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Page 1: Somos el tiempo que nos queda La procesionaria Nserraniadeguadalajara.com/Laprocesionaria.pdfSomos el tiempo que nos queda 50 / EL DECANO DE GUADALAJARA 11 DE JUNIO DE 2010 la plaga,

N o es un festejo religioso ni tampocoel apodo de ningún coche de lí-nea. La procesionaria es el nombrede una plaga de orugas que ataca alos pinares y que se desplaza de for-ma alineada, a modo de procesión.

La procesionaria

Este año está dañando con especial virulen-cia a los pinares de la Sierra, de la misma for-ma que en 2008 se extendió en el Alto Tajo.Por esta razón, la Asociación Serranía organi-zó el pasado sábado un coloquio sobre esteasunto en Valverde de los Arroyos. Por eso yporque los problemas del paisaje suelen pasardesapercibidos, por no decir que están olvi-dados a ojos de la mayoría. Escribe Julio Lla-mazares: «El paisaje es memoria, sostiene lashuellas del pasado, reconstruye recuerdos, proyec-ta en la mirada las sombras de otro tiempo quesólo existe ya como reflejo de sí mismo en la me-moria del viajero o del que, simplemente, siguefiel a ese paisaje» (El río del olvido, 1990). Sinembargo, no siempre todo es tan bucólico.

Perdón por el exordio, pero conviene poneren contexto la cuestión. La procesionaria delpino está considerada la plaga más importan-te de los pinares mediterráneos. El proceso esel siguiente: A mediados o finales del verano,las mariposas hembras ponen los huevos enlos pinos. Ponen entre 100 y 300 huevos,que recubren con las escamas del abdomen,quedando todo como un conjunto único. Enun mes, entre septiembre y mediados de oc-tubre, nacen las orugas que se agrupan enbolsones, su refugio para pasar el invierno.Empiezan a alimentarse en el mismo lugar enel que nacen y según van acabando con lacomida se trasladan a otras zonas donde cons-truyen nidos provisionales de seda. Duranteel invierno, al atardecer, salen en busca delalimento formando las hileras tan caracterís-ticas de este insecto. Cuando llega el frío de lanoche, regresan a los bolsones donde se res-guardan. Al terminar la época invernal des-cienden una vez más en línea, esta vez hastael suelo, donde se entierran y se conviertenen crisálidas dentro de un capullo. Llegado elverano, las mariposas salen de la cápsula y,tras la cópula, vuelven a poner los huevos enlos pinos.

Rafael Serrada, catedrático de Selviculturade la Universidad Politécnica de Madrid, ex-plicó en el coloquio de la semana pasada quelas orugas pasan por cinco etapas y que todaslas especies de pinos pueden verse afectadas.El principal daño que produce la procesiona-ria en los árboles son las defoliaciones porque«pierden crecimiento y pasan a ser dominados».La procesionaria estropea el paisaje de formatransitoria. Aún más: sobre las personas tam-bién puede causar daños, en forma de aler- RAÚL CONDE

◆ Somos el tiempo que nos queda

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la plaga, que era la pregunta central del deba-te. Hay quien defiende la sustitución progre-siva de los pinos por otros ejemplares, comola encina o el roble, que salen solos en laslomas del Ocejón a poco que le apunten losrayos de sol. Y hubo quien comparó, incluso,la procesionaria con la plaga de piojos: Anta-ño también se decía que no tenía remedio yhoy nadie la sufre.

En todo caso, Cabellos puso encima de lamesa un dato objetivo que no deja de ser unaducha de realismo, y es que el monte no esrentable. Hace tiempo que dejó de serlo. Elmercado de la madera se ha hundido y elmonte ya no proporciona el rendimiento eco-nómico de antaño. «Y mientras el monte nosea rentable, costará mucho conseguir que lasadministraciones inviertan dinero». Tal cuallo dijo el responsable de Agricultura de laJunta de Castilla-La Mancha en Guadalaja-ra, que suele hablar sin tapujos. Así que másclaro, agua del Sorbe. Más allá de leyes dedesarrollo rural y de discursos oficiales, estaes la cruda realidad del campo en la Sierra.Claudio Magris tiene es-crito: «A veces los lugareshablan, otras callan, tie-nen sus epifanías y sus her-metismos». ◗

gias cutáneas y respiratorias. Desde otra óptica,Alberto Mayor, coordinador provincial de Eco-logistas en Acción, hizo hincapié en repensarlos métodos de control que se siguen para evi-tar la reproducción del mal de la procesionaria.Criticó abiertamente la política forestal de lasadministraciones durante los últimos veinte otreinta años, y sostuvo que plagas como estapodrían haberse evitado con una medida queya no tiene marcha atrás: si se hubiera descarta-do la repoblación de pinos. Se hizo en los añossesenta y ya no hay remedio, pero lo cierto esque esta decisión ahora mismo está lastrandolas posibilidades de aprovechamiento del mon-te.

Sergio Cabellos, delegado provincial de Agri-cultura, uno de los políticos de la provincia conla cabeza mejor amueblada, defendió la actua-ción del Gobierno regional en esta materia.Comparó el tratamiento aplicado en Castilla-La Mancha con el de otras regiones y negó que,atacando la plaga desde sus inicios, se consigauna mayor eficacia. Aseguró que lo importantees invertir en estudiar cómo evoluciona la pro-cesionaria. A la salida de la charla, me decía: «Ala gente le falta información, mucha informa-ción». La gente, representada en el medio cen-tenar largo de personas que llenó el Centro So-cial de Valverde, intervino en su mayoría parapedir que se haga algo. No se sabe aún muybien el qué, porque ningún tratamiento es in-falible. Pero sí parece evidente que convienetomar medidas antes de considerar inevitable a

«Ningún tratamiento es infalible. Pero pareceevidente que conviene tomar medidas antes de

considerar inevitable la plaga»

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