientada hacia su objeto entra en ese medio agitado y tenso, desde el punto de vista dialógico, de las palabras, de las valoraciones y de los acentos ajenos; se entrelaza en complejas relaciones, se une a algunos, rechaza a otros, o se entrecruza con los demás; todo eso modela sustancialmente la palabra, que puede sedimentarse en todos sus estratos semánticos, complicar su expresión, influenciar por completo su aspecto estilístico”, Teoría y Estética de la Novela, p. 94. 110 Al filo del agua, p. 79.
228
tonalidades de humor o burla como cuando se refiere a la epidemia de cólera111 y le adjudica la capacidad de desenvolverse por su
cuenta (“que se suelta el cólera”) o cuando, al referir los alcances trágicos que efectivamente causó tanto en la región112 como en el
país113, se dirige a sus escuchas motivándolos a que hagan el cómputo de los muertos (“váyanle haciendo la cuenta de los que
murieron ese año en todo el país, si nomás en Guadalajara pasaron de cuatro mil”), cómputo que resulta muy cercano al señalado en
la documentación sobre el tema pero que parece magnificado por el uso insistente del “nomás” (“nomás en Guadalajara y nomás en
agosto murieron más de dos mil cristianos, y hubo días de doscientos y de doscientos cincuenta fallecidos”) que, por otra parte,
acentúa el carácter popular de la narración. El discurso funerario de Lucas Macías deja ver otro aspecto de su concepción del
mundo: la igualdad de condiciones a la que nos somete una tragedia; accedemos a ella cuando, con matices de burla, se refiere al
cura y los ministros que no contaron con la gracia de la inmunidad y también se fueron al otro mundo: (“aquí el pueblo quedó hecho
cementerio, de no haber ni quien enterrara a los muertos, pues el cólera no perdonó ni al cura ni a los ministros, que ya para el doce
de agosto se habían ido todos al otro mundo: el día que murió el señor cura, que dicen que fue el cuatro de ese mes, murieron treinta
y tres gentes, no más de aquí de la localidad, y luego dice que Dios no castiga en esta vida”). Las tonalidades de humor son
subrayadas al incorporar el contexto político en el que se produjo la famosa epidemia: el surgimiento del liberalismo (“todos diz que
decían que la culpa era del gobernador, el primer gobernador, don Prisciliano Sánchez, que fue de los primeros liberalotes
declarados”) y la masonería (“y en su tiempo vino la masonería, y se hizo guerra a Nuestra Santa Madre; pero no tanto como el
treinta y tres, con don Valentín, que quiso robarse los bienes de la iglesia”). 111 “En la segunda mitad de 1833, la prensa anunció su arribo por dos puntos: en el noroeste, procedente de Nueva Orleáns entró en Tamaulipas por el puerto de Tampico, donde se declaró la epidemia el 24 de junio. Avanzó por Coahuila hacia el centro y occidente de México, siguiendo la ruta de la plata [...] La epidemia de cólera, en 1833, marca un parteaguas en aspectos de salud pública, al haber llamado la atención de las autoridades y de los individuos hacia la pobreza, la falta de higiene, la insalubridad [...] y la carencia de medios para atender a la población de escasos recursos [...]”, Lourdes Márquez Morfín, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México: el tifo y el cólera, Siglo XXI editores, México, 1994, pp. 271-280. 112 “La epidemia duró en Guadalajara dos meses; en los siguientes tres meses, se presentaron casos aislados. Murieron 3275 personas; entre el 8 y el 20 de agosto, se enterró a un promedio de 150 víctimas diarias”, Lilia V. Oliver, Un verano mortal: Análisis demográfico y social de una epidemia de cólera, Gobierno del Estado de Jalisco, México, 1986, pp. 31-32. 113 Según Elsa Malvido, en el año de 1833 el cólera provocó la muerte de 14,000 personas en la ciudad de México y de 3,275 en la ciudad de Guadalajara. Ver Elsa Malvido, La población. Siglos XVI al XX, UNAM, México, 2006, p. 155. La única referencia que encontramos respecto a los estragos del cólera en zonas rurales de Jalisco es la que citamos a continuación: “El 31 de enero. Se anuncia que en Chiapas, aparece la epidemia del Cólera Morbus, llega a Zapotlán El Grande el 17 de agosto del mismo año. Para el 30 de septiembre ya habían muerto mil cien personas entre niños, jóvenes y ancianos”. Fuente: http//www.e-local.gob.mx (consultada: 12 de julio de 2008).
229
b) Memoria e ingenio en el discurso de Lucas Macías
Recordemos que, tal como lo anuncia el narrador, Lucas Macías no es el más viejo pero entre los longevos que abundan en
el pueblo es el de mejor memoria e ingenio. Ello significa que, además de ser capaz de narrar muertes ocurridas en tiempos
distantes y de las que se enteró por tradición oral, como lo acabamos de ver, también ha ido afinando su habilidad para testimoniar
sobre aquellas muertes ocurridas en temporalidades más cercanas y de las que fue testigo presencial o asistente en las ceremonias
fúnebres asociadas a ellas. Todo lo cual ha propiciado que gane fama como un destacado narrador de los rituales mortuorios
acontecidos en el pueblo, tal como lo revela el tono desenfadado y casi festivo con el que una voz anónima lo interroga al respecto:
“– ¿Y en agosto de qué año te has echado más velorios, Lucas?”114. Con el mismo tono, como si no estuviera refiriéndose a decesos,
Lucas Macías responde mediante un pormenorizado cómputo de los que murieron en el año en que se echó más velorios, según la
expresión utilizada por la voz anónima:
– El noventa y nueve. Ora va a hacer diez años. Ustedes se han de acordar del difunto Celedonio Ramírez, que lo mataron en bola los Legaspi diz que porque andaba pretendiendo a su hermana Patricia; no pasaron ocho días sin que cayera Juan Legaspi a manos de Apolonio Ramírez, que vengó a su tío Cele; luego fue la madre de los Legaspi, a los dos días, unos dicen que del corazón, otros que de un derrame de bilis. El quince cayó de la torre y lo recogieron muerto, el difunto Jacobo Partida, muy buen albañil y hombre muy de su casa: dejó nueve de familia, con la viuda, doña Chole, que ora viven allá en Cañadas115.
El discurso funerario de Lucas, eminentemente popular, según se advierte por el uso de expresiones que portan este carácter
(“Ora” / “diz que”), se orienta siempre a sus escuchas a quienes convoca al recuerdo (“Ustedes se han de acordar”), a que
repasen juntos acontecimientos diversos como los trágicos enfrentamientos entre los integrantes de las familias Ramírez y Legaspi
por un asunto de celos (“Celedonio Ramírez, que lo mataron en bola los Legaspi diz que porque andaba pretendiendo a su hermana
Patricia; no pasaron ocho días sin que cayera Juan Legaspi a manos de Apolonio Ramírez, que vengó a su tío Cele”), o la muerte de
114 Al filo del agua, p. 161. 115 Ibidem.
230
la madre de éstos, cuyas causas bien a bien no se conocen aunque distintas versiones circulen de boca en boca (“unos dicen que del
corazón, otros que de un derrame de bilis”) y, contrapone todos estos hechos, que quedan como asuntos menores, al incorporar en
su relato la fecha exacta en que se produjo otro deceso (“El quince cayó de la torre y lo recogieron muerto, el difunto Jacobo
Partida”) y al expresar valoraciones sobre el difunto, sobre la actividad que realizaba y sobre la situación de sus deudos (“muy
buen albañil y hombre muy de su casa: dejó nueve de familia, con la viuda, doña Chole, que ora viven allá en Cañadas”).
Es así que, a partir del día quince, su relato, que cubre todo el mes de agosto del año 1899116, se va deteniendo en un registro
casi cotidiano. Veamos:
El día de San Bartolomé ¡ah, qué día! ustedes se acuerdan, murieron don Victoriano Rábago, ése sí de derrame de bilis porque en lo que iba del mes la peste no le había dejado ya ni una cabeza de ganado: el día que murió le habían llevado la noticia de que los dos últimos bueyes habían azotado como de rayo; también murió ese día, casi repentinamente, doña Celsa Toledo, la hermana de don Anselmo, dicen que de disgustos con su cuñada; el tercer muerto fue un hijo de Mauricio Reyes, que lo mató un caballo; todavía no enterraban a ninguno de los tres, cuando trajeron el cuerpo de Alberto, que le decían por mal nombre la Cartuchera, y lo mató un rayo, yendo para el rancho de Pastores117.
Lo primero que merece destacarse es la mención de un día específico del santoral católico (“El día de San Bartolomé”), así
como la expresión que le sigue (“¡ah, qué día!“) con las cuales valora la cualidad de un día lleno de calamidades. Según las
creencias populares, ese día –también llamado de San Bartolo- el diablo anda suelto y comete todo tipo de fechorías y desmanes.
Este rasgo, de igual forma identificado en otra novela colmada de enunciaciones populares118, acentúa el carácter popular tanto del
discurso de Lucas Macías como de la novela. Bajo tal consideración, todas las muertes ocurridas este día son, en realidad, resultado
de dichos desmanes y como tales son registradas por Lucas Macías, por ello su voz revela un cierto matiz de burla y humor cuando
incluye a doña Celsa y a los bueyes en su comentario sobre la manera repentina y fulminante en que murieron (“habían azotado
116 Al respecto, recordemos lo siguiente: “La novela reconstruye el espacio de la provincia mexicana, aunque los acontecimientos narrados rebasen este ámbito y abarquen sucesos que se estaban dando en buena parte del territorio mexicano. Temporalmente abarca un periodo que va de marzo de 1909 a noviembre de 1910. Periodo que es posible precisar por algunos indicios identificados en la voz narradora”, Al filo del agua. Voces y memoria, p. 100. 117 Al filo del agua, pp. 161-162. 118 Me refiero a La feria de Arreola. Ver Fiesta y memoria antigua pp. 73-136.
231
como de rayo / también murió ese día, casi repentinamente”), burla y humor que también se advierte al explicar las defunciones de
los hermanos por los disgustos causados, en un caso, por los bueyes y, en otro, por la cuñada (“ése sí de derrame de bilis / dicen que
de disgustos con su cuñada”). La tercera fechoría es la intervención de un caballo que mata, casi igual que los Legaspi y los
Ramírez: (“el tercer muerto fue un hijo de Mauricio Reyes, que lo mató un caballo”) y la cuarta es la muerte de un hombre cuyo
apodo denota cierto carácter violento y, quizá por ello, es referida con cierto desapego y burla porque, al ser un rayo la causa de la
repentina muerte, uno casi lo puede ver azotando en el suelo como los bueyes (“el cuerpo de Alberto, que le decían por mal nombre
la Cartuchera, y lo mató un rayo, yendo para el rancho de Pastores”).
A partir del siguiente párrafo ese tono de burla y humor se intensifica para dar registro puntual de los demás fallecimientos:
Ese año murieron de viejos, casi sin enfermedad, casi sin guardar cama, por unas deposicioncillas, don Chencho Gutiérrez, don Pascasio Aguirre, doña Candidita Soto y don Isidro Cortés. Hubo sus angelitos: un hijo de don Secundino Torres, otro recién nacido de Valente Mercado y una muchachita del difunto Zacarias el Mocho. El último día fue cuando murió de pulmonía el Padre don Arcadio Prieto: ése sí fue velorio, con lo que el pueblo lo quería, que aun decían que iban a pedirlo de cura, ¿y el entierro? Ustedes se acuerdan. Yo no he visto otro tan en grande119.
La insistencia en la edad de los difuntos parece derivarse de una concepción acerca de la muerte como una circunstancia
inevitable que no hace distingos y se lleva lo mismo a viejos, niños, jóvenes o personas cuyo oficio las mantiene más cerca de Dios
como es el caso del sacerdote. Y las causas suelen ser tan diversas que van, como hemos visto, desde el asesinato, una caída
inesperada, una falla del corazón, un rayo, hasta unas deposicioncillas, tal como afirma el personaje, con evidente sentido del
humor, cuando menciona los decesos de los más viejos del pueblo (“murieron de viejos, casi sin enfermedad, casi sin guardar cama,
por unas deposicioncillas, don Chencho Gutiérrez, don Pascasio Aguirre, doña Candidita Soto y don Isidro Cortés“). Los niños
fallecidos no alcanzaron siquiera a tener nombre y son mencionados como angelitos y como hijos del nombre de su padre (“Hubo
sus angelitos: un hijo de don Secundino Torres, otro recién nacido de Valente Mercado”), que es a quien la comunidad conoce, o
conoció, incluido el apodo que llevó en vida (“y una muchachita del difunto Zacarias el Mocho“).
119 Al filo del agua, p. 162.
232
c) Los muertos en la memoria o la dimensión ética en el discurso de Lucas Macías
Asistir a los eventos fúnebres no tendría ningún sentido si en ellos no se repasara la memoria de cómo reaccionó el pueblo
ante determinadas muertes, incluyendo lo que se dijo acerca del cómo y del por qué de tales muertes. Lucas Macías parece cifrar su
discurso funerario en el anterior planteamiento y por ello rememora lo acontecido con detalles que se vuelven evidencias de
acciones dolosas y testimonio definitivo de injusticias cometidas por los poderosos, tal como ocurre en el extenso párrafo que cito a
continuación:
– ¿Ni siquiera el entierro de los Medina? ¿Cuándo fue que los mataron? – En agosto del setenta y siete. Un lunes. Don Lino Villegas había entrado de autoridad al principio de año [...] un domingo aparecieron los de la gendarmería, ya casi en la noche, y como a las ocho cayeron en la casa donde estaban los Medina; iban encabezados por don Lino, que pidió a don Trinidad que se diera preso con sus dos hijos; Medina contestó que ellos eran hombres de paz y que no había motivos para que los apresaran; don Lino les contestó que ya sabía el gobierno que querían levantarse en armas [...] protestó don Trinidad que era falso y mentiroso, que fuera hombre para no buscar pretextos, queriéndolos perjudicar, que si tenía motivos personales le hablara en lo cortito y a solas [...] don Lino azuzó a la gente para echar abajo las puertas, comenzaron los tiros [...] los soldados mataron a boca de jarro a don Trinidad y a sus hijos don Justo y Policarpio; dicen que don Lino también les disparó sobre caídos, y luego, enfureció contra la gente que se arremolinaba llorando, queriendo ver los cuerpos, diciendo que los Medina eran inocentes, trató de dispersarla enfocándoles las carabinas; fue un día muy triste, nublado; parece que se hubiera muerto el padre del pueblo; los pobres que habían recibido beneficios de don Trinidad y de sus hijos no se apartaron de los cuerpos que estaban tendidos en unas cruces de ceniza; fue mucha gente al entierro, a pesar de las amenazas de don Lino; pero yo digo que el entierro del Padre Prieto fue mejor, porque en el otro, la rabia y el miedo de las gentes, digo yo, como que le quitaban solemnidad, y en cambio el del Padre parecía una procesión en grande, muy solemne. Pero los dos entierros en su tanto, son de los que no se olvidan”120.
El discurso funerario de Lucas Macías se va construyendo mediante una esmerada articulación entre personajes, sucesos y
diversas prácticas colectivas. Va incorporando en la memoria compartida a los muertos para que sigan estando, para que no se
olviden y con precisión del día y la hora, de los movimientos realizados, de las palabras dichas, de los sentimientos compartidos,
120 Ibid, pp. 162-163.
233
logra el enaltecimiento de unos y la degradación de otros: su palabra va construyendo así epitafios orales que reseñan vida y obra de
quienes merecen ser recordados por la colectividad.
En el universo de Al filo del agua, el responsable de dar santo y seña de aquellos que han muerto, incluyendo tanto
información como valoración de los actos realizados en vida, es Lucas Macías:
– ¡Caray, cómo es la vida! Quién había de decirle al famoso Espiridión Ramos [...] quién había de decirle que lo desenterrarían para que en el mismo agujero en que se pudrió, sepultaran a don Timoteo Limón, que como ustedes han de saber, fue hijo de don Arcadio, mismo a quien Espiridión, después de matarlo, quería que no lo enterraran, y porfió hasta que el cuerpo apestaba, y los vecinos tuvieron que ofrecer dinero al chinaco (dos mil pesos contantes y sonantes) a fin de que diera el permiso para el entierro; ¿quién puede saber ora cuáles son los huesos que quedaron del guerrillero mala entraña? Y luego acá: miren ustedes, quedaron pies con pies Micaela y la dichosa Teo Parga, que diz que hace milagros. ¡Qué cosas tiene la vida!121
y lo hace, por un lado, convocando a los demás a que recuerden, a que tengan en la memoria la suma de los actos de los muertos, a
que no olviden ni agravios ni injusticias cometidos por poderosos que en el camposanto comparten la misma circunstancia y una
misma tumba en donde sus huesos se confunden122; por otro lado, vinculando personajes opuestos como lo son una mujer acusada
de casquivana y otra considerada santa y virtuosa. El repaso que Lucas Macías va haciendo mientras recorre el cementerio revela
una burla orientada hacia los poderosos, hacia sus valores y afanes de distinción económica, política y religiosa.
121 Ibid, p. 191. 122 El enterramiento caótico, según afirma Martina Will, fue una práctica frecuente hacia finales del siglo XVIII “Una tumba podía albergar literalmente una docena de cuerpos, con los huesos [...] entremezclados indiscriminadamente”, Martina Will, “De cuerpo a cadáver”, La muerte: representaciones sociales mexicanas, en Relaciones, núm. 94, vól. XXIV, primavera, El colegio de Michoacán, México, 2003, p. 77.
234
Para concluir sólo quiero subrayar que el discurso funerario de Lucas Macías abarca la dimensión ética del acontecer
humano123 en tanto que expresa su visión sobre cómo las relaciones que los humanos establecemos y los actos que realizamos en
vida definen, de algún modo, la calidad de nuestra muerte. El humor y la burla se filtran en sus expresiones valorativas sobre la vida
y la obra de quienes aparecen juntos en el camposanto, revelando así conflictos y contradicciones morales que caracterizan al
pueblo de la novela de Yáñez. Detrás de su decir hay una concepción lúdica y festiva del mundo, una particular manera de entender
la vida y la muerte, de nombrar a los muertos desenmascarando sus acciones. Su discurso funerario subvierte, así, el orden
establecido desde el poder de las instituciones: la del poder político y la del poder religioso que han marcado por siempre el ritmo
de ese “pueblo solemne”124.
123 Desde la perspectiva filosófica de M. Bajtín, la actividad que desarrollamos como seres humanos está “[...] concebida siempre en una estrecha relación con el otro. Así, cada quehacer nuestro tendrá el carácter de un encuentro con el otro basado en una responsabilidad específica que la relación con el otro genera:
debido a mi posición única e irrepetible en el espacio y el tiempo, yo soy la única persona capaz de realizar mis actos concretos que repercuten de una manera concluyente en el otro [...] Cualquier acto nuestro, cuando no es fortuito, sino que obedece a la tensión permanente del deber ser que proviene de la presencia del otro, es un acto entendido específicamente como ‘acto ético’ [...] un proceder que contrae responsabilidades y consecuencias: ‘en el ser no hay coartada’, dice Bajtín”, Yo también soy, pp. 17-18. 124 Al filo del agua, p. 6.
235
BIBLIOGRAFÍA
Arreola, Juan José, La feria, Joaquín Mortiz, México, 2002. __________ Y ahora, la mujer... / La palabra educación, Diana/Conaculta, México, 2002. __________ Inventario, Diana/Conaculta, México, 2002. Arreola, Orso, El último juglar, Memorias de Juan José Arreola, Diana, México, 1998. Aceves, Jorge E. De la Torre, René y Safa, Patricia, “Fragmentos urbanos de una misma ciudad: Guadalajara”, en Revista Espiral, Estudios sobre estado y Sociedad, Vol. XI, No. 31, septiembre-diciembre de 2004. Ávila Burgos, Leticia, Medina Solís, Carlo E., Pérez Núñez, Ricardo, Híjar Medina, Martha, Aracena Genao, Belkis, Hidalgo Solórzano, Elisa, Palma Coca, Oswaldo, “Prevalencia de accidentes de tránsito no fatales en México: resultados de la ENSANUT 2006”, en Salud Pública en México, año/vol. 50, Suplemento 1, Instituto Nacional de Salud Pública, Cuernavaca, México, 2008. Baczko, B., Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Argentina, Nueva Visión, 1991. Bajtín, M., Teoría y Estética de la novela. Trabajos de Investigación, Trad. Helena Kriúkova y Vicente Cazcarra, Taurus, Madrid, 1989. __________ Yo también soy (fragmentos sobre el otro), Tatiana Bubnova (selección, traducción, comentarios y prólogo), Taurus, Colecc. La huella del otro, México, 2000. Berger, Peter y Lukmann, Thomas, La Construcción Social de la Realidad. Editorial Amorrortu, Buenos Aires, 1968. Camacho Becerra, Arturo, Álbum del tiempo perdido. Pintura jalisciense del siglo XIX, Zapopan FONCA-El Colegio de Jalisco, México, 1997. Córdova Plaza, Rosío, “Identidades sexuales y prácticas corporales entre trabajadores del sexo en las ciudades de Xalapa y Veracruz”, en Nueva Antropología, No. 69, México, 2008.
236
Chartier, Roger, Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marín, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1996. Domínguez Ortiz, Antonio, Historia de Sevilla. La Sevilla del siglo XVII, primera reimpresión, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2006. De la Peña, Guillermo, “Ensayos sobre el sur de Jalisco”, Cuadernos de la Casa Chata, No. 4, Centro de Investigaciones Superiores del INAH, México, 1980. Del Río Barredo, María José, “Imágenes callejeras y rituales públicos en el Madrid del siglo XVII, en María Cruz de Carlos, Pierre Civil, Felipe Pereda y Cécile Vicent-Cassy, La imagen religiosa en la monarquía hispánica. Usos y espacios, Casa de Velázquez, Madrid, 2008. Díaz Ruiz, Ignacio, “Al filo del agua en la historia personal de Agustín Yáñez”, en Al filo del agua, Arturo Azuela coordinador, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Unesco, (Colección Archivos; 22), edición crítica, México, 1993. Eco, Umberto, “Preámbulo“, en ¿Por qué recordar?, Foro Internacional Memoria e Historia, Elie Wiesel, (Coord.), Ediciones Granica, España, 2002. Florescano, Enrique, Memoria indígena, Taurus, primera reimpresión, México, 2000. __________ Memoria Mexicana, Taurus, México, 2001. Franco, María de Lourdes, Literatura Hispanoamericana, Limusa, México, 1989. García, Enrique Hugo, “Análisis estructural de los ritos funerarios de San Miguel Aguasuelos, Veracruz, en La palabra y el hombre, no. 65, Universidad Veracruzana, 1987. García Canclini, Néstor, La globalización imaginada, Paidós, México, 1999. __________ “La reinvención de lo público en la videocultura urbana”, en Revista de Antropología Social, No. 11, 2002. García Meza, Norma Esther, Fiesta y memoria antigua. Voces y visiones del mundo en la obra de Arreola, Tesis Doctoral, Programa de Posgrado en Letras, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, Agosto de 2006.
237
__________ Al filo del agua. Voces y memoria, colecc. Manuel Sánchez Mármol, Narrativa y Estudios literarios, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México, 2001. Giménez Montiel, Gilberto, Teoría y análisis de la cultura, Tomo Uno, Conaculta-Icocult, Colección intersecciones, México, 2005. González Oropeza, Manuel, El federalismo, UNAM, México, 1995. Huerta, David, Cuentos románticos, UNAM, México, 1973. Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memoria, Siglo XXI España editores-Siglo XXI Argentina editores, Madrid, 2002. Jiménez de Báez, Yvette, “Prólogo”, en Memoria e interpretación de Al filo del agua, Yvette Jiménez de Báez y Rafael Olea Franco (editores), El Colegio de México, México, 2000. __________ Juan Rulfo, del páramo a la esperanza. Una lectura crítica de su obra, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, México, 1990. Lechner, Norbert y Güell, Pedro, “Construcción social de las memorias en la transición chilena”, Centro de Estudios Miguel Enríquez – Archivo Chile, 2005, en: http://www.archivochile.com/Ceme/recup_memoria/cemememo0024.pdf (consultado el 15 de noviembre de 2009). Le Goff, Jacques, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Paidós, Barcelona, España, 1991. León García, María del Carmen, “Espacio, olor y salubridad en Toluca al final del Siglo XVIII”, en Revista Historia Mexicana, El Colegio de México, vol. LII, núm. 1, 2002. Lomnitz, Claudio, Idea de la muerte en México, trad. de Mario Zamudio Vega, FCE, México, 2006. López Casillas, Mercurio, La muerte en el impreso mexicano, editorial RM, México, 2008. Ludlow, Leonor, “Guillermo Prieto”, en Belem Clark y Elisa Guerra, (Coord.), La república de las letras: asomos a la cultura escrita del México decimonónico, UNAM, México, 2005. Malvido, Elsa, La población. Siglos XVI al XX, UNAM, México, 2006.
238
Márquez Morfín, Lourdes, La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México: el tifo y el cólera, Siglo XXI editores, México, 1994. Martínez, José Luis y Domínguez Michael, Christopher, La literatura mexicana del siglo XX, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1995. Martínez Ortega, Bernardo, “El cólera en México durante el siglo XIX”, en Revista Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México, No. 25, Enero 1992. Monsiváis, Carlos, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, en Historia General de México, El Colegio de México, México, 1986. Moscovici, Serge, El psicoanálisis, su imagen y su público, Huemul, Buenos Aires, Argentina, 1979. Munguía Z., Martha Elena, Hacia una poética histórica del cuento hispanoamericano, El Colegio de México, Centro de estudios lingüísticos, Tesis Doctoral, México, noviembre de 1998. Obert, Alejandra, “La memoria y sus sombras”, en Elizabeth Jelin, Subjetividad y figuras de la memoria, Siglo XXI, Buenos Aires/Madrid, 2006. Oliver, Lilia V., Un verano mortal: Análisis demográfico y social de una epidemia de cólera, Gobierno del Estado de Jalisco, México, 1986. Prieto, Guillermo, Memorias de mis tiempos 1828-1840, Ed. facsímil, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, pp. 88-94. Reproducción digital de la edición de París; México: Vda. De C. Bouret, 1906, en http://www.cervantesvirtual.com (consultada: 10 de julio de 2008). Poot, Sara, Un giro en espiral. El proyecto literario de Juan José Arreola. Universidad de Guadalajara, 1992. Portal, María Ana, “Las creencias en el asfalto. La sacralización como una forma de apropiación del espacio público en la ciudad de México”, en Cuadernos de Antropología Social, No. 30, Universidad de Buenos Aíres, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Ciencias Antropológicas, Buenos Aíres, 2009. Puente, Esteban, “Accidentes de tráfico: letales y en aumento”, en Salud Pública en México, vol. 47, No. 1, enero-febrero, Instituto nacional de Salud Pública, Cuernavaca, México, 2005.
239
Reed, John, México Insurgente, Editorial Txalaparta, Tafalla, 2005. Ricoeur, Paul, La memoria, la historia, el olvido, Editorial Trotta, Madrid, 2003. Richard, Nelly, “La crítica feminista como modelo de crítica cultural”, en Debate feminista, año 20, vol. 40, México, octubre 2009. Roca i Girona, Jordi, “Fotografía, dibujo y grabaciones audiovisuales”, en Joan J. Pujadas i Muñoz (Coord.), Etnografía, Editorial UOC, Barcelona, 2010. Rosas Lopátegui, Patricia, Testimonios sobre Elena Garro, Ediciones Castillo, México, 2002. Rubio, Miguel Ángel y Martínez, Meztli, “De sombras, sapos y espíritus. Relatos sobre los Días de Muertos entre los chontales de Tabasco y los pames de Querétaro”, en Patrimonio Cultural y Turismo Cuadernos, No. 16, México, 2006. Tuñón Pablos, Esperanza y Ayús Reyes, Ramfis, Jóvenes mexicanos del Siglo XXI. Encuesta Nacional de Juventud 2000 Tabasco, Instituto Mexicano de la Juventud, México, 2003. Vázquez, Josefina Zoraida, “Los primeros tropiezos”, en Historia General de México, Tomo II, México, El Colegio de México, México, 1986. Voloshinov, V. N., El marxismo y la filosofía del lenguaje, traducción de Tatiana Bubnova, Alianza Editorial, Madrid, 1992. Waldman, Gilda, “La ‘cultura de la memoria’: problemas y reflexiones”, en Revista Política y Cultura, núm. 26, otoño 2006. Will, Martina, “De cuerpo a cadáver”, La muerte: representaciones sociales mexicanas, en Relaciones, núm. 94, vól. XXIV, primavera, El colegio de Michoacán, México, 2003. Yáñez, Agustín, Al filo del agua, Arturo Azuela coordinador, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Unesco, (Colección Archivos; 22), edición crítica, México, 1993.
240
Otras fuentes: . Moliner, María, Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1991. Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana, en el sitio: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/, consultado el 14 de junio del 2010. Delimitación de las zonas metropolitanas de México 2005, Secretaría de Desarrollo Social, Consejo Nacional de Población, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 2007. http//www.e-local.gob.mx (consultada: 12 de julio de 2008). La Jornada, 27 de junio de 2007. La jornada, 14 de agosto de 2010. Tabasco hoy, 20 julio 2006 en www.tabascohoy.com.mx Tabasco hoy, 27 octubre 2008 en www.tabascohoy.com.mx Diario de Xalapa, 30 de enero 2010.
241
ANEXOS
Anexo 1 Cuadro 1. Concentrado con objetivos, metas y actividades. 1. Objetivo Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en los diversos discursos y prácticas culturales que acontecen en la dimensión simbólica de la cultura; específicamente, en las dinámicas cotidianas de los sujetos sociales de dos ciudades capitales de la provincia mexicana: Xalapa, Ver., y Villahermosa, Tab. 1.1 Meta Prácticas culturales y discursos de la memoria Lenguaje oral y escrito en las ciudades de Xalapa, Ver., y Villahermosa, Tab. 1.1.1 Actividad Trabajo de gabinete Descripción Elaboración del marco conceptual y de los instrumentos de obtención de datos (guiones de entrevistas a profundidad). 1.1.2 Actividad Trabajo de campo Descripción Entrevistas y tomas fotográficas 1.1.3 Actividad Trabajo de gabinete Descripción Sistematización y análisis de datos 1.1.4 Actividad Trabajo de gabinete Descripción Elaboración del registro fotográfico y procesamiento de entrevistas 2. Objetivo Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en los diversos discursos y prácticas culturales que son representados artísticamente en algunas obras literarias; específicamente, en el universo ficcional de Al filo del agua, de Agustín Yañez. 1.2 Meta Prácticas culturales y discursos de la memoria. El trabajo con el lenguaje oral y escrito en la novela Al filo del agua, de Agustín Yañez. 1.2.1 Actividad Análisis del discurso literario Descripción Identificación y análisis de Prácticas culturales y discursos de la memoria en la novela Al filo del agua, de Agustín Yañez 3. Objetivo Identificar y analizar las visiones del mundo e imaginarios sociales desplegados, mediante el trabajo con el lenguaje, en los diversos discursos y prácticas culturales que son representados artísticamente en algunas obras literarias; específicamente, en el universo ficcional de La feria, de Juan José Arreola. 1.3 Meta Prácticas culturales y discursos de la memoria. El trabajo con el lenguaje oral y escrito en la novela La feria, de Juan José Arreola. 1.3.1 Actividad Análisis del discurso literario Descripción Identificación y análisis de Prácticas culturales y discursos de la memoria en la novela La feria, de Juan José Arreola 4. Objetivo El presente proyecto tiene como objetivo adicional incorporar, tanto al trabajo de campo como al de análisis de datos, a estudiantes de las licenciaturas de Sociología, Antropología y Letras, de la Universidad Veracruzana, a fin de que la experiencia les permita diseñar sus propios objetos de conocimiento para la realización de sus tesis. 1.4 Meta Incorporar al trabajo de campo y al de análisis de datos, a estudiantes de las licenciaturas de Sociología, Antropología y Letras, de la Universidad Veracruzana a fin de que la experiencia les permita diseñar sus propios objetos de conocimiento para la realización de sus tesis. 1.4.1 Actividad Visitas de presentación del proyecto Descripción Presentación del proyecto a estudiantes de las licenciaturas de Sociología, Antropología y Letras, de la Universidad Veracruzana 5. Objetivo Los resultados del presente proyecto se integrarán en un documento final que incluye el registro fotográfico y el análisis de la información obtenida. 1.5 Meta Documento final con registro fotográfico y el análisis de la información obtenida. 1.5.1 Actividad Registro fotográfico y del documento final Descripción Elaboración del registro fotográfico y del documento final
242
Anexo 2
En el siguiente cuadro aparecen las metas y actividades programadas (realizadas y no realizadas), así como otras que no
fueron programadas pero se realizaron o están calendarizadas para el último trimestre del año:
Cuadro 2. Concentrado con metas, actividades programadas (realizadas y no realizadas) y actividades no programadas (realizadas y pendientes).
1.1 Meta
Actividad Realizada Actividad pendiente Actividad no programada y realizada Actividad no programada y pendiente 1.1.1 Actividad Trab. de gabinete Descripción Elab.del marco concep. y de los instrumentos de obtención de datos (guiones de entrevistas).
Ninguna Ponencia: Mesa redonda cultura y comunicación en México: identidades, medios y prácticas culturales. FILU-Universidad Veracruzana. Sep. 2009.
1.1.2 Actividad Trab. de campo Descripción Entrevistas y tomas fotográficas
Ninguna
1.1.3 Actividad Trab. de gabinete Descripción Sistematización y análisis de datos
Ninguna
1.1.4 Actividad Trab. de gabinete Descripción Elab.del registro fotográfico y procesamiento de entrevistas
Ninguna
1.1.5 Actividad Trabajo de gabinete Descripción Elaboración de dos artículos
1.1.6 Actividad Trabajo de gabinete Descripción Elaboración de dos artículos
1.2 Meta
Actividad Realizada Actividad pendiente Actividad no programada y realizada Actividad no programada y pendiente 1.2.1 Actividad Análisis del discurso literario Descripción Identif. y análisis de Prácticas culturales y discursos de la memoria en Al filo del agua, de Yáñez Artículos (2) “ El discurso funerario de Lucas Macías en Al filo del agua", en Liminar. “ Preocupación artística por la memoria antigua”, en Espéculo.
Ninguna Ponencia: “Memoria y literatura” Primer Coloquio de Investigación. Jornadas de Cultura y Comunicación. CECC Dic.2009. Conferencia:“La relación del ser con la palabra escrita”. Fac. de Idiomas. Feb.2010
Un capítulo de libro: “Prácticas culturales y discursos de la memoria: lápidas urbanas” Territorios diversos, CECC/UV (en preparación) 2010.
243
1.3 Meta
Actividad Realizada Actividad pendiente Actividad no programada y realizada Actividad no programada y pendiente 1.3.1 Actividad Análisis del discurso literario Descripción Identificación y análisis de Prácticas culturales y discursos de la memoria en La feria, de Arreola Ponencia (2) “Una concepción de literatura en La feria de Juan José Arreola”. Nov.2009 “Entre la burla y el elogio o la historia de una jornada taurina en La feria” Mar. 2010.
Ninguna Conferencia: “Presencia de la memoria en la narrativa mex. del siglo XX”. Sep.2009. Artículo: “‘La maligna travesura’ de Arreola en La feria”, en Revista Espéculo, julio-octubre 2010, No. 45. Memoria en extenso:“Una concepción de literatura en La feria de Juan José Arreola” CD-ROM ISBN: 978-607-7782-10-02009. Un capítulo de libro:“La presencia del nosotros en el discurso de Juan Tepano” en El Nosotros desde nuestra mirada, editado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la UV (en prensa), 2010.
Ponencia aceptada:“Despojo de tierras, memoria y voces en conflicto en La feria de Arreola” LASA Oct. 2010. Artículo/dictaminación: “Un mito mesoamericano recreado en La feria”. Revista Liminar.
1.4 Meta
Actividad Realizada Actividad pendiente Actividad no programada y realizada Actividad no programada y pendiente 1.4.1 Actividad Visitas de presentación del proyecto UJAT Descripción Presentación del proyecto a estudiantes de Sociología, Antropología y Letras, de la UV
Ninguna Presentación del proyecto a estudiantes de la UJAT
Ponencia/exposición fotográfica: Semana de cultura funeraria en Villahermosa CECC/UV en coordinación con la UJAT. Oct. 2010.
1.5 Meta
Actividad Realizada Actividad pendiente Actividad no programada y realizada Actividad no programada y pendiente 1.5.1 Actividad Registro fotográfico y del documento final Descripción Elaboración del registro fotográfico y del documento final
Ninguna Ponencia/exposición fotográfica: Semana de cultura funeraria en Xalapa. CECC/UV. Nov. 2010.
244
Anexo 3 Documentos comprobatorios de la asistencia a eventos académicos y artículos publicados: Presentación del proyecto
• Presentación del proyecto a estudiantes de la UJAT Artículos
• “El discurso funerario de Lucas Macías en Al filo del agua", en Liminar. • “Preocupación artística por la memoria antigua”, en Espéculo. • “‘La maligna travesura’ de Arreola en La feria”, en Revista Espéculo, julio-octubre 2010, No. 45.
Ponencias
• “Una concepción de literatura en La feria de Juan José Arreola”. Nov.2009 • “Entre la burla y el elogio o la historia de una jornada taurina en La feria” Mar. 2010. • Mesa redonda cultura y comunicación en México: identidades, medios y prácticas culturales. FILU-Universidad
Veracruzana. Sep. 2009. • “Memoria y literatura” Primer Coloquio de Investigación. Jornadas de Cultura y Comunicación. CECC Dic.2009.
Conferencia
• “La relación del ser con la palabra escrita”. Fac. de Idiomas. Feb.2010 • “Presencia de la memoria en la narrativa mexicana del siglo XX”. Sep.2009.
Ponencia del becario Manuel Castillo Martínez
• “La escritura y la oralidad. Fronteras comunicativas en La feria de Juan José Arreola”, Memoria en extenso:
• “Una concepción de literatura en La feria de Juan José Arreola” CD-ROM ISBN: 978-607-7782-10-02009. Capítulos de libro:
• “La presencia del nosotros en el discurso de Juan Tepano” en El Nosotros desde nuestra mirada, editado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la UV (en prensa), 2010.
• “Prácticas culturales y discursos de la memoria: lápidas urbanas” en Territorios diversos, editado por CECC/UV (en preparación) 2010.
245
Anexo 4 Registro completo del material fotográfico:
246
Anexo 5 Tabasco HOY Lápidas urbanas, recuerdo de decesos por accidentes Un sinnúmero de éstas se pueden apreciar en el paisaje vial de la capital tabasqueña. Publicado: lunes 27 octubre 2008 en www.tabascohoy.com.mx Por: Juan Alejandro Jr. Villahermosa, Tabasco
Lápida sin nombre en la prolongación de Paseo Tabasco. Foto: Tomás Cabrera Recuerdos de los seres queridos que perdieron la vida de manera violenta, principalmente en accidentes automovilísticos, son las lápidas urbanas instaladas en las calles, cruceros, banquetas, acotamientos y avenidas de la ciudad. Aunque las autoridades municipales no tienen un censo de las que existen en Villahermosa, pues la mayoría se coloca sin la autorización oficial, a esos altares urbanos, familiares y amigos de quienes se les adelantaron en el viaje final, acuden año con año para dejar veladoras y flores. Afirman que esas pequeñas cruces citadinas evitarán que penen las almas de quienes tuvieron una muerte violenta. En un recorrido realizado por Tabasco HOY por diversas avenidas de la capital tabasqueña, se pudo constatar que en el paisaje urbano se encuentran cruces acompañadas de imágenes celestiales, flores y en muchos casos hasta un pequeña construcción que asemeja una tumba de las miles que existen en los cementerios. La ubicación de cada una de las cruces es motivada por sucesos trágicos que en su gran mayoría son por choques o atropellamientos. Cabe mencionar que familiares de quienes perecieron en esos sitios, como creencia llegan al lugar después de varias semanas del percance para levantar lo que se denomina 'la sombra' en medio de oraciones, para finalmente dejar una cruz de ramas de la planta conocida como 'Muralla'.
247
La idea de que el espíritu o el alma pudieran estar arraigada en el lugar después de una muerte violenta que le impidiera descansar en paz impulsa a familiares a llevar flores y veladoras al lugar donde falleció la persona. Colocan cruces de metal, de concreto o madera con el nombre del difunto y la fecha de nacimiento y fallecimiento, y en algunos casos con epitafio, el cual visitan año con año en cada 'Día de muertos'. Cabe señalar que en dichos lugares no hay personas enterradas sino solo las cruces imágenes y pequeñas edificaciones, ya que los restos mortales han sido sepultados en un panteón. Al acercarse la celebración del 'Día de muertos', algunas de éstas lápidas ya lucen remozadas, con flores y veladoras. Todo el año con flores y veladoras Una lápida que se mantiene con flores y veladoras durante todo el año y que es visitada cada ‘Día de muertos’ es la ubicada en la avenida Gregorio Méndez, a un costado de los juzgados civiles. En este sitio grupo de tres jóvenes, dos varones y una mujer, festejaban una noche de fin de año, tras circular a exceso de velocidad por la citada avenida, del paso a desnivel de Paseo Usumacinta hacia Atasta, la unidad perdió el control girando hacia el lado derecho y al subirse al terraplén el automóvil se elevó y para terminar impactándose contra un árbol. Los hechos enlutaron tres hogares mientras que el resto de los habitantes festejaba el inicio del nuevo año, ignorando lo que había sucedido. La imagen de un ángel lo acompaña Una crucifijo de metal, un nicho y la imagen de un ángel en oración acompañados del recipiente de una veladora se encuentra ubicada en el área verde de camellón de la avenida Paseo Tabasco, frente al parque La Choca. El signo de culto tuvo lugar después de que un joven originario de Emiliano Zapata, que estudiaba en esta ciudad, le pidió el automóvil a su tía con la cual se alojaba a causa de sus estudios. Esta se negó a darle las llaves pero el joven acudió con su tío para solicitar las llaves de la unidad, y éste se las entregó. Versiones extra oficiales afirman que el joven circulaba en compañía de amigos sobre la prolongación de Paseo Tabasco, perdiendo el control y chocando contra otra unidad, en donde sólo él perdió la vida.
248
Anexo 6
Tabasco hoy.
Alertan peligro vial sobre Ruiz Cortines El bulevar más importante de la ciudad registra 3 tramos peligrosos, donde se contabilizan 250 accidentes en 6 meses. Jueves 20 julio 2006 en www.tabascohoy.com.mx
Juan Alejandro Jr. La delegación Cruz Roja Mexicana y la Policía Estatal de Caminos (PEC) contabilizan aproximadamente 250 accidentes vehiculares que se han suscitado sobre el bulevar Adolfo Ruiz Cortines durante el primer semestre del año. De acuerdo a ambas dependencias existen cinco puntos críticos sobre dicha avenida, mismos que cuentan con la mayor incidencia, ya que se llega a circular hasta a 100 kilómetros por hora en lugar del límite de 60 kilómetros por hora establecido por la Dirección General de Tránsito (DGTE). Y es que el bulevar Adolfo Ruiz Cortines es considerado como una de las avenidas más complicadas para circular debido a las altas velocidades que se alcanzan, lo que la convierte en una vía peligrosa si no se toman las debidas precauciones y se cumple con el límite de velocidad permitido. Tan sólo en lo que va del año se han registrados 250 accidentes en la avenida, lo que significarían 41 accidentes viales al mes. Ruiz Cortines tiene 18 incorporaciones para los carriles de baja velocidad en nueve salidas de ambos lados de la avenida. Los puntos críticos son las salidas de los carriles de alta, lugares en donde los conductores protagonizan accidentes al no tomar las precauciones pertinentes. Medidas viales como el obedecer la velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, ceder el paso y no conducir bajo el influjo del alcohol, son factores que se deben de tomar en cuenta cuando se circula en una vía que registra tres mil 200 automotores cada hora. Las 'horas pico' son los horarios de mayor índice de accidentes, como de las 8:00 a 10:00 horas; de las 12:00 a las 15:00 horas y de las 17:00 a las 21:00 horas. De cada 10 accidentes ocurridos, seis son provocados por conductores particulares que manejan a exceso de velocidad, en estado de ebriedad o que no toman las debidas precauciones. El resto son provocados por el servicio de transporte público de taxis, ante su desesperación por llegar lo más pronto posible a su destino. A pesar de tener más de una docena de salidas, son sólo cinco las más peligrosas y que por ciertas características en común son el escenario frecuente para los grandes y pequeños accidentes vehiculares. La incorporación al carril de baja velocidad a la altura del parque museo La Venta es una zona que al tener una gran dimensión, los conductores se confían y no disminuyen la velocidad, por lo que terminan impactándose con los automotores que circulan en el carril de baja. Otro tramo peligroso es la salida del carril de alta velocidad a la altura del Hotel Báez Carizal, en donde debido a la confusa infraestructura vial, el carril de procedencia absorbe al otro, por lo que los conductores del carril de baja tienen que vigilar a los que se incorporan, en lugar que sea al revés. Otra zona es la ubicada a la altura del Hotel Maya Tabasco; dicho acceso al carril de baja está constituido por una bajada de casi de dos metros, en la que muchos conductores no logran disminuir lo suficiente, saliendo al río de automóviles y provocando accidentes.
249
Por último, la zona a la altura de las oficinas de la SCAOP es otro lugar donde el exceso de velocidad y la falta de precaución, son los principales factores de accidentes sobre el bulevar Adolfo Ruiz Cortines. Avenida Adolfo Ruiz Cortines
• 3 mil 200 automóviles circulan cada hora. • 80 kilómetros por hora, máxima velocidad permitida • 60 kilómetros por hora, mínima velocidad aceptada. • Hasta 100 kilómetros por hora llegan a alcanzar conductores. • 250 accidentes en seis meses
Horario de accidentes: • Horas picos de las 08:00 a 10:00 horas; de las 12:00 a las 15:00 horas y de las 17:00 hasta las 21:00 horas. • De 10 accidentes, seis son provocados por particulares • De 10 accidentes, cuatro son provocados por el servicio de transporte público de taxis
Factores: • Conducir a exceso de velocidad • Conducir en estado de ebriedad • No tomar las precauciones pertinentes • Conducir fatigado • Conducir estresado • Conducir sin cultura vial
Zonas críticas: • A la altura del parque museo La Venta. • A la altura del hotel Maya Tabasco. • Glorieta Sánchez Magallanes, frente a la Toyota. • A la altura de SCAOP • A la altura del hotel Báez Carrizal.
Características: • Al incorporarse del carril de alta velocidad al de baja velocidad.