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  Ç

ILUSTR D DE

L S RM S Y SERVICIOS

DEL EJER iTO

INISTERIO

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ejército

REVISTAILUSTRADADE

LAS ARMASY SERVICIOS

Año VIII

s

Núm. 92 S Septiembre 1947

SUMAR O’

Observadores avanzados. T. Coronel Carmona.—La Compañía

de Cañones de Infantería. Coronel Sagrado.—Rincones peque

ños de la Historia. (Algunas notas recógidas en Lesaca.)

Ca

pitán Morales de Rada.—Cálculo, ajuste y curvas de error de

los telémetros en el Tiro de Costa. Comandante Conzález Ariz

mendi.—Tropas de Montaña. Instrucción de esquiadores-esca

ladores. Patinaje sobre ruedas. Comandante Fernández- Tra -

pielia.—El cañón de costa Munaiz-Argüelles y la pólvora de

nitrocelulosa.. Coronel Cantero.— Pos caudillos gallegos. Co

mandante Martínez Lorenzo.—

Unidades motociclistas de Infan

tena.

Capitán Jiménez Martínez.—

Campeonatos nacionales

militares.

Comandantes Crespo y Alonso

Morales.—Artilería

A. A. Problemas orgánicos y de instrucción. T. Coronel Mar

cide.—Información e Ideas y Reflexiones: De la bomba rompedora

de alto explosivo a la bomba atómica.

Doctor.Ingeniero Giuseppe Stelling

werff

—Minas C. C. antipersonal y trampas. Su empleo en el Eército norte

americano.

Capitán Carlos E.

Franco.—Manera de suprimir la falta de

enlace Iefónico durante el tendido de línea, en las Unidades de Infantería.

Capitán de Infantería Te6filo Felipe

Cueco.—Los métodos de instrucción en

la Escuela de Mando y Estado Mayor de Estados Unidos.

T. C. Wuertem

berger.—La energía y la bomba atómica.

Coronel Antonio Tovarias.—El

pensamiento del señor Oliveira Salazar.

(Discurso publicado en la

Re

vista “Portugal”.)

—Moderno equipo Radar AN/MPG.1 para Dirección de

‘rfro de Costa.

(Publicado en “Electronics”.)

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MINISTERIODELEJERCITO

jercito

I’CFI/IiI iIo,Iiudu

41(kI4I 111°flHIfyfer’flf10,

DIRECTOR:

ALFONSO FERNÁNDEZ, Córonel de E. M.

JEFE DE REDACCIÓN:

Coronel de E. M. Excmo. Sr. D. José Díaz de Villegas, Director General de Marruecos y Colonias.

REDACTORES:

General de E. M. Excmo. Sr. D. Rafael Alvarez Serrano, Profesor de la Escuela Superior del

Ejército.

Coronel de Artillería D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior del Ejército.

Coronel de Infantería D. Vicente Morales Morales, del Estado Mayor Central.

Coronel de Infantería D. Emilio Alamán, del Estado Mayor Central.

Coronel de E. M. D. Miguel Martín Naranjo, del Estado Mayor Central.

Coronel de E. M. D. Gregorio

López

Muíliz, de la Escuela Superior del Ejército.

Coronel de E. M. D. Juan Priego, del Servicio Histórico del Ejército.

Teniente Coronel de Caballería D. Santiago Mateo Marcos, del Estado Mayor Central.

Teniente Coronel de Ingenieros D. Manuel Arias Paz, Director de la Escuela de Automovilismo.

Teniente Coronel Interventor D. José Bercial Esteban, de la Intervención de la 1.8 Región.

Teniente Coronel del C. 1. A. C. D. Pedro Salvador Elizondo, de la Dirección General de In

dustria.

Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo, del Ministerio del Ejército.

PUBLICACIÓN MENSUAL

Redacción

y

Administración: MADRID, Alcalá, 18, 3.°

Teléfono 22-52-54 Correspondencia, Apartado de Correos 317

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Ejemplar

Para militares, en

suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo. 4.50

Para militares, en suscripción directa (por trimestres adelantados). 5,00

Para el público en general (por semestres adelantados)6,00

Número suelto7,00

Extranjero8,00

Correspondencia para colaboración, al Director.

Correspondencia para suscripciones, al Administrador, D. Francisco de Mata Díez, Coman

dante de Infantería.

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OBSÍRVIIDORfSAVANZADOS

T. Coronel de Artillería RAMON CARMONA, de la Escuela Politécnica del Ejército.

LOS

observadores avanzados, empleados en

una u otra’ forma por todos los beligeran

tes, han sido la mejor solución encontrada en la

pasada guerra al problema de la cooperación

infantería-artillería. No nos sorprende. Es una

lección práctica que no nos hubiera tenido que

venir de fuera si en los tiempos de nuestra gue

rra de Liberación hubiéramos podido disponer

de elementos indispensables. Pero es que este

problema de enlace va íntimamente ligado al de

las comunicaciones, y nuestros capitanes, ante

el dilema de adelantar sus observatorios, con

peligro de quedar incomunicados con sus bate

rías, u observar desde buenos observatorios más

próximos a sus asentamientos con mayor ga

rantía de funcionamiento de las transmisiones,

optaban por esto último, mirando a su deber

y responsabilidad de estar siempre en condicio-

nes de prestar un apoyo a la infantería, siquiera

no fuera éste en ocasiones de toda la eficacia

deseable.

Los perfeccionamientos indudables de las ra

dios de campaña y la adecuada dotación de es

tos medios de comunicación, al eliminar la causa

que lo impedía, han permitido a los artilleros

adelantar sus observatorios a la zona de las

Compañías avanzadas, donde el observador

puede seguir detalladamente el desarrollo de la

acción.

El tema es tan importante, que creemos nos

será permitido comenzar, por una exposición del

empleo hecho de estos observatorios en la gue

rra, haciendo un extracto de informaciones ya

aparecidas en esta ‘Revista (i).

Aunque esencialmente influenciada la elección

de observatorio por el relieve del terreno en el

sector de la acción, las distancias a la primera

línea han variado, en los casos normales, désde

un mínimo de unas decenas de metros (obser

vatorio establecido en un centio de resistencia

de pelotón avanzado) a un máximo de r.ooo

6 1.200 metros.

A tan cortas distancias los elementos del pe

lotón de observación han de ser neçesariamente

muy simples, y la misión del observador ha de.

restringirse a lo esencial, simplificando en lo po

sible los procedimientos.

El pelotón lo constituyen, a lo más, el Oficial

observador, un ayudante, un. operador de radio

y un telefonista; pero como tanto el Oficial como

el ayudante han de estar’impuestos en el empleo

de los medios de transmisión, la presencia en el

puesto de observación puede reducirse a estos

últimos o sólo al Oficial observador. La esta

ción radio puede, en caso necesario, quedar re

trasada (hsta unos 500 metros) .y asegurar su

funcionamiento mediante un pequeño aparato

(i) “Observación de Artillería”, número 78 de EJÉRcITO;

“Infantería-Artillería, cooperación», número 8o de EJÉRCITO.

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de control lejano ligado por teléfono a aquélla.

La misión del observador no es hacer topo

grafía precisa de obj etivos (cuando es necesaria

la reáliza el grupo topográfico de la P. Id. de Re

gimiento de Artillería). De aquí que no tenga

que llevar consigo instrumento alguno de loca

lización. Su bagaje lo constituyen los prismáti

cos graduados en milésimas y, si acaso; unabrújula y un pequeño telémetro de bolsillo. Fre

cuentemente habrá de apreciar a la estima dis

tancias y separaciones angulares.

El observador se desentiende del cálculo, de

los datos de tiro e incluso de la corrección. Su

misión se concreta a señalar objetivos y a ob

servar el tiro y transmitir los desvíos que ob

serve para que la corrección pueda ser efectuada.

Encomendada la observación a observato

rios avanzados, ellos, que ven de cerca la acción

y están en estrecho contacto con las Compañías

de primera línea, dete]Eminan la mayor parte de

los objetivos. Si la observación más rápida y más

útil a los fines, de la cooperación es efectuada por

los observadores avanzados, es inútil, en la ma

yoría de los casos, mantener observatorios más

a retaguardia. De aquí que los observatorios

sean instalados solamente en el ámbito del

grupo. A los mandos de Regimiento y de Arti

llería Divisionaria no es incumbe la organización

propia de la observación, por lo general. El

grupo emplea los núcleos de observación de sus

baterías, y la tendencia es destacar tantos ob

servatorios avanzados como Compañías desple

gadas en primera línea tiene la unidad apoyada.

Es muy deseable la coexistencia del P. C. del

Comandante de la Compañía y del observatorio;

pero cuando por necesidades técnicas de éste

aquello no sea posible, el Comandante de Com

pañía se enlaza con el observatorio por radio o,

si la situación lo permite, por teléfono. El ob

servador de artillería no debe sujetarse a ir

constantemente detrás del Capitán de la Com

pañía, porque debe atender a su misión primor

dial de ver bien. Es, por el contrario, el Capitán

de Infantería el que debe procurar no perder la

comunicación con el observador de artillería.

COMO SE REALIZA LA INTERVENCION

DE LA ARTILLERIA

El observador de artillería, al poder seguir

desde su puesto avanzado todas las particulari

dades de la acción, intervendrá muy frecuente

mente por su propia iniciativa, especialmente

en acciones ofensivas, cuando los Capitanes de

Compañía ponen toda su atención en el impulso

hacia adelante. El observador de artillería, que

permanece en un punto favorable a la observa

ción, en general, localiza la reacción enemiga

mucho mejor que pueda hacerlo el Capitán de

la Compañía. Además, los objetivos localizados

por éste, cuando no coexisten ambos en el ob

servatorio, son indicados por radio o teléfono al

observador de artillería.

Si el observador no consigue localizar un ob

jetivo que le ha señalado un Capitán de Com

pañía, pide a éste que inicie la observación del

tiro, el cual es efectuado por descargas de bate

ría. Si con el auxilio de los dos primeros desvíos

facilitados por el Capitán de Infantería el obser

vador consigue localizar el objetivo, está obli

gado a continuar por sí mismo la observación

del tiro, relevando de esta misión al Capitán de

la Compañía. En caso contrario, es este último

el que continúa dando desvíos hasta llevar por

sucesivas aproximaciones los tiros sobre el ob

jetivo.

El observador, localizado un objetivo, pide

generalmente el fuego de su batería directa

mente, o incluso el de todo el Grupo. Cuando la

importancia y naturaleza del objetivo lo justi

fica, puede pedir y obtener, a través del Oficial

del Regimiento

de

Artillería agregado al mando

del Grupo, el fuego de todo el Regimiento o de

toda la Artillería Divisionaria, y la intervención

se realiza rápidamente siguiendo los procedi

mientos de preparación de concentraciones de

fuego observado

(i).

MODO DE ACTUAR EL CAPITAN

DE LA COMPAÑIA

De lo dicho se desprende que el Capitán de la

Compañía avanzada es llamado a colaborar ín

timamente con la artillería en provecho propio,

y puede venir obligado a resolver por sí mismo

el más espinoso problema de la cooperación,

confiándosele el señalamiento de objetivos y la

observación y determinación de los desvíos del

tiro. Veamos cómo puede hacerlo.

cz) Señalamiento a la vista.—Si el Capitán de

Infantería y el observador avanzado coexisten

en el mismo punto de observación, el objetivo

(i) Véase “Preparación de un tiro de grupo con correc

ción sobre el objetivo”, en El tiro y su preparación. Edicio

nes

EJáRCITO, páginas 82 y

84.

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es señalado a la vista. Para evitar confusiones,

aquél debe estar habituado al sistema, de uso

corriente entre los artilleros, de señalar el obje

tivo por su separación angular en milésimas de

algún detalle destacado e inconfundible del te

rreno. Con este objeto, y en previsión de carecer

de prismáticos o regleta graduada, tendrá com

probado el frente en milésimas que, con el brazo

extendido y la mano palma al frente, cubre

cada uno de los dedos de ésta y el total del frente

que cubre la mano abierta. La indicación ha de

completarse con algunos detalles de la forma y

naturaleza del objetivo.

b)

Señalamiento por referencia a puntos

característicos.—Si el infante se encuentra sepa

rado del observador avanzado ha de hacer llegar

la petición de fuego a éste por radio o por telé

fono, o por mensaje utilizando un agente de

transmisión. Es de suponer que el campo de la

acción ha sido previamente estudiado y recono

cido por ambos; probablemente se conocerán los

nombres de algunos puntos del terreno fácil

mente identificables y visibles; de no ser así, es

indispensable un acuerdo previo respecto a la

denominación, bien por letra.s o por su nombre

indígena con que han de ser designados estos

detalles característicos para poder entenderse.

Pueden servir de ayuda croquis panorámicos

ligeros, sobre los cuales se haga una confronta

ción y rotulación de puntos característicos y de

talles identificados.

Si el objetivo a señalar es uno de estos deta

lles, el señalamiento no ofrece dificuFtad; caso

contrario, el objetivo se refiere al punto carac

terístico más próximo, indicando la distancia

en metros

a éste y la dirección punto caracterís

tico-objetivo por la rosa de los vientos, cosas

ambas que habrá de apreciar a ojo.

A ser posible, la petición. de fuego debe ir

acompañada de los siguientes datos complemen

tarios:

naturaleza del objetivo y aclaraciones que

faciliten su identificación;

longitud y dirección del frente del objetivo;

— profundidad de éste (sólo si es mayor de

25 metros);

urgencia de la intervención que se pide o du

ración de la neutralización, caso de ser éste

el efecto deseado;

situación de las tropas propias respecto al

objetivo.

EJEMPio: 300 metros al NO. de la ermita F;

ametralladoras ocultas en el seto; frente,

20

me

tros; neutralización durante cinco minutos; trotas

jr’o/ias, 6oo metros al O. del objetivo.

Si el mensaje es por peatón puede acompa

ñarse, para más seguridad, un sucinto y rápido

cro qúis perspectivo de la situación del objetivo

(ver el correspondiente al ejemplo anterior en

la figura

i.)

c)

Señalamiento por situación del objetivo

en el plano.—Si el objetivo se identifica o está

muy próximo a un detalle del plano y éste está

cuadriculado, se señala su situación por sus co

ordenadas. Si el plano no está cuadriculado, debe

preceder un acuerdo previo para elegir algunos

detalles del mismo fácilmente identificables que

puedan servir de puntos de referencia; si en este

caso el objetivo se identifica con un detalle más

insignificante del plano, se refiere a uno de

aquellos puntos característicos y se da su situa

ción respecto a él por él acimut y la distancia en

metros:

EJEMPLO:

Cruce de caminos a 1.300 metros del

vértice Morato; acimut,

884000.

Si el objetivo no se identifica con ningún de

talle del plano, ni está, suficientemente próximo

a alguno de ellos para poder marcarlo a la estima

en el plano, ha de .comenzarse por situarlo en

éste, siempre por medios rápidos y de circuns

tancias, no utilizando otros elementos que la

brújula, el pequeño telémetro de bolsillo, si se

dispone ‘de él, y el plano. El Oficial de Infanteria

podrá acaso situarse a sí mismo en el plano, y

lógrado esto, situar el objetivo por radiación,

apreciando la distancia a ojo, o por telémetro, o

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por el alza de sus armas (z). Una vez situado el

objetivo en el plano, se procede como antes.

A la situación del objetivo deben acompañar

siempre los datos complementarios, como en el

caso

b).

De no marcar el objetivo por sus ex

tremos, la situación comunicada debe ser siem

pre la del centro del mismo.

EJEMPLO:

A 500 metros de ruinas H; acimut

i.8oo°°;

atrincheramiento ligero; frente,

150

me

tros, dirección del ¡rente NO-SE.; tropas propias

en las cotas i.oo6 y 1.028.

Si el mensaje es por peatón, puede acompa

ñarse, para más seguridad, un calco sacado del

plano, en el que se señala el objetivo y sus in

4__

\

ftu/,7&s

.

o

Jc/ç2

mediaciones y referencias suficientes para po

derlo superponer al plano (véase en la figura 2

el calc9 correspondiente al ejemplo anterior).

d) Señalamiento con ‘el fuego de las armas

de infantería.—Puede señalarse también el obje

tivo utilizando el fuego de las ametralladoras;

mejor con balas trazadoras, o el de

1QS

morte

ros. Este procedimiento requiere que no haya

peligro de confusión con otras señales análogas

que puedan producirse en el campo de batalla,

sobre todo señales del fuego enemigo en el área

de las tropas propias, y también que haya si

multaneidad en el momento de hacer la petición

y el de señalamiento del objetivo. Exige, por

tanto, la comunicación por teléfono o radio, o

tener los relojes acordados y señalar el objetivo

(i)

‘Véase “Topografía de un observatorio avanzado”

y “Topografía de objetivos desde un observatorio avail

zado”. Texto citado, páginas 35 y 33.

con una o varias descargas convenidas a hora

fija.

No ha de ponerse demasiado empeño en seña

lar el objetivo con precisión, puesto que la fina

lidad es que sea reconocido, a ser posible, por

el observador avanzado; y un objetivo locali

zado de esta manera raras veces será objeto de

un tiro de sorpresa. Lo normal es que le preceda

el período de corrección o a juste, y lo lógico es

que los primeros disparos queden bastante ale

jados del objetivo. Lo esencial es que éste sea

identificado en el terreno por el observador

avanzado, o todavia, si éste no ha podido re

conocerlo con la designación hecha por el Oficial

de Infanteria, que la localización dada por este

último haga posible, al menos, que los primeros

impactos caigan en la zona donde se encuentra

el objetivo, puesto que el mismo Oficial de In

fantería, al ir dando los desvíos de las sucesivas

descargas, irá aproximando el t iro al objetivo,

hasta lograr que éste sea reconocido por el ob

servador avanzado y sea relevado entonces de

su misión correctora, o incluso siguiendo dando

desvíos hasta que se le advierta que el período

de corrección ha termlnado.

Evidentemente, si el Oficial de Infantería se

ve obligado a señalar los desvíos del tiro, no

puede encomendarse su comunicación con el

observador avanzado a las lentas idas y venidas

de un peatón, blanco de las balas enemigas. El

teléfono o la radio se hacen indispensables.

Observación del tiro por el Oficial de Infan

tería.—De los dos métodos fundamentales de

corrección—método por encuadramiento y mé

todo por desplazamiento del centro de impac

tos—, el que se emplea forzosamente es este úl

timo, ya que al Capitán dé Infanteria, sobrada

mente ocupado en la conducción de su Compa

ñía, no puede exigírsele otra cosa sino que dé,

de la mejor manera que pueda, los desvíos de

centros de impactos referidos a la situación del

objetivo. Por razones fáciles de comprender,

queda proscrito hablar en milésimas y emplear

los términos derecha, izquierda, delante o detrás.

Sólo ha de hablarse en metros para expresar la

magnitud del desvío, y utilizar la rosa de los

vientos para expresar su dirección y sentido.

Como mínimo para que quede bien definido

el centro de tiro correspondiente a un alza dada,

se observará por descargas o salvas de batería.

El Capitán de la Compañía ha de localizar para

cada descarga el centro geométrico de los im

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pactos (centro aproximado del cuadrilátero for

mado por las explosiones), y referir su situación

al objetivo por el aprecio que haga de la magni

tud y dirección del desvío. El resultado de su

observación lo señala en los términos siguientes:

Ceistro de impactos,

300

metros l

NO.

del ob

¡etivo, o más brevemente, NO.,

300

metros (i).

Por muy poca que sea la facultad de aprecia-

ción del que observa, su puesto de observación

próximo al objetivo y el auxilio de la brújula, un

pequeño telémetro y las alzas de sus armas ga

rantizan. el acierto de sus apreciaciones. Si el

infante tiene localizado en un plano el objetivo,

podrá, a veces, situar a ojo en él el centro de im

pactos y medir entonces la magnitud y el sentido

del desvío absoluto. O también puede en una

hoja de su bloc señalar un punto que repre

r

N

s

sente su propia posición y referir a él el objetivo

por radiación, y el centro de: impactos también

por radiación (fig. ). Podrá entonces medir en

esta pequeña plancheta la magnitud, dirección

y sentido del desvío.

MODO DE ACTUAR EL OBSERVADOR

AVANZADO

Lo problemas que se presentan al observador

avanzado son:

— Identificar los objetivos que le señale el Ca

pitán de Infantería.

(i) Para utilizar expresión tan concisa ha de quedar bien

aclarado que el Oficial de Infantería da, como todo obser

vador de Artillería, la situación del centro de impactos

referida al objetivo, y no a la inversa. Una confusión en esto

conduce a duplicar el desvío en la siguiente descarga en

lugar de corregirlo.

Ceotro oít’

/77,000tos

Piesto o’eo/óervó’ci½

— Señalar éstos, o los que él mismo descubre,

al P. C. del Grupo o de la batería.

Observar el tiro y coniunicar los desvíos en

el período de corrección.

El problema de identificar los objetivos que

le señala el Capitán de Infantería no ofrece más

dificultades que las que dimanen de las circuns

tancias desfavorables para el señalamiento in

confuso o de la inhabilidad de aquél para seña

larlo. En todo caso, si no logra identificarlo, da

paso a la petición recibida para que empiece el

tiro de correccin con la observación del Capi

tán de Infantería.

Señalamiento del objetivo al P. C. del Grupo

por el observador avanzado.—Pudiera pensarse

que el problema es el mismo tratado anterior

mente cuandó nos referíamos al señalamiento

del objetivo por el Capitán de Infantería al ob

servador avanzado. Y en efecto, no hay diferen

cia esencial cuando el observatorio avanzado y

el P. C. disponen de un plano que contenga la

zona de asentamiento y la zona de objetivos.

Sea mediante el cuadriculado, sea mediante un

acuerdo previo, que habrá precedido a la pártida

del observador avanzado, respecto a rotulación

de algunos puntos característicos, siempre será

posible al observador avanzado situar en el plano

el objetivo descubierto por sí mismo o señalado

por el Capitán de Infantería, y señalarlo, a su

vez, al P. C. comunicando sus coordenadas o los

datos de referencia a alguno de los puntos carac

terísticos rotulados.

Pero si no se dispone de enlace topográfico

(por plano o fotografía) entre ambas zonas, el

caso esbien distinto; porque entonces, por lo ge

neral, desde el P. C. no ven la zona de acción;

acaso ni tengan montado observatorio. ¿Cómo,

entonces, señalar un objetivo? Es imprescindi

ble un enlace topográfico, por imperfecto que

sea, entre ambas zonas, y este enlace sólo podrá

darse por hecho cuando se tenga un punto, al

menos, de referencia en la zona de acción, para

el cual una de las piezas directrices del Grupo

pueda preparar su tiro.

Una vez que hayamos realizado y corregido

un tiro, uno al menos, tendremos un jalón toro

gráfico clavado en el terreno. Identificado en el

terreno el blanco de los disparos por el observa

dor avanzado, y señalado ese punto en su cro

quis o plancheta de observación, todo nuevó

objetivo puede entonces ser referido a ese jalón,

y desde atrás, los datos para bati±lo serán. obte

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nidos fácilmente por transpoite. Pero ¿cómo

iniciar el conocimiento del campo antes de ese

primer tiro? El enlace topográfico de ambas zo

nas sólo puede hacerse entonces a través del pro

pio observatorio avanzado. La situación de éste

debe ser localizada de algún modo desde el P. C.

de Grupo. El debe denotar su presencia a los de

atrás; pero ¿cómo hacerlo sin delatarla al pro

pio tiempo al enemigo? Cualquier procedimiento

que emplee, cohete, globo, reflectores radar•

“ventana”, señales radio, ha de ser convenido

e instantáneo para que sean inmediatamente

aprovechadas por los elementos del Grupo a re

taguardia y no sean captadas por el enemigo,

que anularía el observatorio avanzado en el

acto. En todo caso, el observatorio avanzado, de

naturaleza esencialmente móvil, puede cambiar

inmediatamente de posición, ya que lo que se

pretende ahora es clavar un jalón, es decir, rea

lizar y corregir un tiro sobre un detalle característico del terreno, y nos basta para ello con ob

tener un disparo en la zona de acción y verlo.

En resumen: ha de suponerse que la situación

no permite recurrir a los procedimientos topo

gráficos normales para enlazar ambas zonas, y

el medio más rápido para clavar el jalón es de

latar la presencia del observatorio avanzado de

alguna de las maneras dichas. Una vez que por

este artificio haya sido posible en el P. C. del

Grupo localizar aproximadamente la situación

del observatorio avanzado, es conveniente que

éste designe, refiriéndolo a sí mismo, un punto

destacado del terreno en la zona de ácción, ob

jetivo de combate o no, y corregir inmediata

mente el tiro sobre él. El enlace entre zonas

queda hecho (i), y la posición del observatorio

avanzado deja de ser utilizada como referencia.

Observación del tiro por el observador avan

zado.—Desde luego, puede emplearse el proce

dimiento descrito para el Oficial de Infantería,

y, a nuestro juicio, será el más conveniente y

único posible en la mayoría de los casos. Sin

embargo, no está de más prever la posible uti

lización de otros que describimos a continua

ción.

Si se tiene la seguridad de que la observación

es central, puede procederse, en cuanto a la di

rección, siguiendo las normas comunes a esta

clase de observación, utilizando la relccio”iide

reduccio’n

conveniente. En alcance, la proximi

(x) Véase “Jalonamiento del terrenó”, exo citado, pá

gina 55.

dad al objetivo permitirá, a veces, dar la mag

nitud aproximada de desvíos, lo que reducirá el

período de aproximación en la corrección del

tiro.

Si no sucede lo anterior, pero el observatorio

es dominante sobre el campo de observación y

éste es de pendiente uniforme, puede seguirse el

procedimiento recomendado por nuestro regla

mento de llevar los impactos a la línea de tiro,

por horquillas en dirección

i).

Conseguido esto,

se puede dar el sentido de los desvíos en alcance,

e incluso su magnitud, con tanta más certeza

cuanto más lateral sea la observación.

No puede tampoco ser echado en olvido, pese

a la injustificada prevención que sobre él existe,

el método de observación y corrección lateral.

De hecho este es el único que, cuando la obser

vación es unilateral, permite alcanzar un grado

de corrección satisfactorio, tan satisfactorio

como en la corrección por encuadramiento y

observación central. Y este extremo es muy in

teresante cuando la corrección del tiro de una

pieza directriz puede llevar tras sí el tiro de todo

un Grupo o agrupación de baterías.

Hemos de ver, sin embargo, qué simplifica

‘o

ciones podemos introducir para hacer menos

penosa la labor del observador avanzado. Para

ello comencemos por recordar las fórmulas de

aplicación de este método (2).

En la figura 4, P representa la pieza que co

(i) Véase texto citado, págs. 203 y 195.

(r) Para la deducción de estas fórmulas véase “Correc

ción del tiro con observación lateral”, Capitán Aguinaga.

Revista

Ejáacrro,

agosto 1946.

fig4

8

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rrige, O el observatorio y B el blanco u objetivo.

Para llevar un centro de impactos que se pro

duce en 1 a la línea de observación, pueden se

guirse dos caminos: o corregir el desvío late

ral I-I (referido a la pieza, esto es, variar la

deriva en L°°, o corregir el desvío longitudinal

II2, esto es, variar el alcance en I-Iz metros. Si

el centro de impactos

1

se produce relativamente

próximo al objetivo

B,

puede admitirse sin gran

error que el ángulo P110 es igual al ángulo de

observación a. Entonces,

I-I L°° x X (Km.).

1-Ii = Im/cos = Ç300 d (Km.) ¡cos

L°°

O0

d(Km.)/cosa

X (Km.)

II2 = Im/sen cc= d (Km.)/sencc.

Un desvío 3 de la línea de observación se co

rrige, pues, solicitando un cambio de deriva por

la fórmula (1), o una variación de alcance por la

fórmula (II). El observador emplea la primera

para pequeños valores de oc,y la segunda para

grandes valores de a.

Por otra parte, de la figura 5 se deduce de una

manera general:

00

AL

=-—tgcc

ó

tgx

o sea, que para mantener los centros de impactos

en la línea de observación, toda variación en el

alcance, AX, debe simultanearse con la corres

pondiente variación en deriva, AL, y viceversa.

A saltos de alza de dos zonas corresponden

saltos de deriva

2Z

tX(Km.)

.

(III)

y a saltos de deriva AL corresponden saltos de

alza

1

¿XX AL°°. X

(Km.)

tg oc

(IV)

El observador emplea la fórmula (III) para

pequeños valores de a y la fármula (IV) para va

lores grandes de a.

(II) Los norteamericanos, que han hecho un em

pleo muy amplio de este método, para aligerar

la labor del observador avanzado, simplifican

aún más las expresiones anteriores, parten el

trabajo de elaboración de ellas entre el observa

dor y el Capitán de la batería, y además reali

zan la corrección por saltos longitudinales, a

base de centenas de metros, o saltos laterales a

base también de centenas de metros. Ellos con

sideran tres casos (1):

1.0 cc<

30000:

Llevar los impactos a la línea

de observación; el observador transmite la co

rrección latetal en metros,

3,

d

(Km.), resultado

de hacer cos oc= i en la expresión (1); el Ca

pitán, que conoce la distancia a que está tirando,

corrige L°° = 3°°. d (Km.)/X (Km.).

Mantener impactos en la línea de observación.

El observador transmite la corrección en alcance

que desea introducir en múltiplo o submúltiplo

de centenas de metros, y la simultánea correc

ción, lateral correspondiente en metros, a base

de

cc/lo

metros por cada ioo metros de ¿XX

(resultado de hacer 2Z = ioo y tang a = oc/Iooo

en la expresión; III). El Capitán completa la

expresión (III), dividiendo por X (Km.) la co

rrección lateral que le ha sido transmitida.

2.° 30000 <a < 80000.

Llevar.

El observa

dor transmite lacorrección en alcance . d (Km.)

1000

= a (resultado de hacer sen oc

cc/I000

en la expresión; II).

Mantener.

El observador transmite la correc

(i)

Véase “Let’s Use Fordward Observación”, Teniente

coronel Gibbons, en The Field Ai4illery Journai. Mayo, 1946.

13

p

ng 5

9

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cián lateral que desea en múltiplos o submúlti

pios de centenas de metros, y la corrección co

rrespondiente en alcance, a base de

1000/oc

cen

tenas de metros por cada ioo metros de correc

ción lateral (resultado de hacer tang oc= oc/Iooo

en la expresión; IV).

3.?

oc > 80000. Llevar.

El observador trans

mite la corrección en alcance 3. cf (Km.) (resul

tado de hacer sen oc

i

en la expresión; II).

Mantener. Como en el caso segundo (1).

A nuestro juicio, el alivio que con estas sim

plificaciones se proporciona al observador avan

zado no es grande ni proporcionado a los artifi

cios notoriamente exagerados que se introducen

en el cálculo.

¿Por qué no dejar que el observador sea sólo

observador y encomendar toda la mecánica de

la corrección al Capitán de la batería? Este

puede elaborar en cualquier momento la fór

mula (.111)

o (IV) si el observador avanzádo le

transmite el valor del ángulo de observación oc.

Entonces, el observador, una vez cumplida la

fase de llevar los impactos a la línea de observa

ción, no necesita enviar al P. C. otras indicacio

nes que lás de “corto” o “largo”, y se despre

ocupa de horquillas, saltos y u. c. 1. En el P. C.

es suficiente esto para calcular los datos de las

sucesivas descargas hasta centrar el tiro sobre

el objetivo. Solamente si en el transcurso de esta

segunda fase de la corrección los centros de im

pactos llegan a salirse de la línea de observación,

el observador avanzado

los vuelve a su línea por

aplicación adecuada de las fórmulas (1) o (II),

simplificadas si se quiere al modo americano.

Sólo nos resta decir cómo determina el obser

vador avanzado el ángulo de observación oc,

cuando no dispone de plano o desconoce la situa

ción en éste de la batería que corrige. Para ello

utiliza las fórmulas (1) o (II) a la inversa. De la

última, por ejemplo, se deduce

sen oc= Çl°°.cf (Km.)/112.

Dos descargas diferenciadas en

400

metros, por

ejemplo, le permiten medir el desvío aparente

entre centros de impactos y deduce un valor

aproximado para oc

=

í°°. cf(Km.)

/400,

aplicable

a la corrección del tiro para el obj etivo consi

derado.

Y, por último, para destacar la importancia

del observador avanzado no hay que llegar a

decir—como en alguna parte hemos leído—que

es el individuo más poderoso de la zona de van

guardia y que puede controlar y dirigir la masa

de fuego de toda la artillería. Esto puede pres

tarse a confusión y deben dejarse las cosas en

su punto. Deber primero del observador avan

zado es mantener informado al mando, con ve

racidad y lealtad, sobre las necesidades de fuego

artillero, en el reducido ámbito que se ha seña

lado, y en proporción al cual está su visión de

la batalla. Que en un momento dado el centro de

gravedad de ésta se traslade a su sector y se

canalice a través de él el fuego de una potente

masa artillera, no quiere decir, creemos, que él

disponga de ella a su arbitrio. El observador

avanzado hace o t ransmite peticiones de fuego;

la facultad de darlo y dosificarlo pertenecerá

siempre al mando, por su visión más amplia del

combate y ponderación de las necesidades que se

dejen sentir a un mismo tiempo, y que él conoce

por todos los medios de información de que

dispone.

‘o

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Df

/

/4

COfrÍMÑI,4Df CAÑo,t‘rs

INTAiV TÍRIA

Coronel de Infantería MANUEL SAGRADO MARCHENA,

Jefe de Agrupación de Montaña.

SU NECESIDAD

En las organizaciones de la postguerra del ‘14-18

aparecen las Seccionesde Máquinasde acompañamien

to en la Unidad Batallón, un cañón y dos morteros;

y poco antes de la contienda 39-45, las naciones

más adelantadas en la evoluciónde los métodos de la

conducción del combate abiertamente rompieron con

el prejuicio que impedía dotar a la Infantería de un

medio potente y de oportunidad de empleo que com

plementase el armamento del Regimiento de In

fantería, Unidad esta última que ha pasado del con

cepto meramente orgánicoy administrativo al campo

táctico.

Aquella mezcolanza de un cañón y dos morteros,

es decir, de un arma de tiro rasante y preciso con dos

armas de tiro curvo y gran dispersión en su fuego, no

era adecuada para actuar bajo un mando único que

además había de ejercerse en Li generalidad de los

casos reales a distancia sobre una de las dos ciases de

armamento y de modo directo sobre la otra, dado que,

por razón de las respectivas trayectorias y caracterís

ticas físicas del material, los asentamientos eran dife-

rentes, como diferentes habían de ser los despliegues.

En uno, pues, de los dos mediostenía que recaer falta

de oportunidad en su empleo.

En la evolución de la organización de la Artillería

Divisionaria ée señaló, en el umbral de la segundaGue

rra Mundial, la preferenciade ciertos Ejércitos por el

aumento de obusesen la Artillería Divisionaria,el man

tenimiento de cargas de proyección varias y la adop

ción del calibre 10,5 centímetros incluso para la Arti

llería de Montaña; solución óptima en la hora actual,

en la que se pide el sacrificio de la Artillería, con sus

despliegues adelantadisimos,para que la Infantería no

se detenga y lleguecon el máximo de potencia—moral,

física y numérica—al acuerpo a cüerpo.

Hasta tal punto se ha extremado el adelantamiento

de los despliegues artilleros en la recién terminada

guerra, que el Ejército ruso, al consolidarcon la expe

riencia real la modernadoctrina de combate conel cañón

a las corlas distancias,

no ha contrastado una teoría de

tiempos de paz, sino que ha reverdecido la tradicional

doctrina que sentara Kutusow a principios del si

glo XIX frente al Corso, la víspera de Borodino:

“La Artillería se sacrificará. No obstante el peligro de

caer en poder del enemigo con sus trenes, el último

proyectil ha de ser lanzado. Batería que de tal modo

se comporte, con excesocontrapesará su pérdida.”

Y fiel a tal doctrina respondió su conducta. Así, en

la batalla de Krassny-Bor, febrero de ‘1943, durante

‘seis días de febril actividad nocturna, construyeron los

rusos unos ochenta asentamientos a barbeta para pie

zas de los calibres entre 4,5 y 7,62 centímetros, en pri

mera línea y entre la primera y segunda, distante aqué

lla de la línea contraria unos 40 metros, contados so

bre el terraplén del ferrocarrilMoscú-Leningrado,unos

300 metros en la mayor parte del frente de contacto y

500 metros en los sitios más alejados. Entraron las pie

zas en posición en la noche 9-10 de febrero, y al ama

necer, unas cien Baterías de todos los calibres inicia

ron una preparación intensa de dos horas de duración.El 20 por

‘100

de las piezas, las situadas en primera lí

nea, con tiro directo sobre objetivo individual y obser

vación desde la pieza, demolieroncubiertas, blindajes,

nidos de armas automáticas y asentamientos avanza

dos de anticarros ligeros condición previa para el

asalto de los siberianos; pero un exiguo número de

ametralladoras “resucitadas” de entre los escombros

de tan concienzudademoliciónahogó en ríada de san

gre tres asaltos consecutivos.En el alarde

cte

material

quizá faltó un “complementopotente” de la Infante

ría: el cañón de Infantería contra las ametralladoras

fantasmas, de haber estado previsto, no hubiera podi

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do tirar por encima de las olas de asalto, a causa de su

trayectoria rasante en una llanura completamente ho

rizontal. Faltó quizá el obús de Infantería.

Desde el principio de 4943 se prodiga la doctrina:

empleo de una parte de la Artillería ligera en posicio

nes muy avanzadas, incluso descubiertas, en tiro de

masa, no concentrada, sino repartiendo los objetivos

por piezas; sorpresa—tirosimultáneo de todas las pie

zas—; puntería directa, cadencia rápida desde el ini

cio, observación desde lapieza y correcciónsobre la

propia marcha,

puesto que la correcciónprevista por

la técnica de un acertado empleo anula los efectos de

sorpresa y permite durante ella, a un enemigosereno,

retirar el material amenazado de destrucción a un

abrigo inmediato y seguro, que una técnica previsora

e inteligente tiene siempre que habilitar para las ar

mas y par-ael inestimable material humano.

Acaba la guerra en Estados Unidos,y numerosas y

experimentadas comisionesde los tres Ejércitos, en

conferencias, en estudioscolectivos,en encuestasorien

tadas y concretas, todo condensadoy resuelto en pro

puestas y modificacionesrecomendadasa los altos or

ganismos rectores de las fuerzas armadas, buscan doc

trina, métodos, soluciones tácticas a las novísimas

ideas del combate con los novísimosmateriales que la

ingente técnica industrial creó.La Artillería de Campa

ña ha sido más y más estudiada en tódos sus aspectos,

cuestiones y detalles, porque al rápido desgaste de la

Infantería que nos muestra el cuadro general de la ba

talla se ha unido el rápido desgaste de la Artillería de

Campaña, con la nueva doctrina del adelantamiento

de una parte del despliegue artillero.

La acción conjunta Artillería-Infantería se concibe

viendo cómo la Infantería marcha y avanza bajo untoldo de trayectorias artilleras, a cuyos puntos de caí

da más retrasados valientemente se pega material

mente.

-

Y es una enseñanza de esta guerra recién terminada

que confirma observacionesy juicios hechos sobre la

del 44-48,y que no debenolvidar los Mandosde Infan

tería: las ingentes masas de acero de las interminables

preparaciones artilleras de la primera GuerraMundial,

lanzadas sobre extensas zonas del despliegue contra

rio, se han empleadoreducidas en tiempo, pero decu

plicadas en masa de proyectiles en la segunda gran

contienda, y la Infantería se ha visto detenida en la

última por ametralladorasfantasmas que han escapado

a la destrucción; y si temibles eran aquellas ametra

lladoras de 44-18 con sus velocidades de fuegodel

orden de los 300-400 disparos por minuto, las del

42-45, con rendimiento medio de 1.000-1.500disparos

en igual tiempo, acaban en breves instantes con una

Infantería confiada,poco o deficientemente apoyada

e inexpertamente conducida.

La infantería necesitaba un arma de tiro curvo con

tra su enemigosutil, pero poderosisinio:la ametralla

dora, ya enmascarada, bien semienterrada, ora en ni

dos con blindaje, enemigoéste al que se ha sumado

el contracarro ligero, que, ineficaz ya para el carro

moderno, por la rapidez de su fuego, rasancia de su

trayectoria, precisión de su tiro y potencia de su mu

nición, es contraarma eficaz de las ametralladoras del

ataque, sobre todo de las que, subordinadas al escalón

de choque y de sus sostenes, que inevitablemente se

han de prodigar muy avanzadas.

Tal arma contra la ametralladora pesada, contra el

contracarro ligero, contra los nidos blindadosy contra

escudos, objetivos todos minúsculospara el Grupo de

Artillería Divisionarioen misión de apoyo directo del

Regimiento de infantería, no es otra que el cañón, me

jor el obús, dé Infantería; pero entiéndase bien, obús

de Infantería, como en el curso de este estudiorecal

caremos para que no caigamos en la lamentable con

fusión de i con r.

La Compañía de cañonesde Infantería es la reserva

de fuegos especiales potentes del Regimiento, como

uno de los Batallones, o parte del mismo, constituye

la reserva de tropas. El Coroneldispone, pues, de una

reserva completa, con la cual en todo momento puede

influir decisiva y eficazmenteen el combate, haciendo

-

sentir su acciónpersonal. Al contar con la potencia de

fuego de un Grupo de Artillería, le falta el comple

mento.

LA MISION DE. LA COMPAÑIA DE CAÑONES

Siendo un arma complementaria de potencia, el

cañón de Infantería completa la acciónde la Artillería

de apoyo o de acompañamiento,inmediato del Regi

miento, e igualmente ante la impotenciá de la ame

tralladora pesada o del mortero medio, por causa de

los proyectileso de la distancia, complementala acción

de estos últimos. Entre estos límites se encuadra la

misión de la Compañíade cañones de Infantería.

Pero ponderando las necesidades de la Infantería

respecto a su dotación de un arma potente de fuego,

es de todo punto primordial no lastrarla excesivamen

te lesionandosu característica esencial: la movilidad,

y el

cañón

constituye un arma muy pesada. Se ha lle

gado a una solución satisfactoria, en la que intervie

nen la organización,la dotación y las misiones.

La Compañíase organiza en Seccionesde a dos pie

zas; tres Secciones ligeras de calibre entre 6,5 y

40,5 certímetros, según los Ejércitos, y una pesada

del orden de los 45 centímetros de calibre.

Consecuencia inmediata de tal organización: La

Compañía de cañones de Infantería no es una Batería;

no admite el mando unitario en fuego; la Unidad de

-

tiro es la Sección.La descomposicióndel conjunto en

Secciones da flexibilidad a la Compañía, y para los

despliegues permite asentamientos adelantados,situa

dos de ordinario en la zona de las reservas de Regi

miento y, en numerososcasos y situaciones del com

bate actual, en la zona de sostenes.

La dotación de municiones por pieza es inferior al

50 por 100 de la dotación de.pieza de una Batería.

Las seispiezas ligeras de la Compañíacuentan aproxi

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madamente con el 50 por 100 de la dotación de una

Batería de cuatro piezas.

Consecuencias:‘1

•a

El empleoirracional del fuego de

las Seccionesde la Compañíade cañonesen brevesins

tantes las dejará sin municiones.__2.aSólo en casos

excepcionales de un terreno idea.lserá factible un mu

nicionamiento imprevisto y apremiante, ante el ago

tamiento de las dotaciones.Y si el terreno es ideal para

permitir tal municionamiento extemporáneo, no puede negarse qüe también será óptimo para el desplie

gue de objetivos enemigos,contra los cuales precisa

mente se dotó a la Infantería del arma capaz de des

truirlos._3.a Los fuegos de la Compañía de cañones

son de oportunidad sobre objetivos precisos, tangibles

y definidos. Esto determina la ]?rohibiciónde fuegos

de A rlillería a las piezasde Infantería, tales como Ios

fuegos profundos, los fuegos sobre zonas, los rodillos

y barreras de fuego, etc., y todos aquellos que son

exclusivos de la Artillería Divisionaria,concretamente

del Grupo de apoyo afecto al Regimiento de Infan

tería.

Misiones normales.—Al

terminarse el desplieguede

la Infantería en el límite de su zona de acción, los

2.500 metros, la base de fuegos potentes del Regi

miento debe hallarse establecida, no sólo las piezas en

sus asentamientos, sino en posición de vigilancia, avi

zorando sus posibles objetivos. ¿Cuáles?

a) Losde aparición inesperada, por sorpresa, aun

que sean objetivos de Artillería; pero cuya entrada en

acción pueda tener lugar en tiempo más breve que el

indispensable para señalar a la Artillería de apoyo su

ubicación y que el Grupo afecto prepare el tiro y rom

pa el fuego. Una vez que la Artillería de apoyotome ta

les objetivos bajo su fuego, enmudecenlos cañonesde

Iñfantería y pasan a la situación de vigilancia.

b) Los objetivos fugaces; incluso los persistentes

Composición y dibujo del Capitán Carbajal Casas, del Regimiento de Artillería núm. 11.

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en movimiento hacia cubiertas o posiciones cultas,

cuya velocidad y cambios de dirección dificulten la

observación artillera a los efectos de corrección

pronta.

c) Cuantosobjetivos sean inmunes al fuego de las

ametralladoras pesadas y morteros medios propios.

d) Losque aparecerán—y siendo segura su apari

ción hay que estar para ello aprestados— a pesar de

una intensa preparación artillera, cuando los grupos

de choque propios se lancen adelante, por muy pega

dos que vayan a las trayectorias artilleras propias,

trayectorias que es peligrosísimopretender que vuel

van a dar un

retaso

a la zona antes batida, para ani

quilar esos objetivos que un Mando inteligente enemi

go libra de la destrucción de las más potentes prepa

raciones, porque a mayor dispersión del fuego de las

Baterías de apoyo, por causa de la mayor distancia de

su despliegue,causará bajas a las fuerzas propias, con

grave quebrantamiento de la moral de los ilesos al re

cibir por la espalda granadas. El despliegue adelan

tado de los

cañones

de Infantería, normalmente en la

zona de reservas, que a favor del fuego de las Baterías

de apoyo puede también alcanzar la zona de sostenes,

por la menor distancia y, consiguientemente, mayor

precisión de tiro; por la mejor observacióndel fuego y

por la más fácil y breve localizaciónde objetivos, sa

tisfará con mayor eficaciala apremiante demanda del

escalón de choque propio.

Por lo expuesto se observa que las misionesse limi

tan en tiempo y en espacio. En tiempo, por la rapidez

y brevedad de intervención, queda caracterizado el

fuego de las Secciones:ejecutan golpes de fuego por

sorpresa. Ello impone estar prestos ‘desdeun princi

pio, seguir al detalle la marcha del combate y susincidencias con las piezas en posición de vigilancia,

enmudecer una ez aniquilado el objetivo—para ga

rantizar la propia seguridad, ante la observación y

armas contrarias—y volver de nuevo a la situación de

vigilancia.

La limitación de las misiones en espacio hay que

considerarla en un doble concepto: por lo que se re

fiere a los objetivos y en lo que concierne a la situa

ción de los asentamientos. Respecto a los objetivos,

trátase de objetivos reales, de reducidas dimensiones,

de difícil localizaciónen muchos casos por su enmas

caramiento, ubicación o cubierta, y de revelaciónpor

sorpresa. Y en punto a la limitación de zonas de asen

tamientos de las piezas de las Secciones,la consigna

general para todos los materiales de potencia—la que

implica generalmente volumen,peso, torpeza de mani

obra y dificultades para la ocultación a la observación

contraria—es evitar frecuentes cambios de posición.

Esta consigna es más rigurosa para las piezas de la

Compañía de cañones; se limitarán al menor número

los sucesivos asentamientos, eligiéndolosy preparán

dolos de modo que a la exigencia táctica sumen las

mejores técnicas de instalación y acción.

Misiones anormales.—

Es puramente teórico, propio

de tiempos de paz y espectacularidad, el asignar mi-

siones contracarro a la Compañía de cañones de In

fantería.

Lo primero que salta a la vista es que con longitudes

de tubo inferiores a 45 calibresla velocidadinicialserá

exigua. Ello es lógicoy natural; las piezas no se pro

yectaron para batir carros, sino objetivos de mucha

menor fortaleza y resistencia, los que con proyectiles

de velocidadinicial del orden de los 300 metros por se

gundo son destruídos con facilidad a los mayores al

cances de tiro de tal material, dado que la velocidad

remanente de aquéllos se conserva entre los 200 y

‘150

metros por segundo, poseyendo fuerza viva con

exceso para aquella destrucción. Pero pretender em

plear tales armas contra los carros es utópico; hace

falta contra la mayoría de lós carros actuales—sinque

nos refiramos a los pesados—proyectilesque a ‘1.000

metros conservenuna velocidadremanente superior a

la inicial del material corriente de Artillería de Cam

paña, y todos los materiales que por causa dél pro

greso rápido se hacen anticuados sin salir de los par

ques, y que razones de economíaaconsejan su empleo,

han de ser utilizados en la función para la que fueron

fabricados; darles una misión aleatoria o secundaria,

si no es genérica con la principal, conducea un doble

fracaso, moral y material; el primero, calando mucho

más hondo, pues afecta grandemente a la confianzade

las tropas.

La técnica sirve a la Infantería con el cañón o

el obús de infantería, un arma de fuego potente, de

tiro rápido, de gran precisión y de una trayectoria de

gran ductilidad, tal como demanda la exigencia de la

táctica para aniquilar un objetivo de reducidas dimen

siones, aparición inopinada, de fortaleza inmune a

ametralladoras y morteros medios, y, en la mayo

ría de las situaciones del combate, oculto o semien

terrado.

Lo mismo decimosrespecto de los materiales nuevos

a los que, por lo costosos,se les quiere asignar dos mi

siones: una principal y otra secundaria; fracasarán en

ésta, ya que fueron proyectados para aquélla. Tal su

cede, a mayor abundamiento, con las ametralladoras

antiaéreas, por ejemplo. Si la propaganda industrial

nos las presenta como aptas para batir carros, lo pri

mero que se nos ocurre preguntar es por la tabla de

tiro con granada perforante, y al ver que a ‘1.500me

tros la velocidad remanente es inferior a 300 metros

por segundo, deduciremos que la fuerza viva de unproyectil de menos de ‘150gramos sólo puede ofender

a blindadoscon chapa de palastro y cochesde turismo.

Y llegamos, dentro de las misiones anormales, al

caso extremo, el de la defensa propia inmediata: la

autodefensa. Sólo en el caso de amenaza directa e in

mediata cabe el tiro a que;narroa contra el carro que

se vieneencima en función de apisonadora que embu

tirá en el terreno, con sus veintiséis y más toneladas

de peso, los restos del cañón convertidos brevisimno

instantes antes en chatarra por las poderosas cadenas.

Pero estos

casos extremos

no admiten enseñanza ni

sistematización; no deben ser considerados, pues ante

14

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ellos cada cual debe obrar según su propio espíritu.

La previsión del caso sí merece ser considerada, pero

la soluciónno está en el empleo del propio cañón; dan

más garantía el cinturón de minas contracarro y el

pelotón cazacarros con la gama de médios’de lucha

heroica contra el carro.

EMPLEO DE LA COMPAÑIA

DE

CAÑONES

El que la Compañía de cañones sea una reserva,de

fuegos potentes especialesdel Regimiento no debe lle

var al amaneramiento de mantenerla el Coronelen re

serva, interpretando esta reserva en el sentido de in

actividad, porque entonces su intervención sería in

oportuna en tiempo e inadecuada en espacio.

El ideal de oportuna intervencióny acertado empleo

se condensa en la ruptura del fuego en cualquier mo

mento y en cualquier direcciónsin,pérdidas de tiempo.

Base para el logro de este desiderátum es que el des

pliegue de asentamientos y observatorios de Sección

y de la Compañía y los observadores avanzados, así

como los preparativos para el fuego, estén a punto

cuando las Compañías de granaderos abandonan la

base de partida para un ataque, ocupan los puestos de

combate si se trata de una acción defensiva o, si se

trata de combates de encuentro, apenas los gruesos

inician el despliegue.

Todo ello, la eleccióne instalación de observatorios,

determinación y preparación de asentamientos para

piezas y avantrenes, situación de municiones a la in

mediación de las armas, reconocimientos,operaciones

de preparación del tiro, instalación de los observadores

avanzados a la inmediación de los Comandantesde las

Compañías del escalón avanzado, juntamente con los

trabajos de enmascaramiento y protección, requiere

tiempo, más del corriente, por la peculiaridad ya se

ñalada del fuego de los cañones de Infantería.

En consecuencia,podemos afirmar que no es fácil

el acertado empleosin un gran dominiode la táctica y

de la técnica por el Mando del Regimiento, el de la

Compañía de cañones y por los Comandantes de las

Secciones. Trátase de una Unidad con una heteroge

neidad grande de especialidades, cuya instrucción y

adiestramiento en la paz han de ser extensos y deta

llados, las previsiones de todo género minuciosas, y

entre ellas, el intercambio de funciones y cometidos

ha de convertir a la propia Compañía en centro de su

propia reposición de bajas, persiguiendobastarse a sí

misma aun con el 60 por 400de bajas, coeficientede las

unidades superheroicas. A tal grado hay que llegar en

la formaciónde la moraly espíritu de sacrificiode toda

la lista de revista de la Compañía,.

El plan de maniobra no puede ser rigido. Pese a las

previsiones y a la información,el imponderable de la

voluntad contraria, el coeficiente físicomoral de las

fuerzas propias, la marcha del combate de las Unida

des colaterales, etc., pueden determinar que el centro

de gravedad de la lucha se traslade a zona distinta de

la prevista en un principio y señalada en la orden co

rrespondiente. Nadie más que el Coronelpuede aten

dei a tal conti.ngencia.A tal fin, sus mediosson la re

serva de hombresy la de fuegos: el Batallón de reserva

y la Compañía de cañones, en el acto; momentos des

pués, la artillería del Grupo afecto de que pueda dispo

ner o liberar de otras tareas no acuciantes ante la si

tuación planteada.

Así, pues, el empleo general de las Seccionesde la

Compañía de cañonesno puede ser objeto de previsión

y concreciónen la orden del Coronel,pues su interven

ción se supedita a los resultados de la preparación ar

tillera en un principio y a la lucha por la superioridad

de fuego en el transcurso del combate. El Capitán de

la Compañía conocepor la orden la idea de maniobra,

las misiones pedidas al Grupo de Artillería afecto en

misión de apoyo directo y las ordenadas a la Artillería

subordinada como de acompañamiento inmediato, y

sobre la base de la designaciónde la zona de esfuerzo

principal inicialmente ordena el apresto de las Seccio

nes y su situación en posición de vigilancia sobre dicha

zona de esfuerzoprincipal, sin que por ello la explora

ción, reconocimientosy conservaciónde los otros sec

tores no requieran su atención constante.

Situaciones particulares pueden determinar en la

orden del Regimientoel afectar Seccionesa determina

do Batallón o Batallones, y así sucederá siempre que

tal situación imponga afectar una Batería a un Bata

llón, porque el terreno o la situación impidan el

mando unitario del Grupo de Artillería afecto con des

embarazo o dificulten la observación. Si la situación

aconseja reforzar.el Batallón con una Batería, es obli

gada la necesidad de afectarle una Secciónde cañones

de Infantería, complementaria de aquélla, que

remate

los objetivos aisladosque hayan escapado a los fuegos

artilleros pedidos por el Jefe de Batallón.

Del mismo modo que el Jefe del Regimiento no

subordinará todas las Baterías del Grupo de apoyo se

ñalado al mismo a los tres Batallones, tampoco se des

prende de las Secciones de cañones en su totalidad,

ante aquella contingencia antes señalada de modifica

ción de la situación por desplazamientode la zona de

esfuerzo principal.

El Capitán de la Compañía de cañones reparte mi

siones a las Secciones,a las que señala las respectivas

zonas a vigilar, y si una de las Seccionesse ha subordi

nado a algún Batallón, se prescinde de ella y la totali

dad del terreno.,a los efectos de apresto en vigilancia,

se reparte entre las restantes, con lo que la zona del

Batallón en situaciónparticulares objeto de doble ex

ploración y observación.

Siendo la unidad de tiro la Sección, cuando en situa

ciones determinadas y eventualesse requiera una ma

yor potencia de fuegos, entre tanto interviene el Gru

po de apoyo,las Secciones,por orden del Capitán de la

Compañía, concentrarán su fuego, en el que automáti

camente cesarán al intervenir la Artillería Divisionaria.

El empleode piezasaisladasconstituye una eventua

lidad en casos muy particulares. Como la Unidad de

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tiro es la Sección,el equipo de elementosy material de

preparación del tiro es único para cada dos piezas,

resultando que sólo en casos muy especialesse desga

jará la Sección y se dará misión a una pieza, la que,

como es obligado, llevará tales elementos de prepara

ción del tiro, con lo cual la segunda pieza se halla im

posibilitada de realizar el tiro en condicionestécnicas;

prácticamente queda anulada. Puede tal caso particu

lar y circunstancia especial impedir un asentamiento

para dos piezas, y, sin embargo,exigir la situación tác

ti ca un fuego con proyectil potente, con lo cual se jus

tifica el empleo de la pieza aislada.

En el asalto y lucha en la profundidad de la zona

enemiga, la reducción de islotes de resistencia contra

rios, cuando la mezcla de. atacantes y defensoresobli

ga a alargar el fuego de las Baterías propias, puede ser

imperativo el empleo de piezas aisladas, incluso para

apoyo de Grupos de asalto y limpieza, a los que se sub

ordinarán. Claro está que el fuego de estas piezasten

drá poco de técnica, aunque reporte gran efectomoral.

Igual conducta habrá de seguirse en zonas de te

rreno muy cubierto, cuya visibilidadse dificultao anu

la; la protecciónque el arbolado y monte bajo prestan

al arma automática y a los contracarros ligerosobliga

al posiblesacrificio de las piezas ante la imperiosa ne

cesidad de afectarlas a las Unidadesy Grupos avanza

dos detenidos en su progresión y clavados al terreno

por una ametralladora.

En la acción defensiva distinguiremosla defensiva

circunstancial, y por ende limitada en tiempo, y la de

fensa estabilizada.

En la primera situación, subsistiendo la limitación

de la dotación de municiones,se mantiene el principio

fundamental del empleo táctico circunstancial, de

oportunidad y objetivo unitario y preciso; sigue sien

do un arma potente, sí, pero complementariay ligada

a la acción de la artillería de la defensay a la impoten

cia de las ametralladoras pesadas y morteros, impo

tencia debida a los proyectiles o al alcance.

Ya en la defensa organizada y más o menos estable,

al ser posible el acopio de municiones al pie de pieza

y fácil el municionamientodel escalónde fuego, se am

plía el cuadro de misiones de la Compañíade cañones,

y como órganos del sistema de fuegos habrán de ser

tenidas en cuenta las Secciones,a los fines de la con

fección del plan de fuegos.

-

Dos puntos de interés restan por considerar: el despliegue y los observadores.

Bien conste la Compañía de tres o cuatro Secciones

—la pesada no llenó en la guerra las esperanzasque en

ella se pusieron—,cuando está toda ella a disposición

del Coroneldel Regimiento,no cabe en un asentamien

to homogéneo,es muy voluminosay vulnerable;siem

pre se fragmenta en dos escalonesgenerales: fuego y

municionamiento. Aun así, dado que la ubicación del

más avanzado de ambos escalones es generalmente en

la zona de reservas del Regimiento,los dos se fraccio

nan y distancian por Secciones,enlazándosetodas las

partes por radio y teléfono—laóptica estará dispuesta

para doblar el enlace apenas falle el teléfono—conla

P. M. de la Compañía.

Cuando una Secciónse afecta o subordina a un Ba

tallón, ellono implica generalmenteque la mismahaya

de separarse del desplieguede la Compañía para mar

char a la zona de accióndel Batallón, lo que seríaimpo

sible las más de las veces. El Comandante del Bata

llón ordena el tendido de una línea desde su centralilla

al P. C. de la Seccióny ésta envía al Suboficialde en

lace a las inmediacionesdel Jefe del Batallón, a más

de pasar su radio a la escucha de la del Comandante

a quien queda afe.cto.

En las situaciones que conducen a misión y empleo

normales, anormales y de circunstancias son los des

pliegues y el enlace; en el decidido empeñoy tensión

de mantener éste a toda costa estriba la eficacia del

empleo de la pieza o piezas destacadas, y de la acer

tada eleccióny preparación de los asentamientos de

pende, con la vida de las piezas, el cumplimientode la

misión pedida u ordenada.

A raíz de la primera guerra mundial se puso sobre

el tapete de la discusión, estudio y controversia, el

tema “Observatorios y observadores”, y llegados al

consenso unánime del principio táctico de que la bata

lla es la pugna por la posesiónde observatorios,respec

to a observadoresse hacían propuestas, recomendacio

nes e indicaciones de adelantarlos todo lo posible.

La enorme importancia del fuego y la ineficacia del

fuego no observado justifican el interés de la cuestión

hasta el punto de que en la segunda gran guerra los

observadores se ubicaban en la zona de contacto y en

ciertos teatros de operaciones se lanzaban en para

caídas observadores con radio en la zona enemiga.

Ha sido tan grande el coeficientede bajas de obser

vadores avanzados, que recientemente, en las confe

rencias de expertos americanos, con vista a la prepa

ración de las fuerzas armadas para evitar la tercera

guerra universal, entre interesantes cuestiones, se ha

llegado hasta estudiar la convenienciade dotar de un

vehículo acorazado a los observadores adelantados,

concluyendo con una propuesta de que el equipo de

protección y transporte sea análogo al de la Unidad

que ha de recibir el apoyo artillero, despuésde recono

cer la necesidad de que el número de observadores

avanzados por Divisiónde Infanterías ea unopor Com

pañía de granaderos.

Las especialesmisiones de la Compañía de cañones

y las dificultades de su tiro de precisión sobre objeti

vos difícilmente localizables con rapidez aconsejan

profusión de observadoresy profundidad en su instruc

ción y adiestramiento.

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LESACA 1810

Capitán de Ingenieros del 6.° Regimiento,

JOAQUIN MORALES DE RADA Y CAMPOS

El año de 1810 se acantonan. en Lesaca las tro

pas francesas del Coronel Broun. Su misión—in

vadida la casi totalidad de la Península—es quizá

el cubrir las lineas de abastecimiento que éon Fran

cia ofrecen los collados da Arichulegui, Biandiz y

Zuna, misión pacífica que no ofrece graves dificul

tades ni exige desvelos, y que les permite instalarse

en las mejores condiciones que pudiera desear una

fuerza perteneciente al Ejército más agitado y be

licoso del momento.

Hacen su aparición el día 22 de octubre y ocu

pan como cuartel la hermosa Casa-torre de Zaba

leta, que, sin duda por ello, es llamada áún en nues

tros días “La Caserna”.

En el archivo municipal de la Villa se conserva

el registro de los gastos a que dió lugar esta ocu

pación:

Razón de los sumint0 que se han echo para la su

sistencia de la tropa francesa que esiste ea esta villa

desde el día 22 de Octubre en adelante en varias 1ne-

nudencias:

Los primeros asientos corresponden al día de la

llegada y acusan un esmero sibarita muy lejano a

preocupaciones de combate:

Por una taza de manteca que se les

ha suministrado2 rs. vn.

Por un pollo para el Sr. Comte

..

2 rs. vn. 20 mvs.

Siguen el mismo día comodidades de otra índole:

Por un orinal para el Sr. Comte.. 2 rs. vn. 20 mvs.

Al siguiente, el delicado régimen se amplía a

escaibnes inferiores:

Por un pato para los Oficiales.... 5 rs. vn.

Por una gallina para dho Sr. Comte. 2 rs. vn. 20 mvs.

Más tarde, ¿por qué no?,

es

la tropa la que

participa:

Por una ternera130 rs. va.

Por 20 sacos de manzanas y nue

cesO rs. vn. 20 mvs.

A primeros de noviembre debió

de celebrarse con gran orgía al

guna victoria señalada, a juzgar

por estas referencias:

Por 16 litros de

vino

Por 24 pintas (1)

de pitarra (2).

Por dos botellas que rompieron a

Sebastián de Beloqui

Por .cinco vasos que rompieron al

mismo en el cuartel

Por 4 sillas finas que se han rom

pido en dho, cuartel

Pero no todo fueron suministros de boca para el

invasor:

Por la cuenta dada por el Sr. Coronel

Broun para hacer el vestido y capote

por los golpes que le causaron al Sar

gent& Lechevey el día 23 de Nov.

..

100 rs. vn.

El 29 de diciembre, al partir la fuerza, surgen los

trapos sucios:

Por 12 pares de cucharas y tene

dores que les dió el mismo (Se

bastián de Beloqui) y no le han

huello

Por tres platos finos que se lleva-

/ ron y no han buelto

Etc., etc. (3).

LESACA-SAÑ SEBASTIAN 1813

Tres años más tarde es lord Wéllington quien

establece en Lesaca su cuartel general; tiene en

frente a Soult, que despliega en la margen derecha

del Bidasoa, desde Hendaya a Espelette, con áni

mo de socorrer a la guarnición cercada de San

Se

bastián. En la mádrugada del 31 de agosto, las

fuerzas francesas cruzan el río por los vados de Bi

riatou, Endarlaza y Vera; el centro avanza hasta

iniciar la subida de la Peña de Aya, estando pró

ximo a coronar la divisoria de aguas y dar vista a

su objetivo; pero la enérgica reacción del ala iz

quierda aliada—españoles de Freire, apoyados en

San Marcial—obliga a Soult a ordenar la retirada.

Una fuerte tormenta descarga a las siete de la tar

de y deja los vados impracticables, transforman-

(1) Se llama

“pinta”

en el país a la botella de 3/4 de litro.

(2 Sidra de f in de cosecha.

(3) Archivo Municipal. Estante 14.

RINCONLSP[QIILÑOSDLLAHISTORIA

(AIOIIN4S

NOTAS

81100/DAS

1WUSA(A)

16 rs. vn.

2 rs. vn. 20 mvs.

2 rs. vn. 20 mvs

10 rs. vn. 10 mvs.

16 rs. vn.

40 rs. vn. 28 mvs.

4 rs. vn. 19 mvs.

17

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do ci repliegue francés, a través del estrecho puen

te de San Miguel (Vera de Bidasoa), en el episodio

más sangriento de la batalla: dos generales—Van

dermaesen y Lamartinibre—más 3.600 bajas es el

balance.

Wéllington, que había alcanzado un ducado en

Ciudad Rodrigo con la ayuda de los portugueses,

y que más tarde iba a llevarse la victoria de Water

loo con la colaboración activa del prusiano Blu

cher y la pasiva del francés Grouchy, obtiene en

esta ocasión su ú ltimo triunfo resonante de la Pen

ínsula con el apoyo de la intrepidez española y la

oportunidad de unos copiosos chaparrones.

Durante su estancia en Lesaca dicta una enér

gica disposición para reprimir la piratería noctur

na en caminos y cañadas.

Ello no impide que un informe privado, redac

tado en 1814, diga lo siguiente:

Por motivo de haber subsistido en esta Villa el

Cuartel Gral, del Sr. Lord Wellinton duque de Ciudad

Rodrigo Gral, en Jefe de los Ejércitos convinados con

tra Francia por los meses de Julio, Agosto y Sepbre. del

año pasado de mil ochocientos y trece, los ingleses y

sus Brigadas se apoderaron de los granos y forrages

que los vecinos y moradores tenían en sus campos.

M A 1

Z

ALUBIAS PAJAS

Robos..

20,077 1,979

221,304

Rs. vn.. 562,163 102,921 55,326

Coincidiendo con los días’ en que transcurrió la

acción que queda arriba, tuvo lugar la “libera

ción” de San Sebastián: las fuerzas de lord Wéll

ington arrebataron a las napoleónicas, para entre

gárselas a España, la ciudad guipuzcoana. De paso

la quemaron.

ELIZONDO-LESACA.LABAYEN 1834

En los primeros días de julio de 1834 desembar

caron en Francia, procedentes de Londres, Alonso

Sáez y Tomás Saubot, “comerciantes de la isla de

La Trinidad”;

se

dirigen a España por la frontera

de Navarra, y al llegar frente a Urdax, Alonso

(1) Archivo Municipal.

Casa torre de Zabaleta, en Lesaca (Navarra), conocida hoy por la Caserna, y ocupada en i8ro como cuartel

de las fuerzas de Napoleón.

PATATAS

9,7 04

CEBAD A

Y NABOS

34,274

(1)

1.

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Sáez recibe la visita de Miguel Antonio de Legarra,

clérigo en Lecumberri, a quien entrega un pliego,

en cuya dirección se lee: Para Zumalacárregui.

Se hallaba el primer General de La Tradición en

las Améscoas cuando recibe e]. mensaje que reza

textualmente: Zumalacárregui: Estoy cerca dé Es

paña y mañana espero en Dios estar en Urdax.

Toma tus medidas y te mando

que

nadie lo sepa sino

tú. Carlos.

Apresuradamente cubre el Caudillo la distancia

que le separa de Elizondo y hace su aparición en

lo que acaba de organizarse como Cuartel-Real.

Carlos María Isidro de Borbón y su ayudante

durante el viaje, M. Auget de Sant Silvain, han

cruzado Francia con documentación falsa y han

entrado en España; este último es creado, por sus

servicios, Barón de los Valles.

Se pasa revista a seis Batallones, se discuten

problemas militares y se nombra una Junta con

sultiva, que preside el Marqués de Valdespina,

apercibido también en Vizcaya. de la próxima lle

gada de Don Carlos.

Eraso manda las fuerzas a cuyo cargo corre la

protección y seguridad del Rey, y en Madrid, un

ministro liberal—Martínez de la Rosa—dice: Un

faccioso más.

Alguna mayor-importancia

debió de darle al he

cho el Mando militar cuando inmediatamente se

moviliza Rodil en persecución. del Pretendiente.

Este encuentra dificultades para atravesar el puer

to- de Velate y desciende siguiendo la cuenca del

Bidasoa, para entrar en Lesaca el 27 de julio y sa

lir en la madrugada del 29. En el índice del archi

vo municipal hay una nota correspondiente al año,

que registra: Balde de gastos efectuados con motivo

de la venida de Don Carlos los días 27y 28-de julio,

y aunque he buscado, la relación, no he podido en

contrarla. -

-

La comitiva real se pone en marcha por Yanci,

Aranaz y Zubieta, y en lo más fragoso de la mon

taña, entre Saldías y Labayen, está don Carlos a

punto de ser apresado por Rodil, que, a juzgar por

el empeño, no es tan displicente con su persona

como pudiera pensarse por la frase de Martínez de

La Rosa.

Un fiel y fornidó labrador de Larraínzar, llama

do Esaín, coge en hombros a su Rey y, llevándole

por vericuetos y sendas montaraces, impide que

caiga prisionero; agradecido, Don Carlos le concede

el condado de Casa-Esaín.

Para las dignidades nobiliarias del carlismo no

‘hubo Abrazo de Vergara.

VERA DE BIDASOA-OROQUIETA- -

SANTESTEBAN 1872-73

- -

El 1 de mayo de 1872 atraviesa Don Carlos

—ahora Carlos VII—la frontera por las inmedia

ciones del monte La Rhun y pasa su primera no

che española en el caserío “Morkotzen-Borda”,

desde entonces llamado “Carlos Chapa”. El actual

propietario del caserío no conserva ningún recuer

do de quien, hace setenta y cinco años, fué reci

bido con júbilo por sus mayores, y es que estamos

ya en el siglo de los apremios materiales y la fron

tera no tiene ya valor para el aldeano de la perife

ria como línea que un día atravesó su Rey en de

fensa de unas creencias y unas libertades secula

res, sino más bien como demarcación de dos mo

nedas de diferente cotización y de dos mercados

de distinta forma abastecidos: medias de cristal

por paños de Béjar, vino de Jerez por “tricotinas”

de tocador, etc.

El Pretendiente continúa Bidasoa arriba; la

afluencia de voluntarios es extraordinaria; las ar

mas, escasas, y en Oroquieta,

sus

fuerzas son en

vueltas y deshechas el día 4 por Moriones,

en com

bate que apenas dura una hora. Don Carlos atra

viesa La Ulzama a galope y entra de nuevo en

Francia por los Alduides.

- Las armas han fracasado, pero el espíritu de re

belión vive latente’, hasta que el mes de diciembre

surge de nuevo más comedido y mejor encauzado.

En febrero de 1873, Dorregaray es nombrado

Comandante General de Navarra, Provincias Vas

congadas y Rioja, y desde Santesteban,,en donde

está el día 20 atendiendo a la recluta, dirige al

alcalde de ‘Lesaca el siguiente oficio:

He dispuesto que tan luego como reciba V.

esta comunicación reuna los hombres de veinte

a treinta-años solteros y viudos y-casados sin

- hijos y se me presente co4 ellos mañana 21 a las

cuatro de la mañana, bien entendido que de no

dar el más exacto cumplimiento a esta dispo

sición será Y. pasado por las armas en donde

fuera habido.

Dios guarde a V. ms. as.

Santes

teban 20 de Febrero de 1873. El Gral, en Jefe

Antonio Dorre garay.

19’

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La comunicación llega a Lesaca a las

diez y media de la noche del 20; el 21

hacen su presentación ante el General

tres grupos de más de cien hombres, a

cuyas cabezas respectivas marcha un

concejal.

La rden y su cumplimiento marcan

el estilo duro de las luchas civiles y

el decidido apoyo de la montaña na

varra a la causa de Don Carlos. Le

saca tenía por entonces 1.500 habi

tantes.

EZ CURRA-ENDARLAZA-VERA

DE BIDASOA 1873

El 10 de mayo de 1873 está el cabe

cilla Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi

en Ezcurra, y desde alli busca infor

mación por medio del siguiente comu

nicado, que remite al alcalde de Lesaca:

Bajo pena de la vida prevengo

a Yd. me dé parte enseguida a la

vuelta del dador de todas las fuer

zas enemigas que hubiese en dos le

guas a l a redonda, indicándome su

número y l as que se espera que lle

guen a ese punto. No n ecesito ad

vertiile los empeños que por su par

te debe poner a fin de averiguar la

labor que le pido; pero sí que al me

nor descuido o falta que cometa in

currirá en la pena arriba indicada.

Dios guarde a Vd. izzs. añs.

Ezcurra 10 de Mayo

de 1873.

Manuel Santa Cruz.

La contestación del alcalde acusa dos Compa

ñías liberales en Sumbilla, algunos carabineros en

Endarlaza y el reciente paso del Coronel Tejada

hacia el Bazt4n destruyendo los puentes del Bi

dasoa.

No podrá saberse si esta información indujo al

Cura a m archar en un sentido o en otro; pero antes

de que transcurra un mes desciendecon 200 hom

bres desde su centro de operaciones en Arichule

gui hasta el pequeño fortín de Endarlaza, y con

el fuego de un cañón ligero de campaña quiebra la

resistencia y la moral de los 36 defensores a las

cuatro horas de iniciado el ataque. Parece ser cier

to que en el transcurso de la lucha fué izada en el

fuerte una baudera blanca, y que cuando los gue

rrilleros se disponían a tomar posesión de su con

quista, una descarga cerrada dejó sin vida a más

de uno de los confiados vencedores.

Difícil ha de ser averiguar si dió el Sargento-Jefe

la orden de presentar bandera blanca, o si un sol

dado cansado del combate tomó por cuenta pro

pia la iniciativa, o s i el pánico de las mujeres—re

fugiadas con sus maridos en el fuerte—originó el

suceso; lo cierto es que ni los lloros y súplicas de

éstas ni la intervención del sacerdote de Biriatou,

vecino pueblo francés, sirvieron para torcer la de

cisión de Santa Cruz. Sin concederles siquiera el

consuelo de la confesión, mandó alineárlos sobre

la carretera y los fusiló.

Las diferencias existentes entre el guerrillero y

su inmediato superior, el fervoroso y recto Briga

dier Antonio Lizárraga, Comandante de Guipúz

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coa, se ahondaron con este epílogo sangriento e

inútil, hasta tal punto que unos días más tarde, a

principios de julio, estando Santa Cruz en VSa

con tres Compañías, el pueblo es rodeado por los

Batallones del Marqués de Valdespina y, tras un

forcejeo de palabras e intentos de persuasión, el

Cura, desarmadas sus fuerzas, atraviesa la fron

tera. En diciembre había de aparecer de nuevo fu

gazmente, y también en actitud indisciplinada y

rebelde.

ALZATE 1873

En el barrio de Alzate, en Vera de Bidasoa, y

en casa de Nicanor Alzagu

ren

que amablemente la

cedió para reprodueirla—

tuve ?ca5n de ver una cu

riosa fotografía del Cura

Santa Cruz. Aparece con la

indumentaria con que se le

ha descrito en diversas oca

siones y rodeado por nieve

soldádos de su guardia, que

esbozan un rudimento de

uniformidad en el vestir y

en la postura.

Ninguna figura de las

guerras civiles ha sido tan

discutida, y de tan distinta

forma enjuiciada como la de

este sacerdote, que colgó la

sotana y se lanzó al campo

a guerrear por cuenta pro

piá. Los hechos son—dejan

do a un lado su rebelde in

dividualismo—que, supo or

ganizar sus fuerzas y esco

ger los mandos subalternos

entre individuos idóneos

para el terrenó en ‘que había

de ‘moverse, y que atendió a

la recluta y municionamiento

por sus propios medios; co

nocedor perfecto de la topo

grafía local, por sí o por sus

inferiores, se movió siempre

con una rapidez asombrosa;

pero al llegar a disponer de

1.500 hombres, no supo manejarlos tácticamen

te ni produjo con’ ellos acciones de verdadera efi

cacia militar; se muestra audaz y valiente en la

sorpresa; pero si el combate se prolonga, parece

duda de sí-mismo, rompe rápidamente el contacto

y desaparece. Su prestigio en el país es una mez

cla de admiración y de temor, debida, en parte, a

su condición de indígena, a la extraordinaria rapi

dez de sus movimientos—días de más de una ac

ción en lugares distantes entre sí docenas de kiló

metros—, ‘y en parte también, a la dureza de sus

represalias. El Cura Merino es superior, por

mejor manejo de masas combativas, por sus resul

tados y por su disciplinada subordinación a los

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El Cura Santa Cruz con su guar

dia. Foto de la época tomada por

el fotógrafo de San Juan de Luz,

Ladislao Konarzewsky. (Escrito

al dorso: “Cure Santa Cruz auec

sa Garde au Camp de Osera”.)

fines del Ejército a que pertenece; en una palabra,

es más militar.

Entre los que se han ocupado del guerrillero gui

puzcoano hay opiniones para todos los gustos.

Pío Baroja lo enjuicia de una manera arbitraria,

severa e injusta. El Conde de Rodezno dice que

“Santá Cruz es un vasco producto de la montaña,

como el helecho y la jara”, “tipo perfecto del fa

nático individualista y montaraz”. El académico

Julio de Urquijo ha hecho un estudio ponderado,

sereno e imparcial, que es probablemente el más

exacto. Y, en fin, e1 francés Gaetano Bernoville

—polo opuesto a Baroja—ha escrito una historia

encomiástica, que, como tal, no es una biografía

crítica, carece de rigor histórico y presenta la nota

antipática de rebajar cuanto rodea al cabecilla

para que éste resulte ensalzado por contraste.

Ni la nobleza española, ni los militares españoles,

ni las costumbres, ni siquiera el chocolate a la es

pañola, se salvan de

sus

censura; como remate y

ejemplo de su hispanofobia y del criterio arbitra

rio que le anima, “las cornetas españolas—dice—

tienen un sonido agrio y poco vibrante”. Extraña

opinión esta de las cornetas en pluma de un

francés.

LESACA 1947

Testigo y recuerdo vivo de la segunda guerra

arjjsta es en Lesaca Pedro José Tellechea, de

noventa y seis años, Teniente honorario de nues

tro Ejército. Formó parte de las fuerzas de Santa

Cruz y de los que fueron populares Batallones de

Navarra, organizados por Goñi, Elio y Radica.

Al mostrarle la fotografía del Cura rodeado por

su guardia, le reconoció al punto: “Este, éste es

—dijo, señalándole rápidamente con el dedo—;

era un hombre muy fuerte que andaba y andaba

por el monte sin cansarse nunca.”

Sentado a la luz de una ventana, permaneció

largo rato contemplando la foto rostro por rostro,

detalle por detalle y levantando a intervalos la

mirada para fijarla en el vacío, queriendo, sin

duda, revivir los años viejos de sus combates,

mientras yo guardaba silencio por respeto.

Al levantarse, remozado con la evocación, ofre

ció a mi batidor una copa de vino, que éste du

daba en aceptar por deferencia. Le temblaba la

lágrima al veterano al ver rechazado su obsequio,

que por unos momentos le iba a acercar e igualar

al soldado de hoy. El batidor—un ribereño angu

loso, desaliñado y franco—comprendió su congoja:

“Ea, vamos, que yo pondré mi parte.”

Aceptó por impulso generoso de corazón, acaso

sin darse cuenta de que con ello demostraba una.

caridad más exquisita que cuando momentos an

tes desempañaba solícito las gafas del anciano y

acercaba su silla hasta la luz para mejor mostrarle

los veteranos de Santa Cruz, sus amigos de ayet,

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c/ILaIlo,/IJÚsírr

CoRI//lSDf [8808

Df

LOS

ÍLLÍAIÍIIIOS

ti: ji :IÍRÓ

COSÍA;0]

A

Ltratar de establecer y utilizar un sistema te

lemétrico en una Batería de cósta, se presen

tau tres cuestiones previas a resolver: 1•a Elegir el

sistema más adecuado y el error admisible de acuer

do con las características del material._2.a Poner el

sistema en las mejores condiciones de utilización.—

3•a

Determinar los errores prácticos del sistema

elegido.

Para resolver la primera parte de la primera

cuestión no se pueden dar reglas fijas, ya que ello

depende de la configuración del terreno, de las dis

ponibilidades económicas y de la existencia de dis

tintos materiales telemétricos, y aunque cada caso

requiere una solución particular

(i),

como norma

general deben adoptarse para los grandes y media

nos alcances los telémetros de gran base horizontal,

con designador de blancos, y si no se dispone de

este aparato auxiliar, será prelerible el de base ver

tical, siempre que haya cota para ellos, ya que estos

telémetros carecen del error por cambio de blanco.

Los monostáticos de base propia sólo se emplearán

en los casos anteriores cuando no exista otro mate

rial -telemétrico, y su empleo está indicado en las

Baterías antitorpederas, en las que, por su rapidez

de fuego, por sus peculiares métodos de tiro y por

su reducido alcance, resultan muy aceptables en ra

zón a su fácil manejo, ya que los verticales hay que

descartarlos por la reducida cota en que estas Ba

terías se instalan.

La segunda parte de esta misma cuestión se re

duce a calcular un error, del cual se deducirá una

base, y como consecuencia de ella se determinará el

sistema más conveniente, siempre que las circuns

(x)Por ejemplo, una Batería primaria instalada en una

cota inferior a unos 25 metros no tendrá visibilidad más allá

de unos

20

kilómetros, y el dotarla de un telémetro de gran

•base no tendría objeto. En este caso, lo más indicado y eco

nómico sería uno 6 dos telémetros monotáticos de base su

ficiente para obtener un error aceptable al

máximo ds su

visibilidad.

Comandante de Artillería

FRANCISCO GONZÁLEZ ARIZMENDI

del Polígono Costilla.

tancias anteriormente indicadas permitan hacer la

elección.

Antes de entrar en su resolución, y por la impor

tancia que para ello tiene, recordaremos de manera

gráfica y sencilla los conceptos de exactitud y pre

cisión del tiro.

Teóricamente se entiende f,or inexactitud de una

descarga la sepbaraciónentre el centro del rectángulo de

dispersión de la pieza y el centro del blanco.

Se llama precisión de una pieza la forma de agru

5ar sus distaros alrededor del centro de su rectángulo

de dispersión.

Si con ella se efectúa una serie de dis

paros en las mismas condiciones, éstos, debido a las

distintas causas que producen la dispersión, se agrupan de cierta manera dentro de un rectángulo, y

conocidos por la experiencia los desvíos de cada

disparo con relación al centro del rectángulo, el

cálculo de probabilidades permite deducir el valor

probable de un desvío, el cual se• conoce con el

nombre de error o desvío ro bable de la pieza.

Este error rp, por resultar aproximadamente igual

a la octava parte del rectángulo, sirve para defi

nirlo, y su doble, 2 rp, que es la zona longitudinal de

50

por ioo de impactos,

Zx,

lo definirá también, o,

lo que es lo mismo, Zx definirá la precisión del ma

terial.

El error probable será, por lo tanto, un

error

de precisión. De forma análoga se entiende por error

de precisión del tiro o de una descarga de u disparos

realizada con u piezas iguales, el valor probable del

desvío del centro de impactos respecto al centro del rec

táng’ulo único formado con un número infinito de

disparos.

Supongamos ahora un blanco, AB (fig. i), y una

pieza idealmente apuntada sobre él, es decir, sin

errores de ninguna clase. Si representamos por

PQRS su rectángulode dispersión, por suponer la

pieza idealmente apuntada, el centro de su rectán

gulo coincidirá con el centro del blanco y el tiro será

exacto, cualquiera que sea el número de disparos rea

lizados.

Si se hace un número infinito de disparos, éstos

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se agruparán dentro del

2rectángulo PQRS, de tal

modo que su centro de

tiro, C, coincidirá con el

centro del rectángulo, O,

y se obtendrá un tiro

exacto y breciso.

A — c —8 Siel número de dispa

ros fuera roo, el cálculo de

probabilidades, basado en

la experiencia, demuestra

que la posición probable

del centro de impactos se-

ría un punto, C’, tal que

C O = —=., y resultan

/ioo

do C’O muy pequeño,

prácticamente se supone en coincidencia con O, y

el tiro, además de seguir siendo exacto, será prác

tica mente preciso.

Si se hicieren solamente cuatro disparos, el cen

tro de impactos sería el C” y el tiro también sería

exacto; pero menos preciso que el anterior, ya que

el error de precisión valdrá -=. En general, la

posición probable del centro de impactos con rela

ción al centro del rectángulo viene dada por la fór

mula -ñ., siendo r el error probable de la pieza,

y n el número de disparos de la descarga. Esta fór

mula definirá, por lo tanto, la precisión del tiro

para una descarg’a de u disparos, ya que midiendo

el error de precisión dará idea de la forma de agru

prse éstos.

Supongamos ahora que en la determinación de

los datos se ha cometido un error, S. El centro del

ectángulo PQRS se habrá desplazado, con relación

al centro del blanco, esta magnitud, S, y se situará

en el punto O’ (fig. 2), cometiéndose un error de

inexactitud, O’D = S. Si en estas condiciones se

hace una descarga de u disparos, su centro quedará

determinado por el valor C” O’ = y la pre

cisión del tiro será la misma que en el caso anterior.

De todo esto resultan dos consecuencias impor

tantes: 1a Teóricamente, Za inexactitud y Za preci

sión del tiro son independientes entre sí, dependiendo

la primera de los errores sistemáticos con que se

haya apuntado la pieza, y la segunda, de su error

probable y delnúmero de disparos de la descarga.

2a Para una pieza determinada, la precisión

del tiro aumenta con el número de disparos de la

descarga.

Ahora bien; en la práctica, el punto O’ no queda

materializado en el terreno, y solamente podremos

conocer la magnitud C’‘ ‘D, que será la resultante

del error de inexactitud y del error de precisióñ,

por lo que prácticamente los efectos parciales de la

inexactitud y de la precisión de una descarga no

pueden conocerse con exactitud cuando el número

de disparos sea limitado.

Debido a ello, hay que suponer el centro del rec

tángulo superpuesto con el centro de impactos, con

lo cual la inexactitud deZtiro será Zaseparación entre

el centro de Zadescarga y eZcentro deZblanco,

y por la

misma razón, en tiro centrado, en que el centro del

rectángu’o y el del blanco se hallan superpuestos,

Za precisión del tiro Za referimes al último de Zoscita

dos centros.

Sentados estos importantes conceptos de preci

sión o inexactitud, veamos la influencia que en el

tiro ejercen los errores telemétricos.

Supongamos que, habiendo tomado los datos

exactamente y no existiendo errores de otra clase,

se efectúa una descarga de

n

disparos precedida de

una medición, telemétrica realizada con un teléme

tro cuyo errOr probable sea rt. El centro del rectán

gulo,

PQRS,

si no existiera este error,. coincidiría

con AB (fig. 3), y debido a la dispersión del tiro, el

centro de impactos se situaría en

C,

siendo

co

=

L pero por el error probable del telé

metro los datos iniciales se han falseado en la mag

nitud rt y el centro del rectángulo se habrá despla

zado esa cantidad, trasladándole a

O’.

Y como la

posición relativa del centro C dentro del rectángulo

P’Q’R’S’

no ha variado, este centro se habrá des

plazado también rt

=

C C’, sufriendo un desvío

total con relación al blanco, que será, en general, la

resultante de -=, y rt, cuyo valor se determina

por la fórmula

R =

+ r2t,

ya ue se trata

de componer errores probables. Como la magnitud R

expresa la separación práctica entre el centro de la

descarga y el centro del blanco, debida a los erro

res probables de la pieza y del telémetro, según lo

indicado anteriormente, este valor R definirá la

precisión del tiro, y siendo R siempre mayor que

-i=, resulta que la intervención del telémetro

n

produce un efecto análogo a una disminución en la

precisión de la pieza.

Esta pérdida de precisión se traducirá en una ma

yor dispersión, con lo cual el blanco, a igualdad de

inexactitud en el tiro, recogerá menor número de

impactos, disminuyendo la eficacia. De aquí la ne

cesidad de fijar un límite para el error del teléme

tro, que produzca una eficacia aceptable.

Lógicamente, este límite será aquel para el cual

se obtenga la eficacia máxima posible,

y

tratándose

de tiro de costa, la expe

riencia ha demostrado que

el máximo de impactos

Q

que se pueden colocar so-

1

bre un blanco inclinado

es el

40 por loo.

Naturalmente, el ideal

,

1

sería colocar ese tanto por

ciento en el alcance md

ximo del material; pero.

O’

ello exigiría unas condi

ciones excepcionales en ______________

piezas y telémetros, por lo

D

cual nuestro Reglamento

antiguo tomaba ese límite-

para distancias medias.

Pero esto, que era admisi ____________________

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ble para los materiales antiguos, ya no se puede ad

mitir para los materiales modernos de largo alcance.

En efecto:

La condición necesaria para. que una pieza colo

que el

50

por

ioo

de impactos sobre una zona Rin

(blanco horizontal equivalente con inclinación me

dia) viene dada por el factor de probabilidad

BH

/ = i,

siendo R la precision del tiro. Para

una descarga de

n

disparos, ya hemos visto que su

precisión era R= -, y el factor de probahili-.

dad sera

/ = =i,

y si ha de colocar solamente

Zr

‘Iii

el

40

por ioo, como, según la tabla de factores de

probabilidades, a loo P

= 40

corresponde

/ = 0,78,

BHi 156.rp

quedara / = = 0,78, de donde BH =

2—

Poniendo, en lugar de

rp,

su valor práctico igual a

Z,

resulta:

Bm = i,56Z

Como la intervención del telémetro produce, se

gún se ha visto, un efecto equivalente a un aumento

de Zx (pérdida de precisión), para que en el tiro

con telémetro se pueda colocar el

40 por loo

so

bre el blanco, se ha •de verificar en la pieza que

Bi > i,56.Zx

En los materiales antiguos, esta condición se cum

plía sobradamente; pero al aumentar los alcances,

aumentan las distancias medias y las zonas del

50 por

ioo, y como también aumentan los ángulos

de caída, los valóres de

BHi, que son función de

cot O, disminuyen; con lo cual la relación anterior

tiende y llega a verificarse en sentido contrario.

Así, haciendo los cálculos correspondientes, que

se incluyen al final de este artículo, se ve que el ma-.

terial Munaiz Argüelles de

150/45

cumple sobrada

mente esta condición, pudiendo alcanzar el 40

por

ioo con un telémetro monostático de

7 metros de

base: el cañón Vickers de 152,4150 ya cumple esa

condición muy justamente, y necesitaría un telé

metro de 21 metros ó 20 de 4,57, que son los que

tiene de dotación. Y para el cañón Vickers de

381/45, el tiro pieza a pieza, preconizado para los

grandes calibres, se verifica

en sentido contrario;

es decir, que el cañón ya de por sí no puede colocar

el

40 por loo

de impactos sobre sus blancos norma

les (acorazados), y, por lo tanto, no habrá teléme

tro capaz de conseguirlo, aun cuando su error fue

re nulo.

Habrá, pues, que elegir un criterio general que,

de acuerdo con las condiciones balísticas y caracte

rísticas técnicas de los materiales y telémetros ac

tuales, dé resultados satisfactorios en cada caso.

Este criterio, fijado por la Escuela de Tiro en su

Sección de Costa, es el de admitir un error telemé

trico tal que

la precisión del conjunto telémetro-cañón

sea equivalente a la prec

sión del material dismi

nuida en un 20 por ioo a

distancias medias.

Veamos qué es lo que

esto quiere decir: El factor

que corresponde a la pro

babilidad de colocar el

50 por ioo de impactos en

la zona definida por

2Pp

______

2r

. -

es

/ =

—y

= i,

siendo R

2R

la precisión de la descar

ga. El admitir una pér

dida de precisión del 20

por ioo en el material es

suponer que de cada roo

disparos que debían caer

en 2 Pp,.

caigan sólo 8o

(puesto que 2 Pp

=

Z> de

fine la precisión del -material), o, lo que es lo mis

mo, en donde debían caer 50, caerán sólo 4o; lue

go si en 2

Pp

han de caer sólo 40, el factor de proba

bilidad ya no será

1,

que, según la tabla, corresponde a

100 P = 50,

sino

/

=

0,78, que es el co

rrespondiente a loo

P

= 40. Resultará, por lo tanto:

= 0,78, de donde R =

2R 0,78

Por otra parte, la precisión del tiro en el con

junto telémetro - cañón es, según hemos visto,

R

=

+ p2, y como se admite que ésta ha

de ser igual a la precisión del material disminuída

en un

20

por ioo, igualando los valores de R, de

ducidos de ambas fórmulas, se tendrá:

8

Despejando el valor de Pt, resulta:

Pt =

Pp

V 0,782.n

Tiro pieza a pieza: u = i, rt = o,8

.

Pp.

-

Tiro por descargas: u = 4, Pt = 1,17

.

Tp.

de cuatro disparos.

Si el tiro se hiciera por descargas de dos o tres

piezas, dando estos valores a u, se deducirían los

correspondientes de

Pt,

que resultarían comprendi

dos entre o,8 r y

1,17

r. (En las aplicaciones de

estas fórmulas se pondrá, en lugar de

Pp,

su valor

práctico aproximadamente igual a la zona teórica

del

50 por loo.)

-

Para calcular ahora la base del telémetro, si éste

fuere monostátio (coincidencia o estereoscópico),

bastaría sustituir en la fórmula característica

B___A

zo6ooo

-

en lugar de i0, el valor hallado para Pt; en lugar

de A, el aumento máximo del telémetro; en lugar

de D, la distancia media de la tabla de tiro

(D = X. 0,6), y en lugar de d, el error probable

angular práctico

de. coincidencia expresado en se-

A—

h

-

RL_.JS

25

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gundos, error que se toma doble del teórico dado

por la casa constructora, pues aunque en la prác

tica del ajuste se obtienen valores próximos a este

último, hay que tener en cuenta que las mediciones

se hacen sobre blanco fijo

y

con buena visibilidad,

por lo que, al pasar a medir sobre blanco móvil con

visibilidad normal, la práctica aconseja tomar un

valor doble.

Si no se conoce el valor de dcdado por la casa,

puede tomarse como error medio

15”,

con lo cual el

error probable práctico será:

2(15 X

O,845)

=

25”

aproximadamente. Para los telémetros verticales se

tomará como error probable práctico

275”,

pues el

medio sobre blanco fijo se evalúa en 3’, siendo i,8

el coeficiente de corrección para pasar a blanco

móvil.

El resultado que se obtenga operando en la forma

expuesta no quiere decir que sea la base más conve—

niente, sino la mínima admisible

para

obtener una

eficacia aceptable.

Si de los cálculos anteriores resultara una base

de la cual no se pudiera disponer, bastaría aumen

tar el número de telémetros disponibles. En efecto;

si llamamos

E

al error del telémetro disponible, al

hacer u medidas, el error de la serie sería

=,

y

haciendo u suficientemente grande, siempre se po

drá conseguir que =

rt,

de donde u =

Ahora bien; sobre blanco móvil no se pueden hacer

medidas sucesivas con el mismo telémetro, pues

cada una correspondería a una posición distinta del

blanco; pero lo mismo da hacer u medidas sucesivas

con un solo telémetro, que hacer una medida con

u telémetros simultáneamente; luego aumentando

el número de telémetros, siempre obtendremos la

precisión deseada. Claro está que esto es sólo teóri

camente, pues para que sea cierto, exige que todos

los telémetros y telemetristas estén en -idénticas

condiciones, lo cual prácticamente resulta imposi

ble. En la actualidad se construyen telémetros múl

tiples, que en un solo cuerpo llevan varios sistemas

ópticos combinados de- coincidencia y estereoscópi

cos con un aparato promediador que da la distancia

resultante de cada serie.

Si el telémetro elegido fuera de gran base hori

zontal, la longitud de su base en función del error

calculado anteriormente se podría determinar por

las fórmulas propias de estos telémetros; pero para

los grandes alcances resultarían bases exçesivamente

largas que darían lugar a caídas de tensión en las lí

neas de los puestos grafométricos, produciendo

errores apreciables en la distancia resultante. Por

ello debe calcularse su longitud

.y

su orientación

según expone el Coronel D. Joaquín Cantero en su

artículo Notas sobre telémetros, publicado en el nú

mero 76 de esta Revista.

Con lo hasta aquí expuesto queda de manifiesto

la necesidad de emplear un telémetro preciso. Vea

mos ahora lo que ocurre con respecto a la inexac

titud.

En

la figura

2

se vió que al tener el telémetro un

error sistemático, S, el centro del rectángulo se

- désplaza del blanco esa cantidad; es decir, se des-

centra del tiro, con lo que el porcentaje de impactos

sobre el blanco disminuye y se pierde eficacia. Es,

por lo tanto, necesario que el telémetro, además de’

preciso, sea exacto; pero así como la precisión no se

puede variar en un aparato dado, la inexactitud no

sólo puede corregirse en mayor o menor grado por

medio de dispositivos a propósito, sino que, por se

guir los errores sistemáticos una ley determinada,

sus valores serán siempre conocidos a todas las dis

tancias. Por ello, la inexactitud no da lugar a un

problema de elección de aparatos, sino a un

trabajo

d ajuste

del telémetro adoptado, y por medio del

cual se elimina o se disminuye, su error sistemático,

determinando su cuantía para cualquier distancia.

El ajuste se realiza eligiendo una referencia bien

visible, cuya distancia topográfica sea exactamente

conocida por una triangulación apoyada en vértices

conocidos. Llamando D a esta distancia, si sobre

ella se hace una medida con el telémetro, éste no

marcará, si está desajustado, la distancia D + S + r;

y como el valor de

r

correspondiente a esta medición

no se conoce exactamente, pues por ser un error

accidental, su valor varía arbitrariamente dentro

de ciertos límites, al corregir la cantidad S +

r,

el

telémetro no quedará ajustado, ya que lo que debe

ríamos corregir es solamente S; pero el error que

queda será menor que el valor máximo de r.

Si se hiciera un número infinito de mediciones, el

valor medio de la serie sería D ‘l S, pues r se anu

laría; y si la serie es suficientemente grande, la me

dia se aproximaría a

D +

S, pudiendo tomar para

valor de S la diferencia entre

D

y la media obtenida.

Se ve, pues, la necesidad de fijar un límite de ajus

te,

y

éste es aquel para el cual la diferencia entre la

media de la serie y la distancia verdadera sea menor

que el error medio lineal del telémetro dado or la

casa constructora,

habiendo comprobado la práctica

que para llegar a este límite basta hacer una serie

de io medidas. El error medio lineal se calcula,

cuando no se conozcan las tablas que al efecto se

acompañan a cada modelo, por medio de la fórmula

característica, y si no se conociere el error medio

angular, se sustituiría en ella el valor de

15”

para

los monostáticos y i8o” para los verticales.

Por otra parte, unas veces hay que marcar en la

escala de distancias la media de la serie, y otras, la

verdadera distancia según el procedimiento de ajus

te; pero si esta cantidad no coincide exactamente

con una de las divisiones de la escala, la fracción

correspondiente hay que apreciarla a ojo, y al no

poder marcarla exactamente, queda otro error sis

temático que se une al anterior. -

Por ello, la elección de la distancia de ajuste es

muy importante y debe tomarse no al alcance má

ximo del telémetro, sino en la zona normal de acción

del material y un poco larga dentro de ella, ya que

aumentando los errores más rápidamente para las

distancias superiores a la de ajuste, si se toma la

distancia indicada, se obtendrán errores mínimos

en la zona de acción normal de la Batería.

El ajuste debe comprobarse y realizarse, si fuere

necesario, antes de cada ejercicio de tiro, emplean

do siempre la misma referencia escogida en las con

diciones señaladas, empleando únicamente otra dis

tinta en caso de que por niebla, mala visibilidad u

26

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otra causa cualquiera no pueda hacerse sobre la

referencia normal de ajuste. Para ello debe existir en

todos los puestos telemétricos la

rosa telemétrica

(fi

gura 4), con distancias y orientaciones a distintos

puntos, las cuales deben estar calculadas con la ma

yor exactitud por medio de triangulaciones apoya

das en vértices geodésicos o en la red topográfica

que sirvió de base para el artillado del frente o sec

tor correspondiente.

Para el ajuste en dirección se realizará una serie

de

20

medidas angulares, y tomando el promedio,

éste debe diferenciarse d& la orientación analítica

en menos de tres minutos. La materialidad de las

operaciones de ajuste depende de la clase y tipo de

telémetro, y la casa constructora acompaña siempre

instrucciones para ello; pero corno norma general,

éstás serán las que enseña la Topografía y Teleme

tría, que, en último término, se reducen a las si-

guientes:

Para los telémetros de base vertical, nivelación

del aparato, coincidencia de1 eje óptico con el geo

métrico, horizontalidad del anteojo y corrección de

índices. Para los de gran base horizontal, las opera-

ciones anteriores y la sincronización de los anteojos

de observación con el puesto calculador y para los

monostáticos de coincidencia y estereoscópicos, el

ajuste en altura y bisección.

Terminado el ajuste, el telémetro estará en las

mejores condiciones de utilización; pero existiendo

siempre un error probable y otro sistemático, será

preciso conocer sus valores prácticos: el primero,

pasa, por medio de la fórmula

R

=

±

T°t,

determinar la verdadera precisión del tiro, y por la

=

2

i, r°, + r°t, hallar la zona práctióa del con

junto, que es lo que ha de emplearse en todos los

cálculos de la Carpeta técnica (en ambas fórmulas

se han de sustituir los valores prácticos de

rp

y

rt),

y el segundo, para sumario o restarlo con la distan

cia dada por el telémetro y conocer en cada mo

mento la verdadera distancia al blanco. La deter

minación de estos errores se hace construyendo las

curvas de errores prácticos en la forma siguiente:

A distancias cortas, medias y largas; que se de

terminan multiplicando el alcance máximo de la

Batería por

0,3

o,6

0,9,

respectivamente, se

establecen referencias bien visibles que destaquen

claraipente sobre el fondo que se proyectan, y en

caso de no poder establecerlas, se emplean las que

ya existan, procurando utilizar las que más se apro

ximen a las calculadas. Sobre cada una de estas re

ferencias se hacer ro series de

20

medidas, cada

una rellenando con cada serie un estado como el nú

mero

2,

que corresponde a la serie número

i,

a la

distancia de

12.250

metros. Hechos los cálculos que

en el mismo estado se indican, se vacian los resul

tados de cada serie en el estado número 3, con el

cual se calculan los errores probable y sistemático

a 12.250 metros, realizando operaciones análogas

ROSA•TELEMETRJCA

fieferenci

,7Qrm8/oo ój ete. $ANPEDRO

Norte

Lambert

Tó’ro4,=743

4 ‘27

J’ó’nfledro...4 ‘78

Ch/7es.. .4,

TEL(ñfFTROS4RD-STROUD

o

27’/ftietroj.

fI.4

12”

*

J?Jrte

CoÉ da/te/e7?etror/75

#or,o/?te v,,ç,Z’Je‘/dJOO

27

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http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 29/92

para distancias cortas y medias; con estos valores

se construirá la curva de error probable para blanco

fijd (fig. 5). Tomando valores dobles, se construirá

la curva para blanco móvil, que es la que interesa

para el tiro.

Para construir la curva del error sistemático se

tomarán directamente los valores obtenidos, ya que

a éstos no les afecta la movilidad del blanco. Esta

curva servirá también para utilizar, en caso de ne

cesidad, un telémetro que, teniendo un cierto error

sistemático, no se pueda corregir por avería en sus

órganos de ajuste; bastaría para ello hacer una serie

de io medidas sobre una referencia y hallar la dife

rencia entre la media y la distancia verdadera. El

valor hallado su sustituye en la fórmula

LD

x B x A

X 206000

dc =

y conocido dcc, por la fórmula

dco

x

D2

______—

B . A .

206000

se hallarían los errores sistemáticos aproximados

a distancias cortas, medias y largas, con los cuales

se construiría la curva correspondiente.

Si los errores lineales prácticos obtenidos se trans

formaran en angulares por la fórmula caracterís

tica, se.vería que, en lugar de obtener un valor cons

tante para todos ellos (como debía suceder si

cumplieran la ley de proporcionalidad al cuadrado

de la distancia), éstos, en general, van disminuyen

do al aumentar la distancia, y debido a ello, al no

existir proporcionalidad entre las ordenadas

y

las

abscisas, la curva presenta una forma irregular.

Esta anomalía es debida a que el error total es el re

sultado de los errores personales, instrumentales y

del medio en que se opera, y aunque los dos primeros

satisfacen la ley de proporcionalidad citada, los úl

timos no la cumplen, según ha demostrado Ja expe

riencia.

En las operaciones anteriores hay que hacer resal

tar la importancia que tiene el realizar las series en

condiciones adecuadas. Estas deben hacerse siem

pre con buena visibilidad

y

a la misma hora, bus

cando idénticas condiciones de iluminación de la

referencia, siendo la mejor hora aquella en que el

sol le ilumine con toda claridad, sin sombras, bru

mas ni deslumbramientos, que producen grandes

errores. De no realizarse en estas condiciones ópti

mas, sería falso el tomar valores dobles para pasar

a blanco móvil en condiciones normales.

Las series deben hacerse con toda lentitud, des

cansando el operador, como mínimo, unos tres mi

nutos cada io lecturas, y no debçn hacerse en cada

sesión más de dos series de

20

med’idas. De lo con

trario, los errores de las últimas medidas llegan a

duplicar y triplicar los de las primeras por cansan

cio en la vista.

Tampoco debe medirse en una misma sesión so

bre dos referencias distintas, pües si un operador

pasa sin interrupción de medir una distancia larga a

otra más corta, los valores obtenidos resultan ma

yores que los verdaderos, y menores si el cambio se

hace en orden inverso.

Tanto el ajuste como las series deben hacerse con

el máximo aumento, ya que éste será el que normal

mente ha de emplearse, y todas las mediciones de

ben ser realizadas por el propio telernetrista, que

dando así eliminados los errores sistemáticos per

sonales.

El número de

20

medidas en cada serie es el que

adoptó la antigua Escuela Central de Tiro, por con

siderar que los valores obtenidos con ellos dan apro

ximación suficiente. Si se hicieran solamente io me

didas, los resultados diferirían muy poco de los an

teriores; pero teniendo en cuenta que estos trabajos

se hacen en tiempos de paz, sin premuras de nin

guna clase, y que estas mediciones sirven a la vez

de entrenamiento a los telemetristas de la Unidad,

pueden mantenerse las series de

20,

aunque las otras

simplifiquen los cálculos. Estos deben hacerse tam

bién con toda calma, pues de nada serviría haber

hecho las medidas con toda escrupulosidad si des

pués los resultados finales viniesen falseados por

equivocaciones en los trabajos de gabinete. Por úl

timo, debe tenerse siempre muy presente que un

desajuste ignorado en el telémetro “inutiliza” el

ajuste del material y de su dirección de tiro; por

ello, los Jefes de Grupo deben exigir de sus Capita

nes la realización de todas las operaciones expues

tas, debiendo figurar completamente al día los docu

mentos telemétricos en las Carpetas técnicas de las

Baterías.

A continuación se resuelve un ejercicio práctico

como resumen de cuanto se acaba de exponer.

Ejercicio.

1.0

Elegir el telémetro más apropiado para una

Batería de cuatro cañones con alcance de

15.785

metros, instalada en una cota de

15

metros y calcu

lar la base mínima del mismo.

El material telemétrico disponible es: Telémetros

de gran base horizontal; telémetros verticales y te

lémetros monostáticos de coincidencia Bard-Stroud

de distintas bases.

2.°

Determinar los errores prácticos del teléme

[rror

270

190k

180

170

160

150

.,

140

I30

 70.

 110

o

00

0 so

1

2 3 4 5 5

7

8

i

ib

¿37K,/on?etros

28

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http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 30/92

A

= 1.338 m.

B

= 6.037 m.

D = 12.250 m.

C

=

10.150

m.

E =

17.525.

275 )< 9.4712

115,83 X 40 X 206000

= 25,8 metros;

ESTADO NdM. i

REFERENCIA

Visibilidad

Referencia

de ajuste C.

Hora

DE AJUSTE c

5 x d x D2

Límite de ajuste: =78 metros.

106

x B x A

Distancia: 10.150

metros.

29

tro elegido, sabiendo se dispone de las siguientes

referencias de ajuste:

rt =

1,17. Z. La distancia media de la tabla será

15.785 x o,6 = 9.471 metros, para la cual corres

ponde Zx = 99. El límite del error será

Yt

= 1,17

>< 99 = 115,83 metros.

La cota necesaria para instalar un telémetro ver

tical de

40

aumentos será:

Por tratarsedeun material de poco a].cancese des-

carta el telémetro de gran. base, y suponiendo que

las disponibilidades permitan elegir entre los otros

dos, se adoptaría el vertical, si la cota. lo permite.

Para conocerlo se empezará calculando el error

telemétrico admisible, y’ por realizar este material

el fuego por descargas, el error admisible será

y como no alcanza este valor la dada, habrá que

adoptar y calcular un telémetro Bard-Stroud.

Para estos telémetros la casa da un error medio

1 serie de comprobación Serie de ajuste

Hágase la pri

mera serie de com

probación y com

párese el,promedio

con la distancia co

nocida. Si la dife

rencia IXD = D —

—P

resulta mayor

que el límite lineal

de ajuste emplea

do, háganse las

operaciones que se

indican.

2. seriede comprobación

ja medida 10.275

20

» 10.250

10.325

40 » 10.300

» 20.325

6. » 10.025

» 10.175

8.a » io.ioo

9a » 10.250

10.300

SUMA.

. - .

102.425

Promedio. 10.242

i.°—Con el rolete

de distancias,

márquese la dis

tancia conocida.

2.°—COn el rolete

de ajuste, hága

se la serie de

ajuste.

3.°—Márquese en

la escala inde

pendiente de

ajuste el prome

dio obtenido.

4.°—Hágase con el

rolete de distan

cias la segunda

serie de compro.

bación.

I.a lectura 41,0

2.0 » 41,5

30

.

» 42,0

4.1 41,5

5a » 42,0

6.0 » 40,5

70 » 41,0

8.0 » 41,0

9a » 41,0

lo.0 » 41,5

SUMA..

. .

413,0

Promedio.

41,3

Compárese el

promedio resul

tante con la dis

tancia conocida, y

si ¿D resulta ma

yor que el límite

de -ajuste, repítase

éste. Si después del

tercer ajuste no se

obtiene un valor

igual o menor que

el límite de ajuste,

empléese el proce

dimiento de ajuste

de precisión.

1a medida io.x8o

5 10.200

3.0 » 10.050

40 » o.ioo

5.’ » 10.150

6. ‘5 10.250

70 10.225

8.0

5 10.125

9.0

» 10.200

20.0

.

5 10.250

SUNA.

..

ib1.730

Promedio10.173

= 23 92

Serie de ajuste

Serie de comprobación Sorio de ajuste

ja lectura

2.0 »

3.0 »

40

»

5.0

>5

6.0 »

»

8.0 »

9.0 »

10.0 »

SUMA..

Promedio.

Serie decomprobación

Segundo ajuste

1.1 meduSa

2.0 »

3.1 »

4.0 »

5a »

6.0 »

7.1 »

8.a »

9.0 5

10.°

SUMA... -

Promedio.

1.0 lectura

2.0 »

3.0

»

40

»

5.0

»

6.0 >5

7.0 5

8.0

5

9.0 »

10.0

SUMA. . -.

Promedio.

Tercer ajuste

1.0 medida

2.0

»

3.0

»

4.0

»

5.0

5

60 »

7.8 »

8.0 »

9.8

5

10.0 »

SUMA.

Promedio:

=

=

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RegimientodeAreillerían.o

ESTADO NdM.

Batería

ERRORES TELEMETRICOS

Hoja d cálculo corresondie’ste a wna serie de medicion,es.

Fecha HoraVisibilidad

Distancia: 12.250 metros.

Serie n.° 2.

6 +

i:2;_6 = kilómetros,

Mediciones Valoresobtenidos Valor meso’ Errores

D25

¿2

-

1

12.400

115 13.225

2

3

-

12.500

12.300

15

215

225

46.225 Error medio = e = = 209

20

4 22.400

115 23.225

5 22.500

15 225

6

7

8

12.450

12.400

12.300

65

115

215

4.225

13.225

46.225

Error medio cuadrático = E = 179

V20026,3 = 141,5

9

lO

22.450

22.550 12.515

6

35

4.225

2225

E2 20026 <1,77

COMPROBACION DE LA SERIE:

= =

C2

ii88x r,6 >

1,37

II 22.600 8 7.225

22

13

14

22.450

12.500

12.800 m=

65

25

285

4.225

225

81.225

2 0,707

Módulo de convergencia.= h = =0,0049

E

15 22.800

285

81.225 .

i6 12.700

285 34.225

Módulo de convergencia de la media diferencial = H25 = h /=

27 12.500

25 225

= 4,47 X It = 0,0219

i8 xz.6oo

85 7.225

29

20

12.650

22.450

235

65

i8.zz5

4.225

Error probable = y = 0,477 =

250.300

SUMA

2.190 380.500

E

metros, y en este caso ya resultará aceptable el te

lémetro de base vertical.

La zona de acción normal de la Batería puede su

ponerse comprendida entre 6 y 12 kilómetros, por

lo que la referencia normal de ajuste deberá estar

situada a una distancia un poco superior a

de 12”, luego el probable práctico será 2(12 xo,845)

= 20” aproximadamente. Como el aumento máxi

mo de estos aparatos es 28, la base necesaria será:

B=

20X9.4712

=268

115,83 >( 28 X 206000

Se adoptará, por lo tanto, el modelo que da la

casa, de 2,74 metros de base.

Para la instalación del telémetro hay que tener

en cuenta que debe tener visibilidad a una distan

cia algo superior al alcance máximo de la Batería,

con objeto de poder batir el blanco, si fuera preciso,

al entraren el límite de su sector de tiro y teniendo

en cuenta la movilidad de los blañcos de este mate

rial, la visibilidad mínima debe ser de unos

20.000

metros.

La fórmula H

=

0,000000065928 X D2 da una

cota de 26,4 metros para un horizonte visible de

20 kilómetros. Habrá, por lo tanto, que montar el

aparato en una torre de una altura de

27—15=12

eligiendo la C a 10.150 metros. El límite, lineal de

ajuste será:

5X12X

Io.I5o

=

_____________—

=

78. (Ver estado num.

i)

i0 X 2,74 X z8

Hecha la primera serie de comprobación sobre

esta referencia, se obtiene un error 92 >78. Supo

niendo que el dispositivo de corrección es el llamado

de

escala indejendiente de ajuste,

éste se realizará

como indica el estado número 1, terminando en la

30

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segunda serie de comprobación por resultar 23 < 78.

Ajustado de esta forma el te].émetro, para cons

truir bis curvas de errores habrá que realizar series

a las distancias

15.785 X

0,3

= 4.735. 15.785X o,6 = 9.471.

15.785 X 0,9 = 14.206.

y tomando las referencias más próximas a éstas, se

elegirán las

=

6.c37. C

= 10.150.

D

= 12,250.

En el estado número 2 se expone el resultado de

la primera serie de 20 medidas sobre la referen

cia

D

y los cálculos para la determinación de erro

res, cuyos resultados se llevan a la primera línea del

estado número 3.

Con las nueve series, restantes se completa el es

tado número 3, dando para la distancia larga de

12.250

metros un error probable de

101

metros

y

el

sistemático de 88 metros.

Operando de la misma forma para distancias

cortas y medias, se obtendrán los errores siguientes:

A 6.037 m. Probable

=

36. Sistemático

= 30.

A 10.150 m. Probable = 68. Sistemático 54.

Con estos resultados se construirán en papel mili

metrado las curvas de las figuras. 5 y 6.

ReginiientodeAti1lerían.°

ESTADO NÚM.

3

Batería

ERRORES TELEMETRICOS

Deterrní’nacío’nde los errores sistemático y probable.

Series

D20 H25 H220 D20 x Ii20 r

DISTANCIA TOPOGRAFICA

=

12.250

metros.

AGUDEZA VISUAL

=

62 segundos.

.

. . ERROR PROBABLE DE UNA OBSERVACION

1

.

12.515

0,0219

0,00047962 6,0023

y = =

ior metros.

2

3

12.510

12.140

.

0,0232

o 0263

0,00053824

0,000691:69

6,7333

8 3989

5

8’

da = 108

X

B

X

A

>< l’

=

segundos.

SXD2

.

ERROR SISTEMATICO

4

12.140 0,0281 0,00078761

9,5615

76 (D20xH’20)

=

22.338 metros.

.

5

22.245 0,0169 o,oooz86x

3,4972

225

Distancia topográfica

=

12.250 metros,

S = —

88 metros,

6 12.331 0,01.51

0,00022801

.

2,8225

.

140

ro x

B x A x S

da

=

.s

x

D2

=

9

segundos.

7

12.240 0,0254 0,00064516

7,8967

.

84 .

OBSERVACIONES

8

12 237

0,0322

0,00103041 12,6091

66

9 12.522 0,0207 0,00012449 2,4336 199

lo 12.470 0,0469

.

.

.

0,00219961

o,oo7ooo44

E

27,429.1

86,3732

E

45

loo8

E

.

ade

de 19

El

oc ái- eften?It/ca

8

D,stanç,denK,/ometro$

,.

31

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CALCULO DE TELEMETROS MONOSTATICOS El telémetro suficiente para cumplir esta condi

NECESARIOS PARA SITUAR SOBRE EL BLANCO

ción será:

HORIZONTAL EQUIVALENTE EL 40 POR xoo

42

—1,562

rt = 1,562 =44,6.E IMPACTOS A DISTANCIAS MEDIAS 10_________

La condición para que el material pueda colocar

20X9.4712 =6,97 m.

el 40 por ioo de impactos sobre BH se ha visto era: B=

44,6 X 28 X 206000

y la condición para que el conjuntoRI>

Cañón Vickers 152,4/50.

telémetro-cañón coloque ese 40 por 100 es: i6o+i6

Bj = +  5 . cot (23° 04’) = ioo.

- BHi 2

f = =0,78,

2/+t I,56xZI,56x114=89.

— 2

de donde se deduce: quecumple la condición necesaria. El telémetro

será:

Z2

— B2H — 1,562 • 1002_1562

1,56 rt= V I,5%2 =29.

B = 20X12.9602 = 20,15 m.

Cañón Munaiz .Argüelles de ‘50/45. 29 X 28 )< 206000

El número de telémetros necesarios de 4,57 sería:

Sus blancos normales son cruceros ligeros con las

dimensiones medias siguientes: =  20)< Iz.96o2_ = 127,44.

4,57 X28 >( 206000

Eslora: i6o. Manga: i6. Altura borda: 5.

= 127,442 = 19,10.

El blanco horizontal equivalente con inclinación 292

media sobre la línea de tiro se deduce de la fórmula

BHi = manga+eslora + A . borda < cot Cañón Vickers 38 1/45.

2

Blanco normal, acorazado. Tiro pieza a pieza:

y para la distancia media de 9.471 metros se tiene: 200—--30 ± 9 cot (20° — 15’) = 139,4.

B11 =

i6o+i6

BH = 2 +5.cot (i6° 58’) = 104. 1,56xZ. = 1,56X126

_____ ________ = 196,5.

1 1

Como Z = 99 y la Batería hace fuego por des-

El material no puede colocar el 40 por loo de im

pactos sobre sus blancos normales y no habrá telé

carga, resulta: 1,56xZ Y como se cumple metro que pueda hacer cumplir esta condición.

_• =77.

1262

este material puede colocar el 40 Aplicando la fórmula r __ 13942—1,562

H2 > 1,56Z

1,562

por ioo de impactos sobre sus blancos normales, resulta, efectivamente, sin solución por ser una raíz

equivalentes a distancias medias. imaginaria.

32

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TROPASDt fr1ONTAÑA-INSTRIJWONDf LSQIIADOR S- SCALADOR

P1411/V14JtSOBIIL

111/LilAS

Comandante de Infantería FRANCISCO JAVIER F.TRAPIELLA, Profesor de la Escuela Militar de Montaña.

L A técnica y práctica. del soldado esquiador-

escalador no es nada fácil ni se domina en

poco tiempo, entrañando, por añadidura, un

peligro, que puede aumentarse por una defi

ciente educación o instrucción física o moral, y

‘por ello preciso es utilizar todos los procedimien

tos a nuestro alcance para lograr en el menor.

tiempo posible las cualidades antes indicadas.

Por otra parte, estos especialistas no pueden

estar constantemente practicando en plena mon

taña, ni ésta se encuentra siempre cubierta de

nieve, por lo cual es necesario someterlos a un

plan de instrucción, abarcando ejercicios y prác

ticas que puedan ser una preparación del esquí

y la escalada, así como una conservación de las

facultades adquiridas en dicha especialidad.

La técnica del esquí se caracteriza por un pre

dominio de las condiciones

de

equilibrio, coor

dinación, rapidez de reacción psicomotriz y de

cisión en aquellos ejercicios que presentan un

peligro más o menos considerable. De aquí que

el período de aprendizaje sea. lento, molesto y

extremadamente agotador del sistema nervióso.

El soldado, al iniciar sus prácticas, se agarro

ta,se cae infinitas veces y termina en pocos mi

nutos con toda su reserva de energías. Todo ello

v en contra de la economía dLelesfuerzo, por lo

que se debe llegar a la nieve con una prepara

ción física adecuada, en cuyo desarrollo hayan

tenido entrada cuantos ejercicios tengan rela

ción o semejanza con la práctica y dominio del

esquí. Durante varios años se ha estudiado este

asunto, pudiéndose comproba:r la excelente pre

paración que proporciona al esquiador la prác

tica del patinaje sobre ruedas, ya que se puede

realizar diariamente un conjunto de ejercicios,

o lección, cuyo mecanismo es muy semejante,

y. en algunos detalles idéntico, al que requiere

la técnica del esquiador. Los individuos que han

llegado a la especialidad del esquí después de

estas prácti.cas metódicas se han acomodado

perfectamente desde la primera sesión y han

avanzado en su adiestramiento en forma sor

prendente. Después la práctica del patinaje so

bre ruedas, y posteriormente el Hockey sobre

patines, sirven para conservar estas facultades

en los esquiadores, siendo, por otra parte, bene

ficiosos también para la especialidad de la esca

lada, cuya característica de equilibrio y domi

nio del vértigo es bien conocida.

LA

LECCION PRACTICA DIARIA

Debe estar constituída por una serie de ejer

cicios a pie firme, cuyo objeto es conseguir equi

librio y flexibilidad, y otros ejercicios marchando

con la finalidad de adquirir soltura de movimien

tos, coordinación y moral. Todo los ejercicios

de la sesión se acomodarán a la mecánica del

esquí, a fin de ir creando los reflejos en conso

nancia con la finalidad ülterior.

La lección no es preciso dure más de media

hora; comenzará por los ejercicios a pie firme y

terminará por los saltos, aumentando progresi

vamente en días sucesivos el peso a transportar

hasta llegar al completo de armamento y equipo

individual del soldado especialista esquiador-

escalador.

METODOS DE ENSEÑANZA

Como en toda rama educativa, es precio se

guir un método riguroso, a fin de avanzar rápi

damente enel aprendizaje, evitando además los

accidentes, especialmente caídas y golpes, que.

son dolorosos y restan entusiasmo al alumno.

Se comenzará por dar una explicación ligera,.

pero completa y clara, del ejercicio a realizar,

33

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mientras lo ejecuta lentamente un auxi

liar del Oficial profesor; seguidamente,

uno por uno, lo intentarán repetir los

alumnos.

Primera operación será la de colocarse

los patines, que se realizará sentado,

mientras no se tenga soltura, colocán

dose seguidamente en pie, aplo.mado por

igual sobre las ocho ruedas. A continua

ción, y sin esperar a que el alumno se des

plome entre las más grotescas contorsio

nes para recuperar su perdido equilibrio,

será cogido por el Profesor o por uno de

sus auxiliares, indicándole con paciencia

la forma de andar, sin que todavía pre

tenda deslizarse.

Los pasos serán muy cortos, levan

tando y apoyando nuevamente sobre el

suelo las cuatro ruedas simultáneamente,

coñ los pies sensiblemente paralelos.

Realizado esto, continuará en la misma

foima; pero sin cogerlo más que con una mano

y separándose de él lateralmente, recomendán

dole entonces que flexione mucho todo el cuerpo,

iñclinándose adelante, manteniendo las rodillas

dobladas, sin agarrotarlas, y levantando con sua

vidad el patín para apoyarlo seguidamente, pró

ximo y paralelo al otro, sin gblpear con él en el

suelo. Conseguido esto, se abandonará la

mano con que se le ayudaba y realizará

él mismo ejercicio de andar, sin apoyo

alguno, dejando caer losbrazos adelante

y abajo, de manera que se hallen las ma

nos cerca del suelo, inculcándole que, de

esta forma, evitará las caídas hacia atrás.

En todo momento se prohibirá ara siem

pre acercarse a la barandilla o agarrar-

se a cualquier ayuda exterior, pues con

ello se pierde un tiempo precioso en la

educación del sentido de equilibrio. Lo

grado que el alumno

ande,

notará, sin

querer hacerlo, que los patines le rue

dan, movimiento al cual tratará auto

máticamente de oponerse con reacciones

bruscas; entonces el Profesor le cogerá

de nuevo con ambas manos cruzadas

con las suyas, le indicará que deje ro-

dar los patines, colocando para ello los

pies algo divergentes hacia el frente y

apoyando el patín en el suelo, después de le

vantarlo, en forma deslizante hacia adelante,

con lo que favorece el rodamiento.

Observará entonces que logra ya avanzar

patinando, y para perfeccionarse ejecutará lo

siguiente:

1.0

El patín se elevará

simultáneamente todo

Fis.

i.a_Ejercicio de e evación alternativa de rodillas. Se puederealizar a pie firme o marchando; en este caso, de frente o de

espaldas.

FIG. 2.a_Ejercicio de balanza alternativa. Se puede hacer a pie ¡ir

me o en marcha al frente y atrás. Se realizará siempre igual número

de veces sobre cada pierna.

34

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FIG.

3.a_Pa.so de patinador. Obsérvese la exacta mecánica del

mismo ejercicio realizado sobre esquis.

él (la costumbre de andar hace que se levanten

primero las ruedas posteriores, con lo que las

anteriores resbalan hacia atrás y sobreviene el

desequilibrio).

2.0 Se apoyará de nuevo suavemente,

sii

golpear, con todas las ruedas a un tiempo, res

balándose hacia adelante y cargando todo el

FIa. 4•a Ejercicio de flexión y extensión. Se realizará agachdn

dose y estirándose hasta los limites posibles, primero a pie firme

y despuésLinarchando a gran velocidad.

.

peso del cuerpo sobre él, a fin de poder

levantar simultáneamente el otro patín

(el temor a caer hace que el alumno no

cargue completamente el peso del cuer

po sobre el patín que avanza, perma

neciendo por ello con los dos apoyados

en el suelo).

3.°

El cuerpo todo se desplazará

enérgicamente de uno a otro patín, en

un balanceo suave, con lo cual se va

adquiriendo progresivamente más velo

cidad.

40 Los patines se mantendrán siem

pre impulsados en direcciones diver

gentes, excepto cuando ambos estén

apoyados y rueden simultáneamente,

caso en que se colocarán paralelos.

Siguiendo este método, casi todos los

alumnos aprendices salei rodaido sobre

los patines en poco más o menos de.

medja hora, con gran asombro suyo, y

además, en la mayoría de los casos, sin haberse

caído, con gran sorpresa de los que siempre acu

den a reírse del mal ajeno.

Lograda la ejecución del rodamiento, se pue

den iniciar metódicamente los ejercicios que

describimos seguidamente:

Elevación alternativa de rodillas (figura i.).—

Se hará a pie firme y marchando ayu

dado primero por el Profesor, que suje

tará al aluiiino con las dos manos, eje

cutándolo déspués éste por sí solo.

Balanza alternativa (figura 2.).— Se

realizará. como en el ejercicio anterior

y siempre el mismo número de veces

sobre cada pierna para mantener una

perfecta simetría de movimientos y de

aptitud en todos los músculos y articu

laciónes.-;.

Separación lateral de la pierna.—Ejer

cicio semejañte a los anteriores en eje

cución y enseñanza.

Paso de patinador (fig. 3.a).

Es el

ejercicio primero que se ha descrito y

aprendido, si bien ahora se aumentarán

todas las acciones de impulso en la si

guiente forma:

El pie que se apoya lo hace con fener

gía, pero sin golpear el suelo, rodando

35

::.. -

.-,

.. -.;

‘1 1

1.

- . .. . . .. ,... .

¿

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sobre el esquí es perfecta; son dos ejercicios idén

ticos en su mecánica.

Progresivamente este ejercicio se impulsará

hasta convertirlo en carrera, y más adelante en

una sucesión de saltos sobre uno y otro patín,

manteniendo uno de ellos en el aire durante tres

o cuatro segundos.

Flexión y extensión total (fig. 4.a)._Se reali

zará primero a pie firme y posteriormente mar

chando a distintas velocidades. Este ejercicio se

realizará manteniendo los pies juntos y parale

los, flexionando todas las articulaciones hasta

tocar con el pecho enlas rodillas.

Se terminará obligandó a pasar por debajo de

puertas lo más reducidas posible, en número de

dos o tres seguidas, extendiéndose completa

mente entre cada dos consecutivas, para elimi

nar toda rigidez.

Cuñas sucesivas.—Constituye otro de los ejer

cicios casi idénticos a la técnica del esquiador,

y tanto la forma de ejecutarlo como la coloca

ción de las distintas partes del cuerpo se apre

cian en l a figura

5a

Los patines, en general, van provistos de unos

tacos de goma de.bajo de cada eje deruedas, por

lo que basta doblar el pie hacia adentro o afuera

para que el paralelismo de dichos ejes se pierda,

girando el patín hacia adentro si se clava el bor-.

de interno de la suela o hacia afuera en caso con

trario.

Tenemos aquí, enprincipio, el origen de todos

los virajes, exactamente igual que pasa con el

esquí en su técnica mecánica.

Dominado el ejercicio, se llegará a parar en

cuña, manteniendo los patines separados con

vergentes e impidiéndoles rodar por medio de

una presión lateral hacia afuera, con lo cual res

balarán de costado, frenando hasta lograr la pa

rada sin perder la posición de cuña.

Marcha atrás.—Ej ercicio sencillísimo de apren

der, pues su mecánica es idéntica a la marcha de

frente. Se aprenderá este ejercicio desde las pri

meras sesiones.

Para iniciarlo se colocará el alumno parado y

aplomado sobre los dos patines; éstos se situarán

en forma divergente hacia atrás y se marchará

inclinado el clÁerbo en esta dirección, oscilán

dolo sobre el patín que se va a colocar en el

suelo.

r -

FIG.

5.a_EIe.rcicio de cuñas sucesivas. Se jealizcerán siempre

marchando, abriendo y cerrando las piernas sin levantar los

patOnes. Obsérvese la absoluta identidad de la misma técnica

en el esquiador.

inténsamente. Simultáneamente el otro patín

embuja lateralmente con gran energía, separán

dose seguidamente del suelo y permaneciendo

en el aire más o menos tiempo. El cuerpo se des-

plaza e impulsa con fuerza hacia. el patín que

va a sentarse en el suelo.

La semejanza con el mismo ejercicio hecho

FIG. 6.a__Maecha sobre la punta y Ialón. Se cambiarán

frecuentemente la situación relativa de ambos pies.

 .. .

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El pie que permanece apoyado emi5njará con

fuerza hacia el lado contrario para hacer .rodar

intensamente el patín opuesto. Los pases serán

pequeños, pues en esta dirección las articulacio

nes no permiten una separación grande de las

piernas. Posteriormente no será necesario ni si

quiera levantar los pies del suelo, bastando un

movimiento semejante al de la cuña, oscilando.

y cruzando los pies y patines en forma de ondas.

Marcha cruzando

los

pies—Ejercicio de coor

dinación más difícil, pero sencillo de aprender.

El pie que se encuentra én el a ire cruza

por delante del otro y apoya en tierra, al mis

mo tiempo que se levanta el patín contrario, que,

a su vez, cruza al anterior y apoya en la misma

forma. Se puede realizar también varias veces

seguidas con el mismo pie, forma ésta de ejecu

tar cambios muy cerrados

de

dirección,.

Marcha sobre punta y talón (figura 6.a)._

Ejercicio de trabajo muscular intenso. Se puede

seguir una dirección recta, manteniendo los pa

tines paralelos, o describir una curva si los ejes

de las ruedas se colocan en posición divergente.

Marcha de puntillas.—Ejercicio semejante al

anterior; también de fuerte trabajo muscilar.

Se puede realizar en forma semejante sobre los

talones. Tanto en uno como en otro, los pati

nes se mantendrán paralelos y ligeramente sepa

rados de adelante atrás para dar estabilidad en

este sentido.

Todos los elerciciós enumerados se pueden eje

cutar marchando de frente o de espaldas, así

como cambiar de dirección durante la marcha.

Ejercicio de f1edbi1idad.-—Se pueden impro

visar muchos de ellos, cuyo objeto es perfec

cionar la coordinación, soltura de movimiento

y rapidez de reacción, que después serán ne

cesarios para la práctica

de

esquí sobre el te

rreno, con todos los accidentes imprevistos que

en éste pueda presentar. Para ello se practicarán,

a la máxima velocidad, car:reras por entre obs

táculos constituídos por banderas o pivotes, que

jueden recogerse o colocarse, pasar entre ellos,

etcétera (hg. 7.a).

Saltos.—Son los ejercicios más peligrosos y,

por tanto, no se abordarán, en absolT%o,hasta no

dominar suficientemente el patín. La semejanza

con la técnica y práctica de.[ esquí es completa,

y por ello suponen una preparación perfecta,

y -. —.

i•.,<

,

-.*-

- .--.- —-.

•k_

e

Fm.

7.’—EjercicioS de aplicación. A gran velocidad iv po

niendo de pie unos pivotes caídos.

proporcionando además una completísima coor

dinación, decisión y elasticidad (fig. 8.a).

Con todos los ejercicios que se incluyen, y que

no son todos los que l patín, como deporte, per

mite, sino aquellos de más aplicación a la espe

cialidad del soldado esquiador-escalador, se pre

pararán programas o tablas para la sesión diaria

FIG. 8.a —Salto de trarnolin con patines. Obsvvesc la analo

gía con el sallo de tefteno con esquís.

tr

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difícil técnica del esquí, acelerando con ello su

período de acomodación al equilibrio y rápidas

reacciones que éste exige.

Es indudable que esta práctica debe iniciarse

sin titubeos por las Unidades de montaña, pues

.1

.•

.

el completo del soldado, incluso realizando algu

nos ejercicios por patrullas encordadas.

Esta preparación deportiva culminará con la

práctica en competiciones de Hockey sobre rue

das, con lo que el soldado habrá adquirido una

magnífica /orma para asimilar rápidamente la

su entretenimiento de campos y material no es

excesivamente caro y constituye un deporte tí

pico de los especialistas de esquí y escalada que

puede practicárse en cualquier estación del año,

desarrollando además unas magníficas faculta

des físicas y morales.

de ejercicios, que pueden durar unos treinta mi

nutos.

Volvemos a insistir respecto a la progresión

de la enseñanza en cuanto a equipo y armamen

to, que irá aumentando en sucesivos días hasta

1 —

Fm.

9.a.Pa.so de baiazcíii a gran velocidad. Al llegar a la cumbre, el ba

lacl.n oscila y cae. Obsérvese la analogía de posición con el esquidor que

pasa una elevación del terreno.

38

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ti

4AON

Dt OS

TtIfrIIINAIL-/IRGIIÉIILS

Y 14 PO1I/OR,4111±NITBO t1 IlOStI

Coronci CANTERO, Director del Polígono de Experiencias Costilla.

1. GENERALIDADES -

Cuando los insignes Capitanes de Artillería D. Joa

quín Argüellesy D. Roberto Munaiz proyectaron el

cañón de 15 cm. de costa que lleva su nombre, lo dota

ron con un proyectil de 50 Kg. de peso y le fijaron una

carga de proyecciónde 12,5 Kg. de pólvoratubular V,

filiación 39, perteneciente a la serie de pólvoras tubu

lares de nitrocelulosa,ideadas por el sabio e ilustre ar

tillero General D. Ricardo Aranaz para nuestros ca

ñones reglamentarios.

Los datos balisticosde la pieza resultaban los si

guientes:

Carga de proyección

=

12,500 Kg. pólvora y, filiación 39.

Peso del proyectil

=

50 Kg.

Velocidad inicial = 747 mfs.

Presión manométrica medida con cruxhers=2.65o

Kg.X

cm’

Alcance por el ángulo de 25° máximo del montaje= 13.700 m.

Es interesante, cuando nos referimos a presionessu

fridas por las piezas de artilleria, el especificarsi se

trata dela manométricao de la verdadera, pues la pre

sión verdadera se obtiene multiplicando la manoinés

trica por 1,12, y así, en el caso del cañón Muniz Ar

güelles, la presión verdadera que se produce en la re

cámara es 2.650 X 1,12= 2.968 Kg. x cm2.

La razón es clara; las tablas que se empleanpara de

ducir del acortamiento que experimenta el cilindro

cruxhers la presión que se ha producido en el tubo,

originada por los gases, están calculadas sobre la base

de someter dichos cilindros a presiones estáticas en

prensas apropiadas durante un espacio de tiempo de

terminado; pero como la presión del disparo es una

presión dinámica y además prácticamente instantá

nea, para el mismo acortamiento del cruxhers la pre

sión es mayor en el disparo, habiéndosededucido que

el coeficiente1,12 la reproduce con suficiente aproxi

mación.

La aplicación del concepto expresadopodemos ver

la muy fácilmente. Si consideramosla curva de resis

tencia del O. Ac. 24 cm. Ordóñez,veremosque se mar-

ca allí una presión de trabajo de 2.700 Kg. x cm2,lo

cual quiere decir que.no debe someterse normalmente

el tubo a una presión mayor, y, por lo tanto, si al pro

bar la pólvora ‘1bis F. 35 a, reglamentaria en dicha

pieza, nos da para la velocidad de 290 m/s correspon

diente a la tercera carga de dicho obús, una presión

manométrica superior a 2.700 = 2.410 Kg. x cm2,

dicho lote de pólvora no sirve’para aquella carga, pues

indicaría que sometemos el tubo a una presión real,

superior a 2.700 x cm2,que es la máxima admisible.

La pólvora tubular V, filiación 39, a que nos esta

mos refiriendo, pertenece, comoes bien sabido, al tipo

de las de nitrocelulosa pura con disolvente volátil,

constituido por la mezcla éter-alcohol, y sus caracte

rísticas dimensionales aproximadas son:

Longitud del macarrón947 mm.

Diámetro mayor10,5 —

— menor4,5 —

Espesor3 —

Como todas las pólvoras a base de disolvente volá

til, tiene el inconveniente de que, a medida que trans

curre tiempo desde su fabricación, va perdiendo disol

vente por evaporación y aumentando su coeficiente de

vivacidad, por lo cual se hace más viva y resulta que

para la carga determinada como normal de servicio

en el momebto de sus pruebas de recepción puede dar

presiones muy grandes si la pérdida de disolvente lo

es, y hasta llegar a producirse accidentes irreparables,

como ocurrió en el año 1915, por este motivo, con ca

ñones Munaiz Argüelles de ‘15 y pólvora tubularV,

filiación 39.

Se comprende perfectamente que el fenómeno de la

influencia de la pérdida de disolvente sea más acusado

en las pólvoras gruesas que en las delgadas, por la ra

zón de que estas últimas salen de fábrica habiendo

perdido, por la desecación a que se las somete, todo el

que pueden perder, y resulta en ellas un fenómeno in

verso, o sea que adquieren humedad y se hacen más

39

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flojas, lo que se comprueba constantemente con la

pólvora tubular ‘1bis filiación 35 a, cuyo espesor es

de 0,6 mm.; pues cuando llevan algún tiempo fabri

cadas, es preciso emplear cargas más elevadas que las

de recepción para tener las características balísticas

que entonces se determinaron. En cambio, con la pól

vora tubular V, filiación 39, que es la más gruesa de

la señe, ocurre todo lo contrario, pues cuando lleva

mucho tiempo de fabricación y su almacenamiento

ha sido mediano, puede dar presiones elevadas;y así,

en el Polígono hemos comprobado una pólvora tubu

lar V que en las pruebas de recepcióndió:

Carga de proyección = 12,500 Kg.

Velocidad inicial

=

746 m/s.

Presión manométrica

=

2.690 Kg.

x

cm2.

Al cabo de doce años, en unas experiencias se

obtuvo:

Carga de proyección = u ‘Kg.

Velocfdad inicial

=

735 m/s.

Presión manométrica

=

2.480 Kg. >< cm2.

Y no cabe duda que si con pólvora de este lote se tira

con la carga de ‘12,500Kg. reglameentaria,se tendrá

una presión manométrica superior a 3.500 Kg. x cm2.

En sus condicionesnormales, o sea recién salida de

fábrica la pólvora tubular V, filiación39,respondea los

datos del cuadro 1 en el cañón Munaiz Argüellesde

15 cm., único en que se emplea.

En estas condiciones;su coeficientede vivacidad co

rresponde al valor A = 0,0559, siendo:

a coeficiente dependiente de la forma

del grano; representa la vivacidad geo

métrica.

donde i, mitad del espesor del grano; represen

senta la vivacidad dimensional.

w, velocidad específica de combustión;

representa la vivacidad física.

Si suponemosahora que por pérdida de disolvente

y de humedad la vivacidadse convierteen A==o,o3635,

por ejemplo, la presión que se produce toma el valor

de 3.345 Kg. x cm2, y si llegase al valor A

=

0,075,

la presión sería de

4.514

Kg. ><cm2 para la carga nor

mal de ‘12,500 Kg. de pólvora, con lo que se prodúci

rían seguraménteaverías de consideración,sobre todo

en el montaje, pues éste no ha sido calculado para resistir las impulsionescorrespondientesa las cantidades

de movimiento que se desarrollan,dadas las altas ve

locidades inicialesa que dan lugar las elevadas presio

nes anteriores; y a esto seguramente fueron debidos

los accidentes a que antes nos hemos referido, pues se

comprende perfectamente que si se emplea una pól

vora tubular, V filiación39, que sea muy vieja.y haya

perdido mucho disolvente y tiramos con la carga nor

mal de 12,500Kg., se producirá una presión muy gran

de, que puede llegar hasta reventar el tubo, toda vez

que se sustituye disolvente por máteria nitrogenada.

2. PRECAUCIONESADOPTADAS

En la época en que se produjeron los accidentesin

dicados todavía no se habían estudiado con detalles

los fenómenos de sobrepresiónproducidos por la pér

dida de disolvente de la pólvora, y la antigua Comi

sión de Experiencias de Artillería, de tan grato re

cuerdo para los viejos artilleros, ante el temor de que

los accidentesfueran debidos a deficienciasdel mate

rial, dispusose emplease una carga de proyecciónque

diese la presión de 2.000Kg.

><

cm2,carga que debería

emplearse en tiempo de paz, reservando la carga nor

mal de ‘12,500Kg. para, los casosde guerra. Calculada

dicha carga para una pólvora tubular V,normal, o sea

recién salida de la fábrica, resultaba ser de 11,000Kg.;

pero sucedió que al efectuar las experiencias necesa

rias para establecer la tabla de tiro correspondiente,

empleando una pólvora procedente de los pólvorines

de un Regimiento,se obtuvieron los siguientesdatos:

Carga

=

12,000 Kg.

Velocidad

=

702 m/s.

Presión manométrica

=

2.350 Kg. ><cm2.

Poco después, en la realización de un curso de tiro

en Palma de Mallorca,al emplear la anterior tabla de

tiro, se observó que, tirando a distancias de 6.000 me

tros, se obtenían aumentos de alcancesdel-14por 100,

y al año siguiente,en El Ferrol del Caudillo,se volvie

ron a tener, tirando a iguales distancias, aumentos

del 13 por ‘100con respecto a la nueva tabla de tiro

calculada.

Entonces, la Superioridad dispuso se efectuase una

comprobación en Poligono de dicha nueva tabla de

tiro, y al realizar las primeras experiencias con una

pólvora antigua, resultó que con una carga de 10,500

kilogramos se obtuvo la presión de 3.100 Kg.

x

cm2.

Este resultado produjo la consiguientealarma, pues

demostraba plenamente que aquella pólvora, con la

carga reglamentaria de 12,500 Kg.,habría de produ

cir una presión que rompería seguramente la pieza,

demostrándose también que no eran las deficiencias

del material las causas de los accidentes, como en un

principio se supuso.

En vista de este resultado se efectuaron experien

cias con pólvorastubulares V, filiación39, procedentes

de las diferentes piezas donde estaban almacenadas y

pertenecientes a lotes diversos de fabricación, y se

comprobó plenamente, efectuando el análisis de todasellas y después experiencias de Polígono, que había

una relación directa entre la pérdida de disolvente y

humedad y la elevación de presión que se producía

en el disparo para la misma carga.

De esto se dedujo que no podía fijarse un peso de

terminado para la carga reducida, como se había he

cho al señalar ‘11,000Kg. para la misma, sino que,

por el contrario, la carga para obtener 2.000 Kg. ><cm2

de presión tenía que ser variable según el estado de la

pólyora y, por tanto, había que determinarla previa

mente en cada caso.

A

=aw

II

40

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Se presentaba, en consecuencia,un problema que

los Regimientoshabrían de resolver cada vez que hu

biesen de efectuar Escuelas prácticas, y para conse

guirlo de un modo sencillo, comoconsecuenciade las

experiencias realizadas y de los análisis de pólvoras

efectuados, se dedujeron las características balísticas

correspondientes, y aplicando las teorías de balística

interior, se llegóa trazar el gráfico número 1, que rela

cionaba las cargas de proyección con las presionesy

con las vivacidades de las pólvoras hasta un máximo

de 11,000 Kg. de carga y un valor de

A

= 0,0’75, que

suponía una pérdida muy elevada de disolvente, aun

que hay que admitir que partimos del supuesto de em

plear pólvoras que estén dentro de un límite de vida

prudencial; pues creer queuna pólvora con disolvente

se puede conservarindefinidamenteporque en las prue

bas balísticas dé, que está de servicio,no es admisible,

como la experienciaestá demostrandoconstantemente.

El manejo del gráfico es el siguiente: Supongamos

que con una pólvora tubular V, filiación39,de la que

dispone una Batería de cañones de 15 cm. Munaiz

Argüelles, queremosdeterminar

la

carga de proyección

reducida que proporcionela presión de 2.000Kg. x cm2

empleando el proyectil de 50 Kg. de peso.

Se escoge una carga pequeña y tanto más cuanto

más vieja sea la pólvora; por ejemplo, 10 Kg. Se efec

túan con dicha carga y con el proyectil de 50 Kg. tres

disparos, en los cuales se colocarán manómetros crux

hers, y se miden las presiones manométricas, que su

pongamos han resultado:

Primer disparo. . Pm i.8xo Kg.>< cm’ P2, (media) = 1.820

Segundo disparo. P=r.82o >< Kg.Xcm’.

Tercer disparo...

P,=I.83o ——

La presión media manométricaresulta Pm = (820

kilogramos x cm’.

Se entra en el gráfico con la abscisa

lo

Kg. y con la

ordenada (820 Kg, y se busca el punto del gráfico que

tienen dichas coordenadas,viendo qué curva de viva

cidad pasa por dicho punto, que en este caso es la

curva cuyo coeficiente es

A

= 0,0’6; se sigue dicha

curva hasta que encuentre a la horizontal de los

2.000 Kg. de p.resióny la abscisa de dicho punto de

encuentro da la carga reducida correspondiente, que

será co= 10,460 Kg. de pólvora del lote disponible.

Ahora bien; comprobado que los accidentes ocurri

dos no eran debidos a deficienciasdel material, puesto

que éste a lo largo de su vida, ha demostrado poseer

magnfficas características de resistencia, no habíara

zón para conservar la prescripción establecida de em

plear en tiempo de guerra la carga de 12,500 Kg., que

puede ser peligroso,toda vez que del mismo modo que

determinamos la que da 2.000 Kg. ><cm’ de presión,

podemos calcular la carga que con cualquier pólvora

filiación 39 de servicio,dé la presión de 2.650 Kg.x cm2

normal en el cañón MunaizArgüellesde 15 cm. Para

conseguirlo hubo necesidad de ampliar el gráfico has

ta la carga de 12,500 Kg., determinando por el mismo

procedimiento la prolongación de las curvas que se

consideran suficientes para resolver el problema pro

puesto, que se realiza del mismo modo, pues en el

ejemplo expuesto, si queremos determinar la carga

que nos dé la presión de 2.650 Kg. ><cm’, seguiremos

la curva de vivacidad, cuyo coeficiente es A = 0,0’6,

hasta que encuentre la horizontal de ios 2.650 Kg. de

presión, y en la abscisa de dichopunto encontraremos

la carga normal de servicio con dicho lote de pólvora,

que sería co 11,890 Kg.

Curvasde velocidades imctales correspondientes a las presiones de

2.650

y 2.000 Kgms. >< cm’ de presión manométrica,

en el C. 15 cm. MunaizArgüelIes, empleando pólvora tubular V,filiación 3, de diferente vivacidad.

Curva g) .—Velocidades con carga de guerra.

Curva e) .—Velocidades con carga de ejercicio.

.1

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.

ERRORES QUE SE COMETEN

Las tablas de tiro delC. MunaizArgüellesde ‘15cm.,

con proyectil de 50 Kg. de peso, para las presionesde

2.000 y 2.650 Kg. x cm2, están calculadas sobre la

base de las velocidadesinicialesde 655y 747 m/s, res

pectivamente; estas velocidadescon las presionesin

dicadas sólo se obtienen cuando la pólvora tubular V

filiación 39 que se emplea es normal, o sea que está recién fabricada y no ha perdido disolvente; pues cuan-

no no es así y la pólvora ha perdido disolvente, hacién

dose más viva, demuestra la teoría y confirmala prác

tica que las velocidadesque se obtienen para aquellas

presiones son menores que las tabulares, y tanto me

nores cuando más viva es la pólvora, es decir, cuanto

más pequeña resulta la carga necesaria determinada

por el gráfico número ‘1;y así resulta en el ejemploque

hemos puesto antes que para la carga reducida de

40,460 Kg., la velocidad inicial sería de 652 mIs, en

vez de 655, y para la carga normal de ‘11,890Kg., de

739 m/s, en vez de 747.

Resulta, por tanto, que aceptando las cargas deter

minadas por el gráfico número 1 para las presionesde

2.000 ó 2.650 Kg. x cm2,según se trate de carga de

ejercicio o de,guerra, se cometeun error en el tiro co

rrespondiente al de la velocidad inicial. Hasta ahora,

el procedimientoque se sigue, para tomarlo en cuenta,

consiste en lo siguiente:

Carga reducida o de ejercicio.—Seencomienda a la

corrección del tiro la enmienda del error que en el al

cance se comete, comoconsecuenciade la disminución

de velocidad inicial, o sea de la diferencia que exista

entre los 655 m/s, velocidad inicialde la tabla de tiro,

y la que produzca la carga de proyeccióndeducida del

gráfico número

4

para los 2.000 Kg. x cm2 de pre

sión, con la pólvoraque se utilice y por el procedimien

to antes indicado.

Carga normalo de guerra.—Seempiezael tiro intro

luciendo uña corrección de ± 2 factores de correc

ción por el estado de la pólvora. La razón de este pro

ceder es la siguiente: Si analizamoslas variaciones de

velocidad que por pérdida de disolvente se pueden

producir en pólvoras que aún sean de servicio ordi

nario para la presión de 2.650 Kg. x cm2, se en

cuentra, por los cálculos de balística interior, que

aquéllas pueden ser hasta de 45 metros y llegar a

45 metros en casos verdaderamente extraordinarios.Considerando que la variación de velocidad’esté com

prendida entre 7 y 15’metros, si calculamosla varia

ción en alcance que por estas dos variaciones se pro

ducen, para el de 7.000metros medio de la tabla de

tiro se tiene:

puesto que la zona del 50 por 100 a dicha distancia es

= 71 metros.

Por lo tanto, en el primer caso empezaríamos el

tiro con un error en más de 0,7, factor de corrección,

y en el segundo,de 0,7 en menos;y cuando el error en

velocidad sea de 41 metros, la correcciónserá prácti

camente exacta.

4. RESOLUCIONCOMPLETADEL PROBLEMA

Con el fin de evitar estos erroresy empezar siempre

el tiro con la correcciónverdadera de velocidadcorres

pondiente al estado de la pólvora, hemos calculado las

curvas de velocidadesiniciales correspondientesa las

presiones de 2.000 y 2.650 Kg. x cm2,para las dife

rentes cargas de proyección con pólvoras filiación 39

de diversas vivacidades, las que se especificanen el

gráfico número 2, con el cual y el nümero 4 se puede

resolver el problema en cualquier caso de una manera

prácticamente exacta.

APLICACION

Con una pólvora filiación39 que ha perdido disol

vente queremos determinar la carga de guerra en el

C. 45 cm. Munaiz Argüellescon proyectil de 50 Kg.

Con carga de proyección,por ejemplo, de 11 Kg. de

dicha pólvora efectuamostres disparos con dichopro

yectil y medimos las presiones con los manómetros

cruxhers, obteniendo los siguientes valores:

Primer disparo.. Prn=2.45o Kg.X

C2)

,p (medio)=z 6o

Segundo disparo. Pm—2460

X

— K

x

cm2

Tercer disparo...

Pm2.47o —

X

g.

Entramos en el gráfico número 4 con abscisa igual

aH Kg. y ordenada 2.460 Kg., encontrando la curva

de vivacidad que pasa por dicho punto, que resulta la

correspondiente al coeficiente

A

= 0,0’62; seguimos

dicha curva hasta su encuentro con la horizontal, que

corresponde a 2.650 Kg., y hallando la abscisa del

punto de encuentro, que es 11,620 Kg., ésa será la

carga de dicha pólvora que dará la presión de 2.650

kilogramos X cm2.

Para conocer la velocidad inicial que toma el pro

yectil con dicha carga empleamosel gráfico número 2,

donde, encontrando la ordenada que correspondea la

abscisa de 11,620 Kg. en la curva ‘(g), tenemos la ve

locidad de 735 m/s, que será la que lleva el proyectil

y que tomaremos en cuenta, por lo que el error come

tido será 747

735 =

12 metros, valor de la co

rrección por velocidad inicial debida al estado de la

pólvora, que introduciremosen el corrector correspon

diente.

Si quisiéramosla carga de servicio, deducida de los

tres disparosanteriores, seguiríamosla curvaA=0,o62

hasta su encuentro con la horizontal de los 2.000 Kg.

de presión, y en la abscisa de dicho punto, que es

V=— 7m.

V

=

—15

X

=

93 m.

=

2,3 factor de corrección.

X

=

198 m.

=

2,7 idem íd.

42

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40,200 Kg., tendríamos la carga qu.econ dicha pólvora

produce 2.000 Kg. x cm2de presión.

Para tener la velocidad inicial correspondiente en

traremos en el gráfico número 2, y buscando la orde

nada que corresponde a la abscisa 40,200 en la cur

va (e), tenemos la velocidad de 650 mIs, que será la

inicial del proyectil, y el error cometido es 655-650

=

— 5 metros, correcciónpor velocidadque se intro

duciría en el corrector que se emplee.

Si directamente quisiéramosdeterminar la carga de

ejercicio, que es el caso corriente que se presénta en

las Escuelas prácticas, supongamos que con la carga

de ‘loKg. de la pólvora de que se trate efectuamostres

disparos, y obtenemos:

Primer disparo.. Pm=I.85o Kg.Xcm’ Pm (medio)=i.86o

Segundo disparo.

Pre=x.900

X

Kg.xcm’.

Tercer disparo... Pm=I.83o — X

En el gráfico número 1, con abscisa igual a 10’Kg.y

ordenada 1.860 Kg., hallamos la curva de vivacidad

correspondiente al punto que tiene esas dos coordena

das, que es la

A

= o,o’64; seguimosla curva hasta su

encuentro con la horizontal de los 2.000 Kg. de pre

sión, y en la abscisa de este punto, que es 10,320Kg.,.

tenemos la carga de proyección que dará dicha pre

sión.

Para obtener la velocidad inicial empleamosel gráfico número 2; hallamos el pilhto de encuentro de la

ordenada correspondiente a la abscisa 10,320 Kg. en

la curva (e) y obtenemos la velocidad que resulta de

651 m/s, siendo,por tanto, el error 655-651

=

— 4 me

tros, que se introduce en el corrector utilizado.

La escala del gráfico de velocidades es la siguiente:

Cargas de proyección: x mm. equivale a io gramos.

Velocidades: x mm. equivale a 1 m/s de velocida,cl.

C. Ac. Tr. 15 cm. L/45.

Ábaco de curvas de vivacidad.

Pólvora tubular núm. V, filiación 39.

- -‘----‘-‘

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NORMAS SOBRE COLABORACIÓN

EJERCITO se forma con los trabajos de colaboración espontánea de los

Oficiales.

Puede enviar sus trabajos toda la Oficialidad, sea cualquiera su empleo,

escala y situación.

EJERCITO publica también trabajos de escritores civiles cuando el tema

y su desarrollo interesa que sea difundido entre el Ejército.

Invariablemente se remunera todo trabajo publicado con una cantidad no

menor de 400 pesetas, que puede elevarse a 750, cuando su mérito io justifique.

Se exceptúan de la norma anterior los trabajos que se utilizan fragmenta

riamente o se incluyan en la Sección de “Información, Ideas y Reflexiones”,

cuya remuneración es de 200. También pueden enviársenos para esta última

Sección traducciones, que serán remuneradas en proporción de su importancia.

Admitimos fotos, composiciones y dibujos en negro o en color, que no ven

gan acompañando trabájos literarios y que sean de carácter adecuado a la

Revista. Pagamos su publicación según convenio con el autor.

Es muy conveniente enviar con los artículos fotos a propósito y dibujos

explicativos, ejecutados con la mayor limpieza y claridad; mas ello no es in

dispensable.

Los trabajos deben enviarse certificados; acusamos recibo siempre.

Solicitamos colaboración de la Oficialidad para Guión, revista ilustrada

de los Mandos subalternos del Ejército. Su tirada, 25.000 ejemplares, hace de

esta Revista una tribuna resonante donde el Oficial puede darse la inmensa

satisfacción de ampliar su labor diaria de instrucción y educación de los Sub

oficiales. Pagamos los trabajos destinados a Guión con 200 a 500 pesetas.

Admitimos igualmente trabajos de la Oficialidad para la publicación titulada

Revista de la Oficialidad de Complemento, en iguales condiciones que para Guión,

siendo la remuneración mínima la de 250 pesetas, y la máxima hasta 600.

PREMIOS A NUESTRA COLABORACIÓN

Su Excelencia el Ministro del Ejército ha dispuesto la concesión de premios durante el año corriente

de 1947, para estimular y recompensar los t rabajos de los colaboradores de EJERCITO.

Tendrán derecho a los premios que se establecen en este Concurso todos los trabajos publicados desde

enero último y los que hayan sido remitidos o se remitan hasta el 31 de diciembre actual y se admitan para

publicación, aunque ésta tenga lugar en algún número del año 1948.

Los señores colaboradores que lo deseen podrán enviar sus trabajos sin firmar ni expresar su nombre,

acompañando éste bajo sobre cerrado. El sobre se abrirá cuando, estudiado el trabajo, haya sido admitido

para publicación, para hacer ésta con el nombre del autor. Los que no deseen utilizar este procedimiento

pueden hacer lo acostumbrado, sin que por eso queden excluidos del Concurso.

Todos los trabajos serán enviados al Director de la Revista, quien elevará a S. E. el General Jçfe de

E. M. C. la opórtuna propuesta de premios.

La cuantía de los premios y su número será para cada grupo de materias:

1.—Cuestiones generales de Táctica y Técnica Militar. IV.—Servicios. Tres premios de 2.500, 2.000 y 1.500

Dos premios de 2.500 y 1.000 pesetas, respectiva- pesetas, respectivamente.

mente. V.—Historia.Un premio de 2.500 pesetas.

11.—Táctica particular de las armas. Cuatro premios de VI.—Estudios de Psicología y Moral. Dos premios de

2.500, 2.000,1.500 y 1.000 pta5., respectivamente. 2.500y 1.000 pesetas, respectivamente.

1fl.—Ármas y Tiro. Dos premios de 2.500 y 1.000 pe- Vll.—Educación e Instrucción. Dos premios de 2.500

setas, respectivamente, y1.000 pesetas. respectivamente.

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andante de Artillería, del Servicio de E.

ENTE MARTINEZ LORENZO, del E. M. C.

lacaída del Imperio romano, la Galicia nueva cons

tituyó, casi cerca de dos siglos, una poderosa na

ionalidad, logrando crear un reino antes que ninguna

tra de las que habían sido provincias de Roma.

ntonces brillaron sus reyes, a cuyo esfuerzo y a cuya

e debió nuestra Patria ser el más antiguo reino cris

Los caudillos galaicos, precursores en sus hazañas

e los que, pasado el tiempo, habrían de llamarse

elayo o Rodrigo de Vivar, Gonzalo de Córdoba o

ernán Pérez del Pulgar, dieron realidad a esas figu

as de guerreros héroes, personificación de poder y

aj estad, dignísimos ideales de la epopeya que en

do tiempo fué aurora de nuestra tierra: la unidad

Poco conocidos son los caudillos gallegos, y, sin em

mbargo, sus hechos realzan y confirman nuestras glo

ias militares. Galicia dió a España ilustres nombres,

sin solución

.

de. continuidad llegan hasta nuestros

ías en la interminable cadena que surge en la lejanía

e los siglos.

Es nuestro deseo ayudar a descorrer el velo que ocul

a aquellas pasadas glorias, dando populaHdad cas

ense a dos caudillos gallegos, y por ello españoles,

ue merecen no sólo este recuerdo, sino inmortal me

oria para los que heredaiios su sangre generosa y

entimos bien de cerca su beneficioso influjo.

ALICIA, REINO DE SUEVIA

Empezaba el siglo Y de nuestra Era. El Imperio de

oma se aproximaba a su ocaso. El emperador Teo

osio el Grande, fúlgida gloria en los fastos de Hispa

ia, al morir en Milán en la noche del 17 de enero

e 395, dejaba divididas en dos partes, para sus hijos,

as tierras que. gobernaba: el Occidente para Honorio

el Oriente para Arcadio.

Cuatro siglos hacía que ios ro:manos dominaban

n la Península Ibérica. La Galecia, una. de las cuatro

rovincias de la. división territorial que Diocleciano

ió a la antigua España Citerior, comprendía tres

conventos eclesiásticos: el de Astúrica (Astorga), el

de Lucus Augusta (Lugo) y el de Bracara (Braga), y

en ellos, la cultura romana florecía como en la misma

metrópoli.

La ley eterna de las .sociedades iba a cumplirse so

bre Roma. “La afeminada corrupción del Mediodía

iba a dejar Jugar al vigor guerrero de las gentes del

Norte.” El impulso de los pueblos llamados bárbaros

se había manifestado ya dos siglos antes, cuando los

godos entraron en contacto bélico con los romanos;

pero después de medio siglo de luchas en las comarcas

pónticas y en los territorios balcánicos, el emperador

Aureliano estabilizó la paz, cediéndoles las tierras del

otro lado del Danubio, la llanura húngara, la Transil

vania y Rumania, constituyendo con certera visión

política un estado muelle, que resistiese la presión de

los otros pueblos bárbaros, al mismo tiempo que ejer

cía sobre ellos una tutela imperial.

La división del Imperio a la muerte de Teodosio de

bilitó sus fuerzas, debilidad que se aumentó por la ri

validad entre Stilicón, supremo jefe militar de Hono

rio (y casado con Serena, hija de’éste), cargo para el

que había sido designado por Teodosio, y de cuya

política era continuador, y Rufino, de origen galo,

que ejercía igual cargo en Oriente, con Arcadio. Las

luchas entre ambos hermanos y las turbulencias inte

riores valorizan las aspiraciones de los godos facili

tan el avance hacia el Mediodía a ios pueblos germá

nicos, hordas del Septentrión, que como terrible alu

vión cruzaron las tierras de francos y borgoñones,

sembrandoel fuego, el hambre y el pillaje, como si

estas calamidades, que extendieron sobre las penínsu

las mediterráneas, quisieran purificar ,a los que pare

cían haber olvidado su noble origen, sus gloriosas tra

diciones, su honra y su sangre, en el naufragio social

del siglo V.

El 28 de septiembre del año 409 (13 de octubre se

gún el obispo Idacio) cruzan los Pirineos los suevos,

los vándalos y los alanos. En sus primeras manifésta

ciones, de extraordinario ímpetu y ferocidad, someten

a espantoso saqueo a las ciudades españolas, siembran

os

CA

(ID!!!OS¡LEGOS

45

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la desolación y la muerte; pero, con el tiempo, su mez

cla con los hijos del país es camino de regeneración.

Entre estos pueblos distinguiremos a los suevos, pro

cedentes, según Estrabón, de las tierras en donde nace

el Danubio.

Hombres robustos y esforzados; de alta estatura,

blonda cabellera, barba larga, ojos azules y rudo ade

mán; tan fieros como castos y sobrios, vencían con el

hacha a la perfidia y a la asechanza con el valor.

Salían unos a la guerra y quedaban otros para la la

branza, trocándose al año labradores y guerreros.

Todos tenían todo, sin gozar del mismo campo más de

un curso del Sol. Se adiestraban los adultos en la caza

y los niños en la carrera; lavábanse en los ríos en toda

estación y no usaban más ropas que pieles cortas tos

camente curtidas. Tribu la más fecunda de los germa

nos, era la más belicosa; llevaban por enseña el dra

gón alado y se decían hijos de 0dm o de Dios, los ce

lestes, los puros, los invencibles. Estos eran los sue

vos, que al abandonar sus primitivas tierras llevaban

consigo parte de los gérmenes de una nueva civili

zación.

Cuando atraviesan los Pirineos los acaudilla Herme

nerico, y bajo su mando se dirigen a la conquista de

Galecia, acompañados de los vándalos, a quienes acau

dilla Gunderico. Creen empresa fácil el reducir a los ga

laicos, cuya sangre celta y su carácter agreste e inde

pendiente no se disponía sin resistencia a la ocupación.

Trece años de continuadas luchas costó a los bárba

ros el dominar a las belicosas gentes de Galecia, y cin

co después, en

427,

murió Hermenerico, dejando su

tradición y su acero a Hermengario.

Cuenta Gregorio de Tours que durante el reinado

de éste quisieron los vándalos volver a Galecia, de

donde habían sido echados por los suevos, y decidie

ron la posesión del territorio, según el éxito de una

lucha realizada por un guerrero de cada bando. Venció

el suevo y los vándalos evacuaron Galecia.

Hermengario trata de consolidar los cimientos del

reino que su antecesor le dejara, y queriendo ensan

char sus dominios por el sur, así como atraído por la

fama de Mérida, ataca a los vándalos y llega hasta

la ciudad, que consigue ocupar; pero es sorprendido

por los romanos, tiene que abandonar su reciente pre

sa y muere al vadear el Guadiana, en 431. Para suce

derle eligen los suevos .a Hermenerico II, que, más

hábil y feliz que sus antecesores, logra, ya por las

armas, ya por el pacto, reunir bajo su mando toda la

Galecia romana.

Se inicia entonces la verdadera ocupación, y en

estos primeros años, los suevos, execrando sus espa

das, empuñan los arados y tratan a los galaicos como

compañeros y amigos, de tal modo que algunos de

éstos prefieren la pobre libertad de que disfrutan entre

los bárbaros a la opresión tributaria en que vivían

bajo los imperiales.

Los pueblos fronterizos solicitan la alianza de Her

menerico II y éste pudo legar con tranquilidad la co

rona del nuevo reino de Suevia a su hijo Rechilán, en

quien abdicó por el año 438.

RECuLAN

Algunos historiadores toman a los dos Hermeneri

cos por una sola persona, y como tal, por padre de

Rechulán, al primero de ellos, omitiendo entre los re

yes suevos a Hermengario. El obispo Idacio, gallego

de origen, testigo y actor de los sucesos de esta época,

escribió un Cronicón (publicado por Sismondi en Pa

rís en 1619) donde consta lo que consignamos. Siguen

al ilustre historiador-obispo, entre otros, Romey,

Huerta, Vicetto y Vesteiro.

El hijo de Hermengario, a quien en la Historia se

conoce con los nombres de Rechilán, Reguila, Re

chila y Requilán, ciñó con pocos años la diadema de

su padre, siendo el cuarto monarca de los suevos en

España y el primero nacido en tierra gallega; es, por

lo tanto, el primer rey suevo español.

El joven Rechilán, dotado de ingenio y bravura,

reunía en sí las virtudes de sus antepasados y las de

la tierra que le vió nacer. Más galaico que suevo, era

el rey destinado a consolidar y engrandecer ci reino

recién fundado, consiguiendo asentar su dominio por

un sistema de hospitalidad que le granjeó muy pronto

el respeto y cariño de sus vasallos, sin distinción de orí

genes.

Concibió la idea de reunir bajo un solo mando todos

los territorios peninsulares, el ambicioso proyecto de

la unidad ibérica, y para ello buscó Rechilán la alian

za con los godos, como base necesaria para poder lu

char contra los romanos. En los primeros veía sola

mente a los dueños de las Galias, mientras que consi

deraba a los segundos como usurpadores injustos del

dominio peninsular. Estos estorbaban sus proyectos,

mientras que aquéllos, en amistad, podían ayudarle a

hacer de toda España un solo reino.

Llevado de su idea, convocó a sus huestes para la

lucha contra los imperiales, y con esta bandera de l i

beración reunió bajo la misma enseña a los suevos y

a los gallegos, que ya habían iniciado su mezcla de ra

zas, ambas de igual origen céltico. Con numerosas y

aguerridas tropas comenzó la realización de sus sue

ños de gloria.

Primera campaña.

Gobernaba la Bética el conde Censorio, que había

sido enviado a España por el general romano Aecio,

ante la petición de auxilio hecha tiempo atrás por la

embajada hispanorromana, de la que había formado

parte el citado obispo Idacio.

Rechilán cruza fácilmente la Lusitania y entra en

la Bética. Libra parciales combates con las tropas

imperiales, pertenecientes a la Legión IV, escítica, a

las que obliga a retirarse, y llega a sitiar al conde

Censorio, obteniendo su capitulación y, con ello, el

primero de sus memorables triunfos.

El eco de su nombre se repite tras las sierras, y lafama de sus primeras victorias asusta a los romanos,

que, temerosos de aquel naciente poder, concentran

sus tropas para batirle, mandados por el general An

devoto. La tropas de éste luchan contra el Ejército

suevo en los campos de Antequera y a orillas del río

Singilón (Genil), teatros de las batallas en que las le

giones romanas sufren serios reveses

Derrotado al fin Andevoto y apresadas sus riquezas

como preciadó botín, regresa a Galicia el rey suevo

con sus triunfadoras huestes galaicas, adornando sus

éxitos con numerosos prisioneros romanos. Su valor y

su gloria aureolan su prestigio, y aquella brillante

46

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campaña fué un lazo que unió con fuerza a los descen

dientes de ios conquistadores suevos y a los indígenas

galaicos, unos y otros nacidos ya en la misma tierra.

Segunda campaña.

Atentos los romanos a las evoluciones de los godos

en las Galias y de los vándalós en Africa, adonde ha

bían pasado en 429, por estimar su rey, Genserico, que

aquella zona era favorable para la fundación de su im

perio, ordenaron a su entonces general en España,

Sebastián, que fuese al Africa, y por ello, descuidando

sus atenciones peninsulares, dejaron a Rechilán sin

enemigo enfrente.

Acaso fué ésta una ocasión oportuna para consolidar

la monarquía sueva en toda España; pero el espíritu

belicoso del rey de Galicia se complacía en la guerra,

más por la guerra en sí misma que como medio de ob

tener un fin político; y así sucede que, yendo en busca

de nuevos laureles, en lugar de dirigirse hacia la Ta

rraconense, cuyo dominio le era indispensable para lo

grar el de toda Iberia, orienta sus ambiciones hacia

el sur, deseando la conquista de Mérida, cuyo renom

bre le atraía desde mucho tiempo ha. Amonio la con-

sideraba como una de las más ricas, populosas y es

plendentes del mundo romano; fundada por Augusto

en el año 25 antes de J. C., llegó a una magnificencia

que le hizo quizá la ciudad más importante de la

España romana, o que, por io menos, disputaba este

título con Tarraco (Tarragona).

En 438 reúne Rechilán nuevamente sus tropas y

se lanza por segunda vez a la conquista de la Bética.

La fortuna sigue al valeroso caudillo, y Emérita Au

gusta cae en sus manos. Para asegurar sus dominios

adquiridos, la hace corte, y en ella fija la residencia

de su familia, pasando con este motivo a la gran ciu

dad su padre y antecesor, Hermenerico II, que en ella

murió el año 440.

Rechilán descansa en su nueva corte, y por algún

tiempo sus tropas conocen el reposo, hasta que

en 445 las naves vándalas se presentan en las costas

gallegas. Atacan por sorpresa y saquean a Turonio,

llevándose cautivas numerosas familias. Ello obliga a

Rechilán a volver a Galicia para aclarar la comprome

tida situación, militar y política, que creaban las de

predaciones ribereñas de los bárbaros africanos;a leja

dos éstos, se dispone a reanudar sus interrumpidas

conquistas.

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47

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Al nuevo llamamiento del rey sueco acuden a sus

filas todos sus vasallos sin distinción de origen, lle

vando igual ardor y esfuerzo; los alienta el mismo es

píritu de conquista, y, amparados bajo la misma ban

dera, abren los dos pueblos que conviven en las cam

piñas galaicas una nueva campaña, guiados por el

valor y la gloria de su rey caudillo.

El Ejército de Rechilán parte para la Bética, cán

quista a Myrtilis (la actual Mértola, portuguesa) y

pone sitio a Hispalis (Sevilla). Inútil fué la resistencia

de esta capital: cayó en poder de los suevos, y de vic

toria en victoria se lanzan las cohortes de los hijos del

mar, como a sí se l laman, en la provincia Cartaginen

se. Cordubensis, astigitanus y earthaginensis, todos se

humillan ante Rechilán.

“El Dios de las batallas empujaba su brazo, y don

dequiera que el suevo vibraba el hacha o levantaba

la pesada maza, allí se cumplía el decreto eterno que.

daba al sencillo varón del noroeste la herencia mal

administrada por el corrompido semita, fuerte y pode

roso antes, a la sazón indigno de los favores del Cielo.”

Sobre estás hechos, el citado obispo Idacio dice en

su Cronicón: “Nombrado Avito en año 446 general de

una y otra milicia y enviado a las Españas cuando,

apoyado por no escasas tropas auxiliares, vejaba a los

cartagineses y béticos, se presentaron allí con su rey

los suevos y vencieron en un encuentro a los godos

que habían venido a ayudarlos en sus depredaciones;

huye Avito aterrado por miserable cobardía. Entonces

los suevos devastan aquellas provincias, sometiéndo

las a cruel saqueo.”

-

Tres años de guerras

y de triunfos elevaron

alrey de Galicia a me

recer en la Historia el

ser llamado Rechilán el

Glorioso. Dueño era de

las tres Galieias, de Lu

sitania, de Extremadu

ra, de la Bética, de Ja

Carpetania, de la Car

taginense, y así aparece

este rey como el más

digno del primer reino

eonstituído con el des

pojo del en otro tiempo

poderoso imperio del Cé

sar. Reehilán lo engran

deció con sus propios

méritos; pero su espíritu

guerrero no iba a la par

con sus dotes políticas,

y el inmenso territorio

de sus conquistas fué

abandonado por el tra

tado de paz que estipuló

con los romanos, cuya

autoridad había queda

do reducida a la Tarra

gonense..

Casi todas- las con

quistas de los suevos

son pasajeras, porque la

acción de las armas no realiza la organización terri

torial y la ocupación militar con carácter de perma

nencia.

Sorprende la muerte a Rechilán en la cúspide de su

camino. Al volver a su corte colmado de laureles,

duerme el sueño eterno en Mérida, por agosto de 448,

dejando a Galicia el más puro de sus blasones en su

hijo y sucesor Reehiario, primer rey cristiano de Oc

cidente.

RECHIÁRLO EL CÁTOLICO

Corresponde a este rey-la gloria de haber sido el

primero que se convirtió al catolicismo, y por él son

los reyes de España los más antiguos de la cristiandad,

hecho que muchos historiadores echan en olvido o lo

asignan al franco Clodoveo. Es realidad que en seguida

de subir al trono, en 448, recibió Rechiario las aguas del

bautismo, mientras que Clodoveo profesó la fe cristia

na en 496; tiene, pues, casi medio siglo de antelación

el rey español sobre el franco.

Dice la leyenda que la conyersióu de Reehiario se

debe a Santo Toribio, obispo de Astorga, que curó

milagrosamente a una hija del rey.

Los suevos, como casi todos los pueblos bárbaros,

eran arrianos, por haberlos atraído a la doctrina del

hereje obispo de Alejandría, Arrio, los obispos que

les habían sido enviados por Constancio y Valente;

únicamente los francos eran paganos. Al entrar en la

Península, los obispos de la Iglesia romana fueron el

único. valladar que halló la irrupción. Los jefes civiles

de provincias romanas huyeron y los obispos hubieron

de sustituirlos, uñas veces administrando justicia,

Tercera eampaa.

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otras organizando la resistencia, y en otros• casos enta

blando negociaciones con los bárbaros; pero, en todo

caso, dandó ejemplo de virtudes y consagrándose a la

empresa de conquistar el alma de aquellos pueblos

pletóricos de energía.

Chateaubriand, en sus

Estudios Históricos,

y refi

riéndose al período de evolución de la sociedad entre el

final del Imperio romano y los comienzos de la Alta

-Edad. Media, dice: “Cuando hubo caído ‘el polvo que

levantaban los pies de tantos ejércitos; cuando la

muerte impuso silencio en los gemidos de tantas víc

timas; cuando cesó el estruendo’de la caída del cóloso

romano, entonces se descubrió una cruz, y al pie de

ella, un nuevo mundo. Algunos sacerdotes, con el-

Evangelio en la mano, sentados sobre las ruinas, resu

citaban a la sociedad en medio de los sepulcros, del

-

mismo modo que Jesucristo volvió a la vida a ios

hijos de los que habían creído en El.”

Así sucedió en Galicia. Al llegar Hermenerico 1, los

católicos sufrieron persecución;

-

pero la -común- convi

vencia- suavizó pronto el duro t:rato, y poco ‘a poco

el invasor fué adaptándose -a la -vida de los indíge

nas, aceptando sus costumbres ‘y conociendo su re

ligión.

. -

En tiempos de Rechiario, la mayoría de sus gentes’

habían nácido en Galicia. El rey y sus vasallos eran

hijos de la misma noble tierra, y los lazos que a ella

los ligaban eran muy diferentes a los que habían exis

tido entre el fundador de la monarquía y los celtas

de la región del Miño. En aquella época, los galaicos

veían a los suevos no sólo como conquistadores, sino

también como gentiles; ahora todos eran ya unos, y

los dignificantes ejemplos de las costumbres cristia

nas atraían a los arrianos.

Aunque estas conversiones reales son en muchos

casos de la Historia actos políticos, es el caso que la

conversión de Rechiario, con, su corte y su ejército,

suprimió la causa única de separación entre los habi

tantes de Suevia: todos fueron ya hermanos por la

cuna y por la fe, y el sol de ventura para Galicia se

elevó rápidamente con brillo tan vivo, que parecía

querer alumbrar a toda la Península.

Poseía Rechiario el valor de su padre y un ardor

juvenil que le permitía aspirar alas mayores empre

sas; sólo esperaba la ‘ocasión de iniciarlas, y esta oca

sión no tardó en presentarse.

Rebelión en la Bética.

El territorio de la Bética, que había sido conquis

tado por su padre, Rechilán, pertenecía a la corona

del rey gallego; pero sus habitantes, en su mayor parte

latinos, hispanorromanos, soportaban con poca re

signación al dominio de los nuevos conquistadores.

El conde Censorio, que años antes había capituladó

ante Rechilán, encuentra ambiente en Andalucía para

sublevarse contra los suevos, y con facilidad consigue

levantar en armas un ejército.

El monarca suevo organiza sus tropas, alista bajo

sus banderas a los animosos galaicos y se dirige hacia -

el sur pará castigar la audacia de los insurgentes bé

ticos. Cuando llega a Sevilla, ya su general Ayulfo

(o Agiulfo) había dominado la rebelión: la cabeza del

conde Censorio había rodado ante la vista de los his

palenses, pero otras ciudades se mantenían en rebel

día, declaradas en favor del romano, y tuvierón que

soportar la justa ira del rey. Rechiario entra en ellas.

por asalto, tala y saquea las comarcas desleales, cas

tiga duramente a los cabecillas insurrectos y, después

de restablecer el orden y su autoridad, despliega sus

cuarteles para’ un efectivo dominio, regresando satis

fecho a su corte.

Política de’ alianzas.

Reinaba por enton,ces Teodoredo en la corte godo-

arriana de Tolosa (Toulouse), y este rey, que hasta

entonces había ayudado a los imperiales romanos en

sus luchas contra los suevos, buca ahora el garanizar

su pequeño dominio de la zona catalana, y para ello

inicia un cambio en su política, orientándola en sen-.

tido hostil, a Roma. En esta dirección se juntan -las

aspiraciones de Teodoredo con las de Rechiario.

-

Teodoredo trataba de obtener la alianza con los

‘suevos, comó había intentado hacerlo ya con los ván

dalos. africanos, gobernados ahora por Geiserico. Casó

una de sus hijas con Hunrico, hijo del rey vándalo;

pero éste, tomando como pretexto que su nuera había

querido envónenarle, la mutiló de ambas manos y la

envió a la corte tolosana.

Rechiario, por su parte, quería asegurar su poder

contra los romanos, y para ello necesitaba la amistad

de los godos, y con este fin pidió por esposa a otra

hija de Teodoredo, quien accedió gustoso a ello.

El rey suevo reunió sus huestes y salió para Tolosa.

Cruzó media Península luchando con las tropas hosti

les que encontró en su camino, a las que cogió cuan

tioso botín, ofreciéndolo a su prometida como regalo

de boda.

Verificóse el matrimonio-con la pompa y suntuosi

dad de los actos de la corte visigoda, y una vez termi

nadas las fiestas que solemnizaron la alianza entre

visigodos y suevos, Rechiario, en vez de regresar pa-

-

cíficamente a Galicia, cruzó los Pirineos por los pasos

del oeste y, en unión del rebelde general romano Ba

silio, siguió el cauce del Ebro, talando sus riberas.

fig 2

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49

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Conqiiistó y- sometió a su dominio .a César Augusta

(Zaragoza) e Illerda (Lérida), haciéndose dueño de

gran parte de la provincia Tarraconeise, consiguiendo

la humillación de los legionarios romanos ante los

vigorosos soldados de la española Suevia. La fama de

Rechiario traspasaba las fronteras peninsulares, y su

nombre, temido era por los romanos y vándalos, cele

brado por sus nuevos aliados los godos y admirado por

los que habitaban las tierras de más allá de las Galias.

Sus triunfos le habían producido ricas preseas, que

le permitían sostener un fuerte ejército y, con esta

seguridad, descansar de sus correrías; pero su reposo

no podía ser muy largo; su carácter no era predispues

to al sosiego; tenía voluntad de triunfar, pero no por

ambiciones mezquinas de bienestar, sino por algo que

hace crecer a los pueblos y superarse a los hombres:

por afán de inmortalidad. Sobre su alma imperaba

Marte. Su descanso se interrumpió por la necesidad de

acudir a una llamada de su suegro y aliado Teodoredo.

En los Campos Cataláunieos.

Atila, que junto con su hermano Bleda había suce

dido a su tío Rúa en el trono de los hunos, una vez

que Bleda fué asesinado, quedó como único rey, y al

no poder expansionar su poder hacia Oriente por la

energía del emperador Marciano, lanza sus tropas ha

cia Occidente y, en los comienzos de 451 cruza el Rin

y penetra en las Galias con un ejército que se supone

fuese de medio millón de combatientes.

Esta invasión amenazaba- a todos ‘os pueblos occi

dentales, y el peligro hace que den por tiempo al ol

vido sus querellas, buscando en la unión la fuerza que

es necesaria para combatir con éxito al enemigo co

mún. Francos y borgoñones, godos y romanos, que eran

los más amenazados, forman una alianza y ponen sus

tropas bajo las órdenes del experto general romano

Aecio.

Teodoredo, con objeto de reforzar sus huestes, soli

cita la ayuda de los suevos, y en su apoyo va Recua-

rio al frente de sus tropas. El 23 de febrero de 451 se

libra la batalla contra los hunos en los Campos Cata

Iáunicos, cerca de Chalons-sur-Marne, comarca que

fué testigo del esfuerzo que en ella realizaron los gue

rreros españoles.

-

Rechiario, con Teodoredo y las tropas de ambos re

yes, forman el ala derecha; Aecio, con los romanos, los

francos que manda su rey Meroveo, los sármatas, bor

goñones, ripuarios y algunas tropas godas que manda

Turismundo, hijo de Teodoredo, cubre el ala izquier

da; los alanos, al mando de su rey, Sangibari, constitu

yen el centro.

-

En cuanto al enemigo, Atila dispuso a sus aliados

en ambas alas, situando a los ostrogodos en la izquier

da, enfrente de godos y suevos, quedando él en el cen

tro con los hunos y disponiendo en reserva su nume

rosa y acreditada caballería.

La batalla es dura y encarnizada. Atila trata de mo

ver por la izquierda su caballería, base de sus tropas y

la que en todas ocasiones le había dado la victoria;

pero ésta se encuentra con las falanges de godos y sue

vos, que no sólo aguantan su choque, sino que, ata

cando a su vez con la ferocidad y cólera que les cau

saba el dolor de haber visto caer a Teodoredo, rompen

y desbaratan los escuadrones contrarios, poniéndolos

en huída hacia sus reales.

Hijos deGalicia pelearon a las órdenes de Rechiar o

en aquella formidable batalla, y la famosa victoria que

obtuvieron los coligados fué decisiva por el ala en que

lucharon con ardor los soldados españoles, salvando a

la civilización en la Edad Media. Rechiario y sus tro

pas hicieron honor a su merecida fama; pero vieron

morir en la lucha a su aliado Teodoredo, muerto, se

gún algunos historiadores, por un ostrogodo llamado

Andage, mala nueva que el rey suevo hubo de comu

nicar a su esposa, ensombreciendo la alegría de la vic

toria.

Dominio peninsular.

La audacia del monarca gallego, su espíritu de gue

rrero incansable y las tradiciones de su raza, unidas a

las de latierra que le vió nacer, no le permitían el des

canso. Cuando en marzo de 451 vuelve a penetrar en

España por la parte de Vasconia, recorre con fortuna

esta zona y Aragón, y, ya lanzado en su anhelado sue

ño, continúa por la Tarraconense, Cataluña, Levante,

la España Central, y de triunfo en triunfo, el rey de

Suevia se ve dueño de casi toda la Península, desde

-las batidas costas gallegas hastá las tranquilas playas

- mediterráneas. -

Era el cenit de su poder.

Rivalidad de los godos.

A la muerte de Teodoredo, los visigodos habían ele

gido por rey a su hijo Turismundo, que, como se ha

indicado, había tomado parte en la batalla de los

Campos Cataláunicos; pero su carácter déspota le

granjeó la antipatía de su pueblo, y poco después, en

453, era asesinado por Ascalerno, instigado éste por

los hermanos del rey, Teodorico y Friderico, sin que la

Historia mencione hubieran tenido parte los otros

hermanos, Eurico, Riccinero y el menor, Himeneo.

Quedó entonces Teodorico como- rey de la corte de

Tolosa.

-

Roma teme al suevo y Aecio envía a la corte de Re

chiario una embajada compuesta por Mansueto, conde

de las Españas, y Frontón, también conde, qmenes re

nuevan las paces con el rey suevo. Al año siguiente,

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en 454, Valentiniano, dueño del imperio de Occidente

después del asesinato de Aecio, envía como embajador

a Justiniano con el mismo fin, y estas oficiosidades

rómanas dejan libertad a Rechi.ario para continuar

sus empresas con igual ardor que las iniciara.

Godos y romanos contemplan con terror las conquis

tas de Rechiario y, temerosos de su poder, pactan una

alianza para dominarle. El general Avitó, emperador

ahora de los romanos y que había sido durante algún

tiempo embajador en Tolosa, quiere dar realidad a lo

que tenía convenido con Teodorico para reducir el po

der del suevo, y. .a tal fin envía al monarca gallego otra

embajada, él óonde Frontón, haciéndole saber las que

jaspropias y del rey godo, aconsejándole cesase en sus

conquistas y se retirara a sus anteriores fronteras.

Rechiario posee la altivez de su pueblo y el orgullo

de su raza. La fórtuna le había sonreído hasta enton

ces, y la confianza en sus tropas, unido a sus natura

les dotes de caudillo, hacen qué conteste a la emba

jada que el mismo derecho le asiste para hacer suya

la Península que a Teodorico para dominar las Galias,

añadiendo a los mensajeros que rio reconoce a Avito

como emperador de Roma y que él iría personalmente

a llevar la contestación a Tolosa cuando finalizase su

empresa. Sin temor de sus enemigos continuó sus con

quistas.

Es por esta época cuando los hérulos realizan una

excursión pirática en las costas lucenses. En número

de cuatrocientos y a bordo de siete naves, se presen

tan frente a las costas septentrionales de Suevia; pero

estos piratas, armados a la ligera, son fácilmente re

chazados por los naturales del país, obligándolos a

reembarcar rápidamente y huir hacia sus tierras bál

ticas, si bien en su regreso saquean las costas de Can

tabria y Vasconia.

Batalla del Orbigo.

Muy seguro estaba Rechiario de su poder cuando no

vacilaba de tal modo en provocar la ira de sus rivales;

pero no contaba con la alianza que contra él habían

concertado todós los pueblos transpirenaicos. El rey

godo llamó a su lado a otros pueblos para con su ayuda

hundir la monarquía española, :ue empezaba en el

noroeste peninsular.

Godos, francos, borgoñones y romanos reúnen un

poderoso ejército y cruzan los Pirineos dispuestos a re

ducir al cada día mayor poder del suevo. Acompañan

a Teodorico, el r ey de los borgoñones, Gundioso y su

hermano Hiperico, federados fidelísimos de los ro

manos.

Rechiario, hasta entonces confiado en su buena es

trella y en el prestigio de su nombre, fué sorprendido

por aquel alud que se le aproximaba; pero no pensó en

la capitulación. Vuelve a Galicia para reforzar sus mer

madas huestes y, una vez con los nuevos soldados,

vase al encuentro de sus enemigos. Cuatro ejércitos

van a enfrentarse contra uno; pero esta desproporción

no desalienta al animoso monarca español.

Es el 5 de octubre de 456. En las llanuras del Pára

mo, a 15 kilómetros de Astorga, en las márgenes del

río Orbigo, halláronse frente a frente las huestes riva

les. Por un lado, Teodorico con los godos y sus aliados;

por el otro, Rechiario con sus galaicos.

La batalla comienza con buenos auspicios para el

monarca suevo, acostumbrado a las peripecias de los

combates, hijo predilecto de la victoria y con solda

dos curtidos en los fragores de cien batallas; pero la

superioridad numérica de sus enemigos hace imposible

el milagro.

Las falanges aliadas despliegan su inmensa ala y

rodean las legiones españolas. Uno contra diez pelean

los suevos y su espíritu no decae. Rechiario lucha con

desesperación hasta que la pérdida de sangre por sus

numerosas heridas le privó de fuerzas. Teodorico logra

un triunfo en aquellos memórables campos, mientras

que los suevos se retiran diezmados del malhadado

teatro de su derrota.

Desaparecido Rechjario durante la batalla, los galai

cos quedan sin caudillo y el temor se extiende por

todo el reino suevo. El país es ocupado por los guerre

ros vencedores y éstos dan rienda suelta a sus pasio

nes cuando llegan a Braga, la capital-sueva, que sufre

el desenfreno de los soldados extranjeros.

Muerte de Rechiario.

Teodorico dispone los cuarteles de invierno sobre

toda la región, no tanto para ejercer un eficaz dominio

del reino, evitando que los gallegos se alzasen en su au

sencia, como por el afán de encontrar a Rechi ario, que

sabe vive,; aunque ignora dónde, y mientras no esté en

su poder, es un peligro para la seguridad de los inva

sores.

Rechiario fué retirado por sus leales cuando en la ba

talla del Orbigo cayó gravemente herido, y es condu

cido a las costas atlánticas, donde consigue embarcar

para Africa. Pero el destino le era adverso: una tem

pestad. arroja su nave haciá la costa cerca de Oporto y

allí se apoderan de él las tropas de Teodorico. La for

tuna abandona a Rechiario cuando había llegado al

-

apogeo de su gloria; su pasado esplendor se convierte

en desventurado infortunio.

-

Una batalla funesta, el cetro perdido, el hogar pro

fanado, el cuerpo cubierto de dolorosas cicatrices, el

SUMA T!tNPOSD8REc#/ÁH/O

e 448

457—--—..—

51.

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hambre, la persecución, la huida, el naufragio, el cau

tiverio, todo era poco comparado con la humillación

y el ultraje personal que esperaban al rey gallego.

Cuaado Teodorico lo tiene en su presencia, le insulta

y escarnece; ordena le corten el cabello, y descalzo lo

pasea por algunas ciudades en que hasta ha poco go

bernaba. Horrible tortura de espíritu para e1 altivo ca

rácter del monarca caído, tortura que tiene su fin en

los últimos días del año 456, cuando es decapitado en

Braga.

El desastre de Bechiario llevó consigo la pérdida

de las conquistas que bajo su mando habían logrado

los suevos, y aunque su reino tardó más de un siglo

en desaparecer, absorbido por el dominio visigodo en

la Península, de momento hubo de quedar reducido a

las provincias del norte de Portugal, Galicia, Asturias

y algunas zonas de León y Castilla la Vieja.

Ya nunca más volvió a lucir para los suevos el es

plendor y la prosperidad que gozó bajo el reinado de

Rechiario el Católico.

Juicio sobre su reinado.

Pudo este rey reunir bajo su cetro toda la Península;

pero en su mente tenían predominio las ideas de gue

rra sobre las ideas de política. Sus conquistas no ad

qñirían las raíces de lo permanente, y dió confirma

ción al principio político de que el poder fundado

esencial o exclusivamente en la fuerza de las armas

tiene efímera duración y, más o menos tarde, es la víc

tima favorita de los vaivenes de la fortuna.

Si honra merecen los hechos guerreros del rey Re

chiario, más son de destacar las facilidades que prea

tó al florecimiento de la institución cristiana en la

Península. La Iglesia tuvo libertad, conservó y per

feccionó su organización; los obispos podían relacio

narse con Roma, celebrar sínodos y luchar contra las

herejías, como la priscilianista y la maniquea; orga

nizar un concilio provincial en Lucus y otro general

en Celenis. Todo ello dió impulso al cristianismo pen

insular.

Por esta época, el reino suevo comprendía dos pro

vincias eclesiásticas: la Bracarense (Braga) y la Lu

cense (Lugo). Tres conventos: los de las citadas sedes

y el de Astórica (Astorga). Ocho diócesis: Astórica,

Auriense (Orense), Britonia (cerca de Mondoñedo),

Dumio (cerca de Braga), Iria Flavia (Padrón), Lucus,

Magueto (Meinedo) o Portucale (Oporto) y Tude (Túy),

además de varios monasterios en número superior a

la decena.

Admiremos a Rechiario como guerrero y como cató

lico. Si algunos historiadores le reprochan la aspereza

y tosquedad de sus costumbres, éstas deben juzgarse

pensando seriamente en las características de la épo

ca en que vivió nuestro héroe. De tierra ruda, fuerte y

valerosa, sus cualidades externas encerraban un alma

elevada, que supo tratar a sus vasallos con la huma

nidad del cristiano y la altivez de un rey, de un verda

dero monarca español, dando origen al proverbio:

ca Galicia tuvo reyes, antes que Costilla leyes.

FINAL

Las fuentes históricas para investigar sobre el reino

suevo de Galicia ofrecén gran dificultad por el silencio,

oscuridad y divergencia de las mismas, de lo que se ori

ginan obstáculos para fijar con seguridad nombres, fe

chas y sucesos.

Hemos consultado los más modernos trabajos de ‘

investigación histórica, pero no podemos presumir de

acierto. Discúlpenos de ello él buen deseo que nos ha

impulsado a dar a conocer uno de los más olvidados ca

pítulos de nuestra Historia y las figuras de dos grandes

caudillos españoles.

Rechilán fmi el primer rey español, nacido en la

propia península, y Reehiario, el admirado guerrero

que pudo haber logrado en 456 lo que más de un siglo

después, en 587, consiguió Leovigildo al unir a su im

perio visigótico el honrado solar del católico Rechia

rio: la unidad Ibérica.

Ambos son nombres de obtener singularidad en los

fastos que recuerdan los insignes caudillos de la fe

cunda Galicia, y por ello sus hechos son páginas glo

riosas de la Historia de España.

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y la

Historia de Ga

licia.

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Capitán de Infantería

CARLOS GIMENEZ MARTINEZ,

del C. G. de la División Acorazada.

IIiVIDADÍSiVOÍOCIUIST4S

Df INÍANTIBI

E

STASUnidades motociclistas de Infantería

pueden tener misiones de exploración,

seguridad lejana o próxima, acciones por sor

presa, acción retardatriz, infiltración, explota

ción del éxito.

En general pueden aplicarse donde se necesite

una infantería muy rápida, ágil y flexible.

No cabe duda que para las motos hay terrenos

prohibitivos, pero pocos son los obstáculos que

puede pasar un carro y no puede salvar una

moto, sobre todo avanzando tras ellos, y esos

obstáculos, si no es posible evitarlos, se podrán

acondicionar rápidamente en la mayoría de los

casos.

Tienen las motos una gran vu1nerabilidad para

la aviación, pero son fáciles de ocultar a las vis

tas. La vulnerabilidad de sus tripulantes algo se

podría disminuir con el uso de peto y faldellín

de blindaje individual a base de “nylón” o “do

rón”.

Acciones llevadas a cabo por estas Unidades

han demostrado su capacidad, para toda clase de

combate. Una de las primeras acciones fué cuan

do. la tercera División de Von Reinhard, que

avanzaba hacia Sandomir, encontró tres Divi

siones polacas. Detenida por ellas, se repliega,

dejando en contacto a los motoristas, y soslayán

dola por una marcha de flanco de veinte kilóme

tros, penetra profundamente hacia la espalda del

enemigo y le obliga a combatir en un frente im

previto en medio de una gran confusión, que le

origina tremendas pérdidas.

Los alemanes en esta última guerra llevaban

en la División motorizada una Compañía de tira-

3

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dores motociclistas por Batallón. En la División

acorazada, un Batallón de tiradores.

Los italianos, en la motorizada y en la acora

zada, llevaban un Regimiento.

EMPLE O: Mcrcha hacici el eiemigo.—En

esta fase, con la de explotación del éxito, es cuan

do el empleo de motociclistas está más in

dicado.

La seguridad terrestre se logra con la explora

ción a larga distancia a cargo de la Caballería con

sus carros, autoametralladoras y motociclistas.

Habrá momentos en el avance de los carros en

que esta exploración se tendrá que hacer sin Ca

ballería, y en tal caso necesitan una vanguardia

en cada columna de marcha que les proporcione

la seguridad.

Anotemos que los carros de vanguardia nece

sitan de una Infantería maniobrera y ágil a su

misma velocidad por lo menos.

Supongamos en punta de vanguardia una Sec

ción de Carros. Si les acompaña una Sección de

Infantería del tipo granaderos de carro sobre un

camión, todo terreno, la reacción que todos jun

tos pueden ofrecer ante una situación cualquiera

es mucho más lenta que la de la sección dislocada

en grupos de dos o tres individuos. Además, su

situación en la vanguardia está centralizada, sin

poder atender inmediatamente a todos los carros,

misión principal, y la inutilización del vehículo

representa además la de toda la sección.

Si la suponemos sobre motos, irá próxima a los

carros, adelantándose a ellos en las situaciones

confusas, disgregados, ofreciendo no un solo

blanco, sino varios y de pequeñas dimensiones;

pudiendo ir repartidos por cada carro con una

gran flexibilidad ante las más diversas situacio

nes, no cabe duda que el carrista las debe prefe

rir a otra de cualquier medio de transporte.

El vehículo les permite llevar otras clases de

armas, y así, sin perder su misión específica de

fusileros granaderos en cada sección un pelotón

puede llevar un arma C. C. del tipo P. 1. A. T.

oBazooca del mayor calibre, explosivos y

bu mos.

Unidades así pueden constituir vanguardias

con o sin carros en los casos en que no convenga

descentralizarlos; tienen capacidad para comba

tir en buenas posiciones contra carros enemigos,

marchar por los flancos, ser lanzados a puntos

críticos de paso y ocupar otros puntos esenciales

adelantándose al enemigo.

El contacto.—En su avance, al tropezar con

una resistencia, pueden reconocerla y de ello de

cidir si puede ser atacada por los carros de la

vanguardia o debe serlo por los motociclistas,

apoyados por los primeros; a veces lo efectuarán

protegidos por humos mientras los- carros des

bordan.

La Infantería iniciará el ataque siempre que

predomine zonas cubiertas con obstáculos natu

rales o artificiales.

Actuarán en íntimo contacto con los demás,

protegiendo a los zapadores, dándoles seguridad

en su trabajo y aumentando así la rapidez en la

desaparición del obstáculo que se oponga a la

marcha de los carros.

Ataque de carros.—Cuando se trata de un gran

ataque de Unidades acorazadas la infantería

motociclista marcha con el tercer escalón de ca

rros, siempre que sea posible; lucharán desde sus

vehículos, echándose a tierra para batir un nido

potente de resistencia, atacándole directamente

protegidos por los carros.

Por su movilidad y gran flexibilidad aprove

charía cuálquier feliz circunstancia para avanzar

lo más rápidamente posible y acortar la distancia

a los carros más alejados para protegerlos de los

medios individuales C. C. En esta acción se acorta

el tiempo de aislamiento de los carros y la Infan

tería al llegar al objetivo.

Ex5iotacio’u ‘del éxito.—Unjdades de motoris

tas, infiltrándose rápidamente a través de las bre..

chas dirigidas en unión de los carros a puntos

principales P. C., posiciones de artillería, nudo

de comunicaciones, etc., serán las primeras Uni

dades que se empleen al conseguir la ruptura del

frente enemigo, siguiéndole y acosándole sin de

jarle momento-de reposo para impedir su reorga

nización, desbordando las resistencias que aún

aislad’amente se mantengan y profundizar.’ En

esta fase la idea predominante es avanzar, avan

‘54

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zar lo más adentro posible y producir el colapso

enemigo, aprovechando siempre esa capacidad

de adaptación a todas las circunstancias que se

pueden producir.

En el combate defensívo._ConStituYen Unida

des de gran capacidad de movimiento, muy rápi

das, que en un momento determinado pueden

acudir a tapar una brecha o un flanco amena

zado, etc. Son muy aptas, sobre todo, para la lim

pieza de localidades y zonas.

Con potente armamento portátil coitra carro,

pueden constituir Un1dades rápidas de defensa,

y ante una fuerte acción de carros enemigos lle

gar a efectuar la maniobra contra carro cuando

falten los propios.

Con fuerzas

aerotÑnsortadaS.

—Ya conocemos

las grandes posibilidades de los desembarcos

aéreos aumentados por las ventajas del planea

dór, sii silencio al aproximarse y aterrizaje en

pequeño espació, su poco coste y gran capacidad

de transporte; algunos llevan un carro con su

equipo, o pueden llevar

150

hombres, como dicen

que puede transportar el Amílcar.

Generalmente la misión de las fuerzas aero

transportadas es facilitar la progresión a las fuer

zas atacantes terrestres o que vayan a iniciar

una acción ofensiva, como, por ejemplo, un des

embarco desde el mar. Siempre habrá en la zona

de terreno próxima a la frontera línea de con

tacto con el enemigo, o bien zona costera, partes

más amenazadas por desembarcos aéreos, porque

a su vez en estas partes habrá puntos que favo

rezcan aquéllos, como aeródromos o terrenós

donde sea posible el aterrizaje, que posean comu

nicaciones, siempre necesitados de más atención

que otros terrenos fragosos y sin comunicacio

nes, lo cual no quiere decir que éstos no sean

abordables.

Una defensa de todo sería prácticamente muy

difícil y costosa; por lo tanto, puede recurrirse a

una defensa fija para los puntos vitales, debién

dose poseer además otra móvil, encargada de la

defensa de una zona. Estas zonas se pueden or

ganizar por un perfecto estudio del terreno, fáci

les comunicadas o grandes compartimientos; en

ellos se tiene un detallado estudio de las posibi

lidades de desembarco, objetivos probables, etc.

A estas zonas se les da unas Unidades de gran

movilidad y rapidez que constituyan núcleos de

reacción, que en el más mínimo tiempo puedan

presentarse en el lugar en que se haya producido

el desembarco. Como masa primera de contacto,

las Unidades motociclistas tienen un empleo pri

mordial seguida de carros.

Misión de Unidades aerotransportadas.—Existe

en esta acción el momento de explotación del

éxito, que, en principio, es la conquista de puntos

que consoliden la cabeza del desembarço para

dár tiempo a la masa principal de fuerzas. Estos

puntos tienen que ser tomados rápidamente, y a

ello hay que supeditar todo; no cabe duda que el

enemigo tendrá estudiados esos puntos, y antes

que buscar contacto con las tropas de desembar

co, correrá a asegurarlos y defenderlos.

En las primeras fuerzas lanzadas con paracaí

das van Unidades de motos ligeras. Estas motos

lanzadas en paracaídas caen empacadas en un

cilindro, con el manillar y sillín desmontados; son

motos pequeñas, que se pueden llevar a hombro

en caso necesario.

Con las primeras Unidades, transportadas en

veleros remolques o avión, llegan carros y Uni

dades normales. No hay que olvidar que en estas

acciones los únicos especialistas de la acción son

los paracaidistas; las demás son Unidades flor-.

males, cuyo vehículo ha sido el avión en lugar

del tren, el barco o el automóvil.

Desembarcos en layas.—Desde la cabeza de

puente se iniciarán las rápidas penetraciones a

los objetivos importantes a base siempre de ca

rros y elementos motorizados, entre ellos Unida

des de motos, sobre todo para enlazar con las

fuerzas paracaidistas y aerotransportadas, cuan

do se combinan, como casi siempre se hará, am

bas acciones.

La coof.eración con los carros.—Los alemanes,

a poco de iniciar sus campañas en Rusia, dejan

de obtener con los carros aquellos éxitos sorpren

dentes que desde el principio de la guerra conse

guían. Lo razonaron explicando que el empleo

de los carros contra posiciones con fuerte orga

55

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nización defensiva les obligaba a marchar despa

cio,, perdiendo así la velocidad característica de

estas Unidades. Además, el aumento de las Uni

dades C. C. C. y la perfección del enemigo en el

enmascaramiento eran causas de sorpresa para

los carros, en donde sufrían gran número de

bajas.

Todo esto hizo que creara los granaderostan

quistas, Unidades capaces de acompañar a los

carros por toda clase de terreno armados con

C. C. C. ligeros, A. A. de 20 mm. y ligeras, mor

teros, localizadores de minas, etc. Rodeaban a

los carros en los bosques o zonas cubiertas, pre

cediéndoles en los puntos de paso obligado, cru

ces de carreteras, caminos y sustituían a los Za

padores en el arreglo de pasos para los carros o

les protegían.

En la. División acorazada norteamericana, la

unión Infantería-Carros se hace formando grupos

dé carros y de infantería, únión que se puede ha

cer aféctando a las Compañías de Carros medios

las de fusileros o formando dos grupos: uno, en

que predominen los carros, compuesto por un

Batallón de carros y una Compañía de fusileros,

y otro, donde predomine la Infantería, que lleva

un Batallón de Infantería y una Compañía de

Çarros. Según la misión y las circunstancias, será

,empleado un grupo u otro.

En estos grupos la Infantería tiene como misión

proteger a los carros contra los ataques inmedia

tos del enemigo, observando los flancos, vigilan

do las cunetas dejas carreteras, malezas, edifi

cios, etc., todo lo que pueda permitir la perma

nencia de un enemigo oculto. En general, en las

situaciones inciertas, la Infantería precede a los

carros, y en las zonas de bosques, malezas, etc.,

les rodean.

La Infantería, en sus transportes, sigue a los

carros, y s i un obstáculo no le permite el paso y

la situación requiere el rápido empleo de la In

fantería, podrán subirse á los carros en esos mo

mentos. Generalmente se asigna media escuadra

a cada carro.

***

Este resumen, lo que pueden hacer las Unida

des motociclistas, está basado en lo que cuentan

los que vivieron esta guerra y sintieron las nece

sidades realmente, experiencia que nos debe ser

vir para pensar y escoger lo que nos convenga,

sea de vencedores o de vencidos.

Para el estudio de un medio, de una coopera

ción; en suma, para el estudio de algo que venga

del exterior, lo primero que se ha de hacer es ver

si es adaptable a nosotros, adaptación que de

pende de muchas circunstancias; luego, si nos

conviene adaptarlas, hemos de hacerlo infun

diéndoles nuestra vida propia, teniendo siempre

en cuenta nuestro espíritu.

Y sobre todo sin olvidar que, efectivamente,

el mundo se hizo pequeño para la guerra. El co

razón de una fuerza es tan accesible como sus

más lejanas extremidades; pero en este lujo de

modernos procedimientos, algunos accionados

desde muy lejos, de acción fantástica, los prin

cipios no cambiarán y no surgirá la derrota mien

tras que la Infantería no retroceda, ni será vic

toria hasta que sea ella la que adelante sus pasos.

Infantería, no importa cómo ni sobre qué.

56

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Iv II LIu

Comandantes de Infantería IGNACIO CRESPO DEL CASTILLO

TOMAS ALONSO MORALES, Profesor de la Escuela de E. F.

Para patrullas y Ustidades

orgánicas... .‘:

Tiro de fusil.

Tiro de pistola.

Natación.

Atletismo ligero.

Tiro de fusil (individual).

Natación.

1 Aplicaclón militar.

Gimnasia educativa.

Tiro de fusil (patrirllas).

Patrullas a caballo.

Recorridos motociclistas.

Recorridos ciclistas.

. U

-‘Iv,’

EL

.

Estado

.

Mayor Central del Ejército, n

u labór de encauzar las prácticas depor

tivas de forma que se acoplen. a ls actividades

puramente militares y’ que proporcionen una

inmediata utilidad a la formación de nuestros

soldados, establece al principio del añd, por me

dio de la Junta Central de Educación Física,

las pruebas a disputar y su cárácter, según po

sibilidades ‘y conveniencias, en los, distintos

Campeonatos Regimentales y Regionales, para

desembocar en la máxima competición nacional.

Ello implica p.ra los atletas que la alcanzan el

paso por una serie de escalones que’ a modo de

selección sirven para que a la lucha final lleguen

los mejores.

Acaso el aspecto de mayor interés es el tra

bajo de los Jef es de Cuerpos ayudados por sus

profesores e instructores de Educaciói Física,

para orientar y preparar la masa enorme que

componen cualquier Unidad. Calcúlese, por

ejemplo, el número ‘de ejecutantes en Atletismo

ligero, a cuya final sólo llegan unos quinientos,

pero que en toda España, primero en los Carn

peonatos Regimentales y más tarde en los Re

gionales, reúne por encima de los doce mil atle

tas, y si tenemos en cuenta el resto de las prue

bas que componen los Campeonatos Naciona-

les, veremos que la cifra de concursantes llega

a límites insospechados. De la magnitud de los

Campeonatos ‘da idea la variedad de sus prue

bas,. que ‘son:

/ Caballos de Armas y poio.

Tiro de fusil (precisión).

Tiro de pistola (velocidad y

Para O/setalesprecisión).

Penthalón moderno.

Esgrima.

Para

Suboficiales

Para tropa

57

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En las pistas, instalaciones, galerías de tiro y

terrenos próximos de la Escuela Central de Edu

cación Física de Toledo, se han disputado, a

partir del

29.

de mayo y durante todo el mes de

junio, gran cantidad de las enumeradas prue

bas. Otras se disputarán en breve, y algunas,

por su índole, tendrán diversos escenarios. Va

mos a ocuparnos de las primeras.

El Campeonato de Recorridos ciclistas reunió

los equipos de diez Regiones militares, com

puestos por un Cabo y cinco soldados, que to

maron la salida “contra reloj” el día

29

de mayo,

clasificándose por el orden siguiente:

1.0

Baleares, que invirtió

2 horas

2’

28”

2.0

30

40

50

6.8

3.8

.56

58

Región (Burgos)

(Valencia)

— (Zaragoza)

(Madrid)

2

2

2

2 —

9’

26’

32’

36’

24”

00”

56”

43”

6.° 9.6

(Granada)

2

39’ 6”

7•0 8.6

(Galicia)

2

— .

59’ x8”

8.0 4. (Cataluña)

3

7’ 47”

9.0

(Valladolid)

4

54’ 53”

10.0

2.8 (Sevilla)

Perdió uno de sus

El recorrido era de

30

kilómetros aproxima

damente, la mitad por carretera y el resto por

sendas y a campo través, con el vadeamiento de

un curso de agua, e intercalada una prueba de

tiro consistente en romper seis platos a distan

cia de cien metros. Los corredores, en traje com

pleto de campaña, con casco, correaje y arma

mento.

Prueba ésta de un interés excepcional, por

aunar admirablemente la característica depor

tiva con la más pura de aplicación militar; la

patrulla tenía que cumplir un cometido por iti

nerario preciso y desconocido, no pudiendo per

der ningún componente ni accesorio para clasi

ficarse.

Entre los representantes de las diversas Re

giones se encontraban deportistas de todas las

categorías y modalidades del empleo de la bici

cleta; profesionales y aficionados, corredores de

pista, de persecución, ruta, carrera, ciclo-cros,

escaladores, etc. Aficionados y profesionales co-

nacidos en las diversas categorías, como Vifloil,

Gimeno, Michelena, Garmendía, Lizarazu, Llom

part, Escarrer, Barceló, Cladera, etc., con otros

que apeñas habían disputado alguna modesta

prueba, al lado de aficionados sin historial, pero

con múscilos y corazón para seguir y aun supe-

rar en esta dura variante a los campeones...,

porque esta prueba, como todas las militares,

tiene una serie de condiciones que igualan, ele

vando a los modestos a la altura de los ases; con

diciones que vienen impuestas por el equipo de

campaña, el terreno y el tiro; obligando a la

compenetración entre todos para vencer con

juntamente las dificultades y llegar unidos y

completos a la meta. Magníficas condiciones

que ponen a prueba los valores morales, donde

destaca el compañerismo, la disciplina y el es

píritu de sacrificio por el bien del conjunto, que

hizo los milagros de que algún componente car

gase durante casi media ruta con el compañero.

herido y otro con la máquina destrozada a la

espalda, lanzándose con temeridad por la dura

pendiente de los últimos seis kilómetros; algu

nos, con la cadena rota, fueron empujados por

sus compañeros de equipo, cumpliendo el reco

rrido; otro, que, imposibilitado de seguir en la

bicicleta, realizó más de cinco kilómetros co

rriendo y empujando su máquina, y, en fin,

aquel que seriamente lesionado en un hombro

llegó hasta el final con una inmovilización pro

visional del brazo, que le fué practicada en el

Puesto de Socorro. Magnífico el resultado obte

nido, así como el espíritu y compañerismo de

todos los participantes, que les hizo llegar a la

meta, pese a todas las vicisitudes sufridas, y so

lamente una patrulla perdió un componente,

aunque los cinco restantes continuaron adelante,

terminando el recorrido, no obstante saber que

su esfuerzo no les daría siquiera la clasificación.

Esta prueba, tanto desde el punto de vista

militar como del deportivo, es de una belleza e

interés difícilmente superable, por su dureza,

variedad y pugna, así como por el espectáculo

del viril esfuerzo conj untado entre seis hombres

que han de cubrir el recorrido sin perder la cohe

sión, contacto y dirección a un fin perfectamente

definido, que, aunando las condiciones deporti

vas con las militares de un modo admirable,

cumple la doble misión de formar deportistas y

soldadós.

Durante los días 1, 2, 3, 4 y 6 de junio se dis

putaron. las carreras y concursos de Atletismo

ligero con resultados verdaderamente halagüe

ños, obteniéndose marcas muy aceptables y ba

tiéndose la mayoría de las “máximas” militares

obtenidas en años anteriores, muchas de las cua

les tienen •categoría nacional. Estos resultados

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son esperanzadores, pues la mejor y más cuidada

preparación que se aprecia de un año a otro de

muestra la honda preocupación de los mandos

militares por la formación física de nuestros sol

dados, como base de su preparación para el

combate.

Los vencedores y sus marcas fueron:

ioo metros lisos..

..

Basabe6. Región.

2oo

— .. . .

Núñez

i. —

12”

6”

400

—. — .. ..

Serrano—

8oo — — .. . . Cariño6. —

3.000 m. obstáculos. Escudero... 6.

Ib metros vallas.. . Rubio—

54”4/Io.

2’5”

9’ 55” (*)

x8”

400

— — ... Rubio

Relevos olímpicos. . Equipo de la 6. —

Idem X looEquipo de la 4.a

PesoSánchez....

DiscoCarvajal...

JabalinaGarcía6.’.

MartilloMoreno8.

Barra castellana.. . . Berasaluce... x.a —

LongitudTitrel6. —

AlturaTaivo

.

8..

PértigaBonamusa..

x c.

E.

...

59”

2/ro

(*)

3’ 37” 2/lO (*)

46” 5/lO (*)

ii,800mts. (*)

35,620 (*)

50,390

(*)

34,510

(*)

27,520

._

(*)

6,o5o — (*)

1,620

Quedó campeón por equipos la 6.a Región

militar, con 88 puntos, premio.elocuente para

la destacadísima labor que

se

viene realizando

en esa Región militar, que ha visto coronados

sus desvelos y esfuerzos por este triunf o, que

demuestra el valor de la instalación deportiva

“Dos de Mayo”, donde se han forjado y forja-

rán tantos magníficos atletas.

Los días io, ii y 12 de junio se celebraron las

series para el Campeonato de Aplicación mili

tar, que constituye, en realidad, la prueba de

honor de estas competiciones por su significa

ción altamente militar.

Si la gimnasia educativa prepara para el de

porte en el sentido de la vida civil, en el militar

quedaría incompleto el plan si se redujera atal

finalidad. El soldado, como combatiente activo,

necesita de la gimnasia educativa como medio

para su formación física; pero ésta no sería

completa sin los ejerciciós de aplicación militar

que en todas sus modalidades y características

se ordenan para ser prácticados sin excepción

por todos los soldados. Si las exigencias de la

guerra han impuesto siempre su necesidad, en

las actuales contiendas la imposición es aún

mayor.

Un atleta corredor de fondo, especialmente

de campo a través, por ejemplo, será un ele

(*) Record.

mento apropiado para correr una larga esta

feta; su formación deportiva vendrá orientada

a logro •de marcas superiores, aligerando las

dificultades que. se opongan a este fin y situán

dole en las condiciones más favorables. Pero

militarmente las dificultades y condiciones ven

drán siempre impuestas por la misión, el terre

no, los medios, etc., y el esfuerzo que se le pide

habrá de .rendirse cuando sea necesario, sin re

serva ni comodidades. Para preparar al comba

tiente en tales y tan variadas circunstancias y

darle la adecuada formación física, se efectúan

ejercicios que por transformación de los apren

didos se obtienen sistemas y medios útiles para

que el sçldado pueda rendir con la máxima efi

cacia y el mínimo esfuerzo.

Tomaron parte en esta prueba trece equipos,

representantes de las

.

Regiones y Cuerpos de

Ejército de Marruecos, compuestos por una sec

ción orgánica de Infantería, un Oficial, un

Sargento, dos Cabos primeros y 38 Cabos y sol

dados, con equipo completo de campaña y el

correspondiente armamento.

Las óaracterísticas de la prueba fueron:

Marcha logística de regularidad, tres kiló

metros.

Despliegue y tres carreras sucesivas de velo

cidad sobre 6o metros.

Tiro de velocidad a distancia de cien metros

por escuadra: fuégo a discreción, hasta lograr

la rotura de diez platos, con un tiempo má

ximo de tres minutos.

Paso de la pista de obstáculos.

La pista está fundamentada en la distribu

ción de una serie de obstáculos análogos a los

que pueden encontrarse en el campo de batalla

entorpeciendo la misión de una tropaque avan

za, bien por la naturaleza del terreno o por otros

elementos ideados por el enemigo. El fin es

franquear cada obstáculo para que el soldado

cumpla la misión encomendada en el coiibate

en las mejores condiciones físicas, a fin de poder

reanudar o emprender el avance o persecución

del enemigo; el franqueamiento implica en cada

caso el salto, la trepa, la carrera, la progresión

reptando, los pasos elevados, etc., según la na

turaleza y morfología de los obstáculos, que en

la pista se distribuyen por este orden:

Embudos de Artillería.

Carros de combate para su caza.

— Barreamiento de carreteras.

Paso de ría: en alto, bajo y puente volado.

— Defensa contra carros: carriles, dados y fosos.

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Ondulación y trincheras.

Alambradas.

— Sub-elemento de resistencia.

— Muro, casa derruída y ruinas.

La forma de. franquear no es caprichosa, sino

presidida por los básicos conceptos de la rapi

dez, eficacia y ocultación de las vistas enemigas;

es decir, aprovechamiento del terreno y sus acci

dentes. El Oficial dirige en todo momento sus

hombres, ordenándoles el avance, las detencio

nes, los pasos. Los interventores ‘a lo largo del

recorrido anotan las faltas, los errores o defectos

que equitativamente valorados sé traducen en

penalidades de tiempo, pues este es el elemento

que decide la clasificación, que quedó así esta

blecida:

1.0

6. Región

47’ 38”

2.°

Baleares

51’ 9”

30

X Cuerpo Ejército

52’ s8”

40

Canarias

52’

55”

50

9.a Región

54’

47

6.°

7.a Región

7’ 8”

70 4a Región

8’

13”

50

1a Región

6o’ 43”

IX Cuerpo Ejército 6i’ 57”

10.0 .a Región

62’

37”

II.”

3_a

Región

65’

12”

12.0

3a

Región

66’

40”

130 2.

Región

77’ 16”

Sería interminable tratar de recoger en estas

líneas las infinitas pruebas de valor, sangre fría

y arrojo puestas de manifiesto por todos los par

ticipantes. La noble competencia presidió la

lucha, mantenida sin descanso durante las dos

jornadas; cada sección trataba de superar a sus

precedentes, lanzándose con más energía y brío

a los obstáculos, afinando la puntería, ayudando

al compañero. Dignas de hacer constar como,

ejemplo entre otros muchos que podrán citarse,

la decisión de los que por ganar los segundos

se lanzaban directamente del muro cuya altura

es superior a cuatro metros; los Oficiales habían

ordenado el descenso descolgándose, pero casi

todos prefirieron hacerlo directamente para ga

nar tiempo, despreciando el efectivo peligro de

una lesión.

Las mismas Unidades que intervinieron en

esta prueba de aplicación disputaron los días

13 y 14 el Campeonato de Gimnasia educativa,

consistente en la ejecución de una tabla desig

nada por sorteo, cuyos ejercicios fundamenta

les eran intervenidos y valorados cuidadosa-

1’ Equipo de la 3.fl Región4,94 de media.

2.° Equipo, de la 7.” Región4,9’

3.° Equipo de la 9.” Región4,7,

La máxima clasificación individual fué lo

grada por el soldado Raimundo Pérez Pérez, de

la 6.a Región, con 6,78 de media, seguido del

soldado de la 7i Región, José Rodríguez Pe

reira, con 5,98. -

No podía faltar en Campeonatos de esta na

turaleza el tiro con armas portátiles en todas

sus variantes. No es preciso encarecer la impor

tancia del tiro como parte fundamental de, la

instrucción del combatiente.

Dió comienzo con la prueba de Precisión para

tropa, los días 17 y i8 de junio, sobre blanco

circular de 8o centímetros, dividido en diez zo

nas, a distancia de

200

metros, con fusil o mos

quetón de calibre 7 mm., o 7,92, treinta dispa

ros’ en tres series de diez, en las posiciones en

pie, de rodillas y tendido. Cada participante

dispone de noventa minutos como tiempo total,

incluídas las nueve balas de prueba y cambio

de blanco.

Verificóse la prueba en el campo de tiro de la

Escuela Central de Educación Física, en siete

puestos, con disposición de blancos giratorios,

que permite un ahorro considerable de tiempo

y la ininterrumpida realización de las series.

Los aficiónados al’ tiro conocen las muchas

exigencias de su preparación, exigencias e infi

nidad de cuidados que armas y tiradores re

quieren. Los soldados que han competido, mu

chos de ellos neófitos, no pudieron cuidar su

preparación con esmero, a causa de la múlti

ples actividades en su servicio militar; además,

durante el encuentro se hallaron sujetos a la

vida de campamento, con -horario preciso de

actos, servicios, etc.; pese a las rudas condicio

nes, los resultados fueron francamente buenos,

pues casi todos los tiradores remontaron los

120 puntos, quedando establecidos los primeros

puestos: ‘

x.° cabo Daniel Pérez....,.... Baleares... zi8 puntos

2.’ Soldado Mariano Rodríguez. r.” Región. 206

3.” Cabo 1.” José Rodríguez.... 8.a Región. 204

4.° Cabo Luciano del Río7.” Región. i99 —

mente para obtener el resultado final, sumando

los puntos logrados individualmente con los del

conjunto.

En los primeros lugares:

60

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Como prueba de aplicación de máximo inte

rés militar, se disputó durante los días 19 y 20

la de patrullas, participando una por cada Re

gión, compuesta por un Oficial, un Suboficial,o

Cabo primero, un Cabo y ocho soldados.

Previo recorrido de seis kilómetros en tiempo

máximo de una hora, y sin beneficio por inver

tir menos, luego de una carrera de 200 metros

hasta la línea de fuego, se comenzaba éste a

discreción en cualquiera de las posiciones regla

mentarias, sobre doce siluetas, de hombre rodilla

en tierra a 200 metros, disponiéndose de dos

minutos treinta segundos para carrera y tiro.

La clasificación, por el número de impactos ob

tenidos, desempatando en su caso el menor nú

mero de disparos realizados.

Si en cualquier deporte u.n esfuerzo pre.rio

produce el desequilibrio de las funciones fisioló

gicas, calcúlese lo que supondrá para un tirador

realizar los seis kilómetros co.nvestuario y equipo

de instrucción reglamentario y la carrera sin

descanso, que, alterando la respiración, el sis

tema nervioso, la visión incluso, aminora con

siderablemente sus facultades, ya que no se per

mite un ligero reposo, sino que es preciso tirar

sin pérdida de tiempo, tal como se haya llegado.

jercicio de verdadera aplicación militar, de

realidad práctica, de empleo de los medios de

acción verdaderos de combate, “movimiento y

fuego”. Y como resultado:

1.0 Baleares

308

disparos =

165

impactos.

 7a Región

305 — = 148 —

3•0 6. Región305 — = 43 —

Si la tropa compite en estas diversas variantes

de tiro, y como el fin de estos Campeonatos, re

petimos, es lograr un inmediató beneficio en la

instrucción, resultaría incompleta la labor de

no ser extendida a los que por misión natural

se hallan encargados de la formación de la tropa.

Oficiales y Suboficiales han competido también

en pruebas de tiro.

Los días 21, 22 y 23 se disputó la prueba de

pistola en sus variantes de velocidad y precisión.

Consiste aquélla en tres series de seis disparos en

ocho segundos cada una, sobre seis. siluetas a

25 metros, resolviéndose la clasificación por el

número de ellas tocadas, y los desempates por

los impactos centrados sobre un rectángulo ver

tical que a la altura del pecho llevan las siluetas.

61

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1.0 Capitán Menéndez Fer.

Precisión:

nándezIX C. Er8 siluetas tocadas.

2.° Capitán Fernández

Prendes7.0 Región. 17

— —

30 Capitán PalomequeXC. E

17 — —

40 Teniente Alonso Sillero. 1.0 Región. i6 — —

El tiro de precisión se efectúa sobre blanco

circular de 50 centímetros con diez zonas, tres

series de diez disparos. En ella se clasificaron:

j0 Capitán Villarreal4.0 Región, 249 puntos.

2.° Teniente López Fernández.. 2.0 247 —

3,0 Capitán González4,0 242 -

El resultado definitivo de la prueba completa

quedó establecido:

1.0 Campeón, Capitán González.... 6 + 3 = 9 puntos

2.° Capitán Ramírez, ,0 Región... 7 + 5 = 12

3,0 Capitán Palonieque.3 + 9 = 12 —

Para este resultado se tiene en cuenta ambas

pruebas de velocidad y precisión, orientadas a

lograr el tirador completo.

Compitieron los Oficiales los días 24 y 25 en

la prueba de tiro individual de precisión con

fusil reglamentario, con las mismas caracterís

ticas que la análoga de tropa, clasificándose:.

i.° Capitán Ramírez1.0 Región. 220 puntos.

2.° Teniente Segurado7.0 219 —

3,0 Capitán BurguerasBaleares... 220

4,0 Capitán Fernández3.0 Región. 203

Idénticas pruebas fueron disputadas por los

Suboficiales que los días 26, 27 y 28 de junio

compitieron con pistola, con los siguientes re

sultados:

Velocidad:

i.° Brigada Pozas7.0 Región.

2.0 Brigada Herrera7.0

3,0 Brigada Díez Quiri... IX C. E....

Resultado de la prueba completa:

x.° Brigada Herrera70 Región. 4 + 2 = 6 puntos

2.°

Brigada Juan Marí...

2.”

7 +

1

8

30 Brigada Poza7.0 — ‘ + 9 = io —

Finalmente, y con la misma característica de

Oficiales y tropa, se efectuó la prueba de tiro de

fusil los días 29 y 30, con los resultados:

i.° Brigada Herrera7.” Región. 240 puntos.

2.° Sargento Fidel Martín.7.0. — 219

30 Sargento Rafael Martín90 — 212 —

Todas estas pruebas fueron dirigidas, inter

venidas y juzgadas por los Jefes y Oficiales pro

fesores de la Escuela. Central de Educación Fí

sica, y auxiliados por los Oficiales y Suboficiales

de los cursos para profesores e instructores, que

con estas prácticas, y para que los resultados

sean aún más útiles, se documentan de un modo

eficaz de la forma cómo han de desarrollarse

competiciones de tan variado género, y que en

un breve plazo, distribuídos por toda España,

habrán de encauzar y dirigir personalmente.

Terminada cada especialidad, los equipos for

maban frente a sus guiones para recibir los pre

mios conquistados por su esfuerzo. Honraron

estos actos el Excmo. Sr. General Jefe de Ins

trucción, D. Jesús Aguirre, que entregó los pre

mios a las patrullas vencedoras de la prueba de

Aplicación militar, y el Excmo. Sr. Teniente

General Jefe del Estado Mayor Central del Ejér

cito, D. Rafael García de Valifló, que distribuyó

los trofeos de tiro.

,0 Brigada Juan Marí2.0 Región.

266

puntos.

2.0

Sargento Martín7.0 — 256 —

30 Brigada Fernández6.0 — 243 —

***

17 siluetas tocadas.

— —

16

—, —

62

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ARTILLERIAA.A.

PROBLEMASORGANICOSYDEINSTRUcCION

T. Coronel de Artillería M. MARCIDE ODRIOZOLA, del Regimiento núm. 75.

jX1

UNQTJE faltan todavía estadísticas completas

de la última guerra, los ciatos publicados no

son nada despreciables, y proporcionan orientaciónes interesantes.

Entré otras muchas cosas, se han tenido noticias

de los progresos y efectos conseguidos con Ja artille

ría antiaérea. La potente defensa antiaérea de

“Arnheim”, que influyó poderosamente en el des-

arrollo de la acción; la proporción de aviones ame

ricanos derribados en los tres primeros años de gue

rra por la caza de aviación y la artillería antiaérea,

8.277 la primera y 6.043 la segunda; la destrucción

de 65 bombas V-i en un solo día en Inglaterra, de

un total de

152,

contra

35

deshechas por la caza,

son cifras bastante elocuentes y justifican la canti

dad de piezas antiaéreas, que al fin de la guerra ha

bía en todos los países. Según los americanos, Ale

mania lkgó a disponer de i6.ooo cañones pesados,

con

4.000

radiotelémeti-os.

Pero si existe unanimidad en cuanto a necesidad

de artillería antiaérea, se encuentran diferentes cua

dros generales de organización; el análisis que nos

proponemos hacer permitirá reducir las bases que

se consideran más convenientes al caso.

El gran impulso dado a la aviiación en Alemania

antes de la guerra trajo consigo la creación del Ejér

cito del Aire, dentro del cual se organizó la artillería

antiaérea. Bien pronto las incidencias de la lucha

aconsejaron la creación de artillería antiaérea en el

Ejército de Tierra,

y

en la Marina, para sus instala

ciones terrestres. A excepción (le algún otro país

aislado, que siguió las inspiraciones alemanas, en la

mayoría la artillería antiaérea ha pertenecido y

pertenece a Tierra. Son muchas las ventajas de la

última solución.

Las excelencias del enlace entré las Armas, que la

guerra ha confirmado, tienen que manifestarse en

franca colaboración de Tierra y Aire—y Marina, si

es al caso—, sin compartimientos estancos ni com

petencias de autoridad. La protección contra las

acciones aéreas exige colaboración; no es función de

un arma sola.

El Mando supremo de las fuerzas armadas ha de

‘señalar los objetivos económicos, políticos y milita

res de todo el país, que interesa especialmente pro

teger, con indicación de preferencias, densida

des, etc. También ha de ponderar los medios dedi

cados a la protección de las fuerzas terrestres en las

variadas situaciones y aptitudes, en que pueda en

contrarse, así como a las instalaciones en tierra

de las fuerzas navales y estacionamientos de las

aéreas.,

En la ejecución incumbe a la Aviación la mayor

tarea y corresponde la aspiración más completa: el

dominio del aire, sin limitaciones de frentes y fron

teras; la intervención de la artillería antiaérea es-

más modesta, trata de conseguir supremacía en es

pacio reducido—-los alcanzados por el fuego de sus

piezas—y contribuye también a la cobertura aérea

por la información.

El indispensable enlace entre la Aviación y Artillería antiaérea es más fácil de conseguir que en tie

rra, por la naturaleza de los objetivos comunes a

caza y artillería antiaérea; todo se reduce a órdenes

previas sobre preferencias en la actuación, prohibi

çiones o restricciones en vuelos propios y contacto

a través de la red de acecho.

De otra parte, Artillería antiaérea que se orga

niza con vistas al tiro contra objetivos aéreos, ha

actuado en cometidos de superficie, siempre que lo

consentía la situación en el aire. Así lo aconseja el

principio, de no mantener ‘artillería en reserva y la

aptitud de sus materiales para determinados tiros

de superficie.

Al lado de los tiros clásicos’ contra aviones, super

proyectiles y bombas volantes, la Artillería anti

aérea actúa: contra lanchas

y

barcos poco protegi

dos, contra tropas desembarcadas desde el aire, con

tra objetivos de pequeias dimensiones y en refuer

zo de la artillería de campaña. Los conocimientós

para realizar tiros de superficie son similares a los

de otras clases de artillería y más complejos que

para el tiro contra aviones. Además, la excesiva es

pecialización es perjudicial, y la existencia de varias

artillerías antiaéreas o su separación de otras clases

.de artillería produce interferencias y multiplica los

servicios, los de material, armamento y múniciones,

escuelas y academias, etc.. Para evitar interferencias

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y duplicidad en muchos aspectos, hace más de un

año que se ha propuesto en Estados Unidos la uni

ficación de las Artillerías de campaña; costa y an

tiaérea; y si ello ocurre donde los efectivos son gran

des, las Divisiones tienen mucha menos justificación

si ts poco lo que hay. Mejor es conservar lo existente

en una sola mano que repartirlo entre muchos más

de los necesarios. Unificación que no excluye, ni mu

cho menos, el enlace Aviación-Artillería antiaérea

y la colabóración de Aviación en la preparación de

las unidades de Artillería antiaérea.

Y basta sobre pertenencia.

En cuanto a la cuestión de dotación, ¿conviene

o no disponer de forma permanente de Artillería an

tiaérea en las Grandes Unidades?

Los argumentos empleados para fijar la Artillería

de campaña en las Grandes Unidades del Ejército

de Tierra no tienen apenas valor en Artillería an

tiaérea.

Por su independencia de acción respecto a las

otras Armas, no se necesita una base para la organi

zación artillera en las variadas circunstancias que

puedan pre.sentarse. Las distintas situaciones y acti

tudes de ls Grandes Unidades no permiten fijar

con argumentos sólidos las cantidades mínimas para

atender a situacioñes imprevistas, y la distribución

inicial de parte de la Artillería antiaérea estará tanto

menos justificada cuanto de menos cantidad se dis

pánga en total; pero aun no siendo éste el caso, el

principio de economía de fuerzas es contrario a la

diseminación, si en determinadas circunstancias será

siempre escasa la Artillería antiaérea que se acu

mule; en otras, la defensa contra acciones aéreas

puede estar encomendada sólo a la caza, o simple

mente ha de confiarse a medios pasivos: disemina

ción, enmascaramiento, fortificación, etc.

Se encuentran ventajas en la centralización y en

-

asignar Artillería antiaérea a las Grandes Unidades,

en la cantidad necesaria,: solamente cuando las cir

cunstancias lo exijan o aconsejen.

Para acabar de examinar las necesidades tácticas,

se recuerda que la variedad de las acciones aéreas y

ataques a tierra desde todas las alturas obligan al

empleo de Unidades de Artillería antiaérea mixtas,

de cañones y cañones automáticos, para procurar la

supremacía aérea relativa en el espacio que rodea el

objetivo protegido; los cañones automáticos prolon

gan y refuerzan en su caso la acción de las armas

automáticas ligeras que puedan tener las pequeñas

Unidades: ametralladoras y cañones automáticos

de pequeño calibre.

En relación con las necesidades técnicas, existen

problemas de tiro y problemas de instrucción.

Es de sobra conocido que en los cañones antiaé

reos la unidad de tiro es la batería de cuatro a seis

piezas, con los consiguientes elementos para la pre

paración del tiro: direcciones de tiro, telémetro y

radiotelémetro.

En los cañones automáticos, la unidad de tiro es

la sección. Por el aumento en las velocidades de

vuelo, el número de piezas de la sección ha aumen

tado desde dos hasta tres y aun cuatro piezas; las

condiciones de despliegue más favorables—tres pie

zas alrededor del objetivo y la cuarta en el interior

o en sus inmediaciones—, más el aumento en volu

men de fuego, inclinan por las secciones de cuatro

piezas, factible además, de descomponerse en dos

fracciones iguales eñ casos extremos.

La batería de cañones aútomáticos debe contar

con dos secciones; forma un conjunto de volumen

suficiente para exigir el mando por una sola per

sona.

Aunque por su particular empleo las secciones de

armas automáticas de las baterías de cañones for

man parte de éstas para la instrucción, se encuen

tran ventajas en la reunión de las secciones pertene

cientes a las diferentes baterias de un Grupo o Regi

miento antiaéreo; cabe pensar, por tanto, en orga

nizar con ellas una unidad permanente: centralizar

para instruir, asignación fija a las baterías para su

empleo. Iguales razones tienen aplicación a los radio-

telémetros.

La constitución de Grupos mixtos de cañones y

cañones automáticos que el empleo táctico aconseja

tiene defectos para instrucción de las Unidades por

las diferencias tan grandes en los alcances y techos

de las piezas; la instrucción ha de hacerse en luga

res distintos, y los vuelos solicitados de los aviones

realizarse en condiciones diferentes.

La primera Unidad mixta debe ser el Regimiento

antiaéreo, con Grupos de cañones, Grupos de caño

nes automáticos y Grupos de fonolocalizadores y

proyectores.

En los Regimientos han de existir Unidades de

diferente movilidad y Grupos armados con cañones

de distinto calibre para su empleo en variados ob

jetivos. En su día habrían de contar además con

Grupos de lanzacohetes antiaéreos.

Un aspecto nada desdéñable en relación con la

instrucción de las Unidades de Artillería antiaérea

es la cuestión de acuartelamientos. Si el alojamiento

en los aeródromos es causa de interferencias y per

turbaciones mutuas, es completamente inadmisible

situar Unidades antiaéreas en lugares donde la apa

rición de un avión en el cielo constituye un suceso

extraordinario. La formación de especialistas, que

se efectúa en gran parte con elementos de las pro

pias Unidades, exige el complemento indispensable

de aviones en vuelo.

Lá Unidad superior de Artillería antiaérea debe

ría ser la Brigada, compuesta de dos o más Regi

mientos, para constituir la Jefatura antiaérea de la

correspondiente Región aérea. Y todas las Briga

das, dependientes de una Jefatura de la especia

lidad.

Con este cuadro general se tendrían los elementos

para atender a todos los objetivos que necesitan

protección antiaérea, destinándose Unidades para

los objetivos regionales y asignando otras a las Gran

des Unidades del Ejército de Tierra, Ejército del

Aire o frentes marítimos, con arreglo a las necesida

des del momento, asignaciones que deberían tener

anualménte en las maniobras de conjunto del plan

general de instrucción.

Las asignaciones a las Grandes Unidades de Tie

rra pueden efectuarse en su cometido normal y ge

neral antiaéreo o en el de superficie, solamente acon

sejable si la Artillería de campaña no puede reali

zarlo

En el primer caso, las intervenciones terrestres han

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de estar subordinadas al cumplimiento de su prin

cipal cometido. Por ello se necesita independencia

de mando de la Artillería de campaña; sólo los jefes

de Artillería antiaérea se encuentran en condiciones

de decidir lo más conveniente a cada caso. Como

ejemplo de esta personalidad de la Artillería anti

aérea, se puede citar la creación en Francia de Jefa

turas de Artillería antiaérea, con Planas Mayores de

Agrupación en la Unidad C. E., sin que esta Gran

Unidad tenga dotación permanente de Artillería deesta clase.

Como consecuencia y resumen de todo lo expues

to, se considera que las bases generales más conve

nientes para la organización de la Artillería anti

aérea son las siguientes:

1a Pertenecientes al Ejército de Tierra, sin cons

tituir Cuerpo separado de las demás especialidades

artilleras.

2a Dependiente de una Jefatura general de Ar

tillería antiaérea; con mando e inspección sobre to

das las Unidades de esta clase, constituyendo una

de las ramas del Arna. A su cargo debe tener el es

tudio de conjunto de la defensa antiaérea, en la

parte concerniente a la especialidad.

3.a

Dividida en Brigadas, una por Región aérea.

Cada Brigada, formada por varios Regimientos

mixtos.

Escalón de mando de la Artillería antiaérea, en

lazada con las Jefaturas regionales del Aire. Reali

zaría el estudio detallado de las necesidades, en pro

tección con Artillería antiaérea de los puntos sensi

bies regionales.

Según las órdenes pertinentes a cada caso, orde

naría la afectación o asignación de Artillería anti

aérea, de su Brigada, a las Grandes Unidades del

Ejército de Tierra y del Ejército del Aire, para los

ejercicios y maniobras de conjunto.

4a Formación de Regimientos de Artillería anti

aérea, mixtos, con: P. M., dos Grupos de cañones

(con batería de armas automáticas y unidad de ra

diotelémetros), Grupo de fonolocalizadores y pro

yectores, uno o dos Grupos de cañones automáticos

y Grupo de lanzacohetes antiaéreos.

La aplicación de las bases anteriores a nuestra

Artillería antiaérea es factible y sencilla de realizar.

Existe lo principal, pertenecer al Ejército de Ticrra,

con formación común de los Oficiales y Suboficiales

profesionales; sólo hay división en las escalas de

complemento.

Las Brigadas de Artillería antiaérea se constitui

rían con los actuales Regimientos antiaéreos dé la

R. G. A., Grupos de los Regimientos de la Artillería

de C. E. y de costa, Grupos antiaéreos independien

tes y Regimiento de Artillería antiaéreo afecto al

Aire.

Para que la reorganización fuese más rápida, pro

visionalmente podrían constituirse los Regimientos

con Grupos situados en localidades próximas—tal

reagrupación es perfectamente viable—, hasta que

se tuviesen los acuartelamiéntos cerca de aeropuertos y de Regimientos de Aviación, sin llegar a sus

inmediaciones, para permitir el contacto directo en

tre los Grupos de la Artillería antiaérea y los del

Aire, con la facilidad y confianza derivados de los

conocimientos personales. Aunque parezca dema

siada insistencia, hay que tener presente que sin

disponer periódicamente de aviones que evolucio

nen en condiciones adecuadas, y sin aprovechar los

vuelos de entrenamiento en los Regimientos de

Aviación o de las rutas aéreas comerciales, la ins

trucción de las Unidades de Artillería antiaérea no

puede quedar asegurada; por eso tiene tanta impor

tancia el alojamiento de las Unidades.

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Delabombarompedoradealtoexplosivoalabombaatómica.

Por el doctor-ingeniero GIUSEPPE STELLINGWERFF. De la

Rivista

Militare, Roma.—Traducción del Coronel de Artillería J. Fernández Ferrer.

PREMISAS: LOS TRES MEDIOS

OFENSIVOS PRINCIPALES

Antes del comienzo del tremendo conflicto reciente

mente terminado, los técnicos en la materia contaban ya

con los bombardeos aéreos (aparte del ataque con ame

tralladoras, armas automáticas y granadas), en las tres

formas principales de lanzamiento de sustancias tóxicas,

incendiarias y rompedoras. La primera de dichas formas,

el ataque químico, a causa de una amplia propaganda,

que aunque previsora en sí misma, estaba, por otra par

te, fuera del cuadro general de los métodos de agresión,

había adquirido en la mente del público una importan

cia que estaba muy lejos de la que efectivamente le corréspondía, hasta el punto de ser considerado, si no el

único, por lo menos, el principal y más terrorífico de los

ataques aéreos. Sin embargo, tal clase de ataques, según

nuestras noticias, no fué nunca intentado; lo que presu

miblemente ocurrió, porque, dirigida contra poblaciones

civiles, en centros ricos en agua, con buena instalación sa

nitaria, provistos además de máscaras y refugios, habría

dado escasos resultados y, de todos modos, inferiores a

los producidos por las otras formas de ataque. En efecto,

no nos parece que pueda darse otra explicación a tal cir

cunstancia, ya que no hay que pensar en razones huma

nitarias, puesto que fueron usados tantos y tan terribles

medios de destrucción.

Sin embargo, antes de haceralusión a los ataques in

cendiarios, queremos poner de relieve el hecho de que

nada impide que en el porvenir, cuando se hayan encon

trado nuevas sustancias y nuevos sistemas, también sean

intentados los químicos; y, por consiguiente, tenemos la

obligación de no caer para el futuro en un error opuesto a

aquel en que se ha caído en el pasado, desvalorizando ma

ñana y olvidando todo cuanto ayer fué demasiado valo

rizado. Puede decirse otro tanto del ataque bacterioló

gico, respecto al cual habrá que estar siempre vigilantes.

Alguien de esos que sólo piensan en el día de hoy po

dría preguntarse cómo es posible que precisamente al

final de una guerra tan dura y desgraciada se vuelva a

hablar de necesidades protectoras; desgraciadamente, la

respuesta es obvia. Hay que estar siempre preparados, y

conviene, pues, prevenirse a tiempo. La dolorosa y san

grienta experiencia del pasado debe enseñarnos para el

porvenir tanto más que una guerra puede ser sufrida no

sólo sin desearla, sino también en contra de la propia

voluntad, como de ello son recentísimos ejemplos Bélgica

y Holanda, Dinamarca y Noruega. En tal materia, las

ilusiones y las imprevisiones se pagan a un carísimo pre

cio de destrucción y de irreparables desgracias.

El ataque incendiario, aunque estaba previsto, ha su

perado tal vez, en la realidad, las previsiones, adquirien

do formas de mucha gravedad, unido al lanzamiento de

bombas rompedoras y, a veces, por sí solo, efectuado por

grandes formaciones de aviones. Sea con proyectiles de

fósforo, sea con medios aluminotérmicos, especialmente

termitas; sea, en fin, con nuevos elementos, siendo sus

ceptible, como lo es, de sensibles progresos, ha de consi

derarse con mucha atención. Usado contra nosotros en

vasta escala, ha causado pérdidas ingentes, no sólo de

vidas y de edificios corrientes, sino también de famosas

obras de arte, de incomparable belleza, que no era posi

ble trasladar y que ya no podrán ser recuperadas. Esto

ha ocurrido especialmente en Génova, Milán y Turín, con

lanzamientos dirigidos, sobre todo, contra el centro de la

ciudad, con el fin evidente de aterrorizar a la población,

que ha tenido que añadir a las pérdidas humanas aquella

otra terrible desdicha que significa encontrarse sin la

casa, en la cual se desenvuelve nuestra vida y que tanto

contiene de querido y, frecüentemente, de indispensable

para cada individuo. Es preciso, además, apuntar que,

como siempre, muchos casos de incendio han sido debi

dos, sobre todo indirectamente, al ataque rompedor.

También éste ha tenido una sensible evolución en el

curso del conflicto, conservando siempre su papel princi

pal. Las generales previsiones, al comienzo de las hostili

dades, eran que, para los bombardeos contra los centros

habitados, difícilmente se usaría una bomba mayor de

las de ioo kilos, que contuviera de 30 a 40 kilos de tritol

o de un explosivo de igual potencia. En efecto, como tal

proyectil es capaz de destruir una casa de vecinos co

rriente, dando de lleno, se consideraba que las bom

bas de mayor peso serían reservadas para especiales ob

jetivos de mayor importancia, como fortalezas, buques de

guerra, grandes edificios y diques, etc., no pareciendo,

en efecto, conveniente, incluso en consideración a la li

mitada capacidad de transporte de un avión, usar, por

ejemplo, una bomba de 200 kilos allí donde se alcanzaba

el fin propuesto con una de xoo.

1?f/r/ri7/fís

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BOMBAS QUE ACTUAN ESENCIALMENTE

POR LA ONDA EXPLOSIVA

Sin embargo, la técnica específica fué evolucionando

por un camino acerca del cual se había reflexionado poco,

siguiendo la lógica directiva de tener, para cada objeti

vó, su bomba; es decir, estudiando para los distintos ob

jetivos el medio más a propósito para destruirlos, de

modo que resultase máximo el rendimiento de. la acción.

Al principio produjeron cierta sorpresa algunos nuevos

tipos de gruesos proyectiles, de forma cilíndrica, muy

alargados, que, lanzados desde lo alto, descendían poco a

poco, sostenidos por un paracaídas bastante amplio, y

que estaban provistos de espoletas, que les hacían estallar

al primer choque; es decir, apenas tocaban tierra o cual

quier otro obstáculo, como tejados, terrazas, aleros, etc.

Semejante bomba tenía una envoltura metálica muy

delgada (algunas se rompieron sin estallar, precisamente

por la escasa resistencia de la envoltura en relación con

el peso y dimensiones); apenas suficiente para asegurar

el mínimo de atraque, que es necesario para tener una

buena detonación; privada, además, de toda capacidad

de penetración, se comprende que tenía que actuar ex

clusivamente en superficie, por el solo choque explosivo

producido por la detonación de la pesada carga que conte

nía, la cual constituía la mayor parte del peso.

Como no todos tienen un claro concepto de lo que es el

choque explosivo, consideramos opo:rtuno explicarlo de un

modo sumario e intuitivo: cuando un explosivo estalla,

engendra, en una infinitesimal fracción de tiempo, gene

ralmente del orden de unas roo milésimas de segundo,

y a alta temperatura—por lo general, de 2 a 3.000 gra

dos—, un volumen de gas superior en algunos centenares

de veces al volumen original del explosivo mismo. De ello

se deriva una onda explosiva de gran violencia, pero de

brevísima duración, con un fulminante desplazamiento

del aire del centro de la explosión; se forma, por consi

guiente, en tal lugar una zona de fuerte depresión, a la

cual sigue, por reacción, una violenta aspiración de aire

hacia dicho centro de explosión. Tal segunda onda, lla

mada “retrógrada”, ocasiona generalmente efectos des

tructores bastante mayores que la primera; naturalmen

te, no porque sea superior a ella en intensidad, sino por

que, a causa de su más larga duración, tiene ocasión de

producir mayores estragos. Por esta razón, también,

cuando queremos derribar un árbol, un muro o intercep

tar una carretera, ponemos la carga, o por lo menos la

mayor parte de ella, precisamente en la parte hacia la

cual se quiere conseguir la caída.

El conjunto de la onda explosiva directa y de retorno

es precisamente llamado “conmoción explosiva”. A la

cual siguen, como es fácil de comprender, numerosas on

das secundarias, reflejas, determinadas por el particular

ambiente, en el cual se verifica la detonación; por lo cual,

aunque van extinguiéndose gradualmente, se suman al

gebraicamente entre sí, pudiendo alcanzar notables in

tensidades allí donde coinciden más cúspides o depresio

nes de ondas, mientras se anulan, sobre poco más o me

nos, allí donde los elementos positivos y los negativos tie

nen aproximadamente iguales val.ores (e), compensán

dose, por consiguiente, los efectos.

Esto admitido, es fácil comprender que pronto se ca

yese en la cuenta de que para la nueva forma de ataque,

es decir, la del empleo de tales bombas pesadas, se reque

ria construir éstas, adecuadas para la demolición de edi

ficios, actuando contra ellos precisamente por la acción

del formidable choque explosivo producido por la deto

nación (incluso sin un perfecto atraque) de una carga muy

potente y notablemente superior a las empleadasante

(i)

Sobre este

mismo tema véase el artículo del Genera

Amaturo: “Onda Explosiva y Onda de Presión”,—Revista

de Astilieeía e Ingenieros, enero de r943..—_(N. de Za R.)

riormente; es decir, de una carga formada por varios

quintales de explosivo. Recordaremos a este propósito,

aunque sin detenernos en describir sus consecuencias, los

efectos de una de tales explosiones, ocurrida en el pa

tio de la Oficina Central de Correos de Nápoles, donde,

destrozadas las habitaciones, derribados los tabiques y

los marcos de puertas y ventanas, rotos los revoques y

las cornisas, no sufrió daños el armazón de cemento. La

“onda explosiva”, atravesando el amplio portal, fué a

chocar contra un tranvía que estaba parado delante, hi

riendo a los viajeros que aún permanecían en él.

El inventor del sistema debía apoyarse en la conside

ración de que, a excepción de los edificios levantados en

las zonas sísmicas, y en general de aquellos de cemento

armado, las construcciones presentan escasísima resisten

cia a los empujes horizontales. En efecto, es bien conocido

el hecho de que en todos los cálculos de resistencia para

obras de albañilería y para otras estructuras similares se

consideran esencialmente cargas verticales, mientras en

las localidades que ya han sufrido algún terremoto, una

previsora legislación (a la cual se debe que Reggio, Cala

bria, Mesina, Avezzano, etc., no hayan sido complétamen

te destruidos) prescribe que se deben tener en cuenta, en

los cálculos de estabilidad, también los esfuerzos horizon

tales, que pueden ser producidos por movimientos sísmicos

ondulatorios. Las construcciones en cemento armado,

consolidadas por distintas trabazones, ofrecen por igual

una cierta resistencia, mientras que frecuentemente son

débiles las superficies de relleno de la estructura y los ta

biques.

El propósito de destruir precisamente por la conmoción

explosiva es favorecido por la resistencia deficiente de la

mayor parte de los edificios, sobre todo de los más anti

guos y modestos, que además son, relativamente, los más

intensamente habitados. Estos edificios no soportan bien

os efectos horizontales de la aspiración del aire, y por

esa razón la táctica de bombardeo empleada fué la de

lanzar juntamente racimos de bombas pesadas con po

derosa carga interior (por lo general, en número de tres

a cinco) y provistas de espoletas hipersensibles, con el

fin de que se produjera la explosión al primer choque,

obteniéndose así la detonación prácticamente simultánea

de todo el racimo. De este modo, lo que se procuraba erala coincidencia de vértices y valles de las distintas ondas,

primarias y reflejas. Los daños ocasionados por semejante

táctica de bombardeo han sido importantes, incluso a no

table distancia de los puntos de caída de los proyectiles,

señalándose precisamente los máximos, positivos y nega

tivos, de las sumas algebraicas de las ondas en las zonas

neutras intermedias. De tal modo queda aclarado lógica

mente el que existan algunas zonas casi indemnes dentro

de áreas completamente destrozadas; porque en ellas las

presiones y depresiones, equilibrándose entre sí, han re

ducido la importancia de los destrozos a valores tales,

que las normales estructuras han estado en condiciones

de soportarlos, sin dar, pues, lugar a hundimientos o, por

-

lo menos, a graves desperfectos.

De las observaciones que hemos ido haciendo breve

mente se pueden obtener consecuencias útiles también

para las obras de fortificación, tanto permanentes como

de campaña, y para todo lo que interesa a la defensa mi

litar de la nación y a la vida civil. Por consiguiente, será

conveniente, si no francamente necesario, poseer edificios

qúe presenten suficiente resistencia al ataque. Esto po

-dremos obtenerlo, ya por una intrínseca resistencia- de las

estructuras, ya desviando la aspiración del. aire con su-•

perficies de adecuada curvatura que atenúen y alejen las

ondas, impidiendo que choquen de lleno, o ya, én fin,

combinando los dos sistemas, que pueden adaptarse en

tre sí perfectamente. Entre otras cosas, hemos de hacer

notar aquí las buenas- condiciones de resistencia que ofre

ce todo lo que se encuentra por debajo del nivel del te

rreno, y en particular aquellos locales que se hallan cu

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biertos con estructuras tales que les permiten eventual

mente resistir las presiones producidas por el hundimien

to de los edificios situados encima. Los refugios en las

casas de nueva construcción, hechos con arreglo a las nor

mas de la ley todavía vigente en esta materia (que podrá

ser modificada en algún detalle, pero que conviene con

servar en su esencia), tienen características tales, que

pueden seguramente proteger del choque explosivo a los

que se encuentran a cubierto por ellos, teniendo no sólo

resistencia lateral, sino pudiendo igualmente soportar con

facilidad la caída de los edificios.

Una pregunta que puede surgir fácilmente es la siguien

te: ¿Fueron experimentadas tales bombas de conmoción

explosiva durante el estudio de las atómicas y en previ

sión de ellas? Es cierto que uno de los efectos de estas úl

timas, y tal vez el más grave, es análogo al de la “aspira

ción”. En caso afirmativo, la experiencia hecha debe de

haber sido alentadora para proseguir la obra de prepara

ción de la bomba atómica, dado que el choque explosivo

ha ocasionado manifiestamente desgracias y daños bas

tante graves en las zonas atacadas, por efecto precisa

mente, como ya hemos dicho, de la falta de resistencia a

fuertes presiones laterales, de que, desgraciadamente,

adolece la inmensa mayoría de los edificios y construccio

nes civiles, militares, industriales, etc.

CONSIDERACIONES RELATIVAS A LOS

EFECTOS DE PRESION DE LAS EXPLOSIO

NES ATOMICAS

EN

TIERRA, AGUA Y

AIRE

Parece, hasta ahora por lo menos, que no se obtienen

buenos efectos con bombas atómicas que, estallan después

de penetrar en la tierra, las cuales habrían podido provo

car, en favorables condiciones geotectónicas, movimien

tos de cierta importancia, parecidos en amplio sentido a

los sísmicos. Creemos que esto ha ocurrido no porque los

efectos hayan sido débiles en sentido absoluto, sino por

que parece ser más eficaz el ataque con la .explosión en

el aire. Recordemos a este respecto que, sea por lanza

miento desde un aeroplano, sea por otro medio de proyec

ción (por ejemplo, con artillería especial de largo alcance,

cosa ésta que no parece haber sido prevista, pero que nodebe excluirse, por ejemplo, para bombas de pequeño

peso y para el tiro contra aviones), la penetración del pro

yectil en el suelo será necesariamente limitada y depen

diente del peso de la bomba, de su velocidad remanente

y de la naturaleza y consistencia del terreno. Incluso,

en las más favorables condiciones, la penetración no po

drá ser más que de pocos metros. De ello resulta que,

mientras la eficacia del choque explosivo y de los otros

fenómenos consiguientes será atenuada de modo sensible

por la energía empleada en remover el terreno, la ampli

tud de la zona en la que se manifiesten los efectos destruc

tores, por la conmoción de terreno no será generalmente

tal que compense la pérdida de energía citada. Sin em

bargo, podrá haber casos en los que la destrucción de ob

jetivos de particular importancia y resistencia aconsejen

proceder de modo distinto, así como por especiales con

diciones del terreno pueden provocarse grandes despren

dimientos de tierra, hundimientos o fenómenos de reso

nancia de las ondas, modificaciones tectónicas u otros

efectos. Independientemente, sin embargo, de toda consi

deración sobre la mayor o menor conveniencia de tales

explosiones para el agresor, hemos de hacer.notar que la

defensa debe contar con que también las explosiones bajo

tierra pueden producir acciones-propiamente horizontales

o, por lo menos, capaces de dar sensibles componentes de

esta clase. Conviene, pues, para resistir las explosiones

subterráneas, adoptar estructuras que presenten la mayor

resistencia lateral posible. Antes de pasar al estudio de

las explosiones en el aire, hemos de aludir a la hipótesis

de que tal vez la presión o atraque del terreno en torno

de la bomba facilite el proceso de la reacción en cadena,

impidiendo la demasiado rápida fragmentación de la

bomba, con la consecuencia de que los mismos fragmen

tos, por ser de dimensiones inferiores a las críticas, perma

nezcan inertes, dejando inutilizado el uranio.

Para la explosión en el aire, ¿ a qué distancia de la tie

rra se conseguirá el mayor rendimiento? Naturalmente, la

altura variará algo con arreglo a las características del ob

jetivo que se quiere batir; pero, en líneas generales, consi

deramos que puede ser, como media, de cien metros.

No créemos que puedan resultar convenientes, en general,

explosiones a ras de tierra, porque mientras se consegui

rían gigantescos efectos destructores en las inmediatas

cercanías del centro de explosión, esos efectos irían rápi

damente disminuyendo en intensidad por varias y obvias

razones, de modo que, en resumidas cuentas, la superfi

cie atacada con eficacia destructora resultaría sensible

mente inferior a la que se habría conseguido si la detona

ción se hubiese realizado a cierta altura del suelo. Siempre,

bien entendido, que la elevación no sea demasiado gran

de: el centenar de metros, al que, según parece, han sido

provocadas las reacciones en cadena efectuadas hasta

ahora, es presumiblemente el más conveniente. Con la

explosión al nivel del suelo se tendría, es verdad, un área

batida çon más intensidad; pero, en la inmensa mayoría

de los casos, ¿qué importancia puede tener para el ata

cante el remover el terreno en una profundidad de veinte,

en lugar de diez metros? Mucho más útil es someter una

zona mayor a graves destrucciones.

Los audaces técnicos de los Estados Unidos de Amé

rica, después de haber afirmado, como indicación, que el

rendimiento de un proceso de desintegración de U-235,

para un kilo, puede ser comparado al de 20.000 toneladas

de trilita o de otro explosivo semejante, nos dicen que el

peso de la bomba puede variar de uno a cien kilos, y ha

blan de un rendimiento del 20 por 500, acerca del cual

nos permitimos, hoy por hoy, ser un poco escépticos.

De todos modos, aceptatuos por buena tal cifra de

20.000

toneladas y hasta concebimos su ampliación, aun

que siempre haciendo la advertencia, ya anteriormente

expuesta, acerca de la incertidumbre de los razonamien

tos que no hayan sido confirmadós después por la expe

riencia. Como es bien sabido, los efectos de la detonación

de una carga varían en razón directa de la raíz cúbica del

peso, lo que es fácil de comprender si se reflexiona acerca

del hecho de que dicha detonación actúa en el espacio,

es decir, según las tres dimensiones. De ello se deriva que

si una carga de un kilo, puesta en el centro de una esfera

de material dado, de un metro de radio, es justamente

capaz de destruirla, una carga de 20 millones de kilos del

mismo explosivo, en el mismo material y en las mismas

condiciones, no será capaz de destruir una esfera de

20 millones de metros de radio, sino sólo de la raíz cúbica

de tal cifra, es decir, de poco menos de 280 metros; la re

lación, pues, de los radios de las esferas de destrucción

será, sobre poco más o menos, de x a

280.

Naturalmente, aplicar tal relación,

sic cf simpliciter,

respecto a la bomba atómica, sería muy simplista, y por

consiguiente erróneo, puesto que no se tendría en cuenta

una infinidad de otras circunstancias concomitantes o

subsiguientes, algunas de las cuales son de bastante

importancia. Sin embargo, esta relación sirve para dar

nos un criterio amplio, al formar un concepto concreto de

la catástrofe provocada por la explosión de diferentes

cargas y de los efectos consiguientes en las estructuras so

bre las cuales actúe la detonación.

Por otra parte, varias veces, en Nápoles y en Palermo

por ejemplo, hemos tenido que lamentar la voladura de

barcos que contenían explosivos, y que, alcanzadas por

los ataques aéreos, produjeron la explosión de millares de

toneladas de trilita u otras sustancias seniejantes. Es ver

dad que tales detonaciones, algo fraccionadas en el tiem

po, no pueden ser comparadas rigurosamente con las de

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una sola carga; pero también sirven para darnos una idea

de lo que puede ser una grandiosa explosión atómica, tan

to en sentido absoluto como relativo, comparada con las.

detonaciones ya conocidas.

Examinemos ahora algo referente a las explosiones sub

marinas. Ante todo tendremos aquí un cierto atraque,

que debería facilitar una buena detonación del explosivo,

así como producir, tal vez, el efecto favorable de disminu

ción de velocidad de los neutrones. Dicho atraque es de

bido a la obstrucción de una masa de agua considerable.

Pero estas dos hipótesis tienen, sin la modificación de la

experiencia, un valor bastante discutible; más convincen

te, por analogía, nos aprece afirmar que cuanto más su

perficial sea la explosión (bien entendido que dentro de

límites razonables), tanto mayor será la pérdida por la

gran masa de líquido proyectada hacia arriba; mientras,

por el contrario; con las mayores presiones hidrostáticas

existentes a gran profundidad, una, explosión demasiado

profunda daría lugar igualmente a sensibles pérdidas; de

ello se.deriva la conveniencia de provocar la detonación a

la profundidad justa, según el objetivo que se quiere al

canzar, con objeto de limitar las pérdidas de potencia y

obtener el máximo efecto útil que sea posible conseguir.

CONSIDERACIONES SOBRE LOS

EFECTOS TERMICOS

Y

RADIOACTIVOS

Hasta ahora hemos hablado de aquellos efectos de las

bombas atómicas que pueden compararse a las conse

cuencias de las explosiones más conocidas; veamos ahora

algo acerca de los otros dos efectos principales, es decir,

los térmicos y los radioactivos, comenzando por los pri

meros. Si en la detonación de un explosivo normal se en

gendran temperaturas que, en general, no superan los

3.000

grados, y a pesar de ello se verifican frecuentemente

incendios debidos a tales temperaturas, ¿qué ocurrirá

con las reacciones en cadena, que producen temperaturas

bastante más elevadas, tal vez superiores en algunos cen

tenares de veces? Una primera infuencia, aunque sea

instantánea, habrá de ser observada en la explosión mis

ma, puesto que, a tantos grados, se debe verificar, por lo

menos, un principio de fusión en la masa, con la consi

guiente perturbación de la reacción, lo que debe condu

cir a una disminución del rendimiento, sobre todo en

bombas grandes.

Para las bombas que penetren en el terreno, una parte

de la gran cantidad de calor producida—tanto mayor

cuanto más profunda sea l penetración—será absorbida

por el terreno mismo, sin que de ello se obtenga, general

mente, provecho alguno para el ataque. Puede ocurrir

que ésta sea una de las razones por las cuales, según pa

rece, aún no se han hecho estallar bombas atómicas en el

subsuelo. Por otra parte, no ha de excluirse algún experi

mento en este sentido, dado que, entre otros, hay casos

en los cuales una de estas gigantescas minas podría dar

útiles resultados para grandiosas obras de paz, como,

por ejemplo, la voladura instantánea de un diafragma ro

coso, Y como hemos hablado de una obra destructora

esférica, es necesario precisar que, aun siendo dirigidos los

esfuerzos igualmente en toda la dirección, los efectos

tangibles son máximos hacia la línea o líneas de menor

resistencia, mientras resultan mínimos allí donde otras

poderoas fuerzas se oponen, y por lo general hacia aba

jo, de modo que se viene a pro duci:r,el característico crá

ter; que generalmenté distingue a las minas corrientes.

La altísima temperatura producida, a pesar de la ins

tantaneidad de la reacción, no puede dejar de producir

en el agua importantes efectos, que ciertamente no favo

recen el buen resultado práctico de la explosión.

Y, en efecto, es indudable que a temperaturas de cen

tenares de millares de grados, por muy breve que sea la

duración de la producción de calor, notables masas de lí

quido sérán tumultüosamente transformadas en vapor

absorbiendo energía y formando diafragmas gaseosos, que

se insertarán en la propagación de los movimientos ondu

latorios, actuando, según todas las probabilidades, como

perturbadores y retardadores de las ondas, o sea disminu

yendo la altura de las columnas de agua lanzadas hacia

arriba y, lo que es dé mayor importancia práctica, amor

tiguando la violencia de los movimientos ondulatorios su

perficiales y profundos, atenuando así los daños produci

dos en los buques, que se encuentren en la zona atacada,

y reduciendo la superficie en la cual se .manifiestan los

efeótos útiles de la explosión. Estos seguirán siendo, por

otra parte, muy elevados, y aunque algunas unidades no

sean hundidas, la violencia destructora desencadenada

sobre ellas las reducirá a tales condiciones, que no se po

drá confiar de ningún modo en su eficacia bélica, que re

sultará por ello profundamente disminuída.

Téngase presente para los barcos, por analogía, cuanto

hemos dicho, respecto a las presiones, al referirnos a los

edificios. Un buque, construído de modo tal que pueda

ofrecer buena resistencia a las olas, presenta un elevado

grado de seguridad respecto a las presiones horizontales.

Mayor es todavía la çapacidad de resistencia ofrecida

por cualquier barco de guerra, que es proyectado y cons

truído de modo que pueda hacer frente no sólo a los mo

vimientos del mar, los cuales deben producir la mínima

perturbación, sino también a la violenta acción explosiva

que puede alcanzarle en todos los sentidos, según que pro

venga de, bombas de aviacióñ, de artillería o de torpedos,

de minas submarinas, etc. Una nave, pues, está relativa-

mente mejor dispuesta que un edificio para resistir las

presiones horizontales.

En el aire, los efectos térmicos son, a nuestro juicio, de

la mayor eficacia para el atacante. Menores son, en efecto,

las pérdidas y más rápido y eficaz resulta el transporte,

incluso por convención, de altísimas temperaturas hasta

lo que puede ser incendiado con mayor facilidad. Verdad

es que habrá fuertes corrientes ascendentes que queda

rán sin efecto práctico; pero también es verdad que, a

consecuencia de las violentas presiones engendradas por

la explosión, vastas zonas serán pronto invadidas por co

rrientes de aire candente, capaces de provocar incendios

con las destrucciones consiguientes.En resumidas cuentas, y siempre como consideración de

carácter general, desde el punto de vista de los efectos

térmicos, la explosión en el aire a un centenar de metros

de altura, parece ser la de mejores resultados.

Hemos de hablar también de la radioactividad inducida

y de sus consecuencias. Acerca de la importancia de ta

les fenómenos y de sus repercusiones fisiológicas sabemos

muy poco con precisión, como lo demuestra el hécho de

haber tratado de recoger enseñanzas prácticas de los

recientes experimentos, hechos con animales expuestos a

las radiaciones atómicas para estudiar sus reacciones.

Parece que las consecuencias no son excesivamente gra

ves; pero es preciso ser prudentes y no demasiado pro

pensos al optimismo en materia tan nueva, que además

requiere una confirmación ulterior, puesto que algunos

efectos radíoactivos podrían ser atenuados por alguna cir

cunstancia, sin contar con las distintas reacciones de los

diferentes individuos. .De todos modos, esta última in

fluencia parece ser la menos grave de las tres fórmas en

las cuales la bomba atómica revela principalmente su tre

menda acción.

CRITERIOS DE PROTECCIONGENERAL

De la sumaria exposición precedente surgen aquí y allá’

varios criterios defensivos,,que en tesis general no varían,

al menos en principio, con el aumento de la acción ofen

siva. Son las proporciones las que hay que cambiar, y no’

las normas de protección en sí mismas, que se basan en

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dos sistemas fundamentales, susceptibles también de

combinarse entre sí; el de fraccionar y dispersar, y el de

ofrecer un alto grado de resistencia específica a los ata

ques. Desgraciadamente, hay muy poco que hacer en las

cercanías más o menos inmediatas al centro de la explo

sión atómica; pero a medida que nos vamos alejando, las

posibilidades protectoras aumentan. Por ejemplo, si una

casa construída con arreglo a los antiguos principios ar

quitectónicos resiste a una distancia de 2, una edificada

de modo que pueda ofrecer una buena resistencia hori

zontal, se mantendrá en pie a la distancia de x. De ello

se deduce que mientras con un sistema el área de destruc

ción tendrá el radio 2, con el segundo el radio será de x y

las áreas de las zonas afectadas estarán en la relación de

4 a x. Se comprende fácilmente la gran ventaja obtenida,

aunque no se consiga la deseable, pero inaccesible, inmu

nidad absoluta.

Lo mismo debe decirse respecto los refugios; en par

ticular, los previstos actualmente por nuestra legisla

ción responden bien a su finalidad. Habrá que introducir

en ellos sólo pocas y no muy grandes modificaciones.

Estos refugios, en efecto, a más de ofrecer protección con

tra las ondas de presión y depresión, a las que en gran

parte se sustraen también por su situación subterránea,

resisten el peso de los hundimientos de las obras superio

res y están en condiciones de proporcionar también sensi

ble protección contra las altísimas temperaturas, que por

su duración limitada, no conseguirán pasar frecuente

mente, con consecuencias mortíferas, a través de las es

pesas paredes de cemento armado de los refugios. Por lo

que respecta a la radioactividad, baste recordar que en la

fabricación de la bomba atómica las instalaciones en las

cuales pueden producirse peligrosas radiaciones son go

bernadas y controladas a distancia, y el personal pertene

ciente a ellas se protege precisamente con muros de ce

mento.

Cuanto se ha dicho respecto a las edificaciones en ge

neral tiene igual valor, naturalmente, para fuertes,

cuarteles, edificios industriales y otras construcciones.

Más oneroso y de más .limitada eficacia se presenta el

problema de la defensa de las tropas en campaña, aun

que también en tal esfera se puede hacer algo dentro de

los límites de un gasto prácticamente soportable, no para

anular, ciertamente, sino para disminuir sensiblemente el

daño que el ataque pueda ocasionar. Pero no es ésta la

ocasión de detenerse en particularidades; baste afirmar

que existe una posibilidad de defensa, al menos dentro

de ciertos límites, que serán modestos tal vez, pero deja

rán margen para disposiciones de indudable utilidad y

prácticamente alcanzables. La trinchera tampoco asegu

raba la vida, pero contribuía notablemente a limitar las

pérdidas humanas.

Sería, por lo menos, prematuro ofrecer datos concretos

de resistencia de las obras defensivas cuando aún no está

définida con precisión la importancia y forma del ataque;

Pero ciertamente, e independiente de toda cifra, subsiste

el hecho de que el aplicar los principios generales de cons

trucción de que hemos hablado, el practicar intersticios

para atenuar los efectos térmicos, el desviar las ondas explosivas, etc,, significa, el restringir considerablemente el

radio de acción eficaz de la bomba atómica. Se renueva,

pues, en distintas proporciones, y con una mayor resig

nación ante lo inevitable, la clásica lucha entre la ofensiva

y la defensiva.

Por fortuna, hoy por lo menos, la fabricación de la bom

ba atómica es cosa tan difícil, que requiere, aparte la dis

ponibilidad en vasta escala de uranio, consumos de ener

gía verdaderamente asombrosos, de modo que pocos, in

cluso poquísimos, son los Esfados que se hallan realmente

en condiciones de poderlas fabricar, y esto independiente

mente del mayor o menor conocimiento de los secretos

técnicos de construcción. A los muchos países queno es

tán en condiciones de resolver este problema no les que-

da otro remedio, a menos que se sometan resignada y ab

solutamente a la voluntad del más rico y poderoso, que

tratar de protegerse cuanto mejor sepan o puddan, pro

curando a su vez embotar la acción del ataque y herir al

agresor en sus delicados organismos de producción, in

tentando paralizar ésta, si es posible, u oponerse a que

lleguen a su destino las armas que transporten las bom

bas, de modo que no logren efectuar su lanzamiento.

Pero también es prematuro hacer esta afirmación,

mientras no se aclare y precise más la importancia y la

forma del ataque específicamente atómico. Mucho puede

progresarse, en efecto, en las bombas atómicas, y esto

sólo por parte del que pueda tener casi el monopolio de

las materias primas, la disponibilidad de elementos de

construcción y de energía, y la posibilidad de estudiar y

realizar experiencias utilizando gran parte de la doctrina

mundial sobre este asunto. Lo cierto es que la bomba ató

mica, aun sin ser todavía un arma de ataque apocalíptico,

es decir, algo que no pueda ser contrarrestado, es de ex

trema gravedad y aumenta desmesuradamente los horro

res de la guerra. Se comprende, por otra parte, que quien

posee los secretos de fabricación los guarde celosamente,

explicándose también el hecho de que existan propagan

das que, según se supone, tienden, respectivamente, a exa

gerar o disminuir los resultados conseguidos.

OBSERVACIONES FINALES

Consideramos que, en el porvenir, las naciones más ri

cas y poderosas tratarán de mantener todavía más en se

creto sus eventuales e incluso probables inventos y per

feccionamientos de la bomba atómica; y por lo que res

pecta a la defensa, será de interés el estudio de lo que di

chas naciones puedan realizar para no quedar retrasadas.

En esta expectativa deberá atenderse, al menos, a la pro

tección que pueda efectuarse. con gastos soportables,

como ocurre con muchas de las medidas apuntadas; por

ejemplo, para nosotros, los italianos, sería fácil reducir

al mínimo, en los casos en que fuera posible hacerlo, la

construcción de edificios que puedan incendiarse o pue

dan deformarse a consecuencia de altas temperaturas, amenos—bien entendido—que no estén convenientemente

revestidos de materiales que las preserven del incendio

aislándolas suficientemente.

Se debe actuar como cuando ya era inminente el úl

timo conflicto mundial.

Examinábamos entonces ansiosamente los filtros de las

máscaras de contragases fabricadas en vasta escala en

los distintos Estados, sacando de tales estudios, si no la

absoluta certeza, al menos, una gran probabilidad de que

no habrán sido descubiertos nuevos agresivos químicos;

puesto que si tal descubrimiento se hubiese realizado; se

habría introducido por parte del inventor una modifica

ión en los filtros para hacerlos capaces de neutralizar el

nuevo gas o agente químico. La ausencia de modificacio

nes sustanciales significaba, pues, con toda probabilidad,

que no había sido descubierto nada que los actuales fil

tros no pudieran hacer inofensivo.

Ciertamente, la defensa por sí sola no basta; pero ya

es algo, y, de todos modos, es siempre mejor que nada.

Por otra parte, ¿quién puede prever el progreso científico

que procede en sus conquistas con vertiginosa rapidez?

Y esto no sólo en el campo de la energía atómica... La

ciencia está estrechamente ligada a la defensa y a la po

tencia militar de las naciones: de los aviones guiados por

radar y de los tiros estratosféricos a la bomba atómica

hay un extenso avance de la ciencia militar que debería

imponer un enlace continuo e indisoluble entre los Esta

dos Mayores y la Universidad, y entre los técnicos milita

res y civiles, con vistas a una cada vez más íntima colabo

ración dirigida al supremo interés de la nación.

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Esta necesidad, siempre viva, pero no siempre sentida,

ha llegado a ser hoy un imperativo categórico; sobre todo

para un país que se encuentra, por añadidura, ante el

peligro de poder ser ahora, como ha sido últimamente,

y como ha ocurrido, por otra parte, durante toda la Edad

Media, campo de batalla de fuerzas enemigas que encon

trarán muy cómodo batirse en nuestro territorio, para

preservar algo los suyos de las devastaciones y de los es

tragos de la lucha. Los Estados Unidos de América, con

sus asesores técnicos militares, nos dan un ejemplo que

sería equivocado no seguir, habiéndonos demostrado ade

Minas C. C. antipersonal y trampas.

SuempleoenelEjércitoamericano.

más cómo puede ser movilizada la ciencia de casi todo

el mundo, con la cooperación incluso del más eminente de

nuestros grandes físicos.

La preparación, además, no se improvisa: hay un tiem

po de paz durante el cual, sin propósito alguno agresivo,

pero con la conciencia de defender el suelo patrio, se debe

preparar su protección, para hacerlo, en los límites de lo

posible, poco vulnerable a los ataques enemigos, cuales

quiera que sean éstos, y para evitar que Italia sea elegida

de nuevo como campo de batalla en el choque de opues

tos imperialismos tendentes al dominio del mundo.

Capitán CARLOSE. FRANCO.—Extractado de la revista

Memorial del Ejército,

de Colombia.

Organización de una Sección de minas C. C.

Un Regimiento de Infantería americano (aproximada

mente una Brigada), cuenta con una Sección de minas

C. C. Dicha Secciónestá compuesta por: un Teniente

o Subteniente, Comandante de la Sección; un Sargento

primero, dos sargentos segundos, tres conductores de ve

hículos, dos camiones de una tonelada y media, un carro

de media tonelada

(jeep),

dos remolques de una tonelada,

un equipo de herramienta, elementos para dibujo, una

radio portátil, una cocina de campaña, un equipo para

señales con los aviones, pistolas de señales. Lo descrito

anteriormente constituye la plana mayor de la Sección.

La Sección tiene dos Escuadras, y cada Escuadra está

compuesta por un Sargento comandante y siete soldados.

Lleva como equipo un detector de minas, 250 minas, ele

mentos para localizar las minas y para el emplazamiento

de las mismas.

Minas.

Existen dos clases de minas:

a)

Minas contracarro,

empleadas para inutilizar y

destruir carros de combate y toda clase de vehículos.

Generalmente no son peligrosas pa:ra el personal, al me

nos que se ejerza una presión suficiente para hacerlas

estallar. La carga explosiva varía en.tre 4 y r libras (libra

454 gramos).

b)

Minas contra personal,

usadas para producir bajas

en el personal a pie. No son efectivas contra vehículos.

La carga explosiva varía entre 4 onzas (onza 28 gramos)

y 4 libras.

Cuando las minas se han agotado o están inservibles,

se pueden improvisar con cualquier tipo de explosivo,

adaptándole una espoleta cualquiera. Esta clase de mi

nas son peligrosas de manejar.

Para el entreñamiento se usan

minas de práctica.

No

contienen carga explosiva, pero su construcción es simi

lar a las reales. Están organizadas para producir humo

cuando un vehículo pasa sobre ellas.

Dispositivode encendidode las mimas.

i.

Espoleta de percusión.—Es

aquella en que el ful

minante es golpeado por el percutor, impulsado por un

resorte.

2.

Espoleta química.—En

esta espoleta se utilizan sus

tancias químicas que al réacciónar producen llama in

ensa.

3.

Espoleta defricción.—Está

compuesta por una sus

tancia especial (fósforo) que se inflama por fricción.

4.

Espoleta de tiempo y de acción retardada.—Son

aque

llas en las cuales se emplean elementos mecánicos o quí

micos y producen una acción retardada.

Trampas.

Son dispositivos compuestos por una carga explosiva

y un detonador. Son usadas generalmente contra perso

nal. Su principal misión es la de producir bajas y desmo

ralizar al enemigo. Se instalan a lo largo de las rutas de

aproximación del enemigo entre las minas C. C., para im

pedir su remoción, en los edificios abandonados, en los

vehículos, en el armamento, en el equipo, muebles, etc:

Todo el personal de las diferentes armas debe tener co

nocimiento sobre el modo de armaj, desarmar y funcio

namiento de estas trampas.

Empleotácticode las minas.

a)

Un campo de minas cumple su misión como obs

táculo contra los carros si se instala rápidamente en sitios

apropiados, bien disimulado, de rápida remoción, cuando

no se requiere por largo timpo y que cause sorpresa al

enemigo.

b)

En la defensa, un campo de minas completa la ba

rrera de los cañones C. C.

c)

Un campo de minas se reduce al mínimum cuando

se hace el mejor empleo de los obstáculos naturales y

cuando se suprime la colocación de minas en los sitios

no protegidos por el fuego de las armas.

d)

Para prevenir la remoción y penetración por par

te del enemigo, un campo de minas debe estar protegido

por las armas de la infantería y por los cañones C. C.

e)

Dos campos de minas, destinados a estorbar gene

ralmente, no se protegen con el fuego de las armas. Deben

estar bien disimulados y colocados en ancho espacio y

con alto porcentaje de minas antipersonal.

f) La extensión de un campo de minas es general

mente limitada por el tiempo, por el número de personal,

por los abastecimientos y por los transportes.

g) Una vez instalado un campo de minas, se prevé

la localización de las armas de protección..

h)

Un campo de minas cumple su principal misión

cuando se instala delante de las posiciones defensivas.

Así, el máximum de fuego se desencadena cuando el ata

que enemigo haya tropezado con las primeras fajas de

minas.

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(i

Si se encomienda al obstáculo C.

C.

únicamente la

protección de las posiciones adelantadas, el enemigo lo

reconocerá fácilmente y entonces sus efectos disminuyen.

(j

El campo ideal de minas ofrece el máximo efecto

cuando las armas pueden disparar con eficacia contra el

enemigo detenido por las minas.

k) El Mando es quien ordena el plan de un campo de

minas. Dicho campo debe estar bien marcado y perfecta

mente reconocido por aquellos que tienen la obligación

de instalarlo y protegerlo.

Puntos que debentenerse en cuenta parafor

mular un plan de instalación de minas.

i.

Localización de los caminos más probables de apro

ximación de los carros enemigos.

2. Determinación de las barreras naturales.

3. Seleccionar los sitios para la colocación de las mi

nas, en ancho y en profundidad, ante la

línea principal

de resistencia.

.

Seleccionar las rutas de comunicación.

 Coordinación con las unidades vecinas.

Defensa de un campo de minas.

a)

Los puntos de defensa se colocan cerca de los

campos de minas para prevenir su localización por las pa

trullas enemigas. Por la noche, ametralladoras ligeras de

ben estar emplazadas de tal modo que los protejan.

i) Cuando es imposible proteger con fuego un cam

po de minas, es importante aumentar el porcentaje de mi

nas antipersonal, trampas y dispositivos de alarma.

Calles y senderosa través de un campo de minas.

Se deben disponer caminos y senderos necesarios a tra

vés de los campos de minas, que permitan el paso de los

vehículos y del personal propio.

En los campos de minas avanzados, los senderos son

usados principalmente por las patrullas. Etas vías de

tránsito deben estar bien disimuladas y señaladas con

marcas especiales.

En la retirada.

Antes de una retirada deberán cerrarse todos los sen

deros, calles, etc., y removerse el campo de minas.

Campo de minas simulado.

Un campo de minas simulado sirve para complementar

un campo de minas real para confundir al enemigo y re

trasarlo. Los siguientes principios sirven para usarlo co

rrectamente:

Es de gran valor cuando el enemigo recibe fuego

efectivo al tropezar con él inesperadamente.

2. Deben quedar bien atrás para que el enemigo no

pueda reconocerlos y descubrir su verdadero objeto.

3.

Deben ser considerados como reales y deben estar

con todas las marcas y señales, senderos, etc.

4. Objetos metálicos esparcidos por todo el campo

causan reacción en los detectores de minas del enemigo y

le obligan a gastar más tiempo en el reconocimiento, ins

pección y limpieza del campo.

5. En estos campos de minas debe haberse disemina

do algunasminas antipersonales y minas C. C. de verdad.

6. De su colocación y situación debe informarse rá

pidamente y con precisión al Mando respectivo.

Campo de minas del enemigo.

Los caminos, calles, senderos y demás vías de aprox

mación al enemigo están sembrados de minas antiperso

nal y minas C. C. Estas vías de acceso deben ser despe

jadas, lo que requiere un rápido y técnico reconocimiento

y el empleo de un personal especializado.

En el territorio que ha estado ocupado por el enemigo,

los vehículos y el personal deben evitar el tránsito por las

vías que no han sido inspeccionadas y limpias de minas.

Minas antipersonal enemigas son colocadas frecuente

mente en las zonas adyacentes a los cráteres, hoyos, etc.,

para impedir el paso por dichos lugares.

Descubrimientosde campos de minas.

Para inspeccionar cada metro, del terreno con el dé

tector de minas es preciso hacerlo muy despacio. Se evi

tarán muchas bajas si el personal está suficientemente

preparado.

Muchas son las señales e indicios que indican la presen

cia de un campo de minas. Tales indicios son: tierra remo

vida, pilas de piedra, alambradas, marcas, cajas de em

paque de las minas, límites, cercas, etc.

Manera de suprimir la falta de enlace telefónico durante

eltendidodelíneaenlasUnidadesdeInfantería.

Capitán de Infantería TEOFILO FELIPE CUECO,

Profesor de la E. de Aplicación y Tiro de Infantería.

A pesar del gran desarrollo actual de los medios de

transmisión, sigue siendo la

telefonía con hilos

el más uti

lizado, y esto no sólo en naciones de escaso poder técnico

e industrial, sino también en las más avanzadas en este

sentido.

Si no existieran las sóluciones de continuidad que im

ponen los cambios de estación telefónica a esta clase de

comunicaciones, las ventajas que el Jefe de una Unidad

conseguiría al poder estar en continuo contacto con sus

subordinados serían extraordinarias.

Podría enterarse, en el mismo momento en que viera

le detenían una Compañía, del motivo que lo había pro-

vocado, y consecuentemente ordenaría la concentración

que necesitase a su base de fuegos, o solicitaría si no era

suficiente el apoyo artillero necesario sobre la zona de

donde hubiera partido la fijación de la citada Unidad.

Si necesitase rectificar la dirección de marcha de una de’

sus Unidades o prevenirla de un peligro que por su situa

ción aquélla no podía prever, lo haría igualmente en el

momento de concebir esa necesidad.

En un combate en retirada podría asimismo mante

nerse continuamente en contacto con la extrema retaguar

dia, recuperando el material telefónico, que, por tanto, no

quedaría en poder del enemigo.

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Pero estas ventajas y tantas otras no se consiguen, por

que el empleo del teléfono en las acciones de combate

falla con enorme frecuencia.

Los tendidos de línea y los montajes de estaciones son

sumamente lentos, y nunca puede saberse, hasta después

de haber pasado mucho tiempo, si aún se está tendiendo

necesarios en otras misiones, proporcionan una comuni

cación discontinua e irregular, hasta que se haya efectua

do un nuevo tendido y montaje de estación en un punto

próximo al nuevo P. M.

A principios del año 1942, por numerosas y variadas

circunstancias, tuvimos un verdadero fracaso mandando

una línea o si, efectuado el tendido y montaje de esta

ción, aquélla ha sido cortada por ganado, peatones, ve

hículos, explosiones de granadas, etc. Existiendo aún otro

•fallo importante, y que ocurre durante los cambios de

posición del P. M., ya que si la estación queda fija, mien

tras aquél se traslada, le será necesario emplear un servi

cio de enlacés con ella, que, además de restar elementos

la Sección de Transmisiones del 2.° Tercio de la Legión

durante el desarrollo de un ejercicio en el campo que aquél

ejecutó.

Tan rotundo fracaso nos hizQ cavilar para buscar solu

ciones que nos resolvieran los inconvenientes que había

mos comprobado, debidos a dos razones de tipo general:

una, a la falta de práctica del personal de la Sección de

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Tarnsmisiones en ejercicios de ese tipo, para los que indu

dablemente no estábamos preparados, y otra, por las con

diciones del material de que disponíamos.

La primera razón la resolveríamos con una instrucción

y preparación adecuada de la Sección, y para la segunda,

buscando una solución de circunstancias que, siendo de

escaso coste y trabajo, nos evitaría bastantes inconve—

nientes.

En aquel año de

1942

presentamos dicha solución, con

la cual realizamos unas pruebas ante el Jefe del 2.° Ter

cio y Oficialidad de dicha Unidad, pruebas que resultaron

satisfactorias, siendo aceptadas por dicho Jefe, que ordenó que tal solución se adaptara a todos los portacables

de tendido telefónico de que se hallara dotado el Tercio.

Poco después, y como nuestros servicios tuvimos que

emplearlos fuera de la Unidad, dejamos aquel asunto e

idea estancados.

¿Existen procedimientos más útiles en ia actualidad

utilizando el material que normalmente emplean las

-

Secciones regimentales de Transmisiones? Lo ignoramos

o, al menos, no hemos logrado conocerlo, por lo que flOS

decidimos a mostrar el sencillo y elemental aparato de

circunstancias que construímos, y que es muy susceptible

de ser mejorado.

De un modo rudimentario conseguimos en aquel en

tonces desechar en las comunicaciones telefónicas con

vuelta por tierra todas las causas de retraso en la trans

misión que hemos señalado anteriormente, excepto la de

avería de l ínea, que también con mi método conocería

mos en el momento de hacer la llamada, si no recibíamos

contestación, ordenando inmediatamente su busca y re

paración.

La solución que encontramos fué la siguiente:

Perforamos el eje del carrete de un portacables en su

extremo libre (donde no existe el cuadradillo para la ma

nivela que se emplea para enrollar el hilo) (fig. i), y de

este modo, por ese conducto y orificio, de calibre supe

rior al del hilo con su envoltura, se extrae la parte termi

nal del citado hilo. Hicimos esto para asegurar el aisla

miento entre el conductor y el eje, no perdiendo por deri

vación energía eléctrica alguna, empleando como dieléc

trico que reforzara el efecto de la camisa aislante uno

construído de madera en dos tubos, para que se amolda

sen al fresado en el eje del carrete (fig. z)

(1-2).

Terminamos el extremo del cable en un casquete esfé

rico de cobre (3), para que por contacto transmitiera la

corriente a otro casquete análogo (4), que se continúa

por un eje de la misma materia (5). En el otro extremo de

este eje se le hizo un orificio (6) (fig.

3),

para sujetar a él

un hilo más fuerte de cobre, que irá a empalmar al borde

del teléfono.

Si el hilo que se extrae del portacable por el eje del

carrete se l ievara a embornar directamente a la caja del

teléfono, esta unión sería fija, y ái ir desenrollando el

hilo del portacables produciría en él una torsión que lo

rompería a pocas vueltas que diera.

El rozamiento de los casquetes se vence a escasa fuer

za que la torsión del hilo tenga, fijándose el casquete (4,

mientras el (3) gira, evitándose el aumento de la fuerza

de torsión y, por lo tanto, la rotura del hilo.

El contacto de ambos casquetes se asegura mediante la

presión de un muelle de poca potencia (fig. 3) (7), para

evitar que su resistencia al rozamiento sea grande, pues

esa resistencia es la que ha de vencer el esfuerzo de tor

sión, no debiendo ser el muelle tan débil que deje de ase

gurar su contacto.

El casquete esférico (4), con su eje y muelle, se intro

duce en un tubo de madera con orificios de distinto gro

sor (8), para que el de menor calibre sólo permita el paso

del eje y sirva de tope a un extremo del muelle.

En las superficies planas de los casquetes se colocan

unas cintas aislantes (9-ro) para evitar el contacto de los

mismos con masas metálicas; el primer casquete, con la

del eje del portacbles, y el segundo, Con el tubo (u),

que contiene las anteriores piezas y que se hizo de hierro

por ser material que pudimos conseguir más fácilmente.

Este tubo, con sus orificios extremos de distinto calibre,

se hace roscado, el que se sujetará al extremo del eje del

portacables, y más estrecho el otro, para que contenga la

pieza (8) y pueda salir el eje

()

sin que haga ningún con

tacto de las paredes de dicho orificio metálico.

Si el eje del carrete no sobresaliera lo suficiente para

poder roscar su extremo, se puede construir y sujetar el

tubo de hierro que contiene las piezas descritas anterior

mente, dándole la forma de sombrero de copa para fijarsu ala al apoyo del eje en el portacables (ver fig. 4) por

medio de tres tornillos.

En este caso existe menos peligro de torsión y rotura

del hilo, ya que el casquete (ro) y su eje permanecerán

fijos mientras el eje del carrete con el casquete (9) efec

tuarán los giros al mismo tiempo y velocidad.

Este sistema se puede simplificar extraordinariamente,

si en vez del tubo de hierro se emplea de bakelita.

El hilo que sale del eje () vaal borne correspondiente

de la caja del teléfono (fig. 5) (12). Del otro borne de la

citada caja sale otro trozo de hilo (13) que va a la cana

ladura, a media caña, efectuada en un bastón, por la que

se conduce y sujeta el hilo, terminándolo empalmado en

una conterá metálica puntiaguda (14) (muy útil la bayo

neta rusa) que, penetrando en el terreno, va produciendo

la vuelta por tierra.

La manera de actuar, una vez colocado este artificio,

es muy sencilla:

Un obrero lleva el portacable con el hilo que se va a

tender, y otro, la caja del teléfono colgada del hombro y

el bastón (en caso de necesidad, un solo hombre puede

llevarlo todo). Durante el tendido de la línea, el segundo

obrero, que va bastoneando, sólo pierde el contacto con

el suelo (cierre del circuito con vuelta por tierra) en cor

tísimo tiempo, menor de un segundo, y como la llamada

telefónica normal es de tres o cuatro, habrá hecho sonar

el timbre de la caja telefónica, en cuyo momento se pa

rarán los obreros de línea, quedando la estación telefó

nica montada, con lo que pueden ponerse inmediata

mente en comunicación.

De esta manera, si los obreros de línea van junto al

Jefe, a quien tengan que prestar servicio, éste no tendrá

más que alargar el brazo para ponerse en contacto con el

que lo haya llamado, y terminada la comunicación, en

tregará el teléfono y reemprenderá la marcha en la mis

ma forma que anteriormente.

Este procedimiento del bastón es el que hemos encon

trado más seguro y cómodo. Intentarnos utilizar como

conductor el cuerpo humano, llevando el segundo obrero,

durante la marcha, una alcayata de polo de tierra en una

mano; pero además de hacerse muy insuficiente el con

tacto con tierra a través de la suela del zapato del obre

ro, especialmente en terrenos muy secos, arenosos o pe

dregosos, tenía el inconveniente de que el voltaje pro

ducido por la magneto de los teléfonos de campaña (unos

90 V), en los terrenos húmedos o normales producía una

descarga eléctrica lo suficientemente fuerte y desagrada

ble para que el soldado dejase de hacerse conductor en

momentos en que no quisiera sufrirla y se reproducirían

los principales defectos que se pretendían evitar.

Para subsanar este inconveniente, colocamos un espo

lón a modo de clavo largo en un zapato del segundo obre

ro, para hacer la vuelta por tierra; pero además de pro

vocar una marcha incómoda de cojera en el obrero de lí

nea, no disponía de tanto espacio para buscar el contacto

con tierra como .çon el bastón, y el hilo tenía que suje

tarse al cinturón, enganchándose frecuentemente en

la maleza del campo, molestando al obrero que lo

llevaba.

-

Repetimos que con el procedimiento delbastón, si un

mediatamente de efectuar una llamada normal, no con-

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testa la estación terminal, se hará otra más potente y du

radera, y si tampoco se obtiene contestación, con seguri

dad existe una avería, e inmediatamente se comenzará

su busca para arreglarla, una vez localizada.

Teniendo en cuenta la posibilidad de escucha enemiga

en las comunicaciones telefónicas, siempre se debe pensar

que lo está haciendo, y así se debe comunicar, de modo

que, o no tenga tiempo de obrar como consecuencia de la

comunicación, o no le sea posible interpretarla.

Por último, es de advertir que no sólo puede suprisnirse

la falta de enlace telefónico durante el tendido de línea

con vuelta por tierra, sino que en un tendido normal y

con ese dispositivo en el portacable de los dos hilos, se

pueden poner sus extremos terminales añadidos (12), em

palmados a los bornes correspondientes del teléfono, y

de este modo, en cualquier momento en que llame la

Central, o quieran llamar los obreros durante el tendido

de línea, podrán efectuarlo, obteniendo la comunicación.

Este procedimiento requiere que los dos portadores del

hilo y el de la caja telefónica vayan juntos.

Tanto en este caso como en el anterior, si el tendido

de línea es de mayor longitud que la del hilo de un porta

cable, al terminarse se le empalma otro y se continúa el

tendido de la misma forma.

El sistema es tan económico y simple, que lo pueden

llevar montado todos los portacables, sin necesidad de ir

los intercambiando.

Utilizando el bastón para la vuelta por tierra, existe,

por último, otra ventaja muy importante actualmente,

que es su empleo como bastón buscaminas, al mismo

tiempo que va efectuando su misión principal de trans

misión, tanto si el tendido se está efectuando en terreno

recién.conquistado al enemigo como en el propio, si fuere

necesario atravesar un campo o zona minada.

Los métodos de instrucción en la Escuela de

MandoyEstadoMayordeEstadosUnidos.

T. C. WUERTEMBERGER, Cuerpo de Artillería de

Costa.—De la revista americana

Military Reo iew.

En los años de enseñanzas durante la guerra, la Escue—

la de Mando y Estado Mayor realizó ciertas adaptaciones

en sus planes de enseñanza vigentes. Estas adaptaciones

se hicieron por los cursos intensivos dados en la Escuela

durante ese período.

Se ha dicho que el comienzo de la Historia ocurrió

cuando el primer hombre intentó instruir a sus compañe

ros; desde entonces no ha cesado de buscarse el mejor

método de instrucción. Al rey Ptolomeo 1 de Egipto se

le atribuye el haber preguntado, allá por el año

300

a. de 3.C., a Euclides, el célebre matemático griego, si no

había otro método más fácil para aprender geometría

que no fuese estudiando su famoso texto

Los Elementos.

La contestación del griego de que ‘no hay camino real

que conduzca al dominio de la geometría” se ha perpe

tuado a través de los siglos.

Para adquirir conocimientos es necesario sacrificarse

por un esfuerzo persistente y concienzudo. Sin embargo,

la convicción de que este esfuerzo no debe ser torpe ni

falto de significado constituye la razón para buscar un

método adecuado.

Los educadores en todo el mundo han tratado durante

siglos de encontrar el método más adecuado para facili

tar la enseñanza. Los empíricos creyeron haberlo encon

trado en el método inductivo, empleando profusamente

objetos y retratos; Rousseau, el filósofo francés, creyó

haberlo obtenido al dejar que la naturaleza y la curiosi

dad innata del individuo hicieran el trabajo guiado por

-un tutor; Pestalozzi, el pensador suizo, creyó conseguirlo

aplicando la psicología a la instrucción; nuestros llama

dos “progresistas” creen tenerlo siguiendo el interés es

pontáneo del individuo. Hace varios años, algunos pre

tendieron haber descubierto el secreto al iniciar las reci

taciones de grupos; este método fué desplazado rápida

mente por el sistema de proyectos, que a su vez dió paso

al método de programas de diversas actividades.

Cada una de estas escuelas está ocupadísima, expo

niendo, desarrollando y defendiendo sus teorías sobre la

educación. Entre algunas de ellas existen pequeñas dife

rencias de técnica y terminología; entre otras, hay vastas

diferencias de psicología y procedimientos.

Los educadores, seguidores de estas escuelas, están sus-

tancialmente de acuerdo con los procedimientos funda

mentales de instrucción; esto es, la conferencia, la discu

sión o seminario, el ejercicio, la demostración, el repaso,

las aplicaciones prácticas y el examen.

Para considerar el tópico principal desde el mismo pun

to de vista, es necesario definir en términos generales cada

uno de estos procedimientos.

La

Conferencia

es una disertación sobre un tema, de

carácter formal y metódico, para instruir en alguna ma

teria. La única participación del estudiante es prestar

atención.

La Discusión o Seminario es una reunión de individuos,

en nuestro caso, del instructor y los estudiantes, con el

propósito de consultar, discutir y cambiar ideas.

El

Ejercicio

es aquella parte del curso en que el estu

diante practica lo que ha aprendido. El ejercicio consti

tuye una prueba de la información que ha sido presenta-

de al estudiante.

La

Demostración

es la explicación de aparatos, princi

pios o procedimientos por el instructor, acompañada de

una exhibición.

El

Repaso

normalmente es una continuación de la con

ferencia o el ejercicio en el cual las preguntas y las discu

siones son orientadas en tal forma que reiteran los prin

cipios ya presentados. El repaso también puede tomar la

forma de una conferencia o un ejercicio dedicado exclu

sivamente a ese fin.

-

Las

Aplicaciones prácticas

ofrecen al estudiante la opor

tunidad de aplicar (en problemas prácticos) los principios

que están aprendiendo.

El

Examen

ofrece al instructor los medios para deter

minar primero la eficacia de su enseñanza; segundo, de

terminar qué discípulos necesitan, y tercero, más ayuda

del profesor, qué estudiantes deben ser eliminados del

curso.

-

Al pasar de la organización de tiempos normales al

acelerado programa que exigía la guerra, la Escuela de

Mando y Estado Mayor seenfrentó con la necesidad de

aumentar la eficacia de su instrucción, de conservar un

contacto íntimo entre el estudiante y el instructor, y ase

gurarse de que las doctrinas y principios expuestos estu

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viesen al corriente o más adelantados que los conceptos

y desarrollos que surgían del combate. Esta era una ta

rea de primera magnitud. La proporción de instructores

o estudiantes, que en el 1939 era de uno a cinco, se redujo

de uno a diez. Del frente llegaban volúmenes de informes,

estudios y observaciones, todos aplicables a la instrucción

que se daba en la escuela. Estos problemas relativos a la

instrucción fueron en parte resueltos por el desarrollo de

material especial de instrucción, y en parte, por adapta

ción de los métodos fundamentales de instrucción ya

discutidos.

Antes de describir estas adaptaciones es necesario ex

poner la misión y los objetivos de la escuela. La misión

es dar a los estudiantes un conocimiento de las técnicas y

procedimientos de Estado Mayor que le permitan ocupar

confiadamente una plaza en un Estado Mayor. Los obje

tivos son: darle al estudiante una idea básica de los prin

cipios fundamentales; darle práctica en la aplicación, de

estos principios por medio de ejercicios sobre el plano

que se asemejen a las condiciones en campaña, y estimu

lar la iniciativa del discípulo a fin de que le permita,

cuando esté en campaña, edificar sobre la base recibida

en la escuela.

La conferencia, en realidad, se usa muy poco durante

el curso. Sólo dan conferencias visitantes distinguidos, y

para ellos no se hacen programas. Normalmente no se ha

cen preguntas, y el conferenciante tiene el privilegio de

decidir si desea contestarlas.

El lugar que ocupan las conferencias en los cursos aquí

lo tienen las discusiones. Estas discusiones, a primera vista,

no se ajustan generalmente a la definición de argumen

tación o intercambio de ideas. Sin embargo. cuando con

sideramos el calibre de nuestro estudiante, es evidente

que el instructor puede presentar mucha información en

un período dado de tiempo. La habilidad natural y el

interés de los estudiantes normalmente aseguran su par

ticipación. De lo contrario, se obtiene por medio de hábi

les preguntas formuladas por el instructor. Las discusio

nes generalmente se utilizan para presentar a la clase

información de interés general (por ejemplo, una discu

sión sobre las Naciones Unidas), o cuyo fin sea repasar

algún tema (por ejemplo, discusiones sobre las funciones

de los distintos servicios técnicos), o inducir a estudiar

materias de importancia fundamental para el resto del

curso (por ejemplo, una discusión sobre las clases de su

ministros).

A pesar de lo selecto de los alumnos, la instrucción re

quiere el uso del seminario y la consulta entre estudian

tes e instructores. Esta necesidad es satisfecha por medio

de comités, en los cuales un grupo de diez o quince estu

diantes se reúne con un instructor para discutir y resolver

los problemas relativos a, los principios que han sido estu

diados durante cierta fase del curso. Este método es de

gran valor, especialmente cuando un problema de estado

mayor tiene varias soluciones satisfactorias, aunque dis

tintas (por ejemplo, el desarrollo de un plan de fuego de

apoyo naval para un asalto anfibio).

En cualquier curso, la repetición y el repaso son ele

mentos esenciales paralelos en importancia a la presentación inicial del tema. En la Escuela de Mando y Estado

Mayor no hay tiempo disponible para dedicarlo a la re

petición en el sentido puro del concepto. El repaso, por

lo tanto, tiene que ser doblemente efectivo. Este proble

ma se resuelve por medio del repaso bajo la dirección de

un tutor. En esta clase de repaso, un número de estudian

tes igual al de los comités antes mencionados se reúne con

el instructor y repasa minuciosamente aquellos principios

y procedimientos de las técnicas de estado mayor que

han sido cubiertas durante la fase de estudios que acaba

de terminar. Esto no es meramente una repetición de’los

detalles, sino una manera de hacer resaltar los principios

mediante la continuación o la discusión de una nueva si

tuación militar. Los repasos bajo la dirección de un iris-

tructor no consisten en preguntas y contestaciones, sino

que son discusiones por grupos en los cuales se analiza e

investiga el tema a la luz de la experiencia de los indivi

duás del grupo.

La clásica expresión “la mejor manera de aprender es

con la práctica”, es bien conocida. Un nuevo Oficial de

Estado Mayor aprende resolviendo los problemas por sí

mismo. Por lo tanto, en esta Escuela, la mayor parte de

la instrucción es dedicada al ejercicio. En los ejercicios,

“los estudiantes efectúan las operaciones y practican las

técnicas de ciertas funciones de Estado Mayor. General

mente, los ejercicios se efectúan bajo la dirección de un

instructor y se limitan a una sola fase de las labores de

una sección del Estado Mayor. Por ejemplo, en un ejerci

cio se discute la forma y técnica de redactar una orden

administrativa. Entonces al estudiante se le da un plan

administrativo y se le exige la preparación de una orden

administrativa para ejecutar dicho plan.

Los ejercicios sobre el plano se utilizan aún más exten

samente. Después que una situación militar que abarca

una serie de problemas de Estado Mayor es presentada

sobre el plano ‘y desarrollada por un número de instruc

tores, se le exige al estudiante la solución de una de las si

tuaciones que como Oficial del Estado Mayor tendrá que

resolver. Esto, normalmente abarca la preparación de

algún problema de Estado Mayor, tal como un análisis,

una orden parcial o la formulación de un plan. Según va

desarrollándose el problema, el instructor hace preguntas

y conduce una discusión sobre los principios aplicados.

Haciendo referencia nuevamente al segundo de los tres

objetivos de la instrucción, esto es, dar al estudiane

práctica en la aplicación de los detalles básicos a través

de los problemas de Estado Mayor, surgidos de situacio

nes presentadas en el plano y que simulan condiciones

reales de combate, es evidente que esta breve descripción

de los problemas son la base de la instrucción en la Es

cuela.

Durante el curso, las demostraciones se hacen por me

dio de representaciones dramáticas. En éstas, varios ins

tructores desempeñan el papel de un Oficial típico de Es

tado Mayor en cierta situación. Técnicamente, las demos

traciones de armas, las raciones, etc., lo mismo que las pe

lículas, se pueden clasificar como demostraciones.Las pruebas de supuestos tácticos con tropas constitu

yen la más deseable aplicación práctica. Es evidente que

en la Escuela de Mando y Estado Mayor es necesario uti

lizar un sustitutivo: maniobras sobre planos. Las tropas

y las instalaciones militares son representadas por símbo

los y marcadores que se mueven para representar las

maniobras. Los estudiantes ocupan los puestos de Ofi

ciales de Estado Mayor y los instructores actúan de Co

mandantes. A los estudiantes se les exige actuar como

un Oficial de Estado Mayor y tramitar la documentación

necesaria para realizar la misión asignada a un Coman

dante.

Los exámenes que se hacen en la Escuela tienen un

propósito fundamental. Algunos de los ejercicios escritos

presentados por los estudiantes son valorados para deter

minar la eficacia de la enseñanza dada. Segundo, estaspruebas a veces indican que algunos estudiantes necesi

tan mayor preparación, y en casos excepcionales, deter

minar qué alumnos deben ser eliminados.

En su orden general, estableciendo la Escuela en iS8i,

el Jefe determinó que ésta sería una escuela de aplica

ción. Desde entonces, este principio ha sido la base de la

instrucción.

La aplicación se basa fundamentalmente en un proble

ma o serie de problemas prácticos, que el estudiante tie

ne que resolver. La instrucción se efectúa por medio de la

participación del estudiante en la solución de dichos pro

blemas, y el esfuerzo principá se dedica a desarrollar la

habilidad del estudisinte en aplicar lo principios estudia

dos para lograr una solución satisfactoria de los proble

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mas estudiados. El simple conocirn:[ento de los hechos es

secundario; lo importante es saber aplicarlos. Los méto

dos y propósitos de nuestra instrucción son hasta cierto

punto comparables a una clase progresiva en el labora

torio. El propósito es desarrollar en el estudiante la ha

bilidad para utilizar los piincipios en la solución de los

problemas reales que encuentre en el ejercicio de la pro

fesión, no simplemente aprenderse de memoria las fór

Laenergíaylabombaatómica.

mulas. En este concepto de la instrucción, lo que interesa

de la solución de algún problema por cualquier alumno

es la contestación a la pregunta: ¿Funcionaría en la prác

tica? Por lo tanto, en el análisis final, el éxito de la ins

trucción en-la Escuela se mide por la capacidad de sus

graduados para utilizar los principios que aprende en la

solución de los problemas reales que se encontrará más

tarde en el desempeño de sus deberes.

Coronel ANTONIO TOVARIAS.—De la revista

Memorial del Ejército,

de Chile.

En folletos, revistas y en la prensa diaria han apare

cido en estos últimos tiempos numerosas informaciones

relacionadas con la energía atómica.

-

De carácter muy científico unas, y muy vagas o gene

rales otras, no, han permitido la formación de un concep

to claro o preciso sobre la realización práctica ni la or

ganización técnica necesaria para conseguir la ya famosa

“fisión atómica” o ruptura del átomo.

-

Sin embargo, en el tiempo transcurrido desde la uti

lización por primera vez, como artefacto de guerra, del

“explosivo atómico” en suelo japonés, ha sido posible ir

formándose un juicio más o menos aproximado sobre la

materia.

Aunque sea en sus aspectos más generales, considero

de interés exponer algunas ideas respecto a las posibili

dades futuras existentes para el control y utilización en

forma práctica de la energía atómica, una vez liberada

y de las disponibilidades mundiales en uranita y distin

tas materias primas.

Creo que no sea tal vez superfluo empezar esta ligera

exposición con el recuerdo de algunos conocimientos ge

nerales sobre la composición de la materia, a fin de faci

litar su comprensión y entendimiento.

-

En el año.

1932,

el físico inglés Chadwick descubrió la

existencia del neutrón (finalizando así una serie de expe

rimentos comenzados en 1928 por Bthe y Becker en Ale

mania, a base del bombardeo del berilo con radiaciones

“alpha”, que provienen del polonio, y proseguidas en

Francia por el matrimonio Curie-Joliot), y fijó su princi

pal característica, consistente en 1-aposesión por aquél,

de la misma masa que el protón, pero sin carga eléctrica

alguna. El átomo se supone formado por un núcleo com

puesto por protones y neutrones (protón masa 5, carga

eléctrica = s y neutrón masa

i,

carga eléctrica = o) y

una serie de electrones girando a su alrededor a velocida

des enormes (electrón masa

=

o, carga eléctrica

= —

i).

El número de electrones es igual al de protones del

átomo, y él define el número atómico de un elemento,

pues desde que los electrones tienen una masa igual a

cero, todo el peso de un átomo se encuentra en un núcleo,

bastando, por lo tanto, para conocerlo (peso atómico) su

mar el número de protones y neutrones en él contenido.

Desde el momento que electrones y protones tienen car

gas eléctricas de signos contrarios. , aquéllas tienden, a

precipitarse en el núcleo; pero son mantenidas en su sitio

por la fuerza centrífuga correspondiente a la velocidad

de rotación de aquéllos alrededor de los núcleos.

Hay que recordar la idea de que un átomo (núcleo y

electrones satélites) es esencialmen te “espacio”.

Hasta ahora, toda la energía conseguida en las diferen

tes reacciones químicas, desde el encender un fósforo

hasta la explosión de la ‘trilita, es suministrada por los

velocísimos electrones. Ahora bien; estas partículas,

como ya se ha dicho, prácticamente no tienen masa al-

guna; por lo tanto, la energía producida por su movi

miento (mv2) es relativamente pequeña y, en consecuen

cia, muy inferior a la que resultaría si se operase con ma

sas razonables, corno serían las que podrían proporcionar

los núcleos atórnicos.

Ahora bien; la energía de cohesión existente.en los nú

cleos atómicos, como es sabido, es enorme, y solamente

se consigue dejarla en libertad, es decir, romper los lazosque existen en el núcleo entre protones y neutrones, me

diante “impactos directos” sobre el núcleo atómico, por

un bombardeo de éste con neutrones; como ejemplo de la

magnitud de la energía atómica citaremos que en 500 gra

mos de helio existe una energía de “núcleo” capaz de man

tener encendida una lamparilla eléctrica de loo vatios

durante trece millones de años.

Hay algunos elementos de elevado número atómica,

tales como el radio; cuyos átomos son xiaturalmente in

estables y se rompen espontáneamente, formando otros

átomos más ligeros y liberando energía. La energía libe

rada corresponde a la diferencia existente ‘entre la suma

de las masas de los nuevos elementos formados y la masa

del átomo original (ésta, en todos los casos, mayor que la

suma de la de los nuevos elementos).

Einstein demostró en

1905

su famosa Ley de Equiva

lencia entre masa y energía, que puede sintetizarse di

ciendo que “una libra de cualquier materia corresponde,

cuando la masa se convierte en energía o la energía en

masa, a

11.400.000.000

kv/hora, con lo cual se puede de

ducir la cantidad de energía que es posible disponer en

cada transmutación.

Después de recordado brevemente lo que antecede, se

puede entrar a la exposición del problema que nos ocupa.

El elemento natural de mhyor peso atómico que se co

noce es el uranio (número atómico,

92;

número de neu

trones, 146; peso atómico, 236; designación, U-238), aun

que artificialmente se han conseguido en la actualidad

otros dos elementos más pesados: el neptunium (número

atómico, 93; peso atómico, 239; designación, U-239) y el

plutonium (número atórnico, 94; peso atómico,

239;

de

signación, Pu-239).

El uranium (U-238) se encuentra en la Naturaleza, en

la uranita, en forma de óxido de uranium. Fué descu

bierto por Klapreth en 1789, bautizándolo profética

mente según Urano, el cual, en la mitología griega, repre

senta la potencia creadora del cielo. Sin embargo, KIa

preth solamente logró obtener del mineral el óxido de

uranio, UO2, transcurriendo casi cincuenta años hasta

que en 1841 el sabio francés Peligot logró separar el me

tal uranio por primera vez. El uranio tiene tres isótopos;

por definición, todos ellos tienen la misma composición

química, variando solamente el número de neutrones del

núcleo; los tres isótopos son: U-238, ya citado; U-235, con

92

protones y

143

neutrones, y el U-234, con

92’

protones

y

542

neutrones. El U-238 constituyé el

0,7

por loo del

79

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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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mismo, y el 11-234 se encuentra en cantidades desprecia

bles; es decir, que cada kilogramo del activo generador

de energía, U-235, viene mezclado con 140 kilogramos del

relativamente inerte U-238.

Resulta interesante aplicar la ley de Einstein a la des

integración de una cierta cantidad de

11-235;

para lograr

esta desintegración se somete a los núcleos atómicos del

U-235 a un bombardeo de neutrones; se observa entonces

que los núcleos hacen explosión, formando átomos más

ligeros (concretamente, átomos de bario y krypton) y de

jando en libertad neutrones sueltos. Pesando los nuevos

elementos resultantes de la desintegración, se puede ob

servar que ésta pesa solamente

0,999

de libra por cada

libra de 11-235 desintegrado, o, lo que es lo mismo, que

de cada libra se ha desintegrado o,ooi. Multiplicando la

masa perdida en la desintegración por

11.400.000.000

kilovatio/hora, se obtiene que la desintegración de una

libra de U-235 produce una energía de 11.400.000 kv/hora.

Después de lo que se ha expresado anteriormente se

pueden estudiar en rasgos generales los procedimientos

que se siguen para conseguir controlar una emisión de

neutrones que produzcan una serie de explosiones atómi

cas bajo control, con el fin de aprovechar la energía libe

rada por aquéllos.

El problema del control de neutrones fué ya resuelto

de modo satisfactorio hace varios años, y en el año 1942

se exhibió públicamente en Chicago un aparato que re

solvía de una manera práctica el problema. En la actua

lidad, y considerando resuelto este primer paso de con

trol, se está tratando de resolver prácticamente el pro

blema del aprovechamiento de la energía liberada.

El control y el dominio de las explosiones atómicas se

estudió y resolvió tratando de encontrar un método para

la producción del plutoniurn.

Antes de entrar en la explicación de los fenómenos con

ducentes a la obtención del plutonium, es conveniente

hablar sobre el proceso según el cual se consigue liberar

la energía atómica.

Cuando se bombardean con neutrones los núcleos ató

micos del U-235, se produce la “rotura de aquéllos”, lo

cual, a su vez, produce energía y una nueva cantidad de

neutrones libres. Estos neutrones producen nuevas “ro

turas” en otros núcleos atómicos, reproduciéndose conti

nuamente esta “cadena de reacciones”; es decir, se pue

de establecér por analogía que “a medida que el combus

tible se va quemando, va produciendo nuevas combus

tiones”.

En esta “cadena de reacciones” existen tres posibili

dades:

a) Que los neutrones vayan mal dirigidos y no hagan

blanco en los núcleos, en cuyo caso la cadena se rompe en

su iniciación sin producir ningún fenómeno.

b)

Que la “cadena de reacciones” se verifique a una

velocidad incontrolable e infinitamente grande, que es

lo que ocurre en la bomba atómica; y

c) Que la “cadena de reacciones” se produzca a ve

locidad reducida y controlable sin ayuda exterior alguna.

El interés principal en la obtención del plutonium se

basa, en la actualidad, en sus posibilidades para la “libe

ración” de su energía atómica. Este elemento y el

11-235

son actualmente los únicos susceptibles de proporcionar

nos aquella energía. El plutonium se obtiene como un

subproducto de la desintegración del U-235 y se consigue

de la manera siguiente:

La primera materia empleada es el U-238, y la fuente

de energía, el U-235. Los dos elementos se encuentran

exactamente mezclados en la misma proporción que el

uranio natural. El “artefacto” empleado en el proceso de

producción de energía es conocido con el nombre de

“pila” y consiste en un bloque de grafito de gran pureza

con perforaciones cilíndricas, en las que se introducen

unos cilindros de uranio a manera de relleno. Estos cilin

dros van encerrados herméticamente en unos tubos de

aluminio, con objeto de protegerlos de la corrosión que

pudiera producirles el agua corriente empleada para su

constante refrigeración a través de la pila. Las pilas fun

cionan espontáneamente, no necesitándose ningún agen

te exterior para ponerlas en marcha, ni tampoco es nece

sario el empleo de máquina alguna para que el bom

bardeo de neutrones se realice, ya que éstos se encuen

tran siempre “viajando” por la atmósfera, y que incluso

los rayos cósmicos producen el mismo efecto.

En una pequeñísima fracción de segundo se rompen

en la “cadena” un millón de núcleos, que producen dos

millones de átomos más ligeros (barium y krypton) y una

cifra comprendida entre uno y tres millones de “proyec

tiles-neutrones”, moviéndose a gran velocidad. Algunos

de éstos escapan entre los relativamente enormes espa

cios interatómicos, no produciendo efecto alguno; otros

son capturados por los pesados átomos de 11-238 o por

las impurezas existentes, y otros, en fin (un millón exac

tamente), chocan con átorrios de 11-235, produciendo una

explosión en la fracción de segundo inmediata y reprodu

ciéndose a continuación el proceso anterior exactamente.

El éxito de la operación y de su continuación consiste,

como fácilmente se comprende, en mantener exactamen

te constante en cada uno de los eslabones de la “cadena”

el mismo número de explosiones atómicas, con objeto de

evitar los dos extremos (reacción explosiva y reacción

tan lenta que muera al iniciarse). Esto se consigue inter

calando entre los diferentes cilindros de uranio ciertas

sustancias que disminuyan la velocidad de los neutro

nes, actuando sobre ellos a manera de colchón amortigua

dor, y de tal modo que no sean absorbidos por ellos (en

caso contrario, la reacción se pararía), sino que reboten

en él y sean despedidos a velocidades más pequeñas.

Este es el objeto del grafito en las “pilas” ya citadas.

También se emplea para este objeto agua pesada (de aquí

la importancia de la fabricación de hidrógeno pesado),

como asimismo masas de cadmium.

El objeto perseguido con el “frenado” de los neutrones

no es otro que el de conseguir que la energía sea puesta

en libertad, no de manera instantánea, sino durante un

tiempo relativamente grande.

La “pila”, en su ftincionamiento, produce uranio mez

cldao con plutonium, los cuales se separan por procesos

químicos hasta obtener el plutonium en forma de sal o

metal indistintamente; asimismo, en este proceso se pro

ducen rayos radiactivos y energía. Esta energía aparece

primeramente en la gran velocidad de las partículas re

sultantes de la explosión de los núcleos atómicos, la cual

se transforma en calor a consecuencia de los choques

entre dichas partículas. Finalmente, la energía se extrae

de la “pila” por medio de vapor, aire o agua caliente en

suficiente cantidad para su aplicación comercial.

La realización práctica del proceso descrito presenta

serias dificultades de todas clases. Una de ellas es, por

ejemplo, la separación del U-235 del U-238 (operación

imprescindible para lograr la utilización de aquél como

explosivo, ya que los métodos químicos de separación

son imposibles de emplear, debido a la exacta composi

ción química de los dos elementos), que obliga a efec

tuarlas por medios físicos, basados principalmente en la

ligera diferencia existente entre los pesos específicos de

ambos cuerpos. Desde el puntó de vista de la operación

se presenta otra dificultad, cual es la emisión de rayos

radiactivos, que obliga a una protección adecuada de los

operarios, y desde el punto de vista industrial la dificul

tas principal es que el “calor” para convertirse eficiente

mente en trabajo mecánico necesita una temperatura

elevada, lo que exige que la pila sea capaz de trabajar de

modo seguro a esta elevada temperatura, cosa que no es

de ningún modo sencilla de conseguir.

El hecho fundamental de todo proceso de desintegra

ción atómica, tanto con

11-235

como con Pu-239, es que

el tipo de reacción que se produce (explosión rápida o

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lenta) depende principalmente del tamaño (masa) de la

cantidad de. uranio empleado. Si la cantidad (masa) es

demasiado pequeña, los neutrones puestos en libertad en

la primera explosión tienen grandes probabilidades de

“salir” a la atmósfera sin encontrar nuevos núcleos ató

micos con los que chocar, y en tal caso, la reacción muere

al comenzar. Pero si se aumenta la. “masa”, los neutro

nes que se encuentran encerrados en ellas tienen grandes

próbabilidades de que éstos encuentren objetivo con que

chocar, y, en consecuencia, la cadena de reacciones se

propagará por sí misma a través de la masa. De hecho

existe un proceso “crítico”, a partir del cual el U-235

es automáticamente explosivo.

Pasando ahora a la razón principal, motivo de este

trabajo, es posible ya descubrir la “bomba atómica”.

Seguramente el peso del explosivo de las bombas actua

les debe fluctuar entre

i

a xoo Kg. del plutonio o del

U-235, o bien de una mezcla de los dos; el peso es función

de la forma exterior de la bomba, puesto que para cada

forma existe un determinado peso crítico. Desde el mo

mento que la explosión se produce cuando se sobrepasa

el citado peso crítico, es indudable que con el objeto de

lograr que la bomba sea completamente segura, habrá

que conseguir superar aquel peso en el preciso instante

en que se desea la explosión, lo cual es fácil de obtener di

vidiendo la carga en dos o más partes, debidamente ale

jadas una de otra y por medio de la ayuda de un mecanis

mo especial unirlas en el momento deseado.

En esto consiste, en líneas generales, todo el mecanismo

de la bomba atómica, pues, como se dijo anteriormente,

no es necesario incluir ninguna máquina para el bom

bardeo de neutrones, ya que éstos se encuentran siempre

en cantidades suficientes en la atmósfera. Por otra parte,

de acuerdo con lo explicado, los neutrones lentos no pue

den producir una explosión satisfactoria; se reducen al

mínimo los electrones amortiguadores, lo que, a su vez,

requiere el empleo de una masa considerable de U-235,

a fin de reducir al mínimo el número de neutrones que se

escapan sin chocar con algún núcleo.

Como consecuencia de lo expresado anteriormente se

deduce que el modo de empleo más favorable de las

bombas atómicas debe ser por el sistema de “a tiempos”,

con el objeto de poder regular el momento de la explo

sión en forma satisfactoria, y lo más probable es que sea

necesario, en la mayoría de los casos, el empleo de bom

bas provistas de paracaídas.

Con respecto a las características

.

destructivas de la

bomba, se puede asegurar que la mayor parte. de los da

ños ocasionados lo son por su onda explosiva y por la

producción de .intensísimo calor en el área afectada, con

los secundarios producidos por las emisiones radiactivas

nocivas.

Puede desprenderse de aquí que el .tipo de refugio exis

tente en la actualidad contra los bombardeos “ordina

rios” de aviación es eficiente siempre que se les dote de

un conveniente aislamiento térmico para proteger al per

sonal de los efectos inmediatos de un bombardeo atómi

co, haciéndose necesario, para asegu.rar la inmunidad de

aquél

.

posteriormente, , el empleo de trajes especiales

(sumamente sencillos, pues .pueden ser de tela impermea

ble que cubra el cuerpo completamente, incluso los pies),

para evitar el contacto con el cuerpo humano de algunas

partículas. radiactivas resultantes de la explosión.

Con respecto al “coste” de la energía suministrada por

fuentes atómicas, informes de

.

procedencia norteameri

cana aseguran que en este país (único productor de.la ma

teria en el mundo hasta el momento) el precio del nuevo

combustible es de

400

dólares por libra de peso

(140

li

bras de uranio producen i libra de [1-235), sin tener en

cuenta el coste de la transformación.

Antes de comparar este coste con los de la energía

extraída de otras fuentes, carbón, bencina, electricidad,

etcétera, es conveniente recordar .que para producir

It.400.000 Kv/hora se necesita una libra de U-235, o

bien i.5oo toneladas de carbón, o 900.000 litros de ben

cina.

Si no intervinieran en el coste final los gastos de la

transformación del uranio en U-235, el carbón tendría

que venderse a un dólar la tonelada para poder competir

en precio con el U-238.

Desgraciadamente, la “pila” empleada en la obten

ción del U-235, partiendo del uranio, tiene que ser in

mensa, con objeto de mantener en funcionamiento su

“cadena” de reacciones, y lo que aún produce efectos

más desfavorables es que la continua desintegración en-

sucia la “pila” de modo decisivo, casi al empezar el ciclo

y cuando sólo se ha empleado una pequeña parte del

U-235 que contiene, debiendo renovarse en ese mo

mento los cilindros de uranio para recuperar el plutonio.

Finalmente, otra dificultad importante la constituye

el hecho de que todavía no ha sido posible lograr hacer

funcionar las pilas de uranio normales a las elevadas

temperaturas necesarias para Conseguir una energía sus

ceptible de realizar un trabajo práctico. En experimen

tos realizados con pilas pequeñas, empleando una alta

concentración de U-235, si bien se reducen los gastos de

mano de obra, se aumentan de tal modo los gastos de

material, que la l ibra de U-235 resulta a un precio muy

superior a los ioo.ooo dólares. Parece que las pilas más

económicas son aquellas que emplean una concentración

de U-235 entre el x y el io por loo, las cuales, incluyendo

el precio de la libra del U-235, alcanzan un valor de más

o menos 5o.ooo dólares.

El campo de la técnica aeronáutica se destaca como uno

de los más indicados, para la aplicación de la energía ató

mica. Aviones, bombas, cohetes, etc., podrán ser propul

sados, en un futuro tal vez muy próximo, por medio de la

energía atómica, y los motores actuales, tanto a turbina

corno a tiempos, podrán ser utilizados, sin apreciables

cambios, con el nuevo tipo de combustible, sin que con

esto se descarte la posibilidad del empleo de motores de

nueva concepción e incluso que se consiga producir elec-.

tricidad directamente de la energía atómica.

Los yacimientos más importantes de la uranita se en

cuentran en el alto de Katanga (Congo belga), que era

la primera región productora de uranio en los últimos

años anteriores a la última guerra. Canadá posee tam

bién yacimientos de importancia en los territorios del

Yukón y del noroeste del país, así comó también se en

cuentra este precioso miñeral en los Estados Unidos, en

Bulgaria (cerca de Sofía), en Bohemia (Joscharnathal),

en Inglaterra (Cornualles), en Portugal y en Australia.

El

Anuario de Minerales

del año 1939

(Mineral Year

book)

dice: “Casi todas las rocas, principalmente las que

contienen pedernal, son radiactivas. En ellas se encuentra

siempre el radium y el uranium en una proporción cons

tante de 3,3 a io ‘por

loo;

es decir, que en ellas hay

3.300.000 más uranium que radium, y aunque existan,

por lo menos, xoo minerales que contengan uranium, los

únicos importantes desde el punto de vista de la utiliza

ción práctica son la uranita y la caractita.

En Estados Unidos, los yacimientos más importantes

se encuentran en el Estado de Colorado, aunque también

se encuentran en forma. de cristales de uranita en svario

otros Estados de la Unión, como Carolina del Norte, Con

necticut y Texas, y en forma de antunita en South Da

kota, creyéndose que los famosos yacimientos de radium

de las montañas Ruby, en Nevada, sean aún más ricos

en uranium.

En los Estados Unidos existen.en la actualidad más de

100.000 obreros y empleados trabajando en la nueva in

dustria atómica. Aparte de la fábrica ya existente, lla

mada Manhattan Prospec’s Plan, sobre el río Columbia,

en Hanford, Estado de Wáshington, se crearon durante

la guerra, con el crédito extraordinario de

2.000.000.000

de

dólares que para investigaciones atómicas votó el Senado

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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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americano, tres nuevas fábricas, situadas, respectiva

mente, en Cak Ridge, Estado de Tennessee; Richalanda

Village, Estado de Wáshington, y en Santa Fe, Nueva

Méjico.

De las informaciones que con certeza se conocen hasta

el momento se puede deducir que los Estados Unidos es

el único país que produce U-235 en cantidades aprecia

bles. Inglaterra, Canadá y posiblemente Rusia puede ser

que dispongan de todo lo necesario para resolver el pro

ceso técnico de la producción; pero tal vez les falta cono

cer todavía la técnica ingenieril, que ha hecho posible laproducción práctica e industrial de lo que hasta hace muy

poco tiempo se conseguía únicamente en laboratorios.

Sin embargo, no sería aventurado decir que los países

anteriormente citados pueden encontrarse en un tiempo

relativamente corto en condiciones de conseguir lo que

Norteamérica ya ha conseguido, y con el estado actual

de la técnica en dichos países, unido al esfuerzo que des

arrolllan, pueden vencer todos los obstáculos que se les

presenten para alcanzar la realización del objetivó tan

afanosamente buscado.

Terminaremos este somero trabajo dejando constancia

de que, de acuerdo con todas las informaciones, aún no

se haencontrado “antídoto activo” alguno contra la nue

va arma, y que, por el.momento, el único medio de defensa

consiste en la destrucción de los centros productores.

ElpensamientodelseiiorOliveiraSalazar.

Discurso en la Unión Nacional Portuguesa el 4 de marzo

de

1947.—Traducción española de la revista “Portugal”.

1

En los últimos meses, la Prensa mundial ha dedicado

algunos artículos a la situación portuguesa; pero de to

dos los que vi, exceptuando media docena de estudios

serios, los restantes no me parecieron traer aportación

alguna capaz de contribuir a la mejor comprensión ex

terior de nuestras cosas. Se limitan los unos a repetir a

los otros, y en varios repercute, con fidelidad, el eco de

los desocupados obreros de la oposición. Esto no quiere

decir otra cosa sino que el mundo político se alimenta,

más allá de lo normal, con un cierto número de clisés o

frases hechas, en que no se consigue encontrar algo que

signifique expresión de realidades, vida o guía para la ac

-ción política o social.

Para algunos, pues, continuamos siendo una “dicta

dura”, apoyada en un “partido único”, a pesar de la

existencia de una Constitución plebiscitatia, de un Jefe

de Estado elegido por voto directo del pueblo, de la fun

ción legislativa compartida entre el Gobierno y una

Asamblea constituída, del Poder judicial independiente,

y del Gobierno en exclusiva dependencia del Presidente

de la República, como en todos los presidencialismos

americanos. Y leí también en artículos burdas alusiones,

entre compungidas y sarcásticas, al embarazo, perpleji

dad y dificultades que teníamos “para salir de la actual

situación”. Pero no deseamos salir; pretendemos quedar.

Y somos nosotros quienes preguntan cómo va a salir

de la situación en que se encuentra el conjunto de nues

tros críticos.

Porque el problema es éste: Europa—y hasta podemos

decir, con seguridad, el mundo—tiene delante de sí dos

grandes tareas: una, la de su reconstrucción material y

moral, impuesta por las ruinas y derroches de los años de

guerra, la cual exigirá orden, trabajo intenso, dirección

económica; otra, la de integrar en el Estado masas que

a cada instante se convierten en mayores de edad polí

tica o socialmente, sin perjuicio de aquellos valores que

elevan y orientan la vida de la colectividad. Cualquiera

de estas tareas, y a mayor abundamiento ambas, exigen

un Estado fuerte, que exprese suficientemente la cons

ciencia de la nación, independiente y por encima de in

tereses particulares, de grupo, clase o secta. Esta es la

realidad, y ahora no tenemos más que preguntar si, en

general, se está avituallado políticamente para semejante

trabajo.

Las monarquías y repúblicas que se deshicieron o res

tauraron, las pasiones que se desencadenaron, constitu

ciones apenas esbozadas o puestas en vigor, elecciones ya

dignas de crédito, ya sospechosas, partidos creados o

subdivididos, programas de compromiso, equipos de

transición, gobiernos paralizados por limitaciones en su

origen o formación, combinaciones parlamentarias o par

tidistas al margen o incluso contra las indicaciones elec

torales, la constante sustitución o ausencia de conceptos

base, ¿son un aparato político adaptado a las nuevas ne

cesidades, o tan sólo señales de decadencia de sistemas

que, ora se contradicen a sí mismos para obrar, ora se

abandonan impotentes a los efectos de la disolución?

Para nosotros, la respuesta no es dudosa; pero la larga

permanencia de cierto cuadro político creó hábitos que,

al parecer, no permiten a la mayor parte concebir regí

menes en que la existencia de partidos no sea pieza esen

cial. De ahí el asombro, cuando no las críticas.

Reconózcase el hecho sociológico de divergencias de

opinión -o de oposiciones, pero del reconocimiento del he

cho hasta la posibilidad de una sistemática y permanente

organización, de aquí a la formación de partidos como

órganos políticos y después a las tentativas de admisión

de tales partidos como órganos constitucionales, hay

largo camino para recorrer, y todo él, al menos en los

países latinos, se orienta en dirección al debilitamiento

del poder. En muchos casos, el Estado no posee el poder;

en otros, el poder existe fuera del Estado, a su lado o

en competición con él. No creo que tal situación corres

ponda a las necesidades..

El partido único, conduciendo al totalitarismo del Es

tado, está nítidamente, fuera de nuestra doctrina y de.

nuestra ética política, al igual que es rechazado por la

conciencia mundial. Por otro lada, la lógica y hasta la

justicia impoñen, o bien una organización del Estado en

que el partido no tenga función, o bien el reconocimiento

de cuantos ideales e intereses transitorios o duraderos

sea posible organizar, con capacidad o no de entrar en

la formación de un órgano representativo. Pero esta úl

tima conclusión, por muy lógica que parezca, ya comien

za a no ser admitida en nombre de la necesidad gene

ral de gobiernos eficaces y por los mismos defensores

de los principios que así la impongan. Tal anda el

mundo, sin acertar con la forma en que ha de ser

gobernado.

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II

Sentimos en Portugal todas las dificultades lógicas y

prácticas precedentes del hecho de que el régimen aún

no tiene concluida su evolución. La cual exigiría no sólo

un acabado trabajo de organización previa de todas las

actividades nacionales, sino además un período de esta

bilidad interna y externa, y carecer,, además, de esas di

ficultades de todo género que se convirtieron en la pesa

dilla general. Y aunque la vida interna de cada país no

se tenga en cuenta—o no se deba tener—en la vida inter

nacional, todos comprenden que el exacerbar de las pasio

nes, la disputa de intereses e influencias, el tumulto ideo

lógico de los últimos años, no fueron propicios para com

pletar ciertas reformas constitucionales.

-

Así sucede. por fuerza mayor; pero el hecho nos ha im

puesto una especie de compromiso entre sistemas y lógi

cas opuestas y la necesidad de echar mano, más de. lo

razonable, a un electorado de tipo individualista, sujeto,

como todas las, masas electorales, a la influencia de fac

tores extraños al puro contenido del interés nacional. No

sólo la elección del Jefe del Estado, en la Constitución

portuguesa, llavede todo el s istema, se ha de repetir a

plazo cierto—corto para nuestro deseo, largo para el sa

crificio de quien ejerce el mandáto—, sino que la Asam

blea Nacional y otros órganos de l.a Administración de

penden de recurrir a elecciones de tipo-semejante.

En estas circunstancias, no creo que haya forma de

eliminar todos los riesgos o de evitar todas las malas

consecuencias de la lucha en ese terreno. Lo que me pre

ocupa por encima de todo, y debe preocuparnos á todos,

es que en el caso presente no se trata de escoger entre per

sonas, que se supone son portuguesas y patriotas, sino

entre principios que en el fondo son la nación o el par

tido, la nación o los intereses, la nación o las pasiones de

que ella misma sería víctima. Después de veinte años de

doctrina y ejemplo de un Estado Nacional, de todos y

para todos los portugueses, ya hemos visto cómo persis

ten antiguas costumbres mentales, viejas posiciones o

actitudes de partido y guerra civil. En el descalabro en

que se encuentra el mundo, en la falta de grandes orien

taciones doctrinales, que desde fuera nos certifiquen otras

ideas y procedimientos de gobierno, en algunos casos por

mero espíritu disidente, se ve que algunos portuguesas no

encuentran otro camino o actividad posible que la de re

mover antiguas fórmulas, a las que el tiempo vacia de

sentido. No sólo en Portugal se resucitan muertos; pero

entre nosotros, y sin la más mínima intención de crítica,

me parece que ni siquiera han tomado el cuidado de re

novar su guardarropa; esto es, los discursos, las diatri

bas, las figuras retóricas. Y los mismos, precisamente los

mismos, que rompían las carteras, que cuando fueron go

bierno no pudieron gobernar y que no dejaron gobernar

cuando estaban en oposición, pretenden volver a San

Bento, si el pueblo los eligiera; pero ahora, ¡ah , están

con los pies juntos, las manos en las rodillas, bajos los

ojos, respetuoso el aire, con mucha y muy pulida com

postura...

Los pueblos no tienen memoria para el bien ni para el

mal, y no les importa un bledo repetir las experiencias

pasadas, en la baldía e infundada esperanza de que las

cosas pasen de otro modo. Por eso nos compete avivar

hasta el cansancio el recuerdo de los tiempos en que la

nación fué sacrificada por la violencia de las luchas parti

distas, y convencer a todos de que si importan los hom

bres, aún más importan los principios y procedimientos

de gobierno. Puede decirse que, en general, los hombres

reaccionan de la misma forma en idénticas circunstan

cias. Ambicionan el poder, y si el poder es galardón de la

victoria, purificada en el agua vivi.ficante de las urnas,

independiente de una finalidad pat:riótica o de barreras

morales, la lucha puede arrastrar a todos los excesos, ya

que pondrá en juego todas las pasiones. Nuestra historia

política, desde veinte años hacia,atrás, rubrica esto con

el ejemplo y comprueba mi tesis.

IT’

“Régimen sin partidos” ¿equivale a “Gobierno sin po

lítica?” La pregunta parece ociosa, y, sin embargo, la res

puesta necesita de alguna explicación.

Cuando ya semanas atrás llamé la atención hacia la

importancia del factor político en el medio portugués,

pretendí englobar en ese factor lo relativo a la ‘organiza

ción del poder y a las condiciones de eficacia de la activi

dad gubernativa; léjos de mi propósito y del desarrollo

de las ideas expuestas, estaba considerar, también, la

agitación de la vida política como esencial o necesaria a

la resolución de los problemas nacionales. Me temo que

se hayan sacado extremadas deducciones en uno y otro

sentido y cualquiera de ellas viciosa.

Llamaremos “gobierno” a la dirección superior de una

colectividad nacional, dirección que se ejerce para la

definición de los objetivos a alcanzar y por la diaria re

solución de los problemas en que los mismos objetivos

prácticamente se desdoblan. Llamaremos “política” al

conjunto de medios de naturaleza individual o colectiva,

por los que la conciencia pública es conducida hasta un

estado de adhesión o de simple conformidad con aquellos

‘objetivos y colabora con el Poder en su realización.

Aun cuando el Gobierno laborase basándose exclusiva

mente en conclusiones de ciencias positivas, no sujetas

a discusión—lo que nunca se dará—, la política tendría

siempre su puesto en la conducción de sociedades huma

nas para cosechar la obediencia voluntaria de los hom

bres, la adhesión de su espíritu, la fuerza de su apoyo,

la contribución de sus sacrificios. Es evidente que en

este sentido la política sería tanto más indispensable y

activa cuanto más nos aproximásemos al funcionamiento

de un ideal régimén de opinión.

Esto permite comprender uno de los motivos por los

que, desde 926, los hombres del régimen se dejaron ab

sorber en las tareas del gobierno, y la política fué, en general, subordinada, entre nosotros, a otras preocupacio

nes. La debilidad y decadencia del país, el cansancio de

las luchas políticas, lós sucesivos movimientos que reve

laban el estado de insatisfacción permanente o desórde

nes endémicos de la sociedad portuguesa, la falta de au

toridad, la insuficiencia de la administración, la urgencia

de solución de muchos problemas, el apoyo ostentoso de

la fuerza armada, todo se conjugó para hacer que la cal

ma fuera posible y deseada por la mayoría de los ciuda

danos; largo período de trabajo intenso, de verdadero

gobierno en el desgobernado país que teníamos. De aquí

a la actividad febril que hizo de esta época una de las

más fértiles en realizaciones de toda la historia portugue

sa; actividad salvadora, exclusivamente conseguida en

el terreno nacional, pero poco acompañada de la acción

política correspondiente a su importancia y dificultad.Hubiera sido maravillosa si los hombres fuesen diferen

tes; no lo fué por ser como son.

Y, sin embargo, no había duda, ni aun hoy la tenemos,

acerca de la finalidad de la Revolución Nacional, cuyo

movimiento, si es que alguien pensó se podía limitar a un

amplio afinamiento administrativo, pronto dió paso a la

certeza de que este mismo no podía quedar asegurado sin

la reforma política. Y tenemos que confesar que, por es

tar demasiado ahsorbidos por las realizaciones que fue

ron ineficaces en el programa de todos los Gobiernos an

tenores y aspiración de muchas géneraciones, no se dió

a la labor de teorización política, de organización y for

mación de la conciencia pública, aquella atención que

merecía. Así debo decirlo, porque me debo considerar uno

de los principales responsables.

83

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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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A esto se añade que el mundo vive un época de sufri

miento; pero tal vez más de insatisfacción que de sacri

ficios. Son ciertamente pesados, y su mole no recae igual

mente sobre todos. Pero los deseos inmoderados, la bus

ca de la felicidad a través de la riqueza, el ansia de cosas

nuevas o desconocidas, el anhelo de gozar, la ambición

de lo inasequible, la inestabilidad de las ideas y sentimien

tos, todo ello parece caracterizar una época enferma y

traerá dificultades, para enfrentarse con las cuales con

viene estar prevenidos.

No refiriéndome sino a causas generales, y sólo a lo que

especialmente nos atañe y que el en momento actual más

nos aflige, sabemos que nuestra legislación, impuesta por

la guerra, particularmente en lo que respecta al abasteci

miento público y al acondicionamiento de las actividades

económicas, pesa duramente sobre el pueblo y no tenemos

otro deseo sino el restablecimiento paulatino a medida

que sea posible una mayor libertad. Sólo aguardamos a

que se realicen las condiciones precisas para que el reme

dio no sea peor que la enfermedad.

IV

Aludí a causas permanentes y ocasionales, que justifi

can e imponen como necesario, por nuestra parte, el intensificar la acción política. Y una vez expuestos los mo

tivos de que antes no lo haya sido, espero haber dejado

bien sentado que, significando la buena política estabi

lidad y eficiencia en el Gobierno, se ha de buscar en todas

las ocasiones un desarrollo que no la perjudique. Y nece

sana es tal salvedad, puesto que los intereses de la nación

son en sí mismos de tal valor y desprende de ellos un im

perativo tan fuerte, que, en buena lid, no pueden dejar

de rebasar a. otros menos imprescindibles.

Al margen de este punto, sobre el cual el partidismo po

dría dudar, pero que el nacionalista asimiló en toda ac

ción poítica, quienes tenemos amor a la obra realizada,

noción de los riesgos actuales y perfecta inteligencia de•

los principios, estamos plenamente convencidos de que

no podemos retrasar el momento de dar a esta obra, ya

que no un mayor cariño, sí mayor esfuerzo.

No es ésta la ocasión de explicar cómo, en qué domi

nios y por qué medios se va a intensificar nuestra acción.

Basta decir que un mismo pensamiento inspirará a todos

y guiará nuestros actos. Pietendemos que este gran fren

te patriótico que es la Unión Nacional se amplíe y conso

lide por la buena voluntad de los portugueses, a los cua

les, además, no se les pide sacrificio que pudiera dividir

los, sino el trabajar unidos en pro de la Patria.

Veinte años de paz y progreso acreditan el sistema, pese

a sus deficiencias e imperfecciones, y el compararlo con

los veinte años anteriores sería suficiente—si no existiese

el humano orgullo—para demostrar, por la propia expe

riencia, cuán fecunda es la unidad y cómo se sirve mal al

país atentando contra su salud moral, con eso que pode

mos llamar pecado de división. ¡Qué tenebrosas resultan

algunas causas, enlaces, subordinaciones y propósitos

¡Qué fútiles algunos motivos por los que se mueven pe

queños grupos, molinos de viento moliendo arena Pues

bien, tenemos que darles la batalla decidida y decisiva

mente, por el bien de la Patria, por nuestro bien... e in

cluso por el bien de ellos mismos.

Moderno equipo Radar AN/MPG-1

paraDireccióndeTirodeCosta.

Publicado en Electronics por H. A. Straus, L.

J.

Rueger, C. A. Wert, S.

J.

Reisman, M. Taylor, R.

J. Davis y J. H.

Taylor.—Traducido y extractado por el Teniente Coronel de Artillería Ramón

Carmona y Pérez de Vera, y el Comandante Ingeniero de Armamento Pedro Salvador Elizondo.

En el número de EJÉRCITO del mes de agosto se publicó la

primera parte de este trabajo, que hoy continuamos hasta su final.

Sistemade punteríade la antena.

La dirección de puntería de la antena es controlada

por medio de un servomotor. Generadores síncronos aco

plados mecánicamente a la salida del perseguidor (ya sea

el motor en funcionamiento,

PPI,

o volantes manuales

en funcionamiento en presentación, B) transmiten los

datos eléctricos de posición a transformadores síncronos.

de control acoplados mecánicamente al motor de antena.

La diferencia entre la dirección deseada y la conseguida

se transmite, como voltaje de error, a un sistema de am

plificación cuya salida actúa sobre el motor impulsor de

la anténa para corregir el error de puntería de la misma,

tal y como se muestra en la figura 25.

El error de puntería debe ser menor de 0,050. Debido

a los errores inherentes a los motores síncronos, la rela

ción de x : x para el tren de engranajes no suministraría

suficiente precisión en la puntería. Por ello se utiliza nor

malmente, durante el funcionamiento en persecución,

una relación de 36: 1,- con lo cual se reduce el error eléc

trico del motor síncrono en un factor igual a 36. Para

errores de puntería superiores a los 40, tal como ocurren

cuando el operador conmuta desde el sistema

PPI

al de

persecución,

o

cuando la antena es movida alternativa

mente con saltos rápidos en direcciones opuestas, enton

ces toma el control de la antena un sistema síncrono 1 :

1.

Cuando el error de puntería llega a ser inferior a 40, el

sistema síncrono 36:

1

recupera el control y se restablece

una precisa puntería. Esto se realiza aplicando el voltaje

de error rectificado en la relación i : x a la rejilla de

control, polarizada, de una válvula 6AG7, la cual tiene

una bobina “relé” en su circuito de placa. Cuando el vol

taje de error rectificado en la relación i :

i

alcanza una

amplitud correspondiente a 40 de error de puntería, la

válvula obtiene suficiente corriente de placa para operar

el “ralé”, el cual desconecta la entrada de error 36 : r del

servomotor amplificador, conectando en su lugar la en

trada de error 1 : i. Cuando el error de puntería cae por

debajo de los 40, el “relé” dejará de recibir energía y en

tonces se hace cargo del control el sistema 36 : r. La uti

lización del sistema síncrono 36 :

i

reduce el error má

ximo inherente a causas eléctricas y mecánicas a meneos

84

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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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de o,°. Cuando se funciona en pre

sentación

PPI,

sin embargo, como no

se requiere gran precisión, se utiliza ex

clusivamente el sistema síncrono i i.

El voltaje de error, ya sea del siste

ma 36 i Ó del x : i, se introduce en un

circuito rectificador sensitivo a las fa

ses, colocado en el servomotor ampli

ficador de antena mostrado en la fi

gura 26. Los voltajes •e referencia y

de error se mezclan al aplicar cada uno

de ellos a primarios separados de los

transformadores

T1

y

T2.

En el

T1,

los

voltajes de referencia y error se suman,

mientras que en el

T2

se restan. Cada

transformador proporciona una rela

ción de elevación de 12 : x. Las pér

didas se mantienen muy reducidas co-.

mo consecuencia de los enrollamientos

de alta impedancia y los núcleos de

acero al silicio. Cuando la entrada de

érror es igual a cero, la posición del po

tenciómetro

R8

determina el nivel de

corriente continua de los puntos

A

y

B,

y los voltajes en oleadas, debidos al

voltaje Ldé referencia, se cancelan

La

causa de la forma en que resulta co

nectado el rectificador V1. Sin embar

go, cuando existe un voltaje de error,

las salidas de las mitades de

V1

son

desiguales, resultando entonces impo

sible la cancelación completa. Esta

circunstancia origina un desequilibrio

entre los puntos

A

y

B,

que se mani

fiesta en las rejillas de las válvulas

seguidoras de cátodo

V2A

y

V2B.

Como

consecuencia de esto, las válvulas

y3

y

V4

obtendrán corrientes de placa des

iguales, resultando de ello una diferen

cia de excitación en los campós de con

trol de l a amplidina (x), con un ren

dimiento máximo de la misma de

50o vatios aproximadamente. Esta salida de la amplidina es aplicada a un

mótor de medio caballo que mueve la

antena.

Se evita una excesiva retardaciónen

los filtros

R1C1

y

R3C2,

tolerando un

io por ioo de oleadas en el voltaje. El

acuse integral de errores de voltaje

muy pequeños se consigue por medio de

la red resistencia-capacidad

R5R6C5.

La cadena

R3R4C3C4

es un filtro de

perturbaciones oscilatorias.

En presentación

PPI;

la antena

puede explorar automáticamente ha

(i) La amplidina es un amplificador

dínamoeléctrico, o sea una dínamo con

cuatro escobillas pcir cada par de polos,

dos de ellas en corto circuito. Esta dis

posición es análoga a la de la metadína

mo, si bien esta denominación se aplica

generalmente a la dínamo transformado

ra, mientras la de amplidina se aplica ex

clusivamente a la dínamo amplificadora,

que se caracteriza por estar dotada de

un devanado compensador en el circuito

de carga, que compensa exactamente el.

flujo de dicho circuito de salida, y que

-

falta en la metadinamo. El factor de

amplificación puede llegar a ser de

100.000 y aun superior,

LA 4NTEN4GIRAY ¿lIC! GIRARALTRÁN6-

FORMADORDE CONTROLViNCRO,VOEN

UÑA E/RECE/QNQl/ESE TRADUCEEN¿4

REDUCCIONDEL VOLTAJE DE ERROR.

EL MOTORDEMOVIMIENTODE1.4ANTE

NÁ ACOPLADOA ESTÁMEDIANTEUNTREN

DE ENOR4NAJFS,HICEGIRAR

A

LI ANTE-

NI EN AZ/NL/T

¿.4 .4NPL/D/N4SUM/AI/57R4¿4 POTEN

CIA QUEDETERMINALA VELOC/D4DY

DIRECCIONDEROT.4C/04’DELMOTOR

QUENUEVE¿.4 .WTENA.

EL AMPLIFICADORSERVORICTIPICAY

AMPLIPICAEL VOLFIJE DEERRORSUN!

N/STR4DOPOR¿OSTRANSFORMADORESDE

CONTROL.14SAL/DADELAMPLIFICADOR..

EXC/TI ¿OSt,VROLLANIENTO$DECONTROL

DE LA 4NPLID/NI. ELAMPLIFICADORS!RYO

RECIBEELMISMOVOLTAJEDEREF!REN

cIA QL/ELOSGENERADORESJ1iVCRONOS.

LOSTRA/ÍSFORNADOIi’fSDf CONTROLSIN-

CRONOSSUN/N/STR4NUN VOLT4JEOSERROR

AL AMPLIFICADORSERVODF4//TENACUAN

DO¿4 POSIlQNDi ESTANOES¿4DEBIDA.

GENERADORESS/NCRONc&SEXCITADOSPOR

EL VOLTAJE DE REFERENCIA,SUN/A//O-

TRAN UN VOLTAJ! P4RA LOSTR4NSFOR-

MADORESDE CONTROLSÍNCRONOS.

- — - — - - ACOPLAMIENTOMECÁNICO

CONEXION!LFCTR/C4

r

¡

L

AMPLI:JCA

Do SiRVO

DE

4NTNA

VOLANTES

MOTO

EXP

DE

PERSE

O CUCONY

RACIONDELPIPiE PUNTERIA

RAPIDA

f ¿ .. Oiagrani enb/o7uesde ,-Éei7ade pu/7tefk’o

8,7É&/&.

tate si,rtefli,9

e/ectro-mecerncooe ,»i’or/a or,ntaCion e-orrecte6’ontroo’e¿ZOógr’

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1

DISTA4CIA_____________ECODEL

!iiiii 1

—BL4NCO

RETARDODE

61 M;CROSEG.

———

DISTANCIA

RETARDODE

._-

12.2MICROSE&.

1

JI

DISTANCIA DEL

1

LANCO

fi,

27-

¿‘ooru’,,78c/dno&

¿7euooetitre e/va/tejecc referencie’a’e

/8 Ofle’ e’i»u

-

ó’Oic/

‘ v8ris

6POS JOePÓ’e/it’nciO/7c2fluie/7tO

/

1110 1/cO”O/

/

oJc//o5-cop/o-8

,

o(a/PeL

cia un lado y otro sobre un determinado

sector de vigilancia o, por medio de un

conmutador de palanca, puede ser llevada

de un salto hacia la derecha o hacia la

izquierda, a una velocidad:de 20°/seg. El

yugo deflector del sistema

FF1

forma

parte de un sistema servomotor indepen

diente, que hace que el yugo siga los

movimientos de punteríade la antena.

Sistema cronometrador.

Puesto que el tiempo de tránsito de

impulsos (tiempo transcurrido desde que

se -transmite un impulso o tren de ondas

hasta que se recibe el eco del mismo) y la

distancia al blanco se miden sobre osci

loscopios, los barridos de éstos deben sin

cronizarse exactamente al impulso trans

mitido. Por otra parte, puesto que en el

indicador-E se presenta solamente una

zona de distancias de 2.000 yardas

(1.820 m.) de profundidad y el barrido de

distancias comienza en el borde inferior

del indicador, mientras que el objetivo ha

de quedar en el centro, se ve la necesidad

de un retardo en el disparo de barrido en

el osciloscopio-B, de manera que el barri

do de distancia no comience hasta que

haya transcurrido un período de tiempo

igual al tiempo de tránsito [del impulso

menos 6,x microsegundos (equivalente a la

mitad de la zona: i.ooo yardas

=

910 me

tros)

En la presentación

FF1

en distancias

cortas, por exigencias de construcción, el

impulso transmitido debe ser retrasado

- 6,i microsegundos para hacer posible que

el marcador móvil de distancias del mis

mo pueda formarse a la distancia cero.

Como el disparador del barrido de dis

tancia del osciloscopio-B está sincronizado con el disparador del marcador móvil

del

FF1

(cosa necesaria para permitir al

operador seleccionar en el

PPI

de 30.000

yardas

=

27.300 metros los blancos que

han de ser perseguidos sobre el oscilosco

pio-B),

se ve la necesidad un de retraso

adicional de 6,i microsegundos en el im

pulso transmitido para asegurar que el

objetivo elegido estará cerca del centro del

indicador-B al hacer la conmutación para

-

pasar de la presentación

FF1

en distan

cias cortas al indicador-E de persecución.

La función a desempeñar por el sistema

cronometrador es suministrar los disparos

y retrasos necesarios para la medición de

la distancia al blanco en forma que ésta

pueda ser obtenida con error no supe

rior a ± 20 yardas (18,2 metros). En la

figura

27

se muestra un diagrama de tiem

pos de los dispara-dores del modulador,

del

PPI

y del indicador-E.

Fundamentalmente, la distancia al

blanco

-

se mide contando el número de

oscilaciones completas efectuadas por un

cristal de I3,88 Kc. durante el tiempo

de tránsito del impulso. Se ha elegido esta

frécuencia porque su período es 6,1 mi

crosegundos, que es igual al tiempo de

tránsito de un impulso que camina desde

la antena a un blanco situado a r.ooo yar

ONDASINUSOIDAL

DE REFERENCIA

15385

NC.

DISPAROS163.88NC.

IMIcR OSEO. 910METROS 6.1

DISPAROSPARAEL

MODULADOR1024C.P.S.

DISPAROSPARAEL

PRI. 2024CJ’.S.

DISPAROSPARAEL

MODULADOR1024C.P.S.

DISPAROSPARAEL

PP. . 1024 C.P.5.

P.P.I. EN

DISTANCIAS

LARGAS

DISPAROSPARAEL

MODULADOR4096 C.RS.

MACA

VIL DE DISTANCIAS.P.I. EN

—fl--..WSTANcIADELP.P.I.

j

CORTAS

‘PIPS”DEFASADOSDE

DISTANCIADE 910

EN 910m. l63I(C.

DISPAROSPARAELOS

CILOSCOPID-B 4096C.P.5.

TIEMPO

—=

OSCILOS

COPIO-E

MARCADORESDE

DISTANCIASDE

ONDA SINU- 1 ___________100 EN9100m.E 163,BSKC

163,8$

IC. ________________OSCILADl SOIDALDE

J

ccuI’

Sf94Ijj CIRCWTO]

DE- DIVISOR“P1P5PE4O97lC.1- EE

TA L FRECUENCIAI:pçpDE1024KCTJ1DIEPARO

ONDASINUSOIDAL DISPARO  1DISPARO

DE163,SSKC. 4097IC. lOZ4KC,

ENTRADAMECANICA

DEL. MECANISMODE

PERSECUCIONENDISTANCI

‘PIPS”DE40971(C.

910METROSPOR

- I REVOL.UCION 1

1 3276Dm,POR 1

ÍFAS

AL BARRIDODE

DISTANCIA DEL

P.P.. Y Al. MO-

DULAPOR

ICÇUITOLE RE

1

TARDODE019-

LTANCIAS

PORTILLODE6 MICSOSEG.

NCASINUSOIDAL

DEFASADADE

T

163,88 KC.

ICIRCUITOI .jCYlTO---i

DE910 _________

EN 910METROS“PIPS5DEFASADOSCOINCIDENCIA

_____________DE9100EN91Cm. -

 DE- ‘MARCAPOR

DISTANCIASDE ‘MOVILDE

910EN910Rl. DISTANCIA

DISPAROPARA

EL SISTEMAIN

DICADOR-6

/“g. ?8.

-

8ie’gráwiá’e) /ou

de/ietne’

crElno/lletroc/or

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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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CUADRADA

DIFERENCADA

,,

das

(910

m.) de ella y regresa a la antena. De esta manera existe uná relación lineal entre la distancia a un

blanco expresada, en millares de yardas y el número de

oscilaciones del cristal.

La figura 28 es un diagrama en bloques del sistema

cronometrador. El oscilador de cristal genera una onda

sinusoidal de referencia, que es transmitida a un circuito

divisor de frecuencias y a un circuito defasador. Esta

onda sinusoidal establece el punto cero de. referencia de

tiempo para todo el sistema.

En el circuito divisor de frecuencia, la onda sinuosidal

de referencia se transforma en “pips” (i) de la frecuencia

deseada, como muestra la figura 29. El circuito de dispa

ro transforma los “pips” de llegada en agudos impulsos

de disparo para el barrido de distancia del

PPI

y para

el modulador e introduce los retardos. requeridos para

hacer posible la formación del marcador móvil de distancia a la distancia cero, y para el disparo de barrido de dis

tancia del indicador-

B,

en el instante correspondiente a

la distancia al blanco menos x.ooo yardas

(910

m.).

El circuito defasador recibe una fracción de la onda

sinuosidal de referencia y produce a la salida una onda

sinuosidal defasada de amplitud constante y de la mis

ma frecuencia que la onda de referencia. -Por conexión

mecánica entre la unidad de persecución en distancia y

un condensador de trazado especial, el defasaje se hace

proporcional a la distancia indicada en los cuadrantes de

la unidad de persecución. Los “pips” derivados de la

onda sinuosidal defasada, de, 163,88 Kc., alimentan el

sistema indicador-B, y allí forman los marcadores de dis

tancia de i.ooo en 1.000 yardas (910 m.). Estos mismos

“pips” alimentan también el circuito de coincidencia, en

el cual toman parte en la formación del disparo de ba

rrido de distancia del osciloscopio-B.

El circuito de coincidencia recibe también un portillo

de retardo de 6 microsegundos del circuito de retardo de

distancias. Este portillo se dispara con el borde de cola

de una onda de voltaje en forma de diente de sierra, cuya

anchura es aproximadamehtel proporcional a la distan

cia al blanco. La anchura del diente de sierra, que se

(i)

La palabra

pi

es un término ‘popular norteamericano

empleado para designar los

dientes o cambios de intensidad

luminosa que indican las señales marcadoras sobre la ima

gen que aparece en la pantalla de un osciloscopio. En el caso

de que se trata se sobrentiende por pip el impulso que lo

origina.

obtiene pór conexión mecánica de un potenciómetro a

la unidad de persecución en distancia, proporciona, por

taí-ito, una medida grosera de la distancia. La válvula

péntodo de coincidencia sólo puede conducir un “pip”

defasado, mientras el portillo de 6 microsegundos se en

cuentra abierto, pues el intervalo entre “pips” es, como

mínimo, de 6 microsegundos. Los “pips” derivados de la,

onda sinuosidal defasada proporcionan una medida pre

cisa de la distancia.

. ‘

Detalles del circuito cronometrador.

En los circuitos divisores de frecuencia se rectifica la

onda sinuosídal, y las semiondas útiles se transforman

en rectángulos que, a su vez, sod diferençiados, y, por

AMPLITUD

ONDASINUSOiDAL

DEREFERENCIA

163,88

IC.

RECTIFICADA

__J. J

1

r. 1

f1

“P)PS’DE •‘PIPS”DE

81,94 KC. 16,38

KC.

1..

r

1,024KC

Y

PIPS’DE163.88KC.fl -TIEMPO

fi 2.9—Pi’gránnen No9uesof°

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87

Page 87: RET 092 Septiembre 1947

7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947

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último, queda transformada la onda en “pips” de fre

cuencia 163,88 Xc. Todos los divisores de frecuenciá

utilizados son del tipo de oscilador de bloqueo, del que

se presenta un ejemplo en la figura 30. El oscilador de

bloqueo utiliza realimentación de cátodo y una red de

constante de tiempo R-C (resistencia-capacidad) en el

circuito de rejilla que determina la frecuencia libre pro

ducida. Para hacer funcionar a este “paso” (x) como un

divisor 2 t, los valores de R7 y G7 se eligen de tal ma

nera que el tiempo de recobro del voltaje de rejilla sea lo

bastante grande para impedir el disparo del oscilador de

bloqueo, excepto para aquellos impulsos disparadores

ti4ufl- trquenso siwpl½caoío&/e#taasetr

capecvtat,vo

oe emplee un

esøtor

oS aeo’rancu ,g’un ,4’ementi, o’sqlec

tnco totetono.

alternados. En uno de cada dos impulsos de entrada apli

cados, el voltaje de rejilla está tan cercano al punto de

supresión (2), que el voltaje adicional del disparo de en

trada eleva el voltaje

-

de rejilla por encima del citado

punto, volviéndose a iniciar el ciclo. Así, pues, uno de

cada dos impulsos de entrada actuará como disparo de

sincronización, y los “pips” de salida generados por el

oscilador de bloqueo se repiten a una frecuencia mitad

de los ‘pips” de entrada. Para que la división de fre

cuencia merezca confianza, se limita generalmente a una

relación de : r, con lo cual se previene cualquier mesta

bilidad.

El circuito de disparo emplea un generador de porti

llos de retardo (multivibrador) y una válvula péntodo de

coincidencia para introducir retardos en los disparosdel

modulador y del PPI. En la presentación PPI en distan

cias largas no se necesitan retardos, por lo que la rejilla

supresora de la válvula péntodo de coincidencia se co

necta a tierra, haciéndose así conductora, mientras los

disparos de I024 Xc. del modulador y dei

PPI

se apli

can a la rejilla y se amplifican por el “paso”. Cuando

el

PPI

funciona en distancias cortas, la rejilla supresora

se conecta a

¡30

voltios, de manera que el “paso” no

es conductor, a menos que se aplique a dicha rejilla su

presora un voltaje positivo superior a + 130 voltios, en

forma de portillo de retardo. Mediante el uso de un por

tillo de retardo de 9 microsegundos en la rejilla supre

sora y aplicando impulsos de 6,x microseguñdos a la re

(r) Se entiende por

pero

un circuito qne contiene sola

mente un tubo de vacío, o si se trata de un circuito de múl

tiples tnbos, todas las partes conectadas entre la rejilla de

mando de

un tnbo y la rejil la de mando del tubo adyacente.

(2)

Punto de supresión es el correspondiente al mínimo

valor, de polarización de rejilla que impide el flujo de co

rriente de placa en nna válvula de vacío.

jilla de mando, se selecciona un impulso para la ampli

ficación que está retardado 6,x microsegundos respecto

al tiempo cero. Este retardo en los disparos del modula

dor y del

PPI

en distancias cortas se hace necesario para

permitir al marcador móvil aparecer a la distañcia cero.

En la presentación tipo-B también habíamos dicho se

necesita en el disparo del modulador un retardo adicio

nal de 6,t microsegundos, porque el barrido de distan

cias del osciloscopio-B se dispara por el mismo “pip” que

dispara la marca móvil del

PPI,

y si el disparo del modu

lador no fuese retardado

12,2

microsegundos, el “pip”,

o señal eco, del blanco aparecería en el borde inferior del

indicador y no en el centro del mismo, como se quiere.

Un portillo de retardo de i8 microsegundos, aplicado a

la rejilla supresora conjuntamente con “pips” de fre

cuencia 12,2 microsegundos aplicados a la rejilla de man

do, dan los resultados deseados (x).

Condensadorespecial.

Para la medida precisa de la distancia es necesario ob

tener una onda sinusoidal defasada de amplitud cons

tante y frecuencia de ¡63,88 Xc., cuya fase difiera de la

onda sinuosidal de referencia en una cantidad que sea

continuamente proporcional al valor indicado en el cua-’

drante de la unidad de persecución en distancia. La onda

sinusoidal de referencia se aplica a un circuito divisor de

fase

(2)

resistencia-capacidad R1G1 y RG2. En el circuito

representado en la figura 31, la reactancia capacitativa

de G1 se hace igual a la resistencia de

R1,

pasando lo

mismo para G5 y

R2,

con lo que resulta la ‘aparición en

los puntos

A, B,

G y

D

de cuatro voltajes en cuadratura

de fase y con la misma frecuencia y amplitud. Así, pues,

las placas 1, 2,

3

y.t.4 del condensador especial represen

tado tienen iguales voltajes impresos; pero el voltaje de

F,’,r 32.- Con,ntrucc, »/f lternS oí’/o’e/&jedr

‘capeci at/vo ¿fe

caecé-&ntes.

la placa r está en fase con la onda sinusoidal de referen

cia, el de Ja placa 2 se encuentra defasado 900, el de la

3

lo está en x8o° y el de la 4 en 2700. El condensadó± espe

(x) Observando la analogía de estos dispositivos de re

tardo con el multivibrador y válvula pentodo de coinciden

cia del circnito de retardo de distancias, que se detalla más

adelante, se comprenderá mejor el funcionamiento de

aquéllos.

(2)

El circuito divisor de fase (pitase

splitting

eircuif) es

el que de la misma forma de onda’ de entrada produce dos

formas de onda que’ difieren en fase una de la otra.

1,

¿

CONDENSADOR

fAPECIALDEFASADOR

i[

ONDASINUSOIDALDEFAS4DA

DE 153,6$ NC

CUADRANTE

PLACA

CD4DRANt64—CIJADR.4N7E3 DJtLECTRICO

MICALEX

CUADR4NT2

88

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cia está proyectado. de tal manera que combiña estos

cuatro voltájes en una onda sinuosidal resultante de am

plitud constánte (0,5 de voltaje eficaz), frecuencia de

163,88 ICc., y con un defasaje respecto a la entrada que

es proporcional a la señal indicada en el cuadrante de per

secución en distancia.

En la figura 32 se representa una vista del condensador.

de cambio de fase despiezado. Una mitad del condensa

dor es una placa circular corriente:, mientras que la otra

mitad consta de cuatro placas en forma de cuadrante de

círculo, que se encuentran aisladas unas de otras. Sobre

él eje, que es conducido por la unidad de persecución en

distancia, esta montado excéntricamente un disco circu

lar, elaborado en mycalex (mica y borato de plomo), que

gira entre las dos mitades del condensador. Puesto que

la capacidad entre la placa circular y cada una de las

placas cuadrante depende de la cantidad de dieléctrico

entre ellas, la capacitancia de cada cuadrante dependerá

de la posición del disco dieléctrico. La salida resultante

aparece a través de la resistencia

R1

(fig. 31), y es una

combinación de los voltajes que aparecen a través de cada

cuadrante y la placa circular común. Si el eje del conden

sador se gira hasta que el disco queda opuesto al cua

drante x, la salida se encontrará entonces en fase con la

onda sinúsoidal de referencia. Si el cuadrante de perse

cución de distancia indica cero y se desea llevar el con

densador a cero, podrá lograrse sin, necesidad de desco

nectar el eje del condenador de la unidad de persecución.

Un órgano de mando permite, en efecto, ‘la rotación de la

caja del condensador mientras el disco dieléctrico perma

néce estacionario hasta que el cuadrante queda enfrente

del disco. Por este medio pueden ser eliminados los erro

res de distancié, hasta ± 5o yardas (45,5 m.) aproxima

damente, qúe sean débidos a retardos de circuito en él

sistema iñdicador-B y en el modulador. Si se gira ahora

el volante de persecución, el disco se alejará del cuadran

te i y cubrirá una porción’ cáda vez mayor del cuadran

te 2. La salida se cambia de fase hasta que, cuando el dis

co está enfrente del cuadrante 2, el defasaje. se eleva

a

90°.

Si el disco sigue moviéndose hacia el cuadrante 3,

el defasaje crece hacia los x8o°. Para una rotación com

pleta del eje del condensador, el cambio de fase se eleva

a 360° ó 1.000 yardas (910 m.) ‘de distancia al blanco.

La salida defasada se transforma en “pips” de 163,88 Xc.

mediante un circuitó similar al de formación de “pips”

descrito anteriormente. Queda aún al circuito de retardo

de distancia determinar el número de rotaciones efec

tuadas por él condensador-defasador durante la persecu

ción desde la distancia cero hasta el blanco.

El

circuito de retardo ‘de distancia

mostrado en la fi

gura 33 selecciona uno de los “pips” defasados derivados

de la onda sinusoidal defasada, moviéndole désde la dis

tancia cero hasta el blanco, al mismo tiempo que la sa

lida de persécución aumenta también desde cero. El cir

cuito de retardo de distancia es una medida grosera de

ésta, mientras que el condensador-defasador es una me

dida precisa de la distancia. Un potenciómetro de distan

cias, cuyo eje se encuentra acoplado mecánicamente a

la unidad de persecución en distancia, establece un vol

taje de corriente continua, cuyo nivel permanece aproxi

madamente proporcional a la distancia. Cuando se super

pone un diente de sierra lineal al nivel de corriente conti-’

nua establecido por el potenciómetro de distancia, se

produce un voltaje de portillo de 6 microsegundos apro

ximadamente. Este portillo de 6 microsegundos y el

“pip” ,defasado seleccionado se aplican ambos al tubo, de

coincidencia, cuya salida es una pul

_____________

sación defasada en tiempo por una

cantidad equivalente a la indicación

EJE DELROTEN- del cuadrante de persecución en dis

CIOMETROMECA- tancia sobre el

PPI

con présentación

-NICAMENTEACO- a distancias cortas, y en i.ooo yardas

O1DE

%t

(910

m.) menos de esa misma cantidad’

CUCIONEM01 - enla presentación tipo-B.

TANdA. Undisparo de frecuencia 4.096 Kc.

DISTANCIA

seutiliza, después de amplificado, par,a

conducir’un multivibrador. La salida

iL7fl fZoos de éste es un portillo negativo que in

CADOR

‘ILnrj” tercepta el tubo e’mpálmador 72 por la

PORTILLODF5MICROSCO,duración del portillo. Cuando el diente

—-—-—--------—- de sierra ha alcanzado el nivel de co

rriente continua establecido por el po

 MRC4DoR tenciómetro de distancias, el portillo

MO DELPPI negativono hace falta ya mas y el

multivibrador vuelve a sus condiciones

VALVULADE originalesmediante un “pip” negativo

COJNCIDENCIA“PIES”Di 910EN del amplificador de interrupción.

910 METROSPRO- ..

vINENtE5l Elcircuito de diente de sierra, lineal

CIRCUITODE»PIPO» incluyeal empalmador, diodo aislador,

DE910METROS ‘ seguidor de cátodo y diodo de descar

ga. Cuando no se aplica ningún dispa

ro al amplificador del disparo, el em

palmador T/2conduce enérgicamente y

fluye corriente a través de R2 y el dío do

aislador. La placa de V2 se mantiene a •+ .2 vóltios. El

punto A es ligeramente inferior a 200 voltios, y C3 darga

casi hasta el potencial positivo de la fuente de suministro.

Cuando se dispara el circuito, el empalmador queda inter

ceptado,’ elevándose su voltaje de placa. Este crecimiento

de voltaje se ‘aplica al circuito R-C (resistencia-capacidad).

Como consecuencia de una corriente de carga que surge

a través de la resistencia R2, ocurre una caída de voltaje

a lo largo de la misma, comenzando a formarse un vol

taje de diente de sierra a partir del nivel establecido a lo

largo de R1, resultando de ello una forma de onda trape

zoidal. Sin retroalimentación (i) C2 y C2 cargarían hacia

+ soo voltios-y el voltaje de salida sería de forma expo

nencial. Sin embargo, lo que se necesita es un voltaje li

neal para medir con precisión la distancia, y de quí que

se utilicen circuitos de retroalimentación para hacer la sa

lida lineal. La retroalimentación a través de R2 se aplica

a C1 y C2, y a través de R,, a C3 solamente.

El seguidor de cátodo V3 es’normalmente conductor.

(a) Retroalimentación (‘/eedback) es: el retorno ‘de una

porción de la salida de un paso amplificador ‘a 13 entrada

de;ese paso o a un paso precedente, resultando’ de ello un

cambio en la amplificación.

DISPAROE

4,097

nO EMPALMA

RON RETROALIMENTA-

DOEY2

ClON DE REJILLA

VOLTAJE YDECAT000

-

EN ® -eSÍiETEOALIMENTA

ClONDE

REJILLA

3DOV

— — SIN NINGUNA EETEQALINENTACION

TIEMPO

CONRETROALIMENTACIONDE

— REJILLAY DECAT000

—---—CONRETROALIMENTACION

-

DEREJILLA

-

- — —

—SINRETROALIMENTACION

100V

DIENTE DE

SIERRAOE

&ALlElA

TV

es’

6/o90’ar

g ns’eora

rzéo/,f,iw 0W

cihrk’o a?

i*’ l/St7ÑC/dJ

-

89

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fiq J1- Oh’gr9a7ó’e’

¿‘/o9ueseI&sten

/78/ .C/’ugoc/ef/ecÉorergfr&o’o fzieco»icó’,z’ente

&/reo’e’/i’-/e/cue//o&‘á’/tio o’er&

yci cytoY,coj, mlelltró’s U9 /8 nioo’u/&c/oty i»’e diiroie /r e»&/er 8C0y/&J fl7PCY O’9¿7$É6’,7C/8

A medida que la carga se regenera en

C1

y

C2,

la rejilla

de 773se hace más positiva, haciendo elevarse la corriente

de placa, aumentando así el potencial de cátodo, lo que

hace elevar el voltaje en el punto

A.

Debido a la gran

constante de tiempo de

C3

y

R2,

el primero pierde muy

poca carga. El diodo de aislamiento deja de conducir

cuando el punto

A

alcanza + 300 voltios. Los condensa

dores

C1

y

C2

cargan hacia el voltaje creciente en el

punto

A.

Cuando se trata de distancias largas, este vol

taje puede exceder de 300 voltios. De este modo se man

tiene un flujo de corriente constante, produciéndose una

curva de carga lineal. Cuando se eleva el potencial del cá

todo

V3,

el aumento de voltaje se aplica, a través de

R3,

a

C3

solamente, proporcionando una acción de lineariza

ción adicional.

El diodo de captación

(pick-off diode)

empieza a con

ducir cuando el voltaje de diente de sierra alcanza el ni

vel de corriente continua establecido por el potencióme

tro de distancia. Alo largo de R3 se desarrolla una pulsa

ción que tiene el retardo de tiempo reqi.ierido para el

barrido

B,

amplificándose después y aplicándose al am

plificador de interceptación que interrumpe el multivi

brador. Mientras dura esta interrupción,

y2

conduce y

C1

y

C2

se descargan ayudados por el díodo de descarga

que cortocircuita

R3.

De esta manera se restituye el cir

cuito a sus condiciones originales. La pulsación prove

niente del diodo de captación dispara también un oscila

dor de bloqueo que generaun portillo de 6 microsegundos.

Este y los “pips” defasados 1.000 yardas (910 m.) se apli

can a un tubo de coincidencia que es conductor sola

mente cuando el portillo coincide con un “pip”. El por

tillo es del ancho suficiente para permitir solamente el

paso de un “pip”. La salida de coincidencia es una pulsa

ción negativa que dispara el circuito de barrido .8. Si la

pendiente del diente de sierra lineal se elige conveniente

mente, el portillo de 6 microsegundos y un determinado

“pip” defasado se podrán mover en distancia al mismo

ritmo cuando la salida de persecución crece mecánica

mente, haciendo así posible seleccionar un “pip” y seguir

lo desde cero hasta el alcance máximo.

Cuando se calibra el sistema sobre un blanco de distan

cia conocida, por ajuste del condensador-defasador, la

distancia indicada a cualquier otro blanco es una fun

ción de la linearidad del condensador. Un operador cui

dadoso podrá obtener precisiones del orden de ± 3 yar

das (2,73 m.). Si no se dispone de ningún blanco de dis

tancia conocida, el sistema puede calibrarse sobre la se

fial del impulso transmitido; pero la precisión resultante

en alcance no llega a ser superior a ± 20 yardas (58,2 m.).

Nótese que los errores en distancias son absolutos y noun porcentaje de las mismas.

Sistema «PP!» (indicador de posición en el plano).

La vigilancia de objetivos se proporciona mediante un

indicador de posición en el plano, de deflexión magnética,

de 7 pulgadas (17,8 cm.), del que ya hicimos una des

cripción general en la primera parte de este trabajo.

La figura 34 representa un diagrama en bloques de este

sistema. Puesto que se utiliza una pantalla persistente,

las marcas de distancia aparecen como círculos cuando

la antena da vueltas, y cuando la antena explora hacia

atrás y hacia adelante se genera un mapa polar de la

DISPARO

LOCAL

1024C.P.S.

DISPARO

REMOTO

CIRCUITODE BARRIDO

_iQÇ!LOSÇOPlOP,P.I.

Al. OSCILOS.

COPIO-3

(DISPAROPROCEDENrEDELSIS

TEMA CRONOMETRADORCUANDO

SE FUNCIONASOLOCONELEQUIPOlOCAL

rDISPAROPROCEDENTEDELAMPI.IFI

CADORDEDISPARODELEQUIPOSEPARA-

LOO

CUANDO

SEFUNCIONACONESTE

PRODUCEONDADEDIENTEDESIERRA

QUE SE APLICAA LA BOBINADE

FLECTORA

PRODUCEVOLTAJEDEOSCURECIMIENTO QUESE APLICAALPRI

MERANODO

J

PORTILLONEGATIVODE 27.300m.

o 72.800m.

ISUMINISrRODE 4KV

INDICADORDEPOSICIONENEL

PLANO05 7 PULGADASQUEPRO

DUCEUNAREPRE&ENTACIONPOLAR.

LA DISTANCIA55 DETERMINAPOR

REFERENCIAAL CENTRO(O mts.)

VAL BORDEDELA PANTALLA(27.300

o

72.800

oQ.

ELAZIMUT55 LEEEN

UNAESCALAENLA ARMADURAEX

TERIOR(O _3600).

1500 KV

YREO

PRODUCEVOLTAJEDE4 KVQUE

SE APLICAAL SEGUNDOANODO

.DEL P.P.I,Y AL O5CtLO5C0PIO9

CIRCUITOVIDEO

REMOTO

AN000

BOBINAEGUNDO

KV

DEFLECTORA

-

BARRIDO

OSCURECI

NIENTO MERANODO

,

. O2Q...................

MARCAS CAT000

RECIBESENALVIPEOPROCEDEN

TE DEL RECEPTOR

EN LA AM-

TENA

(RECIBESEÑALVIDEOPROCE

DENTEDEI. EQUIPOSEPARA

I.D3 CUANDOELEQUIPOLOCAL

1$ USADOEN6 Y ENP.P.I.CON

ALIMENTADORINDEPENDIENTE.

AMPLIFICAUNA DE LAS

SEÑALESANTERIORES

‘RCUITO

SEPARADODE

MARCASDEDISTANC’

RECIBEPORTILLONEGATIVODEL

(CIRCUITODEBARRIDOQUECONEC

TA Y DESCONECTAUN OSCILADOR

L L-CDE 16 KC.

DELAONDASINUSOIDALDESALIDADEL

OSCILADORSE DERIVANMARCASDE

913Dm(308) QUESE APLICANCO—

MO”PIPSNEGATIVOSALCATOPO

J

REMO1

LOCAl.

CUANDOLAANTENAY EL YUGO

DEFLECTORNO ESTANENLA PO

SICIONRELATIVACORRECTA

SE

PONEDEMANIFIESTOUNVOLTAJE

DE ERRORQUEESAPLICADOAL

AMLFICADQR5ERVO,CUY4SALIDA

CONDUCEELMOTOR,ESTEMUEVEAL

YUGODEFLECTORENSINCRONISMO

CONLA ANTENA

CIRCUITOLOCALDEMARCASDEDISTANCIAS

DISTANCIAS

CORTAS

DISTANCIAS

° LARGAS

MARCAVARIABLEDE

1

DISTANCIAS

J8 MARCASDEDISTANCIA

 DE 9100

mts.

MARCAVARIABLE

PROCEDENTEDELSIS

TEMACRONOMETRA

PULSACIOMDE16.3SKC

——

PROCEDENTEDELSISTE

MA CRONOMETRAD

90

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zona interesada. El barrido de distancia empieza desde

el centro del indicador y prosigue hasta el borde a una

velocidad lineal uniforme. La bobina de deflexión, que

se encuentra montada en un dispositivo de cojinete y

anillocolector, se hace girar por servocontrol, de manera

que el barrido de distancia siempre indica la dirección

del impulso emitido. Sobre la cara. del indicador se dis

pone una escala acimutal giratoria, la cual lleva grabada

una línea de referencia. Girando un botón de mando se

situará la línea de referencia en coincidencia con una

señal del blanco, leyéndose entonces sobre un índice el

acimut del mismo.

En persecución se utiliza un tipo. diferente de explora

ción de sector, y de aquí que los datos del

PPI

no pue

dan presentarse simultáneamente con los datos en el

indicador-B, a menos que las señales vídeo, los datos

servo y los disparos debarrido en distancia para aquél se

obtengan de un equipode vigilanci.a separado establecido

en las inmediacionesJ La figura 35 representa las formas

de ondas aplicadas al tubo de rayos catódicos.

Sistemas indicadores-B,local e independiente.

En el indicador-B puede presentarse un área de

de anchura por 2.000 yardas (1.820 m.) de profundidad,

situada a menos de 28.000 yardas (25.480 m.) de la an

tena. La distancia se mide verticalmente, y el acimut,

horizontalmente. Los tres marcadores de distancia que

representan la distancia al blanco menos

1.000

yar

das (910 m.) la distancia al blanco y la distancia al blan

co más i.ooo yardas (910 m.), aparecen como líneas hori

zontales a lo largo de la cara del tubo indicador. Las tres

marcas verticales indican acimut menos

i°,

acimut al

blanco y acimut más i°.

Cada áegundo se producen aproximadamente s6 imá

genes de la zona del indicador-B, dependiendo esto de la

velocidad del motor conductor, y cada imagen se com

pone aproximadamente de 225 líneas verticales de explo

ración. Los marcadores de distancia se generan por mo

mentánea: modulación. de.intensidad del tubo a interva

los de

.1.000

.yardas (910 m.) durante cada barrido de

distancia. Los marcadores de acimut se generan, en cam

bio, intensificando el tubo durante un barrido completo

de distancia. Los barridos de distancia comienzan en la

parte inferior del indicador, a una distancia que se co

rresponde con la lectura del cuadrante de la unidad de

persecución menos i.ooo yardas (910 m.). El centro del

indicador representa las lecturas de las dos unidades de

persecución en distancia y acimut. Como el barrido de

acimut comienza a la izquierda de la línea central verti

cal del tubo, el primer barrido de distancia para cada

imagen se encuentra a la izquierda de esta línea central;

el inmediato barrido, un poco a la derecha del primero,

y así sucesivamente. Cada impulso transmitido por la

antena genera un barrido de distancia.

El desplazamiento horizontal de cada barrido de dis

tancia depende del desplazamiento del rayo de antena

en el momento de transmitir el correspondiente impulso.

El máximo desplazamiento horizontal es equivalente a

a lo largo de la cara del tubo, puesto que esta es la

extensión de la exploración eléctrica tal y como es deter

minada por la óptica de la antena. Independientemente

de. la exploración de la antena puede

tener lugar un movimiento de perse

cución del conjunto total de la ante

na; así que la zona de 100 del indica-

dor-B puede moverse en acimut para

perseguir al blanco.

Para obtener un mapa sin distorsión.

apreciable de la zona del indicador-B,

los factores de las escalas horizontal y

vertical se hacen iguales a 400 yardas

por pulgada (5,43 m/cm.) de la cara

del indicador. Esto significa que pues

to que la zona del indicador-B, de

2.000 yardas (1.820 m.) por xo°, se

mueve en distancia, la distancia lineal

horizontal a lo largo de la cara del tu

bo, que representa

100

en acimut, de

berá ser espaciada, puesto que la cuer

da subtendida por un ángulo central.

de 500 se hace más larga a medida que

el radio aumenta. Ahora bien; como la.

longitud útil de la cara del tubo es de

5 pulgadas

(52,7

cm.), los

comple

tos en acimut no podrán representarse

en la presentación espaciada a distan

cias por encima de 52.000 yardas (50.920 m.). También

es posible conmutar a presentación-

B

normal, en la cual

.100

de acimut cubren justamente la cara del tubo, abs

tracción hecha de la distancia de la zona del indicador-B.

Este tipo de presentación es muy útil para perseguir

blancos próximos, puesto que, de usar la presentación

espaciada, la presentación de acimut en el indicador se

aproximaría de manera constante a una anchura cero a

medida que la lectura del cuadrante de la unidad de per

secución en distancia se aproximara a cero yardas. Para

blancos próximos, el indicador normal ayuda considera

blemente a la identificación de rasgos importantes .de los

barcos, tales como superestructuras, cubiertas, etc.

El circuito del indicador-B está provisto de un canal

vídeo separado, capaz de dejar pasar impulsos cuyo tiem

po de elevación sea inferior a

0,05

microsegundos. Los

marcadores de distancia y acimut se mezclan con las se

ñales eco en los primeros pasos del canal vídeo, lleván

dose a cabo la acción limitativa por los últimos pasos.

Este dispositivo evita el “apelusamiento” del indicador

cuando las marcas se cruzan o cuando los blancos caen

sobre las marcas. El cátodo del tubo indicador recibe los

voltajes negativos de la señal y del marcador. La infor

mación de

oscurecimiento

horizontal y vertical se aplica a

la rejilla de mando a través de un amplificador con por

tillo. Los barridos horizontal y vertical se aplican al yugo

de deflexión magnética. En la figura 36 se muestran de

talles de los circuitos indicadores.

El motor que produce la rotación de los brazos ali’nen

tadores, además de accionar el mecanismo.de exploración

de la antena, también impele el disco de oscurecimiento

de acimut y el disco de marcas de acimut, como muestra

la figura 37. Ambos discos están interpuestos entra un

EN DISTANCIAS LARGAS

¡D5RO

wci pp.

OENT1

SiL

SISTE-

MACRO-

rIoRI_LSi8

4ICRO5EO.

.

EN DISTANCIASCORTAS

DISPARO

DESINCRO

RIZACION

DIENTE

.

976

MICROSEO.

NOSPEN-.1

-

BARRIDO

CORRIENTE

COLA

&O

DINA DE

1__lLEC-_

TORA

486 MICROSEG.

CORRIENTE

TORA

INTENSI-

PICADOR

PRIMER

N000

J

1.95CURECIDOÍl..

-..JFJCADO

PRIMERJ1 OSCURECIDO

í1

ANODO

VIDEO

IEJILLA REJILLA

MARCAS

.

CAT050 1 It 111111111 111111•1•1TTT

(LOCAL

o

JI IIIJII

  -‘

RADO) 61

MICRQSDO.

CAlOSO

(LOCAL

VARIABLECONDISTANCIA

0 1111 III

SEPA

RADO) 61MICROSEG.

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CEMAR PRODUCEMARCA-TAØILIZACIONTELOSBARRIDOSEN

_—

DISTANCIA AZIMUT  DISPARODE

SELECC1ODURAN-

A

CIRCUITO DE CIRCUITODE CIRCUITOOEOS

CASDE MARCASDE MARCASDE CUÇtECIMIEMTO

ISTANCIADELSECÍD

CAS DE DISTAN- DORESDE01$— DEWDEAZIMUTLAS

TANCIA DE

..O

PULSACIONESDELPOR

CIA DE9fOmts.

TILLOINTENSISICASOR

°v+1°DURAN-

OESoEL

TE EL BARRIDO

OSC1LOSC.-B.NOPERMI

DE AZIMUT TEAL

Por(rIuoINTu

lFiC4DODEPISTAN-

MARCASDEAZIMUT CIAS

ALCANZAREl.

OSCILOSC-3

IYL1R4N-E ELINTERVALODE

_______________

TORNODE4ZIMUT

- DIENTEDESIERRAVE

_______ ESTABILIZACIONDEAZIMUT

_______ __________________________________________

PORTILLOVE

(444

OSCILOSP1O-B

PRESENTAUNAZO

NA DE100POR1520m.

— BARRIDODEAZIMUT ELEGIDADENTRODE BARR1DODEDISTANCIA  I2O

(AL YUGO) UNRADIODE254SOrn. (4LASEOBIÑAS

DESDELA ANTENA DELYUGO)

BARRIDODE

AZIMUT

fototubo y una fuente de luz, de ma

nera que el fototubo recibe luz sola

mente cuando las porciones ranuradas

del disco se encuentran en posición

adecuada. El disco de marcas de aci

mut lleva tres ranuras. El objeto es RANURADE

tener la ranura central enfrente del COLIMACION

manantial de luz cuañdo uno de los

brazos de a limentación de la antena FOTOCELULADELPØRTI

está en el centro de la garganta de la LLODEOSCURECIMIENTO

trompa, y tener una de las otras ra

nuras enfrente del manantial de luz

cuando el brazo alimentador se en

cuentra 8° a uno u otro lado del cen

tro de la citada garganta. Como el des

plazamiento del brazo alimentador

guarda la relación 8 : i con el despla- DISCODELPORTL

zamiento del haz de antena, por medio I7Ø

de este dispositivo podrá generarse

una marca de acimut de Esta rela- HENDEDURADE600

ción 8: r, juntamente con el hecho de DEANCHURA

que los discos están engranados para

girar cuatro veces más de prisa que los

brazos alimentadores, hace necesario

un espaciamiento de 32° entre ranuras

en el disco de marcas de acimut. Los circuitos generado

res de las marcas de acimut se disparan cada-vez que una

CIRCWTO

VIDEO

AMPLIFICAY

MEZCLALAS

SEÑAL E5,ECO

Y MARCAS

1

1

¡

CIRCWTODE

BARRI

DO DE-AZIMUT

PRODUCE

BARRIDODE

AZIMUTDE10°TANTO

PARAEL. OSCILOSCO

Pb-E LOCALCOMO

PA

RA ELOSCILO5PIO—B

INDEPENDIENTE.

FRE

CUENCIAVEBARRIDO

6 C.P.S.

CIRCUITODEARPJ

DO DEDISTANCIA

PRODUCE UN BARRI

DO DEDISTANCIADE

Y ELPORTI

LLO DE DISTANCIA.

FRECUENCIADE

BARRIDO4098C,P. .

MARCA5DEPISTANCIA

YDEAZIMUTYecos

PORTILLODE PORTILLODE

OSCURECIM1ENTODISTANCIA

AL OSCILO5COPIO-BINDEPENDIENTE

fig. 36.

-

2igri77a enh/o’ue o@/o

eie,z’or o’/s/se,za

/e/Ø6c//Oóc-O/2/o

-8.

FOTOCELULADl MARCAS

DE AZIMUT

ENGRANAJE

CONDUCTOR

DISCODE MARCAS

DE AZIMUT

(3Z°ENTREHENDEDURAS)

fi.J7

-

te,z

fotoiiie&»i’opar&

la oroo’accko’ m&reó’so” &z,?x’’,ou/6ac/ooe-

o’ oJcurecfffl/entomieatró’sgi,-a

/8 &fl88.

de estas ranuras se encuentra enfrente del manantial de

luz, y la sincronización entre la posición de las ranuras

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y el desplazamiento del haz se efectúa mecánicadiente a

través de un tren de engranajes.

El barrido de acimut se genera mediante un circuito

que emplea un condensador variable, cuyo eje engrana

también con el impulsor del alimentador rotatorio. Este

condensador modula la salida de un oscilador de i Mc.,

y la forma de onda resultante es rectificada para produ

cir un voltaje lineal de barrido de acimut, cuya amplitud

es proporcional al desplazamiento del haz de antena (ver

figura 38).

Durante el intervalo dé retorno del barrido de acimut,

el osciloscopio-

B

deberá oscurecerse para evitar que se

vea la traza de retorno. -Para ello se genera un voltaje

de oscurecimiento cuando la ranura de 600 del disco

queda enfrente del manantial de luz. La ranura de-

600

es lo suficientemente ancha para cubrir el intervalo de

conmutación entre los brazos adyacentes de alimenta

ción de antena. Cuando se elimina el portillo de oscure

cimiento, se aplican a la rejilla del indicador-B portillos

intensificadores sincronizados con los barridos de dis

tancia. El portillo intensificador levanta el nivel e inten

sidad del pincel electrónico hasta tal punto que la inten

sidad adicional debida a una marca o señal vídeo se tra

ducirá en modulación del barrido. En los intervalos entre

barridos de distancia, el portillo intensificador se elimina

y el tubo se oscurece. Por el contrario, cuando el portillo

de oscurecimiento está establecido, no pue4en formarse

en absoluto los portillos intensificadores, asegurando que

ninguna señal intensificará lo suficiente el pincel elec

trónico para que pueda hacerse visible la traza o huella

de retorno del barrido de acimut.

Hay que hacer notar que las marcas de acimut se gene

ran mediante una relación mecánica, mientras que los

barridos de distancia se derivan de una onda sinuosidal

controlada por un cristal. Vemos, pues, que no existe sin

crÓnización entr6 ambas funciones, ni hay seguridad de

que cada marca de acimut se confine al ancho de un ba

rrido de distancia y de que aparezca en el mismo puesto

del indicador cada vez que tiene lugar un barrido de aci

mut; todo. lo cual daría lugar a marcas con distorsión.

Para evitarló se ha dispuesto un circuito 4ue detiene la

progresión de izquierda a derecha del pincel electrónico

cada vez que aparece una marca de acimut, estaciona

miento que se mantiene justamente el tiempo necesario

para que llegue un barrido de distancia, en cuyo mo

mento este barrido es intensificado y forma la marca de

acimut en el indicador.

-

El sistema indicador-B independiente recibe del sis

tema-B local el barrido de acimut, combinado con esta

bilización, información vídeo (marcas y señal), voltajes

de oscurecimiento de acimut y de portillo de distancias.

Los restantes circuitos del sistema-

B

independiente son

similares a los circuitos correspondientes del sistema-E

local. Este sistema-E independieite va provisto de un

mecanismo tal, que el operador que coloca los cursores

sobre el centro de impactos o piques de las granadas (fi

t 38.- Coordi».ecio»entie’ioo entre/8 rotoc,’» o(-’/8dntenay /ar fc

onc/ má’rcáe’orá’o ó’z/,qiut’ eX9

OXI/PeCi)7Z’é’flto.

el mismo que en el equipo explicado. El peso de todos los

componentes, incluido el grupo generador de energía, es

aproximadamente 3.714 kilogramos. Es de presumir que

una adecuada versión de este equipo podría resultar muy

LOO5GJNDOS_j 1 1

r02SEUND05

1 (UNARIUDODEDRAZOALØ4ENTADOR)

(UNAROTACIONDELAUNIDADMARCADORADEBAØ.RIOODEAZIM

2C