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MEMORIAR E V I S TA S O B R E C U LT U R A , D E M O C R A C I A Y D E R E C H O S H U M A N O S

N.º 2, 2 0 0 7

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Editora ResponsableIris Jave

Comité EditorialWalter Albán Peralta, Rolando Ames, Javier Ciurlizza, Carlos Iván Degregori,Miguel Giusti, Iris Jave, Salomón Lerner Febres, Félix Reátegui, Elizabeth Salmón

Cuidado de la ediciónRocío Reátegui

Diseño de cubierta e interioresRenzo Espinel y Luis de la Lama

ImpresiónGráfica Delvi S.R.L.

Memoria. Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos es una publicacióncuatrimestral del IDEHPUCP.

El IDEHPUCP, creado en el 2004, es el Instituto de Democracia y Derechos Humanosde la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Asamblea de MiembrosSalomón Lerner Febres, Walter Albán Peralta, Rolando Ames, Enrique Bernales,Javier Ciurlizza, Carlos Iván Degregori, Miguel Giusti, Pepi Patrón,Gonzalo Portocarrero, Félix Reátegui, Catalina Romero, Marcial Rubio,Elizabeth Salmón, Máximo Vega Centeno

© Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú, 2007

Calle Tomás Ramsey 925, Lima 17 - PerúTeléfonos: (51 1) 626-2000, anexos 7500 y 7501; 462-0538 y 261-5859Fax: [email protected]/idehpucp

Derechos reservados. Prohibida la reproducción de esta revista por cualquier medio, total oparcialmente, sin permiso expreso de los editores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.o 2007-06413ISSN 1995-1582

Impreso en el Perú - Printed in Peru

MEMORIAREVISTA SOBRE CULTURA , DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOSN.º 2, 2007

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5 PRESENTACIÓN

ENSAYOS Y ANÁLISIS 9 Las distancias del recuerdo

DAVID SULMONT

29 Memoria y justicia en la opinión pública peruanaRAFAEL BARRANTES

39 Los derechos humanos y la política del reconocimiento en el PerúROSA ALAYZA

OBSERVATORIO INTERNACIONAL51 La construcción de nuevos paradigmas en América Latina

JAVIER CIURLIZZA

PORTAFOLIO GRÁFICO60 Memoria de mujeres

DANIEL SILVA

REPORTAJE EN PROFUNDIDAD69 Las estrategias de la reconciliación

ROCÍO MOSCOSO

JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS79 Análisis jurídico de la sentencia del ministro Orlando Álvarez

INSTITUTO DE DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS DE LA PUCP

CENTRO INTERNACIONAL PARA LA JUSTICIA TRANSICIONAL

103 Reforzar la institucionalidad de las políticasVÍCTOR ABRAMOVICH en conversación con Memoria

MEMORIA CVR115 Avances y retrocesos

JESÚS PEÑA Y JOSÉ ALEJANDRO GODOY

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RESEÑAS Y CRÍTICAS121 Francisco Cortés y Miguel Giusti (eds.). Justicia global, derechos humanos

y responsabilidadPEPI PATRÓN

125 COLABORADORES

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Este segundo número de Memoria, revista sobre cultura, democracia y derechos humanosque publica el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Uni-versidad Católica del Perú (IDEHPUCP), llega a sus manos después de cuatro meses,periodicidad que nos hemos planteado para tratar de mantener rigurosidad enlos ensayos y reflexiones de forma tal que permitan un diálogo interdisciplinarioa partir de la discusión y el estudio de las tesis planteadas. Memoria ofrece esteespacio para el necesario diálogo que deben entablar los profesionales de diversasdisciplinas que se desenvuelven tanto en la sociedad como en el Estado. Pretende-mos aún más: que ese diálogo trascienda al ámbito de lo público no solo para queuna mayor cantidad de personas lo conozcan y puedan intervenir en él, sinotambién para legitimar el espacio del diálogo como una condición básica de quie-nes apuestan a forjar una real democracia.

En su segunda entrega, la revista tiene como tema central la memoria y lareconciliación en la escena pública. Desde diversas perspectivas, se cuestiona elpapel del Estado y el de la sociedad civil en el desarrollo de una cultura de dere-chos humanos y paz a partir del punto de quiebre que dejó el Informe Final de laComisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en torno al análisis de la sociedadperuana. Los artículos ofrecen un estudio acerca de cómo prevalece la memoria (olas memorias) en la escena pública peruana, los nuevos retos que enfrenta laperspectiva de derechos humanos desde una mirada integral, así como la inci-piente aplicación de políticas públicas que tomen en cuenta un enfoque de justiciatransicional en América Latina, tan necesario como urgente para enfrentar losprocesos complejos que deja la violencia en los países que la han vivido o que aúnse enfrentan a ella.

En la sección «Ensayos y análisis», David Sulmont, Rafael Barrantes y RosaAlayza ofrecen reflexiones desde diferentes perspectivas a partir de una encuestanacional sobre percepciones acerca de la memoria y la reconciliación que realizóla consultora IMASEN por encargo del IDEHPUCP. David Sulmont revela, a partir de losresultados, la gran distancia que existe entre los recuerdos, temores y experien-cias de los entrevistados respecto del conflicto armado interno; Rafael Barrantesexpone la relación entre memoria y justicia retributiva en el contexto posterior alconflicto armado interno; finalmente, Rosa Alayza cuestiona fuertemente la au-sencia de la perspectiva de los derechos humanos en el debate público nacional yresponsabiliza a los actores políticos, pero también sociales, de esa carencia porconstituir una seria limitación para construir nuestro país como un espacio don-de podamos vivir como personas.

En este número incorporamos una nueva sección, «Observatorio internacio-nal», que ofrecerá una mirada a cómo se están viviendo los procesos de justicia

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transicional en otros países. En esta ocasión, Javier Ciurlizza escribe sobre las contradicciones queenfrenta el procesamiento de los casos de derechos humanos en nuestros países y cómo se construyennuevos paradigmas para la judicialización a partir de ellos.

En esta edición, el ensayo fotográfico está a cargo de Daniel Silva, quien presenta un relato gráficoacerca de la historia de tres mujeres de un mismo poblado, unidas por un vínculo familiar y cuyasvidas se han visto afectadas de distinto modo a causa de la violencia. Benjamina Chumbili Huamaniperdió a su hija en manos de Sendero Luminoso; los hijos de Sofía Tinko Huamani fueron asesinadospor efectivos de las fuerzas armadas y Cirila Mitma Huamani representa uno de los miles de desplaza-dos que dejó el conflicto armado interno. Las memorias que ellas comparten muestran una historiadesgarradora acerca de cómo la violencia ha impactado en sus vidas y en las nuestras.

En la sección «Reportaje en profundidad», Rocío Moscoso aborda las estrategias de la reconcilia-ción que se vienen desarrollando –aunque de manera incipiente– en algunas comunidades del país. Laautora nos muestra cómo las víctimas y perpetradores que conviven en el mismo espacio encuentranhoy formas naturales de diálogo y esperanza.

En la sección «Justicia y derechos humanos», la revista reproduce el informe del análisis jurídicosobre la sentencia del juez chileno Orlando Álvarez en el proceso de extradición del ex presidenteAlberto Fujimori, el cual fue elaborado por un grupo de destacados juristas de la PUCP, por considerarloun aporte fundamental dada la envergadura del caso, pues es la primera vez que un ex presidente esextraditado a su país de origen para responder por casos de violaciones de derechos humanos. Esteinforme también constituye un material de referencia para estudiantes y académicos debido a sucontribución en materia de teoría jurídica, como la figura de la autoría mediata, lo cual puede consti-tuir un precedente para la justicia de nuestro país y del mundo.

Destacan también las reflexiones de Víctor Abramovich, vicepresidente de la Comisión Interame-ricana de Derechos Humanos, en una entrevista realizada por Iris Jave y Elizabeth Salmón acerca de laspolíticas de reconocimiento y el enfoque de derechos de las políticas públicas, así como las discusionessobre políticas de superación de la pobreza y estrategias de desarrollo a partir de la inclusión de losderechos económicos, sociales y culturales.

En la sección «Memoria CVR», Jesús Peña y José Alejandro Godoy realizan el segundo balance de lasacciones llevadas a cabo por el Estado, entre abril y septiembre de 2007, relacionadas con las recomen-daciones de la CVR.

En la sección «Reseñas y críticas», Pepi Patrón reseña el libro Justicia global, derechos humanos y respon-sabilidad, cuyos editores son Francisco Cortés y Miguel Gisuti. Este libro, como bien señala Pepi Patrón,reúne artículos de diversos autores y toca temas muy relevantes para nuestra vida contemporánea,tales como: la globalización, los derechos humanos, la responsabilidad que nos cabe frente a estos o,esencialmente, a su no vigencia y cumplimiento en muchos lugares del mundo.

En medio de un período de transición democrática, caracterizado por la aparición de las secuelas dela violencia y la escasa legitimidad del Estado y sus actores políticos, Memoria es una iniciativa delmundo académico que pone en debate los temas planteados por la CVR y busca enlazar los cambiossociales, culturales y políticos del presente con el desafío de pensar el futuro.

LA EDITORA

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E n s a y o s y a n á l i s i s

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos8

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 9

ENSAYOS Y ANÁLISIS

1. INTRODUCCIÓN

En diciembre de 2006, el Instituto de Democraciay Derechos Humanos de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú (IDEHPUCP) realizó un estudio deopinión pública que tenía como objetivo explorarlas percepciones y la memoria de los peruanosrespecto del conflicto armado interno que experi-mentó el país en las décadas de 1980 y 1990.1 Lue-go de cuatro años de haberse presentado el InformeFinal de la Comisión de la Verdad y Reconcilia-ción (CVR), resulta pertinente reflexionar acercade las visiones y lecciones que los peruanos hanconstruido en torno a este episodio trágico de suhistoria reciente. Dada la extensión de los temastratados en la encuesta, no es posible en el espacioreservado para este artículo abordarlos todos demanera exhaustiva; sin embargo, trataremos depresentar algunos de los resultados que nos pare-cen más interesantes.

En la medida en que el conflicto no afectó de lamisma manera a todo el país, el diseño muestral

Memoria y opinión públicasobre el conflicto armando interno en el Perú, 1980-2000

LAS DISTANCIAS DEL RECUERDODAVID SULMONT

de la encuesta intentó dar cuenta de las experien-cias y percepciones propias de los habitantes dediferentes tipos de escenarios, desde los más ex-puestos a la violencia hasta los menos afectadosen términos relativos. Es por ello que se definieroncuatro grandes dominios de estudio:– Las provincias de Huamanga y Huanta en el

departamento de Ayacucho, donde se inició elconflicto armado interno y alcanzó su máximonivel de intensidad.

– Las provincias de Huancayo, Huánuco y TingoMaría, que constituyen otro de los escenarioscentrales del conflicto en términos de númerode víctimas.

– La ciudad de Lima-Callao.– Las ciudades de Arequipa, Chiclayo y Cusco,

que en términos relativos fueron mucho menosafectadas por la violencia política que las otraslocalidades analizadas.

En la tabla 1 se indica el tamaño de la muestrapara cada dominio de estudio y su correspondientemargen de error estimado.2

1 El cuestionario y el diseño de la muestra fueron trabajados conjuntamente por el IDEHPUCP, IMASEN y el Instituto de Opinión Pública de la PontificiaUniversidad Católica del Perú (IOP-PUCP). La ejecución del trabajo de campo, la tabulación y análisis inicial de los resultados estuvo a cargo de IMASEN.Las entrevistas se realizaron entre el 9 y el 17 de diciembre de 2006.

2 Se asume un nivel de confianza del 95% y p/q = 1, bajo el supuesto de muestreo simple al azar.

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

Dadas las características del diseño muestral,calcular un «total nacional» para los resultadoscarece de sentido, es por ello que en el análisis delos datos lo que se privilegia es la comparación delas experiencias y percepciones de los encuesta-dos de estas localidades.

2. NO FUE LO MISMO PARA TODOS

Las décadas de 1980 y 1990 han quedado marca-das en la memoria colectiva por la experiencia de

la violencia política. Como puede verse en la tabla2, en prácticamente todos los dominios del estu-dio, temas relacionados con el conflicto armadoson los más presentes en los recuerdos que guar-dan los entrevistados sobre aquellos años.3 Con-forme nos aproximamos a las localidades másafectadas, los recuerdos adquieren formas másprecisas, como las «matanzas».

Algo similar ocurre con los temores que aque-lla época inspiraba entre la gente (tabla 3). Si enLima y otras ciudades menos afectadas por el con-flicto, las principales amenazas son mencionadasen términos algo abstractos o genéricos («el terro-rismo», «la violencia»), en Ayacucho, Huánuco yJunín, la posibilidad de enfrentar la muerte resul-taba ser más concreta y cercana.

En la encuesta se buscó hacer un inventariodel tipo de pérdidas o daños sufridos por losentrevistados a consecuencia de la violencia po-lítica. Si bien a la luz de lo expuesto en el Informe

3 Para no sesgar las respuestas debido a la temática general de la encuesta, casi al inicio del cuestionario se le preguntaba a la gente qué recuerdos estánasociados con ese período.

Tabla 1Localidades Tamaño Error estimado

de la muestra

Lima-Callao 550 4,2%Ciudades 300 5,7%Huánuco-Junín 350 5,2%Ayacucho 401 4,9%Total 1.601 n/a

Tabla 2¿Qué es lo que más recuerda de lo ocurrido entre 1980 y 1990 en el país?Respuestas espontáneas múltiples, solo se indican las más frecuentesPorcentajes verticales, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín Ayacucho

El terrorismo 58,5 72,8 56,4 56,7Muchas matanzas - - 14,1 47,3Coches bomba 3,8 4,2 5,5 9,4Hiperinflación 15,3 19,6 12,0 3,7Escasez de alimentos 8,9 5,8 11,3 2,7Caos económico 6,0 9,0 5,7 2,7Falta de luz / apagones 8,9 0,2 6,6 2,0Colas para comprar alimentos 7,1 12,5 15,8 0,1

Recuerdos

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

Final de la CVR, los datos que aparecen en la tabla 4no resultan ser novedosos (en el sentido que con-firman qué poblaciones fueron las más y lasmenos afectadas), llama la atención que la pro-babilidad de encontrar hoy en día a un ayacu-chano que declare haber perdido algún familiarcercano a consecuencia del conflicto es poco másdel 50%, esto es 4 veces mayor que en Lima y5,4 veces mayor que en lugares como Cusco,Arequipa o Chiclayo. Nótese además el altísi-mo nivel de afectación general que, en compa-ración con las demás localidades, manifiestanhaber tenido los entrevistados en Huamanga yHuanta.

Al concentrarnos en algunos de los indicado-res que aparecen en la tabla 4, más allá de las com-paraciones y diferencias entre las localidades, ob-servamos que el porcentaje de entrevistados queen cada zona declaran haber perdido algún fami-liar, un amigo o un conocido resulta ser bastantesignificativo: en el mejor de los casos, más del 12%de limeños dicen haber perdido un familiar cercano.Es cierto que con estos datos es imposible hacer pro-yecciones estadísticas serias4 sobre el número devíctimas fatales del conflicto (ello no formaba partede los objetivos de la encuesta y además requiereuna aproximación metodológica específica); sin em-bargo, que este tipo de resultados aparezca en una

Tabla 3¿Cuál era su principal temor entonces?Respuestas espontáneas múltiples, solo se indican las más frecuentesPorcentajes verticales, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoMorir - - 12,5 37,1Perder un ser querido 3,8 2,4 8,3 16,3La violencia 16,2 19,9 10,7 9,5Coches bomba 2,2 2,1 2,8 5,9El terrorismo 37,5 35,1 25,5 5,8Asesinatos masivos - - 5,0 5,6No había qué comer 6,5 7,0 5,7 0,5Hiperinflación 6,0 7,8 0,9 -Falta de empleo 2,4 5,3 - -Muerte de inocentes - - 7,5 -

Temores

4 Haciendo un ejercicio de cálculo extremadamente ingenuo, si consideramos que en Huanta y Huamanga hay, de acuerdo con el censo del 2005, pocomás de 74.000 hogares, que la mitad de ellos hayan experimentado la pérdida de un familiar supone hipotéticamente unas 37.000 víctimas, solo en esasdos provincias (cifra mucho mayor que los estimados calculados por la CVR para todo el departamento de Ayacucho). Por supuesto, este procedimientode cálculo es poco preciso y demasiado grueso como para ser tomado seriamente en forma literal, ya que existen múltiples controles de deberían hacersecomo, por ejemplo, el hecho de que varios hogares piensen en el mismo familiar: hermanos que hoy tienen sus propias familias que viven cada una porsu cuenta y que perdieron a un padre, un tío u otro familiar cercano. Lo que llama la atención de los resultados de la encuesta es que tanta gente,especialmente en Ayacucho (más del 50%), manifieste haber experimentado ese tipo de pérdidas.

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

encuesta de opinión en el 2006, refuerza la verosimi-litud de la proyección científica realizada por la CVR,que situaba la magnitud del conflicto alrededor delas setenta mil víctimas fatales a nivel nacional.

Resulta entonces evidente que la intensidad delos recuerdos y temores vinculados con el conflictoarmado está íntimamente asociada con el grado enque se experimentaron las consecuencias directasde este. Decir eso no es nada original y más bienresulta ser de sentido común. Lo que es menos tri-vial como afirmación es la gran magnitud de la dis-tancia que existe entre los recuerdos, temores y ex-periencias de los entrevistados de las diferenteslocalidades. En los gráficos 1 y 2 podemos apreciarcómo hoy en día la gente sigue considerando que lasuerte de los peruanos que vivían en las localida-des más afectadas por el conflicto era poco rele-vante para los habitantes de Lima y de las grandesciudades del país. Los entrevistados en Ayacucho,Junín y Huánuco son los más críticos al respecto.

Incluso los encuestados en Lima y las otras ciuda-des tienen una imagen mayoritariamente críticade la actitud asumida por la población de sus pro-pias localidades durante el conflicto.

Existe una diferencia semántica importanteentre padecer y compadecer: es la diferencia entre su-frir directamente una situación y el hecho de acom-pañar o estar cerca de quien la sufre. Por obviasrazones, quien sufre y quien se compadece de esesufrimiento van a tener experiencias y recuerdosde diferente intensidad; sin embargo, el acompa-ñamiento de la compasión (que no es solo sentirpena de, sino sobre todo estar con) reduce la distan-cia entre los recuerdos y permite construir unamemoria compartida. Los testimonios recogidospor la CVR y los resultados de las preguntas de laencuesta que hemos visto en esta sección dan cuen-ta de lo difícil que es en nuestro país acortar lasbrechas del recuerdo, sustentadas en las profun-das diferencias socioeconómicas, étnicas y regio-

Tabla 4Hubo personas que por esos sucesos de violencia sufrieron algún tipo de pérdida, ¿usted…?Porcentaje de personas que respondieron afirmativamentePreguntas múltiples, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoSintió temor de que usted o un familiarfueran víctimas de la violencia 76,9 69,9 79,9 86,5Sintió temor de que usted o un familiarfueran acusados injustamente de terrorismo 65,6 62,4 78,7 85,0Perdió algún amigo o conocido 31,1 29,7 61,0 65,0Destruyeron bienes suyos o de sucomunidad 20,0 13,1 45,2 58,9Perdió algún familiar cercano 12,7 9,6 45,6 51,8Se vio obligado a irse a vivir a otro lugar 11,6 13,3 30,0 50,6Sufrió algún otro atropello a sus derechos 14,2 17,9 28,5 47,3

Afectación

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

nales que existen en nuestro país. Es esa distanciala que sustenta una de las principales conclusio-nes del Informe Final de la CVR:

En los miles de testimonios recopilados […]es común encontrar frases que dan cuentadel sentimiento de exclusión e indiferenciaque experimentaron las personas y comu-

nidades que fueron las víctimas mayorita-rias del conflicto armado interno. Muchosde ellos sintieron que para el resto del país,en particular para los principales centros delpoder político y económico, lo ocurrido ensus pueblos, casas y familias sucedía en«otro país», un Perú ajeno a la modernidady al poder.5

Gráfico 1

Gráfico 2

5 COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN. Informe Final. Lima: CVR, 2003, t. I, pp. 119-120.

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

3. LOS CRÍMENES Y LAS VIOLACIONESDE LOS DERECHOS HUMANOS

En todas las localidades donde se aplicó la encues-ta, la mayoría de entrevistados concordaba en quese produjeron violaciones de los derechos huma-nos, tanto por parte de Sendero Luminoso (el prin-cipal grupo subversivo) como por parte de las fuer-zas del orden. De acuerdo con los resultados quepodemos ver en la tabla 5, existe una percepciónbastante difundida que este tipo de hechos erangeneralizados, sobre todo en el caso de SenderoLuminoso y (en menor medida) en el caso de lasfuerzas del orden. Respecto de la actuación de lasfuerzas del orden, podemos apreciar que la opi-nión más crítica se registra entre los entrevista-dos de Ayacucho.

La opinión predominante por parte de las per-sonas entrevistadas resulta congruente con las

conclusiones que la CVR planteara en su Informe:que el principal responsable de crímenes y viola-ciones contra los derechos humanos fue SenderoLuminoso, pero que también las fuerzas del ordencometieron este tipo de actos en forma generali-zada.6 Tal evaluación se ve confirmada en los re-sultados de la pregunta que se muestra en la tabla 6relativa al número de víctimas que estos actoresprovocaron.

En la mayoría de localidades donde se aplicóla encuesta, los grupos subversivos aparecen antelos ojos de la opinión pública local como los cau-santes del mayor número de víctimas, aunque lamención «ambos por igual» resulta ser tambiénbastante significativa. Cabe resaltar el caso de losentrevistados en Ayacucho, donde poco más del50% afirma que tanto las fuerzas del orden comolos grupos subversivos causaron un número pa-recido de víctimas. Nuevamente se trata de una

6 La CVR indica en su conclusión 55 que: «[…] en ciertos lugares y momentos del conflicto la actuación de miembros de las Fuerzas Armadas no soloinvolucró algunos excesos individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de losderechos humanos, que constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario». Ib., t. VIII,p. 251.

Tabla 5¿Diría usted que las fuerzas del orden respetaron los derechos humanos de las poblaciones donde actuaban, que solo enalgunas ocasiones no los respetaron o que generalmente no respetaron los derechos humanos de la población? ¿Diría ustedque Sendero Luminoso generalmente respetaba...?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín Ayacucho

Generalmente sí los respetaron 3,5 1,5 9,3 3,3 11,2 5,6 2,2 2,3Algunas veces no los respetaron 26,2 8,0 23,5 8,4 34,8 20,1 18,2 10,3Generalmente no los respetaron 66,8 87,6 65,2 85,6 51,5 72,0 70,6 80,8No responde 3,5 2,9 2,0 2,7 2,5 2,3 9,0 6,6Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Actitud hacia los derechoshumanos Fuerzas Sendero Fuerzas Sendero Fuerzas Sendero Fuerzas Sendero

del orden Luminoso del orden Luminoso del orden Luminoso del orden Luminoso

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

percepción que resulta concordarte con otra delas conclusiones de la CVR, en particular en su aná-lisis de estimación estadística del número total devíctimas fatales por agente armado y por región.En el anexo 3 del Informe Final se indica que:

[…] en Ayacucho, entre 1980 y el 2000, no esposible afirmar que el número estimado devíctimas atribuidas al PCP-SL es significativa-mente mayor que aquel atribuido a los agen-tes del Estado y las fuerzas contrasubversi-vas. En otras palabras, dada la informacióndisponible, no podemos rechazar la hipóte-sis de que en esa localidad ambos actoreshan causado un número similar de víctimasfatales.7

La mayoría de análisis serios sobre el conflictoarmado interno peruano coinciden con el hecho deque el Estado y la sociedad peruana tenían el dere-cho y la obligación de defenderse contra proyectossubversivos como los encarnados por Sendero Lu-minoso y el MRTA. En tal sentido, resultaba legítima

la intervención, no solo de la policía, sino tambiénde las fuerzas armadas en la lucha contrasubversi-va. Donde se ubica el debate en torno a la legitimi-dad del Estado para luchar contra la subversión esen el tipo de métodos que emplearon sus agentespara combatirla. Al respecto, podemos ver en la ta-bla 7 que la mayoría de los entrevistados en todaslas localidades considera que la mejor forma de com-batir el terrorismo es mediante la detención y el juz-gamiento apropiado de los responsables de este tipode actos. A pesar de ello, la opción de «perseguir yeliminar no importando lo que cueste» llega a serconsiderada por más de un cuarto de los entrevis-tados en algunas localidades, especialmente en Limay en Huánuco-Junín. En contraste, vemos que estaopción goza de muy poca aceptación en Ayacucho,localidad donde se registra además un alto porcen-taje de personas que no responden a la pregunta. Esprobable que la mayor intensidad con la que se vi-vió la violencia en esta zona, así como el hecho deque es allí donde se percibió una actuación menosrespetuosa de los derechos humanos por parte delas fuerzas del orden (véase la tabla 5), genere más

Tabla 6¿Quiénes cree que fueron causantes del mayor número de víctimas en aquel período: las fuerzas del orden o los grupossubversivos?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoLas fuerzas del orden 8,2 13,2 12,5 15,3Los grupos subversivos 46,2 42,4 46,2 25,5Ambos por igual 40,0 42,3 38,3 50,5No responde 5,6 2,1 3,0 8,7Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Respuestas

7 Ib., anexo 3: «¿Cuántos peruanos murieron?», p. 9.

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

reservas y dudas acerca de la conveniencia de unalucha contrasubversiva sin restricciones.

Para muchas personas, una situación de gue-rra interna dificultaba que se respeten los dere-chos humanos de los subversivos y de las pobla-ciones entre las cuales ellos se ocultaban, lo quehizo inevitables las violaciones y abusos de estosderechos. Sin embargo, a pesar de que los grupossubversivos fueron derrotados, la opinión predo-minante entre los encuestados de las diversas lo-calidades es que las medidas extremas para com-batir el terrorismo pudieron evitarse.

Resulta interesante hacer notar en la tabla 8que el porcentaje de personas que consideran comoinevitable que las fuerzas del orden hayan cometi-

do violaciones de los derechos humanos en la lu-cha contrasubversiva es algo mayor en las zonasmás afectadas por el conflicto que en la capital y lasdemás ciudades. Sin embargo, es importante to-mar en cuenta que considerar que las violacioneseran «inevitables» no significa necesariamente jus-tificarlas, esta opinión podría ser también el pro-ducto de una actitud fatalista y resignada ligada ala experiencia cercana y cotidiana de la violencia.

En la tabla 9 se intenta poner en perspectivavarias actitudes presentes entre los entrevistadosacerca de las violaciones de los derechos humanoscometidas por las fuerzas del orden. Antes de co-mentar los datos, hay que indicar que los resulta-dos de esta tabla corresponden únicamente a los

Tabla 7¿Diría usted que la mejor manera de combatir el terrorismo es…?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín Ayacucho

Deteniendo y juzgando a los responsablesde actos terroristas en procesos justos 65,6 82,0 68,2 66,1Persiguiendo y eliminando a los terroristassin importar lo que cueste 26,9 16,5 27,1 15,2No responde 7,5 1,5 4,7 18,7Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Respuestas

Tabla 8Solo para quienes dicen que las fuerzas del orden no respetaron los derechos humanos (en ocasiones o generalmente)¿Cree usted que estas violaciones de derechos humanos eran inevitables o cree que pudieron evitarse?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoEran inevitables 15,0 15,9 34,7 22,2Pudieron evitarse 74,2 79,4 62,8 71,7No responde 10,8 4,8 2,5 6,1Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Las violaciones de los derechos humanos...

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

entrevistados que opinan que las fuerzas del ordenno respetaron los derechos humanos en las zonasdonde actuaron (ya sea en ocasiones o generalmen-

te). Como se vio en la tabla 5, esta es la opiniónpredominante (alrededor de 90% de los entrevista-dos) en todas las localidades estudiadas.

Tabla 9Pensando en los hechos ocurridos y en el futuro del país, ¿cree usted que las violaciones de los derechos humanos cometidas porlas fuerzas del orden deben ser investigadas para sancionar a los culpables, o cree que es mejor dejar las cosas como están?Resultados según si el entrevistado cree que esas violaciones eran inevitables o pudieron evitarse.Porcentajes verticales y por localidad de aplicación de la encuestaBase de entrevistados: personas que dicen que las fuerzas del orden no respetaron los derechos humanos (en ocasiones ogeneralmente)

¿Cree usted que estas violaciones de derechos humanos eraninevitables o cree que pudieron evitarse?

Eran Pudieron No Totalinevitables evitarse responde

Lima-Callao Deben ser investigadaspara sancionar a losculpables 74,5 84,5 80,3 82,5Que es mejor dejar lascosas como están 15,3 10,2 11,3 11,1No responde 10,2 5,3 8,5 6,4Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Otras ciudades Deben ser investigadaspara sancionar a losculpables 85,0 89,0 83,3 88,1Que es mejor dejar lascosas como están 15,0 10,0 16,7 11,1No responde 1,0 0,8Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Huánuco-Junín Deben ser investigadaspara sancionar a losculpables 73,8 74,8 41,7 73,6Que es mejor dejar lascosas como están 20,1 21,1 58,3 21,7No responde 6,1 4,0 4,6Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Ayacucho Deben ser investigadaspara sancionar a losculpables 87,5 76,6 25,0 75,6Que es mejor dejar lascosas como están 10,0 18,8 50,0 18,9No responde 2,5 4,7 25,0 5,6Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Tipo de lugarLas violaciones de los

derechos humanoscometidas por las fuerzas

del orden...

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos18

ENSAYOS Y ANÁLISIS

Leyendo la tabla 9, una primera conclusión esque en todas las localidades la mayoría de estosentrevistados sostienen que las violaciones come-tidas por las fuerzas del orden deben ser investi-gadas para que se sancione a los culpables (véasela columna de «total» a la derecha). Ello es indica-tivo de una fuerte demanda por justicia y rechazoa que los crímenes queden impunes. Sin embargo,resulta muy interesante observar que esta exigen-cia por justicia sea también ampliamente mayo-ritaria entre quienes piensan que las violacionesque cometieron las fuerzas del orden eran inevi-tables. Vemos además que, en el caso de Ayacu-cho, la exigencia por que haya justicia es mayoren este grupo de entrevistados que entre quienesconsideran que las violaciones pudieron evitarse.Esta lectura refuerza el comentario hecho en rela-ción con la tabla 8: pensar que las violaciones eraninevitables no implicaba su justificación y que másbien esa forma de ver las cosas podía estar tam-

bién relacionada con una actitud fatalista y resig-nada frente a la inmensidad de la violencia que seenfrentaba.

4. ¿POR QUÉ PASÓ?, ¿LO PODEMOS EVITAR?

Algunas de las preguntas que se hicieron en laencuesta apuntaban a recoger cuáles eran, desdeel punto de vista de los entrevistados, las princi-pales causas de la violencia política que experi-mentó el país en las décadas de 1980 y 1990. Comopuede apreciarse en la tabla 10, en su mayoría, losentrevistados identifican como principales cau-sas del conflicto factores que podríamos llamar«estructurales», en el sentido de que dependen másde la forma en cómo está organizada la sociedadperuana, producto de su devenir histórico y desus consecuencias en la vida de la gente: la pobre-za, la incapacidad del Estado de atender las de-

Tabla 10De las siguientes, ¿cuál diría que fue la razón principal que explica que la violencia haya surgido?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoLa pobreza 32,3 26,1 24,9 40,5La incapacidad del Estado para atenderlas demandas de la población 23,3 26,6 22,1 23,5Los abusos e injusticias que sufríala población 15,5 20,7 20,6 20,6La decisión de Sendero Luminosode iniciar una guerra 9,3 8,1 4,3 1,5Las ideas políticas de los senderistas 8,2 9,0 7,9 4,6La poca presencia de militares y policías 8,5 6,6 15,1 3,4La discriminación / Racismo 2,0 1,3 3,7 1,4No responde 0,9 1,6 1,4 4,5Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Causas

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

mandas de la gente, los abusos e injusticias quesufre la población.

Este tipo de explicaciones sobre los orígenes ycausas de la violencia tienen como trasfondo unalógica «mecanicista»: la pobreza, la injusticia y lafalta de atención a las necesidades de la gente pro-vocarían, casi directamente, la aparición de la vio-lencia. Es un razonamiento bastante arraigado enel sentido común de la gente, particularmente en-tre los habitantes de Ayacucho que no solo fueronlos más afectados por el conflicto, sino que ade-más habitan una de las regiones más pobres delpaís.

La percepción acerca de las causas del conflic-to que prevalece en las poblaciones estudiadas enla encuesta difiere de la interpretación que surgedesde el análisis hecho por la CVR. Como se señalaen su Informe Final:

[…] la causa inmediata y fundamental deldesencadenamiento del conflicto armadointerno fue la decisión del PCP-SL de iniciar la«lucha armada» contra el Estado Peruano, acontracorriente de la abrumadora mayoríade peruanos y peruanas, y en momentos enque se restauraba la democracia a travésde elecciones libres.8

Esta es una interpretación más «política» queenfatiza la voluntad y la decisión de determina-dos grupos en la sociedad peruana de expresarsus opciones y desarrollar sus proyectos políticos

usando métodos violentos.9 Ello no niega que lasestructuras sociales injustas o percibidas comotales sean uno de los factores que alimentan el des-contento que puede expresarse violentamente; sinembargo, no constituyen la causa necesaria nisuficiente para que se desencadene un proceso deviolencia política.10 Más allá de situaciones estruc-turales que sean fuente de descontento e inclusode protesta social, la forma en cómo se expresa esedescontento no puede sustraerse de la voluntad yresponsabilidad de las personas o de determina-dos grupos, o de la capacidad de las institucionesy responsables políticos del país de encauzar elconflicto para resolverlo mediante mecanismos noviolentos (negociación, reformas, etcétera). Leyen-do la tabla 10 podemos apreciar que la lectura«política» es algo más frecuente en localidadescomo Lima y el resto de ciudades que en aquellasmás directamente afectadas por el conflicto ar-mado, especialmente Ayacucho.

En la encuesta se buscó profundizar algo másacerca de la evaluación que tienen las personassobre lo que podríamos llamar la «hipótesis delcaldo de cultivo»; es decir, la interpretación queasocia la violencia política con condiciones es-tructurales de pobreza e injusticia. En tal senti-do, se plantearon una serie de preguntas dondelos entrevistados podían indicar si algunas con-diciones sociales comúnmente vinculadas a laviolencia desde una mirada «mecanicista» ha-bían mejorado, empeorado o permanecido igualrespecto de la situación predominante en las dé-

8 Ib., t. VIII, p. 246.9 Véase también ib., t. VIII, pp. 23-26.10 Esta conclusión es también congruente con diversos estudios sobre violencia y violencia política en otras sociedades; véase, por ejemplo: WIEVIORKA,

Michel. Terrorismo: la violencia política en el mundo. Barcelona: Plaza Janés, 1991.

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos20

ENSAYOS Y ANÁLISIS

cadas de 1980 a 1990. En las tablas siguientes pre-sentamos el porcentaje de personas que en cadalocalidad tiene una evaluación «positiva» de laevolución de dichas condiciones.

Como se aprecia en ambas tablas, en ningúncaso las personas que tienen una evaluación positi-va (menos injusticia, discriminación, indiferencia,abandono y pobreza; más respeto a los derechos,más capacidad de control y más oportunidades) lle-gan a ser mayoría en las localidades estudiadas.Donde parecería haber mayores progresos es en lareducción de los abusos e injusticias contra la po-

blación (tabla 11, primera línea); sin embargo, tam-poco en ese caso, los que piensan en tal sentido re-presentan a la mayoría de entrevistados.

Con la finalidad de sintetizar la evaluación quetienen las personas de los cambios ocurridos entrelas décadas de 1980 a 1990 y la actualidad, se cal-culó un índice de evaluación comparada de la si-tuación actual. Todas aquellas personas que consi-deraban que la situación había empeorado en cadauna de las dimensiones propuestas recibían unpuntaje de -1 (por ejemplo: más injusticia; menosoportunidades), quienes pensaban que la situación

Tabla 11Comparando la situación de aquellos años (1980-2000) con la de hoy, ¿diría usted que actualmente existe más, menos oigual… que entonces?Porcentaje de entrevistados que dicen que hoy hay menosPreguntas múltiples, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoAbusos e injusticia contra la población 46,0 44,7 32,8 42,4Discriminación / Racismo 32,4 39,7 25,6 36,6Indiferencia de los limeños frentea las provincias 21,1 25,5 14,5 24,3Abandono de zonas donde huboviolencia 23,5 28,0 21,4 18,2Pobreza 12,0 19,1 12,7 9,1

Opciones

Tabla 12Comparando la situación de aquellos años (1980-2000) con la de hoy, ¿diría usted que actualmente existe más, menos oigual… que entonces?Porcentaje de entrevistados que dicen que hoy hay másPreguntas múltiples, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín Ayacucho

Respeto a los derechos de las personas 35,5 31,9 29,5 29,3Capacidad de las fuerzas del orden paracontrolar los rebrotes del terrorismo 36,2 31,5 33,8 27,3Oportunidades para los jóvenes 28,4 21,4 25,6 25,3

Opciones

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 21

ENSAYOS Y ANÁLISIS

estaba igual, recibían un 0 y quienes pensaban quehabía mejorado recibían un +1 (menos pobreza;más respeto; etcétera). Posteriormente se sumarontodos los puntajes y se crearon tres categorías de«evaluación promedio» en el índice: la situación haempeorado (puntajes negativos); la situación semantiene igual (puntajes iguales a cero); la situa-ción ha mejorado (puntajes positivos).11 A conti-nuación se presentan los resultados de este índice.

Como se aprecia en el gráfico 3, salvo en Aya-cucho, en todos los lugares la opinión predomi-nante es que las condiciones que forman parte delo que llamamos «caldo de cultivo de la violencia»han empeorado. Sin embargo, a ello debemos aña-dir el hecho de que pensar que estas condicionesno se han modificado sustancialmente a lo largode estos años (categoría «igual»), a fin de cuentasrepresenta también una evaluación negativa: noha habido mejoras en todo este tiempo.

El caso de Ayacucho tiene matices importan-tes, es la única localidad donde las personas quese clasifican en la categoría «mejor» del índiceson más que quienes se clasifican en la categoríaopuesta. Aun así, las evaluaciones positivas nollegan a sobrepasar el 40% de personas. Compa-rando con otros lugares, en Ayacucho es dondese percibe un menor deterioro de la situación. Laexplicación de ello puede radicar en el hecho deque al ser la localidad más golpeada por la vio-lencia política, el momento actual de pacificaciónes visto como una mejora o por lo menos comoun retorno a una situación más «normal».

Si las personas consideran que las condicio-nes que provocaron la aparición de la violenciahan empeorado, ¿repercute ello en la percepciónde que esta puede nuevamente surgir en el país?En la tabla 13 se presentan algunos datos que nospermiten reflexionar acerca de esa interrogante.

11 Al hacer este procedimiento, aquellas personas que no respondieron a cualquiera de las ocho preguntas (no sabe / no responde) recibían un puntaje de0 en la pregunta correspondiente, bajo el supuesto de que si alguien no es capaz de evaluar esa evolución por lo menos no sostiene que hay mejoras.En promedio, ese porcentaje fue de 25% en el conjunto de localidades, pero llegó a ser de 35% en el caso de Ayacucho.

Gráfico 3

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

Una de las preguntas de la encuesta era si lagente pensaba que la violencia vivida durante elconflicto armado interno podía volver a ocurrir.Al leer la tabla 13, resulta preocupante constatarque en todas las localidades la mayoría de encues-tados considera que ello sí es posible. El caso deAyacucho nuevamente se diferencia del resto delocalidades. En relación con las demás zonas don-de se hizo el estudio, Ayacucho tiene casi el mismoporcentaje de personas que opinan que un conflic-to armado como el vivido por el país no volverá aocurrir (en todo caso, las diferencias no son esta-dísticamente significativas, excepto con Lima); sinembargo, la diferencia saltante en Ayacucho es elporcentaje de personas que no responden a la pre-gunta, lo que puede ser indicador de un mayor

nivel de incertidumbre acerca de las posibilida-des de volver a vivir la experiencia traumática delas décadas pasadas.

Por otro lado, si bien existe una cierta correla-ción entre una evaluación del presente pesimistaen relación con el pasado con asignar una mayorprobabilidad de que vuelva a ocurrir un conflicto,incluso entre quienes tienen una evaluación posi-tiva del presente, hay una mayoría de personasque consideran que un conflicto armado puedesuceder nuevamente en el país. Estos datos pro-bablemente reflejan la falta de confianza que tienela población peruana respecto de las capacidadesdel país de superar definitivamente las condicio-nes que se asocian con el surgimiento de la vio-lencia política. En otras palabras, los peruanos

Tabla 13¿En su opinión, hechos de violencia como los que vivimos entre los años 1980 y 2000 pueden volver a ocurrir en el país?Respuestas según índice de evaluación de la situación actual respecto de 1980-1990Porcentajes verticales

Lima-Callao Sí 80,0 71,9 77,1No 12,9 19,5 15,3No responde 7,1 8,6 7,6Total 100,0 100,0 100,0

Ciudades Sí 85,1 57,1 74,1No 9,2 35,7 19,6No responde 5,7 7,1 6,3Total 100,0 100,0 100,0

Huánuco-Junín Sí 75,1 74,9 75,0No 21,5 18,3 20,4No responde 3,4 6,8 4,6Total 100,0 100,0 100,0

Ayacucho Sí 62,9 53,8 59,3No 17,7 30,0 22,5No responde 19,4 16,3 18,1Total 100,0 100,0 100,0

Localidades¿En su opinión, hechos de violencia como los

que vivimos entre los años 1980 y 2000pueden volver a ocurrir en el país? Peor / Igual Mejor Total

Índice de evaluación de situación actual respecto de1980-1990

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

todavía podrían estar considerando que nuestropaís mantiene un caldo de cultivo propicio parala violencia y que la experiencia de las décadaspasadas no nos ha inmunizado como sociedad avolver a caer en un conflicto armado sangriento.De hecho, como se aprecia en la tabla siguiente,en todas las localidades, son pocas las personasque consideran que tanto las instituciones públi-cas, los actores políticos así como determinadossectores de la sociedad civil, están haciendo todolo posible para evitar que hechos como los vivi-dos entre 1980 y el 2000 vuelvan a ocurrir.

El caso atípico en la tabla 14 es nuevamenteAyacucho, ya que es el único lugar donde la ma-yoría de entrevistados piensa que la poblaciónlocal está haciendo todo lo que está a su alcancepara que no se repita la violencia. Resulta preocu-pante notar que, desde la visión de los entrevista-dos, los habitantes de Lima, los partidos políticosy los grandes empresarios aparecen entre quienesmenos esfuerzos hacen en este ámbito.

5. MEMORIA, RECONCILIACIÓNY REPARACIONES

Otro de los temas abordados en la encuesta tieneque ver con las medidas concretas que hay queadoptar para que el conflicto no vuelva a repe-tirse y los procesos de reconciliación. Desde elenfoque adoptado por la CVR, evitar en el futuroun conflicto armado como el que vivió el Perú enlas décadas de 1980 y 1990 implicaba: a) enfren-tar la impunidad restableciendo la justicia den-tro del marco de un Estado de derecho democrá-tico y firme; b) poner en marcha un plan integralde reparaciones de las personas y las comunida-des directamente afectadas por el conflicto;c) sacar las lecciones del pasado, reconstruyendoun relato y una memoria lo más precisa posiblede lo ocurrido; y d) emprender un conjunto dereformas institucionales que doten al Estado y ala sociedad de mecanismos adecuados para pro-cesar sus conflictos por medios no violentos ydemocráticos. Dentro de esa perspectiva es que

Tabla 14¿Diría usted que (grupo o institución) están haciendo todo lo que está a su alcance para que no se repita una violencia así?Porcentaje de personas que respondieron que síPreguntas múltiples, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoLas personas que viven aquí 22,0 24,7 44,9 54,1Los peruanos en general 37,8 37,0 38,0 38,8El gobierno central 30,7 33,0 34,0 34,3Los gobiernos locales 25,1 26,4 25,1 26,6Los que viven en Lima n/a 12,6 11,4 13,0Los partidos políticos 10,4 17,5 17,5 10,5Los grandes empresarios 12,4 10,6 15,5 8,6

Grupo o institución

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

se entiende la reconciliación: un proceso de pro-fundización de la ciudadanía, especialmente dequienes fueron los peruanos más vulnerablesdurante el conflicto.

Hemos visto ya en la tabla 9 las opiniones delos entrevistados sobre el tema de la impunidad yla justicia, por lo que no nos detendremos dema-siado en ello en esta sección. Otra parte de las pre-guntas de la encuesta indagaba acerca de las me-didas que pueden adoptarse para evitar que unconflicto armado vuelva a ocurrir. En tal sentido,se propusieron unas cinco medidas: justicia y san-ción, reparaciones, desarrollo social, educaciónpara la paz y respeto de los derechos humanos porparte de las fuerzas del orden. A los entrevistadosse les preguntaba, uno por uno, si se considerabaque era una medida necesaria. En casi todos loscasos, más del 90% de entrevistados opinaba quesí eran necesarias. Posteriormente se preguntó cuálpensaban que era la más importante de las cinco

medidas propuestas. Nuevamente observamos di-ferencias en las prioridades que aparecen entre lo-calidades más afectadas y menos afectadas por laviolencia. Como puede verse en la tabla 15, en laslocalidades más afectadas por la violencia, la me-dida más importante era las reparaciones a las víc-timas, seguidas de la inversión en desarrollo y lasanción a los responsables de las violaciones delos derechos humanos (esto último cobra especialrelevancia en Ayacucho). En Lima y en las otrasciudades donde se hizo el estudio, el orden se in-vierte ligeramente, la primera medida considera-da era la inversión en desarrollo en las zonas máspobres del país y en segundo lugar las reparacio-nes y las sanciones a los responsables de las viola-ciones de los derechos humanos. Las diferenciasque notamos, especialmente en el caso de la im-portancia de las reparaciones, pueden deberse a ladiversa intensidad y niveles de afectación directadel conflicto entre las localidades estudiadas. En

Tabla 15Pensando en los hechos ocurridos y en el futuro del país, de todo lo mencionado, ¿qué cree que es lo más importante?Porcentajes verticales

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoQue se dé apoyo y reparación a las víctimasde la violencia 20,7 22,4 31,1 32,3Que se invierta en el desarrollo de las zonasmás pobres del país 32,5 32,2 28,7 23,8Que se investigue y sancione a los responsalesde las violaciones de los derechos humanos 24,9 16,6 13,5 23,3Que se reforme la educación para que sepromueva la paz 13,5 13,3 14,7 9,3Que se garantice que en el futuro las fuerzasdel orden respetarán los derechos humanos 5,8 14,7 10,3 4,4No responde 2,5 0,9 1,8 6,9Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Medidas

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

lugares donde los directamente afectados son unaproporción menor de la población, la prioridad dela reparación a las víctimas, si bien no deja de serimportante, se siente como menos cercana, las víc-timas pierden una identidad concreta y se puedenfundir en «los otros» que viven «en las zonas po-bres» donde se reconoce que es necesario que seinvierta en desarrollo.

Más allá de las diferencias específicas entrelocalidades, es necesario resaltar que hay un cier-to consenso entre los entrevistados acerca de laimportancia de las reparaciones (directas o indi-rectas) y la justicia para construir un futuro sinconflictos armados violentos a la vista.

Respecto de la necesidad de mantener pre-sente un recuerdo del conflicto, las opiniones sonmás controversiales. Como se ve en la tabla 16,«recordar lo que pasó» como una forma de evitarla violencia en el futuro es una opción ligeramentemayoritaria en las zonas menos afectadas por elconflicto, mientras que la alternativa de «mejorolvidar el pasado» resulta ser la más importanteen las localidades más afectadas. Nuevamente unopuede establecer una relación entre la intensidaddel trauma y la capacidad para hacerle frente

mediante un trabajo de memoria. El problema esque para poder resolver los problemas pendien-tes provocados por un pasado difícil y sacar laslecciones que de ello se derivan, es necesario con-tar con recursos para procesar los sucesos trau-máticos, curar las heridas y renovar la confianzaen un futuro mejor, ¿hasta qué punto la sociedadperuana en su conjunto está contribuyendo a ello,especialmente acercándonos a quienes han sidolas víctimas más directas?

En relación con la capacidad de la sociedadperuana para enfrentar los conflictos mediantemecanismos no violentos, se buscó averiguar laactitud que tienen los entrevistados acerca del usode ciertas medidas extremas para expresar losreclamos de la población. En tal sentido, se les pre-guntó qué tan justificable eran: los bloqueos decarreteras, la toma de locales públicos, la reten-ción de personas contra su voluntad y el castigofísico a autoridades corruptas como medios deprotesta. En la tabla 17 se muestran los porcenta-jes de las personas que respondieron que esasmedidas eran justificables o muy justificables.

Esta tabla permite una lectura optimista y otrapesimista. Viendo los resultados de manera opti-

Tabla 16¿Para que no vuelva a repetirse esta violencia, cree usted que es mejor recordar lo que pasó o cree que es mejor olvidar yno remover el pasado?Porcentajes verticales

Localidades

Lima - Callao Otras ciudades Huánuco - Junín AyacuchoEs mejor recordar lo que pasó 57,3 53,8 36,3 23,2Es mejor olvidar y no remover el pasado 32,0 39,2 58,4 64,0No responde 10,7 7,0 5,3 12,8Total 100,0 100,0 100,0 100,0

Opciones

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

mista, podemos concluir que en ninguna de laslocalidades donde se aplicó la encuesta existe unamayoría de personas que justifican este tipo demétodos. Sin embargo, la lectura pesimista noslleva a advertir la existencia de una proporciónimportante de la población que sí considera estasacciones justificables (especialmente el castigo físi-co a autoridades corruptas). Otra pregunta rela-cionada con estos temas fue si la gente considerajustificable que los vecinos castiguen físicamente alos delincuentes que encuentran robando en suscomunidades. En este caso, lo preocupante fue en-contrar que una gran mayoría de entrevistados loconsidera justificable o muy justificable (67,9% enLima; 86,1% en las otras ciudades; 78,1% en Huá-nuco-Junín; y 74,8% en Ayacucho).

Reflexionando sobre estos últimos resultados,notamos que hay un gran contraste entre Lima yprovincias, y que en lugares muy afectados por elconflicto armado como Ayacucho, los niveles dejustificación de medidas extremas son relativamen-te altos a pesar de la experiencia traumática de laviolencia política. Una forma de interpretar estosresultados puede ser postular la hipótesis de la exis-

tencia de una «cultura de la violencia» que tienecierta persistencia en determinados sectores de lasociedad peruana. Sin embargo, nos parece que esamanera de ver la cosas es demasiado simplista, yaque se corre el riesgo de caer en argumentos deltipo «choque de civilizaciones» que le atribuyen alas variables culturales efectos directos e inmedia-tos en la manera de abordar los conflictos sociales,dejando de lado el entramado de relaciones y orde-namientos institucionales a través de los cuales seenmarcan los conflictos y los recursos que existenpara enfrentarlos. En tal sentido, una pregunta quepuede hacerse es cuáles son los mecanismos querealmente existen, más allá de las creencias, opinio-nes o actitudes que tienen las personas (que no de-jan de ser importantes), para encauzar democráti-camente los conflictos que inevitablemente existenen toda sociedad, más aún en una con graves pro-blemas de desigualdad y carencias básicas como laperuana. No es casual que en un lugar como Lima,donde el entramado institucional es más denso,donde el Estado, la sociedad civil y los medios decomunicación están más presentes y tienen mayo-res fortalezas y recursos, las personas que justifi-

Tabla 17En su opinión, ¿qué tan justificado es que para protestar y hacer reclamos se adopten las siguientes medidas? ¿Muyjustificado, justificado, poco justificado o nada justificado?Porcentaje de personas que respondieron muy justificado o justificadoPreguntas múltiples, no suman 100%

Localidades

Lima-Callao Otras ciudades Huánuco-Junín AyacuchoAplicar castigos físicos a autoridades corruptas 32,4 46,8 38,7 42,2Bloquear carreteras 22,5 45,1 36,5 39,9Tomar por la fuerza locales públicos 13,5 27,9 23,5 33,4Retener a las personas contra su voluntad 6,0 8,5 10,9 10,8Porcentaje promedio 18,6 32,1 27,4 31,6

Medidas

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

quen medidas extremas resulten ser algo menosnumerosas que en las otras localidades estudiadas.

6. REFLEXIONES FINALES

Al escribir estas líneas (mediados de septiembrede 2007), la sociedad peruana ha sido testigo detres hechos que resultan significativos a la luz dealgunos de los temas abordados en este artículo.

El primero de ellos ocurrió en Majaz, en la sie-rra de Piura, donde el 15 de septiembre de 2007,los alcaldes de la zona convocaron y realizaronuna consulta ciudadana no vinculante para pre-guntar si la población aprobaba o no la realiza-ción de un megaproyecto de explotación mineraen esa localidad. En los últimos años, se han pro-ducido serios conflictos entre la población de lascomunidades campesinas aledañas y la empresaminera en torno a los temores que existen acercade los impactos ambientales del proyecto. En agos-to de 2005, varios comuneros marcharon hasta elcampamento de la empresa Majaz, lo que produjoenfrentamientos con la policía que dejaron unmuerto y cuatro heridos. Dos años después, el con-flicto sigue existiendo, pero esta vez el mecanismoadoptado para expresar la posición de una signi-ficativa parte de la población que podría verse afec-tada por la mina fue una consulta ciudadana, don-de los pobladores que participaron en ella dieronsu opinión a través de un boleta depositada enuna urna. La reacción del Gobierno y de algunossectores profundamente partidarios de la inver-sión minera (empresarios, políticos y medios decomunicación, sobre todo de Lima) fue descalifi-

car muy enérgicamente y con gruesos adjetivosesta iniciativa y a sus promotores (alcaldes, diri-gentes comunales, algunas organizaciones no gu-bernamentales ambientalistas y algunos mediosde comunicación local). Sin embargo, a pesar delas tensiones no resueltas y de la incertidumbreexistente en el corto plazo, hasta la fecha no se harecurrido nuevamente a la represión y existen lla-mados al diálogo tanto desde los actores locales,como desde el Gobierno y la propia empresa mi-nera.

Más allá de los impactos ambientales reales opercibidos, de la importancia y necesidad de laminería para el desarrollo nacional o de las moti-vaciones políticas a favor o en contra de una uotra posición, ¿qué mecanismos existen y se pro-mueven realmente para abordar el conflicto enforma democrática y en el marco de un Estado dederecho?, ¿cómo acercamos los intereses de la po-blación local, del Gobierno, de las empresas, delconjunto del país para construir acuerdos o solu-ciones negociadas y viables a largo plazo, sin re-currir al enfrentamiento directo, a la toma o des-trucción de instalaciones, o a la represión?

El segundo hecho al que hacíamos referencia esla extradición del ex presidente Alberto Fujimori.El 22 de septiembre de 2007, Alberto Fujimori fuetraído al Perú para enfrentar cargos de corrupcióny violaciones de los derechos humanos (caso LaCantuta y Barrios Altos) ocurridos durante su man-dato, luego de que la segunda sala penal de laCorte Suprema de Chile concediera el pedido deextradición solicitado por el Estado peruano afines del 2005. Este es un hecho sin precedentes anivel mundial, ya que es la primera vez que un ex

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ENSAYOS Y ANÁLISIS

presidente es extraditado a su país de origen paraenfrentar cargos de violación de los derechoshumanos que pueden dar lugar a una condenade hasta treinta años de prisión. Fujimori serájuzgado por la sala penal de la Corte Supremadel Perú, que forma parte de un Poder Judicialmuy cuestionado, poco eficaz y que tiene un casinulo respaldo y legitimidad ante la opinión pú-blica.12 Este hecho es una oportunidad para quelas instituciones peruanas demuestren ante laciudadanía y ante la opinión pública mundial sucapacidad para enfrentar parte del legado de im-punidad que ha caracterizado el tratamiento delas violaciones de los derechos humanos cometi-das por agentes del Estado y altos funcionariospúblicos durante el conflicto armado interno pe-ruano.

Finalmente, podemos mencionar también elanuncio hecho a fines de agosto de 2007 de que sedestinarán 44 millones de soles para el plan dereparaciones colectivas en 440 comunidades afec-tadas por la violencia política. Es una medida ini-cial, frágil y limitada (no se habla todavía de re-

paraciones individuales), y cuyos impactos y re-sultados son aún desconocidos.

Majaz, el juicio a Fujimori, el primer plan dereparaciones colectivas, hechos tan disímiles ydistantes entre sí, son ocasiones para determinarcómo nuestras instituciones y los actores socialesy políticos que les dan forma y transitan por ellas(con todas sus limitaciones), pueden enfrentar losconflictos del presente o los problemas no resuel-tos del pasado. En todos estos casos hay fundadasrazones para escépticos acerca del desenlace fi-nal, aunque también existen ciertos resquicios paraun moderado optimismo. Ciertamente no son, delejos, los únicos retos que tenemos; sin embargo,es a través de este tipo de pruebas y la manera enque las enfrentamos que iremos viendo cómo va-mos reduciendo (o profundizando) las distanciastanto de las memorias del pasado y cómo la de losrecuerdos que tendremos de nuestro presente.

12 De acuerdo con la encuesta de opinión de septiembre de 2007, realizada en Lima Metropolitana por el IOP-PUCP, el 84% de los entrevistados dice tenerpoca o ninguna confianza en el Poder Judicial.

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 29

ENSAYOS Y ANÁLISIS

Antes de iniciarse el incierto período de transicióny consolidación de la democracia que venimos vi-viendo en el Perú, se desarrolló en los medios deprensa una discusión entre distintos líderes de opi-nión sobre los hechos de violencia producidos en-tre 1980 y el 2000, y sobre las acciones que el Estadodebía desarrollar para atender las demandas dejusticia de las víctimas de la violencia.1 Poco sesabe, sin embargo, de la forma en que reaccionó laopinión pública frente a estos temas. En este textopretendemos dar cuenta de ello a partir del análi-sis de los datos recogidos en la encuesta nacionalsobre percepciones de memoria y reconciliaciónque el Instituto de Democracia y Derechos Hu-manos de la Pontificia Universidad Católica delPerú (IDEHPUCP) encargó a IMASEN en diciembre de2006.2 Lo que buscamos es hacer llegar al públi-co interesado algunos aspectos relevantes de di-

cha encuesta para enriquecer el debate sobre larelación entre la memoria y la justicia retributi-va en el contexto posterior a la violencia vividaen el Perú.

Las posiciones defendidas por los líderes deopinión fueron variadas y heterogéneas, pero porrazones metodológicas reduciremos el amplio es-pectro en el que ellas se ordenan a dos posicionesantagónicas. Sabemos que en medio y a amboslados de las posiciones que presentaremos se abreun extenso abanico de versiones del pasado y deposiciones respecto a la justicia; pero, a pesar delriesgo que corremos de caricaturizarlas, las es-quematizaremos a partir de algunos de sus ele-mentos básicos para analizar la distancia que hayentre ellas y la opinión pública peruana. La pri-mera posición a la que nos referimos alcanzó sumáxima concreción en el mensaje a la nación del

Reflexiones a partir de la encuesta nacionalsobre percepciones de memoria y reconciliación

MEMORIA Y JUSTICIAEN LA OPINIÓN PÚBLICA PERUANA

RAFAEL BARRANTES

1 Para un análisis más profundo de la forma en que se desarrolló dicho debate una vez entregado el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Recon-ciliación, véase BARRANTES, Rafael y Jesús PEÑA. «Narrativas sobre el conflicto armado interno en el Perú: la memoria en el proceso político despuésde la cvr». En Félix Reátegui (coord.). Transformaciones democráticas y memorias de la violencia en el Perú. Colección Documentos de Trabajo, SerieReconciliación N.o 2. Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006. Véase también DRINOT,Paulo. «El ojo que llora, las ontologías de la violencia y la opción por la memoria en el Perú» En Hueso Húmero, n.o 50, 2007. Lima.

2 La encuesta se elaboró en diciembre de 2006 y buscó analizar cómo es que la opinión pública peruana elabora el recuerdo de los sucesos de violencia ocurridosen el país entre 1980 y el 2000, y la forma en que estos se conectan con las opiniones sobre temas de reconciliación, democracia y derechos humanos. Se realizósobre una base de 1.601 entrevistas, distribuidas en Lima y Callao, en tres grandes ciudades (Arequipa, Chiclayo y Cusco) y en cinco provincias que seencuentran entre las más afectadas por el conflicto armado interno, entre las que se incluyeron Huánuco, Leoncio Prado, Huancayo, Huamanga y Huanta.

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos30

ENSAYOS Y ANÁLISIS

ex presidente Fujimori en abril de 1992 y en eldebate que se desarrolló en el Congreso de la Repú-blica el 14 de junio de 1995 sobre la ley de amnistíapara los militares implicados en violaciones de losderechos humanos. La segunda la recogemos de laelaboración realizada por las organizaciones dederechos humanos durante el período de violencia.Dicha posición alcanzó su forma más concreta enel Informe Final de la Comisión de la Verdad y Re-conciliación (CVR) que fue presentado en agosto de2003. Reduciremos ambas posiciones a algunoselementos relevantes para el presente análisis, ob-viando sus matices para analizar la forma en quese han instalado entre los peruanos ciertas opi-niones respecto a temas de memoria y justicia.Así, nos concentraremos en sus aspectos relativosa la interpretación de las causas de la violencia, ladistribución de los méritos en la lucha contrasub-versiva, la responsabilidad por las muertes y vio-laciones de los derechos humanos, y las demandasde justicia penal.

Ambas narrativas nos plantean lecturas al-ternativas de los hechos de violencia, así comodistintas explicaciones sobre sus causas, la formaen que fue derrotado el Partido Comunista del PerúSendero Luminoso (PCP-SL) y la idoneidad de la es-trategia contrasubversiva utilizada por el Esta-do. Al mismo tiempo, se abren hacia distintas for-mas de concebir la democracia y hacia distintasactitudes frente a la justicia retributiva.3 Tal como

han hecho otros autores, llamaremos a la primeramemoria de salvación por sus semejanzas con las na-rrativas construidas por los gobiernos dictato-riales de derecha en distintos países del cono sur.4

Desde esta posición, la única explicación al desa-rrollo del conflicto armado interno se encuentraen la voluntad criminal del PCP-SL; se asigna demanera exclusiva al gobierno de Alberto Fujimo-ri y a las fuerzas armadas (incluyendo a las ron-das contrasubversivas) el mérito en la derrota dela subversión, dejando ver que solo el gobiernofujimorista y su forma de hacer política es capazde garantizar el orden y la seguridad en el país; yse justifica el alto número de víctimas civiles y deviolaciones de los derechos humanos argumen-tándose que son inevitables en toda guerra. Comoderivado lógico de estas posiciones, no se recono-ce a las víctimas de la violencia el derecho a satis-facer sus demandas de justicia penal, ya que lasola pretensión de pedir a las fuerzas del ordenque rindan cuentas por los crímenes cometidos esleída como una muestra de ingratitud y una for-ma de «hacerle el juego a la subversión».

A la segunda posición la hemos llamado enotro lugar,5 dado su carácter emblemático6 y a fal-ta de una mejor denominación, memoria para la re-conciliación. Desde este modo de ver los hechos, sibien se defiende que el motivo principal del con-flicto armado interno fue la voluntad criminal delPCP-SL, se acepta también que la violencia no hu-

3 Referida a la penalización de las responsabilidades a partir de la imposición de castigos a los perpetradores de un daño para restablecer así la igualdadperdida a través de un crimen.

4 Véase MARCHESI, Aldo. «Vencedores vencidos: las respuestas militares frente a los informes “Nunca Más“ en el cono sur». En Eric Hershberg y FelipeArgüero (comps.). Memorias militares sobre la represión en el cono sur: visiones en disputa en dictadura y democracia. Madrid: Siglo XXI, 2005.

5 Véase BARRANTES, Rafael y Jesús PEÑA. Ob. cit.6 Por escrutar el pasado para extraer lecciones de él y así dirigirse hacia el futuro a través de recomendaciones que apuntan hacia un proyecto de

reconciliación nacional.

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 31

ENSAYOS Y ANÁLISIS

biera podido desplegarse con la misma extensióne intensidad de no haberse montado sobre pro-blemas estructurales de la sociedad peruana comola exclusión, la marginalidad y la debilidad de lasinstituciones democráticas. Se otorga un impor-tante papel a las fuerzas del orden en la lucha con-trasubversiva, pero no se les asigna un méritoexclusivo; pues se consideran también otros fac-tores explicativos de la derrota de la subversiónterrorista como el temprano deterioro de la rela-ción entre el PCP-SL y la población rural, la resis-tencia de las organizaciones sociales en los distin-tos escenarios donde se desarrolló la violencia y eldesgaste al interior del propio PCP-SL; además, sereconoce, a partir del uso de la categoría de «con-flicto armado interno», que lo que vivimos en elPerú fue una guerra, pero se critica la forma enque se desarrolló la lucha contrasubversiva y lacomisión de violaciones de los derechos humanos.De esta forma de entender el pasado, se deduce elderecho de las víctimas a satisfacer sus deman-das de justicia penal mediante juicios a los res-ponsables de los crímenes contra los derechoshumanos, sean estos miembros de las organiza-ciones subversivas o agentes del Estado.

El análisis de la cercanía de la opinión públicahacia una u otra posición no debe ser entendidocomo el análisis del triunfo de una posición sobrela otra, pues excede a nuestras fuerzas la tarea decomprobar el grado en que la opinión pública se havisto influenciada por las declaraciones y la capa-cidad persuasiva de los líderes de opinión. Tampo-co se pretende un juicio sobre la validez histórica omoral de las posturas en disputa. Aspiramos úni-camente a dar cuenta de la forma en que se encon-traba, al momento de realizarse la encuesta, la opi-

nión pública peruana respecto de estos temas cru-ciales para el futuro de la democracia en el país,tomando como referente o modelos las dos postu-ras esquemáticas arriba mencionadas. Por último,si algún valor tiene este análisis, es el de entregarelementos para el estudio de la forma en que se vaninstalando en la opinión pública ciertos valoressobre la forma en que debe ser procesada la justi-cia, y el papel que en este proceso tiene la memoriacomo forma de interpretar el pasado y de abrirsehacia distintos futuros posibles.

1. LAS NARRATIVAS SOBRE EL CONFLICTOARMADO INTERNO

1.1. CAUSAS DE LA VIOLENCIA

Según la encuesta nacional sobre percepciones dememoria y reconciliación, la mayoría de los entre-vistados opinó que la violencia obedeció a múlti-ples factores. Se aceptó con amplio nivel de consen-so que tanto los factores «estructurales» como losrelativos a la ideología y a la voluntad subversivadel PCP-SL son a su vez causas de la violencia. Sinembargo, no se les asignó el mismo peso. Cuandose trató de diferenciar entre los factores más im-portantes y los menos importantes, la gran mayo-ría de los entrevistados en todas las ciudades enlas que la encuesta fue aplicada, otorgó más impor-tancia a las explicaciones «estructurales» que a lasque aluden a la ideología y a la voluntad subversi-va del PCP-SL. Donde esta tendencia se agravó fue enlas zonas más afectadas por la violencia: en Ayacu-cho y en ciudades como Huánuco y Huancayo elporcentaje de personas que opinó que factores como

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos32

la pobreza fueron los principales causantes de laviolencia fue mayor que en el resto del país.

La opinión de la mayoría de los encuestados res-pecto de las causas de la violencia discrepa de laversión de la memoria para la reconciliación como de lamemoria de salvación. Tanto los primeros como los se-gundos defienden la idea de que la violencia no hu-biera podido iniciarse sin la voluntad del PCP-SL deiniciar la guerra. La diferencia radica en que en lamemoria de salvación es esa la única explicación para elconflicto. La puesta en primer lugar de los factoresestructurales por parte de los entrevistados contra-dijo las dos versiones a partir de las que estamoselaborando este análisis. Es probable que debajo deesta versión se mantenga una cierta disposición alas explicaciones estructuralistas en amplios secto-res de la sociedad peruana a partir de la constata-ción de una realidad signada por la pobreza, las in-justicias y la debilidad de las instituciones estatales.

1.2. MÉRITOS Y RESPONSABILIDADES

Otro aspecto relevante del informe de la encues-ta nacional sobre percepciones de memoria y re-conciliación es el relativo a la distribución de

méritos y responsabilidades durante el procesode violencia. Hemos dicho que en la memoria parala reconciliación se atribuye al PCP-SL la mayor res-ponsabilidad de muertes y que, a su vez, se reco-noce que las fuerzas del orden tuvieron una graveresponsabilidad. Ello es absolutamente coherentecon las opiniones recogidas entre los encuestadosa nivel nacional. La posición defendida desde lamemoria de salvación no fue convalidada por la ma-yoría de los entrevistados, puesto que, desde estaperspectiva, las fuerzas del orden no tuvieron unaresponsabilidad significativa. Para dar cuenta deello, en la encuesta se diferenciaron las respuestasde quienes atribuían al PCP-SL o a las fuerzas delorden mayor responsabilidad en el número demuertos, de las que atribuían la responsabilidada «ambos por igual». Llama la atención que en laúnica zona en la que el porcentaje de quienes opi-naron que ambos actores causaron muertes porigual es mayor que el porcentaje de quienes opi-nan que la responsabilidad principal es del PCP-SL,fue en Ayacucho. En esta zona, la opinión de lamayoría no se acercó a la tesis de la memoria para lareconciliación ni tampoco, obviamente, a la de la me-moria de salvación.

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo Ayacucho

Voluntad La decisión de SL de iniciar una guerra 9,3 8,1 4,3 1,5del PCP-SL Las ideas políticas de los senderistas 8,2 9,0 7,9 4,6Factores La pobreza 32,4 26,1 24,9 40,6estructurales La incapacidad del Estado para atender

las demandas de la población 23,3 26,6 22,1 23,5Los abusos e injusticias que sufría lapoblación 15,5 20,7 20,6 20,6La poca presencia de militares y policías 8,5 6,6 15,1 3,4La discriminación/racismo 2,0 1,3 3,7 1,4No responde 0,9 1,6 1,4 4,5

La causa principal de la violencia

ENSAYOS Y ANÁLISIS

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 33

Por otro lado, dado que no necesariamente laresponsabilidad de muertes implica siempre vio-laciones de los derechos humanos, durante las en-trevistas se preguntó si se consideraba que estas sehabrían producido pidiendo que se defina quién ha-bría sido el principal responsable. La mayoría delos entrevistados opinó que sí se produjeron7 y, entodas las zonas encuestadas, la mayoría estuvo deacuerdo en que el principal violador de derechos hu-

manos fue el PCP-SL, pero no por ello se dejó de otor-gar un alto porcentaje, sobre todo en las zonas másafectadas por la violencia, a las fuerzas armadas.

Uno de los principales nudos de discusión en-tre la memoria para la reconciliación y la memoria de salva-ción es la recurrencia con que se cometieron las vio-laciones de los derechos humanos. Nos referimos ala discusión acerca de si las violaciones fueron sis-temáticas y generalizadas en algunos lugares y

7 En el cuadro que presentamos a continuación podemos ver que, a pesar de ser Ayacucho la zona en la que se sufrió más intensamente el conflicto, existeahí menor consenso sobre la existencia de violaciones de los derechos humanos. A pesar de ello, la cifra de quienes piensan que estas sí se produjerones absolutamente mayoritaria: 70,8%.

ENSAYOS Y ANÁLISIS

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo Ayacucho

Las fuerzas del orden 8,2 13,2 12,5 15,3Los grupos subversivos 46,2 42,4 46,2 25,5Ambos por igual 40,0 42,4 38,3 50,5No responde 5,6 2,1 2,9 8,7

¿Quiénes causaron más muertes?

Total columnas: 100%

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo AyacuchoSí 82,7 84,7 81,6 70,8No 8,7 13,0 16,5 15,3No responde 8,5 2,3 1,8 13,9

¿Se produjeron violaciones de los derechos humanos?

Total columnas: 100%

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo AyacuchoLos terroristas 55,8 64,4 63,2 76,3El gobierno de turno 41,5 35,3 21,2 23,5La FA 25,1 28,3 37,2 57,5La Policía 6,8 7,3 5,5 10,2

¿Quiénes fueron sus autores?

Respuesta múltiple. No suman 100%

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos34

momentos, o si, por el contrario, fueron sucesos ais-lados. Las cifras revelan que en todas las zonas en-cuestadas, sea para las violaciones cometidas porel PCP-SL o para las cometidas por las fuerzas delorden, la mayoría de los entrevistados estuvo deacuerdo en que generalmente los derechos huma-nos no fueron respetados; y, en todos los casos, sereconoció con mayor amplitud la generalidad delas violaciones de los derechos humanos perpetra-das por el PCP-SL. Esta tendencia al reconocimientode violaciones generalizadas es coherente con laversión de la memoria para la reconciliación, y se alejabastante de la tesis, defendida desde la memoria desalvación, de que los crímenes cometidos por las fuer-zas del orden no fueron más que excesos aislados,producto de la tensión del momento, ajenos por lotanto a un plan o estrategia predefinida.

A pesar de que existe un amplio sector que re-conoció la responsabilidad de las fuerzas arma-das en las violaciones de los derechos humanos, el

rol que estas cumplieron en la lucha contrasub-versiva fue percibido de manera favorable. Estemérito fue también atribuido al gobierno de Al-berto Fujimori: en su mayoría, los encuestadosvaloraron positivamente el rol del Gobierno en laderrota de la subversión.8 Este conjunto de opi-niones es absolutamente coherente con la memoriade salvación, aunque también con la narrativa de lamemoria para la reconciliación, en lo que respecta almérito de las fuerzas armadas, dado que ella nodesmerece la labor que estas desempeñaron en lalucha contrasubversiva.

Un aspecto por analizar es el de las opinionesrespecto al papel de las fuerzas policiales. Segúnla memoria de salvación, las fuerzas policiales no ju-garon un rol tan importante en la lucha contra-subversiva si se las compara con el rol jugado porlas fuerzas armadas; mientras que, por el contra-rio, la memoria para la reconciliación reconoce el papeljugado por las unidades de investigación de la

Las fuerzas del orden, SL y los derechos humanos en las zonas donde actuaron

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo Ayacucho

Generalmente sí losrespetaron 3,5 1,5 9,3 3,3 11,2 5,6 2,2 2,3Algunas veces no 26,2 8,0 23,5 8,4 34,8 20,1 18,2 10,3Generalmente no losrespetaron 66,9 87,6 65,2 85,5 51,5 72,0 70,7 80,8No responde 3,5 2,9 2,0 2,7 2,5 2,3 9,0 6,6

Fuerzas Sendero Fuerzas Sendero Fuerzas Sendero Fuerzas Senderodel orden Luminoso del orden Luminoso del orden Luminoso del orden Luminoso

Total columnas: 100%

ENSAYOS Y ANÁLISIS

8 Para la elaboración de los cuadros que presentamos a continuación se tomaron en cuenta solo las respuestas que atribuyen el rol más importante en la luchacontrasubversiva. En Ayacucho, región donde existe un sólido sentimiento de orgullo por el rol jugado por las rondas contrasubversivas, estas ocuparonun lugar más importante que el de las fuerzas armadas.

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MEMORIARevista sobre cultura, democracia y derechos humanos 35

Policía Nacional. En todos los casos, la calificacióndel rol jugado por la policía fue «positiva» o «muypositiva», pero la distribución de ambas opcionestiene una relación directa con el grado de afecta-ción de las distintas regiones: «muy positiva» enlas menos afectadas y «positiva» en las más afec-tadas. Ello tal vez se deba al hecho de que el traba-jo policial fue realizado y conocido sobre todo enLima y no tanto en las zonas más afectadas en lasque el desempeño de las fuerzas policiales duran-te los primeros años fue duramente cuestionado.9

1.3. EXPECTATIVAS DE JUSTICIARETRIBUTIVA

El conjunto de percepciones y opiniones sobre elconflicto se ubicó, en la mayoría de los casos, den-tro de alguna de las dos versiones en pugna que sedesplegaron durante el conflicto y que se polariza-ron una vez entregado el Informe Final de la CVR. Enalgunos casos, sin embargo, como el de las explica-ciones sobre las causas del conflicto, las opinionesde los entrevistados no se encontraron dentro de

9 Véase COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN. Informe Final. Lima: CVR, 2003, t. II: «Las fuerzas policiales», capítulo 1: «Los actores armados».10 Consideramos únicamente a las instituciones que jugaron algún rol en la derrota militar del PCP-SL. No tomamos en cuenta, por tanto, otros actores como

los partidos políticos, las organizaciones civiles y las iglesias.

ENSAYOS Y ANÁLISIS

Calificación Lima Ciudades Huánuco-Huancayo Ayacucho

Muy positiva FA, Policía, FA, Policía, FA Autodefensa(80% a más) Autodefensa Autodefensa comunidades,

comunidades, comunidades, poblacionesgobierno AFF poblaciones

Positiva Poblaciones Gobierno AFF Poblaciones, FA, gobierno AFF,(60% a 79%) gobierno AFF, Policía

autodefensa comu-nidades, Policía

Rol percibido en la derrota de la subversión10

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo AyacuchoLa FA 29,6 26,7 38,8 22,2El gobierno de AF 27,3 26,1 23,9 14,8La Policía 16,0 12,4 10,6 3,4Los Comités de Autodefensa 10,2 17,3 15,8 46,1La población de las zonas afectadas 5,3 6,6 5,9 4,2Otros 6,2 4,4 2,8 0,5

¿Quién jugó el rol más importante?

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MEMORIA Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos36

ninguna de las dos memorias en pugna. Nos inte-resa ahora dar cuenta de cómo se ordenaron di-chas opiniones frente a un ideal de respeto de losderechos humanos, específicamente, de aquellos queforman parte de los derechos civiles (libertad, de-recho a la vida, integridad personal, etcétera).

Los cuadros que presentamos a continuaciónaglutinan las opiniones respecto a la forma en quedeben procesarse jurídicamente las responsabili-dades por violaciones de los derechos humanos yla forma en que debe combatirse la subversión.Como dice el informe de la encuesta nacional so-bre percepciones de memoria y reconciliación,«[…] en ambos casos las respuestas se agrupanprincipalmente en aquellas opciones representa-tivas de un ideal de respeto a los derechos huma-nos». Es decir, la mayoría de las opiniones en to-das las zonas apuntaron en favor de investigar ysancionar las violaciones de los derechos huma-nos perpetradas por las fuerzas del orden, y tam-

bién en favor de detener y juzgar en procesos jus-tos a los miembros de las organizaciones «terro-ristas». De esta manera, respecto a las demandasde justicia, sea para los procesos contra los miem-bros de las fuerzas armadas o contra las organi-zaciones subversivas que violaron derechos hu-manos, las opiniones fueron coherentes con laspropuestas de justicia y reconciliación represen-tadas en la memoria para la reconciliación.

2. REFLEXIONES FINALES

Los resultados encontrados revelan un cúmulo deopiniones, actitudes y valores que aparentementese superponen y entran en conflicto entre sí. Po-dría decirse que no se terminó de condenar la ac-ción de las fuerzas armadas y del gobierno de Al-berto Fujimori durante el conflicto interno, ya quesi bien se reconoció que hubo violaciones de los

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo AyacuchoQue se investigue y sancione 80,5 85,1 73,6 71,6Dejar las cosas como están 12,0 13,5 22,1 19,1No responde 7,5 1,4 4,3 9,3

¿Debe investigarse y sancionarse las violaciones de los derechos humanos cometidas por las fuerzas del orden o esmejor dejar las cosas como están?

Total columnas: 100%

Lima Ciudades Huánuco-Huancayo Ayacucho

Deteniéndolos y juzgándolos en procesosjustos 65,6 82,0 68,1 66,1Persiguiéndolos y eliminándolos no importalo que cueste 26,9 16,5 27,1 15,2No responde 7,5 1,5 4,1 18,7

La mejor manera de combatir el terrorismo es…

Total columnas: 100%

ENSAYOS Y ANÁLISIS

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derechos humanos, estos se consideraron necesa-rios para acabar con el terrorismo. Parece reve-larse un desconocimiento de la relación entre de-mocracia y derechos humanos o una actitud«pragmática» hacia la violencia y los derechos hu-manos. Los crímenes son debidamente anotados,pero ello no necesariamente hace retroceder elreconocimiento hacia quienes se atribuyen la de-rrota de la subversión. Sin embargo, otra inter-pretación posible podría ser que los entrevista-dos supieron separar todo lo que tiene que vercon la derrota al PCP-SL de lo que tiene que ver conlas violaciones de los derechos humanos y lasresponsabilidades penales que estas suscitan. Elreconocimiento cognitivo de los hechos no esta-ría afectando el juicio moral sobre ellos. Desdeeste punto de vista, la constatación de los méri-tos de las fuerzas del orden en la lucha contra-subversiva no implicaría posiciones en favor dela impunidad. Esto, como ya hemos adelantadolíneas arriba, sería coherente con la narrativa ylas propuestas de justicia de la memoria para lareconciliación.

Por otro lado, respecto a los crímenes perpe-trados por el PCP-SL, si bien la mayoría de los en-cuestados reconoció que fueron los principales res-ponsables de muertes y violaciones de los derechoshumanos, no se deduce de ello que las organizacio-nes subversivas deban ser perseguidas y elimina-das «no importa lo que cueste». Es cierto que elporcentaje de quienes estuvieron a favor de estamedida es significativo (en ningún caso menor del15,2%); sin embargo, estos porcentajes son abso-

lutamente minoritarios respecto al porcentaje dequienes opinaron que los subversivos deben serjuzgados en «procesos justos».

Se revela, entonces, que en el Perú, al menos almomento de ser aplicada la encuesta, las deman-das de justicia son coherentes con un ideal derespeto de derechos humanos. La mayoría de losentrevistados opinó en favor de la instituciona-lización de los derechos humanos en la justiciaretributiva, por lo menos en lo referente a lossucesos de violencia vividos en el país durante ladécada de 1980 y 1990. La forma en que se ha im-pulsado desde la memoria de salvación la justicia re-tributiva respecto de la violencia reciente (impu-nidad para los miembros de las fuerzas del ordeny extrema severidad sin mediar costos para losmiembros de las organizaciones subversivas) nofue defendida por la mayoría de los peruanos. Así,el deseo de vengarse por cualquier medio por losdaños causados por la subversión no fue concebidocomo una aspiración legítima; ni tampoco se justi-ficó la violación de los derechos humanos perpetra-das por las fuerzas armadas contra los miembrosde los grupos subversivos y la población civil. Sibien ello no necesariamente se debe al trabajo de laCVR y a su impacto en la población,11 podría recono-cerse, cuando menos, que una cierta actitud en fa-vor de los derechos humanos puede haber ido con-formándose de manera paralela al trabajo de lasorganizaciones de derechos humanos desde los pri-meros años del proceso de violencia.

Queda pendiente para un estudio de más lar-go aliento el análisis del nivel de instalación en la

ENSAYOS Y ANÁLISIS

11 Se podría afirmar todo lo contrario: que la CVR no logró calar en la opinión pública ni constituirse en un referente para el moldeamiento de una cultura ciudadana.

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opinión pública de la constelación de creencias,valores y actitudes coherentes con la democraciay los derechos humanos; para evaluar así si es quelas respuestas recogidas en la encuesta nacionalsobre percepciones de memoria y reconciliacióndescansan en factores estables o en factores con-tingentes y coyunturales. El estudio de la presen-cia estable de los valores y las actitudes de losderechos humanos en la población no se puedenabordar a partir de una sola encuesta, sino que

12 Tal como la entiende Norbert Elías en El proceso de la civilización: investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México D. F.: Fondo de CulturaEconómica, 1987.

ENSAYOS Y ANÁLISIS

requiere de trabajos más extensos acerca de te-mas como la «civilización»12 de las expectativasde justicia y la racionalización de los deseos devenganza.

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Con este artículo me propongo reflexionar sobreel espacio que ocupan los derechos humanos en laescena pública y en los imaginarios de los perua-nos. ¿Qué espacio han ganado? ¿Quiénes y bajoqué condiciones los levantan? ¿El lenguaje de laComisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) sobrederechos es un lenguaje conocido? ¿Qué novedadnos trae? ¿A qué nos referimos hoy con derechoshumanos en la política peruana? Ciertamente nocreo poder responder a todas las preguntas, peroencuentro que la actual ausencia en el debate polí-tico nacional sobre la perspectiva de los derechoshumanos representa una seria limitación paraconstruir nuestro país como un espacio donde po-damos vivir como personas.

1. ¿QUÉ NOS TRAJO DE NUEVO LA CVR?

Con el Informe Final de la CVR conocimos las atroci-dades producidas por el conflicto armado internoen el Perú analizadas desde el punto de vista éticode los derechos humanos. Es decir, el análisis de laguerra interna puso de manifiesto la negación his-tórica de una buena parte de los peruanos porparte del Estado y de la sociedad. La acción arma-da simplemente agudizó esta realidad al extremodel exterminio de muchas poblaciones quechuas

ENSAYOS Y ANÁLISIS

y asháninkas. El Estado peruano, supuestamentedemocrático, abdicó de su autoridad política des-de los finales de 1982 entregando a los militares laautorización para actuar sin cortapisas en los te-rritorios en guerra. Asimismo, durante el últimoperíodo (1990-2000), el poder militar se sobrepu-so al civil articulando al mismo tiempo un siste-ma de corrupción organizada y centralizada den-tro del Estado, la que fortaleció el poder centralcontrolado. En ese período la guerra interna y lacorrupción caminaron de la mano; de allí que ac-tualmente el entonces presidente Fujimori estáacusado tanto por crímenes de lesa humanidadcomo por malos manejos del dinero del Estado.

La perspectiva de análisis de la CVR nos deja:un diagnóstico muy profundo de las causas de laviolencia, varios análisis de casos de violacionesde derechos humanos, el perfil de los actores po-líticos del conflicto interno y las secuelas de laviolencia en lo psicológico y en lo social. Pero porencima de todo destaca su perspectiva ética querecorre la interpretación de lo ocurrido en el Perú,en la cual se nos ha dicho varias veces que la gue-rra se volvió posible porque las poblaciones afec-tadas fueron tratadas frecuentemente como ob-jetos, tanto por Sendero Luminoso como por lasfuerzas del orden y las autoridades. La condiciónde objeto de un gran sector de la población les

LOS DERECHOS HUMANOS Y LA POLÍTICADEL RECONOCIMIENTO EN EL PERÚ

ROSA ALAYZA

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suprime su condición humana; es decir, anula elvalor de su vida, sus modos de sentir y vivir. Bajoesta condición de objetos fueron vistos por la pro-pia sociedad peruana. Como se ha dicho muchasveces, el desconocimiento y la indiferencia de lamayoría de peruanos ante las masacres que ocu-rrían dentro del país serrano, en Ayacucho, y otroslugares habla de esta ausencia de lazos de ciuda-danía. Inequívocamente, más allá de nuestros de-seos, estas distancias entre unos y otros peruanosmuestran nuestro profundo desconocimiento dela humanidad de estas poblaciones, la ausenciade contacto con otro, distinto a uno, pero otro,humanamente hablando. Fue esta falta de contac-to la que justificó la indiferencia de amplios secto-res de la sociedad a los que no les importaron ni elhecho de la guerra ni sus efectos.

La perspectiva de la reconciliación del InformeFinal de la CVR nos ofrece una perspectiva de cons-trucción del futuro. Es decir, a la comunidad frac-turada, a las secuelas de la guerra interna antepo-ne la necesidad perentoria de reconstruir el pactoy restablecer vínculos, incluyendo a todos y to-das con sus particularidades para que el pactofuncione. Todo ello encuadrado en el marco de laciudadanía. La sociedad, como el Estado, debe po-ner lo suyo para el establecimiento del consensode protección y apuesta futura que organiza losespacios de convivencia entre peruanos. Se debie-ra construir un nosotros que asuma el haber ig-norado este hecho tanto en los años de la guerracomo en la historia peruana. En verdad, el tejidode relaciones humanas entre los habitantes delPerú se convierte en un asunto de primera necesi-dad para que existamos como país, en el que el

Estado facilita oportunidades y buen trato y laspersonas conviven aceptándose en sus diferencias.Sin embargo, hay que reconocer que actualmenteesta perspectiva es aún muy poco conocida, me-nos asumida y escasamente practicada.

2. ¿DE QUÉ ESTADO HABLAMOS CUANDOHABLAMOS DE DERECHOS HUMANOS?

Los derechos humanos se han venido demandan-do desde hace varias décadas. La democratizaciónde la sociedad peruana ha ocurrido a trompiconesy por caminos variados. Por un lado, el reclamo delos derechos sociales (educación, acceso a la tierra,jornada de trabajo, condiciones de trabajo, alimen-tación, salud, etcétera); por otro lado, se constataque los derechos políticos han ido surgiendo comoparte de la lucha social y después expresamente, afines de los noventa, también, de la lucha contrala dictadura de Fujimori. Amplios sectores de lasociedad peruana han contribuido a modernizarsus relaciones con el Estado exigiendo una pers-pectiva de igualdad y ciertas garantías de desa-rrollo económico. Si miramos la historia del Perú,podemos concluir que desde los años sesenta seviene sembrando y cosechando una perspectivade derechos en la sociedad peruana por parte desectores rurales y urbanos de manera consisten-te. La conciencia individual y la conciencia de lasdiferencias han surgido juntas, como parte de lasexperiencias de la inmigración y construcción dela vida personal y familiar de muchos peruanosque se han establecido progresivamente en lasgrandes ciudades.

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Definitivamente, va quedando atrás para mu-chos peruanos la relación de tutelaje y va afir-mándose la conciencia del individuo. Ello no im-plica necesariamente un sentido del nosotros quevaya más allá de uno, menos todavía una actituddel respeto o tolerancia entre personas. Es decir, elsentido ético de las relaciones humanas, del quehabla la CVR, esto es, la construcción de una casacomún que nos alberga a todos, está ausente y entodos los estratos. En definitiva, históricamente,este lenguaje de derechos se afirma como partedel surgimiento del sujeto cholo peruano, presen-te hoy en muchas dimensiones de la vida públicatambién expresado como parte de la identidad delos peruanos. A la par, esto representa una expre-sión de la muerte de la sociedad oligárquica. Peroesta identidad del cholo peruano con derechos con-vive con una vieja cultura discriminadora que asu-men tanto ricos como pobres, que sobrevive enmodos de relación donde se busca la afirmacióndel grupo o de la persona discriminando al otro.

Resulta tan corriente el pragmatismo entendi-do como el uso de la autoridad o del grupo paraconseguir mis fines, la violencia como recurso paralograr las demandas pendientes, el toma y daca defavores entre autoridades y poblaciones, el uso dellenguaje que gusta a la autoridad o al educador, et-cétera. Estas y otras actitudes pueden interpretarsecomo estrategias de sobrevivencia que forman par-te de los procesos de acomodo de los ciudadanos enla sociedad peruana. Igualmente, rasgos raciales, deconsumo, modos de hablar, etcétera, ponen en evi-

dencia las miles de estratificaciones que existen parasepararnos a unos de otros. Pero en ningún caso res-ponden al respeto de las personas ni a la valoraciónde la pluralidad como riqueza humana y social. Latendencia simultánea a mantener espacios de diver-sión homogéneos y cerrados, según grupos socialesy culturales, se combina con la creciente privatiza-ción de los espacios públicos en las ciudades; así elhábitat representa como si fuera natural la mani-festación de las muchas discriminaciones que he-mos ido fabricando para sentirnos seguros. Y quie-nes aspiramos a una sociedad más integrada ymenos discriminadora sin discriminaciones has-ta ahora no logramos afinar nuestros sensores detal manera que nos permitan valorar constructi-vamente nuestras diferencias.

El marco democrático constitucional y políti-co que se inició en los ochenta no ha tenido uncorrelato ni en el Estado que como dijimos antesabdicó de su autoridad política ni tampoco en losciudadanos. Por eso la supuesta legalidad demo-crática en nuestro país es sumamente débil, nosolamente en lo que respecta a las instituciones yprocedimientos, sino, sobre todo en lo que respec-ta a la aceptación de las personas. Hablar de for-malidad democrática es correcto en la medida enque no hay masas ciudadanas que respalden fer-vientemente a la democracia. Esto coincide con lagran crítica latinoamericana que se hizo evidentecon el informe (2004) del Programa de las Nacio-nes Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre la de-mocracia,1 que puso sobre el tapete que veinte

1 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). Democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas. BuenosAires: abril, 2004.

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años de democracia política no había cambiado lavida de las poblaciones; es decir, los cambios ins-titucionales y legales se habían dado sin introdu-cir al mismo tiempo las necesarias mejoras socia-les y económicas que modificaran las formas devida de las grandes mayorías. Todo esto ocurre, ynos deja una gran paradoja. ¿Cómo puede justifi-carse un sistema de democracia que no incluyecomo meta de su propia realización establecercondiciones comunes para el desarrollo humanode la población?

Se ve, en efecto, como comprensible la falta delegitimidad de la democracia ante las poblaciones,lo que estimula constantemente a que los discursosen nombre de los derechos humanos (civiles, polí-ticos, económicos, sociales, etcétera) se vuelvanvacíos o formales. Ciertamente esto no le quita im-portancia ni valor político a las organizaciones queinsisten en presionar por el cumplimiento de lasreglas e institucionalidad democrática. Esto es obli-gar al Estado a que cumpla con su propia norma.Pero no hay que dejarse engañar o crear la ilusiónde que ya existe un parámetro democrático en elEstado, cuando ni los representantes políticos, nilos funcionarios, ni una mayoría de la población loquieren como regla de convivencia. La distanciaentre un deber ser de la democracia y su realiza-ción como regla de convivencia cotidiana es gran-de todavía. Por eso, la legalidad puede haber in-cluido muchos rasgos democráticos, pero susoperadores los niegan constantemente con susactitudes señoriales, autoritarias o privatistas.Y en muchos otros casos la mera lejanía del Esta-do hace todavía más lejana la llamada democraciaque supuestamente reviste al Estado de derecho.

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Durante los noventa, el Estado peruano al igualque el resto de Estados en América Latina se re-estructuró de acuerdo con los lineamientos delConsenso de Washington. La finalidad de esteconsistió en lograr en el mundo estados dinámi-cos y eficientes, capaces de aliarse con las grandesempresas privadas aprovechando las oportunida-des de negocios que la globalización ofrecía. El re-pertorio de medidas aplicadas —en forma rígida ypoco crítica— consiguió debilitar la presencia yautoridad del Estado con medidas como la reduc-ción de la política social, la flexibilización laboral,la focalización para atacar la pobreza extrema.Pero no se avanzó en buscar el ordenamiento ins-titucional que concretara un Estado transparen-te, en la afirmación de la legalidad frente a la in-formalidad y en la reorganización del régimentributario para facilitar ingresos al fisco.

Además, en el caso peruano, la corrupción asen-tada dentro de la cúpula del Estado trajo consigo,junto con el forado económico y el no aprovecha-miento del dinero de la privatización, una enormedeslegitimación de la autoridad del Estado debidoa que públicamente se conocieron las corruptelasinstaladas en las altas jefaturas de este. Es así como,además de la disminución de la protección social ypolítica del ciudadano, fruto de las medidas neoli-berales, el Estado demostró ser incapaz de cumplirsus fines básicos de servicio público a la comuni-dad, puesto que su orientación se dio en función defines privados. Ciertamente, este balance no es com-partido por todos, hubo un buen sector de perua-nos y peruanas, acostumbrados a estar relegadosde la política estatal que leyeron la corrupción delgobierno de Fujimori como una más en la historia

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del Perú y, por eso, más bien lo recuerdan positiva-mente por sus obras.

Nadie que represente al Estado puede evitarser tratado con la desconfianza y la distancia quelas mayorías han desarrollado frente a él. Por elcontrario, la frustración y las heridas acumula-das imponen la necesidad de mostrar las buenasobras para empezar a establecer otro tipo de rela-ciones. Sin embargo, nos topamos con otro pro-blema; normalmente la gente tiende a identificarcada gobierno con una persona, el presidente, perono así con un aparato permanente y un equipoprofesional. En efecto, para hablar de derechoshumanos necesitamos una contraparte que es laautoridad que se hace respetar y querer, porquehace respetar los derechos de las personas. Conrazón las imágenes críticas y negativas persisten.¿Cómo podemos ejercer o creer en los derechoshumanos con un Estado mermado en su autori-dad y legitimidad, y sin gran llegada a la sociedaden cuanto a políticas sociales o productivas?¿Cómo creer en los derechos ciudadanos cuandoel Estado nos maltrata o desprecia? ¿Cómo creeren el Estado cuando su presencia se identifica conintereses privados? ¿Cómo creer en el Estado cuan-do casi no está entre nosotros?

3. LOS DERECHOS HUMANOS AUSENTES HOYDEL DEBATE PÚBLICO NACIONAL

Desde la transición a la democracia durante el pe-ríodo electoral del 2000 donde se eligió al presiden-te Toledo, quedó claro que para un gran sector de lapoblación la elección del presidente Toledo impli-

caba un voto por el trabajo y el progreso económi-co, mientras que para una minoría representaba ladefensa democrática de las libertades y derechospolíticos después de la década del fujimorismo. Es-tas dos tendencias que existen hasta ahora expre-san la existencia de dos grandes grupos marcada-mente diferenciados en la sociedad peruana, unomayoritario y fijado en demandas de progreso eco-nómico, no siempre leídas como derechos; y otro,minoritario, altamente educado, que aprecia losderechos políticos y civiles. Ambos forman partede lo que podemos llamar el sujeto ciudadano.

Ciertamente, durante el gobierno del presiden-te Toledo se desarrollaron políticas públicas queincluyeron muchos y diferentes mecanismos departicipación y concertación de la población parala elaboración de los planes de desarrollo. Se res-tituyeron los controles del Estado sobre sus au-toridades, se empezó a descentralizar el poderpolítico, se impulsaron políticas a favor de la trans-parencia y acceso del ciudadano a la información.La propia CVR se consolidó e inició sus labores du-rante este período, igualmente la procuraduría an-ticorrupción. En este marco, los derechos ciudada-nos formaron parte del discurso público nacional,junto con la afirmación de la identidad chola de losperuanos. Sin embargo, las mejoras económicasfueron pocas y no corrieron en paralelo, aunquedurante este período empieza el crecimiento eco-nómico que dura hasta ahora. Por eso, el sentimientode haber sido defraudados por el presidente de lademocracia se reproduce aunándose a sentimien-tos anteriores de frustración.

El gran debate electoral del 2006 nos devolvióa la problemática que la CVR había planteado a

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propósito de la guerra interna: el Estado peruanoestá de espaldas a los pobres, necesita cambiarcon urgencia para impedir que se desate un con-flicto social mayor. La sombra de la guerra internarondaba por allí como amenaza, incluso la inter-vención pública de algunos personajes ilustrados,vinculados a círculos de poder económico, hacenver esta amenaza. El debate electoral recoge en-tonces el clima social de fastidio acumulado porno ver los beneficios ni de la política económica nide la democracia. La candidatura de Ollanta Hu-mala encarnó el nacionalismo exacerbado, agre-sivo y por momentos fuertemente etnocentrista.Mientras, Alan García, pese a su amplio conoci-miento de temas políticos y sociales, utilizó unleguaje cuidadoso para referirse a los problemasy, conforme se acercaba el día de la votación, au-mentó su oferta de grandes promesas, sin salir delcentro político que ocupaba para no perder su re-ciente alianza con la derecha.

Pese a que la problemática que se discutió du-rante la campaña electoral giró en torno a la nece-sidad de mirar al Perú pobre, rural y atrasado lomismo que a los sectores urbanos, también pobresy con muchas demandas, en ningún momento sehabló de derechos humanos. Los discursos se refe-rían a un Estado-maquinaria que tenía que cam-biar de orientación, gracias a la voluntad de gober-nantes y funcionarios eficientes, luego se agrega eltérmino austeridad en el argot oficial. El cambio apa-recía entonces asociado a la eficiencia y a la dismi-nución de las cifras de la pobreza. No se habla ni sedesarrolla un trato distinto a la gente, ni tampocohay gestos de reconocimiento para los ciudadanoso ciudadanas, o de pedir perdón por el daño que lapoblación sufrió durante la guerra interna. Por otro

lado, no aparece el aprecio por la democracia comoun valor compartido por los candidatos.

Durante el gobierno de Alan García, la pers-pectiva de derechos humanos brilla por su ausen-cia. Por el contrario, los signos son muy polémi-cos. Por ejemplo, su manifiesta defensa de la penade muerte ha traído consigo polémicas y preocu-paciones por una postura autoritaria, lo mismo larespuesta negativa del Estado peruano ante losmandatos de la Corte Interamericana de DerechosHumanos que le pide restituir derechos violados,a lo cual se niega, porque interpreta que la condi-ción de «terroristas» de algunos ciudadanos lesexime de tener y ejercer sus derechos. A lo ante-rior se suma el hecho de ignorar en la práctica elPlan Nacional de los Derechos Humanos, recien-temente aprobado por su antecesor. Por otro lado,debido a la presión de los grupos de la sociedadcivil, se concreta el inicio de una política de repa-raciones: se aprueba el reglamento de la ley delPrograma Integral de Reparaciones, se inician lasreparaciones colectivas canalizadas por la Comi-sión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) a 104 co-munidades pobres, se dan algunas reparacionesindividuales a familiares de policías y se estable-ce el Consejo de Reparaciones. En efecto, contra-dictoriamente, la política de reparaciones avanzamientras que los derechos humanos, como marcolegal, han sido muy cuestionados.

4. LA SOCIEDAD CIVIL: ¿MERECE EL TÍTULO?

La mayoría de las organizaciones de derechoshumanos que existen en el presente nacieron en ladécada del ochenta. Su desarrollo y presencia en

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el país ha sido notable especialmente a fines de losnoventa. Sin embargo, para muchos peruanoshablar de derechos humanos implica ocuparse«del terrorismo», y en una versión más elabora-da, de las víctimas del conflicto armado interno.No ven una perspectiva algo más amplia que losincluya a ellos. Este sentimiento de poca o nulasintonía con los efectos de la violencia política ylos afectados directamente por ella, inhibe a mu-chos sectores de peruanos a apoyar las políticasde reparaciones porque las ven en competenciacon su propia lucha para exigir recursos al Esta-do. La dificultad de generar sentimientos y accio-nes de solidaridad está marcada por la débil polí-tica del Estado en cuanto a derechos. Esto muestrael poco alcance que tiene en la población la prédi-ca de derechos desde el Estado, así como tambiénuna perspectiva de defensa de los derechos que seha centrado por mucho tiempo en los aspectos ci-viles y políticos de ellos sin enlazar estos aspectoscon otros propios de la realidad de nuestro país.

En todo caso, en estos tiempos predominan unavariedad de demandas sociales fragmentadas, li-deradas muchas veces por caudillos locales, re-gionales o nacionales que compiten con otras for-mas de representatividad regional para liderarlas demandas. Estamos ante intereses fragmenta-dos que vienen de grupos oprimidos y marginalescombinados con una actitud política que no in-cluye un sentido amplio de comunidad y que tam-bién se podría interpretar como un conjunto deluchas de sobrevivencia y reconocimiento porparte de estos sectores. Por otro lado, el Estado nose ha dado el trabajo de construir los canales ade-cuados para satisfacer esas demandas, aunque

maneje hoy una información más certera sobre elnúmero, localidad, motivo y duración de los con-flictos. La constante es dejar que en cada caso lascosas lleguen a un extremo para atenderlas. Y cla-ro, los discursos y métodos violentos de la pobla-ción se alimentan de la impaciencia que producela sordera del Estado. Luego, la desconfianza loslleva a pedir la presencia del mismísimo ministroo premier en el lugar de los hechos. Estos episo-dios se repiten en la escena pública bajo un libretosimilar: ¿diálogo de sordos o comedia de errores?

Muchos grupos de la sociedad civil continúantrabajando en una perspectiva de derechos hu-manos. Son valiosos sus informes públicos quemiden una serie de aspectos en este campo, lo mis-mo que sus informes dirigidos a los organismosinternacionales. Participan en redes y grupos denivel continental y global que muchas veces hanpermitido la multiplicación y resonancia de susacciones en otras instancias internacionales. Almismo tiempo, debido a su gravitación nacionaly a su tenacidad defendiendo casos de violacionesde derechos humanos, han sido duramente ataca-dos en los medios de comunicación. Hay quienesbuscan desprestigiarlos bajo el apelativo de «iz-quierda caviar», o dar una imagen de personasinteresadas que lucran con el sufrimiento de otroso que obedecen a consignas políticas contra el go-bierno o contra miembros de las fuerzas arma-das, para lo cual usan a las organizaciones no gu-bernamentales de derechos humanos en asuntosde carácter político. Lejos de pensar que no ten-gan defectos, está claro que el ataque y campañasde difamación de las que han sido objeto hablande su presencia e influencia.

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Sin embargo, preocupa que en el marco de loreferido antes sobre la poca legitimidad del Esta-do y la ausencia de un marco democrático acepta-do mayoritariamente por la población se acentúemás aún la falta de sintonía de grandes sectorescon el discurso de los derechos humanos, llegan-do a caer en saco roto. Es decir, partiendo de lashistorias de vida de muchos peruanos, ese discur-so les suena más como una declaración de fe queuna apuesta política posible para el país. La faltade legitimidad del Estado es notable y ello tam-bién se expresa en el hecho de que a los peruanosno les incumbe su construcción porque parece queno han descubierto su necesidad vista en un sen-tido constructivo y positivo. La suma negativaque caracteriza a la gestión estatal de las últimasdécadas parece contundente para la población quees maltratada o ignorada por el propio Estado.Incluso a estas poblaciones que han sufrido unamala gestión estatal hay que preguntarles si esposible vivir en una sociedad donde no hay reglasbásicas aceptadas por todos y mecanismos de pro-tección de la población. O, dicho de otro modo,¿acaso la política puede producir efectos positi-vos en las vidas de las gentes si discurre en mediode la ley de la selva? En suma, la necesidad de cons-truir un Estado que haga respetar los derechos yque él mismo los respete es un problema de todos,ciudadanos y gobernantes, grupos de oposición ypartido de gobierno, pobres o ricos. Todos necesi-tamos al Estado y su construcción también de-pende de nuestras acciones para hacer respetarlos derechos de las personas. Caso contrario, se-guimos en un círculo vicioso que consiste en acu-sar al otro de la responsabilidad de los males delpaís, sin poner mínimamente lo que nos toca.

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Para los que estamos en la sociedad lo dichoantes nos lleva a analizar este terreno desde unpunto de vista político. Lo que la sociedad no pro-duce como actitud, propuesta o ideas difícilmentelo reconoceremos en el Estado o en la política. Esnecesario que los grupos de la sociedad civil ana-licen autocríticamente qué espacios ocupan y quétipo de relaciones han establecido con sectores dela población. El contexto descrito antes, que haceilegítimo un discurso de los derechos humanos,no solo afecta al Estado, sino a estas organizacio-nes. Esta realidad amenazante de la que se apro-vechan quienes quieren mantener todo tal cual,exige que la promoción de los derechos humanosno implique solamente construir un lenguaje ac-cesible, con una perspectiva inclusiva, sino, sobretodo, que implique gestos que tejan los lazos entrelas personas. La inclusión implica que la personacon su vida entera se van haciendo parte de unacomunidad o grupos de las personas; no se tratasimplemente de que se logren cubrir sus caren-cias. La maduración de una conciencia individual,la búsqueda del progreso familiar y el contactocon realidades variadas forman parte de las di-mensiones que constituyen la vida de los perua-nos y peruanas de hoy. Por eso no está de máspreguntarse: ¿qué se comparte con los grupos quese trabaja? ¿En qué medida los espacios de sensi-bilización y formación en derechos humanos re-presentan un ejercicio de democracia y diálogo o,más bien, uno de adoctrinamiento bajo un dis-curso correcto? ¿Hasta qué punto los círculos deinfluencia se han convertido en públicos cautivos?¿Hasta dónde se reconoce como un otro al que te-nemos delante o se convierte en un receptor deideas, de instrumentos de trabajo o consignas?

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Partamos del hecho social de que las fragmen-taciones y desconfianzas alimentan una atmós-fera y sensibilidad social que dificulta un inter-cambio genuino entre personas de grupos socialy culturalmente distintos. Por eso, si no hay unejercicio deliberado de reconocimiento en estosencuentros, difícilmente habrá comunicación,diálogo y menos todavía derechos humanos acep-tados en la convivencia. Por otro lado, subsisteuna fuerte competencia entre organizaciones dela sociedad civil en pos de una mejor ubicación enel espacio social y público. Estos comportamien-tos se basan en la negación de la cooperación comopráctica posible o en la necesidad de asumir unperfil que sobredimensiona una temática, aquellaen la que nos especializamos, dejando de lado unsentido de conjunto. Lo dicho se resume en unapráctica marcada por una lógica de mercado, quese ha impuesto, negando en los hechos la posibili-dad de cooperar en otros términos; se constata laausencia de una idea de comunidad. La escasez derecursos y la precariedad de las organizaciones,llevan muchas veces a acciones con una carenciade sentido ético; entendido este último como laconstrucción de un nosotros en el espacio social ypolítico. En muchos lugares esto se explica por te-ner un tejido social desestructurado por efecto dela guerra.

El reconocimiento vital del otro como puntode partida en el proceso de ir formando un noso-tros, representa la pauta para que los derechoshumanos se encarnen en nuestra sociedad, en nues-tras relaciones, en las acciones del Estado. Esta fuela novedad que nos dejó la CVR y que no se ha des-tacado lo suficiente. Su mensaje ético quedó cari-caturizado por la polémica deliberadamente ideo-

logizada en torno al Informe, así como tambiénpor la defensa cerrada que hicieron los sectoresacusados de complicidad durante la guerra. Estosgrupos vinculados al poder económico, medios decomunicación, fuerzas armadas tienen poder y ecoen el espacio público, lo cual coloca en los hechosuna barrera muy difícil de vencer para ventilarpúblicamente estos temas dejando que fluyan eldebate y el reconocimiento de puntos de vista dis-tintos. En estos escenarios, los grupos de la socie-dad civil tienen muy poca visibilidad; es decir, sibien su opinión desde el punto de vista técnicotiene un valor importante, no ocurre lo mismodesde el punto de vista político. Los medios decomunicación los recogen muy poco; si lo hacentienden a individualizar esas opiniones borrandode un plumazo a las organizaciones y proceso queles dieron lugar.

Constatamos que hasta ahora los distintosvoceros de la sociedad peruana no han discutidoel significado y consecuencias del Informe de laCVR, tampoco lo que significa compartir a distin-tos niveles las secuelas de la violencia. Ya el restode lo que ocurre es un libreto conocido. Me refieroa que desde el 2006 el Gobierno actual se ha nega-do a asumir una perspectiva de derechos y másbien se opone a ello. En ese contexto, los anunciosde cambio son flor de un día, la ausencia de unaperspectiva de derechos humanos no sorprende ytampoco la tendencia autoritaria que crece de apocos.

Por eso, no llama la atención la ausencia deuna perspectiva de derechos humanos en los es-cenarios públicos y, a la par, los necesitamos paracontar a futuro con una sociedad y Estado demo-cráticos. Por eso, siguen siendo urgentes y necesa-

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rias las preguntas que nos inquietan: ¿cómo de-fender los derechos humanos sin un Estado quelos proteja? ¿Cómo defender los derechos huma-nos si no estamos dispuestos a reconocer al otrocomo persona? ¿Cómo el crecimiento personal decada uno puede darse en medio del encuentro conlos demás? ¿Cómo favorecer los espacios de ex-presión y de respecto de distintas identidades?

¿Cómo aportamos desde lo social a la construc-ción de un nosotros? ¿Cómo los que estamos ensociedad nos ganamos el título de sociedad civil?

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OBSERVATORIO INTERNACIONAL

1. FOUCAULT Y EL TEATRODE LAS OPERACIONES JUDICIALES

El establecimiento del derecho penal moderno, siconsideramos como tal aquel que surge del modeloliberal del siglo XIX, estableció como paradigmasconceptuales la prohibición absoluta del castigocorporal como pena, el alejamiento progresivo delas aproximaciones biológicas y racistas del casti-go, y el señalamiento de objetivos trascendentespara la aplicación y cumplimiento de las penas.Estas, desde la perspectiva foulcaltiana de la cárcely el castigo, abandonan el ritual que exhibe al de-lincuente al público y lo transforma en un con-junto de ritos y símbolos en donde la pretensiónpunitiva del Estado encuentra un objetivo racio-nal: castigas, basándote en reglas predetermina-das, la infracción de un bien jurídico consideradorelevante, en la medida en que se pueda probar laculpa (o el dolo, para ser preciso) del imputado.

Sin embargo, el papel del público y la audien-cia en el juicio y castigo sigue siendo importante.La oralidad de los juicios penales representa una

puesta en escena en donde se presume que el pesode la autoridad del Estado se encuentra expresadoen la ubicación de las partes, en la superioridad deljuez y en el carácter dramático de los actos judicia-les. El modelo inquisitivo y escrito también teníaesta ritualidad, pero alejada del público. Ambosmodelos llevan el juicio de espaldas a la sociedad.

2. LOS DERECHOS LIBERALES COMO LÍMITESDEL TEATRO JUDICIAL

La teatralidad del juicio penal y la solemnidad delpoder represor del Estado adquieren en socieda-des liberales características más concretas cuan-do los derechos de los individuos se erigen comobarreras esenciales a la autoridad estatal. El refle-jo directo de los derechos liberales o civiles en elejercicio de la sanción y el castigo, es la primacíade los derechos del procesado. Las garantías judi-ciales aplicables al reo se expanden geométrica-mente en ordenamientos constitucionales y enprincipios internacionales. El derecho de defensa,

Paradojas de la judicialización en los casos de derechos humanos

LA CONSTRUCCIÓN DE NUEVOSPARADIGMAS EN AMÉRICA LATINA*

JAVIER CIURLIZZA

* Ponencia presentada en la conferencia «Democracia y justicia transicional», realizada en Bogotá en junio de 2007 y organizada por el Centro Interna-cional para la Justicia Transicional (ICTJ).

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por ejemplo, se convierte en el núcleo esencial delproceso judicial, pues solo garantizando su plenavigencia es posible dotar de legitimidad al proce-so penal.

De allí que la teatralidad del proceso penalincorpore al acusado como el elemento central delprocedimiento. Sobre él giran las pruebas que lafiscalía argüirá para destruir una presunción que,si bien admite una prueba en contrario, permane-cerá incólume si el Estado no hace el esfuerzo ne-cesario para despejar toda duda razonable.

3. LOS IMAGINARIOS DEL VIOLADORDE DERECHOS HUMANOS

El problema surge cuando se trata de procesarcrímenes que son cometidos desde la autoridaddel Estado, en cuyo resultado no solo hay un bienjurídico afectado, sino también una violación delpacto social establecido retóricamente desdeHobbes. Si el Estado mata arbitrariamente, la se-guridad como derecho esencial desaparece. El cas-tigo al Estado y al que mata en su nombre, se vuel-ve un dilema hobbesiano, de legitimidad básicadel Leviatán.

Estos dilemas fueron apreciados de manerasistémica cuando se buscó juzgar a los criminalesque no estuvieron incluidos dentro de los tribu-nales penales militares internacionales de Núrem-berg y de Tokio. La teatralidad de estos juicios fueesencial para construir un imaginario suficientepara crear precedentes que culminan en 1998 conel establecimiento de la Corte Penal Internacio-nal. Pero los escasos juicios que se siguieron en laRepública Democrática Alemana y en la Federal

Alemana estuvieron teñidos de complejos proble-mas de legitimidad. Sin mencionar la falta de en-juiciamiento de crímenes atroces cometidos porla Unión Soviética, o por el bombardero estratégi-co de población civil (la triste destrucción de Dres-den) y las bombas atómicas de Hiroshima y Na-gasaki.

Hannah Arendt había ya apreciado con oca-sión del juicio a Eichmann en Israel, la manera enque el proceso judicial permitía la creación de unescenario ficticio en donde las partes procurabansituar la verdad como un elemento funcional a losobjetivos procesales. Ni Eichmann parecía preocu-pado por defenderse de las imputaciones globalesque se le formulaban, ni el fiscal parecía concen-trado en probar la criminalidad organizada a laque Eichmann perteneció.

Si las garantías judiciales liberan al procesodel poder omnímodo y abusivo del Estado, repre-sentan —ellas mismas— un reto formidable cuan-do se trata de juzgar a personas que han detenta-do el poder recientemente o que cuentan aún conpoderes fácticos que se traducen en hechos concre-tos durante el juicio: intimidaciones a los jueces yfiscales, amenazas a los testigos, manipulación dela evidencia, uso de medios de comunicación paradefender su causa, contratación de abogados y con-sultores de primer nivel, influencia en funciona-rios públicos, etcétera.

Y es que las garantías judiciales se estable-cieron para equilibrar el enorme poder que se pre-sume tienen el Estado con el escaso poder que sepresume tiene el procesado. Cuando el procesa-do tiene un poder igual o superior al Estado quelo juzga, entonces se produce una distorsión per-versa de los fines del juicio.

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OBSERVATORIO INTERNACIONAL

La aparente contradicción entre las garantíasjudiciales a favor de los acusados y las necesida-des de avanzar persecuciones penales en críme-nes cometidos desde aparatos de poder, ha caladohondo en diferentes partes de América Latina. Ennuestros países, podemos apreciar las tensionesproducidas por un derecho penal basado en la ple-na garantía de los derechos de los acusados y losretos de nuevos derechos, que emergen en buenamedida de los estándares internacionales y se vanincorporando en nuestra jurisprudencia.

4. LO QUE ENTENDEMOS O NO ENTENDEMOSEN AMÉRICA LATINA POR JUSTICIA

Pero antes de referirme a estos nuevos derechosreconocidos, permítanme una segunda digresiónconceptual que me parece importante. Me refieroal significado del valor «justicia» asignado en nues-tra América Latina. En un estudio referido a loque el Banco Mundial denomina «Estado de dere-cho», esto es, la estabilidad política y económicade los países y la propensión de las sociedades aacatar la ley, países como Perú, Bolivia, Ecuadory Venezuela aparecen como Estados en donde laley no se cumple, en particular en cuanto a losderechos de la propiedad intelectual. Con todorespeto a estas caracterizaciones, el Estado de de-recho debería ser algo más que la existencia o node un floreciente mercado de videos piratas o laposilidad de fotocopiar libros famosos sin sufrirpersecución.

El valor justicia en nuestros países pasó poruna etapa fuertemente ideológica en donde todo loque no fuera referido a la transformación de es-

tructuras económicas, no podía entrar dentro de lacategoría de justicia, y mucho menos social. Lasvisiones estructurales o estructuralistas de la jus-ticia permitieron sin duda construir hermosas uto-pías y provocaron transformaciones sociales, peroincorporaron el menosprecio por los aspectos libe-rales del Estado de derecho. Este menosprecio esrecurrente en nuestros países, pues ciertamente lapobreza y la marginación demandan de un Estadoque transforme relaciones desiguales, pero el exce-sivo peso de lo estructural hizo obviar que sin de-mocracia y sin legalidad, cualquier conquista so-cial o proceso de transformación es efímero, puesdura lo que el gobernante que lo propone e implicala vulneración de libertades que hacen de la demo-cracia algo vivo, y no congelado y determinado porquien tiene el poder de turno.

El menosprecio por la superestructura judi-cial y por la ley, sobrevivió el retorno a nuestrasdemocracias y aún hoy es un factor preocupantede nuestras frágiles instituciones. La encuestaanual del Latinobarómetro del 2005 revela cómoel imperio de la ley es escaso, en la percepción delos encuestados en Bolivia, Ecuador, Brasil y Perú,mientras que es más alta en Chile, Uruguay yColombia. En estos últimos países coincide la per-cepción ciudadana respecto a la importancia re-lativa de las instituciones, aun cuando con noto-rias diferencias. Si a ello le sumamos que tan sololos uruguayos tienen cierta confianza respecto aque sus impuestos son adecuadamente gastados,mientras que todos los demás países presumenque Alí Babá y los cuarenta ladrones son quienesdirigen las arcas fiscales, tenemos un escenariocomplejo respecto a lo que la población percibecomo el valor justicia.

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5. CONSECUENCIA DE ESTAS DIGRESIONESEN LA JUSTICIA TRANSICIONAL: UN ENFOQUEPOLÍTICO ECONÓMICO

Ciertamente que lo señalado hasta ahora está lle-no de contradicciones, pero en este espinoso asuntoconviene elaborar mejor las preguntas que inten-tar respuestas definitivas.

En términos de justicia transicional, en aque-llos países en donde se ha intentado o se intentaprocesar penalmente a quienes desde el Estado odesde funciones fácticas de poder violaron dere-chos humanos, los esfuerzos judiciales puedeneventualmente ser recibidos con escepticismo porparte de la opinión pública en general. Incluso enaquellos países en donde se han producido avan-ces importantes en la lucha contra la impunidad,la confianza ciudadana con relación a la justiciano parece mejorar (en Argentina, el 75% de losargentinos piensan que la mayoría de los juecesson corruptos. En Perú, solo el 6% de la poblaciónaprueba la gestión del Poder Judicial).

En términos político-económicos, la imparti-ción de justicia puede ser analizada dentro de unenfoque institucional de oferta y demanda, en loque Polanyi llamaba el doble movimiento. Mien-tras más justicia se procura y se obtiene, mayoresresistencias habrá para los interesados tocados.Mientras más impunidad haya, mayor resistenciase genera para vencerla. La oferta de justicia se daen un mercado político, no dentro de los avataresde la mano invisible, sino por una suma de decisio-nes deliberadas de actores públicos y privados queorganizan un servicio judicial. En términos de jus-ticia transicional, la oferta de justicia podría estardirectamente vinculada con las capacidades insti-

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tucionales de los aparatos judiciales y con la vo-luntad política de los Estados y, naturalmente, conel marco jurídico y las reglas sustantivas y proce-sales vigentes o en proceso de adopción.

La demanda social por justicia es correspon-diente con la oferta, pero no parecería estar condi-cionada a ella. La demanda de justicia estaría vin-culada con el deseo de las sociedades de que sehaga justicia, con el comportamiento de las élitessociales y políticas y la correspondiente difusiónde esta necesidad en medios de comunicación. Lademanda puede presentarse de manera caótica ydispersa, como cuando hay demandas contradic-torias producto de escenarios previamente pola-rizados. Puede también presentarse organizada,en función de los componentes culturales y socia-les de quienes demandan justicia. No será casualentonces que el largo círculo que siguió el caso ar-gentino, que será abordado más adelante en estepanel, tenga que ver con la permanente lucha pororganizar la demanda de justicia y luego asumirdirectamente las características de la oferta.

La demanda puede ser tan débil que el proble-ma puesto a consideración se torna irrelevante, oes cubierto por demandas sociales más acucian-tes. Brasil puede ser el ejemplo de la «impunidadperfecta», en conexión con las muertes y desapa-riciones producidas en la dictadura militar. EnBrasil, la amnistía política ha tapado las posibili-dades de acceso, pero no parece existir un movi-miento social organizado que se haya puesto deacuerdo en que hay que reabrir investigaciones.Otro arquetipo de impunidad podría ser El Salva-dor, en donde a pesar de haber existido una comi-sión de la verdad, la demanda social por justiciaha sido insuficiente debido a que no impacta en los

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aparatos de poder. Por allí podríamos quizá ubicara Guatemala, aun cuando hay una mayor deman-da social por justicia, pero la derrota en referén-dum de reformas políticas acordadas después dela guerra demuestra que hace falta mucho por ha-cer. El caso de Myrna Mack ha abierto camino.

Y es que la oferta de justicia en nuestro conti-nente, felizmente, no depende solo de los Gobiernoso los jueces y los fiscales. La transnacionalizaciónjurídica y normativa de los derechos humanos llevaa que la mayor parte de nuestros países esté muypendiente de los casos que se tramitan ante el siste-ma interamericano de derechos humanos. Cuandoen el 2001 la Corte Interamericana dijo que las le-yes de amnistía en el Perú eran incompatibles conlas obligaciones internacionales del Estado, se abrióuna catarata de casos en distintos países en dondese ha ido ampliando el concepto. Hoy, jurídicamen-te, oponer obstáculos procesales como la amnistía,la cosa juzgada o la prescripción para investigarserias violaciones de los derechos humanos es con-trario al derecho internacional. Los Estados sabenque adoptar estas medidas, aun aquellas que esténvinculadas a los derechos de los acusados, implicauna apuesta de alto riesgo. Como lo dice la CorteConstitucional de Colombia al revisar la constitu-cionalidad de la Ley de Justicia y Paz.

6. ESTADO DE DERECHO Y JUDICIALIZACIÓN:EFECTOS NECESARIOS Y CONTINGENTES

¿Hay conexión entre los países que respetan másel Estado de derecho y que, por tanto, están enmejores condiciones de investigar seriamente lasviolaciones de los derechos humanos?

No veo una prueba empírica suficiente comopara afirmarlo de manera más integral. El casocolombiano puede ser muy peculiar, pero es ilus-trativo de un Estado de derecho que es sofisticadoy altamente desarrollado y, al mismo tiempo, condificultades inmensas para superar la percepciónde impunidad sobre cierto tipo de crímenes. A Chi-le le tomó diez años, una orden de detención enLondres y cuentas bancarias secretas, para abrirlos cauces de la justicia contra Pinochet. Al mismotiempo, en países con poco Estado de derecho e ins-tituciones frágiles pueden producirse ejemplos in-teresantes de mecanismos de justicia transicional.Paraguay es quizá el Estado que aparece en últimolugar en todos los estudios sobre legalidad y trans-parencia, pero ha intentado esclarecer los críme-nes cometidos en su dictadura a través de la Co-misión de la Verdad y Justicia y a través de losarchivos del terror. Perú es un país en donde lafalta de respeto a la ley, el descrédito generalizadode la política y la crisis profunda de los partidosforma parte del panorama cotidiano. Sin embargo,la Comisión de la Verdad y Reconciliación produjoen dicho país uno de los informes más completos yexisten más de ciento cincuenta procesos judicia-les contra violadores de derechos humanos.

Lo que podríamos decir es que la oferta de jus-ticia en materia de violaciones de los derechoshumanos tiene una relación proporcional con elfortalecimiento del Estado de derecho, entendidono solo como aquel estado de cosas respaldadopor la mayoría o percibido como adecuado, sinocomo categoría normativa y como valor en sí. Apesar de los obstáculos, en países como Argenti-na, Chile y Uruguay, los procesos penales por vio-laciones de los derechos humanos crean procesos

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de legitimidad a veces invisibles, pero que forta-lecen el sistema jurídico, el sistema judicial, y lalegitimidad y amor propio de los operadores ju-diciales. Basta referirse, por ejemplo, a algunasentrevistas concedidas por el juez chileno, JuanGuzmán y el creciente respeto que el Poder Judicialchileno emana hacia las personas e instituciones.Por el contrario, en aquellos países en donde no hayprocesos ni investigaciones, y las pocas que hay sonmiradas con sospecha, el Estado de derecho termi-na sufriendo de enfermedades adicionales.

7. LA COMPLEJA E INACABADA RELACIÓNDE LA JUDICIALIZACIÓN CON LA DEMOCRACIAREALMENTE EXISTENTE

Y entonces cabe una segunda pregunta: ¿si los pro-cesos por violaciones de derechos humanos forta-lecen el Estado de derecho, entonces fortalecen lademocracia?

Esta pregunta requiere un análisis mucho máscomplejo, pues nos movemos de una categoríanormativa y axiológica (el Estado de derecho) ha-cia una categoría política, instrumental y de me-canismos (cómo la democracia funciona realmen-te). Si entendemos la democracia como la suma dereglas objetivas que organizan el poder y consa-gran principios, siendo aquellos principios losderechos humanos, entonces la respuesta puedeser sí o no, o los dos al mismo tiempo. Y esta can-tinflada puede ser absurda pero inevitable, pues-to que la democracia de nuestro tiempo (la real-mente existente, siguiendo el vocabulario de laguerra fría) tiene que ver con la tensión que existeentre mayorías y minorías. La demanda de justi-

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cia no puede, dicen algunos, estar vinculada soloa la decisión de la mayoría, pues puede ocurrirpor distintos motivos que esa mayoría piense quees una mala idea procesar a los delincuentes o acierto tipo de delincuentes, o a aquellos delincuen-tes que pertenecen al Estado. En todos nuestrospaíses escuchamos y escucharemos frases como«no podemos perseguir a nuestro héroes», «se estácreando un ambiente de inestabilidad», «la pazestá por delante de la justicia», etcétera. Desde laPatagonia hasta el Río Grande, en todos nuestrospaíses el argumento de la estabilidad se constitu-ye en un chantaje institucionalizado que puedeser muy exitoso en términos sociales, por lo me-nos por un tiempo. Podríamos decir entonces queel procesamiento de violaciones de derechos hu-manos envía una poderosa señal de prevención yde igualdad ante la ley, que además permite legiti-mar el contenido ético y político de la justicia, perono estoy convencido de que las persecuciones pe-nales en sí mismas fortalezcan la democracia, ensu sentido realmente existente. Es más, puede en-frentarse con la percepción de las mayorías polí-ticas. De allí el término «la batalla de los jueces».

8. LOS NUEVOS Y LOS ANTIGUOS «DERECHOS»

Decía que el derecho internacional ha ido implan-tando ciertos derechos aparentemente nuevos, aun-que algunos dicen que en realidad son categoríasque explican el ejercicio simultáneo de varios dere-chos. Estos derechos tienen que ver con la verdadque asiste a las víctimas, la memoria colectiva de lospueblos, el acceso a la justicia, la reparación másintegral posible de los daños causados y las garan-

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tías que los Estados y las sociedades deben cons-truir para el nunca más, es decir, las de no repe-tición. A través de declaraciones, jurisprudenciainternacional e interpretación del derecho inter-nacional existente, estos derechos han penetra-do los sistemas jurídicos nacionales, al punto queen Argentina, Chile, Colombia y Perú, de los ca-sos que puedo conocer, estas categorías se hanincrustado como referentes obligados. Ahora bien,la emergencia de estos derechos o categorías expli-cativas de derechos me regresa al primer punto deesta presentación. Es decir, a la relación entre la pre-tensión punitiva del Estado y los derechos que leasisten al imputado.

Un buen ejemplo de esta relación es lo que ocu-rre actualmente con el tema de la prescripción, olimitaciones legales para la pretensión punitiva delEstado. Fundamentalmente, estamos frente a unmecanismo procesal establecido como límite objeti-vo. Los abogados solemos olvidar el origen de lascosas (y a veces es bueno, pues el ejercicio forensecausalista termina siendo un alegato político her-moso y muchos casos perdidos), y por ello hemosolvidado que la prescripción es un instituto jurídicopor el cual el transcurso del tiempo produce el efectode consolidar las situaciones de hecho, permitiendola extinción de las acciones o la adquisición de lascosas ajenas, pero que su origen tiene que ver conuna aspiración de equidad entre el Estado y el ciu-dadano. Básicamente, si el Estado no era capaz porun tiempo determinado de encontrar pruebas paraincriminar un delito, su pretensión se extinguía.

Se acepta hoy que la prescripción tiene seriaslimitaciones frente al derecho a la verdad, que lasdesapariciones forzadas son crímenes permanen-tes y, por tanto, no sujetos a prescripción, que los

crímenes que son competencia de la Corte PenalInternacional no pueden prescribir, etcétera. Seopone al fairness ciertos principios que se recla-man superiores. La verdad por encima de la pres-cripción. En una hermosa sentencia, el TribunalConstitucional del Perú sostuvo hace dos años que«[…] el Estado puede perder el derecho de perse-guir al delincuente, pero las personas no puedenperder su aspiración a encontrar justicia».

Lo mismo puede decirse de la cosa juzgada, queentra en un relativismo jurídico tal que haría tem-blar de incertidumbre a mis maestros de la facultad.

9. REFLEXIÓN FINAL: JUDICIALIZACIÓNSINPERDER LA PERSPECTIVA

Si entonces estamos transitando hacia un estadode cosas en donde los valores de verdad, justicia,reparación y no repetición superan los valoresdefinidos como «clásicos»: derecho de defensa,prescripción como límite, cosa juzgada, amnistías,se producen al menos dos paradojas. La primeraes que la emergencia de los nuevos derechos sus-trae, o intenta sustraer, la disyuntiva entre olvidoy memoria de consideraciones políticas, procu-rando normativizarlo y colocarlo en el campo delderecho. Pero la verdad no puede ser una catego-ría normativa, por lo menos no hay una verdad«que deba ser», sino que es, o que pretende ser. Lainclusión de la verdad como derecho subjetivo,jurídico, indica que se reclamará ese derecho porla vía judicial, tarde o temprano. La vía judicialno arroja, de nuevo con Foucault, verdad total,sino verdad procesal. La tragedia ocurrirá cuan-do pretendamos que con la sentencia se acabe el

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proceso de formación de memoria histórica. Quecon la sanción al represor, al criminal, al parami-litar, mágicamente la justicia quede hecha y laverdad definitivamente establecida.

La judicialización de la verdad es el objetivocomún de las comunidades de derechos humanos.Queremos más y mejores cortes, más y mejorestratados, más y mejores mecanismos jurídicos.Hasta los sociólogos y politólogos terminan invo-cando el mantra del derecho internacional, inclu-so con mayor fervor que los abogados. Pero la ju-dicialización de los problemas políticos no lospuede resolver completamente. Aun las más avan-zadas sentencias de jurisdicción constitucional nohacen sino resolver un problema particular, demanera temporal e incompleta.

Con esto no quiero decir que la judicializaciónde las violaciones de derechos humanos sea unaidea estúpida. Todo lo contrario, existen podero-sas razones para permitir y apoyar los procesosjudiciales, pues el drama que ocasionan es muchomás poderoso que miles de textos analíticos. Suvalor simbólico tendrá que ver con el acceso que aél tengan las partes, en particular aquellos quefueron vulnerados en sus derechos. Lo que sí pue-do decir es que una estrategia que busque resolverlos dilemas de la justicia por medio únicamentedel proceso judicial, es una estrategia incompletay hasta contradictoria. Alimentar en las víctimasla expectativa que el proceso judicial le resolveráel duelo familiar, el sentimiento de pérdida, la ena-jenación, puede ser peligroso e irresponsable.

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10. EPÍLOGO

Me correspondió en el 2001 representar al Estadoperuano en el allanamiento que se producía en laominosa masacre de Barrios Altos. Seis años des-pués, podemos decir con alegría que las amnistíasen el Perú, si bien no imposibles, están claramentedelimitadas por el derecho internacional. Pode-mos también decir que casi todos los responsa-bles han sido juzgados y sentenciados. Tambiénque las víctimas fueron reparadas. Pero cada vezque me encuentro con la madre de un niño de 9años que fue asesinado en dicha matanza, no pue-do dejar de pensar si esto es suficiente. Ellos si-guen con la mirada vacía, aun cuando ahora pue-dan dormir un poco mejor.

Y es que la judicialización, sus efectos en elsistema político, la relación con el Estado de dere-cho, la manera en que se convierte en garantía deno repetición, son temas que la ciencia política yla ciencia jurídica pueden tomar como objetos deestudio. Sin la clara intención de orientar los es-fuerzos transicionales a velar por los derechos delas víctimas, el ejercicio de la justicia puede con-vertirse o en el teatro de las pretensiones de lospoderosos, o en la comedia de los académicos en-redados en telarañas conceptuales.

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P o r t a f o l i o g r á f i c oP o r t a f o l i o g r á f i c o

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Memoria de mujeres es un ensayo fotográfico que abor-da la etapa posterior al terrorismo vivido en nues-tro país. Este proyecto nace del interés por teneruna idea más cercana y personal acerca de nuestropasado, de las consecuencias que dejó el terroris-mo; pero, principalmente, del interés por contri-buir con la fotografía al fortalecimiento de un pue-blo a través de la memoria y de esa manera evitarque caigamos en los mismos errores. Para ello, hefotografiado a tres mujeres que viven en las altu-ras de Huahupuquio, comunidad ubicada aproxi-madamente a cinco horas de Ayacucho, y que fueuno de los tantos lugares que sufrió la guerra inter-na del terrorismo. Las fotografías muestran cómotranscurre en la actualidad la vida diaria luego demás de veinte años de violencia y cómo viven laspersonas afectadas. Para ello me he aproximado ala vida de tres huahuapuquianas: BenjaminaChumbili Huamani, Sofía Tinko Huamani y CirilaMitma Huamani, quienes además de haber sufridolas consecuencias del conflicto, viven en el mismo

MEMORIA DE MUJERESDANIEL SILVA

pueblo, comparten las mismas penas y esperan-zas, y son familia en distintos grados de parentes-co. Las tres se dedican a los trabajos en casa.

La hija de Benjamina, Carmen Rosa, fue asesi-nada por un comando terrorista de Sendero Lu-minoso.

Los hijos de Sofía Guzmán y Norma Huamanifueron asesinados por militares de las fuerzas ar-madas.

Y Cirila representa uno de los casi un millónde casos de desplazados que tuvo el Perú por laviolencia. Ella tuvo que escapar a la ciudad y de-jar sus tierras durante casi quince años.

En Huahuapuquio murieron 174 personas queforman parte de los 69.280 muertos y de-saparecidos que hubo en el Perú. De ese total, 46%de las muertes son responsabilidad de los terro-ristas de Sendero Luminoso, el 30% de los agentesde las fuerzas armadas y el 24% se dieron por cir-cunstancias no identificadas. El 40% de esas muer-tes sucedieron en la provincia de Ayacucho.

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Cirila Mitma Huamani llora en su cocina por el recuerdo de lo sufridodurante la época del conflicto interno. Fue una desplazada y actualmente es

una de las dirigentes. Huahupuquio, Ayacucho (Perú) 2004

Benjamina Chumbili Huamanicamina por los andes de Huahua-puquio. Es ama de casa y sededica al pastoreo. Huahupuquio,Ayacucho (Perú), 2004

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Cirila y Benjamina consuelana Sofía Tinko Huamani. Sofíaes ama de casa. Huahuapu-quio, Ayacucho (Perú), 2004

De izquierda a derecha:Florencio Huamani, actualfiscal de la comunidad;Teófilo Tineo, esposo deBenjamina y rondero; FerreolHuaytalla, presidente de lacomunidad de Huahupuquio.Huahuapuquio, Ayacucho(Perú) 2004

Benjamina inicia el día con lalimpieza de su casa. Huahuapu-quio, Ayacucho (Perú), 2004

Sofía Tinko Huamani prepara losalimentos en la cocina de sucasa. Huahuapuquio, Ayacucho(Perú), 2004

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Limpieza del trigo en casa de Cirila.Huahuapuquio, Ayacucho (Perú) 2004

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Cocina de SofíaTinko Huamani.Huahuapuquio,Ayacucho (Perú),2004

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Benjamina durante una desus visitas a su hija CarmenRosa en el cementerio.Huahuapuquio, Ayacucho(Perú), 2004

Cirila lleva la bandera peruana junto a otros dirigentesdel pueblo durante un desfile por Fiestas Patrias.

Cangallo, Ayacucho (Perú), 2004

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R e p o r t a j e e n p r o f u n d i d a d

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REPORTAJE EN PROFUNDIDAD

Un horror que va mucho más allá no solo de tuspalabras sino también de tu comprensión. Tu ins-tinto te hace correr tratando de salvarte, perocompruebas con espanto que no hay ninguna luzen el fondo del túnel en el que la realidad te hametido a patadas. Intuías que no podías sufrir máspero te equivocabas: el infierno recién empiezacuando te das cuenta de que todo tu amor es inca-paz de salvar a tus dos hijos, a esos niños a los quediste a luz hace no tantos años y a quienes hastahace un segundo, a pesar de tu miedo, te conside-rabas capaz de proteger.

¿Estaré describiendo, siquiera de lejos, lo queexperimentó la señora Edelina Chuchón mientrasestaba escondida en un «monte» de Ayacucho yvio cómo un soldado le disparaba primero a suhijo, que se había alejado un poco para orinar, yluego a su hijita?1 Y si me leyeran, ¿cuántos de miscompatriotas serían capaces de pensar —aunqueprobablemente no de decir en voz alta porque in-tuyen que sería «políticamente incorrecto»— queestoy exagerando, pues a las cholas les importanmás sus animales que sus hijos? ¿Y cuántos de ellosse sentirían sinceramente conmovidos si en vezde una comunera ayacuchana la protagonista de

LAS ESTRATEGIAS DE LA RECONCILIACIÓNROCÍO MOSCOSO

esta historia hubiera sido por ejemplo, salvandolas distancias del tiempo y el espacio, una mujereuropea que huía de los nazis?

Más allá de estas preguntas, lo cierto es queambos niños pasaron a formar parte de los 69.280muertos en la guerra interna en la que estuvimosmetidos los peruanos durante las décadas de 1980y 1990.

Si bien es verdad que como país la guerra nosafectó a todos, no es ninguna novedad afirmar queno todos sufrimos sus consecuencias de la mismamanera: la violencia se concentró en las zonas rura-les tradicionalmente olvidadas por la mano del «pro-greso», afectó a los campesinos cuya lengua mater-na no es el castellano, y a quienes buena parte de losperuanos continúa observando por encima del hom-bro, como si fueran unos «otros» casi absolutamen-te distintos de «nosotros», los que queremos más anuestros hijos que a nuestros animales.

Fue ahí donde surgió Sendero Luminoso, don-de la respuesta represiva de las fuerzas armadasse manifestó en toda su crudeza, donde casos tanalucinantes como el de los niños asesinados por elsoldado se convirtieron en la espantosa realidadque hubo que sufrir día tras día, año tras año.

1 Este caso es presentado por la antropóloga médica Kimberly Theidon, quien también refiere que, recién llegada al Perú, le explicaron que «ellos»—los campesinos— no sufren como «nosotros». Véase Entre prójimos. El conflicto armado interno y la política de la reconciliación en el Perú. Lima:Instituto de Estudios Peruanos, 2004, pp. 71 y 52-53, respectivamente.

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REPORTAJE EN PROFUNDIDAD

1. ¿ENTRE DOS FUEGOS?

A los peruanos que vivimos el conflicto relativa-mente «desde afuera» nos resulta difícil compren-der qué ocurrió en Ayacucho y en otras zonasrurales directamente afectadas por la guerra. Eldiscurso oficial, ampliamente generalizado, nos ha-bla de un choque entre dos organizaciones arma-das: Sendero Luminoso, que subvirtió el orden, ylas fuerzas armadas, que buscaron restaurarlo.Desde esta mirada, las comunidades campesinasque vivían en el escenario del conflicto se convir-tieron en las víctimas pasivas de un enfrentamien-to entre dos fuegos ajenos a ellas. Pero esta visióndista mucho de dar cuenta de lo que pasó y por lotanto, más que ayudar a comprender, confunde.

Partamos por identificar a los actores de estedrama: a las fuerzas armadas las conocemos. In-cluso debajo de los pasamontañas con los que sepresentaban los soldados, podemos imaginarnosfácilmente quiénes eran. ¿Pero quién era Sendero,cuál era su rostro? La primera imagen que se nosviene a la mente es la de la «cuarta espada», Abi-mael Guzmán, y la de muchos otros cabecillas quede comuneros ayacuchanos tienen muy poco. Sinembargo, Sendero no estaba compuesto solo porellos.

Si bien la ideología senderista llegó a las comu-nidades desde afuera, al menos en los primeros tiem-pos resultó seductora para los campesinos. A ellos,que desde siempre habían experimentado única-mente la pobreza, la discriminación, el desdén ab-soluto por sus necesidades, ¿cómo podría no ha-

berles interesado un discurso que les prometía lajusticia y la igualdad?

Como afirma Theidon, hubo un nivel de par-ticipación civil en la violencia:

En los testimonios de la CVR, se puede gene-ralizar la insistencia de la gente en que «laviolencia llegó aquí» y que «los senderistasvinieron aquí» […] Sin embargo, cuando loscampesinos insisten en que los senderistaseran muy violentos, hay que tomar en cuen-ta que, en gran medida, los senderistas eranellos mismos. […] En Hualla, algunos nos dije-ron, en voz baja, que «Toditos participamosen Sendero aquí, toditos».2

Fryné Santisteban, psicoanalista integrantedel grupo Wiñastin ‘Creciendo’, que realiza unalabor de atención y promoción de la salud mentalen Ayacucho, considera que, paradójicamente, estavisión de que los «inocentes» comuneros fueronsolo víctimas de la violencia entre dos fuegos re-produce el desconocimiento secular del que siguensiendo objeto: «Ellos también fueron protagonis-tas, también participaron de un modo u otro. Alreconocer la culpa y la responsabilidad de alguien,también lo estás reconociendo. Estás diciendo queestuvo en la escena, que existió».

Pero además de los simpatizantes de Sendero,están también los comuneros que apoyaron la re-presión indiscriminada, destinada a «limpiar» elcampo de «terrucos» verdaderos o imaginados, yque en la práctica estuvo acompañada por accio-

2 Ib., p. 174, las cursivas son nuestras.

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nes que no tuvieron relación con ningún tipo deestrategia antisubversiva, sino con la licencia paraque las dimensiones más abyectas del ser huma-no atraviesen impunemente la frontera entre lafantasía y la realidad.

Además, están los comuneros que por diferen-tes razones, explicables e inexplicables, delatarona culpables e inocentes; los indiferentes, los que enlugar de solidarizarse con las víctimas considera-ron que, de alguna manera, ellas se merecían lo queles había pasado —«Qué habrá hecho para que lomaten»—; los oportunistas que aprovecharon ladesgracia ajena para robar las pertenencias delvecino desaparecido o violar a la mujer que estabasola porque su esposo había sido asesinado.

Claro que, con frecuencia, el daño era infligidopor soldados o por senderistas de rostros anóni-mos que pasaron por ahí y a los que los campesi-nos nunca más verían, pero en muchísimos otroscasos, víctimas y victimarios estaban unidos porlazos de vecindad, de amistad, de parentesco o,simplemente, se conocían. No es raro encontrarhistorias como la de la mujer que tiene que cargarcon la culpa de que su hermano haya dirigido eljuicio popular tras el cual su suegro murió asesi-nado, o la del joven que con la esperanza de sal-varse de la tortura acusó a un ex compañero decolegio que hoy está desaparecido.

En resumen, fue como si el mundo se hubierapuesto de cabeza. La violencia no solo arrasó lascondiciones externas de la acción social, sino quedesbarató los principios elementales sobre los quese organizaba la vida comunal y personal. Enmedio de ese caos, muchos realizaron acciones que,en condiciones normales, jamás habrían imagi-

nado. La ofensa no fue infligida solamente por des-conocidos: de alguna manera, en un sentido sim-bólico pero también concreto, se puede decir quetodos se mancharon las manos con la sangre desus hermanos.

2. LOS DISTINTOS SIGNIFICADOSDE LA PALABRA RECONCILIACIÓN

Cuanto menos daño nos hizo el conflicto, menoscompleja es la tarea de la reparación. A quienesrecordamos ese proceso como unos años signadospor el miedo y la amenaza que, felizmente, ya pa-saron, nos resulta posible marcar en el calendarioen qué momento terminó la guerra. Pero para quie-nes tuvieron la desgracia de estar ubicados no enla periferia sino en el corazón del conflicto, el dra-ma está todavía muy lejos de terminar.

Nosotros podemos olvidar lo sucedido comouna pesadilla que nos aterrorizó pero que, por logeneral, no nos golpeó directamente. Para los co-muneros ayacuchanos, la situación es otra: ellostienen que levantarse todas las mañanas pregun-tándose cómo diablos se hace para seguir vivien-do al lado del vecino, el conocido o el pariente quete causó —o a quien causaste— un daño la mayorparte de las veces irreparable.

Pero la vida continúa. Ellos han sobrevivido ala guerra, siguen caminando por este mundo aun-que sea cargando a cuestas sus heridas. Tienenque buscar repararlas para seguir adelante, y par-te de ello es enfrentarse a la posibilidad de la recon-ciliación, una palabra que en nuestro país ha resul-tado por demás polémica pues, al parecer, tiene el

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poder de convocar tanto la esperanza de encon-trar alivio como el odio de quienes la considerancasi un sinónimo de complicidad con el terrorismo.

Para nosotros, los de la periferia, hablar dereconciliación después de la guerra puede sonar in-teresante, absurdo, imposible o deseable, pero entodo caso es una palabra perteneciente al ámbitode lo símbolico. Para ellos, los del centro, tiene unsentido absolutamente concreto.

¿En qué consiste, pues, la reconciliación? Paraempezar, ¿es posible y deseable reconciliarse? ¿Porqué a una mujer que vio cómo un soldado asesina-ba a sus hijos le interesaría emprender la casi locatarea de moverse desde el odio —absolutamentecomprensible desde cualquier perspectiva— en elque, probablemente, se encuentra fijada? ¿La re-conciliación implica perdón? ¿Se puede y se debeperdonar a quien destrozó no solo tu vida sinotambién —o sobre todo— la de tus seres más que-ridos?

Es indudable que, como país, necesitamos re-conciliarnos por la sencilla y contundente razónde que tenemos que seguir para adelante y no po-demos quedarnos congelados en el recuerdo de laviolencia. Nos hemos asesinado entre peruanos—si los hijos de la señora Chuchón hubieran teni-do la oportunidad de dialogar con el soldado queles disparó, ¿cuántas cosas en común habrían en-contrado?—, pero hoy necesitamos reconstruir-nos porque estamos vivos.

Pero uno es el ritmo de la historia nacional yotro el de la experiencia concreta de los comune-

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ros directamente involucrados en la guerra comovíctimas, como victimarios o como ambas cosas ala vez. «Creo que la reconciliación es un reto paranosotros como país, pero supone mucho más queuna nueva propuesta social y un nuevo pacto pro-movido por el Estado. Supone un proceso afecti-vo. Las políticas del Estado indudablemente sonesenciales, pero la convivencia tiene otro ritmo»,señala Santisteban.

Así, pues, es preciso diferenciar el nivel ma-cro, las políticas del Estado, del nivel micro: cómolidiar con la culpa colectiva de ver todos los días aun chico que, de no haber sido porque la comuni-dad tomó la decisión de ahorcar a su padre, cola-borador de los «terrucos», no se habría converti-do en huérfano;3 cómo soportar la presencia delhombre que te violó y que hoy se pasea ufano porel pueblo como si nada hubiera sucedido.

3. DOS ESTRATEGIAS DE RECONCILIACIÓNEN AYACUCHO

Sobre la base de un largo y profundo trabajo decampo en diferentes comunidades ayacuchanas,Kimberly Theidon recogió, en el libro que ya he-mos citado, dos modelos distintos de entender yvivir la reconciliación.

Uno es el generado en las comunidades de lasalturas de Huanta, al norte de Ayacucho, que prac-ticaron ampliamente lo que la autora llama la mi-cropolítica de la reconciliación. Esta consistió en el de-

3 El caso es presentado por Theidon, ob. cit., p. 175.

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sarrollo de un proceso mediante el cual las perso-nas que en algún momento habían apoyado a Sen-dero —desde los que participaron en sus accionesy luego se arrepintieron hasta los que fueron «en-gañados» u obligados a colaborar— se reincorpo-raron a la comunidad luego de ser sometidos auna serie de procedimientos, realizados al mar-gen de la justicia oficial, que comprendieron rue-gos, confesiones, interrogatorios, pedidos de per-dón y hasta castigos físicos.

Un testimonio recogido por Theidon ilustravivamente este proceso de justicia comunal:

Se arrepintieron por el sufrimiento queaguantaban allá en los cerros […] Entonces,bajaron a los pueblos. Llegarían diciéndonosque habían sido engañados, forzados a ma-tar, siempre caminando: «Perdóname», ro-garían. […] Les preguntamos una y otra vez:«¿Van a dejar entrar a los senderistas?». Ellosprometieron que no. Les preguntamos si po-drían olvidar que habían aprendido a matar.Ellos prometieron que sí. […] Las autorida-des les chicotearon en público […] Cuandose arrepintieron, entonces les aceptaron.4

«Si bien en una etapa comenzaron a matarseentre ellos, en otra comenzaron a recordar su hu-manidad compartida y a actuar sobre la base deestos recuerdos», señala Theidon. Así, «[…] unavez que la sensación de vivir sin defensa frente alos senderistas disminuyó [por la presencia de las

bases militares y las rondas campesinas], se abrióun espacio para reelaborar aquellos patrones deadministración de justicia comunitaria que ha-bían normado la vida antes».5

Para los campesinos de estas comunidades,reconciliación no es sinónimo de perdón. Reconciliar-se significa establecer unas bases sobre las cualeses posible volver a convivir con el ofensor arre-pentido. Perdonar, en cambio, es un acto totalmen-te voluntario, que se da si es que se da, pero que nopuede ser forzado. No puede ser impuesto desdeafuera porque si no se convierte en una ofensa quesolo alimenta el crecimiento del rencor. Así, pues,para estos comuneros es totalmente posible ha-blar de reconciliación sin perdón.

Otra ha sido la experiencia de las comunida-des del centro-sur de Ayacucho. Accomarca, Ca-yara, Hualla y Tiquihua fueron, hasta mediadosde la década de 1990, bases de apoyo de SenderoLuminoso. En estas comunidades, las fuerzas ar-madas impusieron una paz que consistió en con-vocar a los cabecillas senderistas, a quienes lesdieron a escoger entre dos opciones: la renuncia asu militancia o la muerte.

Los así «arrepentidos» fueron forzados a asu-mir cargos comunales como una forma de expiarsus culpas; lo hicieron, por supuesto, bajo la aten-ta mirada de los militares, que, entre otras cosas,los utilizaron como informantes. A diferencia delo que pasó en Huanta, estos ex senderistas nuncase sometieron a las prácticas de la justicia comu-nal. Por el contrario, «[…] los ex cabecillas llega-

4 Ib., pp. 197 y 198.5 Ib., pp. 193-195.

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ron cargados de impunidad, y rechazaron poste-riormente las iniciativas locales para animarlos apedir disculpas públicamente y “reparar” a lascomunidades por la devastación que ellos habíaninfligido sobre sus pueblos».6

De hecho, subraya Theidon, hay que diferen-ciar entre la reconciliación horizontal y la verti-cal, impuesta desde arriba y bajo cuyo mantopuede consolidarse la impunidad.

4. LAS DIFICULTADES PARA RECONCILIARSE

Pero las cosas no son nada fáciles en este terrenolleno de ambigüedades, obstáculos y contradiccio-nes. «Como proceso grande, colectivo, no veo dispo-sición al perdón. Lo que percibo es un discurso en elque éste aparece como una expectativa a mi juicioprematura, como un mandato desde arriba que estáen desencuentro con lo que siente la gente que havivido las peores experiencias», afirma Santisteban.

Es que perdonar supone una serie de condicio-nes, entre ellas que el ofensor dé señales de quelamenta lo que hizo. Y si bien hay casos como losque presenta Theidon, en los que quien causó dañoexpresa su congoja y su disposición al cambio, lamayoría de las veces ni los actores individuales nilos colectivos —empezando por el Estado— ter-minan de reconocer suficientemente su responsa-bilidad en los hechos y tampoco dan muestras deque están dispuestos a realizar los máximos es-fuerzos por reparar las heridas que causaron, seapor acción o por omisión.

«Personalmente, yo ni siquiera usaría la pala-bra reconciliación», afirma Santisteban, «[…] puesno percibo una disposición ni creo que esa sea laentrada más convocadora. No dudo de que tene-mos que hacer algo para reconciliarnos como país,pero la tarea inmediata es la reparación y la justi-cia. Recibir justicia es una experiencia altamentereparadora, es la primera condición para levan-tarte. Sin eso, la reconciliación es sólo un buendeseo». Pero lo que se ha hecho en este terreno esinsuficiente. Son pocos los afectados por el con-flicto que pueden sentir que han logrado acceder ala justicia; en general, la gente no siente que harecibido la respuesta que merecía. Para Santiste-ban, hablar de reconciliación o de perdón suponehaber pasado previamente por un largo trabajode elaboración, pues hay verdades imposibles deaceptar si es que no se ha realizado una profunday paciente preparación del terreno.

Ella prefiere pensar en términos de construiro reconstruir redes sociales, afectivas, que la vio-lencia hizo saltar en pedazos. En generar una jus-ticia que no se refiere solamente a la sentencia dic-tada por un juez sino a acciones tan elementales—e insuficientemente valoradas— como escucharcon respeto las quejas de quienes fueron violenta-dos, solidarizarse con ellos, creer en su relato. O,por ejemplo, promover que en las institucionesmás cercanas, como las asociaciones de padres defamilia o la dirigencia de la comunidad, se tomenacuerdos, aunque sea tácitos, de no elegir a quie-nes todos saben que cometieron crímenes que nohan sido castigados. Una especie de ley del hielo

6 Ib., p. 226.

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que se convierta en una sanción simbólica, queimpida que se reproduzcan situaciones tan vio-lentas como las que describe Theidon para las co-munidades del centro-sur de Ayacucho, en las quelos ex cabecillas senderistas no solo se pasean im-punes entre sus víctimas sino que, además, las«representan» desde su cargo de dirigentes.

Las posibilidades de reparación dependen deuna serie de factores; entre ellos, la calidad de losvínculos. «No deja de sorprenderme la compleji-dad y la riqueza de la experiencia humana», con-tinúa Santisteban. Hay personas y grupos que apesar de que en el entorno más grande no encuen-tran condiciones concretas de justicia y de repa-ración, buscan y encuentran sus propios caminospara hacerlas efectivas. «Y felizmente es así –con-cluye– porque si todo dependiera de los esfuerzosde reparación que el Estado proporciona, tendría-mos un país con zonas absolutamente paralizadaspor el dolor. Creo que no tenemos una concienciasuficiente de que somos una sociedad posconflicto,de que si bien la guerra ya pasó, el proceso de con-valecencia va a ser muy largo».

5. EL RIESGO DE LA VICTIMIZACIÓN

Un importante riesgo en el difícil camino de la re-paración es la posibilidad de que la persona daña-da se congele en su papel de víctima. Es precisodiferenciar la identidad de la persona de una si-tuación de daño que así como tuvo un comienzopuede tener un fin.

«En el campo del derecho —dice Santisteban—es clarísima la necesidad de reconocer quién es la

víctima y quién el agresor. En el campo de la psi-cología, ponerle a alguien la etiqueta de víctimapuede ser muy peligroso. Hay que insistir en dife-renciar ambos niveles: el derecho es una cosa, elmundo interno otra». Así, pues, si bien en el cami-no de la denuncia y la búsqueda de reparaciónhay un momento en el que es imprescindible se-ñalar con claridad que una persona estuvo o estáen la condición de víctima, otra muy distinta esadjudicarle ese papel como si fuera parte de suesencia. Está presente el riesgo de que lo que em-pezó con un estar termine convirtiéndose en un ser.

Este tema se engancha con una tendencia hu-mana a decir «Me quedo chiquito e indefenso» o«Me quedo inmóvil en mi rabia», advierte Santis-teban. Luego, esa peligrosa postura se vuelve con-tra la propia persona, se convierte en una fuerzainterna que neutraliza sus capacidades, que boi-cotea sus intentos por salir adelante. Desde esalógica, la mayor parte de las veces inconsciente,no puedes hacer nada por moverte del punto en elque estás porque eso significaría aproximarte alpeligroso límite en el que dejas de ser una víctima.Y es que ubicarte como un ser indefenso tiene susganancias: te releva de la tarea permanente, coti-diana, de sostener tu propia vida, de luchar porsatisfacer tus necesidades materiales y afectivas.Cuando asumes el papel de víctima, tu vida seorganiza de otro modo: te concentras en conven-certe a ti y en convencer a los demás de tu propiadependencia, de que son los otros los que tienenque sostenerte porque tú no estás en la capacidadde hacerlo.

«Cuando una persona ha recibido un impactopsíquico muy fuerte, la posibilidad de salida es la

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acción. Lo que la destruye es quedarse aplastada,inmóvil, en el estado de indefensión absoluta: eldel bebé muerto de hambre que ni siquiera llora,porque el que llora ya está haciendo algo, estádirigiendo su energía al acto de llamar, de pedirayuda», continúa Santisteban. La posibilidad derepararte, de sentirte mejor, de no perder tu dig-nidad está, pues, en el hacer.

6. EL OLVIDO Y LA ESPERANZA

Mucho se ha hablado, y con razón, de la necesidadde recordar para no repetir. Cuando el horror dela tragedia lleva a la víctima a negarla, cuando elvictimario le resta importancia a su crimen bus-cando eludir sus responsabilidades o cuandoquien pudo haber hecho algo para evitar que eldaño se produjera se lava las manos declarandoque nada se gana con recordar, entonces el olvidose convierte, efectivamente, en una fuerza que blo-quea el camino de la justicia y la reparación.

Pero cuando el olvido llega después de haberrecorrido un largo camino en el que te enfrentastecon valor a los recuerdos dolorosos; en el que ex-presaste y procesaste la rabia, el odio y la impo-tencia frente a lo que te ocurrió; en el que no tequedaste callado ni permitiste que la pasividadte inmovilizara sino que denunciaste y buscastela justicia; en el que aunque esta no llegara desdeafuera pusiste en juego tu creatividad para cons-truir tus propios mecanismos de reparación, sin

dejarte amilanar por la adversidad de tu entorno,cuando todo eso sucede, el olvido se convierte másbien en un derecho ganado, en una suerte de bál-samo que ayuda a borrar las cicatrices.

¿Por qué podría ser interesante embarcarse enproyectos tan espinosos, costosos y contradicto-rios como el perdón y la reconciliación? Porque apesar de su complejidad abren la puerta de unaalternativa muy sugerente: el pasado ya pasó ydesde el presente nada puedes hacer para cam-biarlo, pero sí puedes modificar el aquí y el ahora,y sentar las bases para que el futuro sea distinto.

Desde este punto de vista, olvidar es mirarpara adelante, favorecer que las marcas que te dejóla guerra se vayan difuminando, desvaneciendo,perdiendo peso hasta convertirse en unos recuer-dos que si bien nunca desaparecerán de tu memo-ria, dejarán de ser el eje en torno al cual giren tusemociones y tus actos. Buscar la reconciliación,entonces, no tiene el sentido de abrazar a tusagresores diciéndoles que no se preocupen por eldaño que te hicieron. Más bien implica bajarlosdel sitial omnipotente que ocupan en tu mundopsíquico, y que seguirán ocupando mientras es-tés paralizado en el odio y el deseo de venganza,para expulsarlos muy lejos, fuera de las fronte-ras de tu yo, y verlos alejarse convertidos en unassombras insignificantes, incapaces ya de ejercerningún poder sobre ti.

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J u s t i c i a y d e r e c h o s h u m a n o s

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JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

1. INTRODUCCIÓN

En el presente documento, un grupo de juristas de laPontificia Universidad Católica del Perú y de su Insti-tuto de Democracia y Derechos Humanos (IDEHPUCP),con el apoyo del Centro Internacional para la JusticiaTransicional (ICTJ), analizan a fondo los argumentosesgrimidos por el ministro Orlando Álvarez, magis-trado de la Corte Suprema de Chile, quien estuvo acargo del proceso de extradición seguido contra el expresidente peruano Alberto Fujimori Fujimori.

El 11 de julio de 2007, el ministro instructor de laCorte Suprema de Chile, Orlando Álvarez, emitiósentencia de primera instancia respecto de la solici-tud de extradición presentada por el Estado peruanocon fecha 3 de enero de 2006, compuesta por docecuadernos. De acuerdo con la citada sentencia, elreferido ministro rechazó todos los cuadernos queintegran el pedido de extradición, difiriendo de laopinión de la fiscal judicial de la Corte Suprema,Mónica Maldonado, quien había considerado proce-dente la extradición en casi todos los extremos soli-citados por el Estado peruano, con excepción del delitode asociación ilícita para delinquir y el delito de alla-namiento ilegal por prescripción.

La extradición del ex presidente Fujimori no solotiene fundamentos técnicos y jurídicos, que son labase sobre la cual se formula el presente análisis,sino que ostenta una connotación ética de estricta

El caso Fujimori

ANÁLISIS JURÍDICO DE LA SENTENCIADEL MINISTRO ORLANDO ÁLVAREZ*

INSTITUTO DE DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS DE LA PUCP

CENTRO INTERNACIONAL PARA LA JUSTICIA TRANSICIONAL

justicia. La decisión a la que finalmente arribe laCorte Suprema de Justicia de Chile, y que es deobligatorio acatamiento para el Gobierno de dichopaís, enviará un importante mensaje respecto a lalucha contra la impunidad en el mundo entero. Talcomo lo ha expuesto la defensa del Estado peruano,el sentido común nos dice que una persona que tieneprocesos penales pendientes por delitos graves, queha detentado la más alta investidura de su país, yque en tal condición lo representó ante la comunidadinternacional, no puede ser eximido de su responsa-bilidad de comparecer ante los tribunales naciona-les para determinar su culpabilidad o inocencia.

En vísperas de que la Segunda Sala Penal de laCorte Suprema de Justicia de Chile resuelva la ape-lación interpuesta por el Estado peruano, algunosespecialistas en derecho internacional, penal y pro-cesal penal, así como ex procuradores públicos, através del análisis que se desarrolla a continuación,revelan que la sentencia del ministro Álvarez come-te diversos errores desde el punto de vista del dere-cho interno peruano y chileno, así como desde laperspectiva del derecho internacional, algunos deellos particularmente graves si se considera la natu-raleza de la institución de la extradición.

En primer lugar, queda claro que Chile —el Esta-do donde se desarrolla el proceso de extradición sedebe limitar a comprobar el cumplimiento de los re-quisitos formalmente establecidos en los tratados in-

* El Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP) y el Centro Internacional para la JusticiaTransicional (ICTJ) encargaron la elaboración y discusión de este informe a los juristas Walter Albán, Javier Ciurlizza, Francisco Eguiguren, AntonioMaldonado, Iván Meini, Yván Montoya, Víctor Quinteros, Elizabeth Salmón y Luis Vargas, labor por la cual les agradecen. La versión completa deldocumento se encuentra en <www.pucp.edu.pe/idehpucp>.

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ternacionales para verificar si el requerido debe o noser enviado a juicio al país que lo requiere. El ministroÁlvarez desarrolló el proceso de extradición y emitiósentencia verificando la culpabilidad o inocencia delrequerido, cuando esa función es privativa y exclusi-va de los tribunales peruanos. El Tratado Bilateral deExtradición de 1932, interpretado conjuntamente conel Código Bustamante, así lo precisan. En ese sentido,el ministro Álvarez colocó una valla probatoria quesolo puede ser cumplida dentro de un procedimientopenal ordinario, y no en el curso de un procedimientode extradición. La desnaturalización de la extradiciónno atañe solo a las normas internacionales que el Es-tado chileno —y dentro de él su Poder Judicial— debecumplir, sino que, conforme queda demostrado másadelante, resulta que no hay norma jurídica, chilena operuana, que autorice a un juez a ventilar pruebas decargo que requerirían, si fuera el caso, el concurso yparticipación activa de las partes civiles concernidasen el proceso.

En segundo lugar, las consideraciones del minis-tro Álvarez referidas a la actuación de Fujimori comopresidente de la República y, por tanto, como jefesupremo de las fuerzas armadas, no resisten el me-nor análisis jurídico. Tanto el Congreso de la Repúbli-ca del Perú, el Informe Final de la Comisión de la Ver-dad y la Corte Suprema de Justicia del Perú, handeterminado que existen indicios suficientes parapresumir la responsabilidad de Fujimori en la orga-nización, auspicio e instigación de graves crímenescontra los derechos humanos, como ocurre en loscasos de Barrios Altos, La Cantuta y las torturas ydesapariciones forzadas ocurridas en los sótanos delServicio de Inteligencia del Ejército, así como enmúltiples casos de corrupción.

En tercer lugar, el ministro Álvarez desconocetambién la importancia y valor vinculante de las de-cisiones de la Comisión Interamericana de DerechosHumanos y, lo que es más grave, las sentencias de laCorte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),ambos órganos creados en el marco de la Conven-ción Americana sobre Derechos Humanos, instru-mento vinculante para Chile. Tanto en el caso Barrios

Altos, pero particularmente en la sentencia recaídaen el caso La Cantuta, la CIDH ordenó la investigacióny sanción de todos los autores, materiales e intelec-tuales de estos crímenes, que han quedado debida-mente probados.

En cuarto lugar, merece especial mención la in-terpretación que el ministro Álvarez le da al artículo647 del Código de Procedimiento Penal de Chile, alconfundir el término indicio razonable, con el de prue-ba suficiente. En efecto, en el texto que se presenta acontinuación, se revela cómo la propia jurispruden-cia chilena, así como los más recientes avances so-bre la materia, indican que la prueba suficiente esaquella que resulta exigible para condenar a unapersona, mas no para disponer su entrega al paísque lo requiere para juzgarlo.

En quinto lugar, queda demostrado que los cua-dernos de extradición remitidos a consideración de lajusticia chilena, cumplen con el estándar probatorioque razonablemente es exigible en un proceso de ex-tradición. En cada uno de ellos, se aportan documen-tos oficiales, testimonios claves e informes pericialesque comprueban los daños producidos al país por losactos de corrupción, así como la autoría de Fujimorien las graves violaciones de los derechos humanos.El magistrado, además de transcribir literalmentevarios de los argumentos escritos de la defensa deFujimori, omite deliberadamente referirse a pruebasclaves que verifican la existencia de estos indicios.Tampoco alude en ningún momento a valiosos infor-mes en derecho, tales como los presentados por laClínica Jurídica de la Universidad George Washing-ton o por la Comisión Internacional de Juristas.

En sexto lugar, la sentencia del ministro Álvarezadelanta opinión sobre aspectos de la vida política einstitucional del Perú que no se condicen con el carác-ter eminentemente jurídico de un fallo. Primero, refi-riéndose a los orígenes personales de Fujimori y aldesconocimiento que este debía tener de los asuntosmilitares y; segundo, refiriendo que las leyes de am-nistía —que prueban la participación de Fujimori enlos crímenes que precisamente quería perdonar—fueron aprobadas por el Congreso, olvidando que es

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el presidente de la República quien las promulgó yque fue una mayoría obsecuente la que votó a favorde esta norma pese al rechazo de la ciudadanía. Dadoque el ministro Álvarez se refiere a las elecciones«democráticas» que sustentaron la permanencia deFujimori en el poder durante diez años, bien habríahecho el magistrado en explicar cómo Fujimori torciótodo el régimen político peruano, incurriendo al efec-to en maniobras fraudulentas, tema reconocido inclu-so por importantes organizaciones internacionales.

Por lo demás, del análisis que se presenta a con-tinuación, queda claro que la confirmación de la de-cisión del ministro Álvarez significaría desconocer elderecho de acceso a la justicia de las víctimas de loscrímenes que se presentan en los cuadernos de ex-tradición, contrariando obligaciones internacionalesque el Estado chileno ha adquirido.

Finalmente, el presente informe busca, en estecampo, presentar crudamente las graves deficienciasde un lamentable fallo judicial, con la esperanza deque la instancia superior recoja elementos que estána la base de la institución de la extradición: permitir alEstado peruano determinar con las reglas del debidoproceso la inocencia o culpabilidad de Fujimori, y noreemplazar la labor de los jueces peruanos.

2. ANÁLISIS DE LA SENTENCIADESDE LA JURISPRUDENCIA DE LA CORTEINTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

2.1. LOS PRECEDENTES DE LAS SENTENCIASDE LA CORTE INTERAMERICANA DEDERECHOS HUMANOS SOBRE LOS CASOSBARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA

Las referencias que hace el ministro Álvarez sobrelas sentencias de la CIDH resultan desconcertantes.Este magistrado descarta las sentencias de la Cortebajo los argumentos de que en el caso Barrios Altos

se condenó al Estado peruano y no a Fujimori; y queen el caso La Cantuta, la Corte se refirió formalmentetambién solo al Estado peruano. Asimismo, señala eljuez que cuando la Corte impone el deber de adop-tar todas las medidas necesarias, de carácter judi-cial y diplomático, para juzgar y sancionar a todoslos responsables de las violaciones cometidas, no serefiere a Fujimori, sino solo al Poder Ejecutivo o a lapresidencia sin personalizar a nadie.

Sin embargo, la Corte no podía mencionar a Fuji-mori como responsable de crimen alguno, pues sucompetencia no es penal, sino que apunta a señalar laresponsabilidad internacional de los Estados que hanaceptado su jurisdicción. Utilizar esa imposibilidadcomo argumento para exculpar a Fujimori es equivo-cado y evidencia una interpretación claramente con-traria a las obligaciones que un Estado parte de laConvención Americana, que como Chile además, haaceptado la jurisdicción contenciosa de la CIDH, deberealizar conforme a un principio elemental de buenafe.1 Por lo tanto, no es solo esperable, sino obligatorioque los magistrados chilenos consideren la jurispru-dencia de la CIDH en su real dimensión.

No obstante ello, cabe señalar que tampoco escierta la afirmación que hace el juez Álvarez sobre elsupuesto silencio que guarda la CIDH con relación aAlberto Fujimori. En efecto, la propia Corte consideraa Fujimori uno de los principales procesados en Perúrespecto a las violaciones de derechos humanos quese cometieron en la época de la violencia subversiva;y también se refiere al proceso de extradición que seestá llevando a cabo. La Corte menciona expresamenteque la ausencia del ex presidente Alberto FujimoriFujimori, inicialmente asilado en el Japón y actualmentedetenido en Chile, determina una parte importante dela impunidad de los hechos.2 Para la Corte, Fujimori esuno de los principales procesados, pues consideró re-conocido y probado que la planeación y ejecución dela detención y posteriores actos crueles, inhumanos ydegradantes y ejecución extrajudicial o desaparición

1 Chile es Estado Parte en la Convención Americana desde el 21 de agosto de 1990 y reconoció la competencia contenciosa de la Corte en esa misma fecha.2 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 147.

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JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

forzada de las presuntas víctimas, realizadas en for-ma coordinada y encubierta por miembros de las fuer-zas militares y del Grupo Colina, no habrían podidoperpetrarse sin el conocimiento y órdenes superioresde las más altas esferas del Poder Ejecutivo y de lasfuerzas militares y de inteligencia de ese entonces,específicamente de las jefaturas de inteligencia y delpropio presidente de la República.3

2.2. LA RELACIÓN ENTRE FUJIMORI Y EL GRUPOCOLINA Y LA EXISTENCIA DE UNAPRÁCTICA MASIVA, SISTEMÁTICA YGENERAL DE VIOLACIONES DE LOSDERECHOS HUMANOS

Para el ministro Álvarez, no se probó que el GrupoColina fue parte del Ejército, ni que fuera organizadoy respaldado por el Ejecutivo y con conocimiento delentonces presidente de la República. El juez eviden-cia aquí un desconocimiento total de las conclusio-nes a las que llegó la CIDH en la sentencia del casoBarrios Altos, donde consideró probado que el GrupoColina (llamado también Escuadrón de Eliminación)trabajaba para la inteligencia militar y que estabacompuesto por miembros del Ejército peruano. LaCorte se ha pronunciado reiteradamente respectode la existencia y métodos del Grupo Colina y la atri-bución a este de una práctica sistemática de viola-ciones de los derechos humanos ejecutada por ór-denes de jefes militares y policiales.4 Dicho contextofue verificado antes por la Comisión Interamericana

en relación con las características de los hechos deLa Cantuta,5 así como por el relator especial de lasNaciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales osumarias, luego de su vista al Perú en 1993.6

Tal desconocimiento se agrava por el hecho deque el juez no se pronunció sobre las investigacio-nes realizadas en el Perú por la Comisión de la Ver-dad y Reconciliación (CVR) en las que se demostróque el denominado Grupo Colina formaba parte dela estructura del Ejército. Cabe resaltar al respectoque la CIDH le reconoce gran importancia al InformeFinal de la CVR y ha recurrido a este texto en variassentencias.7 Así, refiriéndose a la CVR, la Corte expre-só: «La Comisión de la Verdad y Reconciliación estu-vo conformada por doce personas de nacionalidadperuana, de reconocida trayectoria ética, prestigio ylegitimidad en la sociedad e identificadas con la de-fensa de la democracia y la institucionalidad consti-tucional». Por lo demás, la Corte asumió las conclu-siones e investigaciones hechas por la CVR.

Por otro lado, el parecer del ministro Álvarez,contrasta con el de la fiscal Maldonado, quien sí pon-deró las investigaciones de la CVR así como tambiénlos informes de la Comisión Interamericana y sen-tencias de la CIDH, concluyendo que es un hecho his-tórico, suficientemente probado —existiendo indiciosvehementemente probados— que las acciones delGrupo Colina contaban con el conocimiento y apro-bación de Fujimori.

El Informe Final de la CVR debe ser tomado en consi-deración por la justicia chilena en su evaluación para

3 Ib., párr. 96.4 Caso Gómez Palomino. Sentencia del 22 de noviembre de 2005, serie C, n.o 136, párr. 54.1; Caso Huilca Tecse vs. Perú. Sentencia del 3 de marzo de 2005,

serie C, n.o 21, párr. 60.9, y Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia del 8 de julio de 2004, serie C, n.o 110, párr. 76.5 Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos n.o 101/01 en el Caso 10.247 y otros. Ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas

de personas. Perú, del 11 de octubre de 2001, párr. 163, 164, 170, 172 y 174; e Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre lasituación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83 Doc. 31, 12 de marzo de 1993, párr. 8, 9 y 90.

6 Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Cuestión de la violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales en cualquierparte del mundo, y en particular en los países y territorios coloniales y dependientes. Ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Adición.Informe del relator especial, B. W. Ndiaye, sobre su misión en el Perú, del 24 de mayo al 2 de junio de 1993, E/CN.4/1994/7/Add.2, 15 de noviembrede 1993, párr. 54.

7 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 80.1-80.18, 86-87, 92-95, 109, 136-137;Caso Gómez Palomino. Sentencia del 22 de noviembre de 2005, párr. 54.1-54.6; CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Castro Castro.Sentencia del 25 de noviembre de 2006, párr. 197.3-197.15, 197.21-197.24, 197.26-197.38, 197.60, 197.68.

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JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS

determinar si Alberto Fujimori fue autor de las viola-ciones de los derechos humanos, ya que se trata deun documento que al ser reconocido por un órganojurisdiccional internacional como válido adquiere unvalor probatorio relevante, pues le otorga la calidadnecesaria para cumplir con estándares internaciona-les de imparcialidad.

Las conclusiones a las que llegó la CVR sobre larelación que existía entre el Grupo Colina y Fujimorison reveladoras, y contradicen la tesis del juez Álva-rez de que las acciones militares de este grupo, enningún caso pudieron ser autorizadas ni menos serconocidas por Fujimori, pues se trataría de accionesque tienen conexión con hechos anteriores a la épo-ca en que Fujimori asumiera el gobierno del Perú.

La CVR concluyó que existen indicios razonablespara afirmar que el presidente Alberto Fujimori, suasesor Vladimiro Montesinos y altos funcionarios delServicio de Inteligencia Nacional (SIN) tienen respon-sabilidad penal por los asesinatos, desapariciones for-zadas y masacres perpetradas por el escuadrón de lamuerte denominado Colina.8 La CVR llega a tales con-clusiones no a través de declaraciones de oídas omeras especulaciones, sino de un exhaustivo análisisy de diversos testimonios recogidos de testigos califi-cados. De ello se desprende que el llamado GrupoColina no actuó al margen de la institución militar,sino que fue un destacamento orgánico y funcional,instalado durante el gobierno de Fujimori en la es-tructura del Ejército, en la medida en que utilizaba losrecursos humanos y logísticos de la Dirección de Inte-ligencia del Ejército (DINTE), del Servicio de Inteligenciadel Ejército (SIE) y del Servicio de Inteligencia Nacional(SIN). Por lo tanto, para su constitución y funcionamien-to debía contar con una partida secreta, que cubrieralos requerimientos de un contingente militar dedica-do en exclusividad a una actividad ilícita, que implicógraves violaciones de los derechos humanos.9

Por su parte, la CIDH llega a las mismas conclu-siones en el caso La Cantuta10 basándose no solo enel Informe de la CVR, sino también en las investiga-ciones llevadas a cabo por la Comisión Interameri-cana de Derechos Humanos. Cabe resaltar el testi-monio directo que realizara el general de divisióndel Ejército peruano, Rodolfo Robles Espinoza, en-tonces número tres en la línea de mando de las fuer-zas armadas, quien denunciara públicamente a tra-vés de un documento escrito de su puño y letra enel que confirma que el crimen de La Cantuta habíasido cometido por un destacamento especial de in-teligencia que era aprobado y conocido siempre porel comandante general del Ejército.

Asimismo, el ministro Álvarez se plantea y recha-za la presunción de que, por haber ocupado el cargode presidente de la República, Fujimori tendría forzo-samente que haber ordenado esas matanzas o con-sentido en su realización. Nuevamente, el magistradoomite considerar la sentencia de la CIDH en el caso LaCantuta. En ella, quedó establecido que los graves crí-menes cometidos, se enmarcaron en el carácter siste-mático de la represión a que fueron sometidos deter-minados sectores de la población designados comosubversivos o, de alguna manera, contrarios u oposi-tores al gobierno de Fujimori, con pleno conocimientoe incluso órdenes de los más altos mandos de lasfuerzas armadas, de los servicios de inteligencia ydel Poder Ejecutivo de ese entonces, mediante lasestructuras de seguridad estatales, las operacionesdel denominado Grupo Colina y el contexto de impuni-dad que favorecía esas violaciones.11 Adicionalmente,se estableció que el Grupo Colina hacía parte prepon-derante de una política gubernamental consistente enla identificación, control y eliminación de aquellas per-sonas de quienes se sospechaba pertenecían a losgrupos subversivos, mediante acciones sistemáticasde ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas, asesi-

8 COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN. Informe Final. Lima: CVR, 2003, t. VIII: «Los Gobiernos de Alberto Fujimori», p. 257, párr. 100.9 Ib., t. III, sección segunda «Los actores del conflicto», cap. 2, párr. 100.10 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 80.17-80.18 y Caso Gómez Palomino.

Sentencia del 22 de noviembre de 2005, párr. 50.5-50.6.11 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 81.

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natos selectivos, desapariciones forzadas y torturas.El grupo fue organizado directamente dentro de la es-tructura jerárquica del Ejército peruano y sus activida-des y operaciones fueron desarrolladas, según dife-rentes fuentes, con conocimiento de la presidencia dela República y del comando del Ejército.12 En este senti-do, parece difícil y hasta innecesario, exigir —como lohace el juez Álvarez— que un presidente emita de ma-nera pública y expresa instrucciones violatorias de losderechos humanos, para probar su conexión con ellas.

Otro punto que cabe resaltar guarda relación conlas afirmaciones que hace el juez sobre los indiciospresentados, respecto a que no tienen suficiente fuer-za para comprobar coautoría, que no hay prueba di-recta de participación y tampoco testimonios preci-sos, solo meras especulaciones o declaraciones deoídas. No cabe admitir la tesis de las meras especula-ciones, cuando la CIDH, en la sentencia Castro Castro,consideró como hechos probados las conclusiones einvestigaciones desarrolladas por la CVR, entre las queresalta el hecho de que esa Comisión recibió miles de

denuncias sobre actos de tortura y tratos o penas crue-les, inhumanos o degradantes producidos durante elperíodo comprendido entre 1980 y 2000 y que en suInforme Final afirmó que el 74,90% de dichos delitoscorrespondió a acciones atribuidas a funcionarios delEstado o personas que actuaron bajo su autorizacióno aquiescencia.13 En ese sentido, la desaparición for-zada de personas fue uno de los principales mecanis-mos de lucha contrasubversiva empleados por losagentes del Estado, adquiriendo las características deuna práctica sistemática o generalizada.

No solo ello sino que, además, en la sentenciadel caso La Cantuta, la CIDH hace mención expresa delas obligaciones derivadas del derecho internacio-nal en materia de cooperación interestatal respectode la investigación y eventual extradición de presun-tos responsables en casos de graves violaciones dederechos humanos.14 La Corte recuerda que, bajo elmecanismo de garantía colectiva establecido en laConvención Americana, en conjunto con las obliga-ciones internacionales regionales15 y universales16

12 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 83.13 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Castro Castro. Sentencia del 25 de noviembre de 2006, párr.197.5: «La CVR recibió miles de

denuncias sobre actos de tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes producidos durante el período comprendido entre 1980 y 2000. Ensu informe final afirma que de 6.443 actos de tortura y tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes registrados por dicho órgano, el 74,90%correspondió a acciones atribuidas a funcionarios del Estado o personas que actuaron bajo su autorización o aquiescencia, y el 22,51% correspondió algrupo subversivo PCP- Sendero Luminoso». Asimismo la CVR en su Informe Final expresó que «[…] la desaparición forzada de personas fue […] uno delos principales mecanismos de lucha contra subversiva empleados por los agentes del Estado, adquiriendo las características de una práctica sistemáticao generalizada». «Del total de víctimas reportadas a la CVR como ejecutadas o cuyo paradero continúa desconocido por responsabilidad de agentes delEstado, el 61% habrían sido víctimas de desaparición forzada».

14 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 160.15 Carta de la Organización de Estados Americanos, preámbulo y artículo 3.e; Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura; Convención

Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas; y resolución n.o 1/03 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre juzgamientode crímenes internacionales.

16 Carta de las Naciones Unidas firmada el 26 de junio de 1945, preámbulo y artículo 1.3; Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada yproclamada por la resolución de la Asamblea General 217 A (iii) del 10 de diciembre de 1948; Pacto Internacional de Derechos Civiles Políticos de lasNaciones Unidas, resolución 2200 A (XXI) de la Asamblea General del 16 de diciembre de 1966; Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y susProtocolos; Convenio sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de lesa humanidad, resolución 2391 (XXIII) de laAsamblea General del 26 de noviembre de 1968; Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, resolución 260 A (III) de laAsamblea General del 9 de diciembre de 1948; Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, resolución 39/46 de la Asamblea General del 10 de diciembre de 1984; Declaración sobre la protección de todas las personas contra la desaparición forzada, G.A. Res.47/133, 47 U.N. GAOR Supp. (n.o 49) at 207, U.N. Doc. A/47/49 (1992), artículo 14; Principios de las Naciones Unidas sobre la efectiva prevención einvestigación de ejecuciones extralegales, arbitrarias y sumarias, E.S.C. Res. 1989/65, U.N. Doc. E/1989/89 parr. 18 (24 de mayo de 1989); Principios delas Naciones Unidas de Cooperación Internacional en la Detección, Arresto, Extradición y Sanción de Personas Culpables de Crímenes de Guerra yCrímenes de Lesa Humanidad, G.A. Res. 3074, U.N. Doc. A/9030 (1973); Resolución sobre la cuestión del castigo de los criminales de guerra y de las personasque hayan cometido crímenes de lesa humanidad, G.A. Res. 2840, U.N. Doc. A/Res/2840 (1971); Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y laSeguridad de la Humanidad de la Comisión de Derecho Internacional de 1996; Proyecto de Convención Internacional para la protección de todas laspersonas contra las desapariciones forzadas, Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, 1.o período de sesiones, tema 4 del programa, A/HRC/1/L.2, 22 de junio de 2006; Declaración sobre el Asilo Territorial, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolución 2312 (XXII) de14 de diciembre de 1967, y Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, 189 U.N.T.S. 150, adoptada el 28 de julio de 1951por la Conferencia de Plenipotenciarios sobre el estatuto de los refugiados y de los apátridas (Naciones Unidas), convocada por la Asamblea Generalen su resolución 429 (V), del 14 de diciembre de 1950.

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en la materia, los Estados parte en la Convencióndeben colaborar entre sí en ese sentido.17

2.3. EXISTENCIA DE UNA PRÁCTICA MASIVA,SISTEMÁTICA Y GENERAL DE VIOLACIONESDE DERECHOS HUMANOS Y APLICACIÓNDEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL

Por otro lado, conforme a las propias sentencias dela CIDH, se concluye que en el Perú tuvieron lugarviolaciones sistemáticas de los derechos humanos,18

entre ellas, torturas, ejecuciones extrajudiciales ydesapariciones forzadas, realizadas por agentes es-tatales que seguían órdenes de jefes militares y po-liciales. En consecuencia, conforme es reconocidoen el derecho internacional, cuando en un contextode esa naturaleza se cometen delitos como los an-teriormente mencionados, estos se consideran crí-menes internacionales, específicamente, crímenesde lesa humanidad. En ese sentido, la Corte estable-ció que dichas violaciones graves infringieron el juscogens internacional y que la penalización de estoscrímenes resultaba obligatoria, conforme al dere-cho internacional general. Eso es lo que precisamen-te intenta hacer el Estado peruano, al que la posi-ción del juez Álvarez impide dar cabal cumplimientoal mandato de la CIDH, máxime cuando ha sido lapropia Corte la que destacó que la naturaleza ygravedad de los hechos en contextos de violacio-nes sistemáticas de derechos humanos, genera unamayor necesidad de erradicar la impunidad. En esesentido, la Corte resaltó la importancia que conlle-va la apertura de un proceso penal en contra del expresidente peruano Alberto Fujimori Fujimori.

Por lo demás, desde el Gobierno, Fujimori, inten-cional y progresivamente, organizó una estructuraque controló los poderes del Estado, así como otras

dependencias clave, y utilizó procedimientos forma-les/legales para asegurar impunidad a los actos vio-latorios de los derechos humanos, primero y de co-rrupción, después.19

Las pruebas sobre la existencia de tales viola-ciones de los derechos humanos son contundentes yno admiten sostener, como lo hace el juez Álvarez,que resulta mera presunción afirmar que Fujimorisabía de estos hechos. Desde todos los sectores sealzaban voces sobre la comisión de estos crímenes,periodistas, organizaciones de derechos humanos,hasta miembros del Congreso informaban de estoshechos, como es el caso del senador Raúl Ferrero,presidente de la Comisión de Justicia y DerechosHumanos, quien reveló que solo en los primeros cin-co meses del gobierno de Fujimori habían desapare-cido alrededor de doscientas personas en el depar-tamento de Huancavelica y que durante 1990 y 1991,varias decenas de estudiantes de la UniversidadNacional del Centro (Huancayo), desaparecieron demanera progresiva. Sin embargo, en ninguno de loscasos se ahondó en investigaciones ni en la determi-nación de responsabilidades.20

Fujimori, sin embargo, no hizo nada por sancio-nar a los culpables. Como afirma la CVR, solo AlbertoFujimori podía ejercer el poder político suficiente endistintas esferas del Estado para evitar la investiga-ción de estos crímenes. No había otra autoridad pú-blica que pudiera llegar con capacidad de decisión ainstituciones tan disímiles como el Congreso, el Po-der Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal de Justi-cia Militar, el Ejército, la Policía Nacional, etcétera,para lograr impunidad para los crímenes del GrupoColina.21

Se vivía, según lo confirma la CIDH en el caso LaCantuta, una situación generalizada de impunidad res-pecto de las graves violaciones de los derechos hu-

17 Caso Goiburú y otros, párrs. 128-132.18 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso La Cantuta. Sentencia del 29 de noviembre de 2006, párr. 80-80.2, 80.4, 81; caso Gómez Palomino.

Sentencia del 22 de noviembre de 2005, párr. 54.1; caso Castro Castro. Sentencia del 25 de noviembre de 2006, párr. 197.2, 197.4 y 197.5, párr. 202 y 203.19 Cf. COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN. Ob. cit., t. III, sección segunda: «Los actores del conflicto», cap. 2, p. 53.20 Cf. ib., p. 62.21 Cf. ib., p. 115.

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manos, propiciada y tolerada por la ausencia de ga-rantías jurisdiccionales e ineficacia de las institucio-nes judiciales para afrontar las sistemáticas viola-ciones de derechos humanos. Existía entonces unaabierta intervención en el Poder Judicial, en el Tribu-nal Constitucional, en el Ministerio Público y en otrosórganos constitucionales. La adopción de diversos dis-positivos legales y situaciones de hecho se conjuga-ban para obstaculizar las investigaciones y propiciaro reproducir impunidad. Hechos tales como la deriva-ción de investigaciones por esos graves delitos al fue-ro militar; la destitución de varios jueces y fiscales detodos los niveles llevadas a cabo por el Poder Ejecuti-vo;22 y la promulgación y aplicación de las leyes deamnistía dan cuenta de la certeza de esta afirmación.

3. ANÁLISIS SOBRE EL ESTÁNDARPROBATORIO EXIGIDO POR ELMINISTRO ÁLVAREZ

El ministro de la Corte Suprema de Justicia de Chile,Orlando Álvarez, rechazó el pedido de extradicióndel prófugo Alberto Fujimori Fujimori, al estimar; enprimer lugar, que el artículo 647 inciso c del Códigode Procedimiento Penal de Chile resulta aplicable alproceso de extradición en mención, y; en segundolugar, que conforme a dicho dispositivo el Gobiernosolicitante, en este caso el Gobierno peruano, debíaacompañar a la solicitud de extradición, los elemen-tos probatorios que permitieran establecer la culpa-bilidad del Fujimori, en los delitos materia de los pro-cesos que sustentaron dicho requerimiento.

Consideramos que el razonamiento del ministroÁlvarez es errado y contrario tanto a los principiosrectores del derecho internacional público y priva-do, como a los instrumentos internacionales sobreprotección de derechos humanos y político socialessuscritos y ratificados por Chile.

Los tratados que rigen las relaciones internacio-nales entre Perú y Chile, en materia de extradición,son los siguientes: el Tratado Bilateral de Extradicióncelebrado por ambos países el 5 de noviembre de1932; la Convención de Derecho Internacional Priva-do de la Habana, mejor llamada Código de Bustaman-te, suscrita el 20 de febrero de 1928; la Convención deViena y los Principios de Derecho Internacional reco-nocidos por los Estados.

A continuación, analizaremos brevemente cadauna de estas disposiciones en cuanto a los requisitosque hacen viable la extradición.

3.1. EL TRATADO DE EXTRADICIÓNCON CHILE

Este tratado establece que procede la extradiciónpor todas las infracciones que según la ley del paísrequerido, estén penadas con un año o más de pri-sión, comprendidas la tentativa y la complicidad (ar-tículo II).

De la misma manera, en el tratado se acuerdaque los delitos imputados no deben ser consideradosdelitos políticos por la legislación del país requerido.Sin embargo, se establece que procederá la extradi-ción, aun cuando el culpable alegue un motivo o finpolítico, si el hecho por el cual ha sido reclamado cons-tituye principalmente un delito común, como homici-dio, envenenamiento, etcétera (artículo III).

Se prevé como causal de improcedencia de lasolicitud de extradición, que el sujeto requerido, extra-diturus, haya sido condenado o absuelto, o se encuen-tre juzgado o procesado, por los mismos hechos ma-teria de la solicitud, en el país requerido; además seestablece como causal de improcedencia que la penao la acción penal se encuentren prescritas (artículo V).

En el artículo XIII del tratado, ambos países acuer-dan que la demanda de extradición, en cuanto a sustrámites, a la apreciación de la legitimidad de su pro-

22 Informe del relator especial encargado de la cuestión de la independencia de los jueces y abogados, señor Param Cumaraswamy. Adición Informe de lamisión al Perú. E/CN.4/1998/39/Add.1, del 19 de febrero de 1998, párr. 17-20.

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cedencia y a la admisión y calificación de las excep-ciones con que pudiese ser impugnada por parte delreo o prófugo reclamado, quedará sujeta a las leyesrespectivas del país requerido, siempre y cuando di-chas normas internas no se opongan a lo prescritoen el tratado.

Es evidente que el ministro Álvarez ha interpre-tado y aplicado de manera equivocada este artícu-lo al considerar que él exige que el país requirentepresente pruebas que acrediten la responsabilidaddel extraditable, por lo que, conforme a la interpre-tación del citado magistrado, constituye causal deimprocedencia de la solicitud la no aportación depruebas que demuestren, más allá de toda dudarazonable, la comisión del delito y la responsabili-dad de Fujimori. Queda claro pues que el ministroÁlvarez, al interpretar equivocadamente la normainterna de Chile (647c CPP), incorpora una causal deimprocedencia de la solicitud de extradición no pre-vista ni en el Tratado Bilateral de Extradición, ni enel Código de Bustamante.

3.2. CÓDIGO DE BUSTAMANTE

Este código, además de recoger las causales señala-das en el Tratado con Chile, establece que junto a lasolicitud de extradición deben acompañarse las ac-tuaciones del proceso que suministren pruebas o almenos indicios racionales de la culpabilidad de lapersona de que se trate (artículo 365 1).

Al respecto, resulta pertinente anotar que si bien,como lo señala el ministro Álvarez en su sentencia,el Código de Bustamante se aplica solo supletoria-mente; sin embargo, dado que en el Tratado Bilateralde Extradición no se hace referencia al estándar pro-batorio que debe sustentar una solicitud de extradi-ción, queda claro, conforme al código en mención,que el Estado requirente debe sustentar dicha solici-

tud en prueba o indicios razonables, tanto de la co-misión del delito como de la vinculación a este delsolicitado. Tales indicios deben permitir a las autori-dades del Estado requerido establecer que resultarazonable que la persona requerida sea sometida aun proceso judicial, en el país solicitante, en el quehabrá de establecerse tanto la comisión del delito,como su posible responsabilidad, sobre la base delas pruebas que deberán actuarse en él.

3.3. CONVENCIÓN DE VIENA

La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tra-tados se aplica a todos los tratados suscritos entreEstados. Recoge dos principios esenciales, a saber:a) Pacta sunt Servanda, que señala que todo tratado envigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellasde buena fe, y b) el derecho interno y la observanciade los tratados, en virtud del cual una parte no puedeinvocar las disposiciones de su derecho interno comojustificación del incumplimiento de un tratado.

3.4. CRITERIOS DE INTERPRETACIÓN

El principal instrumento internacional que rige losprocesos de extradición entre Perú y Chile es el tra-tado celebrado entre ambos países; por lo tanto, esteinstrumento debe interpretarse a efectos de promo-ver un eficiente proceso de extradición.23

Asimismo, cabe indicar que la Convención de Vie-na sobre el Derecho de los Tratados rige la interpreta-ción de estos en el marco del derecho internacional.24

En ese sentido, el artículo 31 de la Convención dispo-ne que «[…] un tratado deberá interpretarse de bue-na fe conforme al sentido corriente que haya de atri-buirse a los términos del tratado en el contexto deéstos y teniendo en cuenta su objeto y fin».25 Deacuerdo con su preámbulo, el Tratado Bilateral de

23 Tratado de Extradición entre Perú y Chile celebrado el 5 de noviembre de 1932.24 Véase la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados del 23 de mayo de 1969.25 Ib., art. 31.

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Extradición pretende facilitar el intercambio de fugi-tivos de la justicia entre Chile y Perú con el objetivode garantizar el accionar efectivo de la justicia penalen ambos países.26 Resulta obvio y hasta ocioso se-ñalar que esto último deberá materializarse con ple-na observancia de los principios y garantías del de-bido proceso y del derecho de defensa, reconocidosno solo por el ordenamiento interno, sino sobre todopor los instrumentos internacionales de protecciónde los derechos humanos.

Bajo ese contexto, no es posible sostener comoválida la interpretación y aplicación realizada por elministro Álvarez al exigir que el Perú presente prue-bas que le permitan llegar a un juicio de certeza res-pecto de la comisión de los delitos y la responsabili-dad del prófugo ex presidente Alberto Fujimori. Ellopor cuanto la institución de la extradición, tal comoha quedado señalado, tiene como finalidad la en-trega de prófugos para ser juzgados y no para serirremediablemente condenados, que sería la con-secuencia lógica de aceptarse como válida la erró-nea disquisición del ministro Álvarez.

3.5. CRITERIOS PROBATORIOS CHILENOSEN MATERIA DE EXTRADICIÓN

Existe en la práctica internacional una tendencia asimplificar y acelerar los procesos de extradición.Por lo general, los tribunales solo exigen informa-ción básica sobre el supuesto delito y la identidad delprófugo.27 Sin embargo, la justicia chilena aún exigeuna revisión más detallada de las pruebas. De cual-quier forma, los sustanciales elementos probatorios

presentados por el Estado peruano en el proceso deextradición del ex presidente Fujimori, satisfacen ple-namente los requisitos señalados en el Tratado Bila-teral, así como en el Código de Bustamante, e inclu-so guarda coherencia con el criterio jurisprudencialde la Corte Suprema de Chile.

Si bien es cierto que el artículo 647 del Código deProcedimiento Penal chileno exige una valoración delas pruebas presentadas contra el imputado, a efec-tos de considerar si cometió el delito, esto no debeentenderse en el sentido de exigir que se demuestrecabalmente la culpa del acusado, sino únicamenteque «existan indicios racionales sobre su culpabili-dad».28 Este criterio de valoración probatoria en ma-teria de extradición ha sido el que ha adoptado laCorte Suprema de Chile en el proceso de extradicióndel ciudadano chileno José Vicente Aguilar Pérez aArgentina. En aquella oportunidad, el Supremo Tri-bunal chileno señaló que, a los efectos de la extradi-ción no era necesario presentar «prueba plena» dela culpa del imputado; solo era necesario presentar«indicios racionales» de su culpabilidad.29 Esta pos-tura también se ve reflejada en el dictamen de lafiscal Maldonado Croquevielle, al señalar que bas-tan indicios racionales de culpabilidad que suscitenpresunciones fundadas sobre esta.

Es evidente, entonces, que la correcta interpre-tación del cuestionado artículo 647 del código pro-cedimental chileno debe realizarse de manera arti-culada con los tratados de derecho internacional yespecialmente con el Código de Bustamante, el cual,como sabemos, recoge el criterio ya referido queconsidera atendible un pedido de extradición si las

26 Véase el Tratado de Extradición, preámbulo.27 La Convención Europea sobre Extradición de 1957, que incluye a cuarenta Estados Partes de tradición jurídica tanto de derecho civil como del common

law, es el tratado de extradición de más amplio alcance en el mundo. El criterio probatorio de la Convención, denominado principio de «validez formal»,se establece en el artículo 12: «[…]a menos que un estado parte requerido haya celebrado una reserva, el estado requirente sólo deberá presentar unauto de prisión, una declaración de los delitos por los cuales se solicita la extradición, una descripción general de los hechos y el derecho pertinentes,e información sobre la identidad y nacionalidad del fugitivo». Convención Europea sobre Extradición art. 12. Este criterio también se encuentra, enforma simplificada, entre otros, en el Tratado de Extradición Modelo de la ONU de 1990, artículo 5, (destinado a ofrecer pautas universales en materiade procedimientos eficaces de extradición) y en el Acuerdo sobre Extradición entre los Estados Partes del Mercosur y la República de Bolivia y laRepública de Chile, 10 de diciembre de 1998, Mercosur/CMC/Dec. n.o 14/98.

28 Véase, por ejemplo, CORTE SUPREMA DE CHILE. Caso de José Vicente Aguilar-Pérez, rol n.o 5569-04 (2 de mayo de 2005), décimo primer y duodécimoconsiderandos; CORTE SUPREMA DE CHILE. Caso de Rafael Washington Jara-Macías, supra nota 70, décimo considerando.

29 Véase CORTE SUPREMA DE CHILE. Caso de José Vicente Aguilar-Pérez, supra nota 72, décimo primer y duodécimo considerandos.

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pruebas configuran «indicios racionales» de la res-ponsabilidad del imputado.

A diferencia de lo opinado por la fiscal, el juezÁlvarez, basándose siempre en su equivocada inter-pretación de la legislación interna, considera que nose ha acreditado que Fujimori hubiese cometido losilícitos que se le atribuyen, pues estima que las prue-bas presentadas no han logrado determinar que este,como procesado, haya cometido o no el delito; enton-ces, lo que en buena cuenta exige el juez chileno es unaporte probatorio de un estándar más elevado, desuerte que al ser valorado por él, pueda producirlecerteza de que Fujimori ha cometido el delito.30

Como hemos señalado, no es posible, ni corres-ponde además, exigir dicho estándar probatorio enun proceso de extradición pues, como sabemos, lacerteza en la culpabilidad de un procesado se alcan-za únicamente a través de un juicio y conforme a lasgarantías que ello implica. Por lo tanto, la exigenciade aportación de prueba sentada y exigida por eljuez Álvarez afecta, indudablemente, tanto la Decla-ración Universal de los Derechos Humanos, como laDeclaración Americana de los Derechos Humanos,el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti-cos y la Convención Americana de Derechos Huma-nos, en lo referente a que toda persona tiene dere-cho a un juicio justo, garantía que se vería vulneradasi el Estado requirente aportase pruebas que acredi-tasen la culpabilidad del extraditurus, pues de admi-tirse el pedido de extradición, este último no seríaentregado ya con el propósito de someterlo a un jui-cio justo, sino únicamente para ser condenado. Estoimplica afectar las garantías de debido proceso, dejuez natural (en cuyo concepto se incorpora el su-puesto de imparcialidad), de presunción de inocen-cia y de derecho de defensa, entre otras.

En consecuencia, admitir la procedencia de pre-sentar prueba plena de la culpabilidad de Fujimori, a

efectos de que la justicia chilena apruebe la solicitudde extradición, implicaría la inclusión del testimoniode las víctimas para que estas impulsen la actuaciónde medios probatorios de gravitante importancia,como la confrontación de testigos (careos procesa-les), el examen de estos mediante repreguntas paracolmar eventuales vacíos o evidenciar contradiccio-nes, y en general, usar todos los mecanismos proce-dimentales a los que debieran poder recurrir quie-nes —como ha señalado la Corte Interamericana—son titulares de los derechos fundamentales; y si bientales víctimas no son parte en este tipo de procesos,es insostenible que; por un lado, se imponga un su-puesto estándar de prueba plena en un proceso deextradición y; por otro lado, concomitantemente, seimpida que en el mismo proceso promuevan prue-bas quienes han sufrido directa o indirectamente delos actos delictivos, materia de los procesos instau-rados en el país requirente y en consecuencia tienentanto especial interés como titularidad procesal paraimpulsar el esclarecimiento de la responsabilidad delimputado, a través de la actividad probatoria.

Por lo tanto, interpretar el mencionado artículo647, tal como lo ha hecho el juez Álvarez, implica in-corporar una causal de procedencia o improcedenciadel pedido de extradición o un requisito adicional a lasolicitud de extradición, no contemplado en el TratadoBilateral ni en el Código de Bustamante, lo que resultainadmisible desde la vigencia de la Convención deViena que, como queda dicho, considera que todo tra-tado debe interpretarse de buena fe y teniendo encuenta sus fines y objetivos. Una decisión como lapresente, viola la citada convención cuando, lejos defacilitar la captura de fugitivos de la justicia, la entor-pecen y la niegan. De prevalecer esta situación, seestaría sentando un precedente contrario a las obli-gaciones que impone el derecho penal internacional,en el sentido de que todos los Estados deben llevar

30 Así lo ha señalado el juez Álvarez al considerar que «[…] no está debidamente demostrado en estos autos, la participación de Alberto Fujimori Fujimorien la calidad que se le ha atribuido en la solicitud de extradición, en todos los delitos comprendidos en dichos doce casos; por todo lo cual es posiblededucir que no se ha acreditado en esta causa que el requerido hubiere cometido los ilícitos que se le atribuyen […]», y, por consiguiente, «[…] serechaza la extradición», cf. el ítem 122 de la sentencia.

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ante la justicia a los autores de los delitos más gravesque preocupan a la comunidad mundial.31

4. EL RAZONAMIENTO PARCIALIZADO DELMINISTRO ÁLVAREZ EN LA VALORACIÓNDE LOS ELEMENTOS DE INVESTIGACIÓNO PRUEBAS CONTENIDAS EN LOSCUADERNOS DE EXTRADICIÓN

En el presente texto pretendemos poner en evidenciaque, a diferencia del dictamen de la fiscal Maldonado,la resolución del ministro Álvarez ha incurrido en unairregular parcialización con la posición del requerido,no solo por la transcripción de párrafos completos delalegato de la defensa del extraditable, sino, sobre todo,por la manipulación grosera del sentido de los ele-mentos de investigación (o prueba) contenidos en loscuadernos de extradición que acreditan los ilícitospenales imputados y la culpabilidad o la presunciónde culpabilidad del ex presidente Fujimori en ellos.

Sin perjuicio de lo expuesto en relación con elcuestionado estándar probatorio utilizado por el mi-nistro Álvarez en su controvertido fallo, analizare-mos la manipulación del razonamiento empleado porel citado ministro en la valoración de los elementosde investigación contenidos en dos de los cuadernosde extradición que fundamentan el requerimiento deentrega del ex presidente Fujimori hecho a las auto-ridades judiciales chilenas por el Estado peruano. Lanaturaleza del presente texto no nos permite exten-dernos en el análisis de todos los cuadernos de ex-tradición; sin embargo, los comentarios realizadosen este análisis pueden ser pacíficamente traslada-

bles, tanto al resto de casos de corrupción como alas violaciones de derechos humanos cometidas enlos sótanos del Servicio de Inteligencia del Ejército(SIE),32 las cuales se enmarcaron dentro de la mismaestrategia contrasubversiva, a partir de la cual secometieron los crímenes atribuidos al Grupo Colina,entre ellos los de Barrios Altos y La Cantuta analiza-dos en el presente artículo.

4.1. CUADERNO DE EXTRADICIÓN N.O 11-05:15 MILLONES

El cuaderno denominado 15 millones contiene la impu-tación referida a la desviación de 15 millones de dóla-res de recursos del Estado peruano, suma de dineroque fuera entregada por el ex presidente Fujimori asu asesor principal, Vladimiro Montesinos Torres,como una forma de «compensación por tiempo deservicios», que permitiera la salida de este del país,buscando solucionar con ello la crisis de gobernabili-dad que había generado su presencia en el Perú, lue-go de la pública exhibición de un video en el que el exasesor aparecía sobornando a un congresista electo.

4.1.1. ELEMENTOS DE INVESTIGACIÓNO PRUEBAS

Para fundamentar el pedido de extradición en estecuaderno, el Perú adjuntó abundante recaudo proba-torio que no deja duda respecto de la responsabilidaddel ex presidente en el delito de peculado —utiliza-ción de dinero del Estado para interés personal o deterceros— y de falsedad ideológica. Entre este mate-rial podemos citar los siguientes documentos:

31 Véase, en general, BASSIOUNI, M. C. Crimes against Humanity in International Criminal Law. 2.a ed. La Haya, Londres y Boston: Kluwer Law International,1999; JORGENSEN, N. The Responsibility of States for International Crimes. Oxford: Oxford University Press, 2000; MERON, Theodor. War Crimes Law Comesof Age: Essays. Oxford: Oxford University Press, 1998; ORENTLICHER, Diane. Settling Accounts: The Duty to Prosecute Human Rights V iolations of a PriorRegime 100 Yale L. J., 1991, p. 2537; ROHT-ARRIAZA, Naomi (ed.). Impunity and Human Rights in International Law and Practice, 1995.

32 En este Cuaderno de Extradición se pone en evidencia la autoridad y conocimiento que ejercía Fujimori sobre las violaciones de los derechos humanoscometidas al interior de los sótanos del SIE. En el caso de las imputaciones referidas al delito de desaparición forzada de personas, existen referencias sobrela actuación de grupos operativos distintos al Grupo Colina, en los cuales alternaban agentes de este último grupo como es el caso de los suboficialesJesús Sosa Saavedra e Iris Chumpitaz. La conexión del extraditable y Vladimiro Montesinos también está presente en este caso, toda vez que, entre otrasevidencias y testimonios, existe un registro de visita donde consta que el ex asesor concurrió a los sótanos del SIE durante los días en que estuvo detenidode manera ilegal y era objeto de torturas Martín Javier Roca Casas, una de las víctimas desaparecidas en las instalaciones de dicha dependencia militar.

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a) Copia certificada del decreto de urgencia 081-2000firmado por Fujimori y su ministro de Economía,Carlos Boloña Behr. En este decreto se autorizabaal Ministerio de Economía a transferir al Ministe-rio de Defensa la suma de S/. 52.500.000 —los cua-les fueron cambiados posteriormente aUS$ 15.000.000— para ejecutar el supuesto «PlanSoberanía», que consistía en el aparente reforza-miento de la frontera con Colombia en razón deun supuesto peligro de infiltración de guerrillerosde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Co-lombia (FARC) a nuestro territorio.

b) Declaración testimonial del Vladimiro MontesinosTorres, asesor principal del ex presidente Fujimo-ri, quien declara que, luego de la difusión del ví-deo Kouri-Montesinos, fue citado a Palacio deGobierno por Fujimori dos veces. De acuerdo conesta declaración, en la segunda de estas reunio-nes el presidente le indicó que la situación de cri-sis podría aprovecharse para desviar fondos deltesoro público a una cuenta en Suiza que asegu-rara su futura candidatura y, para ello, se simula-ría la entrega a él (Montesinos) de 15 millones dedólares como compensación por tiempo de servi-cios prestados a la nación. Montesinos señala queel propio Fujimori le manifestó que los funciona-rios que participarían en ese desvío de fondosserían el ministro Boloña, el ex ministro de De-fensa Carlos Bergamino y el viceministro de Ha-cienda Alfredo Jaililie. Asimismo declara que, enaplicación del referido decreto de urgencia, el ge-neral Bergamino solicitó el 22 de septiembre de2000 la conversión de S/ 52.500.000 a US$ 15.000.000.Este dinero fue retirado del Ministerio de Defensapor el general EP Luis Muente Schwarz, quien con-currió el 22 de septiembre en la noche al SIN, y en ellugar bajó de la maletera dos bolsas con numero-sos billetes de 100, 50 y 20 dólares americanos, loscuales fueron entregados al ex asesor.

c) Declaración de Matilde Pinchi Pinchi, secretariapersonal de Vladimiro Montesinos, quien declaraque Montesinos llamó al presidente Fujimori paracomunicarle que no renunciaría y que no se iba a

ir sin dinero, y que por su parte el presidente lla-mó a Montesinos para decirle que el dinero solici-tado era una cantidad excesiva. Frente a ello,Montesinos le responde: «Usted sabe de dóndesacar dinero y cómo lo puede hacer para poder-me ir tranquilo a vivir en el país que me va asilar».

d) Declaraciones testimoniales rendidas en juicio,principalmente, por los ministros del Gobiernodel propio ex presidente Fujimori:– Carlos Boloña Behr, ministro de Economía: reco-noce que recibió el pedido de transferencia dedinero de parte del ministro de Defensa, el gene-ral EP Bergamino, pero que antes de ello el propioex presidente le manifestó que el pedido se iba aproducir y que debía atenderse con prioridad.Boloña señala, además, que era consciente de lasituación de crisis política por la que atravesabael Perú y que en esas circunstancias procedió aentregar el dinero debido «a la gestión y presióndel propio presidente». El propio ministro suscri-bió —junto con su abogado, César Nakazaki— unescrito dirigido a la Sala Penal Especial, por mediodel cual precisa los términos de su declaracióninstructiva. En dicho documento, el ministro Bolo-ña confiesa que participó en la dación del decretode urgencia 081-2000 y que sabía que el dinero nosería utilizado para la ejecución del plan militarelaborado para resguardar la frontera del Perúcon Colombia. Confiesa que conocía que el dine-ro que se tranferiría «se emplearía para solucio-nar el problema de gobernabilidad que generó alpaís la difusión del video Kouri-Montesinos, al asíhabérselo manifestado el presidente Fujimori alsolicitarle que atienda con urgencia el pedido defondos públicos del Sector Defensa».– General EP José Villanueva Ruesta, presidentedel Comando Conjunto de las fuerzas armadas:según su declaración, fue él quien concertó per-sonalmente con Fujimori el contenido del oficiosolicitando la ampliación presupuestal. Sin em-bargo, se percató de que no estaba autorizadopara pedir la referida ampliación presupuestal.Por tal motivo, dirigió un oficio (oficio 11296 MD H/

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3 de 25 de agosto de 2000) al ministro de Defen-sa, general Carlos Bergamino, para que este so-licitara la ampliación presupuestal, como efecti-vamente ocurrió.– General EP Carlos Bergamino Cruz, ministro deDefensa: declara que fue él quien junto con elgeneral Muente obedecieron lo dispuesto porMontesinos y que el origen de la desviación defondos fue un oficio remitido por Fujimori dispo-niendo tal derivación presupuestal.– Declaraciones de funcionarios y empleados vin-culados directamente al ex presidente: José Ka-miya Temuya, ex secretario personal de Fujimori,manifiesta que el original del decreto de urgencia081-2000 fue entregado personalmente por Fuji-mori para ser numerado y luego fue devuelto aaquel. Cabe indicar que en las actas de sesión dela Presidencia del Consejo de Ministros no obraacta de sesión donde fuera aprobado el decreto.

4.1.2. LAS DEBILIDADESEN LA ARGUMENTACIÓNDEL MINISTRO ÁLVAREZ

Entre las debilidades en la argumentación del minis-tro Álvarez, podemos hacer referencia a:a) Las omisiones en el razonamiento judicial. En

primer lugar, el ministro Álvarez no hace men-ción alguna a la existencia de la copia certificadadel decreto de urgencia 081-2000 firmado por Fu-jimori y que autoriza al Ministerio de Economía atransferir fondos del Estado al Ministerio de De-fensa, fondos que posteriormente serán retira-dos de este ministerio por el general Luis Muen-te, y luego entregados a Montesinos.

b) La manipulación del sentido de los elementos deprueba. Dejando de lado la confusa redacciónempleada por el ministro Álvarez, este empiezasus argumentos planteando una contradicciónentre la declaración de Vladimiro Montesinos To-rres y la del ex ministro de Economía, Carlos Bo-loña. Según el magistrado chileno, mientras elprimero señala que los 15 millones estaban des-

tinados a ser depositados en una cuenta en Suizapara financiar una futura candidatura presiden-cial el año 2006 y para eso se simularía la entregadel dinero como «compensación por tiempo deservicios», el segundo sostiene que tal dinero erapara solucionar el problema de gobernabilidad ge-nerado por el video Kouri-Montesinos.En primer lugar, si uno se ciñe estrictamente a lo

declarado por Montesinos, este refiere expresamen-te que el objetivo de depositar el dinero en una cuen-ta en Suiza para financiar una futura candidaturapresidencial es un objetivo oculto (entre Fujimori yMontesinos), no conocido por Boloña o Bergamino, yque el objetivo simulado era la entrega del dinerocomo compensación por tiempo de servicios de Mon-tesinos. Este último objetivo, declara Montesinos, síera conocido por los ministros mencionados.

Pues bien, la declaración del ministro Boloña nose contradice en absoluto con lo señalado por Mon-tesinos, dado que aquel refiere que el dinero no erapara solucionar el problema de seguridad en la fron-tera con Colombia, sino para solucionar el problemade gobernabilidad generado por el video Kouri-Mon-tesinos. ¿Y cómo se solucionaría el problema de go-bernabilidad generado por un asesor poderoso comolo era Montesinos? Evidentemente, con la entregade suficiente dinero a manera de «compensación portiempo de servicios». Esto obviamente permitiría queMontesinos se retire del país y pueda asilarse en elextranjero con cierta comodidad. Así se solucionaríael problema de gobernabilidad. (Véase el testimoniode Matilde Pinchi Pinchi).

Como puede apreciarse, se trata de declaracio-nes que son perfectamente complementarias y com-patibles, mas no contradictorias.

Con relación a las otras testimoniales (Bergami-no, Muente, José Kamiya y Matilde Pinchi Pinchi), elministro Álvarez realiza dos afirmaciones contradic-torias: por un lado, señala que tales declaracionesadolecen de la precisión suficiente para dar por es-tablecida la responsabilidad de Fujimori y; por otrolado, indica que en dichas declaraciones no aparececomprometida la responsabilidad de Fujimori. Esta

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última afirmación resulta falsa al menos con respec-to a Matilde Pinchi Pinchi y al general Bergamino.Ambos hacen referencia al desvío de fondos públi-cos y a la decisión personal de Fujimori para la en-trega de dicho dinero a Montesinos.

Con respecto a los otros testimonios (Kamiya yMuente) se puede sostener que brindan informacióncomplementaria valiosa y no pueden en absoluto des-cartarse por el solo hecho de hacer referencia a unaparte del suceso delictivo. En efecto, el primero de losnombrados da cuenta claramente del interés de Fuji-mori por la dación del decreto de urgencia que autori-zaba la transferencia del dinero —que no iba a ningúnplan de seguridad en la frontera con Colombia—, mien-tras que el segundo confirma el testimonio de Mon-tesinos en el sentido de que se efectuó la entrega deldinero por orden del ministro Bergamino.

En todo caso, lo claro y uniforme que fluye de lostestimonios íntegramente valorados es el interés di-recto de Fujimori en la transferencia del dinero alMinisterio de Defensa, la inexistencia de ningún plande seguridad con la frontera en Colombia, el destinopara fines particulares del dinero entregado a Mon-tesinos y las irregularidades en el procedimientopara la expedición del decreto de urgencia de trans-ferencia, que no fue aprobado en sesión del Consejode Ministros y tampoco publicado en el diario oficial.Resulta irrelevante conocer en detalle cuál es el des-tino ulterior del dinero del Estado, si conocemos queeste estaba dirigido para una tercera persona (Mon-tesinos) en un interés particular («compensación portiempo de servicio» o solucionar el problema de go-bernabilidad generada por sus actos de corrupción).

4.2. CUADERNO DE EXTRADICIÓN N.O 15-05:BARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA

Este cuaderno contiene la imputación al ex presiden-te Fujimori de ser coautor de los delitos de homicidiocalificado en agravio de Luis Antonio Leo Borja yotros, y lesiones graves en agravio de NatividadCondorcahuanca Chicaza y otros (sucesos de BarriosAltos) y de ser coautor de los delitos de homicidio

calificado y desaparición forzada de personas enagravio de los nueve estudiantes y un profesor de laUniversidad Guzmán y Valle (sucesos de La Cantu-ta), ejecutados ambos por el denominado Destaca-mento Colina, organización criminal cuyos miembrosprovenían esencialmente del SIE y se encargaban deeliminar selectivamente a personas que, según sucriterio, se sospechaba pertenecían a organizacio-nes terroristas. Este destacamento respondía a ob-jetivos de un plan contrasubversivo dirigido y apli-cado por el propio ex presidente en su calidad de jefesupremo de las fuerzas armadas.a) Los sucesos de Barrios Altos. El 3 de noviembre

de 1991, los integrantes del Destacamento Coli-na, portando pistolas ametralladoras HK calibre9 mm con silenciadores, ingresaron violentamen-te en el inmueble ubicado en el jirón Huantan.o 840 en el distrito de Barrios Altos, lugar dondese llevaba a cabo una actividad social (pollada)para recaudar fondos para reparar el inmueble.Los miembros del destacamento Colina, luegode obligar a los asistentes a tirarse al piso y mien-tras los llamaban terroristas, dispararon contraellos ejecutando a quince personas, entre ellasun niño de 8 años de edad.

b) Los sucesos de La Cantuta. El 18 de julio de 1992,el Destacamento Colina ejecutó un operativo enla Universidad Enrique Guzmán y Valle con laautorización del ex presidente Fujimori. En esteoperativo intervinieron además otras unidadesdel Ejército, siendo la principal el destacamentomilitar que custodiaba íntegramente el campusde dicha universidad.En horas de la madrugada, miembros del Grupo

Colina ingresaron al campus de la universidad yprocedieron a ubicar y detener a nueve estudian-tes y un profesor. Después de ser torturados, losdetenidos fueron conducidos a la Escuela de Co-mandos del Ejército, lugar donde no se les recibiópor presentar evidencias de haber sido golpeados.Frente a ello, se les trasladó al campo de tiro deHuachipa en donde finalmente fueron ejecutados yenterrados. Los estudiantes y el profesor fueron

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asesinados con disparos de armas de fuego en lacabeza y la nuca.

Posteriormente, parte de los restos fueron inci-nerados para evitar su identificación y trasladadosen cajas de cartón al distrito de Cieneguilla, lugardonde fueron enterrados en fosas clandestinas.

4.2.1. ELEMENTOS DE INVESTIGACIÓNY PRUEBA

Para fundamentar este cuaderno de extradición, seadjuntaron abundantes elementos de investigación(recaudo probatorio) que acreditan o al menos esta-blecen una presunción fundada de la responsabili-dad del ex presidente Fujimori en los delitos de ho-micidio calificado, lesiones graves y desapariciónforzada de personas.

La participación de Fujimori en estos hechos sedesprende de lo siguiente:a) Con relación al conocimiento y apoyo del ex pre-

sidente a las acciones del Grupo Colina– Acta de diligencia de exhibición de documentos

realizada en las instalaciones del Cuartel Gene-ral del Ejército por el 5.o Juzgado Penal Especialen abril de 2002: se reconocen documentos del SIE

que detallan el traslado de personal, especial-mente el destaque de personal del Ejército paraintegrar el literalmente denominado Destaca-mento Colina. Asimismo, se reconocen docu-mentos en los que la jefatura de la Dirección deInteligencia del Ejército (DINTE) ordena proveerarmamentos, municiones y mobiliario a integran-tes del Grupo Colina.

– También se registra el memorando de julio de1991 remitido por el ex presidente Fujimori alministro de Defensa por medio del cual expresasu reconocimiento especial a los oficiales inte-grantes del destacamento Colina por su partici-

pación en operaciones especiales de inteligen-cia. Asimismo, se ha recogido un documento quecontiene la relación nominal de los oficiales ysubalternos del SIE que ascendieron con fecha 1de enero de 1992, entre ellos Fernando Rodrí-guez Zabalbeascoa y Santiago Martín Rivas,ambos miembros del Grupo Colina.

– Leyes de amnistía 26479 y 26492, del 14 y 28 dejunio de 1995 que favorecieron la impunidadde personal involucrado en graves violaciones delos derechos humanos: se trata de disposicionespromulgadas y promovidas por el ex presidenteFujimori para cumplir la promesa de impunidadrealizada a los miembros del Grupo Colina y evi-tar la investigación o sanción de estos crímenes.Con esta norma fueron sobreseídos los proce-sos seguidos contra los miembros de este desta-camento, así como de todos los efectivos milita-res y policiales involucrados en los numerososcrímenes a los derechos humanos cometidos du-rante su gobierno.33

– Decreto legislativo 746 del 8 de noviembre de 1991y decreto ley 25635, Ley del Sistema de Inteligen-cia Nacional: se trata de normas expedidas por elPoder Ejecutivo y promulgadas por el ex presi-dente Fujimori, donde se establece que el SIN pa-saba a depender directamente del presidente dela República y dejaba de estar vinculado al co-mando de las fuerzas armadas.

– Memorando s/n del 25 de junio de 1991 por mediodel cual Alberto Fujimori reconoce a diversosoficiales y suboficiales del Ejército la labor pres-tada al SIN, entre ellos: Fernando Rodríguez Za-balbeascoa, Santiago Martín Rivas, Carlos Pichi-lingüe Guevara y Marco Flores Alván, todosmiembros del Destacamento Colina.

– Memorando del 30 de julio de 1991 remitido por elex presidente Fujimori al ministro de Defensa en

33 Al igual que en el caso de los miembros del Grupo Colina, las investigaciones iniciadas para determinar las circunstancias y responsabilidades querodearon las desapariciones forzadas de los estudiantes de la Universidad Técnica del Callao, como es el caso de Martín Javier Roca Casas (torturados ydesaparecidos en los sótanos del SIE, Cuaderno de Extradición n.os 14-05), también fueron archivadas. El manto de impunidad proveído por el Gobierno,además de beneficiar al Grupo Colina, resultaba aplicable al resto de los miembros de las fuerzas policiales y grupos operativos que actuaron en el marcode la estrategia contrasubversiva liderada por el extraditable y su ex asesor.

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el cual hace un reconocimiento especial a los prin-cipales miembros del Grupo Colina por su partici-pación en especiales operaciones de inteligencia.

– Prueba documental: acta de visualización y trans-cripción del videocasete signado con el número880. Montesinos en reunión con la ex ministraCuculiza y el ex ministro Briones Dávila dice: «LaCantuta, Barrios Altos, Leonor la Rosa, La Za-natta todos son del SIE, pero todos lo tiran paraacá para el SIN». «Todo sale de acá» (señalandoun asiento y transcurrido un breve momento, enel lugar señalado, toma asiento Fujimori).

– Testimonio de la agente del SIE Leonor la Rosa:refiere que presenció en 1992, cuando trabajó enel SIE, que el Grupo Colina se reunía con el coronelOliveros, Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimorien el local de la jefatura del SIE o en el salón deconferencias de dicha unidad. Asimismo, señalaque en dos o tres oportunidades se acercó al sa-lón de conferencias en donde estaban reunidosFujimori, Montesinos y el Grupo Colina para en-tregar notas informativas al jefe del SIE y mientraslo hacía escuchó que Montesinos daba órdenes eindicaciones operativas al Grupo Colina, las cua-les eran aceptadas con entusiasmo por sus inte-grantes, escuchó también que Fujimori manifes-taba que «eso era lo correcto».

– Prueba documental que contiene el acta de visua-lización y transcripción de la entrevista del perio-dista Humberto Jara al mayor EP Martín Rivas, jefeoperativo del Destacamento Colina. En esta en-trevista, Martín Rivas señala: «Esto de acá es unreglamento de guerra no convencional, de usoobligatorio para los militares que contiene la doc-trina norteamericana de seguridad nacional […]¿qué dice en algunos de sus capítulos? Dice: es elconjunto de procedimientos políticos, militares,sociales que adopta el organismo del Estado […]con la finalidad de impedir el desarrollo de cual-quier movimiento subversivo y aniquilarlo […]hay que eliminar a los miembros de la organiza-ción política administrativa local del modo másrápido y definitivo». En otras palabras, continua el

mayor, «[…] la decisión que toma el presidentede la República en julio de 1990 para combatir alterrorismo, es aplicar la doctrina de la seguridadnacional de los EEUU en el Perú […] La guerra quese estuvo llevando acá en el Perú fue una guerraliderada, llevada a cabo por el presidente y suasesor […] todas las órdenes, todas las políticasde Estado las daban ambos».

– Declaración del general Rodolfo Robles (ante elCongreso de la República y ante la subcomisióninvestigadora de la denuncia constitucional con-tra el ex presidente Fujimori, y la segunda anteel Poder Judicial): el general Robles declara anteel Congreso que «existen sólidas evidencias deque el presidente Fujimori sí conocía la existenciadel autodenominado Grupo Colina y que autorizósus operaciones y actividades». Asimismo, seña-la que, más allá de la normatividad teórica, «[…]el esquema de toma de decisiones pragmático enel campo militar y de inteligencia funcionaba siem-pre igual», teniendo en la cúspide el triunviratoFujimori (como jefe supremo de las fuerzas ar-madas), Montesinos (como el jefe real de los ser-vicios de inteligencia y seguridad) y Hermoza Ríos(como el comandante general del Ejército y pre-sidente del Comando Conjunto de las FuerzasArmadas). Añade que Fujimori autorizaba losoperativos más importantes y que si no se opo-nía es que llevaba una autorización implícita.Señala que «[…] la masacre de La Cantuta fueprecedida por la masacre de Barrios Altos, lasactuaciones en la Universidad de Huancayo ymuchos otros crímenes, o sea que eso ya estabaautorizado implícitamente».

b) Con relación específica a los sucesos de BarriosAltos y la responsabilidad del ex presidente

– Declaración preventiva de Susana Higuchi, exesposa del extraditable: «Un día del mes de no-viembre de 1991, es decir, en la madrugada dellunes pude advertir que mientras dormíamossonó la radio personal del ex presidente, era lallamada de Vladimiro Montesinos Torres y mien-tras se dirigía al ambiente de su vestuario logré

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escuchar: presidente, operación abortada, nosequivocamos de pollada. Después de unos mo-mentos cerró la puerta de su vestidor; sin em-bargo, escuché improperios y lisuras».

– Declaración de José Luis Bazán Adrianzén, sub-oficial del Ejército peruano, asignado al SIN ymiembro del Destacamento Colina: declaró quelos miembros del Grupo Colina comentaban quela orden para la matanza de Barrios Altos habíapartido de Fujimori. En otro momento de su de-claración señaló: «[…] vuelvo a repetir, no sabíaqué personas estaban dentro del cuarto porqueno vi la hora en que se reunieron ya que estabancon la puerta cerrada, pero cuando vi que el se-ñor Montesinos cruzó el patio para subir y subióal pabellón donde estaba el cuarto del mayor Mar-tín Rivas yo entré por otro lugar y me traté deacercar. Estaba la puerta cerrada, estaban rién-dose incluso conversando y se reían bastante yes donde logró escuchar que le dice «ya no sepreocupen, ya esta autorizado»».

– Declaración judicial de Isaac Paquiyauri Huayta-lla, miembro del Grupo Colina, quien señala: «[…]se reunieron en la playa La Tiza, lugar dondeMartín Rivas les dijo que Alberto Fujimori habíaexpresado su malestar con relación a la muertedel niño de 9 años».

– Testimonio judicial de Julio Chuqui Aguirre, exsubjefe del Grupo Colina, intervino en los suce-sos de Barrios Altos y La Cantuta: refiere queMartín Rivas le manifestó a todos los integran-tes del Grupo Colina que tenían pase libre pararealizar las acciones porque «Fujimori tenía co-nocimiento y los había autorizado». «Es así quedespués que cometieron los execrables hechosla mayor parte de ellos fueron ascendidos en laprimera oportunidad».

– En este punto cabe reiterar la prueba documen-tal que contiene el acta de visualización y trans-cripción de la entrevista del periodista Humber-to Jara al mayor EP Martín Rivas, jefe operativodel Destacamento Colina. Específicamente,cabe resaltar la parte en la que él indica que

«La guerra que se estuvo llevando acá en elPerú fue una guerra liderada, llevada a cabopor el presidente y su asesor […] todas las ór-denes, todas las políticas de Estado la dabanambos».

– Cabe agregar el dictamen acusatorio de marzode 2004: se tiene por determinado que, dentro delos vehículos que se utilizaron para la incursiónen Barrios Altos, dos eran de uso oficial. Uno es-taba asignado a Palacio de Gobierno, concreta-mente al hermano del presidente y el otro al Mi-nisterio de Defensa.

c) Con relación específica a los sucesos de La Can-tuta y la responsabilidad de Fujimori:

– Declaración judicial de Nicolás de Bari Hermo-za Rios, ex comandante general del Ejército pe-ruano y ex presidente del Comando Conjuntode las Fuerzas Armadas: Ratifica que conocióde la existencia del Grupo Colina después decometidos los crímenes de La Cantuta; que «[…]cuando Montesinos le informó de tales hechos,mencionó que los autores fueron Martín Rivas,Pichilingüe y otros», pero que «[…] no propor-cionó esos nombre al Consejo Supremo de Jus-ticia Militar por una omisión involuntaria; queasimismo Montesinos le indicó expresamenteque el presidente Fujimori ya tenía conocimien-to de los hechos». Igualmente señala que «Quedespués de los hechos de La Cantuta, Fujimoriemitió un memorando por el cual felicitaba aMartín Rivas y otros integrantes del Grupo Coli-na por su buen trabajo de inteligencia; que cuan-do el declarante recibe esa comunicación, co-menta con Montesinos respecto a que se estabapremiando a una persona implicada en homici-dios, a lo que Montesinos le contesta que el pre-sidente sabe lo que hace y que así había firmadoel documento».

– Testimonial del general EP (r) Luis Pérez Docu-met, quien señala que el día anterior a los he-chos lo llamó el comandante general del EjércitoNicolás Hermoza para ordenarle que apoye algeneral Rivero Lazo y en horas de la noche se

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acercó a su despacho el mayor Martín Rivas—quien acudía enviado por el general RiveroLazo— manifestándole que requería de la parti-cipación del oficial Portella, porque podía identi-ficar a determinadas personas que iban a serinterrogadas. El declarante señala que autorizóque dicho teniente prestase el apoyo correspon-diente. Posteriormente, tomó conocimiento deque las personas detenidas por Martín Rivas ha-bían sido asesinadas.

– Ley 26291 conocida como Ley Cantuta, promulga-da por el ex presidente Fujimori el 8 de diciembrede 1994 que obligó a la Corte Suprema a transferircompetencia al fuero militar, al modificar incons-titucionalmente la norma de la Ley Orgánica delPoder Judicial relacionada con la regla de vota-ción de las contiendas de competencia.

– Declaraciones de Blanca Luz Barreto Riofano(prestadas ante la División de InvestigacionesEspeciales de la Policía Nacional del Perú, y antela subcomisión investigadora de la denunciaconstitucional contra el ex presidente Fujimori,respectivamente): Blanca Barreto declara quesu hermana Mariela Barreto (asesinada y des-cuartizada) fue miembro del Grupo Colina, y queen tal calidad participó en los hechos de BarriosAltos y La Cantuta, casos en los que su partici-pación directa consistió en infiltrarse previa-mente para averiguar si las personas investi-gadas tenían la calidad de terroristas; agregaque el jefe directo de su hermana era SantiagoMartín Rivas y que, respecto de los hechos deBarrios Altos y La Cantuta, este recibió órdenesde Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori.Asimismo, señala que su hermana le confiden-ció que el mayor Santiago Martín Rivas (quien,además, era el padre de su hija) había intentadotranquilizarla diciéndole que no tuviera miedo,porque se habían limitado a cumplir órdenes yque «[…] el señor presidente los protegía». A con-tinuación ratifica que Martín Rivas se reunía conFujimori y Montesinos en «el Pentagonito» y querecibía órdenes de ellos.

4.2.2. EL SESGO Y LA DISTORSIÓNEN EL RAZONAMIENTODEL MINISTRO ÁLVAREZ

En primer lugar, el ministro Álvarez empieza citandoel informe del profesor Roberto Mac Lean, quien,respecto de la solicitud de extradición presentada alGobierno del Japón por los casos de Barrios Altos yLa Cantuta, había opinado que «[…] el petitorio erainfundado y que no resistiría el examen del Japón».Tal afirmación es recogida por el juez Álvarez parasostener a su turno que, coincidentemente, el Go-bierno del Japón había resuelto denegar la extradi-ción. Ello resulta totalmente inexacto toda vez que,contrariamente a lo afirmado por el ministro, el pro-cedimiento de extradición seguido ante dicho país,concluyó sin que las autoridades competentes se lle-garan a pronunciar sobre el fondo del asunto.

Frente a este hecho, llama profundamente laatención que el ministro Álvarez no haya citado nimerituado el Informe en Derecho realizado por laClínica Jurídica de la Universidad George Washing-ton (EEUU), bajo la dirección del profesor Arturo J.Carrillo, director de la clínica, y suscrito por veinteprofesores de derecho pertenecientes a las siguien-tes universidades de Estados Unidos: Americana, deCalifornia (Berkeley), Carolina del Norte, Columbia,Cornell, Denver, Fordham, Georgetown, Nevada,Notre Dame, Nueva York, Santa Clara, Villanova,Virginia y Yale. Este informe concluye en la solidezy la suficiencia del pedido de extradición formuladopor el Estado peruano a las autoridades judicialeschilenas. El juez Álvarez tampoco citó ni merituó elInforme en Derecho elaborado por la Comisión In-ternacional de Juristas sobre la extradición de Al-berto Fujimori Fujimori. Este informe está suscritopor don Nicholas Howen, secretario general de laComisión Internacional de Juristas, con sede enGinebra, Suiza, y fue también elaborado «para con-tribuir a la aplicación del derecho internacional enel ámbito nacional».

Por otro lado, el citado ministro utiliza el informeMac Lean sin tomar en cuenta que desde la época en

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que fue elaborado —mientras Fujimori permanecíaen territorio japonés— hasta el momento de formu-lar el petitorio ante las autoridades chilenas, el expe-diente fue incrementado por varios elementos adi-cionales, entre los que figura el acta de diligencia enel Cuartel General del Ejército y algunas declaracio-nes testimoniales. Adicionalmente, como se mencio-na líneas arriba, el ministro Álvarez da a entenderque el pedido de extradición presentado al Japón fuedeclarado infundado tal como lo preveía el informeMac Lean. Esta afirmación es totalmente falsa, dadoque las autoridades gubernamentales (no judiciales)de Japón nunca declararon infundado el pedido deextradición, sino más bien, solo se limitaron a solici-tar en dos oportunidades «precisiones y aclaracio-nes». Al final dieron por concluido el proceso por lasalida del extraditable a territorio chileno.

En segundo lugar, el ministro Álvarez señala queBarrios Altos fue el resultado de una posterior repre-salia por un ataque a la escolta militar del presidenteGarcía anterior al Gobierno de Fujimori. En conse-cuencia, concluye, «[…] es una acción con motiva-ción militar». Semejante razonamiento es empleadocon relación a los sucesos de La Cantuta. Efectiva-mente, el ministro Álvarez señala que fue una reac-ción castrense al atentado de Sendero Luminosocontra un edificio en la calle Tarata del distrito deMiraflores en Lima. Es decir, según el referido juez,se trata de un móvil puntual e identificable cuyo ori-gen proviene del Ejército.

Este limitado y pobre razonamiento es propio deun juez que desnaturaliza un proceso de extradicióny pretende irrogarse funciones de un juez con iuspuniendo (derecho a castigar) fuera de contexto. Sonhechos públicos y notorios en el Perú que ninguno delos dos sucesos delictivos imputados pudieron desa-rrollarse con total impunidad sin la autorización y elaval de las más altas autoridades militares y del expresidente. Ello resulta evidente por la estrecha vin-

culación de Fujimori con su asesor Montesinos y lavinculación de este con el Grupo Colina, grupo cuyaexistencia y acciones no se pueden negar. En conse-cuencia, reducir la explicación de los sucesos de laCantuta y Barrios Altos a motivaciones estrictamen-te castrenses resulta una argumentación simplistaque desconoce totalmente el control casi absolutoque Fujimori y Montesinos ejercían sobre el SIN y, através de él, sobre el Destacamento Colina.

En tercer lugar, el ministro Álvarez hace un estu-dio fragmentado de algunos de los elementos deprueba y los descarta como imputaciones de cargocontra el extraditable. En este punto se aprecian va-rios errores graves en su razonamiento.

Por un lado, desconoce el valor de la prueba indi-ciaria, así como la técnica de valoración integral deestas. Por ejemplo, en un párrafo señala lo siguiente:«[…] no se aporta ninguna prueba de participacióndirecta», sino «[…] meras especulaciones o declara-ciones de oídas». Cabe recordar en este aspecto quela prueba indiciaria es una prueba usada comúnmen-te en cualquier proceso penal y que tiene el mismovalor que cualquier otra prueba34 (salvo en sistemasde prueba tasada del siglo XIX que no rigen ni en elPerú ni en Chile). Con este desconocimiento, eviden-temente cada elemento de prueba indiciario, consi-derado aisladamente, resultará insuficiente. Ello ocu-rre cuando Álvarez valora el acta de diligencia deexhibición de documentos realizada en las instala-ciones del Cuartel General del Ejército por el QuintoJuzgado Penal Especial en abril de 2002 y el hechocorroborado del uso de dos automóviles oficiales—uno asignado a Palacio de Gobierno y el otro al Mi-nisterio de Defensa—. En ambos casos, por separa-do, señala que no tienen la intensidad ni la fuerza paraconectar al ex presidente con los hechos imputados.

Por otro lado, se afirma que Fujimori no promo-vió la implementación de un sistema de violación sis-temática de los derechos humanos y que, por el con-

34 Véase al respecto ROXIN, Claus. Derecho procesal penal. Buenos Aires: Del Puerto, 2000, p. 106. Este autor ampliamente conocido en la doctrina penalmoderna señala: «[…] es posible que numerosos indicios, de los cuales uno individualmente no alcanza a probar la autoría, en su conjunto le puedanproporcionar al juez la convicción de culpabilidad del acusado».

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trario, dio instrucciones para que estos derechos serespetaran tal como lo afirma el coronel Julio AlbertoRodríguez Córdova. En ese mismo sentido, el fallollega a afirmar que «[…] numerosas declaracionesde oficiales y suboficiales del Ejército peruano confir-man el desconocimiento absoluto por parte del presi-dente Fujimori en cuanto a la planificación y ejecu-ción de los hechos de Barrios Altos y La Cantuta».Ignora el ministro Álvarez las modificaciones nor-mativas que realizó Fujimori para hacer dependerdirectamente de su persona al SIN, entidad dirigidamaterialmente por su asesor más cercano VladimiroMontesinos (decreto legislativo 746 del 10 de noviem-bre de 1991 y decreto ley 25635, Ley del Sistema deInteligencia Nacional) e ignora igualmente el minis-tro los testimonios de Leonor la Rosa y Luis BazanAdrianzén, quienes señalan las coordinaciones dedicho asesor con el Destacamento Colina, ejecutorde los dos sucesos criminales. Asimismo, es absolu-tamente falso que algún oficial o suboficial haya con-firmado el desconocimiento absoluto por parte delpresidente Fujimori en cuanto a la planificación y eje-cución de los hechos de Barrios Altos y La Cantuta.Lo que sí se registra es la declaración de algunossuboficiales y oficiales limitándose a señalar que des-conocen si Fujimori había autorizado o no los hechosimputados. Ello es evidente sobre todo cuando se tratade los subalternos, los cuales no tenían contacto di-recto con Fujimori, toda vez que este daba las órde-nes a través de Montesinos o a través de Martin Ri-vas, el jefe operativo del Destacamento Colina.

Al contrario de lo señalado por el ministro Álva-rez, en los antecedentes recaudados por el Estadoperuano fluyen los testimonios de los agentes de inte-ligencia y miembros del Ejército peruano Julio ChuquiAguirre, Jose Luis Bazán e Isaac Paquiyauri que refie-ren el conocimiento que se tenía de que la orden o laautorización de los crímenes provenía de Fujimori. Siquedara duda, se cuenta con el testimonio directo de

Susana Higuchi, en ese entonces cónyuge del ex pre-sidente, quien refiere la comunicación inmediata deMontesinos con Fujimori por radio para darle cuentade los actos cometidos en Barrios Altos (la pollada).Ello prueba el control directo que tenía Fujimori sobrelos sucesos.

Cabe agregar en este punto la manera absoluta-mente infundada como el magistrado descarta lostestimonios de referencia o testimonios «de oídas»como él los denomina. La doctrina procesal peruanay comparada sostiene mayoritariamente que el tes-timonio de referencia constituye uno de los actos deprueba que los tribunales de la jurisdicción penalpueden tener en consideración en orden a funda-mentar una imputación de cargo y una condena, puesninguna legislación excluye su validez y eficacia.35

Evidentemente, por si solas y desligadas de otrasfuentes probatorias no son suficientes, pero sí pue-den serlo acompañadas de otras pruebas directas oindiciarias. Pues bien, los antecedentes que se acom-pañan a este cuaderno de extradición aportan abun-dante prueba indiciaria que hace veraz este tipo detestimonios (Isaac Paquillauri y Chuqui Aguirre).

Por otro lado, debe mencionarse que el ministroÁlvarez ha desconocido las diversas pruebas docu-mentales adjuntadas al cuaderno, denominándolas enalgunos casos «dichos de periodistas» o que «se ba-san en fuentes anónimas». Estos comentarios reve-lan el desconocimiento de la validez de este tipo demedios de prueba en un proceso. Tanto el TribunalConstitucional español como el Tribunal Constitucio-nal alemán mantienen un concepto amplio en lo quese refiere a la admisión como medio de prueba docu-mental de representaciones gráficas, tanto del pen-samiento como del acontecimiento, recogidos en cual-quier soporte material que permita su reproducción otranscripción (videos, grabadoras, filmadoras, etcé-tera). Su valor probatorio, como señala Gimeno Sen-dra, dependerá de algunas circunstancias como la

35 Con extensa base en sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal Constitucional Español, véase el trabajo de GIMENO SENDRA,Vicente y otros. Los procesos penales. Barcelona: Bosch, 2000, pp. 471 y ss.

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autenticidad y la ausencia de manipulaciones. Especí-ficamente, el Tribunal Supremo español ha conside-rado reiteradamente que los documentos no escritoscomo los videos (o sus transcripciones) son pruebahábil para ser admitida y valorada en cualquier pro-ceso penal incluso para quebrar la presunción de ino-cencia del procesado (en este caso de extraditable).

Desde esta perspectiva, gozan de pleno valorlas pruebas documentales adjuntadas a este cuader-no de extradición que develan testimonios de funcio-narios vinculados a los sucesos de La Cantuta y Ba-rrios Altos y que atribuyen responsabilidad directaal ex presidente por tales sucesos delictivos. Nosreferimos al video y al acta de visualización y trans-cripción del videocasete signado con el número 880en el que Montesinos, en reunión con la ex ministraMaría Cuculiza y el ex ministro Juan Briones Dáviladice «La Cantuta, Barrios Altos, Leonor la Rosa, LaZanatta todos son del SIE, pero todos lo tiran para acápara el SIN» … «Todo sale de acá (señalando un asien-to y transcurrido un breve momento, en el lugar se-ñalado, toma asiento Fujimori)». También nos referi-mos a la prueba documental que contiene el acta devisualización y transcripción (fs, 9091) de la entrevis-ta del periodista Humberto Jara al mayor EP MartínRivas, jefe operativo del Destacamento Colina. Enesta entrevista, como hemos señalado, Martín Rivasseñala que: «La guerra que se estuvo llevando acáen el Perú fue una guerra liderada, llevada a cabopor el presidente y su asesor […] todas las órdenes,todas las políticas de Estado la daban ambos».

Finalmente, es necesario hacer alguna precisiónadicional. Con respecto a los memorando por mediode los cuales el ex presidente reconoció la labor des-empeñada por los miembros del Grupo Colina, elmagistrado descarta su mérito probatorio porquefueron realizados con anterioridad a los sucesos de-lictivos. Sin bien esta afirmación es formalmente cier-ta, los memorandos, que son absolutamente ciertosy no han sido en absoluto cuestionados, prueban in-diciariamente que Fujimori conocía la existencia delDestacamento Colina y del trabajo que venía esterealizando.

Este último indicio junto a los otros abundantesque hemos mencionado (la reforma de la estructu-ra del Sistema de Inteligencia Nacional, el acta deexhibición de documentos en el Cuartel General delEjército, los testimonios directos y referenciales, laspruebas documentales, la promoción de las leyesde amnistía, entre otros citados líneas arriba) deno-tan concatenadamente la acreditación o la presun-ción fundada de que el ex presidente no solo cono-cía las actividades del Destacamento Colina, sinoque autorizó y supervisó la ejecución de los sucesosde Barrios Altos y La Cantuta.

5. EL FALLO: APRECIACIONES FUERADE CONTEXTO E IMPLICANCIASDE LA DENEGATORIA DE EXTRADICIÓN

En el párrafo 113 del fallo, al analizar el juez Ál-varez el Cuaderno de Extradición de los casos BarriosAltos y La Cantuta, sostiene que «Hay una ausenciade decisiones políticas tendientes a propiciar un ré-gimen represivo que importaba una violación de losderechos humanos. Se ve corroborada por las ins-trucciones que Fujimori dio expresamente a las fuer-zas armadas respecto de la forma de lidiar con elterrorismo».

Al respecto, el citado fallo omite tres cuestionesde particular relevancia planteadas en la solicitud delEstado peruano y que, bajo un análisis racional e im-parcial, deberían permitir ubicar correctamente elcontexto en el que tuvieron lugar los crímenes impu-tados al ex presidente Fujimori. Tales cuestiones, de-jan sin sustento lo afirmado por el ministro Álvarez.

La primera se refiere a la promulgación del de-creto legislativo 746 del 8 de noviembre de 1991, queamplió considerablemente las atribuciones del SIN ycolocó este servicio bajo el control directo del presi-dente de la República. La segunda, es el autogolpe del5 de abril de 1992, que otorgó a Fujimori poderes abso-lutos, dando inicio a su régimen autoritario y antide-mocrático, entre cuyas características relevantes es-tuvo el control de la casi totalidad de los órganos del

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Estado y la «compra» de la línea editorial de diversosmedios de comunicación, para obtener su apoyo in-condicional al régimen. La tercera, es la promulgaciónde la Ley de Amnistía 26479, del 14 de junio de 1995,mediante la cual el mayor Santiago Martín Rivas y losdemás integrantes del Grupo Colina fueron puestosen libertad.

Si tales hechos no formaron parte de un conjun-to de «decisiones políticas para propiciar un régimenrepresivo que importaba una violación de derechoshumanos», cabría preguntar entonces qué formasde expresión de esa voluntad serían todavía necesa-rias para modificar el peculiar razonamiento del juezOrlando Álvarez, expuesto en su sentencia para sus-tentar su rechazo a la extradición solicitada.

Finalmente, de prevalecer en modo definitivo ladenegatoria de la extradición sin procesarse tampo-co en Chile a Fujimori por los cargos que las autori-dades peruanas le han imputado, las víctimas res-pectivas no solamente habrán encontrado un claroimpedimento a su acceso a la justicia en lo que serefiere a la eventual responsabilidad de Fujimori, sinoque a la vez se dejaría absolutamente impune la evi-dente participación de este en muy graves hechosdelictivos al no hacerse posible un debido procesocon todas las garantías apropiadas al efecto.

Si este fuera el desenlace, las autoridades y elEstado chileno se ubicarían a contrasentido de lo queen el Sistema Interamericano de Derechos Huma-nos se plantea, al sostenerse que «[…] la impunidadno será erradicada sin la consecuente determina-ción de las responsabilidades generales —del Esta-do— y particulares —penales de sus agentes o par-ticulares—, complementarias entre sí. El Acceso a laJusticia constituye una norma imperativa de dere-cho internacional y, como tal, genera obligacioneserga omnes36 para los Estados de adoptar las medidasque sean necesarias para no dejar en la impunidadesas violaciones, ya sea ejerciendo su jurisdicción

para aplicar su derecho interno y el derecho interna-cional para juzgar y, en su caso, sancionar a los res-ponsables, o colaborando con otros Estados que lohagan o procuren hacerlo». Añade el Alto TribunalInteramericano al respecto, que «[…] la extradiciónse presenta como un importante instrumento paraestos fines por lo que la Corte considera pertinentedeclarar que los Estados Partes en la Convencióndeben colaborar entre sí para erradicar la impuni-dad de las violaciones cometidas. Además […] unEstado no puede otorgar protección directa o indi-recta a los procesados por crímenes contra los dere-chos humanos mediante la aplicación indebida defiguras legales que atenten contra las obligacionesinternacionales pertinentes. En consecuencia, elmecanismo de garantía colectiva establecido bajo laConvención Americana, en conjunto con las obliga-ciones internacionales regionales y universales enla materia, vinculan a los Estados de la región a cola-borar de buena fe en ese sentido, ya sea mediante laextradición o el juzgamiento en su territorio de losresponsables de los hechos del presente caso».37

Finalmente, debe tenerse presente que la op-ción por la mencionada «garantía colectiva» en elámbito interamericano, aparece en diversos instru-mentos que involucran a numerosos países del con-tinente, como Chile, según se ve por ejemplo en laCarta de la OEA cuyo artículo 3(e) señala expresa-mente, entre los principios de los países america-nos, al «[…] coopera[r] ampliamente entre sí» habi-da cuenta que se afirma la relación de la solidaridadentre dichos países con la consolidación de un régi-men «[…] fundado en el respeto de los derechos esen-ciales del hombre». Asimismo, los artículos 11 a 14de la Convención Interamericana para Prevenir ySancionar la Tortura, que —como en el caso de laConvención de Naciones Unidas sobre la materia—reconoce el criterio aut dedere aut judicare (o se en-trega —extradita— o se juzga), como expresión de

36 «Respecto a todos» o «frente a todos».37 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Goiburú y otros vs. Paraguay. Sentencia sobre fondo, reparaciones y costas del 22 de

septiembre de 2006, serie C, n.O 153; párr. 131 y 132.

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colaboración y garantía colectiva entre los Estadoscontra la impunidad ante graves violaciones de losderechos fundamentales. Y, de manera similar laresolución 1/103 de la Comisión Interamericana deDerechos Humanos sobre Juzgamiento de Críme-nes Internacionales, donde en forma enfática sesostiene que «[…] los Estados deben cooperar a finde evitar la impunidad de los perpetradores de es-

tos crímenes», y se exhorta a los Estados, ya sea aejercer su propia jurisdicción con respecto a talescrímenes, como también «[…] a adoptar todas lasprovidencias necesarias para considerar estos crí-menes internacionales como delitos que dan lugara extradición y conceder la extradición de toda per-sona acusada de haber cometido un crimen inter-nacional».

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Memoria. Quisiéramos plantearle, como primer tema de diá-logo, la relación entre los derechos económicos, sociales yculturales y la lucha contra la pobreza. A partir de los estu-dios realizados por Amartya Sen, la Organización de lasNaciones Unidas plantea un concepto de pobreza que apun-ta al desarrollo humano y a la carencia de capacidades de losseres humanos. De manera paralela, se habla de los pobresglobales, es decir, aquellas personas que no pueden expandiro incrementar sus capacidades debido a los efectos de la glo-balización. ¿Cómo percibe usted esta relación?

Hay un acercamiento anterior, más general, altema de la pobreza que se da en el ámbito del de-sarrollo, que tradicionalmente puso su énfasis enel acceso a recursos económicos para garantizarciertas condiciones mínimas de dignidad. Hay unaevolución de esa visión hacia un concepto de ca-pacidades y creo que en los últimos tiempos esoestá muy influenciado por las discusiones sobreciudadanía y exclusión: los debates sobre las víasde la inclusión social, la inclusión sobre el empleo,la posibilidad de acceder a un empleo como meca-nismo de inclusión social, la discusión sobre elsalario mínimo. En estos debates queda claro unelemento central que considero es el puente entre

pobreza y derechos sociales: se vincula las cues-tiones relativas a la pobreza y a la exclusión nosolo con la imposibilidad de acceso a recursoseconómicos, sino también con situaciones de dis-criminación o con la imposibilidad de acceder aciertos recursos simbólicos que hacen que cier-tos sectores de la población puedan tener mayo-res o menores capacidades para superar situacio-nes de pobreza.

La Comisión Interamericana de Derechos Hu-manos presentó recientemente un informe sobrela violencia contra las mujeres en el conflicto ar-mado en Colombia y uno de los temas que aparecede manera más clara es el de los obstáculos parti-culares que impiden a las mujeres de comunida-des desplazadas acceder a los mercados de traba-jo, dificultades que muchas veces tienen que vercon patrones de discriminación presentes en lasociedad y que determinan la imposibilidad deacceder a esos mercados de trabajo.

Si se adopta un enfoque tradicional al tema dela pobreza, hay elementos vinculados con patro-nes de discriminación que se pierden de vista.Cuando se incorpora una mirada relativa a dere-

REFORZAR LA INSTITUCIONALIDADDE LAS POLÍTICAS

VÍCTOR ABRAMOVICH EN CONVERSACIÓN CON MEMORIA*

* Víctor Abramovich tuvo la gentileza de participar en una conversación con Memoria en la que estuvieron presentes Iris Jave y Elizabeth Salmón.

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chos, la pobreza aparece mucho más clara y ellose vincula también a la pregunta por las políticaspara la superación de la pobreza. Creo que estalectura de obstáculos simbólicos, culturales y pa-trones de discriminación que limitan la capacidadde ciertos colectivos para superar situaciones depobreza, comienza a incidir en las estrategias delos Estados para superarla.

Por eso también se está discutiendo sobre po-líticas de reconocimiento o, en el plano de dere-chos humanos, sobre los enfoques de derechos delas politicas públicas y de estrategias de desarro-llo que permitan incorporar ciertas perspectivasde derechos en la discusiones sobre las políticasde superación de la pobreza y estrategias de desa-rrollo, teniendo en cuenta que la pobreza y un pro-blema con características particulares como laexclusión están íntimamente vinculados con temasde discriminación estructural. Ello se expresa en ladebilidad de ciertos colectivos o la estigmatizaciónde grupos que responden a una identidad culturalpropia. Hay aspectos que tienen que ver con pro-blemáticas institucionales culturales y simbóli-cas que influyen en los problemas de pobreza yexclusión.

Memoria. ¿Eso nos lleva a plantear políticas públicas queincorporen estas perspectivas de lucha contra la pobrezano solo normativas, sino simbólicas, culturales…?

Me parece que hay dos campos que se estánextendiendo: por un lado, las políticas de desarro-llo que empiezan a incorporar la perspectiva dederechos y; por otro lado, en el campo de los dere-chos se empieza a prestarle mucha más atenciónal debate sobre desarrollo y sobre políticas públi-

cas. Ambos aspectos se dan al mismo tiempo yello obliga a la necesidad de establecer mayoresespacios de comunicación y puentes de diálogoque funcionen. A menudo, el campo del desarrolloy el campo de los derechos se presentan como tri-bus que hablan lenguajes totalmente diferentes yque no logran comunicarse o articularse unos conotros.

En ese sentido, me parece interesante recogerel trabajo sobre desarrollo que se viene haciendoen la Comisión Económica para América Latinay El Caribe (CEPAL); su enfoque de género en suestrategia de desarrollo es una forma de incor-porar ciertas dimensiones que permitan revertirla discriminación e incorporar derechos en losanálisis vinculados con políticas de superaciónde la pobreza. Me parece también muy intere-sante el estudio del Programa de las NacionesUnidas para el Desarrollo (PNUD) sobre diversi-dad étnica cultural y pobreza en Guatemala, querepresenta un interesante análisis sobre la im-posibilidad de acceso a ciertos bienes. Es decir,está vinculado con la falta de pertinencia cultu-ral de determinados servicios, como racismo ydiscriminación en ciertas instancias del Estado.Entonces se cruza una mirada de desarrollo conuna mirada de derechos.

Memoria. En el campo de las políticas públicas, ¿existealguna experiencia en América Latina donde se haya in-corporado la perspectiva de derechos económicos, socialesy culturales?

Cada vez se incorpora más un lenguaje dederechos que resulta muy importante en térmi-nos simbólicos. Ahora tenemos que ver en qué

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medida dicho enfoque implica un cambio en lalógica de la política social. Hay varias cuestio-nes en las que esta visión podría tener impacto,una de ellas tiene que ver con cuál es la institu-cionalidad de las políticas sociales. En la últimadécada, las políticas sociales que prevalecieronfueron de tipo focalizado, basadas más en bene-ficios asistenciales que en derechos, y eso generóun amplio margen de discrecionalidad para lasadministraciones públicas en muchos países dela región. En las agencias encargadas de la políticasocial, se favoreció niveles altos de corrupción,hubo manipulación clientelar de la política social,falta de transparencia y de rendición de cuentas.

Creo que una consecuencia de la asunción deun enfoque de derechos de las políticas públicases reforzar la institucionalidad de las políticas.Empezar a pensar, por ejemplo, en la accesibili-dad de los servicios, su pertinencia cultural, elimpacto discriminatorio de ciertas definiciones,mecanismos de fiscalización, mecanismos de ren-dición de cuentas y de reclamos por parte de losbeneficiarios de las políticas. No es lo mismo reco-nocer a los destinatarios de los programas comobeneficiarios de una prestación de índole asisten-cial que como titulares de un derecho. Si son titu-lares de un derecho, tiene que haber instancias dereclamo de exigibilidad, que no tienen que ser siem-pre judiciales, pero hay que pensar en los meca-nismos de reclamo y de exigibilidad como proble-ma que debe ser enfrentado desde la definición eimplementación de las políticas. Por ello, un pri-mer aspecto donde puede incidir realmente el en-foque de derechos es en reforzar la institucionali-dad de esas políticas sociales.

Memoria. Y en cuanto a la promoción de la participación,¿cómo garantizar que las políticas realmente se harán endiálogo con los ciudadanos, intentando acortar las distan-cias con el Estado…?

El enfoque de derechos conduce a reconocermayores espacios de participación social en lasdistintas etapas de una política pública, poner untema en la agenda de prioridades de los decidoresde política hasta definir un contenido, su imple-mentación y mecanismos de evaluación; creo queuna consecuencia directa es empezar a conside-rar seriamente mecanismos de participación.

El otro aspecto del enfoque de derechos tieneque ver con incorporar en el debate de las políti-cas sociales la perspectiva de igualdad. Igualdadno en el sentido formal de evitar privilegios o te-ner reglas iguales de trato, sino un concepto deigualdad mucho más sustantivo, que maneja elSistema Interamericano en los últimos tiempos,que significa reconocer que hay ciertos sectoressociales que se encuentran en una situación dedesigualdad de índole estructural y que deman-dan del Estado un tratamiento diferenciado quetiene que reflejarse en las políticas públicas y enparticular en las políticas sociales.

En el informe sobre violencia y conflicto ar-mado en Colombia, la Comisión Interamericanaobserva cómo ciertas políticas definidas en tér-minos universales para la población desplazadapierden de vista problemas diferenciales de algu-nos sectores de la población desplazada. Sobre losdesplazados en Colombia hay una discusión so-bre cuántos son —entre un millón seiscientos otres millones—, pero todos tienen claro que alre-dedor del 52% de la población desplazada regis-

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trada son mujeres y, al mismo tiempo, un 30% demujeres desplazadas son jefas de hogar. Ese por-centaje se eleva mucho más —es casi 45% y 46%—si se trata de mujeres indígenas y mujeres afroco-lombianas. Ello incide en problemáticas específi-cas de estas mujeres, por ejemplo, para una mujerafrocolombiana, en muchos casos, implica emi-gración de centros rurales a lugares urbanos don-de a los problemas de discriminación por des-plazamiento se suma la ruptura de los vínculoscomunitarios que son centrales para garantizarla capacidad de acceso a bienes materiales y elracismo. Hay un componente de racismo que seagrega a la discriminación a las mujeres, por suprocedencia de zonas rurales, por su condición dedesplazadas internas. Esta situación afecta su ca-pacidad de acceder a mercados de trabajo, tienentasas más bajas de alfabetización y de niveles deeducación, lo que las relega en la oportunidad deacceder a puestos de trabajo con cierta estabilidad.

Si se incorpora un cierto enfoque de igualdad,una mirada de igualdad sustantiva que presupo-ne situaciones de desigualdad estructural y querequiere de políticas diferenciadas, tiene que re-flejarse en los debates sobre política social, siendoel otro impacto de proporción de un enfoque dederechos en una estrategia de desarrollo.

Memoria. El progresivo acercamiento entre lo que usteddenomina «el discurso de los derechos» y, por otro lado,«el discurso del desarrollo», plasmado en este enfoque dederechos aplicados a las políticas públicas, involucra va-rios de los aspectos que usted ha señalado, al transformarun problema de meras necesidades en exigencias de dere-chos, empoderando a la sociedad civil. Cuando habla de

políticas públicas y enfoque de derechos, ¿cómo está pen-sando la relación entre sociedad civil y Estado?

Hay dos campos de incorporación del enfoquede derechos entre las organizaciones que traba-jan el desarrollo. Este es otro proceso también in-teresante El movimiento de organizaciones socia-les enfocadas en el campo del desarrollo empezógradualmente a incorporar perspectivas de dere-chos al perder el temor al uso de instrumentosinternacionales para sus planteamientos, sus in-formes y sus argumentos ante el Estado, empezan-do por el convenio 169 de la Organización Interna-cional del Trabajo (OIT) hasta el Pacto de DerechosEconómicos, Sociales y Culturales. En los últimostiempos, también se observa cómo muchas or-ganizaciones de desarrollo incorporan la posibi-lidad de litigio en derechos sociales como partedel repertorio de acciones que se plantean, cues-tión que había sido dejada de lado por las orga-nizaciones de desarrollo que tienen un tipo devínculo con el Estado. Ese discurso de incorpora-ción de argumentos y de lenguaje de derechos alos problemas de desarrollo se da en los Estadosque definen políticas, en las organizaciones so-ciales y se da también en las organizaciones decooperación para el desarrollo en el Banco Inte-ramericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial,en UNICEF.

Memoria. La propia Organización de las Naciones Unidasy su ex secretario general Kofi Annan han hecho plantea-mientos sobre la reforma del sistema basándose en este esteenfoque…

Hay trabajos de la Oficina del Alto Comisio-nado para los Derechos Humanos, durante la ges-

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tión de Mary Robinson, los estudios de Paul Hunty Manfred Novak sobre indicadores de derechoshumanos para medir políticas, así como el debateacerca de cómo darle cierto componente de dere-chos a la supervisión del cumplimiento de lasmetas del milenio que son básicamente metas dedesarrollo y esa discusión también está en el sec-tor interamericano.

Memoria. Una de las principales virtudes del enfoque dederechos humanos en temas de desarrollo es el respaldoque tiene en los instrumentos de derecho internacional delos derechos humanos, lo que supone una doble ventaja:por un lado, la fuerza que tienen estos instrumentos inter-nacionales para exigir jurídicamente la efectiva aplicaciónde estos derechos; por otro lado, la redinamización de losinstrumentos del derecho internacional, al constatarse unanueva forma de cumplimiento de sus exigencias o ideas.Una de las discusiones centrales en materia de derechoseconómicos, sociales y culturales es la posibilidad de ela-borar un Protocolo Facultativo al Pacto Internacional deDerechos Económicos, Sociales y Culturales para ver laposibilidad de formular un sistema de petición. ¿Cuál es suopinión en relación con el proyecto elaborado por el Grupode Trabajo Especial? ¿Va a suponer un cambio?

Supongo que sería muy importante si pudieraaprobarse ese protocolo, tiene un valor simbólicoimportante al terminar de completar la idea deque los derechos económicos, sociales y culturalespueden contar con un mecanismo de exigibilidad;es decir, que tienen un componente justiciableimportante y que pueden contar con un mecanis-mo de justiciabilidad. Así como puede existir uncomponente de justiciabilidad en los tribunalesde los países, tendría que haber un mecanismo

similar ante los órganos intencionales de protec-ción. No puede admitirse que el único método desupervisión del Pacto de Derechos Económicos,Sociales y Culturales sea un sistema de informes.¿Por qué no pensar en la posibilidad de hacer re-clamos directos de las víctimas por violaciones deesos derechos? Así como existe en el Comité deDerechos Humanos, en la Comisión contra la tor-tura, contra la discriminación racial y en el Pactode derechos civiles y políticos y de Trabajadoresmigratorios, ¿por qué no en derechos sociales simuchos de estos comités trabajan también de unamanera u otra derechos sociales? La decisión delComité de Derechos Humanos sobre el caso dePerú en el tema del aborto terapéutico tiene quever con la libertad y autonomía, pero también conderechos sociales como el derecho a prestacionesbásicas de salud sexual y reproductiva. Creo queesto es algo positivo de la aprobación del protoco-lo, un mensaje simbólico a favor de la posibilidadde exigir estos derechos, porque no hay nada ensu naturaleza que impida tener un mecanismo deseguimiento de casos, entonces creo que en ese sen-tido va a ser muy importante.

También va a ser muy importante en la me-dida en que va a poder generar, a través de loscasos, una mejor plataforma para definir las obli-gaciones de los Estados en el pacto. Si bien loscomentarios generales son muy buenos, en miopinión, la mejor forma de ir precisando a quénos referimos con accesibilidad en materia devivienda, o de la obligación de garantizar recur-sos judiciales para ciertos derechos o de prohibi-ción de regresividad es a partir de los casos y desituaciones concretas. Se va a afinar la jurispru-

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dencia del Comité de Derechos Humanos, lo queva a producir repercusiones muy importantespara la justiciabilidad de estos derechos a nivelde los Estados.

El mecanismo que se está proponiendo no esun mecanismo radical, ni revolucionario, es unmecanismo modesto. Es estratégico avanzar gra-dualmente. Se está pensando incluso en un mode-lo de protocolo que es muy parecido a los últimosprotocolos que se han aprobado en el marco de lasNaciones Unidas, donde se trata de un sistema enel que si el Comité llega a la conclusión de que hayviolaciones de los derechos humanos, puede apun-tar a recomendaciones que no son vinculantes,incluso se habla de puntos de vista del Comitésobre posibles violaciones de los derechos; perocreo que aun así es importante. Se viene discu-tiendo un mecanismo que creo que también puedeser muy valioso, se trata de una suerte de inspec-ción en el terreno de violaciones sistemáticas so-bre patrones de violaciones de derechos huma-nos, para el protocolo de los derechos económicos,sociales y culturales, lo que puede ser tambiénimportante.

Memoria. ¿Sería un mecanismo similar con el que cuentael Comité de Derechos Humanos…?

Como lo tiene dicho el Comité y su par en te-mas de tortura. Considero que la tendencia es unprotocolo en términos muy parecidos a los últi-mos instrumentos similares aprobados en lasNaciones Unidas, para; por un lado, garantizarconsenso y; por otro lado, desarmar las críticasmás radicales en contra de que exista un protoco-lo. Va a ser un protocolo moderado, pero que al

mismo tiempo será un primer paso gradual paraun mejor reconocimiento de derechos sociales enlas Naciones Unidas.

Memoria. ¿Qué otros nuevos mecanismos se pueden plan-tear para garantizar las obligaciones de los Estados?

En relación con el Sistema Interamericano,entró en vigencia el Protocolo de San Salvador,que tiene limitaciones en cuanto a qué derechospueden ser justiciables en el sistema, pues se limi-ta a libertad sindical y educación. Hay todo undebate sobre si el concepto de libertad sindical seextiende, por ejemplo, a la huelga o solo a los dere-chos de afiliación y actuación sindical. Pero no hapresentado hasta ahora un caso.

Este protocolo, además de los casos justicia-bles, fija también los mecanismos de seguimientoa través de un órgano que es el Consejo Interame-ricano de Desarrollo Integral. Pero se está discu-tiendo la existencia de un órgano específico den-tro de la Organización de Estados Americanos(OEA) que va a dar seguimiento a los informes quetienen que plantear los Estados en función del pro-tocolo, y el Consejo Permanente de la OEA le dio unmandato a la Comisión Interamericana para queelabore una serie de indicadores para medir pro-gresos en la realización de derechos económicos,sociales y culturales. Hay una resolución del Con-sejo Permanente de hace un año y medio que fijaalgunas pautas para la elaboración de dichos in-dicadores, que el Consejo Permanente presentaráa la Asamblea de la OEA un documento sobre indi-cadores de progreso. La Comisión está trabajandoen ese documento, básicamente, no completandoindicadores de todos los derechos del protocolo,

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sino tratando de proponer a la discusión una me-todología sobre posibles indicadores, tomandocomo punto de referencia los indicadores que seelaboraron sobre salud y los que hicieron PaulHunt y Manfred Novak sobre derechos humanosen las Naciones Unidas.

Se harán indicadores de estructura de proce-so y de resultado, así como indicadores estructu-rales que traten de medir la incorporación de esosderechos en el sistema institucional legal del Esta-do, la existencia de agencias dentro del Estado quese encarguen de monitorear la verificación sobrederecho, el compromiso presupuestario que losEstados plantean para garantizarlos. Se apunta amedir qué está haciendo en concreto el Estado paragarantizar esos derechos, es decir, cuál es la ex-tensión del alcance de las políticas, programas yestrategias públicas para garantizarlos. Tambiénse requieren indicadores de resultado que inten-ten medir cuál es el grado de realización de esosderechos a través de cierta información cuantita-tiva y también cualitativa. Ese es el esquema ge-neral. En esos indicadores, la Comisión está plan-teando la necesidad de incorporar no solo lo queestá haciendo el Estado, sino también en qué con-diciones se encuentran las personas para recla-mar los derechos. Cuál va a ser el nivel de realiza-ción de esos derechos, los factores que facilitan oque obstaculizan la posibilidad de demandarlosy ahí es donde se incorporan algunos elementosde los que hablábamos antes: los recursos simbó-licos con los que se cuenta, los niveles de organi-zación social que puede tener una determinadasociedad y, dentro de ella, los recursos de un de-terminado grupo o colectivo para reclamar sus

derechos; así como los obstáculos de índole estruc-tural, como el acceso a la justicia en materia dederechos sociales, los mecanismos para la partici-pación política en materia de derechos sociales,los problemas y las políticas que tienden a supe-rar problemas de desigualdad estructural quepadecen sectores de la población y que obstaculi-zan la capacidad de demandar y de exigir. En tér-minos generales, tiene que ver con la idea de em-poderamiento.

Se están tomando algunos documentos ade-más de aquellos de las Naciones Unidas. Hay enmi opinión un documento muy importante quees un informe que se elaboró en el marco del Con-sejo de Europa, sobre acceso de derechos socia-les en Europa. Es un informe encomendado pordicho organismo a la Universidad de Queen enIrlanda, en el 2002, y tiene mucha relación con laincorporación a la comunidad europea de lospaíses de Europa del Este, los problemas que seven en las administraciones públicas de los paí-ses del Este, la calidad de sus prestaciones de losservicios, y la generación de estándares más ho-mogéneos respecto de esos tipos de prestacio-nes. El documento es interesante, porque no solomira los problemas de funcionamiento de los sis-temas de justicia sino también, por ejemplo, laaccesibilidad de los servicios sociales, el recono-cimiento de derechos o beneficios asistenciales,los niveles de segmentación que se dan en esosservicios u obstáculos como la descoordinaciónentre servicios que cubren a veces la misma po-blación y funcionan como agencias divorciadas,o los problemas de articulación nacionales, pro-vinciales y locales.

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Memoria. Esta es una preocupación que tenemos en Améri-ca Latina y en el Perú

Por eso el informe al que he hecho referenciame parece muy interesante, porque está muy vin-culado con la incorporación de un enfoque de dere-chos a las políticas y servicios sociales. El docu-mento que la Comisión Interamericana de DerechosHumanos prepara se presentará en forma de docu-mento preliminar para la discusión. Se piensaponerlo en la página web para recibir comenta-rios y para discutirlo en el Consejo Permanente.

Memoria. En el tema sobre derechos económicos, sociales yculturales, y sociedades que viven el momento posterior alconflicto, Louise Albour, alta comisionada de las NacionesUnidas para los derechos humanos, señala que existe unasuerte de marginalización de los derechos económicos, so-ciales y culturales por la excesiva atención que se ha dadoal tema de los derechos humanos, incluso señala que lasnociones de justicia que se manejan sobre el tema enfocana la víctima en relación con el acceso a la justicia. Enrealidad, no se puede ver una violación sistemática de dere-chos civiles y políticos dejando de lado el hecho de quenormalmente encubre o es acompañada por violaciones dederechos económicos, sociales y culturales. Cuando ha-blamos de reconciliación no se habla de estos últimos dere-chos, ¿cuál es su opinión al respecto?

No es un tema que haya estudiado mucho,aunque sé que es un campo de enorme compleji-dad y tampoco me parece que haya mucho desa-rrollo hasta el momento en esta materia. Aparececomo problema cuando se puede llegar a confun-dir una política de reparación vinculada con elconflicto armado, con una política social que elEstado debería adoptar como garantía a ciertos

derechos, aun cuando no hubiera existido el con-flicto armado. Entonces ahí empiezan a aparecerlos ruidos en la discusión.

Memoria. Justamente, el Gobierno peruano, hace dos años,lanzó un programa de paz y reparación, en mérito al segui-miento de las recomendaciones de la CVR y lo que hizo fueintegrar los presupuestos que ya tenían los ministerios so-ciales, colocarlos dentro de un solo paquete y presentarloscomo un programa de paz.

Hay un punto que me parece importante paraempezar a pensar el tema. Considero que conflic-tos armados como los que se vivieron en Colom-bia o Perú, o situaciones de terrorismo de Estado—como pasó en Sudamérica—, o temas de viola-ciones sistemáticas —como en Sudáfrica—, mues-tran de manera brutal formas de discriminaciónsobre ciertos sectores de la población que estánpresentes antes del conflicto armado.

Lo que el conflicto armado hace es poner sobrela mesa estos temas de una manera brutal, agudi-zar ciertas formas de discriminación estructuraly eso hace que cuando se piensa en políticas en elmarco de un debate sobre justicia transicional, lapolítica de reparaciones —en sentido amplio—tenga que salir de la idea más tradicional del cam-po de los derechos humanos y de la víctima indivi-dual y empezar a pensar quiénes fueron los secto-res sociales, los grupos, los colectivos que sufrieroncomo víctimas de manera diferenciada, por ejem-plo, la violencia política. Creo que el punto de par-tida es empezar a reconocer dentro de las vícti-mas individuales a los colectivos. Por ejemplo, amí me parece muy interesante la jurisprudenciade la Corte Constitucional Sudafricana en mate-

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ria de derechos económicos sociales y culturales,porque hace esta relación. Esta Corte, después delapartheid, es una corte muy activa en materia degarantía de derechos económicos, sociales y cul-turales, y en algunos casos la Corte lo hace explí-cito, como en el caso Gruthul del derecho a la vi-vienda, el cual estaba íntimamente ligado con lasleyes de segregación racial que regían en el apar-theid. Una función de la Corte después del conflictoes desmantelar todas las estructuras que queda-ban como resultado del apartheid y legado del apar-theid en las relaciones sociales. Eso la obliga a serproactiva en materia de derechos sociales, mu-chas veces estando al límite de injerencia sobre laesfera de acción de los poderes políticos, pues con-sidera que uno de sus mandatos constitucionalescentrales es el desmantelamiento de las estructu-ras del apartheid. Me parece que eso da ciertos indi-cios de cómo pensar el tema de los derechos socia-les en un contexto posterior al conflicto.

Si uno identifica cómo el conflicto afecta y exa-cerba de manera brutal otras formas de discrimi-nación, exclusión y relegación de derechos a cier-tos sectores sociales y ciertos colectivos, al pensaren políticas posteriores al conflicto no puede que-darse solo en la reivindicación de derechos civilesy políticos. Tiene que también plantearse cuálesson las problemáticas vinculadas a derechos so-ciales de esos sectores que padecieron la violenciapolítica. La discusión sobre políticas activas devivienda para la población segregada en el apar-theid, luego del apartheid es un ejemplo de eso, o po-líticas activas de reconocimiento de las comuni-dades o poblaciones desplazadas. Muchas veceslos temas no son la reparación económica ni la

justicia exclusivamente, sino cómo se accede aprestaciones de salud de manera diferenciada oa becas escolares que permitan que las genera-ciones siguientes puedan salir de problemas demarginación que tuvieron mucho que ver con lalógica del conflicto armado. Considero que sonformas de vincular la problemática de los dere-chos sociales con los temas de discusión en la jus-ticia transicional.

Memoria. En esa misma línea, ¿estarían en mejores condi-ciones de canalizar, desde la sociedad civil, estas demandaslos organismos que tratan temas de desarrollo y no tantolos organismos de derechos humanos propiamente dichos?

No hay que separar las propuestas, tiene queser una discusión que incorpore los derechos enlas estrategias de políticas públicas para superarla pobreza. No habría que reparar en quiénes de-berían hacerse cargo del problema pero, sin duda,cualquier política de reparación que se defina debetener que compartir dos lógicas: la lógica de laspolíticas sociales, al definir quiénes van a ser lossectores que van a acceder, o cómo hacer llegar losservicios de las prestaciones sociales; pero, al mis-mo tiempo, se deberá incorporar la perspectivade los derechos para saber que lo que estoy ha-ciendo es reparar las secuelas de un conflicto ar-mado con toda la lógica que tiene una política dereparación que requiere un trato diferencial de lasvíctimas, entre otras cosas.

Memoria. ¿Usted cree que una comisión de la verdad debemencionar el tema de las violaciones de los derechos econó-micos, sociales y culturales? Usualmente, estas comisio-nes reciben el mandato de analizar las causas de la violen-

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cia. En el caso de la Comisión de la Verdad y Reconcilia-ción del Perú, uno de los campos de análisis y recomenda-ciones fue el tema educacional.

Creo que hay una tendencia a incorporar cadavez más los temas de los derechos económicos,sociales y culturales, pero yo agregaría a eso lasdecisiones frecuentes de la Comisión Interameri-cana de Derechos Humanos, donde en el caso demasacres colectivas se han impuesto medidas dereparación de tipo económico y social, como enlas sentencias Mapiripan, Plan de Sánchez,Moiwana. En definitiva, se debe entender que, ade-más de las víctimas individuales, puede pensarseen la afectación de intereses que tienen naturalezacolectiva y eso nos conduce a ver cuáles son losderechos sociales cuyo reestablecimiento tieneimpacto reparatorio colectivo. Esta es la lógica. Yocreo que sí deben tratarse estos temas en las comi-

siones de la verdad, no porque tenga que abrirseun rubro especial en las comisiones que diga «vio-laciones de derechos económicos, sociales y cultu-rales», sino que tiene que haber un análisis inte-gral de cuáles fueron los impactos del conflictoarmado y sus consecuencias después del conflic-to. Por ejemplo, en los casos de población despla-zada, nadie podría decir que solo se afectan lalibertad, la vida, la integridad física, también seafectan los derechos a vivir en comunidad, el de-recho a la tierra, el derecho a acceder a la salud, ala educación. Son dimensiones del problema queno se pueden perder de vista.

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M e m o r i a C V R

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MEMORIA CVR

A continuación se presenta el segundo balance delas acciones realizadas por el Estado, entre abril yseptiembre de 2007, relacionadas con las recomen-daciones de la Comisión de la Verdad y Reconci-liación (CVR), las cuales fueron ordenadas bajo cin-co ejes temáticos: instituciones de emergencia parala reconciliación, Plan Integral de Reparaciones,difusión del Informe Final, judicialización y refor-mas institucionales.

1. INSTITUCIONES DE EMERGENCIAPARA LA RECONCILIACIÓN

Como se precisó en el primer balance publicadoen el número anterior de Memoria, la CVR propusola creación de instituciones de emergencia (Grupode Trabajo Interinstitucional, Consejo Nacional deReconciliación, Comisión Nacional para PersonasDesaparecidas por el Conflicto) orientadas a aten-der la excepcional situación en que había quedadola sociedad y el Estado peruanos una vez termi-nado el conflicto armado interno. A pesar de quedicha propuesta no fue atendida, hubo iniciativasy se crearon instituciones que cubrieron, si biende forma limitada, algunas funciones previstas

para las instituciones de emergencia recomenda-das por la CVR.

En ese sentido, si bien no se creó el Grupo deTrabajo Interinstitucional, que debía impulsar laimplementación de las recomendaciones de la CVR

organizándolas, difundiéndolas y trasladándolasa los organismos públicos correspondientes, algu-nas agrupaciones de congresistas tomaron la ini-ciativa de cubrir parte de sus funciones desde sutrabajo legislativo. De manera similar, en lugar delConsejo Nacional de Reconciliación, que debía eje-cutar las recomendaciones de la CVR, se creó la Co-misión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) en el 2004y se creó el Consejo de Reparaciones entre el 2005 yel 2006. Finalmente, en lugar de la Comisión Na-cional para Personas Desaparecidas, que se iba ahacer cargo del Plan de Investigaciones Antropo-lógico Forense, solo se estableció un equipo foren-se especializado en el Instituto de Medicina Legal.

Respecto al primer punto, se sigue dando im-pulso a la implementación de las recomendacionesde la CVR en el ámbito legislativo. En junio de 2007,la Comisión de Justicia y Derechos Humanos apro-bó el Informe de la Subcomisión de Derechos Hu-manos y Cultura de Paz que propone dar impulsoa las recomendaciones de la CVR. Aunque no se trata

Balance de las acciones realizadas por el Estado a partirde las recomendaciones de la CVR entre abril y septiembre de 2007*

AVANCES Y RETROCESOSJESÚS PEÑA Y JOSÉ ALEJANDRO GODOY

* Un cuadro completo con las acciones realizadas en ese período se puede ver en: <http://www.pucp.edu.pe/idehpucp//index.php>.

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de una iniciativa inserta dentro de una política deEstado, contribuye a la implementación de las re-comendaciones y a la vigencia de estas en la agen-da de la política pública. En relación con el segundopunto, en el último trimestre ha habido avancessignificativos vinculados a la creación de una insti-tucionalidad nacional y regional sobre la base de locual pueda llevarse a cabo el Plan Integralde Reparaciones (PIR), específicamente el anuncio deque el Registro Único de Víctimas (RUV), con miras alas reparaciones individuales, comenzará en Sati-po y la creación de entidades para la implementa-ción del PIR en Cusco y Apurímac. Por último, res-pecto al tercer punto relacionado con la creación deorganismos vinculados al trabajo forense no hahabido avances en el último trimestre.

2. PLAN INTEGRAL DE REPARACIONES

La CVR presentó un Plan Integral de Reparaciones(PIR) que incluía un programa de reparaciones di-rigido a víctimas individuales y a beneficiarioscolectivos en el cual se contemplaban distintas for-mas de reparación (simbólicas, económicas, eneducación, en salud y a través de la restitución dederechos ciudadanos). Hasta el momento, las dis-tintas formas de reparación desarrolladas no hansido demasiado significativas debido a que aún nose cuenta con un RUV a partir del cual puedan serimplementadas, pues el Consejo de Reparacionesrecién va a dar inicio a dicho registro. A pesar deesto, desde la presentación del Informe Final hasta lafecha se han dado algunas iniciativas, aunque deforma dispersa y focalizada sobre todo en repara-

ciones simbólicas y en restitución de derechos ciu-dadanos. En el último semestre, el comportamien-to de los actores estatales ha sido casi el mismo,salvo por el hecho de que el Ejecutivo dio inicio alprograma de reparaciones colectivas, y las inicia-tivas de reparaciones simbólicas cobraron carác-ter nacional, lo cual no sucedía desde el 2003.

En cuanto a las reparaciones simbólicas, el Eje-cutivo realizó una ceremonia de homenaje a las víc-timas de la violencia en agosto, y se institucionalizó,por ley, el Día de los Defensores de la Democracia. Sinembargo, el conocido memorial El Ojo que Llora fueparcialmente destruido por un grupo de personas eldomingo 23 de septiembre, en el contexto de la ex-tradición al ex presidente Alberto Fujimori Fujimo-ri. En lo tocante a la restitución de derechos ciuda-danos, en el último semestre, el Ministerio de laMujer y Desarrollo Social entregó 1.350 acreditacio-nes a desplazados, y la Defensoría del Pueblo entre-gó 75 constancias de desaparición forzada a familia-res de víctimas. Finalmente, en el segundo trimestredel presente año, el Ejecutivo dio inicio al programade reparaciones colectiva con una ceremonia reali-zada en Huanta. A pesar de que se trata de un avan-ce significativo en la implementación del PIR, es in-dispensable señalar que se trata de una iniciativaque no se enmarca plenamente dentro del trabajoque viene efectuando el Consejo de Reparaciones.

3. DIFUSIÓN DEL INFORME FINAL

En lo que concierne a la difusión del Informe Finalno ha habido avances durante el último semestre.Asimismo, aún se encuentra pendiente la realiza-

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MEMORIA CVR

ción de un trabajo de memoria orientado al pro-cesamiento del conflicto y la prevención de nue-vos brotes de violencia en el ámbito de la políticanacional. Hasta el momento las iniciativas másnotorias han provenido de la Defensoría del Pue-blo, el colectivo nacional Para Que No Se Repita yjurisdicciones locales como Huánuco y Junín.

4. JUDICIALIZACIÓN

La CVR presentó ante el Ministerio Público una se-rie de casos vinculados a violaciones de los dere-chos humanos para que sean investigados y de-nunciados ante el Poder Judicial. Hasta septiembrede 2007, 6 tienen sentencia, 20 se encuentran conproceso penal abierto y 22 están en etapa de in-vestigación preliminar en el Ministerio Público.

En lo que se refiere al procesamiento de viola-ciones de los derechos humanos cometidas poragentes estatales, en el último trimestre cuatromiembros del Grupo Colina recibieron sentenciaanticipada por acogerse al beneficio de colabora-ción eficaz y el 21 de septiembre se dio un avancetrascendental en el procesamiento de casos con lasentencia de la Corte Suprema de Chile a favor dela extradición del ex presidente Alberto Fujimori,que declara procedentes los cargos comprendidosen siete cuadernillos de extradición, entre los quese encuentran los casos La Cantuta y Barrios Altos.Se trata de la primera vez que un ex jefe de Estadoes extraditado a su país de origen por casos deviolaciones de los derechos humanos.

Sin embargo, aun cuando se han dado avan-ces, todavía se observa lentitud e ineficacia en el

procesamiento de casos de violaciones de dere-chos humanos. Juegan en ello diversos factores:falencias en los organismos y operadores encar-gados de llevar a cabo esta tarea, falta de exclusi-vidad para casos de violaciones de los derechoshumanos, carencia de recursos logísticos suficien-tes para realizar las investigaciones, dificultadesen la recolección de los medios de prueba, dificul-tades en la calificación de las denuncias y falta depatrocinio legal así como de protección para bue-na parte de víctimas, testigos, jueces y abogados.Por último, en lo tocante a diligencias de extradi-ción, vale la pena señalar que hasta el momento sehan concentrado sobre todo en provincias abor-dando varios de los casos emblemáticos señaladospor la CVR. Además de esto, en el último trimestre,el equipo peruano de antropología forense denun-ció la desaparición de restos de personas ejecuta-das extrajudicialmente. El Instituto de MedicinaLegal señaló que debe iniciarse una investigaciónlegal y técnica sobre este tema.

5. REFORMAS INSTITUCIONALES

Los avances relativos a reformas institucionalesno están enmarcados dentro de una política deEstado y corresponden a iniciativas desarticula-das y discontinuas. Específicamente, con respectoa la presencia del Estado y de la autoridad demo-crática, no se han dado avances significativos enlos últimos meses y aún hace falta una políticadestinada a consolidar avances articulados. Valela pena destacar la aprobación de la Ley de Parti-dos Políticos en el 2004 y la creación del Instituto

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MEMORIA CVR

Nacional de Pueblos Indígenas, Amazónicos yAfroperuano (INDEPA). Sin embargo, ni la primeraha resuelto el problema de la representación polí-tica, ni el segundo el problema de marginación yexclusión en que viven los pueblos indígenas.

En lo que respecta a defensa nacional y ordeninterno, las reformas no han sido suficientementeprofundas. No obstante, en los últimos meses, sehan producido acciones con cierto grado de rele-vancia como la aprobación del Proyecto de Ley deAscensos de Oficiales de las Fuerzas Armadas enjunio de 2007 y la aprobación de la ley 29075 queestablece la naturaleza jurídica, función, compe-tencias y estructura del Ministerio de Defensa enagosto de 2007.

Respecto a la reforma del sistema de justicia,existen dos tipos de recomendaciones por partede la CVR: aquellas que se encuentran referidas a lacreación de un sistema especializado en el proce-samiento de violaciones de los derechos humanosy aquellas que están directamente vinculadas conla reforma del sistema de administración de justi-cia en su conjunto. En relación con el primer pun-to, sigue existiendo un conjunto de institucionesque, a pesar de los esfuerzos, no logra consolidar-se en un sistema especializado en derechos huma-nos. Si bien se han creado nuevas fiscalías y juz-gados, y los jueces se encuentran más preparadosque hace cuatro años para enfrentar este tipo deprocesos, no existen hasta el día de hoy mecanis-mos de coordinación y tampoco carácter exclusi-

vo para el tratamiento de casos relativos a dere-chos humanos. En el último trimestre, el únicoavance que se ha dado ha sido la creación de laFiscalía Penal Supraprovincial de Huancavelica.Con respecto a la reforma del sistema judicial, exis-ten avances significativos, como la implementa-ción del Código Procesal Penal a partir del 2006, laaprobación y ratificación del Protocolo facultativode la convención contra la tortura y otros tratos o penascrueles, inhumanos o degradantes en junio de 2006 y ladisminución significativa de la provisionalidaden el sistema de justicia. Sin embargo, las reco-mendaciones de la Comisión Especial para la Re-forma Integral de la Administración de Justicia(CERIAJUS) aún no han sido implementadas cabal-mente ni por el Congreso ni por el Poder Judicial,y el tema de la justicia militar continúa siendomateria pendiente, aun cuando el Tribunal Cons-titucional ya ha emitido sentencias al respecto.

En relación con la educación, aún no hay unaorientación general de una política para la refor-ma del sistema educativo. No obstante, hasta elmomento se han dado algunas reformas específi-cas, destacando en el último trimestre la aproba-ción de la ley 29062 sobre la carrera pública ma-gisterial, que procura ordenar el ingreso y salidade los maestros al magisterio.

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R e s e ñ a s y c r í t i c a s

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RESEÑAS Y CRÍTICAS

Como bien dice el título, este libro con artículos dediversos autores toca temas muy relevantes paranuestra vida contemporánea: la globalización, losderechos humanos, la responsabilidad que noscabe frente a estos o, esencialmente, a su no vigen-cia y cumplimiento en muchos lugares del mun-do. Todo esto en relación con un problema que nose menciona en el título pero que es el tema de lasegunda parte: «Pobreza, derechos humanos y glo-balización», cuya perspectiva resulta transversal:la pobreza y las extremas y crecientes desigualda-des —que van en aumento—, marcas característi-cas de nuestro mundo globalizado.

Precisamente con un «poderoso» trabajo sobrela pobreza de Thomas Pogge se inicia la recopila-ción del libro. La discusión sobre la posibilidad deun orden internacional justo, mejor su necesidad,es abordada en términos políticos, jurídicos y so-ciales. Los derechos humanos constituyen el nú-cleo de un orden internacional justo. Pero, y estome parece filosóficamente relevante, la argu-mentación es planteada en términos morales. Así,Regina Kreide —retomando a Pogge— señala en lap. 110: «Los derechos humanos exigen del ordeninternacional que haga posible un acceso irres-tricto a los bienes indispensables formulados enlos derechos. Son reivindicaciones fundamenta-

das moralmente que los individuos se concedenunos a otros, con el fin de poder llevar una vidahumana digna. Son normas morales, que preten-den universalidad».

Su insistencia en los deberes negativos, paraque su argumento sea ampliamente aceptable,implica buscar el compromiso de los más, no delos menos. Los países ricos o las instituciones glo-bales no deben ayudar a los pobres solo porque loson; deben asumir su responsabilidad por haber-la creado o por mantenerla. Es un imperativo dejusticia correctiva. Se trata de un deber moral dejusticia a nivel global.

Aunque no pretendo hacer una revisiónexhaustiva de todos los artículos, quisiera con-centrarme en aquellos que, explícitamente, plan-tean cuestiones y discusiones filosóficas, o que re-claman la relevancia de una discusión conceptualen relación con los temas indicados. Así, quisieraseñalar el daño moral que sufren las personas que,viviendo en contextos de privación y pobreza ex-trema, no son efectivamente ayudadas por quie-nes, también, tendrían alguna responsabilidad enla eliminación de dicho daño. Creo que es muyrelevante plantear que, «[…] uno es responsablepor aquellos estados de cosas que puede cambiar[…]» (Gosepath, p. 78), pues precisamente alude a

Francisco Cortés y Miguel Giusti (eds.). Justicia global, derechos humanos y responsabilidad. Bogotá:Siglo del Hombre Editores, 2007, 421 pp.

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RESEÑAS Y CRÍTICAS

la naturaleza de las acciones humanas y en parti-cular de las acciones morales: a diferencia de lanecesidad de los hechos de la naturaleza, lo hechopor el hombre siempre puede ser de otra manera.La contingencia de lo humano nos plantea, así,una exigencia moral que no deberíamos eludir.Mejor, es inmoral hacerlo.

«Bajo las condiciones post metafísicas, la ins-tancia frente a la que somos responsables moral-mente es la de otros seres racionales. Cada intentode determinar exactamente quién es responsabledebe tener en cuenta la intuición moral según la cualnosotros somos responsables por lo menos frentea aquellos seres racionales cuyos intereses y nece-sidades sean afectados por nuestras acciones»,señala Gosepath (p. 81).

Además de la cuestión acerca de qué pasa conlos seres no racionales (como los animales, porejemplo), creo que esta intuición moral nos abrepistas interesantes. La responsabilidad tiene quever con respuestas, con dar y aceptar razones deaquellos con los que nos vemos envueltos en con-textos de acción específicos. En ese sentido se ex-presa Gosepath: «En nuestro mundo mueren niñosde hambre. Su hambre es un daño moral solamen-te porque ésta es una mala situación que afecta alniño de forma inadmisible» (p. 86).

Regina Kreide, en su contribución, aborda eltema de la responsabilidad y las obligaciones de lasempresas transnacionales. Esto pone en la discu-sión filosófica (y también política) la cuestión de losprincipios normativos de la economía. ¿Cuáles sonlas obligaciones de estas empresas? ¿Se refieren alos stakeholders (es decir, las diversas partes involu-cradas: trabajadores, vecinos, consumidores, gene-

raciones futuras, etcétera) o solo, como quería Mil-ton Friedman, a los shareholders (inversionistas o ac-cionistas)? La tesis que sostiene la autora es que ta-les empresas, que tienen las famosas maquiladorasen diferentes partes del mundo en desarrollo, estáno deberían estar obligadas a respetar los derechoshumanos tanto como principios de justicia. Perotambién entra en el problema la participación delos Estados, a quienes les compete el papel jurídicode evitar las violaciones de los derechos humanoscometidas por terceros, sea por el incumplimientode los derechos de protección laboral o de exigen-cias de protección del medio ambiente.

La propuesta de una «utopía realista» comoexigencia para que las empresas transnacionalesrealicen sus actividades teniendo en cuenta la jus-ticia, pretende llenar un vacío importante en loque a la justicia global se refiere.

Pero, justamente, hablar de justicia globalplantea muchos y nuevos retos a la filosofía polí-tica de las relaciones internacionales. Cortés, ensu artículo «¿Hay un conflicto insuperable entrela soberanía de los Estados y la protección de losderechos humanos?», aborda los problemas queahora tiene que enfrentar el modelo tradicionalcentrado en la idea del Estado-nación.

La tesis que el autor desarrolla es que se ha pro-ducido un cambio de énfasis en el derecho interna-cional y que allí donde antes dominaba el principiode la soberanía absoluta de los Estados hoy tieneuna importante primacía el interés por la protec-ción de los derechos humanos. Frente al aumentode la pobreza y de la desigualdad en buena partedel mundo, así como a la violación sistemática detales derechos en muchos Estados, se impone una

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RESEÑAS Y CRÍTICAS

nueva y, global, idea de justicia. Ello, a nivel econó-mico y a nivel político. Así, dicho brevemente, senos propone; primero, que la protección de los dere-chos humanos tiene prioridad respecto de la sobe-ranía de los Estados y que el principio de no inter-vención, «[…] entendido de manera absoluta, debeser rechazado» (p. 137) —por supuesto que las im-plicancias prácticas, como hemos visto en nuestropaís en relación con la CIDH, por ejemplo, son com-plejas y variadas—; y en segundo lugar, que los Es-tados tienen entre sí deberes de justicia distributi-va, que no se justifica solo constatando pobreza ydesigualdad en el mundo, sino estableciendo res-ponsabilidades históricas en la configuración «[…]de las formas específicas de injusticia que ha pro-ducido y produce el sistema económico y políticomundial en las diferentes sociedades» (p. 137).

Me parecen particularmente sugerentes lascríticas que el autor desarrolla respecto de la filo-sofía política de J. Rawls, quien plantea dos están-dares de justicia, uno más denso a nivel nacionaly otro más flexible o menos denso a nivel interna-cional. Esta diferenciación implica rechazar el diag-nóstico de los teóricos del «globalismo» (comoPogge), según el cual los fenómenos de pobreza ydesigualdad extrema que se dan, particularmen-te, en los países pobres, son producidos por el sis-tema de las instituciones económicas y políticasglobales. Se abogaría, por el contrario, por unaexplicación en y desde factores internos propiosde las sociedades pobres o menos desarrolladas(históricos, culturales, antropológicos, corrupcióne incompetencia de sus elites, etcétera, etcétera).Interesante confrontación, que nos afecta directa-mente, con fuerza de los dos argumentos. ¿Todo lo

que pasa en el Perú viene de las instituciones eco-nómicas y políticas globales o también tiene quever con nuestra muy local incompetencia?

La propuesta de Pogge, también retomadaaquí, de una justicia global que tome en cuenta laresponsabilidad que implica para todos —pero enparticular para los países ricos— la creación y elmantenimiento de arreglos y de instituciones glo-bales manifiestamente injustas.

Paulette Dieterlen nos recuerda la importan-cia que debería tener el tema de la pobreza en filo-sofía, en particular, desde la perspectiva de la jus-ticia distributiva, que tome en consideración lossujetos (y cómo los tratamos), los objetos de ladistribución y, finalmente, los criterios de esta.Entre los criterios discutidos, desde hace muchotiempo, están el mercado, los méritos y las necesi-dades. Cada uno plantea problemas y ventajas,cuya discusión tendrá que continuarse.

En muchos de los artículos mencionados, va-rios de ellos también inspirados en las ideas dePogge, se ha planteado el tema de la universali-dad de los derechos humanos, asumiéndolos como,lo decíamos al inicio, normas morales, que pre-tenden universalidad.

Pues bien, una parte del libro está dedicada ala discusión de las críticas culturalistas, desde lasperspectivas multiculturalistas, a la pretensiónde universalidad de los derechos humanos. MiguelGiusti hace un magnífico balance de esta tensión.¿Cómo conciliar identidades culturales particu-lares, los nuevos «tribalismos», con los reclamosglobales de la lógica occidental que subyace a losderechos humanos? Se nos invita, cito, a «[…] aban-donar las posiciones simplistas o fundamentalis-

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tas de ambas partes» (p. 295) y a reconocer losméritos de las críticas de unos y otros. Es decir,buscar una solución dialéctica, que reconocien-do la validez de las posiciones contrapuestas,pueda ayudarnos a encontrar un terreno con-sensual común en defensa de los derechos hu-manos. Igualmente, Delfín Ignacio analiza estatensión, en términos de una globalización queimplica una aculturación que representa paralos individuos y grupos no occidentales y no fa-miliarizados con el capitalismo y su consecuen-te individualismo triunfante, «[…] una insercióntotalmente desfavorable en un mundo hostil yextraño» (p. 318). A su juicio el concepto de inter-culturalidad, más que el de multiculturalismo,ofrece más riqueza para no entender la globaliza-ción como necesaria y ficticia aculturación.

El problema que nos dejan pendientes estossugerentes, sesudos y a ratos difíciles artículos, esel de la traducción práctica de muchas de sus pro-puestas. Es difícil no estar de acuerdo con la res-ponsabilidad de unos y otros frente a la injusticiaglobal; o a la idea de una renta básica para todoslos habitantes del planeta (en lo que coinciden VanParijs y Friedman o Hayek, de manera asombro-sa). Son ideas moralmente correctas y política-mente seductoras. De allí a que sean viables, haymuchos acuerdos por lograr y mucha voluntadpolítica por conquistar.

Eduardo Rabossi, a quien se dedica este libro,nos recuerda lo aterradoras que son las cifras de

lo que él llama la «violencia indirecta»: «[…] lasestadísticas de los organismos internacionaleshablan de 16 a 18 millones de muertos anuales—Pogge dice 18— por causa del hambre, la caren-cia de agua potable, de asistencia médica o la faltade protección habitacional. Si en Hiroshima—nada menos que la bomba atómica— murieronunas 100.000 personas, es como si cada dos díasexplotara en el mundo una bomba atómica. Si elholocausto produjo la muerte de seis millones dejudíos, es como si produjésemos tres holocaustospor año. Desde un punto de vista moral y político,es grave que ocurran estos hechos, pero más gra-ve aún es que sabemos que están ocurriendo»(p. 242), pero no hacemos nada efectivo al respecto.

Como dice en su trabajo Elizabeth Salmón, entiempos en que toda la discusión parece centrarseen la guerra contra el terrorismo, el debate sobreotra guerra, contra la pobreza, es cada vez másdejada de lado. ¿Cómo traducir toda esta teoría ytoda esta indignación moral a la praxis? He allí latarea pendiente. Como no somos platónicos quecreemos que los filósofos o los que saben tienenque gobernar, se abre la gran tarea de ver cómocontribuir a que nuestras clases políticas y di-rigentes, a niveles nacionales e internacionales,(dicho en peruano) «se pongan las pilas» a esterespecto. Creo que este libro es una magníficacontribución para ello.

PEPI PATRÓN

RESEÑAS Y CRÍTICAS

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COLABORADORES

COLABORADORES

VÍCTOR ABRAMOVICH

Abogado de nacionalidad argentina. Segundovicepresidente de la Comisión Interamericana deDerechos Humanos (CIDH), y relator de la CIDH paraColombia, Cuba, Guatemala y Nicaragua. Sedesempeña también como profesor en univer-sidades de Buenos Aires y como profesor visitantede la American University y de la UniversidadAndina Simón Bolívar de Ecuador. Es autor devarias publicaciones especializadas, particular-mente sobre derechos económicos, sociales yculturales.

ROSA ALAYZA

Magíster en ciencias políticas por The New Schoolfor Social Research, Estados Unidos. Ha seguidoestudios de doctorado en Fordham University,Estados Unidos. Es profesora de la Maestría enCiencia Política de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú y directora del InstitutoBartolomé de Las Casas.

WALTER ALBÁN

Abogado por la Pontificia Universidad Católicadel Perú. Profesor principal del Departamento deDerecho y miembro del Instituto de Democracia yDerechos Humanos de esa casa de estudios. Fuedefensor del pueblo en ejercicio entre noviembrede 2000 y noviembre de 2005, y primer adjunto dela Defensoría del Pueblo entre 1996 y el 2000.

RAFAEL BARRANTES

Egresado de antropología de la UniversidadNacional Mayor de San Marcos. Ha seguido laMaestría en Derechos Humanos de la PontificiaUniversidad Católica del Perú. Actualmente sedesempeña como investigador del IDEHPUCP.

JAVIER CIURLIZZA

Magíster en política internacional económica porla Universidad de Warwick, Inglaterra, y abogadopor la Pontificia Universidad Católica del Perú. Esprofesor de la Maestría en Política Jurisdiccionaly de la Facultad de Derecho, así como miembrodel Instituto de Democracia y Derechos Humanosde esa casa de estudios. Fue secretario ejecutivode la Comisión de la Verdad y Reconciliación delPerú. Actualmente es director del CentroInternacional para la Justicia Transicional (ICTJ) enBogotá, Colombia.

FRANCISCO EGUIGUREN

Magíster en derecho constitucional por laPontificia Universidad Católica del Perú. Esprofesor principal del Departamento de Derechoy coordinador de la Maestría en Derecho Consti-tucional de esa casa de estudios. Es asesor jurídicoy consultor en temas de derecho constitucional,derechos humanos, derecho administrativo yadministración de justicia. Ha sido consultorde organizaciones internacionales y agencias decooperación técnica y financiera.

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JOSÉ ALEJANDRO GODOY

Alumno de la Facultad de Derecho de la PontificiaUniversidad Católica del Perú. Actualmente sedesempeña como asistente del IDEHPUCP y comoadministrador del blog Desde el Tercer Piso.

IRIS JAVE

Comunicadora social por la Universidad NacionalMayor de San Marcos y egresada de la Maestríaen Ciencia Política de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. Se ha desempeñado comoperiodista en varios diarios y revistas decirculación nacional e internacional. Fue directorade comunicaciones de la Comisión de la Verdad yReconciliación del Perú. Se ha especializado encomunicación política y ha trabajado en variosorganismos del Estado, organizaciones nogubernamentales y organismos de cooperacióninternacional. Actualmente dirige el área deComunicaciones e Impacto Público del IDEHPUCP ymantiene el blog Crónicas Peruanas, el cual tratatemas sobre política y medios.

ANTONIO MALDONADO

Abogado por la Universidad Nacional Mayor deSan Marcos. Ex procurador ad hoc del Estadoperuano para los casos Fujimori-Montesinos. Esconsultor de las Naciones Unidas.

IVÁN MEINI

Doctor en derecho por la Universidad de Cádiz,España, y abogado por la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. Es profesor en la Facultad deDerecho y en la Maestría en Derecho Procesal deesa casa de estudios. Ex procurador público adjuntode la Procuraduría Ad Hoc Anticorrupción del

Estado peruano y ex abogado del estudio jurídicoBenites, De las Casas, Forno y Ugaz.

YVÁN MONTOYA

Doctor en derecho por la Universidad deSalamanca, España, y abogado por la PontificiaUniversidad Católica del Perú. Es profesor delDepartamento de Derecho de esa casa de estudios.Ha sido jefe de la Unidad de Extradiciones de laProcuraduría Ad Hoc para los casos Fujimori-Montesinos.

ROCÍO MOSCOSO

Editora y redactora. Estudió periodismo en laUniversidad Nacional San Antonio Abad delCusco y literatura en la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. Ha sido coordinadora de larevista Debate y colaboradora de la revistaQuehacer. Actualmente se dedica a la corrección detextos.

PEPI PATRÓN

Doctora en filosofía por la Universidad de Lovaina,Bélgica. Profesora de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. Actualmente es jefe delDepartamento de Humanidades y miembro delInstituto de Democracia y Derechos Humanos deesa casa de estudios, así como presidente de laAsociación Civil Transparencia.

JESÚS PEÑA

Realizó estudios de filosofía en la UniversidadAntonio Ruiz de Montoya. Egresado de filosofíade la Pontificia Universidad Católica del Perú.Actualmente se desempeña como investigador delIDEHPUCP.

COLABORADORES

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COLABORADORES

VÍCTOR QUINTEROS

Abogado por la Pontificia Universidad Católicadel Perú. Fue abogado consultor de laProcuraduría Ad Hoc Anticorrupción para loscasos Fujimori-Montesinos y asesor de laComisión Especial de Procesos JurisdiccionalesInternacionales del Ministerio de RelacionesExteriores. Actualmente se desempeña comodirector de proyectos de la Asociación de Juecespara la Justicia y Democracia (JUSDEM) y comoasistente de la Dirección de Proyectos del IDEHPUCP.

ELIZABETH SALMÓN

Doctora en derecho internacional por laUniversidad de Sevilla, España, y abogada por laPontificia Universidad Católica del Perú. Esprofesora del Departamento de Derecho,coordinadora de la Maestría en Derechos Humanosy directora académica del Instituto de Democraciay Derechos Humanos de esa casa de estudios. Seha desempeñado como asesora externa delMinisterio de Justicia durante el gobierno detransición, del Comité Internacional de la CruzRoja, de la Comisión de la Verdad y Reconciliacióndel Perú y de las Naciones Unidas.

DANIEL SILVA

Egresado de la Facultad de Ciencias y Artes de laComunicación de la Pontificia UniversidadCatólica del Perú. Ha trabajado como reporterográfico en diferentes diarios del Perú. En el 2002ganó el Premio Nacional de Fotografía EugèneCourret. En el 2004 ganó el premio Visa d’Or delFestival Internacional de Fotoperiodismo «Visapour L’Image» en Francia. Desde el 2004 ha

trabajado como fotógrafo para distintas agenciasde noticias en España, Francia e Inglaterra. En el2005 ganó el premio The World Press Photo en lacategoría de deportes. Actualmente es fotógrafoindependiente y está representado en Europa, Asiay Estados Unidos por la agencia Anzerberger consede en Viena. Sus fotografías han sido publicadasy expuestas en diferentes países alrededor delmundo.

DAVID SULMONT

Sociólogo por la Pontificia Universidad Católicadel Perú. Es profesor del Departamento de CienciasSociales y desde el 2004 se desempeña comocoordinador y director de proyectos del Institutode Opinión Pública de esa casa de estudios. Esespecialista en temas de sociología política, opiniónpública, derechos humanos y métodos deinvestigación y análisis cuantitativo en cienciassociales. Entre 2001 y 2003 fue coordinador delárea de análisis de datos de la Comisión de laVerdad y Reconciliación del Perú y miembro delcomité editorial del Informe Final publicado enagosto de 2003.

LUIS VARGAS

Abogado por la Universidad Nacional FedericoVillarreal. Ex procurador ad hoc del Estadoperuano para los casos Fujimori-Montesinos. Esprofesor de derecho procesal penal en laUniversidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).Fue magistrado del Poder Judicial, cargo al querenunció luego del autogolpe del 5 de abril de 1992.Es socio del estudio jurídico Benites, De las Casas,Forno y Ugaz.

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COLABORADORES

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