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    Matsuo Bash

    Senda hacia tierras hondas

    Versin espaola de Antonio Cabezas

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    Ttulo original: Oku no hosomichi

    Matsuo Bash, 1702

    Traduccin: Antonio Cabezas

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    INTRODUCCIN

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    BAJO el ttulo Sendas de Oku, esta diminuta pero inmortal obra de Bash fue

    traducida al espaol en 1957 por el Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, en

    colaboracin con el insigne hispanista y diplomtico japons Hayshiya Eikichi,

    siendo publicada por la Universidad Nacional de Mxico. Barral Editores public

    en 1978 una edicin ampliada.

    Al mismo tiempo que expreso mi ms sincera admiracin y agradecimiento a

    los cotraductores, que realizaron un trabajo impecable, y a Octavio Paz, que aadi

    magnficos comentarios, me siento obligado a justificar la presente versin, aunque

    pudiera refugiarme en unas palabras del insigne japonlogo americano

    Seidensticker, quien ha escrito certeramente: Las nuevas traducciones de los

    clsicos no necesitan justificacin alguna.

    El ttulo espaol de la obra ha sido cambiado a Senda hacia tierras hondas. El

    original es Oku no hosomichi. Hosomichi significa senda, y el problema est en el

    Oku, toponmico que significa tambin fondo, lo hondo. En 1966 Yuasa Nobuyuki

    tradujo la obra al ingls y la titul Senda hacia el norte hondo. El mismo ao Earl

    Miner opt por el ttulo Senda a travs de las provincias. En 1968 Cid Corman y

    Kamaike Susumu la tradujeron tambin al ingls con el ttulo Caminos perdidos

    hacia pueblos lejanos. Y el mismo ao Ren Sieffert la tradujo al francs con el

    ttulo Senda del fin del mundo.

    Dorothy Britton, a su vez, en 1974, la titul Un viaje en haikus. La senda

    estrecha de Bash hacia una provincia lejana. Finalmente, Manuel Luca de Tena y

    Alan Boot en su libro Destino Japn (Madrid, Anaya, 1992) opinan que sera ms

    fiel traducirla Sendas al final del ms all. Como se ve, no hay precisamente

    acuerdo.

    Hay que notar, lo primero, que la tal senda no es ficcin potica, sino que existe

    real y verdaderamente con ese nombre, siendo una sola senda y no muchas. En

    cuanto a lo de Oku, todos los comentaristas estn de acuerdo en que Bash quera

    denotar un viaje potico y espiritual hacia lo que Keene ha denominado receso

    interior y honduras de la poesa. Bash haca no slo un viaje potico, sino

    tambin una peregrinacin espiritual. Y por eso tanto l como su compaero Sora

    se vistieron de bonzos. Quiz los espaoles entiendan mejor el fenmeno si lo

    comparamos con la ruta jacobea al finisterre gallego. Uno de los hitos principales

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    del viaje de Bash hacia lo desconocido fue el monte Yudono, sobre el que pesaba

    una interdiccin o tab, pues a los peregrinos les estaba prohibido hablar de lo que

    hacan y vean en l. Senda hacia el ignoto finisterre, senda hacia tierras hondas.

    Desde la aparicin de la versin de Octavio Paz y Hayshiya Eikichi han salido

    algunas obras que completan nuestra comprensin del texto de Bash. Una de ellas

    es la de Lesley Downer On the Narrow Road to the Deep North (Journey into a

    Lost Japan), publicada en Londres por Jonathan Cape en 1989. La autora hizo el

    mismo recorrido que Bash, y sus explicaciones perfilan algo ms nuestra

    comprensin de algunas palabras del autor. Lo que Octavio Paz traduce en cierto

    pasaje como morral resulta ser un autntico bal, que pesa veinte kilos.

    En 1976 Donald Keene public World Within Walls, dedicando a Bash

    cincuenta pginas de crtica insuperable, donde aclara ciertas cosas que Octavio

    Paz no sealaba como, por ejemplo, que la estructura general de la obra sigue la

    integracin de la renga, donde deben alternar los momentos intensos con otros ms

    suaves y remansados. Keene observa tambin que un cotejo de la obra de Bash

    con el diario de viaje de su compaero Sora (publicado por primera vez en 1943)

    revela que el maestro invent bastante y que su propsito no fue escribir un relato

    histrico verdico, sino una obra potica. De hecho, sabemos que Bash, orfebre

    sublime que retocaba repetidas veces sus propios haikus, estuvo enfrascado en la

    redaccin de Senda hacia tierras hondas nada menos que cuatro aos. Keene

    revela que de joven Bash mantuvo relaciones con una monja budista llamada

    Jutei, teniendo de ella varios hijos. La vida privada de Bash no afecta para nada el

    valor de su poesa, pero s averiguamos que, si Bash reduce la temtica de su lrica

    al aspecto paisajstico, no es porque fuese insensible a los reclamos del amor.

    Keene recuerda que en otro de sus diarios de viaje, Oi no Kobumi (Notitas de

    morral), de 1687, Bash afirma estar harto de su propio arte, habiendo pensado

    muchas veces abandonarlo, pues no le ha trado paz, y que se ha dedicado a

    poemitas menudos por su falta de talento. Esta ltima observacin me recuerda lo

    que Umbral ha escrito alguna vez sobre Azorn, que todo en l sintaxis, temtica y

    visin del mundo es pequeo por su pobreza de recursos. Y sin embargo

    La edicin original de Bash no iba dividida en captulos o secciones. La

    divisin de Octavio Paz, bsicamente correcta, no coincide, sin embargo, con otras

    ediciones modernas de la obra en japons. Los ttulos de las secciones que trae la

    versin de Octavio Paz son totalmente obra del traductor, como los que yo doy en

    esta edicin. El gran escritor mexicano suele poner como ttulos los nombres de los

    lugares que el poeta va recorriendo (slo cinco de las cincuenta secciones en que

    divide la obra no tienen en su ttulo toponmico alguno). Yo he preferido recalcar

    una realidad que ningn comentarista parece notar: que Bash top en su viaje con

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    paisajes extraos, fenmenos maravillosos, peripecias extraordinarias, leyendas

    imposibles, recuerdos de gestas fantsticas, toponmicos tremendos, ruinas

    numnicas, gente singular, costumbres que hoy llamaramos surrealistas A pesar

    de su brevedad, el librito es un elenco de magias y prodigios, naturales o

    legendarios. Todo es posible en los viajes a los finisterres, con o sin propsitos

    jacobeos.

    Cada lector podr encontrar en este mgico macuto lo que su poder de

    comprensin d de s. Deca genialmente Octavio Paz: Con inmensa cortesa

    Bash no nos dice todo. El libro no ofrece asidero alguno. Breve cuaderno hecho de

    veloces dibujos verbales. La poesa se mezcla a la reflexin, el humor a la

    melancola, la ancdota a la contemplacin. En este libro no pasa nada salvo el sol,

    la lluvia, los rboles, una nia No pasa nada, excepto la vida y la muerte.

    Otro motivo para intentar una nueva traduccin es que algunas de las

    soluciones de Octavio Paz son francamente insuficientes, sin que ello menoscabe la

    grandeza de su labor. Ni la palabra japonesa hagi puede traducirse como trbol, ni

    el nadshiko es un clavel, ni el nemu una mimosa, ni el hototogisu un ruiseor

    No existe el monte Oyama, sino que se trata simplemente de un monte grande.

    Por otra parte, en el haiku que dice en el original

    Hitotsuya ni

    yjo no netari

    hagi to tsuki,

    que Octavio Paz traduce como

    Bajo un mismo techo

    durmieron las cortesanas,

    la luna y el trbol,

    no es que la luna y el trbol durmieran bajo el mismo techo, sino que el hecho de

    que un viajante tan austero y religioso como Bash durmiera en la misma posada

    con unas mancebas es algo tan extraordinario como juntar dos objetos distantes, la

    luna del cielo y las lespedezas de nuestro asendereado planeta. Por eso traduzco

    En mi posada

    duermen tambin mancebas.

    Luna y lespedezas.

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    Octavio Paz se permite incluir en su versin de algunos poemas cosas que Bash no

    dice, como en la de

    Oi mo tachi mo

    satsuki ni kazare

    kami-nobori,

    que traduce como

    Espada y morral:

    Fiesta de Muchachos,

    banderas de papel

    Lo de Fiesta de Muchachos no aparece en el original de Bash, que debiera

    traducirse ms o menos como

    Luzcan en mayo

    el bal y la espada.

    Y gallardetes.

    Si Bash pula una y otra vez sus propios haikus, no es de extraar que muchas

    traducciones lricas sean tambin susceptibles del mismo proceso de

    embellecimiento. Yo mismo he publicado ya en Jaikus inmortales (Hiperin, 1983,

    1989) trece de los haikus que aparecen en Senda hacia tierras hondas, algunos de

    los cuales he corregido o tratado de mejorar. Donde escrib se incrustan en las

    rocas, he puesto ahora empapan rocas. Donde escrib

    Como la almeja

    en dos valvas, me parto

    de t con el otoo

    he variado a

    Nos separamos

    como concha y almeja,

    se va el otoo.

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    Consciente de mi propia imperfeccin, estoy muy lejos de denigrar un pice al gran

    escritor mexicano. Sin su trabajo de adelantado, sentido de la traduccin y aliento

    potico, habra sido imposible esta nueva versin.

    Y ahora me acuerdo de algo que en su introduccin sealaba Octavio Paz: El

    poema del estanque y la rana (Un viejo estanque. / Se zambulle una rana, / ruido

    del agua) ha resistido todas las traducciones, Casi todo el aroma de Bash se ha

    perdido en la traduccin. Estas dos observaciones no pueden ser ideas de Paz, que

    no sabe japons, sino de su colaborador. Es posible traducir adecuadamente la

    lrica de Bash? Lesley Downer encontr en su viaje a varios japoneses que se

    negaban a admitir la posibilidad de que los extranjeros entendiesen la lrica de

    Bash. Kuwabara Takeo, catedrtico de Literatura Francesa en la Universidad de

    Kioto, ha escrito recientemente: Los japoneses creen evidente que el poeta francs

    Rimbaud pueda ser entendido en Japn, pero que Bash, el maestro del haiku, no

    puede ser comprendido por los no-japoneses. Este prurito de impenetrabilidad

    que se arrogan a s mismos muchos japoneses es pura entelequia, un infundio

    absurdo. El poeta ingls James Kirkup ha escrito en diciembre de 1985: Es muy

    fcil dar una versin del significado superficial de un haiku, pero muy difcil imbuir

    la traduccin del espritu que yace tras el original. Slo puede hacerlo un poeta

    sensible al espritu potico universal.

    Tranquilcese el lector que sienta de verdad la poesa y no se preocupe por no

    saber japons. El entendimiento de Bash, la apreciacin de su belleza y

    profundidad no dependen tanto del traductor como de la sensibilidad potica del

    lector. Unamuno jams lleg a comprender la lrica de Rubn Daro. En Japn

    nadie entendi el valor literario del Konjaku-monogatari, obra del siglo XII, hasta

    que Akutagawa lo descubri en 1914. No depende la cosa, no, de la raza o de la

    lengua nativa. Kuwabara Takeo afirm en 1946 que no ya los haikus de Bash, sino

    los haikus todos son un gnero menor, indigno de una literatura seria. Por el

    contrario, basta leer los comentarios de Octavio Paz para saber que un mexicano de

    nuestros das puede entender perfectamente lo que Kuwabara, a pesar de ser

    japons y profesor de literatura, fue incapaz de apreciar.

    No todo lo que Bash escribi tiene el mismo valor. Shiki, que con Bash, Buson

    e Issa forma el cuarteto de grandes haikistas de la historia, escribi a finales del

    XIX que el ochenta por ciento de la produccin del maestro era mediocre. Y Blyth,

    admirador de Bash, dice en nuestros das que de los cerca de dos mil haikus que se

    conservan del maestro, slo cien son realmente buenos. De los cincuenta y un

    haikus de Bash que aparecen en Senda hacia tierras hondas cuntos han sido

    considerados como inmortales? Tal vez no pasen de veinticinco.

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    Para conmemorar el tercer centenario del viaje de Bash hacia tierras hondas, el

    Ministerio de Correos de Japn emiti desde el 26 de febrero de 1987 hasta el 12 de

    mayo de 1989 una serie de sellos sobre esta obra, en los que recoge veinte haikus

    como dignos de celebracin especial.

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    VIDA DE BASH

    Naci en 1644, un ao despus de darse por clausurado el siglo ibrico de Japn

    con el martirio de los ltimos misioneros extranjeros, que permanecan ocultos en

    el pas.

    Fue su villa natal Ueno, a unos cien kilmetros al sur de Kioto, y su familia era

    de la clase samurai. Bash, que es slo un pseudnimo literario, llevaba en realidad

    el nombre de Kinsaku. De nio fue paje del heredero de su seoro, Td

    Yoshitada; los dos muchachos estudiaron haiku con Kign, poeta de la escuela de

    Teitoku. A la muerte de Yoshitada en 1666, Bash huy a Kioto ante la negativa del

    daimio a permitirle abandonar el servicio de la casa. Sigui estudiando literatura

    japonesa y china, manteniendo relaciones amorosas con Jutei. En 1672, a los 28 de

    su edad, se traslad a Edo, capital militar y poltica del imperio. Tres aos ms

    tarde se afili a la escuela haikista Danrin, del poeta Sin. Pronto empez a crear

    un estilo propio y a tener discpulos, pero se neg siempre a recibir honorarios por

    corregir los poemas de sus alumnos, y consta que para vivir obtuvo empleo en el

    Servicio de Aguas.

    A sus 36 aos se instal en una chocilla al otro lado del ro Sumida, donde

    plant un platanero (bash), que le dio nombre a la rstica villa y le sirvi de

    pseudnimo literario. Bash estaba dispuesto a vivir la poesa, apartado del bullicio

    de la ciudad. Dos aos despus encontr a Butch, bonzo del Zen, que lo convirti

    en adepto.

    Su inters por el Zen fue suscitado por influencia de sus amigos Ontsura y

    Shintoku, por la lectura de los poetas chinos Tu Fu y Li Po y del filsofo chino

    Chuang Tzu, y finalmente por su admiracin por Saigy y Sgi.

    Para comprender la poesa de Bash no creo que haya que aceptar los cuatro

    principios bsicos del budismo en general, ni el especfico del Zen, pero no estar

    de ms el conocerlos. Ideas centrales del budismo son:

    Todo en el universo es impermanente.

    Todo en el universo est interrelacionado.

    La salvacin consiste en entrar en el nirvana o iluminacin, que no es saber la

    verdad, sino estar en ella.

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    Se requiere tener un maestro, el cual no ensea la verdad, sino que ayuda a

    encontrarla.

    Idea especfica del Zen es que la nica va al nirvana es la meditacin.

    La conversin al Zen de Bash se produjo entre los 38 y 39 aos de su edad. A

    los 40 se dio cuenta de que su retiro semimonacal en Villa Platanero no bastaba y

    decidi lanzarse a viajar. Antes de morir realiz cuatro viajes, que describi en

    sendos diarios, siendo el cuarto Senda hacia tierras hondas: seiscientas leguas o

    dos mil trescientos cuarenta kilmetros de recorrido.

    Muri a los cincuenta aos en su quinto y postrer viaje. La muerte le encontr

    en Osaka, el 12 de octubre de 1694.

    Bash, que se describa a s mismo como murcilago, mitad pjaro y mitad

    ratn, tena un fsico tan esmirriado que l mismo brome sobre la delgadez de sus

    piernas en un haiku memorable, ya que no inmortal:

    Piernas enclenques

    tendr, pero est en flor

    el monte Yoshino.

    Sus extensos viajes los realiz a base de aguante, siendo atacado muchas veces por

    dolores abdominales y clicos, causados probablemente por clculos en la vescula

    biliar.

    El caminante

    van a llamarme a m.

    Primer chubasco.

    Por esta senda

    no hay nadie que camine.

    Tarde de otoo.

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    LA POESA DE BASH

    Cada haiku de Bash, o de cualquiera, se presta a tantas interpretaciones, que

    podran escribirse libros. Pero hay que ser razonables y limitarse a unas cuantas

    observaciones concisas y sugestivas.

    No dejar de extraar que un hombre de sentido potico tan refinado, y que en

    su juventud conoci el amor, excluyese de su lrica el tema ertico. La tradicin del

    pas no poda ser en esto ms explcita: en el Man-y-sh el setenta por ciento de

    los poemas son amatorios. Pero el haiku, en general, ha excluido hasta ahora el

    tema ertico. Este tab no tiene nada de sacrosanto o intocable. Kikaku, discpulo

    de Bash, escribi:

    Queman mosquitos

    en la alcoba de Pao-Su

    entre deliquios.

    Buson escribi:

    Qu bella est

    mi esposa cobardona

    en la camilla!

    Issa:

    De no estar t,

    demasiado enorme

    sera el bosque.

    Y Shiki:

    Tan slo hombres

    y en medio una mujer

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    con qu calor.

    La lrica de Bash es, pues, casi exclusivamente paisajstica, pero no podemos

    soslayar el hecho de que contenga infinitos matices; y lo que se llama paisaje es a

    veces pura fantasa o premonicin. Por eso Octavio Paz dice que la lrica de Bash

    es, como el Zen, elusiva y alusiva.

    Se ha notado que Bash pareca incapaz de escribir poemas sobre paisajes

    grandiosos o especialmente bellos. Del monte Fuji escribi un haiku sorprendente:

    Con niebla y lluvia

    no se ve el monte Fuji.

    Interesante.

    En la baha de Matsshima, que l mismo declara el mejor paisaje del Oriente, se

    halla tan abrumado, que no consigue escribir nada.

    Tambin se ha observado que muchos lugares aclamados como pintorescos

    Bash los vio una sola vez, tal vez un da en que el estado del tiempo no los

    favoreca. Mushanokji Saneatsu, crtico literario y artstico del siglo XX, ha dicho

    que los sitios famosos hay que verlos muchas veces, en distintas estaciones, horas

    del da y condiciones climatolgicas. En este sentido, los poemas de Bash no son

    paisajsticos, buscando retratar un paisaje en su mejor momento, sino experiencias

    personales o visiones de la naturaleza. Un haiku deca Bash es lo que ocurre

    aqu y ahora.

    Keene afirma que la poca de Bash es muy distinta de la nuestra, incluso en

    Japn. Lo curioso es que Lesley Downer ha recorrido la misma ruta que Bash,

    encontrando que el mundo visitado por el maestro, las tierras hondas, ha cambiado

    muy poco, tanto en su naturaleza que es lo importante, como en sus gentes.

    Somos nosotros los que hemos cambiado, los occidentales y los japoneses

    ordinarios, los de Tokio, Osaka, Kioto, Nagoya, Hirshima En tiempo de Bash, el

    ochenta y tantos por ciento de los japoneses vivan en aldeas, hoy son menos del

    veinte por ciento.

    Pero la poesa de Bash es eterna. Tiene el poder de evocar un mundo con unas

    cuantas palabras.

    Una vez Butch, maestro de Zen de Bash, lo visit en su chocilla en compaa

    de varios poetas, y le pregunt cul era el camino de Buda. En ese momento se

    zambull una rana y Bash improvis como respuesta:

    Se zambulle una rana,

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    ruido del agua.

    Butch comprendi que Bash haba llegado al nirvana. Le dijeron que completase

    el poema y algunos de los presentes, infelices ellos, incluso le sugirieron el primer

    verso: Ocaso obscuro (Yoiyami ya), En soledad (Sabishisa ni), Unas mosquetas

    (Yamabuki ya). Pero el maestro dijo:

    Un viejo estanque.

    Cmo no recordar el haiku perfecto de otro maestro y profeta espaol, Antonio

    Machado?

    Junto al agua negra

    olor a mar y jazmines:

    noche malaguea.

    En Senda hacia tierras hondas hay otro haiku de Bash ms similar, si cabe, al de

    Machado:

    A la derecha

    de un arrozal fragante,

    el mar de Ariso.

    Bash deca que un buen haiku debe revelar slo el setenta u ochenta por ciento

    del objeto, y si slo revela el cincuenta o sesenta por ciento ser inmortal. El objeto

    es lo que existe, lo que puede verse o imaginarse. Pero tambin lo que se deseara

    existiese:

    Islas de Pinos.

    Cuclillo, que la grulla

    te d sus plumas.

    No creo que sea vlido sacar reglas partiendo de la inspiracin de un hombre como

    Bash, que vea la naturaleza de un modo tan personal.

    Noche marina.

    La voz del pato

    es vagamente blanca.

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    Ni la voz del pato es blanca sino en la mente de Bash, ni el chirriar de las

    chicharras empapa las rocas sino en su imaginacin. No puede, pues, decirse que la

    poesa de Bash sea siempre pura objetividad.

    En ruiseor

    suea que se convierte

    el grcil sauce.

    Pero hay que acabar en algn momento. Lo dems, aparte de que lo han dicho ya

    en espaol Octavio Paz y Rodrguez Izquierdo, debe apreciarlo de por s cada lector.

    Advertencias sobre la presente edicin:

    La divisin en captulos y los ttulos de los mismos son del traductor.

    Todo lo que va entre parntesis dentro del texto de Bash es tambin una

    aclaracin rpida del traductor, artificio usado tambin por Octavio Paz.

    Las notas a pie de pgina no son imprescindibles para apreciar la poesa de

    Bash y el valor literario de la obra, pero ayudarn a comprender mejor muchos

    detalles. Casi todas estas notas son tambin necesarias para el lector japons

    actual.

    La transcripcin de todas las palabras japonesas se atiene al sistema de

    Hepburn, leyndose las vocales como en espaol y las consonantes como en ingls,

    si bien hay que tener en cuenta que las slabas ge y gi se leen siempre como en get y

    give. Aado dos signos que no son invencin de Hepburn: el guin sobre las

    vocales[*] indica que son largas, y el acento agudo ayuda a una pronunciacin

    correcta.

    Al final del libro doy un glosario de las plantas que han sido traducidas por

    neologismos.

    Los personajes japoneses llevan primero el apellido y luego el nombre.

    Kioto, 2 de junio de 1991,

    El traductor.

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    SENDA HACIA TIERRAS HONDAS

    (OKU NO HOSOMICHI)

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    PASAJEROS DE LAS EDADES

    LOS meses y los das son pasajeros de las edades, siendo tambin viajeros los aos,

    que van y vienen.

    Para los que dejan flotar su vida sobre un barco o envejecen llevando los frenos

    de los caballos, todos sus das son viaje y hacen del viaje su morada.

    Antiguamente hubo muchos que murieron durante el viaje.

    Yo mismo, desde hace algunos aos, como jirn de nube invitado por el viento,

    no he parado de abrigar pensamientos de vagabundeo, conque estuve vagando por

    la costa, y el otoo del ao pasado volv a mi choza en la ribera, donde quit las

    viejas telaraas, pero apenas acabado el ao, ya en el cielo la niebla que la

    primavera levanta, se me ocurri cruzar el paso de Shirakawa[1], como posedo por

    un dios y con el corazn enloquecido, como que me haca intimaciones el dios de

    los caminantes, de forma que nada pude ya traer entre manos.

    Remend los rotos de mis calzones, cambi las cintas de mi sombrero y, tras

    aplicar moxa a mis rodillas, fue ya todo poner el corazn en la luna de Matsshima,

    dejar a otros mi vivienda y mudarme a la villa de Samp[2]. Al salir de mi choza,

    colgu de uno de sus pilares los ocho primeros poemas de una serie de cien. El

    primero deca:

    Hasta en mi choza

    habr otros moradores,

    y habr muecas[3].

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    DESPEDIDA

    EL sptimo da del ltimo tercio de marzo[4], plido por la neblina el cielo de la

    alborada, la luna en menguante y con luz debilsima, cuando se vislumbra apenas la

    cumbre del Fuji, empec a angustiarme pensando en si volvera o no a ver las copas

    de los cerezos floridos de Ueno y Yanaka.

    Todos los ntimos se haban reunido la vspera y nos acompaaron en el barco.

    Cuando desembarcamos en un lugar llamado Senju, pens en las tres mil leguas[5]

    de trayecto que me esperaban y se me llen el corazn de congoja, derramando

    lgrimas de despedida antes de lanzarme a confines fantasmales.

    Se va la primavera.

    Lloran las aves, son lgrimas

    los ojos de los peces.

    Hice de este poema el comienzo de mi viaje, pero la verdad es que apenas poda dar

    un paso adelante. Los amigos se alinearon en la ruta y parecan querer despedirnos

    hasta que nuestras espaldas desaparecieran de su vista.

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    EL PESO DEL MORRAL

    ESTE ao, el segundo de la era de Genroku, se me ocurri de pronto hacer un largo

    itinerario a la lejana tierra de Oku, y aunque se acrecentaron mis temores de que

    las nieves remotas se me convertiran en canas, al pensar que me lanzaba a lugares

    conocidos de odas pero nunca vistos, dese volver vivo y prosegu mi viaje

    confiando en ello, a pesar de tratarse de algo tan incierto.

    Ese mismo da llegu a una posada llamada Ska. Lo primero, me dolan los

    hombros por el peso de la carga. Yo haba salido con la idea de ir a cuerpo gentil,

    pero un abrigo de papel resguarda del fro de la noche, y luego una yukata[6], un

    impermeable, tinta, pinceles, regalos para bienhechores en ruta, as que me result

    difcil prescindir de muchas cosas y no hubo forma de evitar estas penalidades del

    camino.

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    PARTO GNEO Y PECES TAB

    REZAMOS en el santuario de Muro-no-Yshima. Mi compaero Sora[7] me dijo: La

    diosa de este santuario se llama Konohana-Sakuya-Hime (Princesa de los rboles

    Floridos)[8], y es la misma del monte Fuji. Dicen que se encerr en un recinto

    tapiado, exponindose a una ordala de fuego, pero como de ella naci el prncipe

    Hohodemi-no-Mikoto (Dios que nace viendo llamas)[9], a este lugar se le llama

    Muro (Estufa) no-Yshima. Y por eso tambin es costumbre en poesa usar la

    palabra humo en los poemas que celebran este lugar.

    Aparte de todo esto, est prohibido comer el pescado llamado konoshiro (en

    lugar de la hija)[10]. Las tradiciones sobre el origen de este santuario parecen

    haberse transmitido a lo ancho y largo del pas.

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    EL MONTE SOL Y LA CASCADA ERMITA

    EL treinta nos hospedamos a la falda del monte Nikk. El posadero me dijo: Me

    llamo Hotoke (Buda) Gozaemn. La gente me ha puesto este nombre por mi

    rectitud en todo, conque descansen tranquilos de las fatigas del viaje.

    Preguntndome qu Buda haba aparecido en este turbio mundo de tierra y polvo

    para asistir a gente como nosotros, mendigos boncescos y peregrinantes, me puse a

    ponderar la conducta del buen hombre, y lo hall ser sin dolo ni egosmo, todo

    honradez. De aquellos que Confucio dice: Firme, honrado, cercano a la

    benevolencia. Un natural limpio, que merece todo respeto.

    El primero de abril rezamos en el santuario de la montaa sagrada. Antao se

    conoca este monte por el nombre de Futara, pero el gran maestro Kkai[11], al

    fundar aqu un monasterio, cambi su nombre a Nikk (Luz del sol). Quizs

    adivinase lo que pasara mil aos despus, ya que ahora esta luz sagrada

    resplandece por todo el cielo, se desborda por los ocho puntos cardinales y hace

    prosperar en paz a las cuatro clases del pueblo[12]. Pero hay en este tema mucho que

    respetar, por lo que dejo aqu mi pincel.

    Qu majestad!

    En hierbas verdes, tiernas,

    la luz del sol.

    La niebla cubra el monte Kurogami (Pelo negro), donde an se vea blanca la

    nieve. Sora escribi:

    Rapado llego

    al monte Pelonegro

    con otras ropas.

    Sora se apellida Kawai y su verdadero nombre es Sgor. Ha levantado un techo a

    la sombra de mi platanero y me ayuda en traer lea y agua. Se alegr de poder

    contemplar conmigo Matsshima y Kisagata, se ofreci a compartir las penalidades

    del viaje y la maana de nuestra salida se rap el cabello, cambi su ropa por otra

  • 23

    negra y hasta alter los ideogramas de su nombre, adoptando otros ms piadosos.

    Esto explica lo que escribi sobre el monte Kurogami. El ltimo verso tiene mucha

    fuerza y as parecer al que lo leyere.

    Subiendo el monte, a unos veinte ch (dos kilmetros) de distancia, hay una

    cascada. Se despea desde lo alto de una cueva, cayendo unos cien pies a un abismo

    de mil rocas, lleno de verdor. Me refugi en la oquedad y mir el panorama desde

    detrs de la cascada, comprendiendo por qu se le llama la cascada de Urami (Ver

    desde detrs).

    Me quedo un rato

    detrs de la cascada.

    Entra el verano.

  • 24

    EL CABALLO COMO GUA

    COMO tena un conocido en un lugar llamado Kurobane, me decid a atravesar los

    campos, avanzando en lnea recta. Cuando divis a lo lejos un pueblo, empez a

    llover y se puso el sol. Nos alojamos en casa de un labrador para reanudar el

    camino al amanecer. Encontramos un caballo suelto. Como expusisemos nuestras

    dificultades a un hombre que cortaba hierba, aunque era rudo, result no

    desconocer la compasin. Qu hacer? dijo. Los senderos se bifurcan

    continuamente por estos campos y los forasteros suelen perderse con gran peligro,

    as que sigan al caballo hasta que se pare, y all devulvanmelo.

    Dos pequeuelos nos siguieron, corriendo tras el caballo. Una era nia y dijo

    llamarse Kasane (Casada)[13]. Era un nombre extrao, pero suave. Sora escribi:

    As, Casada,

    debera llamarse

    la clavellina doble.

    Por fin llegamos al pueblo. En la silla de montar dej una gratificacin y devolv el

    caballo con los nios.

  • 25

    DISPARANDO A PERROS Y ABANICOS

    NOS presentamos ante el consejero mayor y administrador del seoro de

    Kurobane, un tal Jbji. Con la alegra de este seor ante nuestra visita inesperada,

    charlamos das y noches, y su hermano menor, llamado Tsui, nos estuvo visitando

    por las maanas y por las tardes, nos llev a su casa y nos present a sus familiares,

    pasando as varios das, uno de los cuales salimos de excursin a las afueras del

    pueblo, donde vimos una cacera de perros, atravesando por unos bambudales

    famosos en el lugar y llegando hasta la vieja tumba de la seora Tamamo[14].

    Despus fuimos al santuario de Hachimn[15]. Me enter de que Yoichi, antes de

    disparar al abanico[16], jur tambin por el dios Hachimn, que es el tutelar de mi

    tierra, el mismo que all se veneraba, lo que me emocion an ms. Al atardecer

    volvimos a casa de Tsui.

    Hay en Kurobane un monasterio de yamabushis llamado Kmyji. Nos

    invitaron all y estuvimos rezando en el pabelln de Gyja[17]. Escrib:

    Monte estival.

    Venero unas galochas

    a mi partida.

    En esta regin al fondo del monasterio de Zen Unganji est la ermita abandonada

    del venerable Butch. Una vez me dijo que haba escrito sobre una roca, con cisco

    de pino, el siguiente poema:

    Tener que albergarme

    en choza de hierba,

    que de ancho y largo

    ni cinco pies tiene.

    Ay, si no lloviera!

    Para ver lo que quedara de esta ermita, fui con mi bculo hasta el monasterio,

    donde algunos se ofrecieron a acompaarnos, y como haba muchos jvenes, se

  • 26

    anim la marcha, de forma que antes de que me diera cuenta, ya habamos llegado

    a la falda del monte. La espesura era casi impenetrable, segua infinito el camino a

    lo largo de una quebrada, negros los pinos y cedros, con musgo por doquier, y era

    todava fro el cielo de abril.

    Vimos los diez famosos panoramas y, atravesando un puente, entramos en la

    montaa.

    Pues bien, dnde estara la ermita sino, trepando por detrs del monasterio, all

    en lo alto de un risco: una chocilla adosada a la boca de una cueva. Me pareci

    como si me hallase ante la ermita llamada Barrera de la Muerte, del maestro de Zen

    chino Yuen-Miau, o ante la caverna del maestro chino Fa-yun.

    En uno de los pilares de la choza dej colgado este poema:

    Ni aun los picos[18]

    destrozaron la choza.

    Bosque estival.

  • 27

    LA PIEDRA VENENOSA

    CERCA de Kurobane est la piedra asesina. El administrador del seoro me prest

    un caballo para ir a verla. El hombre que llevaba el caballo por el freno me rog

    compusiese un poema. Para no defraudar su gentileza escrib:

    Para el caballo

    y orintalo hacia all,

    hacia el cuclillo.

    La piedra asesina est al otro lado de la montaa, junto a unas solfataras. An no se

    ha extinguido la ponzoa de la piedra. Tantas son las abejas y mariposas que ha

    matado, que cubren totalmente el suelo alrededor, sin que se pueda ver ni un trozo

    de la arena en que la piedra se asienta[19].

  • 28

    LOS SAUCES DEL PEREGRINO

    EN la aldea de Ashino estn los sauces donde corre agua clara[20]. Todava

    quedan, en los senderillos que dividen los arrozales. El alcalde del lugar, un tal

    Koh, me haba invitado varias veces a verlos, y cuando anhelaba que llegara el da,

    por fin me encontr a la sombra de uno de ellos.

    Cuando qued

    plantado el arrozal,

    me fui del sauce.

  • 29

    DE GALA EN EL MONTE

    CON el corazn pertinazmente inquieto durante un buen nmero de das, llegu al

    paso de Shirakawa, donde me tranquilic, imbuido por el espritu del camino. Qu

    razn tena el que antao dijo: Cmo explicar a los capitalinos?![21]

    Este paso es uno de los tres ms famosos del pas y las personas sensibles no

    dejan de quererlo. Resonaba en mis odos la expresin viento de otoo del

    maestro Nin[22], y en mi imaginacin los arces rojos de Minamoto Yorimasa[23]

    pero tambin eran conmovedores los manchones de hierba verde que tena ante

    mis ojos. Blancas como el giro las deutzias, florecan a la par las blancas flores de

    las zarzas, parecindome estar en plena temporada de nieve. Cuenta Kiysuke[24]

    que antiguamente hubo un palaciego que al llegar a este lugar se retoc su birrete

    de gala y se puso el atuendo de la corte. Sora escribi:

    Una flor deutzia

    es mi traje de gala

    en este paso.

  • 30

    ELEGANCIA RSTICA

    AS cruzamos el paso y al poco atravesamos el ro Abkuma. Eran altas a la

    izquierda las cimas de Aizu; a la derecha quedaban los poblados de Iwaki, Sma y

    Miharu; y seguan las montaas que dividen esta regin de las de Hitachi y

    Shimtsuke. Fuimos a un lugar llamado Laguna de los Reflejos[25], pero como hoy

    estaba el cielo nublado, no se reflejaba nada.

    En la estacin del ro Suka visitamos a un cierto Tky, que nos hosped cuatro

    o cinco das. Lo primero, me pregunt: Cmo pasaron el paso de Shirakawa? Le

    dije: Con la dureza de un viaje tan largo, me dola todo el cuerpo; pero arrobado

    por la belleza del paisaje, record tambin a tantos personajes como se

    relacionaron con el paso en tiempos antiguos: as que no tuve mucho sosiego para

    escribir poesa. Pero consegu hacer un solo poema:

    Como comienzo

    de la elegancia de Oku,

    cantes de siembra.

    Tky remat este poema, Sora sigui con un tercero y as compusimos una renga.

    Junto a la posada haba un ermitao que viva acogido a la sombra de un gran

    castao. Me conmov pensando que en parecidas circunstancias debi de verse

    Saigy cuando escribi aquello de hasta cog bellotas, y anot en mi cuaderno lo

    siguiente: El ideograma de castao se escribe pintando arriba el signo de Oeste y

    abajo el de rbol, aludiendo al Paraso de Occidente, y por eso el bculo y los pilares

    de la ermita del santo Gyki eran de madera de castao.

    Junto al alero,

    flores que nadie advierte:

    las del castao.

  • 31

    LA FLOR QUE NADIE CONOCA

    A unas cinco leguas de la casa de Tky, poco despus de la posada de Hiwada, est

    el monte Asaka. Muy cerca del camino. Abundan las lagunas. Como estaba prxima

    la temporada de la cosecha de katsumi[26], pregunt a la gente, pero nadie la

    conoca. Llegu hasta una laguna y volv a preguntar: Katsumi, Katsumi?. El sol

    se pona entonces por el filo de la montaa.

  • 32

    LA PIEDRA TINTORERA Y MOLINERA

    TORCIENDO a la derecha en Nihonmatsu, echamos un vistazo a la caverna de

    Kurtsuka y nos albergamos en Fukshima. Al amanecer fuimos a la aldea de

    Shinobu para ver la piedra con que se hacan los estampados en maraa[27]. En una

    aldehuela perdida a la sombra de un monte estaba la piedra, medio enterrada en el

    suelo. Unos nios del pueblo nos dijeron: Antiguamente estaba en lo alto del

    monte, pero como la gente recoga cebada y la mola sobre esta piedra, los del

    pueblo la echaron ac abajo al valle y la pusieron boca abajo. Conque sas

    tenamos?

    Plantan arroz

    unas manos que antao

    tean sedas.

  • 33

    LA ESPADA DEL CABALLERO Y EL BAL DEL VASALLO

    CRUZANDO el vado de Tsukinowa, salimos a una posada llamada Senoue. Las ruinas

    de la mansin de Sat Shji[28] distan legua y media del monte de la izquierda. Nos

    dijeron que el sitio se llamaba Sabano, en la aldea de Izuka, y fuimos all, llegando

    al monte Maruyama a base de preguntar; en el Maruyama estaban las ruinas del

    castillo de Shji. En la falda del monte estaban los restos de las poternas, nos

    atuvimos a las explicaciones de los aldeanos y con las lgrimas en la cara hall que

    en un viejo monasterio cercano se conservaban las tumbas de toda la familia. Me

    conmovi especialmente leer los nombres de sus dos hijas polticas, las esposas de

    Tsugunobu y Tadanobu. Pens cmo, a pesar de ser mujeres, dejaron a la

    posteridad el renombre de su herosmo, y empap de llanto mis mangas. No era

    aquella tumba muy diferente de la que en China se llam Lpida de las lgrimas.

    Cuando entr en el monasterio y ped una tacita de t, me ensearon sus tesoros: la

    espada de Yoshitsune y el bal de Benkei[29].

    Luzcan en mayo

    el bal y la espada.

    Y gallardetes[30].

    Era el da primero de mayo.

  • 34

    MUERTE ANUNCIADA

    POR la noche nos hospedamos en Izuka. Como all hay fuentes termales, primero

    nos baamos y luego buscamos posada, la cual era tan pobre que por suelo tena

    esterillas de paja. No haba lmpara, por lo que tuve que extender mi estera de

    dormir a la luz del hogar. Durante la noche empez a tronar y a llover

    intensamente: caan goteras sobre mi lecho, me picaban pulgas y mosquitos y no

    pude dormir. Tuve tambin un ataque de mi vieja dolencia y el clico me puso a

    morir. Pero en aquella estacin las noches eran cortas y clare, por fin, el cielo del

    amanecer, con lo que reanudamos la marcha. Con la resaca de la noche me senta

    deprimido.

    Alquil un caballo, pudiendo llegar hasta la estacin de Kri. Aunque tena por

    delante un trayecto tan largo y adoleca de mi enfermedad, pens que, al cabo, me

    haba lanzado a un viaje largo por tierras remotas, record la impermanencia de

    este efmero mundo y que, si mora en el camino[31], era ello el destino marcado por

    los cielos, as que recobr un poco de nimo y con garbosos andares de majo cruc

    las grandes puertas de madera del paso de Date[32].

  • 35

    SIN VER AL DIOS DE LOS CAMINOS

    DEJAMOS atrs el pueblo de Abumizuri y el castillo de Shiraishi y entramos en la

    comarca de Kasjima, donde preguntamos a la gente por la tumba del coronel

    Fujiwara Sanekata. Nos dijeron: Muy lejos, entre Minowa y Kasjima, dos pueblos

    a la falda del monte, est el santuario del dios de los caminos[33]. Y an se conservan

    por all los miscantos del recuerdo[34].

    Con las lluvias de mayo estaban los caminos casi intransitables, y como

    estbamos agotados, nos limitamos a ver aquellos lugares desde lejos. Pens que

    Minowa (capote) y Kasjima (isla sombrero) eran nombres muy apropiados para

    las lluvias de mayo, y escrib:

    Dnde est Isla Sombrero,

    caminos que por mayo

    sois lodazales?

    Pernoctamos en Iwnuma.

  • 36

    EL PINO DE DOS TRONCOS

    AL ver el pino de Takkuma, me pareci como si se me despertara el corazn.

    Desde la raz se divide en dos troncos, y es clebre por no haber perdido su figura

    desde tiempos antiguos. Lo primero, me acord del maestro Nin. Tambin hubo

    una vez un hombre que pas por este lugar, yendo destinado como seor de Mutsu,

    y cort el pino para usarlo como pilar del puente sobre el ro Natori, y por eso Nin

    dijo en su poema y ahora del pino no queda rastro[35].

    Pero si una generacin lo corta, otra lo vuelve a plantar, y ahora presenta una

    figura como de mil aos, verdaderamente soberbia.

    Al salir de Edo, Kyonaku me haba dedicado como despedida un poema que

    deca:

    Mustrale al menos

    el pino de Takkuma,

    cerezo tardo.

    Yo le respond hoy escribiendo:

    De aquel cerezo

    al pino de dos troncos

    tard tres meses.

  • 37

    LIRIOS EN LAS SANDALIAS

    CRUZAMOS el ro Natori y entramos en Sendai. Era el da en que se adornan los

    aleros con lirios[36]. Buscamos una posada y nos alojamos cuatro o cinco das. Viva

    en Sendai un pintor llamado Kaemn. Como nos haban dicho que era un hombre

    con algo de buen gusto, nos hicimos amigos. Nos dijo que se ocupaba de localizar

    los sitios famosos que ya nadie conoca, y estuvo haciendo de gua nuestro durante

    un da. Los campos de Miyagino estaban llenos de lespedezas e imagin cmo sera

    este paisaje en otoo.

    Vimos tambin Tamada y Yokono y nos dirigimos a Tsutsujigaoka (Cerro de

    Azaleas), donde pens lo que sera verlo cuando florecen las pirides. Luego

    entramos en un pinar tan espeso que no dejaba filtrar la luz del sol, y Kaemn nos

    dijo que se llama Kinshita (Bajo los rboles). Ya antiguamente era aqu tan

    copioso el roco, que se escribi aquello de

    Nobles guerreros,

    decidle al seor

    que use sombrero[37]

    Despus de rezar en el templo de Ykushi y en el santuario de Tenjin, se puso el sol.

    Kaemn nos regal pinturas con escenas de Matsshima y Shiogama. Como

    despedida nos dio dos pares de sandalias con cordones teidos en azul marino. Me

    confirm en que era un hombre de gusto exquisito y le correspond con este poema:

    Flores del lirio

    pondr en mis pies, cordones

    de mis sandalias.

  • 38

    CAMBIAN ROS Y MONTES

    SIGUIENDO el mapa que nos diera el pintor, cerca del monte que bordea la senda

    hacia tierras hondas, estn los juncos de Tofu. Dicen que incluso ahora todos los

    aos los habitantes tejen esteras de enea y las ofrecen como regalo al seor de la

    tierra.

    La estela de Tsubo est en el castillo de Taga, en la aldea de Ichikawa. La estela

    de Tsubo mide seis pies de alto y unos tres de ancho, y su inscripcin es apenas

    visible por el musgo que la cubre. Seala, primero, la distancia hasta los otros

    seoros en los cuatro puntos cardinales. Luego dice:

    Castillo levantado el ao primero de la era de Jinki (724) por el seor no

    Azumahito, inspector, adelantado y capitn general. Reconstruido el ao sexto de la

    era de Tempy-Hji (762) por el seor Emi Asakari, consejero, visitador de los

    montes de Tkaid y capitn general, quien levant esta estela el da primero de

    diciembre.

    Pertenece, pues, a la poca del mikado Shmu[38].

    De los lugares celebrados en poemas antiguos se conocen muchos en nuestros

    das, pero los montes se han derrumbado, los ros han cambiado de curso, las rocas

    se han medio enterrado en el suelo y los rboles, ya viejos y desechados, han sido

    substituidos por retoos jvenes: pasan los tiempos, cambian las edades, sin que

    sus huellas sean ciertas, pero esta estela es, sin duda, un recuerdo de hace mil aos

    y con mis propios ojos poda penetrar en el corazn de los hombres de antao.

    Mritos del viaje, alegra de vivir, y olvidando el cansancio de tan larga caminata, a

    punto estuve de llorar.

  • 39

    TUMBAS EN EL PINAR

    MS adelante vimos en Noda el ro Tama y visitamos la roca en el estanque de Oki.

    En Sue-no-Matsuyama (Monte Pino del Fin) han construido un monasterio que se

    llama Masshsan (Monte Pino del Fin leyendo los ideogramas a la manera

    china). El pinar est lleno de tumbas, que es donde terminan todas las promesas de

    amor, aquello de juntar las alas y entrelazar las ramas. Aument mi tristeza y en ese

    momento o doblar una campana en la baha de Shiogama, recordando la

    caducidad de las cosas. Se despej algo el cielo de las lluvias de mayo y bajo una

    tenue luna vespertina la isla de Magaki pareca tocarse con la mano. Bogaban en

    fila las barcas de los pescadores y se oan las voces de los que repartan los peces en

    la playa. Qu emocin al recordar entonces el sentimiento del que escribi aquel

    verso maromas tan tristes[39].

    Por la noche o a un maestro vihuelista ciego recitar una balada de jruri al

    estilo de Oku, que no era el del Heike-monogatari ni tampoco bailable; pero tena

    cierta rusticidad y, estando el cantor cerca de mi lecho, me pareci algo ruidoso,

    pero apreci mucho el que no se hubiesen perdido los viejos cantares de una

    comarca tan remota.

  • 40

    OFRENDA VOTIVA DE HACE QUINIENTOS AOS

    AL amanecer fuimos al santuario Myjin de Shiogama. Reconstruido por el seor

    de la tierra (Date Masamune, en 1607), sus pilares son gruesos, las vigas suntuosas

    y esplndidas de color, altsimas las escaleras de acceso; el sol de la maana

    iluminaba la balaustrada pintada de bermelln. Era realmente admirable que el

    espritu de los dioses estuviese vivo y milagroso en tan remotos confines,

    siguindose las tradiciones del pas.

    Frente al santuario hay un viejo farol magnfico, en cuya portezuela de hierro

    est escrito: Ofrenda de Izumi Sabur, ao tercero de la era de Bunjin (1187).

    Tena no poco de maravilloso que algo de hace quinientos aos apareciera ahora

    ante mis ojos. Fue l un guerrero valiente y leal. No hay nadie que no recuerde su

    nombre con cario. En verdad se dijo: Debe el hombre seguir su camino, debe

    tener lealtad. Y su fama seguir a sus obras.

  • 41

    EL MEJOR PAISAJE DEL ORIENTE

    CERCA del medioda alquilamos una barca, que nos llev a Matsshima (Islas de

    Pinos), a unas dos leguas y media, desembarcando en la playa de Ojima.

    Ocioso sera ponderar las excelencias de Matsshima, siendo el primer

    panorama del pas, sin desmerecer de los lagos Dtei y Sei de China. Penetra el mar

    en tierra firme desde el sureste, formando una baha de tres leguas, con una

    pleamar comparable a la de Sekk, en China. Son innumerables las islas, las

    esbeltas como apuntando al cielo, las postradas como yaciendo sobre las olas. Una

    parece doblarse, otra triplicarse; desde la izquierda algunas parecen ser islas

    distintas, desde la derecha aparecen como una sola. Una parece que lleva a cuestas

    otra isla pequea, otra como que la abraza, como una madre a su hijo. Intenso es el

    verdor de los pinos, cuyas ramas ha retorcido el viento marino de tal forma que,

    aunque naturales, parecen obra de jardinera. El paisaje, de belleza profunda,

    recuerda el rostro de una mujer hermosa. Sera creado antiguamente por el dios

    de los montes, en la edad de los dioses, los impetuosos? Qu hombre podr

    expresar, con palabras o pinturas, los prodigios del divino artfice?

  • 42

    ANACORETAS PLAYEROS

    LA playa de Ojima es una lengeta de tierra que se adentra en el mar. Todava

    quedan vestigios de la ermita del maestro de Zen Ungo y la piedra donde meditaba.

    Pareca haber a la sombra de los pinos una buena porcin de anacoretas apartados

    del mundo, viviendo en solitario en chozas, de donde se vea subir el humo de

    quemar hojarasca y pias secas; no saba qu clase de personas seran, pero como

    me senta algo atrado a ellos, hice por acercarme, cuando la luna se reflej sobre el

    mar, ofreciendo un espectculo muy diferente al del da. Volv a la posada, un

    edificio de dos pisos con ventanas que daban al mar, donde el poder dormir de viaje

    como en medio de las nubes me llen de un sentimiento extrao, hasta sospechoso.

    Sora escribi:

    Islas de Pinos.

    Cuclillo, que la grulla

    te d sus plumas.

    Yo me acost en silencio, pero no pude dormir. Tena un poema sobre Matsshima,

    que Sod me haba regalado cuando dej mi choza de Edo. Y Hara Anteki tambin

    me haba dado una waka[40] sobre la isla de Matsugaura. Abr mi zurrn e hice de

    estos dos poemas mis compaeros de noche. Tambin tena hokkus[41] de Sanp y

    Jokushi.

  • 43

    EL TEMPLO PARADISACO

    EL da once de mayo rezamos en el templo Zuign. Haba sido primero un

    monasterio de la secta Tendai, pero el trigsimo segundo abad, Manabe Heishir,

    al volver de China de sus ascticas y estudios, construy el templo actual. Despus

    vivi en l Ungo, maestro de Zen, gracias a cuya devocin se renovaron siete

    pabellones, revestidas de oro las paredes, relumbrando los enseres todos y adornos,

    y convirtindose el conjunto en catedral del paraso de Buda[42].

    Anhel saber cul de aquellos pabellones haba sido el templo del santo

    Kenbutsu.

  • 44

    EL MONTE DONDE FLORECE EL ORO

    EL da doce nos dirigimos a Hiraizumi y, habiendo odo hablar del pino de Aneha y

    el puente de Odae, estuvimos caminando por senderos casi intransitados, que slo

    parecen usar los cazadores y leadores, y nos extraviamos, hasta que al cabo nos

    encontramos en un puerto llamado Ishinomaki. Al otro lado del mar se divisaba el

    monte Kinka, del que un viejo poema deca: el levantino monte Michinoku ha

    florado en oro[43].

    Varios cientos de barcas se congregaban en la baha, las casas de los lugareos

    se disputaban el suelo y se remontaba al cielo el humo de los hogares. Perplejos de

    encontrarnos en tal lugar, buscamos posada, pero nadie nos la dio. Al fin, pasamos

    la noche en una casita pobre y al amanecer volvimos a perdernos por caminos

    desconocidos. Vimos desde lejos el vado de Sode, los prados de Obuchi y los

    carrizales de Mano, y seguimos a lo largo de una largusima ribera. Era una cinaga

    tremebunda, tras la cual nos albergamos en un lugar llamado Toima, llegando por

    fin a Hiraizumi. Recuerdo haber caminado aquel da ms de veinte leguas.

  • 45

    RUINAS DE HROES

    LA gloria de tres generaciones de Fujiwaras dur el sueo de una noche y las ruinas

    de las poternas de su castillo estaban a una legua de las de los torreones centrales.

    El palacio de Hidehira haba quedado convertido en campos y arrozales y slo

    retena su prstina silueta el monte Kinkei. Subimos, antes que nada, al monte

    Takadachi, desde donde se vea fluir desde el sur el gran ro Kitagami. El ro

    Koromo, ciendo el castillo de Izumi, confluye con el gran ro al pie mismo del

    monte Takadachi. Las ruinas del castillo de Yasuhira estn ms all del paso de

    Koromo, como si hubieran sido una defensa contra todo acceso desde el sur,

    guardando de las incursiones de los ezos. En este castillo se atrincheraron los

    vasallos leales, dejando memoria de sus proezas. Record el viejo poema chino:

    Pasan las naciones, quedan ros y montes

    y es el castillo en primavera la hierba que verdea[44].

    Me sent sobre mi sombrero y estuve llorando sin sentir el paso del tiempo.

    Hierbas de esto:

    ruinas son de sueos

    de paladines.

    Sora escribi:

    La deutzia en flor

    me recuerda las canas

    de Kanefusa[45].

    Estaban abiertas las dos capillas que tanto me haban alabado. En la de las Sutras

    quedaban las estatuas de los tres generales[46] y en la de la luz estaban los atades de

    los tres caudillos (Kiyohira, Motohira y Hidehira)[47], habiendo imgenes de tres

    Budas (Amida, Seishi y Kannon). Los siete tesoros (oro, plata, lapislzuli, ncar,

    gata, perla y granate) se han dispersado, el viento ha dilapidado las puertas

    incrustadas de perlas, se pudren bajo la nieve y la escarcha las columnas doradas y

    todo se habra convertido en vanidad y desolacin si no se hubiesen levantado

  • 46

    nuevas cercas, renovando las tejas, y as resiste an a los vientos y las lluvias. Por

    algn tiempo permanecer como recuerdo de hace mil aos.

    No lo abatieron

    ni las lluvias de mayo.

    Templo de luz![48]

  • 47

    LA ALMOHADA

    VEASE en lontananza el camino hacia Nanbu y nos hospedamos en la aldea de

    Iwate. Pasando por Ogurosaki y las islitas del ro Arao, fuimos desde las fuentes

    termales de Narugo hacia el paso de Shitomae, por el que entramos en el pas de

    Dewa. Como este camino suele ser poco frecuentado por los viajeros, los guardias

    del paso sospecharon de nosotros[49], pero al cabo conseguimos cruzarlo. Subimos a

    un gran monte y como ya el sol haba declinado pedimos cobijo en la casa de uno de

    los guardias. Durante tres das se desat un temporal de viento y lluvia, por lo que

    no tuvimos ms remedio que permanecer encerrados en aquel lugar montaraz.

    Pulgas, piojos,

    meando los caballos

    Vaya almohada!

  • 48

    CAMINO ESPELUZNANTE

    EL posadero nos dijo: Para ir de aqu al pas de Dewa hay que atravesar unos

    montes muy abruptos y, como los caminos no estn claros, mejor es que lleven un

    gua. Le pedimos nos buscase uno, nos present a un mocetn digno de confianza,

    que traa una katana al cinto y en la mano un bastn de roble. Yo pens que aquel

    sera el da en que bamos a padecer un percance y le segu con mi compaero. Tal

    como nos lo haba dicho el posadero, en aquellas speras montaas, y bosque tras

    bosque, no se oa a ningn pjaro, y como era densa la obscuridad bajo los rboles

    espesos, pareca como que caminsemos de noche. Impresin semejante debi de

    tener el que escribi: del borde de las nubes llova tierra[50]. Hollamos bambes

    shinu, cruzamos ros, tropezamos en rocas y con sudores fros en el cuerpo

    llegamos por fin a la regin de Mogami. Nuestro gua se despidi muy risueo

    diciendo: En este camino siempre hay alguna desgracia. He tenido suerte en

    poderles traer a salvo.

    Ahora que lo recuerdo, todava me late de prisa el corazn.

  • 49

    HOMBRE RICO, PERO NO VULGAR

    EN Obanazawa visitamos a un cierto Seifu. Aunque rico, no era vulgar. De vez en

    cuando iba hasta la capital, as que comprenda las necesidades de los viajeros, por

    lo que nos retuvo varios das, reparando nuestras fuerzas y agasajndonos de

    diversas maneras.

    Del frescor hago

    como mi alojamiento

    y me arrellano.

    Sal ya de ah.

    Oigo a un sapo que croa

    bajo unos zarzos.

    Me han recordado

    el pincel de las cejas

    los cardos rojos.

    Sora escribi:

    En los que cran

    gusanos de la seda

    hay algo antiguo[51].

  • 50

    EL SILENCIO DEL TEMPLO RYSHAKU

    EN el seoro de Yamagata hay un templo en plena montaa, llamado Ryshaku.

    Fundado por el gran maestro Jikaku, es famoso por su absoluta quietud. Siguiendo

    los consejos de la gente, que nos persuada a que lo visemos aunque fuese por

    poco tiempo, desde Obanazawa volvimos atrs en nuestro camino y llegamos al

    Ryshaku tras siete leguas de marcha. An no se haba puesto el sol. Pedimos

    alojamiento a un bonzo que viva al pie del monte, y despus subimos.

    Era un monte de roca viva. Eran vetustos los pinos y cipreses, suave el musgo

    sobre el suelo y las rocas, y estaban cerradas las puertas de los pabellones en el

    risco que coronaba el monte, en un silencio absoluto. Salvando abismos y trepando

    peas, pudimos por fin rezar ante el pabelln de Buda. Como escena de esplndida

    quietud, penetr hasta lo hondo de mi corazn.

    Serenidad.

    Chirros de chicharras

    empapan rocas.

  • 51

    POETAS RURALES

    CON intencin de bajar en barca por el ro Mogami, estuvimos en ishida

    esperando a que el tiempo se abonanzase. Los lugareos nos dijeron: Hace tiempo

    sembraron aqu las semillas del haikai[52] y nos mantenemos adictos a estas flores

    de antao. Son como flautas que reblandecen nuestros corazones y exploramos de

    muchas maneras los secretos de este camino, vacilando entre el estilo viejo y el

    nuevo, pero sin nadie que nos sirva de jaln en nuestro camino No pude

    rechazarlos y entre todos compusimos una serie de rengas. Y as, este viaje sirvi

    tambin para sembrar nuestro estilo en aquellos confines.

  • 52

    EL TEMPLO EN EL RISCO

    EL ro Mogami nace en Michinoku y fluye hacia Yamagata. A la mitad de su curso

    tiene tramos espantosos, las gargantas de Gotn y Hayabusa. Corre por el norte del

    monte Itajiki y desemboca en el mar por Sakata. Serpea entre montes, bajando las

    barcas entre la espesura de los bosques. Son las llamadas barcas del arroz. La

    cascada de Shiraito se desploma por entre los intervalos de verdor y en lo alto de un

    risco se ve el templo del ermitao[53].

    Con la crecida de las aguas, el descenso fue muy peligroso.

    Rpido corre

    con las lluvias de mayo

    el ro Mogami.

  • 53

    EL MONTE DE LOS MILAGROS

    EL tres de junio subimos al monte Haguro. Visitamos a Zushi Sakichi, que nos

    consigui una audiencia del abad Eguchi. Nos aloj en una de las dependencias del

    monasterio de Minamidani y nos estuvo agasajando con toda delicadeza. El da

    cuatro celebramos una sesin de haikais en el edificio principal.

    Bien se agradece!

    Que perfume a la nieve

    Minamidani.

    El da cinco rezamos en el templo del avatar de Buda. Se ignora en qu poca vivi

    su fundador, el gran maestro Njo[54]. En los Ritos de Engi se habla del santuario del

    monte Ushusato[55]. Quizs el copista se equivocara de ideograma, y en vez de

    escribir Ushukuro escribi Ushusato. O tal vez alguien, en vez de escribir

    Ushukuro, suprimiera el ideograma de shu (pas, comarca), por innecesario, y

    escribiese Haguro, leyndose el primer ideograma no a la manera china, sino a la

    japonesa, de lo que vino Haguro.

    Parece ser que en el Fudoki se escribe que la razn de que a este pas se le llame

    Dewa (rico en plumas) es que desde l se solan enviar a la corte como tributo

    plumas de aves.

    Los montes Haguro, Gessn y Yudono son los tres ms famosos del pas de

    Dewa. El templo que hay en el monte Haguro es subsidiario del Tei de Edo, en

    Musashi.

    Como se ensea en la secta Tendai, tan claro es como la luna que la negacin

    conduce al conocimiento, brillando como antorcha la ley de la entrada suave en el

    nirvana. Los monjes edifican estas construcciones y alientan a los adeptos, de

    forma que todos temen y respetan el poder de este monte espiritual, de esta tierra

    numnica. Perdura su prestigio y debe considerarse monte bienaventurado.

  • 54

    EL MONTE DEL DINERO, DEL LLANTO, DEL TAB

    EL da ocho de junio subimos al Gessn (Monte Lunar). Me ech encima una

    sobrepelliz de brusonecia, me cal un birrete de algodn, y guiado por un tal Griki,

    me lanc a las nubes y nieblas, hollando el hielo y la nieve, ocho leguas de

    recorrido, tanto que dudaba si era o no aquello el paso de las nubes que une al sol

    con la luna, hasta que, sin aliento ya y todo tiritando, llegu a la cumbre cuando ya

    el sol se haba puesto y la luna se mostraba. Con hojas de bamb como lecho y

    bambes shinu como almohada, me acost y esper a que amaneciera.

    Sali el sol, se disiparon las nubes y baj en direccin a Yudono.

    En las mrgenes del valle se halla un lugar llamado Chozas de Herreros. Los

    forjadores de esta regin, tras escoger aguas lustrales, se purifican aqu y baten las

    espadas, envindolas al resto del pas, tras grabar en la hoja el nombre de la marca:

    Gessn. Como los forjadores chinos que templaban sus aceros en la Fuente del

    Dragn. Aoran, tal vez, los tiempos remotos del espadero chino Kan Chiang y su

    esposa Mo Yeh. Se ve que tienen hacia su menester una entrega en modo alguno

    superficial.

    Me sent sobre una roca para descansar un poco, cuando vi un cerezo de unos

    tres pies de alto, con sus capullos entreabiertos. Enterneca ver el corazn de aquel

    cerezo tardo que, aunque enterrado en las nieves profundas del monte, no se

    olvidaba de la primavera. Era como aquel ciruelo celebrado en China, que floreci

    en plena cancula. Record tambin la emocin del poema del abad Gyson, que me

    conmovi todava ms:

    Cerezo silvestre,

    tengmonos pena

    el uno al otro,

    que salvo tus flores

    no hay quien de m sepa.

    En general, los ascetas que van al Yudono tienen prohibido hablar a otros de lo que

    han visto y hecho en el monte. Por eso detengo mi pincel y no aado ms.

  • 55

    Volvimos junto al abad Egaku, a cuyos ruegos escrib sobre una tarjeta poemas

    sobre mi peregrinacin a los tres montes:

    Todo frescor:

    tenue luna creciente,

    monte Haguro.

    Cumbre que a ratos

    se disipa en las nubes:

    Monte Lunar.

    En el arcano

    del Yudono con llanto

    mojo mis mangas.

    Sora escribi:

    Monte Yudono.

    Voy pisando monedas,

    pero llorando.[56]

  • 56

    UNO QUE MATA Y OTRO QUE CURA

    SALIMOS de Haguro y nos dirigimos a Tsurugaoka, ciudad con castillo, donde en

    casa de un samurai llamado Nagayama Shigeyuki compusimos una serie de haikais.

    Nos acompa Sakichi.

    En barco bajamos hasta el puerto de Sakata. Nos hospedamos en casa del

    mdico En-an Fugyoku.

    Del monte Atsumi

    hasta baha Fuku,

    frescor de ocaso.

    El da clido

    lo ha metido en el mar

    el ro Mogami.

  • 57

    LA PRINCESA DURMIENTE

    TRAS innumerables paisajes de playas y montes, ros y tierras, me asalt el deseo de

    ver Baha Kisa. Desde el puerto de Sakata anduvimos en direccin nordeste,

    cruzamos montes, seguimos por una inmensa playa y al cabo de diez leguas de

    pisar arenas, cuando ya declinaba el sol, llegamos a la aldea de Baha Kisa, donde el

    viento marino levantaba torbellinos de arena y el monte Chkai se ocultaba en el

    vaho de una intensa lluvia.

    Si hay un extrao placer en imaginar el paisaje velado por la lluvia, ms

    hermoso nos parecer bajo un cielo despejado. As pensando, met mis rodillas en

    la chabola de un pescador, esperando a que escampase.

    Se despej el cielo al amanecer, saliendo a la baha tantos barcos como rayos

    floridos destellaba el sol naciente.

    Ante todo, navegamos en barca hacia la isla de Nin, donde este maestro estuvo

    recluido tres aos, y al atracar en la orilla descubrimos que an sobreviva el viejo

    tronco del cerezo que el venerable Saigy inmortaliz escribiendo aquello de

    bogan sobre flores[57]. En la ensenada hay un mausoleo imperial y nos dijeron que

    era de la mikado Jing. El monasterio vecino se llama Kanmanju. Nunca he odo

    que hubiese habido viaje imperial alguno a estos parajes. Qu hay de todo ello?

    Cuando me sent en una celda del monasterio y descorr la persiana, divis de

    un golpe el paisaje entero: al sur el monte Chkai sostiene el cielo, reflejndose en

    las aguas de la baha; hacia el poniente el paso de Muyamuya obstruye el camino; a

    levante han construido un dique y el camino se pierde a lo lejos, en direccin a

    Akita; y al norte se extiende el mar, con olas que baten un lugar llamado

    Shiogoshi[58].

    La baha medir una legua de ancho y otra de largo. En figura se parece a

    Matsshima, pero es distinta. Matsshima sonre, Baha Kisa refunfua. Parece

    como si el paisaje, mezclando soledad y tristeza, afligiese el alma.

    Baha Kisa.

    Duerme en la lluvia Hsi Shih,

    flor del carisquis[59].

  • 58

    Mojan sus zancas

    las grullas de Shiogoshi.

    Fresco est el mar.

    Durante el festival[60], Sora escribi:

    Baha Kisa.

    Qu comer la gente

    los das de fiesta?

    Teiji, un comerciante de la provincia de Mino, escribi tambin en el festival:

    Chozas de pescadores.

    Tendidos en sus puertas,

    gozan la fresca.

    Cuando vimos un nido de pigargos en lo alto de un acantilado, Sora escribi:

    Nido de amores

    que las olas no alcanzan,

    el del pigargo.

  • 59

    LA ISLA LEJANA, DE NOCHE

    ACUMULANDO das para el recuerdo con los de Sakata, aor las nubes de los

    caminos de Hokuriku. Lejos iban mis premoniciones, oprimase mi pecho y o que

    hasta la capital de Kaga haba ciento treinta leguas.

    Rebasado el paso de Nezu, reanudamos la marcha ya en tierras de Echigo,

    llegando al paso de Ichiburi, en el pas de Etch. Tardamos en esto nueve das, y

    como padeciera hasta la mdula por el calor hmedo y por una recada de mi

    dolencia, no pude ni hacer apuntes del viaje. Pero escrib:

    El seis de julio!

    Noche que no consiente

    comparacin.

    Un mar bravio.

    Y, tensa sobre Sado,

    la Va Lctea.

  • 60

    RAMERAS PEREGRINAS

    HOY, cansado de atravesar los parajes ms atroces de los pases norteos el

    acantilado llamado Donde no hay padres ni hijos, el precipicio Donde los

    perros vuelven y otro que se llama Donde el potro retorna, me arrim la

    almohada y me dispuse a dormir, cuando del cuarto contiguo, en direccin a la

    fachada, me lleg una conversacin como de dos mujeres jvenes. Su interlocutor

    pareca ser un hombre anciano y, segn le contaban, eran dos mancebas de Nigata,

    del pas de Echigo. Decan ir en peregrinacin al santuario de Ise, y el anciano, por

    lo visto, las haba acompaado hasta el paso de Ichiburi, pero como deba volver a

    su pueblo de Nigata al da siguiente, le entregaron un mensaje escrito y le dieron

    tambin un recado.

    Antes de caer dormido, o que las mancebas decan: Como blancas olas, que a

    la playa vienen para morir, somos hijas de pescadores[61], viviendo frvolamente,

    intercambiando cada noche vanas promesas de amor Qu malas no seran

    nuestras vidas pasadas, que ahora nos merecemos esto!

    A la maana siguiente, cuando estbamos para salir, se dirigieron a nosotros y

    nos dijeron llorando: Tenemos horror a un viaje sin conocer los caminos, nos

    causa congoja y tristeza. Permtannos seguirles, a distancia y escondindonos.

    Tengan hacia nosotras la compasin de sus hbitos monacales, muestren sus

    reverencias la misericordia de Buda y aydennos a encontrar el camino de la

    salvacin. Era cosa de conmiseracin, pero les dijimos: Nosotros tenemos que

    demorarnos en muchos lugares. Debieran seguir a otros que tambin van de

    peregrinos. Los dioses de Ise les protegern hasta llegar sin contratiempos.

    Las dejamos, pues, pero por un buen rato no pude sino sentir lstima de ellas.

    Le dije a Sora un poema, que l anot:

    En mi posada

    duermen tambin mancebas.

    Luna y lespedezas.

  • 61

    COLOR Y AROMA

    ATRAVESAMOS los clebres cuarenta y ocho rabiones del Kurobe, cruzamos

    innumerables ros, saliendo por fin a una rada llamada Nago. Pensando que,

    aunque no fuese primavera, las glicinas de Tako mereceran una visita bajo la

    nostalgia de comienzos de otoo, pedimos informacin a la gente, que nos asust

    diciendo: A unas cinco leguas, andando por la playa, est la falda de un monte,

    pero slo encontrarn unas pocas chozas de pescadores, y no creo que les den

    alojamiento ni por una noche.

    Y as fue como desistimos de ello y entramos en la provincia de Kaga.

    A la derecha

    de un arrozal fragante,

    el mar de Ariso.

  • 62

    NOMBRE BONITO

    REBASANDO el monte Unohana y el valle de Kurihara, estbamos en Kanazawa el

    quince de julio. Haba all un comerciante de Osaka, llamado Kasho. Nos alojamos

    en su misma posada.

    En la ciudad viva un tal Issh, aficionado a la poesa, cuya fama se haba

    extendido, pero habiendo fallecido el invierno del ao anterior, su hermano mayor

    organiz con nosotros una sesin potica en homenaje suyo. All recit:

    Muvete, tumba,

    que mis gemidos son

    viento de otoo.

    Al visitar una villa rstica recit:

    Otoo fresco.

    Coman todos meln

    y berenjenas.

    Durante el camino escrib:

    Rojo el sol, rojo

    sin piedad, pero el viento

    es el de otoo.

    Y en un lugar llamado Komatsu (Pinito) compuse:

    Se mecen pinos

    lindo nombre, miscantos

    y lespedezas.

  • 63

    EL YELMO DEL SAMURAI

    REZAMOS en el santuario de Tada. Se conserva el yelmo de Sanemori, que tiene el

    gorjal de brocado. Se dice que lo haba recibido de Yoshitomo cuando perteneca al

    clan de los Minamotos. En efecto, no son armas de un simple samurai. En la visera

    y orejeras lleva como blasn crisantemos de oro y en la frente una cabeza de dragn

    y dos cuernos en forma de arado. Parece ser que Kiso Yoshinaka, que mat a

    Sanemori en combate, envi el yelmo a este santuario con una carta suplicatoria,

    siendo el mensajero Higuchi Jir.

    Vaya sarcasmo!

    Que debajo de un yelmo

    chirre un grillo.

  • 64

    TOPONMICO ACRSTICO

    MIENTRAS bamos a las fuentes termales de Yamanaka, marchamos viendo detrs

    de nosotros la cumbre del Shirane. En la falda, a la izquierda, hay un templo de

    Kannon. Se dice que el papa Kazn[62], despus de concluir una peregrinacin a

    treinta y tres templos dedicados a Kannon, erigi una imagen de la diosa de la

    misericordia y le puso el nombre de Nata, tomando la primera slaba de los

    toponmicos Nachi y Tanigumi.

    Hay por aqu rocas de formas extraas y viejos pinos, y una ermita de

    techumbre de blago que se yergue sobre una pea: tierra de paisajes fantsticos.

    Viento de otoo,

    ms blanco que las piedras

    del monte Piedras.

  • 65

    PATN ENTENDIDO

    NOS baamos en la fuente termal. Se dice que su eficacia slo cede a la de Arima.

    En Yamanaka,

    quin corta crisantemos?

    Aroma de aguas!

    El dueo de la fuente termal era un muchacho llamado Kumensuke. Su padre

    haba sido aficionado al haikai y cuando Teishitsu, todava joven, vino de Kioto,

    sufri bastante vergenza ante la pericia del palurdo, pero luego volvi a Kioto, se

    afili a la escuela de Teitoku y lleg a ser bastante conocido. Nunca quiso recibir

    honorarios de la gente de esta aldea. Todo esto es ya ancdota vieja.

  • 66

    MORIR DE VIAJE

    SORA cay enfermo del vientre y se adelant a Nagshima, de la tierra de Ise, donde

    tiene parentesco. Al despedirse escribi:

    Anda que anda,

    y si caigo del todo,

    hay lespedezas.

    La pena del que se va y la nostalgia del que se queda son como dos nsares que

    se separan y se pierden en las nubes. Yo recit:

    Hoy el roco

    borrar la divisa

    de mi sombrero.

  • 67

    EL JARDN DEL MONASTERIO

    ME hosped en un monasterio llamado Zensh, en los aledaos de la ciudad-

    castillo Daishji. Pertenece a la provincia de Kaga. Sora tambin se haba alojado

    aqu el da anterior y haba dejado un poema:

    La noche entera

    o el viento de otoo

    en pleno monte.

    Una noche de separacin era como mil leguas. Yo tambin me acost, en el

    dormitorio de los novicios, y escuch el viento de otoo, pero al amanecer se

    oyeron rezos de sutras, son una campana y entr en el refectorio.

    Sal con el corazn animado por el pensamiento de que el mismo da llegara a

    tierras de Echizn, cuando algunos bonzos jvenes, papel y esmeril en mano, me

    siguieron hasta la escalera. En aquel momento se deshojaban los sauces del jardn.

    Escrib:

    Barro y me voy,

    sauces que os deshojis

    en la pagoda?

  • 68

    POEMA PERFECTO

    ME embarqu en la frontera de Echizn para ver la rada de Yoshizaki y visit los

    pinos de Shiogoshi, de los que Saigy haba escrito:

    Se encrespan las olas

    con la tempestad

    toda la noche,

    y rezuman luna

    los pinos del mar.

    El poema lo dice todo sobre el paisaje. Si se aadiese una palabra ms, sera como

    aadir un dedo a la mano.

  • 69

    ABANICO INNECESARIO

    HABA en el templo Tenry de Maruoka un antiguo conocido y lo visit. Un tal

    Hokushi, de Kanazawa, me haba rogado que le permitiese acompaarme un trecho

    del camino, pero lleg conmigo hasta Maruoka. Durante el camino no dej pasar

    ningn lugar pintoresco sin que lo visemos, y me recit poemas muy sentidos. Al

    despedirme, le dej uno mo:

    Cunta nostalgia

    al romper mi abanico

    lleno de apuntes!

    Camin unos cincuenta ch (cinco kilmetros) y rec en el templo Eihei: el

    santo templo del maestro de Zen Dgen. Se dice que quiso alejarse mil leguas de la

    capital, llegando a estas soledades montaraces, donde fund el monasterio, tal era

    su entrega al camino de Buda.

  • 70

    EL ERMITAO CASADO

    COMO eran slo tres leguas hasta Fukui, sal despus de la cena, pero la marcha

    vespertina fue a paso cansino. Haba en Fukui un viejo ermitao llamado Tsai.

    Haca unos aos me haba visitado en Edo. Quizs como unos diez aos antes.

    Tendra que estar muy viejo, o tal vez muerto, pero pregunt por l, me dijeron que

    viva y dnde lo podra hallar. Era un lugar apartado de la ciudad, una casa

    desvencijada, donde crecan rostros de noche y estropajos, y los mocos de pavo y

    retamas cubran la puerta. Pens que sera all y llam, a lo que sali una mujer

    humilde que me dijo: De dnde viene, reverendo? Mi esposo ha salido a la casa

    de fulano, cerca de aqu. Si tiene algo que hablarle, vaya a verlo all. Por lo visto,

    era la esposa de Tsai. Me record a un personaje de una antigua novela[63].

    Busqu a mi amigo, me hosped con l dos noches y me dispuse a salir,

    dicindole que deseaba ver la luna de agosto en el puerto de Tsuruga. A esto dijo

    que se ofreca a venir conmigo, se arremang los hbitos y me acompa como

    gua.

  • 71

    LA LUNA DE AGOSTO

    AL cabo, se ocult la cumbre del Shirane y se mostr la del Hina. Cruzamos el

    puente de Asamuzu y se vieron los caaverales de Tamae. Atravesamos el paso de

    Uguisu y el puerto montaoso de Yunoo, rebasamos el castillo de Hyuchi y en el

    monte Kaeru omos el primer canto de los patos silvestres, tras lo cual nos

    hospedamos en la baha de Tsuruga al atardecer del da catorce.

    Esa noche la luna brillaba especialmente clara. Le dije al dueo de la posada

    que la del da siguiente sera igual, pero l, mientras me serva sake, me contest

    que en Echigo haba un dicho que deca que la luna de agosto era imprevisible. Por

    insinuacin suya fui a visitar el templo de Kei, que es el mausoleo del mikado

    Chai[64]. El parque en derredor tena una ptina sagrada, y la luz de la luna se

    filtraba por entre los pinos, mientras la blanca arena delante del santuario pareca

    escarcha. El posadero me explic: Antiguamente el segundo santo que peregrin

    hasta aqu hizo una promesa, y la cumpli, de cortar con sus manos los yerbajos de

    delante del santuario, acarrear tierra y rocas y drenar los charcos. Desde entonces

    no hay problemas para ir y venir al santuario. Y desde entonces, siguiendo la

    antigua costumbre, los peregrinos siguientes traen arena blanca, y a esta tradicin

    se le llama traer arena de peregrino.

    Yo escrib:

    Limpia es la luna

    en la arena que esparcen

    los peregrinos.

    El da quince llovi, para no discrepar de lo que dijera el posadero.

    Luna de agosto?

    En el clima del norte

    no hay norma fija.

  • 72

    MELANCOLA

    COMO el da diecisis se despej el cielo, fui en barco a la playa de Iro para coger

    conchas rojizas. Distaba unas siete leguas[65]. Un tal Ten-ya haba preparado

    fiambreras, barrilitos de sake y otras atenciones, haciendo que nos acompaaran en

    el barco muchos servidores. Con un viento favorable, llegamos en escaso tiempo.

    En la playa haba unas pocas casitas de pescadores y un humilde templo de la secta

    Hokke. Bebimos t, calentamos el sake y nos empapamos de la soledad del ocaso.

    Melancola!

    Otoo en una playa

    que vence a Suma[66].

    Pausa entre olas.

    Mezcladas con las conchas

    hay lespedezas.

    Rogu a Tsai que escribiese las impresiones del da y como recuerdo las dejamos

    en el templo.

  • 73

    DESPEDIDA

    ROTS vino a encontrarme en este puerto de Tsuruga y me acompa hasta la

    provincia de Mino. A caballo entramos en la ciudad de gaki, adonde vino Sora

    desde Ise. Tambin Etsujn, a todo galope, se nos reuni en casa de Jok.

    Da y noche nos visitaban Zensenshi, Keik y sus tres hijos, ms otros amigos

    ntimos, que se alegraron de verme a salvo, como si viesen a un resucitado.

    Aunque an no se haba disipado el cansancio de tan largo viaje, cuando lleg el

    seis de septiembre me embarqu hacia Ise para llegar a tiempo de ver el traslado

    del santuario[67].

    Nos separamos

    como concha y almeja,

    se va el otoo.

  • 74

  • 75

    GLOSARIO DE NEOLOGISMOS

    deutzia: en japons unohana (Deutzia crenata), planta de hojas afiladas y

    florecillas blancas arracimadas. Octavio Paz la deja en su traduccin como

    unohana.

    lespedeza: en japons hagi (Lespedeza bicolor), arbusto de florecillas rojas y

    rosadas. Paz la traduce como trbol.

    miscanto: en japons susuki (Miscanthus sinensis), carrizos terminados en un

    plumero o airn. Paz lo traduce como juncos.

    piride: en japons asebi (Pieris japnica), arbusto con florecillas

    arracimadas, blancas y acampanuladas. Paz lo deja como asebi.

    shinu: en japons shinu (Pseudosasa japnica), especie de bamb enano. Paz

    lo traduce como bamb enano.

    rostro de noche: en japons ygao (Lagenaria siceraria), calabaza trepadora

    de florecillas blancas que se abren al atardecer. Ygao significa literalmente rostro

    de noche. Paz deja la palabra japonesa tal cual y en una nota observa que la flor es

    parecida a la que en Mxico llaman campanera.

  • 76

    Notas

    [1] Paso mgico, que daba acceso a las ignotas comarcas norteas. Era el ms

    famoso de los setenta y tantos puestos de control levantados por los

    Tokugawa. Hasta 1868 los japoneses necesitaban pasaporte y visado para

    viajar por su propio pas.

  • 77

    [4] Bash comenz su viaje el 16 de mayo de 1689, segn nuestro calendario

    (marzo, o tercer mes lunar, segn el suyo).

  • 78

    [9] Se trata de Jinmu, primer mikado, que fund Japn el 11 de febrero del

    ao 660 antes de Cristo. Esta fecha es puramente mitolgica.

  • 79

    fundador de la dinasta Tokugawa, que gobern Japn desde 1600 hasta 1868.

  • 80

    [16] En la batalla de Yshima (1185), los Taira pusieron un abanico sobre el

    mstil de un barco, retando a los Minamoto que estaban en la playa. Yoichi,

    samurai de los Minamoto, dispar contra el abanico, acertando al primer

    intento.

  • 81

    Cerca del camino

    corra agua clara

    y bajo un sauce,

    tan slo un ratito,

    par y descansaba.

  • 82

    [22] Nin, de principios del siglo XI, bonzo y poeta, que influy mucho en

    Saigy. Su poema deca:

    Sal de la corte

    con niebla vernal

    y sopla aqu

    el viento de otoo:

    paso de Shirakawa.

  • 83

    [23] Minamoto Yorimasa (1104-1180) escribi:

    En la capital

    vi que verdeaban,

    aqu se esparcen

    sus hojas rojizas:

    paso de Shirakawa.

  • 84

    [25] En el siglo XIII fue desterrado a este lugar un cortesano de Kioto. Su

    esposa, que fue a verlo, hall que lo haban ejecutado y se uni a l

    arrojndose al lago, cuyos reflejos son los del espejo que la apasionada mujer

    llevaba en el pecho.

  • 85

    Yoritomo. Sat Shji, as como sus dos hijos Tsugunobu y Tadanobu,

    murieron en defensa de Yoshitsune.

  • 86

    por un erial.

  • 87

    veo que enhiestos

    son en el erial

    recuerdo de un hombre.

  • 88

    Har ya mil aos

    que no lo habr visto?

  • 89

    es un chaparrn.

  • 90

    maromas tan tristes

  • 91

    En seal de gloria

    del emperador,

    el levantino

    monte Michinoku

    ha florado en oro.

  • 92

    [45] Kanefusa fue fiel vasallo de Yoshitsune y luch, ya anciano, hasta morir

    por su seor.

  • 93

    Fujiwara Kiyohira en veinte aos, desde 1105 hasta su muerte en 1126.

    Probablemente por la fama de este Templo de la Luz, Marco Polo escribi que

    en Japn haba palacios de oro.

  • 94

    [53] El templo estaba dedicado a la memoria del ermitao Hitachi, otrora

    vasallo leal de Yoshitsune.

  • 95

    flores del cerezo

    cubren las olas,

    bogando entre flores

    los barcos pesqueros.

  • 96

    [60] El 17 de junio era en aquella aldea la fiesta del avatar Kumano.

  • 97

    [62] Antes de ser papa budista, Kazn fue el mikado nmero 65, reinando de

    984 a 986.

  • 98

    [67] Cada veinte aos se reconstruye el santuario de Ise a la derecha o a la

    izquierda del anterior. Terminado el traslado, se destruyen las estructuras

    viejas.

  • 99