La experiencia espiri-
tual amplía la mente humana a niveles eleva-
dos, a conocimientos
increíbles y a experien-
cias transformadoras
que llevan al humano a su fuente misteriosa y
oculta. La persona que
practica la espirituali-
dad cambia de mentali-
dad, y si cambia de
mentalidad cambia de vida.
Tu vida es resultado de
lo que piensas de ti
mismo ante ti mismo,
ante el prójimo y el
mundo. La visión de ti
mismo y de tu vida son las limitaciones menta-
les dentro las cuales
vives. Si amplías tu
mente, tus posibilida-
des se amplían, tras-ciendes límites propios
y ajenos y tu vida se
enriquece. La práctica
espiritual, desde siem-
pre, te ofrece la posibili-
dad de ampliar tus
horizontes y tus metas
para que lleves una vida más plena, libre,
en armonía y en co-
munión con todo.
La experiencia espiri-
tual es resultado de la
meditación, de la
búsqueda interna de la verdadera naturale-
za. Esta búsqueda no
se queda en los límites
del cuerpo y de la
mente, sino que tras-ciende todo aspecto
mental y te interna en
la dimensión de lo di-
vino.
La experiencia y cono-
cimiento de lo espiri-
tual, de lo divino, no es otra cosa que la ex-
periencia de Dios. Con
el conocimiento y la
experiencia de Dios el
humano cambia, me-jora, se interna en lo
mejor de sí. No hay
nada más revelador en
la existencia y la
vida del humano que la experiencia
de Dios. Por lo mis-
mo, el desconoci-
miento de Dios es
el desconocimiento del sentido pleno
de la vida.
PRÓLOGO, VIDAL PORTUGAL
REVISTA LUMINAR Nº 3, [email protected] Marzo 2012
Año 1, Nº 3
11
12
Anandamayi, En tu co- 12
Consejos para la práctica
del Tai Chi
12
Jiddu Krishnamurti, La
libertad primera y última
13
Wen Tzu 16
LUMINAR Nº 3
Vidal Portugal, Prólogo
Ranjit Maharaj, Ilusión
frente a realidad,
2 4
Ramana Maharshi, ¿Quién
soy yo?
Poemas Haikus
5 5
Nisargadatta Maharaj, El
néctar de los pies del señor
6
Confucianismo
Sri Siddharameshwar
Maharaj, La llave de la
realización del ser
6 7
Jean Klein, ¿Quién soy yo?
Anthony Paul Moo,
Entrevista
8 9
Echart Tolle, Trascenden-
cia del ser
10
Mumokan, la entrada sin
puerta
10
Contenido:
Título Original: Revista Luminar
© 2012
Responsable:
Vidal Portugal
Diseño de cubierta:
Vidal Portugal
Compaginación textos e ilustraciones:
Manuel Antonio Magia Andina
Primera edición: marzo de 2012
Impresión digital
Printed in Bolivia
Dirección:
WWW.sinenomini@gmailcom
“Tu vida es resultado de lo que piensas de ti mismo ante ti mismo, ante el prójimo y el
mundo”.
FOTOGRAFÍA ZEN
Pregunta: Me gustaría sa-
ber por qué algunas perso-nas realizadas se reencar-nan para ayudar a otros a
realizarse.
Maharaj: Nadie viene, nadie
se va. ¿Quién le dijo eso? ¿Ha leído usted libros y lo
está repitiendo? Se dice que el hombre más grande es el que muere desconocido. Ra-
ma y Krishna fueron héroes secundarios. El hombre cumplido vive en silencio y
muere en silencio. Después, su pensamiento trabaja en
algún otro. Pero eso de que
regresan, es una insensatez.
Nadie viene, nadie se va. To-do es un sueño. En un sue-
ño usted puede devenir un gran Maestro, pero cuando se despierta, vuelve a su es-
tado ordinario. ¿Quién se ha ido y quién tiene que re-gresar? Nada ha acontecido.
El concepto de un gran Ma-estro ha aparecido en usted,
y ha devenido este «gran Maestro», pero cuando se despierta siente, «¡Ah, todo
esto es una insensatez! ¿Cómo puedo ser un gran
Maestro? ¡Yo no sé nada!» Sin embargo, en el sueño, usted estaba dando confe-
rencias y hablando con sol-tura de estas cosas, pero cuando llega el despertar,
todo este conocimiento se
desvanece. Era un sueño.
¿De dónde ha venido, y dónde ha desaparecido?
Cuando nada es, todo son sólo
creencias y conceptos de la mente. El supuesto sabio que dice, «yo soy la reencarnación
de Dios», no Le conoce, no co-noce la realidad. Al contrario, es esclavo de su ego, de la ilu-
sión. Cuando el conocimiento mismo no tiene ninguna enti-
dad, no se plantea ninguna de
estas cosas.
El que comprende, está libre de todo. Esta persona parece
una persona ordinaria, pero su corazón es completamente diferente. Si usted permanece
fuera, ¿cómo puede compren-der? Para devenir el propieta-rio de la casa, debe entrar en
ella. De la misma manera, de-be penetrar su propio sí mis-
mo para devenir el propietario. Pero ahí el «yo» no permanece como «yo». Ahí ya no se plan-
tea más la cuestión de Maes-tro y discípulo. El pensamien-
to de un Maestro puede inspi-rar a quienquiera que tiene un cuerpo, porque el Maestro y el
que está en silencio son uno.
Penetre el corazón del realiza-do, y usted no permanece co-
mo «usted», porque sólo Él es. Así, se dice que aquellos que
enseñan son encarnaciones de
Dios.
El Maestro da el co-nocimiento a todos,
pero no lo valora, porque Él sabe que el conocimiento es la
mayor ignorancia. Por consiguiente, no
sea tocado por nada.
ILUSION FRENTE A REALIDAD, RANJIT MAHARAJ
“El hombre cumplido vive en
silencio y muere en silencio”.
Página 4 LUMINAR Año 1, Nº 3
RANJIT MAHARAJ
Francesca Woodman
POSTURA ZEN
¿QUIÉN SOY YO? , RAMANA MAHARSHI
POEMAS HAIKUS
Puesto que el deseo de todo ser
vivo es ser siempre feliz, libre de todo pesar, puesto que en
toda persona se observa que
existe un amor supremo por el
propio ser, y como sólo la feli-
cidad es la causa del amor, para ganar esa felicidad que es
nuestra propia naturaleza y
que se experimenta en el esta-
do de sueño profundo donde
no existe la mente, uno debe
conocer su propio ser. Para ello, el sendero del conocimien-
to, la indagación de la fórmula
"¿Quién soy Yo?", es el medio
principal.
1. ¿Quién soy Yo?
El cuerpo burdo que está com-
puesto de los siete humores
(dhatus), no soy; los cinco órganos cognoscitivos de los
sentidos, es decir, los sentidos
del oído, el tacto, la vista, el
gusto, y el olfato, que aprehen-
den sus respectivos objetos, es decir, el sonido, el tacto, el co-
lor, el gusto, y el olor, no soy;
los cinco órganos de los senti-
dos cognoscitivos, es decir, los
órganos del habla, la locomo-
ción, el entendimiento, la ex-
creción, y la procreación,
que tienen como funciones respectivas, el hablar, el
moverse, el entender, el
excretar, y el disfrutar, no
soy; los cinco aires vitales,
prana, etc., que desempe-ñan respectivamente las
cinco funciones de inhalar,
etc., no soy; ni siquiera soy
la mente pensante; tampo-
co soy la ignorancia, que
sólo contiene las impresio-nes residuales de los obje-
tos, y en la que no existe
objeto ni función alguna.
2. Si no soy nada de esto,
entonces ¿Quién soy Yo?
Después de negar todos los
principios expuestos ante-
riormente como "esto no", "esto no", esa Conciencia
que permanece únicamente
—es lo que Soy.
3. ¿Cuál es la naturaleza
de la Conciencia?
La naturaleza de la Conciencia es
existencia-conciencia-
bienaventuranza.
Un sol rojo
cae en el mar
¡qué calor estival!
Natsume Soseki
La alondra
canta todo el día,
y el día no es lo bastante largo.
Basho
Un arco iris partido brilla
bajo las nubes borrascosas
con quietud serena.
James Kirkup
“Ni siquiera soy la mente
pensante; tampoco soy la
ignorancia, que sólo
contiene las impresiones
residuales de los objetos”.
Página 5 LUMINAR Año 1, Nº 3
RAMANA MAHARSHI
FOTOGRAFÍA ZEN
Interlocutor: Después de la
realización de sí mismo, ¿un hombre sigue teniendo ego?
Maharaj: No tiene ninguna fa-miliaridad con el ego. Mientras
uno se identifica con la forma,
el ego está aquí. Puesto que un
realizado ya no tiene ninguna
identificación con la forma cor-
poral, la cuestión simplemente no se plantea. Más aún: ni si-
quiera es presenciador de su
existencia misma. Eso significa
que el principio autorrealizado
presencia el principio manifies-to, que es la fuerza vital junto
con la eseidad.
Int: Cuando no se tiene ningu-
na forma, ¿una persona no tie-
ne más problemas?
Mah: Ninguna parte del cuerpo le
toca. Esa entidad autorrealizada presencia todo lo manifiesto, junto
con el mundo y también la esei-
dad.
Int: En el caso del que se ha reali-
zado, ¿todas las acciones del cuer-
po acontecen espontáneamente?
Mah: Todas las acciones aconte-
cen espontáneamente. Cuando la eseidad fue concebida, la forma-
ción del cuerpo tuvo lugar es-
pontáneamente alrededor de ella;
no se planteó la construcción del
cuerpo por alguien.
Int: En el caso de un jnani, el que está establecido en lo Absoluto
¿cómo pueden las cosas acontecer
alrededor de él para su subsisten-
cia? Con un niño, la naturaleza ha
proporcionado padres para que
pueda desarrollarse con su ayuda, pero el jnani no tiene a nadie alre-
dedor de él.
Mah: Cuando la eseidad estaba en
la matriz, la formación del cuerpo
ocurrió espontáneamente, ¿no es
así?
Similarmente en el caso de un jnani, puesto que es uno
con la naturaleza, puesto
que es la naturaleza misma,
de manera que es asunto de
la naturaleza cuidarle; no
se requiere ninguna perso-nalidad como tal, simple-
mente todo acontece alrede-
dor de él.
Notas:
Según Maharaj, toda existencia, que implica limitación, es irreal. Así, un jnani no es pre-
senciador de su existencia como una entidad
limitada, pues es la presenciación misma. Un maestro autorrealizado (literalmente:
«conocedor»).
EL NECTAR DE LOS PIES DEL SEÑOR , NISARGADATTA MAHARAJ
“Todas las acciones
a c o n t e c e n
espontáneamente».
Página 6 LUMINAR Año 1, Nº 3
Las ideas de Confucio (551-478 a.C.) se convirtieron en uno de los mo-delos de conducta social y moral de los pueblos de Extremo Oriente hasta entrado el siglo XX. El Confucianismo es la filosofía de la organización social, del sentido común y del conocimiento práctico. Sus doctrinas contribuyen a mantener vivos los cultos de veneración de los antepasados y el llamado culto del cielo, refe-rido a los emperadores. Pero la obra de Confucio no se limita a idealizar el pasado. Su enseñanza apunta a transformar las viejas concepcio-nes rituales en un orden ético que ha llegado a ser el corazón de la cultu-ra china. Las enseñanzas de Confucio, transmitidas por sus alum-nos, se hayan reunidas en LOS CUATRO LIBROS.
CONFUCIANISMO
CONFUCIO
NISARGADATTA MAHARAJ
LA LLAVE DE LA REALIZACION DEL SER, SRI SIDDHARAMESHWAR MAHARAJ
Antes de iniciar este estudio, el
discípulo tendrá interés en cono-cer varios puntos que tienen re-
lación con este sujeto. ¿Por qué
ha aparecido en el hombre la
ilusión “yo soy el cuerpo”?
¿Cuál es el estado del hombre al nacer? ¿Cómo ha desarrollado la
idea de “yo y mío”? ¿Ha nacido
libre de cualquier miedo? ¿Si no,
cómo y por quién puede liberar-
se de él? Es importante que el
discípulo conozca las respuestas a todas estas cuestiones.
Antes de nacer, el ser humano
estaba completamente acurruca-
do y aislado en el vientre de su
madre, luego se encuentra pro-
yectado en un mundo ilimitado.
Abre los ojos y mira a su alrede-dor. A la vista de esta luz cega-
dora y de este espacio inmenso,
parpadea aturdido. “¿Dónde he
llegado yo solo? ¿Quién me pro-
tegerá? ¿Qué me va a pasar?” Estos son los temores que sur-
gen en él y en cuanto nace, su
primer golpe, él llora. Para re-
confortarlo se le da un poco de
miel o de leche, entonces piensa
que todo va bien, ya que hay al-guien que lo cuida. Pero este
primer miedo queda tan aferrado
en su siquismo, que se estreme-
ce al menor ruido, luego se cal-
ma de nuevo cuando mama del pecho de su madre. La vida de
este ser humano depende ente-
ramente del cuidado que recibe
de sus padres.
Cuando crece, sus padres y
profesores le enseñan las cosas
del mundo. En la escuela apren-de: la ciencia física, la geografía,
la geometría y la geología, pero
todos estos conocimientos no
tienen un valor real. Después
viene la fase de la juventud. Mi-
ra de nuevo a su alrededor bus-cando algo que lo reconforte y,
tal y cómo está preestablecido
en el mundo, lo busca en el ma-
trimonio y el dinero. Está con-
vencido que son las únicas co-sas que sostienen su vida, pe-
ro pierde el tiempo, dejándose
acaparar cada vez más por el
deseo de renombre, de erudi-
ción, de poder y de autoridad.
Su mujer, sus riquezas, su es-tatuto social, la juventud y la
belleza son sus principales po-
sesiones y todo su soporte.
Está tan orgulloso de sí mis-
mo, que deja de lado el conoci-miento de su naturaleza real.
Cuando todas estas posesiones
desaparecen una a una, según
la ley de la naturaleza, el re-
cuerdo del primer golpe surge
a la superficie y totalmente quebrantado se siente frustra-
do. Entonces le invade la an-
gustia: ¿Qué haré ahora? ¿He
perdido todo lo que me sosten-
ía, que me va a pasar?
Este ignorante no com-prende que todas estas pose-
siones no tenían más que una
base sólida, que es su Sí, su
hecho de ser. No es más que a
causa de eso, que el dinero
tenía su valor, la mujer sus atractivos, el honor su mérito y
la autoridad su poder.
“¡Hombre, tú existes antes que
todas estas riquezas de las que
acabamos de hablar! ¿No es
una paradoja el sentir que son
ellas quienes te sostienen?”
“La vida de este ser humano
depende enteramente del cuidado que recibe de sus
padres”.
Página 7 LUMINAR Año 1, Nº 3
FOTOGRAFÍA ZEN
SRI SIDDHARAMESHWAR MAHARAJ
SRI SIDDHARAMESHWAR MAHARAJ
Ser humano es estar relacio-
nado. Como seres humanos, vivimos en relación con los
elementos, el sol, la luna, las
piedras de la tierra y todos los
seres vivos. Pero, ¿qué signifi-
ca “estar relacionado”, “vivir en relación con”? Cuando uti-
lizamos esta palabra, quere-
mos decir por lo general un
vínculo de alguna clase entre
entidades individuales, objeto
con objeto o sujeto con objeto. La palabra relación presupone
aquí un estar separado, un
unir unas fracciones con
otras. Esta visión fraccional
del estar relacionado es pura-mente conceptual. Es un pro-
ducto de la mente y no tiene
nada que ver con la percep-
ción pura, con la realidad, con
lo que es de verdad.
Cuando vivimos libres de toda
idea y proyección, entramos
en contacto real con lo que
nos rodea. Hablando desde el
punto de vista práctico, por consiguiente, antes de que
podamos relacionarnos con
nuestro entorno debemos sa-
ber relacionarnos con lo que
está más cerca de nosotros, el
cuerpo, los sentidos y la men-te. El único impedimento para
la percepción clara de nuestro
estado natural es la vigorosa
idea de ser un individuo sepa-
rado, de vivir en un mundo con otros seres separados.
Tenemos una imagen de noso-
tros mismos. Esta imagen sólo
se puede mantener en rela-
ción con otras cosas y, de este
modo, hace objetos de cuanto nos rodea, amigos, hijos,
cónyuge, inteligencia, cuenta
bancaria, etc., y entra en lo
que ella llama una relación personal con estas proyec-
ciones. La fantasiosa idea de
un yo es una contracción,
una limitación del ser real
en su totalidad. Cuando esta noción muere, encontramos
nuestra expansión, quietud
y globalidad naturales sin
periferia ni centro, sin exte-
rior ni interior. Sin la noción
de individuo, ya no hay sen-sación alguna de estar sepa-
rado y nos sentimos en uni-
dad con todas las cosas.
Sentimos cuanto nos rodea
como acontecimientos en irrestringida totalidad.
Cuando nuestra pareja o
hijos se van de casa o nues-
tra cuenta bancaria se des-
ploma, es un suceso que
tiene lugar en nosotros. La conciencia permanece cons-
tante.
Todo fenómeno, toda exis-
tencia es una expresión de-
ntro de la globalidad y las
variedades de expresión sólo
tienen significado y relación a la luz del todo. Relacionar-
se es relacionarse con el to-
do. Puesto que no hay
ningún encuentro de frac-
ciones, en el todo no hay ningún otro. Hablando con
propiedad, por tanto, en la
perfecta relación no hay re-
lación ni dualidad alguna;
únicamente hay globalidad.
Toda percepción apunta di-rectamente a nuestro ser
esencial, a la quietud, al no-
estado natural que es
común a toda existencia. Así
pues, en la expresión huma-na, estar relacionado es es-
tar en comunión con el todo.
En esta comunión, la así
llamada presencia del otro
se siente como un dar es-
pontáneo y nuestra propia
presencia es un espontáneo
recibir. Ya no hay una sen-
sación de falta ni, por consi-
guiente, una necesidad de
pedir, porque sencillamente
el recibir nos trae a nuestra apertura. Cuando vivimos
en apertura el primer impul-
so es ofrecer. El estar en
apertura y el movimiento
espontáneo de ofrecer es
amor. Amor es meditación. Es una nueva dimensión del
vivir.
¿QUIEN SOY YO?, JEAN KLEIN
“Toda percepción apunta
directamente a nuestro ser
esencial, a la quietud, al no-
estado natural que es común
a toda existencia. ”.
Página 8 LUMINAR Año 1, Nº 3
JEAN KLEIN
FOTOGRAFÍA ZEN
ENTREVISTA, ANTHONY PAUL MOO
Moo: Bien. Bien, regre-
saremos si es necesa-rio. En la declaración
"no hay nada que tú o
cualquiera puede hacer
p a r a g a n a r l a
" i l u m i n a c i ó n " o "despertar" ". ¿Quién o
qué es lo que oye esto y
quién o qué es el "tú"
en la declaración?
Interlocutor: ¡Yo! Lo
que yo soy.
M: ¿Y qué es eso?
(pausa...) Veo que tie-nes ojos pensativos, ¡no
pienses! ¡Observa!
I: Mi mente... Mi indivi-
dualidad. Mi sentido de
ser, supongo. ¿Mi inte-
lecto?
M: ¿No debe haber algo
detrás que ve a la men-te, la individualidad, el
intelecto? De donde
surgen estas declara-
ciones, que permanece
sin ser afectado, no to-
cado por el funcionar de la mente, el intelec-
to? ¿No son estos fenó-
menos siendo observa-
dos? ¿Puedes confir-
marlo?
I: Sí, (asintiendo lenta-
mente con la cabeza) puedo confirmar que
así es.
M: Dejando a un lado
cualquiera de los fenó-
menos que surgen y
puedes notar, vuelve tu atención al observar
mismo. ¿Qué es exacta-
mente lo que observa?
¿Es una persona, una
cosa? ¿Tiene una for-
ma, característica o ca-lidad? ¿Es personal?
I: No. Nadie allí. Nada.
M: ¿Estás tú allí?
I: Sí. No. Debo estar.
Estoy en ello.
M: ¿Qué ve o sabe esto?
I: No lo sé. Solo sé, pero
no sé como sé. Yo soy nada aquí exactamente.
Quiero decir ninguna
forma. Viene de nuevo
ese sentimiento. Esto es
lo que sentí, lo que ex-
perimenté la última vez.
M: No te apegues a este sentimiento ahora,
permítele ser. No vayas
al pasado, permanece
detrás. No te identifi-
ques, no toques. Tan solo observa, pero man-
tente neutral, entonces
si y cuando este estado
de dicha disminuya,
quede apenas esta ob-
servación. Tú no pue-des "tener" esto o
"llegar a ser" esto. Nin-
guna propiedad, ningún
logro, sólo pensamien-
tos y sensaciones que surgen espontáneamen-
te en la consciencia
siendo percibidas.
¿Ves?
I: Pero yo no quiero que
esto se vaya. ¿Por qué empujarlo? Deseo per-
manecer en esto siem-
pre. ¿No es ese el pun-
to?
M: Eso es precisamente
lo que debes hacer. Si
no estaba aquí antes, no es permanente, per-
tenece a lo variable. Se
irá. Permítele ir y venir,
esto es natural y esto es
libertad misma. Reco-noce que el "yo no quie-
ro empujar esto" es
también un pensamien-
to/sentimiento surgien-
do, siendo notado por
algo que está más allá de ir o venir. Se uno
con eso. No persigas
nada, permanece solo
como consciencia neu-
tral. Eso es todo. ¿Qué puede querer la cons-
ciencia? ¿Qué carece?
¿Qué habrá de mante-
ner o perder?
I: Mi mente está en
blanco. Lo siento,
¿Puedes repetir?
M: ¿Qué presencia el blanco?
I: (pausa...) Yo ¡Aquí de
nuevo!
M: Y de nuevo, ¿quién o
qué eres aquí?
I: Apenas esto. No hay
palabras para transmi-
tirlo ni describirlo. Na-
da. Vacío.
M: ¿Hay alguna triste-za?
“No persigas nada,
permanece solo como
consciencia neutral”.
Página 9 LUMINAR Año 1, Nº 3
I: No.
M: ¿Feliz?
I: No.
M: ¿Libre?
I: No. Yo no utilizaría la
palabra "libre" siquiera.
(Pausa). No hay pala-
bras...
M: Ajá! ¡Muy bueno! ¡Bien hecho! ¡Eso es!
eso es todo, lo haz
hecho, Excelente! El
ejercicio ha terminado.
Ahora da un paso fuera
de esto y retorna a tu estado anterior para
que podamos continuar
con tus preguntas im-
portantes.
ANTHONY PAUL MOO
FOTOGRAFÍA ZEN
La incapacidad de sentir esta conexión
crea la ilusión de que estás separado de ti
mismo y del mundo que te rodea. Enton-ces te percibes, consciente o inconsciente-
mente, como un fragmento aislado. Surge
el miedo, y los conflictos internos y exter-
nos pasan a ser la norma.
El mayor obstáculo para experimentar la
realidad de tu conexión es la identificación
con la mente, que hace que el pensamien-to se vuelva compulsivo. Ser incapaz de
dejar de pensar es una enfermedad terri-
ble, pero no nos damos cuenta de ella por-
que casi todo el mundo la sufre y se consi-
dera algo normal. Este ruido mental ince-sante te impide encontrar el reino de quie-
tud interior que es inseparable del Ser.
También crea un falso yo fabricado por la
mente, que lanza una sombra de miedo y
sufrimiento.
La identificación con la mente produce
una pantalla opaca de conceptos, etique-tas, imágenes, palabras, juicios y defini-
ciones que bloquean toda verdadera rela-
ción. Esa pantalla se interpone entre tú y
tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y
la naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilu-
sión de separación, la ilusión de que tú y el «otro» estáis totalmente separados. En-
tonces te olvidas del hecho esencial de
que, debajo del nivel de las apariencias
físicas y de las formas separadas, eres uno
con todo lo que es.
Más allá de la miríada de formas de vida que
están sujetas al nacimiento y a la muerte existe la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas per-
sonas utilizan la palabra Dios para describirla,
pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no ex-
plica nada, pero la palabra Dios tampoco. Ser, no
obstante, tiene la ventaja de ser un concepto
abierto. No reduce el infinito invisible a una enti-dad finita. Es imposible formarse una imagen
mental del Ser, y nadie puede pretender su pose-
sión exclusiva. Es tu esencia misma; puedes ac-
ceder a ella inmediatamente como el sentimiento
de tu propia presencia.
Por eso sólo hay un pequeño paso entre la pala-
bra Ser y la experiencia del Ser.
EL SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAM-BIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma,
y su esencia es invisible e indestructible. Esto
significa que ahora mismo puedes acceder al Ser
porque es tu identidad más profunda, tu verda-
dera naturaleza. Pero no trates de aferrarlo con la
mente. No trates de entenderlo.
Sólo puedes conocerlo dejando la mente en silen-
cio. Cuando estás presente, cuando tu atención está plena e intensamente en el ahora, puedes
sentir el Ser, pero nunca podrás entenderlo men-
talmente.
La iluminación es recuperar la conciencia del Ser
y residir en ese estado de «sensación-realización».
La palabra iluminación suscita la idea de un logro
sobrehumano, y al ego le gusta que sea así; pero
no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser. Es un estado de conexión
con algo inconmensurable e indestructible, con
algo que es esencialmente tú, y sin embargo es
mucho mayor que tú. Es encontrar tu verdadera
naturaleza más allá del nombre y de la forma.
TRANSCENDENCIA DEL SER, ECKHART TOLLE
“Ser incapaz de dejar de pensar
es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella porque
casi todo el mundo la sufre y se
considera algo normal”.
LUMINAR Año 1, Nº 3 Página 10
ECKHART TOLLE
FOTOGRAFÍA ZEN
La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamen-te. Sin embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo gene-ral no la usas en absoluto, sino
que ella te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado
de ti.
Es como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la enti-
dad posesora eres tú.
LA LIBERTAD COMIENZA
cuando te das cuenta de que
no eres la entidad posesora, el
pensador. Saberlo te permite
examinar la entidad. En el mo-
mento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de
conciencia superior.
Entonces empiezas a darte cuenta
de que hay un vasto reino de inte-
ligencia más allá del pensamiento,
y de que el pensamiento sólo es
una pequeña parte de esa inteli-gencia. También te das cuenta de
que todas las cosas verdadera-
mente importantes —la belleza, el
amor, la creatividad, la alegría, la
paz interna— surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.
“LA LIBERTAD COMIENZA
cuando te das cuenta de
que no eres la entidad
posesora, el pensador”.
Página 11 LUMINAR Año 1, Nº 3
LA ENTRADA SIN PUERTA, MUMONKAN
La entrada sin puerta
La Gran Vía no tiene entrada,
Miles de caminos la penetran.
Una vez que se atraviesa La Entrada sin Puerta
Caminas libremente en el universo.
Página 11
Faltas
Libre del karma o sujeto a él:
Dos caras de una moneda.
Sujeto al karma o libre de él:
Mil errores, un millón de faltas.
El perro de Joshu
Un monje preguntó a Joshu,
maestro de Zen chino: “¿Un
perro tiene o no naturaleza de
Buda?”
“Mu” respondió Joshu.
FOTOGRAFÍA ZEN
FOTOGRAFÍA ZEN
es el deber del hombre, de
manera que pueda avanzar hacia la Inmortalidad.
6. Tú mismo eres el Atman
autoevidente: buscar y en-
contrar está todo en ti.
7. Solamente conozco el
Nombre; el Nombre por sí
sólo es suficiente.
8. Ten presente que el
Nombre de Dios es él Mis-mo, deja que sea tu compa-
ñero inseparable, intenta al
máximo no estar nunca sin
él. Cuanto más intenso y
continuo sea tu esfuerzo para habitar en Su presen-
cia, más grande será la
probabilidad de que crez-
cas alegre y sereno.
9. El deseo intenso de la
experiencia de Dios es en sí
mismo el camino para al-canzarlo.
1. Sólo merece la pena hablar de
Dios. Todo lo demás es en vano y lleva al sufrimiento.
2. Vive con Dios.
3. El único deber indispensable
de los seres humanos es perma-
necer en el recuerdo de Dios.
4. El momento que pasa no re-gresa. El tiempo tiene que ser
bien utilizado. Solamente cuando
se gasta en el esfuerzo de saber
"¿quién soy yo?" ha sido bien uti-
lizado.
5. Si hay que alcanzar al Eterno,
es útil buscarlo en todos y en todo. La búsqueda de la Verdad
10. En el universo entero,
en todos los estados del ser,
en todas las formas está él.
Todos los Nombres son Sus nombres. Todas las formas
Sus formas, todas las cuali-
dades Sus cualidades y to-
dos los modos de existencia
son verdaderamente Suyos.
EN TU CORAZON ESTA MI MORADA, ANANDAMAYI
“El deseo intenso de la
experiencia de Dios es en sí
mismo el camino para
alcanzarlo”.
LUMINAR Página 12 Año 1, Nº 3
Centra tu Atención en el Tan Tien, o Tercer Chakra, situado cerca del ombligo, todos los movimientos se inician en el Tan Tien, y las otras partes del cuerpo siguen luego. Mantén tu Atención cen-trada en el Tan Tien du-rante toda la Forma. Muévete como si estuvie-ras en el agua, desarrolla tu sensibilidad para sentir la pequeña resistencia que ofrece el aire a tus movi-mientos.
TAI CHI
ANANDAMAYI
Las manos y los brazos per-manecen casi siempre fren-te al tronco durante la for-ma, y no inician los movi-mientos, siguen los movi-mientos del Tan Tien. Mantén los hombros caídos y relajados. Al practicar la Forma ob-
serva la aplicación como Ar-
te Marcial de cada uno de
los movimientos.
Dirige tu energía de acuerdo con esto, pero siempre en for-ma relajada. Las personas que tienen necesidad de ex-presar ira o violencia pueden hacerlo practicando la forma 2 veces. Durante la primera, siempre en forma relajada, se imagina la práctica como un Arte Marcial. En la segunda repetición, liberada la energía acumulada por la ira, puede centrarse más la práctica en el aspecto meditativo.
CONSEJOS PARA LA PRÁCTICA DEL TAI CHI
LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA, JIDDU KRISHNAMURTI
¿Qué es lo que busca la ma-
yoría de nosotros? ¿Qué es lo que cada uno de nosotros
quiere? Sobre todo en este
mundo de desasosiego, en el
que todos procuran hallar
cierto género de felicidad, alguna clase de paz, un re-
fugio, resulta sin duda im-
portante averiguar ‑¿no es
así?- qué es lo que intenta-
mos buscar, qué es lo que
tratamos de descubrir. Es probable que la mayoría de
nosotros busque alguna es-
pecie de felicidad, alguna
clase de paz; en un mundo
sacudido por disturbios, guerras, contiendas, luchas,
deseamos un refugio donde
pueda haber algo de paz.
Creo que eso es lo que casi
todos deseamos. Y así prose-
guimos, yendo de un diri-gente a otro, de una organi-
zación religiosa a otra, de un
instructor a otro.
Ahora bien: ¿andamos en
busca de la felicidad, o lo
que buscamos es alguna clase de satisfacción de la
que esperamos derivar felici-
dad? Hay una diferencia,
por cierto, entre felicidad y
satisfacción. ¿Podéis buscar la felicidad? Tal vez podáis hallar satisfacción; pero,
ciertamente, no podéis en-contrar la felicidad. La felici-
dad, sin duda, es un deriva-
do; es un producto accesorio
de alguna otra cosa. Antes, pues, de consagrar nuestra
mente y corazón a algo que
requiere gran dosis de serie-
dad, de atención, de pensa-miento, de cuidado, debemos
descubrir ‑¿no es así?- qué es
lo que buscamos: si es felici-
dad o satisfacción. Temo que
la mayoría de nosotros bus-que satisfacción. Deseamos
estar satisfechos, deseamos
hallar una sensación de ple-
nitud al final de nuestra
búsqueda.
Después de todo, si uno bus-
ca la paz puede encontrarla muy fácilmente. Puede uno
consagrarse ciegamente a al-
guna causa, a una idea, y
hallar en ella un refugio. Eso,
a buen seguro, no resuelve el
problema. El mero aislamien-to en una idea que nos encie-
rra, no nos libra del conflicto.
Debemos, pues ‑¿no es así?-,
descubrir qué es lo que cada
uno de nosotros quiere, tanto en lo intimo como exterior-
mente. Si esto lo vemos claro,
no necesitaremos ir a parte
alguna, recurrir a ningún ins-
tructor, a ninguna iglesia, a
ninguna organización. De modo que nuestra dificultad
‑¿no es así?- estriba en acla-
rar en nosotros mismos cuál
es nuestra intención. ¿Puede
haber claridad en nosotros? Y esa claridad, ¿nos viene inda-
gando, tratando de averiguar
lo que otros dicen, desde el
más elevado instructor hasta
el vulgar predicador de la
iglesia a la vuelta de la esqui-na? Tenéis que recurrir a al-
guien para descubrir? Y sin
embargo, eso es lo que hace-
mos, ¿no es así? Leemos in-
numerables libros, asistimos a muchas reuniones; y discu-
timos, ingresamos a diversas
organizaciones, procurando
con ello hallar un remedio al
conflicto, a las miserias de
nuestra vida.
O, si no hacemos todo eso, cree-
mos que hemos encontrado; esto
es, decimos que determinada or-ganización, determinado instruc-
tor, determinado libro, nos satis-
face: en eso hemos hallado todo
lo que deseamos, y en eso perma-
necemos, cristalizados y encerra-dos.
Lo que buscamos a través de toda esta confusión ¿no es acaso algo
permanente, algo duradero, algo
que denominamos realidad, Dios,
verdad o lo que os plazca? El
hombre importa poco; la palabra no es la cosa, ciertamente. No
caigamos, pues, en la red de las
palabras; dejad eso para los con-
ferenciantes profesionales. Hay
por cierto, en la mayoría de noso-
tros, una búsqueda de algo per-manente, ¿no es verdad? Busca-
mos algo a lo cual podamos ad-
herirnos, algo que nos dé confian-
za, una esperanza, un entusias-
mo duradero, una constante cer-teza, porque en nosotros mismos
nos sentimos inseguros.
No nos conocemos a nosotros
mismos. Muchos sabemos en
cuanto a hechos: lo que han di-
cho los libros; pero no lo sabemos
por nosotros mismos, no tenemos
“Leemos innumerables libros,
asistimos a muchas reuniones; y
discutimos, ingresamos a diversas
organizaciones, procurando con
ello hallar un remedio al conflicto,
a las miserias de nuestra vida ”.
Página 13 LUMINAR Año 1, Nº 3
JIDDU KRISHNAMURTI
ABANIICOS TAI CHI
bién que comprendáis al que
busca, al buscador, al investi-gador? Porque es posible que
no haya tal seguridad perma-
nente, tal dicha perpetua. La
verdad puede ser algo entera-
mente distinto; y yo pienso que es totalmente diferente de
aquello que podéis ver, conce-
bir, formular. Antes de buscar
algo permanente, entonces,
¿no es evidente que se necesite
comprender al que busca? ¿El buscador es diferente de la co-
sa buscada? Cuando decís
“busco la felicidad”, ¿es el bus-
cador diferente del objeto de
su búsqueda? ¿El pensador es diferente del pensamiento?
¿No son un fenómeno conjun-
to, más bien que procesos se-
parados? Es indispensable,
por consiguiente ‑ ¿verdad’’-,
comprender al buscador antes de intentar descubrir qué es lo
que él busca.
Debemos, pues, llegar al pun-
to en que nos preguntemos, de
modo serio y profundo, si la
paz, la felicidad, Dios, o lo que
os plazca, pueden sernos da-dos por otra persona. ¿Puede
esta búsqueda incesante, este
anhelo, darnos ese extraordi-
nario sentido de realidad, ese
ser creativo, que surge cuando nos comprendemos realmente
a nosotros mismos? ¿Acaso el
conocimiento propio nos llega
siguiendo a alguna otra perso-
na, perteneciendo a alguna
organización en particular, le-yendo libros, y así sucesiva-
mente? Después de todo, ese
es el principal problema: que
mientras yo no me comprenda
a mí mismo, no tengo base al-guna para el pensamiento, y
toda mi búsqueda será en va-
no. ¿No es así? Puedo escapar
hacia cosas ilusorias, puedo
huir de la contienda, del es-
fuerzo, de la lucha; puedo ado-rar a otro; puedo buscar mi
salvación a través de otra per-
sona. Pero mientras yo no me
conozca a mí mismo, mientras
¿Y qué es lo que llamamos per-
manente? ¿Qué es lo que bus-camos y qué nos dará ‑o que
esperamos ha de darnos‑ per-
manencia? ¿No buscamos felici-
dad, satisfacción, certeza dura-
dera? Queremos algo que per-dure eternamente, que nos sa-
tisfaga. Si nos despojamos de
palabras y frases, y vamos al
fondo de las cosas, eso es lo que
queremos. Queremos placer
permanente, perpetua satisfac-ción; y a ello le damos el nom-
bre de verdad, Dios o lo que
sea.
Y bien, queremos placer. Tal vez
esta expresión sea muy cruda,
pero eso es realmente lo que
queremos: conocimientos que
nos den placer, experiencia que nos dé placer, una satisfacción
que no se marchite el día de
mañana. Y, habiendo experi-
mentado diversas satisfaccio-
nes, todas ellas se han desvane-cido; y ahora esperamos encon-
trar una satisfacción permanen-
te en la realidad, en Dios. Eso,
por cierto, es lo que todos bus-
camos: los inteligentes y los ne-
cios, el teórico y el hombre práctico que lucha por algo.
¿Pero existe satisfacción perma-
nente? Existe algo que haya de
perdurar?
Ahora bien: si buscáis satisfac-
ción permanente y le llamáis
Dios, o la verdad, o lo que os plazca ‑el nombre no interesa-
debéis por cierto comprender
aquello que buscáis ¿no es así?
Cuando decís “busco felicidad
permanente” (Dios, la verdad o lo que sea), ¿no es preciso tam-
no me dé cuenta del proce-
so total de mí mismo, no tengo base alguna para el
pensamiento, para el afec-
to, para la acción.
Pero eso es lo último que
deseamos: conocernos a
nosotros mismos. Esa, por
cierto, es la única base so-bre la cual podemos cons-
truir algo. Pero antes de
que podamos hacerlo, ante-
s de que podamos transfor-
marnos, antes de que po-damos condenar o destruir,
es preciso que sepamos lo
que somos. Continuar bus-
cando, cambiando de ins-
tructores religiosos, de gu-
ías espirituales, practican-do la “yoga”, ejercicios res-
piratorios, cumpliendo ri-
tos, siguiendo a Maestros y
demás cosas por el estilo,
es totalmente inútil, ¿verdad? Ello carece de
sentido, aunque aquellos
mismos a quienes segui-
mos nos digan: “Estudiaos
a vosotros mismos”, porque
lo que nosotros somos, el mundo es. Si somos mez-
quinos, celosos, vanos, co-
diciosos ‑eso es lo que
creamos en torno nuestro,
esa es la sociedad en que
vivimos.
Paréceme, pues, que antes de emprender un viaje para
hallar la realidad, para en-
contrar a Dios, antes de
que podamos actuar, antes
de que podamos tener rela-
ción alguna unos con otros ‑y eso es la sociedad- es
esencial que empecemos
por comprendernos a noso-
tros mismos en primer
término. Y yo considero persona seria a aquella a
quien eso le interesa com-
pletamente, ante todo, y no
cómo llegar a determinada
meta.
LUMINAR Año 1, Nº 3 Página 14
“Mientras yo no me
comprenda a mí mismo,
no tengo base alguna para
el pensamiento, y toda mi
búsqueda será en vano”.
Porque, si vosotros y yo no
nos comprendemos a nosotros mismos, ¿cómo podremos, en la
acción, operar una transforma-
ción en la sociedad, en nuestras
relaciones, en nada que haga-
mos? Y ello no significa, de segu-ro, que el conocimiento propio se
oponga a la convivencia o esté
aislado de ella. No significa, evi-
dentemente, acentuar lo indivi-
dual, el “yo”, como opuesto a la
masa, como opuesto a los demás.
Ahora bien: sin conoceros a- vo-sotros mismos, sin conocer vues-
tra propia manera de pensar, y
por qué pensáis ciertas cosas;
sin conocer el “trasfondo” de
vuestro “condicionamiento”, ni
por qué tenéis ciertas creencias en materia de arte y de religión,
acerca de vuestro país y vuestros
vecinos, y acerca de vosotros
mismos, ¿cómo podéis pensar
verdaderamente sobre cosa algu-na? Si no conocéis vuestro
“trasfondo” si no conocéis la
substancia ni el origen- de vues-
tra pensamiento, vuestra
búsqueda resulta del todo vana,
por cierto, y vuestra acción care-ce de sentido. ¿No es así? Tam-
poco tiene sentido alguno el que
seáis americanos o hindúes, o
que vuestra religión sea una u
otra.
Antes, pues, de que poda-mos descubrir cuál es el propósi-
to final de la vida, qué significa
todo esto: las guerras, los anta-
gonismos nacionales, los conflic-
tos, toda esa baraúnda, debemos
ciertamente empezar por noso-tros mismos, ¿verdad? Ello sue-
na tan sencillo; pero es extrema-damente difícil. Para seguirse
uno mismo, para ver cómo opera
el propio pensamiento, hay que
estar extraordinariamente alerta. Así, a medida que uno empieza a
estar cada vez más alerta ante
los enredos del propio pensar,
ante las propias respuestas y los
propios sentimientos, empieza
uno a ser más consciente, no sólo de sí mismo sino de las per-
sonas con las que está en rela-
ción. Conocerse a sí mismo es estudiarse en acción, en la
convivencia.
Mas la dificultad está en que
somos muy impacientes; que-
remos seguir adelante, quere-
mos alcanzar una meta. Y a
causa de ello no tenemos tiem-po ni ocasión de brindarnos a
nosotros mismos una oportu-
nidad de estudiar, de observar.
O nos hemos comprometido en
diversas actividades: ganarnos el sustento, criar niños, o
hemos asumido ciertas res-
ponsabilidades en diversas or-
ganizaciones. Tanto nos hemos
comprometido de distintas ma-
neras, que casi no tenemos tiempo para reflexionar sobre
nosotros mismos, para obser-
var, para estudiar. De tal mo-
do, la responsabilidad de la
reacción depende en realidad de uno mismo, no de los de-
más. Y el seguir ‑como se hace
en el mundo entero- a los
“guías espirituales” y sus siste-
mas, el leer los últimos libros
sobre esto o aquello, etcétera, paréceme de una total vacui-
dad, absolutamente vano.
Podréis; en efecto, recorrer la
tierra entera, pero tendréis que
volver a vosotros mismos.
Y como casi todos somos total-
mente inconscientes de noso-tros mismos, es en extremo
difícil empezar a ver claramen-
te el proceso de nuestro pen-
sar, sentir y actuar.
Cuanto más os conocéis a vo-
sotros mismos, más claridad existe. El conocimiento propio
no tiene fin: no alcanzáis una
realización, no llegáis a una
conclusión. Es un río sin fin. Y,
a medida que se lo estudia, que en él se ahonda de más en
más, encuéntrese la paz. Sólo
cuando la mente está tranquila
‑mediante el conocimiento pro-
pio, no mediante una autodis-
ciplina impuesta-, sólo enton-ces, en esa quietud, en ese si-
lencio, puede advenir la reali-
dad. Es sólo entonces cuando
puede existir la beatitud, cuan-
do puede haber acción creado-ra.
Y a mí me parece que sin esa comprensión, sin esa experien-
cia, el mero hecho de leer li-
bros, de asistir a conferencias,
de hacer propaganda, es del
todo infantil; es simplemente una actividad carente de signi-
ficado. Empero, si uno logra
comprenderse a sí mismo, y
con ello producir esa vivencia
de algo que no es de la mente,
entonces, tal vez, puede haber una transformación inmediata
en la convivencia alrededor
nuestro, y, por lo tanto, en el
mundo en que vivimos.
“Si no conocéis vuestro
“trasfondo” si no conocéis la
substancia ni el origen- de
vuestra pensamiento, vuestra
búsqueda resulta del todo
vana, por cierto, y vuestra
acción carece de sentido”.
Página 15 LUMINAR Año 1, Nº 3
FOTOGRAFÍA ZEN
De esta manera, el Camino pro-duce el movimiento de los cielos y la estabilidad de la tierra, gi-rando incesantemente como una rueda, fluyendo sin cesar como el agua. El Camino se encuentra en el principio y en el fin de las cosas: cuando se levanta el vien-to, se condensan las nubes, ruge el trueno y cae la lluvia, responde como un concierto sin fin.
Devuelve lo esculpido y lo puli-do a la simplicidad. No se las ingenia para hacerlo, sino que se funde con la vida y la muerte. No se las ingenia para expresar-lo, sino que comunica virtud. Conlleva en sí una felicidad pací-fica que no tiene orgullo, y así alcanza la armonía.
Existen infinitas diferencias cuando el Camino facilita la vi-da: armoniza la oscuridad y la luz, regula las cuatro estaciones y armoniza las fuerzas de la naturaleza. Humedece el mundo vegetal, impregna el mundo mi-neral. Los animales salvajes se hacen grandes, sus pieles lustro-sas; los huevos de los pájaros no se rompen, los animales no mue-ren en el seno materno. Madres y padres no sufren la pena de per-der a sus hijos, los hermanos no experimentan la tristeza mutuamente. Los niños no quedan huérfanos, las mujeres no enviu-dan.
1 Lao Tse dijo: Existe algo, un todo indiferenciado, que antes de los cielos y la tierra. Sólo tiene imágenes abstractas, ninguna forma concreta. Es profun-do, oscuro, silencioso, indefinido; no oímos su voz. Asignándole un nombre, lo llamo el Camino.
El Camino es infinitamente eleva-do, insondablemente profundo. Abarcando el cielo y la tierra, recibiendo de lo que no tiene forma, produce una corriente que fluye intensa y ampliamente sin desbor-darse. Opaco, se sirve de una clari-ficación gradual mediante la calma. Cuando se aplica, es infinito y no tiene día ni noche; pero cuando es representado, ni siquiera llena la mano.
Es reducido, pero puede expandirse; es oscuro, pero puede iluminar; es flexible, pero puede ser firme. Ab-sorbe lo negativo y emite lo positi-vo, manifestando así las luces del sol, la luna y las estrellas.
Gracias a él son altas las montañas, son profundos los océanos, corren los animales, vuelan los pájaros. Gracias a él vagan los unicornios, remontan el vuelo los fénix, siguen su curso las estrellas. Garantiza la supervivencia mediante la destruc-ción, la nobleza mediante la bajeza, y el avance mediante la retirada. En la antigüedad, los Tres Augustos alcanzaron el orden unificador del Camino y permanecieron en el cen-tro; sus espíritus vagaron con la Creación, y así reconfortaban a to-do el mundo en los cuatro cuadran-tes.
No se ven signos atmosféricos de mal agüero, no se producen robos y bandolerismo. Todo esto es apor-tado por la virtud interna.
El Camino natural incesante da nacimiento a los seres, pero no los posee; engendra la evolución, pero no la gobierna. Todos los seres na-cen dependientes de él, pero nin-guno sabe cómo agradecérselo; todos mueren a causa de él, pero ninguno puede quedar resentido por ello. No se enriquece por el almacenamiento y la acumulación, ni se empobrece por el desembolso y el disfrute.
Es tan inasible e indefinible que no puede ser imaginado; no obstante, aunque sea indefinible e inasible, su función es ilimitada. Profundo y misterioso, responde a la evolución sin forma; triunfante y efectivo, no actúa en vano. Se enrosca y se des-enrosca con firmeza y flexibilidad; se contrae y se expande con oscuri-dad y luz.
WEN - TZU
LUMINAR Año 1, Nº 3 Página 16
“El Camino se encuentra en el principio y
en el fin de las cosas: cuando se levanta el
viento, se condensan las nubes, ruge el
trueno y cae la lluvia, responde como un
concierto sin fin”.
MONJE ZEN
2
Lao Tse dijo:
Las personas avanzadas están en paz y no tienen deseos; están en calma y no tienen preocupaciones. Hacen del cielo su baldaquín y de la tierra su carruaje; de las cuatro estaciones hacen sus caballos y convierten a la oscuridad y a la luz en sus conducto-res. Viajan por donde no hay camino, vagan por donde no hay abatimiento, parten sin atravesar ninguna puerta.
Con el cielo como baldaquín, nada queda sin cubrir; con la tierra como carruaje, nada queda sin llevar. Con las cuatro estaciones como caballos, nada queda sin emplear; con la oscu-ridad y la luz como conductores, na-da queda sin ser incluido. Por ello, son rápidos sin vacilaciones, viajan sin cansarse. No perturbados sus cuerpos, sus intelectos no quedan disminuidos, y ven al mundo entero con claridad. Esto es mantenerse en la esencia del Camino y observar la tie-rra sin ataduras.
Por ello, los asuntos del mundo no son planeados, sino promovidos según su propia naturaleza. No pue-de hacerse nada para facilitar los cambios de las miríadas de seres, ex-cepto captar lo esencial y regresar a ello. En consecuencia, los sabios culti-van los cimientos internos y no se adornan externamente con cosas su-perficiales. Activan su espíritu vital y dejan en reposo sus opiniones apren-didas. Por ello, son abiertos y sin ar-gucias, aunque no hay nada que no hagan; no tienen leyes, pero no hay desorden.
No tener argucias significa no actuar antes que los demás. No tener leyes significa no cambiar la naturaleza. Que no hay desgobierno significa que
avanzan mediante la afirmación recíproca de los seres.
3
Lao Tse dijo:
Quienes se mantienen en el Camino para guiar a la gente fluyen con los acontecimientos a medida que su-ceden y actúan conforme a lo que la gente hace. Responden según la evolución de cada ser y están en armonía con los cambios de cual-quier acontecimiento.
Así pues, el Camino está vacío y no es cosificado, llano y fácil, claro y en calma, flexible y complaciente, sin adulteración y puro, plano y simple. Éstas son imágenes concre-tas del Camino.
La no cosificación vacía es la mora-da del Camino. Incluso la facilidad es la base del Camino. La calma clara es su espejo. La complacencia flexible es su función. La inversión es normal para el Camino: la flexibilidad constituye su firmeza, la complacencia su fuerza.
La pureza no adulterada y la sim-plicidad llana es la principal línea del Camino.
El vacío significa que no hay fardo dentro. La ecuanimidad significa que el espíritu es ilimitado. Cuando los deseos habituales no son un
fardo para uno, eso es la con-sumación del vacío. Cuando no se tienen preferencias ni aversiones, eso es la consumación de la ecuanimidad. Cuan-do se está unificado e inaltera-ble, eso es la consumación de la calma. Cuando no se está metido en las cosas, eso es la consumación de la pureza. Cuando uno no se duele de nada ni se recrea por nada, eso es la consumación de la vir-tud.
El gobierno de las personas completas abandona el inte-lectualismo y deja de lado el adorno ostentoso. Dependien-do del Camino, rechaza la as-tucia. Emerge de la imparciali-dad, en armonía con la gente. Limita lo que se conserva y minimiza lo que se busca. Se aparta de los anhelos seducto-res, elimina el deseo de los bienes valiosos y reduce el dar vueltas a los pensamientos.
Limitar lo que se desemboca en claridad; minimizar lo que se busca desemboca en el lo-gro. Por ello, cuando lo exter-no está controlado por el cen-tro, nada es descuidado. Si puedes alcanzar el centro, puedes gobernar lo externo.
Con el logro del centro, los órganos internos están en cal-ma, los pensamientos son ecuánimes, los nervios y los huesos son fuertes, los oídos y los ojos están claros.
El Gran Camino es llano y no está lejos de uno mismo. Quie-nes lo buscan lejos van y des-pués regresan.
“Ayer le conté cómo sentí que todo el universo se precipitaba desde mi cabeza hasta el estómago y que tuve convulsiones de
llanto terribles”.
Página 17 LUMINAR Año 1, Nº 3
Cuando Confucio le preguntó acerca del Camino, Lao Tse di-jo:
Endereza tu cuerpo, unifica tu visión y llegará la armonía del cielo. Concentra tu conocimien-to, rectifica tu afirmación, y el espíritu llegará a permanecer. La virtud te será receptiva, el Camino estará ahí para ti.
Mira fijamente hacia adelante como un ternero recién nacido, sin buscar los porqués; deja que tu cuerpo sea como un árbol seco y tu mente como cenizas muertas. Alcanza el conoci-miento auténtico y no utilices razonamientos torcidos. Man-tente abierto, sin preocupación, y podrás alcanzar la claridad y toda la maestría. ¿Cómo podría permanecer esto desconocido?
5
Cuando Confucio le preguntó acerca del Camino, Lao Tse di-jo:
Endereza tu cuerpo, unifica tu visión y llegará la armonía del cielo. Concentra tu conocimien-to, rectifica tu afirmación, y el espíritu llegará a permanecer. La virtud te será receptiva, el Camino estará ahí para ti.
Mira fijamente hacia adelante como un ternero recién nacido, sin buscar los porqués; deja que tu cuerpo sea como un árbol seco y tu mente como cenizas muertas. Alcanza el conoci-miento auténtico y no utilices razonamientos torcidos. Man-tente abierto, sin preocupación, y podrás alcanzar la claridad y toda la maestría. ¿Cómo podría permanecer esto desconocido?
Las verdaderas personas saben cómo disminuir la grandeza del yo y la pequeñez del mundo; estiman el autogobierno y desde-ñan gobernar a los demás. No permiten que las cosas perturben su armonía, no dejan que sus deseos molesten sus sentimien-tos. Ocultando sus nombres, se esconden cuando el Camino está en acción y aparecen cuando no lo está. Actúan sin argucias, tra-bajan sin esfuerzo y saben sin intelectualizar.
Apreciando el Camino del cielo, aceptando el corazón del cielo, respiran la oscuridad y la luz, exhalando lo viejo e inhalando lo nuevo. Se cierran junto con la oscuridad y se despliegan con la luz. Se enrollan y se desenrollan con firmeza y flexibilidad, se contraen y se expanden con os-curidad y luz, tienen la misma mente que el cielo y el mismo cuerpo que el Camino.
Nada les complace, nada les pro-duce dolor; nada les da placer, nada les disgusta. Todas las co-sas son misteriosamente lo mis-mo; no hay nada correcto ni equivocado.
Quienes son físicamente heridos por las torturas de las condicio-nes climáticas extremas se en-cuentran con que el espíritu es sofocado cuando el cuerpo está exhausto. Quienes son heridos psicológicamente por las afliccio-nes de las emociones y de los pensamientos se encuentran con que el cuerpo es abandonado
4
Lao Tse dijo:
El estado de sabiduría no tiene nada que ver con el gobierno de los demás, sino que es un asunto de ordenarse a sí mismo. La no-bleza no tiene nada que ver con el poder y el rango, sino que es una asunto de autorrealización; lograr la autorrealización, y el mundo entero está dentro de uno mismo. La felicidad no tiene nada que ver con la riqueza y la condición so-cial, sino que es un asunto de ar-monía.
Quienes saben suficiente para dis-minuir la importancia del yo y considerar la ligereza del mundo están próximos al Camino. Por ello he dicho: «Alcanzando el ex-tremo del vacío, conservando la calma definitiva, mientras millo-nes de seres actúan en concierto, de ahí observo el retorno.»
El Camino moldea a miríadas de seres, pero continúa sin tener for-ma. Silencioso e inmóvil, abarca totalmente lo desconocido indife-renciado. Ninguna vastedad es suficientemente grande para estar fuera de él, ninguna cosa diminu-ta es suficientemente pequeña para estar dentro de él. Carece de morada, pero da origen a todos los nombres de lo que existe y de lo que no existe.
Las verdaderas personas lo encar-nan a través del vacío abierto, fa-cilidad ecuánime, inteligencia cla-ra, flexibilidad elástica, pureza no adulterada y simplicidad llana, sin enredarse en las cosas. Su vir-tud perfecta es el Camino del cielo y de la tierra, por ello son llama-das verdaderas personas.
LUMINAR Año 1, Nº 3 Página 18
“Endereza tu cuerpo, unifica tu visión y llegará la armonía del
cielo”.
“El Buda no habla sobre esto y su silencio implica que
usted tiene que averiguarlo por sí mismo”.
Página 19 LUMINAR Año 1, Nº 3
Los seres humanos son tranquilos por nacimiento; ésta es la naturale-za celestial. Al sentir las cosas, act-úan; esto es deseo natural. Cuando las cosas vienen a ellos, responden. Éste es la acción del conocimiento. Cuando el conocimiento y las cosas interactúan, surgen las preferencias y las aversiones. Cuando las prefe-rencias y las aversiones están for-madas, el conocimiento va hacia las cosas externas \ no puede retornar-se al ser; de esta manera desaparece el diseño celestial.
Por consiguiente, los sabios no sus-tituyen lo celestial por lo humano. Externamente evolucionan con las cosas, pero internamente no pier-den su verdadero estado. Así, quie-nes realizan el Camino regresan a la clara tranquilidad. Quienes des-cubren el secreto de las cosas aca-ban sin tener estratagemas. Ali-mentan la inteligencia mediante la calma, unifican el espíritu mediante la abstracción, y se dirigen a la puerta de la nada.
Quienes siguen el cielo viajan con el Camino; quienes siguen a los humanos se mezclan con lo vulgar. Por ello, los sabios no dejan que los negocios perturben al mundo y no permiten que los deseos confundan los sentimientos.
6
Lao Tse dijo:
Quienes sirven a la vida se adaptan a los cambios cuando actúan. Los cambios sur-gen de los tiempos; quienes conocen los tiempos no se comportan de manera fija, por ello digo: «Los caminos pueden ser guías, pero no senderos trazados; los nom-bres pueden ser designados, pero no eti-quetas fijadas.»
Los escritos se producen mediante pala-bras, y las palabras proceden del conoci-miento; los intelectuales no saben que ellos no constituyen un camino fijado. Los términos que pueden ser designados no forman libros que puedan ser atesorados. Las personas instruidas llegan una y otra vez a un callejón sin salida; esto no es tan bueno como mantenerse centrado. Acaba con el escolasticismo, y no habrá preocu-paciones; pon un final a la sagacidad, abandona el conocimiento, y la gente se beneficiará muchas veces.
Hacen lo que es apropiado sin argucias; se confía en ellos aunque no hablen. Tie-nen éxito sin pensar en él, logran sus metas sin estrata-gemas.
Por lo tanto, cuando están arriba, la gente no lo toma a mal; y cuando no están al frente, los demás no les ata-can. Todo el mundo recurre a ellos, los traicioneros le te-men. Como ellos no luchan con nadie, nadie se atreve a luchar con ellos.
POSTURA ZAZEN
“Las personas instruidas llegan una y otra vez a un callejón sin salida; esto no es tan bueno
como mantenerse centrado”.
PIEDRAS ZEN
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ILUMINACIÓN
Para cualquier consulta, sugerencia o colaboración para la difusión mensual a esta revista , dirigirse a:
El ser es Uno mismo.
REVISTA LUMINAR
Revista Luminar. Edición electrónica. Año 1, Nº 3, febrero 2012 Publicación mensual editada por Vidal G. Portugal D. Licenciado en Filosofía, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Mayor de San Andrés. C.P. LP-B. www.sinenomini@gmailcom