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El contexto actual requiere de una mirada objetiva e integral

para abordar el tratamiento de los conflictos existentes a nivel na-cional. En los últimos cinco años, ante la expansión minera, las de-mandas sociales por el respeto de sus derechos van de la mano con la protección de los ecosiste-mas hídricos.

Teniendo como propósito contribuir a la solución de las de-mandas sociales legítimas, y a la agenda que plantean las pobla-ciones en zonas de influencia mi-nera, es que presentamos cuatro casos de afectación de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

En esta primera entrega, di-fundimos dos reportajes relacio-nados con la contaminación de las fuentes de agua en Puno y Huancavelica que, aunque ubi-cadas en regiones diferentes, nos muestran una historia común de ausencia de una autoridad am-biental, de impunidad de las empresas transgresoras, de la debilidad institucional encargada de la regulación, fiscalización y control ambiental; de un sistema de administración de justicia que no hace justicia y, finalmente, el estado de indefensión de ciuda-danos a los que se les niega el derecho a una vida de calidad.

Estamos convencidos de que es posible construir un nuevo contrato social y ambiental en tor-no al extractivismo que, en base a una agenda mínima concertada entre todos los actores, permita avanzar hacia la definición de un rol diferente de la minería, más responsable del medio ambien-te, que garantice la prevalencia de los derechos sociales y que aporte realmente a un desarrollo local sostenible e inclusivo.

EDITORIAL

Edwin GonzalesSecretario Ejecutivo

Red Muqui

EL LUGAR DONDE LAS AGUAS QUEMAN

CONDORAQUE,SIN SANCIÓN PARA CAUDALOSA

HUACHOCOLPA,

Huancavelica: El derrame de relaves que acabó con la vida acuática en 120 km del cauce de varios ríos, hasta llegar a Ayacucho.

EL AGUA Y LA MINERÍA EN CONFLICTO

Puno: Pasivos ambientales que contaminan ríos y lagunas desde hace 35 años. Lugar donde los campesinos enferman y los animales mueren.

MINERÍAde alto impacto N° 1 Minería de alto impacto Perú, noviembre del 2011 www.muqui.org

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EL LUGAR DONDE LAS AGUAS QUEMAN

➽ Existe un lugar en las alturas de Puno cuyos ríos y lagunas están siendo con-taminados por los pasivos ambientales de una mina desde hace 35 años. Los campesinos enferman y los animales mueren, pero la desidia de las autoridades y el cambio de dueños de la concesión minera dificultan la solución de un problema que afecta a 45 familias de una de las regiones más pobres del Perú.

El agua sana es incolora, inodora e insípida. Pero en Condoraque (Puno), a más de 4600 metros de

altitud, donde la atmósfera es de un azul intenso y el viento gélido corta la cara, el agua es de un turbio color anaranjado y el lodo de sus orillas huele a azufre.

No es un fenómeno natural. Es la con-secuencia de los más de 30 años de ex-plotación minera de la Compañía Regina Palca 11 S.A, subsidiaria de Avocet Mining ING (con sede en Canadá y Reino Unido) y propiedad del Grupo Arias, en la zona. El visible fruto de la despiadada labor de extracción del tungsteno que necesitaban en Estados Unidos, Europa y Japón (luga-res dónde exportaba el 100% del mineral) para poder fabricar los filamentos de sus focos, sus tubos de rayos X, sus municio-nes para penetrar blindajes o sus palos de golf. Y es que hoy, en Condoraque, el agua ya no es buena para el riego ni para el con-sumo de los animales. Mucho menos para el de los humanos.

Lo dicen los pobladores de la zona. Los ríos que atraviesan los terrenos de esta comunidad aymara llevan en su seno “aguas muertas que queman”. Y saben de lo que hablan. El líquido elemento, tanto en la laguna Choquene como en los ríos Condoraque, Tocotoco, Putina, Huanca-né y Ramis, tiene el PH tan ácido que es imbebible. Y no sirve para nada. Tampoco tiene vida, las partículas de mineral que arrastra elevan la temperatura del agua y disminuyen el nivel de oxígeno. La vege-tación a su alrededor aparece quemada. Es, además, altamente dañino.

RÍOS QUE YA NO SE CRUZANLas ovejas, tras aplacar su sed en el

río, mueren de polio, con los pulmones

PUNO, REGIÓN POLIMETÁLICA Y AURÍFERA

❱ En los últimos años Puno ha venido ex-perimentando un incremento acelerado

de las concesiones mineras. Tan sólo en 2010, casi un quinto de las que se pidieron en todo el país fueron para esta región del altiplano que posee casi 7 millones de hectáreas de tierras agrícolas, pastos na-turales y forestales no agrícolas. La región es una zona polimetálica y aurífera.

Actualmente, el número de concesio-nes que se tramitan en el INGEMMET-Puno es de 2,262 concesiones mineras, entre minería artesanal, pequeño produc-tor minero y de régimen general, ocupando más de un millón de hectáreas de tierra.

La presencia de las minas y de sus campamentos, cerca de las comunida-

des campesinas de la región, vulneran muchas veces los derechos de las mis-mas, ya que nunca fueron consultadas, así como pone en peligro su salud y su diversidad biológica, ocasionando en algunos casos el desplazamiento de po-blaciones enteras.

El riesgo de la contaminación es laten-te. Muchas mineras abandonan después de los años sus áreas de extracción dejan-do muchos y peligrosos Pasivos Ambien-tales Mineros (PAM). Tan sólo en Huanca-velica, Apurímac, Ayacucho, Cuzco y Puno existen 152 minas abandonadas que han contaminado las cuencas hidrográficas de estas regiones. Pocas son sancionadas y menos aun cumplen la sanción.

HUACHOCOLPA, EL DESASTRE ECOLÓGICO QUE NADIE CASTIGA➽ En junio de 2010, la cancha de relaves de una minera en Huancavelica reventó, y más de 25 mil metros cúbicos de residuos tóxicos fueron vertidos al río Escalera. Al día de hoy la empresa no sólo sigue trabajando con normalidad sino que aún no ha pagado ni una sola de las multas que se le han impuesto.

Por: Paul Maquet.Edición: Carolina Martín.

Encontrar truchas en el río Escalera (Huancavelica) es una tarea que re-quiere paciencia. Mucha paciencia.

Un derrame de relaves provocado por la minera Caudalosa Chica exterminó todo signo de vida en sus aguas hace más de un año. Tras la “limpieza”, el Gobierno Regional y Caudalosa aseguran haber repoblado la cuenca con 50 mil alevinos. Pero los comu-neros que viven a las orillas no se ponen de acuerdo: Unos aseguran que el río sigue va-cío, otros dicen que sí hay peces. Nosotros, no pudimos encontrar ni uno solo.

Las truchas, en la zona, ya no son parte del sustento de la población local. Lo fueron hasta que la cancha de relaves de la mina reventó, literalmente, vertiendo en el cauce del río Escalera más de 25 mil metros cúbicos de desechos tóxicos. No sólo desaparecieron las truchas: Muchas hectáreas agrícolas fueron afectadas, unos 30 mil campesinos fueron perjudicados y, desde el accidente, el río se encuentra cercado para que los animales no beban de sus aguas y las familias no las utilicen para lavar su ropa ni los niños para jugar.

La rotura de la cancha de relaves de esta empresa minera, propiedad del Grupo Raffo, que contaminó más de 120 km de los ríos Escalera, Huachocolpa, Opamayo, Lircay, Urubamba, Cachimayo, Mantaro y Cachi se produjo en junio de 2010, hace ya un año y cuatro meses, pero a pesar del tiempo transcurrido, ni la Autoridad Na-

hinchados. Y las alpacas lo hacen debido a los severos cuadros de diarreas, dejando sus cadáveres un intenso olor a azufre. Las que sobreviven no lo pasan mucho me-jor. Muchas de ellas padecen la pereda, un salpullido similar a la sarna por el que a veces pierden sus pezuñas, que se les desprenden del cuerpo. Curiosamente la insana es la única parte de su cuerpo que tiene contacto con el agua, pues los ani-males deben atravesar el cauce del río Condoraque en su habitual pastoreo.

Para los campesinos es mucho peor. Ellos también sufren de diarrea, problemas respiratorios, tos, dolores de cabeza y do-lores de tipo reumático en las manos y en los pies. Y si quieren tratar sus dolencias deben caminar una distancia de 20 kiló-metros hasta la única posta médica de la comunidad, atendida de forma habitual por una enfermera y una obstetra. El médico

sólo llega hasta allí una vez el mes. Menos aún pueden comer carne.

Huele a azufre y les enferma. Y no pueden hacer mucho para evitar sus males porque, al no contar con servicios básicos, la única agua que consumen es la de los riachuelos.

UN DESASTRE SIN RESPONSABLEQue el agua está contaminada es

palpable. Pero es un hecho demostrado, además, por un reciente informe de la Dirección General de Salud Ambiental (DI-GESA) en base a unas muestras de agua tomadas en el mes de agosto de 2010 en el efluente de la bocamina y la laguna Con-doraque, que concluye que las aguas se encuentran impactadas negativamente por altas concentraciones de cadmio, cobre, plomo y zinc que exceden los estándares de calidad ambiental. Una resolución con la que todos -Estado, empresa, minera y campesinos- están de acuerdo, pero de la que nadie quiere hacerse responsable.

La causante de todo, la Compañía Regi-na Palca 11 S.A, ya no está en la zona desde hace cinco años. Dejó el balón en el techo de la Empresa Minera Sillustani S.A., accionista de MINSUR, que es quien trabaja ahora en las 240 hectáreas de proyecto, gracias a un contrato de compra-venta firmado en abril de 2006. Y es a ella a quien el Estado, como titular de la concesión, le reclama la obligación de habilitar el área contaminada con más de un millón 200 mil toneladas de relaves, que conforman uno de los veinte más grandes Pasivos Ambientales Mineros (PAM) de los más de 5 mil que hay en todo el territorio nacional: El llamado Plan de Cierre para Remediar los PAM, aprobado por Re-solución Nº 154-2009-MEM-AAM del 10 de julio de 2009, que a día de hoy aún no se ha puesto en marcha.

La Empresa Minera Sillustani ya ha dejado claro que se niega a hacerlo. En-tiende el problema, pero alega que al no ser la causante del mismo no es quien debe resolverlo. Es decir, incumple el Plan de Cierre ordenado por el Estado. Pero le pide al mismo permiso para poder reutilizar y reaprovechar los PAM que no quiere limpiar, pues en los desmontes y en los relaves aún hay minerales que pueden extraer con los que se puede lucrar. Si el 0,60% de cada tonelada de relave, como promedio, es tungsteno, y este está a un precio de 17,600 dólares por tonelada, Sillustani podría obtener por los PAM de Condoraque una ganancia superior a los cien millones de dólares. Pero de momen-to no puede. Dos procesos judiciales se lo impiden. Uno administrativo y otro penal.

DENUNCIAS Y APELACIONESEl administrativo llega de la mano del

Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (OSINERGMIN), que decidió sancionar por el incumplimiento del Plan de Cierre a la empresa. Una decisión ya apelada por Silllustani que, sin embargo, ha desencadenado la voluntaria suspensión temporal de sus actividades por parte de la minera, al menos hasta que los ánimos se calmen.

El penal, por su parte, responde a una denuncia formal a la Fiscalía Espe-cializada en Materia Ambiental del Dis-trito Judicial de Puno por el Delito contra los Recursos Naturales y el Medio Am-biente, en su modalidad Contaminación al Medio Ambiente, mediante la cual se solicita que la empresa minera presen-te el EIA y el Certificado de Viabilidad Ambiental que respalda sus actividades en la zona, así como que cumpla con el Plan de Cierre de los PAM que la Com-pañía Minera Regina Palca 11 S.A. dejó hace 35 años. El proceso está en fase de investigación.

Las Naciones Unidas también están enteradas del caso. La Oficina de Dere-chos Humanos y Medio Ambiente de Puno les informó del mismo en la XVIII Periodo de Sesiones de la Comisión de Desarrollo Sostenible realizada entre el 3 y el 14 de mayo de 2010, y esta le envió un cable a la Dirección General de Medio Ambiente de la Cancillería para que se elaborara un informe sobre el tema. Aún no han obtenido respuesta.

El problema de contaminación de Condoraque ya está en boca de todos. De OSINERGMIN, del Poder Judicial, de Cancillería y hasta de las Naciones Unidas. Pero en el caso de las 45 familias que viven en esta comunidad aymara de las alturas de Puno el problema, además de en su boca, está en su piel. En sus animales. En sus plantas. En su vida. Porque hoy, 35 años después de que una mina decidiera asentarse en sus territorios sin consultarles para extraer el mineral de sus entrañas, aún no pueden beber el agua de sus ria-chuelos sin enfermarse. Y nadie parece querer ayudarles a recuperar lo que siem-pre tuvieron. Un agua incolora, inodora e insípida. Un agua, en definitiva, sana.

Texto editado por Carolina Martín, con información de Red Muqui Sur (Oficina de Derechos Humanos y Medio Am-biente de Puno, FEDERH Puno, Vicaría de Sicuani, CADEP Cusco, CooperAc-ción e ISAIAS)

Abril 2010: Rocas recogidas del fondo del río Condoraque, pigmentadas con sedimentos del pasivo ambiental.

Agosto 2011: Río Condoraque, contaminado por la actividad minera, se une con el río Viscachani, no contaminado.

CAUDALOSASIN SANCIÓN PARA

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FOTO: OFICINA DE DERECHOS HUMANOS Y MEDIO AMBIENTE DE PUNO

2 3MINERÍA DE ALTO IMPACTO MINERÍA DE ALTO IMPACTO

CONDORAQUE,

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EL LUGAR DONDE LAS AGUAS QUEMAN

➽ Existe un lugar en las alturas de Puno cuyos ríos y lagunas están siendo con-taminados por los pasivos ambientales de una mina desde hace 35 años. Los campesinos enferman y los animales mueren, pero la desidia de las autoridades y el cambio de dueños de la concesión minera dificultan la solución de un problema que afecta a 45 familias de una de las regiones más pobres del Perú.

El agua sana es incolora, inodora e insípida. Pero en Condoraque (Puno), a más de 4600 metros de

altitud, donde la atmósfera es de un azul intenso y el viento gélido corta la cara, el agua es de un turbio color anaranjado y el lodo de sus orillas huele a azufre.

No es un fenómeno natural. Es la con-secuencia de los más de 30 años de ex-plotación minera de la Compañía Regina Palca 11 S.A, subsidiaria de Avocet Mining ING (con sede en Canadá y Reino Unido) y propiedad del Grupo Arias, en la zona. El visible fruto de la despiadada labor de extracción del tungsteno que necesitaban en Estados Unidos, Europa y Japón (luga-res dónde exportaba el 100% del mineral) para poder fabricar los filamentos de sus focos, sus tubos de rayos X, sus municio-nes para penetrar blindajes o sus palos de golf. Y es que hoy, en Condoraque, el agua ya no es buena para el riego ni para el con-sumo de los animales. Mucho menos para el de los humanos.

Lo dicen los pobladores de la zona. Los ríos que atraviesan los terrenos de esta comunidad aymara llevan en su seno “aguas muertas que queman”. Y saben de lo que hablan. El líquido elemento, tanto en la laguna Choquene como en los ríos Condoraque, Tocotoco, Putina, Huanca-né y Ramis, tiene el PH tan ácido que es imbebible. Y no sirve para nada. Tampoco tiene vida, las partículas de mineral que arrastra elevan la temperatura del agua y disminuyen el nivel de oxígeno. La vege-tación a su alrededor aparece quemada. Es, además, altamente dañino.

RÍOS QUE YA NO SE CRUZANLas ovejas, tras aplacar su sed en el

río, mueren de polio, con los pulmones

PUNO, REGIÓN POLIMETÁLICA Y AURÍFERA

❱ En los últimos años Puno ha venido ex-perimentando un incremento acelerado

de las concesiones mineras. Tan sólo en 2010, casi un quinto de las que se pidieron en todo el país fueron para esta región del altiplano que posee casi 7 millones de hectáreas de tierras agrícolas, pastos na-turales y forestales no agrícolas. La región es una zona polimetálica y aurífera.

Actualmente, el número de concesio-nes que se tramitan en el INGEMMET-Puno es de 2,262 concesiones mineras, entre minería artesanal, pequeño produc-tor minero y de régimen general, ocupando más de un millón de hectáreas de tierra.

La presencia de las minas y de sus campamentos, cerca de las comunida-

des campesinas de la región, vulneran muchas veces los derechos de las mis-mas, ya que nunca fueron consultadas, así como pone en peligro su salud y su diversidad biológica, ocasionando en algunos casos el desplazamiento de po-blaciones enteras.

El riesgo de la contaminación es laten-te. Muchas mineras abandonan después de los años sus áreas de extracción dejan-do muchos y peligrosos Pasivos Ambien-tales Mineros (PAM). Tan sólo en Huanca-velica, Apurímac, Ayacucho, Cuzco y Puno existen 152 minas abandonadas que han contaminado las cuencas hidrográficas de estas regiones. Pocas son sancionadas y menos aun cumplen la sanción.

HUACHOCOLPA, EL DESASTRE ECOLÓGICO QUE NADIE CASTIGA➽ En junio de 2010, la cancha de relaves de una minera en Huancavelica reventó, y más de 25 mil metros cúbicos de residuos tóxicos fueron vertidos al río Escalera. Al día de hoy la empresa no sólo sigue trabajando con normalidad sino que aún no ha pagado ni una sola de las multas que se le han impuesto.

Por: Paul Maquet.Edición: Carolina Martín.

Encontrar truchas en el río Escalera (Huancavelica) es una tarea que re-quiere paciencia. Mucha paciencia.

Un derrame de relaves provocado por la minera Caudalosa Chica exterminó todo signo de vida en sus aguas hace más de un año. Tras la “limpieza”, el Gobierno Regional y Caudalosa aseguran haber repoblado la cuenca con 50 mil alevinos. Pero los comu-neros que viven a las orillas no se ponen de acuerdo: Unos aseguran que el río sigue va-cío, otros dicen que sí hay peces. Nosotros, no pudimos encontrar ni uno solo.

Las truchas, en la zona, ya no son parte del sustento de la población local. Lo fueron hasta que la cancha de relaves de la mina reventó, literalmente, vertiendo en el cauce del río Escalera más de 25 mil metros cúbicos de desechos tóxicos. No sólo desaparecieron las truchas: Muchas hectáreas agrícolas fueron afectadas, unos 30 mil campesinos fueron perjudicados y, desde el accidente, el río se encuentra cercado para que los animales no beban de sus aguas y las familias no las utilicen para lavar su ropa ni los niños para jugar.

La rotura de la cancha de relaves de esta empresa minera, propiedad del Grupo Raffo, que contaminó más de 120 km de los ríos Escalera, Huachocolpa, Opamayo, Lircay, Urubamba, Cachimayo, Mantaro y Cachi se produjo en junio de 2010, hace ya un año y cuatro meses, pero a pesar del tiempo transcurrido, ni la Autoridad Na-

hinchados. Y las alpacas lo hacen debido a los severos cuadros de diarreas, dejando sus cadáveres un intenso olor a azufre. Las que sobreviven no lo pasan mucho me-jor. Muchas de ellas padecen la pereda, un salpullido similar a la sarna por el que a veces pierden sus pezuñas, que se les desprenden del cuerpo. Curiosamente la insana es la única parte de su cuerpo que tiene contacto con el agua, pues los ani-males deben atravesar el cauce del río Condoraque en su habitual pastoreo.

Para los campesinos es mucho peor. Ellos también sufren de diarrea, problemas respiratorios, tos, dolores de cabeza y do-lores de tipo reumático en las manos y en los pies. Y si quieren tratar sus dolencias deben caminar una distancia de 20 kiló-metros hasta la única posta médica de la comunidad, atendida de forma habitual por una enfermera y una obstetra. El médico

sólo llega hasta allí una vez el mes. Menos aún pueden comer carne.

Huele a azufre y les enferma. Y no pueden hacer mucho para evitar sus males porque, al no contar con servicios básicos, la única agua que consumen es la de los riachuelos.

UN DESASTRE SIN RESPONSABLEQue el agua está contaminada es

palpable. Pero es un hecho demostrado, además, por un reciente informe de la Dirección General de Salud Ambiental (DI-GESA) en base a unas muestras de agua tomadas en el mes de agosto de 2010 en el efluente de la bocamina y la laguna Con-doraque, que concluye que las aguas se encuentran impactadas negativamente por altas concentraciones de cadmio, cobre, plomo y zinc que exceden los estándares de calidad ambiental. Una resolución con la que todos -Estado, empresa, minera y campesinos- están de acuerdo, pero de la que nadie quiere hacerse responsable.

La causante de todo, la Compañía Regi-na Palca 11 S.A, ya no está en la zona desde hace cinco años. Dejó el balón en el techo de la Empresa Minera Sillustani S.A., accionista de MINSUR, que es quien trabaja ahora en las 240 hectáreas de proyecto, gracias a un contrato de compra-venta firmado en abril de 2006. Y es a ella a quien el Estado, como titular de la concesión, le reclama la obligación de habilitar el área contaminada con más de un millón 200 mil toneladas de relaves, que conforman uno de los veinte más grandes Pasivos Ambientales Mineros (PAM) de los más de 5 mil que hay en todo el territorio nacional: El llamado Plan de Cierre para Remediar los PAM, aprobado por Re-solución Nº 154-2009-MEM-AAM del 10 de julio de 2009, que a día de hoy aún no se ha puesto en marcha.

La Empresa Minera Sillustani ya ha dejado claro que se niega a hacerlo. En-tiende el problema, pero alega que al no ser la causante del mismo no es quien debe resolverlo. Es decir, incumple el Plan de Cierre ordenado por el Estado. Pero le pide al mismo permiso para poder reutilizar y reaprovechar los PAM que no quiere limpiar, pues en los desmontes y en los relaves aún hay minerales que pueden extraer con los que se puede lucrar. Si el 0,60% de cada tonelada de relave, como promedio, es tungsteno, y este está a un precio de 17,600 dólares por tonelada, Sillustani podría obtener por los PAM de Condoraque una ganancia superior a los cien millones de dólares. Pero de momen-to no puede. Dos procesos judiciales se lo impiden. Uno administrativo y otro penal.

DENUNCIAS Y APELACIONESEl administrativo llega de la mano del

Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (OSINERGMIN), que decidió sancionar por el incumplimiento del Plan de Cierre a la empresa. Una decisión ya apelada por Silllustani que, sin embargo, ha desencadenado la voluntaria suspensión temporal de sus actividades por parte de la minera, al menos hasta que los ánimos se calmen.

El penal, por su parte, responde a una denuncia formal a la Fiscalía Espe-cializada en Materia Ambiental del Dis-trito Judicial de Puno por el Delito contra los Recursos Naturales y el Medio Am-biente, en su modalidad Contaminación al Medio Ambiente, mediante la cual se solicita que la empresa minera presen-te el EIA y el Certificado de Viabilidad Ambiental que respalda sus actividades en la zona, así como que cumpla con el Plan de Cierre de los PAM que la Com-pañía Minera Regina Palca 11 S.A. dejó hace 35 años. El proceso está en fase de investigación.

Las Naciones Unidas también están enteradas del caso. La Oficina de Dere-chos Humanos y Medio Ambiente de Puno les informó del mismo en la XVIII Periodo de Sesiones de la Comisión de Desarrollo Sostenible realizada entre el 3 y el 14 de mayo de 2010, y esta le envió un cable a la Dirección General de Medio Ambiente de la Cancillería para que se elaborara un informe sobre el tema. Aún no han obtenido respuesta.

El problema de contaminación de Condoraque ya está en boca de todos. De OSINERGMIN, del Poder Judicial, de Cancillería y hasta de las Naciones Unidas. Pero en el caso de las 45 familias que viven en esta comunidad aymara de las alturas de Puno el problema, además de en su boca, está en su piel. En sus animales. En sus plantas. En su vida. Porque hoy, 35 años después de que una mina decidiera asentarse en sus territorios sin consultarles para extraer el mineral de sus entrañas, aún no pueden beber el agua de sus ria-chuelos sin enfermarse. Y nadie parece querer ayudarles a recuperar lo que siem-pre tuvieron. Un agua incolora, inodora e insípida. Un agua, en definitiva, sana.

Texto editado por Carolina Martín, con información de Red Muqui Sur (Oficina de Derechos Humanos y Medio Am-biente de Puno, FEDERH Puno, Vicaría de Sicuani, CADEP Cusco, CooperAc-ción e ISAIAS)

Abril 2010: Rocas recogidas del fondo del río Condoraque, pigmentadas con sedimentos del pasivo ambiental.

Agosto 2011: Río Condoraque, contaminado por la actividad minera, se une con el río Viscachani, no contaminado.

CAUDALOSASIN SANCIÓN PARA

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FOTO: OFICINA DE DERECHOS HUMANOS Y MEDIO AMBIENTE DE PUNO

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CONDORAQUE,

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FOTO: PAUL MAQUET

CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO❱ El 25 de junio del 2010, aproxima-

damente a las 6.00 pm, la cancha de relaves “A” de la empresa minera Caudalosa Chica colapsó, ocasion-ando un derrame de entre 25 y 50 mil metros cúbicos de materiales tóxi-cos que ingresaron a la cancha de relaves “C” para luego discurrir al río Escalera y recorrer unos 120 kilómet-ros, pasando por los ríos Huachocol-pa, Opamayo, Lircay, Urubamba y Cachimayo, hasta llegar al Mantaro.

El derrame ocasionó la muerte de un número no determinado de truchas y exterminó todo rastro de vida acuática. Además, causó la contaminación de unas 1,560 hec-táreas de cultivo de manera directa y hasta 12,600 hectáreas de manera indirecta, afectando a unos 30 mil ag-ricultores, según la ANA. Las aguas, además, fueron consumidas por animales, muchos de los cuales muri-eron o enfermaron. Y en las semanas posteriores al desastre decenas de personas, cuya única fuente de agua era el río contaminado, acudieron a los establecimientos de salud con síntomas de intoxicación.

El desastre no fue una sorpresa. El crecimiento alarmante de la cancha de relaves “A” había sido denunciado por los comuneros y por los traba-

cional del Agua (ANA), ni el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), ni el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (OSI-NERGMIN), ni el Poder Judicial (PJ) han podido hacer efectiva, a pesar de las pruebas e informes en su contra, una sola de las multas y sanciones impuestas a Caudalosa Chica.

Tampoco hay responsables del desastre, ya que una decisión judicial libró de toda responsabilidad a los más altos funcionarios de la empresa. Y ésta, además, logró que el Poder Judicial le-vantara la medida cautelar que había pa-ralizado sus operaciones y actualmente sigue activa, sólo realizando trabajos de extracción en el socavón. “Al final no ha pasado nada”, se lamenta Edgar Quispe, poblador de Lircay –aguas abajo de la mina- y presidente del Comité de Fisca-lización del Medio Ambiente de la provin-cia de Angaraes. Y eso que motivos para sancionar no faltan.

LA MINA CONTRA TODOSTras el derrame de relaves, la ANA

impuso a Caudalosa una multa de 36 millones de soles, la mayor en su rango, al determinarse que el 100% del caudal de los ríos Escalera, así como de ríos afluentes como Huachocolpa, Opamayo y Lircay, estaba afectado. En su informe, la entidad señaló que el daño causado al recurso hídrico era de largo alcance, pues aunque se limpiaran todos los relaves vi-sibles quedarían “por un tiempo indeter-minado relaves mineros depositados en el lecho húmedo, entre las piedras y re-mansos”, lo cual representaba “un riesgo significativo, sobre todo en época de ave-nida”, donde las precipitaciones pluviales activarían “las fuentes de contaminación no mitigada”. Pero de nada sirvió, pues Caudalosa impugnó dicha decisión al considerar que la ANA no tenía la compe-tencia para sancionar. Hasta el momento no hay una resolución definitiva sobre este tema y la multa sigue sin pagarse.

Lo mismo sucedió con el OEFA, que inició un proceso sancionador contra la minera, pero esta lo cuestionó bajo el argumento de que no podía ser multa-da dos veces por el mismo hecho, y el proceso está estancado, con carácter “reservado”, hasta que se resuelva esa cuestión. Y con el OSINERGMIN, que sólo ha podido multar a la mina, no a causa del derrame de relaves, sino por infracciones anteriores: Una por haber operado la planta concentradora de Cau-dalosa a un ritmo muy por encima de la capacidad autorizada por el Ministerio de Energía y Minas, y otra que tiene que ver con haber realizado una serie de cons-trucciones sin contar con un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) aprobado. Am-bas suman algo menos de 150 mil soles y ya han sido pagadas, pero aún están muy lejos de los 2 millones de soles que el organismo podría imponer como máxi-ma sanción a causa del derrame.

El Poder Judicial, de momento, tam-poco ha hecho demasiado. Y eso que a raíz de una denuncia presentada por el Fiscal de Prevención del Delito y Medio Ambiente, Frans Ponce Rosado, el Pri-mer Juzgado Especializado en lo Penal

decir, las que se usan para riego y bebida de animales; y en ellas hay presencia de plomo (0,56 mg/l en su medición de mayo de este año, una cifra muy por enci-ma de los 0,18 mg/l hallados en mayo del 2010, antes del derrame), cobre, cadmio, manganeso, hierro, plomo, zinc y arséni-co por encima de los límites permitidos.

Elsa Benavente, directora de Protec-ción al Medio Ambiente y Salud Ocupa-cional de la DIRESA lo tiene claro. “Los resultados de calidad del agua no han regresado a los niveles previos al de-rrame, de eso estoy segura”. Una visión que concuerda con la de Fidel Palomi-no, comisionado de la Defensoría del Pueblo encargado del seguimiento de este caso, quien en su última visita a la zona verificó que había “restos de relave acumulados en las riveras y en zonas superficiales”. Y con los pobladores de las zonas afectadas, quienes aseguran de forma generalizada que el río sigue estando sucio. “Sigue igual amarillo, es notorio. ¿Y qué ha hecho la empresa? Nada”, sostiene Lauro Quispe, actual Juez de Paz de Huachocolpa.

Pese a la persistencia de la conta-minación, este año se cumplió con la última de las actividades de remedia-ción comprometidas por la empresa: La reinserción de truchas, especie que había desaparecido de la zona a cau-sa del desastre ambiental. En mayo, y en presencia de las autoridades de la comunidad y de un notario, el Gobierno Regional de Huancavelica y Caudalosa repoblaron con 50 mil ejemplares de ale-vinos en diversos puntos de la cuenca. Pero no está claro que las truchas vayan a sobrevivir en un río con fuertes índices de presencia de metales pesados.

El problema de contaminación va más allá de los relaves. Las comunida-des campesinas aseguran que Cauda-losa vierte al río, de noche, aguas ácidas sin tratamiento, lo cual explicaría, para Carlos Candiotti, del Comité de Fiscaliza-ción del Medio Ambiente de la Provincia de Angaraes, el tono amarillento que en ocasiones éste presenta. De hecho, el propio OSINERGMIN ha detectado en más de una oportunidad parámetros de acidez que superan lo permitido, y ha iniciado procesos de sanción que hasta la fecha todavía no tienen resultados.

Son muchas las sombras que aún planean sobre el correcto o no funciona-miento de Caudalosa, pero la realidad es que actualmente la mina, amparada en una compleja telaraña de denuncias, habeas corpus y los más insospechados vericuetos legales, sigue trabajando. Eso sí, sólo realizando trabajos de extracción en el socavón, ya que su planta concen-tradora no tiene permiso, así que extraen el mineral y lo llevan en bruto a la planta concentradora de la empresa Volcan. Cada día, de Huachocolpa, salen entre 25 y 30 camiones diarios que trasladan unas 450 toneladas de mineral rumbo a Junín. “Su concentradora no está ope-rando, ni su nueva cancha de relaves, porque están esperando que aprueben su Estudio de Impacto Ambiental y mien-tras no tengan eso no van a operar”, ase-gura Gálvez, de la Gerencia de Medio Ambiente del Gobierno Regional. “¿Eso es lo que debió ocurrir inicialmente?”, le preguntamos. “Claro”, reconoce.

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Aguas cristalinas. Las comunidades de la cuenca del Huachocolpa ya no conocen aguas con este nivel de pureza.

jadores sin que nunca se ordenara la paralización de las operaciones. No eran los únicos en quejarse. Tal y como dem-ostró IDL REPORTEROS, Caudalosa ya había sido notificada hasta en 14 oportunidades entre el 2007 y el 2008 por contaminación de ríos y por realizar ampliaciones sin contar con los estudios de impacto ambiental necesarios.

Lo cierto es que la empresa había ampliado la capacidad de su planta con-centradora de 450 a 800 toneladas dia-

rias sin el EIA aprobado, con el cual obtendría la autorización del Minis-terio de Energía y Minas. En la su-pervisión especial de julio del 2009, OSINERGMIN pudo constatar las obras y ampliaciones realizadas sin autorización, pero pese a ello, no se sancionó a la empresa ni se paralizó la operación. La norma sólo permite paralizar los depósitos de relaves cuando haya un peligro inminente, lo que impide una fiscalización eficaz.

de Huancavelica inició un proceso contra los responsables del derrame de relaves. Pero la vía judicial no parece haber sido demasiado severa hasta el momento.

Para empezar, en octubre del año pasado la Sala Superior de Huancave-lica levantó la medida cautelar impuesta contra Caudalosa, permitiendo de esa manera el reinicio de sus actividades, paralizadas desde el derrame. Y luego el auto de apertura de instrucción del proceso penal, emitido en marzo de este año, excluyó del mismo al Gerente General de Caudalosa, Alberto Ernesto Pescetto Raffo, bajo el argumento de que el Manual de Organización y Funciones de la empresa no le asignaba funciones

operativas y que por lo tanto él no era el responsable. Ponce Rosado, el Fiscal que busca a los responsables del derra-me de relaves, ha sido separado del caso por un juzgado de El Callao tras múltiples habeas corpus presentados por la em-presa. Y, además, quedó descartado de pleno el delito más grave, el de contami-nación de aguas para consumo humano, con un argumento estrictamente legalis-ta: Los ríos afectados están clasificados como “categoría 3” por la ANA, es decir, su uso está recomendado para “riego y bebida de animales”. Lo que el juez no tomó en cuenta fue el hecho concreto de que varias de las comunidades aledañas a los ríos contaminados no tienen acceso

a ninguna otra fuente de agua.

UN RÍO AMARILLENTO DE AGUAS ÁCIDAS

Aunque Caudalosa ya ha cumplido con su plan de limpieza y con la reintro-ducción de miles de truchas en el río, tal y como confirma la Gerencia de Medio Ambiente del Gobierno Regional de Huancavelica, la aguas de Escalera y sus afluentes aún no siguen su cauce habitual. Los últimos análisis realizados por la Dirección Regional de Salud Am-biental (DIRESA) determinan que estos ríos no cumplen con los estándares de calidad ambiental (ECA) establecidos por la ANA para aguas de categoría tres, es

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Entrada a Huachocolpa. Se observan las vallas puestas por la empresa para que los animales no beban el agua contaminada.

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